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ETNICIDAD, IDENTIDAD

Y MIGRACIONES
Teorías, conceptos y experiencias
EUGENIA RAMíREZ GOICOECHEA
Profesora Titular de Antropología Social (UNEO)

ETNICIDAD, IDENTIDAD
Y MIGRACIONES
Teorías, conceptos y experiencias

@ ~ditorial universitaria
~ Ramón Areces
Para Inés,
por su inmensa generosidad y lealtad.

ACre,
por su perseverancia y voluntad,
por su entereza ante la dificultad.
ALu,
por elegir el buen camino.
A Eu,
por la orfandad inevitable.

Para Shane,
por tanta soledad.

Reservados tocios los derechos.


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Antonio ()ol1zúlcz Porras, 35-37
,,'WI'i MADRID
"AII things come to those who wait".
James Joyce. Exiles

índice

PRÓLOGO....................................................................................................... 15

INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 19

Capítulo 1. EPISTEMOLOGÍA DE LO SOCIAL.......................................... 29

l. Introducción................................................................. ............ 31
2. Repensar lo social. Teorías de sistemas dinámicos........ ......... 31
2.1. El paradigma autopoiético .............................................. 33
2.2. Teorías de la complejidad, criticalidad y caos ................ 40
3. Una teoría incorporada del conocimiento ............................... 48
3.1. Práctica cognoscente ....................................................... 48
3.2. Saber y conOccl'............................................................... SI
3.3. Categorización................................................................. 54
3.4. Conocimiento práctico .................................................... 63
4. Singulares, no únicos. Socialidad y categorización social en
animales no humanos ... ...... ................ ...... .......... ....... .............. 65
4.1. Animales: buenos para pensar ........................................ 65
4.2. Capacidades y destrezas.... .......... ................ ....... ........ ..... 68

Capítulo 2. IDENTIDAD Y ALTERIDAD...................................................... 75

l. Introducción............................................................................. 77
2. Identidad ............................................................................. n
2.1. De-construyendo: Crítica de la noción de Identidad ...... "IX

fND!CE 9
Capítulo 4, EL PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES,
2.2. Re-construyendo: Identidad como categoría de la prác-
83 EXPERIENCIAS COMPLEJAS ...................................... .. 193
tica y de la representación .............................................. .
2.3. Naturalización y objetivación sociaL ............................ . 87
l. Introducción, ... ,...... ,......... ,............................................. . 195
2.4. Dinámicas y estructuraciones de la Identidad ............... . 90
2, Grupo, comunidad y conciencia étnica .................................. . 197
3. Alteridad ................................................................................. . 97
2.1. Categorías y sociodemografías ..................................... .. 197
4. Ontologías sociales: Socialidad, socialización y categoriza-
2,2, Identidad, pertenencia y conciencia .............................. .. 199
ción ......................................................................................... . 103
2.3. Comunalidad, conectividad y grupalidad ...................... .. 202
4.1. Clases na/ura/es y sentido común ................................. . 104
109
3. Memoria, historia y tradición ............................................... .. 205
4.2. Socialidad, socialización y experiencia ......................... .
3.1. Consideraciones ncurosociales de la memoria ............. .. 205
3.2. Memoria colectiva .......................... , ............ , ........ , ......... . 210
3.3. Temporalidad, externalización y recreación .. " ... " .... ".". 215
Capítulo 3. PENSANDO ETNICIDAD ........................................................ . 117
3.4. Historia y tradición" ....... ,.... ,.".,,, .... ,,,, .. ,,, .......... , ........... , 217
3.5, Políticas de la memoria.,,, .... ,,,,,,., ......... ,........................ . 219
l. Introducción ............................................................................ . 119
4. Etnogénesis y revitalización étnicas."."" ... " ..... " ................. ". 222
2. Experiencias etnohistóricas de la Etnicidad .......................... .. 120 4.1. ¿Qué es etnogénesis? .. ,.. ,.... ",,, ............................... ,, ... ,,, 222
2.1. Homínidos en contacto ................................ ·· .. ·· .. · .. ·.. ·.... · 120 4.2. Revitalización étnica ,." ........ ,......................................... . 223
2.2. Gentes e imperios de la antigüedad clásica .................. .. 124 4.3, Entrepreneurs y líderes étnicos""""." ..... "" .. " .. " ....... " .. 225
2.3. Un Medievo no tan aislado ............................................ . 126 4.4. ¿Qué hacen los líderes étnicos? ..................................... . 228
2.4. Las Europas y las Américas ........................................... . 129 4,5. Tiempos modernos ......................................................... . 231
3. Occidente y Etnicidad ............................................................ . 131 4.6. Experiencia colectiva e invención étnica ...................... .. 236
3.1. Contextos históricos y políticos .................................... .. 131 4.7. Etnogénesis y cambio social .......................................... . 239
3.2. Bri/al1l1ia. Experiencia colonial y Antropología ............ . 134 4.8. Etnicidad y movimientos sociales .............................. " .. . 242
3.3. En Estados Unidos. Inmigración, asimilación y acultu- 5. Parámetros del trabajo étnico ................................................ .. 246
ración .............................................................................. . 143 5.1. Etnieidad y Cultura. Una trampa falsa ,,,,,,,,,,,,, .. ,,,,,,, .. ,,, 246
4. Teorías sobre Etnicidad ......................................................... .. 146 5.2. Trabajo cultural y Irabajo étnico "" .. " .......................... .. 250
4.1. Teorías clásicas ............................................ ······· .. ·.. ·...... . 146 5.3. Irreversibilidad del trabajo culturaL"",,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,, 254
4.2. Contribuciones a la integración ..................................... .. 153 5.4. Crossmodalidad ....... ", .... ""., ......... ,..... ,.............. ,.... ,...... . 255
5. Etnicidad, autopoiesis y complejidad ..................................... . 160 5,5, Creatividad ,,,,,,,, .. ,,,, .. ,.. ,...... ,,,, ...... ,..... ,.......................... . 256
5.1. Etnicidad y complejidad ................................................. . 160 5.6. Expresión y comunicación constituyentes: prácticas y
5.2. Etnicidad como sistema ................................................. . 162 discursos ........................................................................ .. 257
5.3. Etnicidad: proceso y estructura ............................... . 165 5.7. Plausibilidad psicológica y sociohistórica ....... "." ... "" .. . 262
5.4. Etnicidad como entorno ................................................. . 167 5.8. Significado para todos: polisemia en los discursos,
5.5. Recursividad y recreación de una complejidad interna .. 169 estrategias para la acción .............................................. .. 26')

5.6. Etnicidad C01110 atractor ............................................. , .. . 172 6. Ámbitos, dominios y materiales del trabajo étnico ................ . 271
5.7. Etnicidad, subsidiaria de otros atractores ..................... .. 174 6, 1, Parentesco y filiación "", .. "" .. ", ................ " .................. .. 272
5,8. Fragmentación y coherencia en la Etnicidad ................ .. 175 6.2. Territorio, espacio y localidad ........................................ . 277
5.9. Fronteras, bordes y mezclas: multiplicidad e hibridación 177 6,3, "Dime qué hablas y te diré quién eres": lengua y habla. 2XX
5.10. Una definición provisional.. ......................................... . 180 6.4. Creencias y prácticas religiosas ........................ . 294

1O [II~IC:II)AD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


íNDICE 11
6.5. Patrimonio cultural: mitos, leyendas y emblemas ......... . 301 5.7. A vueltas con el fenotipo. Dimensiones sensibles de la
307 alteridad .......................................................................... . 410
6.6. Comer, beber y muchas otras cosas .... "......................... .
308 5.8. Variaciones en torno al racismo. Contextos sociohistóri~
7. Estereotipos y nombres étnicos .............................................. .
cos y políticos ................................................................ . 415
7.1. Estereotipos .................................................................... . 308
5.9. Racismo y Etnicidad ...................................................... . 420
7.2. ¿Qué hay en un nombre? ............................................... . 317
. 5.10. La tentación vive al lado: sexo, impureza y peligro .... . 426
(0 Objetivaciones políticas de la identidad y la pertenencia étni·
. caso Naciones, estados y movimientos sociales ..................... . 428
Capítulo 5. ECONOMÍA POLÍTICA DE LA ETNIClDAD ......................... . 325 6.1. Etnicidad y formas históricas de organización política .. 429
6.2. El estado· nación ............................................................. . 430
1. Introducción ............................................................................ . 327 6.3. Fracasos y sombras del proyecto moderno de estado·
2. Etnicidad y conflicto ............................................................. .. 330 nación ................... ".................................. ,.. ,.................. . 438
2.1. La sociedad como campo de batalla .............................. . 330 6.4. Gestión, administración y política de la Etnicidad ........ . 444
2.2. Cooperación y conflicto ................................................. . 334 7. Etnicidad y migraciones ......................................................... . 455
2.3. El poder, una vez más .................................................... . 336 7.1. El fenómeno migratorio ................................................. , 455
3. Etnicidad y estructura socia1... ................. ···· .... ·····.·················· 339 7.2. Una orientación micro-macrológica .............................. ,' 456
3.1. Estructura social ........................................ ········ ............ .. 339 7.3. El inmigrante como Otro ............................................... . 458
3.2. AH·actividad. A. Estructura económica y Etnicidad ...... . 341 7.4. Contra la alteridad .......................................................... . 466
3.3. AH·actividad. B. Etnicidad y estructura económica ...... . 348 7.5. ¿De quién estamos hablando? Género, por ejemplo ...... . 473
3.4. Clasificaciones étnicas de la clase socia!.. .................... ·· 350 7.6. Reconstrucción de espacios de vida ............................... . 477
4. Prácticas e ideologías de la diferencia y la desigualdad. 7.7. De aquí y de allá: migraciones, retorno y transnaciona·
J. Exclusión e inclusión social.. .............................................. . 353 lismo ............................................................................... . 487
7.8. Segundas generaciones ................................................... . 493
4.1. Crítica de las perspectivas macroeconómicas de la
exclusión social ................................ ··· ...... ······................ 353 7.9. Etnicidad e incOlporación en la inmigración ................. . 500
4.2. Excluir/incluir ................................................................. 357 G10balización y re·localización de las identidades colectivas 501
4.3. Del prejuicio al genocidio. Dinámicas y tematizaciones 8.1. G10balizaeión y mundialización ..................................... . SOl
de la exclusión................................................................. 360 8.2. Saberes y tecnologías ..................................................... . 513
4.4. Repensar inclusión social. Modos de incorporación ...... 385 8.3. Des10calización, desterritorialización ............................ . 518
5. Prácticas e ideologías de la diferencia y la desigualdad. 8.4. Global, local, glocal ....................................................... . 525
II. Racismo .............................................................................. 391 8.5. Identidades conglomeradas, orgánicas, porosas ............ . 530
5.1. Breve genea10gfa de las ideas raciales............................ 391 8.6. Márgenes, periferias y otras voces silenciadas que ya no
5.2. Contra las categorías raciales. 1. Raza como esencia..... 398 lo son tanto .................................................................. . 534
5.3. Contra las categorías raciales. II. Raza como categoría 8.7. Etnicidad en los tiempos del mundo·todo ....................... . 536
cognitiva .......................................................................... 399 9. Diferencia, diversidad, desigualdad. ¿Entonces qué? ............ . 540
5.4. Contra las categorías raciales. 1lI. Polimorfismos 9.1. El tapiz de las diferencias: crítica al Multiculturalismo. 540
humanos, frecuencias génicas, clínas ............................ ·· 402 9.2. "Como iguales": diferentes pero contentos ................... . 542
5.5. Contra las categorías raciales. IV. Inferioridad psíquica,
intelectual y moral.... ... ..... ....... .... ... .... .... .... ........ .... ... ...... 405 EPíLOGO ..................................................................................................... .
5.6. Orígenes de la Humanidad moderna. Monogenismo y
poligenismo. ... ... ......... ... ..... ... .... ..... ... .... ............ .... ... ....... 408 BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................... .

12 III\IIC:II)AD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


fNDICI 13
Prólogo

'Tan absorbente era la atenci6n que le exigía el preciosismo de su


artesania, que en poco tiempo envejeci6 más que en todos los años de
guerra, y la posici6n le tordó la espina dorsal y la milimetría le desgastó la
vista, pero la concentraci6n implacable lo premió con la paz de espíritu".
Cien años de soledad. Gabriel García Márquez.

Así como, según la teoría de la relatividad, un viajero sería más longevo a la velo-
cidad de la luz que aquéllos a quienes hubiere dejado atrás en su planela, en este caso
es más bien al revés: esta andadura no sólo no ha ido con esa rapidez -¡ya hubiera yo
qucrido!- sino que ha hecho envejecer todavía más a su autora, en tiempos y lugares
repartidos en países muy terrestres, con sus noches y sus días.
Comencé la redacción de este texto hace más de cinco años, pero obligaciones
académicas e intelectuales interrumpieron este esfuerzo hacía derroteros no menos
interesantes. Cuando volví al manuscrito, me di cuenta de que mi orientación episte-
mológica y teórica había cambiado tanto como para exigir una revisión total.
Dos años de consulta, análisis y redacción quedan depositados directamente en
este volumen, amén del bagaje de muchos años de interés, investigación y lectura.
Este es un libro debido a mis alumn@s de Antropología y los que durante todos
estos años han compartido conmigo la tarea de pensar en estos temas, en jornadas,
congresos, debates, simposios, charlas de despacho, de pasillo, de correo electróni-
co, ... Colegas y compañeros del Departamento de Antropología Social y Cultura de
la UNED me han animado, inspirado y apoyado para seguir adelante, en el contexto
de reciprocidad, solidaridad y respeto mutuo que nos caracteriza. A todos ellos les
doy las gracias. Miguel Bravo ha sido el artista de las imágenes: mi reconocimiento
por su talento e inestimable contribución.
Mis leales han seguido siéndolo, para fortuna mía. Mi madre, Nico Pico (<Í,'. tfa
Pía), mis amig@s, especialmente mi querida María, que nos dejó con el cora/.ún

PI{()LOCO 15
vacío. Ruth. Manuel, Karolin, y las anfitrionas del 319 y sus habituales, siempre al ¿Por qué Cien mios de soledad? Por mi primer artículo, mi devoción y re-descu-
quite de mis obligaciones y rutinas, generosas en c!Juches, tentempiés y muchas otras brimiento veinte años después, mí sana envidia por lo que dice y sus maneras, mi
cosas. admiración respetuosa pero celosa al magisterio de la palabra exacta, llena de signi-
Tengo que agradecer a la Universidad Nacional de Educación a Distancia por la ficación. ¿Por qué El Siglo de las Luces? Por su tremendo barroquismo, sus claros-
concesión de un permiso sabático (1995-1996) y al Ministerio de Ciencia y Educa- curos, por las más dignas aspiraciones y las profundas catástrofes que describe; todo
ción (Dirección General de Investigación Científica) por una beca de movilidad del como la vida misma, pero con el derroche literario capaz de hacernos sentir el refle-
profesorado (PR95-390, 1996-1997), por los que tuve la oportunidad de investigar jo del sol en el agua. Con la cuarta parte ya me conformaría yo.
sobre Etnicidad, Migraciones y exclusión social como profesora visitante en los Espero que, con la benevolencia de lectores y lectoras por errores y omisiones no
Departamentos de Ciencias Sociales y Políticas, Antropología Social y Pembroke malintencionados, así sea. Buen viaje.
College, todos ellos de la Univcrsidad de Cambridge. Gracias especiales a Prof.
Barbara Bodenhorn, Prof. Geoffrey Hawthorn y Prof. Carolyn Humphrey. También a
la Universidad de la República en Montevideo, en la persona del Profesor Zubillaga. TC y Univel'sity Ulmuy, Cambridge. 2005-2006
Así mismo, a Joaquín Arango, Presidente del CIS cuando realicé la investigación
sobre inmigrantes en España. De alguna manera este libro cierra un ciclo intelectual
para mí y quiero por eso recordar con aprecio y mucha gratitud al Director de mi
Tesis Doctoral, Prof. Tomás Calvo (UCM), culpable dc echarme a los leones del tra-
bajo de campo, mi segunda carrera. También al Prof. Jesús Arpal (UPV), por su con-
tinuo magisterio, y al Prof. Jase Luis García (UCM) por sus lecturas atentas de mis
borradores y sugerencias que todavía sigo teniendo en cucnta.
Si este libro se dedica a la Etnicidad, a la Identidad, a las Migraciones, no es
menos cierto que lo hace desde un trabajo epistemológico, teórico y empírico pre-
vios. En esa medida no sólo habla de lo que el título anuncia, sino de Antropología
Social y Cultural, de otras Ciencias Sociales y no Sociales, de cómo mirar los fenó-
menos humanos, de procesos complejos de articulación biopsicosociocultural en los
humanos, dentro de una línea de trabajo que me es idiosincrática y que comparto
con otr@s.
No están todos los que son, ni mucho menos. Es imposible dar cuenta de la
explosión de investigaciones empíricas y teóricas (¡como ésta') que nuestro ánimo
hiper-reflexivo occidental es capaz de producir. La bibliografía es inmensa, casi
inabarcable. Sólo espero que sí sean todos los que están.
Toda obra es, de alguna manera, inacabada, en el caso de las ciencias sociales
lo es todavía más. El lenguaje dominante anglosajón lo cita como open-ended, in
progress, etc. Esto mismo caracteriza mi texto. Esta circunstancia no resta coheren-
cia o interés al libro. Creo que, de alguna manera, es un trabajo de autor -en este
caso de autora- porque no es un compendio de lo que otros dicen o han dicho.
Refleja más bien mi forma personal de interpretar y analizar lo social y las múlti-
ples formas en que se encarnan, Etnicidad, Identidad/Alteridad, Migraciones. El
ánimo ha sido dar una visión general y pistas y sugerencias para situarse y seguir
descubriendo.
Este trabajo tiene carácter trasversal: algunos capítulos pueden leerse a conti-
nuación de otros sin necesidad de seguir rigurosamente el orden del Índice. En tema
tan complejo, los caminos que se abren son múltiples y hay que escoger un hilo
narrativo, por necesidad.

16 IINICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PRÓLOGO 17


Introduc ción

La Etnicidad, los fenómenos e identidades étnicas no han dejado de ser noticia


en todo el siglo XX y prometen continuar siéndolo en nuestro recién comenzado
siglo XXI. Desde movi mientos sociales de construcción de la pertenencia, políticas
sociales de bienestar/malestar, guerras e intereses geopolíticos, fuerzas globali zado-
ras y transnacionalizadas, lo élnico se nos escurre entre las manos cuanto más pare-
ce que nos rodea. Deconstrui r sus efectos objetivantes al nivel de los discursos y
prácticas sociales, localizar sus máscaras y formas, no ha de impedirnos abordar la
Etnicidad y sus identidades, tanto en sus estructuraciones como en sus dinámicas y
fluj os, de forma analítica, a la vez teó rica y descriptiva.
Vinculadas al proceso de globalización económica dominante, las actuales diná-
micas y patrones migratorios están influyendo en cambios socio-culturales tanto de los
contextos receptores como emisores. Los modos de incorporación de los actuales
migrantes a las sociedades de asentamiento, defi nidos por el mercado laboral, las polí-
ticas migratorias y las características~ socia les, implican continuos procesos de recons-
trucción identitaria.
Siempre he estado interesada en los procesos de construcción de la socialidad, la
grupalidad, las relaciones sociales. Empecé a preocuparme por estas cuestiones ya en
1980 y, al fin al, mi Tesis Doctoral' consistió en una investigación teórica y empírica
sobre jóvenes escolarizados en la comarca de Rentería-Pasajes. Identidad y Alteridad,
Etnicidad, fueron los principales temas a los que me dediqué, dentro de una perspecti-
va dinámica, no dualista, constructivista pero atenta a los procesos de estructuración y
objetivación social. Este estudio supuso una apuesta por la interdisciplinariedad entre

1 Dirigida por el Prof. Tomás Calvo Suezas (U.Complutense, Madrid) siempre generoso y leal
con sus alumn @s, con la ilumi nación y los buenos consejos del Pof. Jesús Arpal (U PV) y las lec-
tllras aten tas del Pref. l ose Luis García (U. Complu tense, Mad rid). Esta Tesis fue realizada con la
Beca de Formación de Personal Investigador (FPl) de l Ministerio de Educación y Ciencia; recibió
la Ayuda Tesis Doctorales en curso de rea li zación del CIS, así como el Premio de Tesis Doctorales
1988, de la misma instit ución. De alguna manera este libro cierra un ciclo intelectual para mí y
quiero por eso recordar con aprecio y mucha gratitud a estos tres profesores.

INTRODUCCiÓN 19
Sociología y Antropología, convencida de que ambas disciplinas no tenían por qué opo- por garantizadas, Identidad, Alteridad, Etnicidad, debían ser explicadas a partir de las
nerse. La aproxi mación metodológica siguió una orientación integradora macro y coordenadas sociohistóricas y culturales por las que tomaban existencia.
micrológica. En este trabajo me decanté por una perspectiva situacionalista y estratégi-
Pensé que tenía que entender mejor los procesos de clasificación social para
ca por el que pudiera mostrar cómo la gente interacciona y manipula definiciones socia-
comprender cómo nos relacionamos con los demás y cómo estas mismas relaciones
les en sus prácticas y discursos con respecto a sus posiciones estructurales, los contex-
producen y recrean dichas clasificaciones. A su vez, quería saber cómo se construyen
tos y las agencias sociales implicadas, dentro del límite de ciertos macroprocesos y experimentan las categorías sociales en las relaciones sociales, cómo eran objeti-
políticos, económicos e ideológicos. Estudié las relaciones entre las estructuras socia- vadas y vividas colectiva y personalmente.
les y los sistemas clasificatorios, normas, discursos y prácticas. Ya entonces me decan-
té por prestar especial atención a las teorías de la acción social sin dejarme llevar por La ferocidad de la Guerra de los Balcanes y los ejercicios de limpieza élnica me
dualismos mistificadores como los de individuo/sociedad y otros por el estilo. hicieron preguntarme cómo es que determinados proyectos políticos nacionales
podían movilizar de esa manera la lealtad, la traición, las emociones y vínculos de la
Otras pesquisas y estancias de investigación siguieron sobre alteridad social, exclu- gente, sus odios, la memoria colectiva.
sión social, y, sobre todo, migraciones. Dirigí un estudio etnográfico encargado por el
Centro de Investigaciones Sociológicas, en la persona de su presidente de entonces, el Lo afectivo-emocional, la implicación subjeti va biográfi ca desde ciertas objeti-
Prof. Joaquín Arango, sobre inmigrantes extranjeros en el Estado español que, modes- vaciones de la memoria histórica, me reafirmó en mi predilección antigua por los
tamente, contribuyó junto con los de otr@s a conocer más profunda y detalladamente procesos de socialización, que ya había investigado en referencia a las cuadrillas del
quiénes eran estas personas que venían a trabajar a nuestras ciudades y pueblos. País Vasco y que el trabajo con jóvenes me permitió ampliar. Para ello tu ve que
repensar las teorías sociológicas clásicas sobre sociali zación como internalización,
Teniendo experiencia etnográfica sobre la primera y segunda generación de eligiendo otras mucho más abiertas, menos orientadas hacia la reproducción social.
inm igrantes españoles en Rentería y su comarca, con la de los inmigrantes extran- Me detu ve en concreto en las teorías del vínc ulo, del apego social y el ex trañamien -
jeros en el Estado Español, quise completar mi perspecti va: la de la última genera- to, como precursores sociocognitivos y emocionales de la familiari dad y la distancia
ción de migrantes españoles a América Latina, en concreto a Montevideo, Uruguay social; toda teoría sobre la socialidad es un teoría sobre la alleridad. También comen-
(CICYT. PB96-0869). Pensé que así obtendría una visión más global sobre los pro- cé a estudiar el desarrollo del conocimiento social en la infancia, lo que me puso en
cesos migratorios y establecer una reflexión comparativa con los otros dos anterio- contacto con la psicología del desarrollo y la psicología cognitiva social constructi-
res casos. Así fu e. vista representada por Jerome Bruner y su escuela. Me detu ve en las teorías del social
Lo que más me ha importado del estudi o de estos fenómenos es su multiplicidad referencing y las formas del e/llrepensar en el contexto dialógico de las relaciones
y complejidad, donde lo personal y lo colecti vo se entrecru zan, cómo lo micrológico entre niño/a y cuidador/a/es/as.
de lo biográfico y fami lar y lo macrológico de los procesos políticos, económicos y El mismo interés en cómo se producía conocimiento social infantil me indujo a
demográficos se engarzan del imitando espacios posibles para la construcción y consultar la psicología cognitiva animal no behaviorista. Quería conocer las destre-
reconstrucción de las relaciones sociales. Qué duda cabe de que las migraciones per- zas, capacidades, prácticas por las que los animales no hu manos producían conoci-
mi ten estudiar a menudo procesos identitarios, también étnicos. miento y discernimiento sobre sus próxi mos; semejantes, simbióticos, diferentes,
Mientras tanto, fui ampliando mi perspectiva sobre los procesos de identidad y indiferentes, enemigos (competidores y presas). La etología de la socialidad de
alteridad en general y de la Etnicidad en particular. Si en un primer momento consi- mamíferos y primates me ofreció una perspectiva más amplia donde, sin negar la sin-
deré ésta como una categoría moderna que quería dar cuenta t~mbién de fenómenos gularidad humana, me permitiera ubicarla en el paisaje de sus próximos. Una incur-
modernos ligados a la construcción del Estado-nación, gracias a una visión más sión en la literatura sobre evolución humana -además de por otras razones- comple-
sociohistórica y crosscultural me di cuenta de que el etnocentrismo, como centra- tó el tapiz desde el campo filogenético.
miento en la identidad grupal propia, era y había sido una experiencia mucho más Me imagino que para cualquier científic@ social políticamente correct@ este iti-
generalizada. Gentes de diversos tiempos y lugares tienen y han tenido experiencia nerario -cuyas consecuencias se perciben claramente en el texto- puede parecer insó-
consciente sobre la existencia de olras gentes, definidas como no pertenecientes a la lito. A ello tengo que decir dos cosas. Las Ciencias Sociales han sido siempre adu lto-
grupalidad de reconocibles como semejantes o iguales, en cualquiera de sus formas céntricas, lo cual es ya insostenible. La ontogenia humana, como da cuenta el programa
de discontinuidad o distancia social. Esto no significaba que la identidad y alteridad de investigación de lo que se denomina las Ciencias del desarrollo, es el lugar y el tiem-
se formulasen al modo en que operaban en Occidente, ni que las relaciones implica- po de la mutua especificación entre lo biológico y cultural, de la construcción de nues-
das, las clasificaciones, las particiones, etiquetamientos, reflexividades, las emocio- tra cualidad de seres biospsicosocioculturales. Vínculos, relación dialógica, comunica-
nes, etc. se dieran objetivados del mismo modo que en nuestra tradición intelectual. ción, identificación, aprendizaje, emocionaLidad y empatía, significación, hábil"S,
Por ot ro lado, ninguna de estas categorías, por más que generalizables, podían darse disciplinas del cuerpo, lenguaje, plausibilidad psicológica y contraintuitividad, capaci-

20 TNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES INTRODUCCiÓN 21


dades éticas y morales, normatividad, instrumentalidad, engaño y desafío, y otras Como observa F. Jacob ( 1977: 11 63), las reglas del juego difieren a cada nivel.
muchas destrezas corporales, psíquicas y mentales, sociales y culturales, son elicitadas Jeffrey Alexander ( 1987) señala que lo que puede ser macrológico en una disciplina
durante el desarrollo humano desde el nacimiento hasta la muerte, pero especialmente puede ser micrológico para otra. También Lida Cosmides y colaboradores ( 1992)
estructurables e in-corporables durante la infancia, la adolescencia y la juventud en recomiendan reconocer que no puede construirse una teoría del conocimiento Sin
relación a patrones de maduración específicas de nuestra especie. No es concebible que saber lo aportado por otras diciplinas de orden lógico inferior. Esto no quiere decir
estos procesos estén infrarepresentados en el campo de la investigación antropológica, que estemos dispuestos a aceptar cualquier cosa, sobre todo desde una reflexión crí-
salvo honrosas excepciones. En la investigación sobre identidad, alteridad, cognición tica de las coordenadas sociohistóricas e intelectuales de la producción del saber. Por
social, Etnicidad, tampoco pueden estar ausentes. eso miramos desde una perspectiva sociocultural e histórica crítica.
Por otra parte, como ya he explicado en otros lugares, el ser humano no nace por Estos argumentos, además de mi insaciable curiosidad, justificarían por sí solos
generación espontánea. Su historia evolutiva nos ayuda a entender el devenir de nues- mis exploraciones en otros ámbitos disciplinares. Pero hay otra razó n a añadir.
tras capacidades representacionales y prácticas en socialidad y grupalidad. Aunque
Ya en mi primer trabajo sobre Etnicidad dudaba de la infinita arbitrariedad socio-
sea difícil conocer ciertos pormenores a partir de los restos fós iles, disponemos de
cul tural del particularismo extremo. Parámetros de tipo histórico o sociocu ltural no
cierta información que permite inferir los modos de relación de homínidos anteriores
podían ser los únicos a la hora de explicar los límites de la arbitrariedad de los sig-
a sapiens sapiens, lo que sin duda puede ser relevante para conocer los contextos eco-
nificados, representaciones, prácticas y experiencias humanas. Mucho puede ocurri r
sociales y cognitivos de las relaciones sociales huma nas. Los ant ropólogos sociales
en el terreno de la variación, pero no todo es posible y menos plausible. Los marcos,
no debemos ser ta n reacios a considerar estas vert ientes de lo que hemos sido para lo
constricciones, parámeteros de estas posibi lidades y plausibilidades no han sido
que somos o seremos. Evolucioni smo no es si nón imo de neodarwinismo ni de socio-
tomados como determinaciones sino como escenarios del desarrollo y evolución de
biología; hay muchas otras formas de ver la evoluc ión y suficientes investigadores de
las formas, inseparables de su significado. Los procesos sociocul turales son estocás-
interés con cuyas investigaciones y aportaciones deberíamos estar familiarizados. En
ticos: hay selección dentro de la aleatoriedad, pero ésta es limitada. Los procesos
este texto aludiremos a este conocimiento en los lugares oportunos.
socioculturales son previsibles sólo en términos de probablidades. La idea es que las
Por fin, la etología y la cognición y socialidad comparadas nos resitúan en el cosas siempre podían haber sido diferentes, pero no cualquier cosa.
ámbito general de nuestra especie y de nuestra relación con otros primates y mamí-
Todos estos deseos, motivaciones, intenciones, intereses, orientaciones, objeti-
feros, que también poseen capacidades que compartimos pero que hemos desarrolla- vos, aprendi zajes, investigaciones, lo han sido para repensar una teoría de lo social y
do y ampliado de fo rma espectacular. Una vue lta por la li teratura etológica y de cog- cultural que me capac itara para comprender mejor la construcción de lo humano; y
nición an imal no behaviorista, iniciada por las investigaciones y el magisterio de en ello, de lo identitari o y étn ico, éste como caso del anterior y ambos como proce-
Donald Gri fti n, coloca nuestra soberbi a en s u sitio - además de proporcionarnos una sos de lo social. Por eso todos mis ,trabajos acaban siendo, de algún modo, ejercicios
riquísima in fo rmación- para repensar nuestras propias habilidades. de interpretación sociocultural, con un pie siempre en la reflexión teórica y otro en
Todas estas incursiones y excursiones fueron reali zadas desde la mirada de una lo etnográfico y empírico.
Antropología social y cultural crítica que, sin renunciar a lo que de mejor tiene, quie- Con este desafío, tenía que encontrar paradigmas y teorías lo suficientemente
re saber qué pueden aportar otras experiencias y tradiciones disci plinares a la hora de amplias y dinámicas como para armar todo esto con cierta coherencia. Se dice que
dar cuenta de cómo los humanos creamos las condiciones de nuestra ex istencia y estamos siempre atrapados por las categorías que utilizamos para comprender y
cómo éstas son a la vez el marco de nuestra propia posibil idad como tales, es decir, actuar en el mundo, los mundos. Yo no pretendo arrogarme la ilusión de estar por
seres sociales. Es hora de que la Antropología Social y Cultural 'amplíe sus horizon- encima de esta condición, pero sí que deseo dejarme guiar por otras formas de pen-
tes, incorpore otras producciones del saber allá donde puedan ser relevantes. Como sar e interpretar, otras metáforas que me abran más el hori zonte de la comprensión.
dice R.A. Shweder (1984:7), la teoría de la cultura cruza distintas disciplinas. Hoy en Jerome Bruner, entrevistado por Brad Shore ( 1996: 15, 19) menciona que buena paJ1e
día no podemos desatender todo aquel conocimiento que va produciéndose en de lo que es hacer Ciencia implica encontrar metáforas y nuevas formas de pensar
muchos ámbitos y que ayuda a comprender más profundamente a los seres humanos sobre las cosas, en parte gracias a la intertextualidad, como la búsqueda de homolo-
en sus múltiples dimensiones. gías teóricas en la interdisciplinariedad.
y a la inversa: es necesari o que otros programas de investi gación aprecien, valo- Ya me había puesto en contacto con la epistemología autopoiética y de la autoor-
ren y utilicen e l trabajo de años de la Antropología Social y Cultural, su visión holís- ganización leyendo a Edgar Mori n cuando era estudiante; también entonces, por mi
tica y comparativa, el modo en que se construye y se relaciona con su objeto de estu- interés en la Biología, leí a Jacques Manad. Me reencontré con estas cuestIOnes
dio, cómo produce sus datos y los organi za en un cuerpo coherente de conocimiento. muchos años más tarde leyendo Social Systems de Niklas Luhman (1995). De ahí leer
Es ele esto de lo que trata la interdisciplinariedad. a Humberto Maturana y Francisco Varela fue un paso. Amplié mis lecturas y acabé

22 I TNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES INTRODUCCiÓN 23


tos que otros. El libro se di vide en cinco capítulos, con sus consiguientes apartados
interesándome por las teorías de la complejidad, el caos y la criticalidad. Junto con
las teorías evolucionistas de Stephen Gould, Richard Lewontin, Elisabeth Yrba, y las y los epígrafes de éstos. A continuación resumo el contenido de cada uno.
ideas de IIya Prigogine -dentro de mis limitaciones-, Lorenz, Thelen, y otros, mis Capítulo 1. Una epistemología de lo sociocu ltural para comprender los proce-
conceptos del tie mpo y la causalidad se reformu laron, siempre pensando como ana- sos humanos, basados en una rev isión de las teorías de sistemas dinámicos, entre
lista de lo sociocultural. Encontré en las teorías de sistemas dinámicos la inspiración ellas las de la autopoiesis y auto-organi zación, y las de la complejidad y el caos. Se
que necesitaba para ofrecer una interpretación más abarcante pero también más fina reflexiona sobre la oportunidad y relevancia de estas teorías para el análi sis y co m-
y penetrante de los procesos socioculturales. Algunos de sus conceptos básicos pue- prensión de lo social y cultu ral. También se incluye una revisión de di stintas teorías
den ayudar a comprender mejor ciertas cuestiones en Ciencias Sociales, por lo menos del conocimiento. sus procesos y categorías, insistiendo en la relevancia de una
según mi criteri o. cognición en la práctica y de una práctica cognoscente en la construcción del saber
Fui consciente de que no se podía elaborar una teoría sobre la identidad, la alte- y del actuar. Por último, una introducción a la etología del conocimiento/afectivi-
ridad, la Etnicidad, una teoría de lo sociocultural al fin y al cabo, sin una teoría del dad, la socialidad y la grupalidad en animales no humanos, especialmente mamífe-
conocimiento y de la acción social. ros y primates. También ellos saben en los contextos oportunos qu iénes son sus
iguales, sus otros y sus indiferentes, ade más de los contextos pertinentes para estas
Para poder llevar a cabo esta tarea de investigación sociocultural , y como dije al
clasificaciones.
principio, me vi en la necesidad de conocer las líneas principales de las disciplinas
integradas en el programa de investigación de las Ciencias Cognitivas, incluidas las Capítulo 2. Reflexión teórica sobre los conceptos y experiencias de la Identi-
neurociencias de la cognición social (imitación, reconocimiento de caras, expresión de dad/Alteridad, con especial mención de los procesos de objetivación externalizada e
emociones, memoria). R. D' Andrade, Christina Toren, Brad Shore, L. Abu-Lughod, incorporada, y la construcción de las evidencias sociales y la plausibilidad psicoló-
Tim Ingold, insisten en la necesidad de tener una teoría del conocimiento humano si gica. Hay una apartado denso y complejo sobre la construcción de las Ontologías
queremos comprender muchos aspectos de lo social. sociales a partir de las relaciones sociales, la socialización, la objetivación, y los pro-
Sólo una teoría integradora del conocimiento, la emoción y la acción, una teo- cesos de experiencia e inferencia.
ría de las categorías de vida enraizadas en la experiencia, la praxis y la corporali- Capítulo 3. Se dedica a la reflexión y la reflexividad sobre la Etnicidad, como caso
dad, nos permite dar cuenta de la adhesión, el apoyo, la movilización de las perso- específico de la Identidad/Alteridad, bajo distintas circunstancias sociohistóricas, cul-
nas y grupos e n torno a los discursos y políticas basadas en la semejanza, la turales e intelectuales, tanto como categoría de vida como de análisis. Se hace espe-
diferencia y/o la desigualdad social, bajo cualquiera de sus formas y dominios así cial mención a la construcción de la Identidad/Alteridad en contextos de colonialismo.
constituidos culturalmente. Estas representaciones y prácticas del vínculo, la socia- Se revisan las principales teorías sobre Etnicidad, incluyendo algunas de las contribu-
lidad , la igualdad, la diferenciación, la asimetría, las jerarquías, son los mismos ciones más recientes. De ahí se inicia el intento de comprensión de la Etnicidad a par-
constitu yen tes desde los que los sujetos personales y colectivos se construyen en tir de los paradigmas epistemológicos presentados en el capítulo primero y se conclu-
relación con sus entornos y sí mi smos, en distintos contextos sociohi stóricos y cul- ye con un intento provisional de definición compleja de lo que podríamos comprender
turales. Las teorías del conocimiento in-corporado ('embodiment') y experiencial por Etnicidad.
-e inferencial- nos ay udan a situar la socialidad y la al teridad en la práctica y en la Capítulo 4. Pretende comprender los procesos identitarios y de alterización étni-
acción, recuperando al sujeto personal y colectivo en la construcción de sus condi- cos como procesos dinámicos con sus correspondientes estructuraciones y objetiva-
ciones de existencia.
ciones. Esta parte incluye los temas más habi tuales recogidos en algunos de los tex-
Por fin , he realizado un trabajo de de-construcción de ideas, conceptos, tradi- tos generales sobre Etnicidad. Se intenta abordar los casos etnográficos desde los
ciones intelectuales, en el mejor cumplimiento de una Antropología crítica. Pero no paradigmas y orientaciones teóricas explicitados en anteriores capítulos.
me he conformado con eso; he querido hacer el viaje de vuelta, atendiendo a las
Capítulo 5. Centrado en las dimensiones políticoeconómicas implicados en
estructuraciones, las objetivaciones, las formas de significación parciales y totali-
todas las producciones sociales humanas, pero especificadas para los procesos de
zantes para personas y colecti vos. Aunque desconfío de las metáforas mecánicas-
identidad y alteridad étnicas. Plantea los debates y análisis sobre las relaciones entre
mecanicistas, diría que no basta con descomponer el reloj: hay que volver a mon-
Etnicidad y estructuras económicas, políticas, ideológicas en las formas asimétricas
tarlo recolocando la mayor cantidad de sus piezas posible, aunque sea en nuevas
y jerarquizadas en que éstas se dan. Se hace hincapié sobre los procesos de desi-
localizaciones. La gente, las personas, quieren seguir viendo la hora, con distintos
gualdad y exclusión. Incluye apartados específicos sobre Racismo, Migraciones y
propósitos, cuando lo consultan.
Globalización.
He intentado ofrecer una densidad suficiente y equilibrada entre los distintos
Ahora algunos avisos para navegantes, ya insinuados en el Prólogo.
capítulos y epígrafes, aunque soy bien consciente de que algunos son más compac-

24 FTNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


INTRODUCCiÓN 25
Este libro es, jürzosamente, incompleto. Todo aquél de referencia lo cs. Sólo las La abundancia de notas se explica pOI' mi puntillismo y pOI' las características
obras de arte pueden atribuirse la cualidad contraria, que no les sobre ni les falte una abiertas de este texto, como si fuera un cruce de muchos caminos alrededor del cual
coma, un punto, un vocablo, una expresión, aparte de lo que ponga el que las disfru- se va organizando una estructura müs o menos riz.mnática.
ta. Esa es la cualidad -y los inconvenientes- del trabajo abierto, continuo, que siem-
pre me empeño en subrayar. Esto no quiere decir, en absouto, que el trabajo que aquÍ Alguien se preguntará por qué a veces un mismo término va con mayúscula y
presento no tenga las condiciones suficientes como para considerarlo una pieza ter- otras veces no. Cuando remite a su forma más abstracta, va como nombre propio.
minada en sí misma, por lo menos en su coherencia interna y la articulación de Sus Cuando refiere a sus incardinaciones fenoménicas, en minúscula. Esa es mé.1S o
menos la regla, pero seguro que me la he saltado en más de una ocasión.
partes. Si no, obviamente, no estaría listo para ser leído.
Como es un trabajo continuamente crosreferencial, he procurado señalar dónde Es muy posible que este libro exija varias y sucesivas aproximaciones, sin desa-
nimarse ni morir en el intento. El lenguaje intenta ser claro y preciso, entre lo aca~
continúa un tal discusión, dónde vuelvo sobre ciertos temas, cómo puede leerse el
démico y lo cotidiano. Se incluyen ejemplos y metáforas varias para facilitar la
libro en distintos órdenes. De hecho, el libro puede leerse siguiendo distintos itine-
comprensión; también de la vida diaria y de 10 que nos acontece en su ámbito, pre-
rarios y así los señalo.
cisamente en la superfice donde se gesta lo social y sus intercambios. Como digo a
Sobre la Bibliografía, distingo varias clases de citas. Algunas que constituyen mis menudo, este libro es complejo, no complicado. Aprovecho para repetir e insistir
referencias más importantes, de donde he aprendido o que me parecen más valiosas sobre ciertas cuestiones en distintos lugares, con ánimo de ir familiarizando al lec-
para lo que quiero decir. Alguien dijo que, cuando escribía, le gustaba estar rodeado tor/a con una forma de pensar y analizar.
de los amigos; en este caso la mayoría no lo son, pero me gustan. Las ediciones inclui-
das son las que he utilizado personalmente, pudiendo haber traducción castellana de
y después de todos estos avisos, cautelas y prevenciones, ánimo y paciencia.
Nunca es tarde si la dicha es buena. Al menos eso espero.
algunas de ellas. Otras referencias se dan para dar pistas a aquéll@s especialmente
interesados en seguir ampliando un tema en particular. Citas sobre mi propio trabajo
intentan mostrar una continuidad de intereses y el valor de cierta etnografía propia
para comprender un argumento.
Sobre la Etnografía, me habría gustado apoyar cada argumento con el suficiente
material etnográfico o incluso utilizar éste para ejercitar interpretaciones siguiendo
mis propuestas teóricas. En algunos casos lo hago. Algunos casos etnográficos son
retomados en distintos lugares, porque su densidad permite un análisis desde distin-
tos ángulos y puntos de mira.
Por razones técnieas no he podido aportar toda la información empírica de la que
dispongo, con el añadido de que es imposible contar, conocer e incorporar la inmen-
sa y continua información que va produciéndose en este área de estudio. Cuando uno
cree que ha revisado Jo suficiente, aparecen no sé cuantísimas referencias interesan-
tes que tienen que guardar la cola en la lista de lo que uno puede ir asimilando. No
obstante, es mi empeño ir completando este frente en sucesivas ediciones, a tenor del
ingente material que he podido revisar pero no incluir, aquél que no he podido leer
todavía, y el que vendrá.
Cuando no sé muy bien cómo traducir un término del inglés, proporciono la ver-
sión inglesa entrecomillada. Cuando no sé del todo desde dónde se dice, cómo opera,
las coordenadas de su contexto amplio de significación, o el campo de sentido que
abarca y todas las matizaciones críticas que habría que incluir, pongo conceptos y
expresiones en cursiva. Y no menos cuando cito nombres de grupos, para insistir en
la insuficiencia de un nombre para abarcar toda la complejidad social y la historia
política e ideológica del mismo. Es como hablar con retintín pero en lenguaje escri-
to. También es una estrategia de corrección política: quiero que tú sepas que yo sé
que a lo mejor tú crees que yo creo ... pues no.

26 ITNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES


INTRODUCCI6N 27
CAPÍTULO 1
Epistemología de lo sociocultural

l . Introducción
2. Repensar lo social. Teorías de sistemas d inámicos
2.1. El paradigma autopoiético
2.2. Teorías de la complejidad, c riticalidad y caos
3. Una teoría incorporada del conocimiento
3.1. Práctica cognoscente
3.2. Saber y conocer
3.3. Categorización
3.4. Conocimiento p ráctico
4. Singulares, no únicos. Socialidad y categorización social en
animales no humanos.
4. 1. Animales: buenos para pensar
4.2. Capacidades y destrezas
l. INTRODUCCiÓN

Se dice que estamos siempre atrapados por las categorías que utilizamos para
co mprender y actuar en el mundo, los mundos. Yo no pretendo arrogarme la ilusión
de estar por encima de esta condición, pero sí de dejarme guiar por otras formas de
pensar e interpretar, otras metáforas. Por eso, siguiendo el camino ya abierto por
a iras, creo que es importante que cambiemos algunas de nuestras maneras de com-
prender los fenómenos humanos.
Este libro hablará de categorías, clasificaciones, emociones, representaciones,
imaginarios, prácticas, acciones, discursos, objetivaciones, expresiones, incorpora-
ciones, transformaciones, relaciones sociales y no sé cuántas cosas más. Pues bien,
intentar comprender relacionando todas estas 'dimensiones de la socialidad y relacio-
na lidad humana es posible sin herramientas epistemológicas adecuadas, suficiente-
mente fecundas como para iluminar el proceso de interpretación y eplicación.
Este capítulo incluye una epistemología de lo sociocultural basada en las teorías
de sistemas dinámicos (Capítulo 1.2), entre ellos las de la autopoiesis y auto-organi -
zación, y las de la complejidad y el caos . Con ello no pretendo testar ni validar nin-
guna hipótesis sino explicitar mis puntos de partida y defender su interés para repen-
sar los procesos sociales desde perspectivas más dinámicas y complejas. En el
apítulo 1. 3. reviso algunos de los principios del programa cogniti vista de las Cien-
cias del conocimiento, para resituar lo humano en el seno de la práctica cognoscen-
Ic y el conocimiento práctico, sin olvidar el cuerpo y las emociones. Por eso me
decanto por una teoría práctica y ex periencial del conocimiento.
Por fin , reubico nuestra humanidad en la etología animal, dentro de los mamífe-
ros y sobre todo primates. E l estudio no behaviorista de la socialidad y el conoci-
miento en animales no humanos nos proporciona claves fascina ntes para comprender
algunas de nuestras propias destrezas sociales y cognitivas.

2. REPENSAR LO SOCIAL. TEORíAS DE SISTEMAS


DINÁMICOS

"Echado sobre una arena tan leve que el menor insecto dibujaba en ella
la huella de sus pasos, Esteban, desnudo, solo en el mundo, miraba las
nubes, luminosad, inmóviles, tan lentas en cambiar de forma que no les bas-
taba el día entero. a veces, para desdibujar un arco de triunfo o una cabeza

EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 31
de profeta. Dicha total, sin ubicación ni época. Tedéum. .. O bien con la bar- Vamos a tratar primero las teorías de la aufopo;esis (autocreación) yautoorgani-
billa reclinada en el frescor de una hoja de uvero, abismábase en la contem - zació/I, y después, las de la complejidad, criticalidad y caos, todas ell as relacionadas
plación de un caracol - de uno sólo- erguido como momento que le tapara c11lre sí por los principios de los que parten y los fenómenos de orden y desorden que
el horizonte, a la altura del entrecejo. El caracol era el Mediador entre lo eva- pretenden abordar.
nescente, lo escurrido, la fluidez sin ley ni medida y la tierra de las cristaliza -
ciones, estructuras y alternancias, donde era asible y ponderable. De la Mar
sometida a ciclos lunares, tornadiza, abierta o furiosa, ovillada o destejida,
por siempre ajena al módulo, el teorema y la ecuación, suirglan esos sor- 2. 1. El paradigma autopoiético
prendentes carapachos, simbolos en cifras y proporciones de lo que preci-
samente faltaba a la Madre. Fijación de desarrollos lineales, volutas legisla- Yo creo que los sistemas humanos son sistemas autopoiéticos. La idea de sistema
das, arquitecturas cónicas de una maravillosa precisión, equilibrios de que suscribo no es la de recursividad homeoestática de la cibernética o del funciona-
volúmenes, arabescos tangibles que intulan todos los barroquismos por
li smo, ni la de una entidad esenciali zada por sus límites ni locali zación permanente.
venir Comtemplando un caracol - uno solo- pensaba Esteban en la presen-
'liunpoco coincide con la de estructura, por cuanto que ésta no es dinámica y refiere a
cia de la Espiral durante milenios y milenios, ante la cotidiana mirada de pue-
blos pescadores aún incapaces de entenderla ni de percibir siquiera, la rea - una articulación Iimüadamente flexible de elementos, tanto sustanti vos como form a-
lidad de su presencia. Meditaba acerca de la poma del erizo, la hélice del Ics 2 Sería más apropiado hablar de procesos y cualidades de sistematicidad y organi-
muergo, las estrlas de la venera jacobita, asombrándose ante aquella Ciencia u lcióll, como autoregulaciones variables dinámicas, no esenciales ni esencial izadas,
de las Formas desplegada durante tantlsimo tiempo frente a una humanidad desde las formas más sólidas y cristalizadas hasta las más f ugaces en el tiempo, o más
aún sin ojos para pensarla . ¿Qué habrá en torno mIo que esté ya definido, débiles en intensidad y que no necesari amente producen in tegraciónfimcional.
inscrito, presente, y que aún no pueda entender? ¿ Qué signo, qué mensaje, Esta posibi lidad de sistematicidad puede aplicarse a cualquier conjunto de ele-
qué advertencia, en los rizos de la achicoria, el alfabeto de los musgos, la
mcntos cuyas intetacciones y relaciones constitu yen una globalidad dinámi ca.
geometrla de la pomarrosa? Mirar un caracol. Uno sólo. Tedéum ".
Podemos hablar de sistema, bien entendido que sólo se refi ere a una forma de pre-
Alejo Carpentier. El Siglo de las Luces. .I""/llarse dicha globalidad cronotópieamente, en un tiempo y espacio determinado, y
q llC, lo que en realidad le caracteriza es distintos estados de equilibrio (stasis) más o
Illcnos puntuales, transformaciones y ritmos de cambio: es decir, su di1/amismo. Por
Yo creo que las Teorías de Sistemas Dinámicos complejos son de gran ayuda a lunto, esta concepción dirige la mirada hacia el movimiento, la construcción, las for-
la hora de comprender procesos que dependen de la interconectividad de muchas Ill:l S ele mantenerse, disolverse o reorganizarse dentro de lapsos temporales concretos

va riables en diversas dimensiones temporales y locales, así como los resultados de y cx plicitados teórica y metodológicamente. Lo que parece estático en un detenni-
estas relaciones complejas. lindo lapso de tiempo, no tiene por qué serlo en la longue durée 3
El estudio de sistemas dinámicos engloba una serie de teorías muy diversas. En Poiesis significa creación en gri ego. AUlop oiesis, por tanto, quiere decir aulocrea-
principio tienen su origen en la termodinámica y en la dinámica de fluídos, donde se ri61/ . Vamos a por unas cuantas ideas4 .
insiste en la aparición de una serie de fenómenos no explicables desde la mecánica A. El paradigma autopoiétic05 consiste en comprender los sistemas como enti-
clásica newtoniana. Desde la Matemática y la Física, han sido aplicadas a la Ciberné- dl1des relativamente autónomas y autoorganizadas. Sistemas bien simples a partir de
tica, la Geología, la Biología, la Prospectiva, la Meteorología, Lingüística, la Psicolo-
gía del desarrollo, la Sociología, la teoría de las organizacione's, en la Economía, en
la Epidemiología y Demografía. También en la teoría unificada de las supercuerdas 2 Hacia los años 20 y 30 del siglo pasado la noción de estructura invadió toda s las áreas del
y la revisión de la teoría standard del Big Bang. :whcr: matemáticas, biología, física y ciencias sociales. Tuvo su momento álgido en la Antropología
de los 40, 50 Y 60: estructura como organización subyacente al comportamien to y las relaciones
Yo utilizo estos modelos como puntos de partida, formas más abiertas y dinámi- soc ial es [Radcliffe-Browll, 1977(1952)], estruetllras de normas, valores, creencias, símbolos,
cas para interpretar fenómenos a menudo mutuamente constituyentes. El límite de su ¡',\'Im eltlra como conjunto de relaciones form ales (Levi-S trauss 1980; AlIhusser y Balibar 1969),
interés para mí radica en su compatibilidad con la especificidad de los fenómenos j's/m elllra s de significación, etc.
3 En el decir de Braudel (1995) para la hi storia.
sociocu lturales humanos que tratamos l .
,¡ Que recojo de Ramírez Goicoechea (2005, cap. 3) con algunas modificac iones.
j Desarrollado princi palmente, aunque co n antecede ntes, por Maturana ( 1981), Malurana y

Yarda (1980, 1992), Yarela, Thompson y Roseh (1991 ), Morin (1973; 1977; t980; (99 1) Jantseh
1 Enrique Luque (1990:64) ya señaló en su mo mento el interés de algunos aspectos de estas ( 1980), Ze leny (1980), Lorile Mena (1982); Lnhmann ( 1995), Perez-Taylor (2002), Baleson
tcorfas "que no pueden dejar indiferentes a quienes se dedican a ciencias sociales", ( 1972), Balandier (1994).

32 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 33


pocos elementos pueden organi zarse autónomamente, sin una mano invisible que los E. La acción autoorgan izat iva a partir del cerrami ento operacional es siempre
sincron.ice . No hace falta principio ni ca usa primera. Los sistemas autoorganizados incompleta, inacabada, siempre en construcción, en reorgani zación, acompañada de
se deno minen ta mbién autocatalíticos porque se auto man tienen mediante meca nis- tu rbu lencias, perturbacio nes e interferenc ias constantes. El desorden está en la base
mos imem os incluso a pesar de un entorno hostil (por lo menos durante un tiempo). de la propi a constitución de un o rden plausib le entre otros posibles. Orden y desor-
Conjuntos de representaciones y prácticas pueden ser comprendidos desde este puma den conviven, Si podemos pensar en algo que denominemos como sociedad sólo
sistémico autosostenido, puede serl o como sistema (co nju nto de sistemas, multi sistemas) autorregulado, inte-
B. Los sistemas autopoiéticos crean/seleccionan, dentro de ciertas constricciones grado y coherente muy fragmentariamente. Se trataría de una cri stalización abierta,
- no reglas- sus propias condiciones de existencia, un dominio de signifi cación/ inco mpleta, paradójica, atravesado de capas, entresijos, subsistemas, bucles, turbu-
determinación específico (Varela, Thompson y Rosch 1991) (Alvarez Munarri z 1994), Icncias, fu erzas, con autonomía relati va oscil ando permanentemente entre di versos
SIl (S) entorno(s). El sistellla existe sólo en virtud de un entom 06 , como extensión g rados y tipos de orden y desorden, un eq uili brio inestable como pensó E. Evans-
externa y res ultado de secuencias de acció n, como el contexto construido/selecciona- I'ri tchard ( 1977-( 1940» para la segmentac ió n de los Nuer, un caos a l que se le ha
do por el propio sistema para su desarrollo y devenir fut uro posible. No se trata de puesto la brida como di cen otros (' harn essed chaos', Cf. O' Aqui li Y Mol 1990), una
un contacto externo entre dominios mutuamente excl uyentes sino que incluído dentro tensió n permanente entre totalidad y frag mentación (i bid.: 158). Ambigüedades, tran-
del mismo organismo está la historia entera de sus relaciones medioambientales :-; iciones, vacíos, desórdenes, re.-clescripción y re-creación, flujos y movimientos con-
(Ingold 1990: 2 16). La autoo rgani zación consiste en la propiedad de los sistemas de linuos a diferentes ritmos y con parones aquí y allá ("Iumpiness", en el dec ir de
evolucionar hacia relaciones continuadas en el tiempo, constru yendo una regularidad (Rlcherson y B?yd 2000), indican la desigual densidad y reticulació n del tejido
estadística. ¿Qué han hecho los homínidos desde la produ cció n de herramientas sino sOCiocultu ra l (OI3Z de Rada y Ve lasco, 1996). Los sistemas idcntitari os y sus proce-
recrear continuamente sus condiciones de ex istencia, un entorn o que les es significa- sos de categori zación representacional y prác tica nunca son monolíticos, están
ti vo y a menudo propio, un a especie de l/ich0 7? Los procesos de construcción idemi - social mente distribuidos, las comprensiones y participaciones en los mismos son
taria también organi zan aquellos entornos significati vos con los que establecerán rela- va riables, sus significaciones polisémicas.
ciones rec urrentes en el tiempo en o rden a su propio desarrollo sistémico. F. Por tanto, el sistema nunca es óptimo, pero tiene viabilidad, sostenibilidad
C. Mediante un cerramiento operacional, un bucle, los sistemas organi zan una (hasta que no la tiene!) en relación a su entorno y otros sistemas, en cuanto a faci li-
complejidad interna , su propio frel/te interior, red uciendo y sim plificando la com- tar su integri dad continuada viable (desarroll o) y la pos ibilidad de su evolució n
plejidad externa (el entorno), que es siempre mayor. Cada parte tiene un estado deter- (Yarcla y Oupuy 1992). Nunca los sistemas identitari os ét nicos pueden defi nir, deli -
minado por el estado de las partes veci nas de forma que el todo tiene una estructura IIlitar: identifica r, distinguir, todo en todo momento, al modo en que establece sus
pi'CI1lI :-;as.
relacional es pecífica. Las redes booleanas func io nan tam bién así. Va configurándo-
se una estructu ra a partir de las relaciones de cada parte o elemento con su(s) veci- G. Todo sistema puede ser en torno de otro sistema y viceversa, existiendo la
no(s)8, Las formas se generan precisamente desde esta operatori a, desde una relacio- posibilidad de una r eversibilidad, siempre cronotópicamente (históri ca y localme n-
nalidad constitu yente. Todo proceso étnico se defi ne en relación a ciert os límites y le) especificada. Otros sistemas conforman nues tro entorno, nosotros conformamos
bordes que pueden ser más o menos permeables pero que, en todo caso, siem pre defi- pane del suyo. Como persona, yo soy parte de tu entorno y tú, parte del mío; ambos
nen un espacio interno. (ins, parte del de otro. Esta revers ibilidad no tiene por qué ser isomórfi ca. Un siste-
O. La aUlOpoiesis permite pensar los sistemas de form a des-esencializada, con- 11111 puede ser entorno de otro sistema de forma diferente a cómo este lo pueda ser

tingente (no olltológicamente necesaria), siempre dinámica. Los grupos étn icos no ¡Jura e l primero, con dis tin to grado de re levancia y sig nificació n y en distintos
son esencias ni tampoco los criteri os de adscripción sobre los que se construyen. Las lIlomentos evolutivos9. el lenguaje, como sistema, necesita de unos prerrequisitos
identidades tampoco lo son: no hay identidades básicas.

') Sujetos, gru pos, actores/pensadores ejercen, en algún momen to, desde cieno pun to de
vhau, como Entorn os para otros Sis temas, Aunque no necesari amente del mi slllo modo, Yo no soy
6 101m Dewey reconoció ya en 1898 que el medio se desarrolla conjuntamente con el orga-
ltI ell.lOmo d~ la manera en que tú lo puedas ser para mí, por ejemplo, Esta característica de las
ni smo. Cit. en (Ingold 1990), Idncloll cS Sistema-entorno están en la base de las relaciones jerárquicas, por ejemplo. Pero tam -
7 En el sentido dado en Lewontin ( 1982; 1983; 1998), Odl ing-Smee (1988), Laland, Kumm , hl 11 cn las co-ont ogeni as: mi hermana, con la que he crec ido, no es ni podrá ser nunca el mi smo
Feldll1an y Od ti ng-Sll1ee (2000), Day, Latand y Od ting-Sll1ee (2003). l' lI!OfllO para mí que yo para ella. Los padres siempre se ex trañan de que sus hijos sean tan dife-
8 Gerald Edelman ( 1988, 1990) di ce que la ci toarquilectónica neuronal se organiza topológi- lellles Iwbiend? te~lido la misma educación, Lo sorprendente en rea lidad es que se parezcan en
camcn te, dependiendo de qué otras célu las rodean a la célula y los tej idos, de modo que entre estos II l g(~! .La e.x penencla es personal e intransferible. Cada ser es único, aunque exhiba parecidos de
y aquell as se establecen afinidades e in tercambi os o no. 1(//1//11(1 CI, 1.3.3,

34 ETNIC tDAD, tDENTtDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 35


cognitivos (además de otros anatómicos, sociales, etc.) que, como entorn o, permiten pucde replicarse en la parte. Tim Ingold ( 1990) refiere a la posibilidad de q ue cada
el desenvolvimiento del pri mero. Sin embargo, el lenguaje puede convertirse en el e lc mento del s istema incorpore la totalidad, de modo que pueda ex istir un movi-
entorno necesario pa ra el desarro llo de determin adas capacidades cogni ti vas que, de miento in verso de desdoblamiento (Ingo ld 1990). Desde ese punto de vista, el dua-
otra manera, no podrían haber aparecido. El caso de la escritura es ev idente en este li smo individuo/sociedad deviene irre levante. La sociedad ya es/á en el indiv id uo,
sentido. La narrativa cambia nuestro pensamiento, pero sin capacidades mentales quc éste incorpora retrabajándola creati vamente como microentorno. Como ya nos
previas, no podríamos contar nada. Lo mismo podríamos decir de las tec nologías de ex plicó K. Marx hace mucho ti empo, la persona incorpora lo colecti vo. El mito de
comunicación electrónica: muchos jóvenes ya escriben ordinariamente al modo men- ROb,inson Crusoe no ex iste: cuando llegó a la isla perdida ya es/aba socializado, ya
saje del teléfo no móv il, con sus modificac io nes o rtográficas, préstamo de signos de habla 1I1-corporado muchas de las pautas de la Inglaterra del sig lo XV II!, incluso las
distintos códigos, etc. Por su parte, estas tecnologías sería n impensables en un a reglas de etiqueta que exigían vestirse correctamente para la hora de la cena.
sociedad sin escritura.
K. En realidad no es un a replicación, como si de un a fotocopia en miniat ura se
H . Esta inlercambiabilidad entorno/sistema/entorno exige, por tanto, especificar lru tara, sino una r e-creación (Willi s 1993), q ue incorpora variedad y di versidad, den-
s iempre una perspectiva, desde dó nde y cuándo se observa y se ope ra y gesti o na la lro de c ierta fle xibi lidad en el manten'imiento y estabilidad de las fo rmas, la diferen-
distinción sistema/entorno. cm cntre el original y la copia es intrínseca al proceso. Esta variación implica la cons-
1. E n algun os casos puede habl arse de un acoplam iento estructuraPOe ntre sis- litución de nuevos aconteci mientos que pueden ser conectados sistémicamente,
temas que comparten una hi storia concreta de inn uencias e imeracciones mutuas d ~ n dose nuevas posibilidades y constricciones a la vez. Las propias relac io nes del sis-
(entre otras), como lo que se produce en una co-ontogenia. Las relaciones simbiót i- IClIla consigo mismo pueden recrearse internamente, convi rti éndose en un microsiste-
cas son ejemp los de co-ontogenias, también las dialógicas, típicas de la socialización 1II{f para su propio desarrollo. El entorno, o parte de él, también puede re-crearse den-

humana. Los hermanos que crecen juntos se acoplan estructuralmente en la medida 11'0 del propio sistema como micro em orno . Por fin , las mi smas relaciones
en que su vida, durante un tiempo, se explica en parte por sus interacciones mutuas. sislema/entorno pueden recrearse internamente en el sistema como microsistem a/
La re lación de paren/ing entre padres e hijos también: los pad res, cuid ado res, tuto- IIlicroentorno. Por ej emplo, nuestro frente exterior, como entorn o, puede conveltirse
res, etc., lo so n, en la medida en que existen los hijos y las relacio nes con éstos. Los ' 11 Naturaleza (microentorno), una re-presentación seleccionada y selecti va, un esce-
hijos lo son en la medida en que hay un a/s figura/s social/es que les cuidan, atienden ":"'io ypa isaje de regularidades en el tiempo (lngold 1989) sobre el que retrabajamos
y sociali zan, compartiendo ambas partes una hi stori a común de relaciones. Nuestra lllscurslva y pragmátIcamente desde microsistemas conceptuales y de acción, desde
propia vida puede entenderse como el suceder/perm anecer de un aban ico de acop Ia- sistcmas de reglas, que a su vez producirán efectos tran sformativos sobre el entorno a
mientos con nuestros iguales/ ... ./diferentes. La alterid ad como referencia de toda Ifllvés de dicho microentorno (la Naturaleza) que, a su vez trans fo rmarán nuestros
identidad es el caso; la Etn icidad se constru ye en relación a otras etni cidades e iden- propios microsistemas discursivos y conceptuales y, por tanto, nues tro propio sistema.
tidades. Dentro del propio sistema identitario, podemos pensar en elementos o con- lO" el fondo, las imágenes y representaciones que creamos son construcciones creati-
juntos de elementos cuyas atracti vidades bipolares o cíclicas (Cf. infra), pueden desa- VIIS internas que forman el paisaje de nuestras relaciones con el mundo",
rrollarse y evolucion co-ontogénciamente, es decir, mutuamente constituidas una por L. Desde una perspecti va intern a del proceso sistémico, también partes (ele-
la otra durante el ti empo, aunque no necesari amente de igual manera. IlIcntos) del mismo, pueden convert irse en microentorn os para otras partesl2. Parte de
J. El propio sistema puede replicarse dentro de sí mismo, autocopiarse. El s is-
tema puede constituirse como un entorno para sí mismo,¿Cómo desvincular un grupo
humano de su propio papel como entorno de sí mi smo? Así se enti enden los con- 11 Pod ría hablarse de entorno cogl/izado como mundo represelllado' illlernamente en el cual
ceptos de el o/ro generalizado de (Mead 1967-( 1934)), o el habla egocéntrica de IlIs acti vidades ,cons ~ ~eradas coI11.o rel ev~ntes ~u ede ser configuradas como experiencias (Lau ghlin,
(Vygotsky 1962). Las personas tenemos va ri os yoes incorporados y construidos al M c~.a n us y O AqUlh I ~90). El Juego .sllnból lco podría comprenderse así: los niños re-crean para
,,( IIltsmos y para sus munecos las relaCiones que los adultos establ ecen entre ellos, con ellos y vice-
hilo de nues tras relaciones, que nos sirven, de alguna manera , para hablarn os a noso-
vcrsn. Los p~ocesos de re-I~~·esen.t aci ón y meta-representación, ta mbi én pueden cOlllemplarse desde
tros mismos, tratarnos de diversas maneras, reinventar nuestras propias historias e (''Ita recurSIvidad y complejIdad Interna a base de re-creaciones y redescripciones (Karmiloff-Smith
identidades. La exteri oridad/a lienación de las propias producciones humanas se obje- I 992) va ri a~as y múltiples de sistemas y entornos objetivados a su vez en cadenas co mplejas, posi-
ti van en hechos sociales, que, como dijo Emi le Durkheim ( 1982) se nos imponen por hlt.:s y plausibles.
su facticidad, como nuevos elementos incorporados al entorno. El todo (el sistema) 12 Por ejemplo, dentro del sistema anatómico-locomotor del homínido, la transformación de la
liIU¡¡Cllla~ura del tronco a partir ~el bipedismo y la reubicación del centro de gravedad en el cuerpo,
~u constituyó en parte del propio entorno corporal para otra parte del sistema anatómicomolor: la
l'lIpacidad braqu.ial de alToj.ar objetos a di stancia. Como dice M arzke ( 1996), no hay más que inten.
tlU lur.1Zill· un objeto de .rodlllas. No llegamos ni a dos metros. El bipedi slllo y la postura erguida no
10 Mílturana y Yarela ( 1992), que si no recuerdo mal toman de Toulmin ( 1973). N lo liberó las manos, SinO todo el brazo, gracias a la reestructuración anatómica lambién del tronco.

36 ETNIC IDAD. IDENTI DAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGfA DE LO SOCIOCULTURAL 37


nuestra práctica cognoscente y nuestra cog nición práctica puede selecc i ~ narse, privi- fa l de otros s istemas (Geertz 1973; Searle 1990). La narrati va y la posibilidad de
legiarse, delimitarse como relevante de modo que su slgmficacló n es pecIfica Impreg- rcdcscripción que introduce, como re-trabajo reinterpretati vo re-prese ntativo, es uno
ne todo o sólo algu nas partes de nuestro sistema de relacIOnes conslltu yentes del de los modos más típi camente humanos de esta recursividad refl exiva. 15
mundo. Gracias a una particular ideología, el trabajo, el salario, la riqueza, la mate- N. La reflexividad ex ige definir desde qué perspectiva se plant ean las re lac io-
rialidad e l dinero so n el resultado de una parte de nuestra activ idad y, sin embargo, lIes sistema/entorn o, así como el nivel de complejidad que se describe o mo ni tori -
se han ~onstituido' como entorno preferente sobre el que construimos nu estro siste ma za. No hay ningún referente empírico que co rres ponda exclusiva mente con un solo
de vida (Sahlins 1976). El Jetichisl1lo de la mercancía del que hablaba Karl Marx en Ili vel fenomén ico. Esto es precisamente lo que se dice para la oposición micro-
El Capital, se refiere precisamente a esto: el origen humano de nuestras produccIO- lI1acro, que no ti ene ex istencia ontológ ica. Estos son contrastes analíticos que sugie-
nes se nos escamotea, y los objetos se alienan de sus propios orígenes contltlgentes I'en ni veles de emergencia den tro de unidades empíricas (A lexa nder 1987), va lorados
y arbitrario s, al go que parece favo recer su objetivación para convertirse en ~~torno. ' 11 función de la escala de observación y el orden al que la explicación del fenó me-
Igual pasa con las palabras y el lenguaje que, de ser creaciones huma nas: actI vIdades 11 0 deba se r referido l6 Las reglas del juego difieren a cada nivel de complejidad
hu manas (personas como organismos sistémicos), se conVierten en ml croe~tor~os (Juco b 1977). Cada uno puede res ponder a lógicas distintas, sin contradecir lo que
para que poda mos hacer cosas COI! ellas (Austin 1963; Searle 1969). La rep lrcaclón oc urre en el an terior.
recreativa dentro dcl sistema es un hecho que también puede observarse muy a menu-
Ñ. Los subsistemas que apa recen en la constitución de un a complejidad interna
do en la administración del poder y el control, co mo el aná lisis de instituciones y
pueden caracterizarse, una vez emerg idos, por cierta autonomía y desarro llo propio,
organizaciones nos ha mostrado. Dent ro de orga ni za~i? nes com p l ej.a~. hay una poli-
'"'" dependencia independiente (Cairns-Smith 1996), crea ndo sus propias dinámicas
cía de la policía, una policía del Ejército (policía mllr tar), un serVICIO de contraes-
Inl ern as y mi croemergencias, pudiendo incluso pervivir más allá del siste ma en e l
pionaje, un espionaje del contraespionaje, un ojo que vigi la al otro ojo, un Gran
que estu viero n incluidos. Por ejemplo, la apa ri ción de grupúsculos y facc iones den-
Hermano que todo lo ve, pero que le crecen Frodos Bolsones y Harry Potters por
11'0 de una organización puede evolucionar hacia su imposición intern a, suprimiendo
doquier. Las culturas organizacionales y los sistemas experto,s se ex plrcan , en buena
n dcjando desaparecer otras facciones, dominando tod a la organ ización. C uando los
parte, por las rutinas replicati vas específicas qu e crean para SI mismas y en rel,aclón
IIlcdi os se co nvierten en fine s, en realidad no se trata de un a pervers ió n de la rac io-
a ot ras o rga ni zaciones de las que qu ieren diferenciarse, re inventándose a sí mIsmas
,," Iidad instrumental , aunque lo pueda se r de la éti ca y la moralidad '7 Desde una
continuamente 13 . perspecti va autopoi ética se contemplaría como un a propiedad del sistema y sus par-
M. Los sistemas autopoiéticos pueden autocontemplarse -aunque no de for ma I 's por los que estos pueden adquirir una independencia relativa del primero. Los
completa-, actuar sobre sí mismos y monitorizarse grac ias a su recursividad. Sus efedos perversos, no qu eridos. ines perados, de la acc ión, que tanto preocupaban a
propias acc iones dev ienen en principios regul adores, cri stalizaciones, patrones, por
las que o rientarán su trayectori a y existencia fu turas. Los procesos de autoregula -
ción no son perfectos. sino soluciones más o menos viables, negociaciones y estra-
15 Esto permile la experiencia vicaria no direcla en los aconteci mientos por medio de las h isto~
teo ias con más o menos éx ito, en una din ámica co ntin ua consigo mi smo y co n su tl lls de otros, comQ cuenta Renato Rosaldo (1986) sobre los relatos de caza de los 1I0ngot, eventos
en~o rno. Una de las posibilidades de la recursividad es la reflexividad 14 . La particu- ' I·c n.:ndos cada vez y que amplían la participación empática de actores, relatores y oyentes, con sus
laridad de lo s sistemas sociocultu ra les es que pueden y so n acces ibles a sí mismos ~'t lll s i g ui e nt es efectos didácticos, morales, sociales ¿Qué función tienen si no los cuentos mora les para

por medio de la comuni cación y el discurso. La refl exividad, la autodescripción,. la Ill nos sino hacerles rev ivir las penalidades de Capenlcita por haber desobedecido a sus padres y hablar
1101\610 con extraños, sino con el lobo mismo? Menos mal que luego se redime grac ias a la in terven-
interpretación permiten manejar las diferencias entre slsten,l a y ent?rno .de van as t'l 11 del leilador y el niño apende que, a pesar de pecar, hay sa lvación, Por lo menos en los géneros .
maneras (tematización) y desde di stintas perspec tivas, y han de ser IIlclUldas en la tlUlI l16t icos, pero no siempre en la vida real. Hay un a irreversibilidad en la vida que no la hay en el
medida en que son co nstituti vas de los propios procesos que las producen. Los SIste- Im·go. el ri tual, la poesía, la literatura, Hay un límite para las estrategias y las mallipl/laciones creati-
mas socioculturales se definen en térmi nos de límites constituidos semánucamente l'IIS, No siem pre se puede desandar el camino ni cambiar los desenl aces, Hay una inevitabilidad últi-

(' meaning co nstituted boundaries' , Luhmann 1995). El sentido, sus múltiples for- 11m de nuestros actos, cuyas repercusiones se enajenan de nosotros mi slllos, se objet ivan volviéndose
1' llIorno significativo para nuevos actos, nuestros y de los demás , que ya no nos penenece. También
mas, y no la información, es precisamente lo que distin gue a un sistema soclocultu- ( lhcyesckcre ( 1990) hace una crítica parec ida a la perspectiva escesivamente autocomplaciente del
II I\lddo perfo rmati vo y expresivo: en el Illundo también hay dolor, muel1e, y, yo añadiría, desigual-
tllltl, poder, ex plotación. La analogía del drama, del teatro, del ritual, no es un modelo teórico.
13 Pudi endo llegar inclu so al absurdo (s iempre pode mos establecer una plan ificación de la pl a- 1(, Como las escaleras de Escher, que parecen bajar pero tamb ién subi r, según có mo se miren.
nifi cació n, una eva luación de la eva luació n, un formulario de formularios). . 1\11 1Is( como hay que entender la importancia del nive l eJe análisis a la hora de poder encontrarnos
14 La conciencia es producto de esta reflex ividad sobre uno mismo cuyo correlalo neurofi,slo- \\111 características de aparente unidad que, a ni ve les más in feriores, esconden din ámicas mucho

lógico en términos de conectividad neuronal y de sistemas de neuronas y de áreas cerebrales, tiene 1I 1~ ,'1 complejas
un a hi storia filogen ética de complejidad progresiva (Ramírez Goicoechea 2004). 11 Grac ias a Pedro Tomé (CS IC) por esta observac ión.

38 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 39


Max Weber y a los teóricos de la agencia, no son tales, sino emergencias no previs- nes, una interconectividad de elementos, procesos, capas, subsistemas, microdiná-
tas del propio desarrollo de la acción. Estos subsistemas pueden mostrarse estables micas, que se interrelacionan implicando una elevada capacidad de intercambiar y
aunque el sistema en el que están incluidos no lo sea, como cuando. andamos por el procesar información/significado (Bak 1996; Lewin 1992; Reyna 2002). Los siste-
pasillo del av ión, aunque vaya a 900k km/h. ¿~u ántas veces l.nstltucIOnes se mantIe- mas complej os generan una intermin able cadena de acontecimientos sucesivos que
nen a pesar del derrumbe de los sistemas pohtlcos y ad nlllllstratl vos en los que se se caracteri zan por la variedad y multiplicidad de sus bucles de retroalimentación
incluían? El sistema no conoce todas sus partes, los huecos, las cloacas, los dobles (' feedback') y el desencadenam iento de airas ('feedforward')2° La reactividad, la
. oeu1tos a su mlfa
fondos , los espacIOs . da18 . selecti vidad y limitación de las posibi lidades de desarrollo de los sistemas complejos
O. Los sistemas autopoiéticos se caracteri zan por la creatividad y generativI- sólo apa recen en procesos de hecho (Oyama 1992), es decir, cuando están en el
dad. Por medio de estas capacidades, los sistemas originan y modifican su propIo mu ndo yen-actúan con él.
desarrollo. El ruido y el desorden pueden re-explotarse como una variación para el B. Dada su naturaleza composicional y dinámica, los sistemas complejos evo-
re-diseño. La generati vidad propiamente humana puede entenderse como un re-tra- lucionan hacia estados críticos apare ntemente caóticos, en donde la capacidad de
bajo continuo del propio sistema en sus relaciones con el/los elHorno!s y consIgo computación/interpretación es máxima (Lewin 1992)y la conectividad y acti vidad
mismo, en sus partes y globalidad. Orden , redundanCIa y fl ex lblhdad, permIten una parecen no obedecer a ningún orden, aunque no es así. Caos se define como aquel
enorme variedad de formas sociales y di versidad de silllaciones locales para la expe- cSlado de ciertos sistemas en los que aparecen multitud de trayec torias, eventos,
rimentación, aunque dentro de ciertos límites básicos de subsistencia y equilibrio sucesos, dinámicas, que son impredictibles - que no aleatorios- en su evolución.
medioambiental (Stewart 200 1). Robert Foley ( 1997) se refiere a la cultura en su fle- Debido a su complejidad, los sistemas caóticos se muestran ex traordinariamente
xibilidad a la hora de permitir integrar, más o menos coherentemente, más o menos scnsibles a cualquier perturbación local en una parte del sistema, afectando a otras
fraomentari amente, actividades y elementos totalmente dispares generando nuevas muchas. Esta sensitividad dependiente es a lo que se refirió el meteorólogo
for~,as, una idea bien arraigada en la teoría antropológica en sus distintas tradiciones. Edward Lorenz (1965, 1979) cuando hablaba del efecto mari posa, por el que una
peq ueña perturbación local puede tener efectos imprevisibles de gran magnitud".
Esta sensitividad también sucede con las condiciones iniciales. Diferencias en
'stas pueden determinar evoluciones muy di spares 22 • Se parece a un efecto dominó
2.2. Teorías de la complejidad, criticalidad y caos

La Antropología social ha apostado siempre por el reconocimiento de la com- 2U Desde el punto de vista biosociocuhural, la organi zac ión del ser es una func ión de la reacli-
plejidad de los fenómenos socioculturales l9 Los ant ropólogos nu nca han SIdo IIlsen- vidad del mismo a muchos niveles jerárquicos y de la capacidad y el grado de respuesta ('respon-
sivcllcss') de dichas interacciones entre sí. El cerebro, por ejemplo, es un sistema hiperco mplej o.
sibies a las grandes incógnitas sobre lo huma no, ni ajenos al mundo y a lo que suce- Cualqui er ecosistema depende de una Illultiwd de va riab les interconectadas. Sin que nos gusten
día en él. La visión holística de M. Mauss, condensado en el concepto de hecho mucho los paralelismos entomoglógicos para la vida social (lngold 1989), un termitero, una col-
social total, los propios consejos de B. Malinowski para el trabajo de campo, el inte- IIICIUI , son ejemplos de sistemas de elevada complej idad: todavía más los sistemas sociales, donde
rés por las estructuras sociales en Radcliffe-Brown indican una atención por la mul- 111 significación y la capacidad multiplicada de transformación práctica introducen dimensiones
tidimensionalidad de lo social. Los estudios urbanos de la Escuela de Manchester ul teriores de complejidad.
21 El ejemplo propuesto por Lorenz es el siguiente. Para un sistema caótico como el clima, tan
también abordaron la complejidad social. La atención a la globalización y los proce- " 'nsible a cualquier perturbación , el aleteo de una mariposa en Brasil puede desencadenar un tempo-
sos de mundialización de la economía, las tecnologías, las migraciones, han trabaJa- lid cn Texas. El sistema de tráfico es caólico en la medida en que cualquier pequeña anomalía puede
do también con la idea de que lo sociopolítico y cultural no es simple. Pero las teo- IlI oducir un estado de evolución impredicti ble. ESlamos acostumbrados a pensar que hay un gran acci-
rías de la complej idad no se agotan en esto. dClllc de tráfico para justi ficar el atasco de cuatro horas que hemos sufrido cuando, al pasar por el
NUpUCSI O lugar de la catástrofe, en vez de coches aplastados y muertos, nos damos cuenta de que la
A. Complejidad puede defi nirse como aq uella propiedad de ciertos sistemas 111/6 11 de tamaña demora es una simple camioneta de mantenimiento comprobando las farolas. Como
entre cuyas características se encuentra una gran variabilidad, a múltiples dimenslO- l' lI 111 dinámica de fluidos, sin saber muy bien por qué, de repente la cola va depri sa y de repente no.
22 El seguimiento de ciclones, tornados y huracanes trabaja con estos paradigmas, pero sus
IIIIKlclos de evolución posible no pueden anticipar lo que ocurra a dos semanas vista. La psicología
\'I(lI ica describe historias de vida de desequilibrios psíquicos que corresponden a determin ados
18 Cuántos pequeños ecosistemas podemos encontrar en nuestras propias ~asas detrás de, las IlIlllllClllOs/siluaciones de máxima sensibilidad hacia las relaciones emocionales y cognitivas. Esas
puertas? Un aguj ero de hormigas, una tela de araña con l,a pieza c~pturada. un IlIdo de golondnnas I'lrl/ /(/I/{/S cognitivas de las que habla (Gottlieb 197 1) para la perceptocognición pueden establecersc
en el alero del tejado, una gata que se ha hecho un refugio para cna ..? . plllll el desarrollo sociopsicológico también. Los desórdenes en el establecimiento del víncu lo afecti-
19 Baleson ( 1972), Morin ( 1973, 1977, 1980), Oeerlz ( 1973), Shorc (1996), Baland,er (1994), \10 hcbtYcuidador y sus consecuencias para un desarrollo psicológico nonnal en el infante humano
i\ Ivarez Munarri z ( 1998), Lo rile Mena (1982), Perez-Taylor (2002) y Luque Baena ( 1990). IIplllll an a una sensibilidad a fas condiciones iniciales en la ontogenia de nuestra especie (iY de otras!).

40 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGfA DE LO SOCIOCULTURAL 41


pero de consecuencias amp liadas, im predictibles. Causas pequeñas pueden provocar te ma (Gellman 1995)24, al go nuevo que antes no estaba y en el que no puede reco-
enormes efectos, por medio de avalanchas o catástrofes, que en realidad son reor- nocerse la huella de todas las microdinámicas internas de l sistema que la ge neró
ganizaciones, cambios muy rápidos, producidos por e l efecto acumulati vo de (Tilcl en 1989), a pesar de q ue éstas fueran sus condicio nes necesarias, aunque no
muchas microdinámicas y disparado Ctriggered') por la gota que colmó el vaso , s ufi cientes25 En teo ría social , ya (Ma ndelbaum 1955) mencionaba que la acción
como se dice en castellano. Este estado también se cita como criticalidad a utoor- humana exhi bía propiedades emergentes. El cambio sociocultural puede entenderse
ganizada. Los contextos sociopolíticos, económicos, demográficos, ideológicos, co mo situaciones críticas que generan avala nchas, desencadenan tes de procesos de
creados por el sedimento de múltiples accio nes y procesos colectivos y personales reorgani zación local a distintos ni veles, emergencias como resultado global de la
anteriores - incluido las percepciones e interpretaciones presentes de las mismas- evolución de múltiples microd inámicas del sistema, y que, no obstan te, no pueden
delimitan el marco en el que muchas (no infinitas) cosas pueden suceder. Es la agen- predecirse en el resullado de su evolució n. El concepto de Inasa crítica, a partir de la
cia colectiva e individual la que decanta el modo de reorganización y cambio, un a 'lI al se producen acontecimientos en cadena, también tiene que ver con esta ace p-
emerge ncia, para el presente, qu e, a su vez, se integrará como contexto para el futu- 'ión. El nuevo orden impl ica nuevas microdinámicas, que deri varán con e l tiempo en
ro. Así podría comprenderse el papel de determinadas figuras y acontecimientos en una nueva reorgani zación, que, en un momento determinado, prod ucirá una nueva
la Hi storia, como retomaremos al hablar de líderes y emprendedores é/llico s. El 'mergencia como orden con vida limitada 26 .
hombre (los hombres, las mujeres, los niños, los jóvenes, los ancianos) son prota-
E. El caos no es la ausencia de orden. Una de las propiedad es de los sistemas
go nistas de la Historia, aunque ellos no eligen el mundo que heredan, escenario para
co mplejos que evolucionan caóticamente es la de dotarse de una estru cturación
su propia actividad. 'stru cturante a base de atractores ('amaclors' ) (Prigogine 1980: 8; Madore y
C. Las trayectorias de los sistemas pueden pasar de un a situación relati va de Ilreedman 1987), lo que S. Kauffman (1995) cita como orden gratis ('order for
equilibrio momentáneo a otro de reorganización interna-externa - una bifurcación, free' ). Es tos atractores pueden entenderse como fu erzas grav ilacionales respecto a
en términos del matemático francés René Thom ( 1972). El cambio, la variació n, es los cuales se ori entan las trayec to ri as, dinám icas, los comportamien.tos de los ele-
algo intrínseco a los sistemas dinámicos, como los sistemas sociales. Su magnitud mentos del sistema. Aquella apariencia de caos no es tal , hay un orden subsumido
dependerá tanto del ni vel de complejidad observado, como por la posibil idad de pro-
ducirse una catástrofe o avalancha. Estas catástrofes son desencadenan tes de proce-
sos de reorgani zación local a distintos niveles, y que, no obstante, no pueden prede-
cirse en e l resultado de su evolución. El ejemplo de la Revolución Francesa es lO' holi smo, véase (Díaz de Rada 2003). Secund ando en buena parte las enseñanzas maussianas

paradi gmáti co en este sentido. (Bateson 1958) habló de cismogénesis para entender d¡;1 hecho social to/al, que traduc imos mejor por global, en cuanto que no siempre es empírica-
el ritual Naven, en el sentido de cambio evolutivo rápido, en un a determinada direc- 111 'lite total ni epi stemológicamente posible. Global refiere a dinám icas q ue impli can muchos ele-
111 ·¡¡(OS y emergencias fruto de las relacio nes sistémicas, autopo iét icas y caóticas de los mi smos,
ción. Victor Turner (1977) denominó communitas a un estado colectivo de eferves-
COII repercusiones para la globalidad de l sistema, au nque no la totalidad del m ismo (s iempre hay
cencia social, momento de ruptura de estructuras a partir del cual muchos desarrollos hu¡;cos donde se esconden los ratones haciendo su vida al margen de lo que pasa en derredor, hasta
son posibles. Ijm.: el ojo del sistema decide que ya está bien y comi enza a poner trampas o llama a los serv ic ios
dc ¡;xtinción).
D. El res ultado cro notópicamente (temporal y localmente) determinado (a ese
2S El agua, por ejemplo, no puede reducirse a las moléculas de hidrógeno y ox ígeno de las que
ni vel de complejidad y no a otro) de toda la dinámica reorgani zati va de la que esta- il'C compone: es algo que antes no estaba ni se reduce a sus pat1es.
mos hablando es lo que se denomina emergencia, un fenómeno no lineal (causali- 2(, Un ejemplo muy interesa nte es e l de la regu lac ión cl imática de la colmena, qu e debe estar
23
dad no predictible) producto de la globalidad, no necesariamente totalidad del sis- l~ IUl'e 90 y 97° F (32-36°C). Esto se consigue a part ir de las microdinámicas de multitud de abejas
w.:tll :1l1do en diferente momento y si n aparente coord inac ión: un comportamiento que parece caóti-
l'O, Las abejas dejan sus tareas y comienzan a bati r las alas para enfr iar la colmena cuando ésta sube
d temperatura o se aprox iman unas a otras para ca lentarla cuando baj a de temperatura. La dife-
23 En cuanto que no es ni empírica ni epistemológica mente posible que involucre a todos los I IIcin reside e n que en aquellas colmen as de abejas procedentes de diversos pad.res (entre 10 y 30),
,11 1 lodas las abej as se compoI1an al unísono, todas a la vez, sino que algunas aletean mientras que
e lementos del sistema. Globalidad re mite a un a dimensión superior en complejidad por el que un
sistema es capaz de producir emergencias fruto de las din ámi cas y relaciones entre sus elementos, ~ III!1 s no, man teniendo la temperatura de la colmena mucho más estab le, sin tantos picos. Sin
{lmbH rgo, aquellas colmenas en las que todas las abej as proceden del mismo progen itor macho, lo
sus mi crosistemas y microentornos internos.
24 Es raro el antropólogo que, independ ientemente de su interés por procesos locales y par~ hllcc n al unísono. enfri ando o ca lent ando demasiado la temperatura , difi cu ltando su regulación, que
1l Il'CCC una gráfica mucho más flu ctuante (Jones, Myerscough, Graham y Oldroyd 2004). Su di ver-
ciales, no haya reconocido las propiedades y cualidades totali zantes de la sociedad, ~ul/ura,. etc.
que permiten la articulación compleja de un as partes tanto con otros, como con la propi a totalidad. ..Idnd ge néti ca implica también un a diversidad en el umbral de calor o frío que detectan y, por tanto,
Esto ya fue reconocido incluso por F. Boas, la escuela histórica alemana,. la escuela fran~esa tanto I1C 'io nes diferentes que, en su globalidad, tienen un efecto emergen/e positivo para la colmena, sin
en E. Durkheim como -y sobre todo- en Marcel Mauss, como W.H.R. Rlvers (Cf. MerCler 1976), qu e nad ie las organice prev iamente. El comportamiento compl ejo tiene efectos más sinérgicos que
el fUllcionalismo de A.R. Radcliffe~Brown y B. Malinowski. Para un a reflex ión actual sobre el lil .",'Iección por pa rentesco.

42 ETNlClDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 43


tras el desorden aparente. Hay di versas clases de posibilidades de atractividad. Los F. Los sistemas caóticos no son detennin istas29 ni lineales, aunque puedan inclui r
elementos de l siste ma pueden verse atraídos hacia ulla situación más o menos esta- procesos de tal tipo a ciertos ni veles inferiores de complej idad entre sus partes. En los
ble, de equilibrio relativo. Una relación social, una objetivación social, procedi- sistemas complejos caóticos, nunca podemos conocer cuál es la situación inicial ni
mientos, reglas. representaciones, clasificaciones, instituciones, pueden contemplarse cuántas variables entran en acción, ni el efecto añadido de sus propias trayectorias
desde esta perspectiva. Las objetivaciones externali zadas/internalizadas del trabajo y sobre las demás. La no-linealidad significa que un cambio en los efectos no es una
re-trabajo cultural, son, en realidad, procesos creati vos de patrones (panerns) dinámi- función simple de un cambio en las condiciones. Como en las ecuaciones complejas,
cos que organi zan sobre sí, como atractores, la evolución del sistema2 ' . El atractor puede haber diversas soluciones, aunque no infinitas. No podemos rastrear la causa a
también puede constituirse como un ciclo periódico de repetición sobre el que los partir de un efecto, ni viceversa. El cambio no se explica por la multicausalidad, como
elementos giran continuamente. Un ritmo circadiano, un c iclo ritual calendárico, un sumatorio, sino como el producto global de múltiples microdinámicas del sistema
una órbita celeste, el ritmo del corazón, que aparenta tanta regul ar idad ; algunos internamente y con su (s) entorno(s) que generan rcorgani zaciones y novedades, emer-
tipos de depresiones, que se orientan a atractores cíclicos como las estaciones o la gcncias. Como explica (Shweder 1991 ), los mismos objetivos y moti vos pueden ser
repetición de ciertas situaciones clínicas. O fluctúan entre atractores diversos como alcanzados de múltiples (no infinitas) maneras, y distimos objetivos puede alcanzarsc
en las estructuras disipativas (Cf. García Olivares 1999). O se materiali za como por una misma manera ("the many-to- many relationships")3o Instituciones sociales
espacio gravitacional, moviéndose las partes más o menos errática mente dentro del di stintas pueden dar respuesta problemas similares; también al contrario, aquellas que
mi smo pero con fronteras precisas, y donde el poder se concentra, no necesaria- puedan parecer tener funciones análogas pueden "tener estructuras internas y signifi-
mente en el centro, sino en los espacios periféricos de su influenci a28 , O como nues- cados muy distintos" (Gon zález Ec hevarría 2003:395-396. Los conceptos de analogía
tro propio orden cultural , donde la libertad es mayor cuanto más cerca del centro y IlOmología en c iencias evolutivas refieren precisamente a esto. En los sistemas com-
hegemónico, y ninguna cuando queremos traspasar los bordes de nuestro ord en plejos hay tal multitud de interacciones y trayectorias que no pueden seguirse por su
moral, los límites de lo aceptado, aceptable. Los atractores, como propiedades de los propia dinamicidad relati va mente inciet1a. El resultado es produ cto de la globalidad,
sistemas para dotarse de cierto orden, no son abstractos, sino que son construidos que es más que la suma de las partes. Ni se trata de una síntesis o superación de con-
histórica y localmente, como el resu ltado de la experiencia pasada y presente trarios al modo de la dialéctica (a pesar de que las emergencias puedan comprender
(Skarda, 1987 ; Freeman 199 1) que se materiali za en diversos modos de ex istencia. procesos reactivos y contradictorios) ni del desenvolvimiento (' unfolding') de princi-
El futuro de la evol ución del sistema se orienta hacia estos patrones construidos en pios inherentes y preex istentes en las pat1eS, al modo aristotélico o al de la biología de
el presente desde estas experiencias pasadas. dcsarrollo del S. XIX. La evolución de un sistema caótico es indeterminada hasta cier-
to punto, y sólo puede anticiparse la probabilidad de que algo ocurra, anticipar su
comportamiento en términos probabilísticos, tanto en su temporalidad como en su
dirección Dado un sistema de complejidad n, no puede predecirse cómo será un siste-
27 La secuellcia/ielael, como prop iedad subyacente a la motri cidad, la manu alidad, la sin- ma de complejidad n + l . Las reorgani zaciones que suceden en los sistemas comple-
taxis, la lógica proposicional, es un ejempl o de ello. Lo que no sabemos es en qué dominio fue jos caóticos son estocásticas, en cuanto que hay selección dentro de una aleatoriedad
se leccionado primero o si lo fue coetáneamen te para va rios. Una red neuronal puede funcionar
como atracto ra de nuevas experienci as. Las conex iones neural es pueden comportarse co mo limitada, determinada por las propias constricciones del sistema, no siempre conoci-
3
patrones hegemónicos y organi zadores de otras conexiones nu evas (Bates y Ellman 1993). Las das '. G. Murdock (MUt·dock 1959) ya aseguró que la evolución cultural tampoco era
exaplaciones, co mo procesos por los que un ra sgo se lecc ionado evo luti vame nte para una deter- predeterminada ni podía anticiparse su curso a ciencia ciet1a. (J. Steward 1955) apos-
minad a fun ción en un determinado contexto sistém ico/medioambi ental ya no la cumple, y, sin
embargo , perdura porque la sido co-opt ado para otro proceso para el que produce ot ros efectos
di stintos (Gould 1977 ; Gould y Lewontin 1979), pueden entenderse co mo la consec uencia de
la atracción de determin ada s ca pacidades, procesos evolutivos hacia atractores que se han con- 29 Como Olros fen6J~enos y procesos sistémicos que se rigen por aquellas leyes /uullrales que
figurado como hege mónicos también para dicho dominio. Podemos utili zar el co ncepto de huscaban los filósofos gri egos, Jos renacenti stas, los ilustrados. La esencia de la ciencia clásica es
exaptaciólI tamb ién cuando Obeyesekere ( 1992) ci ta por ejemplo la exaptación de determ ina- 111 prcdi ctibilidad. Sabe mos lo que sucederá por lo que sucede o ha sucedido: podemos decir, con
dos mitos ancestral es sagrados que, no obstante, so n co-optados en determinados momentos IIl~S o menos exactitud, cuándo ocurrirá la puesta de solo el paso de un cometa.
soc ial es e hi stóricos, co mo sustratos de signifi cac ión reco nfigu rados para las nuevas circun s- 30 La Revolución Francesa nos viene otra vez a mano: ¿qué linealidad podemos establecer en
tancia s. Esto mi smo puede compre nderse para al gunos procesos de res ignifi cación en los pro- I I'Inin os de causa y efecto para ex plica r esta reorganización política, socia l, económi ca, cultural , y
cesos de et nogénes is y revitalización étnica por med io de trabajo y retrabajo cultural (Cf. que acabó reformulándose en el conservad urismo político y soc ial de Lui s Bonaparte y después en
Capítuto 4). el illlperialis~o napo leónico? Lo mismo apuntó (Spiro 1961) para las relaciones entre la persona-
28 Como los quarks, que se mueven libremente cuanto más juntos están (IibeJ1ad asintótica) , IIdnd y lo socIal. (MacFarlane 1997) así explica las di stintas formas en que Inglaterra y Japón esca-
como si no interactuaran entre sí, pero son imposibles de separar cuanto más alejados unos de otros, puron a la trampa maltusiana, como desajuste entre la progres ión aritmética de los recursos frent e
donde las tensiones son mayores como en una goma eláslicaDJ.Gross, F. Wilczek y H.D. Politzer. JI la progres ión geométrica de la población.
Premios Nobe l de Física 2004. 31 Ei nstein (y Olros más) nunca estuvo de acuerdo con esto: Dios no j uega con dados.

44 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGfA DE LO SOCIOCULTURAL 45


tó por la multilinealidad de la evolución cultural y afirmó en su día que ninguna ley el desigual ritmo de la difusión de rasgos culturales, cuando cuestionó e l concepto de
general podía expl icar del todo la variabilidad ex istente en las distintas culturas y que A.L. Kroeber (desarrollado a partir de las ideas de C. Wissler) de área temporal,
sólo podría hablarse de covariaciones en términos de probabilidades 32 Cuanto más como vesti gios más o menos profundos en e l tiempo de presenc ia de estos rasgos en
complejo el sistema, más información conlleva y, por tanto, más difíci l describirlo y la sociedad. Cr. (Merc ier, 1976).
aventurar su comportamiento (Cramer 1993). Ciertos sistemas pueden comportarse de H. Lo que tiene mucho que ver con la concepción de Vico de la Historia como
maneras diferentes, ora de for ma determinista, ora de forma caótica 33 , una espiral. Desde el punto de vista evolutivo y sociocultural, lo que permite este
G. El tiempo de los sistemas complejos no es reversible como en la fís ica new- modelo es pensar la historia como re-presentada y re- incorporada -y por tanto, re-
toniana (Prigogine 1996). Hay irreversibilidad en el uni verso. Como decía Heráclito, constituida selectivamente- en cada nuevo contexto ex periencial, en donde el agen-
uno no se baña dos veces en el mi smo agua aunque entre en el mi smo río, y cuando te (el sistema) reconstru ye sus re laciones de actualidad con el pasado y con el futu -
lo hace, uno ya no es tampoco e l mismo. El devenir humano no se repite, ya no hay ro. Lo anterior se reconstituye en el presente, que es el ámbito en que se ges ta lo a
vuelta atrás, y se produce lo que (Tomasello, 1999) llama e l e fecto ' ratchet' o trin- venir. Igual que los astrónomos ven el pasado en el presente por la luz que emiten los
quete como esos tornos por los que pasa mos y ya no podemos volver at rás. Ocurre objetos estelares, y que, incluso a lo mej or ya ni existen, así también podemos re- pre-
esto precisamente en el trabajo y retrabajo cultural , también en el étnico (Cr. 4.5 y sentar parte del proceso de trabajo y retrabajo cultural de generaciones en mucho
4.6) . La heterocronía, es decir la disimilitud temporal en el desarro llo o evolución de lo que nos rodea, como vestigios de sistemas de representación y acción: relacio-
de dos procesos Cr. (Gould 1977) no impide la co-ontogenia de dos o más procesos, nes objetos y tecnologías, prác ticas, lenguajes, usos canónicos, procedimientos, len-
que dependen unos de otros, pero que cambian a ritmos diferentes, a veces uno más guajes, representaciones, significados. Es como una arqueología del saber en e l más
deprisa, a veces e l otro. Esta idea se re fiere a un atributo de los aco ntecimientos, de puro sentido de lo que nos enseñó Michel (Foucault 1988). Pasado, presente y futu -
los procesos, y no a la concepción abs tracta de la Hi storia, al modo hegeliano. ro, pueden aparecer como dimensiones coetáneas en situaciones de hech03S . La diná-
Diferencias en los ritmos evoluti vos para la evolución cultural ya fueron reconocidos mica cultu ral puede entenderse como proceso acumulativo siempre reno vada. Esta
por E.B. Tylor, H. Lowie, H. Maine. La Antropología dialéctica ha mantenido esta perspectiva permite comprender los procesos de aprendi zaje y socialización, re-crea-
visión heterocrónica para la cultura (Cr. Diamond y Belasco 1982). Cameiro ( 1967) ción y cambio social, de otro modo. Todos recordamos cómo en el 18 Brumario
nos ofrece una metáfora algo mecánica pero interesante para la evolución cultural: la (Marx 1968) plantea las intrincadas relacio nes entre estructura y agencia, mucho
del plato de piñones de una bicicleta de marchas. Identificando cada marcha con una antes que otros: los hombres hacen la historia pero no en las condiciones que ellos
esfera de la cultura, éstas difieren en su dentado y su velocidad , su fue rza y resolu- mismos elegirían, sino a partir de las que se encuentran, derivadas de las acciones de
ción. Algunas arrastran a otras, otras simplemente transmiten e l movimiento. El con- otros hombres (y mujeres) en el pasado.
junto se articula variab lemente siendo que algunas posiciones son incompatibles con
Como conclusión, podemos afirmar que lo sociocultural -en su producción, cons-
algunas otras. El ritmo del cambio (de la marcha) varía, y sus consecuencias también,
lnlcción agencial personal y colectiva, objeti vación y convencionalización, repro-
pero, en conjunto, el sistema tiende a evoluc ionar como un todo. Del mismo modo,
ducción recreativa y reelaborada- muestra rasgos de sistematicidad y estructuración,
el sistema sociocultural evoluciona (' moves') de forma des igual en sus partes, pero
autoorgani zación y construcción selectiva del entorno, reflexividad, monitorización y
con un sentido de contin uidad entre las mismas (ibid .: 108)34. E. Sapir ya mencionó
perspectiva, de emergencia que produce otras emergencias, de atractores que funcionan
como centros de grav itación y dirección para subsiguientes procesos ordenados y
32 No obstante, esta evol ución IIIl1ltililleaJ no es razón suficiente, pues, como apunta (Carneiro
desordenados, creaciones, re-creaciones y consolidaciones de densidad y textura diver-
1973), "la evolución multilineal es el residuo que queda después de haber intentando encontrar la sa, de fluj os y dinámicas varias. De aqu í puede derivarse una perspectiva evoluti va
evolución unilineal y haber encont rado excepciones" (trad. propia). compleja de los sistemas socioculturales en términos de generación de la variabilidad,
33 El agua es el ejemplo más ci tado . Si va despacio, su componami ento es laminar, suave. transmisió n de infor mación, interpretación , selección operati va en térnünos de sosteni-
Pero si va deprisa, turbulentamente, como en los rápidos, su co mportami ento es caótico y sus efec- bi lidad, desviación, incel1idumbre, cambio e innovación (Dietz, Bums y Bultel 1992).
tos di st intos. Sus di stintos modos también imp lican disti nt as ecuaciones. Los sistemas caóticos nos
rodean en nuestra vida cotid iana. Como cuando se nos escapa la manga de riego, o mezclamos la
leche en el café, o la típica discusión familiar donde todos hablan a la vez y no se sabe cómo va a
terminar, aunque suele ser entorno a unos patrones probab les, ya conoc idos de otras veces. Su com- 3S La redimensionalidad del tiempo en el cont inu o de la experi encia social humana es una
prens ión nos da otra idea del mu ndo. posibilidad, gracias a la recursividad y a la exterioridad y objetivac ión de la memori a colectiva,
34 La idea podría aplicarse a la coevolución del ane y el lenguaje, por ejemplo (Cf. Noble y pero no un a necesidad ni una cen eza. Si algo nos enseña la complejidad, es que los fenómenos
Dav idsoll 1996). Si el tiempo de la teoría de la relatividad no es absoluto, abstracto, unid imensio- cmcrgentes no siempre incorporan su pasado, aunque le deban su ex istencia (Rose 1997;
nal, sino que depende del mov imiento, qué no será la tempora lidad de la dinámica socioc ultural: Stoczkowski 2002). Las formas de constituc ión de la autonomía son vari ables: hay cosas que se
curvo, convexo, cóncavo, quebrado. puntuado, discontinuo, dentro de un mode lo recurs ivo con di s- ignoran o guardan en el olvido. La memoria personal y colect iva, son siempre se lectivas, creativas.
tintos pun tos foca les: espiral , helicoida l, elíptico ... Y, si no. léanse En Busca deJ Tiempo Perdido de Marcel PrOllSl.

46 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 47


3. UNA TEORíA INCORPORADA DEL CONOClM IENT036 Vygotsky ( 1978) nos mostró las est rechas relaciones entre cognic ión y proce-
sos sociales, enfa ti zando la importancia de los procesos de socializac ión y cómo las
personas que rodean al niiío le enseiían a utili zar las destrezas en los que ellos ya
"Sólo el Caribe. pululante de existencias, sin embargo, cobraba a están ex perimentados. Estaba interesado en las relaciones entre pensamiento,
veces un tal aspecto de océano deshabitado. Como urgidos por un miste- acc ión, comunicación, cultura. E l desarrollo, para él, es inconcebible sin analizar el
rioso menester, los peces huían de la superficie hundianse las medusas, contex to social y cu ltu ral en que se produce. Los niveles interactivos así como los
desapareclan los sargazos, quedando solamente, frente al hombre, lo que in stitucionales - normas, rol es, escenarios, innovaciones y herrami entas- son igual-
traducla en valores de infinito: el siempre aplazado deslinde del horizonte: mente importantes. En la ecología del desarrollo de las destrezas y habilididades
el espacio, y. más allá del espacio, las estrellas presentes en un cielo cuyo
cSlá incluido como ámbito fundame ntal e l contex to sociocultural de (Rogoff y
mero enunciado verbal recobraba la aplastante majestad que tuviera la
Morell i 1989).
palabra, alguna vez, para quienes la inventaron... Aqul, sobre un mar
yermo, el cielo cobraraba un peso enorme, con aquellas constelaciones No hay división ontológica en tre experi encia-acc ión y conocimiento, en un
vistas desde siempre, que el ser humano habla ido aislando y nombrando mundo donde los humanos son actores y a la vez creadores del mi smo (Di amond y
a través de los siglos, proyectando sus propios mitos en lo inalcanzable, Be lasco 1982:47). Los humanos no existen desgajados de sus propias prácticas y
ajustando las posiciones de las estrellas al contorno de las figuras que expcriencias por las que se aprop ian y tra nsforman sus medios y condiciones de
poblaban sus ocurrencias de perpetuo inventor de fábulas". existencia (Marx , 1975), incluyendo entre éstos e l significado. No se trata de conec-
Alejo Carp entie r. El Siglo de las Luces. tar el comportamiento con sus determinantes sino la acción social con su significa-
do (Geertz 1983:34) . l ean Lave (1988) ha mostrado que el conocimiento se consti-
tu ye a través de la práctica, implicado tanto en la si tuación interacti va como en un
ord en constituti vo en términos de la política, la ideología, las representaciones
3.1. Práctica cognoscente colecti vas. La persona se define mejor como un agente actuante que incorpora una
perspecti va, prioridades, creencias, valores, recuerdos, expectati vas. Si las prácticas
Sin una teoría apropiada del conocimiento, no puede comprenderse la socialidad
tie nen significado es porque ex isten una comunidad de practicantes que comparten
humana y sus formas o, como decía D' Andrade (1995), por qué la gente hace (y pien-
un conocimiento implícito socialmente di stribuido así como una memoria colec ti va,
sa) lo que hace (Cf. Abu-Lughod 1991 ). Aunque no les guste, los antropólogos hemos
ulla serie de presuposiciones intersubjetivas so bre la inteligibilidad de las acciones
de hacer compatibles nuestras teorías con las investigaciones más recientes en cam-
y los ac tores, una retrospectiva y una prospecti va del curso probable de la evolución
pos afi nes. de la acción como cadena de an tecedentes y consecuentes (Cf. Goody 1995;
La socialidad y el conocimiento, son aspectos mutuamente impl icados en la evo- ,;nsburgh 1996).
lución de la humanidad y en el desarrollo de l ser humano. La mente es un fenómeno
Pensar, clasificar, decidir, planear, recordar, ya son acciones, experiencias.
neurosocial, con una historia filética y ontogenética (Ramírez Goicoechea, 2005a).
I ~ x p e riencia ,
acción y conocimiento se inscriben físicamente en nuestro cuerpo
Es necesario prestar atención a los procesos y estructuras sociales y ecológicas, '01110 patrones dinámicos y atractores de nuevas experiencias. La Etnometodología
a las relaciones sociales que soportan, instigan y promueven el desarrollo y empleo ya conceptuó al actor como teórico-práctico (Garfinkel 1984) 38 Tim Ingold
de ciertas capacidades cognitivas, las cuales, a su vez, se reorganizan y adquieren ( 1993 :434), critica las teorías evolutivas de la inteligencia social (Cf. W hiten y
nuevos potenciales (Lock y Colombo 1996, Lock y Symes 1996). Dcsde una Episte- lJ yrne 1988) por su dualismo entre lo técnicopráctico y lo cognitivo. Ingold se refie-
mología Evolutiva, las capacidades de los organismos res ultan de las propiedades I'C a pensar como acción dirigida hacia dentro ('inward-directed action' ) y a hacer
emergentes de sistemas de desarrollo (Oyama 1985, 1992), implicados en un entor- como acción dirigida hacia fuera ( 'out ward-d irected action'). Desde una teoría
no que, para los humanos, es siempre social 37 , 'xperienc ial y práctica del conocimiento, que es la que aquí proponemos, experien-
'ill . praxis, percepción y cognición son dimensiones de la compleja actividad huma-
1111 . As í lo aseg ura Wertsch (1998) pero también lo dijo Peirce ( 1987). Desde su teo-
36 Una versión anterior de este capítulo puede encontrarse en (Ramírez Go icoechea 2005) 1'(11 semiótic a tan lejos de la inmoti vación sau ssuriana, pensar es actuar, dentro de
Capítulo 4.
37 Para los humanos, todas las relaciones ecológicas deben incluir aquellas percepciones ideas
y valores a través de las cuales dotamos de sentido nuestras acc iones y nuestro lugar en el mundo.
Cf. Descola ( 1996), Horigan ( 1988). Sobre la etnografía de las apropiaciones, Iransfonnacionoes y 38 Acción, significado y comunicación eslán relacionados en el desarrollo infant il, mostrando
representaciones de la Naturaleza y sus defin iciones, véanse Ellen (1996), Ellen, Parkesy Bicker llllJl logías subyacentes en cuanto a la secuencialidad, las relac iones medios-fi nes, agente-acc ión-
(2000). pucicntc, constricc iones de la larea, etc. (Bates 1979; Riviere 1984; Greenfield 1991).

48 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGfA DE LO SOCIOCULTURAL 49


una cadena de pensamientos y actos. Nuestro mundo se perc ibe como actuado y ser especificadas en última instancia junto con la actividad perceptualmente gui ada
vivido desde diversas ex periencias de involucramiento ('engagement)39 y estados (Lyth goe 1979).
sensorio mentales (Cf. Hallon 1995; Tambiah 1990). Hay que recordar que, sin redu- La percepción no es entendida como el problema eJe procesamiento de in fo rma-
cirlo al proceso de conocimiento exclusivamente, muchas de nuestras experiencias c ión para recuperar las propiedades del mundo, tal como un realismo objeti vista 42
son holísticas, especialmente durante la infanci a. Daniel Stern (1985) afirma que el propone, sino el fenómeno de cómo e l perceptor puede gui ar sus acciones ('acción
uni verso experiencial infantil se caracteri za por la confluencia de sensaciones, per- perceptualmente guiada') en su situación local a partir de cómo está constituído sen-
cepciones. acciones, motivaciones, emociones y estados de conci encia, y que este sori al y motrizmente (Varela, Thompson y Rosch 199 1)43
amalgamiento se vivencia en términos de intensidades, patrones de temporalidad,
tono afectivo y hedonístico y evaluaciones cogniti vas. Pero también a lo largo de
nuestra continuada ontogenia40 .
Más que de una inteligencia social tal cual, parece más oportuno hablar de un 3,2 , Saber y conocer
inteligencia socialmente implicada e implican te (Ramírez Goicoechea 2006).
Un concepto mu y interesante es el de acción perceptualmente guiada. La idea El entrelazado ('i ntertwinning' ) entre conocimiento, memoria, emoción, acción
principal es que el medio de un organi smo es en-actuado ('enacted ') por medio de la y experiencia en relación a un entorno ecosocial puede denorminarse como saber
historia de acoplamiento estructural del organismo, que no es de adaptación óptima (, knowledge'). El contenido del saber no es la información, sino el significado. Este
sino de viabilidad posible (Maturana y Varela 1992). Ciertas regularidades medioam- rc mite a una plausibilidad para una comunidad epistémica bajo ciertas condiciones
bientales no son dadas sino que son actuadas o dadas a luz (' brought forth ' ) por una de ex periencia y bajo la experiencia de ciertas condiciones44 .
historia de acoplamiento entre sistemas ecoorientados. Brad Shore ( 1996) incluye en
No hay saber sin perspect iva, atalaya, refugio o escondite desde donde miramos
el entorno a los cultural affordances . Diamo nd y Belasco (1982:51 ) hablan de la
el mundo mirándonos a nosotros mismos y viceversa. El significado hace que algo
"exploración creativa por parte de personas con posibilidades culturales" 41 . Son el
sea relevante para el agente epistémico, no necesariamente en cuanto a incrementar
resultado de una historia conjunta, una congruencia que aparece a partir de una larga
nuestro acervo referencial del mundo a partir de una saliencia en función de criterios
historia de codeterminación entre sistemas (organismos, personas) y entornos. Las
llt ributivos (Cf. Sperber y Wilson 1986) sino también en términos evaluativos yafec-
regularidades medioambientales que asociamos con la percepción -y, por tanto, con
una subjetividad- y las discontinuidades que son experiencialmente vividas, deben
42 Este rea li smo objetivista se basa en la idea de que la realidad está ahí fuera, externa a noso-
tros, para ser aprehendida med ian te un proceso representacional que se acerca más o menos al obje-
I(¡ en cuanto a la fidelidad de su reproducción en la mente. Esta línea de pensamiento puede ras-

39 Acción, participac ión, experiencia, no se reducen a práctica agencial actual. Por ejemplo , lI'ca rse desde Pl atón, pasando por el rea li smo medieva l, Descarles y la síntesis ofrec ida por Kan t.
dependiendo de los contextos históricos y socicoculturales, los niños se ven inmersos de for mas Una crít ica de esta tradición filosófica puede verse en (Putnam 1981).
muy diversas en el uni verso pragmático de sus cuidadores, en un escenario donde les ocurren y no 43 Maturana y Varela citan varios ejemplos sobre la acción perceptualmente guiada. Dos gru -
les ocurren cosas (práct icas de crianza, observac ión part icipante o no, copresencia física, experien- pos de gatos son sometidos a la mi sma estimul ac ión visual, pero unos pueden moverse libremente
cia vicaria, etc.). Nuestros cuerpos y sus reglas, van confor mándose por el efecto preformati vo de y ti ra n de un carri to donde van los otros dentro, es decir, ejercitan una percepciólI activa. A las
la acción de otros. pocas semanas, los que tiraban se comportaban correctamente, Illi entras los otros se comportaban
40 Csikszentmihalyi (1975) utili zó el término de flujo ('flow'), y Victor Turner (Turner 1977) cumo ciegos, tropezándose y cayéndose (Held 1958, c il. en Maturana & Vare la, 1992: 87 -90). Otro
el de commllllitas para dar cuenta de estas experiencias multi sensoriales de identificación grupal a ejemplo sería e l de personas c iegas a las que se les proporciona un a cámara de video que estimula
través de tareas comunes o rituales colectivos. R. Llinás (200 1) en su estudio sobre la conciencia, cl6ctricamente múlti ples puntos en la pi el. Los patterns proyectados en la piel no ti enen con tenido
menciona aquellos estados mentales en donde ondas cerebrales de la misma frec uencia cruzan ' visua l' si el individuo no se comporta activamente dirigiendo la cámara utili zando la mano, el
muchas partes de l cerebro, integrando estructuras neurológicas diferentes. hrllzo, la cabeza y los movimientos corporales. Entonces la persona no interpreta ya las sen sacio-
41 Gi bson tomó el término de ajfordances de Von Uexküll (1982). Tim In gold (1989) tambi én II C .~ en la piel como relac ionadas con el cuerpo, con el sentido hápt ico y kinésico, sino como imá-
lo ha utilizado. El concepto refl eja las relaciones posibles entre actores y objetos, gracias a las pro- t-\C II CS proyectadas en el espacio que está siendo ex plorado por la mirada corpora l dirigiendo la

pias propi edades de estos pero también a las disponibilidades perceptosensoriales y motrices de los clÍ mara (Varela 1991; Varela, Thompson y Rosch 1991 ). Se trata de varios sentidos actu ando j un-
primeros. Un ejemplo es el de la especial co nstitución aerodinámica de algunas águilas, que les per- IOS y la motricid ad actuando j unto con la percepción en un sujeto activo que construye significado
miten aprovechar las corrientes térmicas para elevarse en los cielos por encima de cua lquier animal d 'sdc lo que le sucede, siente y como actúa.
conocido. Por eso no todo entorno puede ser naturaleza para un organi smo determinado. Nuestra "" Jerome Bruner ( 1996) habla de diferentes formas de comprensión e interpretac ión, di stin-
constitución anatómica y neurofisiológica nos ha permitido colonizar prácticamente toda la super- tllS modos de construir senlido, de usar la mente, de construir el mlllldo (Tam biah 1990). Por eso,
ficie terrestre, pero no las fosas marinas ni las bocas de los volcanes submarinos ni los cadáveres n l'lld Shore ( 1996) propone un a etnog rafía de la mellle como una de las asignaturas pendientes de
de las ballenas, que se convierte en ecosistemas para mil es de organismos. 111 Antropolog ía.

50 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 51


ti vos, que nos implican. El significado se encuentra, en cierta manera, como partíci- óptimas- para manterse como sistema más o menos organizado y viable (durante un
pe de una cu ltura, como sujelO con personalidad propia (Ta ren 1983). ciclo de vida).
Significado podría defini rse como la relación que el sujeto establece consigo Conocer, saber, es interpretar, comparar, decidir, recordar, olvidar; es un acto de
mismo, con otros, con objetos y procesos, que le dicen algo, implicándole, impor- alumbrar un mundo hacia sí (' bring fo rth ') (Mat urana y Varela 1992:27). No perci-
tándole, moti vándole, afectándole subjetiva y experiencialmente de alguna manera, bimos y luego procesamos (Searle 1990). Para los humanos, los objetos no son inde-
contribuyendo a su reacti vidad y alltoorgani zación viable en relación a los mismos. pendientes de los esq uemas conceptuales que utiliza mos y nuestra propia perspecti -
El significado lo es en la medida en que es incorporado en relación a otros múltiples va; para e l sentido, importa la subjeti vidad y la experiencia desde la que se constru ye
significados fruto de la ex periencia y sus objetivaciones y retrabados, que han fo r- así como las posibilidades de su objetivación en relación a un colectivo y el mundo
mado patrones nellrológicos di námicos, patrones de conex iones, patrones de cone- fenoménico.
xiones de patrones, disponibles o no para la autoconciencia y la memoria declarati- Hab laríamos entonces de realismo experiencial (lohnson 1999; Putnam 1999).
va. Los significados siempre tienen historia, pero también colaboran a configurar la Desde esta perspecti va ya no se trata de hasta qué punto somos capaces de reproducir,
posibilidad fu tura de otros significados. reflejar con precisión el mundo exterior, sino de cómo organizamos act.ivamente nues-
Saber implica una experiencia colectiva y subjetiva, que refiere también a deseos, tra relación con él, para, por el mismo proceso, organizarnos nosoU'os mismos y garan-
motivaciones, intenciones, sentim.ientos, trabajos corporales que impl ican diferentes tizar la viab il idad de nuestra existencia y la de nuestra progenie (Varela y Dupuy
grados de complejidad neurofi siológica. Afortunadamente ya tenemos suficientes 1992:257) en el tiempo y en el entorno que hemos seleccionado como pertinente. Las
evidencias empíricas para desechar el viejo dualismo entre cognición y emociones. cosas no son más reales porque se aj usten a nuestras representaciones mentales sino
Todo conocimiento es, de algún u otro modo, evaluativo45 . porque son vividas a través nuestra experiencia47 , siempre de algún modo cualitati va y
En el proceso de conocimiento ponemos mucho más de nuestra parte (Cf. coloreada. Los qualia (Chalmers 1997) no son pm1e del mundo fenoménico, sino de lo
Lewontin 1982) de lo que el cognitivismo racionalista está dispuesto a reconocer. La que nuestro cerebro aporta (Gazzaniga 1997)48 Nuestra versión decorada del mundo
cosa es tan compleja que Maturana y Varela (1992) c itan que sólo una parte de la (como sistema(s)/entorno(s)) es, de alguna manera, virtual (Stewart y Cohen 1997),
información a elaborar proviene del exterior del cuerpo. La categorización, como pero no menos real49 . Y no puede ser de otra manera en función de nuestra propia ex pe-
proceso de abstracción, es un proceso de abajo a arriba y de an·iba abajo, desde las riencia e historia, los valores y los criterios del grupo cultural del que fo rmamos paJ1e.
áreas perceptosensoriales hasta e l cortex y vuelta atrás. Además, tanlO el córtex como La perceptocognición es un proceso más complejo que el que ofrece la li neali -
áreas perceptosensoriales tienen sus propias conexiones con la amígdala, centro del dad del esquema input/olltput de las teorías cibernéticas aplicadas al conocimiento.
sistema límbico (Cf. Reyna 2002). MacPherson y colaboradores ( 1962) han demos-
trado que el córtex frontal y prefrontal y sus conexiones con áreas subcorticales y el
sistema Iímbico, son las áreas cerebrales más relacionadas con las funciones ejecuti- 47 Los estudios sobre la neurofisiología de la percepción olfativa a partir de las teorías del caos
vas, de decisión y acción motivada46 Nuestro propio interior también se configura de Waher Free man, junto con su colega (Freeman 1991; Freeman 1985; Skarda y Freeman 1987)
son fascinantes a este respecto: no hay claramente actividad cerebral respondiendo olfalÍvamente si
como entorno para nosotros mismos.
el animal no es expuesto varias veces al mismo olor y preexiste una motivac ión relacionada con
Conocer no es de-codificar, ni traducir, ni procesar información. En términos de experiencias an teriores, cuyos patrones funcionan como atractores para las siguientes, pero ope-
conocimiento, y refuta ndo los paradigmas computacionales del programa hegemóni- rando cada experienc ia nueva en el sentido de la reorgani zac ión activa de todo el mapa neuronal.
El olor no es un mapping pasivo de caracteres (features) ex ternos sino una forma de enactuación
co de las Ciencias Cognitivas, la mente no es el producto de una máquina digital que
de significado en base a la hi storia in-corporada del animal.
trabaje binariamente (Changeux 1986; Borofsky 1994), sino de un órgano autopoié- 48 Brian Goodwin ( 1994) reivindica una ciencia de la cualidad, siguiendo el tratado de ópti-
tico (Erdi 1988), el cerebro, que encuentra formas suficientemente buenas -que no ca y del color de Goethe.
49 En la Guerra del Golfo, primera guerra globalizada gracias a la retransmi sión por satélite a
lodo el mundo de imágenes en tiempo rea l seleccionadas por la CNN, pretendieron tener un regis-
Ira objetivo, fehaciente y completo, de algunas operaciones militares localizadas. Diversas cámaras
45 O'Andrade 1981; Cicchetti y Schneider-Rosen 1985; Adolphs 1994; LeDoux 1998; Castro rueron dispuestas en distintos lugares y ángulos para captar la operación de que se trataba.
Nogueira 1995; Blair 2004. 'onsultados a posteriori lodos y cada uno de los soldados intervinientes en el episodio, ninguno con-
46 En los vertebrados, el hipotálamo y el sistema Iímbico están unidos a la neurofisiología de las firmó la heteróclita reconstrucción de los hechos a partir de lo filmado. La experiencia holística de
emociones, sobre todo la amígdala. Su vínculo a partes más extemas del cortex cerebral parece un rasgo elida uno de ellos no podía ser producida ni reproducida por las cámaras. Y no es que la experiencia
evolutivo posterior, ligado a los primates y sobre todo a los humanos. Con el incremento de la comple- t: ubjetiva sea una distorsión de un a supuesta realidad independiente, al estilo del objetivismo real is-
jidad en la circuitería neuronal y la experiencia durante la hominización, las entradas y reentradas de lu cartesiano, sino que, precisamente, la subjetividad es parte intrínseca de cómo se construye la rea-
actividad neurológica en el cerebro, los contenidos y los factores que disparan la emocionalidad están lidad, las formas de su evolución y desarrollo. Para eso resulta mucho más interesante ver el film
progresivamente ligados al córtex como lugar del aprendizaje y la experiencia (LeDoux 1998). lJIack Ha \Vk DO\V1I de Ridley Sean sobre el fracaso de la intervención americana en Mogadiscio.

