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Sección Psicopedagogía • Vol.

12 Nº 1 • 2015
ISSN 1851-3115 • ht t p: / / www. revist apilquen. com. ar/

ADOLESCENCIA Y MODALIDADES DEL DISCURSO PARENTAL. ENCUADRE E


INTERVENCIONES EN PSICOPEDAGOGÍA CLÍNICA

Por Analía Diéguez y Julián Grunin


analiadieguez@gmail. com – j ulian. grunin@gmail. com
UBA; CONICET. Argent ina

RESUMEN
Se analizan las caract eríst icas del t rabaj o clínico grupal con padres de adolescent es con problemas
de aprendizaj e que se encuent ran en t rat amient o en el Servicio de Asist encia Psicopedagógica de la
Facult ad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Las conclusiones permit en dist inguir que
el análisis del posicionamient o parent al, sus modalidades de of ert a simbólica y las f ormas de
circulación del af ect o asociadas en el discurso, posibilit a la const rucción de hipót esis acerca de la
modalidad de ej ercicio de la f unción del adult o en la adolescencia, orient ando así el t rabaj o
t erapéut ico y las int ervenciones clínicas específ icas.
Palabras clave: Psicopedagogía Clínica; Adolescencia; Simbolización; Aprendizaj e; Discurso
parent al.

ADOLESCENCE AND MODALITIES IN PARENTAL SPEECH. LENGTH AND INTERVENTIONS IN CLINICAL


PSYCHO PEDAGOGIC

ABSTRACT
The obj ect ive of t his paper is t o analyze t he charact erist ics of clinical work group wit h parent s of
adolescent s wit h learning disabilit ies who are in t reat ment at t he Psycho-pedagogical Assist ance
Service of t he Universit y of Buenos Aires. The f indings dist inguish t he parent al posit ioning analysis,
modalit ies of symbolic of f er and f orms of af f ect ion circulat ion in t heir speech, let build hypot heses
about t he mode of exercise of t he adult in adolescence, t hus guiding t he work t herapeut ic and
specif ic clinical int ervent ions.
Key words: Clinical psycho pedagogic; Adolescence; Symbolizat ion; Learning; Parent s speech.

Re c i b i d o : 1 5 | 1 1 | 1 4 • Ac e p t a d o : 0 8 | 0 4 | 1 5

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1. Introducción

El desarrollo del present e t rabaj o se desprende del Programa de Invest igación que la Cát edra
Psicopedagogía Clínica lleva adelant e con sede en la Facult ad de Psicología de la Universidad de
Buenos Aires (UBA). El t rabaj o clínico que la Cát edra desarrolla en el Servicio de Asist encia (público)
para niños y adolescent es con dif icult ades en el aprendizaj e escolar, se art icula al t rabaj o
invest igat ivo que la misma lleva a cabo en el marco de proyect os de invest igación subsidiados por
UBACyT (Secret aría de Ciencia y Técnica de la UBA) y el Minist erio de Ciencia de la Nación.
En la act ualidad, los proyect os de invest igación abordan las principales caract eríst icas de las
problemát icas de simbolización (t endencias a la descarga, inhibiciones, modalidades
sobreadapt at ivas rígidas) que inciden rest rict ivament e en el acceso de los niños y adolescent es al
proceso de aprendizaj e. Las concept ualizaciones derivadas del abordaj e clínico permit en generar,
desde un marco t eórico psicoanalít ico, est rat egias de int ervención que f avorezcan el despliegue de
la imaginación, la int errogación crít ica y la movilidad del af ect o en relación a las diversas f ormas de
la act ividad represent at iva de los j óvenes, ent re ot ros ej es de la act ividad psíquica necesarios para
incidir en la incorporación de una mayor plast icidad y duct ilidad en sus procesos de simbolización.
La psicopedagogía clínica f ocaliza su recort e de obj et o en el abordaj e complej o de los
procesos psíquicos involucrados en las modalidades singulares de simbolización de los niños, púberes
y adolescent es, en part icular cuando ést as se art i culan (de f ormas rest rict ivas) al espacio del campo
social a t ravés del proceso de aprendizaj e (Álvarez, 2010; Schlemenson, 2009). El modelo t eórico-
clínico de la psicopedagogía clínica se def ine, ent onces, por el abordaj e de los procesos de
simbolización que los suj et os despliegan –en ocasiones de f ormas rígidas, est ereot ipadas y/ o
f ragment arias- en sus producciones simbólicas (escrit ura, dibuj os, discurso, lect ura).
Las dimensiones t eórico-clínicas elaboradas en el programa de invest igación permit en
enriquecer la generación de disposit ivos de abordaj e clínico, como de int ervención-acción en la
comunidad educat iva, diseñados -ambos- para promover oport unidades más dúct iles de act ivación
de los procesos de simbolización en los niños y adolescent es.
La art iculación dialógica ent re la clínica y la invest igación mot ivó, en el caso del present e
t rabaj o, la apert ura de int errogant es que act ivaron la necesidad de repensar las problemát icas
act uales de simbolización en la adolescencia a la luz del mat erial clínico que regist ramos durant e
dos años de t rabaj o en uno de los grupos de padres (el cual t uvo lugar –quincenalment e -en f orma
paralela al desarrollo de uno de los grupos semanal es de t rat amient o psicopedagógico de púberes y
adolescent es de ent re 11 y 14 años de edad que f uncionó en el servicio de asist encia de la
Facult ad).
Se part ió del supuest o que las t ransf ormaciones propias de los procesos de simbolización y
const rucción ident it aria de los j óvenes consult ant es, generaban una movilización af ect iva singular
en los padres que permit ía dist inguir las part icularidades de su modalidad posicional, como de
of ert a de enunciados ident if icat orios, e int ervenir en la apert ura de alt ernat ivas para su elaboración
en el marco del encuadre clínico del grupo de orient ación para padres. Teniendo en cuent a que el
t rabaj o con los padres de los púberes y adolescent es se orient a a generar un espacio cont i nent e que
habilit e oport unidades de ref lexión y elaboración de sent idos propios acerca de las problemát icas
part iculares de cada hij o/ a por los cuales consult an (Diéguez y Grunin, 2009), se plant earon un
conj unt o de int errogant es que permit irán prof undizar -a lo largo del present e t rabaj o- en la
especif icidad del encuadre de t rabaj o con los padres, como en las caract eríst icas concret as de las
int ervenciones del t erapeut a:
 ¿Cuáles son las caract eríst icas de los procesos de simbolización durant e la adolescencia?
 ¿Qué alcances y modalidades act uales present a la f unción del adult o y los ot ros
semej ant es, en t ant o anclaj es encuadrant es para el despliegue de los procesos de simbolización?
 ¿Qué t rabaj os psíquicos se ponen en marcha en los padres f rent e a los procesos de
cambio (en el nivel corporal, ident it ario y social) que sobrellevan los adolescent es en est e período
vit al del desarrollo?
 ¿Qué caract eríst icas adquiere el t rabaj o clínico grupal con padres cuando consult an por
las dif icult ades en el aprendizaj e escolar de sus hij os adolescent es?

