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Only Desire
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Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Sobre el autor.
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Lucy Barnaby está cansada de ser una chica buena… especialmente cuando
su sensual compañero de piso Keenan se burla sobre su falta de vida sexual.
Cuando él hace alarde de sus propias formas de festejar demasiado a menudo,
Lucy decide tomar acción. Audiciona en un club nudista en Waikiki y se sorprende
cuando disfruta el momento de su vida.
Entonces una noche él descubre que ella está trabajando en un club nudista
en Waikiki. Cuando la ve en el escenario, sabe que ya no puede controlar su lujuria
por ella.
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Traducido por Smile.8 y Lyla
L
ucy Barnaby se quedó mirando el cartel de neón parpadeante.
Anunciaba “Atractivas Damas Desnudas” en un tono estridente de
púrpura, y dado que esta sección de Waikiki atendía tanto a turistas
americanos como japoneses, supuso que los caracteres kanji junto a las palabras en
español eran una traducción al japonés para “Atractivas Damas Desnudas”.
¿Qué por todos los santos le había hecho pensar que tendría las agallas para
seguir adelante con este plan loco? Hasta esta noche, lo más subido de tono que
Lucy había hecho alguna vez fue ir a una función a medianoche de The Rocky
Horror Picture Show1.
Eso hizo que Lucy se sintiera un poco mejor. Tal vez sus propias modestas
copas B no estarían tan fuera de lugar como había temido.
El lunes por la noche a las siete era cuando Sheila, la gerente del club, hacia
audiciones para nuevos bailarines. Cuando Lucy había hablado con ella ayer, había
dicho que Lucy sería probablemente la única chica que haría una audición esta
noche. En ese momento, Lucy pensó que era una buena cosa, que no hubiera nadie
más con quien ser comparada. Pero ahora, viendo esas bailarinas confiadas y
experimentadas yendo a trabajar, Lucy deseó no ser la única novata aquí.
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The Rocky Horror Picture Show: película de culto angloamericana dirigida en 1975 por Jim
Sharman y basada en el musical The Rocky Horror Show de Richard O'Brien.
Miró su reloj; las siete y cinco. Era ahora o nunca. ¿Iba a entrar allí a quitarse
su ropa, o qué?
—¿Por qué salir por una hamburguesa cuando tienes filete miñón en casa?
—No puedo creer que aún estés enganchado con esa chica. Han estado
saliendo durante dos años. ¿Cuál es la gran atracción?
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—¿Todavía?
—Juro por Dios, que cada vez es mejor. Malia es la chica más salvaje con la
que he estado alguna vez. Mi antigua novia ni siquiera me dejaba encender la luz
durante el sexo, y el otro día Malia y yo lo hicimos en un ascensor. Idea suya.
—Mierda.
—Lo sé.
Había estado riendo tan fuerte que ni siquiera había atrapado uno. Keenan
bombeó su puño en el aire cuando le ganó, y ella juró vengarse la próxima vez que
jugaran al Call of Duty.
Fue una gran noche, hasta que Jessica empezó a hablar sobre juntar a Lucy
con un chico que conocía de la escuela, un jugador de fútbol llamado Hiro.
Era dulce por parte de sus amigas defenderla. Pero Lucy en sí no había sido
capaz de decir una palabra.
—No creo que Lucy sea aburrida, pero no es exactamente de las que
asumen riesgos. Especialmente cuando se trata de relaciones.
Keenan miró a Lucy con una ceja elevada y una media sonrisa en su rostro.
—Si ese tipo representa la velocidad de Lucy, diría que ella está
definitivamente en la clase lenta. Y eso fue hace ocho meses. Desde entonces,
nada. ¿Y recuerdan el mes pasado cuando Sami puso la porno? Se puso roja como
una remolacha y tuvo que salir de la sala. ¿Y aquella noche que estábamos
hablando sobre juguetes sexuales? Nunca he visto a una chica verse tan
avergonzada.
Se había debatido todo el día si seguir adelante, hasta que Keenan regresó
de una carrera y saltó en la ducha. Unos minutos más tarde se estaba yendo de
nuevo.
Keenan sonrió.
Esa pequeña indirecta, junto con la imagen indeseada de Keenan con otra
chica, había convencido a Lucy a tomar la decisión. Iba a hacerlo. Por una noche (y
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Bondage: (proveniente del término francés e inglés homónimo que significa esclavitud o
cautiverio) es una práctica erótica basada en la inmovilización del cuerpo de una persona.
tal vez más, si no se avergonzaba a sí misma) iba a ser una sensual arpía en lugar
de una cerebrito de posgrado. Por una noche, iba a ser salvaje.
Él le sostuvo la puerta.
—El club está arriba —dijo—. Buena suerte —añadió, lo cual fue agradable.
Pero cuando ella pasó junto a él y subió por la escalera alfombrada, lo oyó
murmurar para sí mismo—: Esa no durará ni cinco minutos.
Lucy se detuvo por un momento antes de continuar su camino. Tal vez tenía
razón, pero eso no iba a impedir que lo intentara. Aunque sea solo una vez en su
vida quería hacer algo loco y atrevido. ¿Y qué si hacía el ridículo?
Era temprano en un lunes por la noche y el club no estaba lleno. Solo uno
de los escenarios estaba iluminado, y unas pocas docenas de hombres estaban
dispersos a su alrededor. Tres bailarinas daban vueltas con la música, sonriendo a
los hombres contemplándolas.
tres estaban en topless pero llevando tangas, lo que era un alivio. Al menos no
tendría que desnudarse totalmente.
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Lo más interesante (para Lucy, en todo caso) eran las ligas que las chicas
usaban alrededor de sus muslos. Estaban tan llenas de billetes que parecían
guirnaldas de Navidad, y por primera vez se le ocurrió que podría haber más de
una razón para darle a esta cosa del stripper una oportunidad. Recibía un
estipendio de la Universidad a cambio de trabajar como ayudante de cátedra, pero
como la mayoría de los estudiantes de posgrado vivía con lo justo. Un pequeño
ingreso extra sería muy útil.
Entonces la canción terminó y comenzó otra. Esta era más lenta y más
sensual, y las tres bailarinas, usando sus propios movimientos únicos, deslizaron
sus tangas hacia abajo y se las quitaron.