52 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 53


La perceptocognición implica unas relaciones mutuamente constitu yentes entre lo xiones de voz y diferencias prosódicas y fonét icas en el habla54. En los primeros
neurológico, lo psicológico, lo biográfico y lo sociocultural y sus mediaciones con el meses de vida son capaces de distinguir patrones de puntos, orientación de líneas,
mundo de las regularidades físicas. Desde el punto de vista ecológico de la percep- algunas relaciones espaciales, distintas cl ases de animales, etc. Al fin al del primer
ción, sus re laciones con la acción son de bucle: los sistemas perceptocognitivos año los bebés humanos son capaces de de agrupar varios objetos en clases lógicas y
seleccionan un entorno significativo mediante la acc ión, y a su través, generan expe- reconocer una relación causal entre la manipulación de un objeto y su efecto sobre
riencia que a su vez será utili zada para siguientes acciones (Gibson 1979). La Episte- otro. La permanencia del objeto también se observa mucho antes de que lo que
mología Evolutiva 50, por ejemplo, entiende que el saber no es una relación entre cog- Piaget creía" .
noscente y mundo por conocer, ni una relación entre distintos cognoscentes, sino una
Desde la fil osofía aristotélica, las categorías se entienden como unidades discre-
relación entre un organ ismo y su entorno (Mun z 1993).
tas carac terizadas por una serie de propiedades - necesarias y suficientes- comparti-
das por los miembros de dicha categoría.
3.3. Categorización La noción de prototipo (Cr. Rosch 1973) se propuso para comprender mejor
cómo se produce conocimiento empírico. Un prototipo es el caso más representativo
¿Qué es categori zar? Catego ría, como casi toda nuestra terminología filosófica, de una categoría porque cumple la mayoría de los criterios para pertenecer a dicha
viene del gri ego, y quiere decir 'afirmar' 'atribuir'5 1. Una categoría es una clase de categoría, o, por lo menos, los más significativos. La noción de prototipo abre la posi-
cosas que agrupamos por que cumplen un criterio de agrupamiento previamente bilidad de que los miembros de una categoría no pertenezcan de igual manera o con
definido. Categorizar es representar cosas juntas por alguna razón y as í, poder com- la misma legitimidad a dicha categoría, porque no comparten todos los criterios para
para r, di stinguir, y clasificar, ordenar. Por medio de la categori zación comprendemos ser considerados como tales o porque se priman unos criterios sobre otros. De hecho,
las relaciones entre las cosas, entre las ideas y ordenamos la realidad. Categori zar es existe cierto grado de contingencia a la hora de la clasificación en relación a su pro-
un proceso del conocimiento. totipo (Bustos 2004: 169).
Los bebés muestran una temprana capacidad en este sentido, grac ias, en parte, En esta línea nos ha interesado particularmente la noción de clasificaciones poli-
a que nacen bastante desarrollados en términos sensorioperceptuales y de reflejo s téticas56 Es esta una definición principalmente utilizada por la Zoología y que
(Eibl-Eibesfeldt 1993 ; Kellman 1998) , en un contexto social que les estimula y pro- Rodney Needham reelaboró a la hora de reinterpretar el parentesco y el matrimonio
vee de los contextos experienciales apropi ados para su ex presión y desarrollo 52 . Son a partir también del concepto de parecidos de fam ilia ('family ressemblances')57 uti-
capaces de reconocer caras desde mu y temprano 53 , así como distinguir tonos e infle- lizado por L. Wittgenstein (1953) en sus language games 58

50 La Epi stemología Evolutiva tiene en e l fil ósofo D. Campbell (1974, 1987, 1996) sus pri-
meras referencias. Desde una teoría dinám ica de sistemas intentan constru ir un marco c ie ntífico 54 Aunque la mie lini zaci6n de los nervios acústicos es más tardía que para la vista (Kon ner
normativo capaz de expli car cualqui er fenó meno o proceso que ex hiba propiedades evolut ivas 199 1), a los 6 meses de nacer ya han adquirido la mitad de la madurac ión necesaria en co mpa-
(Gonthicr 2005). Para un a visión de tendenc ias y argument os, véase (Ca llebaut y Pin xten 1987) y rnci6n con el ad ulto y son lo sufic iente sensibles como para detectar diferen cias e n el lono de
Wuketits (1984). voz, mu sica lid ad y prosodia que caracteri za e l IDS (' infant direct speech', habla directamente
51 "Dentro de la escala de los conceptos, se refiere a los más abstractos de todos ell os . Denotan dirig ida al niño/a), el habla espec ialme nte dirigida a los niños, por parte de madres, pad res, cui -
los aspectos esenciales y las relaciones fundamentales de la realidad y del conocimiento de ésta. dadores. So n tempranamente sensibles a di ferenc ias en la vocali zac ión que di stingue di stintos
Las categorías actúan como esquemas generales, y, grac ias a ell as es posi ble ordenar y clasificar los :-; ;stemas fonéticos de di stintos idiomas y dialectos . Esta di scrimi nación estaría basada en e l con-
hechos, los obj etos y las ideas, y tran sformar así en conocim iento el material recibido, ya sea por la traste fonémico (Eimas 1978) y a medida que se consolid a pa ra c iertos fonemas, se va cerrando
percepción sensoria l u ot ros medios. Bajo estos conceptos se ordenan todos aquellos otros que tie- pa ra otros.
nen relac ión con ellos, pero que son menos generales, que están en un nivel más bajo de abstracción. 55 Rec ientes invest igac iones ex perimentales muestran que la permanencia del objeto parece
Acerca de la naturaleza de las categorías los filósofos se pronuncian de muy diversa manera.. " :-;cr ulla capac idad cognitiva que se expresa mucho antes de lo que l ean Piaget imag inara .
Diccionario Enciclopédico Salvat. 24 vol. 198 1. 56 Qll iero recordar en este lu gar al profesor l ose Luis García , quien, cuando estaba haciendo
52 Las potencialidades sensori ales requieren, no obstante, de un aprendi zaje interactivo y de una mi investigación de Tesis tu vo la amabi lid ad de leer mis borradores y darme pistas tan interesantes
sintoni zación fina durante el desarrollo extrauterino (Stewart y Cohen 1997: 140 y ff.). Las habi lida- C0 1110 ésta.
des dependen de la experiencia perceptosensorial, la cual está cultural mente involucrada y social- 57 Needham ( 1975 :355) alude tambi én al sig nificado que George Simpson (S impson 196 1) da
mente elicitada. El resol1e que di spara nuestras posibilidades para conocer es la experiencia, que para n la noción de politípico, tomado, a su vez, de Beckner (1959): los taxones (taxa) pueden recono-
los humanos es siempre social y está cultural mente formateada (Cf. Howes 1991 ; Classen 1993). cerse y definirse por cadenas de parecidos, independientemente de caracteres en común, s in nece-
5) er. Kuhl y Meltzoff 1984; Kuhl 1985; Mau rer 1987 ; Kelhnan 1998:274-275. Parece haber ,s idad de ex istencia de arquetipos.
neuronas visuales especializadas en el reconocimiento de caras (Perret, Rolls y Caan 1982) y de la 5~ Somos afortunados de que se hiciera educador y jardinero para co mprender rea lmente cómo
dircccionalidad de la mirada (Maunsell 1987). runciona el pen samiento, beneficiándonos así de ese segundo Wi ttgenstein.

54 ETNIC IDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 55


La idea básica, expresada por Needham (Needham 1975) es la siguiente. términos de incl usión de una identidad A dentro de la B, sino como una doble iden-
tificación a dos grupos düjulllOs, A y a B.
La Zoología reserva el término de politético a aquellos miembros de una clase
que no poseen todas las carácterísticas de su clase y que, sin embargo, siguen clasi- Esta lógica incorpora criterios y valores múltiples a los sistemas a los que refi e-
ficándose como pertenécientes a la misma 59 Ninguna características es poseída por re y vincula, aunque los criteri os siguen siendo convencionales, es decir, producto de
todos los miembros de la clase, pudiendo haber alguno que posee muchas y otros una decisión y una perspecti va62 . Lo que permi te es mantener diversos significados a
menos en una suerte de gradación de menos a más a menos, pero también como dicen la vez y la posibilidad de su variación a lo largo del tiempo. Tam bién se acerca mucho
de shuffling, como si baraj áramos UIl número delimi tado de naipes, con combinato- más a como fun ciona el sentido común, como forma de elaborar conocimiento/signi-
rias múltipl es pero no infinitas. N inguna es esencial para la pertenencia o es sufi - ficado en nuestra vida diaria y actuar de tal manera.
ciente por sí sola para garanti zarla. Bajo esta lógica no se da la propiedad transitiva: Tiene cierto interés para las Ciencias Sociales en la med ida en que, a la hora de
A, B Y C pueden pertenecer a la misma clase y, sin embargo, A y C se parece mucho analizar la complejidad social, permite manejar la gran variedad y variabilidad de los
a B, pero poco entre sí60 fenómenos sociales, su relativa vaguedad e inestabilidad,
Tanto Needham (Needham 1975) como l erome Bruner (Bruner 1996) recogen de La Semántica Cognitiva ("Cogniti ve Semantics") ha relacionado el proceso de
Wittgenstein la idea de que un concepto es como una soga de fi bras que obtiene su categori zación también con la construcción de prototi pos, pero a partir de la expe-
fuerza gracias al solapamiento de cada fi bra, una entrecru zada con la otra, no porque riencia sensible corporal, en lo que se ha ll amado las teorías de la mente cOlpórea,
algu na recorra la cuerda de principio a fin 6 '. Needham recuerda cómo el psicólogo del conocimiento ¡'lIcO/jJorado, y también teorías de la metáfora.
ru so Vygotsky aseguraba que los conceptos no se aprenden a la manera tradicional
Estas teorías del conocimient063 hablan de estructuras cognitivas que emergen de
de la lógica proposicional binaria, sino como una cadena complej a por la que el sig-
nifi cado va variando de un item a otro, sin núcleo central de significación. patrones sensorio motrices recurrrentes y que permiten a la acción ser perceptualmen-
te guiada (Cf. supra)64 Francisco Varela (Varela, Thompson y Rosch 199 1: 173) afi r-
Las clasi fi caciones po litéticas permiten incorporar nuevo conocimiento sin nece- ma que el conocimiento depende de la clase de experiencias que tenemos gracias a
sidad de modificar las definiciones conceptuales ya establecidas. Esto permite un un cuerpo dotado de capacidades sensori ol11otrices involucradas en un contexto bio-
gran margen de maniobra a la hora de resol ver algunas ambigüedades y excepciones. lógico, psicológico y cultural 65
Rodney Needham (Needham 1975):358 las ve es pecialmente adecuadas para inter-
pretar los fe nómenos sociales en la medida en que son más inclusivas y reducen el El conocimiento elaborado desde estos patrones experienciales- esquemas, imá-
riesgo de desca rtar aspectos etnográfica mente relevantes . genes- se proyecta metafóricamente hacia otros do minios, y los hace pensables y
ex perimentales en términos de aquéllos. A este proceso también se le ha denorn.ina-
También puede ser interesante la noción de una lógica difusa o 'Juzzy logic' do croslllodalidad, y subyace a la capacidad simbólica, siendo una de las fuentes
(Kosko e lsaka 1993), aplicada en origen a la ma temática y a la ingeniería (Kosko
199 1). Esta lógica, ta mbién denominada borrosa cuestiona la lógica binaria aristoté-
lica en su rigidez clasi fi catorio de que algo pertenece o no pertenece a una clase, y si
pertenece a ella, no puede pertencer al mismo tiempo a su antítesis. Sin embargo, las 62 Dos cosas pueden pertenecer a una mi sma cl ase por convención, es decir, porque así lo dis-
cosas pueden pertenecer en distinto grodo a una clase, hasta el punto paradój ico de ponemos en cuan to que están relacionadas significativamente para alguien. El límite a partir del
que ocurra ambas situaciones a la vez: un vaso puede estar al 50% vacío a la vez que cual no incluiríamos un caso en una clase es, entonces, cuestión de perspectiva, de negociación.
63 ef. John son y Earle 1987; Lakoff 1987; Johnson 1999; Putnam 1999. Para una refl ex ión
está un 50% lleno. No estamos hablando en términos de probabilidades, sino de gra-
sobre el Clte l pO desde un análisis antropo lógico, véase Velasco (2007).
dos de participación de hecho. Como cuando observamos que una persona se parece 64 El conoci miento in-corporado no exchlye la inferencia, el pensamiento abstracto y formal,
muchísimo a su padre y muchís imo a su madre, sin ser un intermedio de los dos. Po r como procesos mentales relalivamente alllÓIlOmOs, exentos de conc iencia corporal (ef. Leder
ejemplo, uno puede identi ficarse mucho con dos gru pos de referencia que desde 1990), gracias a la recursividad y la redescri pción, retrabajo y reorganización mental. Por eso, no
algún lugar y perspectiva pueden ser an ti téticos. Esta pertenencia no se formularía en todo tiene que ser ex peri men tado prev iamente. La in ferencia puede comprenderse como una emer-
gencia de experiencias mentales previas que han sido reelaboradas y retrabajadas hacia niveles de
l:omplejidad superiores. ef. infra.
65 Es verdad que es mucho más fácil aprender frases relacionadas conjuntivamen te (y) que

59 La teoría darwiniana de la descendencia permi te pensar en taxones que no poseen varia-


blemente las características de los ancestros. e f. Needham ( 1975:353(Needham 1975).
, aquell as que lo están disjuntivamente (o, ni ). En el pri mer caso, la relación estaría moti vada, mien-
tras que en la segunda no (Lakoff 1987) A mi pa recer, la estructuración de la experiencia humana
60 No obstante, podríamos hablar de una cen tralidad difusa de criterios en torno a los cuales exp licaría en bllena parte esta diferencia: términos unidos conjuntivamente lo son por la propia
rondan, más o menos cerca, los distintos casos, imagen que nos recuerda mucho a la de atrac/O/; experiencia vita l de su relevancia en la sociali zac ión; es impos ible experimentar la infinita disyun-
como cri stali zación d inámica, con un grado relativo de coherencia y ex istencia en el tiem po. ción de términos y relac iones con otros términos y relaciones. La voz pasiva no es intuitiva, desde
61 De hecho, todos las fibras naturales se hilan así (el algodón, la lana, el lino, el esparto, etc.). un punto de vista de la acción.

56 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 57


princ ipales de la creatividad y la innovación 66 Implica un incremento en la conecti- No sólo estamos predispuestos a percibir-conocer lo que nos es fa miliar, de lo que
vidad de los siste mas neurales y la formación de sistemas de sistemas de redes ya tenemos ex periencia, sino que representamos significado nuevo comparándolo y
(Minsky 1985). En térm inos evolucionari os, form aría parte del proceso de sap ienti - contrastándolo con lo ya conocido. En su ex periencia cotidiana, los agentes elaboran
zación humana67 . interpretaciones más o menos coherentes con sus representaciones y ex periencias de l
mundo en que viven (S hweder y LeVine 1984). Parecería que se construyera una espe-
Como dijo James Fernández (1991), recordando a Vico, no siempre necesitamos
cie de l1/ellriz más o menos dinámica, convertida en familiar por la repetición a la ex po·
herramientas especialmente diseñadas; utili zamos los recursos que tenemos a mano
sición y la práctica interactiva (u n atraelor) , y, por tan to, a partir de un patrón nemo-
y que hemos aprendido en su valor operativo para nuestro entorno sociocultura168 ,
lógico relativamente consolidado por experiencias ac umulativas7o , a la que es posible
La crosmodalidad no es un proceso inmediato sino que depende de ciertas res- incorporar otras nuevas, pero no mediante una simple comparación sino por medi o de
tricciones (B ustos 2004 : 173). Los modelos culturales, por ejemplo, pueden propiciar una compleja serie de transformaciones (B loch 199 1: 190). Estos modelos serían pro-
determinados tipos de crosmodalidad y metáfora frente a otros, de acuerdo con expe- visionales (Johnson-Laird 1983), como hipótesis teórico-prácticas flex ibles, capaces
riencias sensorioperceptuales culturalmente imbuidas, significados institucionales de integrar nuevas situaciones y casos (' instances'). No son entradas de diccionario
(B run er 1996) y relaciones ecológico-ideográficas de la sociedad de que se trate. El sino más bien pequeñas redes de comprensiones (' understandings') y guías típicas
uso selecti vo de una metáfora dependería de su 'aptitud para la tarea conceptual' que concern ientes al mundo (Bloch 199 1: 185).
tenemos entre manos (Quinn 199 1) además de factores situacionales y contextuales
Un patrón complejo es más fác ilmente abordable si se div ide en unidades más
(A lverson 199 1). Diferencias cogniti vas pueden depender de la interpretación del pequeñas vinculadas de alguna manera con ex periencias fa miliares. De alguna mane-
tipo de problema a resolver y de los valores en relación a los métodos adecuados para ra tiene que ver con la noción de chunking o troceamiento del significado en pedazos,
su resolución, así como e l comportamiento apropiado en contextos específicos trozos ('c hunks') (Schank y Abelson 1977). Gentner y Stevens ( 1983) han mostrado
(Rogoff y Morelli 1989)69 las vari ables interpretaciones que del mu ndo físico hacen los individuos cuando inten-
tan descifrar y explicar cómo funcionan las cosas y cómo descomponen generalmente
dilemas y problemas para, por asociación, vincularlos a procesos conocidos y famili a-
66 Creatividad , in geni o, generalividad , imag inación, es cucslión, a menudo. de combinar vie- res y, así, entender lo complejo a partir de lo simple.
jos materi ales, dOlándoles de nuevos signifi cados en nuevos o ant iguos contextos.
Es tos troceamientos se vinculan tanto a la memoria a largo plazo como a corto
61 Estadi os evo lucionarios pueden comprenderse como momentos tan to de espec ializac ión
func ional de determinadas estructu ras neurales tanto como de aperturas que ofrece la crosmodali - plazo?] . Puede ejercerse sobre palab ras, dígitos, posiciones de ajedrez, caras, situa-
dad para la inovación y la creación. C iertos resultado evolu tivos en la Humanidad dependen de la ciones, ap rendi zajes. Un patrón de ehunks defi ne un sistema estructurado y coorde-
reorgani zac ión local e histórica de capacidades, en donde la cultura está simbiótica mente implica- nado, por lo que no necesari amente perdemos la dimensión global del signifi cado a
da con la biología en la direcc ión que apuntan las destrezas para el conoc imiento y la acción. Por elaborar ni del significado ya elaborado y convertido en conocido, familiar. En reali-
ejemp lo, Stephen Mithen (M ithen 1996) ha argu mentado qu e sólo cuando ciertas capac idades evo-
dad, esta operatori a consiste en la construcción de estructuras más complejas, de tro-
lucionadas han sido exaptadas (Gou ld y Lewontin 1979), aprovechadas para otros dominios, ta l
como pod ría oc urri r con eltécnicoinstrumental, observamos la ráp ida emergencia de nuevas y más zos ligados a otros mediante relaciones di námicas. Esta capacidad sintética ta mbién
desarroll adas habilid ades cognitivas. Véase más adelante las posi bl es implicac iones evo lutivas del tiene que ver con las amalgamas conceptuales o conceptual blending (Cf. Fauconnier
concept/lal blelldillg. También hay que contar con las d imensio nes nemobiológicas de estos cam- y Turner 2002).
bios que consisten, princ ipalmente en la inh ibición/expres ión de ciertos genes involucrados en la
conectividad neuro nal.
68 En el caso de la cu lt ura material occ idental, la multipli cid ad de objetos de cada cl ase que
manej amos o poseemos, exige un orden taxonó mi co objetualmente diferenciado para su o rdena- el efecto McC/lrk (McGu rk 1976). Y si no, por qué nos ponen una pantalla g igante cuando no
ción y recuperación: los platos con los platos, cubi ertos con los cubiertos, por ejem pl o. Pero cuan- llega mos a ver, por di stanc ia o imped imente físico, la fi gura de un co nferenciante o un músico en
do se trata de e lementos escasos o úni cos, el criteri o cl asificatorio más conveni en te puede ser el de d escenario? Quede cl aro que no estamos atribuyendo a una sola causa o proceso este ti po de con-
la conti güi dad propic iada por el uso q ue de ell os hacemos: plato y cubi ertos va n j untos e n la fl uencias y conjunciones pues ya sabemos que a efectos parecidos pueden corresponder causas
moc hila cuando vamos de excursión. Cf. Super, 1991 :246. Podemos incl uso hablar de una hi sto- diferentes y viceversa, dentro de un en foque no lineal de las causa lidades (Cf. Capítulo 1.2).
ria de desarrollo , una ontogenia de los contex tos de uso de artefactos, objetos, re laciones ... as í 70 Como ocurre en las redes booleal/as, en donde nuevas entradas de informaci6n redefi ncn
co mo de l ret rabajo cu ltural de estos contextos. La Illuseística es un buen ejem plo de e ll o: de la vida di námicamente la red por med io de un efecto acumulativo de novedades.
de uso cotidiano o ri tual , a la vitri na para ilu stración de escolares y visitantes, en un co ntexto de 71 Miller ( 1956) sostuvo que la memori a a corto plazo sólo pod ía operar al mi smo tiempo con
pat rimonia li zac i6n de la hi storia y producción cultural de los otros. entre 5 y 9 trozos ('chunks') de informacio n, entend idos estos co mo uni dades de signi ficado. Estc
69 Dos procesos que se experimentan juntos, a menudo comparten patrones neuronales COIllU- concepto y la capacidad limitada de la me moria a corto plazo ha sido considerado como un cl e-
nes o que por lo menos se disparan al mi smo tiempo -{) una a la otra-o Los miopes, por ejemplo, mcnto básico en las teorías de la memoria. También ha sido re ferido a la hora de ex plicar la coin -
oyen mejor con las gafas puestas, ven la cara del hablante (Kuhl y Mehzoff 1984) o sus labios en cidencia croscul tural en el número máx imo de nive les cl asificatorios con los que puede operarse al
movimi ento (y no porque sean expertos en la lectura de labios!), en lo que se ha dado en llam ar ... Illisrno tiempo.

58 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 59


Esta operación cognitiva consiste en la integración de la estructura informacio- Sobre lo segundo, que la inferencia es una capacidad para producir nuevo cono-
nal (y de significado) procedente de diversos ámbitos conceptua les, además de una cim iento a partir de otro más o menos consolidado. La inferencia, como capacidad
estructlll'a propia de posibilidades que emerge y que no estaba en ninguna de las mental abstracta que preve determinadas relaciones lógicas entre los obj etos, las
fuentes anteriores. No se trata de una complejidad conceptual composicional como acciones, las personas, las relaciones, se elicita a part ir de ciertas experiencias pre-
suma articulada de sus partes. De lo que se trata es de que se abre un espacio mental vias que la posibi litan, porque ya ha producido determinados efectos conceptuales
donde no sólo pueden re-n·abajarse significados, emociones, ideas, etc., sino produ- (patrones, modelos), que, de alguna forma, han cri stali zado como afractores en una
cirse efectos y resultados novedosos como emergencias que serían luego utili zadas a mente con capacidad de estructuración dinámica y una conectividad increíbles.
su vez para sucesivas integraciones conceptuales cuyas estructuras conceptual es pue- Estas capacidades de conocimiento elici tadas experiencialmente, su dinámica
den ser cada vez más abs tractas y comprimidas ('bootstrapping')72 Puede encon- cslructurante y estructuradora, se convertirán en precursoras para otro tipo de opera-
trarse en los procesos de categori zación, razonamiento e in ferencia , creati vidad, ima- <..: iones mentales l/O directamellle basadas en la experiencia. Una vez constituida esta
ginac ión, expresión lingüística, etc. 73 relación mutuamente ecoorientada entre el agente epistémico experiencial, su propia
Mantener una fundamentación ex peri encial del conoc imiento no implica un operatoria mental inscrita neurológicamente y su compleja relación con el mundo
constructivismo sociocultural si n límites ni afirmar que todo haya de ser experimen- fenoménico, los procesos de conocimiento pueden independizarse relati vamente de
tado para poder operar mental mente. IIquellas experiencias previas que les dieron lugar. Nuestras capacidades inferencia-
les hacen que no tengamos que ex perimentar todo (lo nuevo y de nuevo) una vez for-
Sobre lo primero, diremos que no estar de acuerdo con aproximaciones innati s-
mateados y estructuradas ciertas experiencias.
tas, equiparado lo innato erróneamente a lo genético, no significa ser ignorante de
cierta especificidad cognitiva a partir de senderos evolutivos y de desarrollo. Puede La idea de emergencia consiste precisamente en eso: en la no causalidad directa
ser que sea más/áGil cl asifi car y aprender unas cosas que otra s, que distintas catego- ni la posibi lidad de local izar siempre el decu rso histórico hacia atrás (' hi ndsight') . Las
rías impliquen circuitos nelll'ológicos es pecífi cos a la hora de su aprend izaje (Cf. nuevas emergencias, como resultado de dinám icas internas de las experiencias de sis-
As hby y Maddox 2005), pero por razones harto más complejas que una supuesta lemas ecoorientados, pueden cobrar autonomía en relación a éstas, constitu yendo una
codificación en los genes, como defi enden las orientaciones neodarwi nistas de la nueva complejidad interna dentro del propio sistema a base de nuevos micro-órdenes
cognición. Estamos de ac uerdo con Maurice Bloch (199 1) cuando afirma que los Ilitemos, microsistemas con sus microentornos dentro del propio sistema con una
an tropólogos han exagerado la variación cultural, y que de lo que se trata es de saber di námica y autoorganización propias: no hace fa lta que el proceso comjence de nuevo.
cómo se produce conocimiento cultural específi co a partir de predisposiciones Ul1i- bviamente esta secuencia es lógica, pudiendo ser simultánea en procesos de hecho.
versales. En ese aspecto Tim Ingold (2004) ha señalado la importancia de que la Reglas de inferencia pueden ser temporales, resultado de recomposiciones 7S
Antropología Social preste más atención a la investigación neurosocial, no sólo en el ( 'Iinkering') de otras anteri ores, precondiciones de otras subsiguientes - como se
sentido de una mente neurosocial sino en relación a la socialidad y la cogn ición decía para la integración conceptual- pudiendo hasta desaparecer cuando éstas emer-
social humanas 74 . g n (Holl and 1986).
Además, estas capacidades inferenciales dependen también de un régimen deter-
IJli nado de construcción de la verdad, tal como Foucault destacó (Foucault 1978) y
72 Literalmente: promocionar o desarro ll ar algo por inicilativa y esfuerzo propio con poca o IllItchins ex ploró etnográfica mente (Hutchins 1980) cuando analizó los modos de
ninguna as istencia. ' lIcionalización en las tran sacciones e intercambios entre los Trobri and.
73 Se piensa qu e esta capac idad podría haber te nido consecuencias decisivas en la evolución
cu ltural de 1101110 sapiells sapiells, con un intervalo desde que aparece individualmente, se consoli- El proceso de comprensión inferencial es 11.0 demostrativo: se puede confirmar,
de grupa lmente mediante su expres ión pública y se difunda en un a población. Esta idea tiene con- p '''o no probar. La inferencia no demostrat iva debe ser contemplada no como pro-
secuencias fundamentales para aquellos que estudiamos los procesos de objetivación de las pro- posicionalmente válida o inválida, sino como más O menos plall.sible 76 como una
ducciones humanas. El ejemplo que hemos puesto alguna vez ha sido el del lenguaje como
lorllla adec uada de trabajo interpretativo sujeto a ciertas constricciones ('su itable
tecnología objetivada que requiere unos prerrequi siloS sociocogni tivos pero que, recu rsivamente,
red imensionali za nuestras capac idades socio mentales de manera geométrica, produciendo una
bifurcación, sin relorno. Lo mi smo podría decirse de la narratividad y la escri tura, procesos con
efectos recursivos sobre el conocimiento (Olson 1996; 5111a1l 1997; Goody 1989 y también la con-
ciencia (On g 1982). 75 Como dicen Leda Cosmides y B. Tooby (2000) en su propio lenguaj e cogni tiv ista, los pro-
74 Por ejemplo, en el caso de marcadores somát icos de la interacción y la experiencia W "II/US de desarrollo evolucionados pueden estab lecer nuevos lími tes y patrones de conex ión y
(Damasio 1991), o de las citadas neuron as espejo o inclu so aquellas especializadas en la detección dIsociación durante el curso de vid a, resultando en que las redes inFerenciales son siempre COI11-
de la mirada o la configuración facial (Perret, Roll s y Caan 1982; Maunsell 1987) y otros circuitos pI ~n ~ , pudiendo introducrise todo un conjunto de variaciones abiertas durante la ontogeni a.
neuronales implicados en la memoria episódica, biográfica, en destrezas sociales, etc. 76 Harnish t 979, t 992, t 993, cil. en Sperber y Witson t 986:69 y 70.

60 ETN tC tDAD, tDENTIDAD y MtGRAClONES EPISTEMOLOGfA DE LO SOCIOCULTURAL 61


constrained guesswork ') (Sperber y Wilson 1986):69 77 para una comunidad episté- Ulla mente en blanco, de tábula rasa (Pinker y Bloom 2002), puesto que traemos las
mica que comparte determinad os conoci mientos rel evantes, pertinentes para la posibilidades neurobiológicas y perceptosensoriales desarro ll ados a lo largo de la
misma que lo va lida semánticamente porque representa un estado de cosas de un 'vo lución humana, pero és tos no se elicitan ni activan si no es local yexperiencial-
mundo actual (ib id .:72). El proceso inferencial es probabilísti co en cuanto a la rela- IIlcllte (subjeti vamente), gracias a un entorno que los estimula y amplifica, propor-
ción que formula. 'iollando los marcos y formatos que posibilitan su existencia79 .
La rapidez y agilidad de los niños para la aplicación de patrones de conocimien-
to a un mismo dominio o a otros y a nuevas experi encias mediante la inferencia han
permitido a algunos defender disposiciones cognitivas innatas, módulos indepen-
dientes de la ex periencia. 3,4. Conocimiento práctico
Un ejemplo clásico es el de fob ias a ciertos animales. En un clásico experimento
No es nada fácil anali zar las prácticas humanas. Ya en en 1991 (Ramírez Goicoe-
ciertos monos mostraron terror a la visuali zación de serpientes en una pantalla, lo que
'!lea 1991 ) me encontré con este dilema, optando, necesariamente, por un discurso
no sucedió cuando vieron flores amarill as, siendo que no han tenido ex peri encia pre-
di' /0 complejidad, que de alguna manera respetara y reflejara discursivamente, -con
via con ninguno de los dos (Mineka 1987). Las llamadas de alerta de los monos ver-
lodos las dificu ltades de una tallraducción entre dominios- las categorías de la prác-
des que estudi aron D. Cheney y J. Seyfarth (1990), indicaban una clara di stinción
Ilen a partir de las categoría s de análi sis y viceversa.
semántica para la percepción directa de este tipo de reptiles frente a felinos o rapaces.
Es cierto que en muchas culturas, las serpientes están asociadas, como anomalía, con Angel Díaz de Rad a y Francisco Cruces ( 1994) también han ex puesto las difi-
cieltos poderes y seres mitológicos 78 Pero de ahí a hablar de la uni versalidad de su ~ ultllCles de este propósito. En primer lugar, ex iste una irreducti bilidad conceptual
temor por una predisposición innata, va mucha diferencia. I1 llirna para dar cuenta de la experi encia social, porque los términos nati vos "trans-
La categorización general -esquematizacióJI- sobre clases artificiales y natura- portan una ex perien cia encapsulada", "se oyen muchas 'voces' e interac túan muchas
les, y en éstas entre intencionales y no, hecha a partir de la experiencia de la fami- '16gieas"'. La práctica social es un 'complejo multimedia' (Tambiah 1985), a veces
1111 hecho social /Oral, en el sentido de Marcel Mauss, una experiencia integrada e
liarid ad con objetos, agentes, texlUras, form as y apariencias que CQ-ocurren con
determinados movimientos (Gellman 1995) puede inferencialmente ser aplicada a hllllceliata, penetrado por "acciones e interpretaciones ele acciones que entremezclan
nuevos casos con los que no se haya tenido ex periencia previa. El tipo de seres con 1' 1 'lI1cntos de diferentes perspectivas, ni veles y parcelas de realidad" (Diaz De Rada

los que estos monos de laboratorio ti enen familiaridad y a los que atribu yen inten- y 'ruces 1994). Por mal que nos pese, sean cuales sean nuestras herramientas analí-
c ionalidad y capacidad kin ésica autónoma, no suele incluir seres reptantes. Tampoco Ilcns. "las prác ticas sociales no son reductibles a signos verbales" (Díaz de Rada
a lo mejor flores, pero éstas muestran rasgos perceptuales elaborados categorialmcn- ' 006:42. Por eso mismo, como sigue diciendo el autor, los habitus, "conjuntos de
te en re lación a clases naturales de un determinado tipo, con las que pueden estar disposiciones a la acción incorporados en los agentes en su vida práctica, como con-
fami li ari zadas, a los que no se les atribuye autonomía, intencionalidad y, por tanto, ' l'lIeuencia de su específica biografía social ... son bastante opacos" (ibid .; Cf.
posible peligrosidad o amenaza directa. Habría que ver qué ocurriría si dichas flores Y' lvington 1991).
comenzaran a tener ojos con los que mirar y lenguas como las serpi entes. Repasemos el concepto desde el propio Bourdieu (1972; 1980). Concepto ya cita-
En conclusión, no podríamos hablar aquí de conoci miento innato, sino de capa- 110 por Mauss en sus Técnicas del Cuerpo (Mauss, 197 1), no tiene esta dimensión cor-
cidades inferenciales a partir de esquemas conceptuales emergidos desde determina- IUlI'lllizada en Bourdieu , aunque refi ere a disposiciones y conoci miento práctico de
das experienci as posibles a partir de ciertas precondiciones evolucionadas, y cuya .,,11110 rcalizar tareas y que son el resultado del trabajo cultural de tipificación de gene-
ex istencia hi stóri ca no tiene por qué arrastrarse para las nuevas situ aciones, ni haber 111 'iones, suficientemente objetivado y validado por el grupo que as í los consolida, e
registro memorístico recuperante, aunque sean condición precursora de éstas. No hay 11 corporado por una cOlllull idad de practicantes. Está const itu ido por procedimientos
y lutinas familiares, que no se aprenden form almente mediante instrucción, sino en el
,'OIl1cx to de las propiedades estructurantes de las prácticas cotidianas, en contextos
77 Por ejemplo, sabemos que es más fáci l razonar bajo la forma lIIodus pollells, es decir. infe-
rir a a partir del antecedente que hacerlo bajo la forma modus tollells, es decir, a partir del conse-
cuente. El primero res ponde al ámbito de la ex periencia; el segundo es, de alguna manera, con- 7'J Las indudables y tempranas capac idades de inferencia de los niños, no exigirían siempre
traintuitivo. ti"l' estos ex perimen tara n direc/(llllellfe la acc ión en términos de sujeto agente. A sí se co mprende
78 El ti po de traslación semejante a la de un fluido comparadas con otros seres, a menudo IJlIl\ ¡llclu~o ~liños a los que sus cuidadores no se dirigen directamente en forma hablada, pero que
ubica a estos animales en una clase panicular buella para pellsQ/; en el sentido que apuntaba ¡tlullpllll mdlrectamente en lUl mundo cOll1 unicaciona l interactivo acaban aprendiendo su lengua
C.Lév i-S lrallss (1969). t Ih:vn rthcn 1988).

62 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 63


interactivos durante la sociali zación y el trascurso de la vida 8o . Por medio de la repe- mientas rápidamente, y permiten reconocer patrones (patterns) comunes subyacen-
tic ió n y rutini zac ión, son progresivamente abstraídos de sus contextos contingentes de loS, la l como hace un ajedrecista un ex perto (Dreyfu s 1987); rellenan por defecto la
producción, convirtiéndose en patrones de acción y pensamiento carac teri zados por su I"fo rm ac ión ausente o imprecisa, y pueden hacer amalgamas s intéti cas de diferentes
evidencia y necesidad y, por lo tanto, inconscientes, pero bien fijados en la memori a. pH I rones, al modo del concep tual blend ing citado más arriba. Pero son difíciles de
Son generadores de acción pero también recursos para la reproducción de estructuras uprcncler y de cambiar, al contrario que las reglas decl arati vas, que parecen basadas
sociales e históricas colecti vas. Constituyen todo un cuerpo de saberes, lugares comu- '11 un procesamiento cerebral en serie. El esquema, el bosquejo, no se pierde cuando
nes, preceptos éticos, insertos en relaciones famili ares y cotidianas que las vehiculan, lipa rece lo lingüístico, sino que coexi ste con ello, de forma variada: la lengua 110
ex presan y ex panden. Una vez incorporados, son fáciles de ulilizat; aunq ue difíciles IIgota la experi encia ni el significado, pero las recoge bastante bien.
de describir, por ser éstos precisamente los paradi gmas sobre los que apoyamos nues- ¿Cómo es el aprendi zaje de estos esquemas? Siguiendo a Dan Sperber y Deirdre
tra propia refl ex ividad (Bourdieu 1972 :80,9 1, 175 Y ss; 180 Y SS)81 . Wilson ( 1986) así como a Mauri ce Bloch (1 991 ), parece q ue se forman por medio de
Podemos asociarlos a esq uemas prácti cocognoscentes; son el res ultado de pro- ti"" re ferencia retrospecti va a prototipos bastante vagos y provisionales q ue estab lecen
cesos de rutin ización, simplificación y formalización, una especie de gramáticas linnilias, formadas de forma ligera, suelta, de elementos específicos (Bloch 1991: 185).
ex periencia les de cosas que van j untas producto de acciones y conocimientos recu- 1" más o menos, la imprecisión, pero la sensación de que se conoce, de que se ha inco-
rrentes en el tiempo y en el es pac io. Sus bordes suelen estar sufi cientemente delimi- porado y etiquetado como más o menos cercano, próximo, cognitiva y afecti vamente,
tados sin necesidad de demasiada interpretación idiosincrática. 111" es pera de posibles nuevas confirmac iones, precisiones, es lo que caracteri za a estos
Los automatismos, scripts, esquemas y hábitos, que empleamos espontánea e ,'squemas prácti coconceptuales. No son entradas de di ccionario sino más bien peq ue-
inconscientemente en nuestra vida rutin ari a co tidiana constitu yen recursos para la I\os redes de comprensiones (understandin gs) y prácti cas típicas concerni entes al
acción, permiten liberar la acció n de la concienc ia refl ex iva (' awareness') y de la IlIu ndo. Los conceptos implican redes implícitas de sentidos que se forman a través de
memori a de trabajo, por medi o del conocimi ento implícito (kilo IV holV) y la memoria 111 experiencia de, y con la práctica en, el mundo ex tern o, que, en este caso, en un
no declarati va. Su relación con el lenguaje es compleja. No re fi eren a reglas abiertas Ill undo social, un mundo socialmente mediado. En parte porque la transmisión y el
y ex plíc itas. Es tos esq uemas pueden ser objeto de refl exividad discursiva en un IIprClldizaj e es inconsciente, no hay registro de su contingencia en la memoria, de su
momento dado, pero no se agotan en posibles referentes lingüísticos. Un esquema no t,:ltráctcr contingente y (relativamente) arbitrario.
es una palabra: en todo caso esta apunta direccionalmente a aquélla y puede activar-
la por su capacidad de significación.
Para Schank y Abelson ( 1977) los esq uemas son parte principal de cómo cons- 4. SINGULARES, NO ÚNICOS. SOCIALlDAD
truimos una estructura básica de conocimiento por la que nos movemos sin dificul-
tad por el mundo ordinario. Su noción es muy pragmática, aplicable a situaciones y CATEGORIZACiÓN SOCIAL EN ANIMALES
muy concretas. Llaman a estos esquemas scripts; se lrata de recetas, de saber qué NO HUMANOS
hacer en un momento dado. Se refi eren a secuencias muy estereotipadas y predeter-
minadas de acciones, que definen un a situación conocida y repeti da, poco aplicable
para siluaciones nuevas. Son aprendidos por medio de su recurrencia y nuestra capa- 4.1. Animales: buenos para pensar
cidad de abstracción, incorporad as y reforzadas por el hábito. Son artefactos sociales
altamente predi ctibles, automatismos que recogen buena parte de lo que considera- ¿Por qué fij arnos en los animales no humanos?82
mos el mundo de nuestra realidad psicológica. Form an parte inextricable de lo que
nos hace ser reconocidos como miembros de una comunidad de prácticas culturales.
Es tos esquemas relacionan sus elementos por contig üi dad y, según el modelo 112 Una de las primeras razones por las que me ha interesado investi gar la cognición animal y

conexionista, su rapidez e inmediatez inducen a pensar que son procesados en para- I'I IISrelac iones con el comportami ento de estos no humanos, fue abrir horizontes a las Ciencias
Sociales y su antropocelltrismo . La idea principal fue la de conocer la construcción de la alteridad
lelo (S trauss y Quinn 1994). Por medi o de las mismas pueden asociarse aconteci- lII! di stintas especies y bajo diferentes situ aciones. A partir de ahí aparecieron otros tantos temas de
hucrés, sobre todo en relac ión a los primates no humanos: la socialidad y com unicación, la c ri an~
111. lu tecnología, las estrategias de subsistencia, las teorías de la mente, la relación con terceros, el
80 También mediante observación (Bl och 1991), im.it ación (Tomasello 1999) y descubinnien- l'oll rl icto y la cooperación, elc. (CLinfra). Parte de lo que aquí sigue fue presenatado en sendos con-
lo gui ado (D'A ndrade 1981). NI eSOs en 2004 (Sociality, cogllitioll afld experiellce. Phylogeny al/(I olltogeny 01 'Otherness'.
81 Se habl a de su 'ininterpretabilidad' (Fernandez 199 1), e 'inefabil idad', imposible de tradu- HAS" Conference, Viena) y 1998 (Bash: Sociality (1//(1 Othemess. Bllilding blocks jor a lIew
cir d iscursiva mente del todo (Diaz De Rada y Cruces 1994). I'(/ mdigm il/ the Social Sciences. XI Vth World Congress of Sociology, RC33. Montréa l).

64 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 65


Excepto en la filoso fía griega y algun as otras excepciones, prácticamente todas dlll rnos a nosotros convirtiendo el mundo animal en microentorno respecto del cual
las culturas, inclu ida la occidental en lo que a re fi ere a sus trad iciones religiosas. han l'(Hlstruir nuestra propia ident idad 86.
derivado la existencia de los hu manos a partir de dioses, di vinidades, dem iu rgos y
lngc Bretherton ( 1985), es pecialis ta en la in fancia, cree que algunas de las cues-
mediadores vari os, en relación con di stintas cosmologías (Sahli ns 1976).
Ihlllcs teóri cas y empíricas que se plantean en la etología animal tienen in terés para el
La lIIodemidad intelectual desde la que pensamos nuestras relaciones con los \',,"oc imiento humano. Robert Hinde ( 1987), experto en primatología y etología, tam-
otros seres vivientes 83 ubicó a los humanos en la línea filogenética de los seres vivos, hl 11 lo cree y son innumerables sus cont ri buciones al respecto. Nadie más represen-
gobernados por las mi smas leyes naturales. Charl es Darwin acabó de fo rm ali zar esta 11I 1; vo que [renaus Eibl-Eibesfe ldt ( 1975; 1993), cuyos trabajos, a pesar de las críticas
desacralizació n de la humanidad, frente a una Iglesia resentida en su búsqueda de tksdc la An tropología, son de gran interés para cualquier científico social, tan to por
contraargumentos. Anteriormente, la sistemática de Lin neo también propició la ubi- ,a' cllloque como por sus trabajos de campo.
cació n hu ma na dent ro de categorías más incl usivas que com parti ríamos prog resiva-
na Etología hllmana es posible, siempre que sea interdisc iplinar (Cranach,
mente con otros mamíferos84 .
It" ppa, Lape nies y Ploog 1979), reconozca la decisiva importan cia de lo sociocultu -
Aunque las especies actuales no son nuestros ancestros, ex iste cierta legitimidad 1111, ICll ga a los estudios etnográficos como re ferente necesario, y, por supuesto, no
epistemológica y política para estab lecer comparaciones entre un os y otros tanto ~\'H bchavio rista87 ni neodarwin ista. No se trata de humanizar a los animales ni de
desde la Etología, la Psicología Comparada85 y los estudi os evolutivos. Uti lizar los 1/,,¡I/If1liza r a los humanos como proyecto éti co- político y estéti c0 88 , aunque sí de
estudios de primates para inferir hipótesis sobre los humanos se basa en las coi nciden-
cias morfológicas de homo con o tras especies de primates y, también, de coinci-
de nc ias conduc tuales, cogniti vas y sociales. Además, c laro está, del interés de estu-
111, Recomendamos, entre otros, Gallup ( 1983), Griffin ( 1992), Ristau (199 1), Colmenares
11'/'16). Lec ( 1996), Sm ulS (1986), Pre mack y Woodruff( 1978) ; De Waal ( 1982), Chency y Seyfarth
( 1'/'/0) , Gomez (1998), etc.
83 Las relaciones entre humanos y animales (así clasifi cados como categorías Ilatl/rales. CL 11 1 Es decir, que no conciba a los animales como agentes pasivos autómatas que responden
(At ran 1990) han sido y son enormeme nte complej as y dive.rsas desd~ el pUl~ tO de vist.a histórico .y 111t'1' ~ "i c alllente a estímul os, sin considera r los estados internos dcl animal y sus con tex tos habi ·
etnográfico y atañen a dimensiones econó micas y producllvas, c1aslficatonas, emoc ionales, reli- lIIulcs dc.: ex istencia (que no SOI1 las de l laboratori o, preci samente) que no son d irectamente obser·
giosas, rit uales, po líticas, jurídicas y moral es. C L In gold ( 1988), Haraway (1989) , EII.en (1996), \lul1lcs ni lestab les según los cánones pos itivista s establecidos para dicha práctica. Co mo dijo
Tamb iah ( 1969), Lev i-Strauss ( 1969), Se,-pe l1 ( 1986); Shcpard (1996, 1998). Véase tamb ,én COI'bey f IlIHOI'y Balcson (Bateson 1972) (" Problemas de la comuni cación en cetáceos y otros mamíferos")
(2005). Parece q ue este subámbito interdi sci pli nar ya tiene nombre: zooal/l/'Opología . IlIl'onducta animal no puede ex pli carse por el patró n estílllu lo·respuesta. Dona ld Gri ffin ( 1992)
84 Paradójica mentc, pocas culturas han ubicado lo humano tan lejano y desv in cul ado del Udl lUl y Oaw kins ( 1982), rec iente mentc fall ec ido, revolucio nó los estud ios de cognic ió n an im al,
cucrpo y dc lo 1/(I1ura/, e nte ndid o estos e n su ca tegori zación occi dc nta l como e nto rn os ex ternos. dl'Il IIUlrcando estos de sus pla ntea mientos behaviorislas inic iales, creando una importa nte escuela
Co mo dij o Latou r ( 1992), nunca pudimos dese mbarazarnos de lo 1/atural en nosot ros, nunca ¡JI\ p... icólogos co mparados y etó logos (Ri stau 1990, 1991 , 1996; Pepperberg 199 1; Savage·
fu imos de l todo modernos. El pensamiento eurocént rico ha di sti ngu ido a l se r humano como e l Itlll llhuugh 1994; etc.). Estamos de acuerdo con é l (Griffin 1992): 180 en que si es difíc il plVbar
único ca paz de racionalidad, inte ncionalid ad y ca pac idad age ncia!. Vend rel~los del mono,. pero 'IUt' lo ... anima les saben lo que están hac iendo, tambi én lo es al cOlll rario, es decir, probar que no se
parece irre lcva nte desdc nuest ra pres unc ión il im it ada en nucstra singu landad y exccpc lona- 11m cucnt a dc lo que les pasa. Soy consc iente de las im plicac iones ideológ icas y política dc csta
lidad. ullllllución en relació n a la defen sa de los derechos de los an imales cn nuest ra soc icdad posmoder·
8S De hecho, las capacidades cognit ivas, relacionales, comuni cat ivas de los animales, e~tá n 'j/ ~ lId(/ tan en boga recientemente en nucstro país. En cua lqu ier caso no puedo ade ntrarme en esta
más que suficientcmen te documentados, sorprendiéndonos cada día con dalos nuevos de i~ves llga. , 1I "\' II ~ i 6 n éti copolítica.
cioncs más preci sas y menos prejuiciadas. Nunca acaba uno de sorprcnderse de las marav ill as que 1111 Las relaciones entre humanos y animales (as í clasificados como categorías naturales. CL
nos depa ran cetáceos con sus mic rodialectos o las regañin a~ q~e apl ican a sus cría~ díscolas; ele· 111111 1990) han sido y son enormemente com plejas y diversas desde el punto dc vista hi stórico y
fantes que se organi za n matriarcahnente, compartcn la soc¡a!l zac¡ón de la progellle y recuerdan 1 1I1I1~ 1I11ico y atañen a dimen siones econó mi cas y produ cti vas, clasificatori as, emoc ionales, re li ·
dónde muri eron sus parientes; cefalópodos que se sonroj an cn el encueillro con bucead.ores con.los ~ 1t1 ~ 1I 'i , ri tuales, políticas, juríd icas y morales. Hemos dcsarrollado toda una imagi nería simbó lica
que están familiari zados; hormi gas que cultivan mi croorga nis mos en el reverso de c iertas hOJ~s ; ¡ lltnlUo a ciertos animales llIUroPOIIIOlfizados, lIllOS otros no tan OtIVS. Casi todos los niñ os tienen
páj aros que roba n azul etc para engalanar sus nidos y. convencer a pos ibles parejas. para reprodUCir· d l\ IH!'1l1ciíos un animal de peluche. Los cuentos y canciones infantil es están II cnos dc ellos, como
se; lobeznos que qucda n al cuidado de tíos o tías, mICntras sus pad res cazan; galllll as que se C?I~· 1 11 11I'i dibujos e hi storias de Richard Scarry, los d ibujos ani mados y todo la parafern ali a de la fa c·
porta n de for ma d iferente antc la audienc ia de otras ga lli nas; aves qu e se hace n las muertas, VICU· h ll (u Di sncy. ¿C uántos an imales de compañía son tratados co mo personas de compañ ía? ¿Cuántas
mas prop icias, c uando cuidan sus huevos y detectan que un posib le dcpredador les está n~ i r~ndo \, " 1''1 niños y mayores ensayan sus habi li dades cOllluni cati vas con perros, gatos, caba ll os, páj aros,
direc tamcnte; monos verdes cuyos gritos ti enen contenido semántico, di stingui endo entre dl stllltos hll lll'Hc.:rs y hasta vacas? Hasta se ha llegado incluso a juzgar a algunos por su comportamiento anti ·
tipos dc fuentes dc peli gro; zebras que reconocen las particulares rayas de las caras de sus madres; ,nt 111 1 (sic!). No serán pocos los mayores de ori gen rural q ue se acucrdcn de un a cárce l para ani ·
chimpancés y clcfantas que intentan quitarsc pintura en la frente cuando se contcmpla~l en un espe· mu!l''i, por haber entrado en el prado de otro, por haberse cscapado y dañado una cosecha. etc. Ya
jo, idcnt ificando la imagen consigo mi smo o que mani pul an un teclado para co mulllcarse con su I lIlll S, X VIII francés un cerdo fu c vestido y ll evado ante un jurado para ser enjuic iado por su Illal
ent renadora mediante símbolos. 111I11¡l11l·I:llllicnto.

66 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 67


mirarnos, irremediablemente, en un espejo, sabiendo que, lo que vemos, es una ima- e incluso entre es pecies de la misma famili a, según de qué capacidades se trate, mos-
gen que nos producirá ciertos efectos89 Ifll ndo que las relaciones ecológicas también son de importancia a la hora de concen-
La Epistemología Evolucionista90 afirma que todo organismo tiene alguna rela- Intrse y desarrollar unas habilidades frenle otras. Por ejemplo, las palomas se mues-
ción cognoscente con su entorn o y consigo mismo, aunque sólo sea en términos de Iran mucho más expertas que los gatos a la hora de reconocer un elemento extraño de
ocupación de un lugar en el espacio y unas relaciones autorganizativas y au torefe- ,,"a serie, según pruebas encefalográficas. F. Jacob ( 1977) refiere al contraste de la
renciales, que incluyen ciertas estrategias de sosteni bilidad, que, por supuesto, no tie- 'ompleja agregación de los insectos mal llamados soóales en comparación con la
nen por qué ser retrabajadas por la conciencia (Ramírez Goicoechea 2006). 'xislencia solitaria de otros mucho más evolucionados. No cabe duda de que el juego
La psicología animal y la ecología behaviorista ponen siempre el ejemplo de los '1Ilre distintas opottunidades locales determina históricamente la dirección y el cami -
insectos sociales como alegato a que los hu manos y sus sociedades no son más que 110 evolutivo (Bronfenbrenner 1979).Los loros grises muestran extrao rdinari as capaci-
un ejemplo más de lo que encontramos repartido por el mundo animal (incluso vege- (iudes discriminatorias también (Pep perberg 199 1). Los cefalópodos parecen seres
tal). Si n menospreciar las capacidades de las abejas, por lOmar un ejemplo, las cua- mucho más inteligentes de lo que creíamos. Se han reportado pulpos que esperan al
les indican mediante coreografías vari as la di stancia a diferentes clases de flores de huzo con el que lienen una hi storia de contactos y que, sin hu ir de él, cambian de color
interés para el conjunto, que calculan éstas mediante la angulación de los rayos sola- 'ualldo éste les toca. O aq uellos otros calamares que acuden a la presencia de los
res en relación a la colmena, que son seres bioindicadores de alteraciones en el entor- huzos con los que están ya fam iliarizados, que parecen observarles bien de cerca y
no, que por medio del aleteo sincroni zado son capaces de refrigerar la colmena cuan- IUcades en sus múltiples pasadas alrededor de los mismos o incluso que les roban
do adquiere una determinada temperatura, que contribu yen a frecer una imagen 'osas del bolsillo con sus tentáculos. Cooperación para cazar es algo común en
global en movimiento para disuadir a posibles visitantes, etc., a pesar de todas estas muchos mamíferos, pero también en algunas clases de calamares (Humble squids) ,
maravi llas y muchas más que no indico, hay algo fundamental que diferencia esta como aquellos que se organizan en grupo para controlar los bancos de krill .
aparente cooperación que los sociobiólogos mencionarían como interesada.
Si bien la asociación es prerrequisito de lo social y cultural humano, las relaciones
sociales del ser humano están basadas en el mundo simbólico de las convenciones, nor- ". los mi smos. Cuando se quieren comparar habilidades cognitivas entre animales, se nos presentan
mas, reglas y valores. Esa es la diferencia entre la socialidad entendida por la socio- IIIIpor1antes cuestiones metodológicas y ex perimentales (Ristau 1996). Los experimentos en prima-
biología y la socioecología, cuyo modelo es el de la ento mología y las interacciones lologra muestran la gran variabilidad indi vidual en tre unos individuos y otros: para que uno desta-
entre los individuos. Sociedad, para los seres hu manos -y posiblemente en forma más quc. hay muchos otros que han sido desechados por los investigadores. Se trala en general de indi-
rudimentaria para algunos mamíferos- refi ere a relaciones, vín culos que se caracteri - viduos cri ados en caut ividad y muchos de ellos en ambientes humanos. Muchos de ellos son casos
1\lllcos, en el sentido de que hay ulla selección I/atural en el trabajo: se escogen aquellos que mejo~
zan por su permanencia, convencionalidad e inst itucionalización (Ingold 1989). r 's resultados dan a la hora de desenvolverse en las pmcbas; y los que se muest'fan listos en COIllU-
nl 'm:ión también lo suelen hacer en otras tareas mentales. ¿Hasta qué punto estos animales ll1ues-
11111 1 de lo que son capaces bajo ciertas condiciones, en contextos ampliados (' upgraded', Cf.
I'I Clllack 1980) que no son los suyos propios en libertad? ¿Se trata de rasgos que podríamos decir
4.2. Capacidades y destrezas "UII pmpios de la especie o que sólo aparecen cuando existe sobrest imulación y entrenamiento?
Pmquc en la mayoría de los casos se trata de an imales sabihondos, únicos. intensamente entrenados,
Las capacidades sociocognitivas de los animales no están homogéneamente dis- IIcostu mbrados a saber lo que se espera de ellos, buenos conocedores de los contextos de investiga-
d6n, fa miliari zados con los tests, los experimentadores, los objetos y las situ aciones. Con lo que nos
tribuidas en el mundo animal 91 . Se encuentran diferencias muy notables entre fa milias
rllcontramos en realidad es con an imales que se han hi per-desarrollado después de haber evolucio-
!~l1do como especie que ti enen la habilidad de actu ar sobre una percepc ión del mundo que no es el
lIuyo habitual pero como si lo fuera (M enzel, Savage-Rumbaugh y Lawson 1985). En los experi-
89 Es ciel10 que, como venimos diciendo, toda constmcción de la idcntidad, y la de la humani- 111 'lI tos, los chimpancés generalmente confrontan realidades más allá de sí mismos y de sus iguales.
dad es una de ellas, se reali za a partir de la construcción incorporada de una alteridad, en este caso, SOtl lIlundos pOSibles que estos animales pueden manejar, mundos que son los de hecho para sus
la animalidad. Sin embargo, la reflexividad no ha de llevamos al nihilismo: reconocer que todo cono- (\ /It r'onadores (Loc k y Symes 1996). Exi ste una gran diferencia cntre potencialidad y aCl/lalidad: de
cimiento está situado, mediado, motivado, no invalida los esfuerzos, sino que reafi rma la honestidad lu que algún caso puede ofrecer, bajo contextos y estímulos adecuados, y de lo que muestra la espe-
intelectual y el compromiso a estar abi erto a otras miradas. Véase nota 83 de página 66. 'le On condiciones naturales. A menudo el laboratorio excluye muchas de las dimensiones de moli-
90 La Epistemología Evolutiva (EE) intenta construir un marco científico capaz de explicar VI! 'iÓn y percepc ión que aparecen en lo natural y viceversa. Como decíamos más an·iba, tambi én se
cualquier fenómeno O proceso que exhiba propiedades evolutivas, entre ellos el conocimiento, las plu/lI ean las condiciones ambientales en que viven al tener el alimento, la seguridad y la supervi-
relac iones ecológicas, etc., desde una teoría dinámica de sistemas. Véan se Campbell (1974), vc m:ia resueltos y, así, poder dedicarse a otras tareas más sociales o in telectuales. Como quiera que
WuketilS ( 1984), Callebaut y Stot ( 1998): Gonthi er (2005 a y b). IIt'l! , y considerando todos estos reparos, los animales no humanos merecen mucho más respeto inte-
91 Tampoco entre individuos. Caroline Ri stau ( 1996) apunta las dificultades metodológicas en el le 'tunl por sus capacidades de lo que muchas veces esta mos di spuestos a reconocer, como buena
estudi o de individuos tan diferentes y lo que podemos eXlraporlar, a nivel de su especie, a partir de ... t~l¡ pcc ie antropocéntri ca.

68 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 69


Son los mamíferos los que ex hiben ca pacidades más complejas en ge neral, tam- Los sistemas comunicacionales son complejos y muy diversos (Krebs 1984;
bién e n re lación co n el inc reme nto de su ratio de e ncefali zació n92 y la complejidad, Ma d e r, Karakash ian y Gyger 1990; Hauser 1996). Los estudios sobre comunicación
e n general, de su vida social, como e n e l ca~o de los primates 93 (A ie llo y D unbar II l1imal aportan datos fasci nantes. Las abejas es pecifican el luga r de las n a res en rela-
1993). Los cetáceos so n a nim ales tremendamente inteligentes desde el punto de vIsta ci 11 a la incl inación de los rayos solares respecto de la colmena mediante el bati r de
social (Herma n 1980, 1986). S i a ntes e ran partic ularme nte difíciles de investiga r, II ll1s y una especie de danza. El mapeo de lugares de aprovisionamiento está muy
ahora se sabe mu cho más de ellos. Se ha observado que en cierta especie de delfín la \'x te ndid o como destreza cogni ti va e ntre diversos an imales (Lewont in 1983), inclu-
madre ha castigado a la cría a descender a las profundidades al haberse acercado 'lIdo las abejas. Una misma especie de pájaros cantores puede mostrar variaciones
demasiado a las he lices de un barco, poniéndose e n peligro. Después de un rato, lo 'ales, de modo que hasta puede saberse en qué parte de la bahía de San Francisco
median te el contacto fís ico de sus aletas, ha reconfo rtado a la cría, dejándo la subir de /'1 ' cncuentra uno según lo que oiga. Si no aprenden a cantar correctamente durante un
nuevo a la superfi cie. También reconocen la imagen de sus cuidadores por una pan- Int rvalo preciso del desarrollo, una ventana cognitiva (Gouli eb 197 1), serán incapa-
talla, Tanto ballenas C0 l110 delfi nes cazan cooperativa me nte. Las elefantas, organiza- V'S de comu ni carse co n pos ibles compañ eras y, por tanto, reproduc irse. Difere ntes
das matriarcal mente, comparte entre madre, tías, herman as, sobrinas, primas mayo- f(IIIPOS de ballenas y delfines se reco nocen por el mi smo dialecto ('s ig nature whistl e')
re s, la sociali zación de la progenie (Moss y Poole 1983); e mi ten voca li zaciones I1 'lite a otros de la misma espec ie. C iertas llamadas y gritos entre monos y prim ates
específicas para cada manada, reconociendo variaciones en los patrones de éstas; ti e- pUl'cccn contener in formación semántica sobre peligro, statu s, jerarquía, vínculo de
nen una sensibi lidad especial en la plant a de los pies para detectar el movimiento y Il"I'e nt esco (Cheney y Seyfarth 1990); también amenaza y petición de ayuda
el ruido , señales nerviosas que son elaboradas en el cerebro. También recuerd an «(1ouzoles, Gouzoles y Marler 1984). Dife rentes grados de illfellciollalidad com uni -
dónde murieron sus pari entes y se comportan de manera sorprendente con los huesos 1'lIl iva - oslensión- pueden marcar alguna de las diferencias evoluti vas entre animales
y restos de los mismos - 11 0 de otros-, como si no quisieran abandonar el lugar; reco- lIil primates, primates no humanos y humanos (Go mez 1998). Pájaros y ma míferos se
nocen los huesos y reali zan extraños movimientos en torno a ciertas partes de los l'II I'lIclcrizan por el imprinling, siguiendo lo primero que ven moverse y mostrando
mi smos durante un tiempo. kr llsibilidad a los estímulos externos de otros anim ales capaces de mov imie nto autó-
11111110. El efecto audiencia se ha demostrado para varias especies, por ejemplo, pri-
En algunos aspectos, son los primates no humanos los que parecen mostrarse
más sabios, siendo también cierto que han sido los más investigados por su accesibi- IIlUl es y gall inas, quienes se comportan de distinta manera según si están en presencia
lidad en laboratorio, e incluso especialmente seleccionados po r sus capacidades 94 11 110 de otros de su especie (Griffin 1992; Marler, Tenace, Dufty y Pickert 1986).

El aprendizaj e se da principalmente mediante la observación social, gracias en


11111 te a c irc uitos específicos de neuronas espejo(lacoboni , Woods, Brass, Bekkering,
92 Como relación entre el vol umen cerebral y el vo lumen del cuerpo. CL Foley (1996). MII""iotta y Ri zzolatti 1999; Ri zzolatti y C raighero 2004). Las capacidades imitati-
93 Mantienen que la in teligencia evolucionó en los primates para lidiar con la complejidad de VIIS de alg unos an imales han sido bien estudiad as en la etología y la cognició n ani-
la vida social. También que es posible que fuera exaltada para el lenguaje, un modo mucho más efi -
111111 (I-Ieyes 1993, 1996; Moore 1994). Contamos con sorprende ntes casos como
caz y rápido para comunicarse en un grupo con relaciones complejas que por medio del acicala-
IIl]lIc l de aquellos páj aros que aprendieron a quitar los tapones de las botell as de leche
miel/to (,grooming') social. .. .., .
9~ Aunque los estudios de estos y otros primates nos ayuden a IInaglllarnos pOSibles hlpotesls. Illljlldas a las puertas de las casas en Inglaterra (Lefebvre y Palameta 1988). El com-
hay que recordar que tampoco son represen tantes de homínidos ex tintos ni son fós il es .comporta- 1IIIIIIIm ie nto imitativo a partir de la exposición a videos y pelíc ul as (Mi neka 1987),
mentales, sino unos pari en tes que evolucionaron de di stinta manera a partir de sus propios an tepa- IIll1izlIdos a menudo para aleccionar en las tareas de maternidad o incluso en las del
sados, alguno de los cua les compartimos. Con el chi mpancé compartimos un ancestro hace unos 7
Uplll'cí.tmiento, muestran la posibilidad del recononoci miento de los iguales más allá
ti 8 millones de años, según las últ imas invest igaciones sobre Hamo TcJwdiel1se, qu e retrasan este
an tepasado común. No es baladí qu e la investigación comparada se haya cent rado especialmente en I I~~ lu inmediatez de la situ ación vis-a-v is.
los chimpancés. Son los más próximos genéticamente, diferenciándonos en menos del 2% de nues- Sc ha hablado mucho de di sti ntas culturas instrumentales de los ch impancés en
tro ADN - menos que entre el eleFante africa no y el indio-, en tre los que se encuentra el grupo de
111111110 a la forma de abrir nueces con piedras o ut ilizar palos largos para introduci r
genes FOXP2 (Enard, Przeworski, Fisher, Lai, Wiebe, Kitano, Mona~o y pa.¡ibo 2002; B~~~ítez­
Burraco, 2005 y 2006); aquellos que inhiben ciertos receptores olfat iVOS (G liad, Man, Paabo y 1'11 lus termi teros (Sabater Pi 1984; De Waal 1995); Whiten , Goodall , e t al. , 1999), sin
Lancet 2003). y los que regu lan la sinapticidad y la reproducción de las neuronas (Zhang 2003 ; IlIld 'r habla r real me nte de un a pedagogía propiamente dicha (Premack 1984)95.
Evans et al. 2004), entre otros. Tampoco puede menospreciarse quc la mayoría de los animales que IJII Ilhi6n en el caso de aquellos monos que descubri eron cómo quitar la ti erra de los
se investigan, son fruto de una selección previa por sus capacidades como ani males sabiJ¡olldo.~.
Adcmás son especialmente entrenados de modo que sus condiciones de vida son las de. expen-
Illcntación, mu y difercntes de las de su entorno natural y cotidiano. Muchos de ellos han Sido edu-
cados en ámbitos domést icos y sus capacidades ampliadas. Como el goril a Koko (Patterson y 'J~ En esa línea hay que explicarse los trabajos de Laureano Castro y A. Toro ( 1995, 1998,
Linden 1981 ); el chimpancé Kanzi (Savage-Rumbau gh 1994); Sarah (Gardner y Gard ner 1969); 'IH)¡I) cuando refieren al salto ético y moral que supone la eval uación introducida por los progeni-
Washoe, etc. 11111'" sohrc el comporta miento de la progenie y la conducción de esta hacia standard s valorativos.

70 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MtGRACIONES EPISTEMOLOGíA DE LO SOCIOCULTURAL 71


boniatos o separar los granos de cereales de la arena por inmersión en el agua y que {'mi lCn ll amadas de peligro diferentes según se trate de un águil a, un leopardo o una
fueron copiados por los demás96 Hace poco se ha reportado a una gorila hembra uti - serpi ente. Gallos y galli nas sorprendentemente, también se comunican emit iendo
li zando un palo para controlar la profundidad del agua mientras cruzaba un vado. vocalizaciones con función referencial (Evans y Evans, 1999).
La relación simbiótica entre algunos pájaros africanos (Indicator indicator, La mayoría de las más importantes contribuciones sobre primates muestran cómo
Africa) con babuinos e incluso humanos, es particularmente notable: los primeros 111 sociabil idad entre estos animales no puede entenderse si n algú n tipo de conciencia
guían a los segundos para localizar colmenas; los segundos las abren para recoger la ti · la ex istencia de varias clases de iguales y de Otros, sobre todo entre aquéllos que
miel y los pájaros se benefician de ello (G riffin 1992: 164 y ss)97 viven cn grupos o muestran una complejidad organizativa que es decisiva para su
l)l ll ogcnia y superv ivencia.
La Identidad y la Alteridad también son categorías básicas de la experiencia de los
animales respecto de la organización de su propio espacio, entorno y comportamien- G. Edelman y G. Tononi (1992) mencionan una conciencia perceptual para los
to, como muestran sus capacidades clasificatori as e interactivas. Seguridad y alimen- IIl11ll1ífcros en términos de conciencia corporal y cierta sensación de estar en el
tación, relaciones simbióticas, status, parentesco, sexo, edad, son dominios preferen- 1II1IIId098 Jo lly (1972) ha relacionado la aparición de una forma más elaborada de
tes para la construcción de clausuras operacionales (Cr. 1.2) que delimitan espacios l'ollcicncia como herramienta para comprender la complej idad de las emociones e
intern os/externos. Todos los animales tienen que saber y aprender de alguna manera \111 'nciones de nuestros iguales. Chimpancés saben operar objetos con sus brazos y
quiénes son los de su misma especie o no, la importancia de la proximidad o no entre IIIIIIIOS, viéndo sus miembros por un cámara de telev isión y guiándolos en consonan-
aquellos que comparten su mismo entorno, con los que tiene alguna clase de contac- viII. 'himpancés a los que se les ha pintado un punto rojo en la frente mientras dor-
to o ex periencia (Atran 1990:6), cuáles son peligrosos, cuáles comestibles, sin minus- 111(11 11 , intentan quitárselo cuando se contemplan en un espejo, identificando la ima-
valorar una gran dosis de curiosidad, sobre todo entre los mamíferos. "el1 consigo mismo99 , mostrando algún tipo de autoconciencia o selfoo.
Monos y primates reconocen las caras de otros miembros de su grupo (Perret, Prác ticas de evitación, ignorancia o comportamiento de sumisión, la compartición
Rolls y Caan 1982; Maunsell 1987) . Las zebras reconocen a sus madres por la distri- 11' comida, la proximidad física, la relación simbiótica, el intercambio sexual, son
bución de las rayas de su cara. Los delfines también reconocen las caras de sus cuida- IlIdos cllos muestras de una práctica cognoscente a la vez que de un conocimiento
dores incluso por televisión y obedecen sus instrucc iones. ¡JI ctico. Parece que entre algu nos primates se reconocen relaciones de parentesco
(SlIluts 1986; Lee 1995), formando clusters de relaciones privilegiadas hasta bien
Los animales son capaces de monitorizar el comportamiento de sus presas al
IIvunzada la ontogenia. Estudios etnogréificos sobre chimpancés muestran que tienen
igual que estos lo hacen de sus depredadores (Griffin 1992:53 y ss.): desde los peces
que se organizan en abanico para dificultar su apresamiento por parte de otro, hasta ¡JIIII'Oncs recurrentes de relación social, no sólo entre parientes (King 1994; 2004). Son
.'IIIlUCCS de un cierto grado de empatía, como parte de esta illleligencia social. Siendo
las zebras que corren en círculo para protegerse cada una mientras protegen el grupo,
Il~tll un clemento inequívoco de la cognición social (Hoffman 198 1), se han reportado
y marean con sus rayas al felino que las ataca. Estrategias para ev itar las redes de los
"liSOS dc consuelo, mediante proximidad física, caricias, toma de manos, a aquél que
atuneros y escapar a tiempo, ay uda a heridos o enfermos, sobre todo a hembras y
crías, han sido descritas para varias especies de delfines. Alianzas contra terceros han
huhiera sufrido acoso o violencia. Depresión 10 1 por carencia afectiva, por separación
~ ll hl l a y prolongada de la madre, ha sido demostrada para monos (Harlow 196 1; Reite
sido descritos también para estos animales (Cf. Harcourt 1988). Gracias a un siste-
ma neurológico específico común en aves y mamíferos, algunas de las primeras pue- 1'1 11 1" 198 1; Preston y De Waal 2002).
den hacerse las muertas, víctimas propicias, cuando cuidan sus huevos o sus pollue-
los y detectan que un posible depredador les está mirando directamente a los ojos.
Los babuinos son conocidos por sus marchas en fo rm ación cuasi militar cuando se 'JII Lo que, en el fondo, también se podría decir de otros animales, por lo menos aves y rcpti-
trasladan de lugar, hembras y crías en el centro, machos a los lados, al frente y al li'lj, quizás hasta peces. 0, como dijimos an teriormente, para cualquier organismo que, inevitable-
fin al. Los monos verdes, estudiados por John Seyfarth y Dorothy Cheney ( 1990) Olllrllc, se rel ac ione con un entorno. Quizás hablaríamos, entonces, no de conciencia (col/-sciemia,
.uhur ('(JI/) , sino de sistema autoreFerencial respecto de un entorno seleccionado por sus posibil ida-
dl'lj pura ser actu ado. CL Capítul o 1.3.
'JlJ Es necesari o, no obstante, que hayan estado ya familiarizados con el uso de espejos. Esta
96 Véase Visalberghi y Fragaszy ( 1990), Kawai , Watanabe y Mori ( 199 1), Masayuki, Eiko, I omlucla ha sido muy rara mente observada en goril as, aunque hay algún caso.
100 Véa nse Gallup y Suárez ( 1986), Parker, M itchell y Boccia ( 1994), Premack y Premack
Yasuo y Naosuke (1998).
97 Cierta inventiva y creativ idad limitada ocurre con ciertos pájaros que roban azulete para ( 11)K.1). Recientemente, Plotkin y cols. (2006) han reali zado un sencillo experimento con elefantas
engalanar sus nidos y convencer a posibles parejas para reproducirse, o como aquel delfín que IlIdlns en la s que reconocían una mancha que les habían pi ntado encima de un ojo. Al verse en un
cogió un martillo a modo de instrumento tal como vio a su cuidador manipulado una puerta de la 1111l'J(I, continuamente intentaban quitárselo con la trompa.
piscina para arreglarla. La aparición de condiciones especiales de experiencia puede disparar nue- 10 1 En térm inos de desinterés, in actividad, falta de movimiento, moti vac ión, estímulo, apatía
vas o antiguas capacidades, algunas de ellas utili zadas para otros fines. y lullll de apetito, incluso ele muerte prematura.

72 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES EPISTEMOLOGfA DE LO SOCIOCULTURAL 73


El reconocimielllo de jerarquías es habitual entre los mamíferos. La capacidad de
asu mir el rol social de otros congéneres ha sido reportado para los chimpancés, por
ejemplo (Povinelli , Nelson y Boysen 1992). El acicalamie nto social en monos y pri-
mates ('grooming'), el ofreci miento de ayuda o la violencia contra el castigado, pue-
den ser mani pulados en orden a congraciarse con aq uellos individuos de más presti-
gio y obtener, así ciel10s beneficios. Se reconocen las relaciones elllre terceros y se
uti lizan para procurarse el beneplácito de los superiores en jerarquía. A las crías de
,
elemelllos dominantes se les identifica con dicho status. De Waal (1982) investigó la CAPITULO 2
política de los chimpancés, así como el sexo elllre los bonobos (De Waal 1989), este
último como mecanismo de evitación y resolución de conflictos. Hace poco se ha
informado de cómo algunos goril as macho dominantes pueden compartir algunas Identidad y alteridad
hembras con un subordinado inmedialamellle inferior, quien colabora con él en el
control del grupo.
La capacidad de monos y primates para manipular a otros - utili zarlos como ins-
trUl1lentos- y engañar, para hacer creer lo contrario de lo que es ha sido denomina-
do como inteligencia maquiavélica (W hiten y Byrne 1988); (Thompson 1989).
Algunos esconden comida para no compartirla y vue lven all í cuando nadie les ve:
mientras tanto disimul an mirando hacia otro lado o incluso alejándose del lugar. 1, Introducción
Para todo esto es necesari o tener ciert a teoría sobre el estado mental de los 01 ros 2. ldentidad . /
(Premack y Pre mack 1983), para comprender y manejar la complej idad de las emo-
ciones, intenciones y esquemas de sus congéneres (Jolly 1966; 1972), ser psicólo- 2. 1. De-construyendo: Crítica de la noción de Identidad
gos naturales (Humphrey 1980). El reconocimiento y manipulación de jerarquías y 2.2. Re-construyendo: Identidad como categoría de la práctica
status en monos y primates va más all á de la ex perienc ia interactiva directa (Cheney y de la representación
y Seyfarth 1990). Los primates no humanos también exhiben planificación interac- 2.3. Naturalización y objetivación social
tiva anticipatorio (A IP, Goody 1995) lo que les permite prever y anticipar hasta 2,4. Dinámicas y estructuraciones de la Identidad
c ierto punto las consecuenc ias de sus acciones y las reacciones de los demás
(Sommer 1990).
" Alteridad . /
Lo que pone en evidencia una aproximacán filogenéti ca es que compartimos
11, Ontologías sociales: Socialidad, socialización y categorización./'
muchas capacidades con Olros primates no humanos, y con otros mamíferos, sobre 4. 1, Clases naturales y sentido común
todo en cuanto que éstos también se desarroll an en interacción con otros gracias a sus 4.2. Socialidad, socialización y experiencia
capacidades sociocogniti vas y emocionales (Panskepp y Panskepp 2000). Y si todos
somos singu lares por una u otra razón (Foley 1987), ¿qué es diferente en los prima-
tes humanos? Pues, entre otras cosas, su capacidad para la recursividad al modo de
re-presentar y re-describirse a sí mismo y sus condiciones de existencia, por medio
de subsiguientes incrementos de conectividad, complej idad y alternat ivas para la
acción y reflexión evaluativa. Estas capacidades producen y expresan aq uello que
denominamos significado. También autoconciencia: saber de sí mi smo que uno sabe
de sí mi smo.

74 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


l . INTRODUCCiÓN

Este capítulo inicia el camino para la comprensión de la posibilidad de relacio-


I! 'S humanas, por tanto sociales, por tanto entre personas, sujetos históricos sociali -
w dos pero con biografías idiosincráticas.
Mucho se ha escrito sobre identidad. En principio sigo perspectivas de-constructi-
vlslas y críticas de la sustanti vación de la identidad, pero luego intento replantear los
procesos de estructuración, extemalización y objetivación desigual de las identidades
n dislintos contextos sociales. Este aspecto es capital para comprender el resto del
[I·s",.,.ollo del libro y continuamente volveremos a ello. Me interesa saber por qué o
por qué no las cuestiones identitarias pueden ser importantes para la gente, los grados
de su reflexividad, su problematización, su evidencia social, su contestación, su estruc-
II II'lIción de otros procesos y relaciones sociales. Uno de los principios básicos del que
('sic Irabajo parte es la refutación de la lógica binaria y antitética de los dualismos. A
IIl r siempre me interesan más los intersticios, las transiciones, los fluidos, sin negar las
('Sll'lICLUraciones y sus posibles formas ex tremas.
He separado Identidad y Alteridad sólo por criterios expositivos. Siempre y en
lodo lugar, hablar de Identidad es hablar de Alteridad. Por eso cambiamos en el apar-
Indo 2.3 . al tándem Identidad/Alteridad, que no se concibe como una oposición dua-
1I.< lu sino más bien como el oscilar desigual de un péndulo sobre el área de un CÍr-
'ul o perpendicular al mismo. Si en alguna ocasión se citan por separados es para
Inu icar que estamos hablando desde ese lugar. Recordamos una vez más que, como
~ . alamas en el apartado 1.2., las relaciones entre Identidad y Alteridad no son iso-
111 rficas. Uno no ti ene por qué ser del otro de la misma manera, en el mismo
IIlomento recíproco, con el mismo grado de complejidad o ex periencialidad. Cuando
tos cito en sing ular me refiero generalmente a sus dimensiones categoriales, así abs-
II n(das a partir de procesos de recursividad; como discutiré más adelante, las cate-
flor(as sólo ex isten a partir de las prácticas por las que, en las que, y las que las cons-
IllIye n. Por tanto, paso a hablar de identidades y alteridades en plural para hablar
1111110 de lo fenómenico como de aquel nivel de análisis que lo atiende. Cuando uso
¡lllres de opuestos como identidad/alteridad, exclusión/inclusión, me refiero a su
l'Olllinua reversibilidad no isomórfica pero también a sus formas interpenetradas,
Inlellsidades y difuminaciones, decoloraciones y desgastes.
Por fin , considero el epígrafe de Ontologías sociales uno de los más importantes
t l ~1 libro porque incluye claves fundamentales de la trama teórica sobre cómo com-

IDENTIDAD Y ALTERIDAD 77
prendo los procesos de idenlidad y difere ncia en general y de Elnic idad en pan icu- En lo que a nuestro ámbito cultural se refiere, identidad se interpreta como insu-
lar. Es un epígrafe complejo con referencias multidisciplinares que con tinúa de algllll Imidad, como parcelación reconocible, como unicidad invariante en lo esencial (La
modo el apartado 1.4. y precede al 4.7 y al 5.5. I'onl aine 1985), que, epistemológicamente hablando, permitiría la captación de la
Ilifcrenc ia por medio de un lagos de lo discreto, como imposic ión de un sentido por
'ncima del conjunto fragmentario de discontinuidades" Occidente ha construido la
noc ió n de identidad en torno a un a ideología del individualismo , contemplando las
Jl'rsonas corno átomos aUlosuficientes y delimitados, Esta ideología ha permeado
2, IDENTIDAD
IOdos los ámbitos, dando como res ultado lo siguiente: en el campo de lo político, al
'¡"dadano como sujeto de derechos y deberes; en e l econó mico, al actor orientado
"'Quiero que me entierren - decía- con mi traje de Comisario de la J¡IIcia la racio nalidad instrumental y e l individualismo posesivo (MacPherson 1962);
Convención .... En menos de diez años, creyendo maniobrar mi destino, fui " " lo sociológico, al individuo de la sociología censal fundada en lo colecti vo como
llevado por los demás, por ésos que siempre nos hacen y nos deshacen, Hgrcgado, suma de mónadas invariantes; en lo psicológico, al individuo delimitado
'aunque no los conozcamos siquiera, a mostrarme en tantos escenarios por sr mismo, depositario único de los fenómenos psíquicos y mentales 5 ; en lo jurí-
que ya no sé en cuál me toca trabajar. He vestido tantos trajes que ya no tlico, a la responsabilidad penal individual en la medid a en q ue éste es portador de un
sé cuál me corresponde", Panadero, negociante, masón, antimasón, jaco- proyccto personal de vida (Friedman 1994):379; en lo moral , al ser autó nomo capaz
bino, héroe militar, rebelde, preso, absuelto por quienes me mataron a d ' hacer y decidir entre e l bien y el mal, y, por tanto, siempre potencialmente culpa-
quien me hizo, Agente del Directorio, Agente del Consulado". '. y su enu- hl ' (Cf. Nietzsche 198 1)6
meración, que rebasaba la suma de los dedos, quedaba en un murmullo
ininteligible ". Nociones como individuo, su.bjetividad, personalidad, mismidad, conciencia y
Alejo Carpentier. El Siglo de las Luces. '\/'1/' son conceptos de esta tradición intelectu al de pensamiento. Dividua!s, los deno-
minó James Fernández ( 1986a: 160), La oposición individuo/sociedad, cuya crítica se
lupmlc en varios lugares de este trabajo, también es típica de esta tradición 8 . Una de
IlIs diferencias entre Sistemas represemati vos tradicionales y la Modernidad indivi-
tl ulllista es que los primeros entienden al sujeto desde una concepción holística, cuyo
2, 1, De-construyendo: Crítica de la noción de Identidad '
lugar 11 0 reside en él mi smo, sino sólo como expresión de una totalidad cosmológica
que 6s te incorporaría.
La identidad como problema es, sin duda, algo contemporáneo, modern o, vincu-
lado a específicas interpretaciones de la realidad humana y social. Es un concepto Corno bien aconseja C. Lévi-Strauss ( 1964:36 1; 1983:33 1), toda utili zación de la
incrustado en nuestro pensamiento intelectual y político occidental, desde e l pensa- nu 'ión de identidad comienza por una crítica de la misma, porque se trata no tanto
miento filosófico griego hasta la filosofía crítica, pasa ndo po r e l empeño de la litera- {le llfi rmarla como de reconstrui rl a, bien por encima de la di versidad de las aparien-
tura crítica y los estudios culturales, intentando ex plicar las relaciones entre la per- dus, buscando su origen en lo que se podría llamar la restitución de un continuo O
manencia y el cambio. En el contexto particular de la historia del pensamiento social,
es la tradición sociológica y antropológica fra ncesa2 la que más ha se ha interesado
por esta cuestión, influyendo notablemente trabajos antropo lógicos posteriores cen-
trados en la noció n de persona 3 ,1 Una de las aportaciones principales de la autorefl exividad que es la Posmodemidad es pre-
I ilwlllcme el cuestionamiento de esta seguridad.
Tenemos tantas defini c iones de identidad como diferentes teorías de lo social. 5 Erikson (1974 :22 y ss), estudi ando el período de la adolescencia y la juventud, habló de un
III, tllido de unidad y permanencia en el tiempo por encim a de los acontecimientos biográficos.
I k ~d c el punto de vista psicológico, la au sencia de una percepción de continuidad y unicidad , ori-
Mlllu rfa procesos de extrañamiento y desintegración psíqu ica cod ificadas social mente en Occ idente
] Todo 10 que sigue refiere ex presa mente a la idenlidad como proceso construido socialmen- t 1/1110 enrennedad mental en sus diversas cl ases.
te. Por ello mismo, también a la Etni cidad como caso particular de aquélla. Muchos de los aspec- (, Afortu nadamente, ni toda la Sociología, ni todas las Psicologías, ni todas las Ciencias
tos aquí tratados son leif moti! de la orientación teórica que subyace a esta obra, por lo que apare- ¡'IIHlicas ni Económicas son así de reduccioni stas.
cen vari as veces a lo largo de la mi sma, en distintos contextos analíticos y etnográfi cos. Véase 7 Para una revisión de la categoría de se'! en la filosofía occ idental, véase Hollis (1985),
especialmente 3.5. ( 11<1<1olls ( 1991 ) Y Berger ( 1974).
2 Durkheim (1970); Mauss ( 1970, 1971). ti El ir y venir entre lo individual y lo colectivo, entre lo uno en lo grupal y lo grupal en lo uno,
3 Dumon' ( 1979, 1987); Duarte ( 1986); Mcycrson ( 1973); Velho ( 198 1); FOrles ( 1973); lu LII10 en lo plural y diverso y esto en el primero, son recorridos que pueden lransitarse de vari a-
Carri'hcrs, Collins y Lukes ( 1985). 11 1111 IIlllneras etnográficamente.

78 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 79


bien, por e l contrario situándola en un plano re lacional, siempre dinámico y proce- Una illleresante alterna ti va al concepto de il1didividuo es el de persona. Se
sual. Michel Foucault también se encargó en su momento de cuestionar la identidad entiende por ell o al ser humano como ser biopsicosociocultural, agente consciente
como certeza, subrayando que el indi viduo no es el centro del poder, sino uno de sus intencional que in-corpora organi zati vamente un proceso de vida en continuo desa-
efectos, resituando la aparición del sujeto modern o occidental en su contexto histó- rrollo, e n un contexto local y sociohistórico concreto 11 Esta concepción holística
rico y político (Foucault 1978: 18 1, 198). i1lcorpora la multidimensionalidacl de lo que es ser hum a no ~ su fl ex ibi lidad permi te
El interacc ionismo simbólico (Mead 1967 ; Goffm an 1987) también puso de ubordar toda la variabilidad empírica e hi stórica, reconociendo la un iversa lidad de
relieve la característi ca fragmentari a y continuamente construid a y negociada del II lgún tipo de experi encia aUlorefereneial en toci os los humanos, en algún momento
se/! El psicoanálisis, en sus di versas fuentes y versiones, también ha cuestionado la y contex to.
unicidad de un concepto que más bien re fi ere a varias dimensiones de la ex periencia, Una de las aportaciones críticas recientes es la de Rogers Brubaker y Frederick
la interiorización y la autorepresentación y la memoria. Una Psicología crítica tam- 'ooper (2000), ti tulado Beyond 'idel/ tity' (Más allá de la ' identidad ' ). Dentro de la
bién ha relacionado estas dimensiones complej as con el modo en que fuerzas políti - rcf'l cx ión antiesenci alista y críti ca, exponen la fascinación de las ciencias sociales y
cas y sociales constru yen una determinada Psicología (Braunstein et al. 2002). humanas por el término identidad. Todos han - /¡ emos- caído baj o sus encantos y
Clifford Geertz ( 1983 :59), ya criticó en su momento la concepción occidental Ir'/l mpas, algunos más conscientemente que otros.
individualista de la persona como entidad delim itada, autoconsciente y autosuficien- Uno de los problemas pri ncipales que detectan es que idel/tidad habla de dema-
te, dibujada en el S. XVIlI euroamericano. Los estudios etnográfi cos han mostrado siadas cosas :
diferentes orga ni zaciones y prác ticas culturales en torno a este tipo de sentido de
a) M odos no instrumen tales de acc ión social y políti ca, ubicación social a partir
conti nuidad, con distintas rupturas y recategorizaciones. Renato Rosaldo ( 1984 : 142),
dc atributos categoriales parti cul arísti eos (etni cidad-raza, sexo, orientación sexual)
cuenta que los /long01, de Filipinas, no pi ensan en ulla vida interior autónoma en
'" cont raste con aq uellos más uni versa li zables (p.ej . clase social);
oposición a la vida-en-el-lIIulldo (' live-in-the-world ' ). Read (1 955:260, c it en
Shweder y Bourne ( 1984: 168), cuenta que los Gahuku-Gallla (N ueva Gu inea) cons- b) Identifi cación entre miembros de un mismo grupo o categoría y sus efectos
tru yen sus identidades en función de la posición dependie nte que ocupan en un l' ll16rminos de pertenencia (' be longing '), eOll/ull alidad ('commonality'), conectivi-
Sistema de relaciones interpersonales e intergrupal es. mucho más cerca de la idea i1"d, cohesion, autocomprensión y autoidentifi cación, solida ridad y lea ltad, concien-
de cómo los an tropólogos pensamos que operan estos temas. La noción de evtí de \'1 " y acc ión colectiva (Cf. 4.2);
los Fang de Gu inea Ecuatoria l tampoco se corresponde con nuestra versión fin ita y e) Una condición fund amental , básica, inherente y permane nte de l ser social en
delimitada de un yo igual a sí mismo, dotado de un prin cipio espiritual perm anente 1<,minos de selJ, a l modo de E. Erikson ( 1974), Y de los primordialistas en Etnicidad
como el a/llla cristiana 9. Shweder y Bourne (1 984) también investigaron estas di fe- « '1'. Capítulo 4.3), típico tambi én de las ideologías etnicistas-raciali stas, del nacio-
rentes concepciones entre occ identales e ind ios. Fortes ( 1973) también para los "" Iismo y también del civismo polít ico ilustrado.
Ta llell s; en África, sobre todo en re lación con e l concepto de persoll a. Las conti-
d) Como el producto de la acción política y social, al modo en que lo entiende
nuidades con los ancestros y los descendientes, por ej emplo, marcan diversas for- Mclueei (1995);
mas de entenderse a sí mismo y a los demás en sus mutuas constituciones, así como
la vida y la acti vidad; las relaciones entre vigili a y sueño y las formas de concien- e) Como concepto criticable desde una perspecti va de-constructi vista del self,
cia que implican, como bien mues tra el caso de los aborígenes au stralianos10. Luga- 111 IlIodo de Miche l Foucault, y también desde perspecti vas situacionali stas de la
res sociales, relaciones, ac ti vidades, rituales, etc. , establecen repertorios vari ados, a Iltl liciclad .
veces exclu yentes otras no, para la organización diversa de las relaciones entre lo Si es tal caj6n de sastre, entonces no ti ene valor analíti co, según estos autores. Si
personal y lo colecti vo. IUiO se adhiere a la iclea de un ser social construido y reeonstrudio con tinuamente a

9 No somos los únicos que hemos organ izado la experiencia en torno al con ce pto de indi- 11 A po rlir de (Ingold 1990, 199 1), (Morin 1973; Carrilhers 1990), (S hweder y LeYine 1984),
viduo. También en la India del 500 ac. aparece trabaj o y ret rabajo cultural sobre esta noción 1IlIIen 1998), (Brazelton 1980), (Lori le Mena 1982). 0.0. Harri s ( 1989) submya qu e lo específico
(C f. Carrithers, Collins y Lukes 1985; Sanderso l1 1985), 10 mi smo que en Ch ina (C f. Elvin ,hll COllccpto de persol/a reside en la capac idad de agencia, de autoría de acciones-en-sociedad, en
1985 ), aunque no necesaria mente incorporado en una ideología del individualismo co mo en ,ullII'dcll lIloral. Esta agencia tendría di versas posibilidades de enca rnación: desde seres humanos
Occ idente. \' lviI/o O muertos, dioses, Fu erzas impersonales (i.e. enfermedades), aunque estos últimos siempre a
10 Para éstos, el dominio principal de significado social y colectivo, también, por ello, perso- Iuullr de un modelo antropocéntrico. Yo, co mo otros, preferimos quedarnos con la persona como
nal, es el tiempo de los sueños, que es conti nu amente interpretado y reinterpretado. hPI 11 11111;1\1 0 viviente, reserva ndo otro status onto lógico para sus metáforas.

80 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIO NES IDENTIDAD Y ALTERI DAD 81


partir de una variedad de di scursos, pennanenciendo, paradójicamente, frágil , fluc- dielldo del nivel y grad o de compleji dad del que estemos hab lando (lo que posicio-
tuante y frag mentado, no está claro que el término pueda dar cuenta de esta interpre- I/(,rá nuestra perspecti va) y también de variables cronotópicas del propio fe nóme-
1
tación débil de identidad (Brubaker y Cooper 2000:9, 11 ). 110 '1,Algunos proponen hablar de gramáticas de la identidad para mejor encarar toda
Resumiendo, serían tres los ámbitos principales que el concepto de identidad ha ('st" complej idad (Bauman 2004). Cf. 3.4.2.
pretend ido explicar (y enredar): a) identificación y categori zación; b) autocomp ren- Además, ¿desde cuándo I@s antropólog @s hemos manejado categorías de aná-
sión y ubicación social y c) comunalidad, conectividad y grupalidad. li sis simples y unidimensionales a la hora de dar cuenta de los fe nómenos sociocul-
Por mi parte, coincido en la necesidad de desentrañar este conglomerado de sig- tundes? Baste menciona r los ejemplos de hecho social total de Marcel Ma uss o el de
nificaciones, que, no obstante, adoptan formas etnográficas y sociohistóricas varia- rI/'IIsidad semántica de Peacock ( 1986), por ejemplo.
bles. Parece también importante incorporar en el lenguaje de lo social no sólo las iden- Es cierto que estos argumentos no justifican per se las posibles bondades analí-
tidades, sino las afili aciones y las afi nidades, como formas concretas de relacionalidad IjcHS a l concepto. Serán más bien argume ntos teóricos y empíricos los que justifi -
y vinculación, formas diversas de identificación, conectividad, estilos de autocom- ti" ' 11 , cn mi opinión, que podamos seguir utili zando un concepto reconstituido de
prensión y reconocimiento de lugares sociales (ibid.32). tlclltidad, sin que chirríen demasiado las bisagras.
Como bien han puesto en evidenc ia numerosos conflictos y procesos de exclu-
sión social, no hay duda de que es absolutamente imprescindible de-construir el len-
guaje y la prác tica política (politics of identity) basada en concepciones monolíticas
e interesadas, sociocultural, histórica y políticamente creadas, de los fe nómenos :>. 2. Re-construyendo: Identidad como categoría
identitariosl 2. de la práctica y de la representación
Sin embargo, no tengo tan claro que tenga mos necesariamente que deshacernos
del concepto antes de intentar reform ularl o. Identidad puede relacionarse con todos Toda c rítica a los esencialismosl 5 es sana y necesaria. Qué duda cabe que el con-
estos ámbitos de significado enumerados arriba de forma variable y compleja, como ('(· pto de identidad ha sido esencia/izado y reilicado por la literatura sociopolítica y
la confluencia de todas estas dimensiones que, no obstante, no se agotan en la misma, II lltropo lógica. Sin embargo, me resisto al soli psismo de una de-construcción sin
puesto que pueden comportarse también autónoma mente como Sistellla s propios. Imilcs, que implique, como ahora gusta decir, tirar el agua de la bOllera con e/ lI¡'¡o
Cada una de estas tres gra ndes dimensiones tienen consistencia fenomenológica y 111'''11'0. Desenmasca rar está bien, pero también hay que re-construir la experienc ia,
analítica por sí mismas, pero esto no significa que no estén penetradas entre sí. Es a II vcsligar qué es lo que le dota de significación, coherencia y estructuración. Si hay
partir de esa penetración y confluenc ia desde donde podríamos seguir utili zando este '1 11 ' dar cuenta de la ge nealogía socio hi stórica y sus sign ificado s situaciona les con-
término con cierta legitimidad analítica y fenoménica, como una elllergencia posible,
I 'x tua les para y en las ideas y las prácticas de di stintos colectivos, también hay que
- no necesaria- de todas o parte de estas dimensiones, que no obstante no se reduce (11Ir cuenta de l hecho de que ciertas emergencias (como resultado de la dinámica
a ninguna de ellas n
Hlohal de un proceso sistémico) se sltslantivizan, mediante su objeti vación colecti-
Precisamente, desde una epistemología autopoiética y com pleja puede entender- VII y persona l.
se mej or el carácter paradójico de los fenómenos identitari os, tanto en su fluidez y
dinámica como en sus momentos y partes más estructuradas y cristali zadas, depen-

14 No se trata de decid irse por ulla concepc ión in fini lamente elástica, ap li cab le a todo y, por
I¡uuo, a nada en concreto. Sólo el análi sis teórico e interpretativo de cada caso empíri co -así como
12 La guerra de los Balca ncs, las políticas mi gratorias europeas, la gesti ón políti ca y ad mi - 11111/ pos i b~l ida~es ~e comparac ión crossc ultural- nos darán la medida y e l modo en que emergen los
ni st rat iva del imperio soviét ico, la colonización europea en Africa, As ia, América, la construcc ión j1h)~CSOS Identna nos en su producción , ex presión, objeti vac ión/subjet ivación, reconoc imiento, legi-
del Estado· nación , etc., son ejemplos inagotables de co mplejos procesos soc iales en los qu e se han Iltllidml, autorcferencialidad y hctcrore ferencia lidad en sus relaciones sistema/entorno, atracciólI
creado y admini strado los fe nómenos identit arios grupales desde pa rticu lares y concretas fo rmas It't'llr:;ividades y reco nstit ución. Cf. 3.5).
de pensamiento, acc ión e interés. Estos serán algunos de los temas que abordaremos en capítu los 1$ Henn Mi chaels ( 1995) c it. en 8rubaker y Cooper 2000 nol. 29), deriva e l esencialismo de
suces ivos. 111"1 nnlÍ lisis sobre identidad del hec ho de que plan lean el co mport amiento a partir de la identidad
13 Por ejemp lo, identidad no es sólo narratividad , por mucho que esta úllima pueda constitui r {llt/ t't' /IIOS esto porque SOIllOS quienes somos). Como he mos di scutido en el apartado 1.3, Vna teo-
alguna s dimensiones de aquélla, sobre todo en términos de objet ivac ión, expresión y locali zac ión. ,1" fJmM mática e il/corporada del conocimiento, en ningún momento derivamos linea l ni mecáni-
Tampoco reducimos identidad a vínculo, relación, rol, red, conex ión, ni viceversa. Hay ámbitos ) IlIilcnl c una pragmática ni desde el punto de vista del uni verso representaciona l ni desde el moral
fenomeno lóg icos y de sign ificat ividad parcialmente compartidos entre ellos, pero no se superponen (l11It 'f'UlOS esto porque, siendo quienes SOIllOS, debemos hacerlo). Ya disc utimos estas cuest iones en
siempre y necesari amente, tampoco en la experiencia. 1111 1 momento (Ramírez Goicoechca 1991, caps. 7 y 9).

82 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 83


Part iendo de que todos somos otros y que muchos de esos otros son partes de uno pueda parti cipar de ellos y viceversa, garanti zando alguna estabilidad en las percep-
y de muchos más, en toda cultura hay algún ti po de trabajo cultural, aunque sea dones, interacciones y relaciones entre los sujetos y con uno mi sm02o .
mínimo, a la hora de distinguir entre modos de ex istencia diferentes, en un abamco La idenlidad es una categoría básica de la experiencia, porque toda ex perien-
mucho más amplio que nuestra escasa imagi nación occidental que reduce la di feren- ellI es relacional y clasificatoria de algílll mOd0 21 , remitiendo tan to a procesos y diná-
cia entre viailia y sueño, entre estar vivo o muerto, ser tú o yo. Algún tipo de dife- micas como a posiciones y estructuraciones, clausuras operacionales con diversa
rencia enu·e"la experiencia subjetiva (no necesariamente autocontenida y limitada) y l'speranza de vida. Para toda relación social es necesario ubicar al (inter)actor míni -
los demás, quiénes y cómo quiera que éstos se defin an en distinlOs modos de articu- 111ll mente (Calhoun 1994), ubicándose a la vez uno mismo dentro del paisaje social
lación y objetivación espaciotemporal y relacional, parece un fenómeno croscultural '1IIcgorial-práctico de que se trate22
(Hallowell 1967),(Geertz 1984), (Rosal do 1984), (Howell 1988) .
Sin embargo, no hay idemidades básicas. La Identidad no es una calegoría cero,
Yo entiendo identidad como una categoría (entre otras) de la clasificación y de la vncía, un a priori kantiano que preex ista a sus formas concreta s de aparición. No
prácLica16, una construcción de representaciones, ordenaciones, interpretaciones e 11 '!le la certeza de una verdad , ni la cualidad de un objeto sustanlivo 23; es más bien
inter-acciones por las que nos relacionamos -de maneras específicas- con nosotros II1 posibilidad de una ordenación (de frag mentos : estamos hechos de muchos otros),
mismos y con los demás (cualquiera forma cultural de la constitución de éstos), en 11' la instauración de un campo grav itacional de atracción que organice y dote de cier-
17
términos de semejanzas y diferencias, prox imidad y distancia . 11) sentido determinadas experiencias idiosincrásicas en contextos socioculturales
Desde el punto de vis ta del sujeto, individua!, 8, concebimos la identidad como ¡I 'tenninados. No preexiste al proceso ni a las condiciones materiales (las represen-
una construcción biopsíquicosociocultural, con la que puede operar y a la que puede 111 'ionales y simbólicas también lo SOIl) que la producen y por las que se constitu ye.
referirse en la dinámica de sus relaciones -consigo mismo y con los demás-, para I I1 identidad, como categoría prácticorepresentati vo de la experiencia personal y
ordenarl as, interpretarl as, cualificarl as, ori entarl as, practicarlas. conscientemente o 1'01 cti va, que sólo ex iste por medio del mi smo proceso que la constitu ye24 , puede
no refl ex ivamente o no. Desde el punto de vista psicológico, el sujelO ha de poseer l'llCÜrnarse de múltiples formas (no ili mitadas) y sólo a través de ellas existe 25 . Su
al ~un a imagen (socialmente válida) de sí mismo l9 , que, por encima d e la experien- 1/IIIversalidad sólo puede darse como cualquier otro fe nómeno social: en el aquí y
cia fragmentaria y fragmentada, mantenga para él y para los demás cierto sentido de oliora , como cristalizaciones de una cadena de significados desde una experiencia
permanencia en el tiempo, de modo que no se confunda ni le confundan con los 1~1I ~lIda y su fluir hacia lo a venir anticipado. Los unive rsales están siempre especi fi-
demás - al ni vel correspondiente de discriminación categorial pertinente- aunque t'lIdos desde su particularidad cronotópicamente situada, local e históricamente deter-
]]1¡ ]]lICla (Ramírez Goicoechea 2005a), Capítulo 3.5.

16 Para 8rubaker y Coaper (2000) que la iden tidad sea una categoría de la práctica no jusl ~ fi ­
ca que lo sea del análisis. En mi opin i,6n, ta.l11p~co lo cont.rario: siempre ~ cuando no s~a a~Ulmd.a lO Los ámbitos de esta permanencia o continuidad relativa son, obviamente, sociocultural e
a-críticamente. En el caso de nuestra mvestlgaclón sobre Identidades éllllcas en población Juvellll hlllt6ricamente variables.
escolarizada en Rentería y su comarca(Ramírez Goicoechca 1991), respetamos la categoría de ser 21 En relación a un mundo y las representaciones y prácticas que en él se han constituido como
defuera, por la condensación preñada de sentido para los propios actores, com~ ~ategoría de la alte- hl ll\ V/IIHCS y significativas. Es posible que alguien nos diga que esta orientación es l/eOkalllialla. La
ridad, dcpendiente también de variables sociodemográticas estrucwrales legitImadas en su v~¡/or 1Il1cu;l1cia res ide en que estas categorías no están en nuestras cabezas más que como resultado de
(IIwlítico por la práctica del saber socioantropológico. Creo ~ue , a estas altura,s, estam~s su.ticlen- 11I Iclución seleccionada de un entorno que posibili te la autoorganización continuada del proceso
temente a salvo de cualquier confluencia incontrolada posIble entre categonas expenencl3les y . 1/111 mico encarn ado en el sujeto, gracias a la explotación de las regularidades estadísticas ofreci-
categorías de análisis (Wacquanr 1997). , . 1111'" por cl entorno (Hahlweg 1989, Barl ow 199 1) así como por las propias affordcUlces (Uex kü ll
17 Que puede estar o no singularizada lingüística y/o conceptu almente, como categona cognl- I')K2, Gibson 1979, Ingold 1989), como capacidades flexibles del propio sistema por su propio
zada, de tal manera objetivada y vivida. ill¡j(1no.
18 Ya hemos dicho antes que consideramos al sujeto individual como socializado, en cuan to '21 La metáfora del paisaje ('Iandscape'), como entorno cllltllralmente trabajado, tal como la
que la parte incl uye y recrea la globalidad. Lo social es parte cOl~st i tut iva del. individuo y c.ondi.ció.n IIlIopoJogía viene utili zándola últimamente, me parece adecuada, por cuanto que no exige dema-
necesaria de su existencia, en la medida en que representa un nllcroentorno mterno del sllJeto JIldl- _Iudus matizaciones a la hora de significar lo sociocultural e histórico . L@santropólog@s también
vidua!. Esto no qui ere decir que puedan identificarse compl etamente en sus.grados y fonn~s de tl\l1l111 10S nuestros langllage-games.
complej id ad: la globalidad no es la suma de las partes, las partes no son I:eductlbles ~ la globa~ldad . 11 Véase más adelante qué ti po de slIs/(/l//ividad puede defenderse para los procesos ident ita-
Las personas tienen dimensiones que no pueden atribuirse a la globalidad; por ejemplo, ciertos !111M y sus consolidaciones y estructuraciones.
2<1 Est a es ulla de las características de los procesos sistémicos autopoiéticos, que se conslilu-
dominions de su psiqui smo . ' .
19 No necesariamente como unidad , al estilo occidental Sll10 como globalidad relaCIOnal y par- ~11 1l/11 file making, como expresaba Antoni o M achado cuando decía que Se hace camino al andw:
ticipada. Esta su imagen y experiencia de sí mi smo debe mucho a la que otros se hacen de él en la ,~ De algún modo en el sentido dado por Gilles Deleuze (1 994:3 16 y ss) para el Otro-a-p riori,
medida en que es el fruto de dicha interrelación. I OIIlU cntcgoría de lo posible, y las múltiples ronm¡s de su ex presión en e/-otro-aquí, eSfe-otro-a!tí.

84 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 85


Identidad construye ex periencia y experiencia constru ye identidad, en cuanto que 1,1 que colabora a constituir, siendo éste etnográficamente variable. También lo será
es un principio ordenador y semántico de relaciones sociales. De ahí que identidad III ~ l1Ibil O y fuerza de su pertinencia para organizar, expresar, producir relaciones con-
pueda comprenderse tanto como categoría de la experiencia como la experienci a ~1 1 'III S, es decir, su grado de atracción.
misma que ordena en términos de relaciones basadas en la semejanza y la diferencia.
En vez de un punto es como un segmento con los final es a veces deshilachados. Al
entenderse como proceso social dinámico, dependiendo en qué lugar del continuo
delimitado estemos, nos encontramos en el momento lógico categorial o en los efec- ?,3. Naturalización y objetivación social
tos (procesos, estructuraciones, objetivaciones, incorporaciones) que contribuyen a
crear y re-crear la categoría. Por eso algunos hablan de la identidad como fenómeno,
en su dimensiones empíricas en cuanto que implica gentes, relaciones, representa- Ya hemos mencionado en 1.3. que las ideas no preexisten a las prácticas, aunque
ciones, etc. Desde ahí podemos pluralizar y decir identidades, como incardinaciones 11 p"rlir de cierto ni vel de complejidad puedan dotarse de una cierta dinámica autó-
concretas y particulares. Desde el plano de la ca tegoría, hablamos en singular, y no ' 11111"" Por su parte, toda práctica está ideogr(ificall1ente orientada. Ideas, representa-
porque creamos que opera igual en todas y cualquier circunstancia; como decimos, lllllll CS, categoría s, clasificaciones, ordenaciones, normas, reglas, valores, son ele~
las categorías sólo toman existencia en procesos de hecho, de desarrollo (Oyama intrínsecos a la práctica; del mismo modo, todos ellos se constitu yen en el
'11 ' I11 0S
1985). Hablar de idelllidad como categoría refiere más bien a un nivel analítico, en ,\ I ~ ,.c i c i o
prác tico. En sus di versos grados y rormas de conciencia, memoria y re-ne-
cualquie r momento del proceso empírico. xlv idad , toda experiencia es teórico-práctica. Acción y representación son mutua-
111 'lil e constituyentes, en sus distintas relaciones dinámicas.
C.Lévi-Strauss ( 1983) refiere a la identidad como un centro virtual al que nos
referimos para explicar ciertas cosas, pero sin ten er ex istencia rea(l6. Esta centrali- 'l\,mbién hemos dicho que la identidad - las idelltidades- no son categorías lIatu-
dad rererencial , también es operativa, como atracción y dirección y organización y, /II /es prev ias a la constitución de los sujetos, grupos, actores, y sus relaciones, por-
en esa medida y por sus efectos, tiene existencia 27 . IIl1 ' son biospicosociocu ltural e históri camente construidas, recreadas continuamen-
III '11 la acción y la expresión. Existen en la medida en que se objetivan para un
Las identidades marcan -estructural y contextualmente- lugares, posiciones, dl'l 'rminado colectivo y sus integrantes, para los que devienen en relevantes, es decir,
cualidades, ex pectativas, vínculos, lealtades, solidaridades, incluso derechos y obli- N I ~ n ificat i vos.
gaciones implicadas, por medio de la rutini zación, tipificación, ritualización y obje-
tivación-subjetivación social. Así entendida, la identidad produce efectos (cambios, Objeti varse quiere decir dotarse de cierta estructuración, forma permanente tem-
reorgani zaciones, estabili zaciones, estructuraciones) sociales, buscados intenciona- /lIIm/lll ellte , de modo que sea reconocible y accesible, con cierta continuidad, para el
damente o no, en personas, colectivos, sus ordenamientos, relaciones, significados y p n,a ",iento y la práctica. Esto sólo es posible a partir de un refrendo más o menos
objetivaciones. Por medio de dichos efectos, clasificaciones y prácticas de la identi- I11 l1plio en cuanto a su significado y necesidad, es decir, como evidencia social.
dad se ven recursivamente modificadas y redefinidas. De la misma manera, lugares, Ll egamos a pensar que las categorías identitarias tienen la misma cualidad OlltO -
posiciones, clasificaciones, prácticas de la proximidad y la distancia, de la inclusión ftjHica que los árboles, el agua, las nubes, tal como concebimos la Naturaleza en
y la exclusión generan estas identidades de las que hablamos, en un continuo-discon- Occidcnte28 , como algo exterior, preex istente, independiente de nuestras voluntades,
tinuo dinámico del vivi r personal y colectivo, uno en el otro y viceversa. Identidad 111 'Il CiOIl CS , motivaciones, acciones. Al gunos denominan este proceso como reifica-
nunca puede considerarse independientemente del ámbito relacional al que refiere y d ,J" (13rubaker y Cooper 2000:5), cosificación (del hecho social, Durkheim 1982) y
K Marx lo relacionó con su concepto de fe lichización y alienación, en cuanto que
¡',conde sus orígenes sociales, apareciéndose como desvinculado de todo porceso
hu mano históricamente situado. También de sus efectos. Una frase de Michel
26 Varela, Thompson y Rosch (199 1) hablan de un self a- loca li zado, des-enrai zado
1'!lllcHult viene a propósito: " La gente sabe lo que hace; generalmente sabe por qué
(' ungrounded self'), como emergencia de determinada operaloria experiencial y neurológica, de
mult iwd de conex iones y procesos neurofi siológicos locales complejos, sin centra lidad onto-
lógica.
27 No pu edo estar de acuerdo con una visión reduccioni sta de la existencia restringida a
dimensiones materi ales extensas. Varias pueden ser las formas de existencia, contribuyendo éstas 211 Tal como la tradici ón europea ha entendido la Naturaleza, como algo ex teri or a nosotros
a modos direrentes de obj etivación, comunicación, co mpartición y reconocimiento social. ¿Es luismos. que se nos impone pero que, a la vez, es transformabl e por nuestra raciol/afidad, que nos
que es mellos real el Santo Gri al porque nunca acabc de materializarse su encuentro en la litera- Il'Hit tilla para explotarlo hasta el límite de su propia destrucción. Es un entorno en trance de ser
Wra épi ca de caba lleros y damas? Como dicen en Galicia sobre las meigas (bruja s) "haberl as. lu ~uc i lacl o por completo por el sistema, de rorma irreversible (Ramírez Goicoechea 2007 ). Sin cacr
haylas", aunque sea co mo objetos del di scurso o co mo atribución ¡del/tilaria a personajes del I11I '1 mito del índigena ecológico, olras concepciones sobre el entorno son posibles. Cf. Ellen
mundo loca l. ( 11)78: 1996); Descola ( 1992, t 996), en"'e o, ..os.

86 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 87


hace lo que hace; lo que no sabe es qu é hace lo que hace (la gen te)" 29 Es co mo s i IIUlluria li zación de aquéllos en objetos, artefactos, instrumentos, disc ursos, re laciones,
perdiéramos el rastro de las co nsec ue ncias y efectos de nuestra acti vidad y, ahí, se pll 'ti cns, rituales. De este modo los suj etos indi viduales y colecti vos accede n a los
nos alie na, se pierde su o ri gen moti vado; como si e n el momento en que la acció n/ h''1ll ll ndos de la actividad hum ana y sus signifi cados, para su in-corporac ión, re-con s-
representación se cons tituye ya no fuera reconocida como propi a30 , ll wd n, re-interpretación continuada, desde lugares sociales de dependencia y auto-
1111111 (11 va ri ables (Cf. infra). Su dimensión comuni cativa, expresiva y pública constitu-
Podríamos decir que nos inventamos entre todos la identidad, las identidades,
VI~ UI1 I:;"torno para la experi encia subj eti va de personas y grupos, qui enes, mediante
co mo herramienta para manejarn os entre nosotros mismos y ordena r y ente nder la rea-
III¡'¡ 1 'Iac io nes sociales e n las que se implica n lo reconstituyen como escenario, marco
lidad que generamos, de la c ual forma mos parte, otorgándole un carácter esencial que
1' 1II IIll C' ), Sistema de referencia de sus prácticas y representaciones.
en realidad no posee. Y no lo posee porque las identidades son contingentes, depen-
die ntes de una historia de relaciones sociales, del desarrollo ontogenético, los sucesos, 2. La objetivación es tambié n un proceso de in-COllJO ración su bjetiva. por la que
los acontecimien tos, los contextos, los poderes, las agencias, los grados y tipos de ins- 111' Jl ~rsonasy los colectivos hacen suyos determinados signifi cados, compartiéndo-
titucio nalización y for mali zación, las moti vaciones, las inte nciones, los efectos no pre- III~, /ld hiriénd ose a ellos, asumi endo o no su interpretación, dibujando el mapa de su
vistos de las acciones, la a uto nomía y el espacio para poder definirse y practicarse Ii W lbución social y den sidad se mántica des igual para distin tos actores. Co mo no
e ntre otras identidades, la memori a, su relación con otros procesos sociales, etc. pllml ' ser de otra ma nera, el proceso de apropiación implica una re-descripción, una
11\lIl'IUución (re-enactmenl), un nuevo re-trabajo c ultural. La in-corporación posibi li -
Lo que oc urre es que, como para muchos otros procesos sociales, no hay regis-
1/1, Ii su vez, la ac ti vidad hum ana y sus sign ificados en la arena pública de los inter-
tro memorístico so mático ni ex trasomáti co (Donald 1991) de su construcció n social
I IUllbios y las relaciones, pe rmitiendo, de lluevo, la exte rn ali zación necesaria para la
conti ngen te, ni reflexividad sobre el ca rácter fragmentario y relativamen te 31 arbitra-
1" Jll ot!ucc ión renovada de los anteriores.
ri o de las co ndiciones y contextos de su producción.
Hs só lo e n este sentido desde el que pode mos hab lar de sustantividad posible
La incapacidad de evocación d iscursiva de la expe ri encia que generó e l rastro, el
1111111Iluestras prod ucciones sociales, e ntre éstas la categoría de identidad y los refren-
acceso no tra nsparente al pasado (Taren 1994:979) y a la situac ión en que se creÓ la
hue lla en la memoria, el proceso del olvido , es tan im portante para fijar ciertas cate-
,IIIS 'Illpíricos fenomén icos que a e lla puedan referirse. De alguna manera, las iden-
Ilt lml 's se convierten, psicosubjetivamente, e n puntos de quietud y fijam ie nto re lati-
gorizaciones -como los hábilus- como pueda ser para otras su recuerdo o reactuali-
~II ' 11 1111 mundo en movimiento (Hall , 2000).
zación. Es esto lo que les dota de esa inmedia tez y grado de necesidad que los ase-
meja a categorizaciones de sentido común, ünposibles de ser de otro modo para la Este dob le proceso, mutua mente implicado, puede comprenderse, un a vez más,
subjetividad 32 i!1'N(lc las relaciones autopoiéticas e ntre Sistema y Entorno. Desde el punto de vista
La objeti vación, como materialización estru cturada y consolidada, siem pre 1It' l suje to individual co mo orga nismo biospicosociocultural co n propiedades sisté-
III!rUS (como todo o rga nismo), tiene, e n las objetivacio nes sociales colec tivas, el
incompleta, se realiza en un dob le movim ien to, un co-proces0 33 heteroc rónic0 34 de
11110 /'110 e n el que desarrolla rse, constituyéndose co mo ta l organismo. S i mi paisaje
externalización e in-corporación..
'- " '111 1 no me preex iste, ni siquiera nazc035 . S i no es mi Entorno re levan te, ni siquie-
l . La obj etivación social es el proceso de externalización de las acti vidades huma- 111 Nob rcv ivo. Si no está n los demás, no me desarro llo como organismo biopsicoso-
nas y sus resu ltados, un proceso de tipificación, ru tinización, institucionali zación y ,!tICl1 IUra l, es decir, co mo persona, co mo instanc ia de la especie homo/femina

29 " People know whar (hey do; they freq uently know why they do whar they do; but whal lhey
don' t kno\V is \Vhat what they do does". Trad.prop ia. Cilado en Dreyfus y Rabinow ( 1982), men- ,\ En el sen tido de que ambos está n mutuamente implicados, alternándose como siste ma y
cionado en (Bentley 1987):48, o sea, una metaci ta. 11I1\ u 110, no ex istiendo el uno sin el otro: no hay personas si no hay co lectivos, no hay colectivos
30 Puede ser la imposibilidad cogn itivaemocional y social de la reflexividad y moni torizac ión IIln pUl'sonas.
total de nuestra activ idad. Tiene esto que ver con los efectos no prev istos de la acción social, no 14 Que puede darse a diferentes ritmos y veloci dades (Gould 1977).
sólo por la no necesidad de intencional idad para la consecuenc ia sino por la ausenc ia de retrabajo H El mundo, lo socia l, está ya ahí antes de nacer el ser humano . ideologías y prácticas de
sobre la mi sma. (Bourdieu 1972) ya afi rmó hace mucho que la verdad de la interacción, su signifi - ¡\l ll1 odu<:ción, nutrición, cuidado, ni ve les hormonales y de stress maternos en relación a un entor-
cado, no se agota en la interacc ión misma. Ihll.' lllllIral y hasta un riesgo biosocial (Johnson, Rolf y Rebetta 1991). Unos actores soc iali zados a
31 Dentro de cierto hori zonte de posibilidades (podía ser de diferente manera). hlllj que debo mi concepción, un entorno de personas que me espera (¡oj alá!), que ya ha hecho pi a-
32 "W hal goes without say ing", de lo que van las cosas sin que haya que men cionarlo , des- IW,Ii pura mí, en fu nción de su status, de su acceso a los bienes de prestigio, etc., un luga r ya crea-
cribirlo di scurs iva mente, por evidente, inclIestionable. Tales serían los automatismos, esquemas, dI! (JIU'U mí en una estructura de parentesco, en una continuidad generac ional hacia atrás y hacia
lu gares co munes, bien instaurados en nuestro cuerpo como patrones neurológ icos, biops icoso- ,hlbUlle. cte. Tamb ién posnatalmente: creencias, actitudes y prácticas como expectat ivas famili ares,
c ialmen te organi zados durante la experiencia y la soc iali zación, pudiendo converti rse en catego- I ulllpo!'ic ión de grupos domésticos, estilos de pareflfing, trad iciones en biopsicoculturales en la
/'Ías de vida y hábitlls. IIIJlulllc i6n del sueño, la ali mentación , la postura, la higiene, las actividades sensoriomotrices, etc.

