Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Y MIGRACIONES
Teorías, conceptos y experiencias
EUGENIA RAMíREZ GOICOECHEA
Profesora Titular de Antropología Social (UNEO)
ETNICIDAD, IDENTIDAD
Y MIGRACIONES
Teorías, conceptos y experiencias
@ ~ditorial universitaria
~ Ramón Areces
Para Inés,
por su inmensa generosidad y lealtad.
ACre,
por su perseverancia y voluntad,
por su entereza ante la dificultad.
ALu,
por elegir el buen camino.
A Eu,
por la orfandad inevitable.
Para Shane,
por tanta soledad.
ISllN-13: 978-84-8004-731-9
Depósito legal: M-1525-2007
índice
PRÓLOGO....................................................................................................... 15
INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 19
l. Introducción................................................................. ............ 31
2. Repensar lo social. Teorías de sistemas dinámicos........ ......... 31
2.1. El paradigma autopoiético .............................................. 33
2.2. Teorías de la complejidad, criticalidad y caos ................ 40
3. Una teoría incorporada del conocimiento ............................... 48
3.1. Práctica cognoscente ....................................................... 48
3.2. Saber y conOccl'............................................................... SI
3.3. Categorización................................................................. 54
3.4. Conocimiento práctico .................................................... 63
4. Singulares, no únicos. Socialidad y categorización social en
animales no humanos ... ...... ................ ...... .......... ....... .............. 65
4.1. Animales: buenos para pensar ........................................ 65
4.2. Capacidades y destrezas.... .......... ................ ....... ........ ..... 68
l. Introducción............................................................................. 77
2. Identidad ............................................................................. n
2.1. De-construyendo: Crítica de la noción de Identidad ...... "IX
fND!CE 9
Capítulo 4, EL PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES,
2.2. Re-construyendo: Identidad como categoría de la prác-
83 EXPERIENCIAS COMPLEJAS ...................................... .. 193
tica y de la representación .............................................. .
2.3. Naturalización y objetivación sociaL ............................ . 87
l. Introducción, ... ,...... ,......... ,............................................. . 195
2.4. Dinámicas y estructuraciones de la Identidad ............... . 90
2, Grupo, comunidad y conciencia étnica .................................. . 197
3. Alteridad ................................................................................. . 97
2.1. Categorías y sociodemografías ..................................... .. 197
4. Ontologías sociales: Socialidad, socialización y categoriza-
2,2, Identidad, pertenencia y conciencia .............................. .. 199
ción ......................................................................................... . 103
2.3. Comunalidad, conectividad y grupalidad ...................... .. 202
4.1. Clases na/ura/es y sentido común ................................. . 104
109
3. Memoria, historia y tradición ............................................... .. 205
4.2. Socialidad, socialización y experiencia ......................... .
3.1. Consideraciones ncurosociales de la memoria ............. .. 205
3.2. Memoria colectiva .......................... , ............ , ........ , ......... . 210
3.3. Temporalidad, externalización y recreación .. " ... " .... ".". 215
Capítulo 3. PENSANDO ETNICIDAD ........................................................ . 117
3.4. Historia y tradición" ....... ,.... ,.".,,, .... ,,,, .. ,,, .......... , ........... , 217
3.5, Políticas de la memoria.,,, .... ,,,,,,., ......... ,........................ . 219
l. Introducción ............................................................................ . 119
4. Etnogénesis y revitalización étnicas."."" ... " ..... " ................. ". 222
2. Experiencias etnohistóricas de la Etnicidad .......................... .. 120 4.1. ¿Qué es etnogénesis? .. ,.. ,.... ",,, ............................... ,, ... ,,, 222
2.1. Homínidos en contacto ................................ ·· .. ·· .. · .. ·.. ·.... · 120 4.2. Revitalización étnica ,." ........ ,......................................... . 223
2.2. Gentes e imperios de la antigüedad clásica .................. .. 124 4.3, Entrepreneurs y líderes étnicos""""." ..... "" .. " .. " ....... " .. 225
2.3. Un Medievo no tan aislado ............................................ . 126 4.4. ¿Qué hacen los líderes étnicos? ..................................... . 228
2.4. Las Europas y las Américas ........................................... . 129 4,5. Tiempos modernos ......................................................... . 231
3. Occidente y Etnicidad ............................................................ . 131 4.6. Experiencia colectiva e invención étnica ...................... .. 236
3.1. Contextos históricos y políticos .................................... .. 131 4.7. Etnogénesis y cambio social .......................................... . 239
3.2. Bri/al1l1ia. Experiencia colonial y Antropología ............ . 134 4.8. Etnicidad y movimientos sociales .............................. " .. . 242
3.3. En Estados Unidos. Inmigración, asimilación y acultu- 5. Parámetros del trabajo étnico ................................................ .. 246
ración .............................................................................. . 143 5.1. Etnieidad y Cultura. Una trampa falsa ,,,,,,,,,,,,, .. ,,,,,,, .. ,,, 246
4. Teorías sobre Etnicidad ......................................................... .. 146 5.2. Trabajo cultural y Irabajo étnico "" .. " .......................... .. 250
4.1. Teorías clásicas ............................................ ······· .. ·.. ·...... . 146 5.3. Irreversibilidad del trabajo culturaL"",,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,, 254
4.2. Contribuciones a la integración ..................................... .. 153 5.4. Crossmodalidad ....... ", .... ""., ......... ,..... ,.............. ,.... ,...... . 255
5. Etnicidad, autopoiesis y complejidad ..................................... . 160 5,5, Creatividad ,,,,,,,, .. ,,,, .. ,.. ,...... ,,,, ...... ,..... ,.......................... . 256
5.1. Etnicidad y complejidad ................................................. . 160 5.6. Expresión y comunicación constituyentes: prácticas y
5.2. Etnicidad como sistema ................................................. . 162 discursos ........................................................................ .. 257
5.3. Etnicidad: proceso y estructura ............................... . 165 5.7. Plausibilidad psicológica y sociohistórica ....... "." ... "" .. . 262
5.4. Etnicidad como entorno ................................................. . 167 5.8. Significado para todos: polisemia en los discursos,
5.5. Recursividad y recreación de una complejidad interna .. 169 estrategias para la acción .............................................. .. 26')
5.6. Etnicidad C01110 atractor ............................................. , .. . 172 6. Ámbitos, dominios y materiales del trabajo étnico ................ . 271
5.7. Etnicidad, subsidiaria de otros atractores ..................... .. 174 6, 1, Parentesco y filiación "", .. "" .. ", ................ " .................. .. 272
5,8. Fragmentación y coherencia en la Etnicidad ................ .. 175 6.2. Territorio, espacio y localidad ........................................ . 277
5.9. Fronteras, bordes y mezclas: multiplicidad e hibridación 177 6,3, "Dime qué hablas y te diré quién eres": lengua y habla. 2XX
5.10. Una definición provisional.. ......................................... . 180 6.4. Creencias y prácticas religiosas ........................ . 294
Así como, según la teoría de la relatividad, un viajero sería más longevo a la velo-
cidad de la luz que aquéllos a quienes hubiere dejado atrás en su planela, en este caso
es más bien al revés: esta andadura no sólo no ha ido con esa rapidez -¡ya hubiera yo
qucrido!- sino que ha hecho envejecer todavía más a su autora, en tiempos y lugares
repartidos en países muy terrestres, con sus noches y sus días.
Comencé la redacción de este texto hace más de cinco años, pero obligaciones
académicas e intelectuales interrumpieron este esfuerzo hacía derroteros no menos
interesantes. Cuando volví al manuscrito, me di cuenta de que mi orientación episte-
mológica y teórica había cambiado tanto como para exigir una revisión total.
Dos años de consulta, análisis y redacción quedan depositados directamente en
este volumen, amén del bagaje de muchos años de interés, investigación y lectura.
Este es un libro debido a mis alumn@s de Antropología y los que durante todos
estos años han compartido conmigo la tarea de pensar en estos temas, en jornadas,
congresos, debates, simposios, charlas de despacho, de pasillo, de correo electróni-
co, ... Colegas y compañeros del Departamento de Antropología Social y Cultura de
la UNED me han animado, inspirado y apoyado para seguir adelante, en el contexto
de reciprocidad, solidaridad y respeto mutuo que nos caracteriza. A todos ellos les
doy las gracias. Miguel Bravo ha sido el artista de las imágenes: mi reconocimiento
por su talento e inestimable contribución.
Mis leales han seguido siéndolo, para fortuna mía. Mi madre, Nico Pico (<Í,'. tfa
Pía), mis amig@s, especialmente mi querida María, que nos dejó con el cora/.ún
PI{()LOCO 15
vacío. Ruth. Manuel, Karolin, y las anfitrionas del 319 y sus habituales, siempre al ¿Por qué Cien mios de soledad? Por mi primer artículo, mi devoción y re-descu-
quite de mis obligaciones y rutinas, generosas en c!Juches, tentempiés y muchas otras brimiento veinte años después, mí sana envidia por lo que dice y sus maneras, mi
cosas. admiración respetuosa pero celosa al magisterio de la palabra exacta, llena de signi-
Tengo que agradecer a la Universidad Nacional de Educación a Distancia por la ficación. ¿Por qué El Siglo de las Luces? Por su tremendo barroquismo, sus claros-
concesión de un permiso sabático (1995-1996) y al Ministerio de Ciencia y Educa- curos, por las más dignas aspiraciones y las profundas catástrofes que describe; todo
ción (Dirección General de Investigación Científica) por una beca de movilidad del como la vida misma, pero con el derroche literario capaz de hacernos sentir el refle-
profesorado (PR95-390, 1996-1997), por los que tuve la oportunidad de investigar jo del sol en el agua. Con la cuarta parte ya me conformaría yo.
sobre Etnicidad, Migraciones y exclusión social como profesora visitante en los Espero que, con la benevolencia de lectores y lectoras por errores y omisiones no
Departamentos de Ciencias Sociales y Políticas, Antropología Social y Pembroke malintencionados, así sea. Buen viaje.
College, todos ellos de la Univcrsidad de Cambridge. Gracias especiales a Prof.
Barbara Bodenhorn, Prof. Geoffrey Hawthorn y Prof. Carolyn Humphrey. También a
la Universidad de la República en Montevideo, en la persona del Profesor Zubillaga. TC y Univel'sity Ulmuy, Cambridge. 2005-2006
Así mismo, a Joaquín Arango, Presidente del CIS cuando realicé la investigación
sobre inmigrantes en España. De alguna manera este libro cierra un ciclo intelectual
para mí y quiero por eso recordar con aprecio y mucha gratitud al Director de mi
Tesis Doctoral, Prof. Tomás Calvo (UCM), culpable dc echarme a los leones del tra-
bajo de campo, mi segunda carrera. También al Prof. Jesús Arpal (UPV), por su con-
tinuo magisterio, y al Prof. Jase Luis García (UCM) por sus lecturas atentas de mis
borradores y sugerencias que todavía sigo teniendo en cucnta.
Si este libro se dedica a la Etnicidad, a la Identidad, a las Migraciones, no es
menos cierto que lo hace desde un trabajo epistemológico, teórico y empírico pre-
vios. En esa medida no sólo habla de lo que el título anuncia, sino de Antropología
Social y Cultural, de otras Ciencias Sociales y no Sociales, de cómo mirar los fenó-
menos humanos, de procesos complejos de articulación biopsicosociocultural en los
humanos, dentro de una línea de trabajo que me es idiosincrática y que comparto
con otr@s.
No están todos los que son, ni mucho menos. Es imposible dar cuenta de la
explosión de investigaciones empíricas y teóricas (¡como ésta') que nuestro ánimo
hiper-reflexivo occidental es capaz de producir. La bibliografía es inmensa, casi
inabarcable. Sólo espero que sí sean todos los que están.
Toda obra es, de alguna manera, inacabada, en el caso de las ciencias sociales
lo es todavía más. El lenguaje dominante anglosajón lo cita como open-ended, in
progress, etc. Esto mismo caracteriza mi texto. Esta circunstancia no resta coheren-
cia o interés al libro. Creo que, de alguna manera, es un trabajo de autor -en este
caso de autora- porque no es un compendio de lo que otros dicen o han dicho.
Refleja más bien mi forma personal de interpretar y analizar lo social y las múlti-
ples formas en que se encarnan, Etnicidad, Identidad/Alteridad, Migraciones. El
ánimo ha sido dar una visión general y pistas y sugerencias para situarse y seguir
descubriendo.
Este trabajo tiene carácter trasversal: algunos capítulos pueden leerse a conti-
nuación de otros sin necesidad de seguir rigurosamente el orden del Índice. En tema
tan complejo, los caminos que se abren son múltiples y hay que escoger un hilo
narrativo, por necesidad.
1 Dirigida por el Prof. Tomás Calvo Suezas (U.Complutense, Madrid) siempre generoso y leal
con sus alumn @s, con la ilumi nación y los buenos consejos del Pof. Jesús Arpal (U PV) y las lec-
tllras aten tas del Pref. l ose Luis García (U. Complu tense, Mad rid). Esta Tesis fue realizada con la
Beca de Formación de Personal Investigador (FPl) de l Ministerio de Educación y Ciencia; recibió
la Ayuda Tesis Doctorales en curso de rea li zación del CIS, así como el Premio de Tesis Doctorales
1988, de la misma instit ución. De alguna manera este libro cierra un ciclo intelectual para mí y
quiero por eso recordar con aprecio y mucha gratitud a estos tres profesores.
INTRODUCCiÓN 19
Sociología y Antropología, convencida de que ambas disciplinas no tenían por qué opo- por garantizadas, Identidad, Alteridad, Etnicidad, debían ser explicadas a partir de las
nerse. La aproxi mación metodológica siguió una orientación integradora macro y coordenadas sociohistóricas y culturales por las que tomaban existencia.
micrológica. En este trabajo me decanté por una perspectiva situacionalista y estratégi-
Pensé que tenía que entender mejor los procesos de clasificación social para
ca por el que pudiera mostrar cómo la gente interacciona y manipula definiciones socia-
comprender cómo nos relacionamos con los demás y cómo estas mismas relaciones
les en sus prácticas y discursos con respecto a sus posiciones estructurales, los contex-
producen y recrean dichas clasificaciones. A su vez, quería saber cómo se construyen
tos y las agencias sociales implicadas, dentro del límite de ciertos macroprocesos y experimentan las categorías sociales en las relaciones sociales, cómo eran objeti-
políticos, económicos e ideológicos. Estudié las relaciones entre las estructuras socia- vadas y vividas colectiva y personalmente.
les y los sistemas clasificatorios, normas, discursos y prácticas. Ya entonces me decan-
té por prestar especial atención a las teorías de la acción social sin dejarme llevar por La ferocidad de la Guerra de los Balcanes y los ejercicios de limpieza élnica me
dualismos mistificadores como los de individuo/sociedad y otros por el estilo. hicieron preguntarme cómo es que determinados proyectos políticos nacionales
podían movilizar de esa manera la lealtad, la traición, las emociones y vínculos de la
Otras pesquisas y estancias de investigación siguieron sobre alteridad social, exclu- gente, sus odios, la memoria colectiva.
sión social, y, sobre todo, migraciones. Dirigí un estudio etnográfico encargado por el
Centro de Investigaciones Sociológicas, en la persona de su presidente de entonces, el Lo afectivo-emocional, la implicación subjeti va biográfi ca desde ciertas objeti-
Prof. Joaquín Arango, sobre inmigrantes extranjeros en el Estado español que, modes- vaciones de la memoria histórica, me reafirmó en mi predilección antigua por los
tamente, contribuyó junto con los de otr@s a conocer más profunda y detalladamente procesos de socialización, que ya había investigado en referencia a las cuadrillas del
quiénes eran estas personas que venían a trabajar a nuestras ciudades y pueblos. País Vasco y que el trabajo con jóvenes me permitió ampliar. Para ello tu ve que
repensar las teorías sociológicas clásicas sobre sociali zación como internalización,
Teniendo experiencia etnográfica sobre la primera y segunda generación de eligiendo otras mucho más abiertas, menos orientadas hacia la reproducción social.
inm igrantes españoles en Rentería y su comarca, con la de los inmigrantes extran- Me detu ve en concreto en las teorías del vínc ulo, del apego social y el ex trañamien -
jeros en el Estado Español, quise completar mi perspecti va: la de la última genera- to, como precursores sociocognitivos y emocionales de la familiari dad y la distancia
ción de migrantes españoles a América Latina, en concreto a Montevideo, Uruguay social; toda teoría sobre la socialidad es un teoría sobre la alleridad. También comen-
(CICYT. PB96-0869). Pensé que así obtendría una visión más global sobre los pro- cé a estudiar el desarrollo del conocimiento social en la infancia, lo que me puso en
cesos migratorios y establecer una reflexión comparativa con los otros dos anterio- contacto con la psicología del desarrollo y la psicología cognitiva social constructi-
res casos. Así fu e. vista representada por Jerome Bruner y su escuela. Me detu ve en las teorías del social
Lo que más me ha importado del estudi o de estos fenómenos es su multiplicidad referencing y las formas del e/llrepensar en el contexto dialógico de las relaciones
y complejidad, donde lo personal y lo colecti vo se entrecru zan, cómo lo micrológico entre niño/a y cuidador/a/es/as.
de lo biográfico y fami lar y lo macrológico de los procesos políticos, económicos y El mismo interés en cómo se producía conocimiento social infantil me indujo a
demográficos se engarzan del imitando espacios posibles para la construcción y consultar la psicología cognitiva animal no behaviorista. Quería conocer las destre-
reconstrucción de las relaciones sociales. Qué duda cabe de que las migraciones per- zas, capacidades, prácticas por las que los animales no hu manos producían conoci-
mi ten estudiar a menudo procesos identitarios, también étnicos. miento y discernimiento sobre sus próxi mos; semejantes, simbióticos, diferentes,
Mientras tanto, fui ampliando mi perspectiva sobre los procesos de identidad y indiferentes, enemigos (competidores y presas). La etología de la socialidad de
alteridad en general y de la Etnicidad en particular. Si en un primer momento consi- mamíferos y primates me ofreció una perspectiva más amplia donde, sin negar la sin-
deré ésta como una categoría moderna que quería dar cuenta t~mbién de fenómenos gularidad humana, me permitiera ubicarla en el paisaje de sus próximos. Una incur-
modernos ligados a la construcción del Estado-nación, gracias a una visión más sión en la literatura sobre evolución humana -además de por otras razones- comple-
sociohistórica y crosscultural me di cuenta de que el etnocentrismo, como centra- tó el tapiz desde el campo filogenético.
miento en la identidad grupal propia, era y había sido una experiencia mucho más Me imagino que para cualquier científic@ social políticamente correct@ este iti-
generalizada. Gentes de diversos tiempos y lugares tienen y han tenido experiencia nerario -cuyas consecuencias se perciben claramente en el texto- puede parecer insó-
consciente sobre la existencia de olras gentes, definidas como no pertenecientes a la lito. A ello tengo que decir dos cosas. Las Ciencias Sociales han sido siempre adu lto-
grupalidad de reconocibles como semejantes o iguales, en cualquiera de sus formas céntricas, lo cual es ya insostenible. La ontogenia humana, como da cuenta el programa
de discontinuidad o distancia social. Esto no significaba que la identidad y alteridad de investigación de lo que se denomina las Ciencias del desarrollo, es el lugar y el tiem-
se formulasen al modo en que operaban en Occidente, ni que las relaciones implica- po de la mutua especificación entre lo biológico y cultural, de la construcción de nues-
das, las clasificaciones, las particiones, etiquetamientos, reflexividades, las emocio- tra cualidad de seres biospsicosocioculturales. Vínculos, relación dialógica, comunica-
nes, etc. se dieran objetivados del mismo modo que en nuestra tradición intelectual. ción, identificación, aprendizaje, emocionaLidad y empatía, significación, hábil"S,
Por ot ro lado, ninguna de estas categorías, por más que generalizables, podían darse disciplinas del cuerpo, lenguaje, plausibilidad psicológica y contraintuitividad, capaci-
l . Introducción
2. Repensar lo social. Teorías de sistemas d inámicos
2.1. El paradigma autopoiético
2.2. Teorías de la complejidad, c riticalidad y caos
3. Una teoría incorporada del conocimiento
3.1. Práctica cognoscente
3.2. Saber y conocer
3.3. Categorización
3.4. Conocimiento p ráctico
4. Singulares, no únicos. Socialidad y categorización social en
animales no humanos.
4. 1. Animales: buenos para pensar
4.2. Capacidades y destrezas
l. INTRODUCCiÓN
Se dice que estamos siempre atrapados por las categorías que utilizamos para
co mprender y actuar en el mundo, los mundos. Yo no pretendo arrogarme la ilusión
de estar por encima de esta condición, pero sí de dejarme guiar por otras formas de
pensar e interpretar, otras metáforas. Por eso, siguiendo el camino ya abierto por
a iras, creo que es importante que cambiemos algunas de nuestras maneras de com-
prender los fenómenos humanos.
Este libro hablará de categorías, clasificaciones, emociones, representaciones,
imaginarios, prácticas, acciones, discursos, objetivaciones, expresiones, incorpora-
ciones, transformaciones, relaciones sociales y no sé cuántas cosas más. Pues bien,
intentar comprender relacionando todas estas 'dimensiones de la socialidad y relacio-
na lidad humana es posible sin herramientas epistemológicas adecuadas, suficiente-
mente fecundas como para iluminar el proceso de interpretación y eplicación.
Este capítulo incluye una epistemología de lo sociocultural basada en las teorías
de sistemas dinámicos (Capítulo 1.2), entre ellos las de la autopoiesis y auto-organi -
zación, y las de la complejidad y el caos . Con ello no pretendo testar ni validar nin-
guna hipótesis sino explicitar mis puntos de partida y defender su interés para repen-
sar los procesos sociales desde perspectivas más dinámicas y complejas. En el
apítulo 1. 3. reviso algunos de los principios del programa cogniti vista de las Cien-
cias del conocimiento, para resituar lo humano en el seno de la práctica cognoscen-
Ic y el conocimiento práctico, sin olvidar el cuerpo y las emociones. Por eso me
decanto por una teoría práctica y ex periencial del conocimiento.
Por fin , reubico nuestra humanidad en la etología animal, dentro de los mamífe-
ros y sobre todo primates. E l estudio no behaviorista de la socialidad y el conoci-
miento en animales no humanos nos proporciona claves fascina ntes para comprender
algunas de nuestras propias destrezas sociales y cognitivas.
"Echado sobre una arena tan leve que el menor insecto dibujaba en ella
la huella de sus pasos, Esteban, desnudo, solo en el mundo, miraba las
nubes, luminosad, inmóviles, tan lentas en cambiar de forma que no les bas-
taba el día entero. a veces, para desdibujar un arco de triunfo o una cabeza
EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 31
de profeta. Dicha total, sin ubicación ni época. Tedéum. .. O bien con la bar- Vamos a tratar primero las teorías de la aufopo;esis (autocreación) yautoorgani-
billa reclinada en el frescor de una hoja de uvero, abismábase en la contem - zació/I, y después, las de la complejidad, criticalidad y caos, todas ell as relacionadas
plación de un caracol - de uno sólo- erguido como momento que le tapara c11lre sí por los principios de los que parten y los fenómenos de orden y desorden que
el horizonte, a la altura del entrecejo. El caracol era el Mediador entre lo eva- pretenden abordar.
nescente, lo escurrido, la fluidez sin ley ni medida y la tierra de las cristaliza -
ciones, estructuras y alternancias, donde era asible y ponderable. De la Mar
sometida a ciclos lunares, tornadiza, abierta o furiosa, ovillada o destejida,
por siempre ajena al módulo, el teorema y la ecuación, suirglan esos sor- 2. 1. El paradigma autopoiético
prendentes carapachos, simbolos en cifras y proporciones de lo que preci-
samente faltaba a la Madre. Fijación de desarrollos lineales, volutas legisla- Yo creo que los sistemas humanos son sistemas autopoiéticos. La idea de sistema
das, arquitecturas cónicas de una maravillosa precisión, equilibrios de que suscribo no es la de recursividad homeoestática de la cibernética o del funciona-
volúmenes, arabescos tangibles que intulan todos los barroquismos por
li smo, ni la de una entidad esenciali zada por sus límites ni locali zación permanente.
venir Comtemplando un caracol - uno solo- pensaba Esteban en la presen-
'liunpoco coincide con la de estructura, por cuanto que ésta no es dinámica y refiere a
cia de la Espiral durante milenios y milenios, ante la cotidiana mirada de pue-
blos pescadores aún incapaces de entenderla ni de percibir siquiera, la rea - una articulación Iimüadamente flexible de elementos, tanto sustanti vos como form a-
lidad de su presencia. Meditaba acerca de la poma del erizo, la hélice del Ics 2 Sería más apropiado hablar de procesos y cualidades de sistematicidad y organi-
muergo, las estrlas de la venera jacobita, asombrándose ante aquella Ciencia u lcióll, como autoregulaciones variables dinámicas, no esenciales ni esencial izadas,
de las Formas desplegada durante tantlsimo tiempo frente a una humanidad desde las formas más sólidas y cristalizadas hasta las más f ugaces en el tiempo, o más
aún sin ojos para pensarla . ¿Qué habrá en torno mIo que esté ya definido, débiles en intensidad y que no necesari amente producen in tegraciónfimcional.
inscrito, presente, y que aún no pueda entender? ¿ Qué signo, qué mensaje, Esta posibi lidad de sistematicidad puede aplicarse a cualquier conjunto de ele-
qué advertencia, en los rizos de la achicoria, el alfabeto de los musgos, la
mcntos cuyas intetacciones y relaciones constitu yen una globalidad dinámi ca.
geometrla de la pomarrosa? Mirar un caracol. Uno sólo. Tedéum ".
Podemos hablar de sistema, bien entendido que sólo se refi ere a una forma de pre-
Alejo Carpentier. El Siglo de las Luces. .I""/llarse dicha globalidad cronotópieamente, en un tiempo y espacio determinado, y
q llC, lo que en realidad le caracteriza es distintos estados de equilibrio (stasis) más o
Illcnos puntuales, transformaciones y ritmos de cambio: es decir, su di1/amismo. Por
Yo creo que las Teorías de Sistemas Dinámicos complejos son de gran ayuda a lunto, esta concepción dirige la mirada hacia el movimiento, la construcción, las for-
la hora de comprender procesos que dependen de la interconectividad de muchas Ill:l S ele mantenerse, disolverse o reorganizarse dentro de lapsos temporales concretos
va riables en diversas dimensiones temporales y locales, así como los resultados de y cx plicitados teórica y metodológicamente. Lo que parece estático en un detenni-
estas relaciones complejas. lindo lapso de tiempo, no tiene por qué serlo en la longue durée 3
El estudio de sistemas dinámicos engloba una serie de teorías muy diversas. En Poiesis significa creación en gri ego. AUlop oiesis, por tanto, quiere decir aulocrea-
principio tienen su origen en la termodinámica y en la dinámica de fluídos, donde se ri61/ . Vamos a por unas cuantas ideas4 .
insiste en la aparición de una serie de fenómenos no explicables desde la mecánica A. El paradigma autopoiétic05 consiste en comprender los sistemas como enti-
clásica newtoniana. Desde la Matemática y la Física, han sido aplicadas a la Ciberné- dl1des relativamente autónomas y autoorganizadas. Sistemas bien simples a partir de
tica, la Geología, la Biología, la Prospectiva, la Meteorología, Lingüística, la Psicolo-
gía del desarrollo, la Sociología, la teoría de las organizacione's, en la Economía, en
la Epidemiología y Demografía. También en la teoría unificada de las supercuerdas 2 Hacia los años 20 y 30 del siglo pasado la noción de estructura invadió toda s las áreas del
y la revisión de la teoría standard del Big Bang. :whcr: matemáticas, biología, física y ciencias sociales. Tuvo su momento álgido en la Antropología
de los 40, 50 Y 60: estructura como organización subyacente al comportamien to y las relaciones
Yo utilizo estos modelos como puntos de partida, formas más abiertas y dinámi- soc ial es [Radcliffe-Browll, 1977(1952)], estruetllras de normas, valores, creencias, símbolos,
cas para interpretar fenómenos a menudo mutuamente constituyentes. El límite de su ¡',\'Im eltlra como conjunto de relaciones form ales (Levi-S trauss 1980; AlIhusser y Balibar 1969),
interés para mí radica en su compatibilidad con la especificidad de los fenómenos j's/m elllra s de significación, etc.
3 En el decir de Braudel (1995) para la hi storia.
sociocu lturales humanos que tratamos l .
,¡ Que recojo de Ramírez Goicoechea (2005, cap. 3) con algunas modificac iones.
j Desarrollado princi palmente, aunque co n antecede ntes, por Maturana ( 1981), Malurana y
Yarda (1980, 1992), Yarela, Thompson y Roseh (1991 ), Morin (1973; 1977; t980; (99 1) Jantseh
1 Enrique Luque (1990:64) ya señaló en su mo mento el interés de algunos aspectos de estas ( 1980), Ze leny (1980), Lorile Mena (1982); Lnhmann ( 1995), Perez-Taylor (2002), Baleson
tcorfas "que no pueden dejar indiferentes a quienes se dedican a ciencias sociales", ( 1972), Balandier (1994).
tingente (no olltológicamente necesaria), siempre dinámica. Los grupos étn icos no ¡Jura e l primero, con dis tin to grado de re levancia y sig nificació n y en distintos
son esencias ni tampoco los criteri os de adscripción sobre los que se construyen. Las lIlomentos evolutivos9. el lenguaje, como sistema, necesita de unos prerrequisitos
identidades tampoco lo son: no hay identidades básicas.
') Sujetos, gru pos, actores/pensadores ejercen, en algún momen to, desde cieno pun to de
vhau, como Entorn os para otros Sis temas, Aunque no necesari amente del mi slllo modo, Yo no soy
6 101m Dewey reconoció ya en 1898 que el medio se desarrolla conjuntamente con el orga-
ltI ell.lOmo d~ la manera en que tú lo puedas ser para mí, por ejemplo, Esta característica de las
ni smo. Cit. en (Ingold 1990), Idncloll cS Sistema-entorno están en la base de las relaciones jerárquicas, por ejemplo. Pero tam -
7 En el sentido dado en Lewontin ( 1982; 1983; 1998), Odl ing-Smee (1988), Laland, Kumm , hl 11 cn las co-ont ogeni as: mi hermana, con la que he crec ido, no es ni podrá ser nunca el mi smo
Feldll1an y Od ti ng-Sll1ee (2000), Day, Latand y Od ting-Sll1ee (2003). l' lI!OfllO para mí que yo para ella. Los padres siempre se ex trañan de que sus hijos sean tan dife-
8 Gerald Edelman ( 1988, 1990) di ce que la ci toarquilectónica neuronal se organiza topológi- lellles Iwbiend? te~lido la misma educación, Lo sorprendente en rea lidad es que se parezcan en
camcn te, dependiendo de qué otras célu las rodean a la célula y los tej idos, de modo que entre estos II l g(~! .La e.x penencla es personal e intransferible. Cada ser es único, aunque exhiba parecidos de
y aquell as se establecen afinidades e in tercambi os o no. 1(//1//11(1 CI, 1.3.3,
humana. Los hermanos que crecen juntos se acoplan estructuralmente en la medida 11'0 del propio sistema como micro em orno . Por fin , las mi smas relaciones
en que su vida, durante un tiempo, se explica en parte por sus interacciones mutuas. sislema/entorno pueden recrearse internamente en el sistema como microsistem a/
La re lación de paren/ing entre padres e hijos también: los pad res, cuid ado res, tuto- IIlicroentorno. Por ej emplo, nuestro frente exterior, como entorn o, puede conveltirse
res, etc., lo so n, en la medida en que existen los hijos y las relacio nes con éstos. Los ' 11 Naturaleza (microentorno), una re-presentación seleccionada y selecti va, un esce-
hijos lo son en la medida en que hay un a/s figura/s social/es que les cuidan, atienden ":"'io ypa isaje de regularidades en el tiempo (lngold 1989) sobre el que retrabajamos
y sociali zan, compartiendo ambas partes una hi stori a común de relaciones. Nuestra lllscurslva y pragmátIcamente desde microsistemas conceptuales y de acción, desde
propia vida puede entenderse como el suceder/perm anecer de un aban ico de acop Ia- sistcmas de reglas, que a su vez producirán efectos tran sformativos sobre el entorno a
mientos con nuestros iguales/ ... ./diferentes. La alterid ad como referencia de toda Ifllvés de dicho microentorno (la Naturaleza) que, a su vez trans fo rmarán nuestros
identidad es el caso; la Etn icidad se constru ye en relación a otras etni cidades e iden- propios microsistemas discursivos y conceptuales y, por tanto, nues tro propio sistema.
tidades. Dentro del propio sistema identitario, podemos pensar en elementos o con- lO" el fondo, las imágenes y representaciones que creamos son construcciones creati-
juntos de elementos cuyas atracti vidades bipolares o cíclicas (Cf. infra), pueden desa- VIIS internas que forman el paisaje de nuestras relaciones con el mundo",
rrollarse y evolucion co-ontogénciamente, es decir, mutuamente constituidas una por L. Desde una perspecti va intern a del proceso sistémico, también partes (ele-
la otra durante el ti empo, aunque no necesari amente de igual manera. IlIcntos) del mismo, pueden convert irse en microentorn os para otras partesl2. Parte de
J. El propio sistema puede replicarse dentro de sí mismo, autocopiarse. El s is-
tema puede constituirse como un entorno para sí mismo,¿Cómo desvincular un grupo
humano de su propio papel como entorno de sí mi smo? Así se enti enden los con- 11 Pod ría hablarse de entorno cogl/izado como mundo represelllado' illlernamente en el cual
ceptos de el o/ro generalizado de (Mead 1967-( 1934)), o el habla egocéntrica de IlIs acti vidades ,cons ~ ~eradas coI11.o rel ev~ntes ~u ede ser configuradas como experiencias (Lau ghlin,
(Vygotsky 1962). Las personas tenemos va ri os yoes incorporados y construidos al M c~.a n us y O AqUlh I ~90). El Juego .sllnból lco podría comprenderse así: los niños re-crean para
,,( IIltsmos y para sus munecos las relaCiones que los adultos establ ecen entre ellos, con ellos y vice-
hilo de nues tras relaciones, que nos sirven, de alguna manera , para hablarn os a noso-
vcrsn. Los p~ocesos de re-I~~·esen.t aci ón y meta-representación, ta mbi én pueden cOlllemplarse desde
tros mismos, tratarnos de diversas maneras, reinventar nuestras propias historias e (''Ita recurSIvidad y complejIdad Interna a base de re-creaciones y redescripciones (Karmiloff-Smith
identidades. La exteri oridad/a lienación de las propias producciones humanas se obje- I 992) va ri a~as y múltiples de sistemas y entornos objetivados a su vez en cadenas co mplejas, posi-
ti van en hechos sociales, que, como dijo Emi le Durkheim ( 1982) se nos imponen por hlt.:s y plausibles.
su facticidad, como nuevos elementos incorporados al entorno. El todo (el sistema) 12 Por ejemplo, dentro del sistema anatómico-locomotor del homínido, la transformación de la
liIU¡¡Cllla~ura del tronco a partir ~el bipedismo y la reubicación del centro de gravedad en el cuerpo,
~u constituyó en parte del propio entorno corporal para otra parte del sistema anatómicomolor: la
l'lIpacidad braqu.ial de alToj.ar objetos a di stancia. Como dice M arzke ( 1996), no hay más que inten.
tlU lur.1Zill· un objeto de .rodlllas. No llegamos ni a dos metros. El bipedi slllo y la postura erguida no
10 Mílturana y Yarela ( 1992), que si no recuerdo mal toman de Toulmin ( 1973). N lo liberó las manos, SinO todo el brazo, gracias a la reestructuración anatómica lambién del tronco.
por medio de la comuni cación y el discurso. La refl exividad, la autodescripción,. la Ill nos sino hacerles rev ivir las penalidades de Capenlcita por haber desobedecido a sus padres y hablar
1101\610 con extraños, sino con el lobo mismo? Menos mal que luego se redime grac ias a la in terven-
interpretación permiten manejar las diferencias entre slsten,l a y ent?rno .de van as t'l 11 del leilador y el niño apende que, a pesar de pecar, hay sa lvación, Por lo menos en los géneros .
maneras (tematización) y desde di stintas perspec tivas, y han de ser IIlclUldas en la tlUlI l16t icos, pero no siempre en la vida real. Hay un a irreversibilidad en la vida que no la hay en el
medida en que son co nstituti vas de los propios procesos que las producen. Los SIste- Im·go. el ri tual, la poesía, la literatura, Hay un límite para las estrategias y las mallipl/laciones creati-
mas socioculturales se definen en térmi nos de límites constituidos semánucamente l'IIS, No siem pre se puede desandar el camino ni cambiar los desenl aces, Hay una inevitabilidad últi-
(' meaning co nstituted boundaries' , Luhmann 1995). El sentido, sus múltiples for- 11m de nuestros actos, cuyas repercusiones se enajenan de nosotros mi slllos, se objet ivan volviéndose
1' llIorno significativo para nuevos actos, nuestros y de los demás , que ya no nos penenece. También
mas, y no la información, es precisamente lo que distin gue a un sistema soclocultu- ( lhcyesckcre ( 1990) hace una crítica parec ida a la perspectiva escesivamente autocomplaciente del
II I\lddo perfo rmati vo y expresivo: en el Illundo también hay dolor, muel1e, y, yo añadiría, desigual-
tllltl, poder, ex plotación. La analogía del drama, del teatro, del ritual, no es un modelo teórico.
13 Pudi endo llegar inclu so al absurdo (s iempre pode mos establecer una plan ificación de la pl a- 1(, Como las escaleras de Escher, que parecen bajar pero tamb ién subi r, según có mo se miren.
nifi cació n, una eva luación de la eva luació n, un formulario de formularios). . 1\11 1Is( como hay que entender la importancia del nive l eJe análisis a la hora de poder encontrarnos
14 La conciencia es producto de esta reflex ividad sobre uno mismo cuyo correlalo neurofi,slo- \\111 características de aparente unidad que, a ni ve les más in feriores, esconden din ámicas mucho
lógico en términos de conectividad neuronal y de sistemas de neuronas y de áreas cerebrales, tiene 1I 1~ ,'1 complejas
un a hi storia filogen ética de complejidad progresiva (Ramírez Goicoechea 2004). 11 Grac ias a Pedro Tomé (CS IC) por esta observac ión.
La Antropología social ha apostado siempre por el reconocimiento de la com- 2U Desde el punto de vista biosociocuhural, la organi zac ión del ser es una func ión de la reacli-
plejidad de los fenómenos socioculturales l9 Los ant ropólogos nu nca han SIdo IIlsen- vidad del mismo a muchos niveles jerárquicos y de la capacidad y el grado de respuesta ('respon-
sivcllcss') de dichas interacciones entre sí. El cerebro, por ejemplo, es un sistema hiperco mplej o.
sibies a las grandes incógnitas sobre lo huma no, ni ajenos al mundo y a lo que suce- Cualqui er ecosistema depende de una Illultiwd de va riab les interconectadas. Sin que nos gusten
día en él. La visión holística de M. Mauss, condensado en el concepto de hecho mucho los paralelismos entomoglógicos para la vida social (lngold 1989), un termitero, una col-
social total, los propios consejos de B. Malinowski para el trabajo de campo, el inte- IIICIUI , son ejemplos de sistemas de elevada complej idad: todavía más los sistemas sociales, donde
rés por las estructuras sociales en Radcliffe-Brown indican una atención por la mul- 111 significación y la capacidad multiplicada de transformación práctica introducen dimensiones
tidimensionalidad de lo social. Los estudios urbanos de la Escuela de Manchester ul teriores de complejidad.
21 El ejemplo propuesto por Lorenz es el siguiente. Para un sistema caótico como el clima, tan
también abordaron la complejidad social. La atención a la globalización y los proce- " 'nsible a cualquier perturbación , el aleteo de una mariposa en Brasil puede desencadenar un tempo-
sos de mundialización de la economía, las tecnologías, las migraciones, han trabaJa- lid cn Texas. El sistema de tráfico es caólico en la medida en que cualquier pequeña anomalía puede
do también con la idea de que lo sociopolítico y cultural no es simple. Pero las teo- IlI oducir un estado de evolución impredicti ble. ESlamos acostumbrados a pensar que hay un gran acci-
rías de la complej idad no se agotan en esto. dClllc de tráfico para justi ficar el atasco de cuatro horas que hemos sufrido cuando, al pasar por el
NUpUCSI O lugar de la catástrofe, en vez de coches aplastados y muertos, nos damos cuenta de que la
A. Complejidad puede defi nirse como aq uella propiedad de ciertos sistemas 111/6 11 de tamaña demora es una simple camioneta de mantenimiento comprobando las farolas. Como
entre cuyas características se encuentra una gran variabilidad, a múltiples dimenslO- l' lI 111 dinámica de fluidos, sin saber muy bien por qué, de repente la cola va depri sa y de repente no.
22 El seguimiento de ciclones, tornados y huracanes trabaja con estos paradigmas, pero sus
IIIIKlclos de evolución posible no pueden anticipar lo que ocurra a dos semanas vista. La psicología
\'I(lI ica describe historias de vida de desequilibrios psíquicos que corresponden a determin ados
18 Cuántos pequeños ecosistemas podemos encontrar en nuestras propias ~asas detrás de, las IlIlllllClllOs/siluaciones de máxima sensibilidad hacia las relaciones emocionales y cognitivas. Esas
puertas? Un aguj ero de hormigas, una tela de araña con l,a pieza c~pturada. un IlIdo de golondnnas I'lrl/ /(/I/{/S cognitivas de las que habla (Gottlieb 197 1) para la perceptocognición pueden establecersc
en el alero del tejado, una gata que se ha hecho un refugio para cna ..? . plllll el desarrollo sociopsicológico también. Los desórdenes en el establecimiento del víncu lo afecti-
19 Baleson ( 1972), Morin ( 1973, 1977, 1980), Oeerlz ( 1973), Shorc (1996), Baland,er (1994), \10 hcbtYcuidador y sus consecuencias para un desarrollo psicológico nonnal en el infante humano
i\ Ivarez Munarri z ( 1998), Lo rile Mena (1982), Perez-Taylor (2002) y Luque Baena ( 1990). IIplllll an a una sensibilidad a fas condiciones iniciales en la ontogenia de nuestra especie (iY de otras!).
paradi gmáti co en este sentido. (Bateson 1958) habló de cismogénesis para entender d¡;1 hecho social to/al, que traduc imos mejor por global, en cuanto que no siempre es empírica-
el ritual Naven, en el sentido de cambio evolutivo rápido, en un a determinada direc- 111 'lite total ni epi stemológicamente posible. Global refiere a dinám icas q ue impli can muchos ele-
111 ·¡¡(OS y emergencias fruto de las relacio nes sistémicas, autopo iét icas y caóticas de los mi smos,
ción. Victor Turner (1977) denominó communitas a un estado colectivo de eferves-
COII repercusiones para la globalidad de l sistema, au nque no la totalidad del m ismo (s iempre hay
cencia social, momento de ruptura de estructuras a partir del cual muchos desarrollos hu¡;cos donde se esconden los ratones haciendo su vida al margen de lo que pasa en derredor, hasta
son posibles. Ijm.: el ojo del sistema decide que ya está bien y comi enza a poner trampas o llama a los serv ic ios
dc ¡;xtinción).
D. El res ultado cro notópicamente (temporal y localmente) determinado (a ese
2S El agua, por ejemplo, no puede reducirse a las moléculas de hidrógeno y ox ígeno de las que
ni vel de complejidad y no a otro) de toda la dinámica reorgani zati va de la que esta- il'C compone: es algo que antes no estaba ni se reduce a sus pat1es.
mos hablando es lo que se denomina emergencia, un fenómeno no lineal (causali- 2(, Un ejemplo muy interesa nte es e l de la regu lac ión cl imática de la colmena, qu e debe estar
23
dad no predictible) producto de la globalidad, no necesariamente totalidad del sis- l~ IUl'e 90 y 97° F (32-36°C). Esto se consigue a part ir de las microdinámicas de multitud de abejas
w.:tll :1l1do en diferente momento y si n aparente coord inac ión: un comportamiento que parece caóti-
l'O, Las abejas dejan sus tareas y comienzan a bati r las alas para enfr iar la colmena cuando ésta sube
d temperatura o se aprox iman unas a otras para ca lentarla cuando baj a de temperatura. La dife-
23 En cuanto que no es ni empírica ni epistemológica mente posible que involucre a todos los I IIcin reside e n que en aquellas colmen as de abejas procedentes de diversos pad.res (entre 10 y 30),
,11 1 lodas las abej as se compoI1an al unísono, todas a la vez, sino que algunas aletean mientras que
e lementos del sistema. Globalidad re mite a un a dimensión superior en complejidad por el que un
sistema es capaz de producir emergencias fruto de las din ámi cas y relaciones entre sus elementos, ~ III!1 s no, man teniendo la temperatura de la colmena mucho más estab le, sin tantos picos. Sin
{lmbH rgo, aquellas colmenas en las que todas las abej as proceden del mismo progen itor macho, lo
sus mi crosistemas y microentornos internos.
24 Es raro el antropólogo que, independ ientemente de su interés por procesos locales y par~ hllcc n al unísono. enfri ando o ca lent ando demasiado la temperatura , difi cu ltando su regulación, que
1l Il'CCC una gráfica mucho más flu ctuante (Jones, Myerscough, Graham y Oldroyd 2004). Su di ver-
ciales, no haya reconocido las propiedades y cualidades totali zantes de la sociedad, ~ul/ura,. etc.
que permiten la articulación compleja de un as partes tanto con otros, como con la propi a totalidad. ..Idnd ge néti ca implica también un a diversidad en el umbral de calor o frío que detectan y, por tanto,
Esto ya fue reconocido incluso por F. Boas, la escuela histórica alemana,. la escuela fran~esa tanto I1C 'io nes diferentes que, en su globalidad, tienen un efecto emergen/e positivo para la colmena, sin
en E. Durkheim como -y sobre todo- en Marcel Mauss, como W.H.R. Rlvers (Cf. MerCler 1976), qu e nad ie las organice prev iamente. El comportamiento compl ejo tiene efectos más sinérgicos que
el fUllcionalismo de A.R. Radcliffe~Brown y B. Malinowski. Para un a reflex ión actual sobre el lil .",'Iección por pa rentesco.
39 Acción, participac ión, experiencia, no se reducen a práctica agencial actual. Por ejemplo , lI'ca rse desde Pl atón, pasando por el rea li smo medieva l, Descarles y la síntesis ofrec ida por Kan t.
dependiendo de los contextos históricos y socicoculturales, los niños se ven inmersos de for mas Una crít ica de esta tradición filosófica puede verse en (Putnam 1981).
muy diversas en el uni verso pragmático de sus cuidadores, en un escenario donde les ocurren y no 43 Maturana y Varela citan varios ejemplos sobre la acción perceptualmente guiada. Dos gru -
les ocurren cosas (práct icas de crianza, observac ión part icipante o no, copresencia física, experien- pos de gatos son sometidos a la mi sma estimul ac ión visual, pero unos pueden moverse libremente
cia vicaria, etc.). Nuestros cuerpos y sus reglas, van confor mándose por el efecto preformati vo de y ti ra n de un carri to donde van los otros dentro, es decir, ejercitan una percepciólI activa. A las
la acción de otros. pocas semanas, los que tiraban se comportaban correctamente, Illi entras los otros se comportaban
40 Csikszentmihalyi (1975) utili zó el término de flujo ('flow'), y Victor Turner (Turner 1977) cumo ciegos, tropezándose y cayéndose (Held 1958, c il. en Maturana & Vare la, 1992: 87 -90). Otro
el de commllllitas para dar cuenta de estas experiencias multi sensoriales de identificación grupal a ejemplo sería e l de personas c iegas a las que se les proporciona un a cámara de video que estimula
través de tareas comunes o rituales colectivos. R. Llinás (200 1) en su estudio sobre la conciencia, cl6ctricamente múlti ples puntos en la pi el. Los patterns proyectados en la piel no ti enen con tenido
menciona aquellos estados mentales en donde ondas cerebrales de la misma frec uencia cruzan ' visua l' si el individuo no se comporta activamente dirigiendo la cámara utili zando la mano, el
muchas partes de l cerebro, integrando estructuras neurológicas diferentes. hrllzo, la cabeza y los movimientos corporales. Entonces la persona no interpreta ya las sen sacio-
41 Gi bson tomó el término de ajfordances de Von Uexküll (1982). Tim In gold (1989) tambi én II C .~ en la piel como relac ionadas con el cuerpo, con el sentido hápt ico y kinésico, sino como imá-
lo ha utilizado. El concepto refl eja las relaciones posibles entre actores y objetos, gracias a las pro- t-\C II CS proyectadas en el espacio que está siendo ex plorado por la mirada corpora l dirigiendo la
pias propi edades de estos pero también a las disponibilidades perceptosensoriales y motrices de los clÍ mara (Varela 1991; Varela, Thompson y Rosch 1991 ). Se trata de varios sentidos actu ando j un-
primeros. Un ejemplo es el de la especial co nstitución aerodinámica de algunas águilas, que les per- IOS y la motricid ad actuando j unto con la percepción en un sujeto activo que construye significado
miten aprovechar las corrientes térmicas para elevarse en los cielos por encima de cua lquier animal d 'sdc lo que le sucede, siente y como actúa.
conocido. Por eso no todo entorno puede ser naturaleza para un organi smo determinado. Nuestra "" Jerome Bruner ( 1996) habla de diferentes formas de comprensión e interpretac ión, di stin-
constitución anatómica y neurofisiológica nos ha permitido colonizar prácticamente toda la super- tllS modos de construir senlido, de usar la mente, de construir el mlllldo (Tam biah 1990). Por eso,
ficie terrestre, pero no las fosas marinas ni las bocas de los volcanes submarinos ni los cadáveres n l'lld Shore ( 1996) propone un a etnog rafía de la mellle como una de las asignaturas pendientes de
de las ballenas, que se convierte en ecosistemas para mil es de organismos. 111 Antropolog ía.
50 La Epi stemología Evolutiva tiene en e l fil ósofo D. Campbell (1974, 1987, 1996) sus pri-
meras referencias. Desde una teoría dinám ica de sistemas intentan constru ir un marco c ie ntífico 54 Aunque la mie lini zaci6n de los nervios acústicos es más tardía que para la vista (Kon ner
normativo capaz de expli car cualqui er fenó meno o proceso que ex hiba propiedades evolut ivas 199 1), a los 6 meses de nacer ya han adquirido la mitad de la madurac ión necesaria en co mpa-
(Gonthicr 2005). Para un a visión de tendenc ias y argument os, véase (Ca llebaut y Pin xten 1987) y rnci6n con el ad ulto y son lo sufic iente sensibles como para detectar diferen cias e n el lono de
Wuketits (1984). voz, mu sica lid ad y prosodia que caracteri za e l IDS (' infant direct speech', habla directamente
51 "Dentro de la escala de los conceptos, se refiere a los más abstractos de todos ell os . Denotan dirig ida al niño/a), el habla espec ialme nte dirigida a los niños, por parte de madres, pad res, cui -
los aspectos esenciales y las relaciones fundamentales de la realidad y del conocimiento de ésta. dadores. So n tempranamente sensibles a di ferenc ias en la vocali zac ión que di stingue di stintos
Las categorías actúan como esquemas generales, y, grac ias a ell as es posi ble ordenar y clasificar los :-; ;stemas fonéticos de di stintos idiomas y dialectos . Esta di scrimi nación estaría basada en e l con-
hechos, los obj etos y las ideas, y tran sformar así en conocim iento el material recibido, ya sea por la traste fonémico (Eimas 1978) y a medida que se consolid a pa ra c iertos fonemas, se va cerrando
percepción sensoria l u ot ros medios. Bajo estos conceptos se ordenan todos aquellos otros que tie- pa ra otros.
nen relac ión con ellos, pero que son menos generales, que están en un nivel más bajo de abstracción. 55 Rec ientes invest igac iones ex perimentales muestran que la permanencia del objeto parece
Acerca de la naturaleza de las categorías los filósofos se pronuncian de muy diversa manera.. " :-;cr ulla capac idad cognitiva que se expresa mucho antes de lo que l ean Piaget imag inara .
Diccionario Enciclopédico Salvat. 24 vol. 198 1. 56 Qll iero recordar en este lu gar al profesor l ose Luis García , quien, cuando estaba haciendo
52 Las potencialidades sensori ales requieren, no obstante, de un aprendi zaje interactivo y de una mi investigación de Tesis tu vo la amabi lid ad de leer mis borradores y darme pistas tan interesantes
sintoni zación fina durante el desarrollo extrauterino (Stewart y Cohen 1997: 140 y ff.). Las habi lida- C0 1110 ésta.
des dependen de la experiencia perceptosensorial, la cual está cultural mente involucrada y social- 57 Needham ( 1975 :355) alude tambi én al sig nificado que George Simpson (S impson 196 1) da
mente elicitada. El resol1e que di spara nuestras posibilidades para conocer es la experiencia, que para n la noción de politípico, tomado, a su vez, de Beckner (1959): los taxones (taxa) pueden recono-
los humanos es siempre social y está cultural mente formateada (Cf. Howes 1991 ; Classen 1993). cerse y definirse por cadenas de parecidos, independientemente de caracteres en común, s in nece-
5) er. Kuhl y Meltzoff 1984; Kuhl 1985; Mau rer 1987 ; Kelhnan 1998:274-275. Parece haber ,s idad de ex istencia de arquetipos.
neuronas visuales especializadas en el reconocimiento de caras (Perret, Rolls y Caan 1982) y de la 5~ Somos afortunados de que se hiciera educador y jardinero para co mprender rea lmente cómo
dircccionalidad de la mirada (Maunsell 1987). runciona el pen samiento, beneficiándonos así de ese segundo Wi ttgenstein.
los que estos monos de laboratorio ti enen familiaridad y a los que atribu yen inten- y 'ruces 1994). Por mal que nos pese, sean cuales sean nuestras herramientas analí-
c ionalidad y capacidad kin ésica autónoma, no suele incluir seres reptantes. Tampoco Ilcns. "las prác ticas sociales no son reductibles a signos verbales" (Díaz de Rada
a lo mejor flores, pero éstas muestran rasgos perceptuales elaborados categorialmcn- ' 006:42. Por eso mismo, como sigue diciendo el autor, los habitus, "conjuntos de
te en re lación a clases naturales de un determinado tipo, con las que pueden estar disposiciones a la acción incorporados en los agentes en su vida práctica, como con-
fami li ari zadas, a los que no se les atribuye autonomía, intencionalidad y, por tanto, ' l'lIeuencia de su específica biografía social ... son bastante opacos" (ibid .; Cf.
posible peligrosidad o amenaza directa. Habría que ver qué ocurriría si dichas flores Y' lvington 1991).
comenzaran a tener ojos con los que mirar y lenguas como las serpi entes. Repasemos el concepto desde el propio Bourdieu (1972; 1980). Concepto ya cita-
En conclusión, no podríamos hablar aquí de conoci miento innato, sino de capa- 110 por Mauss en sus Técnicas del Cuerpo (Mauss, 197 1), no tiene esta dimensión cor-
cidades inferenciales a partir de esquemas conceptuales emergidos desde determina- IUlI'lllizada en Bourdieu , aunque refi ere a disposiciones y conoci miento práctico de
das experienci as posibles a partir de ciertas precondiciones evolucionadas, y cuya .,,11110 rcalizar tareas y que son el resultado del trabajo cultural de tipificación de gene-
ex istencia hi stóri ca no tiene por qué arrastrarse para las nuevas situ aciones, ni haber 111 'iones, suficientemente objetivado y validado por el grupo que as í los consolida, e
registro memorístico recuperante, aunque sean condición precursora de éstas. No hay 11 corporado por una cOlllull idad de practicantes. Está const itu ido por procedimientos
y lutinas familiares, que no se aprenden form almente mediante instrucción, sino en el
,'OIl1cx to de las propiedades estructurantes de las prácticas cotidianas, en contextos
77 Por ejemplo, sabemos que es más fáci l razonar bajo la forma lIIodus pollells, es decir. infe-
rir a a partir del antecedente que hacerlo bajo la forma modus tollells, es decir, a partir del conse-
cuente. El primero res ponde al ámbito de la ex periencia; el segundo es, de alguna manera, con- 7'J Las indudables y tempranas capac idades de inferencia de los niños, no exigirían siempre
traintuitivo. ti"l' estos ex perimen tara n direc/(llllellfe la acc ión en términos de sujeto agente. A sí se co mprende
78 El ti po de traslación semejante a la de un fluido comparadas con otros seres, a menudo IJlIl\ ¡llclu~o ~liños a los que sus cuidadores no se dirigen directamente en forma hablada, pero que
ubica a estos animales en una clase panicular buella para pellsQ/; en el sentido que apuntaba ¡tlullpllll mdlrectamente en lUl mundo cOll1 unicaciona l interactivo acaban aprendiendo su lengua
C.Lév i-S lrallss (1969). t Ih:vn rthcn 1988).
conexionista, su rapidez e inmediatez inducen a pensar que son procesados en para- I'I IISrelac iones con el comportami ento de estos no humanos, fue abrir horizontes a las Ciencias
Sociales y su antropocelltrismo . La idea principal fue la de conocer la construcción de la alteridad
lelo (S trauss y Quinn 1994). Por medi o de las mismas pueden asociarse aconteci- lII! di stintas especies y bajo diferentes situ aciones. A partir de ahí aparecieron otros tantos temas de
hucrés, sobre todo en relac ión a los primates no humanos: la socialidad y com unicación, la c ri an~
111. lu tecnología, las estrategias de subsistencia, las teorías de la mente, la relación con terceros, el
80 También mediante observación (Bl och 1991), im.it ación (Tomasello 1999) y descubinnien- l'oll rl icto y la cooperación, elc. (CLinfra). Parte de lo que aquí sigue fue presenatado en sendos con-
lo gui ado (D'A ndrade 1981). NI eSOs en 2004 (Sociality, cogllitioll afld experiellce. Phylogeny al/(I olltogeny 01 'Otherness'.
81 Se habl a de su 'ininterpretabilidad' (Fernandez 199 1), e 'inefabil idad', imposible de tradu- HAS" Conference, Viena) y 1998 (Bash: Sociality (1//(1 Othemess. Bllilding blocks jor a lIew
cir d iscursiva mente del todo (Diaz De Rada y Cruces 1994). I'(/ mdigm il/ the Social Sciences. XI Vth World Congress of Sociology, RC33. Montréa l).
IDENTIDAD Y ALTERIDAD 77
prendo los procesos de idenlidad y difere ncia en general y de Elnic idad en pan icu- En lo que a nuestro ámbito cultural se refiere, identidad se interpreta como insu-
lar. Es un epígrafe complejo con referencias multidisciplinares que con tinúa de algllll Imidad, como parcelación reconocible, como unicidad invariante en lo esencial (La
modo el apartado 1.4. y precede al 4.7 y al 5.5. I'onl aine 1985), que, epistemológicamente hablando, permitiría la captación de la
Ilifcrenc ia por medio de un lagos de lo discreto, como imposic ión de un sentido por
'ncima del conjunto fragmentario de discontinuidades" Occidente ha construido la
noc ió n de identidad en torno a un a ideología del individualismo , contemplando las
Jl'rsonas corno átomos aUlosuficientes y delimitados, Esta ideología ha permeado
2, IDENTIDAD
IOdos los ámbitos, dando como res ultado lo siguiente: en el campo de lo político, al
'¡"dadano como sujeto de derechos y deberes; en e l econó mico, al actor orientado
"'Quiero que me entierren - decía- con mi traje de Comisario de la J¡IIcia la racio nalidad instrumental y e l individualismo posesivo (MacPherson 1962);
Convención .... En menos de diez años, creyendo maniobrar mi destino, fui " " lo sociológico, al individuo de la sociología censal fundada en lo colecti vo como
llevado por los demás, por ésos que siempre nos hacen y nos deshacen, Hgrcgado, suma de mónadas invariantes; en lo psicológico, al individuo delimitado
'aunque no los conozcamos siquiera, a mostrarme en tantos escenarios por sr mismo, depositario único de los fenómenos psíquicos y mentales 5 ; en lo jurí-
que ya no sé en cuál me toca trabajar. He vestido tantos trajes que ya no tlico, a la responsabilidad penal individual en la medid a en q ue éste es portador de un
sé cuál me corresponde", Panadero, negociante, masón, antimasón, jaco- proyccto personal de vida (Friedman 1994):379; en lo moral , al ser autó nomo capaz
bino, héroe militar, rebelde, preso, absuelto por quienes me mataron a d ' hacer y decidir entre e l bien y el mal, y, por tanto, siempre potencialmente culpa-
quien me hizo, Agente del Directorio, Agente del Consulado". '. y su enu- hl ' (Cf. Nietzsche 198 1)6
meración, que rebasaba la suma de los dedos, quedaba en un murmullo
ininteligible ". Nociones como individuo, su.bjetividad, personalidad, mismidad, conciencia y
Alejo Carpentier. El Siglo de las Luces. '\/'1/' son conceptos de esta tradición intelectu al de pensamiento. Dividua!s, los deno-
minó James Fernández ( 1986a: 160), La oposición individuo/sociedad, cuya crítica se
lupmlc en varios lugares de este trabajo, también es típica de esta tradición 8 . Una de
IlIs diferencias entre Sistemas represemati vos tradicionales y la Modernidad indivi-
tl ulllista es que los primeros entienden al sujeto desde una concepción holística, cuyo
2, 1, De-construyendo: Crítica de la noción de Identidad '
lugar 11 0 reside en él mi smo, sino sólo como expresión de una totalidad cosmológica
que 6s te incorporaría.
La identidad como problema es, sin duda, algo contemporáneo, modern o, vincu-
lado a específicas interpretaciones de la realidad humana y social. Es un concepto Corno bien aconseja C. Lévi-Strauss ( 1964:36 1; 1983:33 1), toda utili zación de la
incrustado en nuestro pensamiento intelectual y político occidental, desde e l pensa- nu 'ión de identidad comienza por una crítica de la misma, porque se trata no tanto
miento filosófico griego hasta la filosofía crítica, pasa ndo po r e l empeño de la litera- {le llfi rmarla como de reconstrui rl a, bien por encima de la di versidad de las aparien-
tura crítica y los estudios culturales, intentando ex plicar las relaciones entre la per- dus, buscando su origen en lo que se podría llamar la restitución de un continuo O
manencia y el cambio. En el contexto particular de la historia del pensamiento social,
es la tradición sociológica y antropológica fra ncesa2 la que más ha se ha interesado
por esta cuestión, influyendo notablemente trabajos antropo lógicos posteriores cen-
trados en la noció n de persona 3 ,1 Una de las aportaciones principales de la autorefl exividad que es la Posmodemidad es pre-
I ilwlllcme el cuestionamiento de esta seguridad.
Tenemos tantas defini c iones de identidad como diferentes teorías de lo social. 5 Erikson (1974 :22 y ss), estudi ando el período de la adolescencia y la juventud, habló de un
III, tllido de unidad y permanencia en el tiempo por encim a de los acontecimientos biográficos.
I k ~d c el punto de vista psicológico, la au sencia de una percepción de continuidad y unicidad , ori-
Mlllu rfa procesos de extrañamiento y desintegración psíqu ica cod ificadas social mente en Occ idente
] Todo 10 que sigue refiere ex presa mente a la idenlidad como proceso construido socialmen- t 1/1110 enrennedad mental en sus diversas cl ases.
te. Por ello mismo, también a la Etni cidad como caso particular de aquélla. Muchos de los aspec- (, Afortu nadamente, ni toda la Sociología, ni todas las Psicologías, ni todas las Ciencias
tos aquí tratados son leif moti! de la orientación teórica que subyace a esta obra, por lo que apare- ¡'IIHlicas ni Económicas son así de reduccioni stas.
cen vari as veces a lo largo de la mi sma, en distintos contextos analíticos y etnográfi cos. Véase 7 Para una revisión de la categoría de se'! en la filosofía occ idental, véase Hollis (1985),
especialmente 3.5. ( 11<1<1olls ( 1991 ) Y Berger ( 1974).
2 Durkheim (1970); Mauss ( 1970, 1971). ti El ir y venir entre lo individual y lo colectivo, entre lo uno en lo grupal y lo grupal en lo uno,
3 Dumon' ( 1979, 1987); Duarte ( 1986); Mcycrson ( 1973); Velho ( 198 1); FOrles ( 1973); lu LII10 en lo plural y diverso y esto en el primero, son recorridos que pueden lransitarse de vari a-
Carri'hcrs, Collins y Lukes ( 1985). 11 1111 IIlllneras etnográficamente.
9 No somos los únicos que hemos organ izado la experiencia en torno al con ce pto de indi- 11 A po rlir de (Ingold 1990, 199 1), (Morin 1973; Carrilhers 1990), (S hweder y LeYine 1984),
viduo. También en la India del 500 ac. aparece trabaj o y ret rabajo cultural sobre esta noción 1IlIIen 1998), (Brazelton 1980), (Lori le Mena 1982). 0.0. Harri s ( 1989) submya qu e lo específico
(C f. Carrithers, Collins y Lukes 1985; Sanderso l1 1985), 10 mi smo que en Ch ina (C f. Elvin ,hll COllccpto de persol/a reside en la capac idad de agencia, de autoría de acciones-en-sociedad, en
1985 ), aunque no necesaria mente incorporado en una ideología del individualismo co mo en ,ullII'dcll lIloral. Esta agencia tendría di versas posibilidades de enca rnación: desde seres humanos
Occ idente. \' lviI/o O muertos, dioses, Fu erzas impersonales (i.e. enfermedades), aunque estos últimos siempre a
10 Para éstos, el dominio principal de significado social y colectivo, también, por ello, perso- Iuullr de un modelo antropocéntrico. Yo, co mo otros, preferimos quedarnos con la persona como
nal, es el tiempo de los sueños, que es conti nu amente interpretado y reinterpretado. hPI 11 11111;1\1 0 viviente, reserva ndo otro status onto lógico para sus metáforas.
14 No se trata de decid irse por ulla concepc ión in fini lamente elástica, ap li cab le a todo y, por
I¡uuo, a nada en concreto. Sólo el análi sis teórico e interpretativo de cada caso empíri co -así como
12 La guerra de los Balca ncs, las políticas mi gratorias europeas, la gesti ón políti ca y ad mi - 11111/ pos i b~l ida~es ~e comparac ión crossc ultural- nos darán la medida y e l modo en que emergen los
ni st rat iva del imperio soviét ico, la colonización europea en Africa, As ia, América, la construcc ión j1h)~CSOS Identna nos en su producción , ex presión, objeti vac ión/subjet ivación, reconoc imiento, legi-
del Estado· nación , etc., son ejemplos inagotables de co mplejos procesos soc iales en los qu e se han Iltllidml, autorcferencialidad y hctcrore ferencia lidad en sus relaciones sistema/entorno, atracciólI
creado y admini strado los fe nómenos identit arios grupales desde pa rticu lares y concretas fo rmas It't'llr:;ividades y reco nstit ución. Cf. 3.5).
de pensamiento, acc ión e interés. Estos serán algunos de los temas que abordaremos en capítu los 1$ Henn Mi chaels ( 1995) c it. en 8rubaker y Cooper 2000 nol. 29), deriva e l esencialismo de
suces ivos. 111"1 nnlÍ lisis sobre identidad del hec ho de que plan lean el co mport amiento a partir de la identidad
13 Por ejemp lo, identidad no es sólo narratividad , por mucho que esta úllima pueda constitui r {llt/ t't' /IIOS esto porque SOIllOS quienes somos). Como he mos di scutido en el apartado 1.3, Vna teo-
alguna s dimensiones de aquélla, sobre todo en términos de objet ivac ión, expresión y locali zac ión. ,1" fJmM mática e il/corporada del conocimiento, en ningún momento derivamos linea l ni mecáni-
Tampoco reducimos identidad a vínculo, relación, rol, red, conex ión, ni viceversa. Hay ámbitos ) IlIilcnl c una pragmática ni desde el punto de vista del uni verso representaciona l ni desde el moral
fenomeno lóg icos y de sign ificat ividad parcialmente compartidos entre ellos, pero no se superponen (l11It 'f'UlOS esto porque, siendo quienes SOIllOS, debemos hacerlo). Ya disc utimos estas cuest iones en
siempre y necesari amente, tampoco en la experiencia. 1111 1 momento (Ramírez Goicoechca 1991, caps. 7 y 9).
16 Para 8rubaker y Coaper (2000) que la iden tidad sea una categoría de la práctica no jusl ~ fi
ca que lo sea del análisis. En mi opin i,6n, ta.l11p~co lo cont.rario: siempre ~ cuando no s~a a~Ulmd.a lO Los ámbitos de esta permanencia o continuidad relativa son, obviamente, sociocultural e
a-críticamente. En el caso de nuestra mvestlgaclón sobre Identidades éllllcas en población Juvellll hlllt6ricamente variables.
escolarizada en Rentería y su comarca(Ramírez Goicoechca 1991), respetamos la categoría de ser 21 En relación a un mundo y las representaciones y prácticas que en él se han constituido como
defuera, por la condensación preñada de sentido para los propios actores, com~ ~ategoría de la alte- hl ll\ V/IIHCS y significativas. Es posible que alguien nos diga que esta orientación es l/eOkalllialla. La
ridad, dcpendiente también de variables sociodemográticas estrucwrales legitImadas en su v~¡/or 1Il1cu;l1cia res ide en que estas categorías no están en nuestras cabezas más que como resultado de
(IIwlítico por la práctica del saber socioantropológico. Creo ~ue , a estas altura,s, estam~s su.ticlen- 11I Iclución seleccionada de un entorno que posibili te la autoorganización continuada del proceso
temente a salvo de cualquier confluencia incontrolada posIble entre categonas expenencl3les y . 1/111 mico encarn ado en el sujeto, gracias a la explotación de las regularidades estadísticas ofreci-
categorías de análisis (Wacquanr 1997). , . 1111'" por cl entorno (Hahlweg 1989, Barl ow 199 1) así como por las propias affordcUlces (Uex kü ll
17 Que puede estar o no singularizada lingüística y/o conceptu almente, como categona cognl- I')K2, Gibson 1979, Ingold 1989), como capacidades flexibles del propio sistema por su propio
zada, de tal manera objetivada y vivida. ill¡j(1no.
18 Ya hemos dicho antes que consideramos al sujeto individual como socializado, en cuan to '21 La metáfora del paisaje ('Iandscape'), como entorno cllltllralmente trabajado, tal como la
que la parte incl uye y recrea la globalidad. Lo social es parte cOl~st i tut iva del. individuo y c.ondi.ció.n IIlIopoJogía viene utili zándola últimamente, me parece adecuada, por cuanto que no exige dema-
necesaria de su existencia, en la medida en que representa un nllcroentorno mterno del sllJeto JIldl- _Iudus matizaciones a la hora de significar lo sociocultural e histórico . L@santropólog@s también
vidua!. Esto no qui ere decir que puedan identificarse compl etamente en sus.grados y fonn~s de tl\l1l111 10S nuestros langllage-games.
complej id ad: la globalidad no es la suma de las partes, las partes no son I:eductlbles ~ la globa~ldad . 11 Véase más adelante qué ti po de slIs/(/l//ividad puede defenderse para los procesos ident ita-
Las personas tienen dimensiones que no pueden atribuirse a la globalidad; por ejemplo, ciertos !111M y sus consolidaciones y estructuraciones.
2<1 Est a es ulla de las características de los procesos sistémicos autopoiéticos, que se conslilu-
dominions de su psiqui smo . ' .
19 No necesariamente como unidad , al estilo occidental Sll10 como globalidad relaCIOnal y par- ~11 1l/11 file making, como expresaba Antoni o M achado cuando decía que Se hace camino al andw:
ticipada. Esta su imagen y experiencia de sí mi smo debe mucho a la que otros se hacen de él en la ,~ De algún modo en el sentido dado por Gilles Deleuze (1 994:3 16 y ss) para el Otro-a-p riori,
medida en que es el fruto de dicha interrelación. I OIIlU cntcgoría de lo posible, y las múltiples ronm¡s de su ex presión en e/-otro-aquí, eSfe-otro-a!tí.
29 " People know whar (hey do; they freq uently know why they do whar they do; but whal lhey
don' t kno\V is \Vhat what they do does". Trad.prop ia. Cilado en Dreyfus y Rabinow ( 1982), men- ,\ En el sen tido de que ambos está n mutuamente implicados, alternándose como siste ma y
cionado en (Bentley 1987):48, o sea, una metaci ta. 11I1\ u 110, no ex istiendo el uno sin el otro: no hay personas si no hay co lectivos, no hay colectivos
30 Puede ser la imposibilidad cogn itivaemocional y social de la reflexividad y moni torizac ión IIln pUl'sonas.
total de nuestra activ idad. Tiene esto que ver con los efectos no prev istos de la acción social, no 14 Que puede darse a diferentes ritmos y veloci dades (Gould 1977).
sólo por la no necesidad de intencional idad para la consecuenc ia sino por la ausenc ia de retrabajo H El mundo, lo socia l, está ya ahí antes de nacer el ser humano . ideologías y prácticas de
sobre la mi sma. (Bourdieu 1972) ya afi rmó hace mucho que la verdad de la interacción, su signifi - ¡\l ll1 odu<:ción, nutrición, cuidado, ni ve les hormonales y de stress maternos en relación a un entor-
cado, no se agota en la interacc ión misma. Ihll.' lllllIral y hasta un riesgo biosocial (Johnson, Rolf y Rebetta 1991). Unos actores soc iali zados a
31 Dentro de cierto hori zonte de posibilidades (podía ser de diferente manera). hlllj que debo mi concepción, un entorno de personas que me espera (¡oj alá!), que ya ha hecho pi a-
32 "W hal goes without say ing", de lo que van las cosas sin que haya que men cionarlo , des- IW,Ii pura mí, en fu nción de su status, de su acceso a los bienes de prestigio, etc., un luga r ya crea-
cribirlo di scurs iva mente, por evidente, inclIestionable. Tales serían los automatismos, esquemas, dI! (JIU'U mí en una estructura de parentesco, en una continuidad generac ional hacia atrás y hacia
lu gares co munes, bien instaurados en nuestro cuerpo como patrones neurológ icos, biops icoso- ,hlbUlle. cte. Tamb ién posnatalmente: creencias, actitudes y prácticas como expectat ivas famili ares,
c ialmen te organi zados durante la experiencia y la soc iali zación, pudiendo converti rse en catego- I ulllpo!'ic ión de grupos domésticos, estilos de pareflfing, trad iciones en biopsicoculturales en la
/'Ías de vida y hábitlls. IIIJlulllc i6n del sueño, la ali mentación , la postura, la higiene, las actividades sensoriomotrices, etc.
36 Por ejemplo, políticas sociales se disei'ian pensando en determinadas personas, con deter-
minadas características; la producción indu strial tie ne a los consumidores como entorno que la legi-
tima. Además de una in fraest ructura in stitucional , legal, educativa, arquitectónica, de recursos, etc., JlI Todo Estado, democrático o no, aspira a capit ali zar y monopoli zar este poder de definición
el entorno significati vo para el estamento docen te - maestros y profesores-, por el que se dota de y Ncstión de identidades moralmente vá lidas. La coerc ión si mbólica, como parte de la coerción rísi-
sentido, son los alumnos y estudiantes. ,'11. cs consustancial a loda organi zación estatal , desde su aparición histórica hasta la actu alidad.
37 Como cuando se dice que cada niño del mundo se come medio pollo al día, sólo que hay J'J El problema del reconoci mi ento ha tenido en Hegel ( 1966: iv, secc.A) y Marx (1974:3 1)
algunos que se lo comen en tero ellos sólos y otros ni lo prueban. Es un ejemplo. ulgulJos de sus mejores renexiones. Véase tamb ién (Serger y Luckman , 1966).
1I I1 licas, políticas, instituc io nales, ideog ráfi cas, morales, emocionales específicos,
A nadie se le escapa que el mundo es fundamental y profundamente d iverso. l'o n independenciad de sus propias dinámicas autóno mamente dependientes 54 .
También sus gentes y las relacio nes entre las mismas.
Ex peri encias de Identidad y Alteridad, son difíciles de separar no sólo anal íti ca-
Alteridad, Oll'edad ('Otherness' ), significa la clasificación socialmente constu!i.:... 11\\)lIle, para la Antropo logía (A ugé, 1998) y otras disciplinas críticas, sino para la
da y subj etivamente in-corporada de personas y gentes como diferentes, con los qu e I'x peri enc ia cotidiana. Desde el punto de vista teórico, so n dos lados del mismo fenó-
se practi ca di stancia cogniti voemocional y val orativa en el contex to de interacciones 111\; 11 0, que sólo pueden ser an alizados singurlarmente como mo mentos de un proce-
y relac iones sociales es pecíficas. Vea mos esto más detall adam ente. (lO co mo perspecti va que ha de ser siempre av isada.
Si la Identidad remitía a semej anza, parecido, identificación con un modelo o/y ESlán mutuamente implicadas e interpenetradas como procesos co-ontogéni cos,
con una colecti vidad, a través de un proceso de selección de al go a lo que asemejar- porquc toda identidad se construye, por tanto, en un doble sentido de similitud y d ife-
se, se produce necesariamente el movimiento inverso: mode los y grupos qu e ~ 1,'lIcia res pecto de otros (Sainsaulieu 1985), ex presa ndo siempre una re lac ión re fe-
hace sus iguales, con los que se diferencia. Toda lógica identitaria produce "efectos Itlllcial éstos, así definidos (Noschis, 1982:41). Yo constru yo mi identidad constru -
de frontera", que da n a toda identidad su carácter estratégico y posicional (Hall 1996) Yl'lIdo tu otredad; tú construyes tu identidad haciendo de la mía tu otredad, aunque
respecto del Otro (otros) . tlu form a parecida/desigual a mi proceso de constru cción (la irreversibilidad no ¡so-
Alteridad, Otredad, significa la clas ificació n social de perso nas y gentes como 111 rlica). Por ej emplo, los británi cos, constru yero n su Identidad imperi al en gran
diferentes. Distancia social , extrañamiento cognitivoemocional , ev itación, prejuicio, IIl 'dida alterizando social , pol íti ca, económica y moralmente a sus súbditos de las
y diferencia selecti va son prácticas posibles que se fundan en la diferencia. Y, s in ,'ololl ias. De todos modos, no siempre podemos operar reversi blemente con la
embargo, como mencionaremos de nuevo en el apartado 5.4., diferenc ia no implica Allerid ad como Ento rn o: no en todas las circunstancias y casos ésta consti tuye un
necesari amente desigualdad. Del mismo modo, diferencia no implica siempre y en pltlCCSO sistémico de Identidad reconocible . Los otros sobre los que constru yo mi
todo lugar y momento conflicto, desig ualdad económica o excl usión social , aunqu e Itll'll tidad no tienen por qué tener la consistencia sistémica ni el grado de objeti va-
todos estos ejercicios de la desigualdad se fundamenten en ella. 1'11111 que yo pueda dotar a la mía. El E ntorno puede estar constituido por elementos
Como decíamos para la Identidad, la Alteridad es una categoría básica de la e~ IIl'I 'róclitos sin relación consti tuti va entre sí más que como negativo de la identidad
ri encia y de las re laciones humanas, socialmente construida para producir significa- Ijll ' ed ifico a costa de alterizar estos ele mentos sin demasiado trabajo de precisión 55.
do y o rgani zar precisamente in teracc io nes, re lac iones y situac iones dialógicas. No es Po r todo lo anterior, Identidad y A lteridad, Alteridad e Iden tidad irán a menudo
un a priori de nuestra mente, ni es un a categoría de experi encias básicas. Podemos pt'g lldos una a la otra, como Identidad/Alteridad o al revés. Cuand o cite mos sólo
hablar de ella como categoría de la experi encia pero tam bién en cuanto a ex periencia Id I1 tid ad, ha de ente nderse siempre como proceso s istémico, como operació n de
de aquellas relac io nes que produ cen la categoría misma. Podemos pensarla como ~ l lI g ul ar i zaci ón , como acontecimiento y proceso de redu cción de un a complejidad
proceso -' othering' 53_ y como estructuración objeti vad a. I'X I 'fila sobre la qu e se opera un cerramiento operacional, siempre incompleto.
Como categoría y como ex peri enc ia, la Alteridad es uni versalizable: en todos los I'lIlIJnces nuestra perspecti va será desde el(\os) lugar(es) de los acto res/pensadores
contextos socioculturales etnográficos e históri cos hay al gún ti po de trabajo cultural IH li viduales y colecti vos construyendo representaciones y prác ti cas sobre sí mismos
sobre el otro, los otros, al ni vel de complejidad y significación que sea. De otra parte, . iClllp re a parti r de otros y de sí mi smos-o Cuando menc io nemos Alteridad u
sabemos q ue la Alteridad sólo puede ex istir a través de sus incardinac io nes prácti cas (lit' 'ciad, se aplican las mismas caute las: estaremos entonces posicionándonos en
I'I/Ios cntorno/s que la Identidad selecciona como pertinentes para su propia con s-
y representac ionales .
IllH.:ci6 n sistémica.
Nuevamente, no define otros básicos, no hay Alteridades básicas. Es un fenóme-
0 1110 sabemos, podemos pensar en la Alteridad-entorno como proceso sistémi -
no crosscul tural (Smith 1986, Calhoun 1994, Lévi-Strauss 1983) pero históri ca y con-
tex tualmente localizado en los modos en que imp lica diferentes dominios, ámbi tos, , 11 (le co nstrucción identi tari a, donde aquella Ident idad inicial se convierte ahora en
53 Me resu ltan part iculanne interesantes las expresiones 'ot hering' y su recíproco 'selfi ng', 1<1 Desarrollos de complejidad interna, recurs ividad, fonnalización, abstracción.
que he encontrado en la edición de (Bauman 2004) porque refl eja este aspecto procesual, dinámi - ,~ Eso ocurre con los estereotipos, por ejemp lo, pero al revés: no sabemos muy bi en cómo
co y const ructivo de l que esta mos habl ando. '!l itUOS lIosotroS pero tenemos bien claro cómo son ellos. ef. 4.6.
mism@. Además, la Alteridad que practicas sobre mí puede no ser legítima desde mi ""'ridad implica reflexionar sobre las condiciones de posibilidad y los límites, cau-
punto de vista o la de otros Olros. Y viceversa 56 . ',,;1\ y efectos de esta alteridad, sus marcos de inteligibilidad, comunicabilidad, así
I,'nllll) los marcos y criterios de acción e interacción. Desde el punto de vista socio-
Los Otros pueden ser recursivamente incorporados y recreados internamente
'- \!Huml lo interesante es que el otro es alterizado como "individuo-en-comunidad"
como microentornos para mi propia construcción identitaria 57 . Mi(s) idcntidad(es)
I Ihld ..Sg), que incorpora una globalidad sociocultural en el contexto de otras globali-
también puede(n) ser reconstituida(s) como Alteridad para mí mismo: yo puedo ser
"link:; posibles aunque a lo mejor no plausibles.
mi otro, con el que converso y discuto, como en el habla ernocéntrica que mencio-
naba Vygotsk y58. Ya dijimos que la persona, el individuo socia/hado, incorpora la La Alteridad, como la Identidad, es siempre una categoría posicional (Velasco
globalidad social como microentorno de sí mismo. Las identidades poscoloniales se !')')\): importa desde dónde hablamos, sobre quién hablamos y a quiénes implica e
construyeron a partir de sus propias experiencias y representaciones de colonización, ¡1Í\'olucramos ó1 .
entre las cuales se incluyeron y retrabajaron las imágenes y pnícticas que los propios
colonizadores tenían sobre sí mismos y sobre los demüs 59 .
Como vemos, las dinámicas de Alteridad/Identidad se juegan a múltiples grados Id llay una muy interesante alferidad referida al ámbito de lo religioso, m<.ígico, sobrenatural,
, h !I )llll:1S alteradas de la conciencia (misticismo, shamanismo, rituales de posesión, mundo de los
y espacios/tiempo de complejidad y de las relaciones Sistema/Entorno: ideas y prác-
:;ll"í\IIS) y sus aperturas hacia el conocimiento y contacto con ofms 'realidades' ~clasificadas como
ticas que creamos sobre las ideas y prácticas de Otros que crean las suyas propias uk\ así como sus efectos en el <Ímbito de lo cotidiano. También la que refiere a la práctica y repre-
sobre las que hemos creado sobre ellos, incluyendo nuestros propios fantasmas (Cf. "¡'-!!lución _.y sus objetivaciones- de la muerte y de los /l/lIertos en relación con los vivos, en todas
apartado 5.5), etc'"o Por eso no han de entenderse de forma dualista: podemos ser 'm !ormas, conexiones y ritualizaciones. La película de Amenábar Los Otros, trabajó muy bien este
diferentes pero parecidos. La diferencia no destruye la semejanza posible a otros j'lnhkllla. ¿Quiénes son los Ofros? ¿Quiénes están mirando y desde qué lugar? Para aquéllos que
ílu Ii! COJlozcan, se trata de una madre que habita un caserón con sus dos hijos en la Inglaterra de
niveles de complejidad, y no sólo en términos segmentarios. líon de la 1I Guerra Mundial. En la casa comienzan a suceder fenómenos y ruidos extraiios. Parece
E. Krotz (2002:57 y ss.), reflexiona sobre el grado de segmentariedad de la alte- "'·'ldr habitada por fantasmas, unos Ofros a los que no se les ve pero se percibe: corren las cortinas,
, it"1 rilJl puertas, dan golpes ... Sólo cuando la protagonista descubre que sus sirvientes están mucr-
ridad así construida. La alteridad no es cualquier constatación de las diferencias, sino
id" v que ella y sus hijos también, el espectador se da cuenta de que los Ofros son ellos mismos,
que implica extraileza sobre las prücticas, ideas y costumbres de gentes con los que ¡Hlnlo qlle los anteriores son los vivos, una familia que ha comprado la casa y que está intentando
antes no había contacto, en comparación con la f'amiliaridad que produce lo propio jjl'('f;\rSl~ de los mueltos que no acaban de morir y que rondan la casa. Cuando madre, crÍ<ldos y
y habitual. Esta posibilidad sociocognitivoemocial comparativa supone un reto teóri- Hi¡iu\ consiguen cchar a los visitantes, volvemos a recuperarlos como lo que son y deciden ser:
hillHlillllCS legítimos de un mundo y una casa legítimos. Los Otros son Jos vivos que se alejan
!J\II,"¡'ndo para no volver. Otra formar de resolver lo diferente y en principio inc1asdicable es resi-
!i!!¡j In allclTeno de lo cosmológico y lo divino. (Postert 2004), basándose en el trabajo etnográfico
56 Lo que de nuevo reintroduce los procesos de reconocimiento, objetivación social como ,k 11¡¡"oS, alude a cómo en un contexto de conflicto social con el gobierno colonial francés y su élite
intersubjetividad compartida, y poder para negociar o imponer determinadas definiciones, aspectos !!!lh'illllaria laosiana y vietnamita, los Hmong elevaron a un tal Paj Caj a una condición de interlo-
que serán analizados a lo largo de este trabajo. ; ¡JIPI privilegiado con el cielo, dios principal de su panteón. Esta persona, que podía haber sido
57 Es a lo que George Herber! Mead (1967) se refería cuando acuiió la idea del otro gel1f!mli·· i')ill',idl'fada como un desviado en contextos ordinarios, que se dice era hijo de un oso salvaje, huér-
zado. Jilil'!, \ill lt!zos cOllocidos de parentesco, sin vínculos sociales claros con la sociedad Hmong, fue
58 Casos extremos de esta alferación son considerados on Occidente como típicos de la esqui- !ljl\!¡h'nldo como la reencarnación del gobernante mítico hua/) {{lis, de quien se decía había con-
zofrenia. En otros contextos culturales puede ser re-pensado C01110 la voz de los espíritus o de los "Hllit!n superar la columna que separa a los humanos de los dioses, subiendo por un árbol hasta el
ancestros. ',k·]o. Lns dioses celestiales le dieron, entre otros objetos valiosos para los Hmong, el texto origi-
59 Las identidades coloniales han tenido que integrar, a pesar suyo, el hecho colonial, como Hi1!l11 dc la lengua Hmong, que los mitos dicen perdieron cOlltra los chinos. Estas formas de exal-
hecho de dominación y explotación aunque también de difusión cultural recreada. Ignorar la histo- jiH'Í!'m tk lo anómalo y su conversión bien como próximo a lo temible rechazable, bien como cer-
ria no es posible. Tampoco renunciar a nuevas formas de pensarse colectivamente. ''\lío 11 lo !cmible aceptable, respetable, principio de orden, son formas diversas de resolver algunas
60 Esta recursividad sólo se sostiene sobre unas capacidades connectivas mentales extraordj~ ,ünbip.fkdades con posibles efectos, como en este caso, en el terreno de la resistencia social como
narias, que implican entradas de reentradas de redes neuronales. ¡¡P'\ '''in idcntitario.
(1999), pregunté quiénes eran el/los otro/s en Uruguay y cómo y por qué eran defi- política de Artigas que luchó contra el centralismo de Buenos Aires en su proyecto
nidos así. Esta pregunta sorprendió a la mayoría, constituido por profesores y estu- kdcra!ista para la región.
diantes. Siendo como es Uruguay un país receptor de inmigración durante muchos Un discurso sobre la alteridad ligada a la exclusión social en el que muchos esta~
años, los inmigrantes no habían concentrado ningún tipo de alteridad social a pesar (¡¡I11 tk: acuerdo apareció relacionado con la experiencia contemporánea de crisis eco-
de una clara conciencia por parte de los presentes de las diferencias clasificatorias ¡j!'llllica y depauperación reciente del Uruguay. Refiere a un creciente sector de la
por origen nacional de procedencia entre unos y otros. La respuesta mayoritaria fue: !Hlhl;lCión cada vez más marginada que ha ingresado en la economía sumergida o
"Todos somos 'otros"'. El profesor Zubi11aga~ director del Departamento y mi anfi- hkn se ve obligada a robar O a pedir. Esta gente está compuesta por las clases bajas
trión, mencionó que, paradójicamente, la historiografía uruguaya no incluía ninguna "'Olpobrccidas, inmigrantes rurales de áreas subdesarrolladas, inmigrantes proceden-
referencia a la inmigración como fundamento demográfico de la construcción nacio- Iv', del Paraguay, Bolivia, Perú. Se asientan normalmente en las áreas marginales que
nal del país, que gira en torno a una concepción criolla de la Uruguayanidad, tal í¡HIt'an a la capital Montevideo, en una sucesión de nichos y ocupación de hábitats
como muestran los textos escolares. Esto no impedía que los uruguayos se sintieran l'qjl'H) El Cerro, un asentamiento ocupado en tiempos por los n'ligrantes europeos,
fuertemente vinculados, en su identidad, con Europa (lo mismo que ocurre para los qlljC!l\~S reclamaban su antigua identidad de barrio migrante frente a los nuevos resi-
bonaerenses). La Indianidad tampoco podía considerarse fuente de alteridad social i!f'llkS. Este discurso sobre la alteridad y el miedo a perder privilegios y una estabi-
en la medida en que no existía discurso intelectual o político en tal sentido; en !¡!I¡¡d social difícilmente conquistada en años de bonanza económica se detecta sobre
Uruguay pronto no quedó ni un indígena; tampoco ningún grupo sociodemográfico i! )ih) en la clase media, que estaba sufriendo entonces (1999) muy cmelmente la rece-
que reclamase una tal identidad. <iÚll, Una entrevistada, una mujer inmigrante dueña de una pastelería, nos contó que
Negritud fue otra de las cuestiones debatidas. Montevideo fue un puerto impor- ('1 dí:1 :Interior a nuestra visita su tienda fue asaltada por dos hombres que la amena-
tante en el tráfico de esclavos siendo que a fines del siglo XVIII, un tercio de la i di !jI! l,'OIl una pistola. El episodio se repitió al día siguiente por los mismos asaltan-
población de Montevideo era de origen africano. Ancinas, el lugarteniente y amigo k"\ pero a diferente hora, justo antes de que llegara a la tienda: "No puedo hacer nada.
de ArUgas en sus 30 años de exilio en Paraguay fue un hombre de color63 . Parecía ¡" pulida no hace nada. No me puedo proteger y lo saben. Les doy lo (el dinero) que
haber u~la suerte de invisibilidad de la ncgritud, tanto en el discurso público C01110 el kO!/t)". Durante otra ele nuestras visitas, un grupo de chicos entró pidiendo comida y
privado y el imaginario de las gentes sobre el mapa étnico. Según un trabajador 1.,1)('. hila s6lo les cobró la leche, dándoles pan, bollos y otras cosas: "Son chicos de
social de la comunidad presente en el seminario "Es en el Carnaval cuando los ves, Id (¡dIe (sin hogar), viven en la calle. Me dan pena, pero ya me conocen y me res pe-
con sus tambores y músicas, el 'Candombé'. Cuando se les pregunta a los uruguayos !;in ~~ahc!l que siempre les ayudo si no abusan. Si no colaboras, te pueden romper el
sobre las diferencias con los argentinos, con los que tienen tanto en común, te dicen ·'d,'ilp:mlte con una piedra".
el 'Candombé', con su ritmo africano y sus textos de protesta. No hay racismo dia- Este relato nos muestra la complejidad y riqueza de las experiencias de varias
rio pero excepto un pocos futbolistas, bailarinas o locutores de televisión, no verás fu! il);1~; de alteridad en Uruguay. Parece claro el policentrismo de los sistemas de refe-
movilidad social en esta comunidad". A pesar de exisitir una separata quincenallla- Íl',jid:l, como atractores con distintos grados de objetivación política y discursiva,
mada 'Mundo Negro' incluida en un conocido periódico, no parece exisitir movi- jli'H l también con distintos efectos sobre la vida y reflexión de las gentes, ubicadas
miento de reivindicación identitaria de este colectivo. La Negritud presentaba una ih,';;!,k llistintos lugares sociales.
asociación con la gente de la 'frontera', aquellos que viven en tierra fronteriza con
Rio Grande do Sul (Brasil), por donde muchos penetraron a Uruguay en el siglo
XIX, y que parece sigue ocurriendo en una región donde la frontera consiste algu-
nas veces en sólo un río o una calle (el 'Chuí' uruguayo y el 'Chui' brasileño). Otro
eje del discurso sobre la alteridad giraba en torno a los argentinos bonaerenses, su ;¡ ()NTOLOGíAS SOCIALES: SOCIALlDAD,
:íOCIALlZACIÓN V CATEGORIZACiÓN
62 Vaya aquí mi más sincero reconocimiento al Profesor C. Zubillaga (Universidad de la
República, Montevideo) por su inestimable ayuda y valiosos comentarios a lo largo ele mi investi· "Es el diamante más grande del mundo. No -corrigió el gitano-o Es
gación de campo en Montevideo. lúe/o".
ú3 Debo esta información a Mortimer Arias y su esposa Beatriz Ferrari. Gracias por su amis-
tad y hospitalidad durante el trabajo de campo. Gabriel Gareía Marquez. Cien años de soledad.
procesos de conciencia y autoconciencia, simbolización, socialidad implicada (enga- El cognitivismo modular de la mente y de la especificidad de dominio 6s han pro-
gional sociality, CL (Ramírez Goicoechca 2006), reciprocidad e intercambio, emo- d!lcido variada literatura sobre este asunto. Uno de sus postulados principales es que
cionalidad, trabajo corporal, lenguaje, narratividad, organización social, procesos de [¡j~-; oll{ologras son el resultado de capacidades innatas, preinscritas genéticamente6 6
objetivación social, ritualización, institucionalización y control social y político. H1 nuestro cerebro y que dan forma específica a nuestra experiencia. La Psicologfa
Todo ello soportado neurofisiológieamente por una evolución dc la conectividad del f\'o/I/clonista afirma que estas disposiciones son fruto de la evolución homínida
cerebro a lo largo de la hominización y la sapientización, en términos de entradas y I!¡\\,.ia sapiens sapiens durante el PlioPleistoceno, en directa relación con los retos y
reentradas, conexiones de conexiones, redes de redes, 'que implican un trabajo men- L!Il'ns impuestas por el entorno al que supuestamente tendría que adaptarsé7 .
tal mucho 111(lS complejo y sofisticado.
Desde esta perspectiva cognitivista 68 , las ontologras dividen el mundo en clases
Siguiendo con nuestra epistemología sistémica dinámica, es el tipo de recursivi- I/i/fllm/es de objetos, cuyas apariencias derivarían de sus esencias, es decir, de aque-
dad recreativa del rctrabajo cultural (Cf. 4.4) y las emergencias que produce uno ¡Je Ilil, propiedades inmanentes subyacentes. Cuando algo se parece a otra cosa es que
los rasgos que distinguen la producción humana de la de otros animales. La intensi- iunhos comparten propiedades subyacentes comunes, lo que los conceptos evolutivos
dad y cualidad de estas recreaciones internas producen nuevos grados, espacios y tlr' hO/l/ologfa y analogfa así como una revisión crítica de las relaciones ente genoti-
niveles para la complejidad interna, tanto en cuanto a relaciones simbióticas de ele- I!" y /Í'I/otipo ponen en entredicho (CL Ramírez Goicoechca 2005 Cap, 3).
mentos y (micro) sistemas como en cuanto a las más jerárquicas y vetticales.
1.:10 ontologías hablarían de lo plausible en cuanto a la aceptación psicológica y
Se han denominado ontologras a aquellas formas de existencia que se definen por i:dlL'í"IÚ\) de lo que es o puede ser, dentro de los standards de sentido común que carac-
sus cualidades intrínsecas esenciales, independientes de toda actividad, intencionali-
dad y productividad humanas, y que tomamos como dados, necesarios, no contin-
gentes. Ponemos en cursiva el término ont%gra,v porque, en relación a los procesos u, Estas teorÍas afirman, básicamente, que la mentc está dividida en módulos cspecializados
de objetivación y naturalización que describimos en el apartado 2.2., nuestra aproxi- !¡:¡Iil ('1 conocimicnto (Chomsky 1957; Fodor J983). Cada módulo es específico en cuanto que
mación es de-constructivísta/constructivista, y, por tanto, es des-esencialista en últi- ~'i¡, d/I.\'II/O un dominio particular del mundo (Hirschfeld 1994), al modo de los a priori sintéticos
J<jiollllIlOS, dotando de estructura a la información que procede de los distintos receptores sensoria-
ma instancia64 . Lo que no quiere decir que se viva y experimente de esta manera,
l.-k [lcri16icos mediante computaciones algorítmicas específicas. Así, tendríamos dispositivos cog-
como ahora veremos. !lilj\'u~, ('specialmentc dedicados para lo físico material, lo animado e inanimado, lo simbólico, lo
En principio, podemos decir que la primera gran divisÍón es entre objetos ani- i:'IH,,(:iollal, lo social, lo religioso, lo técnico- instrumental, etc. Estapsic%gía intuitiva universal del
j¡¡lIl!(l sflj¡iells sapiens sería evocada con ocasión de diversas situaciones y bajo determinados COll-
mados e inanimados. En un mundo mecanizado como el nuestro, los niños occiden-
t:llllurales (Cf. Boyer, 1994). P. Griffiths (2004), por su parte, distingue entre diferentes clascs
tales deslindan lo animado de lo animado por una intencionalidad de movimiento y 111(u!ulos: del desarrollo, funcionales y virtuales. Estos módulos significan cosas diferentes para
agencia autónomos: un perro mecánico es fácilmente identificable como no ser vivo ¡p: jl\ieólogos evolucionistas y los neurofisiólogos. Los módulos mentales no tienen por qué corres-
por los niños, al contrario que un perro de carne y hueso. En el supuesto de que (i'¡;II,k.1 con los módulos neurofisiológicos, Lo que aparentemente es 1l1l1ll0dulo específico puede ser
pudiéramos afirmar que esta partición fuera crosscultural, no tiene por qué estar obje- )'j) 1("aJidad sólo un aspecto dc la intervención de un sistema neuronal funcional. Además, es posible
"jlH' 1','II1\'S diferentes del cerebro peltenezcan a un mismo módulo funcional, que, no obstante, puede
tivada socialmente de tal manera, ni incorporada subjetivamente así en los momen-
;,,'í el resultado de difcrentes módulos de desarrollo. Módulos puedcn descomponerse hasta cierto
tos específicos de desarrollo cognitivo infantil (CL Toren 1994), No siempre lo ¡d)l¡jn ¡'()I)lO subsistemas dentro de un sistema jcrárquicamente superior Con el que se relacionan
humano está separado de lo objetuaL Un ejemplo muy conocido es cl de los Dyirbal, PHH!l con otros subsistemas, siendo que su dinámica interna constituye el principal motor dcl desa-
estudiados por Dixon (1982), y comentado por Lakoff (1987), Estos clasifican el ¡j'qllp dd superior. Como vemos, esta aproximación se acerca mucho a una vis ion autopoiética del
mundo en cuatro categorías básicas, Por mencionar sólo una, diremos que en la cate- 'fjehHl. Para una crítica de estas ideas ver (Ramírez Goicoechca 2005 Cap.4).
id, Es lamentable que il1l1(1(o suela ser confundido con genético en la literatura al uso. El pri-
goría Eayi incluyen a los seres humanos de sexo masculino, casi todos los peces, ser-
;;¡.-!1I rd¡l~!'c ¡¡ que viene con el nacimicnto. Pensar que el fenotipo es el mero despliegue del geno-
nr'l'!ln deja de ser Ulla pura ignorancia. Lo que traemos al nacer, también es fruto dc procesos epi-
p'fi!(lU'OS y dc expresión genética en procesos de desarrollo.
64 Virginia Oomínguez (1997) recomienda que, en vez de ontología,\' hablemos ele vínculos, ¡,j ('L Cosmiclcs el al, (1992); Mithen (¡ 996). Para una contundente crítica a los presupuestos
compromisos, inversiones ('investments') que la gente hace en las construcciones categorialcs que ,h- 111 Psicología Evolucionista y sus siete pecados capirles, véase Panskepp y Panskepp (2000).
elabora. ,., (",Iman y Spelkc (1981); Carey (1985); Alfan (1990); Boyer (1994); Spcrber (1994).
f.'J 1,0 que no sc sabe y no necesita decirse ('what gocs without saying') (Bloch 1992).
específico de la especie, como la percepción espaciotemporal, geométrica, cromáti- d!lk:·; entre sí, de acuerdo con su lugar en el sistema institucionalizado de significa-
ca, química y orgánica (distinción entre Jo natural y lo artificial) del mundo en la que ,b" . .1 .. lIna cultura (Shore 1996, Bruner 1996, Quinn J991).
todos los humanos viven sus vidas ordinarias. Desde una Antropología interdiscipli- ( 'UlllO bien afirmó lean Piaget (1970), 10 que es inevitable no tiene por qué ser
nar crítica, hay bastante que objetar a esta definición. En primer lugar, la percepción iOlla1!)II.
sensorial está cultural mente formateada desde temprano, también en sus predomi-
/,()lJl~ puede decirse de las Ontolog(as sociales?
nancias (Cf.Fe1d, 1982); (C1assen 1993), por medio del mundo objetual particular
que nos rodea -que depende en buena parte de la selección ecológicoculturalmente I ,HS (}nf()lo~~as sociales son clasificaciones referidas a personas y grupos y sus
orientada- y de la estimulación guiada que, a modo de saliencias, ejercen los agentes i',n!nils.d~~ relac.lOn. No son catálogos detallados de las variaciones humanas posibles
socializadores de nuestro entorno. La plena potencialidad de los sentidos requiere del 111 IWll.'lhldas, S1I10 modelos generales de quién es quién en un paisaje humano socio-
aprendizaje interactivo por parte del cerebro y los órganos concernientes además de ;'111111]"(\[, dcmogni.fica e históricamente concreto (Cf. Apartado 4.6).
una precisión de sintonización ('fine tuning') tanto prenatal como extrauterino , ,l J!l dOI11i1~io .I:ril~cipa.l es el del parentesco y sus sistemas de prácticas y clasifica-
(Stewart y Cohen 1997: 140 y ss.). La experiencia perceptosensoria1 del niño está en ',I! :'11':,. J;<l fihaclO~l IJllp~lCa un conocimiento prüclico y represel1tacional de quién es
relación con las experiencias características de su cultura y estimuladas por esta. El qUI("n :ISI como OrientaCIOnes más o menos prescriptivas de relación social e interclc-
sentido común viene dado por una experiencia vivida y desarrollada de los formatos ¡ ¡(iJl ("O( idiana. Un mapa de proximidad y lejanía social, econón"JÍca, cmocional, etc,
en que nuestras precondiciones (fruto de una evolución genética y la epigénesis) 'c,¡" (,'!,IJlS!ruyc, como en las segmentaciones inclusivas y exclusivas que E.E. Evans-
toman existencia a 10 largo de nuestra ontogenia socializada (Forguson y Gopnik 1'1 !ldwrd (1977) describió para la organización social de los Nuer. El parentesco oüe-
1988). Por eso, plausibilidad psicológica nO se identifica con capacidades genética-
mente determinadas (Cf. infra).
2. Además, no todos los agrupamientos en clases naturales se hacen del mismo
!O! .:ill qucrer redu~ir.ni banal izar su complejidad, podemos repensar dos casos diferentes, UIlO
modo, otros pueden ser los criterios de clasificación, agrupación y transformación.
,.] !!,)I(lllISI~l(). otro el allmm;¡no. En el totemismo, un grupo se siente y cree especialmente vinculado
Como dicen Phillipe Descola y Pálsson 1996), hay una gran diferencia entre asumir 'i "Jnj().j~rll!nal ,seleccionado ~n rel~lció.n a su enlomo ecosocialmente construido como exterioridad,
la posible universalidad de distintos instrumentos mentales de dominio específico en ,',: jl,11111 dt' ah.l, construye el nnaglllano clasificatorio de sí mismo y de otros grupos. En esta stitua-
relación a concretos conjuntos de fenómenos físicos y la universalidad de una noción ¡,ql p'lIk.ll1oS Il1terpretar que las categorías de la práctica y representación (parte de ellas) giran en
de naturaleza (clases naturales) cualificada como un dominio ontológico con los mis- ~!'::,!¡l<:,',11 hl~~rno ~on!o ,.~t:·actor, recupeníndolo .inten!m!le~lte como microentorno interno a partir del
,,-1 ,\ Illlll~ el PlOl)¡~) .slstema en su construccIón c1manllca. Como si incorporáramos la historia de
mos límites discretos y activado por unas supuestas mismas leyes (Cf. Akimichi idil di· .'dgu.!cn y 1<: hlC1Cn\mos tan nuestra quc acabamos pensando y comportándonos en función de
1996; Hviding J 996). Por eso, desde una perspectiva etnográfica y también episte- :!!dld lll~,l()na de v.lda. La clasificación social es objetivada a partir de la clasificación l1(/luru/ (Iam-
mológica, no podemos asumir la universalidad de una noción de NaturaleZ.a cualifi· ¡d.,:!) 111I)dll~:to. SOCIal) con~o J)arte dc las relaciones del Sistema con su Entorno -así seleccionado
cada como un dominio ontológico con los mismos límites discretos y significados. :,::,!,.(.III l·xl!:r!()n~lad-. El anlllllsmo, y el <lntropolllor/1s1l10 que a veces incluye, es el caso inverso. Se
'd,pl.1\. I\'(·n prople~ladcs y capacidades agen:ia!cs, intencionales, emocionales, intelectuales y prácticas
De hecho, toda nuestra propuesta desde las teorías de la autopoiesis y la autoorgani··
~:~:,'rl'¡'\ del :í.m~)lto, l:um~l:lO a clases de obJetos tallt~) inan.imaclos como animados -fauna y flora··-. En
zadón y autoreferencialidad, insisten en la diversidad sociocultural e histórica de las "",:.¡]!ddd, lodtl C~)n~liucc!On sagrada en torno de obJetos ntllales y simbólicos, tiene algo de animista,
relaciones entre los procesos sistémicos abiertos/estructurados por los que las colcc·· ,qí'"('l:! Hl\.~Lonlmlcall:ente: aunque a veccs metafóricamente también. El Sistema se reconstruye
tividades humanas construyen y reconstruyen sus modos de existencia y los ento"j·ilos 'inj;'!!¡,II!lt~nh.~ como mlcrosl~tel11a y desde ahí re-exporta al Entorno (lo natural) las calegorías crea-
que les serán selectivamente significativos para esta construcción. El totemismo y'cl dih 1li!1 ;1, representar y maneJilrnos pragmáticamente entre nosotros. Las clasificaciones lw~ur(/les gra-
H,PI ;1!1,1.'(blor de las oll.tologías sociales; para ello el Entorno se incorpora como microsistema den-
animismo plantean serios interrogantes sobre el modo en que se realizan estas divi"
'i::.,I¡'1 SJstcllla,} seleCCIona al Sistema -la construcción sistémica de las ontologías sociales·- como
siones (Cf. infra). El dilem(.l entre categorías natura/es y categorías sociales C01110 ~;d, HlI,'n{nrno. l:n r~~Un?ell, estos dos casos representan modos etnográficos diferentes de la dinámi-
modelo para los sistemas conceptuales humanos y que ha dado tantos quebraderos d\' \1 d¡,_h¡ lI'consttlllclon 1111crna de las relaciones autopoiéticas sistema/entorno.
cabeza a la Antropología Social desde E. Durkheim, A. Radcliffe-Brown, Mary ' .. " Véase la discusión sobre las constricciones a la práctica debido al tipo de {(¡rea en Ramírcí':
Doug1as, pasando por C. Lévi-Strauss (Cf. Giobellina 1992) se redefine si pensamos ~,!>'iJ(,'¡ ,\'\<lwa 200sa CapA.
72 Este lIosotros (\Ve), como primera persona del plural en la mayoría de las l~nguas indoeu-
ropeas, no implica los mismos límites en lodos los ámbitos socioculturales. En Tall1J,l, encontramos
un nosotros-incluyendo o un nosotros-exclllyendo al que escucha. Entre los JnuIt de Oeste de ,.! 1,<1 atención compartida, los protoimpcrativos y protodeclarativos, el relevo cOl1versacio/J{/_
Groenlandia, enc¿ntramos un nosotros-dos como opuesto a un nosotros-más, de dos -COl~10 forma 1/t11/ ('IUrtl Ii:Iking'), etc
de señalar la cantidad de personas a las que se refiere la categoría- o estos mismos c?l11bl,nados, en r, En el fondo Chomsky tenía razón, pero no porque tengamos un LAD (Longllage Acquisitiol1
Hawaino para dividirlos en cuatro formas diferentes, En Ngoggu, lengua de Me~anesH.l: eXisten !?r~ fin'Ir'I') o dispositivo para la adquisición del lenguaje -Bruner (1981) propone, en todo caso, un SAD
mas de referirse a dos, tres o más de tres, combinados con diferentes grados de ll1C.luslon/exclusJót~ i.\OIIIl'l/lia/ Acquisitiol1 Device)-. Más bien, lo que sucede es que contamos con capacidades evolu-
Para d'l!" seis I)artieiones diferentes (Johnson et all. 1996). En Demiin, una lengua ntllal de los Lard! dllolldas y desarrolladas para la comunicación y la intersubjetividad, incluyendo rasgos neurológicos
, .Yangkaal, pueblos australianos, sólo hay dos pron01~lbre~: 11,0
Y de los f""
yo "an d n,u
f" " F
no"Yo.., .. tI l' illlíl(t'itllicos necesarios aunque no suficientes, un cerebro alllopoiético abierto al mundo y a las expe-
Yoruba "tú" en singular se dice o pronunciado en un tono mediO l111entras que él, ella, ello es tdlll· !h''1\1'ins que propicia y, por fin, un paisaje-entorno sociocultural que nos proporciona un contexto
bién o pero pronunciado en un tono más agudo. ,"idl1lt'1llr:Hllc y estmcturado para el desJl1"Ollo continuado de nuestras capacidades corporomentales,
73 (Hirschfeld 1988; 1994; 1996). l'IHil !t)S humanos, deberíamos hablar de una inteligencia socia/mente implicada e implican/e.
población infantil en contextos multiétnicos y l11ultirraciales, como dicen en inglés, !il'o, es decir, apoyado en las formas ref1exivas que posibilita el modo discursivo y
77
con procedimientos metodológicos muy sin1ilares. Citando diversos estudios de 1958, nil!Tativo . Esta orientación explicaría también la paradoja de la diferencia entre las
1960 Y 1970, parecía que los niños negros y blancos preferían jugar con los blancos, ¡'H'litudcs explícitas de los padres y las connotaciones mor~les que los niños asocian a
lo mismo que sucedía cuando la composición del grupo era de niños maoríes y blan- 1",·; dil'erencias fenotípicas, Pero Hirschfelcl (1994:978) no da una explicación convin-
cos, En estos casos parecía que las claves visuales eran decisivas; sin embargo, en n'l1ll:. Como decíamos hace un momento, lo que ocurre es que el entorno estü pene-
otros estudios con los mismos resultados estas claves no parecían jugar un papel rele- ""'/0 de una economía política de la diferencia (Cf. Capítulo 5)78, y, en.SI!.caso, dela
vante, Después de analizar una ingente bibliografía de casos, A, Davey (Davey 1983) dL,'Stglgtldad,
concluye que las preferencias intergrupales de los niños estaban influidas por un sen-
tido rudimentario de la posición social de los grupos en la comunidad, De hecho, se
percibía que los niños distinguían principalmente a sus compañeros por el género. No
')) 1.0 mismo menciona Christina Toren (1983) respecto de la creencia cOl/traintuitiva en seres
diferenciaban entre compañeros de clase o de patio en función de rasgos fenotípicos,
I "piriwillcs y fanta~ll1.as entre los niños de f<idji: sólo a partir de cierta edad y comprensión discur-
pero sí a la hora de elegir a quién llevaban a su casa ajugar. Su opinión ~como la nues- dl'U ,I,)ueden ser s.ocHlJ¡zados y :reer en su existencia. Inicialmente, Jos niilos se relacionan con obje-
tra~ es que los nii'íos se socializan cn las preferencias y prejuicios que existen en su jo)" ! !luales 110 ntualmente. Solo cuando son mayores, en determinado momento de maduración
sociedad, en donde el papel de la estructura socioeconómica en la creación de las imü- hl¡¡"Jl.<;icosocioc~¡Jtural, ~os,adultos les inician en el tratamiento ritual de objetos, personas, situa-
" jllllrs, ctc. Es este un Í'enomeno de socialización y re-creación cultural ampliamente contrastado
genes de quiénes y cómo se nos aparecen los otros es fundamental. El nifio ?E~:ende
OHq¡_~,r~íncan~ente, dcpcnd.ie,nte de la ll1a~l!ración neurológica típica de nuestra especie, y que per-
las relaciones que los agentes de su entorno mantienen con sus otros 76,
Hnlna o(ro tipo de recurslvldadcs refleXivas también. Sobre estas relaciones de aprendizaje inter-
La pregunta de cómo es que los nifios reproducen actitudes racistas comunes HI'IH'r;~cio!lal ontogenéticamente implicado, véase también (Furth 1980; Olson 1980).