Los zapatos podrían ser un problema. Lucy había traído sus tacones más
altos, pero solo tenían siete centímetros. Las chicas de allí arriba llevaban unos
tacones de trece centímetros, y la pelirroja llevaba un par de tacones con
plataforma que parecían de más de quince centímetros.
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No era alta para empezar. ¿No se vería como una enana comparada con…?
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—Um… sí.
—Es bueno que seas rubia. La temporada turística japonesa está empezando
a aumentar y les gustan las rubias. ¿Alguna vez has bailado antes?
—Ballet y tap, y he estado estudiando hula3 durante los últimos dos años.
—Oh. No.
—¿Algún otro tipo de trabajo sexual? ¿Peep shows4 , tal vez? ¿O una cabina
de masturbación?
—No.
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El hula: forma de danza acompañada de cánticos (oli) o canciones (mele). Fue desarrollado en las
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Página
Traducido por LizC
D
e regreso a casa, Keenan tomó una cerveza de la nevera y puso un
trozo de pizza casera de Sami con jamón y piña en un plato de
papel.
Estaba de mal humor. Había ido a ver a Nikki esperando un poco de sexo
sinsentido pero satisfactorio, y terminó rompiendo con ella en su lugar.
Él le dijo a todo el mundo que lo era porque no estaba buscando nada serio
y quería ser sincero en cuanto a ese hecho. Solo podía orar para que nadie
sospechara la verdadera razón por la que ya no le iban las relaciones.
torturara vivir con Lucy, no podía imaginar no verla todos los días. De todos
modos, ella estaría mudándose en un año más o menos. Podía aguantar hasta
entonces.
Jessica bostezó.
—Sí.
Entró en la cocina y salió con una rebanada. Apartó los pies de Keenan del
sofá y se sentó, sintonizando las noticias.
—Trabajar en el club está jodiendo con mi ciclo de sueño. Tal vez es hora de
renunciar. Si el dinero no fuera tan bueno, probablemente lo haría. Estoy
demasiado vieja para desnudarme.
Era Lucy.
Parecía diferente.
Su rubio cabello lacio hasta los hombros, estaba enrollado en rizos. Y su
cara… llevaba maquillaje, se dio cuenta con una repentina sorpresa.
—Bien hecho, Díaz. En serio, bien hecho. —Miró de nuevo a Lucy con una
sonrisa—. Te ves genial, Luce. ¿Qué pasa con el cambio de imagen?
—No, pero pensé que un poco de dinero extra podría ser útil. —Ella
olisqueó el aire—. ¿Sami hizo pizza?
—Sí.
—Estupendo.
—¿Qué diablos te pasa? Has sido una completa mierda con Lucy esta
semana.
—Sí, lo sé.
Keenan frunció el ceño ante las migas de pizza en su plato. Jessica tenía
razón, pero no podía decirle la verdadera razón por la que actuaba como un idiota
alrededor de Lucy.
Pero últimamente había sido peor que de costumbre, y ella merecía una
disculpa.
Una de las muchas estúpidas cosas que los turistas decían cuando visitaban
Hawái era que las personas que vivían aquí deben ser felices todo el tiempo, como
si vivir en un paraíso tropical pudiera inocularte contra los problemas.
Por supuesto que no era cierto. Pero Keenan era en parte hawaiano (junto
con japonés, filipino, irlandés e hispano) e incluso aunque mirar el valle en el que
su familia había vivido durante generaciones no podía hacer desaparecer todo su
dolor, sacó fuerza de él.
Respiró hondo, cerró los ojos por un momento y fue a hablar con Lucy.
—Pero la verdad es que, estoy desesperada por chicas nuevas. Los fines de
semana se están volviendo locos y necesito bailarinas suficientes para llenar los tres
escenarios. Pareces linda aunque te muevas como un trozo de madera. Si prometes
trabajar en eso, te pondré el viernes y el sábado por la noche.
Pensó de nuevo en su audición y no pudo evitar sonreír. Había salido allí con
su sujetador de raso color rosa y sus bragas a juego y la mini falda que había
sacado de la parte trasera del armario de Jessica. Estaba sudando como loca y
aterrorizada de que se resbalara en sus tacones, a pesar de que parecía que estaba
usando zapatos planos junto a las otras chicas. Esa probablemente era una de las
razones por las que se había movido como un pedazo de madera.
Pero a los hombres no pareció importarle. Una de las otras bailarinas le dijo
que los regulares sabían que el lunes era la noche de audiciones, y les gustaba
animar a la “carne fresca”.
—¿Fue porque soy nueva? —Le había preguntado a la bailarina que le había
prestado la liga—. ¿Estaban siendo amables?
Las “notas” de Sheila habían incluido darle unos trajes para llevar.
—Son veinte dólares cada uno. Los zapatos son treinta y cinco. Puedes
pagarme con tus propinas la semana que viene.
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Los zapatos debían haber sido aterradores: eran unas inmensas plataformas
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de charol negro con tacones de trece centímetros, pero Lucy, a pesar de toda una
vida llevando zapatillas, cholas y Birkenstocks, se había enamorado de ellos a
primera vista.
Adoraba el brillo perverso del cuero de charol y la forma en que hacían que
sus piernas parezcan de kilómetros de largo.
Ella se abalanzó por la camiseta que había arrojado sobre una silla,
pasándola de inmediato sobre su cabeza.
¿Cómo podía volver a enfrentarse a él otra vez? Bien podría haberla visto
desnuda.
Lo último que quería hacer era hablar con él. Pero era como volver a montar
en un caballo después de caer. Cuanto más esperabas, más difícil sería.
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—Sí.
Tampoco lo había visto tan hermoso. Por supuesto, pensaba eso cada vez
que lo veía.
—Hola.
Ella miró hacia sus pies. Sus dedos desnudos se veían pálidos contra los
suelos de madera.
nudista. Vas a los clubes nudistas. ¿Por qué no puedo trabajar en uno?
—Porque tú…
Su mandíbula se tensó.
—Porque te comerán viva allí afuera. Esos lugares pueden ser peligrosos.
¿Jessica sabe que estás haciendo esto?
Él le frunció el ceño.
La miró fijamente.
—Por favor, dime que no estás haciendo esto por toda esa mierda estúpida
que dije el otro día. Solo estaba tirando de tu cadena, Lucy. Sabes que no creo que
seas aburrida.
—No fue solo ese día. El mes pasado, cuando leíste la propuesta de mi tesis,
me dijiste que estudio la vida en lugar de vivirla.
