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CAUSA MARANDO, CATALINA

GRACIELA C/ QBE ARGENTINA


ART S.A.S/ ACCIDENTE

Doctrina de la
Corte Suprema de
Justicia para fijar
la indemnización
por accidente de
trabajo
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VERONICA P. CALLEJA DEL CONSULTOR PRÁCTICO LABORAL DE
EDITORIAL LA LEY
Actualizado el 09/10/2017

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La Corte Suprema el 12 de septiembre de 2017 en los autos


"Marando, Catalina Graciela c/ QBE Argentina ART S.A.s/
ccidente- ley especial (1)" revocó un fallo de la Cámara Nacional
de Apelaciones del Trabajo que había incrementado el importe de
la indemnización por accidente laboral fijado por el juez de
primer instancia, conforme la ley de riesgos del trabajo.
 
El fallo de Sala VII de la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo, dictado por el juez Rodríguez Brunengo y la jueza
Ferreiros, reconoció que por aplicación de la fórmula prevista en
el artículo 15 de la Ley de Riesgos del Trabajo la indemnización
ascendía a $ 435.103,50 pero, de los fundamentos del fallo se
manifiesta que tal importe era insuficiente, por ello se estimó
justo elevar la indemnización, teniendo en consideración la
diversidad de datos y parámetros del caso en estudio, entre otros
que el trabajador tenía al momento del accidente, que le ocasionó
el fallecimiento, 50 años de edad, es decir, una extensa vida
laboral y social por delante, el salario a dicha época"; así estimó
"justo fijar el resarcimiento en la suma de $700.000, a la cual
deberá adicionarse la indemnización adicional contemplada en el
art. 11 apartado 4 de la ley 24.557, conforme decreto 1694/2009
($120.000 -pesos ciento veinte mil-); por lo cual el capital total de
condena asciende a la suma de $820.000".

La Corte con la firma de los jueces Ricardo Lorenzetti, Juan


Carlos Maqueda y Elena Highton de Nolasco, y la disidencia del
juez Horacio Rosatti, revocó ese fallo señalando que, es arbitraria
la sentencia si al pronunciarse respecto de la indemnización de un
trabajador fallecido, sostiene que, aunque no suscribía lo resuelto
por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en "Espósito",
acataría las pautas allí establecidas con el fin de evitar un
dispendio innecesario jurisdiccional y de tiempo, pero por
considerar exigua la indemnización calculada con arreglo a esas
directivas, mediante la sola invocación de principios genéricos
vinculados con la equidad de la reparación y aludiendo a algunas
circunstancias del caso, fijó los resarcimientos con total
prescindencia de la Ley de Riesgos del Trabajo -sobre cuya
constitucionalidad no se pronunció específicamente- y en franca
contradicción con la premisa postulada inicialmente.
Recordemos que la Ley de Riesgos del Trabajo 24557, ha sido
modificada y complementada este año por la ley 27.348, que
junto con la ley 26.773 y el decreto 472/2014, siendo actualizado
los parámetros para el cálculo de los montos de indemnización
fijados en el texto original de la ley.

Se puede apreciar que las modificaciones introducidas a


principios del año 2017, tienden a liberan de toda responsabilidad
civil al empleador, propiciando la aplicación de la ley especial de
prevención en empleadores y ART, con un cambio en el cálculo
de las indemnizaciones tarifadas que permite actualizar los
valores indemnizatorios.

Como señala el juez y profesor, Julio A. Grisolia (2), estas


normas generaron diversas interpretaciones en doctrina y
jurisprudencia en relación a cómo efectuar el cálculo por RIPTE,
a qué conceptos dicha actualización era aplicable, la discusión,
terminó zanjada por la CSJN en el fallo "Espósito (3)", el cual
resulta de aplicación conforme la inveterada doctrina del máximo
Tribunal en relación a la obligación moral e acatamiento de su
doctrina judicial, sin perjuicio de la opinión personal de los
magistrados.

La postura de la Corte en el reciente fallo, afirma la aplicación de


la norma especial de Accidentes de trabajo, eliminando la
corriente doctrinara iniciada en setiembre de 2004, con los
pronunciamientos de la Corte en los fallos "Aquino"(4),
"Castillo(5)", "Milone (6)", entre otros que como señala Horacio
Schick (7)"que hicieron colapsar los pilares de
inconstitucionalidad de la ley de riesgo de trabajo "24.557 y
propiciaban la reparación integral del daño en base a las pautas
del derecho civil.

Considero que con las doctrinas del máximo tribunal sentadas en


los fallo, "Espósito" y "Marando" se manifiesta una nueva línea
jurisprudencial del Máximo Tribunal de la Nación que respeta los
beneficios y pautas reguladas por la leyes de accidentes de
trabajo, que media entre la tendencia jurisprudencial que regia la
Corte en el año 2002 con el fallo "Gorosito" y los criterios
jurisprudenciales que reinaron desde el año 2004 a 2016.

