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CUANDO TODO SE DERRUMBA

Los campesinos del caluroso desierto del noreste de México siembran una
variedad de maíz y frijol que es excepcionalmente firme y resistente a las
sequías. Estas variedades florecen y se reproducen en un clima difícil donde
otras plantas se marchitarían y morirían. Una de estas plantas, el frijol blanco,
cuya semilla llega a brotar y a crecer aun cuando recibe muy poca agua de las
lluvias; sus raíces llegan hasta casi dos metros de profundidad en la tierra
rocosa y arenosa en busca de la humedad que necesitan. Pueden florecer y dar
fruto en las temperaturas desérticas de 42 grados centígrados con sólo una
lluvia al año. Sus hojas permanecen increíblemente verdes, con muy poca
irrigación, aun bajo el calor del verano”.

¿Qué aprendemos de esta analogía que podría ayudarnos a soportar la


adversidad? “Quizás los cristianos podríamos emular el ejemplo de estas
plantas firmes y resistentes; debemos profundizar nuestras raíces a lo más
profundo del Evangelio. Debemos crecer, florecer y dar buen fruto, y en
abundancia, a pesar de la iniquidad, de las tentaciones, de las pruebas, de las
aflicciones o de las críticas que encontremos en nuestro camino. Deberíamos
aprender a prosperar bajo el calor de la adversidad”

Job 19:25-27 RVR1960


Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y
después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual
veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón
desfallece dentro de mí.

Solo Dios y Job sabían cuan dramática, y cuan dolorosa era la noche en que se
encontraba, cuán oscuro y angustiante era el momento que le tocaba vivir.
Y fue en medio de esa terrible y oscura noche, que de lo profundo de su
corazón brotarían estas palabras, que marcarían un antes y un después en su
dramática historia: ¡Yo sé que mi redentor vive!

Job de ser un empresario emprendedor, próspero y exitoso en su generación


había sufrido en un lapso muy corto una estruendosa caída, había sido víctima
de un humillante ultraje de todos sus bienes que no eran pocos.

Fue golpeado por dos grandes catástrofes naturales y una emboscada de


delincuentes, destruyeron todo su ganado, y acabaron con todas sus
posesiones, muriendo con ello sus empleados y sus diez hijos. Todo había
ocurrido en un sólo día.

¡Qué terrible y dolorosa tragedia!

A más de esto, sería atacado por una terrible sarna maligna que lo afectaría de
la cabeza a los pies, afligiendo su cuerpo y humillándolo frente a sus amigos,
quienes en vez de consolarlo le juzgaron y culparon por su lamentable
condición.

Su propia esposa, lejos de ser una ayuda idónea en medio de su dolor, que
también era el suyo, le instigaría a maldecir a Dios para luego dejarse morir.

¿Quién puede encontrar una respuesta racional ante tan magra realidad?

¿Quién puede encontrar consuelo en medio de tanto dolor?

¿Cómo se podría visualizar el amor, la bondad, y la justicia de Dios ante tanta


adversidad?

UN HOMBRE DE BUEN TESTIMONIO

Dios había declarado de Job: "No hay otro hombre como mi siervo Job:
perfecto, recto, temeroso y apartado del mal"

¿Cuántas veces pensamos que nuestra moralidad nos hace inmunes frente al
dolor o la adversidad?

¿Cómo Dios puede permitir tanto dolor? o ¿Cómo entender la justicia de su


amor?

Quienes hemos leído completa la historia de Job, conocemos su maravilloso


desenlace descrito en Job 42:10 al final… "Quitó Dios la aflicción de Job,
aumentó al doble todas sus posesiones, su postrer estado fue mejor que el
primero, Dios le consoló con nuevos diez hijos para vivir 140 años más,
donde vio y disfrutó a los hijos de sus hijos hasta la cuarta generación, y
murió viejo, y lleno de días".

¡Qué precioso desenlace! ¡Qué maravilloso final! ¿Qué podemos aprender de


esta historia?
UNA GRAN LECCION PARA LA HUMANIDAD

Dios nos deja el testimonio de Job, para que los hombres de todas las edades,
podamos entender la realidad espiritual que acontece detrás de muchas de
nuestra experiencias dolorosas y trágicas en la vida.

