Está en la página 1de 1
el otro tunel, el que daba paso al “laberinto binario”, como lo habia llamado Cuervo. Bice se sacé del bolsillo su bloc de notas y Jo ilumin6 con la linterna. —Cada tramo se bifurca en otros dos igua- les —explicé—, y.si es cierto que la secuencia de cuentos de la que te hablé se corresponde con el camino a seguir, tenemos que empezar cogiendo el tramo de la izquierda, luego el de la derecha, otra vez el de la izquierd Izquierda, derecha, izquierda, derecha, de- recha, izquierda, derecha, izquierda. EL iltimo tramo se prolongaba en linea rec- ta como un centenar de metros, a juzgar por el pequefto circulo de luz, muy tenue, que se veia al fondo; pero a unos diez metros de la bifurcacién habja una reja, formada por una veintena de gruesos barrotes verticales, ce- rrandoles el paso. —Si cortamos uno de los barrotes, podemos pasar, aunque sin el bote, claro —dijo Lucia sa- céndose del bolsillo una navaja de las de mu- chas hojas—. No importa, el agua no esta fria —¢Piensas cortarlo con eso? —se asombré Bice. 100 —Es una navaja suiza que me regalé mi pa- dre —dijo Lucia—. Y entre otras muchas cosas, tiene una sierra para metal —afiadi6 sacando una de las hojas, que parecfa una inofensiva lima de wijas. Pero el borde de la lima era una afilada sierra que enseguida hizo mella en el barrote central. —iQué maravilla! —exclamé Bice—. jLo es- tas consiguiendo! Al cabo de unos minutos, la sierra habia cortado casi la mitad del barrote; pero de pronto Lucfa retiré la mano con un grito. —iEsté ardiendo! 101

También podría gustarte