Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
año)
INTRODUCCION
¿Cómo y con qué criterios seleccionamos algunas de estas corrientes teóricas por sobre
otras para ser trabajadas en la materia? ¿Qué supuestos nos condicionan la elección?
¿Dónde situamos las líneas de pensamiento nacional y popular? ¿Qué lugar les hemos
dado en el marco de la materia? ¿Por qué?
¿Qué vinculaciones tienen las distintas perspectivas teóricas con las diferentes
corrientes de la educación?
ORIENTACIONES GENERALES.
“La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a tornarnos
cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”. Gabriel
García Márquez
Tomando esto, vamos a partir de algunos supuestos- planteados por Alcira Argumedo
en distintos trabajos y por otros autores- que contribuirán a dar direccionalidad a la
propuesta pedagógica de la materia:
Las teorías del orden ven a la sociedad como un sistema natural, como un sistema de
acción homogéneo, con una cultura compartida, con consenso de valores, de
comunicación y de organización política (Horton). El concepto de “anomia” sirve para
explicar los problemas del sistema. Los problemas sociales (y/o educativos) pueden
resultar de la anomia o promoverla. La anomia implica desequilibrio del sistema o
desorganización social, debilitamiento del control social, inadecuaciones para alcanzar
objetivos e institucionalizarlos, etc. En definitiva, la anomia culmina en el fracaso de los
individuos para satisfacer las necesidades de conservación del sistema social.
Sin lugar a dudas, los educadores, tenemos muchas y variadas preguntas acerca de
cómo abonan estas teorías nuestra propia mirada del mundo educativo y de la situación
pedagógica.
Por otro lado, las teorías basadas en el conflicto analizan los fenómenos sociales como
una batalla política librada entre grupos con objetivos y puntos de vistas opuestos. El
orden no se logra mediante el ejercicio del control social, sino a través de la
reorganización radical de la vida social; el orden resulta de las condiciones de
organización social y no del estado de integración cultural. El análisis del conflicto es
sinónimo al análisis histórico. El teórico del conflicto cuestiona la legitimidad de las
cos-tumbres y valores existentes, mientras que el teórico del orden los acepta como
standars de salud (Horton).
La perspectiva que plantea este documento de trabajo parte del reconocimiento de estas
distintas miradas en el ámbito del saber y la experiencia educativos y de un
posicionamiento desde las teorías del conflicto. Desde allí, indagaremos acerca de la
diversidad en el marco de distintas corrientes de pensamiento.
Quienes nos hemos formado en diversos ámbitos y niveles del sistema educativo hemos
ido incorporando esta mirada “oficial” de las ciencias, la historia, los procesos políticos
y sociales. Sin embargo, a partir de ello, nos encontramos ante el desafío de conocer y
reconocer la existencia de estas otras matrices político teóricas, capaces de contribuir
a analizar e interpretar los mismos fenómenos con otras herramientas y a buscar en
nuestra historia las voces, las ideas, las prácticas que han sido invisibilizadas y
sistemáticamente silenciadas a lo largo de nuestra formación.
Argumedo encuadra esta perspectiva de análisis, esta búsqueda del pensamiento que
la historia (oficial) ha callado:
En tal sentido, resulta evidente que uno de los errores más comunes fue y es el de
querer establecer la existencia de un “pensamiento universal”, supuesto basado en la
inferioridad racial de los habitantes de América, Asia y África. Desde ese lugar, desde
esa perspectiva etnocéntrica el prejuicio actuado a lo largo de la historia de
Latinoamérica es la negación y el desconocimiento acerca de la posibilidad de que los
negros, los nativos, los pueblos originarios tuvieran pensamiento propio.
