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SB - Un Pétalo y Una Espina
SB - Un Pétalo y Una Espina
Espina
Sally Bryan
Traducido por:
K.D.
Nyra
Pangea
Silvina
Corregido por Nyra
Revisado por Nyra
Diseño de portada y plantilla por Dardar
Diseño de documento por LeiAusten
Titulo original A Petal And A Thorn
Editado por Xenite4Ever 2020
Créditos
Sinopsis
Dedicatoria
Prólogo
1. Problemas
2. Un visitante
3. Misión
4. Prueba
5. El baile anual de Whitby
6. Cuervos
7. Dormitorio
8. Elspeth
9. Rival
10. Una taza de té
11. Prometida
12. Desafío
13. Las Murallas de la ciudad
14. Revelación
15. Encuentro
16. Betty”s
17. Día de la boda
18. La eterna peste
19. Redención
20. Whitby
21. Epílogo: Seis meses después
Biografía de la Autora
Erica es una autora superventas y una excéntrica confesa que, después
de una vida solitaria y una serie de fracasos con las mujeres, decide que
ya ha tenido suficiente.
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Para mis antepasados de York y Yorkshire que construyeron la ciudad
más grande de Inglaterra. Esta historia no tendría sentido si se ambienta
en otro lugar.
6
Después de toda una vida de decepción, dejé de escribir, dejé de vivir,
dejé especialmente a las mujeres. Pero entonces llegó la ayuda, más o
menos, en la forma más improbable que se pueda imaginar.
¿Cómo lo llamaría?
En los años que han pasado desde que he tenido tiempo de considerar
esa misma pregunta, la explicación más probable es que solo estoy loca
perdida.
7
PROBLEMAS
Esa solía ser yo; popular y querida, pero solo en un sentido literario.
1
Megadeath: Banda estadounidense de Thrash Metal, un subgénero del Heavy Metal.
Él era la razón por la que me incliné hacia atrás en primer lugar. Todos
eran como él. En serio, ¿qué clase de autora era esta?
—¿Cómo te va?
¿Era sarcasmo?
Ella se demoró.
»Lo siento, mi mano está un poco húmeda de sostener esa maldita pluma
durante ciento veinte minutos seguidos. —¿Ves cómo lo hace? Cómo
estaba siendo irritante sin siquiera intentarlo, restregándomelo. Se soltó y
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2
Río Ouse: El río Ouse es un corto río costero de la vertiente del canal de la Mancha del Reino Unido que
discurre por los condados de West Sussex y East Sussex en Inglaterra.
entrecerró los ojos de nuevo para ver mi nombre, los engranajes
rechinando dentro de su cabeza, como si lo conociera y le molestara,
pero aún no había hecho clic—. Mira, sé cómo es.
—¿Lo sabes?
—Es la vida que elegimos. —Oh, ¡que idiota! Estar hablando conmigo
tanto tiempo y no saberlo. Pero como había aprendido, ella no era
diferente a muchas otras. La gente te olvida tan fácilmente hoy en día.
Frunció el ceño y se dio media vuelta, pero luego miró hacia atrás con
una mano cubriéndose la barbilla.
—Tal vez deberías trabajar en tus redes sociales. Ese es mi consejo para ti.
Si creas un seguimiento en Facebook, un mensaje rápido puede alertar a
tus lectores de que estás en su ciudad firmando libros. Puede marcar la
diferencia —sonrió como si estuviera complacida de haberme dado su
pequeño consejo no deseado.
—Cosas como que vengas a hablar conmigo. —Levanté una mano con
anticipación para bloquear su protesta y me puse de pie—. Pero puedes
quedarte con esto, estoy perdiendo mi maldito tiempo aquí. —Como
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siempre.
Me estaba volviendo casi hostil, pero ni siquiera le afectó.
—Has estado sentada frente a mí durante las últimas dos horas. Sabes
muy bien qué demonios estoy haciendo aquí.
—No, quiero decir, aquí en York. ¿No deberías estar en Los Ángeles o en
algún otro lugar? ¿Y por qué necesitas pasar tus días aquí sentada
firmando libros en cualquier caso? —Seguramente lo había dicho como
un cumplido, aunque por su genuina apariencia de confusión era difícil
de decir. Con las manos, se ahuecó la cara de vergüenza—. Oh, Dios
mío, y ahí estaba yo dándote consejos sobre las redes sociales.
Exhalé.
—Debo estar aquí por el amor de conocer y hablar con mis lectores, los
que aún existen de todos modos, escuchando sus historias sobre cómo
lloraron cuando Tilly y Elspeth finalmente se reunieron en la playa de
Whitby... aburrido... y la mayoría de ellos tienen ese cierto resplandor de
locura tras los ojos. Aun así, podría ser peor. Podrían ser fans de los zombis,
¿verdad?
mujer zombie, que posaba para las fotos entre dos criaturas del río Ouse,
dándose la mano, pasándolo como nunca con sus adorables fans. Vi la
felicidad genuina. Ella era adorada. Al menos dentro de un grupo
demográfico muy pequeño y repugnante.
Y en ese momento supe que tenía que hacer algo al respecto. No con mi
propia felicidad, sino con la de ella.
Señalé a Gemma, o a quien quiera que haya dicho que era, y le levanté
las cejas.
Sonrió disculpándose.
—Bueno, no puedo sacarla ahora. Está haciendo una fortuna y mira esa
fila... ha sido así la mayor parte del día... todos los clientes que pagan. —
Hizo un débil gesto señalando, pero no me volví para mirar.
14
»Mira, ¿qué tal si llamo a Tim? Todavía nos llevamos bien. —No nos
llevábamos, pero él no necesitaba saberlo—. ¿Y dejo escapar que su
gerente de la tienda de York, Dan, había hecho una doble reserva el
mismo día que Clara Buckingham estaba en la tienda para firmar libros?
—Lo tenía, sabía que lo tenía. Estaba en sus ojos y en su postura sumisa—
. Sería bastante embarazoso para ti, ¿verdad?
—¿Hay alguna otra manera? Tal vez podría reservarte cualquier viernes o
sábado que desees. Son nuestros días más ocupados. Tenemos a Michael
Crichton aquí dentro de tres semanas, pero cualquier otro día, solo dilo.
Hizo gestos con las manos para aplacar y dijo algo apaciguador a sus
lectores, que no pude captar por los gruñidos audibles de una docena
de demonios del Ouse. Entonces la chica se puso de pie, su reunión se
dispersó, y ella pisoteó hacia mí, con una multitud furiosa detrás. Por un
momento parecía que irrumpiría directamente en mi escritorio, pero se
detuvo a un metro de él, dirigiéndose a mí.
—Qué daño estaba haciendo, ¿eh? Algunos de mis lectores han viajado
desde Newcastle para conocerme. ¿No tienes conciencia? —Había
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renunciado a tratar de parecer enfadada en la última parte, en cambio
me preguntó sinceramente.
Me reí.
—Vamos al pub.
3
Sod it and sod Waterstones: Es una expresión que significa “Iros a la mierda”.
escucharon. Quiero decir, ¿quién soy yo? Sólo la maldita autora después
de todo. —Su rostro se suavizó y asentí de nuevo al recorte—. Puedes
quedarte con ella... algo para masturbarte esta noche.
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LA VISITA
4
N.T. Leyenda de Mary Jane: Se refiere a la canción popular de Yorkshire, Inglaterra, “On Ilkla Moor Baht
'at", que se canta en el dialecto de Yorkshire y se considera el himno no oficial de Yorkshire.
de la ciudad, se rumoreaba que mi casa tenía un fantasma, un asesino
del siglo XVII al que le gustaba deambular por los pasillos y al menos una
compañía de turismo sobre fantasmas tenía su punto de encuentro justo
fuera de mi puerta principal. Era una buena historia, por supuesto, pero
no era la razón por la que nunca he tenido visitas. Puede que sea una
perra, pero al menos soy honesta.
El segundo paso crujió cuando puse mi peso en él, causando que mi loro,
Percy, comenzara su loco chillido mientras continuaba subiendo. Las
escaleras tenían unos cuatrocientos años, y aunque pudiera conseguir el
permiso de planificación para que las quitaran y reemplazaran, lo que
sería poco probable, de todos modos no podría permitirme que las
demolieran. Además, mi casa se vería rara con un conjunto de escaleras
modernas cuando todo lo demás era tan viejo.
Revisé las treinta páginas que había logrado escribir y, por alguna razón
impía, olfateé el papel, palidecí y rompí las hojas en dos, cuatro y ocho
antes de esparcir los pedazos sobre el dibujo en la mesa.
Así que, con una pierna temblorosa, una cabeza palpitante y un pulso
latiendo en mi cuello, me levanté y me puse la maldita soga mientras mis
ojos vidriosos se enfocaban en las escaleras que había traído para este
propósito.
»Maldita tonta.
»Cristo.
»¿Qué demonios...?
¡Imposible!
»Ok, era de verdad. —No sé por qué, pero escudriñé la habitación como
si hacerlo me diera respuestas, y la soga me rozó el cuello. Estaba
preocupada en el momento de molestarme de tratar con un rezagado
borracho de medianoche que había venido a llamar a la puerta sin razón
alguna—. ¿Qué es lo que quieres? —gruñí, dudando de que mi voz se
hubiera transmitido.
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que escuché el sonido
de la aldaba? Me enviaron un correo de un fan el año pasado que
requería una firma y hace unos meses pedí una pizza, pero eso fue todo.
Maldita sea. ¿Por qué no gritaba, quien quiera que fuera, a través de la
ventana abierta y declaraba sus asuntos? No era como si de repente se
preocuparan por la etiqueta social y toda la calle hubiera escuchado
ese golpe de puerta de latón de todos modos, entonces, ¿por qué no
gritar y anunciar su necesidad de cambio de repuesto o de algunas
drogas?
»Bueno, te voy a dar una maldita bronca —grité y esta vez estaba segura
de que mi voz se había transmitido—. ¿Oyes eso? ¡Ya voy!
—Estoy aquí.
—¿Qué?
—¿Señorita Buckingham?
—¿Sí?
—Estoy aquí. —La niebla era espesa, oscureciendo todo más allá de la
extraña chica, pero, aun así, miré más allá de ella, esperando ver…
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Asomé la cabeza más allá del marco de la puerta hasta donde me atreví
y miré a ambos lados, pero no había nadie más alrededor. No se encogió
ni se apartó a pesar de la proximidad. Hacía frío afuera, pero no
temblaba, probablemente debido a la experta confección de su vestido.
con cautela.
Estaba de pie junto a la ventana mirando hacia afuera en la oscuridad,
de espaldas al siniestro espectro que aún colgaba amenazadoramente
de la viga, y no podía imaginar cómo podría haberlo pasado por alto.
Pero en lugar de emitir ningún signo de horror, se sujetaba tranquila las
manos por el frente, y tarareaba algo vagamente familiar, como una
canción infantil. La chica parecía tener unos veinte años, y quería evitarle
la horrible visión de mi método de suicidio intencionado, quien quiera que
fuera.
—Nunca había visitado York hasta ahora, pero estoy muy contenta de
haber hecho el viaje. —Todavía me daba la espalda y miraba la
estantería que alguna vez perteneció a Bram Stoker—. Mi madre poseía
una bastante similar a esta, aunque no tan bien pulida.
—...espero que mi visita sin previo aviso a esta hora tan tardía no te haya
causado ningún inconveniente. —No lo dijo como una pregunta, sino
como una declaración.
—Bueno, ya estás aquí, así que espero que mi sofá sea de tu agrado.
¿Puedo traerte algo? ¿Una taza de té? ¿Galletas? ¿Un whisky escocés?
¿Un apoyo para la obra para la que estás haciendo una audición? Mi
nombre puede tener todavía algún peso, pero he hecho muchos
enemigos en esta ciudad, y otros llegan a pensar en ello, especialmente
dentro de la llamada comunidad artística.
—No estoy pendiente de ningún grupo actuando o no. Estoy aquí sólo
por ti. —Acercó sus manos a los dos cordones sueltos a cada lado del
arco de su sombrero, los sacó, los desató y contuve la respiración mientras
se quitaba el sombrero. Un largo grupo de rizos dorados rodó por su cara
para unirse a los otros y con el dorso de dos dedos, lo apartó
delicadamente de sus ojos y lo colocó detrás de la oreja.
No soy dibujante como sé muy bien, pero, aunque el intento infantil que
había hecho era todavía de alguna manera razonablemente atractivo,
apenas parecía humana. Pero esto, esta chica... era humana.
—¿Mi nombre? ¿Quieres decir que no lo sabes? —Se puso de pie e hizo
esa cosa de deslizarse de nuevo en dirección a las fotos enmarcadas en
33
—Un trago puede no ser para una dama y, de hecho, es mejor dejarlo
para el caballero que nos acompañe.
—¿Qué? —¿Era en serio? Hice un gesto con los brazos para señalar toda
la habitación—. ¿De qué caballero estás hablando? Y siéntete libre de
romper el personaje en cualquier momento. —Vertí una medida
simbólica en el vaso, echándome la misma, ya que era evidente que
estaba delirando, y se la acerqué.
—Bueno, dado que ya nos estamos conociendo, quizá pueda hacer una
excepción en esta ocasión, Erica.
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Asentí con la cabeza y levanté el vaso en señal de alegría, que se reflejó
en ella.
—Te acabo de decir que sí, pero ¿cómo lo sabes? Todo el mundo me
conoce como Clara Buckingham y ni siquiera la oficina de correos o
Wikipedia saben algo diferente.
Dios mío, era hermosa, pero tan extraña y sin saber por qué, mis ojos
vagaban por su vestido, tratando de forjar algún tipo de pista sobre cómo
era su desnudez debajo. Pero el vestido se parecía a una tienda de
campaña si acaso, maldita decencia victoriana, y no pude tener idea
de la curva de sus caderas o el tamaño, la forma y la plenitud de sus
pechos. No había ningún escote en la exhibición para mis ojos, lo cual
era frustrante, pero probablemente lo mejor, teniendo en cuenta que era
demasiado joven para mí, estaba fuera de mi alcance y yo era una
suicida. ¿Por qué poner la cosa al límite viendo lo que no podría tener?
Me reí para mis adentros,
Mis ojos cansados habían estado mirando sus clavículas, como la única
piel en exhibición, pero ahora perdieron todo el enfoque al mencionar la
palabra, y no fue debido a mi embriaguez.
—Entonces sabrás por qué puede que nunca vuelva. —Su buen humor
anterior se había disuelto con mi pregunta y mi mano se movió alrededor
del cristal.
—¿Por mí? —Me burlé y probé el whisky con mis fosas nasales—. A nadie
le importo. —Y menos aún a una Diosa excéntrica que se emborrachó y
se separó de sus amigos antes de tropezar accidentalmente con mi casa.
¿Qué guía turístico estaba dando mi dirección? Shackleton
probablemente. Tendría palabras con él que probablemente incluirían la
amenaza de otro litigio. Mi expresión se suavizó de nuevo—. Mira, tal vez
pueda pedirte un favor y conseguirte una audición con el director del
York Theatre Royal. Es demasiado tarde para las audiciones de Puss in
Boots5, pero seguro que habrá otras obras. —Un pensamiento obvio me
golpeó y el tono de mi voz se elevó con emoción—. ¿O qué tal el
calabozo de York cuando todo se vaya a la mierda? —Lo que
probablemente pasaría, y no porque esta chica no pudiera embelesar o
calmar a su manera para llegar a cualquier parte que quisiera, sino por
puro pesar de que fui yo quien la recomendó. Oh, cómo si hubiera
quemado todos mis puentes—. Honestamente, se enfrentarán a
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5
Puss in Boots: El gato con botas.
cualquiera en el calabozo. ¿Puedes quedarte quieta en una cama,
pretender ser un vampiro dormido y luego saltar para asustar a la gente?
