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Autor:
Alejandra Barcala. Título del libro: La Patologización de la infancia II. Intervenciones en la
clínica, Editorial NOVEDUC, Buenos Aires, Argentina, 2013.
Estos niños, niñas y adolescentes que manifiestan un profundo sufrimiento psíquico nos
obligan a repensar nuestras prácticas, a replanteamos las clásicas intervenciones clínicas y
a desarrollar intervenciones innovadoras a la altura de la situación y del momento
histórico en el que vivimos.
Recientemente la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la
salud (OPS/OMS, 2009, 2010) identificaban entre los desafíos emergentes para los
gobiernos dar respuestas apropiadas a las problemáticas psicosociales de la niñez y de la
adolescencia.
La Convención Internacional de los Derechos del Niño (CIDN) - que a partir de su
incorporación en la Constitución Nacional introduce la concepción del niño como sujeto
pleno de derechos y considera a los niños y niñas como ciudadanos- brinda un nuevo
marco a nuestras prácticas, y promueve la transformación de las mismas hacia la
consolidación de un paradigma de protección integral. Profundizando este encuadres, la
sanción de la Ley Nacional N° 26061 (2005) de Protección Integral de los Derechos del
niño, niña y adolescente junto con la sanción de la Ley Nacional de Salud Mental N°26657
(2010) reconocen el derecho a la protección en salud mental, impulsando a los servicios
de salud a dar respuestas que incluyan una perspectiva de derechos y ciudadanía y que
eviten la vulneración de derechos, específicamente en nuestro campo, el derecho a la
salud mental.
Paradójicamente el avance legal en nuestro país y particularmente en la Ciudad de Buenos
Aires a partir de los 90 no estuvo acompañado de políticas y respuestas institucionales
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que aseguraran el acceso gratuito, universal e igualitario a los servicios de salud mental, al
tiempo que aumentaban cada vez más los niños, niñas y adolescentes en situación de
vulnerabilidad psicosocial, en los márgenes de la infancia.
Este trabajo se centrará específicamente en los niños, niñas y adolescentes de la Ciudad
de Buenos Aires y conurbano bonaerense que han sufrido y sufren importantes
traumatismos sociales, niños y niñas con mayor nivel de vulneración de derechos. Me
refiero a los niños que viven en situación de calle o en hogares conveniados/ tercerizados
por el Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Niños y
niñas que en su mayoría sufren una importante deprivación afectiva y social. Y
profundizará en las respuestas estatales sanitarias frente a estas complejas problemáticas.
Sometidos a traumatismos sociales cuya violencia impacta sobre la subjetividad con una
intensidad que los incapacita para responder adecuadamente, la manifestación de su
sufrimiento es definido por los servicios de salud como excitación psicomotriz, y de este
modo interpretado en términos psicopatológicos dando origen a un circuito de
patologización y medicalización de situaciones sociales.
Freud remite el concepto de traumatismo a una concepción económica que se
caracteriza por un aflujo de excitación excesivo, en relación con la tolerancia del sujeto y
su capacidad de controlar y elaborar psíquicamente dichas excitaciones (Laplanche y
Pontalis, 1971). Precisado por Silvia Bleichmar (2000) como aquello que viniendo del
exterior hace imposible la huida, pone en riesgo las defensas psíquicas habituales y llevan
a la ruptura de las redes de ligazón representacional con la que el yo cuenta, estos niños,
niñas y adolescentes sometidos a reiterados traumatismos se encuentran sujetos a
pérdidas de investimientos ligadores al semejante que dejan al sujeto sometido al vacío, y
lo sumen en la desesperanza melancólica del desarraigo a si mismo, despojado de un
proyecto trascendente.
En la ciudad de Buenos Aires producto de décadas de desintegración social, familiar y de la
desprotección estatal de la niñez, es prioritaria hoy abordar la dimensión de sufrimiento
de muchos niños, y niñas que viven en circunstancias que provocan arrasamiento y
desmantelamiento subjetivo.
En este brutal proceso de deshumanización no solo pierden las condiciones actuales de
existencia y la prórroga hacia adelante, sino también toda referencia identitaria que
permita la posibilidad de representarse en un horizonte de lo que les espera, toda
referencia mutua, todo herramienta posible de organizar mínimamente un enunciado que
le de sentido a lo que están viviendo ( Bleichmar, 2000).