IK En Ulla ocasión, mi hija de cuatro años entonces, se vio sorprendida por la entrada de un
antes de que sean capaces de utilizar etiquetas raciales y étnicas para sí mismos o
;¡¡lrd()nfricano en el mismo vagón de metro en el que estábamos, Sorprendida, insistía en alto que
para otros no tiene ningún misterio y se explica por el propio desarrollo psicológico n!ilh:1 ~uci(). Por fin llegu~ il enterarme a ~lué se refería: "como los de Mary Poppins", es decir, los
evolutivo y los tipos de aprendizajes que realiza en cada estadio (CLToren 1993:466), ,kdlllllllladores de la peh~L!la de W;:¡!t Dl.,>ney. Ew em ,"U experiencia previa de un.a piel oscura
M, Phylactou y Christina Toren (1990) refutan el trabajo de Hirschfeld (1988) por ';',!JIlH) 1l1i~l;ch~¡da, A.I poco liempo, llevándola en bicicleta, se fijo en unas personas de piellllorena.
cuanto que las actitudes hacia minorías étnicas son transmitidas y aprendidas en dJ H':!CCIOll ll1!l1edJata fuc dc desconfianza y disgusto "Son feos, no l11e gustan", dijo. AbsoJuta-
í!)o'l1h' sorprendida de su reacción, despué)) de una educación tolerante, insistente en la diversidad
buena parte inconscientemente a partir de manifestaciones corporales como gestos,
!H!llIJIIW Y:I respeto a los d~más, pensé en alguna explicación suficicntemente coherente para reba-
!JI 1:1'> leonas de Jos estereotipos raciales infantiles de lo)) que hablaba Hir))chfcld, Me bastó el senti-
di, ('nn:(~1l y un poco de análisis sociocultural. Procedente de un país y un entorno sociodcmográfi-
¡ ,\) ¡lIllll.1 I,l!' e!ll~nces bastante homogéneo en cuanto al polimorfismo genético expresado en el color
76 El que la clasificación se fundamente en la experiencia que posibilitad, a su vez, procesos dI" 1,'1 plcl, debido a razones socioeconómicas, sociodemognificas y residcnci.'lies de ausencú¡ de
ulteriores de inferencia, no indica que no podamos tener ideas sobre oíros ele los que no tenemos ,e\!lilnjeros, la niña no había tenido apenas contacto con gente de color: su paisaje humano había
experiencia directa. Podemos saber de ellos y de las evaluaciones que se les asocian por medio de ?,,¡:!tl., hasta ?ntonc~)), poco variado en términos de diversidad de origen, Traslada a un país mul-
relatos, descripciones, experiencias vicarias a partir de dramatizaciones, etc, Esta ha sido una de 1¡l'lII!l:O (Remo Umdo) y con una diversidad dcmográfica muy grande, por su historia reciente de
las consecuencias de los libros de viajes y exploradores, de ejércitos desplazados ocupando otros m(III)IJ(~/; colonial ,a la.que emigraron muchos de SI/S (lllfiguos súbditos de /l/tramar, mi hija se
países y tierras, en contacto eon sus gentes, etc. Los historiadores clásicos griegos y latinos se valie~ dJ1 ul~ln.) con una dlv,er~ldad humana notable de la cual no tenía experiencia y Con la que no estaba
ron de estas descripciones para sus propias obras (CL 3.2). !;IHllhanzada, No es I!1frecuente que, a la Ve7. que lcs atrae, los niños de estas edades desconfíen
mentes progresaron desde 'ese mono quiere morderme', a 'no le gusto a ese primate', 11 'ese true- "tI t:lll,'nta la diversidad cultural. Inge Bretherlon (1985:24-25) menciona el hecho que hay que pen-
no quiere asustarme', a 'Zeus esta enfadado conmigo'" (traducción propia). "'¡¡Ull diferentes posibilidades del vínculo de los niños con familia, grupos sociales y creencias, en
so Incluyendo procesos ele crossmodalización como el que los antropólogos denominamos ¡("iaL'jón a contextos medioambientales diversos. Pero esto ha sido una crítica 11UÍS bien al eurocen-
antropoI11orfización. Podemos relacionarnos con los objetos atribuyéndoles cualidades y capacida- !i ¡~;¡110 dc pensar en una sola figura y forma del vínculo y no tanto a la reacción general de los niños
des vitales e intencionales, como en el animismo. Pero también podemos instrumentalizar a las per- fl!- ('~;[as edades a lo desconocido, el de la curiosidad sin ponerse en riesgo. Variaciones culturales
sonas como si fueran objetos, por ejemplo, en los protoimperativos y, más clnum"íticamente, en la en el tipo, intensidad, variedad en la presencia/acceso/contacto y ausencia a diferentes perfiles
acción económica, política o ideológicamente interesada. :(!l'lOdl'lIlogníficos, estilos e imágenes represcntadas de cuidadores y agente sociales, cualidad y
Sl La organización de las manifestaciones sociales de lo emocional depende, -también, deJa, l"iH;KIl'rísticas de estas relaciones, incluyendo procesos ideológicos y políticos inscritos de jerar~
conectividad entre sí de sistemas de redes neuronales tanto del hemisferio derecho como del quin, dominación, sumisión, evitación, etc., influyen en las clases de prácticas y representaciones
izquierdo (Carlson 1999). Esta conectividad compleja sólo ha sido posible a partir de un momento ik bl Alteridad en distintos contextos culturales e históricos.
determinado en la evolución humana (Reyna 2002) y su elicitación cn situaciones ele hecho sufi- J;·1 A los que asociará progresivamente distintos tipos de protocolos y procedimientos acordes
cientemente propicios. UlIl las distancias establecidas entre éstos.
Podríamos interpretar que para entonces, los niíi.os ya han focal izado una relación pri- ¡ 'O!l quién nos relacionamos () no en la infancia, en la niñez, en la adolescencia, en
vilegiada cognitivoemocional con su (s) cuidador/es/as Cf.(Striano y Bertin 2005), pro- lil j!Jvl:lltud, en la madurez, nuestro entorno social de cuidadores: familiares, ami-
duciéndose una clausura operacional respecto de las figuras primarias del víncul0 86 . 1'11", ,·ompañeros, colegas, el tipo y forma de estas relaciones en términos de divi-
illl!CS sociales, prejuicios, status y poder incorporados difusa o concentradamente,
Estas experiencias pueden consolidarse neurológicamente como afractores para
otras nuevas 87 , estableciendo los marcos apropiados y limitados para futuras formas Í!nphc¡(o.<.; e explícitamente expresados, son causa y efecto de los modos de parti-
'- illllar nuestro mundo.
de categorización representacional y pragmática.
La psicología clínica muestra que si no se establece una relación sistema/entorno
apropiada entre el niño y sus cuidadores, en términos de alimentación, cuidado, segu-
ridad, confort, en determinados períodos críticos, buena parte de su desarrollo cogni-
tivo y emocional normal -en términos de standards de sostenibilidad y equilibrio
biopsicosocial-, puede verse afectado, a veces irremediablemente.
Por tanto, las ontologías sociales, entre las que se incluye el complejo Identi-
dad/Alteridad tratado en los epígrafes 2.2 y 2.3, tienen, por tanlo un earáter ex pe-
ss Lo que se ha denominado como situación ext¡-(IIJa ('su·ange situation '), Cf. Ainsworth 1983:
el all, 1974.
86 No estamos afirmando que esta clausura sea irreversible ni que los cuidadores iniciales sean
insustituibles o que tengan que monoplizar necesariamente estc rol a lo largo de todo el desJlTollo.
Nada menos cierto etnográfica y psicológicamente hablando. Pero sí que definen un espacio para
relaciones personales privilegiadas, difícilmente sustituibles cuanto más tiempo pase, tal.,c;()p~{)
sucede en los casos de adopción. En condiciones habitllales -como especie y en su cultura-, repre-
sentan los requisitos necesarios (aunque no suficientes) para un desarrollo normalizado en térmi-
nos biopsicosocioculturales. La continuidad en el tono y tipo de estas relaciones entre el niño como
ser en proceso sistémico ele construcción y el entomo social a lo Inrgo de su desarrollo son funda-
mcntales para consolidar el proceso de estructuración neurosocial iniciado tempranamente.
R7 Las ontologías sociales, entre eUas la AlteridadlIdentidad y todas sus formas de existencia
colectiva y psicológica pueden ser retrabajados por medio de lluevas experiencias, discursos e insti-
tuciones, reglas, normas, valores y otros sistemas de referencia. Estas reelaboraciones se producen
en contextos llenos de confirmaciones pero a la vez ele ambigüedades e incluso contradicciones, por
el que el sujeto deberá transitar haciéndolos más o menos suyos, aprendiendo la manera de traba-
jar y retrabajar personal, biogrMicamente con ellos. Lo discursivo proposicional y el tipo de con-
ciencia reflexiva que promueve, así como la capacidad de asociar permitirán formas progresivas de
complejidad en la objetivación/subjetivación de las categorías socialcs a lo largo de la ontogenia,
así como elaboraciones cognitivas de segundo orden (creencias contraintuitivas, fantasías, mitos,
etc.), abriendo la posibilidad de nuevos planos de la expericncia y la representación. En cualquier
caso y por razones de maduración neurobiológica (Gibson 199 J) crosculturalmente validadas
(Super 1991), es difícil que la reflexividad discursiva aulo y helcroreferencia! sobre la relativa arbi-
trariedad de nuestras ideas y pnícticas sea experimentada y pensada como tal por el niño antes del
descentramienlo/centramiento que ocurre en torno a los 7- JO años. El modo re-presentacional y
pragmático por el que estas experiencias tempranas puedan anclarse subjetivamente, con sus típi-
cas características holísticas (Bates 1979) y de confluencia (Cf. John50n, C. 1997), puedc convivir
con estos otros modos más complejos y abstractos. En primer Jugar porque continúa como memo-
ria vivida, aunque no necesariamente recordada, utilizablc para la memoria de trabajo, En segundo i;¡¡ lndependentientemente de futuras posibles re-elaboraciones más abstractas. Cf. Flavell y
lugar, no desaparece porque esta forma de conocimiento incorporado sigue dándose continuamen- ", ,,', I<)H I; Dave)' 1983; Furth 1980.
te a lo largo de la vida. Distintos modos y niveles de descripción, redescripción y re-rcdescripcio·· I,'! Killbride 1974; LeVinc, Campbell y Price-WiIJiams 1974; Turie11983; Funh y Kane 1992;
nes -grados de complejidad- coexisten y se entremezclan (Karmilofr-Smith 1992). j';II'11 1994.
l . Introducción
2. Experiencias etnohistóricas de la Etnicidad ----
2. 1. Homínidos en contacto
2.2. Gentes e imperios de la antigüedad clásica
2.3. Un Medievo no tan aislado
2.4. Las Europas y las Américas
Occidente y Etnicidad
3. 1. Contextos históricos y políticos
3.2. Britannia. Experiencia colonial y Antropología
3.3. En Estados Unidos. Inmigración. asimilación y aculturación
11 . Teorías sobre Etnic idad ---
4.1. Teorías clásicas
4.2. Contribuciones a la integración
/J. Etnic idad. autopoiesis y complejidad t 5(1LQ ,C.¡;rz)
5. 1. Etnicidad y complejidad
5.2. Etnicidad como sistema
5.3. Etnicidad: proceso y estructura
5.4. Etnicidad como entorno
5.5. Recursividad y recreacion de una complejidad interna
5.6. Etnicidad como atractor
5.7. Etnicidad. subsidiaria de otros atractores
5.8. Fragmentación y coherencia en la Etnicidad
5.9. Fronteras. bordes y mezclas: multiplicidad e hibridación
5. 10. Una definición provisional
l. INTRODUCCiÓN
Después de esta genealogía, me dedico a las teorías sobre Etnicidad (apartado 3.4),
!"(Itlwnzando, para ser políticamente correcta, con el debate entre primordialistas e
!w;!rulllentalistas. Más me interesa el epígrafe siguiente sobre contribuciones más
(1)J)lprcnsivas que permiten avanzar en la reflexión a partir de modos más sutiles de
Ililt'l'T etnografía.
2.1. Homínidos en contacto dnllllgníJico en homo sapiens quedando reducido a una población de entre 10.000
v ¡I)().OOO individuos. Probablemente estos portarían determinados rasgos genéticos
que se impondrían, con el tiempo, al resto de la población. Romo Sapiens sapiens
La historia de la Humanidad es la del contacto, las migraciones, el intercambio, vlld ve :1 extenderse hacia el Sur y el Oeste de Africa, encontrándonos rastros de su
el comercio, la exploración, los viajes, los peregrinajes, las conquistas, invasiones, ¡¡¡",ible actividad simbólica ya hace mús de 130.000 años (McBrearty y Brooks,
incluso deportaciones. )f)I)()}. Luego hacia el Norte y el Este. Su penetración en Asia Menor es segura, y
Partiendo de la teoría standard del origen africano de los homínidos, alrededor de ,_)!!i/Jis desde allí hacia Europa y el interior asiMico. También es posible que cruza-
la cuenca del Rift 4, las primeras migraciones se producen hacia el interior, sur y Id <:1 Estrecho de Gibraltar aunque hay bastante debate al respecto. Los últimos
noreste africano. El primer homínido del que tenemos noticia de haber emigrado dil"'" ilJluntan a que ya entre 75.000 y 50.000 (BP) se encuentra en Europa. El pro-
fuera del continente, es homo habilis o incluso una cronoespecie anterior, según los i,(,_t,q de irradiación es rápido e imparablc, probablemente en sucesivas oleadas. Éste
Vil Imeda consigo la mayoría de las capacidades que luego desarrollaría en lo que
I!l~; ('mopcos hemos llamado explosión cognitiva y artística del Paleolítico Superior.
I Citado en (Todorov 1988:33). "iír;¡ cuando llegaron a Europa, los Neanderthal ya estaban allí.
2 En el sentido descrito en Ramírez Goicocchea (2005a, Cap. 3).
:; Que es quien precisamente re-escribe la historia de estos grupos y sólo puede hacerlo desde
la experiencia mediadora de las relaciones coloniales.
4 La catalogación de Sa!Je!al1thropus eomo anterior a Luey, AlIstra!opithecus afarel1csis, ha
" Incluso se está proponiendo la posibilidad de flujos genéticos entre crectus de Asia y otros
planteado dudas, no obstante, a esta localización de nuestros orígenes en el Rift (Cf. Brullet et al., i'j] 1\ frica, indicando un posible intercambio demográfico posterior desde Asia entre homínidos
2002). Algunos restos hallados en Sudáfrica también apuntan a la posibilidad de orígenes más ale- ,d,íiÍlir'(}S y homínidos africanos (Templeton 2005).
jados de esta cuenca.
grupos de Neanderthales, sin que podamos descartar la posibilidad de una ¡¡rita de Lh oh, parecen avalar la posibilidad de una microcefalia craneal, como resultado de una altcraeión
jH"!!I;¡ica que también produce enanismo y deformaciones faciales que han podido ser tomados
respuesta inmunológica en éstos a nuevos gérmenes y enfermedades traídos por
\ ,qíll! !'as¡~os de pril1litivis1110. Estudios antropométricos de los habitantes de la zona han llegado a
Sapiens sapiens. !d (nlll'lllslón de que también ellos muestran medidas il(feriores a otras poblaciones, posiblemente,
Contactos e intercambios entre distintos grupos de sapiens sapien.~· se incremen- i¡:,q'tl¡':l, herederos de algún o algunos individuos afectados por esta enfermedad. Esto podría ser
jl'¡'dhk, a tenor de las últimas investigaciones realizadas por el equipo del Prof. Marcus Pembrey
taron exponencialmente durante el Paleolítico superior según los materiales y obje-
\í ht!lt'id Gcnctics at the Institute of Child Health in London) en colaboración con investigador
tos encontrados procedentes de zonas a gran distancia entre sí. Tampoco sabemos si, dÍ\'n) J .ars Olov Bygren, sobre los casos denominados de herencia medioambiental, referido a la
al hilo de la expansión de nuestra especie por el globo, tuvo encuentros y contactos ¡',' H\'jll·ilÍn cpigenética ele determinadas expresiones genéticas de una generación a las siguicntes.
I n !'!lalquier caso, el debate sobre HOl1/o Floresel1sis.
:1 No pueden despreciarse las dimensiones crípticas de las Icnguas, como operación de c!au-
lIIil dl'l grupo frente a otros grupos, como reforzamiento de vínculos, cogcstión de esfuerzos y acti-
(¡ Acaba de publicarse un estudio sobre la incorporación al acervo genético de sapiens sapiens "ídildc~;, control de información valiosa, etc. frente a otros grupos.
procedente de Neanderthal de una variante del gen ASPM, directamente ligado al desarrollo del 'J Qué duda cabe que las relaciones din,ímicas entre capacidades, socialidad y entornos están
tamaño del cerebro y que se extendería por Eurasia hace unos 37.000 años (Evans et al!. 20(6). Es rn la hase de los distintos momentos que podemos considerar en la cvolución de los homínidos
más que probable que proceda de un proceso puntual o local de hibridación entre ambas especies, f!il¡ll¡fl:nbrcllncr 1977; Foley 1987; Grecnfield 1990). La aparición de condiciones singulares de
del mismo modo que la separación entre el ancestro común de chimpancé y homínidos se produje- (',p,,'riencia bien puede hacer emerger capacidades y modos de relación con otros y con iguales,
ra durante una etapa de unos cuatro millones de HilOS. Este gen se encuentra en el 75 % de la pobla- l,¡iPiWidades ligadas a la reflexividad y a modos más complejos de conciencia (Ramírez
ción mundial. I,H'j('llcchea 2005b).
guerras, las migraciones, la incorporación forzosa de pueblos como mano de obra, o :Jllt:fl,·saJ.lte, es 9:1e cualqui~r ~_rtralljero podía convertirse, dado el caso -por nacimien-
élites como clase dirigente, la distribución de privilegios entre distintos extranjeros 1'.1 n hocwhzacJOn y aproplHclón cuIturaI- en un miembro más.
(Carneiro 1970; Thompson 1989) (Cf, 5,6,), Alianzas, intercambios comerciales,
,.' "M;ís aH~.de ~,lls~leaH,~dc.s"aja.S.,s:I~L9,ª.4.~s o P0I.i~,,,1:9?'p,ectiv~s, lO~J?~~gos -d0rios,
guerras, pusieron en contacto muchos pucblos. La expansión militar y el dominio
JI f~I,J\:(!S, COllOS- s.e . J.d~I,1t,I.~~~~E.~\,I~-. ~,c::J}!l{),/!~lli'?(JS, unaj(I~,l~ti(I.~ld "g~.raI1ti~ª~,a P(Ú·,,~·\lXl~·'
político produjeron la incorporación forzosa, una inclusión generalmente excluyente, n!hmil Icl,). ~~..a -a pesar de sus varios (~i,~1.~s:,~.<?,§-, la tradicic)!lJ19,1J1~~iiC;Jl" y el ,<::.~lt9~.~IeI
de distintos tipos de gentes, a menudo bajo alguna forma de esclavitud o servidum- !,!!l\llP\~' aSI como una alteridad conferida a aquellos ajenos a'suKºrnl~1..d? ~i4~.'if~:~
bre; también deportaciones masivas y exilio. O incorporaciones de algunas sectores "IH!lol().gí(~s.siempre SOI~ ins.tructivas en la mcdida en que las palabr~~s~ ca"pt~;";';n pro-
como élites o con funciones especiales en la unidad política abarcan te. '. ¡"~-d),'> 1l1sloncos y expenencIas colectivas de la producción de significado en relación
Nuevos modos de control interno y externo, administración y contabilidad (¡ npcricncias vividas y campos semánticos y de prácticas más complejas.
social, se articulan con una centralización del poder, los recursos y destinos de las .. ' 1,';,1 palabra elhnik:Js se uJilizó en la traducción griega deI.Np,ey.() .Ie~t'!,l1?g.l!JO pa,'-~a
gentes, El Estado genera nuevas formas de jerarqubs, identidades y de alteridad_ce,
~,¡:>!,l"[,[.!.se"a 1,~\~.".EQº.tª,G.l.QI}G,s",pc:tganas t,(~,9,~lV~,~,'por convert,~r. Ethnos, fuc.. ysa(l(), ,~,OI1, el
Las formas de organización estatal propici.~n nuev()s modos deextérnaüz~icióí-lde las 'dj(llll ,,:ado de pueblo extranjero, fuera del confín de lospue"los helenos (Tonkin
categorías sociales, jerarquíasy status: adornos, uso y exhibición eXclusiváde-óbjé: ,1"i,nN), referido a gentes vinculadas por acción, residel~cia común o atribu'tos especí-
tos, conocimientos corporativos y secretos, rituales y' 'cerenl011Tu's," editícTos-~ eré. 11> '':'' liD por filiación (Smith 1986:22),
(Lock y Symes 1996),
Esta e.ll1ic:idad se asociaba más bien a propiedades de la vida social -prácticas,
Los imperios, como lugares de dominación política, económica e ideológica, k,rntono- en común y no al comportamiento o atributos de individuos parti-
i',íl!!().
como centros civiliza torios han sido organizaciones políticas de inclusión abarcante '1Ili11es (Friedman 1994),
de mutltitud de colectivos y otras unidades políticas, ejerciendo poder clasificatorio
y aglutinador. Incorporando una variedad sociodemográfica y cultural enorme dentro _ ' 'l';¡ ~1l~)i~llutil~,z~.~:~~~~...~}""t~E.1~2~~"<?J~~I!:~J?~I,!.:",, como onomato.E~Xtl..para ,~l.c;nnir 1<1, I.el~gua
JI!!Jl(cIlg.lhle de JQS,PJuar9.~, y, por extensión, a ,todos aquellos que no 11ablaran la len-
de una jerarquía desigual (MeNeill 1986), ha proporcionado eLQQii(jdli1ientoyel
contacto entre gentes diversas, a menudo engl?~f~11º.olos_. dcsd.e.,-.cl ,c:el~tro 'bajo l:IJÜ
'misma denominación, Todo Estado imperial, por su propia proyección_política es
siempre'ün gran gestor de Etnicidad. ' ~._,._,. " , JI) , I,~sla .divi~ión.. ~e:·vivió en el Medievo hasta la filología clásica de los siglos xvrn y XIX Y
Las distintas denominaciones para los celtas (Keltoi, Celtae, Galatoi, Galatae, "!il't'ilícas, como la diplomacia, idiomas, un gran repertorio cultural, etc, También
Galli, etc,) sirvieron a la antigüedad clásica para denominar aquellos pueblos del j!¡ldldll ser consejeros, médicos, prestamistas, recaudadores de impuestos. interme-
norte y noroeste fuera del mundo civilizado (Chapman 1982) y aplicarles toda suer· díiÍlIl)S políticos, etc, Ocupaban una posición Iiminal en la sociedad, apoyados por
te de condenas morales y prejuicios, I..,os eslavos fueron así denominados por su posi- HPn l\'d de compatriotas extranjeros como ellos, con los que mantenían una efectiva
ción de esclavos en el Imperio romano, S'cotti como sinónimo de bonditti fueron j,'d de solidaridad, una organización invisible y con quienes compartían algunos ras-
denominados los celtas asentados en lo que luego serían las Imvland escocesas; pic- ¡jp': t:WllUllCS y distintivos como religión, lengua, atuendo, y otras sefías de identi-
1
tos o krunhe (de donde A CoruFía) fueron así llamados por sus tatuajes en el cuerpo \liHI ", Puesto que hay una distancia social respecto de los mismos, una no involu-
(Suthcrlancl 1994). i,'liH'II')1l en los asuntos cotidianos de la colectividad, muchos son usados como
nos, cehas, pueblos eslavos hacia el sur y centro de EurOI)f\~-·ct{), pl~ºJ2i9l-ª.[2!1SQ_<;1 i'idn:!1vidad, qulei·les Tes'-e'iwlcHáG~l>I;··'''Po;, sus riquezas, su poder y proximidad a
contexto occidental, una serie de contactos y relaciones ent{~:,~~!.!l~.OS .~~ pu~/o,s:..J\Jg.~:' ¡jkn('~,; y personas de prestigio y autoridad,
nos de los cuales servirían de base para la futura coiis1ihiélón de las llíiCÍones~Estad{) Ll ('.\"¡rml0 ,(!,~:Lalguien---,~:on qu!en):>.e"li~.ll,G.,algún contacto, alouna interacción, pero
(Smith y Hutchinson 1996). ._._-._._._-. ~ ,. .". __ .".,"o.t;L,,,,,,, .. , .... ,.
!JI) l~st,a ~)I,:~arllc'an~.e.f~,~r:."c5:?,I1ec,tado ,.~,q.~}".,~L'n~E~!l?(?, La ambivalenciá"de"'''¡i'ctliu"dcs
l~J JllISl~10 exth,iTo,' que por'un lado atrae por ser vehículo de novedades y del
l\jl!ndo l'xlcnor, por otra, y por 10 mismo, nunca será miembro pleno de la comuni-
12 Estos términos permean las lenguas romances y el anglosajón con todas sus connotaciones
morales de distinción negativa, exclusión y extranjería (Tonkin 1989).
13 Los indoeuropeos que invadieron el Norte de India, superiores militarmente por su CllltU
r<l elel hierro, el caballo y del carro ligero, denominaron bárbaros (mleecha) a las poblaciones <Ira 11 ('rllllO continuadores de los romanos en el Impcrio bizantino.
vidianas y MUlIda de cultura urbana que allí encontraron, precisamente por su forma indistingui 1-· I )júsporas como la judía y la armenia, cuyas idcntidades se construyen alrededor de luoa-
blc de hablar (Thapar J 971). Una noción parecida a la grecorromana de bárbaro fue aplicada ;iIFJ;H!OS, escrituras sagradas y liturgia, son casos específicos de grupos que ocupan un lu~ar
también a aquel que no seguía los modo.'; chinos. El ideario inclusivo consistía en una Eclad dt' Id;1r ~'~1 el eSI:e~tro de pueblos en relación a otros a Jo largo de la historia (Annstrong 1982).
Gran Paz en donde los o/ros serían integrados. Esto no sucedió con los occidentales, que rehusa ;1 ,¡,·IIP:I('llHl de (listll1tos lllchos ecológicos y lugares sociales en las grandes civilizaciones tiene a
ron /raJ1.\:fo}"}narse, convirtiéndose, a principios del S. XIX en bárbaros ;'del diablo"(Dikotte¡ indlDs y arlll~nios ~o~no dos ejemplos, claros; el.ementos de estos orígenes han ocupado profe-
1990). ;110,'\ y IlIgares llltcrsllcwles y de COll1ul1Jcación e Illtercambio entre varias civilizaciones.
nancias de dominación política y militar de diversos centros hegemónicos, con dis- Cristobal Colón contó que los Caribes creyeron a los españoles como descen-
tinto grado de inclusión y tolerancia. Los tártaros de Gengis-Khan llegaron a Rusia, '/írlll('s del cielo (cil. en Krotz 2002:2(1), Una de las primeras reflexiones sobre el
Polonia, Ucrania, lo que ahora es Bulgaria. Los'Turcos i'nvadieronAnat()li'á,'y"t,~s~:~ó:s'~ (;Il('lIcntro indígena con los caballeros españoles, con sus caballos y armaduras, fue
tas del Mar Negro y desde allí se extendieron por jos Balcanes,,9r,ecia, Hungría:ell ;'11111 lller una unión corporal entre jinete y corcel, además de una cualidad sobrenatu-
distintos episodios siempre disputando el proyecto religioso, polítieoycultul''-¡fcrCI ¡dI de estos al reflejar sus armaduras el soJl8.
Imperio Austrohúngaro, otro ejemplo de escenario l11ultiétnico, Los Roma arrib~roí;
a distintos puntos de la Europa costera del Mar Negro, huyendo de un Punjab COI1- HSla forma de alteridad clasificatoria a partir de clases natura/es, grandes cate-
qúistadopor'elIslam, distribuyéndose por casi todos los países europeos entre los i}! '1 i;¡sque dividen el mundo y sus seres, no deviene en ét,:lica ,hasta que lc):~' e~tfr(lJl()s
siglos XVI y XVIII, '¡(JI! ¡i!l;ll,ti,f\~ados, aSllI11idos, COm9f?u·gs)wman.os, parccicló~s'·fi·lloso-'ros, aiúl'qúe-'dife-
¡','Oles. Esto solo es p'osi01e mediante la Ínteracción 'col11unicati:va, la c0l11unicack;'i1
Durante el Imperio Otomano, sin embargo, las distintas comuni4.~,~,~,~Jeligi?,sas j,idi',¡':¡'í'i.:;¡iva, que puede proseguir al primer momento de asombro y estupefilc'C'i6íi"i:)"ü¡:'-
y culturales englobadas bajo el Imperio eran denominadas IJliUe.rs con l)arecido se,I1'- illllhas partes, E,,_Krotz (ibid,203), citando varias fuentes, recoge que 1º~jD,lÍg"na.".
tido al de ethnos, gobernados por etnarca, que en el caso de los miUehR1J!7l o mil/e/ d(";dn)llarol~ a}g~"españoles de su divinidad cuando ,obselyar()p"q~l,~ Janto jille,~c:.<;~)n19
romanos es el del patriarca griego de Constantinopla (Just 1989)17 \'nha,I,I{?,~~"p~l,cjrfallJgtgll que cualquier otro ser vivq, Q,que sus naves, S¡:hllJl~ií~I],C0I110
El mundo ha sido un lugar de constante intercambio entre gentes, bienes e ideas. runlqllj'cr otra. Conductas inexplicables como la avaricia por el óro y'El fí.;'rlcüéión de
Siguiendo con China, por ejemplo, ha visto sus fronteras traspasadas por multitud de ¡"dn objeto en dicho material, independientemente de su valor simbólico y estético,
pueblos guerreros provenientes de las estepas, sujeta a multitud de influencias cultu-- í¡WHH¡ considerados por los indígenas como aberrantes 19 .
rales y religiosas (McNeill 1986), Los encuenfm.\' entre gentes y pueblos diferentes, Por su lado, españoles y portugueses, incrustaron imaginería procedente del uni-
así considerados por los encontranfes, representan una de las más importantes expc-- simbólico y estético medieval y renacentista a la descripción de las caracterís-
\''1"'1':·;0
riencias para la definición y la práctica de la identidad/alteridad. tW:I~i de los nativos y sus usos y modos de vida2o , conjugándola con las motivaciones
)6 Agradezco a Elcna Corrochano del Dpt. de Antropología de la UNED esta intcresante refe-
rcncia bibliográfica. Luego cncontré otro artículo de E. Krotz (Krotz) algo antcrior, quc recogía ¡:~ Rd'ercncias míticas a sercs que procederían de allende los mares por el Este explican cn
algunas de estas renexiones, í"llh' la acogida qlle los cspañoles tuvicron en un principio a su llegada a tielTa azteca. Cf. Baudot
)7 Siendo el grupo mayoritario el de cristianos ortodoxos, cs posiblc que este término sc apli-
;" Tndnrov 1990.
1<) Bartolomé de las Casas y Fray Bcrnardino de Sahagún siguen siendo referencias necesarias
cara a ellos en griego y quc cambiara su connotación negativa a fincs dcl S. XIX en el contexto de
su lucha política por la independcncia del yugo otomano, 10 que subrayaría el cmincnte contenido ¡"¡¡Iil ,-'Orlocer los puntos de vista de los indígenas sobre los colonizadores espaíloles.
político e histórico de estos términos (Tonkil1 1989), ,'o Puede esto versc en las representacioncs pictográficas dc las distintas castas.
de independencia. ihJlIO, Vl'<lnSe, entre otros, Wol!" 1982, Pagden 1993, Fabian 1983; Wall Maleíljt 1983; Krotz 2002;
23 Como la de casi todo el mundo, incluso para la población quc se dice de origen europeo j'~iHno.'ll 2003, muchos de los cuáles serán aquí citados. Y por supuesto, los autores de la época:
en USA. jL!¡¡nlnlllé de las Casas, Fray Bcrnardino de Sahagúl1, Francisco de Vitoria, entre otros,
\11 il'Ol.
}¡( Castellanos en la Península Ibérica, francos sobre rÍle de France y su extensión por el resto
dd Pllys'J)'Oeuil; ingleses sobre Escocia, País de Gales e Irlanda; lombardianos sobre determina~
25 Llama la atención que la mayoría de los estudios étnicos en países que han sufrido coloni-
zación se refieren, preferentemente, a las relaciones de colonos y colonizadores con las poblacio- dn", regiones italianas. . . .
Si Jos Estados Nacionales toman el humanismo renacentista y el enclclopledlsmo Ilustrado
,)1)
nes autóctonas y escasamente al revés. La información de que se dispone de esto último refiere
sobre todo a la literatura sobre los primeros encuentros, generalmente producida por cronistas e his-
Ik, los S. XVII y XVIII como fuentes de su imaginario identitario, la refimdación de estas id~nt~
toriadores ele la metrópoli, Es bien cierto que éstas no tendrían por qué definirse en términos étni- dild('s l'xclllídas de esta construcción homogeneizaelora y centralista se basan en lo /1aTural, PrJJnJ-
cos como las nuestras, pero sí en relación a alguna tipología clasificatoria grupal. Tampoco es fre- venin, incontaminado, como opuesto a lo racional y civilizado. '"
\Il Como efecto no previsto, también hay que contar con el contacto de ge~lIes ent1~c.sl de los
cuente dedicar!'>e a las relacione!'> étnicas entre distintos grupos no ellropeos.
qlh' !lO tenían experiencia previa, si no es por la inclusión abarcante en una Uludad pohtJca como
26 Cada uno de estos procesos tendrá efectos específicos en la objetivación de conceptos como
(!lnicidad, étnico, raza, cultura, pueblos aborígenes, indios,pueb/os indígenas, y otras denomina- {'1 Illlw~rio (Krotz 1994).
\l Estos tres vuelven a revisarse en otros lugares del texto.
ciones más o menos políticamente (in)correcfas.
nómicopolítica e ideológica.
I,()s ilustrados comprendieron la evolución orgánica y social como fenómenos
Hemos dicho que Occidente ha construido lo exótico a partir de su parlicular 1lJ1'luS a causas similares, Como se mantuvo desde el Renacimiento, el orden huma-
experiencia ideológica y política de la diversidad en el encuentro ('cncounlcr') con n,'! t':-;(;lha incluido en el orden natural, que se rige por leyes fijas y constantes. El
otras gentes durante los viajes de exploración y colonización (CL Pagden 1982; j",cljllcllla evolutivo cultural básico manejado en la Ilustración fue expresado por
Krolz 2(02), desde las primeras fases ele acumulación del capital mercantil hasta In ¡ [(1 ~!,II( en su Historia Universal, anticipando la terna propuesta por Henry Lewis
Revolución Industrial y la expansión militar y económica europea por lodo el pltl" i'ddlj',all (salvajismo, barbarie, civilización): la humanidad habría pasado de la caza,
neta durante los siglos XIX y XX, que continúa hoy mismo mediante lluevas viejas qi 1¡¡lsloreo y luego al cultivo (Cf. Harris 1978:24), A cada período correspondería
formas de lo que llamamos g/oba/ización (CL 5.8). Eric Wolf (1982). en su monu· OHn ',cric de actividades económicas, instituciones familiares y de parentesco, insti-
mental obra sobre la historia de la construcción de los Otros por Occidente, recuer- ¡WiolleS políticas, creencias etc.
da que términos como etnicidad y raza (CL 5.9):n 110 pueden comprenderse sin el I,os británicos estudiaron los pueblos primitivos inicialmente bajo ambas deno-
análisis del capitalismo como sistema global y cómo distintos colectivos, clases y iPíllílt:iollCS disciplinares, Ethnology y Aut!1ropo!ogy, consolidándose esta última con
categorías han accedido de forma desigual al poder y la riqueza a lo largo de ¡,I id !l\'lllpO, Raza y tribu fueron los términos que concentraron el discurrir etnocentrista
Historia, ,WFh JS;ljón en la ideología de la evolución y el progreso de fines del S. XIX, reco-
Es este el trasfondo general de la reflexión intelectual sobre la diferencia que se ¿drndll loda una tradición intelectual procedente de los siglos XVI a xvn(14.
producirá en el ámbito euroamcricano, Occidell1e, en conexión con distintos momcll L;l secuencia evolutiva entre barbarie, salvajismo y civilización, típica de la
tos y formas de desarrollo de este modelo hegemónico, al que también contribuirían q'Hh'¡I, ;¡tribuiría a los no europcos (y a los europeos no civilizados, p.ej., los irlande-
a reconfigurar y objetivar. h)s escoceses, etc,) una condición de salvqjes. El ell1ocentrismo decimonónico
El contacto de poblaciones, hábitos, lenguas, faunas, floras, propiciaron la contj·· UpkilJllellte de ltl Inglaterra victoriana hablaría de la incapacidad sustantiva de las
nuidad de una reflexión naturalista renacentista e ilustrada sobre lo diferente y lo 't;i(U,t/llr!('S prirnitivas que, poco a poco, irían conociéndose como razas inferiores
conocido en Europa. Ya desde los siglos XVlII, XIX y primera mitad de! S. XX se ji '( :),S). La ideología victoriana europea consideraría a los prhnitivos como un csla-
habla de pueblos y razas, con el contexto impcrial-colonial y con la idea del progre·· jlr'l) t'IHre la animalidad de los primates y la 'humanidad' civilizada de los europeos
sO y el etnocentrismo europeo como trasfondo ideológico y políticoeconómico. R(izO il!.ill"iro. Goicocchea 2005:Cap.2).
'Yn diría que, para conocer las relaciones coloniales europeas y los distintos
,¡¡wd()s de construir alteridad étnica, habría que pensar en cuatro grandes marcos prin-
\'!¡Íillcs, teniendo en cuenta quc estos son generalizaciones etnocentradas que no
32 Como se ha visto en el apartado anterior a tenor de las distintas experiencias etnográficas ili.:",!h'll ignorar la diversidad de procesos y situaciones: a. la exploración y coloniza-
e históricas, siempre !lay alguna reflexividad sobre los olros concebidos como grupos que diril'
t ¡¡'Iil de ¡\rrica~ b. la exploración y colonización del Pacífico y Oceanía; c. India y el
ren y se asemejan jJo/itélic(//l/eJlle en Clli:lll[O a su\> prácticas y represcn1<lciones colectivas referí
dos a sí mismos y a los demás. Pero sicmpre que sc citan las relaciones étnicas, siempre remiten '<'Ullt-:·,It' asiático, y d. la conquista americana. Mis objetivos aquí -y mis conocimien-
a las relaciones de los ellroamcricanos con los demás. Los rclatos de misioneros, viajeros, admi 1n\ ';011 mucho mús modestos. Intentaré ordenar las relaciones entre la experiencia
nistradores, colonos. etc., también incluyen referencia\> sobre eómo Jos indígenas nos han pCJlsa 'dlllllial africana y la reflexión práctica sobre la misma, en relación a la conccptuali-
do, rcpresell!ado y, por ende, cómo han aClllado respecto nuestro. El lIIea culpa que el posll1oder Ji!(!ÚIl y práctica sobrc los o/m.'>.
nislllo ha reali/,acio para exorcizar el colaboracionisl//o de las Ciencias Sociales con el proycCI()
económico, político e ideológico de Occidente ha sido absolutamente necesario. La reflexividad 1h'ntro de las terminologías para la alteridad, aborigen -habitante inicial, desde
sobre nuestra propia pnícticll ha sido necesaria, Sin dejar de estar atentos y revisando J1uestro.~ i í!ri,t!(JI/- fue un término que ya se encuentra en la lengua inglesa desde finales del
principio\> epi\>temológicos, es hora. sin embargo, de dejar de mirarnos el ombligo, aunque nece
sariamente miremos desde él.
:n Conceptos formalizado y objetivado intelectualmente en Occidente de /1110 delerminad(/
mal/era, no cabe duda de que ha colaborado a crear realidad social por medio de su objetivación
académic<l y de sentido común. dispuesta a ser manejados política, ideológica y administrativa \,1 Ya Giambattista Vico (J688~1744) admitió entonces la conexión entre evolución social y
mente. í!li,ld¡dnl (J.)iamond y Belasco 1982:9 y JO),
favoreciéndolos e incluso atribuyéndoles tareas y funciones específicas. Cuando los fHt¡:iuIH;S. Los empleadores blancos, por su parte, insistían en el mantenimiento de las
dL'hIOIll'S tribales para negociar de forma separada y así impedir la unidad de acción
;'1,,:',',!,0!'; lr:lhiljadores. Y, sin embargo, estos se organizaron bajo nuevas formas identi-
t,'~1! !:Ji, 1'11, un contexto de urbanización y proletarización. En su obra sobre el baile
39 Referida a un tipo de relaciones próximas entre los miembros, fundadas principalmente l~11 ,%,,;/(1(1,. (,'Iyde Mitchell (1956) analizó la manera en que se construían nuevos mapas
el parentesco, un acceso igualitario a la tierra, carentes de instituciones políticas especializadas, c,!(: i¡1l1~\lnaks para ordenar nuevas identidades y relaciones con extrafíos. sin conse-
(Godelier 1980) subraya que el concepto refiere tanto al ümbito del parentesco como al de la poli H(l'p:WS ni aspectos políticos. Las canciones y bailes eran sobre la identidad étnica
tica en colectividades que no tienen formaliz.ada esta separación. Después de la segunda gucrril
*\''Cl ";1\ Y su ponderación o ridiculización, un sincretismo de elementos occidentales
J11u~djal y la experiencia del naósmo se rechazó el término de raza y también el de tribu La.idtH
de tribu como una sudivisión del grupo étnico es defendida por algunos autores para el Onente
F,;:'jpH¡piados. y retrabaj~tdos cultural mente: en el baile, unos eran reyes, otros docto-
Medio, sin la connotación eurocéntrica peyorativa que tuvo para el los pueblos africanos (L( H(rlJS enfermeras, rIvalizando unos con otros, en el sentido tradicionaL de forma
Khoury y Kostiner 1991). Muchos africanos siguen utilizaJ~d? tribu par~t referirse a los grupos ~k ¡),¡, i¡'-¡!I, Se trat.aba de una .recategorización de la diversidad de grupos puesú)s en COll-
filiación descendkntes ele un mismo ancestro en los que se dlvldc una etma o un seclor de una etnia ¡'},i'H" IH1r !llc~l~.o de] trabaJ? ,~salariado, la proletarización, la ciudad, sus encuentros y
Así podría interprctarse la afirmación de que los Fang del Africa Central c(~llstituyen lll~a etnia ~l!li'
Hln!!!\ cspcCiÍlCOS. Este fenomeno era de nUCva creación, inexistente anteriormente
se compone de distintas tribus. En la actualidad, sentirse parte de una etnIa no es un llTCduCllblF
legado dc la historia precolonial, sino que l~uede convertirse en ~1l1'.\ cstrat~gia que ~~s pers(~!la.s ¡-
los grupos ponen en práctica en un determmado contexto economJco-socJaI y pohtJco de 1m JI]
No. !~ucdc habl.arse de una úni~a corricllte de los hechos para tan diversas y complejas situa-
sión/exclusión y acceso a bienes y recursos sociales y políticos
,j i
40 El propio concepto de arte !ribal, como correspondencia entre un estilo y un grupo étnit'o,
""i\(' Jl\l!J1ll.'as y socIales en el CO!ltlJlente africano y en Asia. Varias y Illlíltiplcs serían las din¡\w
ha sido dejado de ser utilizado por la l1w.yor parle de los antropólogos africanistas.
)i<h d'; qw' pueden estHblecerse incluso p,m1 Un Línico C,1S0 histórico, con todo el entramado com-
4 I Los nuevos estados africanos siguieron los límites geográficos de las antiguas colonias,. ti il
de' ilC!Ores y procesos que implica.
zados a menudo con tiralíneas, con no pocos problemas en el empeño occidental de hacer COIIW¡ l', ('rc;lda en la antigua Rhodcsia por el Gobierno Brit<Ínico.
dir una homogeneidad étnica sobre una misma unidad política territorial, al modelo de los eslildlH H }'", " I .I .I I
11 NI se asocIO a as IC enll( ac es rurales frellte a e!nicidad, vinculado a las lluevas idellti-
ctlropeos occidentales. :1; di ,', lIt'ha!las (eL Mayer 1961).
El uso del término etnia, que se aplicaba en Europa en otro contexto 46 , se hizo !i¡ dc dejar a los otros fuera del tiempo descansa en determinados presupuestos de
más frecuente también entre las administraciones coloniales, más cómodo por su ,"".'slra epistemología occidental y nucstra cosmología política (ibid.159) Ubicar lo
aparente neutralidad, pero cubriendo semánticamente la noción de unidad delimita- LI,;()[ico fuera del ~i~l~po permite congelarlo representacional y pragmáticamente,
da y localizable en el espacio y en el tiempo que en su día propiciara el término tribu, denegando una pOSIbIlIdad conceptual y fáctica de cambio y transformación propios,
y sin abandonar del todo un cierto resabio segregacionista racista (Miles, 1993)47 nI nnlcn a constituir y expandir el modelo económicopolítico y sociocultural de
Se utilizó políticamente como si las etnias fueran los equivalentes primitivos de las t )q:jd('.l~te como úni~a fuerza motora del mundo, así construido y representado en la
naciones. Así, aquellos grupos caracterizados por cierta homogeneidad cultural o l(!t'o]ogta temporalltneal del progreso euroamericano.
lingüística serían soberanos de un territorio dado, tal como sucediera con las mOlUlr·· La Amropología siempre ha construido su comprensión de la alteridad ubicándolo
quías occidentales y su proyecto de vertebración territorial y social. Aunque la rea·· cJi espacios de clasificación y taxonomías, desde aproximaciones representacionales, no
lidad en el terreno fuese mucho más compleja, etnógrafos fueron llevados a deli- pmgmáticas, dentro de una concepción positivista de la etnografía (Fabian 1983: 164).
mitar los contornos geográficos de los grupos étnicos y así perfilar las nuevas
Como praxis que construye su objeto49 fijándose y fijando la diferencialidad de 10\.
nación-Estado.
"tlliS (Stn~thern 1987), la Antropología retroalimentó aquellas construcciones pOlíti'-
Lo común a todas estas clasificaciones del Otro, de los otros, es que se realizan \ H'~, ldeologlcas y admllllstratlvas, ldentitarias, formuladas por un entorno sobre el
concibiéndolos fuera del tiempo. ¡'u;¡I, .i.~del11~s de construi~' c~pitalismo, se fOIjaba la identidad occidental. Ya lo dijo
Además de lejanos, en la periferia de las centralidades políticas, económicas e 1¡lIl1ll1cn AIJun Appadunu, Clr. en (Abu-Lughod 1991: 146). Siendo los Ilativos una
ideológicas occidentales, buena parte de la Antropología ha construido un muestrario (ollslrUcción imaginaria de la Antropología, encapsulados como gentes no occidenta-
de diversidad cultural, como la gama de colores de una marca de pintura; como un k!'i en lérminos de espaciotiempo, a quienes se les ha negado el reconocimiento de la
repertorio dc culturas48 vistas en su variedad alocrónicamente por el ojo codificador l'IH}\Iilidad, el viaje, la interacción, las conexiones, se les ha dejado fuera de la historia.
del antropólogo, que, de este modo, particulariza y relativiza lo humano sociocultural, Fric Wolf (Wolf 1982) ha mostrado cómo aquellos pueblos que han constituido
el cSI~acio de ex~~ansió~1 del .sist~ma capitalista europeo en sus distintas formas y
!1I\)I~l~<ntos, t(l1~lblen tel.lIan HIstor.ta, en cuanto que no eran sociedades congeladas y
45 En el idioma inglés no existe un nombre equivalente a etnia sino la adjetivación ethnic, que pl.'tnllcadas, m antes m durante Il1 después de su contacto con Occidente (ef. Luque
se sustantivizaría, mucho más adelante, en ethnicity, como fenómeno. Por el contrario, en Francia H:lel1a, 1996:227-250).
se ha hablado de etl1l1ie, traducido al español como etnia. El estudio de las etnias y sus culturas St
denominó en Francia Etllllologie, sobre todo en la tradición africanista. Caso aparte fue Claudc . Ilcntley (1987), recogiendo a (Bourdieu 1972; Bourdieu y Passeron 1977) tam-
Lévi-Strauss, escasamente interesado por estas cuestiones, quien prefirió el término Anthropo!ogie, 1/"'11 alude a esta falta de historicidad en los estudios étnicos, lo que ha permitido con-
dentro de la tradición de E. Durkhcim y Marcel Mauss. HJ[IJ¡¡r con una Antropología creyente a pies juntillas en la arbitrariedad clilturalso.
46 Después de los movimientos de población en Europa a pmtir de la caída del Imperio
J'.ero cualquier cosa no es posible; y cualquier posible no es plausibleS!. Las condi-
Otomano tras la 1 Guerra Mundial, políticos, administradores y élitcs nacionalistas europeas
comienzan a hablar de etnias, como poblaciones diferenciadas cultural e históricamente. La Ligll !'HJ¡WS sociopolíticas, económicas, ideológicas, pragmáticas, todas ellas históricas
de las Naciones, en su cometido de reordenar telTitorial y políticamcnte las identidades de tantos !,'ollsl ituyen el marco para las posibilidades y su plausibihdad -como sentido c0111i.in'
desplazados realiza una compleja tarea de ingeniería étnica, cstableciendo criterios de pertenencia. f¡l!l)hién un producto histórico-o Las condiciones de producción y re-producción, co~
nombres, derechos, fronteras (CL CO\van, 2004).
47 Después de la segunda guerra mundial y la experiencia del nazismo se rechazó el término
de raz.a y también el de tribu. La idea de tribu como una sudivisión del grupo étnico es defendida
por algunos autores para el Oriente Medio, sin la connotación eurocéntrica peyorativa que tuvo pan] ·1<' Para Fabim~ (1983: 165) nuestras teorías sobre otras sociedades es precisamente lo que con s-
el los pueblos africanos (Cf. Khoury y Kostiner 1991). Muchos africanos siguen utilizando tribu H!IJ)T nuestra. praxIs.' la forma en que producimos y reproducimos conocimiento sobre el otro para
para referirse a los grupos de filiación descendientes de un mismo ancestro en los que se divide una nll('stras propIas soclcdades.
etnia o un sector de una etnia. Así podría interpretarse la. afirmación de que los Fang del África ',1) No ~in deuda t<~m?ié.n al cstructuralismo sallssuriallo y al textllalisl110 que impuso sobre la
Central constituyen una etnia que se compone de distintas tribus. En la actualidad, sentirse parte dI' /\¡¡lropo~ogl1\ y otras dlsclplmas de lo social (Comunicación, Crítica Literaria, Sociología).
una etnia no es un irreductible legado de la historia precolonial, sino que puede convertirse cn una ',1 L".~ esta lll~a batall~ que n.o me he cansado de repetir a lo largo de muchos aílos y en muchos
estrategia que las personas y los grupos ponen en práctica en un determinado contexto económico· h)H:¡!~~S. 1:'.11 este libro e~ta menCiOnado por lo menos cuatro veces en distintos sitios. Las supuestas
social y político de inclusión/exclusión y acceso a bienes y recursos sociales y políticos ¡),<¡'C/ones p.ara constnm cultura, no Son ilimitadas. Quc no puedan predecirse no quiere decir que
48 Una rabIa periódica de pueblos de interés antropológico (Monge 2003:265). 'd:!lll ah::atonas; volvemos a los procesos estocásticos que citábamos en 1.2.
capacidad de autorecursividad reflexiva, que nos redime de todas las autocomplacencias f'j)!I.lJ'l}()S no son sólo el Imperio y la metrópoli, sino él mismo como microentorno,
anteriores. Para sus propósitos de análisis de la comodificación de la alteridad en IjO ni :dcance de la centralidad hegemónica. De esa guisa, el poder del sin poder resi-
Albania -ese es el contexto de sutexto-, I. Blumi (1998:527-6), nota 3., utiliza el tér- ik en su capacidad de creatividad, fuera del alcance, en último término, de las agen-
mino de Occidel11e para representar una con1-lucncia de entidades políticas y culturales i,,!!P; y ¡¡tractores que 10 subyugan 52 . En la medida en que gentes y colectivos se apo-
ligadas a intereses económicos y trayectorias sociales e históricas asumidas como com- ¡j',,'IHIl de su destino y autonomía, pueden tomar las riendas de su propio proceso
partidas pero de las que unos son más responsables que otros. Esta confluencia se autoÍ- ''lÍdl:'lJlico, que es lo que ocurre con muchos movimientos sociales indigenistas.
clentifica en oposición al resto ('tlle Rest'). A pesar de la complejidad y tensiones inhe- ¡.()uiénes son cuando ya los supuestos otros se convierten en protagonistas de su
rentes a este modelo, Blumi lo utiliza por lo que llama la cualidad cuasi met(~rísica (en j'líllpin discurso, gestores de la producción de ideas desde distintas posiciones insti-
realidad habría que decir o/~ie/ivación) que le otorgan los que de ella participan. Para Ílll"ínnales y políticas?
éstos, el mundo poscolonial se dividió histórica, cultural y económicamente, en entida-
des geográficas, históricas y conceptuales que reforzaron precisamente aquellas identi-
ficaciones del S. XIX. Al final, esta forma dc ver y practicar el mundo ha sido incorpo-
rada por todas aquellas partes, historias y gentes identificadas por Occidente y la 53. En Estados Unidos. Inmigración, asimilación
Modernidad, a través ele Jos medios y la academia, convirtiéndose en hegemónica. La y aculturación
idea que Occidente utiliza es la de una entidad global izada que comprende al consumi-
dor occidentalizado de estas representaciones. Hasta aquí una traducción más o menos La historia americana es diferente. Su proceso de colonización también 53 . La
fidedigna. Cierto es que esta acepción entra dentro de la crítica posmoderna. Otros no dikrcncia se construyó dentro del propio territorio en que se construía la identidad,
tienen tan claro esta simplificación (Cl'. Gran 1996) que, en el fondo, sigue siendo eul'O- pi Ir lu ljue no fue ni tan a!ocrónica ni tan alotópica como en la historia europea.
céntrica: seguimos investigando los modos en que construimos a los demás desde noso-
tros mismos. En todo caso, por formación y contemporaneidad -quizás cierta hegemo-
nía de la crítica posmoderna en la academia- comparto buena parte de la acepción de '\: Véase la crítica de Gingrich (2004: 11) a la reinterpretación de la identidad poscolonial de
Blumi, en cuanto que refiere a un lenguaje común que compartimos muchos otros estu·· (¡i!Vill! i C. Spivak (1985) a partir del modelo de Lacan.
diosos sociales que nos ha tocado educarnos y vivir en esta época. Pero recordando que ., 1 I ~I modelo de la colonización americana es el de la ciudad sobre la colina, un proyecto utó-
ésto es una sobresimplificación que resalta sólo lo hegemónico. Pero, ¿podemos aplicar ¡ih.'o religioso de intensa cohesión y control social. Las tierras a colonizar se les aparentan vacías,
,Í;:' prupos nómadas y semi nómadas no estructurados en unidades políticas mayores permanentes.
este comodín a la variedad de experiencias y pensamientos dentro del propio mundo
j !l', ('~;palloles, por el contrario, encontraron sociedades urbanas bien jerarquizadas, a las que des-
europeo, americano, canadiense, australiano, etc. como si fueran un universo monolíti- i 11tH' /,,1 Y de las que aprovecha la facilidad de reclutamiento de mano de obra. El modelo de transi-
co y homogéneo en la producción de pn'ícticas y representaciones? j lfil! I)(/C(/I('o es la de Cortés en Méjico, quien no sólo no sacrifica a Moctezuma -quien morirá pos-
!r;llIllllll~nle apedreado por su plleblo~ sino que se ulle a una indígcna que le hace de traductora, La
Este trabajo cultural ha Jlermcado la reflexión erudita de la intelectualidad Jlolí··
h-I;JJjnchc, en donde la imaginería mejicana fundará su identidad sobre el mestizaje. Bien distinto
tica y antropológica crítica, incluso la dc los halfies que L. Abu-Lughod (1991) cita !w d caso del Imperio Inca, en plena guerra civil cuando llega Pizarro. Para el caso de Guatemala
como aquéllos de identidad híbrida que incorporan, inevitablemente, la experiencia ';j) colonización funelada en un sistema cstratificado a partir ele la institución de la encomienda,
el único en darse cuenta de la revitalización étnica como re-comunitarización en la I¡\II ,k trabajadores de las (li.~,nJ1,tª,:;;. __~~,~g.~(?11}as.
sociedad industrial. De esto hablaremos enseguida.
Además, la crítica a la normalid(l.((. id~J,~"tH,~,l,'Ja adjudicada a 10 propio, r~~1.p'j~5:),J.9.
dikfe,n,~,9""ql.t,rgpgl~ígj~g también en" l!u~~,trª. pI:Opia s<;)cj,9,dad: todos aquellos s~!.2!:f:1)
,jJ!¡\¡c!erados' marginales bien podían ser investigados como .~,LQ.U!~. _ ~n.J'LcjUJ.!llJL y
¡f¡t":illllC)S del primilivo del trabajo de campo, '.11.,,,~x.U~~11(!.5~1~,g~~... DQS9L~\!s,,,.,or~entació.n ya
4. TEORíAS SOBRE ETNICIDAD ¡¡deiada por la Escuela de Chicago (Althabe 1996): así re-aparec¡eron5~ 11?,~n9jgQs..
60
lH'j,!m~s, d~l,il~~~l,entes, j6v~~.nes, profiÜt1JJslS, inn1ÜiIªllt~s, etc.
"My interest in the others arises because they are other, nOI because I "a ciudad fue leída desde una duplicidad: por un lado como mosaico de áreas
lhey are inferior ... " ',C'F-It'gadas disjuntas, y, por otra, como el lugar ele sup~raci6n. de las divisiones ~tn~
E. Leach, Social Anthropology. ,'¡v;, donde acceder y ejercer la igualdad y la democraCIa graClas a los lugares publi-
Hi:, de expresión de la ciudadanía. Pero eso es otra historia.
En primer lugar pueden distinguirse dos corrientes aparentemente opuestas que Este aspecto comunitario perdido en el Capitalismo y la Modernidad, también
enfatizan la importancia de un aspecto u otro en la Etnicidad. Uno se fija más en los rile destacado por Ernest Gelh]er (1983)63, quien entendióel nacionalismo como
aspectos de sustantivación -objetivación- y continuidad en el tiempo de las identi- !fk\)lllgía polí~ic,~~,,,P,~i~_ ª4f~,, . ~Ó,, ~;g~"J,g~1~,t,ig~,~~..i,{)11_ ,étI1}ca, cqD1.o._' _ iLi6~~;i·g"i~;)~;;T~",,~,,~
dades y diferencias étnicas, desde una perspectiva más particularista. El otro insiste ¡J!,III eIlos la~os -primordiJll.~~"Gm}}~Jnj.tªrig~,i~~Lq.Lg"~"~,,,~ÚJ~~}:1g_95:,~~~1,,~,9~~,q Y ~,~lJª",~-ººJ"f:ºªº
en aspectos más variables en el tiempo, en relación a objetivos y procesos de on:wni- l_l,lI.lnSlria,l, tal como E. Durkheim o F. Toennies atribuyeran a la sociedad moderna64 .
zación en contextos de cambio social. '-' l.úTrl;' también llamó la atención sobre la incapacidad del Estado para proveer y pro-
!llover esas identificaciones afectivas que sí producen las identidades étnicas (Geertz
Las l~?'rf~s que se denominan pl:l!!:?g.!..~!{(llistas interpr~_t_~l~_la Etni~,iQ~lcl C~)IllO lU,l 11)(,.1 J. De este modo, el advenimiento de la sociedad moderna, el industrialismo y el
compendio de rasgos inherentes al grupo, unos jazos y vínculosesenciale§allñ;S;íV). i:ilpitalismo no habrían disuelto antiguas lealtades y solidaridades, pudiendo estas
Esto ha sido así porque han entendido la ,Et,J1,i.giQ.ª'cj' -como ~xpeí'ieI1~ia col~cti~'a 'c"illcü,:" ¡!'Iduso reformularse en relación a nuevos contextos cambiantes65 ,
vidual- C~~~?~_,~lgº .lJásico de la identidad, de __ personas y gr,Llp<.)s62. La permanencia de
vínculos grupales indelebles basados en la congruencia quedan la sangre, la lengua, Tienen razón en llamar la atención sobre la importancia de los sujetos individua-
la religión, las costumbres, los rasgos fenotípicos que subrayan una descendencia k,', y los aspectos emotivos y motivacionales de los fenómenos étnicos. También en
3dJ t:anícter sustantivo, pero sólo y exclusivamente en el sentido explicado para la
común, señalarían lazos naturales y vinculantes, evidentes para el sujeto, heredados
socialmente, identificacatorios de su existencia social, con un poder de definición y Idl,.'ntidad en el apartado 2.2, es decir, como socialmente objetivado y subjetivamen-
adscripción independiente de la voluntad de los individuos. A esta persepectiva corres·, ji' in"corporado, sin reflexividad sobre su origen contingente. Si las identidades étni-
ponde una teoría de la acción como orientación a valores, en el sentido weberiano. (iÍ\ son impositivas, coercitivas, dadas, primarias, es porque así son experimentadas
!.llogl"Ülicamente por los sujetos, no porque sean ajenas a una construcción psicoso-
Edward Shils (1957) consideraba los vínculos étnicos como lazos humanos bási· ,i" .. "ltural e histórica (y política). Son experiencias encarnadas en el cuerpo, en el
cos, igual que los del parentesco. Confundiendo lo que es el resultado de una apro í,'iTcbro-en-el-cuerpo y en la autonomía autoorganizacional relativa de la mente, en
piación subjetiva, pensó los grupos étnicos como naturales, como vínculos profull" liI Il,atcrialidad de las prácticas corporales, al modo del habitus (Cf. 1.3.). !".a..ide.nti~
damente enraizados psicoafectivamente en las personas. Los lazos étnicos serían
¡Idll ~Ini,~a, _su~Jetiv~p1_~,llt~",~~pel~Ü!.w"m,aqª. "G~1ª,JJfmtqQjJnágenes, pat~.njG,~, ge~~,os,
sustantivos, de ahí la permanencia de los grupos étnicos y de estos fenómenos en el \íj!)()res-, '61(jI:es)'~éÜl'9éI.o,ñcs~ ,exp;·ef$,iqm.~;". Uno V}_I~,c:,I:l~,~' ~,~,~"P,~!,~,~~~úe_ c:ql¡SU prori_~<_?_lO
tiempo. i'I "lía y su memoriaepisódi~a! sin poder imaginarse quepueda ser distinto. Por . eOQ
ClitTord Geertz (1963) siempre ha subrayado la necesidadp,sici)](Ígicahun1jl!Jll..dc jlH!'CCl.~ evidente, natural, porque está profundamente enraizado en la construcción de
la identidad, de la afiliación grupal y de la vinculación emocionalsubjetiva=qu~pm ilIln como persona-con-los-dcmás.
P()E~,i9,l~~, Estos vínculos parecen provenir de una afinidad natural" más que de la No obstante, las orientaciones prímordialistas tienen dificultad en explicar la
interacción social. La reivindicación de los lazos primordiales se justifica por la dil\¡'ÍlIl1ca y flexibilidad de categorías de la representación y de la práctica, la ambi-
intención de los grupos -como si fueran individuos..,.. de reivindicar un reconoci" glkdad, la hibridación, la continua reorganización de todos los procesos sociales,
.miento y lugar en la sociedad civil. Geertz habla de sentimientos de unicid;I~T(:~~I;~ !ll!fquc priorizan la identificación a la experiencia y la interacción (EUen y Couglan
ness'), de individualidad de los grupos que tienen miedo a perdersuidenJi,lad,a
dejar de ser visibles en la nueva entidad sociopolítica que es el Estado Moderno. Lo.,
vínculos étnicos serían más fuertes que los de la ciudadanía, permitiendo la constitu·
Id Que fue director del Dpt. de Antropología Social de la Universidad de Cambridge (UK).
ción de una (;omunidád' política b~sada en valores, y afectos frente a aqueÍla basú(l;¡ "liClIlpre me identifiqué con una de sus bromas: "1 have nol afleld; 1 am 1101 a donkey". "No tengo
en intereses y acción. Geertz también ha mencionado la relevancia pólítica de lús ¡ !l1II1/O (etnográfico pero también como espacio donde pastar), no soy un burro".
lazos primordialCsTI'ente a los lazos civiles del Estado Moderno, que ofrecen al suje· /,,1 La identidad étnica operaría como grupo intermediario entre la familia y la sociead más
to una cobertura de identidad más completa y significativa. ElEstad() y los lazos ..ci.yi· ,üí!pli;¡ y el Estado, como parle ele la sociedad civil, dotando al individuo de un soporte moral y
PJllll1,:illnal, ofreciéndoles una red de solidaridad para luchar por sus derechos políticos y civiles
'l. i{,'x y Mason (1986).
1,', El mismo argumento se dirá para el mantenimiento y el resurgimiento de identidades colec-
62 Véase, entre otros, Glazer y Moynihan (1963); Narroll (1964); Isaac (1975); Francis (197Cl), mil" entre ellas las étnicas- en la globalización. ef. apartado 5.8
Por su parte, encontramos otro grupo que ha sido denominado como inslrumen- it!licoechea 1991 cap.l).
(alista", principalmente a partir del trabajo de Frederik Barth (1969jÓ6 RepreSCílía Ilay más preocupación sobre bordes y límites y sus movimientos, m<"ls que por la
m.la reacción a los excesos de ""los póstl;(ad¿~'~_~_~-ó~'i,aF~l~i-L~~' pregunta ql;eseJJhm- d¡n;Üllica propia de los actores. Además, se presta escasa atención a cuestiones de
tea es yómo .se, g~n~ral1, y m~ntienen ,l()s grupC)S étnic(~?, ~o típic9"g_~.J_S?li"gUlpos élní" jll!dtT político y económic067 , y a los aspectos m<"ls estructurales de la Etnicidad a la
cos es su relación con otros_grupos"étnicQ?, no Sll autói)"erp~_~ua,c.:,iºJ.L~n~,i!DL?.1l~'-._ I¡,,,,, dl: lijar posiciones y límites para los actores (Okamura 1981), Se banal iza el ori,
au_t?:?~[~L~!~.~,~.: ld!J~tI~jS~*~,~d supone un conjunto de normas prescriptívas que regulan ,í~!"1l sociohistórico de las identidades étnicas, atendiendo sobre todo a sus manipula-
las interacciones así como un conjunto de reglas prescriptivas que las limitan y pre- ¡'!Ul)es y usos estratégicos en contextos sincrónicos. Tratan la etnicidad como un
vienen. ,~o ,~I_llp,().rtante es Sl,l,,~ap~cidad .r.~lTa,,,~)I_:g~p..i,?;~_r i_Il_t,e.ra_c,~i?n",social mediante la Ii'ClII'SO para diferentes intereses, pero no prestan atención a las dimensiones subjeti-
,,,~t~J:l!~.i~.rÓI~ __ d,~ ____ 1}:q.nJ9ras, ~n,tr~" 19,s"gl:~1l?g~,:"" La contillúidad' de"' las' llnidades étnicas '" Vil}; de lo étnico, ni a su incardinación como identidad construida del sujeto en rela-
depende del mantenimiento negociado de los límites. Las adscripciones étnicas son i.'Í!'in con categorías grupales. Si la Etnicidad es algo tan emocional es porque está
variables, negociadas, revisadas y revitalizadas según situaciones e intereses. Las .Hnplicmla en las experiencias básicas de cognición-emoción del sujeto y cómo éste
categorías proveen un receptáculo organizacional que puede permear toda la vida i,:üllstruye su mundo en el contexto de sus otros y semejantes.
social o ser relevante para limitados sectores de actividad. Pertene<:c:r,,'1,__~lD,~,.91tLtg2!Íü I ~sla visión instrumental de la Etnicidad tiene una continuidad en los trabajos de
.,9.~_IÚ~_'Limplic,a,ser una cierta clase de persona, COIl:l?, una).~~.J.11~,º,nq..J2ú2icª. ~LR!::!:!E9 :\bill:r Cohen (1974), En cuantoqueÍaEtnicidad define,operJy g,stiona orgariza,
étnico es una categoría básica de interacci()n,,,a,,reIlenaJ" PS'F. (!lglll~,ntos culturales o ,¡,)llsllci"!, puede servir delenÍJuajey expresión política de intereses de grupos que
-e'c(5,l:ógi,cos cualesquiera. No se puede anticipar de ante~nano qué"ra'sgo~~'o-"¿üíldlíCiiiS'
Hu c'i'íllorganiiados.p.olítieamente fonnalmelJ(e, Esta situación se ha .dado. a ¡nenU'
serán relevantes. El contenido cultural de las diferencias no es lo import~Il1e"sino la ¡jq en grupos de i I1 terés y acción política en los e,staoos posc()I,ol),iaJ~,s, en ~londela
111atriz organizativa enh:e los ~li,~~inlos ,~lllp()_S: Los límites son I?S"qu~"garilIlii%all'u;s ¡H!i¡l:ídad ha_fun~iona cOln?,,~,~_ principio organi:¿:a,tivo, una articulació,n'polítif,ª~,?P el
diferencias étnicas, noJos.contenid(~~: Los elementos culturalesqueseescog.(a)',p,ª,UL fj'lll'VO Estado. A. Cohen estudi6"a los Hausa de Nigeria, un grupo que se identifica
la interacción son sólo aquellos q.u,elos__ ,sLti~tos consideran significativos relevantes fí()'(lTiY:r'seTie" de rasgos cultufales como una lengua propia, sus creencias musulma-
para la interacción. ..,------ '~ ..,,~"-,~~-----.
!Ji!'-; V \lna estructura de parentesco. Esta construcción identitaria tenía consecuencia
Esta teoría parte de contextos de interdependencia económica, donde hay distri- dhc;'tns para los intereses del comercio de ganado: no son lazos de sangre sino la
bución de nichos económicos y existe complementariedad entre los grupos. Son for- i,'!llnpartición de una matriz cultural activamente reconocida y ejercida en un contex-
mas recíprocas de imaginar comunidades. io de :tctividad económica y con diferentes interlocutores 10 que vehicula y promo-
i..,jpoa sus intereses económicos. La solidaridad étnica se basa en la confianza en el
Esta ~,pr?Xi~11~1~,i,ón ~?,' en última instancia, e~,~~,sivaIDen.t_g__ [ormaHs.ta. Yo nq"c:: reo
que ,la ~tnici'(f~ª,". ~,~,~,. _ lII1___ ~,()I1tin"~.I.H~"Y-ªGLQ, 0, u~, si_ ~~_~~'~1',~,1 _ ,él~_:tHr,~r.io ,d~':ii.g!!os':""Q:_i~~l- ¡H'opio grupo para pagar deudas y tener crédito y compartir una red de información
lógica iIldep~n(Ii.~gted~"s\J c,qn,ten.i99. Es cierto que Jás identidades étnicas pueden 11¡1I"lllilida denlro del grupo y en la diáspora (Cohen 1969).
persistir a pesar de diferencias insignificantes en la distribución de rasgos cultura- I~sta perspectiva suele _apoyar,se en, teoxí~s"ci.e.,hl--'W.G.i61}_ J.ª,~i.9n.ª1~1.8. Para Michael
les y que la articulación simbólica de las diferencias culturales puede cambiar de HillllolI (1983), por ejemplo, los grupos interactúan en contextos de competición
forma y contenido, histórica y situacionalmente. Pero las especificidadc,t:u~_lI"H_w:aleli,
invocadas en cada justifica,ción_,de_Ié{ ,~.iferenc~a"é,t,fl}~_~_p_l~g,º2__ ,,~!l~L!!lHLm.:9fund(?,
'soporte en el carácter,S::X12e1je.n.c.:.iuJ. . culluraLm,/?u,fe '-¡-I,~diacla de dichas ~'elaciones étni-
,c_',~~_:Porque los rasgos distintivos puedan can;bi'~;:'soc\;j;'¡·~tÓ~;:i~~·;~~~;1le~~~" ha'~~lpues-"" hl O'Brien (1986) cit. en Glick Schillcr y Fouron (1990), lo que con los afios Fredcrick Barth
!Ji! H'I'\lllOcido.
to que estos eran arbitrarios y que el aspecto fundamental era el mismo hecho de
I,HParle de una filosofía del hombre muy concreta y parcial. Como decía Thompson, no se
jillnk analizar una teoría de la etnicidad desvinculándola de la teoría social que sustenta el autor/a.
Lil !curía de la elección racional del actor social ignora todos los aspectos involucrados en la prác-
1In1 humana: emociones, intenciones, corporalidad, socialización. Para una crítica, véase (Ramírez
(,(, Véase también Enloe (1980), Isajiw (1974); Douglas y Lyman (1975), ! j"inlt',chcll 2005a:67 y ss.).
individuos racionalizan las ventajas o no de adscribirse a dichos grupos en función pi ¡IIU lldiales pueden caJl1biar.mediantel~.. adopsión; pero esta . f1exibili¡Jacl . ~n()_ll~ce
de sus intereses. Jolm Rex también ha afirmado que la Etnicidad ofrece una red de tIJ!;lllilluir el senJidQ",d,c_penenencia de un.rl():~·0.tl:o.:~: _ Km/l!tiu e"n" c,tgHi(9:_i.ºJ?Egª,~jQJ.J,G.S
solidaridad para luchar por los derechos políticos y civiles (Rex 1986)"°
Antes de continuar, quiero volver a como comencé este epígrafe: las pr~eminen- --
cias son muchas veces teóricas~ en _reJ[ici_c?l1 _aL tipo._ q~_ CASQ __ elnQgrªn~D_g_~udiado.
Heinóif encontrado uno-ejemplo en' donde se pone de manifiesto este extre~ño':-",~'i§
_ ..-
IHulllílS, sentido de la perle,n~ncia, _$pIid,aridap, id~Iliri)~,,~_ci9P. . .
P,_051?,1110S, entonces, afiX!nm lo siguiente: a._ q~?_las a~ltillomi~s'pre()c~'pan ln~_s a
iI 1:'; :J íÚ11 j stas q~¡e, a_Jgs, _PYc>Piqs .'lG,t.oXC.S, ,GJLS.~~~yj.9JLG.QÜ~niújá;··h::'.g·~~~=1.~_~·-:i.·~,~~Lª~Ü5~J~.1!2.~,
iiH:-nic.a :s s~el~_lp~:,~_,~1.1~,~,_<:01~lple1a"q,ll,~" su des~r)p~i,()n; c. CJll~.I_~s_ ~l?rº~)gm_~.i..º)1~1L1.CJ,}Ü::,
exc1.uyentes S011 POc? ~~cundas pa,ra ~l, al1Ni.sjs ,a,nJI."Q-p.ológico, Y d. qu?19~~..'-)lO_de-
("jí({
dicotomías están en las -cabezas de los teóricos _más que, en-_el_-.-viyi_l,~_ de !_~~~._g~nL<:::~,,~
Frilnk Proschan (I 997) tieneun).lrtícul(}sob¡:closKI11I1111lIdcLnorle~dc~[aos y d."Ji!!.s l'lll~stl:L~ct~~,is~_as l?,u~_(i9Il P'9nviyir con lo.s modelos genealógkos _en, det~rJ11i}EK~;~S
',iill:wíolÍúemIJf,:ícas(Prosehan 1997). . " . . .. .
1~_~_i,?1_1e:) vecinas 7! y de cómo u~al_l ,~le __ diferente 1l1anera~~Lelllól1inW_,,~~,~~~~~G.io.l"@~~. , • .,,, •• ~.~".,,~o"m,' __ '" "-.,,,,, ....... ,, .. , ''''-,"~,_~
<~19,. El término puede referir a todo lo siguiente: el nombre por el que se refieren a sí
mismos y otros grupos les conocen j como nombre común que quiere decir persona
o humano (ef. 4.2).
Estos significados indican formas preexistentes de relaciones históricamente
11 Contribuciones o lo integración
objetivadas, en base a determinados criterios sustantivados y las relaciones genealó-
gicas con los ancestros, al modo en que definen la identidad étnica los primordialis- ('on lo anterior en la mente, estamos en disposición de construir más positiva-
explicaciones sin pelearnos con nadie (aunque siguen como referentes a supe-
1111'111('
"". eL infra).
69 Esta competición sobre recursos slIpuestamente escasos exigiría coincidir en qué tiene 1~11 los últimos veinte años se hm~,'producido.,LlI~_¡~"St;.~)~. __ º~ogºn1r~.º~~~t9!_~~~~!1!i.c:as
valor o no, y sobre qué merece la pena competir. La definición de qué es un recurso y si es esca- il!l!)' il11eresantes j ell1~i9.l1~,ci~n~?,_.~nqnnGIllC"P.t,~_ ~J _ ~.~!?.~-~~.:.,En general son nienos for-
so o no también es cuestionable. Además, ver las cosas desde el lado de la competición exige tam- !llilJlS!;JS y müs situácionalistas; no sólo insisten en las dinümicas interactivas y la
bién contemplar la otra cara de la moneda: con quién, cómo y para qué se coopera. Esta orienta-
;'ollslrucción de límites, o las formas de objetivación y continuidad de los fenómenos
ción instrumental, que también lo es de la teoría de juegos, da los recursos por supuestos, dados,
así como sus reglas como garantizadas. Sin embargo, los recursos son creados, sólo son poten- ¡'¡lIil.'IlS, sino también en los procesos de hibridación, los posicionamientos múltiples,
ciales hasta que se definen como tales para alguien, por alguien, para algo. Son negociados, Íil~', identidades cambiantes y redireccionadas ('shifting idenlities'), la característica
impuestos, acordados, redefinidos, den el desarrollo y actualidad de un proceso de interacción y ,-qtlslitutiva de las prácticas, etc. en distintos escenarios locales, nacionales y globales.
relación social Hr-I"l~sentan un esfuerzo por integrar distin~os_ el1f()qll~_~,Y.J?!·~c:t,i,c:as~, h,'~,~ia modelos
70 Cierta orientación marxista también ha comprendido la Etnicidad como una mistificación
!!lils integradores y olD.ni~.Qnmr,ensj~{Q.s Y por eso selecciono aquí ~ll_~~y~~_()_~..-~~_~ ___~}I~~~---'
ideológica que oculta las verdaderas relaciones de poder y explotación, las relilciones de clase. Las
dificultades delmarxisll10 para comprender los procesos y fenómenos étnicos --y los raciales como
parte de estos- así como los nacionalistas, es algo ya conocido. De alguna manera esa es la apro-
ximación, aunque con matices, de Balibar (1991) o de Wallerstein (1991). Sobre estas cuestiones
volvemos en el Capítulo 5. n El autor lo toma de JakobsoI1 (1990).
7l Medio millón de personas repartidas entre el norte de Laos, norte de Tailandia, noroeste de '!l Por lo que el an<Í.lisis de la pragmática lingüística es fundamental.
Vietnam, sur de China y diáspora en USA.
tante ha sido,el gim hacia las,teorías.de la,práctica a part.i1.'1 principalmente, deJn.,.co1b ,1"11 JlIl:S(¡¡c!a a la altcndad cn forma de otros éfllico\' ('ethnic otllcl's') s(JI,,'c los (I'le ' ", r: 0
'-. ¡, l' '1' l ' ' , . . , ," -. SC COIl¡1 ura
'''\.,1 ,~I\ ( I,lll( <l( etillc.a: cn un COllJunto de relacioncs complcjas. e
lribución ele PicrreBourdielL(972), y que hunde StlS raíces,J'()Ollstantc"e'1Jª_obra
,<i'¡ I . ~ Sil' ~cs ha c~·ltl~¡.ldo _~llIC lo (~l!C l~re~isa1l1cnte caracteriza a la vida social es su relativa ar/Ji-
~Ol.ll,~) PI O,CC~O (~c. S~IcCCIOll .1!1l1Hada, y q,L1C 110 sólo cucntan las élitcs a la hora de ¡I/vell-
;,,'_1 : I ,di ,
""" LIS !J:l(~lC.lol,les, ,C~)¡:stl>Ulr ,lo ~oclal, lo colcc.(¡:'o, !~ idcntítario, sino también todos aquellos
. (,IU~, j,O,II:1<.1I1 pdUc de los plOCCSOS de mov1iJZ<lClOn y construcción colcctiva y que clan si 0_
74 Ese fuc uno de los objetivos teóricos de Ramírcz Cioicocchea (J 991). .¡¡ln ,1 sus dCClOl1CS y a las de otros (Sutton 1997; Fricdman 1994). e
1!'h:,'''1 ~:ohrc en:s ya demasiado ~rilla(~as. Después de un largo trayeclo recorrido, la aparición de
"'·l!! .¡hln !,'csult.a reconfort~\I1te, E~pec~alJ11ente el esfuerzo por reconslruir una definición antropo-
de u/entidad y alteridad (Gmgnch 2004) que soporte el ojo crítico del más acendrado con,\'-
77Véase también McNcill (I 986); Thompson (1989). i¡,-i!1 '/ ¡1'1's{a,
78 Los trabajos de Anlhony Smith nos ayudarán más adelante a revisar los orígenes étnicos de
,,1 P\'I,lsadas a parlir de ~as siguielHes obras clásicas de la Antropología: la primera en relación
las naciones europeas, lo cual era precisamente uno de sus propósitos, señalar la continuidad cnln: ;ji iI 1d lh/ltsm, de Eward S,~¡d (1978); la segunda, a Los Nuer, de E. Evans-Pritchard (1977); y la
ciertas naciones y cier(os grupos que podemos definir como étnicos, !H),'ClH. has ada en HOll1o HumlrchiCIIS de Lous Doumont (1979), eL Bauman (2004).
La i;;-:i;';'l~~:~~---g;:tl'íl1'?ltl'c~i"-se' 'deúoll1'lna oriental iz.ación ('oricntalization'). Bajo esl;\ , cljl() c1tC<':idllIill. E§lll_,,~E"Slc ('colÍlOsr)ac7iigi¿'i(se biíság)1J¡U\'lt1a_Lel
operatori~-eI~ry"-cl.\):!r~?~:§g",~9I,lstitu yen C?I~~~~~,:~I~1gIyo especu lar de __uru:-llnag\'1!; Fijj¡jlli1/.p,O paternalista ('patronizing'): todo otro pertenece a la identidad hegemóni-
to_d9 ls?_'_'m!g".1~_º- . ~_º}}!"o,~, no tenemos, nos taita, etc., lo son, 1~~ __~i~Den -~~52~' Este es d j'n'f o , ¡)Obre ignorante, "no se da cuenta".
1'110t1;lo por el que, por un lado, se re~~_~1.?;;~.)_i2.G:r9~. P_~~T_ ?~9!~)",~,~.QJܺ.t~Lº~~.9.~~.~~~!~~,~~_~': (ir:)tlín (Bau111an 2(04), uno de los mejores ejemplos sería el sistema indio de cas~
que posibilit~,,_ll11_íl..reJle~iv,idaci ,üítica relíl~5yistaR:l. El exoticismo que a la vez 11m !'nn lambién el de los imperios -persa, macedonio, romano, mogol, otomano,
i·c¡)cíe y nos atrae, scrúl--lii1'Cíe~11el;to'''(fe-'e-si¡\ gni'íl1'~ítica, También la df(erencia que !lm tl\H' incluyen a personas, gentes y formas de vida diferentes y lejanas. Así mismo,
recuerda estadíos propios ya pasados, de una supuesta era primigenia u originariil, f Hlii l de colonización española en América Latina construyó su alteridad desde una
que todavía los otro,'; mantienen, para lo bueno y para lo 111<.110 84 . ,btj'-'idp),,.¡','1 Ínclusiva9o, la del cristianismo por la que todos son hijos de Dios9l .
La §.ºmmda se cita como .'~!J.Qmel1taciÓ1J. Es con textualmente dependiente y, COllJ(1 \!ns gramáticas, ademüs de ordenamientos operatorios en el terreno de la clasi-
en Los Nuer (Evans-Prilchard 1977), 0e2sici2nesei<lglllifij;aciQl1",,-<l~2~.!ld<;lUIl'! y de las relaciones, también proporcionan orientaciones normativas y pre-
nivel de segm~nJ"t_~.i0ng_I~!r~,JºT~EltJJ.m~m9_ .igu~~~.~:85 en que no_~, _ ~i~. Se caraclc en cuanto que se espera que el Otro opere con la misma gramática y se
riza por constantes fusiones y fisiones y por discusiones sobre el nivel segmentar!n y actúe en relación a dicho marcan. El problema surge cuando no es así y
correcto en que situar las relaciones 86 , sin que pueda predecirse a qué nivel se pro pilll\'S no están utilizando o no quieren utilizar la misma gramütica, lo cual es con-
<.lucirá la toma de decisiones 87 . Esta fórmula exige acuerdo sobre los criterios h: !i!!h 'íal ,1 la dinamicielacl de la vida social, a sus poderes y a las autonomías posi-
hi; '; ('nlfe estructuras, procesos y agencias. A veces el conflicto es insoslayable. Pero
'.'i.;(j Ifillaremos más adelante,
fin, los alemanes del Oeste y del Este se entre-miran de forma orienwlizante: llllO~ ,,¡¡j¡H'hldir alguno de los elementos primeros como atractor arrastrado consigo a
tienen y hacen lo que los otros no. y por ello se les despreeia pero de alguna maner:l Ills demás en la nueva interrelación. También caótico en cuanto que, tras la
ihjjjjl¡'l;¡ y desorden aparente que los etn6grafos y antropólogos nos empeñamos en
se les admira (Bauman 2004:27-28).
"!r"'¡C'!llraíl<lr, hay multitud de microórdenes que sólo aparecen en momentos de reor~
}n,)HL''<dl'iún crítica, dando lugar a nuevas emergencias, tanto procesuales como
"l! JJI:! llr:llcs-estructurantes.
í I(lY que matizar que no hay correspondencia empírica necesaria entre lo macro-
5, ETNICIDAD, AUTOPOIESIS y COMPLEJIDAD estructurado y más complejo. Tampoco al contrario, a saber, entre lo microló-
ki.!rn, din,ímico y menos complejo. Para el análisis sociocultural ésta es una cautela
¡i¡'ldilll1('lllal (Alexander y Giesen 1987). Las estructuraciones pueden estar ubicadas
y C'llL"Olltrarse- en distintos lugares y tiempos fenoménicos; también dependiendo
"Los remolinos grandes tienen remo/initos que se nutren de su Profllil hlgar y tiempo de la observación. Lo mismo ocurre con la complejidad. No por
velocidad, y/os remolinitos tienen a su vez remolinos más pequeños. Y ¡hf I,"j tl1{Í'; grande (¿medido cómo?) es más más complejo. Al nivel de nuestra vista, una
hasta /a viscosidad". -¡-¡¡~i(1/¡I!l;1 es un objeto más o menos redondo, coloreado, brillante, con una cierta
Lewis F. Richardson (ci\. en Miquel Barceló, Cuadernos de Arrien ;f'¡;jLdi cxtellsa, un sabor, un olor, etc. Una aproximación más pormenorizada nos abre
Abidjan, 1990-1991). i:>! !jl!!lhll) de sus secretos: porosidad, irregularidades de su superficie, electrones suel-
5.1. Etnicidad y complejidad '" 1 )hviamente, de algullas prácticas y representaciones. Insistimos en que la Etnicidad no es
'.lilj' il!qtllrfa bí'isica de toda experiencia ni interrelación sociogrupal humHnas como pueda serlo la
hh ¡ifif/tlil/¡I/rt'ridad.
Nuestra teoría de la Etnicidad, depende de nuestra teoría social igual que OClJ
-'1 I'i )1110 siempre, sin menoscabo de su propia dinámica conceptual autónoma posible gracias
rría con la identidad. Por eso en el capítulo 1 avanzamos las herramientas que utiH HkUIOl\ rapacidades para la re-representación y la metarepresentación. Sin olvidar que, como
zaríamos para pensar (re-pensar) la Etnicidad. Como clase de Identidad/Alteridad, ',iÍl-fwHíl rl'f'léxivamente in~corporada, tiene su lugar en nuestra cartografía conectiva neuronal.
tes, Y ya, puestos a convenirnos en biól~gos molecuh~r~~, muchas l1:as cosas ~1~J .1l1,t~ pnralmente, aunque siempre dinümicas,
rior celular y sus intercambios, Las ullIdades dc anahsls son elegIdas (constluld,ls) Fsta aulol'cfcrcncia constitutiva puede variar en SUs aperturas e inclusividad: los
por el investigador. Lo mismo pode!lws pensar de 10 sOCIOculturaL El mun~lo globa- ¡T1T;1111ientos operacionales son bucles sin acabar de cerrar, con límites para delimi-
lizado noS parece hipercomplejo, pero las dinámicas sociales en.una c~mul11~lad tam- L¡¡, pl:.t'O también donde abrir puertas, ventanas, puentes o incluso campos de fútbol.
bién pueden serlo, sobre todo cuando hacemos intervenir múltIples dll11enslOnes en IJ ú~lltramiento autoreferencial grupal, una vez m<1s, no implica necesariamente
el análisis. !ll!nlcrancia, odio, conflicto, violencia, etc. Sólo quiere decir que, desde una episte-
Qué tomamos como Sistema y qué como Entorno ta~nbién ~lepende de n~estro Hllllogía compleja, la vida no puede organizarse sino desde algún lugar en algún
punto de observación, nuestra perspecti.va, por la que sll1gUla!'lZamOs esc(:g~enelo !J)!I1\lCnto. El 01ro como Entorno, es una referencia, no necesariamente el enemigo 97 ,
un dominio y nivel de complejidad particular y concreto, ~~1 arbol puede seI con- I ¡¡ tolerancia y el respeto, la relacíonalidad dialógica extensa, la inclusión e incorpo-
siderado como unidad sistémica a cierto grado de compleJidad; el bosque, como l;l(iún dc la diversidad humana -asÍ clasificada- pueden ser vividas tempranamente
emergencia ele las relaciones (no la suma) de sus elemen~os -entr~. ellos, aunque no i'tI la socialización como dimensiones pragmüticas y representacionales de las rela-
sólo, los propios árboles- PLlede ser el dominio complejo que elIjamos como pro- ¡,iolles grupales 98 . No sólo desde discursos y prLÍcticas públicas de la diferencia, sino
ceso sistémico. Un Sistema puede incorporar otros Sistemas que pueden formar ,:jI c·j seno de las interacciones don ele éstas penetran, se recrean y difunden dUlua-
parte de aquél, y así sucesÍVl:lmente 95 . Cuando analicemos casos étnicos concretos ill!'l/ll' como en la sociabilidad familiar en sus diferentes estilos.
5,2, Etnicidad como sístema Pi,"! \011:1 H)O sobre el sí colectivo, en contraste con los demús, con quienes se practi-
,.;! dlrl.TCncia social, en diverso grado y forma de segmentariedad, complementa-
¿Por qué puede entenderse la Etnicidad como un proceso sistérnico? Hrdild. conectividad, alteridad inclusiva, Desde este punto de vista, en realidad
¡¡¡di! l'()!lstrucción de la identidad y diferencia colectivas étnicas est<1, de una u otra
En cuanto que la Etnicidad es un producto humano, social, muestra propieda-
nl;toe]"ól, ef110Cenlrada. Siempre hay perspectiva, lugar desde el que se opera, y este,
des sistémicas, igual que otros tipos de categorizaciones y los fenómenos con los
que se ligan.
La capacidad de organizarse sistémicamente, recordamos, refiere a las interrela
ciones entre las partes, que pueden parecer caóticas y, sin embargo, poseen u.n orden U.' I.Ollis Dumont (1988: J 72). obscrva quc "Cada cultura hay que considcrarla en relación con
subyacente que se reorganizn continuamente al hilo de múltiples. dinámicas l11tel:nns q Iwdio ambiente. Supone la identidad colectiva de una población, demasiado a menudo cOllcebi-
y externas, Esta organización produce emergencias com~ globalldades (no ,to~al~d~~~ ,L( ,'11 j¡;l'Il)iJ}os cxcluisvamente políticos, y cn cuanto a tal tiende a pcrserverar en su csencia, sea
des), nuevos estados que no son la suma de las partes, Sl11 el resultado ele sus chn,¡ j'dqillillldll ;1 los demús o sea defendiéndose contra su dominación. En el proceso se produccn for-
!i\,!', hJblid:ls cntretejidas, en el plano de los valores, de individualismo y de holismo .. "
micas entre sí. "i' Parece claro que hay un límite a esta posibilidad fcnoménica y experiencia! de toda diver-
Cuando analizamos la Etnicidad como sistema estamos apuntando a su,s cualida '·¡',l,;¡! r,o~,¡blc e imaginable, sin descontar otras clausurns operacionales ligados al desarrollo y la
des autoreferenciales y autoorganizativas, por las que, mediante un cernU111ento ope ·"ij¡d¡d;ld, como los procesos de vínculo y extnulamiel1[o citados cn el capítulo 2.4.
~';(~!-'.Iín Tajfel (1980:80-82) y sus estudios de Psicología Socinl en Occidente, la gcnte pre-
racionaI96, constituye un espacio interno mientras selecciona lIn/lII~os el1~orl1o/s qlll' <1"
fi; ílllo! imagen positiva de si misma que negativa ('positive group dis¡inctiveness)'; la pertcnen-
le serán significativos y pertinentes para su propio desarrollo y eXlstenCJa, y con el '1 I jl'l [os grupos contribuye positivH () negativamente al concepto ele sí mismo; bajo ciertas COll-
'l;,'iHW\ I\\s individuos quc comparten la afiliación a un grupo social percibido por estos como tal,
;-qi'iíillí \k preservar, defender o crear una imagen o noción del grupo que contribuya a una visión
fi"i!i,;j ¡I!' sí mismos -·'perccptua! overestimation'-, La autoperccpción adquicre su significado cn
9:; Un oroanismo vivo es un complejo Sistema de procesos y subSistemas, i!~clui~os sus com ,·<'l;!,.·j(ll1 il las diferencias percibidas (saliencia psicológica) de otros grupos y las evaluaciones de
paíicros simbióticos. Gracias a nuestras bact,~rias intestinal,es: 1)O(~emOs l~a~er, (~lg,e,st!ol,l.es l~l:~cl~p "'''1> difl·!(·ndas. El grupo social funciona como proveedor de una Identidad social positiva para
más fáciles. Un organismo muerto es un eC05Isfé'!I1{/ para otlOS mu~hos ollOs Olga,11lSI,n~)S, 10.s c.td.! il¡¡"!llbros por medio de la comparación y diferenciación de sí mismo frente a otros grupos,
vcres de baHenas, por ejemplo, son auténticos Ento/'llos para multHud de seres VIVOS, Ulclludos uf! >d;,.ili dlllKtlsiolles sobresalientes que el grupo \1a objetivado como diferenciales.
j'.';I ('¡lIIlO actor socializado, que incorpora subjetiva/psicológicamcnte objetivaciones colec-
tipo de gusanos hasta ahora desconocidos.
% Los límires . .fhmteras, mencionados por Banh (1969).
trucción sistémica de la Identidad/Alteridad a la que nos referímos en el Capítulo 2. l\:!H'ias lingüísticas, culturales, relaciones familiares y de autoridad- incluyendo la
Desde el punto de vista etnográfico, C. Lévi-Strauss 10 mencionó en Raza e Historia ",q~ycg;¡ción de roles sexuales- lOJ , religiosas, rasgos fenotípicos, precariedad resi-
(1980) para la mayoría de las culturas. El etnocentrismo es universal pero no est<Í d\'llt'i;¡l, traducidos a prácticas cotidianas directamente detectables empíricamente
programado genéticamente. Como decíamos sobre las ontologías sociales, sus razo·· ¡in!' In población, son algunos de los ingredientes clasificatorios que se manipulan
nes no son genéticas ni innatas lOl. La Etnicidad no es la continuidad de la afiliación r:n Sil devaluación étnica. Geográficamente cercanos, 10 que les ha facilitado en
dlp_I'11l lllomento su acceso a la península, pero alejados social y culturaln1ente por
grupal inclusiva del parentesco más que, en todo caso, una forma de su crosmodali-
dad posible (CL Capítulo 4.5 y 4.6); tampoco un comportamiento inscrito genética- nn imaginario que los ubica en uno de los ültimos peldaños de la escala étnica, en
(,1 contexto de una tradición histórica moderna de enrarecimiento de las relaciones
mente tendente a la preservación del grupo, al decir de (van den Berghe 1981).
Procede de la manera de vincularnos con nuestro Entorno en la necesidad de garan- J¡p;pano<Írabes, representan el epítome de la extranjería social para los españoles
tizar nuestra integridad física, psíquica y sociaL Nuestra humanidad se construye his .. 11'1. CIS, Barómetro 2003, Actitudes de los esp(l/10les ante lo Inmigración), algo de
tórica y localmente. 11! qlle estos magrebíes son plenamente conscientes. dificultades para el manteni-
p!ll'n(O de sus prácticas culturales y religiosas, sobre todo después de los últimos
Es ahí donde podemos encontrar la generalidad -matizada- de este tipo de auto- l'pisndios bélicos -y un futuro social y cultural incierto para la segunda y tercera
centramiento. Porque las elasificaciones sociales, el mundo y sus significados, no se j-ictlcración-. Los magrebíes y, sobre todo, marroquíes, representan el Islam en nues-
aprenden ni se representan ni se practican en abstracto. Están constituidos por el pai .. ir!l pilís, a pesar de que pueda haber otros muchos colectivos musulmanes en Espaí1a
saje que pinta el Entorno sociocultural en que uno se socializa, un escenario dinámi- palestinos, libios, egipcios, senegaleses, gambianos, pakistaníes-. Son el banco de
co donde uno establecení sus relaciones, vínculos, pertenencias, privilegiadas, desde jl/ III'/}(l de nuestra concepción liberal y tolerante o no del contacto y convivencia
los que observará y practicará su vida y organizará algún tipo de identidad personal !Il!!'rculturales.
y social. Construimos el mundo a partir de uno en particular que hemos experimen ..
tado como necesario, porque no puede ser vivido sino como situado e implicado sub .
jetiva y experiencialmente.
Habida cuenta de la generalización del contacto entre humanos pertenecientes :J
b:l, Etnicidad: proceso y estructura
distintos colectivos sociodemográficos y grupos socioculturales, estas autodefinicio·"
nes identitarias se han construido en relación a otros grupos de los que se tiene noti-
cia, representación, relación directa, vicaria, etc. y que constituyen elementos del/los Desde una epistemología no dualista, hemos de contemplar 10 social, en este caso
Entorno/s sobre el/los que se construyen las categorías de la representación y la prác-- lti ¡,{(nieo, en su dinamicidad estructuran te, que produce estructuras dinámicas. Vamos
tica clasificatoria grupal étnica. q mantener esta tensión continuamente a lo largo de este trabajo, en la firme convic-
La identidad castiza (¿española?) no podría haberse constituido históricamente J'Í¡"lll de que, desde esta mutualidad el conflicto entre una visión prímordialista y otra
sin haber re-construido un/os Entorno/s identitario/s alternativo/s, el de lo árabe y in>-;(J'ulllcntalista en el fondo no es tal. Las esencias de los primeros en realidad son
musulmán (Stallaert 1996), el de lo judío (expulsión de los judíos), el de la(rancesi· r\!l'Ilctul'aciones, cristalizaciones temporales de larga duración; la flexibilidad de los
dad y Modernidad librepensadora y laica (Absolutismo Borbón, Guerra de la Inde· ,:,\'gundo, por su parte, da cuenta de la dinámica continua de los procesos, pero COI1-
pendencia, Episodios Nacionales), y todo ello con fuertes resabios católicos funcla·· lnlldo con momentos y lugares donde la trama se espesa y organiza, constituyendo
mentalistas de cristiano viejo. Todavía hoy en día, buena parte de la espaliolidad es Ion nas más o menos compactas de estructuración.
entendida en relación a la alteridad de lo árabe y lo islámico ,o2 . Hslructuras que se parecen más a un queso gruyere, si se me permite la expre-
q{'ll, que al ensamblaje metálico de piezas y partes de la Tour Eiffel. Aunque ambos
o;.lüll sujetos al cambio y a la erosión del clima, el primero cuenta con bacterias,
101 Lo que no indica que no tengan también un soporte neuroquímico, como cualquier activí·
dad humana.
102 Reactivado, atizado y manipulado por la confrontación ideológica y política interesada lO.\ Una estructura de parentesco patriarcal renovado en el contexto inmigratorio con fines de
entre Occidente e Islam. tr.;lgrupación familiar (eL Corrochano 2006),
Las relaciones e interacciones étnicas pueden comprenderse también como diver- i'i'!!lr,llidades sistémicas.
sas formas de objetivación más a largo o corto plazo. Las relaciones étnic~s, estl!- I':n este caso, cada Si,,>'tema deviene Entorno l06 para el otro y podemos hablar de
diadas principalmente desde la Sociología, se abordan desde una perspectiva .mas i1Jlil ¡,()"oJ11ogenia de sistemas, Ya hemos descrito esta posibilidad varias veces. Ya A.
macrol6gica, centrándose en prácticas y representaciones más recurrentes el? e~ tlem·· l 'nJ¡('1I (1974) enfatizó el hecho de que no se trataba tanto de grupos separados como
po, como el estado emergente de muchos otros microestados orientados haCia formas fk grupos complementarios en sus intereses y comportamientos. Esa ha sido una
más aglutinadas y coherentes. Las interacciones también pueden s~r reCllr~·entes, en ilfJlH'lación importante de las teorías dinámicas de la Etnicídad en general.
función de la atractividad y la estructuración impuesta por las relaCIOnes. SIl1 emb(~I.'"
I ~sla relación intersistémica es heterocrónica (Gould 1977) en cuanto que los rit-
go, obedecen tanto a una perspectiva müs micrológica como a un grado de compleJI'
mos de la evolución de estos sistemas y, por tanto de sus relaciones, es variable,
dad más local y situacional. !Jodiendo estar el peso de la relación en un momento dado müs en uno que en el otro
Las perspectivas más situacionalistas e interaccionistas se concentran,. o~)Via .. Vil 1:1 inversa. El Entorno puede convertirse en un proceso sistémico, mirado autore-
mente, en esta última dimensión preferentemente. Las historicistas y primordlHli.stas, h'rl'l1l:ia!mente; de esa guisa nunca es inmutable, fijo, único, con bordes definidos.
en las relaciones étnicas. Es obvio que no hay contradicción entre ambas aproxIma· ~{i¡¡ t'tllbargo, visto como exterioridad (CL infra) de un proceso sistémico, este últi-
ciones y, en la medida en que practican su objeto, tampoco entre diversos grados l' !ÍHl lenderá a estructurar, fijar y delimitar sus relaciones medioambientales a cierto
intensidades de la complejidad. Lo que ocurre es que la articulación entre est<.ls lil\T!, a partir del propio diseilo sistémico de que se trate, aunque nunca lo consegui-
dimensiones es variable y múltiple, lo que hace todavía más apasionante el estudiO U\ tkl todo por el propio principio autopoyéctico de cerramiento incompleto y de
wido constante.
1,a co-ontogenia no agota todas las posibilidades medioambientales de un S'iste-
IO'¡ Otra forma de entenderlo es la de la historia de aquel inmigrante que llevó a Inglaterra ut~¡¡ !!íU;no hay un ElI1orno solamente sino posiblemente varios, con distinto potencial
fregona. A pesar de haber tenido que cambiar el palo varias ve~es, y otras ta~Has la mOJ)a, ¡segula ¡d'nCllCial, semántico.
enZantado con lo que le había durado la fregona! Con este ejemplo no. qlll.ero dar pabulo a los
J>tlr eso y por su desigual evolución propia, la relación entre ambos, como sis-
estructuralistas sino a la relación activa del sujeto con el instrumento dc hmpleza. Nuestro cuer¡:(),
quc es aprehendido como invariable dentro ,de. la variabi~i~lad (vm'i~ciones de pes~, :(~~lSeC~I~nc:;\S fOI/OS nunca es isomófica, reversible del todo, formulada en los mismos términos y
del estilo de vida, de la edad, de nucstras practlcas) tamblen es un cJcmplo. No nos IM~dJ1l0S ti j)t:1l S,I¡i,llif'icaciones. Es imposible fenoménicamente hablando que distintos colectivos
sar que vivimos un proceso dc renovación celular continu(\, c.n la que la mayor longcvldad s~ da en knv,an idéntica relación pní.ctica y representativa entre sí, aunque pueda haber coin-
ciertas células, con diez años máximos de vida. El envejecinuento, como nuestro queso c01md(; PO! ¡'jtkllcias. Toda perceptocognición se hace desde una memoria y una experiencia
los ratones, se da en parte por la ralentización de este proceso dc renovación, en donde lo.s telome
ros (extremos de los crolllosollWS), como los cordones de nuestros zapatos, se va~l de~h¡.lachand\l
cada vcz nuís a lo largo de tiempo y tiempo de replicación celular. La pobre oveJ" clolllca Do!!)'
envejeció así antes de tiempo. . , ..
1()5 El aspecto dinámico e interactivo, en donde los grupos ~lO serían las ul1l(.lad~s d~ ana:lsls ¡Oh Singularil.ar El/tomo es referirse a él genéricamente, conceptualmente; pero también íllla-
sino Jos contextos de ilHcrracción, es uno de los logros del trabaJo de Barth, segl11dos pOI muchos HHnl111enle, cuando nos referimos a una de sus concreciones. Si no, escribiremos el1lOl"llos, en
ifH¡¡I'ist:ll!a y en plural.
otros como A. Cohen (1974), o P. Brass (1991).
que fracasa en su eliminación del cuerpo, las pasiones y lo sensorial, se recrea intcr-· i,'¡b. También las revitalizaciones étnicas europeas de los siglos XVIII y XIX, como
namente como microsistema. A la vez, reconvierte un Entorno en microentorno a la PIl ,'1 caso escocés, alemán (MUller 2004), o el vasco (Ramírez Goicoechea 1991)
medida de sus propias incapacidades: una micro-naturaleza que incorpora la sensua· ,(./. ,IA)'14
lidad, la emocionalidad, el cuerpo, el erotismo, el sexo, la atracción y fascinación por 1~1l todos estos casos, la recursividad del retrabajo étnico no se ha dado de forma
;J!lIordkxiva crítica. Porque, volviendo a la cuestión del etnocentrismo, la recursivi-
cerramiento completo y acabado como en la homeoestática cibernética y funcionalista. híl.t'r¡.~rup¡¡lcs, interpersonales: es probable que éstas se organizaran/organicen situa-
117 Brubakcr y Cooper (2000) destacan cómo el/enf.¡IH{;e de la identidad ha prevalecido en la
f h¡¡w! e históricamente en relación preferente con otras categorizaciones y Sistemas
sociedad americana ele las últimas décadas en cuanto que ha articulado experiencia, movilizado
lealtades y dado forma a reivindicaciones materiales y simbólicas (sic) en la vida cotidiana y 1<1 idf'iit"ionales/pragmáticas de referencia como el parentesco, el ritual, etc., el intercam-
práctica política. ¡¡¡1 i n',efproco, cte. Esto lo vemos justo a continuación.
sociales. qll(, pagar un alto precio para la reconstrucci6n de la unidad nacional y un nivel de
í¡¡rr;¡~~slructuras equivalente entre una y otra parte.
e) El grado de intersubjetividad compartida de las significaciones anteriormente fllnda, sobre los que habría sido muy difícil escribir una monografía a riesgo de sus-
citadas, que tiene que ver con los procesos de autoridad, reconocimiento, legitima-
ción y hegemonía, por tanto, negociación, aceptación e imposición de estas signifi-
caciones.
l.l1) Como dice TIl. Eriksen (1991: 130), hay que prestar atención a la producción y repro-
d!ln'ción de la Etnicidad en sus manifestaciones concretas. Hay que tener en cuenla qué aspec-
!q\ son importantes para el actor, pero también la desigual importancia de un rasgo cultural u
!l[IO. La F:tnicidad, como una fuente de significado cultural y como un principio de diferencia-
119 La Batalla de Trafalgar, en la que el Almirante Nelson venció a la Armada de Napoleón, ,'j¡")1l social es altamente distributivo en una sociedad o en un conjunto de contextos sociales en
es tenida como una gloria de la identidad nacional y étnica brit,Ínica (dominada desde la identidad jo,> que las mismas personas puedan verse envueltas. La importancia disímil, la variación en la
inglesa). Nelson victorioso es recordado en una estatua sobre una inmensa columna en el centro de dcnsidad semántica, sólo puede apreciarse a través de la comparación de contextos ell los que se
Londres, en la Plaza de Trafalgar ('Trafalgar Square'), lugar de visita insoslayable de todo turista dil ('lIenta de Jos diferentes sentidos vehiculados y comunicados a través de Jo que ilamamos
que se precie. Pues bien, preguntados algunos escolares londinenses qué era Trafalgar, nadie dudó ((I/i/·idad.
en responder que ulla plaza en Londres. l:!l Retomamos aquí lo dicho sobre la multiplicidad de la identidad citado en 2.2.3.
colectiva. No han producido u objetivado una autorefIexividad sobre su propia iden· \¡LklllC'.IlIC. Las fronteras pueden referir al status político como la ciudadanía~ la
tidad sino sobre su propia alteridad con respecto a la identidad de Otros: desde ulla UlL'!lIhl'csía grupal religiosa, lingüística, étnica. Las fronteras identitarias construidas
perspectiva autopoiética, son principalmente Entorno de aquéllos y sus procesos sis· 1,') nazismo para los judíos pretendían ser inexpugnables, de una exclusión, dis-
témicos de construcción identitaria. (. !lnún;u:ión y segregación máxin"las. Los singularizaron como un identidad total-
ft!'l.'jl!t' estigmatizada, de cuya diferencialidad no cupiera la menor duda. De ahí la
Según lo expuesto al principio puede derivarse que los modos y efectos del eerra·
¡wd~>It'llcia en su visibilidad indudable por medio de marcas obligatorias, seílas, uni-
miento operacional que toda construcción sistémica de Identidad/Alteridad étnicas
hq 01\'S, cte.
implica, aquella clausura que precisamente construye un borde externo, es variable.
