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3. Argumentar
Entonces asumimos que, de verdad, podemos controlar nuestras emociones más allá de lo
que nunca habíamos pensado.
Podemos sentirnos bien con nosotros mismos, a pesar de nuestras circunstancias, o
dejarnos llevar por ellas.
La observación de lo que ocurre a nuestro alrededor, como siempre, será la mejor forma
de aprender; si nos esforzamos por mirar y reflexionar sobre lo que vemos, nos daremos
cuenta de que la gente es feliz o infeliz, no por lo que le pasa, sino por cómo se toma la
vida.
El futuro bien entendido está en el presente bien vivido.
A tal efecto, nuestro principal recurso girará en torno al control de nuestros
pensamientos, no a su racionalización; en esos momentos es más útil distraer nuestra
mente que insistir para que razone.
No obstante, creer que las personas pueden razonar y ser objetivas en cualquier momento
y circunstancia, demuestra un profundo desconocimiento de la realidad y de las
limitaciones humanas.
Para “salir” de las situaciones difíciles, un requisito previo es que la persona crea que
existen opciones, y eso lo conseguirá más fácilmente desde la ilusión que desde la
desesperación.
No es complicado creer en nosotros mismos si aprendemos a tolerar las limitaciones que
tenemos como seres humanos.
Atrás quedo el tópico erróneo que se convirtió en estribillo y que decía así: “la letra con
sangre entra”, y lo que entra es el dolor, la insatisfacción y el sentimiento de frustración.
4. Evaluar
Podemos ser felices o infelices, colocando nuestro cerebro a favor o por el contrario, en
contra nuestra.
Recordemos que como humanos nos equivocamos y nos seguiremos equivocando, y una
parte de nuestra madurez consistirá en aprender de nuestros errores pasados y poner los
medios para que estos no vuelvan a suceder en el futuro.
Es difícil vivir sin dinero y más aún sin salud, pero es imposible vivir sin ilusiones.
En cuanto al dolor, no debemos tenerlo miedo, incluso el sufrimiento, cuando es
inevitable, porque ese dolor y ese sufrimiento serán pasajeros.
Curiosamente, y no es por casualidad cuando nos apreciamos y nos queremos de verdad a
nosotros mismos, resultamos más atractivos para quienes no conocen.
Es más fácil dejarse contagiar por el pesimismo reinante que ir contra corriente y
esmerarse en encontrar salidas que ayuden a superar la crisis; pero no dudemos que lo
mejor que podemos hacer con alguien que en un solo momento determinado “no ve
ninguna solución”, lo primero es escucharle, segundo que se sienta comprendido, y
tercero hacerle ver hay alternativas que no había contemplado anteriormente.
Otra regla para seguir pensando así, será intentar sentirnos bien cada día. En cuanto a la
enseñanza, todos los profesionales docentes deberían de asumir ese principio: aprendizaje
tiene que ir unido a estímulo, satisfacción, plenitud y disfrute. De esta manera, los
aprendizajes perdurarían y facilitarían la adquisición de nuevos documentos.