88 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 89


sapiens sapiens, con todas sus posibilidades y capacidades implicadas, actor/actri z que Ol ros, porque tienen el poder para ello, bien porque se hayan eri gido en actores
de relaciones sociales y, por tanto, miembro eficiente partícipe de un conjunto huma- llllpuestos O legitimados socialmente, ubicándose hegemónicamente en la sociead,
no que me reconoce como tal. Por su parte y desde el punto de vista del sujeto colec- hi ' 11 porque las circunstancias hi stóri cas hayan operado una confluencia singul ar de
ti vo, el grupo, la globalidad y sus dinámicas sociales, sus producciones y efectos, fllc lores que haya propiciado tales resultados.
etc., las personas aparecen como miclVenlOmos, de algún modo bancos de prueba y Di scursos y prácticas sobre identidad están desigualmente repartidos en la socie-
justificación (legitimación) de ciertos procesos sociales sistémicos 36 ¡Iud. El grado de incuestionabilidad, de evidencia social, es variable, ya que partimos
Por tanto, la identidad puede objetivarse, suslanti vizarse hasta cierto punto en for- (l ' la idea de la distribución desigual entre actores para imponer sus definiciones de
mas cultural mente variables, pero no deja de ser un plVceso, una dinámica por la que lu realidad y legitimarlas, bien por consenso, bien por imposición simbólica y/o físi-
organizamos -consciente/inconscientemente- nuestra experiencia cuando y mientras 'u. Su éx ito social depende de un proceso de adhesión y validación continuas. Todas
experimentamos, a partir de experiencias pasadas, presentes y esperadas (y las infe- IIIS dictaduras necesitan promover y acumular también algún tipo de legitimidad
rencias que permiten), conocidas y novedosas. Y con una es peranza de vida determi - Nllcial , por medio de la ad hesión, y por ello los medios de propaganda e ideologiza-
nada: nada es eterno. l'ión de las masas son especialmente importantes en todo Sistema autocrático 38 .
Los ámbitos de producción y re- producción recreati va del proceso de objetiva- No hay imposición que c ien años dure. Toda autoridad impuesta arbitrariamente
ción, sus localizaciones sociales, pueden ser varios y diversos: prácticas, interaccio- 11 'lIba resquebrajándose tarde o tempran o, o refonnulándose en otros términos menos
nes y relaciones sociales, redes de sociabilidad, prácticas expresivas y ritu ales, IIII'oces para dar la apari encia de cambio. Las identidades no adquieren fuerza clasi-
Sistemas de producción, consumo e intercambio, di scursos, narrativas, instituciones, n'lItori a ni motivacional ni garanti zan su re-creación a largo plazo si no son de algu-
organizaciones. categorías y clasi ficaciones, representaciones y metarepresentacio- Ila forma , reconocidas socialmente39 , tanto en el ámbito micrológico del toma y daca
Iles, normas, valores, Sistemas de reglas, objetos, artefactos, tecnologías. Sistemas de ti' los intercambios e interacciones cotidianas, en el /lujo de la vida, como en el
verdad, legitimación, dominación, gobernabilidad, control , gestión , administración y dominio de procesos más estructurados y objetivados políticamente.
contabilidad, etc. Cuando la objetivación social se reali za como naturalizaci6n, Dc alguna manera, toda identidad acaba siendo negociada mínimamente. La
según el proceso explicado antes, puede dotar a los productos humanos de una gran Identidad , en cuanto a su significación, valor, credibilidad, legitimidad, es siempre
fuerza motivacional, direccional y afectiva. Illtcr-subjetiva, relacional, dialógica, no tanto necesariamente en términos de com-
Por ende, prestar atención a estos procesos de estructuración y consolidación es purt ición total y aquiescencia absoluta, sino como interpretación, multi vocidad y
absolutamente imprescindible para no caer en el destructivismo del cOllst ructivismo a ('olltraste (Matllsov 1996, Bahktin 1990).
ultranza, que desmembra el cuerpo sin saber luego qué hacer con las partes, una borra-
dura de conceptos que no podemos reemplazar y que, en todo caso han sido desvin- B. Sobre fragmenlariedad y coherencia
culados de los contextos paradigmáticos en que se originaron inicialmente (Hall 1996).
Otra de las paradoj as de la teoría social es cómo abordar el carácter a la vez frag-
11) 'lItario y coherente de las producci ones socioculturales, en este caso, también de la
Id 'llIidad. En algún momento hemos utili zado la image n de un queso gruyére, lleno
2.4. Dinámicas y estructuraciones de la Identidad el · agujeros. La de una balsa a flote que va hundiéndose por un lado mien tras va repa-
I IIdose el otro costado, tambi én nos gusta. O las imágenes de los hábitats y escale-
I liS de Escher, que, según se miren, bajan o suben, o incluso no llevan a ninguna parte.
A. Podel; reconocimiento y negociaci6n
Como todo fenómeno sociocu ltural, la construcción identitaria exhibe carac-
"Podríamos decir que nos inventamos entre todos la identidad ... ". Acabamos de
ICl'rslicas sistémicas abiertas, donde ruid o, turbul encias, contradicciones son parl e
afirmarlo más arriba, pero en realidad es una verd ad a medias 37 . Unos inventan más
l'ollstitutiva de su ex istencia y devenir, osc il ando entre e l orden, el desorden y la reor-
~lI l1i zaci 6n , efectuada al hilo de la dinámica social y su evolución (Dietz, Burns y

36 Por ejemplo, políticas sociales se disei'ian pensando en determinadas personas, con deter-
minadas características; la producción indu strial tie ne a los consumidores como entorno que la legi-
tima. Además de una in fraest ructura in stitucional , legal, educativa, arquitectónica, de recursos, etc., JlI Todo Estado, democrático o no, aspira a capit ali zar y monopoli zar este poder de definición
el entorno significati vo para el estamento docen te - maestros y profesores-, por el que se dota de y Ncstión de identidades moralmente vá lidas. La coerc ión si mbólica, como parte de la coerción rísi-
sentido, son los alumnos y estudiantes. ,'11. cs consustancial a loda organi zación estatal , desde su aparición histórica hasta la actu alidad.
37 Como cuando se dice que cada niño del mundo se come medio pollo al día, sólo que hay J'J El problema del reconoci mi ento ha tenido en Hegel ( 1966: iv, secc.A) y Marx (1974:3 1)
algunos que se lo comen en tero ellos sólos y otros ni lo prueban. Es un ejemplo. ulgulJos de sus mejores renexiones. Véase tamb ién (Serger y Luckman , 1966).

90 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 91


Bultel 1992). La identidad, como glo balidad sistémica en constante reorgani zació n y xih lcs, ambiguas en otros momentos y lugares, como las fronteras entre Argent ina y
re-es tructuración se mueve continuamente entre el orden y el desorden, entre lo Ill':lsil en el Paran á, o entre Venezuela y Bras il en la selva del Orinoco, o como la
cerrado y lo abierto, nun ca completa. Está hecha de fragmentos más O menos arti cu- fl'O l1tcra entre salud y e nfermedad, dependiente a menudo de los criterios de un a tra-
lados sistémicamente, tendentes más o menos hacia una posible coherencia entre sí, di ció n terapéutica4 ' .
ent re fuerzas centrípetas y centrífugas, o simplemente erráti cas.
Las localizaciones de los espacios gravitacionales, es deci r, de los actrac tores,
Se constitu ye a partir de la selección y recombinación catego rial de otras clas i- l'OIllO fuerzas que pueden dar coherencia a las distin tas partes del proceso sistémico
fi caciones, representaciones, prácticas, moviéndose entre el bricolage, la imagina- Ident itario y sus cristali zaciones más o menos perdurables, pueden ser muy di versas.
ció n y la destreza para ocupar nuevos espacios y proporcio nar nuevos significados No siempre hay una centralidad única. Puede haber atractores dentro de atrac tores,
(Cf. 5.5). Es en esta re-elaboració n homeodíllalllica (Rose 1997) do nde reside su \',HI10 los subsistemas O micmsistemas en Sistemas de los que hablábamos al princi-
posible originalidad. pio de este libro. O puede haber oscilac io nes, o ra son ciertos e le mentos o partes del
Las fuerzas de cohesión y disgregación internas dibujan un panorama di verso pl'OCCSO los que capitali zan el protago nismo a la hora de impul sar e l dinamismo del
para la identidad en distintos contextos socioculturales e históri cos. Por eso, todo proccso y la o rdenación y reordenació n de sus partes, ora son otros. La fu erza clasi-
estudio de la identidad ha de inclui r la genealogía de su constitución y sus variadas Ilcntori a, q ue defin e también los márgenes de lo all ómalo (Douglas, 1967) puede
formas de operati vidad histórica y situac ional (Cf. 4). La coherencia varía también en ,'stUI' ccntralizado como en los diseños centro/periferia, puede cubrir parte o todo e l
fun ción de las relaciones, negociadas o no, entre diferentes procesos sistémicos iden- t \l ido como decía Michel Foucault (Foucault 1978) en su Microfísica del poder o
titari os, en los que uno se constituye en Entom o del otro y viceversa (Cf. 3. 5). Los hl ' 11 puede constituirse en centinela sólo en los bordes, definidos como tal por tener
límites de su capac idad o rdenatoria, representac ional y pragmática dependen de sus pi 'c isamel1te di cha vigilancia42 Es cerca de estos límites donde la identidad puede
relaciones con otros procesos sociales en situaciones y contextos concretos. ¡J ' li nirse más ri gidamente 43 , cuando queremos traspasar los bordes de lo que se ha
Co herenc ia y frag mentari edad también dependen del del grado de complejidad de pntlido objeti var como nuestro ord en moral , los límites de lo aceptado, aceptable 44 .
que se trate; también del lugar desde el que estamos observa ndo. Es te paisaje con sabor a lgo kafkia no q uc acaba mos de pintar se debe a que toda
Los ele mentos por los que la identidad como globalidad se constitu ye no sólo son hl '/Itidad remite, en última instancia, a un estructura de poder. Esta renex ión es loma-
seleccio nados, si no que no pueden ser ilimitados: su existencia posible reside en su dtl más adelante cuando analicemos la Etnicidad como sistema complejo (3.5), aña-
significado por sí mismos, pero también en relac ión a o tras partes y a la globalidad. di 'ndo OtTOS factores y dinámicas a tener en cuenta.
Los elementos de la identidad, sus representac iones, ideas, valores, prácticas,
etc ., generan sus propias dinámicas de atracció n interna entre sí, en términos dc re la- . De la multiplicidad
ciones metonímicas y metafóri cas40 , La estru cturación refiere a la mayor o menor Ya comentamos al principio que la posmodernidad entonó el //lea culpa de
organizació n interna y permanenc ia en el tiempo de este o rdenamiento. A este ni vel, ()~c i de nte por haber esencializado un concepto de identidad como insularid ad, indi-
la coherencia refi ere al grado en que cada parte puede repl icarlre-crear la globalidad vid ualidad, preexistente e independiente de todo lo social y relacio nal.
en sí misma y junto al resto de las partes.
Como todo proceso sistémico autopoiético, ningun a identidad controla ni puede
espiar todas sus fronteras ni entradas, ni siquiera las auto r;zadas . Los límites refi e-
'" El Panóptico, como torre central que controla el espac io carcelario, ojo que todo lo ve, es la
ren a zonas aparentemente definidas y controladas a ciertos ni veles. Pero difusas, fl e- Ilu"ión de todo cOlltrol, que se quiere (pretende) olllllímodo, omipotcnte, omnipresente. Pero aunque
111 (¡'mil Hermano instalara cámaras en los estómagos de todos los participantes, nUllca llegaría a
,,,he .. si las hambres, los deseos, han sido sat isfechos, qué evocaciones han suscitado los sabores, que
~III Jllllfa de digeslibiJidad puede asegurarse para cada sistema digesti vo, qué éxito nutricional van a
40 Una mujer bella y atracti va -que as[ nos parece- en un anuncio de cochc rcmite, lIIe/(l/ó"i- PII){lucir los distintos alimentos, en qué lugares exactos van a quemarse las moléculas metaboli zadas.
camenle, a un cri terio de poder, dom inio y capacidad asociado a lo masculino en nuestra sociedad ,12 Como en el Desierto de los Tártaros de Dino Bu zari , cuya lógica de vigilancia imponía ella
de consumo occidental. Sin embargo, las llaves del aUlOl11óvil, el proceso de ignición y la salida tlihu lla un tcmor a unos supuestos enemi gos que nunca llegaban.
rápida y veloz hacia delante, a modo de propulsión, son signos metoním icos del carácter agencial ,11 Como los quarks, como hemos mencionado hace algunas páginas, que se mueven Iibre-
y protagonista que se atribu ye a la masc ulinidad en la relación sexual. Un anuncio, con tales ele- IU\1 ntc cuanto más juntos están (libertad asintótica), como si no interactu aran entre sí, pero son
mentos , como precipitado estructurado de la continua generación de las ideologfas de género en hllposibles de separar cuanto más alej ados unos de otros, donde las tensiones son mayores como
nuestra sociedad de mercancías y jerarqu ías, está mu y bi en estudiado por los publi cistas (que pare- 111I11I1U goma elástica. D.J .Gross, F. Wilczek y H .D. Poli tzer. Premios Nobel de Física 2004.
cen dominar mu y bien lo simbólico) para garantizar su coherencia. Trabaj ando con elementos bien <14 Parte de los efectos de la globalización se vinculan a la consti tución de espac ios de nadie,
arra igados en el imaginario social, di sparan en nosotros toda una suerte de asociaciones que for- lu IIIHJcflni ción, el des-apercibi miento, el nomadismo referencial. Pero allá donde los ok"J)as tras-
man parte del proceso sistémi co de const rucción de estas ideologías en nuestra sociedad. MH't!cn el pri ncipio de propiedad la restitución del lím ite no ti ene tregua.

92 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 93


Sabemos que, a pesar de poder entenderl a como globa lidad con pro piedades s is- tl II IIC del coro W, de la re li gió n X, m iemb ro de la Comu nidad Autó noma Y, c iuda-
té micas, su tejido está lleno de ro tos y deshilachas. Pero además, está hecha de par- dll lla del Estado Z, de la UE, partícipe de la cultura y trad iciones occidentales,
tes de otros Sislemas y Enlomos, difund idos, in-co rporados, fagocitados, copiados (Ij 'mp lar de la especie humana, terrícola cuando lleguemos a codearn os con ex tra-
re-creaclos45 . tlcslres como en la Guerra de las Galaxias. Es en esta combinatoria cómo las iden-
Somos muchos otros, EllIorllos incorporados como microSistemCl s, hechos l1ues· Ildlldcs adquieren a menudo su sig nificado ex perien cial y donde e l análi sis ti ene
IJII ' incid i"' 9
Iros, apropiados y dados un barni z propio, su yo-EnlOmo rec reado en mí-Sislema 46
Nuevamente, el concepto de co-ontogenia ayuda a comprender esta multiversidad de El ámbito de pertin encia de una iden tidad defi nida como tal no tiene por qué
la identidad que, no obstante no nos disuelve. Cuando un ser querido fa llece, parte de II hlll'car la tota lidad o parte s ignificativa de la acti vidad relacional del suj eto en todos
su presencia queda en nosotros, aquella por la que la hemos hec ho nuestra, so bre la y 'lid a lino de los contextos en que esta se produce. Para algunos, ser Sami no es una
que también hemos construido nuestras vivencias, ex peri encias y recuerdos, hu mus tllll 'goría de vida más que en ciertos momentos y contex tos de relación con uno
de l qu e se nutre parte de lo qu e somos y cómo nos autorepresentamos. Es el mí en los IIlI s lIl O y con los demás (Díaz de Rada 2004). Tampoco la vasqllidad ori entaba todas
demás y ellos en mí, el Olm genera/izado del decir de G.H.Mead ( 1967). 111,"1 representaciones y ac ti vidades de nuestros j óvenes de Ren tería y su comarca
(t(lI l1lírez Goicoechea 1991 ). Muchas fo rm as de relac io nalidad, perte nencia, grupali-
La multiplicidad se entiende tam bién desde otra dimens ió n. Las personas, los
¡Iud , experi encia en suma, no pasan ni producen necesariamente identidad.
colectivos, pueden ser ordenados, representados, experimentados, desde distintos
Sistemas categori ales identitari os o no. Como hemos mencionado ya, los grados y El ámbito de atracción de las categorías identitari as. su grado de estructuración
amplitud de las adscripciones identitarias, así como las parcelas del comportamie nto y 'ulIso lidación, puede incluir más o menos pa rtes de l sujeto, de su de finición yact i-
de suj etos ind ividuales y grupales qu e reg ul an pueden ser variables. vhllld cronotó picamente s ituadas. No s ie mpre llevamos la profesió n puesta en la cara
11 1 111 bandera enro llada en el cuerpo. Hay identidades que defi nen representac iones y
Las identidades pueden definirse y ordenar experi encia en torno al género. la
edad , el parentesco, el clan, grupo fami li a"'?, la mitad y submitad, e l nombre propio
1'1 cri cas de forma más totalizante que otras, en cuanto que es tán objetivadas como
,klin iciones q ue abarcan más O me nos domini os de la vida y del c iclo vital. Como
y fam iliar, la casa, la localidad, la res idencia, la legió n/ce nturi a, la fratría, la ge ns, la
ciudadanía (p.ej . patricios y plebeyos), el gru po lingüísti co, la hermandad, la con-
w, 'mos al hablar de la Et ni cidad (3.5), la/s identidad/es étnica/es, muestran , sopor-
111 11 . diversas formas y grados de atractividad , pudiendo en ciertos casos constituir
gregación , el o fi cio, el gremio, la cl ase soci al/sta tus, e l cargo, la propiedad , profe-
1111 IIctores de otros procesos, como ser atraídos subsidiara men te por és tos, depen-
sión, acti vidad, ocupación, el grupo étnico, la religión, las creencias, la sociabili-
,1I" lIdo de los mismos.
dad/grupa lidad , la organi zació n, la institución, la cua lidad moral (definida como ta l),
la salud (así definida), la orientac ió n sexual, e l nivel cultural y alfabet ización, la per- EI1 resum en, mejor hablamos de identidades múltiples (Ap piah y Gates 1995),
tenencia polít ica, y tod as las formas de práctica y catego rización tip ificada y objeti- /JI/I 'IJ.\'OCioclIltllral e hi stóricamente posibles, que pueden conjuga rse entre sí o, por
vada soci ocultural mente como di stinti va en cada contexto histórico y sociocultural. 111 'Olllrario, ser totalmente independientes, así como, en un momento determinado,
t\III.'lIpsularse y dotarse de cierta coherencia interna también como insularidad tal
En la ex peri encia, no obs tante, no se viven necesariamente es tos cortes 48, Que
1 ' " 11 0 ha oc urri do en Occidente (Cf. 3.3); o, al co ntrario, pensarse y sentirse co,;o la
es temos hechos a trozos no implica una autoex periencia de puzzle, Una puede ser
I III, nllcl1c ia de múltiples re laciones, como lugar de encuentro de procesos más
muj er, joven, vasca, de c lase ob rera, hija de los S, de la pa ndill a de las ' listas de
IItttplios más all á de nuestra piel. como parte de una cadena o de una retícula que
clase', de la cuadrilla de los/las T, vecina de l barrio U, jugadora del eq uipo Y, can-
í 11 11 'CIa puntos y nodos por donde circul an relaciones, acciones y efectos.

45 Franz Boas ya se percató de que la difusión cultural implica siempre un a transformación de


lo di fundido (Franccsc, 2007). A.L. Krocber, entendió la complejidad del proceso creati vo en rela- 1'1 Por ejemplo, hablar de identidades de género en abstracto. por enci ma de la muhiplicidad
ción con un proceso selec tivo de elementos anteri ores, con un a dinámica propia en el tiempo (Cr. ,k 'UlS formas y locali zaciones. no tienc mucho sentido. Pero sí lo tiene de muj eres afganas casa-
M ercier 1976) La escuela aleman a, en la fi gura de F. Graebner, trató la difusión co mo un proceso tltllI, l:() tl form ac ión, con hijos, sin empico y en ell>llllto de mira de sec tores relig iosos u·adiciona.
dinámico en donde el elemento prestado podría tener un efec to nuevo y distinto en la sociedad II ~ I II'I, O de niñ as"m uj eres tr;:¡bajadoras del turi smo sexual, ex torsionadas y ex pl otadas por el pro-
receptora, diferente al que hubiere tenido en la sociedad de precedencia (ibid. 97). Una especie de '111h'tu de turno, sin acceso ni a la educac ión, la salud , o a un futuro diferente. Todo ello sin que el
exaltación cu ltural. I,,,~dm: l o cmcrgente de todos estos factores permitan un análi sis esencialiSla, en este caso deri vado
46 Di stintas formas de objetivación de personas y grupos co mo sujetos y objetos han sido estu- I h~ 1111 singularid ad (Ce. Collins 1990). Lo mismo ocurre con ellérmino de illfal/cia, como calego.
diados para Israel en (Domínguez 1989). I(U 10\1 nlada para describ ir sociológica y demográfica l11enle un períOdO de edad. Nada tiene que
47 La Ilisba. por ejemplo. Cf.(Geert z 1984). , 1 1111 !l iño burgués europeo que celebra su cumpleaños en un parqu e temático y otro que trabaja
48 No cabe duda de que algunas identidades sociales son más genéricas que otras, otras son I l lullu s en Pakistán confeccionado pelotas de fútbol que serán vendidas en Occidente con el mar-
más exclu sivas. 1 I¡¡mlo de moda correspondiente.

94 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES tDENTl DAD Y ALTERI DAD 95


D. De la Identificación !\' l¡lcnlifica con indi vidos psicológicamente idiosincráti cos pero és tos están siempre
V Ih.:ccsariamente socializados, representando y ejerciendo rol es, lugares, posiciones,
Identidad remite a procesos de identificación con otros, con los qu e un e siente y
I",,"promisos, solidaridades, sus propias identificaciones, etc.
cree que comparte algo. No se refi ere a la capacidad de ubicar a cada quien en el
mapa categorial de lugares sociales de qu e se trate, aunque por es te proceso nos Las identificaciones, mediante la empatía 51 y la toma de lugar y situación de otro,
podamos autoubicar en cuanto que el objeto de nuestra identificación lo está. Sin pro- I'illmiten la construcción de una autoimagen de sí, como principio organi zador de las
cesos de identificación no podemos hab lar de identidades. IIJ( p 'riencias que será, a su vez, reorgani zado continuamente por esas mismas expe-
, h'ncias, que, obviamente, son etnográficamente mu y diversas, implicando ámbitos,
Brubaker y Cooper (2000) señalan la identificación como uno de los dom inios
Ilo"';,,ios y prácti cas mu y variados.
principales que el término identidad ha vampirizado. Ci tan un origen del concepto
desde los trabajos de Erik Erikson ( 1974) para quien, la identidad es un proceso ubi- La identificación está en la base de la asunción de los roles posibles en una socie-
cado en el centro (,core') del indi viduo, pero también en en el centro de su cultura Ilml concreta. Como proceso psicodinámico involucra diversas dimensiones del suje-
comunitaria. También el psicoanálisis, ya desde Freud, ha utili zado el térm ino iden- 111, 110 menos emociones y mapas categorial es. "Querer ser como", "Sentirse seme-
tificación. como proceso psicodinámico. IOIlli'. parecido o igual que ", "HaceJ; pensclI; sentÍl; decir lo mismo que" son fu erzas
,,,hc~ ivas dinámicas que pueden propiciar emergenc ias subsiguientes: sentido de
Según ellos, el contagio identitario en la etnicidad vi no de la mano de Gordon
~ I ItpH li dad, de comunidad, de pertenencia, relació n social.
AlI port ( 1954). También fue incorporado en la teoría de los rol es y de los grupos de
referencia, el interaccionismo simbólico, los trabajos de E rving Goffman y el cons- I ,Hcapac idad de imitar parece un precursor de la capac idad de identificación. La
tructi vismo social y feno menológico de Peter Berger y T h. Luckman (1966)50. Estas IlltilHció n está en la base de la socialización de aves y mamíferos, por tanto humanos,
corrientes fac ilitaron el traspaso del co ncepto desde una noció n pi scosocial a una MI li 'ias a las neuronas espej0 52. Niños de incluso 45 minutos de vida han imitado a
noción para describir lo grupal y colectivo. II l1 udu lto abriendo la boca y sacando la lengua (Hobson, 2002: 30 y ss.).
Desde el punto de vista clas ificatorio y estructural, remite a lo qu e (B rubaker y Parece qu e la verdadera imitación se da sólo en los humanos, entendiendo ésta
Cooper 2000) citan como posiciones en una red de relaciones (de parentesco, de 1II mll c l reconocimiento del otro como agente intencional y poder, así, implicarse con
ami stad , lazos patrón-cliente), como a la pertenencia a una clase de personas que ¡\I (l it el seguimiento de la mirada, la atención compartida, los protoimperati vos y pro-
comparten determinados atributos. También subrayan que el resultado de los proce- 11 11 1 'cluralivos, la protoconversación. Imitar no es hacer los mismos movimientos
sos sociales de identificació n, entre di versas fuerzas y orientaciones organi zativas de "IIIIt/ar- sino tener la misma intención , tomar la perspectiva del otro, ponerse en su
poderes constituidos, de intereses, de movimientos reivindicativos, de solidaridades IIlHIlf' y hacer lo mismo que él po r el mi smo motivo (Tomasello 1999).
colectivas, es incierto.
De nuevo, pensar en las posibles objetivac iones de la identificación no implica
asumirla como concepto/fenómeno delimitado, unívoco. Estamos de acuerd o en que
sus resultados no siempre se objetivan socialmente tal y como piensan la objetiva-
ción -¿ identidades circunscritas y delimitades, con nombre y apellidos?-. Los posi-
'lo ALTERIDAD
bles efectos anónimos, que impregnan nuestras formas de pensar, hablar e interpre-
tar el mundo de forma sútil e inconsciente (Brubaker y Cooper 2000): 16;, talllbién
"'Are you a prisoner?' he asked, in some surprise. The priest hesitated,
son formas de objetivacióll (Cf. Phylactou y To ren 1990; Toren 1993).
then shrugged, with a small smile. '1 cannot say that, either. With the
Precisamente ese efecto difuso es un elemento principal en lo que entendemos Mohawk, one is Kahnyen 'kehaka or one is -other. And ir one is other, the
por idelllificación y sus dinámicas. Lo interesante es localizar dónde se concentra la line between guest and prisoner can alter in a moment. Leave it that 1have
energía, la actividad; puede estar más en e l viaje, en el camino, que en la llegada, que
a lo mejor nunca sucede, o que simplemente es un alto más en un trayecto sin final.
El erro r de estos analistas sociales a la hora de infravalorar este proceso psicodi- ~1 omo pane de una teoría sobre el estado emocional del olro. Véase Capítul o 2.4.
námico es considerarlo como a-soc ial, al modo de la psicología individualista. Uno \1 Evidencias neurofi sio lóg icas han dado un nuevo impu lso a las teorías de la im itación a par-
Ih dul descubrimiento de estas neuronas (' mjrror neurons'). Estas fueron halladas por O. Ri zzo latli
Ilu ll . ( 1996a y b), en macacos, en el área correspondiente al nuestro de Broca (C f. Nishitani y Hari
I¡H IO), Estas neurones permitirían el mapeo de la acción percibida y observada sobre zonas cerc-
50 Brubaker y Cooper citan como referencias in teresantes a Phillip Oleason (Oleason 1983), 1t1l1!lIS lIIotóricas vinculadas a la acción. Además de la imitación , permitiría el mapeo continuo de
W.J. Mackenzie ( 1978) y J.D. Ely ( 1997). IUIIl( pcricllcia de otros sobre la nuestra.

96 ETNICIDAD, IDE NTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 97


lived among them for several years - but I have not been adopted into the P 'I'I inencias, saliencias, identidades y grados de distanc ia prox imidad social (Bringa
tribe. I am sti" 'other"". Diana Gabaldon, Drums of Autumn . 1'1'15; Smedley 1999). Define prácti cas y representac iones locali zad as en el tiempo y
(111 e l espacio. encarnadas en agentes concretos, en contex tos de estructuras socioeco-

1I I1 licas, políticas, instituc io nales, ideog ráfi cas, morales, emocionales específicos,
A nadie se le escapa que el mundo es fundamental y profundamente d iverso. l'o n independenciad de sus propias dinámicas autóno mamente dependientes 54 .
También sus gentes y las relacio nes entre las mismas.
Ex peri encias de Identidad y Alteridad, son difíciles de separar no sólo anal íti ca-
Alteridad, Oll'edad ('Otherness' ), significa la clasificación socialmente constu!i.:... 11\\)lIle, para la Antropo logía (A ugé, 1998) y otras disciplinas críticas, sino para la
da y subj etivamente in-corporada de personas y gentes como diferentes, con los qu e I'x peri enc ia cotidiana. Desde el punto de vista teórico, so n dos lados del mismo fenó-
se practi ca di stancia cogniti voemocional y val orativa en el contex to de interacciones 111\; 11 0, que sólo pueden ser an alizados singurlarmente como mo mentos de un proce-
y relac iones sociales es pecíficas. Vea mos esto más detall adam ente. (lO co mo perspecti va que ha de ser siempre av isada.
Si la Identidad remitía a semej anza, parecido, identificación con un modelo o/y ESlán mutuamente implicadas e interpenetradas como procesos co-ontogéni cos,
con una colecti vidad, a través de un proceso de selección de al go a lo que asemejar- porquc toda identidad se construye, por tanto, en un doble sentido de similitud y d ife-
se, se produce necesariamente el movimiento inverso: mode los y grupos qu e ~ 1,'lIcia res pecto de otros (Sainsaulieu 1985), ex presa ndo siempre una re lac ión re fe-
hace sus iguales, con los que se diferencia. Toda lógica identitaria produce "efectos Itlllcial éstos, así definidos (Noschis, 1982:41). Yo constru yo mi identidad constru -
de frontera", que da n a toda identidad su carácter estratégico y posicional (Hall 1996) Yl'lIdo tu otredad; tú construyes tu identidad haciendo de la mía tu otredad, aunque
respecto del Otro (otros) . tlu form a parecida/desigual a mi proceso de constru cción (la irreversibilidad no ¡so-
Alteridad, Otredad, significa la clas ificació n social de perso nas y gentes como 111 rlica). Por ej emplo, los británi cos, constru yero n su Identidad imperi al en gran
diferentes. Distancia social , extrañamiento cognitivoemocional , ev itación, prejuicio, IIl 'dida alterizando social , pol íti ca, económica y moralmente a sus súbditos de las
y diferencia selecti va son prácticas posibles que se fundan en la diferencia. Y, s in ,'ololl ias. De todos modos, no siempre podemos operar reversi blemente con la
embargo, como mencionaremos de nuevo en el apartado 5.4., diferenc ia no implica Allerid ad como Ento rn o: no en todas las circunstancias y casos ésta consti tuye un
necesari amente desigualdad. Del mismo modo, diferencia no implica siempre y en pltlCCSO sistémico de Identidad reconocible . Los otros sobre los que constru yo mi
todo lugar y momento conflicto, desig ualdad económica o excl usión social , aunqu e Itll'll tidad no tienen por qué tener la consistencia sistémica ni el grado de objeti va-
todos estos ejercicios de la desigualdad se fundamenten en ella. 1'11111 que yo pueda dotar a la mía. El E ntorno puede estar constituido por elementos
Como decíamos para la Identidad, la Alteridad es una categoría básica de la e~ IIl'I 'róclitos sin relación consti tuti va entre sí más que como negativo de la identidad
ri encia y de las re laciones humanas, socialmente construida para producir significa- Ijll ' ed ifico a costa de alterizar estos ele mentos sin demasiado trabajo de precisión 55.
do y o rgani zar precisamente in teracc io nes, re lac iones y situac iones dialógicas. No es Po r todo lo anterior, Identidad y A lteridad, Alteridad e Iden tidad irán a menudo
un a priori de nuestra mente, ni es un a categoría de experi encias básicas. Podemos pt'g lldos una a la otra, como Identidad/Alteridad o al revés. Cuand o cite mos sólo
hablar de ella como categoría de la experi encia pero tam bién en cuanto a ex periencia Id I1 tid ad, ha de ente nderse siempre como proceso s istémico, como operació n de
de aquellas relac io nes que produ cen la categoría misma. Podemos pensarla como ~ l lI g ul ar i zaci ón , como acontecimiento y proceso de redu cción de un a complejidad
proceso -' othering' 53_ y como estructuración objeti vad a. I'X I 'fila sobre la qu e se opera un cerramiento operacional, siempre incompleto.
Como categoría y como ex peri enc ia, la Alteridad es uni versalizable: en todos los I'lIlIJnces nuestra perspecti va será desde el(\os) lugar(es) de los acto res/pensadores
contextos socioculturales etnográficos e históri cos hay al gún ti po de trabajo cultural IH li viduales y colecti vos construyendo representaciones y prác ti cas sobre sí mismos
sobre el otro, los otros, al ni vel de complejidad y significación que sea. De otra parte, . iClllp re a parti r de otros y de sí mi smos-o Cuando menc io nemos Alteridad u
sabemos q ue la Alteridad sólo puede ex istir a través de sus incardinac io nes prácti cas (lit' 'ciad, se aplican las mismas caute las: estaremos entonces posicionándonos en
I'I/Ios cntorno/s que la Identidad selecciona como pertinentes para su propia con s-
y representac ionales .
IllH.:ci6 n sistémica.
Nuevamente, no define otros básicos, no hay Alteridades básicas. Es un fenóme-
0 1110 sabemos, podemos pensar en la Alteridad-entorno como proceso sistémi -
no crosscul tural (Smith 1986, Calhoun 1994, Lévi-Strauss 1983) pero históri ca y con-
tex tualmente localizado en los modos en que imp lica diferentes dominios, ámbi tos, , 11 (le co nstrucción identi tari a, donde aquella Ident idad inicial se convierte ahora en

53 Me resu ltan part iculanne interesantes las expresiones 'ot hering' y su recíproco 'selfi ng', 1<1 Desarrollos de complejidad interna, recurs ividad, fonnalización, abstracción.
que he encontrado en la edición de (Bauman 2004) porque refl eja este aspecto procesual, dinámi - ,~ Eso ocurre con los estereotipos, por ejemp lo, pero al revés: no sabemos muy bi en cómo
co y const ructivo de l que esta mos habl ando. '!l itUOS lIosotroS pero tenemos bien claro cómo son ellos. ef. 4.6.

98 ETNICIDAD. IDE NTI DAD y MIGRACIONES IDE NTIDAD Y ALTERIDAD 99


el entorno de ésta. Pero de diferente manera. Los países colonizados construyeron su i rI/núclico, que, no obstante, se basa en el reconocimiento de alguna dimensión
identidad a partir de los colonizadores y la metrópoli como alter-ego pero no de i oOlfin entre las partes. Ésta sólo toma existencia en el mismo proceso de experien-
manera especular. Hay una especie de reciprocidad no igualitaria entre mis/nuestras , '" y rclkxividad del contacto y la relación entre las partes (ibid.61). Lo importante
construcciones identitarias a partir de las tuyas/vuestras/suyas, etc. y las tuyas/vues- n Ic'llcr en cuenta es que podemos comprendernos como d{jerenfes, a la vez que pare-
tras/suyas a partir de la mía/nuestra, etc. n'dos, según el sistema de referencia que estemos utilizando y los niveles categoria-
De ahí que tu identidad para ti puede no coincidir con tu identidad para mí: yo k:. de. comparación que implican. Podemos reconocer a los otros que son diferentes
puedo sentirte, percibirte, clasificarte, de distinta manera a cómo tú lo haces sobre ti iI ""sotros incluso como iguales. Según este autor (Krotz 1994) la pregunta sobre la

mism@. Además, la Alteridad que practicas sobre mí puede no ser legítima desde mi ""'ridad implica reflexionar sobre las condiciones de posibilidad y los límites, cau-
punto de vista o la de otros Olros. Y viceversa 56 . ',,;1\ y efectos de esta alteridad, sus marcos de inteligibilidad, comunicabilidad, así
I,'nllll) los marcos y criterios de acción e interacción. Desde el punto de vista socio-
Los Otros pueden ser recursivamente incorporados y recreados internamente
'- \!Huml lo interesante es que el otro es alterizado como "individuo-en-comunidad"
como microentornos para mi propia construcción identitaria 57 . Mi(s) idcntidad(es)
I Ihld ..Sg), que incorpora una globalidad sociocultural en el contexto de otras globali-
también puede(n) ser reconstituida(s) como Alteridad para mí mismo: yo puedo ser
"link:; posibles aunque a lo mejor no plausibles.
mi otro, con el que converso y discuto, como en el habla ernocéntrica que mencio-
naba Vygotsk y58. Ya dijimos que la persona, el individuo socia/hado, incorpora la La Alteridad, como la Identidad, es siempre una categoría posicional (Velasco
globalidad social como microentorno de sí mismo. Las identidades poscoloniales se !')')\): importa desde dónde hablamos, sobre quién hablamos y a quiénes implica e
construyeron a partir de sus propias experiencias y representaciones de colonización, ¡1Í\'olucramos ó1 .
entre las cuales se incluyeron y retrabajaron las imágenes y pnícticas que los propios
colonizadores tenían sobre sí mismos y sobre los demüs 59 .
Como vemos, las dinámicas de Alteridad/Identidad se juegan a múltiples grados Id llay una muy interesante alferidad referida al ámbito de lo religioso, m<.ígico, sobrenatural,
, h !I )llll:1S alteradas de la conciencia (misticismo, shamanismo, rituales de posesión, mundo de los
y espacios/tiempo de complejidad y de las relaciones Sistema/Entorno: ideas y prác-
:;ll"í\IIS) y sus aperturas hacia el conocimiento y contacto con ofms 'realidades' ~clasificadas como
ticas que creamos sobre las ideas y prácticas de Otros que crean las suyas propias uk\ así como sus efectos en el <Ímbito de lo cotidiano. También la que refiere a la práctica y repre-
sobre las que hemos creado sobre ellos, incluyendo nuestros propios fantasmas (Cf. "¡'-!!lución _.y sus objetivaciones- de la muerte y de los /l/lIertos en relación con los vivos, en todas
apartado 5.5), etc'"o Por eso no han de entenderse de forma dualista: podemos ser 'm !ormas, conexiones y ritualizaciones. La película de Amenábar Los Otros, trabajó muy bien este
diferentes pero parecidos. La diferencia no destruye la semejanza posible a otros j'lnhkllla. ¿Quiénes son los Ofros? ¿Quiénes están mirando y desde qué lugar? Para aquéllos que
ílu Ii! COJlozcan, se trata de una madre que habita un caserón con sus dos hijos en la Inglaterra de
niveles de complejidad, y no sólo en términos segmentarios. líon de la 1I Guerra Mundial. En la casa comienzan a suceder fenómenos y ruidos extraiios. Parece
E. Krotz (2002:57 y ss.), reflexiona sobre el grado de segmentariedad de la alte- "'·'ldr habitada por fantasmas, unos Ofros a los que no se les ve pero se percibe: corren las cortinas,
, it"1 rilJl puertas, dan golpes ... Sólo cuando la protagonista descubre que sus sirvientes están mucr-
ridad así construida. La alteridad no es cualquier constatación de las diferencias, sino
id" v que ella y sus hijos también, el espectador se da cuenta de que los Ofros son ellos mismos,
que implica extraileza sobre las prücticas, ideas y costumbres de gentes con los que ¡Hlnlo qlle los anteriores son los vivos, una familia que ha comprado la casa y que está intentando
antes no había contacto, en comparación con la f'amiliaridad que produce lo propio jjl'('f;\rSl~ de los mueltos que no acaban de morir y que rondan la casa. Cuando madre, crÍ<ldos y
y habitual. Esta posibilidad sociocognitivoemocial comparativa supone un reto teóri- Hi¡iu\ consiguen cchar a los visitantes, volvemos a recuperarlos como lo que son y deciden ser:
hillHlillllCS legítimos de un mundo y una casa legítimos. Los Otros son Jos vivos que se alejan
!J\II,"¡'ndo para no volver. Otra formar de resolver lo diferente y en principio inc1asdicable es resi-
!i!!¡j In allclTeno de lo cosmológico y lo divino. (Postert 2004), basándose en el trabajo etnográfico
56 Lo que de nuevo reintroduce los procesos de reconocimiento, objetivación social como ,k 11¡¡"oS, alude a cómo en un contexto de conflicto social con el gobierno colonial francés y su élite
intersubjetividad compartida, y poder para negociar o imponer determinadas definiciones, aspectos !!!lh'illllaria laosiana y vietnamita, los Hmong elevaron a un tal Paj Caj a una condición de interlo-
que serán analizados a lo largo de este trabajo. ; ¡JIPI privilegiado con el cielo, dios principal de su panteón. Esta persona, que podía haber sido
57 Es a lo que George Herber! Mead (1967) se refería cuando acuiió la idea del otro gel1f!mli·· i')ill',idl'fada como un desviado en contextos ordinarios, que se dice era hijo de un oso salvaje, huér-
zado. Jilil'!, \ill lt!zos cOllocidos de parentesco, sin vínculos sociales claros con la sociedad Hmong, fue
58 Casos extremos de esta alferación son considerados on Occidente como típicos de la esqui- !ljl\!¡h'nldo como la reencarnación del gobernante mítico hua/) {{lis, de quien se decía había con-
zofrenia. En otros contextos culturales puede ser re-pensado C01110 la voz de los espíritus o de los "Hllit!n superar la columna que separa a los humanos de los dioses, subiendo por un árbol hasta el
ancestros. ',k·]o. Lns dioses celestiales le dieron, entre otros objetos valiosos para los Hmong, el texto origi-
59 Las identidades coloniales han tenido que integrar, a pesar suyo, el hecho colonial, como Hi1!l11 dc la lengua Hmong, que los mitos dicen perdieron cOlltra los chinos. Estas formas de exal-
hecho de dominación y explotación aunque también de difusión cultural recreada. Ignorar la histo- jiH'Í!'m tk lo anómalo y su conversión bien como próximo a lo temible rechazable, bien como cer-
ria no es posible. Tampoco renunciar a nuevas formas de pensarse colectivamente. ''\lío 11 lo !cmible aceptable, respetable, principio de orden, son formas diversas de resolver algunas
60 Esta recursividad sólo se sostiene sobre unas capacidades connectivas mentales extraordj~ ,ünbip.fkdades con posibles efectos, como en este caso, en el terreno de la resistencia social como
narias, que implican entradas de reentradas de redes neuronales. ¡¡P'\ '''in idcntitario.

100 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 101


Después de tanta abstracción, voy a hablar de un ejemplo etnográfico, al hilo de 'orgullo", "vanidad", y sentido de la "superioridad", sobre todo de aquéllos que visi-
62
mi investigación sobre inmigrantes españoles en el Uruguay entre 1940 y 1960 . En LUl Punta del Este, un centro turístico exclusivo y muy caro de la costa uruguaya.
el contexto de un seminario que di en la Universidad de la República, en Montevideo /\ IgllllOS del improvisado grupo de discusión añadieron a este discurso la memoria

(1999), pregunté quiénes eran el/los otro/s en Uruguay y cómo y por qué eran defi- política de Artigas que luchó contra el centralismo de Buenos Aires en su proyecto
nidos así. Esta pregunta sorprendió a la mayoría, constituido por profesores y estu- kdcra!ista para la región.
diantes. Siendo como es Uruguay un país receptor de inmigración durante muchos Un discurso sobre la alteridad ligada a la exclusión social en el que muchos esta~
años, los inmigrantes no habían concentrado ningún tipo de alteridad social a pesar (¡¡I11 tk: acuerdo apareció relacionado con la experiencia contemporánea de crisis eco-
de una clara conciencia por parte de los presentes de las diferencias clasificatorias ¡j!'llllica y depauperación reciente del Uruguay. Refiere a un creciente sector de la
por origen nacional de procedencia entre unos y otros. La respuesta mayoritaria fue: !Hlhl;lCión cada vez más marginada que ha ingresado en la economía sumergida o
"Todos somos 'otros"'. El profesor Zubi11aga~ director del Departamento y mi anfi- hkn se ve obligada a robar O a pedir. Esta gente está compuesta por las clases bajas
trión, mencionó que, paradójicamente, la historiografía uruguaya no incluía ninguna "'Olpobrccidas, inmigrantes rurales de áreas subdesarrolladas, inmigrantes proceden-
referencia a la inmigración como fundamento demográfico de la construcción nacio- Iv', del Paraguay, Bolivia, Perú. Se asientan normalmente en las áreas marginales que
nal del país, que gira en torno a una concepción criolla de la Uruguayanidad, tal í¡HIt'an a la capital Montevideo, en una sucesión de nichos y ocupación de hábitats
como muestran los textos escolares. Esto no impedía que los uruguayos se sintieran l'qjl'H) El Cerro, un asentamiento ocupado en tiempos por los n'ligrantes europeos,
fuertemente vinculados, en su identidad, con Europa (lo mismo que ocurre para los qlljC!l\~S reclamaban su antigua identidad de barrio migrante frente a los nuevos resi-
bonaerenses). La Indianidad tampoco podía considerarse fuente de alteridad social i!f'llkS. Este discurso sobre la alteridad y el miedo a perder privilegios y una estabi-
en la medida en que no existía discurso intelectual o político en tal sentido; en !¡!I¡¡d social difícilmente conquistada en años de bonanza económica se detecta sobre
Uruguay pronto no quedó ni un indígena; tampoco ningún grupo sociodemográfico i! )ih) en la clase media, que estaba sufriendo entonces (1999) muy cmelmente la rece-
que reclamase una tal identidad. <iÚll, Una entrevistada, una mujer inmigrante dueña de una pastelería, nos contó que
Negritud fue otra de las cuestiones debatidas. Montevideo fue un puerto impor- ('1 dí:1 :Interior a nuestra visita su tienda fue asaltada por dos hombres que la amena-
tante en el tráfico de esclavos siendo que a fines del siglo XVIII, un tercio de la i di !jI! l,'OIl una pistola. El episodio se repitió al día siguiente por los mismos asaltan-
población de Montevideo era de origen africano. Ancinas, el lugarteniente y amigo k"\ pero a diferente hora, justo antes de que llegara a la tienda: "No puedo hacer nada.
de ArUgas en sus 30 años de exilio en Paraguay fue un hombre de color63 . Parecía ¡" pulida no hace nada. No me puedo proteger y lo saben. Les doy lo (el dinero) que
haber u~la suerte de invisibilidad de la ncgritud, tanto en el discurso público C01110 el kO!/t)". Durante otra ele nuestras visitas, un grupo de chicos entró pidiendo comida y
privado y el imaginario de las gentes sobre el mapa étnico. Según un trabajador 1.,1)('. hila s6lo les cobró la leche, dándoles pan, bollos y otras cosas: "Son chicos de
social de la comunidad presente en el seminario "Es en el Carnaval cuando los ves, Id (¡dIe (sin hogar), viven en la calle. Me dan pena, pero ya me conocen y me res pe-
con sus tambores y músicas, el 'Candombé'. Cuando se les pregunta a los uruguayos !;in ~~ahc!l que siempre les ayudo si no abusan. Si no colaboras, te pueden romper el
sobre las diferencias con los argentinos, con los que tienen tanto en común, te dicen ·'d,'ilp:mlte con una piedra".
el 'Candombé', con su ritmo africano y sus textos de protesta. No hay racismo dia- Este relato nos muestra la complejidad y riqueza de las experiencias de varias
rio pero excepto un pocos futbolistas, bailarinas o locutores de televisión, no verás fu! il);1~; de alteridad en Uruguay. Parece claro el policentrismo de los sistemas de refe-
movilidad social en esta comunidad". A pesar de exisitir una separata quincenallla- Íl',jid:l, como atractores con distintos grados de objetivación política y discursiva,
mada 'Mundo Negro' incluida en un conocido periódico, no parece exisitir movi- jli'H l también con distintos efectos sobre la vida y reflexión de las gentes, ubicadas
miento de reivindicación identitaria de este colectivo. La Negritud presentaba una ih,';;!,k llistintos lugares sociales.
asociación con la gente de la 'frontera', aquellos que viven en tierra fronteriza con
Rio Grande do Sul (Brasil), por donde muchos penetraron a Uruguay en el siglo
XIX, y que parece sigue ocurriendo en una región donde la frontera consiste algu-
nas veces en sólo un río o una calle (el 'Chuí' uruguayo y el 'Chui' brasileño). Otro
eje del discurso sobre la alteridad giraba en torno a los argentinos bonaerenses, su ;¡ ()NTOLOGíAS SOCIALES: SOCIALlDAD,
:íOCIALlZACIÓN V CATEGORIZACiÓN
62 Vaya aquí mi más sincero reconocimiento al Profesor C. Zubillaga (Universidad de la
República, Montevideo) por su inestimable ayuda y valiosos comentarios a lo largo ele mi investi· "Es el diamante más grande del mundo. No -corrigió el gitano-o Es
gación de campo en Montevideo. lúe/o".
ú3 Debo esta información a Mortimer Arias y su esposa Beatriz Ferrari. Gracias por su amis-
tad y hospitalidad durante el trabajo de campo. Gabriel Gareía Marquez. Cien años de soledad.

102 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 103


4,1, Clases naturales y sentido común
liít'l1les e insectos (excepto los que son peligrosos) y algunos otros animales como los
Como categoría de la representación y de la práctica, la Alteridad/Identidad ha ('lIng!lros y algunos pájaros. Pero también fenómenos celestes como el arco iris, las
ido aumcntado en grados de complejidad con otros procesos evolutivos y capacida- Illfllll'-nlaS o incluso la luna. Por fin, algunos instrumentos como boomerangs, algu-
des caracterizados por la recursividad, re-creación y re-trabajo cultural que implican li¡¡s lanzas y otros objetos relacionados metonímicamente con éstos.

procesos de conciencia y autoconciencia, simbolización, socialidad implicada (enga- El cognitivismo modular de la mente y de la especificidad de dominio 6s han pro-
gional sociality, CL (Ramírez Goicoechca 2006), reciprocidad e intercambio, emo- d!lcido variada literatura sobre este asunto. Uno de sus postulados principales es que
cionalidad, trabajo corporal, lenguaje, narratividad, organización social, procesos de [¡j~-; oll{ologras son el resultado de capacidades innatas, preinscritas genéticamente6 6
objetivación social, ritualización, institucionalización y control social y político. H1 nuestro cerebro y que dan forma específica a nuestra experiencia. La Psicologfa
Todo ello soportado neurofisiológieamente por una evolución dc la conectividad del f\'o/I/clonista afirma que estas disposiciones son fruto de la evolución homínida
cerebro a lo largo de la hominización y la sapientización, en términos de entradas y I!¡\\,.ia sapiens sapiens durante el PlioPleistoceno, en directa relación con los retos y
reentradas, conexiones de conexiones, redes de redes, 'que implican un trabajo men- L!Il'ns impuestas por el entorno al que supuestamente tendría que adaptarsé7 .
tal mucho 111(lS complejo y sofisticado.
Desde esta perspectiva cognitivista 68 , las ontologras dividen el mundo en clases
Siguiendo con nuestra epistemología sistémica dinámica, es el tipo de recursivi- I/i/fllm/es de objetos, cuyas apariencias derivarían de sus esencias, es decir, de aque-
dad recreativa del rctrabajo cultural (Cf. 4.4) y las emergencias que produce uno ¡Je Ilil, propiedades inmanentes subyacentes. Cuando algo se parece a otra cosa es que
los rasgos que distinguen la producción humana de la de otros animales. La intensi- iunhos comparten propiedades subyacentes comunes, lo que los conceptos evolutivos
dad y cualidad de estas recreaciones internas producen nuevos grados, espacios y tlr' hO/l/ologfa y analogfa así como una revisión crítica de las relaciones ente genoti-
niveles para la complejidad interna, tanto en cuanto a relaciones simbióticas de ele- I!" y /Í'I/otipo ponen en entredicho (CL Ramírez Goicoechca 2005 Cap, 3).
mentos y (micro) sistemas como en cuanto a las más jerárquicas y vetticales.
1.:10 ontologías hablarían de lo plausible en cuanto a la aceptación psicológica y
Se han denominado ontologras a aquellas formas de existencia que se definen por i:dlL'í"IÚ\) de lo que es o puede ser, dentro de los standards de sentido común que carac-
sus cualidades intrínsecas esenciales, independientes de toda actividad, intencionali-
dad y productividad humanas, y que tomamos como dados, necesarios, no contin-
gentes. Ponemos en cursiva el término ont%gra,v porque, en relación a los procesos u, Estas teorÍas afirman, básicamente, que la mentc está dividida en módulos cspecializados
de objetivación y naturalización que describimos en el apartado 2.2., nuestra aproxi- !¡:¡Iil ('1 conocimicnto (Chomsky 1957; Fodor J983). Cada módulo es específico en cuanto que
mación es de-constructivísta/constructivista, y, por tanto, es des-esencialista en últi- ~'i¡, d/I.\'II/O un dominio particular del mundo (Hirschfeld 1994), al modo de los a priori sintéticos
J<jiollllIlOS, dotando de estructura a la información que procede de los distintos receptores sensoria-
ma instancia64 . Lo que no quiere decir que se viva y experimente de esta manera,
l.-k [lcri16icos mediante computaciones algorítmicas específicas. Así, tendríamos dispositivos cog-
como ahora veremos. !lilj\'u~, ('specialmentc dedicados para lo físico material, lo animado e inanimado, lo simbólico, lo
En principio, podemos decir que la primera gran divisÍón es entre objetos ani- i:'IH,,(:iollal, lo social, lo religioso, lo técnico- instrumental, etc. Estapsic%gía intuitiva universal del
j¡¡lIl!(l sflj¡iells sapiens sería evocada con ocasión de diversas situaciones y bajo determinados COll-
mados e inanimados. En un mundo mecanizado como el nuestro, los niños occiden-
t:llllurales (Cf. Boyer, 1994). P. Griffiths (2004), por su parte, distingue entre diferentes clascs
tales deslindan lo animado de lo animado por una intencionalidad de movimiento y 111(u!ulos: del desarrollo, funcionales y virtuales. Estos módulos significan cosas diferentes para
agencia autónomos: un perro mecánico es fácilmente identificable como no ser vivo ¡p: jl\ieólogos evolucionistas y los neurofisiólogos. Los módulos mentales no tienen por qué corres-
por los niños, al contrario que un perro de carne y hueso. En el supuesto de que (i'¡;II,k.1 con los módulos neurofisiológicos, Lo que aparentemente es 1l1l1ll0dulo específico puede ser
pudiéramos afirmar que esta partición fuera crosscultural, no tiene por qué estar obje- )'j) 1("aJidad sólo un aspecto dc la intervención de un sistema neuronal funcional. Además, es posible
"jlH' 1','II1\'S diferentes del cerebro peltenezcan a un mismo módulo funcional, que, no obstante, puede
tivada socialmente de tal manera, ni incorporada subjetivamente así en los momen-
;,,'í el resultado de difcrentes módulos de desarrollo. Módulos puedcn descomponerse hasta cierto
tos específicos de desarrollo cognitivo infantil (CL Toren 1994), No siempre lo ¡d)l¡jn ¡'()I)lO subsistemas dentro de un sistema jcrárquicamente superior Con el que se relacionan
humano está separado de lo objetuaL Un ejemplo muy conocido es cl de los Dyirbal, PHH!l con otros subsistemas, siendo que su dinámica interna constituye el principal motor dcl desa-
estudiados por Dixon (1982), y comentado por Lakoff (1987), Estos clasifican el ¡j'qllp dd superior. Como vemos, esta aproximación se acerca mucho a una vis ion autopoiética del
mundo en cuatro categorías básicas, Por mencionar sólo una, diremos que en la cate- 'fjehHl. Para una crítica de estas ideas ver (Ramírez Goicoechca 2005 Cap.4).
id, Es lamentable que il1l1(1(o suela ser confundido con genético en la literatura al uso. El pri-
goría Eayi incluyen a los seres humanos de sexo masculino, casi todos los peces, ser-
;;¡.-!1I rd¡l~!'c ¡¡ que viene con el nacimicnto. Pensar que el fenotipo es el mero despliegue del geno-
nr'l'!ln deja de ser Ulla pura ignorancia. Lo que traemos al nacer, también es fruto dc procesos epi-
p'fi!(lU'OS y dc expresión genética en procesos de desarrollo.
64 Virginia Oomínguez (1997) recomienda que, en vez de ontología,\' hablemos ele vínculos, ¡,j ('L Cosmiclcs el al, (1992); Mithen (¡ 996). Para una contundente crítica a los presupuestos

compromisos, inversiones ('investments') que la gente hace en las construcciones categorialcs que ,h- 111 Psicología Evolucionista y sus siete pecados capirles, véase Panskepp y Panskepp (2000).
elabora. ,., (",Iman y Spelkc (1981); Carey (1985); Alfan (1990); Boyer (1994); Spcrber (1994).
f.'J 1,0 que no sc sabe y no necesita decirse ('what gocs without saying') (Bloch 1992).

104 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


IDENTIDAD Y ALTERIDAD 105
terizan un colectivo humano sociocultural e históricamente deflllido. Desde este 'jIJI':tJllhos ámbitos están interpenetrados y mutuamente constituidos de diferentes
punto de vista, las otltolog(as no clasifican mundos posibles sino probables, acepta- Il)ilncr:IS, aunque no se expresen de tal modo 70.
bles desde una lógica experiencial ideográficamente constituida. Hasta aquí tocIo de ' .. , Esta pcrspcctiv.a ~lü tiene en cuenta las dimensiones ontogenéticas en la cons-
acuerdo haciendo las siguientes puntualizaciones. í.llh'l'!O!l de estos clOl1lIlllOS y sus posibles localizaciones cerebrales (Davidson J 984;
1. Scoll Atran (1990:2) define el sentido común como aquel conjunto de senten- '" 1i .. 1I"'.1 1991; Gibson 1996) ni los modelos culturales que intervienen privilegiando
cias (statements) pertenencientes a 10 que está innatamente enraizado ('grounded'), ;1 U!los 1rente a otros y estableciendo las posibles operaciones metafóricas y crossmo-

específico de la especie, como la percepción espaciotemporal, geométrica, cromáti- d!lk:·; entre sí, de acuerdo con su lugar en el sistema institucionalizado de significa-
ca, química y orgánica (distinción entre Jo natural y lo artificial) del mundo en la que ,b" . .1 .. lIna cultura (Shore 1996, Bruner 1996, Quinn J991).
todos los humanos viven sus vidas ordinarias. Desde una Antropología interdiscipli- ( 'UlllO bien afirmó lean Piaget (1970), 10 que es inevitable no tiene por qué ser
nar crítica, hay bastante que objetar a esta definición. En primer lugar, la percepción iOlla1!)II.
sensorial está cultural mente formateada desde temprano, también en sus predomi-
/,()lJl~ puede decirse de las Ontolog(as sociales?
nancias (Cf.Fe1d, 1982); (C1assen 1993), por medio del mundo objetual particular
que nos rodea -que depende en buena parte de la selección ecológicoculturalmente I ,HS (}nf()lo~~as sociales son clasificaciones referidas a personas y grupos y sus
orientada- y de la estimulación guiada que, a modo de saliencias, ejercen los agentes i',n!nils.d~~ relac.lOn. No son catálogos detallados de las variaciones humanas posibles
socializadores de nuestro entorno. La plena potencialidad de los sentidos requiere del 111 IWll.'lhldas, S1I10 modelos generales de quién es quién en un paisaje humano socio-
aprendizaje interactivo por parte del cerebro y los órganos concernientes además de ;'111111]"(\[, dcmogni.fica e históricamente concreto (Cf. Apartado 4.6).
una precisión de sintonización ('fine tuning') tanto prenatal como extrauterino , ,l J!l dOI11i1~io .I:ril~cipa.l es el del parentesco y sus sistemas de prácticas y clasifica-
(Stewart y Cohen 1997: 140 y ss.). La experiencia perceptosensoria1 del niño está en ',I! :'11':,. J;<l fihaclO~l IJllp~lCa un conocimiento prüclico y represel1tacional de quién es
relación con las experiencias características de su cultura y estimuladas por esta. El qUI("n :ISI como OrientaCIOnes más o menos prescriptivas de relación social e interclc-
sentido común viene dado por una experiencia vivida y desarrollada de los formatos ¡ ¡(iJl ("O( idiana. Un mapa de proximidad y lejanía social, econón"JÍca, cmocional, etc,
en que nuestras precondiciones (fruto de una evolución genética y la epigénesis) 'c,¡" (,'!,IJlS!ruyc, como en las segmentaciones inclusivas y exclusivas que E.E. Evans-
toman existencia a 10 largo de nuestra ontogenia socializada (Forguson y Gopnik 1'1 !ldwrd (1977) describió para la organización social de los Nuer. El parentesco oüe-
1988). Por eso, plausibilidad psicológica nO se identifica con capacidades genética-
mente determinadas (Cf. infra).
2. Además, no todos los agrupamientos en clases naturales se hacen del mismo
!O! .:ill qucrer redu~ir.ni banal izar su complejidad, podemos repensar dos casos diferentes, UIlO
modo, otros pueden ser los criterios de clasificación, agrupación y transformación.
,.] !!,)I(lllISI~l(). otro el allmm;¡no. En el totemismo, un grupo se siente y cree especialmente vinculado
Como dicen Phillipe Descola y Pálsson 1996), hay una gran diferencia entre asumir 'i "Jnj().j~rll!nal ,seleccionado ~n rel~lció.n a su enlomo ecosocialmente construido como exterioridad,
la posible universalidad de distintos instrumentos mentales de dominio específico en ,',: jl,11111 dt' ah.l, construye el nnaglllano clasificatorio de sí mismo y de otros grupos. En esta stitua-
relación a concretos conjuntos de fenómenos físicos y la universalidad de una noción ¡,ql p'lIk.ll1oS Il1terpretar que las categorías de la práctica y representación (parte de ellas) giran en

de naturaleza (clases naturales) cualificada como un dominio ontológico con los mis- ~!'::,!¡l<:,',11 hl~~rno ~on!o ,.~t:·actor, recupeníndolo .inten!m!le~lte como microentorno interno a partir del
,,-1 ,\ Illlll~ el PlOl)¡~) .slstema en su construccIón c1manllca. Como si incorporáramos la historia de
mos límites discretos y activado por unas supuestas mismas leyes (Cf. Akimichi idil di· .'dgu.!cn y 1<: hlC1Cn\mos tan nuestra quc acabamos pensando y comportándonos en función de
1996; Hviding J 996). Por eso, desde una perspectiva etnográfica y también episte- :!!dld lll~,l()na de v.lda. La clasificación social es objetivada a partir de la clasificación l1(/luru/ (Iam-
mológica, no podemos asumir la universalidad de una noción de NaturaleZ.a cualifi· ¡d.,:!) 111I)dll~:to. SOCIal) con~o J)arte dc las relaciones del Sistema con su Entorno -así seleccionado
cada como un dominio ontológico con los mismos límites discretos y significados. :,::,!,.(.III l·xl!:r!()n~lad-. El anlllllsmo, y el <lntropolllor/1s1l10 que a veces incluye, es el caso inverso. Se
'd,pl.1\. I\'(·n prople~ladcs y capacidades agen:ia!cs, intencionales, emocionales, intelectuales y prácticas
De hecho, toda nuestra propuesta desde las teorías de la autopoiesis y la autoorgani··
~:~:,'rl'¡'\ del :í.m~)lto, l:um~l:lO a clases de obJetos tallt~) inan.imaclos como animados -fauna y flora··-. En
zadón y autoreferencialidad, insisten en la diversidad sociocultural e histórica de las "",:.¡]!ddd, lodtl C~)n~liucc!On sagrada en torno de obJetos ntllales y simbólicos, tiene algo de animista,
relaciones entre los procesos sistémicos abiertos/estructurados por los que las colcc·· ,qí'"('l:! Hl\.~Lonlmlcall:ente: aunque a veccs metafóricamente también. El Sistema se reconstruye
tividades humanas construyen y reconstruyen sus modos de existencia y los ento"j·ilos 'inj;'!!¡,II!lt~nh.~ como mlcrosl~tel11a y desde ahí re-exporta al Entorno (lo natural) las calegorías crea-

que les serán selectivamente significativos para esta construcción. El totemismo y'cl dih 1li!1 ;1, representar y maneJilrnos pragmáticamente entre nosotros. Las clasificaciones lw~ur(/les gra-
H,PI ;1!1,1.'(blor de las oll.tologías sociales; para ello el Entorno se incorpora como microsistema den-
animismo plantean serios interrogantes sobre el modo en que se realizan estas divi"
'i::.,I¡'1 SJstcllla,} seleCCIona al Sistema -la construcción sistémica de las ontologías sociales·- como
siones (Cf. infra). El dilem(.l entre categorías natura/es y categorías sociales C01110 ~;d, HlI,'n{nrno. l:n r~~Un?ell, estos dos casos representan modos etnográficos diferentes de la dinámi-
modelo para los sistemas conceptuales humanos y que ha dado tantos quebraderos d\' \1 d¡,_h¡ lI'consttlllclon 1111crna de las relaciones autopoiéticas sistema/entorno.

cabeza a la Antropología Social desde E. Durkheim, A. Radcliffe-Brown, Mary ' .. " Véase la discusión sobre las constricciones a la práctica debido al tipo de {(¡rea en Ramírcí':
Doug1as, pasando por C. Lévi-Strauss (Cf. Giobellina 1992) se redefine si pensamos ~,!>'iJ(,'¡ ,\'\<lwa 200sa CapA.

106 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 107


ce una idea cultural mente variable de continuidad y permanencia de una relacionali.- Qué duda cabe de que sus ideas han sido extensamente criticadas, coincidiendo
dad (relatedness), siempre renovada en la práctica. Meyer Fortes (1970) y también con las que se hacen al cognitivismo modular.
Levine y Price Williams (Williams 1976) han descrito etnográficamenre cómo l?s
ontologías de parentesco se construyen a través de las interaccio~1es de la vIda d~ana En primer lugar, no está tan claro que el concepto de raza sea tan fácil de apren-
der, a tenor, por ejemplo, del ingente esfuerzo de las políticas coloniales para que los
y cotidiana. Este mapa se expresa y objetiva discursiva ~ pragmátIcamente a traves de
Iliflt)s europeos no olvidaran sus orfgenes (Stoler 1997). Como discutiremos más ade-
las terminologías de parentesco y las formas pronommales (Bowerman 1985), tan
lante (Cl'. Capítulo 5) no siempre la variabilidad fenotípica en el color de la piel ha
variadas etnográficamente72.
>.ílh) trabajado culturalmente Como categoría para establecer alteridad social.
¿Hay un dispositivo genético que nos permite pensar el mundo social, el de las
En segundo lugar, se detecta una ausencia total de contextualización sociocultu-
personas, sus definiciones, relaciones e interacciones, de forma específica? ¿Hay
lal y política del fenómeno que describe y quiere extrapolar al resto de la especie
ontologías sociales en el sentido de categorías sociales innatas? IlIlmana (Dominguez 1997).
Los teóricos de la especificidad de dominios piensan que igual que distinguimos
En tercer lugar, un desinterés, como en la mayor parte del cognitivismo, por una
entre clases naturales de cosas, poseemos dispositivos innatos para conocer y relacIo-
Il!;icología del desarrollo anterior a la aparición del habla en los niños. Ese mismo
narnos, no sólo con los seres vivos, sino con las personas y los grupos. Colwyn
I'lIllllema le sucedió a Noam Chomsky (1957): ¿Cómo es que todos los niños apren-
Trevatthen (Trevarthen 1980; 1988) ha defendido una inte¡:,ul,ietividad primaria innata
dt'll su lengua alrededor de la misma edad, tres ó cuatro años, en todas las culturas?
pa~·a explicar las capacidades expresivas y comunicativas. tempranas .de lo.s .bebés hl~l~a­
nos. Primatólogos y evolucionistas cognitivistas denonunan este dlsposlt;vo COgl1ltl~O Parecería que lo que Ocurre antes de ese período no tuviera repercusión alguna ni
como inteligencia social (Cf. Whiten y Byrne 1988; 1991). Juan Carlos Gomez y Marra c nJ.-l.lliliva ni emocional ni social, ni directa ni indirectamente. Las capacidades infan-
Núñez (1998) también consideran que existe un dominio diferente para lo social, a cuyas líks emergerían como las setas después de un día lluvioso con sol, de repente.
deficiencias suele atribuirse el autismo (Baron-Cohen 1995). Sin embargo, mucho antes del habla, de la verbalización. se han desarrollado
Lawrence Hirschfeld 73
se ha significado por su insistencia en la existencia de un ('npacidades y destrezas categoriales, simbólicas, relacionales, precursores sociocog-
74
módulo específico innato para distinguir ciases human~s ('human kinds') y lo aplica nllivos y comunicacionales para que otras capacidades emeljan en determinados
a 10 que denomina etnorazas. La idea básica es la sIgUlent~, ~os humanos ~iCnen un Wcllllc-ntos de desarrollo y en los contextos biopsicosocioculturales adecuados: una
propensión a clasificar otros humanos de una manera esencIahsta, en el sentIdo doble I"!/l'lli'ialidad hecha aclualidad. Como el lenguaje verbal, por ejemplo75
de que cosas que se parecen comparten cualidades intrínseca~ y de que, tras la ap.~­ En cuarto lugar, y en relación al primero, un olvido total de los procesos de socia-
riencia de las cosas, hay esencias subyacentes permanentes ll1herentes. Raza sella li l.ilci61l.
una categoría de la mente propiciada por un dispositivo innato para clasificar clases
de humanos y por eso puede ser utilizado políticamente. Basado en claves vIsuales,
sería fácilmente apre/1sible por los niños e ideológicamente utilizable para fines de
segregación económica y social. ,Si los prejuicios étnic.os aP.aI:e~cen e}~ t.odas las cultu- /1.2. Socialidad, socialización y experiencia
ras ya entre 3 y 5 años, es que debe haber alguna predlsposlC10l1 genetlca a la catego-
rización de la alteridad que explique esta coincidencia (Hirschfeld 1988). Una genealogía de la experiencia y la socialización puede aclarar los modos en
que nuestras potencialidades percepto-sensoriolTIotrices y cognitivo-emocionales
!Hlrlan existencia en el mundo social de hecho y el paisaje humano en que vivimos

72 Este lIosotros (\Ve), como primera persona del plural en la mayoría de las l~nguas indoeu-
ropeas, no implica los mismos límites en lodos los ámbitos socioculturales. En Tall1J,l, encontramos
un nosotros-incluyendo o un nosotros-exclllyendo al que escucha. Entre los JnuIt de Oeste de ,.! 1,<1 atención compartida, los protoimpcrativos y protodeclarativos, el relevo cOl1versacio/J{/_
Groenlandia, enc¿ntramos un nosotros-dos como opuesto a un nosotros-más, de dos -COl~10 forma 1/t11/ ('IUrtl Ii:Iking'), etc
de señalar la cantidad de personas a las que se refiere la categoría- o estos mismos c?l11bl,nados, en r, En el fondo Chomsky tenía razón, pero no porque tengamos un LAD (Longllage Acquisitiol1
Hawaino para dividirlos en cuatro formas diferentes, En Ngoggu, lengua de Me~anesH.l: eXisten !?r~ fin'Ir'I') o dispositivo para la adquisición del lenguaje -Bruner (1981) propone, en todo caso, un SAD
mas de referirse a dos, tres o más de tres, combinados con diferentes grados de ll1C.luslon/exclusJót~ i.\OIIIl'l/lia/ Acquisitiol1 Device)-. Más bien, lo que sucede es que contamos con capacidades evolu-
Para d'l!" seis I)artieiones diferentes (Johnson et all. 1996). En Demiin, una lengua ntllal de los Lard! dllolldas y desarrolladas para la comunicación y la intersubjetividad, incluyendo rasgos neurológicos
, .Yangkaal, pueblos australianos, sólo hay dos pron01~lbre~: 11,0
Y de los f""
yo "an d n,u
f" " F
no"Yo.., .. tI l' illlíl(t'itllicos necesarios aunque no suficientes, un cerebro alllopoiético abierto al mundo y a las expe-
Yoruba "tú" en singular se dice o pronunciado en un tono mediO l111entras que él, ella, ello es tdlll· !h''1\1'ins que propicia y, por fin, un paisaje-entorno sociocultural que nos proporciona un contexto
bién o pero pronunciado en un tono más agudo. ,"idl1lt'1llr:Hllc y estmcturado para el desJl1"Ollo continuado de nuestras capacidades corporomentales,
73 (Hirschfeld 1988; 1994; 1996). l'IHil !t)S humanos, deberíamos hablar de una inteligencia socia/mente implicada e implican/e.

108 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


IDENTIDAD Y ALTERIDAD 109
(Mundy-Castlc 1980), por los que construimos significado, valor, actitud y emocio- 1lltradas, entonaciones, distancias y formalidades, evitaciones, tipos de lenguaje usa~
nes hacia los dem"ls y hacia nosotros mismos. dos, etc., tempranamente enraizados en la experiencia de la vida y la cotidianidad,
Utilizando una metáfora cinematográfica, el conocimiento, como una película, Lo que se denomina percepción intllitiva de la diferencia en los nÍllos, ha sido
depende de la cámara elel director, enfocada aquí y no allí, tomado este ángulo y" no (011 figurada a partir de sus experiencias de familiaridad y distancia, incluso ausencia,
otro, apreciado este detalle, pasando desapercibidos muchos otros, tomando un plano rtlrai"adas en experiencias cotidianas bí:Ísicas y tempranas del nifí@, Estas experien-
largo o corto. Cuando uno se socializa lo que se aprende, precisamente, es, ,~._qónde, cias se han in-corporado de forma no consciente, al modo de la naturalización que
desde dónde, qué y cómo mirar, qué sentir cuando miranlOs lo que miramos" C{)11lO l,<,'íplicábamos en el apartado 2,2, convirtiéndose en patrones recurrentes que pueden
interpretar y qué asociaciones de significado establecer. Esta djreccionalida~t~l~ la il:'l ivarse como ~el,n,iautOl~1a~ismos ante las mismas o parecidas situaciones, aunque
mirada es informada culturalmente: uno no aprende a ser humano en abstracto, como ',II'mpre con pOSIbilidad lImItada de renovación,
cl individuo de la Declaración de Derechos del Hombre, sino que llega a serlo desde
Es cierto que las evaluaciones de los nifios comienzan mucho antes de que tenoan
un modo cultural concreto,
\Il¡;j comprensión total de las categorías sociales a los que se aplican (Davey 1983):53,
Antes que L. Hirschfcld, A. Davey (1983) había trabajado estas cuestiones con l',\ decir, que hay un conocimiento imuilivo, mucho anterior al conocimiento declara-

población infantil en contextos multiétnicos y l11ultirraciales, como dicen en inglés, !il'o, es decir, apoyado en las formas ref1exivas que posibilita el modo discursivo y
77
con procedimientos metodológicos muy sin1ilares. Citando diversos estudios de 1958, nil!Tativo . Esta orientación explicaría también la paradoja de la diferencia entre las
1960 Y 1970, parecía que los niños negros y blancos preferían jugar con los blancos, ¡'H'litudcs explícitas de los padres y las connotaciones mor~les que los niños asocian a
lo mismo que sucedía cuando la composición del grupo era de niños maoríes y blan- 1",·; dil'erencias fenotípicas, Pero Hirschfelcl (1994:978) no da una explicación convin-
cos, En estos casos parecía que las claves visuales eran decisivas; sin embargo, en n'l1ll:. Como decíamos hace un momento, lo que ocurre es que el entorno estü pene-
otros estudios con los mismos resultados estas claves no parecían jugar un papel rele- ""'/0 de una economía política de la diferencia (Cf. Capítulo 5)78, y, en.SI!.caso, dela
vante, Después de analizar una ingente bibliografía de casos, A, Davey (Davey 1983) dL,'Stglgtldad,
concluye que las preferencias intergrupales de los niños estaban influidas por un sen-
tido rudimentario de la posición social de los grupos en la comunidad, De hecho, se
percibía que los niños distinguían principalmente a sus compañeros por el género. No
')) 1.0 mismo menciona Christina Toren (1983) respecto de la creencia cOl/traintuitiva en seres
diferenciaban entre compañeros de clase o de patio en función de rasgos fenotípicos,
I "piriwillcs y fanta~ll1.as entre los niños de f<idji: sólo a partir de cierta edad y comprensión discur-
pero sí a la hora de elegir a quién llevaban a su casa ajugar. Su opinión ~como la nues- dl'U ,I,)ueden ser s.ocHlJ¡zados y :reer en su existencia. Inicialmente, Jos niilos se relacionan con obje-
tra~ es que los nii'íos se socializan cn las preferencias y prejuicios que existen en su jo)" ! !luales 110 ntualmente. Solo cuando son mayores, en determinado momento de maduración

sociedad, en donde el papel de la estructura socioeconómica en la creación de las imü- hl¡¡"Jl.<;icosocioc~¡Jtural, ~os,adultos les inician en el tratamiento ritual de objetos, personas, situa-
" jllllrs, ctc. Es este un Í'enomeno de socialización y re-creación cultural ampliamente contrastado
genes de quiénes y cómo se nos aparecen los otros es fundamental. El nifio ?E~:ende
OHq¡_~,r~íncan~ente, dcpcnd.ie,nte de la ll1a~l!ración neurológica típica de nuestra especie, y que per-
las relaciones que los agentes de su entorno mantienen con sus otros 76,
Hnlna o(ro tipo de recurslvldadcs refleXivas también. Sobre estas relaciones de aprendizaje inter-
La pregunta de cómo es que los nifios reproducen actitudes racistas comunes HI'IH'r;~cio!lal ontogenéticamente implicado, véase también (Furth 1980; Olson 1980).
IK En Ulla ocasión, mi hija de cuatro años entonces, se vio sorprendida por la entrada de un
antes de que sean capaces de utilizar etiquetas raciales y étnicas para sí mismos o
;¡¡lrd()nfricano en el mismo vagón de metro en el que estábamos, Sorprendida, insistía en alto que
para otros no tiene ningún misterio y se explica por el propio desarrollo psicológico n!ilh:1 ~uci(). Por fin llegu~ il enterarme a ~lué se refería: "como los de Mary Poppins", es decir, los
evolutivo y los tipos de aprendizajes que realiza en cada estadio (CLToren 1993:466), ,kdlllllllladores de la peh~L!la de W;:¡!t Dl.,>ney. Ew em ,"U experiencia previa de un.a piel oscura
M, Phylactou y Christina Toren (1990) refutan el trabajo de Hirschfeld (1988) por ';',!JIlH) 1l1i~l;ch~¡da, A.I poco liempo, llevándola en bicicleta, se fijo en unas personas de piellllorena.

cuanto que las actitudes hacia minorías étnicas son transmitidas y aprendidas en dJ H':!CCIOll ll1!l1edJata fuc dc desconfianza y disgusto "Son feos, no l11e gustan", dijo. AbsoJuta-
í!)o'l1h' sorprendida de su reacción, despué)) de una educación tolerante, insistente en la diversidad
buena parte inconscientemente a partir de manifestaciones corporales como gestos,
!H!llIJIIW Y:I respeto a los d~más, pensé en alguna explicación suficicntemente coherente para reba-
!JI 1:1'> leonas de Jos estereotipos raciales infantiles de lo)) que hablaba Hir))chfcld, Me bastó el senti-
di, ('nn:(~1l y un poco de análisis sociocultural. Procedente de un país y un entorno sociodcmográfi-
¡ ,\) ¡lIllll.1 I,l!' e!ll~nces bastante homogéneo en cuanto al polimorfismo genético expresado en el color
76 El que la clasificación se fundamente en la experiencia que posibilitad, a su vez, procesos dI" 1,'1 plcl, debido a razones socioeconómicas, sociodemognificas y residcnci.'lies de ausencú¡ de
ulteriores de inferencia, no indica que no podamos tener ideas sobre oíros ele los que no tenemos ,e\!lilnjeros, la niña no había tenido apenas contacto con gente de color: su paisaje humano había
experiencia directa. Podemos saber de ellos y de las evaluaciones que se les asocian por medio de ?,,¡:!tl., hasta ?ntonc~)), poco variado en términos de diversidad de origen, Traslada a un país mul-
relatos, descripciones, experiencias vicarias a partir de dramatizaciones, etc, Esta ha sido una de 1¡l'lII!l:O (Remo Umdo) y con una diversidad dcmográfica muy grande, por su historia reciente de
las consecuencias de los libros de viajes y exploradores, de ejércitos desplazados ocupando otros m(III)IJ(~/; colonial ,a la.que emigraron muchos de SI/S (lllfiguos súbditos de /l/tramar, mi hija se
países y tierras, en contacto eon sus gentes, etc. Los historiadores clásicos griegos y latinos se valie~ dJ1 ul~ln.) con una dlv,er~ldad humana notable de la cual no tenía experiencia y Con la que no estaba
ron de estas descripciones para sus propias obras (CL 3.2). !;IHllhanzada, No es I!1frecuente que, a la Ve7. que lcs atrae, los niños de estas edades desconfíen

110 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 111


Algunos piensan que una de las diferencias que pueden establecerse entre la cla- d!'~; humanas para elaborar categorías de la práctica y de la representación social
silkación de objetos no sociales y objetos sociales es la valoración, la emoción y el ,,;(jln(oman existencia mediante unas relaciones cooperativas suficientes, directa o
afecto ligados evolutivamente 79 a los congéneres (Davey 1983:48 y 70). Hoffman ví!,,'i¡riamente experimentaJas 82 , con un entorno social en el que se crea y re-crea un
(1981) subraya la importancia de las emociones desde el punto de vista de laCc:igíir I"'H:CSO continuo de vínculo y lazo social (Johnson y Earle 1987:117). Este lazo
ción social y el lugar de ésta en la cognición en general. El afecto juega un papel pnmite tanto consolidar nuestra intersubjetividad como apertura a ese mismo
esencial en la distinción entre la comprensión global de las personas y la compren- uwndo social gracias al cual existimos, como re-aclUalizar las experiencias de
sÍón de los objetos 80 , La conducta expresiva comunica intenciones, motivaciones, nlrns que las incorporan a las relaciones con su progenie, por tanto, en la ontoge-
deseos. La empatía (Liebowitz 1983; Harris 1989), o emoción vicaria, ponerse en el llin de éstos.
lugar del otro como ya insistía George Herbert Mead (1967), asumir las emociones
I.as teorías del vínculo (Bowlby 1958; 1969), Ainsworthl, Bell y Stayton 1974),
del otro gracias a la estructuración semejante entre el actor (sujeto) y el modelo
(ndas las prevenciones teóricas y empíricas que puedan establecerse f\3, aportan
\'¡')j)
(objeto), juega un gran papel en el reconocimiento del estado mental y de sus condi,
di1Vl:S LÍliles para ayudarnos a entender cómo edificamos nuestros patrones iniciales
dones, favoreciendo la cognición social y la correcta interpretación de la si_~_~_ªdón,
dI' distancia y proximidad sociocognitiva y emocional.
con los consiguientes efectos estructurantes sobre la interacción y la' relación
sodal 81 , Ya mencionamos esto cuando hablamos de la identijicación (2.2). ,. ~.~ LI nif'ío va construyendo un universo social que siente como propio, constituido
PHI' aquellas caras, voces, presencias, actuaciones sobre sí (manipulación, cuidado,
Lo sorprendente en la socialización humana es que socializa en objetos (suje-
¡IT1,dación de ritmos biológicos, etc.), estilos de relación y comunicación (y sus
tos) sociales, aquellos precisamente encargados de la socialización, Las c.<;m,a.cicL:'l-
nw';cllcias), etc., cuya apropiación por medio de la experiencia repetida va constitu-
V¡,lli!O el paisaje de lalamiliaridad, de lo que el nif'ío configura como el escenario en
el íjue trascurre su vida. De ese modo establece progresivamente un mundo de rela-
de lo desconocido. y tienden a incorporar lluevas experiencias, bien rcclaborándolas para que
{'jl,l1leS cognitiva y emocionalmente significativas en donde unos se incluyen más pró-
puedan integrarse en lo que conocen o bien rechazándolos como disonancias. Por tanto, eran HIZO-
nes fundamentalmente sociodemográficas, sociocconómicas y políticas las que propiciaron una :<;II1Wlllcnte que ot1"OS84.
determinada experiencia biográfica y clasificatoria (y emocional, obviamente) para ella, tanto antes
Dentro de un patrón de desarrollo ontogenético común a la especie humana, las
como después (sin contar la información subliminal de cuentos, videos y dibujos animados infan-
tiles, llenos de estereotipos y prejuicios como los de la industria Disl1ey, aunque no exclusivamen- ÍI.:iI,·c;ones de los niños a partir de los 6-8 meses de edad a personas desconocidas,
te; por ejemplo, Tintín.). Si mi hija se hubiera criado hasta entonces entre personas de rasgos feno- l'\lrafias a su contexto habitual familiar, suelen ser de una mezcla de curiosidad y
típicos diversos, estos episodios no le hubieran producido extrañe;.>;a alguna, independientemente de ¡Hiedo, dependiendo también del tipo de relaciones establecidas entre los nif'íos y sus
prejuicios posteriores sociopolíticamente inducidos y objetivados en ideologías de la diferencia
como desigualdad (CL 5.4.). Al padre ele su mejor amiga, indio de piel absolutamente oscura, his-
panohablante, bromista y gran amigo de la familia, nunca se le habría ocurrido pensarle/experi-
mentarle como diferente, independientemente de posibles asociaciones clasificatorias ulteriores
H.' No parece imprescindible que los niños participen directamente en el intercambio lingliís-
Puesta, a instancias mías, en el dilema de reflexionar sobre este nuestro amigo y su color de piel,
dijo: "es negro, pero me gusta", La identidad de esta persona había sido construida primariamente ih"o como agentes cOlllunicadores para aprender a hablar. Basta con que sean agentes vicarios de
C0l110 padre de su amiga y person(~ie afectivamente muy próximo, fuera del principio de generali- dÍl'!Ja comunicación, que estén presentes en situaciones recurrentes de interacción lingüística
zación que caracteriza a los estereotipos (4.6). (1 [t'varthell J 988) vis-el-vis; que puedan ser conscientes de la capacidad de agencia, persp~ctiva e
71) La atribución de estados emocionales, motivacional es e intencionales, como parte de una íllh'llcionalidad en otros, con los que pueda identificarse por medio de la empatía y la asunción del
teoría de la mente, es un factor decisivo en la evolución de las habilidades cognitivas y sociales de ¡ni de o!ros. A pesar de todos los esfuerzos de sus padres, los niños no aprenden otra lengua escu-
nuestra especie durante el proceso de sapientizaciól1. Esta(s) capacidad(es) marca(n), según (Jolly, d,IIUlo cintas o viendo videos, sino en contextos natura/es de socialización.
1996) el largo camino hacia la simbolización y la cultura: "A lo largo de milenios de evolución, las lil La propia Mary Ainsworth (1977) y Robert Hinde (1982) reconocen la necesidad de tener

mentes progresaron desde 'ese mono quiere morderme', a 'no le gusto a ese primate', 11 'ese true- "tI t:lll,'nta la diversidad cultural. Inge Bretherlon (1985:24-25) menciona el hecho que hay que pen-

no quiere asustarme', a 'Zeus esta enfadado conmigo'" (traducción propia). "'¡¡Ull diferentes posibilidades del vínculo de los niños con familia, grupos sociales y creencias, en
so Incluyendo procesos ele crossmodalización como el que los antropólogos denominamos ¡("iaL'jón a contextos medioambientales diversos. Pero esto ha sido una crítica 11UÍS bien al eurocen-
antropoI11orfización. Podemos relacionarnos con los objetos atribuyéndoles cualidades y capacida- !i ¡~;¡110 dc pensar en una sola figura y forma del vínculo y no tanto a la reacción general de los niños
des vitales e intencionales, como en el animismo. Pero también podemos instrumentalizar a las per- fl!- ('~;[as edades a lo desconocido, el de la curiosidad sin ponerse en riesgo. Variaciones culturales
sonas como si fueran objetos, por ejemplo, en los protoimperativos y, más clnum"íticamente, en la en el tipo, intensidad, variedad en la presencia/acceso/contacto y ausencia a diferentes perfiles
acción económica, política o ideológicamente interesada. :(!l'lOdl'lIlogníficos, estilos e imágenes represcntadas de cuidadores y agente sociales, cualidad y
Sl La organización de las manifestaciones sociales de lo emocional depende, -también, deJa, l"iH;KIl'rísticas de estas relaciones, incluyendo procesos ideológicos y políticos inscritos de jerar~
conectividad entre sí de sistemas de redes neuronales tanto del hemisferio derecho como del quin, dominación, sumisión, evitación, etc., influyen en las clases de prácticas y representaciones
izquierdo (Carlson 1999). Esta conectividad compleja sólo ha sido posible a partir de un momento ik bl Alteridad en distintos contextos culturales e históricos.
determinado en la evolución humana (Reyna 2002) y su elicitación cn situaciones ele hecho sufi- J;·1 A los que asociará progresivamente distintos tipos de protocolos y procedimientos acordes
cientemente propicios. UlIl las distancias establecidas entre éstos.

112 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 113


cuidadores, cuando buscan seguridad y confort en ellos ante el desconocidos5 . indudable 88 , en términos de in-corporación ('embodiment') y ontogenia 89 .
I i\'tlCí .. ¡]

Podríamos interpretar que para entonces, los niíi.os ya han focal izado una relación pri- ¡ 'O!l quién nos relacionamos () no en la infancia, en la niñez, en la adolescencia, en
vilegiada cognitivoemocional con su (s) cuidador/es/as Cf.(Striano y Bertin 2005), pro- lil j!Jvl:lltud, en la madurez, nuestro entorno social de cuidadores: familiares, ami-

duciéndose una clausura operacional respecto de las figuras primarias del víncul0 86 . 1'11", ,·ompañeros, colegas, el tipo y forma de estas relaciones en términos de divi-
illl!CS sociales, prejuicios, status y poder incorporados difusa o concentradamente,
Estas experiencias pueden consolidarse neurológicamente como afractores para
otras nuevas 87 , estableciendo los marcos apropiados y limitados para futuras formas Í!nphc¡(o.<.; e explícitamente expresados, son causa y efecto de los modos de parti-
'- illllar nuestro mundo.
de categorización representacional y pragmática.
La psicología clínica muestra que si no se establece una relación sistema/entorno
apropiada entre el niño y sus cuidadores, en términos de alimentación, cuidado, segu-
ridad, confort, en determinados períodos críticos, buena parte de su desarrollo cogni-
tivo y emocional normal -en términos de standards de sostenibilidad y equilibrio
biopsicosocial-, puede verse afectado, a veces irremediablemente.
Por tanto, las ontologías sociales, entre las que se incluye el complejo Identi-
dad/Alteridad tratado en los epígrafes 2.2 y 2.3, tienen, por tanlo un earáter ex pe-

ss Lo que se ha denominado como situación ext¡-(IIJa ('su·ange situation '), Cf. Ainsworth 1983:
el all, 1974.
86 No estamos afirmando que esta clausura sea irreversible ni que los cuidadores iniciales sean
insustituibles o que tengan que monoplizar necesariamente estc rol a lo largo de todo el desJlTollo.
Nada menos cierto etnográfica y psicológicamente hablando. Pero sí que definen un espacio para
relaciones personales privilegiadas, difícilmente sustituibles cuanto más tiempo pase, tal.,c;()p~{)
sucede en los casos de adopción. En condiciones habitllales -como especie y en su cultura-, repre-
sentan los requisitos necesarios (aunque no suficientes) para un desarrollo normalizado en térmi-
nos biopsicosocioculturales. La continuidad en el tono y tipo de estas relaciones entre el niño como
ser en proceso sistémico ele construcción y el entomo social a lo Inrgo de su desarrollo son funda-
mcntales para consolidar el proceso de estructuración neurosocial iniciado tempranamente.
R7 Las ontologías sociales, entre eUas la AlteridadlIdentidad y todas sus formas de existencia
colectiva y psicológica pueden ser retrabajados por medio de lluevas experiencias, discursos e insti-
tuciones, reglas, normas, valores y otros sistemas de referencia. Estas reelaboraciones se producen
en contextos llenos de confirmaciones pero a la vez ele ambigüedades e incluso contradicciones, por
el que el sujeto deberá transitar haciéndolos más o menos suyos, aprendiendo la manera de traba-
jar y retrabajar personal, biogrMicamente con ellos. Lo discursivo proposicional y el tipo de con-
ciencia reflexiva que promueve, así como la capacidad de asociar permitirán formas progresivas de
complejidad en la objetivación/subjetivación de las categorías socialcs a lo largo de la ontogenia,
así como elaboraciones cognitivas de segundo orden (creencias contraintuitivas, fantasías, mitos,
etc.), abriendo la posibilidad de nuevos planos de la expericncia y la representación. En cualquier
caso y por razones de maduración neurobiológica (Gibson 199 J) crosculturalmente validadas
(Super 1991), es difícil que la reflexividad discursiva aulo y helcroreferencia! sobre la relativa arbi-
trariedad de nuestras ideas y pnícticas sea experimentada y pensada como tal por el niño antes del
descentramienlo/centramiento que ocurre en torno a los 7- JO años. El modo re-presentacional y
pragmático por el que estas experiencias tempranas puedan anclarse subjetivamente, con sus típi-
cas características holísticas (Bates 1979) y de confluencia (Cf. John50n, C. 1997), puedc convivir
con estos otros modos más complejos y abstractos. En primer Jugar porque continúa como memo-
ria vivida, aunque no necesariamente recordada, utilizablc para la memoria de trabajo, En segundo i;¡¡ lndependentientemente de futuras posibles re-elaboraciones más abstractas. Cf. Flavell y
lugar, no desaparece porque esta forma de conocimiento incorporado sigue dándose continuamen- ", ,,', I<)H I; Dave)' 1983; Furth 1980.
te a lo largo de la vida. Distintos modos y niveles de descripción, redescripción y re-rcdescripcio·· I,'! Killbride 1974; LeVinc, Campbell y Price-WiIJiams 1974; Turie11983; Funh y Kane 1992;
nes -grados de complejidad- coexisten y se entremezclan (Karmilofr-Smith 1992). j';II'11 1994.

114 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES IDENTIDAD Y ALTERIDAD 115


.
CAPITULO 3
Pensando Etnicidad

l . Introducción
2. Experiencias etnohistóricas de la Etnicidad ----
2. 1. Homínidos en contacto
2.2. Gentes e imperios de la antigüedad clásica
2.3. Un Medievo no tan aislado
2.4. Las Europas y las Américas
Occidente y Etnicidad
3. 1. Contextos históricos y políticos
3.2. Britannia. Experiencia colonial y Antropología
3.3. En Estados Unidos. Inmigración. asimilación y aculturación
11 . Teorías sobre Etnic idad ---
4.1. Teorías clásicas
4.2. Contribuciones a la integración
/J. Etnic idad. autopoiesis y complejidad t 5(1LQ ,C.¡;rz)
5. 1. Etnicidad y complejidad
5.2. Etnicidad como sistema
5.3. Etnicidad: proceso y estructura
5.4. Etnicidad como entorno
5.5. Recursividad y recreacion de una complejidad interna
5.6. Etnicidad como atractor
5.7. Etnicidad. subsidiaria de otros atractores
5.8. Fragmentación y coherencia en la Etnicidad
5.9. Fronteras. bordes y mezclas: multiplicidad e hibridación
5. 10. Una definición provisional
l. INTRODUCCiÓN

Auuque en este capítulo me dedico a la Etnicidad, las identidades y alteridades


élll¡l~as, como fenómenos complejos, podemos anticipar en qué consisten esa especi-
Iit:ídad del modo en que la Etnicidad pretende ordenar, interpretar y ser un principio
{!',"ncrativo de experiencias como representaciones, prácticas y relaciones.
Comenzar con un epígrafe sobre las variaciones etnohistóricas del contacto y c1a-
'dfi(:ación no es una casualidad. He querido recoger brevemente 10 que considero una
t'xjwricncia colectiva humana generalizable, aún con toda su diversidad contextual e
1!I~I{Ír¡ca. Que algunos cuestionen que esta experiencia puede calificarse como étni-
,i! depende de su interpretación del concepto de Etnicidad. En cuanto a mi plantea-
ndl.'nlo flexible y posibilista, no veo problema en ello. Esto quedará más claro a
Illt,tllda que se avance en este capítulo.
Teniendo esto presente, se continúa con un apartado (apartado 3.3) en el que se
.,clkxiona sobre dos contextos históricos y políticos concretos del desarrollo en rizo-
1//11 dc los conceptos para comprender la diferencia y sobre ella construir identidad.

i Il)n es el del colonialismo británico; el otro refiere a la la constitución de EEUU


L'o!1lO tierra de inmigración, sin ignorar el esclavismo, que será retomado en el capí-
j lIlo sobre Racismo.

Después de esta genealogía, me dedico a las teorías sobre Etnicidad (apartado 3.4),
!"(Itlwnzando, para ser políticamente correcta, con el debate entre primordialistas e
!w;!rulllentalistas. Más me interesa el epígrafe siguiente sobre contribuciones más
(1)J)lprcnsivas que permiten avanzar en la reflexión a partir de modos más sutiles de
Ililt'l'T etnografía.

El último epígrafe trata de situar el estudio de la Etnicidad, sus problemas, sus


í!llldos de anülisis, su entretejimiento con otros procesos socioculturales, políticos,
Idl'nl()gicos, en la epistemología explicitada en el Capítulo l. Consiste en un cons-
(nnte juego caleidoscópico de la Etnicidad, en continuo movimiento y cambiando de
pHsÍl'ión, combinando la dinamicidad y las formas de estructuración, Intenta aportar
la~.; herramientas teóricas para pensar y analizar la Etnicidad y sus incardinaciones
Cnl1l\J fenómenos complejos auto y heterorcferenciales. El mapa no es el territorio,
pvro ayuda a no perderse,

PENSANDO ETNICIDAD 119


íulIH/.gOS encontrados en Georgia de hace müs de casi dos millones de años de anti-
2. EXPERIENCIAS ETNOHISTÓRICAS DE LA ETNICIDAD í-!!kd:ld (CL 5.7). Es más que probable que estos homínidos poseyeran ciertas capa-
l ¡diHks sociales, cognitivas, comunicativas, y un cierto grado de cohesión y organi-
fo(,i,,'m social cooperativa que toda empresa de este tipo exige. Ereetus .también fue
"El hombre no se conoce a si mismo más que en tanto que conoce el
H!l Vr'all viajero. Es posible que su penetración en Oriente Medio y hacia el Este se
mundo. lo que s610 tiene acceso mediante la interferencia de dos momen-
tos inextricablemente unidos: el mundo en él y él en el mundo". fHodlljera por mar, mediante la construcción de balsas y algún tipo de destreza de
HiI\Tgnci6n, lo que exigiría, además de cierto nivel tecnol6gico unas capacidades
WGoethe. Die Schriften zur Naturwissensschaft. '
(1 !lllun icativas notables.

Aparte de la radiación dentro del propio continente, si en un principio se creyó


que lúe J-/omo ereetus el primero en desplazarse fuera de África, ahora se apunta que
Es difícil dar cuenta de las diversas experiencias históricas y etnográficas ele la
pudieran haber sido de la especie H01110 Habilis o incluso algún tipo de honlÍnido
alteridad y la identidad, de los diferentes grados y tipos de objetivación social de la
'llJ!njor a quien se atribuye la primera oleada migratoria, a partir de los yacimientos
diferencia y la distancia, así construida, representada, percibida y practicada como
f'il fJminisi (Georgia), de 1,8 años de antigüedad (Agustí y Lordkipanidze 2005;
tales. La Historia y la Etnografía muestran la universolida(P del proceso de clasifica-
i),,'1i11t'.1I Y Roebroeks 2005)5. Homo erectus sería, posteriormente, un gran viajero,
ción sobre los otros, en todas sus variedades y formas. Todos los pueblos c1asifi~an
r:dcndiéndose tanto por el resto de Africa, Oriente Medio y Asia (China, Borneo,
de algún moclo a otros grupos con los que tienen relación directa o indirecta.
LI\'il). Sabemos que los homínidos que se atrevieron con las bajas temperaturas del
Es difícil reconstruir esta historia de contactos y representaciones. Tenemos cier- nll¡lno período de glaciación europea fueron Antecessor, Heh/e/bergenisis, y, sobre
tas fuentes de información escrita para sociedades estatales e Imperios. La Etnohis- llidll, N('onderthal.
toria nos permite vislumbrar por dónde irían estas relaciones y contactos. Pero poco
I das investigaciones de Atapuerca dataron al recién bautizado Anlecessor en
conocemos de las relaciones entre distintas poblaciones y comunidades (¿etnias?)
ii,j'¡(UJOO años de antigüedad, aunque nuevos restos apuntan a la presencia de otros
l)re-estatales o de sociedades ügrafas entre sí, sobre todo históricamente. Poseemos
lío¡¡¡{nidos de al menos un millón de años.
datos esc<1SOS sobre estas relaciones antes del contacto con Occidente 3 y la reorgani-
zación de las mismas desde los intereses coloniajes (CL infra). I 'ero el gran trotamundos vino después. Los últimos fósiles hallados en África
',d!W\tlsu antigüedad en 190.000 años, coincidiendo con la previsión de entre
1'\11.1100 Y 200.000 (BP) "befare present" que dieron las teorías de una Eva "frica-
!i!l, llwlMora para describir, a partir del anülisis mitocondrial, y un cuello de bofella

2.1. Homínidos en contacto dnllllgníJico en homo sapiens quedando reducido a una población de entre 10.000
v ¡I)().OOO individuos. Probablemente estos portarían determinados rasgos genéticos
que se impondrían, con el tiempo, al resto de la población. Romo Sapiens sapiens
La historia de la Humanidad es la del contacto, las migraciones, el intercambio, vlld ve :1 extenderse hacia el Sur y el Oeste de Africa, encontrándonos rastros de su
el comercio, la exploración, los viajes, los peregrinajes, las conquistas, invasiones, ¡¡¡",ible actividad simbólica ya hace mús de 130.000 años (McBrearty y Brooks,
incluso deportaciones. )f)I)()}. Luego hacia el Norte y el Este. Su penetración en Asia Menor es segura, y
Partiendo de la teoría standard del origen africano de los homínidos, alrededor de ,_)!!i/Jis desde allí hacia Europa y el interior asiMico. También es posible que cruza-
la cuenca del Rift 4, las primeras migraciones se producen hacia el interior, sur y Id <:1 Estrecho de Gibraltar aunque hay bastante debate al respecto. Los últimos
noreste africano. El primer homínido del que tenemos noticia de haber emigrado dil"'" ilJluntan a que ya entre 75.000 y 50.000 (BP) se encuentra en Europa. El pro-
fuera del continente, es homo habilis o incluso una cronoespecie anterior, según los i,(,_t,q de irradiación es rápido e imparablc, probablemente en sucesivas oleadas. Éste

Vil Imeda consigo la mayoría de las capacidades que luego desarrollaría en lo que
I!l~; ('mopcos hemos llamado explosión cognitiva y artística del Paleolítico Superior.
I Citado en (Todorov 1988:33). "iír;¡ cuando llegaron a Europa, los Neanderthal ya estaban allí.
2 En el sentido descrito en Ramírez Goicocchea (2005a, Cap. 3).
:; Que es quien precisamente re-escribe la historia de estos grupos y sólo puede hacerlo desde
la experiencia mediadora de las relaciones coloniales.
4 La catalogación de Sa!Je!al1thropus eomo anterior a Luey, AlIstra!opithecus afarel1csis, ha
" Incluso se está proponiendo la posibilidad de flujos genéticos entre crectus de Asia y otros
planteado dudas, no obstante, a esta localización de nuestros orígenes en el Rift (Cf. Brullet et al., i'j] 1\ frica, indicando un posible intercambio demográfico posterior desde Asia entre homínidos
2002). Algunos restos hallados en Sudáfrica también apuntan a la posibilidad de orígenes más ale- ,d,íiÍlir'(}S y homínidos africanos (Templeton 2005).
jados de esta cuenca.

PENSANDO ETNICIDAD 121


120 ETNIClDAD. IDENTIDAD Y MIGRACIONES
HOl1!O Saplens Sapiens irradió a todos los lugares del planeta, bien ocupándolos ('\Hl !lIras especies derivadas de homínidos anteriores que probablemente desapare-
por primera vez, bien desplazando a los ya existentes, con alguna posibilidad de f in;lIl posteriormente? Si por una parte presiones ecológicas pudieran justificar su
hibridación ocasional. illl1crancia por espacios colindantes, es posible que dada la escasa densidad demo-
Reconstrucciones documentales y literarias han descrito algunos de los escena- jinHka de entonces, fuera posible trasladarse sin contacto necesario con otros grupos,
rios en los que pudo darse el contacto entre ambas especies, entre la desconfianza y -'¡n p(~I:illicio ele la disputa por lugares de interés especial para el abrigo, la defensa o
la curiosidad, quizás incluso el intercambio esponídico. Aunque Svante Piiabo Id provisión de alimento,
(1993) y su equipo del Instituto Max Plank de Antropología Evolutiva, en Leipzig, I~s probable que emblemas, indumentaria, lenguaS, modos de hábitat, decoración
han mostrado que no tenemos vínculos genéticos con HOlJ1o Neanderthal, aunque dI] pmal, adornos, instrumentos, dieta, etc" fueran configurándose como símbolos
tampoco podemos descartar la posibilidad de casos esporádicos de posible inter- pHI ¡¡ demarcar pertenencias, afinidades y diferencias grupales entre estos cazadores-
cambio reproductivo (Mauricio, Pettitt, Souto, Trinkaus, Plicht y Zilhao 1999; I ,',,,lectores (Boye! y Richersoll 1987)9
Tattersall y Schwartz 1999), todavía es pronto para valorar definitivamente el esta-
Algunos aspectos de la probable evolución de la grupalidad, socialidad y alteri-
do de la cuestión"-
f!nd t~n las sociedades de cazadores y recolectores han sido apuntados ya en el apar-
La paleoantropología ha insistido siempre en la inferioridad cognitiva del Nean- !inJo 2.3, en referencia a las sociedades pre-estatales, Contactos entre éstas han sido
derthal, sobre todo en cuanto a sus capacidades simbólicas y lingüística!-l l!('I'Jlt:Il(CS, tanto Con aquellos grupos con los que estuvieran emparentados de algún
(Lieberman 1991; Mellars 1996), lo que está siendo revisado por la literatura más ill\)do, como entre aquellos que constituyeran grupos exógamicos, O con ocasión de
reciente (CLD'Errico 2003), Es más que posible que fueran capaces de incorporar Í!lkrcilmbios económicos más o menos vis-n-vis, regulares o más esporádicos, visi-
algunos avances tecnológicos traídos por sapiens sapiens, o que incluso estuvieran ji!', rÍl!lalcs protocolarias intergrupales, presiones ecológicas, trashumancia o nOI11<1-
inmersos en un momento de innovación tecnológica a tenor de los últimos descu- dh!lln, Ieuds y vendet1as, todos ellos incorporando valencias y formas de coopera--
brimientos arqueológicos en Francia (cultura chcítelperroniense). eh')!) y enemistad variable.

Mucho se ha dicho sobre la desaparición de los Neanderthal hacia los 35.000


años antes de nuestra era, después de más de 500.000 años o más en Europa, en difí-
ciles condiciones climáticas de glaciación y frío. Fueron entre 25.000 y 15.000 los 1 No estoy defendiendo ulla hipótesis ll1ultiregional dcl hombre contemporáneo. Esto no
años de co-temporaneidad (entre 50.000 y 35.000 BP) Y posible coexistencia con !!l!Jiidl' que en algún momento, como en el caso de la contemporaneidad reducida entre sapiens
Sapiens sapiens, compartiendo en Europa un entorno ecológico parecido, aunque, ,IIHI'l!Sy ncanderthal, pudieran existir otras crono-especies de homínidos que, en última instancia,
jll) kdJrían influido en el pool genético de poblaciones actuales. El caso de Homo F/oresiellsis,
según investigaciones recientes, parece que convivieron durante más tiempo de lo
11'1'1)" fúsiles han sido datados de hace unos 12.000 ailos antes de nuestra era (Cf. BrO\vn et al.,
que inicialmente se creía. Es más que probable que la superioridad sociocognitiva \lHH¡: Morwood et aL, 2(04), ha sido relacionado con Homo erectll.v. De bajo tamaI1o, cráneo y
de este último le proporcionara ventajas decisivas a la hora de organizarse un entor- H!iHldihllla parecidos a erec!us, pero COn mayor desarrollo del lóbulo frontal, ha sido encontrada, no
no acorde con un dinamismo y una complejidad social e intelectual mayores que los n]p,jiHl!C, junto con herramientas típicas de sapiens sapines. Recientes estudios del Profesor Tcuku

grupos de Neanderthales, sin que podamos descartar la posibilidad de una ¡¡rita de Lh oh, parecen avalar la posibilidad de una microcefalia craneal, como resultado de una altcraeión
jH"!!I;¡ica que también produce enanismo y deformaciones faciales que han podido ser tomados
respuesta inmunológica en éstos a nuevos gérmenes y enfermedades traídos por
\ ,qíll! !'as¡~os de pril1litivis1110. Estudios antropométricos de los habitantes de la zona han llegado a
Sapiens sapiens. !d (nlll'lllslón de que también ellos muestran medidas il(feriores a otras poblaciones, posiblemente,
Contactos e intercambios entre distintos grupos de sapiens sapien.~· se incremen- i¡:,q'tl¡':l, herederos de algún o algunos individuos afectados por esta enfermedad. Esto podría ser
jl'¡'dhk, a tenor de las últimas investigaciones realizadas por el equipo del Prof. Marcus Pembrey
taron exponencialmente durante el Paleolítico superior según los materiales y obje-
\í ht!lt'id Gcnctics at the Institute of Child Health in London) en colaboración con investigador
tos encontrados procedentes de zonas a gran distancia entre sí. Tampoco sabemos si, dÍ\'n) J .ars Olov Bygren, sobre los casos denominados de herencia medioambiental, referido a la
al hilo de la expansión de nuestra especie por el globo, tuvo encuentros y contactos ¡',' H\'jll·ilÍn cpigenética ele determinadas expresiones genéticas de una generación a las siguicntes.
I n !'!lalquier caso, el debate sobre HOl1/o Floresel1sis.
:1 No pueden despreciarse las dimensiones crípticas de las Icnguas, como operación de c!au-
lIIil dl'l grupo frente a otros grupos, como reforzamiento de vínculos, cogcstión de esfuerzos y acti-
(¡ Acaba de publicarse un estudio sobre la incorporación al acervo genético de sapiens sapiens "ídildc~;, control de información valiosa, etc. frente a otros grupos.
procedente de Neanderthal de una variante del gen ASPM, directamente ligado al desarrollo del 'J Qué duda cabe que las relaciones din,ímicas entre capacidades, socialidad y entornos están

tamaño del cerebro y que se extendería por Eurasia hace unos 37.000 años (Evans et al!. 20(6). Es rn la hase de los distintos momentos que podemos considerar en la cvolución de los homínidos
más que probable que proceda de un proceso puntual o local de hibridación entre ambas especies, f!il¡ll¡fl:nbrcllncr 1977; Foley 1987; Grecnfield 1990). La aparición de condiciones singulares de
del mismo modo que la separación entre el ancestro común de chimpancé y homínidos se produje- (',p,,'riencia bien puede hacer emerger capacidades y modos de relación con otros y con iguales,
ra durante una etapa de unos cuatro millones de HilOS. Este gen se encuentra en el 75 % de la pobla- l,¡iPiWidades ligadas a la reflexividad y a modos más complejos de conciencia (Ramírez
ción mundial. I,H'j('llcchea 2005b).

122 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 123


Es probable que algunos de los modos de relación entre estas sociedades pudie- ¡m!. ,I,~:n muchos .de los frisos se pueden ver representantes de estos orígenes, sin dis-
ran adoptar la forma de las oposiciones segmentarias, modelo de E.E. Evans- llr)I.'J(Hl estatutana por rasgos fenotípicos (CL 5.5).
Pritchard (1977) para la interpretación de la organización social de los NlIer 1'1 Antiguo Testamento cita un sin fin de pueblos y grupos (Smith, 1986), eomo
(Cf.infra), r'",'I''''''''del develllr h¡stórico del pueblo_judío como pueblo escogido, El relato
I.¡hll,,". rccoge la triple descendencia de Noé: Sem, Cam, y Jafet (Goldenberg 2003),
!)r! pnmero provendrían la filiación semítica, correspondiente a los asiáticos; de
t dIO, los camitas o africanos y de Jafet, los europeos l0. En la traducci6n al latín del
1"1lJf'VO Testamento, los gentiles se refieren a todos aquellos no creyentes en la buena
2,2, Gentes e imperios en la antigüedad clósica 1
fl!h"\'tI, es decir, la palabra de Cristal ,

Tlldos sabemos que ~.!.J\ll,~4.iJ~q:,áneo ha sido un crisol de intercambios cconómi-


La Etnicidad ha constituido un modelo sociocultural de producción y organiza-
,'j1\ Y, culturales. La historiografía clásica griega de Herodoto, Tucídides, Estrabón,
ción de las relaciones humanas muy extendido en la Antigüedad clásica (McNeill
knnJontc y de los romanos Tito Livio, Catón, Julio César, está llena de descripciones
1986; Smith 1986; Hutchinson 1987) y también en Medio Oricnte, China e India, por
\11' pueblos y ~ente~,. atribu):éndoles determinadas características, comportamientos,
lo menos a través de los registros escritos que quedan (Setton-Watson 1977),
HHH11~s,dc, ~estll: y VIVIr, s~gUldos a menudo de valoraciones más o menos peyorativas.
~a aparición de fenómenos étnicos puede rastreflr~e.en relación al contacto entrc lA dlllln~JO~1 trlba.l era mas relevante que cualquier distingo de tipo fenotípico; inclu-
las gentes, el intercambio, la exploración, el conflicto y la cClopei'iÍ,¿iS\¡:¡:--Thí:;;bíéñ-¿¡i :'.;ll ;i(" atnbuIa al clu11a .algunas de las variaciones grupales. Entre todo Jo exótico,junto
i·eiac'iÓil a la formación de los Estados, sus relaclones comerciales e intercambios, las ,j,¡j] pueblos desconocidos y lejanos, se incluían también seres mágicos e híbridos. Lo

guerras, las migraciones, la incorporación forzosa de pueblos como mano de obra, o :Jllt:fl,·saJ.lte, es 9:1e cualqui~r ~_rtralljero podía convertirse, dado el caso -por nacimien-
élites como clase dirigente, la distribución de privilegios entre distintos extranjeros 1'.1 n hocwhzacJOn y aproplHclón cuIturaI- en un miembro más.
(Carneiro 1970; Thompson 1989) (Cf, 5,6,), Alianzas, intercambios comerciales,
,.' "M;ís aH~.de ~,lls~leaH,~dc.s"aja.S.,s:I~L9,ª.4.~s o P0I.i~,,,1:9?'p,ectiv~s, lO~J?~~gos -d0rios,
guerras, pusieron en contacto muchos pucblos. La expansión militar y el dominio
JI f~I,J\:(!S, COllOS- s.e . J.d~I,1t,I.~~~~E.~\,I~-. ~,c::J}!l{),/!~lli'?(JS, unaj(I~,l~ti(I.~ld "g~.raI1ti~ª~,a P(Ú·,,~·\lXl~·'
político produjeron la incorporación forzosa, una inclusión generalmente excluyente, n!hmil Icl,). ~~..a -a pesar de sus varios (~i,~1.~s:,~.<?,§-, la tradicic)!lJ19,1J1~~iiC;Jl" y el ,<::.~lt9~.~IeI
de distintos tipos de gentes, a menudo bajo alguna forma de esclavitud o servidum- !,!!l\llP\~' aSI como una alteridad conferida a aquellos ajenos a'suKºrnl~1..d? ~i4~.'if~:~
bre; también deportaciones masivas y exilio. O incorporaciones de algunas sectores "IH!lol().gí(~s.siempre SOI~ ins.tructivas en la mcdida en que las palabr~~s~ ca"pt~;";';n pro-
como élites o con funciones especiales en la unidad política abarcan te. '. ¡"~-d),'> 1l1sloncos y expenencIas colectivas de la producción de significado en relación

Nuevos modos de control interno y externo, administración y contabilidad (¡ npcricncias vividas y campos semánticos y de prácticas más complejas.

social, se articulan con una centralización del poder, los recursos y destinos de las .. ' 1,';,1 palabra elhnik:Js se uJilizó en la traducción griega deI.Np,ey.() .Ie~t'!,l1?g.l!JO pa,'-~a
gentes, El Estado genera nuevas formas de jerarqubs, identidades y de alteridad_ce,
~,¡:>!,l"[,[.!.se"a 1,~\~.".EQº.tª,G.l.QI}G,s",pc:tganas t,(~,9,~lV~,~,'por convert,~r. Ethnos, fuc.. ysa(l(), ,~,OI1, el
Las formas de organización estatal propici.~n nuev()s modos deextérnaüz~icióí-lde las 'dj(llll ,,:ado de pueblo extranjero, fuera del confín de lospue"los helenos (Tonkin
categorías sociales, jerarquíasy status: adornos, uso y exhibición eXclusiváde-óbjé: ,1"i,nN), referido a gentes vinculadas por acción, residel~cia común o atribu'tos especí-
tos, conocimientos corporativos y secretos, rituales y' 'cerenl011Tu's," editícTos-~ eré. 11> '':'' liD por filiación (Smith 1986:22),
(Lock y Symes 1996),
Esta e.ll1ic:idad se asociaba más bien a propiedades de la vida social -prácticas,
Los imperios, como lugares de dominación política, económica e ideológica, k,rntono- en común y no al comportamiento o atributos de individuos parti-
i',íl!!().
como centros civiliza torios han sido organizaciones políticas de inclusión abarcante '1Ili11es (Friedman 1994),
de mutltitud de colectivos y otras unidades políticas, ejerciendo poder clasificatorio
y aglutinador. Incorporando una variedad sociodemográfica y cultural enorme dentro _ ' 'l';¡ ~1l~)i~llutil~,z~.~:~~~~...~}""t~E.1~2~~"<?J~~I!:~J?~I,!.:",, como onomato.E~Xtl..para ,~l.c;nnir 1<1, I.el~gua
JI!!Jl(cIlg.lhle de JQS,PJuar9.~, y, por extensión, a ,todos aquellos que no 11ablaran la len-
de una jerarquía desigual (MeNeill 1986), ha proporcionado eLQQii(jdli1ientoyel
contacto entre gentes diversas, a menudo engl?~f~11º.olos_. dcsd.e.,-.cl ,c:el~tro 'bajo l:IJÜ
'misma denominación, Todo Estado imperial, por su propia proyección_política es
siempre'ün gran gestor de Etnicidad. ' ~._,._,. " , JI) , I,~sla .divi~ión.. ~e:·vivió en el Medievo hasta la filología clásica de los siglos xvrn y XIX Y

'\I,!(liI<,lllcaclón hngUlstlCa en tres grandes troncos.


En el Antiguo J;\giplo se distinguía entre los considerados propiamente como II Un proc~so metonímico, pero COIl parecido origen es el de pagani. Originalmente si!.!nifi ..
egipcios y los nubios, los libios y otros pueblos, siendo que las características físicas ':.;;Ok de ,los habItantes r~ral.e: del Lacio, resistentes a la cristianización, el término fue incorl>OJ'<!"
no eran el criterio más importante sino más bien la identidad política y cultural gru- di' id J!ll\!l vulgar en su slglllÍlcado de 110 creyentes.

124 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNIClDAD 125


gua griega y que, por tanto, ajenos a la polis.c:omo .. epítomc de la __ vÜt~L.cÜillizadaI2. 1':1 Medievo europeo se inspiró en las distinciones del Antiguo y Nuevo Testa-
Los romanos lo aplicaron a las gentes exteriores al Imperio Romano, aquellos que í ¡¡('I¡!I l.A l~artir (1.~.1 . ~i.g.l~) X las.,.In().1.1arquías,.~,mer~,~n~.es elll:()p'~.élS f~lel'9I1 . ~()pn%~lrán­
acabarían invadiéndolo J3 , También utilizaron el concepto de noscio, de donde deriva ,1"",· por ladomÍliación política cié laséliles ¡lc ciertos grupos: sajones, noí·,.ííaIldüs,
nación, para aquellos pueblos distintos a los latinos caracterizados por nacer en otro ! !dllt'OS, casleIl~nos, Jom.o,'U\tos, venecianos, etc. En el Mediterráóeo de las Cniz~ld;ls
lugar y pertenecer a otro grupo. \,'1 1IIIh,~1 ~,~iÜllúúlú:,dter¡(la(Lconv~I~}~,il:t~,'l~¡lra l.QS lntGre,s.e.s,(QnJel~9.lales y porriI~p~~ d~i
¡ h t'identc cristiano. .. ,,,. ,,,~~,.J
Los indoeuropeos que invadieron el Norte de India, superiores militarmente
por su cultura del hierro, el caballo y del carro ligero, denominaron bárbaros (m lec- Ilay una categoría de especial interés que aparece en este período de incremen-
c1w) a las poblaciones dravidianas y Munda de cultura urbana que allí encontraron, ji! d~' los viajes y los contactos. Se trata de lo que algunos llama midd/ernan, Los
precisamente por su forma indistinguible ele hablar (Tilapar 1971). Una noción jj¡hlllkrnan ejercieron de intermediarios entre gran~l~s"gXu.p().~,..~.~JJ~.li~ü.~~J-y'·'cT\íiliza­
parecida a la grecorromana de bárbaro fue aplicada también a aquel que no seguía i,i1fPIS en las ~o~je(Iadc:s, prenlodºEg(lS, taI~?l?i.,~~,?~,~!.~X!:,~,.,,~l.,.~~.lIl.~pesinado y ta,s'"6ITtes
los t}"lodos chinos. El ideario inclusivo consistía en una Edad de Gran Paz en donde ¡t(!JH'r J,~,~,I,I,~,~~,~,: los juciíos ~,I~"I~}?~.Iropa In,e.~Leyal y rell,ªkcnÍis'ia, los~g'iTcgos como Il1cr~
J4
los otros serían integrados, Esto no sucedió con los occidentales, que rehusaron ',ndl'l"cs Rotnii del Imperio Otó·núiilo·,"Ios·al'menl¿·s en el Orit.:nte. ,p,rqxjp}O, los chi-
tran,\formarse, convirtiéndose, a principios del S, XIX en bárbaros "del diablo" dp·> nl el Sudeste asiático, los libaneses en África occidental o los jueces' en las ciu-
(Dikotter 1990). dildt'\ renacentistas italianas, A menudo eran poseedores de habilidades y destrezas

Las distintas denominaciones para los celtas (Keltoi, Celtae, Galatoi, Galatae, "!il't'ilícas, como la diplomacia, idiomas, un gran repertorio cultural, etc, También
Galli, etc,) sirvieron a la antigüedad clásica para denominar aquellos pueblos del j!¡ldldll ser consejeros, médicos, prestamistas, recaudadores de impuestos. interme-

norte y noroeste fuera del mundo civilizado (Chapman 1982) y aplicarles toda suer· díiÍlIl)S políticos, etc, Ocupaban una posición Iiminal en la sociedad, apoyados por

te de condenas morales y prejuicios, I..,os eslavos fueron así denominados por su posi- HPn l\'d de compatriotas extranjeros como ellos, con los que mantenían una efectiva

ción de esclavos en el Imperio romano, S'cotti como sinónimo de bonditti fueron j,'d de solidaridad, una organización invisible y con quienes compartían algunos ras-
denominados los celtas asentados en lo que luego serían las Imvland escocesas; pic- ¡jp': t:WllUllCS y distintivos como religión, lengua, atuendo, y otras sefías de identi-
1
tos o krunhe (de donde A CoruFía) fueron así llamados por sus tatuajes en el cuerpo \liHI ", Puesto que hay una distancia social respecto de los mismos, una no involu-
(Suthcrlancl 1994). i,'liH'II')1l en los asuntos cotidianos de la colectividad, muchos son usados como

;-¡\n!Hk'nlcs y consejeros por las élites gobernantes, en puestos de confianza y dis-


¡'íC\'il')ll, capaces de evaluar apropiadamente determinados asuntos sin tomar parti-
;!P .< '01110 eXll~anjeros, no suelefl tener accesQ,a la posesión de tierras o sqr.fullcio-
i¡¡t,j. H.).\ ,~!,~},,~ . g~~.H).JIQ, Tambi.~ll.,,:~e., ,~e,~,~9nf[{LSJ~ ..?Jlo,s y SQI\ fá,~ilm~l?te, . acu~fll:>i~~,."de
2.3. Un Medievo no ton aislado trnli.'I(H,l. Su proximidad'aJ pode·r'plled~ irritar las suscepÚbilidades de las é'íit~s"loca­
k, .. "acionales (Zenner 1991). No pocas veces capitalizaronel oeliQ[I.<;.lg,' pobla-
Los movimientos de población al final del Imperio Romano (visigodos, gcrma l,l.IH'.", Jucy,les c01n2yhiyos expi,Horios .de distintos acontecimientos advers"()s"aTa

nos, cehas, pueblos eslavos hacia el sur y centro de EurOI)f\~-·ct{), pl~ºJ2i9l-ª.[2!1SQ_<;1 i'idn:!1vidad, qulei·les Tes'-e'iwlcHáG~l>I;··'''Po;, sus riquezas, su poder y proximidad a
contexto occidental, una serie de contactos y relaciones ent{~:,~~!.!l~.OS .~~ pu~/o,s:..J\Jg.~:' ¡jkn('~,; y personas de prestigio y autoridad,

nos de los cuales servirían de base para la futura coiis1ihiélón de las llíiCÍones~Estad{) Ll ('.\"¡rml0 ,(!,~:Lalguien---,~:on qu!en):>.e"li~.ll,G.,algún contacto, alouna interacción, pero
(Smith y Hutchinson 1996). ._._-._._._-. ~ ,. .". __ .".,"o.t;L,,,,,,, .. , .... ,.
!JI) l~st,a ~)I,:~arllc'an~.e.f~,~r:."c5:?,I1ec,tado ,.~,q.~}".,~L'n~E~!l?(?, La ambivalenciá"de"'''¡i'ctliu"dcs
l~J JllISl~10 exth,iTo,' que por'un lado atrae por ser vehículo de novedades y del
l\jl!ndo l'xlcnor, por otra, y por 10 mismo, nunca será miembro pleno de la comuni-
12 Estos términos permean las lenguas romances y el anglosajón con todas sus connotaciones
morales de distinción negativa, exclusión y extranjería (Tonkin 1989).
13 Los indoeuropeos que invadieron el Norte de India, superiores militarmente por su CllltU
r<l elel hierro, el caballo y del carro ligero, denominaron bárbaros (mleecha) a las poblaciones <Ira 11 ('rllllO continuadores de los romanos en el Impcrio bizantino.
vidianas y MUlIda de cultura urbana que allí encontraron, precisamente por su forma indistingui 1-· I )júsporas como la judía y la armenia, cuyas idcntidades se construyen alrededor de luoa-
blc de hablar (Thapar J 971). Una noción parecida a la grecorromana de bárbaro fue aplicada ;iIFJ;H!OS, escrituras sagradas y liturgia, son casos específicos de grupos que ocupan un lu~ar
también a aquel que no seguía los modo.'; chinos. El ideario inclusivo consistía en una Eclad dt' Id;1r ~'~1 el eSI:e~tro de pueblos en relación a otros a Jo largo de la historia (Annstrong 1982).
Gran Paz en donde los o/ros serían integrados. Esto no sucedió con los occidentales, que rehusa ;1 ,¡,·IIP:I('llHl de (listll1tos lllchos ecológicos y lugares sociales en las grandes civilizaciones tiene a
ron /raJ1.\:fo}"}narse, convirtiéndose, a principios del S. XIX en bárbaros ;'del diablo"(Dikotte¡ indlDs y arlll~nios ~o~no dos ejemplos, claros; el.ementos de estos orígenes han ocupado profe-
1990). ;110,'\ y IlIgares llltcrsllcwles y de COll1ul1Jcación e Illtercambio entre varias civilizaciones.