—Creo que lo que dije en realidad fue que tu tesis sonaba jodidamente
estupenda y que deberías intentar publicarla.
—Sí, bueno, tal vez tenía razón. ¿Alguna vez pensaste en eso, Lucy? ¿Que tal
vez eres demasiado inocente para trabajar en un puto club nudista? Quiero decir,
por favor, vamos. Creciste en una pequeña ciudad en Vermont. Tus padres son
profesores. Tu forma favorita de pasar el viernes por la noche es leyendo sobre
antropología cultural. ¿Qué diablos crees que estás haciendo, uniéndote a un antro
nudista vestida con ese…? —Se detuvo de repente y tragó saliva—. Vestida con
ese… traje.
—Tal vez he decidido vivir la vida en lugar de leer sobre ella, o escucharte y
a Jessica hablar de ello. ¿No es eso lo que me has estado impulsando a hacer?
—¡No! Así no. Podrías hacerte daño, por amor a Dios. ¿Crees que quiero
eso?
—No sé qué es lo que quieres, Keenan. Pero sí sé que la única persona que
ha conseguido hacerme daño últimamente eres tú.
Las chispas eléctricas entre ellos parecieron revolotear y cambiar. Sus ojos se
encontraron y sostuvieron, y la cabeza de Keenan se inclinó hacia ella.
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—Yo…
—Oh, no lo haré. —Esta vez cuando su voz tembló, fue con rabia—. No te
preocupes por eso. Sé que el gran Keenan Díaz nunca se sentiría atraído por
alguien como yo. Pero ¿sabes lo que descubrí esta noche? A pesar de lo que
obviamente piensas de mí, tengo un lado salvaje. Un lado sexual. Y estoy deseando
explorarlo.
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Página
Traducido por VckyFer
K
eenan estaba en el infierno.
Todo esto era su culpa. La había llevado a esto. Había actuado como un
imbécil, e hizo que Lucy se sintiera mal consigo misma, y ahora se estaba
desnudando para probar que no era aburrida.
Mierda.
Lo que él debería hacer era ir a su habitación justo ahora y hablar con ella.
Rogarle que lo perdone. Incluso decirle la verdad: que él solo actuaba como un
idiota porque estaba enamorado de ella.
Y ella solo estaba en Hawái para obtener su título. Incluso si quisiera estar
con él (y ella dejó muy claro que no quería) una relación entre ellos sería solo
temporal.
Por supuesto conocía a Lucy lo suficiente para saber que tenía que ser listo
al respecto. No podía ir todo alfa con ella y arrastrarla fuera del club.
Por lo que sabía al jugar videojuegos con ella, cualquier indicio de que
alguien estaba intentando dominarla, sacaría al demonio en ella. Lucy podría ser
inocente cuando se trataba de hombres pero era ferozmente independiente y
testaruda como el infierno, y nunca le gustaba que él le ordenara algo.
Así que tenía que pensar en algo más. Su familia había vivido en Hawái por
siempre y conocía muchas personas. Tal vez podría conocer a alguien que trabajara
en su club.
Jessica y Sami ya habían salido esa noche, así que tenía que ser Lucy.
Expulsó la respiración que había estado conteniendo. Está bien, así que lo
racional no era una opción. Lo cual significaba que estaba de regreso a su plan
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Ella había estado dentro como unos diez minutos. ¿Sería tiempo suficiente
para que se cambiara y maquillara para ir al escenario?
Pagó su cargo de entrada (veinte dólares, que incluía dos bebidas) y avanzó
escaleras arriba.
Podría no conocer este club en particular pero conocía los clubes nudistas
en general, y sabía que habría un lugar para él mirar desde las sombras. Incluso si
Lucy veía por casualidad en su dirección, probablemente no lo reconocería con sus
ropas negras y la gorra de béisbol que había tomado prestada de Sami.
Tan pronto como pasó por la puerta, vio que había estado en lo cierto sobre
las esquinas oscuras. Encontró asiento a un lado que estaba casi completamente en
las sombras, y revisó los tres escenarios rápidamente para ver si Lucy estaba en
alguno de ellos.
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Estaba usando el traje que logró vislumbrar la otra noche. Había vuelto a
imaginar ese momento tantas veces que comenzó a pensar que no era tan caliente
como lo era en su cabeza.
Pero lo era.
Bajo las luces del escenario, la piel de Lucy lucía cremosa y sin
imperfecciones. Sus curvas eran delicadas en lugar de voluptuosas, pero para
Keenan se veían simplemente correctas. Sus pechos eran pequeños pero exquisitos,
sus pezones rosados claramente visibles bajo el vestido transparente, y cuando ella
se giró… Cristo. Su trasero era jodidamente perfecto.
Había dejado su cabello liso esta noche, y se veía suave y tocable cuando lo
movió a un lado. Su maquillaje hacía que sus labios se vieran más llenos y sus ojos
azules incluso más grandes.
Pero lo que hacía que resaltara de entre las más experimentadas y ataviadas
bailarinas alrededor de ella era el tipo de brillo que irradiaba… un brillo de
inocencia, entusiasmo, y puro disfrute.
Era la última cosa que Keenan había esperado. Cuando se imaginó a Lucy
bailando en un club nudista, imaginó que lo haría con cierta determinación
sombría; la misma expresión que usaba cuando ellos jugaban al ajedrez o
Assassin´s Creed. Asumió que todo este asunto era para probarle que él se
equivocaba… probando, como ella dijo esa noche, que tenía un lado salvaje y
sensual.
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Y quizás eso era parte de todo esto. Pero Keenan se dio cuenta, ahora, que
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En su lugar, se veía como una chica dejando salir esa parte de sí misma por
primera vez. Una parte de ella que siempre había estado allí, justo bajo la
superficie.
Ira.
Cada célula de su cuerpo gritaba que Lucy era de él, que ningún otro
hombre tenía derecho para verla de esta manera. Ningún otro hombre podía sentir
lujuria por ella, de la forma en que él estaba sintiendo lujuria por ella.
Se puso de pie antes de darse cuenta lo que estaba haciendo. Pero antes de
que pudiera hacer alguna locura (algo por lo que Lucy nunca lo perdonaría) un
grupo de chicos entró al club, hablando y riendo.
Conocía a esos chicos. Habían ido al mismo colegio, y aún surfeaban juntos
de vez en cuando.