Vi su expresión. No era más que amor y calor para otro ser humano, no lo
merecía y apreté los dientes mientras me daba la vuelta.
—Hay algo en ti. No puedo precisarlo exactamente, pero hay algo en ti,
cariño. Es raro conocer a una persona a la que le importe tanto.
estremeció.
—No hay necesidad de tales blasfemias continuas. La primera y única vez
que hablé de esa manera, mi madre me enjuagó la boca con jabón. —
La chica se dio la vuelta y pisoteó, por primera vez no se deslizó, hacia la
televisión—. Y qué extraño artilugio. No va bien con el resto de tus
accesorios y aparatos. ¿Qué es? ¿Algún tipo de mesa elaborada? —O
no lo sabía realmente o era una gran actriz. Pero, ¿cómo no iba
reconocer un televisor por muy anticuado que fuera?
—¿Quién eres tú? Una vez conocí a una niña cuya madre le enjuagaba
la boca con jabón.
—Me gustaría —dije sin dudarlo, mi lado más tonto ganó. Y luego se dirigió
a la sala de estar hacia las escaleras donde Percy estaba ahora ocupado
mordiendo trozos de madera de los montantes. Me ocuparía de él más
tarde, pensé, mientras me apresuraba para alcanzarla—. Espera, querías
que te acompañara a la salida.
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Miró con interés a mi loro destructivo, antes de volver a bajar las escaleras
sin hacer ruido me invadió un extraño e indescriptible sentimiento. No
había experimentado este tipo de interacción desde que tengo memoria
y todo había sucedido tan rápido en mi estado de angustia mental.
Había algo bastante etéreo pero desconcertante en ella y el no saber
me distrajo intensamente, y entonces me di cuenta de algo
extremadamente importante.
—¿Quién eres tú? —Esta vez era más una demanda que una pregunta
cortés.
Desde la sala de estar, el reloj dio las seis de la mañana. ¿Cómo era ya
esa hora? Y entonces nos quedamos apretadas juntas en el pequeño
espacio de la puerta, a centímetros de distancia.
—Sabes quién soy, Erica. Tienes demasiado miedo de decirlo. —Se inclinó
hacia adelante, no la vi levantar las manos mientras me tomaba de la
mandíbula. El reloj se quedó en silencio y el mundo se detuvo cuando sus
labios tocaron los míos; gentil, con la boca cerrada, demasiado rápido,
pero era el cielo. Se apartó y necesité unos segundos para que la
confusión desapareciera. Agarró el pomo, abrió la puerta y salió
dándome una última sonrisa—. Mi nombre es Tilly.
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MISIÓN
Hace años retuvo las entradas de palco que había prometido para un
antiguo socio y para mí, así que le pagué retrasando repetidamente la
aprobación de su actuación en “Joseph and his Technicolour
Dreamcoat”6 y, como consecuencia, el marketing llegó tan tarde que
tuvieron que posponer el inicio del espectáculo. Para vengarse, difundió
rumores sobre mí y cuando vio lo poco que me importaba, empezó un
blog criticando mi trabajo, la basura que había publicado desde “Un
Pétalo y una Espina”, en lo que tenía razón, pero no podía dejarlo pasar,
así que hice todo lo posible para encontrarle un novio a su amor
platónico desde hace mucho tiempo. Se casaron el verano pasado y se
mudaron a Portugal.
6
Joseph and his Technicolour Dreamcoat: Joseph y sus sueños en tecnicolor. Es una ópera rock escrita
por Andrew Lloyd Webber y Tm Rice estrenada en noviembre de 1999.
¿Maher había enviado a Tilly a mi casa por algún propósito enfermizo?
Estaba obligado a encontrar algún método nuevo y elaborado para
hacerme sentir miserable, como yo le hice y disfruté. Pero ahora que
estaba ganando esta disputa, era hora de que terminara de forma
natural, como pensaba que ya lo había hecho.
¿Alguna fan tan loca que tenía un asombroso parecido físico con mi
propia imagen perfecta de Tilly, que me había localizado para reírse?
Estaría lejos de ser la única fan loca que había encontrado, pero esa línea
parecía haberse secado hace mucho tiempo, veinte años después del
lanzamiento del libro, cinco desde la película, a la gente ya no le
importaba una mierda. ¿Era una actriz en apuros que pensaba que de
alguna manera podría avanzar en su carrera? Me ofrecí y ella me
rechazó… dos veces. No era de extrañar que no pudiera dormir. La única
conclusión lógica era que Maher finalmente había llegado a algo
elaborado y rencoroso, e incluso ahora se estaba riendo detrás de esas
puertas cerradas, en una sala donde un piano tocaba la misma canción
una y otra vez, mientras yo esperaba y perdía el día solo con la señora de
la limpieza como compañía.
Pero después de esa chica y ese beso, no tenía otra opción que llegar al
fondo del misterio. No sabía lo qué haría una vez que tuviera la
información, pero eso no importaba.
—Erica, ¿qué puedo hacer por ti? —dijo con toda seriedad. Le di una
expresión de conocimiento, con los labios apretados, mirando hacia
abajo con los ojos hacia arriba mientras esperaba su confesión—.
Querida, ¿estás bien? —Claramente estaba decidido a continuar con su
tonta farsa.
Dio un gran paso hacia atrás para exagerar su ofensa, lo que parecía
ridículo.
Sacudí la cabeza.
—Erica, nunca pude agradecerte lo que hiciste, no solo por él, sino
también por mí. Nunca iba a suceder, y yo no podía verlo, pero tú me
43
Bueno, yo había asumido que por venganza, aunque incluso eso era una
posibilidad remota, y lo sabía, pero necesitaba saber quién era la chica
y este era el lugar obvio para empezar. Pero aun así, sabía que estaba
aquí. Oh sí, en algún lugar de este edificio ella estaba aquí,
probablemente riéndose en un rincón debido a todos los problemas que
había causado, la pequeña descarada. Y la encontraría.
—Es una obra histórica muy famosa, aunque dudo mucho que te importe
un ápice mi trabajo. —¿Obra histórica? Se giró a medias y le cogí la
mano.
—Por favor, David, tengo que ver a tus actrices. —Sonaba patético, pero
que así sea—. Y lamento lo de Joseph y su debacle con “Technicolor
Dreamcoat”. —De hecho, no era así, pero ahora tenía que actuar como
si lo fuera y rezar para poder convencer a este director de mi sinceridad.
Es hora de ver lo buena que soy realmente. Una tarea difícil,
considerando que yo era una supuesta autora, no una actriz. Inhalé
profundamente, el aire en su proximidad sabía a vainilla, y me detuve
para hacer efecto—. Oh, David, la verdad es que estaba en un mal lugar
en ese entonces. Y sentí mucho perder tu amistad, que tanto valoraba.
—No exageres, Erica—. Verás, me dolió mucho cuando retiraste mis
entradas, y nunca entendí por qué...
—…te acostaste con la novia del director. —Cruzó los brazos sobre el
pecho—. Fue él quien las retiró, no yo. Si te hubieras tomado el tiempo
45
Su mandíbula se apretó.
El vestíbulo estaba vacío y me dejó reflexionar sobre mis acciones una vez
que “Tilly” había sido expuesta. ¿Cómo reaccionaría después de
atravesar las puertas con sus colegas para ser atrapada y avergonzada
ante de mí? Aunque la verdad es que no estaba segura de querer que
la atraparan y la avergonzaran. Disfruté mucho de su compañía y
probablemente me salvó el culo. Aunque seguía siendo así, una mujer
curiosa y la autora de eso, la curiosidad era demasiado abrumadora.
Necesitaba saber quién demonios era, averiguar su verdadero nombre,
el verdadero nombre de la chica y todo lo demás. No era tan estúpida
como para pensar que podría ir más lejos entre nosotras, pero entonces,
ella fue quien me besó.
Mantuve mis manos por delante y las junté, luego la puerta se abrió y
David sacó a tres mujeres disfrazadas que se alinearon en mi frente—.
¿Alguna de vosotras conoce a la señorita Clara Buckingham? —Extendió
una mano abierta en mi dirección, pero solo vi expresiones en blanco en
sus rostros, evidentemente no son fans de la ficción lésbica.
BBB
A lo largo del río Ouse, en las afueras del famoso King´s Arms, “el Pub que
se inunda”, la cola se extendía más allá del pub vecino donde los turistas
y yo misma, esperábamos la llegada del guía turístico.
—¿Es esta la fila para el paseo de La gira Fantasma? —Un hombre grande
preguntó en un tono americano. Fue entonces cuando me di cuenta de
que estaba apoyada en el letrero y cuando me alejé, él leyó en voz alta
la placa, para beneficio de todos.
»¿Ven ese puente de allí? —Todo el mundo se dio la vuelta para mirar el
puente—. Ese es el Puente Ouse donde durante cientos de años las
cabezas de los traidores se colocaban en picas y se exhibían para todos,
como una advertencia. Para llegar al cerebro, los cuervos a menudo
picoteaban los ojos, que luego rodaban a lo largo del puente hacia las
calles adyacentes con el viento. —No mencionó que el actual puente de
Ouse databa solo de 1818 y no era el original, pero ¿por qué estropear
una buena historia? A la multitud le gustaba y se dio cuenta de lo que iba
a suceder. Shackleton sonrió—. Y ahora viene la parte más difícil de la
gira para nosotros, la gente de Yorkshire... separarnos de nuestro dinero.
—Extendió una mano torcida—. Son cinco libras cada uno.
7
Ebenezer Scrooge: Personaje avaro y egoísta, protagonista de Un cuento de Navidad de Charles Dickens.
tipo, probablemente debería considerar un cambio en la carrera, de
autora fracasada a guía turístico fantasma.
¿Cuál era mi plan? Buena pregunta porque no tenía ni idea. Todo lo que
sabía con seguridad era que me volvería loca si me quedaba en casa
cuando podría estar fuera, intentando algo… cualquier cosa, sobre la
chica. ¿Por qué no había impedido que se fuera tan abruptamente? La
había tratado como a una broma, y ese beso me golpeó
completamente de lado y en el culo. No, no había nada divertido en eso.
¿Tendría algo que ver con esta estúpida gira? Era más improbable que
probable. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Esperaba aprender algo al
final de esto.
Sin embargo, pasara lo que pasara esta noche, tendría que enfrentar a
Shackleton en algún momento y exigirle saber si estaba enviando turistas
a mi puerta principal, y ¿a qué demonios estaba jugando? Y no hay mejor
50
8
York Dungeon: La Mazmorra de York, lugar en el que en la actualidad se hacen representaciones con
espectáculos de terror.
momento que el presente, porque enfrentarme a él ahora, me ahorraría
los próximos cincuenta y cinco minutos de Héctor Shackleton.
9
The Shambles: Famosa calle de York que conserva edificios del siglo XIV.
sobre mí y mi preciosa morada. Era como un Ferrari que no se puede
conducir hasta las tiendas, lo estacionas durante diez minutos, y cuando
regresas esperas encontrar que nadie haya escupido, arañado o llevado
una cuchilla al techo, destrozando el vinilo. Pocos sabían que era yo
quien vivía allí, pero eso no importaba. La cantidad de veces que he
necesitado relleno de madera para borrar los nombres de la gente
tallados en los marcos de madera, escupir y masticar chicle en mi escalón
delantero, huevos lanzados a las ventanas. ¿Era de extrañar que sufriera
una manifestación permanente de mal karma? Tras el caso de la harina
y peor aún, que estuviera depositada en mi buzón antiguo, hice que lo
retiraran, que me instalaran una nueva puerta y ahora tenía que recoger
mi correo de la oficina de correos. Lo peor era que, sin un cartero, podía
pasar semanas sin hablar con una sola alma, con la excepción del
camarero de la cafetería. Pero no renunciaría a mi apartamento, lo
amaba demasiado y nunca dejaría que los bastardos me golpearan.
Oh, oh, el pequeño sapo. Durante unos preciosos segundos mis pies
permanecieron pegados al lugar mientras miraba un agujero en la parte
posterior de su cabeza. Ni una palabra sobre Clara Buckingham. ¿En
serio?
—Qué… quién…
Le di un golpecito en el pie.
—Sí, es todo lo que me preguntan. Ayer mismo una chica quiso saber:
“¿dónde vive la autora de “Un Pétalo y una Espina”? y le indiqué tu
camino para un autógrafo. —Si tan solo supiera lo cerca que está de la
verdad su burla sarcástica—. Veo que el confinamiento solitario en tu
pequeño manicomio ha erosionado finalmente tu cerebro mientras que
al mismo tiempo infla tu ego. Apuesto a que ha pasado tanto tiempo
desde que has tenido un visitante que los estás creando dentro de tu
propia mente.
—¿Qué chica?
Mis ojos se volvieron vidriosos cuando volví al callejón a tiempo para ver
su vestido azul oscuro desaparecer a la vuelta de la esquina.
Pero mientras miraba a ambos lados, una y otra vez, supe que la había
perdido. A quienquiera que fuera.
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PRUEBA
—Dos minutos para que no pase nada y luego a la cama con mi botella.
57
Me despertaría por la mañana y reconsideraría mi posición de la noche
anterior, pero no la soga esta vez, demasiado espeluznante. Y no me
gustaba la idea de que algún pobre diablo me encontrara después de
muchos meses, incluso años, aún balanceándome. Seguramente tenía
suficiente whisky para terminar la tarea. Un buen frasco de somníferos y
todo el asunto se habría acabado. Entonces podría tomar mi legítimo
lugar dentro de las filas de Brontë y otros.
—Oh, sí, por favor. ¿Tienes algún Taylor´s de Harrogate? —La respuesta
amortiguada vino desde dos habitaciones de distancia.
—No —le grité de vuelta—. Tengo PG Tips. Ya sabes, la marca con los
monos en el anuncio de televisión.
Después de preparar el té, llevé las dos tazas a la sala para encontrarla
de pie, esperando educadamente mi invitación para tomar asiento. Los
buenos modales siempre eran bienvenidos. Entrecerró los ojos ante mis
tazas de arcoíris, luego tomó una y la colocó cuidadosamente sobre la
mesa.
—¡Siéntate! —exigí con una voz que sonaba tan dura como pretendía.
Retrocedió hacia el diván y estaba a medio camino de sentarse—. No,
espera. —Le tendí una mano para que se detuviera, lo cual hizo antes de
59
—Oh, válgame el cielo, pero me miras con los ojos más... curiosos. —
Escogió la última palabra con cuidado y supe que o bien era demasiado
incierta, o demasiado amable, o estaba demasiado asustada para decir
lujuria, o con los ojos de un pervertido.
Sí, quería ver qué había debajo de esa estúpida y engorrosa tienda de
campaña con la que se había vuelto a vestir. Pero por ahora tendría que
conformarme con que se quitara sólo su sombrero. Le tendí el libro.
—Ahora póntelo.
—¿Quieres que me ponga un libro? Sé que crees que soy una “loca de
nalgas”10, pero vamos, Erica.
10
N.T: Se refiere a la expresión “dicked in the nob” muy utilizada en el siglo XVIII para referirse a las
relaciones entre homosexuales varones. Su significado también es tonto, loco.
No era exactamente una expresión que los ingleses hubiera usado desde,
bueno, la época victoriana. Y ni siquiera era un término que hubiera
usado alguna vez en “Un Pétalo y una Espina”. ¿De dónde demonios lo
había sacado? ¿Cuán lejos en el estudio de Tilly y su época, parece,
había ido esta chica? Porque ahora estaba cobrando vida propia. La
gente simplemente ya no hablaba así, lo que era una maldita lástima. Me
encontré con el término solo cuando visité la Biblioteca Británica en
Londres mientras realizaba mi investigación, donde leí transcripciones de
conversaciones reales entre comerciantes de Yorkshire de la década de
1880, pero decidí no usar esa expresión en particular debido a que no
solo era obsoleta, y no solo que nadie tendría ni idea de lo que estaba
hablando, sino también que probablemente sería mal interpretado. Me
quedé boquiabierta ante la fascinante chica que tenía delante y tuve
que advertirle.
