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Jackie White - Lucy Lo Da Todo 01 - Lucy Lo Da Todo Por El Jefe 21 PGINAS
Jackie White - Lucy Lo Da Todo 01 - Lucy Lo Da Todo Por El Jefe 21 PGINAS
Agradecimientos
Al Staff Excomulgado: PaolaQ por la
Traducción, Alie por Corrección de la
Traducción, María por la Corrección, AnaE por
la Diagramación y Luna2604 por la Lectura Final
de este Libro para El Club De Las
¡¡¡Gracias!!!
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El Club de las Excomulgadas
Argumento
Libro 1 en la serie… Lucy Lo Da Todo.
Aún aturdida y confundida por esta breve pero agradable aventura, su jefe le dice
que volverán a reunirse el siguiente lunes. Ella no puede esperar…
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El Club de las Excomulgadas
Parte 1
Lucy odiaba admitirlo, pero Gary se veía sexy en su traje negro. Nunca le había
visto vestido así antes. Cuando andaban juntos, el siempre llevaba pantalones
vaqueros o chinos de algodón y una camisa. En el trabajo, siempre llevaba overoles
azules anchos1, no muy halagadores. El traje parecía nuevo, y ella se preguntó si lo
Lucy había estado en Wine Trader desde hacía casi dos años. Ella había dejado la
escuela a los dieciséis años sin cualificaciones significativas. Se había trasladado
fuera de la casa de su familia más o menos con esa edad. Bueno, no tanto mudado,
más bien dicho echada. Su madre sólo tenía diecisiete años cuando tuvo a Lucy,
nunca había conocido a su padre, y fue obligada a cuidar de sí misma desde una
edad muy temprana. Su madre siempre había estado en algún otro lugar, con
alguien. Después de dejar la escuela Lucy se las arregló para encontrar una
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El mono, overol (del inglés overall), mameluco o braga es una prenda de faena de una sola pieza. Suele ponerse sobre la
ropa corriente para protegerla.
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El Club de las Excomulgadas
habitación en un piso con una chica que conocía de la escuela. La muchacha era un
par de años más mayor que Lucy, y reglamentariamente no debería haberle
permitido a Lucy coger la habitación. Pero necesitaba el dinero, por lo que Lucy se
mudó.
Después de dos años de reclamar los beneficios, y asistir a un club de empleo inútil
tras otro, Lucy logró obtener el trabajo de tele ventas en el Wine Trader. La
rotación del personal era ridícula. La mayoría de la gente no conseguía ni siquiera
terminar el primer día. No podían soportar la presión constante de las ventas.
Aunque Lucy odiaba el trabajo, tenía un talento innato para ello. Podía hablar, lo
cual era básicamente el trabajo. Contribuía a su trabajo que la mayoría de los
Wine Trader estaba cerrado por hoy, en señal de respeto al fundador que había
muerto la semana anterior. El personal había sido informado de que deberían asistir
a la ceremonia conmemorativa en el St. Thomas. Lucy ni siquiera conocía al tipo.
Él tenía un millón de años de edad, aparentemente y no había sido visto por la
empresa durante casi un año. Lucy había planeado faltar al servicio en memoria
hasta que Alison, su mejor amiga en el departamento de tele ventas, le había
advertido que iban a comprobar quien no se presentaba. Por mucho que odiase su
trabajo, Lucy no podía darse el lujo de perderlo. Así que allí estaba sentada, vestida
de negro, a la espera de que comenzara el servicio.
—Mierda Lucy, —susurró Alison, apuntando a la falda de Lucy—. ¿No tienes algo
más apropiado?
Lucy negó con la cabeza. Negro no era un color que llevase muy a menudo. La
mini falda que tenía era la única falda negra o vestido negro que tenía.
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El Club de las Excomulgadas
Lucy no vio lo que estaba mal con la parte superior. Era una blusa de seda lisa.
Nada con lo cual alguien pudiera ofenderse. Tal vez se había desbrochado un botón
más de lo que debería. Pero tenía un gran escote y no quería ocultarlo.
Antes de que Lucy pudiera responder, la música inundó la iglesia. Cuando esta
eventualmente terminó, todo el mundo se sentó en silencio y esperó. Una figura en
El hombre dijo —Estamos aquí hoy para rendir homenaje a Howard Jacobs, el
fundador de Wine Trader.
