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INSTITUTO NACIONAL DE

NEUROEDUCACIÓN. TAREA 3: REFLEXIÓN. Esta


es una reflexión personal
sobre el concepto de
DIPLOMADO DE INTERVENCIÓN pérdida, sus
implicaciones,
TANATOLÓGICA. limitaciones y
potencialidades.
Título del trabajo:

Clase 3: ¿Qué es una pérdida?

Nombre del alumno:

Julián de Jesús Sierra


Villavicencio.

Fecha: 6 de mayo de 2022.

Tutor: Cesar Alanis Torres.


¿Qué son las pérdidas? .

En todas las etapas de la vida vamos a tener carencias, por mejor que nos vaya, aunque pensemos
y afirmemos que nos encontramos en el “mejor momento de nuestra vida”, siempre vamos a tener
alguna pérdida por pequeña que sea.

Casi como una ley de “intercambio equivalente”, siempre la vida nos exigirá algo a cambio por lo
que nos causa confort y alegría; ya sea como cuando tenemos que trabajar demasiado para obtener
ahorros, los cuales usaremos para comprarnos algo que anhelamos o irnos de vacaciones, o estudiar
hasta el cansancio para terminar una licenciatura o curso; el resultado nos garantiza una felicidad
inconmensurable, pero, dicha felicidad nos representará siempre un sacrificio en mayor o menor
medida. La pérdida es una constate en la vida de todos.

De esa forma, las pérdidas son partes ineludibles de la vida, podemos padecerlas o dejarlas pasar,
todo depende del peso que le asignemos a esa pérdida. Hasta la misma muerte, que supuestamente
ponemos como la mayor pérdida, puede ser que no represente gran cosa, cuando la empatía nos
falla y no hayamos establecido lazos importantes con la persona que partió. Podemos decir
entonces que esta pérdida es imperceptible o poco significativa. Pero sigue siendo una pérdida.

Por otra parte, podemos decir que la pérdida para nosotros es significativa, cuando el objeto de
nuestro deseo o casi “posesión” se va. Si a la persona que murió, le hemos asignado un papel
importante en nuestra vida, nos podría llegar a causar un sufrimiento supremo; o simplemente si se
aleja de nosotros, nuestra naturaleza humana nos llevará a un duelo inevitable.

La vida siempre nos traerá privaciones, por ejemplo, de un día para otro pueden despedirnos del
trabajo de nuestros sueños, eso representaría una pérdida significativa, pero igual nos pueden
privar de un trabajo nefasto y habremos perdido malos ratos, malos tratos y momentos amargos o
de poca remuneración. Si lo vemos desde este punto de vista, todo depende del cristal con que se
mire. Nuestra labor como terapeutas tanatólogos, sería entonces potenciar ese intercambio
positivo que nos ofrece por peso natural cualquier tipo de pérdida. Ya sean pérdidas materiales,
como dinero, trabajo, proyectos, bienes raíces; o perdidas inmateriales, como la pérdida de la
libertad, la juventud, la salud, o la vida misma, en extremo caso hasta la muerte puede ser una
solución. Siempre habrá un término con dignidad, si nosotros lo permitimos, claro está.

Si bien es cierto que todos vivimos las pérdidas de una manera única, debemos de centrarnos en la
búsqueda del equilibrio emocional, porque cualquier tipo de pérdida, por más que pequeña que
sea, causará una crisis. Podemos equipararlo a un “juego de jenga”; por más que nos esforcemos
por no mover la torre, la extracción o carencia de una pieza va a causar la incertidumbre, de que la
torre completa se puede caer. Yo creo que es aprender a acomodar lo que perdemos, podemos
perder un niño pequeño, pero ganamos un hijo adolecente, perderemos un adolecente y ganaremos
un adulto, toda pérdida bien acomodada te da para más.

En mi punto de vista, lo más importante que un tanatólogo puede hacer por un paciente con un
diagnóstico desalentador es ayudarlo a tener una adherencia terapéutica. Una aceptación y un
tránsito más liviano ante semejante crisis, cambio, pérdida. Dicha adherencia ayudará al paciente a

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tener una calidad de vida en mayor o menor medida. Eso es amor, lo que crea la vida y propicia su
calidad, y podemos crear calidad de vida hasta el último momento.

En el caso de pérdidas materiales podemos, enfocarnos en las cosas positivas que poseemos,
siempre nos fijamos en lo que nos falta, pero no apreciamos lo que ya tenemos porque lo damos
por hecho. Hay que hacer un cambio de pensamiento, intercambiar pensamientos limitantes por
pensamientos constructivos. La rabia de lo anhelado, nos hace sufrir por la realidad de lo que
perdemos, pero también sufrimos por lo que creemos que estamos perdiendo. Es imaginarse un
futuro diferente y eso pega fuerte. La gente se asusta de esta desorganización, es parte del proceso,
necesitamos la energía bien puesta donde debe estar, enfocar y comenzar a ordenar el caos dentro
de nosotros.

En conclusión, toda pérdida nos traerá una ganancia, pero para llegar a esa ganancia hay un proceso
que no debemos saltar. Es un proceso que debemos de enfrentar: el proceso de duelo.

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