—Oh, oh, Erica. ¿En serio? Esta es la primera vez que lo veo. Oh, por favor,
dime que me leerás, ¿verdad? Realmente debes hacerlo, Erica.
—Ta chan.
—Camina.
—Ok, quita el libro. —No esperé a que se lo quitara, sino que lo tomé yo
misma y lo tiré al diván. Aterrizó con un golpe y la sonrisa abandonó su
rostro.
—Erica, una dama tiene sus secretos. Seguramente no deseas ver mis
posesiones privadas.
—Quieres decir que no quieres que vea las llaves de tu auto, tu teléfono
móvil, Tampax y cualquier otra mierda que las jóvenes lleváis encima
estos días. —Mi pie tocó un ritmo deliberado de impaciencia.
Sus ojos se abrieron de par en par y se agarró las manos con fuerza. Te
pillé, pequeño fraude. Y ahora se vería obligada a admitirlo todo, y no
menos importante, cuál era su maldito juego.
Pero espera. Era otra de esas cosas que nunca se había divulgado
completamente al lector porque era un detalle tan pequeño que ni
siquiera valía la pena mencionarlo. Si Tilly se había atado el otro extremo
a la cintura, significaba que había investigado más por su cuenta. Maldita
lástima, otra vez se había puesto el estúpido vestido. Hasta ahora estaba
complaciendo mis, admitámoslo, demandas que rozaban lo hostil. Pero
supuse que eso terminaría pronto si le exigía que se desnudara… Lástima.
—Tengo una asignación, tonta. Una dama tiene asuntos que atender. ¿Y
si me encuentro a una conocida para tomar el té?
—¿Y ahora qué? —Se me ocurrió preguntar por qué, ya que estaba tan
emocionada, no se había dado cuenta antes de este momento. No era
como si el costoso mueble, ya que no era nada más, no ocupaba una
estúpida proporción de mi espacio vital y me obligaba a pasar cada vez
que necesitaba acceder a la báscula de hierro fundido con juego de
pesas de cocina. o las lámparas de parafina de repuesto que guardaba
en el armario de detrás. A veces pensaba que mi obsesión con la
Inglaterra victoriana, y ciertas personas de ella, iba demasiado lejos.
11
Pianoforte: Es un tipo de piano del siglo XVIII intermedio entre el clavicordio y el piano del siglo XIX.
Emitió un sonido de tos femenino que solo lo retrasaba.
—No necesitas cantar, querida. Solo tienes que tocar. Buena suerte con
eso. —Murmuré la última parte en voz baja.
Estaba colocando sus dedos en las teclas, pero los trajo de vuelta a su
plexo solar.
—¿Cómo sabes que he estado aquí sola las dos noches? —pregunté con
verdadero dolor. A pesar de todos mis defectos, seguía siendo una mujer,
y a las mujeres nos gustaba pensar que cualquier pareja potencial, no es
que tuviera una oportunidad con esta misma opinión, era al menos
popular entre los demás, que tenían opciones, que podíamos perderlas
en cualquier momento, porque hablaba más de nosotras mismas si
éramos capaces de atraer a parejas que atrajeran a otros. Si nadie más
quería a los que estaban con nosotros, ¿qué decía de nosotros? La
psicología de la mente femenina. Algo que como autora entendí,
aunque nunca me haya ayudado en la vida—. Solo llegas al filo de la
medianoche, gran fenómeno, así que, quién eres tú para decir que no
tenía una casa llena de gente, la mayoría mujeres extremadamente
calientes, antes de tu llegada, ¿eh?
—¿Las tenías?
Me burlé.
—No, por supuesto que no. —Pero, aun así, era la suposición lo que me
molestaba. Quiero decir, me miró y pensó, ¿umm, Erica es el tipo de mujer
que pasa los fines de semana sola? Me dolió, maldita sea, pero solo
porque era ella quien lo pensaba. Seamos realistas, normalmente no me
importaría un pito lo que la gente pensara de mí o cualquier otra cosa—
. Tal vez tuve invitados el jueves por la noche, o tal vez organice una fiesta
mañana. ¿Cómo sabrías que no es así? No has preguntado... —Me
golpeé la frente y me reí—. Oh, eres astuta, te concedo eso. —Sacudí la
cabeza y la miré con más admiración que cuando bailaba con un libro
en la cabeza.
—Apuesto a que debes salirte con la tuya en todo. —Una imagen pasó
por mi mente de sus jóvenes enamorados, distrayéndolos mientras su
cómplice realizaba los robos—. Y te daré crédito porque casi lo logras.
Me harías divagar durante una hora, sobre todo tipo de temas, antes de
68
tocar ni una sola nota, porque, admitámoslo, quienquiera que seas, no
sabes tocar el piano. —Me di la vuelta y recogí las tazas...
Mis lágrimas fluían ahora, no tanto por la música, sino por la prueba, la
verdad que se negaba a callar. Esta extraña y misteriosa chica no podía
ser otra.
¡Tilly!
Siempre supe que era ella. Nunca lo dudé ni por un momento, pero con
estas cosas, una tiene que estar absolutamente segura.
69
Tomé la botella de whisky de la mesa y la levanté para inspeccionarla.
Talisker.
¡Tilly!
habían llamado loca entre otras cosas, pero nada de eso importaba
ahora. No ahora que ha venido a mí. Todo antes de este punto de mi
vida, toda la miseria y la soledad, los nombres y el aislamiento, los pleitos
y las campañas de boicot público, mi educación y todo lo demás. Todo
había valido la pena ahora.
»No puedo creerlo. —Todo mi cuerpo temblaba. ¿Sólo ahora, a los treinta
y seis años, podría permitirme ser verdaderamente feliz por primera vez
en mi vida? Las cosas que podría mostrarle sobre el mundo moderno;
viajes, tecnología, gastronomía. Las cosas que podría enseñarme sobre
el pasado; cómo vivían, cómo pasaban su tiempo, sus costumbres. La
vida que podríamos tener, el amor que podríamos compartir. No quise
meter mi corazón demasiado rápido porque sabía que era una tontería,
pero siempre amé a Tilly. Nadie más se acercó a ella, ni en la vida ni en
la ficción. No solo fue un factor que contribuyó a todas mis relaciones
fallidas desde que la concebí, sino también a mis historias fallidas.
Ninguna persona, real o imaginada, se había comparado con mi amada
creación.
—¿Ahora?
—Me gustaría mucho oír tu querida voz, Tilly. ¿Quizás te gustaría leer?
—Oh, pero escucharlo de tus labios, el genio que lo creó, sería realmente
un placer inusual. —Me miró con una expresión de satisfacción y podría
haberme derretido en el diván.
—Ya sabes, tenía mi borrador inicial y mis notas atadas a esta portada. Es
una especie de copia maestra, por así decirlo, y es realmente muy
especial. Vale mucho dinero. No es que pueda venderlo, ¿entiendes? —
Pasé las páginas y le mostré mis garabatos—. Mira... Todo escrito a mano,
incluyendo descripciones detalladas y unos pobres bocetos tuyos, estoy
segura de que estarás de acuerdo.
Bendita sea, pero ella no criticó mis dibujos y, en cambio, parecía estar
analizando mi estilo. Naturalmente, Tilly era una artista talentosa.
Para evitarle más vergüenza, abrí el libro en una de mis partes favoritas, y
como ella ya llevaba el vestido que salía en él, la escena del baile anual
72
—¿Qué demonios significa esto? —El señorito Daversham, con una mano
agarrada firmemente alrededor de un pecho, fulminó con la mirada a
Tilly antes de notar la forma amenazante e imponente de la barcaza del
canal que ocupaba todo el umbral. Cómo vio lo primero antes que lo
segundo, solo el Señor Dios sabe el motivo, ya que su mente debe haber
estado realmente ebria. El primer toque de un seno a menudo puede
tener ese efecto y, de hecho, el lujurioso señorito casi salivaba—. Tía
74
—Señorito Daversham, creo que hay una Sta. Wakefield esperando una
presentación y posterior oferta de matrimonio. Te reunirás conmigo en el
vestíbulo para que pueda completar el trabajo de mi vida de interferir en
los asuntos de otras personas.
—Oh, gracias a Dios que has venido, Tilly. —Se acercó a la abusada
sirvienta a un brazo de distancia—. Un momento más y es un milagro que
no haya gritado.
—El bruto. Por favor, dime que no te ha hecho ningún daño. —Se atrevió
Tilly, cerrando la mitad de la brecha.
—Oh, pero todo es gracias a ti. Siempre has tenido los mejores intereses
en el corazón y, si no fuera por tu oportuna intervención, quién sabe qué
daño habría causado —jadeó Elspeth, con un desconocido tono de rojo
que contrastaba de manera muy hermosa con su pelo castaño que
75
—No, te tengo que estar muy agradecida —jadeó Elspeth con voz
apagada, su pecho, que subía y bajaba al respirar, se presionó de
manera inapropiada contra el pecho de Tilly.
—Eres muy valiente, pero por mi alma, nunca permitiré que una atención
tan injustificada se interponga en tu camino. —Tilly frotó el brazo de su
amiga, enderezó su vestido sacando ese maldito pliegue, quitando un
trozo de pelusa y tocando una vez más como buena suerte—. A menos
que, por supuesto, ¿agradezcas la atención? —preguntó a la dama de
cabello dorado con una ceja levantada.
—Sí y siempre estaré aquí para ti —jadeó Tilly mientras daba un paso atrás
y luego hacia delante de nuevo, mientras otra gota de transpiración
poco femenina le caía por la espalda.
—Pero, ¿qué pasa después? —susurró, mirando entre Tilly y sus manos—.
Ayúdame. No sé qué hacer.
BBB
—Lo siento, solo un momento. —Tilly interrumpió, se levantó del asiento y
caminó hacia la ventana antes de mirar hacia la oscuridad.
—Si estoy bien o no, no tiene importancia. Es por ti por quien estoy aquí
—habló con un desafío que casi se rompió, como un soldado ansioso que
se dirige a sus camaradas y trata de parecer valiente antes de dar la
orden de avanzar. Era la primera vez que la veía, al menos en carne y
hueso, como algo más que juguetona.
»¿Estas bien? —Típico de Tilly, tan cariñosa, cuando era ella lo que me
preocupaba dadas las circunstancias.
—¿Por qué estás aquí “por mí” como sigues diciendo? —Temía saber la
respuesta, pero quería oírla de ella.
La verdad era que Tilly era una de las mujeres más afectuosas de la vida,
ficción o no, y sabía que era un alma profundamente perturbada. Como
he dicho, era perfecta en todos los sentidos.
—No lo sé. Algo me hizo venir, pero no estoy segura de qué exactamente.
—Miró hacia la niebla y luego volvió a mirarme—. De todos modos, no
tiene importancia. Estoy aquí y podemos disfrutar de la compañía de la
otra. Al menos hasta que…
Mi corazón salto.
—¿Hasta qué?
¿Pero qué estaba pasando? Siempre he sabido que estaba más loca que
79
12
Dick Turpin: Famoso bandolero inglés del siglo XVIII.
Abrazaría la presencia de Tilly. Siempre la he amado, y el amor significaba
aceptar a esa persona en cualquier forma que eligiera tomar.
Sonó el teléfono, algo muy raro, haciendo que mis músculos se tensaran
por el shock. Cuando me recuperé, corrí hacia el teléfono y levanté el
auricular.
»¿Hola?
—Hola Dan. —No era que fuera tan buena persona que recordaba a
todos por su voz. Era más que había un grupo tan limitado de personas
que llamaban, que las probabilidades de que fuera Dan de Waterstones
con quien había tratado una vez, era casi algo seguro. En serio, ¿cómo
había llegado mi vida a esto?
—¿Disculpe?
—Me preguntaba si tenías una familia, una novia, un novio. ¿O tal vez
encontraste un uso permanente para Kiera? —sonreí, pero no estaba
segura de cómo tomaría el chiste.
Una oleada de peatones a la hora del almuerzo pasaba por aquí y pensé
en seguirlos por el puente, pero algo me detuvo.
—Gemma.
83
Continuó mirando fijamente durante un rato que rozó la incomodidad,
mientras su boca intentaba decidir qué decir o si hablar, algo así como
la forma en que un pez dorado te mira a través de la pecera.
—Supongo que debería disculparme por haber sido una perra antes.
—De todas formas, nunca debí haber perdido la calma como lo hice. En
realidad, no soy así, normalmente soy la persona más relajada que jamás
hayas conocido. —Y me tocó el brazo para enfatizar—. Pero estaba tan
indignada por lo que hiciste. Yo... perdí el sentido común Y por eso, lo
siento.
—Ya veo. Bueno, ya está entonces —asentí con la cabeza, distraída por
la gente que se presentaba a ambos lados con sándwiches, empanadas,
e incluso un hombre con una gran caja de pizza, ¿a la hora del almuerzo?
Retiró la mano y se inclinó más cerca. Pasaron más segundos mientras me
preguntaba qué estaba pensando—. Es curioso que me encontrara
contigo... Iba de camino a Waterstones para hablar de volver para una
firma de libros.
—¿Qué? —Se echó hacia atrás y habló en un tono elevado que reconocí
de antes—. ¿Quieres decir que te invitaron a volver?
—Ya veo, así que Waterstones se disculpó. ¿Te disculpaste con ellos por
hacer una escena?
—No nada.
Creo que sabía a dónde iba con esto, y no pude resistir la tentación de
causar un poco más de problemas.
Sus ojos se abrieron de par en par en shock. Claramente, aquí había una
85
—No, no lo creo.
Dio otro paso cómico hacia atrás y puso los brazos en jarras.
—¿Disculpa?
La respuesta era que empezaba a temer que ya sabía quién podía ser.
88
DORMITORIO
—Shhh. —Puse un dedo en sus labios, tomé su mano y la conduje por las
escaleras.
»Erica, que papel tan extraño usas para atrapar sus excrementos, veo
caras brillantes y sonrientes que me devuelve la mirada.
Explicar el uso novedoso que había encontrado para las fotos antiguas
de mi ex probablemente mataría el estado de ánimo, así que en lugar de
eso tiré de su brazo y ella me siguió obedientemente.
»Veo que no estás de humor para conversar esta noche. ¿Siento que tal
vez tengas otros planes para nosotras? —Puse los ojos en blanco mientras
abría la puerta del dormitorio y la guiaba dentro, aliviada de no sentir
resistencia de su brazo—. Oh, tienes el más hermoso...
Me giré para mirarla, llegué con un pie para cerrar la puerta y disfruté
viendo sus gestos mientras contemplaba mi dormitorio. Mi concepto de
dormitorio victoriano ideal la había dejado sin habla, aunque
temporalmente.
Sobre todo, fueron las vigas de roble expuestas las que realmente le
dieron su carácter a la habitación. La cama con dosel, por lo que sabía,
pertenecía a Charles Dickens y había costado más que una pequeña
suma en una subasta. Aparte de eso, tenía paneles de madera con
hermosas tallas, candelabros, armarios, espejos, alfombras, banquetas,
cortinas y visillos, todos genuinos de la época o imitando el estilo.
Esperaba que Tilly se sintiera aquí como en casa.
