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EL FARO DE MELILLA | Jueves 4 de agosto de 2022 5

Melilla

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COLABORACIÓN SANTIAGO MONTOBBIO
Poeta

L
LEGO a este mar, al mar de todos los midad al Toboso. Compensación…”.
veranos, con el deseo de descanso, Este libro está publicado en la editorial Losa-
pero también con el trabajo de revi- da, en Buenos Aires. Al poco de llegar a este mar
sión de las pruebas del libro que sale me encuentro con la noticia de la muerte de Ba-
en otoño. Es extenso, son muchas páginas silio Losada. Es quizá por ello que recuerdo con
para revisar. Y, mediada la primera lectura afecto cómo en las jornadas por los 50 años de
de este texto en busca de correcciones que se- El Bardo contó entre otras muchas cosas cómo
ñalar, y para aliviarme en esta tarea, de su fa- en España no se podía leer nada, y que por ello
tiga y de su peso, pienso en la lectura. Vengo escribió a esta editorial de Buenos Aires, con su
acompañado de muchos libros –también es- apellido -pero sin parentesco alguno-, pidién-
to es vida y es verano-. Escojo un libro que ha- doles libros. Sin mucha esperanza. Escribir co-
ce mucho que tengo a la vista y en el pensa- mo en una botella de náufrago. Así esa carta.
miento para leer. Es ‘Hacia un saber sobre el Pero creo recordar que contaba que pasado un
alma, de María Zambrano’. Puede sorpren- buen tiempo recibió una maleta de libros.
der que escoja una lectura así, como descan- Quiero leer la poesía de Wallace Stevens, o
so, digamos, para que haga de corte en una ‘Azar’ de Joseph Conrad, esta novela cuya
labor que es más rutinaria como es la revi- lectura está pendiente desde hace varios ve-
sión de un texto. Pero no puedo acertar más. ranos. Los veranos son para los libros. He tra-
Hacía tiempo que no leía a María Zambrano. ído, para releer, por si puedo hacerlo, dos
Aquí están sus primeros artículos, textos pu- obras de dos escritores italianos, por lo que
blicados en revistas en España y América en recuerdo me gustaron: ‘Il romanzo di Ferra-
los años treinta y cuarenta. Creo que el pri- ra’ de Giorgio Bassani y las ‘Novelle’ de Ver-
mero de ellos, que da título al libro, fue el pri- ga. Ferrara y Sicilia. Italia. Me encantaría le-
mero que publicó en la Revista de Occidente, er estas dos magnas obras. Y la magna obra
en 1933. Aquí está María Zambrano en su que es la poesía de Guillén, lo que le trajeron
principio, y se puede observar en estos textos al alma y a los dedos que la escribieron todas
el deslumbramiento que con justicia causó. las musas. De momento, cojo ‘Azar’ de Jo-
Por la novedad y la originalidad de su visión y seph Conrad. Leo su prólogo. Me fijo en este
de su voz, por su brillantez y su penetración. párrafo, que me encanta: “La resolución del
Aquí está la aportación que supone, en esa capitán Anthony le llevó a recorrer un largo y
originalidad de visión y de voz, tan personal. tortuoso camino, y ahí hay que buscar la ra-
No puedo entrar en los matices y detalles que zón de que sea éste un libro largo. Que dicho
destacaría de estos textos, porque serí- camino fuese fruto de mi propia elección es
an muchos. Me agrada encontrar esta algo que no pienso desmentir. Cierto crítico
ha subrayado que, caso de haber optado por
voz en su principio, sentir y compren-
der lo que fue –lo que es. He leído en
textos de Ramón Gaya y de José Ángel
Los veranos y en Torcello está su raíz. Lo sé
bien, y lo he dicho. Y me agra-
da este pasaje final de la nove-
otro método de composición, y caso de no
haberme tomado tantas molestias, el relato
Valente, que la quisieron bien, comen-
tarios crepusculares de su vida y su la-
bor, es decir, del carácter que adquirió
ésta al final y ellos comentaban de ma-
son para los libros la. Leo luego ‘Washington
Square.’, y quiero entonces
terminar el libro de Azorín.