Esta postura permite que la Ley de Riesgos del Trabajo otorgue


una protección a los trabajadores, por los casos de accidentes
laborales y accidentes en el trayecto entre su casa y el lugar de
labor; y que las reparaciones previstas puedan ser cubiertas por
las compañías aseguradoras que contratan las empresas sin que
ello implique un costo laboral excesivo, sino que es previsible
ante el accidente.

La Corte resolvió que el reajuste de


indemnizaciones por accidentes de
trabajo dispuesto por la ley 26.773 en el
año 2012 no puede aplicarse a los
accidentes ocurridos con anterioridad
En el fallo dictado en la causa “Espósito, Dardo Luis c/ Provincia ART S.A. s/ accidente
– ley especial”, con la firma de los jueces Lorenzetti, Highton de Nolasco y Maqueda, la
Corte Suprema resolvió que el reajuste de las indemnizaciones legales dispuesto por ley
26.773 en octubre de 2012 no puede aplicarse a la reparación de daños provocados por
accidentes laborales ocurridos con anterioridad.
En 1995 la ley 24.557 de riesgos del trabajo estableció un sistema de reparación de los
accidentes y enfermedades laborales por el cual la compañía aseguradora contratada por
el empleador debe pagarle al trabajador una indemnización que se establece tomando la
edad de la víctima, el sueldo que cobraba y la medida en que quedó incapacitada para
seguir trabajando. En el año 2000, a la indemnización así calculada se le añadió el pago
de una suma fija que podía ser de $ 30.000, $ 40.000 o $ 50.000, de acuerdo con el
mayor o menor grado de la incapacidad sufrida por el trabajador.
A fines de 2009, la indemnización adicional de suma fija fue elevada a $ 80.000, $
100.000 y $ 120.000, respectivamente; y para la indemnización variable se fijó un piso
mínimo que, por ejemplo, para los casos de incapacidad total o muerte ascendía a
$180.000, es decir, que la aseguradora jamás podía pagar menos de ese importe aunque
el sueldo de la víctima hubiera sido muy bajo.
En octubre de 2012 este sistema especial de reparación de los accidentes y
enfermedades laborales tuvo un nuevo reajuste. Concretamente, la ley 26.773 dispuso
que aquellos importes fijados a fines de 2009 -para el piso mínimo de las
indemnizaciones variables y  para las indemnizaciones adicionales de suma fija- debían
actualizarse a valores de octubre de 2012 tomando en cuenta la variación del índice
RIPTE (Remuneraciones Imponibles Promedio de los Trabajadores Estables)  publicado
por la Secretaría de Seguridad Social del Ministerio de Trabajo, que un índice de
medición del incremento de los salarios. La ley también estableció que, a partir de
octubre de 2012, los importes en cuestión (piso mínimo e indemnización fija adicional)
se actualizarían por el índice RIPTE cada seis meses.
El art. 17.5 de la ley 26.773 dejó en claro que las nuevas disposiciones de esta ley en
materia de indemnizaciones regirían para el futuro, pues solamente se aplicarían a los
accidentes y enfermedades laborales cuya primera manifestación invalidante se
produjera a partir de la fecha en la que la nueva ley fue publicada en el Boletín Oficial
(26 de octubre de 2012). Sin embargo, varias salas de la cámara laboral porteña y otros
tribunales del país resolvieron aplicar las disposiciones de la ley 26.773 a casos de
accidentes o enfermedades que eran anteriores a la fecha mencionada. Es decir, que en
lugar de condenar a las compañías aseguradoras de riesgos laborales a pagar las
indemnizaciones legales vigentes cuando ocurrieron esos hechos (más los intereses
pertinentes), las condenaron a pagar importes actualizados mediante el índice RIPTE; y,
en muchos casos, a esos importes actualizados les sumaron intereses calculados con una
tasa “activa” que es superior al porcentaje de inflación (lo que implicó una doble
actualización).
Las aseguradoras de riesgos del trabajo (ART) apelaron esos fallos ante la Corte
Suprema. Los escritos de apelación señalaron que había un evidente descalce
económico entre lo recaudado en su momento por las ART en concepto de cuotas de
afiliación de los empleadores, que estaban calculadas para enfrentar el costo de las
indemnizaciones que el régimen especial de reparación contemplaba anteriormente, y lo
que ahora se verían obligadas a pagar en virtud de esta indebida a actualización –o, en
su caso, doble actualización- de indemnizaciones correspondientes a hechos que
ocurrieron con anterioridad a la entrada en vigencia de la ley 26.773. También señalaron
que ese elevado incremento de las indemnizaciones que las aseguradoras deberían pagar
supone un quebranto económico que, de mantenerse, podría poner en peligro su
estabilidad financiera y, por ende, la subsistencia misma del régimen legal de seguro
que ampara a todos los trabajadores frente a los riesgos de su labor. Régimen en el cual
las ART cumplen un rol esencial que no se limita al otorgamiento de prestaciones en
dinero y en especie para la rehabilitación de los trabajadores damnificados y para la
reparación de los daños sufridos, sino que abarca también una participación muy activa
de las aseguradoras en todo lo que hace a la prevención de los riesgos laborales.
Tomando como base para el análisis datos suministrados por organismos oficiales, y
también los que surgen de las 243 causas que ya han llegado a conocimiento del
Tribunal, la Unidad de Análisis Económico de la Corte Suprema ha efectuado cálculos
que permiten advertir la gravedad del desajuste financiero denunciado por las
aseguradoras; por ejemplo, en el año 2011 la cuota media de aseguramiento percibida
por las ART de los empleadores tendría que haber sido un 48% más alta para absorber
el impacto económico de la aplicación retroactiva del índice RIPTE. Asimismo, la
Unidad de Análisis Económico ha efectuado una estimación global de los mayores
costos que el sistema de cobertura de los riesgos del trabajo debería soportar si la
Justicia masivamente adopta el criterio de reajustar por dicho índice las
indemnizaciones correspondientes a los accidentes ocurridos antes de octubre de 2012.
Teniendo en cuenta el total de causas en trámite en todo el país, la Unidad ha
establecido que esos mayores costos oscilarían entre seis mil ochocientos y nueve mil
cuatrocientos millones de pesos.
En la sentencia dictada hoy en el caso “Espósito”, la Corte sostuvo que la decisión de la
cámara laboral porteña de actualizar mediante el índice RIPTE la indemnización legal
correspondiente a un accidente que había ocurrido en marzo de 2009 no se compadece
con el claro texto de la ley 26.773. Esta ley claramente estableció que sus disposiciones
en materia de reajuste –de las indemnizaciones de suma fija y de los pisos mínimos de
las indemnizaciones variables- solamente se aplicarían a las contingencias futuras; más
precisamente, a los accidentes que ocurrieran y a las enfermedades que se manifestaran
con posterioridad a su publicación. El texto del art. 17.5, al establecer que “las
disposiciones atinentes a las prestaciones en dinero” entrarían en vigencia a partir de la
publicación de la ley en el Boletín Oficial, no dejó margen alguno para otra
interpretación.  Y la precisa regla que emana de este último precepto legal no puede
dejarse de lado, como lo hizo la cámara, alegando supuestas razones de justicia y
equidad que no fueron explicadas.
Una nota de Diario Judicial sostiene que “hace exactamente un año, la
Corte Suprema de Justicia dejó en claro en el fallo ‘Espósito’ que los
juicios por accidentes de trabajo acaecidos antes de la entrada en
vigencia de la reforma que la Ley 26.773 le hizo a la Ley de Riesgos del
Trabajo no se regirán por esa norma sino por la anterior, la 24.557”.