Por eso frente a los niños, niñas y adolescentes que no responden a expectativas
educativas y sociales, que no se adiestran, que son definidos como peligrosos, violentos y
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diagnosticados psicóticos, que sufren discriminación, estigmatización y exclusión, nos
convoca la responsabilidad ética de desarrollar prácticas que eviten etiquetar y
estigmatizar, y que favorezcan el acceso a los cuidados de salud mental necesarios e
intenten modificar este doloroso destino para los niños y niñas.
Desarrollaré brevemente alguno de los ejes centrales del Programa que intentan la
adecuación de los servicios de salud mental según los criterios de Buenas Prácticas1.
WorldForum’04. Foro Mundial sobre planes nacionales de acción para la infancia. Buenas Prácticas en el
Marco de la CIDN, 2004.
Criterios de Buenas Prácticas de la Red de Intercambio de Buenas Prácticas en el campo de los Servicios
Sociales, de Salud de Base y Salud Mental de la Agencia de Salud de Trieste (ASS1), -Centro de colaboración
de OMS/OPS para la Salud Mental- y la Región Friuli Venecia Giulia (FVG).
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psicosocial. Esto incluyó un abordaje conjunto clínico y social. Es decir, ampliar lo
terapéutico institucional único, recuperando el valor de las redes comunitarias como
favorecedoras de la inclusión, la autonomía y calidad de vida de los niños a; través de la
constitución de equipo un interdisciplinario (psicólogos, médicos psiquiatras
infantojuveniles, psicopedagogos, abogada, trabajador social y residentes médicos y
psicólogos). El proyecto para cada niños, niña y adolescente incluía los tratamientos
necesarios (psicológicos, psicopedagógicos, psiquiátricos, grupales, familiares) así como el
trabajo bajo en red comunitaria para la inclusión de los niños en los espacios sociales
propios de la niñez.
2. Organizamos una Red Comunitaria para la atención de niños con trastornos mentales
severos que nucleaba a todos los servicios de salud mental de niños, niñas y adolescentes
de los hospitales y Centros de Salud y Acción comunitaria de la Ciudad que abordaban o
estaban dispuestos a abordar estas problemáticas, para desarrollar un trabajo en Red.
Esta estrategia apuntaba a atención en todos los efectores de manera tal de acercar los
servicios a los destinatarios, (muchas familias debían recorrer largas distancias y viajar
varias horas para poder acceder a los tratamientos adecuados), superando la
estratificación por niveles de atención. El PAC tenía como objetivo desarrollar cuatro
sedes más en los barrios con mayor vulnerabilidad de la Ciudad y favorecer de este modo
el acceso a los cuidados adecuados. Y el propósito general consistía en la transformación
de las instituciones y de los servicios hacia una perspectiva territorial.
3. A esta Red se fueron sumando los CENTES (Centro Educativo para la Atención de
Alumnos con Trastornos Emocionales Severos), representantes del Consejo de Derechos
de niños, niñas y adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires, la asesoría General Tutelar,
ONGs vinculadas a la niñez, entre otros actores, promoviendo el funcionamiento e
integración intersectorial para el abordaje de estas complejas problemáticas aunando
criterios y esfuerzos desde los distintos ámbitos de actuación.
El trabajo coordinado y en forma asociada entre los efectores del subsector público
(Salud, de Educación, la Dirección de Niñez del Ministerio de Desarrollo Social, las
Defensorías zonales del Consejo de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, juzgados)
junto con actores privados y las familias o referentes afectivos puso en marcha un
dispositivo de responsabilidades compartidas que garantizaba el acceso de los niños a
todos sus derechos.
El nodo central del trabajo se basaba en la co-responsabilidad en las estrategias por parte
de todos los actores intervinientes, lo que permitía alojar la complejidad de cada una de
las situaciones que presentaban los niños, niñas y adolescentes. Dada la magnitud del
sufrimiento y desvalimiento extremo que padecen, se reactualizaban nuestras propias
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angustias infantiles generando sentimientos tanto de omnipotencia como de impotencia
que nos llevaban de diferentes modos a expulsarlos de los servicios de salud, en lugar de
acompañaros en los proceso de re-simbolización de los que les ocurre. Con el objeto de
evitar este proceso que se producía cuando nos encontrábamos solos frente a
problemáticas tan complejas, construimos un dispositivo que consistía en un encuentro
semanal que llamamos de elaboraciones compartidas. Se trataba de un trabajo colectivo
interdisciplinario e intersectorial para pensar entre todos cada una de la situaciones
singulares, y elaborar y sostener una estrategia en un trabajo colectivo que brindara una
posibilidad de para cada chico de acuerdo a sus necesidades. De este modo, armábamos
de este modo una red de contención para los niños, los jóvenes en situación de alta
vulnerabilidad psico-social, que incluía también a los profesionales intervinientes y ponía
de manifiesto la interdependencia de derechos.