126 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 127


dad y, por tanto, de confianza, fue muy bien explicada por el sociólogo alemán G. /;1. Las Europas y las Américas
Simmel (Simmel 1955),
Los exploradores, los peregrinos, los mensajeros, los viajeros, los misioneros J);¡ra ,1~J)Xºna, la experiencia amertc,ana es a ,m~pl!(t(,~",.,9.91),si.tI~X,ªd,!,,_,GQn~O ,J~J
(China fue abierta para el Oeste por medio de las caravanas de la seda, los viajes de ¡Pi !Jllt~n(() ,álgjdo ,del contacto c_ol}.J,º"g~t~):i.Q",G..Ql1struírá de"su ~tI10C,eJl,~,r,~~m~en,to ~?n??
Marco Polo, la evangelización de San Francisco Javier, las guerras del opio), los dí"',ellt" (Cf. Lévi-Strauss 1975), una relació.I1. ellJllarcadaéiíproyee(q,sllolftlcoeco:
marineros, refugiados, los guerreros, también han sido fuente de noticias, medios de ¡jpjlJkos e ideológicos cODCIetos, que daJ~á inici()"ayll,a/efl~,;{,i9,I.l, c:r~lcJi,t,(l en l~ tra~Ii­
contacto cultural (Krotz 2(02)16 Sus relatos y los objetos que estos traían, servían de ,í''', intelectua] occidental (Duchot 1975; Gel:b] 978; Pagden ·1982), Anthony-king
experiencia vicaria de la alteridad para muchos de los oyentes, alimentando un ima- !, :~¡!)nn) rccltel:da ¿lLic~esto's encuentros fueron históricamente configurados en la perí-
ginario de lo desconocido que ya no lo era tanto. !!fio t'uropea, así considerada desde la centralidad hegemónica europea (Wolf 1982)
¡i T ·-1.3).
Los intercambios de bienes exóticos, las relacione~, polgica~"",J(leol,ó,gicas y
comerciales entre Jos países europeos en la Edad Media 'y de éstos con ~íyilr~cl:~O" Fstc!lanKmJz (2902.:53) ha reflexionado sobre estos contactos, Cuenta que, en
árabe, mediante la penetración e influjo cultural en la penínsuhr ibérica, taJn?,i_~~_E_Q[l, ptilllCJ' lugar, representan un reto clas~/icaforio siempre desde el lugar de lo propio y
el' proyecto comercial, político y religioso de las Cruzad~~s, abrieron el muíi40,euro- !nmíliar: ¿quiénes son los visitantes? ¿de dónde vienen? Encuentra que, en principio,
peo 'a otras f6úúas' é'ivilizatorias que forman ya parte del acervO cultural ,c hisJ~Ú~() p!wdc haber ?"~,,sJormas ,básicas de identificar a los exlra/ios: o bien ,son una cIa~(;,4~
europeq.,J,a experiencia medieval y renace'ntista de Europaº9IJlmL por el contrario, Hd!/¡/~/nan(}S o lo' cOlltrario, sobrelllUJla1/Os, venidos de otro mundo, de otra dime;1-
\1iene tnarcada por un crisol de gentes en contacto, por migraciones, invasiones, alter- "~dI!! (c-.~í)'tiTtLis·, dioses, etc.). - "- , ,_o

nancias de dominación política y militar de diversos centros hegemónicos, con dis- Cristobal Colón contó que los Caribes creyeron a los españoles como descen-
tinto grado de inclusión y tolerancia. Los tártaros de Gengis-Khan llegaron a Rusia, '/írlll('s del cielo (cil. en Krotz 2002:2(1), Una de las primeras reflexiones sobre el
Polonia, Ucrania, lo que ahora es Bulgaria. Los'Turcos i'nvadieronAnat()li'á,'y"t,~s~:~ó:s'~ (;Il('lIcntro indígena con los caballeros españoles, con sus caballos y armaduras, fue
tas del Mar Negro y desde allí se extendieron por jos Balcanes,,9r,ecia, Hungría:ell ;'11111 lller una unión corporal entre jinete y corcel, además de una cualidad sobrenatu-
distintos episodios siempre disputando el proyecto religioso, polítieoycultul''-¡fcrCI ¡dI de estos al reflejar sus armaduras el soJl8.
Imperio Austrohúngaro, otro ejemplo de escenario l11ultiétnico, Los Roma arrib~roí;
a distintos puntos de la Europa costera del Mar Negro, huyendo de un Punjab COI1- HSla forma de alteridad clasificatoria a partir de clases natura/es, grandes cate-
qúistadopor'elIslam, distribuyéndose por casi todos los países europeos entre los i}! '1 i;¡sque dividen el mundo y sus seres, no deviene en ét,:lica ,hasta que lc):~' e~tfr(lJl()s
siglos XVI y XVIII, '¡(JI! ¡i!l;ll,ti,f\~ados, aSllI11idos, COm9f?u·gs)wman.os, parccicló~s'·fi·lloso-'ros, aiúl'qúe-'dife-
¡','Oles. Esto solo es p'osi01e mediante la Ínteracción 'col11unicati:va, la c0l11unicack;'i1
Durante el Imperio Otomano, sin embargo, las distintas comuni4.~,~,~,~Jeligi?,sas j,idi',¡':¡'í'i.:;¡iva, que puede proseguir al primer momento de asombro y estupefilc'C'i6íi"i:)"ü¡:'-
y culturales englobadas bajo el Imperio eran denominadas IJliUe.rs con l)arecido se,I1'- illllhas partes, E,,_Krotz (ibid,203), citando varias fuentes, recoge que 1º~jD,lÍg"na.".
tido al de ethnos, gobernados por etnarca, que en el caso de los miUehR1J!7l o mil/e/ d(";dn)llarol~ a}g~"españoles de su divinidad cuando ,obselyar()p"q~l,~ Janto jille,~c:.<;~)n19
romanos es el del patriarca griego de Constantinopla (Just 1989)17 \'nha,I,I{?,~~"p~l,cjrfallJgtgll que cualquier otro ser vivq, Q,que sus naves, S¡:hllJl~ií~I],C0I110
El mundo ha sido un lugar de constante intercambio entre gentes, bienes e ideas. runlqllj'cr otra. Conductas inexplicables como la avaricia por el óro y'El fí.;'rlcüéión de
Siguiendo con China, por ejemplo, ha visto sus fronteras traspasadas por multitud de ¡"dn objeto en dicho material, independientemente de su valor simbólico y estético,
pueblos guerreros provenientes de las estepas, sujeta a multitud de influencias cultu-- í¡WHH¡ considerados por los indígenas como aberrantes 19 .
rales y religiosas (McNeill 1986), Los encuenfm.\' entre gentes y pueblos diferentes, Por su lado, españoles y portugueses, incrustaron imaginería procedente del uni-
así considerados por los encontranfes, representan una de las más importantes expc-- simbólico y estético medieval y renacentista a la descripción de las caracterís-
\''1"'1':·;0
riencias para la definición y la práctica de la identidad/alteridad. tW:I~i de los nativos y sus usos y modos de vida2o , conjugándola con las motivaciones

)6 Agradezco a Elcna Corrochano del Dpt. de Antropología de la UNED esta intcresante refe-

rcncia bibliográfica. Luego cncontré otro artículo de E. Krotz (Krotz) algo antcrior, quc recogía ¡:~ Rd'ercncias míticas a sercs que procederían de allende los mares por el Este explican cn
algunas de estas renexiones, í"llh' la acogida qlle los cspañoles tuvicron en un principio a su llegada a tielTa azteca. Cf. Baudot
)7 Siendo el grupo mayoritario el de cristianos ortodoxos, cs posiblc que este término sc apli-
;" Tndnrov 1990.
1<) Bartolomé de las Casas y Fray Bcrnardino de Sahagún siguen siendo referencias necesarias
cara a ellos en griego y quc cambiara su connotación negativa a fincs dcl S. XIX en el contexto de
su lucha política por la independcncia del yugo otomano, 10 que subrayaría el cmincnte contenido ¡"¡¡Iil ,-'Orlocer los puntos de vista de los indígenas sobre los colonizadores espaíloles.

político e histórico de estos términos (Tonkil1 1989), ,'o Puede esto versc en las representacioncs pictográficas dc las distintas castas.

128 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 129


políticas e ideológicas de su tiempo y sus patrocinadores. En el fondo, si Jos mallla-
mado5jn('-(~),s... (Iebían ser administrados por las autoridades coloniales rc"i)resentantes
OCCIDENTE Y ETNICIDAD ve)
d:c:J.a metrópoli" habría gue definirlos de al¿{úl~.a.,l~l.'.Hl.~ra. 'E's--{)b\;T()-¿jli-¿-'~:süLJiD,1iilpi=-""
de
dl":Q·. ~~L·,C;;~7]tro¿'ión instrumí:)ntal, como fÚCl"Úl -tl:ilG-¡ljó u objeto sexu~C por ejem-
plo, ni ..sjq,~Üely. su ,g~noci.cJ.io (ibid.208). La.(l,isoJU<,:,ión de sus jJ.eculiaridades idiosin- "Hemos desplegado grandes mapas antiguos sobre la cama. Mapas de
c:rátic~s- ./~le,-.-pl~er~C}y\~}Ú) y a la vez cons-eC~Jen¿¡~",'-~I~"-·~~te". -.~Ti~~-~ie alte;:¡i¡;Cl(JJ¡ Arrica, de antes de la intervención geométrica cultural. Ningún nombre de
país. Nombres de pueblos y etnias: bámbara, senuro, lobi, bobo, dogón. El
~l·,I~IT?:i~!.l]."~ilt~. 'C.?ll'...~~~_~!~.yg~._.~~_.~.~c lusi Ó!f.~qg:i.~!l. -- "._-- ..-~-_.-"-" .-~>..----~--
resultado es mucho más orgánico. Los bozo, entre ríos y arroyos: los tua-
Poco a poco, también tuvieron que recomponer la geografía en que se basaron las reg, con unos puntitos amarillos para el desierto: los dogones con una
expediciones: no habían llegado a las Indias, sino a unas tierras no previstas ni car- mancha marrón para las monta,jas. "
tográfica ni imaginariamente (Cl'. Krotz 2(02):cap. 4.
Cuadernos de Africa. Tánger 1990. Miquel Barceló.
Dos clasificaciones sociales en la que hay que detenerse es en la ele iJJ.dia. (Cf.
4.7.2) como en la de mes/izo (CL 3.5.9). El primer fue así llamado porque se pensó
que CoJón había llegado a las Indias occidentales. Este término abarcó toda una
variedad de gentes y pueblos en su relación de colonizados por los espai'íoles, y luego
por los europeos. Incorpora, por tanto, una relación 'I.s.inl~~ri~_ª~_.d~-p-ºg~·, y, en el caso ti, Contextos históricos y políticos
español, de tutela y paternalismo que no excluía la "~.XJ2J(~S~.\~,~ón.
Mestizo refirió a mezcla de orígenes, por una parte española y por otra indígena. 1:.11 el epígrafe anterior hemos querido mostrar que la reflexión y práctica de la
l,uegó 'se'exteúdió a cualquier tipo de mezcla. Hay que tener en cuenta una particula- ,dlt'l ¡dad/identidad étnica no es un fenómeno exclusivamente occidental ni de nues-
}:idad de la colonización española en Latinoamérica. A los objetivos políticos~y-Z~~r­ iJ;1 Modernidad, idea que tiene indudables resabios etnocéntricos, dicho sea de
ciaJes, unió un proyecto religioso inclusivo desde U11 cristianismo abarcante al que pih'll.
incorporar convirtiendo a todos los indios. Unido a que la mayoría de la colonización
en sus inicios lo fue por elementos masculinos, no es de extrañar que el número dc No obstante, es cierto que en nuestr() ámbit(?_.ºL~LdCJlt.alLL,!"..<:::.º!~.~. l!.~~1.s:c)ó.1L.9.~...h~s
il !!¡"rií!ades .. y. difer~ll.<::.iL1S .gIJ JérÚ1Ti,1os-·.~-1.1;.G~()~,~)dml.iere, tI}l m,()do ,~:tli seneri,:'· ~como
uniones con la población local fuera muy numerosa. En la. ln.~.g_t~la."gn que la coloni-
': líillquil'-I" caso histórico y empírico particular-o Hicimos referencifl-hr"eve a cómo el
zación española recrea las estrllcturas de C"lstas del A,Jltiguo. ~égimel~'--y--·e:Cill.Q~E!:~¡e
II!!pcrj() Colonial Español pensó y construyó la alteridad en relación a situaciones
se desarrolla en múltiples formas, aparece tl)dayna 'suerte . cJr:;}lÍ/:J.rf.cÜ2;f d~I1(~,I~~iIl'l.(E)~
ik ('nl1laclo en términos de dominación y hegemonía. No hemos hecho más que una
de, di,s,~illt~,.I.!~~J,l,(;ra, como los cuadros de castas de los siglos XVII y X\lIIT i·ecogen:
!Hi'visima referencia al pensamiento intelectual español sobre el Nuevo Mundo y
c-,ls"dzó, ¿hanúzo, cambuja, cholo, chimboreta, cuarterón, coyote, etc. 2J . I;,n_~~alidad,
ih gentes, que el/la lector/a puede encontrar en la bibliografía etnohistórica perti-
la mayoría de la población latinoamericana, a excepción de los .bien delin1itados crio-
¡¡¡'!lIt'?') .
!los22, puede cOl1sidel:arse. ltlestiz,a 23 , En contraste con lo que ocurr'iÓ con los mestiz'ó"s
en Filipinas, por ejemplo, en Latinóamérica ocuparon un lugar subordinado a la pobla- 1,;1 pregunta que nos hacemos aquí es la siguiente: ¿Por qué la Etnicidad, las ielen-
ción criolla aunque por encima de la población indígena. ¡idildl.'s étnicas, han sido objeto de reflexividad, realzado a problema empírico y teó-
¡ ji, (\ el1 las Ciencias Sociales en general y en la Antropología en particular? ¿En qué
Las construcciones etnográficas eruditas europeas a partir de la Ilustración y
ljll·¡Jida estas cuestiones surgen de preocupaciones disciplinares, ideológicas y socio-
hasta hoy senín tratados en el siguiente apartado.
¡"iP!¡"III:<IS subyacentes a determinadas prücticas e ideas -experiel1cias- de Occidente
¡ 'lile \Vest') frente al Resto?

I ksde una visión posll/oderna algo etnocéntrica, se ha relacionado a la Etnici-


21 También ocurre esto en Brasil, cuya denominación general es la de ca/)oc!os, aunque exis- dild, Sil producción como fenómeno y como objeto del saber, con nuestro empei10
te todo un repertorio según las gradaciones de! color de la piel, sobre todo en relación a la misce-
genación con población africana.
22 Los criollos, descendientes de los españoles que mantuvieron su exclusividad mcdiante
prácticas cndog¡ímicas o con la metrópoli, se constituyeron, en general, en el estrato dominante que
capitalizó el poder y la economía, cuyas élites lideraron, en buena parte, los futuros movimientos Sobrc alleridad en el contexto de la expansión militar y comercial europeo y del eolonía-
,j.)

de independencia. ihJlIO, Vl'<lnSe, entre otros, Wol!" 1982, Pagden 1993, Fabian 1983; Wall Maleíljt 1983; Krotz 2002;
23 Como la de casi todo el mundo, incluso para la población quc se dice de origen europeo j'~iHno.'ll 2003, muchos de los cuáles serán aquí citados. Y por supuesto, los autores de la época:
en USA. jL!¡¡nlnlllé de las Casas, Fray Bcrnardino de Sahagúl1, Francisco de Vitoria, entre otros,

130 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 131


constante de reflexividad sobre nosotros mismos, como un movimiento para cons- 1 I,':ll rel()(;ión con esto último 27 , la vert~b.n\G.ión d~ _una" homogºEº.í.st~l.º___ tºE~:~.~g.-
truir nuestra identidad como proceso sistémico que selecciona e incorpora un 1',i,l,Ü, ~~Qi1i{nü~a, 1i !lgjj.íSJj~ y cuí ú:l;:a'¡"'inter~Úl",'~i~-I?á_í:'~ri:::~le _~iert.os gruPQ$JIQ.1l1i-
entorno/múltiples entornos, convirtiéndolos y retrabajándolos como micro-entor- .t{;uHºi28 operada por las Monarquías y las élites europeas occidentales en la
nos) a partir de los cuales imaginarnos y practicarnos a nosotros mismos y desde construcción de una unidad política y militar en el escenario de otros Estados-
ahí a los demás. Paradójicamente, en la tradición ,~JlI:op-eaJJª,,,p~rn:wnecid_Q'"~~ta Ilación (Cl'. TilIy 1975; 1990; Smith 1986).
idea de que lo. étnico refiere a los 21(9." y no a, 110S("t.~:Z:4. desde cuya.f\;!Jtm1id"cJ j,. <. 'omo c_ªtegorí~l polfti<::q~jllr(~i_c;~IJ?-ª.~_E__ lª _!,l}_$t!:,~.U})~.D~~IJ.~5.t~~SLy adID.ÜÜBtm.c;j.9.JJ.de
hegemónica se define la alteridad (CL Todorov T<:f89), eli el proceso de construc- la diferencia d'urante lossigLosXlX y ~){, en rela~ión a las siguientese.xJl~-
ción de su propia identidad 25 , Es verdad que las teorías de lo étnico son "teorías ri ~~D.~,i_ª,~J1i~JÓxiG.as, pqHJi~.R§ y d~1}10gr~.D.~.~§, ,~P~,~Xg~~~,~:
de las diferencias" (Garda Canclini 2004:45), pero también lo son de la semejan-
3.1. En el ámbito interno) las respuestas de pro~~~t?_S p.(~~f~~,~5~~" -,~~~_i,~,~~,~l,~s
za, de la construcción de la identidad de unos a partir de la diferencia con (muchos, con~i.d_erad.os bien como PfLii4úflJ..S.,f)110s estados ·europeos,'l?,L~.D como
varios) Otros. refllndacioIleSJl-ºIíticas_ll~.".lo.mll~$ (1 tal ia, Al emani a), queJ~I1~laIlle;~tan
Por eso,<á::~Jalquier apI:oxim~~,i,9n_b~,?tqr~'~'ª,u"~,,J~,~_,Eel~ciones P,o,I,')as que csmstrui- su identidad en el romantIClsnll1lc1e.aJi~tg.qel?:~IX (Cf. 4.4. y 6)" .
mas diferenci5ña«(lc'liidúil', "fi'ecesariamente, la de la coi;>stItucjºn_4fíj'_Íiª'_ú~'~ntid(ld :1.2. Los procesos de des.colonizaGÍón europea de Áfricayi\§.ia, así como la
form~Úída roesarrollada a través de la primera. Si tuviér'1I1l0sg1,leesqqc!llatiza;~bru, posterior diversificación de las metrópolis con la llegada de CIUdadanos
lal y acontcxtualmente las fórmulas de la alteridad en la historia del Mediternjlj(,º
de las excolonias 3o ,
c!,ási,~_~), de parte de Europa y de su extensión en el norte del continente americano,
lo que llamamos Occidente (Cf. infra), serían las siguientes: los bárl)(II'Q§ para la 1.3. Los trasvases de población ligados a la ~f~La~"lll1'Eelj()g.tQlllª!lO Y las
Antigüedad clásica greco-romana; el I~Ifln,l para el Cristianismo medievial; el indio dos guel.T~1?}11,lJP4_i~Js;s, 'coI1 sus efectos demográficos, políticos y de cam-
para el colonialismo, desde el S. XVI ;l,XX; el igl1~l'(lnte para el S. XVIII; el primi- bio de fronteras en Europa.
tivo o salvQJi! para el etnocentrismo decimon<sni~¿,; el (!!.!.S~!.U,'/gJ para la ~ug~n.~§j_a de 3,4. Ltl_ c~nsti_tll_~i,?~1 "dc._'p,~,í~~~_""de i~}I}!.i.gT~l,~.i§}l ~!\_t~J,f\.~i_()I1...a" PrO(;éiSQ,~""Q.e
'principios del S, XX; tri,lnts, razas y luego e!nhl.~:> para la reflexión académica y socio- pOlJIanlientg y demanda selectiva de man9cl(' ()bra(Estados Unidos,
política también del Yf XX;;;,;;;igrantes y'S~~'(;1,1Inl1:,IS, para la segunda_lnitad_del. Australia, Canadá, Argentina, Uruguay, cte.).
siglo pasado y delagtllal. :l.5. La crisis del Estado de bien~star y la redefiniciónded.erec;11Q.U deberes
La~lÓt1 en el mundo euroamericano s.Qbre, l? .[l.Iter~,º-,g;iJ~!nt~~h en sus varia- de la cilJdadanía_~Il, el COllt{~,?':t()" ~~_},a,~ 11:~~ra~.i.?n~~ ,il,~.,ternacioI~ales, _d~ pa,í,-
das formas, intensidades y expresiones, gira en torno ~,J_ YGG_1.9f?:s pril}c:im,l1~,~~~~~~,: ses del Tel{erM,ullrlo y sUS1;ropias crisis PCl.fíÜc.as, sqí;¡ille$ y ecqÚQI1}j-
l. Como categoría del pensamiento político y social occidellglmgdeJ.!\Q, ...e.QJlS, caso .en."II)I.llundo ,globaliztulo.
truida a partir de la experiencia de contacto en términos de desigualdad, 'f()dos estos momentos serán abordados a lo largo de este libro, a veces en epí-
ClglI'i'2io y suborcIjnaci6n, y el expansionismollliIítarelJ~O, cÓ'lnerciiife ¡j! ilrt~S IJropios, a veces distribuidos entre varios, En lo que toca a lo próximo, vamos
!-- '~l
ideológico, desde fines del S. XV hasta el S,XIX,..estrechamente vinculaQc1 d bahlar sólo de los puntos 1,3.2. Y 3.4.'
al desarrollo del capitalismo mercantil prilll,ro e inclusJܪLde.'illli~s:eIc'ó19.-
~.~iali?,n}Q,'y el q.§.f:J~yj~l}}.º, .
'>'1 Según Henry Kamen (2003) no puede comprenderse la creación de Espai'ía como E:,tado-
I!¡j('jón S'lll el concurso de un proyecto imperial, desde América, Filipinas, hasta las cololllas en

\11 il'Ol.
}¡( Castellanos en la Península Ibérica, francos sobre rÍle de France y su extensión por el resto

dd Pllys'J)'Oeuil; ingleses sobre Escocia, País de Gales e Irlanda; lombardianos sobre determina~
25 Llama la atención que la mayoría de los estudios étnicos en países que han sufrido coloni-
zación se refieren, preferentemente, a las relaciones de colonos y colonizadores con las poblacio- dn", regiones italianas. . . .
Si Jos Estados Nacionales toman el humanismo renacentista y el enclclopledlsmo Ilustrado
,)1)
nes autóctonas y escasamente al revés. La información de que se dispone de esto último refiere
sobre todo a la literatura sobre los primeros encuentros, generalmente producida por cronistas e his-
Ik, los S. XVII y XVIII como fuentes de su imaginario identitario, la refimdación de estas id~nt~­
toriadores ele la metrópoli, Es bien cierto que éstas no tendrían por qué definirse en términos étni- dild('s l'xclllídas de esta construcción homogeneizaelora y centralista se basan en lo /1aTural, PrJJnJ-
cos como las nuestras, pero sí en relación a alguna tipología clasificatoria grupal. Tampoco es fre- venin, incontaminado, como opuesto a lo racional y civilizado. '"
\Il Como efecto no previsto, también hay que contar con el contacto de ge~lIes ent1~c.sl de los
cuente dedicar!'>e a las relacione!'> étnicas entre distintos grupos no ellropeos.
qlh' !lO tenían experiencia previa, si no es por la inclusión abarcante en una Uludad pohtJca como
26 Cada uno de estos procesos tendrá efectos específicos en la objetivación de conceptos como
(!lnicidad, étnico, raza, cultura, pueblos aborígenes, indios,pueb/os indígenas, y otras denomina- {'1 Illlw~rio (Krotz 1994).
\l Estos tres vuelven a revisarse en otros lugares del texto.
ciones más o menos políticamente (in)correcfas.

132 ETNICIDAD, IDENTIDAD V MIGRACIONES


PENSANDO ETNICIDAD 133
3.2. Brifannia. Experiencia colonial y Antropología i, l,,¡dl/tl"({eran términos pnlcticamentc intercambiables, asociando la primera a la idea
ik ¡lnljlOS con tradiciones y costumbres diferentes. Ambos se separarán cuando el
hilllogk'lsmo pseudocientífico permita basar las diferencias humanas de forma esen-
Situémonos, no obstante, en la Modernidad europea y vcámos qué conceptos de d,¡!I\!;I;¡ partir de la dotación y herencia genética, reservando el término de raza para
alteridad étnica ha construido Occidenten, en relación a su propia experiencia eco- ¡;[,t;j<, (Iifercncias y los grupos así representados, ya como sub-especies.

nómicopolítica e ideológica.
I,()s ilustrados comprendieron la evolución orgánica y social como fenómenos
Hemos dicho que Occidente ha construido lo exótico a partir de su parlicular 1lJ1'luS a causas similares, Como se mantuvo desde el Renacimiento, el orden huma-
experiencia ideológica y política de la diversidad en el encuentro ('cncounlcr') con n,'! t':-;(;lha incluido en el orden natural, que se rige por leyes fijas y constantes. El
otras gentes durante los viajes de exploración y colonización (CL Pagden 1982; j",cljllcllla evolutivo cultural básico manejado en la Ilustración fue expresado por
Krolz 2(02), desde las primeras fases ele acumulación del capital mercantil hasta In ¡ [(1 ~!,II( en su Historia Universal, anticipando la terna propuesta por Henry Lewis
Revolución Industrial y la expansión militar y económica europea por lodo el pltl" i'ddlj',all (salvajismo, barbarie, civilización): la humanidad habría pasado de la caza,
neta durante los siglos XIX y XX, que continúa hoy mismo mediante lluevas viejas qi 1¡¡lsloreo y luego al cultivo (Cf. Harris 1978:24), A cada período correspondería
formas de lo que llamamos g/oba/ización (CL 5.8). Eric Wolf (1982). en su monu· OHn ',cric de actividades económicas, instituciones familiares y de parentesco, insti-
mental obra sobre la historia de la construcción de los Otros por Occidente, recuer- ¡WiolleS políticas, creencias etc.
da que términos como etnicidad y raza (CL 5.9):n 110 pueden comprenderse sin el I,os británicos estudiaron los pueblos primitivos inicialmente bajo ambas deno-
análisis del capitalismo como sistema global y cómo distintos colectivos, clases y iPíllílt:iollCS disciplinares, Ethnology y Aut!1ropo!ogy, consolidándose esta última con
categorías han accedido de forma desigual al poder y la riqueza a lo largo de ¡,I id !l\'lllpO, Raza y tribu fueron los términos que concentraron el discurrir etnocentrista
Historia, ,WFh JS;ljón en la ideología de la evolución y el progreso de fines del S. XIX, reco-
Es este el trasfondo general de la reflexión intelectual sobre la diferencia que se ¿drndll loda una tradición intelectual procedente de los siglos XVI a xvn(14.
producirá en el ámbito euroamcricano, Occidell1e, en conexión con distintos momcll L;l secuencia evolutiva entre barbarie, salvajismo y civilización, típica de la
tos y formas de desarrollo de este modelo hegemónico, al que también contribuirían q'Hh'¡I, ;¡tribuiría a los no europcos (y a los europeos no civilizados, p.ej., los irlande-
a reconfigurar y objetivar. h)s escoceses, etc,) una condición de salvqjes. El ell1ocentrismo decimonónico
El contacto de poblaciones, hábitos, lenguas, faunas, floras, propiciaron la contj·· UpkilJllellte de ltl Inglaterra victoriana hablaría de la incapacidad sustantiva de las
nuidad de una reflexión naturalista renacentista e ilustrada sobre lo diferente y lo 't;i(U,t/llr!('S prirnitivas que, poco a poco, irían conociéndose como razas inferiores

conocido en Europa. Ya desde los siglos XVlII, XIX y primera mitad de! S. XX se ji '( :),S). La ideología victoriana europea consideraría a los prhnitivos como un csla-

habla de pueblos y razas, con el contexto impcrial-colonial y con la idea del progre·· jlr'l) t'IHre la animalidad de los primates y la 'humanidad' civilizada de los europeos
sO y el etnocentrismo europeo como trasfondo ideológico y políticoeconómico. R(izO il!.ill"iro. Goicocchea 2005:Cap.2).
'Yn diría que, para conocer las relaciones coloniales europeas y los distintos
,¡¡wd()s de construir alteridad étnica, habría que pensar en cuatro grandes marcos prin-
\'!¡Íillcs, teniendo en cuenta quc estos son generalizaciones etnocentradas que no
32 Como se ha visto en el apartado anterior a tenor de las distintas experiencias etnográficas ili.:",!h'll ignorar la diversidad de procesos y situaciones: a. la exploración y coloniza-
e históricas, siempre !lay alguna reflexividad sobre los olros concebidos como grupos que diril'
t ¡¡'Iil de ¡\rrica~ b. la exploración y colonización del Pacífico y Oceanía; c. India y el
ren y se asemejan jJo/itélic(//l/eJlle en Clli:lll[O a su\> prácticas y represcn1<lciones colectivas referí
dos a sí mismos y a los demás. Pero sicmpre que sc citan las relaciones étnicas, siempre remiten '<'Ullt-:·,It' asiático, y d. la conquista americana. Mis objetivos aquí -y mis conocimien-
a las relaciones de los ellroamcricanos con los demás. Los rclatos de misioneros, viajeros, admi 1n\ ';011 mucho mús modestos. Intentaré ordenar las relaciones entre la experiencia
nistradores, colonos. etc., también incluyen referencia\> sobre eómo Jos indígenas nos han pCJlsa 'dlllllial africana y la reflexión práctica sobre la misma, en relación a la conccptuali-
do, rcpresell!ado y, por ende, cómo han aClllado respecto nuestro. El lIIea culpa que el posll1oder Ji!(!ÚIl y práctica sobrc los o/m.'>.
nislllo ha reali/,acio para exorcizar el colaboracionisl//o de las Ciencias Sociales con el proycCI()
económico, político e ideológico de Occidente ha sido absolutamente necesario. La reflexividad 1h'ntro de las terminologías para la alteridad, aborigen -habitante inicial, desde
sobre nuestra propia pnícticll ha sido necesaria, Sin dejar de estar atentos y revisando J1uestro.~ i í!ri,t!(JI/- fue un término que ya se encuentra en la lengua inglesa desde finales del
principio\> epi\>temológicos, es hora. sin embargo, de dejar de mirarnos el ombligo, aunque nece
sariamente miremos desde él.
:n Conceptos formalizado y objetivado intelectualmente en Occidente de /1110 delerminad(/
mal/era, no cabe duda de que ha colaborado a crear realidad social por medio de su objetivación
académic<l y de sentido común. dispuesta a ser manejados política, ideológica y administrativa \,1 Ya Giambattista Vico (J688~1744) admitió entonces la conexión entre evolución social y
mente. í!li,ld¡dnl (J.)iamond y Belasco 1982:9 y JO),

134 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 135


siglo XVIII. Se aplicó especialmente aplicado a grupos étnicos de Australia, Oceanía
en general, Taiwan y algunas áreas del Sudeste asiático. ;jq,'inll/Ht'iún y cooperaClOl1 que propiciaran, Marshall Sahlins (Sahlins) y Max
La exploración del Pacífico y su colonización representan una singularidad pro . nJíir'ldl1;Ul (Ciluckman 1978) también utilizaron la noción evolucionista de tribu,
pia con respecto a la experiencia colonial en América y en en África15 , de la que I _,iI "¡¡ka de tribu de los europeos es una conslrucción histórica y tiene que ver con
hablaremos enseguida. Paisaje romantizado por las artes, las letras, y las preocupa.· htu s;i!lIaci6n política y económica muy particular de las relaciones imperialistas con
dones occidentales, como lugar paradisíaco, tan real como inventado (Mongc ,i, I/IUpOS autóctonos y la propia forma en que Europa construyó su propia identidad
2003), es el continente de las islas vírgenes, de la contemplación de sus bellezas y ¡ Uo/lo/hada a partir de aquéllos.
una vida supuestamente benévola y fácil. Muchos de los mitos literarios -La Isla del I jj,; potencias coloniales dividieron África en Iribus, administrándola como tal.
Tesom (Julio Verne), Guiliver (Jonathan Swift), Robillsoll Crusoe (Daniel Defoe) Lf rllllh'clllrismo europeo incluyó en este término la noción ele grupo asilvestrado,
británicos se ubican en las maravillososas y exóticas islas del Pacífico, Su explora~ ¡jii iv¡]j/.;¡do, perteneciente al ámbito de la naturaleza -como opuesto a la cultura y lo
ción en el S. XVIII responde a un objetivo cartognífico y rcpresentacional del - i\--U¡/;Jt!o---, (próximo a la animalidad), como un estadio de la evolución social.
mundo (sus límites, sus pasos, sus gentes exóticas), sin menoscabo de intereses
imperialistas a la conquista de islas y archipiélagos originalmente descubiertos por l"il Jndirecl Rule o gobierno indirecto de los británicos en África consistió en
'"jiHyM~;C. !2n un determinado sector de la población indígena que hacía de interme~
otros, a menudo navegantes españoles, Un ánimo ciertamente ilustrado de describir,
;/¡il¡jP nl las comunidades locales, favoreciendo e instando a algunos grupos a que
coleccionar y marcar geográficamente lo desconocido, adenuls de reclamar para el
patrimonio imperial, parece que describe de alguna manera el epítome del navegan~ il\"(.ulf!ollaran sus intereses mientras otros eran mantenidos al margen del poder y de
te explorador de esta época, el Capitán Cook, que tanta literatura y cinematografía he-llellrios, simiente de futuros odios étnicos, Estos mismos sirvieron de impor-
!i?jjllt':; 11llennediarios entre el funcionario colonial, o el empresario y las autoridades
ha provocado, sobre todo por el impacto psicológico de su muerte para las mentali-
dades occidentales, pocas horas después de su bienvenida triunfal en Hawarjó , y de "ks. Lcroy Vail (1993) destaca la importancia de estos mediadores a la hora de
la la Antropología Social ha dado cuenta en un acalorado debate sobre cómo cons~ Ills jefes ele la aldea que vigilarían tanto las propiedades C0l110 las familias de
truye la disciplina su objet0 37 Ílnlllbrcs ausentes trabajando en las minas o en las industrias 38 . La conexión con
h,', 1<'1,,, tradicionales de la aldea operaba como legitimación cultural y política, his~
La experiencia colonial en África estuvo ligada al concepto de Iribu, De alguna j'¡'¡¡lrd, de las nuevas ideologías étnicas,
manera, en este concepto se unían una idea de organización social y también una idea
de los diferentes estadios de la evolución (Cf. Godelier 1980). Para L. Margan ¡.os intelectuales locales, colaboraron decisivamente en esta construcción, reaIi~
(Ancient Society, 1877) la tribu era un conjunto de clanes. El neoevolucionismo de /nJldo un auténtico trabajo cultural de selección y definición de los rasgos de la tribu,
"jp, villores, sus creencias, sus costumbres,
Ellman Service (Service 1971) dividió la evolución política y social humana en dis~
tintos grados de complejidad: bandas, tribus, jefaturas y estados. E. Evans~Pritcharel I'n el caso de Sudáfrica, pero también en otros países africanos de rápida urba~
(1977) concibió tribu como unidad política dentro de una etnia. F.G. Bailey (1961) í-¡i/¡il,'¡61l e industrialización, los trabajadores, procedentes de distintos grupos y
sostuvo que, como tipo ideaL las sociedades tribales serían igualitarias, en compara- jq¡'¡'¡ilt" se vieron desubicados, desplazados de sus lazos de origen, Este es el contex-
ción con las de castas, que serían jerárquicas, Pero, en el caso de la India, pensó que to (¡hOllado para la aceptación de las propuestas tribalistas de las élites tanto de misio-
ambas formas podían darse combinadamente, distinguiéndose en función del tipo de iÍi.~!uS occidentales, antropólogos e historiadores europeos y también intelectuales
i.,,, "It's educados en las misiones (Vail, 1993). También los misioneros asumieron
íj!h' los africanos pertenecían a tribus, y colaboraron en su objetivación social
¡q!-'!n:lIltc la construcción de los límites de estos grupos, la fijación de la tradición y
35 Soy consciente de mi exigua aportación en esta parte, en donde sigo algunas de las inLere~ ('ostumbres que se suponía les definía, la elección de la lengua que los identifica-
san tes sugerencias realizadas por el investigador especialista Fernando Monge,
comenzaron a elaborar una lengua escrita por medio de la reconstrucción de la
36 Este episodio recuerda a otro impacto psicológico recogido en la reconstrucción histórica
de Escocia y sus clanes. ith¡oria ele los grupos (ibid.).
37 Suscitó una gran polémica entre Sahlills y Obeyesekere, uno intentando explicar la bienve~
nida de Cook a Hawai y al cabo de unas horas su muerte, a partir de las construcciones míticas de
estos hawaianos y el lugar de los visitantes en ellos y, el otro, indignado por la supuesta negación
de la racionalidad práctica a los indígenas y su mistificación occidental como culturas atrapadas por 1)1 Sectores concretos pudieron bien tener intereses en su tribaJización por parte del poder
la lógica de sus mitos (Borofsky 1997; Monge 2003), como se ha considerado la epistemología de l1Julllal, basado en la continuidad histórica grupal, su derecho a la tierra y la preservación de la
los pueblos tribales también en África. No podría interpretarse la figura de Cook fuera del marco itj!;!i1llcilÍn familiar. Durante la emigración de muchos trabajadores masculinos a las cidudades
ele héroes y exploradores producidos por Occidente (Cortés, Pizarro, etc,) y tampoco extemporáneo '; 11 los centros mineros, una ideología de tal tipo bien pudo preservar a distancia sus propios
a la ideología nuís humanista y liberal del S.XVIII europeo(Obeyesekere 1992), 'il-)l(·!l'~;\~~ y dominio sobre las fuerzas productivas y reproductivas, entre ellas, sus mujeres
\"h'!CY, 1997).

136 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES


PENSANDO ETNICIDAD 137
La trihafización, arguyen ahora la mayor parte de especialistas africanistas, no
¡j¡Fk~~\'s se retiraron de sus colonias, dejaron una situación abierta a la lucha por el
era tanto una característica de la organización 39 social africana como el resultado del
¡i\Ukl1.', ;\ l~l existencia de (~I?({l1i¿aci()J1es tribales en África, América, Oceanía y
punto de vista del observador y una exigencia, hasta una creación, del administrador
\ '-Id t;t' le ,~lslgna la rel?Onsabl]¡dad de las dificultades que encontraron -que encuen-
colonial y postcolonial. A pesar de la variedad intrínseca de los grupos en cuanto a su
j'l d!l Ins 1.,~~tados-naclOnes en su desarrollo econ6mico y político, imputándoles la
hibridación, la no concordancia necesaria entre prácticas y lenguas comunes, etc. 40 ,
l' "pl,'llsabllldad de la violencia y la gucrra entre distintos grupos étnicos. Esto
la tribalización repartió a la población local en unidades controlables y manejables "q¡II('<l en par~e. la histo¡:ia de agravios que algunos grupos -así construidos por
desde el poder colonial. El colonialismo configuró enclaves donde antes los e~paci()s P¡ji fL' ík la polltlca colol1IaI- hayan podido sentir sobre otros, como en el caso de
eran elementos articulados en ámbitos más amplios (Calavia 2006). El cololllahsmo iH'," )!.c!l{)cidio.s entre los Tutsis y los Hutus en Rwanda, quienes, antes de la ex pe-
adjudicó a los colonizados identidades específicas en base a determinados atributos, nUj,l,cl~.1 colonIal no rcconocían estas categorías como excluyentes, ni como reflejo
adscribiéndoles a un territorio específico colonial mente administrado primcro, con· d" \ o(Hlades permanentes, cerradas, continuas, tal como Europa las pens6 y practi-
vertido en nación-Estado después 4 !. ,¡! Vldal 1984).
La instauración de una pequeña élite intelectual, portavoz de los 'deseos' y de la I ,Jna rc.orientación importante a estas reificaciones de la identidad vino por parte,
identidad de la tribu, permitió el atlanzamiento social de aquella en la escala social. f:l lll bH(1l de la AntrOI?o:ogía So.cial. Los estudios de la RhodeswLivingston lnsfitllle 4\y
Estas élites se embarcaron en una movilización política que llevó a revitalizar 10 que ,',j; lo qUl~ se denol11ll1o posteriormente como Escuela de Manchester, entre fines de
se había objetivado como cultura tradicional y los lazos denominados tribales. Estas In'llI y .Ios 60,. se centran, sobre todo, en Africa central y del Sur, COmo principales
élites mod~rnistas retribalizadas y retriba!;zadoras se lanzaron a la conquista y con ,,"PIHIS 1!1dLlstn,~Ies y mineros (cobre -Copperbelt, o cintur6n del cobre-, zinc y
fiscación del poder político y económico. El tribalismo creado en la época coloni<ll l':dHH1) \.I~~1 contll1ente (Hannerz 1980). La aparici6n de nueV"lS ciudades sigue a la
fue recreado como argumento para los nuevos agrupamientos políticos típicos de Jos "''''p!!)!;l~~!\ln
'-"- - - ,
de nuevos recursos minerales (Epstein 1958). A estas áreas inminraron
. b
nuevos naciones-Estado (Cohen 1969). Los poderes occidentales se apoyarían en UII'! k\ cOlltlilgentes de mano de obra masculina procedentes de zonas rurales y
estas élites a la hora de autoriZ,ar estos procesos de independencia creando las bases "H!l!lllid;¡dcs tradicionales o tribus 44 , con los consiguientes cambios operados en las
de futuros conflictos entre distintos grupos durante la independencia y a lo largo de !d;¡des, las economías domésticas, los intercambios, las relaciones sociales. La
la segunda mitad del S. XX. ,",H!il ,:,ucial y socia~i~idad d~ los mineros transcurría a lo largo de líneas tribales, y,
Además, el colonialismo se sirvió de determinados grupos para su gobierno, :,'Hl !'l!lhargo, la acclOn polítIca para la defensa ele sus derechos trascendía estas afi-

favoreciéndolos e incluso atribuyéndoles tareas y funciones específicas. Cuando los fHt¡:iuIH;S. Los empleadores blancos, por su parte, insistían en el mantenimiento de las
dL'hIOIll'S tribales para negociar de forma separada y así impedir la unidad de acción
;'1,,:',',!,0!'; lr:lhiljadores. Y, sin embargo, estos se organizaron bajo nuevas formas identi-
t,'~1! !:Ji, 1'11, un contexto de urbanización y proletarización. En su obra sobre el baile
39 Referida a un tipo de relaciones próximas entre los miembros, fundadas principalmente l~11 ,%,,;/(1(1,. (,'Iyde Mitchell (1956) analizó la manera en que se construían nuevos mapas
el parentesco, un acceso igualitario a la tierra, carentes de instituciones políticas especializadas, c,!(: i¡1l1~\lnaks para ordenar nuevas identidades y relaciones con extrafíos. sin conse-
(Godelier 1980) subraya que el concepto refiere tanto al ümbito del parentesco como al de la poli H(l'p:WS ni aspectos políticos. Las canciones y bailes eran sobre la identidad étnica
tica en colectividades que no tienen formaliz.ada esta separación. Después de la segunda gucrril
*\''Cl ";1\ Y su ponderación o ridiculización, un sincretismo de elementos occidentales
J11u~djal y la experiencia del naósmo se rechazó el término de raza y también el de tribu La.idtH
de tribu como una sudivisión del grupo étnico es defendida por algunos autores para el Onente
F,;:'jpH¡piados. y retrabaj~tdos cultural mente: en el baile, unos eran reyes, otros docto-
Medio, sin la connotación eurocéntrica peyorativa que tuvo para el los pueblos africanos (L( H(rlJS enfermeras, rIvalizando unos con otros, en el sentido tradicionaL de forma
Khoury y Kostiner 1991). Muchos africanos siguen utilizaJ~d? tribu par~t referirse a los grupos ~k ¡),¡, i¡'-¡!I, Se trat.aba de una .recategorización de la diversidad de grupos puesú)s en COll-
filiación descendkntes ele un mismo ancestro en los que se dlvldc una etma o un seclor de una etnia ¡'},i'H" IH1r !llc~l~.o de] trabaJ? ,~salariado, la proletarización, la ciudad, sus encuentros y
Así podría interprctarse la afirmación de que los Fang del Africa Central c(~llstituyen lll~a etnia ~l!li'
Hln!!!\ cspcCiÍlCOS. Este fenomeno era de nUCva creación, inexistente anteriormente
se compone de distintas tribus. En la actualidad, sentirse parte de una etnIa no es un llTCduCllblF
legado dc la historia precolonial, sino que l~uede convertirse en ~1l1'.\ cstrat~gia que ~~s pers(~!la.s ¡-
los grupos ponen en práctica en un determmado contexto economJco-socJaI y pohtJco de 1m JI]
No. !~ucdc habl.arse de una úni~a corricllte de los hechos para tan diversas y complejas situa-
sión/exclusión y acceso a bienes y recursos sociales y políticos
,j i
40 El propio concepto de arte !ribal, como correspondencia entre un estilo y un grupo étnit'o,
""i\(' Jl\l!J1ll.'as y socIales en el CO!ltlJlente africano y en Asia. Varias y Illlíltiplcs serían las din¡\w
ha sido dejado de ser utilizado por la l1w.yor parle de los antropólogos africanistas.
)i<h d'; qw' pueden estHblecerse incluso p,m1 Un Línico C,1S0 histórico, con todo el entramado com-
4 I Los nuevos estados africanos siguieron los límites geográficos de las antiguas colonias,. ti il
de' ilC!Ores y procesos que implica.
zados a menudo con tiralíneas, con no pocos problemas en el empeño occidental de hacer COIIW¡ l', ('rc;lda en la antigua Rhodcsia por el Gobierno Brit<Ínico.
dir una homogeneidad étnica sobre una misma unidad política territorial, al modelo de los eslildlH H }'", " I .I .I I
11 NI se asocIO a as IC enll( ac es rurales frellte a e!nicidad, vinculado a las lluevas idellti-
ctlropeos occidentales. :1; di ,', lIt'ha!las (eL Mayer 1961).

138 ETNICIDAD, IDENTIDAD V MIGRACIONES


PENSANDO ETNICIDAD 139
como tal. Para estos antropólogos, el concepto de Etnicidad daba mejor cuenta de L'!)llIrib.uyendo Con determinados procesos de dominación política e ideoológica, "La
estos fenómenos de recomposición identitaria urbana que el de tribu como identidad il1JSe~lCIa del ~lr() de nuestro tiempo ha sido el modo en que hemos construido su pre-
esencializada por encima de los avatares del cambio social 45 ',\{'!1t']¡\ en el dIscurso, COmo un objeto y una víctima", dice (Fabian 1983), Esta manc-

El uso del término etnia, que se aplicaba en Europa en otro contexto 46 , se hizo !i¡ dc dejar a los otros fuera del tiempo descansa en determinados presupuestos de

más frecuente también entre las administraciones coloniales, más cómodo por su ,"".'slra epistemología occidental y nucstra cosmología política (ibid.159) Ubicar lo
aparente neutralidad, pero cubriendo semánticamente la noción de unidad delimita- LI,;()[ico fuera del ~i~l~po permite congelarlo representacional y pragmáticamente,

da y localizable en el espacio y en el tiempo que en su día propiciara el término tribu, denegando una pOSIbIlIdad conceptual y fáctica de cambio y transformación propios,
y sin abandonar del todo un cierto resabio segregacionista racista (Miles, 1993)47 nI nnlcn a constituir y expandir el modelo económicopolítico y sociocultural de
Se utilizó políticamente como si las etnias fueran los equivalentes primitivos de las t )q:jd('.l~te como úni~a fuerza motora del mundo, así construido y representado en la
naciones. Así, aquellos grupos caracterizados por cierta homogeneidad cultural o l(!t'o]ogta temporalltneal del progreso euroamericano.
lingüística serían soberanos de un territorio dado, tal como sucediera con las mOlUlr·· La Amropología siempre ha construido su comprensión de la alteridad ubicándolo
quías occidentales y su proyecto de vertebración territorial y social. Aunque la rea·· cJi espacios de clasificación y taxonomías, desde aproximaciones representacionales, no
lidad en el terreno fuese mucho más compleja, etnógrafos fueron llevados a deli- pmgmáticas, dentro de una concepción positivista de la etnografía (Fabian 1983: 164).
mitar los contornos geográficos de los grupos étnicos y así perfilar las nuevas
Como praxis que construye su objeto49 fijándose y fijando la diferencialidad de 10\.
nación-Estado.
"tlliS (Stn~thern 1987), la Antropología retroalimentó aquellas construcciones pOlíti'-
Lo común a todas estas clasificaciones del Otro, de los otros, es que se realizan \ H'~, ldeologlcas y admllllstratlvas, ldentitarias, formuladas por un entorno sobre el
concibiéndolos fuera del tiempo. ¡'u;¡I, .i.~del11~s de construi~' c~pitalismo, se fOIjaba la identidad occidental. Ya lo dijo
Además de lejanos, en la periferia de las centralidades políticas, económicas e 1¡lIl1ll1cn AIJun Appadunu, Clr. en (Abu-Lughod 1991: 146). Siendo los Ilativos una
ideológicas occidentales, buena parte de la Antropología ha construido un muestrario (ollslrUcción imaginaria de la Antropología, encapsulados como gentes no occidenta-
de diversidad cultural, como la gama de colores de una marca de pintura; como un k!'i en lérminos de espaciotiempo, a quienes se les ha negado el reconocimiento de la
repertorio dc culturas48 vistas en su variedad alocrónicamente por el ojo codificador l'IH}\Iilidad, el viaje, la interacción, las conexiones, se les ha dejado fuera de la historia.
del antropólogo, que, de este modo, particulariza y relativiza lo humano sociocultural, Fric Wolf (Wolf 1982) ha mostrado cómo aquellos pueblos que han constituido
el cSI~acio de ex~~ansió~1 del .sist~ma capitalista europeo en sus distintas formas y
!1I\)I~l~<ntos, t(l1~lblen tel.lIan HIstor.ta, en cuanto que no eran sociedades congeladas y
45 En el idioma inglés no existe un nombre equivalente a etnia sino la adjetivación ethnic, que pl.'tnllcadas, m antes m durante Il1 después de su contacto con Occidente (ef. Luque
se sustantivizaría, mucho más adelante, en ethnicity, como fenómeno. Por el contrario, en Francia H:lel1a, 1996:227-250).
se ha hablado de etl1l1ie, traducido al español como etnia. El estudio de las etnias y sus culturas St
denominó en Francia Etllllologie, sobre todo en la tradición africanista. Caso aparte fue Claudc . Ilcntley (1987), recogiendo a (Bourdieu 1972; Bourdieu y Passeron 1977) tam-
Lévi-Strauss, escasamente interesado por estas cuestiones, quien prefirió el término Anthropo!ogie, 1/"'11 alude a esta falta de historicidad en los estudios étnicos, lo que ha permitido con-
dentro de la tradición de E. Durkhcim y Marcel Mauss. HJ[IJ¡¡r con una Antropología creyente a pies juntillas en la arbitrariedad clilturalso.
46 Después de los movimientos de población en Europa a pmtir de la caída del Imperio
J'.ero cualquier cosa no es posible; y cualquier posible no es plausibleS!. Las condi-
Otomano tras la 1 Guerra Mundial, políticos, administradores y élitcs nacionalistas europeas
comienzan a hablar de etnias, como poblaciones diferenciadas cultural e históricamente. La Ligll !'HJ¡WS sociopolíticas, económicas, ideológicas, pragmáticas, todas ellas históricas
de las Naciones, en su cometido de reordenar telTitorial y políticamcnte las identidades de tantos !,'ollsl ituyen el marco para las posibilidades y su plausibihdad -como sentido c0111i.in'
desplazados realiza una compleja tarea de ingeniería étnica, cstableciendo criterios de pertenencia. f¡l!l)hién un producto histórico-o Las condiciones de producción y re-producción, co~
nombres, derechos, fronteras (CL CO\van, 2004).
47 Después de la segunda guerra mundial y la experiencia del nazismo se rechazó el término
de raz.a y también el de tribu. La idea de tribu como una sudivisión del grupo étnico es defendida
por algunos autores para el Oriente Medio, sin la connotación eurocéntrica peyorativa que tuvo pan] ·1<' Para Fabim~ (1983: 165) nuestras teorías sobre otras sociedades es precisamente lo que con s-
el los pueblos africanos (Cf. Khoury y Kostiner 1991). Muchos africanos siguen utilizando tribu H!IJ)T nuestra. praxIs.' la forma en que producimos y reproducimos conocimiento sobre el otro para
para referirse a los grupos de filiación descendientes de un mismo ancestro en los que se divide una nll('stras propIas soclcdades.
etnia o un sector de una etnia. Así podría interpretarse la. afirmación de que los Fang del África ',1) No ~in deuda t<~m?ié.n al cstructuralismo sallssuriallo y al textllalisl110 que impuso sobre la
Central constituyen una etnia que se compone de distintas tribus. En la actualidad, sentirse parte dI' /\¡¡lropo~ogl1\ y otras dlsclplmas de lo social (Comunicación, Crítica Literaria, Sociología).
una etnia no es un irreductible legado de la historia precolonial, sino que puede convertirse cn una ',1 L".~ esta lll~a batall~ que n.o me he cansado de repetir a lo largo de muchos aílos y en muchos
estrategia que las personas y los grupos ponen en práctica en un determinado contexto económico· h)H:¡!~~S. 1:'.11 este libro e~ta menCiOnado por lo menos cuatro veces en distintos sitios. Las supuestas
social y político de inclusión/exclusión y acceso a bienes y recursos sociales y políticos ¡),<¡'C/ones p.ara constnm cultura, no Son ilimitadas. Quc no puedan predecirse no quiere decir que
48 Una rabIa periódica de pueblos de interés antropológico (Monge 2003:265). 'd:!lll ah::atonas; volvemos a los procesos estocásticos que citábamos en 1.2.

140 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 141


sus continuas re-estructuraciones y reinterpretaciones es decir, los requisitos de la I.,a era poscolonial, la modernidad tardía y la globalización incorporan, inevita-
existencia, marcan el lín"lite de la variabilidad de ésta. Lklllt'IlIC, muchos elementos políticos e ideológicos de la época colonial. Por ejcm-
Por otra parte, parece que la reflexión autocrítica posmoderna, en su autoinculpa- Id ... ,." Irabajo cultural realizado por las élites intelectuales británicas en la India,
¡HI i! d;11' forma sustantiva y unificar la herencia y tradición dispersas de la India, con
ción continua como trabajo ideológico etnocentrado y de dominación, 110 puede salir de
¡¡hJ!'jn de incorporarla políticamente a la soberanía británica. Pues bien, las élites de
su propio dualismo etnocéntrico. Ahora todos hablamos del complejo The- \Ves/-al/d-
¡,Id',\' Illl~dia indias comenzaron a reflexionar sobre el pasado y la tradición bajo la
/he-Res/, como lo nombra Fabian (1983: 155); es decir, Occidente, nosotros, y los
hH lila lInillcada y sustantivada promocionada por los británicos (Cohn 1983), proce-
demás. Seglll1 tengo entendido, fue Chínweizu (1975), quien autoaplicó el nombre de
'ld tjlJ(', salvando las distancias, también ocurrió en buena medida con las élites inte-
Resto a la población africana, pensando desde la hegemonía occidental, es decir, incor-
porando a su propia reflexividad sistémica, el microentorno que el proceso identitario ¡'¡llIales y políticas africanas (Cf. supra).
occidental recrea para su propio desarrollo. Pero lo hace para poner en evidencia la ()lle esta identidad colonial se construya por medio de la alteridad colonial, en
estructura de dominación y explotación que una tal aproximación reduccionista e insul- inllll:! dc identidad colonizada, como dependiente de una centralidad hegemónica, no
tante Ímplica. Pues bien, me da la impresión de que ahora, como siempre, nuestra visión ¡¡Hin\,' decir que ésta sea mero reflejo del proyecto de dominación que la creó e impu-
etnocentrada se ha apropiado de esta crítica como si hubiera tenido origen en nuestra ',ji, FI c'o{onizado como alterhado no se agota en esta operación, puesto que sus

capacidad de autorecursividad reflexiva, que nos redime de todas las autocomplacencias f'j)!I.lJ'l}()S no son sólo el Imperio y la metrópoli, sino él mismo como microentorno,

anteriores. Para sus propósitos de análisis de la comodificación de la alteridad en IjO ni :dcance de la centralidad hegemónica. De esa guisa, el poder del sin poder resi-

Albania -ese es el contexto de sutexto-, I. Blumi (1998:527-6), nota 3., utiliza el tér- ik en su capacidad de creatividad, fuera del alcance, en último término, de las agen-
mino de Occidel11e para representar una con1-lucncia de entidades políticas y culturales i,,!!P; y ¡¡tractores que 10 subyugan 52 . En la medida en que gentes y colectivos se apo-
ligadas a intereses económicos y trayectorias sociales e históricas asumidas como com- ¡j',,'IHIl de su destino y autonomía, pueden tomar las riendas de su propio proceso
partidas pero de las que unos son más responsables que otros. Esta confluencia se autoÍ- ''lÍdl:'lJlico, que es lo que ocurre con muchos movimientos sociales indigenistas.
clentifica en oposición al resto ('tlle Rest'). A pesar de la complejidad y tensiones inhe- ¡.()uiénes son cuando ya los supuestos otros se convierten en protagonistas de su
rentes a este modelo, Blumi lo utiliza por lo que llama la cualidad cuasi met(~rísica (en j'líllpin discurso, gestores de la producción de ideas desde distintas posiciones insti-
realidad habría que decir o/~ie/ivación) que le otorgan los que de ella participan. Para Ílll"ínnales y políticas?
éstos, el mundo poscolonial se dividió histórica, cultural y económicamente, en entida-
des geográficas, históricas y conceptuales que reforzaron precisamente aquellas identi-
ficaciones del S. XIX. Al final, esta forma dc ver y practicar el mundo ha sido incorpo-
rada por todas aquellas partes, historias y gentes identificadas por Occidente y la 53. En Estados Unidos. Inmigración, asimilación
Modernidad, a través ele Jos medios y la academia, convirtiéndose en hegemónica. La y aculturación
idea que Occidente utiliza es la de una entidad global izada que comprende al consumi-
dor occidentalizado de estas representaciones. Hasta aquí una traducción más o menos La historia americana es diferente. Su proceso de colonización también 53 . La
fidedigna. Cierto es que esta acepción entra dentro de la crítica posmoderna. Otros no dikrcncia se construyó dentro del propio territorio en que se construía la identidad,
tienen tan claro esta simplificación (Cl'. Gran 1996) que, en el fondo, sigue siendo eul'O- pi Ir lu ljue no fue ni tan a!ocrónica ni tan alotópica como en la historia europea.
céntrica: seguimos investigando los modos en que construimos a los demás desde noso-
tros mismos. En todo caso, por formación y contemporaneidad -quizás cierta hegemo-
nía de la crítica posmoderna en la academia- comparto buena parte de la acepción de '\: Véase la crítica de Gingrich (2004: 11) a la reinterpretación de la identidad poscolonial de
Blumi, en cuanto que refiere a un lenguaje común que compartimos muchos otros estu·· (¡i!Vill! i C. Spivak (1985) a partir del modelo de Lacan.
diosos sociales que nos ha tocado educarnos y vivir en esta época. Pero recordando que ., 1 I ~I modelo de la colonización americana es el de la ciudad sobre la colina, un proyecto utó-

ésto es una sobresimplificación que resalta sólo lo hegemónico. Pero, ¿podemos aplicar ¡ih.'o religioso de intensa cohesión y control social. Las tierras a colonizar se les aparentan vacías,
,Í;:' prupos nómadas y semi nómadas no estructurados en unidades políticas mayores permanentes.
este comodín a la variedad de experiencias y pensamientos dentro del propio mundo
j !l', ('~;palloles, por el contrario, encontraron sociedades urbanas bien jerarquizadas, a las que des-
europeo, americano, canadiense, australiano, etc. como si fueran un universo monolíti- i 11tH' /,,1 Y de las que aprovecha la facilidad de reclutamiento de mano de obra. El modelo de transi-
co y homogéneo en la producción de pn'ícticas y representaciones? j lfil! I)(/C(/I('o es la de Cortés en Méjico, quien no sólo no sacrifica a Moctezuma -quien morirá pos-
!r;llIllllll~nle apedreado por su plleblo~ sino que se ulle a una indígcna que le hace de traductora, La
Este trabajo cultural ha Jlermcado la reflexión erudita de la intelectualidad Jlolí··
h-I;JJjnchc, en donde la imaginería mejicana fundará su identidad sobre el mestizaje. Bien distinto
tica y antropológica crítica, incluso la dc los halfies que L. Abu-Lughod (1991) cita !w d caso del Imperio Inca, en plena guerra civil cuando llega Pizarro. Para el caso de Guatemala
como aquéllos de identidad híbrida que incorporan, inevitablemente, la experiencia ';j) colonización funelada en un sistema cstratificado a partir ele la institución de la encomienda,

colonial (Cf. 3.5). >·'{iI\1.' Rodríguez Becerra (1977).

142 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 143


Si tuviera que abordar esta historia creo que señalaría los siguientes escenarios ! h!!dos~;(\ la blanca anglosajona (con matices). Es a este ideal al que el resto de gru-
principales: l. Las relaciones de la metrópoli, del gobierno después y de los colonos ¡'¡J'i «kbería acercarse.
con los indios 54 americanos (a quienes también se denominó tribus) con ocasión de I ,as políticas de asimilaci6n y acultul'ación fueron basadas en la creencia en un
su genocidio por etapas, la usurpación de sus territorios, recursos y dignidad grupal, jii!Í¡'cSO unidireccional de pérdida de referentes culturales de toda población minori-
y su confinamiento en reservas entre otros ejercicios de exclusión y estigmatización ¡ii! ji! y la adopción de los patrones culturales de la sociedad dominante (Cf. Gordon
social; 2. La experiencia de la esclavitud y el racismo desde el paternalismo servilis- jUlJ{i). Desapareciendo su lengua y cultura nativas, serían asimilados, engullidos por
ta explotador sureño al liberalismo individualista posesivo del capitalismo del Norte, Lí "'>~ lciedad dominante. Desde el punto de vista migran te, se convertirían en ameri-
y la consagración del sistema racial como principio ordenador de la diferencia y de 57
, i!!J¡ 1:, plenos, con los mismos beneficios y ventajas . En relación a algunas ideas de
la desigualdad (Cr. 5.5.). La llegada de una masa migratoria como colonos desde dis- !{ P:lI'k en los años 20 sobre evolución de los grupos étnicos en una sociedad indus-
tintos países europeos en los siglos XIX y XX, que tan bien estudió la Escuela de ¡¡hdi/.ilda, los grupos étnicos fueron pensados y tratados como herencia de formas
Chicago; 4. La inmigración latina, principalmente de mejicanos, portorriqueños y 'H!!!gll:lS tendentes a desaparecer en la sociedad moderna. Representaban un obstá-
caribeños (Cf. 5.4 y 5.7.), aunque no exclusivamente; 5. la aparición de lluevas etnici- nlln para el buen funcionamiento ele la sociedad y sus mecanismos de adquisión de
dades en el contexto del reparto de esferas políticas de influencia -mediante Iobbies- ¡drnlÍdad y status. Desde la ideología individualista y emprendedora de la nación
y de beneficios económicos y sociales; y 6. La racialización del Islam como fuente ,1Hif'fÍl'ilna como sociedad de individuos, sería mediante la educación, las habilida-
del mal y amenaza de Occidente a partir de la destrucción de las Torres Gemelas en ilV!;, \'1 esfuerzo y la cualificación personal, como uno puede integrarse y ascender en
Nueva York (Cf. Capítulo 5.9). in p,l':da social. Después de esta fase vendría la asimilación estructural (participación
Desgraciadamente, he de centrarme, de momento, en el tercer y cuarto aspecto dI ¡Witítllciones -escuelas, fábricas, organizaciones políticas-), la asimilación nwtr;-
de esta geneaología, que han contribuido especialmente en las políticas integracio- fíi;ll/illl, y la identificación cívica. Así, las minorías se incorporan a la mayoría, en un
nistas de Estados Unidos 55 , como co-creadoras, gestoras y administradoras de la pl~.I\·('S() de melting pot donde se funde y amalgama la diversidad en la forma del pro-
diversidad étnica. pÍlI ¡'ol/(!/Iedor, la sociedad americana -sus valores, mocIos de vida, etc.-. Claro que
11);jO!·; no parecían ir a la misma velocidad de fusión y pérdida de identidad étnica, es
Nadie ha reflexionado más sobre su historia como la industria cinematogníJica
de Hollywood. Parte de mi generación ha crecido con las películas sobre caravanas, ,kcir. t'xito en el objetivo de hllegrach5n. Algunas de sus características podrían ser
inl '()l1lpatibles con las exigencias de la sociedad moderna. Esto se justificó responsa-
indios y colonos en la Conquista del Oeste; o el glamour de las mansiones sureñas
con sus fiestas y criados negros; o los barcos llegados desde Europa atiborrados de !íi!ílíIlHlo al propio grupo de que se tratara, sobre todo a latinos y afroamericanos:
i lilil/ro de la pobreza (Lewis 1972), rasgos psicosociales, actitudes, tipos de perso-
irlandeses, polacos, alemanes.
l]Q1íd;td, tradiciones culturales, ctc.
A pesar de toda la riqueza étnica de su historia, los Estados Unidos de América
del Norte han construido su identidad entorno al ideal wa.sjJ ('white anglosaxon Pero sucedió todo lo contrario. Las teorías del asimilacionismo se vieron refuta-
protestant'), es decir, blanco anglosajón protestante. El Día de Acción de Gracias d!l!> pUl' el hecho de la aparición de nuevos movimientos de identificación étnica.
('Thanks Giving Day') -cuarto jueves de Noviembre- simboliza el día en que los I <as revueltas civiles de los años 60 y el Movimiento de los Derechos Civiles que
pioneros del Mayflower daban gracias a Dios por establecerse por fin, con éxito, k~ ¡gicron respuestas políticas e institucionales precisas dieron al traste con el opti-
en Cape Cod, intercambiando y compartiendo alimento con los indios del lugar. JpÍ%!\Hl social de la disolución de todos en el gran caldero. La discriminación positi-
Ahora la conmemoriacón reactualiza los vínculos de las comunidades inmigrantes i'l! que siguió, acabó consolidando las categorías raciales. Las clases medias y profe-
de orígenes europeos con la nación americana, desde una perspectiva legitimadora <i<."laks fueron las más privilegiadas, quedando prácticamente fuera del reparto las
y autocomplaciente de una sociedad blanca y blanqueada de orígenes europeos. li\\\'s m:ls depauperadas.
Izar la bandera y el canto del himno en las escuelas antes de empezar las clases vin- I.a reacción de la clase obrera blanca a los beneficios obtenidos por los negros
cula esta identidad étnica con la lealtad al proyecto nacional civil de los Estados d¡jf los años 60 y 70 no se hizo esperar bajo la forma de nuevas etnicidades
illJlc
í,'filln.'tadas siquiera estéticamente con los lugares de origen migratorio por los que se
,11«1011 l10mbre (Glazer y Moynihan 1963). Hay que tener en cuenta que en USA, el
54 La construcción de la diferencia étnica y los etnónimos están tan vinculados a la construc-
ción de la identidad propia que, como en este caso, los autóctonos americanos, como todos sabe-
mos, fueron denominados indios porque Colón y sus patrocinadores creyeron que había llegado a
la India, pero por Occidente, sin contar con que había un continente en medio. ',ú No hay que olvidar las Íntimas conexiones entre el independentismo americano y la
55 Referencias a otros estados de América del Norte como Méjico y Canadá están distribuidas Íff'\,','dut'ÍÓll Francesa, que casi fueron coetáneas y que compartieron ideas políticas ilustradas.
en distintos lugares del libro. ',1 (iradas a Nancy Konvalinka (UNED) por esta observación.

144 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 145


censo incluye una referencia al origen étnico, aunque se haya nacido en el país. A y In sociedad en función de los (li.0.üntQs tipos...~i~._~.f!]culos que pl~.e5J!:"~~.,,ª_~!r~_~._~.I}_,,
pesar de un vinculo interno débil o incluso la ausencia de instituciones comunes, fue ¡,I'; j \'I<H.'i{)'í;¿:¡'~g~Jf!.Les.
posible reactualizar la pertenencia étnica, siquiera nominalmente. De este modo se 1.:1 AntroJlología Urbana fue la emb,~adora(lcl,lgtIlic:icl~(Il?Il1ascicncia~(lel0
produjo una revitalización de judíos, eslavos, irlandeses, alemanes, católicos frente a o;;; ¡nnJllUral Sg sobre todo desde los trabajos de campo y análisis de las InJ~YmiJ.~~Ja­
protestantes, etc., que expresaban sentimientos de clase y reivindicaciones políticas ¡( 1",r:~"~~-(-~~'¡'~l~s' en CO!1textos de qrlxll.l,i,~:a~t9n y prº.!~!Jg~~?~,~1~ls)n.. pl\.1K~~~g.fl, (CL supra).
sobre algunos distritos y mejoras sociales y asistenciales -cuotas en la Universidad, j\-,\() 1:1l11!)¡'éíl"ix)!'la llegada a la metrópoÜ de 10s,cil¡d[lcJ.~lió~:.º.G.1.~lS.J.~.~.cQIQniasj)ri1á~
servicios, apoyo comunitario, etc.-. en términos de Etnicidad, atrayendo estas defi- rr;~JlC~§.~lS, hqlé!D.Q.G.s.m;, etc., en los afíos,50 y 6(\ como continuación51_~,,,.La_ hi~.~
niciones al campo de lo económico y político (Cf. Capítulo 4.4). Daniel Bel! (1975) lidia dl:¡";;'~;í¿1;ialis~;10 europeo. Ya no hacía falta zambullirse en los poblados, disfra-
señaló enseguida que la ligazón étnica podía ser más eficaz que la de clase porque ',;jnú' ¡li:"c-:'Q)1(Sj'aucSf'úi"llc-:;"tl'¡;Tit libreta C0l110 diario de campo para eI1.~gI1,tra!" Ip.J\l!X?':
implicaba afecto, posibilitando efectos müs movilizadores a la hora de la reclamación Illclrópolis c.omcnzaron acxpcriI11cntarJoexóú.coen.casa.(King, 2000:8). LQ;;J,;r-
de intereses y beneficios del Estado, funcionando incluso como loMie.\'. Pero no fue ¡ninn:> de. t{lZ.a etlúg,.Clf/tl.f,ly,'"e ic(qJ!/dgd, emarcaron la ~S'periencia d~ lªjl~}.n.igtª,~_
j

el único en darse cuenta de la revitalización étnica como re-comunitarización en la I¡\II ,k trabajadores de las (li.~,nJ1,tª,:;;. __~~,~g.~(?11}as.
sociedad industrial. De esto hablaremos enseguida.
Además, la crítica a la normalid(l.((. id~J,~"tH,~,l,'Ja adjudicada a 10 propio, r~~1.p'j~5:),J.9.
dikfe,n,~,9""ql.t,rgpgl~ígj~g también en" l!u~~,trª. pI:Opia s<;)cj,9,dad: todos aquellos s~!.2!:f:1)
,jJ!¡\¡c!erados' marginales bien podían ser investigados como .~,LQ.U!~. _ ~n.J'LcjUJ.!llJL y
¡f¡t":illllC)S del primilivo del trabajo de campo, '.11.,,,~x.U~~11(!.5~1~,g~~... DQS9L~\!s,,,.,or~entació.n ya
4. TEORíAS SOBRE ETNICIDAD ¡¡deiada por la Escuela de Chicago (Althabe 1996): así re-aparec¡eron5~ 11?,~n9jgQs..
60
lH'j,!m~s, d~l,il~~~l,entes, j6v~~.nes, profiÜt1JJslS, inn1ÜiIªllt~s, etc.
"My interest in the others arises because they are other, nOI because I "a ciudad fue leída desde una duplicidad: por un lado como mosaico de áreas
lhey are inferior ... " ',C'F-It'gadas disjuntas, y, por otra, como el lugar ele sup~raci6n. de las divisiones ~tn~­
E. Leach, Social Anthropology. ,'¡v;, donde acceder y ejercer la igualdad y la democraCIa graClas a los lugares publi-
Hi:, de expresión de la ciudadanía. Pero eso es otra historia.

Aquí me interesa seguir el debate entre distintas aproximaciones teóricas en


\u(mpología6 !, que institucionalizaron el término de Etnicidad como .concepto am~­
4.1. Teorías clásicas !¡¡it'lj,{!escriptivo útil para comprender detenninadas diferencias/semejanzas colect¡-
'í.'i!!" y cuya labor tuvo indudables repercusiones en el campo político, administrativo
Ninguno de los clásicos de la Sociología prestaron muchaatención a la etnicidad \-' tk los medios de comunicación.
ni lo' consideraron un concepto sociológico relevante, a"cxcepcTónquizás de ~~,~
Weber, quien tampoco lo encontró de demasiada utilidad. Ln general se observa una gran correlación entre la aproximación teórica escogi-
'----o dB y el caso etnográfico que se pretende describir, como si éste justificara aquella.
A pesar de no valorar la instrumentalidad sociológica del concepto de elnicidad o ('j )1110 cada uno analiza/describe diferentes situaciones y procesos empíricos, se echa
de grupo étnico, insistió, no obstante, en los aspectos ~ubjetivos ,4.~J,~~. ~re.~~,~.ci_B:?,.gl:.~1.~ nLIJH) u se reconstruye aquella perspectiva que mejor dé cuenta de 10 que el investi-
pales sobre un linaje común eyidenc:iado. pOLrasgos físicos y costuIllbres ..C:.Q.IllllneS, o ,L~;jd()r se propone, dónde se lo propone y con quién. Por eso, se ha dicho que estos
por el recuerdo de la colonización y la migración. La pertenencia étnica se diferen-
ciaría del parentesco porque sería una identidad presumida, supuesta, más que con-
trastada. Habría un origen artificial en la creencia en una etnicidad común. Weber dio
especial relevancia a los sentimientos de igualdad y de memoria compartida sobre los el'. Hannerz 1980; Wolf y Mitchell; Cucó 2004.
",H
',') Reconocimiento es debido a las monografías de la Escuela de Chicago a este rcspecto.
orígenes del grupo, al reconocimiento de lazos con antiguas formas de culto, códigos
(,0 Investigar 10 normalizado social y lJOlíticamente fue u.n sal~o epist.emológico de. la
morales y sentido del honor y la dignidad, sin olvidar las prácticas observables de los \nlropnlogía Social, que, no obstante, planteó hasta qué punto el IIlvesugador llene que altenzar
grupos y la percepción de la diferencia en la conducta cotidiana (Weber 1978). ll!'«('sariamente su objeto para convertirlo en tal. En cualquier caso, destacamos, entre otros
H\lh'llOS, el trabajo de Abner Cohen sobre las éJites económicas del G/y londinense (Cohen 1974)
Sin mencionar explícitamente. las diferencias cultllrale~. <2.~)!no diferencias étnicas,
"",,1 de .lean Lave sobre la aristocracia del oporto en Oporto (Lave 1999).
Émile Durkheim (Durkheim 1985) distingyió entre sociedadé~·-d~-tipo;,;;.cál1i~ (,1 Un reparto disciplinar se realizó entre aquellos que estudiaban re!aóO//{;s raciales .~l~s
tipo orgiÍnico,Ya diferencia cualitativa de las relaciones sociales y el papel de la tI:.": '-'\ll'¡{)l{)gos~ y aquellos quc investigarían relaciones élnicas -los antropólogos--. Vease la conUnUi-
dición, de forma parecida a como Ferdinand Toennies (1979) mencionó la C,,-",,Iíyl- di!'! lit; esta discusión en 5.5.

146 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 147


conceptos como Etnicidad, Identidad, etc. no sirven para nada, porque no son uni- S()[,~,_jD,~apac~~,5!,~_ Rr9-,,-~~r y prOl11()yer iSI,(;.1~t,i,í},c_ac:igpg.~ _ .~lf~9.tiYaS,)nQü'yª,c:iºlWk:'L.9
l'! 1,';
versalizables, aplicables para comprender e interpretar todos los casos empíricos. !d(,IlIj_n.C:,~~_l~,t,es, SOll menos poderosos, deflIlitorios y menos asumibles (Geertz 1963;
Las he llamado clásicas porque ocuparon una época y un espacio intelectual ell 1'r¡~1) que losprimordiales, porque estos últimos s~bas~I) en el poder inefable dc la
el desarrollo y el debate de la Antropología sobre la alteridad, a las que toda nueva ídI'Jllillcaci9I}"primaria con una~ s:aracle;rí$üc:gS"rec{bid({S, cte.l."grqpo y que dan exis-
contribución que se precie ha referido como marco, como en ésta. h'IH.'i¡¡ sociAL,a I<,>s ,sujetos.

En primer lugar pueden distinguirse dos corrientes aparentemente opuestas que Este aspecto comunitario perdido en el Capitalismo y la Modernidad, también
enfatizan la importancia de un aspecto u otro en la Etnicidad. Uno se fija más en los rile destacado por Ernest Gelh]er (1983)63, quien entendióel nacionalismo como
aspectos de sustantivación -objetivación- y continuidad en el tiempo de las identi- !fk\)lllgía polí~ic,~~,,,P,~i~_ ª4f~,, . ~Ó,, ~;g~"J,g~1~,t,ig~,~~..i,{)11_ ,étI1}ca, cqD1.o._' _ iLi6~~;i·g"i~;)~;;T~",,~,,~
dades y diferencias étnicas, desde una perspectiva más particularista. El otro insiste ¡J!,III eIlos la~os -primordiJll.~~"Gm}}~Jnj.tªrig~,i~~Lq.Lg"~"~,,,~ÚJ~~}:1g_95:,~~~1,,~,9~~,q Y ~,~lJª",~-ººJ"f:ºªº

en aspectos más variables en el tiempo, en relación a objetivos y procesos de on:wni- l_l,lI.lnSlria,l, tal como E. Durkheim o F. Toennies atribuyeran a la sociedad moderna64 .
zación en contextos de cambio social. '-' l.úTrl;' también llamó la atención sobre la incapacidad del Estado para proveer y pro-
!llover esas identificaciones afectivas que sí producen las identidades étnicas (Geertz
Las l~?'rf~s que se denominan pl:l!!:?g.!..~!{(llistas interpr~_t_~l~_la Etni~,iQ~lcl C~)IllO lU,l 11)(,.1 J. De este modo, el advenimiento de la sociedad moderna, el industrialismo y el
compendio de rasgos inherentes al grupo, unos jazos y vínculosesenciale§allñ;S;íV). i:ilpitalismo no habrían disuelto antiguas lealtades y solidaridades, pudiendo estas
Esto ha sido así porque han entendido la ,Et,J1,i.giQ.ª'cj' -como ~xpeí'ieI1~ia col~cti~'a 'c"illcü,:" ¡!'Iduso reformularse en relación a nuevos contextos cambiantes65 ,
vidual- C~~~?~_,~lgº .lJásico de la identidad, de __ personas y gr,Llp<.)s62. La permanencia de
vínculos grupales indelebles basados en la congruencia quedan la sangre, la lengua, Tienen razón en llamar la atención sobre la importancia de los sujetos individua-
la religión, las costumbres, los rasgos fenotípicos que subrayan una descendencia k,', y los aspectos emotivos y motivacionales de los fenómenos étnicos. También en
3dJ t:anícter sustantivo, pero sólo y exclusivamente en el sentido explicado para la
común, señalarían lazos naturales y vinculantes, evidentes para el sujeto, heredados
socialmente, identificacatorios de su existencia social, con un poder de definición y Idl,.'ntidad en el apartado 2.2, es decir, como socialmente objetivado y subjetivamen-
adscripción independiente de la voluntad de los individuos. A esta persepectiva corres·, ji' in"corporado, sin reflexividad sobre su origen contingente. Si las identidades étni-
ponde una teoría de la acción como orientación a valores, en el sentido weberiano. (iÍ\ son impositivas, coercitivas, dadas, primarias, es porque así son experimentadas
!.llogl"Ülicamente por los sujetos, no porque sean ajenas a una construcción psicoso-
Edward Shils (1957) consideraba los vínculos étnicos como lazos humanos bási· ,i" .. "ltural e histórica (y política). Son experiencias encarnadas en el cuerpo, en el
cos, igual que los del parentesco. Confundiendo lo que es el resultado de una apro í,'iTcbro-en-el-cuerpo y en la autonomía autoorganizacional relativa de la mente, en
piación subjetiva, pensó los grupos étnicos como naturales, como vínculos profull" liI Il,atcrialidad de las prácticas corporales, al modo del habitus (Cf. 1.3.). !".a..ide.nti~
damente enraizados psicoafectivamente en las personas. Los lazos étnicos serían
¡Idll ~Ini,~a, _su~Jetiv~p1_~,llt~",~~pel~Ü!.w"m,aqª. "G~1ª,JJfmtqQjJnágenes, pat~.njG,~, ge~~,os,
sustantivos, de ahí la permanencia de los grupos étnicos y de estos fenómenos en el \íj!)()res-, '61(jI:es)'~éÜl'9éI.o,ñcs~ ,exp;·ef$,iqm.~;". Uno V}_I~,c:,I:l~,~' ~,~,~"P,~!,~,~~~úe_ c:ql¡SU prori_~<_?_lO­
tiempo. i'I "lía y su memoriaepisódi~a! sin poder imaginarse quepueda ser distinto. Por . eOQ
ClitTord Geertz (1963) siempre ha subrayado la necesidadp,sici)](Ígicahun1jl!Jll..dc jlH!'CCl.~ evidente, natural, porque está profundamente enraizado en la construcción de
la identidad, de la afiliación grupal y de la vinculación emocionalsubjetiva=qu~pm ilIln como persona-con-los-dcmás.
P()E~,i9,l~~, Estos vínculos parecen provenir de una afinidad natural" más que de la No obstante, las orientaciones prímordialistas tienen dificultad en explicar la
interacción social. La reivindicación de los lazos primordiales se justifica por la dil\¡'ÍlIl1ca y flexibilidad de categorías de la representación y de la práctica, la ambi-
intención de los grupos -como si fueran individuos..,.. de reivindicar un reconoci" glkdad, la hibridación, la continua reorganización de todos los procesos sociales,
.miento y lugar en la sociedad civil. Geertz habla de sentimientos de unicid;I~T(:~~I;~ !ll!fquc priorizan la identificación a la experiencia y la interacción (EUen y Couglan
ness'), de individualidad de los grupos que tienen miedo a perdersuidenJi,lad,a
dejar de ser visibles en la nueva entidad sociopolítica que es el Estado Moderno. Lo.,
vínculos étnicos serían más fuertes que los de la ciudadanía, permitiendo la constitu·
Id Que fue director del Dpt. de Antropología Social de la Universidad de Cambridge (UK).
ción de una (;omunidád' política b~sada en valores, y afectos frente a aqueÍla basú(l;¡ "liClIlpre me identifiqué con una de sus bromas: "1 have nol afleld; 1 am 1101 a donkey". "No tengo
en intereses y acción. Geertz también ha mencionado la relevancia pólítica de lús ¡ !l1II1/O (etnográfico pero también como espacio donde pastar), no soy un burro".

lazos primordialCsTI'ente a los lazos civiles del Estado Moderno, que ofrecen al suje· /,,1 La identidad étnica operaría como grupo intermediario entre la familia y la sociead más

to una cobertura de identidad más completa y significativa. ElEstad() y los lazos ..ci.yi· ,üí!pli;¡ y el Estado, como parle ele la sociedad civil, dotando al individuo de un soporte moral y
PJllll1,:illnal, ofreciéndoles una red de solidaridad para luchar por sus derechos políticos y civiles
'l. i{,'x y Mason (1986).
1,', El mismo argumento se dirá para el mantenimiento y el resurgimiento de identidades colec-
62 Véase, entre otros, Glazer y Moynihan (1963); Narroll (1964); Isaac (1975); Francis (197Cl), mil" entre ellas las étnicas- en la globalización. ef. apartado 5.8

148 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 149


1993). Es cierto que grupos y categorías preexisten a Jos individuos y personas, como l'n!1l!Jllicar y mantener la diferencia cultural (Eriksen 1991: 129), Estas teorías se
resultado objetivado del quehacer acumulado y reorganizado de otras generaciones HilO inspirado en la semiótica, equiparando los símbolos étnicos a signos arbitrarios,
que nQ, han precedido, Los vínculos no son naturales, sino que se construyen dia, h.i qlle les dificulta comprender la variación en el impacto del significado de las
lógicamente a partir de ciertas precondiciones cognitivas, emotivas, comunicaciona~ ¡j¡jel'cllcias culturales así como el contenido de sentido en la interacción. AdemiÍs,
les de las personas elicitadas en contextos de socialidad cultural e históricamente Iq\, ~;ímbolos étnicos exhiben relaciones sistémicas entre sí, por lo que sus varia-
determinados. i'iPIH.'S están sociohistórica, contextual y psicológicamente limitadas (Ramírez

Por su parte, encontramos otro grupo que ha sido denominado como inslrumen- it!licoechea 1991 cap.l).
(alista", principalmente a partir del trabajo de Frederik Barth (1969jÓ6 RepreSCílía Ilay más preocupación sobre bordes y límites y sus movimientos, m<"ls que por la
m.la reacción a los excesos de ""los póstl;(ad¿~'~_~_~-ó~'i,aF~l~i-L~~' pregunta ql;eseJJhm- d¡n;Üllica propia de los actores. Además, se presta escasa atención a cuestiones de
tea es yómo .se, g~n~ral1, y m~ntienen ,l()s grupC)S étnic(~?, ~o típic9"g_~.J_S?li"gUlpos élní" jll!dtT político y económic067 , y a los aspectos m<"ls estructurales de la Etnicidad a la
cos es su relación con otros_grupos"étnicQ?, no Sll autói)"erp~_~ua,c.:,iºJ.L~n~,i!DL?.1l~'-._ I¡,,,,, dl: lijar posiciones y límites para los actores (Okamura 1981), Se banal iza el ori,
au_t?:?~[~L~!~.~,~.: ld!J~tI~jS~*~,~d supone un conjunto de normas prescriptívas que regulan ,í~!"1l sociohistórico de las identidades étnicas, atendiendo sobre todo a sus manipula-
las interacciones así como un conjunto de reglas prescriptivas que las limitan y pre- ¡'!Ul)es y usos estratégicos en contextos sincrónicos. Tratan la etnicidad como un
vienen. ,~o ,~I_llp,().rtante es Sl,l,,~ap~cidad .r.~lTa,,,~)I_:g~p..i,?;~_r i_Il_t,e.ra_c,~i?n",social mediante la Ii'ClII'SO para diferentes intereses, pero no prestan atención a las dimensiones subjeti-
,,,~t~J:l!~.i~.rÓI~ __ d,~ ____ 1}:q.nJ9ras, ~n,tr~" 19,s"gl:~1l?g~,:"" La contillúidad' de"' las' llnidades étnicas '" Vil}; de lo étnico, ni a su incardinación como identidad construida del sujeto en rela-
depende del mantenimiento negociado de los límites. Las adscripciones étnicas son i.'Í!'in con categorías grupales. Si la Etnicidad es algo tan emocional es porque está
variables, negociadas, revisadas y revitalizadas según situaciones e intereses. Las .Hnplicmla en las experiencias básicas de cognición-emoción del sujeto y cómo éste
categorías proveen un receptáculo organizacional que puede permear toda la vida i,:üllstruye su mundo en el contexto de sus otros y semejantes.
social o ser relevante para limitados sectores de actividad. Pertene<:c:r,,'1,__~lD,~,.91tLtg2!Íü I ~sla visión instrumental de la Etnicidad tiene una continuidad en los trabajos de
.,9.~_IÚ~_'Limplic,a,ser una cierta clase de persona, COIl:l?, una).~~.J.11~,º,nq..J2ú2icª. ~LR!::!:!E9 :\bill:r Cohen (1974), En cuantoqueÍaEtnicidad define,operJy g,stiona orgariza,
étnico es una categoría básica de interacci()n,,,a,,reIlenaJ" PS'F. (!lglll~,ntos culturales o ,¡,)llsllci"!, puede servir delenÍJuajey expresión política de intereses de grupos que
-e'c(5,l:ógi,cos cualesquiera. No se puede anticipar de ante~nano qué"ra'sgo~~'o-"¿üíldlíCiiiS'
Hu c'i'íllorganiiados.p.olítieamente fonnalmelJ(e, Esta situación se ha .dado. a ¡nenU'
serán relevantes. El contenido cultural de las diferencias no es lo import~Il1e"sino la ¡jq en grupos de i I1 terés y acción política en los e,staoos posc()I,ol),iaJ~,s, en ~londela
111atriz organizativa enh:e los ~li,~~inlos ,~lllp()_S: Los límites son I?S"qu~"garilIlii%all'u;s ¡H!i¡l:ídad ha_fun~iona cOln?,,~,~_ principio organi:¿:a,tivo, una articulació,n'polítif,ª~,?P el
diferencias étnicas, noJos.contenid(~~: Los elementos culturalesqueseescog.(a)',p,ª,UL fj'lll'VO Estado. A. Cohen estudi6"a los Hausa de Nigeria, un grupo que se identifica
la interacción son sólo aquellos q.u,elos__ ,sLti~tos consideran significativos relevantes fí()'(lTiY:r'seTie" de rasgos cultufales como una lengua propia, sus creencias musulma-
para la interacción. ..,------ '~ ..,,~"-,~~-----.
!Ji!'-; V \lna estructura de parentesco. Esta construcción identitaria tenía consecuencia
Esta teoría parte de contextos de interdependencia económica, donde hay distri- dhc;'tns para los intereses del comercio de ganado: no son lazos de sangre sino la
bución de nichos económicos y existe complementariedad entre los grupos. Son for- i,'!llnpartición de una matriz cultural activamente reconocida y ejercida en un contex-
mas recíprocas de imaginar comunidades. io de :tctividad económica y con diferentes interlocutores 10 que vehicula y promo-
i..,jpoa sus intereses económicos. La solidaridad étnica se basa en la confianza en el
Esta ~,pr?Xi~11~1~,i,ón ~?,' en última instancia, e~,~~,sivaIDen.t_g__ [ormaHs.ta. Yo nq"c:: reo
que ,la ~tnici'(f~ª,". ~,~,~,. _ lII1___ ~,()I1tin"~.I.H~"Y-ªGLQ, 0, u~, si_ ~~_~~'~1',~,1 _ ,él~_:tHr,~r.io ,d~':ii.g!!os':""Q:_i~~l- ¡H'opio grupo para pagar deudas y tener crédito y compartir una red de información
lógica iIldep~n(Ii.~gted~"s\J c,qn,ten.i99. Es cierto que Jás identidades étnicas pueden 11¡1I"lllilida denlro del grupo y en la diáspora (Cohen 1969).
persistir a pesar de diferencias insignificantes en la distribución de rasgos cultura- I~sta perspectiva suele _apoyar,se en, teoxí~s"ci.e.,hl--'W.G.i61}_ J.ª,~i.9n.ª1~1.8. Para Michael
les y que la articulación simbólica de las diferencias culturales puede cambiar de HillllolI (1983), por ejemplo, los grupos interactúan en contextos de competición
forma y contenido, histórica y situacionalmente. Pero las especificidadc,t:u~_lI"H_w:aleli,
invocadas en cada justifica,ción_,de_Ié{ ,~.iferenc~a"é,t,fl}~_~_p_l~g,º2__ ,,~!l~L!!lHLm.:9fund(?,
'soporte en el carácter,S::X12e1je.n.c.:.iuJ. . culluraLm,/?u,fe '-¡-I,~diacla de dichas ~'elaciones étni-
,c_',~~_:Porque los rasgos distintivos puedan can;bi'~;:'soc\;j;'¡·~tÓ~;:i~~·;~~~;1le~~~" ha'~~lpues-"" hl O'Brien (1986) cit. en Glick Schillcr y Fouron (1990), lo que con los afios Fredcrick Barth
!Ji! H'I'\lllOcido.
to que estos eran arbitrarios y que el aspecto fundamental era el mismo hecho de
I,HParle de una filosofía del hombre muy concreta y parcial. Como decía Thompson, no se
jillnk analizar una teoría de la etnicidad desvinculándola de la teoría social que sustenta el autor/a.
Lil !curía de la elección racional del actor social ignora todos los aspectos involucrados en la prác-
1In1 humana: emociones, intenciones, corporalidad, socialización. Para una crítica, véase (Ramírez
(,(, Véase también Enloe (1980), Isajiw (1974); Douglas y Lyman (1975), ! j"inlt',chcll 2005a:67 y ss.).

150 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 151


id\. Pero su significado también es constituido y reconstituido en contextos pragmá-
reforzando las barreras entre sÍ. Las élites, en su búsqueda de poder, riqueza, estatus, ¡!\"uS y situacionales, en nuevas relaciones emergentes, al modo en que lo interpreta-
intentan controlar ümbitos del poder del Estado. Uno se adscribe a un grupo étnico o ¡¡iíll los instrumentalistas y situacionalistas, en donde las pertenencias pueden variar
una comunidad nacional para conseguir poder e influir en el Estado. La etnicidad \' !a~; fronteras ser permeables o incluso difuminarse. lo que muestra su carácter fun-
aparece así en situaciones de deprivación social y económica, de competición por ¡j;Hllcnlalmente polisémico, Los etnónimos, dice Proschan, deberían considerase, por
recursos escasos 69 , como movilización para intereses y agencias políticas concretas, LWI!l, como conmutadores ('shifters 'y72, que cambian la dirección según los casos,
como estrategia para invalidar las relaciones de clase, etc. Para mitigar el conflicto íill,J:-;[!';¡ndo su carácter fundamentalmente polisémico. EI.~ ___c;.ontextos regiºm).J~5~".º~,.
étnico, bastaría con ofrecer müs recursos disponibles para los grupos reclamantes ¡ 'j ¡¡Ilplcja diversidad cultural, las concepci()n~s_indíg~11a~, _~obre_Ias _ c.:¡,~t~g~JríEl? sociales

(Despress 1975). ,'1llilasoscilan .enlrc lae,.tabilidad y lafelxibilid~d. Depende énguépl'ln"Íl'iijúllvli73


Daniel Bell también creyó que la etnicidad era una elección estratégica indivi- \, pl'ap,mülico se defina la situación, UJló tI -otr.o,,~_Lg;,nifIcado··Íli.~.~.~§gJJg.i.ªJbH!,5?,~~n.Q~..i.l~l.S­
dual para ganar cierto poder y privilegio (Bell 1975). La solidaridad grupal se basa- lilllllenlal de lo élnkoeselq¡le preyalec.e. Los diferentes signilleados de las calego-
f'Íil"i \{Inicas permit"en comprender y predecir la conducta de las personas o interpre-
ría en el mutuo interés de los individuos respecto de bienes sociales. Las organiza-
ciones y grupos étnicos facilitarían el acceso de sus miembros a dichos bienes. Los i;¡rlil retrospectivamente. Identidades étnicas pued,en._s~E_"cl9_bl_~sj tri.pL~:?,;, id~!:,t.~~_!~9,~s"

individuos racionalizan las ventajas o no de adscribirse a dichos grupos en función pi ¡IIU lldiales pueden caJl1biar.mediantel~.. adopsión; pero esta . f1exibili¡Jacl . ~n()_ll~ce
de sus intereses. Jolm Rex también ha afirmado que la Etnicidad ofrece una red de tIJ!;lllilluir el senJidQ",d,c_penenencia de un.rl():~·0.tl:o.:~: _ Km/l!tiu e"n" c,tgHi(9:_i.ºJ?Egª,~jQJ.J,G.S
solidaridad para luchar por los derechos políticos y civiles (Rex 1986)"°
Antes de continuar, quiero volver a como comencé este epígrafe: las pr~eminen- --
cias son muchas veces teóricas~ en _reJ[ici_c?l1 _aL tipo._ q~_ CASQ __ elnQgrªn~D_g_~udiado.
Heinóif encontrado uno-ejemplo en' donde se pone de manifiesto este extre~ño':-",~'i§
_ ..-
IHulllílS, sentido de la perle,n~ncia, _$pIid,aridap, id~Iliri)~,,~_ci9P. . .
P,_051?,1110S, entonces, afiX!nm lo siguiente: a._ q~?_las a~ltillomi~s'pre()c~'pan ln~_s a
iI 1:'; :J íÚ11 j stas q~¡e, a_Jgs, _PYc>Piqs .'lG,t.oXC.S, ,GJLS.~~~yj.9JLG.QÜ~niújá;··h::'.g·~~~=1.~_~·-:i.·~,~~Lª~Ü5~J~.1!2.~,
iiH:-nic.a :s s~el~_lp~:,~_,~1.1~,~,_<:01~lple1a"q,ll,~" su des~r)p~i,()n; c. CJll~.I_~s_ ~l?rº~)gm_~.i..º)1~1L1.CJ,}Ü::,
exc1.uyentes S011 POc? ~~cundas pa,ra ~l, al1Ni.sjs ,a,nJI."Q-p.ológico, Y d. qu?19~~..'-)lO_de-
("jí({
dicotomías están en las -cabezas de los teóricos _más que, en-_el_-.-viyi_l,~_ de !_~~~._g~nL<:::~,,~
Frilnk Proschan (I 997) tieneun).lrtícul(}sob¡:closKI11I1111lIdcLnorle~dc~[aos y d."Ji!!.s l'lll~stl:L~ct~~,is~_as l?,u~_(i9Il P'9nviyir con lo.s modelos genealógkos _en, det~rJ11i}EK~;~S
',iill:wíolÍúemIJf,:ícas(Prosehan 1997). . " . . .. .
1~_~_i,?1_1e:) vecinas 7! y de cómo u~al_l ,~le __ diferente 1l1anera~~Lelllól1inW_,,~~,~~~~~G.io.l"@~~. , • .,,, •• ~.~".,,~o"m,' __ '" "-.,,,,, ....... ,, .. , ''''-,"~,_~

<~19,. El término puede referir a todo lo siguiente: el nombre por el que se refieren a sí
mismos y otros grupos les conocen j como nombre común que quiere decir persona
o humano (ef. 4.2).
Estos significados indican formas preexistentes de relaciones históricamente
11 Contribuciones o lo integración
objetivadas, en base a determinados criterios sustantivados y las relaciones genealó-
gicas con los ancestros, al modo en que definen la identidad étnica los primordialis- ('on lo anterior en la mente, estamos en disposición de construir más positiva-
explicaciones sin pelearnos con nadie (aunque siguen como referentes a supe-
1111'111('
"". eL infra).
69 Esta competición sobre recursos slIpuestamente escasos exigiría coincidir en qué tiene 1~11 los últimos veinte años se hm~,'producido.,LlI~_¡~"St;.~)~. __ º~ogºn1r~.º~~~t9!_~~~~!1!i.c:as
valor o no, y sobre qué merece la pena competir. La definición de qué es un recurso y si es esca- il!l!)' il11eresantes j ell1~i9.l1~,ci~n~?,_.~nqnnGIllC"P.t,~_ ~J _ ~.~!?.~-~~.:.,En general son nienos for-
so o no también es cuestionable. Además, ver las cosas desde el lado de la competición exige tam- !llilJlS!;JS y müs situácionalistas; no sólo insisten en las dinümicas interactivas y la
bién contemplar la otra cara de la moneda: con quién, cómo y para qué se coopera. Esta orienta-
;'ollslrucción de límites, o las formas de objetivación y continuidad de los fenómenos
ción instrumental, que también lo es de la teoría de juegos, da los recursos por supuestos, dados,
así como sus reglas como garantizadas. Sin embargo, los recursos son creados, sólo son poten- ¡'¡lIil.'IlS, sino también en los procesos de hibridación, los posicionamientos múltiples,
ciales hasta que se definen como tales para alguien, por alguien, para algo. Son negociados, Íil~', identidades cambiantes y redireccionadas ('shifting idenlities'), la característica
impuestos, acordados, redefinidos, den el desarrollo y actualidad de un proceso de interacción y ,-qtlslitutiva de las prácticas, etc. en distintos escenarios locales, nacionales y globales.
relación social Hr-I"l~sentan un esfuerzo por integrar distin~os_ el1f()qll~_~,Y.J?!·~c:t,i,c:as~, h,'~,~ia modelos
70 Cierta orientación marxista también ha comprendido la Etnicidad como una mistificación
!!lils integradores y olD.ni~.Qnmr,ensj~{Q.s Y por eso selecciono aquí ~ll_~~y~~_()_~..-~~_~ ___~}I~~~---'
ideológica que oculta las verdaderas relaciones de poder y explotación, las relilciones de clase. Las
dificultades delmarxisll10 para comprender los procesos y fenómenos étnicos --y los raciales como
parte de estos- así como los nacionalistas, es algo ya conocido. De alguna manera esa es la apro-
ximación, aunque con matices, de Balibar (1991) o de Wallerstein (1991). Sobre estas cuestiones
volvemos en el Capítulo 5. n El autor lo toma de JakobsoI1 (1990).
7l Medio millón de personas repartidas entre el norte de Laos, norte de Tailandia, noroeste de '!l Por lo que el an<Í.lisis de la pragmática lingüística es fundamental.
Vietnam, sur de China y diáspora en USA.

PENSANDO ETNICIDAD 153


152 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES
Una vuelta de tuerca hacia una posible síntesis entre las teorías anteriores es la
representada por el trabajo de Epstcin (1978), Estudiando la historia de las relacio-
nes entre los empresarios bhll1cOS y la fuerza de trabajo de color, se dio cllenta de
que aparecía actividad sindical y solidaridad de clase a la vez que alianzas tribales,
siendo que los ancianos se ubicaban en puestos de mediación para evitar conflictos.
Por tanto, los grupos podían mantener su identidad aunque no compartiesen intere-
ses económicos comunes. Epstein reclamaba que había que poner de nuevo a la cul-
tura en el cuadro; y también los componentes emocionales. Consideraba que la
herencia de la comunidad permitía construir la identidad individual a través de la
socialización.
La orientación situacionalista de Clyde Mitchel (1974; 1980), del que ya hemos
hablado antes, mantiene una perspectiva dinámica y no esencialista de la Etnicidad,
sin olvidar a Jos actores y los significados que dan a sus actos y a los símbolos étni-
cos, significados que dependen de su interpretación de la situación social en que se
encuentran.
Jonathan Ok,unura (1981), recogiendo estas ideas, pondrá demanifiesl()j¡¡Jde-
vancia del punto_de vista del_actor, sus comprensiones y expli_9_a.cíQ~~es-.--Untl_ aproxi-
l11Hción sifuaciol1o! a la etnicidadJ)~_rmite rastrear la_variabiIi,:~_~_d_ de sus signifiCitaOS
en relacíón,"a,,?i,sti,~tos contextos socüiles y distintos niveles ~ cs_~-aühs·a~=0~g~.~:!i~<j91L
~ºcia.L SiguiendoapadcI)1197(l), afirma que las iclentidadcsdelíe,iden muchas veces
¿'e los contextos especF~-'iS~)s ~.I1._g~le los actores se _ y_~11 iml)lic~\¿'os',~y¿uár~
percepciones sobre_ clic_ha~_ sittl~~iones. Recogiendo diversas C(;~J·lTí-ibuci()~lle-;ta~),.
lógiéas, recuerda a E. Evans~pi'Úchúr(i y la plasticidad de las creencias de los Zandc
(1976); también a Max Gluckman (1958) cuando entiende las pertenencias contex ..
tuales en función de los valores, intereses y motivos traídos a una particular situación.
Recogiendo"la distincicínde Milchell(1974) entre el escenario de la acciónsociaIy
la',si_tuaci6új;Ie, la' mi_sma, se dístiilguirfan dos dimensi?,ne_~, ~c la,-:Etií.l9_¡~Cl~:w,~~_ mü~
estruct,ural y 0¿ú:a-"'í_l1~{;s>1~i~,I'?s~\5'pica; relat7va a los aspec_to,~',~ª?'~~l'iti~~:~, 'sllbjetivúS--(
j¡lterpret'-tltiv~ del. acto_í'!ilc,t<.)re~."Ta primera marcaría los
Íítúite's-'a-Ta seglmda, e'ii
aquel con'texto en que las reülCiones colectivas estuvieran definidas macroscópÍCtI .
mente por un orden étnico y la distribución de poder que introduce. Cuando no es así,
la libertad del actor para manipular situacionalmente sus adscripciones y las de los
demás, atribuir significados diversos a distintos diacríticos étnicos, sería mayor. En
cualquier caso, ambas dimensiones estarían mutuamente relacionadas y sus relacio·
nes serían complejas74 , En suma, lo que una aproximación situacionalista permitiría
es enfocar la Etnicidad desde una variabilidad semántica a la hora de estructurar las
I'l, No obstante su indudable interés, ha recibido críticas sobrc la lI/ar;ia dcl/wb', ' l '
relaciones sociales en distintos contextos de acción e interacción, ' "

i'h'j! ¡¡'!lIad a la hora dc concretar (¡ué til)) I


.- '!,,'-'---"r---:.""7 " .',
> .,' . ' , ' 0_' " , ' , ~ < • , ?.
, I liS sU.!!!.S'-
-"'-""'-;--"""""_-'-'" ,._..-..,;,, __ ~,,~u~-.~ 'pl_<I~_~~,~~I,~ ___(;;l5:'¡I~!,"~I,n,J~lgJ.l.tJJtq,l.c;_tgV, cual~s dJfc!'cncia-
En consonancia con lo que ocurría con otras disciplinas sociales, Oll:g)lltojuW.9,r '"t,"",)¡~,' (~I,~~,I,e·'u)o(hldno.-d.cJjllJr;;e,-c{)ll1o
"~-":""
et¡¡icc!l (el Ycl",'"o!()" 1('91) T, l"
e
0'1 , __ '"".
' : / . hllll )!cn por a eSC'IS'¡ aten-
, ,-u • "" • ' •

tante ha sido,el gim hacia las,teorías.de la,práctica a part.i1.'1 principalmente, deJn.,.co1b ,1"11 JlIl:S(¡¡c!a a la altcndad cn forma de otros éfllico\' ('ethnic otllcl's') s(JI,,'c los (I'le ' ", r: 0
'-. ¡, l' '1' l ' ' , . . , ," -. SC COIl¡1 ura
'''\.,1 ,~I\ ( I,lll( <l( etillc.a: cn un COllJunto de relacioncs complcjas. e
lribución ele PicrreBourdielL(972), y que hunde StlS raíces,J'()Ollstantc"e'1Jª_obra
,<i'¡ I . ~ Sil' ~cs ha c~·ltl~¡.ldo _~llIC lo (~l!C l~re~isa1l1cnte caracteriza a la vida social es su relativa ar/Ji-
~Ol.ll,~) PI O,CC~O (~c. S~IcCCIOll .1!1l1Hada, y q,L1C 110 sólo cucntan las élitcs a la hora de ¡I/vell-
;,,'_1 : I ,di ,
""" LIS !J:l(~lC.lol,les, ,C~)¡:stl>Ulr ,lo ~oclal, lo colcc.(¡:'o, !~ idcntítario, sino también todos aquellos
. (,IU~, j,O,II:1<.1I1 pdUc de los plOCCSOS de mov1iJZ<lClOn y construcción colcctiva y que clan si 0_
74 Ese fuc uno de los objetivos teóricos de Ramírcz Cioicocchea (J 991). .¡¡ln ,1 sus dCClOl1CS y a las de otros (Sutton 1997; Fricdman 1994). e

154 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


PENSANDO ETNICIDAD 155
ni hacer esenciales las identidades ni los grupos étnicos, reflexionaran sobre cómo se h!¡ :: l'llalquier cambio social y son menos longevos que aquellos basados en insti-
I1
mantiene y reproduce la Etnicidad a medio y largo plazo. Hfí cultura comunes, Cuando la identidad grupal se ha entretejido con la vida
¡IlIJeS ()
J. Arll1strong(1982) insistió nuevall1enteenla ill1portanciad"losmi[()s y sÍIl1' s.'oli!!!lIitaria y sus concepciones culturales, es de esperar que la coh~si6n social sea
b,?~,o,~,,-~():í1:ib:,-,aW,ugl1Ll,ntes so~ial,es _ ~,-"lo"J~\l,:S,?,·,"~I~1 tiel,~:'p? Pero ha siao sin duda üU1vor y más duradera.
Aúthony S¡nilh(1986) quien, desde una perspectiva llláshist¡)¡i(;a, ha da(l<J.l0Evan·
!iídI:lrdJel1.kill.~ (1994; 1997) es otro autor que hay tener en cuenta. Nos recuero
diiaTús-p¡:üccsosclc etnogénesis,iTo'largo de láliistoria y a cóm? ii~ ide¡~iadc:'.
qllt', l:ntrc otras cosas, la __e,ll~,i,cidad es una d~s~, dC"i(Ientid,~~I,s?,cial, y 'c}'i;'e"iló--'soTo
colectivas de las naciones modernas hunden sus raÍCes en .id~rg.rªfl_~k~._~~.!!_~.S:~a.,~"PX~~ 1!11;1 cucstión de identific,iCióñ·-gi:ll'piir:shl()·-üúl1b,¡,en~ uil"pl:óéeSÓ'CíeMCIasi.0.c~~i,ó,!} y
vli\ST7:--'Esta,,9,rientación etl1(!',~',i,nl~,(!,li,c'a ,destaca el p~pel"de los mi~95__ .cl~ _ 9!lg(,'!Jl.Jl1C¿J.nO'·
::;{,J:¡::,'V~I:)),·,j~:~lciól~ :ociales. y ~.~~,~:~X~_1.1]!,~,~_I~,~J_ln--,~,di.~Jr¡buc16l)Jlg"PQ9,~r. La capacidád de
ria, cre~ncia~ y símbolos que dótaIl __~,l __grupo de Ull"li?~a de U11i,~i,(lfld y elección en el ltl!!!lhl,ar" dm;lflcar;-pOf' tener más poder, autoridad legítima, status ritual superior o
co~te~,t?,-d~--o.t.ro,~,.tÚ~4--P~i$__ ,G,ºn Jm;"q~l,~,tierl~ _ q~p'~,rien,c,i_ á, ?,e ,relac,i,~n ,-'Los as'pec'to"s~.'
!íiHiClJllICl1lo, no es un pI:oc;~,~º,sªr~Q.m:ªfjG-º,,ºe,.19 ,~()c:ial, sin~U,ªI,nl:>i?q t~n"l forma de
""ci6iúi-i'e's, subj~tivos, pero también los objetivo,~,;"soi1 'I\~lc--vaíl'tes--en cómo la etnicidad
continúa como un vínculo entre las generaciones,
{:,¡,~!,(""I vl.'!,~ci ón ,e,I,~.. "~},,,.~~~l:lD,9,-º, S~)(:,~~,~, 51,~1 grul~?" ?~,{~.~,~~g,,2,!:!,,~~,9,~, ~ln' ';l~()d~,,~~, ',úi11291}s:r
>:~¡,l¡,v()r~;IS sobre el que, el categoJ1za~lo __ pu~,ºe.",º."n-º".,9,~"t~\1,:,,,,~!~.,,)Jgg~.cQO, pU~fIg"",.ct,E.P
f\sí, el grupo étnico se denne por una denominación prQP.!.Jl -eL~,~E!911imo-, pq~' til,!!:>dc" ,I,(),n,nula,I,· ,S:~,l))r~p~,a, __ prop'uesta identi,t,m)a, En ,~,s,é1, ,medi~l'-l:,la, §tI:i~i(,I,~d, COmo
11:lit?~, ~,q, ,al)ce,stmJidad ,común, memoria histórica ~?,111partida, U~1,?,,2~Jl!~ jil¡.i!.'i'!i() clasificatorio, incoipora siempre pódel~ es tambié11 tJ!1, ~j,6rc.i.G,iQji.e, cl9q1,inIl,:
culturales comunes, el vÍneulo cOllunlerritorio (patria) y un seiltidq.¡le."qlidarid'JiJ ,'j1 ':I¡! "P,l ),l~,~J,tJ~ ,,~~l:,~E~~_~IX~",~" ~~,'pl:9,g~I~_<;i.ón, __ci~Ja.?, ~~Ú1.4igX9.n~,§,.SI,g__s~~j§..tYJwj_a ~d~ l~~ q~~
~;;;:;:e sll~;;¡eínbros (Smith y HutchinsonI996). Esta definición incluye procesos lH;llI parte las clasificaciones- ,deI Qtro ,S,ª,t~gori;?;"l(lO, tan~{), hi~tQric:~JnJl.'!nte como
slihjeü~c;~'-~le'Td;ñtificación, una orientación hacia el pasado que se proyecta en el i,:H li! vida cotidiana, " -," - -' .,
destino futuro y un vínculo de filiación fictieia.
Para tcrminar esta sucinta seIección, quiero recoger con la merecida extensión
La propuesta puede parecer otra vez algo sustantiva pero, en su descargo, hay que !.'L)lltribuciones teóricas y empíricas propuestas y recogidas en la obra de edición
decir que ~,: __~lnith no ~st,á 1~~,:~,anH1I1d,o},~ validez tll1iversal" de esta definición, sino,_~,ll .k . í i"l'lll aunlanny AndréQÜlgridL(2004) Gra/llmar.\' ofNentity/Alterity'9. Me ha
relevancia' paái'cf¿'(;;1texto ,medilerrár1e9, an!tgtt<f)i eU1:o.i)e~~(()c,ci~el?tal. Por otro lado: ili!J.-I(),at!o particularmente el modelo teórico propuesto así como la riqueza y varie-
-'ü6'háy contradicción en reconocer algunas partes n-íifi'c'sfrúctüí-:a'daf)/ longevas en el dI.' casos etnográficos que incluye. Quiero presentarlo aquí como un estímulo
tiempo, sin descartar otros aspectos más dinámicos y cambiantes78 . ¡idu r1 anúlisis y por el esfuerzo que supone intentar ordenar tanto deconcierto sin
T. Eriksen (1991; 1993) ha reseatado los aspectos culturales de la Etnicidad. lj:!wpJlr ni tirar a la basura conceptos e ideas que, convenientemente reinterpretados,
entendidos"~¿;110 language games, en el sentido dado por Wittgenstein (1953), como udrdcn seguirnos siendo útiles~w. También porque puedo ligar algunas de sus pro-
contenido variable a tener en cuenta a la hora de investigar procesos étnicos. Es decir, }1Hi'-\tilS con las de mi ,propio enfoque, porque ~§JY,_"~"~!:~,~pto~,,~,~,,_gl,:~~!??,,c.Y,~~~~,,,t,!,el?e,.,
las identidades ,tllic;as no sólolralilnde fronteras y lfIlli.te.§,§l.f2..nt:,!:j.9.9. .cJ.~J.()s.~a \l11j¡ II() que ver con"~I,lll?º,,,4,~,,{).rd~,~~~,m,Ü~}1to y CO~}figumGú}n _ .deJas l~~J"SL,º,ion?s,_ ,entre
CiOSqlIC. éstas deli mi tan tambiénim]Jorta. y ~I,H,Qrng~, cuestiones que para la Etnicidad se retomarán ~~l ~i "siguiente
,,¡.('ii¡I'IJHh,.
Así también lo afirma Stephen Cornell (1990). jOstqsf.Qi)leni.dils, queestán encon
tUllIO cambio tienen consecuenclasenlapersisterlcia y el call1bio delas'ldeñ¡¡a¡¡élC:s . '_ "; J.'>.UIS ~raJ~~áticas81, ,~~ úlen I id(~~l!a Ite!__,~'~{g{{.,~0!15~q,1}11~yjs)lJ~,S,,,'.~9,9...tT~~aj?" ('working
étnicas, yp;~den clasificarse según la base que constil~x~~L;¡Iíl~.\¡íoTatiacnÍncnI'): .ldollllilllS), C;"º!l19~5L los pl'-.Q~~,§9.,S<~ºg,H!T~~E3,tLº"~,, taJ.. Jg9~g.", Se formulan con la
intel:es,~s,,,~,(),i1mªrÜgos, instit~,9i,9,I,1es cOll1P,~ni,Q-,~s o c91mx,~_~~9,~,!!E~r~t9.;l, La~,..ist'?l!tid,~,\.::
des étúicas: aunque generálmente, ,conformadas por 10~.J~'es, v'YͪJl en i'elación a la
intensidad(.leJO.li..distinlos.vínculosenJa.c.OJlstrucción.delagruPal.ii11d - y la posible 1'1 (iracias al trasiego de artículos y publicaciones que domina el buen clima entre compañe-
acciÓ¡, <:Sl!ecti"¡L.que de ella pudi~ra derivarse-o Circunstancias y acciones construyen '~,', ¡'niegas en el Dep<lrtamento de Antropología de la UNED, al que pertenezco,
disúíít;s id·~~tidades. pero el 'í'1odoeIl'q'li'eíü hacen también depende del contenido n!!Leyendo a Brubacker y Cooper (2000) y su sugerencia para desintegrar el concepto de
de dichas identidades. En todo caso, grupos basados en el interés son más suscepli ");'--líu¡/ad l~1l los diferentes campos de sentido a los que haría referencia, me pregunlaba si me esta-
,-Í!,} !-'lllpt'!l:l11do en un proyecto obsoleto y estéril, en el que anticipaba caras de escepticismo por

1!'h:,'''1 ~:ohrc en:s ya demasiado ~rilla(~as. Después de un largo trayeclo recorrido, la aparición de
"'·l!! .¡hln !,'csult.a reconfort~\I1te, E~pec~alJ11ente el esfuerzo por reconslruir una definición antropo-
de u/entidad y alteridad (Gmgnch 2004) que soporte el ojo crítico del más acendrado con,\'-
77Véase también McNcill (I 986); Thompson (1989). i¡,-i!1 '/ ¡1'1's{a,
78 Los trabajos de Anlhony Smith nos ayudarán más adelante a revisar los orígenes étnicos de
,,1 P\'I,lsadas a parlir de ~as siguielHes obras clásicas de la Antropología: la primera en relación
las naciones europeas, lo cual era precisamente uno de sus propósitos, señalar la continuidad cnln: ;ji iI 1d lh/ltsm, de Eward S,~¡d (1978); la segunda, a Los Nuer, de E. Evans-Pritchard (1977); y la
ciertas naciones y cier(os grupos que podemos definir como étnicos, !H),'ClH. has ada en HOll1o HumlrchiCIIS de Lous Doumont (1979), eL Bauman (2004).

156 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES


PENSANDO ETNIClDAD 157
in tenci ón ,,?e_ aproxin1'-trS~ _~_~~nlctllra 1 y com l)iu',ati\lan-1~1~,t-e-- a_ di s.~.~,'2-~~~~.~I_~~~~~"\1 i da~~~~!;t' !-L ¡¡¡!I'! Có,I,(..I<1 nivel ele segmentariedad así como aquél que incluirá -estructural o
foTina-c-i611 ele identidades'·-llo·'sc)li.)""eúlicas-'"'--eI1'Uistfú{os cónlexlos históricos y emní
-~~"---.-.
,'i-iVlllllllI';dl1lente~ a .~ºg,2~ 88 . .... -...- ... ----..----...- ,-., ' - . _ - - -

ri'CO"S.-·SQ_l~:::~"~.~~~-6iú_~--~1-~si 11 C,~l_~?_l} ?S_ . 9.l~~,_ ,~?pc'nú1"'-(lc"-l~,~,i~?-~~,~~~Ver,';~l y se ~l!~en !.P


:;\i I :i,~,t:rccr~l se llama (!J!!!._!E~~~~!i_';!!~~~,. I~orr?rosa traducción libre de 'encompasse-
",1'\ 1)(jL el modo de estLucllu,~~eUú~self')L()tl~)_L()lher: jS2 _en lendjpDlil'i1()S d,), rtj,:'jj! ",' AqUl se trata de una s,ubln_~llJslón J,~,r~1E.g~!j,C:"a,- __Q~J9.:LQ.u.:Q:L.St?,~,qC:.".h1,.J)ljIª~~a
(Di[!i1Q:\ 'cQ~{no_~subJetfYJcl5.l,ºG,~ _In_u1tÜli.tl1ensiQmJl~. de pe~son~?y d~ g.~~:IJ~~~_~~~~·S( í' h< J/ t' j JI! JI} iea de un~t _0,~li.~_ í~__ ,~_~,lpºlj.9.!~iº,ª.~LSl~lg~...G)Jgl.Qb_kt.,d.GJ]JEL.~~. _sLJJ}~Eh9S~.Q(jX~~~ (no
~~.~_que se relacionan d'ialógicamente. __
¡, Hi )"-- J, Y(1 ue _m il~. í_l_~~ ~.~,'l" ~,~I",~_t~t,~~:(~{q el '. c o l?~ ()" ~ ~,~ra (e~ i~l in c Jus iv a_ ,,,, n: i~ l~ tl~~,~,!~Q..l~,Q_l.1.g~C~i,.
o

La i;;-:i;';'l~~:~~---g;:tl'íl1'?ltl'c~i"-se' 'deúoll1'lna oriental iz.ación ('oricntalization'). Bajo esl;\ , cljl() c1tC<':idllIill. E§lll_,,~E"Slc ('colÍlOsr)ac7iigi¿'i(se biíság)1J¡U\'lt1a_Lel
operatori~-eI~ry"-cl.\):!r~?~:§g",~9I,lstitu yen C?I~~~~~,:~I~1gIyo especu lar de __uru:-llnag\'1!; Fijj¡jlli1/.p,O paternalista ('patronizing'): todo otro pertenece a la identidad hegemóni-
to_d9 ls?_'_'m!g".1~_º- . ~_º}}!"o,~, no tenemos, nos taita, etc., lo son, 1~~ __~i~Den -~~52~' Este es d j'n'f o , ¡)Obre ignorante, "no se da cuenta".

1'110t1;lo por el que, por un lado, se re~~_~1.?;;~.)_i2.G:r9~. P_~~T_ ?~9!~)",~,~.QJܺ.t~Lº~~.9.~~.~~~!~~,~~_~': (ir:)tlín (Bau111an 2(04), uno de los mejores ejemplos sería el sistema indio de cas~
que posibilit~,,_ll11_íl..reJle~iv,idaci ,üítica relíl~5yistaR:l. El exoticismo que a la vez 11m !'nn lambién el de los imperios -persa, macedonio, romano, mogol, otomano,
i·c¡)cíe y nos atrae, scrúl--lii1'Cíe~11el;to'''(fe-'e-si¡\ gni'íl1'~ítica, También la df(erencia que !lm tl\H' incluyen a personas, gentes y formas de vida diferentes y lejanas. Así mismo,
recuerda estadíos propios ya pasados, de una supuesta era primigenia u originariil, f Hlii l de colonización española en América Latina construyó su alteridad desde una
que todavía los otro,'; mantienen, para lo bueno y para lo 111<.110 84 . ,btj'-'idp),,.¡','1 Ínclusiva9o, la del cristianismo por la que todos son hijos de Dios9l .
La §.ºmmda se cita como .'~!J.Qmel1taciÓ1J. Es con textualmente dependiente y, COllJ(1 \!ns gramáticas, ademüs de ordenamientos operatorios en el terreno de la clasi-
en Los Nuer (Evans-Prilchard 1977), 0e2sici2nesei<lglllifij;aciQl1",,-<l~2~.!ld<;lUIl'! y de las relaciones, también proporcionan orientaciones normativas y pre-
nivel de segm~nJ"t_~.i0ng_I~!r~,JºT~EltJJ.m~m9_ .igu~~~.~:85 en que no_~, _ ~i~. Se caraclc en cuanto que se espera que el Otro opere con la misma gramática y se
riza por constantes fusiones y fisiones y por discusiones sobre el nivel segmentar!n y actúe en relación a dicho marcan. El problema surge cuando no es así y
correcto en que situar las relaciones 86 , sin que pueda predecirse a qué nivel se pro pilll\'S no están utilizando o no quieren utilizar la misma gramütica, lo cual es con-
<.lucirá la toma de decisiones 87 . Esta fórmula exige acuerdo sobre los criterios h: !i!!h 'íal ,1 la dinamicielacl de la vida social, a sus poderes y a las autonomías posi-
hi; '; ('nlfe estructuras, procesos y agencias. A veces el conflicto es insoslayable. Pero
'.'i.;(j Ifillaremos más adelante,

82 El sistemo y el entorno de l<1.s categorías de la autopoiesis, vistas desde la centralidad tld


primero.
i,n En términos autopoiéticos, csUt gramática corresponde a aquella recursividad interna plll Li I )1: ~;\ le ~ 1,p'~l,~!! ?~S. Yi,~t~~,,~!~J E_~l0519, 1aJ?r,l,l,~~~J~~),U~,l~,~~_gY~__D!,;~')_ _ ~~..~~~~t~.~!,,-'LhL?ggUWnWS;i2p
Cjuc los entornos se vuelven microentornos para el sistema. d kdcra\Jsmo. La UE es un ejemp!o de s'egmentariedad: una unión de Estados-soberanos
~..¡. Apareció en un periódico el caso de un nórdico que, hmto de b facilidad con que se rUin principio, iguales. La otra alternativa. la Europa de los pueh!os, también es
pían los matrimonios en su país, donde los valores de la fidelidad y la relación para siempre ),ú¡j ;'¡idi':"I!!;!!';a, pero sobre otro principio ordenador que no es el Estado, sino las elnias. El modelo
ignorados, buscó csposa en un país asiático !l1usuln1l.ín. Quería comprometerse para toda la vid,'!, I-:j ~'>,''''¡iI¡''iIl'llllko español, con la idea de España como marco abarc<lnte de toda diferencia local!
J~an era traer a su mujer a su país durante unos años, para después residir definitivamente t~1I l,j 't:!,IQW L Icspondía a este modelo inclusivo. La lucha política de los nacionalismos vasco y catalán
lugar de procedencia de ella. Con el tiempo, ésta se negó a volver, prefiriendo Cjuedarse en el I)illli I"-,p,¡d,,,t'¡;¡ e,,>te marco cnglobante. Con el Estado de las Autonomías, se ha procedido a un sistema
escandinavo de su marido. Lo que él buscaba no fue lo que ella encontró. Quizás los dos se en('Ujl },:¡;pidlLll in en cuyo nivel jerárquico superior estaría el Estado. El federalismo mantendría a!oún
traron a medio camino entre valores tradicionales y una forma de vida occidental. A estas fccha~, d ¡ji' P,'U;IP,U<lS institucional que articubría los distintos segmentos en ;:t!gÚll <ímbito de lo iUl{di-
matrimonio llevaba dos años juntos. p dHI"(). lo militar o lo social. El independentismo busca proseguir por este camino sin l~ecesí­
s:; Esta situación corresponde a 10 que hemos mencionado como relaciones entre sistl'I11:I'":, ':'''1 tI> 111(\)(Ulla clíspicle que englobe todos los niveles de segmentación.
cada llllO siendo el enlomo del otro, pero en términos de equil-'alencia potencial, reconciendo al Olld Ah:lr::,\r, incluir, incorpor;:¡r, acompañar, abrazar (metafóricamente), Independientemcnte de
también en su dimensión sistémic::\, como uno mismo. ,j illltl\ Illveles sean otras las gramüticas operadas, siendo que, por supuesto, esta forma de abar-
t-i'6 Como veremos en el Capítulo 5.7. Etnicidad y Migraciones, a la hora de contrarrestar Inl ¡Id r'vluyc ni un ápice la desigualdad ni la domin;:lCión.
mas orien{alizol1tes de construcción de la identidad/diferencia y, en este caso, también de exc!u;,il')!l -" lo,',!:! práctica e ideología puede decirse para una gran variedad de ámbitos, procesos y fenó-
social, muchos inmigrantes optan por un redireccionamiento de lo que hemos llamado gradn tli Ldt's como los que analiz¡\ l1... García (1996) para la minería asturiana.
complejidad -que distingue a cada gmmútico en cuanto a los elementos intervinientes y sus dillii J ',',,10 pndría explicar, en parte, el mestizaje entre españoles y portugueses e indígenas, ya desde
micas: reivindican a menudo una lógica segmentaria que les ubica en las mismas condicionc,\' I,h'- uri, im, lal como los relatos y los cuadros de castas muestran. El mito de la Malinche, fundación
igualdad que sus otros jerárquicos, mientras que ellos mismos utilizan una estrategia orientali/an i,:; íii(1 il')ll lllejicana en el mestil.¡~e (Paz 20(0), es perfectamente concebible desde esta óptica.
te para los que consideran inferiores. j J IS, l?iscursos E~nicos, como conjunto heteróclito de mundos representativos y oricntacio-
87 Sólo cuando los distintos segmentos de los Nuer consideraron al Imperio Británico rU(nli ¡!1ilj!.fllilllcas formailzados en diversos soportes sobre las diferencias y semejanzas étnicas,
una amenaza común, confluyeron ~en una estrategia de oposición política conjunta (13 <H1Il\Mi !,"I!I1bién este tipo de esquemas ordcnatorios sobre el tipo de relaciones entre sistemas y
2004). dj!!l!!l!)S (Ramírez Goicoechea 1991, Cap.l).

