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Sistema inmunológico. Definición. Tipos de defensa. Antígeno: definición. -ATC: Definición.

UNIDAD 1
1. LA RESPUESTA INMUNE

Todos los seres vivos estamos rodeados de microorganismos


potencialmente dañinos a los cuales lo designamos como patógenos, en
cambio otros se encuentran en el medio y no nos causan daño son los
microorganismos saprófitos.

La defensa contra los microorganismos patógenos es un aspecto


esencial de la homeostasis, es decir el mantenimiento de un ambiente interno
relativamente constante puesto que ellos no solo son capaces de destruir
células individuales, sino también la de alterar procesos interrelacionados de
los cuales depende la continuidad de la vida.

Durante muchos años se creyó que el sistema inmune se encargaba


solo de la defensa a microorganismos patógenos, pero el anatomista P.
Medawar introdujo el modelo experimental en el cual puso en claro que la
resistencia a la enfermedad no es la única función que realiza el sistema
inmune. Años después M. Burner propuso que la característica fundamental
del sistema inmune es la capacidad de distinguir entre lo propio y no propio.

DEFENSAS NO ESPECÍFICAS

Barreras no específicas

La primera barrera de defensa del organismo contra invasores extraños


es el sistema tegumentario y las membranas mucosas. La piel con su capa
dura de queratina es una barrera inexpugnable mientras está intacta. Cuando
no lo está, una gran cantidad de microorganismos pueden entrar rápidamente
en el cuerpo. Esto se ilustra claramente en los individuos que han sufrido
quemaduras extensas. Para estas personas, las mayores y más inmediatas
amenazas contra su vida son las infecciones graves a las que son vulnerables.

El epitelio que forma la membrana mucosa es más frágil que la piel, pero
está bañado constantemente por líquidos, como el moco, la saliva y las
lágrimas, que contienen sustancias antimicrobianas. El epitelio que reviste el
sistema respiratorio está recubierto de cilios, que barren los microorganismos
inhalados, las partículas de suciedad y los desechos atrapados en la capa
protectora de moco. El ph extremadamente acido de los contenidos del

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estómago crea un ambiente inhóspito para los inmigrantes potenciales que
pueden ingresar con los alimentos. Además, el tubo intestinal inferior alberga
poblaciones residentes de bacterias que defienden su territorio contra otros
microorganismos.

Respuesta inflamatoria

Si un microorganismo penetra la barrera externa, encuentra una


segunda línea de defensa que consiste en una variedad de agentes
transportados por la sangre y la linfa circulantes. Supongamos que uno se corta
la piel. Las células inmediatas a la herida liberan histamina (una amina
vasoactiva presente en los gránulos de los basófilos y los mastocitos) y otras
sustancias químicas que incrementan el flujo de sangre en el área, así como la
permeabilidad de los capilares vecinos. Los glóbulos blancos (leucocitos)
circulantes atraídos por las sustancias químicas atraviesan las paredes de los
capilares y se aglomeran en el sitio
de la herida. Estas células
fagocitan a los invasores extraños y
(fig.1), a menudo quedan
destruidas por autodigestión.
Posteriormente empiezan a
Forman coágulos de sangre que
separan el área dañada. La
temperatura local a menudo se
eleva, lo cual crea un ambiente
desfavorable para la multiplicación
de los microorganismos, a la vez
que acelera el movimiento de los
glóbulos blancos. Como
consecuencia de esta serie de
hechos se conoce como respuesta
inflamatoria, el área dañada se
hincha y se torna caliente, rojiza y dolorosa.
Figura 1. Glóbulo blanco fagocitando una bacteria

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Cuadro 1. Tipos de glóbulos blancos
Porcentaje del total
Granulocitos
Neutrófilos 50-70
Eosinófilos 1-4
Basófilos 0,1/0,2
Linfocitos 20-40
Monocitos 2-8

Tanto la respuesta inflamatoria como la respuesta inmune- una respuesta más


específica- dependen de una variedad de interacción de leucocitos, (cuadro 1).