() Sl~, concentran en un momcnto y lugar concretos todo el control y poder dcl que
En primer lugar porque el cerramiento nunca es total ni en su acabado ni en su
,',j ),;j\lcma y sus instituciones de vigilancia son capaces. Su permeabilidad es variable,
trama. En segundo lugar porque el espacio interno que delimita varía a tres niveles
de comparación: el sincrónico, con otros espacios así construidos, diacrónicamentc ¡;ilcdc k.ncr más o menos agujeros y su traspaso puede estar m,ls o menos vigilado.
respecto de estados anteriores propios y de otros y, por fin, según el grado de com Nn obstante, los límites entre los grupos étnicos, sus fronteras, aunque sean obje-
plejidad del que estemos hablando. En tercer lugar, porque el o los entornos selec· tiV;lthlS en tratados, acuerdos, y formas de vigilancia y castigo, nunca son del todo fijos
cionados como relevantes del espacio externo constituido a partir del cerramiento, y delllarcados. Las fronteras internas y externas son dinámicas y están en constante
con los que el Sistema mantendrá ciertas relaciones para su propia dinámica auto· ¡¡;definición, también el contenido sobre los que se construyen estos límites (Isajiw
constituyente, varían también. I'lIl; CorneD 1990). Las fronteras suelen tener cierta porosidad, y los poderes nunca
;!('d!lilll de construir muros lo suficientemente altos como para detener del todo la f1ui-
Ninguna identidad puede ser contada, descrita, desde una única narrativa de
invenciones, reproducciones y transformaciones; es necesario tomar en cuenta todas ¡jo d(~ lo social y sus artimaílas 124. Aunque se den procesos y estrategias de clausura
las relaciones colaterales cambiantes que reconstituyen continuamente las idcntida' \ 11.'clausura operacional, ni grupos ni espacios son compartimentos estanco, y menos
des (Arnaut 2004). Toda identidad ha de analizarse desde el ámbito global, regional, (,ji In era de la globalización y el transnacionalismo que nos estú tocando vivir.
global. Del mismo modo y por lo mismo, toda clasificación taxonómica se vuelve J ,a crítica antropológica seílala que los bordes, las fronteras, parecen más bien un
necesariamente incapaz de abarcar toda la riqueza que pretende. Todo cerramiento decto de la construcción identitaria que su causa; en cualquier caso, sus relaciones
operacional define una complejidad interna siempre menor de la que proviene. Y, >1 In recursivas. Por eso podemos describir las identidades étnicas por las mismas
además, nunca puede contemplarse a sí misma en su totalidad. Quedan muchos rin·· j¡! lJllcras que las constituyen.
eones impenetrables a su mirada.
I,as identidades, la identidad, puede ser un uniforme que nos viste de pies a cabe-
Los bordes entre Sistema y Entorno pueden estar tocándose o separados por un trán- Jn t'1l todo momento y circunstancia, regulando socialmente la mayoría de nuestra
sito a recorrer. Uno puede ir de visita pero no quedarse, o quedarse sólo un ti empo l2\ 11\:1 ividad y representación y donde la flexibilidad reside sólo en cómo nos colocamos
puede uno ser adoptado fücilmente o no, o puede uno ser legítimo portador recono- !lW! prenda, si hacia dentro o hacia fucra. O puede ser un kit de maquillaje que lle-
cido de ambos, o utilizarlos como autoidentifícación a discreción, según los contex·· \'illllOS en el bolso y utilizamos para adornarnos en el momento en que creemos opor-
tos, las interpretaciones, los intereses. 10110 () nos obligan. O es el hábito de trabajo que nos quitamos al llegar a casa; o, al
l'!lIHnirio, es precisamente esa ropa cómoda con la que vestimos cn el hogar junto con
In;, que consideramos nuestros.
Puede ser la llave que abre o cierra puertas; o la llave que 110 existe porque no
122 Otros grupos muestran estructuras organizativas y rcpresentacionales más evidentes, que IIdy puertas que cerrar ni abrir, o porque la cerradura está rota y la puerta cstfÍ vigila-
facilitan sin duda la descripción etnognífica.
123 Es un dicho popular que los amigos son como el pescado: huelen después de tres días. O
lo que es lo mismo pero expresado más positivamente: son doblemente gratos; primero porque vico
nen, luego porque se van. Uno decía que podía contar la cantidad y calidad de sus amigos en Europa
por el número de días que podía dormir sin pagar hotel. Claro está que la hospitalidad está socio- ]2.¡ Por mucho que la ciudad medieval cerrara sus puerlas y accesos, siempre había alguna
cultural mente definida. !orm<l de escamotear la vigilancia y entrar y salir.
difumina, parece inconsistente. Como el arco iris, que sólo puede vivirse des(k q<!ii;ii CIlIllO pertenecientes a la nación (narod) croata. Cf. (Bax 1995).
fuera: si uno transita por el espacio que cubre, lo hace de color en color, sin expcri 1I1H) puede decirse que es Sami y noruego al mismo tiempo, pero es más difícil
mentar la globalidad, precisamente en donde reside su singularidad fenoménica, y su iJtí\!llpHSar ser musulmán nacido en Pakistán con ser ciudadano noruego, por ejem-
belleza. 1 H espectro religioso que la nacionalidad noruega admite no incluye el Islam
Podemos pensar en identidades y alterídades étnicas desde lo más definido y ihs('1I 1997). El criterio de plausibilidad psicológica lo contemplaría como una
objetivado e in-corporado a lo más difuso y diluido. En el primer caso, las frontera'~, de incompatibilidad.
demarcan procesos inclusivos y excluyentes bien objetivados públicamente o no, sin 1'11 la construcción de ona identidad europea que acompañe al proyecto político
mediaciones ni intermedios, ni compuestos. i't"llllúmico de construcción europea, tradiciones culturales y religiosas que han
Este tipo de identidades y sus fronteras tienen fuertemente estructurado el lugar ,"!;-jildo presentes a lo largo de nuestra historia (el Islam, el contacto entre pueblos
y la ocasión del peligro y la contaminación, como en las estrategias matrimoniales de iihrTdios del Mediterráneo, las relaciones con el mundo latinoamericano, los con tí-
algunos grupos étnicornacionales y religiosos en la colonización norteamericana, [1) lll/w; trasvases poblacionales en centro Europa y Europa oriental) son reiteradamen-
que sucede así mismo entre los criollos en algunos países latinoamericanos. Algunos l'r 1.',\t'luídas del discurso y de las representaciones colectivas elaboradas para prepa-
grupos no permiten la multiplicidad. Los drusos. por ejemplo. población residente en j(j! d In ciudadanía europea -aquella que ya excluye a otros muchos- en su nueva
el Líbano procedente históricamente, parece ser, de persas, árabes y kurdos, se orga·, ijí!!h'si{lll e identificación cultural, definida como exluyente de todo lo anteriormente
nizan como una sociedad secreta en la que la membresía se hereda y la pertenencia '11",11>. Es lo que Gingrich (2004) denomina polí/icas de idel1/idad única ('singular
es compulsiva (CL inJí·a). líkotlly politics').
Las identidades en Bosnia se han constituido en torno a una historia de antago· Ilay situaciones en los que las identidades pueden ser especialmente trabajadas,
nismos locales en el contexto global de unidades políticas mayores (los Imperios), al phjl'livadas, retrabajadas, etc. sobre todo en momentos de revitalización o etl1ogéne-
calor de antagonismos étnonacionalistas expansionistas (de BuIgaria, Serbia, Croacia) !.ji', l':n estos casos, muchos discursivos inclusivos pueden ser sólo una estrategia polí-
y una historia militar y política reciente de agravios mutuos y revanchas, dentro de lIn n!,'!1 puntual mientras que, en realidad, lo que sucede es una exacerbación de los lími-
entorno europeo e internacional de denegación de otras formas identitarias en Europa i,j\'; y las condiciones de adherencia y permanencia.
y de complacencia con el modelo de Estado-nación propugnado por Serbia y Croacia. El otro lado del espejo serían aquellas identidades más flexibles y composicio-
La cuestión es que ser bosnio y musulmán a la vez se presentó política e ideológica- Hd!rS. Y esto de diversas maneras.
mente como incompatibilidad, ni siquiera teniendo en consideración que los bosnios
Podemos retomar aquellas identidades mal llamadas simbólicas, a las que hacía-
musulmanes fueron serbios islamizados durante las varias dominaciones otomana:~,
¡¡lOS referencia en el apartado sobre teorías y especialmente en el caso de aquellas
que comparten una lengua común con serbios y croatas y que musulmán fue utilizado
inwvas etnicidades americanas basadas en un origen europeo y con el objetivo de
como criterio de nacionalidad en algunos momentos del régimen socialista 125. El caso
de la familia de los Ostojici, en Croacia, es un ejemplo de cómo se opta por tomar i,,IIO:trse clasificatoria e instrumentalmente en el mercado de prestaciones sociales.
n'il!IS operaraban como criterios de origen adscriptivo pero escasamente ritualizado,
posición en un contexto identitario exclusivista como se ha impuesto en los Balcancs.
t'I)JljO tina identidad más bien nominal.
Su origen étnico y sociorc1igioso es híbrido, fruto de los avatares de la historia y de
La flexibilidad viene también por el lado del posible desdibujamiento de las fron-
inlls y una progresiva indefinición, fruto de diversos procesos sociales y clasificato-
¡-j!lS, entre ellos el de la incorporación a otro sistema de producción identitaria.
125 La academia y los intelectuales occidentales han dado argumentos a los políticos europeos Otro modo de definiciónlindefinición refiere a los dominios en los que se locali-
occidentales sobre la identificación Balcanes/'()f()l11onización', sobre tocio en el caso de Bosnia, cu;:l!l·
lit la producción de identidad étnica, y, por tanto, sus límites y fronteras y, por tanto,
do puede e1ecirse que los procesos políticos y sociohistóricos ele este complejo y diverso área res"
ponderían más bien a un tipo de trayectoria más relacionado con el ele otros países centrocuropeos ims alteridades. De que algunas fronteras sean rígidas, poco permeables, no puede
Cf. Todorova (1996) y las ambiciones de países que tutelan a sus minorías dentro de otro Estado. El tkrivarse siempre que las relaciones intragrupales sean cohesivas y vinculantes. La
caso bosnio sení tratado varias veces en distintos capítulos y epígrafes. I\lllicidad y las identidades que define no siempre se traducen en una comunidad de
asociados por contigüidad a estereotipos, clasificaciones, valores, que considera la In ""tre 1918 y 1912 contra el gobierno colonial francés y su élite ele funcionarios
normalidad social, así objetivada. Esta reinstalación en el mapa identitario puede i,"!,lIluptos Loo y Vietnamitas. Desde la construcción de un discurso mítico, que conec-
funcionar también como estrategia de acercamiento a identidades validadas y legi·· lnl fa UI1 pasado de esplendor perdido con un futuro de recuperación, los Hmong cons-
timadas socialmente. IfIJ)'Cll una identidad entorno a la autosuficiencia econ6mica que ya no necesitará otro
).i.cglllcntariamente para definirse complementariamente. El otro baluarte de esta auto~
La identidad étnica puede trabajarse y manipularse situacíonalmente, dentro de
'>lllkicnte sería de caní.cter ideológico cosmológico. Los Hmong consideran que su
marcos de comprensión y referencia más amplios, más o menos compartidos en sus
Híneslría en la manipulación del sistema geomántico es muy superior al de otros gru-
significaciones. Por ejemplo, bajo una situación de entrevista, algunos de los jóvenes
pn~; l~tllicos, lo que explica que entierren a sus muertos en vez de quemarlos, prüctica
que entrevisté en Rcntcría se delinían en relaci6n a su identidad como de Re/Hería o
!JIIl' deriva de su dominio este conocimiento anccstra¡J28 (Poster! 2004)129 Por todo
de Sanse (San Sebastián), o de GuipLÍzcoa, obviando los extremos de Euskadi o de
Espaila. De este modo se ascribían a una identidad menos étnica y políticamente
connotada J26 , fuera de las grandes etiquetas. Y lo contrario. Que un navarro diga que
es vasco es expresar una identidad étnica de hondo calado político tanto entre los que In Todos tenemos en la memoria alguna película que ha escenificado estos interregno.\' bajo
reivindican que Navarra es parte de Euskal Herria como los que se oponen a ello. Ii! forma de organización de partidos de fútbol entre soldados de diferentes ejércitos en guerra, entre
<¡¡r('l;!eros y encarcelados, etc .. O casos de comensalía, baile y fiesta entre ocupantes y ocupados,
R, Minard (1952), eil. en Davey, 1983:51), recuerela cómo mineros blancos y (pillO en la película La Mandolina del Capitán Corelli, entre italianos y griegos en Kefalonia.
negros se trataban igualitariamente bajo tierra, pero en cuanto subían a la superficie 12li Arte y saber de la localización y orientación de las construcciones, caminos, prácticas,
1l1u:i!cs, humanos en relación a las fuerzas internas pero sutiles de la tierra, con el objeto de vivir
~'ll :Ilmonía con las mismas.
IN Desde el paradigma autopoiético veríamos la primera forma de identidad/alteridad como la
126 Este es un ejemplo por el que la ciudad, el entorno urbano, la polis, lugar simboli7,ado de Cll!lstl'ucción sistémica de una identidad laosiana en la que el grupo étnico se ha impuesto como sis-
la igualdad y participación ciudadana, puede ser un referente identitario de inclusión, como vere .. !cilla, englobando a todos los dem<Ís como microsistemas y produciendo un microsistema como
mos para los residentes en Southall. un barrio de Londres, cuando hablemos de Comunidad L'olllplcjidad interna que redefine los principios étnicos originales del microentorno (cuando eran
(Apartado 4.2.). i"lllOrno de la identidad del grupo Lao).
Podemos adjetivar las identidades de muchas maneras: oscilantes, transicionales, tI H(t'lÓIl operada por la memoria colectiva y sus objetivaciones.
dobles, triples, ambiguas, indefinidas, multireferenciales, ... Los contextos y las al'ti·- i líhridos y ambigüedades pueden ser incluidos en una clase politética, ser incons-
culaciones, sus dinámicas y estructuraciones, son lo que cuentan. r!rnlt'lllcnte ignorados, o todo lo contrarío, ser clasificados como anomalfas, capitali-
Como refieren Hutchinson y Smíth (1996), en la Grecia antigua uno podía iden ii!ll~l() labués y conductas de evitación o tratamiento ritual (Douglas 1991; 1966).
tiJ1carse con su polis, con su grupo etnolingüístico (Jonio, Boecio, Dorio, Eolio) o con liemos hablado -y volveremos a hacerlo- de mestizos e híbridos para la coloni-
su etnia (todos HeDas); en Nigcria uno puede identificarse con su clan, su grupo étni· }jÍI'iún española, brasileña, británica, holandesa, y sus diferencias a este respecto. A
ca (Ibo, Yoruba, Hausa, Tiv, etc.), con su comunidad religiosa (cristiano, musulmán, ,Hrf¡os apartados me remito. Son factores históricos, políticos, sociales, religiosos,
otros), con el Estado, como ciudadano nigeriano y como africano. Por citar algo más demográficos, los que están detrás de la posibilidad del mestizaje, variando en cada
cercano, puede identificarse con su pueblo, su región, su comunidad autónoma, el el nl!t:X(O y momento. También situacionales y personales.
Estado al que pertenece, la entidad supranacional (Europa, por ejemplo), Occidente. I.il hibridación puede estar asumida como natural, materia de experiencia vivida.
En Hondarribia (Guipúzcoa), pueden autodefinirse como ondarribitarras, guipuzcoa~ 1,) puede ser materia de elección o incluso construcción de un Entornolidentidad
nos, vascos, mancomuneros de Txingudi IJO-!3!. dJirtlpiado en contextos de rápido cambio y circunstancias vitales (migraciones en
Por fin, tcnemos todo el ümbito de posibilidades de lo híbrido, lo mestizo, lo ¡J l()hal ización, transnacionalismo).
ambiguo, lo conceptuado a veces como anómalo, etc. y que no es una mezcla o dis·' Pnra la primera posibilidad tenemos el ejemplo mejicano, donde la identidad
tintos grados de lo intermedio entre lo lluíximo y lo mínimo, como en una escala étni·· H¡J!"Íollal se ha construido sobre la identidad étnica mestiza (Paz, 2000). Sólo recien-
ca entre dos extremos. Por el contrario, son formas que han de ser explicadas en sí !C!lH:-tlte la Constitución mejicana ha incorporado a los pueblos precolombinos como
mismas porque, como producto emergente de las dinámicas que las crean; no son ni forma de ser m(~jicano.
;,!lfB
lógicamente dominante. De esa manera, autoconvcrtidos clasificatoriamcntc como in"'" ell las diásporas de la modernidad tardía (Hutllyk 20(5). Paul Gilroy (2000) sc
criollos frente al resto ele grupos étnicos, con quienes no se mezclaron~ asumieron I\'síslido también a este discurso porque presupone una situación anterior de ¡J//re-
una legitimidad étn;c'a que en otros lugares y circunstancias históricas y sociales no Ii, 11) que no tiene ningún fundamento ni analítico ni empírico, y se lamenta de no
ha ocurrido para la hibridación. Moran (2002) afirma estos modos de indigenización lt'IWl' un término más adecuado para hablar de las mezclas entre las gentes.
de los colonos pueden convertirse en estrategias políticas para contradecir los derc-~ Por 1111, no hay que olvidar las anomalías, es decir, las ambigüedades resueltas
chos de los propios indígenas. Todo nacionalismo de lo que llama 'settlers', colonos, í:ill'ljctivadas) social y clasificatoriamente como excepciones, que, no obstante encuen-
acaba reclamando la propiedad y la jurisdicción sobre la tierra, expropiando a sus -¡¡nn SIl lugar en el mapa de identidades posibles. El del meteco en Atenas puede ser
habitantes originarios. uill-jl'lllplo. Éste es el forastero que reside en la ciudad y, a diferencia del ciudadano
La hibridación relativa puede ser una estrategia de in-corporación como su\¡ede !¡!i!\" no tiene derechos políticos (voto, etc.) y tiene otros restringidos, como el de
con los musulmanes procedentes de India o Pakistán en Hong Kong. Adoptan prác·· iAHllprar suelo, por ejemplo. Como no es un ciudadano, ante los tribunales tiene que
tic as y costumbres chinas y conforman grupos multiétnicos, incluso de distinta tradi· ;:i~q representado por otro ciudadano, Para residir en el estado ateniense tenía que
ción islámica, como formas de incorporación conjunta pero versatil que precisamen· j'!iigar un impuesto especial, el meto(eikion; de ahí su nombre. Otra categoría relacio-
te garantiza su diferencia y peculiaridad en el escenario de las diferencias grupales jj¡Hlíl puede ser la del deniz.en, o cuasiciudadano, con la mayoría de los derechos civi-
en la excolonia británica (Plüss 2006). h < pero sin el de votar. Vimos en el apartado 3,2. al middlernan, cuyas relaciones con
¡i!', cOlllunidades y ciudades que visitaba o en donde residía y comerciaba u ofrecía
Diferentes estrategias pueden intentar escamotear el mestizaje donde éste esl<í
<11', destrezas y saberes, eran también algo ambiguas. Otra categorías de la ambigüe-
devaluado socialmente, en relación a la manipulación de identidades y adscripciones
~hl clasificatoria, entre lo que separan como lo racial y lo étnico (CL 5.5), es el de
que citábamos arriba, Los mestizos en Puerto Rico se autodenominan como portorri-
JU\/JfI/JO en EEUU.
queños, una identificación nacional, más aséptica y menos politizada en el país J33 . De
esto hablaremos en el capítulo 5, en el apartado dedicado al Racismo. Identidades de fmntera, que en principio podrían ser pensadas y tratadas como
ilJllhigiiedades, pueden objetivarse precisamente como procesos sistémicos de cons-
Además, tenemos lo que ahora se denomina halphies o rnedia!1os, no como el
fillt'l,'iún identitaria. En contextos de especialización económica y cultural, pueden
Frodo O el Bilbo Baggins de Tolkien sino como identidades entrecomilladas
d!!r.o.;c fCnómenos identitarios que singularicen el papel jugado por ciertos grupos. En
('hyphanated'). Son gentes cuya identidad nacional o cultural es mixta debido a la
Ji! frontera entre Bénin y Nigeria, que establecieron en su día los estados coloniales
emigración, a la educacÍón en el extranjero o por parentesco (Abu-Lughod
íll'jl;Ínico y francés, en la región de Shabe, de habla Yoruba, se estableció una activi-
1991): 137. Tanto el ha/phy como el who/y (completo, entero) son construcciones
!Inri l:oJllercial relacionada con el transporte. La crisis económica de esta forma de
que han de ser explicadas, lo que permite reflexionar sobre los procesos de identi··
i!dividad ha promovido una identidad de fhmfera entre los habitantes de esta zona
dad y alteridad de otra manera, donde Jos límites del selfy el othel" no está tan claro,
hilsada en la reclamación territorial así como de su control sobre el comercio, ligado
o por lo menos no se producen del mislllO modo que en los que impusieron su domi·
H 111 intcrnacionalización y globalización de la economía, que pasa por la zona. Ha
nación política y cultural y de los que aquéllos son en parte resultado.
'"idl) la práctica de una actividad ligada el la frontera territorial Jo que les ha dado un
El discurso de la hibridación no ha pasado desapercibido para algunos críticos. é;1'lllido de identidad propia -atravesada por otras alianzas y lealtades-, en la con-
Spivak, por ejemplo, en sus dificultades para aceptar las identidades poseoloniales, fhwllcia -no en la separación- entre Nigeria y Benin. Los Shahe tanto de Nigeria
considera una maniobra ideológica fijarse en estas hibridaciones de la inmigración i'1¡I\lO de Bénin se dicen encarnan la frontera (Flynn 1997),
globalizada, desviando la atención de la historia del dominio colonial de los países I ~se es precisamente el sentido de muga en euskera, una zona específica de órdc-
de emisión de estos nuevos migrantes (Spivak 1999). De alguna forma se presenta jin; compuestos que no refiere a fronteras estatales consolidadas políticamente, sino
como el argumento que veremos también para la ideología de la multiculturalidad i! espacios de un lado y de otro cruzados, recruzados, vividos y experimentados local-
(5.7,9): un discurso tranquilizador sobre la mezcla que olvida las desigualdades Olt'lllc a lo largo de una historia de relaciones mutuas, incluyendo el contrabando lJ4 ,
Aquellos acostumbrados a vivir en los intersticios de límites estatales nacionales
pIJ(~dcn generar sus propios desarrollos sistémicos con dos O más entornos no necesa-
LB La diversidad sociodel11ográfica y categorial del Caribe, cómo en tan poco territorio. sin ¡¡;oliente en los mismos términos. Lugares y gentes por donde pasan poder, in11uen-
cmbargo tan disperso cn tantas islas, ha vivido tan dispares y complejos procesos históricos de
colonización, constituyendo un panorama hipercol11plcjo de procesos y estructuraciones identita
rias (Mintz 1971), será retomada en varias ocasiones, También el mestizaje en Méjico, Colombia,
Brasil y EEUU. 13·1 Sobre estas identidades de frontera. véanse (Kavanagh 1994) y también (Pujadas 1997).
1,1X Sobre todas estas cuestiones volveremos en varios lugares de este trabajo así que, al final,
135 En realidad más que un caso de multiplicidad, corresponden estos modos construcciones ¡<,Iny segura de que el lector o lectora percibirá que, aunque complejo, no es complicado.
exacerbadamente dualistas de la identidad/alteridad o a expresiones contextualcs de la misma (Uco· 1,\9 Como individuos socializados, sujeto que incorporan organizativamente un proceso de
tómicas y excluyentes al modo en que citamos más arriba \·ída [)iopsicosocioculturalmente construida, en continuo desarrollo, en un contexto local y socio-
136 Espero que el resultado se parezca m,ís a Pillocchio que a Frankesfeil1. hhiórico concreto. Aunque no siempre objetivado cultural y socialmente de este modo Apenas exis-
l37 Gracias a Nuria Fernández y Angel Día?: ele Rada por su lectura atenta de este epígrafe y j,."1I ya grupos humanos que no hayan tenido algún contacto con Otros que puedan considerar sus
de un determinado tiempo pasado, presente y, o, futuro. v¡1!idez de la capacidad identitaria/diferencial de las objetivaciones externalizadas e
in (:orporadas es también variable. La misma existencia virtual/sociodemográfica-
El marco general que posibilita esta objetivación viene dado por el paisaje del
¡¡¡¡.',Dle encarnada de las grupalidades clasificatorias constituidas por la relación de
trabajo cultural producido y objetivado por generaciones anteriores, el propio COll
';'.nlll~jallzas y diferencias establecida por la Etnicidad, también es objeto de diversos
texto histórico y sociocultural en el que toma lugar y el contextual-situacional de las
}/I ndos y formas de aceptación y validación social. A su vez, estos grados y formas
motivaciones, intenciones, deseos, evocaciones, intereses y planes dc actores y gru
pos, incluyendo los efectos sociales, queridos/previstos y no, de las acciones de éstos. ¡k legitimidad y respaldo, contribuyen a las diversas dinámicas de objetivaci6n ele
Í;p-; mcncionadas grupalidades y, refieren, en último término, al poder dc convencer,
Estas objetivaciones ponen sobre la arena pública su valor como depósitos identita
rios para su in-corporación y retrabajo social por los distintos actores sociales, iírgol'iar o hasta imponer. Por tanto, toda relación de identidad y diferencia étnica
Ninguno de ellos es discriminante neccsario ni suficiente en sí mismo para definÍI j("mitc, inevitablemente, a un proceso de validación sociopolítica según una distri-
identidad/alteridad étnicas, ni licne por qué estar siempre presente en todas y cada hución de] poder.
7.1. Estereotipos
7.2, ¿Qué hay en un nombre?
-
7. Estereotipos y nombres étnicos S~t.d l~t " Después de capítu los dirigidos principal men te al debate teórico, la etnografía que
Im'lui mos en éste nos servi rá para ir incardi nando la reflex ión y el análi sis en casos
I l1Ilcrctos.
196 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES 1'1l0CESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 197
que posibilitan determinadas experiencias clasificatorias, emocionales, prácticas, de qllt' hemos definido como pril11ordialisto sin darse cuenta de que era el efecto de
los sujetos en sus relaciones con Jos demás, los que le rodean o no. ;li"!rnninadas situaciones empíricas que no puede extrapolarse a todas. Por tanto, si
~J.\!!.'rcm()s salir de los efectos constituyentes de nuestra práctica antropológica -o por
Es decir, los grupos se construyen, y por la grllJl~ªli9il,(1 -como sociaJiclacl organí
¡ti ¡Henos mantenerlos a raya- tenemos que estar alerta sobre este tipo ele distincio-
zada y segmentada de diversos modos y con distintas intensidades- nos construim()~,
ik", lInalíticas.
En esta apropiación y reapropiación subjetiva se reproducen y redefiúc'¡l"'eT'sTgúífiCH
do y la posibilidad de existencia continuamente renovada de las grupalidades, COIl Porque no siempre encontramos casos como el que investigamos en RenterÍa y
todas sus consistencias, porosidades y ambigüedades 1. :..n l.-nnlarCa sobre las identidades étnicas juveniles (Ramírez Goicoechea 1991),
+H'H,k encontramos una gran correspondencia entre grupo étnico y colectivo socio-
Tampoco puede confundirse gruvalidacj con agl,'~,g;ldº" Éste último se dice dr
aquel conjunto de individuos sin relación entre sÍ, y es típica de una aproximación ;'k'jHl'l,!,~rülko, siendo sus relaciones, tanto metafóricas como metonímicas, altamente
censal a la sociedad. También es la de un orient[tción (-'_<:,1.11(),gr~fica o poblacional a Ji! j'n¡:'¡lil:l ibles, ~'~)?~StiÓ11, ~l_~_" 1,~",_,I?~1,1X~L~,I~,~~". por"" I~arle, de organislllos, e i nstituciones~,
Íi ¡, 1" )'cnd () cl,IJ~ta9()in1JlcriaL(L.'!!(»I,\:n'º (ce '5'6 r-Y-:'úcÓITCSiJo"sabITidil¿feil E,
misma. Sus elementos son individuos cuya s1.lnH1,c.ol1foUil.ajá:i.üiaTíd7id. Por su lado,
grupalidad refiere a relaciones subjetiva y colectivamente significadas entre sus pm , ~ n', Iru¡:<; i,q I1." ~,~.. ~ 1,,~,,~5n~,~l,~}p ~~~_~, cate go rí_,l~ y gr,llP?,~"",,~~,~üf:(is~,'~e 1 1)¿11s'~iJ c~'c ÜiicO'. .·i:}u e.
" !
198 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES i 'IIOCESO ÉTNICO, FEN6MENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 199
9_~_,,~J!~.! el yropi(),_g~·~lp'~~~_~"p}_~!~~!,~,:.,,_~~~~~_~_ y a~~_?_i_I!l,~~_~n~~J~,~E~~,~í y e~~A"~'~'''~~~~:~~ po~l,~~ ¡¡di) dl' la constitución de las Autonomías políticas de sus distintas regiones, y que
de otras conciencias posiblesd"()tr~~gl~uJlQliQ,,ª~,,y s~s identidades 6 Es un¡¡~alll(). h;ly seminarios, conferencias e incluso clases del idioma de origen, 10 cierto es que
representación colectiva? -{i1t·ersubj~!!.Ymnente __ Q.bJ~J.ty~q.ª e~}llc6"i:porad~~:-ü_ñ-~"1ma Iil IlIilyoría de las activiclades se realizan en español "porque vivimos en Uruguay y
gen qlle se dota ,la c?l_nunidad! recre~l_ldose internamente ~_01-no-l1ilci'o;ltornó! 'para, !Ji, ",;I"ría bien para los uruguayos que quieran venir" (Ramírez Goicoechea 2002).
iniá(isístémic,(l11~~.m~?_.E~P~~~.!~.~t§.~,_~rctrátmJm:s.~ y 6iTentarse, ~d~.ltro...sh~_. _pn canm.Q:::de
relaciones,arena"xes"eI1.a¡:i()~Let'1"l)(li,aies, en .1osc¡ue~cís~~~:!''':'.~''''3'E~ invoIJKr4~. 1':llllodgenque se relasionanidentic!ad,.pertenenc.ia y C;gnc:jeneia,Jª.inl'ms,idad
dos como actores coleclivos 8. Es cuestión de una autocleñnición más o menos inte" y ll,' vl:-_I_·si_bilJ~,~_~L.~,~~,~E~~ "~~,!_~~, ,~ilnen~i ones, _ P,u,~SI.~ "q,a,~·,h.!,gm:JLJJ.n.ª~_f'.Q!?1J1!1i4g4: Ésta se
¡;ící¡'¡za(¡;íy~;;¡;j;¡¡v;;;l1;'~(~~ostenida, posible dentro de otras. Entretejida en la bin ~kl_¡I,e,"có'n las mismas salvedaae~~li'eci'1as~p¡tra el grupo étnico entre co~~~pto clasi-
grafía personal de forma más o menos intensa y vívida, ubica al os suj~toscfenií:O-d(:1 ¡Ir. i1!urio y soporte/agente sociodemográfico, por un tipo especial de relaciones, al
grupo y con respecto a otros grupos que puedan configurar el mapa social dinámico \!!"d" e" que las tipificaron Ferdinand Tiiennies (1979) para la Geil11el1sh~ft y Emile
de su entorno. Pero nOJ!ocleIl10sJlel1:;"g:Ia~Ci'.lllº.mla~~'DlelQ9.\!ÍlLi.lli!."pendie111e~~J"s I 'wkheim (1985) para las solidaridades mecánicas. No todo &rupoétnic()puedec2n~
prácticas humanas; como en toda clase de conciencia, es en ellas de donde se nutre qdrrarse una comunidad.§ól()aquelIas grupalidades ()~\e. se d"finen por la¡;;iensi:
y por'-I~is~-qiü~~'existe, pudiendo, a otros niveles de metarepresentación, trabajarse y >Ido!, emoóonaliclf!ª, le~ltªfl, soliS[iúiclJl,fc9IÍljiromiso,iñi¡Jfíc¡icióily' orientadon
retrabajarse continuamente (Ramírez Goicoechea 2006). 1~\1! 11),_11, iy_,~, Y pre.sc,riptJ,Yil, _Q~_ "sus _ ')l-ínculos, in~,e~:t?,<~ii)gijl,~~kli.l;_~:,j~~'ro tal#bj~li:Qb3e
Iívnd,lS .inter~';1l?j.".\iYaJnente com9J.ales., puededefinir:se.comO.. COJÍlui¡¡iTád.
La conciencia étnica, puede evolucionar y convertirse en un atractor que puede
orientar parte o buena parte de la vida y el significado que los sujetos individuales () Fs éste el aspecto inefable, coercitivo al que C. Geertz (1963) se refiere cuando
colectivos se dan en el escenario sociaL Puede traspasar las lealtades, solidaridades í!ilhlll de lazos primordiales, en donde cuestiones de emocionalidad y moralidad son
y vínculos de clase, género, edad, afiliación política u organizativa. Y lo contrario. La nmdamcntales. La comunicación emocional es crucial en el mantenimiento de las
correlación entre grupo_y,cXllJc{encia é,tnic:ª~ __ p~ed.~_r1-º_ ,~SUH: tan cl~fu. no sólo ~ll¡¡ k,dladcs y vínculos grupales de este ti p0 9. Veamos algunos casos.
hora de comparar varios casos, sino en la propia dinámica histórica y contextuaI de Las emociones y sentimientos dan forma colectiva a la experiencia e identidad
un mismo caso empírico. No hay, no puede haber una conciencia étnica -como auto- ¡J¡-- grupo también por medio de la transmisión de narraciones, expresiones y l11etá-
descripción identificatoria- h<;mogeiie~if¿r¡odojiúesloijüeSuss(jE:~rt~~fena¡¡:ií,,~ Idl!" (,1 ames 1997), pero también de chismes y rumores como en los Kaluli de Papua
.ci()nesn9I.o.. s.9n.!!!!llPoc(). Los modos y grados de incorporación, los contenidos y sus N"""a Guinea (Schieffelin 1983). Keith Hart (1963) cuenta como en los Tiwi (norte
. formas, sus poderes siñlhólicos a la hora vehicular jPen.t.ig.ad Y pertenencia varían. di" Australia), la teología, los arcanos, el mundo sagrado y natural (cosmología, geo~
sobremánera encuanto que los. age))tesqueJa SOpOJJaJkIedefinen y'seo;:íc;;:¡~;¡;acTJI ¡¡!¡día, biología, etc.), la "herencia cultural completa de la tribu", es comunicado,
.la .misma, también 19 lmcm.ceL 4.5). .~~~.,... ,.,.,~-~~- \,o",diado, en contextos de fuerte experiencia afectiva y emotiva, con un trabajo
Lealtades y vínculos pueden expresarse! ejercerse, construirse, objetivarse con d!-'lnmínado sobre el cuerpo: posturas, prescripciones alimenticias, contactos regu-
textualmente. Merece la pena resaltar el doble vínculo de la lealtad de los españoles l¡¡dos, horarios y dietas fijas. El uso de las emociones, unido a determinados traba-
emigrantes a Montevideo tanto hacia su lugar de origen como hacia el propio l"" sobre el cuerpo es intrínseco a la mayoría de los rituales de paso, residiendo en
Uruguay. Toda asociación étnica celebra, como su tradición más añeja, tanto las fes" di" huena parte de la eficacia social de los mismos (Turner 1980). Tambiah
tividades patrias uruguayas como las regionales y nacionales españolas. Ambas ban, ilillnbiah 1985) también ha señalado reiteradamente la importancia de experiencias
deras ondean en sus seeJes y lugares eJe reunión. A pesar de que también ha habido !lnlisl¡cas multisensoriales como recursos para la incorporación de conocimiento
una revitalización de las otras lenguas del Estado español (catalán, gallego, vasco) al ", ... ¡al práctico y representacional con consecuencias para el reforzamiento de la
lIknlidad y la grupalidad.
Ilrad Shor" (1996:210yss) destaca la capacidad delritual deenactuar laexpe~
6 Muchas veces los conflictos aparecen por el no reconocimiento de una identidad colectiva
!'enCia común, trª_~r públicamentelamellloria súClillde .(acOlnunidad,~sin 'dis;¡'aer
propuesta, o cuyo espacio reclama el espacio ocupado por otra, o le disputa elementos de refercll de la diferencia entre la..realidad ordinaria y la rituali~aeJª. Explica cómo los rItos
cia y símbolos. Los procesos de reconocimiento como formas de objetivación y evidencia social ,k iniciación de los adolescentes Murngin en Arnhem Land, al norte de Australia,
son tratados a lo largo de todo este estudio. ¡,,:¡milen la trasmisión (re~construcción) de una epistemología y de un ethos por
7 No se trata de unafalsa conciencia en el sentido marxista, a pesar de toclas sus miSl{ficacio/l(ls,
parle de los mayores y su aprendizaje (re~reconstrucción) enactuado por parte de los
Otra cosa son los usos políticoeconómicos e ideológicos de estas mistificaciones. eL Capítulo 5.
8 Si puede hablarse de acción grupal, colectiva, no es CIl tanto en cuanto a su existencia como
algo empírico, autónomo y supraindividual sino más bien como origen -atractor- de unas misma~
lógicas de actor (Bourdieu 1980; Sainsau!ieu, 1985:303) y de pensador (Garfinkel, 1984) y de los
efectos no previstos de estas acciones. ') (D'Andrade 1981) (Wenlworth 1994).
200 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I 'POCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 201
jóvenes, en donde lo 9ue se aprende n~)p~I~~~ __ sep~~!:~lJ"5~_~!_c;,,~(?,mü.~.~ aprel~s!~~J,_~~ WW fuene. carga emocional incorporada y experimentada en pn:ícticas, narraciones y
pnícticas sociales que lo incorporall"_,,Pó~~I1.1_1_;_ es'ta _(º,rl_!l~__ g~. ¿Ú~·~ip.úJj.ctadY re0s}_q~íl !'Jhq¡l'stls, fuertemente implicadas e implicantes para el sujeto, y, por el contrario, las
Ijdad puede OlJer,ar_ C~)I?:O comunidad, -'-l!o-,-:~d, dentI:() 9~_ una topogrq17a 111(~DXl ,¡!!nhJadl:s y afiliaciones) la relacionalidad dUúsa con otros) con los que el sujeto puede
(Taussig 1987), por elque se descril1GnJasicleas y práetieas'qucTéísmiel~han' ,;<h¡h1cccr referencias sociocognitivas menos vinculantes y densas emocional y psico-
t~I?,_qJ~_~_<:,TYm: _ -º,_ por lo menos, ~gJ)l:~,I~l.S__ qU~ ~~.~,~!l,..1~gi,Ú!i1iiLglli'~ª~éiQñes~ejdea.~....!\~'i{ j,\-g h' a l111~-llte.
:j,e"c;g_!l,~tE!ye___c.Qn:!.!!!1jAt.!~tl o. b-; obvio que ambos están en 10 cierto, pero para el primer caso reserveríamos 10
't
Siguiendo Cün la observación de Brad Shore, las identidades suelen estar ligada~ ilqllí estamos definiendo como comunidad étnico. No se trata de todo o nada,
en su desarrollo y übjetivación a la construcción del vínculo grupal del sujeto. y su ;'eHp'l de diversos dinamismos proces'ti'iiTcs"")i esúlicú~i1':úles, diversos niveles ele com-
reconocimiento como miembro del mismo, pür medio también de los ritüs de paso. 1,ir¡idad fenoménica y analítica, grados, tnlnsitos) distintos contextos y cronotopías
La sücialización humana es siempre socialización en alguna fürma de lo que Gil dr l¡¡S Illaneras de relacionarse y vinculares desde el marco categorial identitario étni-
Occidente significamos cün Jos vocablüs nosotros, lluestlV, y que expresa una ideo, ¡-¡J, ,\~l: puede pasar por distintos momentos, las interpretaciones y prácticas contex-
tidad compartida mediante lo que (O' Andrade 1995: 164) denomina como seif exle/1 tlPlc;; puede variar hacia una u otra forma ele estos vínculos y todas sus posibilida-
dido -aunque sería mejor decir self "extensibIe"- y (Postert 2(04) prefiere llamar +" ill!cnnedias (si social y políticamente son permitidas») pueden ejercitarse en
se(f colectivo. :,;os espacios sociales -públicos, privados, semipúblicos-, el devenir histórico
Los rit()s___ d~_paso nü__ ~on_...l)1gras,.té.cn~.ca,s. __º~,)1grega~i.Qn,Jtla.,~QU:LtJJüf!ª,4, Uno l)()"
punIr hacer prevalente una u otra forma de relación en determinados momentos; la
sólo se cói1viertec"h'miell1bí:o de derecho de una comunidad determinada, sino quc's';_;""" Hih'fprctación de la situación y la ejecución ('performance') de los actores puede ser
·----fihCIa"ei1"bs localiiaC'io'¡ic'i;;-"é-oúi¿fúiúi1dós-dc' vidá'; coíüü socETídádc~oI1tex1uaITrife'i" ¡hk y variable en este sentido,
·~ilcdv¡l"húli~dl'at,~l"., convii:üelldóse eri'''iEf6í:es peá6"nédentes a'--úí1a'~coil1uí1l"aa(rsltu-a(ri; 1.\) <ltle definiría a una comunidad es _1,n!~~J:i.~}! _ _ ~.!..!tE~~si~L~J;Jºilll1C.S.,-qJlG:_YiJKlllau
(AllPaCI,;;:;;;;:i.oOO: 179), Los ritosdepaso,en esesentido, son técnicas sociales par:, ,;1 ,''¡I;¡ nl,i_~_I,'l:?f()S·;"-¿}ile"p·oi;-C~,()~-ílí"í,~n?"10~S()11. (Comell 1990) asegura que una comuni-
la 'producción' de nativos: Cóino deE(il-Ci"fffol~d Gcei:tz TT;"ser:--il-;¡;;;ano en Java-inl"j;li d+ 1 n,() '~,~:,,1f.irI;(úp~º::·,~Iil_º~:.Ú~íÜi:-,'f~il·~1~~'i,~~IG~ó,mmüzar. _,COl1C,cptualUlºnte
e j 11,lerpYcuú:"el
cáoa"".s·eY}iivái-¡'é,~;~'--·L'~:i"a~ngnación de nombre propio, que varía crosculturalmente el) ¡¡n!,l,l,~,!,~ l, también d~Y.':,~,~t,iE~~Jo:· .~"._. - ____~ww_,
cuanto a planificación, disponibilidad de nombres limitados en el grupo, rituales dt'
"1 ;11)1 bién !l"t)' __ ~j_CI1!p los etnográfico~ "q~l,~. "c_()TI,·,esp.o,I}qqll",~l,.-la", s~g,~ln.sI,~~,_ p~~H2UL~!Ad,
advocación y protección, formas de singularización por razones de destrezas) episo
l t nl ! \¡ \',Í l,l,~_~I},?,?,,~!~~:?,J~Ú95,,_...!!!,e n S) ~'" ~.tyj]njS!-.95 y 111 e1'1(;~" JITlp U,,~_~~~~,~CS) !~SL"l;n,,~~~E,!:Ü~lg§,.JJ,9
dios biográficos, etc, (CL Bodenhorn 20(6), también formaría parte de este recon"
','lIl1ll1h/cc(/, ..fL (¡n!!s (1979) habló en su momento de elnici(/o(/,I'ÚiIQÓ,UW de las,ter-
cimiento de membresía grupal por otorgamiento colectivo y reconocimiento de iden
'-,tr!,:~ y cuart,~,~ ~cn~,ra~ione~ en Estado: UIli(los, ~2!ll~id~D.!lsLª,~!~§,,,~~_~b.~riP.,H.y'~~~,",ªJl!,fl
tidad personaL
".-ú,l,l,.l,~,E,;IS y oríg~Jle?'_ _ d~JKl?X:.Úl?~p~"g~n,~t~1~iº.Ü. í2,~!,~q 5Úl"PX[!,ºliS;lU2Q1JJ.1W.ügI!ll, con~())!_nft
Iü 1M: ri P~_~.~s.,~~~~~.t~,~,!~á': t;n'a _T~~t_0E!~.~,~,, _ ~.iD,S9n~~,C~_I,~11~,i~l~ ,e11 J~!".m:gmL§9~jªJ, q~.J)..9Lnili,ül~~,,~
ílli.--'l'isamente la adecuacl''ón elel gI~llp() a}asJ,ll~e~,~s "c;~i,g~,l_!~t,!,~___ ~!~ ,1,~ ~()~i~(hld, :;u inle-
:M! ilt,'j¡')tl pl_e,I~,~l ~_n, pro~~sos ,eC(~Eº,mi.~9.~_ ~()_y,ÜJJes Y--P(;).it,i~os, ,~,i,ll g~I~"'f,t''-~'!'ic'¡~J:l1',l(X?_li,'-de
2,3, Comunidad, conectividad y grupalidad ji lj i1íd ent'i ,t~ ',l ~,~,·.?,~,~l.T<~_-. ~ ~iE~~!§-'fo nD_~\. ~,~ _ ~~}1 ~l_ ,~9 ~.~~~~~~!.9"~,~, 'SC!l,~lÚJ, o,b:;J ~}~~úÚ;, 'i)Óí:.·,?J~_l~! p) o,
rOLl h~ mQyiUÜ<-~~L;mcial. No ~1i~ tanto cuestión de participar activamente en organiza-
Cuestionando la pertinencia analítica del concepto de identidad (CL 3.4) I( ;,'il,llles étnicas como de 1l,1~,,~! __ gl.~_ctc ..de_sel1.timieDto de,'perten.e~,er_a u.1},,_gr~1pº.,~E?Ynü_
Brubaker y F. Cooper (2000) se apoyan en la gran diferencia entre lIna identificación
grupal, exclusiva, disolvente de las partes en la totalidad, que implica generalmcntr
ª
'\'1 1, tlll,a b ~S,9 u_ ~sI..',l" ,ngm i11 af _ ~J9,~ .9.rfg~n~~)-. El? __,:ea J,Í,cl ad _
s~, tr at:',1 ,n~ ~s ,..l~}, eIl ,(~e",_<~,~Ú~c_g,~l
dD'" que de',,~i'uP?_s__ (~l,~g,~lniza,d,os, con interés por TilI1i~úo'ria, el i;,ltrimonÍo' cuJtu~:tlf y
Id!" ¡-le stas de -aút"año, en donde lo,~ nU~,SS_I?le,~i"a _li_~l~,~I~" ll"!l,, p,lp~',1 ,fUll?~lIl1el,~,tal __a__ b~"h~?J,~~l
d¡~ -','11,1),1 icit~_r y h~cer _\'isi~J~.~.".~~,t.9,,~, . _ 0úú!isilº,~_~-- Este 1-cncS;11ello' ápári~cÚl e;'l Ést~dos
\ lnidús'c'f'iü'e los óriginal'Tos de alemanes) escandinavos, irlandeses y otros, ligado en
10 Así []Ose construye comunidad: en la Guerrade los Balcanes, instigada desde sect()n~',
político?,-J:¡llHi·<l're.~"c'Tñi-é!eci"~I~;~lcs'co!-iCi:etos, paI:U;d,'e)Ú~~'bla~i~ll fueobligada a identificarse ':~w, 1''''1'' ¡¡ intereses políticos y económicos (CL Hall 1992), ESlelipo de revitaliL~c:i(Í11
detennina~las ~_,~t~gºri.z:(l~i{mº.~,,~~,!1.}E~5, pr~mocion<~d,~\s Aesd~~.:(~),~J?~~~~i1s:rl~ú?s y .f~C§1~~:'7(·lr I.il /íg/¡¡ podía ser débil en la primera generación, difuminándose en la segunda, más
da a sentirse y expresarse como cOlllllnidad, a l11'ostráí-"lÍÍlu conciencia, lealtad y solidaridad ,(tnl "'i
¡'¡ .1', '\ )C II Pa4,ª_j?:9:rJJAA~tEi?.iZú~~:id.l:j' e~,--~,~ i ()' :,~',I~,':,'Jii:-, ~p~i ~_g~ii~,'_ 9~ "a,~? ~r~úi;' "y"',\;or~Tel;:(f¿)"":t
cas, ausentes de sus formas de relacionalidad y socialidad precedentes, negtílldo a estas gentes l!¡
posibilidad de imaginarse a sí mismos de otro modo, fuera de las oposiciones exclusivistas étnica i¡
fl I)j I re ~~r, 991,1, ~.?,~,~.?,,5~~,~, X~~I?,a~U~Jl1~Ü~.lG',er1l'- co ~:~) ~_~,!E~~ ~~,g.i.~I".i,~,e 1:iifi,c,tt o r,i_ ,l',~ Il"~( co
0:~:"
tuJí JI) de la ,~pi,son,~~g,~,,~__ ,g~,L!J,!.~_U,Ü:¡,gj?ot perº, _ ,~~,ri)_~.1"~I1, ,eIl,,,el ánlbit(), d_~ ,,~·i.tl. .t~~~,jiJ~Jiit~la
(CL Hnyden 1996),
11 Ha pasado a mejor vida uno ele los antropólogos más influyentes en los últimos treinta Hllm Jh';,; belig~rante,s"I?9tP9_g~r y re~5:~D~j~~~.~.QJo.
202 UNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES í 'liC)CESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 203
Otro problema añadido es la relación entre gru PJ) y cultura '2 El sujeto colectivo, t IIIl lIUlH lidad categori al _CQllJ,lll1idod imagilUlda- y, sin embargQ......poca conectividad
tanto como grupo clasificatori o, como actor coleclivo;srem¡;re es una agrupad'3il .. 1t1I'1 -;¡j, como en el caso de las identidades nacionales.
heterogénea. Las comun idades no son.los correlatos sociales de las culturas enlenal Po r mi parte, retomando la d iscus ión fi nal sobre Teorías e n Etnicidad (3.4),
das como conjuntos homogéneos y claramente de ljmjtadas en su s práGrieas y reprc lo' IlliOZCO que no deja de ser apreciable este intento de precisión analílica. Sin embar-
sentac iones. Gerd Baumann (1 996), estudiando sikhs. hindúes afrocarjbeños, ~I 11. ~'OIllO hemos visto hasta ahora, hay situaciones en las que estas tres dimensiones
manes yNanCiiSen Soutball (Lo ndres), en ninguno de los casos podía encontrar Ullll litl 11 IJrecisamen l e relacionadas . Cuando así sucede, y con las correspondientes cau-
correspo ndencia empírica definitiva entre cultura y cOlllunidad. La idea de hel:Cl¡¡¡Jl 1, 111' de-constructivas, creo que puede seguir siendo útil hablar de identidad.
compartida q ue cada cOlllunidad étnica identificaba con cultura difería en cada caso:
para aquellos origlOan os Oel su es e asiabco, la Idea de cultura reposaba sobre su,
creencias y prácticas religiosas, así como sobre as pectos concretos de la di ná mica his
tórica del subcontinente indio; para los irlandeses e ingleses, la idea de comunidad so
lo M EMORIA HISTORIA Y TRADICiÓN
experimentaba en términos de pérdida de cohesión social local por la llegada de III
inmigración; para los afrocaribeños, vinculados a una ex periencia (re-creada) idelltijl
cante común, la explotac ió n, pero también como una pertenencia trasfronteriza y glo "Aturdidos por dos nostalgias enfrentadas como dos espejos. perdió
bal disolvente de particularidades cul turales -el panafricanisl1Io-. Para los fflusul/l/ fl su maravilloso sentido de la irrealidad. hasta que terminó p or recomendar-
nes, el aglutinante identificatori o era, obviamente, el Islam, tanto como creencias y les a todos ... que en cualquier lugar en que estuvieran recordaran siempre
prácticas religiosas como cosmovisió n universalizable e inclusiva de cullt/ ras especl. que el pasado era mentira, que la memoria no tenia caminos de regreso,
ficas. A estas cO/l/unidades asLrepres~ y pr~as, c.2!]]§pondían luga res que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desa tina-
específicos en la estructura demográfica, política y social de Southall, lo q ue, a su vez, do y tenaz era de todos modos una verdad eflmera ".
Introducía nuevas din ámicas de re-creac¡(Sn y reformulación 3e la relaciÓn entre COII/l/ Cien años de soledad. Ga briel Garcla M<1rquez.
~s y S llS 'culturas ' (Bauman 1996: 146 y SS.) .' 3
Sin embargo,J3eruJe.)( cree ql~unque las fronteras étnicas no se correlacio nell
con rasgos culturales objeti vos de ni ngun a fo rma regular, ~r q~oda
mas inferir que los agru pamientos ('groupings') étnicos no tengan ningú!i1iíiídarncn- 1,1, Considerac iones neurosociales d e la memoria
to ('ground ing') ~Bentley 199 1). Este fundamento seria la estructura profun-
da del hábilus que proporciona sentimientos de identificación entre la gente. Estos SegÚn Jan Hackin g (1 995) el interés académico or la memori a se consolida en
sentimientos serían apropiados conscientemente y dado forma medi ante recursos sim- 1) 'citten e a fiñlües e SI o XIX, en estrecha relación con la idea de ue constitu e
bólicos ex istentes, entre ellos, los étn icos. Para Cornell (1 996) un grupo étnico siem- , 1 natenal ara el autoconocimiento, base p1ifaC'Onslruir a I enl) a persona como
pre tiene alguna forma de cultu ra compartida, aunque sea mínima (cursiva mía), !liS Itu tO de lo que se conocía or alma . Nuestras ideas morales y legales sobre la res-
Complejidades como las descritas hasta aquí han contribuido a las propuestas de IIOl1sa 1 1 a 1Il ,vidual también tienen que ver con esta idea de continuidad entre el
R. Brubaker F. Coo~2000) ~ara-desh cerse del conce to pe identidad, descom- I/'U·y la memoria personal.
poniéndolo en tres: co~~ (comparti ción reconocida de atributos, objeti vada y La memori a es un conjunto de capac idades mentales ue nos enn iten in-corpo-
tta ajada con ocasión de acontecimientos, discursos, etc,), conectividad (relaciones e 1M nuestras expenenciaSbara SO u ura recuperacI n reconstruCtIva. La e moria
in teracciones, redes, que pueden propiciar la acción colectiva) y gi!flijí;.id.a,d (sentido I; nto proces~ como resultado de capacidades de la mente. Recordar es una fo rma de
de pertenencia, lealtad, solidaridad),jli..Ia coincidencia atributiva categorial -<:ompar- p nsar sobre lo ausente, una capacidad de trascender el aquí y ahora (S ullon 2002).
tir u ~trihl!!QS- ni la-.:onectividad juntas implican O ga~anti zan />11ipiiTíclad ('o mo capac idad, es el res ultado emergente de otros procesos y destrezas mentales de
-
I1eCesariamente (i bld,:20). P~ede lía er un fuerte sentl o de grupahdad, pertenencia y Il n cereb ro configurado fi logenética y ontogenéti camente du rante una histori a evolu-
tiva y de desarrollo. Se materi aliza como inscripció n corpo romental de nuestras
'x periencias, conscientes o no, cuyo resultado es un determinado patrón neurológi-
'o, o patrón de patrones neurológicos .
12 Véase al respecto el apartado dedicado a la Elnicidad y la Cultura (4.6. 1.). Desde una E pistemología Evolutiva, podemos reconocer que todos los orga nis-
13 En el caso de los asiáticos, el sistema de castas se configuraba como olro entorno seleccio~
nado para la autoorgani zación sistémica de su(s) identidade(s) Cf. Baumann, 1996: 12 J Y ss. En otro
mos, al autoconstituirse en relac ión a su entorno, de alguna manera establecen re la-
lugar comentaremos (5.8) cómo pueden reelaborarse éstas en otros contex tos migratori os. ciones recurrentes y patrones repetitivos de acció n y relación, que quedan de algú n
204 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 205
modo registrados bioquímicamente. No es que ahora vayamos a investigar los q¡dl'r momento. Su modo de recuperación s~ría mediante la evocación. La memoria
recuerdos de una ameba, pero sí hemos de reconocer esta capacidad rep)stral y de iI 1; 1rgo plazo r~.q~IJ~Ic=~I.~~,p!:,c~<:'~.~.?__I~_~.~\~j~~iliS?-Y' seJ]~~i~~~~~-Y-se?lli1ri~~!:Üll?llGLQL(QJ.iPg
actualización de todo ser vivo como sistema autopoiético con un entorno con el que ¡,k nperaciones mentales como la reflexividad, por ejemplo, la a!J1Q.Q.Qnciencia y el
establece relaciones regulares que se convierten en patrones de relaciones. frH,:,(i:i.m]9Ü:~Q~T':-5s'Ti1vcstigaciones ilell~~oT~~ilc~s sobre la memoria, su ci~~~ft~~~ía y su
Homínidos y, sobre todo, h0111o(f'érnina) sapiens sapien\' representan, hasta !i'lal.'i6n con actividades mentales concretas irán avanzando el conocimiento sobre la
ahora, el caso evolutivo más complejo en este sentido. Como conjunto de huellas de , upcratoria de todas estas distinciones y si todavía pueden mantenerse sus definicio-
nuestra experiencia puede ser reMtrabajado, meta-re-presentado y re-redescrito. El '1,. !h\C; la! como hasta ahora. 15
grado de esta recursividad redescriptiva posible -los niveles de recreación interna de E. Tulving (1972; 1993), hizo una distinción importante en la memoria, según
la complejidad- está distribuida filogenéticamente. 1/1 tipo de recuerdo: aquella que se refiere a las experiencias biográficas, episódica,
La memoria, es condición y resultado del aprendizaje. para aprender, tenemos .\' ¡¡¡¡tlella referida al conocimiento del mundo en que uno vive o memoria semánti-
r_'_'" ",-----"'--"- ""'~- ----- - " ,,- - --' - , -""""--_ •....--'-- - ,,,.----"..... ~_ ..
\'il. 1,<1 primera garantiza cierta continuidad de la identidad, la segunda le ancla a uno
qll¡;_ J)a~"ti,r_ ,(,Ie _~gJlociI11ientos y experiencLas prevjos,que~_,a,.su_.\!CL-,'i.qªDJ!:.<:!!.~orn~~~:
(~o~J<~lúíbjados, reforzados, et<;:.) a través de su reelaboraci(inJ~nJ.a.--'~.xRQ.!t~.ncia,.J2!:Q.~ r'n /11 realidad, permitiéndole recordar recursos para manejarse en ella. La memoria
d~lciendo nuevos recuerdos. Decimos que hemos apren(ij_do_alg-O . cullll~!º¿Qmos ',rllJ;'Íntica también se cita como memoria conceptual y memoria léxica (eL
---.... capa--.. ,~~
~és-,"-,d,?'_"tt9(!tl()' a la cc)nscien'cia para operar mcntalm~11_t~"~~)n,,ello en situacIOnes IllIlllJlhreys, Wiles y Dennis 1994).
s¡¡í-;Úares' ó parecidas 14. La memoria conecta el pasado co'rl el' i:j'j'c'sC:i1Ce~-CaI)aciÚlndc; Según Campbell (1997) y también G. Edelman (1989), parece que sólo los ani-
'-ílOS pára su iútei'iJn3tación y la acción. Del mismo modo, facilita la planificación y la ¡twles humanos podemos experimentar temporalides particulares, singulares, concre-
prospección, la imaginación y actuación sobre el avenir Ijl'> y significativas, en relación a acciones y situaciones específicas.
D~sd~_?l p~ln_t? _ ,?,~, -"Js,ta,,<?p-~ra,~i~~,!lal, existen difel'~nt~~ criterios d~_.~~!asifica~}_~!~ En algún lugar he leído sobre la existencia de marcadores temporales neurológi-
de la inemoi-íii;- coúesljü'n<Ilentes"á, 'distilHoS"I,1.1.apaS y proEcsós~Y1ClIT~logico~~JJ~.~~é~_lCC- ¡'\).';que acompañarían a nuestra experiencia (acciones, representaciones ... ) cuyo
,U,Yidad y reel~_t,r,adas. '.-,~. ~ "'~"-- ,~~ . _,,~_e_ -, patrón connectivo permitiría enlazar diversas áreas funcionales cerebrales, pcrmi-
Tenemos diversas clases de memorias si atendemos a su contenido. Podemos Hendo ir más allá de la coordinación biológica, sensorioperceptual y motriz activa eJe
hablar de una 1l1.G.lllOIÜ:.tvisual, de espacios y lugares, pero también de caras. Tenemos distintos seres vivos con distintas fases, ritmos y ciclos temporales. Estos marcado-
una memoria auditiva, (le's'üúidos, voces~ y fonemas. Una memoria léxica y cQ11<;:.,9JJ- I!.'S estarían conectados entre sí, al modo de posicionar ciertas ocurrencias y expe-
lu,aL Una mei'ií'üi:ia'linésica y cenestésica, postural, motora, háptica ·=cteitacto y la j a'ncias antes o después que otras, sin menoscabo de la concurrencia necesaria de
temperatura-o También de datos, números, hechos y sucesos. También de nuestra nI rlls procesos neurológicos.
propia biografía, que intcrviene en la propia imagen que tenemos de nosotros mis .. Squire (1986; 1992), distingue entre memoria declarativa y no declarativa o pro-
mas y de nuestra vida. 1,'t'dimentaI 16 • La primera incluye aquello que podemos narrar, contar, comunicar,
Men1,Qria__ H,coTt.o,-plazo,s.e_ r~J.i_~F~_,,~~..J.~l m~ln.Qd~l_ei~~.~~~_Q....de",!rabEJg ('working "ohre Jo que opinamos o nos pasa 17. La memoria declarativa es autorenexiva, exige
memory') disponible en un momento dado~relacio-ílada con un propósito sociocog·· nlgtín tipo de medio gráfico (escritura, notación, mapas, memoria extrasomática,
nitvo, emocional, etc., concreto y un proceso de atención consciente. Es la que se
aplica a las respuestas rápidas e inmediatas, a los scripts, schemas y automatismos,
Aunque no dispongo aquí de las referencias, algunos afirman que las memorias a corto y
1)
en las que hay poco re-trabajo consciente de materiales mentales. Hasta ahora se ha
1i!1¡!,()plazo no necesitarían de una circuitería diferenciada. High-temporal resolution cvent-related
pensado 9\leelprocesalnienlo.d.eestGtipo.de. alnWcelJ'lllli."llt()j dis]~"iiI~ilicrad,,!!J,' hlaill potcntial (ERP) and clcctroencephalographic (EEG) cohercnce studics of tlle ncmal substra-
memoria de trabajoJul},<::i9!,~,~_r_í~,y~1_ fJ.q~ralr.:l(L El número de niveles Ínanejados en esta h' 01" short-tcrm storage in working memor)' indicatc that the Parece que hay una ca-activación 505-
memoria parece estar linlitaeJ() '-\ 577, ro~'qlle parece observarse croscultllralmente ell ]i'llida cntre le córtex prefrontal y los sistemas corticales posteriores a la hora de la percepción y
casi ladas los sistemas etnocJasificatorios ('folk taxonomies') (Ce Atran 1990). El ('1lfl1prcnsión e incluso almacenamiento de la información. Esta activación ocurre ya desde el
1I1(j¡nl~nto de la codificación!comprensión y continua cn fase dc retención por mcdio de la atención
orden lingüístico también parece estar constreñido por estos límites (Hawkins 1994).
dirigida propiciada desde los sistemas de control prefrontales. Así, daría la impresión de que la
La,J1~_enlori;1---~--largo,plaz.o.,('-10ng-term InenlOry') no se encuadn~~tos paní .. nWJlloria a largo plazo relacionada con el córtex posterior proporcionaría el material rerpesenta-
1_11etros y sé"-d'i~~"q~~~...Op~eÚ~-~-étL:{?j_k: Cií"CX-IJ'¿i:Jcllcia, 'cl'daléT;-"sé-l'i}aría eJurwlte mils i.'Ínnal quc la mcmoria de trabajo nccesita.
<tiempo, y estaría disponible para su recuperación transformada en principio en cual .. ¡(¡ Véase la noción de esquema tratada en el 1.3.
17 Sin embargo, para (Tcnace 2002) la memoria declarativa no presupone necesariamente
l'apacidad lingüística. A partir de distintos experimentos con monos rhesus, llega a la conclusión de
qlle la evaluación de rangos y jerarquías no requiere información proposicional, sino memoria
l.¡ Si fueran distintas, hablaríamos de c/"OslIIodalidad. creatividad, etc. 1krlarativa basada en infonnación analógica.
206 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'I<OCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 207
representaciones iconográficas y emblemáticas, etc,) o gestual o vocal (habla, canto, ¡dpn~samos información sino significado, del mismo modo nO recuperamos infor-
lenguaje corporal, rituales, dramatizaciones, etc,), ífw'ión, sino que re-elaboramos nuestras experiencias y las huellas que estas han
La segunda trata de los hábitos y procedimientos, constitutivos de nuestra formll d('jildu en nosotros, patrones dinámicos de las anteriores.
de actuar y estar en el mundo, objetos difíciles para la reflexividad narrativa, a menu J ,(\ memoria no es una función completamente independiente de otras tareas cele-
do inconscientes, formados por automatismos, Esta memoria procedimental incluye !Ji ¡JI,'s la percepción, la imaginaeión (Bartlea, 1995), tampoco de las emoeio-
C0l110
la memoria del cuerpo, es la que se aprende desde el nacimiento en el control y OJlI ik ilih ILaird 1982)21. Incluso es posible que sea una capacidad a-modal (Coccia, et all.
mización de movimientos (que es algo que pierden los enfermos de Alzheimer). ,1¡HH), no en el sentido de un memoria generalista, sino que, a pesar de todas sus fo1'-
Hay olvido selectivo y no sólo de 10 que no gusta o no interesa '8 , sino olvido de illi!:'i, es una capacidad no sujeta a la especificidad de cada una de ellas,
los orígenes, de los procesos de nuestros esquemas. No hay marcador cronológico I,;¡ memoria es el resultado de una estructuración neural dinámica. en reconstitu-
para eso, Así se construye el mundo de las evidencias, de '10 natural' y de lo 'necc> -\ ídlj' l~l)ll,lri!;:;;:"'d'~i;~;;die~~te'-~p';¡~':~~l-~~-hó~n'¡l~id~;~~t;;~;~i'~~~~cli,nc-r~J_p,~,I}(q:',d~~"'~:~ticu,~
sario', olvidando 10 contingente de su creación. Encarnado y sin posibilidad de auto I"'''JI) n~~rale~~Cg.iírt~X (Chklovskii y Koulakov 2004; ClÍklüyskii, Mel yS;:übüda
reflexividad, es el mundo de 10 que siempre fue así y no ha de cambiarse. Son memo ,?!){Vrr 'roda, el' ~istema,,~e con~?\j~g~,~",,~go,X_y?,~,',g~,ll~za, l'-,~ra"p,~_e:as",~,xperien~ias, en
rias que se viven muchas veces inconscientemente, sin registro de su origen IpnlD ;¡ atractores generados como patrones de 'lnúfiftud de' conexio'ncs"d~e"neúronas
biográfieo y colectivo. ('¡I\:¡rda y Freeman 1987). Cualquier eseritor sabe que loquedenominam~sc,!mo
Puede hablarse de sistemas neurales diferentes para ambos tipos, declarativa y if'.\\!,~'~L<t':, res.~E~~~~,~~9.,~)g_EI:!~.mQÚa ('retrieval'), n?).<?,,,~~,,,,~.,~~_X~~I~,~,~.~, porql!_~_ sie,~T~pl,:,~
procedimental (Mishkin 1984). Parece que la memoria procedimental implica, entre ''', r,'creación, recategorlzaclón (Edelman y Tononi 2000) en funció tl. . <l."jll1()Ill."nlQ
otros, circuitos neurales subcortieales, probablemente del cerebelo (Diamond 1991). Prg,:;j_~úrc',·(fel.q~l~p'ojúi§1!ª9·,"aeJa"n,1O~~y'~C}?Il actual, et~:,' de las asociaciones parti-
La memoria declarativa, involucraría sistemas más complejos y diversificdos (le- lul¡,rcs' esta"ble¿idas y del contexto (EngelT999) y ¡l1omento de la operación de
retroalimentación positiva 19, ¡,Tllerdo, incluyendo los niveles de atención (Badde1ey 1990) y los tipos de con-
¡!<.'!lcia (Ramírez Goicoechea 2005e)22.
La memoria episódica o biográfica, la declarativa o a largo plazo, refieren tod;¡:.¡
ellas a recuerdos expresamente buseados y recogidos, eonscientemente atendidos y Frcud acuñó el término de inconsciente para todas aquellas experiencias y enso-
que se pueden eomunicar. Suele ser intensamente dependiente del contexto. Nuestra que no recordamos, que no re-presentamos en la memoria de trabajo y que,
flilr,j¡)I1CS
memoria episódica puede objetivarse y comunicarse, tanto para nosotros mismos
como para los demás) en forma narrativa -relatos, diarios, cartas, memorias-, ver
siones recreadas continuamente como sucede en los mitos, Las estructuras cerebr(\ )1 De algún modo, incluso el aprendizaje y la memorización de una fórmula trigonométrica,
les de la memoria deeJarativa parecen encontrarse en el lóbulo medio y en la parle "HI)lO memoria semántica, puede estar telíida experiencia! y biográficamente en su vivencia y
anterior basal (Zola-Morgan, 1993 cit. en Castro Nogueira 1998). El sistema límbico !i';\ Ih'I'<lO. Cómo, culindo, dónde 10 estudiamos, su ubicación espacial en el conjunto de los otros
"k!lH~!lIOS respecto de un marco de referencia visuaI-, con quién estábamos, cómo nos sentíamos,
también juega un importante papel en la memoria episódica.
f-dul'1\\Js procesos de memorización son compuestos heteróclitos de contenidos semánficos y bio-
La información semántica y la generalización de ciertos conocimientos no esuín v,i,¡¡il'os. Dos procesos que se viven juntos, se inscriben neurológicamcnte conectados, Esa es la
almacenados en la memoria como entradas de diccionario, sino en conexión con la ,Í;¡\'(~ de la evocación que todos hemos experimentado cuando oímos una música que nos acompa-
i1"~1 durante un período de nuestras vidas: personas, situaciones, emociones, escenarios, actividades
memoria episódica, la experiencia (Sperber 1996:31) (Strauss 1997)'0. Igual que no
"'!ICJvt'~n a (de) la memoria, O el sabor de algún alimento, como la famosa magdalena de ProusL Un
v'j\'lIIpln de esta memoria asociativa y de cómo se recuerda mejor si se colorea experiencialmente,
,"iEuificativamcnte, es cuando establcccmos recursos mnemotécnicas consistentes en asociar dígi-
ili'), ~ecllencias, listas, series, a hechos y circunstancias que conocemos, que nos gustan, que nos
18 Incluso para sobrevivir psicológicamente después de grandes atrocidades, Levinc y Bltld iiÍ>'l,n algo, que son familiares, dentro de los límites marcados por la cantidad de ítems a memori-
(2004) hablan del retrabajo personal y psicológico de la memoria en relación a la felicidad, Etnografin irl! (Watkins 1981)y el número de estos asociados a cada, Uno de los modos principales de regis-
sobre formas diversas de la memoria y del olvido pueden verse en Taylor (1993) y Carsten (1995). Hll ~,l'lIHíntico es la asociación fonética. Si establecemos una conexión entre lo lluevo a aprender-y
19 La localización de las distintas memorias en el cerebro ha sufrido la misma controversia j);11' tanlo a rccordar- y algo conocido que suene parecido, nos será mucho más fácil recuperarlo
cognitiva que otras facultades como el lenguaje (Ramírez Goicoechea, 2006), Desde el punto dc !ilt'!!l()rísticamente. Es a esto a lo que se refiere el término de chunking, una forma de agmpar cono-
vista neurológico, puede hablarse de cierta localización más específica, mientras que, desde el d!n!c'lIto en relación a patrones conocidos y familiares bien registrados en la memoria (Luck y
punto de vista psicológico, dependería de una red distribuida integrada de conexiones y sistemas <11- \,ogd), una especie ele coordenadas que mediatizan la perceptocognición y su memorización, es
conexiones (Deacol1 1997:287). Véase también Griffiths (2004), ¡Ji,'r'u", d aprendizaje, por medio del reconocimiento de lo lluevo por lo familiar. En el caso contra-
20 Damassio y colaboradores (Damasio 1991) hablan de cambios autonómicos en la zona orbi rio, 1) bien se ignora, o bien se explora (Humphreys, Wiles and Dennis 1994) .
tofrontal asociados a experiencias interactivas y que son reactivados posteriormente como mare;!· .12 Tanto es así que podemos recordar cosas que no están o no ocurrieron. CL Roediger y
dores sociales para lluevas interacciones, r."kl krmolt (1995),
208 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES í'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 209
sin embargo, pueden condicionar parte de nuestra actividad práctica y representacio Hhíl,',l1l sus recuerdos. La mcmoria es siempre colectiva porque es compartida,
nal en otros contextos muy diferentes a la experiencia originaria23 . ¡,"''in dllrtida y construida socialmente. Es en sociedad donde la gente construye su
y sus recuerdos, los recupera y reconoce C01110 suyos.
Como en todo proceso mental, no hay que olvidar el papel del afecto y la en",
ción, los sentimientos (como forma exteriorizada y culturizada de las emoci()n(:~;J j'¡jr Jlwllloria colectiva entiendo aquell,,-l _ _ C_Ol~stn~,i~,I',1 ,S(~Ci,~l}_I?lC,ll,t~ por un _agente
(Ramírez Goicoechea 2001). Muchosson1.os que han subrayado 1(j'i.!t".00.uls:Jn , :1 lj ('1 'j j .
VI) ]()'s~"gel1pt)s~::;;""pm:~~~tD,]S~n)O y ~Ú(I?~~:~5~2?:i!E~,; 'Í)or' iúé Illóri ,i '~G¡-()gi;aTfca
emQgióllSn. J'Ull"nlo.Üa Y deesta enlªs.eriio.ciQILG.~JCrLaird etall. 1982) (Lair1 aquella construida personal y psicológicamente como ser sociocultural
1982). La afectividad y la eirioéíüllitlTdad han sido destacas como elementos consli R;iHh'l \Il en relaciones sociales, y con capacidades represeIltacionales, pragmáticas y
tutivos del conocimiento y del aprendizaje en el desarrollo infantil, y también durall ':';'j'!\'j Jl.'llcialcs.
te todo el proceso ontogenético humano a lo largo del ciclo vital (Cf. Capítulo 21 1'01' Illemoria social en estrecha relación con divisiones calegoriales de objetos y
También desde el punto de vista tilético humano, el aprendizaje depende de Illli! ¡·dil"Ínnes en el mundo, entiendo aquella memoria que incorpora y retrabaja cogni-
memoria valorativa (Castro, López-Fanjul y Toro 2003: l 53). ¡',in ,\twio/: relaciones, caras, personalidades, pertenencias, identidades y alterida-
El hipot[ílamo y el_ _sislel~1a)ímbic,~,~st,áI~,"llI_lida_~ ~ la ~eurofisiología de las cmu: 1!lIfojogías sociales. Toda memoria humana es, de alguna u otra forma colecti-
ci o,le's·;~s~,§i:~~~.ililEU,~~~_t.~~Ig~~_Ül: Est():,~~_s_ ",~rg2>fgm,ºjLÚJQ,~i'~·~bratl(5s~erO".~hr32~u;_ _", ~,)!, 11('1'\ 1 no toda memoria es social, aunque haya estado socialmente mediada en su
Iq_ _ ~".P~_rt~~ ,g~A~_..t"!xtúrias __d,c'í' c<?~:~~.~-, ~,~,r~?r~,~ p',tl~ece, un Y,'!~,gg.,,~y'olu ti vo, po'ste~i2!LEH)'1. i'lHlílllCióll.
do a _},?~ _ .Ptü~~.~j~- y sobr:e ,t(?_q,c::J"",~)o§"JÚtÚ},ªÚg,§;,,"El con t el1ia~)~"y"-ioS1aCtores qllr 1, ,:1 mc_r,l,l,ol~i~l colectiva rCj?Ecsenta y recupera el trab'\lo y la vida de las genera~
disparan la emocionalidad estarían progresivamente ligados al córtex como lugar dv,j
aprendiz'\Íe y la experiencia (LeDoux, 1998; Reyna 2002).
~ 'H d,l,\,' ::;,,~j_~,1.!,!_,:,,~,~~,~~~EE,~!]1~i',~~1~~,~.~~~~~~~24, CO¡1~Tí(~S:e'~~'~~~,~~t~l~la, 9~J~Kfar-ah~I~Eo"~;'
nrd)t!llfIII~O ~rcado y re-creado por,~ll1__ ~~)J.9~tly{) ~n",s,~l h~,slona y que . re~~lr~_~Y.':ln~ente,
Las emociones fijan las experiencias en la memoria. Para" ~?)' D' Andrad,I:: !V~;:í:n,ra~C1fD1icroehtú(i1o de la.~ 'n u~y.fl_s_-,.gYÚ~Úlf,iri~;i~_,S,l)·~lra su pi:(~;To' 'd~v~ll1 ;:-'\~'111'
i '1. ,ll
(1 9§j), lo~§"ntilll¡el]\9'Y la~en;~~i()neS.I10~9ic",l) . ~61l)9 es elÚfl¡¡iªº,ili."ímanlií¡i,; "btÜJÜJ1Y \Iil}clll[tnte ,?,n ,el tie_lllpo ,~()Il, ~II~, I~'l,?_'Iª,o,_.-g,I_:~lJ?al, ql;~,s~,I1,f~,]~~j~E§~~Tii~-y:;,que.'
1~i3Ú:iQ.aJ'qualia', 'mío'), haciendo incrementar la activación dc varios esqucl1lw, id I\iH:crl0, CÓí'1S'iTtuY·é"lii~;a"I:e.fel:C'i~,~Úl' (cÚscúrsivfl,' pl:ácÚcá~ l:el;l·ésentati~a, etc.) Ei!!il~tí.
para la acción y evaluación, permitiendo mientras tanto una demora de modo que. lu ficado del presente y del futuro. Así lo cuenta un miembro del grupo 7ewa: ellos
planificación, la secuencialidad de objetivos, el reconocimiento y otros procedimicn Yi!¡ 1.'~,<¡'iíl1 '¡íiiei:c's'¡ídü"s'''cn el ú:'ahi\í'ü'--clc"los arqueólogos sino en su propia historia sobre
tos complejos pueden operar. Para el se trata de un sistema de información en .\"11.\ ,.{ji; tll'Ígenes, porque es ésta la que cuenta lo necesario sobre su gente y sobre cómo
pense ("information holding systcm") donde las emociones son bucles reverberanll'" q\'!J nllllO un humano. La historia define su sociedad, quién es cada uno, de dónde
que mantienen información de forma activa de modo que no desaparece, que permi \'¡HWIl, los límites de su mundo, qué tipo de orden hay en él y cómo llegó el sufri-
te una demora pero que trabaja contra el olvido. ¡-¡Ji('Hln el mal y la muerte; y lo que ocurrin\ cuando uno muera (Ortiz 1991).
Sj1'isJl..I1a y Illl!Sh()§.Jll().9()S,9Q..ej.¡:rci,j Qd,Jª.JJlemouaJ;oJ.ecti;,¡.a25 , ¡lareSSUllle..los_
¡,l,~,¡.-,~,l,!,"¡"l~~~,~~",.~,~,~~~!~~:L_~ pen~,~,~,:",9,~!~Y_S.~,~,~pgª",!.mh "m:QJ\uldi.,q,Qc,L.1GDJ12QnlL..hay ql,L,ng~lilJ:fl;;¡<"
3,2, Memoria colectivo
',! __0,sí 'p'u_~_~~.,~_!),~~,n(lers? ___I<l_ Il1~D]g.rÜ~",E9,I,nQ_,ULÜ!,U:(!J=f. VcJasco (1994).
Como colaborador del Annéc Sociologique, alumnod~ Mauss y de Durkhcinl, ,"- .lane Carstell (f9~/5) ha cx"p!iC<lc!o cómo la identidad pucde ser practicada /¡oriZ,ol1!allllen/e
Mauri~~l:IaLi:l~i'chsJ1922:.t 9 34) quiso comprenderlos¿'ríg~ñ~s~s(je.i'I1es~cieE.c2ns :Ojj va de en referencia vertical a los ascendentes en un contexto migratorio. Por ejemplo, los inmi-
"!Iy_gci5?_!!,_,,ft~Ja m~j1lQrÜ~. La mem<?ria_ ~,s ur~, _~ll,~r,llll,_l~,? ,_de p~llsan~ientos cO~l1ún.n, ylJ ¡iH!lIlt's sudasiáticos en Indonesia que investiga no tienen en cuenta a sus muerlos, sino a las lcja-
grupo. La idea~,ª,~_,~.~!!.~_~!1}~JTIQÚa--ii1ºl Y!,~~~,,~,L,~ª,º.sQJ.D.ÚÚ~.~~!Y!~_-,,',§,:~~~!,~~~~i>~ª~JiiÜL!1?cil1()J}11 ')(h 1'(~laciones de parentesco actuales entre distinlOs miembros de una familia extendida. La iden-
socláT; es üliá~ªº§!nlc,ci,óJ)JI}:fQ.t Los grupos proporcionan a la gente marcos~-ell'-'!(),-; ¡¡Jild se va generando de forma diniÍmica y fluida por medio de las actividades y relaciones de
___","","=~,w''''' --""- :--d'¡f!idad, adopción y hermanamiento Csiblingship') en los que uno se implica. La identidad se
d1fl'.H!lyc aquí olvidándose del pasado y mirando hacia un futuro en constante movilidad, donde
~H ¡iriIllOS, aunque lejanamente, constituye el núcleo sobre el que se construyen las relaciones de
23 No obstante, Las últimas investigaciones neurológicas afirman que la memoria de la!')!,( lHIl'J¡(l'SCO. Las denominadas efnicidades simbólicas de irlandeses, italianos, polacos, recreadas en
duración no parece estar involucrada en los sueños, en cuanto que no se ha observado la implica Cr,L¡dos Unidos en contextos de reivindicación y acceso a beneficios sociales y lugares sociales, no
ció n ele las áreas cerebrales que los investigadores suelen hacer corresponder con la actividad ('\)llSlruyen, tampoco, sobre los ancestros ni la memoria de estos. En el caso ele los Roma,
memorística a largo plazo. Parece más bien que los sueños operarían como un chequeo continuo dr 1\'lidlaeJ Stewart (Stewart 2004) también ha cuestionado la existencia de memoria socia! en este
algunas funciones celcbrades. Se sabe que durante el sueño se activan procesos neuroquímicos y ddh'(ivo, a partir de sus investigaciones en Hungría y de los discursos Roma sobre su experiencia
hormonales que no suceden en la vigilia. ;h~ pnsccución y genocidio en la II Guerra Mundial.
21 O FTNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES Í'IIUCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 211
hl.~~~:tSj"prácticas,
'-"V~~_~
representaciones, cuanto más puedan referirse a un tiempo inmemorial
"'" " "''' __ ',,-.,,'''' __ , .. ~. __ ''''_._., .. -.,,_ ••. _.. ,, _ _. _ _ _ _ .
-i'>',!.-111[llras, frisos, bajore1ieves, mapas), arquitecturas (edificios, columnas, avenidas,
j_~ill.Q.!les .PD.g!I!.9S,' Íli~~~J§g1fEbA~§gn, m,ás fuer~~l,_ ~_(~~~~c,i ~!~~~.~~~~~l~~~,~~_~a ~.~,illr~nt\ ') il.h'¡l.';, etc. c1'. Fischer 1986), nomenclatura de calles, plazas, lugares, etc., marcado-
para el presente como para el futuro. Algo que siempre flic así, tendrá continuidad .
.. _ .. _ _ ._~_""_'-"""'-·~___ .. ,.m.",~',~'" ,,,.o, .. ,,,,,,,,,,.,,,,,,",,~'., .. __ ",',' __ ,'"' ••. ".~~,_.,, "' ____ ""''''''-',_, ""~>, __ .. ~,, ... ,,,"-,,,--»-,,,,,,;-.~~~.,,,,~"_,
HÓ',i 1.'11 Y del entorno. Much?,s de eJIo,s son"a,c:tualn~?,l1te"agrup'~,qº,§J~_~.LQ.Jª. ,n.?mell~la-
i I .1111·íd iC.'l .. del'atrilll(J/¡JQI;Úlii¡¡¡-iJ,d elcch() Ín,íj¡" ,"ªiJIC;(íel()sl)u~¡'LQ,s:eJ1T()s.Ílll",
"0
26 La teoría de la fJelformance estudia los escenarios de la actividad humana a través de gélw ))j El expolio cultural que los países invasores realizan en el invadido también tiene un objeti-
ros como el juego, el deporte, el ritual, el teatro. 1;0 lucrativo comercial, qué duda cabe, así como de gestión de la alteridad y su comoc!ificación en
27 El rol de los museos en la creación de la memoria social grupal, como lugares de represen ¡,bjl'1t) de valor.
tación de nosotros mismos y de los demás, sistemas de objetos y significaciones de-contexwaJil.:l •1<J La recuperación de la memoria jJe/:wJJ1al, psicológica y socioculturalmente fundada, 110 es
dos y re-contextualizados, son formas de recursividad reflexiva que convierten los sistemas a lo~ IIlt'llOS importante para el posicionamicnto psicosocial de la persona para sí y en su entorno, en la
que pertenecieron en microentornos para nuevas construcciones sistémicas del imaginario identita fllmla específica en que Occidente construye las identidades personales. Véase el interesante artícu-
rio. ¿Qué hemos hecho si no en los museos etnográficos en Occidente sino traer a nuestras mismas íl1 de Jane Carsten (Carsten 2000) para los casos de adopción en nuestro entorno cultural.
puertas lo que hemos construido como exótico allende nuestras fronteras culturales? ¿Qué hacen 10 Por ejemplo, el folkore local de hace 300 años de la Isla de Flores habla ele unos seres, los
todos los turistas extranjeros en La Alhambra sino visitar una joya de la alquitectura árabe sin telll'! IJm Gogo o abuelas come1otodo, de escasa estatura habitantes de sitios inaccesibles. Pues bien,
que desplazarse a ningún país fuera de Europa? Mientras que una momia puede ser un objeto de ,,-,¡jos parecen ser descendientes del mal llamado Hamo Floresiensis, un sapiens probablemente
exposición en un sistema de objetos, para la comunidad de la que procede puede ser reclamada iH,]uejado de microcephalia, según las hipótesis más recientes (Richarcls 2006). Mitos de poblacio-
como su ancestro, parte indivisa de su memoria. Algo de eso pasó en el Musco Nacional dr ni,'S aborígenes del suroeste australiano recogen cambios geográficos de la zona de costa donde
Etnología en Madrid, con el cuerpo reducido de un indígena sudafricano. h"hi¡all que han sido confirmados geológicamente como de hace entre 6.000 y 5.000 años ac.
212 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 213
tipo de memoria colectiva está siendo legalmente considerada a la hora de legitilllHl lugares a menudo de peregrinación y reactualización de la cohesión grupal por
derechos de propiedad y restitución de pueblos indígenas. ,,:ni ¡¡n:l deltiempo. Tal es el caso de santuarios que representan el momento y lugar
Entreotrasprácticas,discllrsos. y rcprcsentacionC5,CI11aS5()eic(lad""gJlc~lcn')1).11 que el grupo se dota de una legitimidad religiosa y divina, por tanto ir/cuestiona-
dl conexión con un territorio específ1co. O lugares de batallas en las que se
munos tradicionales, fundamentalmente rural~_~, Ú-i10 d~ _ h?lLº_hIl?,cntos cohesi~5,~~"H\!(
vincúi~i- -ú 'Tás---gc'iltes-- de_ e~.tas sociedades, __con, ,<::I __ p~§~h?.jm~~0··(CrTil"fra) dl~ In ímhjj'-J'i\ podido dirimir la suerte del grupo, como Culloden (Escocia), escenario en
comunidad, es el rumor, el cotilleo ('gossip'), las?cia,l_i~,~~ióI1 ir{f'ort!1CiI, q.~~~--"'?Ú.!D U"j:) I,k la derrota jacobita escocesa frente al ejército inglés comandado por el san-
'kdip¡lrlO Duque de Cumberland; o la supuesta batalla de Arigorriaga (Vizcaya), mito
posible cuando existe un conocimiento social de fos rili~,lllbr(:;~:.-ª~Ji~º!DiUiLº,ª~l!j:__ ~~IF\
j,,'es/{pollibi/idod (Lock y Symes 1996) sobre las iclell¡-ídades'y actos probables de Sil' ,~hd 01 ¡gen del pacto de los vascos con su Sefior y la no obligación del servicio de
-gentes, como conocimiento implícito objetivado, que no necesita de presentaciOlh'>i ;,Hní;l!, fuera de su territorio,
del se(f'explícitas. Los cotilleos de los pueblos se basan en el recuento diario de accio HI Alarde de Fuenterrabía, por ejemplo, rememora histórica y espacialmente la
nes, acontecimientos, dichos, conversaciones, con respecto a relaciones localizadas ,V :,jl, illrJ,¡ del pueblo frente al asedio de las tropas francesas comandadas por el
localizables de vínculos generacionales, y familiaridades constituidas. Así va constm' Filndpe de Candé en 1645, ritual que constituye el fenómeno de reconstitución iden-
yéndose una memoria común del pueblo (Connerton 1989: 17), en donde noveda,b y dtw jn hasta hace unos años_32 de los hondarribitarras más importante del año
autopresentaciones tienen poco margen para escapar de la atracción de este m:lI\'I) ilí"!illrcz Goicoeehea 1985). Podemos encontrar multitud de ejemplos de este tipo.
constituido y renovado en el tiempo, Este fenómenq _ ~~XQS:2.~~~i~E)~~~~ll.~Jllllq!:!:t~~~). (,).l'l! poco se celebró el quincuagésimo aniversario ele la Batalla de Normanclía, efe-
. lización _de prá~tic;;ls_ sociale~_,, _ _ t _ l,1,?_ ,?~S,'~P~E~,~~"S}} _ ..t~L~n\,_~~§_ Ja _ glohahzación_ _ y_",}u~t lw;rhlcs que recuerda la lucha de la Europa libre frente al nazismo. Veteranos de gue-
modos de comuniCación sóciabilidad (Díaz Viana 2003) (Cf. 5.8). Hn lus que quedan- desfilaron ante el monumento al soldado desconocido en
En cuanto que el espacio es contínuamente reapropiado por la actividad, la pr¡i( \\Iií,,:hall (Londres), hubo exhibiciones aéreas, marchas, etc. La memoria étnica de
tica y la relación social (Ramírez Goicoechea 1984),.I_ ~~ ,!_!1,~,I,~_!g!,~~~ _ J~~I}II:üén__ s_~ _ _~Jl:_I:U' ,ijW¡iros y protestantes en el Ulster se extiende a calles, lugares de paso, muros, pubs
ydllilS de enfrentamiento, conflicto y muerte, en el ejercicio de mantener vivo el
sobre una geografía simbólica de la presencia y a~,tiyida~_ pas,;;lda Y pr~s~11ty" ¡I,!,:',l
4H,undo de los que cayeron por el odio excluyente de sus grupos rivales.
grup03], Podemos hablar de la funéi'6ii--íiil'i'~:ÍIi()ni,q\,4~1__ paí~ajé"cn"t:J_ xr.~,~~,ni~.n,i.I.!}.i..enlo
"de la memoria colectiva, como lugar de relaclolles sociales',~ae experiencias, dc as!'! ;\ pesar decierta reflexividadsobre los orígen~s y ¡aparticipación de generacio-
ciacioné's'--'sensói'iop-éi'ceptivas y cognitivoemocionalcs. . .r1tLil llWúlÜ,nS: 'lá Xn~,~~:~_i',i~ '??Ye--~ti y,a, -9~je,t.i.ya,d,~,1" ~e ~i vers~~ -foó~,;;~~;,~'Íi~lf~¿:r:;e~1ímcrC5i1-
En nuestra investigación sobre jóvenes vascos e inmigrantes, los primeros viii ,H:;tl,ipl:1 l:()1110, i~es,u} ia4,º_,~(:t~ _ _ ~ñ,~~:PJi~Ú~~~ _~e_l:,!,áPIÚi:QnQgi!)LC;g C~IJ.tllr~¡ §"hi'~~~~·i~·~~1eiit~
cuJaban su memoria étnica a ermitas y caseríos colindantes al núcleo urbano, a donde ¡¡h 'JI 1v:¡d a, CC)I11'Ü' ~resul tad()_ ~,()l~,t~,nge-'lt<? ,de, U,11"f}" ,_~~le,c:c;iº.!Lr.elativ~~~~IÚ:~:··ill:~E':l"rúi ~_qúc""
se iba en romería o a merendar los domingos con la familia. Esta localización sim ,seJ: ,di fe l:el~_ ~~; preCi,~ (1I11 ep~'~.', eS,a, '~s" 'llÚ{t,,,d ~ s u. ?Jdi e(l e ia,~: -s im ból¡(lIS, _"QÓ,t~il,~i~~A,,~
bólica no podía ser compartida ya por nuestros jóvenes inmigrantes, en primer IUF,il! ,a ract~rfsti.e."d!,ILe.f:Q~(dgd (C f. 2.2.).
por la ruptura con una memoria familiar que hablaba de sus lugares de orign\
(Castilla, Galicia, Extremadura), por la imposibilidad de una experiencia vivida 1,;'11
los términos de estos jóvenes vascos y, sobre todo, porque aquellos lugares rurakk
Temporalidad, externalización y recreación
idf!icos se habían convertido en barrios de aItas torres que alojaban a familias il1m!
grantes como las suyas. La ruptura de un sentido de cmnunidad que se reconoce en
ser hunlanq?SJlJlSer.tClHPm:al. No sólo porque le suceden cosas, sino porque,
j'.l
los mismos tiempos y sitios de vida, en donde "antes nos conocíamos todos", era ,¡]u
q¡íiHl otros animales, aunque con una integración y complejidad mayores, es cons-
dida como un factor importante en la dis-locación de una homogeneidad grujlHI
(jHlIc de ellas, Uno _de las capa~_i9_fl.d_e_s",ey()llltiyª.~___ m_ás sorprendentes es la reflexiQl1
recordada como tal (Ramírez Goicoechea 20(0).
IWl"lllite encadenar ciertos' hechos como a~ltece~9~lte~,'ª-Q~Q~i9ip:Q,5ieti:Qre-~':""~"""'
Por tanto,las memorias colectivas de los grupos étnicos, como grupos clasific;\
torios, están llenas ele lugares sodosimbólicamente construidos que hablan de los or{ i\ l's.la capaci.<i.ad hay gue añadir otr~: l~depreyer, pe!,s~ryactuilr-p-"1~1clflltllro,
genes, de episodios extraordinarios que consagran la singularidad del grupo y su dc!, l:j"I::"I,~}PO~",~~_X~gh~__ q~I~,,~"~~,I~,~.tX~, _ ~.~JJ?'9;~,gºº y d_~_~'p'~:_~,~,~~~.~_ -en todas sus formas etno-
L'Me renero al cisma popular producido por la demanda de un sector de mujeres p<'li'a pm1i-
3¡Uno de Jos primeros trabajos en este sentido fue el de Pierre Nora (Nora 1985, 1986, I!)92i soldados en una de las compañías. La única participación tradicional de la mujer en este
t'OIllO
quien reconstruye para la historiografía francesa los numerosos lugares en donde se labró y '-.i ha sido la de Canlinel"(/, que desfila al frente de su compañía, escoltada por sus lugancn-
depositó -contra el olvido- la memoria de la identidad nacional francesa. ih--"H!f\, vistosamente ataviada y centro de atracción de las compañías.
214 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'PI )CESO ÉTNICO. FEN6MENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 215
!.es para posibles sucesivas reimeljJretaciones reconstructivas. Precisamente es esto
gráficas- peroque no se ha realizacioto,d¡¡vía. Esta habilidad es condición de otras, las lo que nos diferencia como humanos.
de anticipai:··pfaniTic8.Í', proyectar33 . Nos poSibilita concatenar hecl~?s, suceso> :ormas
de ser y estar entre sí; esto sólo es posible a partir de una evoluclOn neurologlca que La constru.cción de artefactosparasu durabilidad 35 , disponibilidad, transforma,
¡·"I'ill,. com? .~.x ~.~,~:l.l.a~l iación "de un proc~.sg,..~ÚJ~t':gií"~· '~esáparece~~"~;··I]TstorÜl·.·de-¿-l:;ª~
permite la interconexión de distintos sistemas de redes neuronales. Parece que :on el
córtex del lóbulo frontal y prefrontal, con sus conexiones Iímbicas y subcortlcales, f',I'":I,} :~~~~:epre?~!~,~. ~...~~~ .. gra?,~ d.~ ...~,~~~~.r:.Qª-li~~~!.2,~. . ,~,I,~oi,~.~.,:., Cuando se' CÓílsil:I"IYe';l'"l~·~'··p;·i~
..
pero también con áreas específicas del córtex posterior, los responsables de nuestras.> nI! lOS sIstemas de notaclOn temporal en palos, tablillas de madera, piedra, arcilla,
¡'!HJlO artefa?tos para el c~::m,trol y la reflexividad y planificación del tiempo -aunque
capacidades de planificación, decisión y ejecución. Estas áreas han crecido SIgmfica··
(j menudo solo por especIahstas- estamos ya en una dimensión de re-representación
tivamente durante la evolución homínida, fenómeno que ha de tenerse en cuenta a la
~: l}ú'iún mucho, má:s, compl~jos. E.! ritual, es precisamente también eso, la objetiva-
hora de analizar el proceso general de encefacilizacíón de los homínidos.
Cuando vemos a los elefantes volver al lugar de sus muertos, reconocer, atender,
t:'OIl y externalizaclOI.l d~ dImensIOnes de lo espaciotemporal actualizadas aquí y
nhilfil, para la reconStItUCIón del pasado, la in-cardinación en el presente, y su tras-
rozar, tocar con la trompa aquellos restos de compañeros/as, ascendientes! deseen" ¡'i'IHlencia hacia el futuro 3?
dientes, podemos pensar que están a punto de trascender el presentismo de su existen-
cia. Cuando vemos que recuerdan las rutas a los bebederos de agua, los campos (1\: Con estas consideraciones filo genéticas damos pie para introducirnos en otro
hierbas y humedales, y que se ponen en marcha hacia allá, liderados por la matriarca nivel de análisis más históricocultural y etnográfico.
que ha llamado previamente al grupo para reunirse, organiz~ndose la caravana .es})a
cialmente para la marcha, podemos pensar que cstán trascendIendo el momento 111m"
diato, planificando el devenir próximo y, no sabemos, si a más largo plazo. Y, sin
embarao, seguimos sintiendo que las posibilidades no se agotan ahí, que falta algo:olr:t \,1. Historia y tradición
vuelta :Ie tuerca en la recursividad, otro grado en la construcción de la complejidad.
No v.o~ a entrar aquí en una epistemología de la Historia, ni C01110 objetivación
Hay un control sobre las propias acciones y sus consecuencias 'p~ro no hay ~on"
;le In actividad, humana, ni como objetivación del saber y la refelexividad. Algunas
ciencia del tiempo -lineal, circular, rítmico- como tal, una recursIVIdad que solo a
ya han Sido daelas en el apartado 1.2. Siemplemente quiero aí'íadir, sigUJ~~1d,~), a
los humanos les permite verse a ellos mismos en un discurrir, a partir del cual 1'11(:
l.llllng\)Jd (1986) que haydos concepciones de laHistoria: una comosucesiólldiií:
den reflexionar y monitorizar el presente para organizar el futuro de un modo '1\1(:
i'Ii)!Ht~a5,~~.. ,~\I_~~g~s, otra" como actividad inten~i.onal cie...i.(l'. .c()l1ciencia 38 a través del
sobresale por encima de cualquier otro primate. dc la vida social. .. . ....
Por otra, hay que analizar además la capacidad de externalización Y objetivación
como construcción (social) de la realidad (Berger y Luckman 1966). Cuando la ele Se denomina !r~~ici<in, al pasadoreconstruido y apropiado, alcucrp~ Qpjc\Ívad9
fanta coge un resto óseo de algún allegado ('related') no puede evitar la externalizlI ~,l\:', i"\<"PI:·l~:~~n~,~,~,~gn.~?3 plf~~i~illh u~"~e,Lq2,~'; u~~._~ili9§~-Yyn l;~i~'(;s:'qüe eí~grup'; hace ~·~IYO
ción de su conducta -por la que su acto y sentimiento se auto constltuyen-, pues no \ "I! H) HJentlÍ lcatono de S~l smgl~l q!,i~{~~~l..'y". ~,<?.!~.t.i~~,~~,!.~,~0J,~g[~,~~~~.q. .~!,~j="i~2!=~LF~,l.1~po-."
en vano ahí están presentes otros elefantes viendo lo que hace y, quién sabe si empu l.lI Tradición es invocada cuando se oye decir aquello de "siempre se ha hecho
tizando con ésta gracias a la neurofisiología de la experiencia y emoción vicarin:-i ,)"l,,;f, "siempre se ha dicho ... ", invocando una ~~nlporp.1ida~ laxí:},pero.,pr.ofll1lda, qu~.
(Damasio 2000) Y de la imitación (lacoboni, et all.; Rizzolatti y Craighero 2004) 'lll!'
caracteriza, de momento, a los mamíferos,
Los efectos que de esta acción pudieran derivarse para el resto y sus experi,," ¡'; Fvidcnciado ya in~luso en 1.'-1s culturas chimpancé, quienes guardan objetos para futuras oca-
;j,pll¡ j,: d()spué~ de h~ber Sido t.rabaJados, como por ejemplo, palos largos para meter en los tennitc-
das, no han de minusvalorarse pues quedan en sus cuerpos y subjetividades parl!
j k de deCir que 111cluso mI perra Neska arranca con los dientes las ramitas aledañas de las ramas
futuras reelaboraciones 34 . Sin embargo, acciones, sentimientos, conocimientos, I1Ú 'o,,,; ¡¡Pi, p;lra convertirlas en palos manejables y transportables en la boca a casa. La literatura etoló-
quedan objetivados para la colectividad en el terreno público y para todos,. para Imíl ¡ÚHt il~'~' las capac~dades instru~nen.tales de l?s animales es cada vez más numerosa y específica.
reinterpretación Y re-trabajo cultural continuos. Han sido in-corporados SIl1 I11c~lliU ): 1 (1I,(~(m(~ y personahZ~\Cl~()Jl de objetos ll? contradice cuanto decimos. Responde a un pro-
",,,,;'.;'¡ j~l" ~,lglllJ¡caclón y reaprOln(\C1Ón co-ontogélllca con este de ((liel/((ción.
forma de materialización externa -más que los patrones neuronales correspondH;ll
;; Soy p<lrtj(~ari~ de una aproximación n((turalist(( a la trascendencia, pero en el sentido de la
evoluclOJH~~a de Pascal Boyer (1994), sino más bien como retrabajo cultural, en sucesi-
de. complejIdad sobre el orden temporal, espacial, personal, social y comunitario. TenoQ
33 Entre ellos la planificación interactiva anticipada (AIP) tan bien descrita por Esther (inodj' '::HU,'i)(Í\'l)) dl~ elaborar esta idea en adelante. e
(1995) para los primates, incluidos los humanos. . ., . '. . , . , ." . A esla última acepción, que puede sonar algo hegeli((na (Hegel), añadiría yo también los
34 Esto es precisamente de lo que la comUJllCaC101l y la sOCIahZaClOl1 tratan, como mtuc,li\i ji!'.¡ y n:sllltados 110 intencio/1((les, no previstos, de la actividad humana.
¡iii'!l!l' en los casos de revitalización étnica: la vuelta al pasado sirve para afrontar el
La Tracli~i(H~ C~)llstruye y reC()11~tlyy~J~lJ:_~~.~5?Eia (~~L~~~S2J.!?SL&,.!25!J'!>
PíT'~i(::ntc y dar direccionalidad a un grupo para el futuro, sobre todo en épocas de
las ex periel~cias" })asad~,s,, __ 11ubi~,I:~li,.,~lél? ,_~?l~~'p~~~·.t,,~,(~_,i~j?..9E.JS~~!}~tl~l1JQ;~p~'!n~.~l2.-~: 1:.\
precisamente esto lo que caracteriza la Etnicidad para (Bentley 1987:49) la creencia f\1I,:rlc cambio social.
en alguna forma de origen común en términos de clescendencia e historia comparti I :,;1 _tv1nd~_n}_i~i_ad l'echazó __ I_a,~, _ f.on,11fls ~r~,aic~~ ,del vínculo s()c,jaI,,~le, 1-'~,~_,,~,oci,~(-'.8:_dGs
cla, como una manera de reconstruir prirnordialismo (Ching 1989) en algunos casos, plr' jlHll,I.S,~_ܪJc."s, Jo que Émíle Durkheim denominó solidaridad mecál1h.:(/, 'tÜ?I~ii~ª~ji;;
Las experiencias grupales y sus autorepresentaciones, convenientemente retraba 'c'HI!'\ladcs de pequeña escala, basada en la sill1ilillld (Durkheim 1985). Sectores del
jadas (CL 5), están in-corporadas en multitud de formas objetivadas como textos jiJ l1p..1"l:si s!i~"()_·':·il)?nsrl'iIlf;~T¡l-i~fli.ªgQS~'i)o[~f~~~I~I~~_:~-::'~f~,)~L n~,~~~.!",~S},~,n, pe~,~~Jl~.i~.~Y~~Sil~~'
sagrados, lenguajes, monumentos, estilos de indumentaria, música; poesía, dan:lil, ,\.01' n_fs,I,l,l(~S __~?!'l:-,)¿;bSÜlclll()S" al p~'(?greso-:'Y,_ Sill ,~,I!.lb_,~rgo, el n~~111~I,() n1ode~:,no_~~() ,puede
teatro, arquitectura, alte en general, formas de hábitat, ajuares domésticos, produc lH,'.:,IHll:cióllfli· "l~"~.",_ªD.<;.!~J~s"" c'_i,l;oClol1~lfes, moúvacloilales,' gl:LÍ'pale's:'~(iu9,_:_·"fLA¡)]1g~,,9
ción tecnológica en forma de objetos, artefactos o modos de producción, etc., ritu;l ~!ég~'l)ei'l'~pi:()curab,~: e~tos-~\~~(QS. (Ic"c()hes,i_óJ1 y solidal~id~~ ~o~j,~l 11<l11 tcni(I~) que ser
les, procedimientos, etc. El registro escrito de la memoria colectiva del grupo, pOI ,¡H.'111I,;;ili_?Tidos'~·111~aia¡?"tC",-;~Z;evos ~ímbolo~~"'y' prácticas. El'ic Hobsbawn y T:-'R~l"ilg~'
! ji 1(3) h¡lil"'Tfáilk1d'()~~lrí "atcíl'CiÓri"'s"()t)j'-c''''ér carástcí:..:tIC, i'.1,).-'<!tlción ele la tradición, argu-
medio de su objetivación externalizada en lo que suele denominarse como libros n;clllo que revisaremos en el siguiente alxlrt·ad(;"(¿f."4.4)4¡):""~·"-'-·-'----'--- __n~_-
sagrados, facilita no sólo la recuperación recreativa de la historia del grupo así reco
gida, sino el control social de la memoria, por cuanto que su acceso reside en espl~
cialistas que intelJJretan para los demás la versión correcta, guiando y manteniendo
al grupo en una determinada orientación y dirección.
La perspectiva elnosi1l1bólica de Anthony Smilh (1986) señala que hay una cons
Políticos de lo memorio
1elación de e!ernentos como los mitos, las memorias, valores y símbolos, una idea dI.'
destino que proviene de una autenticidad fraguada por el trascurrir del tiempo, llll I.a m~111.or.ia de la hist()_ri,~ no_ CS,,,l\,l,1,\ re~uperaCiÓtl SiJ10,l_\lla, re:<;rcaci,ón (Ies(l,e ~1
sentido de unicidad y singularidad, una territorialización mítica o no de la memori;1 iii( 1111(~I~tO a~t~lal~~~lli"Tdeolog.ías, t~,clloh)gías"".ejº,~.~HÚlad.e,s (Gi 11'0')" '(9ir'h:"'~1~T-c'()'ii~'
(etnopaisaje), que constituyen el núcleo en torno al que se organiza una identidad li,í'> GSp',_1'~Tós¡(I~_11tj,tarios_ (1i..~pel1.t.h_le:~:,~_n,,,~n ,C()l,~t~xt()",~,?,~,ial,~ político e histórico. c()n~
étnica grupal en el tiempo (Smith 1992). Está claro que este modelo es prototípico de {', clu. Ya" dij()·~f3ei1eacit¿) 'Groce'"qúc t()(ta""llistor(~\ es' I~lisú)l:¡a cóíí-;e;;i/;;;;:(¡íi~e(~'»~'''-''''~~'"
ciertos tipos de identidades étnicas, pero no todas 39 .
~2~,~~~. ~,~ ..?Iige::~~_.~~.~1.~.ILEE~~ d~~<:'9n t,~~~:~3~?...~J gru ~_?"~~~)l~~~d~ PCI,:()
\11 También el trabajo de Trevor-Roper (1983) sobre, según sus mismas palabras, de la invencián
taI1~b.i~_I_~ __ CO~1 un futuro a reaÍlzar, UJ~.~ c()lltinuiclad de proyecto y misión, en el tie~_ll
i,!.' 1:\ identidad escoces,l. La francmasonería, con toda su elaboración simbólica y normativa es un
~o. 'Lc)s fp'_U P,os _ r~,~_~_I~,l:~i.~1.n,,5.~le,cliy~·~1~~·úúi::~~~·.1~~·~a-(T6"'E~il~1-6bjel_l~ Jec1.·~~~jI!i"~~~'-.;].!_ i "ínnplo de tradición inventada. Inglaterra vivió una época de reinvención y revitaliz.ación de tradi-
(lo "_~,ól,~lEarl~,~tQ,,,~l~l..l?IY~C:X!.!F. Un pasa0,?___ 1:e~()noc~íd~--'~,~'íl:·¿)--·1~,~,l[iJÚ-O_;);_~,l:e,~_e, q~le" ,(I;¡ ¡'ip!lCS sin igual durante los treinta o cuarenta ,1ños antes de la 1 Guerra Mundial, reflejo, según
aút(~~:i (-'ftd "a las _relv ü.1d ic::~~~igJlcS"Jt~.Lpi~~,~Jite·y·(1lrn "1 u'gat:s?~} ~~"í";_'~~':S~h' PI"Ó't,l,~6i1Tsm{) !ll)hs!mwl1 (1983), de las profundas transformaciones y la necesidad de expresar nuevas identidades
\' (,(Ill\~siones sociales y estructurar nuevas relaciones sociak" (ibid. 263). En la Francia de la Tercera
íkpública ocurrió algo parecido: principios nacionales y de lealtad ciudadana se incorporaron a la
nhl\'ílción primaria, se inventaron ceremonias públicas (el día ele la toma ele la Bastilla, en J 880 la
YJ Este modelo completo no se da en todos los grupos clasil!c,"lclo" como étnicos. No todas 10.\ dpllsición universal), se erigieron multitud de monumentos (ihid. 272). Pero, como veremos, no se
colectivos definidos étnicamente seleccionan y trabajan la memoria como aglutiname identitari:1 iLlImía tanto de desenmascarar una menlira a partir de una historia objetiva (aunque ~í ()/~it!I¡I-'(1I1f(!)
(CL los gitanos en 5.6). No podemos decir que su Etnicidad sea c(lrencial en esto o 10 otro. Desdl' >(opul'stamente auténtica, sino más bien de desentrañar las complejas articulaciones entre los discur-
una concepción de la Etnicidad C01110 categoría que opera clasificaciones politéticas, no hay proto ""Yi, los imaginarios, las dinámicas poHticas y económicas, la construcción de significado grupal, los
tipos sino instancias que cumplen m<'is o mellos los criterios, siendo todos casos de la clasifícacití1l. jlj\IU:SOS de reconocimiento y objetivación sociales, eIC., los intereses de distintos colectivos, los sig-
Smith está m<Ís bien pensando en algunos casos europeos y mediterráneo" especialmente. Como nificados generados en las interacciones cotidiamls, etc. Esto incluye siempre la de-construcción de
veremos en los apartados 5.7 y 5.8, las identidades emergentes o resurgidas en contextos migrato ¡drnlngías, representaciones y prácticas, pero como una práctica de la indagación crítica susceplihl\:
rios y de globalización no se explican por este modelo. ',k n:aliz:arse sobre cualquier constructo sociocultural humano, también sobre la anterior.