158 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 159


Estos tres tipos de gramáticas pueden combinarse_.entre sí.,~I~.,~~~:.J~~.~_s~~~?_<::.~~tex~~} ;'!ljI\O ('([Iegoría de la representación y del práctica, no puede explicarse sino como
sociohistórieo y ~tll,O,gIA0,~_Q: siendo que son diversos modos ~e or~,~I~.ip,~~:)___ ~.Ql1;Jlmn:· ¡ijlWCSO complejo en relación a una multiplicidad de otros procesos sociales com-
der,jüstiüCar y actuar ',\:eljíngs'y'()therings. ' (procesos de construcClOn del SI y del !'h'IU" I'1'l1ompson 1989). Como hemos visto, yo prefiero los modelos que aportan
¿t;:o) '(Bauman 2004:27). Muchos ejemplos etnográficos analizados en este libro de Ji! !coda de Sistemas dinámicos, con sus dinámicas de consolidaciones y estructura-
edición proporcionan evidencia sobre la eo-temporalidad de estas tres gramáti.cas CIl ¡'!I,!!ll'~;,
transiciones y fluctuaciones, órdenes desordenados/desórdenes ordenado,
algunos casos o la prevalencia de algun de ellas sobre las otras dos en cletenmnados ¡¡¡¡rdcs y ósmosis.
momentos históricos (CL Postert 2(04). Por ejemplo. el Norte de lo que es el actual Flll~ste apartado vamos a profundizar en la Etnicidad desde estos paradigmas. La
Sudán esclavizó durante varios siglos el Sur, bajo el control político de Egipto. Los
hilkidad, como categoría de la práctica y la representación 93 , propicia una clase de
Británicos ejercieron un condominio con este país. En 1956 el Norte se proclamó país -j¡j('Hlidad/alteridad social plausible, un principio de ordenación e interpretación de
independiente con control sobre todo el Sudán. Cuando se descubrió petróleo en el ¡;.d¡wiollcS e interacciones sociales con los demás y con nosotros mismos (en cual-
Sur de Sudán, el ánimo abarcante del Norte y su política de inclusión violenta y for-
qnknl forma cultural de la constitución de éstos), en términos de semejanzas y dife-
zosa, tuvo una nueva justificación. Bauman (2004:28) defiende que unO de los pro
n"íll'lm;, proximidad y distancia sociaL Por todo ello, las características de la cons-
blemas del Sur fue organizar un sistema segmentario interno con una cúpula abar-
iJ\i,'c'iúll y objetivación de toda experiencia de Identidad/Alteridad que analizübamos
cante para todas estas segmentaciones sureñas. Por su parte, durante la Guerra Fría,
~J¡ 1:1 Capítulo 2.2 se le aplican así que no las vaya repetir aquí.
Alemania del Oeste reclamó que los del Este eran alemanes privados de su verdadc--
ra ciudadanía y nacionalidad y que deberían ser re-incluidos en la nación alemana, La Etnicidad, como categoría y en sus efectos, aquéllos que contribuirán a su
representada por el sector occidental. Con el tiempo, se fue reconociendo la pro- piPr1ia existencia empírica 94 , es un proceso complejo porque implica multitud de ele-
puesta segmentaria del Este: dos naciones que deberían tratarse de igual a igual. iH,',olos y partes en interrelación, elementos y partes que pueden formar relaciones y
Durante la reunificación en 1989, el Oeste capitalista, liberal y moderno fagocitó al "'Itlr'l!lns microsistémicos y operar, a otro momento y nivel de complejidad como
Este, en una operación de abarcamiento ('encompassment') bajo una sóla égida. POI j1iH k compuesta de otras partes, operando como totalidad pero también pudiendo

fin, los alemanes del Oeste y del Este se entre-miran de forma orienwlizante: llllO~ ,,¡¡j¡H'hldir alguno de los elementos primeros como atractor arrastrado consigo a

tienen y hacen lo que los otros no. y por ello se les despreeia pero de alguna maner:l Ills demás en la nueva interrelación. También caótico en cuanto que, tras la
ihjjjjl¡'l;¡ y desorden aparente que los etn6grafos y antropólogos nos empeñamos en
se les admira (Bauman 2004:27-28).
"!r"'¡C'!llraíl<lr, hay multitud de microórdenes que sólo aparecen en momentos de reor~
}n,)HL''<dl'iún crítica, dando lugar a nuevas emergencias, tanto procesuales como
"l! JJI:! llr:llcs-estructurantes.
í I(lY que matizar que no hay correspondencia empírica necesaria entre lo macro-
5, ETNICIDAD, AUTOPOIESIS y COMPLEJIDAD estructurado y más complejo. Tampoco al contrario, a saber, entre lo microló-
ki.!rn, din,ímico y menos complejo. Para el análisis sociocultural ésta es una cautela
¡i¡'ldilll1('lllal (Alexander y Giesen 1987). Las estructuraciones pueden estar ubicadas
y C'llL"Olltrarse- en distintos lugares y tiempos fenoménicos; también dependiendo
"Los remolinos grandes tienen remo/initos que se nutren de su Profllil hlgar y tiempo de la observación. Lo mismo ocurre con la complejidad. No por
velocidad, y/os remolinitos tienen a su vez remolinos más pequeños. Y ¡hf I,"j tl1{Í'; grande (¿medido cómo?) es más más complejo. Al nivel de nuestra vista, una
hasta /a viscosidad". -¡-¡¡~i(1/¡I!l;1 es un objeto más o menos redondo, coloreado, brillante, con una cierta
Lewis F. Richardson (ci\. en Miquel Barceló, Cuadernos de Arrien ;f'¡;jLdi cxtellsa, un sabor, un olor, etc. Una aproximación más pormenorizada nos abre
Abidjan, 1990-1991). i:>! !jl!!lhll) de sus secretos: porosidad, irregularidades de su superficie, electrones suel-

5.1. Etnicidad y complejidad '" 1 )hviamente, de algullas prácticas y representaciones. Insistimos en que la Etnicidad no es
'.lilj' il!qtllrfa bí'isica de toda experiencia ni interrelación sociogrupal humHnas como pueda serlo la
hh ¡ifif/tlil/¡I/rt'ridad.
Nuestra teoría de la Etnicidad, depende de nuestra teoría social igual que OClJ
-'1 I'i )1110 siempre, sin menoscabo de su propia dinámica conceptual autónoma posible gracias
rría con la identidad. Por eso en el capítulo 1 avanzamos las herramientas que utiH HkUIOl\ rapacidades para la re-representación y la metarepresentación. Sin olvidar que, como
zaríamos para pensar (re-pensar) la Etnicidad. Como clase de Identidad/Alteridad, ',iÍl-fwHíl rl'f'léxivamente in~corporada, tiene su lugar en nuestra cartografía conectiva neuronal.

160 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 161


tos e intercambios eléctricos con el Entorno, estructuras celulares Y, células dif~ren­ establecerá un patrón de relaciones más o menos recurrentes, cristalizadas tem-
!jUl'

tes, Y ya, puestos a convenirnos en biól~gos molecuh~r~~, muchas l1:as cosas ~1~J .1l1,t~­ pnralmente, aunque siempre dinümicas,
rior celular y sus intercambios, Las ullIdades dc anahsls son elegIdas (constluld,ls) Fsta aulol'cfcrcncia constitutiva puede variar en SUs aperturas e inclusividad: los
por el investigador. Lo mismo pode!lws pensar de 10 sOCIOculturaL El mun~lo globa- ¡T1T;1111ientos operacionales son bucles sin acabar de cerrar, con límites para delimi-
lizado noS parece hipercomplejo, pero las dinámicas sociales en.una c~mul11~lad tam- L¡¡, pl:.t'O también donde abrir puertas, ventanas, puentes o incluso campos de fútbol.
bién pueden serlo, sobre todo cuando hacemos intervenir múltIples dll11enslOnes en IJ ú~lltramiento autoreferencial grupal, una vez m<1s, no implica necesariamente
el análisis. !ll!nlcrancia, odio, conflicto, violencia, etc. Sólo quiere decir que, desde una episte-
Qué tomamos como Sistema y qué como Entorno ta~nbién ~lepende de n~estro Hllllogía compleja, la vida no puede organizarse sino desde algún lugar en algún
punto de observación, nuestra perspecti.va, por la que sll1gUla!'lZamOs esc(:g~enelo !J)!I1\lCnto. El 01ro como Entorno, es una referencia, no necesariamente el enemigo 97 ,
un dominio y nivel de complejidad particular y concreto, ~~1 arbol puede seI con- I ¡¡ tolerancia y el respeto, la relacíonalidad dialógica extensa, la inclusión e incorpo-
siderado como unidad sistémica a cierto grado de compleJidad; el bosque, como l;l(iún dc la diversidad humana -asÍ clasificada- pueden ser vividas tempranamente
emergencia ele las relaciones (no la suma) de sus elemen~os -entr~. ellos, aunque no i'tI la socialización como dimensiones pragmüticas y representacionales de las rela-
sólo, los propios árboles- PLlede ser el dominio complejo que elIjamos como pro- ¡,iolles grupales 98 . No sólo desde discursos y prLÍcticas públicas de la diferencia, sino
ceso sistémico. Un Sistema puede incorporar otros Sistemas que pueden formar ,:jI c·j seno de las interacciones don ele éstas penetran, se recrean y difunden dUlua-
parte de aquél, y así sucesÍVl:lmente 95 . Cuando analicemos casos étnicos concretos ill!'l/ll' como en la sociabilidad familiar en sus diferentes estilos.

lo veremos. I.a autoreferencialidad autoconstituyente puede verse muy bien en el Etnocel1-


fi i.\l/IO, Entiendo este concepto -yen cuanto refiere a un conjunto particular de
kil!-iIlH~1l0S- como una centralidad más o menos coherente, fragmentaria, difusa,
:.pH]l) una autoreferencialidad afectiva, moral y clasificatoria jJosiliva
99 del grupo/

5,2, Etnicidad como sístema Pi,"! \011:1 H)O sobre el sí colectivo, en contraste con los demús, con quienes se practi-
,.;! dlrl.TCncia social, en diverso grado y forma de segmentariedad, complementa-

¿Por qué puede entenderse la Etnicidad como un proceso sistérnico? Hrdild. conectividad, alteridad inclusiva, Desde este punto de vista, en realidad
¡¡¡di! l'()!lstrucción de la identidad y diferencia colectivas étnicas est<1, de una u otra
En cuanto que la Etnicidad es un producto humano, social, muestra propieda-
nl;toe]"ól, ef110Cenlrada. Siempre hay perspectiva, lugar desde el que se opera, y este,
des sistémicas, igual que otros tipos de categorizaciones y los fenómenos con los
que se ligan.
La capacidad de organizarse sistémicamente, recordamos, refiere a las interrela
ciones entre las partes, que pueden parecer caóticas y, sin embargo, poseen u.n orden U.' I.Ollis Dumont (1988: J 72). obscrva quc "Cada cultura hay que considcrarla en relación con

subyacente que se reorganizn continuamente al hilo de múltiples. dinámicas l11tel:nns q Iwdio ambiente. Supone la identidad colectiva de una población, demasiado a menudo cOllcebi-
y externas, Esta organización produce emergencias com~ globalldades (no ,to~al~d~~~ ,L( ,'11 j¡;l'Il)iJ}os cxcluisvamente políticos, y cn cuanto a tal tiende a pcrserverar en su csencia, sea
des), nuevos estados que no son la suma de las partes, Sl11 el resultado ele sus chn,¡ j'dqillillldll ;1 los demús o sea defendiéndose contra su dominación. En el proceso se produccn for-
!i\,!', hJblid:ls cntretejidas, en el plano de los valores, de individualismo y de holismo .. "
micas entre sí. "i' Parece claro que hay un límite a esta posibilidad fcnoménica y experiencia! de toda diver-
Cuando analizamos la Etnicidad como sistema estamos apuntando a su,s cualida '·¡',l,;¡! r,o~,¡blc e imaginable, sin descontar otras clausurns operacionales ligados al desarrollo y la
des autoreferenciales y autoorganizativas, por las que, mediante un cernU111ento ope ·"ij¡d¡d;ld, como los procesos de vínculo y extnulamiel1[o citados cn el capítulo 2.4.
~';(~!-'.Iín Tajfel (1980:80-82) y sus estudios de Psicología Socinl en Occidente, la gcnte pre-
racionaI96, constituye un espacio interno mientras selecciona lIn/lII~os el1~orl1o/s qlll' <1"

fi; ílllo! imagen positiva de si misma que negativa ('positive group dis¡inctiveness)'; la pertcnen-
le serán significativos y pertinentes para su propio desarrollo y eXlstenCJa, y con el '1 I jl'l [os grupos contribuye positivH () negativamente al concepto ele sí mismo; bajo ciertas COll-
'l;,'iHW\ I\\s individuos quc comparten la afiliación a un grupo social percibido por estos como tal,
;-qi'iíillí \k preservar, defender o crear una imagen o noción del grupo que contribuya a una visión
fi"i!i,;j ¡I!' sí mismos -·'perccptua! overestimation'-, La autoperccpción adquicre su significado cn
9:; Un oroanismo vivo es un complejo Sistema de procesos y subSistemas, i!~clui~os sus com ,·<'l;!,.·j(ll1 il las diferencias percibidas (saliencia psicológica) de otros grupos y las evaluaciones de

paíicros simbióticos. Gracias a nuestras bact,~rias intestinal,es: 1)O(~emOs l~a~er, (~lg,e,st!ol,l.es l~l:~cl~p "'''1> difl·!(·ndas. El grupo social funciona como proveedor de una Identidad social positiva para
más fáciles. Un organismo muerto es un eC05Isfé'!I1{/ para otlOS mu~hos ollOs Olga,11lSI,n~)S, 10.s c.td.! il¡¡"!llbros por medio de la comparación y diferenciación de sí mismo frente a otros grupos,
vcres de baHenas, por ejemplo, son auténticos Ento/'llos para multHud de seres VIVOS, Ulclludos uf! >d;,.ili dlllKtlsiolles sobresalientes que el grupo \1a objetivado como diferenciales.
j'.';I ('¡lIIlO actor socializado, que incorpora subjetiva/psicológicamcnte objetivaciones colec-
tipo de gusanos hasta ahora desconocidos.
% Los límires . .fhmteras, mencionados por Banh (1969).

162 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 163


para la Etnicidad, reside en la propia identidad grupal así construida y en las rela- Ahora pensemos a los marroquíes como inmigrantes. Sobre ellos sigue constru-
ciones que desde allí se operan, siquiera incluso como reacción a otras identidades \"j(ndosc una específica dimensión de la espaí101idad, pero ahora más occidentaliza~
étnicas. 11" gracias a nuestra participación en la VE, sus políticas migratorias y la presión del
El Etnocentrismo se explica, en gran parte, por los mismos principios de cons- ~Ulh¡t'rno norteamericano y sus aliado europeos para estigmatizar Jo islámico. Dife-

trucción sistémica de la Identidad/Alteridad a la que nos referímos en el Capítulo 2. l\:!H'ias lingüísticas, culturales, relaciones familiares y de autoridad- incluyendo la
Desde el punto de vista etnográfico, C. Lévi-Strauss 10 mencionó en Raza e Historia ",q~ycg;¡ción de roles sexuales- lOJ , religiosas, rasgos fenotípicos, precariedad resi-
(1980) para la mayoría de las culturas. El etnocentrismo es universal pero no est<Í d\'llt'i;¡l, traducidos a prácticas cotidianas directamente detectables empíricamente
programado genéticamente. Como decíamos sobre las ontologías sociales, sus razo·· ¡in!' In población, son algunos de los ingredientes clasificatorios que se manipulan
nes no son genéticas ni innatas lOl. La Etnicidad no es la continuidad de la afiliación r:n Sil devaluación étnica. Geográficamente cercanos, 10 que les ha facilitado en
dlp_I'11l lllomento su acceso a la península, pero alejados social y culturaln1ente por
grupal inclusiva del parentesco más que, en todo caso, una forma de su crosmodali-
dad posible (CL Capítulo 4.5 y 4.6); tampoco un comportamiento inscrito genética- nn imaginario que los ubica en uno de los ültimos peldaños de la escala étnica, en
(,1 contexto de una tradición histórica moderna de enrarecimiento de las relaciones
mente tendente a la preservación del grupo, al decir de (van den Berghe 1981).
Procede de la manera de vincularnos con nuestro Entorno en la necesidad de garan- J¡p;pano<Írabes, representan el epítome de la extranjería social para los españoles
tizar nuestra integridad física, psíquica y sociaL Nuestra humanidad se construye his .. 11'1. CIS, Barómetro 2003, Actitudes de los esp(l/10les ante lo Inmigración), algo de

tórica y localmente. 11! qlle estos magrebíes son plenamente conscientes. dificultades para el manteni-
p!ll'n(O de sus prácticas culturales y religiosas, sobre todo después de los últimos
Es ahí donde podemos encontrar la generalidad -matizada- de este tipo de auto- l'pisndios bélicos -y un futuro social y cultural incierto para la segunda y tercera
centramiento. Porque las elasificaciones sociales, el mundo y sus significados, no se j-ictlcración-. Los magrebíes y, sobre todo, marroquíes, representan el Islam en nues-
aprenden ni se representan ni se practican en abstracto. Están constituidos por el pai .. ir!l pilís, a pesar de que pueda haber otros muchos colectivos musulmanes en Espaí1a
saje que pinta el Entorno sociocultural en que uno se socializa, un escenario dinámi- palestinos, libios, egipcios, senegaleses, gambianos, pakistaníes-. Son el banco de
co donde uno establecení sus relaciones, vínculos, pertenencias, privilegiadas, desde jl/ III'/}(l de nuestra concepción liberal y tolerante o no del contacto y convivencia
los que observará y practicará su vida y organizará algún tipo de identidad personal !Il!!'rculturales.
y social. Construimos el mundo a partir de uno en particular que hemos experimen ..
tado como necesario, porque no puede ser vivido sino como situado e implicado sub .
jetiva y experiencialmente.
Habida cuenta de la generalización del contacto entre humanos pertenecientes :J
b:l, Etnicidad: proceso y estructura
distintos colectivos sociodemográficos y grupos socioculturales, estas autodefinicio·"
nes identitarias se han construido en relación a otros grupos de los que se tiene noti-
cia, representación, relación directa, vicaria, etc. y que constituyen elementos del/los Desde una epistemología no dualista, hemos de contemplar 10 social, en este caso
Entorno/s sobre el/los que se construyen las categorías de la representación y la prác-- lti ¡,{(nieo, en su dinamicidad estructuran te, que produce estructuras dinámicas. Vamos
tica clasificatoria grupal étnica. q mantener esta tensión continuamente a lo largo de este trabajo, en la firme convic-

La identidad castiza (¿española?) no podría haberse constituido históricamente J'Í¡"lll de que, desde esta mutualidad el conflicto entre una visión prímordialista y otra
sin haber re-construido un/os Entorno/s identitario/s alternativo/s, el de lo árabe y in>-;(J'ulllcntalista en el fondo no es tal. Las esencias de los primeros en realidad son
musulmán (Stallaert 1996), el de lo judío (expulsión de los judíos), el de la(rancesi· r\!l'Ilctul'aciones, cristalizaciones temporales de larga duración; la flexibilidad de los
dad y Modernidad librepensadora y laica (Absolutismo Borbón, Guerra de la Inde· ,:,\'gundo, por su parte, da cuenta de la dinámica continua de los procesos, pero COI1-
pendencia, Episodios Nacionales), y todo ello con fuertes resabios católicos funcla·· lnlldo con momentos y lugares donde la trama se espesa y organiza, constituyendo
mentalistas de cristiano viejo. Todavía hoy en día, buena parte de la espaliolidad es Ion nas más o menos compactas de estructuración.
entendida en relación a la alteridad de lo árabe y lo islámico ,o2 . Hslructuras que se parecen más a un queso gruyere, si se me permite la expre-
q{'ll, que al ensamblaje metálico de piezas y partes de la Tour Eiffel. Aunque ambos
o;.lüll sujetos al cambio y a la erosión del clima, el primero cuenta con bacterias,

101 Lo que no indica que no tengan también un soporte neuroquímico, como cualquier activí·
dad humana.
102 Reactivado, atizado y manipulado por la confrontación ideológica y política interesada lO.\ Una estructura de parentesco patriarcal renovado en el contexto inmigratorio con fines de
entre Occidente e Islam. tr.;lgrupación familiar (eL Corrochano 2006),

164 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 165


ratones y humanos que van cambiando continuameJ.1te su forma y la dispo~ición de dI' Ins ICnómenos étnicos. Hoy en día no hay investigación que se precie que no
masa y agujeros 1()4. No hay contradicción ni parad(:Ja entre los aSI~ectos mas estruc- ¡¡h()rde, de alguna manera, lo macro y lo microfenoménico, 10 estructural y 10 pro-
105 q',!I:'¡, Jloniendo el énfasis en distintos lugares y te111poralidades, según el caso
turados de la identidad étnica y aquellas más situacJOnalcs y cambJantcs . En algu-
nos casOs habrá que explicar la continuidad y persistencia histórica, la cristalización F!llj)frico investigado.
de formas más o menos pelr(ficadas de representc:\ción y experiencia, como re~la­
maba Antllony Smith(Smith 1986); en otros, 10 contrario, las ~l1:ldanzas, los C,~n~?lOS,
las formas de hibridación, negociación y mestizaje, las transIciones, las amblgueda-
des. la flexibilidad y el dinamismo, la evolución de significados y objetivaciones I,d, Etnicidad como entorno
soctopolílicas en el tiempo, la dependencia/autonomía o hegemonía respecto de
otros atractores (Cf. in!'ra), etc.
Huena parte de la confusión en torno al valor analítico y descriptivo de la
En los apartados dedicados altroiJa;o étnico (Apartados 4.4., 4.5 Y 4.6) se inei· l'Jnicidad reside en la ausencia de la distinción epistemólogica y analítica sistema!
de con mayor profundidad en esta dinamicidad constructiva y reconstructiva de la (lllomo. Si la Etnicidad puede experimentarse y pensarse autopoiéticamente desde
Etnicidad y sus fen6menos asociados. ¡¡)jit tTlllralidad sistémica, también puede operar al revés, como Entorno de olra/\'

Las relaciones e interacciones étnicas pueden comprenderse también como diver- i'i'!!lr,llidades sistémicas.
sas formas de objetivación más a largo o corto plazo. Las relaciones étnic~s, estl!- I':n este caso, cada Si,,>'tema deviene Entorno l06 para el otro y podemos hablar de
diadas principalmente desde la Sociología, se abordan desde una perspectiva .mas i1Jlil ¡,()"oJ11ogenia de sistemas, Ya hemos descrito esta posibilidad varias veces. Ya A.
macrol6gica, centrándose en prácticas y representaciones más recurrentes el? e~ tlem·· l 'nJ¡('1I (1974) enfatizó el hecho de que no se trataba tanto de grupos separados como
po, como el estado emergente de muchos otros microestados orientados haCia formas fk grupos complementarios en sus intereses y comportamientos. Esa ha sido una
más aglutinadas y coherentes. Las interacciones también pueden s~r reCllr~·entes, en ilfJlH'lación importante de las teorías dinámicas de la Etnicídad en general.
función de la atractividad y la estructuración impuesta por las relaCIOnes. SIl1 emb(~I.'"
I ~sla relación intersistémica es heterocrónica (Gould 1977) en cuanto que los rit-
go, obedecen tanto a una perspectiva müs micrológica como a un grado de compleJI'
mos de la evolución de estos sistemas y, por tanto de sus relaciones, es variable,
dad más local y situacional. !Jodiendo estar el peso de la relación en un momento dado müs en uno que en el otro
Las perspectivas más situacionalistas e interaccionistas se concentran,. o~)Via .. Vil 1:1 inversa. El Entorno puede convertirse en un proceso sistémico, mirado autore-
mente, en esta última dimensión preferentemente. Las historicistas y primordlHli.stas, h'rl'l1l:ia!mente; de esa guisa nunca es inmutable, fijo, único, con bordes definidos.
en las relaciones étnicas. Es obvio que no hay contradicción entre ambas aproxIma· ~{i¡¡ t'tllbargo, visto como exterioridad (CL infra) de un proceso sistémico, este últi-
ciones y, en la medida en que practican su objeto, tampoco entre diversos grados l' !ÍHl lenderá a estructurar, fijar y delimitar sus relaciones medioambientales a cierto
intensidades de la complejidad. Lo que ocurre es que la articulación entre est<.ls lil\T!, a partir del propio diseilo sistémico de que se trate, aunque nunca lo consegui-
dimensiones es variable y múltiple, lo que hace todavía más apasionante el estudiO U\ tkl todo por el propio principio autopoyéctico de cerramiento incompleto y de
wido constante.
1,a co-ontogenia no agota todas las posibilidades medioambientales de un S'iste-
IO'¡ Otra forma de entenderlo es la de la historia de aquel inmigrante que llevó a Inglaterra ut~¡¡ !!íU;no hay un ElI1orno solamente sino posiblemente varios, con distinto potencial
fregona. A pesar de haber tenido que cambiar el palo varias ve~es, y otras ta~Has la mOJ)a, ¡segula ¡d'nCllCial, semántico.
enZantado con lo que le había durado la fregona! Con este ejemplo no. qlll.ero dar pabulo a los
J>tlr eso y por su desigual evolución propia, la relación entre ambos, como sis-
estructuralistas sino a la relación activa del sujeto con el instrumento dc hmpleza. Nuestro cuer¡:(),
quc es aprehendido como invariable dentro ,de. la variabi~i~lad (vm'i~ciones de pes~, :(~~lSeC~I~nc:;\S fOI/OS nunca es isomófica, reversible del todo, formulada en los mismos términos y
del estilo de vida, de la edad, de nucstras practlcas) tamblen es un cJcmplo. No nos IM~dJ1l0S ti j)t:1l S,I¡i,llif'icaciones. Es imposible fenoménicamente hablando que distintos colectivos
sar que vivimos un proceso dc renovación celular continu(\, c.n la que la mayor longcvldad s~ da en knv,an idéntica relación pní.ctica y representativa entre sí, aunque pueda haber coin-
ciertas células, con diez años máximos de vida. El envejecinuento, como nuestro queso c01md(; PO! ¡'jtkllcias. Toda perceptocognición se hace desde una memoria y una experiencia
los ratones, se da en parte por la ralentización de este proceso dc renovación, en donde lo.s telome
ros (extremos de los crolllosollWS), como los cordones de nuestros zapatos, se va~l de~h¡.lachand\l
cada vcz nuís a lo largo de tiempo y tiempo de replicación celular. La pobre oveJ" clolllca Do!!)'
envejeció así antes de tiempo. . , ..
1()5 El aspecto dinámico e interactivo, en donde los grupos ~lO serían las ul1l(.lad~s d~ ana:lsls ¡Oh Singularil.ar El/tomo es referirse a él genéricamente, conceptualmente; pero también íllla-
sino Jos contextos de ilHcrracción, es uno de los logros del trabaJo de Barth, segl11dos pOI muchos HHnl111enle, cuando nos referimos a una de sus concreciones. Si no, escribiremos el1lOl"llos, en
ifH¡¡I'ist:ll!a y en plural.
otros como A. Cohen (1974), o P. Brass (1991).

166 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 167


particular propia personal y colectiva. Esta distinta relación prácticorcpresentativa 1.:1 identidad británica imperial jamüs podría haberse construido sin el concurso
depende para su significado de otras relaciones pnícticorcprescntativas fruto de ;Ji 'ill~-; propias alteridades internas -Escocia, Irlanda, lo celia, etc.- y tampoco sin
experiencias anteriores, y que configuran una globalidad de la que esta nueva for· "Irola"· los países y súbditos colonizados, como la India (Wolf 1982:260-1), que, a
mará parte en una complejidad de complejidades. El modo concreto en que todo "'O h'j" retrabajaron las suyas al hilo de la dominación extranjera; la identidad étnica
esto pueda suceder o haya podido suceder, tiene que ver con el impacto significati· lOV!r·..,;\ cntre los siglos XV Y XVII tampoco podría entenderse sin el proceso co-onto-
vo de estos otros entornos a partir de los cuales las identidades han podido ir cons- jiF!Í!.'1 ¡t'O de otras identidades como la escocesa, la española, la francesa, en pugna por
truyéndose históricamente. ;'i!'" propios proyectos económicos y políticos de dominación en sus propios Estados
Las identidades étnicas se construyen en relación a una pluralidad de entornos. ':i Fli el contexto internacional. Y viceversa. Por tanto, la autonomía sistémica de todo
El etnonacionalismo hindu se autoedifica en relación a varios entornos como Otros: V[ln'¡~Sl) identitario, tanto en su génesis como en su consolidación temporal (limita-
los musulmanes, cristianos, marxistas o incluso los indios occidental izados, todos diO, rs Ulla autonomía dependiente, o mejor dicho, interdepel1(/;enle; se construye en
ellos ajenos a lo que promueven como perteneciente a la cultura ancestral india qn i \ dohle relación con otros y consigo mismo. Esta observación es fundamental a la
(Karner 2004). h¡;¡¡¡ de comprender el espacio de maniobrabilidad de los procesos de Etnogénesis y
La(s) identidad(es) étnica(s) española(s)'07 han podido organizarse co-ontogéni· Ii-Vil:ilización étnica (Capítulo 4.4.). Por ejemplo, los emigrados al Reino Unido pro-
camente con la inglesa, la francesa, la germánica, etc. en un contexto histórico con·· u-dentes de sus excolonias, en cuanto que se les impidió el acceso a una identidad
creto, pero también en relación con el mundo árabe e islámico presente en la penín·· hd!{iJlica o inglesa (por más que muchos consiguieran pasaporte británico) tuvieron
ijw- recomponer la suya en relación a sus lugares de origen, la historia colonial de
sula durante tantos siglos. Sin embargo, si bien la identidad inglesa también ha tenido
P!dw, y, además, su nueva condición en la metrópoli.
a la española como Entorno en un período concreto, no ha compartido lo islámico del
mismo modo, por mucho que las Cruzadas fueran una empresa europea más o menos Por fin, en un estudio de fines de los años 60 (Moerman, 1974 cit. en Yelvington
colectiva: Inglaterra nunca fue tierra de ¡'~fieles que hubiera que re-conquistar, como I'l'! 1) se muestra que los Lue, a pesar de la trivialidad de sus rasgos distintivos y de
España, segun el historicismo castellanoespañol. Además, la alterizaci6n étnica de in destrucción del estado político que así los definió étnicamente en un momento
Inglaterra como Entorno de la construcción identitaria étnica de lo español ha podio 1Índo, tuvieron que construir su identidad en contraste con otros grupos étnicos, lo
do pasar por modos, momentos y fases no coincidentes con aquellos de la identidad '1"" proporcionó el contexto (el Entorno) para su propia distintividad. De alguna
étnica inglesa alterizando a su vez lo español. Por tanto, no sólo entornos disímiles ¡w"la, fue la incorporación del principio ordenador de la identidad de otros grupos
para cada una (suponiendo que podamos hablar en términos diádicos), sino relacin·· jp que impulsó su reconstitución identitaria como Sistema. Lo que uno puede hacer
nes no isomórficamente reversibles entre sí. 'n" Sil identidad, depende también de lo que OtTOS hagan con la suya (Mintz J 987)
Este es otro ejemplo que utilizaré en varias ocasiones. La relación con otros ", I'ín'persa.
grupos en la experiencia colonial, tan decisiva en la construcción de la identidad
británica-inglesa 108 , no es el reverso de la relación de aquéllos súbditos coloniza-
dos con los ingleses a la hora de construir/re-construir sus propias identidades
coloniales y poscoloniales. La memoria colectiva tradicional inglesa -atractor id), I"<ecursividad y recreación de una complejidad interna
desde donde se construirá la británica a partir de la unificación del Reino- incor-
pora, además de otras, la representación y práctica de los escoceses como alter-egos
El Entorno puede ser incorporado internamente como micro-entorno en función
bárbaros y sahY{jes, además de la de irlandeses como seres inferiores y embrutecí-
tk las coordenadas propias del Sistema en su autoconstitución. Lo peculiar de un
dOS 109 . Estas experiencias están incorporadas en las relaciones coloniales por parte
(l/lomo es que se selecciona y organiza desde dentro hacia fuera, en el sentido de
del Imperio británico, experiencias ajenas a los países colonizados, que traen con-
que es a través de una clausura operacional desde donde reduce la complejidad ex ter-
sigo las suyas.
lin y se crea una centralidad dinámica operativa: el Sistema. El Sistema hará las dis-
IlJli.:iones pertinentes, seleccionando el Entorno que le será significativas para su
iWloreproducción recreativa en el tiempo. Pues bien, este Entorno puede capturarse
107 En plural porque no hay una única versión sino varias, dentro de un discurso polisémico. V ('lIgullirse, recreándolo internamente como micro-Entorno, como un traje a medi-
Cf. Capítulo 4.5. dn para seguir creando al Sistema bajo una forma dirigida y seleccionada por éste. A
lOS "They were placed in their otherness, in lheÍr marginality, by lhe nature of the 'Eng1ish
,,"I:IS alturas, ya sabemos todo esto.
eye', the all-encompassing 'English-cye" (Hall, 2000:20).
109 Y, sin embargo, véase Lebov (1979) sobre Stuart Mili y sus reflexiones sobre Irlanda y los Pero es que el Sistema también puede recrearse internamente, en parte o en su
irlandeses. jillalidad, re-creándose como micro-Si:·;temo, construyendo específicas relaciones

168 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 169


bien con los micro-Entornos recreados internamente, bien con partes del Sistem:l h~ i'-\úlll-o de lo primario y sa!v(u'c, bajo la forma ele la negrifud. Lo negado al nivel
también convertidos en micro-entornos 110 . lw\ relaciones SiSlelJ1a!entorno es reapropiado internamente mediante la traslación
"Í'¡-

f<'!,lf'il¡iv4I de estas relaciones imposibles al dominio delo posible internamente. Anne


Mediante esta complejidad interna, el Sistema, a través del microSistema, puede
'>loln I I ()Xt), por ejemplo, relala cómo el colonialismo y el racismo, que no provie-
investir al Entorno capturado, el micro-Entorno, de una condición de alter-ego suyo,
jwn d1' una experiencia homogénea de conquista y dominación, están, no obstante,
representándolo y actuándoJo a su manera.
,hi¡,"P IIH'J'llstadas en nuestra Modernidad política, contribuyendo a perfilar la identi-
Los microentorJ1os lo son para un proceso sistémico concreto en un momento y I!ilt'iollal y de ciudadanía en Occidente.
ámbito concretos; lo mismo ocurre con el Sistema que se convierte a sí mismo o parIr
de sí mismo en microsistema para organizar una dinámica interna 111. Lo que en un h,IOSprocesos de demonización y fetichización del mal en los negros y en lo pre-
momento o desde un grado de complejidad concreto se produce como microenton/O ""il/IÍ/i/!ísla también han sido citados por Michael Taussig (1980). R. Levinc (1980)
o microsistema, a otro nivel fenoménico y/o analítico puede analizarse como Siste}}J(J fütHl'íolla la fascinación sobre el olro en este mismo sentido. PeterWacle (1993:249),
¡;Íi >11 ~'sludio sobre Colombia, encontró una relación ambivalente de rechazo a la vez
o Entorno propio, según el grado de poder, autonon1ía, atracción que pueda alcanzar
a ese nivel de complejidad en un momento concreto o a lo largo de un período de ifHi." dt' admiración hacia los negros, vistos como política y moralmente inferiores
llt,'lP a !:I vez poseedores de poderes especiales que producían gran atracción entre los
tiempo.
hLílil:os!l2. Los negros podían manipular hasta cierto punto esta fascinación, creando
Todos estos ¡res y venires pueden comprenderse por medio de los siguientes
"·¡H pmpios espacios de poder (música, danza, relaciones sexuales), capturando y
ejemplos etnográficos. f(!J ¡¡ha'¡;lIldo las representaciones de los blancos sobre los negros: imágenes blancas
En el País Vasco, la etnicidad vasca, como proceso sistémico se formula y COllS ,j¡c negros imaginándose a sí mismos e imaginando a los blancos que los imaginan;
truye en referencia a otra identidad étnica como Entorno, la espal1o!a; pues bien, en lrií(igClIl:S negras de los blancos imáginándose a sí mismos y a los negros, etc., en una
determinados contextos sociopolíticos, los inmigrantes pueden convertirse, metoní~ ):!twrlc de combinatoria limitada de elementos y configuraciones posibles y plausibles
mica y metafóricamente, en micro-entorno de este Entorn.o que es lo espai101 ~COl1l() de '"igllif'icación.
quiera que se defina~.
(¡lllgrich (2004) cita estos caso como Orientalismo, concepto reelaborado del
Marshall Sahlins (1976: 176) citaba que los Negros en la sociedad americana eran ,H l·:. Said (1978). Todos los procesos de idealización romántica son de este estilo:
como el salvaje entre nosotros, naturaleza objetiva (-da) en la cultura misma, es In !j('('csidad de volver a unos orígenes mitificados, una edad de oro, la sensación
decir, microentorno. ,Ít' Ih~rdida de lo que fuimos y cómo fuimos, lo natural e inocente como lo propio
El racionalismo occidental cartesiano del proyecto de la Modernidad europea, lk nuestra humanidad 113, etc. Los milenarismos se caracterizan por estas dinámi-

que fracasa en su eliminación del cuerpo, las pasiones y lo sensorial, se recrea intcr-· i,'¡b. También las revitalizaciones étnicas europeas de los siglos XVIII y XIX, como

namente como microsistema. A la vez, reconvierte un Entorno en microentorno a la PIl ,'1 caso escocés, alemán (MUller 2004), o el vasco (Ramírez Goicoechea 1991)

medida de sus propias incapacidades: una micro-naturaleza que incorpora la sensua· ,(./. ,IA)'14
lidad, la emocionalidad, el cuerpo, el erotismo, el sexo, la atracción y fascinación por 1~1l todos estos casos, la recursividad del retrabajo étnico no se ha dado de forma
;J!lIordkxiva crítica. Porque, volviendo a la cuestión del etnocentrismo, la recursivi-

110 Un ejemplo. Imaginemos un grupo de boys-scouts. Pensemos en la aparición de un peql!\~


íi.o conflicto interno. El grupo, como proceso sistémico en continua construcción (en cunto al man-
tenimiento de sus límites, de un orden interno, de una práctica constituyente, de una alltoimagen. j l.) Cita a Bastide (1961). Este habla de que la atracción sexual de las mujeres de color viene
de una identidad propia, cte.) puede tomar parte de sí mismo, como por ejemplo su sistema de ,1, L!s relaciones históricas de dominación misma, puesto que los hombres blancos podían usar a
reglas (in-corporado de otros Sistemas en los que se incluye, o incluso creado por él mismo) y con Iw, !!llljeres negras sill responsabilidad, convirtiéndolas en el perfecto objeto sexual. Mientras, la
vertirlo en un microsistema interno. El conflicto puede convertirse en el micro-entorno para que 'i'írilidad del hombre negro es una imagen constituida a partir del invento de que este querría ven-
este micro-sistema o subsistema se refuerce y salga su legitimidad renovada. Pero es que, además, HiH>.t' del blanco tomando a mujeres blancas, y, de paso, una excusa para reprimir este tipo de COll-
otros elementos del Sistema pueden operar como micro-entornos de dicho micro-sistema. Por I¡¡!'!I) ¡'l/terrada/o, según !-Ierntoll (1965) un invento blanco para reprimir a los negros de ser CO!1l-
ejemplo las actitudes, representaciones, prácticas o experiencias de algunos de los miembros del pn¡')ems potenciales () seductores de blancas.
grupo considerados como desviados o demasido autónomos (lo que se dice aprovechar para dar 1u Imágenes mitificadas de África como la tierra originaria, carente dc conflictos y diferencias;
una lección). Me recuerda a los autogolpes militares o políticos que dan algunos dictadores antes Ji! noción del {;/lell sa/vaje, del indígena ecológico. etc., son formas de reconstituir internamente un
de perder poderes ante otros grupos de influencia o ante la pre~;ión popular. Rcfundar su liderazgo lijil:nHntorno sobre el que redimir otros fantasmas nuestros de alienación, insatisacción y culpa.
y autoridad es parte de esta estrategia que, además, necesita construir enemigos internos y chivos Ij·! 'n-ullbién en la constitución de una Antropología urbana que reconstruye lo exótico o lo
expiatorios para legitimarse. ¡'l/miIO (y anómico) en la ciudad: inmigran/es, grupos {fllicos, jóvmes, delincuenfes, ,'¡o/enlos,
111 Con posibles efectos exteriores en las relaciones sistemalenfO/'l1(). dJ'rrgodependienles, eJ~fe/'lII()s lI1ema/es, po{;res y desha/lci'ados, ancianos, etc.

170 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 171


dad y complejidad interna podríp.n, por el contrario, producirse desde perspectivas 1"1 prillcipo organizador predominante de la vida social y sus intercambios, orien-
más inclusivas e igualitarias. Si así fuera, parte de nuestro S'istema de ideas podría (dHdll lodo () casi todo el espectro vital de actividades, representaciones y relaciones
reconstituirse internamente como microSisterna que estableciera relaciones medioa1l1~ !l1I Inllpo, siendo que la dimensión étnica es una premisa subyacente de casi toda
bientales con un micro-Emorno no como reflejo de nuestros propios fantasmas y ,!",,¡IIl';¡eión (Eriksen 1991: 139) y práctica social.
obsesiones interesadas sino a partir de una voluntad de alteridad dialógica (Sampsoll L:,;!o es lo que ha confundido a algunos para decir que la etnicidad era una iden-
1993), en donde el OIro, los Otros, como nuestro Entorno o microentorno, participen ¡¡¡Lid ('se'tICia!, básica, inherente a la persona. Pero no es así, sólo se trata de cu<.Ínto
también como Sistema, con autonomía y legitimidad reconocida para promover sus "i t úJl1IJ este tipo de categoría puede ser hegemónica sobre otras, todas ellas socio-
propias definiciones. El incremento de la complejidad interna puede orientarse hacia fl1!dl\rk'llllcnlc configuradas.
la re-representación abierta, tolerante e inclusiva de los demás, así definidos. COlllO
comentamos más arriba, esa es una forma por la que la socialización, a pesar de su " I iklllClllos de otros Sistemas de referencia pueden entrar a formar parte de la
característica autocéntrica, puede ser más abierta e integradora ele la diversidad l15 . ("¡nh'Jdad al convertirse en microentornos del sistema de diferencias e identidades
,<jnii'il'';, hsto ocurre, por ejemplo, cuando estilos de vida relacionados con culturas ele
;·;Illlretrabajados como signos y símbolos de identidades y alteridades étnicas
",1 Cllpíltllo 5.3. y Ramírez Goicoechea 1991, Cap. 9). O cuando las segmentacio-
n~>i; ~Ti)1l6111icas siguen líneas de segmentación y diferencia étnica. Cuando la Etnici-
5.6. Etnicidad como atractor h:lt'l' girar en su derredor la política, institucional o no, podemos atirmar que
;'j!l iE' d campo de lo político sobre sí misma, aunque no lo ejerza en exclusiva. Por
Cuando un sistema l 16 adquiere poder gravitacional, por el que atrae otro/s Siste· <¡vinplo, podemos encontrarnos con partidos políticos que se autodefinen, así como
ma/s, otro/s proceso/s social/es, podemos decir que se convierte en un n/ractar, como 'qjk pnklicas e ideologías, como partidos étnicos, representando políticamente a cier-
consolidación temporal de una propiedad de alraer. Los aspectos inductores, moti·· i¡jij ¡Xl upos categorial es étnicos concretos.
vacionales, intencionales, orientadores, organizadores, interpretativos, de la Etnici·
dad residen en su capacidad de hacer girar sobre sí otros procesos y fenómenos F"í (icrln que a veces no es fácil hasta qué punto, cuándo y cómo un dominio
sociales, estructurando éstos de forma variable, más o menos puntual o permanente· ,i'ji-"j(Cnlracción sobre el otro hasta el punto de poder afirmar que constituye un atrac-
mente (aunque siempre con un límite de vida). La fuerza de este atractor varía según tj'ir Porque las dominios se interpenetran unos a otros y su co-ontogenia heterocró-
niveles de complejidad, localización, temporalidad y, por supuesto, legitmidad social hli"i! ~·,("tlala dinámicas y procesos multiversos a lo largo del desarrollo de sus mutuas
ndJ!\'íIHil'S.
así reconocida. Cuanta mayor sea su fuerza, y más dominios de la vida individual y
colectiva organice, más hegemónico será (y viceversa) 117. 1,11 1~lnicidad, como principio ordenador, puede estructurar sólo algunas parcelas
En su máxima expresión, puede constituir un eh/os, ethos y palhos construidos ik In vida social o activarse exclusivamente para determinadas situaciones, siendo
sociohistórica y cultural mente, a partir del cual uno interpreta y actúa en el mundo, que Illms ,)'isternas de referencia ~no necesariamente identitarios- pueden ser los
en los mundos en los que vive y viven los dem<.Ís. En algunas sociedades la Etnicidad prhH'ípios ordenadores preferentes de la experiencia personal y colectiva.
No hay que olvidar que la Etnicidad no es una categoría básica de la experiencia,
llíÍrlllras que la Identidad/Alteridad, en algún modo o forma, sí lo era. Además, deter-
115 No descartamos razones políticoinstrumentales, organizacionales, ecosociales e ideogrMi j'¡d!liHlns representaciones y prácticas que nosotros interpretaríamos o conduciríamos
cas a la hora de escatimar, escamotear, circunscribir o incluso reprimir esta capacidad reflexiv;l, Hil]li\ (;Illicas, no necesariamente lo son -discursiva o/y pragmáticamente- para aque-
individual y colectiva. El Entomo socializador inmediato puede incorporar la tolerancia, la mulli í.Ílh q\le oh servamos o con quienes interactuamos. Hemos aludido repetidamente, y
culluralidad, etc. y orientarse hacia formas e ideologías igualitarias y liberadoras. La re-evaluación
de la variedad y la diversidad es siempre un valor positivo para la sociedad en su conjunto (Solomos hi i1 L'gJlÍremos haciendo, a este tipo de variabilidad semántica.
] 989). El niño lo vivirá, entonces, como el apropiado y posible, ajeno a la contingencia de su COIlS En el caso de las sociedades prcestatales, a pesar de que nos inclinamos por algún
trucción históricopolítica y sociocultural. Véase la crítica a una concepción naif ele la socializaci6n
de categorización de la identidad y alteridad grupal en estos términos, es más que
en las categorías raciales en 2.4.
116 Recorelemos: como proceso sistémico, a la vez que proceso de sistematización. Por tanto, jHohnhk que la categorización de las ideas, prácticas y experiencias en términos étni-
incorporando connotaciones de dinamicicJad, flexibilidad, cambio, reorganización, nunca como i 0,1, JJO sea hegemónica a la hora de definir y orientar las relaciones e interacciones

cerramiento completo y acabado como en la homeoestática cibernética y funcionalista. híl.t'r¡.~rup¡¡lcs, interpersonales: es probable que éstas se organizaran/organicen situa-
117 Brubakcr y Cooper (2000) destacan cómo el/enf.¡IH{;e de la identidad ha prevalecido en la
f h¡¡w! e históricamente en relación preferente con otras categorizaciones y Sistemas
sociedad americana ele las últimas décadas en cuanto que ha articulado experiencia, movilizado
lealtades y dado forma a reivindicaciones materiales y simbólicas (sic) en la vida cotidiana y 1<1 idf'iit"ionales/pragmáticas de referencia como el parentesco, el ritual, etc., el intercam-
práctica política. ¡¡¡1 i n',efproco, cte. Esto lo vemos justo a continuación.

172 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 173


Por el contrario, en las organizaciones estatales nacionales, el sistema clasifica- plwdl'1l hacer los que proceden de China. Ésta es una de las maneras de controlar el
torio identitario etnonacionalista puede proporcionar un cuerpo categorial efectivo y nivel y calidad de vida que los locales de Hong Kong no quieren perder, quienes, ahora
legitimado para la ordenación representativa e interaccional de la realidad social, la ij1!l: están unidos políticamente a sus antiguos compatriotas, edifican todavía más alto
actividad y la reivindicación política (Brubaker y Cooper 2000:27). Sólo el análisis l'l Illllro de su separación con ellos (Smart 2(03). ¿Se etll{ficará esta diferencia de
etnográfico, histórico convenientemente situado en términos de nivel y grado de dlVÚIl modo? De alguna manera esto también sucedió tras la caída del muro de Berlín
complejidad investigado puede darnos idea de el alcance o no de estas categorías a la 1.'11"" "lemanes del Este (ossies)y del Oeste (wessies). Siempre deseando la reunifiea-
hora de enmarcar ('framing') las representaciones y pnícticas de y en las relaciones ;:'Í!"HI. ahora los primeros son los parientes pobres de los segundos, quienes han tenido

sociales. qll(, pagar un alto precio para la reconstrucci6n de la unidad nacional y un nivel de
í¡¡rr;¡~~slructuras equivalente entre una y otra parte.

5.7. Etnicidad, subsidiaria de otros atractores


1,1l. Fragmentación y coherencia en la Etnicidad l18
La Etnicidad se relaciona de forma variada y compleja con otras categorías y los
procesos sociales ligados a éstas. Etnicidad puede ser arte y parte ('part and parcel')
Como dijimos en el capítulo J, ningún orden es del todo ordenado ni todo desor-
de ciertas dinámicas sociales: puede ser atractora y puede ser atraída y no siempre es
iÍrJi es desordenado totalmente. Como criterio de orden, la coherencia tampoco lo es
fácil determinar el escenario de esta dinámica. Puede determinar o colaborar en otros
l'!I Sil totalidad, conviviendo con una fragmentaci6n más o menos controlada. La bús-
fenómenos sociales, y estos pueden, a su vez, determinar u orientar aquélla. Puede
¡pwt!;¡ de una coherencia puede comprenderse como la posibiliddad de dotar de inte-
estructurar y ser estructurada. Como siempre repetimos, el grado de esta recursividad
lvnihilidad (cognitiva y emocional) a un proceso, un fenómeno, un discurso, unas
está históricopolítica y cultural mente determinada, pero también situacjonal y local··
jJn'H:licas, unas representaciones. La pregunta es inmediata, ¿cuáles son los criterios
mente agenciada. ,;",,, s"ber si algo es coherente o no? ¿quién decide esos criterios, por qué y para qué,
Como toda categoría de representación y experiencia de relaciones sociales de ¡¡Mil quiénes? ¿para qué casos, siempre y en tocio lugar? ¿qué coherencias internas
identidad y desemejanza, la Etnicidad está variablemente penetrada de otras formas ¡!('íWIl, a su vez, esos criterios de coherencia?
de constitución de estas relaciones, como el parentesco, la organización social, la dis··
l:n el Capítulo 1.3. vimos que una de las razones por las que nuestras formas de
tribución de la riqueza y el poder, las relaciones entre los géneros,etc., y variadas fol'"
cAi\lencia sociocultural difieren consiste en qué cosas ponemos junto a otras, qué
mas de combinación empírica de todos estos dominios y sus incardinaciones. !{llaciollcs categoriales establecemos entre las mismas de modo que podamos decir
Desde el punto ele vista fenoménico, la Etnicidad no siempre puede ser vista í"lllt' pertcnecen a la misma clase. Volvimos a analizar esta cuestión al estudiar las
como una globalidad dinámica sistémica autónoma, sino que puede ser subsidiaria, ontologías sociales en el apartado 2.3. Optamos por partir de formas de clasificación
como Entorno o como microentorno, de otros procesos sociales y políticos, organi· j'iplHéticas y lógicas difusas, no obstante socialmente objetivadas y a menudo natu-
zándose dependientemente de aquellos. En estos casos, la identidad étnica no es reJ¡:, irili,""JIr!as, in-corporadas de tal manera.
vante más que como elemento capturado en el espacio gravitacional de otras globa· Aquí seguimos la misma línea de pensamiento. Qué es coherente y qué no lo es
lidades sistémicas y los procesos sociales que la dinamizan o de los que forma parle. lÍrpcndc de nuestras formas de clasificar, nuestras ontologías, las selección de ele-
Procesos económicos y sociales pueden operar como atractores para la redefiní·· l!Í¡ill!OS que agrupamos en ellas, las relaciones metonímicas y metafóricas entre estos
ción de las identidades y los mecanismos de representación y práctica clasificatoria l'Ii'tncntos, y los modos en que todas estas dinámicas de estructuraciones se han obje-
grupal, estableciendo nuevas fronteras. El asentamiento de una nueva población trans ¡¡\Cmlo e in-corporado subjetiva y colectivamente.
nacional puede ser difícil por el acceso a vivienda pública, como en el caso de Hong~ 11no de los objetivos analíticos de trabajos anteriores consistió en replantear la
Kong. A un lado y a otro de la frontera con China, las familias siempre mantuvieron dK()!o!llía entre los discursos y las prácticas como un error de partida. Por ello ClnH-
regular contacto. Cuando Hong-Kong fue devuelta por Gran Bretaña, la población vio 111."1\ las relaciones complejas entre sistemas clasificatorios, sistemas normativos y la
con miedo la llegada de sus compatriotas chinos, principalmente trabajadores manua· w~:¡{JJl social (Ramírez Goicoechea 1991). Ahora mús que nunca creo que la bús-
les, a un entorno caracterizado por trabajadores de servicios, bancos, empresas tecno .
lógicas, seguros, etc. Siendo que el precio del m 2 en Hong-Kong es uno de los más
altos del mundo, la única solución es acceder a viviendas públicas. Pero para ello la
unidad familiar ha de acreditar siete años de residencia en la cxcolonia, algo que no ¡ IX Para esta parte véanse también los Capítulos 4.5, 4.6 Y 2.2.

174 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 175


queda de coherencias en la Etnicidad es otro objetivo en el anúlisis de los fenómenos 1) U tipo ele operaciones crosmodales entre la Ernicidad y otros principios orde-
étnicos: cl de la reflexividad de los actores étnicos y su búsqueda de intelcgibilidad Hndnf{,'s de las relaciones sociales, tanto identitarios como no.
prúcticodiscursiva, los modos de control, vigilancia e institucionalización de las orto- I'.! En relación con c. y e. el tipo de agencias y actores considerados, sus interrc-
doxias, pero también de la evaluación moral y el reconocimiento flexible de repre- L11'j!\lll~S(Capítulo 4.2 y 4.4), sus contextos ordinarios y extraordinarios de vida y sus
sentaciones y prácticas apropiadas desde la constitución de las identidades y alteri- ¡;¡wí\ltlC-S a la hora del trabajo y rctrabajo étnico
l2o
.
dades étnicas.
h) Los escenarios históricamente constituidos como paisajes para la acción pcr-
Por eso, en el análisis de la Etnicidad y las experiencias que ordena y por las que y colectiva y las capacidades y autonomías de éstos para objetivar, in-corporal',
'-:011111
se constituye como categoría, deberíamos hablar mejor de procesos de atracción y ¡i"j¡'ndar, recrear y cambiar dichos marcos.
dispersión, fuerzas atrayentes operando a un nivel de complejidad concreto, sus for-
mas de evolución histórica en procesos de hecho, sus modos de hegemonía única o
compartida, su fuerza para abarcar y llegar a distintos tipos de vivencias y relaciones
sociales, o, por el contrario, el grado ele su flexibilidad o incluso retraimiento o desa-
h.'l. Fronteras, bordes y mezclas: multiplicidad
percibimiento.
e hibridación 121
Voy a enumerar una serie de factores a considerar a la hora de localizar e inves-
tigar estas dinámicas de atracción, repulsión o simple inactividad, que dotan al siste-
Ikcordemos que la Etnicidad como fuente de signií1cado sociocultural, como
ma de cierta ordenación y estructuración. Todos ellos serán tenidos en cuenta, de una
jlJjl)t:ipio de diferenciación social, no es única ni exclusiva. No hay identidades bási-
manera u otra, en distintos lugares del libro, a partir de la discusión de distintos ejem-
¡J¡i\ t;/l el sentido de pre-experienciales. Si hay identidades objetivadas como básicas,
plos etnográficos.
C'f IrlllO de un proceso social que así las ha de11nido.
a) El carácter c01nposiciol1al de toda construcción étnica, a partir de restos, tro-
J ,<1 Elnicidad puede definir un grupo categorial pero no ser pertinente para la
zos, retazos, préstamos, etc., convenientemente refundidos y articulados entre sí de
deflllición de sus miembros más que en la medida en que estos actúen, sientan y
cierta manera.
(}'iprcscn esta identificación en un contexto específico, y en una definición de situa-
b) Las propias relaciones metonímicas y metafóricas entre estos elementos, en ci('ll1 reconocida o devenida como étnica -y por tanto, regulada, ordenada e interpre-
qué manera uno puede referir a otro, sus posibles relaciones jerárquicas, y los modos Inda desde la misma-o
en que pueden incorporar la globalidad sistémica en un momento dado.
J ,as regularidades y especil1cidades individuales no ticnen por qué referirse a sis-
c) La polisemia de interpretaciones y pragmáticas como diferentes dcmarcacio- kHWS categorialcs étnicos sino a otros posibles, Es más, puede que incluso la cate-
nes de una realidad social considerada como relevante l19 , dentro de lo que pueda }!prizacíón étnica no tenga por qué tener una versión individualizada, por ejemplo,
constituir un campo central de significaciones más o menos compartidas. fuera de las interacciones y relaciones grupales.
d) En esa tesitura, las múltiples versiones, im,ígenes de imágenes (metarepre- ()uiénes son quién a veces ni se sabe, ni importa. Otras veces depende de prác-
sentaciones), prácticas de prácticas (metaprácticas), imágenes de prácticas y prácti- ¡kilS localizadas. Oscar Calavia (2006) ha estudiado a los Yaminawa de Acre
cas de inulgenes, que constituyen la multiplicidad no infinita de la Etnicidad. j Bnlsil), a quienes otros grupos indígenas confieren una identidad salvaje e incivi-

e) El grado de intersubjetividad compartida de las significaciones anteriormente fllnda, sobre los que habría sido muy difícil escribir una monografía a riesgo de sus-
citadas, que tiene que ver con los procesos de autoridad, reconocimiento, legitima-
ción y hegemonía, por tanto, negociación, aceptación e imposición de estas signifi-
caciones.
l.l1) Como dice TIl. Eriksen (1991: 130), hay que prestar atención a la producción y repro-

d!ln'ción de la Etnicidad en sus manifestaciones concretas. Hay que tener en cuenla qué aspec-
!q\ son importantes para el actor, pero también la desigual importancia de un rasgo cultural u
!l[IO. La F:tnicidad, como una fuente de significado cultural y como un principio de diferencia-

119 La Batalla de Trafalgar, en la que el Almirante Nelson venció a la Armada de Napoleón, ,'j¡")1l social es altamente distributivo en una sociedad o en un conjunto de contextos sociales en
es tenida como una gloria de la identidad nacional y étnica brit,Ínica (dominada desde la identidad jo,> que las mismas personas puedan verse envueltas. La importancia disímil, la variación en la
inglesa). Nelson victorioso es recordado en una estatua sobre una inmensa columna en el centro de dcnsidad semántica, sólo puede apreciarse a través de la comparación de contextos ell los que se
Londres, en la Plaza de Trafalgar ('Trafalgar Square'), lugar de visita insoslayable de todo turista dil ('lIenta de Jos diferentes sentidos vehiculados y comunicados a través de Jo que ilamamos
que se precie. Pues bien, preguntados algunos escolares londinenses qué era Trafalgar, nadie dudó ((I/i/·idad.
en responder que ulla plaza en Londres. l:!l Retomamos aquí lo dicho sobre la multiplicidad de la identidad citado en 2.2.3.

176 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 177


tantivar más de lo po/fticarnenle correcto su identidac¡J22. Estün en constante proCl" h'ollleras étnicas pueden diverger según sus modos de objetivación histórica, los
so de fisión/fusión con otros grupos, en continuo movimiento: localizaciones y "\HH!'XIIlS, los agentes y participantes, las propias identidades que configuran y por
casas dan la sensación de una absoluta provisionalidad, en comparación con las í,ji;; qIJI' loman existencia, según sean primera o segunda generación (Alba 2(05) y
prácticas de lugar de otros grupos. No son el indio de la política indigenista brasi- 'H'; !':;pt.'dficos modos de in-corporación e interpenetrabilidad. Se ubican en distin-
leña ni han convenido sus prácticas y representaciones en signos de una identidad tiF:; !lIg;II'l~S y espacios, varían o se mantienen m;:ís fijas, ordenadas y vigiladas osten-

colectiva. No han producido u objetivado una autorefIexividad sobre su propia iden· \¡LklllC'.IlIC. Las fronteras pueden referir al status político como la ciudadanía~ la
tidad sino sobre su propia alteridad con respecto a la identidad de Otros: desde ulla UlL'!lIhl'csía grupal religiosa, lingüística, étnica. Las fronteras identitarias construidas
perspectiva autopoiética, son principalmente Entorno de aquéllos y sus procesos sis· 1,') nazismo para los judíos pretendían ser inexpugnables, de una exclusión, dis-
témicos de construcción identitaria. (. !lnún;u:ión y segregación máxin"las. Los singularizaron como un identidad total-
ft!'l.'jl!t' estigmatizada, de cuya diferencialidad no cupiera la menor duda. De ahí la
Según lo expuesto al principio puede derivarse que los modos y efectos del eerra·
¡wd~>It'llcia en su visibilidad indudable por medio de marcas obligatorias, seílas, uni-
miento operacional que toda construcción sistémica de Identidad/Alteridad étnicas
hq 01\'S, cte.
implica, aquella clausura que precisamente construye un borde externo, es variable.
() Sl~, concentran en un momcnto y lugar concretos todo el control y poder dcl que
En primer lugar porque el cerramiento nunca es total ni en su acabado ni en su
,',j ),;j\lcma y sus instituciones de vigilancia son capaces. Su permeabilidad es variable,
trama. En segundo lugar porque el espacio interno que delimita varía a tres niveles
de comparación: el sincrónico, con otros espacios así construidos, diacrónicamentc ¡;ilcdc k.ncr más o menos agujeros y su traspaso puede estar m,ls o menos vigilado.
respecto de estados anteriores propios y de otros y, por fin, según el grado de com Nn obstante, los límites entre los grupos étnicos, sus fronteras, aunque sean obje-
plejidad del que estemos hablando. En tercer lugar, porque el o los entornos selec· tiV;lthlS en tratados, acuerdos, y formas de vigilancia y castigo, nunca son del todo fijos
cionados como relevantes del espacio externo constituido a partir del cerramiento, y delllarcados. Las fronteras internas y externas son dinámicas y están en constante
con los que el Sistema mantendrá ciertas relaciones para su propia dinámica auto· ¡¡;definición, también el contenido sobre los que se construyen estos límites (Isajiw
constituyente, varían también. I'lIl; CorneD 1990). Las fronteras suelen tener cierta porosidad, y los poderes nunca
;!('d!lilll de construir muros lo suficientemente altos como para detener del todo la f1ui-
Ninguna identidad puede ser contada, descrita, desde una única narrativa de
invenciones, reproducciones y transformaciones; es necesario tomar en cuenta todas ¡jo d(~ lo social y sus artimaílas 124. Aunque se den procesos y estrategias de clausura

las relaciones colaterales cambiantes que reconstituyen continuamente las idcntida' \ 11.'clausura operacional, ni grupos ni espacios son compartimentos estanco, y menos
des (Arnaut 2004). Toda identidad ha de analizarse desde el ámbito global, regional, (,ji In era de la globalización y el transnacionalismo que nos estú tocando vivir.

global. Del mismo modo y por lo mismo, toda clasificación taxonómica se vuelve J ,a crítica antropológica seílala que los bordes, las fronteras, parecen más bien un
necesariamente incapaz de abarcar toda la riqueza que pretende. Todo cerramiento decto de la construcción identitaria que su causa; en cualquier caso, sus relaciones
operacional define una complejidad interna siempre menor de la que proviene. Y, >1 In recursivas. Por eso podemos describir las identidades étnicas por las mismas
además, nunca puede contemplarse a sí misma en su totalidad. Quedan muchos rin·· j¡! lJllcras que las constituyen.
eones impenetrables a su mirada.
I,as identidades, la identidad, puede ser un uniforme que nos viste de pies a cabe-
Los bordes entre Sistema y Entorno pueden estar tocándose o separados por un trán- Jn t'1l todo momento y circunstancia, regulando socialmente la mayoría de nuestra
sito a recorrer. Uno puede ir de visita pero no quedarse, o quedarse sólo un ti empo l2\ 11\:1 ividad y representación y donde la flexibilidad reside sólo en cómo nos colocamos
puede uno ser adoptado fücilmente o no, o puede uno ser legítimo portador recono- !lW! prenda, si hacia dentro o hacia fucra. O puede ser un kit de maquillaje que lle-
cido de ambos, o utilizarlos como autoidentifícación a discreción, según los contex·· \'illllOS en el bolso y utilizamos para adornarnos en el momento en que creemos opor-
tos, las interpretaciones, los intereses. 10110 () nos obligan. O es el hábito de trabajo que nos quitamos al llegar a casa; o, al
l'!lIHnirio, es precisamente esa ropa cómoda con la que vestimos cn el hogar junto con
In;, que consideramos nuestros.
Puede ser la llave que abre o cierra puertas; o la llave que 110 existe porque no
122 Otros grupos muestran estructuras organizativas y rcpresentacionales más evidentes, que IIdy puertas que cerrar ni abrir, o porque la cerradura está rota y la puerta cstfÍ vigila-
facilitan sin duda la descripción etnognífica.
123 Es un dicho popular que los amigos son como el pescado: huelen después de tres días. O
lo que es lo mismo pero expresado más positivamente: son doblemente gratos; primero porque vico
nen, luego porque se van. Uno decía que podía contar la cantidad y calidad de sus amigos en Europa
por el número de días que podía dormir sin pagar hotel. Claro está que la hospitalidad está socio- ]2.¡ Por mucho que la ciudad medieval cerrara sus puerlas y accesos, siempre había alguna
cultural mente definida. !orm<l de escamotear la vigilancia y entrar y salir.

178 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 179


da por un grandullón que sólo admite pases con sello y firma de la autoridad corres ¡,'c; njl¡l1'!lOS en relación a los cuales han ido construyendo dinámicamente su identi-
pondiente. O que hace excepciones según le parezcamos de fiar o no, o si le moslra I ,1lq!,aron a Medgujorge como refugiados serbios procedentes de una región al
mos el billete de vuelta. ,¡ti "JI la segunda mitad del siglo XVII. En las primeras décadas del S. XIX fueron
O es el conjunto sin fin de luciérnagas que todas juntas iluminan un entorno, ,\,uo\'crlidos en Católicos Romanos, pero continuaron practicando algunos rituales
como un manto que lo cubre todo pero que cuando penetramos en él se deshace () ;tl¡n,l:~!H1S scrbo-ortodoxos. Despues de la II Guerra Mundial se autodeclararon en el

difumina, parece inconsistente. Como el arco iris, que sólo puede vivirse des(k q<!ii;ii CIlIllO pertenecientes a la nación (narod) croata. Cf. (Bax 1995).

fuera: si uno transita por el espacio que cubre, lo hace de color en color, sin expcri 1I1H) puede decirse que es Sami y noruego al mismo tiempo, pero es más difícil
mentar la globalidad, precisamente en donde reside su singularidad fenoménica, y su iJtí\!llpHSar ser musulmán nacido en Pakistán con ser ciudadano noruego, por ejem-
belleza. 1 H espectro religioso que la nacionalidad noruega admite no incluye el Islam

Podemos pensar en identidades y alterídades étnicas desde lo más definido y ihs('1I 1997). El criterio de plausibilidad psicológica lo contemplaría como una
objetivado e in-corporado a lo más difuso y diluido. En el primer caso, las frontera'~, de incompatibilidad.
demarcan procesos inclusivos y excluyentes bien objetivados públicamente o no, sin 1'11 la construcción de ona identidad europea que acompañe al proyecto político
mediaciones ni intermedios, ni compuestos. i't"llllúmico de construcción europea, tradiciones culturales y religiosas que han
Este tipo de identidades y sus fronteras tienen fuertemente estructurado el lugar ,"!;-jildo presentes a lo largo de nuestra historia (el Islam, el contacto entre pueblos

y la ocasión del peligro y la contaminación, como en las estrategias matrimoniales de iihrTdios del Mediterráneo, las relaciones con el mundo latinoamericano, los con tí-
algunos grupos étnicornacionales y religiosos en la colonización norteamericana, [1) lll/w; trasvases poblacionales en centro Europa y Europa oriental) son reiteradamen-
que sucede así mismo entre los criollos en algunos países latinoamericanos. Algunos l'r 1.',\t'luídas del discurso y de las representaciones colectivas elaboradas para prepa-
grupos no permiten la multiplicidad. Los drusos. por ejemplo. población residente en j(j! d In ciudadanía europea -aquella que ya excluye a otros muchos- en su nueva

el Líbano procedente históricamente, parece ser, de persas, árabes y kurdos, se orga·, ijí!!h'si{lll e identificación cultural, definida como exluyente de todo lo anteriormente

nizan como una sociedad secreta en la que la membresía se hereda y la pertenencia '11",11>. Es lo que Gingrich (2004) denomina polí/icas de idel1/idad única ('singular
es compulsiva (CL inJí·a). líkotlly politics').
Las identidades en Bosnia se han constituido en torno a una historia de antago· Ilay situaciones en los que las identidades pueden ser especialmente trabajadas,
nismos locales en el contexto global de unidades políticas mayores (los Imperios), al phjl'livadas, retrabajadas, etc. sobre todo en momentos de revitalización o etl1ogéne-
calor de antagonismos étnonacionalistas expansionistas (de BuIgaria, Serbia, Croacia) !.ji', l':n estos casos, muchos discursivos inclusivos pueden ser sólo una estrategia polí-

y una historia militar y política reciente de agravios mutuos y revanchas, dentro de lIn n!,'!1 puntual mientras que, en realidad, lo que sucede es una exacerbación de los lími-

entorno europeo e internacional de denegación de otras formas identitarias en Europa i,j\'; y las condiciones de adherencia y permanencia.

y de complacencia con el modelo de Estado-nación propugnado por Serbia y Croacia. El otro lado del espejo serían aquellas identidades más flexibles y composicio-
La cuestión es que ser bosnio y musulmán a la vez se presentó política e ideológica- Hd!rS. Y esto de diversas maneras.
mente como incompatibilidad, ni siquiera teniendo en consideración que los bosnios
Podemos retomar aquellas identidades mal llamadas simbólicas, a las que hacía-
musulmanes fueron serbios islamizados durante las varias dominaciones otomana:~,
¡¡lOS referencia en el apartado sobre teorías y especialmente en el caso de aquellas
que comparten una lengua común con serbios y croatas y que musulmán fue utilizado
inwvas etnicidades americanas basadas en un origen europeo y con el objetivo de
como criterio de nacionalidad en algunos momentos del régimen socialista 125. El caso
de la familia de los Ostojici, en Croacia, es un ejemplo de cómo se opta por tomar i,,IIO:trse clasificatoria e instrumentalmente en el mercado de prestaciones sociales.
n'il!IS operaraban como criterios de origen adscriptivo pero escasamente ritualizado,
posición en un contexto identitario exclusivista como se ha impuesto en los Balcancs.
t'I)JljO tina identidad más bien nominal.
Su origen étnico y sociorc1igioso es híbrido, fruto de los avatares de la historia y de
La flexibilidad viene también por el lado del posible desdibujamiento de las fron-
inlls y una progresiva indefinición, fruto de diversos procesos sociales y clasificato-
¡-j!lS, entre ellos el de la incorporación a otro sistema de producción identitaria.
125 La academia y los intelectuales occidentales han dado argumentos a los políticos europeos Otro modo de definiciónlindefinición refiere a los dominios en los que se locali-
occidentales sobre la identificación Balcanes/'()f()l11onización', sobre tocio en el caso de Bosnia, cu;:l!l·
lit la producción de identidad étnica, y, por tanto, sus límites y fronteras y, por tanto,
do puede e1ecirse que los procesos políticos y sociohistóricos ele este complejo y diverso área res"
ponderían más bien a un tipo de trayectoria más relacionado con el ele otros países centrocuropeos ims alteridades. De que algunas fronteras sean rígidas, poco permeables, no puede
Cf. Todorova (1996) y las ambiciones de países que tutelan a sus minorías dentro de otro Estado. El tkrivarse siempre que las relaciones intragrupales sean cohesivas y vinculantes. La
caso bosnio sení tratado varias veces en distintos capítulos y epígrafes. I\lllicidad y las identidades que define no siempre se traducen en una comunidad de

180 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 181


pmcficanfes, tampoco en una práctica cOllluniraria, El grado de amplitud de la ads- ~',dviilll a mantener las distancias y prejuicios mutuos. En algún frente del que no me
cripción e identificación étnica es variable, así como la variedad de comportamien- 'Wlh'rdn, se celebraron las Navidades con intercambio de alimentos y bebidas entre
tos que regula. Podemos pensar en identidades muy expresivas contextualmente, Hopas alemanas y las inglesas durante la 1 Guerra Mundial 127 .
públicamente p,ej., y que, sin embargo, no ordenan demasiadas parcelas de la vida
l,os Hmong (Laos) tienden a utilizar diferente construcciones de identidad/alteri-
social de los sujetos. Es decir, es posible que las identidades y aIteridades se mani·
>'í!\d segtín contextos de interacción: en relación a contextos oficiales y administrati-
fiesten, construyan, distingan, se localicen principalmente en el ümbito ritual y no en
-l'i'f!.; Sl< habla en la lengua Lao la lengua dominante y la identidad sobre la que se cons~
la vida diaria. Y al contrario, que las identidades estén fuertemente insertas en 10 qll~:
Hnv<' la nacionalidad en Laos, utilizando las clasificaciones oficiales para ordenar las
sentimos, pensamos, decimos, imaginamos en los quehaceres y relaciones de nuestra
,lilncllcias fuera de las divisiones étnicas y, así, neutralizar éstas. En Laos hay sesen-
vida cotidiana y que no estén ritualmente objetivadas ni privada ni públicamente.
H Vocho grupos étnicos que, al nivel nacional del Estado laosiano, no son reconoci-
De la misma manera, la identidad puede ser más una cuesti6n de las élites y gru· ni entran en el discurso político como tales. El Estado construye nacionalidad a
pos ele poder y saber que el resto ele la gente, se adscribe a las propuestas ele aqué ji¡i!lir del grupo dominante, los Lao, que engloba a todos los demás, Todos son lao-
Ilos, pero sin traducirse en sus prácticas concretas. Son aquéllos los que mantienen la ,ldl/IIS pero se distingue por criterios geográficos y ecológicos transétnicos: los habi-
diferencialidad étnica, por los demüs y por sus propios intereses locales (o transna-- Ui,lc:., de las partes altas de la montaña, Loo Soung, que incluyen a los grupos étnicos
cionales). Eso ocurría con la identidad drusa antes de la década de los 80, como ya nmol/g, Akha y Yao; los de las laderas, lIamaelos Lao 711eul/g, incluyendo a Khmou,
hemos citado en algún lugar. 11'011,,'1 Y Ka/u; y los de los valles o Lao Laum, entre los que hay T'ai Del/g, T'ai Dall1,
Hay otro tipo de flexibilidad ligada a los contextos y la manipulación situacio- V f"opiamente (sic) Lao (Postert 2004). En el contexto local, los Hmong se relacio-
naJ. Aquellas identidades que se construyen más autoabastecidas en sí mismas, que WH! (,'on los Lao tanto en términos de complementariedad -los primeros agricultores
se recrean microsistémicamente dentro del sistema en que se producen, ofrecen ~' In!; segundos comerciantes- como de conflicto: los Hmong piensan de los Loo que
menos campo y ocasión para esta instrumentalidad estratégica. H,n¡ listos y eficientes, interesados pero vagos e indolentes; de sí mismos creen que
';j Hl trabajadores duros, industriosos y honestos, aunque algo pasionales y cabezotas.
Las operaciones y manipulaciones de autoaclscripción étnica y clasificatoria
permiten al sujeto reubicar su identidad/alteridad social, invertir su significado, !'ti el lÍmbito local se relacionan con ellos desde el rechazo-deseo (una gramática
negarla, proyectarla, adscribirse a grupos de referencia simbólica más abstractos !il inlf(Jliz.ante). Por otro lado, los Hmong recuerdan su pasado de rebelión milenaris-

asociados por contigüidad a estereotipos, clasificaciones, valores, que considera la In ""tre 1918 y 1912 contra el gobierno colonial francés y su élite ele funcionarios
normalidad social, así objetivada. Esta reinstalación en el mapa identitario puede i,"!,lIluptos Loo y Vietnamitas. Desde la construcción de un discurso mítico, que conec-
funcionar también como estrategia de acercamiento a identidades validadas y legi·· lnl fa UI1 pasado de esplendor perdido con un futuro de recuperación, los Hmong cons-
timadas socialmente. IfIJ)'Cll una identidad entorno a la autosuficiencia econ6mica que ya no necesitará otro
).i.cglllcntariamente para definirse complementariamente. El otro baluarte de esta auto~
La identidad étnica puede trabajarse y manipularse situacíonalmente, dentro de
'>lllkicnte sería de caní.cter ideológico cosmológico. Los Hmong consideran que su
marcos de comprensión y referencia más amplios, más o menos compartidos en sus
Híneslría en la manipulación del sistema geomántico es muy superior al de otros gru-
significaciones. Por ejemplo, bajo una situación de entrevista, algunos de los jóvenes
pn~; l~tllicos, lo que explica que entierren a sus muertos en vez de quemarlos, prüctica
que entrevisté en Rcntcría se delinían en relaci6n a su identidad como de Re/Hería o
!JIIl' deriva de su dominio este conocimiento anccstra¡J28 (Poster! 2004)129 Por todo
de Sanse (San Sebastián), o de GuipLÍzcoa, obviando los extremos de Euskadi o de
Espaila. De este modo se ascribían a una identidad menos étnica y políticamente
connotada J26 , fuera de las grandes etiquetas. Y lo contrario. Que un navarro diga que
es vasco es expresar una identidad étnica de hondo calado político tanto entre los que In Todos tenemos en la memoria alguna película que ha escenificado estos interregno.\' bajo
reivindican que Navarra es parte de Euskal Herria como los que se oponen a ello. Ii! forma de organización de partidos de fútbol entre soldados de diferentes ejércitos en guerra, entre
<¡¡r('l;!eros y encarcelados, etc .. O casos de comensalía, baile y fiesta entre ocupantes y ocupados,
R, Minard (1952), eil. en Davey, 1983:51), recuerela cómo mineros blancos y (pillO en la película La Mandolina del Capitán Corelli, entre italianos y griegos en Kefalonia.
negros se trataban igualitariamente bajo tierra, pero en cuanto subían a la superficie 12li Arte y saber de la localización y orientación de las construcciones, caminos, prácticas,
1l1u:i!cs, humanos en relación a las fuerzas internas pero sutiles de la tierra, con el objeto de vivir
~'ll :Ilmonía con las mismas.
IN Desde el paradigma autopoiético veríamos la primera forma de identidad/alteridad como la
126 Este es un ejemplo por el que la ciudad, el entorno urbano, la polis, lugar simboli7,ado de Cll!lstl'ucción sistémica de una identidad laosiana en la que el grupo étnico se ha impuesto como sis-
la igualdad y participación ciudadana, puede ser un referente identitario de inclusión, como vere .. !cilla, englobando a todos los dem<Ís como microsistemas y produciendo un microsistema como
mos para los residentes en Southall. un barrio de Londres, cuando hablemos de Comunidad L'olllplcjidad interna que redefine los principios étnicos originales del microentorno (cuando eran
(Apartado 4.2.). i"lllOrno de la identidad del grupo Lao).

182 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 183


ji!;,;jJllla de sus partes ni el resultado lineal de sus antecedentes necesarios aunque no
ello, el autor habla de "context-relative 'selves' and 'other5'" (ibid.III), es decir, de
,¡¡lklt·ll(es.
se({s y otros que se construyen y expresan según contextos e interacciones.
I "lino no puede ser de otra manera, la mayoría de los grupos actuales categori-
Todas estas maneras de ser y sentirse, de que otros nos traten y reconozcan como
Jip!OS CIl1l10 étnicos son el resultado de un proceso simbiótico de otros grupos a 10
iguales, semejantes, diferentes, in-diferentes, tienen mucho que ver con la dinamici·
dc una historia de contactos, simbiosis, convivencia o absorci6n. Los Hausa
dad de la Etnicidad como atractora o como atraída de o por otros procesos sociales,
;hi.llilks de Nigeria son consecuencia del aglutinamiento entre Hausa y FuDani,
identitarios o no.
díifiO!!C los últimos siglos. Los Ibo también proceden del agrupamiento de varios
Las identidades y fronteras de los sujetos no responden exclusivamente a los lími· pnpwflos grupos étnicos. Los Akan de Costa de Marfil son el resultado de la fusión
tes étnicos, sino que están atravesados por muchas otras "lógicas atributivas e identi· di' 1",; nI/u/e, los Agni y los Lagune. Según (Amselle 1998) los Fu/aní, Bambara y
tarias" (Díaz de Rada 2004:97). Las articulaciones con otras formas de clasificaci6n Hillillk.(' constituyen identidades étnicas relacionadas entre sí bajo un lógica sistémi-
grupal e identidad posible, como género, status, celad, clase social, etc., produce no "I~ de transformaciones. ¿Qué son los españoles -como demos cualificado catego-
conglomerados, sino compuestos orgánicos que no son la suma de sus partes. Ya Jo lidiillenlc como grupo étnico y nacional- sino el resultado de la mezcla y flujo de
hemos mencionado en varias ocasiones. La vida no está hecha de carpetas. La catc·· de homínidos y humanos modernos (sapiens sapiens) que compondrían el sus-
goría mujer no dice, en abstracto nada: no es lo mismo ser mujer en Liverpool que en j¡'jJ!!i (kmográfico de aquellos otros que a su vez formarían y reformarían la pobla-
Bangladesh, ni serlo de la clase acomodada o no. Las personas y los grupos son seg· ,I¡',i) de In península primero, de los diferentes reinos después y del reino de España,
mentadas en categorías que en lo empírico y biognífico no aparecen disjuntas. \' que recoge la Historia bajo los nombres de tartésicos, fenicios, vascones, íberos,
Por eso y por otras morfologías de la combinación y la simbiosis hay que hablar i;f'il;u;, griegos, romanos, visigodos (alanos, arrianos, ... ), árabes, judíos, alemanes,
de la posibilidad de una multiplicidad de la identidad. Hace ya muchos años qne íLdlilllOS, franceses, ingleses, etc. en mayor o menor proporción. A los que habrá que
Georg Simmel (1955) insisti6 en la multiplicidad de la afiliación. Hay mnchas y (inadir, con el tiempo, la aportación de la inmigración de los siglos XX y XXI. Otra
variadas formas de semejanza (Strathern 1991) Y diferencia, múltiples pertenencias. dP-.i¡ es que así esté objetivado, in-corporado y así sea vivido, a partir de la recons-

Podemos adjetivar las identidades de muchas maneras: oscilantes, transicionales, tI H(t'lÓIl operada por la memoria colectiva y sus objetivaciones.

dobles, triples, ambiguas, indefinidas, multireferenciales, ... Los contextos y las al'ti·- i líhridos y ambigüedades pueden ser incluidos en una clase politética, ser incons-
culaciones, sus dinámicas y estructuraciones, son lo que cuentan. r!rnlt'lllcnte ignorados, o todo lo contrarío, ser clasificados como anomalfas, capitali-
Como refieren Hutchinson y Smíth (1996), en la Grecia antigua uno podía iden ii!ll~l() labués y conductas de evitación o tratamiento ritual (Douglas 1991; 1966).
tiJ1carse con su polis, con su grupo etnolingüístico (Jonio, Boecio, Dorio, Eolio) o con liemos hablado -y volveremos a hacerlo- de mestizos e híbridos para la coloni-
su etnia (todos HeDas); en Nigcria uno puede identificarse con su clan, su grupo étni· }jÍI'iún española, brasileña, británica, holandesa, y sus diferencias a este respecto. A
ca (Ibo, Yoruba, Hausa, Tiv, etc.), con su comunidad religiosa (cristiano, musulmán, ,Hrf¡os apartados me remito. Son factores históricos, políticos, sociales, religiosos,
otros), con el Estado, como ciudadano nigeriano y como africano. Por citar algo más demográficos, los que están detrás de la posibilidad del mestizaje, variando en cada
cercano, puede identificarse con su pueblo, su región, su comunidad autónoma, el el nl!t:X(O y momento. También situacionales y personales.
Estado al que pertenece, la entidad supranacional (Europa, por ejemplo), Occidente. I.il hibridación puede estar asumida como natural, materia de experiencia vivida.
En Hondarribia (Guipúzcoa), pueden autodefinirse como ondarribitarras, guipuzcoa~ 1,) puede ser materia de elección o incluso construcción de un Entornolidentidad
nos, vascos, mancomuneros de Txingudi IJO-!3!. dJirtlpiado en contextos de rápido cambio y circunstancias vitales (migraciones en
Por fin, tcnemos todo el ümbito de posibilidades de lo híbrido, lo mestizo, lo ¡J l()hal ización, transnacionalismo).
ambiguo, lo conceptuado a veces como anómalo, etc. y que no es una mezcla o dis·' Pnra la primera posibilidad tenemos el ejemplo mejicano, donde la identidad
tintos grados de lo intermedio entre lo lluíximo y lo mínimo, como en una escala étni·· H¡J!"Íollal se ha construido sobre la identidad étnica mestiza (Paz, 2000). Sólo recien-
ca entre dos extremos. Por el contrario, son formas que han de ser explicadas en sí !C!lH:-tlte la Constitución mejicana ha incorporado a los pueblos precolombinos como
mismas porque, como producto emergente de las dinámicas que las crean; no son ni forma de ser m(~jicano.
;,!lfB

Un caso curioso, es ellos mestizos convertidos en criollos, y en clase dominan-


Ir' en Filipinas lJ2 . Es decir, aquellos descendientes de españoles e indígenas filipinos
130 Existe una vinculación cultural geográfica entre los habitantes de las localidades ribereñas
de la bahía de Txingudi, a saber, ondarribitarras, iruneses y hendayeses.
131 La identidad puede tener diversos modos de experimentarse; las matr¡oskas pueden ser
152 La mayoría ele la clase política y económica filipina se nutre de esta población. En el
Ulla entre otras, no sólo comparando casos diversos, sino refiriéndonos al mismo sujeto persona!!
I!llllldo /"Osa espaílol de pseudopersonajes y meritorios tenemos algún ejemplo.
colectivo.

184 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES


PENSANDO ETNIClDAD 185
fueron convirtiéndose progresivamente en una clase social económica, política e ideo· "jjj lides, 'nlmbién un discurso c011/odljicado de personas y grupos como objetos diná-

lógicamente dominante. De esa manera, autoconvcrtidos clasificatoriamcntc como in"'" ell las diásporas de la modernidad tardía (Hutllyk 20(5). Paul Gilroy (2000) sc
criollos frente al resto ele grupos étnicos, con quienes no se mezclaron~ asumieron I\'síslido también a este discurso porque presupone una situación anterior de ¡J//re-
una legitimidad étn;c'a que en otros lugares y circunstancias históricas y sociales no Ii, 11) que no tiene ningún fundamento ni analítico ni empírico, y se lamenta de no

ha ocurrido para la hibridación. Moran (2002) afirma estos modos de indigenización lt'IWl' un término más adecuado para hablar de las mezclas entre las gentes.
de los colonos pueden convertirse en estrategias políticas para contradecir los derc-~ Por 1111, no hay que olvidar las anomalías, es decir, las ambigüedades resueltas
chos de los propios indígenas. Todo nacionalismo de lo que llama 'settlers', colonos, í:ill'ljctivadas) social y clasificatoriamente como excepciones, que, no obstante encuen-
acaba reclamando la propiedad y la jurisdicción sobre la tierra, expropiando a sus -¡¡nn SIl lugar en el mapa de identidades posibles. El del meteco en Atenas puede ser
habitantes originarios. uill-jl'lllplo. Éste es el forastero que reside en la ciudad y, a diferencia del ciudadano
La hibridación relativa puede ser una estrategia de in-corporación como su\¡ede !¡!i!\" no tiene derechos políticos (voto, etc.) y tiene otros restringidos, como el de
con los musulmanes procedentes de India o Pakistán en Hong Kong. Adoptan prác·· iAHllprar suelo, por ejemplo. Como no es un ciudadano, ante los tribunales tiene que
tic as y costumbres chinas y conforman grupos multiétnicos, incluso de distinta tradi· ;:i~q representado por otro ciudadano, Para residir en el estado ateniense tenía que
ción islámica, como formas de incorporación conjunta pero versatil que precisamen· j'!iigar un impuesto especial, el meto(eikion; de ahí su nombre. Otra categoría relacio-
te garantiza su diferencia y peculiaridad en el escenario de las diferencias grupales jj¡Hlíl puede ser la del deniz.en, o cuasiciudadano, con la mayoría de los derechos civi-

en la excolonia británica (Plüss 2006). h < pero sin el de votar. Vimos en el apartado 3,2. al middlernan, cuyas relaciones con
¡i!', cOlllunidades y ciudades que visitaba o en donde residía y comerciaba u ofrecía
Diferentes estrategias pueden intentar escamotear el mestizaje donde éste esl<í
<11', destrezas y saberes, eran también algo ambiguas. Otra categorías de la ambigüe-
devaluado socialmente, en relación a la manipulación de identidades y adscripciones
~hl clasificatoria, entre lo que separan como lo racial y lo étnico (CL 5.5), es el de
que citábamos arriba, Los mestizos en Puerto Rico se autodenominan como portorri-
JU\/JfI/JO en EEUU.
queños, una identificación nacional, más aséptica y menos politizada en el país J33 . De
esto hablaremos en el capítulo 5, en el apartado dedicado al Racismo. Identidades de fmntera, que en principio podrían ser pensadas y tratadas como
ilJllhigiiedades, pueden objetivarse precisamente como procesos sistémicos de cons-
Además, tenemos lo que ahora se denomina halphies o rnedia!1os, no como el
fillt'l,'iún identitaria. En contextos de especialización económica y cultural, pueden
Frodo O el Bilbo Baggins de Tolkien sino como identidades entrecomilladas
d!!r.o.;c fCnómenos identitarios que singularicen el papel jugado por ciertos grupos. En
('hyphanated'). Son gentes cuya identidad nacional o cultural es mixta debido a la
Ji! frontera entre Bénin y Nigeria, que establecieron en su día los estados coloniales
emigración, a la educacÍón en el extranjero o por parentesco (Abu-Lughod
íll'jl;Ínico y francés, en la región de Shabe, de habla Yoruba, se estableció una activi-
1991): 137. Tanto el ha/phy como el who/y (completo, entero) son construcciones
!Inri l:oJllercial relacionada con el transporte. La crisis económica de esta forma de
que han de ser explicadas, lo que permite reflexionar sobre los procesos de identi··
i!dividad ha promovido una identidad de fhmfera entre los habitantes de esta zona
dad y alteridad de otra manera, donde Jos límites del selfy el othel" no está tan claro,
hilsada en la reclamación territorial así como de su control sobre el comercio, ligado
o por lo menos no se producen del mislllO modo que en los que impusieron su domi·
H 111 intcrnacionalización y globalización de la economía, que pasa por la zona. Ha
nación política y cultural y de los que aquéllos son en parte resultado.
'"idl) la práctica de una actividad ligada el la frontera territorial Jo que les ha dado un
El discurso de la hibridación no ha pasado desapercibido para algunos críticos. é;1'lllido de identidad propia -atravesada por otras alianzas y lealtades-, en la con-
Spivak, por ejemplo, en sus dificultades para aceptar las identidades poseoloniales, fhwllcia -no en la separación- entre Nigeria y Benin. Los Shahe tanto de Nigeria
considera una maniobra ideológica fijarse en estas hibridaciones de la inmigración i'1¡I\lO de Bénin se dicen encarnan la frontera (Flynn 1997),
globalizada, desviando la atención de la historia del dominio colonial de los países I ~se es precisamente el sentido de muga en euskera, una zona específica de órdc-
de emisión de estos nuevos migrantes (Spivak 1999). De alguna forma se presenta jin; compuestos que no refiere a fronteras estatales consolidadas políticamente, sino
como el argumento que veremos también para la ideología de la multiculturalidad i! espacios de un lado y de otro cruzados, recruzados, vividos y experimentados local-
(5.7,9): un discurso tranquilizador sobre la mezcla que olvida las desigualdades Olt'lllc a lo largo de una historia de relaciones mutuas, incluyendo el contrabando lJ4 ,
Aquellos acostumbrados a vivir en los intersticios de límites estatales nacionales
pIJ(~dcn generar sus propios desarrollos sistémicos con dos O más entornos no necesa-
LB La diversidad sociodel11ográfica y categorial del Caribe, cómo en tan poco territorio. sin ¡¡;oliente en los mismos términos. Lugares y gentes por donde pasan poder, in11uen-
cmbargo tan disperso cn tantas islas, ha vivido tan dispares y complejos procesos históricos de
colonización, constituyendo un panorama hipercol11plcjo de procesos y estructuraciones identita
rias (Mintz 1971), será retomada en varias ocasiones, También el mestizaje en Méjico, Colombia,
Brasil y EEUU. 13·1 Sobre estas identidades de frontera. véanse (Kavanagh 1994) y también (Pujadas 1997).

186 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 187


cia, bienes, personas, mercancías, noticias, configuran casos extremadamente com~ En 1991 me decanté por una definición bastante ortodoxa, académicamente
piejos pero interesantes de investigar. hlihlando, con las, entonces, últimas tendencias teóricas en Antropología sobre el par-
,¡, ul,u'. Así, relacioné Etnicidad con situaciones de acelerado cambio social, en el
Pero no todas la fronteras practicadas desde ambos lados configuran identidades
)lj¡l!Ül de procesos de urbanización, industrialización y homogeneización ideológica
de frontera. Aquellos residentes en el espacio variable del escenario de conflictos
""lítica en el Estado Moderno (Ramírcz Goicoeehea 1991 :9). La perspectiva fue,
bélicos entre Inglaterra y Escocia, The Borders, no es que tuvieran una identidad ele
q'imo no, dinámica y situacional. Creo que avancé en algunos aspectos teóricos,
frontera; como tal bastante tenían con estar aprisionados entre dos frentes de lucha
\ PIllO los límites de la arbitrariedad en la construcción de las identidades étnicas con
política y militar constante, atravesados por un sin fin de deslealtades, traicion~s y
J,'<',pCl~!O a una historia del Discurso étnico y sus objetivaciones, en cuanto a las posi-
una economía del robo, raids, emboscadas y secuestros de animales, bienes y pefso-
t,'i!IIIl'S de los actores colectivos en la estructura social, en relación a la propia diná-
nas (Gray, 2003). Y sin embargo, una identidad de montaña basada en la ganadería
¡¡lI\'a semiautónoma del sistema clasificatorio y el imaginario social, así como con
extensiva de oveja y una oposición reconocida entre lo rural y urbano, ha contribui--
di';!ill!oS proyectos ideológicos y políticos. También en la necesidad de atender a las
do a recrear una identidad propia por encirna y más allá de la frontera y sus despla·,
ql¡jt'livaciones sociales y los procesos de estructuración, en el entendido de que las
zamientos a pesar de su relativa invisibilidad tanto para Inglaterra como para una i¡k!llidacles y alteridades étnicas no pueden ser cualquier cosa para las gentes que
Escocia de las Highlands (Smith, 1996). ((!ll:,;[ruyen parte de sus representaciones y prácticas en relación a las mismas. Este
Anomalías étnicas objetivadas como lugares de poder y del peligro, liminales ¡¡:"pccIO pragmático y experimental de significaciones subjetivas -personales y colec-
que ni son de aquí ni de allá, son posibles en contextos en donde se lleva mal este ¡¡vas, me pareció fundamental.
tipo de desorden. Son formas entremedias ('in-between'), ni lo uno ni Jo otro, como De eso ya ha pasado mucho tiempo, y entremedias he ido explorando sobre inmi-
ocurría con las mujeres vaSCOflYIl1CeSas residentes en territorio español y proclives a Mi Ill'¡()1l en diferentes contextos históricos, demogníficos y socioculturales. También
que las adjudicara la clasificación de bn~jas por la comunidad y la Inquisición en los y 11 la par -por otros intereses intelectuales-, he ido reflexionando sobre epistemolo-
siglos XVI y XVII (Caro Baroja) 135 ¡.dils que dieran cuenta de la complejidad, dinamicidad y autoorganización de los pro-
i'("-;OS sociales. Con todo ello, y con el concurso de muchas inspiraciones intelectua-
le\, Gmpíricas y teóricas, de otros investigadores, he podido producir este libro y este
5.10. Una definición provisional llll""to de re-definición de lo que podemos comprender bajo los conceptos de
hltli¡jdad, identidad y alteridad étnicas. Seguro que, por lo dicho hasta aquí, ya se ha
Si el objetivo de los antropólogos es dar sentido a las diferencias (Strathern illllkípado una idea de c6mo se propone nuestra definición.
1987), de-construyéndolas, también hay que hacer el viaje de vuelta, reconstruirlas
Como la Etniciclacl no es un dado ni un a priori, como tampoco lo eran ni la
analíticamente. Es decir, a pesar de la multiplicidad de experiencias posibles, no sólo Idclltidad ni la Alteridad, sino una categoría de algunas experiencias y representaciones
rescatar la posibilidad de investigar éstas desde una espistemología común, sino com·, qlle sólo aparece y existe en conexión con ciertos procesos sociales de hecho y en desa-
prender desde una fágica de lo humano toda esta diversidad l36 . ! !tlllu (Oyama 1985), tenemos que recorrer analíticamente dicho proceso, así como sus
Las definiciones son un poco odiosas: si son sucintas, son demasiado generales d¡n;'ílllicas, formas de estructuración y objetivación J38 . Así se explica la pulcritud con la
y no dicen gran cosa. Si se especifican demasiado, no acabamos nunca con las adver·· qllt' illtentamos reconstruir esta definici6n sin que se nos cuele ningún intruso dualista
tencias y cautelas contraviniendo el principio de parsirnonia. También es una forma ni sllslantivista por la puerta de atrás. Paciencia y comprensión por 10 que viene.
de comprometerse y ponerse en evidencia ante los demás y sus críticas. Como proceso sistémico complejo, podemos entender la Etnicidad como:
Mi propuesta es sintéfica, no sincrética 137 . Esto sólo es posible desde la episte- l. Relación de identificación, de semejanza entre personas 139 pensadas y clasi-
mología explicitada en el Capítulo I y en el Capítulo 2, que también nos sirvió para
HUidas, experimentadas y valoradas, histórica o situacionalmente, psicológicamente
replantear las categorías de Identidad y Alteridad.

1,1X Sobre todas estas cuestiones volveremos en varios lugares de este trabajo así que, al final,

135 En realidad más que un caso de multiplicidad, corresponden estos modos construcciones ¡<,Iny segura de que el lector o lectora percibirá que, aunque complejo, no es complicado.
exacerbadamente dualistas de la identidad/alteridad o a expresiones contextualcs de la misma (Uco· 1,\9 Como individuos socializados, sujeto que incorporan organizativamente un proceso de

tómicas y excluyentes al modo en que citamos más arriba \·ída [)iopsicosocioculturalmente construida, en continuo desarrollo, en un contexto local y socio-
136 Espero que el resultado se parezca m,ís a Pillocchio que a Frankesfeil1. hhiórico concreto. Aunque no siempre objetivado cultural y socialmente de este modo Apenas exis-
l37 Gracias a Nuria Fernández y Angel Día?: ele Rada por su lectura atenta de este epígrafe y j,."1I ya grupos humanos que no hayan tenido algún contacto con Otros que puedan considerar sus

sus valiosos comentarios. ,!Ilirtcsis ontológicas como /lO hlllllanos.

188 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 189


pró):imas, vinculadas a grupos en diverso grado y magnitud. Esta relación de identj.· H!lil de las formas componenciales a partir de las que ésta pueda darse. La comparti-
ficación se basa en el reconocimiento explícito de un vínculo por origen putativo () ¡-h'i11 y adherencia a los significados y usos estratégicos de este conjunto de elemen-
j,!h ~,C mueve entre el consenso, la negociaci6n y la polisemia.
no, procedencia y/o experiencia grupal común que los distingue frente a otros que no
lo tienen o no se les reconoce. Y es que esta relación es siempre y necesariamente \. Esta relación de semejanza y diferencia existe gracias también a su objetiva-
mutua con otra(s) dc diferenciación y distancia con otms personas perceptocogniza- ",1()) I illternalizada, neurosocialmente in-corporada, experimentada y retrabajada
das y sentidas, y o evaluadas como tales, en diversa grado e intensidad de diferencia '>11!)fl'livmnente por individuos socializados y categorizados como miembros de gru-
y objetivación social. Este proceso de identificación/diferenciación étnica se da en el pi 1';, a partir de su constitución como seres biopsicosocioculturales con habilidades
contexto de otras identificaciones/diferenciones étnicas, en una co-ontogenia posihlc~ ,';jw¡l)l~ognitivas y emocionales y para la acción. Esta incorporación es garantía de
mente heterocrónica cuyas relaciones no son isomórficas. En esa medida, un proceso ';!h'j;dización y de soporte social, re-producción creativa de estas relaciones y sus
sistémico --sistema- puede devenir como entorno para otro proceso sistémico. nhjl'l ivaciones externalizadas a través de las generaciones.
2. Esta relación de semejanza y diferencia se expresa y constituye mediante SIl 4. Esta relación de identificación y diferencia constituida en el seno de procesos
objetivación externalizada, por medio de su materialización extensa y simbólica CIl de hecho (representaciones, experiencias, por tanto, relaciones sociales) puede cons-
discursos, prácticas, objetos, relaciones y recursos extrasomáticos que representa1l, ¡foil' gl"upalidad clasificatoria en el tiempo y a través de las generaciones, para sí y
metafórica y metonímicamente, dichas relaciones de identificación/diferenciación, pilli! otros. La posibilidad de disponer de un referente grupal, activado y re-activado
en un proceso mutuamente implicado. Esta objetivaci6n puede ser más o 111enOS difu- ni hilo de las relaciones sistémicas dinámicas con el (los) entorno(s), incluyendo las
sa, articulada, autoevidente, según el grado de reflexividad y trabajo cultural sobre la rHf~~;!aciones que toda idea de grupalidad posibilita C01110 entorno significativo para
diferencia y la semejanza colectiva. Esta panoplia de artefactos socioculturales es ;,;1 ~,II.ielo individual: a.apropiación cognitivoemocional de las objetivaciones externa-
relativamente arbitraria en su selección y producción, y su significado está organiza- ¡¡¡¡¡das colectivamente;b. he tero y au/oubicación representacional, pragmc:ítica, afec-
do y estructurado sistémicamente, entre la coherencia y la fragmentariedad, mediano. ¡¡Vil, moral y política en el paisaje variable de o/ras grupalidades clasificatorias; con-
te relaciones metonímicas y metafóricas entre sus partes. Los límites de esta arbitra 1'i'('('i6n ele afinidades, pertenencias y membresías de diversa intensidad, lealtad y
riedad vienen dados por: a. el entorno sociohistórico de los actores para quienes jll'l'Illancncia; C. orientación contextual normativa y moral de la acción. Las prácticas
tienen signiticación; b. el contexto situacional y estratégico de que se trate en el con· H'prcscntaciones orientadas y significadas de actores individuales y colectivas reco~
junto variable de otras ordenaciones y cstructuraciones puntuales posibles; c. por las !H)\,idos como casos de estos grupos clasificatorios contribuyen, recursivamente,
relaciones sistémicas dependiente mente independientes de estos propios artefactos, ¡¡-jlnlcionalmente o como efecto no previsto, a la rewobjetivación social de dichas
respecto de sus dinámicas internas entre sí y de la globalidad emergente que puedan
f,trupalidades categoriales en la medida en que se desarrollen y realicen en el espacio
producir; y d. en cuanto a todo lo anterior, por la plausibilidad psicológica de estos
[-11 ¡\vilacionaJ de la construcción identitaria étnica. Esta recursividad también se da al
elementos, sus dinámicas y combinaciones, en cuanto que evoquen un conocimiento
nIvel de las propias grupalidades que, al contituirse por medio de relaciones de iden-
de sentido común, para actores, observadores, pacientes, intérpretes, vigilantes,
jjj,l;lllldiferencia socialmente objetivadas en artefactos e in-corporaciones, contribu-
entrepreneufs, cte. y no de cualquier tontería que un/a iluminado/a se le ocurra invcn
yen (l la re-objetivación de los mismos.
tar. Este conjunto artefactual heteróclito incorpora el conjunto o parte de las memo-
rias, tradiciones, habitlls, pragmáticas, procederes y procedimientos, creencias, com S. La legitiInidad de la Etnicidad, como categoría de determinadas representa-
prensiones y cosmovisiones, reglas, moralidadcs y proyecciones, de aquéllos (! ríollCS y prácticas de construcción de las identidades y diferencias colectivas, está
quienes se identifica o sc autoidentifican como iguales o distintos, en diversas grados 'nl(,'jalmente distribuida de forma desigual en el conjunto de aquellas colectividades
de definición, pertinencia, relevancia, intensidad, extensión, exclusividad, a 10 largo pillíl las que pudiera ser significativa o pertinente. Aden1í:ls, el reconocimiento y

de un determinado tiempo pasado, presente y, o, futuro. v¡1!idez de la capacidad identitaria/diferencial de las objetivaciones externalizadas e
in (:orporadas es también variable. La misma existencia virtual/sociodemográfica-
El marco general que posibilita esta objetivación viene dado por el paisaje del
¡¡¡¡.',Dle encarnada de las grupalidades clasificatorias constituidas por la relación de
trabajo cultural producido y objetivado por generaciones anteriores, el propio COll
';'.nlll~jallzas y diferencias establecida por la Etnicidad, también es objeto de diversos
texto histórico y sociocultural en el que toma lugar y el contextual-situacional de las
}/I ndos y formas de aceptación y validación social. A su vez, estos grados y formas
motivaciones, intenciones, deseos, evocaciones, intereses y planes dc actores y gru
pos, incluyendo los efectos sociales, queridos/previstos y no, de las acciones de éstos. ¡k legitimidad y respaldo, contribuyen a las diversas dinámicas de objetivaci6n ele
Í;p-; mcncionadas grupalidades y, refieren, en último término, al poder dc convencer,
Estas objetivaciones ponen sobre la arena pública su valor como depósitos identita
rios para su in-corporación y retrabajo social por los distintos actores sociales, iírgol'iar o hasta imponer. Por tanto, toda relación de identidad y diferencia étnica
Ninguno de ellos es discriminante neccsario ni suficiente en sí mismo para definÍI j("mitc, inevitablemente, a un proceso de validación sociopolítica según una distri-
identidad/alteridad étnicas, ni licne por qué estar siempre presente en todas y cada hución de] poder.

190 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PENSANDO ETNICIDAD 191


No creo que esta sea una definición sustantivi sta, pero tampoco es volátil como el
humo que se nos escapa entre los dedos. Atiende sobre todo a procesos de creación y
recreación sociocultural específicos así como a sus efeclOs sociales - previstos y no
previstos- en términos de emergencias (como estructurac iones dinámicas), y reo r~
ganizaciones sobre sí mismas y sobre otros procesos que poco o nada puedan tener
que ver con la construcción de las identidades y diferencias colectivas (Cf. infra). .-
Esta orientación abierta, flexible, sistémica y dinámica de la Etnicidad com
categoría del conocimiento, la representación y la práctica de identificaciones y dife-
CAPITULO 4
renciaciones colectivas, permite considerar la variedad fenoménica como distintas
instancias de una categoría polítética que, si no universali zable, sí puede pensarse I roceso étnico. Fenómenos
generalizable.
Como categoría erudita, reintegra a la Etnicidad su capacidad analítica y des- Irasversa les, experiencias complejas
cripti va, por cuanto que se apoya en una epistemología compleja y dinámica de lo
sociocul tural , no dualista, no lineal y no esencialista, pero que atiende a los flujos de
atracción y poder, así como a los procesos de estructuración, cristalización, objetiva-
ción, por los que construimos mundos inestablemente estables, o viceversa.
1, Introducción
Grupo. comunidad y concienc ia étnica /
2. 1. Categorías y sociodemografías
2.2. Identidad. pertenencia y conciencia
2.3. Comunalidad. conectividad y grupalidad
Memoria. historia y tradición /'
3. 1. Consideraciones neurosociales de la memoria
3.2. Memoria colectiva
3.3. Temporalidad. externalización y recreación
3.4. Historia y tradición
3.5. Políticas de la memoria
~ , Etnogenesis y revitalización étnicas /'
4. 1. ¿Qué es etnogénesis?
4.2. Revitalización étnica
4.3. Entrepreneurs y líderes étnicos
4.4. ¿Qué hacen los líderes étnicos?
4.5. Tiempos modernos
4.6. Experiencia colectiva e invención étnica
4.7. Etnogénesis y cambio social
4.8. Etnicidad y movimientos sociales
h. Parámetros del trabajo étnicd.eGi~ /etí)
5. 1. Etnicidad y Cultura. Una trampa falsa

192 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


5.2. Trabajo cultural y trabajo étnico
5.3. Irreversibilidad del trabajo cultural
5.4. Crossmodalidad
5.5. Creatividad
5.6. Expresión y comunicación constituyentes: prácticas t
y discursos 1, INTRO DUCC iÓ N
5.7. Plausibilidad psicológica y sociohistórica
5.8. Significado para todos: polisemia en los discursos,
estrategias para la acción
6. Ámbitos, dominios y materiales del trabajo étnico / II "biendo pensado y repensado a qué podemos referirnos empírica, desc riptiva y
IIIIII lrt icamente con el término Etllicidad, este capítu lo pretende seguir las propuestas
6.1. Parentesco y filiación 1I1'<hus en el Capítulo I sobre cómo comprender lo sociocul tural y en e l 2, sobre
6.2. Territorio, espacio y localidad I t illO comprender la identi dad y la Alteridad. Ahora ya se trata de prestar suficiente
6.3. "Dime qué hablas y te diré qUién eres": lengua y habla Ilh\IICión, cautela y seguimiento a las di námicas sociales que las identidades y alteri-
6.4. Creencias y practicas religiosas dlld 's étnicas producen y aq uellas otras, las mismas o distintas, por las que se pro-
dll\.' ' 11 a su vez. En esta parte anali zaremos el equilibrio inestable entre los procesos
6.5. Patrimonio cultural: mitos, leyendas y emblemas
lit' objeti vació n social de la Etn icidad y aque ll os otros de continua reafirmación,
6.6. Comer, beber y muchas otras cosas I l i{'~lIl s t rllcción , redefinición y cambio.

7.1. Estereotipos
7.2, ¿Qué hay en un nombre?
-
7. Estereotipos y nombres étnicos S~t.d l~t " Después de capítu los dirigidos principal men te al debate teórico, la etnografía que
Im'lui mos en éste nos servi rá para ir incardi nando la reflex ión y el análi sis en casos
I l1Ilcrctos.

Empezamos con algunos conceptos clave, tradicionales y muy discutidos: los de


Jl,llIpO, comunidad étnica y conciencia étnicas. A qué se presta atención a la distinción
IllItre lo que es grupo étnico como categoría clasificatoria y aquel colecti vo definido
11:0 'iodcmográficamente que pudiera encarnar al primero. También se trata el modo de
h\lucionarse y vinculares como criterio para distinguir grupalidad de comunidad, y se
¡(I' culc alguno de los debates últi mos sobre este particular en relación al concepto de
""'I/tidad. Todo esto en el primer apa rtado (4.2). Seguimos con esta tarea en el
. If\uicnte (4.3) donde se revisan los aspectos referidos a la memoria y la tradición.
nU llbién se discute hasta qué punto es analíticamente legítimo hablar de invención
1111111 referi rnos a las producciones humanas. Así mismo se incluye una renexión tan
IlI'lIIa l como las polfticas de la memoria. En ambos dos se intenta ofrecer ejemplos
1'llIográficos que concreten empíri camente a lo que nos referimos.
El apartado 4, entra de lleno en los procesos constructivos de las identidades étn i-
\' II S. subrayando la relevancia de las agencias sociales involucradas, los lími tes de
,(~ I IIS y de las signi ficaciones diversas propuestas, las fo rmas de movilización y obje-
Il vllción social , y la re lación de la Etnogéllesis con otros procesos de cambio social.
Si el anterior refería al dinami smo en la construcción de lo identitario étni ca, y
desde la consideración de las relaciones mutuamente constitu yen tes entre estruct uras
V práct icas, el siguiente apartado (4.5) explora los parámetros en los que esta cons-

1'llOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 195


trucción de identidades (y alteridades) se desenvuelve, los marcos y escenarios cog ¡ GI<UPO, COMUNIDAD y CONCIENCIA ÉTNICA
nitivosociales, socioculturales e históricos que la delimitan y hacen posible.
Aludiremos a la plausibilidad psicológica y también a la sociohistórica, Tambkn
hablaremos de qué relaciones pueden establecerse entre Etnicidad y cultura y a qU(' "Aureliano no había sido más lúcido en ningún acto de su vida que
nos referimos con la expresión trabajo cultural y trabajo étnico. cuando olvidó sus muertos y el dolor de sus muertos, y volvió a clavar las
En el apartado 4.6. exponemos algunas áreas y dominios de este trabajo étnico y puertas y las ventanas con las crucetas de Femanda para no dejarse per-
turbar por ninguna tentación del mundo, porque entonces sabia que en
cómo éstos pueden articularse en torno a la construcción de semejanzas y diferencL't-s
los pergaminos de Melquiades estaba escrito su destino, '" Era la historia
étnicas. Otra vez hay que decir que es imposible dar cuenta pormenorizada de 1;1 de la família, escrita por Melquíadas hasta en sus detalles más triviales,
extensa gama de macro-microdominios sobre los que la Etnicidad, como categoríil con cien años de anticipación. ,,' Melquíades no había ordenado los
específica de la identidad y diferencia grupal, se constituye y se estructura dinámi hechos en el tiempo convencional de los hombres, sino que concentró un
camente. Por lo mismo, es harto difícil incluir toda la variabilidad empírica, los mali siglo de episodios cotidianos, de modo que todos coexistieran en un ins-
ces, las formas concretas, en los que este proceso puede darse empírica e histórica· tante, '" en aquel momento estaba descubriendo los primeros indicios de
mente. Como lo óptimo es enemigo de lo bueno, sólo puedo ofrecer algunas pistas y su ser, en un abuelo concupiscente que se dejaba arrastrar por la frivoli-
llamar la atención sobre ciertas cuestiones de interés que selecciono de entre lo dad a través de un páramo alucinado, en busca de una mujer hermosa a
mucho y variado que se podría decir con respecto a cada dominio de actividad y quien no haría feliz, Aureliano lo reconoció, persiguió los caminos ocultos
de su descendencia y encontró el instante de su propia concepción entre
representación humanas -así particionados: parentesco, espacio y territorio, lengua,
los alacranes y las mariposas amarillas de un baño crepuscular '"
creencias y prácticas religiosas, y otros dominios de lo sociocultural y sus formas- Macando era ya un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifuga-
Hay que tender en cuenta que estas segmentaciones se realizan desde nuestras cate do por la cólera del huracán bíblico, cuando Aureliano saltó once páginas
gorías de análisis y que no siempre tienen correspondencia experiencial ni valide, para no perder el tiempo en hechos demasiado conocidos, y empezó a
crosscultural. Ni qué decir tiene que todos estos dominios de la actividad y repre descifrar el instante que estaba viviendo, descifrándolo a medida que lo
sentación humanas tienen una disímil participación en la compleja dinámica sistémi vivia, profetizándose a sí mismo en el acto de descifrar la última página de
ca de la Etnicidad según cada caso, pudiendo expresarse unos como atractores de los pergaminos, como si se estuviera viendo en un espejo hablado,
otros, interdependientes entre sí en distinto grado y forma, coexistentes, etc. En cada Entonces dio otro salto para anticiparse a las predicciones y averiguar la
dominio puede haber más o menos inversión sociosimbólica y política en un mamen fecha y circunstancias de su muerte, Sin embago, antes de llegar al verso
final ya había comprendido que no saldrlajamás de ese cuarto, pues esta-
10 dado, pudiendo variar con el tiempo en relación a los cambios sociales, las agcn
ba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) seria arrasada
cias implicadas, la preponderancia de LIno u otro tipo de significación/interpretación. por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en
Termina este capítulo una reflexión sobre estereotipos y nombres étnicos (4.7). que Aureliano Babilonia acabase de descifrar los pergaminos, y que, todo
He pretendido perfilar b<'ísicamente la estructura y operatoria de los estereotipos, lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las
tanto desde el punto de vista sociocognitivo como de la construcción social de las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenian una segunda opor-
diferencias y de las asimetrías. Es un campo de investigación especialmente desarro· tunidad sobre la tierra ",
liado por la Psicología social y la Psicología de grupos, también desde la cognición Gabriel Garc/a Márquez, Cien Años de Soledad,
social. Es continuidad de aquél apartado dedicado a las Ontologías Sociales (2.4), El
epígrafe dedicado a los nombres étnicos bien podía haber sido incluido en el 4,2"
dedicado a la grupalidad étnica. También nos referimos a ello en el 3.2. En todo caso,
desearía ampliarlo en un futuro próximo, en cuanto que entra de lleno en la cuestión '.1, Categorías y sociodemografías
de las formas de objetivación de las identidades/alteridades y las relaciones que con s
tituyen, Hablar de Etnicidad y referirse a grupos étnicos parece todo uno. Es raro que aun
Hubiera querido incluir también un apartado sobre Sodalizadón étnica formall' dhiinguiendo entre uno y otro concepto no se acabe hablando de gente que hace o
informal. Hay suficientes alusiones explícitas a esta cuestión a lo largo del libro que piensa esto o lo otro.
he temido repetirme, No obstante, queda pendiente en mi agenda reconsiderar esla Sin embargo, las grupalidades, analíticamente hablando, no son dados C'givens'),
posibilidad, conectando los procesos de socialización con algunos aspectos de las <"blentes fuera de las historias de su constitución y objetivación mediante prácticas,
relaciones intergeneracionales, la reproducción y recreatividad de lo étnico y el cam·, d¡"cln'sos y representaciones, SólQdesde el análisis ontogenético,del desarrollo .. de
bio social. liI'; personas, podemos contenlplar los grupos humanos como marcos pJ~existeJltes

196 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES 1'1l0CESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 197
que posibilitan determinadas experiencias clasificatorias, emocionales, prácticas, de qllt' hemos definido como pril11ordialisto sin darse cuenta de que era el efecto de
los sujetos en sus relaciones con Jos demás, los que le rodean o no. ;li"!rnninadas situaciones empíricas que no puede extrapolarse a todas. Por tanto, si
~J.\!!.'rcm()s salir de los efectos constituyentes de nuestra práctica antropológica -o por
Es decir, los grupos se construyen, y por la grllJl~ªli9il,(1 -como sociaJiclacl organí
¡ti ¡Henos mantenerlos a raya- tenemos que estar alerta sobre este tipo ele distincio-
zada y segmentada de diversos modos y con distintas intensidades- nos construim()~,
ik", lInalíticas.
En esta apropiación y reapropiación subjetiva se reproducen y redefiúc'¡l"'eT'sTgúífiCH
do y la posibilidad de existencia continuamente renovada de las grupalidades, COIl Porque no siempre encontramos casos como el que investigamos en RenterÍa y
todas sus consistencias, porosidades y ambigüedades 1. :..n l.-nnlarCa sobre las identidades étnicas juveniles (Ramírez Goicoechea 1991),
+H'H,k encontramos una gran correspondencia entre grupo étnico y colectivo socio-
Tampoco puede confundirse gruvalidacj con agl,'~,g;ldº" Éste último se dice dr
aquel conjunto de individuos sin relación entre sÍ, y es típica de una aproximación ;'k'jHl'l,!,~rülko, siendo sus relaciones, tanto metafóricas como metonímicas, altamente
censal a la sociedad. También es la de un orient[tción (-'_<:,1.11(),gr~fica o poblacional a Ji! j'n¡:'¡lil:l ibles, ~'~)?~StiÓ11, ~l_~_" 1,~",_,I?~1,1X~L~,I~,~~". por"" I~arle, de organislllos, e i nstituciones~,
Íi ¡, 1" )'cnd () cl,IJ~ta9()in1JlcriaL(L.'!!(»I,\:n'º (ce '5'6 r-Y-:'úcÓITCSiJo"sabITidil¿feil E,
misma. Sus elementos son individuos cuya s1.lnH1,c.ol1foUil.ajá:i.üiaTíd7id. Por su lado,
grupalidad refiere a relaciones subjetiva y colectivamente significadas entre sus pm , ~ n', Iru¡:<; i,q I1." ~,~.. ~ 1,,~,,~5n~,~l,~}p ~~~_~, cate go rí_,l~ y gr,llP?,~"",,~~,~üf:(is~,'~e 1 1)¿11s'~iJ c~'c ÜiicO'. .·i:}u e.
" !