Estas células, de un modo análogo a los glóbulos rojos portadores de


oxígeno, tienen un lapso de vida limitado y deben ser sustituidos
continuamente. Todos los tipos de diferentes glóbulos blancos, al igual que los
glóbulos rojos, son el resultado de la diferenciación y división de células madre,
localizadas en la médula ósea de los huesos largos, que se auto regeneran.

Las principales células involucradas en la respuesta inflamatoria son los


granulocitos y los monocitos, los últimos acuden después y una vez en el lugar
se transforman en macrófagos y se hacen más grandes, ameboides y
fagocíticos. Los macrófagos también se alojan en los ganglios linfáticos, el
bazo, el hígado y los pulmones donde atrapan a cualquier microorganismo o
partícula extraña que haya superado las barreras iniciales. También son
importantes en la activación de los linfocitos, otros glóbulos blancos que son
los efectores de la respuesta inmune específica.

La respuesta sistémica

La respuesta inflamatoria local está acompañada con una respuesta


sistémica que se conoce como respuesta de fase aguda y se caracteriza por la
inducción de fiebre, aumento de la síntesis de hormonas esteroideas y la
síntesis de hormonas hepáticas. La respuesta sistémica de fase aguda se
inicia como consecuencia de la activación de los macrófagos. Que secretan
mediadores solubles conocidos como citoquinas proinflamatorias: Las
interleuquinas, los interferones y el factor de necrosis tumoral. Estas citoquinas
actúan sobre los fibroblastos (células del tejido conectivo responsables de la
producción de la matriz extracelular) y sobre células del endotelio vascular
induciendo la coagulación, modificando la permeabilidad vascular y
aumentando la expresión celular de las denominadas moléculas de adhesión.

A pesar de que esta reacción tiene efectos beneficiosos, si persiste


conduce a un estado de cronicidad, que puede llevar a un desequilibrio con

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consecuencias nocivas para el organismo como ocurre en el caso de shock
séptico (estado infeccioso patológico que se caracteriza por la sobreproducción
de citoquinas proinflamatorias que puede provocar la muerte del individuo).

RESPUESTA INMUNE ESPECÍFICA O ADAPTATIVA

La respuesta inmune específica o adaptativa difiere de los otros


mecanismos de defensa del cuerpo en que realiza una identificación altamente
específica del invasor a través de las estructuras de la superficie de un tipo
especial de glóbulos blancos, los linfocitos. Cuando los linfocitos responsables
de la respuesta inmune son los denominados linfocitos B, se dice que la
respuesta inmune es humoral. En cambio, si los linfocitos responsables de la
respuesta efectora son los linfocitos T, la respuesta inmune es celular. La
respuesta inmune consta de diferentes etapas: una etapa inicial de
reconocimiento, una etapa de diferenciación de los linfocitos específicos que
conduce a una tercera etapa efectora, en la cual se pone en acción una serie
de mecanismos de destrucción del agresor de acuerdo con las características
del antígeno. Un antígeno es toda sustancia capaz de poner en marcha una
respuesta inmune. Según sus características, el antígeno estimula diferentes
poblaciones de linfocitos, lo que hace que se desarrollen mecanismos
apropiados que conducen a la eliminación del agresor.
El primer contacto del sistema inmune con un antígeno inicia la respuesta
primaria, la que no solo lleva a la eliminación del invasor sino que,
simultáneamente, provoca la diferenciación de la células que quedan pre
adaptadas a un nuevo contacto con el antígeno, estas células, que poseen una
vida media mayor, se denominan células de memoria. En encuentros
posteriores con el mismo antígeno se produce entonces la respuesta
secundaria, una respuesta más rápida y de mayor magnitud, en la que están
involucradas, fundamentalmente las células de memoria.