Lucy y Alison estaban sentadas cerca de la parte de atrás. Incluso desde de ahí
Lucy podía ver que el hombre era bien parecido.
El hombre del atril continuó —Mi abuelo fundó esta empresa hace más de sesenta
años...
El funeral duró poco menos de una hora. Lucy, perdió el interés una vez que el
nieto se había sentado. Unas cuantas personas más rindieron sus tributos al
fundador antes de que cruzaran la calle hacia el Hotel Grassmoor.
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El Club de las Excomulgadas
—¡No te vuelvas loca! —dijo Alison. Ella estaba preocupada de que Lucy vería la
barra libre como una licencia para emborracharse. —No querrás perder tu trabajo.
Lucy había esperado estar más cerca al nieto una vez que se habían trasladado al
hotel, pero no estaba por ningún lado. Gary estaba allí, sin embargo. Él había
estado rondando su mesa desde que Lucy y Alison se habían sentado y sospechaba
que estaba esperando una repetición de la presentación de la fiesta de Navidad. Ya
pasaban un par de meses desde que Lucy había estado con un hombre, y estaba
más que lista, pero no iba a ser con Gary. Ella sabía a lo que conduciría eso. Esta
Lucy acababa de tomarse su tercer vodka cuando vio al nieto caminar a través de la
puerta de la recepción del salón. Ella le dio un codazo a Alison. Después, para
decepción de Lucy, una rubia alta le siguió hasta la habitación y se quedó junto a
él.
— ¿Su esposa?
Alison sonrió. Ella sabía lo que Lucy estaba haciendo. —Tráeme un rollo de
salchicha.
Mientras caminaba por la habitación, Lucy era consciente de que varios de los
hombres la observaban. No llevaba una mini falda a trabajar muy a menudo, pero
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El Club de las Excomulgadas
cada vez que lo hacía tenía el mismo efecto. Ella tenía excelentes piernas, a pesar
de que lo se decía a sí misma.
Ningún gasto se había escatimado en el buffet. Lucy no sabía lo que era la mitad de
la comida que ofrecían. Evitó la comida más exótica, tomando sólo un par de
bocadillos de jamón, patatas fritas y el rollo de salchicha de Alison. Sus ojos apenas
se desviaban del hombre mientras se acercaba más y más a él. Él era
excepcionalmente guapo, pero parecía muy serio. Aun así, era un funeral era muy
poco probable que estuviera sonriendo y bromeando. De pronto, miró a Lucy. Ella
se detuvo en seco. Se sentía culpable, como si él supiera que ella había estado
observándolo. Sabía que tenía que mirar hacia otro lado, pero no lo hizo. La
—En tus sueños, probablemente se estaba preguntando qué diablos estabas usando
en una ceremonia conmemorativa.
Lucy no había pensado en eso. Tal vez él no la había estado mirando, tal vez estaba
consternado por la falda que llevaba en el funeral de su abuelo. Oh, bueno. ¿Ella
podía soñar no era así?
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El Club de las Excomulgadas
Parte 2
Los teléfonos de la oficina de ventas telefónicas estaban al rojo vivo a la mañana
siguiente, y Lucy no estaba funcionando a toda máquina. Ella todavía estaba
sufriendo los efectos del vodka gratis. El nieto del fundador, cuyo nombre había
descubierto era Edwards Jacobs, se había ido poco tiempo después de que Lucy
hubiese estado en el buffet. Una vez que él se había ido, no había habido mucho
más que hacer, excepto beber.
Por suerte para Lucy, ella podía coquetear en piloto automático, por lo que sus
Lucy pronto se dio cuenta que alguien estaba mirando por encima de su hombro.
Era Claire, su supervisora. Desde su oficina, Claire podía escuchar cualquiera de
las llamadas "por razones de control de calidad". Lucy pensó que lo había hecho
bien esta mañana, a pesar de su molesta resaca. ¿Había molestado a un cliente? No
lo creía. Claire le dijo con gestos de las manos a Lucy que fuera a su oficina una vez
que había terminado con su actual llamada. La oficina de Claire estaba en la
esquina de la sala de ventas. Sus paredes de cristal la permitían poder supervisar el
piso de ventas telefónicas. Las chicas en el piso de ventas la llamaban la pecera.