—Oh, ¿qué es eso? ¿Es eso realmente un...? —Sonaba Morning Mood de
Edvard Grieg y ella juntó las manos debajo de su fina mandíbula—. Oh,
Erica, me haces muy feliz. Recuerdo haber visto el verano pasado uno de
esos extraños dispositivos fonográficos en la feria de Scarborough. Fue lo
más maravilloso. Quien pensó que se podía reproducir el sonido usando
un dispositivo de arranque y un cilindro giratorio con surcos repartidos por
la superficie. Oh, cómo le rogué que me enseñara cómo funcionaba. Lo
hizo, por supuesto. —Lo que me encantaba tanto de ella era su amor por
el aprendizaje, no muy diferente a mí en mi juventud.
Una vez que reinició la pieza de música clásica por séptima u octava vez,
se apartó, fijó su mirada en mí y no fue un pequeño aleteo lo que sentí en
la boca del estómago. Ella sabía cómo babeaba sobre ella y tuvo la
amabilidad de no mencionarlo, pero había algo más que una mirada de
admiración por mí en sus ojos. No, también había algo más allí. Me atrevo
incluso a pensar qué ¿hubo un mero parpadeo de atracción?
91
Nunca podría compararme con Tilly, sin embargo, si ella fuera a esperar
a alguien que pudiera, estaría esperando el resto de su vida. Y lo
entiendo, yo era quince años mayor que ella, pero cuando tienes status
y dinero, la edad nunca juega en tu contra. Y por supuesto, diez años de
mala vida que incluían un exceso de buena comida, ejercicio que
consistía simplemente en recorrer mi casa mientras estaba muy borracha
del mejor whisky escocés directamente de la isla de Skye, bueno
eventualmente, todo estaba pasando factura en mi apariencia. Pero ella
había pasado por alto el aspecto mediocre de Elspeth, así que ¿por qué
no el mío? La había creado de esa manera, ya ves. Era el ángel perfecto
y si nunca hubiera sabido realmente qué se apoderó de ella para
encontrarme atractiva, siempre y cuando lo hiciera, eso era todo lo que
importaba. Tal vez no era una romántica, sin embargo, la mayoría de la
gente no había sido decepcionada como yo. Además, el derecho a ser
romántica tenía que ganarse, no esperarlo.
No es que Tilly esperara, ni parecía querer otra cosa que, bueno, yo. Y
cuando se acercó, puso sus manos alrededor de la parte posterior de mi
vestido de fiesta victoriano y desabrochó el botón superior, traté de
ocultar mi sorpresa, así como el placer.
—Siempre tienes esa misma mirada intensa en tus ojos —me susurró al
oído mientras me preguntaba quién estaba seduciendo a quién—.
Relájate, Erica, has hecho tanto por mí. Ahora me gustaría hacer algo por
ti.
Mi visión se oscureció y sentí el roce cuando tiré del vestido de fiesta sobre
mi cabeza antes de lanzarlo al suelo. Y luego me encontré sólo en mi
lencería blanca, parada frente a otra mujer, por primera vez en... Dios, no
tenía idea. Mis manos automáticamente gravitaban hacia mi plexo solar
mientras daba media vuelta hacía un lado cohibida, mirando hacia la
alfombra, donde los patrones de remolino verde y rojo proporcionaban
mucha comodidad.
Para crear un estado de ánimo y callarla, sí, pero no sabía que resultaría
ser una zorra sin necesidad de tales ayudas.
93
—Sí... sí, señora —siseé llena de excitación y con una buena dosis de
miedo.
Se echó hacia atrás, pero permaneció posicionada entre mis rodillas que
colgaban del extremo de la cama temblando un poco y miró mis bragas
bastante sosas mientras una esquina de su boca se curvó ligeramente,
todavía más deliciosamente. Fue entonces cuando me di cuenta de que
estaba más que un poco húmeda allí abajo. De hecho, estaba
empapada.
—Oh, veo que te excito, Erica. —Mi mente se nubló y no pude pensar en
nada que decir, aparte de un gemido incoherente mientras quería que
su rodilla se apretara más—. ¿Estás empujando contra mí? —preguntó
con disgusto y con eso estaba encima de mí otra vez—. Chica malvada.
—Su rostro estaba al lado del mío, su aliento caliente en mi oído. Luego
me estremecí por el inesperado calor húmedo y los sonidos del océano
cuando tomó mi oreja en su boca antes de liberarla con un mordisco
celestialmente doloroso.
Grieg terminó y ella hizo una pausa, mirando al vacío mientras comenzó
el siguiente tema. Era Nimrod de Edward Elgar, mi pieza favorita de
música clásica de toda la vida y, al estar compuesta en 1899, no era algo
con lo que Tilly estuviera familiarizada.
En cambio, hizo algo muy diferente y metió los pulgares debajo de los
tirantes del vestido, quitándolos suavemente de sus hombros y
soltándolos.
Era como si una fuerza misteriosa cambiara de nuevo mi enfado por ella,
mientras mi cuerpo se levantaba de la cama por sí solo, cualquier cosa
por acercarme, aunque sentía que mis piernas se doblarían si intentaba
ponerme de pie, así que en lugar de eso permanecí sentada y
boquiabierta como un adolescente cachondo viendo unos senos por
primera vez.
—Erica, te has quedado muy callada. —Giró sobre sus talones y se pasó
una mano por el pelo, la vista lateral hizo que algo saltara dentro de mi
vientre; los globos pesados y la forma en que se apoyaban contra sus
costillas, pero fue su trasero perturbador rogando por mi agarre, lo que
casi me hizo caer al límite en ese mismo momento—. Oh, veo que te he
ofendido. —Se puso una mano juguetonamente sobre su boca—. ¿Tal
vez prefieras que me vista?
Salté de la cama.
—No te atrevas.
—¡Silencio!
—¿Qué te he dicho?
Otra gota de fluido goteó por mis muslos cuando acercó sus labios a los
míos y pensé que me desmayaría por la fuerza de su beso. Nuestras
lenguas bailaron juntas cuando su mano me tomó un pecho y apretó. Me
chupó el labio cuando su muslo presionó contra mi clítoris y pasé mis
manos por la piel lisa de su espalda, hasta sus nalgas, donde agarré
firmemente y moldeé la carne dura a mí alcance. Ella gimió algo desde
su pecho, sus senos se aplastaron contra los míos, mi corazón latía con
tanta fuerza que me dolía, su aroma tan intenso que mis sentidos ardían.
Levantó un poco las caderas y retiró la rodilla cuando sentí su mano
moverse entre nuestros cuerpos mientras soltaba sus labios de los míos.
Estaba agradecida por la oportunidad de respirar nuevamente y me
estremecí cuando un millón de terminaciones nerviosas, en mi cuello
expuesto, sintieron sus besos. Entonces todo mi cuerpo se estremeció
cuando sus dedos presionaron sobre mi clítoris y comenzaron a hacer
97
—Yo... yo...
—Silencio, mi cielo.
—Por qué, eso está todo en la imaginación, tonta. Sea lo que sea que
decidas que suceda, pasa.
»Tengo que dejarte. —Se agachó para recoger su vestido del suelo.
100
Me sentí mal, muy mal, como si una parte de mí estuviera saliendo, lo
cual, evidentemente, era así.
Ella sonrió e incluso se vio un poco frustrada al perderse lo que sabía que
entendía, que necesitaba agotarla como lo había hecho conmigo.
Necesitaba olerla, saborearla, experimentarla, ser una con ella. Tomó mis
dos manos y me besó en los labios.
—Paciencia, mi cielo.
Pataleé el suelo.
—¿Al menos una taza de té? —le pregunté solo medio bromeando por
haberme tranquilizado por sus garantías de regresar. Que lo creyera, hizo
su partida fuera más fácil de manejar.
»Seis y diez.
Quienquiera que fuera me impedía dormir, había una persona que no
era… Tilly.
»Eso es... corre... —grité tan fuerte que mi voz salió chirriando—, pequeña
Jezabel. ¡No me la quitarás!
103
ELSPETH
Oh, estaba muy enojada de que Elspeth aparecería sin previo aviso en
mi casa, mi casa, y sin duda, todo por alguna razón egoísta.
»Inútil. —¿Cómo podría dormir con tantos asuntos sin resolver dando
vueltas por mi cabeza?
Salí de la cama, anduve con paso pesado hacia la ventana, corrí las
cortinas y examiné el patio. Una gruesa capa de escarcha cubría la
hierba al lado de la catedral mientras una brisa barría una franja de hojas
a lo largo de la calle.
Había otras personas caminando por el parque con sus perros y me reí
entre dientes al ver a un Yorkshire Terrier usando abrigo. Era ese tipo de
mañana. Pero aparte de eso, estaba tranquilo, salvo tal vez por el crujir
de la escarcha bajo mis pies cuando me acerqué a la chica que estaba
sentada mirando hacia adelante y parecía no notar mi avance.
La miré por el rabillo del ojo y vi, a través de la separación entre nosotras,
que estaba temblando muy violentamente. ¿Era por el frío o culpa mía?
O tal vez pensaba demasiado bien de mí misma. Se sorbió la nariz y se
limpió con el interior del antebrazo. También me preguntaba si detecté
el leve indicio de un sollozo.
Pero había algo más en ella, como si algo simplemente no estuviera allí,
como si algo faltara. O eso o su corazón y alma habían sido arrancados.
Aspiró de nuevo y se limpió la nariz con un pañuelo.
Sí, era el segundo edificio más grande de su estilo en toda Europa sólo
superado por Colonia, excepto que prefería la catedral de York por
razones obvias. Los vitrales eran posiblemente los mejores del mundo y
constaban de dos millones de piezas individuales. Lo mejor de todo era
que había cimientos romanos de estructuras anteriores visibles abajo en
la cripta e hice una nota mental para disfrutar de otra visita muy pronto.
Sí, era un hermoso día.
—Esa fue tu señal para que te vayas, —Jezabel—, así que, si no te molesta
escabullirte, te lo agradecería. Quizás podrías ir a Whitby o volver a la
dimensión de la que saliste. —O mejor aún, al fondo del Ouse. Tilly no
estaría llegando todavía por muchas horas, pero no había posibilidad de
que me arriesgara con esto, no con Elspeth, ni hablar. No, ella tenía que
irse—. Así que fuera. —Exigí mientras estaba allí sentada como una niña
malhumorada e hice el signo universal de alejarse de mí con mis manos,
106
»Esta jodida tonta. —Mis manos se apretaron con fuerza en las cortinas y
uno de los ganchos se salió del riel.
Allí estaba, sentada fuera en el banco del patio que daba directamente
a mi puerta principal, como si no le preocupara nada en todo el maldito
mundo. Mantenía sus piernas juntas, sus manos enterradas en medio, y
parecía estar moviéndose de un lado a otro en un débil esfuerzo por
mantenerse caliente. Las palomas se acercaron a ella y picotearon la
hierba cercana.
Esperé dos fríos minutos, lo máximo que pude soportar, para asegurarme
de que no volviera para reclamar el banco. Finalmente satisfecha, volví
a entrar y pasé las cerraduras, contenta de volver al calor.
Esa chica me había costado casi dos horas de sueño perdido, pero al
menos ahora había terminado y se había ido de nuevo por el abismo.
Esperaba que con todo lo sucedido pudiera caer sin esfuerzo en un sueño
profundo, sólo para despertar con minutos de sobra antes de la llegada
de mi Tilly. Sólo para asegurarme, calenté un poco de leche en un cazo
y bajé el chocolate caliente del estante. La deliciosa mezcla resultante
sabía mejor porque estaba helando afuera, y mientras tomaba sorbos de
la taza también me ocupé del extraño trabajo que necesitaba completar
sobre la casa antes de la velada de amor planificada para la noche. Los
cojines y las almohadas estaban esponjosos, las sábanas cambiadas, las
flores regadas y el gramófono girando. Fue mientras insertaba una nueva
vela en el soporte en la repisa de la ventana cuando mi mano se apretó
involuntariamente y escuché el chasquido cuando ambas partes de la
vela, ahora rota, cayeron al suelo.
Me pasé la mano por el pelo, la cerré, apreté y tiré, cerrando los ojos
mientras el dolor me calmaba. Y entonces tuve una idea.
Una vez que mi ira inminente estaba controlada, bajé los escalones, abrí
la puerta y caminé hacia el frío.
»Tu querido padre debe estar muy preocupado. —Negué con la cabeza
e hice un sonido de desaprobación—. ¿Cómo esperas que muela todo
ese trigo y arrastre todos esos sacos pesados mientras le estás causando
un ataque al corazón? El molino no es un lugar para estar a menos que
le prestes toda tu atención con toda esa maquinaria pesada zumbando
y dando vueltas alrededor, y el pobre hombre debe estar al límite de su
cordura. Pero no te preocupes, te veo en un autobús cálido y agradable,
—O en un caballo y carruaje—, de regreso a Whitby.
—Dos tazas de té por favor. Earl Grey, si lo tiene. —Hablé por las dos, dado
que conocía la bebida preferida de Elspeth.
—Bueno, ya está hecho. Hay un taxi que viene a recogerte en una hora.
Así que tendremos una charla acogedora y luego te irás a casa y no
discutiré contigo. —Por supuesto que todavía no había taxi, pero lo
habría.
Ella asintió, sus ojos se abrieron de miedo. Era obvio que la tenía
aterrorizada, lo que me dio una extraña fuerza de poder para nada del
todo desagradable, pero no era parte del jodido plan y si no lograba
controlar mis emociones, entonces habría consecuencias de largo
alcance para mi felicidad futura.
—Su té. —La camarera se acercó con una bandeja y puso sobre la mesa
la tetera, que no era más grande que la que tenía en casa, a pesar de
todo lo que ella había dicho, y luego dejó una taza de té y un plato.
—Y nos traes la otra taza cuando estés lista, cariño. —Miré a Elspeth,
negando con la cabeza y mirando con exasperación para su beneficio.
111
—Oh, muy bien entonces. —Tomó otro sorbo y sonrió con timidez.
Me recosté y la estudié. Bueno, ¿por qué no? Ella era mi creación después
de todo. Nunca me había molestado en tratar de dibujarla como lo hice
muchas veces con Tilly, pero se veía más o menos como mi imaginación
siempre la había moldeado. Tenía el cabello castaño atado en un
intrincado moño que empujaba la parte superior de su cofia, los largos
mechones morenos que escaparon, colgaban flojos y sin vida, lo que
mostraba que necesitaba un tratamiento profesional; champú, corte y
peinado. Después de todo su padre trabajaba en el molino, así que sin
duda el dinero para un tratamiento de belleza de la hija era escaso. Su
piel era pálida pero clara y saludable, con solo ocasionales pecas
alrededor del puente de la nariz. Sus labios eran finos y estrechos y
habrían parecido aceptables si no estuvieran casi azules. Poseía ojos
pequeños, marrones y cálidos, que probablemente eran su mejor
característica, dándole una apariencia raída en general. Atractiva si te
gustaba ese tipo de cosas, pero nada como Tilly en lo que se refiere a
apariencia, o personalidad para el caso y ciertamente no su cerebro. Y
aunque sabía que había adquirido un cuerpo esbelto en largas
caminatas en la playa y en el campo, sus verdaderas cualidades
provenían de otras áreas. No, la verdadera atracción de Elspeth estaba
en su naturaleza cariñosa, que obviamente se había ganado a Tilly.
También podría ser realmente hilarante en la rara ocasión en que no
estaba de mal humor o siendo abordada por uno de los chicos locales
de Whitby. Se había ganado cruelmente el nombre de Jezabel, porque
se negaba a sucumbir a sus avances, bastante irónico, pero eso es
112
13
Enmienda Labouchere: En 1885, Henry Labouchère impulsó una ley que criminalizaba la
homosexualidad masculina en Gran Bretaña. Oscar Wilde fue una de sus víctimas.
haber escuchado algo en el hotel, con referencia al parlamento, que
está en Londres, creo.