218 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES !'líOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 219
La construcción de un discurso, la recuperación creativa y selectiva de un pas;1 1,,, reincorporación de colcctivosindígenas~J1Ja.histm:iaQÜfj¡llhechapor las éli-
do, conlleva, necesariamente, el silenciamiento de otra parte de la historia, una opa l¡":, 11rl)~.l,I~.~~~.g.?5?,I:!)¿,~.1<~."~~L<?E~g,, l.l" ,?,~,C,~de!lt,[\1 V:a,das, Jla ~id~_yJ~,',l d~ la'~",',e~Üi~.Iidii,~·~d·e~
cidad a la memoria de otras gentes y otras experiencias vividas, una capita1izaci6n d(' ii¡11lc'1.1,~,~,~",~g},~,s"t!.:.2s, CÓnl(),,,~?S a~,()rí~~!~~:~)~.l!~_tmtümºr9., (c'ntre ellos tasma;los, maorí~s,
los mecanismos y espacios de difusión de ciertas versiones y no otras. ~·ta!~~:, ,,¡; í el1 los fastos y festejos d"lBicentenario de la tlll;dación (occidental) de Australia
es lo que se reeuer¡la mmo loqueseglvida (Taylor 1993), amnesia poductodela "'il 1()8X (a partir de la construcción del primer asentamiento británico, un penal), o
selección de un entorno determinado y no de otro/s,a1l1enudó~ljOf'~1l\tragedia Y"l
~:¡'¡1l1U en elll10vimiento zapatista del Comandante Mar,cos",qll,~ 10gl:Ó" la illc1u~,i?ll de
trauma (Mookhel:iee 2006), Sin embargo, hay colectivos clnjJeñádos en no o1\<idal.
j "~ ~_ el)Jll 11 ni.~~,~.~.~J~!~fg~,~.~~ S2~_1?~t.gÜ~Jº . .~QI,e(:t.iYQ .el] Jª. CQllS(~tL!,c:i,qÚ, 11).ejj~,Wla," sitúa-
éomo las Madres de Mayo de Buenos Aires, quienes, aún después del fin de la dk
\ I¡\I\ Y'1.. Qxj,~.t~nt~,S;.!L_~,~.g.ª~Q, J:n:asjJcñ0 43 .
tadura militar, siguen recordando que no hay un futuro posible sin la depuración de
los asesinos que siguen ocupando puestos políticos e institucionales. La recuperación LrI' Comunidades Autónomas que componen el Estado Español han rcinterpre-
de la memoria no es un proyecto para el pasado, sino para el futuro, para aquella" !iJ!.11.l estc.\ Historiograf(a de E.s/)(ola a través de la reconstrucción de sus tradiciones
generaciones de jóvenes actuales, iguales que aquellos que fueron desaparecido.\' ·jl ¡irflpias y éstas en relación al Estado y una identidad española nacionalista y centra-
k'dil. La comunidad internacional ha presionado al Gobierno Japonés a reconocer las
~a_~_p{)l(ti~'q~s'-(k ta.J)}Gmor.i~l.oGtllreI)_ tanto en lª,,,q¡m_ynsjº~tP~.GiQl1,Sll -COl:.:.9_~_lIjl~
to socializ~do"comoa l)ivel grupal, por mediode§u()lJ.i~.tiy¡¡ei"n y e\l].'11tii}~a.!'ili0'HI hiU haridades cometidas en la guerra chinojaponesa de los años 30, referidas en los
'y ~compartibili(lad, Un caso conocido es el rélativo al Holoeallstoju(l[o, que nuestra i¡-:-,;!os escolares como heroicidades de guerra. De víctimas en Hiroshima, a verdugos
reflexivrdact ha llenado de artefactos en el ámbito públiCó d6l1 comunicación y rcoh Hl ( ']¡ina. Alemanes, polacos, checos y judíos tienen diferentes memorias colectivas
jetivación: discursos, programas de radio y TV, documentales, películas, material <¡¡Inc- la historia de Silesia, por ejemplo.
~scrito, libros, revistas, textos para la enseíi.anza, rituales de desagravio, reconoL"l
mientos públicos, conmemoriaciones, etc. Contrasta esta revitalización de la memo
"a 1 Connelton (1989: 15) relata las diferencias entre los discursos sobre las
ti
('n!/ndas por parte de Cristianos y Musulmanes, mostrando la importancia de la his-
rin con el olvido histórico de otras experiencias, como puedan ser la del tambil<n t¡¡ringraf"ía en la formación de la identidad política. Mientras que para los primeros
Holocausto armenio por parte de Turquía a principios del S. XX, en donde murieron ( '!'u/,adas fueron referidas desde los escritos medievales como la lucha entre el
rniis"'-de-"dós""ii1üTones ele personas, o la de la limpieza étl~ica continua ele palest,i,~_lu!)
desde la constitución del Estado de Israel.
------
---- ,.,,",,------------------------' -- f 'd:;\j"llismo y el Islam, no ocurrió lo mismo para el imaginario discursivo islámico.
I",il! iI lns musulmanes se trataba de otro conflicto más contra los infieles, tal como
La devolución de la m~.n}Qri(;)J:lÍstºü~_,!42 de los republicanos españoles que lucJw fHhi;l ocurrido desde el siglo X y antes en varios contextos geográficos. Las Cruzadas
ron en la º~leITa ,()v.il p¿i1C en evidencia cómo los ven,~edo_res ree~EEib~E2]2)a hi::~_~,_),,_, HH'Hlll referidas como guerras contra los Francos o contra los mismos infieles, como
ria _9~~Q_~:_ §~\~.~__ P1.9.Qi~?~jDJyJ~.?~~ y P\}.DJos"dc."yiSla, igual que rá'11Imografía american¡¡ 'm!l.",'i. Sólo a partir de 1945, con la expansión de los textos históricos islámicos, se
illi-IJOne su propio sentido narrativo a los guiones sobre la conquista del Oeste, 11.1'; hl1pil'I.a a considerar las Cruzadas como un episodio inicial de la progresiva expan-
indios, o la II Guerra Mundial; otro ejemplo es cómo se aprendía la grandez.a if( \!t!ii colonial militar de Occidente, junto con las expediciones de Napoléon en el
Elp""a en los libros escolares del franquismo donde se resaltaban las bondades de 1\ h Hlllle de África, la colonización británica de Egipto, la fundación elel Estado de
Reyes Católicos y la Contrarreforma, El Día de Acción de Gracias que se conmemora jid'!il'l, y otros hitos del imperialismo europeo.
actualmente el cuarlo jueves de Noviembre como ritual de unidad en USA, reClljWm
cómo la historia de la nación americana fue construida por la peripecia y persevcm!1 Recuperar la memoria colectiva est~í de moda en esta sociedad en continua con s-
cia de los pioneros del Mayflower, quienes, después de varias experiencias fracasad"", Hwri()H y reconstrucción de 10 local 44 . Pero también C01110 momento de restitución
por fin tuvieron un año de buenas cosechas y climatología propicia en Plymouth, gra fú,\!(irÍl'a a partir de experiencias grupales de trauma, violencia, separación, guerra y
cías a su esfuerzo y, sobre todo, a la benevolencia divina. Pero nadie se acuerda de qlle p'.'""cidio (CL Antze y Lambek 1996), Lo r:<'.cup~r':SióJ1/recreacióllpÚ!JliS9Z.COllS:
compattieron comensalidad y buenos augurios con 90 indígenas americanos del lugar, rwnlc, de la e?,:penenclll pasada se une a 1110yiI)'1i~nt'º,~. º.Qlit¡~º.$."de reivÍnqjcación
. ,- '" - , '".,o<._
'" - -
de
..., ..'
, - " ' , ,- ~,C"_ ... ,~". __ .. __ "'"""~'~'~ ~."
220 ETNICIDAD, IDENTIDAD V MIGRACIONES ¡'l/ilc;¡SO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 221
derechos, protago11i,sm()jag?I1,e:ia, reconocimiento legal y social. riederich t~hQtl:_scl)C i\ I¡;¡hlar con propiedad, este concepto debe referirse a los aspe_ctp~ ,(epgnlénico_?
croatas a los excesos de los chetniks serbios en la n Guerra Mundial; estos. contra lo!; ;J'.!JIH\I.', cuya d~s~Fipci~n siemJ~~r~9.Ú,~~:t~__ ~,o,l,:la. Este grado prod~lce elllel'gencias 'qllc
croatas, a su filiaci6n nazi durante la misma contienda; los bosnios musulmanes a lJ!)!\ t,~,t;\ban previ¡;n1cI1ú:;,'fú,itc) 'cfe la dinámic[l'global de organización y reorganización
historia de represión y xenophobia permanente después de la caída del Imperio .\ HH!:!!la y externa autoreferida y auto-organizada (autopoiesis). Por eso, hay que pen-
también desde la muerte de Tito. Los judíos han mantenido el horizonte utópico tanln ";l-! {'jI multitud de microdinámicas de agencias y agentes, que parecen ca6ticas y que,
de la Tierra Prometida, con la expulsi6n de Egipto, como el de la referencia a la vlld ',fU dllhargo, no 10 son. Podemos pensar en múltiples grados de complejidad, ámbi-
ta a Israel de la diáspora provocada por el dominio romano, inducida por el sionisllHi i!.ii¡ y !l10mentos para la acci6n, simultánea o no, continua, interrumpida y en agcn-
y posibilitada por la fundación del Estado de Israel por parte del Gobierno Británlcu ~ jlT' !,jlll: se estrcuturan, dcsestructuran, desdibujan, localizan puntualmente, se difun-
y Naciones Unidas, Para los irlandeses no se concibe su memoria colectiva sill altl I:ooptan a otras agencias, etc,
sión a la historia de su opresión por parle de los ingleses (Elliot 1997). ,?:"t<¿)2ilih,,' veremos, los contextos para su apanci6n son variados y yo me referiré
• 'UnJO
~s El!~lf_i1_GJ..juego de in"!1?.!icación de lQJ;lDQJ;;,ional en la construcción de una idc!l1! 'HjOI lanto a aquellas situaciones históricas de inclusión en unidades políticas mayo-
dad cq1.~~_ti ,:a basa(FI '~'í1', i~ie~t~s"111é)11íí~~~·' y eV'llLUJlj:iiJj's':"Lá";?}:(~~;;ianZ{/~:¡;S;;~'ta'l; to 1i ter;'I~'Ti"¡ j.,c",¡ Inlllbién gestoras de etnicidad (CL 5.6), como entre algunas exrepliblicas soviéti-
C()lll_(~ _~Jrioc,'i(),11ar?ie"'ia"',í~j ~ioii:1:-q~;'é-"'tan "¡;'i~~ sí~i;en 111an'~j ',~o;:W¡~i~Ól~gos );Pol'f(i~~; h, "-:\,'i, rnlllO para colectivos migrantes que entran en dinámicas identitarias étnicas en
g~~'~lD,Q¿:~DEJ4J1,~_~11º-í1--S/ él'úF~üía
. --'.-
de las" gepte~
"",'- --
,,~ geterminados proyectos étnicos.
'----,'"'''' --"'''-''''''--'''''''''''''''--'-'''-''<~'''''~-''-~'''--~-
,11 \pt."icdades de recepci6n .
"One man's imagined community is another man's political prisan". ,1) 1<8vitalización étnica
Arjun Appadurai. Modernity al Larqr
Es difícil separar conceptual y analíticamente procesos de etnogénesis de aque-
jjll,', otros que se citan como revitalizaciones étnicas, no sólo en términos de pers-
p¡,¡:jivas y de orientaciones sino en cuanto a sus continuidades fenoménicas. Toda
4.1. ¿Qué es etnogénesis? l'-':/I,\ jg(!),l,e,~_i~, _,I:,§,: de algu na manera, u na r~,~,igl"ü[iqU;:.iÓ)1, lll~" Tgl?95.i~.ifmamj,,~ntQ ,,9,?J3:glf
(¡I"'f·'/~p .
.Este concepto puede comprenderse como los prqceso~,PQ!."J95,5~,h~,f!t~~Ji~J~~1l,,~E~!,P N('vilalización da idea de algo que estaba muerto y vuelve a la actividad, una
las "lq~I,~,~A_(1'1~~,~.~"..~J!lL~5!S, tanto en sus peculiaridades como en sus lugares comUIlC\ 'ipn,:ic de infusión de vida en un determinado momento y contexto y que, inevita-
l;!!"ll!l:nte, por la irreversibilidad de la acción humana, históricamente situada, nunca
j'llll.'de volver a Jos orígenes, aunque 10 pretenda (Cf. 5.5). En todo caso pueden inten-
·15En nuestra sociedad hedonista tendemos a segregar lo desagradable de la memoria de Ira
b;:~io,lo cual no quiere decir que no esté inscrito en el cuerpo, en aIro tipo de memoria biogrMil"'!'
episódica. De hecho, los rituales de paso se sirven de esta memoria para inscribir a Jos neófi(o:-, !.l
condición de miembros de pleno reconocimiento en su comunidad. El tipo de experiencias bi(wr:'¡ lú I~stamos hablando, nuevamente, de la recursividad no isomofórfica de la Elnicidad COIllO
ricas, más o menos terribles y emocionales, y su impacto diferencial en la memoria, tendría que' Yn thh'llla y como entorno (CL Capítulo 1) Y de la inevitable construcción de toda identidad en ]"eta-
l iún \:011 una () múltiples altcridadcs (ef. Capítulo 2 y 3).
con distintos tipos de formas religiosas. e1'. Whitchousc (1996) Y McCau!cy y Lawson (2002).
222 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ¡'I/UCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 223
tarse operaciones de encadenamiento más o menos forzadas, coherentes, con signi!! (il¡jpcidos como vascos, a lo que ayuda el mantenimiento y recreación de Ck\cllll!
cados anteriores, con el fin de proporcionar una continuidad histórica, algo que pare pr:kticas tradicionales renovadas en asociaciones, organizaciones de evenli)~,
;'}i1ihh
ce que a los humanos nos dota de legitimidad a nuevas acciones, representaciOllnL hhlkndcportivos al estilo tradicional y que se siguen haciendo en Euskadi, etc. 49 .
experiencias, significados. %cgllrldas, terceras, cuarlas generaciones de migrantes pueden seguir siendo
Quizás podríamos hablar de revitalización en cuanto a la preexistencia de un [fi! baio los etnónimos de sus progenitores y ancestros y IHuchos de ellos
bajo étnico suficientemente objetivado tanto en el sentido de su externalización mal\:? t't)rloc~r}." visitar e}, l~f?;m,: ~~. 91~,i.ge,lt.de, $llS,,~n(::,~,~Y'~),~. La vuelt,t"al país de ori-
rial como en cuanto al grado de su in-corporación en las conciencias personal~~~; yo é~é%L ¡¡ ver ~f'tos fa'lñilúli:e's -q'ue"qli'idm:on, la casa familiar, etc, son fo.El~~,as de recons-
colectivas. Claro que esto siempre es problemático desde el punto de vista analílico ~H¡¡,d(Hl "I~iográfica y cO~.~~,ti:~ ,~.~" h~, rllYmg~:ia, Muchísimos anlúic·anos~"oi;'i.I·¡ldós-(fc
y empírico: ¿cuánto de objetivado e in-corporado?47. VD 'HU' vi~itl;;;~Edimburgó al ¿,Ibo del afió: Van al Museo elel Tartan (tela escocesa
Siempre, hay sistemas de referencia, marcos.para la, a~c!.?~,~.!,_~~~~,~!~2§___9~~J?~:,~:J~; ,,,,,,Iros de colores variados asociados en el S. XIX a cada clan), donde introdu-
\II!; ;Ipcllidos en un ordenador que los relaciona con una configuración concreta
llencia, definiciones sociales, formuladosy objetivados(sCquiera difusamente, poli
sén;¡c~melite) previamente a la constitución de1súIetojl()ssuj~tos protagonisl:ld índica su pertenencia a talo cual clan y con su moto correspondiente. Luego
pacie:I1tes/afectados por los procesos etnogénicos de.9.l1~J;,~.,~tnlte: "Pal:a"~las"-iúl"l~vil< "'''li'.<:11 bufandas, escarapelas, boinas, kilts, etc., mapas de supuesta distribución
gerie'¡:aC'Íones, hay un contexto dado -socialmente cOllstruido- como resultado dd ji" j¡",i:r1 dc los clanes, libros de historia, propiedades y castillos del clan corres-
depósito de las tradiciones y prácticas de generaciones anteriores. Este carácter de F,tH¡licJlle, etc. que pagan con gusto en dólares en el mostrador. No son souvenirs
facticidad histórica social, como el hecho social del que hablaba E. Durkheim, lam 'Wi! piezas para la reconstrucción actualizada de sus vínculos con una colectividad
bién se aplica a la nueva generación: es ella la que reinterpetará y actuará los conle ~ní1Í}\¡ll;¡da y una memoria grupal, reavivada posiblemente por la asistencia a los actos
nidos y sentidos en los que se socializa. Ya lo decía K. Marx, la humanidad re-COIJ!i }iin¡¡Hn~s de los batallones escoceses en el célebre Tatoo que tiene lugar en el Castillo
huye el mundo bajoparámetros construidos poro¡ros;queñoi1eí~ii:S:~l~ilT<I0' a J.i!FI¡¡ hlimburgo durante el festival de Agost0 50 ,
-"'d~-I::~~,ar'construir nuestra propia contribución hist~,ü~a, del~V<?5~,~J9~JjmjJ9,§"~ºf al!,~,\l
ú6"mí~ y depenclen¡'::.ia, qJ.1,~JSmg~Hnos.
-,._---c...
En realidad los procesos etnogénicos pueden comprenderse como emergcnci;p\
más complejas que los sustratos socioidentarios de los que se nutren. Su novedad) Enfrepreneurs y líderes étnicos
singularidad reside en el modo en que reorganizan elementos más o menos dispcrsli!;
o articulados de otro modo, a los que se les dota de una sistematicidad -siempn.' I~ll un sentido amplio, cualquiera puede ser creador, instigador, objetivador, codi-
imperfecta, abierta en alguna medida- en términos de relaciones metonímicas y ikinlllf moral, gestor, administrador, vigilante, ernprendedor ('entrepreneur') étnico,
metafóricas objetivadas y significativas diversamente para una colectividad o varia~ Dí¡ ),11111<1, Son esos rasgos los que entendemos caracterizan a esta figura, que puede
Muchos de las referencias etnográficas que incorporamos a este texto pueden sel "Hí(:retarse en un sujeto individual -actor socializado y miembro de grupos clasifi-
comprendidas como fenómenos de revitalización, h¡Jnf'ios·,,- como colectivo.
1,0 que sí es importante es considerar aspectos como motivación, voluntad, inten-
La búsquecla de raíces es un fenómeno que se da muchas veces en terc~l~as y CU;lr
dlHíalidad en estos agentes, cuya presencia e intensidad varían segun los casos y su
tas".g.~i·l~~:,a,c{º';ii~,:~~~JÚIgl1tDtes, que pueden incluso conservar como e'ii16niiilos"cT ~jl'
'los 'lugarés de origen de sus padres. En Nevada48 , por ejemplo, donde emigraron 'k·",,·rollo histórico y contextua!. La etnogénesis es"l proceso y el prodllctodela
muchos pastores y ganaderos vascos durante el S. XIX, los descendientes siguen si e" 'td í\'¡,,(,Ia5~ }1Ul11aI1,a",c911ss;iente y volúnt~.lria, a pesar de gue e~t,~.,cpn~Eiencia no aba,r-
¡Óa~?S 19~~""{iá;~~os ""y ·;i'~~.u i t(?~ 'a~"~.I,?,;"P~~0.s:~~~g§".DLct~ ...SJ1"\L Úi~,~Ü.ª,90S, con~g,,,~ft:,~.!2§,
}~¡)"pre~,li~-fos, 'il?""qll'er,idos: i¡)ci:l~,~'t'¡léfós én toda ac~i?,n.~u.nl~n~, y aUDql.té·:~s.t,l: VQJqJ1-
fílí i·titllO se vea roae"4a.º.~de prcs,ignes cole.~~,~nfq:"áI'~",~.~:!::1.¡'».ifpeten)1Ü~,~.~,o~.JJº.~E~.?:g9§·
47 De todos modos, tampoco vamos a detenernos en discusiones bizantinas, Lo imprescindi
ble es investigar y conocer la crollotopía a corto, medio y largo alcance ele lo que estudiamos y 1;1<)
formas ele trabajo insertos ell los procesos, las emergencias, las estructuraciones y deseslructura
dones y nuevas reorganizaciones, explicitando, por necesidades metodológicas, el espacio y d .1') Muchos de estos descendientes hablan inglés y vasco, ya no castellano.
momento a partir de los cuales dejamos que otros hagan sus pesquisas. No somos -ni podemos se! \ll No hay que olvidar que en muchos estados y localidades de USA siguen celebrándose los
el ojo de Dios que todo lo ve (mira). ijiul/¡'rings, reuniones festivas de display de actividades, consumo, participación ritual colectiva, en
48 La Universidad de Reno cuenta con un importante Departamento de Estudios vascos que \'\ H!ll<1 a la pertenencia a cada clan, con sus Pipes and Drums, compañías militares de gaiteros y lam-
visitado anualmente por multitud de investigadores, incluyendo aquellos procedentes de la propiil {hiW<;, Whisky, productos locales y demás parafernalia se mezclan con la dicción del inglés ameri-
Euskadi, ¡:'lI)O. hamburguesas y J¡ol-dogs.
224 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIC)CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 225
La subjeti_v_ i(i_'~,(I, _l,11110 pers?llal C,Oll_~?____~ol~_~tiva, es,,_ un '~2E~~_~s)_inherente a todl} iu ikrt~L'ha y del orden durante la crisis social, política y económica de Alemania, en
( pr?ccsocfí~~~D)S.º!ul:~_ _~_.~~?l~~I ~~~'l~~I2..~ll_~C_'l_ ,~~~·E~E~X~~ª?;l y ?!?J~Tív~.~_K~~:Tj-ir %'in lldcr carismütico para las masas 52
C01110 fue Adolfo Hitler .
j
\ en. erespacIO
'Ir ------,-__ ._.. ______.___
,_._,,~
público de la torna efe w_ -------,--,-,. .
__ ._.. _.. _._ "-"'-'" --,---,--,--.. ,-----,-,
decisiones, de los intercambios, del campo de
---·--·--------·-·_·_· .. ,.___
~.~ _.~,-.,--~- Si tomamos al actor como sistema autónomamente dependiente de sus entornos,
/ , Lfuerzas, donde también participan otros grupos y agentes sociales. '~;h'lllprL'- habrá espacio para la aleatoriedad, la libertad, lo imprevisto, dentro de losig-
Es posibleque ciertas personas 51 y grupos en cOllcre~ose sin_gul,,~ris:-º.!Lp..QJ)j!J ¡¡llKnlivo y posible de las determinaciones sociohist6ricas y políticas de su época y los
papel _~gel~ci?l clest~lG_ado _~Il est~ _ PJ9_ºg:S() _ .c!.~_,_Col~!'_trtlccj·~~il··ldéiúitáúa, 'bien por 1,11 okdivos en los que ejerce su intervención. Ningún líder puede mantenerse como tal
carT;'''!11a y Ú~lerazgo perso¡lal, bien por su ubicaciól'- cJl-··e(-e.~cc·l;:i~:fo-'sócial y polílí <1 n\l se acredita biográfica y psicológica como tal, si no sintetiza y expresa el sentir y
ca -adscrito o adquirido- y la distribución del saber y el conocimiento, bien por 10 }in!S;¡1" dc sus compañeros, capacidad para la negociación y la movilización emocional
presión colectiva para aglutinar y formalizar discursiva y pragmáticamente la dis i' po1fl íca de sus seguidores, y, también, si no es capaz de comunicarse apropiadamen-
persión de acciones y esfuerzos, acumulando energía y potencial político para dirí f,'-, ('oH los suyos y con los medios, instituciones y grupos ante los que reivindica y exige.
gir la colectividad, bien por las diferentes combinacioes posibles de todos esln!; I,as teorías de la complejidad nos permiten pensar en estos sujetos como catali-
factores, )íH.lwvs de ciertos procesos, que facilitan su emergencia dündoles cierta unidad y
jOt'l'za operativa en un determinado momento, capacitándoles para una reorganiza-
En estas circunstancias es cuando podemos hablar de líderes étnicos, tanto PO!
¡(l!l 10lal o parcial de las estructuras sociopolíticas, económicas, clasificatorias.
papel activo como por su lugar en la estructura social y la distribución social dd
conocimienlo y su producción. Apropiaciones, reapropiaciones y sucesiones del liderazgo social entre las diver-
':,;i>; agencias es lo habitual, teniendo siempre en cuenta que aquí el tiempo no es lineal,
El p~~P~,~",~~,?,_,t~~"".Y9~~~~~ ha sido debatido reiteradamente en la Sociología clásirg
~ PillO en una carrera de relevos. Los agentes individuales y colectivos de la etnicidad
weberiana, por ejemplo, con ocasión de las formas de autoridad y poder. Weber mt~U
¡Hieden ser muy heterogéneos, dificultando o facilitando la conjunci6n de intereses,
CiOl~? tres,Jipos"j.ci_~,,,tJ~5,,,,º.¡;;,,Uº,,erazgo, dominación, a~l,t9~:i~tnd: el carismáticü"(cü'ilíTTi:\I Hh:-I'I.:IS y sus efectos. Los líderes pueden estar más o mcnos institucionalizados, reca-
y l~eligioso), el" étlli~9""Y tr¡lci!Eiona}. (pat;:i¡rr~al: patl~im~);;ialista, f;;~'d;jrY:~l}or fin, d
}'¡dr mayor o menor aceptación social, tener más o menos autoridad. Su actividad agen-
1~~_~~_ (modernc(y' bllrocrático, ()Iianizaciones, leyes).
h; i,'1l yclación a las expectativas del movimiento y los contextos donde tienen qlJc.dar
Lq~ n}()"i.mieJltQS" élUic.oS. lllQd.cfnos muestran variedad en la preferencia combi in batalla puede percíbirse como des acompasada: es a veces ca-temporánea y otras
natoria de estos tjpgs, sin descartar d~í todo~~i-l;g'{1I10 de ellos. Podríiiñüsavmzarc;;u -;,'('ccs heterocrónica: para unos va muy deprisa, para otros despacio. Su liderazgo
¿áiüéTa'Taslg'{¡'iente clasificaci6n. En los fundamentalismos religiosos de corte elní Plll\dl~- cuestionarse en cualquier momento según la población siente que le represen-
cista (er. 3.5) parece dominar el liderazgo carismático religioso, que de alguna hUI y también por la competición de otros líderes con otras versiones y el apoyo de
manera tiende al étnico tradicional. En las identidades transnacionalizadas globaliz:] (Il!ÜS sectores. Todo depende de la estructura organizativa del propio movimiento, el
das, parece que sea el de tipo burocrático junto con el carismático los que describ(~1l Hpo de delegación que sus miembros realicen en sus líderes, los controles internos que
estos casos. Lc)s nlºyimienl(),~, ,,~JnOll,'~,9,iQnnli.stas ,.§,in" ~,sla~l~)" e,urop~os, combina!,) k:-, imponen, la evaluación de procesos y resultados y, también, por el modo en que
ambos lipq,~",~J,i},~~g- t~·adici.9m~.U,ll,l1tº"f9P:,GJJlt~X.QcJ{t.t.i~9 J~gal. ,",", ~.~-~~,
O" ,-""" , •• ... ,-",,'
jlx; líderes consolidan y mantienen su poder horizontal y verticalmente.
El marxismo comunista también se planteó el papel de los líderes como agenles En aquellos procesos etnogénicos en los que figuran como elementos dinámicos
de cambio social. Si no hubiera existido Lenin, ¿se habría producido la Revolución y agcnciales destacados, es importante conocer la extracción social de éstos, sus Juga-
Rusa? La Historia se ha planteado las relaciones entre Jos grandes nombres de mili j!':~ en la estructura social y política, así como las formas en que (les)se han dotado de
tares, políticos, diplomáticos, descubridores, exploradores, científicos, y las grande~, poder ('empmverment'), Un personaje muy relevante para la identidad de los haitia-
[lOS en Nueva York ha sido un cantautor llamado Ti Manno. Mejor que cualquier líder
fuerzas del devenir histórico menos conocido pero más incorporado y vivido en I;¡~;
vidas de las gentes. ¿Qué hubiera pasado si Hitler no hubiera existido? Pues no lo l':lníco, expresó con sus letras y su música el sentir y las experiencias de sus paisanos,
sabemos, a lo mejor hubiera aparecido otro dictador que condensara los delirios (kl proporcionándoles un imaginario comunitario que recogía sus experiencias y emocio~
fH'S como haitianos y como emigrantes (Glick Schiller y Fouron 1990). En torno a él
Führer, o, no, y entonces no se podrían haber aglutinado las fuerzas concurrentes de
VSil muerte se organiz6 un movimiento de haitianos relacionados con la m(¡sica y la
comunicación, caracterizado por una heterogeneidad ele intereses y formas dc ver la
51 La clnogéncsis plantea, como proceso social, la cuestión de los actores socioculturales y
identidad. Unos insistían en estrechar lazos con Haití; aquéllos con intereses en el
políticos individuales y los colectivos. Teniendo en cucnta la noción de individuo socializado, qlll'
incorpora una serie de categorías dc vida, reprcscntacionalcs y pnícticas, ulla historia grupal, una
ubicación social, fruto también de su biografía e idiosincrasia particular aunque relacional, pode 52 A pesar de sus complejos de inferioridad y su mediocridad, escamoteadas a la publicidad
mos decir que la sociedad ya es/á en el individuo (Ramírcz Goicoechea 200Sa Cap. 3). cofre las masas.
226 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PIIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 227
comercio de productos y bienes hait ianos, preferían consolidar la diferencialidad idi'lI I It misión de los emprendedores étnicos es conformar, dirigir, ori entar, confluir
titaria en USA, el bienestar de los migrantes y el consumo de los productos que implII .hlllllldes, energías, intenciones, deseos, sentimientos, agluti nar ciertas autoclasifi-
taban. Otros intentaban vincular la diáspora con el movimiento nacionalista liKlI1 , hlll 'S y ex periencias identitarias hacia una objetivación social mediante di scursos,
(nacional). Tal variedad de agendas políticas e intereses hizo sucumbir los inten to, 11. 1"'" '1IIaciones, actividades, ocupación de lugares sociales y políticos, etc. Hacen
este movimiento a la hora de consolidar la identidad étnica haitiana, y que desell1h" 1IIllhnjo cultural y político, la propaganda, la sociali zación.
có en una forma de identidad trasnacional (Cf. 5.7). <-
I )U II forma a la memoria colectiva, formalizan el Discurso Étnico mediante pro-
Y ¿qué pasa cuando no hay líderes étnicos -organizaciones, colectivos, indi vl 1I (le objetivación cognitiva como es la narración, la escritura, la iconografía. la
duos, etc.- que no hacen el trabajo de ordenac ión y reivi ndicación étn icas? 1" "'lIcia y actividad en la arena política. En la constitución dinámica de las identida·
W.E.B. Dubois ( 1986), mucho antes de que tuviera ugar el movimiento pOI' lo I '1(1 'li ninen, sistematizan, j erarquizan, obj etivan, trabajan creando, recuperando.
derechos civiles, expresaba su convencimien to de que lo que el movimiento IU'Jlt f' 1IIIltlllldo aq uellos materi ales étnicos seleccionados como diacríticos de su identi-
necesitaba era unas élites culti vadas convencidas para movilizar y cohesionar 111 lld/tilfcrencialidad (Cf. 4.5). Contribu yen a la visibilidad, presencia, actividad, noto-
grupo, y entrar en la arena política para reclamar sus derechos. h dllll , ocupación del escenario social del grupo clasificatorio por el que trabajan.
I "" ~t' uycn formas de legitimación y sistemas de verdad -en el sentido fo ucaultiano-
A pesar de su importante presencia en Centro Europa53 , los gitanos están sub"
ti 1 , t ler 2002); por tanto, son vigilantes y guardianas de la ortodoxia étnica, de una
presentados políticamente, en patle por la inexistencia de líderes étnicos capaces lit
hlh I(lrctación objetivada como legítima, en función de un cuerpo ideológico formali-
movilizar políticamente a la población. Su tradicional marginalidad les ha mantenillt l
Idll sobre la identidad étnica, sus definiciones y moralidades asociadas.
fuera de las fuerzas y tendencias evolutivas de los'ESTados modernos europeos. Se e1111
el caso del Rey Gitano de Polonia, en el S. XVII y algunas organi zaciones de ent,,· ( 'omo hemos dicho, los enlrepreneurs se materializan generalmente como orga-
guerra, que no tuvieron mucha fuerza ni fueron bien vistas por las autoridades poliO 1IIIIIclones, asociaciones y élites étnicas (políticas, intelectuales), las cuales mane-
caso El Estado mismo organi zó algunas asociaciones para 'gestionar' su etnicidad y 1111 ~lIbe res y poderes, refunden , reinterpretan y ofrecen un paquete identi tario más
hacerla controlable políticamente. A esto hay que añadir la desconfianza genuÍt ll1 II l1ltlllOS coherente y compacto a sus iguales étnicos, instigándoles a que movilicen
hacia el liderazgo no tradicional que impone una estructuración política (orga ni zaci~lI . , 111 mientos, actitudes y acciones acordes con la orientación seleccionada, que en
partido) moderna ajena a sus formas tradicionales. Barany (1998) observa que, 11 1.!l1I 'ipio se postula como fo rma de objetivar una imagen y descripc ión étnica, así
excepción de Macedonia, se fo rman multitud de asociaciones que luego se disuelv¡'1I . lItlO la ocupación de un lugar social, político y económico en el contexto de otros
o son poco operativas. La capacidad política de las orga ni zaciones étnicas para 111 IlIpOS étnicos y sus identidades, definidos de tal modo. Experiencias y representa-
defensa de sus propias identidades e intereses no sólo depende del grado de estmelll ,11111 's mantenidas en un nivel bajo de complejidad, pueden mantenerse así hasta su
ración imema, sino también del marge n que el Estado les da para operar y sus modo. l. d 'scripción creativa en los procesos de trabajo cultural por parte de estas agen-
de gestionar etnicidad con disti ntos grupos. Políticas de la tolerancia y la participaci611 , lit' étni cas.
gestionadas desde el Estado devienen inoperativos en el ámbito local cuando los agell 1\1 éx ito de los líderes e instigadores étnicos depende de su capacidad de intere-
tes locales de su implantación SOI1 ellos mismos, muchas veces, raci stas, como ocu!'r(U .n It las gentes en su proyecto étnico frente al de otros, incluyendo el de la unidad
en algunos países centroeuropeos (ibid.). I, Mlica mayor -si lo hubiera- en que estuvieran integrados, bien en relación a una
,, ""unidad diaspórica de nacionales fuera del país, bien como grupo étn ico diferen-
,llItlo en la sociedad de destino, bien como comunidad transnacional. El trabajo de
ll lllstrucción étnica tiene que tener cierta resonancia populQJ; en términos de acepta-
4.4. ¿Qué hacen los líderes éfnicos?54 , h 11 Yevidencia social.l'or eso movilizan a las gentes hacia determinadas definicio-
111" de la realidad, conectando con fo rmas de la experiencia y la memoria vivida de
En primer lugar, recordemos que la etnogénesis es una tarea colectiva, sin menos ~,IUS . Estos tienen éxito en la medida en que sintonicen con configuraciones evoluti-
cabo de las dimensiones subjetivas, personales o colectivas, que acompañan a todo
proceso social.
1". de habitus, prácticas y experiencias de la gente (Bentley 1987). Muchos de estos
Irll 'res se convierten e;u;,itos porque encarnan la identidad de personas que se iden·
Ill1ean con ellos. El trabaj o cultural (y poítiCO)oe los líderes consiste en renovar una
II lherencia posiblemente perdida entre sistemas de referencia clasificatorias, prag-
53 Macedonia, 9,4% Slovakia, 9,2% Romani a, 8,3 Bulgaria, 5,5% Hungaria, 2,6% Repúbl icu 1II~ li cas, morales, políticas, etc., y las experienci as personales/colectivas.
Checa (Barany 1998). En Bohemia, fueron trasladados a la fuerza para suplir a los alemanes élni
cos que se marcharon después de la Segunda Guerra Mundial. Si los líderes étnicos recogen y ordenan un estado de cosas, recursivamente - por
54 Este epígrafe puede leerse como introducción al 4.5.4. ",ociación, empatía, identificación- las personas incorporan subjetivamente estos
228 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES I'J'lOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 229
proyectos y definiciones, haciéndolos suyos de manera, intensidad e implic:!l',j(in, i 'linIO vimos anteriormente, en estos casos parece que la Etnicidad operara
variables. Al fin y al cabo, sin personas no hay proyectos políticos posibles a 1:I.I¡{n ';<;filO rll[OnlO para la construcción sistémica de intereses más espúreos y pecunia-
plazo, y el de la etnogénesis siempre lo pretende. Se trata de un proceso rc!roaH I¡IlIlo de las élites étnicas como de otro, grupos de poder político y económico
mentado, redefinido/recuperado de un estadio anterior que, por la propia definicif\l¡ qlle las anteriores pudieran también pertenecer y favorecer, incorporando el
dinámica de lo sociocultural, nuca es el mismo pero puede ser muy parecido. ordenatorio étnico como microentorno y establecer un microsistema inter-
Ante una multiplicidad de voces y lugares, los cnlrepreneurs étnicos intl1:¡¡nf¡ lwjll dicho principio que permita redefinir su propia estrategia constitutiva y
dotar de unidad operativa a las demandas colectivas varias y a los imaginarios l~lllw ",,:>p¡i¡¡llIctíva en términos de diferencias/semejanzas y lealtades y solidaridades étni-
que soportan. Lo que los entrepreneurs pretenden es conformar o recrear una ('olj í ,11 Etnicidad es ca-optada por otros atractores, como son el poder político, eco-
ciencia étnica lo sufiCientemente homogénea pero amplia y aceptad~~,,,?oCíálllwrii.i,~ l~ ideológico ante nuevas situaciones sociales emergentes, .sin alterar del
para ser operativa emocional, social y políticamente. ¡'l S!{!,Il.f,Cjuo 55 .
Esa es, precisamente, la paradoja, que no contradicción. Se trabaja culturaJmt~,ü
te sobre un material que proviene necesariamente de distintos lugares, perspeclivHi<
agencias, y que expresa intereses, contextos, experiencias, deseos' e
varias. La cristalización identitaria de la colectividad sólo puede hacerse sele(:cIIII
'1 Iiempos modernos
do aquello que, siendo plausible psicológicamente (ique no de lo posible!), por¡\i'i'
tinentc, relevante o de interés, permita cooptar a la gente y su apoyo social para Iqi,i 1:,11 el apartado 5.6. veremos cómo el Estado moderno europeo se constituyó
timar el proceso etnogénico en una delermi}1oda direcci(!J1, dejando espacios tamh¡¡kj:¡ '~dHT¡ollando una identidad étnica a la hora de configurar aquella identidad colecti-
para la interpretación flexible: no todo se formula, explicita, objetiva. Hablarel1lw. dc, ¡HIt'¡onal sobre la que legitimar su proyecto político, administrativo y territorial.
todo esto en el siguiente capítulo hj¡¡dlilic-Il(()s de recuperación y reivindicación étnicas de aquéllas que fueron exclui-
i) ignoradas no se hicieron esperar y serán mencionadas en dicha secci6n
56 . Sobre
¿Qué ocurre cuando los líderes no hacen el trabajo que se espera de ellos, porqnl-
hacen otro? Las relaciones entre las élites étnicas, la población a la que responden! h¡!iu!Jlientos etnopolíticos sin Estado hablaremos en el apartado 5.7.
instigan en el movimiento social etnicista y sus propias posiciones cstructurale\ f' Aunque con antecedentes, a este contexto político y cultural pertenecen 105 movi-
intereses, son complejas y variables. irl!(."iHns de etnogénesis/recuperación étnica vasco, catahí.n, bretón, corso, galés, escocés,
No es infrecuente la cooperación ele las élites con el poder, sino sólo gnrallll y todo el trabajo de recuperación cultural literario, costumbrista, del Romanticismo
zando sus propios privilegios, propagandísticamcnte justificadas e instigadas cOOYH ,;':nkndo en la búsqueda de las raíces en la antigüedad57 , clásica o no, y la creación de
procedentes de las inquietudes y demandas de la población sobre la que la Etnicid¡,d .iil\íi!uciones para preservar determinadas versiones.de la memoria étnica.
quiere hacerse coincidir. Las élites pueden explotar las diferencias étnicas pan.L/1W Si nos fijamos en el caso de la historia de la objetivación del Discurso Étnico
venir alianzas, de ,dase, vromoc}opando el patronazgo y el clientelismo, usando Ji) 'A¡i';CO, es verdad que Sabino Arana destacó como principal condificador de la
retórica, la ideología y la lealtad. La Etnicidad puede articular grupos de inlel:¡fl! h!!iiridad vasca en estrecha relación con su proyecto político nacionalista. Sin
político, antesala posible para reclamar un status nacional. Pueden darse alianzas dl' r:;¡¡¡hargo, toda una corriente de intelectuales llevaba realizando una labor de etno-
las élites étnicas dominantes con las elítes étnicas de los grupos minorizados pnllli ele la identiclad/cliferencialiclad de los vascos desde el hacía ti emp0 58 En
camente.
Cierta élites pueden utilizar la Etnicidad como lenguaje político (Cohen ¡t)I-'iJ
para reclamar en la arena política derechos civiles, sociales, económicos, educativll<! -,\ Es decir, renovarse o morir, o, como decía Lalllpedusa en El GatojJo/"t/o, cambiar para que
Desde las teorías instrumentales de la Etnicidad, algunos procesos de etnogénc<'J'; t'"do ,:;ig,l ,igllal.
\(, ¡\ veces étniconaciona!cs, si la reclamación incluía una autonomíalindependencia política
pueden verse como respuesta al interés político y económico de ciertos grupos <jUt
di !olllla de otro Estado.
se aglutinan entre sí en situaciones de disrupción de contextos políticos y económ,! "1 La Rcnar;cn-;a en Cataluña, los Juegos Florales en Navarra, el Eisteddfod -concurso musi-
cos tradicionales, es decir, en contextos de cambio social. Para algunos (CL Corndi "',J \' jlllé"tico-- de! País de (Jales revitalizado a lines del S. XVIII (Morgan 1983), eLc. También los
1990) este contenido instrumental de la Etnicidad en este caso, así como el tipo de +Ji' ilparecen en contextos políticos disgregados corno en Alemania o Italia.
"1, Véanse las obras de Juan MarLínez de Zaldibia (Suma de las cosas cantábricas y guipuz-
vinculación que produce, marcaría una esperanza de vida de la identidad étnica COIí
'Jii!H;lS, 1564). Andrés de Poza (De la Antigua Lengua, Poblaciones y Comarcas de las Españas,
formada o revitalizada de menor duración que aquellas otras que giran en torno ¡I,
i,'i¡{ 1), Manuel de Larramendi (De la AantigUedad y universalidad del BascucllzC en España, J 728)
recuperaciones más primordialislas concentradas en la distinción intrínseca dd <¡ I'ahln Pedro de Astarloa (Apología de la Lengua Bascongada, J 8(3), citadas en (Aran/.lldi.
grupo de que se trate. p.JííL).'17-431 ; Tovar, J980:26-J 35 y Caro Baroja, 1979:62-120).
230 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES "I,'OCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 231
todo caso, el proyecto etnicista vasco se inserta en el movimiento general CIlI'O'WJ., frente a la consagración de la hegemonía inglesa después de la definitiva
de recuperación cultural e intelectual del pasad0 59 producido en la década de lti1j 'In de las tropas jacobitas en 1745. Reconstruyo su relato aportando algunos
ochenta, y que también su versión en otros lugares como Cataluña, Escocia, Galtn,. '~t¡jlj!\ datos e informaciones,
Alemania, Italia, etc. En el caso del País Vasco, en 1879 se celebran los prilllCl"¡
Juegos Florales en Elizondo (Navarra), in augurándose un renacimiento litcr;¡rín hI el siglo V los irlandeses del Ulster se asentaron en la región de Argyle, consti-
cuyo contenido y temáticas más habituales van transformándosc del relato religjv u\fI'IHln el reino de Dalriada. Enfrentados continuamente a Jos pictos60 , aquellos con-
so rural a la preocupación de la pérdida de las formas políticas tradicionales, la l'1Í fUi Irn; que no pudo el Imperio Romano ni siquiera levantando el muro de Adriano,
sis de la economía tradicional basada en la explotación agropastoril y la progrc,iVi¡ ,,}V'Hhamn, parece ser, incorporándolos mediante alianzas matrimoniales y superioridad
desaparición de su complejo cultural, incluyendo el euskera. Las ideas románliC;¡il '1iÍlllm. Hasta la mitad del siglo XVI parece que el Ulster y las Highlands formaron
europeas calan en el País, apareciendo un tipo de literatura historicista con impl/. :\iH ',erla unidad política bajo la égida de los Macdonalds 61 , siempre en conflicto con
caciones legendarias que intenta ahondar en el pasado mítico del país. Se succdl.'t¡ fm, intereses expansionistas de Inglaterra; las refriegas y batallas se citan ya desde
certámenes literarios y musicales, y aparecen sociedades culturales, revistas, períÚ del S. XI. En todo caso, la cultura de las Hébridas era una cultura irlandesa y su
dicos e instituciones, cuyo objetivo general es la revitalización de las manifestacítí el gaélico.
nes etnográficas y lingüísticas del país pero también de su pasado político. En I Xlii.í 1.;1, dificultades para la constitución del reino de Escocia, Con las divisiones del
se crea en el Instituto Vizcaíno la primera cátedra de vascuence, ocupada por Re'slI rLln ,k los Stewart62 , el no reconocimiento de una línea legítima de descendencia
rrección María Azkue. cllinajéde los Stewart6 3, y las intrigas y deslealtades continuas de los jefes de
Hobsbawm (1983) habla de un período de producción étnica masiva en Europ" hicieron de la consolidación de una identidad política independiente un camino
cntre 1870 y 1914. Estos movimientos tienen que desenvolverse a I)1enudo en íi! ¡:bHi.'il y tortuoso.
marco (frame) creado por el gran gestor de Etnicidad, por el productor de las grall I'n los siglos XVII y XVIII los escoceses seleccionaron lo gaélico y lo cellé'
des etiquetas étnicas, que es el Estado, y las élites que lo conforman, sus pactos 1 HilllO el núcleo de su identidad, descartando otras posibles fuentes culturales rela-
alianzas entre sí así como el escenario de la confrontación de varios de ellos en l;t ;'.:íUíh'ldos con la composición demográfica compleja que caracterizó el poblamiento
ocupación de espacios de poder y de aceptación/imposición de sus propias idenlidil
des (Cf. 5.5).
El ejemplo escocés es muy interesante, aunque peculiar. Por un lado comparle ti
romanticismo de todos los movimientos etnonacionalistas europeos; por otro, ,;u 1,1) ! Jamados así por los romanos por llevar tatuajes en la piel, aunque hay otras versiones,
inserta en el contexto históricopolítico de la construcción de los Estados naciOn;lll\~ fhH:'h!n de origen todavía desconocido, se le atribuyen relaciones con los escitas de Scitia, también
modernos en Europa en forma de gramática segmentaria, pero que termina sicndn . ¡üílil pueblo celta denominados krunhe, posibles fundadores de A Coruña, seguro de Poitiers.
(01 A partir de la mitad del S.xVI, el Ulster pasó a depender de la autoridad británica y en las
incluido en una unidad políticoadministrativa abarcante (el Reino Unido), con domí
1i,i¡ ',;lCnl I-lighlands comenzó a dominar el clan de los Campbells, con base principalmente en
nio hegemónico etnonacional inglés. y fuertes conexiones con Inglaterra.
Me vaya servir principalmente del análisis de Trcvor-Roper (1983), incluycndn Apellido tomado por la inclusión del administrador ('steward') de la corona, que se casó
¡,,,?ji In hija del rey.
algunos otros datos derivados de mi propio interés etnográfico.
1'\ En contraste con la monarquía inglesa, que fue estrechando las reivindicaciones dinásticas
Este autor relata el proceso de gestación de la etnicidad escocesa, como rcapro "~,btn:des por medio de la decapitación y otros modos de desaparición física -como el mismo caso
piación de elementos de la identidad irlandesa, en el contexto de un Romanticisrno <Le halwl 1 con su prima María Estuardo-, la monarquía escocesa contaba por lo menos con cuatro
{+íllil'; J~'stl/ardo a fines del S. XVI, una historia turbulenta de pactos y traiciones con InglatelTa y
protagonizado por las élítes urbanas, precisamente en el momento de pérdid(/ (h!
f!ll >;, XVII convulsionado por las guerras de religión y Jos apoyos de unos y otros a distintos sec-
¡üjt't; reales. Por otro lado, María nunca fue una reina escocesa, en la misma medida en que Carlos
v' li\' España era 1 de Alemania, aunque aprendiera luego con el tiempo el castellano y fuera pro-
*;;¡,¡;'¡v:llllcnte eSfJaílolizál1dose. De madre francesa, María de Guisa, educada en Francia con sus tíos
f pdll)(\S, casada con un hijo de Francisco 1, cuando llegó a Escocia, ya mayor, María Estuardo no
59 La reivindicación del pasado cultural vasco en un contexto de fuerte cambio social, cHyn '~;\hlll hablar más que francés. Si se enfrentó a IsabelIno fue para mantener sus derechos sobre
manifestación más contundente está representada por la abolición de los Fueros en 1876, CS!¡lPl b,nwia, sino para reivindicar los suyos sobre Inglaterra, C0l110 sobrina nieta, igual que Isabel
ligado a una idealización del Anliguo Régimen y a un tradicionalismo político e ideológico. Es d \nhm:l, de Enrique VIII. A pesar de toda la historiografía posterior, esa amenaza fue la principal
caso de carlistas y fueristas. Otros, sin embargo, insistirán en la lengua como base de la difen,'!1 N/fllj para su sentencia de muerte. Paradójicamente, su hijo, Jaime I de Inglaterra, V de Escocia,
cialidad. Tal es el caso de Arturo Campión, líder de la Asociación Euskara de Navarra y activl¡ (dlleó como anglicano, sucediendo a Isabel 1, por voluntad de la misma, uniendo, por primera
divulgador de la causa vasca. El euskera es visto como la lengua tradicional del pueblo y el ca~lr ,. u, itll1bos reinos.
llano como la de las élites intelectuales y económicas urbanas y también del proletariado. (d Reclamaron también su vínculo con la resistencia caledonia al Imperio Romano.
232 UNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES ¡'!1()CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 233
de Escocia en diferentes épocas 65 y q ue, de alguna manera, ya habían sido rell"'" Itlllll '1 pasado precisamente cuando la sociedad de las Hig hla nds empieza un pro-
piadas por otros en sus respecti vas construcciones identitarias y nacionales. POI'1I111 11 iI~ c"mbio y transfor mación irremed iable, En 1778 se fundó en Londres la
no lo olv idemos, toda i d~!!!iQilll.s.esolliW!xe en el conte lO d~_ :t... l a ~'t l¡llhl 11 11111110 Soc iety, con el objeto de preservar las trad iciones, cons igui endo anu lar la
escocesa se ve constreñida por el escaso espac io dej ado por otras identidades tllll ,lIlhl 'ió n del plaid 69
v~'lidas en nac io nales: Inglaterra, Francia, Suecia, Alemania. Según Chapll HIII I JI constru cción de una tradi ción independiente fue un trabajo cultural reali zado
( 1982), los escoceses construyeron su identidad dentro de la oferta culwra/ disPl?Il1 ,111 Ilncs deL S,XVIll y principios del S,X1X, apoyado e insti gado por las clases
ble y la lógica do minante, la del discurso hegemJ5nico anglosaj ón, ~en la rtlrh, " ,Ilit' Yacomodadas urbanas, así como por algunos nobles y sectores intelectu ales 70
nal idad, la civilidad y la ley, fre nte al romanticismo de lo éxotico, salvaje-pero..lwlltl
rab ie y""yaleroso del Highlander, --- - - -
111 IH () se fun dó la Celtic Sacie!)' of Edinburgh, con Sir Walter Scott, un fOWl ander,
II IIU J)rcside nte. Tocios vestían e iban arm aoos a la vieja usanza. En 1822 se produjo
El gaélico, no era una leng ua extendida más que entre la población mon ta n~1 1I ¡.It" a Ed imburgo del rey Jorge ¡V, recibimiento organi zado por el mismo Scot!.
Las éli tes y la corte, inclu ida María Estu ardo, hab laban Scots (una mezcla de alelll 11 1 1 IIlpillll de Escocia se la rtanizó por completo (Trevor-Roper 1983:3 1), El Rey se
francés e inglés); en las Lowland se hablaba la/and, La música y la gaita66 tamhh'11 .. ,1'IIIÓ con la misma indumentaria 71, En 1847 la Reina Victmia compra cI castillo
tienen origen irlandés, si bien el símbolo para Irlanda es el arpa. 1 1IIIIn'oraL consolidando, incorporando ('encompassing') Escocia definitivamente
El tartan es una tela tejida bajo un patrón geométri co de colores, Se conoei 1'11 1'1dl llllstía de los Hannover 72 La Reina Isabel 11 y su familia pasan parte de las vaca-
escocia en el S, XV I Y parece que vi no de Flandes a través de las Lowlands, En 11 h HII\~ estivales allí mientras que en Buckingham un gaitero toca todos los días a las
S, XV I el color de la tela sólo indicaba clase social. A fines del S, XV III el tart án 1111 It lIalo su ve ntana,
disting uía a ningún clan pa rti cul ar, visti endo cada un o de forma distinta, ex prcslIIlII
la lealtad ciánica por la escarape la de la boina, El kilt 67 se basó en un a prenda tCi1i11
cio nal como e l plaid, hecho de tartán, El plaid era una especie de manta que culUIII
la parte inferior del cuerpo a modo de fa lda, y el resto se ajustaba a la parte supedlll ffl La constitución de los reg imientos de los Hi ghl anders po r parte de l Ejército inglés fu e otro
¡I U Pi tt el viejo pretendió encauzar e l espíritu guerrero de los Highlanders, desde las aventuras
a modo de ec harpe, suj eto con un broche, Como ma nta para cubrirse era cómllth ,
nhl lns a la guerra imperial en Ind ia y Améri ca. Miel1lras los escoceses se pasaban a los pantalo-
para pernoctar entrc el brezo de los valles y ap riscos de las Highland68 Des pués tld IIluoncs, el Ejército mantu vo la indu stri a de la indu me ntaria durante estos años. El Colonel
levantamiento de 1745, el ki lt y toda clase de tart anes fu eron prohibidos por d It,H ItI Stcwart of Garth publica "Sketches of Ihe Character, Manners :'lIld Present Slale of Ihe
gobiern o inglés, Hacia 1780 las cróni cas hablan de su casi extinc ió n, al igual qu 111 'H ~ lill1ml c rs of Scotlancl" , en 1822, que servirá de base para at ribui r, posteri ormente, los distintos
gai ta, La prohi bición duró 35 años, , , 1j)lIc~ a los clanes. Para resolver el prob lema de qué colores atri bu ir a cada cl an, una fi rma comer-
¡.,II II nlianza con la Highlalld Society de Lo ndres preparó ull a libro de muestras en 18 19, envián-
El romanticismo y la vuelta a las tradic io nes cundieron en las clases medias y !tI!! 1 U lu Soc iedad para que su auten tifi caci6n, aunque no estuvo liSIO para la visita de l Rey, adju -
acomodadas urbanas, así como en algunos nob les y sectores ed ucados de Escocia, III 111 .Iu,, · a caaa c lan el que fu era. La atribución definiti va fue obra de los hermanos All an, que
nuevo comenzó a utili za rse el kilt, sobre todo en público, como expresión(Jel ií"villt , I IlUl i1 ll'u ycn su pedi gree familiar hasta rebauti zarse como St ll art, pub licaron el VestiariwlI
" ,1,.11111, con todos los tartanes y su adjudicac ión a los di stintos clanes y luego The cOSlUme of rhe
1.111\ , co n justifi caciones históricas, li terari as, y artísticas inventadas, asesorando a Wilson and Son,
Ihld plI lcs comerciantes del tanan. La clasifi cación fu e asumida por la Highland Society of
65 Ninguna mención se hace a los pi e tos ni a los bretones) ni a los vikingos. ta mpoco ¡111!
I 01111011, Y muy bi envenida por la indu stria escocesa del tartan. En 1843 se publi có C!cI1lS o/ rhe
" llh/¡ Highlallds por James Loga n, inspi rado en el Vestiarium. Curiosamente Eriksen ( 1997),
supu esto a los anglosajo nes, elemen tos demográficos que constiw yeron el sustrato poblac io nal dt 1 )l1I1I\lu ti Oyv ind Ostemd , menc iona q ue un tipo de traje naciona l noruego fu e el resu ltado de la
país entre los sig los IV y XV I. 1t1\t1111ci6n de la escritora y sufragista Huida Garborg en las primeras décadas de l S.XX, qui en se
66 Desde las capas educadas ang lófi las y fra ncófil as, era visto como el símbolo residual 11, hl~ pll6 en varios traje s nacionales de la Europa continental.
ladrones y asalt adores, lejos de Jo que se de fi nía como soc iedad civilizada por los Lowlalldel's. ro En primer lugar se produj p un a revocac ión de la hegemonía cultural irl andesa. Un tal Sir
67 El nombre kili apareció por primera vez 20 años después de la Unió n con Inglaterra ( 1707 ), I"hll Macpherson reivindicó una literatura indígena para la Escoc ia celra, Ossi(l1I , a part ir de ba la*
pero se refería en realidad a UIl modo de ll evar el p/aid. Un comercian te inglés, cuáquero, lI amudh ¡1'llIl l'In ndesas cantadas en Escocia. En una tergiversac ión de los hechos, estas baladas serían orig i*
Rawlinson, decidi ó hacer más cómoda esta ropa para los hombres que talaban árboles como e()"1 It'HlulIlcnte escocesas y habrían sido 'robadas' por los irl andeses (James Mac pherson (Introduction
bu stible para la indpiente indu stria. Inven tó elfe/ie beg o phi/ibeg, o 'pequeño kilt ', separando 1<1 fa ldu hl lll' Hi story of Great Britain and Ireland , 1771).
del plaid, con tab lones. Él mi smo lo usó así como su asoc iado Jan MacDonne ll de Glengarry, ducllH 11 Algu nos otros escoceses protestaro n por que la imagi nería del High/{///{/er ca pitalizará la
de los bosques que le proporcionab<1 madera, siendo que el cl an siguió a su jefe -chieftain- en su IIMI hh'lIl ldad escocesa, sobre todo porque durante e l S. XV lII highlallder era sinó nimo de ladrón de
68 Los soldados rasos que luchaban en el ejército inglés usaban los plaids --especie de manl (¡1I .11I1IIdo y bandido.
a cuadros- con un c int urón, con las piernas al descubierto; la parte de abajo daba la impres ión di' "2 La dinástía que Isabel 11 cambiaría a Willdsor después de la lJ Gu erra Mundial, dados los
un falda (beacan o belted plaid) . Había preceden tes de camisas largas usadas co n cintur6n, pero cml 11_lI bios alemanes del apellido Hannover y la conex ión de algunos de sus mi embros con la indus*
una gran diferencia entre ricos y pobres campes inos. hlll que colaboró con e llll Reich.
234 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES mOCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 235
4,6, Experiencia colectiva e invención étnica l'Hí forma de construcción de microsistemas y microentornos, etc., pueden dar lugar
,'--¡ experienciales y expresivos específicos, El grado de esta consolidación
1!1lllHlos
Los movimientos de revitalización buscan la autenticidad frente a lo impueSlo, ""!Iij(;lllica y emergencia varía cronotópicamente, lo que influye en las posibilidades
reificando la historia y la experiencia grupal, dándole una coherencia que no ticlll? IHs élites para aglutinar la voluntad colecti\iá 'e instigar un movimiento étnico
necesariamente, como si todo pasado fuera mejor, como si incorporara valores pos¡ /!f!IlO emergencia social.
tivos (Abu-Lughod 1991), congelando la historia en una LÍnica secuencia de hiWi., l~l.~pasemos un poco la historia de la construcción identitaria griega a partir de
como viñetas. ,h,cdl1lan 1994), quien se basa, principalmente en (Michas 1977), Las poblaciones
La narración recogida de (Trevar-Roper 1983) sobre la etnogénesis de la idenli, !lr< Ur~Gia se denominaron como Romii, herederos de los romanos duraútó-Ia época
dad escocesa insiste en esta perspectiva clc-constructivista y en el protagoniSmiJ hkilntinH, y como cristianos, opuestos a los musulmanes, en el Impe¡jo ,Qt9I1wno.
selectivo de ciertas élites interesadas en fantasear sobre su identidad y la ele otros, sin El movimiento nacionalista, fue obra en parte de estudiantes regresados de
desatender sus intereses políticos y económicos propios. Todos sabemos que mucho í kt_'idcl1te, Estos se reapropiaron de la visión idealizada que Europa hizo del c1asi-
deben ciertos procesos etnogénicos en la Modernidad al papel reificador y formali ¡,,'í!1'!110gr'iego y la fundamentación cultural y científica renacentista en la antigüedad
zador también de grupos de políticos, intelectuales y científicos (arquólogos, anlro Y sus pensadores, Este neOhf!fpnts111o tuvo una vocación eminentemente occi-
Jli jt'J.,\íl
pólogos, historiadores, etc.) a la hora de singularizar no sólo la Etnieidad como obi" ¡¡(,lilal, frente al cristianismo ortodoxo oriental y el Islam, La ruptura de su herencia
10 teórico y analítico, sino etnográfico. wlIwna se realizó internamente gracias a la revitalización de nombres, la lengua, el
Pero esto no significa, en mi opinión, que la población sea una marioneta 4 la qu!,~ 1\!lkore y la educación. Pero sería inimaginable sin un contexto más global, La iden-
se pueda imbuir cualquier cosa, Es importante destacar que toda revitalización étni !idad griega se constituye como microsistema del sistema ídentitario europeo que se
ca ha de entenderse en el amplio contexto en el que se produce, dentro de lo soei" r,Pllslruye sobre antecedentes intelectuales griegos, El movimiento de revitalización
;:<í' .'I\lloconstituye en heredero de esos antecedentes, poniendo en el presente lo que
imaginariamente plausible y relevante, tal como describimos para el caso vasco. Hn
Í!IC () imagina que fue en el pasado, Pero no lo usurpa a la Europa culta e intelectual,
el caso escocés, ciertos sectores de la población local pLJ.cde tener cierta autocoll
ciencia -social y geográficamente distribuida- de su diferencia y rivalidad [renten l'iI'iliuula, sino que se encarna en su depositaria como garantía de prestigio identita-
¡JI) en el contexto global europeo, reconfigurando una continuidad identitaria desde
los ingleses, después de una larga historia de guerras, refriegas y enfrentamientos, ;JI
hilo de los intereses de la monarquía inglesa y de los constantes vaivenes de los baro d IH:ríodo clásico hasta su revitalización. El neohelenismo se produce frente a un
nes escoceses, intrigantes y rendidos siempre al mejor postOl,73. (IHorno histórico romano, ortodoxo oriental y musulmán, como microsistema sobre
d que la Europa de la excelencia construye la suya, convirtiendo este micro sistema
En la parte III nos hemos referido a cómo la etnicidad no nace. por generaciólI {ll sistema dentro de un escenario de otros sistemas, en igualdad de condiciones de
espontánea, sino que puede hundir sus raíces en identidades colectivas'profundas tl) íh;rlenencia a la órbita occidental, obviando su definición como periferia de ésta,
el tiempo, Es a esto a lo que A. Smith se refería cuando se niega a aceptar que las i, ;Iecia entra así, en la Modernidad europea con todos los honores: los de la raciona-
identidades étnicas europeas surgen de repente en el Estado Moderno. lidl/d, lafilosofía y el arte (Cf. Herzfeld 1982).
Las múltiples producciones sociales humanas pueden ir constituyendo un dcpó. Cuando Friedman (1994), explica el devenir de esta identidad étnica, nos mues-
sito de diferencias e idiosincrasias no conscientemente buscadas con objetivos iden 1Hlllna de sus facetas más interesantes como teórico y analista de la etnicictacL En pri-
tificadores/diferenciadores, como los efectos no previstos de las acciones indivi IIH.'" lugar, porque afirma que, como venimos diciendo, la identidad griega no puede
duales y colectivas. El efecto acumulativo de prácticas y representaciones ell (cnll:nderse como una evolución local, sino como resultado de procesos idenüficato-
relación a contextos y experiencias socioecológicas, contactos, migraciones, objcli, nos complejos en contextos más amplios que, necesariamente afectan e intervienen
vaciones y discursos, autoimágenes, recursividad en cuanto a complejidad ÍnternH ,.H el ámbito local. Y, además, hace una reflexión inteligente sobre las formas de
'·'Hlslrucción social. Menciona a los "cínicos orgullosos y libres" (ibid.I92) que
verían en estos procesos identitarios una forma de mistificación e invención, Y, sin
73 La biografía de William W!.dlace, novelizada en la película Braveheart, da cierta idea del \<,!llbargo, nos recuerda que no se trata de juegos "de nombres y clasificaciones" sino
poco apoyo de los barones a la idea de una Escocia independiente, siendo el Rey todavía coml) dc procesos implicados en las condiciones inmediatas de la vida ele las gentes en el
como un Prinws lllterpares fClIdall11icntras otras monarquías se movían a la objetivación y conso t:'nlltcxto global de transformaciones socioeconómicas, la constitución de culturas e
Jidación de UI~~ línca dinástica como iba sucedicndo cn otros reinos europeos, No es de sorprendel idel1lidades, y la reconfiguración del "mapa de los pueblos del mundo" (ibid.193).
quc la poblaclOll de la zona llamada The Borden, en la frontera angloescocesa, la gente estllvicnl
más preocupada por los constantes cambios de bando de los barones y el arrasamicnto dc las lil;- Algo parecido apunta (Sutton 1997). Hay que tomar en serio las creencias de la
ITas y las poblaciones por parte de la monarquía traicionada, .1'.I'I1IC y sus modos de construir continuidad histórica con su pasado, antes que
236 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 237
menospreciar estas recreaciones como obra fa laz de las élites intelectual es nacio 11 III urSl icos del francés y el bretón en el ámbito doméstico, domin ado por las muje-
nalistas74 .
It 111 Y c.; 1 local de la socialidad masculina del bar. Si no recuerdo mal, Ins mujeres.
y la pregunta es la misma que hemos hecho en distintos luga res. ¿C~~ 111 l'h'lI 'upadas por la socialización ex itosa de sus hijos en el contcx to amplio fucra del
ge nte las ljralldes eliqu e/as de la Etnicidad, los grandes nom bres y coñc~o;:dl'i 1!l It ~ h l o, utili zaban preferentemente el francés; sus mari dos, con sus contertulios de
Disc urso Etnico y las prácticas que lo constru yen, que en su nombre se realizan 1I I!¡H, 1,; 1 bretón. Caso contrari o ocurría, por distintos motivos en el Roncal. M ientras
por él se justifican? De ahí la importancia de los contextos II1 fó nnales de i&.üJt'" '1111' '"l1jeres quedaban en casa hablando en euskera con hijos, parientes y vccillos, los
c t ó n~ [elaCIón, de lo pri vado, lo d oméstico, la socia ida¡¡, donde se gesta, practica y ,lllIlIId reros que conducíall los troncos río abajo hasta las serrerías y puntos de VCllt " ,
redefi¡¡.e..contll1uatnente la Ident Idad, aspecto al que damos prioridad teórica y anll w','csit aban hablar castell ano para entenderse con los compradores de madera, gene-
lítica en este trabajo. - 1'11111<:lIte erdeldunes (no euskoparlantes).
. Po~· ej emplo., rec~l:da mos que, si bien en el discurso étnico vasco obj eti vado y IJ ri kse n ( 199 1) insiste en la importancia de estos contextos in Formales de rela-
fOl mahzado soclopohtlca y culturalmente durante los 80, después de una larga ges I illlI social. Por ejemplo, explica la endogamia de negros e indios en Mauricio por
tlón IdeológIca en que la raza quedara descartada como Facto r de identidad por SIIN IIllIes diferencias en los modos de comprensión y ex pectación en torno a la sexuali-
connotacIOnes segregaclolll stas y antidemocráticas, lo cierto es que nos encontramos IllId, Comentarios, alardes y concepc iones de la atracción/a menaza sexual de hom-
que, en muchos contextos cotidi anos, la ascendencia todavía tenía significado con III\\S a mujeres entre los negros, que parecen más promiscuos, son incompatibles con
textual para adjudicar identidad étnica a alguien. Si uno tenía apellidos euskéricos, 111 I II ~ modos en que los indios comprenden los ritos de aproximación verbal y gestual
fill a.c.l ón estaba garanti zada; si no, sobre todo para la tercera edad, había grandes pro 11111 sex ualidad, quienes valoran especialmente la lealtad, la virtud y cierta discreción.
bablildades de que el sujeto fu era de j uera. I ~ t ()S patrones implícitos de valores, ritos, códigos de etiqueta, actitudes, comporta-
1111 'lItOS, son los que conforman los modos de estar y practicar e l mUlldo que vuelve
Recuerdo un incidente que me contó uno de mis entrevistados en el País Vasco,
que señala, también, los escenari os variables -en este caso de exc lusión/inclusión- ell 1I 1lirigirnos al concepto de habitlls, una vez más.
que los actores ubican sus relaciones e interacciones, sin que necesari amente haya
ac ue~do entre las partes sobre la defini ción de la situación. Teo de Juanes, unjoven d ,
17 anos, hIJO de II1mlgrantes y alumno de la Esc uela de Formación Profesional d '
Rentería (la más devaluada socialmente en la localidad por el tipo de alumnado y cl 11.7. Etnogénesis y cambio social
fracaso ~scol ar) tu vo un encontronazo con una "casera", como él la denominó, mujer
pertenecIente a la unidad doméstica y de producción tradiciona l del País Vasco ru ra l Muchos procesos de etnogénesis ocurren como reorgani zaciones de sistemas de
denominado caserío. La señora zanjó la discusión sentenciando "de fu era tenías que d," "inación y clasificación en contextos de rápido o intenso cambio social, político,
ser". Es de imaginar que su atuendo típicamente urbano pUllk, asociado metafóri ca- 'I'(Hlóm}sQ. cultural., Pueden aparecer vinculadas con Formas de impugnación y libe-
mente en la locali9ad con la extranjería social y étnica, así como su dicción española luciólI de antiguos regímenes de prácticas y representaciones, sistemas hegemónicos
no vasquizada75. El mismo nos contó otra situación contraria. Iba por la calle un día I\t " Las personas y grupos pueden percibir/sentir una dislocación, una incoherencia
y le paró la policía. Al pedirle el DNl, e l agente se percató de los apellidos no euské- 1\l1 tre ciertos sistemas referenciales para la acción y la representación y las prácticas
n cos de Teo. Al preguntarle que de dónde eran sus padres, dijo que de Salamanca. El l' Ideas personales/colectivas ex perimentadas localmente. Muchas veces personas,
P?licía se vio gratamente sorprendido por la coincidencia, porque él mi smo era de WII pOS, no se reconocen en los nuevos contextos en los que han de organizar sus
dicha provincia. La interacción terminó con saludos, parabienes y despedida cordi al. vidas y relaciones.
Diferencias en las prác ticas cotidianas de hombres y mujeres en Bretaña también El cambio puede producirse desde dentro de los propios sistemas identitarios
fu eron mencionadas por Mary MacDona ld (1989), sobre todo por los distintos usos (\,"dógeno), en las relacjones sistemas/entornos, o en los propios entornos (exógeno)
~'\)l 11 0 sistemas que son a su vez. Sucede que alguno o varios pueden actuar como
ClIlaliza ores, I~eperc uti endo en todos los demás.
74 Otr~ cosa son .I ~s reg ímenes de verdad y awelllicidad, como contro les internos y externos Estos procesos pueden di spararse en contextos de fuerte presión externa, ame-
de las versiones cogniti va y moralmente apropiadas de la identidad ét nica (Ramírez Goicoechca "lizas/sentimientos de abso rciól1 76 , disolución de singul aridades y particul aridades
:0?5b). Por ej~mplo, en ~m~tokeino (No.ru e~a), !o~ Sami cO~ls.ideran que serlo signi fi ca incorpo-
[<ul? en el ~mb'to de la plachca y comullIcaclónllltlllla y cot idian a, del habl a, el habillls y la ed u-
cación sentimenta l (Díaz de Rada 2004).
. 75 Respecto del uso de ca lcas euskéricas. prosodia, entonac ión, ordenac ión gramat ica l, varia- 76 En forma de aniquilación, subyugación o ellcompassmelll-una tutela abarcante, dentro de
ción en algunos tiempos verbales, etc.
lo tolerado por el nuevo poder (Ballm an 2004).
- ---
o menos deudores de intereses elitistas, contra formas de dominación considerad¡¡
extralljera~ y que representaron una subversión de órdene$ y p Q.de re~ prec.e.cIentcs,
lI.'!lLamellli.z,1 a las solidarjdades.y f9 rm de pe.Jlenencia tradicionales.
I j¡ l\ldcnle, en sus misiones o en sus universidades, volvieron a sus lugares de ori gen
~ 1111 voluntad de movi li zar a sus disti ntas comunidades en nuevas formulaciones iden-
111111111, relacio nadas con la ideología de Occidente78 pero a la vez contra la presencia
,,,ltllli al (pero desde sus mismso presupuestos de democracia e igualdad). Se convir-
Anthony Smith (1986) cuenta cómo durante situaciones colecti vas específi cas, I¡II lit ,, \11 en agentes de modernización -en el estilo europeo- en sus lugares de origen,
refundaciones comunitarias han sido frecuentes, a partir del descontento, la angusll" ,1 1" vez que recuperadores renovadores de las tradiciones culturales a la hora de
colectiva, la sensación de crisis social. Cita, por ejemplo, a la Grecia posromana b,U" 11 \ illI~ trllir la etnicidad e identidad en la excolonia. Sin embargo, muchas de las rei-
la ley bizantina y cómo el sentimiento heleno se reavivó y redefini ó en este conleN I" lIullcaciones hechas desde la marginalidad, la discriminación y la desigualdad, a
de imposición abarcante mediante la apropiación de la ortodoxia oriental (Smi llt IItI'"udo ha acabado en forma s radicales de intolerancia hacia otros muchos grupos.
1986) :16. Las revueltas anglosajonas contra la invasión y el asentamiento de 101 11 \,ollflicto entre élites étnicas de distintas comunidades, en busca de su propia pra-
normandos en la Inglaterra de los siglos XI y XII, los levantamientos populares del '"'' '16n y movilidad social en las estructuras de poder, ha sido una fuente común de
y 3 de Mayo contra las tropas napoleónicas en el Madrid de principios del S. XIX, '1 11 llIosidad y violencia (Cf. 5.3).
son algunos de los ejemplos más inmed iatos que me vienen ahora a la cabeza, por Sil
Sucede otro tanto con aquellas generaciones que no se reconocen en el sistema
especial combinación de elementos políticos, élnicos y sociecoeconóm icos.
,1" , 'presentaciones y categorías de sus ancestros, por cuanto que viven y experi-
A muchas identidades periféricas excluidas del Estado nacional y las transrOI 1111'111 '"' el mundo y sus relaciones de otro modo, no identificándose con sistemas de
maciones económicosociales y políticas que incorpora, suelcn corresponder eSIOS 1"""'[II"icnto y acción étnicos previos. Estas nuevas cohol1es, con formación y edu-
procesos de etnogénesis/revilalización étnica. Pero también al propio Estado en Sil "11'1611 diferente, aspi ran a renovar/reconstruir identidades y relaciones que no res-
construcción de una identidad colecti va nacional. Frente a la fragmentac ión peligro I'IIlIden a sus nuevas ex periencias y exigencias (Cf. 4.5). Ese era el caso de las nue-
sa y la alienación afecti va que despliegan el industrialismo moderno y la ciencia, 1 ~II' generaciones de drusos que impugnaron el modelo identitario de sus progenitores
objetivo y contenido de las imaginaciones nacionaLes modernas es presentar UII !! I'", "dos en un sometimiento aba rcante por parte del Estado de Israel quien constru-
vision de fraternidad étnica entre élites y masas a través del drama histórico en el qUI' V' pllra los mismos una idenl idad basada en una religión esotérica que daba poder a
un pasado unificado se re-descubre y re-presenta, evocando significados profundOS 1", jefes de fami lia que así consolidaban, de paso, sus intereses patrilineales y eco-
de destino colectivo y comunidad (Smith 1986: 173). Se trata de remedar permanell 111 ,"ieos (Oppenheimer 1980).
cia, estabilidad, lazos vinculanles, en un escenario de mudanza y movilidad.
Las migraciones humanas también son el caldo de cultivo de posibles _movi-
Las revitalizaciones nacionalistas - legitimadas generalmente en discursos y 111!t' nlos/recreaciones_étnicas.
prácticas de la identidad y diferencia étnicas- han estado a la hora del día en l'Le,."
Procesos de etnogénesis podemos observarlos en población inmigrante, como
postsoviética. La capjtali zación interesada del descontento ha sido realizada muchas
111111 forma de incorporación y dotación de sentido del nuevo contexto que experi-
_veces a partir de la etnificacióu ~'liejos.-coJlfli cto~ y renci llas, congelados y di si.
IIIClllan. Pero también de cedefinición recreativa en el nuevo conlexto migratorio de
mulados bajo el gran paraguas abarcante del Estado soviético17 . Tamoién ha sucedi
do en aquellaSrepúblicas exsoviéticas que han pretendido salir de la órbita rusa, pro lI'IIIell as de sus identidades en origen (Cf. 5.6).
moviendo una gramática de relaciones segmentarias frente a la tutela omnímoda del Las sociedades de acogida pueden verse y sentirse sobredimensionadas por los
Estado, como es el ejemplo de Ukrania. Rivalidades y rendimiento de cuentas a aque ,,' ' i ~ n llegados, bien por su densidad demográfica, bien por una imposición y hege-
llos grupos y sectores privilegiados por el régimen soviético han ido de la mano con """Ira política e ideológica. Eso es lo que ocurrió en parte en el movi mienlo etnicis-
í ·eclamaciones de identidad y diferencialidad étnica.
111 También China se vio afectada por los intelectuales chinos formados en Occidente. El
77 Los conflictos enquistados, todos de distintas características y con diferentes intereses pOI f\.hlVi miento de la Nueva CUllllfCl de la primera mitad del S. XX forjó la tran sición del universali s-
medio. de l Alto Karabaj (Azerbaiyán), el Transdniéster en Moldavia y Oseli a de) Sur y Abjazia, y, 11111 cultural al nacionalismo racial, precisamente influida por las ideas raciales occidentales de
sobre todo, Chechenia, tierra de petróleo y del paso de los oleoductos. 1,IIonces (Díkouer, 1990).
240 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'llOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 241
ta vasco a fines del S. XIX y a partir de la década de los 60 en el S. XX. Incluso In !JI movimiento pro-derechos civiles en irlanda vuelve a plantear la interpenetra*
producción de discurso sobre la inmigración ex tranjera en países europeos produc 1Ir 111 de lo étnico, lo político y lo socioeconómic0 81 . Lo hemos mencionado en el ca pí-
no sólo una reflexión sobre la identidad nacional de la sociedad de asentamie nto sino In ln correspondiente a procesos de eselusión/inclusión social. Nos trae a la memoria
incluso una exacerbació n de la misma que puede manifestarse en xenofobi a y racise 11 111 val iente joven Bernadette Deblin. Surgió en la segunda mitad de los 60, siendo
mo (Cf. 5. 3. y 5.6.). Ijll ', todavía hoy, vivimos inciertamente el resultado de las negociaciones de Stormont
¡llIlré el nacionalismo protestante pro-británico, el nacionalismo católico irlandés y el
I IIhierno Británico. Se localizó en los territorios británicos en Irlanda, el Ulster. La
h1prcscntación política de los católicos, el peso de su voto en las elecciones, era
4.8 . Etnic idad y movimientos sociales 11111'ha menor que la de los protestantes, de modo que estos últi mos concentraban el
p"der y los puestos políticos. Parte de la lucha se concentra en la igualdad de poder
pl rlftico pero también en el terreno de las oportun idades de empleo, igualdad de sala-
Por movimientos s9.c iales podemos entender aquellas movilizaciones olecJ..Lvas 1111<, acceso a la vi vienda en igualdad de condiciones, etc. El enemigo era el Gobierno
cl
q.ue, en ánimo_de cambiar o recuperar determinad~ situaciones y conc~ltraciQncs 111'1 Ulster, sus soportes, es decir, la población anglófil a proestante, y, en última ins-
de_poderjJolítico, económico e ·denIógico, sg constitu yen en.iueLzJlS-cole tivas gUI! 11111 -ia, cl Estado británico, su gobiern o, su policía (RUC) y su Ejército. La histori a de
pueden entrar en la arena del juego jlolítico formal de ins tituciones y administracio· 1111( r 'Iaciones asimétri cas entre ingleses e irl andeses y los prejuicios y discrimin ación
nes (legislati vas, judiéiales, ejecutivas, edu catI vas, culturales, laborales, etc.), sin 11111' parle de los primeros a los segundos data ya desde el S.X, culminado con las cam-
ce¡¡¡rse a est s.esp-acios Y !!l.Qdus-de-vjndicación y contestació 79 y ue scilan en[JC jll1iills de castigo de Oliver Cromwell , las represalías que siguieron al levantamiento
una semiestructuración organizati va y agencial - representantes, movi li zadores, etc,- 1111 -IOllalista de 1929 y la construcción de una identidad raciali zada y racista sobre los
yUl1acommunitas. 80 ----- I1 ll1ndcses (Cf. 6.3). No puede comprenderse el conflicto de l Ulster exclusiva mente en
A veces las etnogénesis pueden comprenderse como mov imie ntos ~altl, tal It Il1I inos de exclusión socioeconómica y política independientemente de referenc ias
como los nati vismos, los milenarismos, elc. con los que comparten elementos Illnlcas basadas, fundamentalmente en su identidad nacionalista irlandesa, no norir-
comunes. En estos casos e l protago nismo principal recae en las bases de la pobla· IlIlIdesa, y en el catolicismo. Todavía hoy siguen levantados los muros para separar
ción , su participación, movil ización, energía, e mociónes y memo ria colecti va. Lo 1I11111as comunidades en Belfast y pasarán varias generaciones antes de que la sociedad
habi tual es que estas agencias colecti vas -en di verso grado de agregación/co muna. pH ~ dil vivir una reconcili ación después de tantos muertos de una y otra parle.
lidad- y sus efectos se engarcen com plej amente con agencias más individ\!Jllizadas En el caso de EEUU, entre 1260- 1'U0_se diero n las mayores protestas nunca vis-
o grupalmente selcccionadas (organi zaciones, asoc iaciones, partidos políticos, é li· III~ por parte de población afroameri cana en contra de la di scrimin ación racial con-
tes de diversa c iaSe), combinándose de diversa manera en re lación al contexto y Id/'l t 'Ilte, entre otras cosas, en una situación subsidiaria en el domini o de la economía,
momento históri co. !'I ll'Ilbajo, la política, la educación, los benefi cios sociales, la expresión cultural, el
Muchas veces es difícil distinguir entre movimientos sociales y procesos de crea· II'conoci me into social, la violencia y los abusos, etc. La rebelión, a menudo pacífi -
ciónlrevitalización étnica porque no pocas veces los primeros se organizan en torno 111, por la igualdad y los derechos civiles ag lu tinó a una gran parte de la pob lación
a un principio ordenador étnico, que fu nciona como catalizador del mismo. II hOll mericana, obliga ndo tanto a los estados federa les como a la población angloa-
11 1 ri cana ha cambiar actitudes y legislaciones. A partir de 1965 aparecieron grupos
Los movimientos por los derechos civi les han tenido a menudo connotaciones
11 11110 los Pantera /leg ra (Black Panther) y otros gru pos organi zados del Black
étnicas.
1'(/IlIer, que, a diferencia de los anteri ores, cuestionaron su participación en el Estado
IIIIH:ri cano, reivindicando, desde posturas más O menos de izquierda, libertad yauto-
1I0ll1fa políticas.
19 El bombardeo de mensajes de correo electróni co para saturar los servidores de una in st i.
Otra form a de elnizaóón de los criterios raciales se produce con la resignifi ca-
tución política ylo admini strativa, la recogida de adhesiones a determinadas reivindicaciones pOI'
el mismo medio,la persecución itinerante de las reuniones del G*8, co mo represent ante de 10 ,'1 rI 11 elel términ o Black. Ya sabemos que este no se reduce a la mera constatación de
Estados más desarrolladas industria lmente, etc., por medio de man ifestaciones, represent acione s
burl escas, etc ., el boi cot al co nsumo de determ in adas compañías comercia les o a los símbolos y
representantes del Estado, la desobediencia civil, etc., muestran la creatividad con qu e trabajan
1:1 1 En lo que puedan tener estos dos dominios de autonomía y especificidad relativa . Ya sabc*
estos gru pos,
80 Como la defi niera Victor Turner (1977) en el sentido de com unidad indiferenciada de indio II¡U,'1 que el poder es consustancia l a la Etn icid ad , además del poder localizado en otros ámbitos de
viduos iguales unidos por un sentido de efervescencia co lecti va y una motivación dirigida por líde- IllIh:tica y representación. Lo mi smo podemos decir de lo económico. En esa medida, nunca vamos
res que ca nalizan el sentimiento colectivo, 1I 1'Cl'tri ngir lo étni co a lo cultural, ni lo cultural a lo si mbólico,
242 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PllOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 243
una disimilitud en la pigmentación de la piel, si no que conlleva toda una evaluación IIn pluralista introducido por el Xl Congreso Indige nista Interamericano celebrado
y toda una domi nación hi stórica en forma de ex plotación, discriminación, exterml l it1993 en Managua, en cuanto al respeto y reconocimiento, defensa y protección de
nio. Sin embargo, este término fue reapropi ado en los años 70 por la población anglo 111" (1'rcchos indígenas, su autonomía y su consideración como sujeto soc ial acti vo en
caribeña y angloafricana, como una sustracción a la ideología racial y racista domi Illd"s los ámbitos soc iales y del Estado. (Cf. Fernánclez Fernández 1998).
nante, reconfigurando su sentido y su uso. El entorno de otras categorías raciales Sl\ Intcntan expresar la lucha de pueblos autóctonos para e l reconocimiento de sus
incorpora como microentorn o en el sistema de reconceptuali zación étnica de In .1111 'chos sobre territori os, recursos, plantas. animales, sustancias, formas de vida,
población dom inada, reconstruyendo su autonomía sistémica a partir de éste. < 111111 'scntación política, etc. por parte del Estado, sus agentes y élites do minantes, así
Algunas tendencias dentro del Panafricani smo han utilizado como criterio de 1IIIIlO en la dejación de soberanía y derechos de explotación en distintas compañías
inclusión racial el color de la piel - tal como Occidente lo utilizó para lo contrario , 1I111'ionales y multinacionales. Estas luchas se extienden desde la historia de la colo-
coincidiendo con criterios prevalentes en el Maghreb y el mundo árabe del norte d ~ 1Il/lIción, la independencia nacional y la moderni zación más o menos liberal -en tér-
Africa, en donde se identifica (despectivamente) africanidad con negritud (Ramíre1 111 IIOS económicos- de sus élites gobernantes, la construcción del Estado en los
Goicoechea 1996a), y con población subsahariana s2 . Mujeres m3IToquíes procedentcN l~ l us XIX Y XX Y la globali zación (Brysk 2000)85. Lo interesante es que en esta
de regiones limítrofes con Mauritaria se quejaban de que las llamaran negras en los 111 'I",/diálogo se ha producido una concienc iación por parte de la población indígena
pueblos de alrededor de Madrid donde trabajaban como empleadas de hogar (ibid)sl, 111' NuS condiciones, de sus capacidades, de su lugar en la historia de los países, de sus
No es fácil discernir cuánto de lucha política y económica en sí podemos encon- l""lbilidades, de su capital cultural 86 y político, haciéndoles emerger, para sí mismos
trar en estos 1l1Ovimientos y cuánto de J'cconocimiento étn~o. A lo n~ampoco y pllra otros, como actores sociales en el escenario nacional s7 Su penetración y par-
tiene sentido discutirlo, en cuanto que, en términos de atractividad, podemos pensar Jll'i pllción política, tanto como organización autónoma en el locus regional, como en
en la superposición no exacta de dos atractores actuando juntos: un @ no es afma .. 1". Ins tituciones del Estado, son variables y dependen de la evolución histórica y polí-
merican@ independiente de su situación socioeconóm ica y política; tampoco es un 111'11 dc las dinámicas internas del propio movimiento y las relaciones entre sus miem-
desempleado, marginado, subalterno o proletario dejando en el armario su (auto IUlls, así como de la correlación de fuerzas entre el movimiento y el Estado y sus éli-
hetero)identificación como hispano, por ejemplo. En el mismo sentido, no es lo !t\"I dominantes 88 ,
mismo ser un magnate angloamericano de la industri a cinematográfica que serlo Los distintos estados y sus di ve rsos movimientos indígenas han negociado his-
siéndo un Hermano Musulmán (si es que se diera dicha posibilidad). \1 dca y localmente estas reivindicaciones de mu y di versa forma y cada una ex ige
El indigenismos., como movimiento social, es un tipo de activismo sociopolíti- IUI estudio pormenorizado. Lo cierto es que, la mayo ría de las veces, después de
co que incorpora la rei vindicación étnica a la reivindicación de autonomía y libertad ,I'rtas concesiones recogidas estatutaria y legalmente, la segunda parte de esta con-
de gest ión y decisión. Constituye un conjunto de movi mientos de protesta contra In IIIHHación ha consistido en reclamar la efectiva aplicación de la ley por parte de los
discriminación y la minusvaloración de las poblaciones au tóctonas precolombinas en II~ 'IHes sociales. Eso es lo que ocurri ó en el caso mexicano. Hasta que no se pro-
la construcción nacional y económica del Estado (Cf. 5.5. y 5.7), y, en todo caso, al IluJo el alzamiento zapati sta - 1994-, apenas se observaron transformaciones socia-
11" !lcordes con los principios legales aprobados a favor del reconocimiento indígena
y de sus derechos (Castellanos Guerrero y López y Ri vas 1997). En las discusiones
82 Parece que fueron árabes los que comenzaron con el tráfico de esclavos. (Lewis 1990) pro-
III1 tre c l EZLN y el gobierno mex icano podía observarse la reticencia de éste y las
pone reconsiderar el racismo como práctica también en el Medio Oriente. Muchos subsaharianos ,'lllscs dominantes a dar ninguna autonomía política a los indígenas y a redefi nir sus
candidatos a la emigración a Europa, que necesari amente han de pasar el Estrecho por Marruecos
o embarcar a las Canarias desde M auritania se quejan del trato despótico rec ibido en estos países.
que les consideran inferiores. Algunos agentes sociales dedicados a la as istencia para la inmigra-
ción en España se quejaban del sentido de superioridad de los marroquíes sobre cualquier africano ~s Incluso población afroamericana está organi zándose para demandar judicialmente al Estado
de color (Ram írez Goicoechea 1996). Siguen sucediendo razzias de tribus árabes del Norte sudanés ~lIlIel'i cano por los maltratos recibidos durante la esclavitud y todas las plu svalías obtenidas por los
para el secuestro y conversión en esclavos de niños y mujeres de poblados del Sur, en el contex to ! leos de ori gen principalmente europeo gracias a la explotación de sus esclavos.
de la guerra civil que asuela el país. Los cam pamentos de refugiados de Darfur son tri stes muestras 86 En términos ecológicos y de sostenibi lidad, por ejemplo; en términos de valores colectivos,
de este ya largo conflicto geopolítico. l ohesión y solidaridad, también.
83 Lo mi smo suced ía con algunas dominica nas. Claro que, un a vez oído que hablaban espa- H7 Olra cosa diferente son los movimientos armados guerrilleros. organi zados militarmente,
ñol, se las reubicaba inmediatamente como procedentes de República Dominicana, Colombia, cte. IllI!; pueden controlar partes impol1antes del país -como en Colombia- y que ponen en jaque la au to-
84 No nos referimos aquí al indigenismo como el modo en que la sociedad dominante y el ,hlnd y la estructura del Estado y sus instituciones. La posible conversión de movimientos indígenas
Estado abord aron el problema del atraso y escasa modernización del indio (que podríamos definir 1111 grupos guerrilleros anti-imperialistas preocupa especialmente a las autoridades norteamericanas.
como poblac ión precolombina, inex tricab lemente unida al hecho cOlonial) consistente en un a serie HH Un caso excepcional es el de Evo Morales, de antecedentes e ideología profundamcnte
de políticas y discursos de integración paternali stas y tutorizantes. Indigeni sta, que ha llegado a la Presidencia del Gobierno de Bolivia.
244 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 245
i d~as so br~ n ~c i ó n y Esta?o basadas en la tutela asistencialista y paternali sta y cH 1\ 1111 NO II construidos y mantenidos (Bart h 1969). La perspectiva organizlI 'iOIlIlI , al
te hsta del IIldlgena que siempre le han denegado su condic ión individua l y coleell 11111ti"e la perspectiva instrumentalista, vacía de contenido propio la Etnic idlld .
va de acto r político. Este movimiento no representaba los intereses de una éJi te '11
busca de poder polít ico y, en esa med ida se entiende su organi zación peculi ar, S tl ~
NI II embargo la gente no piensa en categorías -vacías, operatori as. IndepcncliClI1 .
fo rmas de representatividad, el trabajo cu ltural sobre las diferencias internas y lo. 111' 1111' de SlI versatilidad, cualidad politética y crosmodalidad, las categorías siempr'
111 IIPIl 'olltcnido, a partir de experiencias y elaboraciones discursivas concretas, par-
procesos y á m b lt~s de exclusión social (i incluyendo e l género !), los conceptos polJ.
ocos d.e autonoml a e Igualitansmo, fo rm as de integración y relación con el Estadu 11< IIhll 'S o tipificadas y rutini zadas.
y las c iudades etc. fuera del juego de la política forma l tradicional mexicana. y puso 1 liS costumbres, ideas, prácticas de los grupos están en casi todos los discursos
~ n~ve l nac.lOnal, en la agenda y los medios de comun icación de masa el problelllU ..111,- IlIs difereñcias e identidades étnicas, tanto cuando el grupo y el actor hablan y
I ~dlgena, ligado a un reconocimiento étnico (como población autóctona precololll 1'" II~ I III sobre sí mismos -se autodefinen y autoadscriben- como cuando lo hacen sobre
billa) pero también, político, jurídico y socioeconómico (Castellanos Guerrero y 1.1 1I· Ill~s. cualesquiera forma de presentación y representación que éstos tengan.
López y Rivas 1997).
N() hace falta ser primordialista para insistir en la importanc ia de la selección de
. .En tod~ c~so, a paltir de este movimiento, en un país como M éjico donde elmclol l., IIIsgos culturales que un grupo hace para dotarse de un lugar en el imaginario y
tlzaJe se objetivó como la identidad nacional, se incluyó por fin la categoría de indíg/' IIIiIJlII soc ial. Reconocer la im portancia de variables cultura lesJlo quiere decir que
l/a , en el sentido de población precolombina, como sujeto colecti vo en la ConstituciólI, ! 't lll ~
se piensen como estáticos, primordiales, ni siquiera absolutamente necesari os.
I.n Et nicidad ha sido en ocasiones definida como las maneras seleccionadas en
IllI t' la cultura es usada para defi ni r a los OtIVS. Para Eriksen (1991) la Etnicidad se
' 111 'lIde como un proceso de comunicación de diferencias culturales. Su alegato con-
5. PARÁMETROS DEL TRABAJO ÉTNIC089 1111 '1 formalismo vacío de contenido de las propuestas de Frederick Barth ( 1969),
,hllllle lo que impol1a es la interacción y cómo se constru yen las fronteras, es claro.
111 embargo, para Eri kson las difere ncias culturales sólo se hacen relevantes en siste-
"1 don 't deal with truth. But I know sorne stories ... ". III1IS de interacción, distanciándose de los esellcialistas que consideran al grupo étni-
Rebecca Wells. Divine Secrets of the Ya-Ya Sisterhood. 111 como portador de rasgos culturales inherentes y lazos primordiales.
Para Eriksen (199 1 p. 142), los modelos textuales de la cultura tienen un valor
IIndlada en cuanto que la cultura es un aspecto de diversas prácticas sociales, y no
III I,"CC la unidad que tiene un texto ni su estructura ni su lógica intern a9o .
5. 1. Etnicidad y Cultura. Una trampa falsa
Así, Eriksen la comprende como un lallguage-game (uni verso de sentido), un
1I IIIIex to de significado compartido, aprendido e internalizado, li mitado espacial,
~om~ dijimos en el apart ado sobre Memoria colec ti va. los grupos extern ali zan
h\tlIporal y situacionalmente, aunque relacionado con otros universos de sentido por
sus IdentIdades y, recursivamente, conform an las mismas med iante las externa li ..
111 'dio de reglas de traslació n y conversión.
zaciones objetivadas por medio de artefactos culturales perceptosensorialmenle
aprehensibles. Como Anthony Giddens destacó para la estructura social (G iddens 1979) la cul-
l/1m es dual: provee el ma~o neccs311 0 en el que la- acció;:;pueda ser signi ficativa; a
Las re laciones entre Etl1icidad y Cultu /'{/ han dado más de un quebradero de
111 vez, es te marco depende enteramente de la acción intencional para stlJ'cproducción.
cabeza para los ana li stas de las identidades y fenómenos étnicos, sobre todo porque
1.11 cultura es un producto de las relaciones humanas, mientras que, simultáneamente,
la vanedad de casos etnográficos no ayuda a una comprensión adecuada si no se ti e.
,'S lIna condición para que dichas relaciones sean significativas.
nen sólidos argumentos teóricos so bre cómo se constru ye lo social.
¿Pero qué es eso de lo soc iocultural?91
Según las teorías organi zacionaJes de la etnicidad la ident idad no depende de l
patnmol1lo cultural y la cultllra no define la naturaleza del gru po étn ico sino los
modos en que organi za interacción con otros grupos y cómo los límites entre un os y
90 Así lo han expresado también Angel Díaz de Rada y Francisco Cruces ( 1994) sobre la
IlIljrlbilidad última de la práctica, di mensi6n intrínseca de la cultura, que no puede de-codifi carse
por medio de reglas. Por el con trario, la cultura trata más bien de interpretar que de traducir
89 ~s te apartado puede leerse corno continuaci6n del apartado 3.5. Etnicidad, Autopoiesis y ( mces and Diaz de Rada 199 1).
CompleJ idad.
91 Lo que sigue proviene básicamente de (R:,ullírez Goicoechea 2005a).
246 ETNICIDAD. IDENTIDAD Y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 247
Saltándome el interminable debate antropológico sobre qué es la cultura 92 , estoy vii. Constituyen los marcos y referencias (microEntol'l1os) para la re-producción,
plenamente de ac uerdo con la idea de.-Zygmun Bauman, como un proceso sobre la h' t10li nición y re-constitución abierta y creati va del proceso aquí descrito, en distin-
marc ha de "barajar y re-barajar de probabi lidades", "reestablecimiento de oportuni- 1<" lugares, tempos y a distintos niveles de complejidad y posibilidad de agencia.
dades a expensas de otras" y el continuo ensamblamiento y desensamblamiento de Así se producen seres humanos intencionales, miembros ac tivos y reconocidos
órdenes l'!lrciales O locales 91.
- - -
- --
,It' ¡¡rupos, sujetos con capacidades amplificadas para la acción, relación y pertenen-
Como muchos otros, y en el ánimo posmoderno de exorcizar los esencialismos..y I lu, comunicación, representación, conocimiento, emoción y evaluación, habilidades
la reificación que científicos sociales, políticos y administradores hemos hecho del 'IU' Ics permiten reorganizar, re-describir, re-crear y negociar subjeti va y colectiva-
concepto de cultura, parece má _ad~ec uado utilizar este ténninoJ;.OmoSJlalida<Lde IIlt' ntc, todo o partes del proceso arriba descrito, en distintos momentos y con distin-
'!!.gunas producciones hu ma nas. ~i hablamos de procesos sociocultural tamos 1" < grados de poder y autonomía. La(s) cultura(s) es(son), precisamente el(los) pro-
p~n do el énfasis en que es el dinamismo lo que cuenta, inciépendientemente de I t" O s) no linealCes) de creación y reorgani zación, descri ción y redescripción
estructuraciones y sustantivacioneJ" como la objetivación, más o menos prolongadas , ,,lecti va de las condiciQnes de existencia y ~ i gnificado de los seresJlU,ñanos. -
en el tie mpo. Yo, como muchos otros, preferimos este término explicado por M. Este modelo no determini sta ni lineal atiende a la emergencia de las di stintas
Fortes ( 1983) y utili zado por muchos otros Cf. (lngold 1991), (Díaz de Rada, 1996). Ilt pucidades y acti vidades humanas sus contextos sociales de producción, por tanto,
La adjetivación es una cualidad, no una garantía slIstantiva94 . t ",n tó picamente determinadas. Estas habilidades y capacidades emergentes se dan
Desde una perspectiva interdisciplinar, comprender lo sociocultural como proce- jllll'clación a procesos mutuamente implicados a la vez, aunque relativamente autoor-
so sistémico, complejo, abierto y dinámico que remite a: Mllllizados y con ritmos e intensidades propios: prácticas productivas, selección, apro-
i. Una historia filogenética no lineal, de momentos de equilibrio puntuado plllción y transformación del Entorno, procesos ontogenéticos y filogenéticos de la
~ IlIsori operceptocognición, represe ntación, comunicación y lenguaje, producción y
(cambio), de crisis y avalanchas tanto como de acumulación y transformación gra-
dual, que ha dado lugar a, IlIstribución social del significado y del saber y su externalización en forma de obje-
1 vuciones sociales diversas (artefactos, tecnologías, instituciones, rutinas y procedi-
ji. Un cuerpo anatómica y sensoriomotrizmente bien dotado, que incluye un
IItlcntos), procesos de aprendizaje y socialización en contextos de grupalidad, coope-
cerebro autoorganizado y relati va mente fl exi ble, que permite
IIlción/conflicto y construcción de un orden social , político y moral95
¡ii. Unas relaciones sociales cooperativas y comunicativas. que a su vez propicia
La discontinuidad que reI!resenta el homo sapiens saRJens del resto de su cadena
su propia estructuración connectiva,
I logenética se da en..términos de emergencia, a yartir de un movimiento de co n s~tu
¡v. Durante un proceso organizado de vida, la ontogenia, por las que ,'l6n de su Entamo en términos de prácticas y representaciones en donde los agentes
v. Se produce/apropia/transforma el Enta m o mediante prácticas, habi lidades, e
Ij ue los producen incorporan son capaces de ~~ecurs i v idad, reflexividad y transfor-
destrezas, saberes y significados, desigualmente distruibuidas y compartidas, inte- "",eión continua. El resultado es, obviamente, ~o y va riopinto: por eso, si pode-
gradas fragmentariamente, IIIOS hablar de cullllra/s/sociocultural , no ~ en el sentido de reificaciones sustanti vas
vi. Que se externalizan y objeti va n en forma de esquemas, rutinas, procedi- ¡J 'limitadas, sino como modos diferentes de organizar estos procesos, sus estructura-
mientos, reglas, artefactos y tecnologías, representaciones, clasificaciones, normas, do nes, sus defi niciones y ambigüedades, sus vacíos y sus microdinámicas autorga-
valores e instituciones, que, a su vez, nlzadas, s u s~s ig nifi cados y las prácticas por las que cobran ex istencia de hecho.
Eriksen afirmaba que la cultura es un aspecto de diversas prácticas sociales.
/, 'ómo no lo va a a ser? Desde mi punto de vista la separación cultura/sociedad es un
92 Para una hi storia del concepto en Antropología, véase Luque Baena (1990. cap. 3); Kuper I,hurdo, la primera entena ida como c%raci6n y /l/O/fología dej a segunda, entendida
(1999); S,oeking (1 982) Y Khan (1975).
(esta como conjunto de relac' sociales .
91 " ... an ongoing process of re-shufning of probabilities", "Resening of ( .. . ) chances at the
expense of others", and "con tinuous assembling and di ssembling of partial or local orders"
("Interview to Zygm unl Bauman", EASA Newsletter, 27. 10.1999. Para una aprox imación similar,
véanse Haraway (1990); Lave ( 1988); Toren (1994); Díaz de Rada y Velaseo ( 1996).
:4 Los que desconocen nuestro trabajo ya no pueden acusarnos de construir pequeños reinos 95 Independientemente del proceso de producción de nuestras propias categorías de pensa·
de taIfas donde cada uno reiventa la realidad de su pequeña tribu. Como mencionó en otro lugar E. Illiento, y la reflexividad necesaria operada en la Antropo logía , estoy interesada en los procesos
Gellner decía en una entrevista, que no tenía campo (' field '), no era un burro. A lo que añadiría: los hlopsicosociales de constituc ión y producción de nuestra human idad (CL Ram írez Goicoechca
antropólogos ya no estudian una cU(lIIra, sino particulares dinámicas socioculturales en momentos, i 005a). El acento está en lo dinámico y procesual y abierto (opel/-el/(Ietl) de esta producc ión que,
lugares y con gentes concretas. Para ello hacemos trabajo de campo, es decir, cogemos carrerilla no obstante, se objetiva y cri sta li za, se estructura, en forma de patrones de relaciones y conex iones
para subirnos a su propio tren y compartir asiento y bocadillos mientras escuchamos observamos 1I111s o menos flexibles, con cierta esperanza de vida a largo pl azo y diversa capacid ad de fuerza y
parti cipamos, apu ntamos y tratamos de entender. " tlll'llcci6n.
248 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 249
Precisamente ~ modelo autopoiético permite salir de este ti o de dualidades. No Pongamos va rios ejemplos. El primero trata de un mito japonés del siglo XV II
jlay relaciones sociales en abstracto; no hay cultura fuera de relaciones sociales. I\n su recorrido redescript ivo hasta el siglo XX . Se trata de la historia de Tamiya
Como proceso dinámico de prác ticas y representaciones sociohistóricamente especi- 11001Iro. Tamiya fue asesinado en 1624 por su celoso pro fesor de esgrima, Hori
ficadas, colecti vamente defi nidas y redefinidas y subjetiva y colecti va mente apropia- t 'Iltazaemon. El hijo del primero, Botaro, j uro vengarse, entrenándose duramente
das y recreadas, la cuLtu ra es eL mm:.co, el paisaj e sobre el que la Etnicidad se recar- 1'111'11 cllo. A la edad de dieciesiete años, consiguió su objetivo. en que aparece un cubo
J!!,. tanto como categoría de la experiencja, com-º--Ilrincipio de inteligi]¡ilidad.". ,11- ligua. Esta histori a se cuenta en la obra Kabuki, Osal/ago /la adauchi ('La ve n-
ordenamiento y posibilidad de c iertas Qrácticas y relaciones. Desde ese lado, la el/I- Wllnzil de un niño'). Esta obra se representó siempre, tanto dramática como pictóri-
/l/ra opera como un El/ lo mo relevante desde donde la Etnicidad obtiene su significa- I'¡!lncnte, con Botara y su nodri za Otsuji, quien está sacando agua de un cubo. Pues
ción, imprescindible para operar en y para un conjunto humano. hl -II , el pintor Yoshitoshi reali zó en 1886 una acuarela represe ntando el mito, pero
A su vez, la Etnicidad como categoría de la acción y la ideación por las que I'lIilIbiando e l cubo por un pozo. El acto r Onoe Baiko VI ( 1870-1 934), al ver la acua-
aniDas pueden generarse, produce cu/.tura -como significación y resignificación, 1\'111 introdujo el pozo en las representaciones dramáticas subsiguientes. Por fin, las
como tran sformación de ciertas condiciones de existencia-, gorque toda práctica y ¡I 'cisiones artísticas tomadas por el actor, fueron descritas - objeti vadas- por el
representación humanas lo son; no puede ser de otra forma. Esa producción cultural, IIlismo en el comentario artístico que hizo para la obra98 . Las glosas medievales,
tomo otras de otro tipo. es la garantía de la constante dinamicidad del proceso cul- ¡Ipuntes al margen de los manuscritos como interpretación a ser incorporada en futu-
tural, que se retroalimenta continuamente de los productos de sus producciones. La IU S lecturas tienen también este sentido.
Etnicidad, desde el punto de vista de Sistema, puede operar con cierta autonomía, Otro ejemplo. Desde que el pintor inglés Constable reflejó en sus obras un pai-
seleccionando del proceso cu ltural como Entorno aquello significativo para operar ~ Iueidealizado de East Ang li a (Inglaterra), los jardineros de dive rsos parques y entor-
distinciones identitarias y grupales. De otra parte, esta selección es un producto nos en los que el pintor se inspiró recortan setos y podan árboles al modo de la ima-
cultural y, de esa guisa, podemos entenderlo como subsiste ma del proceso sistémico Minería pictórica de Constable. Los ejemplos no terminaría, como el del pez galO que
que es lo sociocultural. Y todo ell o, con efectos a distintos ni veles de la complejidad describe Ohnuki-Tierney (1981), que va re-describié ndose mediante procesos meto-
humana, entendido éste como ser biopsicosociocultural e histórico. nfm icos y metafóricos sucesivamente.
Ni la Etnicidad está vacía ni la cullll ra es su relleno. Sus relaciones son autopoié- Los mitos sobre los ances tros, como histori as sagradas, puede ser reapropiadas y
ticas y sólo pueden definirse desdes lugares y momentos empírico/analíticos concretos. I 'Ira ajadas como modelos para ulla actualidad más secular, incorporadas en estruc-
turas narrativas mayores (Obeyesekere 1992 ayudando a la reconstrucción de la tra-
dición y la historia g¿ul'lllla longl/e dllrée.
5.2. Trabajo cultural y trabajo étnico Esto que acabamos de contar es característico de nuestra productividad humana
y ocurre también con la Etnic idad, como consti tución y expresión de identidades y
dire re]!<'ias grue-ales.
La Etnicidad, como construcción de ldentidades/altetidades, es un fenómeno de
unac omplej idad que se mueve en el terreno continuo de la descri pción y la redescrip- El trabajo étnico es un caso más del l/'abajo cullUral. La histori a grupal se
ción (Karmiloff-S mith, 1992)%, es decir, de la recursividad, lo que apunta a diversos reco nstruye y retrabaja en fu nc ión del presente, seleccionado, dotando de saliencia y
niveles de complejidad progresiva, sin que, necesariamente, desparezcan las anteri ores. Nignificatividad aque llo que puede contribuir a construir la identidad y las diferencias
con otros en el momento actual. Incluso se toman prestados elementos que, a lo
El trabajo97 cultural es, en realidad , de lo que trata la eullLlra: prac ticar, idear,
mejor, no fueron incluidos o reconocidos como idiosincráticos en su momento, tl'an-
representar, valorar, relacionarse, objetivar, incorporar, expresar, comuñ icar) re~ar,
producir, reproducir, impugnar, nuestras condiciones de ex istencia, incluyendo en r I'mándose en su significado. Denom inamos trabajo étn ico a la actividad p_ers.o.naLy
éstas los significados que atribuimos a todos estos procesos y sus efectos (Cf. 3.5). colectiva de constitución, definición y redefi nic ión, de las identidades y diferencias
Inicas. Parte de lo que es el trabajo étnicoJ como trab.lljo cultural ~ hacer plausible
lo posible, es decir, redefinir signi ficaciones para que puedan ser incolJ?orables e
incorporados colectiva y subj eti vamente, objetivándolos como evidentes, naturales,
96 Como en el caso de meta-representaciones (Leslie and Thai ss 1995; Sperber, Premack y
Premack 2000), reglas de reglas, sistemas de sistemas, meta-pragmát icas, etc.
97 Lo llamamos trabajo como traducc ión del inglés work, que no tiene una connotación ta n
fatigosa como en español. Puede traducirse también como obra, en el sentido li terario y artíst ico,
actividad y su resultado, el eFecto de hacer algo, etc. Honorio M. Velasco (2003) se refiere a ello 98 Elaboración personal a parti r de ulla exposición sobre imaginería del arte KalJ/lki.
como tareas cu lturales. Fil zw illiam Museum, Cambridge. 2002.