María una adolescentes de 14 años por las noches a escondidas espiaba su legajo en el
office del hogar para encontrar datos de su historia. Estas y muchos más ejemplos nos
obligan a repensar los hogares tal como funcionan como formas institucionales
destinadas a los niños y niñas en situación de vulnerabilidad psicosocial.
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Programa de Extensión “Atención de Niños Privados del Cuidado Parental” de la Facultad
de Psicología de la Universidad de Buenos Aires para la realización de tratamientos
individuales clínicos psicoanalíticos cuando los niños y niñas lo requerían.
6. Otro eje cuya importancia fue decisiva, y análisis corresponde a una profundidad que
amerita otro trabajo fue la capacitación de los profesionales en servicios, trabajo de
articulación teórico-práctica frente a las situaciones específicas, que incluyó un trabajo
sobre las nuestras propias representaciones y prejuicios arraigados en un paradigma
anterior. Nuestro objetivo fue construir y compartir un entramado conceptual que nos
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permita la producción de algo nuevo, y transmitir conocimientos y experiencias que
colaboren en la implementación y transformación de prácticas orientadas a favorecer
procesos de subjetivación en la niñez y generar una mayor equidad, al no excluir de los
servicios de salud a los niños, niñas y adolescentes en situaciones de vulnerabilidad
psicosocial. Recordemos que en los servicios de salud mental aún coexisten acciones que
responden a paradigmas y representaciones diversas de la niñez.
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al escenario político donde la desatención deliberada, la ausencia de políticas y
dispositivos adecuados abandona a colectivos de niños y niñas con vulnerabilidad
psicosocial a la suerte de la institucionalización psiquiátrica.
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Debemos ser entonces, protagonistas en la construcción de una lógica anti manicomial-
objetalizante-patologizante y excluyente, y construir creativamente condiciones de
intervenciones clínicas y comunitarias que promuevan dispositivos que apuesten a
favorecer la constitución subjetiva y la inclusión rompiendo con los circuitos de repetición
de la exclusión desde una perspectiva de derechos en especial el derecho a la salud y a la
asistencia adecuada, en el marco del paradigma de Protección Integral.
El PAC fue un intento de adecuación de los marcos jurídicos existentes a las respuestas
institucionales y a las nuevas problemáticas. Se creó en un inicio para la atención
integral de niños, niñas y adolescentes con trastornos mentales severos, pero una escucha
atenta, la responsabilidad y compromiso ético frente al sufrimiento humano, nos
interpeló a reflexionar e implementar una práctica subjetivante que incluyera a grupos
poblacionales doblemente discriminados y excluidos: en situación de calle, que padecen
malos tratos, migrantes de países limítrofes, con discapacidades mentales, privados de
cuidados parentales e institucionalizados. Organizamos un dispositivo de sostén y
acompañamiento desde una perspectiva territorial, cuya disponibilidad para alojar el
sufrimiento incluyera criterios de universalidad, no discriminación, sostenibilidad e
Incidencia. Intentando a partir de un marco teórico psicoanalítico otorgar valor a la
palabra y el lazo social en la construcción de subjetividad, tratando de unificar la
separación entre el sujeto y su contexto.
Bibliografía
Amarante, P. (2007). Saúde Mental e Atencao Psicosocial. Editora FIOCRUZ, Río de Janeiro, Brasil.
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Barcala, A, Torricelli, F & Alvarez Zunino P., Marotta, J (2009). “Programa de atención comunitaria
a niños/as adolescentes con trastornos mentales severo: Una construcción que articula la
experiencia clínica, la investigación académica y su transferencia al sistema sanitario”.Vertex
Revista de Psiquiatría. Vol 20. pags: 282-292.
Barcala, A ( 2011) Los dispositivos de atención de niños, niñas y adolescentes con padecimiento
en su salud mental en la CABA en Salud mental y derechos humanos. Ministerio Público Tutelar de
la Ciudad de Buenos Aires (MPT). EUDEBA.
Bauman, Z (2007) Vidas desperdiciadas la modernidad y sus parias. Buenos Aires: Paidos.
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