—Querida, es genial que sepas todas estas cosas. —Le di mi mejor sonrisa
de simpatía mientras la camarera dejó otra taza y platillo antes de
alejarse. Vertí un poco de té, agité dentro cinco cucharadas de azúcar y
sorbí. Entonces llegó el momento de resaltar la seria expresión facial. Me
pasé una mano por la cara y baje el volumen de mí voz, haciendo mi
mejor esfuerzo para parecer algo dolorida—. Elspeth, querida, estás a solo
dos años que la Enmienda Labouchere se incluya en la Ley de Derecho
Penal. En 1885 castigarán los actos homosexuales con prisión.
Ella jadeó.
No, era una de esas cosas que los mojigatos de la Inglaterra victoriana
pretendían fingir que no existían y que ciertamente no hablaban al
respecto por temor a que las mujeres descubrieran su existencia real. A
114
Le toqué la mano otra vez, había regresado mucho el calor y decidí que
la tendría en camino pronto. Cuanto antes, mejor.
—Mmm, no.
—Gracias una vez más por todo lo que ha hecho por mí, señorita... um,
Erica.
—No, no, me des las gracias. Me alegro de que hayamos tenido esta
pequeña conversación.
breve tramo por High Petergate y debajo del Bootham Bar, una de las
puertas de la muralla de la ciudad, que nos llevó al otro lado y fuera del
área peatonal, hacia la calle principal.
Tenía curiosidad, así que para distraerla de retroceder ante los vehículos
que se movían rápidamente, y solo para una comparación divertida, le
pregunté:
Se encogió de hombros.
—No te entiendo.
—Sabes qué, está bien. —Creo que entendí todo lo que necesitaba y
extendí mi brazo, agradecida por el momento conveniente justo cuando
un taxi pasó y se detuvo con un chirrido muy leve—. Ven acá. —Abrí los
brazos y después de una pequeña vacilación ella se arrastró hacia
adelante para aceptar mi abrazo. Le di un apretón e inhalé una
bocanada de lo que tenía que ser abrillantador de madera, ignorando
las miradas boquiabiertas de los espectadores que claramente nunca
antes habían visto a una chica con atuendo victoriano, lo que decía algo
considerando que esto era York—. Ahora cuídate y mantente caliente. —
Le di una palmadita final en la espalda, agradecida de enviar finalmente
a la chica problemática.
Entonces lo recordé.
»Vaya, lo siento, hoy estoy desconcentrada. Tome... —Saqué cien libras
de mi bolso y se lo entregué al hombre, que lo cogió mientras me daba,
bueno ¿cómo puedo expresarlo?, una mirada extraña.
117
UNA TAZA DE TÉ
Fueron los golpes los que me despertaron, pero requirieron varias salvas
antes de que mi mente medio consciente hiciera la conexión.
Mi cabeza cayó hacia atrás, lo que fue toda la respuesta natural que
pude reunir ante la inoportuna vista que tenía ante mí.
»¿Q... qu... qué demonios estás haciendo aquí? —exigí a la Jezabel que
estaba merodeando en mi umbral sin preocuparse por nada, y
ciertamente no por mis nervios destrozados.
—Buenos días, Erica —dijo con el toque de una sonrisa como si estuviera
llegando para un día de limpieza—. ¿Confío en que hayas dormido bien?
—¿Q... qué? —En serio, ¿qué? Me rasqué la cabeza y saqué la cara más
118
—Oh, Dios mío, Erica. ¿Qué demonios te pasa? —Se alejó hasta donde
los pequeños confines en el fondo de mis escaleras lo permitían.
Me limpié los ojos somnolientos todavía sin creer quién había vuelto para
atormentarme.
A pesar de su, hasta ahora, ánimo alegre, todavía seguía viéndose como
una mierda. De hecho, si acaso, las manchas rojas debajo de sus ojos
eran de un color más profundo, la piel aún más irritada que ayer. A pesar
de su estado de ánimo, estas cosas no podían estar ocultas, no para mí.
119
—Cambiar de lado.
—Gracias. —Dejé la bandeja y serví dos tazas de té, agregué leche y mis
cinco cucharaditas habituales antes de darle la otra como a ella le
gustaba.
Tomé la silla de enfrente y ahora me eché hacia atrás, mirándola sin decir
una palabra, crucé una pierna sobre la otra y balanceé el pie
rítmicamente en un triste esfuerzo por atormentarla.
—Ah —soltó antes de tomar otro sorbo de Earl Gray y retirarse de nuevo.
¿Era por eso por lo que se había pasado por casa?
Ella tosió.
—Um, ¿disculpe?
Era hora de deshacerse del viejo plan de ser amable con Elspeth. Me
había costado una noche con Tilly, después de todo.
Elspeth jadeó en voz alta, pero aun así no pudo mirarme a los ojos.
Ahora no estaba muy segura de qué hacer con eso. Me sorprendió tanto
que solo podía sentarme en estado de shock. Ser reprendida era una
extraña contradicción viniendo de ella, pero mi lenguaje “vulgar”
realmente la había herido. Y ahora ambas me habían regañado,
bastante extraño.
Eso lo entendió y sentí tanto placer como alivio con el silbido bastante
audible cuando se cubrió la boca y se puso aún más pálida.
—Oh, Dios mío, nunca pensé en eso. —Su mano se puso casi floja y un
poco de té se derramó por el borde y se recogió en el platillo. Parecía
demacrada desde el momento de su llegada, como si hubiera
123
—De hecho, —Moví mi silla más cerca, cerrando la gran brecha entre
nosotras y suavicé mi voz—, Elspeth, querida, cuando amamos a alguien,
a veces tenemos que hacer sacrificios difíciles. A veces tenemos que
hacer lo que es correcto para ellos, incluso si duele. Y sé que duele,
cariño, pero míralo de esta manera... Al menos nadie que dices que te
importa tendrá que compartir una celda de la prisión victoriana con un
asesino convicto. Y no es solo ella, ya ves, también son los sentimientos de
tu padre en los que tienes que pensar. Él te ama mucho y no desearías
causar un escándalo, ¿verdad? Después de todo, Whitby es un lugar muy
pequeño. Donde todo el mundo conoce la vida y los acontecimientos
íntimos de los demás. ¿Y has pensado en las consecuencias para la
situación de tu padre al continuar desdeñando los avances del apuesto
Daversham? Algún día él heredará el molino, estoy segura de que lo
sabe, y luego, ¿qué? Si tu padre pierde su trabajo, luchará por encontrar
otro con un apellido mancillado. Y todo gracias a ti, mi cielo.
Estaba siendo dura, claro, pero me había costado una noche con Tilly. Y
me costaría muchas más si no paraba estas tontas visitas. No podía
permitir que eso sucediera.
—Tienes razón. Sí, por supuesto, tienes razón. —Se rascó el cuello y yo me
puse de pie, a punto de moverla, cuando volvió a hablar—. Oh, pero ¿y
si lo guardamos todo para nosotras? —Incómoda en su mojigata forma
victoriana de hablar sobre el tema.
Se giró lentamente para mirarme a la cara y a mis manos que ahora casi
empujaban, sus ojos pasaron sobre el conocido atizador y, lo más
preocupante de todo, me miró a los ojos.
»Gracias por todo lo que has hecho por mí. No sé cómo sobreviviría sin
ti... Erica.
Me burlé.
126
14
Drácula: Buena parte de la novela Drácula, de Bram Stoker, se desarrolla en Whitby.
PROMETIDA
mayordomo.
Con una mirada apta para asustar al propio Spring Heeled Jack15, Lady
Wild castigó a Groves y luego los únicos sonidos fueron los del reloj.
15
Spring Heeled Jack: (escrito también Springheel Jack y traducido al español cómo Jack "Piedemuelle" o
Jack el saltarín) es un personaje del folklore inglés que se habría aparecido en la época victoriana, siendo
capaz de realizar saltos extraordinariamente altos.
—Señora, los “otros asuntos” me han hecho esperar cerca de nueve
meses, —Sus ojos se suavizaron mientras se acercaba—, y si me permite
el atrevimiento, sin embargo, después de haber conocido a su madre,
me atrevo a decir que si me mantuviera esperando un momento más,
estaría en condiciones de explotar.
»Cubre las malditas patas de la mesa de una vez. —La reunión era de
gran importancia. ¿Deseaba la tonta que su invitado más estimado se
excitara sexualmente por las curvas en los muebles? Era suficiente para
desvanecer la mente de cualquier hombre—. Vamos a tener unas
palabras más tarde, señorita.
Lady Wild asintió con la cabeza a Grace, que luego procedió a preparar
los refrigerios.
—Señor, ¿cómo toma su té? —Se sirvió té, se repartieron bollos y crema,
y se conversó un poco mientras Rushworth miraba a Tilly y a su madre al
otro lado de la mesa—. Señor, puede estar seguro de que mi hija habla
francés y latín con fluidez. Toca el pianoforte y el violín al más alto nivel, y
canta.
—¿Por qué comprar la vaca cuando puedes tener la leche gratis? —le
reprochó a Rushworth—. Todo a su debido tiempo, señor, todo a su
debido tiempo. —Seleccionó delicadamente un cuadrado de bizcocho
de limón de un plato de fantasías francesas—. Tendrá el honor y el
privilegio de escuchar la voz de Matilda en su noche de bodas, estoy
segura.
—En todo el mundo, señora —enfatizó Rushworth—. Y puede que solo sea
el tercero de los hijos de Rushworth, pero me han asegurado los fondos
con los que me puedo instalar en una vivienda.
130
Nunca hubiera sido de otra manera, porque el señor Rushforth nació con
recursos. Uno de los siete hijos del dueño de una compañía minera, era
un hombre de veintitantos años, alto y bien arreglado, algo elegante, con
un aire y semblante agradables. Su corbata metida en el chaleco
encima de la camisa blanca, su cabello separado a un lado, no se
despeinó ni por el sombrero ni por el viaje. Y su rostro afeitado, salvo por
las cerdas inmaculadas debajo de su nariz, no mostraba líneas ni marcas.
Podría haber hecho feliz a cualquier dama, pero de alguna manera Lady
Wild le había asegurado la mano a su hija. Fue un gran golpe
considerando la competencia.
—La sociedad de Edimburgo está de moda y creo que hay todo tipo de
clubes para unirse. Tejido de punto, clubes de té, cocina, e incluso hay
un círculo bastante exclusivo para las esposas de los médicos. Tengo
entendido, señorita Wild, que es amante de la literatura. Bueno, nada
menos que Robert Louis Stevenson a menudo se pueden observar
tambaleándose por las cervecerías —se rio para sí mismo—. El hombre es
un pesado y siempre anda con un tipo llamado Doyle con su grasiento
manuscrito de Holmes, pero nada se publicará de él, se lo puedo
asegurar. —Agitó una mano desdeñosa—. No es que frecuente
regularmente estos lugares, usted entiende, señora.
Lady Wild tomó un sorbo de té, moviendo los ojos una vez a la izquierda.
—Una boda de junio, señor, sería lo más adecuado, ya que es el mes más
afortunado de todos. —Él asintió con la cabeza en reconocimiento,
sabiendo que era prudente no contradecir los planes de la madre de la
novia en lo que respecta a los asuntos delicados. Tomó un pequeño
bocado de bizcocho y tragó—. De esta manera, no sería irrazonable
esperar a mi primer nieto para la primavera, señor.
—¿Disculpa?
—Sí, y lo sé. Esa Jezabel de la que habla toda la ciudad. —Lanzó una
mirada de disgusto en dirección a Rushworth—. Y esta es una boda
religiosa. El reverendo se va a escandalizar... bueno, tendremos que
hacer una donación mayor... realmente, Matilda, a veces me desespero
de verdad.
BBB
Tilly enterró sus manos en algún lugar dentro de los límites de su sobrefalda
132
—Me lees muy bien, mi cielo. —Una repentina y ambiciosa ola llegó a
unos pocos metros de sus pies y, a lo lejos, las gaviotas se posaron en las
aguas poco profundas para picotear peces varados a medida que la luz
del día se alejaba gradualmente de Whitby. Tilly murmuró algo, mitad
oración, mitad incoherencia, cualquier cosa para luchar contra el sollozo
que se acercaba—. Oh, pero Elly, este es nuestro lugar especial y siempre
te digo todo aquí.
—Me temo que no puedo, sin embargo, lo sé de todas formas. Este día
era inevitable desde tu nacimiento. ¿Quién soy yo para interponerme en
tu camino? O el de tu madre.
—¿Temías? —Giró a Tilly hacia ella—. Por favor, dime, ¿por qué tienes
miedo? —Cogió la mano de Elspeth y la agarró—. Sobre mi alma, ¿debes
decirme por qué tienes tanto miedo?
Una gran gaviota graznó y voló tan cerca que el viento agitó los rizos
dorados de Tilly, lo más repugnante era el pez colgando de su pico. Las
chicas gritaron y se separaron con premura.
»Elly, debes hacerlo. Juro que fue lo único que me produjo más
consternación, pedirte este favor. ¿Cómo puedo llevar a cabo tal
decisión sin ti cerca?
16
Bolsa de papel: Bolsa que se usa para respirar dentro cuando alguien se hiperventila.
—Su nombre es el señor, que pronto será el doctor, Rushworth.
Su cara se congeló.
—¿Tilly?
—Oh, Dios mío, Elly. Pero le agradezco a Dios que solo me besó en el dorso
de mi mano. Madre no permitiría lo contrario. —Puso una mano sobre su
boca—. No crees que esté embarazada, ¿verdad, cariño?
Elspeth se puso aún más pálida mientras algo más se revolvía dentro de
135
su cabeza.
—Espera, ¿has dicho Rushworth?
—Querida Elly, no obstante, debo declarar que no estás feliz por mí,
¿verdad? Y sin embargo, no me dirás por qué. ¿No sería el doctor
Rushworth un buen marido para una dama? —Golpeó a Tilly
juguetonamente contra su hombro.
—Oh, Elly, por supuesto que no lo amo. ¿Cómo podría? —graznó Tilly,
después de volver a estrechar la mano de su amiga, mirando
intensamente a través de sus ojos como si suplicara directamente a su
mente.
Pero decirle a Elspeth, Tilly no podía, por miedo a perderla para siempre.
No había forma de entender las consecuencias de tales incógnitas, tales
errores, tal vez incluso para encerrar para siempre su amor en el infierno.
Eso, Tilly nunca podría hacerlo.
136
»¿Pero quizás podría aprender a amarlo? —dijo Tilly sin ver la creciente
marea Whitby que se acercaba tanto que empapaba la arena de los
dedos de los pies.
—Bueno, ¿qué quieres que haga en su lugar? Oh, por favor, dímelo, Elly,
debes hacerlo —imploró, arrastrando los pies tan cerca que el aroma del
betún se mezcló con el del mar. Mientras Tilly estaba resolviendo su futuro,
su amor estaba ocupada trabajando en el Hotel Bagdale Hall—. Elly, por
favor, te lo ruego, dime qué hacer.
—Debes, te lo suplico.
Tilly se preparó para anunciar una nueva revelación. Con los ojos de
Elspeth cerrados, le ahorraría ver el dolor—. Me mudaré a Edimburgo, no
a otro país.
Elspeth se secó la cara con una manga negra antes de poner su mano
sobre la de Tilly.
—¿Si? ¿Seguro que podría qué? Por favor dímelo, ¿sí? —Tilly apretó la
mano de su amiga.
—Me gusta cuando juegas con mi pelo —dijo sin expresión. Tomé la
indirecta y perdí mi mano de nuevo en algún lugar de su melena—.
Adoras mi pelo, ¿no?
—Lo adoro por eso mismo. Adoro todo de ti. Para mí eres perfecta en
todos los sentidos. —Una ola de maravilla se apoderó de mí mientras se
apoyaba en un codo.
