Está en la página 1de 5

Msqi¡eq'nAG :T ''

EMILE DURKHEIM.
;r

LAS FORMAS ELEMENTALES


DE LA VIDA RELIGIOSA
EL SISTEMA TOTEMICO EN AUSTRALTA

Traducción y estudio preliminar: RauoN R¡tr¿os

@ para la presente edición


Akal ediror. 1982
Ramón Akal González
Paseo de Sta. María de la Cabeza, 132. Madrid_26
Tels.; 469.32.j0 - 460.33.50
I.S.B.N. : 84-7339-606_5
Depósito legal: M-20.6j0_1982
Impreso en España
Impreso en: Técnicas Gráficas, S.L. ffi
ilg
;Lás Matas,5. Maüid-29 U=
AKAL ED ITOR
,
l! edA. t? ül
'|t r"
ó,Étó

Entre los Warramunga, el rito flrnal presenta caractérisücas bastante


particulares. No parece,que haya efusiones de $angte, pero la oferve$-
cencia colectiva se traduce de otra manera.
En el caso de este pueblo, anies de ser definitivamente enterrado, el
cuerpo es expuesto sobre una especie de plataforma que se sitúa en las
ramas de un árbol; alli se deja que se descomponga lentamente hasta que
sólo queden los huesos. Entonces éstos son recogidosy, a excepción deun
húmero, se depositan en el interior de un hormiguero. El húmero es
envuelto en un estuche de corteza que se ornamenta de diferentes marteras.,
El estuche es transportado al campamento en medio de los gritos y
gemidos de las mujeres. Los días siguientes, se celebra una serie de
ceremonias totemicas relacionadas con el tótem del difunto y la historia
mítica de los ancestros de que desciende el clan. Sólo cuando han
finalizado todas estas ceremonias se procede al rito de clausura.
Se cava en el terreno ceremonial una zaqja de una profundidad de utt
pie y un largo de quince. Con anterioridad, se ha trazado sobre el suelq a
alguná distancia de allí, un dibujo totémico que representa el tótem del
muerto y algunos lugares en los que el ancestro estuvo. Justo al lado de este
dibujq se ha cavado en el suelo una pequeña fosa. Diez homb¡os
ornamentados se adelantan, entonces en fila india y con las mános
cruzadas detrás de la cabeza y las piernas separadas, se sitúan encima de la
zanja. A señalo 'las mujeres se aproximan desde el campamento
una
guardando el más profundo silencio; una vez cerca, se ponen en fila indi4
mientras la última sostiene en sus manos el estuche que contiene el
húmero. Después, todas se extienden.por el suelo y, caminando a gatás,
pasan a lo largo de toda la zanja, entre las piernas abiertas de los hombres.
La escena denota un gran estado de excitación sexual. Una vez que la
última ha pasado, se le quita el estuche y se lleva éste hacia la fosa en cuyas
proximidades está un anciano; éste, de un golpe seco, rompe el hueso y
entonces se enüerran precipitadamente los pedazos. Durante ese intervalo
de tiempo, las mujeres han permanecido apartadas, dando la espalda a la
escena que les está prohibido observar. Pero cuando oyen el golpe de
hacha, huyen entre gritos y gemidos. El rito ha sido realizado; el duelo ha
terminado25.

II
Esüos ritos pertenecen a un tipo muy diferente de los que anteriormente
hemos distinguido. No significa esto que no sea posible encontrar enüE
todos las importantes semejanzas que hemos de destacar; pero quizá las
diferencias sean más aparentes. En lugar de alegres danzas, canto,
representaciones dramáücas que dislraen y relajan, nos encontramos con

24 Nat. Tr., p. 508-l 0. El otro rito final a que asistieron SneNcER y Gu¡ rN
es descrito en las
páglnas 503-8 de la misma obra. No difiere esencialmente del que acabamos de an¿liza¡.
2r Nonh 7L. p. 531-40.