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 ¿Cuáles son las modalidades del discurso parent al en la clínica psicopedagógica?


 ¿Cuáles son las int ervenciones clínicas del t erapeut a en el marco de dicho encuadre
específ ico?
 ¿Cómo concept ualizar las t ransf ormaciones que se producen a lo largo del t rabaj o clínico
grupal con los padres?

2. ADOLESCENCIA Y FUNCIÓN DEL ADULTO

Las problemát icas de simbolización que af ect an las oport unidades de inserción social
sat isf act orias de los j óvenes consult ant es, requieren de una asist encia clínica específ ica t endient e a
promover alt ernat ivas de elaboración sobre las conf lict ivas que rest ringen su acceso a la aut onomía
de pensamient o, la imaginación y la act ividad ref lexiva. Los j óvenes con dif icult ades en el
aprendizaj e suelen expresar, en la clínica psicopedagógica, modalidades rígidas de simbolización
que se expresan en sus producciones escrit urales, discursivas, lect oras y gráf icas (Schlemenson,
2009). Las modalidades de aprendizaj e de los j óvenes que nos consult an suelen caract erizarse por la
presencia de procesos de incorporación de inf ormación (no conocimient o) con el sólo propósit o de
cumplir con los requerimient os escolares, pero sin que dicho proceso se conviert a en signif icat ivo
para sí mismos, ni se relacione con conocimient os ant eriores. Así es como muchas veces repit en, de
f orma pasiva, t ext os o palabras del prof esor pero no parece quedar nada para ellos. Dichas
modalidades t ienden a empobrecer las oport unidades de int ercambio con los obj et os secundarios,
consolidándose -en muchos casos- f ormas act ivas de desinvest imient o sobre los procesos mismos de
incorporación de novedades que rest ringen las condiciones psíquicas necesarias para la circulación
del deseo, la imaginación y la curiosidad en el acceso al campo social.
Las t ransf ormaciones de la adolescencia (corporales, narcisíst icas, ident it arias, de vínculo
con los obj et os) cuest ionan el equilibrio psíquico hast a ent onces est ablecido (Green, 1993),
exigiendo la puest a en marcha de procesos het erogéneos de simbolización para su t ramit ación
específ ica en nuevas const rucciones f igurat ivas y de sent ido, como t rabaj o psíquico de ligadura de
lo pulsional (emergent e y disrupt ivo) en nuevos ent ramados represent acionales.
La calidad de las t ransmisiones parent ales const it uye aquí, como f unción encuadrant e, un
f act or relevant e que -aunque no det ermina- singulariza modalidades y t rayect orias de acceso al
invest imient o de obj et os novedosos en el campo social. La adolescencia implica un proceso
compl ej o (Morin, 2000), en t ant o diversidad de f act ores que la delimit an, que se t ransit a en un
espacio t r ansi ci onal (Winnicot t , 1979) ent re cont inuidades y rupt uras, permanencias y cambios
(Aulagnier, 1994). Aquello nuevo que emerge en est e período (como product o de t rabaj os psíquicos
específ icos) puede ser pensado en ese espacio de conj unción y conf lict o ent re aquell o que se
conserva de la inf ancia (como ancl aj e ident it ario) y su puest a en t ensión con la incorporación de lo
act ual, en t ant o ej e pot encial de reorganizaciones (Rot her de Hornst ein, 2006).
El ret iro, aislamient o y silencio que muchos adolescent es empiezan a manif est ar en est a
et apa, implican en algunas ocasiones indicios signif icat ivos acerca del t rabaj o singular de
const rucción de nuevos modos de est ar en el mundo que comienzan a desarrollar, los cuales
comprenden el invest imient o de t rayect orias ident it arias alt ernat ivas, necesarias para poder
conf igurarse ( con ot ros) un yo aut ónomo y represent arse(se) en nuevos espacios de int imidad.
Piera Aulagnier (1991b), considera que el invest imient o del pr oyect o i dent i f i cat or i o
const it uye uno de los t rabaj os psíquicos principales de la adolescencia. Se t rat a de un t rabaj o
hi st or i zant e de const rucción y proyección de nuevas represent aciones ident it arias. El proyect o
ident if icat orio conj uga la invest idura de un t iempo pasado con la expect at iva de invest imient o de
un t iempo f ut uro sobre el cual se anudarán anhelos singulares de ganancia sust it ut iva de placer que
dinamizarán su t rayect oria misma.
Part iendo de la perspect iva t eórica del psicoanálisis cont emporáneo, podemos pensar que
est as nuevas modalidades que comienzan a aparecer durant e la pubert ad, int erpelan los límit es de
lo público y lo privado, t ransit ando por las f ront eras limít rof es (porosas, permeables) ent re lo