250 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 251
psicológicamente (cognitiva y emocionalmente) >wtmib1es y gefendibles gor lo gllc ItIwcsentaba visualmente la vari edad cultural y demográlica que ill1plknba el Imperio.
denominamos sentido común . 111 ~oc i o l ogía colon ial fue ordenada por rangos. Se estableció un siSlclllll clnsificatori o
1I1t1 lliplc, uno basado en criterios de casta, raza y religión, y olro más soci"l r 'fcrielo a
Se trata de una dinámica creati va que construye objetivaciones y se sirve de ell as,
l'llucación, logros personales, financiación pública, lealtad a la corona, hislori n f¡llllil iur,
recursivamente, para producir otras mediante la constitución de complejidades inter-
nas mediante la recreación de microsi stemas, microentornos, y de las propias rela- Sc instauró una nueva práctica ritual a través de la manipulación del li '''l pO ,
ciones entre sistema y entorno. Es a esto a lo Que se dedicaban los pmprendedar.es.../ " 1~,lj pHcioy agencias, neutralizando ritu ales anteri ores correspondientes a mOIllClllOS
líderes étnicos que anali zábamos en el IlJl¡-tado 4.4. Etnogénesis. IIoHlicos e históricos diferentes. Toda la organización fue asistida y aconsejada por
I'flld itos y estudiosos del orientalismo, que incluso di señaron mantos y túnicas pll m
Veamos un rcjlSQ muy sugerente, el deJo.sJlliLánicos gobernantes de la In..dia duran-
111 ocasión, con una estética entre feudal/victorian% riental. Un porm enori zado
te la primera mitad del S. XIX intentando encontrar ellengl§je ritual a ro iado para
' I"dio se reali zó sobre las formas culturales de la India preco lonia l con el IIn de
é nglobarla en el Imperio utilizando las for mas tradicionales de incor oración del régl- "lIgarzar es ta nueva dependencia política en las cos tumbres y tradiciones del lugar.
~eI]Jllog'2!Lo lacemos a través del relato de B. Cohn ( 1983) en su contribucl n al 1,11 Reina envío un mensaje de fe licidad, progreso y bienes tar en término s occ iden -
li bro de E. Hobsbawm y T. Ranger (1983) sobre la Invención de las Tradiciones. 1,,1's, ensalza ndo la libe rtad, igualdad y justicia (ibid . 206). La reunión duró dos
Como buena pragmática abarcante los ingleses siempre prefirieron no interferi r H Il"Ii.lI1aS en las que hubo celebraciones, exhibiciones artísticas, marchas militares,
p(¡blicamente en la cultura y vari edad religiosa en India en los primeros momentos de 1 Ollcesión de honores y nuevos títulos, redención o reducción de algunas condenas,
colonización. Mantuvieron las diferencias y reyes locales en la medida en que no inter- ¡tI ' mios económicos a los soldados, etc. En todo el país se celebró el acontecimien-
firieran la autoridad británica y sus intereses comerciales, reconociéndoles poder para 111, con paradas en las escuelas, caridades a los más necesitados, fuegos artificiales
mantener los límites de sus estados pero sin capacidad para hacer la guerra. Los seño- ( hiel: 207), implicando a toda la nación en la nueva situación política.
fes locales, que mantenían el orden en base a ideas cosmológicas, fueron conveltidos En todo este recorrido se han ido produciendo trabajos y retrabajos de redefini -
en terratenientes (landlords) y el estado garante del acceso al trabajo y a la tierra por 1'16n ele significados identitarios y políticos, apropiaciones, reapropiaciones, refor-
medio de los conceptos de propiedad, renta y plusvalía (Cohn 1983: 173). Se redefini ó Illll laciones y reorganizaciones por parte de todos los implicados - unos más que
un ritual acorde con la tradición india precolonial para la transformación política del oll"Os- en donde las re-defini ciones han afectado a todos - unos más que otros-, con
antiguo imperio inclusivo Mogol en parte del Imperio Británico. En primer lugar sc Nl8nilicados desigualmente compartidos. Si la Gran Bretaña reconfiguraba la identi-
traspasó el poder entre la Compañía de las Indias Occidentales al Gobernador británi- ¡("d olítica y nacional de los actores pol~, no menos es la idcntidad británica la
co, que se convirtió en Vicerrey. Se instituyó todo un protocolo de reconocimiento a los qu,c toma como el~n~rio ..rol,on ial (col~o,n izado) indio en I ~ c~ ntinua diná-
príncipes según su lealtad a la corona, sus riquezas, el tamaño de su estado, la historia 1 11I~n y ..9-PJet~n¡gt (y P2.!.!!tca, c~l , e90noIllICa, etc.) q ~
de su familia, etc., lo que establecía sus relaciones con el vicerrey. Todo una estructura NIgue a roceso ex ansivo or el globo,
de rangos se instituyó también para los líderes locales, oficiales indios, empleados, etc.
En esta situación lo que ha ocurrido es que ~a -el colonialismo y su pro-
El vicerrey se convirtió en la fuente de legitimación de títulos nuevos que se concedían , 'so de RSIHlcciónjdelltitaria mediante la alterizacióQ- se reproduce internamente
en relación a la colaboración del indio con el progreso y el bienestar social. Se mantu- ¡'omo mi sistema -sigue siendo colonial y se pretende hegemónico-, incorporan-
vieron las diferencias y reyes locales en la medida en que no interfiri eran la autoridad (lu el entorno arte cÍe él) como microentorno - el de las formas rituales precolonia-
británica y sus intereses comerciales, reconociéndoles poder para mantener los límites 1's- como forma estratégica para controlar internamente el entorn o que nece~P.flli)
de sus estados pero sin capacidad para hacer la guerra. Los señores locales, que man- NII propio proceso sistémicO. Y desde allí dirigir otras ~.l.Qn es en las relacio nes
tenían el orden en base a ideas cosmológicas, fueron convertidos en terratenientes IIsimétrica§lmpen o colonial (sistema) y país coloni zado (e~99 ~n la India -en
(landlords) y el estado garante del acceso al trabajo y a la tierra por medio de los con-
ceptos de propiedad, renta y plusvalía. El último eslabón en la formalización política
de esta dominación requería un proceso de legitimación política pública de cooptación 99 Cuando se dan procesos de autoreflexivid ad, impugnación, rechazo e independencia colo-
de los principes, las diferentes autoridades locales y la población en general, como nlnl, aunque incorporan como microsistema algunas de las modernidades traídas por las élites étni-
súbditos del Imperio Británico. En vez de incorporación a la autoridad personal de la cus de su educación en la metrópoli y en el ambi ente colonizado, es cuando aquel Entorno del
emperatriz (la Reina Victoria), que era el ritual Moghul, los príncipes fueron converti- Imperio se ha convertido en Sistema, siendo la metrópoli, entonces, parte de Sil Entorno. Esta es
tilla simplificación analítica, obviamente. A cada grado de complejidad estos lugares se redefinen
dos en caballeros ingleses con lealtad debida a su emperatriz (ibid. 191). La historia
y re practican. De hecho, lo que acabo de mencionar no puede dar cuenta de la complejidad de la
petrificada, incorporada en todos los representantes, del pasado lejano y del pasado Independencia de la India, en donde la metrópoli, a través de su Gobernador, Lord Mout1lbalten,
reciente, del presente, todos ataviados con sus banderas y ornamentos, como un museo tu vo también una presencia activa, j unto con los líderes nacionales hindúes, mu sulmanes , ele.,
viviente, fi el reflejo de la idea que de la India forjó el gobemador británico. La reunión pudiéndose redefinir múltiples y variadas relac iones Sistemas y Entornos.
252 ETNlClDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 253
múltiples aspectos-, el Reino U nido no Imbierasidoloc¡uefue ni,c:',ll, ,e:.cl .é',c:X,,,I,cX:;n,,,i,,',11 ji ilnlllsci, 1891-1937, en Boothman 1995), en un momcnlo dado, qll~; _0\" j,l).l.p9,tlCn . y
el S, XX (Wolf 1982), i ¡¡j í VI.' 11 11 uevas J?~:~~~_t,~~_~~s y r?pr~,:;~,I,~_~,'~~,i~~,I}~,0".~1,~,,,~!1,!ª,,S!.919,nn,i.nada .d.iJ:e.c.r,i (í 111tU
>
Toda operación descriptiva y redescriptiva, interpretativa y re-interpretada, COllS1Í I,a Antropología Social, entre ellos Claude Lévi-Strauss, ha pllest() ll,itcl'adallll'.1l
w' !'n l'videncia el carácter acumulativo de la cultura, aunque yo pn~ri('.ro IWIlS;II· {,'Il
tuyentc y reconstituyente puede realizarse gracias y bajo determinados parámetros. en
iI1odos más dinámicos y reorganizativos, que permiten la introducci¡íll lit- ginls y
aquellas coordenadas que igual que enmarcan y delimitan, permiten la acción y reprt'.
"¡llllhios de dirección.
sentacÍón significativas dentro de una flexibilidad y variabilidad limitada. VcallH;;
algunos de ellos, como continuidad a 10 enunciado en el apartado apartado 3.5. No olvidemos que todo retrabajo cultural, introduce cambios, bifurcaciones ljlll'
254 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'POCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 255
tenemos una capacidad enorme para combinar elementos viejos en contextos nUl~V(iX }lt'lO nos saca del apuro y encima nos hemos apañado con lo que teníamos J05, La
(Cf. Fernandez 1991). La crosmodalidad es uno de las fuentes principales de c.n:.,,1I ;,~,"iillv,dad y generatividad humanas se basan en gran medida en esta capacidad.
yid{\(I. ,~_Lnnovación. La crosmodalidad está en -ra-ba¡úi~dc-'JlúestüCcatfáéícfá(rshnb()li
('"ando Dalí crea una obra en la que el auricular del teléfono es una langosta, o
ca, y presupone un incremento de la conectividad de sistemas y sistemas de sistell1¡¡A
id"j se derrite como un trozo de mantequilla, está subvirtiendo piezas pertene-
neurales, en un contexto sociocooperativo y comunicativo evolucionado (Ramíl'N
Goicoechea 2006). ,',j"ljlfs a ciertos sistemas de objetos (Baudrillard 1968), re-utilizándolos en otros
,;~n}j:Jt:,v.los, con otros usos y significados, siquiera en forma de retazos y retales a reOf-
Por ejemplo, las rnelareglas, reglas de reglas, son principios generales originadW1 en nuevas construcciones. Robert Foley (1997) Profesor de Antropología de la
en un dominio pero aplicado a otro, constituyendo referencias de orden superior. La íil1lvefsidad de Cambridge, se refiere a la cultum en su flexibilidad a la hora de per-
compl~jidad de la vida no permite elaborar reglas para cada dominio, por lo que lH#é- Integrar, más o menos coherentemente, más o menos fragmentariamente, acti-
metareglas se generalizan para dominios específicos. El concepto de género ('genr(.'j vldmks y elementos totalmente dispares.
referido a discursos y esquemas, puede entenderse como metareglas para cstructllf.'ll
'llInto en 1a creación cultural como en su evolución, los préstamos están a la hora
la comprensión, la expresión y la interacción en varios dominios a la vez (Die!/..
Burns y Buttel 1992). dia. Franz Boas ya se percató de que la difusión cultural implica siempre una
11¡l1lslonllaeión de lo difundido. A.L. Kroeber, que dio especial importancia a la eom-
Desde el punto ele vista de la complejidad, la crosmodalidad podría enteneler."; ¡llFíídad del proceso creativo y los inventos, insistió en que todos ellos dependían de
como el resultado de la atracción que determinadas capacidades y sus correlatos Ileo 12tí proceso selectivo de elementos anteriores con una dinámica propia en el tiempo
raIes sistémicos desarrollados para ciertos dominios de significación/pnictica ejercen Mcrcier 1976; Mervis 1976). La escuela alemana, en la figura de F. Graebner,
sobre otros dominios10 4 , lambién la difusión como un proceso dinámico vinculado a la sociedael recepto-
Como veremos en el siguiente epígrafe y ya mencionamos en el apartado 3.5, la 'tí1 y !H1S características propias, del momento de su evolución, en donde el elemento
Etnicidad, como toda categoría de representación y experiencia ele relaciones soci;:t!~;:i í'jhslat!o podría tener un efecto nuevo y distinto al que hubiere tenielo en la sociedad
de identidad y diferencia, puede ser variablemente atraída -o atraer ella misma~· pOI . IlIecedencia (ibid. 97). Esto sucederá también en los procesos ele globalización y el
otras formas de constitución de estas relaciones, otros principios ordenadores qlJe, ¡,,""lino de una cultura global izada (Cf. Capítulo 5.8). La copia es una re-invención,
crossmodalmente operarían sobre la misma. Lo mencionaremos enseguida para el }Wil nueva vcrsión lO6 , ni una réplicai{)7.
parentesco y la religión especialmente, en ciertos ejemplos etnográficos e históricos.
256 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'!<OCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 257
sistema c0J11plejo. El trabajo étnico, como trabajo cultural ha d~ e~p~'esarse, comull,i I ,os efectos de las prácticas también cualifican metonímicamente él sus benefi-
carse de algún modo. Y esa expresión también se constituye, obJetIvandose. El medIO ('íMios. Walter Scott cuenta en !vunhoe cómo cambia la denominación de lo crudo a
es el mensaje pero también el mensaje es el medio. Por eso sólo dos breves apunll'" Ji', ¡'(.II'ido en el contexto de la Inglaterra anglosajona conquistada por los normandos
de algo a 10 que el/la lector/a estará ya acostumbrado en este lIbro. '1 pnr¡ir de la batal1a de Hastings (1066), depositündose en esta transformación lOdo
La incardinación perceptosensorial de lo clasificatorio/evaluado es posible 1.)(Jl ,d ;.Jvnificado de una dominación política, social y cultural de unas élites étnicas -los
nuestras disposiciones socialn"Jente elicitadas para lo fenoménico, sobre todo de.lti.)ll l'i\inll<lndos- sobre el pueblo llano -los sajones-: COH! deviene en beef (del francés
tij!!'II!) para la carne de vaca procesada para ser consumida; lamb se convierte en
visual y auditivo"lR (CL apartado 5.5). La percepción de los otros depende de ¡ni,.
ii!ilfflJlI (del francés mutan) para la carne de cordero, pig en pork (del francés porc)
rencias sociocognitivas y evaluativas (ef. apartado 2.5) local e hlstoncamcllIr
rUliI la carne de cerdo. Es decir, de los bosques anglosajones a quienes se les prohi-
implementadas, a partir de claves perceptuales seleccionadas (Davcy 1983:4t)) J
k IIsar de ellos l lO, a los castillos de los nobles normandos y sus banquetes, los ali-
socializadas.
wt'plt)S más energéticos son apropiados física y simbólicamente por los nuevos COIl-
Las formas de hacer, de actuar, de estar, de manipular objetos, de relacionan,l',
q1.lj,;líldores y sus privilegios lll : crudo en el ámbito de lo salvaje como incivilizado,
de comunicarse entre sí, de gesticular, de hablar, de mostrar cortesía, culturas y di!, :ni,:íll;¡do en el élmbito de lo noble y civilizado.
ciplinas del cuerpo Y Jo kinésico, etc., adornos, vestido e i.ndumel~tar~al09, raS)!.t Lt;
fenotípicos, pueden ser objeto de trabajo cultural pan~ c~efimrse a SI ~111smo y :1 In!!. 'Iildos estos son ejemplos de que lo que hacen los Ofros en relación a lo que
demás por su susceptibilidad de ser expresadas, perCibidas, reconocIdas, gnlcl,ls"H Vosotros, en relación a lo que hacemos Nosotros -por referirnos a nuestros
nuestra dotación perceptosensorial socialmente elicitada y afmada ctuned'). EIIIH pn1llolllinales occidentales que expresan pluralidad-o
bajo étnico se da en una gran diversidad de formatos y géneros ('genres'), por IllCdlli .')i estas prácticas no tuvieran dimensiones expresivas y comunicativas, poco
de diversas técnicas (Arnaut 2004). ~'(lhlj' clasificatorio tendrían: nadie sabría de ellas y, como hemos dicho, la Etnicidad
Muchas definiciones étnicas de identidad -y los estereotipos étnicos 10 son l'!')S:1 de dos, por lo menos; más bien de muchos.
airan en torno a modos y formas de acción, pero también respecto de lo que 110 J¡l/I',I'H I~sle proceso comunicativo de diferencias y semejanzas tiene una dimensión
~ no saben hacer los Otros ('y nosotros sí hacemos', o creemos que hacemos). Suln ífi!í¡.\IIl,üica fundamental: la ostensión, la expresión de la intención de comunicar. Sin
cuando el antropólogo británico Stephen Hugh-Jones y su esposa consiguieron Ctl~ti t'Wfill" l'll todo el debate filosófico cognitivo, etológico, de desarrollo y también socio-
var maíz fueron contactados verbalmente por la comunidad indígena que pretendllllí sobre la intencionalidad l12 , diremos que ciertas formas de expresión identita-
investigar: hasta entonces fueron ignorados. Ser capaz de llevar a cabo todo el pro ¡l!.'lll~ll el objetivo no sólo de mostrar identidad, sino de mostrar que se quiere mos-
ceso de cultivo y alimentarse de la cosecha les cualificaba como humanos, cap<l\'ch Hin I(klltidacL Es decir, ademüs de hablar italiano por lo que puede significárseme
de alimentarse a sí mismos. '.·(Hilo ¡¡aliana, pucdo hacer ver que estoy hablando italiano para que pienses que soy
En el apartado dedicado a las experiencias etnohistóricas d~ la alterida.d (ef. ap:1J leoílrnlla; hablo en italiano intencionadamente para mostrar mi identidad. De este
tado 3.2) nos referíamos a las formas de clasificar según la 10rma de aJ¡mentnrs~' \ !t¡od!1 se puede significar intencionalmente la posición personal o colectiva en el
transformar o no los alimentos, de la dieta ('comen carne cruda', de ahí el nombrv ~k ií:iiijln dasificatorio/evaluativo que enmarca y ordena, dando significado, las interre-
eskimo para los Inuit), cómo se comunicaban y en qué lengua ('no se les enticnd\i", fiJi itllll'S entre personas y grupos.
'no hablan como nosotros'), de la forma de ritualizar, de agruparse, de resolv.er e.on Ln los procesos de etnogénesis, muchas de las conductas, además de expresivo-
nictos, cte. La interpretación de las prácticas y actividades resultaban un eJercII,"lif ';,nlilllllicalivas, son ostensivas. La lucha por las banderas nacionales al final del fran-
especialmente relevante. i¡dh!!H) y durante la transición son conductas claramente ostensivas, y, de esa guisa,
Las prácticas observadas y/o relatadas, por unos .0 por otro~: se co.nso!id~ll1 CO!lIP :dnnlllJellte políticas: expresan una orientación, una voluntad, un reto,
lugares de trabajo cultural y objetivación de las identidades y diferenCIas etl1lcas y \11
sus recetas, los estereotipos.
258 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES !'ldH.ISO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 259
El comunicante quiere ser comprendido y ayuda activamente al destinatari~ d." nhjctivación social de las ideas, clasificaciones y representaciones, ofreciendo un
, expresión comunicativa. Además de que estas expreslOnes suelen dat se en eSCL 4Hher externalizado más estable y Imís apropiable por ciertas éIites exégetas que
~~riOS en los que ambas partes comparten ciertas interpretaciones comunes de,la~ m",nlan con las destrezas necesarias para su interpretación 117 afee landa a éstas y sus
cosasl13 -otra cosa es su evaluación moral~, el primero puede proporcIonar claves ¡; j1r¡ü'l.icas recursivamente.
indi~aciones para una comprensión adecuada de 10 comunicado-expresado (Sperbel . 'Ihda identidad requiere objetivarse para sí y para otros. Una de las dimensiones
Wilson 1986:116), y de que 10 quiero bacer de tal manera y no de otra, <' ilr loda construcción identitaria es la ordenación de la diversidad de la experiencia
y Además de mostrarlo mediante las prácticas, cl trabajo étnico y sus signifi,c~l. <üela] en relación al mapa categorial, organizacional y sociopolítico de otras identi-
¡jillh:S de otros grupos y sectores sociales" 8 En el aparlado sobre Trabajo Étnico,
ciones ba de ser contado. No bay etnicidad sin disc~rso. Pued~ haber ~xpe,nencl"~ 1
'Ví.'rnllOS diversas formas encarnadas 19 en que esta construcción se objetiva social-
identitarias y de alteridad, pero no 10 que llaman amos .fenomenos etmeos, qu:.
líIt"Hte. Ahora vamos a hablar de aquella constituida por un cmpus narrativo más o
impliean un nivel de conciencia que sólo es posible medIantc la narratlvldad y d
¡)WIIOS formalizado, racionalizado, integrado, polisémico, que denominamos Discur-
lenguaje. 'kf} anico. Es éste un instrumento indispensable para la objetivación, consolidación,
La narratividad es una capacidad exclusivamente humana, c~n orígene~ fiol(.)g~, nlmllenimiento, expresión, comunicación y difusión de las diferencias y semejanzas
néticos sociales, comunicativos, cognitivos y li~~üístIcos; ~mble.n ~nt~ge~ettco~,. ~:,Il iüln:tivas a 10 largo de la Historia y en sus diversos escenarios. Es un compendio de
relación a dimensiones de desarrollo sociocogmtlvo y cmo:lOnal mfantll,es, La 1~,I~.I:~ -Bf'Hlc,ncias, definiciones, descripciones, imágenes sobre las diferencias y semejanzas
ción maneja, entre otras muchas otras cosas, el desplazamIento (temporal y esp~~I'I,' ¡fwkas. Como expresión narrada crea al grupo en la historia, reconstruyéndolo en
no hace falta haber estado allí ni entonces), la temporahdad hn.eal (pasado, presc~:It.. oilu suerte de disertación mítica de sus avatares, luchas y sufrimientos. También
futuro) circular rítmica, la tematización y el género, la mtenclOnahdad comumcdl! Í!"hlll de los elementos combinados y jerarquizados que describen la unicidad y par-
va, la e'xpectaci6n de una audienc!a, la relación dialógica entre los que cuentan y 1"" !!,·"Iaridad del grupo en el contexto social, político, étnico de olros grupos, Muchos
que escuchan, y muchas cosas mas. . . d",\Cursos étnicos son, como reflexividad constituida y constituyente de objelivacio-
En las sociedades de tradición oral, los relatos, continuamente retrabaJados, Sll,m *"i, csencialistas: incluyen normas de conducta para ser considerado un fehaciente
pre los mismos, permiten una sensación de familiaridad y confor~'ld~e sabe 10 q~", ,'" mH'lllbro legítimo y reconocido de una grupalidad y su identidad y explican el COI11-
cs era todo puede vaticinarse porque se ha oído repetIdas veccs .' y sm embdlb'~, WHIHlIlicnto a partir de su observancia o no: los parámetros de la validación grupal
si~mp;e hay algo nuevo, 10 quc 10 hace atractivo, diferente, no aburndo: un malIz¡'1 ~I'" {liHWn de que uno se comporta de una determinada manera por ser quién es, lo que
onación un pequeño añadido, una nueva relación con otros sIgmficados, etc. ,iI-'i¡: dclinido por qué cultura comparte y exhibe, a qué perlenence (Michaels 1995).
ent , .,
En las sociedades con escritura, no se pierde e~t~ ~dimensión oral d: la r~cr~a~.Il~'j~ Pero como el sistema al que pertenece y expresa, se parece más a un holograma,
. l' " ltul'al S'ln embargo con la apancIOn de la letra esenta, las fOl nl.b WIi! síntesis de elementos y sus significaciones no siempre integrados ni coherentes
y sOCia lzaClon c u · " .. ' .~ , '~
de objetivación, difusión, propaganda, accesiblhdad, mcorporaclOn, consumo, tlt !i 1 ¡¡parlado 3.5), que recrea la ilusión de una unidad en parte virtual, aunque pro-
ad uieren una nueva dimensión, con importantes y ~eci.siva~ consecuencIas COg~lIU ,;
va; (Goody 1977; Olson 1996)116 El discurso escnto lInphca una nueva form,¡ d"
! ¡¡ El relrab~tio cultural sobre lo escrito no es tan inmediato ni cst<Í. al acceso de cualquiera. Hay
h'lwr alcance al soportc en que está, interpretarlo, in-eorporado subjetivamente (olra forma de tra-
113 A partir de determinados sistemas de verdad legitimados social e históricamente, inclw~(¡ rdlcxionarlo, Su I'Ctrabajo pasa tambien por otra forma escrita (otra inscripción, otra glosa, otro
Hllilllhl.Tilo, otro artículo, otro libro, ele.) o bien, vuelta a la lUmatividad oral: difundirlo, proclamarlo,
cont~~!U~lr~;:I\~~da una de mis hijas por qué siempre leía Harry Potter una Y otra vez, .sin acahl~J híi!lilf olra historia reinterpretándolo, contestarlo verbahnente en distintos lugares y medios, etc.
.". 1 ue sentía llegué a la conclusión de que los protagomstas, e~,(,I,' I Hl En un momento denominamos Sistema de referencia (Ramírcz Goicoechea 1991 :cap.2),
dc poder vcr~,ahzat exctam~nled o ~ , . " otidiano al que podía volver una y ,otra ve?, en.".'.'.' (!ji ;:11111110 a la naturale;w sistémica de sus elementos y porque provee del marco, del escenario a
arios y aCC10n eran ya pane e su Ul1lverso c , 1 del los sujetos sociales y los grupos pueden situar, referir, legitimar, orientar sus discursos y
~n á¡;1bito de lo' conocido, previsible, familiar: C01110 estar en casa, con las gentes de casa y as 1UII
en la mcdida en que lo conocen, lo asumen, lo comparten, y les parece relcvante respec-
nas de casa. T .d dI b sea uno releyendo una oh"j .Ir' la situación interactiva, pragmática/discursiva en que se encuentren, Ahora lo comprendemos
lIS Paradójicamente es sólo la sensación de faml tan a o que u, " . b" I \. ,_:' id'ifijlkmcntc como parte del Sistema étnico y sus ámbitos, algunas de cuyas operaciones son las
o re-visualizando una película como hemos mencionado. en la nota ant~nor,s~no tam lcn e p.ll.H
ijiJ\¡s¡-il)nncllte mencionadas.
de encontrar nuevos significados, nuevos tesoros escondidos. t~as las prm~eras lecturas., . ' '~.
! 1') Son múltiples los soportes y formatos por los que la Etnicidad puede expresarse y objeti-
116 Como hen'amienta tecnológica para registrar, adnlll1lstrar, gestto.na; Y controlar. C~)IH!t_t,
cOlsadSe(anrtlaenfaeCl'atodsife~~~~;a~~~~:~l~~a~ul~~~~I~~~~~;~~' r:~~~~~~~7~~~~~~:~~~~:11¡:¡1¡~,:'~
~;ilif,¡\ \:orHunicarse, compartirse, cuestionarse, trabajarsc y retrabajarse, con distinto grado de dili··
mient?, las i:HHtlli e inversión: imágenes, sonidos, músicas, prácticas, objetos, artefactos, colores, hasta s<lbo··
narratlvamen e ' y formas kinésicas.
colectivas (Ramírez Goicoechea 2006).
contnbuyen a conformar l20 . Este discurso es parte del modo en que los sujetos V j¡n~ a otros latinosl 23 . Estos rasgos expresivos son pertinentes en la definición porque
actores personales y colectivos se crean y re-crean a sí mismos y a los demás, :n:¡ ,~nn plausibles psicológicamente en cuanto que puede haber consenso de que forman
como los escenarios relacionales, locales e históricos en los que se desenvuelven. 1.:1 parte del húbirus distintivo entre diversas socializaciones, fruto de una diferente esca-
constitución de las identidades en el discurso y la nmTaci6n ha sido subrayada pOI li! dc valores, Los choco anos (Colombia) también eran criticados por su compOlta-
Margaret Somers (1994). !llknto escandaloso, alborotado, ruidoso y vulgar. Para ellos la voz alta significa
rxprcsión de estar bien, de confianza y el silencio es visto como signo de infelicidad
"de estar a disgusto (Wade 1993:227 y 228).
Como hemos mencionado ya en muchos lugares, la arhitrariedad del signo no se
5.7, Plausibilidad psicológica y sociohistórica q)lTcsponde con la arbitrariedad elel símbolo en la creación de significados, aquella
que, cognitiva y socialmente sea plausible para un grupo humano y medianamente
A pesar de todas estas aperturas y posibilidades, lo que se puede hacer por medio \:tJlwrente (articulable metafórica/metonímicamcnte) con otros elementos del proce-
<i\¡ sistémico y que están de algún modo ligados a la experiencia, a mundos prácticos.
del trabajo y retrabajo étnicos, tanto en el contexto de la etnogénesis, como el de !:\
revitalización étnica, como en el del mantenimiento recreativo cotidiano de las idl~1l Lps símbolos no son categorías flotantes, símbolos cero, susceptibles de arropar cual-
tidades y diferencias colectivas tiene sus límites. '1uier sentido (Levi-Strauss 1970: 37,40)124, sino sólo aquél o aquellos pertinentes
para una situación concreta o para un colectivo determinado que respalda la validez
Las, d~finiciones, redefinicioncs, presentaciones y representaciones, pn:icticas y de \:11 sentido preferencial en cuanto a capacidad para definir, clasificar, orientar.
metapractlcas, no pueden Ser cualquier cosa; la plauf:iibilidad psicolónica -o sentido
cOJ11LÍn- a que nos referíamos en el capítulo 2 121 lo impide. No puedo ~1aborar un dis
El grado de evidencia social, de objetivación de las definiciones de identidad lo da
curso sobre el tamaño ele la cabeza para definir la identidad étnica de los francesc:-., d nivel de consenso entre los actores/ codificadores respecto a la atribución de los 111i;.;-
por ejemplo. Nadie me haría caso. No podría establecer ninguna relación ni metarú
rica ni metonímica con el conjunto de representaciones y pdcticas incorporadas en
m También algunos espailoJes especialmente cr(¡icos. Recqio algunas frases de un seflor de
ÍJIl!gos que escribe a un peri6dico conocido en la sección de Cortos al Directo!: Dentro de un C011-
k.\j(l gcneral sobre la mala educaci6n del español y su falta de respeto a los demi.ís dice que "Ser
'-',paiiol significa llegar <11 hotel a las tantas dando voces, montar lma jocosa tertulia en la habita-
120 Por c~o pode~nos hablar de una gel1ealogía (roucault, 1978: 181: Nietzsche, 1981: 19 y ss,J i'¡¡'ll) de un enfermo, pasarse hablando toda la película en un cine, usar taladros ü horas intempesti-
q~¡e n.os ?e~·mlte localizar las condiciones y mecanismos de producción y re-producción de la cun ,·"1',. lc·l1er perros ladradores en los bajos de un edificio de viviendas, poner los televisores y los
c¡~ncla etn¡ca como proceso de autodefinición y autodeseripción identitaria. Ramíl'cz Goicoeclh'il r:i¡uipos ele música a todo volumen, ... Es mús, estando fuera de España, enseguida he sabido quc
(1991 :2.1). ¡in prupo de personas eran mis compatriotas por el escándalo que armaban". Espero que el autor ele
121 ~OlllO ~Ol.lstruccióll social subjetivamente incorporada de lo posible bajo determinadas ell ",'ti!;)S sabias observaciones no se moleste por citarle. ¿Se siente algún lector/a identificado/a?
CUIlS(aIlCiUS, objetivado como necesario, evidente y /1atural, pero que no es previa a la experiencia, L),\ En cualquicrcentro escolar de primaria en el Reino Unido lino sabe quién es de origen lalj··
aunque 'pued~\ ¡~lOstrar desarrollos relativamente autónomos a partir de eJJ<'l.. Revcrsiblemente, <tUI) no (l mediterráneo por 1<1 expresividad emocional al dirigirse a su familia cuando es recogido del
q\l~ I~O Isol.no~·/¡Cal:1Cnte, la plausibilidad se reconstruye y reorganiza a partir, precisamente, de la (!Jkgio.
actlVltbd s¡gm[¡callva de los humanos para otros humanos. 12·1 Agradezco esta referencia de mis días de doctoranda al Profesor José Luis García (UCiv'I),
262 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES 1'liOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPlEJAS 263
mas significados bajo unas mismas situaciones y para los mismos sujetos y grupos. Si 1..:1 ((lrmalizaeión de un disCUI~O sobre la idcntidad de los vascos, aunque con
los símbolos tienen ese poder es porque son reconocidos, compartidos por la coJeci! ¡~l!kcedentes, se realiza principalmente por los hermanos Arana durante el S.XIX,
vidad: las categorías son significativas, pertinentes, precisamente porque son social<'"'' HPIr tina situación de rápido cambio social, político, económico, demográfico y cul-
a pesar de la naturaleza convencional de las asociaciones que establece (ibid.: 22). ¡¡mIl. Apoyándose en aquellas clases que más salen peljudicadas de estos cambios, el
Parte de la difusión, aceptación y éxito de eiertas propuestas que trabajan lo posi d,)ídsmo nacinalista vasco se formula en términos de los valores del Antiguo
ble para que devenga en lo plausible, tiene su explicación en el uso de recursos CSI¡~ iMI.:imcn: el catolicismo ortodoxo, los Fucros como marco político y legal de las rela-
cíficos de legitimación. Por ejemplo, el de la autoría diferida: utilizando fucnh'" d~'lh~S con la Corona y los derechos sobre las tierras de comunes, la incontaminación
supuestamente autorizadas, beneficiándose metonímicamcnte de su prestigio soci"l; tíH'ial de los vascos derivada del mito de la hidalguía colectiva, el euskera o lengua
aludiendo a saberes de procedencia legítima como revelaciones divinas, contactos y tíl}wa, las formas tradicionales de subsistencia basadas en la pequeña empresa y la
experiencias místicas, o saberes derivados de la producción considerada cient{fiea, 'iJ~plolación agraria y ganadera el catolicismo ortodoxo. La etnicidad vasca así for-
del trabajo de intelectuales y estudios. También por medio de la descontextualizació" ¡no lada fue el producto de la construcción de una ideología política nacionalista que
de discursos, infundiéndoles una intencionalidad y un significado ausentes en el olÍ nrilbó con la fundación del Partido Nacionalista Vasco. Por tanto, a pesar de que ya
ginal ('code switching'), Cf. (Amaut 2004: 118 y ss). ,-~'ml)IlCeS hubiera diversas corrientes, interpretaciones, actores colectivo e individua-
h()i, jerarquías diferentes sobre los símbolos étnicos, etc., el etnicismo vasco estaría
Además de esta plausibilidad psicológica otros límites de la arbitrariedad cs li,
coherencia/coexistencia sistémica de sus resultados con otros elementos de la Elnid ",..,nJlrc estreehamente unido a la actividad e ideología de dicho partido, sus miem-
dad con los que pueda establecer relaciones metonímicas y/o metafórieas (Cf. apar hHn; y simpatizantes. Pues bien, sin detenernos mucho en el proceso de expansión,
tado 3.5), la ~ficacia cognitiva y social a la hora de establecer semejanzas y diferell ,¡i!iCusión, objetivaeión de estas ideas y prácticas hasta la primera mitad del S. XX,
cias de tal tipo (Cf. apartado 4.6), su legitimidad social y polítiea en términos ,k f-'Il lus años cincuenta se produce una reformulación liderada por nuevas generacio-
apoyo y reconoeimiento por parte de actores o grupos de actores (Cf. Capítulo 5) y I'H'.'¡ nacionalistas que, en consonancia con el cambio histórico, no se identifican con
su significado interactivo y discursivo contextual. \'1 trabajo étnieo realizado por sus ascendientes.
También la pertinencia y/o relevancia sociohistórica restringe la arbitraricdad A partir de los años 50 asistimos al desgaste del nacionalismo vasco en el exi-
posible del trabajo étnico y sus resultados' 25 Los dieursos, símbolos, práctieas élni li¡"n, tanto en su protagonismo político como en su capaeidad vertebradora del vas-
cas que se privilegian formalmente en cada momento histórieo, el sistema de relacio 'luislllo. Esto se debe en parte a la perviveneia del régimen franquista en un contex-
f¡, internacional de progresivo reconocimiento diplomático, y también al nacimiento
nes y jerarquías que se establecen entre ellos, cristaliza, expone, demuestra, constru
ye, en suma, una frontera social significativa para dicha situación sociohistórica, stJ~ dr lluevas corrientes más jóvenes y críticas lideradas desde dentro del País. En 1953
protagonistas y las interacciones que se establecen entre ellos. Por eso el Discurso 10.'<' Luis Alvarez Emparantza (TxUlardegi) funda en Vizcaya el grupo EKIN, de
étnico va cambiando históricamente y para distintas generaciones. (orle menos conservador. Compuesto por jóvenes universitarios procedentes de
IHmilias pequeñoburguesas de ideología nacionalista, insistirán en la neeesidad del
Todo esto fue explorado en nuestra investigación sobre la identidad de nuestros !l.!kvo juvenil tanto en la acción polítiea como en la codificación étnica. Los esque-
jóvenes en Rcntería y su eomarca. Expongamos varios de estos momentos de bifur· #1IIU' de la prehistoria abertzale -el nacionalismo sabiniano-, prácticamente intoca-
cación en la forma, los resultados y el significado del trabajo étnico en distinto" hks para la anterior generación, ya no sirven para la nueva sociedad vasca, lo que
momentos de construeeión del Discurso sobre la identidad de los vascos 126, en estre ¡"lIeja la intensa sensación de actualidad, de renovación de estos nuevos líderes étni-
cha relación con cambios soeiohistóricos, ideológicos y políticos y los distintos sil'. 'os. El grupo se centrará en la investigaeión de la historia y cultura de Euskadi.
nificados para las nuevas generaciones que no se reCOnocen en el trabajo realizado jl,1'ehazan la raza y cl monoteísmo católico de los vascos y fundamentarán la identi-
por sus mayores.
lJiHI vasca en el euskera.
125 Smith (1986: 18) destacará la continuidad histórica entre etnias y naciones, y ubicará en Ln El franquismo supuso la congelación de cualquier progreso en la producción, objetivación
V expresión étnicas. Vizcaya y Guipúzcoa fueron declaradas provincias traidoras, instaurándose un
ella el límite de manipulación que las élites pueden realizar sobre la población y la movilización de
il"gim01l de ocupación que prolongaba de facto la situación de guerra hasta el comienzo de la
la gente en sus estrategias de construcción nacional. No obstante, hemos visto que esta continuidad
jlllpugnación del Estado en la década de los sesenta. El uso del euskera en público fue prohibido y
puede ser reconstruida y reinventada hasta cierto punto para sostener la profundidad histórica qU('
IWjN\~.gllido, refugiándose en el ámbito familiar rural principalmente. Cualquier manifestación o rei-
las identidades étnicas suelen necesitar para su legitimidad y adhesión cognitivoemocional. (el". villdicación étnica fue duramente castigada. Todas las actividades políticas, étnicas y culturales se
apartado 4,3).
Íi¡p,ladaron al exterior, donde residía el Gobierno Vasco en el exilio. Se da un momento de estabi-
126 Lo que sigue es un breve resumen del capítulo 2 de Ramírez Goicoechea (1991). En él S(~
¡¡dad en la producción de la identidad, sin grandes cambios, centrados los exilados en una lucha
citan todas las referencias bibliogníficas que contribuyeron a su realización. ¡Hllitica antifranquista.
264 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES 1'1l0CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 265
La recuperación del idioma y el rechazo ~l catolicismo seüala un punto ele infle Las recopilaciones y descripciones etnográficas de J. M. de- B;¡f;HHli;¡r;íll! \! ,\Ilhre
xión respecto de anteriores versiones étnicas, basado tanto en el agitado contexto jií Illitología vasca contribuirían, ~in proponérselo, a la mito]ogi¡,:ll'¡()Il, V:d¡l)l la
político '28 C01110 en la labor de intelectuales puestos a singularizar a los vascos ]lIH InJondnncia, de las creencias religiosas vascas. Según estas ideas, los episodios d('
sus diferencias culturales, La responsabilidad de esta reformulación recae en gran \ljll.r(~ría de los siglos XVI y XVII serían muestras del arraigo y pervivellci:¡ dI' I'~;t('
medida en la producción intelectual de lingüistas, historiadores, etnógrafos, antropó PH¡i:ltlísmo naturalista. La construcción de una mística de lo diferencial, basado en !o
lagos, escritores y attistas cuyo objeto de interés es Euskadi y sus incógnitas, '" liHh; exótico y alejado del entorno geográfico del país -ausencia de I'OIll;Uliz<lci(íll,
¡:\Ídalllicnto y falta de contacto con otros pueblos y culturas, paganismo y hrujcrí;l,
Una figura fundanlental en toda esta reorganización simbólica es la del ideólogn
¡¡jillriarcado, además de los supuestos orígenes del euskera-, fue promovida desde
Fernando Sarrailh de Iharlza, seudónimo de Federico Krutwig. Académico de la len
joda una red de medios de divulgación especializados en temas vascos, como edito·
gua vasca, se dedica al estudio de la ortografía y problemas del euskera, fuera drl
uilks, revistas, etc" así como por la producción artística y literaria cn busca de la
marco tradicional de sus antecesores. Su libro Vasconia, publicado en 1963 cons!í
i\'Olllstrucción de una especificidad vasca en las artes y las letras l32 .
tuirá una de las continuas referencias ideológicas de BTA. En él están recogidas 1;1';
nuevas orientaciones de la codificación étnica, en la línea ya iniciada por José l.uh Con estos precedentes, los aÍlos 60 y 70 van a provocar cambios sustanciales en
Alvarez Emparantza, La etnia, como comunidad diferenciada basada en la leng\lli, id ¡nodo en que se inició la etnogénesis de la identidad vasca. Son décadas de des a-
será la base de la idea de nacionalidad y se distinguirá, preferentemente, La identiH pollísmo industrial que tanto en Euskadi como Cn Catalufía y Madrid, producirán una
cación vasco-rural es echada por tierra, Los horizontes étnicos se ubican en el pre- ronknte migratoria rural-urbana sin precedentes hasta entonces. Se inicia un perío-
sente, una sociedad altamente industrializada, marcada por las luchas sociales y la'; dp de fuerte agitación social en la que confluirán las protestas laborales, el sindíca-
ideologías modernas revolucionarias, ¡L"HlIl y las organizaciones políticas antifranquistas l3 3, junto con los reivindicaciones
é!nicas en torno a dos símbolos principales: el euskera y la bandera. La persecución
Por otra parte, la religión ya no será, como lo fuera para Arana, el ingrediente pri
y pmhibíción de la lengua vasca en la escuela y en la esfera püblica relegaron el uso
mi genio de la identidad. Pero, en segundo lugar,no puede desaparecer dejando un del clIskera al ámbito familiar y doméstico, Si bien la consecuencia moment~ínea fue
vacío de sentido. Ha de ser reubicada, y para ello se metamorfosea del siguiente modo tI cllntinuación de la pérdida funcional del idioma como medio de comunicación, su
T:rillardegi rompe con la tradición tubalista cuando insiste en que la asociación entrt' {(presión consagró en las gentes que lo hablaban o lo apoyaban una transformación
lo católico y lo vasco no es sino de origen español, aludiendo a un nuevo escalón en la ¡---IJillitaliva: el euskera iniciaba su camino como símbolo de identidad principal aso-
mitificación histórica. Las ideas y prácticas religiosas de los vascos no están m,h ~'¡;td(l a la liberación como pueblo, puesto que reflejaba sobre sí misma toda la repre-
conectadas con el cristianismo monoteísta sino con un naturalismo pagano de cullo n '-iklll política antídemocrática y antinacionalista.
las fuerzas naturales simbolizadas en una serie de divinidades más o menos poderos<l~'"
centradas en la figura de Mari, una divinidad femenina l29 , Esta figura, diosa de amplia\ L:\ exigencia de independencia política vendrá simbolizada por la ikurrifia, ver-
funciones y atribuciones, que se pretende ajena a cualquier influencia indoeuropea, St' dndL':!'o arma de irritación y provocación para las autoridades franquistas y posfran-
presenta como alternativa a una cultura española patriarcal, en conjunción con otro ljllíslas hasta su definiliva legalización, pero, sobre todo, emblema del grupo étnico y
mito femenil que es el de un supuesto matriarcado vasco ancestral 130.
tI!' su proyección en el espacio, en el territorio,
1.\1 Fundador del Anuario de euskofolklore y autor de El Hombre Primitivo en el País Hlsco
128 EK1N, junto con la rama juvenil del PNV, EGIN, cada vez más alejada del conservadurislll(! 1.1'.11'1).
clerical pencuvist8, el31 de Julio de 1959, día de San Ignacio, fundan el grupo Euskadi ta Askatas\llliJ 1."\'2 La divulgación y popularización de sus productos, histórica y socialmente determinados,
('Euskadi y Libertad'), conocido por ETA. ETA asumirá la defensa de Jo que considera intcrl's('~; lIwdiatizarú, a su vez, la opinión de la población, que así puede legitimar eruditamente sus ideas
inalienables del pueblo vasco, 11 través de la acción armada m{¡s que de la propaganda o·de un ]11'0 \ohre la diferencialidad vasca. Por su parle, los nacionalistas rentabilizarán políticamente estas teo-
gnHna de concienciación política de la población, recogiendo un amplio sentir de las gentes, ]):11:1 i fi1~" tergiversando su sentido en más de una ocasión, colaborando, no obstante, a su difusión, obje-
quien la política y la violencia se convertirán en los años 60 y 70 en elementos de la vida cotidian:l. I¡"ilt'ión y propagación.
'nUlto es así que la oposición franquista se convertid progresivamente en un movimiento social enrni D.' ETA asumirá la defensa de lo que considera intereses inalienables del r'ueblo vasco, a tra-
zado en las pnícticas cotidianas, sobre todo a fines de la década, coincidiendo con los primeros alis ;;'\';~; de la acción armada nuís que de la propaganda o de un programa de concienciación política de
bos de liberalización del Régimen en materia de política institucional, que no de orden público. 1,1 población, recogiendo un amplio sentir de las gentes, para quien la política y la violencia se con-
129 Las tesis de la tardía romanización de Euskadi, mantenida por algunos investigadores, ell \'in!t:n progresivamente en elementos de la vida cotidiana. Tanto es así que la oposición franquis-
función de la escasez de restos arqueológicos de esta época y justificada por la ferocidad y el reclw- !JI Sl~ convertirá progresivamente en un movimiento social enraizado en las prácticas diarias, sobre
zo de los vascones a las tropas romanas y la inaccesibilidad de ~us valles de la que dan cuenta algll todo a tilles de la década, coincidiendo con los primeros atisbos de liberalización del Régimen en
nos historiadores clásicos, servirán para sostener el argumento de esta tardía cristianización, ha!}i !H;Hl~ria de política institucional, que no de orden público. El rechazo a la policía y la complacen-
da cuenta de que ésta sigue las mismas vías de penetración que la romanil',ación da en las actividades armadas de ETA, catalii',arán el repudio a las instituciones represivas del fran-
1JO Del que los derechos ele la mujer en las capitulaciones matrimoniales sería un vestigio. !juismo, sirviendo de aglutinante a sectores sociales ideológicos diversos.
266 UNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES I'liOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 267
La reivindicación cultural estará inevitablemente ligada a la petición del resla de escolaridad, fracaso y absentismo, pequeña delincuencia, consumo no regu-
blecllTIlento de las libertades políticas. A falta de instituciones específicas -por prohi )lí!wlllo de alcohol, etc. (Ramírez Goicoechea 1994).
bldas-:, y en conexión Con la lógica de combate seguida por ETA, la inmediate!. (,
mtensldad de lo político y policial en el País Vasco se explica en buena parle por el
papel asumIdo por las aSOCIaCIOnes colectivas, sociedades culturales, cuadril/liS
(Ramírez Goicocchea 1984), tejiendo una densa red de relaciones interpersonah;J1
desde el barrio, la parroquia, el trabajo. Estas relaciones fueron potentes mecanism~fl
b.íl. Significado para todos: polisemia en los discursos,
de socralización y actividad política y étnica. Fue a través dc las redes de lo privado estrategias para la acción
y semi público, a través del txikiteo, la comcnsalía, la charla en los grupos parroquia
les, las marchas al monte o las actividades festivas, cómo, cuándo y dónde se hizo y Yo subtitulé mi Tesis Doctoral Polisemia en los Discursos, Estrategias para la
vivió lo político junto con lo étnico hasta los últimos años del franquismo y parte ,I!< i'keiún. Entendía entonces el Discurso étnico como estructurado en torno a núcleo de
la transición 134. ,I¡i,nilieaciones con límites difusos que, no obstante, podría ser manipulable por
(llv\:,fsOS grupos y en distintas situaciones. El Discurso étnico vasco se configuraba
Con el apoyo material e ideológico de un sector de la Iglesia, serán las familias de
la pequeña burguesía de esta ideología --de las que saldrían muchos de los abertz"lc, (on la suficiente flexibilidad como para abarcar divcrsas versiones y ofrecer a distin-
ín~i agentes y sus contextos un sistema de referencia identitario capaz de incluir
(n~cionalistas) de nuevo cuño- las que iniciarían el movimiento social de recupera
~IOn del IdIOma por medIO de la creación de las ikastolas, o escuelas en la que la ensr núvindicaciones segmentarias dentro de una moralidad política más amplia
nanza formal es en euskera. Entre 1965 y 1971 se crearían el 78,9% de las ikastol"", 1.llorowitz 1985). El simbolismo étnico, como parte del Discurso, y como ya se dije-
lfl para el símbolo en general (Turner 1980), tenía diferentes significados para dis-
existentes en 1980, estando la mayoría en GuipÚzcoa. La defensa del euskera en 111
!i!Jlos grupos de la población (Bentley 1987), sin que el Discurso que 10 contenía
~nseñan~a co~s~titu~ó to~o un mov~miento social que trascendía lo meramente lingUís
IIco. La lIlverSIOn sImbólIca cn las Ikastolas originó una cohesión social no sólo a nivel fllera por eso cuestionado, invalidado.
ideológico sino a nivel de las prácticas. No era tanto aprender o no euskera, como apo Mi proyecto de entonces no pretendía analizar supuestas contradicciones entre
yarlo o no. La irrupción de los sectorcs más radicales en el movimiento, trasladó 111 p,.Ilpuestas de identidad diversas -las cuales han de ser entendidas siempre cn fun-
importancia del idioma a la práctica cotidiana, a la calle, a la propaganda, a los carte dón de los agentes y contextos específicos en que aparecen- sino más bien la com-
les. De este modo, 10 que siempre estuvo ahí desde las primeras formulacioncs étIli pkjidad de los fenómenos de descripción y práctica étnica.
cas, se irguió como el rasgo fundamental de la identidad colectiva vasca, el símbol" Así que una de las preguntas que hice a parte del glUpO de jóvenes autóctonos e
que aglutin."ría a todos en su reivindicación identitaria. Los tiempos no estaban ya para hijos de inmigrantes que investigué en Rentería y su comarca fue la siguiente 135;
racIsmos III fervores relIgIOSOs III antIguas leyes. ¿Quiénes son para ti los más vascos? (Pon 1.°, 2." Y 3. 0). Con esta prelación preten-
Un ejemplo más localizado de giro en las representaciones y prácticas étnicas, ¡liamos localizar el grado de acuerdo y disenso sobre la importancia concedida a
a tenor de los cambios producidos entre las cohortes de la población inmigrantc \' algunos atributos a la ahora de definir vasquidad. Podían escoger entre estas scis res-
la búsqueda de una coherencia con las nuevas circunstancias sociodemográfic¡;s p"estas (y decir cuál les parecía más importante en primer lugar, en segundo y terce-
locales, fue observado en nuestro propio trabajo de campo en los años 80. En el iO): l. Los que votan a un partido abertzale (ideología política); 2. Los que han naci-
contexto local de Rentería y la comarca Rentería-Pasajes, recogimos etnográfica do en Euskadi (nacimiento); 3. Los que tiencn las costumbres de aquí y se interesan
mente el redireccionamiento de las definiciones étnicas de los jóvenes variaban COIl 1'''''
lo que aquí pasa (tradición, identificación subjetiva); 4. Los que viven y trabajan
respecto a las de sus padres. La definición de la alteridad étnica de los jóvcnes inmi e" Euskad (residencia); 5. Los que tienen apellidos vascos (ancestralidad); 6. Los
gran tes de segunda generación por parte de los jóvenes de origcn vasco no podía ya Ij"c saben y hablan euskera (lengua).
basarse en su foraneidad geográfica como la de sus padres, puesto que la inmensll Resumo las conclusiones derivadas del análisis de las tablas y los cruces que
mayoría había nacido ya en el País Vasco. En el nuevo contexto de la crisis indus l'slablecí. Los que tienen las costurnbres de aquí y se interesan por lo que aquí pasa
trial de Euskadi de los 80, más de una década después de la llegada de los trabaja rS escogido por la inmensa mayoría como el primer atributo que definiría la identi-
dores mlTIIgrantes, su alteridad venía definida por su anomia social: estilos de vida, dad vasca (69,23 %. N=351). La opción mayoritaria sin desagregar para Quiénes SOIl
¡}(/m ti los más vascos ell segundo lugar fue el euskera (27,35 % N=351); la opción
134, S~scrjbimos la misma l~sis de algunos en el sentido de la imprecisión, para el caso vasco,
d~ los llmiles ~ntrc el posfranqUlsmo y la transición política, y esta última y la plena democracia. 135 El trabajo de campo se realicó en el período 1983-1986 y el tratamiento de los datos en
(qSan Scbasuán 1984:1(9) y (Onaindía 1984). )987. Entre 1988 y 1989 se elabor6 el texto final. Fue publicado como Ramírez Goicocchea (1991).
268 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PI<OCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 269
mayoritaria para la pregunta de Quiénes son para ti los más vascos en tercer luf!,(/!' !'Hloria, Pero dentro de los límites de una objetivación sociohistórica y políticamente
fue otra vez el euskera (21,65 % N=351), aunque casi al mismo nivel que el l1aci dependiente de ciertos grupos sociales hegemónicos con poder para definir a cierto
miento (21,08 % N=351). "ivel local/nacional su propia identidad 138 . Esta objetivación funciona como campo
¡U avitacional, fuerza estructurad ora de significados y expresiones sobre la que flota
No era de extrañar que el factor costumbres y el interés, como identificación sub
1111 repertorio limitadamente múltiple de sentidos. Es precisamente esta plasticidad y
jetiva, sea el que se escoja como primer rasgo de identidad. En realidad es la res,
puesta que resume todas las demás, sin entrar en contradicción con ninguna, como. versatilidad, esta tolerancia lo que garantizaba la unicidad del Discurso, su longeVi-
solución de compromiso con cl mayor potencial inclusivo y el menor grado de den dad temporal relativa (eL supra) y su significación compartida por grupos heterogé-
nición. Representa la elección más abarcante: los de origen vasco tendrán las costUIII nr()S en distintos contextos ('settings') reflexivos y de acción.
bres de aquf mientras que los de origen inmigrante pueden interesar(se) por lo q/{I' Este fenómeno no fue localizado exclusivanlCnte él partir del cuestionario. Las
aquf pasa. Este resultado era constante cuando se analiza el comportamiento del nllrevistas personajes Yla observación participante nos confirmaron también la rele-
resto de variables: sexo, edad, categoría profesional del padre, lugar de origen de vnocia de los contextos interactivos y relacionales de los actores a la hora de esta-
madre y padre, cllskaldllnidad de madre y padre, ideología política nacionalista o no bkl:Ct' diversas representaciones y estrategias identitarias. De hecho, mediante el aná-
y modelo modelo lingüístico deseado para Euskadi. Esto nos dio idca del altísimo HSIs de estos contextos y sus densidades semánticas podemos interpretar las
grado de consenso fruto del significado inclusivo amplio de dicha opción. variaciones en el grado del significado compartido (Eriksen 1991). A ello nos referi-
Las cosas empezaron a cambiar cuando analizamos las opciones elegidas pan] !l1\lS en distintos lugares de este trabajo.
quién es 11U1S vasco en segundo y tercer lugar. Nos mostró la necesidad de tener sicm·
pre en cuenta sobre quién O quiénes estaban pensando y desde qué lugar social lo
hacían, incluyendo su propia posición.
Encontré diferencias muy interesantes según el origen sociodemográfico (hijo/a t" ÁMBITOS, DOMINIOS Y MATERIALES DEL TRABAJO ÉTNICO
de autóctonos/hijo/a de inmigrantes 136) y la adscripción política nacionalista o ]10
del/la encuestado/a. Aquellos procedentes de familias autóctonas!3? privilegiaron el
"Have you ever noticed this -that people never answer what you say?
idioma como seguna opción. Aquellos de origen inmigrante y, por tanto exclusiva They answer what you mean- or what they think you mean. Suppose one
mente castellanoparlantes eligieron factores más omnicomprensivos como el nací lady says to another in a country house, "/5 anybody staying with you?", the
miento o la residencia. Es decir, a pesar del consenso mostrado inicialmente (¿qui61 lady doesn't answer "Yes; the butler, the three footman, the parlour-maid,
es más vasco en primer lugar?), el análisis de las otras dos preguntas (en segundo and so on", though the parlour-maid may be in the room, or the butler behmd
lugar y en tercer lugar) reflejó que aquellos de origen inmigrante elegían factme;.. the chair She says: "There is nobody staying with us", meaning nobody of
que los incluyeran a ellos como vascos, a pesar de ser segunda generación de inlllí the sort you mean. But suppose a doctor inquiring into an epidemic asks,
gracíón (el 94% había nacido en Euskadi): el nacimiento y la residencia. La residen "Who is staying in the house?", then the lady will remember the butler, the
cia también podía incluir a sus padres, procedentes de otras provincias espafíolas parlour-maid, and the resto Al/ language is used like that; you never get a
pero afincados en Euskadi. Por el contrario, aquellos sobre los quc no existía duda question answered literal/y, even when you get it answered truly".
sobre su identidad étnica, los jóvenes de origen autóctono, escogieron factores que' G. K. Chesterton. The Invisible Man.
les distinguieran de la población inmigrante, tanto de primera como de segunda getw,
ración: el euskera. Aunque en menor grado la ideología política también fue escogí
da más en la población de origen vasco que entre los hijos de inmigrantes .
I,\~ También lo observamos al preguntar sobre los estrcotipos que los jóvenes de la comarca
Por tanto, el Discurso, entendido de forma holística, como el compendÍo amplíll 11<' Renlcda-Pasajes (Guipúzcoa) tenían de la Mujer y el Hombre vascos. sin definirlos previamen-
del que hablamos antes, se mostrababa fundamentalmente polisémico para distillto~, j',', dejando que cada un@ atribuyera el significado que prefiriera a esta construcción, En primer
agentes sociales ubicados desigualmente en la estructura sociodemognífica y clasiri j!l!~)l1: encontrarnos que los estreotipos estaban !Ducho más dcfinidos para el /-h!lIIbre que para la
Mili/'r, siendo el primero el que represcntaba el modelo donde pensar la vasqlllda~l y no (a.n~o la
úp~JIIl(la. El resultado volvió a depender sobre quién contestara, en cuanto a su origen familiar y
p,j'¡ticipación en la identidad sobre la que se preguntaba. Wade (!99~:336) mee,iona e~te fenórnc-
136 En la muestra sólo una ínfima población procedía de matrimonios mixtos migran](' ;\1.) l:ullhién para el caso etnográfico que investigó. Criterios de antigüedad ll11gratoJ'la, d,e ~lase
autóctono/a, siendo casi todos originarios o bien de padres y madres autóctonos, o bien de padn'~, i;lj\,.i:ll y riqueza, de blanqueamiento y movilidad social, juegaban distintos roles en chstl!ltos
y madres de origen inmigrante, HII'¡llwlHoS, pudiendo decirse que el concepto de l1egriflfd en Colombia es heterogén,eo pero d~n-
137 Que en la muestra coincidían sociodemográficamente con los que eran euskoparlantcs, lk 1'10 de Ulla corriente que tiende a estructurar dichas relaciones y contextos cn un Husmo senlH!O
ideología política nacionalista y dc clase mcdia, ik!,lle poderosas jerarquías sociales.
270 I:TNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PIK.lCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 271
6. l. Parentesco y filiación M.',lJlir y prácticar el mundo. Sólo porque la identidad étnica remite a clJcslionc.~ y
r,idéras tan sagradas, pueden los políticos manipularla para arrastrar a las masas en
El análisis de las relaciones entre la Etnicidad y el parentesco ha si~oun caballo "1 lucha por el poder (Eriksen 1991) (Cf. apartados 5.4 y 5.6).
de batalla y una especie de justificación para aquellos autores más de tipo esencia La Etnicidad, como parentesco ficticio, ha sido defendida por (Yelvington 1991).
lista. La idea básica es que los lazos étnicos serían corno los del parentcsco, l(1zospri Viln denBerghe(1981 ) ha defendido que las categ()ríasélnicas y raciales son cxten
,,!ordíales, autoevidentes, de máxima.vinculación, lealtad y emocionalidad. '" .,íOllCS de las clasificaciones de parentesco y, por tanto, ,!niv~,,¡ales .ICe infi·a).
Siguiendo con uno de los parámetros del trabajo y retrabajo étnico citado más !"f1uen~jado por la Sociobiología, asume que las lealtades y adscripciones étnicas
arriba, diremos que la Etnicidad puedc expresarse y actuarse mediante las relacio 'PillO 'reflejos' en el mundo social de lo que OCUrre a nivel genético, entendiendo que
nes y la ideología del parentesco, que puede operar como atractor de otros ámbitos ni este último se da lo que se llama inclusive fitness, una propensióIl a fay()f ~~)a
de la identidad y la alteridad, como entorno referencial y orientador, como dominio íl'l'roduceión del propio grupo. Todos los organismos socialesestaríaI1programadgs
crosmodal. para su configuración y operacionalidad 139. hJnJógicamente para ser nepot/.rt/~:o/), es decir, para,,,favorecer y actual: 'altruística-
Como mencionaremos para las creencias y prácticas religiosas, el Pªt::~~t~~_~n mente hacia el propio grupo, en intenisdades directamente proporcionales al grado de
sigue siendo un dominio de fundamentalirnportapciaenla incardinaci§n deotro~pro jwrccpción de la ancestralidad común. La raza y la etnicidad se entenderíancomo
cesosi<l~ntit¡trios y dc inscripción política l4O local, .nacional y global,dela Inod~I1li l¡ürCnles~g ___ gxt~I!9i~o, puesto que ambas refieren a una ascendencia común del
dad y posmodernidad 141 a partir de procesos de crossmod~lidad. MIlIJl()143. Mientras el primero aludiría a las bases biológicas, la etnicidad los oculta-
iiít, disfrazándolas de cu1tura l44 .
Objetivando el parentesco como dominio natural (Cf. 3.2), y asociando la
Etnicidad a éste, puede procederse metafóricamente a la legtimacióllnatU/:ald~l.as 1. .0 que de alguna manera caracteriza a muchos grupos étnicos -tanto como con-
identidades y solidaridades grupales étnicas como lazos prifllordiales, como una con ?'f:plo clasificatorio como su dimensión sociodemográfica- es que permanece a tra-
tinuidad dc las relacioncs defiliación (Cf. Geertz 1963; Horowitz 1985)142 v{f> del tiempo e incorpora a las nuevas generaciones. La adscripción étnica ha
272 UNICIDAD. IDENTIDAD Y MIGRACIONES 1'1I0CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 273
una direcciona1idad inclusiva/exclusiva pie11, conocida por etno!fderes y etnOlllOlfli don d~."la, identidad helena l47 , Incluso sobre los derechos de propied;HI:h'Ill'f l'l
zadores en procesos d~ _etl1gg4-,-~q§(,s~!,45, qui_enes aHjdeir-á-úieiiüd6·-~~.iJ.iJª,._~~~i~r~D~:,¡n jj!P,1i1O nombre no garantiza la herencia pero constituye ulla estructur;lci(lll, 1111
común a lo largo dc la historia quese reactualiza inter e intrageneracionalmenle. 1\:;1 para futuras posibles reclamaciones en un momento dado. Lo mismo OClIIT¡"o
mill'l'()l
h,an de entenderse las prácticas de CllltO Y rituales de ident_i1}~,?-¡:;jQl~,,,~º!1lo_~,,_ancestrm Pl! el revival étnico del País de Gales en el siglo XIX, cuando muchos se rebaulil.;¡
mediante la reconstrucción de genealogías, el homenaje a fOS,_~l}1.t.~pª~,a,(ío,~, a-"kis"Tull jH!! l'on nombres gaélicos(Morgan 1983). Los años 70 _ayO_"yie~~IL!:!D~~J?E~g~~,~.!_().I.1
dadores de todo tipo, etc. . <- M(,\JlJll~trica en la. _ ll?l~:~_~~_~~_~tll.r_ª_ ~u?kéric,,~l__ m~ra_ .11,(ñgs y niñas cjl~_~y"s~adi, no sólo a
Benedict Anderson (1983) insislcengue el nacionalismo -y muchos movimiell pMIlr de la tradúcción de los nombres del santo'l:al, sino de fe;1¿me'i~é;s y objetos
tos étnicos- utilizan'elvocabulario del parentesco"'o"deTit casa y el hogar,pai"i"iden. ni/111m/es y cotidianosl 48 .
tificar su proyecto político y/o étnico con aquello cQn 10gLle uno sesieiite úiiiaó .1,. El nacionalismo turco también se basó en el imaginario local sobre la procrea~
forma JiaturaL·Los--EstadÓs-nación inscribÉm relaciones jenírqtíícái;'-d6-peitelicl1Eíú";::ú t'i(llly el parentesco y metáforas de la simiente y el sucIo, ideas significativas para la
las relaciones afectivas y de "sangre" compartida (Alonso 1994). Así oímos hablar ,IP. ji!íhl;¡ción de las que los ideólogos nacionalistas se sirvieron para implicar a la colec-
la nación, no como organización política sino como madre~patria, gran familia; a !th tividad en su proyecto político.
soldados muertos en batalla como hijos de la patria que han dado su vida por ella, SI' En el apartado anterior comcntamos que el Discurso formalizado sobre la idetl~
han sacrificado como hubieran hecho por sus familias, etc. El esenciali_s~no_ (-'~. li! ¡¡dild étnica vasca, objetivado socialmente, como gran paraguas polisémico, hace
metáfora de los lazos de sangre noes uIlainvencióndelElstado síilOqi.lio~s~unª¡(I~1l lHndlO que ya no incluye la filiación como rasgo étnico de vasquidad (eL Ramírez
lo~fa familiar que aquél explota (Herzfcld 1997). . .. .
f iúkocchea 1991). Hace tiempo que, por su resabio racista, no parece políticamente
Otras relaciones también adoptan la modalidad del parentesco, su lenguaje, i)'II'/'I'C/O aludir a la genealogía de los conocidos cuatro apellidos vascos para garan-
expresión, y, a veces, emociones, Los afroameriE~~Ys sú~eleíi"-6~fe¡'irse entre cllm !Vil!' la pertenencia, tal como lo hiciera Sabino Arana, fundador del Partido
como hermano ('brother'); asoc.i,ªciones__ -po~ftico-relígi_q_~as se denominan hc:f11lml NJj('jollalista Vasco y uno de las grandes codificadores de la vasquidad y cuskalduni-
dades '46 (,brother"hood'); patrin/Oine (patrimonio) se usa en Québec tanto ]la", dad (cualidad de hablante de euskera). Sin embargo, esto no quiere decir que a nivel
'designar la herencia familiar como la nacional. Ser monja es, entre otras cosas, eslllJ jillk'lieo o circunstancial, la gente no elabore significación a partir ele los apellidos
casada con Dios. La Iglesia católica romana es citada generalmente como "Sanl¡¡ l\híd.). Un Ramírez no habla de origen vasco, pero un Goicoechea sí. No han sido
madre Iglesia". ¡-;Ol'ilS las veces en que uno se encuentra con expresiones del tipo "No sé si es de aquÍ
La re-construcción de la identidad étnica mediante la descendencia fue tambit';n l;:\lskadi-, es San Martín GÓmez. (de apellido)", 0, 10 contrario, "Sí, es vasco, es
!i/I/::./lJlegi Bidarfe"149.
uno de los vectores de la revitalización étnica helena en el S. XVIll. Apropiándol'l.·
del culto a la antigüedad griega promovida desde el Renacimiento en Europa y Tanto es esto así que algunos de nuestros jóvenes hijos de inmigrantcs en la
romantizada a partir de fines de dicho siglo, los antiguos denominados Romii (desd,' f'ilfllarca de Rentería-Pasajes, en su búsqueda de reconocimiento étnico e inclusión
el Imperio romano de Oriente, luego bizantino, más tarde otomano), comenzaron ,'j ni!'1 proyecto étnico hegemónico vasco (CL RamÍrez Goicoechea. 200Sb), practica~
bautizar a sus hijos con nombres de la Grecia chísica, como portadores de una civl, hiill la estrategia de creación de un parentesco ficticio. Es decir, si antes Van den
lización sobre la que Europa fundaba sus orfgenes intelectuales (Herzfelcl Il)X); ,1'!crgl1c _1}~~XLGjS?J1_ªl>a _ l(l" _ gtnicidad_,,cOnln~/2(I.rgl!Le:,vcpJ¡(ticio, ahor~ e~~11i_"l"íiv_ersa:~fá
Sutton 1997). jjjH Jl i pt! 1a_Gi.91} S.!.Q)J!_ ]:t(f_~~_!~~,~.~.§~_g~p_E~_'l. P'º!~,QLpI:incipio"Drdenadói . ¿D;ic.ó_:·i1ediante. la
.Sutton (1997) señala cómo la costumbre griega ,c.I.~ ballti?{V~,.ª_JJtS. _JlY.~Yªs gen\' hnl¡/lIhación .?e ,nombres y apelIi_º9~, o, directamente, por medio cI? _ la é'lI,s·k{¡f~t.lali
raciones con los nombres de padres, abuelos, biSabuelos, etc., permiteLIllJ¡¡rali;;m i1drín del nombre, maúií)ldab~lÍl"su filiáción en cuanto 9~le estos deI1_?,~~_I.~-,,,.~.. P~~ª_I:"ge
l~s conexiones entre la historia y la continujdad i1H~rgeIleracional en la constnh
274 ETNIClDAD. IDENTIDAD Y MIGRACIONES Fi!ClCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 275
las buenas formas, identidady procedente étnica 150. Para una cohorte demogrMw¡\ j)¡¡"" I\ringa (1995) da cuenta en una comunidad bosnia antes de que políticos y nacio-
sustraída de una memoria colectiva difidlmenierecuperada/reconstruida en un IlIJeVH {\¡j]¡'illIs hostigaran a la población a tomar partido para sus fines geoestratégicos15 3
contexto social como es el emigratorio y, sobre todo, no legítima en términos del di,
curso étnico dominante (el vasco), estos chicos intentaban neutralizar su foraneidfJJ!
reinventando lazos y continuidades para el presente y el futuro con una comul1id"r\
imaginada, su historia y tradición, Su memoria colectiva. Territorio, espacio y localidad
Cierto es que no todasJfls59flstrucci.oI!~~. i~e_ntga,r:ias§JºiF'!.s y/o D?J.~i9_D_:lU.S_~¡1~_ Üv,
nen el pa,rCI1t<;sC:9.--como cuerpo de creencias y relaciones- c.9ffio atra<;t()r 151 , Por cjerH (\H110 decíamos en el primer capítulo, to~.q._ orga.~_i_Stn0 "vivo ,se caraQtcri?-~jJ_orun
plo, entre los emigrantes oriundos de Pulau Langkawi (Malaysia), la relacíonah,}¡#l ."'iilliln,iento operacional que delimita,el espacio significaíivo pa~a.s,~ ';Y,toorgaIlLza-
que da sentido de gmpalidad se construye horizontalmente, a través de los contactoM " ~adiciente, úihto---interna como externamente, incluyendo zonas gNses y territo-
intercambios continuos con una ¡''l'an cantidad de primos, y no recreando el pasado pm dI' nadie, sin definición. Desde el¡Jlmto d<;vistªe191ógico, comoIll,uníferos y
medio del vínculo con los ancestros. Su memoria histórica es fragmentaria y pienJJf f;¡HlíO priJ,11ates, som?_~_ a~i_mal_es,t~rritodáles y lo'hac,C:I:nos"s,al.1cr. La demarcación de
importancia en unas relaciones orientadas hacia el presente y el futuro (Carsten, 199:\) rrontcn~~"espacialcs"tienen 'u'o profundo arraigo en nuestra especie l54 ,
El sentido comunitario pasa porlaeonstrucción y reconstrucción práetica y represell Como la psicología de la percepción muestra, la experiencia del/en el espacio
tacional continua por parte de los propiOs-s'ú]eios. Aunque lasadopélolles al grupo M' Illediada por los modos de nuestra relación en él a partir de un cuerpo definido
realicen bajo el dominio del parentesco -un@ puede ser adoptad@ como pI"I,,', ¡¡n, sU tamaño, su morfología, sus affordances (Cf. apartado 1.2), sus posibilidades,
madre, abuel@-, éste se constituye por una serie de vínculos y relaciones practicadwi - romo las transformaciones de estas a partir de sucesivas reorganizaciones diná-
de hecho en el día a día entre los miembros de la familia (Bodenhorn 2000). iifirlls (~n el continuo de la experiencia.
La Etnicidad encuentraenelintercambio matrimonial tanto sus límitG,s com.o .:>11' Desde el punto de vista biopsicológico, el sentido propioceptivo define nuestra
apelturas. Cuando entrevistábamos a mujeres inmigrantes magrebíes procedente, ,ir' ¡"I'",icnclaCorpQn¡jencL,,~pacio (delante, detrás, a los lados, aITiba, abajo ... ) varia-
Raba! o Casablanca, cuyas formas de pensar y actuar estaban más próximas a una id""
logía liberal, el límite de su modernidad se hallaba en su rechazo a casarse con un edil
"y
hkJll\,ntc yªrticionago, simi:lo)izado ritualizado según contextos. socioculturales,
hi'dúrieos y biográficos (y de género). Desde el puntode vista comunicacíonal, la
tiano, por cuanto que el código de familia establece el sistema patrilineal del recollo",
miento de los hijos (Ramírez Goicoechea 1996) 1.12 Lo mismo sucedía en las relacio!)ó
entre familias bosnias musulmanas y bosnias católicas y bosnias ortodoxas de las 'Inl
!'U L,a preciosa película Un verano en La Goulette cuenta la historia de tres comunidades en
hinc/., la italiana católica, la judía, la musulmana, cuyas relaciones vecinales y de sociabilidad eran
Hnir!as y amistosas: intercambios de comidas, favores entre las mujeres para cuidar a los hijos, estos
150 'e' a k, 'v' a b, 'eh' a IX, 'n" a 1; 'j' a x, ClC., dentro de la peculiar O1tografía del euskrlí! (¡ili1fJ:lrliendo pequeñas fechorías propias dc la edad, padres compartiendo licor en el bar mientras
Así, tendríamos ejemplos como Varela que cambia a Barela, Carmen a Karmen, Chamorr!) {j J1MW11l al dominó, etc. Sin embargo, el intercambio matrimonial era y tenía que ser endógamo. Estas
Txamoro, Javier a Xabier. Del segundo caso tendríamos Juan a Jan, Eugenia a Eukene, Bernardo ii ldacinncs amistosas y de compartición se interrumpieron cuando la Guerra de los Seis Días y la pre-
Beilardo (o EeHat), etc. Esta práctica ha sido abervada entre aquellos de fuerte identidad vaSt',( i;l!1!l !;ocial y política les obligó a tomar partido y reafirmarse étnicopolfticamente, muy a desgana.
tanto de ideología nacionalista conservadora como de izquierdas (ahertzale), entre estos 1,11111'116) lS4 Leones macho, como otros mamíferos, marcan su territorio mediante señales olfativas
activistas de ETA ínona) y sonoras (rugidos). La amplitud de alcance de éstas advielten a unos y otros del peligro de
151 Eo.. _~Lca_so_de l_a_~. .D1igracjones!l).odernas de algunos colectivos y la reconstitución de ~;tFi wkntrarse y, de ese modo, se evita la confrontación directa. Prácticas de evitación del conflicto son
identidades étnicas, las'relaciones de amistad cumplen un papel fundamental, pudiendo combina! lili'\H frecuentes que confrontaciones directas ¿Cuántas señales usamos los humanos para denotar
se con las de parentesco y paisa.naje, Así lo vimos en muchos inmigrantes del 'Este de Eumpil '!l!J\:!>lra territorio? Prohibida la elltrada, No pase, Peligm, Propiedad particular, etc. son indica~
(Ramirez Goicoechéa 1996), sobre todo entre los polacos (Ramírez Goicocchea 2003), pero la111 dnucs disuasorias para avisar de nuestros derechos de propiedad. También ponemos vallas, setos,
bién entre mujeres dominicanas (Ramírez Goicoechea 2001). Véase también (Conradson y Lalh:uH l\!illnhradas, alarmas, circuitos cerrados de televisión para proteger y monitorizar nuestro espacio
2005) en el caso de emigrantes neozelandeses a Londres. ílrnll: a los que consideramos como intlUsos. Diversas estrategias operan también para delimitar el
!52 Algunas de las variables a tener en cuenta en el grado de endogamia/exogamia étnica puedC!i ,,',pacio personal, siendo de gran variabilidad etnográfica: latinoamericanos en general y mejicanos
ser las representaciones sobre la proximidad y distancia étnica, la experiencia conocida de otros m:l[fÍ i;!J particular se comunican e interactúan sin mediar tanto espacio físico como en el caso de los
monjos en cuanto a la gestión de la familia, la economía, las relaciones, las decisiones; estrategias eh' iwglosajones, ademús de otros recursos proxémicos diferentes. Yo misma, cuando trabajo en la
inclusión y normalización administrativa por medio de matrimonios de conveniencia; políticas famí j,ib1iolcca, marco mi espacio extcndiendo libros, papeles y carpetas aquÍ y allá en derredor, prote~
liares de creación y recreación de alianzas y solidaridades, etc. Todas estas variables pueden a!I.~ClaJ ei1Jl1do mi intimidad intelectual, mi concentración y mi relación privilegiada con mi portátil. Lo
las decisiones personales sobre el grado y alcance de las actitudes endógamas y exógamas. S()hrr' BlholO que cuando ponemos el abrigo o cl bolso en el asiento de alIado cuando viajamos para que
estrategias de reagrupación familiar en comunidades emigrantes de Tetuán y Tánger justificadas n~ !lP Sl~ siente nadie, 10 que no impide que, si ocurre, podamos hasta conversar e intimar con ellla
supuestas tradicionas grupales que ya no se practican en el lugar de origen, véase Corrochano (200()) ull\lj)íulcro/a de viaje y hasta inlerc"unbiar teléfonos y direcciones.
276 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 277
deix.is delimita el lugar desde el que hablanlOs y desde el que nos relacionamos. L{J~ l!\J!Hlonadas, altos, conservan el poder y la memoria de aquéllos, y, por tanto, incar-
pronombres y posesivos muestran este hecho crosculturalmente, independientemen dilWIl el vínculo del grupo con su pasado recreado en el presente 1S8 , Así es como hay
te de variaciones semánticas y experiencias históricas y etnográficas 155. 1\11(' l'lltender, también, la exigencia por algunos grupos de indios americanos de que
Nuestra vida se organiza en relación a las evaluaciones y aSQGiacion~s iI1.1plicíJ 'x les restituya el poder y el control de sus cementerios, lugares del respeto debido a
das en las" e}(p~rieJlda&._deLespaciD. Emociones, sentimientos, aprensiones, asocia ":ti" ancestros.
ciones semánticas de peligro, bienestar/malestar, recuerdos, deseos, socialidack~i J ,a referencia a la tierra de origen es mantenida y reavivada por medio de la
relaciones, están incardinadas en nuestras relaciones en y con el espacio. lih'llloria colectiva, sus objetivaciones -artefactos, representaciones, relaciones y
Nos desarrollamos en un entorno poblado de seres -incluyendo nuestra propia 'dI". rl~vitalizaciones mediante conmemoraciones, rituales, prácticas cotidianas-o Ya
recursividad-o objetos, eventos, procesos, relaciones. TQdas--Ias producciones huma dl,""OS cómo M.Taussig (J 987) hablaba de una topograr/a moral, una geografía del
nas_~_()n Cr()_I1()t9PJ.Gas. Remiten a un tiempo y a un luga( una localización que lús han: iWlllido y de las relaciones sociales, no como mapa, sino como paisaje que incorpo-
l)osibles. y en esta posibilidad reside la creación y recreación continua de los mis In L'l ex.periencia, valores, sentimientos, emociones, sensaciones, de los sujeto per-
mos. Contribuimos a crear el espacio para los demás y para nosotros mismos, plJl ,\',mnks y colectivos1S 9 . Estos elementos del paisaje de la memoria ligados al espa-
medio de nuestras prácticas consolidantes o transformativas del entorno. ,In pueden ser dialógicamente compartibles con una comunidad de experiencias
i1i1!\x'idas 160.
~stos lllgal:~_s ~_?I1 Si~,111 pre ___s()ci~l~s, Pri¡TIero "p9rqll_e ~-º.n _j:OCi(,I_lm_~llt ~_"con_~t~:~l_i(h ):¡,
coniljaftíJo~;,- COl1testad()s; "negoéi-ado's, etc'~- 'y:--seg"undo, poi¿Ú;_~º-'prq4_u-cen -.s,(;~:ialid(/(I, El espacio vivido y por vivir se convierteenpatrimoniogrupal, cQn el que el
rc1,ª_º,iún._jl1teracción 1S6 . Inmiscuido ~n ~_sw:_.4oble e:s'U~_Y~11,lr({f:~((¿n del espacio y del ijlllfll) Il1~lntiene.t.'~I¡~ci0I1,e~, mc;t~féH_tc_as y melg[lÍI1.ÜC_'}S a la hora de c_onsu~uir"sujdei1-
lugar (Ce Low y Lawrence~Zúi'íiga, i6(3). 9.~_tª_-~Lbe_¿Iio (~e _que gc:g~PL~JJt.Q$Rªcio y n,!,~¡HI. A:s"(·6.~igge_._el1ten¿(cf"ios' c~ntros_sagr~49s"y de peregriDaciÓ.njJºI}l)ªS_StG.~~pa
generarse en él ~_~ necesariamente, un proceso rep!:e..'~ent{/ci()nply repl__esent(ld(~!. _ silll dnH¡:lción 9_<;..1aidentiq,a_d y sus,a_~?_~i~C,(()I}~S,.s.i.t~lbóli(:'~lS. También es el caso de las
j:_W;,'IS regiona'le~; _·p¿l:"eJ-e~nplo, lilS calles reap~'opiad,\s l)¡u'a el ritual, la ceremonia, la
hólicü _ª_Qcm,á,s ~_~ PE(lgmútico. Es décir, gracias a que el espacio de los humanos es\{i
imjj/iéculo y es i';lplical1tc, puedc_~~,rJ1Q.~ __~"ú;iii}1.<;_ª~ivo, in99,rP9JJ\r y prod\l.~jr_selltid!), 'ibíhílidad del grupo mediante la ocupación corporal. Jose Luis García García (1976:
.\) I . 330) hace años subrayó las estrechas conexiones entre territorio e identidad.
Podríamos hablar de muchos espacios de significación: los de la conquista, l'l
dominio, la subyugación y explotación de gentes, espacios de liberación, ele partid Lugares de la memoria, puede ser lugares múltiplcmentc interpretados y recla-
pación, espacio y género, espacio e infancia, espacios de producción y reproducci{)jj fJwdos por distintos actores que tuvieron diferentes experiencias en ellos o que han
social, espacios y lugares de producción y distribución del saber y las tecnologías, en ¡--nllslruido parte de su memoria colectiva sobre los mismosl 61 ,
fin, de múltiples escenarios de la actividad humana.
Como vimos al hablar de la memoria colectiva, todos tenemos depositados ell
determinados lugares físicos y sus representaciones, parte de nuestra imaginería solm:' 1')'1 La reconstrucción de vínculos con un pasado con el que deseamos marcar continuidad en
un pasado poblado de afines y ancestros, acontecimientos, eventos, un paisaje socia! ,:j pwscnlc explica que en la época de ctnogénesis de muchas identidades ctnonacionales europeas
cognitivo y emocionaI 15 ? i!!!!;UlIe el Romanticismo intelectuales y apasionados cultivaran la visita y adoración de ruinas
'Hqllilcctónicas, objetos y libros antiguos, visitaran lugares ignotos, etc.
Algunos aborígenes australianos dotan de significado ritual y religioso a su tcrr! I',H SU relación con este entorno no tiene nada que ver con la relación instrumental que la
torio: es el lugar en donde vivieron sus dioses y sus ancestros. Rocas, riachuelos, f\-hHh:midad ha establecido con el medio como depósito de recursos a explotar a nuestro antojo,
;,;;I]'.'lgra(\o por la ideologÍ<l judeocristiana del 'creced y multiplicaos' y tornad todo lo que necesi-
\1'1".- t~S decir, patente de corso para arruinar el planeta (Ramírez Goicoechea, 2006).
1,') Véase Ferrándiz (2006) sobre la recuperación de la memoria histórica de los fusilados
155 Pcnllítasemc utilizar un ejemplo ctnocentrado. Tú eres tú desde mi yo, vosotros lo .-;ui,,< ilIH,lll!(, la Guerra Civil, C0l110 resitutución moral de una identidad silenciada, negada.
desde el liOSO/roS. Mi casa est,í pensada desde la centralidad que impongo sobre mi persona en 1'('111 11,1) Un grupo seminómuda africano iba mascando tierra de la que dejaba atnis en su marcha a
ción a otras centralidades que se expresan en sus otras propiedades y espacios. l~'sle, ese, (u/I/(i'/, lHíH llueva, como forma de incoqmrnción lIteral de sus relaciones físicosimbólicas con la misma.
están referidos siempre en relación a mi posición, mi lugar, mi relación, mi proximidad física, ak, {-"iIIWnicación personal Elda GOllzález. (CSIC). Desgraciadamente, no he podido encontrar la refe-
tiva, etc. Relaciones proxémicas se expresan de distinta forma en diferentes contextos cultul'aks y ¡'{'!\I'ia ~~¡nográfica.
rituales. En Dcmiin, una lengua ritual de los Lardi y de los YangkaaJ, pueblos australianos, sólo htly !h! La Casa de Campo, un parque de Madr¡d, es un ejemplo: desde el recuerdo de eventos rela-
dos pronombres: I//a, para mí/yo y 11!/I para no-mí/yo. ,wn;Hllls con la 1I República española, a las apropIaciones de lo público realizadas por dist¡nto~
1% Esta mutualidad ha sido reconocida también por la Sociología Urbana (Harvey 19H2l y ,:qk!.'livllS de inmigrantes -principalmente ecuatorianos y colombianos-, a los usos institucional-
(Url'y y Orcgory 1985). El espacio es tanto el medio como el resultado de la ación social y la rel;! !iÍl'1l1r' enmarcados por el Ayunlamiento de Madrid y otros organismos, a la topografía moral de un
ción social (CL Soja 1985). Una vez las relaciones sociales han resultado en una forma espadol H;p;¡('io dedicado a los "vicios", etc., que son revividos ele diversa manera en cada memoria colec ..
determinada, esto afecta la forma en que esas relaciones pueden cambiar y desarrollar.'Je. ¡ha (Müllauer-Scichter 2003).
278 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES i'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 279
Lugares de la cohesión social, también pueden serlodela disput?,ct"una dis No está claro que la aparición de jefaturas y reinos como formas más complejas
continuidad sobre sus distintas significaeiQnes. El ejemplo de Jerusalén, ciudad santa políticamente influyeran en la formalización más rigurosa de los límites territoriales,
para tres comunidades relígiosas,cristiana (católica y ortodoxa·a¡:me¡lÍ~, musulma Con laaparicióndel Estado observamos que por u~apªnelasfronteras.e)(teriore$VM
na y judía, es paradigmático. El templo de la Roca, ahora mezquita, fue donde se dice ,lcfínién<l(),,~másrig~rQ:;ament~J)or medio de controles, vigi1m¡üas y to¡:la~sll,5tecc
Abraham quiso sacrificar a Isaac, episodio narrado en el Antiguo Testamento, libro nologías,a,soc:iooas '62 Por otra, el dominio geográfieo, demográfico, informacional,
sagrado para las tres religiones monoteístas. Por si fuera poco, el templo incluye el uJilitar, etc. no pueden cubrir todos los posibles frentes de penetración enemiga ni
Muro de las lamentaciones, que los judíos tienen como vestigio del Templo dc I"das las formas de vida organizadas a espaldas de las leyes estatales.
Salomón arrasado por los romanos y que para ellos es centro de culto y peregrina El territorio delimitado, con fronteras, como confín de la soberanía y elpoder..es
ción principal. O el de la Iglesia del Santo Sepulcro en el mismo Jerusalén, apropia ¡In elementodefinitoriodel Estado nacional moderno como Qrganización política y
das sus paredes, esquinas, estancias, por las distintas confesiones cristianas que com· i"hllinistrativa que analizaremos pormenorizadamente en el apartado 6. Lasidenti-
parten su custodia: los católicos (franciscanos y benedictinos), captas y armenios. dlldcs ~ol~~tIvas" nacionales que éste ()rganiza tienen una dimensión territoriarr;~re
El control de los centros simbólicos ha sido causa y consecuencia a la vcz de no nuuciablcque es incorpora¡jo porla ciudadanía a través de todo un proceso de pro-
pocas disputas entre serbios y croatas con relación a la Iglesia de Medgugorge, impli jJnganda, ip..C::,ulc,ªciQD.,,~du,caci6nº irpposición: uno lleva sufrancesidad cuando CIUza
cando también a grupos familiares e intereses en la explotación turística (Bax 2000). 111 frontera con Italia, por ejemplo.
Pero también entre serbios y albanokosovares. Estos últimos rivalizan, entre otras Colectivos con referencia territorial difusa suelen ser las de aquellos que se les
cuestiones políticas, económicas e ideológicas, por el control de un centro de culto y conoce como diá$poras, poblaciones que en un momento dado tuvieron que abando-
peregrinación al que los serbios atribuyen un papel fundamental en la constitución mU· SJl tierra extendiéndose por muchos otros países '63 Un ejemplo es el de la diás-
histórica de su identidad frente a los turcos, mientras que los albanokosovares tam pora armenia, la más numerosa, a partir del prolongado acoso por parte del Imperio
bién disputan la importancia del lugar en la configuración de la suya. Olomano en el S.xIX y del genocidio de más de dos millones de armenios por parte
.. .
ESP<l_c:ig. y_t~rri!~E!9.E~2. _~ºDjº.~ºJi~Qs. El prif!1_~~_ ~:~n~r~ p., ,l!-º.ª~~U!FeD~!.é~l!...ª~ ~l.ue.st,n)
universo y nuestra extefl.~tón.,en_elJuismo. ·Tel:r.hori,o,tiell.~,.un,sentido más apropi(it~v,(','
,Ir los turcos hasta el fin de la I Guerra Mundial.
El territoriopuede re-presentarse cognitiva y evaluativamente de mucha,sIlli'.l1e-
·tantoetológico como político, haciend"referencia a una ejercici"cteLd"rninio, control ,~:i!S, también _ <:;~.~~9".re(~rcncia"mJtÜ:~a, horizonte utópi.GO,JJom:.ª".p~!!.s~.r y r~~p~,,~.~~~~. ,las
y adlnillistr<icióndeII.nisIllo. Todos los territorios son espacios, perQl10 alainvc¡s,l. r'Hmlcnadasdelaictcntidad y la práctieade§sta. Pensemos en él_caso ju~!o y su
El territorio puede representarse y praeticar,e a diversos niveles de complejidad líl'ITa Prometida, recogida en ell!.xodo y revitalizada a lo largo de los siglos en la
e implicación personal/colectiva, pero de lo que no cabe duda es de que toda relacióll díiÍspóí1í:Haslilhacerse política y geográficamente realidad al constituirse el Estado
territorial es socioculturalmente organizada, tanto ecológica, política, ritual y simbó ,k Israel en el año 1948 en y sobre Palestina, y sus gobernantes desde la clandestini-
licamente. ,I:ul dc los grupos terroristas, como en el caso de Menahem Beguin, perteneció al
IÍmilito de un proyecto político a realizarse sine die. Esto no impide que, para muchos
Es en los aspectos identitarios grupales y sus relaciones con diversos espacios ell
ludíos la experiencia de este modo de in-corporación territorial siga estando en el
los que más nos centraremos, proporcionando una serie de casos empíricos susceptibles
jlvtnir posible, quizás nunca realizado l64 .
de plantear algunos pmblemas analíticos en relación a cómo se construye la Etnicidad.
Sobre todo porque puede proporcionar un sentido de continuidad personal y grupal ya
que nuestras actividades son siempre localizadas y, por contigüidad, pertenecen a un
espacio. A su vez, este espacio representa metafóricamente nuestras actividades en él. 1(,2 Teniendo en cuenta que todo muro tiene su punto débil y todo vigilante puede dejarse
'1!1hornar, distraer, persuadir en algún momento, o simplemente dormirse.
Las relaciones con el espacio y el territorio, l~s rc1acion~~ e.!!..el espaci~)J,.-Y~Eíall lW Para una discusión sobre el término como una alternativa a conceptos como immigración
enormemente entre. gentes sedentarias y grupos. nómadas y trashumantq,!cniendo y a~;jIll¡lación, su uso como naciones que han de despertar para cumplir su destino, etc. desde ulla
que ver con la propia historia política del grÜ[JO, ¿OnilyS prácticas eéól6gic~sydr n fliea anliesencialista, véase Brubaker (2005). De especial interés resulta el artículo de Clifford
re~Iéf~º~.ia, sus sistemas de parentescº,,<:!"lí}~ei:cambio matrin1:?nial, su 'fornJas tk i ! ()()4) que se pregunta por las implicaciones políticas e ideológicas del concepto en relación a
representación y sistemas de valores y creencias, etc. Los pueblos cazaelorcs y reco í}-\dusión social, racismo, inmigración, transnacionalismo y globalización. Ademlis de revisar dife-
frllles corrientes teóricas recoge procesos históricos y empíricos que han sido interpretados desde
léctores definían difusamente los límites de s\lespacio de actividad económica y ubi (id 11 categoría.
cación residencial frente a otros grupos con los que estuvieran emparentados o no, 1M Como para los musulmanes acudir a La Meca al menos una vez en la vida, en el proyecto
La consistencia, contundencia y agresividad contra los invasores dependían/depcn vHal de todo judío está orar ante el Muro de las Lamentaciones, lugar sagrado por excelencia.
den de determinadas constricciones ecológicas y también de las distintas culturas ;v'h~nlr:Js que la personificación de esta situación se da, es posible mandar oraciones electrónico·
mmll ' que siempre pueden ser impresas e insertadas en los huecos del Muro.
masculinas de la agresividad y el conflicto.
280 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES I'liOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLE.JAS 281
1;a referencia al tcrrÍlorio.puedc.ser retórica, eXGJ.t.\siY~}!)J~nJ.~J2QI.l~1}9S;icl1lg,. al,di\ dndmlanos del país, no poseyendo ni pasaporte ni I,ujet;\ idt'lllificaloria del
cur~o, aunque con no menos consecuencias y ef~CJo.s. Una forma sería la del pallil i¡¡j',J1H)IW. Incluir/exigir a los Roma algún tipo de identif'ic<lciúll () a1.:rcdi!aci6n esta-
f'f"lCanisú1O, como movimiento de reivindicación étnica de los afroamericanos, CPj) htífll;¡cionaJl ciudadana para que así se beneficie de las \\gl,~llcias y programas de. ser-
referencia territorial a Africa, al Africa Negra, más que a los países)Jarticularcs de Flclos sociales, de la escolarización gratuita, ctc" en cicrla (Orilla, 1111;1 1l1~IIl1.'nl de
origen de gentes que salieron de sus países, generalmente forzosamente (esclavis!ll()J J¡¡r1l1irlcs forzosamente en la adscripción territorial, polí!ica y adlllillls!rill"iúll (k un
hace muchas generaciones. O la del movimiento I'([sta en Jamaica con Etiopía. Hpn de organización -el Estado- que, en principio, es :üeno a su propia rUl"Illa dC'
También sucede de alguna manera con el proyecto de retorno del. inmigran.tt~ !Iv lH ¡Lilllil.ación social.
volveral~0n dfél 3,Su.,paÍs de origen, como refcrenc,i~,ll1,it~ca qu~,pl:,o,bablcm~n.t_~_J~o,,:,:(,: La iJpPt9.1.1,t.ªJerritQrÍ(~le;s tan fuerte que muchas veces crea los correspondic-Il--
.~umpla, o se ~umpla (l,me,0i[is J 65. O el 'ejemplo de los lJ1'dÍanos, 'p'ara demostrar su éx i!o ¡y~ ~.~(,tl.().n}Irlos, nC?,Jnbres de ,pue~)Jos" de g~J1tes. Los espmloles se llaman así por
social y económico, personal y moral, patrocinando mcjoreas en el pueblo (la esctwln, fh~/.I(IIIÍ((J· ~l norilb¡:e dado 'por los romanos; castellanos por Castilla, poblada de
la parroquia, las calles, etc.), a menudo nombrado Hijo Pedilecto de la ciudad. i iI,'"lillos defensivos en la época de la presencia árabe; lusitanos por Lusitania, tam-
Uno de los ejemplos aducidos sobre la no necesaria relación entre territorio e iden Ílj(in nombre romano; latinos por ser habitantes del Lacio, etc. l70 Segundas, terce-
lWi, cuartas generaciones de migrantes pueden seguir siendo conocidos por los
tidad étnica es la que se dice sobre los ROn-W l66 . Procedentes del Punjab y expelidli~i
durante la islamización de la zona en los siglos XV Y XVI, se expandieron hacia el ,j?'l!h/)!limos territoriales de SLlS progenitores y ancestros. En USA asistimos a esa
Oeste, entrando a Europa principalmente por el Mar Negro y los puertos de Bulgaria, 'l;>;;pccie de etnicidad simbólica que citamos en el apartado 3.3, por la que los
en distintas oleadas, extendiéndose a todos los países europeos donde han tenido di!(' dl'\t'cndientes de irlandeses siguen citándose como irlandeses, los de italianos,
rentes experiencias de la alteridad y la exclusión/inclusión social. En estos no hay ref!.' 01H10 tales, etc.
rencia al territorio de origen indosuí.nico en la misma medida en que no hay elabora Las espacialización de la grupalidad es una constante en muchas colectividades
ción cultural popular sobre sus orígenes punjabíes con suficiente evidencia socia¡JIl'/, y permite determinadas operaciones clasificatorias. Por ejemplo, en Hondarribia
El espacio significativo ha venido definido tradicionalmente por los lugares de UIi ¡fiuipúzkoa), la población se ha dividido tradicionalmente en torno a tres tipos de
recorrido itinerante y su instalación en los campamentos de distintas localidades v ilr!ividad/espacio: baserritarms (de !Jase}"ri, caserío) en el área rural, arrantzales
ciudades, como se muestra en el símbolo de los Roma, una rueda de carromato, adc' Illl"scadores) del barrio de La Marina y kale/arras (de kale. calle) residentes en el
más de por una red que se extiende a lo largo de los vínculos y confraternizacionch ¡ 'í1Sl:0 Viejo.
entre familias y parentelas, y entre éstas y otras familias. Los S(fIni tienen múltiples referencias territoriales. Por un lado está Sápmi que
Una ecología política como comunidades semi nómadas y la propia estructura llldica un territorio transnacional que incluye aquellas zonas de cuatro países
familiar en clanes y la dispersión de los lazos de parentesco, que, no obstante, Sr Noruega, Finlandia, Suecia y Rusia- donde se habla alguna lengua samio Hay Sami
reactivan en momentos precisos (San Román 1997), dificultan la integración teITilO tk la costa y Sami del interior, y Sarni que se dedican a la caza y a la pesca y otros a
riar deseada por el Estado Moderno en su adscripción administrativa de gentes a ¡uga !JI !rashumancia, con sus consiguientes referencias territoriales: las rutas -transna-
res fijos y controlados. Su obligada sedentarización bajo la lógica del Estado mockr (:i()nales- del reno, de sus migraciones de Sur a Norte y viceversa, y que siguen las
no, varía mucho de linos países a otros1 68 . En general, no están reconocidos como i.lIlidades domésticas que se dedican a la explotación del reno por donde se extienden
lns personas que se reconocen bajo dicho etnónimo. Se puede también ser Somi de
¡'\(t~, lado o del otro de la frontera l7l entre Estados. Hay unidades administrativas
165 Por ejemplo, construyéndose una casa en el pueblo de origen para pasar el verano o telll
paradas cuando se retire, manteniendo el vínculo, pero tcniendo residencia fija en el país de acogi
da, allá donde probablemente vivan los hijos (eL apartado 5.7).
166 .... El etnóni,m(),Si¡ono vie.I]~ de. ~~gl'p!allo.,. ele d?,nde,.~e ,crcy~,que, procedían, j(l<) Una novedad es la representada por un partido gitano en Macedonia, que reclamaba a
167 Tájilp6co"~éiites po!í¡iéas'clIü'aillemCÚ})lstítu¡iJas', 16{IUC~d¡li'cliTfi'\¡)rócesos de etnogénc Ii! ONU la creación de Romol1istúl1. un nuevo Estado (Poulton 1995). En el caso español, los
sis (CL apartado 5.4). La relación con el tiempo también es peculiar. Por ejemplo, aquéllos qlh' !{Ollltl sigue cstando políticamente infrarepresentados, a pesar de la presencia en el Congreso en
10 padecieron, no han elaborado una memoria histórica sobre su genocidio durante el nazismo. !dl Illomento de algún diputado su panicipación en otros organismos europeos de representa~
(el'. Stcwart 2(04). 1,' itÍll.
IM~ La propia estructura en clanes y linajes explica muchos de los conflictos entre Roma dl' 170 Lo contrario también es frecuente: nombres de territorios por sus habitantes: F¡Wlóa por
diversos grupos, puestos a vivir juntos como vecinos, categoría social y residencial ajena hasl:! !I)S francos; Inglmer}'(/ por los anglos, etc.
ahora a sus modos tradicionales de vida, En caso de conflicto entre grupos, marcharse era una ¡71 Donde la frontera se convierte en una zona de relación más que de separación. Esto ocu-
forma tradicional de evitación de males mayores. Sedentarizados obligatoriamente, ya no puedell rrf,¡ en la frontera entre Navarra y las provincias vasco-francesas/lparralde, citada como /l/uga. zona
po//('}" fierra pOI' medio como hacían en tiempos. rradicional de intercambio, estraperlo, contrabando, huída.
282 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PllOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 283
como los distritos, municipios, etc. Son las prácticas las que actualizan y construyen fihllcipalmente 175 . Estas relaciones metonímicas se trasformaban metafóricamente:
distintos marcos topológicos de referencia (Díaz de Rada 2(04)172 Ikraull, el barrio inmigrante más reciente y poblado, sin ninguna referencia ligada
M. Sahlins (1976:41,42) menciona cómo entre los Moala la oposición entll.' ii la hísloria de la localidad antes de las últimas migraciones, alejado del casco urba-
gente de tierra y gente del mar se reproduce en todos los órdenes y prácticas eoti í'II), separado por un barrio intermedio, se convirtió en el epítome de la extranjería
dianas o rituales, rellenando aquellas áreas donde no hubiera contraparte, reiventan ,)¡nica y la anomia social (Ramírez Goicocchea 1994; 2000). Un puente dividía las
do y manipulado para eategorizar ciertos grupos como gente de tierra, a pesar de qnl' dos zonas demográficas y simbólicas de la ciudad: subiendo se llega a Beraun,
originariamente fueran gente de mm: Se atribuyen dicha condición porque llegaron lliuando, al centro de la ciudad. Pues bien, había una indicación pintada a brocha
antes, ya estaban ocupando Nuku cuando vinieron los otros. ¡¡,,,'da con una flecha que indicaba España. hacia los barrios de inmigración, y otra
~/n sentido contrarío, Errentería (el nombre en euskera de Rentería), hacia el casco
Las estructuras sociales semantizan los espacios a través de las personas que 1<"
iWliguo.
ocupan. Los poderes, las relaciones, los símbolos, tienen una dimensión espacial irrl'
nuneiable l73 A lo largo de este libro encontraremos muchos ejemplos de espacil1/i Formas de dividir lo público y lo privadoy los\lsos y prácticas a ellos vincula:
zación de las relaciones sociales, como en el ejemplo de Irlanda del Norte, la recu dos puedenSeIllliIiiadósjJafála devaluación étnica: "Aquí vienen y se sacan hasÍa
peración de prácticas identitarias en contextos migratorios, etc. Lo veremos en ii~1{ sillas, como si éstuvieran en ei pueblo, haciendo punto y todo", nos decía una
relación a la segregación espacial como forma de exclusión social (apartado 5.4. l, ¡"ven vasca de 16 años. Se refería a cómo abuelas y madres procedentes de Castilla,
también respecto de la ocupación residencial de los inmigrantes (Cf. 5.7) y también lfxlrcmadura, Andalucía, disfrutaban de la socialidad con vecinas en momentos de
en cuanto al ejercicio del racismo (Cf. 5.5.). hilen tiempo, sacando las sillas a la entrada de los portales, una especie de pedafo
I('f. infra)I76 Consumode alcoholen espacios cultural mente no legitimados también
Peter Wade (1993) ha analizado las dimensiones espaciales del orden racial en
#!'i1 t:sgrimido ·coiiltri-nesos chiCos' gam-bÚI~OS" que hacían botellón en la calle, en las
Colombia. Este país ha sido siempre percibido siempre como un país de regiones: la
t\'ij!~li'jnas~"·~n·Toli-rTiiC-oñés'~.§:g~ies"de'''iiádle.5~~, ~a d~sarticulac~6n urbana. º~~2_t,,~g~"!a
región andina, como lugar de blancos y mestizos-; en las costas tropicales dd
iíJild;¡d,cgll';¡¡llloyapropiación del espacio público estaban bien ritualizados por la
Pacífico, negros; en la jungla amazónica -indios-; en el Caribe, más mezclados. Esto
pohlaci~)~._ª<~J.9J~!º}l~_,bajo elJonnato le.sít.imo y moralmente sanciado como civiliza-
es así, principalmente por asociaciones metonímicas: raza y región coinciden fuerte
l/o, ndcniás de tradicional: eltxikiteo (Cf. Ramírez Goieocchea 1984; 1990)177.
mente en Colombia (ibid.: 43). .. '''
-",-"" "-,,~-_.,,.,,-~"-"-""--~ ... ,,'"
'''' ",."
172 Díaz de Rada se fija en los partes meteorológicos y cómo estos combinan varias refcreu jUi, haciendo un recorrido altamente rutinizado de bar en bar entrando y saliendo, cruzando la calle,
das territoriales del catálogo descrito, excluyendo, no obstante, la parte rusa (ibid.96). Con la cIHr¡¡ ,;¡I hilo de la sociabilidad con la cuadrilla (Ramírez Goicoechea 1984) o grupo de amigos. Por
da de España en la UE, al igual que otros países de la periferia económica y política europea, ]¡p, f:~!t.'lIsíón, se refiere a cualquier consumo repetido y rutinizado de este tipo, antes de comer o cenar.
noticias del tiempo de Jos Estados dominantes han comenzado a incluir todo el mapa atmosférico I'IIi Lo público y lo privado ha sido investigado hasta la sociedad por las ciencias sociales, a
europeo, contribuyendo a hacer Unión. 1nf'lludo de forma dicotómica cuando en realidad la variedad empírica no se reduce a estos dos
173 Christina Taren (1990) explica la disposición espacial jerárquica de los presentes en cil'l f~\lJ)!;. Roberto Da Matta publicó un trabajo seminal sobre la casa y la calle, A casa e a rúa (Da
tos rituales en Fidji, a lo largo de ejes verticales y horizontales, lo que suele ser común en todi! MiíOU 1984) en Brasil. Resulta evidente que la variedad sociocultural e histórica sobre estas parti-
práctica y disposición ritual: los espacios indican poder y jerarquía por las personas que los oca !.')Plles es muy extensa. Luis XIV hacía sus necesidades en los pasillos de Versalles sentado en su
pan; las personas manifiestan, expresan y adquieren poder también por la ocupación de dichm hm'¡llilla de oro, mientras seguía conversando con su séquito. Las alcobas, semiocullas tras puert;:ls
espacios. ¡J d)ftinas disimuladas con técnica de trampantojo, le servían para satisfacer de inmediato, aquí y
174 Por ejemplo, inmigrantes polacos residentes en Parla, Leganés, Alcalá de Henares, dL' Kd,HUlI. sus lujurias con cortesanas varias, con el conocimiento de casi todo su tren de adláteres, que
(Comunidad Autónoma de Madrid). fJ:ijilTahan a que terminara para resumir la conversación.
284 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES FliOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 285
c,onsideraciones sobre las relacion~s y IXI.lütes -y sus mediaciones- pueden L¡ visibilidad del Ofro, como ocupante y practicante de un espacio ya seman-
rcdescritos experiendal y/o discursivamente en términos de (l,i,~'~,~J?cias-"¿ini\::.h n)(BID () a semantizar por esa misma ocupaci6n es un factor importante a la hora de
Algunas prácticas susceptibles de ser definidas como étnicas pueden reaIT;[¡-;:;é en d jii pn~:eplOcognici6n de la diferencia y, por ende, de su elaboraci6n étnica. La apa-
ámbito privado, familiar, de 10 doméstico, o de la sociabilidad más pr6xima. ESla o; oii\:í¡ín plÍblica, gracias a la movilidad social o a la discriminación positiva o a su
una de las propuestas de una multiculturalidad no pública. Estas diversas estructu liii.i!;t'llcia en instituciones, de colectivos hasta entonces más ocultos a la percepción
raciones entre lo público y lo privado 179 influyen en los diversos modos en que d :;uril1l, ha colaborado a que la gente y los medios de comunicación de masas pien-
grupo se articula con la sociedad más amplia, tanto en el terreno del rcconocimil'n '\PIi t'll un reviva! étnico, cuando muchos grupos ya estaban ahí. Jesús Arpal, insig-
to de las identidades como en el de las ocupaciones de lugares en las estrucltll ¡jr, fh' prDfcsor de Sociología y siempre maestro, me contaba que hace años el censo
socioecon6micas y políticas. lk'] rllh!me en Paris, barrio aristocrático y de la alta burguesía, dio como residen-
" " ;1 UI1 gran porcentaje de oriundos españoles, extrañando a todos. Su visibilidad
!)sos y significados del espacio doméstico varían en gran manera entre distillto'" ·(ql.'i:iI era nula, porque correspondía a trabajadores del servicio doméstico, gene-
, colectivos y 'grupos étnicos. Lugares que .reco.J1ocen~os·-_~§il:'?-:"í)-i:oi;To·s':··l'ugá'i:e's-:::_l .. h)_i; f{j)¡llcnte internos y con poca proyecci6n local en cuanto a ocio o vida social comu-
que los occidentales burgueses .llamamos ho'gal; dond~_.yofve't:· Y~·i.:el.ill~Tto"aos~'llllr)j ¡¡¡!¡Ida ¡X2.
tros mecanismos de defensa 180, 9()I.1q<: __no...tenemos 'qtleJ:.úc}on_4F7"ar".d. ~~_~~·r~I\,'~l.·i;_;CJ)lí_
~luestros,,~ctos, da~· explic~lc~5?ne~ ni justific'1I·1}()S, donde esiü'¡ños solo~_g,,_~-~!lj~~:J:,l~_l1IF Ln cierto es que _laJ"trticip'lci.?n _ d~_ ungrupo en la arella,púlbiql,183., eS. .tlUQ...stc
qU,e conforma nuestro paisaje hum~~. t~..9J~.~.~.iJ~Ial y f.?tie,I~,J~9181, cQ~}Jr~15Jml.~on~'¡1(H_lcJJ(.i.!.; frentes en que lasú~láCToi1"és~ é~}~_ic.-~l~ .~,~. ~9n~Jrllyen, incrementando la percepciÓll
"scenariosd,e,laprcsentaciónj,úl,licaclelyo (Goffman j 987), pu~stasen,e~ceIl,I,I", ;\il(:··,;il . (:J. ~~,H.~L§ii5:t.~,it~:.i,ª;J.o,q~Jc:,_en.Jl!gu_I)O's'"C'iSQS gcnexa.alarma. social en la cQl1luni-
111as_ ele pel~sol.l_ a, en _ ~l. S.~_11ti~i.?_(i.e n~~ls~.~.r~ . ~.().~}.~.!' que,.teneI~los .gq~__ m.~~mS~_l~_~X,~n__ptílllf ~hHI rc,~.~ptora. E§,!o es ,I. ? _9.u.-~_ s_ucedió en la primera mitad de los noventa e:n muchas
'g¿;:etc-Eslos esp,\cíos, las (in)dísciplinas dcleuerpo que implicanopermiten, Ir" 'i1Hlad\~s'ypueblos SiQ'!ilglfs, El cambio delpaisajehumano de pueblos y barrios,
1;1 presencia física del inmigraút\;'" el) 'lugaÍ'es'''d'e''t:cllo{Ón públicos como la calle,
,ti pos de, .in_teracción~ .~0.1~1 uni.cación, .Y..~x f'l.:esi ?I~.,,9.ll~-. 'p,rop}~i,iI1, _.~.~.~·n f;líe~~~~!.l.¡t:L1.IS
incorporados en _lOS hábitus,. los. eS:lilos gl:~lpa)es y (:.l.. t()¡}~ Ytiil1bre' de"T;s!eiac_i()w;)i t¡Virl"\;, lú5"'1)ai:~tlles--;~efc:",'jlÚl:@~~~~~ij'Iª:}~~~~~~~ _ Sloe' pr~nsa Y.. luedios de comuI1ica~iónprq~.
fi!i"illt 11 izgD1!~.~~~!!jE.mfjS?},~ ...I~!,~.~_ ..~Pª,JJG_ .I.a.. cuantía real de su presenci a, 1~.i:l.9_g llc.J..<?s
intepersonal~s, reflejando una idiosincra~ia ctllttl1:al. di,ferencial intells~~ .~Ú?",~}.~'i'iI_l1}1}'
a unos cole~,t,iv.{)s ~~.. ?~.¡:os. Distribuciones, actividades y reapropiaciones' significali ". ,"p.\¡"i()!es nos despertaramos.a l'~,,:'ari~.d.~~ .~.tl.l~~ll:al.. y deInognífica, CO}l más_o menos
vas en forma de estilos decorativos fueron investigados para los inmigrantes extrilli Htl,it'{~n~X~I~')'-Tecero.(··Es'~~ü"rC p'ü-co'Tó" que octirrÍ6' corl los dominica;los en Aravaca
jeros en Madrid, ¡Mildrid) en losanos 90, desapercibidos como grupalidad por la burguesía local que
]¡H Irnía empleados, hasta que ocurri6 el crimen de Lucrecia en un local abandona-
Ocupaciones del espacio público son formas de visibilidad social, presencio'!, i.li.! donde solían reunirse (Calvo Buezas 1993). A partir de ahí! comenzaron a fre-
actividad, notoriedad, poder por Jos que las personas y SllS grupalidades de maleriol '-'!H'lllnr una plaza pública ele Majadahonda!84, haciéndose visibles en una localidad
lizan físicosimbólicamente, para sí mismos y para los demás. La legitimidad O 110 de fil,!!: empezó a darse cuenta del cambio en el paisaje humano de su hasta entonces
la ocupación/apropiaci6n de estos espacios por los o/ros -no sólo étnicos- indica I;~ hi!!IIogéllea zona residencial J85 .
naturaleza política de todo espacio humano, objeto posible de negociaci6n, cons\.'!l
so, discusión, disputa, imposición, negaci6n, secuestro, compartición, invasión, \
todos las formas y grados de ambigüedad y tierra de nadie.
