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Inflamación.
La respuesta inflamatoria está muy relacionada con el proceso de reparación. La
inflamación es útil para destruir, atenuar o mantener localizado al agente patógeno y, al
mismo tiempo, inicia una cadena de acontecimientos que (dentro de lo posible) curan y
reconstruyen el tejido lesionado. El proceso de reparación se inicia durante las fases
iniciales de la inflamación, aunque no finaliza hasta que se ha neutralizado el estímulo
lesivo. Durante la reparación, el tejido lesionado es sustituido por la regenercrción de las
células parenquimatosas nativas, por la proliferación de tejido flbroblástico (cicatrización)
o, con mayor frecuencia. por la combinación de ambos procesos.
Inflamación aguda.
La inflamación aguda es la respuesta inmediata que se produce frente al agente
lesivo. Debido a que los dos principales factores defensivos frente a los microorganismos
(los anticuerpos y los leucocitos) son transportados normalmente por la sangre, no es
sorprendente que los fenómenos vasculares desempeñen un papel decisivo en el proceso de
inflamación aguda. Por tanto, la inflamación aguda presenta tres componentes principales:
1. las modificaciones en el calibre de los rasos, que dan lagar al aumento en el flujo de
sangre.
2. las alteraciones en la estrucnura de la microvasculatura, que permiten la salida de la
circulación de las proteínas plasmática.s y los leucocitos.
3. la emigración de los leucocitos desde el punto en el que abandonan la
microcirculación hasta el foco de lesión en el que se acumulan.
Causas.
La inflamación es fundamentalmente una respuesta de carácter protector cuyo
objetivo final es librar al organismo de la causa inicial de la lesión celular (p. ej., los
microorganismos patógenos, las toxinas) y de las consecuencias de la misma (p. ej. las
células y restos tisulares necróticos). Si no existiera el proceso de inflamación, las
infecciones se propagarían de forma incontrolada las heridas no se curarían nunca y los
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órganos lesionados presentarían lesiones supurativas de forma permanente. No obstante,
los procesos de inflamación ó reparación pueden ser perjudiciales.
Los leucocitos, entre los que inicialmente predominan los neutrófilos, se adhieren al
endotelio mediante las moléculas de adhesión, realizan la transmigración a través del trismo
y migran hasta la zona de lesión bajo la influencia de factores quimiotácticos. A
continuación se produce la fagocitosis del agente lesivo, lo que puede dar lugar a la muerte
de los microorganismos. Durante la quimiotaxis y la fagocitosis, los leucocitos activados
pueden liberar metabolitos tóxicos y proteasas hacia el medio extracelular, lo que, a su vez,
puede ser la causa de lesión tisular.
Características morfológicas.
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Evolución.
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Inflamación crónica.
Aunque difícil de definir con precisión, la inflamación crónica se considera que es
una inflamación de duración prolon- gada (semanas o meses), en la que se pueden observar
simultáneamente signos de inflamación activa, de destrucción tisular y de intentos de
curación. Aunque puede evolucionar desde un cuadro de inflamación aguda, como se acaba
de señalar, con frecuencia la inflamación crónica se inicia de forma insidiosa como una
respuesta solapada de baja intensidad y, a menudo, asintomática. En efecto, este último tipo
de respuesta de inflamación crónica se observa en algunas de las enfermedades más
frecuentes e ineapacitantes del ser humano, cono son la artritis reumatoide, la
aterosclerosis, la tuberculosis y las neumopatías crónicas.
Causas.
Infecciones persistentes producidas por ciertos microorganismos, como el bacilo de la
tuberculosis, Treponema pallidum (causante de la sífilis) y algunos hongos. Estos
microorganismos presentan una patogenicidad baja e inducen una reacción inmunitaria que
se denomina hipersensibilidad retardada.
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3) Intentos de reparación mediante sustitución por tejido conjuntivo del tejido
lesionado, con proliferación de vasos de pequeño calibre (angiogénesis) y, en
especial, con fibrosis.
Patrones morfológicos de la inflamación aguda y crónica:
Inflamaciones serosas.
La inflamación .serosa se caracteriza por la salida de un fluido ligero que, según el
tamaño de la lesión, procede del suero sanguíneo o de las secreciones de las células
mesoteliales que revisten las cavidades peritoneal, pleural y pericárdica (denominado, en
este caso, derrame). Las ampollas cutáneas que se producen en casos de quemadura o
infección viral representan grandes acumulaciones de líquido seroso localizado en el
interior de la epidermis de la piel o inmediatamente por debajo de la misma.
