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Este primer módulo es una aproximación a la teoría de las inteligencias múltiples, formulada por
Gardner a principios de los años 80 del siglo XX. Los contenidos se han dividido en tres partes:
Objetivos
Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar un árbol,
pasará su vida creyendo que es un idiota.
La frase de inicio, ampliamente compartida en redes sociales, lanza un dardo sobre el blanco de
los sistemas educativos que hemos perpetuado durante décadas. Y sirve, además, de ilustración
para replantearnos ciertas cuestiones que atañen a nuestro oficio. A modo de parábola, cuentan
que, hace mucho tiempo, en una escuela de animales, la comunidad educativa se empeñó en que
todos sus miembros corrieran, nadaran, treparan y volaran conforme a cierto porcentaje
preestablecido. De tal manera, aquella escuela puso el énfasis en mejorar las ineptitudes,
buscando la uniformidad. La teoría de la escuela se basaba en que los buenos animales tenían que
ser igual de capaces tanto en una cosa como en la otra. Hubo un pez que dejó de nadar bien, y
pasaba las tardes dando coletazos en torno al estanque. El águila, que podía llegar volando
fácilmente hasta la copa de un árbol, fue reprendida por no saberlo escalar de la manera prescrita.
El esforzado pingüino, con sus cortas alas, no hizo grandes progresos en la asignatura de vuelo. El
ornitorrinco aprobó únicamente en dos departamentos, al conejo le entró un ataque de ansiedad, y
tan solo una extraña anguila, que había desarrollado una especie de extrañas alas en sus
pectorales, pudo cubrir medianamente con todas las expectativas. Todo esto en nombre de la
Educación.
De la cita del principio podemos extraer también una lección indirecta, más sutil. La frase, en la
inmensidad de los motores de búsqueda de internet, se atribuye erróneamente a Albert Einstein,
por una de esas conocidas inercias que hacen que se propaguen pensamientos concebidos en
cabeza ajena, que nos vienen dados y cuyo origen asumimos sin mínima resistencia ni
cuestionamiento alguno. Así sucede también con los sistemas educativos actuales, marcados por
la Revolución Industrial, en los que, en un panorama de creciente mercantilización, se buscaba
primar las salidas laborales, sin tomar en consideración la creatividad y muy poco en cuenta las
capacidades artísticas. De ahí que, dado aquel escenario -laboral y académico-, no muy distinto del
actual, un prestigioso educador como Ken Robinson nos prevenga: “Tenemos que cuestionar
aquello que damos por sentado acerca de nuestras habilidades y de las habilidades de otra
gente”. Una manera de decir que el mejor o peor rendimiento académico de nuestros alumnos
depende de esas capacidades que normalmente prestigiamos, en detrimento de aquellas otras que
tradicionalmente arrinconamos.
n una escuela posterior, derivada de la del cuento anterior, la comunidad educativa decidió no
exigir por igual esas cuatro habilidades. Y un día, los propios animales se pusieron de acuerdo
para sentarse a elaborar un nuevo plan de estudios. El mono insitió en que todos tenían que
aprender a trepar a los árboles, a lo que el canguro replicó que lo que había que hacer era
aprender a saltar, y el elefante terció con que lo importante era tener apariencia y mirada de sabio.
Los hijos de sus hijos tomaron el relevo... y aún siguen discutiendo.
Que no cunda el desánimo. Si eres de los que alguna vez ha sido capaz de cuestionarse lo
evidente, piensas a menudo que no hay una única norma inflexible para decidir quién es útil y
quién no, o crees que no merece la pena el esfuerzo de intentar convertir a notables nadadores en
torpes trepadores, estás en el buen comienzo.
Unos dijeron que el elefante era como una columna, otros como una cuerda, un abanico,
una pared, una tubería... dependiendo de la parte del todo que habían palpado (una pata, la
cola, una oreja, la tripa, la trompa...). Todos tocaron una parte y nadie, ignorando al resto,
obtuvo una respuesta completa y satisfactoria.
Como en la escuela del pez trepador, todos los que describieron a aquel elefante tenían parte de
razón, pero ninguno estaba en lo cierto. Siglos más tarde, la analogía sigue teniendo vigencia para
explicar muchos de los fenómenos que atañen a muy distintas áreas del conocimiento, e incluso a
las relaciones humanas. Si la traemos aquí, es a cuento del sempiterno y controvertido debate
acerca de la inteligencia, cuyo concepto depende de mútiples factores:
Del contexto. Podemos asociar la nteligencia, por ejemplo, a una persona con excelentes
resultados académicos obtenidos en un contexto escolar, o al excelente don de gentes de
una persona en un contexto profesional. O al navegante que desliza su barca por miles de
islas de los Mares del Sur mirando las estrellas.¿Quién de los tres es más inteligente?
De la disciplina. Las contribuciones de antropológos, neurocientíficos e informáticos (con
su aportaciones en el terreno de la inteligencia artificial) han hecho virar la manera de
concebir la inteligencia, que ha dejado de ser patrimonio exclusivo del otrora sacrosanto
territorio de la psicología, en palabras de Gardner.
De la cultura. Hay culturas que ni siquiera tienen una palabra o un concepto llamado
"inteligencia". Otras la definen en términos de, por ejemplo, obediencia, capacidad de
escuchar, precaución, carácter, desprendimiento de los propios bienes materiales...
conceptos bastante alejados de la visión cognitiva que se tiene en Occidente, mediatizada
por razonamientos abstractos, toma de decisiones o resolución de problemas.