179 Y sus mediaciones, como el concepto de jJeda{:o (Magnani 1984). un ámbito público ¡k 1,) ¡in En el sentido dado en Luque Baena (1976).
propio, de la socialidad cercana, como el bar o la calle en eluikiteo. 1~-1 Muchos inmigrantes en Madrid, como en otras grandes ciudades, a falta de locales pro-
180 Según ciertos estudios de hábitos comparados en la UE, una de las piezas más utilizadw, Hn,; ,'xccpl0 algunos centros de acogida, comenzaron a reunirse en tos parques como el Rctiro o
por los españoles es la que denominamos CllarlO de estar o, en su caso, salón. Sentarse en el solú n P¡lnluc del Oeste de Madrid, donde se les ve recrear sus relaciones de amistad/paisanaje, coope-
H(lÚIl, cortejo, en el contexto de actividades como algún deporte, juegos, comensalía, etc. (el'.
quitmse los zapatos y poner los pies en la mesita de delante parece ser una práctica habitual al "oi
ver ele trabajar, sobre todo en las clases medias, es una práctica muy común entre nosotros cOlllpn fd!lllaucr-Seichter 20(4).
rándonos con otros países como el Reino Unido, por ejemplo. Pi~ La aparición pública de colectivos hasta entonces m{¡s ocultos a la percepción social, gra-
286 ITNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PliOCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 287
6.3. "Dime qué hablas y te diré quién eres": lengua y hablo I ,as "IC!Jl,K~I.~_t:;Jl~~~},.,ºy{)Jllciol}adQ ,autoreguladal11g,nt~_'pero ,tmnbién en COtllilCI() ,C:.I:10
¡jJj,us P(~E~l!}g9j.º_"fl.lL.rGJJJe9)5)pes_(Ie in(~l:c::!,ll}l,,~jo, cOlne~:~}p, viajes y exploraci()lw~J gl!S:-
H¡¡\ y donli11a~i?ll_eS il~,lp,~,ria_l,i_?X~~:,_La aparicióil'Je la escritura y su lls9,__ at1nüqi,>
Unode los rasgos que más diferencian a las gentesentre~:~í~~~~~~~~~g1!:~186. Rcco¡ 1J jll i\I(), Y polítíc'ó "c,n',' s'o¿Ie~I"~-~i~,s_,,estatales agrarias expansionistas comenzó un ,Ie}ll()
damos cómo los griegos hablaban de los bárbaros para señalar aquéllos de IengUi1!i pi ()r~:s,¡)··(le"_(1r:s~T()~,l(i c,Í,f úTgünas' comunidades con, l~ng~1él propia. Estas pudieron evu
ininteligibles -como la de los pájaros- que constituían todos aquellos pueblos ajeno, hW¡\J1)!.lr"bTéil hacia'a1guna forma propia de notación cscritii'liN~ con todas sus consc-·
al universo helénico. La lengua también fue uno de los discriminantes principales el' i. """álS sociocognitivas (Goody 1977; Olson 1996; Olson, Astington y Harris 1996)
la Edad Media Europea. confundiendo su sentido con el de pueblo (Bartlett 1993). 1'1 ;. plllíticas, bien reservar la suya para el ámbito de relaciones específicas, muchas
etnicismo romanticista del S. XIX fomentó la lengua como uno de los atributos 61n; \TI.TS domésticas y familiares y de la sociabilidad, y suscribir la dominante para las
cos principales. La fascinación por la arqueología y la lingüística grecorroma¡w se h',j:wioncs públicas e institucionales.
extendió a los proyectos etnicistas y nacionalistas.
I,.H cOl?~tru~ci_º}l ,,4_~__<~,lgl¡}1Q~_,Estados-naci6n en Europa también, scJ251.~0,,,_~n_.Ja
Desde el S. XIX asistimos a la denominación de pueblos Indoeumpeas a parti, i:S l);lr,l"sión"p()Jtii,~¡l, ,t-~,IÚ·tq"I~!ªLy.J:'J.üt~!P~J_9~, gt~_Ip'QS _lutejnwu_sieron n_ otro~ ,~n_-pro,pi,a
de particularidades comunes lingüísticas entre muchas de las lenguas que conforman h,'ngll~(~e'IT· -¡:I'n pl:Ü"CC"só' Cle ll~)nlo~:11eizac~~11" liI,lgüú;tica más o menos fOl_ ~'l<:i,a. La
el arco desde el Indo hasta Europa l87 La historiografía lingüística y arqueología rela mi)Jlarqüía-calAliüa-eastellá'úü:u·i¡-gónesa se";;ú'\lió del castellano en su política de inte-
cionó lenguas con pueblos, a partir del relato del Génesis sobre dos de los deseen H!dCiún territorial; 10 mismo hizo Inglaterra con el inglés, lengua de los Anglos; o los
cientes de Noé: Sem y Cam. Su descendencia formaría dos grandes grupos de pn,' ['tlllCOS con el francés, frente a la lengua d'Oc de Occitania. El resto de lenguas, así
bIas especificados por diferencias lingüísticas. Así, tendríamos las lenguas semítica); !!l!norizadas y expulsadas de la comunicación administrativa, política, institucional y
y las lenguas camitas. \'ul1ural de las élites se convierte en patois, lengua atrasada y despreciada del vulgo,
Luca Cavalli~Sforza (1991) ha realizado estudios demográficos comparando 1" il'd dclinida por los grupos de poder como un parals (Bidart 1980)190.
correspondencia de los pool s genéticos de algunos pueblos con sus respectivas fami J.a progresi\la _ desal?,~ri,c,ión ~_I~J.~~,~,}~-'lguas"del nl,und() tiene,ql,IA __~pq.ca det~,[ll?,!,~
lías lingüísticas, estableciendo, una relación metonímica amplia entre gentes divcrsm~ xy
In1 iSl'!}~Lm2!:.0ú1tir y-Ú~ ·,~~J~<,lh,~Es·!~.,:~gl.~~!_?}.~l}" :ul:~)IJea d~l fi_Il~~ ,~~I sigl() _~n adelaJ~,te
y sus lenguas. íl!l .:amino sin retorno: a(;h~l,il1i.~.~_1:(_~f..tºnJ l)(lHn~á, el(rs:i_tó, e<:iucaci?n forn~~ll, qy;;~11g~li~
En el caso de los Hamo-fémina sapiens sapicns, parece que hubiéramos pasad., /i!\.'iút1';""e_fcr:"s_e re~111?-~m e,l.1"las lcngll(l~",cie>la,s"p'(),tcncias éoloniales: espafíol, illglés,
desde algún tipo de lengua primigenia (LeCron Foster 1996) que se hubiera divor,; r!.iUJ~\~S;-"íjo"l:~~i~ª"~~"h~¿~§~i~!:~:~:";l-(~j,~l~_~.> " ". .. - .
ficado progresivamente al hilo de la expansión migratoria de éstos por el res!o de L~l mant~,nimiento de la)¡;}_~g~.t~J?,~opja"si no ~sdominante, es difícil en un con~
África, Oriente Medio, Asia, Europa, Oceanía, y la conformación de grupos distinli 11'\10 1,11,llpdialiZado y globalizado por las nuevas tecnologías de comunicaci6n y
vos con experiencias diversas a lo largo del tiempo y en entornos ecosociales esped (\lnror~11acT(sl;"(re'ia opinión'_"Del número de lenguas habladas a principios del S,XX
ficos. La Torre de Babel bíblica represen!a imaginariamente el momento en que y" hil.'ilú líoy:"'sc--'hiúl-i)cr(frdo'~'lll1a enorme cantidad a favor de aquellas insertas en el
es imposible entendernos unos a otros. No sin cierta imaginación se han menciolla i.lolllilo de la tecnopolítica y la tecnociencia.
do los aspectos crípticos en el uso y la comunicaCÍón en una lengua propia, ajena i!
aquellos no pertenecientes al grupol88. Y, sin embargo, cuanto más se extiende el inglés, más variantes locales aparecen,
\:n relación a las distintas comunidades de habla. Procesos de creolización, pidgins,
ctc., denotan la constante tensi6n entre globalización y localización. Lo
,(,JlIllgS,
luismo sucede con el espafíol en la distribución geopolítica de las lenguas y sus usos
186 Cuando hablo de lengua me refiero a cualquie aspecto de la misma, tanto en su compt'
dírt'renciales en el mundo.
lencia como en su pelformance que pueda ser considerado socialmente, consensuadamcnte () no,
como rasgo idcntitario. No siempre se trata de hablar una lengua ti otra, cuyos Iímit~s ~ambién esl!!"
definidos institucionalmente por el conocimiento experto, sino incluso hablar la objetivada como 111
misma pero distinguiéndose -principalmente su habla- por alguna difcrencialidad léxica, fonélint,
J~,) O en algunas de SLlS formas y funciones instrumentales (notación, registro, memoria,
gramatical (CL jnfra).
187 Muchas etnoclasificaciones son en realidad clasificaciones lingüísticas como la de !ali!lII,
dllllllnicación, cte.), en distintas posibles secuencias y órdenes.
I'JO Para una canadiense francófona que se enorgullece de su lengua y que es uno de los
banul, etc., siendo aplicadas a gentes con una variabilidad cultural, histórica y sociodemogrMin!
'\llporleS de la reproducción de la cultura francesa en un contexto de imperialismo anglosajón
enorme.
\'lBllO es América del Norte, es difícil aceptar que consideren su francés como de segunda cale-
188 Me viene a la memoria aquel embajador español en la cOlte británica que se hacía servil
de un intérprete para no delatar que comprendía el inglés, a cuyo alcance estaban todos los comen tuda cuando va de visita a la madre patria Francia. En tal caso, como me comentaroll en
j)jjt~hcc, siempre pueden utilizar el inglés en tierra francesa y ser confundidos como turistas
tarios y conversaciones políticas de sus iguales ingleses en relación a su persona y a la monarquía
¡l!lll~ricanos.
que representaba.
288 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLE.JAS 289
La import ancia de l idioma se explica en parte tambi én por estar intensal11 ' 1111
entrete ji do con las experiencias Wsoñaies y colecti vas. No hay que olvidar (¡tI! Variantes fonéljca s 195 , léx icas, s intácticas, en la pragmáti ca de un a I!!}sma len-
desde e l punto de vista de l desarro ll o, acc ió n, hab la y s imbo l ización se produ '1'11 " 1111 pueden o erar c ircunstanc ialmente o consoli darse tempo ralmente como lIlate-
e n e l contex to di alógico de la soc iali zación humana (Bates 1979), e mocio na lmCl1 II¡II a trabaja r étni camen e y, por tanto, converti se en s ím bo l o~go, criterio de
le connotado. T?da com uni dad lingÜísti ca es una comunidad de habla, vehícul o (11 Ident idad/diferencia en tal sentido. Esto sucede ent re cata lanes y mallo rquines, y
la expresión , la emoción, la in flu encia, el conocimiento l91 , e l saber. Es un a habill 1'lI lre cata lanes y valencianos, cuyas ~é lit es étnicas movi li zan Eolítica mcnte este
dad fuertemente in-corporada y vincul ada a la ex peri e ncia 'SOCi;1 de los sujeto" disenso . Los primeros hablan de van antes del catalán ; los o tros de mallorquín y
Des pués de un largo viaje, vo lver a l idioma propio es como volver a casa, ll tl ~ I c nciano como leng uas autónomas propias, au nque procedentes hi stó ricamente
do nde pode mos expresarn os es pontáneamente, sin buscar las palabras, sin ICII l11 del catalán.
que orga ni za r consc ientemente un léx ico, un a sintaxis, una fon éti ca, en la memo Recordemos que el di ac ríti co étn ico principal de la identi dad étn ica vasca a par-
ria de trabajo. 111' de los años 70 y 80 fue la lengua; y esto en un a comunidad ele hab lantes restrin-
Según Jean Aitchiso n ( 1996:25), el leng uaje es parti cularmente e fi ciente p"' '' ~ Ida aunq ue cada vez más numerosa g rac ias al proyecto político de alfabeti zació n
distin guir rol es soc iales, mantener los vínculos sociales e influenciar otros. Bucll u IIIfantil y de adultos en euskera de las insti tu ciones auto nóm icas vascas y de organi -
parte de la tradición y la memoria colecti va, la socialización en la lealtad gru pal y <'1 l uciones populares y políticas vinculadas a la recuperc ión del euskera. En todo caso,
víncul o intergeneracional , han sido y son ex presadosl 92 , o bjeti vados y apropiadm y dada la difi cultad in trínseca del ap rendi zaje de un a lengua no indoeuropea, la forma
narrati vamente, de forma oral o escrita o ambas. ti· hab lar el castellano adquiría un potente valor étnico para todos aquellos enleldunes
(110 hablantes de e uskera). El uso de calcas, la entonación, la prosodi a, incluso de ter-
La lengua, su fo rm a ele hab lar la, s i g~n siendo capac idades/actividades de p'¡
l!li nados errores ve rbales y g ramat icales, constitu ían modos ex presivos de identifica-
mera magni tu d tan to para la ex resió¡ como ara e l reconocimiento étn ic . Corilo
dó n y reconocimiento étnico, a pesar de la fa Ita de domin io instrumental de la lengua
pr, cl lca es!!,.n uen cJemplo-de..c.á un ciona la metonimia y la metáfora en la~f (Ih unírez Goicoechea 1991 )' 96, en sus di stin tos modos y grados. Tenemos un caso
cidad, conjuntamente. La lengua puede simbolizar al gru po ét nico metajóricamell¡¡;' IlllC resante en los inmigra ntes latinoamericanos en España. Si por un lado tienen una
l:epre$enta al grupo. Como hemos menc ionado anteri o rmen te, e l euskera -se hab l:1I n venlaja sustancial frente a otros in mig rantes por su capacidad lingÜística, po r e l valo r
o no- se convirtió en el emblema de la identidad vasca a partir de los años 70, tan10 \'ornunicati vo instrumental de la lengua, por el otro, es precisamente la forma de
en la age nda étnica y polít ica como en e l sent ir popular. Discursos, mov ili zac i o n c~ , I",blar el españo l lo que les signi fica como il/migrallles (Ramírez Goicoechea 200 1),
acti vidades, recursos, prog ramas, plani ficaciones, han girado desde ento nces en tOI'11 0 lIu nque posiblemente mellas ex traños que otros. Como nos decían dos ecuatorianas,
al euskera, su reconoc imiento políti co e institucional, su recuperación y extensión, II migas, cuando pasaban delante de la policía, no hablaban para no denotar su habla
Del mismo modo, puede establecerse una re lac ión por conti gÜidad , una asoc iaci6n difere nte al castellano.
metonímica: aq uellos que hab lan euskera son vascosl 93 , étni camente hablando l94 , pOI
cuanto que e l Di scurso étnico hegemón icamente dominante ha privilegiado a la ICII
g ua como discri minante ét nico.
195 En relación con las variantes fon éti cas, prosodia, entonación , ri tmo, silencios, volumen,
t'It.:., - lo que en términos vulgares deno minamos (/ceIlfO- son elementos que pueden configurarse y
\' nmbinarse para caracterizar un habla de for ma grupalmente idiosincrática. Gottlieb ( 197 1) ha
II1cncionado en vari as ocas iones un concepto muy interesante en e l desarrollo sensori operccpto-
\'ogniti vo. Se refiere a ventclllas cognitivas ('cogni tive wi ndows'), como la apertura y nexi bi li cl ad
191 Las compl ejas relaciones sislema/enlorno que caracteri za a lo lingüíst ico y e l conoci micn \ltlC muestran los animales en determ inados momentos de su ontoge nia y que propician la in -cor-
to han sido descritas en Ram írez Goicoechea (2005). puración subj etiva -el apre ndi zaje- de determ inados contenidos bajo fo rmas, marcos ('frames ' ) y
192 La comun idad de habla es una comunidad en el presente, qu e sólo garanti za su valor en el nm lcx tos específicos. Pues bien, estudios rec ien tes muestran quc al rededor de los seis meses, los
tiempo si es reproduc ida en las nuevas generac iones (Balibar 199 1). hcbés han rea li zado ya una clausura operacional por la que distingue n no sólo las voces de sus cui-
193 El francés idelllifica a los fran ceses, tan to pa ra ellos mismos como para los lIo-frallce.H'.\ dudores y fig/lras de víllculo ('attachment figure ') (Cf. Ain sworth 1977) sino la fo nética particu lar
que reconoce n mínimame nle esta re lación asociat iva. Si no fuéra mos sus vecinos y no supi éramos tic la lengua en que habl an, a part ir de la oclus ión y ape rt ura de voca les específi ca que caracteriza
nada de e llos, no pod ríamos eSlablecer esta relación. Cuando no distinguimos entre las diversas len 11 cada lengua. El habla que aprenda hasta convertirse en micmbro de su comunidad de habla - hac ia
guas eslavas (ruso, po laco, serbocroata, búlgaro, etc.) no podemos rea li zar esta asociación más que los tres Ó cuatro años- estará indisolublemcntc penetrada de una fo nética de la que sc habrá apro-
e n términos étn icos amp lios, sin at ri bui r origen concreto al habla nte. piado como suya.
194 Desde el punto de vista de la co mpetencia lingüística, sería n euskaldunes, hablantes de 1% Resu ltaba inte resa nte comprobar có mo las madres inmi grantes, gracias al mayor co nl ac-
cuskera, frente a los erdeldulles, hablantes de enJera, cualquier lengua no cllskéri ca, y, por inclu lO con sus hijos, la escuela y e l pueblo en genera l, eran re-soc ializadas de alguna fo rma por sus
sión, caslellallopar!allles. Hay que observar, no obstan te, que mientras que estos últimos puedcn hijos en estos as pectos paralingüístico, por lo me nos en mucha mayor medida que sus maridos.
ser monolingües, ningún euska ldun lo es. expu estos casi excl usiva mente a sus ámbitos de trabajo y a la soc ialidad del bar con inm igrant es
como ellos.
~Hra evaluar la importancia étnica o no en 1,,_1 ,(I9JinLyüS.n y Qin;üni.ciLLd.-CJJ1i1mi¡,l, hl este caso, los recursos y estrategias dc movilidad han capturado la klll',\ld dnica
"l'H110 elemento válido entre ofros.
también es imp?rtante conócer variaciones en lapraJ~p1á,ti,ca ,(I~J,',l,_lcl~Utl,~"se{rún Cflll
textos de uso e interacción l97 , El lugar, la ocasión, la ,:Cf¡;c16n, la"i'e~lp()I:aii'aa(r(í~'~-i La asunción de una lengua como vchículo de COlllllllicación pública t';; Ull:!
uso de la lengua' conlo :vehfculo de comunicación habla de su posible valor estratégi wnesta por la reproducción étnica en cuanto que aquéll<l t~S asociada como idc1l1il'l
co identitario. ¿Es la lengua de las instituciones, de los documentos, de la vida púhli "olorio de un grupo, Las instituciones, gracias al valor ()!org,H!o a la lengua COIllIl
ca, de las escuelas? O, por el contrario, ¿es la lengua del entorno doméstico, dc 1;1 ,'!mholo y medio de expresión y comunicación, crcan y rúTt',:l1l continuamente su
sociabilidad primaria y los espacios sociales semi-públicos del ocio, la amistad, 1;1 ','llL'ación y lealtad con un proyecto de recupcraci6n y ohjc¡ivilCiúlI lSln1ca, Es cierto
calle, los medios de comunicación (Urla 1997)? ¿Es la lengua del intercambio entre 11L~~g_um~~~,~g",!_~, l,lgf?_n(lli!ed~IJ?()1.ítiS:,an1ente, in:s,l~,t,~I_cioll,(I,lil.ad;ll;l) ,el lllC{lio esco-
grupos diferentes') csulúilengllan1ate(lw .en .cl ..s.cntidlljitenrl (Hóbsbawm, 108:1: 1'1), I"'}:()puege
Diferencias de género pueden ser importantes a este respecto. En el estudio rca ~:,Pr!() a 1~'Tilrg? ,d,~ a_l,gtlI,?~?"g~I~,eF~,~i.91,~,~,~,: El euskera baluo o unificado forma parle ya
lizado por Mary Macdonald (1989), la "ociabilidad masculina en los barcos y en el rk, competenda y el' patrimonio de varias generaciones escolarizadas en I~\lskíH!i 1'){)
bar se desarrollaba siempre en lengua bretona, Las mujeres, por su parte, lo hablaban V, úllllque siguen existiendo variantes locales y contexluales de uso, no e."l menos eie!'-
10 que las nuevas generaciones hablan a sus hijos e hijas un euskera diferente al que
pero no en el ámbito doméstico, pues su deseo era enculturar a sus hijos en la lenguíl
dominante, el francés, y facilitarles, así, el acceso a las escuelas y la cultura france !whlaron sus propios padres y madres.
sa, Del mismo modo, el conocimiento del francés les proporcionaba la posibilidad de En lo que aquf acabamos de formular, no queremos dar pábulo a ninguna apro-
salir de sus pueblos y de la dura vida de campcsinas';./\.1t,el..nan~_ iI_l~ el,e, le,~1gua ('codt, 'tímación primordialista, porque nos hemos referido en todo momento al modo en
switching') ~?egúIl contextos han sido puestas de man1f'íe:s,l? p~ra,,,-~,'lu',c,~~~LªILJ2Q.LK. {¡ile los procesos ocurren en contextos específicos, siempre variables. Pero, además,
V{,o()I~\!"d (1989); también para el euskera (Ramírez Goicoechea 1(91), . ¡¡firmamos que 19s .pro~esos identitarios étnicos no necesariamente ,se cons~ruy~'_l
El estatuto de la Iengual,,\bla del Poder de SU reJlreg:1Jlnción Y !lel POcjeLPolí¡i ;,\!hr(:,,(~,i,~erel~~i,a~s){tlg(irs_ti~as, ni como ~tractores ni como elementos operativos con-
,co de lasélites que 10.5\lP.ortan (Horowitz 1985) y promueven, Algunas de las prc f\,:,,,\ (u"a1es',' 'Ócnte,~)?tl_ederl' ~,'\,l?lar, _Si.i.~tiI1tlls" 1~_l1g~~a5 t sin embargo, no hacer, d~, e~,~a
guntas que pueden realizarse Cn torno al grado dc objet{\lacIÓ'11 social de la lengua y Í.f¡~~tT;l"~"ión tiil-"iúarcador étnic¿ióó. (\;n1l~11idades "'am'erindias y aborígenes austI;ália:
i1l1S lúibTai1do"-¿ri1'cl:ei;tes~{éfloil1as pueden sentirse vinculados formando una grupali-
su institucionalización étnica son las siguientes. ¿Hay lengua escrita, es una lengua
literaria que permite una objetivación discursiva de sí misma como diferencia a la ve/, 11lHI que puede hacerse efectiva en determinadas circunstancias de oposiciones seg-
que vehicula, expresa y comunica la identidad étnica de un colectivo, así objetivada j!]l:n(arias.
y reconocida? ¿Tiene presencia en los medios de comunicación de masas que propio Aqtl,éllos que _~,omparten una misma lengua pueden 110 hacer de esta un ,lghl,~i
cie su propagación como tal y la propaganda .';;obre la diferencia étnica? (',Hay orga ,j,:!il1)1t;~,2tnko. Por ejemplo, ~erbtos) croatas,
y J)üSJÜQS comparten la ,~}isma lengua
nismos especializados 198 para su normalización, su correción, su enriquecimiento y I"ilava, el se'rhocroata. Son diferencias entre sus experiencias históricas, en particu-
su cultivo intelectual? ¿Hay políticas específicas para su aprendi:aüe y uso cotidiano ¡¡llrS contextoSY1~;;;~;~entos alternados de dominación y e independencia (el Imperio
e institucional público? i'111~-;lrohúngaro, el Imperio Otomano, el nazismo) política y religiosa las que justifi-
eHn para sí y para otros sus idcntidades étnicas, las cuales, convenientemente agita-
<;:uando la defensa y la dinamÍzación simbólica y de uso de una lenaua como
idi01'rúi"(1c"ún, grupo étnico así constí'uido se cOllvjerte"e'íi',tl,11,,?,bje~iy?, p6í!~{~ó-"ill'slTúi, das políticamente por élites con particulares intereses geopolíticos y nacionalistas,
c:ional prioritarig, puede convertirse en un bien de pJ'~,s,!igi~) :I?,~r"a"qL,I,i~n lo h'l.~le~-cll h<gitill1aron política y socialmente la última Guerra de los Balcanes.
términos no sólo de reconocimiento identitario e inc1~lsión -social, sino' en t¿rrílYil-os
1')') La primera ikastola o escuela vosea con enseñanza en euskera fue la de Santo Tom<1s, fun-
diHla en 1971 en la clandestinidad por un grupo de padres en San Sebastián. Actualmente todas las
1<)7 Por ejemplo, los códigos restringidos y códigos elaborados (Labov 1972), cambios dI' iLw,tolas han sido integradas ya en la red pública de enseñanza de la Comunidad Autónoma de
CÚdig;) ('code switching') etc. conceptos lítiles en cualquier elllogn~f¡'(¡ del lel1g/l(~ie. ,1':Hskadi.
I)g Como por ejemplo, la Real Academia de la Lengua Española, o ElIska!;:,ailldia, Academi,l '.wo E~o es lo que cuenta F. Barth (1969) para algunos grupos. Eso le hace decir que el conteni-
de la Lengua Vasca. ¡In de la diferencia es baladí, y J_? que cuenta es C~1,11_{) __ S_~. e~,t,~,?_l~~ell,,!,o_~l,íll1_itcs en las interaccio,l,:,~S.
292 UNICIDAD, IDENTIDAD V MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 293
t
Las identidades étnicas en el Líbano tampoco se han desarrollado en torn o a 1l~1 VhJ.\cn de Covadonga y en San ti ago matamoros, cuya imagen sigue pi sando la
bies diferencias lingüís ticas, sino por comunidades de diferente origen reli gio"tI 111111 11 de un infiel.
incl inac ió n po lít ica, princ ipalmente, en un contexto geopolítico complejo C0 ll10 t'.
del O ri ente Med io, donde poderes locales, vecinos y potencias mu ndiales cjcl\lI '\1 ra streamos el significado históri cocuhural ele estas fi guras nos damos cuenta
I I III ~' son cristali zaciones de particul ares apropi aciones realizadas en momentos
diversos juegos estratégicos. Tampoco ocurre en Irlanda del Norte entre norirlUllI1
ses católicos republicanos y norirl andeses protestantes un ionistas (con el 1<1'11 IlIliI'ohi stóri cos muy concretos en búsq ueda de continuidad y leg itimidad.
Unido): ambos g rupos hablan inglés, pero son de filiació n rel igiosa y política y c~1 Wll1110S Gran Bretaña: San Jorge es patrón de los ingleses; San And rés de los
nenC13 histórica diferentes. Los ejem )Ios etnooráficos son innumerables en 1I 1111 'ses, San David de los galeses. Los irlandeses tienen a San Patricio, evangeli-
Ilr
otro sentido y no nos bastarían estas ~gi n as para agQlarl os a to os. Ilh ll dc las islas.
I ln repaso a San Jorge nos da algunas pistas sobre lo que es el trabajo y retrabajo
111111111 1ele una fi gura tan legendari a de cuya persona poco se sabe. Parece que nació
11 lit ('lI padocia (Turq uía) y que vivió en Palestina en e l sig lo 1II ac. De padres cris-
6. 4. Creencias y prácticas religiosas 201 UlIII.I, fue soldado romano. Se enfrentó a Diocleciano por la persecución de los
,1 11II10S y fue torturado y decap itado probablemente en Lydda, alrededor del año 303
El término religión, como muchos otros, es un caj6n de sastre. Aquí 11 0 "II~ 1 '1l'cutado. El Ábate de lona (Escocia) San Ada mnan lo cita en el siglo V II, a par-
entrar en el análisis de sus formas históricas, sus signifi cados sociales, sus di v('1 111 Ih' Ulla historia procedente de un obispo francés que había estado en Jeru salen y
elaboraciones escatológicas y moral es, su imbricación en las relaciones socluh ~1I1 lugares santos. También lo menciona el Ven erable Seda en sus escritos. Fue pro-
como ideología o como ca tegoría de vida, etc. Cuando a ella me refiera será dcsdt I IIllIv ldo a santo en el año 106 1 con la dedicación de una iglesia a su nombre en
ori entación ideopragm.ática que sigo en todo este trabajo, ~s decil" como conjunHl l1 IIOII\'lIster. Una de sus primeras referencias está en el escritor sajan Aelfri c, que le
~enc!as,-rel3n~s..ent-aG.~~ Pero no tanto en su contenido como ' 11 I 11111., culturo en su Vida de los Santos (' Li ves of the Saints'), arededor del año 1000.
articu lación compleja con otro conjunto de creencias, representaciones y pníclh , 1 I lt'ycllda cuenta que se les apareció a los cruzados en un a batall a, ayudándo les con-
como es la Etnicidad. Por eso tampoco elllraré a disc utir demasiado e l hecho de '111 11 " 1'1 illfiel y en el año 1222 declararon el 23 de Ab ril como el día de San Jorge.
las grandes etiquetas no son más que maneras de simplicar fenómenos harto vari ndl' I IIIlIldo Eduardo III fundó la Orden de la Jarretera ('Order of the Garter') la primera
y complejos en sí mismos en su aUla-organ ización y en relación a enlorn os-mlll l 11 "h'" de caballería de Ing laterra, la puso bajo la advocació n d San Jorge y desde
históri cosoc iales, políticos, geográficos, etc. IIII II. CCS fue tomado como protector de los ingleses. Se di ce que en el año 14 15 aren-
Panteones, f~ulto , ti O de rituales sagrados, locali zaciones y maniplllu l' 11 NUS tropas antes de la Batalla de Agincourt apelando a la protección de San Jorge.
ciones de lo sagrado, relaciones con lo iVlno, tipo de ritua les, forma s de dispWhI 111 1'111;;0 1483 su historia apareció en La Leyenda Dorada ('The Golden Legend '),
socioreligiosamente de los muertos, etc. pueden ser criterios de diferenciación , inl! I I.,ullicció n de la obra de un arzobispo francés sobre la vida de los sa ntos. En ella se le
I ul ~j a a una fábula anglosajona del S. XII en donde un valiente caballero vence a un
p~·e~aci~n ·a?a·o de di~ciación ét nica. Como antes, 'díme a quién ador; y 11
,h,I~. n, fundiéndose con e ll a. En el a;;o 1940, durante e l reinado de Jorge V I, se forjó
d.re qUién eres. Los Hmollg de Laos se consideran diferentes de otros grupos ~tll l
cos, entre otras razones, porque entierran a sus muertos, lo que para ellos pone en (\\ I l. I '1111. de San Jorge, q ue se otorga a civ iles por actos de especial heroísmo o pleigro.
dencia su dominio de la geomanci a en contraste con otros grupos étn icos en 1.110 I I hUlldera de San Jorge, una cru z roja sobre blanco, que fue incorporada a la bande-
bud istas (Pasten 2004). 1'1.Id Re ino U nido (la 'Union Jack'), es la misma que los afi cionados a los clubs de
Itll hn l ingleses ex hi ben en los partidos. Es el Santo Patrón tamb ién de Cataluña,
Todas las monarquías medieva les se atribuyeron algún tipo de contacto con l~,
I 11\' 'res, Palestina, Georgia, Lituania. También se celebra en Aragón y en Portugal. Es
divino o con los santos, como intermediarios. Estos se consagraron como velélchll l 1IIIItrón de de la caballería, de los arq ueros, de los leprosos y sifilíticos.
y guardianas del pueblo, legitimadores de las él ites dinásti cas y, al final , en sa lll"
patronos. El Reino de Asturias y e l historicismo de la Reconquista en la aparici611 .1, 1,11 construcción de los proyectos etnonacio nalistas de los estados europeos
11I1I\lcrnos, como conri~ - . reada de los anteriores, se h~basado en forn;;;-
IUlr'/fJI/;¡estalales de identificación religiosa. Muchot'ieiñpo se habló de la Ig.lesia
,If(l en- u·lanCla, que cons istía más bien en una práctica más cogesti va y hori zontal
- E~s te epl-gra f e es ..
'01 Injustamente brevc. S'In embargo. tengo algunas excusas y llIla prolll(' ~
Las ~xc ll sas es que lo religioso aparece continuamente en distintos lugares de este trabajo eros''''1 di ~~I ccc i ón de cargos y forma de vida en las abadías y monasteri os. Gracias al traba-
renelal y q.ue este apartado no quiere ser ulla enciclopedia de las relaciones ét nico~religiosas, ,,111' 1" "llIlural de la reina Isabel I de Ing latera y alg un os de sus más cercanos consejeros,
una seleCCión de temas a pensar en relac ión a debates actuales. La promesa es que en otro lllOJHrll IlIllgl icanismo encontró su lugar reli gioso y étnico --como defi nición de lo inglés-
10 más oportuno diversificaré esta orientación tan etnocentrada.
jlll u 'ipa lmente en la transformación de la liturgia de la Misa, a mi tad de la intransi·
294 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES 1'1/ CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJA 295
genc ia virulenta del protestantismo y el catolicismo papi sta. Francia se debatió enll, h'" Nuclen estar fuertemente imbricados en los /uíbitus y formas de estar, PG.l~· y
el protestantismo de los hugonotes, acuchillados por la monarquía católica en 111 , "", ¡render el mundo'OS: lli parte de la socia li zación y dl:Ja..c.oJ)Stitucióu.LlcJ~.....,b-
Noche de San Bartolomé ( 152 1), el antieatolicismo de herederos de la corona t'lI 1' 1VI( a es personales y colecti vas como mieIJl!¡LO$...!'.econocidos y partícipcs de II l1a
disputa y la resolución pragmática de Enrique de que "París bien vale una Misa", I I " I,.ill!!!lQ.ad. Etnicidad y religión monoteísta pueden coincidir el;'lo siguiente: formas
etnonacionalismo griego se edificó, además de en su reclamación de cuna del pensil 11111 'cidas de liderazgo carismático, fo rmul aciones de salvación y destino de lipa
miento europeo, en el reclamo de representar la verdadera iglesia ortodoxa. Pocldn 1I 11'i\iánico ante situaciones de males tar cultural co lec ti vo, crisis sociodemográicas,
mos poner muchos ejemplos más. El etnonacionalismo vasco inicial se fundamcl1l1\ 11 'mi, etc., y, por fin, modos de incorporación engloban tes aba rcantes, donde la
en e l catolicismo radical y la incontaminación histórica del infiel, lo que, según 'sil ,j i 'rencia es permitida tutorizada y {}(lferllol¡sI0206.
discurso, no podía afirmarse del resto de España. Como en el caso quebecois c it"dll Podemos volver a pensar en relaciones sistema/entorno. Podemos pensar lo reli-
arriba, fue no obstante redi rig iendo el discurso de su diferencia hacia cuestiones 1111 10'10 como procesos sistémica en su propia consti tución dinámica relativamente
güísticas, entre otras (Cf. apartado 5.5). 111"ólloma, que puede tener a la Etnicidad - las difere ncias y semejanzas identitarias
La España de los Re es Católicos -y sus sucesores- se basó en e l catolicismo ~ '1Iu,' produce, vehícul a y gestiona- como un entorno significati vo para su propia aulo-
la Contrarreforma. Prácticamente todas las form as de gobierno en España han 1'"1 II IIISlilución y allto reproducción. La religión, c.Q!!!2 proceso sistémico, puede e jercer
movIdo, de una u otra manera, la religión católica, contribuyendo a consolidar ~,' I II ,11, nrincipio de orden y clasificación social, como atractora de Entornos que puede
como fuerte referente sociológico y cultural en nuestro país. tanto para creycllh' IlI plurar en su totalidad Q en parte, y (etrabajarlos internamente mediante microsiste-
como para no creyentes. Aunque no vayamos a misa, no bauticen~ a nuestros I@II¡, 1'111' que constr ye en su cO\!,plej idad intern ~
no nos casemo rJ~l a, los españoles somos sbciológicamente y culturalm,'"
~n207, en sus versiones más fu nda mental istas, ejerce de atractor, principio
te católtcos. El catolicismo impregna nuestro calendario ritual y festivo (Navicllld III ~II lIi zador de muchos otros dominioA-deJa-Yida social, de tal manera que, a cieltos
"Cuaresma, Semana Santa, Santos y patronos, fi estas, etc.), nuestra imaginería y nU I" IIlvclcs, no existen entorn os independientes sino como microentornos incor orados 208.
tro arte (literatura. escultura, pintura, música, arquitec tura), nuestra gastrollomfll
lit" ac e l punto de vista de las re aciones entre re Igl n e identidad étnica, no todos los
(d ulces para Nav idad, com idas para viernes de Cuaresma, etc,), nuestras relacionl"
1""slIlmanes son árabes ni todos los árabes son musulmanes. Sin embargo, el Islam
sociales Cal calor de acontecimientos del ciclo vital ritual izados: bautizos, comu nlu 1"1'de co-optar la oposición árabe-occidental, que en principio diríamos que se ha
nes, bodas, funerales), nuestra imaginería de l mal y las desgracias (demonios y á ll ~I' 1~lI!llIb l cc ido políticamente como una oposición étnica y asumir esta oposición como
les), nuestros gestos de protección y buena voluntad'02, Somos culturalll/el1le cristl ll
jllilpia, sustiuyendo árabe por musulmán, De este modo, e l principio ordenador reli-
nos católicos, del mismo modo que aquellos que no se prOiiUñcian como musuhñ7iTI\'
~ Iuso incorpora todo principio étnico, haciendo del primero el hegemónico. Lo mismo
pracTIcantes observan siempre el Ramadán, como prác tica de absti nencia que hit¡
jluede pasar con las relaciones de género, las relaciones filiales, etc" que no son entor-
define culturalmente203
1111' ¡,egidos por princ ipios ordenadores propios, sino que son abarcados - por lo menos
Aún a sabiendas de lo que sigue es más que discutible para otras formas re liglu
sas -a las que todavía no he podido prestar suficiente atención- voy a concentra, 1111
en las tres grandes religiones monoteístas, I slam, Cristianismo, Judaísmo, cuya cOnl
paración se base en que tienen elementos comunes entre sí, y en cada forma en (JlII l05 Es decir, los sistemas humanos y sus entornos, y las relac iones entre ambos.
l 06 No olvidemos que estas tres re ligiones monoteístas compa rten, además de profetas y otros
se desplieguen, también ciertas coi ncidencias básicas mínimas'04. II I ~ ~O S comunes, una fuerte orientación patriarca l.
¿Por qué uede..darse ullll..Jl'lacióll tan g mbiótica entre este tipo de re li gi o nc~ ) l07 El Islam, co mo tal unidad monolítica no existe; diferentes corrientes, escuelas, experien-
la Etn'icidad? En sus formas dogmáticas y practicantes, ~ rincipi os ordenadu I lulI hacen impertinente esta reducc ión. Pero si pensa mos en aquella forma de conceptu alizar a par-
~ tll de p(lrecidos de familia (CL apartado 1.3), a lo mejor se nos disc ulpa este ....l~
11I1.Ibién reconozco estar infl uida por el envenenamiento y la estrec11ez mental de las relaciones,
11IlI csentaciones y di scursos entre Euroamérica y los países islámicos. E indignada por el encona-
202 Como el JeslÍs! del estornudo, antiguo exorcismo contra las enfermedades con tagiol!!! mll'ut o política y económicamente interesado, la falta de tolencia, respecto y comprensión entre
Vaya eOIl Diosf como deseo de protección y bienestar, Dios míof como invocación/excJ a11luclnu 11 11111, y otros.
ante la sorpresa, santiguarse an tes o después del peligro, rorma de protecc ión corporal co incidCllh l OX Así Pllede verse con la práctica política, por e~el11p lo. Sin que esto nos haga olvidar la
en otras cu lturas, etc. Como con trapunto, también el Ojaláf, como invocac ión propiciatoria a 1\111 IIIIpl'OI1ta religiosa de muchas de las Ideologías y activida es polít icas del mundo Cristiano que COIl -
recuerda nuestro pasado musulmán. _hlcnullos más laico. No hay que olvidar que el Vaticano, el clero, las autoridades eclesiásticas, las
203 Así nos lo confirmaban los inmigrantes musulmanes poco practicantes que entrevislallu 111t(lIllizaciones y movi mi entos religiosos siguen participando en la arena política de los debates
en otro trabajo publicado en 1996a. hll'uI6gicos, la toma de postura sobre cuestiones como el aborto, la investigación médica y la repro-
204 También sus propias hibridaciones, vari adamente cJ as ificables: la re ligión dru!1II, 1I Ilucci6n as istida, la sexualidad, la familia , la educac ión, la vio lencia política, etc. Parafraseando a
si khislllo, etc. I ul¡)ur ( 1992), tampoco en esto hemos conseguido ser mu y modernos.
296 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 297
fomalmente y en sus versiones nUls totalitarias- por el principio representacional y l lna relas:.iQJ.~,,,JD!.CrQ~~?~!lte es la que se establece ent~·,e _ },~~_",~.I,~~,l,1~~""Y,,1~~_I}.!,,~15l!.!.!D,án. Es
pragmático religioso. ES(Q no ha sido una dinámica exclusiva del Islam, sino que 1w <'Í\'f!O que 'el Islam procede de Arabia, dentro del origen' común en Oriente Medio de
formado parte del /al1g[{age~game, a veces heterocrónico, entre el Cristianismo y \'1 l!!', [rL~S credos monoteístas. La extensión dc In cultura, ár.,_~.l)~J?9r"~,!,,.,M. ~!gÜT~_b, hacia e,I
Islamismo, con otros opuestos de la misma constelación: Occidente/Oriente Medio, i!Í!¡'l'ior _S'-~ _ _Af¡~ic_~l y h"lci_a,,~l c:"l~tr~~ t _ sllT",~lc _ 0si:',l:,l}evó C_?,ll~ig<?, la r~lizión ,,1111isulln,a:-
Modernidad/Tradición, etc. 209 Porque UJ1_()_~eJ,?_s, n1acr()~ntornos con que el Islam e~tJl ilf!, \'n sus ~n.Y0I·~,a"s·J~oí·fi1~_is,~1:C_~ ctiltg"); l)r4<::\1"c_,a"21.1: Sin emb.:trgo, m1~~IW,?"S,()nl11ni(!adc-s
blece sus relaciones sistemas/entorno es siil dtidi·ef(SE:i'i;';1·[S~;~;21o. y ~~~;Cl~s~';,"IÚ íc;]:nuli~llQn~,:,sbl~,ru;tbiÚíL~¿ "y~" en todo C,;~(~, el este arabism,o ,~_~"T9,,<;Qn0iúúLii2jit
C 11 - a's- c;a'i';;s-.--''co
ri stia ¡'s'íl1Z;-"~~~i~;'I-;t~do --p~';~ -í "n1 () ';~-~~-;'~l~;'f~~~s- -);'--'~Ü~;-~;rtfas ~:~ i n~~m ed i II I.~ 1 íi,'lill'i('lll, con otras, tra~ticiones locale~.L5. Podemos cncontrarnos con musulmanes que
Papado a la cabeza, además de construirse contra los paganos y cualquier desviacit'ln n¡! ',\)11 ,írabes, C0l110 ~I~"i~ili-liú{;'~':'eñ" S\,l,,4f!1l, en Njg~~.Ja, cn Europa, en Asia, en USA,
considerada como herética, tomó el Islam como su principal rival ideológico, comer ¡ .Ír.,l Illism{~.,,_!:~~~,~~), podemos encontrarnos con <ira,bes <-jUC,,_110, sQ.n_n}~15,~IJD,~'~~,I1S~,~""E~~!,:~,~~
cial, político y escatológico. Como decimos, no sólo como forma de creencias y prtll." ¡¡¡l'. ,':'¡'E1I{ií}os n1aro11itas del Líbano, los dr:l,lsos o parte de la po~)~a,ción palestina 216 .
ticas religiosas, sino como constelación cultural heteróclita y fragmentaria que opn;l 1 il Ilis[(;ria óoiíüc~i"~oha- permiii¿lo que 11¡ly'¡1 clrabes de J'eligióil.fí.l¿ü~I:'~ig~{~~\Tquc·"en
en unidad sólo selectivamente, instigada por las peticiones de lealtad de élites polín hw,nia se negó la posibilidad de ser bosnio musulimln, Las identidades excluyentes
cas y religiosas. En determinados momentos históric{:)s, Islam y Crístianismo/Catoli ,nI! resultado a menudo de tradiciones y prácticas políticas que las objetivan como
cismo han jugado una gramática oriel1la!isla, de extrañamiento exotizante, y, en otros, ij !(:('nnciliables.
como en el Toledo de la convivencia intcrrcligiosa en ciertos siglos de la Edad Media.
I':n el Judaísmo podemos distinguir vario~ niyel~_~, d¡;_ sjgnificaci~ll, ,~,~l1_:~s~Jwn)en
una más de tipo segmentario que ha dado lugar a interesantes épocas de tolerancia y
convivencia21l. Hemos comentado ya en varios lugares cómo el Catolicismo espaiiol
v i lllc rp~n,,~.t.l,~.'~.\~~}s. U nO",I,~~,q,~L~J1J,?,~..,gt~,~n~ü~.s y pr(~~.~,!.~,,~~,,~.~:~,!.!"gj_?;?,~~s. Ot.r9)~.L}nQ,~~Q"QD
')11<' s" hacon"titllicl<l"e1.pueblojlldío entorno,aLmitolnotor (CL Smith 1992) de su,
incorporó al infiel como un enemigo 212 , internalizándolo para construir todo un micro
:<Í!:-l :l,'i(~,I,l _ divina" de l~na victimiza<::ión 12olílÍ,ca y SO~,~(~)(iem?_g¡:~fi,ca, de su leal,t,'_\~.Y _1m a
sistema de persecución, vigilancia, tortura 213 , En otros momentos podemos hablar dc
!d\,jnria 'de~TUcha y 'óe'l:séc;:;cT(s';;'~'''A~]~;'í ;1'~;~' ~lamo·s"cllc'llúl'¿re' q'Lie~ no es que lo étnico
una co-ontogenia heterocrónica entre ambas grandes religiones, donde, a ciertos nive
\(, i'q;í:;')'r)Te'~¿¡e'~ró-' religTo.so~(;~v-iceversa, sino que, como siempre, en su versión más
les de complejidad, las gramáticas identitarias de lino y otro no han sido coincidentes,
";Uildo.\'(f217 y fundamentalista menudo se sobreponen lino sobre otro, siendo su
mientras que en otros han podido serlo.
'i;'\'rr~;ibilidad mucho más isomórfica que en otros casos. Esto ocurre en la versión
J!'liL ortodoxa ~desde el punto de vista religioso-o
dad is!<lmica, más de lo que ya lo han hecho ciertos sectores occidentales. ";P.d d(' JIlS gitanos pentecostalistas españoles, los Ilmnados 'Aleluyas' () de la 19lesia de Filadelfia,
213 Recordamos otra vel, la limpieza de sangre, el estigma de los COIII'(!rSOS, en la Castilla dd "'iilllgl'lisll1o puede operar como diacrítico frente a la sociedad paya espailola, fundamentalmente
Antiguo Régimen, y el cristianismo vh)o como rasgo sobre el que se construye la identidad éllli ,,¡!I'llka, (011 indudables consecuencias socioculturales en cuanto a cambio de patrones de conduc-
ca dd espailol, apoyada por la Inquísiól1. Hoy en día resuenan pa)¡\bnls que del1lonizan el 1s1;lIll j;i \íll l'lllbargo, no podemos decir que lo que identifica a un gitano sea su religión, sino que ésta
como n::ligión de guerra, cuando fue la propia Iglesia C)(ólica quien acuñó el término para bi f'S¡¡:ik Ilpl~rar como una estrategia étnica panicular ante el mundo y la sociedad de grupos muy COI1~
Cruzadas y cuya labor evangelizadora durnate muchos siglos ;10 podía separarse del de la COI! F'!("',. También aquí hay diversas formas de ser gitano (Cantón 1995).
quista, sirviéndose ambos de la cruz y la espada. Todavía hoy hay personajes políticos que plíhli '11 Ohviamente esto es cuestión de interpretación e imposición por los que se cOllsi,kmn
cll1wnle se proclaman herederos de la política etnoclda inlerna de los Reyes Católicos, lal COlllll i,i/jll1"ilarios de la exégesis verdadera en relación con la fuente tomada (la Toníh. el Talmud).
mantcnía la propaganda franquista y su historiografía. 'H; No quiero aquí plantear sus relaciones con el Sionismo. corno movimiento nacionalíst:1.
298 1. INICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES lCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 299
nacionalista surgido en Europa en el siglo X I X , en relación al antisemiti smo rcill{U! tni ca en su campo de atracc ión. Así sucedería en el caso norirlandés, en donde las
te, y justificado en más e 3000 años de existenci a del pueblo judío y su reclamacJO" nli li aciones reli giosas son capturadas por los alineamientos étni cos que a su vez se
de Israel como Tierra Prometida. El sionismo postulaba la reunión de toda la di ásllll rclacionan complejamente con procesos de exc lusión política, económica y soc i o~
ra, la vuelta a la Tierra Prometida, el uso cotidiano de l hebrero y a las acti vidad!' ~ li llura l. Estas re lac iones pueden transformarse también. Así como las diferenc ias
agrícolas. Como vemos, nos recuerda a otros procesos de etnogénesis descri tos cll ,l ent re francocanadienses y anglocanadienses se postularon inicialmente también CII
lugar corres pondiente de este libro. La reversibilidad sistema/entorno Etnicidadil (,Ii cua nto a las diferentes profesiones reli giosas - con las diferencias en cuanto a ori en-
gión y religión/Etnicidad no era aq uí tan coincidente, en el sentido que hemos ilh, luc iones más tradicionales o más modernas- , a partir de la década de los sesenta se
dando a la idea de reversibilidad /lO ¡somó/jica . han concentrado progresivamente principalmente en torno a las diferencias lingüís-
licas (Cf. apa rl ado 5.6).
Sin embargo, esta ori entación liberal convivió y convive con otra más ultrmll
todoxa y excluyente, un sionismo que llaman religioso, que se moviliza po lílk ll En las diás poras, la homogeneidad en las creencias y prác ticas reli giosas, la obje-
mente para que Israe l sea un Estado étn icoreligioso y que e l principio ordenath ll tivación del culto y la liturgia en tex tos sagrados, la institucionalización de la norm a
religioso se incorpore en todas las acti vidades sociales y culturales. Aquí e l elnOll1l y la vigilancia religiosa, pueden ayudar al mantenimiento de sus lazos con Sll S igua-
cionalismo sioni sta es incorporado al servicio de las microdinámicas intern as ti!'! les de origen y con sus lugares de procedencia, duran te muchos siglos, como ha ocu-
sistema re ligioso. 'Tido tanto entre los judíos como e ntre los armeni os (S mith 1986: 114 y ss.).
En toda comunidad de creyentes/ racticantes de un religión abarca nte como 111 Las religiones formalizadas como organizaciones pueden proporcionar un clero
,~norels¡¡Ís1f9';d'~ªlrtaml5ieñSUhi stori a ex pans,oniSla o diaspói1Ca, podemos enCl'1I y unas élites religiosas como agentes activos de la difusión y el mantenim iento de
'trar una diversidad étnica enorme. Entre los que se autodenominan ju lOS, no s~ h l las construcciones étnicas, tal como sucedi ó con el clero rural vasco en el S. XIX y
po demos encontrar os que se identifican con las dos tradic iones culturales y de eX¡l' las organizaciones católicas en los 70. La Iglesia y parte de l clero polaco fuero n
riencia colectiva principales como los sefard íes220 y azkenazíes 22 ' . En África prol!' funda mentales en la construcción del nacionalismo étnico polaco en el S. XIX ,
san e l judaís mo los Fa/asila de Etiopía, los Abayudaya de Uganda, los Lem!JI/ 111 dura nte la invasión nazi y apoya ndo la lucha de Solidaridad contra la dominación
Malawi y Zimbabwe, etc. Algunos de éstos se declaran como descendientes de al»1I soviética.
nas de las 12 tribus de Israel222 ; otros como descendientes de antiguos mercadcr, La apropiación de lo religioso como e lemento identitario y, por ende, la consti -
judíos (Timbuktú , Niger), o también de los huídos de Sefarad. Judíos hay por todo ,,1 tución de un rol de vigilancia y mantenimiento es muy frecuente en la hi storia de
mundo y su variedad cultural y étnica es tan diversa como pueda ser la del CrislllI lI1uchas comunidades, tam bién su disputa. En el Imperio Bizantino, los griegos toma-
nismo o la del Islami smo. I~l es ahora un crisol de gmpJlS-".enidos de todas lID'II' ron el rol de defen sores del cristianismo ortodoxo frente a lo islámico y al zoroas-
del mundo, que traen las peculiaridades ae los países en donde han residido por 11111 Irismo (Smith 1986: 115). Parte de los prejuicios occidentales hacia lo islámico pro-
--roSaJlOsm~ ceden de este momento hi stórico.
También la Etnic idad también puede fagoci tar lo religioso incorporánd lllll Hay muchas más cosas que seguir decir sobre las relaciones entre religión mono-
como elemento propio, singularizá ndolo como c riterio de d iferencia y semeja lllll leísla e identidad étnica y, sobre todo, entre religión e identidad nacional. Porque,
como hemos visto, ésta puede atraer a la anterior para legitimar un cierto proyecto
polít ico.
219 C. Enloe subraya que a menudo bajo el mismo epígrafe religioso, subyacen profundas di!!
renci as. Recuerda las grandes diferencias étnicas y de intención de voto entre Jos irlandeses, polm n
e italianos, a pesar de su común catolicis mo (En loe 1980). Lo mi smo ocurre con los que lIaJllH1I1I
indiscriminadamente protestalltes: ¿luteranos, ca lvinistas, anglicanos, metodistas, baptistas, evarip. 6.5. Patrimonio cultural: mitos, leyendas y emblemas
listas, reformi stas?
220 Desce ndi en tes de Jos judíos de Sefarad, el nombre judío dado a España , que rueron cxpl1 l
sados por los Reyes católicos en 1492 , esparcidos sobre todo por los países ribereños m ed il c ll ~ Con este título no quiero menospreciar la legitimidad de una atenc ión ponneno-
neos (Maghreb, Grecia, Turquía, etc.) Bulgari a, Persia y Arabia, hablantes de ladino. rizada a cada ámbito mencionado. Pero siguiendo el objetivo orientador general de
22 1 Procedentes del Centro y Este europeos, aunque originarios del orien te Medio, habllil1l1
todo este epígrafe, vaya limitarme a señalar algunos puntos de interés, muy en cone-
de yidish. lengua germánica mcdievla escrita en hebrero. M uchos emigraron a Latinoaméri Cl1
ESlados Unidos en la época del nazismo. xió n con los apartados dedicados a la memoria colectiva, la histori a y la tradición .
222 El trabajo religioso-étnico entre su cultura africana y sus creencias es digno de ser i!l V\' Todos ellos, como productos de la actividad humana, pueden ser lugares de crea-
ligado. Relacionan su negritud con la oscuridad de pi cl de alguna de estas 12 tribus. ción, reacreación, objetivación y reproducción dinámica de identidades grupa lcs.
223 No sin tensiones internas entre los mismos Por ejemplo, ~uellos procedentes de RU _I",
comi enzan a ser percibidos como inmigrantes por parte de los israelíes. lambién identidades étnicas.
300 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 30 1
Merlin Oonald ( 199 1; 1999) se refirió a es te proceso, en re lac ión a la evol uci 11
del co nocimien to co mo eXlernalizaci611224 depositado e n a rtefactos y objetos 225 , sien ¡"n llrando un ritua l para apoderarse de él en una nueva situació n de dominación y
do q ue podemos co ntar co n su uso y sig ni ficac ión gracias a una me moria y CO IllO , ,"!..OG]Ct'ivos muy CO~?2jO, es la que expli ca ba B. Cohn ( 1.2.[3) para el traspaso
memoria eXlrasomática. lit' poderes e n Indi a al Im pe ri o Bri tá nico y que he mos relatado en otro apa rtado.
A~ í operan l ~.s y ~fac Los ql~~ t i e~~o~ trabajo étn' aUII Un emblema, segú n el di cc io nar io de la Rca l Acade mi a de la Le ngua Española,
qlle solo seíL oí'" su captación a ta les fi nes Identltanos. Oependle%!.o (Je constriccio tI" "cosa que es representación simbó lica de olra"23 I. Emblemático es explicado
!les y posibilid des sist micas erono icas ue delimltan 'u"'poder para signifiCti, \ tl lllO"significativo , rep resenta ti vo" (ibid.). Los e mb lemas tienen una relació n me ta-
identidad 226 , todos estos emblemas y prácticas pueden simbo li zar e n Istmto grado 'j 1,\,lc" con e l grupo porque éste se hace represent ar po r aqu éllos; pe ro tambié n meto-
f~ eidos, el elllOs y e~palhos de un a comunidad étni ca así const itui da. III II,;ea, porque e l grupo los po rt a, e narbola, o pera, ex hibc.
El trabaj o cultural sobre la Hi storia hecha tradi ción ha sido anali zada e n los apu l' A los efectQ.S qy,e aq uí n~IllIJ' , e mblemas puede n scr cs tanda rt es, )endones,
tados 4 .3 y 4.4. principalme nte. La impo rta nc ia de este reo'abajo co n fines de rec rea " I!IIdc ras, murales, tapi ces, columnas, baj orrelieves, libros y tex tos, manuscritos,
c ión autoide ntifi ca ti va grupal é tni ca, reside e n el va lo r depos itado e n la a nti güedad, tlh¡ 'tos y a rt e fac tos varios, mapas, pa isajes, fotografías y un s in fíñCiC cosas más q ue
la orig ina lidad, la autenticidad de much Co mo si la presencia e n e l ti e mpo. anI C:--. IllIedc l~peradas, esg rimi dades, transfo rmadas y. resign ificadas, Por eJc mplo,
ahora, desp ués, d iera una especie de presencialidad legítima, sobre todo en aq uell as 1"'IIse mos e n e l Tapiz de Bayeux, de setenta me tros de lo ng itud. Re prcscllta la vic-
c ulturas que se represen ta n y pract ican el tiempo de esta forma lineal sec uenc ial221 , tlldn del Duque de Normandía sobre el Rey ang losajón Harold, en la bata ll a de
Leyendas, é icas, novelas, como ELCallwr del Mío Cid, los ciclos artúri cos de los IllIslings, en el año 1066. Esta ico nografía donde se ve al rey Haro ld atravcsado po r
~ igTos II y X I ,e C!"'!'.!.;!!J de Rolall d, o Alllai1l/228 , son ~os e mblemas """ rlec ha e n un ojo, fu e incorpo rada y resignificada por la identidad bri tá ni ca
n:rratlv?.s sobre .Ios que Ciert as Ide ntidades naCIonales española, in glesa. ra nc~l , 1!'llIndada sobre la mezcla a ng losajona y normanda.
e uskara (respectwamente) gustan de me mo ri zar recreathwll1ente su historia (Rubil1 La es te la de la marcha de los aztecas a Aztl án, co nservada e n el Museo Nacio nal
l 995). H~enerosos, sacri ficados, valientes, honorables, que se e nfre ntan al pcli 111' Antropología de Méx ico, es la labor de re presentación de un hi to histórico colec-
~t}ty reali zan g randes hazañas, son modelos a Imitar, imá~es d~generació n 9.,11 IIvo q ue re presenta el o ri gen, la lucha, el deven ir de los aztecas e n su búsqueda de
t1em os d ifíciles, glori a de otro t' mpos primi genios. \/ tI~n. Siguiendo al águ il a que se posa sob re un en el medi o del lago sobre e l que se
Esta operatori a sobre el tiempo y la re novación de las categorías, paisajes, relaeio IlInda ría Teot ihuacá n. M apas COI1 sujeto232 do nde e l colecti vo se ubi ca e n re lación a
11111 pro pi o e ntorno y al qu e desco noce, pueden convenirse e n representaciones meta-
nes y lealtades, es también una de las características de los rituales. Estos dan un sen
tido de continuidad dentro del deveni r inevitable y reco nocible por toda sociedad 229 l! '¡cas del gru po en el mundo.
Esta bÚsq ueda de continu idad sin sobresaltos, al modo del Ca ballo de TrQY!I, bras escultóricas y arquit ectónicas, adem ás de celebrar las conqui stas y g lorias
reconfig urando paiSá[es, aClares, de penae nc i~, a utoridades, sign ifi cados. resultados, 11\\fSo nales de Emperadores, generales, milita res, tambié n describe n e l poder de sus
~ - 11 'Iedades. La columna de Traj ano re presenta las victorias de éste sobre los dacios y
111 IIl1cx ió n de la D ac ia al Im perio Romano. Los bajorrelieves g lorifican al ejército
11111111110, sus preparati vos para e l co mbate, imple me ntos y tecnologías. escuc hand o
224 En su caso, de l conocimi ento. En e l nuestro de la allloreprescntación, del imaginario y 111 palabras de su líde r, so metie ndo a los dac ios, ex hibie ndo tro feos de armas de
pmctical'io (sic! ) (no 10lal) del grupo. 1~~los ; Traja no apa rece con ti nuame nte y en la inscripc ión reza una dedicatoria de l
225 Maryli n Stratbern ( 1999) apu ntó que tamb ién en re/aciol/es sociales. Si nha ( 1996) rcdcli
\\1\11<1 0 y e l pueblo romano a su seis veces proclamado imperatOl: Una de las formas
ne absolut amente las definiciones simpli stas de la cultura material, al incorporar ésta toda una serie
_de habitlls y reglas canón icas -sociales- de di seño y uso. Ij¡\ Illan le nimie nto y ex te nsió n de la ide ntidad griega por todo el área de sus colo nias
226 No olvidemos las enseñanas de Frederick Barlh ( 1969): tenemos que fijarnos en la nalll 111 Asia d ura nte la Hele nística fue prec isa me nte por medio de las g randes co nslru c-
raleza de la interacción y la definic ión de la situac i pa~cer qué ilem s CUlfUraTes se elI ge n
com? SIgnificadores de una di erencla tmca. ~I o se trata de que un eJemcnto esté prese ntc ()
no SI no c mo está reSelÜe. -
-n Awelllicidades y legitimidades se construycn elnográficamente de di stintas maneras. Eu llO No lo olvidemos, ta mbién el de recon struir la ident idad propia - la bri táni ca. ya II U ing le
muchas ex periencias sociocu lturales se alude a un tiem po fllera del tiempo, remoto pero siempre ,1 en relación a un nuevo entorno seleccionado. (Cf. apartado 3.3) Europa y Etn ic id ad .
acces ibl e instanta nea mente mediante la ritualizac ió n, la evocac ión d iscursiva y pragmát ica loca li 211 XX II Edic ión. (200 1). La primera acepción es "Jeroglífico, símbo lo o c mp resa Cl! qu e se
zada, e l sueño, e l ritmo cícl ico, etc. It P' 'scnl a algun a figura, al pie de la cual se escribe algúnvero o le ma que declara el concepto tl
228 El culto a la personalidad en los países soc iali stas y comuni stas también puede comprcl1~ IUllwlidad que encierr"; la tercera "ba ndera, tela que se cm ple como enseña.
dcrse desde este punto de vista . 212 Distinción que debo a HOllorio Ve lasco quien, investi gando sobre e l v:llor co gl1il iVIl de los
229 A unque sus formas temporales sean ci rcul ares o cícl icas. IIIU I)!IS. diferen ciaba los premodernos de los de la Modernidad, en que los primcros ¡nct l! porllhan
Ijl IIUJctO colectivo en la representac ión de l espacio. (Cf. Ve lasco 2003).
tario de la luc ha del pueblo espa ño l (mad ril eño) contra el invasor francés, El Gem/htl
de Picasso, signifi ca la atrocidad del bombardeo de Gernika por parte de la aviaci611
---------
La lucha por las banderas duran te el franquismo y el posfra llquislllo representó
111 huta lla por el reconocimiento étnico y político de las singul aridades vascas, cala-
alemana colaboradora de Franco, pero sin duda es un símbolo apropiado por la ellll III IIIIS, etc,
cidad vasca. Según (Nash 1989), estos em blemas han de ser fácilmente perceptibles, de modo
Estandartes, pendones, banderas, escudos, incorporan iconos, formas y COIOl'l'M ' Itl pcrmi tan un reconocimi ento e fi caz, Davey ( 1983:45) c ita cómo los estan dart es
seleccionados motivada o inmoti vadamcnlc para representar la identidad grupal. I n ~; I'o l1 establecidos para reconocer al ami go del enemigo en cJ campo dc batalla. La
Además, permiten un continuo reo'abaj o sobre las significaciones previas. Ej cmplol'l IlIudificación de banderas nac ionales parecidas unas a otros (como la espa ño la y la
son: el pendón de la nave capitana de la Batalla de Lepanto que se ex hibe con orgullo t Itl ll lana) también fue una necesidad para no abrir fuego amigo en las batallas nava-
en Toledo; los estandartes con la Virgen de los batallones cristianos frente al infiel, etc. Ir'~ (y en las áreas durante la 1 y II Guerra M und ial),
Las banderas son artefactos fácilmente construi bles, portables y visibles, ~r lo El trabajo sobre la aparienci a del cuerpo, pictogra fías, adorn os, pigmcnt acio-
que son instrumentos privilegiados para co~ensar significqili}étn!.:ü y nacional :n, IH\~234 , escarifi caciones, peinados, tatuaj es, incisiones, etc. han sido sicmprc clc-
LUI s y Sabi no Arana invent aron como bandera vizcaín a a la vez que del Parl ido Ilu,mlos distin tivos tanto de status y pres ti gio como de idcntidad grupal. Las maros
Nac ionalista Vasco, luego ampliad a y ace ptada como sím bolo de toda 111 11 ¡lltndi llas de jóvenes lat inoamericanos en Los Angeles y otras ciudadcs amcrica-
II IIS y europeas uti lizan los tatu ajes como sím bolo gru pa l difercncial. En Honduras,
Comunidad de Euskad i en 1936, Tam bi én ac uñ aro n el neo logis mo ikur/'ilia , d ~
ikur, seña de identidad y -ehuna (te la) ex tendido luego al significado de bandem . pOI' cj emplo, se sabe si uno pertenece a ulla banda ju vcnil por los ta tu nj cs cn el
h ll'S0 235.
incorporando ele mentos de la tradi c ió n carli sta, El fondo roj o fu e tomado d '1
mismo que la bandera o ri g inal vizca ína, la cru z verde del árbo l de Gern ika qu e yll Atuendos y vestuarios, como partes de este trabaj o han sido marcadores de
fig uraba en el blasón de Bizka ia, y la cruz blanca, que también fi guraba en este I'x prcsió n, as un c ión y compro miso de identidad (Kuper 1973), La cues tió n c1e l uso
mi smo escudo. El fondo roj o representa la batall a de A rrigorriaga, la sangre de n'a ~ ,l " pañuelo por las niñ as islámicas en los colegios de Francia y Alemani a y el
mada por los vascos en su lucha po r la li bertad, la cru z de San And rés, verde, el l'lIIpcño de muchas de seguir usándolo ha sido y sigue siendo una batalla política
recuerdo de la leyenda en que vizcaínos se habrían enfrentado con los astures el dril \'on ruertes co nn o tac iones étnicas, Si en un principio la ley q ue lo pro hi be (2004)
del santo en la batalla de Arrigorriaga, símbolo de la independencia vizcaín a y sus No guía por la cont inuidad histórica del republi canismo y su fo rm a de entender la
Fueros; la c ru z bl anca e l confesionali smo cató lico: todo e llo emblema de los val o- l'I udadanía y e l laicismo, lo cierto es que, en el nuevo contexto inmigratorio, la prohi -
res sobre los que se sustentó el etnicismo nacionalista vasco inicial (Fuente: bición ha adquiri do ti ntes étnicos y políti cos, donde e l femini smo, la preocupación
EuskoJaul aritza, 2004), ¡Iur, el ant isemi tismo, y el debate sobre los derechos humanos han entrad o de lleno
La bandera del Reino U nido que conocemos en la actualidad, la UnJan Jack, datH \\ 11 la di scusión (T ho mas 2006) y q ue muchos islamistas moderados han enco nt ra-
del año 180 1 Y representa la uni ón del Reino de G ran Bretaña con Irlanda del No rt e, ¡lo como una prácti ca de islamofobia, Los j ud íos contemporáneos más o rtodoxos
Tiene sus antecedentes en el Acta de Union de 1707, con ocasió n de la defi niti va !IlI n adop tado un a indumen taria de ghetto , aq uélla que les fue típica en la Europa de
uni ón de Escocia con el Reino Unido de Inglaterra (más Gales, incorporada en el an o los años 1930 y 1940,
1282), La bandera de Inglaterra representada por Cruz de San Jorge (verti cal) est ~ En los censos reali zados en los cincuenta en Méx ico, lino de los discriminantes
sobre la bandera de Escocia, representada por la cru z blanca en aspas sobre azu l; se pu ra defi nir a los indígenas de los que no lo eran era el uso o no de zapatos o de las
incorpora la cru z roj a en aspas de Irlanda -que no se utiliza en Irlanda por este mismo
motivo-, pero bajo la cru z de San Jorge, s in dej ar duda de q ui én osten ta el podel'
(Insti tu te 2004). Como vemos, las banderas son repositarias de una historia y sus
234 A lgunos piensan que el primer arte asociado con el humano moderno pudo ser el de la
\Iecoración corporal con ocre, a tenor de su hallazgo en yac imi entos fósiles en Áfri ca tan an ti guos
como 130.000 años de anti güedad .
235 Según mis noticias, la mujer del Presidente actual (2006) ha comprado una l11 ;"Íqllin:l l;"Íser
233 Cuanto decismos ahora puede leerse como parte del capítu lo de Etnogénes is, como mane- europeo para ayudar en la imegraci6n social de es tos jóvenes mediante el borrad o de sus tatu ajes .
ra de constru ir y trabajar los símbolos. La ;1/(.:lusi611 en el gru po se hace a costa de la exclusi6/l laboral, pues nadie qui ere darfes tra bajo.
304 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO, FENÓM ENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 305
sandali as típicas de los indios. Uno de los detalles a los que estamos acos tumb!'/IIlp
r, Comer, beber y muchas otras cosas
a identificar a las gitanas, además de otros elementos estéticos - peinado, vcslhlH
NII tlu icro extenderme más sobre tod as las prácticas humanas que pueden ser cia·
adornos- y rasgos fenotípicos, es por su uso de za patillas en la calle, en lugnl di
111, Ildus - obj et ivadas- como rasgos de diferencia o identidad étnicas. En todos mis
zapatos. El trabajo sobre la apari encia tambi én puede instrum entalizarse para SUhhl
yar lo exótico con fi nes comerciales y turísticos. En Cádi z algunos vendedores sclll 1!lltlos etnográfi cos he dado una prioridad esencial a es ta cuestión y a ellos me
IIll tll. Del mismo modo, un eje vertebrador de este libro ha sido la re levancia prio·
galeses se ataviaban étnicamente para atraer más la atención de los compradores. I u
Masa i hacen lo mismo para contentar a los turi stas236 . 1111111 duda a la acción social significati va humana.
Nt) obstante, voy a mencionar dos ac ti vidades sociales humanas fundamentales,
Libros, manuscritos, cartas, se convierten en emblemas para los que deposlUHI
en ellos las fuentes de su especificidad para sí mismos y ante otros. Así ocurre ~,III 1111' 111 ras muchas posibles 239 . Sobre éstas gira buena parte de la socialidad humana
11 111 lorlllas idiosincráti cas y particulares.
la Biblia para los cristianos y sólo e l Antiguo Testamento para el Islam y rI
Judaísmo. Para esta re ligión, en La Consti tución de los Estados Unidos, esc!'i ta ,'11 I'un.: cc que comer y beber son buenos para pensar como decía Claude Lévi-
pergamino y fuertementc c usti odiada en Boston, cuna objetivada de la indepcndc'lI IhIlISS. y quien dedicó atención a las prácticas constitutivas de lo cultural en derre-
cia americana es reverenciada como uno de los iconos más va liosos de la ntlc/tl" 11 111.: los mismos240 . También para rituali zar, construir prohibiciones y tabúes, u
ameri cana. '.I1»"torieclades morales y políticas 24l , establecer re laciones y vínculos sociales,
Escritores y sus obras (Cervantes y su Don Quijote de la Mallcha para los es p" 1111 10llar pactos, demarcar espacios, clasificar metonímicamente a sus practicantes.
ñoles; Sha kespeare y su teatro para los británicos; To lstoi , Dosto ievsky, Ch6jov, ( '~ 1110 se come y bebe, lo que se come y bebe, con quién se come y bebe, cuán·
para los ru sos), d e~ca ( Beethove n o Wagner para los alemanes; la ópera PHI !! , 1"" come y bebe,s.otidiana o ritualmente, suelen ser demarcadores de la identidad,
los j aponeses), la fi losofía (Platón, Aristóteles, etc. para los griegos), el sabe r (101 ,1 ",' tocio porque pertenecen y ha sido incorporados en la sociali zación vinculados
Enc iclopedistas para los fran cess), ex ploradores, descubridores, navegantes, Ifdl' IIItO Ini smo. su histori a biográfica y su historia de humanidad con sus demás. La
r~~_o líticos, generales victori osos, inventores, etc., elc., todos pueden ser in vcsll 11I1I' lIsa lía, como acto ds...comer jl!!'tOS, indica una igualdad (Nash 1989). Es el
dos de gloria para increme nto de l presti gio y el valor de los que con aq ué ll os NI' '11"'" 'lItO en el que se practica y ge nera membresía grupal. Se come juntos porque se
identifican. - IItl 'mbro, se es miembro porque se come juntos.
Monumentos reli giosos, civiles, puentes, acueductos, caminos como el dl\ 1.11 comensalía C0l110 símbolo de la identidad vasca y como atractora de toda una
Santi ago, castillos, ciudades cnteras, archivos, imágenes y pasos religiosos. festi vl 11\' de formas de socialidad y sociabilidad ligados a los ritos de paso, lo ceremo·
dades, actos ritu ales, pueden convertirse en emblemas a di versos niveles de idenl i IIlnl, el ocio, el parentesco, las relaciones sociales, la industri a de restauración, etc.-
dad colec ti va: loca l, provincial, autollómh:0 237 , federal , nacional , político-cultlll'ul I~ n torno a, La forma social y socializada de beber alcohol en el Ixikiteo, en las
(p.e. Europa), de la Humanidad . hl"'I'fa s, en las celebraciones, en los ámbitos de la comunalidad y grupalidad, es un
Todos estos trabajos culturales se patrimollializal1, como bienes propiedad dI' "1'1' ·to constituti vo y objet ivado con alto grado de consenso como idiosincrático de
una colecti vidad, sujetos a una gestión y admini stración pliblica\\1grado de comple· 1" hlcnticlad vasca (Ramírez Goicoechea 1984; 1990; 199 1).
jidad institucional descrita en el párrafo an terior. Se convierten' en lo que ahora fiC La forma de cocinar las patatas incorpora en Suiza un significado étnico: los ger-
llama Patrimol/io Cultural, materia de programas y J)01 íti cas específicas sobre derc IIU1Hoparl anles preparan un plato sencillo que se ll ama rosti; allá donde comienza la
chos colec ti vos, a menudo en contlict0 238 , que plantean cuestiones sobre su titulari .. 1IIIIuniclad fra ncoparl ante, este plato es inex istente. Pero no se tr?ta de una simple
dad, recuperaci ón, mantenimiento, conservación, exhibición, productividad econ6 " "statación de los hechos sino que fo rma parte del Discurso Etnico que ambas
mica y':=s.imQQ11ca. Se trata de una nueva dimensión p olitizada y burocratizada en la tllllltlll idades manejan para distinguirse e identificarse. Las patatas y el arroz también
objetivación de la producción humana.
2.\'.1 Rituales, dramatizaciones, formas del parelltillg (actividad y ejercicio de ser padres, no
236 Así podríamos seguir con muchos más cjcmplos. Hemos dado siempre un gran valor ana. \111 cuidar), del cu id ado y la sociali zación, prácticas amatorias, formas de di versión, prácticas de
lítico a la apariencia y a las claves visuales de las prácticas. Volveremos sobre estas cuestiones en IIWtlllcc ión económica y doméstica, prácticas ecoI6g.ica~, prácticas P?lít~cas y de r~soluci6n de
el epígrafe dedicado al fenotipo en el apartado dedica al Racismo. II I11 UictQs, etc., etc., que pueden efllificarse cuando slglllfican o autoslglllfica n (clas dican) a UllH
237 En sus di stintas formas y denomin ac iones co mo unidades políticoachnin istrat ivas, geogní. IIllcclividad en relac ión de diferencia étnica con otra/s co lectividad/es.
ricopaisaj ísticas, etc.: comarca, condado, departamento, etc. 2010 Bajo el duali smo de Naturaleza/Cldtura. Véase (Lévi-S trauss, t969).
238 Podemos mencionar el contencioso del traslado/devolución de parte de los archi vos de la '" eL Appadurai (t 98 1).
Guerra Civil desde Salamanca a Cataluña (2006).
308 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 309
terrorista, un conoc ido peri ódico madrileño se refiere a la ci udad británica de dOlldl IIIIIII/(lrcados como difere ntes, e n bloq ue. E l grupo considerado como propio, es lo
procede n los princ ipales sospec hosos como de predominio de población blanca . SI /111' IlfIy Y debe haber, considerado como epítome de lo hum a no (Cf. apartado 3.2) y
hubi e ra utili zado la exp resió n de origen anglosajón, habría ub icado el signiflcndu I,tllo rll/alidad a utoevidente. Eso se re tl ej a e n e l modo e n qu e los occIdentales cons-
fuera del d isc urso rac ialista basado habitualme nte e n los rasgos fenotípicos, reNI 1I!ll nlus los chistes sobre gentes de d istintos países. Basados e n esquemas simples y
tuándolo en un contex to probable de inmigración extreuropea. En el mismo medi o 1'1'1 "11", n Es paña suelen cen trarse e n e l fra ncés, c l ing lés (a vcces e l al e mán) y, co mo
constru ye el perfil de los sospechosos: e ntre 17 y 35 años; de origen pakistan í e isl, 1111, '1español. Por supuesto, el más ingenioso, vivaz y rápIdo - valores aprec Jad~s por
mico . Ya tenemos el prototipo del/errorisla . 1.1 .. \spañoles- es el español. En el contex to an tes regiona l y ah~n.~ au tonómiCO, y
En el ini cio de kale borroka (luc ha callejera) por jóve nes nacionalistas dt' 1" ~rI ' la central castellana, está n aque llos quc ha blan dc la c hauv lSJ mo y a utocom-
izquierda en el País Vasco, la cons igna policial para reconocerl os era su atucn(lo: 1111Il' 'lIcia del bilbaíno, de la fue rza y tozud ez de l vasco, de la ill tc ligcncia sibilina y
vaqueros, zapatillas deport ivas, ca misa (posiblemente a c uad ros) y posiblmclll\' l!wlI11ería del catalán, de la indefini ción interesada del gallego, de la v\vaclad y lax \-
pañuelo al cuello para ocultar la cara en un momento determinado . liu l tle l andalu z, etc.
En pe riód icos deportivos del Reino U nido, co n ocasió n de un partido de fút bol ' Iazer y Moynihan (1975), desde su pe rspec tiva de una A mérica co nl'o~·mad a por
contra la selección nacional española, aprecieron burlas sobre las mujeres españolas¡ 11I,I4 llntas migraciones, incluida la anglosajona, dominante políticamente, af.lJ'Il1an ~lIe
de qui e nes se decía te nían promine nte b igote. En el apartado sobre estereotipos e n 1111 ilirio el mundo tiene Etnicidad. S in embargo, esto no es así desde el pano Ideo lóg ico
investi gació n sobre la ide ntidad de los jóve nes en Rentería, la estética personal , '1 I'lIlrlico. Se comprenderá si lo ap lica mos al concepto de raza. Desde el s istcma dc
corte de pelo, el uso o no de maquillaj e, la ropa, se asociaban a un grupo categol'i¡!I Il lI t1<ilrucción identitario euroameri cano occidental, se habla de raza negra pero I;o.clc
u otro, vascos o de/llera, sobre todo en el caso de la mujer, ligado a una es tética runll 111111 blanca, porque ' los blancos' son el punto de referen cia a comparar, son la unl co
tradi cio nal (Ramírez Go icoechea 199 1. '1 \10 humanamente se puede ser, como veíamos en ~I apartado 3.2, son la ~1.0 raza, en
I1 N'ntido de que para el grupo qu e define no se apiJca es te concep to. O bIe n se es es
Como cllalqllir cl asificación social, los estereotipos son objetivaciones resultado
11\ 1'lIza por excelencia. como para la constitución mejicana lo es la raza Ufuversal o
de cierto consenso, negociación, imposición en lo que tipifica a un grupo frente a otro
/f /!(I l11esliza , o los Han para la China de la primera mitad de siglo, o la raza aria para
(Gardn er 1994). También de la experiencia sociocultural mente mediada. Es tos so n
I I nllzismo. Aquí raza se equ ipara a humanidad, siendo los otros no humanos, huma-
los estereotipos étnicos en relación a la casuística nocturna que tiene que atender un
lit IS carenciales o simplemente subalternidad.
servicio de urgencia de protecci ó n civil de un a gran urbe en España. Como nos cuen-
ta un informante, tras numerosas experi encias de intervención urgente en la calle, s' Roy Je nkins ( 1994) recoge una descripció n hec ha por (S tuchlick 1979) de có mo
han form ado una seri e de estereotipos étnicos en relación al tipo de incidencia que "1< españoles y los c hile nos (como c ri ollos) construyeron a lo largo de los d ,suntos
atender: "Si es un colombiano, ya sabes lo que esperar: tiros. Peruanos y ecuatori a.. • ~ I os su ide nti dad propia sobre la de los Mapuches. Las defi l1lcJOnes dicen mas de
nos: malos tratos a la mujer por alcoholemia del hombre. Si son marroquíes, se trata II IS cri ollos e n busca de su identidad que de los mapuches. Pnmero fueron defil1ldos
de navaj azos; en los ucranianos y otros de países del Este, ya sabes, Mafia, muy l omo "valientes y atrev idos guerreros", luego co mo " bandidos sedientes de sa ngre",
malheridos po r a rm as co ntundentes y en sitios soli ta rios"247 dt'Npués como "vagos y borrachos Injuns", " la cruz del hombre blanco", y, por fin ,
\ ·" 1110 "agradables salvajes carentes de educación". Ello reml.t~ , ~bv!a~l1e~ te, ~ dlver-
Como deudores del contexto de poder definir al que rem iten, los estereo tipos en JrI\lS momentos históricos, sociales y políticos de la construcClOn ldentltana cnolla en
general y étnicos en particular, en principio, son para los demás 248 , que son los que UII contex to colon ial.
A lgo parecido puede deci rse del estereotipo hac ia los árabes, de larga d urac ión
1'11 Europa. En palabras de Suleiman ( 1989:257), antes de la eXIstenCia de l Islam , los
247 Es obvio qu e esta atención está seleccionada: Illuchas de las incidencias nocturnas están 111"antinos co nsideraba n a los árabes con salvajes inmorales y pnmltl vos. Estos este-
en relac ión con acti vidades peligrosas. Situaciones de urgencia diurnas suelen canali zarse muchas I\'otipos estructuraron las imágenes de Europa occidental penetrando .el~ l.as perspec-
veces en las unidades hospitalarias a tal efecto a donde son llevados directamente los heridos. En
todo caso, qui en hablaba quería dejar co nstancia de que esta información, por las situaciones espe-
Ilvas occidentales du rante la formación y ex pa nsió n del Islam, preJ uI CIOS que los
cíficas en las que se producía , para nada podía ex trapolarse al resto de esos mi smos colecti vos de ~'1I1"Opeos trasladaron luego a las Améri cas durante la colonización.
origen. El mapa no termina ahí. Una geografía de las llamadas aparece en relación tambi én al con- Fruto de nuestro etnocentrisl1lo, se pone más gente en la clase negati va y se difi -
su mo de sustancias: "Viernes por la noche: borracheras y acc identes de coches. XXXX (un barrio
de tráfico de drogas), son drogodependientes, normalmente de heroína. De la coca, puede ser de \'ulta la adm isión en la clase posi ti va. Se necesi tará poca in form ación para confi r-
cuatquier lado, está más distri buido; eada vez más consumo y más gente joven con probl emas car- IIlHr la in feriorid ad de un grupo minorizado en un sistema social di sc r il~) i n atori o, y,
díacos asociados". por contra, una gran can tidad de información positi va para la re-eva lu ación del este-
248 ¿Los que están de más? Véase el apartado sigui ente.
I ·otipado.
31 O ETNIC IDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 311
Gordon Allport ( 1954) los definió como refl ejos de los prejuicios de la gente, jus- hlc aunque estemos hambrientos, abricndo la boca lo justo ... se encucntra con este
tificaciones de nuestras actitudes y comportamientos en tal sentido, y que nada ti c~ "!'upo de alemanes que se ríen a carcajadas y que constituyen un espectáculo para los
nen que ver con la realidad. No se trata de CÓII/O son las cosas, sino cómo justifica- Ingleses; que dejan un recuerdo de su pasar por un restaurante en donde comen como
mos nuestro disgusto y desaprecio de dichas cosas y en qué situaciones. Un angoleño ~ ¡ estu vieran en el bosque, comiendo cada uno por ci nco, si n que los camareros die-
inmigrante en España contaba que "A l princi pio, al no saber el idioma, me sentía 111 11 abasto, como si los comensales fu eran incluso a morder a la gente. Este tipo de
diferente. Ahora, sí soy extranjero, pero más que sentirme yo diferente, la gente es 1/1 \'olllportamientos tu vieron incluso consecuencias dipl omi1ticas en una ocasión (1906)
que me trata diferente. Hay Illuchas ideas equivocadas de los negros: si olemos l'lIt re el Alcalde de Milán y el Embajador alc mán, que estaba empapado en un recep-
mucho, si S01110S más potentes.. ,". 'lólI al aire li bre y temía por su sa lud. El e mbajador fra llcés 11 0 dejó de observa r cómo
~'S1 0S alemanes eran violentos, mal educados, provocadorcs continuos de riñ as por
En la medida en que estas clasificaciones sociales están inextricablemente uniclns
a valoraciones, que enfatiza n las diferencias entre el/los grupos favorecidos y los qu ' IIl1da (MUller 2004:66 y 67).
no (Tajfel 1978), se seleccionarán e ignorarán determinada s informaciones de acuer- Los estereotipos generalizan sin atender casos empíri cos indi viduali zados que
do con nuestras preconcepciones y etiquetas, de forma de preservar estos esqllemns pucdan cuestionar o reforzar el valor heurístico de los mi smos ( '1', inl'ra). Todos
categoriales y los valores que las determinan . Oavey ( 1983) afirma que la gente h 'mas oído aquello de que todos los chinos son iguales, Una Illcdi adol'a social cn
selecciona aquello que le parece más relevante en relación a sus valores y expecti vas, ( 'Iltaluña recordaba lo que le decían de niña: "Hay cosas que la gente dicc, que Ilunca
filtrando el resto de posibilidades por los que distinguir. Los estereotipos son siem- nudie demuestra, pero son estereotipos que están en el aire. Yo cuando e mpecé a tra-
pre esquemas evaluati vos hnjar con emigrantes yo sabía que los emigrantes eran violadores, ¿no? Han tenido
Todos los mapas cogll itivo.\', de los que los estereotipos forman parte, son, en últi- que pasar sei s años para que se produ zca una violación con tintes de poderse atribu ir
ma instancia, evaluativos. Una mujer española, emigrante, dueña de una tienda d ' 11 un emigrant e. La excepción ha venido a confirmar la regla que nadie sabe quién la
helados, ofrecía el siguiente pallorama étnico de Montevideo: "Los turcos (sirioliba- lIu hecho pero que ahí estaba, ¿no?". Es más fácil definir identidades que adscribir
neses, armen ios) no tienen contactos con otros grupos; los musulmanes no se abren, t entes concretas a las mismas.
no se integran, son una cOlllunidad cerrada. Trabajan en negocios de ropa. Cogen unON A menudo se fu erzan coherencias con objetivos de simplificación cogniti va,
ladrillos, un techo de hojalata y te construyen un puesto, una tienda. Los judíos SOll emoti va y social en aras de movili zación política o una versión rígida de la variedad
más abiertos con los españoles pero todavía nos echan en cara que les echamos de mpírica. Gracias a cómo se constru yen y recrean, y su funcionali dad expresa de sim-
España. Nosotros vinimos sin un duro pero ellos trajeron dinero. Italianos yespaño plificación, en Occidente, por ejemplo, cuesta pensar en árabes que no sean musul-
les se llevan bien. Pero son orgullosos, saben español pero no quieren perder su ita IImnes, en árabes cristianos, en judíos de piel oscura como los Fellah, en palestinos
liano, te dicen 'un gelato de crema, de chocolato"'. Otro informante cualificado, bucn ''';stianos, en negros con el pelo liso - procedentes de India, por ejem plo-, en brasi-
conocedor y organizador de la trama de asociaciones inmigrantes españolas, allnqu Ic ~os que parecen nórdicos25o , etc.
reconociendo que Uruguay estuvo siempre abierto a todos, distinguía entre los espn De hecho, toda asignac ión de elnicidad es una simplificación, pues como toda
ñoles "mejor aceptados por su honestidad y trabajo duro", los armenios "chapuceros,
'utegoría politética, sus límites son difusos. Como hemos mencionado hablar de
de manejos turbios", y los judíos "patronos crueles" (Ramírez Goicoechea 2002)249.
Rf"lIflo étnico judío es no tener en cuenta toda la variedad del repertorio cultural de las
Los estereotipos refieren muchas veces a forma s de estar en público, de comer, personas encuadradas bajo esta etiqueta; por lo mi smo, las diferentes ex periencias de
beber, sociabilidad connotada mente evaluadas, tal como expusimos en el apartado 4.6, los inmigrantes en distintos lugares de un país introduce diferencias sustanti vas que
Müller (2004), citando varias fuentes, recoge la impresión y los comentarios de unll 'uestionan la oportunidad de englobar a todos bajo la mi sma denominación (di
señora pari sina que, con ocasión de la visita de un grupo de alemanes, los encuentrn Leonardi 1984)251.
ruidosos, vulgares, bebedores, fanfarrones, regateadores en las tiendas y quejosos
que vociferan sobre los altos precios que encuentran en tiendas y lugares de entret
nimiento, También cita una carta de Max Weber comentando su encuentro con lit!
antiguo estudiante alemán y su grupo en Escocia, Después de haberse aclimatado 11 250 Estos ejemplos corresponden a casos empíricos conocidos por la autora, que utili za mos
uquf a modo de ejemplo, sin ampliar más sus implicac iones socioculturales.
las formas discretas, silenciosas, formas de evitación y disciplinas de la mirada, res
25 1 Por ejemplo, los lugares de origen operan, sobre todo desde la identificación nacionali·
puesta s breves y educadas, sólo cuando uno es preguntado, com iendo lo menos posi dnd/Estado, como categorías de adscripción étnica colecti vizante de una muy posible variedad de
Ment es. Así, en España decimos Jos l'IlII/a/IOS, entre los que existen a menudo diferencias que ellos
loismos consideran suficientemente significat ivas a la hora de organi zar sus particiones y prácticas
l'n el mundo. En aquello que nos resulta desconocido o lejano, no solemos distinguir, pero sí con
2<1<) Para act itudes respecto de otras nacionalidades, véase Segman (1982). I vec ino de al lado.
312 ETNICIDAO, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 313
Por su incorporación su bjetiva temprana, C0l110 auto matismos intensamente apro III U' la validez cognitiva de és tos257. Aq uí ya no se trata de un aUl olllllti slllo sino de
. d i · l· .• 252 .
pla os en a socia l zaC lon . ,y por su mantel1lmiento colectivo conti nuo de forma sutil IlIltI interp retac ión, atribu ció n de sentido, un siste ma de referenc ia, un I.: lI l' l po de
pero continua y e ficaz, por med io de d ichos, refranes, proverbios (Velasco 1993), IlI lIocimienro, uns istema clasificator io, convenientemente objetivado sOc! lI lIll r llt c
comentarios ad hoc, chistes, los es tereo tipos no implica n mucho trabajo mental ¡ntcl! ptH' e l grupo, donde se incorpora, contrasta, evalúa, lo percibido.
cional, consci ente y reflexivo. Son un poco cajones de sastre , út iles en la medida el!
A parti r de la perceptocognición evaluada de rasgos fe notípicos, de apari endn n
que suelen ser compartidos y comprendidos en su sig nificado de forma parecida pOI
los interlocutores o interactu antes. lIl' prác ti cas observables, manipu lac ión de objetos, etc., puede hacerse un a primerll
11 lnsilicac ión, casi inmediata, sobre la identidad del otro. Como indica e l di cho.
Esta funcionalidad cog niti va instrumental, en términos de invers ión y eficacia '11rirno intuitu ex facie externa' 258. Estereotipos y clasificaciones se apli can incluso
253
menta l puntual no puede ignorar otra: no se disting ue dond e 110 es relevante. 1\1) situaciones de mera co-presencia. La probabilidad de acerta r depende de la ampli -
Los otros no recaban nu es tra atención colectiva más q ue como aIras, una a ltcri IUd de ma rcos y sistem as de refe renc ia que domine el actor/perceptor y también de
dad definida en bl oq ue, s in distin g uir ni mati zar: por eso va len los estereotipos, !tI profu ndidad de conocimiento que tenga sobre la persona o personas a qu ienes este-
que no nos tomamos trabajo en contrastar en c uanto a s i su mapeo (' mapping' ) Il'otipa. Cuando nu estros jóvenes migran les de segu nda generac ió n vcían a un grupo
sob re lo fenoménico es sufi cienteme nte vá lido e n términos de legitimidad e mpír i d ' personas jugar a pelota en el frontón , la as un ción de que fueran de origen vasco
ca y capacidad descriptiva. Con qu e sean sufici entes en términos cog niti voe mo- f lura una elevada probabilidad de se r cierta, por cuanto qu e la práctica de es te depor·
cionales, interactivos y sociopolít icos, los estereo tipos no se cues ti o narán (aunqu t y el frontón como lugar de sociabil idad está n fuertemente objetivados ell el s iste-
Cf. infra). !HH de rep resentacio nes étni cas como atribuc iones y rasgos de la poblac ió n vasca . Lo
En todo caso, las diferencias personalizadas se rán , en principio, practicadas y l'Olltrario no: no puede afirmarse que qu ien no practique frontón no es de o rigen
254 vnsco. Pero en es te caso, de lo que se trataba era de evaluar una s ituació n/cond ición
represen tadas e n e l contex to ele ot ros marcos y sistemas de referencia distintos al
étn ico. Precisame nt e cuando se ti e ne relación personalizada, es posible hacer di s- 'i 11 0 su co ntraria.
tingui r, mati zar indi vid ua lme nte, s in practicar rep resentaciones ni defini ciones uni .. La ruralidad, como sustrato sobre el que co nstruir estereotipos, está fuerte lllcll te
fo nni zadoras como los que se ap li ca n a lo desconocido o lo infrava lorado. Por eso, IU'I'aigado en el imagina ri o europeo, Nosotros lo detectamos a la hora de pedir a IlU CS-
los est~ reotipos étn icos no sue len decirse o practicarse para el g rupo propio, sa lvo tros jóvenes de Rentería y su comarca, que defin ieran las ca rac terísti cas sociopsico-
excepcIO nes . Sólo cuand o se da cierta reflexividad sobre el propio grupo en e l co n.. lógicas y económicas de las categorías hombre vasco y mujer vasca (Cf. Ra mírcz
tex to de Otros étni cos, como cuando se compara o se cuentan chi stes 255 , o cuand o se (jo icoechea 1991 cap.6). Muchos movim ien tos y revitalizaciones étnicas de fin es del
fuerza la reflexión en un contexto de investigació n256 , entonces es posible auto-eS fe. sig lo XV lII y del XIX, que se vieron excluídos de los proyectos nac ionalestatales,
reOf¡pa~'se -generalmente positi vamente- aplicando recetas a uno mismo y su g rupo 'ompa rtieron y promovieron identificato ri os que para unos eran derogatorios mjen-
co ncebido bajo ta l princi pio ordenador. Enton ces podemos establ ecer contrastes y tras que para otros eran meritori os. Esto oc urrió con la adj etivación de rural en su sen-
excepciones a las genera lidades proporcio nadas por los estereotipos, hasta c uestio .. lido poli sémico de anticivilizado y de prístino y originari o. S ucedió con el caso vasco,
'1escocés y también el alemán, entre otros. Los alemanes del siglo XV III compartie-
1'011 los es tereotipos que el humanismo renacentista católi co elaboró sobre los estu-
252 Los estereotipos pennean las interacciones, los comportam ient os ex presivos, los disc ursos.
dia ntes alemanes en Roma, en forma de rústi cos, brutos, trago nes y com ilo nes, no sin
nuestras ~a l ab~·as.' nuestras in stituc iones, nu estros princi pios ordenadores de re laciones soiciales. reminiscencias de su co ndición de bárbaros que ya fuera manejada durante el impe-
nues.tra Vida dlan~ (van den Berg he 1997). Tipificados y rutin izados, adq uieren una operati vi dad rio civiliza/aria romano (Müller 2004). De hec ho estos es treotipos construidos por
relall va mente autonoma respecto de la ex peri enc ia, como decíamos para las ontologías soc iales, sus vecinos fueron reinterpretados más adelante en la co nstrucción de un a identidad
(e f. aparlado 2.2 y 2.5).
prusiana/a lemana, basada en va lores como la simplicidad, espontaneidad, honestidad,
. 253 In versión mental ya la hubo anteriormente, y mucha: soc iali zac ión , incorporación , objcti .
vac lón , etc. fuerza y salud, sinceridad, sencillez de maneras y de vida, etc., rasgos vinculados a
254 Siempre depcndi endo , obvi amente, de las formas objetivadas de la individualidad en di cho
contex to cultu ral.
255 El humor y el abu so verba l son algunas de las formas ex presivas de los estcreolipos, genc-
ralmente, aunque no exclusivamen te, en e l ámbito pri vado. 257 De hecho los estereotipos se autoperpetúan en cuan to que inhiben e l con tacto intergrupal.
. ~56 Muc.has de las respucstas que obt icne UIl etnógrafo dependen del propio contexto de invcs- La presión ecosoc ial de las objetivac iones y agentes sociales, person ales y co lect ivos, no favore ce
ligaC Ión: los IIlformante~ a veces no han reflcxionado sobre cierta s cosas hasta que e l investigador tn mpoco el cuestiona miento de los estereot ipos.
las preg ~lIlt~. Un clm:o ejemp lo dc l efe cto antrópico. Au nque seguimos mante niendo q ue siempre 258 Tambi én mayor posib il idad de errar. Qué duda cabe de que cuanta menos interacc ión
hay al~lIn IIP? de dI SCurso sobrc la alteridad étni ca, la variac ión etnográfica sobrc la densidad mayor posi bil idad de fa ntas ía contraviniendo la plausibi lidad psico lógica: ¿cuántas veces la ima·
semántica, la Importancia, la di stribución y evidenc ia soc ial del mi smo es e norme. gen sobre los otros incluye rasgos an imales, anómicos, que hablan de su carácter medio hum ano?
314 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MtGRACIONES PROCESO ÉTNtCO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERtENCIAS COMPLEJAS 315
concepcio nes específi cas de lo Hatural y lo agreste. Lo mismo en las mujeres, senci" , verifica y e l posible error no se constata, Así pasa, por ejemplo, cuando alg un as
lIas de atuendo, ornamentos y artifi c io cosmético, primando siempre el contenido IlIlhujadoras dominicanas eran c itadas como neg rilCls - supu estamente africanas- en
sobre la apariencia, Estas identidades adoptaron las imágenes que otras identidades 1111 pueblo de clase media alta en las afueras ele Mad ri d o, al cont rari o, las cabovcr-
construyeron sobre ellos como otros, a la hora de fOIja r su propia identidad en torno ,liulllts eran tomadas por marroquíes. Para la pob lac ión autóctona, no había ninguna
a lo contrario: la racionalidad, la modernid ad, el buen esti lo y las maneras refi nadas IlIl.'iccuenc ia seri a de su equi vocación y ningún interés en comprobar lo acertado o
y delicadas de la italiallidad,frallcesidad, allglicida(f259 La incorporac ión de la rura- Ilu de estas clas ificacio nes.
Iidad y la imagen ideal del campesinado ayudaro n a estas identidades nac ionales 11 Incluso si las situaciones sociales so n de gran de hostilidad, a pocos les importa
constituirse sobre un es pac io semanti zado, como lugar inmemori al de relación con la 1 posible erro r (Davey 1983:49 y 50), mientras convenga como maniobra de dis-
tierra y sus ancestros, un a comunidad más en el sentido de volk que de civita.\'. 1I11l'ci6n o chi vo ex piato ri o de otros males sociales (Cf. 5.4)26J , En estos contextos,
Durante el lll Re ich, Hitler se apoyó en este tipo de nacionalismo étnico, asegurando ¡'I ~ Jl lllbigüedades siempre se res uelven dentro del pro pio marco de re ferenc ia, o
que e l calificativo bárbaro era un hono r para el alemán, que hab laba de su frescura cn
1I1I11\lJ global de identidades y estereotipos,
un mundo en decli vevocablo (Müller 2004:74),
Matices del habla - fonética , semántica, g ramática, ento nació n, pragmática, etc.-
pueden ser elementos para inic iar la operac ión cl as ificatoria, y en e lla, operar CO Il
estereoti pos, Esta información podría añadirse a la visual y dar pie a una reelabora-
ción de la mi sma. Un amigo indio, con una educación tem prana muy británica, fuc
1,2, ¿Qué hay en un nombre?262
confundido po r te léfono como británico, hasta que su interl ocutor preguntó por el
no mbre de mi am igo: entonces supo que era de origen indio. "Pocos días después descubrió que tenia dificultades para recordar
casi todas las cosas del laboratorio, Entonces las marcó con el nombre
De lo mismo pero al contrario se quejaba el cantante de hip hop Frank T, por
respectivo, de modo que le bastaba con leer la inscripción para identifi-
cuya dicción española nadie puede dedu cir su o rigen nac io nal ni la extranjería social carlas", Poco a poco, estudiando las infinitas posibilidades del olvida, se
que se le aplicaría por su color de su piel en un sistema rac ialista: en un taxi , cuando dio cuenta de que p odla llegar un dla en que se reconocieran las cosas por
va a buscar trabajo, todos se sorprenden de que hable un castellano sin acento sien- sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad '" Asl continuaron
do negro. Oyéndole hablar, la gente se forma un a idea; cuando le ven, tienen que viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las
reorgani zar súbidamente su clasifi cación iniciaI 260 . Como cuando nos contaban que palabras, pero que habla de fugarse sin remedio, cuando olvidaran los
a los españoles les ex trañaba ver un senega lés cond uciendo un coche, como si fue ran valores de la letra escrita ",
e lementos de sistemas de objetos y re laciones incompatibles: neg rifud y pobreza Cien años de soledad, Gabriel Garcla M~rquez,
parecen ir de la mano en la España de la inmigración.
Como decíamos an tes, se neces itará poca informació n para confirmar la inferi o-
ridad de un gru po minori zado en un sistema social discriminato ri o, y, por contra, un a
g ran cantidad de info rm ación positi va para la re-evaluación de los atributos de di cho En Experiencias E/l/ohistóricas de la Etniciclad (3,2) hemos citado muchos no m-
g rupo minoritario (Davey 1983:49), lu 's de pueblos, gentes y g rupos, Pero quería dedi car un apartado específi co a los
J'lJlónimos, por todo lo que como producto social incorporan,
El error en el juicio no implica necesariamente una catástrofe, como cuando el
pi loto de un avión yerra las coorde nadas de aterrizaje o el juez condena a cadena per- No vaya refrendar que el/. e/. princip;o era el Verbo, pero sí que, de alg una mane-
petua a un inocente. Si la interacción no requiere mayor precisió n, la clasifi cació n no 111 . el no mbre crea a la cosa, como objeto re- pensab le, comunicable, compartible,
259 Que recoge el di cho "Antes muerta que sencill a". 261 La hi storia está llena de estos casos, como el de las acusaciones de brujería, el caso
260 "Jesús normalmente un de color habla con mucho acento, qué me pasara en la boca, será I),,; yruss, la inculpación dudosa a supuestos responsables de magnicidios, casti gos ejemplares a
por que ll evo mucho ti empo aquí no hay hombres de color que hablen así en España Cómo es p os i ~ hllclllbros de algunas comunid ades, sospechas infund adas de parti cipación en actos de secuest ro o
blc que hab le así un hombre de co lor, si habla mejor qu e yo, Jesús de dónde es Ud ....". (Ke M e IllI violencia.
Pasara N la Boka , CD, 90ki los), Gracias a Nico por la tran scripción. No puedo asegurar el origen 262 Esla aproxi mación que hago al te ma es preliminar y tiene el humilde objetivo de llam ar la
nac ional de este ilustre cantante de Hip Hop. Quizás sea de Guinea Ec uatorial , excolonia es paño ~ IIl!.iIlción sobre algo que nos parece tan cotid iano y ev idente, y conectarlo con el tema general que
la. muchos de cuyos alumnos vinieron en los años 60 y 70 a terminar su educación en España. 1'~lc libro trata. Aunque no he pod ido consultarlo todavía, recomiendo el libro de ed ici6n de
Qui1.:ís sea un ex tranjero de segunda generac ión. (II ndenhom 2006), fruto de un debate organizado en Pembroke Co llege.
316 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES JlI'lOCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJI\S 31 7
rn dichos lugares y espacios. Bretaña viene de Pri/olly, nombre dado a las islas por
(fC!/I(fble (Austin J 963), utilizable. Dar nombre a algo es una forma de distinguirld, I()~; t'cltas de la actual Bretaña francesa, que latinizado se convirtió en Bretaña: de ahí
singularizarlo, sacarlo del anonin"lato y hacerlo presente, vivo, objetivarlo 26J . De nll! /in'lollcs y británicos; de Goule, tierra corrcspondientc a parte del Norte de Francia,
su importancia como forma de objetivación externalizada e incorporada de las idel! 1l'd' llamada por los romanos, vien ga!os:!(\(l. C\)!110 se COllle, qué se come: eskimos, o
tidades. De alguna manera así ocurre con los etnónimos. En estos nombres j¡i¡V ,'(llllcdores de carne cruda, fue el nombre dado a los IlIlfil scglín los indios algonqui~
muchas cosas. En primer lugar, denominación, como acabamos de explicar. hi ni},\', (Southall 1976 cic en Parkin 19R2) Illl:lll.'iulla ¡j!lt'. Ius N/l('r y los Dinka, pueblos
segundo lugar connotación. Esto es lo que más nos interesa. HlkJticos vecinos, son denominados localmcnte coow los N(/(/l/¡ y los .Iieng, rcspec-
Muchos nombres se construyen etnocendradamente, desde la autoreferencialid:j',! ííV;llncnte~ connotando la idea de ol(/c(/Il{e y o{(/('(/(!o, dcrivíldos dl' I(~rlllinos posibles
grupal (Carbonell 2(01) (Cf. aparlado 3.2). Es muy común enconlrarnos con 110111 jlilra persona en los dialectos nilóticos bajo la valoraciún atrihllida a la dominación
bres de grupo que pueden traducirse como el pueblo, /a gente, los hombres, en ¡llli] !Hililar. Otros gentilicios son extensiones de clasil'icaciones lingüísticas hechas por
suerte de atribución de cualidad de humanidad que no se otorga al resto, o por I¡¡ In>, intclectuales europeos como, por ejemplo, !Jallflí o illr!O('lIfO/)('O. También por
menos en el mismo grado. Los Thai de Phraan Muan se refieren a sí mismos (omp dj!('cstralidad putativa, a partir del Antiguo Testamento: pueblos ('(l/l/ilas por Cam,
khon, como los seres humanos (Tambiah 1985); también sucede con los Inuil, conll; pllI'hlos sernifas por Scm, dos de los hijos de Noé. (Ji/(/l/oS son así nomhrados por
se definen los pueblos árticos de Alaska, norte de Canadá y Groenlandia, y que si)} qn~r que venían de Egipto. Quinquis viene de población trashumante qtlc allligll:l"
nifica gente, como los indios pueblo de Nuevo Méjico. BOl/tu quiere decir gel1l('.\' ('o j)l\'.llte vendía quincalla y que, con el tiempo, se contagiaron de la connotación Iwga-·
lengua bantú. Ainu significa humano y es la denominación que se da este grupo Ih ¡¡va que los sedentarios dan a los viajantes. Por Tendeiros se conoce a un grupo lk
ciertas islas pertenecientes en la actualidad a Japón. Se cita como distinción rcspn Í! :1Ill0l1ta11os itinerantes que vendían sus productos en el Sur de Portugal y que. se han
to de aquellos elementos, animales, plantas y objetos que poseen e<~)Jírit[{ di vil/o \ iju(-'dado con dicho nombre y a quienes los gitanos consideran como payos y las aulo~
267
como nombre étnico de grupo frente a otros pueblos. En Java, ser humano es ~,l'¡ i ¡(Imles como gitanos .
javanés, lo que implica un código de conducta qlle incluye etiqueta, control COrpO!i!Í Todas estos nombres no son autoasignados, sino recogidos en fucntes escritas de
y emocional, estética, relación con Dios, alimentación, etc. (/ /(/ 111(/I1em javallt"'!! hirlllas de organización política que han tenido alguna relación generalmentc de domi-
(Geerlz 1973:52-53j2"4 llnci{)IJ con los así nombrados.