Así que, bajó su gorra de béisbol un poco más y se retiró aún más profundo
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en las sombras. Una vez que los chicos se acomodaron en uno de los escenarios, se
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deslizó por la puerta y bajó las escaleras. Un minuto después estaba fuera del club.
Sus tickets de bebidas aún estaban en sus bolsillos.
El viaje a casa fue más que nada arduo, lo cual parecía apropiado. Había ido
a Waikiki cargado de urgencia y determinación, y ahora estaba obligando a su
mente y cuerpo a dejar atrás lo que había visto.
Se veía feliz.
Siempre había sabido que ella se iría eventualmente; una chica así de lista y
enfocada tenía una gran carrera académica en una lujosa Universidad de la Liga Ivy
por delante. Jamás se quedaría en Hawái. No había nada suficiente allí para ella.
Pero verla así en el escenario le hizo sentir que lo había dejado en una forma
en la que él no había estado esperando… o para la que estuviera preparado.
Se quitó sus ropas sudadas, abrió el grifo de la ducha, y puso el agua tan
caliente como podía soportarlo. Luego se quedó bajo la regadera con su cabeza
gacha y sus ojos cerrados, intentando averiguar cómo lidiar con lo que estaba
sucediendo dentro de él.
por su inexperiencia sexual y la falta de interés en las citas desde el Chico Bichos.
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Pero ahora se daba cuenta que su estatus de soltería había sido la única cosa que
lo mantenía cuerdo mientras vivían bajo el mismo techo. Quizás no era el hombre
correcto para ella, quizás ella no tenía sentimientos por él, pero al menos nadie
más tenía lo que él no podía tener.
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Página
Traducido por Smile.8 y Lyla
L
ucy no pudo dejar de sonreír a medida que conducía a casa a las dos
de la mañana. Debería haberse sentido agotada después de seis horas
de baile, pero en su lugar se sentía llena de energía.
Una chica podía pagar sus préstamos estudiantiles con un empleo como
stripper.
Una de las chicas le dijo que podía hacer aún más dinero en un club de baile
erótico, si podía manejarlo. Y a pesar de que Lucy sabía que su estado de ánimo
actual de experimentación probablemente no la llevaría tan lejos, se encontró
fantaseando en cuanto a dar un baile en el regazo… a un hombre en particular.
preguntó cuántas veces se había quedado así de pie fuera de su puerta, deseando
tener el valor para simplemente entrar allí, quitarse la ropa y meterse en su cama
desnuda.
Le había dejado claro la otra noche que no se sentía atraído por ella, pero tal
vez si estuviera medio dormido y una mujer desnuda se apretaba contra él, sus
instintos se harían cargo y haría el amor con ella antes de darse cuenta de lo que
estaba ocurriendo. Keenan era tan sexual… le había dejado bastante claro con las
historias que contaba.
—Lucy.
—Lucy…
Hizo falta un momento para que sus ojos se ajustasen. Pero la luna brillaba
por la ventana, iluminando suavemente el cuerpo dormido de Keenan, y no pasó
mucho tiempo antes de que pudiera verlo con claridad.
Estaba dormido. Estaba de espaldas, con sus brazos colgando hacia los
lados. Una sábana lo cubría hasta la cintura, por lo que no podía decir si llevaba
calzoncillos o pantalones de pijama o nada en absoluto, pero su torso estaba
definitivamente al descubierto.
Y hermoso.
Pero no podía estar aquí y comérselo con los ojos. Estaba dormido, lo que
significaba que debe haber imaginado que escuchaba su nombre. O tal vez había
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—Lucy.
Su corazón latió fuerte. Mierda, mierda, mierda. ¿Se había despertado?
Su erección.
Cálmate, se dijo.
Keenan había dicho su nombre mientras dormía… no una, sino varias veces.
El tono de su voz había sido… sexy. Libidinoso.
Era casi imposible de creer. Había fantaseado tantas veces con Keenan
deseándola de esa manera que apenas podía convencerse de lo que había visto.
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Excepto con sus amigas. Nunca cruzó la línea con Jessica. Tal vez tenía una
regla sobre las compañeras de casa estando fuera de los límites, o algo así.
Y estaba toda esta regla de no-relaciones. Siempre había dejado claro que el
sexo, para él, iba sobre quitarse un picor y conseguir divertirse ganando. Nunca se
trataba de algo más profundo. Siempre era temporal.
Tal vez por eso no tenía relaciones sexuales con mujeres a las que
consideraba amigas. Porque no podía simplemente deshacerse de una amiga
después de dormir juntos. No, a menos que estuvieras dispuesto a perder la
amistad. Y después de un año de vivir con él, de verlo con Jessica y Sami, Lucy
sabía que las amigas de Keenan eran importantes para él.
Y a pesar de que se peleaban mucho, sabía que Keenan y ella también eran
amigos.
—Lucy…
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Dios, lo deseaba.
Lucy no pudo dormir mucho esa noche. Se despertó con cara de sueño e
ideas confusas, y fue hacia la cocina como una paloma mensajera en busca de café.
—¡Lucy! Tal vez puedes convencer a Keenan para que no haga esto —dijo
Sami, sirviéndole café en la taza azul que siempre utilizaba.
trabajo en Morgan Engineering. Por supuesto que pagaré mi parte del alquiler
hasta que encuentren un nuevo compañero de piso.
Jessica y Sami comenzaron a hablar, pero Lucy no los escuchó. Estaba
mirando el perfil de Keenan y preguntándose.
¿Podría Keenan estar yéndose por ella? ¿Porque se sentía atraído por ella y,
por alguna razón, no quería estarlo?
—Podemos hablar más sobre esto esta noche, ¿de acuerdo? Quiero ir al
gimnasio.
—Bueno —dijo Jessica, cruzando los brazos—. ¿Qué les parece eso?
No llegó.
Se acostó en la arena cálida y dejó que el calor del sol se hundiera en sus
huesos, pero eso tampoco alivió la agitación dentro de él.
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Se detuvo, pero ya lo había visto. Era demasiado tarde para dar la vuelta y
fingir que nunca había estado aquí.
—Hola —dijo Lucy, y se volvió para verla de pie en la entrada del garaje,
sonriéndole.
Llevaba un atuendo que nunca antes había visto. Era un vestido azul de
tirantes, el color de sus ojos, ajustado, sedoso y con un dobladillo que apenas
alcanzaba la mitad del muslo.