Dentro del ámbito de la psicología, la definición de inteligencia ha ido gravitando a lo largo de los
años en torno a varias cuestiones fundamentales:
Estructura o proceso. Entre, en un extremo, las posturas conductistas, para las que la
inteligencia era un constructo centrado en un resultado fuera de contexto y, en el otro
extremo, algunas definiciones subjetivas con evanescentes tintes filosóficos, la psicología
cognitiva antepuso la imprescindible necesidad de estudiar los procesos mentales y
cognitivos involucrados en la concepción de la inteligencia.
Genética o ambiente. La controversia entre genetistas y ambientalistas ahora se centra
en saber el peso proporcional que le otorgan unos y otros. La convención generalizada es
que ni el individuo es un tabula rasa como postuló Locke en el siglo XVII ni fruto exclusivo
del entorno o los condicionantes sociales, como ciertas corrientes políticas defendieron en
los años 60 del siglo XX.
Unitaria o factorial. En el origen del concepto psicológico de inteligencia se debatía si
considerarla algo unitario regido por un factor general o si podía descomponerse en 2, 7 o
120 factores (Guilford), como si se tratara de un inmenso cubo de Rubik. A esas dos
facciones Gardner las etiqueta, respectivamente, como "puristas", cuando a la inteligencia
se le dota de un carácter singular, y "pluralistas", si se defienden varias facultades
relativamente independientes.
La definición de Gardner se enmarca en torno a esas tres cuestiones esenciales sobre las que ha
transitado la definición de inteligencia. Lejos de cerrar en Psicología ningún debate, Gardner aporta
su propia definición, que se alista en las filas de la inteligencia como proceso, en ponderado
balance genético-ambiental, sin descuidar el contexto cultural y que, como veremos, va un paso
más allá de la concepción factorial.
Empecé definiendo una inteligencia como “la capacidad de resolver problemas o de crear
productos que son valorados en uno o más contextos culturales”. Llamé la atención sobre algunos
hechos fundamentales de la mayoría de las teorías de la inteligencia: concretamente, que sólo se
fijaban en la resolución de problemas e ignoraban la creación de productos y que partían del
supuesto de que la inteligencia sería evidente y apreciada en cualquier lugar, (…) Ahora defino una
inteligencia como “un potencial biopsicológico para procesar información que se puede
activar en un marco cultural para resolver problemas o crear productos que tienen valor
para una cultura”
De la g de inteligencia
La inteligencia es lo que miden los test de inteligencia.
Bridgman
Con el precedente, a finales del siglo XIX, de Darwin y su teoría de la evolución, que había
despertado el interés por explorar las diferencias intelectuales entre distintas especies, a principios
del siglo XX se crea en París, a instancias del Ministerio de Educación francés, la que se considera
la primera prueba de inteligencia, atribuida a Alfred Binet. Con ella se pretendían afrontar las
dificultades en el rendimiento académico de muchos niños recientemente escolarizados en París,
procedentes de lejanas colonias y del resto del país. En 1905 publicó su primera escala de
inteligencia y, solo siete años después, el psicólogo alemán Wilhelm Stern ya había acuñado el
término “cociente de inteligencia” (CI).
Es justo en aquella belle époque cuando Charles Spearman, desde Londres y en 1904, expone su
teoría bifactorial de la inteligencia, según la cual existe un factor general (g), que sería hereditario
y que subyace a la ejecución de todas las tareas intelectuales, y varios factores específicos o
secundarios (s), que tienen un papel determinante para cada actividad y que son más moldeables
por el ambiente. La confluencia en el tiempo de la teoría de Spearman y los primeros intentos para
medir la inteligencia representó un exitoso matrimonio de conveniencia. Al factor g, que resumía de
manera abstracta y oculta la inteligencia general del individuo, le vinieron como anillo al dedo los
primeros tests de inteligencia, pues permitían obtener un dato concreto y visible, producto de las
operaciones estadísticas (mediante análisis factorial) que correlacionaban las distintas partes de la
prueba.
La prueba de Binet saltó al otro lado del Atlántico, y se adaptó y arraigó con tanta fuerza que en los
años veinte y treinta los psicómetras estadounidenses la administraban, ya con lápiz y papel, de
manera grupal y precisa, convirtiendo dichas pruebas en una parte integrante de la selección de
personal, del reclutamiento de soldados y de la práctica educativa. Hasta tal punto se pontificaron
dichas pruebas que la manida y vacía tautología que preside este apartado ("La inteligencia es lo
que miden los test de inteligencia") ha acompañado durante décadas las lecciones que sobre
inteligencia contenían los manuales especializados de Psicología.
El concepto del CI supuso una ruptura en su momento. Es cierto. Pero, desde entonces, el test de
CI, en palabras de un irónico Gardner, "ha aparecido como el éxito más grande de los psicólogos:
una útil herramienta genuinamente científica". Los ataques de Gardner a ese factor g, y a toda la
tradición cartesiana que lo sustentaba, tuvieron que esperar algunas décadas para poder
advertir errores y advertir de los siguientes peligros:
La osadía de Gardner no fue tanto hablar de "factores" componenciales (dos, siete, veinticinco o
ciento veinte) o de distintos "talentos" relacionados con la noción de inteligencia sino la de ampliar
el rango de inteligencias, dotarlas de entidad propia y, por tanto, cambiar la orientación del eje
teórico, incorporando conceptos más artísticos, aplicaciones más prácticas y un sentido integrador
y multidisciplinar a todo el conjunto. Desde el punto de vista teórico-científico, la teoría de Gardner
se ha visto sometida a críticas que han cuestionado su solidez empírica o que han advertido de las
contradicciones que supone el hecho de terminar recurriendo a tablas psicométricas que el propio
Gardner había puesto en entredicho.
A la G de Gardner
La tarea para el nuevo milenio no consiste simplemente en afinar nuestras diversas
inteligencias y emplearlas adecuadamente. Debemos comprender cómo podemos combinar
la inteligencia y la moralidad para crear un mundo en el que todos queramos vivir. Después
de todo, una sociedad dirigida por personas “inteligentes” bien podría saltar por los aires o
acabar con todo el planeta. La inteligencia es valiosa, pero como comentó Ralph Waldo
Emerson, “el carácter es más importante que el intelecto”.