139
Ella no sonrió después de mis amables palabras, pero sostuvo mis ojos con
algo bastante intenso.
—Dime, Erica, estas cosas que amas de mí, ¿son también cosas a las que
aspiras en ti misma?
Trabajé con mis besos por su abdomen y separé aún más sus rodillas,
exponiendo su reluciente humedad a mis ojos. Suavemente soplé sobre
su clítoris y la volví a mirar, la perfección femenina mientras se recostaba,
las manos agarrando los postes de la cama, los senos subiendo y bajando
mientras respiraba y me miraba con ardientes ojos salvajes.
Me moví.
—¿Qu... qué?
Me senté y la enfrenté.
—Entonces, quieres saber más sobre la persona que soy, ¿eh? —Bueno,
eso tenía sentido, dado que aún podía saborear sus jugos en mis labios.
—Quiero que te abras a mí.
17
Acomb: Es uno de los suburbios de York.
una banda y dejó la universidad para convertirse en músico a tiempo
completo, de gira y haciendo bolos. En la primera oportunidad intenté
atiborrarla de vino y emborracharla para poder confesarle mis
verdaderos sentimientos, lo cual hice esa misma noche en el bar del
sindicato de estudiantes.
—Ella se había estado tirando al bajista, eso es lo que pasó. Estate siempre
atenta, Tilly, tienden a quedarse en la parte trasera del escenario,
desapercibidos, relajados y tranquilos, porque nadie se da cuenta de que
se llevan a tus mujeres. —Giró la cabeza y me miró con una expresión
confusa—. Por supuesto cosita dulce, no tienes ni idea de lo que es un
bajista. Tanto mejor. —Podía sentir mi cuerpo temblar y ahora me di
cuenta de que, en algún momento durante los últimos minutos, había
alejado un poco mi cuerpo de Tilly, cuya cabeza ahora descansaba
sobre mi brazo. Mis rodillas también se subieron más cerca de mi cuerpo.
145
—Sí, más o menos. Según Mike, habían estado follando desde que ella se
unió a ellos. Y no solo con el bajista, sino con el batería también hasta que
él se hartó en algún momento. Y no solo el batería de la banda, —Cuyo
nombre tampoco pude decir—, también músicos de otras bandas con
los que estaban de gira, que incluían algunas personas bastante famosas.
Al principio me negué a creerlo cuando Mike llamó desde Brasil y arrojó
la bomba. Me llevó días encontrar el coraje para revisar sus correos
electrónicos. Sí, era cierto. Y luego pasé mucho tiempo tratando de
reconstruir fragmentos de conversaciones, horarios de llegada y salida en
ciertas fechas, cosas raras que ella había dicho y hecho y, en general,
me volví paranoica y loca, incluso más que antes. Finalmente, todo
encajó en su sitio. Habían estado en una relación durante mucho tiempo,
y si alguien era la “tercera en discordia”, esa era yo, la mejor amiga
excesivamente confiada que estaba siendo tomada por tonta. —Me
limpié el ojo, no por una lágrima, porque hacía mucho tiempo que ya no
lloraba por ella, pero mi piel hormigueaba en algunos lugares debido a
sacar todo eso. Podía sentir el aliento de Tilly en mi carne y el movimiento
de sus pestañas en la clavícula mientras parpadeaba—. Que yo sepa, la
perra nunca regresó de Brasil y tampoco volví a saber de ella.
—Que horrible.
—Bueno, ahí lo tienes. Ahora sabes por qué no confío en las personas,
porque no me gustan las personas y porque desde entonces he
mantenido el mundo a la distancia que se merece. —No había querido
descender a la autocompasión porque ya lo había superado casi diez
años después, pero de todos modos, tal vez porque finalmente había
hablado de ello, o quizás porque Tilly había escuchado y le había
afectado, las lágrimas ahora fluían y sorbí y limpié las gotas que se
acumulaban en mi cara—. Yo solía ser una mejor persona, te prometo
que de verdad lo era.
Tilly salió de mis brazos, se levantó y descansó contra la cabecera sin decir
una palabra. Allí permaneció pensativa y, cuando comencé a sentirme
desnuda sin ella, cambié de posición para tener una mejor vista, solo para
146
Hizo una de las cosas que siempre me derretía, la más mínima elevación
de una ceja, pero esto era diferente.
—Es hora de que me vaya. —Sus nalgas pálidas y regordetas, tan firmes y
perfectas, me provocaron mientras caminaba hacia su vestido que
estaba doblado sobre una silla.
147
LAS MURALLAS DE LA CIUDAD
las mejores amigas a pesar de las dificultades, al igual que Fiona y yo.
Ambas parejas necesitaron muchos años para formar sus lazos antes de
finalmente unirse. Y ahora parecía que ambas parejas habían sido rotas
por bastardos insensibles.
—Eso fue precisamente lo que quiso decir con lo de dejarme con mis
pensamientos —acepté, mirando instintivamente hacia otro lado
mientras me movía para pasar a más turistas en la estrecha pared.
—Sí, por supuesto que lo estoy. Todos los días me levanto y pienso: umm,
¿qué debería hacer hoy? Ya lo sé, acecharé a esa mujer, Clara, fue muy
amable conmigo las otras veces que coincidimos, ¿qué mejor manera
de pasar mi tiempo?
»¿No tienes frío? —le pregunté, pasando mis ojos por sus brazos rosados,
tatuajes con tinta roja y pequeños bellos de punta. Maldición, pero ella
se veía bien—. Haces ejercicio, ¿no? —dije, más un hecho que una
pregunta.
Sonreí.
Algo, obviamente.
Pero hola, sí, definitivamente una dique, pensé mientras sostenía mi mano
por un período de tiempo que bordeaba lo incómodo, mientras me
otorgaba una sonrisa cautelosa que emanaba de los ojos. Ok, hasta
ahora le había dado razones para despreciarme.
—La última vez que nos vimos, el otro mes, estabas persiguiendo a una
mujer de la gira de fantasmas. —Entrelazó sus dedos frente a su vientre y
giró sus pulgares uno alrededor del otro.
Ella asintió.
—Ya veo. Pensé que podría haber sido una ex o algo así.
—¿Eh? Oh, sube y baja, golpear y fallar... ya sabes. Solo desearía tener
tanto talento como tú —dijo como si en general se aceptara que yo tenía
talento, lo que sea que eso significara. Siempre he creído que mi éxito
tenía menos que ver con mis habilidades y más con la suerte, y que el
lanzamiento de “Un pétalo y una Espina” coincidió con un cambio
repentino en el apoyo de los medios a “la causa”. El hecho de que nunca
hubiera logrado reproducir el mismo tipo de éxito era un testimonio de
esa teoría y, que posiblemente yo era un fraude. Pero una maldita
suertuda. ¿No eran las peores personas las más afortunadas? Es curioso
cómo son las cosas.
—Eres muy amable. Um, déjame pensar si hay algo que pueda decir que
pueda ayudar. —Traté de pensar en algo positivo mientras ella me dirigía
otra mirada perpleja—. Oh sí, es importante hacer sentir a tus lectores.
Mientras puedas hacer eso, se te pueden perdonar muchas cosas. —Sí,
eso serviría—. Supongo que es más difícil hacer que la emoción funcione
con una historia de zombies, pero no imposible. —Se rio y sentí su mano
acariciar mi espalda—. ¿Qué?
La codeé juguetonamente.
Me detuve de repente.
Se rio.
Sintiendo una oleada de timidez, aparté mis manos y las puse en mis
bolsillos.
—Si te hace sentir peor, eres una de las pocas privilegiadas en saberlo. Ni
siquiera mi editor sabe mi nombre real.
—¿Qué demonios quieres decir con eso? —Saqué ambas manos de mis
bolsillos y me crucé de brazos.
Ella se alejó.
casi monótona.
Jugueteó con la correa de su bolsa de gimnasia.
Se hizo el silencio al pasar por los jardines del Museo de York con sus
diversas estructuras romanas aún en pie; un fuerte, partes de las murallas
romanas originales y la torre de Anglian.
Aunque en su mayor parte parecía disfrutar del silencio tanto como yo,
detecté algún gesto nervioso ocasional. Su cuerpo se puso rígido en el
último minuto, lo que podría haber sido el frío, y se frotó el brazo
aproximadamente por décima vez.
156
REVELACIÓN
—Ah, escuchó eso, ya veo, señor. —Concedió Lady Wild, dando un paso
más cerca de él—. Todo estará bien, estoy bastante segura de ello. —De
nuevo se mordió el interior del labio.
Cuando la lluvia comenzó a golpear las pizarras sobre las cabezas de los
congregados, levantó la mano, movió un dedo hacia el techo de la
iglesia y gritó los pasajes con más animación y Tilly se encogió contra el
banco, sintiendo un goteo muy poco femenino de transpiración
deslizándose por su espalda mientras él culminaba el servicio con el verso
final.
—Tan malo como tiende a ser una parálisis, doctor. Uno pensaría que
sería plenamente consciente de la gravedad de tal suceso —dijo con
una cara capaz de cortar leña.
Esa mujer loca ahora estudió su rostro y preguntó sin ninguna sinceridad.
Elspeth se enderezó.
—¿Qu... qué?
—Y dentro de dos días, te llevaré lejos de este lugar para siempre, para
nuestra nueva vida.
—Lo siento, señora, no pude evitarlo. —La evaluó de nuevo, con la figura
de su prometida mordiéndose el labio inferior—. Ah sí, la luna de miel…
Su señoría olisqueó.
—Espero que puedan librar el lugar de este olor impío antes del viernes. Y
el miembro del Parlamento, ¿dónde se sentará? Ah, sí, eso fue todo,
Matilda, no olvides que Grace empaque tus vestidos antes del viernes.
No quieres que te apresuren el lunes por la mañana.
—Um, ¿dónde?
—Um...
Tilly sacó una silla junto a Elspeth en la mesa que constituía casi toda la
habitación y se colgó de ella.
—Sandeces cariño, ¿has visto cómo te ves? Parece que necesitas una
buena comida. —Alzó la voz para gritar a la otra habitación—. Y saca el
cordero, amor. No puedes morir de hambre antes de la boda.
—Sí, bueno, será una pena perderte. Has sido una buena amiga de mi
hija todos estos años. Será un dolor de cabeza sin ti, seguro.
Para Tilly y Elspeth había algo en escucharlo del Sr. Dungworth, tan
163
Era una conversación muy familiar, como Tilly podía ver por el semblante
general alrededor de la mesa y algo que lamentaría dejar atrás cuando
se mudara a la capital escocesa. La cena nunca era tan abierta y
amigable en la casa de los Wild, donde comía sola con su madre y un
grupo de sirvientes que generalmente estaban allí de pie en silencio.
—Todavía habrá luz fuera —dijo él, refiriéndose a que era el mes de junio
y al hecho de que Tilly aún podría caminar a su casa sin compañía
después.
Y una vez que se habían usado todos los utensilios disponibles y algunos
habían recurrido a divisar artículos fuera de la casa, Elspeth insistió en
llevar a Tilly al piso de arriba para que las damas tuvieran un poco de
“privacidad”, y cualquier hermana que se atreviera a interrumpir estaría
sujeta a un tratamiento silencioso de un mes.
La niña corrió hacia Tilly y le rodeó las piernas con los brazos, enterrando
la cabeza contra el vientre de Tilly.
—Oh, yo... —la consoló Tilly, con las manos sobre los hombros de la niña—
, no es un adiós para siempre. —La nariz de Tilly se llenó de líquido mientras
un destello brillante nublaba su vista. ¿Pero qué podía hacer? En caso de
que se produjera un escándalo, esta niña no tendría un techo sobre su
cabeza.
—Por fin. —Se giró hacia su amor mientras las lágrimas fluían—. He estado
a punto de estallar estas últimas horas.
—Me conoces tan bien —jadeo Elspeth mientras las sombrías paredes
pintadas de verde parecían cerrarse sobre ellas, las tres camas se
extendían alrededor de su cabeza y el diseño tallado en el arquitrabe
donde el techo se unía con la pared, creaba patrones visuales en su
mente.
—Oh, pero debes estar ahí para mí. Te necesito. No puedo seguir con esto
sin ti. —Tilly apretó sus manos temblorosas en pequeños puños—. No sé lo
que estoy haciendo, no sé qué pasará, no conozco a este hombre.
165
El único lugar que Elspeth conocía. Pero este cambiaría para siempre sin
esa constante. Sin esta persona. Sin esta compañera que, contra todo
pronóstico, había seguido siendo su amiga desde aquel día en que, a los
seis años, se encontraron en la playa recogiendo conchas marinas.
Ahora que esa amiga se iba, su amor le estaba siendo quitado como una
posesión muy preciada. Y nada volvería a ser igual. ¿Cómo podría
sobrevivir Elspeth sin su Tilly, la única persona a la que amaba más que a
la vida misma? Sería su final, porque sin Tilly no había nada para ayudarla
a respirar, nada para darle un propósito a su vida.
Elspeth, con sus manos en el pelo de Tilly, la atrajo suavemente hacia ella.
Vio la duda en los ojos de Tilly, pero también la confianza y el deseo. Los
labios de Tilly se separaron, sus ojos se cerraron, inhaló el aire entre ellas,
el aire que contenía una fuerza mágica desconocida, y sus labios se
tocaron y el tiempo se detuvo, no existía nada más en el mundo excepto
la otra. Fue muy gentil. Elspeth, con su boca cerrada presionando
tiernamente contra la de Tilly, Tilly, quien lo devolvió de la misma forma,
murmurando suavemente mientras saboreaban las lágrimas de la otra.
167
Se separaron solo cuando la necesidad de aire se hizo demasiado
abrumadora, su sangre fluía más cerca de la superficie de la piel,
creando una sensación de hormigueo, las mismas fuerzas naturales que
drenaron la sangre de sus cabezas haciéndolas marearse, pero todo era
tan maravilloso. Era como si una burbuja las hubiera encerrado a los dos,
cortando todo del exterior, atrapándolas a ambas en el interior, ese
momento en la vida de una persona que recuerda diferente de todo lo
demás porque está grabado en su alma.
»Oh, pero ¿por qué no pudiste haber dicho algo antes? Voy a casarme
dentro de dos días.
—No, Elly, no. Pero no cambia nada. Todavía tengo que casarme dentro
de dos días.
—Oh, Tilly.
—Esa mirada de nuevo. Debes, por favor, estar ahí para mí. No tengo
fuerzas para seguir adelante sin ti a mi lado.
—Lo siento, —Elspeth agarró del estante una concha sobre un trozo de
cuerda antes de entregársela a Tilly—, pero no puedo.
169
ENCUENTRO
Dios mío, cómo me dolía mientras me tambaleaba por Stonegate con sus
variadas tiendas turísticas que vendían entre otras cosas armas
medievales, armaduras y reliquias de siglos pasados. Era un hermoso día
enfatizado por el sol, inusualmente presente para esta época del año,
tanto los turistas como los lugareños me sonreían, entre todas las
personas, mientras me dirigía a ninguna parte en particular. No
importaba, era feliz. Por primera vez en, bueno, nunca.
—Cuando quieras, David. Las tardes no son lo mejor a menos que sea
temprano, pero di el día e iremos a Betty's para un desayuno o almuerzo.
—Hice un gesto hacia el escaparate—. Estaba buscando un regalo, así
que te dejaré, pero ha sido agradable verte de nuevo.
—David, ya lo creo. —Es asombroso lo que puede hacer para una mujer
echar un polvo.
Él no apreció mi burla.
—Ese soy yo, Clara. Así es como me veo. —Dobló el cuello de su abrigo
para mirar más allá de mí—. Ahora si no te importa, tengo cosas que
hacer.
—¿Estás segura?
—¿Qué es esto?