Sin embargo, si intentamos analizar las ideas y visiones del mundo desde América
Latina, no solamente descubriremos las grandes epopeyas de resistencia, basadas en
determinados corpus de conocimientos, valores, experiencias e identidades culturales
sino, además, un pensamiento creativo que, especialmente a partir de la emancipación
comienza a ser propositivo y expreso. Se empieza a apreciar que en Artigas, en Morelos,
en Bolívar, en Simón Rodríguez, en Dorrego, entre muchos otros, se expresaban un
conjunto de ideas. Es interesante, por ejemplo, reflexionar acerca del concepto de
“democracia”. Así, en las democracias liberales de los Estados Unidos, que
renombrados teóricos y políticos, nos ponen como ejemplo, los blancos eran libres,
iguales, propietarios, pero los negros eran esclavos y en las haciendas eran
exterminados. En Francia, la libertad, igualdad y fraternidad era para los franceses, pero
para los argelinos e indochinos, no. Había derechos para los ingleses, pero no para los
hindúes. Y este concepto de democracia absolutamente racista siguió hasta 1960.
Como podemos ver, desde la propia experiencia vital de los sectores populares
heterogéneos de América Latina -así como hizo la burguesía, según dice Romero
(1967)-, es necesario sistematizar esta propuesta, esta matriz de pensamiento teórico
político por reconocerla como “de avanzada” al considerar que todas las personas son
iguales y humanas. El pensamiento occidental ha silenciado esta mirada y ha
contrapuesto los argumentos teóricos, políticos, científicos y culturales que ya
conocemos: un pensamiento de fuerte exclusión y segregación social. Un pensamiento
que duró veinticinco siglos y que sigue subsistiendo hasta nuestros días.
Alcira Argumedo nos presenta algunas claves para abordar e indagar, desde la
formación, esta otra perspectiva de pensamiento, esta otra matriz, desconocida por la
historia oficial.
“El tema es que con este pensamiento de las tradiciones populares latinoamericanas
hay que hacer el ejercicio inverso al que se hace con las ciencias sociales oficiales. Con
las ciencias sociales oficiales hay que encontrar detrás de su sistematización a qué
proyecto político y sujetos sociales están respondiendo en una determinada etapa de la
historia. A este pensamiento de las vertientes populares latinoamericanas, hay que
buscarle el potencial teórico que está por detrás de sus acciones que aparecen
principalmente bajo la forma de proyectos políticos, propuestas, ensayos, literatura.
Pero si se hace ese ejercicio, yo sigo creyendo que el nuestro es el pensamiento más
avanzado de occidente. Porque no es un pensamiento racista, es un pensamiento de
un profundo humanismo. Y occidente tiene que hacerse una crítica muy a fondo en esto
de pensar que su cultura era la cultura universal, que la raza blanca era la raza superior,
que los otros eran meros bárbaros, atrasados e incivilizados. Sólo así van a poder entrar
en la historia. Esta soberbia está absolutamente en crisis. Yo creo que hay un potencial
riquísimo en esas tradiciones a las que se agregan Martí, Zapata, Sandino, cantidades
de líderes y pensadores, pero que obviamente los sectores dominantes y las ciencias
dominantes han silenciado”.[3]
Este pensamiento popular tiene un potencial muy fuerte en Argentina, sin embargo, es
necesario comprenderlo desde América Latina para alcanzar una visión mayor y más
amplia y no una visión localista y provinciana del pensamiento. Porque América Latina
es sincrónica. Es significativo observar cómo desde las dos puntas del continente y sin
haberse encontrado Simón Bolívar y Artigas expresaban ideas y pensamientos muy
similares. Hoy es tan necesario conocer lo que enseñan Simón Rodríguez, Artigas o
Bolívar como lo que enseñan Mill, Marx o Keynes.
