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Los campesinos del caluroso desierto del noreste de México siembran una
variedad de maíz y frijol que es excepcionalmente firme y resistente a las
sequías. Estas variedades florecen y se reproducen en un clima difícil donde
otras plantas se marchitarían y morirían. Una de estas plantas, el frijol blanco,
cuya semilla llega a brotar y a crecer aun cuando recibe muy poca agua de las
lluvias; sus raíces llegan hasta casi dos metros de profundidad en la tierra
rocosa y arenosa en busca de la humedad que necesitan. Pueden florecer y dar
fruto en las temperaturas desérticas de 42 grados centígrados con sólo una
lluvia al año. Sus hojas permanecen increíblemente verdes, con muy poca
irrigación, aun bajo el calor del verano”.
Solo Dios y Job sabían cuan dramática, y cuan dolorosa era la noche en que se
encontraba, cuán oscuro y angustiante era el momento que le tocaba vivir.
Y fue en medio de esa terrible y oscura noche, que de lo profundo de su
corazón brotarían estas palabras, que marcarían un antes y un después en su
dramática historia: ¡Yo sé que mi redentor vive!
A más de esto, sería atacado por una terrible sarna maligna que lo afectaría de
la cabeza a los pies, afligiendo su cuerpo y humillándolo frente a sus amigos,
quienes en vez de consolarlo le juzgaron y culparon por su lamentable
condición.
Su propia esposa, lejos de ser una ayuda idónea en medio de su dolor, que
también era el suyo, le instigaría a maldecir a Dios para luego dejarse morir.
¿Quién puede encontrar una respuesta racional ante tan magra realidad?
Dios había declarado de Job: "No hay otro hombre como mi siervo Job:
perfecto, recto, temeroso y apartado del mal"
¿Cuántas veces pensamos que nuestra moralidad nos hace inmunes frente al
dolor o la adversidad?
Dios nos deja el testimonio de Job, para que los hombres de todas las edades,
podamos entender la realidad espiritual que acontece detrás de muchas de
nuestra experiencias dolorosas y trágicas en la vida.
Job era un hombre piadoso y de fe, a través de quién Dios nos revela la obra
del maligno y el fruto de la piedad, para manifestar su maravilloso plan
redentor para todos los hombres.
La fe y la oración abren los cielos en favor de la tierra, Dios los abrió sobre su
vida, y Job pudo ver la resurrección del Hijo de Dios en favor de su propia
humanidad caída.
YO SÉ: Denota convicción, certeza, seguridad. Job sabía quién era Dios, que
era una realidad viva y presente en el proceso de su vida, y ahora lo era frente
a su adversidad.
Fue en esta Palabra de Dios, que Abraham como "pariente cercano" salió a
socorrer a su sobrino Lot, quién había caído esclavo y despojado de todos sus
bienes, por haberse ido a vivir cerca de Sodoma.
Lamentable Lot nunca pudo verlo, y nunca entendió que su bendición estaba
bajo la cobertura de su "pariente cercano" Abraham, y fue triste su final.
Fue por esta Palabra de Revelación, que Rut la moabita, una mujer viuda, sin
hijos y en desamparo económico, se llega a Booz por insinuación de Noemí
su suegra, con el propósito de ser redimida y rescatada de su condición.
Rut abrió su corazón a la revelación, y formó parte del linaje del Mesías,
llegando a ser bisabuela del rey David, un varón que encarnó de su espíritu, un
corazón conforme al corazón de Dios.
Somos hijos de Dios. Dios nos ha dado la adopción de hijos como fruto de su
redención, y allí llegamos a entender que Jesús es "nuestro pariente
cercano" que dio su vida en rescate nuestro.
Job sabía que Dios era SU PADRE, "su pariente cercano" quién sí podía
rescatarle en medio de su angustiante condición, él sabía que su Padre era real
y presente, en quién podía depositar su fe y esperanza en medio de su
aflicción. Dios era su redentor.
Job pudo ver el gran amor de Dios su Padre, quien pagó en la cruz el precio
por su redención, siendo levantado de la muerte en resurrección: Así lo
declaró "Él se levantará del polvo" la muerte no podría detener su obra
redentora consumada en la cruz.
¿Hoy puedes ver a Jesús en medio de tu aflicción? Job lo vió "Ahora mis
ojos te ven" fueron sus palabras, las que alumbraron su nuevo amanecer.
Jesús participó de nuestra humanidad, para destruir por medio de la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, al diablo, y así librar y
redimir a todos los que por el temor a la muerte, vivíamos en vida en
completa esclavitud. Hebreos 2:14-15.
Como José, muchas veces debemos ver morir nuestros sueños, o como
Abraham debemos poner la vida en sacrificio vivo en un altar, para
experimentar en esta vida, el poder glorioso de su resurrección.
Porque como el sol traerá su Luz a tu oscuridad, y como las estrellas brillarán
a perpetua eternidad.