a una cueva circular de unos veinte metros de
diametro con un pequefio islote en el centro...
iCrees que la cueva y el islote también son
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artificial
—No creo —contesté Bice sin apartar los
ojos del dibujo—. Asf como el canal, ttinel, ca~
fierfa 0 como queramos Ilamarlo es un tubo
perfectamente redondo y liso, la cueva y el is-
lote parecen naturales.
—Bien —prosiguié Cuervo—. En el islote
ual al que tenemos
hay un enano de yeso
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aqu{ en el patio y un gran libro de 512 paginas
con tapas de plomo... {Tamafio aproximado?
—Unos sesenta por cuarenta centimetros
—estim6 la nifia—, y unos quince centime-
tros de grosor.
—zTan gordo? Deberia tener muchas mas
paginas, entonces.
—Es que son muy gruesas, como de perga-
mino; aunque el tacto es muy extrafio, pareci-
do al de la capa de Vlad.
—Telarajia. Tiene sentido.
—¢Por qué?
—Evidentemente, han hecho un libro tan
grande y pesado para que nadie pueda llevar-
selo. Pero si fuera facil arrancarle las hojas, las
tapas de plomo no servirian de nada.
—Nunca se me ocurriria arrancar las hojas
de ese libro maravilloso —coment6 Bice.
—Pues seria lo més practico para llevarselo
y leerlo con calma. Pero si las hojas han sido
tejidas con hilo de telarafa, ni con unas tijeras
de podar podrias cortarla:
—Puedo fotografiar todas las paginas —su-
girié la nia,
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