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int erno y lo ext erno, ent re el yo y el obj et o (Green, 2010). En muchos casos, y en los “ curiosos
padres” , est os cambios despiert an ciert a incomodidad y un incont enible deseo de saber “ en que
anda” , generando -por part e de los adult os- posibles conduct as invasivas que no logran dar el
espacio necesario, renunciando al cont rol absolut o de la vida de los hij os, para que los j óvenes
accedan al invest imient o de nuevos emblemas, obj et os y espacios de aut onomía.
En est a línea, aquello ext erior al vínculo primario (inclusión de nuevos grupos de pares,
primeras salidas, present ación de int errogant es crít icos por part e de los j óvenes) suele ser
signif icado por los adult os como peligroso, en t ant o int erpela la cert eza del propio discurso
(parent al), act ualizando –en ocasiones- conf lict ivas propias no resuelt as que capt uran al hij o en un
lugar de complement o narcisist a.
El sobreinvest imient o del límit e ingresa aquí (en t ant o prohibición rígida) como recurso
def ensivo ant e un “ af uera” represent ado como amenazant e, rest ringiendo de est e modo las
posibilidades de of ert ar, ant icipar u imaginar –para el j oven- espacios pot enciales de aut onomía y
apert ura a nuevas ref erencias en el campo social. En est os casos, la f unción del adult o parecería
quedar adherida a una lect ura normat iva del límit e, f uncionando ya no como encuadre adecuado o
marco pot encial, sino más bien como barrera act iva de prohibición ant e lo novedoso que plant ea la
salida exogámica del hij o adolescent e (Diéguez y Grunin, 2009). En est a línea, el t rabaj o de of ert a
de enunciados ident if icat orios por part e del discurso parent al se encont rará con la dif ícil t area de
ceder su lugar de exclusividad, en f avor de la apert ura a nuevas ref erencias ext ra-f amiliares que
enriquecen la salida al campo social. Philippe Gut t on (1993) señala que, en las f unciones
parent ales, debería j ugarse algo del orden de l a obsol escenci a, como un modo de permit ir –con su
corrimient o, en t ant o obj et os exclusivos de invest idura de la inf ancia- la apert ura a movimient os
pot enciales de conf r ont aci ón (Winnicot t , 1979) sobre lo inst it uído. Según Piera Aulagnier (1994), las
t ransmisiones del discurso parent al deberían incluir ciert o índi ce de ext er i ori dad, necesario para
f acilit ar la inscripción de una dif erencia que garant ice la caída de la cert eza adherida a un único
discurso, y desplazamient os de invest iduras libidinales a emblemas y obj et os sust it ut ivos: “ Si bien
sus primeros ident if icados son provist os por el discurso mat erno, el yo es t ambién una inst ancia
ident if icant e y no es product o pasivo del discurso del Ot ro” (Aulagnier, 1991a; p. 369).
Ahora bien, las caract eríst icas dist int ivas que en est a et apa asumen los modos part iculares
de t ransmisión simbólica y af ect iva del discurso parent al, no implican una relación de caráct er
unívoco o lineal respect o a las part icularidades que adquiere el proceso ident if icat orio en los
adolescent es, sino que -lej os de est o- debemos considerar la complej idad y het erogeneidad de los
procesos involucrados.
La calidad de of ert a simbólica y libidinal por part e de las f iguras parent ales se art iculará,
t ant o con la disponibilidad de of ert a de obj et os que generen at ract ivos de invest imient o en el
acceso al campo social, como con la f unción necesaria de sost én narcisíst ico que se incorpora con la
apert ura del lazo a los ot ros semej ant es (pares).
En sínt esis, los t rabaj os psíquicos de la adolescencia implican t ransf ormaciones que, así
como int erpelan los aspect os inst it uidos de los enunciados t ransmit idos por los adult os, conllevan
movilizaciones af ect ivas que conmueven la modalidad posicional parent al y sus f ormas de
int erpret ar las t rayect orias de los j óvenes. En est e punt o ingresa la especif icidad del t rabaj o clínico
grupal con padres. Plant earemos pues, y en lo que sigue, una mirada explorat oria sobre las
caract eríst icas principales del encuadre, la ref lexión concept ual y clínica sobre los modos de
int ervención del t erapeut a y los ej es de análisis que proponemos para orient ar el abordaj e
invest igat ivo de las modalidades discursivas singulares de los padres.