tirr l;¡
369'
llantos, gemidos, eri una palabra" con las manifestasiones más v¿riadas de iDe dónde procede esta obli$ación?
: la fist eza angustiadd y de ,und especie de mutua piéda{ que dominan tod¿ Los etnógrafos y sociólogos se han contentado generalmente con la .'
'i¡
, , la escana Sin dudA t¿mbién en el transcurso del Intichiuma hay efusiones respüesta gue los m,ismos indgenas dan I esta pregunta. Se dice que 3l ,r11,
¡'
do sangre, perc se trata de oblaciones que se realizan en el marco de un muerto quiere que se le adore, que si se le niegan los pesares a que üene ,,'
movimiento de plo entusiasmo. Si bien los actos se asemejag los derecho se le ofendería, y que la única manera de prevenir su cólera q.s -':: '..
sentimientos que expresan son diferentes e incluso opuestos. A su vez, los someterse a sus dictados 33.
ritos ascéticos implican muchas privaciones, abstinencias, muülaciones, Pero esta explicación mitológica no hace más que modificar los r'

: pero deben ser soportadas con una firmeza impasible y una especie de terminos del problema sin llegar a'resolverlo; pues aún habría que saber , " ''

serenidad En este caso, por el contrario, el abatimiento, los gritos, los por qué el muerto reclama imperativamente el duelo. Se dirá que es natural
" llantos constituyen la regla El asceta se tortura para dar testimonio, a sus que el hombre quiera que se le llore y eche de menos. Pero explicar en base
ojos y a los de sus semejantes, de que está porencima del sufrimiento. En el a este sentimiento el aparato complejo de ritos que constituyen el dueb
caso del duelo, el daño se inflinge como prueba de que se sufre. En todos supone predicar del Australiano unas exigencias afectivas que ni el mismo
estos sigros se reconocen los rasgos característicos de los ritos piaculares. civilizadomuestra.Admitamos_loquenoesevidenteapríori_qrcb
rlCómo se explicaq pues, éstos? idea de no ser olvidado demasiado pronto sea naturalmente querida para el
' Hay un primer elemento que es constantq se trata de que el duelo no es hombre que piensa en el porvenir. Quedaría aún por establecer que tal idea
la expresión espontánea de emociones individuales2ó. Si los familiares ha tenido siempre un imperio suficiente sobre el corazón de los vivos como
llorar\ se lamentan, se mortificar¡ no es ponpe se sientan personalmente para que se haya podido atribuir razonablemente a los muertog una
afectados por la muerte de su pariente. Puede ser, sin duda, que la pena que mentalidad que sería hija en su conjunto de tal preocupación Sobre todo,
. se erpresa sea sentida realmentez?. Pero, en términos más generales, no loquepareceimprobableesqueunsentimientodeestetipohayapodido
. oxiste ninguna relación entre los sentimientos que se experimentan y los obsesionar y apasionar hasta tal punto a hombres que no están en absoluto
astbs realizados por los que actúan en el rito 28. Si se les dirige la palabra a acostumbrados a pensar más allá de la hora presente. Lejos de que el deseo
log que llorar¡ justo en el momento en que parecen sentirse totalmente de sobreviviñ¡e en la memoria de los que siguen en vida haya de ser :

arrastra&s por el dolor, para abordar algfrn tema de interés temporal, con considerado como el origen del duelo, habria-que preguntarse más bien si ',

frecuencia ocurre que cambian inmediatamente de cara y de tono, no será el mismo duelo el que, una vez establecido, haya suscitado la idea
adoptando un aire alegre y charlando con la mayor animación del de, y el gusto por, los lamentos póstumos.
mundo D. El duelo nb constituye un movimiento natural de la sensibilidad La interpretación clásiea-aparece aún como má's insostenible cuando-
privadq zarandeada por una pérdida crue[ es un deber impuesto por el se conoce en qué consiste el duelo primitivo. No consta tan sólo de plos
grupo. El lamento surge no porque se esté triste, sino porque se está recuerdos hacia aquél que ha desaparecidq sino de duras abstinencias y
obligado a hacerlo. Es una actihid ritual que se está obligado a adoptar por crueles sacrificios. El rito no exige tan sólo que se piense.melacólicamente
respeto hacia la costumbre, pero que, en gran medida, es independiente de en el difunto, sino que uno se golpee, se mortifique, se lacere, se queme.
la situación afectiva de los individuos. Por demás, esta obligación se Hemos visto incluso que, durante el duelo, la gente pone un tal empeño en
encuentra sancionada con penas de tipo mltico o social. Se cree, por. tortu[rse que, a veces, no sobreviven a sus heridas iQué razón tiene el , '