Howard Gardner
La teoría de las inteligencias múltiples había despertado interés en multitud de países tras más de
una década de puesta en práctica, y podía ya hablarse de sus implicaciones en el ámbito
educacional. En 1999 Gardner revisó su teoría y publicó su libro La inteligencia
reformulada (Intelligence Reframed) de cuya introducción está sacada la cita de cabecera. Dos
años después, Gardner fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias
Sociales. El jurado valoró "su compromiso social y ético con la mejora del sistema educativo". De
entre las declaraciones de Gardner al conocer la concesión del premio, destacamos estas, en las
que aboga decididamente por un cambio de perspectiva:
“En estos momentos en que las ciencias sociales angloamericanas ponen el acento casi por
completo en el trabajo cuantitativo, me alegro de que este premio pueda reconocer la rama de las
ciencias sociales que implica análisis cualitativos y amplias síntesis del conocimiento.”
Gardner considera que las inteligencias que él describe carecen de valor intrínseco, y que el
comportamiento de cada individuo en sociedad, haciendo uso de sus inteligencias, constituye una
cuestión moral fundamental.
Con ocasión de la concesión del premio, el escritor Eduardo Punset y el galardonado Howard
Gardner mantuvieron una aleccionadora charla acerca de la plasmación y el trasfondo de la teoría.
Algunos de esos momentos están contenidos en el documental De las inteligencias múltiples a
la educación personalizada, emitido en el programa Redes, de RTVE. Howard Gardner con
Eduardo Punset. Gardner por Gardner.
CI
El término CI (en inglés, IQ) hace referencia al cociente intelectual, resultado de dividir la edad
mental entre la edad cronológica. Se dice por tanto cociente, y no coeficiente, como se escucha
repetidas veces en la traducción de la primera parte del vídeo.
INTELIGENCIAS
En su primer texto sobre inteligencias múltiples (Frames of mind, 1983), Gardner estableció 7
inteligencias. La lingüístico-verbal y la lógico-matemática formaban parte del núcleo duro de lo
que tradicionalmente se consideraba como inteligencia general, y era lo que se venía midiendo en
los tests de inteligencia.
El psicólogo de Pensilvania, preocupado por la génesis del conocimiento artístico, abrió la puerta a
otras tres inteligencias, que habían sido ensombrecidas por no maridar muy bien con el poso
positivista que reinaba entre los psicómetras de la época: la espacial, la musical y la cinético-
corporal. Además, puso el énfasis en las inteligencias personales: la intrapersonal y
la interpersonal, que están claramente integradas en la inteligencia emocional, concepto que en
1996 popularizaría Daniel Goleman. En una revisión posterior, añadió una octava, la
inteligencia naturalista.
Hay una inteligencia candidata para ser la novena, la espiritual o existencial, relacionada con la
facilidad para conceptualizar cuestiones "esenciales", como la vida y la muerte, el bien y el mal.
Gardner, en 1999, debate consigo mismo sobre tan espinosa cuestión, y concluye sin darle carta
de naturaleza, e ironizando al estilo de Fellini, hablando de "ocho y media".
Definiciones
Las ocho inteligencias establecidas por Gardner en su última reformulación pueden ser definidas
de muy diferentes formas. Más allá de explicaciones de corte más o menos descriptivo, el mismo
Gardner se deja llevar a veces por lo que Sofía Gallego caracteriza de "cierto romanticismo
científico", y recurre en sus publicaciones a ejemplos basados en figuras destacadas, como T.S
Eliot, Yehudi Menuhin, Virginia Woolf o Stravinsky. Para distinguir entre valores e inteligencia,
contrapone figuras que han hecho muy distinto uso de su alta inteligencia lingüística. Goethe para
crear arte y Goebbels para generar odio. O de la inteligencia interpersonal, usada por Gandhi para
la empatía y por Maquiavelo para la manipulación.
A modo de aproximación, hay quienes, con una clara intención didáctica -que incluye la divulgación
de la teoría entre la comunidad educativa-, asocian determinados personajes famosos con cada
una de las inteligencias, sin que eso suponga que determinada inteligencia tenga que desembocar
inexorablemente en el éxito en un campo o ámbito concretos.
En las próximas secciones, la fuente principal utilizada para la descripión de cada inteligencia
procede de una tabla traducida por Nuria de Salvador, ampliamente utilizada y repetida en los
resúmenes sobre inteligencias múltiples, extraída de Developing Students' Multiple Intelligences,
de Kristen Nicholson-Nelson. La hemos tomado como referencia porque las tres columnas que
utiliza para caraterizar las inteligencias ayudan a la claridad expositiva, pese a que, en ocasiones,
esos tres criterios se solapen necesariamente entre sí:
las habilidades en las que se destaca
las actividades más placenteras
la mejor manera de aprendizaje
Nuestra exposición no se completa con más nombres propios de figuras destacadas en una u otra
de las inteligencias. Para aplicar el espíritu de la teoría, y dando rienda suelta a la inteligencia
visual, hemos añadido, como complemento para la descripción de cada capacidad, fragmentos de
una selecta muestra de películas españolas, en donde sus protagonistas dan ejemplo de distintas
fortalezas en cada una de las ocho inteligencias.
Lingüístico-verbal
Capacidad de usar las palabras, de forma oral y escrita, de modo eficaz y creativo. Habilidad
tanto para los aspectos meramente formales y lingüísticos (fonética, sintaxis y semántica)
como para los pragmáticos (retórica, relevancia en las explicaciones, metalenguaje...). Las
personas que la tienen muy desarrollada piensan en palabras y son buenos comunicadores.