Siendo un imbécil.
Lucy y él habían pasado mucho tiempo juntos durante el último año, pero
nunca habían salido a tomar una copa. No solo los dos, de todos modos.
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Dios, quería hacerlo. Quería sentarse frente a Lucy en una pequeña mesa en
Página
—Sí. Bueno. También te mudarás, ¿verdad? Una vez que termines tu tesis y
obtengas tu título.
Ella sonrió.
Sí.
—No. Les dije que necesitaba esta noche libre. Por supuesto, si tienes otros
planes, supongo que podría llamar y pedirles que me vuelvan a poner en el
programa.
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Tal vez no podía evitar que se desnudara para siempre, pero al menos podía
Página
—Por supuesto.
—Gracias. —Se dio cuenta tardíamente que no había dicho nada en cuanto
a cómo se veía ella—. Ese vestido es… lindo. —Patético, Díaz—. En realidad, es
hermoso. ¿Es nuevo?
Ella asintió.
Él dudó. Si hubiera sido Jessica, habría dicho que sí. Pero con Lucy, algo
dentro de él insistía en que él debía ser el que condujera, aunque esto no era una
cita.
—¿Qué tal si conduzco yo? Así no tendrás que preocuparte por lo que
bebas.
—Supongo que eres un poco más grande que yo. —Se estiró para alcanzar
su mano y puso la suya contra la de él, palma con palma—. De acuerdo, mucho
más grande.
Miró sus manos por un momento, hipnotizado. Lucy era tan pequeña, tan
delicada. Él era casi treinta centímetros más alto que ella, y por lo menos 45 kilos
más pesado.
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Sin pensarlo, se dirigió hacia el lado del pasajero y abrió la puerta de Lucy
por ella.
Maldita sea. Tenía que ser más cuidadoso, o haría o diría algo que le haría
comprender claramente cómo se sentía por ella.
40
Página
Traducido por LizC
—S
abes, no creo que me hayas dicho alguna vez por qué
entraste en ingeniería —dijo Lucy mientras el camarero
traía sus bebidas. Keenan pidió cerveza y ella había pedido
un té helado Long Island, sabiendo que necesitaría mucho coraje líquido para
superar su plan de esta noche.
—Sí.
También había otra razón. Antes de dar un paso que cambiaría las cosas
para siempre, sin importar el resultado, quería tener una verdadera conversación
con Keenan. Solo los dos hablando, sin el amortiguador de los videojuegos, un
tablero de ajedrez o sus compañeras de casa, y sin el sarcasmo, la defensiva y la
necesidad que siempre parecía teñir sus interacciones.
—Sí, supongo que sí. Siempre fui muy bueno en matemáticas, y también con
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—Sí. Pero cuando llegó la hora de la universidad, mis padres dijeron que
debía estudiar algo que me encante. Y cuando pensé en ello, me di cuenta que no
me gusta el dinero, las finanzas o el mercado de valores. Me encanta hacer cosas,
¿sabes? Cosas físicas. Cosas que la gente real usará. Cosas que harán del mundo un
lugar mejor.
Él asintió.
—Sí. Mi abuelo tuvo una operación hace unos años, y un nuevo tipo de
endoscopio médico básicamente le salvó la vida. Comencé a leer artículos sobre
eso, y para un proyecto de ciencia en la secundaria entrevisté al ingeniero
mecánico que diseñó el dispositivo. Ahí es cuando decidí estudiar ingeniería.
Ella le sonrió.
Keenan se estremeció.
Se encogió de hombros.
forma en que la danza refleja la cultura y la sociedad. Como el hula aquí en Hawái.
Él asintió.
—¿Recuerdas eso?
—Bueno, sí. Solo lo leí el mes pasado. —Vaciló—. Nunca te dije esto, pero
en realidad solía bailar el hula.
—¿En serio?
Él asintió.
Se encogió de hombros.
—No suelo decir a los continentales que soy un bailarín entrenado. Sobre
todo a las chicas continentales —añadió con una sonrisa—. No encaja en su
imagen de mí como un hombre-masculino.
—Bueno, entonces, son idiotas. La cosa más sexy que he visto en mi vida fue
un grupo de hombres que realizaban un hula kahiko, una danza antigua.
—Absolutamente.
Sin embargo, era mejor que pare después de la segunda. Estar un poco
achispada le ayudaría con su plan, pero estar completamente ebria era
probablemente una mala idea.
Una oleada de nerviosismo hizo que su piel hormigueara. ¿En serio podía
seguir adelante con lo que tenía en mente?
En ese momento, una chica pasó junto a su mesa, se detuvo y volvió hacia
ellos.
—Keenan —dijo ella—. Pensé que eras tú. ¿Cómo has estado?
Keenan frunció el ceño a la mesa, evitando sus ojos. Eso fue un alivio, en
cierto modo, porque Lucy estaba aterrorizada de que su reacción estuviera
plasmada en su rostro.
Keenan nunca llevaba sus citas a casa, lo que significaba que ella nunca las
conoció. Y por supuesto no llevaba sus novias a casa, porque Keenan no tenía
novias.
Resultó que eso era una cosa muy buena. Porque cuando Lucy se enfrentaba
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con una de las chicas con las que Keenan había dormido, tenía que luchar contra la
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—Dijiste que tenías algo que pedirme —le recordó a medida que caminaban
por la acera de la ciudad.
Ella asintió.
Keenan también se detuvo, y se dio cuenta que estaban frente a Sweet Bliss,
el club en el que Jessica trabajaba.
—Bueno…
—Solo me tomará un minuto. Le dije que podríamos pasarnos esta noche, y
ella está bien con eso.
Él suspiró.
Sweet Bliss era un club popular, y a pesar de que todavía era temprano
estaba bastante lleno. Lucy miró a su alrededor, vio un rincón vacío y dirigió a
Keenan hacia él.
—Jess probablemente está detrás del escenario. Espera aquí por mí, ¿de
acuerdo?
—Hola.
Lucy se había cambiado del vestido azul y se había puesto la ropa interior
más sexy que había visto. Llevaba un sujetador de encaje negro y una tanga a
juego, junto con un liguero de encaje negro y medias de muslo. Un par de tacones
de punta negra completaban el conjunto.
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Mientras viviera, jamás querría a una mujer como él quería a Lucy Barnaby.
