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—Es un trozo de radiograffa. Lo mejor para abrir una puerta cuando no tienes la llave —contest6 Bice—. Es un truco que me ha en- seftado Cuervo. —Ni hablar —dijo Tomi con una mueca de espanto—. Si no abre, es porque todavia esta hecho una furia, como ayer. Yo me voy a hacer las tareas. —No es muy tarde. Quédense un rato en mi casa y luego volvemos a intentarlo —pro- puso Lucia. Bice asintié con la cabeza y Tomi no se atrevié a negarse por no parecer un co- barde, de modo que subieron al primer piso. Lucia Ham6 a la puerta de su casa, pero nadie abrié. —Qué raro, mi madre deberia estar en casa. Cuando fuimos al parque, estaba a punto de llegar, por eso no tengo la Have. Bice volvié a sacar el trozo de radiografia. —Yo si —dijo con una sonrisa. —jDe verdad puedes abrir con eso? —pre- gunté Lucia. —Si no esta puesto el seguro, si —contesté, Bice—. {Quieres verlo? 52 Lucia asintié y Bice deslizé la fina lamina flexible entre la puerta y el marco hasta des- plazar el resbal6n de la cerradura. —iIncrefble! —exclamé Tomi al ver la puer- ta abierta—. Tienes que ensenarme ese truco. —Es muy facil... —empez6 a decir Bice, pero se cort6 al ver la cara de preocupacién de Luefa, que exclam —jHay luz en la habitacion de mi madre! ¢Por qué no nos abri6? Mama! Corrié hacia el dormitorio y, al llegar a la puerta, que estaba abierta de par en par, lanz6 un grito ahogado. Bice y Tomi, una vez junto a ella, comprendieron por qué: la madre de Lucia estaba tumbada en la cama, con los ojos abiertos y mortalmente palida. Alrededor del cuello llevaba un pafuelo de seda, a pesar de que no hacia nada de frio. Lucia corrié junto a su madre y se abraz6 aclla. —jMama! Solo entonces la mujer pareci6 darse por enterada de su presencia. Miré a su hija como si acabara de despertarse, esboz6 una sonrisa

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