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El Club de las Excomulgadas
Lucy se encogió de hombros. Ella no lo sabía, pero sabía que no era una buena
noticia. La última vez que había sido llamada a la pecera, fue para que le echaran
bronca por llevar su coqueteo demasiado lejos. El cliente no se había quejado
cuando ella le preguntó si necesitaba que le diera una mano para descargar. Pero a
su supervisor no le había gustado, y le había dado una advertencia oficial. Lucy
llamó a la puerta de Claire, y luego la abrió sin esperar una respuesta.
—No te sientes, —dijo Claire. Se veía nerviosa. —Ellos te quieren ver arriba.
— ¿Quién?
El quinto piso era donde todos los jefes estaban. Ellos rara vez se aventuraban a la
planta baja, y Lucy no podía recordar a alguien de la planta de tele ventas que
alguna vez estuviera allí. Ni siquiera Claire.
A medida que golpeó el botón 5 en el ascensor, se preguntó qué era lo que la estaba
esperando a ella. Estaba bastante segura de que no iba a ser nada bueno. Debía
haber molesto mucho a alguien ayer.
La chica detrás del mostrador de recepción en el quinto piso miró por encima del
hombro a Lucy. No estaba acostumbrada a ver a un plebeyo por aquí. Ella le señaló
hacia la oficina en el extremo del corredor. Iba a llamar a la puerta, y luego esperar
hasta que le dijeran que entrara. Era difícil creer que el quinto piso pertenecía a la
misma empresa. Pinturas adornaban las paredes de los pasillos a ambos lados. La
alfombra era gruesa y el mobiliario parecía antiguo. Incluso olía caro.
Llegado al final del pasillo. El nombre en la puerta era Howard Jacobs, el muerto
para el cual se había celebrado el memorial de ayer. Llamó a la puerta y esperó.
Una voz de hombre gritó —Entra.
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El Club de las Excomulgadas
Al entrar en la oficina era como viajar atrás en el tiempo. La oficina era enorme,
casi la mitad del tamaño de la planta entera de televentas. El piso era de madera
pulida, con una gran alfombra oriental en el centro. Incluso más pinturas
adornaban las paredes. En el otro extremo de la habitación, junto a la ventana
había un escritorio de caoba maciza. Detrás de la mesa se encontraba sentado
Howard Jacobs.
Lucy sabía que ella estaba a punto de ser despedida. Alison había estado en lo
cierto. Él seguro se había enojado a causa de la falda corta que había llevado. Se
—Lucy me parece ser. —La estaba mirando fijamente a los ojos ahora.
—Sí. —Su voz era poco más que un chillido. Tosió para tratar de aclararse la
garganta seca.
Él empujó su silla hacia atrás y se puso de pie —Sin duda alguna es acerca de la
falda. ¿Cree usted que era el atuendo apropiado para un servicio conmemorativo?
Caminó alrededor de la mesa, sin dejar nunca de mirarla a los ojos a Lucy. Caminó
detrás de ella. No quería darse la vuelta, así que ella miró por la ventana. El edificio
Wine Trader era el más alto en la zona, así que todo lo que podía ver era el cielo.
Sus pasos se detuvieron. Ella podía sentirlo de pie justo detrás de ella. Ella había
tenido suficiente de esta mierda, si iba a despedirla por qué no se quitaba de rodeos.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Qué te hace pensar que te voy a despedir?
Hubo un silencio que pareció durar una eternidad, entonces él dijo —Tú querías
que te follara ayer, ¿no?
Lucy se dio la vuelta para mirar al hombre. No podía asimilar lo que acababa de
decir.
— ¿Qué...?
Wow. Este hombre era directo. Lucy podía sentir la humedad en la parte delantera
de sus bragas. ¿Qué podía decir? Era cierto. Ella lo había querido ayer, pero ella no
podía simplemente decirlo. ¿Podría?