En todas estas denominaciones destaca no la alienación concreta individual Si!ll' La capacidad ele nombrar indica poder: sobre sí mismo, o sobrc los dcmás. Los
el extrañamiento genérico de grupos diferentes al propio. L.a denegación de cualid;¡¡í ¡Í!lll1hres incorporan una historia de relaciones sociales, a menudo asimétricas.
humana a los otros, representa la contraparte de estas denominaciones. Por ejcmplll, J ,os Imperios, los Estados, quc en su expansión militar y comercial han incor-
los indios A/gonquino denominaron a los II111i! como Es!(ilno, o devoradores de cml\
porado una gran divcrsidad de poblaciones son grandes artífices de nombres colec-
cruda, como ejemplo de lejanía cultural. En euskera, en!era significa 10 contrario lit' ¡I\'¡)S para gestionar tal diversidad, particionando a las gentes, y distribuyéndolos
cuskera y erdeldlÍn el que no habla la lengua cuskérica. Goy/goyim indica en hehJ\'ll al.,¡nlétricamente en los engranajes dcl Estado, de las milicias, de los oficios, de los
todo aquel que no es judío, lo mismo que Payo para el que no es Roma o Poke/¡r/,!i,c ¡i(' tll~ ric i os.
para elllo que no es Maorí. La expresión 'Tile ~Vest y the Res!' atestigua el modo (eH
que Occidente ha construido su identidad creando un entorno de Otros como cX(-'¡li I.os encuentros, como durante la colonización, también han dacio lugar a la crea-
cos, marcados por su Etnicidad. '. iÚfl de nombres para designar al otro en una relaci6n mutua pero referida a los sis-
Íl'"lll<lS clasificatorios de cada uno. Por ejemplo, en su contacto con los europeos, los
En los etnónimos hay clasificación y descripción, observación y selección dl',..,dl' ';'l\'r/;~i denominaron Belurnbi, una mezcla entre hechiceros y zorros (Kupcr 1973).
distintos dominios experienciales. Por ejemplo, de dónde se viene, qué lugar se h;lhi Pilr;¡ los Swazi, la pign1cntaci6n hlanca cra parte del aspecto general, incluyendo la
la, como cn los topónimos que significan metonímicamente a las gcntes que residl'!l jilP;¡, de los curopeos, recogido en el término Bellllnbi. Por el contrario, para los euro-
rW(lS, el atuendo no-atuendo de los Swazi, que dejaba buena parte del cuerpo al des-
i"lIhierto, fue incorporado al campo semántico ya existente del salv(~je desnudo
26.1 Salvo en un acertijo, que le plantea a Ciüido un alto mando militar nazi, en la pclícul<l di
í/(IIPcr 1973).
Roberto Benigni, La vida es bello: "Si dices mi nombre, desaparezco". ¿,? El silencio.
26·1 En esa medida, hay que pensar que los ri!os de paso no son meras técnicas de agreg;\('j(JI\
ti la comunidad. Estos ritos spm técnicas sociales para la producción de 1l(llivrn', porque inscrih('H
localidad -como socialidad contextual inmediata e interactiva- sobre los sujetos, convir(Íénd()ll'~ \'jl ,'(,h E! proceso inverso también se da: de nombres pueblos -que se imponen y exticndell-- vi(~"
actores pertenecientes a una comunidad siluada (Appadurai. 2000: 179). j¡fH nombres de países: defmneos Francia. de anglos, Inglaterra (Eng!and).
265 Curiosamente Poílora para lo español, quizás como perversión lingüística de E'spoiin/íI ,~(,I Comunicación persona! de Sara Sama.
Referencia de F. Monge.
320 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PI,OCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPIJ.Ii\S 321
dad. Sólo en sus propios lugares de origen yen algunos otros alejados de estos poe1\' De alguna manera volve mos a la ausenc ia de di stin ción - y po r tanto nombre-
res, pueden vo lver a definir los parámetros de su identidad, aC luando desde la posición ~dl rt donde no se estab lecen saJienc ias, pert inencias, evaluac ioncs, s ignificados. más
de Sistema, otra vez más, con SlI S propias maneras y dinámicas internas de establcC\\1 qlle en su sentido alterado: más all á de la fro ntera cst¡ín los que l/O son humanos, 110
relaciones sistema/entorno. hw..: cn esto, no piensan de esta manc ra, 1/0 son de aquí.
He mencionado hasta aq uí la presencia multi modal de nombres étnicas o relu ¿ y los que no se autode nomi nan con un no mbre propio? Los Cayopí, pueblo
cionadas con el las. Termino estas breves consideraciones con lo opuesto: la auscncill n'llí del Xingú, no tie nen denom inac ión pa ra s í mi smos27J , son dcno minados as í por
de nombre para el interl ocutor étnico. nlros grupos. ¿Para qué llamarse a sí mismos si ya sabcn qu iéncs son '! Sólo en el con-
Ya dijimos que no se di sti ngue en lo que no nos importa. no valoramos, no sel! h\x to relacional con otros g ru pos sus nombres adqu irían scntido étn ico. Lo cual no
timos como próximo o simplemente no corresponde a nueSlra misma catego ría 01110 Illliere decir que no tenga n ex periencia grupal ni identidad col ectiva para sí mi smos.
lógh:a. Eso es lo que oc urría con los otros, que para los que se llaman a sí mi slllON 1,11 catego rización es posible s in deno minac ión.
gente, human.os, no tienen nombre propio más que en negativo: los que no SO/'
'gente', personas, g rupo, como nosotros.
La de illllligrallle, con ladas sus conn otaciones sociales y morales peyorati v¡¡l'o ,
sería un ejemplo. Pero tenemos ot ro: los de fuera. Así era n llamados los inmig rant ."
de primera y seg unda generación 270 e n la zo na en que investi ga mos identidad étni clI
en j óvenes (Rentería y su comarca), ex te nsivo a buena parte de l País Vasco tambi ~ll ,
Es ta ex pres ió n re fl eja ba toda la excl usión imag inada y sentida desde la cons
trucció n de la ident idad étni ca vasca, proyecto en que grandes sectores de la poblll
c ió n autóc to na estaban envueltos cuando llegaron los inm igrantes en los años sesclI
ta y setenta de l pasado s iglo, y cuya prese nc ia contribuyó a reavivar.
Los de fuera era una expresión semánticamente densa, q ue condensaba toda 111
ext ranj ería social y cultural posibles271 , remitiendo a límites terr itoria les y morales
supuestamente traspasados por la inmigración. Los inmi grantes no eran ci tados
como espofio/es más que esporád icamen te, sobre todo en térm inos de ident idad
po lítica como so portes de la política centrali sta de los partidos gobern antes del
Estado. El discurso étni co hegemó nico vasquista en el contex to local/autonóm ico
nacio nal de la vida coti diana y sus ex pres iones les denegaba un nombre propio
colectiv0272 A pesar de que todos estos inmig rantes procedieran de Castilla, Casti
lIa-León, Oalicia, Extremadura, Andalucía, etc., cuando aún no había Comu nidades
Autó no mas, no desarro ll aron ninguna identidad étnica propia. Su espofiolidm/
nunca pasó de l reconocimielllo obvio - para ellos- de que pertenecían a un país lIa
mado Espofia, de l que e l País Vasco formaría parte. La partic ipación social, cultu-
ra l, en casas regiona les tampoco pasaba de una socialidad y camaradería basada Cn
el paisanaje.
270 En cuanto a foraneidad soc ial y étnica, esta denominación podía eX lrapo rl arse a esta segun
da generac ión, sin distingui rl a de la primera. No obstan le, como nacida ya en el País Vasco a dife·
rencia de sus padres, para los chicos y ch icas de segunda generación operaban olro seri e de rtl sgo.~
para la continuidad de su alteridad étnica ,: moralid ad , civil idad , escola ridad, estética, etc. (Ram írcl
Go icoechea 1991: cap. 10).
271 Sobre elllificaci61/ de algunos co lectivos, véase Brullet, Pa stor y Belzunegui (2004).
272 Igual que hablar de Estado español y no de España es sustraer al primero de toda posibili-
dad de identidad colectiva nacional. 213 Informac ión de Oscar Ca lav ia. 2005.
322 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 323
,
CAPITULO 5
conomía político de lo Etnicidad
l. Introducción f.O
? Etnicidad y conflicto \1-1 '
2.1. La sociedad como campo de batalla
2.2. Cooperación y conflicto
2.3. Poder otra vez
Etnicidad y estructura soci1 [ \\ 1)
3.1. Estructura social
3.2. Atractividad A. Estructura económica y etnicidad
3.3. Atractividad B. Etnicidad y estructura económica
3.4. Clasificaciones étnicas de la clase socia l
JI. Prácticas e ideologías de la diferencia y la desigualdad . ./
1. Exclusión e inclusión social
4.1 . Crítica de las perspectivas macroeconómicas
de la exclusión social
4. 2. Excluir/incluir
4.3. Del prejuicio al genoc idio. Dinámicas y tematizaciones
de la exclusión
4.4. Repensar inclusión social. Modos de incorporación
5. Prácticas e ideologías de la diferencia y la desigualdad. /'"
11 . Racismo
5.1 . Breve genealogía de las ideas raciales
5.2. Contra las categorías raciales 1: Raza como esencia
5.3. Contra las categorías raciales 11: Raza como categoría
cognitiva
5.4. Contra las categorías rac iales 111 : Polimorfismos humanos,
frecuencias génicas, clinas
5.5. Contra las categorías raciales IV: Inferioridad psíquica,
intelectual y moral
5.6. Orígenes de la Humanidad moderna. Monogenismo
y poligenismo
5.7. A vueltas con el fenotipo . Dimensiones sensibles 1, INTRODUCCIÓN
de la alteridad
5.8. Variaciones en torno al racismo. Contextos sociohistóricos
y políticos "People like me who came 10 England in the 19505 have been there for
5.9. Racismo y Etnicidad centuries: symbolically. we have been there for centuries. I was coming
5.1 0. La tentación vive al lado: sexo, impureza y peligro home. I am the sugar at the bottom of the English cup of tea. I am the sweet
6. Objetivaciones políticas de la identidad y la pertenencia./' tooth, the sugar plantations that rooted generations of English children's
teeth. There are thousands of others beside me that are. you know, the cup
étnicas. Naciones, estados y movimientos sociales
of tea itself. Because they don 't grow it in Lancashire, you know. Not a sin -
6.1. Etnicidad y formas históricas de organización política gle tea plantation exists within the United Kingdom. This is the symbolisa-
6.2. El estado-nación tion of English identity - I mean, what does anybody in the world know
6.3. Fracasos y sombras del proyecto moderno about an English person except that they can't get thtough the day without
de estado-nación a cup of tea ? Where does it come from? Ceylon-Sri Lanka, India. That is the
outside history that is inside the history of the English".
6.4. Gestión, administración y política de la Etnicidad
7. Etnicidad y migraciones (fi/}LO l¡;f<f?..)· Stuart Hall. Old and New Identities; Old and New Ethnicities.
7.1. El fenómeno migratorio
7.2. Una orientación micro-macrológica
7.3. El inmigrante como Otro ¿Cuántas veces hemos reflex ionado lo que hay detrás del Museo del Erm itage,
7.4. Contra la alteridad 1\1\ San Pctersburgo. inserto en cada uno de SlIS tesoros y marav illas? ¿Cuánto expo-
7.5. ¿De qUién estamos hablando? Género, por ejemplo lio y ac umulación de trabajo y valor en cada objeto del British Museum, o en las
~lI ll1des maravillas arq uitectón icas del mundo, bien sea e l Taj Majal , las Pirámides,
7.6. Reconstrucción de espacios de vida
111.< obras hidráulicas, las calzadas romanas o e l Valle de los Caídos en El Escorial
7.7. Aquíy allá: migraciones, retorno y transnacionalismo
(Mndrid)? ¿Cuánta explotación, muelte, enfermedad, pobreza, miseria, injusticia, se
7.8. Segundas generaciones IlIlconden tras estas obras ilustres de los hombres? ¿Cuántas mujeres, niños, ancianos,
, 7.9. Etnicidad e incorporación en la inmigración 1' 11 la trastienda de los logros de esta Humanidad androcentrada, adultocentrada,
1'8. Globalización y re-localización de las identidades colectivas ullt ropocentrada? A estas alturas no hace falta repetir que las relaciones sociales están
8.1. Globalización y mundialización h¡.corporadas en todas las producciones humanas, sin que pueda ser de otra manera.
8.2. Saberes y tecnologías Me sigue gustando el concepto de Economía Política, introducido en el XVIIl ,
8.3. Deslocalización, desterritorialización 1'11 una tradición que inc luye a Adam Smith , Ricardo, Malt hus y, en lo que aq uí nos
8.4. Global, local, g/oca/ "teresa, Karl Marx. Lo que otorga especificidad a esta línea de pensamiento es que
8.5. Identidades conglomeradas, orgánicas, porosas 111 valor de lo económico reside en e l trabajo. Y en e l caso específico marxiano, en
8.6. Márgenes, periferias y otras voces silenciadas que ya no lo Ilue el trabajo, como fuente de l valor económico, está inserto en unas re laciones polí-
11 'IIS estructurales localizadas en e l ám bito de la producción, distri bución y consumo.
son tanto
I!slas relaciones y sus estructuras son fuente de conflicto y disputa y, por tanto, de
8.7. Etnicidad en los tiempos del mundo-todo
I'um bio social.
19. Diferencia, diversidad, desigualdad. ¿Entonces qué?
( 9. 1. El tapiz de las diferencias: crítica al Multiculturalismo Al titular este capítulo así, pretendo seguir, de alguna manera libre, esta orienta-
!'Ión de las relaciones sociales pero incluyendo las dimensio nes representacionales y
9.2. "Como iguales": diferentes pero contentos
caso A. su vez, poder, dominio, distribución de los recursos y medios de produccióll, i'i/l'ián de esta categoría, organizada, gestionada t insliluida desde el propio ámbito
como estructuras sociales interpenetrados y mutuamente atraídas, como sistemas 11 !I!t-nlógico y práctico de su construcción sociohistúrica y política. Por ello cuestio-
como entornos, penetran los sistemas categoriales representacionales y pragmático;., j)i1n~ hasta qué punto su proyecto escncialista y hinlngicista !lO es m;ís que una varian-
Hay muchas clases de poderes y proeesos políticos (Luque, 1996: 12, 13). Esta 1", le de las formas de construir alteridad/identidad, y, por es!) mismo, insistiré en sus
sido la orientación mantenida como marco de referencia y pensamiento en tO(}I'I t':,trcchas conexiones con Etnicidod, como concc,pto y como knólllcno.
nuestro discurso.
El sexto (5.6.) es un clásico, porque no hay texto de Etnicidad que no ¡Hienda a
En este capítulo, el último, vamos a ver los siguientes temas. L!~; objetivaciones políticas de las diferencias y semejanzas construidas a partir dc criH
Primero se habla de conflicto y cooperación (5.2.). A pesar de lo dicho anteriol ICríos étnicos. Se destaca la historia de la construcción del Esfado··nación en Europa
mente,y mantener una perspectiva crítica, no creo que los seres humanos, ni filoge urcidental, la diversidad étnica dentro de la mayoría de los Estados y, sobre todo,
nética, ni etológica, ni ontogenéticamente sean más conflictivos de lo que puedan .'In túmo éstos promueven, gestionan, administran y contabilizan identidades y allerida .
cooperativos. Aunque en este capítulo presto más atención a las relaciones asimétri des étnicas. Debate especialmente actual en la posmodernidad, en relación a inslitu··
cas entre grupos humanos, podríamos equilibrar la balanza seí1alando todos 1m i/ioncs y servicios de bienestar social, se plantea la reconversión de lo cU/fural en cri-
aspectos de la reciprocidad y solidaridad humana, sin caer en la trampa sociobioln h'J'Ío para la desigualdad étnica, tanto negativa como positivamente.
gicista del altruismo interesado. El séptimo (5.7) incluye, por fin, la rúbrica de Inmigración. Según el título de
A continuación (5.3.), como ya hiciera en mi investigación sobre jóvenes en (:,lc libro, parecería que ya tocaría un epígrafe específico sobre las migraciones
Rentería, intento resituar el debate sobre las relaciones entre Etnicidad y Estructur;j humanas. No obstante, en casi todos los capítulos de este trabajo hemos ido inser-
Social, ésta vez desde la epistemología de la complejidad que me permite repenSil! !i1ndo reflexiones y ejemplos sobre migraciones, inmigrantes, emigrantes, y los múl-
dominios de actividad y representación como atraclOres y otros como atraídos. Creu l¡pk~s üngulos desde los que podemos analizarlos en su relación con los procesos de
que esto ayuda a comprender lo étnico no en sus paradojas -no las tiene, son las nucs illlcridad, identidad y Etnicidad. Y sucede, como al que le toca hablar el último, que
tras- sino en sus dinámicas de hegemonías y servidumbres. los demás ya lo han dicho casi todo. Por eso este apartado se concentrará, en algunas
A las prácticas e ideologías de la diferencia y la desigualdad dedico dos partes. lrlkxiones específicas sobre procesos identitarios en contextos migratorios, reco-
Uno (5.4.) sobre cuestiones teóricas y más generales que, no obstante, aportan cv¡ rllendo algunos aspectos no mencionados hasta ahora y ciertas consideraciones a par-
dencias empíricas sobre los modos en que las diferencias se vuelven desigualdadc!" íir de mi propio trabajo de campo, remitiendo al/la lector@ interesad@ a los lugares
En este incluyo una reflexión crítica sobre lo que se entiende por e;rclusión soci{/I dnlldc se ha publicado. He hecho una selección precisa de temas en relación con los
desde una perspectiva teórica e histórica concreta, la de la Modernidad de la cons prnccsos étnicos, sin abarcar todas las dimensiones demográficas, políticas, econó-
trucción elel Estado-nación. Se asocian exclusión e Ínclusión como términos exfre !llicas, personales, que los procesos migratorios implican. El transnacionalismo que
!-¡G cita tiene continuidad en varios epígrafes del apartado siguiente.
mos siempre vinculados y cuyas relaciones son dependientes de las dinámicas y con
textos en los que se dan, y también respecto de una perspectiva siempre localizada. En el octavo apartado (5.8) se aborda el tan traído y l1evado debate sobre la glo-
Seguimos a continuación con distintas formas, grados, intensidades y efectos de la h"lil.ación, los centros hegemónicos de producción de poder, y las formas locales en
multiversidad de los procesos excluyentes. Al final, recogemos el reverso de lo anle 'lile esta se da y de las que se nutre. También los procesos de relocalización y resigni-
rior hablando de inclusión, su pertinencia conceptual y sus posibles sustitutos. nt';!ción de las representaciones y las prácticas, además de una reflexión sobre el lugar
El siguiente apartado (5.5.), está centrado en el Racismo, ámbito de prácticas y categorial y político de los fenómenos étnicos y su análisis teórico en la actualidad.
representaciones de la diferencia y la desigualdad al que he querido singularizar pcro Mi aproximación aquí también es crítica, como ejercicio de autoreflexividad de un
dentro del mismo título genérico que el anterior. Independientemente de que compe proceso del cual también me beneficio, incluyendo la producción de este libro. Todos
ta a muchos otros apartados de este trabajo, he querido subrayar el racismo como "<,,nos hijos e hijas del tiempo y lugar que nos ha tocado vivir.
forma entre específica y común de construcción de alteridad y exclusión, intentando Por último (5.9) intento contribuir modesta y provisionalmente al tan traído y l1e-
abarcar en lo posible, la mayoría de los debates y aristas. No hace falta decir que nll ":Ido debate del Multiculturalismo.
he podido incluir toda la etnografía y bibliografía que me hubiera gustado, quedan Este es uno de los capítulos más densos y variopintos del libro, que empezó con
do buena parte de ella para revisiones futuras. Es imposible dar cuenta completa de Hilos niveles de abstracción y pretende cerrar con descripciones y análisis de lo COJl~
todo lo que se ha dicho y escrito sobre racismo. De los ríos de tinta escritos y dichos ereto cronotópico, en aquel10s niveles locales e históricos donde se produce y recrca
sobre racismo, aquí sólo me dedicaré a resaltar unos cuantos temas clave para su t'lllrccruzadamente lo sociocultural, lo económico, lo político.
Pleistoceno tardío seguramente eran formaciones de pequeñas bandas y aldeas 101 1" " él por su carisma9 , sus logros y por el trato igualitario a los miembros del grupo,
mando parte de una organi zación más amplia compuesta por otras bandas y aldeas rlll! 11 1 IIt iflcado simbólicamente por marcas o rasgos dist intivos freme a otros grupos 10
quien se cooperaría en determin adas condiciones de cri sis, se mantendría la paz y tll lll Peter Boyd (2003) conclu ye que la tendencia humana a la cooperació n o ultra-
defensa común frente a otras tribus y con quien uniría posiblemente ciel1a proximi¡lilll IIlI'ialidad, se explica por la selección grupal de aquellos mellles que tiendan a la
6
lingüística La conformidad se estimu laría mediante la aprobación social y el deseo di "
I'l"'peluación del grupo' 2, junto con los inslil/tos sociales tribales y e l castigo moral
emular a aquellos que reciben prestigio por su conformidad. It 111 no cOl/fo rmidad 13 . La Cultura le hace e l trabajo a la Biología 14
La imagen de grupos organi zados en bandas en permanente guerra y confl icto 1111
parece muy acel1ada en cuanto que los mecanismos de mantenimiento de paz esl 1I
subestimados. La mayoría de las sociedades tri bales mantienen a raya la violenl'lll 9En ta l caso, se tratará de ulla combin ación de los tres tipos ideales de liderazgo y domina-
posible mediante instituciones que cru zan la estructura de parentesco. Desde el pU1I11I ,1 JI que ya dijera Weber: trad icional al nivel inclusivo del Estado, carismático, tanto en cuanto a
de vista darwinista, si a los animales les caracteriza la selección por parentesco, la r 'd 111 Cllbcza visi ble del mi smo como en las relaciones intermedias como las menci nadas, y burocráti -
111. en cuanto a la gobernabi lidad administrati va del Estado.
procidad ~ el altruismo, a lo~ humanos les caracteri za también vín culos con amigos y 10 Véase el interesante co mentario que hacen de la estructura, formación y tácticas de cohe-
desconocidos, que hace pOSible la cooperación a gran escala que se observa en 111. ,1II6n, co mpromi so, camaradería, de distintos ejércitos en la primera guerra mundial, siguiendo otros
sociedades agrícolas y con Estado (Boyd y Richerson 1983)1. La producción maslvlI ¡¡lIlores (Richerson y Boyd 1999). Se trata de formas de remedar socialidad intersubjeti va ps icoló-
de alimentos produjo el advenimiento de organizaciones sociales más complejas ]lllll¡ Hll.:u y cmocionalimente basadas, de igual manera que los pri",ordiafislas aducen para la perviven-
ordenar y coordinar el incremento en los ni veles de cooperación y división del trahll \ In de los gmpos ét nicos en los Estados burocráticos modernos.
1I Según Richard Dawki ns, "'emes son unidades de repl icación cultural que se transmiten
jo, apareciendo las jerarquías sociales, la desigualdad y la coercion. En este contesll. " 'ncracionalmente del mismo modo que los genes, por selección grupal. Para una crít ica de la
histórico y sociopolítico, la cooperación parece tanto voluntaria como obligada. Afi'lllélica, véase Ramírez Coicoechea 2005a.
12 Mencionan los corrosivos efectos del in terés individu al sobre el gmpal (Boye! 2000), como
Esta cooperación con extraños que se observa en formas de organización socl!!1
~ I ~s t e fuera in trínseco a la lIawraleza humana, at rapados C0l110 siguen en la conlÍlHlél oposición
compleja como en el Estado, parece que desafía el principio sociobiológico de I,¡ II/div iduo/sociedad. Pero el interés del individuo no tiene por qué oponerse al del grupo necesaria-
selección por parentesco, e l altruismo y la reciprocidad con éstos&. Según estos alllO Iilente. Los intereses individuales también están sociali zados e incorporados subjeti vamente. En
res, los inslintos sociales fueron seleccionados en e l Pleistoceno en relación a 111 tüdo caso, todo depende de qui én defina lo que es interesante o no en un momento dado. Un suje-
variabilidad ecológica y la necesidad de adaptación a la misma. Pero, qué pasa en '1 tu puede contraponer sus intereses en un momento dado a los del grupo y, sin embargo, saber que
Holoceno, en las sociedades ag rarias de las que deriva mos y cuyo tama ño, difer 11 los de éstos, en el fondo, también le interesan.
13 La conformidad es esti mulada mediante la aprobación social y el deseo de emular a aque-
cias sociales y di visión de l trabajo y req uisitos de subordinación ex igen una nueVII 1Ios que reciben prestigio por su conformidad.
forma de vínculo social? Nuestra dotación instinti va no nos ha preparado, según est¡' 14 Lo cual ha sido cuestionado en muchos casos; prácticas que ponen en riesgo la reproducción de
arg umento, para to lerar la coerción y el poder de instituciones y é lites, en cont ex l O~ In especie y su supervivencia a largo plazo; panicidios, fi licidios, fratricidios, etc., tan comunes en las
de jerarquía y desigualdad social extrema. Ilitorias dinásticas europeas. Sabemos perfectamente que el parentesco es un conjunto de ideas y práct i-
cus sobre las relaciones entre ciel1as personas. Hasta las pmebas de patemidad/matemidad nadie puede
La respuesta está en que las instituciones complejas no desalTollan nuevos illSlill n,:col1ocer a sus hijos genéticamente. ¿Cuántos padres entusiasmados con la patem idad encuentran pare-
lOS sociales (Rich erson y Boyd 1999), sino que las nuevas formas se basan en las an ll cido en su progenie desconociendo que a lo mejor no son su hij@ biológic@? Cuando un león I1l:'Ua a
lus crías de otro macho, ¿cómo sabemos que reconoce que no son suyos? ¿Hay algún tipo de impront ..1
l>crceptosensorial derivada de una experiencia temprana de relación con los mismos Cll3nto acaban de
nacer que pueda excitar alguna respuesta de la ox itocina, la honnona del vínculo? Con esto no quere-
6 Esta caracterizac ión de 'tribu ' la toman de Elman Service, con matizaciones y conscientes d{~ mos decir que haya reconoci miento de patemidad en los mamíferos no primates, pero sí que pueda habcr
la gran variabilidad de contex tos y dimensiones a tener en cuenta en esta definición aproximada. una desidentificación entre un nuevo macho dominante y el producto de uno anterior. Esto sin cntrar cn
7 ~ más bien obediencia a partir del ejercicio de la violencia simbólica y mecánica, adcn ld~ la complejidad de las señales sexuales ausentes durante la lactancia de la hembra y que se acti van elUlll
de los sistemas de illvolllcramienro subjeti vo. do esta tennina. Es difícil comprender todos los mecanismos sensorioperceptuales y neurobiológicos lil'
8 ~egú~ N. ~lías (1989), el proceso civili zatorio se caracteriza por un proceso dinámico d(1 estas relaciones y reconocimientos, pero más di fíci l es creer que el león, y cualquier organislllo pllll 1c1'
mutua IdentificaC ión más allá de los límites nepOlísticos de parentesco y familia. lular, quiera reproduccir sus genes o que haya un mecanismo disparador de dicha 11l0ti vacón.
Estructuras y relac iones toman ex istencia en variada form a, dimensión e inl 'II ~I .11\ loda producción simbólica.
dad de domin ios pragmáticos y representacionales. Estructuras pueden ser ori ginudu La Etnografía ha mostrado cómo otras sociedades no se han organizado en torn o
por diveros principios de ordenación de relaciones. El parentesco y la filiac ión: I1 11 'stc atractor, sino que lo económi co está penetrado de otros principi os como el
acceso a los recursos y medios de producción, su acumulación, distribución y COIl NU Iwrentesco o los sistemas c1asillcatori os. En ese sen tido se ent iende la sepa ra ción de
mo; la organización políti ca y el control de la fuerza, de las instituciones de prodlll hiN esferas económica, polít ica, ideológica, como subsistemas, en las soc iedades
ción y reproducc ión de lo social; la producción y el con trol del saber, incluyendo '" IIlodcrn as (con sus relaciones específic as, sus ciert as lógicas intern as y autonomía
contacto privilegiado con fuerzas consideradas sobrenaturales; las afi liaciones 1"11 I Ilat iva), frente al conglomerado político económico re ligioso en las soc iedades pri-
giosas22 , las étnicas, y el sistema ele cas tas23 . IlIlt ivas a la hora de refl ejar y mantener las relaciones entre las personas y los gru pos
Por tanto, no ha de reducirse el concepto de estructura social al de estructura e l'!! ISnhlins 1976: 2 12).
nómica. En (Ramírez Goicoechea 199 1), estructura social refería a aquellos par(¡IIII' El intenso y continuado trabajo de Pierre Bourdieu ha puesto de manifi esto, a lo
tros sociodemográ licos, sociopo lít icos y socioeconómicos y lo que los sociólogll Inrgo de todos estos años, que la dominación capitalista no sólo se produce en el ámbi-
ent ienden por sociocultu rales -educación, competencia lingüís tica, etc.- que dclj 111 económico sino que se convierte en hegemónica si se expresa y reproduce en el
nían los lugares social es de personas y colectivos, los cuales tienen efectos sobre NH Ill IIbi to de lo cultural. El plano de lo simbólico, del prestigio, del consumo, de la dis-
dependencia y autonomía práctica e ideográfica. li oción, son dimensiones de todo poder y de su ejercicio (Bourdieu y Passeron 1977);
Por tanto, estos principios ordenadores, no son necesari amente excluyentes enl" (lJourdieu 199 1, 1989).
sí, pudie ndo connuir, co-alinearse, contradecirse, o incluso operar independ ien\\'
mente, según variables históricas y contextuales. Muchas veces yo me refi ero a ellll'
como sistelllas de referencia. No siempre están desagregados ni objeti vados COIll"
ordenamientos independientes unos de otros . Pueden operar crossmodalmente, all'II ,2, Atrac tividad, A. Estructura económic a y Etnicidad 25
yendo hacia sus parti ciones y deli neamientos ámbi tos y domi nios que desde nueSll'lIiI
categorías situadas e históri cas de análisis consideraríamos como deli mitadas. En este trabaj o no se da preeminencia a la estructura económica ni a ninguna otra
estructura social, y, sin embargo, el concepto de Economía Política incluye los proce-
Marshall Sahli nis (1976:21 1 y ss.). ya observó cómo el sistema capitalista est(¡ r" n
damentado en el valor de la ac umulación, el beneficio, el trabajo, que penetra todos lo. "os producti vos, de distribución y consumo, junto con sus formas simbolizadas y sim-
ilolizantes, y sus relaciones con sistemas de poder, dominación, hegemonía y conflicto.
dominios de la actividad humana como una referencia simbólica estructurante. En 111
Es claro que la estructu ra económica no se reduce al mercado de trabajo ni a las
I'elaciones de clase y, no obstante, es en eso vamos a concentrar nuestra refl exión en
este breve apartado.
22 El Imperio Otomano utilizó preferentcmente las categorías de musulmán o no-musu l lll~l1 ,
cada uno con muchos subgrupos para estructurar diferencia social. Cada grupo religioso estaba 01'1:111 Las relaciones entre la Etnicidad y el ti po de acti vidad económica, laboral, la
ni zado en un 'mill et' con sus correspondientes derechos civ iles. En Oriente Medio, la identidad mil ocupación, son más complejas que su consideración como variable dependiente del
giosa sigue siendo importante a la hora de estmclUrar las sociedades, asociada, como atractor/atra( proceso productivo. Así lo expresa el análisis de la variación etnográfica e histórica.
da a otros principios estmclUrantes de diferencia. También algunos Estados occidentales cSldll
reorganizando ciertas identidades entorno a la fe religiosa, justificando políticas internac ionales en Históricamente, el acceso a determinadas profesiones ha sido regulado por proce-
tal sen tido, aunque estén intrínsecamente atravesados por otros principios menos espiritu ales. di mientos y adscri pciones exclusivas, a veces heredados de padres a hijos. Los gremios
23 Me resulta imposible en estos momentos prestar más atención a esta peculiar forma dt\
estructurac ión social. Alguna referencia puntual se hará sobre casos específicos en Japón y el Reillil
Unido. El sistema de castas, la construcc ión de un a identidad omnicomprensiva Hindu en India, el!
relación a dicho principio organi zacional pero también en relac ión a las múltiples identidades y 24 Sahlins remarca cómo ellérmino capitalización se ha convertido en una metáfora para IOdo
grupalidades del país, la relación entre ell-linduismo religioso y las castas, etc., son algunos de l o ~ lipo de acumulac ión: histórica, política, simbólica . . .
tan tos caminos que todavía tengo que transitar. La bibliografía clásica inclu iría las bien conociduN 2S Los dos siguientes apartados han de leerse en el contex to del capítulo sobre Etnl cld ad y
obras de Dumon l (1979, 1987) Y Bay ly (1995,1999). complejidad, en concreto, sobre las variadas formas de at ractividad y atracción de la mi sma.
37 Hay que recordar en todo momento que estamos ana li za ndo ni veles particulares de COIll 19 Concepto procedente de Wittgenstein y que ay udó a R. Needham a rormular su concepto
plejidad. Lo que ocurre en uno de ellos no ti ene por qué suceder en otro grado de compl ejidlHI ,ji I'Iflsijicaci611 politética. Cf. apartado 1.3. Se trata, en principio y de forma general , de una co m-
mayor o menor que el anterior, en términos de número de elementos involucrados ¡ntra e intcrsl/'l 111 II si6n común implícita de significados, modos y reglas bás icas.
témicalllente. Como decía Les lie White, la complejidad es una cualidad, no la medida de un tanlll 40 Yoruba en el Oeste, Igbo en el Este, Hausa-Fullani en el Norte,.
ño (c il. en Luqlle 1990:69). ,11 Lo que hizo pensar a A. Cohen (1969) que la Etnicidad podía ser ellenguuje pol ítico para
38 Sobre este caso vo lvemos en el epígrafe siguiente, cuando tratemos de los modos de ineol ,lqucllos grupos en competición, qu e, sin embargo, no se constituye n como unidades políticas 1'0 1'-
poraci6n. lIIulcs.
348 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIG RAC IONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDAD 349
nes realizados en un ámbito de confianza. No hace falta contratos ni leyes, pllt'h ~,llCiales.
Cuando un inmigrante senegalés nos contaba que la gente se quedaba
control social que ejerce el grupo es suficiente. Intercambios, favores, corren pOI ÜUlilllt!O cuando conducía un coche, contestaba "¿,es que por ser negro no puede lIe-
redes con la seguridad de que habrá respeto a las reglas de reciprocidad establcci",.;' >¡,¡¡ !ltl coche?" La imaginería de los locales supone que la situ;¡ción económica del
aunque éstas sean tácitas. hn!lí¡,lyante es precaria, lo que descarta la posibilidad de tener un automúviL
Por tanto, los sistemas representacionales pueden mostrarse relativamente indrc J:s esta reversibilidad no isom6rl'ica, de ulla asociación mctonílllic<¡ a otra Illcta-
pendientes y autónomos a la hora de generar desigualdad. f{¡fic;l, lo que tanto desorienta la mcntalidad popular: ¿,ocupan esos puestos porque
"in ns{, O son así porque ocupan cstos pucstos?
Un ejemplo etnográfico que mencionaremos de nuevo en la parte dedicada ii
inclusión social ITlUestra cómo la movilidad social es consecuencia de la flexibilidad I ,() que ocurre es que la Etnicidad puede f~lgocitm como microctll0l'!10 interno I;¡s
y apertura del mercado de trabajo, pero también de cómo las percepciones soci:t1c"í '\-" ,iHncllcias de clase -y algunos de sus efectos, como la cllltllm de c!a.\'(/u,-" COtllO
la imaginería étnica retrabajan la estructura social y sus segmentaciones. Una illw\ ¿'f('dll de su capacidad de atracción, supeditándolo a sus ordenamientos y estructura··
tigación comparativa muy interesante sobre polacos y marroquíes en el sector (k hJ "hnes a la hora de constituirse en Sistema. De ese modo, las diferencias por clase se
construcción en Barcelona y Madrid mostraba cómo se emplea a los polacos p:lHi dillr'i:'llll, valga la expresión,
mejores trabajos y más cuaJiflcados, porque eran percibidos como población IIt{\', I~n mi investigación sobre las complejas relaciones entre la Estructura social y los
cualificada -y, por tanto, más positivamente-, aunque en realidad no lo fUt't'1iH ",hlcm<lS clasificatorios étnicos en Rentería y su comarca, me di cuenta de que algu-
(Colectivo lOE, 1997). \\H\ l'kmentos de lo que sería una cultura de clase eran reformulados para represen-
L,H lección que podemos sacar de estos a¡;neamientos ('alignments'), tratadll!; j!'ll/practicar clasi1icatoriamcnte a los chicos y chicas hijos de inmigrantes venidos a
como sistemas intcrdcpendientes, cuyas relaciones metafóricas y metonímkiF' LíJ!,kadi entre los años 60 y 70, al hilo de la industrialización de dicha Comunidad.
refuerzan su mutua implicaci6n, es que, de nuevo, lo que se denomina en la Sociolli "/) t'SOS, por las pintas, ya se les ve que no son de aquí" (chica autóctona de 15 años),
gía clásica y actual como estrucflIra social constituye relaciones complejas con ntH)'?; idlriéndose a una estética urbana punk. Y viceversa: "esas son de ikastola -colegio
dominios pragmáticos y representacionales, sin que podamos apoyar una teoría sin) ',-w';¡'o, de gestión privada incorporada ahora a la red pública-, se nota, llevan Levis
pIe sobre la ubicaci6n de las relaciones de dominación. El análisis etnográfico e Ilj:, l\-WplC.roS de marca, caros)" Goven inmigrante de segunda generación, 17 ailos). Ya
tórico es el único que puede iluminarnos sobre la multiversidad de estas reJacio!)\'" HO llperaba el lugar de nacimiento fuera del País Vasco para los padres inmigrantes,
¡ji \111 ruralismo inculto de caseros (habitantes de caseríos) como para los padres
que, no lo olvidemos, son vividos como experiencias holísticas: ¿Cómo puede- (k~;
vincularse la segregación laboral de un senegalés en la agroindustria de invern;Hkrd ij!í!t'il:lonos; ahora todos habían nacido en Euskadi y eran urbanos. Otros eran los sig-
con su condición de inmigrante devaluado étnicamente?42. i¡ilkalltes para construÍr alteridad étnica respecto de la construcción de una identidad
ilt'l'inida como vasca: estilos de viela44 , de ocio, modos de consumo, gustos, estéticas,
jijl'¡:;icas, tipo de escolarización (Ramírez Goicoechea 199 J Cap.9), incluso formas de
,'(iflSUmO alcohólico (Ramírez Goicoechea 1990).
3.4. Clasificaciones étnicas de la clase social La clasificación étnica se apropia, entonces, de efectos clasificatorios producidos
hHjo otros principios de ordenación de relaciones. En Colombia, por ejemplo, los
Hemos visto que, cn una sociedad capitalista la posición estructural en el prol'\'~';H ne,gros lo son por lo que /lO tienen: poder, riqueza, modernidad, blanquidad (Wade
productivo, el tipo de trabajo que uno tiene, el nivel de renta, la cultura de clase, d ¡tN3: p. 63); en RenterÍa, los chicos inmigrantes ele segunda generación se caracte-
estilo de vida, el consumo y prestigio de ello derivado, formas y mecanismos de dh ¡i/llhan tanto por 10 que no tienen como por lo que sí tienen: marginalidad, escasez
tinción, la movilidad social, etc., revierten en muchos casos en las categorizaciot1c' 1'!.'(1tl6mica, anomia social (Ramírez Goicoechea 1994).
étnicas/raciales. El proceso es metonímico: las clases más desülvorecidas están COII'! Un fenómeno muy interesante, derivado de procesos que acabamos de describir y
tituidas por ciertos grupos étnicos (o inmigrantes), que se contagian de la devalual'Íúll qlll' vincula estas líneas con el capítulo dedicado al Racismo (5.5) es el del pasarse por
atribuida a éstas y a los tipos de actividad económica que suelen ocupar. El pn)CI':',l)
también es metafórico: como estos grupos étnicos son carenciales, ocupan estas di!
.!.1 Término no exento de polémica y discusión. Bástcnos aquí para referirnos a tillO de sus
Hldi¡'(u!ores represcntados como tales: tos estilos de vida, los gustos, los consumos, etc.
42 Re.co!lc:cer la p~rmeabilidad de (antos dominios a las relaciones de dominación en nill)!llli
·)·1 Bourdieu (1991) dejó claro que éstos, como compendio de prácticas y representaciones de
momento 1I11p]¡ca elc~vJar la atención hacia la materialidad de estas relaciones, que, por su P;ll lo vida, de consumo de bienes de prestigio (artículos de lujo, ocio, consumo cultural, cte.), de csll'li
tampoco ha de reducIrse al <Ímbito ele lo que hemos distinguido como lo económico, las relacioIH"": ¡';l'¡, de formas de distinguirse, incorporan tanto o más poder que otras formas más explicitas de
a la apar ic ión de l Estado moderno y e l sistema de bienestar social. 1 Indo (Miles 1993 ; Wim mer 1997), e l disc urso y la retó rica de la excl usión social
I tlis para (Lucas, 1992)53,
De esa g uisa, buena parte de la li teratura euroamericana sobre exc lusión soeiilllll
rc lac io na directa y ullicausalmente como consecuencia de las fuerzas socioecon 1111 En todo caso, son demasiados los trabajos los quc, como he mos mencio nado más
cas q ue d istribuyen a poblaciones y grupos en distintos lugares de la estructura sot!tll Iudha, desde un a perspecti va colecti vista y objeti vista. insisten en las estructuras
y la sociedad del bienestar49 : emp leo, educación, residenc ia, movilidad social, bióltl' 1IIIIhicas y econó micas como causantes, ell última illstallcia. de los procesos de
y servicios5o . Subyace a esta perspectiva la idea de actores colecti vos -como SUll llllh 1 d usión social. Es obvio que no va mos a negar la re levan cia de estos facto res en las
individuos- que pelea n y compiten en la arena social, po lítica y eco nómica, ¡llll lI,prcsentaciones y prác ti cas de la desig ualdad en la di stribu ción de hegcmonías,
rec ursos supues tamente escasos51 . El paradig ma implicado es el de l homo oeCOII;I 111I(ler, riq uezas, bienes tar, autonomía perso nal y co lecli va.
micus de la microeconomía neoclásica y del econo mic ismo for malista, basado Contra una visión determi ni sta de la acc ió n, recordamos lo q ue presentamos C Il
ambos en la teoría de la acción racio nal instrumental (Cf. Hec hler 1986). Cf. Apal lll 111 ~ a pítulo 1.3. Los actores sociales so n constructores acti vos dc los par:í mclros y sus
do 1.3) do nde e l comportamiento humano es comprendido fundamentalmente COlt tll I nnd iciones de existencia (Willi s 1990), dentro de límites y constri cc ioncs políticas
competiti vo y adaptalivo. y sociohistóri cas (Ra mírez Goi eoechea 199 1:75- 108) qu e dibuj an un llI apa de aul o-
Un vec tor fund amental para comprender es te proceso excluyellte en partc dll uo mías y dependenc ias desiguales. Las es tructuras se conciben como la posi bilidad
Europa occidenta l moderna es la constru cción históri ca de l Estado-nac ió n (5 .6). ÉSI\> Ilc la agencia (G iddens 1984), siendo el resultado emerge nte de múltiplcs prác ti cas
se consti tuye como unidad políti coadmini strati va basad a en la concesión de de rechu... l\lI manas individuales y colecti vas, intencionales o no, inclu ye ndo sus efectos no pre-
a ciertos colectivos a cambio de deberes de lealtad, subordin ac ión política y mi li l"l vistos. Por su parte, se convierten en un a fo rm a de orden constiWido/colI.\·tituyellte
y ho mogene izac ión cultural. Como parte de sus es trategias po líticas en e l contex to <111 ¡lura la acción (Lave 1988: 177, 17), en una constri cción, entre otras, que enma rca los
la constru cción de l capitali smo y la estructura de c lases en la Europa Modcrlt tl ,\~ccn arios significati va e históricamente posibles para la acció n54 . Las estru cluras
(Bali bar, 199 1), las élites polít icas, económicas y burocráti cas pa rti c ipan acti va m 11 1'I on re-co nstru idas por actores individuales y colecti vas que las prod ucenlreprod ucen
te en la construcció n de un frente exte rior en el concierto internac ional de 011'0" (l)faz de Rad a y Velasco 1996), Como d ijo Marshal Sahlins c ita ndo a Roge r
Estados nac iones y potencias econó mico políticas (Ti ll y 1975). En el frente illlem " , (ia raudy, " El proble ma no es nega r la import ancia capital de la estructgura, del
recrea o tro microent orn o: no sólo de aq uellos ciudadanos pertenecientes a 011'01'1 Illomento del conce pto, sino de no tratarl as de forma abstrancta, de saber en cada
Estados sino, especialmente, de aque llos alienados den tro de sus propios lím it 'N momento remontar, como Marx noS lo enseñó, desde la estruclura a la acti vidad
(Brubaker, 1994; Hammar, 1990) como población marginada y exc luida de di ch(\ hu mana que la enge ndra, suj etar los dos extremos de la cadena, el mo mento de la
proyecto cOll/unitario , desleg itim izada social, mora l y políticamente. estru ctura y el de la libertad, el momento de la necesidad y el mo mento de la acti vi-
Por otro lado, desde una perspecti va más weberi ana 52 , se aduce que cuand o el
estad o de bienestar es tá en cris is y el Es tado deja de proporcionar los bienes y servi·
53 La xenophobia y el rac ismo se entenderían. po r ende, como I ~ reacción ~e aquellos q~~ se
consideran como legítimos benefi ciari os de l poder político y económIco y que Slellten sus pn vil e-
Sios amenazados por aquellos incl uidos en las di versas categor~ zac iones de ~ubalternidad (Cf.
49 Parte de este argume nto puede encontrarse en (Ramírez Goicoechea 2005). (Wimer, 1997). Sin embargo, esta visión de l racismo y la xenofobia como reacc ión espontánea de
50 ef. BOIjas ( 1987); Hollifield (1992); Bh.lI. (1993); H.ghighm ( 1994). lu gente de la que las po líticas mi gratori as serían un refrendo in stit uciona l (C f. Miles, 1993) es bas-
51 Esta noc ió n de escasez es típica de la economía formali sta, que escamotea los orígenes tan te errónea. Agenc ias e in stituc iones po líticas y admin sit rativas del Estado nunca han estado des-
sociopolíti cos de la distribución des igual de los recursos. Se conte mplan los rec ursos co mo per vi nculadas de estas ideologías en la medida en que las promoc ionan y sosti enen directa o indirec-
mantes, defin idos desde el principio co mo fijos y estables e n el entorno exteri or e independ iente de tamente (Rist, 1989), al igual que los medios de comun icación de masas o los propi os partidos
la act ividad Iwmana. Sin embargo, lo c ierto es que la idea de lo que puede ser un rec urso se de fin e polít icos y sus agendas electorales (C r. Tni n hardt, 1 99~.). .. "
y rede fin e co nstante mente , a partir de las acciones humanas sobre y en relación al enlo mo y a s( 54 Alude esta cuest ión al debate estructura/agencia y la di SCUSión sobre el vlllcll lo epi stemo-
mi smas . Desde un punto de visla evollll ivo, véase Lcwontin ( 1983); Brandon y Anlonovics ( 1996): lógico y empírico entre lo macro y lo micro subyace, obviamente a esta discusió n (Giddens 1979;
y Odling-Smce ( 1988). Bourdi clI 1980; Knorr-Cetina y Cicourel 198 1; Alexander, Giesen, Munch y Smelser 1987;
52 La visió n marxista sobre esta cuestión está, de alguna manera, próxima a la teoría webc- Eisenstadt y Helle 1987; Ramírez Goicoechea 1990). Una variedad de concepc.i on~s sobre lo que
riana del social c10sure (traducido como exclusión social), que, no obstante, incluye también aspec- son las estructuras, ade más del estatus ontológico del orden y la sobredetermlllaclón: estructura
tos de poder político y eSlatllS, en la manera parti cldar en que Weber prestaba atención a los valo- como el resultado de las propiedades emergentes de las prácticas sociales (Harré 198 1), como ag re-
res y las ideas. Para una ree laboraci6n y e l intento de establecer una tipología a panir de princi pios gación de microepi sodios (Collins 1987), como e l resultado de la acción de acto res colecti vos
de exc lu sión diversos y sus diferentes modos de articul ación, véase MlIrphy (1984, 1986 Y 1988). (Callon 198 1) o como e l IOCHS del discurso ritual y el orden social como contraparte a lo que ocu-
Grac ias a Asunción Merino por observaciones interesantes sobre este tema. rren en la vida o rd inaria (B loch 1977).
Muchas veces se ha dicho que se excluye hacia fuera y se incluye hacia e/emm. dl\nni ti vamente.
Desde una epistemología autopoiética esto sería aceptable en cuanto al es tabl ecimicll llano, al hablar de excl usión/inclusión hay quc mantencr continuament c una
to de un cerramiento operacional que establece bordes y un espacio interior, s i empl ~1 1, 16n local y temporal, do nde se ges tan los procesos soc ia les ¡¡ nive l de superfi c ic ,
y cuando entendamos bien la din amicidad, densidad variable, estru ctural/situaciolllll Ih\ IlIs interacciones, intercambios y relaciones cotidi anas, dOlll6s ti cils. ruti llari as, y
de estos límites. Mark Johnson ( 1987) ha señalado que la experi encia sensorio/pel IU lllbién de profundidad, donde se crean las estructuras de las relacioncs soci ales.
cepto-conceptual de e/emro(fuera puede operar crosmodalmente como esquema de 1", PIllO sin menoscabo del contex to global , macrológico y/o de atrncti vid!ld de otros
relaciones grupales (CI'. infra)60. Itltlcesos sistémicos, otros grupos y poblaciones en el escenario de las delllil ndas y
¿Pero qué es eso de la exclusión/inclusión social? ¿Qué, a qui én, cómo, cuando, III~ rcconocimientos. Hay que defi nir la temporalidad y los cscenari os CIl donde se
dónde, por qué se incluye o excl uye? Además, ¿en qu é sentido un suj eto, individulIl IIt"wrrollan , la historia de las relaciones intra e intergrupal es, la cronotop ia de 111 di s-
o colectivo se/le excl uyeli ncluye? ¿ En el flujo de bienes y servi cios de un a fOrl11 11 Id hu ció n de l poder y de la producción y reproducción, desde dónde y c",l nd o habla·
ción social concreta? ¿En un e idos de clasi fi caciones y perceptoconce pciones d,,1 IIlt IS, cómo ha ido estru cturándose el mapa de atractores y su perlinencia y di vcrsi-
mundo y de la sociedad ? ¿En un et hos de sistemas normativos y de valor? ¿En algll ¡hl(l atraccional , los procesos de reconocimiento y compartición, los de di scnso y
nos? ¿En todos? I lI nflicto, los ámbitos y domi nios del ejercic io y representac ión de es tos procesos. los
"","HeS personales y colecti vos, los suj etos y objetos de las exclusiones e inc lu sio-
Hay que decir, en primer lugar, que se trata de un proceso, una dinámica, qUl'
III ..~, ctc. También las mediaciones y zonas intermedias y difu sas, a veces amb iguas,
puede objetivarse en determinadas prácticas instrumentales y expresivas, en discll l'
11veces indefi nidas, terrenos de nadie, incluso escamoteadas a su localización.
sos, en emblemas y usos rituales, normas, leyes, instituciones de control y vigilanciu,
discursos, propaganda, etc . como si fuera evidente y no un producto construid o polI Quinto, relaciones sistemas/entornos, modos, gramáticas (Bauman 2004), de
ti camente (a partir de dinámicas propias de la contrucción de lo social). Por eso, I'Kcluirlincluir deri va n de las complejas y multi fo rmes maneras de construir identi -
deberíamos hablar más del proceso de excluir/inclu ir, como forma de la acción qll\1 ¡hu l/a lte ·'dad _poder, conflicto/cooperación, igualdad/des igualdad en distintos con-
produce determinados resultados o efectos, más o menos perman entes - nun ca dell h'x tQs cWllotópiGos. Recursivamente, estas formas/contenidos de exclus ión/incl usión
todo-, más o menos objetivados: exclusión/inclusión. I lltll ribuY$11 a la constante defini ción, redefinición, reconstrucción y objetivación
Segundo, como venimos diciendo, se trata de una construcción asimétrica, pOI " " ial de lo que se piensa/siente/habla/practica que es alterid adlidentidad en un
cuanto que sedestar excluido/ incl uido, excluirselincluirse, no sólo depende del qll,' IIlomento y lugar sociohistórico y cultural concreto. Recordemos que, como cual-
propone, si no del que dispone. Es decir, implica siempre un ejerci cio político a pal tlt,;er otro proceso social, la exclusió n no es ontológieamente previa a las prácticas y
tir de la distribución soc ial de recursos, sistemas de verdad y legitimidades morales , It'j)rcsentaciones por las que toma su existencia, ámbitos todos de negociación y tra-
sancionado y objeti vado por centros de dominio y hegemonía material-simbólica. 1,11 htUo cultural , de objetivación social varia .
exclusión puede ser impuesta de forma violenta. Pero como ocurre con todo proceslI Sexto, la exclusió n social puede constituise sobre cualquier dominio seleccio-
social, impli ca y ex ige cierto grado de reconocimiento y aquiescencia, que puede se! IIl1do/cread%bjetivado/ex perimentado de la alteridad: género, edad, cJeencias y
obtenido mediante la incorporación inconsciente en la socialización en forma dl\ 111(¡cticas ..!!ligiosas, estatu s civicosocial y/o jurídico, act ividad producti va, estrato
esquemas y habitus, med ian te procedimientos públicos de persuasión y propagandu, HociaL(clase social , casta), ideolooía olítica, etni cidad , diferencias fenotípicas, etc 61
o por medio de negociaciones asimétricas. Séptimo, los procesos excluye ntesli ncl uyentes pueden ser momentáneos, cir-
Tercero, procesos y dinámicas incl usivas no descartan , a grados disím iles d{' \ ' lIn s tan ~ia l es, cíclicos, emergentes, dis/continuos, etc. La excl usiónlinclusión soc ial
complej idad , procesos y dinámicas exclu yentes. Y lo mismo pe ro al revés. Incluso ti 110 se formu la necesariamente en término de oposiciones, a pesar de las contradic-
\'Iolles sociales. Categorías excluyentes en ciertos dom inios conviven con interme-
60 Esto es posible selecrivamellle, es decir, en cua nto a los dominios sobre los qu e opere ero/l
Illodalmente y también en cuanto al grado de su atractividad para otros procesos. Las metáfOI/I't 61 Ba sta echar un vistazo a nuest ra posmodernidad de hu esos, tendones y ta ll as 36/38 . Nadie
que utili zamos, como atrae/ores, varían soc ioculturahnente y también en el grado de sislenmlid IIHiere ser discriminada ni rechazada por gorda. Concursos de bell eza, desfiles de moda, im<Ígcnes
dad, integración y coherencia que puedan desarroll ar en di chos contex tos socioculturales e hi st6rl y di sc ursos de los mass media y la sociedad de consumo, nos obligan a reparar en el peso. En la
cos (Holland y Qu inn 1987; Bruner 1996). IUlcicdad de la abu ndancia pagamos por comer y después por adelgazar.
--
ajenas.
La exclusión, como actitud y práctica de excluir, es un proceso social doblemen-
l ' ubicado: en las relaciones colectivas y en las personas. En el primer caso, es nece-
slI rio gue se de un proceso de objetivación y comunicac ión, de fo rma_@e se crea un
kurdos62 perseguidos en Tur uía y en el Irak de Sadam Hussein , judíos masacracl()~
significado más o menos público -siempre polisémico en algún grado-, como inter-
';;;'1 holocausto, palestinos subyugados en Israel. Nadie se hubiera imaginado qlll'
subjetividad compartida, que puede llegar a institucionalizarse de diversas formas y
los horrores del nazismo se repitieran, a su modo, en las dictaduras del Cono SIII
~O ll grados de estructuración y flexibilidad variables. Estas representac iones y prác-
Americano: Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay. Marroquíes contra subsaharill
licas semantizadas de excl usión - desde e l prejuicio hasta el genocidio- son reapro-
nos, sudaneses islámicos contra sudaneses an imista s. O cómo los turcos masacl'll
piadas subjetivamente por las personas en sus relaciones sociales, porque éstas se
ron a los armenios durante la 1 Guerra Mundial y años posteriores. Chíes y sun r 's
~on stituyen en tal mundo de significaciones.
en plena guerra civi l en el Irak invadido. La reivindicación de identidades definid nN
como periféricas, o la constitución de nuevos Estados sobre la homogeneidad O 111
selección étnica durante la descolonización, tampoco garantizan sus proyecloN
63 Reversiblemente, estos ejercicios del poder re-configuran las ex periencias de las gentcs cn
sus propios términos, bajo su mi sma lógica exclu yente, entrando en un CÍrculo vicioso qu e s610 el
unálisis crítico, la voluntad política y el co mpromiso pueden romper.
62 Grupo étnico desterritoriali zado en el reparto que las potencias europeas hi cieron del 64 Con independencia de que ésta pueda apuntalar y objetivar aquella en específicos dominloN
Oriente Medio a partir del derrumbamien to del Imperio Otomano. de actividad y relación.
(Colllll1onwealth's Post War Migration Scheme), de 1950, por el que se deban lOO libras a cad<l
familia que emigrara.
79 Sobre lodo por un falso pudor de lo po/[ticamellfe correcto para 110 ser tildado de racistll, ¡W Parece ser que la palabra viene de el campo ghefo, donde los venecianos enfriaban la ganga
Nos viene a la memoria la exculpación de un famoso actor de televisión de origen aúoamericano residual de ulla fundación de hierro.
acusado de haber asesinado a su esposa, y también de un bailaor español gitano que arrolló a UIl Sl A la Hermandad de los Caballeros de Orange, que celebra tradicionalmente la conquista de
joven causlindole la muerte y que, después de una continua lucha por parte de la madre del atrope Irlanda por Guillermo ele Orange haciendo un recorrido por una zona católica, se les ha obligado ;¡
liado ha sido por fin condenado en firme. reformar el recorrido, con no pocos conflictos.
e l discurso político. Verena Stolke (1995) lo cita como f Ul1damentalislIlo cultural. Sil Especial mención merecen las prácticns y creencias rcli~iusa s que, como
ubicuidad en la sociedad actual, los media, el discurso popular y político es un heeh" ¡,¡hl\, están atravesadas y son at ríac1a s por ot ros domini os soc ioc ultural es y políti -
(Hannerz 1996). Parece que el otro cultural está operando como un marco para del! n"l, lo cual no impide su propi a autonomía en momcntos y casos co ncretos y, sobre
nir el contacto entre inmigrantes y nacionales en la sociedad occidemal (Cf. ikllo IIlI tO. su capacidad de convert irse, ell as mi smas en un mOlllento dado. CIl prillcipi os
1999; Bauman 199 1), en el ámbito administrativo de las prebendas del Estado soellll lud 'nadores, atractores, de la cs tructura soc ial. Todas las reli giones CO Il institucio-
benefactor y de sus políticas migratorias, como consecuencia también del papel tll' Ih\~ formales de vigilancia, dogma, ort odoxia, sc constitu yen ell sistcmus que dcmar-
los antr2Pólogos sociales y sus discursos sobre la di ter.eL1Qa.sQcial (Melhu us 199 1)) I lIulirmemente espacios de excl usión/ inclusión, en la medida CIl que son cs tos Ifmi -
Esto no quiere decir que lo que se denomina diferencias culturales y que yo enl ell 11'" objeti vados sobre las que gira su propi a autoreproducc iÓn. La persecución
dería como modos específicos de construcción y objetivación de re laciones, práell ti IIgiosa de los cri stianos en el Imperio Romano - por poner UIl O de los Illuchos
cas, representaciones y significados, no tengan efectos diversos en cuanto a estral t' 1I "'p los posibles-, los judíos y árabes en España, los hugo notes cn Franc ia, hasta
gias de movilidad social o de objetivos políticoeconómicos, en la reconstrucción tll' 11 progresivo estrang ul amiento de los cri sti anos en Palestina, Libia y Eg ipt o, las
un mundo de ideas y prác ticas en el nuevo contexto inmigratori o, etc. Los recursoM lluevas cru zadas apocalípticas de Occidente contra el I slam , elc., son algunas de las
propios, su desarrollo, re-creación, etc., pueden ser importantes en la forma en CJUl' IlIrmas empíricas en que la exclusión social se manifiesta de forma violent a en el
ciertos grupos reorientan posibles situaciones de explotación/opresión/discrimi nll 1 illh ito religioso, también porque éste incorpora otros dominios loca les dc eslar en
ción . Es lo que Eriksen (199 1) recuerda a aquellos que no tienen en cuenta más CJIII' ,'1 mundo.
aspectos macroeconómicos y políticos: las formas de organización, solidaridad, imll Estas prácticas y representaciones involucran, muchas veces, como hemos I1lcn-
ginería, valores y costumbres de determinados grupos pueden ser movilizados a lu donado repetidas veces, una dinámica compleja con procesos de desigualdad socie-
hora de orientar sus relaciones en nuevos entornos. l'Oll6mica y política important es, en donde exclusiones en un ámbito son congrucn-
De lo que se trata es de no atribuir efectos unilineales, mecánicos e indepell I 's con las de otro/s dominios, de modo que, puedan establecerse d iferentcs
dientes desde una perspecti va simplista y simplificadora (Modood 1992). Porque IItI IlIomentos de atracción entre unos y otros, dando pie a diversos discursos populares.
serían los factores culturales per se los que explicaríalLcuestiones de exclusión O Va rias veces he mos puesto el ejemplo de la discriminación tradicional de los católi-
inclusión sino cómo éstos operan como elementos de la práctica y la clasifica 'os en Irlanda del Norte, cuyos derec hos políticos no equi valían a los de los protes-
c ión/representación en determinados contextos con agencias, dinámicas, flujos y ¡Ilntes, tenían los peores puestos y eran los peor pagados. con una mayor incidencia
atractores diversos. dc desempleo y más casos de discriminación en el acceso al empleo, en Belfast, por
Motivos para la exclusión y la discriminación que afectan a las tradiciones cultu· ejcmplo como Burton (I978) ha demostrado. De este modo, se nos aparece un con-
rales de los grupos que estos consideran y otros les reconocen como propias, han sido Ilicto muy lejos de ser simplemente religioso: tiene una fundamental base política
la lengua, las prácticas y creencias religiosas, las formas del vestir y la apariencia, d ' nacionalista entre la reunificación con Irlanda que propone un sector o seguir esLan-
enseñar, de comer, de curar, de divertirse, de relacionarse, de rituali zar, de casarse, dI,; do unidos a la Corona Británica. En consonancia con la monopolización de la fuerza
(Ejército y la temida Royal Union Constabulary ahora ya ex tinta) y el control eco-
reconocer a los parientes, Labúes, valores, etc. La historia eSLá llena de prohibiciones a
nómico e institucional, aparece una minoría social dominada y excluida desde di s-
eSLe respecto. Des pués de nuestra Guerra Civil se prohibió hablar euskera y catalán en
lintos ámbitos prag máticos y representacionales 82 Esto no impide que, en otros con-
público. Lenguas minorizadas pueden responder a políticas lingüísticas más soterra-
tcx tos, las dinámicas de la toleranci a y el prejuicio operen sólo en algunos dominios
das, y a largo plazo. Los patois han sido cada vez más reducidos gracias a las norma-
de la vida social , permitiendo la convivenci a fluída -en términos de soc iabilidad,
lizaciones lingüísticas operadas desde instituciones como las Academias de la Lengua.
rcciproc idad, etc.- en muchos otros. Como señala un estudio sobre la Irlanda rural
en relación a la constlUcción del Estado en la Modernidad europea sobre sobre una cul·
(Harris 1986), pueden producirse intercambios cercanos y am istosos entre las unida-
tura, una lengua, un territorio, un pueblo.
Vestimentas, adornos, estéticas de grupos dominados han podido ser prohibidos
casi de golpe, como sucedió con el atuendo tradicional morisco en la España de los
82 Qué duda cabe de que las conversaciones de pa z y los acuerdos alcanzados en estos últimos
Reyes Católicos de 1508, o en la Rusia de Stalin con grupos étnicos minorizados y años han comenzado a quebrar esta tendencia histórica. Ahora son los protestantes. o mejor dicho
desterrados. O con el tarta n escocés después de la denota de las tropas jacobinas por la comunidad filobrilánica los que comi enzan a quej arse de la discriminación positiva para con los
el Duque de Cumberland en Culloden (1745). El rechazo, la burla, a los modos tra- irlandeses católi cos de Ulster.
seguirse en los museos de historia de muchas ciudadades canadienses. Sus 1'0111 111 IIrlls y discipli nas del cuerp085 Ahora bien , entre siete y diez años se produce una
de demonizació n de l 011'0 religios0 84 , las escuelas religiosas c uya misión es
mllllll 1IIIIduración neuro lógiea (Gibson 1991) croscu ltu ralmente refrendada (S uper 198 1)
ner y reproducir la comunidad, las procesiones y visibilidad pública de la cOlIlIII \111 ' permite al ni ño comprender e integrar reflexiva mente el mapa social de estatus,
gación, los discursos y prácticas para el mantenimiento a ultran za de la ortod ll ~ 1 1I 1111's y jerarquías sociales, comportándose en público de acuerdo a él, siendo cons-
llama n la atención por su grado de furor y resistencia, como comunidad acos[1(11I \ r!Ulltes de las obligaciones y privilegios implicados en la relación fi li al con sus padres,
rodeada por influencias de modernización malignas en lucha sin tregua parll "" 11<1 como sujetos morales responsables en tal sentid086 También a esa edad se apren-
supervivencia religiosa, cu ltural y política. Lo mismo podemos decir del exclusivl, 1Il' 11 re-representar los límites sociales entre lo puro y lo impuro. Es entonces cuando
mo reli gioso de colonos ingleses, alemanes y holandeses en América del No rte, t'lI los niños com ienzan a ser reconocidos como miembros del mundo moral y jerárqui co
contra de cualquier fo rma de heterodoxia, hasta el punto de pretender parar e l tic!!1 d ' su sociedad, entrando de pleno en las relaciones exclusivas del parentesco, sus fo r-
po, estar fuera de él para mante ner su fo rma tradicio nal de vida. Tal es el caso de 1m III11S, normas y obligado cumplimientos7 . Las relaciones previas se interrumpen brús-
Amish, que a todos nos sorprende, entre el rechazo y el encanto, en una suel'l ' tI! \'Il mente a favo r de formas públicas institucionali zadas de relacionalidad 88 .
gramática orientalizante. El sistema de castas también establece situac iones de denegación de una identi-
La denegación de una identidad normalizada, como forma del reconocimielllll tille! normalizada, basada en la categoría de lo impuro. En el sistema de castas -ya
de una existencia social apmpiada -así definida política, moral y jurídicamen te- , t" IIbo lido por ley pero socialmente operativo todavía- de la India meridional, además
otro-modo en que la discriminación puede encarnarse. 1):aemos al respecto dos eu " tic Sri Lanka, hay varias deno minaciones para los intocables: bhal1gi, paria/¡, dalil,
tiones: la primera en relació n a los intacables; la segunda respec to a la esclavitud.
Prejuic ios y discrimi nación -sus modos de penetración en las prác ticas intera '11
vas- se organi za n también en torno a nociones objetivadas de pureza y peligro, 1'11 85 Como nos decía un cumcrunés afincado en un pueblo de la sierra madri leila, los españoles
el sent ido que les dio Mary Douglas [Douglas, 199 1( 1966). Categorizar a otro () 11 110 acaban de e ntender la importancia que tiene para una africa no la mediación física, el contacto
otros como humanos inferiores o incluso denegarles esta cualidad, como hemos visHI corporal, la exhibi ción de l afecto por medio de la prox im idad física y el tacto, la costlllllbre de
en el 4.2. Experiencias históricas y etnográficas de la Etnicidad, es un fe nómcllII coger los alimcntos con las manos, o la de sentarse en el suelo, la neces idad que tenían de ex peri-
mentar físicamente el mundo que les rodea e interactuar COIl él sin la mediación de artefactos o ins-
bastante frecuente en algu nas comunidades, que constru ye n identidad/grupali(hlll
\rumentos: "Nosotros necesitamos sem ir la tierra, tocar las cosas".
etnocen tradamente. Hay infin idad de datos etnográficos sobre personas, colecti vos, 86 Es sobre esta edad cuando los niños son capaces de tener creencias contraintuiti vas.
situaciones, considerados impuros y, por tanto, peligrosos. En uno de los casos anll 'hri st ina Toren (1990) lo ha explicado muy bien en el caso de los niños en Fij i, respecto tanto de
lizados a lo largo de estas páginas, encontramos que los Guaymi, amerindios dI' sus creencias en seres espi rituales como en la estructura jerarquica de la sociedad de adultos.
Costa Rica, son considerados los últimos de la jerarquía étnica: primero blancos, 87 Sabemos que Esca rlata O' Hara (Lo qlle el vie1llo se llevó) quería a su Ilanny ncgra, pero no
se confund ía e ntre sus emociones y el reconocimiento de sus relaciones de fi li ac ión, objetivados
como legítimos y apropiados. Los hijos de los británicos c n India podían vinc ularse emocional-
mente con sus cuidadores y con los criados, y tener unos pad res afectiva e interactiva mente distan -
tes que, no por eso dejaban de ser reconocidos en ta l papel social. A ciert a edad, un un iverso rela-
83 Como ocurría en algunos pueblos bosn ios antes de la guerra (Bringa 1995) o en el TIÍTIl!1 ciona l se imponía sobre el otro.
prebélico a la Guerra de los Seis Días, ejem plos en los que hemos in sist ido en varios lugares. 88 Como e n muchos otros contextos cu lturales en los que los hijos varones son cnculturados
84 Que obviamente no se reduce al campo de las prácticcas y las crcenc ias sino a otras fonmhi en un contexto fe menino hasta que so n segregados e introduc idos en el ámb ito y los agentes de 111
de vivir la vida y orga ni zar sentido. masculinidad, con quienes aprenderá el rol de género que le corres ponde en dicho medio.
ti ca identitaria oficial sin tener en cuen ta diferencias in ternas de cada grupo, fue disímil. En el caso
indio, a pesar de haber sufrido di scrim inac ión ya desde el siglo X IX , su suerte fue más fa vorable
en la epoca del aparrheid. Cf. Hart (2000).
97 Ajo r' 102 Cerca de un millón y medio de personas fueron removidas de sus lu gares de rcside" 'il!
ou na, re,erene,", son Degler ( t 971 ); Kolchín (t 986); Fíetds (t 990)' Berlín (t 998)'
Goldenberg (2003). ' . en' re t950 y 1985.
103 Lebowa, Bophuthatswana, Ciskei, Kangwane, Qwaqwa, Gazanku lu, KwaZulu , Tnlllsk '1.
. 98 No ?b~lante, t.a~to en l~ Andalu cía ára be y lIlusulmana como en los reinos visigodos, j udíos,
KwaNdebele, Venda. Fueron rein tegrados al resto de Sudáfrica y el apartheid abolido cn !lNfI , 'ljII
*abes y cn slJ~nos vIvIeron dIversos momentos de lolefancia y coexistencia cuhural como en el
la victoria del African Natiollal Congress, el partido de proyecto II/lIltirracial (I-Iali si 1997) Iidclll
. ole~o de los .Sl gl~s VI ,.VII y X III, ,del m~sll1o modo que árabes asentados en Pamplona mantenía n do por Nelson Mandela (Louw 2004).
lelaclOnes de II1telcamblo y comerCIO paC ifico con los reinos visigodos del Norte de la Península.
104 Algunos lo citan más bien como una proletarizaciófI racial. Cf. Hali si (11)<)7).
las que un grupo se auloconslituye en comunidad -con más o menos solidaridad gru des, la usurpación de sus ti erras por parte de colonos. compañías multinacionales, el expolio del
hrtbitat por parte de las madereras con intereses internacionales y locales bien establecidas en las
pru- , con con sec~en c i '!:l lsicosoc ia les y colect ivas a largo pl azo. La bulgari zación redes políticas y con la colaboración de algunas insti tuciones religiosas.
fo;zosa de los turcos, o la rus ificación de es to ni os, lituanos y letones, la españolizn. J08 La historiografía visual del genocidio indio en América por pa rte princ ipalmente de colo-
Clan de vascos y ca ta lanes durante el Franqu ismo, la ceguera centralista fra ncesu IIOS angloeuropeos, está bi en arraigada en ciertas generaciones que crec imos con las películas de
hacia las reivindicacion es corsas o bre tonas, etc. han sido lentos procesos hi stóri cos indios y vaqueros. Vio lencia física, eliminac ión progresiva de bi sotHes como principal fuente de
para borrar del mapa - muchas veces del Estado nac ional- las diferencias colectivas alimentación, expropiación de tierras y lugares sagrados, engaños y traiciones, alcoholización , y
no toleradas. desprecio a su dignidad y orgullo colectivo, dejaron diezmados a los indios de las grandes prade-
ras que acabaron como rarezas exóticas en las reservas.
Et nocidio se ha reservado pa ra la destrucción de las señas de identidad -cual cs. 109 Todavía hoy algunos reclaman qu e el Re ino Unido reconozca como genocidio su no
int erve nción durante la plaga de la patata , alimento esencial de la dieta irl andesa. por lo qu e se
qui era qüe éstas sean y sin d isc uti r su sig nificado aquí- de ciertos colecti vos'L ge no
perdió una gran ca ntidad de población, no ya sólo por la emigración, sino por los efectos 11
largo plazo de la hambruna. En el fondo , ningún desastre natural lo es. La s posibilidades de
sobrevivir a una enfermedad, a una catástrofe, dependen de estados de cosas que, en última ins-
ta ncia, son generadas por los humanos. Terre motos, inundaciones, epidemias, et c.• siempre se
. 105 A pesar de que ni la ONU ni la mayoría de la comunidad internacional aprobaran públicn cobran más víctimas en los paíse s y los sectores má s humildes. La presencia ex clu siva dc
y d I P.loll1át l ca men t~ esta~ prácticas ni reconocieran forma lmente estos Home/and no se rompi eroll población negra que todos vimos en el te levisor deambulando por Nueva Orl eans des pu és dc
relaCIOnes econónucas llJ comerciales con Sudáfrica ni siquiera duran te la époea de sanciones. haber sido devastada por el huracán Katrina, se debía a que, mi entras otros te nían lugares y
106 Olfa cosa es la re-representación dramatizada de la violencia, como sucede en ciertos ritu a- medios para aban don ar la ciu dad y bu scar refugio, éstos eran los pobres de la ti erra , desahu-
les y escenificaciones. _ ciados de todo.
376 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDAD 377
todos sus bienes. Auschwitz, s610 para mayores de 15 años, Mathausen, son IllUNI'1I 1111 11 qué hacer con la fuerza del malestar co lecti vo co n tal de que 110 rev iert a sobre
de l ho rror que pocos imaginaron pudiera suceder l JO. I poder institucionali zado l14 . Se da un proceso múltipl e; e l poder concentrado entra
No fueron sólo los judíos los únicos que fueron perseguidos y extenllilllld, l IIl'lIcSti óll y para protegerse deri va las impugnacio nes hac ia o tros objc ti vos; O bien
homosex uales, gitanos(Stewart 2004), discapacitados, también fueron a las c{¡ II IIIIII , h\C I~~Zas de....QPo§.ic ión a o tros blancos f¡k ilcs, forta lec ié ndosc e l poder
de gas y luego al crematorio, en el contexto de prác ticas eugenésicas para pul'il l¡ 111 t Hlfll li zado. Estos procesos pueden dn rsc a la vez en un dcterminado lapso de tiem-
la raza ana. pt h IHlIlque puntualmente podamos estab lecer cuá l es que I.! I ti ene l1l ,ís fu erza c n un
1IIIIIIICllIO dado.
Un genocidio poco conocido es el de más de un millón de armenios entre I'¡¡
y 1920, por parte de los turcos, que aún se resi sten a reconocer es ta masacre. A JIIIII 11 En estas formas de alteri zació n yo pensaría que e l s istema reenvra al ento rn o
también le ha costad o aceptar públicamente las barbaridades cometidas en Chilllllll l'IIt\lcccionado) parte de sí - como microsiste ma- , los efectos pe rni c iosos de Sil pro-
la g uerra chinojaponesa, con ocasión de la invasió n de Manchuria, consagrada hll"III 1,111 pr{¡ctica defi nida propagandísti camente como abarcantc, fo rzando a l e nt o rn o
hace poco en los libros de texto como hero icidad naciona l. No siempre los gC1l1ll1 '111' acepte como suyo el microsistema que el sistema le adjud ica, CO Ill O cua"do la
dIOS excluyen a los propios nacionales. El genocidio practicado por los Kmeres rolll .U\lIle deposita sus basuras en el jardín de al lado. C laro cstá que cste e nt o rn o así
en Camboya I1lcluyó a todos los que consideraban burgueses, incluidos intelectual!- ,h1fin ido desde e l siste ma puede ser consciente de la maniobra y res istirse de ulg u-
profesores, maestros, etc. II I . IIn manera, o no : depende de la autonornía y capacidad mo vili zado ru a su vez que
\ illlsiga organizar.
. Detengámonos un momento en este proceso. Aquellos proyectos políticos CJII" ~I
qlllere n constltlllr en atractores ún icos de la concentración y distr ibución de bi '11\1" Por otro lado, esta ru ptura de las relaciones podría tambié n entenderse como UIl ; '
económicos, socia les, morales, s ue le ejercerse ofreciendo a lg ún tipo de benelicio U vuluntad de encastillam iento del sistema en su proceso de producció n iclc lllitaria q ue
cambio de sumisión, trabajando su auto imagen paternali sta idealizadamente. COII1U )¡( lo se mira hacia dentro, negando el entorno. Pero esto es en vano: no pucde Ilegur-
prácti~a. ideológica y mistificadora, el dominio político concentrado no permit ' 111 JI ' del todo al Olro , ni siquiera medi ante su ex terminio. Porque éste está en o tros
refl ex Iv idad sobre el alcance, las contrad icciones, los intereses practicados desde cslll OIIVS, como entorno, microentorno; pero también es o puede deven ir en sistema, prc-
estra tegia abarcante. Esta reflexividad erosionaría el poder, por lo que es en el cnhH l'ÍsHmente como revital izació n que puede capitali za r e l sufrimiento como victimi za-
no, así construido; donde se re-d irige la insatisfacción , las promesas no cump lidll", el n. Ade más, su memo ria perseguirá siempre a aquellos que qu isiero n destruirlo.
el malestar colecti vo, el horror de "lo Real"lI2, construyéndolo como chivo explll Helen Fein (1993) es tabl ece las siguientes precondiciones para el genocid io:
ton o. A sí puede r econstru irse sin molestias la cohesión interna que todo pocié7-"'c ' 11 ti lle lasvíc1iñlasllayan s ido definidas previamente como otros, ajenos a uni verso
trall zado precoIll za en su propaganda, a costa de alteriza r al aIro como entorn o, 11 (lcf"'g~o dominante, incluso demonizados de algunañ lane ra; que el Estado ~ haya
una escala que puede llegar a la persecución física y hasta la muerte individu al debili tado previamente por conflicto armad o exterior o revueltas internas (o por
?rupal. .Parece que este sucede como unos de los modos de trabajar sociopolític/ll' vacíos d poder, como e n el contexto poscolo nial), con la consecuencia de una cri-
IdeológIcamente determinados momentos de crisis soc ial l13 , cuando no se sabe 11111 ~i s
en la identidad nacional; la ascensión al poder de una éli te con un a nueva ideo-
logía na9QJlaLstlLr.egeneracionista y, por fin , la lesa impunidad de ésta para ej ecu-
lar atrocidades.
. ) 10 Da(~a la c<tJlIidad de visi tas q l~e estos lu gares reciben, podríamos preguntarnos si hay ¡¡lg1111 Fijémonos en lo primero. N ingún genoci dio aparece de la noche a la mañana. El
tipO de estétlc? del hOl:ror, de la atrocldad ,.c uando uno contemp la las cámaras de gas o esas pa vo
camino del prejuicio a la discriminación y de ahí a la violencia en sus variadas for-
rosas fot~graflas de mil es de cadáveres apilados en fosas para ser incinerados. ¿Podríamos hablm
de UI~ It)url smo.del terror en esta soc iedad que de todo hace objeto de mercado ('commodity' )?
Identificados a veces só lo po r llevar gafas.
1) 2 Que, según lo de fin e Zizek í1296), no es más que nuestra fantasía sobre nu estros propinN de las unidades domésticas. Este proceso de aterizaci6n se real iza y manti ene a un nivel consc iente
temores: que los Olros se apoderen de lo nucstro, que amenacen nuestra forma de vida, etc. SUI! por medi o del propio ritua l, que consiste en selecc ionar a alguien de la casta in fe rior quien personi -
estas fantasías, según dice, lo que convierte en ciudadanos aparen temente pacíficos en agresorc ~ fica al demonio y recoge monedas que incorporan los pecados de la gentea, asumi endo éste el peso
mortal es. Cil. en Verrips (2004: 114 y 11 5). amisodal de todos ellos. De este modo, la periferia se incorpora al proceso de reconstitución del
• 11 3 Fo rmas de reconstitución del orden ante el peligro pueden adoptar una manera ritua lizadll , orden y la conhesión soc ial, almislllo tiempo que se sanciona su condi ción de periferia porque nin-
en~.l ándose Jllera (si ~) d~ la ~omunid~d (sistema),. el pecado, las fuerzas dañin as (todas product()~ guna de las castas superiores accederían a asu mi r este rol, que, además, es remunerado econó mi ca-
d~lIvados de .Ia propia dmáll1lca del Sistema), mediante ceremonias de curación, rituales de sacrili mentc (Miihlich 2004). En rea lidad , estos procesos no involucran la estigmatización del entorno
CIO, e1.e coheSión social, etc. Por ejemplo, en el ritual Ghantakarna en Nepal, se mantienen las fu cr - representado putativamente por otros grupos- , sino que se construye y resuelve como un microcll-
zas _chsolventes de. la cohesión y la cooperación fue ra de la comunidad, especialmente dunmtc cl tomo dentro de l propio sistema , del que e l ritual aparecería como micros istema de aquél.
penodo de plantaCión del arroz, cuando las transgresiones soc iales son más d iffcil es de control ar y lo 114 Afortunadamen te, no todas las crisis políticas y econ6micas puntuales o estructurales se
que prima es la cogest i6n colectiva más all á de la autonomía de linajes y los intereses particulares .. , resuelven est igmati zando y deshumanizando al otro.
119 Sin olvidar el pape! comunitario y humanitario de distintas congregaciones de monjw. ('I!
los momentos más difíciles, defendiendo y dando refugio a la población perseguida.
120 Mujeres occidentales que no se han identificado con el modelo masculino dominante adúp 121 Emigrantes españoles en Uruguay, que salieron de la miseria económica, moral y política
tado por algunas gobernantes y presidentas de consejos de administración, han infundido a la poli de la Espafía franquista, no podían dar crédito de la transformación operada que de repente se con ..
tka, la administración y las empresas de un estilo mucho más cooperativo y dialogante, cogcslivn virtió en un Estado militar y policial represor.
y agradable, sin pc!judicar ni el compromiso ni la eficacia. l22 Lo que aquí se dice compete también a una reflexión sobre la inmigración (5.7).
136 "Un Negro es un negro. Sólo bajo determinadas ci rcu nstancias se convierte en esclavtl 137 Lo mismo diría Suffon ( 1749), quien según algunos autores parece haber sido el primero
[Marx, 1967 ( J849) cit, en Sahlins 1976: 132). Una hiladora mecánica de algodón es una máqllÍtHI en utilizar el término de raza (Cf. Molnar 1998) aunque otros retrotraen su uso a los siglos XV Y
para hilar algodón. Sólo bajo determinadas circu nstancias se convierte en cap ital" (t rd .propia). UI1t1 XV (Lou is Ruchames, 1969, ci lado en (Wade 1993).
de los debates filosóficos, políticos y sociales de fines del XIX también se formu laron en estos I ~ I 138 Tanto puede confirmarse el peso ideológico de estas clas ificac iones que, con el tiempo los
minos: muchos apoyaron las vers iones poligeni stas del orígen humano y, sin embargo, rechazaroll Roma y los Turcos no serían incluidos como caucásicos, reservando esta categoría s610 para los
el esclavismo y la opresión social a las razas ¡njerio res (Cf. Wall Malefijt 1983:227-235). europeos blancos.
cl855- 1927), de origen inglés pero nacionalizado alemán y casado con la hij ll tll 10 de la selección natura l '43. ~ pesar de compartir el etnocentrismo de la élloca, se 1'0-
Richard Wagner, también asoció valores psicológicos y culturales al concepl" tlr clamó, no obstan te, abolicionista, creyente en la posible redención de otras tribus gra- ~
raza, obviamente sobrevalorando a la raza aria , que tan graves consecuencias I Clld~ !1i d as a la enerosidad yate ' 1alismo de los europeos.
en la Alemania y Europa del S. XX.
cA pesar de su convencimiento sob~perioridacl.Qc"cidell1al.-n.Q.5-eria..tl.tl-q~
Los fJIQg resos de la ciencia, la técnica, el comercio, la industria, las viclOl 11' dc~era una filo sofía social de sus teorías evolutivas. Más bien fue su entorn o inte-
militares, la colonización de nuevos territo rios, indUjeron a los euroamencanos ti \)lU lectual de compañeros y contertu lios los que, eneTá,n bito de las ideas libera les del
Jerbal~s u etnocentrismo y pensarse como supen ores, fuentes y agentes de c.!J!.i1Im econom ista A. Smith sobre la competencia individual y efexito económicoLy deíá
ciólI. Lo que en los il ustrados se debía más bien a la influencia del entorno (( '1 fi losofía social de Herbert SpenceL'.44, se apoya rían en las teorías de la selección
lVíÜntesq uieu, El Espíritu de las Leyes) y a la falta de conocimiento, en el etn él'lr natura ara justificar las diferencias también sociales entre los g rupos huma nos,
trismo decimo nónico típicamente de la Inglaterra Victoriana se iría convi rtiend o 1111 cOIJientc que se denominaría posteriormente como darwinismo social l45 .
incapacidad sustanti va de las sociedades primitivas que, poco a poco, irían eOlio
ciéndose como razas inferiores l39 .
Los antro 610gos evolllcionistas intentaron mantener la creencia ilustrada de lit 141 Franz Boas (1982) insist ió en que aquellos indiv idu os que cayera n en el solapami en to de
unidad de ~esB-e.cie-hwnana '40, coqueteandQ continuamente con el determ i n i ~ "111 dos frecuencias génicas no podía n ser adscritos ni a uno ni al otro tipo. Separó herencia biológ ica
fac ial. Tu vieron grandes dificu ltades en compaginar la idea de la unidad psíquiclI tI! (le herencia cultural , liberó a la cultu ra de con notaciones evolu ti vas e independ izó las Ciencias
Soc iales del determini smo biológico. Cf. ¡Ilfra.
iOShumanos con la di versidad intelectual de formas de conocimiento y una idcoh l 142 Según la terminología actual. Véase Boyd y Richerson (1985) o Harris (1 987).
gía etnocéntrica de superioridad occidental. Por poner un ejemplo, E.B. Ty lor eS11I1I11 143 Como su colega A. Wa llace, Darw in también leyó An Essay 011 rhe PrincipIe of Populatioll
convencido de que aquellas razas de civilizaciones superiores tenían más conex i ollt~ _ (Ensayo sobre el Principio de la Población, 1798) del higienista y preocupado por los oprimidos
entre las células y fibras cerebrales que aquellas otras de una escala civilizatoria ;,(/,, 'l'homas Ma llhus ( 1766- 1834). Mahhus creyó que la poblac ión tendía a crecer por encima de los
rior, aunque esto no le impedía estar de acuerdo con el pensamiento ilustrado do 111 recursos disponibles, en sintonía con la economía clásica de la época y su noc ión de recu rsos limita-
dos. Todo organismo tendría que luchar para enfrentarse al medio ambiente con el obj etivo de sobre-
un idad psíq uica pOlencial de la humanidad (S tocking 1982c) . vivir. La supervi vencia sería el resultado de la II/cha por la vida, donde só lo los más preparados, por
En gencral, el arg umento era circular: los pueblos primitivos no han progreslIllo med io de diversas estrategias de adaptación, sobrev ivi rían . Parece que Darwi n reconoció en varias
por su II1capacidad mental, pero, a la vez, como no han progresado, no han Joditlo ocasiones la influenc ia de este concepto en su propia idea de selecc ión natural. Según (Harris 1978)
aplicó una fórmula originada en ex plicaciones de la evol ución soc ial a la evolución de las especies.
salirae esta mtnusva ía. ue . Bastían (19 O)iñSlstlera que as lferencias culllu ll [44 Herbert Spencer ( 1871) creyó firmemente en la superv ivenc ia de aquellos pueblos m:ís
les, como producciones mentales, dependieran de las condiciones geográficas aptos y fuertes, capaces inclu so de sustituir a los de más. En su Socia! Statics (1950) diría qu e la
ambientales, así como de procesos de migración y contacto cultural di verso (Koeppln¡ imperfección de la vi da se debe a lo inadecuado del entorno y que los hombres luchan por su super-
1983), que Lucien Levy-Bruhl (1974) intentará comprender esta diversidad medi lllllt. vivencia contra otros hombres, del mismo modo que propugnaba e l liberalismo capitalista de la
época. Esta lucha es una ley de la vida. El progreso significa la sustitución de los más inelicaces é n
conceptos como la ley de participación y la vivenc ia colecti va e indi vidual dc lu,
esta competición por los más aptos y fuertes , ideas abso lutamente con tam inadas de l rac ismo soc ial
que iba abriéndose paso en la época. Lo que luego se dio en ll amar darwillismo social ya cSI:lhu
presente en la mentalidad de la época, con independencia de los escritos de Charles Darwin. I,a
139 Como dijimos en el capítu lo 4, este tipo de reflexión sobre la alteridad se ret rotrae a In ~I I' aplicación posterior de los princi pios de la selecc ión natural a la lucha por la exi stencia en el Cllt Ot'
de la ex plorac ión y colonización europea a part ir del S.XV principalmente (S medley 1999). no socia l parece una tendenc ia confirmatori a de los orígenes deci monónicos de estas leorra s de 111
140 La unidad psíqu ica fue también defendida por John Stuart Mil i ( 1806-1873), por eje mplH1 desigualdad soc ial (Cf. Harris, 1978).
cuando atribuía el posib le retraso económico de los campes inos irlandeses al sistema de distrillu 145 Willi am G. Sumner ( 1840- 19 10) llegó hasta a mantener que los ricos eran age nt es se lec -
c ión de la propiedad y la renta agrícola y no a una supuesta incapacidad de éstos. Cf. (Lebov I97')J cionados por la evoluc ión natural aplicada a la soc iedad.
tanto, inevitables. En contra del re lato monogenista bíblico sobre la creación hU 1I 1I1 r/l cualquier base sistemática para ex plicar las diferencias humanas, no es menos cier-
'na cuyos seguidores ex plicaban las diferencias por la influenc ia del ambiente 14 ' , 1'1 to que vinculó la idea de raza con el del nacionalismo étnico romántico, base de la
racismo científico propondría una teoría no universalista de los seres humanos: 101111. Identidad del pueblo alemán. Una interpretación sesgada de la filosofía de Friederich
somos esencialmente distintos. Nietzche y su insistencia en la renovación social, política, moral , basada en las cuali-
dades ancestrales del espíritu germánico's" que tanto ensalzó Richard Wagner en sus
S:on la aparición del racialismo, es decir, la justificación de la inferioridad ill obras musicales, fueron retrabajadas por la propaganda de Hitler a la hora de legitimar
,ciertos grupos por criterios esencialistas, se echó a perder toda la fi losoffa ilusInllll1 el exterminio atroz de millones de seres en la Alemania nazi,s2.
~el mejoramiento social. Incluso aquellas teorías que hablaban de la progresiva dC~i'
neració n humana creían en la posibilidad de redimir a aq uéllos a los que Dios hah'" Por tanto. el racismo es una construcción sociohistórica y cultural específica,
il1d~p,em!@llemenle..dC-Cilllcom itancias
fenomenológicas..y confluencias conce tua-
creado como iguales en un principio. De hecho, las ideas dieciochescas de la PCd l'1
tibilidad humana posible para todos, a partir de la igualdad psicológica básica COI' , les con otros proceso~ estructuraciones de alterización social' .
los hombres, fue totalmente trastocada cuando las ideas del progreso se enredarOIl ¿ Cuáles son las ideas clave, a modo de conceptos politéticos también, de estas prác-
con el racismo. lieas y representaciones? ¿En torno a qué atractores se estructuran a corto o largo plazo?
!:ea unión de las teorías evolutivas con las del progreso etnocentrista colaboradllll Veamos más despacio los p!!supuestos en lo",s"--,,==~====,-,-,,==~,,,-
, a la ' forma lización y expansión de las teorías raciales y las prácticas racistas '1111\ formulaciones raciales y racistas.
~
.farac teri zarían tanto la política interior como colonial durante el SXIX y buena palll'
~. XX,--Aparte del interés por conceptualizar al Otro elLreJación a uno mislI lI'
148 Por ejemplo, Miche l de Montaigne (1533-1592), Montesquieu. Para el debate sobre mo no-
_::-Europa y USA- las ideologías raciales garantizaban explicar nuestra identidad fr 11
genismo (un único origen humano) y pol igenis mo (varios orígenes para los di st intos grupos hum a-
te al Otray viceversa en términos e desigualdad: nuestra su erioridad frente a Sil nos) en el S. XIX, y sus co mplejos vínculos con ideolog ías esclav istas y ant iesclavistas, véase, Wall
inferioridad, justificando cualquiera de las prácticas de dominio olítico económico, Malefij' (1983: 227 y ss.).
social , moral y emocional sobre nuestros inferiores, así objetivados socialmentc. 149 Por otra parte no nuevas.
150 Las nuevas teorías sintéticas, que un ieron las teorías evolut ivas de Darw in con la gc n(!llcn
de G. Mendel, contrad ijeron la fundamentac ión c ientífica de estas práct icas. pues muchas cufer-
medades y deficiencias genéticas se debían a genes recesivos (Dobzhansky, 1970).
146 Y como legitimación del dominio occidental sobre sus colonias. 15 J Obviando la tradición grecolatina y cri stiana que siempre les consideró como tribll s 'lt1/'·
147 La idea de raza como algo biológicamente fundado no fue exclusivo de Occidente, pudi 1\ baras, impos ibles de organizarse políticamente y, por tanto, civilizarse, hasta bie n entrado '1 X IX,
do rastrearse su penetración e n algunos discursos de los sig los XIX y XX sobre la superioridad d (1 152 Después de la segunda guerra mundial y las barbaridades perpretadas por el nll'l.i ~lll n , el
los Han en China. Estas ideas fueron transmitid as por intelectuales formados en la trad ición oeel abandono de los aspectos biológicos privi legió el de los culturales y lin güísticos, COIl SUglf ll ldl l l\1
dental que qui sieron modernizar las ideas sobre la diferencia desde cri terios tradicion ales basad\l~ término de 'grupo étnico' como políticamente más correcto.
en la di visión por constelaciones cul turales, a diferencias sustantivas basadas en c1as ifi cacioJ1 C ~ ¡53 El estud io genealógico de todo di scurso racial o/y étnico muestra las di stinta s '0 11'; 1 ¡lid\!
orgánicas y psicológicas, incl uyendo jerarquías morales que se hacían derivar de las mismuI( nes hi stóricas de estos elementos, sus diferentes relaciones sistémicas y de atracti vi dml IlI to N(, {'l'.
(Díkotter, 1990). (Ramírez Goicoechea 199 1).
154 Sobre las relaciones entre Bi ología y deter mini smo genético, véase (Ramírcl
Goicoechea 2005a:Cap. 3). Otras form as de determini smo genético pueden encontrarse en el 156 Si la ciencia tiene que ir al fondo y despreciar la forma, siempre engañosa, recordemos que
Neodarwini smo y sus incursiones en lo social. Cf. Wil son ( 1975), Tri vers ( 197 1), Van den Berghc vivimos en un a sociedad de imágenes y apariencias, en donde actuamos nuestra identidad y la de
( 198 1). Para todos ellos el comportami ento tendente a la preservac ión del grupo (altrui smo, coo los demás. Algo parec ido sucede con la concepc i6n marxista de la ideología co mo mi stificac ión
peraci6n, etn icidad inclusiva/exclusiva) están determinados genéticamente, in sc ritos en nuestru engañosa que hay que desmontar porque esconde las contradicciones inherentes a las relacioncs de
/ulturaleza. Al benefi ciar al grupo, favorecemos nu est ros propios intereses y viceversa (el ge" producci6n.
egoísta de Dawk in s ( 1976). 157 Naturalizar -como forma es pecífica de objetivac ión en Occidente, por nuestra cs pecffi<: 11
155 Desde una teoría de la compl ej idad, esto no se da. No puede estab lecerse una linealidad forma de concebi r lo que es la //Oturaleza- es secuestrar a la humanidad su capacidad de Irall sfor
entre causas y efectos: a las mi smas causas, posibles efectos di stintos; a efectos iguales o parecidos, mar intencional y co nscientemente - luego política y ética mente- sus condicioncs de cx istcllciu.
no necesari amente las mismas causas. En teoría evolutiva las similitudes morfol6gicas se explican 158 Que a estos caracteres observables se les atribuya una dependencia causal de cscllcias suh
de dos maneras: por analogía (origen diverso y estructura disímil pero coincidencia funcional) o pOI' yacentes bien puede ser porque seamos sociali zados en determinados modelos culturalcs qll e "JI
homología (origen comlm, estructura parecida, pero diversidad morfol6gica y funcional). vil egian delerminadas asociaciones mental es (Bruner 1996).
que esle ti o de_clasificación _de--la-allefidadlidentidad se apo a en unaspredi s )oNI I II I'SOS y prác ticas Q!ll'a ev it~ ue los niños se indigenizarml con el contac to con los
ciones perceptosensoriales, que sólo se materializan bajo un fo rmato socioculturlll • IlIIti vos.
por tanto, po íticoy evru uativo, convirtiéndose en l ~úuico_qu . puede ec s ' 1/,, (1
La socialización con las clases subalternas ha sido siem )re ulla preQcup:lción
riólperceplolcollce lOS. Ya hay su~s evidencias empíricas en la investigacl 11
ncurológica como para ignorar estos extremos insistiendo en una teoría objeti vislU JI" ra las élites. Utili zanm los serv icios de cuidado de niñeras, empleadas de hogar,
de la representación. ,'1':-pero no queremos que inculquen a nues tros hijos cos tumbres. lenguajes, mane-
IIIS, de su alteridad. En contex tos coloniales, uno podía encariñ arse y mantener rela-
Raza es una categoría de la mente, pero también del poder, de un poder deten lll dones de confianza y confi dencia con la bonne, la nanny de color, o incluso con el
nadO. por lanto, de una mente d t¡;rrminada, y a la inversa. Comentando el trabajo dI' lima de cría o cualquier sirviente o sus hijos. Pero cuando los ni ños llegaban a la
Barbara Fields ( 1982) Hirschfeld (1 996:68·69), intenta mostrar la pervivencia de IIlN II IIIc!urez social, socialmente reconocidos como miembros de su grupo y estatu s, han
ideologías raciales a pesar de los cambios políticos. Fields cuenta que la ideologrtt Nido siempre apartados de este tipo de socialidad, institu yéndoles el estatus social
racial americana ha de comprenderse en el contexto de las específi cas condiciollcN \'orrespondiente a la posición social de su fam ilia en la estructura social, ex igiéndo-
históricas en la esclavitud en las coloni as británicas de América del Norte. Sin embnl .
les el comportamiento y 1as compaI1las
-- ad scntas
' normatl.vament e ai '
a misma 160 .
go, y a pesar de las leyes abolicionistas, el sistema de pensamiento racial continuó '11
Son específicas relaciones históricas de poder las que materiali za n cualquier
América. Eso le sirve a Hi rschfeld para sostener que el sistema se debe a las pecl!
liaridades propias del concepto de raza como idea. fIlV/leIlS i611 , si la hu biera, de pensar las difere ncias humanas en términos esencialis-
111,' . tal como propone L. Hirschfeld . Si el pensamiel'to racial ha de comprenderse
Desde una perspecti va dinámica y autopoiética no se deri va esta conclusión. 1211 desde una ecolo ía de la co nición LCf l.3), de igual modo hay que entender la rea-
primer lugar, t,<ldos sabemos que para que lOdo si a igual, '!E.Lque cawb¡qr. Aparl lización ~ ésta en una ecología política, por medio o e la cu altoJn~ex istenc· a l 6T.
de por las presiones políticas y éticas, no hay duda de que el abolicionismo liberó unll
Es una determinada manera de pensar y prác ticar la alteridadlidentidad la que
mano de obra imprescindible para la industria, que requería contratar trabajadores
constru e sus conce tos: hay razas por<jlle hay racismo, una loeología(jUe cree ue
autonómos de cualquier forma de atadura legal 1S9 En cualquier caso, lo que se mues
diferencias individuales y degru J20 se basan en rasgos genéticos heredi tarios, una
tra es una relación mu y compleja entre representaciones, prácticas y estructuras polr.
ticas y económicas. En el fondo, más que replantear la dependencia y desi ualdad d
los esclavos, elabolicionismo los li beró de una atad ura legal, pero no les proporcio
nó los medios ara reducir el foso que les separaba de las cl ases pro ietarias. Como 160 Los estudiantes chocoanos son predominantes en la esc uela y los profesores también. A
dijimos más arriba para el caso americano del No rte, las 1 eologías raciales encono pesar de que todos eran conscientes de los estereot ipos étnicos de unos y otros, la etn icidad exclu-
traron fuerza renovada en el contexto industrial, no ya el de la agricultura de las pl an. siva no dominaba las relaciones de ami stad. Los estudiantes ant ioqueños tenían poco incentivo en
ma ntener su exclusividad si querían part icipar plenamente de las activ idades juveniles en la escue-
la y la ci udad, centradas sobre todo en el deporte y la danza, dominadas por chocoanos y costeños,
el atracti vo de estos aspectos de la cultura chocoana y costeña. Los límites de este acercamiento
159 Es esta la teoría del individualismo posesivo (MacPherson 1962), que, me consta, ha rcci ~ venían dados por su progresiva inclusi6n en la red ét nica de sus padres según iban creciendo, COIl -
bielo ciertas críticas. Sobre todo porq ue esta liberación necesari a para el desarrollo industri al capi- ducidos hacia el trabajo, el matri monio y quizás a irse de la región (Wade 1993: 176-177) . Sobre
tali sta tuvo efectos mu y diferentes entre el Norte y el Sur americanos y porque, no en vano, la il1l11i - có mo uno se educa para el trabajo y cierto estrato soc ial, véase Wi ll is ( 1990).
gr'lción europea ocupó buena parle de estos puestos asalariados. 16] Argumento llevado más allá de las propias afi rmaciones de Stoler ( 1997: 105).
400 ETNI CIDAD. IDENTIDA D y M IGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNIC IDAD 401
b/lse biológica inalterable que determina el comportamiento. Recu 'sivamente esltl' \'ollstantes migraciones, donde la mczcla..cs w.H.U'calidacl col a que la der;va de ~es,
Illismos conceptos, en otro lugar y ticm o de complej idad, reforzarán [ce' ráll 11 ,'omo cambio o incluso pérdida de detcnnirwdos paquetes gcnét icos, se produce
reori entarán estas ideologí~ rácticas. \'ollstantemente. Muchas poblaciones hUlIlanas no cncajan en las categorías raciales
Éste es precisamente el argumento de la reversibilidad no isomórfica ent re si, tl' 111 uso, que denotan una división del mundo en los I ~ nnin os geo polílicos del S. XIX
mas y entornos que hemos incorporado en el análi sis de las categorías de la rcp,,' 1" de la era de la colonización.
senlación y la práctica de la identidad/diferencia social. Así también podemos enlClI Ya Joseph ~er ( 1852- 19 I M), F"'lIlz Bo"s y Wi ll i:nll Z. Ripl ey ( 1867- 194 1)
del' cómo las ideologías raciales pueden convertirse en entornos de procesos políticu (Wall Malefijt 1983:240), soslu vieron eslas idea, a pesu.. de no cont" .. lodavía con
y económicos cuando, en otro momento, ha podido ser al revés. En un conl xIII /oIulicientes inves tigaciones empíricas sobre los poli morli sllloS Ilur llU l10s . AlinnarQJl
sociopolítico diferente, las ideologías raciales se reorgani zan y recrea n nuevos siglll '!,le las diferencias in traraciales eran más acusadas que las illfc /'m l'ia lcs y que las
ficados, a partir del fuerte arraigo y objetivación social que haya n podido adquiril 11 tll.:generaciones biológicas se producían principalmente en aquell os gl'UpllS de inter-
lo largo de varios siglos de maduración - objetivación social- en una dirección dCliII 1'lI rnbio matrimonial cerrado cuyos miembros se reproducen entre sr. A. I<roebel'
minada. Este fenómeno no se debe a la naturaleza intrínseca de la categoría CU IIIII ( 1923) a lI'Ill Ó lo mi smo y que, por tanto, desde el punlo de visla cic/llflico. eslC CO ll -
producto de la mente, sino a la complej idad de fac tores en distintos momentos lit ~ 'c pto tenía poca utilidad, puesto que su capac idad denotati va de UIl conj ull to hUllla-
organización y reorganización, que siempre incorpora elementos antiguos a los qUl 111) en términos de operati vidad categorial era limitada. Ashely Monlagu ( 1952) pro·
dota de significaciones y posibilidades renovadas. Precisamente eso es lo que O C"", puso hasta prescindir totalmente del término l63 La Asociación de AIll l'Opologra
aquí (Cf. Stoler 1992). El pensamiento racial no es una categoría natural de la me/llt' Ilmericana (AAA) publicó un manifiesto de ac uerdo mínimo en 1999, en el mismo
ni deriva su potencialidad clasificatoria de sus propiedades como tal categoría « '1 ,Ii ,ntido que venimos aquí recogiendo, de que raza es una construcción socioculturul
Hirschfeld 1997):79. fLgensamiento ( la ráctica racial y racista) es una crislali/ll , in vJ!lidez científica alguna.
ción histórica y->,ulturaLesllecífica d_eJ. construcción biospsicosociocultural de 111 Como los científicos no pueden establecer límites claros a las vari aciones gené-
Alteridad y la Identidad. como categorías deJa.r 'esemación y la ráctica sólo oh,ll' en los grupos humanos, han optado por hablar de poblaciolles (Dobzhansky,
II CII5
:tivadas y ob'eti vables - por tanto, ex perimentables- en relaciones sociales '62-. - 11)70) (Cavalli-Sforza 199 1)1 64,
Las diferencias genéticas se denominan polimorfismos humanos .
Aunque el concepto popular l65 de ra za varía enormemente en cuanto a sus cri -
IIJl'ios, generalmente refiere a variaciones genéticas que se expresan en el fenotipo
5,4, Contra las categorías raciales, 111 : Polimorfismos
y, por tanto, suelen ser visibles como el color de la piel , el tipo de pelo, la morfo-
humanos, frecuencias génicas, clinas logía de la cara, el color de los ojos, tamaño corporal , etc. Veamos un par de ellos.
1\1 color de la piel depende de la expresión de mu y pocos genes . No parece una
Hay varias razo nes, refrendadas Eor la investigación biológica, por las que no I ,'oincidencia que aquellas pigmentaciones oscuras aparezcan predominantemente
sostiene éíCOñce¡;to'de raza para explicar la di versidad humana ni poder legitimar JII l\1I aquellos lugares donde los rayos de sol son más di rectos e intensos, entre la lati-
'prácticas de exclusión y segregación social sobre ésta, En prime' lu al' no ha m~1/\
puras. La distri bución de los caracteres hereditarios no sigue líneas claras. No hay UII
paquete génico específico para los negros, para los blancos, etc" que incluya todl'
163 Los antropólogos biológicos siguen sin ponerse de acuerdo en cómo interpretar y denomi-
los criterios que arbitrariamente hemos incluido en nuestros estereotipos. Lo~gt] ' pu, lIur las posibles diferencias humanas (Li eberman y Reynolds 1996 cit. en Kaszycka y Strka lj 2002).
humanos son resultado de incesantes mezclas, no pudiendo establecer el prototipo th 164 Es un término que puede ser utilizado C01110 categoría inlermedia entre individuo y espe-
ninguna categoría racial. Unos grupos coinciden con otros en determinados rassu. ,1" {Iue exhibe determinadas frecuencias génicas en todo o en parte de la mi sma. Pero no parcece
génicos, con otros en otros, estos con los segundos en ciertos genes, pero no en todll. 1 onvel1cer en Biomedicina a la hora de ubicar las frecuencias génicas que dibujan la preval encia de
llenas enfermedades que se tra nsmiten hereditariamente co mo la anemia falc iforme, la ¡ntoleran -
etc. Las intersecciones entre conjuntos y la existencia de subconjuntos son una CO I'"
dI! IL la lactosa o la fibrosis císt ica, o los gru pos sanguíneos. Se habla de una (lI/cestmlidad biogeo-
tanle debido al flujo genético. !o:,a historia de la humanidad es la de sus contínu", ~ NI'''jic(I en estos casos. Tampoco resuelve de l tocio los problemas clas ificatorios de la Antropo logía
hllense que identificación restos de ADN de personas invo lucradas en delitos.
I(¡S El alcance de las defi niciones y de la refl ex ión científica en general es limitado, tanto en
1\1i. : nmpo político co mo en el de las taxonomías y cla sificac iones populares. Por ello es necesario
162 Esto refiere a que todo proceso de construcción de categorías clasificatorias sobre idcll\! It,<lagar en el ámbito de los presupuestos de sentido común , aquél que, sin ser impenetrable al di s·
dades y diferencias sociales es necesariamente illlersubjetivo, donde definidores y definidos actl111l1 H If'SO científico, exhibe un a cierta autonomía propia a la hora de construir y gestionar reprcscnlu
y representa n en un campo sociopolítico concreto. \'Ioncs y prácticas .
177 El desarrollo de estas capac id ades req uiere de un aprendi zaje interacti vo por parte del cc rc
175 La selección cultural podría dar cuenta de estos estrecham ientos demográficos o cllello.'· di! bro y los órganos concern ientcs, además de una precisión de sintoni zac ión ('fine tuning') tanto pr.:
botella. ef. (Wh il ehead, Richerson y Boyd 2002). natal como extrauterino (Stewart y Cohen 1997: 140 y ss.). La experi encia sensorial del ni flo ': 0.; 1
176 Hasta ahora el primer fósil de sapiens sap iens europeo ha sido encontrado en un yaci en relac ión con las ex periencias característi cas de su cultura. Un entorno urbano nos des provee til-
mi ento en RUlllanía, datado en unos 35.000 mios de an tigüedad (Trinkaus 2003). Sin embargo MI Ia capac idad perceplUal que se desarrolla en ot ros ámbitos co mo el rural o elmaríti l1lo, y VicC\'l' l
cree que su prese ncia en Europa debió de ser anterior, por lo menos hace unos 50.000 año ~ saoEn un entorno geomelriUlllo ('carpentered'), donde la medida, la línea y el ángulo son p l t'\ I..
También se sabe que los europeos no somos herederos de los puebl os agriclllturores del medio minan tes como en el ámbito urbano, los occ ident ales somos objeto de ilu siones ópticas el! 11 111 111
Oriente sino más bien de cazadores paleolíticos procedentes de Europa Oriental. medid a que en ot ros entornos culturales. cr. Super ( 1991 ); Eibl-Eibesfeldt (1993:23 1·2'\6).
