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Además, las leyes que dictaron los bárbaros para regular las relaciones entre sus propios
súbditos y los romanos (leyes romano-bárbaras) tuvieron gran influencia del Derecho
Romano.
Mientras tanto, en Oriente, que siguió existiendo hasta el año 1453, si bien Justiniano
había prohibido comentar su obra, debieron hacerse trabajos para adaptarlo a las nuevas
costumbres de los pobladores orientales que hablaban griego, y no latín. Así surgieron
la paráfrasis de Teófilo a las Institutas, poco tiempo después de ser publicadas, y aún
estando vivo Justiniano. Teófilo las tradujo al griego, y las triplicó en su extensión,
agregándole explicaciones y ejemplos. Contaba de cuatro libros.
Teófilo había integrado, junto a Triboniano y Doroteo, la comisión que redactó las
Institutas.
Teófilo también realizó el Índice del Digesto, con anotaciones y explicaciones. Doroteo
también redactó un Índice en el año 542.
En el siglo VIII se publicó la Ley Isáurica, que es un compendio del Corpus Iuris, en
lengua griega, bajo la dirección del emperador León el Isáurico y su hijo.
Las Basílicas: Fue una obra de recopilación del Corpus Iuris en su totalidad, usando la
Paráfrasis de Teófilo, los Índices, etcétera, que realizó en el año 890 León el Filósofo,
emperador bizantino, para depurar las leyes antiguas. Se llamaron Basílicas pues la obra
la había iniciado su padre, Basilio el Macedónico, y tenía la función de reemplazar el
Corpus Iuris por este texto en griego. Es la compilación más importante del Corpus Iuris
Civilis, dividida en sesenta libros.
Dentro del Imperio Romano de Occidente pueden encontrarse dos períodos. El primero
que hemos desarrollado, en el punto 1, que va hasta el siglo XII donde si bien se siguió
aplicando sufrió una crisis al contacto con las leyes germánicas, conservándose su
aplicación pura, solo en las iglesias, pero como subsidiario del Derecho Canónico, que
cada vez cobraba mayor importancia.
El resurgimiento del Derecho Romano habría ocurrido en el año 1137 cuando los
pisanos saquearon Amalfi, ayudando al emperador alemán, Lotario II que a su vez
luchaba a favor del Papa Inocencio II, y hallaron allí un manuscrito del Digesto, que les
fue regalado a los pisanos por su colaboración. Allí permaneció llamándose Lettera
Pissana hasta el año 1405, en que Florencia venció a Pisa y el manuscrito se trasladó
hacia allí (a Florencia) tomando el nombre de Lettera Florentina. Esto es lo que se
conoce como leyenda de Amalfi.
Este escrito de Amalfi en poder de los pisanos fue usado por Irnerio, profesor de la
Escuela de Bolonia (al noreste de Italia) para estudiar el Derecho Romano a través de
glosas (anotaciones marginales e interlineales para tratar de aclarar palabras o frases)
fundando la escuela, que, por el método empleado, se llamó Escuela de los Glosadores y
transformando la Escuela de Bolonia en una universidad prestigiosa. Los glosadores
usaron el método literal o exegético para sus estudios, aclarando el texto y quitándole
contradicciones, de modo objetivo.
La evolución de los trabajos hizo que nazca la distinción entre los “casus”, que eran
exposiciones breves de puntos tratados en un fragmento, los “apparatus”, donde las
glosas enlazadas, formaban un comentario a un título y las “brocardas”, que eran reglas
extraídas del texto con carácter general.
La Escuela de los Glosadores extendió su labor hasta el siglo XIII siendo su última
etapa dedicada a la recopilación. Accursio realizó la obra compilatoria más grande, que
se denominó Glosa Magna.
La Escuela Humanista
Una escuela fue La Humanista, que privilegió el conocimiento racional. Nació en Italia
y luego trasladó su influencia a Francia, siendo sus principales exponentes Cujas o
Cujacio y Dionnisio Godofredo. El primero se dedicó a la ciencia histórica y la
filología. Realizó entre muchas obras un Comentario Exegético del Corpus Iuris. La
Escuela Humanista reivindicaba el derecho romano clásico, al que estudiaba desde su
perspectiva histórica desentendiéndose de su aplicación práctica en el Derecho
moderno, oponiéndose de este modo a la interpretación escolástica de los
posglosadores. Para estudiar el Derecho Romano, se debía tener en cuenta la lengua en
que se escribió y la relación con los usos y costumbres de la época en que se creó, con
un interés solo histórico o sociológico, ya que consideraban imposible aplicar en su
tiempo un Derecho tan antiguo.
La otra escuela fue la del Derecho Natural, nacida en Holanda, en el siglo XVII, con la
obra de Hugo Grocio, que liberó al ser humano del despotismo de los gobernantes al
reconocerle libertades individuales. Su ideal era fundar un Derecho basado en la razón
natural y de validez universal, valorizando especialmente el Ius Gentium romano. Se
opusieron a los Humanistas pues consideraban que el Derecho era un fenómeno
cambiante. Fueron sus exponentes principales, Pothier y Domat. Estos autores
consideraron que el Derecho Romano, debía ser común a todos los pueblos de
Occidente, siendo su Derecho Natural, al que debía recurrirse para complementar o
corregir el Derecho vigente. Fueron defensores de la codificación.
El Código de Napoleón
El Código Civil que sancionó Napoleón en 1804, posee una gran influencia del Derecho
Romano de forma directa o indirecta, considerando también otras fuentes, como los
principios de la Revolución Francesa, las Ordenanzas de Colbert sobre Derecho
Comercial y Marítimo y el Derecho Canónico. Esta obra inició el proceso de
codificación que se extendió por Europa y América.
Hasta el siglo XIII, se aplicó el derecho germánico, que era no escrito, con diferencias
locales, y, de a poco, fue asimilándose el Derecho romano.
En Alemania se acuñó la frase “usus modernus pandectarum” (forma modernizada de
usar las pandectas) para referirse a la simbiosis del Derecho Romano con las leyes
locales en su normativa legal. El Derecho Romano fue aceptado en algunas instituciones
y en otras no, pues el Derecho autóctono seguía aplicándose en algunas cuestiones.
En Alemania florecieron los estudios del Corpus Iuris en el siglo XIX a través de la
obra de Savigny. Éste fue un jurista teórico, considerado fundador de la Escuela
Histórica alemana, aunque en realidad fue Gustavo Hugo. La idea de Savigny, se centró
en que el Derecho es un fenómeno vivo que debe adaptarse a la idiosincrasia de los
pueblos, negando la existencia de un Derecho universal. El Derecho Romano fue
estudiado para observar si aún podía seguir aplicándose. Solo se debe codificar, o sea,
inmovilizar el Derecho cuando se prevea que ya no se producirán cambios, cuando la
sociedad esté madura. Muerto Savigny, surge un movimiento llamado Pandectítica,
fundado por Jorge Puchta, que volvió a las fuentes romanas rigurosamente,
considerando al derecho como un sistema cerrado de normas, considerando que podía
aplicarse el Derecho Romano, como Derecho vigente.
A fines del siglo XIX surgió otro jurista, crítico de Savigny, pues era práctico, Von
Ihering, positivista que revivió el Derecho como fenómeno histórico, orientándose hacia
el naturalismo jurídico. Más que concebr al Derecho como el producto de la evolución
histórica de un pueblo, Ihering lo consideró como el producto de la voluntad de los
individuos que luchan por defender sus intereses y eliminar la injusticia.
Esta escuela, que inicialmente se opuso a la codificación del Derecho, fue la que otorgó
contenido científico al Código Civil alemán de 1900.
Pero donde se advierte la gran influencia del Derecho Romano es en el Código Civil de
Vélez Sársfield (1871) que inspiró al codificador sobre todo en los derechos
patrimoniales, y especialmente en materia de obligaciones, a través de la obra de
Savigny, y, menos en el Derecho de Familia.
El Código Civil de Vélez, tenía como fuente en su versión original, al Derecho Romano,
de modo directo en 799 artículos, y de modo indirecto, en 1300 artículos, exponiéndose
a través de las notas, en las soluciones de romanistas, como Savigny y Pothier y de
trabajos de los comentaristas del Código Civil francés, como Zachariae y Aubry y Rau,
o de normas tomadas de ordenamientos, que a su vez se basaron en el Derecho Romano,
como el Código Napoleón, el Código de Luisiana y los proyectos de Freitas y García
Goyena. El Código Civil y Comercial argentino, reformó en julio de 2015 el Código de
Vélez, sin contener notas que indiquen sus fuentes.