Lógico-matemática
Capacidad para usar los números de manera efectiva y para razonar adecuadamente.
Asociada al "pensamiento científico". Implica facilidad para establecer conexiones entre
informaciones que pueden parecer separadas, solventando con eficacia la parte analítica en
la resolución de un problema. Incluye sensibilidad para los esquemas, patrones y relaciones
lógicas, así como para las proposiciones, funciones y otras abstracciones relacionadas. Se
involucra en planificaciones, prioridades y sistematizaciones.
Si no tienes por delante una enigmática e inaplazable cita, como los protagonistas de La
habitación de Fermat (Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña, 2007), puedes pasar un rato averiguando
el patrón de la secuencia 5-4-2-9-8-6-7-3-1, antes de que aparezca la bibliotecaria y te proporcione
una pista.
Visual-espacial
Capacidad para percibir el mundo en tres dimensiones, lo cual implica sensibilidad al color,
las líneas, la forma y el espacio. Se asocia con nuestra capacidad para ver, pero incluye
también sensaciones ligadas al color o al sonido, y aun a otras de índole somática, por lo
que muchos la catalogan de inteligencia multisensorial. Permite llevar a cabo
transformaciones basadas en la percepción del espacio, para recrearlo o representarlo, en sí
mismo o mediante objetos que lo recorran, tanto con imágenes externas como internas. Las
personas que la tienen desarrollada piensan en imágenes.
En Alas de mariposa (Juanma Bajo Ulloa, 1991), la pequeña e introvertida Ami sigue dibujando
más allá del timbre que anuncia el final de las clases.
Musical
Dice la sabiduría popular que quien canta su mal espanta. Y eso es justamente lo que ponen en
práctica los protagonistas de El otro lado de la cama (Emilio Martínez Lázaro, 2002). Van por la
vida cantando, como mandan los cánones del musical, sin otro fin que el de identificarse con la
música para aliviar penas y ausencias.
Cinético-corporal
El sur
Un acordeón desgranando las notas del pasodoble en En er mundo y un tarareo colectivo final, al
ritmo de las palmas. Por encima de todo eso, el profundo silencio de padre e hija, bordando un
baile en El sur (Víctor Erice, 1983). Sin palabras.
Intrapersonal
Capacidad de construir una percepción precisa de uno mismo, con conciencia de los
propios estados de ánimo, fortalezas y debilidades, sentimientos, deseos interiores y
motivaciones. Implica una actitud de autorregulación y autocontrol, que incluye
autocomprensión, autodisciplina y autoestima. Permite pensar en relación con las
necesidades y objetivos que están dentro de las fronteras del yo. Puede manifestarse en
personas reflexivas, planificadoras y buenas consejeras, que necesitan a veces soledad y
proyectos propios, o que evidencian habilidad para abstraerse o soñar despiertos.
El tiempo de la felicidad
En El tiempo de la felicidad (Manuel Iborra, 1997), la adolescente Verónica (Silvia Abascal) bucea
en su interior con la ayuda de su madre y la música de Leonard Cohen. Como un pájaro en el
alambre... intenta, a su manera, ser libre: "¡Ay, mamá, vete!, que voy a ver si lloro otro poco".
Como dijo el poeta canadiense, la música es la vida emocional de la mayoría de la gente.
Interpersonal
Capacidad para percibir diferencias entre las personas y detectar sus diferentes
estados de ánimo, temperamento, motivaciones e intenciones. Incluye tanto la
sensibilidad a expresiones faciales, la voz, los gestos y posturas como la habilidad para
responder. Habilidad de escuchar lo que los otros dicen, en lugar de una
interpretación distorsionada de lo dicho. Facultad de conseguir tener buenas
relaciones con los demás, entenderlos, interactuar eficazmente y ser habilidoso para
negociar o persuadir.
Princesas
Existimos porque alguien piensa en nosotros. Dos princesas frente a frente, a corazón abierto. Dos
amigas hablando de pruebas médicas, de hombres, y de todo aquello que no tienen, como el mar
de Madrid. Comunicándose con palabras, silencios, miradas y contacto físico. Empatía
concentrada, escrita por Fernado León de Aranoa en 2005 para Princesas.
Naturalista
Capacidad de distinguir, clasificar y utilizar elementos del medio ambiente, tanto objetos
inanimados como animales o plantas, ya sea del ambiente urbano como del suburbano o
rural. Incluye habilidades de observación, experimentación, reflexión y cuestionamiento de
nuestro entorno, así como sensibilidad hacia los fenómenos naturales.
En la Galicia posterior al verano de 1936, Don Gregorio, maestro republicano, saca a sus alumnos
al aire libre. La clase se convierte así en un campo abierto de observación y de amor a la
naturaleza, entre hormigas y mariposas. Ese néctar de la enseñanza está libremente concentrado
en La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999).
Preguntas
La presentación que Gardner hace de su teoría, inteligencia a inteligencia, resulta de fácil
comprensión. Es notable el esfuerzo didáctico de Gardner por intentar que sus explicaciones
resulten asequibles para todos aquellos que no forman parte del coto cerrado de la psicología. Sin
embargo, las sucesivas interpretaciones han conducido a ciertas confusiones teóricas, tanto por el
empeño de querer simplificar como, por el contrario, por el de intentar complicar esa sencillez de
origen. Por una parte, la separación de las inteligencias hasta ahora expuesta no prevé ni debe
inducirnos a etiquetar de manera unívoca a las personas. Por otra parte, es en la aplicación
concreta de estas capacidades, en la actuación de cada sujeto para situaciones de la vida real,
donde las ideas de Gardner generan más controversia. Hasta tal punto su autor ha considerado
desvirtuada su teoría que se ve ha visto obligado a desmentir lo que él cataloga de mitos. Para la
aclaración de esas legítimas paradojas nos hemos hecho a nosotros mismos una docena de
preguntas:
1. ¿Ocho o más?