“La incapacidad para ver el mundo desde nosotros mismos ha sido sistemáticamente
cultivada en nuestro país.(…) Si todo es según el color del cristal con que se mira,
conviene saber qué anteojos y anteojeras nos han puesto, parecidas a esas gafas
oscuras que usan muchos nativos, con las que logran ignorar los verdes de nuestros
campos y los azules de nuestros cielos, acomodados al matiz uniforme adquirido en una
casa de óptica”. A. Jauretche.[4]
Acordamos con Adriana Puiggrós en cuanto a que la educación, “como toda práctica
social, es productora de una pluralidad de sentidos y susceptible de ser producida y
leída desde ángulos diferentes (ideológico, político, económico, psicológico) a partir de
los procesos histórico-sociales”[5]. El alcance de esta afirmación puede analizarse
desde dos ángulos: La primera desde la posibilidad de deslindar procesos
esencialmente educativos, pero siempre “sobredeterminados” dentro de una compleja
construcción de sentidos y prácticas sociales. La segunda es la posibilidad de realizar
una “lectura pedagógica” de cualquier proceso social. Si bien no todo es pedagógico, lo
pedagógico está en todas partes.
Por ello, plantearemos como cuestión central del desarrollo de “Teorías socio políticas
y educación” la imperiosa necesidad de analizar lo pedagógico en relación con sus
condiciones de producción y a reconocer el carácter múltiple de esas condiciones. Esto
implica, retomar el análisis que veníamos haciendo respecto de la existencia de otras
matrices de pensamiento negadas o invisibilizadas por nuestra historia oficial y por las
diversas ciencias humanas (de raíz occidental) y explorarlas con mirada pedagógica.
Como así también, reconociendo las reales condiciones en que tales matrices fueron
producidas y reproducidas, podremos empezar a comprender los múltiples y diversos
sentidos que fue adquiriendo la cuestión educativa en sus respectivas ópticas.
Romper nuestros esquemas ya formados implica un ambicioso desafío. Nada fácil por
cierto. La posibilidad de aceptar que la educación produce sentidos diversos ha sido
negada a los maestros y pedagogos de nuestro continente. A ello ha contribuido la
instalación de la concepción que Puiggrós denomina de “la instrucción pública”, desde
los inicios del estado liberal - oligárquico. Según ella “los sentidos pedagógicos
construidos en la sociedad se reducen al discurso pedagógico dominante dentro de las
instituciones legalmente constituidas, con la finalidad de educar (…)El decreto crea la
escuela; la escuela crea la educación“. Es decir, la institución educativa se constituye
como la condición previa en la producción de sentidos y discursos pedagógicos.
Esta posibilidad de búsqueda de los “otros discursos” abre un ámbito teórico fascinante
que permite vislumbrar una nueva historia de la educación, con el surgimiento de
pensamientos y tendencias pedagógicas hasta hoy desconocidas por nosotros. Esta
indagación implica la recuperación de “prácticas y sentidos perdidos en documentos, en
las márgenes de los libros, en recuerdos, y presentes también -como negación, como la
interpelación que estuvo en el origen de la una proposición que hoy es pedagogía
legítima, oficial y antes fue solamente una respuesta - en esas palabras pedagógicas
dentro de las cuales fuimos interpelados los pedagogos latinoamericanos“[6].
BIBLIOGRAFÍA.
Horton, John. “Las teorías del orden y conflicto de los problemas sociales como dos
ideologías opuestas”. (mimeo)
Ribeiro, Darcy 1994). “A experiencia dos CIEP´s”, en Carta: falas reflexoes, memorias
Nro. 3 , Brasilia.
Rodríguez, Simón (1999). “Luces y virtudes sociales”, en Obras completas del Maestro
de Bolívar. Caracas. Reedición del gobierno de la República.
ORIENTACIONES METODOLÓGICAS.
“Todo lo que nos rodea es falso e irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas
las creencias económicas que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que
nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irrelaes las libertades que los
textos aseguran…Volver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es preciso
exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer
saber exactamente cómo somos. Raúl Scalabrini Ortiz[7]
Hasta aquí, hemos expuesto algunos fundamentos que otorgan direccionalidad político
pedagógica a la propuesta de la materia “Teorías sociopolíticas y educación”. Sin
embargo, no dejaremos de hacer explícitas algunas claves para orientar la selección de
los contenidos de la materia, a saber:
Definir y seleccionar las corrientes teóricas y matrices de pensamiento teórico-político
que vamos a abordar (liberalismo, marxismo, pensamiento popular latinoamericano, etc)
y situarlas como producciones creadas y desarrolladas en determinados contextos
histórico políticos.