,;,'j, JI'!";! fU yc- _n~~, _~e._SQrrQ_?'pq.I14_G "nlticha·s"":,veces""C.QÚ".J"(~~",,,g~..I.gg,,~. . ~m!º~_Iº,f:gnQ~-CJ1.J2ª,j9


tes. La totalidad es más que la suma de las mis,mas, puesto,m,le"~~,,,generan dinámica,:',~
.complejas que sólo se producen avartir_(I.~" l,l,1~, n¡jmefQ ,,§nJ}fiY!Jl~,~9.~~§I~ñ~nt2.~._Y~·~·!~!~; 'lh;,h:l,s,,,gÜQJiel(l$. Esto lo veremos cuanelo hablemos de los nombres étnicos .
conexiones entre ,sÍ.
Teniendo todo esto en cuenta podemos abordar otros retos analíticos que 110\
plantean todos estos conceptos ligados a la Etnicidac\2 El_$nlp(}___1!L~L~:~~s.,~JJllil. cI{j~'iL Identidad, pertenencia y conciencia
ª
Ji (' a~.' i()11 ,oc (),,! ee1i_"(~,:, su el iIn~ n_ ~,i~g59fj-º-~:I!;n!.9.gIª.fi. <; ~~,J1, f&.l29~j.tÜ~~~~uJ I~sm:ºi.pac ió n,,_~ l~!
p(}r~lii'~,dá. 'STii 'gé·ííTc'«(íe,~n~).s,j·, tanto como agencias como objeto de otras""¡;:gel1ci'as.
n~) hilY' ¿iílsificaciones sociales ni categorías de la diferencia y la semejanza. Lo:; I k momento vamos a aclarar algunos conceptos que, no obstante, están J11utua-
parámetros sociodemográficos de un conjunto humano bien pueden depender de HH'!Hc vinculados, en distinto grado y forma según el nivel de complejidad al que
detern"linadas clasificaciones sociales y sus dimensiones prácticas y lo veremos en el ¡'<drlllOS aludiendo, al momento de las relaciones sistema/entorno especificado y al
Capítulo 5. Pero no nos confundamos: las clasificaciones son también dependiel1l(! l!.:"iiIlTOllo y evolución histórica de las identidades étnicas en procesos de hecho.
1JI e11 t e i11 d ej~e n{fie 11 t~:y (C f. 1.2) 3 de J a ex¡sie a
il'¿!:á,"_ (1,c,~:~~f~~-1:~:~'":'sc;,cE1Tliil(J?r~de,o,~~ rn'~<:i I (/(' n{/(((l(Lr~n1ite___aL r9.~lIl,~,a~i.9 ,,~!~)HLPrQ-º.Qs0.,.º-ºjdel.~Ü(f1ci ón con ()tlg~ ,collcebi-
~ueso\ que piensan: s'icnten y padecen por meqio de ,~l~,s,_reJ?-,:e'seI1úlCi6hcs' il)dlciY(~;r, f,11 ~,'" Y cX'pel,t!}~,~~_!~.ad9.,~.",~9.mº",j_guales"D.,parecidos. De todo estOf1emOS habl,ldo' y~;':"~'"
humanas en el entramado de sus relaciones sociales, '''E~r~t~'''~'J''lil''i:ci:icT()n de re~;:~i"
bilidad no isomórllca (no en los mismos términos ni erectos) entre grupalidad y pnír I.íl pertene',1"ci,{/"deri,va de,l, \!,~nculo, 1.~".~9,~5::!~U2Ei9n, J~JS51JJ.~~d y la,o~2.li,9,~!Li_~,I.~~~I, lA
ticas/represcntaciones. pa rt ic ión,,"y, t<?~,a_s)as práctié:ü~Srepl:~,,~.C,11 t.~lCXC?,I!,~~ ,~OI1,ª L1cent~,~,_ aJ ,~enJjd.Q,,,(t~J~la~
l' ¡ ""I! '1
¡~ In, i IlC.I.~,I,~..i.,~n,,-J?,,~~,1. xi,,~ipac~6n,_ c()nect~v!,da~5. Las grupalidades pucden constjtuj~: T¿1S'
En cuanto que puede establecerse una asociación metonímica entre clasificacio iilil!t:OS en los que se 1;1·:¿;(flí'Ee:·eJé~l:ce·")I"'--e;'í;resa pertenencia, pero no son indepen-
nes y segmentaciones sociodemográficas, una continuidad solapada, un J1111jJf'iJ ¡jirIJlcs, a otro nivel de complejidad, de las propias prácticas de pertenencia que las
('mapping') entre ambos, muchas veces se utilizan indistintamente 4 . Buena parte de ¡¡ih\'1l posibles como propiedades emergentes de determinadas dinámicas sociales.
la literatura sobre identidad y clnicidad ha caído en esta reificación, sobre todo aqut'- h",lr sL'ntido de pertenencia se objetiva en representaciones y prácticas que, a su vez,
¡'(¡Il~-;ljtllyen los ámbitos donde la pertenencia se crea, expresa, comunica, renueva o
dj<.rutc., con sus efectos correspondientes en los procesos de incorporación subjetiva
¡ Recordamos que lo que sí existen CO/l el sujeto son aquellas precondiciones cognilivoe!1lo jli."l'Slllli\1 y colectiva. El, seI1_t_i,d?,,,~~,e ___ l~l __ p~r,t~,n,~,I~c,i,L:,_, pll,~cle", S~l:, 1~1~S (),,, n:_~,llC?S _ intenso,
cionales y sensorioperceplolllolrices que permiten ·-convenientemente elicitadas y fo)"matead,¡s hp:n I() a un "tJE~). ~,~ _ _ g"~_l:,~,,,,~i,~ _,Ü~E~.~~.,~~,~~,~~~S~,s, ri,1f191~2tlCS y"c~Úii'c~Jo"<- "---,,'" '"'' "" "'~~'-'"
una apertura e implicación con el medio, en el que se hallan los propios cuidadores, lo que Colin
Trevarthell (1979; 1980) denominó ell su momcnlo como il1fersu!~ielil'id(!d. (:()'L~J:"~,,~~~:~~_1!;!J~~:(l remit,e a cómo el ,gnl'pC?_"..s,~"X~ES~~~,~~_~"e y 1.·~P!:.~~,~!,~"~~,,A.,,5,f_1D.~§.~:g_
2 Cuyo análisis conceptual ya hemos hecho en los Capítulos 2 y 3. ;'( ijll{) pl,yplg, gr,Ll_~ las, a,,1a rGt1.~~h~L~tf~,9)~g~?xYJ_~,!.s..."fQJ:!J1as,,~jntc¡:¡sidadcs,,~de.~sl.uidscrip­
3 Como emergencias -·a parlir de ciertas condiciones inicialcs- que a cieno nivel de compk
¡' ¡¡"'l! 1, vJ!l~~"lº",y pel. _t~QG.IlcüLde"5.llS_,,mi~JnJJLQ;:;~ qU~,,5~. )Q.~_l\Üfi~~"I~",~J.~.~E~,,~.~' ~~(Ji o
jidad operan relativamcnle autónom<lmcn1e
4 Aun reconociendo toda la variabilidad y dinámica histórica y etnográfica, todo eslo le indu
ce a A. Smith, a quien ya hemos citado varias veces, a pensar en la existencia sustantiva ele una gru
palidad nombrada como etJlIIie, como un conjunto demográfico (de/l1os) caracterizado por un p,u " y todos los illlage sChemalf(/ plausibles desde las que sc elaboran las consiguientes lllet{¡fo-
lindar mito-símbolo que les aglutina y da existencia en la historia y en el escenario de otras edJ/lir'.I, fY, pt.'rtinc-Iltcs para pensar y practicar re!acionalidad CL Johnson (1987).

198 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES i 'IIOCESO ÉTNICO, FEN6MENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 199
9_~_,,~J!~.! el yropi(),_g~·~lp'~~~_~"p}_~!~~!,~,:.,,_~~~~~_~_ y a~~_?_i_I!l,~~_~n~~J~,~E~~,~í y e~~A"~'~'''~~~~:~~ po~l,~~ ¡¡di) dl' la constitución de las Autonomías políticas de sus distintas regiones, y que
de otras conciencias posiblesd"()tr~~gl~uJlQliQ,,ª~,,y s~s identidades 6 Es un¡¡~alll(). h;ly seminarios, conferencias e incluso clases del idioma de origen, 10 cierto es que
representación colectiva? -{i1t·ersubj~!!.Ymnente __ Q.bJ~J.ty~q.ª e~}llc6"i:porad~~:-ü_ñ-~"1ma­ Iil IlIilyoría de las activiclades se realizan en español "porque vivimos en Uruguay y
gen qlle se dota ,la c?l_nunidad! recre~l_ldose internamente ~_01-no-l1ilci'o;ltornó! 'para, !Ji, ",;I"ría bien para los uruguayos que quieran venir" (Ramírez Goicoechea 2002).
iniá(isístémic,(l11~~.m~?_.E~P~~~.!~.~t§.~,_~rctrátmJm:s.~ y 6iTentarse, ~d~.ltro...sh~_. _pn canm.Q:::de
relaciones,arena"xes"eI1.a¡:i()~Let'1"l)(li,aies, en .1osc¡ue~cís~~~:!''':'.~''''3'E~ invoIJKr4~. 1':llllodgenque se relasionanidentic!ad,.pertenenc.ia y C;gnc:jeneia,Jª.inl'ms,idad
dos como actores coleclivos 8. Es cuestión de una autocleñnición más o menos inte" y ll,' vl:-_I_·si_bilJ~,~_~L.~,~~,~E~~ "~~,!_~~, ,~ilnen~i ones, _ P,u,~SI.~ "q,a,~·,h.!,gm:JLJJ.n.ª~_f'.Q!?1J1!1i4g4: Ésta se
¡;ící¡'¡za(¡;íy~;;¡;j;¡¡v;;;l1;'~(~~ostenida, posible dentro de otras. Entretejida en la bin ~kl_¡I,e,"có'n las mismas salvedaae~~li'eci'1as~p¡tra el grupo étnico entre co~~~pto clasi-
grafía personal de forma más o menos intensa y vívida, ubica al os suj~toscfenií:O-d(:1 ¡Ir. i1!urio y soporte/agente sociodemográfico, por un tipo especial de relaciones, al
grupo y con respecto a otros grupos que puedan configurar el mapa social dinámico \!!"d" e" que las tipificaron Ferdinand Tiiennies (1979) para la Geil11el1sh~ft y Emile
de su entorno. Pero nOJ!ocleIl10sJlel1:;"g:Ia~Ci'.lllº.mla~~'DlelQ9.\!ÍlLi.lli!."pendie111e~~J"s I 'wkheim (1985) para las solidaridades mecánicas. No todo &rupoétnic()puedec2n~
prácticas humanas; como en toda clase de conciencia, es en ellas de donde se nutre qdrrarse una comunidad.§ól()aquelIas grupalidades ()~\e. se d"finen por la¡;;iensi:
y por'-I~is~-qiü~~'existe, pudiendo, a otros niveles de metarepresentación, trabajarse y >Ido!, emoóonaliclf!ª, le~ltªfl, soliS[iúiclJl,fc9IÍljiromiso,iñi¡Jfíc¡icióily' orientadon
retrabajarse continuamente (Ramírez Goicoechea 2006). 1~\1! 11),_11, iy_,~, Y pre.sc,riptJ,Yil, _Q~_ "sus _ ')l-ínculos, in~,e~:t?,<~ii)gijl,~~kli.l;_~:,j~~'ro tal#bj~li:Qb3e­
Iívnd,lS .inter~';1l?j.".\iYaJnente com9J.ales., puededefinir:se.comO.. COJÍlui¡¡iTád.
La conciencia étnica, puede evolucionar y convertirse en un atractor que puede
orientar parte o buena parte de la vida y el significado que los sujetos individuales () Fs éste el aspecto inefable, coercitivo al que C. Geertz (1963) se refiere cuando
colectivos se dan en el escenario sociaL Puede traspasar las lealtades, solidaridades í!ilhlll de lazos primordiales, en donde cuestiones de emocionalidad y moralidad son
y vínculos de clase, género, edad, afiliación política u organizativa. Y lo contrario. La nmdamcntales. La comunicación emocional es crucial en el mantenimiento de las
correlación entre grupo_y,cXllJc{encia é,tnic:ª~ __ p~ed.~_r1-º_ ,~SUH: tan cl~fu. no sólo ~ll¡¡ k,dladcs y vínculos grupales de este ti p0 9. Veamos algunos casos.
hora de comparar varios casos, sino en la propia dinámica histórica y contextuaI de Las emociones y sentimientos dan forma colectiva a la experiencia e identidad
un mismo caso empírico. No hay, no puede haber una conciencia étnica -como auto- ¡J¡-- grupo también por medio de la transmisión de narraciones, expresiones y l11etá-
descripción identificatoria- h<;mogeiie~if¿r¡odojiúesloijüeSuss(jE:~rt~~fena¡¡:ií,,~ Idl!" (,1 ames 1997), pero también de chismes y rumores como en los Kaluli de Papua
.ci()nesn9I.o.. s.9n.!!!!llPoc(). Los modos y grados de incorporación, los contenidos y sus N"""a Guinea (Schieffelin 1983). Keith Hart (1963) cuenta como en los Tiwi (norte
. formas, sus poderes siñlhólicos a la hora vehicular jPen.t.ig.ad Y pertenencia varían. di" Australia), la teología, los arcanos, el mundo sagrado y natural (cosmología, geo~
sobremánera encuanto que los. age))tesqueJa SOpOJJaJkIedefinen y'seo;:íc;;:¡~;¡;acTJI ¡¡!¡día, biología, etc.), la "herencia cultural completa de la tribu", es comunicado,
.la .misma, también 19 lmcm.ceL 4.5). .~~~.,... ,.,.,~-~~- \,o",diado, en contextos de fuerte experiencia afectiva y emotiva, con un trabajo
Lealtades y vínculos pueden expresarse! ejercerse, construirse, objetivarse con d!-'lnmínado sobre el cuerpo: posturas, prescripciones alimenticias, contactos regu-
textualmente. Merece la pena resaltar el doble vínculo de la lealtad de los españoles l¡¡dos, horarios y dietas fijas. El uso de las emociones, unido a determinados traba-
emigrantes a Montevideo tanto hacia su lugar de origen como hacia el propio l"" sobre el cuerpo es intrínseco a la mayoría de los rituales de paso, residiendo en
Uruguay. Toda asociación étnica celebra, como su tradición más añeja, tanto las fes" di" huena parte de la eficacia social de los mismos (Turner 1980). Tambiah
tividades patrias uruguayas como las regionales y nacionales españolas. Ambas ban, ilillnbiah 1985) también ha señalado reiteradamente la importancia de experiencias
deras ondean en sus seeJes y lugares eJe reunión. A pesar de que también ha habido !lnlisl¡cas multisensoriales como recursos para la incorporación de conocimiento
una revitalización de las otras lenguas del Estado español (catalán, gallego, vasco) al ", ... ¡al práctico y representacional con consecuencias para el reforzamiento de la
lIknlidad y la grupalidad.
Ilrad Shor" (1996:210yss) destaca la capacidad delritual deenactuar laexpe~
6 Muchas veces los conflictos aparecen por el no reconocimiento de una identidad colectiva
!'enCia común, trª_~r públicamentelamellloria súClillde .(acOlnunidad,~sin 'dis;¡'aer
propuesta, o cuyo espacio reclama el espacio ocupado por otra, o le disputa elementos de refercll de la diferencia entre la..realidad ordinaria y la rituali~aeJª. Explica cómo los rItos
cia y símbolos. Los procesos de reconocimiento como formas de objetivación y evidencia social ,k iniciación de los adolescentes Murngin en Arnhem Land, al norte de Australia,
son tratados a lo largo de todo este estudio. ¡,,:¡milen la trasmisión (re~construcción) de una epistemología y de un ethos por
7 No se trata de unafalsa conciencia en el sentido marxista, a pesar de toclas sus miSl{ficacio/l(ls,
parle de los mayores y su aprendizaje (re~reconstrucción) enactuado por parte de los
Otra cosa son los usos políticoeconómicos e ideológicos de estas mistificaciones. eL Capítulo 5.
8 Si puede hablarse de acción grupal, colectiva, no es CIl tanto en cuanto a su existencia como
algo empírico, autónomo y supraindividual sino más bien como origen -atractor- de unas misma~
lógicas de actor (Bourdieu 1980; Sainsau!ieu, 1985:303) y de pensador (Garfinkel, 1984) y de los
efectos no previstos de estas acciones. ') (D'Andrade 1981) (Wenlworth 1994).

200 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I 'POCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 201
jóvenes, en donde lo 9ue se aprende n~)p~I~~~ __ sep~~!:~lJ"5~_~!_c;,,~(?,mü.~.~ aprel~s!~~J,_~~ WW fuene. carga emocional incorporada y experimentada en pn:ícticas, narraciones y
pnícticas sociales que lo incorporall"_,,Pó~~I1.1_1_;_ es'ta _(º,rl_!l~__ g~. ¿Ú~·~ip.úJj.ctadY re0s}_q~íl !'Jhq¡l'stls, fuertemente implicadas e implicantes para el sujeto, y, por el contrario, las
Ijdad puede OlJer,ar_ C~)I?:O comunidad, -'-l!o-,-:~d, dentI:() 9~_ una topogrq17a 111(~DXl ,¡!!nhJadl:s y afiliaciones) la relacionalidad dUúsa con otros) con los que el sujeto puede
(Taussig 1987), por elque se descril1GnJasicleas y práetieas'qucTéísmiel~han' ,;<h¡h1cccr referencias sociocognitivas menos vinculantes y densas emocional y psico-
t~I?,_qJ~_~_<:,TYm: _ -º,_ por lo menos, ~gJ)l:~,I~l.S__ qU~ ~~.~,~!l,..1~gi,Ú!i1iiLglli'~ª~éiQñes~ejdea.~....!\~'i{ j,\-g h' a l111~-llte.
:j,e"c;g_!l,~tE!ye___c.Qn:!.!!!1jAt.!~tl o. b-; obvio que ambos están en 10 cierto, pero para el primer caso reserveríamos 10
't
Siguiendo Cün la observación de Brad Shore, las identidades suelen estar ligada~ ilqllí estamos definiendo como comunidad étnico. No se trata de todo o nada,
en su desarrollo y übjetivación a la construcción del vínculo grupal del sujeto. y su ;'eHp'l de diversos dinamismos proces'ti'iiTcs"")i esúlicú~i1':úles, diversos niveles ele com-
reconocimiento como miembro del mismo, pür medio también de los ritüs de paso. 1,ir¡idad fenoménica y analítica, grados, tnlnsitos) distintos contextos y cronotopías
La sücialización humana es siempre socialización en alguna fürma de lo que Gil dr l¡¡S Illaneras de relacionarse y vinculares desde el marco categorial identitario étni-
Occidente significamos cün Jos vocablüs nosotros, lluestlV, y que expresa una ideo, ¡-¡J, ,\~l: puede pasar por distintos momentos, las interpretaciones y prácticas contex-

tidad compartida mediante lo que (O' Andrade 1995: 164) denomina como seif exle/1 tlPlc;; puede variar hacia una u otra forma ele estos vínculos y todas sus posibilida-
dido -aunque sería mejor decir self "extensibIe"- y (Postert 2(04) prefiere llamar +" ill!cnnedias (si social y políticamente son permitidas») pueden ejercitarse en
se(f colectivo. :,;os espacios sociales -públicos, privados, semipúblicos-, el devenir histórico
Los rit()s___ d~_paso nü__ ~on_...l)1gras,.té.cn~.ca,s. __º~,)1grega~i.Qn,Jtla.,~QU:LtJJüf!ª,4, Uno l)()"
punIr hacer prevalente una u otra forma de relación en determinados momentos; la
sólo se cói1viertec"h'miell1bí:o de derecho de una comunidad determinada, sino quc's';_;""" Hih'fprctación de la situación y la ejecución ('performance') de los actores puede ser
·----fihCIa"ei1"bs localiiaC'io'¡ic'i;;-"é-oúi¿fúiúi1dós-dc' vidá'; coíüü socETídádc~oI1tex1uaITrife'i" ¡hk y variable en este sentido,
·~ilcdv¡l"húli~dl'at,~l"., convii:üelldóse eri'''iEf6í:es peá6"nédentes a'--úí1a'~coil1uí1l"aa(rsltu-a(ri;­ 1.\) <ltle definiría a una comunidad es _1,n!~~J:i.~}! _ _ ~.!..!tE~~si~L~J;Jºilll1C.S.,-qJlG:_YiJKlllau
(AllPaCI,;;:;;;;:i.oOO: 179), Los ritosdepaso,en esesentido, son técnicas sociales par:, ,;1 ,''¡I;¡ nl,i_~_I,'l:?f()S·;"-¿}ile"p·oi;-C~,()~-ílí"í,~n?"10~S()11. (Comell 1990) asegura que una comuni-
la 'producción' de nativos: Cóino deE(il-Ci"fffol~d Gcei:tz TT;"ser:--il-;¡;;;ano en Java-inl"j;li d+ 1 n,() '~,~:,,1f.irI;(úp~º::·,~Iil_º~:.Ú~íÜi:-,'f~il·~1~~'i,~~IG~ó,mmüzar. _,COl1C,cptualUlºnte
e j 11,lerpYcuú:"el
cáoa"".s·eY}iivái-¡'é,~;~'--·L'~:i"a~ngnación de nombre propio, que varía crosculturalmente el) ¡¡n!,l,l,~,!,~ l, también d~Y.':,~,~t,iE~~Jo:· .~"._. - ____~ww_,
cuanto a planificación, disponibilidad de nombres limitados en el grupo, rituales dt'
"1 ;11)1 bién !l"t)' __ ~j_CI1!p los etnográfico~ "q~l,~. "c_()TI,·,esp.o,I}qqll",~l,.-la", s~g,~ln.sI,~~,_ p~~H2UL~!Ad,
advocación y protección, formas de singularización por razones de destrezas) episo
l t nl ! \¡ \',Í l,l,~_~I},?,?,,~!~~:?,J~Ú95,,_...!!!,e n S) ~'" ~.tyj]njS!-.95 y 111 e1'1(;~" JITlp U,,~_~~~~,~CS) !~SL"l;n,,~~~E,!:Ü~lg§,.JJ,9
dios biográficos, etc, (CL Bodenhorn 20(6), también formaría parte de este recon"
','lIl1ll1h/cc(/, ..fL (¡n!!s (1979) habló en su momento de elnici(/o(/,I'ÚiIQÓ,UW de las,ter-
cimiento de membresía grupal por otorgamiento colectivo y reconocimiento de iden
'-,tr!,:~ y cuart,~,~ ~cn~,ra~ione~ en Estado: UIli(los, ~2!ll~id~D.!lsLª,~!~§,,,~~_~b.~riP.,H.y'~~~,",ªJl!,fl
tidad personaL
".-ú,l,l,.l,~,E,;IS y oríg~Jle?'_ _ d~JKl?X:.Úl?~p~"g~n,~t~1~iº.Ü. í2,~!,~q 5Úl"PX[!,ºliS;lU2Q1JJ.1W.ügI!ll, con~())!_nft
Iü 1M: ri P~_~.~s.,~~~~~.t~,~,!~á': t;n'a _T~~t_0E!~.~,~,, _ ~.iD,S9n~~,C~_I,~11~,i~l~ ,e11 J~!".m:gmL§9~jªJ, q~.J)..9Lnili,ül~~,,~
ílli.--'l'isamente la adecuacl''ón elel gI~llp() a}asJ,ll~e~,~s "c;~i,g~,l_!~t,!,~___ ~!~ ,1,~ ~()~i~(hld, :;u inle-
:M! ilt,'j¡')tl pl_e,I~,~l ~_n, pro~~sos ,eC(~Eº,mi.~9.~_ ~()_y,ÜJJes Y--P(;).it,i~os, ,~,i,ll g~I~"'f,t''-~'!'ic'¡~J:l1',l(X?_li,'-de
2,3, Comunidad, conectividad y grupalidad ji lj i1íd ent'i ,t~ ',l ~,~,·.?,~,~l.T<~_-. ~ ~iE~~!§-'fo nD_~\. ~,~ _ ~~}1 ~l_ ,~9 ~.~~~~~~!.9"~,~, 'SC!l,~lÚJ, o,b:;J ~}~~úÚ;, 'i)Óí:.·,?J~_l~! p) o,
rOLl h~ mQyiUÜ<-~~L;mcial. No ~1i~ tanto cuestión de participar activamente en organiza-
Cuestionando la pertinencia analítica del concepto de identidad (CL 3.4) I( ;,'il,llles étnicas como de 1l,1~,,~! __ gl.~_ctc ..de_sel1.timieDto de,'perten.e~,er_a u.1},,_gr~1pº.,~E?Ynü_­
Brubaker y F. Cooper (2000) se apoyan en la gran diferencia entre lIna identificación
grupal, exclusiva, disolvente de las partes en la totalidad, que implica generalmcntr
ª
'\'1 1, tlll,a b ~S,9 u_ ~sI..',l" ,ngm i11 af _ ~J9,~ .9.rfg~n~~)-. El? __,:ea J,Í,cl ad _
s~, tr at:',1 ,n~ ~s ,..l~}, eIl ,(~e",_<~,~Ú~c_g,~l­
dD'" que de',,~i'uP?_s__ (~l,~g,~lniza,d,os, con interés por TilI1i~úo'ria, el i;,ltrimonÍo' cuJtu~:tlf y
Id!" ¡-le stas de -aút"año, en donde lo,~ nU~,SS_I?le,~i"a _li_~l~,~I~" ll"!l,, p,lp~',1 ,fUll?~lIl1el,~,tal __a__ b~"h~?J,~~l
d¡~ -','11,1),1 icit~_r y h~cer _\'isi~J~.~.".~~,t.9,,~, . _ 0úú!isilº,~_~-- Este 1-cncS;11ello' ápári~cÚl e;'l Ést~dos
\ lnidús'c'f'iü'e los óriginal'Tos de alemanes) escandinavos, irlandeses y otros, ligado en
10 Así []Ose construye comunidad: en la Guerrade los Balcanes, instigada desde sect()n~',
político?,-J:¡llHi·<l're.~"c'Tñi-é!eci"~I~;~lcs'co!-iCi:etos, paI:U;d,'e)Ú~~'bla~i~ll fueobligada a identificarse ':~w, 1''''1'' ¡¡ intereses políticos y económicos (CL Hall 1992), ESlelipo de revitaliL~c:i(Í11
detennina~las ~_,~t~gºri.z:(l~i{mº.~,,~~,!1.}E~5, pr~mocion<~d,~\s Aesd~~.:(~),~J?~~~~i1s:rl~ú?s y .f~C§1~~:'7(·lr I.il /íg/¡¡ podía ser débil en la primera generación, difuminándose en la segunda, más
da a sentirse y expresarse como cOlllllnidad, a l11'ostráí-"lÍÍlu conciencia, lealtad y solidaridad ,(tnl "'i
¡'¡ .1', '\ )C II Pa4,ª_j?:9:rJJAA~tEi?.iZú~~:id.l:j' e~,--~,~ i ()' :,~',I~,':,'Jii:-, ~p~i ~_g~ii~,'_ 9~ "a,~? ~r~úi;' "y"',\;or~Tel;:(f¿)"":t
cas, ausentes de sus formas de relacionalidad y socialidad precedentes, negtílldo a estas gentes l!¡
posibilidad de imaginarse a sí mismos de otro modo, fuera de las oposiciones exclusivistas étnica i¡
fl I)j I re ~~r, 991,1, ~.?,~,~.?,,5~~,~, X~~I?,a~U~Jl1~Ü~.lG',er1l'- co ~:~) ~_~,!E~~ ~~,g.i.~I".i,~,e 1:iifi,c,tt o r,i_ ,l',~ Il"~( co
0:~:"
tuJí JI) de la ,~pi,son,~~g,~,,~__ ,g~,L!J,!.~_U,Ü:¡,gj?ot perº, _ ,~~,ri)_~.1"~I1, ,eIl,,,el ánlbit(), d_~ ,,~·i.tl. .t~~~,jiJ~Jiit~la­
(CL Hnyden 1996),
11 Ha pasado a mejor vida uno ele los antropólogos más influyentes en los últimos treinta Hllm Jh';,; belig~rante,s"I?9tP9_g~r y re~5:~D~j~~~.~.QJo.

202 UNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES í 'liC)CESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 203
Otro problema añadido es la relación entre gru PJ) y cultura '2 El sujeto colectivo, t IIIl lIUlH lidad categori al _CQllJ,lll1idod imagilUlda- y, sin embargQ......poca conectividad
tanto como grupo clasificatori o, como actor coleclivo;srem¡;re es una agrupad'3il .. 1t1I'1 -;¡j, como en el caso de las identidades nacionales.
heterogénea. Las comun idades no son.los correlatos sociales de las culturas enlenal Po r mi parte, retomando la d iscus ión fi nal sobre Teorías e n Etnicidad (3.4),
das como conjuntos homogéneos y claramente de ljmjtadas en su s práGrieas y reprc lo' IlliOZCO que no deja de ser apreciable este intento de precisión analílica. Sin embar-
sentac iones. Gerd Baumann (1 996), estudiando sikhs. hindúes afrocarjbeños, ~I 11. ~'OIllO hemos visto hasta ahora, hay situaciones en las que estas tres dimensiones
manes yNanCiiSen Soutball (Lo ndres), en ninguno de los casos podía encontrar Ullll litl 11 IJrecisamen l e relacionadas . Cuando así sucede, y con las correspondientes cau-
correspo ndencia empírica definitiva entre cultura y cOlllunidad. La idea de hel:Cl¡¡¡Jl 1, 111' de-constructivas, creo que puede seguir siendo útil hablar de identidad.
compartida q ue cada cOlllunidad étnica identificaba con cultura difería en cada caso:
para aquellos origlOan os Oel su es e asiabco, la Idea de cultura reposaba sobre su,
creencias y prácticas religiosas, así como sobre as pectos concretos de la di ná mica his
tórica del subcontinente indio; para los irlandeses e ingleses, la idea de comunidad so
lo M EMORIA HISTORIA Y TRADICiÓN
experimentaba en términos de pérdida de cohesión social local por la llegada de III
inmigración; para los afrocaribeños, vinculados a una ex periencia (re-creada) idelltijl
cante común, la explotac ió n, pero también como una pertenencia trasfronteriza y glo "Aturdidos por dos nostalgias enfrentadas como dos espejos. perdió
bal disolvente de particularidades cul turales -el panafricanisl1Io-. Para los fflusul/l/ fl su maravilloso sentido de la irrealidad. hasta que terminó p or recomendar-
nes, el aglutinante identificatori o era, obviamente, el Islam, tanto como creencias y les a todos ... que en cualquier lugar en que estuvieran recordaran siempre
prácticas religiosas como cosmovisió n universalizable e inclusiva de cullt/ ras especl. que el pasado era mentira, que la memoria no tenia caminos de regreso,
ficas. A estas cO/l/unidades asLrepres~ y pr~as, c.2!]]§pondían luga res que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desa tina-
específicos en la estructura demográfica, política y social de Southall, lo q ue, a su vez, do y tenaz era de todos modos una verdad eflmera ".
Introducía nuevas din ámicas de re-creac¡(Sn y reformulación 3e la relaciÓn entre COII/l/ Cien años de soledad. Ga briel Garcla M<1rquez.
~s y S llS 'culturas ' (Bauman 1996: 146 y SS.) .' 3
Sin embargo,J3eruJe.)( cree ql~unque las fronteras étnicas no se correlacio nell
con rasgos culturales objeti vos de ni ngun a fo rma regular, ~r q~oda
mas inferir que los agru pamientos ('groupings') étnicos no tengan ningú!i1iíiídarncn- 1,1, Considerac iones neurosociales d e la memoria
to ('ground ing') ~Bentley 199 1). Este fundamento seria la estructura profun-
da del hábilus que proporciona sentimientos de identificación entre la gente. Estos SegÚn Jan Hackin g (1 995) el interés académico or la memori a se consolida en
sentimientos serían apropiados conscientemente y dado forma medi ante recursos sim- 1) 'citten e a fiñlües e SI o XIX, en estrecha relación con la idea de ue constitu e
bólicos ex istentes, entre ellos, los étn icos. Para Cornell (1 996) un grupo étnico siem- , 1 natenal ara el autoconocimiento, base p1ifaC'Onslruir a I enl) a persona como
pre tiene alguna forma de cultu ra compartida, aunque sea mínima (cursiva mía), !liS Itu tO de lo que se conocía or alma . Nuestras ideas morales y legales sobre la res-
Complejidades como las descritas hasta aquí han contribuido a las propuestas de IIOl1sa 1 1 a 1Il ,vidual también tienen que ver con esta idea de continuidad entre el
R. Brubaker F. Coo~2000) ~ara-desh cerse del conce to pe identidad, descom- I/'U·y la memoria personal.
poniéndolo en tres: co~~ (comparti ción reconocida de atributos, objeti vada y La memori a es un conjunto de capac idades mentales ue nos enn iten in-corpo-
tta ajada con ocasión de acontecimientos, discursos, etc,), conectividad (relaciones e 1M nuestras expenenciaSbara SO u ura recuperacI n reconstruCtIva. La e moria
in teracciones, redes, que pueden propiciar la acción colectiva) y gi!flijí;.id.a,d (sentido I; nto proces~ como resultado de capacidades de la mente. Recordar es una fo rma de
de pertenencia, lealtad, solidaridad),jli..Ia coincidencia atributiva categorial -<:ompar- p nsar sobre lo ausente, una capacidad de trascender el aquí y ahora (S ullon 2002).
tir u ~trihl!!QS- ni la-.:onectividad juntas implican O ga~anti zan />11ipiiTíclad ('o mo capac idad, es el res ultado emergente de otros procesos y destrezas mentales de

-
I1eCesariamente (i bld,:20). P~ede lía er un fuerte sentl o de grupahdad, pertenencia y Il n cereb ro configurado fi logenética y ontogenéti camente du rante una histori a evolu-
tiva y de desarrollo. Se materi aliza como inscripció n corpo romental de nuestras
'x periencias, conscientes o no, cuyo resultado es un determinado patrón neurológi-
'o, o patrón de patrones neurológicos .
12 Véase al respecto el apartado dedicado a la Elnicidad y la Cultura (4.6. 1.). Desde una E pistemología Evolutiva, podemos reconocer que todos los orga nis-
13 En el caso de los asiáticos, el sistema de castas se configuraba como olro entorno seleccio~
nado para la autoorgani zación sistémica de su(s) identidade(s) Cf. Baumann, 1996: 12 J Y ss. En otro
mos, al autoconstituirse en relac ión a su entorno, de alguna manera establecen re la-
lugar comentaremos (5.8) cómo pueden reelaborarse éstas en otros contex tos migratori os. ciones recurrentes y patrones repetitivos de acció n y relación, que quedan de algú n

204 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 205
modo registrados bioquímicamente. No es que ahora vayamos a investigar los q¡dl'r momento. Su modo de recuperación s~ría mediante la evocación. La memoria
recuerdos de una ameba, pero sí hemos de reconocer esta capacidad rep)stral y de iI 1; 1rgo plazo r~.q~IJ~Ic=~I.~~,p!:,c~<:'~.~.?__I~_~.~\~j~~iliS?-Y' seJ]~~i~~~~~-Y-se?lli1ri~~!:Üll?llGLQL(QJ.iPg
actualización de todo ser vivo como sistema autopoiético con un entorno con el que ¡,k nperaciones mentales como la reflexividad, por ejemplo, la a!J1Q.Q.Qnciencia y el
establece relaciones regulares que se convierten en patrones de relaciones. frH,:,(i:i.m]9Ü:~Q~T':-5s'Ti1vcstigaciones ilell~~oT~~ilc~s sobre la memoria, su ci~~~ft~~~ía y su
Homínidos y, sobre todo, h0111o(f'érnina) sapiens sapien\' representan, hasta !i'lal.'i6n con actividades mentales concretas irán avanzando el conocimiento sobre la
ahora, el caso evolutivo más complejo en este sentido. Como conjunto de huellas de , upcratoria de todas estas distinciones y si todavía pueden mantenerse sus definicio-
nuestra experiencia puede ser reMtrabajado, meta-re-presentado y re-redescrito. El '1,. !h\C; la! como hasta ahora. 15

grado de esta recursividad redescriptiva posible -los niveles de recreación interna de E. Tulving (1972; 1993), hizo una distinción importante en la memoria, según
la complejidad- está distribuida filogenéticamente. 1/1 tipo de recuerdo: aquella que se refiere a las experiencias biográficas, episódica,
La memoria, es condición y resultado del aprendizaje. para aprender, tenemos .\' ¡¡¡¡tlella referida al conocimiento del mundo en que uno vive o memoria semánti-
r_'_'" ",-----"'--"- ""'~- ----- - " ,,- - --' - , -""""--_ •....--'-- - ,,,.----"..... ~_ ..
\'il. 1,<1 primera garantiza cierta continuidad de la identidad, la segunda le ancla a uno
qll¡;_ J)a~"ti,r_ ,(,Ie _~gJlociI11ientos y experiencLas prevjos,que~_,a,.su_.\!CL-,'i.qªDJ!:.<:!!.~orn~~~:
(~o~J<~lúíbjados, reforzados, et<;:.) a través de su reelaboraci(inJ~nJ.a.--'~.xRQ.!t~.ncia,.J2!:Q.~ r'n /11 realidad, permitiéndole recordar recursos para manejarse en ella. La memoria
d~lciendo nuevos recuerdos. Decimos que hemos apren(ij_do_alg-O . cullll~!º¿Qmos ',rllJ;'Íntica también se cita como memoria conceptual y memoria léxica (eL
---.... capa--.. ,~~

~és-,"-,d,?'_"tt9(!tl()' a la cc)nscien'cia para operar mcntalm~11_t~"~~)n,,ello en situacIOnes IllIlllJlhreys, Wiles y Dennis 1994).
s¡¡í-;Úares' ó parecidas 14. La memoria conecta el pasado co'rl el' i:j'j'c'sC:i1Ce~-CaI)aciÚlndc;­ Según Campbell (1997) y también G. Edelman (1989), parece que sólo los ani-
'-ílOS pára su iútei'iJn3tación y la acción. Del mismo modo, facilita la planificación y la ¡twles humanos podemos experimentar temporalides particulares, singulares, concre-
prospección, la imaginación y actuación sobre el avenir Ijl'> y significativas, en relación a acciones y situaciones específicas.

D~sd~_?l p~ln_t? _ ,?,~, -"Js,ta,,<?p-~ra,~i~~,!lal, existen difel'~nt~~ criterios d~_.~~!asifica~}_~!~ En algún lugar he leído sobre la existencia de marcadores temporales neurológi-
de la inemoi-íii;- coúesljü'n<Ilentes"á, 'distilHoS"I,1.1.apaS y proEcsós~Y1ClIT~logico~~JJ~.~~é~_lCC- ¡'\).';que acompañarían a nuestra experiencia (acciones, representaciones ... ) cuyo
,U,Yidad y reel~_t,r,adas. '.-,~. ~ "'~"-- ,~~ . _,,~_e_ -, patrón connectivo permitiría enlazar diversas áreas funcionales cerebrales, pcrmi-
Tenemos diversas clases de memorias si atendemos a su contenido. Podemos Hendo ir más allá de la coordinación biológica, sensorioperceptual y motriz activa eJe
hablar de una 1l1.G.lllOIÜ:.tvisual, de espacios y lugares, pero también de caras. Tenemos distintos seres vivos con distintas fases, ritmos y ciclos temporales. Estos marcado-
una memoria auditiva, (le's'üúidos, voces~ y fonemas. Una memoria léxica y cQ11<;:.,9JJ- I!.'S estarían conectados entre sí, al modo de posicionar ciertas ocurrencias y expe-

lu,aL Una mei'ií'üi:ia'linésica y cenestésica, postural, motora, háptica ·=cteitacto y la j a'ncias antes o después que otras, sin menoscabo de la concurrencia necesaria de

temperatura-o También de datos, números, hechos y sucesos. También de nuestra nI rlls procesos neurológicos.
propia biografía, que intcrviene en la propia imagen que tenemos de nosotros mis .. Squire (1986; 1992), distingue entre memoria declarativa y no declarativa o pro-
mas y de nuestra vida. 1,'t'dimentaI 16 • La primera incluye aquello que podemos narrar, contar, comunicar,
Men1,Qria__ H,coTt.o,-plazo,s.e_ r~J.i_~F~_,,~~..J.~l m~ln.Qd~l_ei~~.~~~_Q....de",!rabEJg ('working "ohre Jo que opinamos o nos pasa 17. La memoria declarativa es autorenexiva, exige
memory') disponible en un momento dado~relacio-ílada con un propósito sociocog·· nlgtín tipo de medio gráfico (escritura, notación, mapas, memoria extrasomática,
nitvo, emocional, etc., concreto y un proceso de atención consciente. Es la que se
aplica a las respuestas rápidas e inmediatas, a los scripts, schemas y automatismos,
Aunque no dispongo aquí de las referencias, algunos afirman que las memorias a corto y
1)
en las que hay poco re-trabajo consciente de materiales mentales. Hasta ahora se ha
1i!1¡!,()plazo no necesitarían de una circuitería diferenciada. High-temporal resolution cvent-related
pensado 9\leelprocesalnienlo.d.eestGtipo.de. alnWcelJ'lllli."llt()j dis]~"iiI~ilicrad,,!!J,' hlaill potcntial (ERP) and clcctroencephalographic (EEG) cohercnce studics of tlle ncmal substra-
memoria de trabajoJul},<::i9!,~,~_r_í~,y~1_ fJ.q~ralr.:l(L El número de niveles Ínanejados en esta h' 01" short-tcrm storage in working memor)' indicatc that the Parece que hay una ca-activación 505-
memoria parece estar linlitaeJ() '-\ 577, ro~'qlle parece observarse croscultllralmente ell ]i'llida cntre le córtex prefrontal y los sistemas corticales posteriores a la hora de la percepción y
casi ladas los sistemas etnocJasificatorios ('folk taxonomies') (Ce Atran 1990). El ('1lfl1prcnsión e incluso almacenamiento de la información. Esta activación ocurre ya desde el
1I1(j¡nl~nto de la codificación!comprensión y continua cn fase dc retención por mcdio de la atención
orden lingüístico también parece estar constreñido por estos límites (Hawkins 1994).
dirigida propiciada desde los sistemas de control prefrontales. Así, daría la impresión de que la
La,J1~_enlori;1---~--largo,plaz.o.,('-10ng-term InenlOry') no se encuadn~~tos paní .. nWJlloria a largo plazo relacionada con el córtex posterior proporcionaría el material rerpesenta-
1_11etros y sé"-d'i~~"q~~~...Op~eÚ~-~-étL:{?j_k: Cií"CX-IJ'¿i:Jcllcia, 'cl'daléT;-"sé-l'i}aría eJurwlte mils i.'Ínnal quc la mcmoria de trabajo nccesita.
<tiempo, y estaría disponible para su recuperación transformada en principio en cual .. ¡(¡ Véase la noción de esquema tratada en el 1.3.
17 Sin embargo, para (Tcnace 2002) la memoria declarativa no presupone necesariamente
l'apacidad lingüística. A partir de distintos experimentos con monos rhesus, llega a la conclusión de
qlle la evaluación de rangos y jerarquías no requiere información proposicional, sino memoria
l.¡ Si fueran distintas, hablaríamos de c/"OslIIodalidad. creatividad, etc. 1krlarativa basada en infonnación analógica.

206 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'I<OCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 207
representaciones iconográficas y emblemáticas, etc,) o gestual o vocal (habla, canto, ¡dpn~samos información sino significado, del mismo modo nO recuperamos infor-
lenguaje corporal, rituales, dramatizaciones, etc,), ífw'ión, sino que re-elaboramos nuestras experiencias y las huellas que estas han
La segunda trata de los hábitos y procedimientos, constitutivos de nuestra formll d('jildu en nosotros, patrones dinámicos de las anteriores.
de actuar y estar en el mundo, objetos difíciles para la reflexividad narrativa, a menu J ,(\ memoria no es una función completamente independiente de otras tareas cele-
do inconscientes, formados por automatismos, Esta memoria procedimental incluye !Ji ¡JI,'s la percepción, la imaginaeión (Bartlea, 1995), tampoco de las emoeio-
C0l110
la memoria del cuerpo, es la que se aprende desde el nacimiento en el control y OJlI ik ilih ILaird 1982)21. Incluso es posible que sea una capacidad a-modal (Coccia, et all.
mización de movimientos (que es algo que pierden los enfermos de Alzheimer). ,1¡HH), no en el sentido de un memoria generalista, sino que, a pesar de todas sus fo1'-
Hay olvido selectivo y no sólo de 10 que no gusta o no interesa '8 , sino olvido de illi!:'i, es una capacidad no sujeta a la especificidad de cada una de ellas,
los orígenes, de los procesos de nuestros esquemas. No hay marcador cronológico I,;¡ memoria es el resultado de una estructuración neural dinámica. en reconstitu-
para eso, Así se construye el mundo de las evidencias, de '10 natural' y de lo 'necc> -\ ídlj' l~l)ll,lri!;:;;:"'d'~i;~;;die~~te'-~p';¡~':~~l-~~-hó~n'¡l~id~;~~t;;~;~i'~~~~cli,nc-r~J_p,~,I}(q:',d~~"'~:~ticu,~
sario', olvidando 10 contingente de su creación. Encarnado y sin posibilidad de auto I"'''JI) n~~rale~~Cg.iírt~X (Chklovskii y Koulakov 2004; ClÍklüyskii, Mel yS;:übüda
reflexividad, es el mundo de 10 que siempre fue así y no ha de cambiarse. Son memo ,?!){Vrr 'roda, el' ~istema,,~e con~?\j~g~,~",,~go,X_y?,~,',g~,ll~za, l'-,~ra"p,~_e:as",~,xperien~ias, en
rias que se viven muchas veces inconscientemente, sin registro de su origen IpnlD ;¡ atractores generados como patrones de 'lnúfiftud de' conexio'ncs"d~e"neúronas
biográfieo y colectivo. ('¡I\:¡rda y Freeman 1987). Cualquier eseritor sabe que loquedenominam~sc,!mo
Puede hablarse de sistemas neurales diferentes para ambos tipos, declarativa y if'.\\!,~'~L<t':, res.~E~~~~,~~9.,~)g_EI:!~.mQÚa ('retrieval'), n?).<?,,,~~,,,,~.,~~_X~~I~,~,~.~, porql!_~_ sie,~T~pl,:,~
procedimental (Mishkin 1984). Parece que la memoria procedimental implica, entre ''', r,'creación, recategorlzaclón (Edelman y Tononi 2000) en funció tl. . <l."jll1()Ill."nlQ
otros, circuitos neurales subcortieales, probablemente del cerebelo (Diamond 1991). Prg,:;j_~úrc',·(fel.q~l~p'ojúi§1!ª9·,"aeJa"n,1O~~y'~C}?Il actual, et~:,' de las asociaciones parti-
La memoria declarativa, involucraría sistemas más complejos y diversificdos (le- lul¡,rcs' esta"ble¿idas y del contexto (EngelT999) y ¡l1omento de la operación de
retroalimentación positiva 19, ¡,Tllerdo, incluyendo los niveles de atención (Badde1ey 1990) y los tipos de con-
¡!<.'!lcia (Ramírez Goicoechea 2005e)22.
La memoria episódica o biográfica, la declarativa o a largo plazo, refieren tod;¡:.¡
ellas a recuerdos expresamente buseados y recogidos, eonscientemente atendidos y Frcud acuñó el término de inconsciente para todas aquellas experiencias y enso-
que se pueden eomunicar. Suele ser intensamente dependiente del contexto. Nuestra que no recordamos, que no re-presentamos en la memoria de trabajo y que,
flilr,j¡)I1CS
memoria episódica puede objetivarse y comunicarse, tanto para nosotros mismos
como para los demás) en forma narrativa -relatos, diarios, cartas, memorias-, ver
siones recreadas continuamente como sucede en los mitos, Las estructuras cerebr(\ )1 De algún modo, incluso el aprendizaje y la memorización de una fórmula trigonométrica,
les de la memoria deeJarativa parecen encontrarse en el lóbulo medio y en la parle "HI)lO memoria semántica, puede estar telíida experiencia! y biográficamente en su vivencia y
anterior basal (Zola-Morgan, 1993 cit. en Castro Nogueira 1998). El sistema límbico !i';\ Ih'I'<lO. Cómo, culindo, dónde 10 estudiamos, su ubicación espacial en el conjunto de los otros

"k!lH~!lIOS respecto de un marco de referencia visuaI-, con quién estábamos, cómo nos sentíamos,
también juega un importante papel en la memoria episódica.
f-dul'1\\Js procesos de memorización son compuestos heteróclitos de contenidos semánficos y bio-
La información semántica y la generalización de ciertos conocimientos no esuín v,i,¡¡il'os. Dos procesos que se viven juntos, se inscriben neurológicamcnte conectados, Esa es la
almacenados en la memoria como entradas de diccionario, sino en conexión con la ,Í;¡\'(~ de la evocación que todos hemos experimentado cuando oímos una música que nos acompa-
i1"~1 durante un período de nuestras vidas: personas, situaciones, emociones, escenarios, actividades
memoria episódica, la experiencia (Sperber 1996:31) (Strauss 1997)'0. Igual que no
"'!ICJvt'~n a (de) la memoria, O el sabor de algún alimento, como la famosa magdalena de ProusL Un
v'j\'lIIpln de esta memoria asociativa y de cómo se recuerda mejor si se colorea experiencialmente,
,"iEuificativamcnte, es cuando establcccmos recursos mnemotécnicas consistentes en asociar dígi-
ili'), ~ecllencias, listas, series, a hechos y circunstancias que conocemos, que nos gustan, que nos
18 Incluso para sobrevivir psicológicamente después de grandes atrocidades, Levinc y Bltld iiÍ>'l,n algo, que son familiares, dentro de los límites marcados por la cantidad de ítems a memori-
(2004) hablan del retrabajo personal y psicológico de la memoria en relación a la felicidad, Etnografin irl! (Watkins 1981)y el número de estos asociados a cada, Uno de los modos principales de regis-
sobre formas diversas de la memoria y del olvido pueden verse en Taylor (1993) y Carsten (1995). Hll ~,l'lIHíntico es la asociación fonética. Si establecemos una conexión entre lo lluevo a aprender-y
19 La localización de las distintas memorias en el cerebro ha sufrido la misma controversia j);11' tanlo a rccordar- y algo conocido que suene parecido, nos será mucho más fácil recuperarlo
cognitiva que otras facultades como el lenguaje (Ramírez Goicoechea, 2006), Desde el punto dc !ilt'!!l()rísticamente. Es a esto a lo que se refiere el término de chunking, una forma de agmpar cono-
vista neurológico, puede hablarse de cierta localización más específica, mientras que, desde el d!n!c'lIto en relación a patrones conocidos y familiares bien registrados en la memoria (Luck y
punto de vista psicológico, dependería de una red distribuida integrada de conexiones y sistemas <11- \,ogd), una especie ele coordenadas que mediatizan la perceptocognición y su memorización, es
conexiones (Deacol1 1997:287). Véase también Griffiths (2004), ¡Ji,'r'u", d aprendizaje, por medio del reconocimiento de lo lluevo por lo familiar. En el caso contra-
20 Damassio y colaboradores (Damasio 1991) hablan de cambios autonómicos en la zona orbi rio, 1) bien se ignora, o bien se explora (Humphreys, Wiles and Dennis 1994) .
tofrontal asociados a experiencias interactivas y que son reactivados posteriormente como mare;!· .12 Tanto es así que podemos recordar cosas que no están o no ocurrieron. CL Roediger y
dores sociales para lluevas interacciones, r."kl krmolt (1995),

208 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES í'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 209
sin embargo, pueden condicionar parte de nuestra actividad práctica y representacio Hhíl,',l1l sus recuerdos. La mcmoria es siempre colectiva porque es compartida,
nal en otros contextos muy diferentes a la experiencia originaria23 . ¡,"''in dllrtida y construida socialmente. Es en sociedad donde la gente construye su
y sus recuerdos, los recupera y reconoce C01110 suyos.
Como en todo proceso mental, no hay que olvidar el papel del afecto y la en",
ción, los sentimientos (como forma exteriorizada y culturizada de las emoci()n(:~;J j'¡jr Jlwllloria colectiva entiendo aquell,,-l _ _ C_Ol~stn~,i~,I',1 ,S(~Ci,~l}_I?lC,ll,t~ por un _agente
(Ramírez Goicoechea 2001). Muchosson1.os que han subrayado 1(j'i.!t".00.uls:Jn , :1 lj ('1 'j j .
VI) ]()'s~"gel1pt)s~::;;""pm:~~~tD,]S~n)O y ~Ú(I?~~:~5~2?:i!E~,; 'Í)or' iúé Illóri ,i '~G¡-()gi;aTfca
emQgióllSn. J'Ull"nlo.Üa Y deesta enlªs.eriio.ciQILG.~JCrLaird etall. 1982) (Lair1 aquella construida personal y psicológicamente como ser sociocultural
1982). La afectividad y la eirioéíüllitlTdad han sido destacas como elementos consli R;iHh'l \Il en relaciones sociales, y con capacidades represeIltacionales, pragmáticas y
tutivos del conocimiento y del aprendizaje en el desarrollo infantil, y también durall ':';'j'!\'j Jl.'llcialcs.

te todo el proceso ontogenético humano a lo largo del ciclo vital (Cf. Capítulo 21 1'01' Illemoria social en estrecha relación con divisiones calegoriales de objetos y
También desde el punto de vista tilético humano, el aprendizaje depende de Illli! ¡·dil"Ínnes en el mundo, entiendo aquella memoria que incorpora y retrabaja cogni-
memoria valorativa (Castro, López-Fanjul y Toro 2003: l 53). ¡',in ,\twio/: relaciones, caras, personalidades, pertenencias, identidades y alterida-
El hipot[ílamo y el_ _sislel~1a)ímbic,~,~st,áI~,"llI_lida_~ ~ la ~eurofisiología de las cmu: 1!lIfojogías sociales. Toda memoria humana es, de alguna u otra forma colecti-
ci o,le's·;~s~,§i:~~~.ililEU,~~~_t.~~Ig~~_Ül: Est():,~~_s_ ",~rg2>fgm,ºjLÚJQ,~i'~·~bratl(5s~erO".~hr32~u;_ _", ~,)!, 11('1'\ 1 no toda memoria es social, aunque haya estado socialmente mediada en su
Iq_ _ ~".P~_rt~~ ,g~A~_..t"!xtúrias __d,c'í' c<?~:~~.~-, ~,~,r~?r~,~ p',tl~ece, un Y,'!~,gg.,,~y'olu ti vo, po'ste~i2!LEH)'1. i'lHlílllCióll.
do a _},?~ _ .Ptü~~.~j~- y sobr:e ,t(?_q,c::J"",~)o§"JÚtÚ},ªÚg,§;,,"El con t el1ia~)~"y"-ioS1aCtores qllr 1, ,:1 mc_r,l,l,ol~i~l colectiva rCj?Ecsenta y recupera el trab'\lo y la vida de las genera~
disparan la emocionalidad estarían progresivamente ligados al córtex como lugar dv,j
aprendiz'\Íe y la experiencia (LeDoux, 1998; Reyna 2002).
~ 'H d,l,\,' ::;,,~j_~,1.!,!_,:,,~,~~,~~~EE,~!]1~i',~~1~~,~.~~~~~~~24, CO¡1~Tí(~S:e'~~'~~~,~~t~l~la, 9~J~Kfar-ah~I~Eo"~;'
nrd)t!llfIII~O ~rcado y re-creado por,~ll1__ ~~)J.9~tly{) ~n",s,~l h~,slona y que . re~~lr~_~Y.':ln~ente,
Las emociones fijan las experiencias en la memoria. Para" ~?)' D' Andrad,I:: !V~;:í:n,ra~C1fD1icroehtú(i1o de la.~ 'n u~y.fl_s_-,.gYÚ~Úlf,iri~;i~_,S,l)·~lra su pi:(~;To' 'd~v~ll1 ;:-'\~'111'­
i '1. ,ll
(1 9§j), lo~§"ntilll¡el]\9'Y la~en;~~i()neS.I10~9ic",l) . ~61l)9 es elÚfl¡¡iªº,ili."ímanlií¡i,; "btÜJÜJ1Y \Iil}clll[tnte ,?,n ,el tie_lllpo ,~()Il, ~II~, I~'l,?_'Iª,o,_.-g,I_:~lJ?al, ql;~,s~,I1,f~,]~~j~E§~~Tii~-y:;,que.'
1~i3Ú:iQ.aJ'qualia', 'mío'), haciendo incrementar la activación dc varios esqucl1lw, id I\iH:crl0, CÓí'1S'iTtuY·é"lii~;a"I:e.fel:C'i~,~Úl' (cÚscúrsivfl,' pl:ácÚcá~ l:el;l·ésentati~a, etc.) Ei!!il~tí.
para la acción y evaluación, permitiendo mientras tanto una demora de modo que. lu ficado del presente y del futuro. Así lo cuenta un miembro del grupo 7ewa: ellos
planificación, la secuencialidad de objetivos, el reconocimiento y otros procedimicn Yi!¡ 1.'~,<¡'iíl1 '¡íiiei:c's'¡ídü"s'''cn el ú:'ahi\í'ü'--clc"los arqueólogos sino en su propia historia sobre
tos complejos pueden operar. Para el se trata de un sistema de información en .\"11.\ ,.{ji; tll'Ígenes, porque es ésta la que cuenta lo necesario sobre su gente y sobre cómo
pense ("information holding systcm") donde las emociones son bucles reverberanll'" q\'!J nllllO un humano. La historia define su sociedad, quién es cada uno, de dónde
que mantienen información de forma activa de modo que no desaparece, que permi \'¡HWIl, los límites de su mundo, qué tipo de orden hay en él y cómo llegó el sufri-
te una demora pero que trabaja contra el olvido. ¡-¡Ji('Hln el mal y la muerte; y lo que ocurrin\ cuando uno muera (Ortiz 1991).
Sj1'isJl..I1a y Illl!Sh()§.Jll().9()S,9Q..ej.¡:rci,j Qd,Jª.JJlemouaJ;oJ.ecti;,¡.a25 , ¡lareSSUllle..los_
¡,l,~,¡.-,~,l,!,"¡"l~~~,~~",.~,~,~~~!~~:L_~ pen~,~,~,:",9,~!~Y_S.~,~,~pgª",!.mh "m:QJ\uldi.,q,Qc,L.1GDJ12QnlL..hay ql,L,ng~lilJ:fl;;¡<"
3,2, Memoria colectivo
',! __0,sí 'p'u_~_~~.,~_!),~~,n(lers? ___I<l_ Il1~D]g.rÜ~",E9,I,nQ_,ULÜ!,U:(!J=f. VcJasco (1994).
Como colaborador del Annéc Sociologique, alumnod~ Mauss y de Durkhcinl, ,"- .lane Carstell (f9~/5) ha cx"p!iC<lc!o cómo la identidad pucde ser practicada /¡oriZ,ol1!allllen/e
Mauri~~l:IaLi:l~i'chsJ1922:.t 9 34) quiso comprenderlos¿'ríg~ñ~s~s(je.i'I1es~cieE.c2ns :Ojj va de en referencia vertical a los ascendentes en un contexto migratorio. Por ejemplo, los inmi-

"!Iy_gci5?_!!,_,,ft~Ja m~j1lQrÜ~. La mem<?ria_ ~,s ur~, _~ll,~r,llll,_l~,? ,_de p~llsan~ientos cO~l1ún.n, ylJ ¡iH!lIlt's sudasiáticos en Indonesia que investiga no tienen en cuenta a sus muerlos, sino a las lcja-
grupo. La idea~,ª,~_,~.~!!.~_~!1}~JTIQÚa--ii1ºl Y!,~~~,,~,L,~ª,º.sQJ.D.ÚÚ~.~~!Y!~_-,,',§,:~~~!,~~~~i>~ª~JiiÜL!1?cil1()J}11 ')(h 1'(~laciones de parentesco actuales entre distinlOs miembros de una familia extendida. La iden-

socláT; es üliá~ªº§!nlc,ci,óJ)JI}:fQ.t Los grupos proporcionan a la gente marcos~-ell'-'!(),-; ¡¡Jild se va generando de forma diniÍmica y fluida por medio de las actividades y relaciones de
___","","=~,w''''' --""- :--d'¡f!idad, adopción y hermanamiento Csiblingship') en los que uno se implica. La identidad se
d1fl'.H!lyc aquí olvidándose del pasado y mirando hacia un futuro en constante movilidad, donde
~H ¡iriIllOS, aunque lejanamente, constituye el núcleo sobre el que se construyen las relaciones de
23 No obstante, Las últimas investigaciones neurológicas afirman que la memoria de la!')!,( lHIl'J¡(l'SCO. Las denominadas efnicidades simbólicas de irlandeses, italianos, polacos, recreadas en
duración no parece estar involucrada en los sueños, en cuanto que no se ha observado la implica Cr,L¡dos Unidos en contextos de reivindicación y acceso a beneficios sociales y lugares sociales, no
ció n ele las áreas cerebrales que los investigadores suelen hacer corresponder con la actividad ('\)llSlruyen, tampoco, sobre los ancestros ni la memoria de estos. En el caso ele los Roma,
memorística a largo plazo. Parece más bien que los sueños operarían como un chequeo continuo dr 1\'lidlaeJ Stewart (Stewart 2004) también ha cuestionado la existencia de memoria socia! en este
algunas funciones celcbrades. Se sabe que durante el sueño se activan procesos neuroquímicos y ddh'(ivo, a partir de sus investigaciones en Hungría y de los discursos Roma sobre su experiencia
hormonales que no suceden en la vigilia. ;h~ pnsccución y genocidio en la II Guerra Mundial.

21 O FTNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES Í'IIUCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 211
hl.~~~:tSj"prácticas,
'-"V~~_~
representaciones, cuanto más puedan referirse a un tiempo inmemorial
"'" " "''' __ ',,-.,,'''' __ , .. ~. __ ''''_._., .. -.,,_ ••. _.. ,, _ _. _ _ _ _ .
-i'>',!.-111[llras, frisos, bajore1ieves, mapas), arquitecturas (edificios, columnas, avenidas,
j_~ill.Q.!les .PD.g!I!.9S,' Íli~~~J§g1fEbA~§gn, m,ás fuer~~l,_ ~_(~~~~c,i ~!~~~.~~~~~l~~~,~~_~a ~.~,illr~nt\ ') il.h'¡l.';, etc. c1'. Fischer 1986), nomenclatura de calles, plazas, lugares, etc., marcado-
para el presente como para el futuro. Algo que siempre flic así, tendrá continuidad .
.. _ .. _ _ ._~_""_'-"""'-·~___ .. ,.m.",~',~'" ,,,.o, .. ,,,,,,,,,,.,,,,,,",,~'., .. __ ",',' __ ,'"' ••. ".~~,_.,, "' ____ ""''''''-',_, ""~>, __ .. ~,, ... ,,,"-,,,--»-,,,,,,;-.~~~.,,,,~"_,
HÓ',i 1.'11 Y del entorno. Much?,s de eJIo,s son"a,c:tualn~?,l1te"agrup'~,qº,§J~_~.LQ.Jª. ,n.?mell~la-
i I .1111·íd iC.'l .. del'atrilll(J/¡JQI;Úlii¡¡¡-iJ,d elcch() Ín,íj¡" ,"ªiJIC;(íel()sl)u~¡'LQ,s:eJ1T()s.Ílll",­
"0

Por ejemplo, la identidad vasca ha reposado tradicionalmente en la imagen de UIl


'i/¡ Ji,;, l"l,nl~D.mni~ntQ?i j ur.(~iX~º,Rjnterl1aGiQllales.
pasado rural idílico, preindustrial, incontaminado de gentes foráneas y otros peligroh
sociales (Ramírez Goicoechea 1991). Las memorias grupales de los indígenas HUS; 1.:1 sustracción elel patrimonio histórico -así definido- durante conflictos bélicos,
tralianos, los denominados ahorígenes, refieren a un pasado originario que es atcm':' ml-'Ilrsiones, etc., es un modo de apropiarse de las señas de identidad del otro, ases-
poral porque está continuamente presente en lo que les rodea. Muchos rituales lo qu<, íM un golpe a sus símbolos de unión y reconocimiento grupal y con ese fin, entre
hacen es recuperar y reactualizar este vínculo primigenio entre dioses y humanos. ;¡lfo,;-'K, se hace. Por eso Inglaterra mantuvo durante tanto tiempo en la Abadía de
Wn,11l1inster, bajo la silla de entronización de todos los reyes ingleses, la piedra de
Paul Connerton (1989), basándose en el trabajo de Maurice Halbwachs -yen IlO
<\iI:OllC, sobre la que se consagraban todos los reyes escoceses. Ahora se encuentra en
pocas reflexiones sobre En Busca del 7í'empo Perdido, de Marcel Proust-, afirma qUl'
'" ['lIstillo de Edimburgo. La reclamación por parte del Gobierno de la Generalitat de
el ritual y las actividades perfonnativas 26 , son fundamentales a la hora de convencio
Hfí llivos históricos sustraídos durante la Guerra Civil y custodiados en Salamanca
nalizar la memoria colectiva. Ésta se construye a partir de determinados trabajos sobre
Onlc también este significado. La reclamacÍón del Gernika de Pablo Picasso por
el cuerpo, incorporados en hábitos, prácticas, rituales, actividades, y no sólo en el
pillJe del Gobierno de Euskadi ha ele entenderse desde este planteamiento, además ele
conocimiento inscrito en discursos, textos, etc. Se trata de una memoria ya enmarctl
da ('framed') y formateada en trozos ya seleccionados y articulados ('chunks') (Lod
,íH',r ¡)tras consideraciones políticas. La"re~uperaciºI], de su patrin~()IÜ?"cu1t~~Efll"r()rma
1ji!1 ! e ,(i~", ~g§, Xl,q~YOS"..!D9~i,~1,~~,~!~Y?,~, ___sg~ial~_s etnopolítí~,()~~".9,~ _ 'dú;tinÚls ~.oí.iJl.li1),dª~f~sl
y Symes 1996). Para Freud, recordar significa integrar hechos e interpretaciones en
Pio[ilgonistas y gestores de su propia tradición, más 'allá de instituciones e intereses
secuencias narrativas significativas, dentro del proceso de reconstitución de las his!o
lIH.'diadores, como el propio Estado. (CL 5.8).
rias de vida particulares (Connerton 1989:26).
La exhumación de los restos de ajusticiados durante la Guerra Civil española,
La memoria grupal reposa y se nutre de .i.l}l1JJI1J~r~bles ,f0rmª.!LJ,le.,,,obj.eÜv.élci(¡n lir,klll{¡S de una restitución moral de la dignidad de los muertos y sus familiares, tiene
externalizada, extrasomática, con un alto __ ,~O,lnp?11,~11te'-s,~nsol:ro~te~'!~I: discursos y ndclIl:ís, según Francisco Ferrándiz (2006), un indudable aspecto ele recuperación de
'natTativas, objetos y sistemas de objetos, instninielitos,-Ieiígua- --habla (palabras, y i.ii tllemoria histórica de muchos de aquellos silenciados durante la Dictadura de
expresiones, prosodias) espacios y lugares, paisajes, personas, relaciones, rituales y P!iIIlC0 29 . Es la recuperación de esa otra Historia, la que, como ocurre con muchas
prácticas expresivas multisensoriales (marchas, procesiones, conmemoraciones, rca, ¡¡llas también prohibidas y acalladas, constituye el incómodo correlato de toda hege-
propiación dc espacios), hábitos incorporados e inscritos (Connerton 1989), prácticas '¡-!Iinfa política y simbólica, que nunca puede integrar a su modo ni a su proyecto toda
del cuerpo y sus sentidos, hábitos y procedimientos, ritmos y calendarios, distribu In diversidad, la disidencia, el margen.
dones del tiempo social, músicas, prácticas regladas y normativizadas, códigos dc
Es importante constatar que lo que antes se consideraba memoria mitológica
etiqueta, cortesía y evitación, sistemas de reglas y valores, instituciones y organiza,
ahora se está considerando memoria geneaológica. Se ha comprobado que muchos
ciones, mitos de origen, narraciones épicas, monumentos, memoriales, cementerios,
¡il!los incorporan sucesos y acontecimientos corroborados posteriormente por las
héroes y batallas, museos27 , arte figurativo (lienzos, tapices, estandartes, fotografíns,
ílivcstigación científica (la arqueología, la geología, la paleozoología, ctc.)'o. Este

26 La teoría de la fJelformance estudia los escenarios de la actividad humana a través de gélw ))j El expolio cultural que los países invasores realizan en el invadido también tiene un objeti-
ros como el juego, el deporte, el ritual, el teatro. 1;0 lucrativo comercial, qué duda cabe, así como de gestión de la alteridad y su comoc!ificación en
27 El rol de los museos en la creación de la memoria social grupal, como lugares de represen ¡,bjl'1t) de valor.
tación de nosotros mismos y de los demás, sistemas de objetos y significaciones de-contexwaJil.:l •1<J La recuperación de la memoria jJe/:wJJ1al, psicológica y socioculturalmente fundada, 110 es
dos y re-contextualizados, son formas de recursividad reflexiva que convierten los sistemas a lo~ IIlt'llOS importante para el posicionamicnto psicosocial de la persona para sí y en su entorno, en la
que pertenecieron en microentornos para nuevas construcciones sistémicas del imaginario identita fllmla específica en que Occidente construye las identidades personales. Véase el interesante artícu-
rio. ¿Qué hemos hecho si no en los museos etnográficos en Occidente sino traer a nuestras mismas íl1 de Jane Carsten (Carsten 2000) para los casos de adopción en nuestro entorno cultural.
puertas lo que hemos construido como exótico allende nuestras fronteras culturales? ¿Qué hacen 10 Por ejemplo, el folkore local de hace 300 años de la Isla de Flores habla ele unos seres, los
todos los turistas extranjeros en La Alhambra sino visitar una joya de la alquitectura árabe sin telll'! IJm Gogo o abuelas come1otodo, de escasa estatura habitantes de sitios inaccesibles. Pues bien,
que desplazarse a ningún país fuera de Europa? Mientras que una momia puede ser un objeto de ,,-,¡jos parecen ser descendientes del mal llamado Hamo Floresiensis, un sapiens probablemente
exposición en un sistema de objetos, para la comunidad de la que procede puede ser reclamada iH,]uejado de microcephalia, según las hipótesis más recientes (Richarcls 2006). Mitos de poblacio-
como su ancestro, parte indivisa de su memoria. Algo de eso pasó en el Musco Nacional dr ni,'S aborígenes del suroeste australiano recogen cambios geográficos de la zona de costa donde
Etnología en Madrid, con el cuerpo reducido de un indígena sudafricano. h"hi¡all que han sido confirmados geológicamente como de hace entre 6.000 y 5.000 años ac.

212 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 213
tipo de memoria colectiva está siendo legalmente considerada a la hora de legitilllHl lugares a menudo de peregrinación y reactualización de la cohesión grupal por
derechos de propiedad y restitución de pueblos indígenas. ,,:ni ¡¡n:l deltiempo. Tal es el caso de santuarios que representan el momento y lugar
Entreotrasprácticas,discllrsos. y rcprcsentacionC5,CI11aS5()eic(lad""gJlc~lcn')1).11 que el grupo se dota de una legitimidad religiosa y divina, por tanto ir/cuestiona-
dl conexión con un territorio específ1co. O lugares de batallas en las que se
munos tradicionales, fundamentalmente rural~_~, Ú-i10 d~ _ h?lLº_hIl?,cntos cohesi~5,~~"H\!(
vincúi~i- -ú 'Tás---gc'iltes-- de_ e~.tas sociedades, __con, ,<::I __ p~§~h?.jm~~0··(CrTil"fra) dl~ In ímhjj'-J'i\ podido dirimir la suerte del grupo, como Culloden (Escocia), escenario en
comunidad, es el rumor, el cotilleo ('gossip'), las?cia,l_i~,~~ióI1 ir{f'ort!1CiI, q.~~~--"'?Ú.!D U"j:) I,k la derrota jacobita escocesa frente al ejército inglés comandado por el san-
'kdip¡lrlO Duque de Cumberland; o la supuesta batalla de Arigorriaga (Vizcaya), mito
posible cuando existe un conocimiento social de fos rili~,lllbr(:;~:.-ª~Ji~º!DiUiLº,ª~l!j:__ ~~IF\
j,,'es/{pollibi/idod (Lock y Symes 1996) sobre las iclell¡-ídades'y actos probables de Sil' ,~hd 01 ¡gen del pacto de los vascos con su Sefior y la no obligación del servicio de
-gentes, como conocimiento implícito objetivado, que no necesita de presentaciOlh'>i ;,Hní;l!, fuera de su territorio,

del se(f'explícitas. Los cotilleos de los pueblos se basan en el recuento diario de accio HI Alarde de Fuenterrabía, por ejemplo, rememora histórica y espacialmente la
nes, acontecimientos, dichos, conversaciones, con respecto a relaciones localizadas ,V :,jl, illrJ,¡ del pueblo frente al asedio de las tropas francesas comandadas por el
localizables de vínculos generacionales, y familiaridades constituidas. Así va constm' Filndpe de Candé en 1645, ritual que constituye el fenómeno de reconstitución iden-
yéndose una memoria común del pueblo (Connerton 1989: 17), en donde noveda,b y dtw jn hasta hace unos años_32 de los hondarribitarras más importante del año
autopresentaciones tienen poco margen para escapar de la atracción de este m:lI\'I) ilí"!illrcz Goicoeehea 1985). Podemos encontrar multitud de ejemplos de este tipo.
constituido y renovado en el tiempo, Este fenómenq _ ~~XQS:2.~~~i~E)~~~~ll.~Jllllq!:!:t~~~). (,).l'l! poco se celebró el quincuagésimo aniversario ele la Batalla de Normanclía, efe-
. lización _de prá~tic;;ls_ sociale~_,, _ _ t _ l,1,?_ ,?~S,'~P~E~,~~"S}} _ ..t~L~n\,_~~§_ Ja _ glohahzación_ _ y_",}u~t lw;rhlcs que recuerda la lucha de la Europa libre frente al nazismo. Veteranos de gue-
modos de comuniCación sóciabilidad (Díaz Viana 2003) (Cf. 5.8). Hn lus que quedan- desfilaron ante el monumento al soldado desconocido en

En cuanto que el espacio es contínuamente reapropiado por la actividad, la pr¡i( \\Iií,,:hall (Londres), hubo exhibiciones aéreas, marchas, etc. La memoria étnica de
tica y la relación social (Ramírez Goicoechea 1984),.I_ ~~ ,!_!1,~,I,~_!g!,~~~ _ J~~I}II:üén__ s_~ _ _~Jl:_I:U' ,ijW¡iros y protestantes en el Ulster se extiende a calles, lugares de paso, muros, pubs
ydllilS de enfrentamiento, conflicto y muerte, en el ejercicio de mantener vivo el
sobre una geografía simbólica de la presencia y a~,tiyida~_ pas,;;lda Y pr~s~11ty" ¡I,!,:',l
4H,undo de los que cayeron por el odio excluyente de sus grupos rivales.
grup03], Podemos hablar de la funéi'6ii--íiil'i'~:ÍIi()ni,q\,4~1__ paí~ajé"cn"t:J_ xr.~,~~,ni~.n,i.I.!}.i..enlo
"de la memoria colectiva, como lugar de relaclolles sociales',~ae experiencias, dc as!'! ;\ pesar decierta reflexividadsobre los orígen~s y ¡aparticipación de generacio-
ciacioné's'--'sensói'iop-éi'ceptivas y cognitivoemocionalcs. . .r1tLil llWúlÜ,nS: 'lá Xn~,~~:~_i',i~ '??Ye--~ti y,a, -9~je,t.i.ya,d,~,1" ~e ~i vers~~ -foó~,;;~~;,~'Íi~lf~¿:r:;e~1ímcrC5i1-
En nuestra investigación sobre jóvenes vascos e inmigrantes, los primeros viii ,H:;tl,ipl:1 l:()1110, i~es,u} ia4,º_,~(:t~ _ _ ~ñ,~~:PJi~Ú~~~ _~e_l:,!,áPIÚi:QnQgi!)LC;g C~IJ.tllr~¡ §"hi'~~~~·i~·~~1eiit~
cuJaban su memoria étnica a ermitas y caseríos colindantes al núcleo urbano, a donde ¡¡h 'JI 1v:¡d a, CC)I11'Ü' ~resul tad()_ ~,()l~,t~,nge-'lt<? ,de, U,11"f}" ,_~~le,c:c;iº.!Lr.elativ~~~~IÚ:~:··ill:~E':l"rúi ~_qúc""
se iba en romería o a merendar los domingos con la familia. Esta localización sim ,seJ: ,di fe l:el~_ ~~; preCi,~ (1I11 ep~'~.', eS,a, '~s" 'llÚ{t,,,d ~ s u. ?Jdi e(l e ia,~: -s im ból¡(lIS, _"QÓ,t~il,~i~~A,,~
bólica no podía ser compartida ya por nuestros jóvenes inmigrantes, en primer IUF,il! ,a ract~rfsti.e."d!,ILe.f:Q~(dgd (C f. 2.2.).
por la ruptura con una memoria familiar que hablaba de sus lugares de orign\
(Castilla, Galicia, Extremadura), por la imposibilidad de una experiencia vivida 1,;'11
los términos de estos jóvenes vascos y, sobre todo, porque aquellos lugares rurakk
Temporalidad, externalización y recreación
idf!icos se habían convertido en barrios de aItas torres que alojaban a familias il1m!
grantes como las suyas. La ruptura de un sentido de cmnunidad que se reconoce en
ser hunlanq?SJlJlSer.tClHPm:al. No sólo porque le suceden cosas, sino porque,
j'.l
los mismos tiempos y sitios de vida, en donde "antes nos conocíamos todos", era ,¡]u
q¡íiHl otros animales, aunque con una integración y complejidad mayores, es cons-
dida como un factor importante en la dis-locación de una homogeneidad grujlHI
(jHlIc de ellas, Uno _de las capa~_i9_fl.d_e_s",ey()llltiyª.~___ m_ás sorprendentes es la reflexiQl1
recordada como tal (Ramírez Goicoechea 20(0).
IWl"lllite encadenar ciertos' hechos como a~ltece~9~lte~,'ª-Q~Q~i9ip:Q,5ieti:Qre-~':""~"""'
Por tanto,las memorias colectivas de los grupos étnicos, como grupos clasific;\
torios, están llenas ele lugares sodosimbólicamente construidos que hablan de los or{ i\ l's.la capaci.<i.ad hay gue añadir otr~: l~depreyer, pe!,s~ryactuilr-p-"1~1clflltllro,
genes, de episodios extraordinarios que consagran la singularidad del grupo y su dc!, l:j"I::"I,~}PO~",~~_X~gh~__ q~I~,,~"~~,I~,~.tX~, _ ~.~JJ?'9;~,gºº y d_~_~'p'~:_~,~,~~~.~_ -en todas sus formas etno-

L'Me renero al cisma popular producido por la demanda de un sector de mujeres p<'li'a pm1i-
3¡Uno de Jos primeros trabajos en este sentido fue el de Pierre Nora (Nora 1985, 1986, I!)92i soldados en una de las compañías. La única participación tradicional de la mujer en este
t'OIllO
quien reconstruye para la historiografía francesa los numerosos lugares en donde se labró y '-.i ha sido la de Canlinel"(/, que desfila al frente de su compañía, escoltada por sus lugancn-
depositó -contra el olvido- la memoria de la identidad nacional francesa. ih--"H!f\, vistosamente ataviada y centro de atracción de las compañías.

214 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'PI )CESO ÉTNICO. FEN6MENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 215
!.es para posibles sucesivas reimeljJretaciones reconstructivas. Precisamente es esto
gráficas- peroque no se ha realizacioto,d¡¡vía. Esta habilidad es condición de otras, las lo que nos diferencia como humanos.
de anticipai:··pfaniTic8.Í', proyectar33 . Nos poSibilita concatenar hecl~?s, suceso> :ormas
de ser y estar entre sí; esto sólo es posible a partir de una evoluclOn neurologlca que La constru.cción de artefactosparasu durabilidad 35 , disponibilidad, transforma,
¡·"I'ill,. com? .~.x ~.~,~:l.l.a~l iación "de un proc~.sg,..~ÚJ~t':gií"~· '~esáparece~~"~;··I]TstorÜl·.·de-¿-l:;ª~
permite la interconexión de distintos sistemas de redes neuronales. Parece que :on el
córtex del lóbulo frontal y prefrontal, con sus conexiones Iímbicas y subcortlcales, f',I'":I,} :~~~~:epre?~!~,~. ~...~~~ .. gra?,~ d.~ ...~,~~~~.r:.Qª-li~~~!.2,~. . ,~,I,~oi,~.~.,:., Cuando se' CÓílsil:I"IYe';l'"l~·~'··p;·i~
..
pero también con áreas específicas del córtex posterior, los responsables de nuestras.> nI! lOS sIstemas de notaclOn temporal en palos, tablillas de madera, piedra, arcilla,
¡'!HJlO artefa?tos para el c~::m,trol y la reflexividad y planificación del tiempo -aunque
capacidades de planificación, decisión y ejecución. Estas áreas han crecido SIgmfica··
(j menudo solo por especIahstas- estamos ya en una dimensión de re-representación
tivamente durante la evolución homínida, fenómeno que ha de tenerse en cuenta a la
~: l}ú'iún mucho, má:s, compl~jos. E.! ritual, es precisamente también eso, la objetiva-
hora de analizar el proceso general de encefacilizacíón de los homínidos.
Cuando vemos a los elefantes volver al lugar de sus muertos, reconocer, atender,
t:'OIl y externalizaclOI.l d~ dImensIOnes de lo espaciotemporal actualizadas aquí y
nhilfil, para la reconStItUCIón del pasado, la in-cardinación en el presente, y su tras-
rozar, tocar con la trompa aquellos restos de compañeros/as, ascendientes! deseen" ¡'i'IHlencia hacia el futuro 3?
dientes, podemos pensar que están a punto de trascender el presentismo de su existen-
cia. Cuando vemos que recuerdan las rutas a los bebederos de agua, los campos (1\: Con estas consideraciones filo genéticas damos pie para introducirnos en otro
hierbas y humedales, y que se ponen en marcha hacia allá, liderados por la matriarca nivel de análisis más históricocultural y etnográfico.
que ha llamado previamente al grupo para reunirse, organiz~ndose la caravana .es})a
cialmente para la marcha, podemos pensar que cstán trascendIendo el momento 111m"
diato, planificando el devenir próximo y, no sabemos, si a más largo plazo. Y, sin
embarao, seguimos sintiendo que las posibilidades no se agotan ahí, que falta algo:olr:t \,1. Historia y tradición
vuelta :Ie tuerca en la recursividad, otro grado en la construcción de la complejidad.
No v.o~ a entrar aquí en una epistemología de la Historia, ni C01110 objetivación
Hay un control sobre las propias acciones y sus consecuencias 'p~ro no hay ~on"
;le In actividad, humana, ni como objetivación del saber y la refelexividad. Algunas
ciencia del tiempo -lineal, circular, rítmico- como tal, una recursIVIdad que solo a
ya han Sido daelas en el apartado 1.2. Siemplemente quiero aí'íadir, sigUJ~~1d,~), a
los humanos les permite verse a ellos mismos en un discurrir, a partir del cual 1'11(:
l.llllng\)Jd (1986) que haydos concepciones de laHistoria: una comosucesiólldiií:
den reflexionar y monitorizar el presente para organizar el futuro de un modo '1\1(:
i'Ii)!Ht~a5,~~.. ,~\I_~~g~s, otra" como actividad inten~i.onal cie...i.(l'. .c()l1ciencia 38 a través del
sobresale por encima de cualquier otro primate. dc la vida social. .. . ....
Por otra, hay que analizar además la capacidad de externalización Y objetivación
como construcción (social) de la realidad (Berger y Luckman 1966). Cuando la ele Se denomina !r~~ici<in, al pasadoreconstruido y apropiado, alcucrp~ Qpjc\Ívad9
fanta coge un resto óseo de algún allegado ('related') no puede evitar la externalizlI ~,l\:', i"\<"PI:·l~:~~n~,~,~,~gn.~?3 plf~~i~illh u~"~e,Lq2,~'; u~~._~ili9§~-Yyn l;~i~'(;s:'qüe eí~grup'; hace ~·~IYO
ción de su conducta -por la que su acto y sentimiento se auto constltuyen-, pues no \ "I! H) HJentlÍ lcatono de S~l smgl~l q!,i~{~~~l..'y". ~,<?.!~.t.i~~,~~,!.~,~0J,~g[~,~~~~.q. .~!,~j="i~2!=~LF~,l.1~po-."
en vano ahí están presentes otros elefantes viendo lo que hace y, quién sabe si empu l.lI Tradición es invocada cuando se oye decir aquello de "siempre se ha hecho
tizando con ésta gracias a la neurofisiología de la experiencia y emoción vicarin:-i ,)"l,,;f, "siempre se ha dicho ... ", invocando una ~~nlporp.1ida~ laxí:},pero.,pr.ofll1lda, qu~.
(Damasio 2000) Y de la imitación (lacoboni, et all.; Rizzolatti y Craighero 2004) 'lll!'
caracteriza, de momento, a los mamíferos,
Los efectos que de esta acción pudieran derivarse para el resto y sus experi,," ¡'; Fvidcnciado ya in~luso en 1.'-1s culturas chimpancé, quienes guardan objetos para futuras oca-
;j,pll¡ j,: d()spué~ de h~ber Sido t.rabaJados, como por ejemplo, palos largos para meter en los tennitc-
das, no han de minusvalorarse pues quedan en sus cuerpos y subjetividades parl!
j k de deCir que 111cluso mI perra Neska arranca con los dientes las ramitas aledañas de las ramas
futuras reelaboraciones 34 . Sin embargo, acciones, sentimientos, conocimientos, I1Ú 'o,,,; ¡¡Pi, p;lra convertirlas en palos manejables y transportables en la boca a casa. La literatura etoló-
quedan objetivados para la colectividad en el terreno público y para todos,. para Imíl ¡ÚHt il~'~' las capac~dades instru~nen.tales de l?s animales es cada vez más numerosa y específica.
reinterpretación Y re-trabajo cultural continuos. Han sido in-corporados SIl1 I11c~lliU ): 1 (1I,(~(m(~ y personahZ~\Cl~()Jl de objetos ll? contradice cuanto decimos. Responde a un pro-
",,,,;'.;'¡ j~l" ~,lglllJ¡caclón y reaprOln(\C1Ón co-ontogélllca con este de ((liel/((ción.
forma de materialización externa -más que los patrones neuronales correspondH;ll
;; Soy p<lrtj(~ari~ de una aproximación n((turalist(( a la trascendencia, pero en el sentido de la
evoluclOJH~~a de Pascal Boyer (1994), sino más bien como retrabajo cultural, en sucesi-
de. complejIdad sobre el orden temporal, espacial, personal, social y comunitario. TenoQ
33 Entre ellos la planificación interactiva anticipada (AIP) tan bien descrita por Esther (inodj' '::HU,'i)(Í\'l)) dl~ elaborar esta idea en adelante. e

(1995) para los primates, incluidos los humanos. . ., . '. . , . , ." . A esla última acepción, que puede sonar algo hegeli((na (Hegel), añadiría yo también los
34 Esto es precisamente de lo que la comUJllCaC101l y la sOCIahZaClOl1 tratan, como mtuc,li\i ji!'.¡ y n:sllltados 110 intencio/1((les, no previstos, de la actividad humana.

bio y recreación de significaciones.

I~TNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 217


216 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES
jl.1.~.Hn<::mía_Jk_ _ .alg~,l1,mQ49__elJ?E.~_~.~aHe,:,
Usos, dichos, artefactos,Iolk-lore, son rep()si i,:j\'In )!,(:,S.t.i.9,P y cli"recci0l,l del futuro. La lucha por la legitimidad del origen defendi-
tarios de esta tradición, de este habel: hecho (pensar que se ha hecho) las cosas de tal ,lo, t's' una consúlrít'c"I;'~\ril"'iiTgun-os (lelos movimientos étnicos de la Modernidad. La
() cual manera. Prácticas, representaciones, discursos: constituyen nuestra tradiciúll, iiuir'llflr'id(/c{ 'parec~)u~_tjficarse _por"l? vr?~_jmidad gelll~,~'na a" los pri,ncipi<~,s, c06~~
cuando refiere a las formas en que nuestros vivos y nuestros muertos han entendidu H\!ldus conlo talesyobjélivllc!ü,disct;¡'sTvimic¡iCe'(Cf 4.4.J,ellelsenti(¡c)-tlCfuielo
y organizado la vicia con una profundidad temporal indefinida y de una manera aS\l i¡Uí.', ~;c dd'ien?e_,,~_n __ la"-,~c,t_mÚi(Já~'" ésúi c"rl,"'lfi-ica '(hrect,fl",~()n __ ~lJÚi"~ª'49 )':"
íjÜ';· 'ta;lto, . Ú?
mida como idiosincrática, propia. ¿ ;',"¡ ¡ i,,~~,L Este es Ulló "de Íos aspectos in"sTúlmentales de la" Et~1icidad, expuesto clara-

¡iii'!l!l' en los casos de revitalización étnica: la vuelta al pasado sirve para afrontar el
La Tracli~i(H~ C~)llstruye y reC()11~tlyy~J~lJ:_~~.~5?Eia (~~L~~~S2J.!?SL&,.!25!J'!>
PíT'~i(::ntc y dar direccionalidad a un grupo para el futuro, sobre todo en épocas de
las ex periel~cias" })asad~,s,, __ 11ubi~,I:~li,.,~lél? ,_~?l~~'p~~~·.t,,~,(~_,i~j?..9E.JS~~!}~tl~l1JQ;~p~'!n~.~l2.-~: 1:.\
precisamente esto lo que caracteriza la Etnicidad para (Bentley 1987:49) la creencia f\1I,:rlc cambio social.
en alguna forma de origen común en términos de clescendencia e historia comparti I :,;1 _tv1nd~_n}_i~i_ad l'echazó __ I_a,~, _ f.on,11fls ~r~,aic~~ ,del vínculo s()c,jaI,,~le, 1-'~,~_,,~,oci,~(-'.8:_dGs
cla, como una manera de reconstruir prirnordialismo (Ching 1989) en algunos casos, plr' jlHll,I.S,~_ܪJc."s, Jo que Émíle Durkheim denominó solidaridad mecál1h.:(/, 'tÜ?I~ii~ª~ji;;
Las experiencias grupales y sus autorepresentaciones, convenientemente retraba 'c'HI!'\ladcs de pequeña escala, basada en la sill1ilillld (Durkheim 1985). Sectores del
jadas (CL 5), están in-corporadas en multitud de formas objetivadas como textos jiJ l1p..1"l:si s!i~"()_·':·il)?nsrl'iIlf;~T¡l-i~fli.ªgQS~'i)o[~f~~~I~I~~_:~-::'~f~,)~L n~,~~~.!",~S},~,n, pe~,~~Jl~.i~.~Y~~Sil~~'

sagrados, lenguajes, monumentos, estilos de indumentaria, música; poesía, dan:lil, ,\.01' n_fs,I,l,l(~S __~?!'l:-,)¿;bSÜlclll()S" al p~'(?greso-:'Y,_ Sill ,~,I!.lb_,~rgo, el n~~111~I,() n1ode~:,no_~~() ,puede
teatro, arquitectura, alte en general, formas de hábitat, ajuares domésticos, produc lH,'.:,IHll:cióllfli· "l~"~.",_ªD.<;.!~J~s"" c'_i,l;oClol1~lfes, moúvacloilales,' gl:LÍ'pale's:'~(iu9,_:_·"fLA¡)]1g~,,9
ción tecnológica en forma de objetos, artefactos o modos de producción, etc., ritu;l ~!ég~'l)ei'l'~pi:()curab,~: e~tos-~\~~(QS. (Ic"c()hes,i_óJ1 y solidal~id~~ ~o~j,~l 11<l11 tcni(I~) que ser
les, procedimientos, etc. El registro escrito de la memoria colectiva del grupo, pOI ,¡H.'111I,;;ili_?Tidos'~·111~aia¡?"tC",-;~Z;evos ~ímbolo~~"'y' prácticas. El'ic Hobsbawn y T:-'R~l"ilg~'
! ji 1(3) h¡lil"'Tfáilk1d'()~~lrí "atcíl'CiÓri"'s"()t)j'-c''''ér carástcí:..:tIC, i'.1,).-'<!tlción ele la tradición, argu-
medio de su objetivación externalizada en lo que suele denominarse como libros n;clllo que revisaremos en el siguiente alxlrt·ad(;"(¿f."4.4)4¡):""~·"-'-·-'----'--- __n~_-
sagrados, facilita no sólo la recuperación recreativa de la historia del grupo así reco
gida, sino el control social de la memoria, por cuanto que su acceso reside en espl~
cialistas que intelJJretan para los demás la versión correcta, guiando y manteniendo
al grupo en una determinada orientación y dirección.
La perspectiva elnosi1l1bólica de Anthony Smilh (1986) señala que hay una cons
Políticos de lo memorio
1elación de e!ernentos como los mitos, las memorias, valores y símbolos, una idea dI.'
destino que proviene de una autenticidad fraguada por el trascurrir del tiempo, llll I.a m~111.or.ia de la hist()_ri,~ no_ CS,,,l\,l,1,\ re~uperaCiÓtl SiJ10,l_\lla, re:<;rcaci,ón (Ies(l,e ~1
sentido de unicidad y singularidad, una territorialización mítica o no de la memori;1 iii( 1111(~I~tO a~t~lal~~~lli"Tdeolog.ías, t~,clloh)gías"".ejº,~.~HÚlad.e,s (Gi 11'0')" '(9ir'h:"'~1~T-c'()'ii~'
(etnopaisaje), que constituyen el núcleo en torno al que se organiza una identidad li,í'> GSp',_1'~Tós¡(I~_11tj,tarios_ (1i..~pel1.t.h_le:~:,~_n,,,~n ,C()l,~t~xt()",~,?,~,ial,~ político e histórico. c()n~
étnica grupal en el tiempo (Smith 1992). Está claro que este modelo es prototípico de {', clu. Ya" dij()·~f3ei1eacit¿) 'Groce'"qúc t()(ta""llistor(~\ es' I~lisú)l:¡a cóíí-;e;;i/;;;;:(¡íi~e(~'»~'''-''''~~'"
ciertos tipos de identidades étnicas, pero no todas 39 .
~2~,~~~. ~,~ ..?Iige::~~_.~~.~1.~.ILEE~~ d~~<:'9n t,~~~:~3~?...~J gru ~_?"~~~)l~~~d~ PCI,:()
\11 También el trabajo de Trevor-Roper (1983) sobre, según sus mismas palabras, de la invencián
taI1~b.i~_I_~ __ CO~1 un futuro a reaÍlzar, UJ~.~ c()lltinuiclad de proyecto y misión, en el tie~_ll
i,!.' 1:\ identidad escoces,l. La francmasonería, con toda su elaboración simbólica y normativa es un
~o. 'Lc)s fp'_U P,os _ r~,~_~_I~,l:~i.~1.n,,5.~le,cliy~·~1~~·úúi::~~~·.1~~·~a-(T6"'E~il~1-6bjel_l~ Jec1.·~~~jI!i"~~~'-.;].!_ i "ínnplo de tradición inventada. Inglaterra vivió una época de reinvención y revitaliz.ación de tradi-
(lo "_~,ól,~lEarl~,~tQ,,,~l~l..l?IY~C:X!.!F. Un pasa0,?___ 1:e~()noc~íd~--'~,~'íl:·¿)--·1~,~,l[iJÚ-O_;);_~,l:e,~_e, q~le" ,(I;¡ ¡'ip!lCS sin igual durante los treinta o cuarenta ,1ños antes de la 1 Guerra Mundial, reflejo, según
aút(~~:i (-'ftd "a las _relv ü.1d ic::~~~igJlcS"Jt~.Lpi~~,~Jite·y·(1lrn "1 u'gat:s?~} ~~"í";_'~~':S~h' PI"Ó't,l,~6i1Tsm{) !ll)hs!mwl1 (1983), de las profundas transformaciones y la necesidad de expresar nuevas identidades
\' (,(Ill\~siones sociales y estructurar nuevas relaciones sociak" (ibid. 263). En la Francia de la Tercera
íkpública ocurrió algo parecido: principios nacionales y de lealtad ciudadana se incorporaron a la
nhl\'ílción primaria, se inventaron ceremonias públicas (el día ele la toma ele la Bastilla, en J 880 la
YJ Este modelo completo no se da en todos los grupos clasil!c,"lclo" como étnicos. No todas 10.\ dpllsición universal), se erigieron multitud de monumentos (ihid. 272). Pero, como veremos, no se
colectivos definidos étnicamente seleccionan y trabajan la memoria como aglutiname identitari:1 iLlImía tanto de desenmascarar una menlira a partir de una historia objetiva (aunque ~í ()/~it!I¡I-'(1I1f(!)
(CL los gitanos en 5.6). No podemos decir que su Etnicidad sea c(lrencial en esto o 10 otro. Desdl' >(opul'stamente auténtica, sino más bien de desentrañar las complejas articulaciones entre los discur-
una concepción de la Etnicidad C01110 categoría que opera clasificaciones politéticas, no hay proto ""Yi, los imaginarios, las dinámicas poHticas y económicas, la construcción de significado grupal, los
tipos sino instancias que cumplen m<'is o mellos los criterios, siendo todos casos de la clasifícacití1l. jlj\IU:SOS de reconocimiento y objetivación sociales, eIC., los intereses de distintos colectivos, los sig-
Smith está m<Ís bien pensando en algunos casos europeos y mediterráneo" especialmente. Como nificados generados en las interacciones cotidiamls, etc. Esto incluye siempre la de-construcción de
veremos en los apartados 5.7 y 5.8, las identidades emergentes o resurgidas en contextos migrato ¡drnlngías, representaciones y prácticas, pero como una práctica de la indagación crítica susceplihl\:
rios y de globalización no se explican por este modelo. ',k n:aliz:arse sobre cualquier constructo sociocultural humano, también sobre la anterior.

218 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES !'líOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 219
La construcción de un discurso, la recuperación creativa y selectiva de un pas;1 1,,, reincorporación de colcctivosindígenas~J1Ja.histm:iaQÜfj¡llhechapor las éli-
do, conlleva, necesariamente, el silenciamiento de otra parte de la historia, una opa l¡":, 11rl)~.l,I~.~~~.g.?5?,I:!)¿,~.1<~."~~L<?E~g,, l.l" ,?,~,C,~de!lt,[\1 V:a,das, Jla ~id~_yJ~,',l d~ la'~",',e~Üi~.Iidii,~·~d·e~
cidad a la memoria de otras gentes y otras experiencias vividas, una capita1izaci6n d(' ii¡11lc'1.1,~,~,~",~g},~,s"t!.:.2s, CÓnl(),,,~?S a~,()rí~~!~~:~)~.l!~_tmtümºr9., (c'ntre ellos tasma;los, maorí~s,
los mecanismos y espacios de difusión de ciertas versiones y no otras. ~·ta!~~:, ,,¡; í el1 los fastos y festejos d"lBicentenario de la tlll;dación (occidental) de Australia
es lo que se reeuer¡la mmo loqueseglvida (Taylor 1993), amnesia poductodela "'il 1()8X (a partir de la construcción del primer asentamiento británico, un penal), o
selección de un entorno determinado y no de otro/s,a1l1enudó~ljOf'~1l\tragedia Y"l
~:¡'¡1l1U en elll10vimiento zapatista del Comandante Mar,cos",qll,~ 10gl:Ó" la illc1u~,i?ll de
trauma (Mookhel:iee 2006), Sin embargo, hay colectivos clnjJeñádos en no o1\<idal.
j "~ ~_ el)Jll 11 ni.~~,~.~.~J~!~fg~,~.~~ S2~_1?~t.gÜ~Jº . .~QI,e(:t.iYQ .el] Jª. CQllS(~tL!,c:i,qÚ, 11).ejj~,Wla," sitúa-
éomo las Madres de Mayo de Buenos Aires, quienes, aún después del fin de la dk
\ I¡\I\ Y'1.. Qxj,~.t~nt~,S;.!L_~,~.g.ª~Q, J:n:asjJcñ0 43 .
tadura militar, siguen recordando que no hay un futuro posible sin la depuración de
los asesinos que siguen ocupando puestos políticos e institucionales. La recuperación LrI' Comunidades Autónomas que componen el Estado Español han rcinterpre-
de la memoria no es un proyecto para el pasado, sino para el futuro, para aquella" !iJ!.11.l estc.\ Historiograf(a de E.s/)(ola a través de la reconstrucción de sus tradiciones
generaciones de jóvenes actuales, iguales que aquellos que fueron desaparecido.\' ·jl ¡irflpias y éstas en relación al Estado y una identidad española nacionalista y centra-
k'dil. La comunidad internacional ha presionado al Gobierno Japonés a reconocer las
~a_~_p{)l(ti~'q~s'-(k ta.J)}Gmor.i~l.oGtllreI)_ tanto en lª,,,q¡m_ynsjº~tP~.GiQl1,Sll -COl:.:.9_~_lIjl~
to socializ~do"comoa l)ivel grupal, por mediode§u()lJ.i~.tiy¡¡ei"n y e\l].'11tii}~a.!'ili0'HI hiU haridades cometidas en la guerra chinojaponesa de los años 30, referidas en los

'y ~compartibili(lad, Un caso conocido es el rélativo al Holoeallstoju(l[o, que nuestra i¡-:-,;!os escolares como heroicidades de guerra. De víctimas en Hiroshima, a verdugos
reflexivrdact ha llenado de artefactos en el ámbito públiCó d6l1 comunicación y rcoh Hl ( ']¡ina. Alemanes, polacos, checos y judíos tienen diferentes memorias colectivas
jetivación: discursos, programas de radio y TV, documentales, películas, material <¡¡Inc- la historia de Silesia, por ejemplo.
~scrito, libros, revistas, textos para la enseíi.anza, rituales de desagravio, reconoL"l
mientos públicos, conmemoriaciones, etc. Contrasta esta revitalización de la memo
"a 1 Connelton (1989: 15) relata las diferencias entre los discursos sobre las
ti
('n!/ndas por parte de Cristianos y Musulmanes, mostrando la importancia de la his-
rin con el olvido histórico de otras experiencias, como puedan ser la del tambil<n t¡¡ringraf"ía en la formación de la identidad política. Mientras que para los primeros
Holocausto armenio por parte de Turquía a principios del S. XX, en donde murieron ( '!'u/,adas fueron referidas desde los escritos medievales como la lucha entre el
rniis"'-de-"dós""ii1üTones ele personas, o la de la limpieza étl~ica continua ele palest,i,~_lu!)
desde la constitución del Estado de Israel.
------
---- ,.,,",,------------------------' -- f 'd:;\j"llismo y el Islam, no ocurrió lo mismo para el imaginario discursivo islámico.
I",il! iI lns musulmanes se trataba de otro conflicto más contra los infieles, tal como
La devolución de la m~.n}Qri(;)J:lÍstºü~_,!42 de los republicanos españoles que lucJw fHhi;l ocurrido desde el siglo X y antes en varios contextos geográficos. Las Cruzadas
ron en la º~leITa ,()v.il p¿i1C en evidencia cómo los ven,~edo_res ree~EEib~E2]2)a hi::~_~,_),,_, HH'Hlll referidas como guerras contra los Francos o contra los mismos infieles, como
ria _9~~Q_~:_ §~\~.~__ P1.9.Qi~?~jDJyJ~.?~~ y P\}.DJos"dc."yiSla, igual que rá'11Imografía american¡¡ 'm!l.",'i. Sólo a partir de 1945, con la expansión de los textos históricos islámicos, se
illi-IJOne su propio sentido narrativo a los guiones sobre la conquista del Oeste, 11.1'; hl1pil'I.a a considerar las Cruzadas como un episodio inicial de la progresiva expan-
indios, o la II Guerra Mundial; otro ejemplo es cómo se aprendía la grandez.a if( \!t!ii colonial militar de Occidente, junto con las expediciones de Napoléon en el
Elp""a en los libros escolares del franquismo donde se resaltaban las bondades de 1\ h Hlllle de África, la colonización británica de Egipto, la fundación elel Estado de
Reyes Católicos y la Contrarreforma, El Día de Acción de Gracias que se conmemora jid'!il'l, y otros hitos del imperialismo europeo.
actualmente el cuarlo jueves de Noviembre como ritual de unidad en USA, reClljWm
cómo la historia de la nación americana fue construida por la peripecia y persevcm!1 Recuperar la memoria colectiva est~í de moda en esta sociedad en continua con s-
cia de los pioneros del Mayflower, quienes, después de varias experiencias fracasad"", Hwri()H y reconstrucción de 10 local 44 . Pero también C01110 momento de restitución
por fin tuvieron un año de buenas cosechas y climatología propicia en Plymouth, gra fú,\!(irÍl'a a partir de experiencias grupales de trauma, violencia, separación, guerra y
cías a su esfuerzo y, sobre todo, a la benevolencia divina. Pero nadie se acuerda de qlle p'.'""cidio (CL Antze y Lambek 1996), Lo r:<'.cup~r':SióJ1/recreacióllpÚ!JliS9Z.COllS:
compattieron comensalidad y buenos augurios con 90 indígenas americanos del lugar, rwnlc, de la e?,:penenclll pasada se une a 1110yiI)'1i~nt'º,~. º.Qlit¡~º.$."de reivÍnqjcación
. ,- '" - , '".,o<._
'" - -
de
..., ..'
, - " ' , ,- ~,C"_ ... ,~". __ .. __ "'"""~'~'~ ~."

con un sentido de compartición y tolerancia. La ideología oficial nacionalista incJu~·¡j


va/exclusiva de la fundación de América olvida en su ritual de todos los años que al1k\
de llegar los inmigrantes europeos las tien'as americanas ya estaban habitadas, 1 \, De h.echo h: Antropología brasilefí.a ha hecho del indígena genérico un factor de la cons~
%Hí<!'IOIl naCIOnal, SJJl atender al plano de lo regional ni a la v,:u-iedad dentro de las sociedades indí~
rk¡l¡li, (Calavia 2006).
,l,l "Thcre should be a place in my past that 1 could call llame" (Tiene que haber alaún luoar
41 Como dice Aurora Mm"quina, "Sin memoria no hay futuro, no hay avance, no sirve el que ' . e e
i'h OH paS;l(IO que pue da (enommar
I 11U hogar), frase que oí a una colega irlandesa en un seminario
rer olvidar". El jllego de la 'Sil1' me/1JO/ül. Biblioteca nacional de Egitpo. Conferencia. Abril 200f¡ :!!I) lHr~)lHo. Es posible que la expresión tenga nombre y referencia, pero, hablando de memoria
42 La labor del antropólogo en los lugares de fa memoria puede verse en Fcrrándiz (2006). ;;'+'h,'dlva), no lo recuerdo.

220 ETNICIDAD, IDENTIDAD V MIGRACIONES ¡'l/ilc;¡SO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 221
derechos, protago11i,sm()jag?I1,e:ia, reconocimiento legal y social. riederich t~hQtl:_scl)C i\ I¡;¡hlar con propiedad, este concepto debe referirse a los aspe_ctp~ ,(epgnlénico_?

c()J1sidenl~,a_ el s-'olor C01110 un potente recurso contra ,--,


el olvido (Nietzsche 1981')'1: 1
,
HH1 ! 1,ll:'..,ly_ ,~"o 11_ci ,e,l1 ~i a, étpi c: a co n:(~,,,~'-e ~,u,?__ ,o~, je ti v,a~ i,gp,c ~ ,.e, üic ó.ii)ür~1'CI?-11'é·~: ",t' F;"~"'iJ'¡:()~'
j
" "'-"'''''''. "~
,d,t:"J,lln_Ó~_ú_I.1,~}'iI1~f; ); rec,~)i~,?,:,i,~1,1i~1~,t6- Úío neces'~~'iamente en I(;s mlsmos'''térífli-
Sin prejuzgarel alcªl1ccdel sufrimiento experimentado, casi todos los m()v.i
1,~H~;¡ pI)r parte_deytros -grul~(;S ¿tniCós o no- y a los modos y grados en que com-
n~ieI~ó-s'(f¿ c'.º"ii.~~ÜIE~j§n y rev iiaT i-úi~-¡ 611 éi"iljctC¡-'ec6ilstTliycíil~<)ly an te'ütfC)SIi'ú;¡ ~i;¡.¡k!!·{) no las defilliéiol1cs así como los modos de sus validaciones46 .
~1, i sr,ºJi¡i:=a,~."jni.uslÜ;ia y yi c~!ái.!.~~~Lº'!j; '-q~~~--15ero,:i~:~~d_~ltt5Cñaa~-aTilDñón17a;"-i"c~:;iíillE,!,
etc., por la que. __ ~~Jg~_11 __ ~I,!Útre~tituciól_1J'I/si(5rfca. En"'lá (hiel:;;l de los-B'aTcaJlés,lo!t,~'~f No se trata de un movimiento único, armónico, homogéneo. Precisamente para
bias allldicroÍl al sufrimiel1t'ü"11i"stÓ'riCo proclucido por grupos islamizados (es1a"ü" "'i'il!lprcnderlo nos interesan los paradigmas de la complejidad y del caos. Recorda~
convertidos forzosa o convenientemente al Islam) durante el Impcrio Otomano; llit( ¡ií,'!', (lIle complej,id¡-td I:efier,~ a"un, gra~'-?",de jntentC~~(m~5",~__ j.p.tc:;rr,e)acion¡;,s ,ent.!:~,,~,~e­

croatas a los excesos de los chetniks serbios en la n Guerra Mundial; estos. contra lo!; ;J'.!JIH\I.', cuya d~s~Fipci~n siemJ~~r~9.Ú,~~:t~__ ~,o,l,:la. Este grado prod~lce elllel'gencias 'qllc
croatas, a su filiaci6n nazi durante la misma contienda; los bosnios musulmanes a lJ!)!\ t,~,t;\ban previ¡;n1cI1ú:;,'fú,itc) 'cfe la dinámic[l'global de organización y reorganización
historia de represión y xenophobia permanente después de la caída del Imperio .\ HH!:!!la y externa autoreferida y auto-organizada (autopoiesis). Por eso, hay que pen-
también desde la muerte de Tito. Los judíos han mantenido el horizonte utópico tanln ";l-! {'jI multitud de microdinámicas de agencias y agentes, que parecen ca6ticas y que,
de la Tierra Prometida, con la expulsi6n de Egipto, como el de la referencia a la vlld ',fU dllhargo, no 10 son. Podemos pensar en múltiples grados de complejidad, ámbi-

ta a Israel de la diáspora provocada por el dominio romano, inducida por el sionisllHi i!.ii¡ y !l10mentos para la acci6n, simultánea o no, continua, interrumpida y en agcn-

y posibilitada por la fundación del Estado de Israel por parte del Gobierno Británlcu ~ jlT' !,jlll: se estrcuturan, dcsestructuran, desdibujan, localizan puntualmente, se difun-
y Naciones Unidas, Para los irlandeses no se concibe su memoria colectiva sill altl I:ooptan a otras agencias, etc,
sión a la historia de su opresión por parle de los ingleses (Elliot 1997). ,?:"t<¿)2ilih,,' veremos, los contextos para su apanci6n son variados y yo me referiré
• 'UnJO
~s El!~lf_i1_GJ..juego de in"!1?.!icación de lQJ;lDQJ;;,ional en la construcción de una idc!l1! 'HjOI lanto a aquellas situaciones históricas de inclusión en unidades políticas mayo-
dad cq1.~~_ti ,:a basa(FI '~'í1', i~ie~t~s"111é)11íí~~~·' y eV'llLUJlj:iiJj's':"Lá";?}:(~~;;ianZ{/~:¡;S;;~'ta'l; to 1i ter;'I~'Ti"¡ j.,c",¡ Inlllbién gestoras de etnicidad (CL 5.6), como entre algunas exrepliblicas soviéti-
C()lll_(~ _~Jrioc,'i(),11ar?ie"'ia"',í~j ~ioii:1:-q~;'é-"'tan "¡;'i~~ sí~i;en 111an'~j ',~o;:W¡~i~Ól~gos );Pol'f(i~~; h, "-:\,'i, rnlllO para colectivos migrantes que entran en dinámicas identitarias étnicas en

g~~'~lD,Q¿:~DEJ4J1,~_~11º-í1--S/ él'úF~üía
. --'.-
de las" gepte~
"",'- --
,,~ geterminados proyectos étnicos.
'----,'"'''' --"'''-''''''--'''''''''''''''--'-'''-''<~'''''~-''-~'''--~-
,11 \pt."icdades de recepci6n .

¡lay que recordar que toda etnogélle~.i,~ ,~~o,ggJl~J.ruye",cn ~lesp~~i.9 9~./!LrQJ:j{1c.n­


HdHdcs ~tni~g5 auto o heteEi~<;.Qü;~Iúüª9S, y con diverso gi:á¿fc) 'de~ objetivaci~?.1~, evi-
i/r,I;,(:,_:'.'i.;,t y c9.~,1._~~~~~~',~,~:º§!~~?,~!-º~jl~~~~cia: ,'- ,'"--','y,',"--<',"~
<, , ..... ",,,-- ", .... "".. , ' ''' __ h ' ' ' ' '__

4. ETNOGÉNESIS y REVITALIZACiÓN ÉTNICAS

"One man's imagined community is another man's political prisan". ,1) 1<8vitalización étnica
Arjun Appadurai. Modernity al Larqr
Es difícil separar conceptual y analíticamente procesos de etnogénesis de aque-
jjll,', otros que se citan como revitalizaciones étnicas, no sólo en términos de pers-
p¡,¡:jivas y de orientaciones sino en cuanto a sus continuidades fenoménicas. Toda
4.1. ¿Qué es etnogénesis? l'-':/I,\ jg(!),l,e,~_i~, _,I:,§,: de algu na manera, u na r~,~,igl"ü[iqU;:.iÓ)1, lll~" Tgl?95.i~.ifmamj,,~ntQ ,,9,?J3:glf
(¡I"'f·'/~p .
.Este concepto puede comprenderse como los prqceso~,PQ!."J95,5~,h~,f!t~~Ji~J~~1l,,~E~!,P N('vilalización da idea de algo que estaba muerto y vuelve a la actividad, una
las "lq~I,~,~A_(1'1~~,~.~"..~J!lL~5!S, tanto en sus peculiaridades como en sus lugares comUIlC\ 'ipn,:ic de infusión de vida en un determinado momento y contexto y que, inevita-
l;!!"ll!l:nte, por la irreversibilidad de la acción humana, históricamente situada, nunca
j'llll.'de volver a Jos orígenes, aunque 10 pretenda (Cf. 5.5). En todo caso pueden inten-
·15En nuestra sociedad hedonista tendemos a segregar lo desagradable de la memoria de Ira
b;:~io,lo cual no quiere decir que no esté inscrito en el cuerpo, en aIro tipo de memoria biogrMil"'!'
episódica. De hecho, los rituales de paso se sirven de esta memoria para inscribir a Jos neófi(o:-, !.l
condición de miembros de pleno reconocimiento en su comunidad. El tipo de experiencias bi(wr:'¡ lú I~stamos hablando, nuevamente, de la recursividad no isomofórfica de la Elnicidad COIllO

ricas, más o menos terribles y emocionales, y su impacto diferencial en la memoria, tendría que' Yn thh'llla y como entorno (CL Capítulo 1) Y de la inevitable construcción de toda identidad en ]"eta-
l iún \:011 una () múltiples altcridadcs (ef. Capítulo 2 y 3).
con distintos tipos de formas religiosas. e1'. Whitchousc (1996) Y McCau!cy y Lawson (2002).

222 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ¡'I/UCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 223
tarse operaciones de encadenamiento más o menos forzadas, coherentes, con signi!! (il¡jpcidos como vascos, a lo que ayuda el mantenimiento y recreación de Ck\cllll!
cados anteriores, con el fin de proporcionar una continuidad histórica, algo que pare pr:kticas tradicionales renovadas en asociaciones, organizaciones de evenli)~,
;'}i1ihh
ce que a los humanos nos dota de legitimidad a nuevas acciones, representaciOllnL hhlkndcportivos al estilo tradicional y que se siguen haciendo en Euskadi, etc. 49 .
experiencias, significados. %cgllrldas, terceras, cuarlas generaciones de migrantes pueden seguir siendo
Quizás podríamos hablar de revitalización en cuanto a la preexistencia de un [fi! baio los etnónimos de sus progenitores y ancestros y IHuchos de ellos
bajo étnico suficientemente objetivado tanto en el sentido de su externalización mal\:? t't)rloc~r}." visitar e}, l~f?;m,: ~~. 91~,i.ge,lt.de, $llS,,~n(::,~,~Y'~),~. La vuelt,t"al país de ori-
rial como en cuanto al grado de su in-corporación en las conciencias personal~~~; yo é~é%L ¡¡ ver ~f'tos fa'lñilúli:e's -q'ue"qli'idm:on, la casa familiar, etc, son fo.El~~,as de recons-
colectivas. Claro que esto siempre es problemático desde el punto de vista analílico ~H¡¡,d(Hl "I~iográfica y cO~.~~,ti:~ ,~.~" h~, rllYmg~:ia, Muchísimos anlúic·anos~"oi;'i.I·¡ldós-(fc
y empírico: ¿cuánto de objetivado e in-corporado?47. VD 'HU' vi~itl;;;~Edimburgó al ¿,Ibo del afió: Van al Museo elel Tartan (tela escocesa

Siempre, hay sistemas de referencia, marcos.para la, a~c!.?~,~.!,_~~~~,~!~2§___9~~J?~:,~:J~; ,,,,,,Iros de colores variados asociados en el S. XIX a cada clan), donde introdu-
\II!; ;Ipcllidos en un ordenador que los relaciona con una configuración concreta
llencia, definiciones sociales, formuladosy objetivados(sCquiera difusamente, poli
sén;¡c~melite) previamente a la constitución de1súIetojl()ssuj~tos protagonisl:ld índica su pertenencia a talo cual clan y con su moto correspondiente. Luego
pacie:I1tes/afectados por los procesos etnogénicos de.9.l1~J;,~.,~tnlte: "Pal:a"~las"-iúl"l~vil< "'''li'.<:11 bufandas, escarapelas, boinas, kilts, etc., mapas de supuesta distribución
gerie'¡:aC'Íones, hay un contexto dado -socialmente cOllstruido- como resultado dd ji" j¡",i:r1 dc los clanes, libros de historia, propiedades y castillos del clan corres-

depósito de las tradiciones y prácticas de generaciones anteriores. Este carácter de F,tH¡licJlle, etc. que pagan con gusto en dólares en el mostrador. No son souvenirs
facticidad histórica social, como el hecho social del que hablaba E. Durkheim, lam 'Wi! piezas para la reconstrucción actualizada de sus vínculos con una colectividad

bién se aplica a la nueva generación: es ella la que reinterpetará y actuará los conle ~ní1Í}\¡ll;¡da y una memoria grupal, reavivada posiblemente por la asistencia a los actos

nidos y sentidos en los que se socializa. Ya lo decía K. Marx, la humanidad re-COIJ!i }iin¡¡Hn~s de los batallones escoceses en el célebre Tatoo que tiene lugar en el Castillo

huye el mundo bajoparámetros construidos poro¡ros;queñoi1eí~ii:S:~l~ilT<I0' a J.i!FI¡¡ hlimburgo durante el festival de Agost0 50 ,
-"'d~-I::~~,ar'construir nuestra propia contribución hist~,ü~a, del~V<?5~,~J9~JjmjJ9,§"~ºf al!,~,\l
ú6"mí~ y depenclen¡'::.ia, qJ.1,~JSmg~Hnos.
-,._---c...
En realidad los procesos etnogénicos pueden comprenderse como emergcnci;p\
más complejas que los sustratos socioidentarios de los que se nutren. Su novedad) Enfrepreneurs y líderes étnicos
singularidad reside en el modo en que reorganizan elementos más o menos dispcrsli!;
o articulados de otro modo, a los que se les dota de una sistematicidad -siempn.' I~ll un sentido amplio, cualquiera puede ser creador, instigador, objetivador, codi-
imperfecta, abierta en alguna medida- en términos de relaciones metonímicas y ikinlllf moral, gestor, administrador, vigilante, ernprendedor ('entrepreneur') étnico,
metafóricas objetivadas y significativas diversamente para una colectividad o varia~ Dí¡ ),11111<1, Son esos rasgos los que entendemos caracterizan a esta figura, que puede

Muchos de las referencias etnográficas que incorporamos a este texto pueden sel "Hí(:retarse en un sujeto individual -actor socializado y miembro de grupos clasifi-
comprendidas como fenómenos de revitalización, h¡Jnf'ios·,,- como colectivo.
1,0 que sí es importante es considerar aspectos como motivación, voluntad, inten-
La búsquecla de raíces es un fenómeno que se da muchas veces en terc~l~as y CU;lr
dlHíalidad en estos agentes, cuya presencia e intensidad varían segun los casos y su
tas".g.~i·l~~:,a,c{º';ii~,:~~~JÚIgl1tDtes, que pueden incluso conservar como e'ii16niiilos"cT ~jl'
'los 'lugarés de origen de sus padres. En Nevada48 , por ejemplo, donde emigraron 'k·",,·rollo histórico y contextua!. La etnogénesis es"l proceso y el prodllctodela
muchos pastores y ganaderos vascos durante el S. XIX, los descendientes siguen si e" 'td í\'¡,,(,Ia5~ }1Ul11aI1,a",c911ss;iente y volúnt~.lria, a pesar de gue e~t,~.,cpn~Eiencia no aba,r-
¡Óa~?S 19~~""{iá;~~os ""y ·;i'~~.u i t(?~ 'a~"~.I,?,;"P~~0.s:~~~g§".DLct~ ...SJ1"\L Úi~,~Ü.ª,90S, con~g,,,~ft:,~.!2§,
}~¡)"pre~,li~-fos, 'il?""qll'er,idos: i¡)ci:l~,~'t'¡léfós én toda ac~i?,n.~u.nl~n~, y aUDql.té·:~s.t,l: VQJqJ1-
fílí i·titllO se vea roae"4a.º.~de prcs,ignes cole.~~,~nfq:"áI'~",~.~:!::1.¡'».ifpeten)1Ü~,~.~,o~.JJº.~E~.?:g9§·
47 De todos modos, tampoco vamos a detenernos en discusiones bizantinas, Lo imprescindi
ble es investigar y conocer la crollotopía a corto, medio y largo alcance ele lo que estudiamos y 1;1<)
formas ele trabajo insertos ell los procesos, las emergencias, las estructuraciones y deseslructura
dones y nuevas reorganizaciones, explicitando, por necesidades metodológicas, el espacio y d .1') Muchos de estos descendientes hablan inglés y vasco, ya no castellano.
momento a partir de los cuales dejamos que otros hagan sus pesquisas. No somos -ni podemos se! \ll No hay que olvidar que en muchos estados y localidades de USA siguen celebrándose los
el ojo de Dios que todo lo ve (mira). ijiul/¡'rings, reuniones festivas de display de actividades, consumo, participación ritual colectiva, en
48 La Universidad de Reno cuenta con un importante Departamento de Estudios vascos que \'\ H!ll<1 a la pertenencia a cada clan, con sus Pipes and Drums, compañías militares de gaiteros y lam-
visitado anualmente por multitud de investigadores, incluyendo aquellos procedentes de la propiil {hiW<;, Whisky, productos locales y demás parafernalia se mezclan con la dicción del inglés ameri-
Euskadi, ¡:'lI)O. hamburguesas y J¡ol-dogs.

224 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIC)CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 225
La subjeti_v_ i(i_'~,(I, _l,11110 pers?llal C,Oll_~?____~ol~_~tiva, es,,_ un '~2E~~_~s)_inherente a todl} iu ikrt~L'ha y del orden durante la crisis social, política y económica de Alemania, en
( pr?ccsocfí~~~D)S.º!ul:~_ _~_.~~?l~~I ~~~'l~~I2..~ll_~C_'l_ ,~~~·E~E~X~~ª?;l y ?!?J~Tív~.~_K~~:Tj-ir %'in lldcr carismütico para las masas 52
C01110 fue Adolfo Hitler .

j
\ en. erespacIO
'Ir ------,-__ ._.. ______.___
,_._,,~
público de la torna efe w_ -------,--,-,. .
__ ._.. _.. _._ "-"'-'" --,---,--,--.. ,-----,-,
decisiones, de los intercambios, del campo de
---·--·--------·-·_·_· .. ,.___
~.~ _.~,-.,--~- Si tomamos al actor como sistema autónomamente dependiente de sus entornos,
/ , Lfuerzas, donde también participan otros grupos y agentes sociales. '~;h'lllprL'- habrá espacio para la aleatoriedad, la libertad, lo imprevisto, dentro de losig-
Es posibleque ciertas personas 51 y grupos en cOllcre~ose sin_gul,,~ris:-º.!Lp..QJ)j!J ¡¡llKnlivo y posible de las determinaciones sociohist6ricas y políticas de su época y los
papel _~gel~ci?l clest~lG_ado _~Il est~ _ PJ9_ºg:S() _ .c!.~_,_Col~!'_trtlccj·~~il··ldéiúitáúa, 'bien por 1,11 okdivos en los que ejerce su intervención. Ningún líder puede mantenerse como tal
carT;'''!11a y Ú~lerazgo perso¡lal, bien por su ubicaciól'- cJl-··e(-e.~cc·l;:i~:fo-'sócial y polílí <1 n\l se acredita biográfica y psicológica como tal, si no sintetiza y expresa el sentir y
ca -adscrito o adquirido- y la distribución del saber y el conocimiento, bien por 10 }in!S;¡1" dc sus compañeros, capacidad para la negociación y la movilización emocional

presión colectiva para aglutinar y formalizar discursiva y pragmáticamente la dis i' po1fl íca de sus seguidores, y, también, si no es capaz de comunicarse apropiadamen-

persión de acciones y esfuerzos, acumulando energía y potencial político para dirí f,'-, ('oH los suyos y con los medios, instituciones y grupos ante los que reivindica y exige.
gir la colectividad, bien por las diferentes combinacioes posibles de todos esln!; I,as teorías de la complejidad nos permiten pensar en estos sujetos como catali-
factores, )íH.lwvs de ciertos procesos, que facilitan su emergencia dündoles cierta unidad y
jOt'l'za operativa en un determinado momento, capacitándoles para una reorganiza-
En estas circunstancias es cuando podemos hablar de líderes étnicos, tanto PO!
¡(l!l 10lal o parcial de las estructuras sociopolíticas, económicas, clasificatorias.
papel activo como por su lugar en la estructura social y la distribución social dd
conocimienlo y su producción. Apropiaciones, reapropiaciones y sucesiones del liderazgo social entre las diver-
':,;i>; agencias es lo habitual, teniendo siempre en cuenta que aquí el tiempo no es lineal,
El p~~P~,~",~~,?,_,t~~"".Y9~~~~~ ha sido debatido reiteradamente en la Sociología clásirg
~ PillO en una carrera de relevos. Los agentes individuales y colectivos de la etnicidad
weberiana, por ejemplo, con ocasión de las formas de autoridad y poder. Weber mt~U
¡Hieden ser muy heterogéneos, dificultando o facilitando la conjunci6n de intereses,
CiOl~? tres,Jipos"j.ci_~,,,tJ~5,,,,º.¡;;,,Uº,,erazgo, dominación, a~l,t9~:i~tnd: el carismáticü"(cü'ilíTTi:\I Hh:-I'I.:IS y sus efectos. Los líderes pueden estar más o mcnos institucionalizados, reca-
y l~eligioso), el" étlli~9""Y tr¡lci!Eiona}. (pat;:i¡rr~al: patl~im~);;ialista, f;;~'d;jrY:~l}or fin, d
}'¡dr mayor o menor aceptación social, tener más o menos autoridad. Su actividad agen-
1~~_~~_ (modernc(y' bllrocrático, ()Iianizaciones, leyes).
h; i,'1l yclación a las expectativas del movimiento y los contextos donde tienen qlJc.dar
Lq~ n}()"i.mieJltQS" élUic.oS. lllQd.cfnos muestran variedad en la preferencia combi in batalla puede percíbirse como des acompasada: es a veces ca-temporánea y otras
natoria de estos tjpgs, sin descartar d~í todo~~i-l;g'{1I10 de ellos. Podríiiñüsavmzarc;;u -;,'('ccs heterocrónica: para unos va muy deprisa, para otros despacio. Su liderazgo
¿áiüéTa'Taslg'{¡'iente clasificaci6n. En los fundamentalismos religiosos de corte elní Plll\dl~- cuestionarse en cualquier momento según la población siente que le represen-
cista (er. 3.5) parece dominar el liderazgo carismático religioso, que de alguna hUI y también por la competición de otros líderes con otras versiones y el apoyo de
manera tiende al étnico tradicional. En las identidades transnacionalizadas globaliz:] (Il!ÜS sectores. Todo depende de la estructura organizativa del propio movimiento, el

das, parece que sea el de tipo burocrático junto con el carismático los que describ(~1l Hpo de delegación que sus miembros realicen en sus líderes, los controles internos que
estos casos. Lc)s nlºyimienl(),~, ,,~JnOll,'~,9,iQnnli.stas ,.§,in" ~,sla~l~)" e,urop~os, combina!,) k:-, imponen, la evaluación de procesos y resultados y, también, por el modo en que
ambos lipq,~",~J,i},~~g- t~·adici.9m~.U,ll,l1tº"f9P:,GJJlt~X.QcJ{t.t.i~9 J~gal. ,",", ~.~-~~,
O" ,-""" , •• ... ,-",,'
jlx; líderes consolidan y mantienen su poder horizontal y verticalmente.