3. EL DISCURSO PARENTAL EN EL ENCUADRE CLÍNICO GRUPAL

El t rabaj o clínico grupal que realizamos con padres de j óvenes con dif icult ades en sus
procesos de aprendizaj e, posee su marco de inscripción en el Servicio Asist encial que la Cát edra
Psicopedagogía Clínica coordina con sede en la Facult ad de Psicología de la Universidad de Buenos
Aires (UBA). El programa de asist encia at iende derivaciones de escuelas públicas (primarias y

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secundarias) dependient es del Gobierno de la Ciudad Aut ónoma de Buenos Aires. La población a la
que se dirige el servicio asist encial present a condiciones socioeconómicas desf avorables que
exponen a los niños y sus f amilias a dif icult ades para acceder a posibilidades sat isf act orias de
inclusión social. Se of rece, en consecuencia, desde la Universidad pública, un servicio a la
comunidad orient ado a la prevención y el t rat amient o de las dif icult ades en el aprendizaj e.
Acerca del encuadre, la duración de cada encuent ro (a los cuales suelen asist ir las madres
de los j óvenes) es una hora, la f recuencia de los grupos es quincenal, mient ras que los grupos
t erapéut icos de los j óvenes se reúnen una vez por semana, cada grupo con sus respect ivos
t erapeut as. Para el proceso de análisis del mat erial clínico recolect ado se t uvieron en cuent a las
modalidades de las producciones discursivas que se desarrollan en el encuadre clínico, como
aquellas que abarcan lo que cada adult o dice espont áneament e en el t ranscurso de la sesión. El
procedimient o para la recolección del mat erial clínico (modalidades discursivas de los part icipant es)
incluyó el regist ro y la post erior desgrabación de 21 ent revist as correspondient es al proceso
diagnóst ico inicial y a los sucesivos encuent ros del grupo de orient ación para padres seleccionado
(el cual t uvo una duración de casi dos años de t rabaj o). Con el previo consent imient o inf ormado y
f irmado por los padres, t odas las ent revist as diagnóst icas f ueron desgrabadas y digit alizadas para
luego f ormar part e del archivo de hist orias clínicas que se ut ilizan en los dist int os proyect os de
invest igación mencionados.
La apert ura espont ánea del discurso da cuent a de aspect os posicionales de cada suj et o que
se incluyen en la expresión de sus opiniones, coment arios e int errogaciones posibles. En est a línea,
el encuadre t ransf orma las condiciones de cómo y a part ir de qué se habla, para producir sent ido
subj et ivo con lo dicho: “ La f unción simbolizant e que abre el t rabaj o clínico sobre una modalidad
discursiva que se alej a del f ormat o de la organización enunciat iva convencional habilit a y j erarquiza
el proceso de apert ura a la curiosidad, a la creación e invención de nuevos sent idos y a l a
ampliación de los horizont es de lo invest ible y represent able” (Álvarez, 2010; p. 106).
El grupo seleccionado est uvo compuest o por ent re 4 y 5 part icipant es. El encuadre del grupo
f ue abiert o, est o quiere decir que admit ió la inclusión de nuevos padres a medida que iban
ingresando nuevas derivaciones de adolescent es por part e del equipo clínico del servicio asist encial.
Previo a la derivación a los grupos de t rat amient o psicopedagógico, se realizaron procesos
diagnóst icos en los que se mant uvieron ent revist as con los padres y con los adolescent es por los
cuales consult aban.
El proceso de diagnóst ico en psicopedagogía clínica const a de dos ent revist as con los padres
y cuat ro ent revist as con el j oven donde se suminist ran dif erent es pruebas para conocer las
caract eríst icas específ icas de sus modalidades de simbolización. Se concret an, en consecuencia,
ent revist as iniciales con los padres (Ent revist a de Mot ivo de consult a e Hist oria vit al), y luego con el
pacient e, con el cual se t rabaj a en la evaluación cualit at iva de pruebas proyect ivas gráf icas (Dibuj o
libre y Familia kinét ica) y discursivas (CAT-A), pruebas psicomét ricas (Test Guest ált ico Visomot or y
WISC-III) y de indagación de la modalidad de lect o-escrit ura. Se propone, pues, la implement ación
de i nst r ument os abi ert os (González Rey, 2006) t endient es a f acilit ar el despliegue de la
singularidad subj et iva en la producción simbólica de cada j oven. Durant e el proceso diagnóst ico se
t rat a, en sínt esis, de elaborar hipót esis acerca de la modalidad singular de simbolizar de cada
j oven, como de sus rest ricciones posibles, orient ando -de est e modo- posibles abordaj es en la
derivación post erior al espacio de t rat amient o grupal (Schlemenson y Grunin, 2013).
El disposit ivo clínico grupal de los encuent ros con los padres no incluyó una t emát ica
predet erminada precedent e a la inauguración de cada encuent ro, sino que -en el comienzo de cada
reunión- se int ent aban generar las condiciones ópt imas para la apert ura espont ánea de
coment arios, int errogant es, problemát icas, relat os de experiencias, int ercambios, ent re ot ras
expresiones subj et ivas que pudieran generar resonancias af ect ivas en los ot ros adult os. En est a
línea, aspect os ref erent es a la problemát ica escolar, f amiliar, social, y/ o del encuadre mismo de
t rabaj o, solían ser las t emát icas que habit ualment e abrían el desarrollo de cada nuevo encuent ro.
Las caract eríst icas de las int ervenciones clínicas en el encuadre grupal con los padres
result aban, a lo l argo del t rabaj o, orient adas a propiciar espacios de apert ura de elaboración de
sent idos subj et ivos sobre la experiencia y de int ercambio con los ot ros. Se t uvo en cuent a el
caráct er act ivo de la producción discursiva en el proceso de elaboración de sent ido. La act ividad

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narrat iva involucra así aspect os de la subj et ividad que incorporan perspect ivas singulares
(hist orizant es) respect o a lo narrado (Ricoeur, 1995; Whit e, 1992).

La experiencia vit al de cada suj et o es una narración que sól o puede pensarse y est ruct urarse
como t al cuando el lenguaj e l a diseca y l a moldea. Sin embargo [ …] ese rel at o no represent a
simplement e la hist oria que se ha vivido, sino que la present a. Y, de alguna manera, t ambién
la realiza, le concede consist encia y sent ido, delinea sus cont ornos y la const it uye” (Sibilia,
2008; p. 39).