Hay investigadores que han planteado la existencia de otras inteligencias. Por ejemplo,
inteligencia pictórica, espiritualidad, sensibilidad moral, humor, intuición, creatividad,
capacidad culinaria, percepción olfativa, capacidad para sintetizar las otras inteligencias,
capacidad mecánica... Últimamente se habla mucho de inteligencia transgeneracional.
2. ¿Múltiples y única?
Así es. Las inteligencias son múltiples, pero la combinación personal de esas ocho
inteligencias es única y exclusiva para cada persona.
3. ¿Excluyentes o coexistentes?
Coexisten. Cada persona tiene las ocho inteligencias y la mayor parte de la gente puede
desarrollar cada inteligencia en un adecuado nivel de competencia. Algunas personas
parecen poseer altos niveles en todas las inteligencias mientras que la mayoría tiene un
elevado desarrollo en algunas, modesto en otras, y escaso en el resto.
En la resolución de una tarea, cada cual puede hacer participar, en mayor o menor medida,
aquellas inteligencias que tiene más desarrolladas.
Propios. Cada una de las inteligencias tendría mecanismos específicos que las regulan, una
lógica interna que se manifestaría de forma particular en cada inteligencia.
No existen pruebas de que una persona con una alta capacidad espacial, por ejemplo, vaya a
desarrollar todas sus actividades (lavar el coche, reflexionar sobre sus ideas, socializarse...)
de una manera espacial. Distintas inteligencias activan mecanismos específicos en función
del problema que queramos solucionar: hacer un sudoku, componer un poema, liderar
eficazmente un grupo de trabajadores, etc.
5. ¿Independientes e interactivas?
Así es. Cada inteligencia concreta es independiente y tiene mecanismos propios, pero en un
entorno complejo operan habitualmente interactuando unas con otras, casi nunca aisladas.
En los primeros compases, Gardner se muestra convencido de que todas las inteligencias
tienen el mismo grado de importancia. Tras cuestionarse una posible preeminencia, y dado el
progresivo peso de los valores morales que han ido tiñendo las redefiniciones de su teoría, la
capacidad que destaca es la inteligencia intrapersonal, como reguladora de la esfera
individual y social, y casi como una premisa para una conducta inteligente en el resto de los
ámbitos.
Por otra parte, Gardner ha jugado a desglosar, sin mucho desarrollo, los diferentes elementos
amalgamados que interactúan en el mundo real para la obtención de un producto, como si
quisiera depurar las líneas que separan sus inteligencias, como si elaborara una "gramática
de las inteligencias".
7. ¿Divisibles o indivisibles?
Desde un punto de vista analítico, podrían aislarse las capacidades que parecen desempeñar
una función básica, esencial o “central” para cada inteligencia. Así por ejemplo, la inteligencia
musical implicaría la sensibilidad a aspectos del procesamiento musical que incluyen el tono,
el ritmo, el timbre y la armonía. En ese sentido, la capacidad para aprender idiomas podría
postularse como una subinteligencia dentro de la inteligencia lingüística.
No obstante, parece que Gardner renuncia a llevar esa vía hasta el extremo. Precisa muy bien
la terminología al hablar de "operaciones esenciales” pero, aunque admite la potencial división
en subinteligencias, prefiere no complicarse ni complicarnos con taxonomías de escaso valor
práctico.
8. ¿Inteligencias o estilos?
Si se dice que una persona tiene un estilo "reflexivo" debería serlo en todo, pero esa persona
puede ser reflexiva para la música y, sin embargo, no serlo en un ámbito que requiera un
pensamiento matemático, social o espacial.
9. ¿Inteligencias o sentidos?
No son sinónimos. Gardner evita crear una correspondencia entre inteligencias y sentidos
para desmarcarse de investigadores ampliamente rebatidos como Galton, quien, al identificar
erróneamente capacidad intelectual y sensorial, se propuso medir la inteligencia basándose
en pruebas de agudeza visual, auditiva, etc.
Las inteligencias tienen que servir para hacer u obtener algo concreto. Son medios para
obtener unos determinados fines.
En ese sentido, puede parecer simplista y equivocada, sin las precedentes puntualizaciones,
la correspondencia entre la nómina de inteligencias y las profesiones que algunos
transmisores de la teoría utilizan casi a modo proverbial. Como ha quedado expuesto,
cualquier actividad humana inteligente demuestra que en su ejecución se activan todas las
inteligencias. Por ejemplo, un buen bailarín sólo puede sobresalir si tiene una buena
inteligencia musical, para comprender los ritmos musicales, pero también una inteligencia
interpersonal para comprender cómo hacer vibrar al público con sus movimientos y una buena
inteligencia cinético-corporal para darle agilidad y gracia a sus movimientos.
8 inteligencias
Comprobar
Varias profesiones
Inteligencia musical: Está presente en de orquesta y oyentes sensibles, entre
otros.
IMPLICACIONES
Fernando Savater
El presente apartado expone las repercusiones didácticas de la teoría. Empezaremos diciendo que
de la teoría de Gardner no se desprende ninguna metodología concreta. No hay programas
específicos ni "fórmulas mágicas", como tampoco hay "escuelas Gardner". Nunca pretendió ser un
programa de técnicas y estrategias preestablecidas y, sin embargo, sus implicaciones
didácticas han ido madurando hasta cobrar una imparable fuerza.