Sí, Azorín es otra voz, otra
podría haberse referido en doscientas pági-
nas más o menos. He de confesar que no lo-
gro percibir con exactitud en qué se funda-
menta dicha crítica, ni alcanzo tampoco a
nera crítica, y por la razón de que fue- María Zambrano, Jorge Guillén, Azorín, voz fundamental, y en la vi- comprender qué provecho pueda obtenerse
ra así, de que viviera y compusiera ya
en declive les desagradaba y les dolía. Henry James, Joseph Conrad. sión de las cosas que con ella
nos canta y nos susurra nos
de tal comentario. Sin duda, seleccionando
un determinado método y tomándose infini-
Aquí está en su principio y su fulgor, y acompaña. Como pueden ha- tas molestias, el relato entero podría haberse
podemos comprender lo que éste es, lo que dicatoria de ‘Homenaje’: “A TODAS LAS MU- cer pocas y no haga así, como la suya, quizá escrito en un papel de liar. A ese respecto, la
éste fue al aparecer. Y me agrada muchísimo SAS”. Quiero leer a Guillén completo para te- ninguna otra. Tampoco puedo empezar a refe- historia misma de la humanidad podría ha-
encontrarme en ese momento su visión y su ner el disfrute de sentir todo lo que le dijeron rir detalles de lo que nos dice en este libro Azo- berse escrito de igual manera sólo con apro-
voz y apreciarlas y disfrutarlas. las musas. Todas, todas las musas. De joven me rín, porque no acabaría. Pienso en el final. En ximarse a ella con el debido distanciamiento.
Me ha ido bien leer este libro. Me ha dado fijé en una apreciación que consideré muy los artículos sobre el patriotismo y cómo los re- La historia de los hombres en este planeta,
mucho -y los libros han de dar. Quizá por esto acertada y valiosa de Gerardo Diego, y que está chaza un periódico de La Habana, y el tratado desde el comienzo de los tiempos, podría re-
me animo a leer otro libro de crítica literaria, en el prólogo de una antología de sus poemas sobre el patriotismo que son. El texto ‘Victor sumirse en una sola frase de infinita morda-
‘Lenguaje y poesía’ de Jorge Guillén. Está su- que prepara y prologa él mismo: “Musas hay, Hugo en Vasconia’ me hace recordar que lo vi cidad: nacieron, sufrieron, murieron… ¡Y si-
brayado y leído su célebre último capítulo, de- que se sepa, nueve. Yo conozco y trato a todas en la casa de Pasajes en que vivió. Nos lo amplía gue siendo un gran relato! Sin embargo, en
dicado a su generación. Pero creo (y ya sé que ellas y alguna más, una a una. Siento mucho en sus notas finales. Y en ellas hay también una lo que atañe a esas historias por demás infini-
es extraño, devoto como se sabe que soy de su que esta diversidad de mi poesía desconcierte sobre ‘La patria de Don Quijote’, que encuentro tamente detalladas, cuyos héroes son los
poesía) que el libro como tal no lo he leído. Me y desmoralice a algunos poetas, críticos y lec- extraordinariamente simpática. Podría refe- hombres y las mujeres de a pie, en lo que ata-
propongo leerlo por orden y de principio a fin y tores, que me piden cuenta de mi versatilidad. rirla, decir lo que dice Azorín, pero voy a dejar ñe a esas historias que me ha tocado narrar
así lo hago. Lo disfruto muchísimo. Hay una A lo que yo siempre contesto que soy yo el que que sea él quien nos lo diga, y que con estas pa- en esta vida, no soy capaz de semejante dis-
ponderación y una riqueza en los juicios, una tengo que acusarles de su monotonía o mono- labras aparezca su voz, su voz que se encuentra tanciamiento”. Sí, es un fantástico párrafo.