Es de dest acar, part icularment e en los últ imos años, el t rabaj o act ivo que los t erapeut as del
servicio asist encial suelen realizar para generar condiciones de encuadre y sost enimient o del
mismo, allí donde lo que muchas veces predomina es la ausencia de l os padres a los encuent ros
pact ados. En est e sent ido, la conf iguración de una est ruct ur a encuadr ant e (Green, 1975), se orient a
a poder crear (conj unt ament e) un espacio t ransf erencial adecuado que pueda hospedar el
despliegue pot encial de movimient os de apert ura. La delimit ación del encuadre incluyó aquí un
disposit ivo clínico que, al mismo t iempo que garant izaba condiciones necesarias de est abilidad
(espacio y t iempo), generaba un ambient e f acilit ador para el t rabaj o de simbolización
(Schlemenson, 2005).
El deslizamient o posicional al lugar del ot ro y la alt eridad dist ingue ot ra de las est rat egias
de int ervención t erapéut icas. La misma se cent ra en el int ent o de propiciar reposicionamient os
respect o a los modos inst it uidos (muchas veces unif ormes y rígidos) de int erpret ar y elaborar las
conf lict ivas de los hij os adolescent es, desplazando el lugar de la cert eza hacia el reconocimient o de
la dif erencia.
Frent e a la demanda de respuest as direct ivas o cerradas por part e de los adult os, las
int ervenciones del t erapeut a int ent aron no clausurar con respuest as unívocas el lugar de la
pregunt a. La convocat oria a re-pensarse desde ot ro l ugar , o incluso t iempo, int ent ó promover la
incorporación de dif erencias, int errogant es y t ransf ormaciones posibles en los modos est ablecidos
de signif icar las problemát icas de los j óvenes que los padres t raían en sus relat os (Diéguez y Grunin,
2009).
La oport unidad de hist orizar y elaborar nuevos sent idos sobre las conf lict ivas no ligadas,
f avorecía aquí el invest imient o de alt ernat ivas de t ransmisión ant es impensadas, allí donde
event ualment e podían prevalecer silenciamient os, vacíos represent acionales y/ o f ormas precarias
de donación simbólica y libidinal. Est e t ipo de int ervenciones se orient aron a incluir movimient os de
apert ura de la act ividad ref lexiva. La r ef l exi ón, como vuelt a del pensamient o sobre sí, int erroga,
pone en cuest ión, la clausura de lo inst it uido, generando condiciones de apert ura a la act i vi dad
i magi nant e como t rabaj o de invención inst it uyent e de nuevas represent aciones (Cast oriadis, 1993;
1998). Por ot ro lado, cuando -en algunas modalidades del discurso parent al- las posibilidades
elaborat ivas encont raban escasas vías de t ramit ación a t ravés de la palabra, las int ervenciones
clínicas int ent aban promover oport unidades de ligadura a nivel represent acional, brindando
soport es para el t rabaj o de pensamient o que pudieran operar como condiciones encuadr ant es
posibles. Para Pat ricia Álvarez (2010), el encuadre clínico f avorece un despliegue plást ico del
discurso que t iende a reducir la censura y a est i mular la expresión de sent idos subj et ivos: “ La
dimensión clínica del t rabaj o sobre el discurso no es simplement e un proceso de ampliación del
pensamient o, sino un descubrimient o y una ref ormulación de las posibilidades elaborat ivas”
(Álvarez, 2010; p. 105).
Las int ervenciones se orient aron, en est a línea, a f acilit ar oport unidades para -al decir de
Piera Aulagnier (1977)- t ransf ormar o nominar el af ect o en sent imient o a t ravés de la palabra. Est e
proceso impl ica un t rabaj o complej o del yo dest inado a ligar el af ect o (como represent ant e
pulsional) en represent aciones de palabra que -reguladas por la legalidad del proceso secundario-
pudieran cualif icar (como act o int erpret at ivo de puest a en sent ido) aquello ant es incognoscible o
carent e de f igurabilidad psíquica:

Los af ect os escapan a cualquier represent ación f ij a, se manif iest an repent inament e,
irrumpiendo. El af ect o dif ícilment e se dej a decir y buscamos una nominación que es t ambién

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una int erpret ación para aprehender su cualidad, su origen y su dest ino. Not emos que la
nominación-int erpret ación de los af ect os l os hace cambiar de est at ut o en nuest ra experiencia
y en nuest ra organización psíquica. Transf ormamos así el af ect o en una cual idad vuelt a
sensible a la conciencia del suj et o, que la conoce ent onces como emoción o sent imient o
(Kaës, 2011; p. 93)

Est e t rabaj o de designación de la vivencia af ect iva (Aulagnier, 1977), supone la apropiación
signif icat iva (como proceso de l i gadur a) de la act ividad represent at iva, en pos de elaborar sent idos
propios sobre la experiencia subj et iva. La circulación del af ect o en el discurso crea, así, condiciones
de apert ura de sent idos singulares sobre lo narrado, por sobre la mera descripción y adherencia a
aspect os ref erenciales ext ernos que denot an el sobreinvest imient o rígido del t rabaj o represent at ivo
en el discurso al servicio de la anulación del conf lict o.
El proceso de const rucción de cat egorías para el análisis de las modalidades del discurso de
los padres respondió, ent onces, a la necesidad de generar mediaciones para la int erpret ación del
mat erial clínico, a part ir del realce de indicios signif icat ivos que daban cuent a de los aspect os de la
subj et ividad compromet idos en la producción discursiva singular.