La teoría de las inteligencias múltiples puede describirse de la manera más exacta como una
filosofía de la educación, una actitud hacia el aprendizaje, o aún como un metamodelo educacional
en el espíritu de las ideas de John Dewey sobre la educación progresiva. Pero en el vicio está la
virtud, pues ofrece a los educadores una oportunidad muy amplia para adaptar de manera creativa
sus principios fundamentales a cualquier cantidad de contextos educacionales. (Armstrong, 1999)
En 2005 se publica en España la obra de Gardner Inteligencias múltiples. La teoría en la
práctica. En el primer capítulo, bajo el título En pocas palabras, Gardner sintetiza su visión del
papel de la educación:
Desde mi punto de vista, el objetivo de la escuela debería ser el de desarrollar las inteligencias y
ayudar a la gente a alcanzar los afanes vocacionales y aficiones que se adecúen a su particular
espectro de inteligencias. La gente que recibe apoyo en este sentido se siente, según mi opinión,
más implicada y competente, y, por tanto, más proclive a servir a la sociedad de forma
constructiva.
Si bien es cierto que, en origen, Gardner contó para sus investigaciones con el patrocinio de un
programa educativo, no es menos cierta la notable sorpresa que el mismo Gardner confiesa haber
vivido ante la influencia que su obra está teniendo en el campo educativo treinta años más tarde.
Pese a las credenciales de Gardner como neuropsicólogo, su teoría produjo reticencias entre los
psicólogos. Era uno de los suyos, pero no lo parecía. Quizás porque su trabajo no venía amparado
por complejas tablas estadísticas y respondía a argumentos que podían confundirse con el sentido
común. Quizás fuera ese mismo el origen por el que a muchos docentes les sedujo la teoría, a
modo de silenciosa tabla de salvación.
Uno de los motivos para que las ideas de Gardner prendieran pronto la mecha en el sistema
educativo lo representó el desalentador panorama educativo al que Estados Unidos se abocaba
desde la década de los ochenta, avalado por informes ciertamente pesimistas. Tres décadas más
tarde, los programas educativos occidentales han ido consumiéndose en el vaivén de las leyes
educativas (mención expresa en el caso de España) sin haber dado respuesta a las necesidades
individuales de los alumnos ni haber sabido adaptarse de manera eficaz a la revolución digital en la
que vivimos inmersos.
Es por eso por lo que, en ese clima de desconfianza e insatisfacción, muchos profesores,
alentados por el entusiasmo, cuando no por la intuición, abrazaron una propuesta que no estaba
exenta de entusiasmo y dosis de esperanza. Gardner presentaba su teoría de manera optimista,
como un marco sólido en el que poder conciliar teoría y práctica: Por una parte, propugna un
espíritu crítico en alianza con una comprensión real y práctica. Por otra parte, tiene una visión
multidisciplinar e integradora, aplicable a cualquier situación educativa.
El tablero del aula
David Lewis
Antes de pasar propiamente al aula de Español (en el siguiente módulo), conviene abordar, en
términos generales, cómo llevar a la práctica del aula la teoría de las inteligencias múltiples, dando
por hecho que sus implicaciones tienen un sinfín de ramificaciones. Muchos de estos ejemplos no
supondrán ninguna gran revelación, desde el momento en que la teoría ha calado ya en el modo
de proceder de muchos centros, libros y cursos de enseñanza. Cuando Gardner, forzado por esa
arrolladora marea de centros educativos que se sumaron a su teoría, aterriza en el terreno de la
práctica docente, lo hace contraponiendo dos visiones, dos caminos, dos maneras de entender la
escuela:
La escuela uniforme tiene una visión unidimensional de cómo hay que evaluar las mentes
de las personas:
o Administra evaluaciones periódicas, de papel y lápiz, que proporcionan
clasificaciones fiables de la gente. Los mejores y más brillantes van a las mejores
universidades, y quizá –pero sólo quizá– también obtendrán una situación mejor
en la vida. El sistema de medida y selección es claramente meritocrático.
o Permite que los mejores estudiantes, quizá aquellos con un CI más alto, sigan
cursos que requieren lectura crítica, cálculo y capacidades mentales.
o Parte de un currículo básico, un conjunto de hechos que todos deberían conocer, y
muy pocas cosas electivas. Desde ciertos puntos de vista, tiene argumentos para
ser recomendable: el método funciona bien para algunas personas, y escuelas
como Harvard son un testimonio elocuente de ello.
Ese salto de la teoría a la práctica, que leído así debería resultar natural, choca en muchos casos
con inercias y resistencias, tanto en el plano individual como institucional. El insistente peso de las
"asignaturas troncales" sigue prevaleciendo en las recientes leyes educativas, orientadas más
hacia la meritocracia que se predica desde lo que Gardner llama una escuela uniforme, y en donde
se sigue prestigiando la abstracta lógica lingüística y matemática. Sin embargo, y en paralelo, la
escuela inteligente, centrada en el individuo, cobra protagonismo tanto en debates teóricos sobre
educación innovadora como en algunos (pocos) centros de enseñanza de reconocido prestigio.
Como muestra, un tablero de ajedrez.
El tablero de ajedrez
En verano de 2015, el programa radiofónico A vivir que son dos días (cadena SER) dedicó una
de sus secciones, Jaque a la ciencia, a hablar de la aplicación de la teoría de Gardner al mundo de
la educación.
1. Ajedrez
Completa las palabras que faltan a partir de la información dada por Leontxo García en la
primera parte del audio anterior.
Leontxo García afirma que el ajedrez desarrolla muchas de las inteligencias que postula Howard
Gardner:
presentes cuando se les invita a los niños a bailar y por un tablero gigante.
Enviar
2. Sor Innovación
1. En los 90,
al Colegio Montserrat llega una interesante propuesta sobre un proyecto educativo basado en el
ajedrez.
desde el Colegio Montserrat salen a buscar un ajedrecista que ayude a implantar un proyecto de
calidad.