El fallo “fue bien recibido por las ART, ya que el Máximo Tribunal otorgó
‘seguridad jurídica’ a la hora de la sustanciación de los planteos por la
aplicación temporal de la norma. Ante nuevos planteos, la Corte se
mantuvo firme en los postulados de ‘Espósito’”.

Diario Judicial informa que “eso fue lo que ocurrió en la causa ‘Nieva,
Alejandra Mariela c/ Nación Seguros de Retiro S.A. y otro s/ acción de
amparo’, donde el Máximo Tribunal dejó sin efecto una sentencia de la
Sala III de la Cámara del Trabajo, que admitió una prestación por
incapacidad laboral permanente prevista en el art. 14.2.b de la Ley
24.557”.

La Cámara había condenado solidariamente a la aseguradora de riesgos


del trabajo y a la compañía de seguros de retiro codemandadas al pago
de la indemnización, que se debía realizar con “los parámetros que
surgen de la Ley 26.773”.

La ART y la aseguradora impugnaron la aplicación de la Ley 26. 773 por


considerar que al resultar las demandadas las únicas apelantes, la
Cámara “incurrió en una reformatio in pejus”, que impide dictar un fallo
con consecuencias más gravosas al único apelante. También
cuestionaron la condena solidaria por el crédito reconocido porque
excedía “la responsabilidad asumida por cada una de las demandadas en
el marco de una relación contractual”.

La Corte, con los votos de Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos


Maqueda y Carlos Rosenkrantz, más la disidencia de Horacio Rosatti,
dirimió la cuestión en tres líneas: “Los agravios con que ambas
demandadas cuestionan la aplicación al caso de la Ley 26.773
encuentran adecuada respuesta en las consideraciones y conclusiones
expresadas por este Tribunal en la causa ‘Espósito’”.

Cabe recordar que en “Espósito”, la Corte, con votos de Lorenzetti,


Highton de Nolasco y Maqueda, “realizó una interpretación literal del
artículo 17.5 de la norma, que establece que ‘las disposiciones atinentes
a las prestaciones en dinero entrarían en vigencia a partir de la
publicación de la ley en el Boletín Oficial’, por lo que se sostuvo que los
accidentes ocurridos con anterioridad a esa fecha no se podían regir por
la reforma aprobada en 2012”.

La Corte indicó que la Ley 26.773 “estableció pautas precisas para


determinar a qué accidentes o enfermedades laborales correspondería
aplicarles las nuevas disposiciones legales en materia de prestaciones
dinerarias” y que, por su aplicación, “quedaba afuera la posibilidad de
acudir a las reglas generales de la legislación civil sobre aplicación
temporal de las leyes”.

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