Antes de que ella tuviera la oportunidad de decir nada, el hombre la agarró del
hombro y la hizo girar, por lo que estaba frente a la mesa de nuevo. Entonces él la
empujó hacia adelante, quedando inclinada sobre el escritorio. Su mano subió su
falda hasta mostrar sus bragas. Lucy trató desesperadamente de recordar cuales
eran las que se había puesto esa mañana, su mano llegó a su alrededor, y tiró las
bragas a un lado, sus dedos tocaron sus labios vaginales húmedos, contuvo el
aliento, y separo más sus pies. Ella estaba más húmeda de lo que había estado
durante meses. Los dedos de él encontraron su clítoris y lo estimularon lentamente
al principio, luego más rápido. Dos dedos empujaron poco a poco dentro de ella,
mientras él continuaba estimulando su clítoris con la otra mano. Sus dedos se
curvaron dentro de ella y le acarició su Punto G perdiéndose en el placer, de
repente se detuvo y se apartó.
— ¿Qué coño...? —Lucy se dio la vuelta para mirar al hombre que todavía tenía la
misma expresión pétrea.
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El Club de las Excomulgadas
—Tengo una reunión en veinte minutos, hay un coche que me espera abajo.
Sugiero que volvernos a reunir el lunes por la mañana ya que voy a tener más
tiempo.
— ¿Qué fue todo eso? —Alison exigió tan pronto como Lucy regresó a su
escritorio.
—Nada. —Lucy sabía que no podía decir nada sobre lo que acababa de suceder.
Además ¿qué diría? Ella ni siquiera lo entendía. Alison era persistente, así que al
final Lucy le dijo que le habían dado una advertencia a causa del incidente de la
falda. Eso pareció satisfacer a Alison.
El resto de la tarde fue un borrón. Lucy pasó a piloto automático para responder a
sus llamadas, pero todo el tiempo seguía teniendo flashbacks. ¿Convocar el lunes
realmente quería decir lo que ella creía?
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El Club de las Excomulgadas
Parte 3
Lucy llamó por teléfono a sus amigas para cancelar. Ellas asumieron que ella se
sentía mal ya que nunca se perdía una salida de viernes por la noche. Tenía otras
cosas en su mente. Y tenía muchas más preguntas que respuestas.
¿Quería que lo hiciera? Demonios ella sabía la respuesta a esa pregunta y era que sí
quería, y mucho más.
¿Quién era la rubia que había estado con en el hotel? ¿Estaba casado?
La cabeza le dio vueltas todo el fin de semana. Ella fue a la ciudad por sí misma en
la mañana del sábado. Ella normalmente hablaba con alguno de sus amigos, pero
no quería hacer frente a preguntas incómodas. Pasó mucho más tiempo de lo que
debería haber hecho en escoger el sostén de color rosa y las bragas. Estaba
contando las horas.
Después del fin de semana más largo que jamás había conocido, el lunes finalmente
llegó. Su compañera de piso, Karen, se sorprendió al encontrar a Lucy lista para el
trabajo veinte minutos antes de lo habitual. Lucy llevaba un vestido sencillo, a la
rodilla de color rojo largo. Algo que se había puesto a trabajar muchas veces antes.
No quería llamar la atención sobre sí misma.
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El Club de las Excomulgadas
—Hoy es lunes. A ti no te gustan los lunes por la mañana. ¡Más bien dicho no te
gustan las mañanas!
Lucy no quería entrar en esta conversación, por lo que se excusó y se fue a tomar el
autobús.
— ¿Te sientes bien? —Alison dijo cuando vio a Lucy que ya estaba en su escritorio.
Alison nunca había entrado después que ella entrara. Lucy se encogió de hombros.
Su mente estaba en otras cosas. Ella no podía sacar la imagen de Edward Jacobs de
su mente. Estaba decidida a borrar esa expresión de su cara de piedra.
Los teléfonos empezaron a sonar a las nueve en punto. Sus clientes debieron haber
Lucy asintió con la cabeza y observó a los dos hombres que estaban ya dentro de la
oficina de Claire. Mike Thomas parecía estar riendo, pero Edward Jacobs todavía
usaba la misma expresión pétrea. Claire parecía que estaba a punto de tener un
infarto. Lucy sabía cómo se sentía. Lucy logró serenarse lo suficiente para terminar
la llamada que estaba atendiendo, pero después pulso clic en el "Lejos del escritorio"
en el botón de su consola telefónica. Los dos hombres estuvieron en la oficina de
Claire no más de un par de minutos, pero a Lucy le pareció como una eternidad.
Luego se fueron.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Lo has visto? —Alison dijo.