Anatomía y fisiología del sistema inmune

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La especificidad de la respuesta inmune deriva de las acciones e interacciones
de dos poblaciones celulares, conocidas como los linfocitos B y T. los sitios
primarios de diferenciación y proliferación de estas células son la médula ósea
(B) y el timo (T), un órgano esponjoso y bilobulado que se encuentra en la
zona superior del tórax.

El escenario en que operan estas células se conoce como el sistema


inmune. Como sistema de órganos, el sistema inmune es más difuso.
2. También incluye a los vasos y ganglios linfáticos, el bazo y el tejido
linfoide asociado con las mucosas.
Entre estos últimos se encuentran las amígdalas, el apéndice las placas
de peyer, los adenoides y los cúmulos linfoides asociados con los bronquios.

ANTÍGENO Y ANTICUERPOS

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ANTÍGENO

Los antígenos pueden ser proteínas, carbohidratos, lípidos u otras moléculas


encontradas en bacterias, hongos, parásitos, virus, productos químicos y otras
sustancias que provocan que el sistema inmunológico desencadene una
respuesta.

ORIGEN DE LOS ANTÍGENOS


Dependiendo del origen del antígeno este se puede clasificar, ya sea que
este provenga del interior o exterior.

Antígenos exógenos. Estos se refieren al antígeno que entró al


organismo desde el exterior, ya sea vía respiratoria, inyectada o
ingestión. Normalmente para responder a estos antígenos, es de forma
subclínica. Estos se extraen de las células que presentan los antígenos a
través de endocitosis o fagocitosis.

Algunos tipos de antígenos pueden ingresar al cuerpo como endógenos,


y luego ser endógenos, como un virus intracelular. Un antígeno
intracelular puede liberarse nuevamente al sistema circulatorio, una vez
la célula infectada sea destruida.

Antígenos endógenos. Esta clase de antígeno son los que se generan


en el interior de una célula, esto se debe al metabolismo celular normal
o en el caso de padecer una infección viral o bacteriana intracelulares. Si
estos son reconocidos por linfocitos T activados, estos causan apoptosis
de la célula infectada.

TIPOS DE ANTÍGENOS
Autoantígenos. Esta es una proteína normal o complejo de proteínas,
que se conocen como ADN o ARN, el cual el sistema inmunológico
reconoce. Normalmente estos antígenos no activan el sistema
inmunológico. Sin embargo, las personas que sufren enfermedades
autoinmunes, los linfocitos por algún factor genético o ambiental,
comienzan a atacar a estos antígenos.

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Antígenos tumorales. Estos son aquellos se presentan debido a
moléculas MHC I o MHC II, que están en la superficie de células
tumorales. Normalmente existen antígenos de células normales o
tumorales, que tienen el nombre de antígenos asociados a tumores. El
sistema inmunológico los reconoce, y es capaz de destruir la célula
tumoral antes que esta se riegue a todo el cuerpo (metástasis).

Antígenos nativos. Este es el antígeno que mantiene su forma


original y no ha sido procesado por una CPA en partes pequeñas. Lo
linfocitos son incapaces de unirse a esta clase de antígenos, dedico a
que necesita de la ayuda de CPAs pa que la procese. Mientas que los
linfocitos B pueden activarse debido a este tipo de antígeno

ANTICUERPOS

Los anticuerpos son grandes estructuras proteicas, que forman parte del
sistema inmune y se encuentran en la sangre, saliva, lágrimas, leche materna y
mucosas. Éstos protegen a los organismos ante sustancias dañinas o
patógenos, por lo que evitan las enfermedades.

En general, los anticuerpos están constituidos por cuatro cadenas de


aminoácidos: dos cadenas pesadas, que contienen un número mayor de
aminoácidos, y dos cadenas ligeras idénticas. Estas cadenas se unen y forman
una estructura en forma de la letra Y . Las diferencias entre los aminoácidos
que componen dichas cadenas brindan distintas características a los
anticuerpos, como flexibilidad, distinción entre patógenos (especificidad), el tipo
de respuesta que despliegan, e inclusive la forma en que se encuentran en el
organismo

Los anticuerpos reconocen, de manera muy específica, regiones en la


superficie de los agentes externos o antígenos.