Dudó, pero finalmente hurgo dentro y sentí que palpaba y movía los
artículos mientras decidía que artículo coger.
Dio un salto hacia atrás tirando de su brazo con él, sosteniendo su mano
como si hubiera sido mordido por un perro. La expresión de su rostro no
tenía precio.
—¿Disculpa?
¿Qué más haría en un día tan bueno? ¿Café, más compras, una
atracción turística, una bebida alcohólica o tres? Fue cuando emergí en
Coffee Yard y comencé a mirar por la ventana de Barley Hall cuando
reflexioné sobre la idea de combinar una atracción turística con alcohol.
A menudo pasaba por el patio y echaba un vistazo al interior, pero nunca
antes me había planteado pensar en ponerme una túnica medieval para
beber cerveza inglesa y deleitarme con un cerdo asado mientras un
bufón de la corte brincaba para mi diversión, un auténtico banquete de
temática medieval.
—¡Tú!
Sin darme cuenta, apreté mis manos en puños, incluso los miró, pero no
se amilanó ni acobardó en lo más mínimo.
—Hola, Erica. —Si ella parecía una mierda durante nuestra última reunión,
ahora se estaba preparando positivamente para encontrarse con La
Parca, y no alguno de esos demonios falsos de las mazmorras que
ocasionalmente veía asustando a los niños por aquí—. Erica, tenemos que
hablar —dijo la demacrada chica.
173
—Tú, um, Elspeth, sí, por supuesto, tenemos que hablar. —Metí las manos
en mis bolsillos para que no viera cómo temblaban. Y pensar que hasta
ahora había sido un día tan maravilloso—. Ahora, solo escúchame,
señorita. Ya he tenido suficiente de todas estas visitas improvisadas. Sabes
muy bien que soy una mujer muy ocupada y no puedo interrumpir mi
horario por... no, no, no interrumpas... ya he tenido suficiente de...
—...no, debes dejarme hablar Erica. En primer lugar, soy muy consciente
de...
—…cómo te atreves…
Pero, ¿cómo debo manejar esto? Su llegada de la nada había sido tan
inesperada. La Jezabel, por su mera apariencia, había forjado una nube
oscura durante mi día, semana, mes, año. Y si no trataba con ella, y
rápido, la situación solo podría deteriorarse.
Una parte de mí incluso pensó en reunirla con Tilly, para ver cómo esta
última la podría encontrar atractiva ahora y terminar con eso. Pero no,
174
conocía a Tilly. Y si alguna chica podía superar todo eso, entonces era
ella. Yo la había hecho así, maldita sea. Tilly probablemente la acogería,
cuidaría a la Jezabel de nuevo y luego ¿qué?
Maldita sea, pero ella estaba mal. Pálida, demacrada y con el más leve
olor a podredumbre, como si estuviera en las primeras etapas de
descomposición por falta de nutrición. La chica necesitaba comer,
necesitaba un baño, necesitaba dormir y necesitaba jodida ropa nueva.
Sus harapos del hotel estaban desteñidos, desgarrados y en algunos
lugares poseían grandes manchas rojas como si se hubiera herido. Pero
lo que más me asustó fueron sus ojos. Era como si un interruptor se hubiera
movido dentro de su cabeza y los ojos siempre lo delataran. Las bolsas
rojas y grises debajo solo se sumaron a la amenaza.
Y ahora estaba allí, a tres pasos de distancia y mirándome a los ojos como
nunca antes.
Pero después de todo, no estaba dispuesta a rendirme sin pelear. Tal vez
mis temores eran exagerados y los estaba imaginando. Tal vez estaba
imaginando cosas basadas en cómo podría actuar si fuera ella, y seamos
sinceras, si ella fuera yo, me desquiciaría con Erica Gough. Pero teniendo
en cuenta todo, todavía conocía al personaje de Elspeth y no estaba
convencida de que tuviera el derecho de enfrentarse a alguien como
yo, sin importar cuán grave sea su situación actual. Después de todo,
había permitido que la madre de Tilly la tratara como basura toda su vida.
No, esto era diferente. Esta vez no se sentaría y no haría nada como
cuando la metí en un taxi y la envié a ochenta kilómetros en dirección a
la costa. Esta vez requeriría un enfoque diferente.
Puse una sonrisa rara, notando cómo hacerlo me lastimaba las mejillas, y
con cautela enrosqué mi brazo dentro de su codo y la empujé hacia el
175
—¿A dónde vamos? —exigió con solo el más leve murmullo al hablar,
como un borracho después de tragar su segundo.
—Um, vamos a dar un paseo por York, por supuesto. Y si por casualidad
encontramos un pretendiente, algo poco probable, que te haga agua a
tu piragua o caliente tu falda, entonces quién sería yo para interponerme
en el camino del amor verdadero, ¿verdad?
—Eres muy amable, Erica, pero no creo que esté lista para...
»¿Qué tal esa? —señalé a una chica de unos veinte años, con la mitad
de la cabeza afeitada y un aro en la nariz. No recibí respuesta—.
¿Aquella? —Esta era bastante bajita y, al igual que Elspeth, usaba ropa
176
Abrí los brazos como si abarcara a los cientos de personas que nos
rodeaban y, cuando comenzaba a perder la esperanza, pregunté con
desesperación.
—¿No hay nadie que te interese? —No sé lo que había estado tratando
de lograr, pero estaba en posición de perder mucho y haría cualquier
cosa para no hacerlo—. ¿No? ¿Nadie te interesa? Bueno, todo a su
debido tiempo, supongo. —Mi voz cambió de tono cuando cometí el
error de ponerme demasiado emocional—. Ahora escúchame, será difícil
superarlo, pero lo cierto es que es lo mejor para todos si lo haces. Así que
ocúpate de ello, señorita. —No hubo respuesta—. ¡Mierda! —
Nuevamente levanté las manos y sacudí la cabeza—. Lo intenté maldita
sea. Realmente hice un jodido intento. —Estaba sin ideas. Después de
todo, ella todavía estaba aquí y nada estaba resuelto. Revisé mi reloj y
177
apreté los dientes mientras ella estaba parada allí como una bola de
masa. Luego, agarrando un mechón de cabello en la parte posterior de
mi cabeza, se me ocurrió la mejor solución para todo. De hecho, no sé
por qué nunca lo había pensado antes—. Bien, querida, vamos a tomar
un poco de alcohol.
178
BETTY`S
—Mira eso. ¿Alguna vez has visto un café con una cola alrededor de una
manzana para entrar?
El gerente sonrió.
Nunca importaba qué hora del día fuera, Betty's siempre estaba
abarrotado y la atmósfera era la típica de un hermoso café de estilo
victoriano donde todos estaban felices, comiendo comida sencilla pero
exquisita mientras se acurrucaban con sus seres queridos. La charla de
cien conversaciones se combinaba para crear un estruendo que
requeriría que alzara la voz para ser escuchada. Las mesas estaban
hechas de mármol, pero aún en el diseño, de alguna manera habían
logrado no sobrepasar los límites en pretenciosidad. La clientela era
principalmente turistas, por supuesto, pero como siempre había clientes
de todo tipo; familias jóvenes, parejas de ancianos y todos los demás.
179
Le arrebaté el menú.
—Gracias, Erica.
Ella tosió.
—Voy a tomar un poco de cerveza, por favor.
—Sí, señora.
—Oh por el amor de Dios. —Dejé de golpe los cubiertos y decidí seguirle
la corriente—. Hazlo entonces. —Emitió un ruido de tos en el pecho, cerró
los ojos y mantuvo las manos juntas mientras murmuraba las palabras por
lo bajo. No podía escuchar qué diablos estaba diciendo, pero si fingía
que podía seguramente eso contaría, ¿verdad? Finalmente, separó sus
manos y me miró—. ¿Lista? ¿Podemos comer ahora?
Corté una gran sección de carne de cerdo criada al aire libre y bien
alimentada y me la metí en la boca junto con un trozo de papa rallada,
al estilo rösti. Mi garganta emitió un murmullo incomprensible mientras
cortaba otra pieza.
»Elspeth —mi voz casi se quebró cuando levantó la vista—, ten. —Dejé
una salchicha en su plato, me quedaba otra de todos modos, y me dio
una sonrisa incierta—. Confía en mí, lo necesitas más que yo. —No pude
evitar sentirme maternal hacia ella y me pregunté qué tan cerca estaría
de una hija de once años que nunca podría tener.
—Tomarse el tiempo para comer da mejor salud, mayor riqueza, vida más
larga y más felicidad. Esto es lo que podemos obtener al comer
lentamente en un estado de ánimo agradable, asegurando que
masticamos bien nuestra comida.
Durante demasiado tiempo todo lo que pude hacer fue mirar mientras
me preguntaba si había oído bien. Sin embargo, permaneció erguida, sin
alterar ni una sola vez su expresión. Era demasiado: me tiré hacia atrás en
mi silla, las patas delanteras dejaron el suelo varias pulgadas, el calor se
extendió por mi cuerpo mientras luchaba por respirar histérica. Me sequé
una lágrima y tuve que ponerme de pie para poder abrazarla, dándole
a la chica un merecido beso en la mejilla y luego me tomó varios minutos
para recomponerme.
Me miró de frente.
Era ridículo, pero mientras habíamos estado aquí, sonreí y reí más fuerte
que nunca. Y esto de la chica de la que tomé todo, la misma de la que
tomaría todo de nuevo en un instante. Mi frente brillaba con la
transpiración de la risa excesiva. Si solo pudiera mantenerla, al menos
podríamos haber sido amigas.
—No.
—No.
—Sí.
—¡No!
—Elspeth, te vas.
Pero lo que me sorprendió aún más fue que ella, Elspeth, de todas las
personas, la pobre chica que había reculado toda su vida y había
cargado con la mierda de todos, incluida la madre de Tilly, ahora me
había arrojado esto, había encontrado el coraje para hablarme a mí de
esta manera.
Pero cuando me reagrupé y salí corriendo del edificio, supe que aún me
quedaba un as bajo la manga.
El único problema era que, una vez que estuviera hecho, hecho estaría.
—Se llama Srta. Cartwright, Sr. Groves. Y sí, estoy segura de que será una
buena sustituta.
Groves se ajustó la corbata y luego los gemelos de sus puños antes de
colocar un periódico sobre si mismo. Era nada menos que la Whitby
Gazette, que había pronosticado un buen tiempo.
El carruaje se detuvo ante el puente levadizo que cruzaba el río Esk, que
se había puesto en movimiento. E incluso ahora el tráfico se había
191
incrementado a ambos lados mientras esperaban el paso de un barco
pesquero.
—No, a menos que quiera que la pronto a ser Sra. Rushworth llegue a la
iglesia mojada por el Mar del Norte, señor —la respuesta ronca vino de
fuera.
—No se preocupe, señorita, aún habrá boda. Hoy no habrá ni una sola
cosa más que salga mal —prometió, mientras el carruaje subía por el
camino empedrado en espiral de la orilla este, mostrando una vista
panorámica de la ciudad al otro lado del río—. Mire, ahí es donde pasará
la noche, no es otro que el Hotel Bagdale Hall. —Se limpió una vez más
con su pañuelo sucio antes de tirarlo por la ventana—. Necesitaré otro de
estos tal y como van las cosas y espero que tenga unas palabras con la
Srta. Dungwell cuando llegue allí, ¿bien? Acerca de que como la
decepcionó tanto, justo en el último minuto y todo eso.
En voz baja Tilly murmuró algo y cuando la iglesia emergió por la ventana
delantera, empezó a mecerse hacia atrás y hacia adelante desde
donde estaba sentada.
—No creo que pueda seguir con esta ceremonia. —El aliento de Tilly se
192
Tilly mantuvo los ojos abiertos lo mejor que pudo contra la lluvia mientras
los edificios se detenían y su línea de visión daba evidencia de la figura
solitaria y femenina de alguien muy familiar.
»Oh, estamos aquí, gracias a Dios por eso, creo. Ahora, Srta. Wild, si me
permite tomar su brazo para poder llevarla por el pasillo. —Extendió su
codo con una fina sonrisa dentada. El cochero abrió la puerta y bajó los
escalones, la lluvia era tan torrencial como antes de que comenzara el
viaje—. No tiene sentido ser rápido ahora y tampoco necesitamos la
maldita Gazetta. Oh mire, han ornamentado el camino de la iglesia con
pétalos de rosa blanca. De hecho, algunos de ellos ni siquiera se han
movido.
—Lo siento, señor, y también lo siento por mi madre. Pero tengo que irme.
—Empujó más allá del mayordomo y se abrió paso.
La piedra le hizo doler los pies pero todo lo que pudo hacer fue continuar,
ya que sólo ahora la enormidad de lo que había hecho comenzó a
golpearla. Dejó plantado al Dr. Rushworth, lo rechazó en el altar, acciones
que sólo podían llevar a un escándalo para ella y a la vergüenza para su
familia. ¿Cómo podría volver a la sociedad habiendo abandonado a un
hijo de los Rushworth al que tenían tanta estima en Whitby y en todo
Yorkshire? Sería desterrada de Whitby por el resto de sus días.
194
Pero no tenía otra opción. La realidad del asunto era que,
considerándolo todo, era una decisión sencilla de tomar. Todo lo que le
faltaba era el valor para seguir adelante y ahora, como antes, cuando
Elspeth había encontrado un valor como el que Tilly nunca había
conocido, ahora lo devolvería en especie.
»Por favor, señor, debo estar del otro lado, rápidamente, si es tan amable.
—Señor, debo estar del otro lado en este momento, con o sin su ayuda.
—Bien, entonces nadaré hasta el otro lado sin su ayuda y todo el pueblo
sabrá que rechazó ayudar a una dama cuando más lo necesitaba.
pero lo dice en serio, así es. —Tomó la mano de Tilly antes de ayudarla a
subir a bordo—. Este es el comportamiento más ridículo, señorita. Si tan
sólo hubiera elegido uno de los otros barcos. Mi cuñado depende de los
Rushworth para sus ingresos, sí que lo hace. —Asintió con la cabeza a un
remo—. Bueno, tómelo y no escatime fuerzas.
—Ha sido muy amable, Sr. Stoker. —Una sonrosada Tilly dijo desde arriba.
—Siempre fui un tonto con una cara bonita, sí que lo fui. Cuídese ahora,
extraña señorita. Me daría una propina si pudiera, así tendría para un
trago esta noche.
Allí estaba Elspeth, entumecida ante el inminente abismo. Otra ola azotó
sus rodillas, pero no se movió ni un centímetro.
—¡Elly! —gritó Tilly, su voz fue ahogada por la distancia, la lluvia y las olas.
—T...i...l...l...y. —Su cara tenía cien preguntas y, aunque le dolía, sacó los
pies de la arena y se preparó para encontrarse con su salvadora.
Tilly levantó inútilmente su vestido, sucio con cien mil granos de arena.
»Oh, Tilly, ¿qué dices? Por favor, dime que has venido a curar mi corazón,
¿lo haces? —Se preparó para la respuesta que cambiaría su vida para
siempre, su corazón explotaba con una esperanza y una agonía
incontrolables.
Tilly bajó los brazos de Elspeth y retrocedió con una mueca antes de
resoplar su desprecio a la lamentable desgraciada de enfrente.
—Pfft, vine a decirte que te alejes de mí. no siento nada por ti y nunca lo
197
Tilly se volvió a la orilla, se subió el vestido y sin mirar atrás, caminó hasta
Whitby.
BBB
Bajo el brillo de las velas, garabateé con tinta el final original y lo sustituí
por el nuevo.
Pasé una mano húmeda por la última página mientras las lágrimas se
derramaban por el periódico de veinte años. Luego cerré el original
encuadernado en cuero de “Un pétalo y una espina” y retiré la cinta que
lo mantenía unido. Saliendo de mi asiento, me tambaleé hacia la
estantería y volví a colocar el libro en su sitio.