ejemplq que cuando un familiar no guanda el duelo como es debido el alma muerto para imponérles tales suplicios? Una tal crueldad denota por su
del muerto le persigue y acaba con él 30. En otros casos, la sociedad no deja parte algo distinto del deseo de no ser olvidado. Para encontrar placer en
. en manos de las fuerzas religiosas el cuidado de castigar a los negligentes; ver sufrir a los suyos, sería preciso que los odiara, que estuviera ávido de
interviene por sí misma y reprime las faltas rituales. Si un yerno no rinde a su sangre. Esta ferocidad parecería, sin duda, natural a quienes tienen a
su sueg¡o los deberes funerarios que le son debidos, si no se hace las todo espiritu por un poder malhechor y temible. Pero nosotros sabemos
incisiones prescritas, sus suegros tribales le quitan su mujer y se la dan a que hay espíritus de iodo tipo, ¿por qué habria de ser el alma del muerto
otro 31. Por lo mismo, para acatar la costumbre, a veces se fuerza a que necesaiiamente un espíritu malignoi En vida, el hombre quiere a sus
conan las lágrimas 'utilizando medios artihciales 32. familiares, intercambia con ellos servicios. i,No resulta extraño que' una
vez liberada de su cuerpo, su alma se libere instantáneamente de sus l

ñ En contra di lo quc dice JBvoNs, Intrcd" n antiguos sentimientos para convertirse en un genio malvado y atormenta-
the History o! Retigion, p. 46 y ss. dor? Por el contrario, constituye una regla general que el muerto'conserva
¿ t
Es esto lo que hace que Dewsox sosteng¡ S¡e el duclo es llevado con sinceridad (p. 66).
Porc En¡rru¡x asegur¡ que sólo ha conocido un caso en cl que se haya dado lugar a irlridas la personalidad del vivo, que tiene el mismo carácte4los mismos odios y
:ausadas rc¿lmentc por la pcna que se scnüa (op. cr?. p. I l3). los mismos afectos. La metamorfosis, pues, no puede comprenderse por sí
2s Nat. Ti., p. sló.
29Evrrr¡x¡. n. 23&9. misma. És verdad que los indlgenas la admiten implícitamente cuando
!5' ttotttt i.,'p.5O7.; Nat. Tr., p.498.
Naa TL, p. 550; Evr¡nNx, p.227.
rzBnoucn Surnr, I, p.114. 33
Nat. Tr., p. 510.

370 t:7,1'
,'''''.'.''..'..'..
etplican el rito a partirde lae exigencias del muorto; pero de lo que so iiata
prechamenrc es de saber de dónde les ha venido tal cbncepción. Eien lejos