Definir y seleccionar, las corrientes teóricas en educación (funcionalismo y positivismo
pedagógico, teorías reproductivistas, pedagogía crítica, etc.) y los discursos
pedagógicos populares, relacionándolos con las perspectivas teórico-políticas que
hemos analizado como producciones en sus respectivos contextos.
Replantear el foco de la mirada, cuando analicemos las distintas concepciones, referirá
a la pregunta acerca de a quiénes, cómo y para qué se educa. Porque en las respuestas
se develan los valores de las distintas corrientes de pensamiento acerca de los derechos
ciudadanos y no sólo de los educativos.
Podemos plantearnos distintas formas de clasificar y seleccionar las corrientes
pedagógicas de acuerdo a la dirección de la mirada que adoptemos: la concepción de
educación, el rol de los sistemas educativos, las perspectivas centradas en el la
enseñanza y/o el aprendizaje, los sujetos a formar, la definición del rol docente, las
experiencias educativas significativas (escolares y/o comunitarias) creadoras de
discursos pedagógicos (o sus “gérmenes”), entre otras.
Recuperar los discursos pedagógicos populares desarrollados en América Latina y
vincularlos a sus contextos de producción y de los modelos de sociedad que
propugnaban sus creadores (y hacedores).
Devolverle a la escuela pública el lugar de “arena de lucha” de diversas ideas, prácticas
y sentidos en pugna.
Indagar en el conocimiento y reconocimiento de discursos (o “gérmenes”) y experiencias
pedagógicas populares que se hayan desarrollado fuera del sistema educativo.
Ahora sí, nos centraremos en algunas consideraciones metodológicas que, como ya
sabemos, debieran implicar coherencia con la concepción teórico política que sustenta
nuestra práctica pedagógica. Es ya bien conocido el vínculo entre las miradas teórico
políticas que marcan los ejes educacionales centrales, las características de los sujetos
educativos y las modalidades de los procesos de enseñanza y aprendizaje y su relación
con los valores y objetivos que sustentan la práctica pedagógica.
Con esto queremos plantear que la consigna es desplazar una formación parcializada
por otra, que tenga como base la creatividad, las interrogaciones, la reflexión, el análisis.
La acumulación de información pierde relevancia frente a la capacidad para buscarla,
saber utilizarla y procesarla (Argumedo, 2006).
La formación del tipo de capacidades a las que nos referimos implica al menos, dos
condiciones que cuestionan las metodologías tradicionales de la enseñanza: por una
parte es necesario promover sistemáticamente el trabajo en equipo, con el objetivo de
recuperar el pensamiento colectivo y cooperativo en la búsqueda de soluciones y en el
aprendizaje conjunto. Es éste un enfoque absolutamente opuesto al del individualismo
competitivo de las propuestas pedagógicas neoliberales. Por otro lado, replanteamos
los modos y criterios utilizados para evaluar.
ESTRATEGIAS DIDÁCTICAS.
Nos referimos aquí a “fuentes” que permiten analizar los contextos de desarrollo de
diferentes matrices de pensamiento teórico político, los discursos pedagógicos (o
gérmenes de discursos) provenientes de distintos actores y sectores, experiencias
pedagógicas concretas, biografías de referentes clave (pensadores, teóricos, políticos,
maestros, etc), obras y escritos, periódicos y revistas, documentos de gestión, entre
otras.
* Reconstrucción autobiográfica.
Esta estrategia de trabajo permite revisar y poner en cuestión los propios supuestos,
creencias, hipótesis, prácticas. Nos obliga a buscar sus causas y sus orígenes para
poder realizar los replanteos, las revisiones, las recreaciones necesarias de prácticas y
supuestos teórico políticos.
Confrontar tales supuestos con información teórica, con datos provenientes de distintas
fuentes, debatirlos, hacerlos jugar en diversas situaciones, provoca efectos de
reestructuración altamente formativos (Davini 1995).
* Debates.
* Investigación.
Bibliografía citada.