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LITERARIA Y HERMENÉUTICA
En términos académicos no considero la semiótica como una disciplina, ni aun como una
división, sino quizás como una escuela, como una red interdisciplinaria, que estudia los
seres humanos tanto como ellos producen signos, y no únicamente los verbales. (Puede
verse esta definición más desarrollada en la traducción de D.Sarlot de
una Entrevista publicada originalmente en The Harvard Review of Philosophy,
Primavera 1993, Harvard University)
Umberto Eco relaciona su Obra abierta con la Estética de la Recepción,
estableciendo un paralelo entre el receptor de arte y el lector de textos verbales.
Este semiótico, difícil de clasificar, se relaciona primero con un estructuralismo
formalista y se adentra, posteriormente en la estética de la formatividad de Luigi
Pareyson. Lo que de verdad interesa a Eco es el problema de la interpretación y la
recepción de la obra.
Su Obra abierta se publica en 1962, en pleno desarrollo del estructuralismo francés,
y trata la problemática de la plurisignificación de la obra de arte; el propio autor
considera este texto como un «trabajo presemiótico». En la introducción de la
segunda edición dice:
“… la obra de arte es un mensaje fundamentalmente ambiguo, una pluralidad de
significados que conviven en un solo significante”
Y, más adelante, en el final del prólogo, Eco se muestra deudor de la teoría de la
interpretación de Pareyson,
“…el lector se dará cuenta, por las citas y referencias indirectas, de la deuda que tengo
contraída con la teoría de la formatividad de Luigi Pareyson y verá que yo no habría
llegado nunca al concepto de «obra abierta» sin el análisis que él llevó a cabo del
concepto de interpretación, pese a que el marco filosófico dentro del cual introduje yo
estas aportaciones atañe sólo a mi responsabilidad” [pág. 22].
En la traducción española de 1965 señala la incorporación al texto de notas con
referencias a los problemas lingüísticos estructurales, que tendrá siempre
presentes. En palabras de Eco:
«Toda obra de arte, aunque se produzca siguiendo una explícita o implícita poética de la
necesidad, está sustancialmente abierta a una serie virtualmente infinita de lecturas
posibles, cada una de las cuales lleva a la obra a revivir según una perspectiva, un gusto,
una ejecución personal». la preocupación por los problemas de la historia literaria». [pág.
44].
Lo que Eco plantea es que el autor de una obra de arte produce una forma
acabada con la intención de que sea comprendida por el receptor de la misma
manera que él (el autor) la ha concebido; pero como cada receptor posee una
situación existencial propia, unos gustos personales concretos y diferentes de los
de otros destinatarios, la recepción o la comprensión de la obra de arte se realiza
desde una perspectiva individual. Por tanto, Eco establece que una obra creada
como algo cerrado y completo es a la vez una obra abierta por la posibilidad que
tiene de ser interpretada de diferente manera por cada receptor, sin que por ello
resulte alterada. Esta poética de la obra abierta se aplica a todas las obras.
Desde la segunda mitad del s. XX la apertura de la obra se convierte para el
artista en un medio de interpelar al receptor. Hay obras contemporáneas con una
estructura abierta (Rayuela, por ejemplo) que pueden parecer inacabadas y dar la
sensación de que es el lector quien tiene que acabarla. Eco habla, dentro de las
obras abiertas, de la categoría de obras en movimiento (el Scambi de Pousseur,
los móviles de Calder, los trabajos de Bruno Murani, el Libro de Mallarmé…)
materialmente incabadas.
“La obra en movimiento, en suma, es posibilidad de
una multiplicidad de intervenciones personales, pero no una invitación
amorfa a la intervención indiscriminada: es la invitación no necesaria ni unívoca a la
intervención orientada, a insertarnos libremente en un mundo que, sin embargo, es
siempre el deseado por el autor. El autor ofrece al usuario, en suma, una obra por acabar:
no sabe exactamente de qué modo la obra podrá ser llevada a su término, pero sabe que la
obra llevada a término será, no obstante, siempre su obra, no otra, y al finalizar el diálogo
interpretativo se habrá concretado una forma que es su forma, aunque esté organizada por
otro de un modo que él no podía prever completamente, puesto que él, en sustancia, había
propuesto posibilidades ya racionalmente organizadas, orientadas y dotadas de exigencias
orgánicas de desarrollo”. [pág. 43].
La multiplicidad de interpretaciones, no obstante, está limitada (en literatura lo está
por el propio texto) y no es infinita, sino que existe una dialéctica entre la libertad
de interpretación (la apertura) y la fidelidad al contexto estructurado del mensaje.
“… el texto es una máquina perezosa que exige del lector un arduo trabajo cooperativo
para colmar espacios de «no dicho» o de «ya dicho», espacios que, por así decirlo, han
quedado en blanco, entonces el texto no es más que una máquina
presuposicional. (pág.39)
El texto debe ser actualizado por el lector: se vuelve a la cuestión de los límites del
acto interpretativo y de la forma en que el texto ejerce el control. Repasa la
semiótica estructural y el modelo semiótico de Peirce, y retoma la idea de la
necesidad de colaboración del lector (que debe rellenar los huecos: “un texto
quiere que alguien lo ayude a funcionar” (pag. 76)
"Lectora", Balthus
Puesto que la competencia del destinatario no coincide con la del emisor, el texto
debe activar una estrategia en la que se incluye la previsión de los movimientos
del otro (pág.79) Por consiguiente, el autor deberá prever un Lector Modelo capaz
de cooperar en la actualización textual de la manera prevista por él y de moverse
interpretativamente, igual que él se ha movido generativamente, ha generado el
texto.
A su vez, cada texto requiere un Lector modelo que se identifica con el conjunto
de interpretaciones posibles propuestas y el conjunto de estrategias necesarias
para colaborar en la construcción del texto. El Lector modelo es
Además, como todo texto es leído en relación a otros textos, se puede hablar de
competencia intertextual: en una cultura determinada el lector construye
inferencias en función de los escenarios intertextuales de los que dispone.