El marxismo comunista también se planteó el papel de los líderes como agenles En aquellos procesos etnogénicos en los que figuran como elementos dinámicos
de cambio social. Si no hubiera existido Lenin, ¿se habría producido la Revolución y agcnciales destacados, es importante conocer la extracción social de éstos, sus Juga-
Rusa? La Historia se ha planteado las relaciones entre Jos grandes nombres de mili j!':~ en la estructura social y política, así como las formas en que (les)se han dotado de
tares, políticos, diplomáticos, descubridores, exploradores, científicos, y las grande~, poder ('empmverment'), Un personaje muy relevante para la identidad de los haitia-
[lOS en Nueva York ha sido un cantautor llamado Ti Manno. Mejor que cualquier líder
fuerzas del devenir histórico menos conocido pero más incorporado y vivido en I;¡~;
vidas de las gentes. ¿Qué hubiera pasado si Hitler no hubiera existido? Pues no lo l':lníco, expresó con sus letras y su música el sentir y las experiencias de sus paisanos,
sabemos, a lo mejor hubiera aparecido otro dictador que condensara los delirios (kl proporcionándoles un imaginario comunitario que recogía sus experiencias y emocio~
fH'S como haitianos y como emigrantes (Glick Schiller y Fouron 1990). En torno a él
Führer, o, no, y entonces no se podrían haber aglutinado las fuerzas concurrentes de
VSil muerte se organiz6 un movimiento de haitianos relacionados con la m(¡sica y la
comunicación, caracterizado por una heterogeneidad ele intereses y formas dc ver la
51 La clnogéncsis plantea, como proceso social, la cuestión de los actores socioculturales y
identidad. Unos insistían en estrechar lazos con Haití; aquéllos con intereses en el
políticos individuales y los colectivos. Teniendo en cucnta la noción de individuo socializado, qlll'
incorpora una serie de categorías dc vida, reprcscntacionalcs y pnícticas, ulla historia grupal, una
ubicación social, fruto también de su biografía e idiosincrasia particular aunque relacional, pode 52 A pesar de sus complejos de inferioridad y su mediocridad, escamoteadas a la publicidad
mos decir que la sociedad ya es/á en el individuo (Ramírcz Goicoechea 200Sa Cap. 3). cofre las masas.

226 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PIIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 227
comercio de productos y bienes hait ianos, preferían consolidar la diferencialidad idi'lI I It misión de los emprendedores étnicos es conformar, dirigir, ori entar, confluir
titaria en USA, el bienestar de los migrantes y el consumo de los productos que implII .hlllllldes, energías, intenciones, deseos, sentimientos, agluti nar ciertas autoclasifi-
taban. Otros intentaban vincular la diáspora con el movimiento nacionalista liKlI1 , hlll 'S y ex periencias identitarias hacia una objetivación social mediante di scursos,
(nacional). Tal variedad de agendas políticas e intereses hizo sucumbir los inten to, 11. 1"'" '1IIaciones, actividades, ocupación de lugares sociales y políticos, etc. Hacen
este movimiento a la hora de consolidar la identidad étnica haitiana, y que desell1h" 1IIllhnjo cultural y político, la propaganda, la sociali zación.
có en una forma de identidad trasnacional (Cf. 5.7). <-
I )U II forma a la memoria colectiva, formalizan el Discurso Étnico mediante pro-
Y ¿qué pasa cuando no hay líderes étnicos -organizaciones, colectivos, indi vl 1I (le objetivación cognitiva como es la narración, la escritura, la iconografía. la
duos, etc.- que no hacen el trabajo de ordenac ión y reivi ndicación étn icas? 1" "'lIcia y actividad en la arena política. En la constitución dinámica de las identida·
W.E.B. Dubois ( 1986), mucho antes de que tuviera ugar el movimiento pOI' lo I '1(1 'li ninen, sistematizan, j erarquizan, obj etivan, trabajan creando, recuperando.
derechos civiles, expresaba su convencimien to de que lo que el movimiento IU'Jlt f' 1IIIltlllldo aq uellos materi ales étnicos seleccionados como diacríticos de su identi-
necesitaba era unas élites culti vadas convencidas para movilizar y cohesionar 111 lld/tilfcrencialidad (Cf. 4.5). Contribu yen a la visibilidad, presencia, actividad, noto-
grupo, y entrar en la arena política para reclamar sus derechos. h dllll , ocupación del escenario social del grupo clasificatorio por el que trabajan.
I "" ~t' uycn formas de legitimación y sistemas de verdad -en el sentido fo ucaultiano-
A pesar de su importante presencia en Centro Europa53 , los gitanos están sub"
ti 1 , t ler 2002); por tanto, son vigilantes y guardianas de la ortodoxia étnica, de una
presentados políticamente, en patle por la inexistencia de líderes étnicos capaces lit
hlh I(lrctación objetivada como legítima, en función de un cuerpo ideológico formali-
movilizar políticamente a la población. Su tradicional marginalidad les ha mantenillt l
Idll sobre la identidad étnica, sus definiciones y moralidades asociadas.
fuera de las fuerzas y tendencias evolutivas de los'ESTados modernos europeos. Se e1111
el caso del Rey Gitano de Polonia, en el S. XVII y algunas organi zaciones de ent,,· ( 'omo hemos dicho, los enlrepreneurs se materializan generalmente como orga-
guerra, que no tuvieron mucha fuerza ni fueron bien vistas por las autoridades poliO 1IIIIIclones, asociaciones y élites étnicas (políticas, intelectuales), las cuales mane-
caso El Estado mismo organi zó algunas asociaciones para 'gestionar' su etnicidad y 1111 ~lIbe res y poderes, refunden , reinterpretan y ofrecen un paquete identi tario más
hacerla controlable políticamente. A esto hay que añadir la desconfianza genuÍt ll1 II l1ltlllOS coherente y compacto a sus iguales étnicos, instigándoles a que movilicen
hacia el liderazgo no tradicional que impone una estructuración política (orga ni zaci~lI . , 111 mientos, actitudes y acciones acordes con la orientación seleccionada, que en
partido) moderna ajena a sus formas tradicionales. Barany (1998) observa que, 11 1.!l1I 'ipio se postula como fo rma de objetivar una imagen y descripc ión étnica, así
excepción de Macedonia, se fo rman multitud de asociaciones que luego se disuelv¡'1I . lItlO la ocupación de un lugar social, político y económico en el contexto de otros
o son poco operativas. La capacidad política de las orga ni zaciones étnicas para 111 IlIpOS étnicos y sus identidades, definidos de tal modo. Experiencias y representa-
defensa de sus propias identidades e intereses no sólo depende del grado de estmelll ,11111 's mantenidas en un nivel bajo de complejidad, pueden mantenerse así hasta su
ración imema, sino también del marge n que el Estado les da para operar y sus modo. l. d 'scripción creativa en los procesos de trabajo cultural por parte de estas agen-
de gestionar etnicidad con disti ntos grupos. Políticas de la tolerancia y la participaci611 , lit' étni cas.
gestionadas desde el Estado devienen inoperativos en el ámbito local cuando los agell 1\1 éx ito de los líderes e instigadores étnicos depende de su capacidad de intere-
tes locales de su implantación SOI1 ellos mismos, muchas veces, raci stas, como ocu!'r(U .n It las gentes en su proyecto étnico frente al de otros, incluyendo el de la unidad
en algunos países centroeuropeos (ibid.). I, Mlica mayor -si lo hubiera- en que estuvieran integrados, bien en relación a una
,, ""unidad diaspórica de nacionales fuera del país, bien como grupo étn ico diferen-
,llItlo en la sociedad de destino, bien como comunidad transnacional. El trabajo de
ll lllstrucción étnica tiene que tener cierta resonancia populQJ; en términos de acepta-
4.4. ¿Qué hacen los líderes éfnicos?54 , h 11 Yevidencia social.l'or eso movilizan a las gentes hacia determinadas definicio-
111" de la realidad, conectando con fo rmas de la experiencia y la memoria vivida de
En primer lugar, recordemos que la etnogénesis es una tarea colectiva, sin menos ~,IUS . Estos tienen éxito en la medida en que sintonicen con configuraciones evoluti-
cabo de las dimensiones subjetivas, personales o colectivas, que acompañan a todo
proceso social.
1". de habitus, prácticas y experiencias de la gente (Bentley 1987). Muchos de estos
Irll 'res se convierten e;u;,itos porque encarnan la identidad de personas que se iden·
Ill1ean con ellos. El trabaj o cultural (y poítiCO)oe los líderes consiste en renovar una
II lherencia posiblemente perdida entre sistemas de referencia clasificatorias, prag-
53 Macedonia, 9,4% Slovakia, 9,2% Romani a, 8,3 Bulgaria, 5,5% Hungaria, 2,6% Repúbl icu 1II~ li cas, morales, políticas, etc., y las experienci as personales/colectivas.
Checa (Barany 1998). En Bohemia, fueron trasladados a la fuerza para suplir a los alemanes élni
cos que se marcharon después de la Segunda Guerra Mundial. Si los líderes étnicos recogen y ordenan un estado de cosas, recursivamente - por
54 Este epígrafe puede leerse como introducción al 4.5.4. ",ociación, empatía, identificación- las personas incorporan subjetivamente estos

228 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES I'J'lOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 229
proyectos y definiciones, haciéndolos suyos de manera, intensidad e implic:!l',j(in, i 'linIO vimos anteriormente, en estos casos parece que la Etnicidad operara
variables. Al fin y al cabo, sin personas no hay proyectos políticos posibles a 1:I.I¡{n ';<;filO rll[OnlO para la construcción sistémica de intereses más espúreos y pecunia-
plazo, y el de la etnogénesis siempre lo pretende. Se trata de un proceso rc!roaH I¡IlIlo de las élites étnicas como de otro, grupos de poder político y económico
mentado, redefinido/recuperado de un estadio anterior que, por la propia definicif\l¡ qlle las anteriores pudieran también pertenecer y favorecer, incorporando el
dinámica de lo sociocultural, nuca es el mismo pero puede ser muy parecido. ordenatorio étnico como microentorno y establecer un microsistema inter-
Ante una multiplicidad de voces y lugares, los cnlrepreneurs étnicos intl1:¡¡nf¡ lwjll dicho principio que permita redefinir su propia estrategia constitutiva y
dotar de unidad operativa a las demandas colectivas varias y a los imaginarios l~lllw ",,:>p¡i¡¡llIctíva en términos de diferencias/semejanzas y lealtades y solidaridades étni-
que soportan. Lo que los entrepreneurs pretenden es conformar o recrear una ('olj í ,11 Etnicidad es ca-optada por otros atractores, como son el poder político, eco-
ciencia étnica lo sufiCientemente homogénea pero amplia y aceptad~~,,,?oCíálllwrii.i,~ l~ ideológico ante nuevas situaciones sociales emergentes, .sin alterar del
para ser operativa emocional, social y políticamente. ¡'l S!{!,Il.f,Cjuo 55 .
Esa es, precisamente, la paradoja, que no contradicción. Se trabaja culturaJmt~,ü
te sobre un material que proviene necesariamente de distintos lugares, perspeclivHi<
agencias, y que expresa intereses, contextos, experiencias, deseos' e
varias. La cristalización identitaria de la colectividad sólo puede hacerse sele(:cIIII
'1 Iiempos modernos
do aquello que, siendo plausible psicológicamente (ique no de lo posible!), por¡\i'i'
tinentc, relevante o de interés, permita cooptar a la gente y su apoyo social para Iqi,i 1:,11 el apartado 5.6. veremos cómo el Estado moderno europeo se constituyó
timar el proceso etnogénico en una delermi}1oda direcci(!J1, dejando espacios tamh¡¡kj:¡ '~dHT¡ollando una identidad étnica a la hora de configurar aquella identidad colecti-
para la interpretación flexible: no todo se formula, explicita, objetiva. Hablarel1lw. dc, ¡HIt'¡onal sobre la que legitimar su proyecto político, administrativo y territorial.
todo esto en el siguiente capítulo hj¡¡dlilic-Il(()s de recuperación y reivindicación étnicas de aquéllas que fueron exclui-
i) ignoradas no se hicieron esperar y serán mencionadas en dicha secci6n
56 . Sobre
¿Qué ocurre cuando los líderes no hacen el trabajo que se espera de ellos, porqnl-
hacen otro? Las relaciones entre las élites étnicas, la población a la que responden! h¡!iu!Jlientos etnopolíticos sin Estado hablaremos en el apartado 5.7.
instigan en el movimiento social etnicista y sus propias posiciones cstructurale\ f' Aunque con antecedentes, a este contexto político y cultural pertenecen 105 movi-
intereses, son complejas y variables. irl!(."iHns de etnogénesis/recuperación étnica vasco, catahí.n, bretón, corso, galés, escocés,
No es infrecuente la cooperación ele las élites con el poder, sino sólo gnrallll y todo el trabajo de recuperación cultural literario, costumbrista, del Romanticismo
zando sus propios privilegios, propagandísticamcnte justificadas e instigadas cOOYH ,;':nkndo en la búsqueda de las raíces en la antigüedad57 , clásica o no, y la creación de
procedentes de las inquietudes y demandas de la población sobre la que la Etnicid¡,d .iil\íi!uciones para preservar determinadas versiones.de la memoria étnica.
quiere hacerse coincidir. Las élites pueden explotar las diferencias étnicas pan.L/1W Si nos fijamos en el caso de la historia de la objetivación del Discurso Étnico
venir alianzas, de ,dase, vromoc}opando el patronazgo y el clientelismo, usando Ji) 'A¡i';CO, es verdad que Sabino Arana destacó como principal condificador de la
retórica, la ideología y la lealtad. La Etnicidad puede articular grupos de inlel:¡fl! h!!iiridad vasca en estrecha relación con su proyecto político nacionalista. Sin
político, antesala posible para reclamar un status nacional. Pueden darse alianzas dl' r:;¡¡¡hargo, toda una corriente de intelectuales llevaba realizando una labor de etno-
las élites étnicas dominantes con las elítes étnicas de los grupos minorizados pnllli ele la identiclad/cliferencialiclad de los vascos desde el hacía ti emp0 58 En
camente.
Cierta élites pueden utilizar la Etnicidad como lenguaje político (Cohen ¡t)I-'iJ
para reclamar en la arena política derechos civiles, sociales, económicos, educativll<! -,\ Es decir, renovarse o morir, o, como decía Lalllpedusa en El GatojJo/"t/o, cambiar para que
Desde las teorías instrumentales de la Etnicidad, algunos procesos de etnogénc<'J'; t'"do ,:;ig,l ,igllal.
\(, ¡\ veces étniconaciona!cs, si la reclamación incluía una autonomíalindependencia política
pueden verse como respuesta al interés político y económico de ciertos grupos <jUt
di !olllla de otro Estado.
se aglutinan entre sí en situaciones de disrupción de contextos políticos y económ,! "1 La Rcnar;cn-;a en Cataluña, los Juegos Florales en Navarra, el Eisteddfod -concurso musi-
cos tradicionales, es decir, en contextos de cambio social. Para algunos (CL Corndi "',J \' jlllé"tico-- de! País de (Jales revitalizado a lines del S. XVIII (Morgan 1983), eLc. También los
1990) este contenido instrumental de la Etnicidad en este caso, así como el tipo de +Ji' ilparecen en contextos políticos disgregados corno en Alemania o Italia.
"1, Véanse las obras de Juan MarLínez de Zaldibia (Suma de las cosas cantábricas y guipuz-
vinculación que produce, marcaría una esperanza de vida de la identidad étnica COIí
'Jii!H;lS, 1564). Andrés de Poza (De la Antigua Lengua, Poblaciones y Comarcas de las Españas,
formada o revitalizada de menor duración que aquellas otras que giran en torno ¡I,
i,'i¡{ 1), Manuel de Larramendi (De la AantigUedad y universalidad del BascucllzC en España, J 728)
recuperaciones más primordialislas concentradas en la distinción intrínseca dd <¡ I'ahln Pedro de Astarloa (Apología de la Lengua Bascongada, J 8(3), citadas en (Aran/.lldi.
grupo de que se trate. p.JííL).'17-431 ; Tovar, J980:26-J 35 y Caro Baroja, 1979:62-120).

230 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES "I,'OCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 231
todo caso, el proyecto etnicista vasco se inserta en el movimiento general CIlI'O'WJ., frente a la consagración de la hegemonía inglesa después de la definitiva
de recuperación cultural e intelectual del pasad0 59 producido en la década de lti1j 'In de las tropas jacobitas en 1745. Reconstruyo su relato aportando algunos
ochenta, y que también su versión en otros lugares como Cataluña, Escocia, Galtn,. '~t¡jlj!\ datos e informaciones,
Alemania, Italia, etc. En el caso del País Vasco, en 1879 se celebran los prilllCl"¡
Juegos Florales en Elizondo (Navarra), in augurándose un renacimiento litcr;¡rín hI el siglo V los irlandeses del Ulster se asentaron en la región de Argyle, consti-
cuyo contenido y temáticas más habituales van transformándosc del relato religjv u\fI'IHln el reino de Dalriada. Enfrentados continuamente a Jos pictos60 , aquellos con-
so rural a la preocupación de la pérdida de las formas políticas tradicionales, la l'1Í fUi Irn; que no pudo el Imperio Romano ni siquiera levantando el muro de Adriano,
sis de la economía tradicional basada en la explotación agropastoril y la progrc,iVi¡ ,,}V'Hhamn, parece ser, incorporándolos mediante alianzas matrimoniales y superioridad
desaparición de su complejo cultural, incluyendo el euskera. Las ideas románliC;¡il '1iÍlllm. Hasta la mitad del siglo XVI parece que el Ulster y las Highlands formaron
europeas calan en el País, apareciendo un tipo de literatura historicista con impl/. :\iH ',erla unidad política bajo la égida de los Macdonalds 61 , siempre en conflicto con
caciones legendarias que intenta ahondar en el pasado mítico del país. Se succdl.'t¡ fm, intereses expansionistas de Inglaterra; las refriegas y batallas se citan ya desde
certámenes literarios y musicales, y aparecen sociedades culturales, revistas, períÚ del S. XI. En todo caso, la cultura de las Hébridas era una cultura irlandesa y su
dicos e instituciones, cuyo objetivo general es la revitalización de las manifestacítí el gaélico.
nes etnográficas y lingüísticas del país pero también de su pasado político. En I Xlii.í 1.;1, dificultades para la constitución del reino de Escocia, Con las divisiones del
se crea en el Instituto Vizcaíno la primera cátedra de vascuence, ocupada por Re'slI rLln ,k los Stewart62 , el no reconocimiento de una línea legítima de descendencia
rrección María Azkue. cllinajéde los Stewart6 3, y las intrigas y deslealtades continuas de los jefes de
Hobsbawm (1983) habla de un período de producción étnica masiva en Europ" hicieron de la consolidación de una identidad política independiente un camino
cntre 1870 y 1914. Estos movimientos tienen que desenvolverse a I)1enudo en íi! ¡:bHi.'il y tortuoso.
marco (frame) creado por el gran gestor de Etnicidad, por el productor de las grall I'n los siglos XVII y XVIII los escoceses seleccionaron lo gaélico y lo cellé'
des etiquetas étnicas, que es el Estado, y las élites que lo conforman, sus pactos 1 HilllO el núcleo de su identidad, descartando otras posibles fuentes culturales rela-
alianzas entre sí así como el escenario de la confrontación de varios de ellos en l;t ;'.:íUíh'ldos con la composición demográfica compleja que caracterizó el poblamiento
ocupación de espacios de poder y de aceptación/imposición de sus propias idenlidil
des (Cf. 5.5).
El ejemplo escocés es muy interesante, aunque peculiar. Por un lado comparle ti
romanticismo de todos los movimientos etnonacionalistas europeos; por otro, ,;u 1,1) ! Jamados así por los romanos por llevar tatuajes en la piel, aunque hay otras versiones,

inserta en el contexto históricopolítico de la construcción de los Estados naciOn;lll\~ fhH:'h!n de origen todavía desconocido, se le atribuyen relaciones con los escitas de Scitia, también
modernos en Europa en forma de gramática segmentaria, pero que termina sicndn . ¡üílil pueblo celta denominados krunhe, posibles fundadores de A Coruña, seguro de Poitiers.
(01 A partir de la mitad del S.xVI, el Ulster pasó a depender de la autoridad británica y en las
incluido en una unidad políticoadministrativa abarcante (el Reino Unido), con domí
1i,i¡ ',;lCnl I-lighlands comenzó a dominar el clan de los Campbells, con base principalmente en
nio hegemónico etnonacional inglés. y fuertes conexiones con Inglaterra.
Me vaya servir principalmente del análisis de Trcvor-Roper (1983), incluycndn Apellido tomado por la inclusión del administrador ('steward') de la corona, que se casó
¡,,,?ji In hija del rey.
algunos otros datos derivados de mi propio interés etnográfico.
1'\ En contraste con la monarquía inglesa, que fue estrechando las reivindicaciones dinásticas
Este autor relata el proceso de gestación de la etnicidad escocesa, como rcapro "~,btn:des por medio de la decapitación y otros modos de desaparición física -como el mismo caso
piación de elementos de la identidad irlandesa, en el contexto de un Romanticisrno <Le halwl 1 con su prima María Estuardo-, la monarquía escocesa contaba por lo menos con cuatro
{+íllil'; J~'stl/ardo a fines del S. XVI, una historia turbulenta de pactos y traiciones con InglatelTa y
protagonizado por las élítes urbanas, precisamente en el momento de pérdid(/ (h!
f!ll >;, XVII convulsionado por las guerras de religión y Jos apoyos de unos y otros a distintos sec-
¡üjt't; reales. Por otro lado, María nunca fue una reina escocesa, en la misma medida en que Carlos

v' li\' España era 1 de Alemania, aunque aprendiera luego con el tiempo el castellano y fuera pro-
*;;¡,¡;'¡v:llllcnte eSfJaílolizál1dose. De madre francesa, María de Guisa, educada en Francia con sus tíos
f pdll)(\S, casada con un hijo de Francisco 1, cuando llegó a Escocia, ya mayor, María Estuardo no
59 La reivindicación del pasado cultural vasco en un contexto de fuerte cambio social, cHyn '~;\hlll hablar más que francés. Si se enfrentó a IsabelIno fue para mantener sus derechos sobre
manifestación más contundente está representada por la abolición de los Fueros en 1876, CS!¡lPl b,nwia, sino para reivindicar los suyos sobre Inglaterra, C0l110 sobrina nieta, igual que Isabel
ligado a una idealización del Anliguo Régimen y a un tradicionalismo político e ideológico. Es d \nhm:l, de Enrique VIII. A pesar de toda la historiografía posterior, esa amenaza fue la principal
caso de carlistas y fueristas. Otros, sin embargo, insistirán en la lengua como base de la difen,'!1 N/fllj para su sentencia de muerte. Paradójicamente, su hijo, Jaime I de Inglaterra, V de Escocia,
cialidad. Tal es el caso de Arturo Campión, líder de la Asociación Euskara de Navarra y activl¡ (dlleó como anglicano, sucediendo a Isabel 1, por voluntad de la misma, uniendo, por primera
divulgador de la causa vasca. El euskera es visto como la lengua tradicional del pueblo y el ca~lr ,. u, itll1bos reinos.
llano como la de las élites intelectuales y económicas urbanas y también del proletariado. (d Reclamaron también su vínculo con la resistencia caledonia al Imperio Romano.

232 UNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES ¡'!1()CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 233
de Escocia en diferentes épocas 65 y q ue, de alguna manera, ya habían sido rell"'" Itlllll '1 pasado precisamente cuando la sociedad de las Hig hla nds empieza un pro-
piadas por otros en sus respecti vas construcciones identitarias y nacionales. POI'1I111 11 iI~ c"mbio y transfor mación irremed iable, En 1778 se fundó en Londres la

no lo olv idemos, toda i d~!!!iQilll.s.esolliW!xe en el conte lO d~_ :t... l a ~'t l¡llhl 11 11111110 Soc iety, con el objeto de preservar las trad iciones, cons igui endo anu lar la
escocesa se ve constreñida por el escaso espac io dej ado por otras identidades tllll ,lIlhl 'ió n del plaid 69
v~'lidas en nac io nales: Inglaterra, Francia, Suecia, Alemania. Según Chapll HIII I JI constru cción de una tradi ción independiente fue un trabajo cultural reali zado
( 1982), los escoceses construyeron su identidad dentro de la oferta culwra/ disPl?Il1 ,111 Ilncs deL S,XVIll y principios del S,X1X, apoyado e insti gado por las clases
ble y la lógica do minante, la del discurso hegemJ5nico anglosaj ón, ~en la rtlrh, " ,Ilit' Yacomodadas urbanas, así como por algunos nobles y sectores intelectu ales 70
nal idad, la civilidad y la ley, fre nte al romanticismo de lo éxotico, salvaje-pero..lwlltl
rab ie y""yaleroso del Highlander, --- - - -
111 IH () se fun dó la Celtic Sacie!)' of Edinburgh, con Sir Walter Scott, un fOWl ander,
II IIU J)rcside nte. Tocios vestían e iban arm aoos a la vieja usanza. En 1822 se produjo
El gaélico, no era una leng ua extendida más que entre la población mon ta n~1 1I ¡.It" a Ed imburgo del rey Jorge ¡V, recibimiento organi zado por el mismo Scot!.
Las éli tes y la corte, inclu ida María Estu ardo, hab laban Scots (una mezcla de alelll 11 1 1 IIlpillll de Escocia se la rtanizó por completo (Trevor-Roper 1983:3 1), El Rey se
francés e inglés); en las Lowland se hablaba la/and, La música y la gaita66 tamhh'11 .. ,1'IIIÓ con la misma indumentaria 71, En 1847 la Reina Victmia compra cI castillo
tienen origen irlandés, si bien el símbolo para Irlanda es el arpa. 1 1IIIIn'oraL consolidando, incorporando ('encompassing') Escocia definitivamente
El tartan es una tela tejida bajo un patrón geométri co de colores, Se conoei 1'11 1'1dl llllstía de los Hannover 72 La Reina Isabel 11 y su familia pasan parte de las vaca-
escocia en el S, XV I Y parece que vi no de Flandes a través de las Lowlands, En 11 h HII\~ estivales allí mientras que en Buckingham un gaitero toca todos los días a las
S, XV I el color de la tela sólo indicaba clase social. A fines del S, XV III el tart án 1111 It lIalo su ve ntana,
disting uía a ningún clan pa rti cul ar, visti endo cada un o de forma distinta, ex prcslIIlII
la lealtad ciánica por la escarape la de la boina, El kilt 67 se basó en un a prenda tCi1i11
cio nal como e l plaid, hecho de tartán, El plaid era una especie de manta que culUIII
la parte inferior del cuerpo a modo de fa lda, y el resto se ajustaba a la parte supedlll ffl La constitución de los reg imientos de los Hi ghl anders po r parte de l Ejército inglés fu e otro
¡I U Pi tt el viejo pretendió encauzar e l espíritu guerrero de los Highlanders, desde las aventuras
a modo de ec harpe, suj eto con un broche, Como ma nta para cubrirse era cómllth ,
nhl lns a la guerra imperial en Ind ia y Améri ca. Miel1lras los escoceses se pasaban a los pantalo-
para pernoctar entrc el brezo de los valles y ap riscos de las Highland68 Des pués tld IIluoncs, el Ejército mantu vo la indu stri a de la indu me ntaria durante estos años. El Colonel
levantamiento de 1745, el ki lt y toda clase de tart anes fu eron prohibidos por d It,H ItI Stcwart of Garth publica "Sketches of Ihe Character, Manners :'lIld Present Slale of Ihe
gobiern o inglés, Hacia 1780 las cróni cas hablan de su casi extinc ió n, al igual qu 111 'H ~ lill1ml c rs of Scotlancl" , en 1822, que servirá de base para at ribui r, posteri ormente, los distintos
gai ta, La prohi bición duró 35 años, , , 1j)lIc~ a los clanes. Para resolver el prob lema de qué colores atri bu ir a cada cl an, una fi rma comer-
¡.,II II nlianza con la Highlalld Society de Lo ndres preparó ull a libro de muestras en 18 19, envián-
El romanticismo y la vuelta a las tradic io nes cundieron en las clases medias y !tI!! 1 U lu Soc iedad para que su auten tifi caci6n, aunque no estuvo liSIO para la visita de l Rey, adju -
acomodadas urbanas, así como en algunos nob les y sectores ed ucados de Escocia, III 111 .Iu,, · a caaa c lan el que fu era. La atribución definiti va fue obra de los hermanos All an, que
nuevo comenzó a utili za rse el kilt, sobre todo en público, como expresión(Jel ií"villt , I IlUl i1 ll'u ycn su pedi gree familiar hasta rebauti zarse como St ll art, pub licaron el VestiariwlI
" ,1,.11111, con todos los tartanes y su adjudicac ión a los di stintos clanes y luego The cOSlUme of rhe
1.111\ , co n justifi caciones históricas, li terari as, y artísticas inventadas, asesorando a Wilson and Son,
Ihld plI lcs comerciantes del tanan. La clasifi cación fu e asumida por la Highland Society of

65 Ninguna mención se hace a los pi e tos ni a los bretones) ni a los vikingos. ta mpoco ¡111!
I 01111011, Y muy bi envenida por la indu stria escocesa del tartan. En 1843 se publi có C!cI1lS o/ rhe
" llh/¡ Highlallds por James Loga n, inspi rado en el Vestiarium. Curiosamente Eriksen ( 1997),
supu esto a los anglosajo nes, elemen tos demográficos que constiw yeron el sustrato poblac io nal dt 1 )l1I1I\lu ti Oyv ind Ostemd , menc iona q ue un tipo de traje naciona l noruego fu e el resu ltado de la
país entre los sig los IV y XV I. 1t1\t1111ci6n de la escritora y sufragista Huida Garborg en las primeras décadas de l S.XX, qui en se
66 Desde las capas educadas ang lófi las y fra ncófil as, era visto como el símbolo residual 11, hl~ pll6 en varios traje s nacionales de la Europa continental.
ladrones y asalt adores, lejos de Jo que se de fi nía como soc iedad civilizada por los Lowlalldel's. ro En primer lugar se produj p un a revocac ión de la hegemonía cultural irl andesa. Un tal Sir
67 El nombre kili apareció por primera vez 20 años después de la Unió n con Inglaterra ( 1707 ), I"hll Macpherson reivindicó una literatura indígena para la Escoc ia celra, Ossi(l1I , a part ir de ba la*
pero se refería en realidad a UIl modo de ll evar el p/aid. Un comercian te inglés, cuáquero, lI amudh ¡1'llIl l'In ndesas cantadas en Escocia. En una tergiversac ión de los hechos, estas baladas serían orig i*
Rawlinson, decidi ó hacer más cómoda esta ropa para los hombres que talaban árboles como e()"1 It'HlulIlcnte escocesas y habrían sido 'robadas' por los irl andeses (James Mac pherson (Introduction
bu stible para la indpiente indu stria. Inven tó elfe/ie beg o phi/ibeg, o 'pequeño kilt ', separando 1<1 fa ldu hl lll' Hi story of Great Britain and Ireland , 1771).
del plaid, con tab lones. Él mi smo lo usó así como su asoc iado Jan MacDonne ll de Glengarry, ducllH 11 Algu nos otros escoceses protestaro n por que la imagi nería del High/{///{/er ca pitalizará la
de los bosques que le proporcionab<1 madera, siendo que el cl an siguió a su jefe -chieftain- en su IIMI hh'lIl ldad escocesa, sobre todo porque durante e l S. XV lII highlallder era sinó nimo de ladrón de
68 Los soldados rasos que luchaban en el ejército inglés usaban los plaids --especie de manl (¡1I .11I1IIdo y bandido.
a cuadros- con un c int urón, con las piernas al descubierto; la parte de abajo daba la impres ión di' "2 La dinástía que Isabel 11 cambiaría a Willdsor después de la lJ Gu erra Mundial, dados los
un falda (beacan o belted plaid) . Había preceden tes de camisas largas usadas co n cintur6n, pero cml 11_lI bios alemanes del apellido Hannover y la conex ión de algunos de sus mi embros con la indus*
una gran diferencia entre ricos y pobres campes inos. hlll que colaboró con e llll Reich.

234 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES mOCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 235
4,6, Experiencia colectiva e invención étnica l'Hí forma de construcción de microsistemas y microentornos, etc., pueden dar lugar
,'--¡ experienciales y expresivos específicos, El grado de esta consolidación
1!1lllHlos

Los movimientos de revitalización buscan la autenticidad frente a lo impueSlo, ""!Iij(;lllica y emergencia varía cronotópicamente, lo que influye en las posibilidades
reificando la historia y la experiencia grupal, dándole una coherencia que no ticlll? IHs élites para aglutinar la voluntad colecti\iá 'e instigar un movimiento étnico
necesariamente, como si todo pasado fuera mejor, como si incorporara valores pos¡ /!f!IlO emergencia social.
tivos (Abu-Lughod 1991), congelando la historia en una LÍnica secuencia de hiWi., l~l.~pasemos un poco la historia de la construcción identitaria griega a partir de
como viñetas. ,h,cdl1lan 1994), quien se basa, principalmente en (Michas 1977), Las poblaciones
La narración recogida de (Trevar-Roper 1983) sobre la etnogénesis de la idenli, !lr< Ur~Gia se denominaron como Romii, herederos de los romanos duraútó-Ia época
dad escocesa insiste en esta perspectiva clc-constructivista y en el protagoniSmiJ hkilntinH, y como cristianos, opuestos a los musulmanes, en el Impe¡jo ,Qt9I1wno.
selectivo de ciertas élites interesadas en fantasear sobre su identidad y la ele otros, sin El movimiento nacionalista, fue obra en parte de estudiantes regresados de
desatender sus intereses políticos y económicos propios. Todos sabemos que mucho í kt_'idcl1te, Estos se reapropiaron de la visión idealizada que Europa hizo del c1asi-
deben ciertos procesos etnogénicos en la Modernidad al papel reificador y formali ¡,,'í!1'!110gr'iego y la fundamentación cultural y científica renacentista en la antigüedad
zador también de grupos de políticos, intelectuales y científicos (arquólogos, anlro Y sus pensadores, Este neOhf!fpnts111o tuvo una vocación eminentemente occi-
Jli jt'J.,\íl
pólogos, historiadores, etc.) a la hora de singularizar no sólo la Etnieidad como obi" ¡¡(,lilal, frente al cristianismo ortodoxo oriental y el Islam, La ruptura de su herencia
10 teórico y analítico, sino etnográfico. wlIwna se realizó internamente gracias a la revitalización de nombres, la lengua, el
Pero esto no significa, en mi opinión, que la población sea una marioneta 4 la qu!,~ 1\!lkore y la educación. Pero sería inimaginable sin un contexto más global, La iden-
se pueda imbuir cualquier cosa, Es importante destacar que toda revitalización étni !idad griega se constituye como microsistema del sistema ídentitario europeo que se
ca ha de entenderse en el amplio contexto en el que se produce, dentro de lo soei" r,Pllslruye sobre antecedentes intelectuales griegos, El movimiento de revitalización
;:<í' .'I\lloconstituye en heredero de esos antecedentes, poniendo en el presente lo que
imaginariamente plausible y relevante, tal como describimos para el caso vasco. Hn
Í!IC () imagina que fue en el pasado, Pero no lo usurpa a la Europa culta e intelectual,
el caso escocés, ciertos sectores de la población local pLJ.cde tener cierta autocoll
ciencia -social y geográficamente distribuida- de su diferencia y rivalidad [renten l'iI'iliuula, sino que se encarna en su depositaria como garantía de prestigio identita-
¡JI) en el contexto global europeo, reconfigurando una continuidad identitaria desde
los ingleses, después de una larga historia de guerras, refriegas y enfrentamientos, ;JI
hilo de los intereses de la monarquía inglesa y de los constantes vaivenes de los baro d IH:ríodo clásico hasta su revitalización. El neohelenismo se produce frente a un
nes escoceses, intrigantes y rendidos siempre al mejor postOl,73. (IHorno histórico romano, ortodoxo oriental y musulmán, como microsistema sobre
d que la Europa de la excelencia construye la suya, convirtiendo este micro sistema
En la parte III nos hemos referido a cómo la etnicidad no nace. por generaciólI {ll sistema dentro de un escenario de otros sistemas, en igualdad de condiciones de
espontánea, sino que puede hundir sus raíces en identidades colectivas'profundas tl) íh;rlenencia a la órbita occidental, obviando su definición como periferia de ésta,
el tiempo, Es a esto a lo que A. Smith se refería cuando se niega a aceptar que las i, ;Iecia entra así, en la Modernidad europea con todos los honores: los de la raciona-
identidades étnicas europeas surgen de repente en el Estado Moderno. lidl/d, lafilosofía y el arte (Cf. Herzfeld 1982).
Las múltiples producciones sociales humanas pueden ir constituyendo un dcpó. Cuando Friedman (1994), explica el devenir de esta identidad étnica, nos mues-
sito de diferencias e idiosincrasias no conscientemente buscadas con objetivos iden 1Hlllna de sus facetas más interesantes como teórico y analista de la etnicictacL En pri-
tificadores/diferenciadores, como los efectos no previstos de las acciones indivi IIH.'" lugar, porque afirma que, como venimos diciendo, la identidad griega no puede
duales y colectivas. El efecto acumulativo de prácticas y representaciones ell (cnll:nderse como una evolución local, sino como resultado de procesos idenüficato-
relación a contextos y experiencias socioecológicas, contactos, migraciones, objcli, nos complejos en contextos más amplios que, necesariamente afectan e intervienen
vaciones y discursos, autoimágenes, recursividad en cuanto a complejidad ÍnternH ,.H el ámbito local. Y, además, hace una reflexión inteligente sobre las formas de
'·'Hlslrucción social. Menciona a los "cínicos orgullosos y libres" (ibid.I92) que
verían en estos procesos identitarios una forma de mistificación e invención, Y, sin
73 La biografía de William W!.dlace, novelizada en la película Braveheart, da cierta idea del \<,!llbargo, nos recuerda que no se trata de juegos "de nombres y clasificaciones" sino
poco apoyo de los barones a la idea de una Escocia independiente, siendo el Rey todavía coml) dc procesos implicados en las condiciones inmediatas de la vida ele las gentes en el
como un Prinws lllterpares fClIdall11icntras otras monarquías se movían a la objetivación y conso t:'nlltcxto global de transformaciones socioeconómicas, la constitución de culturas e
Jidación de UI~~ línca dinástica como iba sucedicndo cn otros reinos europeos, No es de sorprendel idel1lidades, y la reconfiguración del "mapa de los pueblos del mundo" (ibid.193).
quc la poblaclOll de la zona llamada The Borden, en la frontera angloescocesa, la gente estllvicnl
más preocupada por los constantes cambios de bando de los barones y el arrasamicnto dc las lil;- Algo parecido apunta (Sutton 1997). Hay que tomar en serio las creencias de la
ITas y las poblaciones por parte de la monarquía traicionada, .1'.I'I1IC y sus modos de construir continuidad histórica con su pasado, antes que

236 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 237
menospreciar estas recreaciones como obra fa laz de las élites intelectual es nacio 11 III urSl icos del francés y el bretón en el ámbito doméstico, domin ado por las muje-
nalistas74 .
It 111 Y c.; 1 local de la socialidad masculina del bar. Si no recuerdo mal, Ins mujeres.

y la pregunta es la misma que hemos hecho en distintos luga res. ¿C~~ 111 l'h'lI 'upadas por la socialización ex itosa de sus hijos en el contcx to amplio fucra del
ge nte las ljralldes eliqu e/as de la Etnicidad, los grandes nom bres y coñc~o;:dl'i 1!l It ~ h l o, utili zaban preferentemente el francés; sus mari dos, con sus contertulios de
Disc urso Etnico y las prácticas que lo constru yen, que en su nombre se realizan 1I I!¡H, 1,; 1 bretón. Caso contrari o ocurría, por distintos motivos en el Roncal. M ientras
por él se justifican? De ahí la importancia de los contextos II1 fó nnales de i&.üJt'" '1111' '"l1jeres quedaban en casa hablando en euskera con hijos, parientes y vccillos, los
c t ó n~ [elaCIón, de lo pri vado, lo d oméstico, la socia ida¡¡, donde se gesta, practica y ,lllIlIId reros que conducíall los troncos río abajo hasta las serrerías y puntos de VCllt " ,
redefi¡¡.e..contll1uatnente la Ident Idad, aspecto al que damos prioridad teórica y anll w','csit aban hablar castell ano para entenderse con los compradores de madera, gene-
lítica en este trabajo. - 1'11111<:lIte erdeldunes (no euskoparlantes).
. Po~· ej emplo., rec~l:da mos que, si bien en el discurso étnico vasco obj eti vado y IJ ri kse n ( 199 1) insiste en la importancia de estos contextos in Formales de rela-
fOl mahzado soclopohtlca y culturalmente durante los 80, después de una larga ges I illlI social. Por ejemplo, explica la endogamia de negros e indios en Mauricio por
tlón IdeológIca en que la raza quedara descartada como Facto r de identidad por SIIN IIllIes diferencias en los modos de comprensión y ex pectación en torno a la sexuali-
connotacIOnes segregaclolll stas y antidemocráticas, lo cierto es que nos encontramos IllId, Comentarios, alardes y concepc iones de la atracción/a menaza sexual de hom-
que, en muchos contextos cotidi anos, la ascendencia todavía tenía significado con III\\S a mujeres entre los negros, que parecen más promiscuos, son incompatibles con
textual para adjudicar identidad étnica a alguien. Si uno tenía apellidos euskéricos, 111 I II ~ modos en que los indios comprenden los ritos de aproximación verbal y gestual
fill a.c.l ón estaba garanti zada; si no, sobre todo para la tercera edad, había grandes pro 11111 sex ualidad, quienes valoran especialmente la lealtad, la virtud y cierta discreción.
bablildades de que el sujeto fu era de j uera. I ~ t ()S patrones implícitos de valores, ritos, códigos de etiqueta, actitudes, comporta-
1111 'lItOS, son los que conforman los modos de estar y practicar e l mUlldo que vuelve
Recuerdo un incidente que me contó uno de mis entrevistados en el País Vasco,
que señala, también, los escenari os variables -en este caso de exc lusión/inclusión- ell 1I 1lirigirnos al concepto de habitlls, una vez más.
que los actores ubican sus relaciones e interacciones, sin que necesari amente haya
ac ue~do entre las partes sobre la defini ción de la situación. Teo de Juanes, unjoven d ,
17 anos, hIJO de II1mlgrantes y alumno de la Esc uela de Formación Profesional d '
Rentería (la más devaluada socialmente en la localidad por el tipo de alumnado y cl 11.7. Etnogénesis y cambio social
fracaso ~scol ar) tu vo un encontronazo con una "casera", como él la denominó, mujer
pertenecIente a la unidad doméstica y de producción tradiciona l del País Vasco ru ra l Muchos procesos de etnogénesis ocurren como reorgani zaciones de sistemas de
denominado caserío. La señora zanjó la discusión sentenciando "de fu era tenías que d," "inación y clasificación en contextos de rápido o intenso cambio social, político,
ser". Es de imaginar que su atuendo típicamente urbano pUllk, asociado metafóri ca- 'I'(Hlóm}sQ. cultural., Pueden aparecer vinculadas con Formas de impugnación y libe-
mente en la locali9ad con la extranjería social y étnica, así como su dicción española luciólI de antiguos regímenes de prácticas y representaciones, sistemas hegemónicos
no vasquizada75. El mismo nos contó otra situación contraria. Iba por la calle un día I\t " Las personas y grupos pueden percibir/sentir una dislocación, una incoherencia
y le paró la policía. Al pedirle el DNl, e l agente se percató de los apellidos no euské- 1\l1 tre ciertos sistemas referenciales para la acción y la representación y las prácticas
n cos de Teo. Al preguntarle que de dónde eran sus padres, dijo que de Salamanca. El l' Ideas personales/colectivas ex perimentadas localmente. Muchas veces personas,
P?licía se vio gratamente sorprendido por la coincidencia, porque él mi smo era de WII pOS, no se reconocen en los nuevos contextos en los que han de organizar sus
dicha provincia. La interacción terminó con saludos, parabienes y despedida cordi al. vidas y relaciones.
Diferencias en las prác ticas cotidianas de hombres y mujeres en Bretaña también El cambio puede producirse desde dentro de los propios sistemas identitarios
fu eron mencionadas por Mary MacDona ld (1989), sobre todo por los distintos usos (\,"dógeno), en las relacjones sistemas/entornos, o en los propios entornos (exógeno)
~'\)l 11 0 sistemas que son a su vez. Sucede que alguno o varios pueden actuar como
ClIlaliza ores, I~eperc uti endo en todos los demás.
74 Otr~ cosa son .I ~s reg ímenes de verdad y awelllicidad, como contro les internos y externos Estos procesos pueden di spararse en contextos de fuerte presión externa, ame-
de las versiones cogniti va y moralmente apropiadas de la identidad ét nica (Ramírez Goicoechca "lizas/sentimientos de abso rciól1 76 , disolución de singul aridades y particul aridades
:0?5b). Por ej~mplo, en ~m~tokeino (No.ru e~a), !o~ Sami cO~ls.ideran que serlo signi fi ca incorpo-
[<ul? en el ~mb'to de la plachca y comullIcaclónllltlllla y cot idian a, del habl a, el habillls y la ed u-
cación sentimenta l (Díaz de Rada 2004).
. 75 Respecto del uso de ca lcas euskéricas. prosodia, entonac ión, ordenac ión gramat ica l, varia- 76 En forma de aniquilación, subyugación o ellcompassmelll-una tutela abarcante, dentro de
ción en algunos tiempos verbales, etc.
lo tolerado por el nuevo poder (Ballm an 2004).

238 ETNtCIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIO NES


PROC ESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENC tAS COMPLEJAS 239
e n unidades políticas mayores, pérdida de referentes comunitarios tradicionales, eh l,os procesos de reconstrucción/renovación identitaria en Afri ea han intentado
Puede producirse, entonces una bifurcación en la representación y práctica identilll ,,1,," 'IIr y dirimir con los procesos de camb.iQ.social y pQl1fico durante la ind"pen-
ria de un grupo, pudiendo canalizarse dicha reorganización en una dirección delel ,I, lId " nacional y la era poscolonial (Cf. 5.5). En las excolonias africana" las éli tes
minada. 11111'1'cluales y políticas locales, aunque opuestas a la dominación europea, no nece-
~II II lIlcnle eran antagoni stas a la cultura económica y política. Educadas por O en
!ooa Hi storia está llena.dek antamientos y p.!:otestas más o me s pOJljllares, 111

- ---
o menos deudores de intereses elitistas, contra formas de dominación considerad¡¡
extralljera~ y que representaron una subversión de órdene$ y p Q.de re~ prec.e.cIentcs,
lI.'!lLamellli.z,1 a las solidarjdades.y f9 rm de pe.Jlenencia tradicionales.
I j¡ l\ldcnle, en sus misiones o en sus universidades, volvieron a sus lugares de ori gen
~ 1111 voluntad de movi li zar a sus disti ntas comunidades en nuevas formulaciones iden-
111111111, relacio nadas con la ideología de Occidente78 pero a la vez contra la presencia
,,,ltllli al (pero desde sus mismso presupuestos de democracia e igualdad). Se convir-
Anthony Smith (1986) cuenta cómo durante situaciones colecti vas específi cas, I¡II lit ,, \11 en agentes de modernización -en el estilo europeo- en sus lugares de origen,
refundaciones comunitarias han sido frecuentes, a partir del descontento, la angusll" ,1 1" vez que recuperadores renovadores de las tradiciones culturales a la hora de
colectiva, la sensación de crisis social. Cita, por ejemplo, a la Grecia posromana b,U" 11 \ illI~ trllir la etnicidad e identidad en la excolonia. Sin embargo, muchas de las rei-
la ley bizantina y cómo el sentimiento heleno se reavivó y redefini ó en este conleN I" lIullcaciones hechas desde la marginalidad, la discriminación y la desigualdad, a
de imposición abarcante mediante la apropiación de la ortodoxia oriental (Smi llt IItI'"udo ha acabado en forma s radicales de intolerancia hacia otros muchos grupos.
1986) :16. Las revueltas anglosajonas contra la invasión y el asentamiento de 101 11 \,ollflicto entre élites étnicas de distintas comunidades, en busca de su propia pra-
normandos en la Inglaterra de los siglos XI y XII, los levantamientos populares del '"'' '16n y movilidad social en las estructuras de poder, ha sido una fuente común de
y 3 de Mayo contra las tropas napoleónicas en el Madrid de principios del S. XIX, '1 11 llIosidad y violencia (Cf. 5.3).
son algunos de los ejemplos más inmed iatos que me vienen ahora a la cabeza, por Sil
Sucede otro tanto con aquellas generaciones que no se reconocen en el sistema
especial combinación de elementos políticos, élnicos y sociecoeconóm icos.
,1" , 'presentaciones y categorías de sus ancestros, por cuanto que viven y experi-
A muchas identidades periféricas excluidas del Estado nacional y las transrOI 1111'111 '"' el mundo y sus relaciones de otro modo, no identificándose con sistemas de
maciones económicosociales y políticas que incorpora, suelcn corresponder eSIOS 1"""'[II"icnto y acción étnicos previos. Estas nuevas cohol1es, con formación y edu-
procesos de etnogénesis/revilalización étnica. Pero también al propio Estado en Sil "11'1611 diferente, aspi ran a renovar/reconstruir identidades y relaciones que no res-
construcción de una identidad colecti va nacional. Frente a la fragmentac ión peligro I'IIlIden a sus nuevas ex periencias y exigencias (Cf. 4.5). Ese era el caso de las nue-
sa y la alienación afecti va que despliegan el industrialismo moderno y la ciencia, 1 ~II' generaciones de drusos que impugnaron el modelo identitario de sus progenitores
objetivo y contenido de las imaginaciones nacionaLes modernas es presentar UII !! I'", "dos en un sometimiento aba rcante por parte del Estado de Israel quien constru-
vision de fraternidad étnica entre élites y masas a través del drama histórico en el qUI' V' pllra los mismos una idenl idad basada en una religión esotérica que daba poder a
un pasado unificado se re-descubre y re-presenta, evocando significados profundOS 1", jefes de fami lia que así consolidaban, de paso, sus intereses patrilineales y eco-
de destino colectivo y comunidad (Smith 1986: 173). Se trata de remedar permanell 111 ,"ieos (Oppenheimer 1980).
cia, estabilidad, lazos vinculanles, en un escenario de mudanza y movilidad.
Las migraciones humanas también son el caldo de cultivo de posibles _movi-
Las revitalizaciones nacionalistas - legitimadas generalmente en discursos y 111!t' nlos/recreaciones_étnicas.
prácticas de la identidad y diferencia étnicas- han estado a la hora del día en l'Le,."
Procesos de etnogénesis podemos observarlos en población inmigrante, como
postsoviética. La capjtali zación interesada del descontento ha sido realizada muchas
111111 forma de incorporación y dotación de sentido del nuevo contexto que experi-
_veces a partir de la etnificacióu ~'liejos.-coJlfli cto~ y renci llas, congelados y di si.
IIIClllan. Pero también de cedefinición recreativa en el nuevo conlexto migratorio de
mulados bajo el gran paraguas abarcante del Estado soviético17 . Tamoién ha sucedi
do en aquellaSrepúblicas exsoviéticas que han pretendido salir de la órbita rusa, pro lI'IIIell as de sus identidades en origen (Cf. 5.6).
moviendo una gramática de relaciones segmentarias frente a la tutela omnímoda del Las sociedades de acogida pueden verse y sentirse sobredimensionadas por los
Estado, como es el ejemplo de Ukrania. Rivalidades y rendimiento de cuentas a aque ,,' ' i ~ n llegados, bien por su densidad demográfica, bien por una imposición y hege-
llos grupos y sectores privilegiados por el régimen soviético han ido de la mano con """Ira política e ideológica. Eso es lo que ocurrió en parte en el movi mienlo etnicis-
í ·eclamaciones de identidad y diferencialidad étnica.

111 También China se vio afectada por los intelectuales chinos formados en Occidente. El
77 Los conflictos enquistados, todos de distintas características y con diferentes intereses pOI f\.hlVi miento de la Nueva CUllllfCl de la primera mitad del S. XX forjó la tran sición del universali s-
medio. de l Alto Karabaj (Azerbaiyán), el Transdniéster en Moldavia y Oseli a de) Sur y Abjazia, y, 11111 cultural al nacionalismo racial, precisamente influida por las ideas raciales occidentales de
sobre todo, Chechenia, tierra de petróleo y del paso de los oleoductos. 1,IIonces (Díkouer, 1990).

240 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'llOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 241
ta vasco a fines del S. XIX y a partir de la década de los 60 en el S. XX. Incluso In !JI movimiento pro-derechos civiles en irlanda vuelve a plantear la interpenetra*
producción de discurso sobre la inmigración ex tranjera en países europeos produc 1Ir 111 de lo étnico, lo político y lo socioeconómic0 81 . Lo hemos mencionado en el ca pí-
no sólo una reflexión sobre la identidad nacional de la sociedad de asentamie nto sino In ln correspondiente a procesos de eselusión/inclusión social. Nos trae a la memoria
incluso una exacerbació n de la misma que puede manifestarse en xenofobi a y racise 11 111 val iente joven Bernadette Deblin. Surgió en la segunda mitad de los 60, siendo
mo (Cf. 5. 3. y 5.6.). Ijll ', todavía hoy, vivimos inciertamente el resultado de las negociaciones de Stormont
¡llIlré el nacionalismo protestante pro-británico, el nacionalismo católico irlandés y el
I IIhierno Británico. Se localizó en los territorios británicos en Irlanda, el Ulster. La
h1prcscntación política de los católicos, el peso de su voto en las elecciones, era
4.8 . Etnic idad y movimientos sociales 11111'ha menor que la de los protestantes, de modo que estos últi mos concentraban el
p"der y los puestos políticos. Parte de la lucha se concentra en la igualdad de poder
pl rlftico pero también en el terreno de las oportun idades de empleo, igualdad de sala-
Por movimientos s9.c iales podemos entender aquellas movilizaciones olecJ..Lvas 1111<, acceso a la vi vienda en igualdad de condiciones, etc. El enemigo era el Gobierno
cl
q.ue, en ánimo_de cambiar o recuperar determinad~ situaciones y conc~ltraciQncs 111'1 Ulster, sus soportes, es decir, la población anglófil a proestante, y, en última ins-
de_poderjJolítico, económico e ·denIógico, sg constitu yen en.iueLzJlS-cole tivas gUI! 11111 -ia, cl Estado británico, su gobiern o, su policía (RUC) y su Ejército. La histori a de
pueden entrar en la arena del juego jlolítico formal de ins tituciones y administracio· 1111( r 'Iaciones asimétri cas entre ingleses e irl andeses y los prejuicios y discrimin ación
nes (legislati vas, judiéiales, ejecutivas, edu catI vas, culturales, laborales, etc.), sin 11111' parle de los primeros a los segundos data ya desde el S.X, culminado con las cam-
ce¡¡¡rse a est s.esp-acios Y !!l.Qdus-de-vjndicación y contestació 79 y ue scilan en[JC jll1iills de castigo de Oliver Cromwell , las represalías que siguieron al levantamiento
una semiestructuración organizati va y agencial - representantes, movi li zadores, etc,- 1111 -IOllalista de 1929 y la construcción de una identidad raciali zada y racista sobre los
yUl1acommunitas. 80 ----- I1 ll1ndcses (Cf. 6.3). No puede comprenderse el conflicto de l Ulster exclusiva mente en
A veces las etnogénesis pueden comprenderse como mov imie ntos ~altl, tal It Il1I inos de exclusión socioeconómica y política independientemente de referenc ias
como los nati vismos, los milenarismos, elc. con los que comparten elementos Illnlcas basadas, fundamentalmente en su identidad nacionalista irlandesa, no norir-
comunes. En estos casos e l protago nismo principal recae en las bases de la pobla· IlIlIdesa, y en el catolicismo. Todavía hoy siguen levantados los muros para separar
ción , su participación, movil ización, energía, e mociónes y memo ria colecti va. Lo 1I11111as comunidades en Belfast y pasarán varias generaciones antes de que la sociedad
habi tual es que estas agencias colecti vas -en di verso grado de agregación/co muna. pH ~ dil vivir una reconcili ación después de tantos muertos de una y otra parle.
lidad- y sus efectos se engarcen com plej amente con agencias más individ\!Jllizadas En el caso de EEUU, entre 1260- 1'U0_se diero n las mayores protestas nunca vis-
o grupalmente selcccionadas (organi zaciones, asoc iaciones, partidos políticos, é li· III~ por parte de población afroameri cana en contra de la di scrimin ación racial con-
tes de diversa c iaSe), combinándose de diversa manera en re lación al contexto y Id/'l t 'Ilte, entre otras cosas, en una situación subsidiaria en el domini o de la economía,
momento históri co. !'I ll'Ilbajo, la política, la educación, los benefi cios sociales, la expresión cultural, el
Muchas veces es difícil distinguir entre movimientos sociales y procesos de crea· II'conoci me into social, la violencia y los abusos, etc. La rebelión, a menudo pacífi -
ciónlrevitalización étnica porque no pocas veces los primeros se organizan en torno 111, por la igualdad y los derechos civiles ag lu tinó a una gran parte de la pob lación
a un principio ordenador étnico, que fu nciona como catalizador del mismo. II hOll mericana, obliga ndo tanto a los estados federa les como a la población angloa-
11 1 ri cana ha cambiar actitudes y legislaciones. A partir de 1965 aparecieron grupos
Los movimientos por los derechos civi les han tenido a menudo connotaciones
11 11110 los Pantera /leg ra (Black Panther) y otros gru pos organi zados del Black
étnicas.
1'(/IlIer, que, a diferencia de los anteri ores, cuestionaron su participación en el Estado
IIIIH:ri cano, reivindicando, desde posturas más O menos de izquierda, libertad yauto-
1I0ll1fa políticas.
19 El bombardeo de mensajes de correo electróni co para saturar los servidores de una in st i.
Otra form a de elnizaóón de los criterios raciales se produce con la resignifi ca-
tución política ylo admini strativa, la recogida de adhesiones a determinadas reivindicaciones pOI'
el mismo medio,la persecución itinerante de las reuniones del G*8, co mo represent ante de 10 ,'1 rI 11 elel términ o Black. Ya sabemos que este no se reduce a la mera constatación de
Estados más desarrolladas industria lmente, etc., por medio de man ifestaciones, represent acione s
burl escas, etc ., el boi cot al co nsumo de determ in adas compañías comercia les o a los símbolos y
representantes del Estado, la desobediencia civil, etc., muestran la creatividad con qu e trabajan
1:1 1 En lo que puedan tener estos dos dominios de autonomía y especificidad relativa . Ya sabc*
estos gru pos,
80 Como la defi niera Victor Turner (1977) en el sentido de com unidad indiferenciada de indio II¡U,'1 que el poder es consustancia l a la Etn icid ad , además del poder localizado en otros ámbitos de
viduos iguales unidos por un sentido de efervescencia co lecti va y una motivación dirigida por líde- IllIh:tica y representación. Lo mi smo podemos decir de lo económico. En esa medida, nunca vamos
res que ca nalizan el sentimiento colectivo, 1I 1'Cl'tri ngir lo étni co a lo cultural, ni lo cultural a lo si mbólico,

242 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PllOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 243
una disimilitud en la pigmentación de la piel, si no que conlleva toda una evaluación IIn pluralista introducido por el Xl Congreso Indige nista Interamericano celebrado
y toda una domi nación hi stórica en forma de ex plotación, discriminación, exterml l it1993 en Managua, en cuanto al respeto y reconocimiento, defensa y protección de
nio. Sin embargo, este término fue reapropi ado en los años 70 por la población anglo 111" (1'rcchos indígenas, su autonomía y su consideración como sujeto soc ial acti vo en
caribeña y angloafricana, como una sustracción a la ideología racial y racista domi Illd"s los ámbitos soc iales y del Estado. (Cf. Fernánclez Fernández 1998).
nante, reconfigurando su sentido y su uso. El entorno de otras categorías raciales Sl\ Intcntan expresar la lucha de pueblos autóctonos para e l reconocimiento de sus
incorpora como microentorn o en el sistema de reconceptuali zación étnica de In .1111 'chos sobre territori os, recursos, plantas. animales, sustancias, formas de vida,
población dom inada, reconstruyendo su autonomía sistémica a partir de éste. < 111111 'scntación política, etc. por parte del Estado, sus agentes y élites do minantes, así
Algunas tendencias dentro del Panafricani smo han utilizado como criterio de 1IIIIlO en la dejación de soberanía y derechos de explotación en distintas compañías
inclusión racial el color de la piel - tal como Occidente lo utilizó para lo contrario , 1I111'ionales y multinacionales. Estas luchas se extienden desde la historia de la colo-
coincidiendo con criterios prevalentes en el Maghreb y el mundo árabe del norte d ~ 1Il/lIción, la independencia nacional y la moderni zación más o menos liberal -en tér-
Africa, en donde se identifica (despectivamente) africanidad con negritud (Ramíre1 111 IIOS económicos- de sus élites gobernantes, la construcción del Estado en los
Goicoechea 1996a), y con población subsahariana s2 . Mujeres m3IToquíes procedentcN l~ l us XIX Y XX Y la globali zación (Brysk 2000)85. Lo interesante es que en esta
de regiones limítrofes con Mauritaria se quejaban de que las llamaran negras en los 111 'I",/diálogo se ha producido una concienc iación por parte de la población indígena
pueblos de alrededor de Madrid donde trabajaban como empleadas de hogar (ibid)sl, 111' NuS condiciones, de sus capacidades, de su lugar en la historia de los países, de sus
No es fácil discernir cuánto de lucha política y económica en sí podemos encon- l""lbilidades, de su capital cultural 86 y político, haciéndoles emerger, para sí mismos
trar en estos 1l1Ovimientos y cuánto de J'cconocimiento étn~o. A lo n~ampoco y pllra otros, como actores sociales en el escenario nacional s7 Su penetración y par-
tiene sentido discutirlo, en cuanto que, en términos de atractividad, podemos pensar Jll'i pllción política, tanto como organización autónoma en el locus regional, como en
en la superposición no exacta de dos atractores actuando juntos: un @ no es afma .. 1". Ins tituciones del Estado, son variables y dependen de la evolución histórica y polí-
merican@ independiente de su situación socioeconóm ica y política; tampoco es un 111'11 dc las dinámicas internas del propio movimiento y las relaciones entre sus miem-
desempleado, marginado, subalterno o proletario dejando en el armario su (auto IUlls, así como de la correlación de fuerzas entre el movimiento y el Estado y sus éli-
hetero)identificación como hispano, por ejemplo. En el mismo sentido, no es lo !t\"I dominantes 88 ,
mismo ser un magnate angloamericano de la industri a cinematográfica que serlo Los distintos estados y sus di ve rsos movimientos indígenas han negociado his-
siéndo un Hermano Musulmán (si es que se diera dicha posibilidad). \1 dca y localmente estas reivindicaciones de mu y di versa forma y cada una ex ige
El indigenismos., como movimiento social, es un tipo de activismo sociopolíti- IUI estudio pormenorizado. Lo cierto es que, la mayo ría de las veces, después de
co que incorpora la rei vindicación étnica a la reivindicación de autonomía y libertad ,I'rtas concesiones recogidas estatutaria y legalmente, la segunda parte de esta con-
de gest ión y decisión. Constituye un conjunto de movi mientos de protesta contra In IIIHHación ha consistido en reclamar la efectiva aplicación de la ley por parte de los
discriminación y la minusvaloración de las poblaciones au tóctonas precolombinas en II~ 'IHes sociales. Eso es lo que ocurri ó en el caso mexicano. Hasta que no se pro-
la construcción nacional y económica del Estado (Cf. 5.5. y 5.7), y, en todo caso, al IluJo el alzamiento zapati sta - 1994-, apenas se observaron transformaciones socia-
11" !lcordes con los principios legales aprobados a favor del reconocimiento indígena
y de sus derechos (Castellanos Guerrero y López y Ri vas 1997). En las discusiones
82 Parece que fueron árabes los que comenzaron con el tráfico de esclavos. (Lewis 1990) pro-
III1 tre c l EZLN y el gobierno mex icano podía observarse la reticencia de éste y las
pone reconsiderar el racismo como práctica también en el Medio Oriente. Muchos subsaharianos ,'lllscs dominantes a dar ninguna autonomía política a los indígenas y a redefi nir sus
candidatos a la emigración a Europa, que necesari amente han de pasar el Estrecho por Marruecos
o embarcar a las Canarias desde M auritania se quejan del trato despótico rec ibido en estos países.
que les consideran inferiores. Algunos agentes sociales dedicados a la as istencia para la inmigra-
ción en España se quejaban del sentido de superioridad de los marroquíes sobre cualquier africano ~s Incluso población afroamericana está organi zándose para demandar judicialmente al Estado
de color (Ram írez Goicoechea 1996). Siguen sucediendo razzias de tribus árabes del Norte sudanés ~lIlIel'i cano por los maltratos recibidos durante la esclavitud y todas las plu svalías obtenidas por los
para el secuestro y conversión en esclavos de niños y mujeres de poblados del Sur, en el contex to ! leos de ori gen principalmente europeo gracias a la explotación de sus esclavos.
de la guerra civil que asuela el país. Los cam pamentos de refugiados de Darfur son tri stes muestras 86 En términos ecológicos y de sostenibi lidad, por ejemplo; en términos de valores colectivos,
de este ya largo conflicto geopolítico. l ohesión y solidaridad, también.
83 Lo mi smo suced ía con algunas dominica nas. Claro que, un a vez oído que hablaban espa- H7 Olra cosa diferente son los movimientos armados guerrilleros. organi zados militarmente,
ñol, se las reubicaba inmediatamente como procedentes de República Dominicana, Colombia, cte. IllI!; pueden controlar partes impol1antes del país -como en Colombia- y que ponen en jaque la au to-
84 No nos referimos aquí al indigenismo como el modo en que la sociedad dominante y el ,hlnd y la estructura del Estado y sus instituciones. La posible conversión de movimientos indígenas
Estado abord aron el problema del atraso y escasa modernización del indio (que podríamos definir 1111 grupos guerrilleros anti-imperialistas preocupa especialmente a las autoridades norteamericanas.
como poblac ión precolombina, inex tricab lemente unida al hecho cOlonial) consistente en un a serie HH Un caso excepcional es el de Evo Morales, de antecedentes e ideología profundamcnte
de políticas y discursos de integración paternali stas y tutorizantes. Indigeni sta, que ha llegado a la Presidencia del Gobierno de Bolivia.

244 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 245
i d~as so br~ n ~c i ó n y Esta?o basadas en la tutela asistencialista y paternali sta y cH 1\ 1111 NO II construidos y mantenidos (Bart h 1969). La perspectiva organizlI 'iOIlIlI , al
te hsta del IIldlgena que siempre le han denegado su condic ión individua l y coleell 11111ti"e la perspectiva instrumentalista, vacía de contenido propio la Etnic idlld .
va de acto r político. Este movimiento no representaba los intereses de una éJi te '11
busca de poder polít ico y, en esa med ida se entiende su organi zación peculi ar, S tl ~
NI II embargo la gente no piensa en categorías -vacías, operatori as. IndepcncliClI1 .
fo rmas de representatividad, el trabajo cu ltural sobre las diferencias internas y lo. 111' 1111' de SlI versatilidad, cualidad politética y crosmodalidad, las categorías siempr'
111 IIPIl 'olltcnido, a partir de experiencias y elaboraciones discursivas concretas, par-
procesos y á m b lt~s de exclusión social (i incluyendo e l género !), los conceptos polJ.
ocos d.e autonoml a e Igualitansmo, fo rm as de integración y relación con el Estadu 11< IIhll 'S o tipificadas y rutini zadas.
y las c iudades etc. fuera del juego de la política forma l tradicional mexicana. y puso 1 liS costumbres, ideas, prácticas de los grupos están en casi todos los discursos
~ n~ve l nac.lOnal, en la agenda y los medios de comun icación de masa el problelllU ..111,- IlIs difereñcias e identidades étnicas, tanto cuando el grupo y el actor hablan y
I ~dlgena, ligado a un reconocimiento étnico (como población autóctona precololll 1'" II~ I III sobre sí mismos -se autodefinen y autoadscriben- como cuando lo hacen sobre
billa) pero también, político, jurídico y socioeconómico (Castellanos Guerrero y 1.1 1I· Ill~s. cualesquiera forma de presentación y representación que éstos tengan.
López y Rivas 1997).
N() hace falta ser primordialista para insistir en la importanc ia de la selección de
. .En tod~ c~so, a paltir de este movimiento, en un país como M éjico donde elmclol l., IIIsgos culturales que un grupo hace para dotarse de un lugar en el imaginario y
tlzaJe se objetivó como la identidad nacional, se incluyó por fin la categoría de indíg/' IIIiIJlII soc ial. Reconocer la im portancia de variables cultura lesJlo quiere decir que
l/a , en el sentido de población precolombina, como sujeto colecti vo en la ConstituciólI, ! 't lll ~
se piensen como estáticos, primordiales, ni siquiera absolutamente necesari os.
I.n Et nicidad ha sido en ocasiones definida como las maneras seleccionadas en
IllI t' la cultura es usada para defi ni r a los OtIVS. Para Eriksen (1991) la Etnicidad se
' 111 'lIde como un proceso de comunicación de diferencias culturales. Su alegato con-
5. PARÁMETROS DEL TRABAJO ÉTNIC089 1111 '1 formalismo vacío de contenido de las propuestas de Frederick Barth ( 1969),
,hllllle lo que impol1a es la interacción y cómo se constru yen las fronteras, es claro.
111 embargo, para Eri kson las difere ncias culturales sólo se hacen relevantes en siste-
"1 don 't deal with truth. But I know sorne stories ... ". III1IS de interacción, distanciándose de los esellcialistas que consideran al grupo étni-
Rebecca Wells. Divine Secrets of the Ya-Ya Sisterhood. 111 como portador de rasgos culturales inherentes y lazos primordiales.
Para Eriksen (199 1 p. 142), los modelos textuales de la cultura tienen un valor
IIndlada en cuanto que la cultura es un aspecto de diversas prácticas sociales, y no
III I,"CC la unidad que tiene un texto ni su estructura ni su lógica intern a9o .
5. 1. Etnicidad y Cultura. Una trampa falsa
Así, Eriksen la comprende como un lallguage-game (uni verso de sentido), un
1I IIIIex to de significado compartido, aprendido e internalizado, li mitado espacial,
~om~ dijimos en el apart ado sobre Memoria colec ti va. los grupos extern ali zan
h\tlIporal y situacionalmente, aunque relacionado con otros universos de sentido por
sus IdentIdades y, recursivamente, conform an las mismas med iante las externa li ..
111 'dio de reglas de traslació n y conversión.
zaciones objetivadas por medio de artefactos culturales perceptosensorialmenle
aprehensibles. Como Anthony Giddens destacó para la estructura social (G iddens 1979) la cul-
l/1m es dual: provee el ma~o neccs311 0 en el que la- acció;:;pueda ser signi ficativa; a
Las re laciones entre Etl1icidad y Cultu /'{/ han dado más de un quebradero de
111 vez, es te marco depende enteramente de la acción intencional para stlJ'cproducción.
cabeza para los ana li stas de las identidades y fenómenos étnicos, sobre todo porque
1.11 cultura es un producto de las relaciones humanas, mientras que, simultáneamente,
la vanedad de casos etnográficos no ayuda a una comprensión adecuada si no se ti e.
,'S lIna condición para que dichas relaciones sean significativas.
nen sólidos argumentos teóricos so bre cómo se constru ye lo social.
¿Pero qué es eso de lo soc iocultural?91
Según las teorías organi zacionaJes de la etnicidad la ident idad no depende de l
patnmol1lo cultural y la cultllra no define la naturaleza del gru po étn ico sino los
modos en que organi za interacción con otros grupos y cómo los límites entre un os y
90 Así lo han expresado también Angel Díaz de Rada y Francisco Cruces ( 1994) sobre la
IlIljrlbilidad última de la práctica, di mensi6n intrínseca de la cultura, que no puede de-codifi carse
por medio de reglas. Por el con trario, la cultura trata más bien de interpretar que de traducir
89 ~s te apartado puede leerse corno continuaci6n del apartado 3.5. Etnicidad, Autopoiesis y ( mces and Diaz de Rada 199 1).
CompleJ idad.
91 Lo que sigue proviene básicamente de (R:,ullírez Goicoechea 2005a).

246 ETNICIDAD. IDENTIDAD Y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 247
Saltándome el interminable debate antropológico sobre qué es la cultura 92 , estoy vii. Constituyen los marcos y referencias (microEntol'l1os) para la re-producción,
plenamente de ac uerdo con la idea de.-Zygmun Bauman, como un proceso sobre la h' t10li nición y re-constitución abierta y creati va del proceso aquí descrito, en distin-
marc ha de "barajar y re-barajar de probabi lidades", "reestablecimiento de oportuni- 1<" lugares, tempos y a distintos niveles de complejidad y posibilidad de agencia.
dades a expensas de otras" y el continuo ensamblamiento y desensamblamiento de Así se producen seres humanos intencionales, miembros ac tivos y reconocidos
órdenes l'!lrciales O locales 91.
- - -
- --
,It' ¡¡rupos, sujetos con capacidades amplificadas para la acción, relación y pertenen-
Como muchos otros, y en el ánimo posmoderno de exorcizar los esencialismos..y I lu, comunicación, representación, conocimiento, emoción y evaluación, habilidades
la reificación que científicos sociales, políticos y administradores hemos hecho del 'IU' Ics permiten reorganizar, re-describir, re-crear y negociar subjeti va y colectiva-
concepto de cultura, parece má _ad~ec uado utilizar este ténninoJ;.OmoSJlalida<Lde IIlt' ntc, todo o partes del proceso arriba descrito, en distintos momentos y con distin-
'!!.gunas producciones hu ma nas. ~i hablamos de procesos sociocultural tamos 1" < grados de poder y autonomía. La(s) cultura(s) es(son), precisamente el(los) pro-
p~n do el énfasis en que es el dinamismo lo que cuenta, inciépendientemente de I t" O s) no linealCes) de creación y reorgani zación, descri ción y redescripción

estructuraciones y sustantivacioneJ" como la objetivación, más o menos prolongadas , ,,lecti va de las condiciQnes de existencia y ~ i gnificado de los seresJlU,ñanos. -
en el tie mpo. Yo, como muchos otros, preferimos este término explicado por M. Este modelo no determini sta ni lineal atiende a la emergencia de las di stintas
Fortes ( 1983) y utili zado por muchos otros Cf. (lngold 1991), (Díaz de Rada, 1996). Ilt pucidades y acti vidades humanas sus contextos sociales de producción, por tanto,
La adjetivación es una cualidad, no una garantía slIstantiva94 . t ",n tó picamente determinadas. Estas habilidades y capacidades emergentes se dan
Desde una perspectiva interdisciplinar, comprender lo sociocultural como proce- jllll'clación a procesos mutuamente implicados a la vez, aunque relativamente autoor-
so sistémico, complejo, abierto y dinámico que remite a: Mllllizados y con ritmos e intensidades propios: prácticas productivas, selección, apro-
i. Una historia filogenética no lineal, de momentos de equilibrio puntuado plllción y transformación del Entorno, procesos ontogenéticos y filogenéticos de la
~ IlIsori operceptocognición, represe ntación, comunicación y lenguaje, producción y
(cambio), de crisis y avalanchas tanto como de acumulación y transformación gra-
dual, que ha dado lugar a, IlIstribución social del significado y del saber y su externalización en forma de obje-
1 vuciones sociales diversas (artefactos, tecnologías, instituciones, rutinas y procedi-
ji. Un cuerpo anatómica y sensoriomotrizmente bien dotado, que incluye un
IItlcntos), procesos de aprendizaje y socialización en contextos de grupalidad, coope-
cerebro autoorganizado y relati va mente fl exi ble, que permite
IIlción/conflicto y construcción de un orden social , político y moral95
¡ii. Unas relaciones sociales cooperativas y comunicativas. que a su vez propicia
La discontinuidad que reI!resenta el homo sapiens saRJens del resto de su cadena
su propia estructuración connectiva,
I logenética se da en..términos de emergencia, a yartir de un movimiento de co n s~tu­
¡v. Durante un proceso organizado de vida, la ontogenia, por las que ,'l6n de su Entamo en términos de prácticas y representaciones en donde los agentes
v. Se produce/apropia/transforma el Enta m o mediante prácticas, habi lidades, e
Ij ue los producen incorporan son capaces de ~~ecurs i v idad, reflexividad y transfor-
destrezas, saberes y significados, desigualmente distruibuidas y compartidas, inte- "",eión continua. El resultado es, obviamente, ~o y va riopinto: por eso, si pode-
gradas fragmentariamente, IIIOS hablar de cullllra/s/sociocultural , no ~ en el sentido de reificaciones sustanti vas
vi. Que se externalizan y objeti va n en forma de esquemas, rutinas, procedi- ¡J 'limitadas, sino como modos diferentes de organizar estos procesos, sus estructura-
mientos, reglas, artefactos y tecnologías, representaciones, clasificaciones, normas, do nes, sus defi niciones y ambigüedades, sus vacíos y sus microdinámicas autorga-
valores e instituciones, que, a su vez, nlzadas, s u s~s ig nifi cados y las prácticas por las que cobran ex istencia de hecho.
Eriksen afirmaba que la cultura es un aspecto de diversas prácticas sociales.
/, 'ómo no lo va a a ser? Desde mi punto de vista la separación cultura/sociedad es un
92 Para una hi storia del concepto en Antropología, véase Luque Baena (1990. cap. 3); Kuper I,hurdo, la primera entena ida como c%raci6n y /l/O/fología dej a segunda, entendida
(1999); S,oeking (1 982) Y Khan (1975).
(esta como conjunto de relac' sociales .
91 " ... an ongoing process of re-shufning of probabilities", "Resening of ( .. . ) chances at the
expense of others", and "con tinuous assembling and di ssembling of partial or local orders"
("Interview to Zygm unl Bauman", EASA Newsletter, 27. 10.1999. Para una aprox imación similar,
véanse Haraway (1990); Lave ( 1988); Toren (1994); Díaz de Rada y Velaseo ( 1996).
:4 Los que desconocen nuestro trabajo ya no pueden acusarnos de construir pequeños reinos 95 Independientemente del proceso de producción de nuestras propias categorías de pensa·
de taIfas donde cada uno reiventa la realidad de su pequeña tribu. Como mencionó en otro lugar E. Illiento, y la reflexividad necesaria operada en la Antropo logía , estoy interesada en los procesos
Gellner decía en una entrevista, que no tenía campo (' field '), no era un burro. A lo que añadiría: los hlopsicosociales de constituc ión y producción de nuestra human idad (CL Ram írez Goicoechca
antropólogos ya no estudian una cU(lIIra, sino particulares dinámicas socioculturales en momentos, i 005a). El acento está en lo dinámico y procesual y abierto (opel/-el/(Ietl) de esta producc ión que,
lugares y con gentes concretas. Para ello hacemos trabajo de campo, es decir, cogemos carrerilla no obstante, se objetiva y cri sta li za, se estructura, en forma de patrones de relaciones y conex iones
para subirnos a su propio tren y compartir asiento y bocadillos mientras escuchamos observamos 1I111s o menos flexibles, con cierta esperanza de vida a largo pl azo y diversa capacid ad de fuerza y
parti cipamos, apu ntamos y tratamos de entender. " tlll'llcci6n.

248 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 249
Precisamente ~ modelo autopoiético permite salir de este ti o de dualidades. No Pongamos va rios ejemplos. El primero trata de un mito japonés del siglo XV II
jlay relaciones sociales en abstracto; no hay cultura fuera de relaciones sociales. I\n su recorrido redescript ivo hasta el siglo XX . Se trata de la historia de Tamiya
Como proceso dinámico de prác ticas y representaciones sociohistóricamente especi- 11001Iro. Tamiya fue asesinado en 1624 por su celoso pro fesor de esgrima, Hori
ficadas, colecti vamente defi nidas y redefinidas y subjetiva y colecti va mente apropia- t 'Iltazaemon. El hijo del primero, Botaro, j uro vengarse, entrenándose duramente
das y recreadas, la cuLtu ra es eL mm:.co, el paisaj e sobre el que la Etnicidad se recar- 1'111'11 cllo. A la edad de dieciesiete años, consiguió su objetivo. en que aparece un cubo
J!!,. tanto como categoría de la experiencja, com-º--Ilrincipio de inteligi]¡ilidad.". ,11- ligua. Esta histori a se cuenta en la obra Kabuki, Osal/ago /la adauchi ('La ve n-
ordenamiento y posibilidad de c iertas Qrácticas y relaciones. Desde ese lado, la el/I- Wllnzil de un niño'). Esta obra se representó siempre, tanto dramática como pictóri-
/l/ra opera como un El/ lo mo relevante desde donde la Etnicidad obtiene su significa- I'¡!lncnte, con Botara y su nodri za Otsuji, quien está sacando agua de un cubo. Pues
ción, imprescindible para operar en y para un conjunto humano. hl -II , el pintor Yoshitoshi reali zó en 1886 una acuarela represe ntando el mito, pero
A su vez, la Etnicidad como categoría de la acción y la ideación por las que I'lIilIbiando e l cubo por un pozo. El acto r Onoe Baiko VI ( 1870-1 934), al ver la acua-
aniDas pueden generarse, produce cu/.tura -como significación y resignificación, 1\'111 introdujo el pozo en las representaciones dramáticas subsiguientes. Por fin, las
como tran sformación de ciertas condiciones de existencia-, gorque toda práctica y ¡I 'cisiones artísticas tomadas por el actor, fueron descritas - objeti vadas- por el
representación humanas lo son; no puede ser de otra forma. Esa producción cultural, IIlismo en el comentario artístico que hizo para la obra98 . Las glosas medievales,
tomo otras de otro tipo. es la garantía de la constante dinamicidad del proceso cul- ¡Ipuntes al margen de los manuscritos como interpretación a ser incorporada en futu-
tural, que se retroalimenta continuamente de los productos de sus producciones. La IU S lecturas tienen también este sentido.
Etnicidad, desde el punto de vista de Sistema, puede operar con cierta autonomía, Otro ejemplo. Desde que el pintor inglés Constable reflejó en sus obras un pai-
seleccionando del proceso cu ltural como Entorno aquello significativo para operar ~ Iueidealizado de East Ang li a (Inglaterra), los jardineros de dive rsos parques y entor-
distinciones identitarias y grupales. De otra parte, esta selección es un producto nos en los que el pintor se inspiró recortan setos y podan árboles al modo de la ima-
cultural y, de esa guisa, podemos entenderlo como subsiste ma del proceso sistémico Minería pictórica de Constable. Los ejemplos no terminaría, como el del pez galO que
que es lo sociocultural. Y todo ell o, con efectos a distintos ni veles de la complejidad describe Ohnuki-Tierney (1981), que va re-describié ndose mediante procesos meto-
humana, entendido éste como ser biopsicosociocultural e histórico. nfm icos y metafóricos sucesivamente.
Ni la Etnicidad está vacía ni la cullll ra es su relleno. Sus relaciones son autopoié- Los mitos sobre los ances tros, como histori as sagradas, puede ser reapropiadas y
ticas y sólo pueden definirse desdes lugares y momentos empírico/analíticos concretos. I 'Ira ajadas como modelos para ulla actualidad más secular, incorporadas en estruc-
turas narrativas mayores (Obeyesekere 1992 ayudando a la reconstrucción de la tra-
dición y la historia g¿ul'lllla longl/e dllrée.
5.2. Trabajo cultural y trabajo étnico Esto que acabamos de contar es característico de nuestra productividad humana
y ocurre también con la Etnic idad, como consti tución y expresión de identidades y
dire re]!<'ias grue-ales.
La Etnicidad, como construcción de ldentidades/altetidades, es un fenómeno de
unac omplej idad que se mueve en el terreno continuo de la descri pción y la redescrip- El trabajo étnico es un caso más del l/'abajo cullUral. La histori a grupal se
ción (Karmiloff-S mith, 1992)%, es decir, de la recursividad, lo que apunta a diversos reco nstruye y retrabaja en fu nc ión del presente, seleccionado, dotando de saliencia y
niveles de complejidad progresiva, sin que, necesariamente, desparezcan las anteri ores. Nignificatividad aque llo que puede contribuir a construir la identidad y las diferencias
con otros en el momento actual. Incluso se toman prestados elementos que, a lo
El trabajo97 cultural es, en realidad , de lo que trata la eullLlra: prac ticar, idear,
mejor, no fueron incluidos o reconocidos como idiosincráticos en su momento, tl'an-
representar, valorar, relacionarse, objetivar, incorporar, expresar, comuñ icar) re~ar,
producir, reproducir, impugnar, nuestras condiciones de ex istencia, incluyendo en r I'mándose en su significado. Denom inamos trabajo étn ico a la actividad p_ers.o.naLy
éstas los significados que atribuimos a todos estos procesos y sus efectos (Cf. 3.5). colectiva de constitución, definición y redefi nic ión, de las identidades y diferencias
Inicas. Parte de lo que es el trabajo étnicoJ como trab.lljo cultural ~ hacer plausible
lo posible, es decir, redefinir signi ficaciones para que puedan ser incolJ?orables e
incorporados colectiva y subj eti vamente, objetivándolos como evidentes, naturales,
96 Como en el caso de meta-representaciones (Leslie and Thai ss 1995; Sperber, Premack y
Premack 2000), reglas de reglas, sistemas de sistemas, meta-pragmát icas, etc.
97 Lo llamamos trabajo como traducc ión del inglés work, que no tiene una connotación ta n
fatigosa como en español. Puede traducirse también como obra, en el sentido li terario y artíst ico,
actividad y su resultado, el eFecto de hacer algo, etc. Honorio M. Velasco (2003) se refiere a ello 98 Elaboración personal a parti r de ulla exposición sobre imaginería del arte KalJ/lki.
como tareas cu lturales. Fil zw illiam Museum, Cambridge. 2002.

250 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 251
psicológicamente (cognitiva y emocionalmente) >wtmib1es y gefendibles gor lo gllc ItIwcsentaba visualmente la vari edad cultural y demográlica que ill1plknba el Imperio.
denominamos sentido común . 111 ~oc i o l ogía colon ial fue ordenada por rangos. Se estableció un siSlclllll clnsificatori o
1I1t1 lliplc, uno basado en criterios de casta, raza y religión, y olro más soci"l r 'fcrielo a
Se trata de una dinámica creati va que construye objetivaciones y se sirve de ell as,
l'llucación, logros personales, financiación pública, lealtad a la corona, hislori n f¡llllil iur,
recursivamente, para producir otras mediante la constitución de complejidades inter-
nas mediante la recreación de microsi stemas, microentornos, y de las propias rela- Sc instauró una nueva práctica ritual a través de la manipulación del li '''l pO ,
ciones entre sistema y entorno. Es a esto a lo Que se dedicaban los pmprendedar.es.../ " 1~,lj pHcioy agencias, neutralizando ritu ales anteri ores correspondientes a mOIllClllOS
líderes étnicos que anali zábamos en el IlJl¡-tado 4.4. Etnogénesis. IIoHlicos e históricos diferentes. Toda la organización fue asistida y aconsejada por
I'flld itos y estudiosos del orientalismo, que incluso di señaron mantos y túnicas pll m
Veamos un rcjlSQ muy sugerente, el deJo.sJlliLánicos gobernantes de la In..dia duran-
111 ocasión, con una estética entre feudal/victorian% riental. Un porm enori zado
te la primera mitad del S. XIX intentando encontrar ellengl§je ritual a ro iado para
' I"dio se reali zó sobre las formas culturales de la India preco lonia l con el IIn de
é nglobarla en el Imperio utilizando las for mas tradicionales de incor oración del régl- "lIgarzar es ta nueva dependencia política en las cos tumbres y tradiciones del lugar.
~eI]Jllog'2!Lo lacemos a través del relato de B. Cohn ( 1983) en su contribucl n al 1,11 Reina envío un mensaje de fe licidad, progreso y bienes tar en término s occ iden -
li bro de E. Hobsbawm y T. Ranger (1983) sobre la Invención de las Tradiciones. 1,,1's, ensalza ndo la libe rtad, igualdad y justicia (ibid . 206). La reunión duró dos
Como buena pragmática abarcante los ingleses siempre prefirieron no interferi r H Il"Ii.lI1aS en las que hubo celebraciones, exhibiciones artísticas, marchas militares,
p(¡blicamente en la cultura y vari edad religiosa en India en los primeros momentos de 1 Ollcesión de honores y nuevos títulos, redención o reducción de algunas condenas,
colonización. Mantuvieron las diferencias y reyes locales en la medida en que no inter- ¡tI ' mios económicos a los soldados, etc. En todo el país se celebró el acontecimien-
firieran la autoridad británica y sus intereses comerciales, reconociéndoles poder para 111, con paradas en las escuelas, caridades a los más necesitados, fuegos artificiales
mantener los límites de sus estados pero sin capacidad para hacer la guerra. Los seño- ( hiel: 207), implicando a toda la nación en la nueva situación política.
fes locales, que mantenían el orden en base a ideas cosmológicas, fueron conveltidos En todo este recorrido se han ido produciendo trabajos y retrabajos de redefini -
en terratenientes (landlords) y el estado garante del acceso al trabajo y a la tierra por 1'16n ele significados identitarios y políticos, apropiaciones, reapropiaciones, refor-
medio de los conceptos de propiedad, renta y plusvalía (Cohn 1983: 173). Se redefini ó Illll laciones y reorganizaciones por parte de todos los implicados - unos más que
un ritual acorde con la tradición india precolonial para la transformación política del oll"Os- en donde las re-defini ciones han afectado a todos - unos más que otros-, con
antiguo imperio inclusivo Mogol en parte del Imperio Británico. En primer lugar sc Nl8nilicados desigualmente compartidos. Si la Gran Bretaña reconfiguraba la identi-
traspasó el poder entre la Compañía de las Indias Occidentales al Gobernador británi- ¡("d olítica y nacional de los actores pol~, no menos es la idcntidad británica la
co, que se convirtió en Vicerrey. Se instituyó todo un protocolo de reconocimiento a los qu,c toma como el~n~rio ..rol,on ial (col~o,n izado) indio en I ~ c~ ntinua diná-
príncipes según su lealtad a la corona, sus riquezas, el tamaño de su estado, la historia 1 11I~n y ..9-PJet~n¡gt (y P2.!.!!tca, c~l , e90noIllICa, etc.) q ~
de su familia, etc., lo que establecía sus relaciones con el vicerrey. Todo una estructura NIgue a roceso ex ansivo or el globo,
de rangos se instituyó también para los líderes locales, oficiales indios, empleados, etc.
En esta situación lo que ha ocurrido es que ~a -el colonialismo y su pro-
El vicerrey se convirtió en la fuente de legitimación de títulos nuevos que se concedían , 'so de RSIHlcciónjdelltitaria mediante la alterizacióQ- se reproduce internamente
en relación a la colaboración del indio con el progreso y el bienestar social. Se mantu- ¡'omo mi sistema -sigue siendo colonial y se pretende hegemónico-, incorporan-
vieron las diferencias y reyes locales en la medida en que no interfiri eran la autoridad (lu el entorno arte cÍe él) como microentorno - el de las formas rituales precolonia-
británica y sus intereses comerciales, reconociéndoles poder para mantener los límites 1's- como forma estratégica para controlar internamente el entorn o que nece~P.flli)
de sus estados pero sin capacidad para hacer la guerra. Los señores locales, que man- NII propio proceso sistémicO. Y desde allí dirigir otras ~.l.Qn es en las relacio nes
tenían el orden en base a ideas cosmológicas, fueron convertidos en terratenientes IIsimétrica§lmpen o colonial (sistema) y país coloni zado (e~99 ~n la India -en
(landlords) y el estado garante del acceso al trabajo y a la tierra por medio de los con-
ceptos de propiedad, renta y plusvalía. El último eslabón en la formalización política
de esta dominación requería un proceso de legitimación política pública de cooptación 99 Cuando se dan procesos de autoreflexivid ad, impugnación, rechazo e independencia colo-
de los principes, las diferentes autoridades locales y la población en general, como nlnl, aunque incorporan como microsistema algunas de las modernidades traídas por las élites étni-
súbditos del Imperio Británico. En vez de incorporación a la autoridad personal de la cus de su educación en la metrópoli y en el ambi ente colonizado, es cuando aquel Entorno del
emperatriz (la Reina Victoria), que era el ritual Moghul, los príncipes fueron converti- Imperio se ha convertido en Sistema, siendo la metrópoli, entonces, parte de Sil Entorno. Esta es
tilla simplificación analítica, obviamente. A cada grado de complejidad estos lugares se redefinen
dos en caballeros ingleses con lealtad debida a su emperatriz (ibid. 191). La historia
y re practican. De hecho, lo que acabo de mencionar no puede dar cuenta de la complejidad de la
petrificada, incorporada en todos los representantes, del pasado lejano y del pasado Independencia de la India, en donde la metrópoli, a través de su Gobernador, Lord Mout1lbalten,
reciente, del presente, todos ataviados con sus banderas y ornamentos, como un museo tu vo también una presencia activa, j unto con los líderes nacionales hindúes, mu sulmanes , ele.,
viviente, fi el reflejo de la idea que de la India forjó el gobemador británico. La reunión pudiéndose redefinir múltiples y variadas relac iones Sistemas y Entornos.

252 ETNlClDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 253
múltiples aspectos-, el Reino U nido no Imbierasidoloc¡uefue ni,c:',ll, ,e:.cl .é',c:X,,,I,cX:;n,,,i,,',11 ji ilnlllsci, 1891-1937, en Boothman 1995), en un momcnlo dado, qll~; _0\" j,l).l.p9,tlCn . y
el S, XX (Wolf 1982), i ¡¡j í VI.' 11 11 uevas J?~:~~~_t,~~_~~s y r?pr~,:;~,I,~_~,'~~,i~~,I}~,0".~1,~,,,~!1,!ª,,S!.919,nn,i.nada .d.iJ:e.c.r,i (í 111tU
>

Toda operación descriptiva y redescriptiva, interpretativa y re-interpretada, COllS1Í I,a Antropología Social, entre ellos Claude Lévi-Strauss, ha pllest() ll,itcl'adallll'.1l
w' !'n l'videncia el carácter acumulativo de la cultura, aunque yo pn~ri('.ro IWIlS;II· {,'Il
tuyentc y reconstituyente puede realizarse gracias y bajo determinados parámetros. en
iI1odos más dinámicos y reorganizativos, que permiten la introducci¡íll lit- ginls y
aquellas coordenadas que igual que enmarcan y delimitan, permiten la acción y reprt'.
"¡llllhios de dirección.
sentacÍón significativas dentro de una flexibilidad y variabilidad limitada. VcallH;;
algunos de ellos, como continuidad a 10 enunciado en el apartado apartado 3.5. No olvidemos que todo retrabajo cultural, introduce cambios, bifurcaciones ljlll'

bl/lhién suelen objetivarse en el proceso de toda externalización de la <lel ividad (,'


li\;.';\I_:ión humanas. Por tanto, s~ ,~l~~m.lJ~~~,~Q~..~escC:,D-~D)~? y c>ºE9i~lgJ"~~<'; (posihilida
,It" y restricciones), 'i1,UGY(;; lllarcos_ p_ara fUJ.l1r0's:_:í-G_:.tHlb_',u'Qs. A;?{ pocJ.~n1-q1i.5;~}mpxl:,1\
5,3, Irreversibilidad del trabajo cultural i.kf cómo el trabajo",étnico recrc(,l, SlJ.~, pr<?pias cO,I,1,ciiciQn.<;.~,,~q~~,~,~ls.tellcia: trahaja!:
!t-q Jn: t()_~ ,1in ~~i_ ~ ~,~ L~() s,
r<::!.Lgi.2.~os, espac i a1es, n,l.DS~QliJ:J.1ic_os, etc., i ml~I.~~3l."E<;:_~) b]~:Úy_-"I r
¡-",jI)S y sú~_ j~,n~_~!,<2~,,~_2!~EHyos, es decir, cr911T y r~_:~!gm·___Bv,Ü~J..~~~ld, <:f(t?ICl1cia y scmc::
Tomasello (1999) afirma que en la cultura se produce lo que él denomina e(ec/u ¡"P/;! identita¡:iagr9paL¡le taltipo,
.
tnnquefe 1011 (''rate l"
lea e j'j"cet), como esos tornos por donde pasamos para acceder ;1 Es obvio que cuaodo hablamos de re-creación (Willis 1993-1981), re-construcción,
ciertas instalaciones públicas, que nos hacen sentir como si fuéramos ganado y por \'h', !lOS referimos a la incorporación de cierta variedad y diversidad, dentro de cierta fle-
donde se pasa pero ya no se puede volver. Esta iclca parte de un tiempo no lineal, nI) "-.ihilidad en el mantenimiento y estabilidad de las formas. Si puede decirse que las socie-
reversible, donde nuevas acciones y entradas incorporan resultados anteriores y así t,1;l(ks se reprodllcen y dar cuenta de cómo lo puedan hacer los grupos étnicos a lo largo
sllcesivamenle!O! en una especie de movimiento en espiral, al decir de Vico sobre 1;1 ¡Ir ];\ Historia como reclama Anthony Smilh (1986), es precisamente porque existe corn-
Historia, o de Mark Twain: la historia no se repite, pero rima. Como ocurre en las jjíl}< l~l asunto e~,"cl1-qué--o dimensi6_11_().-_~!.inlG.nsiQnes de.: c(~mplejidad ~ste seJ?~º.ª~!~-º;~~iiá,.
redes booleanas, en donde nuevas entradas de información redefinen dinámicamcll k",' S()[l__ ~US reslllt_'~,d(),s_emerg~I)lC,S, s{ sus e_f_e,~to_s,se _,lmi)liflc~n a'oú:os"doJ1~,nios en fe),rI11a
te la red por medio de un efecto acumulativo de novedades. I!t' n.'ol. ganizaclón _ ~l:ftf~_~l (Bak 1996) y, lal_11_1?ién, dcs_~le,,9'uéJli\/el_de, _ o~s~rv,~ciÓ.I.1.Jnª-5,',O--·
G, Bateson (1993- 1974), ya habló de la corriente ele conducta de los hechos, Sil jll\:11()S mi~T(),:_I~l~~~l~?lÓgic? _ _ ~_~_t~!m.9_S_"t<Y~Ü_liandó-'eJ _ g_ªÓ}.~1,9 y--~s~;"~ c91~-~e~~,~'á~Ii~~':'" ". . --
encadenamiento como secuencia de un acto anterior y preludio de uno posterior, esta
blcciendo los parámetros en que estos podrían tener lugar. En ,_I_{l,,_Il~_~_~E\L~l._~.Q que, ,I()s
con/ex/os son e~ resultado de Ull_ ~lJlt0.t0IJ~151,e_ pr~~t_t~il,S y significacté)s y de,,_~_n~eiec:Ú)s 1>,4, Crossmodalidad
siste~natiz,ldos y objetivados socialmcIlte m2-: estos se"~-C(;n-vTerfen e;l el marCt)
('fI:anle'), en el entorno significati\íó pan;-~ll"_I:~_~r.e~lcióll,_';'-Úl:,-súhsTgüiA))F~,s,,,~º-'1}i~ú').'i La crossmod,~li_d~d es otra habilidad, de la mente humana, res,u!tad,? ,~e capacida-
para acciones y repres_c_nt~~GiQ.IJes, e.I~ _ _ llI~a ca~i~,lla ~,le"pr~lgmátic.~b? y signÚl-~.~~~tº}~~~1,I \I('s y sistemas,l1euntles evo.luci.o,~ladas. Tiene que ver con aquel C611()cí¡)~i~j~i9-¿ilíe~ es
~,l,.r.iel11po (Ginsburgh 1996), qu~,_~~?t~i1,,-I1~1~~/?S-_~~~~'.~Ú~t,~rI()s·pa;1 }~, ~:.L~,q~Tl::~ción, _ tjpifj, ll))licado ()_ se ha (!~S'}~."I_~)lhldo piir~~:>~~~~ºg}lÜ~,!O y qllg. .1rasEi~11º.~Is~t~J2ili~t.¡lP.liGm:.s.c. __'1
c~~,i_~~l!, ritllaliz~,~i. 0n e inn0Y'~,<;i_º.!]. L'l,"l'ii:aúl\/id'_l,d y 'eri;O"de~:_ q,c ,-f;-~to~;;~~s:{~T¡ú~-<¡s.:_;f¡, ¡¡(ro por haberse establecido algún tipo de vínculo entre ambos. Esto sucede con la
iY!.ferencla y órdenes implicados puecl~-'_~ ..~,~.Qn~ÚnÜr~_~ _ ,,_e.n 'clo]}linio.~ .J1,~8emÓl1ic()s lncl<Ífora, la amalgama conceptual ('conceptual blending') así como con el 'chunking'
(('1'. apartado 1.3),
El rol de la metáfora ha sido de particular interés p¡!ra los antropólogos s()ciaIes,
lOOGarfio que resbala sobre los dientes de una rueda, para impedir que esta se vuelva hacia Vico ya mencionó nuestra limitada capacidad para la especializaci6n y, sin embargo,
atrás y rote inversamente. Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, XXI cc!¡
ción. 1992.
lOl Como en las redes booleanos en donde las re-entradas siempre llevan nuevos elementos V
la posibilidad de una bifurcación, una nueva dirección ('shifting'). . 103 Estos sistemas-estructuras diml!nicas han sido también mencionadas como cOllstricciones.
102 Podemos re~prcsentar parle de! proceso ele trabajo y retrab,üo cultural de generaciones ell ¡\demás de las mencionadas, podemos cilar nuestras propias posibilidades/límites para la acción a
mucho dc lo que nos rodea, como vestigios de sistemas de representación y acción: relaciollc:-, ¡¡¡¡¡-lir de nuestras propias capacidades anatómicas. motrices, perceptosensoriales y cognitivas, en
(Strathern 1999), objetos y tecnologías (Sinha 1996), prácticas, lengu<ües, usos canónicos, procc !1.~lación también a nuestro nivel de desarrollo tecnológico. Otras son de tipo personal, biográfico-
dimientos, lenguajes, representaciones, significados. Esta perspectiva permite comprender los pro !.'xpcrienciales. psicobiológicos, psicosociales, etc. Sin descarlar aquellas relativas al disefio, el tipo
ccsos de aprendizaje y socialización, re-creación y cambio social, de otro modo. También la dinú' de /{/rea, así como las ({[(ordal1ces de lo que nos rodea y hemos hecho que nos rodeen, posibilida-
mica cultural como proceso aClIIllulatil'o. des de los objetos para ser en-actuados. (CL Ramírez Goicoechea 2005a:capA).

254 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'POCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 255
tenemos una capacidad enorme para combinar elementos viejos en contextos nUl~V(iX }lt'lO nos saca del apuro y encima nos hemos apañado con lo que teníamos J05, La
(Cf. Fernandez 1991). La crosmodalidad es uno de las fuentes principales de c.n:.,,1I ;,~,"iillv,dad y generatividad humanas se basan en gran medida en esta capacidad.
yid{\(I. ,~_Lnnovación. La crosmodalidad está en -ra-ba¡úi~dc-'JlúestüCcatfáéícfá(rshnb()li
('"ando Dalí crea una obra en la que el auricular del teléfono es una langosta, o
ca, y presupone un incremento de la conectividad de sistemas y sistemas de sistell1¡¡A
id"j se derrite como un trozo de mantequilla, está subvirtiendo piezas pertene-
neurales, en un contexto sociocooperativo y comunicativo evolucionado (Ramíl'N
Goicoechea 2006). ,',j"ljlfs a ciertos sistemas de objetos (Baudrillard 1968), re-utilizándolos en otros
,;~n}j:Jt:,v.los, con otros usos y significados, siquiera en forma de retazos y retales a reOf-
Por ejemplo, las rnelareglas, reglas de reglas, son principios generales originadW1 en nuevas construcciones. Robert Foley (1997) Profesor de Antropología de la
en un dominio pero aplicado a otro, constituyendo referencias de orden superior. La íil1lvefsidad de Cambridge, se refiere a la cultum en su flexibilidad a la hora de per-
compl~jidad de la vida no permite elaborar reglas para cada dominio, por lo que lH#é- Integrar, más o menos coherentemente, más o menos fragmentariamente, acti-
metareglas se generalizan para dominios específicos. El concepto de género ('genr(.'j vldmks y elementos totalmente dispares.
referido a discursos y esquemas, puede entenderse como metareglas para cstructllf.'ll
'llInto en 1a creación cultural como en su evolución, los préstamos están a la hora
la comprensión, la expresión y la interacción en varios dominios a la vez (Die!/..
Burns y Buttel 1992). dia. Franz Boas ya se percató de que la difusión cultural implica siempre una
11¡l1lslonllaeión de lo difundido. A.L. Kroeber, que dio especial importancia a la eom-
Desde el punto ele vista de la complejidad, la crosmodalidad podría enteneler."; ¡llFíídad del proceso creativo y los inventos, insistió en que todos ellos dependían de
como el resultado de la atracción que determinadas capacidades y sus correlatos Ileo 12tí proceso selectivo de elementos anteriores con una dinámica propia en el tiempo
raIes sistémicos desarrollados para ciertos dominios de significación/pnictica ejercen Mcrcier 1976; Mervis 1976). La escuela alemana, en la figura de F. Graebner,
sobre otros dominios10 4 , lambién la difusión como un proceso dinámico vinculado a la sociedael recepto-
Como veremos en el siguiente epígrafe y ya mencionamos en el apartado 3.5, la 'tí1 y !H1S características propias, del momento de su evolución, en donde el elemento
Etnicidad, como toda categoría de representación y experiencia ele relaciones soci;:t!~;:i í'jhslat!o podría tener un efecto nuevo y distinto al que hubiere tenielo en la sociedad
de identidad y diferencia, puede ser variablemente atraída -o atraer ella misma~· pOI . IlIecedencia (ibid. 97). Esto sucederá también en los procesos ele globalización y el
otras formas de constitución de estas relaciones, otros principios ordenadores qlJe, ¡,,""lino de una cultura global izada (Cf. Capítulo 5.8). La copia es una re-invención,
crossmodalmente operarían sobre la misma. Lo mencionaremos enseguida para el }Wil nueva vcrsión lO6 , ni una réplicai{)7.
parentesco y la religión especialmente, en ciertos ejemplos etnográficos e históricos.

Expresión y comunicación constituyentes: prácticas


5.5, Creatividad
y discursos
. Otra fuente del retrabajo étnico, no sin relación con todo lo anterior, es aquella que
Antes de proseguir con los parámetros del trabajo étnico, es necesario delenerse,
denva de las producciones y recreaciones de los humanos como bricoleurs (Lcyi
Ú!i\s bien recordar, algunas cosas dichas en el apartado 3.5 sobre la Etnicidad como
Strauss 1969), un proceso que algunos han denominado tinkering (Jacob 1977), hao",
chapuzas con trozos de esto y aquello que han ido quedando, de restos disponibles, ,k
elementos de otros sistemas de objetos, de préstamos, cuyos resultados no son ÓP! i
lOS La ley de parsimonia, es decir, definir algo con las menos palabras posibles, intentar expli-
f\Ir algo suficientemente con los menos elementos posibles, etc., nos recuerda a esta actitud no
¡)¡¡Iima pero suficiente. También el proceso de exaptación (Gould y Lewontin 1979) como COI1-
10·1 Parece lógico pensar que la crosl11odalidad no es un proceso/capacidad automática, sino l'!épto evolutivo para explicar el mantenimiento de un rasgo porque cumple una nueva función dife-
que depende de tipos y posibiJidades de experiencia -incluyendo epericncia cultural- además ti\' f!",nh~ a una anterior por la que fue seleccionado. Y también al piggybacking, literalmente llevar a
otros, f~lctores qu~ ahora:10 110S atrevemos a elucidar. Los modelos culturales, por ejemplo, pueden Hdwllito, y que se aplica a aquél proceso que se sirve de la dinámica de otro(s), su fuer,w motriz
p.roplclar de.lerJ111!1ados tipOS de crosmodalidad y metáfora frente a otros, ele flCl\erdo con expericll y djrl~ccjonalidad, para su propio desarrollo y cambio. Una vez alcanzado éste, puede no requerir
cras sensonoperccptLl1l1es culturalmente imbuidas, significados institucionales (Quinn 1991) y'ij la asistencia del ptimero o bien constituirse él mismo en el soporte dinámico de otros procesos.
(Bruller 1996) y relaciones ecológicoideográficas de la sociedad de que se trate, El totemismo y d ¡{;Ha metáfora se utiliza en ciencias cognitivas y también en teoría evolutiva.
animismo podrían interpretarse como casos específicos de crosmodalidad en el sistema clasif¡cnto 1O(¡ "It is the copy that originates". Clifford Geertz.
rio; en el primero, el sistema clasificatorio sobre eh/ses naturales ejerce de (l/raeto!" sobre lo social; \07 La identidad escocesa no toma prestado del acervo musical irlandés el arpa, sino la gaita.
en el segundo, sería al revés: el mundo ¡¡alural es comprendido y ordenado como una continuidad ,Íj'1J pntctica y significado se reelaborará incluso desde el punto de vista militar, integrándola en 10:-;
del universo social y sus clasificaciones. hnlallancs de Híghlanders que el Imperio Británico utilizará para animar a sus tropas.

256 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'!<OCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 257
sistema c0J11plejo. El trabajo étnico, como trabajo cultural ha d~ e~p~'esarse, comull,i I ,os efectos de las prácticas también cualifican metonímicamente él sus benefi-
carse de algún modo. Y esa expresión también se constituye, obJetIvandose. El medIO ('íMios. Walter Scott cuenta en !vunhoe cómo cambia la denominación de lo crudo a
es el mensaje pero también el mensaje es el medio. Por eso sólo dos breves apunll'" Ji', ¡'(.II'ido en el contexto de la Inglaterra anglosajona conquistada por los normandos
de algo a 10 que el/la lector/a estará ya acostumbrado en este lIbro. '1 pnr¡ir de la batal1a de Hastings (1066), depositündose en esta transformación lOdo

La incardinación perceptosensorial de lo clasificatorio/evaluado es posible 1.)(Jl ,d ;.Jvnificado de una dominación política, social y cultural de unas élites étnicas -los
nuestras disposiciones socialn"Jente elicitadas para lo fenoménico, sobre todo de.lti.)ll l'i\inll<lndos- sobre el pueblo llano -los sajones-: COH! deviene en beef (del francés
tij!!'II!) para la carne de vaca procesada para ser consumida; lamb se convierte en
visual y auditivo"lR (CL apartado 5.5). La percepción de los otros depende de ¡ni,.
ii!ilfflJlI (del francés mutan) para la carne de cordero, pig en pork (del francés porc)
rencias sociocognitivas y evaluativas (ef. apartado 2.5) local e hlstoncamcllIr
rUliI la carne de cerdo. Es decir, de los bosques anglosajones a quienes se les prohi-
implementadas, a partir de claves perceptuales seleccionadas (Davcy 1983:4t)) J
k IIsar de ellos l lO, a los castillos de los nobles normandos y sus banquetes, los ali-
socializadas.
wt'plt)S más energéticos son apropiados física y simbólicamente por los nuevos COIl-
Las formas de hacer, de actuar, de estar, de manipular objetos, de relacionan,l',
q1.lj,;líldores y sus privilegios lll : crudo en el ámbito de lo salvaje como incivilizado,
de comunicarse entre sí, de gesticular, de hablar, de mostrar cortesía, culturas y di!, :ni,:íll;¡do en el élmbito de lo noble y civilizado.
ciplinas del cuerpo Y Jo kinésico, etc., adornos, vestido e i.ndumel~tar~al09, raS)!.t Lt;
fenotípicos, pueden ser objeto de trabajo cultural pan~ c~efimrse a SI ~111smo y :1 In!!. 'Iildos estos son ejemplos de que lo que hacen los Ofros en relación a lo que
demás por su susceptibilidad de ser expresadas, perCibidas, reconocIdas, gnlcl,ls"H Vosotros, en relación a lo que hacemos Nosotros -por referirnos a nuestros
nuestra dotación perceptosensorial socialmente elicitada y afmada ctuned'). EIIIH pn1llolllinales occidentales que expresan pluralidad-o
bajo étnico se da en una gran diversidad de formatos y géneros ('genres'), por IllCdlli .')i estas prácticas no tuvieran dimensiones expresivas y comunicativas, poco
de diversas técnicas (Arnaut 2004). ~'(lhlj' clasificatorio tendrían: nadie sabría de ellas y, como hemos dicho, la Etnicidad
Muchas definiciones étnicas de identidad -y los estereotipos étnicos 10 son l'!')S:1 de dos, por lo menos; más bien de muchos.
airan en torno a modos y formas de acción, pero también respecto de lo que 110 J¡l/I',I'H I~sle proceso comunicativo de diferencias y semejanzas tiene una dimensión
~ no saben hacer los Otros ('y nosotros sí hacemos', o creemos que hacemos). Suln ífi!í¡.\IIl,üica fundamental: la ostensión, la expresión de la intención de comunicar. Sin
cuando el antropólogo británico Stephen Hugh-Jones y su esposa consiguieron Ctl~ti t'Wfill" l'll todo el debate filosófico cognitivo, etológico, de desarrollo y también socio-
var maíz fueron contactados verbalmente por la comunidad indígena que pretendllllí sobre la intencionalidad l12 , diremos que ciertas formas de expresión identita-
investigar: hasta entonces fueron ignorados. Ser capaz de llevar a cabo todo el pro ¡l!.'lll~ll el objetivo no sólo de mostrar identidad, sino de mostrar que se quiere mos-
ceso de cultivo y alimentarse de la cosecha les cualificaba como humanos, cap<l\'ch Hin I(klltidacL Es decir, ademüs de hablar italiano por lo que puede significárseme
de alimentarse a sí mismos. '.·(Hilo ¡¡aliana, pucdo hacer ver que estoy hablando italiano para que pienses que soy

En el apartado dedicado a las experiencias etnohistóricas d~ la alterida.d (ef. ap:1J leoílrnlla; hablo en italiano intencionadamente para mostrar mi identidad. De este
tado 3.2) nos referíamos a las formas de clasificar según la 10rma de aJ¡mentnrs~' \ !t¡od!1 se puede significar intencionalmente la posición personal o colectiva en el

transformar o no los alimentos, de la dieta ('comen carne cruda', de ahí el nombrv ~k ií:iiijln dasificatorio/evaluativo que enmarca y ordena, dando significado, las interre-
eskimo para los Inuit), cómo se comunicaban y en qué lengua ('no se les enticnd\i", fiJi itllll'S entre personas y grupos.
'no hablan como nosotros'), de la forma de ritualizar, de agruparse, de resolv.er e.on Ln los procesos de etnogénesis, muchas de las conductas, además de expresivo-
nictos, cte. La interpretación de las prácticas y actividades resultaban un eJercII,"lif ';,nlilllllicalivas, son ostensivas. La lucha por las banderas nacionales al final del fran-
especialmente relevante. i¡dh!!H) y durante la transición son conductas claramente ostensivas, y, de esa guisa,
Las prácticas observadas y/o relatadas, por unos .0 por otro~: se co.nso!id~ll1 CO!lIP :dnnlllJellte políticas: expresan una orientación, una voluntad, un reto,
lugares de trabajo cultural y objetivación de las identidades y diferenCIas etl1lcas y \11
sus recetas, los estereotipos.

i Ii! I,;} época de Robin Hood que todos conocemos.


11 ¡ No olvidemos que, desde entonces, el escudo real de Inglaterra (luego Reino Unido),
lOS Recordemos quc los nifios ya de tres meses distinguen cntre la voz: dc su padre y la (k 'iH ¡.;; ;lI!lur;l la leyenda en francés Diell el MOIl Droif.
madre; incluso antes de Jos seis mescs reconocen diferentes (.\centos en el habla. . ,. I ¡.' Sobre el primero, véase principalmcnte Daniel Dennet (1983; 1987) Y John Scarle ( 19X3),
109 Lock y Symcs (1996) insisten en las marcas personales de ~dentü.l.ad. y st.¡:~tus socl<ll, Ill¡~\ il!Lt¡ ;"'¡ih,' ¡ksarro!lo infantil Ploumin-Dubois (1988); Astington (1992); Meltz:off (1995); en el campo
de la prcsuponibilidad, como un momento decisivo en la progresIva obJetlva C1011 de las deslgll,l! Prcmack y Woodruff (1978); Whiten (1991); Gomcz (1998) yen el sociológico, las rde·
",,¡¡i!ir, ;1 las teorías de la agellcialidad, ya citadas en varias Jugares.
dades sociales.

258 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES !'ldH.ISO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 259
El comunicante quiere ser comprendido y ayuda activamente al destinatari~ d." nhjctivación social de las ideas, clasificaciones y representaciones, ofreciendo un
, expresión comunicativa. Además de que estas expreslOnes suelen dat se en eSCL 4Hher externalizado más estable y Imís apropiable por ciertas éIites exégetas que
~~riOS en los que ambas partes comparten ciertas interpretaciones comunes de,la~ m",nlan con las destrezas necesarias para su interpretación 117 afee landa a éstas y sus
cosasl13 -otra cosa es su evaluación moral~, el primero puede proporcIonar claves ¡; j1r¡ü'l.icas recursivamente.
indi~aciones para una comprensión adecuada de 10 comunicado-expresado (Sperbel . 'Ihda identidad requiere objetivarse para sí y para otros. Una de las dimensiones
Wilson 1986:116), y de que 10 quiero bacer de tal manera y no de otra, <' ilr loda construcción identitaria es la ordenación de la diversidad de la experiencia
y Además de mostrarlo mediante las prácticas, cl trabajo étnico y sus signifi,c~l. <üela] en relación al mapa categorial, organizacional y sociopolítico de otras identi-
¡jillh:S de otros grupos y sectores sociales" 8 En el aparlado sobre Trabajo Étnico,
ciones ba de ser contado. No bay etnicidad sin disc~rso. Pued~ haber ~xpe,nencl"~ 1
'Ví.'rnllOS diversas formas encarnadas 19 en que esta construcción se objetiva social-
identitarias y de alteridad, pero no 10 que llaman amos .fenomenos etmeos, qu:.
líIt"Hte. Ahora vamos a hablar de aquella constituida por un cmpus narrativo más o
impliean un nivel de conciencia que sólo es posible medIantc la narratlvldad y d
¡)WIIOS formalizado, racionalizado, integrado, polisémico, que denominamos Discur-
lenguaje. 'kf} anico. Es éste un instrumento indispensable para la objetivación, consolidación,
La narratividad es una capacidad exclusivamente humana, c~n orígene~ fiol(.)g~, nlmllenimiento, expresión, comunicación y difusión de las diferencias y semejanzas
néticos sociales, comunicativos, cognitivos y li~~üístIcos; ~mble.n ~nt~ge~ettco~,. ~:,Il iüln:tivas a 10 largo de la Historia y en sus diversos escenarios. Es un compendio de
relación a dimensiones de desarrollo sociocogmtlvo y cmo:lOnal mfantll,es, La 1~,I~.I:~ -Bf'Hlc,ncias, definiciones, descripciones, imágenes sobre las diferencias y semejanzas
ción maneja, entre otras muchas otras cosas, el desplazamIento (temporal y esp~~I'I,' ¡fwkas. Como expresión narrada crea al grupo en la historia, reconstruyéndolo en
no hace falta haber estado allí ni entonces), la temporahdad hn.eal (pasado, presc~:It.. oilu suerte de disertación mítica de sus avatares, luchas y sufrimientos. También
futuro) circular rítmica, la tematización y el género, la mtenclOnahdad comumcdl! Í!"hlll de los elementos combinados y jerarquizados que describen la unicidad y par-
va, la e'xpectaci6n de una audienc!a, la relación dialógica entre los que cuentan y 1"" !!,·"Iaridad del grupo en el contexto social, político, étnico de olros grupos, Muchos
que escuchan, y muchas cosas mas. . . d",\Cursos étnicos son, como reflexividad constituida y constituyente de objelivacio-
En las sociedades de tradición oral, los relatos, continuamente retrabaJados, Sll,m *"i, csencialistas: incluyen normas de conducta para ser considerado un fehaciente
pre los mismos, permiten una sensación de familiaridad y confor~'ld~e sabe 10 q~", ,'" mH'lllbro legítimo y reconocido de una grupalidad y su identidad y explican el COI11-
cs era todo puede vaticinarse porque se ha oído repetIdas veccs .' y sm embdlb'~, WHIHlIlicnto a partir de su observancia o no: los parámetros de la validación grupal
si~mp;e hay algo nuevo, 10 quc 10 hace atractivo, diferente, no aburndo: un malIz¡'1 ~I'" {liHWn de que uno se comporta de una determinada manera por ser quién es, lo que
onación un pequeño añadido, una nueva relación con otros sIgmficados, etc. ,iI-'i¡: dclinido por qué cultura comparte y exhibe, a qué perlenence (Michaels 1995).
ent , .,
En las sociedades con escritura, no se pierde e~t~ ~dimensión oral d: la r~cr~a~.Il~'j~ Pero como el sistema al que pertenece y expresa, se parece más a un holograma,
. l' " ltul'al S'ln embargo con la apancIOn de la letra esenta, las fOl nl.b WIi! síntesis de elementos y sus significaciones no siempre integrados ni coherentes
y sOCia lzaClon c u · " .. ' .~ , '~
de objetivación, difusión, propaganda, accesiblhdad, mcorporaclOn, consumo, tlt !i 1 ¡¡parlado 3.5), que recrea la ilusión de una unidad en parte virtual, aunque pro-
ad uieren una nueva dimensión, con importantes y ~eci.siva~ consecuencIas COg~lIU ,;
va; (Goody 1977; Olson 1996)116 El discurso escnto lInphca una nueva form,¡ d"
! ¡¡ El relrab~tio cultural sobre lo escrito no es tan inmediato ni cst<Í. al acceso de cualquiera. Hay
h'lwr alcance al soportc en que está, interpretarlo, in-eorporado subjetivamente (olra forma de tra-
113 A partir de determinados sistemas de verdad legitimados social e históricamente, inclw~(¡ rdlcxionarlo, Su I'Ctrabajo pasa tambien por otra forma escrita (otra inscripción, otra glosa, otro
Hllilllhl.Tilo, otro artículo, otro libro, ele.) o bien, vuelta a la lUmatividad oral: difundirlo, proclamarlo,

cont~~!U~lr~;:I\~~da una de mis hijas por qué siempre leía Harry Potter una Y otra vez, .sin acahl~J híi!lilf olra historia reinterpretándolo, contestarlo verbahnente en distintos lugares y medios, etc.

.". 1 ue sentía llegué a la conclusión de que los protagomstas, e~,(,I,' I Hl En un momento denominamos Sistema de referencia (Ramírcz Goicoechea 1991 :cap.2),
dc poder vcr~,ahzat exctam~nled o ~ , . " otidiano al que podía volver una y ,otra ve?, en.".'.'.' (!ji ;:11111110 a la naturale;w sistémica de sus elementos y porque provee del marco, del escenario a
arios y aCC10n eran ya pane e su Ul1lverso c , 1 del los sujetos sociales y los grupos pueden situar, referir, legitimar, orientar sus discursos y
~n á¡;1bito de lo' conocido, previsible, familiar: C01110 estar en casa, con las gentes de casa y as 1UII
en la mcdida en que lo conocen, lo asumen, lo comparten, y les parece relcvante respec-
nas de casa. T .d dI b sea uno releyendo una oh"j .Ir' la situación interactiva, pragmática/discursiva en que se encuentren, Ahora lo comprendemos
lIS Paradójicamente es sólo la sensación de faml tan a o que u, " . b" I \. ,_:' id'ifijlkmcntc como parte del Sistema étnico y sus ámbitos, algunas de cuyas operaciones son las
o re-visualizando una película como hemos mencionado. en la nota ant~nor,s~no tam lcn e p.ll.H
ijiJ\¡s¡-il)nncllte mencionadas.
de encontrar nuevos significados, nuevos tesoros escondidos. t~as las prm~eras lecturas., . ' '~.
! 1') Son múltiples los soportes y formatos por los que la Etnicidad puede expresarse y objeti-
116 Como hen'amienta tecnológica para registrar, adnlll1lstrar, gestto.na; Y controlar. C~)IH!t_t,

cOlsadSe(anrtlaenfaeCl'atodsife~~~~;a~~~~:~l~~a~ul~~~~I~~~~~;~~' r:~~~~~~~7~~~~~~:~~~~:11¡:¡1¡~,:'~
~;ilif,¡\ \:orHunicarse, compartirse, cuestionarse, trabajarsc y retrabajarse, con distinto grado de dili··
mient?, las i:HHtlli e inversión: imágenes, sonidos, músicas, prácticas, objetos, artefactos, colores, hasta s<lbo··
narratlvamen e ' y formas kinésicas.
colectivas (Ramírez Goicoechea 2006).