PRIMERO: Satanás es una realidad vigente, espiritual, no visible a nuestros


ojos, pero cuyo propósito es destruir, matar y robar todo lo que Dios diseñó
para nuestras vidas.

SEGUNDO: Satanás es el acusador de los hombres delante del trono de Dios,


con el propósito de ejercer su derecho adquirido, de dominio, potestad, por la
desobediencia de nuestros primeros padres en el Huerto, para destruir, y robar
la fe, la confianza, y el amor de Dios sobre la vida de los hombres.

Ningún hombre en sí mismo puede evitar su potestad, él es enemigo de Dios y


su Propósito eterno, él es el príncipe de este mundo. Ningún hombre puede
liberarse asimismo, necesita un salvador.

TERCERO: Como potestad espiritual, Satanás a través del mismo hombre


sometido a su potestad, ejerce su dominio sobre los demás, esclavizándolos y
humillándolos, y hay que ver cómo la ha ejercido en la historia de la
humanidad.

UNA FE QUE TRASCIENDE

Job era un hombre piadoso y de fe, a través de quién Dios nos revela la obra
del maligno y el fruto de la piedad, para manifestar su maravilloso plan
redentor para todos los hombres.

Job en su fe y piedad, se paró firme frente al ataque injustificado del maligno


sobre su vida y su familia, se sometió al amor del Padre y confió plenamente
en su promesa redentora, entendió que por ser hombre y sujeto a una
naturaleza de pecado no podía redimirse a sí mismo, necesitando la
intervención y salvación de Dios.

En su fe Job se paró frente a la adversidad declarando estas maravillosas


palabras: "Yo sé que mi Redentor Vive, y al fin se levantará sobre el polvo
y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios. Al cual
veré por mí mismo, y mis ojos lo verán y no otro, aunque mi corazón
desfallece dentro de mí". Sin duda, era el Espíritu de Dios obrando dentro de
él.

La fe y la oración abren los cielos en favor de la tierra, Dios los abrió sobre su
vida, y Job pudo ver la resurrección del Hijo de Dios en favor de su propia
humanidad caída.

Job se abrazó a esa Palabra de Revelación: ¡YO SÉ QUE MI REDENTOR


VIVE!

YO SÉ: Denota convicción, certeza, seguridad. Job sabía quién era Dios, que
era una realidad viva y presente en el proceso de su vida, y ahora lo era frente
a su adversidad.

¡Cómo actúa el Espíritu de Dios sobre un alma quebrantada y humillada, con


su esperanza en las promesas de Dios! ¡Yo sé que mi REDENTOR vive!

La palabra "redentor" en hebreo es "GOEL", que significa "pariente",


"pariente cercano". Dios había establecido por ley a Israel, que cuando una
persona hubiese perdido su libertad, sus bienes, su herencia, y hubiese caído
en desgracia y desamparo, caído en esclavitud, "un pariente cercano" tenía
la facultad de redimirle, de rescatarle, y restaurarle de esa miserable
condición.

Está escrito en Levítico 25:25 "Si se hubiere empobrecido tu hermano, su


pariente más cercano vendrá y rescatará lo perdido por su hermano"

Fue en esta Palabra de Dios, que Abraham como "pariente cercano" salió a
socorrer a su sobrino Lot, quién había caído esclavo y despojado de todos sus
bienes, por haberse ido a vivir cerca de Sodoma.

Dios saldría al encuentro de Abraham tras el rescate de su sobrino y su


victoria sobre estos reyes enemigos, dejando en claro quién le había dado la
victoria, y revelando su maravilloso plan redentor, del cual Abraham también
era una figura.

Lamentable Lot nunca pudo verlo, y nunca entendió que su bendición estaba
bajo la cobertura de su "pariente cercano" Abraham, y fue triste su final.
Fue por esta Palabra de Revelación, que Rut la moabita, una mujer viuda, sin
hijos y en desamparo económico, se llega a Booz por insinuación de Noemí
su suegra, con el propósito de ser redimida y rescatada de su condición.

