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"Acto Y Transferencia"

(*) Escuela Freudiana De Buenos Aires, 2015.

Liliana Aguirre

Me interesa desplegar algunas cuestiones respecto del Acto analítico. Para ello voy a tomar
dos frases de Lacan del seminario 15 en la que me apoyo para el recorrido que intento hacer.
Ambas son del 29-11-67:
“El acto psicoanalítico esencial del analista implica algo que he esbozado bajo el titulo de
ficción, que se vuelve grave si se convierte en olvido; fingir olvidar que su acto es ser causa de
ese proceso”
La otra: “Fuera de la manipulación de la transferencia, no hay acto analítico”
El acto analítico es un concepto que nos permite ubicar la lógica de la operación analítica, por
eso decimos que este es un seminario eminentemente clínico, ya que es una lógica que
compete a nuestra practica.
Es por ese sesgo que intento transitar por lo que vamos a articular Acto y Transferencia.
Todo acto marca la determinación de un comienzo. Para lo real no hay principio que se pueda
fijar, es un continuo, lo que produce un corte en lo real es aquello que llamamos acto,
determinando así, un antes y un después. Es decir, no se sale igual que como se entró.
Todo acto tiene una punta significante y su eficacia como acto no tiene nada que ver con un
hacer. No se trata de hacer algo y mucho menos algo calculado, no decimos: “voy a producir
un acto”.
El acto analítico es lo menos elucidado por el mismo analista, es incalculable, el analista
produce un acto allí donde no piensa. No es el protagonista del acto, tampoco el sujeto, en el
acto no hay sujeto.
Lacan dice que el analista forma parte del concepto de inconsciente, podríamos decir
entonces que, por efecto de la transferencia, lo que se juega en el espacio analítico, es un
solo inconsciente que no es ni del analizante ni del analista, que, se produce en el entre y que
como una banda de Moebius, tiene una sola cara.
El acto se produce ahí, el analista en todo caso es el operador, o el operante como lo nombra
Lacan, no el protagonista. A menudo él también se sorprende de los efectos cuando los
advierte.
No se trata de la teoría de la técnica, hacer esto o aquello para producir un corte, no es algo

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voluntario, no es que el analista se propone producir un acto. El acto es la lectura del acto, es
decir, podemos leer a posteriori si una palabra, un silencio, algún movimiento, alguna
intervención adquiere estatuto de acto, lo que es posible solo por sus efectos, no antes.
¿Comenzar un análisis es o no un acto? Si lo fuera, de quien es ese acto? Del analizante o
del analista?
El acto es del analista, no es algo del orden de la acción, decíamos no tiene que ver con la
eficacia de un hacer. El hacer queda del lado del analizante quien, por el acto del analista
queda habilitado para ello.
Con la regla fundamental, el analista le da la palabra al futuro analizante así le transmite la
idea que todo lo que diga es importante, el va saber de qué se trata. A la vez, se sustrae como
sujeto.
El acto del analista permite el hacer analizante.
En qué consiste este acto del analista?
Volvamos a las afirmaciones de Lacan. ¿Qué es lo que debe fingir olvidar el analista? ¿De
qué se trata la ficción que debe sostener? ¿Porque sería grave olvidar que es una ficción?
¿Qué querrá decir “ser causa de ese proceso”? ¿Qué entendemos por manipulación de la
transferencia?
Vemos como se articulan acto y transferencia, también ética. Porque nos referimos a la ética?
Porque la ética del psicoanálisis es la ética del deseo y no es sin la función deseo del analista
operando que es posible el acto analítico, es condición necesaria que entre en juego esta
función.
El acto analítico consiste en soportar la transferencia. ¿Qué quiere decir: soportar la
transferencia?
La cura transcurre en transferencia sin transferencia no hay análisis. Se ama a quien se le
supone saber y aquí entra en juego lo que sostiene ese amor: el S.s.S.
El acto del analista que da comienzo a una cura es soportar la suposición del saber, sostener
esta ficción. Por que decimos ficción? Porque es un acto en falso puesto que el analista no es
el S.s.S., no puede serlo, nadie lo sabe mejor que él. Esto es lo que tiene que fingir olvidar el
analista, sin olvidarlo.
El analista sabe, es necesario que sepa, que se trata de una ficción, el saber el no lo tiene y
también sabe que sostener esta suposición implica el comienzo de la cura. Sin transferencia
no hay análisis, sin suposición de saber no hay transferencia.
La entrada en análisis es un acto, acto del analista que implica aceptar y soportar la
transferencia y así fingir que la posición del S.s.S. puede ser sostenible. No es sin esta
suposición que nos embarcamos en la tarea.
Algunas curas no dan comienzo porque el analista, tal vez, sin saberlo, no ha podido sostener
esta ficción. Es un punto delicado porque hay que sostenerla sin la impostura de creérsela.
A la vez que, el analista se apoya en eso, lo pone en cuestión. El no es el S.s.S., nadie lo
sabe mejor que el analista.
Lacan lo llama “acto de fe”, quien se dice analista se afirma en dar fe de lo que