2. Adriana Salazar desarrolló un programa de ajedrez para adaptarlo a los niños del centro, con el fin
de trabajar conjuntamente
3. Los padres fueron receptivos a los beneficios del ajedrez en el aula. Entre otros,
4. El ajedrez
la asignatura de religión.
la inteligencia espiritual.
es pésimo para la inteligencia, con programas de telebasura y un interés desmedido por el fútbol.
es óptimo para un pensamiento crítico que sea capaz de saber sacar partido y sobrevivir a todo.
tienen intereses muy generales, y les gusta plantearse nuevos retos para generar ellos mismos
soluciones.
están obsesionados con la nota de Selectividad, con la carrera y con lo que viene después de esa
carrera.
ENVIAR RESPUESTAS
Frank Smith
La teoría de las inteligencias múltiples se convierte así en un instrumento de reflexión ante una
cuestión actual y fundamental: el papel que juegan las diferencias individuales en el proceso de
aprendizaje. La teoría propone esa visión, en parte heredera de la investigación sobre los estilos de
aprendizaje, que nos proporciona un lenguaje basado en competencias con el que cubrir la
diversidad cognitiva del alumnado.
2. La de los factores afectivos
En los años 60 del siglo XX, el psicólogo Carl Rogers señaló que la labor de las instituciones
prestaba tanta y tan exclusiva atención a los factores cognitivos que "se educaba de cuello para
arriba". Rogers abogaba por educar con las tres ces: cabeza, corazón y cuerpo. A partir de ahí,
muchos especialistas apuestan por una enseñanza integradora (holística), que combine los
aspectos cognitivos y emocionales. No se pretendía con ello reemplazar la enseñanza de la
segunda lengua por otras actividades, sino aumentar la eficacia de la enseñanza de idiomas que
tiene lugar en el aula, donde formación e información pueden coexistir.
La enunciación de las tres ces de Rogers podría servirnos para forzar cierto correlato con la
teoría de las IM de Gardner. La cabeza ya venía dada desde tiempo atrás, el corazón lo puso con
las inteligencias personales, y al cuerpo lo dotó de presencia con la inteligencia corporal. Pero poco
o nada hablaríamos de Gardner en el terreno de la educación si su aportación no nos hubiera
sacado de la casilla de los años sesenta del siglo XX. Quintaesenciando su teoría, hemos buscado
tres cuestiones que ponen en valor tres nuevas ces protagonistas del ámbito educativo en los
últimos tiempos y que, en gran medida, han sido abonadas por el sustrato de las ideas de Gardner:
Confianza
Los mejores profesores suelen ser descritos como personas que generan confianza, transmitiendo
el deseo de aprender y de seguir aprendiendo, y superando la tradicional y mera reproducción de
contenidos. Por el contrario, los menos valorados quedan asociados frecuentemente a la
discriminación negativa, en lo que podría conceptualizarse como acoso moral. Entre ambos
extremos hay un doble eje: uno es la mayor o menor adaptación a la diversidad existente entre el
alumnado, el otro es la mayor o menor capacidad para lograr que el que aprende pueda apropiarse
del significado del aprendizaje.
Armstrong sugiere una pregunta tan sencilla como efectiva para explicar la teoría en el aula:
El número de manos que se alzan para dar una respuesta afirmativa es inversamente proporcional
al nivel que cursan los alumnos, señala el autor de la pregunta. Es decir, conforme los alumnos
completan su escolarización va disminuyendo la confianza que sienten respecto a su capacidad
intelectual.
Cooperación
Creatividad
La tasa de respuestas para los niños de preescolar arrojaba datos propios de genios en el
pensamiento divergente. La disminución en el número de respuestas que se obtenía a través de
ese estudio longitudinal era alarmante a la edad de 13 a 15 años, lo que mostraba una
considerable devaluación de la creatividad.
Estigmatizando el riesgo y el error en el aula no solo se reduce la empatía y la confianza sino que
se asfixia la creatividad. Por el contrario, en línea con las dos ces anteriores, cuando el alumno se
siente bien en su grupo (cooperando en confianza) rinde más y mejor, mejorando la comunicación,
la claridad mental y la creatividad. Tres de las inteligencias descritas por Gardner remiten a
disciplinas artísticas, y su inclusión en el aula, si no garantiza, sí al menos sopla en beneficio de la
creatividad. En todo caso, la admisión de nuevas inteligencias en el aula hace que los papeles de
alumnos y profesores se redefinan desde el punto de vista de la creatividad, aunque solo sea por la
aceptación y búsqueda de nuevos recursos.
Cuentan que las actuales grandes empresas permiten a sus trabajadores flexibilidad de horarios,
ratos de ocio creativo y recreativo, en donde se les alienta a trabajar en aquello que más les gusta,
que redundan en beneficio de nuevos hallazgos para la empresa y, por supuesto, en la satisfacción
personal de los empleados. Una de las grandes aportaciones de Gardner es la apuesta por sus dos
inteligencias personales, que giran en torno a la satisfacción personal y las relaciones
sociales. Parece que entre los inamovibles y los movibles, el tercer grupo, el de los que realmente
se mueven,ha conseguido hacernos caer en la cuenta de que felicidad y eficacia no están tan
alejadas.
La idea de que los maestros somos la fuente de toda la sabiduría alimentará nuestra
sensación de poder, pero ya no es cierta.
Howard Gardner
A todo ello debemos sumar los cambios en la realidad social, con la teórica desaparición de
fronteras internas en gran parte de Europa, la consiguiente movilidad laboral o turística de
ciudadanos y lenguas, la conciencia de los beneficios de la interacción comunicativa, y la
proliferación de intercambios culturales y tertulias de idiomas. Se añade a todo eso un
mundo cada vez más tecnologizado, audiovisual e informáticamente, que permite elegir a la
carta música, vídeos, películas, podcasts, aplicaciones y programas de todo tipo. Subtitular
películas, acceder a prensa internacional o establecer contactos online con cualquier rincón
del planeta es una elección ya al alcance de muchos ciudadanos.