Booz como "pariente cercano" la redime, la toma como esposa, le da hijos y


restituye en ella la honra y la bendición de Dios.

Rut abrió su corazón a la revelación, y formó parte del linaje del Mesías,
llegando a ser bisabuela del rey David, un varón que encarnó de su espíritu, un
corazón conforme al corazón de Dios.

Tú y Yo hemos sido hechos "cercanos" a Dios en Jesucristo, quién fue


enviado para nuestro rescate en aquella cruz.

Somos hijos de Dios. Dios nos ha dado la adopción de hijos como fruto de su
redención, y allí llegamos a entender que Jesús es "nuestro pariente
cercano" que dio su vida en rescate nuestro.

Job sabía que Dios era SU PADRE, "su pariente cercano" quién sí podía
rescatarle en medio de su angustiante condición, él sabía que su Padre era real
y presente, en quién podía depositar su fe y esperanza en medio de su
aflicción. Dios era su redentor.

Yo no sé lo que te ha tocado vivir, pero: ¿Es Dios tu Padre en quién puedes


confiar?

Dios nuestro Padre se ha hecho "cercano" a todos los hombres en Jesús, y en


la Cruz pagó el precio de nuestra redención.

Job pudo ver el gran amor de Dios su Padre, quien pagó en la cruz el precio
por su redención, siendo levantado de la muerte en resurrección: Así lo
declaró "Él se levantará del polvo" la muerte no podría detener su obra
redentora consumada en la cruz.

Job en medio de su aflicción pudo ver al Hijo, quién no se avergüenza de


llamarnos hermano, para en su muerte y resurrección, levantarnos del polvo
de nuestra condenación.

¿Hoy puedes ver a Jesús en medio de tu aflicción? Job lo vió "Ahora mis
ojos te ven" fueron sus palabras, las que alumbraron su nuevo amanecer.
Jesús participó de nuestra humanidad, para destruir por medio de la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, al diablo, y así librar y
redimir a todos los que por el temor a la muerte, vivíamos en vida en
completa esclavitud. Hebreos 2:14-15.

"YO SÉ QUE MI REDENTOR VIVE"

Como José, muchas veces debemos ver morir nuestros sueños, o como
Abraham debemos poner la vida en sacrificio vivo en un altar, para
experimentar en esta vida, el poder glorioso de su resurrección.

Es un paso necesario de la verdadera fe. No busques culpables, ni dentro ni


fuera de ti, solo es necesario morir para volver a vivir.

No busques preservar y eternizar lo temporal, puede ser un impedimento para


ver tu verdadera riqueza espiritual.

Como Job es necesario declarar: "Yo sé que después de deshecha esta mi


piel, en mi carne he de ver a Dios, al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo
verán, y no otro, aunque mi corazón desfallezca dentro de mí"

Para visualizar la eternidad y nuestra verdadera bendición espiritual,


necesitamos experimentar en vida, en aquellas pequeñas y cotidianas pruebas
de nuestra fe, el poder glorioso y redentor de Jesús, el poder de su
resurrección.

Son primicias de los bienes venideros, que un día en nosotros han de


manifestarse en plenitud, porque la tierra volverá a sonreír, las plantas
volverán a cantar, los árboles volverán a aplaudir, cuando no habrá más
muerte, ni habrá más dolor, ni más lágrimas, porque la Vida de Dios se
manifestará y todo lo transformará y lo llenará.

1 Pedro 1:6-8 "Porque es necesario, que tengáis que ser afligidos en


diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más
preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea
hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo"
Puedes decir como Job en medio de tu oscuridad: "Yo sé que mi redentor
vive" "Yo sé que en mi carne he de ver a Dios, aunque mi corazón
desfallece dentro de mí"

Porque Jesús vive, hay esperanza para mi dolor y para tu aflicción.

Porque como el sol traerá su Luz a tu oscuridad, y como las estrellas brillarán
a perpetua eternidad.

Aunque todo se derrumbe, Es necesario declarar: ¡YO SÉ QUE MI


REDENTOR VIVE!

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