4. EJES PARA UN ANÁLISIS DEL DISCURSO PARENTAL

Para caract erizar las modalidades posicionamient o parent al, las f ormas de circulación del
af ect o asociadas y la calidad de of ert a de enunciados ident if icat orios, se privilegió un análisis
cualit at ivo, explorat orio y longit udinal de las modalidades singulares del discurso parent al que se
desplegaban en el cont ext o específ ico del encuadre clínico.

4. 1 Modalidades del posicionamiento parental

Al escuchar a los padres int ent amos abordar el t ipo de posicionamient o parent al y sus
t ransf ormaciones posibles que se deducen de su modalidad discursiva (asociat iva y narrat iva) acerca
de las conf lict ivas realzadas en cada encuent ro grupal. Los cambios propios de la adolescencia
t ambién ponen a prueba la capacidad de t ransf ormación de los padres (Rot her de Hornst ein, 2006).
Frent e a los cambios de conduct as en los adolescent es muchos padres experiment an dist int os
sent imient os que, en ocasiones, van desde la preocupación hast a el enoj o más f ervoroso. La
movilidad af ect iva que produce en la modalidad posicional parent al la problemát ica de aprendizaj e
escolar de sus hij os requiere un t rabaj o psíquico de t ransposición y ligazón de ese quant um en
represent aciones. Para ello se t rabaj a el propio ent ramado f amiliar de origen considerando que los
padres asist en a sus hij os desde su propia experiencia como hij os. Según Piera Aulagnier (1994), la
t ercera generación const it uye un ant ecedent e libidinal signif icat ivo que marca (aunque no
det ermina) f ormas singulares de asist encia y sost én de las f unciones parent ales. En algunas
modalidades, la anulación de las dif erencias se vincula al realce de aspect os rest rict ivos del proceso
de aprendizaj e que priman sobre el reconocimient o de pot enciales. Por ej emplo, la madre de una
de las j óvenes dest acaba:

“ no veía muchos cambi os” , “ no l ogr aba l l egar a l as met as que l e daba el col egi o” , “ no
avanzaba” , “ no i ba al mi smo r i t mo que l os ot r os compañer os, no l l egaba a l os cont eni dos
bási cos” , “ en el t ema numer aci ón no sabía l o que er a el ant er ior y el post er i or ” , “ l e cost aba
demasi ado” , “ ahor a, al ser un poqui t o más gr ande, es como que cuest a más t odavía” , “ no
hay muchas cosas que, que l e l l amen mucho l a at enci ón como par a hacer ” .

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Por ot ra part e, algunas de las t ransf ormaciones puberales, como el cuerpo inf ant il perdido y
la aparición de los caract eres sexuales corporales secundarios, producen en la parej a parent al un
impact o que requiere un t rabaj o de simbolización y duelo por el niño que f ue y por lo anhelado
como ideal: “ Quier o que sea él …por que él no es par t e mía…es par t e mía, per o t engo que hacer que
sea él , es ot r a per sona, no soy yo” (coment aba ot ra madre en uno de los encuent ros del grupo).
La part icularidad de la rapidez en el t iempo en el que se dan est os cambios genera
dif erent es posicionamient os y sent imient os como el desconciert o, la amenaza de pérdida de la
j uvent ud y, muchas veces, compet encia y rivalidad. También se percibe nost algia por el cuerpo
inf ant il perdido que est ablece nuevos límit es respect o de la int imidad en la relación ent re padres e
hij os.
En ot ros casos, la f unción del adult o suele oscilar ent re una pr esenci a con rasgos de
int rusión, o bien vinculada a aspect os de ausenci a con ef ect os de desligadura. Por ej emplo,
pudieron recort arse algunas viñet as signif icat ivas del discurso parent al como la siguient e: “ Mi hi j o
no quer ía que yo habl e con l as maest r as. Yo voy a escondi das, l e pr egunt o a l a maest r a cómo anda,
t odo, y no me ve. Por que es una et apa que yo veo que él como que si yo voy ahí a l a escuel a es
como que l es i nvado” . O bien: “ Como que él me t iene si empr e a mí como que yo me voy (…) Lo que
me pasa con l os chi cos es que son muy i ndependi ent es, l a que est oy si empr e enci ma soy yo” .
La posición que los padres asumen en est a et apa se present a en plena reest ruct uración, en
un período part icular que exige nuevas f ormas de relación y ot ros modos de abordar las sit uaciones
que los j óvenes present an y que no t ienen precedent es lineales en la inf ancia. En est e sent ido, en
el t rabaj o con los padres se int ent an promover movimient os de circulación del af ect o relat ivos al
t rabaj o asociat ivo y ref lexivo sobre los modos est ablecidos de posicionarse f rent e a problemát icas
de sus hij os adolescent es por los cuales nos consult an. La movilidad posicional será, ent onces,
dist int a en cada caso, pero la expansión del margen de cambio es una met a general del t rabaj o
t erapéut ico (Diéguez y Grunin, 2010).