:''':.:
y, p6r cgnsíguionte, no puede bastar para explicarlo.
"' ' Por último, aun cuando se pudieran determinar las razones de est¿
sorprendente transformaciór¡ quedarian por explicar por qué tan sólo es #ffi "- J;;r-üi"'u.iit á íeI Austral iano durante 1 -d::]:, :.:':lTiI
tcmporal. Pues, en efecto, no dura más allá del duelo; una vez realizados
los ritos, el muerto vuelve a ser lo que era en vida, un pariente afectuoso y
;i#; ;,;#ñ,iü .";;1@É'.ip o" "*,"ryii1lif"i:*i:::l
ocasión, la sociedad
3l ll,"i"rl tii"?í.i#á. ."-plir un deber que, en tal
pervicial. Pone al servicio de los suyos los nuevos poderes que tiene en
ambiente rio deja de recordarle
' -. razón de su nueva condición3a. A partir de ese momento, se ve en él un Se sabe, por otra parte, hasta qué punto se intensifican los sentimientos
humanos cuando t. uná"i-.oiectivamente. Tanto
la tristeza como la
r anteriormente atormentaba. i,Cuál puede ser el origen de estos sucesivos t. exaltan, tt al irse reflejando de una conciencia a otra
' 'l : oambios? Si los malos sentimientoi que se ropone-o al alma provinieran "fegti"
y, al cabo, acaban "-piiñ".n,
por e;t;;;J" exteriormente en forma de movimienbs
," únicamente del hecho de haber dejado de vivir, deberían pennanecer áiuU.r.ni., y violintos-Ño se trata de ya la alegre agitación qr¡e en otfas
, '. invariables, y si el duelo provinieride ellos, no debería a"ib"r nünca. ocasiones hemos tottt"áo; t. tt"t" át gritos, dáalaridos' de dolor' Cada
I Estas explicacirones de tipo mlüco expresan la idea que el indfgena i"Ji"iAr".r filtoaot; se próduce como un pánicode tristezA'
tiene del rito, no el rilo en sl mismo. Podemos, pues, soslayarlas para ttega a áigtuJo ¿. ini.nsidadse mezcla con él una
"rrastrado epppcie
Cuando el dotor
oncarar la realidad que taducen, aunque de manera delfigurada. Si bien el ti.nrc la necesidad de romper' de destn¡i¡
de cólera y exasperaciü.3t
t, duelo difiere de las otras formas de culto positivo, hay un aspecto por el que ;;;. il;dión se dirige contra uno mismo o contra los otros'
Uno se
projimo para golpearle'
se les asemejq también él consta de ceremonias colectivas que determinan golpeq se hiere, tt qutti", o U¡in se lanza sobre el
en aquéllos que participan, un estado de efervescencia. Disüntos son los ;;;ffii-,ú;rá¡r.'fr-AÉ lste modo como se há establecido el u¡o ds
sentimientos sobreexcitados, p€F la sobreexcitación es la misma Es, pues, abandonarse, durante el áie]ü . u"rá"¿uror orgias de torturas. Nos parece
t
; de presumir que la explicación dada a los ritos alegres se pueda aplicar a los rn"v pt"u"uiá que éste tt" ti óJe* ae la vendátta la caza
y de cabezas' 8i
riúos tristes con tal de que se cambien los términos. d: mágico y si' por.esta
;;üibtt; toda muerte a algúñ tipo sortilegio
porque- se siente la
Cuando un individuo muere, el grupo familiar al que pertenece se razór¡ se cree que ta ¿"Ua-utngar al muerto' es
. siente disminuido y, para reaccionar contra esta disminución, se reúne. necesidad de encontrar, a cualquLr precio, una
üctima sgbre la que s€
Una desgracia común üene los mismos efectos que la cercania de un l" Naturalmente esta vícttuna
acontecimiento feliz: aviva los sentimientos colecüvos que, a su vez, llevan
;;;il;;;c* "i
aoloi v
poe.'un "ólóra
colecüvos.
u nsujeto minorís residentiae; dado
se va a buscar n orq
. a que los individuos se busquen y se aproximen. Hemos visto incluSo cómo oue no se encuentra protegido "itt.¡o
por "t
los senümientos de simpatia qu€ se
esa necesidad de concenuación se afirma a veces con una energía
;r;ñ;; un vecino, no.hav nada en él que rechace v
ñ;;;¡ñii"io-t.nii-i"not
particular la gente se abraza, se estrecha, sejunta lo más que puede entre '"l"'tt"ri"" los negativos de &struccion que la muerte ha
S. Pero el estado colectivo en que entonces se encuentra el grupo refleja por lo que la mujer sirve' con
las circunstancias que atraviesa. No es sólo que los parientes más
ñp"tt"¡.. Sin düda, es por la misma.razón pisivo de los más crueles ritoe
iieíiir""""ri" qu. .ímÁUre, como objeto
valor social, resulta más
directamente afectados transmitan al grupo su dolor personal, sino que la de duelo; la razón ., qu. ill^'gqr^de rin ménor
gociedad desarrolla sobre sus miembros una presión de üpo moral para que el papel de chivo expiratorio.
áir.it r:.nt" desigrada para ;umplir
" , se armonicen con la situación. Permitir que pennanecieran indiferentes Es visible quu .n.rlr'.rptitaciOn del áuib se ptescinde
que
totalmente de.
realmente en
afite el golpe que la azota y disminuye sería tanto como proclamar que no la noción de alma o t_"s únicas fuerzas entran-
. ocupa en sus corazones el lugar a que tiene derecho; sería tanto como
ñ;;;;; "rpirito.
á" n"tur"l.riiotalmente impersonal: se trata de las emociones
miembros' Pero el
negarla. Una familia que tolere que uno de los suyos pueda morir sin que se
le llore testimonia una falta de unidad moral y de cohesión: abdica, üft;;ña in el sttóü;;rte'de uno
que
de
origina
sus
todas esas prácücas.
orimiüvo isnora el ,,,".u-nirro psíquico
-cuando
renuncia a ser. Por su parte, cuando el individuo está firmemente ligado a fri pu.t, intenta explicarlas se ve obligado a constn¡¡r' una
la sociedad de que forma parte, se siente moralmente obligado a participar .ipfiL""iót mtalmente diferente. Todo lo que sabe es que se encuentre
' en sus tristezas y alegdas; desinteresarse serla tanto como romper los ;íü;6; ;ortincarse doio'ósamente' Dado que todl'?1'!i:1?i1i1p^'ii:
vinculos que le une a la colectivida4 sería renunciar a quererla y, porlg p!¡ede ser
üi""ia"" á. una voluntad que obliga, busca en su alrededor cuál
tanto, serla entrar en contradicción con ella Si el cristiano durante las ;;;; ¡; l" .onrt iiioi q* ,lrrl. Ahora bien, existe un poder moral
para
."v"i.¡¡¿"¿ le parece cierta y que parece Itptti?Ptllt,indic¿do
puesto en ¡ibert¿ú rues'
'

