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—Yo voy a llamar a Camila —contest6 Lu- cia con determinacion. — Pero si esta de viaje! —exclamé Ho. —Si, pero antes de... irse me dijo la forma de localizarla si la necesitabamos. Y creo que la necesitamos. —jClaro! Si, por favor, llémala y que venga cuanto antes —rog6 Tomi—. Bueno, si necesi- tas algo, me pegan un grito. Estaré en mi ha- bitacion haciendo las tareas —anadi6é a modo. de despedida, y se fue a su casa. Solo cuando el nifilo se marché, Lucia se permiti6 a si misma llorar desconsoladamen- te. Bice la abrazé en silencio. 6 Elelixir de la eterna juventud Bice estaba sola en la habitacién de Lucia, que le habia pedido que se quedara con su madre mientras ella iba a avisar a Camila. No habia querido que la acompaiiara ni le habia dicho adénde tenfa que ir para localizar a su vecina. Se senté en la cama y tomé la mufieca de porcelana que tanto la habia impresionado al verla por primera vez. Sus labios rojos como la sangre parecian sonrefrle con complicidad, mientras sus ojos de cristal se clavaban en los de Bice. La nifia acaricié suavemente el cabello de la muiieca, y en el mismo momento una mano levisima, fantasmal, acaricié su propia cabeza. Bice se volvié sobresaltada y vio junto aellaa la madre de Lucia. Iba descalza, y ha- bfa entrado tan sigilosamente que la nifia no la oyé acercarse. —Lucia... —dijo la mujer con la mirada per- dida y voz ausente. 61

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