4. 2 Modalidades de oferta de enunciados identificatorios

La t ransmisión simbólica parent al muchas veces no logra relat ivizarse como un discurso más
ent re ot ros, e int ent a así alzarse como el único discurso válido del universo de los exist ent es. En
esos casos, los j óvenes desest iman (muchas veces violent ament e) las indicaciones, pronunciaciones
o señalamient os que sus padres les manif iest an. En algunos encuent ros del grupo de padres, se pudo
discernir que el t rabaj o de conservación y reconocimient o que algunos adult os realizaban sobre las
part icularidades del legado of ert ado a sus hij os, habilit aba posibilidades signif icat ivas de
invest imient o de ot ras f ormas de represent ar y pensar las conf lict ivas (Diéguez y Grunin, 2009). Por
ej emplo, una de las madres coment aba:

“ Mi hi j a es muy ext r over t i da y a l a vez muy cal l ada…eh…es muy cambi ant e, hay días que est á
de muy mal humor y hay días que est á r e bi en. Y af uer a de casa siempr e est á bi en, est á
excel ent e. Y el l a, l o escucho, por gent e que ni yo conozco por ahí, veci nas, gr andes,
chi qui t os, que el l a l as cosas que se enseña en casa l o demuest r a af uer a. Ent onces, puede i r y
def i ende causas, y por ahí sal e mal el l a, per o no i mpor t a (se r íe), el l a def iende ese t i po de
cosas y yo l o veo t odos l os días, sea en el col egi o, sea en l a cal l e” .

La signif icación de lo prohibido, lo permit ido y lo peligroso exigen, con el advenimient o de


la adolescencia, una revisión prof unda. Los parámet ros que en la inf ancia result aron ordenadores
para det erminar los “ permisos” caducan ant e las nuevas experiencias que los j óvenes vivencian. En
algunos casos, la represent ación de la novedad y los cambios adquiere un caráct er amenazant e y
peligroso, obst aculizando así sus posibilidades de inclusión y elaboración, ref orzando -en est a línea-
def ensas rígidas que se consolidan al servicio de dest errar aquello het ero-f amiliar que amenaza la
int egridad y consist encia de l a ident idad f amiliar. En est as ocasiones, hemos dist inguido que la
modalidad discursiva de los adult os suele present ar, a lo largo del proceso t erapéut ico, aspect os de

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indiscriminación en la t ramit ación de la t emporalidad que suelen correlacionarse con aspect os de


indiscriminación posicional. En algunos casos, los ej es de indiscriminación suelen reducir el margen
de asimet ría e inscripción de la alt eridad, result ando disrupt iva la represent ación misma de la
dif erencia. Por ej emplo, una de las madres se ref ería a uno de sus hij os: “ Yo a t odavía l o t engo en
l a panza. Eh…pi enso que si empr e l o voy a t ener en l a panza” . “ Yo me pongo en el medi o y escucho
[ …] l os escucho cuando se agar r an, “ ¿ya pasó?” , l es di go, “ ¿ya est án bi en?” . Al gunas veces no me sé
ubi car como par a deci r l e “ no, par á” .
Result ó int eresant e t rabaj ar sobre las modalidades en que los padres habilit an, o no, la
inclusión de ref erent es ident if icat orios exogámicos, t ales como nuevas f iguras, grupos de pares,
valores e ideales. Es decir, ¿cómo hospedan el lugar de la dif erencia y la alt eridad? ¿Cómo lo
signif ican y t ransmit en a sus hij os? ¿Cómo se art icula el lugar del af ect o en las dif erent es
modalidades de las t ransmisiones parent ales?
A los enunciados of recidos por las f unciones parent ales que const it uyen la mat riz
ident if icat oria de la inf ancia, se agregan -ent onces- los de la experiencia cult ural en la que los
pares y ot ros adult os signif icat ivos j uegan un rol f undament al. Nuevas experiencias en el campo
social cont ribuyen al proceso adolescent e de conf ormación de una ident idad dif erenciada, t rabaj o
psíquico que el adolescent e realiza no sin esf uerzo.

4. 3 Modalidades de circulación del afecto en el discurso

La dinámica de las mediaciones ent re la dinámica del af ect o y las diversas f ormas del
t rabaj o de represent ación dan cuent a de la modalidad singular de elaboración de sent ido, por
ej emplo a t ravés del discurso. Las modalidades de circulación del af ect o dest acan la presencia de
f ormas het erogéneas de mediación en el t rabaj o de represent ación. El af ect o, como ej e que
compone la mat riz de las r epr esent aci ones de cosa en el t errit orio inconcient e (regido ést e por la
legalidad del pr oceso pr i mari o), da cuent a de las posibilidades de t ramit ación e inscripción psíquica
del empuj e pulsional. La circulación del af ect o por las barreras y t errit orios int rapsíquicos dinamiza
la invest idura signif icat iva de las r epr esent aci ones de pal abr a (ligadas ést as a la organización lógica
que dist ingue al pr oceso secundar i o) (Green, 2005). “ No se t rat a de un simple reemplazo de la
represent ación de cosa por la de palabra, sino de la producción de enlaces ent re ambos sist emas de
represent aciones, que hacen posible la art iculación de sent idos hist órico-subj et ivos con una
expect at iva de placer ligada a un esf uerzo de mediación simbólica” (Álvarez, 2004; p. 65).
Los procesos t er ci ar i os implican, para André Green (1996), modos dúct iles de
f uncionamient o psíquico que expresan la inst auración de f ormaciones int ermediarias, plást icas y
t ransicionales ent re los procesos primarios y secundarios. Para Cast oriadis (1989) la het erogeneidad
de la act ividad represent at iva comprende un t rabaj o psíquico de invest imient o de obj et os
sust it ut ivos, valorados social y narcisíst icament e, convert idos así en medios o soport e de placer. La
sublimación, en est a línea, implica: “ l a apr opi aci ón de l o soci al por part e de l a psi que, a t r avés de
l a const i t uci ón de una super f i ci e de cont act o ent r e el mundo pr i vado y el públ i co” (Cast oriadis,
1989; p. 239).
Cuando la modalidad singular de l a producción discursiva int egra procesos de ligadura ent re
el af ect o y los dist int os component es del t rabaj o represent at ivo, las condiciones psíquicas para la
elaboración de sent idos subj et ivos sobre la experiencia adquieren un caráct er singular para su
expresión e int ercambio con el mundo ext erior. Sin embargo, cuando prevalecen f ormas rígidas de
int ermediación y t ransicionalidad, pueden present arse -en la clínica- modalidades discursivas
organizadas desde la lógica secundaria (incluso de modos muy sof ist icados en cuant o a su
organización simbólico f ormal), pero que sin embargo pueden carecer de cualidades del af ect o,
índices de la subj et ividad y/ o at ribut os de la imaginación, denot ando así component es discursivos
sumament e est ereot ipados, unif ormes y rígidos.
En la clínica grupal con padres, la convocat oria a implicarse en la elaboración e
int errogación de sent idos acerca de la problemát ica de cada j oven, moviliza diversas modalidades
de circulación y t ramit ación represent at iva del af ect o. Las t ransf ormaciones propias del proceso