412 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNIC IDI\D 413
di 'l1 tc mc nte de que la información de un ojo y otro fuera contrad ictoria. Mostrabllll problema sani tario en muchos países africanos. Lo hacen para aumenta r sus posibi-
así su part ic ipación en un discurso racial hegemónico . Iklades de matrimonio con hombres de éx ito económico, que, aunque negros como
Un hombre de mediana edad, procedente de Kerala (I ndia) y con la piel muy OSCII d l"s, no es que las prefieran ru bias, pero sí menos oscurasl 86
ra, era un problema clas ificatori o a la hora de jugar fútbol en San Francisco (USA), ~II D~ otraparte, el- genoti po no es menos variable que el fenotipo Nadie puede
lugar de residencia. Por su piel era lIegro, pero por su pelo li so, no. Ante la incolH' ~ura nti zarel modo en que el materia l ge nético se recombina en la reproducción
rcncia, acababan considerándol o mejicall o (sic !), dClllro del es pectro de categor(lI, sex ual y-cómo se ex~sará fenotípicamente. El genotie.o no está más cerca de la soli -
étnicas prevalentes en la sociedad americana. En Es paña este sujeto pasaría por Slll ¡lez de la bi· ogía de lo que lo pueda estar e l fe noti¡m'87
africall o, mientras que en el Reino Unido, donde vivía en el momento de con ocel'I ~\
claves lingüísticas completaría n una identidad india, menos prejuzgada para un ingllt ,
que un posible origen jamaicano.
Nadie niega que ex istan narices grandes, pequeñas, pie les c laras, oscuras, nl ~" 5.8. Variaciones en to rno al ra c ismo. Contextos soc io históricos
oscuras, oscurísimas, etc., como objetivaciones fe notípicas de complicados prOCl\ y p olític os
sos de desarrollo biológicos. Los fang de Guinea Ecuatorial identificaban a In,
misioneros nava rros por sus largas narices y pálidas pieles y así los representahml
~e mos habl1!!je un único siste ma cl as ificatori o racialista. El racismo ta m-
burlescame nte, con aspecto de fa ntas mas. Pero el significado y saliencia de CSI(lIil
poco es una ráctica uni fo rme, homogé nea, un ívocai 'i menos su historia. Todo lo
rasgos sólo existe como objeti vación social, como producto de las part ic ulares 1'01
conlrari . ara comprender las dIstintas operatorias y elecciones clas ificatOliaS,' es
mas e n que los humanos con stru imos identidad y a lteridad, util iza ndo divc rso,ll
Ilcccsano analizar más profundamente las estructuras soc iales y mecanismos de
materi ales a retrabajar po lítica e ideológicamente, es dec ir, soc iocultural e histó!!
1 'producción social en sus cOnlextos locales y políticos, así como la historia de las
camellte l84 . No es que los rasgos fe not ípicos observables sean buellos para pell.\'1II
I 'Iaciones racializadas, los procesos sistémicos identi tari os que se ge ne ran a su tra-
la di fe renc ia, es que toda posibilidad de cartogra fi ar cogniti vo-cvaluati va menl c 111
\' s, y tambi én la racializaci6n de determ inadas relaciones .
social, está, de alguna u otra manera , anclada en un proceso sensorioperce pt¡vo
gui ado e inducido ecosocialme nte, a partir del cual son posib les uHeriores prow La i mporLa n c~ l as clasificaciones ha de contrastarse in situ, en los contextos,
sos in fe renc iales y no demostrativos, como sucede e n los desa rrollos represclllII \\11 las interacciones y no sólo en los discursos públ icos y forma les y las defini ciones
c iolla les y pragmáticos e n términos de recursividad y objeti vac ión autore ferc nciul legales, sin olvidar eómo vive n las personas las grandes etiquetas formalizadas y
idependielllemellle dependie nte, como formas de complej idad progresivas. lIiljetiv'adas en los discursos, en la política, e n las Rrácticas de excl usión.
Por eS3s comprensibl e que la anemia falciforme o e l grupo sanguíneo, CO li h l
poli morfi s mos con cierta frecuencia génica en determinadas poblac iones, no semi
seleccionados por las etnoclasifi caciones y las polít icas raciales que en ellas se al'" 186 En una ocas ión la actriz Woopy Goldberg contó que, de niña, su madre solía dec irle que
yan y viceversa (va n den Berghe 1997)185 IlIundo se acostara, se levantaría negra, se vería en e l espejo negra, pasaría el día y segu iría siendo
n 'grao El sent ido no era negati vo si no lo con trario: que no se empeñara en algo impos ible que le
A pesar de su dificuHad (Gergen 1967), el color de piel, como rasgo fenotípirll hnría in fe liz y desgraciada toda la vida, que se aceptara a sí mi sma tal como era y que podía o rg a ~
cult ur izado y simbolizado, también pueda ser seleccionado e instru mentalizado plll ll IIlla r su vida perfectamente a pesar o con esta casualidad del destino. A tenor de l éx ito soc ial de la
desidentiticarse racialmente, dentro de la lógica de un sistema racialista y racislH , 1I uctri z, da la impres ión de que aprovechó e l consejo. Parece que Michae l Jackson no fu e tan a for~
IlI lIado en disfrutar de tan sabios consejos.
blanqueamiento de piel mediante d ive rsas sustanc ias, lociones, cre mas, medicanWl1
187 Rec ie ntemente sabe mos que son varios los procesos implicados en la ex presión o no de los
tos, desrizamiento del pelo, c irugía plástica, etc., con no pocos efectos secun dado )lcnes, en su acti vación o inactivac ión, y que la complejidad de l ge noma no res ide en la sUlll a dc
es una estrategia instrum ental de este tipo. Los problemas dermatológicos de much/t 111111 pa rles sino en su din ámica. Nos referimos espec ialmente a la epigéllesis y sus modos de trans-
chas africanas que se da n ungüentos para decolorarse la pie l está consti tu yendo 1111 IIli sión, que han hecho rev isar las teorías darwin istas y neodarw inistas de la herenc ia vcrtical. Se
Ilcnorn ina epigénesis al proceso de mod ificación de las funciones de los genes por medio dc su m;ti-
vuci6n o represión y que no implica ca mbi os en la secuencia de ADN. La herencia denomin ada e/Ji
/llfllétiea consiste en la tra nsmis ión de una célula y organ ismo de información a sus dcsccndic ntcs
] 84 Es pos ible que algunos aspectos de nuestra humanid ad propicien y atraigan más Imhlll\! 11111 afec tar el ADN del núcleo. Esto ocurre princ ipa lmente en el desarroll o de organ ismos lllu llicc
cult ural y polít ico que otros. Pero sabemos qu e la perce pc ión tambiéll es educada socialmente. lllln rcs. Está relacionado con la fo rmac ión y organi zación de los cromosomas y de la cromalil lll 11
185 Aunqu e sí pu eda n serlo por la investigación científi ca, racialista o no. Eso ocurrió, jiPI ¡IlHli r de prote ínas como los hi stones, que regulan estos procesos así co mo di stintos IllCCa niSll lll/'l
ejempl o, en e l discu rso étnico vasco cuyas é li tes incorporaron a los símbo los de la diFerencia lu lit I lu lares. Puede deci rse que un mismo genoma puede dar lugar a di fe rentes ex presiones dcllll¡ ~ IIlU
cuencia de l Factor rhesl/s negat ivo en partes del País Vasco, a part ir de los estud ios de CavlllII 11 cpigenomas. Conceptos relaciones serían la herenc ia epigellética. here nc ia mediaflIl/M"lItnl
Sfor.w y otros. W'mbrey, et all. 2006), herencia estructll ral (Goodw in 1994).
4 is tinl H, En el caso amer~ca.no estarí~l11os e,n context~s ~m~u ido,~ fuerl~mente de/cl~I~~ lOS Y contex tos, a lo largo del ti empo o inc luso la biograrra de uno} sus experi encias,
tldades y p-!'oblemas racwllzado-h l11lentras ue el braslieno sella un sistema mclS fl e su sentido de l humor, pud ie ndo darse diferentes ra zas en un a misma familia, según
xible y ambj ~ollde-1a biolQgía supeJ'ficiaLde las a~riencias f enotípicas sería:, su color.
más fácilmente mani ulables. Estudios sobre Brasil en los SO citaban a este pms Estas eategm.·ías raciales remiten escasamente a la hercnc ia o a los ancestros,
como una democracia racial en donde la 'incorporació n racial sería más fluida . dependiend ás de una combinac ión deestatus adquiridos y adscritos, incluyendo
Banton ( 1983) menciona que la ascendencia como criterio rac ial , como en el caso tanto el fenotipo como otras claves de la aparicnci a relativas a la clase social, la edu-
norteamericano, lleva a la adscripción por el grupo dominante de un estatus inaltera- cación, el estatus. Los juegos de colores que Il1Uestntll In historia de mográfi ca, polí-
ble y la fo rm ac ión de grupos sociales basados en clasificaciones bien delimitadas. El ti ca y colonial del país, se ven mat izados por la atracció1l o rgani zado ra yo rientado-
LISO de la apa ri enc ia, por e l contrari o, deri va en un conju nto de categorías vanables ra del sistema económico y sus símbolos de presti gio. No es que la ideo logía racial
que no facilitan la fo rmac ión de grupos sociales a partir de el las y que definen más sea menos importante s ino que sus formas de cOlH':l'cc i6 n son Illds va ri¡¡das, en re la-
bien a indi viduos que a grupos. ción también a las di versas vías de movilidad social y pos ibilidades de mejoramiell-
Esta autoimagen de la convive nc ia entre las ~~IS (blanca, negra e india) no to económico y de l estatus de las múltipl es catego rías socialcs l'J7 ,
quiere decir que no haya racismo en Brasil, puesto que hay una fuerte relación meto- En Colombia también se observa una re lac ió n recursiva ent re raza. dasc y poder,
nímica entre ser /legro ('preto') y exclusió n social. Y con los 1I1dlos, a pesar de su pre- como res ultado del ali neamien to en tre ambos princ ipios o rd enado res, segtí n direren-
sencia y protección institucional formal , un a dejac ión en las multinacionales y explo- les comextos personales y colectivos (Wade 1993:27), sin desca n a,. ul1a din~lIli c a
tacio nes agríco~ y madereras que sustraen las tierras a los indígena~, Lo qu~suc~de propia re lat ivamente autónoma ele las ideo logías racia les y las prácti cas rac istas en
es que la gramática de la alteridad preponderante e~ abarca nte: a~ I11tegrar todas h!s dele rminados momemos y lugares (ibid:34 1).
variaciones raciales en una ~an democracia sin color se garanti za la s llpl~em aC¡¡¡
En el caso de China, un a sociedad cerrad a hacia Occidente has ta Ii nes de l X V III .
blanca en los luga res de la he eroonía econó mica y política (Segato 1998)19 . Ade-
los occidentales eran habllualmente mencionados en relación a sus rasgos fcnot fp i-
más, en Bras il , siempre hay alguien más pobre que uno, y más marginal que uno, COIl
cos: esclavos bárbaros de ojos azu les, bárbaros pelirrojos (D ikolter 1990). Los este-
menos relaciones de patronazgo y c1ientelismo y tutela, como medio para la partici-
(eoti os raciales se organi zaban en torno al color de la iel, la camidad de )elo, )ero
pación social y económica desigual. lalllbién 01' el sonido del habla. La ausencia de familiaridad con la d isimillud rís ica
Como en Colombia o Cuba, e l mesti zaje en Brasil ha sido un fenómeno mu y y la necesidad de construir un a identidad grupal etnocéntri ca, de acuerdo con la cos-
extendido. En estos países se da un reperton o m s amp -rocle en011lIl1aC Iones ara mol ogía centralista y di cotómica china, al hilo de la apertura de la cultura china hacia
clas ificar la vari abi lidad de los feno ti1?os ex istentes, así como mediaciones entre el exteri o r, hace que la defi nic ión soc ial de los otros se haga en términ os de absolu-
unas y otras, que no son excl usivas sino ~ va rían seoún e l contexto. Así...Jlpareccn to ext rañamiento, Los rasgos físicos antedi chos son rep ulsivos y son manifestac iones
de una esencia subyacente inadecuada a los cáno nes chinos. Incluso se llega a dudar
de su humanidad en términos o rgá nicos y fisiológicos (ibid.). La racializaci611 de la
196 Y al revés. Las relig iones afrobrasi leñas, dominadas por la sllbalremidad inco~poran 11
eomunida.d-H China males del XIX se basaba en la ide e la descendencia
todos los brasileños que así las requieran , incluídos los blancos (ibid, ). No ha~ que.o lvlda r qu.\! común de los Han del emperador Amarillo, como un a g ran fami lia, siendo todos lo,s
incluso ciertas élites blancas pidieron feirurías, trabaj os ri tu ales, para la sobrevlvcncm del Pres I- demás famili as exteriores (DI -6 er, 9-9'0). .:;tas clasí" Icaclones fueron reformuladas
dente Tancredo Neves con ocasión de su hospit ali zación entre la vid a y la muerte. Ello muestra 111 a partir del contacto d . es chinas educadas en Oc . e e II e del XIX rin-
fuerte pe netración de estas rel igiones y sus ofic ios en la sociedad de soci.edades bras ~leñas. En ci )ios de l XX con el racia li smo occidental. a cQ.US.tt:uc.ciÓo de !loa humanidad escin-
todo caso la alteridad es il/corporada ri tualmente mediantes las ceremolll as de poses ión de las
r
religiones afrobras il eñas más preponderantes, IImbtlllda y cwu/omblé toda su im~giner~a dc dida en términos e razas ominall/es (pjjn1ero_cxGlus i.vamgnte-l. amaliLLaJus;.gv
ambas dos la amarilla y la blallca l98 ) y razas domilladaL(liLgenle_osc/lra éstas
di versos otros que se interrelacionan con los vivos a través de los oficmntes. ef. (~Iobelllll a y
González 2000). También el carn aval es el lugar y el tiempo de este acoIl1paSanlle~to, por. lo
menos antes. Ahora las escuelas de samba han tomado un lugar preponderante en la IIltegraclón
de los participantes en el evento, y el retrazado del desfi le en Rio desde las call es al samb6drolllo.
ha co/llodificado todo el proceso, dificultando el acceso a las capa s m.ás p.oplllares, cOlllpues li~s 197 El personal de servic io ele los grandes predios tiene, a su vez, otros de estallls inferi or que
principalmente por gente de co lor en sus diversas g radac i one~, denOlllll1 aC Iones y atH~re~o~l~c l °
les cuidan los hij os, se ocupan de su casa les hacen recados, etc. Estos, a su vez, em pi ca n a O l l'()~
Illi elltos; son las capas medi as blancas qui énes se están apropmndo de este evento ~~c!al JIll clal- de estatus todav ía inferior para que les cuiden, a su vez, sus propios hijos.
mente originado fuera de su ámbito ident itario. En cualquier caso, Iodos pueden VIVIr Sil cama 198 En algu nos escritos se hace rcrerenc ia a la superioridad de los blancos por su c;lpacidud dt'
\llIl. igual que laJeilloada , con o sin carne, acc ión colectiva, por su supuesta solidaridad intragrupal (Dikoner 1990).
De otra parte, aunque raza y grupo étn ico se aproxi lllell IIlllcho l' 'presentacional
rentes también porgue la ciones étnicas no siem re tienen uc ser 'erá' uh:UI1, y pragm_át icamente, raza ue englobar diferenles gru pos óll1ico .203 Por e jemplo,
mientras que las raciales siempre lo son e incluyen explotación y conflicto sicll1 J1" llllundo se dice ra za neg ra. Si por un lacio la opres ión racial , y Su atril ·ti vidml pura con
(Rex 1973). De fo rma simil ar se ex presó en su mo mento Michael Banton (1983). Sltl 111 segregación y la desigualdad socioeconómica y po lílica, puede ser UIlIl ex perienc ia
embargo, para Wallman (1986), raza -como fenotipia- es un elemento más en 111 \'om ún de aquellos así denominados, muy diferentcs son las cx pcl'Í l,;lH.:ius dI,; los 11 1'1'0-
repertorio posible de marcadores para crear fronteras, De alguna forma también pUl II t'/lribeños y de los nigerianos Hausa en Inglaterra ; la de los I ¡¡¡ ilianos en USA pucdl,;
Jenkins ( 1994:2 15) quien menciona la raza como un paso /IIás severo en la categOl1 no lener nada que ver con la de los afroameri canos en este mismo pa ís, etc, En Hspníla ,
zación étnica, !.qué puede decirse de común enl re (algunos) dominicanos, (a lgunos) nHllu·ilallos.
Sin embargo, según Stoler ( 1997), el pensam iento racial nunca ha estado su" H'ncgaleses y guineanos a quienes la gen te puede reducir a la categoría de l/ eMIYJ,\''!
cien temente asegurado ~ o gor la apari encia o los ras os fenolí icos. ~os s i st e lllu ~ Por otra parte, aquellos defi nidos como I/ egros, él pesar de sus posibles coinci-
de verdad construidos por la olítica colonial en torno a las diferencias raciales ~I dencias con part iculares grupos étnicos en térm inos de ex peri encias ident itarias,
hill1 apoyadoTañ16léi1 en prácticas culturales, narrati vidad ;dj,¡,p- sicion y rasgos -;"sl IIf'rontan constricciones estructurales de opresión y desigualdad que sus ca-étnicos :t
g>s~ales, etc. encio na que políticos y ad mini stradores de la ley en las co oni n, lo mejor no sufren.
incluyeron en la europeidad una seri e de criterios no visibles que referían a senil En algunos casos el significado de raza se opone al de cultura : e l primero deg ra-
mientos morales y sensibi lidades específicas (competencias culturales, rasgos de pel Iln, el segun o ena tece. Asílo explica ete r Wade ( 1993) para Colombia. Ca (iñage n
sonalidad, disposiciones psicológicas, etc.) (Stoler 1997). Por ende, su carencia e1ell (lel illdio es la de alguien con cuhura e identidadyropia previa a a ca OníZ1iCi<Sil,"CjüC
niría, a la inversa, a los no europeos. Icpresenta lo ex6tico, atractor de atención e .interés antropol6gico. La liñagen del
EJllas ideologías y prácticas raciales y racistas del S.XX y del recién inaugul'lI I/egro es la del desarrai ado, si.n identidad cultural proma, cQ.n orígenes rem~
do XXI es difícil separar ~ribu c io nes culturales de lo fenotípICO, e!!..." uanto a II lit rl'lIgr~s, oculto socialmente como objeto de discurso, de interés, negada su
[ iencia e..erc ibida/conceptualizada multireferenciat holística y valoratjyamente' "10m 'x istencia cultu ral. S~ ud adan os pero exentos del estatus especial reconocido a los
q~l¡;tieneJ1 estos rasgos son, hacen, creen y se comportan de esta manera, lo que Il11I indígenas.
hace diferentes a nos-otros (y probablemente infe riores)". Quiénes son, resulta '1llt' Otro caso similar es e l analizado por Susan Benson ( 1995), comparando a los
'se explica por cómo son, qué hacen, cómo lo hacen, qué piensan, CÓJua..siellLe!l-C.ÓJJlfI II/dios y a los de origen jamaicano en el Reino Unido. Los primeros son pensados en
creemos que son, y de quienes vienen y de dónde 202 . l ~rll1inos de la riqueza de su cultura , los otros bajo el marco de las ideologías racia-
Precisamente por eso, tanto en Ramírez Goicoechea ( 199 1), como aquí, he inlen les, como un esti gma.
tado no caer en la trampa de esta maniobra de singularización del racismo fuera y El reparto que se produce en la investigación social es responsable, en gran medi -
diferente de otros procesos de identidad/a lteridad como pueda ser la Etnicidad. No tia, deesta inter retación. Los antropólogos estudian a lascomuniaa es proce eíiies
es que mantenga que entre ambos no se justifique una di stinción por cómo ambos hall de la Ind ia. En cuanto a la propiedad de vivienda, están por encima de la media britá-
sido creados y utili zados, lo que pretendo es no mag nificar esta posibilidad porque, nica; también en cuanto a empleo. Su hi stori a parece la del éxito social: están fuertc-
tanto fenoménica como analíticamente, sus mu tuas dependencias me parecen clara~ , IIlcnte representados en la cl ase media, con pequeños negocios familiares, muchos
202 Con di stinta capac idad clasificatori a, por lo que no haría falta abordar todas las pregul1lulI 203 Lo mismo sucede con la desa rortun ada ex pres ión razajlldía, que en rea lidad es un CHSO dI:
y mati ces siempre y en todo lugar. wcializaci611 étnica. ¿Cuántos grupos diferentes podemos di stinguir en esta simplificación'!
un cierto capital y ex periencia de comercio, lo que no ocurrió con los Bangladeshis IlIs de los chicanos, portorriqueños, salvadorcilos, hondureños: un individuo de escasa
También llegaron antes, cuando vivienda y obtención de trabajo eran más fáci les. ultura, con piel y pelo moreno, inmigrallle, por tan to, PObl'C, con fuenes lazos de leal-
También se les comparara con los afrocaribeños. Estos son estudiados por los tlld gru pal y profunda solidaridad familia r, fác ilment e irasc ibles y gregarios, rasgos que
sociólogos en términos raciales, como un colecti vo indiferenciado, definido por el remiten a rasgos fenotípicos de apari encia y psicosocialcs, Si él sr se llaman es porque
color, la opresión y exclusión social. Su cultura no parece tan ev idente, pero sí sus Irublan español, pero también porque proceden de p,, (ses de coloni zac ión española y,
carencias como grupos marginal es, inadaptados, estigmatizados. Los medios d<, de alguna manera, han 'heredado ' probablement e la sangre ind rgcnil con la española.
comunicación de masas, los políticos y la ge nte los asocian con los graves disturbios Este pensamiento, el de la ances tralidad, es lino de los critcrios del p 'nsmnicnto racial.
ocurridos en Bri xlon y Bristol en los ochenta. Los cari beños tienen una red de parell I!s decir, la etnicidad (l ugar de origen, compartici ón de lengua, creenciIls, Il{¡bitos, etc.)
tesco más débil. No poseen una memoria colectiva tan es tructurada, unos lazos faml se racial iza en SA- delJiOOáI poder hcgcmólUco do esto- sistema clasilicatori o JO!'
liares que puedan trazarse claramente debido a un pasado de erradicación como fU i' encima de cualquier otro, r Omni y Winant 1986)2("'. En USA los hi spanos siguen sien-
el esclavismo. Uno de los problemas reside en la propia percepción del anglosajón, do considerados 110 blancos, lo mismo que los árabes) catcgorí:.is raciales infermediru ,
que supone que todos los caribeños han de ex hi bir unos mi smos rasgos cultu ra les, ni blancos ni negros. De especial interés resulta ver cómo /a idel/tidad á rabe (como si
porque son englobados en una mi sma categoría territorial de origen, de rasgos feno sólo hubiera una) ha sido progresivamente racia/izada en USA.
típicos y situación socioeconómica. Lo que ha ocurrido en realidad es que la expe Todo ello es tan cierto como que, a la vez, a tenor de la diversifi cación demo-
riencia de la migración ha puesto en contacto a sujetos de una gran diversidad de pro gráfica de USA a partir de los años setenta, se han constituido c>llegor(as más o
cedencias insulares, categorizados todos baj o la misma rúbri ca. menos intermedias que parecen operar como amorti guadores entre la clásica di coto-
El pensamiento racial nunca consiguió independizarse de criterios étn icos, en té" mía blancos/negros. En primer lugar la sociedad americana cuenta ahora con ca lcc-
minos de identidad grupal sociocultural. Ser \Van (w hite, anglosaxon, protestant), i1 li vos de procedencia asiática - muy diversos entre eJlos-, caribeños y latinoameri ca-
sea, blanco, anglosajón y protestante, como identidad dominante exclusivista en una nos - también mu y diferentes entre unos y otros- o S i por un lado, como vere mos, el
sociedad multiétnica y clasista como Estados Unidos, e.s un conglomerado categorial discurso ofi cial mutliculturali sta neutraliza toda esia di versidade levándola a viril;;!
~
- ---
(anglosaxon) y religión (protes!e'!'!).
~
-
que amalgama lógicas sistemas/entornos diversos' el ¡!?iR (IV/lite), ancestral" 'Id ( e nuevo mi fOoe Aiñei'ica como país que se enriquece y enorgullece con la diferell-
<:!!!JCf.iñffiQ;-l? cierto es que unos son inás ponderados que 0ti:QS, ubiCáñ'dolos más
También odemos enconuaLdinámicas ca si inversas: grupos étnicos que SOn O menos cerca de su exclusividad privi leglillJa. Eduardo Bonilla-Silva (Bonilla-S il va
racializados. Expresiones como "lo llevan. en la sang re" o "es que viene de padfi ,' 2004)l0s lama blancos honoríficos (' honorary white'). ¿Quiénes son éstos? Pues
a'hijos" para rasgos que no tienen nada que ver con la herencia biológica, son modos aq uellos que los blancos 'de toda la vida' han seleccionado a Ji P<lLun.Juga r
_de categorizar arguyendo una temporalidad que traspasa las generacjone$. Veamos hllermedio_ent e ell Sy el gran colecti vo de tlegms o 'collective black ', cQ!! e l obje-
algunos casos. II vQ.ge mantener su sup.¡:emacía: asiáticos que han tenido éxito en la movilidad social ,
lati no ue.s n asimilado com letamen te a la fo r e vida americ a, cubailOS,
El primero es bien conoc ido: el de los judíos. No hay ni un trazo fi sionómico - ni mej icanos y portorriqueños de piel clara, etc.
siquiera aq uella nari z aguileña o esa cara de avaro de los estereotipos populares- que
pueda asociarse a esta clasificación, siendo un concepto ligado excl usivamente a Ulla Repasemos un poco la historia de la presencia de emigrantes del Oriente Medio
identidad re ligiosa y cultural. De hecho, no hay ninguna diferencia genética entre en este país a partir del artículo de (Naber 2000), que imaginamos nunca imaginaría
judíos y palestinos. Y sin embargo, se sigue hablando de raza judía y se piensa que lo que iba a suceder.
todo lo que les cualifica como dife rentes es heredable. Es una esellcialización de la La primera inmigración desde Oriente Medio data de 1880-1945 y muchos de
extranjería social, fuertemente establecida en Europa desde hace siglos, a pesar de ellos procedían de Siria, otros de Líbano, católicos maronitas, griegos ortodoxos.
conversiones al cristiani smo, siempre de dudosa sinceridad.
También sucede con los hispanos en Norteaméri ca. Los analistas diríamos que his-
204 Negando el principio económi co y político co mo orígenes decisivos de la desigualdad. Lu
pan.o refi ere a la conex ión colonial con España y más concretamente al habla común
aparición en la poblac ión afroamericana de una clase media acomodada en las últimas décudu s hu
española. Hispano se dice de toda una variedad de gru pos con tradiciones culturales e tenido como contraparte la depauperización todavía mayor de la cl ase más baja.
426 ETNIC IDAD. IDENTIDAD y MIGRAC IONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDA 427
l/os. Presionados por sacerdotes y clérigos, muchas de estas uniones fueron santil l 6, 1, Etnicidad y formas históricas de o rganl/( t h111 111111111 ( 1
cada, por la Iglesia, con objeto de normalizar situaciones que ya eran de hecho. 1.0'
CI/adros de Castas de los siglos XV y XVlreproducen toda la variedad de posibilJ Hemos mencionado que las formas de objetivación de la i<l '111 1111111 111 1' 111 IIIIh 11
dudes y resultados fenotípicos. Cachimboreta , ca/pama/ata , cambuja , castiza , coyu Non múltiples, ~ruzándose, ~g l2!>ándose a veces 1II1as~. LUN 11111 1111 111 11111111111
te, china , son algunos de los nombres que se les fue dando. Y como sucedería 111 " r n política de la identidad y pertenencias son yariaWes hislóricu y \'III" ~ lIl h 11111> 1111
adeJ ante~es atübuyeron ca acidades p.ers.Ol1.~ características psicológicas. 1.1
Iglesia tamb ién santificó estos nacimientos pO.LJJ1edio del bautismo.
Pero no siempre fue así ni en todos los contextos. Ann Laura Stoller (1989) rclll
ª
Y no siempre cristalizan en oroanizaciones olítico-administrat ivlIs I¡ ~ hl Hu 111111 11 1\
las. proceso de.,9bjetivación del oder 110 tiene 01' ué estar CC1111'1I1i 11111" ohlll lilll
puede localizarse a lo lar o de dominios y relaciones más o mCIlOS C ~lllll llll llllr l 11
ta cómo en la Malasia de los años 30 del pasado siglo gobernada por los britán icON, tlifusos, no siempre eVidentes ni objeto del discurso re-presentatil!o y ell ,, ~dl'tll1 IIItI
eran más los que se declaraban eu ropeos que los q ue se consideraban colonizadlJ,I, W;abilidad en su publiCidad y la dislri bución social de su conocim ic ll lo y 11'11 1111111"
mostrando que la ecuac ión europeo/colonizador debería rev isarse. La prohibic ió n <11' Rituales, objetos, prácticas, nombres, órdenes, formas de distribución y COIISIIII III, ¡tlll
la re lación sexual y reproductiva con las indígenas fue más bien tardía: la razó n '111 'cd imientos, actividades económicas, pueden incorporar poder.
mantener la frontera entre los colonizadores europeos y el fruto de sus relaciones QU t1 Form as de objetivación olítica de las adscripciones y pertenencias grulp l c ~ 111111
en algú n momento pud ieran reclamar su europe idad y discutir los privilegios de lo, habidOññicñas. La Antropología Social se encargó de desvelac al mU11do q.u.c huh 11
origi narios europeos. socIedades si n Estad02iO y~ si n embargo, no carecían de instituciones políti clls. 11
veces específicas, encarnad as bien en personas bien en un grupo de personas, ¡uves
lidos de poder (variable) para el consejo, la producciónlinterpretación de no rm as, el
control de la desviación, los medios rituales para su encau zamiento o cast igo, etc,
Figuras como el Hombre Piel de Leopardo, típica de los t!uer, el grupo de sabios, los
6, OBJETIVACIONES POLíTI CAS DE LA IDENTIDAD jefes de clan , los líderes rituales, chamanes, grandes hombres, Jefes y reyes, son algu-
Y LA PERTENENCIA ÉTNICAS, NACIONES, ESTADOS Ilas de las agencias - no siempre específi cas- de control político y dirección social en
Y MOVIMIENTOS SOCIA LES estas sociedades, Como ya se ha di cho para muchas de estas institucio nes, sus ámbi-
tos son compuestos, atravesados por muchas otras prácticas y significaciones que la
segregación de la política forma l reali zada po r Occidente ha in tentado aparcar (sin
"Esta Revolución habla respondido, ciertamente, a un oscuro impul<() conseguirlo del todo).
milenario, desembocando en la aventura más ambiciosa del ser humano, La Antropología política mostró que e l Estado, en sí mismo y en sus ' rsas
Pero Esteban se aterraba ante el costo de la empresa: 'Demasiado prol1(() concreciones y formas, es una construcción hi stóri ca211 .Una teoría sistémica de la
nos olvidamos de los muertos'. Muertos de Parls, de Lyon, de Nantes, do fo rmación del Estado tieneen cuenta múltiples factores: demografía, localización,
Arrás; muertos en los pontones atlánticos, en los campos de Cayena, 0/1 recursos, territori o, articulación adm in istrati va, control impositivo, organ ización
tantos otros lugares, sin olvidar los muertos cuyo recuento se hacía impo
eSlratificada, sistemas de producción, distribución y acumulación.
sible -secuestrados, defenestrados, desaparecidos .. ,- a los que habla qUII
afladir esos cadáveres vivientes que eran los hombres de vida rota, elo En la Europa Mediterránea y e l Creciente Fértil nos viene a la cabeza e l naci -
vocación frustrada, de obras truncas, que por siempre arrastrarlan una vidll miento de los Estados que luego muchos se convertiría n en Imperios, con sus dinas-
lamentable, cuando no hubiesen tenido la energla necesaria para suicida. tfa s reinantes, gobern adores, funcionario s, élites burocráticas y comerciales, sier-
se. Alababa a los desdichados babuvistas, a quienes tenía por los último', vos, esclavos, pueblo llano, Ciudades-Estado como las polis griegas de Atenas,
revolucionarios puros, fieles al más limpio ideal de igualdad, trágicamento Esparta, Corin to, etc., pero también las italianas renacentistas como Florencia,
contemporáneos de quienes todavla predicaban, en las colonias, LlllIl Venecia, Génova, y la actual Singa pur. Li gas, confederaciones, princ ipados, canto-
Fraternidad y una Libertad que sólo hablan quedado en artimañas pol/tic8' nes, señoríos, ducados, cali fatos, reinos, indican distintas formas demóticas o aris-
para conservar tierras o adquirir otras nuevas. Y concluía el narradaelol,
amargo, vaciando su última copa de vino: 'Esta vez la revolución ha fracn
sado, Acaso la próxima sea la buena. Pero, para agarrarme cuando estallo,
2 10 Weber subrayó, por ejemplo, que Ull a de las fuentes de la conciencia (ri ba l es la cx pcricn
tendrán que buscarme con linternas a mediodla. Cuidémonos de las pa/8
bras hermosas; de los Mundos Mejores creados por las palabras. No Ilay cia y acción políticas (Weber 1978). Se refería, obviamente, a 10 qu e el mundo mediterráneo gl'l!CO
romano entendía por tribus.
más Tierra Prometida que la que el hombre puede encontrar en si mismo ''',
' " Lewellen (1995); Carneiro ( 1970): C.rnei ro (198 1); Gluckman (1978): Luque (19%) " '"
Alejo Carpentier. El Siglo de las Luce , algunas lecturas para empezar.
y vertebració n territori al con fronteras definid as, monopolio de la violencia, el poder momento culminante del sentimi ento nacional es pañol.
2 13 También en el aire en la era de la aviación, sobre todo a part ir de la 1I Guerra Mundial. Ya
militar y el control social Uusticia, pri siones), paci fi cación interna fre nte a la guerra
entonces en el subatómi co, y ahora en el elect rónico.
contra otros Estados tamb ién en constru cción (Tilly 1990) Y una ideología de comu- 21 4 De hecho, la COlllllllidad illlemaóonal, representada en distintas instituciones polít icas
nidad con pasado, lengua y destino comunes favorec ida por el auge de la comunica- globales - aunque no en términos equitat ivos- sigue siendo una de las prin cipales fuentes de Icg iti
ció n y la impre llla (A nderson 1983). midad para el reconoc imiento de un nuevo Estado.
2 15 Como dijo Enrique de Navarra en la guerra de los Tres EI/riques (é l mi smo, flllufn
El escenario de esta constitución es tanto interno como externo, en el sentido Enrique m , Enrique de Guisa y el propi o rey Enrique 11) por la corona de Francia, "Paris hi ' 11 vuk
abi erto y fl ex ible que decíamos para los sistemas auto poiéti cos. una mi sa".
Como en toda clausura operacional, la fro ntera institucionalizada y salvaguar- pnkLicas femeninas, tal como encarnó el príncipe Albcrt o consort e dI.! 111 Reina
dada delimi ta el espacio interio r de la comunidad política frente a l exterior: igual Victoria, si los propios prusianos interpreta ron la guerra con Fra llciu co mo 111 viola-
que genera seguridad internamente, construye inseguridad ante el exterior. Dav id d6n de Alemania, la hegemonía prusiana fue conslruyC:ndosc cn torn o a la f'ccollsti -
Innerarity (2005) describe el territorio como "un instrumento de seguridad gracias a lución de su masculinidad, como sím bo lo de poder, dec isión, autoridad , vil lor.
la delimitación de la frontera" en la constitución de l Estado-nación. Por e l contra- También desde esta lógica Prusia se convirtió en el poder abarca nte dcl resto de
rio, la fro ntera en los imperi os casi siempre fue más perm eable y dinámica. La terri - r~ t adosalemanes, del mismo modo en que lo masculino siempre domi na lo femeni-
torialidad es un principio excl uyente y exclusivo para e l ordenamiento en Estado de no. Las relaciones entre Prusia y sobre todo Bavaria, se imaginaron como un mari da-
las comunidades políticas y sus competencias jurisdiccionales. l' entre hombre y mujer - así concebidos- oPrusia era protestante, mi li ari sla; Bavari a
l'ra catól ica, emocional, tradicional, volcada en la estética. Fue Prusia quien llevó a
Poder político, sistema económico, administración, demografía, territorio -y
geografía- y guerra son ingredientes de la construcción deLEstado modJllilQ en torno otros estados alemanes a la guerra con Francia, liderando las operaciones militares.
a la idea de nación y nacionalidad. Han sido muchos los que han estudiado la historia de las relaciones culturales y
' tn icas a la hora de anali za r los procesos de construcción de l estado moderno en
La nación es el soporte comunitario creado de este tipo de organización política,
Occidente. Anderson ha tratado la nación como una comunidad imagi nada (que no
que cifra en él su continuidad y mantenimiento: ~omunidad oHtica y moral (con
Imaginaria o falsa conciencia), vivida, representada, una construcción histórica
deberes y obligaciones) a partir de vínculos étnicos pre-existentes o.llO, en cualqu ier
curopea duranle el siglo XV Ill y XIX, gracias principalmente a los medios de comu-
caso_siempre trabajados y ,retrabajados. Esta nación es algo más que una població n
Jlicacio n (la, lengua nacional im resa y l1!Jmp@la) que ro ic iaban una identidad
como ag regado de individuos: es un colecti vo ue comparte un sent ido de pertenen-
colectiva más allá de la temporalidad de la terrenalidad. Ernest Oellner ( 1983) tam-
~Y vínculo entre unos y otros, con un supuesto pasa o y un supuesto futuro' 2
hién ha insistido en el carácter constructivo e histórico de la nación: la sociedad
nación se convierte en el g~del bienestar de sus ciudadanos y l!lQ!lQpolizador de
JIloderna necesita una b.omogeneidad cultural para su desarro llo económico y políti-
los recursos morales de la comunidad (A ppadurai , 2000:39).
co. Adem~ería el ún ico a o 1Ie ca\lilz de ed c~ueíULde..trl!!:>Jljo que
- -
dencia necesaria entre Estado y nación, como comunidad imaginada, es un echo,
Hay que citar a uellas I~: que no fueron incorporadas al proyec to nacio
Grupos étnicos sobre varios estados, fruto de conflictos históricos y del reparto
geopolítico entre potencias dominantes son, por ejemplo albaneses y kurdos. Des-
nal-estata hegemónico que se les imPJ.1S.O y que, sin embargo. su len'gllaJe y aspi,m- pués de la caída del Imperio Otomano, criterios políticos y estratégicos de las poten-
Clones políticas entran dentro de la lógica política dOID inante234 . Es en los si los XI X cias occ identales no permitieron la existencia de un territorio político propio para los
y
-
XX cuando g ru~os étnicos I/lillQrizado.s235 en los estados europeos comenzaron 11 Kurdos. Estos se encuentran repartidos en ci nco estados: Irak, Turquía, Siria, Irán y
232 Sobre el imaginario imperi al bril ánico a parlir de la India como escenario, véase Collll 236 Una imagen idílica que oculta, no obstante, la existencia de grupos minoritarios, como los
( 1983). Ai nu (qu e habitan en Hokkaido y la región de Tohoku , procedentes, posiblemente, de una de las
233 Así 10 estamos viendo actulamentc en la neces idad de incluir en la agenda europea la redc· primeras oleadas migratori as desde el continente, vencidos y oprimidos a lo largo de la Historia por
finición de derechos y deberes de sus ciudadanos en relación a la reorganización ad ministrati va, los japoneses), los Ryukyu de Okinawa, los coreanos inmigrados al hilo del desarrollo indu strial
económica, moral y política de un modelo cn cri sis ante los nuevos fenómenos de la globalizacióll japonés o la pseudocasta de los Burakumin (De Vos, Welherall y Steannan 1983).
y la transnacionalización. 237 Si exceplllamos a los Goralli, pu eblo monlañés sobre el que se ejerce un sentido de alteri -
234 Cuando preguntaba a fines de los 80 a mi s jóve nes informanles sobre qu é ocurriría con dad por parte del resto de la población. Cf. Pine ( 1996).
ETA si Euskadi se independizase, después dc un momento de asombro y desorient ac ión , 110 duda· 238 Furnival ( 1948) definió la sociedad plllral como sociedad en donde hay presentes di versos
ban en reconvenir esta organización en el Ejército del supu esto nu evo Estado, Afortunadamen le grupos étnicos que funcionan autónoma e independientemente en lo cultural pero arti culada y
otros escenari os son posibles: su disolución, el abandono de la actividad armada, o su transforma- depelldenientemente en lo social, político y económico, en térm inos de desigualdad y fracc ionll
ción en parlido político. mi ento.
235 Al margen de la posible colaboración hi stóri ca de algunos sectores en la construcción del 239 No pocas veces seleccionada a parti r de determinadas políticas migratorias así COl1l0 pOI
Estado nac ional centralista. las propias redes migrantes y la cultura migratoria de los países de salida.
438 ETNlClDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECO NOMíA POLfTlCA DE LA ETNIC IDl\lj 439
Azerbayan. Con ocasión de la independencia de la India, dos nuevos estados se crcn II llopla. En los territorios locales había un gobernador central y las poblaciones se
ron: India y Paki stán. Miles de hindúes se trasladaron a la India, miles de musullllll tI ~ flnían por su identidad cultural y relig iosa - mille¡242- . El Imperio Austrohúngaro
!les lo hicieron al recién constitu ido Pakistán, pero aún quedan hi nd(les en lo qlJll tI -l siglo XIX se encontró con esta estructura políti ca establecida: una gra n diversi-
ahora es Pakistán y musulmanes en lo que ahora es India, amén de un sin fin de 0 1" 11" (I/ld de población con una gran mov ilidad, en donde la idea de una homogeneidad
confesiones religiosas, entre los que destacan los Sikh del Punjab. Intern a a la unidad política estaba ausente. De al guna manera , una de las causas prin-
cipales de la inestabi lidad política del sig lo XX se deberá a la voluntad de las éliteS
Para los albaneses, podemos mencionar un multiadscripción territorial , en dondl'
Intelectuales oe im portar e Imponer el modelo e uropeo de Estado-nación, omog.é-
las referencias espaciales se solapan: albaneses forman el principal grupo étnico en
n~l yét~.
Albania, donde son hegemónicos; tambié n están en Kosovo, provincia autónoma dI'
Serbia, donde son mayoría, pero sin autonomía. Algo parecido sucedía con los En general, en el caso de Eu ropa del Esle, durant e el período 'ocialista i m~ó
Serbios, mayoría dominante en Serbia, minoría en su provincia autónoma de Kosov , formalmente el mode o francés ae1 naCIOnalismo civil , basado en una ciudadanía
y también minoría en Croacia y Bosnia. ge neralizada, a partir de la constitución deL~sta(19 . Si n e111bargo. el modelo de cons-
ti tución nacional de much s de estos pa~s en el siglo XIX fue e l de ti po étniCO,
Por diáspora se entiende a aquell as oblaciones ori ¡narias de lInl!!gar...gt~ JOI' baoado principalmente en la ancestralidad gru Ja l, una histori a grupa l romantizada
presiones Qolífica , militares, económicas se disp=por mucQQSjygares del mundp. reconstru ida y una conciencia centrada en vínculos de le;!l1ad y soliclaricfltd afec tiva.
Lá diáspora judía es una de las más conocidas, a partir de la toma de Judea y la des· uando el socja fi smo s.e...YinCLabajo~l a mayoría de los lllov imi clllos nacionalista s
trucción del Templo de Salomón por parte de los romanos en el año 135 de nuestrn 0
tldoptaron un cari z más vertical, más etnOñaC'íqnali sta, al, cstilo alcm¡í ll : pcrt cllQJ1-
era. La armenia, la mayor del mundo, es más deconocida. Los arm enios pasaron de
capitali zar la ortodoxia gregoriana a ser parias en el Imperio otomano y ceder su
cm se basa no en lam tdadanía sino en la compart ición de lazos de sllngre vincula-
dos a un terntono. Aqu í es el grupo hu mano el que preccde al Estado, ocurl'i 'nelo lo
liderzgo como depositarios de la ortodoxia a Rusia. Ya padecieron persecución 11 éontrario en el nacionalismo civil . Ésto en parte pucde ex plicarse pO I~ 1 hecho de que
fin es del siglo XIX en diferentes momentos pero sufrieron el genocid io de más de un du rante la época socialista, las... relaCiOñesae"patronazgs>, c1ientelislllo fa voriti smo
millón de personas por parte de los turcos entre 1915 y 19 L7. Cerca de 5 millones dc seguían l ín.eas~ a pesar de la ideología oficia . Los países socia li stas perpe-
armenios viven fuera de Armenia. La diáspora palestina desde la creación de Israel tu aron las divisiones étnicas, que no hicieron más que aflorar con su caída. No es un
en 192 L y, sobre todo, la guerra árabe- israelí de L948, ha sido una constante hacia caso de revitali zación porque las divisiones económ icas seguían a las divisiones étni-
países de acogida como Jordania, Siria, Líbano, Irak, Túnez, Libia, Egipto. Más de cas. Aunque, obviamente, hay diferencias entre unos países y ot ros.
sei s millones de palestinos viven fuera de su país, muchos bajo el título de refugiado
político, sin nacionalidad. En el caso yugoeslavo, el Estado, sigu iendo intentos iniciados ya en 1929, rea li-
zó un trabajo cultural de imaginarse una comunidad: Yugoeslavia o eslavos de l Sur.
La im osición del nodelQ euro eo occidental de 01' anización olítica de las iden- La primera categoría de adscripción era la de ciududano. Después las identidades
tidades étnicas sobre otros contextos sociopolíticos e históricos multiétnicos han sido nacionales de las distintas repúblicas federadas y después, las comun idades étn icas
la genesls OeIñlílTip es e interminables connictos240 El caso de los Balcanes es para- además de los nardos, O comun idades con ausencia de referencia territorial. Los con-
dtgmáfiCoy aprovechamos aquí para un merecido si bien siempre breve análisis. Nos nictos étnicos en relación a distribución desigual de bienestar, autonomía política,
sirve también para repensar otros aspec tos de los procesos étnicos anali zados en otras CIC. en los países sociali stas, y también en Yugoslavia, no aparecían en la arena polí-
partes de este trabajo, refi riéndonos específi camente al caso de Bosnia-Herzegovina. tica pública, escamoteados como estaban por un discurso de inclusión omnímoda en
La Histori a ofrece siempre las coordenadas impresci ndibles para empezar24 1. el gran paraguas soviético. Pero indudablemente existían. Así se vio a partir de la
muerte de Tito.
Los países del área sufrieron el imperi ali smo otomano, el austrohúngaro y el
soviético. Durante el período otomano se siguió la ley turca, centralizada en Constan- En este contexto nos encontramos con un movimiento nacional ista serbio que
pretende construirse desde la homoge neidad étnica y que ya desde fines de l XIX rei-
vindica la constitución de la Gran Serbia a costa de territorios vec inos, C01110 e l de
Bosnia Herzegovi na.
240 ~sto muesu:a las deficiencias de las teorías de la modernización aplicadas a circunstancias
Después de la 111uerte de Tito los serbios impulsaron el fracaso de la federación
hi stóricas, po lít icas y sociales diferentes a las de la Europa de los sig los XV I-XX; una ~a lt a de ima:.,
ginación tota l ara ensar otras es c lstitut ivas de l Estad . Para un a c iudadanía no asada nece- yugoeslava. Tito, a partir de 1974, intentó contrarrestar el liderago de Serbia, inl cn-
sariamen te en la nac ionalid ad o la afi li ación sino en la residencia y la compartición de determina-
dos problemas, objetivos y práct icas comunes, véase (Wender 1993).
24 1 Algunas referencias en que me baso son Horak (1985) ; Stavrianos (1961); Vuj ac ic y
Zaslavsky ( t991 ); Glenny (1992); Hann ( 1992); Malcom ( 1994); Sorabj i (1994). 242 Cada uno de los grupos re li giosos que no eran musulmanes en el Imperi o Otollllll lO
243 No todas las sociedades civil es producen ll acio~al i sJ11os liberales y si no, recordemos el 244 Es obvio que cualqu ier de éstos es censurab le, cllltll ralmellte occidelltales o 110. Hl< lutuo"
fascis mo españolo ita li ano, el nazismo alemán. hab lando desde la prop ia lóg ica de la Unión Europea .
zas nacionales locales, una vez más, dejaron fuera de la act ual Albania a miles el " Jloder, otorgándolos participación en su proyecto colonial mediante la Indirec¡ l/lile:
albaneses, que quedaron como minorías en estos países . No ha de ex traña rn os las 'omo mediadores, func ionarios, autoridades locales, etc.-. El Estado co lon ia l:bri t ~
consecuencias de estas ingenierías políticas que toman en cuenta en último lugar 11 nico, francés, alemán, belga, holandés- fue un árbitro de las relaciones étnicas, )ri-
los propios interesados. Kosovo, regió n autónoma de la actual Serbia, perteneció vilegiando algunas, manip ulando, des recian o otras, fo mentando unas ri validades
an teri ormente a Albani a, donde sigue viviendo una gran comunidad de albaneses. que prev iamente no existían, o pp r lo menos no de taLintensid..1d, dejando rugturas
socia es gravísunas que han deIivad.<u: e 'e tam 'entos ªl1:ru:e.s-y desplazamientos
Lo mismo podríamos decir de Serbia, Croacia, Bosnia, Macedonia, etc. El hecho
Ingentes de refugiados 246
de que estos países, junto con Albania y otros, hayan estado bajo ma ndato otomano,
no sign ifi ca la mis ma ex perienc ia histórica de dependencia dentro dellmperio abar- É n e l caso afr icano, los territorios coloni zados por cada metrópoli sirvieron de
cante, el cual jugó distintas bazas y estrategias para administrar y go bern ar a lo largo hase para la construccilíñOe1as nuevas naCIO nes-Estado, basadas en la selección
de deter mi nados grupos étnicos como sustrato demooráfico y c lasificatorio de los
de la historia en distintos contextos soc ioculturales y escenarios políticos locales. ----"---
IIuevos estados, favorecien o aSJwali dades con otros grup.o.s excluidos d_eLp.Q~r.
Por último, como vere mos en los dos siguientes capítulos, la actualidad estructu-
cneralmente ~s to s grupO.LCOrKS pondían i!, aquellos beneficiados durante el perío-
ral de las migraciones internacionales, el tra nsnacionali smo y la necesidad de redefinir
do co l0111al, sobre los ue las metró oli s seguirían ejerciendo SI! influencia Rara
las categorías de ciudadanía y nac iona lidad (M iles y Thran hardt 1995 ; Solomos 1995)
salvagua rd ar sus il1lereses económicos y políticos en la región. Grupos quedaroñ
obligan al Estado a revisar continuamente sus relaciones con su comunidad políticu
separados entre esta 'OSaiTerentes, un mi smo estado, a pesar de apoyarse en cier-
nacional (Balibar 1991 ). Como apun ta Appadurai ( 1990:304), el vínculo entre Estado
lOS grupos mayoritari os demográfica o políti camente, pod ía incl uir toda una d ive r-
y nación es, cada vez más, signo de disyunción, no de conjunción.
245 Ese es, por ejemplo, uno de los efeclos de la jurisprudencia: constituir precedentes y refe-
6.4. Gestió n, administración y política de la etni c idad rencia para futuras interpretaciones y sentencias judicia les, como parte del trabajo cultural q ue jue-
ces realizan constit uyendo el sistema de reglas y práct icas judiciales tanto en su renovac ió n COl1l 0
en su re-producción. Cf. (Haney López 1997).
La gestión y administración de las identidades -entre ellas, sobre todo, las étni - 246 L os espano
- Ies tam b'1én h·lCleroll
. a Igo paree 'd
l o en América, aunque cada ent orno cololliul
c.as~ por parte de élites, grupos de presión organi zados o no, gobiernos, administra- llIuestra rasgos específicos.
-
territorios.
Tanto la Rusia de los Zares como la Un ión de Repúblicas Socialistas Soyjétjca,
se proclamaron preferentemente ponru.WI.L El territorio soviético se dividió en auto
muchos de ellos procedentes de países excolon ias de Francia. Las relaciones entre las
comun idades francófona y anglófon a no han sido fác iles, ni dentro de Quebec ni en
anadá en general. La presión del inglés como lengua de los negocios, la ciencia, la
ñom ías nacionales y regionales. Los ciudadanos fu eron adscritos a nacionalidades
concretas, introduciendo, en muchos casos, identidades nacionales donde antcs
podían no ex istir. Pri vilegios, estatu s, dominios -educación, acceso a bienes y servi..
247 Lo cual no significa qu e, cambiadas las circunstancias hi stóricas, puedan surgir prO\,;CS01<
cios, movilidad social, clienteli smo políti co, etc.- fueron distribuidos siguiendo las
de etllogéllesis instigados por conflictos políticos, económi cos, ideológ icos. COIllO en el caso d..: los
alineaciones étnicas, a favor de unos, en detrimento de otros. En algunos casos esta ucranianos y rusos, categorías en un principio aparentemente censa les pero que con la rcvollwM"
construcción/ges tión de la iden tidad reforzó algunas ya existentes, en otras las pro naral/ja han derivado en categorías grupales de movi li zación y acc ión colec tiva, inCOl'ptlllUld\1
pició, otras fueron silenciadas, eliminadas, algunas tu vieron su ori gen exclusivamcn- cSlratégicamenlc connotaciones europeistas en el primer caso, rren te a orientalistas en el sqttll uln.
~
pocas --
de las di versas políticas gubern amentales sobre el Estado de bienestar255 : cuotas de
inmigrantes, ajud icac ión de viviendas, becas de comedor:, etc., (Ba¡:a¡;yi 998),COñño
resistencias por parte de la poblac ión que se considera autóctona y con dere·
chos morales e hislóricos. Barbara Lal ( 1983) habl a de etnicidad 'com ulsiva' a u -
.. Chino.
.. Cualquier otro (esc ribir).
Uno de los primeros comentarios que se nos ocurren es que es una categori za-
lia construída a partir de ciertas prácticas institucionales de discriminación positiva ción híbrida racialista (blanco, negro ... )/etnicista (b ritánico, irlandés, chino ... )'58,
en cuanto al reparto de beneficios sociales, que los proQios grupos suelen mani ul ar mostrando las continuidades entre ambos tipos de clasificaciones. Otra es que indios
en su propio interés. También destacan las ca tegorías raciales aplicadas en las prác- y pakistaníes pueden sentirse ofendidos por ir juntos. Qué decir de earibeíio! Otro
t icas de adopción 256 cajón de sastre definido sobre su color de piel en vez de sobre su increíble di versi-
Censos e instrumentos gubernamentales de estadística son prácticas que c ri stali ~ dad cultural fruto de su compleja historia política y social colonial 259 ¿Desde cuán-
zan determinadas categori zaciones, a partir también de discursos e ideologías clasi-
fi catorias dominantes.
257 Fuen te Office for National Stati slics (O ficina de Estadística Nacional, Reino Unido).
258 El Acta de Relac ioncs Rac iales (Race Relations Act 1976), am pli ado en el 2000 (Race
Relations (A mcndment) ACI 2000), reconoce en el térm ino grupos raciales criteri os de raza, color,
254 Francia optó por un modelo política mcntc más inclu sivo, au nque culturalmente más into- nalionalidad (i ncluyendo ciudadanía), orígenes nacionales o étni cos. Grupos raciales son "caribe-
lerante. En ambos casos, y por razones complcjas, a veces coincidentes, a veces no, la convi vencia ños negros, gitanos, indios, irl andeses blancos, pakistaníes, Bangladeshi s, itinerantes irl andescs
y el repa rto del bienestar y la igualdad de oportunidades entre todos no se ha logrado. Pero eso es (sic!), judíos, sikhs", etc. (Commision for Racial Equalil y 2002).
otra historia. 259 Ser caribeíio no se traduce en la homogeneidad cultural que los britán icos esperan de ello;
255 ¿O más bien Estado de malesflIr? el'. SKA- P. cada grupo de origen tiene sus propias tradiciones y modos de recrear sus indelltidades en el mundo
256 La permeabilidad de las prácticus burocráticas a las distin tas cosmovisioncs es un hecho de la migración. Por eso se dice de ellos que tienen raza, es dcci r, problemas, mi entras que Olros
bien documentado en cualquier contexto sociocultural e histórico. Llama la atención el que las colectivos de origen migratorio tendrían culwrtl , como los indios. CL Benson ( 1995). Di sliulUs
autoridades chinas comprueben la concordancia entre el signo del horóscopo chino, establecido por modos de incorporaciónlcomp311ición del Carnaval anual de Nottighill Gate, en Londres. ayudlll ru
el año de naci miento, entre la madre y cl/la niño/a a adoptar. a entender esta diversidad.
pación, situación profesional, lugar de trabajo, desplazamientos, conocimiento ( !t\ lOS de población en Europa. Anglosajones y JulOS a Inglaterra, Norm andos al No rt e de
idiomas y régimen de tenencia de la vivienda (Fuente: INE. Censo 200 1). Las cale Francia, visigodos a Francia y la península ibérica, árabes procedentes del norlc de l
gorías étnicas no están presentes, a favor de datos objetivados como es la nacionali Maghreb por el sur de la península, bizantinos a Grecia e Italia, irlandeses de l Ulstcr al
elad, que remite a la condición de ciudadanía de otro Estado-nacional, el mismo Reino Un ido, normandos a Inglaterra, mongoles procedentes de las estepas hacia
marco políticoadmini stra ti vo en el que se inscribe el instrum ento estadístico. Europa oriental, judíos al Norte de África ex pulsados po r España, etc. El Renacim ienl o
Tampoco el Anuario de Migrac io nes (úhima versión 2002, pu blicado en 2003) del es época también de expulsiones, por ejemplo, de los moriscos, y tamb ién de l progre-
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales incluye referencia alguna a grupos raciales sivo poblamiento europeo de las nuevas ti erras exploradas y conquistadas al hilo del
ni étni cos, distin gui endo sólo, como en el Censo, por la categoría de Nacionalida{f261 , capitali smo mercantil y la construcción de los Estados nación europeos occidentales .
Sin querer ni poder ahondar más en toda la variedad ex istente, y como simpl . Las mi graciones y movimientos de población son inherentes al desarrollo del sis-
curiosidad, ni en el censo meji cano ni en el peruano aparecen categorías racial es, tema capitalista en sus diversas fo rmas, a la distribución desigual de la riqueza, los
aunque, como en muchos otros países de Latinoamérica, los problemas aparecen COIl recursos, el trabajo y desequilibrios in terregionales. Por ej emplo, en la búsqueda de la
respecto a la autoadscripción del encuestado como {ndigellCl o como mestizo maximi zación del beneficio, la clase terrateniente de las plantaciones del Caribe deci-
(Instituto Nacio nal de Desarro llo Hum ano 2005). En el censo estadounidense del año dían importar mano de obra, independientemente de que pudieran abastecerse con la
2000, la clasificación de los Hispanos se hace a partir del sistema racialista americ:l a de origen local. Esto siempre permitía abaratar los precios y deshacer los posibles pri -
no: se podía escoger entre Hispalios hispanos, es decir mestizo, o entre Hispalio vilegios y exigencias que pudieran haber ido demandando los locales (Mintz 197 1) .
blanco O Hispa110 negro. El crecimi ento de la población, desajustes económi cos sociales, la mej ora de los
tra nsportes, la necesidad de poblar nuevos territorios colo ni zados, en el contex to de l
capitalismo industri al y de l reparto geo político del mund o por parte de las dislinlas
potenc ias, las culturas de la migración y sus imágenes, hiciero n de los s ig los X IX Y
260 Aparte de las connotaciones ideológicas inscritas en el modo en que los co loni zadores
constru yeron su identidad. Es precisamente ésta la razón de esta generali zación aberrante.
XX los de las grandes migraciones: anglosajones, irlandeses, alemanes, italiunos.
261 Cuando los inmigrantes en Espai'ia dejen de serlo y se constitu yan, qui zás, como grupos polacos, checos, armenios, ru sos y muchos más, a USA; algunos tambi én a Hnll(lfI
étnicos (Ram írez Goicoechea 1997), qui zás el censo recoj a de alguna manera esta diversi dad. y Australia. Los españoles fueron a Centroamérica y Sudaméri ca, principaIIlH;nt l'.
El fenómeno migratorio muestra una gran complej idad y su estudio exige una apro- 263 Los aspectos psicoafectivos de la inmigrac ión y sus repercusiones en la salud menta l no
ximación macromicrológica. Sólo un análisis cronotópico y especificado puede penni- han de subva lorarse . Buena parte de ellos derivan no s6lo de las dificultades de supervivenc ia coti -
diana, sino del desarraigo, de la ruptura de los lazos afectivos, fami liares, grupales, culturales, de
timos establecer qué atractores están operando en un momento y lugar detenninado dcl
la necesidad de recomponer víncu los y re lac iones en el nuevo ambien te. La separac ión famil iar, del
proceso. La migración es un proceso social colectivo y personal a la vez. Implica dimen- cónyuge, de los hijos, de padres y hermanos, representa uno de los escollos más duros de superar
siones demográficas, culturales, ecológico-económicas, políticas, familiares, de salud262, para el inmigrante, que le hace cuestionarse si lo invert ido en la decisión de emigrar compensa de
lus penalidades y sufrimi entos que tal acto puede acarrear. Tristeza y depresión, soledad , son algu-
1I0S de los trastornos afect ivos que más a menudo padecen. Algunos de los datos etnográfi cos más
conmovedores corresponden a estos aspectos y dan cuenta del temple y del heroísmo de algunas
262 Enfermedades laborales específicas por el contacto con pesticidas, exposición a altas tem-
hiografías. La as istencia a centros de acogida y reunión les perm ite recomponer en parte un uni-
peraturas, condiciones de trabajo perj udiciales para la salud; acceso variable a los medi os e in fraes-
verso de relac iones roto por el hecho migratori o
tructuras sanitarias por su situ ación adm inist rat iva, miedo a la pérdida del trabajo, etc. Desde el 264 Grupalidad e individuali dad no pueden separarse en lo biográfico. Conceptos como histo-
pun to de vista nutricional también se observaban los erectos de la inestabilidad y la provisionali-
ria encarnada, memoria colectiva, experi encia subjetiva, vida cot idiana, nos permitirán anal izar eSle
dad, además de la precari edad económica. Las dietas en origen de al gun os colecti vos, marroqufes,
proceso social desde los propios protagonislas, trabajando también lo intersti cial e inestrllclll rudo,
subsahari anos, por ejemplo, no incluyen algunos al imentos que nu tricionahnente se considerall
nqllell a región de 'lo invisible' desde las instituciones o de lo socialmente organizado (Ralll t996).
básicos pero el problema mayor se refiere al desequilibrio que presentan estas dietas, a lo que hay
GI método etnográfico de investigación nos permite recuperar aquellas dimensiones simbólicns y
que añadir la falta de condiciones de conservación y preparación de alimentos y la irregularidad en
subjetivas intrín secamente ligadas a las biografías de los sujetos migran tes, sin olvidilf los gl'um!c"
las comidas. Prácticas tradicionales de cuidado y nutrición infanti l no son un problema menor.
procesos.
289 Es obvio que esta redefinición ti ene sus límites, aquellos impuestos por las objetivaciones
sociales de la alteridad excluyente de los di stintos grupos de origen y sus grados de evidencia social 290 Informac ión etnográfica de senegalés, camerunés, angoleño y de Gu inea Conak ry I C~ (ll'\'
por parte de las agencias hegemóni cos de legitimación social del mapa clasificatorio. ti vamente (Ramírez Goicoechea 1996).
solidarse, redefi nirse, dilu irse en las nuevas situaciones en que se ven envueltos. 131 IIOS, etc. (Kim 2004).
análisis de las relaciones entre disti ntos gru pos migrantes, considerados muchas En cuarto lugar, otro principio ordenador que di versifica a los propios grupos
veces como minorías, es fundamental para no perder una dimensión crítica y global Inm igran tes interna/ex tern amente es e l género. Hombres y mujeres viven de disti nta
de los modos de re lación e incorporación de disti ntos colectivos. manera el proceso migratorio y organizan sus vidas en consonancia, lo que no quie-
En tercer lugar, los colectivos migrantes que nos llegan no son tampoco ha mo I'C decir que no compartan algunas ex periencias y significados comu nes . Mujeres
gé neos. Lo que definim os desde la central idad uniformi zadora de nuestros criterios Inmigrantes a Rentería y su comarca procedentes de distintos lugares del Estado
sociopolíticos etnocéntricos no re fl eja la ex istencia de diferencias de origen, de fOl'.. es paño l ex perimentaban su situación en contextos de vida di fe rentes a las de sus
mas de salida y de llegada, de tradición y memoria colectiva, de historia migratoria , maridos: en la relación con sus vecinas, en la compra, en los servicios médicos, en
de clase, de educación, de prácticas, de lenguas. Los rumanos que investi gamos en las tiendas, en sus relaciones próximas y pri vilegiadas con sus hijos y las vidas esco-
di stintas comun idades autónomas por ej emplo no for maban un gru po compacto y sus lares de éstos. Mujeres inmigradas a Es paña ya traen difere ntes expectati vas, imag i-
socialidades se alineaban en función del credo, forma de culto, zona de procedencill na ri os y prácticas cuando vienen a nuestro país, siendo sus ex periencias comunes y
o ineluso ali neam iento político. Su número, presencia, tipología, en el primer qu in.. di ferentes a la vez comparadas con sus paisanos, fa mi liares o no, mascul inos. Las
quenio de los afias noventa, coinc ide en parte pero a la vez difi ere de l colecti vo quu mujeres marroqu íes inmigrantes en España también di fe rían respecto de los hombres
ha ido llegando en los primeros años del nuevo siglo XX I. El etnónimo latinoameri- del mismo ori gen nacional, a pesar de compartir algunas coi ncidencias: dependía de
cano esconde una gran di ve rsidad étn ica y nacional también. Organi zaciones de si eran casadas o solteras, de su lugar de origen en Marruecos, de su formación y
encuentro y sociabilidad podían tanto estrechar lazos y disolver prejuicios entre ex pectati vas, de sus responsabilidades familiares, del acceso al mercado laboral, el
aquellos procedentes de distintos países, o, por e l contrario, propiciar cJiques y a li an.. tipo de trabajo que desempeñan y la socialidad que pueda im plicar, también, otra vez,
zas tradicionales. No obstante, en ge nera l, la sociabilidad sigue siendo endogámica, de la relación con sus hijos (hasta la adolescenc ia) e hijas, etc. (ef. Ramírez, 1997).
siguiendo criteri os de alineamie nto nacional301.
Los inmigrantes cambian las sociedades en que viven pero también al revés. De
¿Cómo puede hablarse de asiáticos americanos a los que se refieren c iertas esta ~ hecho, la inmigración replantea algun os de los valores fundamentales de las socie-
dísticas? ¿Qué tienen que ve r los fi li pinos, con los camboyanos, con los vietnami tas, dades de origen. En el caso de sociedades fuertemente patrilineales en ori ge n, el
con los laosianos, con los japones, con los chi nos en US A? Aparte de sus diferenc ias acceso de la mujer al trabajo, a esferas de decisión y libertad que en sus países corres-
en orige n sus modos de in-corporación también lo son. La ideología triunfali sta mul- ponden casi exclusivamente a los varones, pone en crisis la estructu ra de la famili a
ticultu ralista americana no tiene en cuenta los disti ntos luga res de todos estos g rll ~ tradicional, basada en la autoridad masc ul ina y en una segregación clara de los rol es
pos en e l imaginario raci alista y en la estruclUra social. Los afroamericanos puedell de género. Esto ocurre especialmente con aquellas mujeres musulmanas, hindúes,
ser de los últimos en el mapa racial y, sin embargo, no son considerados como for{¡ .. Sikhs, puestas en contaclO con ámbitos de re lación y resocialización occidental. El
neos como puedan ser los asiáticos, que , no obstante, no son tan rac iali zados como papel económico, social y familiar de muchas mujeres mag rebíes en España se trans-
fo rmaba totalmente en e l contexto mi gratori o: puede que ellas fueran, en d ete nll1 l1 a ~
dos momentos, las únicas que sostu vieran económicamente a la fa mi li a. Con 1I11 1l
30 1 Organ izac iones de encuent ro y sociabilidad podían ta nto estrechar lazos y disolver preju i. gran fl uctuación de empleo masculi no y menos en el fe menino - ge nera lmente é ll l' l
dos e ntre aq uellos procedentes de distintos países, o, por el contrario, propiciar diques y ali anzas
ámbito doméstico- , no eran pocas las veces que el marido estaba e n paro lll iClll ntS 111
tradicionales. No obstante, en general, la soc iabili dad sigue siendo endogámica, siguiendo criteri os
de al inea miento nac ional. mujer seguía e mpleada.
303 Por eso estudi ar sólo un mi embro de la segunda generación es insuficiente para <lgotar el
punorama de comparac ión con sus progenitores. Es necesario investi gar varios miembros de la
302 Ocurre igual cuando, llegadas a ta edad casadera, los padres quieren enviarlas al país eto misma fa mi lia.
origen para establecer el acuerdo de matri moni o entre familias. Han sido varias las películas de Ci T' 304 Este aparl ado puede leerse como continuidad del 5.4.4. Repensar la ine/usi6n social,
culación general que han tratado estas situ ac iones, muchas veces siendo dirigidas por mujeres que 30S Sin dejar de considerar que estas creac iones y recreaciones también generan cslructunlS,
conocen o han pasado por esta experiencia, quienes con gracia pero con una crítica implacabl e, hU li y. además, ti enen efectos en la reproducción/redefinición de lo que entendemos por 6 ,.delws ( polf~
resuelto satüfactoriamellte el dilema, a base de comprensión mutua y magnani midad, aunque casi lieocconómicos, sociodemográficos, jurídicos, ideológicos, etc.) constituidos .
siempre del/tro del propio grupo. Véase, p. ej. MOl/sooll Weddillg, Myfat Greek wedding, o la espu 306 Como cuando empresari os agrícolas andaluces contrataron (2002) inmigran tes poluclI"
ñola El Orieflfe Pr6ximo. Bel/d it like Beckltam , en la que una chica musulmana quiere ser futbo pa ra la recogida de la fresa, contravi ni endo la cuota de trabajadores marroquíes eSlableci do p(!t el
li sta, es otro ejemplo. Gobierno para este menester (2002).
316 Esto depende de las relaciones políticas con la comunidad. Cuando a la motivación eco-
nómica para la migración pueda estar unida una política, o que el propio co lectivo esté ideo l ógica ~
mente divid ido, estas relaciones consulares pueden ser más esporádicas o selectivas. Para el caso 318 La residencia en comu nid ades autónomas con especificidad lingüística - Cataluí1a . Vu l¡;1I
peruano, véase (Merino 2002). cia, Baleares, Galicia, Euskadi- puede generar cierta inquictud, sobre todo entre aqu cll os qU¡; SOII
317 En el sentido de dellizellship, tal como puedo cons iderarse a los polacos en España a par- monolingües. No está cl aro que el inmigrante, muchas veces itinerante, esté di spuesto a hlVCllh'
tir del ingreso de su país en la UE. Térm ino utili zado para describir una ciudadanía cas i complcllL mucho esfuerzo en algo que no sabe si tendrá la oportunidad de rentabili zar en un fu tu ro ¡mlletllu
pero no adquirida por naci mien to (Webster Dictionary, 1913), co mo un estalus legal y unos dere- to, en relación directa a su movilidad residencial y laboral. Esto depende del plmu cmn lclllo "lIu l
chos mejorados (Hamlllar, 1990) en comparación con otros colectivos migrantes. Véase tambi óJ1 del sujeto, y, sobre todo, si tiene hijos educándose en nuestro país y preve qucdarsc on 111 C\l nHII II
Layton-Henry ( 1990) para el caso europeo. dad Autónoma en que reside.
analíticos. pobre y estéril , emigraron principalmente a Alemania, USA y Canadá, lo que les hi zo I1PU l l'U\1
siempre como diferentes para la poblac ión local de donde provenían, Mcdjugorgc.
tal' sus actividades a la ayuda y solid aridad con el colecti vo de jóvenes inmigrantes la ti noamericll
330 A parte de que pueden reclamar la nac ionalidad española y emigrar a España, como deN nos, grac ias a la intermediación de representantes del Ayuntamiento, del antropólogo ex perto el!
c end ie n t ~s de españoles de primera generación. juventud Caries Feixa y el sacerdote angli ca no Barri os, su evo lución en Madrid está lejos ti , '11 111
33 1 Sobre todo las de origen vietnamita y fili pino, no tanto las de origen mej icano. iniciativa y vocación de integración.
341 Había comenzado este epígrafe con el ejemplo de la catástrofe nucl ear de Chernóbil, hU1I11\ 342 Los efectos del huracán Kalrina sobre Nueva Orleáns (2005) fueron redimen sionados
haberlo encontrado citado en por lo menos otras tres referencias sobre globali zac ión co nsul tadu!! CO tllO resultado de la despreocupación de las autoridades sobre el estado de los diqucs de cont !.: tl
Todos coincidimos en lo obvio: la catástrofe despertó a la audiencia mundial occidental de su lt Ul f \'1611, después de varios informes desoídos y minimi zados por las autoridades. Para oprob io de II l1 n
go. Nada de lo que oc ulTe a miles de kilómetros de distancia nos es ya ajeno. Las películ as fuul .uc.:i cdad racista y excluyen te, las patéticas imágenes de una poli cía más pend iente de ev il llr los
ristas nos lo recuerdan continuamente. Otra cosa es que la angustia nos haga tener memoria sc k \ ~ [lqlleos que de ayudar a la pob lac ión que no pudo irse de la ciudad porque no tenía dónde ir, 1,;111 1
tiva y lo olvidemos al día siguiente; al fin y al cabo hay que inventarse la fe licidad y el biencsllIl I1rmaron la segregación social y económica que sigue sufriendo un importante sector de lB pllhlu
día a día. Los males siempre les tocan a ot ros. \'1611 ameri cana.
hielo y se llena de residuos de tantas bases de investigación y de su entrada en los cir· premios internacionales me comentaba que hacía tiempo que ya no pisab!l 1" 11111110
cuita s turísticos. La retirada de los hielos en Alaska y Nunav it, es una catástrofe par!l teca universitaria, una de las mejores del mundo; "eso es para los estudialll 'N", IlW
los osos blancos, así como para los ¡nuit. La desaparición del permafrost de las tundras dijo, que no obstame siguen utili za ndo los buscadores para sus ensayos !.
euroasiáticas li berará cantidades impensables de metano a la atmósfera, recalentando el En prim er lugar, prácticamente todos los debates científicos actu ales pu -ti 11
globo todavía más 343 Etc. Ya sabemos que catástrofes cl imáticas y ecológicas son la encon trarse en Internet; en segundo lugar, lo que no está ahí no se trabaj a o Ill CIl 'lo
historia de la Tierra y, sin embargo, nunca hasta ahora se han producido en un tiempo na, no existe para el intelec tu al colectivo. El mundo a través de una pantalla P ' ¡'Illi l c
geológico infinitesi mal como es el de la aparición de los homínidos y sus capacidades una accesibilidad hasta ahora impensada, fuera de las coordenadas espac io/tiempo
transformadoras y apropiantes del entorno (RamÍla Goicoechea, 2007). Aunque algu. impuestas por sistemas de acceso institucional tradicional, que tienen puertas, hora·
nas especies están ya evolucionando hacia nuevas form as de construcción del entorno, rios y funcionarios a los que pedir con la sonrisa necesaria. Casi todo puede estar en
muchas no serán capaces de autotransfonn arse en tan corto plazo de tiempo. la red. Pero no todQ, Lo que no se ha ciberformateado ha de buscarse p.o' oJJ:QSJados,
Esta no es Wla visión catastrofi sta, sólo es la IJ.l!!lta del iceberg de lo que hemos A demás, las prelacio~les en las pág inas ofrecidas por los buscadores tam bién está n
conseguido a pu lso de beneficio e interés a corto plazo. Pobreza, miseria, discrimina· sujetos al pago de domin ios y ubicaciones preferenciales, además de por el grado de
ci- n, guerra, inestabilidad política, esequilibrios demográficos, desastres ecológicos, consultas que reciben (a más conecti vidad, más conectividad).
transformación irreversible del planeta, de sus recursos, del clima, también tiene qu ' La cooperación internacional en ciencia y la tecnología , hace que proyec tos
ver con globali zación, en sus múlti ples pliegues y repliegues, porque a estas alturas, como los del !TER en Francia, por ejemplo, serían impensables sin el concurso dc
más que nunca y por la cuenta que nos trae, nada de lo que hagamos -o hagan 344- nos grandes acuerdos internacionales que involucran muchos países, técnicos, investi ga-
va a ser ajeno (Ramírez Goicoechea, 2007), do res y dinero. La posibilidad de que en treinta años la fu sión nuclear produc ida c n
estos grandes aceleradores de partículas, como energía lim pia y en principio no peli -
grosa, pueda ser conectada a la red electríca y distribuida para el consumo, es una
343 Cuando escribo estas líneas (Agosto, 2006), las autori dades de una Comunidad autónolllll realidad gracias al concurso de tanta inversión y tanta materia gris junta.
han ca lificado de "terrorismo incendi ario", y prometido una respuesta legal y penal en consonan-
cia, a la actividad pirómana de aquellos que tienen intereses urbanísti cos en determi nadas zonas y
La investi gación del gen ama humano y sus resultados se ha puesto a la di sposi-
que han provocado multitud de incendios en bosques cercanos a ciudades de interés turístico . ción de tantos y tantos científicos de tantas y tantas instituciones mundia les, por
344 Todo es responsabilid ad de todos, pero más de unos que de Olros. Hacer recaer en la ciu- medio de protocolos de acceso e lectrónico, sin menoscabo de derechos y patenl cs
dadanía un compromiso que sus gobiernos, instituciones transnacionales y corporaciones econ6 para algunos desarrollos. Los nuevos descubrimientos en la lucha contra el cáncer,
micas no están dispuestos a asumir es, cuando menos, una estratagema política y una manipulacióu las di stintas formas de aproximación y las sustancias posibles para su cron(ficrt ciri"
de las conciencias y de la culpa al más estilo judeocri stiano de la culpa que tanto criticó N ietszchc.
Lo que es labor de la ciudadanía y no ciudadanía es exigir que las in stituciones sean efi caces, qu '
(aunque todavía no las tecnologías avan zadas para su diag nóstico) están a l a leil n ' ,
no sean corruptas, que los agentes políticos cumplan sus promesas, que dar el voto no sea perder 111 ele la mayo ría de países industriali zados, dispuestos a pagar los roya ltics exigidos
voz, que la propia sociedad civil se constituya en vig il an te y garante del cumplimiento de las buc· por las multinacionales farmacé uticas. Sin entrar en detalles de las formas de l ' ¡I i
nas intenciones y las declaraciones políticamente correctas. mación de los saberes en este siglo y eIpa'Sado, no es menos ciert o que los hum'wi
político por excelencia de la Modernidad: el Estado- nación. tatj etas de identidad, «strategias de exclusiónlinclusión de ciudadanía' también de eO Il-
1tQ! y vigilancia de la delincuencja - mediante trat ados internacionales-; talllbié~~ ; 1
Las prácti cas econó mi cas, financieras, comunicacio nales, tecnol ógicas, las protagonista de !cuerdos interestatales; participa en foros intern acionales, y..!liigy,e pro-
mi graciones. las creencias re ligiosas, cues ti onan, tI'ascendi éndola, la pertinencia y ~~ndo sus intereses lediante diglomáticos y Em~ajadores, si no el propio E jérc iío.
los límites de esta organi zación po líticoadministrat iva históri ca. Nuevas formas de
poder translacal y transnac io nal cuestionan sus tareas y su soberanía como úni ca A lgunos argumentan que las identificaciones locales- nacionales son las que
forma de organización espac ial de la pos modernidad. En la globalizació n las rela- hacen posible la transnacionalidad , siendo que por esta misma se ve n reforzadas las
cio nes entre lugar, identidad y poder se hacen más complejas y di vers ificad as. identidades nacionales fuera de sus fronteras tradi cionales (S mith 200 1). El lIlov i-
miento nacionalista indio J-/indutva no podría ser comprendido hoy en día sin su s ig-
nificación transnac ional que abarca toda la diáspora india en el mundo: Á fri ca de l
Estc, Sureste asiático, Trinidad, Mauricio, Europa (sobre todo Re ino Un ido) y Esta-
A. ¿Qué queda del estado-nación? dos Unidos 352 Su mensaje es e l de la unidad hindú por encima de diferencias de
casta, clase, región y leng ua.
Los procesos de g lobalización sobrepasan el pacto de seguridad de l Estado para
con sus ciudadanos y menoscaban su soberanía, hab ida cuenta de que los procesos Siguen siendo miembros del Estado- nac ional aqu ellos emi grantes que se fueron ,
cada vez son más ex traterrito rial es: ¿Cómo un Estado va a protegerse de la delin- diásporas por e mun o que siguen ten iendo un a JJ!ltria chica a la vez que e l Estado
cuencia internacional, de acc identes nucleares qu e extienden sus efectos más allá de extlen e su ciliCffi'Clanía má~ allá de sus fronteras territoriales. LOS emi grantes co ntri -
los límites nacionales, de movimientos de capi tal que desconocen las fronteras y las buyen al desa rro llo de sus países de origen mediante las remesas que envían a sus
l~lmilias, pueden ser objeto de políticas de atención y servicio a través de organi smos
legis laciones nac ionales? C ualquier confli cto arm ado tiene ahora dim ensio nes inter-
nacio nales, a pesar de que tengan lugar localmente, lejos de las potencias mundi ales e institucio nes de apoyo en e l propi o país y fuera; sus demandas pueden se r inclui -
y sus c iudades emblemáticas. Muchos co nflictos ya no ti enen las fronteras naciona- das en la age nda de di versos partidos políticos, qui enes, interesados en capitali zar e l
les como encuadram ientos. Sabemos que grupos eco nómicos pueden acosar un a apoyo de estos para sus propios proyectos, trasladan la arena política de los dcbat es
moneda nacional hasta llegar a desestabilizar la economía del país 35J ; organismos y confrontaciones más all á de sus fro nteras nac io nales 353 ; pueden participar política-
como el Banco Mundial pueden interve nir en las economías nac io nales. Los movi - mente en las elecciones de sus países de origen, implicándose en los debates nacio-
mientos paranacionales y antig lobali zación también se saltan las fronteras tradi cio- Ilal e~, apoyando o luchando contra la política exterior de sus gobiernos med ianl t:
nales. No es que no haya espacios, es qu e no hay territorios en el sentido dado en cl lobbles, etc. La UE sigue siendo una unión de estados-miembro que negocian ac uer-
apartado 5.6. dos comunes so bre determinadas cuestiones, convirtiéndolas en políticas co nj ullt as.
como as re at ivas a las políticasJnigratorias-t.- p.QLejel pJo.
En la globali zación, el Estado se convierte en una forma organizaciona l más qu e
en u n área físicamente delimi tada (Hannerz 1996). P2.':.!so algunos ins isten en qu e,
352 La diáspora india ha creado un a exte nsa e in ten sa red de de fin anzas e ident ili cacio1ll;s lCIl
giosas, ele modo que la reproducción de su identid ad en el exteri or está vincul ado 11 la s poUl k l11'l
351 El hund imiento de la libra esterlin a en los mercados fin ancieros a raíz del acoso por parl !,) I'unclamentali stas de lo hindú en el interior.
del magnate ru mano Soros obli gó al pago de una inge nte cantidad de d inero por parte de los CO I1 353 Pude comprobar e investi gar este fenó meno en mi investigació n sobre los últi lllOS rll l}tIlUL
Iri buycn tes ing leses para sostener su moneda. tes españoles al Urug uay. Cf. (Ramírez Goicoechea 2002).
locales/nacionales: los mismos productos de lim pieza multinacionales son más efi -
366 N inguna fórmu la televisiva de éx ito es adaptabl e directamente a otros contex tos cultura-
les: Gral! Hermano, Supervivencia, Operación Triul/fo , etc. se reformulan según contextos nacio
nales y culturales diferentes. Si no, la gente no se identificaría con ellos, con sus contenidos. ni
362 Véase en Ramírez Goicoechea (2005), cap. 3., un a epi stemología autopoiética para repen- serían consumidores pasivos de la publicidad interca lada.
sar las relaciones entre uni versales y particul ares. 367 Téngase en cuenta que éste es un ejercicio analítico de lo que ocurre o cómo ocurren e je!'
. 363. Parece q~e fue Roland Robert son qui en lo populari zó para las teorías sociales de la glo- tas hechos a cierto nivel fenoméni co. A otros se explica la lucha contra la macdollalizació" de In
ba ll zac lón, a par!!r de su uso en el contex to empresarial de las compañías japonesas. dieta y la comensalía instigada, entre otros, por José Bové, granjero francés, que h'l atacado V Ul' itl ~
364 Como amalga ma más o menos conseguida entre mi propia tradición de investigación y la MacDonalds en Francia en su defensa de los productos locales y tradicionales.
renexión añadida gracias a las aportaciones de una antropología y sociología críticas. 368 Es este sentido el que Abu- Lughod (199 1) reclama con la expresión de elflograj(o.\" di ' /"
365 Recientemente (Agosto 2006) ha saltado a las noticias un informe sobre el contenido tóx i- particular, con lo que se desharían las mi stificaciones introducidas por las gcncra li 'l,aciol1l:Ji lk
co de un refresco de cola en India. En una fotografía aparecían personas dando de beber a los burros otras disc iplinas, aparte de la falsa homogeneidad, coherencia y atemporalidad qu e produ ce !! ,
dicha cola, señalando que no es apta para el consumo humano. Durante un tiempo fue prohibido en 369 Esto tiene que ver con lo que veremos a continuación respeclo de nu evas idclll idudcJi y \iI (
vari os Estados indios hasta que el fabricante garant izó la bondad del producto. genes de la disidencia y la contestación.
526 ETNIC IDAD, IDE NTI DAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA TNIC IDI\I 7
dlld de la vida social. Está constituida por un entramado de el sentido de inmediatez do por la población local en relación a sus propias experi encias comunitarias y signi-
social , las tecnologías de la interactividad y la re latividad de los contextos. Esta cua- fi cados locales sobre el parentesco y lo que significa dar nombres a los miembros de
lidad se ex presa por medio de determinadas formas de agencia, socialidad y repro- las nuevas generaciones. Lo cual tiene consecuencias de nuevo a ni vel nacional e inter-
ducti bili dad 370 De forma parecida Ange l Díaz de Rada (2004) recuerda en primer nacional en la postura griega sobre este contencioso. Como ve ni mos dic iendo desde
lugar que e l sujeto (personal o colectivo), como sede de lo local, sigue siendo impres- hace tiempo, toda objetivación, para su existencia de hecho, su mantcnim icnto y cam-
cindible para la existencia de vida social; segundo, que mientras las teorías de la glo- bio, ha de ser capturada por los sujetos individuales y colecti vos y en esta incorpora-
balización no desciendan al nivel empírico, en sus di versas escalas de producción y ción se producen precisamente las comprensiones, identificaciones y signilicados que
análisis, quedan en pura mi stificación ideológica. Ni siquiera la lógica burocrática ni son condiciones de su recreación continuada en el tiempo, su cambio o Iran~ fo rll1a ci ó n .
la lógica de l capitalismo pueden reproducirse sin contar con estos modos de incardi- Otra mirada sobre estas relaciones no habla ya de que lo global se lIIicmsisrellli-
nación local. ce para distintos microentornos apropiados como decíamos antes, sino a la invcrsa:
Como hemos mantenido a lo largo de todo este trabajo, no hay vida social si n cuando un sistema (un proceso sistémico) de sign ificación local se reapropia dc 1"'1'-
estructuraciones, cri stali zaciones, objetivaciones, de durabilidad variable. tes de un entorno globali zado para incorporarlo a su propio desarro llo d inámi co. Por
La pregunta sería, ¿cómo es esta localidad en un mundo en el que la localización ejemplo, el uso de refrescos de cola de una muy conocida marca, símbolo ind iscuti -
espacial , la interacción cotidi ana y la escala de lo social no se superponen siempre? ble de la globalización, sus orígenes y efectos, es incorporado en algunas cOlllunida-
des indígenas mejicanas como microentorno resignificado en la construcc ión sisl -
Lo local no es el lugar de la ambigüedad (Aguilar y Bueno 2003: 15), ni de la inde- mica de las relaciones y creencias religiosas: se bebe refresco de cola para fa vorccer
fini ción, sino de a com eJ ) a , as ape uras y clausuras, los procesos y as re-estruc- la expulsión de aires y gases, que se identifican con los malos espíritus37 " Otro cjel1l-
turacione$371 Insistir en la flu idez de o g obal no debe confund irse tampoco con la plo es el de los sapeurs de la República Democrática de Congo. Después de viajar a
''diSOTúcion del sujeto en la corriente" (Díaz de Rada 2004). La uidez también tiene Francia e Italia, acumul an ropa de marca que venden localmente a su vuelta, eSCa-
sus límites. Todos los órdenes institucionales, de cualquier escala, confluyen y se lando socialmente en la jerarqu ía del estatus y de la riqueza. Reafi rman este progre-
conec an en lo local como espacio de la acción social (ibid.90). Lo global es cuestión so en su posición social mediante una danza en la que se atavían con un chaqueta en
de escala y complejidad: lo que bajo ciertas condiciones y dinámicas es global, es la que han cosido todas las etiquetas de grandes marcas de ropa con las que han esca-
local para otros ór enes de interacción y relaciones sistema/entorn0372 De igual lada socialmente (Friedman 1994). Adel1lás, hay dos clases de refresco de co la, la
manera, lo local tampoco es el ámbito de la copia sino de la re-creación (Cf. 1.2)373. barata, de producción local, y la importada en latas. El estatus se exhibe dejando la
Además, efectos de lo local y lo global pueden coexistir como formas entreveradas de lata en el parabri sas del auto (ibid.166 y SS)375. El poder, el estatus, la di stinción,
y en lo social. viene, metonímica y metafóricamente de fuera.
David Sutton (1997) analiza cómo una cuestión de política internacional como el Otros aspectos de esta vinculación retroalimentada de lo local con lo global es
nombre de la república exyugoeslava Macedonia, es discutido, apropiado, interpreta- precisamente la incorporación de las tradiciones locales en el mercado del turi smo y
del consumo, como forma de indigenización de lo mundial (Sahlins 1995). La nos-
talgia romanti zada de la vida rradicional, ru ral, de sus productos, permiten ciertas
370 La realización de la localidad es variable. Las localizaciones (' ne ighbourhoods') son los
rev itali zaciones y desarrollos locales al calor del turismo y la venta de artesanía y
lugares sociales constituidos mediante las diferentes realizaciones de la localidad, comunidades
espacia les o virtuales caracterizadas por su cond ición de hecho ('actuality ') y su potencial para la
productos típicos (Aguilar 2004). Movimientos indige nistas, que por un lado están a
reproducción social (Appadurai, 2000: 178 y 179). Son mundos de vida constitu idos por asociac io· la última de las técnicas de comunicación, marketing y promoción , saben sacar e l
nes relativamente estables, por hi storias relativamente conoc id as y compaJ1idas y lugares y espa- mejor partido de su exorisrno, sin por ello falsear su propia identidad colecti va. La
cios colectiva mente interpretables y tran sitados (ibid.: 19 1). introducción de palas mecánicas entre los [nuit para trasladar la carne de ba llena
371 De ahí el valor del conocimiento etnográfico como forma de investigación lambién mlll·
ti ubicada -' mlllti sited '- (Marcus 1995) para incorporar todas las formas y ámbitos donde los pro-
cesos que competen a un fenómeno y su configuración tienen lugar. Cf. (Díaz de Rada 2004).
372 Véase lo mi smo sobre lo macro y lo micro en Alexander y Giesen (1987). 374 En los rituales de posesión del culto de M aría Leonza en Venezuela (Femmdii'. 1999). '1
373 Franz Boas ya se percató de que la difusión cultural implica siempre una transformación de cuerpo del poseído es rociado con alcohol y, al igual que éste se evapora, los espíritu s tamhi én se
lo difundido. A.L. Kroeber, que dio especial importancia a la complejidad del proceso creativo y los marchan. Un ejemplo de categori zac ión cross modal.
inventos, insistió en que todos ellos dependían dependen de un proceso selectivo de elementos ante· 375 ¿Qué es si no el logoti po de la marca que ex hibe el consumo selecto en Occ idcllIC'1 I,QUlf
riores con un a dinámica propia en el tiempo (C f. Mercier 1976) La escuela alemana, en la fi gura de cs si no el recha zo de nuestros jóvenes a imitaciones ba ratas que desdicen de una idcnt idn<1 (/111(1"
F. Graebner, trató la difu sión como un proceso dinámico vincul ado a la sociedad receptora y sus lica basada en orig inales? Conozco una persona que cada vez que recibía a alguien se qtliwhu l\1
características propias, del momento de su evolución, en donde el elemento prestado podría tener un Rolex y lo ponía junto a las llaves de su M ercedes, y su mechero Dupont, escaparat c dc su CNIHItIH
efecto nuevo y distinto al que hubiere tenido en la soc iedad de precedencia (ibid. 97). social y presti gio, arma política intimid atoria a buena vista del interlocutor.
376 Barbara Bodenhorn (University of Cambridge, Pembroke College). Comunicación personnl. También podemos organizarlo nosotros mismos, crear nuestras prop ias posicio-
377 Lo de conglomerado quiere subrayar su multicomposicioll alidad más que su desarticuln nes en un sistema e Clistincion no exentas de narcisismo., a lI11aglllcr ti de nu 'Sil !!
ción. Toda identidad es sistémi ca , con más o menos coherencia interna y porosidad. e poca penrnTe afiliarnos a estdos, sensibilides y éticas di versas, reconstruir rlU 'N il O
----------
532 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLfTlCA DE LA ETNICIDAI )
11 0 cco nómi cogolítico ideoló ico tecnocom unicacional? Si nunca fuimos propia- Las organizaciones no gubernamentales. ONOs, tn ll'lIIj llll h lf.'u IIl U\lIh\ 1111'111 11 11 11 \
ment e modernos, en cuanto a una separación c ara entre lo natu ral y lo social medios y estrategias globales. Todas tienen su página web y S ' si, V ' 11 tll' ItI IIlpldl'l ,
(Lato ur 1992), ahora menos que nunca. ¿Cómo podemos pensar sobre las genera- eficacia y economía de la red para construir coaliciones, organizllr '1I1111'/l 11 11 /1i1 y 111 11
ciones infantiles y j uveniles actuales sin la tecnología sanitari a y reproducti va que vocatorias, distribuir información en tiempo real, tomar decisioncs d ' 1'0111111 111 N 11111
les ayudó a nacer, si n la tecnología alimentaria que produjo sus biberon es y papi- ticipatoria, etc., algo que sería imposible mediante la interacción cara ji '11 111 , Pli h 111 11 11
llas, sus medicinas cuando estuvieron enfermos, sin los dibujos animados y pelícu- hacerse presente en toda oportunidad cubierta mediáticamente: opinan . S ' IlIIe II l'N\ '1I
las digitali zadas con que se criaron, sin la play statioll que les echaron los Reyes char, intervienen, fastidian, impiden, captan adhesiones y fondos. accplun ¡llllll NI!
Magos, si n e l mó vil que pidieron ya a los 12 años, sin el ordenador para bajarse causa el poder incorporado y el prestigio de los famosos que se han cansado d . Sl" lo,
canciones del Inte rnet más que para hacer los deberes, sin el MTV para estar a la y que viajan de aquí para allá saliendo en todos los medios de conllll,i" " 1 ,t ,
última de lo musical izado en Occidente, sin e l [-pod con e l que dan envidi a a com- Intermón-Oxfam, Médicos sin Fronteras, WWF-Adena, OreenPeace, Amnistra Int "
pañeros y amigos? ¿Cuánta políti ca, economía, ideología, imagen , (anti )d isciplinas nacional, etc. Derechos humanos, pobreza, explotación, educac ión, cri sis hunWll ltu
del cuerpo, tecnología - 110 neutral- , ciencia - tampoco- hay incru stada en todos rias, promoción de la salud, apoyo a colectivos específicos de en fermos y arectados,
estos cachivaches? ¿Quiénes serían nuestros hijos, cómo habría sido su ontogenia derechos y protección de las mujeres, de los ancianos, de la infancia, ecologislllo y
sin estos productos de la actividad y representación humana externa li zadas? biodiversidad, y un sin fin más.
¿ Qui~e nosotros, en nuestro imag inario, nuestro ocio, nuestras formas de tra-
bajar, nuestra s propi as relaciones soc iales tecnomed iadas, no somos hijos de la tec- Lisa Law (2003) escribe sobre la ONO Migran! Forul1l in Asia (MFA ) que Irllt n
nopolífica ncrustada, entrome iaa en nuestro s cuerpos (y en nuestra s cerebros de defender los derec hos de los lrabajadores migrantes en Asia, mejorar sus cond i-
como órganos de los mi smos?381 A pesar de sus críti cos, segúro que ahora estamos ciones laborales, informarles, aglutinarles, etc. Por medio de sus acti vidades y comll
más cerca de comprender lo que Haraway quiere dec ir. nicación por la red abren un espacio para la política transnacio nal de los migrantcs
del Sur, Sudeste y Este de Asia, permitiendo el intercambio de ex periencias, e l re la-
to de hi storias apoyadas por fotos digitales, etc. Más que en una sociedad civil se
constitu yen en un cibel]Júblico transnacional inmerso en la dinámi ca de lo glohal
desde cada uno de sus localizaciones. Se comunican en inglés, la lillgua ji'allca de
8.6. Márgenes, periferias y otras voces silenciadas que ya no toda una diversidad de personas migrantes. Law considera que la ONO constru y .
lo son tanto una comunidad imagillada de acción del mismo modo en que Anderson ( 1983)
pensó el nacionalismo, que convive simbióticamente con otras referencias comuni -
tarias de la gente.
Se dice que en la globalización y gracias a sus tecnologías med iáticas del saber,
de la comunicación y de la in formac ión, el margen llega al cen tro. Yo no estoy segu- Una de las formas de resistencia que anunciába mos es la de reivindicar la locali-
ra de que e l margen esté siempre en la periferia, sino también como peso en e l bol- zación - no espacialización- de los procesos sociales, comunitarios, pertenencias,
sillo, piedra en el zapa to, atragantamiento en la garganta, acidez en el estómago o identidades, una concreción de la experiencia y de sus categorías de vida en pugna
picor en la conciencia, de ese supuesto centro, sin poder quitárselo de encima, all á con la generalización y homogeneizac ión que tipifica la uniformi zación de la globn-
por donde vaya, por muchas playas lejanas de islas privadas en donde quiera escon- lización.
derse. Porque todo lo di verso puede ser convertido en mercadería, hasta lo más rcbel
Esto significa que aquell as voces que en un momento fueron silenciadas o habla- de: ninguna imagen ha sido más repetida y vendida en todo el orbe que la de l he
das por otros con más poder, pueden acceder a la arena política (García Canclin i, Ouevara, por ejemplo. La globalización es en parte efecto del ánimo fagocitador ti .
1999:3 1), a menudo baj o la fo rma que describíamos anteriormente, pero sin descar- laJ.ógie ca italista ue necesita ex lorar nuevos territorios de lo part, eu al' y aire·
tar ninguna opción de presencia. Las nuevas tecnolo ías de comunicación también -;:;'nte ara su comodificación (Wallerstein 2000), su conversión en obieto dCl ne rca
son utilizadas para la contestación política y social. Los movimientos antiglobaliza- do. Y, sin em argo, ,mentras tanto, siguen produciéñdose y manteniéndose enlorllos
ción y de boicoteo del reparto e mundo que se discute en las reuniones de l 0-8 , y microentornos operativos y pertinentes para sistemas locales.
compuesto por los países más desarrollados, son un buen ejemplo de ello. También La Olobalización, en realidad, es la resunción del sistema humano - lo que he ll ll lS
los de no ali neamiento (O upta, 2003). llegado a ser- e succionar todo el entorno y convertiño en mi les de microcnlt)l'nos
internos ara 'Seguir autoconstiyéndose como ta a través e mIles de susbsislclI HlNqll \
llevan el mismo marchamo de su hegemonía.-ranada escapa a las manos y 11 1/1 1'1 11111
38 1 CL Ramírez Goicoechea, 2007. ces del ser humano y a su ansia apropiante y transformadora.-Como ocurr' ' 011 IlItl<l
386 Como por ejemplo, la mancomunidad de Txingudi, entre Hondarri bia, Irún y Hendaya .
387 Este apartado concierne a otros tres, a saber, el 5.4. sobre exclusión social, el 5.5. sobl \~
racismo y el 5.7. sobre migraciones. Después de haberlos escrito podemos rev isar un debate qll ~ 388 La imagen de la estatua de la libertad que recibía a tantos europeos en su llegada por barco
atafíe a los otros: ¿cómo podemos organi zar social, política, cotidianamente la diferencia que IOIj n la bahía de Hlldson se es rumaba en cuanto desembarcaban en la isla de Ellie, punto de ruda aco-
propi os humanos crean en sus relaciones sin que la solución sea la asi metría o la desigualdad? gida y dura partida a los distin tos lu gares de destino.
política, las elecciones a represen tantes y la mercadotecnia tclevisa y electróni ca. contemporánea. Hemos oído tantas veces que la nuestra es la disciplina que preten-
394 Sin olvidar que algunas de estas prácticas abusivas ta mbi én fueron ejercidas por el mundo
cri stiano en Europa, no hace ta nto tiempo.
395 Es obvio que la propia dinámica autopoiética de las prácticas burocráti cas de la ley, Sll S
objetivaciones escritas, sus procedimientos, etc. pueden estar desacopladas con una comprensión 396 Como negarnos a aceptar la construcci6n de fosos, empalizadas y muros para separarnos
flexible de los ámbitos y conteni dos de la to lerancia práctica. Por eso, ta nto la interpretación de unos de otros: lo que fue el muro de Berlín, el que construye M arruecos para cercar a los saharaufs,
la ley como su formul ación debcn alcanzar la vida social y sus re laciones efecti vas para apoya r~ el israelí para contener a los palestinos, el americano para contro lar )a inmigrac ión mejicana, las
se y transformarse en ellas, las cuales también recogen el marco legal co mo escenario de su po s i ~ rejas electrificadas de las mansiones y la opacidad cuentas bancari as de los dictadores de turno de
bil idad. Occidente, África, As ia, América .
544 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONO MíA POlÍTICA DE LA ETNIC IDAn ."
de explicar las diferencias humanas. Quizás ya sea hora de dar un vuelco epistemo- las formas y nombres de la exclusión en nuestra sociedad, participe activamente en
j¡"lgico y comenzar a pedir que la Antropología refunda sus fines para convertirlos en la· sociedad mayoritaria a diversos niv~l_es_ y_esc,alas_ sic i,mi)ÚcadÓi1 en:-_slI:s,j,ll~yiü~l_e_~'
llle,dios: cstudiar las particularidades es necesario para ver cuánto de 10 humano l~anenls y valores, que le impregnen y co-opten para unjWoyeclo colectivo de iglHÚ-
común hay en ellas. Ya no serán las ciencias biológicas y etológicas las que acaparen ~~~(fy·'justicia 'eÍl la diver~~,ci_ad.
esta visión unitaria de lo humano. 1:1mbién en 10 sociocultural conservamos Jo que
Todos sabemos que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, las for-
tenemos en común, que sólo puede manifestarse en la diversidad.
mulaciones de la UNESCO sobre el racismo, etc. son discursos situados en la histo-
Hay otra cuestión. Abu-Lughod (199 J) se pregunta si es necesario que las dife- ria política y moral de las ideas occidentales y su autoconciencia complaciente. No
rencias impliquen siempre jerarquización y asimetría 397 . Según Stuart Hall (1996) tienen ninguna legitimidad na/urol por encima de su arbitrariedad como construcción
sería necesario reconstruir el término de Etnicidad en su sentido preciso de d{ferencia, social histórica y ética colectiva. y, sin embargo, pueden tomarse como ideario de
pero no necesariamente como coerción O desigualdad. principio para que gobiernos, Estados, agencias políticas, con el concurso de las fuer-
Según 10 dicho hasta ahora, la diferencia clasificatoria no tiene por qué presup(}- zas económicas, comiencen a construir un tipo de relaciones humanas fll,ís justas y
ner discriminación social, por mucho que aquélla también sea construida socialmen-- solidarias tanto para el Resto como para los países desarrollados y económicamente
te. No yO(I_el~10s hablar de inclllsióll, inserción,_ integraci9n,_ incolpor~lci_ón., .ni_.1º-9-'J5 emergentes. Reconocer derechos tiene un valor retórico si no va acolllpaílado de polí-
las variantes para contrarrestar la alteridad excluyente, mientras 10s-,?_~~luid?~, 110 di,s·, ticas concretas y comprometidas para garantizarlos efectivamcntc a la población,
mediante la dedicación de los recursos y esfuerzos necesarios para la implementación
pongan ,,?,~ los 11_ledios ,llecesari,~~~ ___q~le __~_~ranti_ c~n _s,u_ biene,star socf~_l,_",l'lb~~áll~_)I-·i:c·s_i,:'
dencial a parti~" de~ stand ares, consensUados y objetivados· de túr l-m;neí:¡l~ S"i.l-i)el:~tl-:-l¡\ de condiciones de existencia igualitarias. Scguirá siendo una operación CosllH~tica si
marginación que muchos padecen es condición necesaria para que "el
reconocimien·· se hace desde el paternalis11l0 y el clientelismo de Occidente hacia el resto de países
pues no hace falta ir muy lejos para darnos cuenta de que cumplimos poco y mala··
to de su derecho a ser distinto no sea sólo un eufemismo para acallar nuestras con-
mente en nuestras propias sociedades. Tercer y Cuorlo mundo comparten los mismos
ciencias ni legitimar una práctica política y económica que edulcora y disimula su
cara más feroz. efectos colaterales del monopolio del poder, la riqueza y la toma de decisiones.
Una verdadera incorporación implica estrategias y mecanismos de relación t Desde el momento en que los seres humanos cqm()_ ~er~_s"sq_(*,lJes somos se,res
morales, no hay razón para acudir a legitimaciones 11PIUJyl!istas s(),l?L~___11llestra su pues··
interacción social que permitan ocupar un lugar en la estructura socioeconómica y en
t_~~il~_lad )' ralJifía nú(ural como tantas teorías b[l,$~ldas en el pesimismo, Hl1lropol6-
los ::Í!l1bitos de toma de decisiones que les competan, de participar activamente en lo
local y las esferas públicas, de producir modos y formas específicas de estar en el
gica 'del' maquiabelisll10 y las teorías instnnentalistas de la acción. El realismo polí··
tico no está i:'é'ñido con que las cosas puedan ser diferentes: otrap9s_a__ ,~~Jo, ql,l~ ctl~sta
mundo y vivir la vida, de reclamar reconocimiento social en igualdad de condiciones.
y cuánto estamos"dispuestos a dar y a exigir para que así sea.
Resumiendo, tendríamos que hablar, por ende, de toda una complejidad de micro-
macroprocesos en los que se reconoce, propicia, intercambia y/o comparte relación
social, bienes material-simbólicos y mundos representacionales y pragmáticos, desde
relaciones sistema/entornos concretos y variables, no isomórficamente reversibles,
que definen y delimitan múltiples lugares de poder, de definición y gestión. Este reco··
nocimiento, intercambio, compartición, puede estar variablemente objetivado (física·
mente materializado, ritualizado, formalizado y emblematizado, institucionalizado,
memorizado, subjetivamente in-corporado), incluso de forma distinta para los distin.,
tos actores sociales quienes, no obstante, pueden compartir e intercambiar con otros
actores e interlocutores.
_Sólo la t()l,~_r_a_l_lcia,_ ~_l respet?',,,la, soli_dtlri(lad, __ lt~_ ~~nerosida~, las p_ol~t,i,~'~~ yÚbl,¡.
cas y una monÚ econóinica de jüsticia y solidaridad, que mantenga úna ideó16gÍü' y
una práctica de Jo que nos une m6s que de lo que nos scpúra, i)ucde'esl~cl:ür üüii_~'Xc'll
el for:)J1.eo, elcxtranjero -de dentro y de fuera-, el desplazado, el margil]adoy to~las
}<)"! Sobre csta discusión véase especialmentc Coopcr (2003) y Eiscnbcrg y Spinncr-Halcv (200)).
"Life is too short... so kiss s/ow/y, /augh insane/y, /ove tru/y and forgive
quick/y"
Hoffman, M. L. (1981) "Pec<;pectives 011 the difference between understanding peopk Illgold, T. (1990) "An allthropologist looks al biology". Man 25. 208·229.
amI understanding things: the role of affect ", en J. H. Flavell y L. Ross eel. Socio! Ingold, T. (1991) "Becoming Persons: Conciollsness and Sociality in Human I:VO]¡ll ion"
Cognitive Developmen!. Cambridge: CUP. Cul/lIral Dyllalllics 4. 355·78.
Hoffman, M. L. (1981) "Perspectives on the difference between underStanding people Ingolcl, T. (1993) "Tool-usc, sociality and intelligence", en K. Oibson y T. ¡Ilgllld. Clh
and llllderstanJing things: the role of affect", en J. H. Flavell, Ross, L. ed. Socio/ Tools, Languaue and Cognifion in Human Evolu/ion. Cambridge: CUP.
Cognitive Development. Cambridge: CUP. 67-81. Ingold, T. (2004). "Beyond Biology and Culture: the meaning of evolutioll in a !'I'!;llillllid
Holland, D. y N. Quinn (1987) Cullurall110dels in language and lhought. Cambridge: world", Social Al7lhropology. 12 (2), 209·221.
Cambridge University Press. Innerarity, D. (2005) "Políticas de la identidad", en H. Martin y M. Lúpo, nls. ¡\Idd!!11 \
Hollifield, J. (1992) 111ll11igrants, l11arkets and stafes: The poli/ieal economy (~(pos!w(/r liberrad. Murcia: Universidad Católica de San Antonio. 15-28.
Europe. Cambridge, Mass.: Harvard University Press. Institute, F. (2004) Btitish F/aus and Emblems. York: Tuckwell Prcss.
Hollis, M. (1985) "On masks and men", en M. Carrithers, S. Collins y S. Lukcs cds. 7/11' Instituto Nacional de Desarrollo Humano (2005) La Etnicidad y Itls ./ilt'llfl).\' ofi! '¡(¡'In ;/1
calegOl)l (~f the peJ:'lOll. Cam bridge:CUP. 217-233. h?t'ol'macióll estadística. Guatemala.
Horak, S. (1985) Eas/ern European Na/ionol Mino"i/ies. 1919·1980. A Handbook. Isaac, H. (1975) "Basic group identity: the ido los of the tril)L''' en N. (jln/l'1 l' 1)
Lil1lelOn. Colorado: Libraries Unlimited, Inc. Moynihan, comps., Ethnicily: TheOJy {/nd EJ.:perience. C¡¡mbri¡lg¡', 1\,1:1'-;', IliH\ill¡!
Ilmigan, S. (1988) Nature al1(/ Culture in Wes/em di.<;collrses. London: Routledge. University Prcss.
BIBLIOGRAFíA 601
600 UNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES
"Llevamos dos dias sin agua ni comida. We fear that our help is being
intercepted. We have no choice but to stay hidden until further notice. The
stink of putrid cabbages is stronger every day and now that is is winter it's
colder than ever. We thank our Lord for our luck and hop that others are not
as bad as we have heard. Father turns on the radio everyday to find out
how the war is going. I don't know what the point is in doing that, we get
worse news each day. Pluto looks ill and very weak, he can barely jump on
my bed and miaw anymore. I fear that he might be dying. He is my only
companionship as my sister died last year being killed by the enemy. My
body still hurts so much as we had to hide in the closet behind the kitchen
because the enemy searehed Mr and Mrs Masons house again. I can't
believe our luck everytime I think that somedoy else is risking their lives for
USo I wish all this would end soon. I miss my school, my friends, my room
and most of all, I miss you, my love. I have been sending him letters for
over four months now but haven't reeeived any reply. I feel so scared
everytime I think that something has happened to him. I can still rem(,mber
the first time that I saw him .... I was walking home late night and I sud·
denly stopped in front of a shop, looking at some pictures when suddenly
I saw the most handsome boy walking slowly down so me stairs opposite
me and smiling. I will never forget the day that that boy stole my smile and
the look of my eyes. I had a dream last night. You were there, you held my
hand so tight. Do you remember when we used to have so mueh fun?
Those days are gone, do you remember?
Lucía Hermosílla, on Anna Frank's Oiary