— ¿Cómo voy a saberlo? —Lucy le hubiera gustado tener una idea de lo que estaba
pasando.
— ¿Que estaba haciendo Edward Jacobs aquí? —Alison estaba desesperada por
Lucy estaba fuera de su asiento tan rápido que casi golpeó a Claire. Una vez dentro
de la pecera, Claire dijo —Lleva esto a la oficina de Edward Jacob.
— ¿Qué son?
En circunstancias normales, Lucy habría preguntado por qué tenía ella que llevar
las cifras de ventas hasta el quinto piso. Pero pensó que ella ya sabía la respuesta.
La recepcionista del quinto piso le dio a Lucy la misma mirada altanera que le
había dado el día anterior. Como si a ella le importara. Tenía una reunión a la cual
debía asistir.
La misma voz severa le dijo que entrara en la oficina. Esta vez Edward Jacobs
estaba de pie en el centro de la habitación, sobre la alfombra oriental.
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El Club de las Excomulgadas
—Bájalas —Hizo un gesto hacia las cifras de ventas.
Lucy pensó que iba a explotar cuando su lengua separó sus labios húmedos. Se
preguntó si la habitación era insonora, y si ella se atrevería a hacer algún sonido.
De repente, no tenía más remedio, y dejó escapar un grito de asombro cuando su
lengua encontró su clítoris y lo estimuló una y otra vez. Ya no le importaba si la
altanera de la recepción podía oírla. Lucy se echó hacia atrás, y reposó su cabeza
sobre la parte posterior del escritorio. Empezó a estimular sus propios pezones
mientras Edward metía primero uno, luego dos y finalmente tres dedos
profundamente en su interior. Todo el tiempo su lengua experta jugaba con su
clítoris. Momentos más tarde el cuerpo de Lucy empujó contra la cara de Edward
mientras se precipitaba hacia su clímax. Sabía que se iba a correr y quería
detenerlo. Ella no quería que esto terminara. Perdió la batalla, y sintió los espasmos
de la fiebre del orgasmo a través de su cuerpo. Pensó que podría aplastarlo entre sus
piernas.
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El Club de las Excomulgadas
Ella no se movió durante unos segundos. Cuando volvió a tener aliento, se levantó
para enfrentarse a él. Él puso sus manos debajo de sus brazos y la levantó de la
mesa, la volteo, tal como lo había hecho el viernes. La empujo hacia delante, por lo
que sus pechos se apretaron hacia abajo sobre el escritorio frío. Oyó el sonido de su
cierre y, a continuación, momentos después lo sintió entrar en ella. Él no era suave.
Su ritmo era rápido y urgente. Cada golpe le cortó la respiración por un momento.
Pero ella quería más y más duro todavía, y apretó su trasero contra él. Él respondió
y los golpes se hicieron más rápidos y más duros. De repente, la agarró del pelo con
una mano, y tiró la cabeza hacia atrás. Con la otra mano le apretó fuertemente los
senos contra el pecho.
Unos momentos más tarde ella supo que él estaba a punto de llegar, por lo que
movió la mano a la base de su polla intentando retrasar el momento. Él retiró la
mano. Sería el único en decidir cuándo iba acorrerse. Disparó su corrida por
primera vez en la parte posterior de la boca. Ella luchó para tragar, apenas había
acabado cuando la segunda ola de semen llenó su boca de nuevo. El bombeo se
detuvo, pero aún había más esperma llenando su boca. Luego se sacó la polla de su
boca. Aún de rodillas, alzó la vista hacia él, abriendo la boca ligeramente para
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El Club de las Excomulgadas
mostrarle el semen que todavía estaba allí. Alguno le goteaba hacia abajo sobre el
mentón.
Ella cogió el semen en su barbilla con su dedo, y se chupó el dedo. Entonces ella
tomó su polla, todavía semi-dura, de nuevo en la boca para chupar las gotitas de
semen restantes.
Alison estaba llena de preguntas, pero Lucy le dio una endeble escusa. Ella acababa
de entregar las cifras de ventas, después de todo.
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El Club de las Excomulgadas
Parte 4
— ¿Qué está pasando? —Lucy dijo. Habían pasado tres semanas desde que "aquel
día" y Lucy y no visto ni oído nada de Edward Jacobs.
— ¿A partir de cuándo?
FIN
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