riqueza, una profundidad, que llaman la aten- musia. Que se defiendan ellos, si es que pue- también en este libro. Dice así esta nota epilo- Nos dice a mitad de él Conrad, como hemos
ción. Condicen con su poesía. El poeta que es- den”. Sí, me encanta esta apreciación, este jui- gal: “LA PATRIA DE DON QUIJOTE. El Toboso, visto: “He de confesar que no logro percibir
cribe su poesía escribe sobre literatura y poesía cio de Gerardo Diego. Lo recordé cuando pre- ¿ha debido a Cervantes el no ser alguna vez sa- con exactitud en qué se fundamenta dicha
de otros así, con esta gracia y este rigor. Este paraba mi conferencia sobre ‘Rubén Darío y la queado y devastado? Charles Nodier habla de crítica, ni alcanzo tampoco a comprender
don. Alto don. Así que es una lectura que tam- Generación del 27’, ante unas palabras de Da- esto en el prólogo a sus novelas. (Utilizamos la qué provecho pueda obtenerse de tal comen-
bién me esperaba y disfruto muchísimo. Al re- río, y quise relacionarlo con ellas. edición de Charpentier, 1855): Escribe No- tario”. Dice muy bien –con modestia pero
emprender la tarea de las correcciones, veo Avanzo en las pruebas, he de leerlas con dier: «En una de esas guerras imperiales que también con agudeza y honestidad- el estu-
que en un poema está una dedicatoria de Gui- atención dos veces –así quiero hacerlo-. Dejé tenían por objeto dar a España un soberano a la por que producen muchas veces, estupor por
llén que me gusta: A mi padre, fuego del que aquí el verano pasado un volumen de Aguilar manera de nuestro dueño, los franceses, hosti- su inutilidad y el absurdo que son en sí mis-
soy chispa. Puedo comprobar en qué libro está, con dos novelas de Henry James, ‘Whasington gados por las bandas populares, se vengaban, mos, por su falta de razón de ser, los comen-
para ponerla exactamente tal como lo hace él, Square y Eugene Pickering’. Tengo también siguiendo la usanza inmemorial de los héroes, tarios y opiniones de otros sobre cómo hu-
porque he traído sus tomos de poesía en la edi- Azar de Joseph Conrad, que quedó también recorriendo el país a la luz del incendio. He biera debido escribirse algo que ellos no han
ción de Carlos Barral, pues es un propósito an- aquí algún verano y esta vez he traído de Bar- aquí un pueblecillo más que la tea va a consu- escrito, y, como no lo han escrito ellos, está
helado y viejo el leerlo todo –todo ‘Aire Nues- celona –los libros van y vienen-. Quedó a me- mir. Se le nombra: es el Toboso. Una explosión falto de sentido que nada digan. Sientes có-
tro’- un verano, como hice ya uno hace años. dio leer el libro ‘Los valores literarios’ de Azo- de carcajadas simpáticas estalla en las filas. Las mo crecen las historias, o los ritmos, la músi-
Quizá pueda hacerlo éste. Por si fuera así los he rín, y reemprendo su lectura. Creo que es otra armas caen de las manos de los vencedores, y ca que se ramifica y va componiendo poemas
traído. Compruebo la disposición de esta dedi- voz y otra visión, que sumar en el sentir a las de los dichosos compatriotas de Dulcinea esca- o prosas. Novelas. Tú sientes ese rumor, y lo
catoria, que está en el IV tomo, ‘Y otros poe- María Zambrano y Jorge Guillén. Pero inte- pan a la matanza, bajo la protección del genio traduces, procuras ser fiel a él. Qué tendrá
mas’, y de modo completo dice así: “EN MI ME- rrumpo su lectura. Leo las novelas de Henry de Cervantes». No lo hubiera podido imaginar que decir quien no lo ha sentido –sobre la
MORIA/ A MI PADRE/ FUEGO/ DEL QUE SOY James, primero ‘Eugene Pickering’. Me llama el gran Miguel. Si es cierta la leyenda del atro- manera en que se ha dado y tú lo has sentido,
CHISPA”. Me agrada relacionarla con la dedi- la atención y agrada muchísimo que sea al vol- pello competido por los toboseños en la perso- quiero decir. A todas las musas dedicar un
catoria el segundo volumen, ‘Clamor’, tam- ver de Torcello y en Venecia cuando este perso- na de Miguel, alcabalero, otra leyenda -o histo- magnífico tomo de poemas, a todas las mu-
bién preciosa: “A MIS HIJOS, /A LA POSIBLE naje (es al final de la novela) comprenda su ria- nos dice que Cervantes, desde la lontanan- sas dirigirse, de todas las musas esperar. Es-
ESPERANZA”. Me he fijado también en la de- destino, y el sentido de su vida. Venecia ayuda, za de lo pretérito, libró de una sangrienta cala- perar y escribir. Sentir el mundo

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