LOS LINFOCITOS B Y LA FORMACIÓN DE ANTICUERPOS

Los linfocitos B son los protagonistas de la respuesta inmune


denominada humoral y contribuyen con la formación de anticuerpos. Los
anticuerpos son proteínas globulares complejas- conocidas también como
inmunoglobulinas- que en su estructura presentan combinaciones
tridimensionales precisas capaces de interactuar con moléculas que el cuerpo
reconoce como extrañas o no propias.

En todo individuo los linfocitos B están en guardia en cualquier momento


dado. Muchas de estas células están patrullando, circulando en el torrente

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sanguíneo, escurriéndose entre las células endoteliales que forman las
paredes de los capilares y migrando a través del sistema linfático. Otras son
sésiles; se aglomeran en los ganglios linfáticos, el bazo y otros tejidos linfoides,
donde están expuestas la sangre y la linfa circulantes. Tanto los linfocitos B
circulantes y los sésiles son células pequeñas, redondas que no se dividen.
Insertadas en la membrana de cada linfocito B y sobresaliendo de la superficie,
se encuentran las inmunoglobulinas, o anticuerpos, que reconocen un antígeno
determinado. Cuando un linfocito B particular se encuentra en un órgano
linfoide con el antígeno para el cual es específico, como consecuencia de la
complementariedad, los anticuerpos de superficie interactúan con el antígeno.
Esto conduce a la activación del linfocito B, lo que provoca que la célula se
agranda, se divida y que las células hijas -o plasmocitos- adquieran la
capacidad de realizar una producción activa de anticuerpos. La proliferación
del Linfocito B activados frecuentemente ocurre en los folículos de los ganglios
linfáticos, razón por la cual estos se agrandan durante una infección.

Las células hijas que resultan de la activación de los linfocitos B se


diferencian en dos tipos, una de las cuales es la plasmática. Las células
plasmáticas, que en raras ocasiones experimentamos nuevas divisiones son,
en esencia, fábricas especializadas de anticuerpos. Una célula plasmática
madura puede elaborar entre 3.000 y 30.000 moléculas de anticuerpos por
segundo, las cuales se secretan y liberan al organismo y circulan en todo el
cuerpo. El proceso por el cual se alcanza la producción de células maduras
demora alrededor de 5 días. Así, el microorganismo invasor también está
multiplicándose, el sistema inmune puede tardar el mismo tiempo en
alcanzarlo.

El segundo tipo de célula que se produce a partir de los linfocitos B


estimulado por el antígeno es la célula de memoria. Esta célula conserva la
información para producir anticuerpos y adquiere la particularidad de sobrevivir
por periodos y adquiere la particularidad de vivir por largos periodos. Las
células plasmáticas vives solo por unos pocos días, mientras que las células de
memoria siguen circulando durante periodos prolongados, incluso durante toda
la vida de un individuo. Así, en la segunda oportunidad en que un patógeno en
particular ingresa al cuerpo, inmediatamente puede inducirse la producción de
anticuerpos en gran escala contra el invasor, que a menudo evita cualquier
multiplicación significativa del patógeno.

Esta respuesta rápida de las células de memoria es la fuente de la


inmunidad a muchas enfermedades infecciosas –como la papera, sarampión,
rubéola, poliomielitis entre otras que ocurre después de una primera infección.
También es la base para la vacunación contra varias enfermedades.

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LA ACCIÓN DE LOS ANTICUERPOS

Los anticuerpos presentes en los fluidos biológicos tienen la misma


estructura que los receptores para los antígenos presentes en la superficie del
linfocito B. Estas glucoproteínas actúan como un adaptador biológico entre el
antígeno y los elementos celulares o humorales responsables de la destrucción
del agresor.