cuínpfir ese papei: es el alma que la muerte ha


slc cncuent¡an varios ejemploo de esta creencia en Howrrr, ff¿r, 71., p. 435. Cf. que ésta en las consecuencias que su
iquiSn puede eitar más interesado
Snrrnow, I, p. 15-6, y II, p. 7.
3?yi
372
:; .,''i'. I l 'rr*,'
.
' .' '

Los ritos de dr¡elo no sólo oxplic¡n ci€rtss caracterlstic¡s secund¿rias ' .'
estos últimos se inflingen un Eatamiento contra natura, ; ñ;iñü¿;id de las atrib¡idas ¿l ah$& siuo que quizás úo son'sxtr¿ños ala idéa de tlue
-
,: "'i ' '*,
'
p¡ acatalsu¡ epsencias. modo como la id""A
Es. de este h"-liñ;;; sobreviva al cuerpo" Para podor comprender las prricücas a,las gue sb,
"h;
intervenir, de fiorrra secuqdaria y derivada, en la mitología del dueló.
por somete cuando mueré un familiar, el hombre se ve obligado a creer que no
' :, , ' ijtro lado, dado gue se le sufrnen exigáncias innuní*".,-"s preciso le son indiferentes al difunto. Las efusiones de sangre que t¿n ampliamente
i.
suponer que.al abindonar el.cuirpo que airimara se hubiera despojado
de se realizandurante eldueloconstituyenverdaderos sacrificiosofrecidosal
todo sentimiento humano. Asl se explica la metamorfosis que hace del muerto36. Asi pues, del muerto debe sobrevivir algo; y dado que no es el
pariénte de ayer un enemigo temible. Ésta transformación cuerpo, que está manifiestamente inmóvil y se descompone, no puede ser
no se situa en el
origen del duelo; es más bien su consecuencia. Traduce el cambio que ha más que el alma. Es, sin dudq imposible establecer con exactitud cuál ha
' ocurrido en el estado afectivo del g¡upo: no se llora al muerto porque se le sido el protagonismo de estas consideraciones en la génesis de la idea ' de :
tema, sino que se le teme potquul"'1" ttoru. supervivencia.Peroesprobablequelainfluenciadelcultohayasidoen
:, Pe¡o este cambio de estado afectivo no puede ser más que temporal; estecasolamismaqueenotros.Losritosseexplicanmásfácilmente
,' pues.las ceremonias de duelo, alavez qué son su resultado, te
ioneá cuando se imagina que se dirigen a seres personales; los hombres, pues, se
termino. Poco a poco van neutralizando las mismas causas que io han han visto llevados a extender la influencia de las personalidades mlücas
originado. Lo qui se sihia en el orígen del duero ü i,np."rión de sobre la vida religiosa. Para poder explicar el duelo, han prolongado la
"r existencia del alma más allá de la tumba. Es un nuevo ejemplo del modo ed
'' miembros. Pero esta misma impresión da lugar a éo. ror ináiuiduo, ." que los ritos reaccionan sobre las creencias
.