Junto a ella, todas las demás mujeres parecían desvanecerse en blanco y negro,
dejando a Lucy en un color vibrante, bruñido y lleno de vida.
—¡Qué mierda! —gruñó. Trató de apartar la vista, pero no pudo. Sus ojos
recorrieron su cuerpo y volvieron a su rostro.
Estaba sonriendo.
De ninguna jodida manera podría soportar eso. La idea de que Lucy diera
bailes de regazo a hombres extraños le hacía querer matar a alguien.
—No, tampoco voy a trabajar aquí. Todo esto del stripper era algo que
necesitaba probar. Para demostrar que podía. Para dejar salir esa parte de mí
misma. ¿Sabes?
¿Con qué diablos necesitaba ayuda que involucraba que llevara puesto un
liguero… y no mucho más?
—Uh…
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Lucy dio unos pasos más cerca y se inclinó hacia delante, poniendo las
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Tal vez si tuviera todas sus facultades, podría haber descubierto una salida.
Pero no tenía todas sus facultades. Estaba medio loco con el deseo, su pene ya
duro con él. Tenía tres células cerebrales en funcionamiento en ese momento… si
tenía suerte.
Intentó pensar.
Si decía que no, ella encontraría a alguien más para experimentar. No podía
dejar que eso suceda.
Lucy asintió.
—Lo sé. Es por eso que eres perfecto. —Le sonrió—. Entonces… ¿es un sí?
Era de los Black Keys, una de sus bandas favoritas. Había un blues detrás de
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sus canciones que él amaba… y eso era tan ardiente como el infierno.
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Lucy deslizó las manos por los brazos de la silla hasta que su rostro quedó a
unos escasos centímetros de la suya y las puntas de sus pechos le rozaron la
camisa.
Pero podía dominarse a sí mismo. Tenía que hacerlo. Porque entonces Lucy
terminaría con su experimento de stripper, y no tendría que sentirse
enfermizamente preocupado por ella.
Mantenerla a salvo valía la pena cualquier precio que tuviera que pagar.
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Traducido por VckyFer y Smile.8
Quizás era por Keenan, casi desde la primera vez que lo conocía, no se veía
tan confiado, para nada.
Lucy siempre había pensado que él las había endulzado con sus hazañas en
un esfuerzo deliberado para avergonzarla. Pero ya que ella lo escuchó murmurar su
nombre mientras dormía, se preguntó si tal vez podría haber otra razón.
Para asustarla.
Jessica había dicho que podía ir en topless para el baile erótico pero que
debía dejar su tanga puesta. Lucy quitó las manos de la silla de Keenan y retrocedió
un par de pasos, manteniendo sus ojos en los de él a medida que se estiraba para
desabrochar su sujetador. Luego, dejó que se deslizara por sus brazos y al suelo.
El club tenía aire acondicionado, y Lucy no estaba segura si era eso o los
ojos de Keenan enfocados en sus senos lo que hizo que sus pezones se fruncieran
y endurecieran.
Vio las llamas de sus fosas nasales y el salto de los músculos de su garganta
cuando tragó con fuerza. Entonces, ella se acercó de nuevo, se inclinó hacia
delante, y puso sus manos en los hombros de Keenan.
Tenía la intención de presionar sus senos contra el pecho de él, pero sus
piernas estaban en el camino. Así que retrocedió una vez más, puso las manos en
sus rodillas, y ejerció una presión segura hasta que él abrió sus piernas en forma de
V. Luego se movió en el espacio que había creado y se inclinó en él.
Ella le dirigió una mirada rápida a su rostro, pero sus ojos estaban cerrados.
Sus labios estaban presionados juntos y sus cejas oscuras estaban fruncidas en una
mirada fiera.
Eso hizo que su cuerpo rozara el suyo otra vez. Sus senos desnudos
Página
Algo en ese sonido ardió a través de ella. Y tuvo un loco deseo de acostarse
en el suelo frente a él y separar sus piernas, rogándole que la tome justo allí en el
club. La urgencia era tan poderosa que casi estuvo aliviada cuando la canción
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terminó.
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Se tomó un momento para calmarse, tomando una larga y profunda
respiración antes de empujarse sobre sus pies y girar para ver a Keenan al rostro
una vez más.
Era una buena cosa que tomara esa respiración, porque cuando vio el rostro
de Keenan sus pulmones dejaron de trabajar.
Sus ojos negros se veían salvajes, sus labios retraídos en un gruñido. Se veía
como un animal enjaulado y a solo un chasquido de saltar sobre ella y devorarla
por completo.
—Hay algo que necesito que sepas —dijo ella—. Siempre que hablabas de
tus relaciones sexuales, pensabas que me ponía roja y me marchaba de la
habitación porque estaba avergonzada. Pensabas que cuando hablabas de amarrar
a una mujer y dominarla yo estaba asustada, asqueada o no me excitaba.
Apenas se fijó en las bailarinas y los clientes que pasó en su camino a los
camerinos. Sus piernas se sentían inestables y le temblaba todo el cuerpo.
—Keenan dejó estas para ti. Dijo que no iba a casa esta noche pero que te
vería mañana.
Dios, cuán idiota era. Se había estado sintiendo toda sexy y pensando que
Keenan la quería, cuando lo que él le había dicho era la verdad exacta. Si su cuerpo
había reaccionado a su baile de regazo, era solo porque era un chico y así era la
biología.
¿Quién diablos sabía por qué había dicho su nombre mientras dormía? Tal
vez tenía sueños sexuales con casi todas las mujeres que conocía.
Había estado excitado, pero eso era porque era un chico y ella estaba medio
desnuda.
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Debe haber estado mortificado. O peor aún… sintiendo pena por ella.
Se cubrió la cara con las manos. Jamás podría hacerle frente de nuevo.
Es por eso que le había dejado su auto, y el mensaje de que no iba a estar
en casa esta noche. Quería protegerla de la vergüenza y la pena de verlo durante
todo el tiempo que pudiera.
No funcionó.
Lucy…
Había necesitado toda su fuerza para evitar correrse en sus pantalones; algo
que nunca había hecho en un club nudista independientemente de la intensidad de
la provocación. Pero ese baile de regazo… maldición, estaba poniéndose duro solo
de pensar en ello. Tal vez debía ir al baño de hombres y hacerse una paja en una
de las cabinas.
Unos minutos más tarde, estaba de vuelta en el bar pidiendo otra bebida.