Y tampoco la habría.
Ella entró silenciosamente, sin decir una palabra, pero dando un simple
parpadeo de sus ojos mientras se movía y se deslizaba por las escaleras.
Exhalando, traté de levantar mis hombros para mostrar una figura más
cortante antes de volver con Tilly. Había vomitado, vaciando el
contenido de mi vientre y los efectos del whisky que había tomado,
habían desaparecido en gran parte desde entonces. Me dolía un poco
la cabeza por el whisky, pero podía tolerarlo. En comparación con lo mal
que me sentía por otras razones, no era nada.
Entré en la casa, cerré la puerta y subí los escalones. Percy me saludó con
un graznido.
Tilly estaba de pie junto a la ventana, con una mano separando las
cortinas del centro mientras se asomaba a la oscuridad.
—¿Me lo dices a mí? Sólo conozco a una persona en esta ciudad. —Soltó
la cortina y se inclinó hacia mí—. ¿A nadie en particular?
—Nadie. Es sólo una de esas noches, eso es todo. —Hice un gesto detrás
con una mano—. ¿Una taza de té Earl Grey? ¿Justo cómo te gusta?
—Ups, tonta de mí. Lo siento mucho, déjame traerte otra taza. —Empecé
a ponerme de pie, pero ella me la quitó con la mano.
—Mi té, no, Erica —tarareó la afirmación—. Pero declaro que pareces
muy distante esta noche, desde luego no con tu habitual aire y alegría,
Erica. —Casi me caigo del asiento conmocionada cuando puso sus
manos sobre su regazo y miró fijamente hacia delante en dirección a mi
estantería. De hecho, apenas me había mirado desde su llegada. Ella
misma parecía diferente, pero no diría eso y tampoco preguntaría quién
demonios le estaba enseñando nuevas frases.
200
Estudié su cara, por si había alguna señal de que sabía más de lo que
dejaba ver. Resultó que sería una excelente jugadora de póquer.
Me sacudí de un semitrance.
—¿Qué más? Um, café, tiendas, cafeterías, viejos amigos. —Los conté
con mis dedos y me pregunté cuánto había agotado el whisky mi
pensamiento—. Oh, vi a David Maher, —Agité una mano desdeñosa—,
pero no lo conoces.
Tilly miró el viejo reloj antes de inclinar la cabeza hacia atrás para mirar el
techo.
»Oh, sí, un bonito paseo por la ciudad. Ya sabes cómo lucho con mi
escritura y cómo me ayuda a pensar. —Le di un golpecito en el codo y
201
ella bostezó.
Elspeth otra vez.
Pero ¿dónde estaba? ¿No había dicho que vendría esta noche? No. Ella
más que decirlo, lo prometió y lo dijo en serio. Entonces, ¿por qué no
estaba aquí? ¿Por qué no estaba aquí para molestarme, para ponerme
a prueba, para costarme otras cien libras en tarifas de taxi exorbitantes?
Maldita sea, ¿pero por qué no estaba aquí para llevarse a Tilly y arruinar
mi vida?
Mi mandíbula temblaba.
»¿Qué he hecho? —Me limpié los ojos con una manga—. Respira, Erica,
respira.
—Por supuesto —le confirmé, de repente su cara estaba muy cerca. Dios,
pero ella era perfecta en todos los sentidos. Contrólate, tonta, o te
arriesgas a perderla para siempre—. Estoy bien, estoy bien. —Estaba a
punto de sugerir algunas canciones en el pianoforte antes de retirarnos al
dormitorio cuando Tilly habló.
Negué con la cabeza y ella dejó caer mi mano como si fuera una
servilleta usada antes de que muy lenta y deliberadamente moviera su
cuerpo hacia la estantería. Esta vez no había duda de lo que estaba
mirando y seguí su línea de visión hacia cierto libro encuadernado en
cuero.
—La historia, pero ¿por qué? —pregunté mucho más fuerte de lo que
pretendía.
202
Traté de sonreír a través del fluido que se acumulaba en mis senos nasales.
En vez de eso, sacudí la cabeza.
Su agarre se apretó.
Oh, daría cualquier cosa para que Elspeth llamara a mi puerta en este
203
»¿Erica?
Tomé sus manos y la levanté, cerré los ojos y experimenté su olor, por
última vez.
—Tilly, querida, debo agradecerte por mostrarme amor y calidez una vez
más y por recordarme lo que era vivir. Ha sido mucho más de lo que
merecía. —Una sola lágrima rodó por su mejilla y la limpié con mi pulgar—
. Hay algo importante que tengo que hacer. —Sabía que este era el final,
pero no podía decirlo. No es que lo necesitara, ella lo entendió
completamente.
—No... sí, oh, Dios. —Mi voz salió en pequeños toques cuando mi corazón
amenazaba con aplastar mi pecho—. Por favor, prométeme que seguirás
aquí cuando regrese.
—Continúa.
Excepto que Tilly no había sido la única que vino por mi redención.
205
REDENCIÓN
Las calles de la ciudad eran tan tranquilas como cualquier ciudad podría
ser, iluminadas por luces modernas, con algún automóvil ocasional, en su
mayoría policías o taxis, pero también alguna ambulancia para lidiar con
los borrachos que colapsaban afuera de los bares.
Subí los escalones de piedra que llevaban al puente y paré un taxi que
pasaba.
Metí una mano en mi bolso y saqué fondos más que suficientes para
cubrir su turno de noche.
—No es la cosa más extraña que me han pedido que haga, cariño.
Mi vientre se agitó con una mezcla de miedo por lo que podría encontrar
207
—Esto es una locura. —¿En qué estaba pensando? Venir a Whitby a esta
hora ridícula a buscar a una mujer trastornada que, por lo que sé, ha
vuelto a su tiempo a seguir adelante con su vida, probablemente
conociendo a una viuda afligida. Seguro que se reiría si pudiera verme
ahora.
Corrí hacia el hueco en la pared que se abría hacia las escaleras que
llevaban a la orilla, me agarré a la barandilla y bajé, dando los últimos
pasos de dos en dos. Mis pies hundiéndose en la arena anunciaron que
había llegado a la playa donde la luz se redujo significativamente en
comparación con lo anterior, la niebla a este nivel restringía aún más la
visibilidad.
las olas ondulantes se hacía más fuerte. La niebla hacía imposible ver más
que unos pocos pasos por delante, pero entonces aterricé en una arena
más dura, ya que las olas la habían arrastrado momentos antes.
Desafortunadamente, cualquier huella había sido borrada por las
mismas.
»¡Elspeth! —grité una y otra vez, mi voz se oía sólo a medias sobre el mar
que se estrellaba. Empujé mi cuello hacia adelante, entrecerrando los
ojos con fuerza, explorando cuidadosamente cada área de la playa en
los alrededores—. ¡Elspeth! —llamé de nuevo.
¡Era ella!
—Lo discutiremos más tarde. —Empujé con fuerza desde el suelo con los
pies mientras las suelas de mis zapatos se hundían en la arena bajo el
agua, lo que no lo hacía más fácil, pero avanzamos lentamente
caminando hacia la niebla y las luces difuminadas en la parte superior
del paseo marítimo en la distancia.
—¿Por qué has venido? —Su voz carecía de todo entusiasmo—. ¿Por qué
debes torturarme así? Todo lo que quiero es dormir... dormir para
siempre... sólo quiero que el dolor termine.
—¿Qué? —Le devolví una cara de asco—. ¿Qué crees que estás...?
»Quítate la ropa y métete en la cama... no, no, por una vez no discutas
conmigo. —Hice un gesto sobre mi hombro hacia la puerta mientras me
movía—. No te preocupes, he visto mejores golosinas en un maniquí de
una tienda de caridad y por eso necesitas comer. Así que te haré un
especial de Erica; huevos fritos, tocino, salchichas, morcilla e incluso me
ahorraré la grasa chorreando si te hace sentir como en casa. Oh y una
taza de té caliente también. Y me sentaré a mirar mientras consumes
hasta el último pedazo. Y luego te vas a dormir.
»Siempre son las guapas. ¿Alguna vez te has dado cuenta de eso?
213
WHITBY
—Declaro que tú roncas, peor incluso que mi padre. —No sabía que
estaba despierta y levanté la vista de mi escritorio en el rincón donde
había estado trabajando—. Varias veces me has despertado con tus
conductos respiratorios obstruidos.
—Um, nada. Bueno, sólo estoy anotando algunas ideas... para el futuro.
No estoy segura todavía. —Lo hice desaparecer—. De todos modos,
¿cómo estás? ¿Te sientes más fuerte hoy?
Todo lo que hizo fue mirar sus frágiles manos, se agarró a su regazo, y no
dijo una palabra.
Era una agonía, una pura y jodida tortura. Y aunque no podía compararlo
con una madre con dos hijas desaparecidas de las que no conocía su
destino, en algunos niveles, eran las hijas que yo nunca tendría, y no sabía
lo que les depararía el futuro.
Las lágrimas se acumularon en mis ojos, así que me incliné hacia la mesa
para tomar un gran trago de té, asegurándome de que estaba
compuesta de nuevo para cuando volviera con Elspeth.
—¿Estás segura de que estás cualificada para hacer esto? —Me encogí
de hombros mientras las tijeras le cortaban una sección de pelo castaño
desgreñado.
Ella se rio.
Casi veinte años de ser un fracaso me habían dado mucho tiempo para
aprender nuevas habilidades, y ella no debía saber que había tomado
cursos de belleza y peluquería, incluso si nunca tuve el tiempo suficiente
para recibir el papel que decía que me estaba permitido hacerlo.
Pasamos a las uñas, en las que yo tenía una habilidad muy superior y al
final, estaban limadas, lisas y brillantes, donde antes eran toscas, y
agrietadas.
Era un vestido con corsé, color marfil, con una ligera cola en la espalda.
No tenía tirantes que enfatizaran su cuello y huesos, complementando sus
delgados rasgos, y no pensé que ninguno de mis antiguos amigos de la
moda gay podría haber elegido algo más adecuado entre una selección
de mil. Una vez que le di los tacones a juego, una parte de mí se
preguntaba por qué siempre había preferido a Tilly.
—Erica...
Tragué.
217
—...lo sé. —Empecé a abanicarme la cara con manos inútiles—. Basta. Tu
vestido... está demasiado suelto. Tengo alfileres. —Empecé a trabajar
clavando segmentos de la tela en la parte inferior para darle un ajuste
más firme y después parecía que el vestido había sido confeccionado
para ella. La volví a revisar y me llevé una mano temblorosa a la frente y
respiré antes de decir—: Ahora sólo falta tu maquillaje.
—Puedes y lo harás. —Sabía que ella lo quería, porque no sólo las damas
de mi época los amaban.
18
Pièce de résistance: El plato fuerte.
joyas, se encontró incapaz de hablar mientras yo disfrutaba, por primera
vez, de verla feliz. Eso en sí mismo valía el precio.
Ella olfateó.
Incliné la cabeza.
Asintió y bajamos a la puerta, salimos al aire fresco del otoño donde nos
agarramos del brazo, y serpenteamos entre un montón de turistas
boquiabiertos hacia el taxi que esperaba al lado de la zona peatonal.
Nos instalamos en el asiento trasero y le dije al conductor a dónde
queríamos ir.
Elspeth temblaba, pero ya fuera por el frío o por otra cosa, no lo sabía y
no pregunté.
Había muy poco que decir para ninguna de las dos. A veces conoces a
una persona que en otras circunstancias habría sido tu mejor amiga.
Tener que dejar ir a Elspeth tan pronto era una tragedia, pero ¿qué
opción había?
Por primera vez, Elspeth dio la espalda al mar para mirarme, y se secó los
torrentes de lágrimas que se negaban a detenerse.
Ella se apartó.
—¿Por qué?
Me costó todo lo que tenía para evitar que explotara en lágrimas, pero
lo logré, estaba decidida.
—Por salvarme. —Sonaba tan cliché, pero era la verdad, ella había
salvado mi alma.
Juntó sus labios y comenzó a abanicar su cara con las manos, respirando
profundamente con los ojos cerrados. Si hubiera querido responder,
estaba demasiado abrumada para hacerlo.
Debe haber visto la mirada en mis ojos porque se agitó y jadeó. Tuve que
sostener a la chica mientras una pierna casi se doblaba debajo de ella y
sostenía una delicada mano sobre su corazón.
—Sólo un favor...
Ella asintió.
—¿Sí?
Tal vez eso es lo que pasa por poner a una chica en un pedestal antes
de que la conozcas, al menos en persona.
Sin embargo, para alguien más, Tilly era realmente perfecta y ese era el
punto. Eran ellas las que eran perfectas la una para la otra. Pero las cosas
no siempre habían sido así para ellas. Tuvieron que trabajar en ello
durante años antes de unirse y, sin duda, tendrían que seguir trabajando
en ello durante el resto de sus vidas, aceptando los defectos, las
peculiaridades y los malos hábitos de la otra. La cosa es que conocían
las imperfecciones de la otra y no había ninguna diferencia. Eso es la
222
perfección.
Elspeth descendió los últimos peldaños de piedra y luego sus pies sintieron
la arena. Soltando la barandilla, continuó en línea recta hacia la chica
que esperaba mirando a la nada. Una ligera brisa le sopló hacia atrás el
pelo, y el vestido de Elspeth le dio un atractivo surrealista y sobrenatural.
BBB
...la oscuridad.
224
EPÍLOGO, SEIS MESES DESPUÉS
Me dirigí hacia el bar, pero me detuvo una voz que venía de detrás de la
pantalla de un portátil.
—Bueno, ya sabes... —Eché hacia atrás mis hombros y saqué mis pechos,
tratando de que no pareciera demasiado obvio, pero disfrutando de la
forma en que ella me sondeaba.
225
—He estado trabajando en una secuela de “Un Pétalo y una Espina”. Sólo
quiero asegurarme de que ambas estén bien y vivan una vida larga y
feliz. —La rechacé sacudiendo la cabeza y di dos pasos hacia la barra.
Pero algo me hizo detenerme y volver hacia la chica.
»Gemma, por lo que ya sé, eres una mujer bastante molesta y... no, no,
226
por favor déjame terminar, voy a llegar a algún sitio con esto, te lo
prometo. Eres una mujer irritante, o al menos eso es lo que sentí cuando
nos conocimos. Más tarde descubrí que también eres bastante torpe, —
Y hermosa—, pero como sabes, yo tampoco soy exactamente perfecta.
—Una amplia sonrisa se había extendido por su cara y con ese último
comentario se rio.
—Puedes decirlo otra vez, ¿eh? —Se puso de puntillas y me miró con una
pizca de expectativa, probablemente porque había adivinado a dónde
iba con esto.
Sonrió aún más, pero luego trató de ocultarlo, aunque no había nada
que me protegiera de su sonrisa.
—Es verdad, pero di lo que ibas a decir. —No pude evitarlo, era una mujer,
y nos gusta que nos halaguen.
—Te veré esta noche. —Confirmé y luego pedí las bebidas antes de volver
con mi madre.
—...¿Sí?
¿Qué piensas querido lector? ¿Sería algo que te interesaría? ¿Te gustaría
saber cómo resultó la vida de Tilly y Elspeth en una época en la que poca
gente sabía de la existencia de tales cosas?
Cualquiera que sea tu opinión, por favor házmelo saber en forma de una
reseña en Amazon. Leo todas las reseñas que recibo y las aprecio todas;
buenas y malas.
229
Sally Bryan se graduó en Escritura Creativa en la
Universidad de Cambridge y ahora divide su
tiempo entre esa ciudad y Florencia, Italia, el país
donde se desarrollan muchas de sus historias.
230
231