aproximen entre sí, a que se rilacionen más estrechamente, a que se


asocien en un mismo estado espiritual, y, como resultado de todo esto,
surge una sensación de consuelo que compensa el inicial debilitamiento. UI
Al [9rg en común todos se unen entre sí y lá colectividad, a pesar del golpe Pero la muerte no es el único acontecimiento capaz deperturbar una
que la ha abatido, no resulta mermada. sin duda, entonces ño se pone'en comunidad. Los hombres encuentran muchas otras ocasiones para
.gmqn más que emociones tristes; pero comulgar en la tristeza sigue entüstecerse o angustiarse y, por consiguiente, es previsible que incluso los
, siendo una comunión, y toda comunión de concieniias, con independen-cia Australianos conozcan y practiquen ritos piaculares distintos dql duelo.
Con todo, es de destacar que, en las relaciones de los observadores, no
de las manifestaciones en que necesaria y obligatoriamente se exüerioriza aparece más allá de un pequeño número de ejemplos.
el dolor común es en sí testigo de que la sociedad se encuentra, en ese Hay un primer rito de este tipo que se parece mucho a los que se acaban
momento, más viva y en acto que nunca. De hecho, cuando el sentimiento de estudiar. Recordemos cómo, entre los Arunta, cada grupo local
social se siente dolorosamente herido, reacciona con más fuerza que de atribuye virtudes excepcionalmente importantes a su colección de churin-
ordinario: uno no se siente jamás más unido a su familia que cuando ha gas: es un paladión colecüvo a cuya suerte se supone esta ligada la misma
resultado malparado por una desgracia. Este acrecentamiento de energía suerte de la colectividad. De este modo, cuando los enemigos o los blancos
borra-completamente los efectos del desamparo que se habia producido al consiguen robar uno de esos tesoros religiosos, se considera tal pérdida
' principio, y asl se disipa la sensación de frío qué la muerte iiempre trae como una calamidad pública. Pues bien, esa desgracia es el punto de
consigo. El grupo siente que recupera progresivamente sus fuerzasj vuelve partida de un rito que üeno todas las características del duelo: el ctrerpo se
a tener esperanzas y a vivir. se supera el duelo y se supera gracias al mismo unta con arcilla blanca y se pennanece en el campamento durante dos
. duelo. Pero, dado que la idea que se tiene sobre el áhaiefleja el estado semanas entre llantos y limentaciones 37. Es ésta una prueba adicional de
moral de la sociedad, esa idea debe cambiar cuando este estado cambia. que lo que determina al duelo no es el modo en que se concibe el almadel
Qu*do se estaba en el perlodo de abatimiento y angustia, se concebía el muerto, sino causas impersonales, el estado moral del grupo. He aquf, en
. alma en la forma de un ser malvado, dedicado por cómpleto a perseguir a efecto, un rito que por sru estructura no se puede distinguir del duelo
los hombres. Ahora, cuando de nuevo se sienté confianza y seguridad, se
- debe admitir que ha recuperado su naturaleza inicial y su-s iniciales
sentimientos de ternura y solidaridad. De esta manera se púede explicar la
mantienen asi el desconcierto moral por la muerte (Ct. HERTZ, (La représentation collective de
fiorma cambiante en que se la concibe a lo largo de los distintos momentos lamorr>>,enAnnée Sociologique, X, p.48 y ss.). Entérminosgenerales,lamuerteesuncambio
de su existencia35. g¡ave de estado que tiene sobre el grupo repercusiones amplias y duraderas. Es precisoque pase
el tiempo para neutralizar sus el'ectos,
36
En un caso que refiere Gnrv, siguiendo una observación de Busssl, el rito tiene todo el
aspecto del sacrificio: la sangre se extiende sobre el mismo cuerpo del muerto(Gnrv, II, p 330).
por qué son necesarias ceremonias repetidas para dar lugar al sosiego En otros casos hay como una ofrenda de la barba: los que están en duelo cortan una parte de su
_--1t-9yf
que :" tregunte
sigue ¿l duelo. Pero, en primer lugar, es porque con frecueniia los funerares barba que echan sobre el cadávr:r. (Ibid., p. 335).
soi muy largos; 37 Nat. Tr., p. 135-6.
comprenden múlüples operaciones que se escalonan a lo largo de varios meses.
n.oíontin y

374 375 !o

También podría gustarte