Había disparado toda su carga, pero apenas había calmado la excitación.
Hasta ahora, nunca había sentido nada por una mujer que fuera más allá de
la piel. Pero estaba enamorado de Lucy, y nunca sería capaz de tomar su cuerpo sin
darle su corazón.
Una hora más tarde, dejó el club y pidió un taxi. Iría a casa de un amigo esta
noche y empezaría a buscar apartamentos mañana mismo.
A medida que el taxi se alejaba de la acera, cerró sus ojos y apoyó su cabeza
contra la ventana. ¿Qué demonios estaba haciendo?
Iba a Lucy.
Pagó al conductor y se bajó. Una vez que el taxi se alejó, la calle quedó a
oscuras y en silencio. Lucy estaba en casa, durmiendo.
Estaba bastante seguro que solo sería una noche. Había dicho que
escucharlo hablar de sexo la había excitado, pero sabía por experiencia que
imaginar algo y de hecho hacerlo eran cosas muy diferentes. Muchas mujeres
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Una noche. Eso era todo lo que quería. Una noche para enterrarse en la
dulzura de Lucy, para tomarla de la forma en que siempre había querido. Cuando
ella se diera cuenta que prefería sus fantasías con él a lo real, eso sería el final.
Era una noche clara, y la luna, casi llena, se hundía por el oeste. Una suave
brisa soplaba, oliendo a flor de mayo.
Había tomado un par de tragos de whisky esa noche, pero no era el alcohol
lo que hervía en sus venas.
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Página
Traducido por Lyla y LizC
L
ucy usualmente dormía de lado, y una vez que se quedaba dormida,
dormía profundamente.
Pero cuando él frotó su palma sobre su trasero desnudo, supo que Keenan
tenía otros planes para ella primero.
La adrenalina hizo que su ritmo cardíaco aumentara. ¿Le diría con una voz
áspera y ronca que era una niña mala… que lo había provocado en el club aquella
noche y necesitaba ser castigada? ¿Diría que…?
Pero no dijo nada. Sin decir palabra alguna ni advertencia, bajó la mano a su
trasero y ella tuvo que morderse el labio para no gritar.
Dolió.
pero no llegó. En su lugar, él pasó suavemente las yemas de los dedos sobre la piel
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Se quedó quieta.
Se mordió el labio de nuevo, pero esta vez no era para evitar gritar.
Presionó sus rodillas en la cama para levantar sus caderas un poco más alto.
No le importaba que debía parecer tan desvergonzada como una gata en celo.
Solo era consciente del deseo, la necesidad, el hambre.
Pero Keenan no le dio lo que quería. Él apartó la mano por completo, y ella
podría haber gritado de frustración.
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directamente a su coño.
Antes de que pudiera recuperarse, Keenan la levantó de su regazo y la
volteó para acostarla boca arriba en la cama, con las muñecas atadas detrás de ella.
Separó sus piernas rudamente y se movió entre ellas, agachándose sobre ella como
un animal.
Nunca antes se había sentido tan vulnerable. Tan expuesta. Una súbita
agitación de miedo la atravesó, y casi le dijo que se detenga.
Lucy siempre había sido tímida con el sexo oral. Cuando los chicos con los
que había estado habían hecho incursiones obligatorias en la zona, les había dicho
que en realidad no estaba en eso.
Keenan cerró sus manos sobre sus muslos y los empujó más ampliamente,
tan amplios como podían. Luego puso los pulgares en los labios de su coño y
también los extendió ampliamente.
Oh, Dios.
Con las manos atadas detrás de ella no podía soportar su peso con sus
brazos. Su rostro estaba presionado contra la cama. De modo que giró la cabeza
hacia un lado para poder respirar, y al instante siguiente las manos de Keenan se
apretaron en sus caderas a medida que él se estrellaba dentro de ella.
Su mano derecha soltó su cadera y le dio una nalgada a tiempo con sus
empujes, una y otra vez, más y más duro, hasta que se sintió como si estuviera en
llamas. Luego, de repente, movió esa mano para cubrir su clítoris, frotándolo con
una velocidad brutal mientras su otra mano se deslizaba por su espalda y en su
cabello.
nunca. Quería sentirlo encima de ella para siempre, su coño dolorido y al rojo vivo,
y su clítoris palpitando en un insoportable éxtasis. Quería sentir el escozor de su
mordisco en su cuello y el suave golpe de su lengua mientras aliviaba la marca que
había dejado. Quería sentir el golpeteo salvaje de su corazón vibrando a través de
su cuerpo. Quería…
¿Estaría bien hablar ahora? Abrió la boca para decir algo (que era increíble,
oh Dios mío, mierda, ese fue el mejor sexo que he tenido en mi vida) pero el silencio
en el que estaban envueltos parecía encantado de alguna manera, y no quería
romperlo. ¿Y qué podía decir? La conexión que sentía con Keenan era más
profunda que el lenguaje.
Nuestro primer beso, pensó en una bruma de placer. Su boca fue suave,
gentil… y sus manos en su cabello también fueron delicadas.
Lucy nunca se había sentido tan segura, tan envuelta en calor y ternura.
Podía oír el fuerte y constante latido del corazón de Keenan.
Nunca se cansaría de ver a Lucy dormir. Él, por otra parte, nunca quería
dormir otra vez. No quería perderse un momento, un aliento, un latido del corazón.
De vez en cuando una pregunta sobre el futuro surgiría en su mente, y él la sofocó
sin piedad. No pensaría más allá de esta noche.
Esta noche…
No podía creer que ella lo dejó tomarla así. Como siempre lo había
imaginado. Ante el recuerdo, sus ojos se cerraron y su polla endureció.
La quería de nuevo.
Entonces sus ojos se abrieron. Esta era su única noche con Lucy, y no se iba
a negar a sí mismo ni una maldita cosa.
—Despierta, Lucy.
Ella parpadeó y se estiró como un gato, y su polla se puso aún más dura.
Sus ojos se abrieron mucho más y un espasmo de miedo lo atravesó. Tal vez
ya no lo deseaba. Pero entonces ella susurró:
—He querido probarte con mi boca desde hace meses —dijo ella, y antes de
que pudiera decir algo más, se escabulló por la cama y lo tomó en su boca.
Él casi estalló en ese momento. Esta era Lucy chupándolo, la lengua de Lucy
subiendo y bajando por su polla, el cabello de Lucy brillando como oro contra su
oscura piel.