Fibrinosa.
Cuando la lesión es más intensa y se produce un mayor incremento de la
permeabilidad vascular, las paredes vasculares son atravesadas por moléculas de tamaño
mayor, como la fibrina. El exudado fibrinoso se origina en los casos en los que la filiración
vascular es de grado suficiente, o bien existe en el intersticio algún estímulo procoagulante
(p. ej., células tumorales).
Supurada o purulenta.
La inflamación supurativa o purulenta se caracteriza por la aparición de grandes
cantidades de pus o exudado purulento constituido por neutrófilos, células necróticas y
líquido de edema. Ciertos microorganismos (p. ej., los estafilococos) dan lugar a esta forma
de supuración localizada y se denominan, por tanto, bacterias piógenas (productoras de
pus). Un ejemplo frecuente de inflamación supurativa aguda es la apendicitis aguda. Los
abscesos son acumulaciones localizadas y focales de tejido inflamatorio purulento. Se
deben a la implantación profunda de bacterias piógenas en un tejido.
Crónica mononuclear.
Granulomatosa.
La inflamación granulomatosa es un patrón característico de reacción inflamatoria
crónica en el que el tipo celular predominante es un macrófago activado cuyo aspecto es de
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tipo epitelial modificado (epiteloide). Se puede observar en un número relativamente escaso
de enfermedades inmunitarias e infecciosas crónicas de amplia difusión en la patología
humana.
Citopatica, y citoproliferativa.
Son reacciones inflamatorias producidas por los virus. Se caracterizan por producir
necrosis o proliferación celular en el tejido afectado, habitualmente con pocas células
inflamatorias.
Necrotizante.
Producidas por agentes químicos, físicos y microorganismos que secretan toxinas
potentes que pueden producir una necrosis (necrosis gangrenosa) rápida e intensa con
escasas células inflamatorias, aquí el daño tisular es lo más importante.
Pseudomembranosa.
Es la formación de una membrana que está constituida por fibrina precipitada,
epitelio necrótico y leucocitos, se observa sólo en superficies mucosas como: Faringe,
laringe, tubo digestivo, resultado de una lesión inflamatoria aguda desencadenada por una
toxina necrosante por ejemplo: La difteria.
Ulceras.
Una úlcera es un defecto local, o excavación en la superficie de un órgano o tejido,
secundario a la descamación (o desprendimienio) del tejido inflamatorio necrótico. La
ulceración sólo se puede producir cuando existe un área inflamatoria necrótica sobre o
cerca de una superficie.
Crónicas cicatrizantes.
Es la vía final común de muchas infecciones, puede dar lugar a la curación o a la
cicatrización extensa (virus de la hepatitis B que provoca cirrosis hepática), a veces la
respuesta cicatrizal es exuberante y causa disfunción (fibrosis de la pared de la vejiga
producida por huevos de esquitosoma, o la pericarditis fibrosa constrictiva por
tuberculosis).
Delicadas fibrillas, en ángulo recto con las paredes de los linfáticos, se extienden al
tejido adyacente y sirven para mantener la permeabilidad de estos canales. En las lesiones
graves, el drenaje puede transportar el agente causal, ya sea químico o bacteriano. Los
linfáticos pueden inflamarse secundariamente (linfangitis), y también pueden hacerlo los
ganglios de drenaje (linfadenitis). Por tanto, no es raro encontrar, por ejemplo en la
infección de una mano, líneas rojas que recorren todo el brazo hasta la axila, siguiendo el
trayecto de los vasos linfáticos, acompañándose del aumento de tamaño, doloroso, de los
ganglios axilares.
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Efectos sistémicos de la inflamación.
La fiebre es una de las manifestaciones más prominentes, especialmente cuando la
inflamación se acompaña de infección. La fiebre depende de señales humorales procedentes
del organismo. Está coordinada por el hipotálamo, e incluye una amplia gama de respuestas
endocrinas, autónomas y conductuales. Los componentes efe esta denominada reacción de,
fase aguda son los siguientes:
2) Autónomos: una redirección del flujo sanguíneo desde el lecho cutáneo hasta los
lechos vasculares profundos, con objeto de minimizar la pérdida de calor a través de
la piel; incremento de la frecuencia del pulso y de la presión arterial, y disminución
de la sudación.