Existe una variedad de mecanismos efectores en los que participan los


anticuerpos: puede recubrir a la partícula extraña y hacer por las células
fagocíticas que se aglomeran de modo tal que puedan ser capturadas, la cual
se denomina opsonización. También puede combinarse con el agente nocivo e
interferir el mecanismo de penetración celular de un virus o bacteria; por
ejemplo, puede cubrir la cápside proteica de un virus en el sitio donde este se
fija a la membrana de la célula hospedadora y de este modo evitar la unión.
Este efecto se conoce con el nombre de neutralización. Los anticuerpos
también pueden combinarse con otros componentes presentes en el plasma,
que reciben el nombre de sistema de complemento y, así, pueden lisar o
identificar a las células extrañas y favorecer la depuración antígena con ayuda
del sistema retículo endotelial, un conjunto de células fagociticas distribuidas
en los diferentes tejidos que funciona de manera integral en la defensa del
organismo. Finalmente, pueden actuar entre una célula infectada o tumoral y
las células natural killer para producir la destrucción a través de un mecanismo
como citotoxicidad dependiente de anticuerpos.

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LINFOCITOS T Y LA INMUNIDAD MEDIADA POR CÉLULAS

Durante mucho tiempo se creyó que los anticuerpos circulantes eran los
únicos efectores de la inmunidad. Sin embargo, ahora se sabe que hay otra
categoría de respuesta inmune altamente específica que se ejecuta por
interacciones por célula a células y que, en esa respuesta, interviene el otro
tipo de linfocitos, el linfocito T. Esta respuesta se conoce como respuesta
mediada por células o respuesta inmune celular.

A diferencia de los anticuerpos circulantes producidos por los linfocitos B


primariamente activos contra virus, bacterias y las toxinas que estas pueden
producir. Los linfocitos T ejercen su acción interactuando con otras células
eucariotas, específicamente las propias células del cuerpo. Existen tres tipos
diferentes de linfocitos T, los colaboradores, los supresores y los citotóxicos.

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Los linfocitos T se diferencian en el timo después hay un proceso de selección
y se destruyen los que tiene el potencial de destruir una célula sana y causar
daño al organismo este proceso se conoce como selección negativa. Los
linfocitos T que superan esta selección completan su maduración en el timo y
luego pasan a la circulación, donde comienzan sus tareas en todo el cuerpo.

ACCIONES DEL LINFOCITO T

Cuando un virus infecta una célula, se fragmenta en el citoplasma; este es un


paso esencial en la vida del virus porque libera su ácido nucleico y le permite
comenzar la replicación. Sin embargo, también sucede que ciertos antígenos
víricos que actúan como marcadores aparecen en la superficie de la célula
infectada y son expuestos junto con los antígenos del CMH de clase l. las
células T citotóxicas, cuyos receptores son complementarios de la combinación
antigénica específica que resulta, se unen a la célula marcada y se activan.
Esta activación produce la proliferación de los linfocitos T y la diferenciación de
la célula hijas en clones de células de memoria y clones de células T
citotóxicas activadas, que luego atacan y destruyen a las otras células
infectadas. Las células T activadas también secretan citoquinas que atraen al
área a los macrófagos y a otros glóbulos blancos fagocíticos. Estas células
ingieren los restos de las células lisadas, incluidos los virus que contenían. Las
células de memoria rápidamente se activan por una segunda exposición a la
infección o a un antígeno extraño.

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bibliografía

❖ Curtis Helena, N.Sue Barnes. Biología. 7ma Edición, Año 2007. Capítulo 45. Pág.
659-672. Editorial
❖ Panamericana.https://www.revista.unam.mx/wp-content/uploads/v22_n5_a5.pdf
❖ https://www.que.es/2020/12/09/que-es-antigeno/

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