Le puso las manos en la parte superior de sus brazos y los volteó, su peso
empujándola hacia el colchón.
Mantuvo los ojos fijos en los de ella mientras buscaba uno de los condones
que había puesto en su mesita de noche, abriéndolo con los dientes y deslizándolo
con una mano.
Luego clavó las muñecas de Lucy por encima de su cabeza y usó una rodilla
para separar sus muslos. Ella jadeaba a medida que lo observaba.
—Keenan…
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Página
Traducido por LizC y VckyFer
L
ucy despertó lentamente, parpadeando bajo la luz del sol que se
derramaba a través de su ventana.
No estaba allí.
Se había mudado.
Eso fue lo que anoche había sido con Keenan. Un asunto de una sola vez.
Que la condenen si derramaba una sola lágrima por el hombre que la había
follado hasta dejarla sin sentido, que la besó como Romeo besó a Julieta, y luego
se escabulló de la casa antes del amanecer.
Jessica asintió.
—Empacó sus cosas y se fue hace un par de horas. Nos escribió un cheque
por tres meses de alquiler, aunque le dije que no nos llevaría tanto tiempo
encontrar un nuevo compañero de casa.
—Por supuesto.
Y… listo.
Estaba en tal prisa por empacar sus cosas y marcharse que olvidó su portátil
en la sala de estar. Regresó por ella unas horas más tarde, estacionándose a la
vuelta de la esquina y esperando en el garaje de un vecino hasta que vio el auto de
Lucy en la calle.
¿Y si, a la fría luz del día, Lucy estaba disgustada por lo que habían hecho
juntos? Le había pasado antes con otras mujeres. Caliente y fuerte por la noche;
incómodo y torpe por la mañana. A veces estaban enojadas con él, a veces consigo
mismas. De cualquier manera, cualquier placer que hubieran sentido desaparecía
ante la idea de aceptar quién era él en la cama: su necesidad de dominar, de estar
a cargo.
Pero cuando la luz gris del amanecer se deslizó en el cielo, no había podido
enfrentarse a eso.
Su rostro y voz sonaban normales, así que Lucy no la había informado sobre
las actividades de la noche anterior.
—¿Hola?
—Hola, Keenan. No reconocí tu voz. Es una buena noticia, así que haz que
me llame tan pronto como pueda.
¿Buenas noticias?
de campo. Si acepta, se le financiará durante tres años para estudiar hula antiguo.
Después de eso será muy fácil encontrar un lugar con nuestra facultad.
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—Bueno, por supuesto. ¿No te lo dijo? Tal vez tenía miedo de darle mala
suerte, el Shipton es competitivo.
—Sí. —Se aclaró la garganta—. Haré que Lucy lo llame en cuanto regrese. Sé
que estará encantada.
—Sí.
—¿Qué?
—¡Soy un idiota!
Él casi no la escuchó. Por primera vez desde que conoció a Lucy Barnaby un
año atrás, sabía exactamente lo que tenía que hacer.
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Lucy no podía concentrarse ni un poco, pero siguió intentándolo. Keenan ya
había jodido su corazón… no iba a dejar que también jodiera su trabajo.
Frunció el ceño cuando levantó la mirada. Los empleados allí eran estrictos
en cuanto al sagrado silencio en la biblioteca. Era difícil creer que hubieran dejado
que alguien…
Era Keenan.
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Maile Lei: (Lei es la palabra hawaiana que designa a una guirnalda o corona) se trata de un collar
de flores que adorna el cuello y que se obsequia al llegar o marchar como símbolo de afecto.
Voy a ser siempre verdadero para ti, mi amor”.
Luego la miró.
Una corriente eléctrica pareció pasar entre ellos. En sus brazos y en la parte
posterior de su cuello, Lucy sintió los finos vellos erizándose. Una cierta tensión
temblorosa la mantuvo en su lugar a medida que Keenan venía hacia ella, sus ojos
nunca dejando los de ella.
Una ola de calor azotó el color en sus mejillas cuando recordó la noche
anterior. La forma en que levantó sus caderas, rogándole para que él la toque. La
forma en que él la tomó, dominó, abrumó.
Ella no podía hablar, así que solo asintió. Él la ayudó a levantarse y la llevó al
campus.
el cielo y el sol se sentía cálido en su piel. Las montañas que rodeaban el Valle
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Manoa nunca se habían visto más verdes; el aire nunca se había visto tan dulce.
Cuando Keenan se detuvo, ella vio a donde la había llevado.
Él asintió.
—Lo sé.
Ella lo miró.
—¿Lo sabes?
—Sé que tu banda favorita es Cibo Matto. Sé que tu color favorito es el rosa.
Sé que tu flor favorita es la plumeria. Sé que tu perfume favorito es Opium. Sé que
tu escritora favorita es Jane Austen y tu libro favorito es Emma. —Sus manos se
apretaron alrededor de las de ella—. Sé que he estado enamorado de ti desde hace
un año. Sé que inventaba razones para no decírtelo… como el hecho de que ibas a
regresar al continente al obtener tu título. —Hizo una pausa—. Entonces, hoy,
recibí un mensaje de teléfono por ti. Ganaste la beca Shipton, Lucy.
Ella jadeó.
Él sonrió.
—¿Qué?
—Pero me dijiste cómo eras en la cama desde el primer mes que te conocí.
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—No sabía eso. E incluso cuando me dijiste… solo déjame decir que no
estaba convencido. He conocido mujeres que piensan que quieren lo que les
ofrezco, pero se dan cuenta que la cosa real es un poco diferente. Y nunca he
estado dispuesto a cambiar lo que soy en la cama. —Sus manos se apretaron de
nuevo—. Hasta ahora. Si tú estás conmigo, Lucy, puedo cambiar.
—Sí.
Su rostro se tensó.
—¿Cuál?
—No quiero que cambies. Mierda, amo cómo eres en la cama. ¿Me estás
diciendo que no notaste eso anoche? ¿Mis dos orgasmos no fueron suficientes?
Él la miró fijamente.
—Yo…
Por un minuto, ninguno de los dos dijo ni una palabra. Se quedaron ahí de
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—Sí —susurró.
—Te amo.
—También te amo.
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Moderadora
LizC
Traductoras
LizC
Lyla
Smile.8
VckyFer
Diseño
JanLove
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