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precisamente no hay. Para ello deberá “fingir olvidar” que en su experiencia como analizante
ha asistido a la reducción, a la caída de S.s.S. Sería grave que lo olvide.
Si bien esta ficción es necesaria para que el proceso resulte fecundo, el analista sabe desde
el inicio que durante el trayecto se va a ir desgastando hasta caer. Lo sabe por su propia
experiencia como analizante, sabe en lo que ha devenido su analista al fin del análisis, puro
resto. Al fin del análisis el analista no es más que ese resto que llamamos objeto “a”.
El análisis de la transferencia dice Lacan en la clase 3, no quiere decir otra cosa que la
eliminación de S.s.S. Es necesaria e inevitable la destitución de ese sujeto supuesto.
Es supuesto en dos sentidos, como suposición, quien consulta a un analista supone
que sabe pero, no es el analista el que sabe, y sub. puesto, es decir, puesto por debajo,
debajo de la barra.
El saber es inconsciente y se produce en el decir. Por eso la única regla para el analizante es:
“hable”.
Sabemos, desde que Freud lo advirtió cuando una paciente le pide que deje de
presionarle la frente y la deje hablar que, en ese ir “hablando pavadas”, se producirá algún
decir. Ese es el “hacer analizante”
Durante el recorrido de un análisis, el analizante va pasando de suponerle el saber al
analista a vislumbrar que el saber es inconsciente, que el saber está en lo que se dice, se va
haciendo incauto del inconsciente.
Porque hablamos del fin del análisis? Porque la concepción que cada analista tiene del fin del
análisis orienta la dirección de la cura desde el inicio.
No es lo mismo plantear el fin como la identificación con el analista como los posfreudianos
que concebir el fin del análisis como la separación del I del “a”, justamente se trata de caer
del lugar de Ideal, caer como resto de la operación analítica.
Entonces, el S.s.S. opera como equivocación, lo que está implicado desde el inicio para
toda la operación es el “a”. Está implicado desde el inicio pero cae al final, su caída es lo que
sanciona el final produciendo la efectuación del sujeto.
El S.s..S queda reducido al final a “no ser allí”, este descubrimiento forma parte de la
operación verdad, tiempo en que una verdad es alcanzada: la castración
como verdad incurable.
Lo que se produce en el recorrido de un análisis es una transformación de la posición
del sujeto respecto del saber, hay un pasaje, el saber pasa del analista al inconsciente, el
saber es inconsciente y por lo tanto sin sujeto.
El otro pasaje es de analizante a analista, en este pasaje el analizante devenido analista,
con su acto restituye el S.s.S., que operara, como ya dijimos como ficción necesaria, que él,
ahora en posición de analista deberá sostener.
En el seminario de La transferencia Lacan cuando se refiere al Banquete de Platón , ya v
a anunciando como piensa este pasaje. Allí lo dice en términos de pasaje de amado a amante.
En el recorrido de una cura el analizante pasa de amado, es decir, de hacerse amable
para el Otro, de hacerse amar por él, a amante, es decir, hace la suya, se deja conducir por su

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deseo.
En el seminario XI Lacan plantea algo similar y muy interesante porque alude a las dos
posiciones que el analista deberá sostener en la cura, ambas competen a su función.
“El analista no basta que sostenga la función de Tiresias. Es preciso también, como dice
Apollinaire, que tenga tetas. Quiero decir que la operación y la maniobra de la transferencia
hay que regularlas de un modo que mantenga la distancia entre el punto donde el sujeto se ve
amable y ese otro punto donde el sujeto se ve causado como carencia por”a”.”
O sea que, el resorte fundamental de la operación analítica es el mantenimiento de la
distancia entre el Ideal y el objeto “a” como causa.
Entonces podemos hablar de una doble vertiente: por su acto el analista sostiene la ficción
de S.s.S y también por su acto se ve llevado a ocupar el lugar de semblante de “a”, lugar que
comanda el discurso del analista.
Es el deseo del analista lo que permite mantener esta distancia. Por qué?
Porque si el analista no declina de la idealización que esta demandado a encarnar no podrá
hacerse soporte del “a” como causa, como causa de deseo del analizante.
El objeto queda superpuesto, confundido con el Ideal como en la hipnosis. Sería como
la fascinación que produce el objeto amado, el hipnotizador en la hipnosis o el conductor de
masas, como plantea Freud en Psicología de las masas.
Tiresias era ciego pero tenía el poder de la videncia y podía predecir el futuro porque como
castigo, había sido convertido en mujer, sabia como gozan hombres y mujeres, sabía que las
mujeres gozan más que los hombres; tenía un saber del que carecemos los humanos.
Lacan se sirve de esta metáfora para decir de la función S.s.S., función a sostener por el
analista que es supuesta.
En el seminario XVII Lacan retoma la cuestión del acto a la luz de los cuatro discursos, lo
que, a mi entender, ya venía iluminando su enseñanza desde hacía algunos años, en este
seminario lo formaliza.
En la clase del 17 de diciembre del 69 se pregunta: ¿De qué se trata el acto analítico?
¿Que instituye el analista?
Se responde que lo que instituye el analista es la histerizacion del discurso, es decir, la
introducción bajo condiciones artificiales del discurso de la histérica.
Entiendo que ese es el invento, el artificio que se espera de un analista. Histerizacion del
discurso no puede asimilarse a discurso de la histérica, ya que la histerizacion implica la
introducción del artificio.
¿Cuáles son las condiciones artificiales que el analista deberá introducir? ¿Histerizar el
discurso será manipular la transferencia?
Recordemos la frase: “Fuera de lo que he llamado la manipulación de la transferencia no hay
acto analítico”
No parece muy feliz el término manipulación para referirnos a la transferencia, sin
embargo una de las acepciones de manipulación que encontré en el diccionario me pareció
adecuada, dice: “Operar con las manos o cualquier instrumento”

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Si bien, el analista no trabaja con las manos, hay algo de artesanal en sus
intervenciones, algo de su propio estilo se juega en ellas, cada vez, con cada analizante.
Como dice Lacan en el Cierre de las Jornadas de Transmisión, el psicoanálisis es
intransmisible y esto es muy molesto porque así cada analista se ve forzado a reinventar el
psicoanálisis. De esto se trata este oficio, la transferencia no es solo engaño tiene también
una dimensión creativa.

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