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adolescent e convocan movilizaciones af ect ivas que conmueven las modalidades posicionales
parent ales, que no result an est át icas, excluyent es ent re sí, ni homogéneas a lo largo del proceso
t erapéut ico. Nos ref erimos aquí a modal i dades predominant es de circulación del af ect o en el
discurso parent al, pero que pueden adquirir t ransf ormaciones signif icat ivas a lo largo del proceso.
Mient ras que, en algunos casos, podían dist inguirse modalidades de circulación del af ect o
que expresaban procesos act ivos de invest imient o del discurso al servicio de la apert ura de
ligazones y relaciones de sent ido sobre las problemát icas de cada hij o, en ot ros predominaban
ef ect os rígidos de clausura (asociat iva y ref lexiva) con una escasa circulación af ect iva en el
discurso. La escisión del af ect o, al servicio de la cont rainvest idura, solía aquí expresarse en la
prevalencia de enumeraciones descript ivas de acont ecimient os (cont inuidad adit iva de sucesos
ref erenciales ext ernos) que neut ralizaban las oport unidades de circulación del af ect o.
Las modalidades de simbolización en las que subyacen procesos act ivos de desligadura ent re
el t rabaj o represent at ivo y la dinámica af ect iva en la que asient a su singularidad, suelen -pues-
consolidarse al servicio del cont rol def ensivo, obst aculizando el despliegue de la modalidad
discursiva singular. Al mismo t iempo, pudieron dest acarse modos de descarga evacuat iva del af ect o
en los que prevalecía la irrupción de niveles alt os de desborde de angust ia con escasa ligadura en
represent aciones de palabra. La inmediat ez de la descarga, y la act ualización del conf lict o, señalan
aquí la inest abilidad del t rabaj o de la f ront era del preconcient e, como zona de t rabaj o elaborat ivo
necesaria f rent e a int ensas cant idades pudieran irrumpir (por dif usión) con escasa mediación.
Por ot ro lado, se punt ualizaron ciert os modos rest rict ivos de circulación del af ect o en el
discurso vinculados a la presencia de espacios de vacío represent acional que t est imoniaban quiebres
signif icat ivos del t rabaj o de simbolización. Aquí, por ej emplo, solían predominar silencios, o bien
t ipos de enunciados verbales que derivaban de un int enso t rabaj o por suprimir la invest idura misma
de la act ividad de represent ación: “ Es que yo no sé qué deci r t e [ …] no t engo nada que cont ar” , “ me
bl oqueo, no sé qué decir t e, es que me queda l a ment e en bl anco, así que me van a t ener que
pr egunt ar ” , “ no sé si me vas a ent ender , por que yo no l o sé expl i car ” , manif est aba una madre en
uno de los encuent ros. La desinvest idura del propio proceso de pensamient o (Green, 2006) se ubica,
en est os casos, al servicio de preservar una est abilidad psíquica (paradoj alment e inest able) que se
ve int erpelada. El vínculo con el obj et o suele aquí oscilar ent re movimient os de pr oxi mi dad u
al ej amient o excesivos (Green, 2010). La presencia del t erapeut a se ubica como sost én necesario de
la act ividad de pensamient o, aunque –al mismo t iempo- puede conllevar (en est os casos) un alt o
grado de int rusión que compromet e la f r ont er a misma (poco discriminada) ent re lo int erno y lo
ext erno (Green, 2001). Pueden generarse así posibles ef ect os de r epl i egue que –en muchas
oport unidades- obt uran la cont inuidad mismo del t rabaj o clínico. La f unción del encuadre implica,
en consecuencia, la of ert a de un ambi ent e f aci l i t ador (Winnicot t , 1979). Su f unción (encuadrant e)
no supone la of ert a de un espacio obt urant e de vacío ( excl usi ón obj et al ) (Green, 2010), pero
t ampoco de mero relleno, lo que no haría más que ref orzar la dependencia al ot ro como garant e de
las cert ezas, sino que involucra un sost én act ivo necesario para el despliegue mismo del t rabaj o de
simbolización (Álvarez y Grunin, 2010).

5. CONCLUSIONES

 Los j óvenes con dif icult ades en el aprendizaj e present an f ormas rígidas de simbolización
que parcializan el invest imient o de novedades en el acceso al campo social.
 La asist encia clínica psicopedagógica f ocaliza su int ervención en el realce específ ico de
los aspect os int rapsíquicos e int ersubj et ivos compromet idos en la problemát ica de simbolización de
cada pacient e.
 Los avat ares en las relaciones int ersubj et ivas al int erior de la est ruct ura f amiliar, si bien
no det erminan la calidad de los aprendizaj es, singularizan las modalidades de simbolización de los
púberes y adolescent es a part ir de las cuales se vinculan con los obj et os de int erés libidinal en el
acceso al campo social.

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