Un mundo globalizado, sí, pero para un individuo capaz de afinar el tiro, personalizar tanta
oferta y elegir. Con la común sensación de que las vías de acceso para emprender nuevas
habilidades se han disparado y de que las nuevas tecnologías parecen un traje hecho a la
medida de la teoría de las inteligencias múltiples, por el despliegue de múltiples recursos.
La página de Babbel, creada en Berlín en 2008, es una de las muchas plataformas para el
aprendizaje electrónico de idiomas. En ella, con la imagen de marca de dos hermanos
políglotas, se lanzan trucos para adquirir cualquier idioma sin esfuerzo, con decálogos de
superconsejos. Hemos entresacado las siguientes recomendaciones, reinterpretadas bajo la
luz de Gardner, y en donde, a excepción de la inteligencia naturalista, todas las demás
brillan por su presencia:
Esto nos indica cómo, en la actualidad, la teoría de las inteligencias múltiples -sin
necesidad de hacerla explícita- es algo que ya forma parte del nuevo universo personal y
educativo.
Puede que os haya llegado vía Facebook los deberes que un maestro de Primaria encomendó a
sus alumnos de primero. Como suele ser habitual, las reacciones en las redes sociales han
basculado entre el entusiasmo emocionado de algunos y el escepticismo descreído de otros.
Por si aún no la tenéis, adjuntamos su hoja de tareas. La imagen de ese folio desdoblado aporta
realismo al asunto, aunque la inspiración del maestro José habría que encontrarla remontándose, a
través de este enlace, a los consejos del maestro Cesare.
http://www.aulaplaneta.com/2015/06/17/noticias-sobre-educacion/un-
profesor-italiano-propone-sus-alumnos-quince-deberes-muy-especiales-para-
el-verano/
Si lo traemos a esta ventana es porque las recomendaciones que se desgranan bien pueden
analizarse bajo la óptica de la teoría de las inteligencias múltiples. ¿Crees que están todas
contempladas?, ¿cuáles sí?
Cazainteligencias
Quien es observador lleva un maestro consigo.
Anónimo
Como final de módulo, y necesario punto de partida para el siguiente, llega el momento de exponer
(y cuestionar) la manera de recoger información acerca de esa multiplicidad de capacidades que
nos acompaña. Desde los cánones de la teoría, el profesor puede -y debe- ser consciente de su
tendencia o perfil cognitivo, de sus propias inteligencias. Y, más importante, debe atender y tomar
como referencia las habilidades y puntos fuertes de sus alumnos antes de aplicar la teoría de las
inteligencias múltiples en el escenario del aula. ¿Cómo saberlo?, ¿cómo lograrlo?
Gardner empezó su obra desmarcándose de los omnipresentes tests de inteligencia que entonces
se consideraban la panacea. Por ello, no debe extrañarnos que el padre de la teoría no haya
elaborado ningún test de papel y lápiz, pues era justo el referente del que quería alejarse. A la
pregunta obligada de cómo reconocer, entonces, las fortalezas presentes en el aula, Gardner
respondería que mediante la observación. Esa fue la manera de recoger datos que aplicó en su
conocido Proyecto Spectrum, puesto en marcha en 1984. En él, los escolares (de educación
infantil y primeros años de primaria) disponían en el aula de espacios clasificados por inteligencias.
A partir de la interacción personal con los distintos materiales y de la resolución de actividades, se
elaboraba un informe, mediante observación directa, que servía a la comunidad educativa para
conocer y consolidar las inteligencias de cada alumno. Su colega Armstrong, en el libro Las
inteligencias múltiples en el aula, va en la misma dirección. La evaluación de capacidades se
realiza en el contexto del aula mediante una buena observación, ayudada de instrumentos como el
registro anecdótico de todo tipo de logros, un dosier con muestras de los trabajos de cada alumno
en cada inteligencia, grabaciones de audio y vídeo para documentar habilidades, etc. Desde el
reciente campo de la tecnología informática, también se señala la creación de programas que
activen las inteligencias múltiples, con porfolios electrónicos que hagan un seguimiento del perfil
cognitivo del alumno y su evolución.
Por intentar sistematizar más allá de una habilidad como la observación, tan poco practicada como
en ocasiones impracticable, nos hacemos eco de una serie de estrategias para identificar
las inteligencias que destacan en nuestros alumnos. Más o menos simples o eficaces, todas han
sido puestas en práctica, y conforman un sugerente banco de ideas:
Y entraña también ciertos riesgos, a los que hay que sumar, en nuestro caso, las dificultades
idiomáticas para contestar un cuestionario en el idioma que están aprendiendo:
Respecto a este último punto, los contextos culturales y académicos de procedencia de nuestro
alumnado pueden ser determinantes para entender la evaluación de capacidades, que puede ser
percibida como una ayuda o como una amenaza. Los que proceden de ámbitos educativos menos
tradicionales o tienen experiencias laborales de éxito suelen considerar este tipo de actividades
como menos comprometedoras. En cualquier caso, teniendo en consideración todas estas
prevenciones, estos cuestionarios son herramientas útiles si se manejan con cuidado,
acompañados de explicaciones que permitan al alumno familiarizarse o sensibilizarse con la
significación y la influencia que sus diferentes capacidades pueden tener en su aprendizaje.
Cuestionarios
De entre las múltiples herramientas de las que podemos disponer para evaluar las inteligencias
múltiples en el aula, hemos seleccionado siete. Las seis primeras aparecen brevemente descritas,
y después adjuntas. La última es un enlace para realizar un test en línea: