Está en la página 1de 23

CLACSO

Chapter Title: Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea


Chapter Author(s): Sebastián Ackerman, Carlos Britos, Ezequiel Nepomiachi, M. Paula
Morel, Carolina Ré and Ricardo Terriles

Book Title: Teoría, política y sociedad


Book Subtitle: reflexiones críticas desde América Latina
Book Editor(s): Ezequiel Ipar, Sergio Tonkonoff, Mariana Férnadez and Martina Lassalle
Published by: CLACSO

Stable URL: https://www.jstor.org/stable/j.ctvn5tzdz.6

JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide
range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and
facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact support@jstor.org.

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at
https://about.jstor.org/terms
This content is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives
4.0 International License (CC BY-NC-ND 4.0). To view a copy of this license, visit
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/.

CLACSO is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Teoría, política y
sociedad

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la
teoría contemporánea

Sebastián Ackerman (UBA IIGG), Carlos Britos (UBA IIGG), Ezequiel Nepomiachi (UBA IIGG), M.
Paula Morel (UBA IIGG), Carolina Ré (UBA IIGG) y Ricardo Terriles (UBA IIGG)

Resumen: Este artículo retoma discusiones en torno a la problemática de la ideología, la política,


el sujeto, el Estado y el discurso, desde una perspectiva que se inscribe en el cruce del marxismo,
el psicoanálisis y las teorías de la signiicación social que emergen a partir del estructuralismo.
En este punto, la igura de Louis Althusser constituye una referencia ineludible como punto de
partida para pensar los debates en torno a este campo de problemas teóricos.

Este trabajo transita por varias aristas de las problemáticas mencionadas: La producción de co-
nocimiento como práctica y su relación con la práctica ideológica; la constitución de sujetos en
tanto que proceso de sujeción-subjetivación y su relación con lo vivo y el hombre; cómo opera el
Capitalismo en la conformación de los sujetos y el lazo social contemporáneo; el neoliberalismo
y las subjetividades que conforma: “emprendedorismo” y “gerencialismo”; y la pregunta por la
politicidad en la vida social a partir de la (re)pregunta por el Estado.

Palabras clave: Estado; Discurso; Ideología; Política; Subjetividad.

Abstract: This article presents some of the key points and discussions about ideology, politics,
subjectivity, the State and discourse, from a perspective built upon the intersection of Marxism,
Psychoanalysis and Social Signiicance Theories that have emerged from Structuralism. At this

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
62 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

point, Louis Althusser constitutes an indisputable reference to think about the debates on this
ield of theoretical problems.

This work passes through several edges of the problems mentioned above: The production of
knowledge as a practice and its relation with the ideological practice; the constitution of sub-
jects as a process of subjection-subjectivation, and its relationship with the living and the human
essence; how Capitalism operates upon the conformation of subjects and contemporary social
bond; Neoliberalism and the analysis of the “entrepreneurship” and “gerencialism” subjectivities;
and the question about the social political character through the (re)question of the State.

Key words: State; Discourse; Ideology; Politics; Subjectivity.

A la memoria de Sergio Caletti, mentor y amigo.

La política sostiene, efectivamente, una relación privilegiada con lo co-


mún y su futuro, vale decir, con las distintas formas ilusorias que lo co-
mún puede adquirir y con las que se pretenden para su devenir (Caletti,
2011:61)

En el presente trabajo ofrecemos una síntesis articuladora de las ponencias que presentáramos
en el I Congreso Latinoamericano de Teoría Social, ocasión en la cual tuvimos la oportunidad de
organizar el panel “Marxismo, psicoanálisis y teorías de la signiicación”.

El artículo se estructura en dos “momentos”: por un lado, un momento de contextualización,


en el que intentamos dar cuenta, de manera somera, de la génesis y desarrollo de nuestra labor de
investigación. Por otro lado, un momento de conceptualización, en donde desplegamos algunas de
las líneas de investigación en las que el equipo se encuentra trabajando. Como podrá advertirse,
estas líneas aportan matices sobre un horizonte teórico común, y, a la vez, dibujan trayectos en los
que la relexión más general entronca, de maneras diversas, con indicaciones sobre la coyuntura.

Un proceso de investigación en curso

Iniciamos nuestro trabajo de investigación en 2006, cuando Sergio Caletti nos propuso profun-
dizar en algunas de las preocupaciones presentes en la materia de la cual él era profesor titular,1

[1] Sergio Caletti (30/03/1947-15/11/2015) fue Profesor Titular de la materia Teoría de la Comunicación III,
en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Fue, asimismo,
Decano de dicha Facultad (2009-2014), y director de los proyectos UBACyT en los que hemos venido
trabajando: Marxismo, psicoanálisis y comunicación: discusiones althusserianas (2003-2009); Discurso,
Política, Sujeto: encuentros entre el marxismo, el psicoanálisis y las teorías de la signiicación (2010-2012); y
Figuras de la subjetividad política en la Argentina contemporánea (2001-2015). Un aporte desde el análisis de la
producción social de signiicaciones (2013-2016). Cabe mencionar aquí al resto del equipo de investigación

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 63

tomando como punto de partida y referencia común la obra de Louis Althusser. Así lo planteaba
en los fundamentos del primer proyecto:

Se trata de avanzar en el camino de una conceptualización que puede re-


sultar de especial valor para el campo de estudios de la comunicación (y de
sus relaciones con la política y la cultura), en torno de, entre otras, las no-
ciones de ideología, representación, sobredeterminación, interpelación, sujeto,
discurso, a partir del modo en que ellas se encuentran planteadas en ese
lugar de cruce entre marxismo y psicoanálisis que emblematiza la obra de
Louis Althusser y de algunos herederos de su pensamiento. Algunos auto-
res (…) ubican en torno del pensamiento de Althusser la emergencia de un
nudo de problematizaciones cuyas estelas siguen moviendo hoy las aguas
de un cierto campo teórico. Este nudo reiere, entre otras, a las relaciones
entre teoría del sujeto, teoría social y el campo de la política. (…) Estas rela-
ciones animan, a la vez, toda indagación sobre los procesos de comunica-
ción en tanto que producción social de sentido. (Caletti, 2006: 2-3)

La obra de Althusser,2 pensada como punto de cruce e intento de articulación de dos de


los corpora teóricos más relevantes del siglo xx (el marxismo y el psicoanálisis), se transformaba
así en la punta del ovillo de una indagación que, como señalaba Caletti, apuntaba a repensar las
relaciones entre procesos comunicacionales y prácticas políticas, en un marco reconigurado por
nuevas concepciones de la subjetividad. No se trataba, por cierto, de un camino sin hollar: una
serie muy diversa de “aventuras teóricas” –desde la escuela francesa de Análisis del Discurso de
Michel Pêcheux hasta el posmarxismo de Ernesto Laclau, por nombrar sólo dos– habían explora-
do algunos trechos de ese recorrido.

Nuestras indagaciones iniciales, centradas como estaban en el legado de Althusser, fueron,


si se quiere, de índole más bien exegética y comparativa: así, llegamos a resultados que pudimos
debatir y compartir en una serie de encuentros y publicaciones.3 Dichas indagaciones sirvieron,
sobre todo, como nuevo punto de partida: ya el hecho mismo de pensar las condiciones bajo las

del que formamos parte: Carolina Collazo, Silvia Hernández, Ernesto Schtivelband, Martina Sosa y
Leandro Viterbo.

[2] Se recordará que, a los trabajos publicados en vida del autor, comenzaron a sumarse una cantidad de
textos recuperados de sus archivos, comenzando por su famosa autobiografía, El porvenir es largo (1992).

[3] Se publicaron tres recopilaciones de textos (Caletti 2011; Caletti y Romé 2011; Caletti Romé y Sosa 2011):
las dos últimas recogían también trabajos de otros investigadores, fruto de las Jornadas de Marxismo y
Psicoanálisis que organizamos en 2009 y 2011 (en 2013 tuvo lugar el último encuentro hasta el momento,
pero ya estábamos en la siguiente etapa de nuestro trabajo, con un nuevo UBACyT)

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
64 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

cuales se hizo posible ese particular cruce entre marxismo y psicoanálisis que se materializa en
la obra de Althusser nos daba pistas acerca de los nuevos horizontes que habría que explorar.4

Sucede que la “intervención” althusseriana tiene lugar en una coyuntura teórica especí-
ica, que funciona hasta cierto punto como su condición de producción. Se trata, claro está, del
estructuralismo, coyuntura teórica que, según Jean-Claude Milner (2003) articulaba un “programa
de investigaciones” –de base lingüística, pero extendido a la antropología, al psicoanálisis y a la
semiología– con un “movimiento de doxa” en la que diversas voces del campo ilosóico –Althus-
ser y su círculo, pero también Foucault, Derrida, Deleuze–5 relexionaban sobre los logros del
programa a la vez que le proponían nuevos desafíos.

Podría decirse entonces que, mientras que nuestro primer proyecto suponía la inmersión
en cuestiones teóricas fundamentales desde una perspectiva general pero acotada (el cruce entre
marxismo y psicoanálisis, y sus derivas en el análisis del discurso, la teoría posmarxista, etc.),
nuestro segundo proyecto buscaba contextualizar, trazar mejor los recorridos, las encrucijadas
teóricas, los caminos que se habían abierto y que habían quedado un poco ocultos por cierto
rechazo “posmoderno” a las apuestas epistemológicas más rigurosas de la coyuntura estructu-
ralista.

Ampliar de esta manera el horizonte conceptual no era factible sin una clara orientación:
allí, nuestro interés central en el carácter de la intervención política en la vida social-histórica
suponía despejar toda deriva que nos alejase del núcleo de la cuestión, vale decir, de la tensión
a la que suele aludirse en términos de estructura/agencia, reproducción/transformación o, para
retomar los términos que Caletti usara en innumerables programas de su materia, el doble pro-
blema de la construcción social de las subjetividades y de la responsabilidad de las subjetividades en
la institución de lo social.

Desde un punto de vista metodológico se trataba, entonces, de un permanente trabajo críti-


co sobre la propia teoría, en un esfuerzo por cercar esos espacios más dinámicos de la vida social
de los que emergen nuevas –e inesperadas– formas políticas. En ese sentido,

(…) entendemos que es conveniente, contra toda “gran teoría eterna” de la


política, poder hablar de sujetos y subjetividades, siempre discontinuos y

[4] Como se recordará, tanto los teóricos de Frankfurt como otras iguras (entre las que suele
mencionarse a Wilhelm Reich) ensayaron, a su modo, otros cruces entre psicoanálisis y marxismo.

[5] Sin dudas, nuestra interpretación del planteo de Milner se nutre de otras posiciones: nuestra visión,
si se quiere, “ampliada” del estructuralismo –y por ello hablamos de una coyuntura– se apoya tanto en
el enfoque histórico de Dosse (2004) como en las relexiones de Deleuze (1982), quienes extienden al
estructuralismo más allá de la demarcación de Milner. Asimismo, entendemos con Balibar (2007) que
“estructuralismo” es ya-también un “posestructuralismo”, posición que, de alguna manera, es también la
de Emilio de Ípola (2007) cuando señala que, en un texto liminar de Lévi-Strauss (aquel que trata sobre la
obra de Mauss) ya se anuncian ciertas concepciones de la deconstrucción y el posmarxismo.

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 65

contingentes, como un puente de inteligibilidad hacia las formas, también


ellas discontinuas y contingentes, de la política misma y en conexión con
ellas, así como un puente de inteligibilidad respecto de los modos por los
que ella organiza, en poco o en mucho, las coniguraciones de sentido de
cada época. (Caletti, 2011: 91).

El trabajo de nuestro tercer proyecto de investigación se orienta por estas premisas, y pre-
tende avanzar en la relexión sobre la relación entre formas políticas y sus modos de constitución
subjetiva: en los apartados que siguen damos cuenta de los puntos de partida de algunas de nues-
tras líneas de indagación.

La ciencia como práctica y la pregunta por la ideología

Freud culmina El porvenir de una ilusión con estas palabras: “No, nuestra ciencia no es una ilusión.
En cambio, sí lo sería creer que podemos obtener en otra parte cualquiera lo que ella no nos pueda
dar”. Toda una declaración acerca del proceso de la producción de conocimiento. No se debe al
azar, pues, que haya sido Louis Althusser quien haya aproximado el atributo freudiano al marxista
y haya hecho con aquella sentencia casi una bandera: gran parte de su obra puede leerse como
una defensa al lugar irreductible de la ciencia (a la que deine como “práctica teórica”) en la vida
social, y fundamentalmente en la lucha de clases política.

Con, entre otros, este eje problemático como horizonte, Althusser orientó muchos de sus
esfuerzos intelectuales a establecer y precisar la naturaleza y la especiicidad de las prácticas
humanas. Enmarcado en su deinición de la sociedad como un “todo complejo estructurado” (Al-
thusser, 1967: 160) ese embarca en una rigurosa tarea de describir, en su lugar, función y acopla-
miento con las demás, el estatuto que le cabe a cada dimensión de la praxis social. Con ello les
otorga la dignidad de objeto de conocimiento, gesto que se evidencia en su pretensión de hacer
de “lo ideológico” un campo problemático (reclamante de articuladas y diversas investigaciones).
Y uno de los primeros actos exigidos para labrar el “acta de nacimiento” de este campo es, sin
dudas, la distinción entre Ciencia e Ideología. En ese contexto, Althusser explica que:

Abandonada a sí misma, una práctica (técnica) espontánea produce solamente


la “teoría” que necesita, como forma de producir el in que se le ha asignado (…)
esta “teoría” no es nunca más que la relexión de este in, no criticado, no
conocido, sobre los medios de realización (1967:140)

La utilización de las comillas no tiene ningún sentido irónico, sino de diferenciación con-
ceptual: para Althusser la praxis ideológica (incluida entre las prácticas “técnicas”) produce “un
tipo de conocimientos” (el que precisa para su in especíico), pero no son éstos saberes cientíicos:
no cumplen con los requisitos (como la “generalidad”) que permiten constuir objetos teóricos. Su
interés allí es remarcar que, en ausencia de un pensamiento relexivo sobre los medios técnicos

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 20hu, 01 Jan 1976 12:34:56 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
66 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

de una actividad (o sea, sin hacer intervenir la práctica cientíica), la teoría “espontánea”, surgida de
la acción ejecutada para alcanzar determinado objetivo, está aprisionada por sus propios límites:
“una ‘teoría’ que no pone en cuestión el in del cual es un subproducto permanece prisionera de
este in, y de sus ‘realidades’ que lo han impuesto como in” (1967: 140).

La noción de “práctica cientíica” (que supone pensarla como un modo de producción, pro-
visto de leyes y rasgos propios) es, así, coherente con la concepción de la sociedad como un “todo
estructurado complejo”, donde ningún nivel co-instituyente puede reducirse a/derivarse de otras
instancias (cada uno tiene, según la expresión, “autonomía relativa y eicacia propia”). Ello le exige
al ilósofo marxista concluir lógicamente que, si la ciencia pretende decir algo acerca de la reali-
dad, debe ella misma ponerse a trabajar.

Tomamos nota de esto para, a partir de los aportes de ciertas recepciones, avanzar en algu-
nas líneas teóricas no gratuitas a la dimensión política. Entre ellas, una de las más potentes ha
sido, creemos, la lectura que ha hecho Slavoj Žižek. En efecto, el intelectual esloveno ha recono-
cido sin empachos su deuda teórica con Althusser, al tiempo que ha intentado ir más lejos bus-
cando tirar de los cordeles de algunas líneas de problemas que el pensador francés había dejado
arrojadas. Reconocemos una de ellas, por ejemplo, en el esfuerzo de Žižek por dividir el campo
ideológico en tres grandes grupos de estudio, a partir de la distinción hegeliana entre doctrina,
creencia y ritual (Žižek, 2003: 10). Se trata de ahondar en una teoría de la ideología y en el estudio
de sus formas especíicas: su articulación, su estatuto y su dignidad de objeto teórico.

¿Y cuál es el aporte de Žižek? Que esas “dimensiones” de la crítica ideológica deinen, cada
una, un cierto número de hechos que tabulan un respectivo campo de objetos: si a la primera
tendencia corresponde el entendimiento de la ideología como “complejo de ideas”; la segunda
atañe a la concepción de la ideología en la “materialidad” de su existencia organizada (los Apara-
tos Ideológicos del Estado); y “inalmente”, añade el ilósofo, “el terreno más elusivo; la ideología
‘espontánea’ que opera en el centro mismo de la ‘realidad’ social en sí”.6

Dentro de esa tripartición, quisiéramos poner la lupa en el último grupo: la ideología espon-
tánea de la vida cotidiana. Y esto debido a que, a pesar de ser el campo más escurridizo (o quizás
a causa de ello), quizás se presenta hoy como el de más urgente importancia. Así aparece toda vez
que se repara en una suerte de inlexión que, siguiendo al autor esloveno, habría acaecido en el
terreno de la crítica ideológica:

La ideología ya no se concibe como un mecanismo homogéneo que garan-


tiza la reproducción social, como el ‘cemento’ de la sociedad; se transfor-

[6] Esta elusividad se releja, en el plano teórico, en la indeterminación conceptual que aún sufren sus
términos. En ese sentido Žižek señala que “es altamente cuestionable si el término “ideología” es en alguna
medida apropiado para designar ese terreno: un buen ejemplo de esto es el hecho de que, en relación con el
fetichismo de la mercancía, Marx nunca haya utilizado el término ‘ideología’ (2003: 16).

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 67

ma en una familia wittgensteiniana de procedimientos heterogéneos y rela-


cionados vagamente unos con otros cuyo alcance es estrictamente localizado
(Žižek, 2003: 23)

La incomodidad en la que nos sume esta relexión sería de difícil tramitación si no tuvié-
ramos mínimamente señalizado el sendero a seguir. Pero entendemos que existen, ya, algunos
pasos en una dirección, y quien los ha dado es Michel Foucault. Si bien es conocido que éste evitó
deliberadamente la noción de ideología,7 creemos que es fecundo intentar una conjunción entre
dicha categoría y aquel autor, siempre que se haga a la luz de la torsión que la operación althus-
seriana ejerce sobre el concepto (haciendo de la ideología una dimensión constitutiva y posibili-
tadora de la vida social).

A nuestro modo de ver, la empresa foucaultiana intima estrechamente con esa inlexión
en la conceptualización de lo ideológico, mostrándose como un punto de apoyo invaluable para
explorar esa “familia wittgensteiniana” en la cual procedimientos heterogéneos “vagamente re-
lacionados unos con otros” (prácticas, discursos, instituciones, cuerpos, leyes, técnicas, saberes,
etc.) dan forma a dispositivos contemporáneos en los cuales la subjetividad es continuamente (re)
producida. Pensamos sobre todo en aquellos trabajos postreros en los que el otrora teórico “de las
disciplinas” se desmarca de esta etiqueta para venir a decir que toda su obra no ha sido jamás otra
cosa que una relexión sobre la gobernanza de los sujetos, ni más, ni menos8:

Esta forma de poder emerge en nuestra vida cotidiana, categoriza al indivi-


duo, lo marca por su propia individualidad, lo une a su propia identidad, le
impone una ley de verdad que él tiene que reconocer y a la vez otros deben
reconocer en él. Es una forma de poder que construye sujetos individuales
(Foucault, 2003:9)

En tal sentido, la conformación de subjetividades a partir de dispositivos históricos que de-


terminan la sujeción del sujeto pero a su vez demarcan el asumir de la identidad propia supone, de
manera ineludible, el establecimiento de una relación con lo planteado por Althusser respecto a la
conformación de sujetos ideológicos. Pero, a su vez, esta ambivalencia que concurre en el proceso

[7] Como lo señala Ricardo Terriles en su trabajo sobre este maridaje conceptual conlictivo entre
Althusser y Foucault, éste último ha dicho que: “la noción de ideología me parece difícilmente utilizable por
tres razones. La primera es que, se quiera o no, está siempre en oposición virtual a algo que sería la verdad.
Ahora bien, yo creo que el problema está (…) en cómo se producen los efectos de verdad (…) Segundo
inconveniente, es que reiero, pienso, necesariamente a algo como a un sujeto. Y tercero, la ideología está
en posición secundaria respecto a algo que debe funcionar para ella como infraestructura o determinante
económico, material, etc” (Terriles, en Caletti: 2011).

[8] De allí que, también el otrora “ilósofo del Poder”, se despegue también de este segundo rótulo a través
(podría decirse, en este caso) de una suerte de trasposición entre cuestiones de poder y gobierno de los
individuos: “el ejercicio del poder consiste en guiar la posibilidad de conducta y poner en orden sus efectos
posibles” (2003:23).

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
68 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

de constitución subjetiva es lo que habilita a pensar no sólo en relación a la famosa (y polémica,


por sus diversas recepciones) intervención de Althusser en Aparatos Ideológicos de Estado, articu-
lada sobre la tesis capital que airmaba “la Ideología interpela a los individuos como sujetos” (1970);
sino también en relación a la conformación de sujetos políticos y, por ende, la relación entre políti-
ca, ideología y ciencia dentro de su obra. De esta forma, es en relación a la problemática subjetiva
que advertimos que:

(…) se hará “visible” el modo en que lo ideológico, justamente en su eicacia


práctica, funciona como terreno de articulación entre la práctica teórica
y la lucha política. Simultáneamente, al ubicar la condición ideológica de
todo sujeto, se hará visible la posibilidad de desprenderse de todo resabio
de agenciamento del conocimiento (…). (Romé, 2015: 77)

La problemática subjetiva: persona y vida

“La Ideología interpela a los individuos como sujetos” (Althusser, 1970) decíamos entonces, marca
la relación necesaria entre ideología y sujeto de acuerdo a la tesis de Althusser. En este punto la
noción de Ideología que nos permite establecer la relación que la liga a la producción de subjetivi-
dades, es por cierto, una noción que no habilita pensarse desde los argumentos foucaultianos de
su abandono.9 Las tesis de Althusser (1970) “La ideología representa la relación imaginaria de los indi-
viduos con sus condiciones reales de existencia” y “La ideología tiene una existencia material” – junto
a la primera en relación a la interpelación – suponen tanto a un sujeto como efecto del discurso
ideológico, lejos del sujeto de la conciencia al cual remite Foucault, como a una construcción de
verdad, y del propio sujeto, producto de determinaciones. Determinaciones que no “funcionan
en relación a la economía, lo material, la infraestructura” más que de manera sobredeterminada.

El sujeto, presente en el discurso ideológico bajo un signiicante que lo aglutina – ya sea


como yo, como nombre propio, entre otros – (Althusser: 1996) es conformado como tal bajo el me-
canismo de interpelación ideológica por el cual se identiica a su vez con sí mismo y con los otros
bajo lo que Althusser llama el “centrado especular” – identiicación del sujeto como tal, con sus
pares y con el Sujeto (llamado)-. En este punto, la forma que toman las subjetividades pueden – y
deben- pensarse a partir de las condiciones históricas que determinan su conformación.

En el largo, y no por ello ininterrumpido ni secuencial, periodo por el cual se produce la


“secularización del mundo” – y del “Hombre”– es que podemos ubicar un dispositivo de subjetiva-

[9] En este punto ver apartado anterior. Consideramos que la argumentación del abandono del concepto
de ideología por parte de Foucault no puede corresponderse con el modo en que Althusser piensa el
concepto. En relación a la argumentación dada por Foucault, puede pensarse en una noción de ideología
que remita a los textos de Marx – y a lecturas que se realizaron con respecto a noción de ideología en
Marx con las cuales hay varios puntos de debate, pero no los desarrollaremos aquí-.

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 69

ción que establece la sinonimia entre sujeto y persona. “Lo que llamamos sujeto o persona, no es más
que el resultado, siempre provisorio, de un proceso de individuación o de subjetivación, completamente
irreductible al individuo y sus máscaras.” (Esposito, 2012: 49)

Esposito, siguiendo a Foucault, airma que este dispositivo que conforma “personas” con-
lleva entonces tanto un gobierno y administración de las “personas”, como así lo que produce su
subjetivación en tanto que “seres humanos”.

Lo interesante en este punto es que lo que efectivamente establece la forma sujeto como
persona y como ser humano, es para Esposito lo que detenta paradójicamente su despersonaliza-
ción. La constitución del sujeto como persona se produce bajo la condición de necesariedad – y
también en detrimento – de lo opuesto, de lo no-personal.

Cuanto más se insiste en la construcción de univocidad de la persona, cuanto más empeño


en la delimitación de las características “propias e intransferibles”, más se engarza el proceso
de personiicación como despersonalización. La paradoja, en este caso, opera en tanto que lo que
constituiría a la persona en tanto que tal es su despersonalización en la medida en que en el mismo
proceso de personalización se produce el cercenamiento de “lo corpóreo” por “lo racional”: “(…)
es el sujeto destinado a someter a la parte de sí misma no dotada de características racionales,
es decir, corpórea o animal.” (Esposito, 2012: 26). Para el autor, el dispositivo de la persona opera
entonces escindiendo en dos al “ser vivo”. Opera en la medida en que se subsume la biologicidad a
la conciencia. Sólo negando una parte de sí, el sujeto se constituye en persona. “Ya sea que la iden-
tidad personal resida en la mente, en la memoria o en una simple autorrepresentación subjetiva,
continúa subsistiendo su diferencia cualitativa con el cuerpo en el que se halla, empero, instalada”
(Esposito, 2012: 26).

El dispositivo se convierte entonces para el autor, en este procedimiento por el cual “al
separar la vida de sí misma siempre puede llevarla a una zona de no distinción con su opuesto”
(Esposito, 2012: 32).

En este sentido es que lo que se ha reunido bajo una perspectiva bio-política se erige sobre
la airmación del vínculo entre “la indivisible densidad de la vida” (Esposito, 2012: 49) y la política,
denunciando entonces este dispositivo de la persona como inscribiendo esta división entre lo
“racional” y lo “biológico”. Es decir, la explicitación de que lo mismo que establece la división - a
través de la negación de lo corpóreo, como lo que encarna lo no-personal dentro de lo personal-,
es la condición de emergencia de lo personal.

Y aquí es donde podemos detenernos a pensar en la relación entre este “magma de lo vivo”
y la emergencia de la persona; “magma” como base sobre la cual se implanta el dispositivo de la
persona y que obliga a la pérdida del “referente biológico”: “La propia categoría de persona se
constituye en torno a una barrera que, desde el originario signiicado teatral, la separa de todo
rostro sobre el cual se posa” (Esposito, 2012: 33).

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
70 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

La airmación de la indivisibilidad de la vida, la restitución del cuerpo como ser persona –


tampoco como una persona que tiene un cuerpo-, la apelación a una instancia de lo vivo como lo
biológico, como lo que dota al ser “tal cual es”, ¿no reinscribe un fundamento último sobre el cual
inscribir, ya no sobre la persona, sino sobre “lo vivo”, la conformación del individuo? ¿No se esta-
blece entonces un desplazamiento de lo impersonal y lo singular, entonces, operando en lo vivo y
no en la persona?

Tanto si se considera el momento de la vida como vida a partir de la conformación de la


persona – formación de la forma–, o tanto si se considera al ser en tanto que vivo como la “pura
vida biológica”, ¿no volvemos a establecer un punto de demarcación de lo subjetivo en tanto que
tal, más allá de su proceso de constitución o más allá del dispositivo de conformación? ¿No esta-
ríamos, nuevamente, en un esencialismo ya no de “la Humanidad”, sino de lo vivo?, y por último,
¿escapa este desplazamiento al debate ético sobre lo vivo en relación a lo humano?

En su reducción, en última instancia, para usar un giro althusseriano, a algo plausible de ser
enunciado y que comprende este algo que es propiamente humano - la vida en tanto que tal o lo
personal en tanto que tal- lo que consideramos debe también ser abandonado para poder pensar
un proceso de formación de sujetos que no implique su deducibilidad.

Pensar al sujeto desde una práctica analítica no ontológica, implica abandonar la propia
noción de sujeto, para sumergirse en este lugar, cuanto menos paradójico, que implica la sub-
jetivación, en la doble valencia del concepto: como sujeción y como forma productiva de con-
formación de la subjetividad. La subjetividad como este movimiento ambivalente que niega su
propia univocidad y que la re-constituye en tanto que constructo de operaciones imaginarias y
simbólicas. El sujeto como la constante entre la sujeción y la subjetivación, entre el sometimien-
to y el hacerse-ser-siendo sujeto. En algún punto, el sujeto termina por ser la representación de
un proceso imposible de representar, acercándose, en palabras de Derrida, a la experiencia de lo
irrepresentable, a la representación de un imposible.

Tesis sobre el deseo capitalista

Freud propuso, a principios del siglo XX, pensar el malestar que la cultura produce en los indi-
viduos. Ese malestar es un elemento inherente a la cultura, en tanto contrapone los objetivos
individuales con los comunitarios. ¿Qué pasa con el malestar en la cultura en el siglo XXI? ¿Cuál
es el papel que juega el Capitalismo en tanto forma de producción, de mercancías y de sujetos, en
la construcción del lazo social?

Ante estos interrogantes, necesitamos identiicar mecanismos a través de los cuales el Ca-
pitalismo actual produce sujetos sociales, porque esa deinición es también una forma de pres-
cribir y proscribir prácticas y “modos de ser”. Por ello trabajamos cuatro tesis sobre este nuevo
sujeto que el Capitalismo habilita.

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 71

Tesis 1: El malestar constitutivo

En El malestar en la cultura, Freud propone que el objetivo de los hombres es alcanzar la felicidad,
comandado por el principio de placer. Pero que la vida social supone la adecuación del principio
de placer al principio de realidad. Así, dice Freud, el objetivo de la felicidad se alcanza no ya por
la realización de los deseos sino por su sublimación, por un lado, y la evitación del sufrimiento,
por el otro. Aún cuando cada camino hacia la felicidad esté iluminado por la libido de cada suje-
to. Y deine a la cultura como las producciones e instituciones que protegen al hombre contra la
Naturaleza y regulan las relaciones de los hombres entre sí. Esta segunda característica “obliga”
al individuo a restringir -sublimar- las posibilidades de satisfacción de sus deseos en favor de la
vida colectiva.

En los últimos años, con la consolidación del Capitalismo como orden cultural imperante,
el mandato social pasó a ser, en términos psicoanalíticos, “goza”. Y el goce es siempre individual/
subjetivo. La regla se convirtió en la búsqueda de la felicidad, pero no en el sentido en que Freud
lo planteó: la búsqueda de la felicidad es hoy, más que una forma de inadaptación a la sociedad, la
manera en la que nos convertiríamos en sujetos sociales.

La cuestión se plantea, entonces, en comprender la forma en la que estos elementos se arti-


culan de una manera “novedosa” en el Capitalismo para responder a este malestar.

Tesis 2: El sujeto, descentrado y deseante

El sujeto descentrado es un sujeto de carencia. Además, en tanto sujeto hablante, tiene necesi-
dades (biológicas) que no son satisfechas de manera instintual: requieren de una satisfacción
dentro del orden simbólico en el cual son enmarcadas. Por ello, entre necesidad y satisfacción no
hay adecuación al objeto de satisfacción. Ese es el paso, en los seres hablantes, de la necesidad al
deseo. Encontrar “aquello que le falta” no es posible; pero la búsqueda de “aquello que le falta” es
ineludible. Ese sujeto descentrado debe “aprender” a desear, no está en sus manos la posibilidad
de decidir qué desea, y las coordenadas del deseo las provee lo que Lacan llama el fantasma, y
Žižek recupera como “fantasía social”.

La fantasía social, estructuración de la realidad que la organiza y la hace inteligible, es el


contexto en el cual el deseo puede existir, el marco que permite desear. Entonces, el deseo es
(casi) una obligación, “algo” hay que desear, el asunto es poner un contenido concreto a ese “algo”.
No puede ser cualquier cosa, está deinido por el marco fantasmático que organiza la vida social,
deine los vínculos y orienta las prácticas. En este sentido, el deseo es también una forma de
adaptación al mundo social, una prescripción de formas válidas de vínculo social y, por supuesto,

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
72 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

una especie de “reglas” para la búsqueda de la felicidad, que dependerá de las coordenadas de la
fantasía social y el deseo que habilite.

Tesis 3: La felicidad como objetivo

Como en toda cultura el deseo individual debe ser sacriicado en pos de la adaptación del indivi-
duo a la comunidad y su perduración, evitar el sufrimiento se volvió una de las formas del signii-
cante felicidad, sobre todo tras las guerras mundiales. Pero este acoplamiento fue transformado
por el desarrollo del modo capitalista de producción, en tanto evitar el sufrimiento resultaba
“poco” en relación a los objetivos propios del capitalismo. El desprendimiento entre felicidad y
evitar el sufrimiento tuvo consecuencias en las maneras en las cuales los individuos constituyen
subjetividad, establecen lazos sociales y dan forma a una comunidad. Entonces, una tarea para
la relexión en torno a las formas en las que la subjetividad emerge en el capitalismo actual debe
interrogarse sobre las formas que en esta etapa adopta esa apuesta (imposible) de completitud,
esa búsqueda de la felicidad.

La felicidad se plantea como la forma de llenar ese vacío –aún cuando desde el psicoanálisis
se sostiene que ese objetivo es imposible. No podemos renunciar al objetivo de la felicidad. De
allí la operación de equivalencia que plantean Benasayag y Charlton (1992): la carencia (ese vacío
abismal y constitutivo, imposible de completar) “pasa” por necesidad (concreta, especíica, pasible
de satisfacción). Al equivalerlas, el sentido común -capitalista- homologa los objetos de deseo con
objetos de satisfacción. Y ello implica que sus roles son, también, equivalentes, pero en favor de
la satisfacción. Esas imágenes identiicatorias pueden encontrarse en ámbitos de consumo: los
objetos son el espejo donde los sujetos encuentran “lo que les faltaba”. Pero ese deseo debe darse
en el marco de una fantasía social que lo orienta hacia unos objetos y obtura el camino hacia otros.

Así, el Capitalismo se da como el espacio unidimensional de la mercancía, en donde el pro-


ducto de consumo (con su correspondiente plus –de valor y de goce) organiza y orienta las prác-
ticas subjetivas.

Tesis 4: El Capitalismo produce sujetos

En la conceptualización que Lacan propuso para el discurso capitalista lo esquematizó sin corte,
a diferencia de los cuatro discursos que ya había trabajado (discurso del amo, de la histérica, del
analista, universitario). Para el autor francés, estos discursos son las únicas maneras posibles de
hacer “lazo social”.

Si en los cuatro primeros discursos la Verdad es el lugar del corte, del detenimiento del
lujo del discurso donde el sujeto relexiona y encuentra esa Verdad, en el discurso capitalista no
existe Verdad, en tanto jamás hay un detenimiento donde relexionar sobre el tipo de lazo social

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 73

que se construye. Esa Verdad tiene relación con la soberanía de todo individuo de ocupar el lugar
de la decisión. El Capitalismo obtura ese lugar al abarrotarlo de respuestas aún cuando ninguna
pregunta sea formulada: ante la multiplicación de respuestas, lo que se produce es un anestesia-
miento del sujeto, una quietud pacíica en la que las sensaciones son (casi) imposibles.

Esta lógica del exceso, sumada al anestesiamiento del sujeto, tiene como consecuencia la
obturación del deseo: cuando llenamos de comida sin hambre, el deseo nunca aparece, y sin em-
bargo se come. Este exceso del Capitalismo aísla al individuo de los otros, “invitándolo” a comple-
tarse a través de objetos y servicios, a suplir la carencia con totalizaciones. Lo que suele desapa-
recer, allí, es el lazo social: el otro ya no es necesario. Desaparece en beneicio de la “completitud”
del sujeto.

Si el lazo social es posible a partir de la interrupción del lujo y la irrupción de la Verdad en


los cuatro primeros discursos, ¿cómo sostener el lazo social en el discurso capitalista? Sabemos
que no todos los intercambios entre individuos construyen vínculo social.

El discurso capitalista no es la experiencia humana; ella brota siempre de un fondo de im-


posibilidad, su condición primera es la falla, el límite, la castración. En el discurso capitalista se
encuentra en forma implícita el proyecto de un sujeto nuevo, sin legado histórico ni herencia sim-
bólica. Este “sujeto capitalista” tributario de nada que no sea colaborar con la voluntad acéfala que
realiza, se caracteriza entonces por no tener en cuenta consecuencia alguna. (Alemán, 2009: 48)

¿Cuáles son las herramientas con las cuales el discurso capitalista produce este sujeto nue-
vo, sin historia y sin castración? Este ámbito de trabajo permite interrogarnos sobre los diferen-
tes tipos de subjetividad que se juegan en el Capitalismo, ya que si bien no son los únicos posibles,
son “nuevos”, por presentar otra estructuración subjetiva, y otros objetivos de felicidad.

El gerente, el emprendedor y los otros. Notas sobre las


subjetividades neoliberales

En el texto “Subjetividad, política y ciencias humanas. Una aproximación” (2011) Sergio Caletti se


propone elaborar una matriz teórica que permita avanzar en una conceptualización de las sub-
jetividades políticas. En este sentido, tras señalar los caminos a través de los cuales las ciencias
sociales, tanto en sus versiones subjetivistas como objetivistas, de un modo u otro, acaban por in-
visibilizar el problema de la subjetividad en general y de la subjetividad política en particular, Ca-
letti destaca la importancia del psicoanálisis, del marxismo althusseriano y del análisis político
del discurso, como las bases sobre las cuales esa ausencia puede ser, tal vez, superada.  

Desde esta perspectiva el problema de la subjetividad es formulado por Caletti de este modo:


“Si aquello que las creaturas humanas propiamente son es el resultado de las relaciones históri-
co- sociales, el sujeto, la subjetividad de la que estas creaturas son portadoras y desde la cual con-

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
74 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

ciben, suponen, sienten el mundo en el que viven y se plantean la orientación de sus actos, esta
subjetividad es doblemente relacional en tanto es el resultado permanentemente actualizado de
las relaciones con esta red de relaciones” (2011: 55).   

Podemos decir entonces que el problema de la subjetividad  no conduce a pensar meramen-


te las relaciones histórico-sociales que las “creaturas humanas” entablan con “el mundo” sino, en
rigor, la relación  inconsciente y permanentemente actualizada que establecen con esas relacio-
nes histórico-sociales. Se trata de esa “relación de segundo grado” que Althusser postula como
propia de la ideología (1967). La subjetividades se constituyen entonces en el terreno de la ideolo-
gía, es decir, en  complejos entramados de prácticas compuestos -para decirlo con Lacan- por ele-
mentos simbólicos (signiicantes, discursos, etc.), imaginarios (sentidos, imágenes, afectos, etc.) y
reales (modos de goce, repeticiones, etc.). Es allí donde se organizan, de un modo inconsciente, las
formas de concebir, suponer, sentir el mundo y orientar los actos.  

Ahora bien, como dijimos más arriba, la apuesta de Caletti no es solamente avanzar en la
conceptualización de la subjetividad sino, más especíicamente, de las subjetividades políticas. En
este sentido, airma: “El sujeto de la política es aquel que condensa y encarna una subjetividad
socialmente extendida (concentrada o dispersa) dándole trámite político, esto es, convirtiéndola en
materia de un contencioso sobre el futuro común que busca inclinar hacia su favor” (Ibídem.: 60).     

 En la misma línea, en Decir, autorrepresentación, sujetos… Caletti plantea que las subjetivida-
des políticas toman forma “a partir de una argamasa cultural de tradiciones, hábitos, mitos, valo-
res, rituales, plexos normativos, memorias, que circulan y se maceran en la vida social” (2006: 46).   

En este sentido, es posible sostener que las subjetividades socialmente extendidas y  las matri-


ces culturales funcionan como  condiciones de posibilidad  para la conformación de las subjetivida-
des políticas que combaten en el espacio público en torno a la construcción de un futuro común.  

Interpelados por la coyuntura actual,  creemos que estas breves notas conducen a eviden-


ciar la insuiciencia de los análisis que intentan explicar el “éxito” y el crecimiento del PRO en
la Ciudad de Buenos Aires durante la última década mediante argumentos que reducen su com-
plejidad al mero efecto de estrategias de marketiing eicaces. Explicaciones deudoras, en última
instancia, de la idea de una “falsa conciencia”, de un  “lavado de cerebro”, etc. Pero, como airma
M. Landau, “no sólo de globos vive el PRO” (2015). Para poder dar cuenta del fenómeno PRO con-
sideramos que se torna  necesario entonces partir de la conceptualización de la dimensión in-
consciente e ideológica como constitutiva de la subjetividad, y, a su vez, de la tesis que postula la
centralidad de las matrices socio-culturales en tanto operan como condiciones de posibilidad de
las subjetividades políticas. 

Es en este marco que queremos plantear, para inalizar, tres hipótesis - cuyo desarrollo es-


peramos poder desplegar y complejizar en futuros trabajos-  que pretenden, a partir del análisis

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 75

del gobierno del PRO en la CABA, contribuir a la identiicación y caracterización de los rasgos


más recurrentes que componen la condición neoliberal de la que somos contemporáneos.

En primer lugar, consideramos que, en gran medida, el PRO se inscribe dentro de una mo-


dalización de la subjetividad política a la que, siguiendo a Caletti, denominamos “gerencial”. Se
trata de una coniguración que gira en torno “al cálculo racional, la anticipación estratégica, la
consideración pragmática, la carrera y la vanidad personales (….)” (2011: 91).  A su vez, la subje-
tividad gerencial  implica la  paradoja  de una subjetividad política que se realiza en un proceso
de despolitización, en la medida en que reduce la “buena política” a la “gestión eicaz”, la “adminis-
tración transparente” y al control de lo dado. La ciudad deviene así una “ciudad empresa” (Murillo,
2011: 22), al tiempo que el Estado abandona toda responsabilidad social. Desde esta perspectiva,
se  enaltece el “saber  técnico” y se  rechaza el disenso  inherente a  la política  y esencial para la
vida democrática. La subjetividad gerencial implica entonces una lógica de gobierno empresarial
que se traduce en una política de la despolitización y, por lo tanto, en un proceso de desdemocra-
tización (Cfr. Balibar: 2013).

En segundo lugar, entendemos que la matriz socio-cultural  que se condensa en la igura


del emprendedor opera como una de las condiciones de posibilidad fundamentales para la emer-
gencia y  el  aianzamiento    de la lógica  (política)  gerencial.  Se trata de  una  modalización  de la
subjetividad dominante y en permanente expansión desde hace una década, presente en nume-
rosas prácticas y dispositivos socio- culturales. En esta coniguración subjetiva los individuos se
reconocen a sí mismos como “capital humano”. El emprendedor deviene así el “empresario de sí
mismo” que Foucault analizó en El nacimiento de la biopolítica (2007). Sometido a una lógica que
empuja al rendimiento y al goce ininitos (Laval y Dardot, 2013), el emprendedor emerge como
el individuo que “se explota a sí mismo” y es auto-responsable tanto de sus “éxitos” como de sus
“fracasos”. Regido por la competencia ininita como norma de conducta universal, el emprende-
dor “aplica la grilla económica a la totalidad de los fenómenos sociales” (Foucault: Ibíd.), al tiempo
que  no concibe un vínculo con el otro, ni consigo mismo, fuera de la lógica de la rentabilidad (Cfr.
Han, 2014). De allí que la “auto-superación”, la “autoayuda”, etc. emerjan como elementos funda-
mentales de esta matriz.  En la medida en que para el emprendedor todo depende de la motivación
y voluntad individuales, sostiene que “no le debe nada a la sociedad y que esta no le debe nada a él”.   

En tercer lugar, consideramos que tanto la lógica política gerencial como la matriz so-
cio-cultural emprendedora son inescindibles de la emergencia y naturalización de nuevas formas
de violencia, de discriminación, de inferiorización, de exclusión. En esta constelación, “la gente”,
“los vecinos”, “los emprendedores” emergen como los nombres que borran “al pueblo”, a “los ciu-
dadanos”, a “los trabajadores”. Se trata de identiicaciones que se constituyen en el rechazo de
los “los vagos”, “los militantes”, “los choriplaneros”, etc. Se inferioriza y se excluye a los otros cuyos
rasgos “culturales” o “individuales” – y no ya “biológicos” o “raciales”- los convierten en impro-
ductivos, indeseables, peligrosos, desechables. Esos otros son entonces “los perdedores”, “los fra-

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
76 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

casados”, que “si no pueden es porque no quieren”. Se instaura y se consolida así el principio de


la “desigualdad natural de los seres humanos” (Murillo, 2011: 14) como un hecho evidente, necesa-
rio, inquebrantable. En este sentido, Rancière señala que el derrumbe de los procedimientos polí-
ticos de polémica social se traduce en la constitución de un otro “infrapolítico”, es decir,  reducido
a un mero objeto de odio y de temor.

De aquí que, como sostiene Balibar, al neoliberalismo, en rigor, “no le interesa la reduc-
ción del conlicto como tal: por el contrario, este tiende a relegarlo a zonas ´sacriicadas´ porque
no son (momentáneamente) ´explotables´, allí donde son apartados los ´hombres descartables´”.
Así, “el conlicto es a la vez ´particularizado´ y ´suprimido´, pero de todos modos violentamente
desprovisto de su rol constituyente, que implica el acceso de todos los antagonismos y de sus
portadores a la esfera pública” (2013: 194). Ahora bien, el odio y el miedo al otro “infrapolítico”
tienen, como airman Laval y Dardot, un “efecto boomerang”, en la medida en que presentiican
la posibilidad de que cualquiera pueda ser un desecho. De allí que la violencia neoliberal se ma-
niieste también como una violencia dirigida contra sí mismo que patentiza la imposibilidad de
responder al imperativo ilimitado de rendimiento y goce.

Estado y subjetividades políticas

Pensar en la politicidad de la vida social, también nos lleva a interrogarnos por los modos en que
ha sido conceptualizado el Estado, particularmente en nuestra región.

Situar la pregunta en torno al Estado, “discutir el Estado” (diríamos con Althusser), nos im-
plica, primeramente, cuestionar la distinción entre Estado y sociedad civil realizada por otras
disciplinas, como la historia, la ilosofía política o la economía. Segundo, nos desafía a asumir una
perspectiva destotalizadora, a pensar que lo estatal está fundado en una dislocación estructural.
En este caso, intentaremos avanzar en el armado de una matriz teórica que nos permita avanzar
en la construcción del debate en torno al rol estatal en torno a la coniguración de formas y sub-
jetividades políticas.  

Diferenciar el Estado de la sociedad civil tiene como contrapartida ubicar en ámbitos se-
parados -y separables- las prácticas que corresponden al ámbito público de las que corresponde-
rían al ámbito privado o íntimo. Con ello se oblitera que todo sujeto es, en mayor o menor grado,
un producto ideológico; esto es: el modo en que se arman nuestros deseos y nos representamos
nuestra vida está atravesado por la dimensión ideológica. Lo ideológico es resultado de un com-
plejo entramado de relaciones inconscientes con las representaciones sobre nuestras condicio-
nes materiales de vida; relaciones que organizan nuestro modo de habitar, producir/reproducir/
transformar las signiicaciones que nos permiten dar sentido a nuestro mundo. Inscribirnos en
este camino nos separa de aquellas corrientes teóricas que conceptualizan al sujeto como punto
originario del sentido, pleno en cuanto a su voluntad y racionalidad de sus actos (Caletti, 2011).

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 77

Decíamos que también nos reclama un ejercicio de destotalización conceptual sobre el Es-
tado. Esto supone la incorporación del antagonismo como elemento ineliminable de lo estatal; y,
en este sentido, lo político como fundamento de las relaciones sociales. Así, pierde sentido carac-
terizar al Estado como una mera correa de transmisión de una ideología dominante bajo la égida
de un poder concentrado. Son varios los autores, cada uno a su modo, que nos proponen estas
coordenadas para avanzar en la construcción de la problemática que tiene como elementos fun-
damentales la cuestión política y lo estatal.

Hemos visto ya que Althusser y Foucault –por mencionar alguno de los recorridos hechos
en este proyecto de investigación (Ackerman, Morel: 2014)– nos dan algunas pistas para pensar
que el dispositivo estatal se encuentra atravesado por una isura fundamental que está vinculada,
en Althusser (1970), a la problemática de lo ideológico y al acento otorgado a lucha de clases al
interior de todo aparato de Estado; en Foucault (2006, 2008), al concepto de gubernamentalidad
y Razón de Estado (Morel, 2014). También pensadores latinoamericanos han señalado como un
error pensar al Estado como un todo homogéneo que antecede a la coniguración singular de la
sociedad de la cual emerge. Estamos de acuerdo con Lehrner cuando escribe, en base a su lectura
de Aricó, que:

“La misma precariedad del proceso capitalista en los países latinoamericanos nos permite
‘captar’ que la sociedad capitalista se constituye por medio del Estado (…). Vale decir, no hay una
unidad social anterior que ‘se da’ una organización política sino que solamente a través de lo po-
lítico se organiza un poder social” (Lehrner, 1981: 1100).

No sólo el Estado no preexiste al modo en que las luchas políticas se sintetizan, sino que
tampoco puede ser caracterizado como una institución homogénea. Es, tal como señala Linera
(2010) un “campo en disputa” entre la dirección de gobierno y su potencia instituyente, y los as-
pectos institucionales-burocráticos ya cristalizados. Así, en el dispositivo estatal se despliegan
batallas que tensionan, de acuerdo a la conducción de gobierno y las políticas públicas implemen-
tadas, los aspectos instituidos que intervienen en la coniguración de las subjetividades que allí
habitan.

En este marco, entendemos a las políticas públicas, particularmente las políticas sociales10,
como una forma de interpelación estatal. Esto es: el modo en que un gobierno al frente del dispo-
sitivo estatal construye un repertorio de formas de sujeto al cuál se dirige.

[10] Más allá de cierta conceptualización tradicional sobre la política social que tiende a pensarla como
un modo de taponar la conlictividad social, mediante medidas reparadoras; nosotros creemos que
las políticas sociales tienen como potencia proponer nuevos repertorios de identiicación subjetiva y,
simultáneamente, ampliar (o constreñir) el horizonte de lo posible en tanto comunidad, y por eso mismo
brindar coordenadas de emplazamiento en tanto que actores sociales. Para ilustrarlo con rapidez, dijimos
en otra ocasión que un Estado-policía tendería a la coniguración de sujetos de punición; mientras que un
Estado “popular” apuntaría a la conformación de sujetos de transformación social; queremos enfatizar
con ello que las modalidades que el dispositivo estatal asuma bajo determinada conducción de gobierno

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
78 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

Los procesos de identiicación varían de acuerdo a las representaciones sobre lo estatal y


los posicionamientos subjetivos frente a dichas representaciones. Es un juego que pivotea en un
terreno que es doble: entre los que habitan el Estado en tanto empleados públicos y entre aquellos
productos de la política pública. En este aspecto, Abad y Cantarelli (2012) airman que al interior
de la institución estatal conviven capas divergentes en los modos de simbolizar el rol del Estado
por parte de funcionarios y agentes estatales. La disponibilidad a determinadas identiicaciones
están tejidas con experiencias en torno al Estado que anclan en un nudo de experiencias históri-
cas que fueron alcanzando sus puntos de legitimación en distintas tramas: por un lado, en el en-
trecruzamiento entre la identiicación subjetiva con ciertas conducciones históricas de gobierno
al frente del Estado y las diversas identiicaciones con ellas; por otro, en el vínculo entre las prác-
ticas políticas y el lugar otorgado al rol del Estado. Las iguras de la subjetividad que identiican
los autores mencionados tienen un suelo común: la temporalidad “a-estatal”. Así, construyen una
tipología analítica en la cual identiican tres tipos de subjetividades “a-estatales”. La primera: el
“héroe resistente”, articulada en nuestra historia nacional con el nefasto período de dictadura
cívico-militar iniciada en 1976, las prácticas están vinculadas al enfrentamiento con un Estado
caracterizado como opresor; habitar en ese espacio se torna insoportable, de ahí el recurso a la
resistencia como modo de batallar en “un campo ganado por el enemigo”. La segunda: “el yupie”,
introduce la racionalidad empresarial en lo estatal y su efecto más visible, señalan los autores,
es el desplazamiento de objetivos: del bien común al incremento de ganancia; el Estado en tanto
espacio político pierde utilidad, se torna gasto que debe ser, de mínima, ajustado. La tercera “la
asamblearia deliberativa”, caracterizada por los autores como tributaria de la proliferación de ca-
sos de corrupción en el Estado durante la década del ’90, es una trasmutación de la “subjetividad
cacerolera” del estallido de 2001 que impugna la autoridad estatal en pos de procesos ampliamen-
te deliberativos y consultivos (Abad y Cantarielli, 2012). En conjunto las tres iguras operan en
forma simultánea o alternada y conforman una trama de signiicaciones en torno al dispositivo
estatal que desplaza la posibilidad de pensar al Estado político como campo de lucha. En suma, ni
los planes, programas o proyectos logran algún tipo de impacto en el modo de concebir al Estado.

La pregunta que insiste es hasta qué punto la interpelación estatal –los efectos de las po-
líticas públicas y los modos de identiicación colectivas con respecto a ellas- permiten la reconi-
guración de subjetividades políticas que puedan pensarse, al interior del aparato de estado como
políticas; de qué modo la dimensión política de las políticas sociales habilita a la conformación de
nuevas iguras subjetivas y, por ende, de otros modos de intervención en el espacio público. Hasta
aquí compartimos algunos hilos del armado de otra matriz teórica para pensar la articulación
entre Estado y política.

tendrán consecuencias en los modos de signiicar y los lugares a ocupar en lo público por distintos
actores.

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 79

Bibliografía

Abad, Sebastián y Cantarelli, Mariana (2012). Habitar el Estado. Pensamiento estatal en tiempos
a-estatales. Buenos Aires: Hydra.

Ackerman, Sebastián y Morel, Ma. Paula (2014). En los bordes del capitalismo, (re)pensar al Esta-
do (Versión revisada de la ponencia “En los bordes del capitalismo, (re)pensar al Estado” (2013).
presentada en las III Jornadas de marxismo y psicoanálisis. Biblioteca Nacional, Buenos Aires,
Argentina.

Alemán, J. (2006). Notas antiilosóicas. Buenos Aires: Grama.

Alemán, J. (2009). Para una izquierda lacaniana…. Buenos Aires: Grama.

Alemán, Jorge (2013). Conjeturas sobre una izquierda lacaniana. Buenos Aires: Grama editores.

Althusser, L. (1970). Ideología y aparatos ideológicos de Estado. Buenos Aires: Nueva Visión.

Althusser, L. (2010) [1967]. La revolución teórica en Marx. Buenos Aires: Siglo XXI.

Althusser, L. (1967). Sobre la dialéctica materialista. México: Siglo XXI.

Althusser, L, (2004). Maquiavelo y nosotros. Buenos Aires: Akal.

Balibar, E. (2013). Ciudadanía. Buenos Aires: Adriana Hidalgo.

Balibar, E. (2007) [2001]. El estructuralismo: ¿una destitución del sujeto? En revista Instantes y
Azares - Escrituras Nietzscheanas nº 4-5, año VII.. Disponible en http://www.instantesyazares.com.
ar/archivo#!__numero-4-5

Benasayag, M. y E. Charlton (1992). Crítica de la felicidad. Buenos Aires: Nueva Visión.

Benasayag, M. y E. Charlton (1993). Esa dulce certidumbre de lo peor. Buenos Aires: Nueva Visión.

Braunstein, N. (2006). El goce. Un concepto lacaniano. Buenos Aires: Siglo XXI.

Caletti, S. “Decir, autorrepresentación, sujetos. Tres notas para un debate sobre política y comu-
nicación”. En: Revista Versión, Núm. 17, UAM-X, 2006, pp.19-78.

Caletti, S. [coordinador] (2011). Sujeto, política, psicoanálisis. Discusiones althusserianas con Lacan,
Foucault, Laclau, Butler y Žižek. Buenos Aires: Prometeo.

Caletti, S. y N. Romé, [compiladores] (2011). La intervención de Althusser. Revisiones y debates. Bue-


nos Aires: Prometeo.

Caletti, S., N. Romé y M. Sosa [compiladores] (2011). Lecturas de Althusser. Proyecciones de un campo
problemático. Buenos Aires: Imago Mundi.

Caletti, Sergio (2011). “Subjetividad, política y ciencias humanas. Una aproximación” en Caletti, S.
Sujeto, política, psicoanálisis. Buenos Aires: Prometeo.

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
80 | Teoría, política y sociedad. Relexiones críticas desde América Latina.

De Ípola, E. (2007). Althusser, el ininito adiós. Buenos Aires: Siglo XXI.

Deleuze, G. (1982). ¿En qué se reconoce el estructuralismo? En Chatêlet, F. Historia de la Filosofía.


Ideas, doctrinas. Tomo IV-La Filosofía de las ciencias sociales. Madrid: Espada Calpe: 567-599

Deleuze, Gilles (1990). ¿Qué es un dispositivo? En AAVV (1990), Michel Foucault, ilósofo (págs. 155-
163). Buenos Aires: Gedisa.

Dosse, F. (2004a) [1992]. Historia del estructuralismo. Tomo I: El campo del signo, 1945-1966. Madrid:
Akal.

Dosse, F. (2004b) [1992]. Historia del estructuralismo. Tomo II: El canto del cisne, 1967 hasta nuestros
días. Madrid: Akal.

Esposito, R. (2012). El dispositivo de la persona. Buenos Aires: Amorrortu.

Foucault, M. (2007). El nacimiento de la biopolítica. Buenos Aires: FCE.

Foucault, M. (2003). El Sujeto y el Poder, Biblioteca virtual universal. Disponible online en: http://
www.biblioteca.org.ar/zip22.asp?texto=1006280

Foucault, M. (2006). Seguridad, territorio, población. Buenos Aires: FCE

Foucault, M. (2008). El nacimiento de la biopolítica. Buenos Aires: FCE

Freud, S. (1981). El malestar en la cultura. En Obras Completas tomo III. Madrid: Biblioteca Nueva.

García Linera, Á. (2010). La Construcción del Estado, conferencia UBA, Buenos Aires: Facul-
tad de Derecho. Disponible en: http://cidac.ilo.uba.ar/conferencia-magistral-de-%C3%A1lva-
ro-garc%C3%AD-linera-%E2%80%9Cla-construcci%C3%B3n-del-estado%E2%80%9D-facul-
tad-de-derecho-uba-9

Grassi, E. (2008). “La política social, las necesidades sociales y el principio de la igualdad: relexio-
nes para un debate ‘post’-neoliberal”; en: Ponce Jarín, J. (2008): Es posible pensar una nueva política
social para América Latina. Ecuador: Flacso.

Han, B-Ch. (2014). Psicopolítica. Barcelona: Herder.

Laclau, E. (2000). Nuevas relexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Buenos Aires: Nueva
Visión.

Laclau, E. (2005). La razón populista. FCE, Buenos Aires.

Laclau, E. y Moufe, Ch. (1985 [1ª edición]). Hegemonía y estrategia socialista. Buenos Aires: FCE

Landau, M., (2015), No solo de globos vive el PRO: el macrismo en la larga tradición del Gobierno
de la Ciudad. En: Revista de Ciencias Sociales, No. 87 (mayo), pp. 74-79.  

Laval, C. y Dardot, P. (2013). La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal. Barcelona:
Gedisa.

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Política, Subjetividad y Estado en la teoría contemporánea | 81

Lechner, Norbert (1981). Acerca del ordenamiento de la vida social por medio del Estado. En: Re-
vista Mexicana de Sociología, Vol. 43, No. 3. (Jul. - Sep), pp. 1079-1102. Disponible en: http://www.
webiigg.sociales.uba.ar/grassi/postgrado1constr.html

Milner, J. C. (2003). El periplo estructural. Figuras y paradigma. Buenos Aires: Amorrortu.

Morel, M. P. (2014). Dispositivo estatal y subjetividad. En: Revista Ciencias Sociales No 89. (Oct) pp.
40-45. Disponible en: http://www.sociales.uba.ar/?page_id=32678

Murillo, S. “La nueva cuestión social y el arte neoliberal de gobierno”. En: Revista Cátedra Paralela,
Núm. 8, 2011, pp. 9 a 32.

Pêcheux, M. (1994). El mecanismo de reconocimiento ideológico. En Žižek, S. (comp.) (2004). Ideo-


logía. Un mapa de la cuestión. Buenos Aires: FCE

Rancière, J. (2000). “Política, identiicación y subjetivación”. En: Arditi, B. (comp.) El reverso de la


diferencia. Identidad y política. Caracas: Nueva Sociedad.

Romé, N. (2015). La posición materialista. Buenos Aires: EDULP.

Žižek, S. (comp.) (2003). El espectro de la ideología y Doxa y vida cotidiana: una entrevista. En Ideo-
logía: un mapa de la cuestión, Buenos Aires: FCE.

Žižek, S. (2003). El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires: Siglo XXI.

Sebastián Ackerman, sebasackerman@gmail.com; Carlos Britos, cbritos@hotmail.com; Ezequiel


Nepomiachi, ezequielnepomiachi@hotmail.com; M. Paula Morel, m.paulamorel@gmail.com; Ca-
rolina Ré, re.carolina@gmail.com; y Ricardo Terriles, rterriles@gmail.com. Docentes de la asigna-
tura Teoría y Práctica de la Comunicación III, Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad
de Ciencias Sociales, UBA; e integrantes del Proyecto UBACyT 20020120100367BA, “Figuras de la
subjetividad política en la Argentina contemporánea (2001-2015). Un aporte desde el análisis de la
producción social de las signiicaciones”, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de
Ciencias Sociales, UBA, dirigido por el Prof. Sergio Caletti y actualmente por la Dra. Natalia Romé.

This content downloaded from


200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
200.68.173.148 on Sun, 31 Jul 2022 01:31:01 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms

También podría gustarte