260 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


¡CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLE.JAS 261
fundamente sentido por sus adeptos a los que orienta y dirige en sus representacio el flexible pero limitado abanico de definiciones sobre los franceses: ¿qué tendrá que
nes y prácticas. ver tener la cabeza más o menos grande con el estereotipo del buen vivir objetivado
. Conocer los hitos principales de la génesis de este Discurso -siempre múltiple. para lafhlrlcesidad, por ejemplo? Lo más probable es que tampoco pueda elaborar
l:ohfOl~ICO- es necesano SI queremos conocer como la identidad se construye sohre demasiado hoy en día sobre el hábito de fumar para los españoles, práctica que era
el y, mientras lo hace, lo redefine y objetiva continuamente. Es necesario conocer 1m Í\ullada en Europa como idiosincrática de los mismos en los siglos XVI Y XVII. Los
antecedentes históricos/míticos de los que toda narración étnica suele ser deudo.¡,~i ulslellanos eran conocidos por los árabes españoles en los siglos XIl a XIV como fal-
Cada periodo histórico ha debido explicar y organizar la identidad y diversidad colee loS de limpieza e higiene, brutos y poco refinados. Retomar estas definiciones en el
tiva de una manera propia. El conjunto de estas relaciones forma un sistema de sen !>lF,Io XXI no parece ya pertinente cuando la mayoría de la población ha accedido a
lidos asociados metafórica o/y metonímicamente de manera específica en el que 1!1 !lila cultura de la higiene ligada a la estética, la aceptación social y la salud (además
permuta de alguno ele los elementos puede repercutir en el orden y capacidad de del! dd consumismo de todo tipo de geles y champús).
nición de los dem<is. Pero sí puede mantenerse el estereotipo de que los españoles, como muchos lati-
. El Discurso Étnico no es el producto de un sujeto constituyente, trascendCllh\ iíllS y mediterráneos, son ruidosos, Así nos perciben, por ejemplo, los anglosajo-
SIno ~ue precisamente estos sujetos se configuran por la propia trama histórica qur jJ(.' s 122. También en la expresividad emocional parecemos distinguirnos y asemejar-

contnbuyen a conformar l20 . Este discurso es parte del modo en que los sujetos V j¡n~ a otros latinosl 23 . Estos rasgos expresivos son pertinentes en la definición porque
actores personales y colectivos se crean y re-crean a sí mismos y a los demás, :n:¡ ,~nn plausibles psicológicamente en cuanto que puede haber consenso de que forman
como los escenarios relacionales, locales e históricos en los que se desenvuelven. 1.:1 parte del húbirus distintivo entre diversas socializaciones, fruto de una diferente esca-
constitución de las identidades en el discurso y la nmTaci6n ha sido subrayada pOI li! dc valores, Los choco anos (Colombia) también eran criticados por su compOlta-
Margaret Somers (1994). !llknto escandaloso, alborotado, ruidoso y vulgar. Para ellos la voz alta significa
rxprcsión de estar bien, de confianza y el silencio es visto como signo de infelicidad
"de estar a disgusto (Wade 1993:227 y 228).
Como hemos mencionado ya en muchos lugares, la arhitrariedad del signo no se
5.7, Plausibilidad psicológica y sociohistórica q)lTcsponde con la arbitrariedad elel símbolo en la creación de significados, aquella
que, cognitiva y socialmente sea plausible para un grupo humano y medianamente
A pesar de todas estas aperturas y posibilidades, lo que se puede hacer por medio \:tJlwrente (articulable metafórica/metonímicamcnte) con otros elementos del proce-
<i\¡ sistémico y que están de algún modo ligados a la experiencia, a mundos prácticos.
del trabajo y retrabajo étnicos, tanto en el contexto de la etnogénesis, como el de !:\
revitalización étnica, como en el del mantenimiento recreativo cotidiano de las idl~1l Lps símbolos no son categorías flotantes, símbolos cero, susceptibles de arropar cual-
tidades y diferencias colectivas tiene sus límites. '1uier sentido (Levi-Strauss 1970: 37,40)124, sino sólo aquél o aquellos pertinentes
para una situación concreta o para un colectivo determinado que respalda la validez
Las, d~finiciones, redefinicioncs, presentaciones y representaciones, pn:icticas y de \:11 sentido preferencial en cuanto a capacidad para definir, clasificar, orientar.
metapractlcas, no pueden Ser cualquier cosa; la plauf:iibilidad psicolónica -o sentido
cOJ11LÍn- a que nos referíamos en el capítulo 2 121 lo impide. No puedo ~1aborar un dis
El grado de evidencia social, de objetivación de las definiciones de identidad lo da
curso sobre el tamaño ele la cabeza para definir la identidad étnica de los francesc:-., d nivel de consenso entre los actores/ codificadores respecto a la atribución de los 111i;.;-
por ejemplo. Nadie me haría caso. No podría establecer ninguna relación ni metarú
rica ni metonímica con el conjunto de representaciones y pdcticas incorporadas en
m También algunos espailoJes especialmente cr(¡icos. Recqio algunas frases de un seflor de
ÍJIl!gos que escribe a un peri6dico conocido en la sección de Cortos al Directo!: Dentro de un C011-
k.\j(l gcneral sobre la mala educaci6n del español y su falta de respeto a los demi.ís dice que "Ser
'-',paiiol significa llegar <11 hotel a las tantas dando voces, montar lma jocosa tertulia en la habita-
120 Por c~o pode~nos hablar de una gel1ealogía (roucault, 1978: 181: Nietzsche, 1981: 19 y ss,J i'¡¡'ll) de un enfermo, pasarse hablando toda la película en un cine, usar taladros ü horas intempesti-
q~¡e n.os ?e~·mlte localizar las condiciones y mecanismos de producción y re-producción de la cun ,·"1',. lc·l1er perros ladradores en los bajos de un edificio de viviendas, poner los televisores y los
c¡~ncla etn¡ca como proceso de autodefinición y autodeseripción identitaria. Ramíl'cz Goicoeclh'il r:i¡uipos ele música a todo volumen, ... Es mús, estando fuera de España, enseguida he sabido quc
(1991 :2.1). ¡in prupo de personas eran mis compatriotas por el escándalo que armaban". Espero que el autor ele
121 ~OlllO ~Ol.lstruccióll social subjetivamente incorporada de lo posible bajo determinadas ell ",'ti!;)S sabias observaciones no se moleste por citarle. ¿Se siente algún lector/a identificado/a?
CUIlS(aIlCiUS, objetivado como necesario, evidente y /1atural, pero que no es previa a la experiencia, L),\ En cualquicrcentro escolar de primaria en el Reino Unido lino sabe quién es de origen lalj··
aunque 'pued~\ ¡~lOstrar desarrollos relativamente autónomos a partir de eJJ<'l.. Revcrsiblemente, <tUI) no (l mediterráneo por 1<1 expresividad emocional al dirigirse a su familia cuando es recogido del
q\l~ I~O Isol.no~·/¡Cal:1Cnte, la plausibilidad se reconstruye y reorganiza a partir, precisamente, de la (!Jkgio.
actlVltbd s¡gm[¡callva de los humanos para otros humanos. 12·1 Agradezco esta referencia de mis días de doctoranda al Profesor José Luis García (UCiv'I),

262 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES 1'liOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPlEJAS 263
mas significados bajo unas mismas situaciones y para los mismos sujetos y grupos. Si 1..:1 ((lrmalizaeión de un disCUI~O sobre la idcntidad de los vascos, aunque con
los símbolos tienen ese poder es porque son reconocidos, compartidos por la coJeci! ¡~l!kcedentes, se realiza principalmente por los hermanos Arana durante el S.XIX,
vidad: las categorías son significativas, pertinentes, precisamente porque son social<'"'' HPIr tina situación de rápido cambio social, político, económico, demográfico y cul-
a pesar de la naturaleza convencional de las asociaciones que establece (ibid.: 22). ¡¡mIl. Apoyándose en aquellas clases que más salen peljudicadas de estos cambios, el
Parte de la difusión, aceptación y éxito de eiertas propuestas que trabajan lo posi d,)ídsmo nacinalista vasco se formula en términos de los valores del Antiguo
ble para que devenga en lo plausible, tiene su explicación en el uso de recursos CSI¡~ iMI.:imcn: el catolicismo ortodoxo, los Fucros como marco político y legal de las rela-
cíficos de legitimación. Por ejemplo, el de la autoría diferida: utilizando fucnh'" d~'lh~S con la Corona y los derechos sobre las tierras de comunes, la incontaminación
supuestamente autorizadas, beneficiándose metonímicamcnte de su prestigio soci"l; tíH'ial de los vascos derivada del mito de la hidalguía colectiva, el euskera o lengua
aludiendo a saberes de procedencia legítima como revelaciones divinas, contactos y tíl}wa, las formas tradicionales de subsistencia basadas en la pequeña empresa y la
experiencias místicas, o saberes derivados de la producción considerada cient{fiea, 'iJ~plolación agraria y ganadera el catolicismo ortodoxo. La etnicidad vasca así for-
del trabajo de intelectuales y estudios. También por medio de la descontextualizació" ¡no lada fue el producto de la construcción de una ideología política nacionalista que
de discursos, infundiéndoles una intencionalidad y un significado ausentes en el olÍ nrilbó con la fundación del Partido Nacionalista Vasco. Por tanto, a pesar de que ya
ginal ('code switching'), Cf. (Amaut 2004: 118 y ss). ,-~'ml)IlCeS hubiera diversas corrientes, interpretaciones, actores colectivo e individua-
h()i, jerarquías diferentes sobre los símbolos étnicos, etc., el etnicismo vasco estaría
Además de esta plausibilidad psicológica otros límites de la arbitrariedad cs li,
coherencia/coexistencia sistémica de sus resultados con otros elementos de la Elnid ",..,nJlrc estreehamente unido a la actividad e ideología de dicho partido, sus miem-
dad con los que pueda establecer relaciones metonímicas y/o metafórieas (Cf. apar hHn; y simpatizantes. Pues bien, sin detenernos mucho en el proceso de expansión,
tado 3.5), la ~ficacia cognitiva y social a la hora de establecer semejanzas y diferell ,¡i!iCusión, objetivaeión de estas ideas y prácticas hasta la primera mitad del S. XX,
cias de tal tipo (Cf. apartado 4.6), su legitimidad social y polítiea en términos ,k f-'Il lus años cincuenta se produce una reformulación liderada por nuevas generacio-

apoyo y reconoeimiento por parte de actores o grupos de actores (Cf. Capítulo 5) y I'H'.'¡ nacionalistas que, en consonancia con el cambio histórico, no se identifican con

su significado interactivo y discursivo contextual. \'1 trabajo étnieo realizado por sus ascendientes.
También la pertinencia y/o relevancia sociohistórica restringe la arbitraricdad A partir de los años 50 asistimos al desgaste del nacionalismo vasco en el exi-
posible del trabajo étnico y sus resultados' 25 Los dieursos, símbolos, práctieas élni li¡"n, tanto en su protagonismo político como en su capaeidad vertebradora del vas-
cas que se privilegian formalmente en cada momento histórieo, el sistema de relacio 'luislllo. Esto se debe en parte a la perviveneia del régimen franquista en un contex-
f¡, internacional de progresivo reconocimiento diplomático, y también al nacimiento
nes y jerarquías que se establecen entre ellos, cristaliza, expone, demuestra, constru
ye, en suma, una frontera social significativa para dicha situación sociohistórica, stJ~ dr lluevas corrientes más jóvenes y críticas lideradas desde dentro del País. En 1953
protagonistas y las interacciones que se establecen entre ellos. Por eso el Discurso 10.'<' Luis Alvarez Emparantza (TxUlardegi) funda en Vizcaya el grupo EKIN, de
étnico va cambiando históricamente y para distintas generaciones. (orle menos conservador. Compuesto por jóvenes universitarios procedentes de
IHmilias pequeñoburguesas de ideología nacionalista, insistirán en la neeesidad del
Todo esto fue explorado en nuestra investigación sobre la identidad de nuestros !l.!kvo juvenil tanto en la acción polítiea como en la codificación étnica. Los esque-
jóvenes en Rcntería y su eomarca. Expongamos varios de estos momentos de bifur· #1IIU' de la prehistoria abertzale -el nacionalismo sabiniano-, prácticamente intoca-
cación en la forma, los resultados y el significado del trabajo étnico en distinto" hks para la anterior generación, ya no sirven para la nueva sociedad vasca, lo que
momentos de construeeión del Discurso sobre la identidad de los vascos 126, en estre ¡"lIeja la intensa sensación de actualidad, de renovación de estos nuevos líderes étni-
cha relación con cambios soeiohistóricos, ideológicos y políticos y los distintos sil'. 'os. El grupo se centrará en la investigaeión de la historia y cultura de Euskadi.
nificados para las nuevas generaciones que no se reCOnocen en el trabajo realizado jl,1'ehazan la raza y cl monoteísmo católico de los vascos y fundamentarán la identi-
por sus mayores.
lJiHI vasca en el euskera.

125 Smith (1986: 18) destacará la continuidad histórica entre etnias y naciones, y ubicará en Ln El franquismo supuso la congelación de cualquier progreso en la producción, objetivación
V expresión étnicas. Vizcaya y Guipúzcoa fueron declaradas provincias traidoras, instaurándose un
ella el límite de manipulación que las élites pueden realizar sobre la población y la movilización de
il"gim01l de ocupación que prolongaba de facto la situación de guerra hasta el comienzo de la
la gente en sus estrategias de construcción nacional. No obstante, hemos visto que esta continuidad
jlllpugnación del Estado en la década de los sesenta. El uso del euskera en público fue prohibido y
puede ser reconstruida y reinventada hasta cierto punto para sostener la profundidad histórica qU('
IWjN\~.gllido, refugiándose en el ámbito familiar rural principalmente. Cualquier manifestación o rei-
las identidades étnicas suelen necesitar para su legitimidad y adhesión cognitivoemocional. (el". villdicación étnica fue duramente castigada. Todas las actividades políticas, étnicas y culturales se
apartado 4,3).
Íi¡p,ladaron al exterior, donde residía el Gobierno Vasco en el exilio. Se da un momento de estabi-
126 Lo que sigue es un breve resumen del capítulo 2 de Ramírez Goicoechea (1991). En él S(~
¡¡dad en la producción de la identidad, sin grandes cambios, centrados los exilados en una lucha
citan todas las referencias bibliogníficas que contribuyeron a su realización. ¡Hllitica antifranquista.

264 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES 1'1l0CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 265
La recuperación del idioma y el rechazo ~l catolicismo seüala un punto ele infle Las recopilaciones y descripciones etnográficas de J. M. de- B;¡f;HHli;¡r;íll! \! ,\Ilhre
xión respecto de anteriores versiones étnicas, basado tanto en el agitado contexto jií Illitología vasca contribuirían, ~in proponérselo, a la mito]ogi¡,:ll'¡()Il, V:d¡l)l la
político '28 C01110 en la labor de intelectuales puestos a singularizar a los vascos ]lIH InJondnncia, de las creencias religiosas vascas. Según estas ideas, los episodios d('
sus diferencias culturales, La responsabilidad de esta reformulación recae en gran \ljll.r(~ría de los siglos XVI y XVII serían muestras del arraigo y pervivellci:¡ dI' I'~;t('
medida en la producción intelectual de lingüistas, historiadores, etnógrafos, antropó PH¡i:ltlísmo naturalista. La construcción de una mística de lo diferencial, basado en !o
lagos, escritores y attistas cuyo objeto de interés es Euskadi y sus incógnitas, '" liHh; exótico y alejado del entorno geográfico del país -ausencia de I'OIll;Uliz<lci(íll,
¡:\Ídalllicnto y falta de contacto con otros pueblos y culturas, paganismo y hrujcrí;l,
Una figura fundanlental en toda esta reorganización simbólica es la del ideólogn
¡¡jillriarcado, además de los supuestos orígenes del euskera-, fue promovida desde
Fernando Sarrailh de Iharlza, seudónimo de Federico Krutwig. Académico de la len
joda una red de medios de divulgación especializados en temas vascos, como edito·
gua vasca, se dedica al estudio de la ortografía y problemas del euskera, fuera drl
uilks, revistas, etc" así como por la producción artística y literaria cn busca de la
marco tradicional de sus antecesores. Su libro Vasconia, publicado en 1963 cons!í
i\'Olllstrucción de una especificidad vasca en las artes y las letras l32 .
tuirá una de las continuas referencias ideológicas de BTA. En él están recogidas 1;1';
nuevas orientaciones de la codificación étnica, en la línea ya iniciada por José l.uh Con estos precedentes, los aÍlos 60 y 70 van a provocar cambios sustanciales en
Alvarez Emparantza, La etnia, como comunidad diferenciada basada en la leng\lli, id ¡nodo en que se inició la etnogénesis de la identidad vasca. Son décadas de des a-
será la base de la idea de nacionalidad y se distinguirá, preferentemente, La identiH pollísmo industrial que tanto en Euskadi como Cn Catalufía y Madrid, producirán una
cación vasco-rural es echada por tierra, Los horizontes étnicos se ubican en el pre- ronknte migratoria rural-urbana sin precedentes hasta entonces. Se inicia un perío-
sente, una sociedad altamente industrializada, marcada por las luchas sociales y la'; dp de fuerte agitación social en la que confluirán las protestas laborales, el sindíca-
ideologías modernas revolucionarias, ¡L"HlIl y las organizaciones políticas antifranquistas l3 3, junto con los reivindicaciones
é!nicas en torno a dos símbolos principales: el euskera y la bandera. La persecución
Por otra parte, la religión ya no será, como lo fuera para Arana, el ingrediente pri
y pmhibíción de la lengua vasca en la escuela y en la esfera püblica relegaron el uso
mi genio de la identidad. Pero, en segundo lugar,no puede desaparecer dejando un del clIskera al ámbito familiar y doméstico, Si bien la consecuencia moment~ínea fue
vacío de sentido. Ha de ser reubicada, y para ello se metamorfosea del siguiente modo tI cllntinuación de la pérdida funcional del idioma como medio de comunicación, su
T:rillardegi rompe con la tradición tubalista cuando insiste en que la asociación entrt' {(presión consagró en las gentes que lo hablaban o lo apoyaban una transformación
lo católico y lo vasco no es sino de origen español, aludiendo a un nuevo escalón en la ¡---IJillitaliva: el euskera iniciaba su camino como símbolo de identidad principal aso-
mitificación histórica. Las ideas y prácticas religiosas de los vascos no están m,h ~'¡;td(l a la liberación como pueblo, puesto que reflejaba sobre sí misma toda la repre-
conectadas con el cristianismo monoteísta sino con un naturalismo pagano de cullo n '-iklll política antídemocrática y antinacionalista.
las fuerzas naturales simbolizadas en una serie de divinidades más o menos poderos<l~'"
centradas en la figura de Mari, una divinidad femenina l29 , Esta figura, diosa de amplia\ L:\ exigencia de independencia política vendrá simbolizada por la ikurrifia, ver-
funciones y atribuciones, que se pretende ajena a cualquier influencia indoeuropea, St' dndL':!'o arma de irritación y provocación para las autoridades franquistas y posfran-
presenta como alternativa a una cultura española patriarcal, en conjunción con otro ljllíslas hasta su definiliva legalización, pero, sobre todo, emblema del grupo étnico y
mito femenil que es el de un supuesto matriarcado vasco ancestral 130.
tI!' su proyección en el espacio, en el territorio,

1.\1 Fundador del Anuario de euskofolklore y autor de El Hombre Primitivo en el País Hlsco
128 EK1N, junto con la rama juvenil del PNV, EGIN, cada vez más alejada del conservadurislll(! 1.1'.11'1).
clerical pencuvist8, el31 de Julio de 1959, día de San Ignacio, fundan el grupo Euskadi ta Askatas\llliJ 1."\'2 La divulgación y popularización de sus productos, histórica y socialmente determinados,
('Euskadi y Libertad'), conocido por ETA. ETA asumirá la defensa de Jo que considera intcrl's('~; lIwdiatizarú, a su vez, la opinión de la población, que así puede legitimar eruditamente sus ideas
inalienables del pueblo vasco, 11 través de la acción armada m{¡s que de la propaganda o·de un ]11'0 \ohre la diferencialidad vasca. Por su parle, los nacionalistas rentabilizarán políticamente estas teo-
gnHna de concienciación política de la población, recogiendo un amplio sentir de las gentes, ]):11:1 i fi1~" tergiversando su sentido en más de una ocasión, colaborando, no obstante, a su difusión, obje-
quien la política y la violencia se convertirán en los años 60 y 70 en elementos de la vida cotidian:l. I¡"ilt'ión y propagación.
'nUlto es así que la oposición franquista se convertid progresivamente en un movimiento social enrni D.' ETA asumirá la defensa de lo que considera intereses inalienables del r'ueblo vasco, a tra-
zado en las pnícticas cotidianas, sobre todo a fines de la década, coincidiendo con los primeros alis ;;'\';~; de la acción armada nuís que de la propaganda o de un programa de concienciación política de
bos de liberalización del Régimen en materia de política institucional, que no de orden público. 1,1 población, recogiendo un amplio sentir de las gentes, para quien la política y la violencia se con-
129 Las tesis de la tardía romanización de Euskadi, mantenida por algunos investigadores, ell \'in!t:n progresivamente en elementos de la vida cotidiana. Tanto es así que la oposición franquis-
función de la escasez de restos arqueológicos de esta época y justificada por la ferocidad y el reclw- !JI Sl~ convertirá progresivamente en un movimiento social enraizado en las prácticas diarias, sobre
zo de los vascones a las tropas romanas y la inaccesibilidad de ~us valles de la que dan cuenta algll todo a tilles de la década, coincidiendo con los primeros atisbos de liberalización del Régimen en
nos historiadores clásicos, servirán para sostener el argumento de esta tardía cristianización, ha!}i !H;Hl~ria de política institucional, que no de orden público. El rechazo a la policía y la complacen-
da cuenta de que ésta sigue las mismas vías de penetración que la romanil',ación da en las actividades armadas de ETA, catalii',arán el repudio a las instituciones represivas del fran-
1JO Del que los derechos ele la mujer en las capitulaciones matrimoniales sería un vestigio. !juismo, sirviendo de aglutinante a sectores sociales ideológicos diversos.

266 UNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES I'liOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 267
La reivindicación cultural estará inevitablemente ligada a la petición del resla de escolaridad, fracaso y absentismo, pequeña delincuencia, consumo no regu-
blecllTIlento de las libertades políticas. A falta de instituciones específicas -por prohi )lí!wlllo de alcohol, etc. (Ramírez Goicoechea 1994).
bldas-:, y en conexión Con la lógica de combate seguida por ETA, la inmediate!. (,
mtensldad de lo político y policial en el País Vasco se explica en buena parle por el
papel asumIdo por las aSOCIaCIOnes colectivas, sociedades culturales, cuadril/liS
(Ramírez Goicocchea 1984), tejiendo una densa red de relaciones interpersonah;J1
desde el barrio, la parroquia, el trabajo. Estas relaciones fueron potentes mecanism~fl
b.íl. Significado para todos: polisemia en los discursos,
de socralización y actividad política y étnica. Fue a través dc las redes de lo privado estrategias para la acción
y semi público, a través del txikiteo, la comcnsalía, la charla en los grupos parroquia
les, las marchas al monte o las actividades festivas, cómo, cuándo y dónde se hizo y Yo subtitulé mi Tesis Doctoral Polisemia en los Discursos, Estrategias para la
vivió lo político junto con lo étnico hasta los últimos años del franquismo y parte ,I!< i'keiún. Entendía entonces el Discurso étnico como estructurado en torno a núcleo de
la transición 134. ,I¡i,nilieaciones con límites difusos que, no obstante, podría ser manipulable por
(llv\:,fsOS grupos y en distintas situaciones. El Discurso étnico vasco se configuraba
Con el apoyo material e ideológico de un sector de la Iglesia, serán las familias de
la pequeña burguesía de esta ideología --de las que saldrían muchos de los abertz"lc, (on la suficiente flexibilidad como para abarcar divcrsas versiones y ofrecer a distin-
ín~i agentes y sus contextos un sistema de referencia identitario capaz de incluir
(n~cionalistas) de nuevo cuño- las que iniciarían el movimiento social de recupera
~IOn del IdIOma por medIO de la creación de las ikastolas, o escuelas en la que la ensr núvindicaciones segmentarias dentro de una moralidad política más amplia
nanza formal es en euskera. Entre 1965 y 1971 se crearían el 78,9% de las ikastol"", 1.llorowitz 1985). El simbolismo étnico, como parte del Discurso, y como ya se dije-
lfl para el símbolo en general (Turner 1980), tenía diferentes significados para dis-
existentes en 1980, estando la mayoría en GuipÚzcoa. La defensa del euskera en 111
!i!Jlos grupos de la población (Bentley 1987), sin que el Discurso que 10 contenía
~nseñan~a co~s~titu~ó to~o un mov~miento social que trascendía lo meramente lingUís
IIco. La lIlverSIOn sImbólIca cn las Ikastolas originó una cohesión social no sólo a nivel fllera por eso cuestionado, invalidado.
ideológico sino a nivel de las prácticas. No era tanto aprender o no euskera, como apo Mi proyecto de entonces no pretendía analizar supuestas contradicciones entre
yarlo o no. La irrupción de los sectorcs más radicales en el movimiento, trasladó 111 p,.Ilpuestas de identidad diversas -las cuales han de ser entendidas siempre cn fun-
importancia del idioma a la práctica cotidiana, a la calle, a la propaganda, a los carte dón de los agentes y contextos específicos en que aparecen- sino más bien la com-
les. De este modo, 10 que siempre estuvo ahí desde las primeras formulacioncs étIli pkjidad de los fenómenos de descripción y práctica étnica.
cas, se irguió como el rasgo fundamental de la identidad colectiva vasca, el símbol" Así que una de las preguntas que hice a parte del glUpO de jóvenes autóctonos e
que aglutin."ría a todos en su reivindicación identitaria. Los tiempos no estaban ya para hijos de inmigrantes que investigué en Rentería y su comarca fue la siguiente 135;
racIsmos III fervores relIgIOSOs III antIguas leyes. ¿Quiénes son para ti los más vascos? (Pon 1.°, 2." Y 3. 0). Con esta prelación preten-
Un ejemplo más localizado de giro en las representaciones y prácticas étnicas, ¡liamos localizar el grado de acuerdo y disenso sobre la importancia concedida a
a tenor de los cambios producidos entre las cohortes de la población inmigrantc \' algunos atributos a la ahora de definir vasquidad. Podían escoger entre estas scis res-
la búsqueda de una coherencia con las nuevas circunstancias sociodemográfic¡;s p"estas (y decir cuál les parecía más importante en primer lugar, en segundo y terce-
locales, fue observado en nuestro propio trabajo de campo en los años 80. En el iO): l. Los que votan a un partido abertzale (ideología política); 2. Los que han naci-
contexto local de Rentería y la comarca Rentería-Pasajes, recogimos etnográfica do en Euskadi (nacimiento); 3. Los que tiencn las costumbres de aquí y se interesan
mente el redireccionamiento de las definiciones étnicas de los jóvenes variaban COIl 1'''''
lo que aquí pasa (tradición, identificación subjetiva); 4. Los que viven y trabajan
respecto a las de sus padres. La definición de la alteridad étnica de los jóvcnes inmi e" Euskad (residencia); 5. Los que tienen apellidos vascos (ancestralidad); 6. Los
gran tes de segunda generación por parte de los jóvenes de origcn vasco no podía ya Ij"c saben y hablan euskera (lengua).
basarse en su foraneidad geográfica como la de sus padres, puesto que la inmensll Resumo las conclusiones derivadas del análisis de las tablas y los cruces que
mayoría había nacido ya en el País Vasco. En el nuevo contexto de la crisis indus l'slablecí. Los que tienen las costurnbres de aquí y se interesan por lo que aquí pasa
trial de Euskadi de los 80, más de una década después de la llegada de los trabaja rS escogido por la inmensa mayoría como el primer atributo que definiría la identi-
dores mlTIIgrantes, su alteridad venía definida por su anomia social: estilos de vida, dad vasca (69,23 %. N=351). La opción mayoritaria sin desagregar para Quiénes SOIl
¡}(/m ti los más vascos ell segundo lugar fue el euskera (27,35 % N=351); la opción

134, S~scrjbimos la misma l~sis de algunos en el sentido de la imprecisión, para el caso vasco,
d~ los llmiles ~ntrc el posfranqUlsmo y la transición política, y esta última y la plena democracia. 135 El trabajo de campo se realicó en el período 1983-1986 y el tratamiento de los datos en
(qSan Scbasuán 1984:1(9) y (Onaindía 1984). )987. Entre 1988 y 1989 se elabor6 el texto final. Fue publicado como Ramírez Goicocchea (1991).

268 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PI<OCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 269
mayoritaria para la pregunta de Quiénes son para ti los más vascos en tercer luf!,(/!' !'Hloria, Pero dentro de los límites de una objetivación sociohistórica y políticamente
fue otra vez el euskera (21,65 % N=351), aunque casi al mismo nivel que el l1aci dependiente de ciertos grupos sociales hegemónicos con poder para definir a cierto
miento (21,08 % N=351). "ivel local/nacional su propia identidad 138 . Esta objetivación funciona como campo
¡U avitacional, fuerza estructurad ora de significados y expresiones sobre la que flota
No era de extrañar que el factor costumbres y el interés, como identificación sub
1111 repertorio limitadamente múltiple de sentidos. Es precisamente esta plasticidad y
jetiva, sea el que se escoja como primer rasgo de identidad. En realidad es la res,
puesta que resume todas las demás, sin entrar en contradicción con ninguna, como. versatilidad, esta tolerancia lo que garantizaba la unicidad del Discurso, su longeVi-
solución de compromiso con cl mayor potencial inclusivo y el menor grado de den dad temporal relativa (eL supra) y su significación compartida por grupos heterogé-
nición. Representa la elección más abarcante: los de origen vasco tendrán las costUIII nr()S en distintos contextos ('settings') reflexivos y de acción.

bres de aquf mientras que los de origen inmigrante pueden interesar(se) por lo q/{I' Este fenómeno no fue localizado exclusivanlCnte él partir del cuestionario. Las
aquf pasa. Este resultado era constante cuando se analiza el comportamiento del nllrevistas personajes Yla observación participante nos confirmaron también la rele-
resto de variables: sexo, edad, categoría profesional del padre, lugar de origen de vnocia de los contextos interactivos y relacionales de los actores a la hora de esta-
madre y padre, cllskaldllnidad de madre y padre, ideología política nacionalista o no bkl:Ct' diversas representaciones y estrategias identitarias. De hecho, mediante el aná-
y modelo modelo lingüístico deseado para Euskadi. Esto nos dio idca del altísimo HSIs de estos contextos y sus densidades semánticas podemos interpretar las
grado de consenso fruto del significado inclusivo amplio de dicha opción. variaciones en el grado del significado compartido (Eriksen 1991). A ello nos referi-
Las cosas empezaron a cambiar cuando analizamos las opciones elegidas pan] !l1\lS en distintos lugares de este trabajo.

quién es 11U1S vasco en segundo y tercer lugar. Nos mostró la necesidad de tener sicm·
pre en cuenta sobre quién O quiénes estaban pensando y desde qué lugar social lo
hacían, incluyendo su propia posición.
Encontré diferencias muy interesantes según el origen sociodemográfico (hijo/a t" ÁMBITOS, DOMINIOS Y MATERIALES DEL TRABAJO ÉTNICO
de autóctonos/hijo/a de inmigrantes 136) y la adscripción política nacionalista o ]10
del/la encuestado/a. Aquellos procedentes de familias autóctonas!3? privilegiaron el
"Have you ever noticed this -that people never answer what you say?
idioma como seguna opción. Aquellos de origen inmigrante y, por tanto exclusiva They answer what you mean- or what they think you mean. Suppose one
mente castellanoparlantes eligieron factores más omnicomprensivos como el nací lady says to another in a country house, "/5 anybody staying with you?", the
miento o la residencia. Es decir, a pesar del consenso mostrado inicialmente (¿qui61 lady doesn't answer "Yes; the butler, the three footman, the parlour-maid,
es más vasco en primer lugar?), el análisis de las otras dos preguntas (en segundo and so on", though the parlour-maid may be in the room, or the butler behmd
lugar y en tercer lugar) reflejó que aquellos de origen inmigrante elegían factme;.. the chair She says: "There is nobody staying with us", meaning nobody of
que los incluyeran a ellos como vascos, a pesar de ser segunda generación de inlllí the sort you mean. But suppose a doctor inquiring into an epidemic asks,
gracíón (el 94% había nacido en Euskadi): el nacimiento y la residencia. La residen "Who is staying in the house?", then the lady will remember the butler, the
cia también podía incluir a sus padres, procedentes de otras provincias espafíolas parlour-maid, and the resto Al/ language is used like that; you never get a
pero afincados en Euskadi. Por el contrario, aquellos sobre los quc no existía duda question answered literal/y, even when you get it answered truly".
sobre su identidad étnica, los jóvenes de origen autóctono, escogieron factores que' G. K. Chesterton. The Invisible Man.
les distinguieran de la población inmigrante, tanto de primera como de segunda getw,
ración: el euskera. Aunque en menor grado la ideología política también fue escogí
da más en la población de origen vasco que entre los hijos de inmigrantes .
I,\~ También lo observamos al preguntar sobre los estrcotipos que los jóvenes de la comarca
Por tanto, el Discurso, entendido de forma holística, como el compendÍo amplíll 11<' Renlcda-Pasajes (Guipúzcoa) tenían de la Mujer y el Hombre vascos. sin definirlos previamen-
del que hablamos antes, se mostrababa fundamentalmente polisémico para distillto~, j',', dejando que cada un@ atribuyera el significado que prefiriera a esta construcción, En primer
agentes sociales ubicados desigualmente en la estructura sociodemognífica y clasiri j!l!~)l1: encontrarnos que los estreotipos estaban !Ducho más dcfinidos para el /-h!lIIbre que para la
Mili/'r, siendo el primero el que represcntaba el modelo donde pensar la vasqlllda~l y no (a.n~o la
úp~JIIl(la. El resultado volvió a depender sobre quién contestara, en cuanto a su origen familiar y
p,j'¡ticipación en la identidad sobre la que se preguntaba. Wade (!99~:336) mee,iona e~te fenórnc-
136 En la muestra sólo una ínfima población procedía de matrimonios mixtos migran](' ;\1.) l:ullhién para el caso etnográfico que investigó. Criterios de antigüedad ll11gratoJ'la, d,e ~lase
autóctono/a, siendo casi todos originarios o bien de padres y madres autóctonos, o bien de padn'~, i;lj\,.i:ll y riqueza, de blanqueamiento y movilidad social, juegaban distintos roles en chstl!ltos
y madres de origen inmigrante, HII'¡llwlHoS, pudiendo decirse que el concepto de l1egriflfd en Colombia es heterogén,eo pero d~n-
137 Que en la muestra coincidían sociodemográficamente con los que eran euskoparlantcs, lk 1'10 de Ulla corriente que tiende a estructurar dichas relaciones y contextos cn un Husmo senlH!O
ideología política nacionalista y dc clase mcdia, ik!,lle poderosas jerarquías sociales.

270 I:TNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PIK.lCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 271
6. l. Parentesco y filiación M.',lJlir y prácticar el mundo. Sólo porque la identidad étnica remite a clJcslionc.~ y
r,idéras tan sagradas, pueden los políticos manipularla para arrastrar a las masas en
El análisis de las relaciones entre la Etnicidad y el parentesco ha si~oun caballo "1 lucha por el poder (Eriksen 1991) (Cf. apartados 5.4 y 5.6).
de batalla y una especie de justificación para aquellos autores más de tipo esencia La Etnicidad, como parentesco ficticio, ha sido defendida por (Yelvington 1991).
lista. La idea básica es que los lazos étnicos serían corno los del parentcsco, l(1zospri Viln denBerghe(1981 ) ha defendido que las categ()ríasélnicas y raciales son cxten
,,!ordíales, autoevidentes, de máxima.vinculación, lealtad y emocionalidad. '" .,íOllCS de las clasificaciones de parentesco y, por tanto, ,!niv~,,¡ales .ICe infi·a).
Siguiendo con uno de los parámetros del trabajo y retrabajo étnico citado más !"f1uen~jado por la Sociobiología, asume que las lealtades y adscripciones étnicas
arriba, diremos que la Etnicidad puedc expresarse y actuarse mediante las relacio 'PillO 'reflejos' en el mundo social de lo que OCUrre a nivel genético, entendiendo que
nes y la ideología del parentesco, que puede operar como atractor de otros ámbitos ni este último se da lo que se llama inclusive fitness, una propensióIl a fay()f ~~)a
de la identidad y la alteridad, como entorno referencial y orientador, como dominio íl'l'roduceión del propio grupo. Todos los organismos socialesestaríaI1programadgs
crosmodal. para su configuración y operacionalidad 139. hJnJógicamente para ser nepot/.rt/~:o/), es decir, para,,,favorecer y actual: 'altruística-
Como mencionaremos para las creencias y prácticas religiosas, el Pªt::~~t~~_~n mente hacia el propio grupo, en intenisdades directamente proporcionales al grado de
sigue siendo un dominio de fundamentalirnportapciaenla incardinaci§n deotro~pro jwrccpción de la ancestralidad común. La raza y la etnicidad se entenderíancomo
cesosi<l~ntit¡trios y dc inscripción política l4O local, .nacional y global,dela Inod~I1li l¡ürCnles~g ___ gxt~I!9i~o, puesto que ambas refieren a una ascendencia común del
dad y posmodernidad 141 a partir de procesos de crossmod~lidad. MIlIJl()143. Mientras el primero aludiría a las bases biológicas, la etnicidad los oculta-
iiít, disfrazándolas de cu1tura l44 .
Objetivando el parentesco como dominio natural (Cf. 3.2), y asociando la
Etnicidad a éste, puede procederse metafóricamente a la legtimacióllnatU/:ald~l.as 1. .0 que de alguna manera caracteriza a muchos grupos étnicos -tanto como con-
identidades y solidaridades grupales étnicas como lazos prifllordiales, como una con ?'f:plo clasificatorio como su dimensión sociodemográfica- es que permanece a tra-
tinuidad dc las relacioncs defiliación (Cf. Geertz 1963; Horowitz 1985)142 v{f> del tiempo e incorpora a las nuevas generaciones. La adscripción étnica ha

No hay que olvidar que la identidad y la solidarida<l . étnicas se experimentan"


°
m!'nudo se.hereda (sic!) de padres a hijos de madres a hijos, sin menoscabo de
¡oda la socialización específica y difusa que conlleva toda pertenencia grupal. En el
menudo en el mismo paquete de relaciones que las de parentesco, compartiendo con ruso de los judíos, su sistema de representación y práctica identítaria étnico-religiosa
textos emocionales y sociocognitivos, en Una misma experiencia holística continua- ji 'f. inrra) entiende que la identidad se transmite por línea materna; en el caso árabe-
da en el tiempo de la ontogenia. Por tanto, las relaciones entre ambos dominios pue j!~I¡ílllico, por parte de padre.
den ser metonímicas. Es esto precisamente lo que, en mi opinión, explica en parte la
prevalencia de la posibilidad de que la Etnicidad sea asumida subjetiva y colectiva Esto no sucede con otro tipo de identidades grupales: para ser miembro de un
mente entretejida con el vínculo familiar. Por eso puede politizarse tan fácilmente. 111 11 1'0 deportivo, de una corporación mercantil, de una hermandad religiosa, los hijos
porque remite a las esferas de las experiencias más in-eorporadas y valoradas emo han de realizar cierto ritode paso (ser inscritos por sus padres, realizar un ritual o
eionalmente donde lo familiar se constituye en torno a una forma específica de ver. ,I'¡¡;monia, etc.), a partir del cual pueden ser considerados COmo miembros de la
I'olt;ctividad igual que sus padres o madres. En los oficios gremiales· ·cnla Edad
MI'lJia, la inclusión profesional del hijo no está implícita en la descendencia: sólo a
íI1lV¿, de un proceso de socialización informal/formal específico, llega el neófito a
139 Así, OÍmos expresiones como "la madre patria, que en el fondo es una doble referencia paren ¡",..lcnecer a la misma grupalidad que su ascendiente.
tal, a la madre y al paterfamilias. (Cf. apartado 5.6). Sobre estas relaciones véase (Bcstard 2004).
140 Como puede ocurrir con el género: religión, parentesco e ideología nacionali~ta pueden Estas rcla,ione.smctafórÍ.cas y metonímicasposibles entre Etnicidad y Parentes-
confluir en un mismo argumento y práctica de poder político sobre las mujeres, contribuyendo, asi. fi) pueden oton~(l~_.<:t la primer~ _ ,suJuerzfl"Ill0tivaci()nal, una solidaridad vinculante y
a la hiper-naturalización de la dominación (Yaganisako y Dclaney 1995, eil. en Sutton 1997),
Precisamente, como dijimos más arriba, Yaganisako y Delaney (1995) señalan, precisamente, el
interés de estudiar las propiedades cIVsl1Iodales del poder y los varios dominios sobre los que puede
ejercerse simultánea y coincidentcmente. j·n También el concepto moderno de raza en China parece haber girado en torno a la filiación
141 Clásicos de la Sociología como E. Durkheim o de T6ennies postularon que una de las carac '/ lksccndcncia de un ancestro común. La racialización de la comunidad Han en China a finales del
terÍsticas principales de la sociedad moderna es una solidaridad orgánica entre sus partes, un tipo \ XIX se basó de hecho en la descendencia común de los Han del emperador Amarillo, como ulla
de vínculo asociativo. Ya Young y WiIlmot (1957), así como EJisabeth Bott (1957), entre otros, n!im familia, siendo todos los demás familias 'exteriores' (Díkülter 1990).
cuestionaron la validez de una visÍón como ésta llevada al extremo para las sociedades actuales. El 1.14 si hay nepotismo, este tiene su origen en la socialización, en la experiencia biográfica del
parentesco y la familia siguen ocupando para algunas sociedades un relevante papel de solidaridad, b:!,!jdo de un determinado entorno social, sus relaciones, Sus prácticas y representaciones y cvalua ..
ayuda y soporte económico, moral y psicológico. ¡,:¡Ofws, que son apropiados y objetivados como naturales. Para una crítica a estas y otras ideas parc-
142 En conexión con una aproximación esencialista de la Etnicidad. CL apartado 4.3. ddil~;, ef. apartados 3.6, y 5.6.

272 UNICIDAD. IDENTIDAD Y MIGRACIONES 1'1I0CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 273
una direcciona1idad inclusiva/exclusiva pie11, conocida por etno!fderes y etnOlllOlfli don d~."la, identidad helena l47 , Incluso sobre los derechos de propied;HI:h'Ill'f l'l
zadores en procesos d~ _etl1gg4-,-~q§(,s~!,45, qui_enes aHjdeir-á-úieiiüd6·-~~.iJ.iJª,._~~~i~r~D~:,¡n jj!P,1i1O nombre no garantiza la herencia pero constituye ulla estructur;lci(lll, 1111
común a lo largo dc la historia quese reactualiza inter e intrageneracionalmenle. 1\:;1 para futuras posibles reclamaciones en un momento dado. Lo mismo OClIIT¡"o
mill'l'()l
h,an de entenderse las prácticas de CllltO Y rituales de ident_i1}~,?-¡:;jQl~,,,~º!1lo_~,,_ancestrm Pl! el revival étnico del País de Gales en el siglo XIX, cuando muchos se rebaulil.;¡
mediante la reconstrucción de genealogías, el homenaje a fOS,_~l}1.t.~pª~,a,(ío,~, a-"kis"Tull jH!! l'on nombres gaélicos(Morgan 1983). Los años 70 _ayO_"yie~~IL!:!D~~J?E~g~~,~.!_().I.1
dadores de todo tipo, etc. . <- M(,\JlJll~trica en la. _ ll?l~:~_~~_~~_~tll.r_ª_ ~u?kéric,,~l__ m~ra_ .11,(ñgs y niñas cjl~_~y"s~adi, no sólo a
Benedict Anderson (1983) insislcengue el nacionalismo -y muchos movimiell pMIlr de la tradúcción de los nombres del santo'l:al, sino de fe;1¿me'i~é;s y objetos
tos étnicos- utilizan'elvocabulario del parentesco"'o"deTit casa y el hogar,pai"i"iden. ni/111m/es y cotidianosl 48 .
tificar su proyecto político y/o étnico con aquello cQn 10gLle uno sesieiite úiiiaó .1,. El nacionalismo turco también se basó en el imaginario local sobre la procrea~
forma JiaturaL·Los--EstadÓs-nación inscribÉm relaciones jenírqtíícái;'-d6-peitelicl1Eíú";::ú t'i(llly el parentesco y metáforas de la simiente y el sucIo, ideas significativas para la
las relaciones afectivas y de "sangre" compartida (Alonso 1994). Así oímos hablar ,IP. ji!íhl;¡ción de las que los ideólogos nacionalistas se sirvieron para implicar a la colec-
la nación, no como organización política sino como madre~patria, gran familia; a !th tividad en su proyecto político.
soldados muertos en batalla como hijos de la patria que han dado su vida por ella, SI' En el apartado anterior comcntamos que el Discurso formalizado sobre la idetl~
han sacrificado como hubieran hecho por sus familias, etc. El esenciali_s~no_ (-'~. li! ¡¡dild étnica vasca, objetivado socialmente, como gran paraguas polisémico, hace
metáfora de los lazos de sangre noes uIlainvencióndelElstado síilOqi.lio~s~unª¡(I~1l lHndlO que ya no incluye la filiación como rasgo étnico de vasquidad (eL Ramírez
lo~fa familiar que aquél explota (Herzfcld 1997). . .. .
f iúkocchea 1991). Hace tiempo que, por su resabio racista, no parece políticamente
Otras relaciones también adoptan la modalidad del parentesco, su lenguaje, i)'II'/'I'C/O aludir a la genealogía de los conocidos cuatro apellidos vascos para garan-

expresión, y, a veces, emociones, Los afroameriE~~Ys sú~eleíi"-6~fe¡'irse entre cllm !Vil!' la pertenencia, tal como lo hiciera Sabino Arana, fundador del Partido
como hermano ('brother'); asoc.i,ªciones__ -po~ftico-relígi_q_~as se denominan hc:f11lml NJj('jollalista Vasco y uno de las grandes codificadores de la vasquidad y cuskalduni-
dades '46 (,brother"hood'); patrin/Oine (patrimonio) se usa en Québec tanto ]la", dad (cualidad de hablante de euskera). Sin embargo, esto no quiere decir que a nivel
'designar la herencia familiar como la nacional. Ser monja es, entre otras cosas, eslllJ jillk'lieo o circunstancial, la gente no elabore significación a partir ele los apellidos
casada con Dios. La Iglesia católica romana es citada generalmente como "Sanl¡¡ l\híd.). Un Ramírez no habla de origen vasco, pero un Goicoechea sí. No han sido
madre Iglesia". ¡-;Ol'ilS las veces en que uno se encuentra con expresiones del tipo "No sé si es de aquÍ

La re-construcción de la identidad étnica mediante la descendencia fue tambit';n l;:\lskadi-, es San Martín GÓmez. (de apellido)", 0, 10 contrario, "Sí, es vasco, es
!i/I/::./lJlegi Bidarfe"149.
uno de los vectores de la revitalización étnica helena en el S. XVIll. Apropiándol'l.·
del culto a la antigüedad griega promovida desde el Renacimiento en Europa y Tanto es esto así que algunos de nuestros jóvenes hijos de inmigrantcs en la
romantizada a partir de fines de dicho siglo, los antiguos denominados Romii (desd,' f'ilfllarca de Rentería-Pasajes, en su búsqueda de reconocimiento étnico e inclusión
el Imperio romano de Oriente, luego bizantino, más tarde otomano), comenzaron ,'j ni!'1 proyecto étnico hegemónico vasco (CL RamÍrez Goicoechea. 200Sb), practica~
bautizar a sus hijos con nombres de la Grecia chísica, como portadores de una civl, hiill la estrategia de creación de un parentesco ficticio. Es decir, si antes Van den
lización sobre la que Europa fundaba sus orfgenes intelectuales (Herzfelcl Il)X); ,1'!crgl1c _1}~~XLGjS?J1_ªl>a _ l(l" _ gtnicidad_,,cOnln~/2(I.rgl!Le:,vcpJ¡(ticio, ahor~ e~~11i_"l"íiv_ersa:~fá
Sutton 1997). jjjH Jl i pt! 1a_Gi.91} S.!.Q)J!_ ]:t(f_~~_!~~,~.~.§~_g~p_E~_'l. P'º!~,QLpI:incipio"Drdenadói . ¿D;ic.ó_:·i1ediante. la

.Sutton (1997) señala cómo la costumbre griega ,c.I.~ ballti?{V~,.ª_JJtS. _JlY.~Yªs gen\' hnl¡/lIhación .?e ,nombres y apelIi_º9~, o, directamente, por medio cI? _ la é'lI,s·k{¡f~t.lali­
raciones con los nombres de padres, abuelos, biSabuelos, etc., permiteLIllJ¡¡rali;;m i1drín del nombre, maúií)ldab~lÍl"su filiáción en cuanto 9~le estos deI1_?,~~_I.~-,,,.~.. P~~ª_I:"ge
l~s conexiones entre la historia y la continujdad i1H~rgeIleracional en la constnh

¡.ji Como en otros ámbitos mediterráneos.


1-1:-> Una señora euskaldun se sorprendía de que hoy en día un/a nifi@ pudiera llamarse nllbe.
1-15 Véase Anexo, en donde se recoge el índice completo correspondiente al total del lihlo /i¡/!'íll, {/lila, elC.
donde se dedicad un apartado específico a la Etnogéncsis y los procesos de revitalización étnki! 1,1'! Son ejemplos. Para etnografía, véase (Ramírcz Goicoechea 1991). Por ejemplo, el apellj~
146 Como las hermandades religiosas de Andalucía, que giran en torno a la devoción (k IlIld ,l,; \'ilSCO Sagasriz,a!Ja{, que quiere decir 'manzanal ancho', fue el segundo apellido que adoptó en
imtlgen de Cristo o In Virgen, con referentes generalmente espaciales (un barrio, unas calles y. Plll ¡ ·Hl\ U11 (al Miguellbáñez oriundo de Azpeitia y propietario de extenso~ manzanales. Con el tiem~
supuesto, la parroquia donde se guarda la imagen y posiblemente se reúnen los hermanos) CUYI) iri!',us nietos o bisnietos suprimieron el patronímico IbMiez, quedando únicamente el Sagastizabal.
momento público más visible de expresión comunitaria es durante las procesiones en Semana S'l!lU jH\'('~lig;\ciónrealizada por Javier Sagastizabal, quien recomienda para estos y otros temas relacio-
con el paso llevado en hombros por los herell1o!Jos en un recorrido específico por el pueblo o la dI! H.,¡!los la consulta de la enciclopedia de Labayru (9 tomos). Con la expansión territorial local de los
dad. Véase Moreno (1999; 2001). XVI y XVII se produjeron también muchas sustituciones de patronímicos por toponímicos.

274 ETNIClDAD. IDENTIDAD Y MIGRACIONES Fi!ClCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 275
las buenas formas, identidady procedente étnica 150. Para una cohorte demogrMw¡\ j)¡¡"" I\ringa (1995) da cuenta en una comunidad bosnia antes de que políticos y nacio-
sustraída de una memoria colectiva difidlmenierecuperada/reconstruida en un IlIJeVH {\¡j]¡'illIs hostigaran a la población a tomar partido para sus fines geoestratégicos15 3
contexto social como es el emigratorio y, sobre todo, no legítima en términos del di,
curso étnico dominante (el vasco), estos chicos intentaban neutralizar su foraneidfJJ!
reinventando lazos y continuidades para el presente y el futuro con una comul1id"r\
imaginada, su historia y tradición, Su memoria colectiva. Territorio, espacio y localidad
Cierto es que no todasJfls59flstrucci.oI!~~. i~e_ntga,r:ias§JºiF'!.s y/o D?J.~i9_D_:lU.S_~¡1~_ Üv,
nen el pa,rCI1t<;sC:9.--como cuerpo de creencias y relaciones- c.9ffio atra<;t()r 151 , Por cjerH (\H110 decíamos en el primer capítulo, to~.q._ orga.~_i_Stn0 "vivo ,se caraQtcri?-~jJ_orun
plo, entre los emigrantes oriundos de Pulau Langkawi (Malaysia), la relacíonah,}¡#l ."'iilliln,iento operacional que delimita,el espacio significaíivo pa~a.s,~ ';Y,toorgaIlLza-
que da sentido de gmpalidad se construye horizontalmente, a través de los contactoM " ~adiciente, úihto---interna como externamente, incluyendo zonas gNses y territo-
intercambios continuos con una ¡''l'an cantidad de primos, y no recreando el pasado pm dI' nadie, sin definición. Desde el¡Jlmto d<;vistªe191ógico, comoIll,uníferos y
medio del vínculo con los ancestros. Su memoria histórica es fragmentaria y pienJJf f;¡HlíO priJ,11ates, som?_~_ a~i_mal_es,t~rritodáles y lo'hac,C:I:nos"s,al.1cr. La demarcación de
importancia en unas relaciones orientadas hacia el presente y el futuro (Carsten, 199:\) rrontcn~~"espacialcs"tienen 'u'o profundo arraigo en nuestra especie l54 ,
El sentido comunitario pasa porlaeonstrucción y reconstrucción práetica y represell Como la psicología de la percepción muestra, la experiencia del/en el espacio
tacional continua por parte de los propiOs-s'ú]eios. Aunque lasadopélolles al grupo M' Illediada por los modos de nuestra relación en él a partir de un cuerpo definido
realicen bajo el dominio del parentesco -un@ puede ser adoptad@ como pI"I,,', ¡¡n, sU tamaño, su morfología, sus affordances (Cf. apartado 1.2), sus posibilidades,
madre, abuel@-, éste se constituye por una serie de vínculos y relaciones practicadwi - romo las transformaciones de estas a partir de sucesivas reorganizaciones diná-
de hecho en el día a día entre los miembros de la familia (Bodenhorn 2000). iifirlls (~n el continuo de la experiencia.
La Etnicidad encuentraenelintercambio matrimonial tanto sus límitG,s com.o .:>11' Desde el punto de vista biopsicológico, el sentido propioceptivo define nuestra
apelturas. Cuando entrevistábamos a mujeres inmigrantes magrebíes procedente, ,ir' ¡"I'",icnclaCorpQn¡jencL,,~pacio (delante, detrás, a los lados, aITiba, abajo ... ) varia-
Raba! o Casablanca, cuyas formas de pensar y actuar estaban más próximas a una id""
logía liberal, el límite de su modernidad se hallaba en su rechazo a casarse con un edil
"y
hkJll\,ntc yªrticionago, simi:lo)izado ritualizado según contextos. socioculturales,
hi'dúrieos y biográficos (y de género). Desde el puntode vista comunicacíonal, la
tiano, por cuanto que el código de familia establece el sistema patrilineal del recollo",
miento de los hijos (Ramírez Goicoechea 1996) 1.12 Lo mismo sucedía en las relacio!)ó
entre familias bosnias musulmanas y bosnias católicas y bosnias ortodoxas de las 'Inl
!'U L,a preciosa película Un verano en La Goulette cuenta la historia de tres comunidades en
hinc/., la italiana católica, la judía, la musulmana, cuyas relaciones vecinales y de sociabilidad eran
Hnir!as y amistosas: intercambios de comidas, favores entre las mujeres para cuidar a los hijos, estos
150 'e' a k, 'v' a b, 'eh' a IX, 'n" a 1; 'j' a x, ClC., dentro de la peculiar O1tografía del euskrlí! (¡ili1fJ:lrliendo pequeñas fechorías propias dc la edad, padres compartiendo licor en el bar mientras
Así, tendríamos ejemplos como Varela que cambia a Barela, Carmen a Karmen, Chamorr!) {j J1MW11l al dominó, etc. Sin embargo, el intercambio matrimonial era y tenía que ser endógamo. Estas
Txamoro, Javier a Xabier. Del segundo caso tendríamos Juan a Jan, Eugenia a Eukene, Bernardo ii ldacinncs amistosas y de compartición se interrumpieron cuando la Guerra de los Seis Días y la pre-
Beilardo (o EeHat), etc. Esta práctica ha sido abervada entre aquellos de fuerte identidad vaSt',( i;l!1!l !;ocial y política les obligó a tomar partido y reafirmarse étnicopolfticamente, muy a desgana.
tanto de ideología nacionalista conservadora como de izquierdas (ahertzale), entre estos 1,11111'116) lS4 Leones macho, como otros mamíferos, marcan su territorio mediante señales olfativas
activistas de ETA ínona) y sonoras (rugidos). La amplitud de alcance de éstas advielten a unos y otros del peligro de
151 Eo.. _~Lca_so_de l_a_~. .D1igracjones!l).odernas de algunos colectivos y la reconstitución de ~;tFi wkntrarse y, de ese modo, se evita la confrontación directa. Prácticas de evitación del conflicto son
identidades étnicas, las'relaciones de amistad cumplen un papel fundamental, pudiendo combina! lili'\H frecuentes que confrontaciones directas ¿Cuántas señales usamos los humanos para denotar
se con las de parentesco y paisa.naje, Así lo vimos en muchos inmigrantes del 'Este de Eumpil '!l!J\:!>lra territorio? Prohibida la elltrada, No pase, Peligm, Propiedad particular, etc. son indica~
(Ramirez Goicoechéa 1996), sobre todo entre los polacos (Ramírez Goicocchea 2003), pero la111 dnucs disuasorias para avisar de nuestros derechos de propiedad. También ponemos vallas, setos,
bién entre mujeres dominicanas (Ramírez Goicoechea 2001). Véase también (Conradson y Lalh:uH l\!illnhradas, alarmas, circuitos cerrados de televisión para proteger y monitorizar nuestro espacio
2005) en el caso de emigrantes neozelandeses a Londres. ílrnll: a los que consideramos como intlUsos. Diversas estrategias operan también para delimitar el
!52 Algunas de las variables a tener en cuenta en el grado de endogamia/exogamia étnica puedC!i ,,',pacio personal, siendo de gran variabilidad etnográfica: latinoamericanos en general y mejicanos
ser las representaciones sobre la proximidad y distancia étnica, la experiencia conocida de otros m:l[fÍ i;!J particular se comunican e interactúan sin mediar tanto espacio físico como en el caso de los
monjos en cuanto a la gestión de la familia, la economía, las relaciones, las decisiones; estrategias eh' iwglosajones, ademús de otros recursos proxémicos diferentes. Yo misma, cuando trabajo en la
inclusión y normalización administrativa por medio de matrimonios de conveniencia; políticas famí j,ib1iolcca, marco mi espacio extcndiendo libros, papeles y carpetas aquÍ y allá en derredor, prote~
liares de creación y recreación de alianzas y solidaridades, etc. Todas estas variables pueden a!I.~ClaJ ei1Jl1do mi intimidad intelectual, mi concentración y mi relación privilegiada con mi portátil. Lo
las decisiones personales sobre el grado y alcance de las actitudes endógamas y exógamas. S()hrr' BlholO que cuando ponemos el abrigo o cl bolso en el asiento de alIado cuando viajamos para que
estrategias de reagrupación familiar en comunidades emigrantes de Tetuán y Tánger justificadas n~ !lP Sl~ siente nadie, 10 que no impide que, si ocurre, podamos hasta conversar e intimar con ellla
supuestas tradicionas grupales que ya no se practican en el lugar de origen, véase Corrochano (200()) ull\lj)íulcro/a de viaje y hasta inlerc"unbiar teléfonos y direcciones.

276 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 277
deix.is delimita el lugar desde el que hablanlOs y desde el que nos relacionamos. L{J~ l!\J!Hlonadas, altos, conservan el poder y la memoria de aquéllos, y, por tanto, incar-
pronombres y posesivos muestran este hecho crosculturalmente, independientemen dilWIl el vínculo del grupo con su pasado recreado en el presente 1S8 , Así es como hay
te de variaciones semánticas y experiencias históricas y etnográficas 155. 1\11(' l'lltender, también, la exigencia por algunos grupos de indios americanos de que

Nuestra vida se organiza en relación a las evaluaciones y aSQGiacion~s iI1.1plicíJ 'x les restituya el poder y el control de sus cementerios, lugares del respeto debido a
das en las" e}(p~rieJlda&._deLespaciD. Emociones, sentimientos, aprensiones, asocia ":ti" ancestros.
ciones semánticas de peligro, bienestar/malestar, recuerdos, deseos, socialidack~i J ,a referencia a la tierra de origen es mantenida y reavivada por medio de la
relaciones, están incardinadas en nuestras relaciones en y con el espacio. lih'llloria colectiva, sus objetivaciones -artefactos, representaciones, relaciones y
Nos desarrollamos en un entorno poblado de seres -incluyendo nuestra propia 'dI". rl~vitalizaciones mediante conmemoraciones, rituales, prácticas cotidianas-o Ya

recursividad-o objetos, eventos, procesos, relaciones. TQdas--Ias producciones huma dl,""OS cómo M.Taussig (J 987) hablaba de una topograr/a moral, una geografía del
nas_~_()n Cr()_I1()t9PJ.Gas. Remiten a un tiempo y a un luga( una localización que lús han: iWlllido y de las relaciones sociales, no como mapa, sino como paisaje que incorpo-
l)osibles. y en esta posibilidad reside la creación y recreación continua de los mis In L'l ex.periencia, valores, sentimientos, emociones, sensaciones, de los sujeto per-
mos. Contribuimos a crear el espacio para los demás y para nosotros mismos, plJl ,\',mnks y colectivos1S 9 . Estos elementos del paisaje de la memoria ligados al espa-
medio de nuestras prácticas consolidantes o transformativas del entorno. ,In pueden ser dialógicamente compartibles con una comunidad de experiencias
i1i1!\x'idas 160.
~stos lllgal:~_s ~_?I1 Si~,111 pre ___s()ci~l~s, Pri¡TIero "p9rqll_e ~-º.n _j:OCi(,I_lm_~llt ~_"con_~t~:~l_i(h ):¡,
coniljaftíJo~;,- COl1testad()s; "negoéi-ado's, etc'~- 'y:--seg"undo, poi¿Ú;_~º-'prq4_u-cen -.s,(;~:ialid(/(I, El espacio vivido y por vivir se convierteenpatrimoniogrupal, cQn el que el
rc1,ª_º,iún._jl1teracción 1S6 . Inmiscuido ~n ~_sw:_.4oble e:s'U~_Y~11,lr({f:~((¿n del espacio y del ijlllfll) Il1~lntiene.t.'~I¡~ci0I1,e~, mc;t~féH_tc_as y melg[lÍI1.ÜC_'}S a la hora de c_onsu~uir"sujdei1-
lugar (Ce Low y Lawrence~Zúi'íiga, i6(3). 9.~_tª_-~Lbe_¿Iio (~e _que gc:g~PL~JJt.Q$Rªcio y n,!,~¡HI. A:s"(·6.~igge_._el1ten¿(cf"ios' c~ntros_sagr~49s"y de peregriDaciÓ.njJºI}l)ªS_StG.~~pa­
generarse en él ~_~ necesariamente, un proceso rep!:e..'~ent{/ci()nply repl__esent(ld(~!. _ silll dnH¡:lción 9_<;..1aidentiq,a_d y sus,a_~?_~i~C,(()I}~S,.s.i.t~lbóli(:'~lS. También es el caso de las
j:_W;,'IS regiona'le~; _·p¿l:"eJ-e~nplo, lilS calles reap~'opiad,\s l)¡u'a el ritual, la ceremonia, la
hólicü _ª_Qcm,á,s ~_~ PE(lgmútico. Es décir, gracias a que el espacio de los humanos es\{i
imjj/iéculo y es i';lplical1tc, puedc_~~,rJ1Q.~ __~"ú;iii}1.<;_ª~ivo, in99,rP9JJ\r y prod\l.~jr_selltid!), 'ibíhílidad del grupo mediante la ocupación corporal. Jose Luis García García (1976:
.\) I . 330) hace años subrayó las estrechas conexiones entre territorio e identidad.
Podríamos hablar de muchos espacios de significación: los de la conquista, l'l
dominio, la subyugación y explotación de gentes, espacios de liberación, ele partid Lugares de la memoria, puede ser lugares múltiplcmentc interpretados y recla-
pación, espacio y género, espacio e infancia, espacios de producción y reproducci{)jj fJwdos por distintos actores que tuvieron diferentes experiencias en ellos o que han
social, espacios y lugares de producción y distribución del saber y las tecnologías, en ¡--nllslruido parte de su memoria colectiva sobre los mismosl 61 ,
fin, de múltiples escenarios de la actividad humana.
Como vimos al hablar de la memoria colectiva, todos tenemos depositados ell
determinados lugares físicos y sus representaciones, parte de nuestra imaginería solm:' 1')'1 La reconstrucción de vínculos con un pasado con el que deseamos marcar continuidad en
un pasado poblado de afines y ancestros, acontecimientos, eventos, un paisaje socia! ,:j pwscnlc explica que en la época de ctnogénesis de muchas identidades ctnonacionales europeas
cognitivo y emocionaI 15 ? i!!!!;UlIe el Romanticismo intelectuales y apasionados cultivaran la visita y adoración de ruinas
'Hqllilcctónicas, objetos y libros antiguos, visitaran lugares ignotos, etc.
Algunos aborígenes australianos dotan de significado ritual y religioso a su tcrr! I',H SU relación con este entorno no tiene nada que ver con la relación instrumental que la
torio: es el lugar en donde vivieron sus dioses y sus ancestros. Rocas, riachuelos, f\-hHh:midad ha establecido con el medio como depósito de recursos a explotar a nuestro antojo,
;,;;I]'.'lgra(\o por la ideologÍ<l judeocristiana del 'creced y multiplicaos' y tornad todo lo que necesi-
\1'1".- t~S decir, patente de corso para arruinar el planeta (Ramírez Goicoechea, 2006).
1,') Véase Ferrándiz (2006) sobre la recuperación de la memoria histórica de los fusilados
155 Pcnllítasemc utilizar un ejemplo ctnocentrado. Tú eres tú desde mi yo, vosotros lo .-;ui,,< ilIH,lll!(, la Guerra Civil, C0l110 resitutución moral de una identidad silenciada, negada.
desde el liOSO/roS. Mi casa est,í pensada desde la centralidad que impongo sobre mi persona en 1'('111 11,1) Un grupo seminómuda africano iba mascando tierra de la que dejaba atnis en su marcha a
ción a otras centralidades que se expresan en sus otras propiedades y espacios. l~'sle, ese, (u/I/(i'/, lHíH llueva, como forma de incoqmrnción lIteral de sus relaciones físicosimbólicas con la misma.
están referidos siempre en relación a mi posición, mi lugar, mi relación, mi proximidad física, ak, {-"iIIWnicación personal Elda GOllzález. (CSIC). Desgraciadamente, no he podido encontrar la refe-
tiva, etc. Relaciones proxémicas se expresan de distinta forma en diferentes contextos cultul'aks y ¡'{'!\I'ia ~~¡nográfica.
rituales. En Dcmiin, una lengua ritual de los Lardi y de los YangkaaJ, pueblos australianos, sólo htly !h! La Casa de Campo, un parque de Madr¡d, es un ejemplo: desde el recuerdo de eventos rela-
dos pronombres: I//a, para mí/yo y 11!/I para no-mí/yo. ,wn;Hllls con la 1I República española, a las apropIaciones de lo público realizadas por dist¡nto~
1% Esta mutualidad ha sido reconocida también por la Sociología Urbana (Harvey 19H2l y ,:qk!.'livllS de inmigrantes -principalmente ecuatorianos y colombianos-, a los usos institucional-
(Url'y y Orcgory 1985). El espacio es tanto el medio como el resultado de la ación social y la rel;! !iÍl'1l1r' enmarcados por el Ayunlamiento de Madrid y otros organismos, a la topografía moral de un
ción social (CL Soja 1985). Una vez las relaciones sociales han resultado en una forma espadol H;p;¡('io dedicado a los "vicios", etc., que son revividos ele diversa manera en cada memoria colec ..
determinada, esto afecta la forma en que esas relaciones pueden cambiar y desarrollar.'Je. ¡ha (Müllauer-Scichter 2003).

278 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES i'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 279
Lugares de la cohesión social, también pueden serlodela disput?,ct"una dis No está claro que la aparición de jefaturas y reinos como formas más complejas
continuidad sobre sus distintas significaeiQnes. El ejemplo de Jerusalén, ciudad santa políticamente influyeran en la formalización más rigurosa de los límites territoriales,
para tres comunidades relígiosas,cristiana (católica y ortodoxa·a¡:me¡lÍ~, musulma Con laaparicióndel Estado observamos que por u~apªnelasfronteras.e)(teriore$VM
na y judía, es paradigmático. El templo de la Roca, ahora mezquita, fue donde se dice ,lcfínién<l(),,~másrig~rQ:;ament~J)or medio de controles, vigi1m¡üas y to¡:la~sll,5tecc

Abraham quiso sacrificar a Isaac, episodio narrado en el Antiguo Testamento, libro nologías,a,soc:iooas '62 Por otra, el dominio geográfieo, demográfico, informacional,
sagrado para las tres religiones monoteístas. Por si fuera poco, el templo incluye el uJilitar, etc. no pueden cubrir todos los posibles frentes de penetración enemiga ni
Muro de las lamentaciones, que los judíos tienen como vestigio del Templo dc I"das las formas de vida organizadas a espaldas de las leyes estatales.
Salomón arrasado por los romanos y que para ellos es centro de culto y peregrina El territorio delimitado, con fronteras, como confín de la soberanía y elpoder..es
ción principal. O el de la Iglesia del Santo Sepulcro en el mismo Jerusalén, apropia ¡In elementodefinitoriodel Estado nacional moderno como Qrganización política y
das sus paredes, esquinas, estancias, por las distintas confesiones cristianas que com· i"hllinistrativa que analizaremos pormenorizadamente en el apartado 6. Lasidenti-
parten su custodia: los católicos (franciscanos y benedictinos), captas y armenios. dlldcs ~ol~~tIvas" nacionales que éste ()rganiza tienen una dimensión territoriarr;~re­
El control de los centros simbólicos ha sido causa y consecuencia a la vcz de no nuuciablcque es incorpora¡jo porla ciudadanía a través de todo un proceso de pro-
pocas disputas entre serbios y croatas con relación a la Iglesia de Medgugorge, impli jJnganda, ip..C::,ulc,ªciQD.,,~du,caci6nº irpposición: uno lleva sufrancesidad cuando CIUza
cando también a grupos familiares e intereses en la explotación turística (Bax 2000). 111 frontera con Italia, por ejemplo.
Pero también entre serbios y albanokosovares. Estos últimos rivalizan, entre otras Colectivos con referencia territorial difusa suelen ser las de aquellos que se les
cuestiones políticas, económicas e ideológicas, por el control de un centro de culto y conoce como diá$poras, poblaciones que en un momento dado tuvieron que abando-
peregrinación al que los serbios atribuyen un papel fundamental en la constitución mU· SJl tierra extendiéndose por muchos otros países '63 Un ejemplo es el de la diás-
histórica de su identidad frente a los turcos, mientras que los albanokosovares tam pora armenia, la más numerosa, a partir del prolongado acoso por parte del Imperio
bién disputan la importancia del lugar en la configuración de la suya. Olomano en el S.xIX y del genocidio de más de dos millones de armenios por parte
.. .
ESP<l_c:ig. y_t~rri!~E!9.E~2. _~ºDjº.~ºJi~Qs. El prif!1_~~_ ~:~n~r~ p., ,l!-º.ª~~U!FeD~!.é~l!...ª~ ~l.ue.st,n)
universo y nuestra extefl.~tón.,en_elJuismo. ·Tel:r.hori,o,tiell.~,.un,sentido más apropi(it~v,(','
,Ir los turcos hasta el fin de la I Guerra Mundial.
El territoriopuede re-presentarse cognitiva y evaluativamente de mucha,sIlli'.l1e-
·tantoetológico como político, haciend"referencia a una ejercici"cteLd"rninio, control ,~:i!S, también _ <:;~.~~9".re(~rcncia"mJtÜ:~a, horizonte utópi.GO,JJom:.ª".p~!!.s~.r y r~~p~,,~.~~~~. ,las
y adlnillistr<icióndeII.nisIllo. Todos los territorios son espacios, perQl10 alainvc¡s,l. r'Hmlcnadasdelaictcntidad y la práctieade§sta. Pensemos en él_caso ju~!o y su
El territorio puede representarse y praeticar,e a diversos niveles de complejidad líl'ITa Prometida, recogida en ell!.xodo y revitalizada a lo largo de los siglos en la
e implicación personal/colectiva, pero de lo que no cabe duda es de que toda relacióll díiÍspóí1í:Haslilhacerse política y geográficamente realidad al constituirse el Estado
territorial es socioculturalmente organizada, tanto ecológica, política, ritual y simbó ,k Israel en el año 1948 en y sobre Palestina, y sus gobernantes desde la clandestini-
licamente. ,I:ul dc los grupos terroristas, como en el caso de Menahem Beguin, perteneció al
IÍmilito de un proyecto político a realizarse sine die. Esto no impide que, para muchos
Es en los aspectos identitarios grupales y sus relaciones con diversos espacios ell
ludíos la experiencia de este modo de in-corporación territorial siga estando en el
los que más nos centraremos, proporcionando una serie de casos empíricos susceptibles
jlvtnir posible, quizás nunca realizado l64 .
de plantear algunos pmblemas analíticos en relación a cómo se construye la Etnicidad.
Sobre todo porque puede proporcionar un sentido de continuidad personal y grupal ya
que nuestras actividades son siempre localizadas y, por contigüidad, pertenecen a un
espacio. A su vez, este espacio representa metafóricamente nuestras actividades en él. 1(,2 Teniendo en cuenta que todo muro tiene su punto débil y todo vigilante puede dejarse
'1!1hornar, distraer, persuadir en algún momento, o simplemente dormirse.
Las relaciones con el espacio y el territorio, l~s rc1acion~~ e.!!..el espaci~)J,.-Y~Eíall lW Para una discusión sobre el término como una alternativa a conceptos como immigración
enormemente entre. gentes sedentarias y grupos. nómadas y trashumantq,!cniendo y a~;jIll¡lación, su uso como naciones que han de despertar para cumplir su destino, etc. desde ulla
que ver con la propia historia política del grÜ[JO, ¿OnilyS prácticas eéól6gic~sydr n fliea anliesencialista, véase Brubaker (2005). De especial interés resulta el artículo de Clifford
re~Iéf~º~.ia, sus sistemas de parentescº,,<:!"lí}~ei:cambio matrin1:?nial, su 'fornJas tk i ! ()()4) que se pregunta por las implicaciones políticas e ideológicas del concepto en relación a
representación y sistemas de valores y creencias, etc. Los pueblos cazaelorcs y reco í}-\dusión social, racismo, inmigración, transnacionalismo y globalización. Ademlis de revisar dife-
frllles corrientes teóricas recoge procesos históricos y empíricos que han sido interpretados desde
léctores definían difusamente los límites de s\lespacio de actividad económica y ubi (id 11 categoría.
cación residencial frente a otros grupos con los que estuvieran emparentados o no, 1M Como para los musulmanes acudir a La Meca al menos una vez en la vida, en el proyecto
La consistencia, contundencia y agresividad contra los invasores dependían/depcn vHal de todo judío está orar ante el Muro de las Lamentaciones, lugar sagrado por excelencia.
den de determinadas constricciones ecológicas y también de las distintas culturas ;v'h~nlr:Js que la personificación de esta situación se da, es posible mandar oraciones electrónico·
mmll ' que siempre pueden ser impresas e insertadas en los huecos del Muro.
masculinas de la agresividad y el conflicto.

280 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES I'liOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLE.JAS 281
1;a referencia al tcrrÍlorio.puedc.ser retórica, eXGJ.t.\siY~}!)J~nJ.~J2QI.l~1}9S;icl1lg,. al,di\ dndmlanos del país, no poseyendo ni pasaporte ni I,ujet;\ idt'lllificaloria del
cur~o, aunque con no menos consecuencias y ef~CJo.s. Una forma sería la del pallil i¡¡j',J1H)IW. Incluir/exigir a los Roma algún tipo de identif'ic<lciúll () a1.:rcdi!aci6n esta-
f'f"lCanisú1O, como movimiento de reivindicación étnica de los afroamericanos, CPj) htífll;¡cionaJl ciudadana para que así se beneficie de las \\gl,~llcias y programas de. ser-
referencia territorial a Africa, al Africa Negra, más que a los países)Jarticularcs de Flclos sociales, de la escolarización gratuita, ctc" en cicrla (Orilla, 1111;1 1l1~IIl1.'nl de
origen de gentes que salieron de sus países, generalmente forzosamente (esclavis!ll()J J¡¡r1l1irlcs forzosamente en la adscripción territorial, polí!ica y adlllillls!rill"iúll (k un
hace muchas generaciones. O la del movimiento I'([sta en Jamaica con Etiopía. Hpn de organización -el Estado- que, en principio, es :üeno a su propia rUl"Illa dC'
También sucede de alguna manera con el proyecto de retorno del. inmigran.tt~ !Iv lH ¡Lilllil.ación social.

volveral~0n dfél 3,Su.,paÍs de origen, como refcrenc,i~,ll1,it~ca qu~,pl:,o,bablcm~n.t_~_J~o,,:,:(,: La iJpPt9.1.1,t.ªJerritQrÍ(~le;s tan fuerte que muchas veces crea los correspondic-Il--
.~umpla, o se ~umpla (l,me,0i[is J 65. O el 'ejemplo de los lJ1'dÍanos, 'p'ara demostrar su éx i!o ¡y~ ~.~(,tl.().n}Irlos, nC?,Jnbres de ,pue~)Jos" de g~J1tes. Los espmloles se llaman así por
social y económico, personal y moral, patrocinando mcjoreas en el pueblo (la esctwln, fh~/.I(IIIÍ((J· ~l norilb¡:e dado 'por los romanos; castellanos por Castilla, poblada de
la parroquia, las calles, etc.), a menudo nombrado Hijo Pedilecto de la ciudad. i iI,'"lillos defensivos en la época de la presencia árabe; lusitanos por Lusitania, tam-
Uno de los ejemplos aducidos sobre la no necesaria relación entre territorio e iden Ílj(in nombre romano; latinos por ser habitantes del Lacio, etc. l70 Segundas, terce-
lWi, cuartas generaciones de migrantes pueden seguir siendo conocidos por los
tidad étnica es la que se dice sobre los ROn-W l66 . Procedentes del Punjab y expelidli~i
durante la islamización de la zona en los siglos XV Y XVI, se expandieron hacia el ,j?'l!h/)!limos territoriales de SLlS progenitores y ancestros. En USA asistimos a esa
Oeste, entrando a Europa principalmente por el Mar Negro y los puertos de Bulgaria, 'l;>;;pccie de etnicidad simbólica que citamos en el apartado 3.3, por la que los
en distintas oleadas, extendiéndose a todos los países europeos donde han tenido di!(' dl'\t'cndientes de irlandeses siguen citándose como irlandeses, los de italianos,
rentes experiencias de la alteridad y la exclusión/inclusión social. En estos no hay ref!.' 01H10 tales, etc.

rencia al territorio de origen indosuí.nico en la misma medida en que no hay elabora Las espacialización de la grupalidad es una constante en muchas colectividades
ción cultural popular sobre sus orígenes punjabíes con suficiente evidencia socia¡JIl'/, y permite determinadas operaciones clasificatorias. Por ejemplo, en Hondarribia
El espacio significativo ha venido definido tradicionalmente por los lugares de UIi ¡fiuipúzkoa), la población se ha dividido tradicionalmente en torno a tres tipos de
recorrido itinerante y su instalación en los campamentos de distintas localidades v ilr!ividad/espacio: baserritarms (de !Jase}"ri, caserío) en el área rural, arrantzales
ciudades, como se muestra en el símbolo de los Roma, una rueda de carromato, adc' Illl"scadores) del barrio de La Marina y kale/arras (de kale. calle) residentes en el
más de por una red que se extiende a lo largo de los vínculos y confraternizacionch ¡ 'í1Sl:0 Viejo.
entre familias y parentelas, y entre éstas y otras familias. Los S(fIni tienen múltiples referencias territoriales. Por un lado está Sápmi que
Una ecología política como comunidades semi nómadas y la propia estructura llldica un territorio transnacional que incluye aquellas zonas de cuatro países
familiar en clanes y la dispersión de los lazos de parentesco, que, no obstante, Sr Noruega, Finlandia, Suecia y Rusia- donde se habla alguna lengua samio Hay Sami
reactivan en momentos precisos (San Román 1997), dificultan la integración teITilO tk la costa y Sami del interior, y Sarni que se dedican a la caza y a la pesca y otros a
riar deseada por el Estado Moderno en su adscripción administrativa de gentes a ¡uga !JI !rashumancia, con sus consiguientes referencias territoriales: las rutas -transna-
res fijos y controlados. Su obligada sedentarización bajo la lógica del Estado mockr (:i()nales- del reno, de sus migraciones de Sur a Norte y viceversa, y que siguen las
no, varía mucho de linos países a otros1 68 . En general, no están reconocidos como i.lIlidades domésticas que se dedican a la explotación del reno por donde se extienden
lns personas que se reconocen bajo dicho etnónimo. Se puede también ser Somi de
¡'\(t~, lado o del otro de la frontera l7l entre Estados. Hay unidades administrativas

165 Por ejemplo, construyéndose una casa en el pueblo de origen para pasar el verano o telll
paradas cuando se retire, manteniendo el vínculo, pero tcniendo residencia fija en el país de acogi
da, allá donde probablemente vivan los hijos (eL apartado 5.7).
166 .... El etnóni,m(),Si¡ono vie.I]~ de. ~~gl'p!allo.,. ele d?,nde,.~e ,crcy~,que, procedían, j(l<) Una novedad es la representada por un partido gitano en Macedonia, que reclamaba a

167 Tájilp6co"~éiites po!í¡iéas'clIü'aillemCÚ})lstítu¡iJas', 16{IUC~d¡li'cliTfi'\¡)rócesos de etnogénc Ii! ONU la creación de Romol1istúl1. un nuevo Estado (Poulton 1995). En el caso español, los
sis (CL apartado 5.4). La relación con el tiempo también es peculiar. Por ejemplo, aquéllos qlh' !{Ollltl sigue cstando políticamente infrarepresentados, a pesar de la presencia en el Congreso en
10 padecieron, no han elaborado una memoria histórica sobre su genocidio durante el nazismo. !dl Illomento de algún diputado su panicipación en otros organismos europeos de representa~
(el'. Stcwart 2(04). 1,' itÍll.
IM~ La propia estructura en clanes y linajes explica muchos de los conflictos entre Roma dl' 170 Lo contrario también es frecuente: nombres de territorios por sus habitantes: F¡Wlóa por
diversos grupos, puestos a vivir juntos como vecinos, categoría social y residencial ajena hasl:! !I)S francos; Inglmer}'(/ por los anglos, etc.
ahora a sus modos tradicionales de vida, En caso de conflicto entre grupos, marcharse era una ¡71 Donde la frontera se convierte en una zona de relación más que de separación. Esto ocu-
forma tradicional de evitación de males mayores. Sedentarizados obligatoriamente, ya no puedell rrf,¡ en la frontera entre Navarra y las provincias vasco-francesas/lparralde, citada como /l/uga. zona
po//('}" fierra pOI' medio como hacían en tiempos. rradicional de intercambio, estraperlo, contrabando, huída.

282 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PllOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 283
como los distritos, municipios, etc. Son las prácticas las que actualizan y construyen fihllcipalmente 175 . Estas relaciones metonímicas se trasformaban metafóricamente:
distintos marcos topológicos de referencia (Díaz de Rada 2(04)172 Ikraull, el barrio inmigrante más reciente y poblado, sin ninguna referencia ligada
M. Sahlins (1976:41,42) menciona cómo entre los Moala la oposición entll.' ii la hísloria de la localidad antes de las últimas migraciones, alejado del casco urba-
gente de tierra y gente del mar se reproduce en todos los órdenes y prácticas eoti í'II), separado por un barrio intermedio, se convirtió en el epítome de la extranjería

dianas o rituales, rellenando aquellas áreas donde no hubiera contraparte, reiventan ,)¡nica y la anomia social (Ramírez Goicocchea 1994; 2000). Un puente dividía las
do y manipulado para eategorizar ciertos grupos como gente de tierra, a pesar de qnl' dos zonas demográficas y simbólicas de la ciudad: subiendo se llega a Beraun,
originariamente fueran gente de mm: Se atribuyen dicha condición porque llegaron lliuando, al centro de la ciudad. Pues bien, había una indicación pintada a brocha
antes, ya estaban ocupando Nuku cuando vinieron los otros. ¡¡,,,'da con una flecha que indicaba España. hacia los barrios de inmigración, y otra
~/n sentido contrarío, Errentería (el nombre en euskera de Rentería), hacia el casco
Las estructuras sociales semantizan los espacios a través de las personas que 1<"
iWliguo.
ocupan. Los poderes, las relaciones, los símbolos, tienen una dimensión espacial irrl'
nuneiable l73 A lo largo de este libro encontraremos muchos ejemplos de espacil1/i Formas de dividir lo público y lo privadoy los\lsos y prácticas a ellos vincula:
zación de las relaciones sociales, como en el ejemplo de Irlanda del Norte, la recu dos puedenSeIllliIiiadósjJafála devaluación étnica: "Aquí vienen y se sacan hasÍa
peración de prácticas identitarias en contextos migratorios, etc. Lo veremos en ii~1{ sillas, como si éstuvieran en ei pueblo, haciendo punto y todo", nos decía una
relación a la segregación espacial como forma de exclusión social (apartado 5.4. l, ¡"ven vasca de 16 años. Se refería a cómo abuelas y madres procedentes de Castilla,
también respecto de la ocupación residencial de los inmigrantes (Cf. 5.7) y también lfxlrcmadura, Andalucía, disfrutaban de la socialidad con vecinas en momentos de
en cuanto al ejercicio del racismo (Cf. 5.5.). hilen tiempo, sacando las sillas a la entrada de los portales, una especie de pedafo
I('f. infra)I76 Consumode alcoholen espacios cultural mente no legitimados también
Peter Wade (1993) ha analizado las dimensiones espaciales del orden racial en
#!'i1 t:sgrimido ·coiiltri-nesos chiCos' gam-bÚI~OS" que hacían botellón en la calle, en las
Colombia. Este país ha sido siempre percibido siempre como un país de regiones: la
t\'ij!~li'jnas~"·~n·Toli-rTiiC-oñés'~.§:g~ies"de'''iiádle.5~~, ~a d~sarticulac~6n urbana. º~~2_t,,~g~"!a­
región andina, como lugar de blancos y mestizos-; en las costas tropicales dd
iíJild;¡d,cgll';¡¡llloyapropiación del espacio público estaban bien ritualizados por la
Pacífico, negros; en la jungla amazónica -indios-; en el Caribe, más mezclados. Esto
pohlaci~)~._ª<~J.9J~!º}l~_,bajo elJonnato le.sít.imo y moralmente sanciado como civiliza-
es así, principalmente por asociaciones metonímicas: raza y región coinciden fuerte
l/o, ndcniás de tradicional: eltxikiteo (Cf. Ramírez Goieocchea 1984; 1990)177.
mente en Colombia (ibid.: 43). .. '''
-",-"" "-,,~-_.,,.,,-~"-"-""--~ ... ,,'"
'''' ",."

Estos extractos I',.mitenadiferentes consideraciones sobre lo públiGo y 10 pri-


La Escuela de Chicago, pionera de los estudios urbanos, pensó la ciudad como
un mosaico étnico, a partir de la agrupación residencial de distintos inmigrantes pOI'
Vi.Hlol'lR, es
y que posible hacer en cada uno de ellos, cuándo y con quién. Distinta~
comunidad dc origen (Cf. Hannerz 1980). A todos nos suena en Nueva York China
Town o Little Italy, o la Bocca en Buenos Aires, como tantos otros ejemplos. Con ""
ns Diferentes reconocimientos subjetivos en el espacio reflejaban sus distintas vivencias y
inmigrantes extranjeros en España también ocurre lo mismo, concentrados en dete!'
"íjlUillcaciones. El valor simbólico atribuido al casco antiguo de Rentería tampoco era compartido.
minados barrios y localidades, siguiéndose unos compatriotas a otrosl 74 FMit los autóctonos representaba el espacio de la comunidad local por excelencia, donde toda la
En nuestro estudio sobre Rentería, inmigrantes e hijos de inmigrantes residían dda lid pueblo tenía lugar; para los inmigrantes, era un centro de gestiones administrativas y de
'>fi!l1praS, sin identificación subjetiva propia.
en los barríos periféricos; autóctonos e hijos de autóctonos en el centro histórin¡
111> Tampco aceptaban las quejas de los inmigrantes sobre el clima lluvioso de Euskadi, pro-
de una geografía húmeda atlántica, acostumbrados, como estaban, a ulla sociabilidad más calle-
(Ralllírcz Goicocchea 1991).
J n Eltxikiteo o poteo consiste en la ingesta de pequeños - txikitos- vasitos de vino, de bar en

172 Díaz de Rada se fija en los partes meteorológicos y cómo estos combinan varias refcreu jUi, haciendo un recorrido altamente rutinizado de bar en bar entrando y saliendo, cruzando la calle,
das territoriales del catálogo descrito, excluyendo, no obstante, la parte rusa (ibid.96). Con la cIHr¡¡ ,;¡I hilo de la sociabilidad con la cuadrilla (Ramírez Goicoechea 1984) o grupo de amigos. Por
da de España en la UE, al igual que otros países de la periferia económica y política europea, ]¡p, f:~!t.'lIsíón, se refiere a cualquier consumo repetido y rutinizado de este tipo, antes de comer o cenar.
noticias del tiempo de Jos Estados dominantes han comenzado a incluir todo el mapa atmosférico I'IIi Lo público y lo privado ha sido investigado hasta la sociedad por las ciencias sociales, a
europeo, contribuyendo a hacer Unión. 1nf'lludo de forma dicotómica cuando en realidad la variedad empírica no se reduce a estos dos
173 Christina Taren (1990) explica la disposición espacial jerárquica de los presentes en cil'l f~\lJ)!;. Roberto Da Matta publicó un trabajo seminal sobre la casa y la calle, A casa e a rúa (Da
tos rituales en Fidji, a lo largo de ejes verticales y horizontales, lo que suele ser común en todi! MiíOU 1984) en Brasil. Resulta evidente que la variedad sociocultural e histórica sobre estas parti-
práctica y disposición ritual: los espacios indican poder y jerarquía por las personas que los oca !.')Plles es muy extensa. Luis XIV hacía sus necesidades en los pasillos de Versalles sentado en su
pan; las personas manifiestan, expresan y adquieren poder también por la ocupación de dichm hm'¡llilla de oro, mientras seguía conversando con su séquito. Las alcobas, semiocullas tras puert;:ls
espacios. ¡J d)ftinas disimuladas con técnica de trampantojo, le servían para satisfacer de inmediato, aquí y
174 Por ejemplo, inmigrantes polacos residentes en Parla, Leganés, Alcalá de Henares, dL' Kd,HUlI. sus lujurias con cortesanas varias, con el conocimiento de casi todo su tren de adláteres, que
(Comunidad Autónoma de Madrid). fJ:ijilTahan a que terminara para resumir la conversación.

284 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES FliOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 285
c,onsideraciones sobre las relacion~s y IXI.lütes -y sus mediaciones- pueden L¡ visibilidad del Ofro, como ocupante y practicante de un espacio ya seman-
rcdescritos experiendal y/o discursivamente en términos de (l,i,~'~,~J?cias-"¿ini\::.h n)(BID () a semantizar por esa misma ocupaci6n es un factor importante a la hora de
Algunas prácticas susceptibles de ser definidas como étnicas pueden reaIT;[¡-;:;é en d jii pn~:eplOcognici6n de la diferencia y, por ende, de su elaboraci6n étnica. La apa-

ámbito privado, familiar, de 10 doméstico, o de la sociabilidad más pr6xima. ESla o; oii\:í¡ín plÍblica, gracias a la movilidad social o a la discriminación positiva o a su
una de las propuestas de una multiculturalidad no pública. Estas diversas estructu liii.i!;t'llcia en instituciones, de colectivos hasta entonces más ocultos a la percepción
raciones entre lo público y lo privado 179 influyen en los diversos modos en que d :;uril1l, ha colaborado a que la gente y los medios de comunicación de masas pien-
grupo se articula con la sociedad más amplia, tanto en el terreno del rcconocimil'n '\PIi t'll un reviva! étnico, cuando muchos grupos ya estaban ahí. Jesús Arpal, insig-

to de las identidades como en el de las ocupaciones de lugares en las estrucltll ¡jr, fh' prDfcsor de Sociología y siempre maestro, me contaba que hace años el censo

socioecon6micas y políticas. lk'] rllh!me en Paris, barrio aristocrático y de la alta burguesía, dio como residen-
" " ;1 UI1 gran porcentaje de oriundos españoles, extrañando a todos. Su visibilidad
!)sos y significados del espacio doméstico varían en gran manera entre distillto'" ·(ql.'i:iI era nula, porque correspondía a trabajadores del servicio doméstico, gene-
, colectivos y 'grupos étnicos. Lugares que .reco.J1ocen~os·-_~§il:'?-:"í)-i:oi;To·s':··l'ugá'i:e's-:::_l .. h)_i; f{j)¡llcnte internos y con poca proyecci6n local en cuanto a ocio o vida social comu-
que los occidentales burgueses .llamamos ho'gal; dond~_.yofve't:· Y~·i.:el.ill~Tto"aos~'llllr)j ¡¡¡!¡Ida ¡X2.
tros mecanismos de defensa 180, 9()I.1q<: __no...tenemos 'qtleJ:.úc}on_4F7"ar".d. ~~_~~·r~I\,'~l.·i;_;CJ)lí_
~luestros,,~ctos, da~· explic~lc~5?ne~ ni justific'1I·1}()S, donde esiü'¡ños solo~_g,,_~-~!lj~~:J:,l~_l1IF Ln cierto es que _laJ"trticip'lci.?n _ d~_ ungrupo en la arella,púlbiql,183., eS. .tlUQ...stc
qU,e conforma nuestro paisaje hum~~. t~..9J~.~.~.iJ~Ial y f.?tie,I~,J~9181, cQ~}Jr~15Jml.~on~'¡1(H_lcJJ(.i.!.; frentes en que lasú~láCToi1"és~ é~}~_ic.-~l~ .~,~. ~9n~Jrllyen, incrementando la percepciÓll
"scenariosd,e,laprcsentaciónj,úl,licaclelyo (Goffman j 987), pu~stasen,e~ceIl,I,I", ;\il(:··,;il . (:J. ~~,H.~L§ii5:t.~,it~:.i,ª;J.o,q~Jc:,_en.Jl!gu_I)O's'"C'iSQS gcnexa.alarma. social en la cQl1luni-
111as_ ele pel~sol.l_ a, en _ ~l. S.~_11ti~i.?_(i.e n~~ls~.~.r~ . ~.().~}.~.!' que,.teneI~los .gq~__ m.~~mS~_l~_~X,~n__ptílllf ~hHI rc,~.~ptora. E§,!o es ,I. ? _9.u.-~_ s_ucedió en la primera mitad de los noventa e:n muchas
'g¿;:etc-Eslos esp,\cíos, las (in)dísciplinas dcleuerpo que implicanopermiten, Ir" 'i1Hlad\~s'ypueblos SiQ'!ilglfs, El cambio delpaisajehumano de pueblos y barrios,
1;1 presencia física del inmigraút\;'" el) 'lugaÍ'es'''d'e''t:cllo{Ón públicos como la calle,
,ti pos de, .in_teracción~ .~0.1~1 uni.cación, .Y..~x f'l.:esi ?I~.,,9.ll~-. 'p,rop}~i,iI1, _.~.~.~·n f;líe~~~~!.l.¡t:L1.IS
incorporados en _lOS hábitus,. los. eS:lilos gl:~lpa)es y (:.l.. t()¡}~ Ytiil1bre' de"T;s!eiac_i()w;)i t¡Virl"\;, lú5"'1)ai:~tlles--;~efc:",'jlÚl:@~~~~~ij'Iª:}~~~~~~~ _ Sloe' pr~nsa Y.. luedios de comuI1ica~iónprq~.
fi!i"illt 11 izgD1!~.~~~!!jE.mfjS?},~ ...I~!,~.~_ ..~Pª,JJG_ .I.a.. cuantía real de su presenci a, 1~.i:l.9_g llc.J..<?s
intepersonal~s, reflejando una idiosincra~ia ctllttl1:al. di,ferencial intells~~ .~Ú?",~}.~'i'iI_l1}1}'
a unos cole~,t,iv.{)s ~~.. ?~.¡:os. Distribuciones, actividades y reapropiaciones' significali ". ,"p.\¡"i()!es nos despertaramos.a l'~,,:'ari~.d.~~ .~.tl.l~~ll:al.. y deInognífica, CO}l más_o menos
vas en forma de estilos decorativos fueron investigados para los inmigrantes extrilli Htl,it'{~n~X~I~')'-Tecero.(··Es'~~ü"rC p'ü-co'Tó" que octirrÍ6' corl los dominica;los en Aravaca
jeros en Madrid, ¡Mildrid) en losanos 90, desapercibidos como grupalidad por la burguesía local que
]¡H Irnía empleados, hasta que ocurri6 el crimen de Lucrecia en un local abandona-
Ocupaciones del espacio público son formas de visibilidad social, presencio'!, i.li.! donde solían reunirse (Calvo Buezas 1993). A partir de ahí! comenzaron a fre-
actividad, notoriedad, poder por Jos que las personas y SllS grupalidades de maleriol '-'!H'lllnr una plaza pública ele Majadahonda!84, haciéndose visibles en una localidad
lizan físicosimbólicamente, para sí mismos y para los demás. La legitimidad O 110 de fil,!!: empezó a darse cuenta del cambio en el paisaje humano de su hasta entonces
la ocupación/apropiaci6n de estos espacios por los o/ros -no sólo étnicos- indica I;~ hi!!IIogéllea zona residencial J85 .
naturaleza política de todo espacio humano, objeto posible de negociaci6n, cons\.'!l
so, discusión, disputa, imposición, negaci6n, secuestro, compartición, invasión, \
todos las formas y grados de ambigüedad y tierra de nadie.

IH.l Comunicación personal. 1990.

179 Y sus mediaciones, como el concepto de jJeda{:o (Magnani 1984). un ámbito público ¡k 1,) ¡in En el sentido dado en Luque Baena (1976).
propio, de la socialidad cercana, como el bar o la calle en eluikiteo. 1~-1 Muchos inmigrantes en Madrid, como en otras grandes ciudades, a falta de locales pro-

180 Según ciertos estudios de hábitos comparados en la UE, una de las piezas más utilizadw, Hn,; ,'xccpl0 algunos centros de acogida, comenzaron a reunirse en tos parques como el Rctiro o
por los españoles es la que denominamos CllarlO de estar o, en su caso, salón. Sentarse en el solú n P¡lnluc del Oeste de Madrid, donde se les ve recrear sus relaciones de amistad/paisanaje, coope-
H(lÚIl, cortejo, en el contexto de actividades como algún deporte, juegos, comensalía, etc. (el'.
quitmse los zapatos y poner los pies en la mesita de delante parece ser una práctica habitual al "oi
ver ele trabajar, sobre todo en las clases medias, es una práctica muy común entre nosotros cOlllpn fd!lllaucr-Seichter 20(4).
rándonos con otros países como el Reino Unido, por ejemplo. Pi~ La aparición pública de colectivos hasta entonces m{¡s ocultos a la percepción social, gra-

1s 1 Obviamente esta es la _i.nlag.~.l~ ..ªe_l... ()ccid~nt.al____al,trc<_t_~I_(~ 'p_{)l~_~~!_HLYi.dnJabQIal._'p,~J?JiGjLy'_urt)iJ


,'h1', :1 la movilidad social o a la discriminación positiva o a su participación en las institucioncs,
(pi) ~~I concurso incesante de los medios de comunicación de masas en la problematizacióll de
na frc.l!§\_L~,~l.:,No hay pocos y p'ocás'para quien v()i\'er ~il'hogar !)llede ser una cárcel, la experit'!H'iil
de la violencia, o simplemente el cúmulo de un montón de tareas no siempre compartidas, dcspul i 1.' il!p,1l1l0S colectivos, hicieron que todos nos diéramos cuenta de que, ademús de las difcrencj¡)s étni-
ti!" 1Illernas, el escenario sociodemográfico, cultural y étnico del país se había diversificado delli
dc Ulla larga jornada de trabajo.,_S_igl1ific<ldos ..de_heg(lJ", como conc~.ptoy~li.l~tico, haX l,_t_lltoS_ ,colnH
entornos socioculturales, aunque todos comparten algo de cuantos n~~gos 11e citadó.' ' OVillllentc.

286 ITNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PliOCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 287
6.3. "Dime qué hablas y te diré quién eres": lengua y hablo I ,as "IC!Jl,K~I.~_t:;Jl~~~},.,ºy{)Jllciol}adQ ,autoreguladal11g,nt~_'pero ,tmnbién en COtllilCI() ,C:.I:10
¡jJj,us P(~E~l!}g9j.º_"fl.lL.rGJJJe9)5)pes_(Ie in(~l:c::!,ll}l,,~jo, cOlne~:~}p, viajes y exploraci()lw~J gl!S:-
H¡¡\ y donli11a~i?ll_eS il~,lp,~,ria_l,i_?X~~:,_La aparicióil'Je la escritura y su lls9,__ at1nüqi,>
Unode los rasgos que más diferencian a las gentesentre~:~í~~~~~~~~~g1!:~186. Rcco¡ 1J jll i\I(), Y polítíc'ó "c,n',' s'o¿Ie~I"~-~i~,s_,,estatales agrarias expansionistas comenzó un ,Ie}ll()
damos cómo los griegos hablaban de los bárbaros para señalar aquéllos de IengUi1!i pi ()r~:s,¡)··(le"_(1r:s~T()~,l(i c,Í,f úTgünas' comunidades con, l~ng~1él propia. Estas pudieron evu
ininteligibles -como la de los pájaros- que constituían todos aquellos pueblos ajeno, hW¡\J1)!.lr"bTéil hacia'a1guna forma propia de notación cscritii'liN~ con todas sus consc-·
al universo helénico. La lengua también fue uno de los discriminantes principales el' i. """álS sociocognitivas (Goody 1977; Olson 1996; Olson, Astington y Harris 1996)
la Edad Media Europea. confundiendo su sentido con el de pueblo (Bartlett 1993). 1'1 ;. plllíticas, bien reservar la suya para el ámbito de relaciones específicas, muchas
etnicismo romanticista del S. XIX fomentó la lengua como uno de los atributos 61n; \TI.TS domésticas y familiares y de la sociabilidad, y suscribir la dominante para las
cos principales. La fascinación por la arqueología y la lingüística grecorroma¡w se h',j:wioncs públicas e institucionales.
extendió a los proyectos etnicistas y nacionalistas.
I,.H cOl?~tru~ci_º}l ,,4_~__<~,lgl¡}1Q~_,Estados-naci6n en Europa también, scJ251.~0,,,_~n_.Ja
Desde el S. XIX asistimos a la denominación de pueblos Indoeumpeas a parti, i:S l);lr,l"sión"p()Jtii,~¡l, ,t-~,IÚ·tq"I~!ªLy.J:'J.üt~!P~J_9~, gt~_Ip'QS _lutejnwu_sieron n_ otro~ ,~n_-pro,pi,a
de particularidades comunes lingüísticas entre muchas de las lenguas que conforman h,'ngll~(~e'IT· -¡:I'n pl:Ü"CC"só' Cle ll~)nlo~:11eizac~~11" liI,lgüú;tica más o menos fOl_ ~'l<:i,a. La
el arco desde el Indo hasta Europa l87 La historiografía lingüística y arqueología rela mi)Jlarqüía-calAliüa-eastellá'úü:u·i¡-gónesa se";;ú'\lió del castellano en su política de inte-
cionó lenguas con pueblos, a partir del relato del Génesis sobre dos de los deseen H!dCiún territorial; 10 mismo hizo Inglaterra con el inglés, lengua de los Anglos; o los
cientes de Noé: Sem y Cam. Su descendencia formaría dos grandes grupos de pn,' ['tlllCOS con el francés, frente a la lengua d'Oc de Occitania. El resto de lenguas, así
bIas especificados por diferencias lingüísticas. Así, tendríamos las lenguas semítica); !!l!norizadas y expulsadas de la comunicación administrativa, política, institucional y
y las lenguas camitas. \'ul1ural de las élites se convierte en patois, lengua atrasada y despreciada del vulgo,
Luca Cavalli~Sforza (1991) ha realizado estudios demográficos comparando 1" il'd dclinida por los grupos de poder como un parals (Bidart 1980)190.
correspondencia de los pool s genéticos de algunos pueblos con sus respectivas fami J.a progresi\la _ desal?,~ri,c,ión ~_I~J.~~,~,}~-'lguas"del nl,und() tiene,ql,IA __~pq.ca det~,[ll?,!,~
lías lingüísticas, estableciendo, una relación metonímica amplia entre gentes divcrsm~ xy
In1 iSl'!}~Lm2!:.0ú1tir y-Ú~ ·,~~J~<,lh,~Es·!~.,:~gl.~~!_?}.~l}" :ul:~)IJea d~l fi_Il~~ ,~~I sigl() _~n adelaJ~,te
y sus lenguas. íl!l .:amino sin retorno: a(;h~l,il1i.~.~_1:(_~f..tºnJ l)(lHn~á, el(rs:i_tó, e<:iucaci?n forn~~ll, qy;;~11g~li~
En el caso de los Hamo-fémina sapiens sapicns, parece que hubiéramos pasad., /i!\.'iút1';""e_fcr:"s_e re~111?-~m e,l.1"las lcngll(l~",cie>la,s"p'(),tcncias éoloniales: espafíol, illglés,
desde algún tipo de lengua primigenia (LeCron Foster 1996) que se hubiera divor,; r!.iUJ~\~S;-"íjo"l:~~i~ª"~~"h~¿~§~i~!:~:~:";l-(~j,~l~_~.> " ". .. - .
ficado progresivamente al hilo de la expansión migratoria de éstos por el res!o de L~l mant~,nimiento de la)¡;}_~g~.t~J?,~opja"si no ~sdominante, es difícil en un con~
África, Oriente Medio, Asia, Europa, Oceanía, y la conformación de grupos distinli 11'\10 1,11,llpdialiZado y globalizado por las nuevas tecnologías de comunicaci6n y
vos con experiencias diversas a lo largo del tiempo y en entornos ecosociales esped (\lnror~11acT(sl;"(re'ia opinión'_"Del número de lenguas habladas a principios del S,XX
ficos. La Torre de Babel bíblica represen!a imaginariamente el momento en que y" hil.'ilú líoy:"'sc--'hiúl-i)cr(frdo'~'lll1a enorme cantidad a favor de aquellas insertas en el
es imposible entendernos unos a otros. No sin cierta imaginación se han menciolla i.lolllilo de la tecnopolítica y la tecnociencia.
do los aspectos crípticos en el uso y la comunicaCÍón en una lengua propia, ajena i!
aquellos no pertenecientes al grupol88. Y, sin embargo, cuanto más se extiende el inglés, más variantes locales aparecen,
\:n relación a las distintas comunidades de habla. Procesos de creolización, pidgins,
ctc., denotan la constante tensi6n entre globalización y localización. Lo
,(,JlIllgS,
luismo sucede con el espafíol en la distribución geopolítica de las lenguas y sus usos
186 Cuando hablo de lengua me refiero a cualquie aspecto de la misma, tanto en su compt'
dírt'renciales en el mundo.
lencia como en su pelformance que pueda ser considerado socialmente, consensuadamcnte () no,
como rasgo idcntitario. No siempre se trata de hablar una lengua ti otra, cuyos Iímit~s ~ambién esl!!"
definidos institucionalmente por el conocimiento experto, sino incluso hablar la objetivada como 111
misma pero distinguiéndose -principalmente su habla- por alguna difcrencialidad léxica, fonélint,
J~,) O en algunas de SLlS formas y funciones instrumentales (notación, registro, memoria,
gramatical (CL jnfra).
187 Muchas etnoclasificaciones son en realidad clasificaciones lingüísticas como la de !ali!lII,
dllllllnicación, cte.), en distintas posibles secuencias y órdenes.
I'JO Para una canadiense francófona que se enorgullece de su lengua y que es uno de los
banul, etc., siendo aplicadas a gentes con una variabilidad cultural, histórica y sociodemogrMin!
'\llporleS de la reproducción de la cultura francesa en un contexto de imperialismo anglosajón
enorme.
\'lBllO es América del Norte, es difícil aceptar que consideren su francés como de segunda cale-
188 Me viene a la memoria aquel embajador español en la cOlte británica que se hacía servil
de un intérprete para no delatar que comprendía el inglés, a cuyo alcance estaban todos los comen tuda cuando va de visita a la madre patria Francia. En tal caso, como me comentaroll en
j)jjt~hcc, siempre pueden utilizar el inglés en tierra francesa y ser confundidos como turistas
tarios y conversaciones políticas de sus iguales ingleses en relación a su persona y a la monarquía
¡l!lll~ricanos.
que representaba.

288 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLE.JAS 289
La import ancia de l idioma se explica en parte tambi én por estar intensal11 ' 1111
entrete ji do con las experiencias Wsoñaies y colecti vas. No hay que olvidar (¡tI! Variantes fonéljca s 195 , léx icas, s intácticas, en la pragmáti ca de un a I!!}sma len-
desde e l punto de vista de l desarro ll o, acc ió n, hab la y s imbo l ización se produ '1'11 " 1111 pueden o erar c ircunstanc ialmente o consoli darse tempo ralmente como lIlate-
e n e l contex to di alógico de la soc iali zación humana (Bates 1979), e mocio na lmCl1 II¡II a trabaja r étni camen e y, por tanto, converti se en s ím bo l o~go, criterio de
le connotado. T?da com uni dad lingÜísti ca es una comunidad de habla, vehícul o (11 Ident idad/diferencia en tal sentido. Esto sucede ent re cata lanes y mallo rquines, y
la expresión , la emoción, la in flu encia, el conocimiento l91 , e l saber. Es un a habill 1'lI lre cata lanes y valencianos, cuyas ~é lit es étnicas movi li zan Eolítica mcnte este
dad fuertemente in-corporada y vincul ada a la ex peri e ncia 'SOCi;1 de los sujeto" disenso . Los primeros hablan de van antes del catalán ; los o tros de mallorquín y
Des pués de un largo viaje, vo lver a l idioma propio es como volver a casa, ll tl ~ I c nciano como leng uas autónomas propias, au nque procedentes hi stó ricamente
do nde pode mos expresarn os es pontáneamente, sin buscar las palabras, sin ICII l11 del catalán.
que orga ni za r consc ientemente un léx ico, un a sintaxis, una fon éti ca, en la memo Recordemos que el di ac ríti co étn ico principal de la identi dad étn ica vasca a par-
ria de trabajo. 111' de los años 70 y 80 fue la lengua; y esto en un a comunidad ele hab lantes restrin-
Según Jean Aitchiso n ( 1996:25), el leng uaje es parti cularmente e fi ciente p"' '' ~ Ida aunq ue cada vez más numerosa g rac ias al proyecto político de alfabeti zació n
distin guir rol es soc iales, mantener los vínculos sociales e influenciar otros. Bucll u IIIfantil y de adultos en euskera de las insti tu ciones auto nóm icas vascas y de organi -
parte de la tradición y la memoria colecti va, la socialización en la lealtad gru pal y <'1 l uciones populares y políticas vinculadas a la recuperc ión del euskera. En todo caso,
víncul o intergeneracional , han sido y son ex presadosl 92 , o bjeti vados y apropiadm y dada la difi cultad in trínseca del ap rendi zaje de un a lengua no indoeuropea, la forma
narrati vamente, de forma oral o escrita o ambas. ti· hab lar el castellano adquiría un potente valor étnico para todos aquellos enleldunes
(110 hablantes de e uskera). El uso de calcas, la entonación, la prosodi a, incluso de ter-
La lengua, su fo rm a ele hab lar la, s i g~n siendo capac idades/actividades de p'¡
l!li nados errores ve rbales y g ramat icales, constitu ían modos ex presivos de identifica-
mera magni tu d tan to para la ex resió¡ como ara e l reconocimiento étn ic . Corilo
dó n y reconocimiento étnico, a pesar de la fa Ita de domin io instrumental de la lengua
pr, cl lca es!!,.n uen cJemplo-de..c.á un ciona la metonimia y la metáfora en la~f (Ih unírez Goicoechea 1991 )' 96, en sus di stin tos modos y grados. Tenemos un caso
cidad, conjuntamente. La lengua puede simbolizar al gru po ét nico metajóricamell¡¡;' IlllC resante en los inmigra ntes latinoamericanos en España. Si por un lado tienen una
l:epre$enta al grupo. Como hemos menc ionado anteri o rmen te, e l euskera -se hab l:1I n venlaja sustancial frente a otros in mig rantes por su capacidad lingÜística, po r e l valo r
o no- se convirtió en el emblema de la identidad vasca a partir de los años 70, tan10 \'ornunicati vo instrumental de la lengua, por el otro, es precisamente la forma de
en la age nda étnica y polít ica como en e l sent ir popular. Discursos, mov ili zac i o n c~ , I",blar el españo l lo que les signi fica como il/migrallles (Ramírez Goicoechea 200 1),
acti vidades, recursos, prog ramas, plani ficaciones, han girado desde ento nces en tOI'11 0 lIu nque posiblemente mellas ex traños que otros. Como nos decían dos ecuatorianas,
al euskera, su reconoc imiento políti co e institucional, su recuperación y extensión, II migas, cuando pasaban delante de la policía, no hablaban para no denotar su habla
Del mismo modo, puede establecerse una re lac ión por conti gÜidad , una asoc iaci6n difere nte al castellano.
metonímica: aq uellos que hab lan euskera son vascosl 93 , étni camente hablando l94 , pOI
cuanto que e l Di scurso étnico hegemón icamente dominante ha privilegiado a la ICII
g ua como discri minante ét nico.
195 En relación con las variantes fon éti cas, prosodia, entonación , ri tmo, silencios, volumen,
t'It.:., - lo que en términos vulgares deno minamos (/ceIlfO- son elementos que pueden configurarse y
\' nmbinarse para caracterizar un habla de for ma grupalmente idiosincrática. Gottlieb ( 197 1) ha
II1cncionado en vari as ocas iones un concepto muy interesante en e l desarrollo sensori operccpto-
\'ogniti vo. Se refiere a ventclllas cognitivas ('cogni tive wi ndows'), como la apertura y nexi bi li cl ad
191 Las compl ejas relaciones sislema/enlorno que caracteri za a lo lingüíst ico y e l conoci micn \ltlC muestran los animales en determ inados momentos de su ontoge nia y que propician la in -cor-
to han sido descritas en Ram írez Goicoechea (2005). puración subj etiva -el apre ndi zaje- de determ inados contenidos bajo fo rmas, marcos ('frames ' ) y
192 La comun idad de habla es una comunidad en el presente, qu e sólo garanti za su valor en el nm lcx tos específicos. Pues bien, estudios rec ien tes muestran quc al rededor de los seis meses, los
tiempo si es reproduc ida en las nuevas generac iones (Balibar 199 1). hcbés han rea li zado ya una clausura operacional por la que distingue n no sólo las voces de sus cui-
193 El francés idelllifica a los fran ceses, tan to pa ra ellos mismos como para los lIo-frallce.H'.\ dudores y fig/lras de víllculo ('attachment figure ') (Cf. Ain sworth 1977) sino la fo nética particu lar
que reconoce n mínimame nle esta re lación asociat iva. Si no fuéra mos sus vecinos y no supi éramos tic la lengua en que habl an, a part ir de la oclus ión y ape rt ura de voca les específi ca que caracteriza
nada de e llos, no pod ríamos eSlablecer esta relación. Cuando no distinguimos entre las diversas len 11 cada lengua. El habla que aprenda hasta convertirse en micmbro de su comunidad de habla - hac ia
guas eslavas (ruso, po laco, serbocroata, búlgaro, etc.) no podemos rea li zar esta asociación más que los tres Ó cuatro años- estará indisolublemcntc penetrada de una fo nética de la que sc habrá apro-
e n términos étn icos amp lios, sin at ri bui r origen concreto al habla nte. piado como suya.
194 Desde el punto de vista de la co mpetencia lingüística, sería n euskaldunes, hablantes de 1% Resu ltaba inte resa nte comprobar có mo las madres inmi grantes, gracias al mayor co nl ac-
cuskera, frente a los erdeldulles, hablantes de enJera, cualquier lengua no cllskéri ca, y, por inclu lO con sus hijos, la escuela y e l pueblo en genera l, eran re-soc ializadas de alguna fo rma por sus
sión, caslellallopar!allles. Hay que observar, no obstan te, que mientras que estos últimos puedcn hijos en estos as pectos paralingüístico, por lo me nos en mucha mayor medida que sus maridos.
ser monolingües, ningún euska ldun lo es. expu estos casi excl usiva mente a sus ámbitos de trabajo y a la soc ialidad del bar con inm igrant es
como ellos.

290 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES


PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 291
Como vemos, aunque las dimensiones prácticas y las simbólicas y cxpresiv,ls !¡jJ)piam,~,11,t,~_J,I,1syrLll,ne~1~,~J5~s y de _Il}Oy'i)i,(~~(,I,,_s,(?ci,~I,: Lenguas IlIi/IIJ/ ('(lilas como el
sean ámbitos mutuamente intervinientes y ligados en la actividad y la rcpresentaciún, ;'u>;ke-ra, ciéspues de siglos de expansi'ón ydifLISi"óll ácl castellano, VI ¡\('I:lS a la políti-
se articulan, no obstante, de forma compleja según cada caso histórico y contextua! ,~:A lingüística de la Comunidad Autónoma de Euskadi, se han COIlVCl (Id!! \'1\ rcquisi-
y sus diversos modos de sistematización, estructuración y cambio. ¡ji para el acceso a numerosos puestos de trabajo en donde su dominio ('\ ()hligado.

~Hra evaluar la importancia étnica o no en 1,,_1 ,(I9JinLyüS.n y Qin;üni.ciLLd.-CJJ1i1mi¡,l, hl este caso, los recursos y estrategias dc movilidad han capturado la klll',\ld dnica
"l'H110 elemento válido entre ofros.
también es imp?rtante conócer variaciones en lapraJ~p1á,ti,ca ,(I~J,',l,_lcl~Utl,~"se{rún Cflll
textos de uso e interacción l97 , El lugar, la ocasión, la ,:Cf¡;c16n, la"i'e~lp()I:aii'aa(r(í~'~-i La asunción de una lengua como vchículo de COlllllllicación pública t';; Ull:!
uso de la lengua' conlo :vehfculo de comunicación habla de su posible valor estratégi wnesta por la reproducción étnica en cuanto que aquéll<l t~S asociada como idc1l1il'l
co identitario. ¿Es la lengua de las instituciones, de los documentos, de la vida púhli "olorio de un grupo, Las instituciones, gracias al valor ()!org,H!o a la lengua COIllIl
ca, de las escuelas? O, por el contrario, ¿es la lengua del entorno doméstico, dc 1;1 ,'!mholo y medio de expresión y comunicación, crcan y rúTt',:l1l continuamente su
sociabilidad primaria y los espacios sociales semi-públicos del ocio, la amistad, 1;1 ','llL'ación y lealtad con un proyecto de recupcraci6n y ohjc¡ivilCiúlI lSln1ca, Es cierto
calle, los medios de comunicación (Urla 1997)? ¿Es la lengua del intercambio entre 11L~~g_um~~~,~g",!_~, l,lgf?_n(lli!ed~IJ?()1.ítiS:,an1ente, in:s,l~,t,~I_cioll,(I,lil.ad;ll;l) ,el lllC{lio esco-
grupos diferentes') csulúilengllan1ate(lw .en .cl ..s.cntidlljitenrl (Hóbsbawm, 108:1: 1'1), I"'}:()puege
Diferencias de género pueden ser importantes a este respecto. En el estudio rca ~:,Pr!() a 1~'Tilrg? ,d,~ a_l,gtlI,?~?"g~I~,eF~,~i.91,~,~,~,: El euskera baluo o unificado forma parle ya
lizado por Mary Macdonald (1989), la "ociabilidad masculina en los barcos y en el rk, competenda y el' patrimonio de varias generaciones escolarizadas en I~\lskíH!i 1'){)
bar se desarrollaba siempre en lengua bretona, Las mujeres, por su parte, lo hablaban V, úllllque siguen existiendo variantes locales y contexluales de uso, no e."l menos eie!'-
10 que las nuevas generaciones hablan a sus hijos e hijas un euskera diferente al que
pero no en el ámbito doméstico, pues su deseo era enculturar a sus hijos en la lenguíl
dominante, el francés, y facilitarles, así, el acceso a las escuelas y la cultura france !whlaron sus propios padres y madres.
sa, Del mismo modo, el conocimiento del francés les proporcionaba la posibilidad de En lo que aquf acabamos de formular, no queremos dar pábulo a ninguna apro-
salir de sus pueblos y de la dura vida de campcsinas';./\.1t,el..nan~_ iI_l~ el,e, le,~1gua ('codt, 'tímación primordialista, porque nos hemos referido en todo momento al modo en
switching') ~?egúIl contextos han sido puestas de man1f'íe:s,l? p~ra,,,-~,'lu',c,~~~LªILJ2Q.LK. {¡ile los procesos ocurren en contextos específicos, siempre variables. Pero, además,
V{,o()I~\!"d (1989); también para el euskera (Ramírez Goicoechea 1(91), . ¡¡firmamos que 19s .pro~esos identitarios étnicos no necesariamente ,se cons~ruy~'_l
El estatuto de la Iengual,,\bla del Poder de SU reJlreg:1Jlnción Y !lel POcjeLPolí¡i ;,\!hr(:,,(~,i,~erel~~i,a~s){tlg(irs_ti~as, ni como ~tractores ni como elementos operativos con-
,co de lasélites que 10.5\lP.ortan (Horowitz 1985) y promueven, Algunas de las prc f\,:,,,\ (u"a1es',' 'Ócnte,~)?tl_ederl' ~,'\,l?lar, _Si.i.~tiI1tlls" 1~_l1g~~a5 t sin embargo, no hacer, d~, e~,~a
guntas que pueden realizarse Cn torno al grado dc objet{\lacIÓ'11 social de la lengua y Í.f¡~~tT;l"~"ión tiil-"iúarcador étnic¿ióó. (\;n1l~11idades "'am'erindias y aborígenes austI;ália:
i1l1S lúibTai1do"-¿ri1'cl:ei;tes~{éfloil1as pueden sentirse vinculados formando una grupali-
su institucionalización étnica son las siguientes. ¿Hay lengua escrita, es una lengua
literaria que permite una objetivación discursiva de sí misma como diferencia a la ve/, 11lHI que puede hacerse efectiva en determinadas circunstancias de oposiciones seg-
que vehicula, expresa y comunica la identidad étnica de un colectivo, así objetivada j!]l:n(arias.
y reconocida? ¿Tiene presencia en los medios de comunicación de masas que propio Aqtl,éllos que _~,omparten una misma lengua pueden 110 hacer de esta un ,lghl,~i­
cie su propagación como tal y la propaganda .';;obre la diferencia étnica? (',Hay orga ,j,:!il1)1t;~,2tnko. Por ejemplo, ~erbtos) croatas,
y J)üSJÜQS comparten la ,~}isma lengua
nismos especializados 198 para su normalización, su correción, su enriquecimiento y I"ilava, el se'rhocroata. Son diferencias entre sus experiencias históricas, en particu-
su cultivo intelectual? ¿Hay políticas específicas para su aprendi:aüe y uso cotidiano ¡¡llrS contextoSY1~;;;~;~entos alternados de dominación y e independencia (el Imperio
e institucional público? i'111~-;lrohúngaro, el Imperio Otomano, el nazismo) política y religiosa las que justifi-
eHn para sí y para otros sus idcntidades étnicas, las cuales, convenientemente agita-
<;:uando la defensa y la dinamÍzación simbólica y de uso de una lenaua como
idi01'rúi"(1c"ún, grupo étnico así constí'uido se cOllvjerte"e'íi',tl,11,,?,bje~iy?, p6í!~{~ó-"ill'slTúi, das políticamente por élites con particulares intereses geopolíticos y nacionalistas,
c:ional prioritarig, puede convertirse en un bien de pJ'~,s,!igi~) :I?,~r"a"qL,I,i~n lo h'l.~le~-cll h<gitill1aron política y socialmente la última Guerra de los Balcanes.
términos no sólo de reconocimiento identitario e inc1~lsión -social, sino' en t¿rrílYil-os

1')') La primera ikastola o escuela vosea con enseñanza en euskera fue la de Santo Tom<1s, fun-

diHla en 1971 en la clandestinidad por un grupo de padres en San Sebastián. Actualmente todas las
1<)7 Por ejemplo, los códigos restringidos y códigos elaborados (Labov 1972), cambios dI' iLw,tolas han sido integradas ya en la red pública de enseñanza de la Comunidad Autónoma de
CÚdig;) ('code switching') etc. conceptos lítiles en cualquier elllogn~f¡'(¡ del lel1g/l(~ie. ,1':Hskadi.
I)g Como por ejemplo, la Real Academia de la Lengua Española, o ElIska!;:,ailldia, Academi,l '.wo E~o es lo que cuenta F. Barth (1969) para algunos grupos. Eso le hace decir que el conteni-
de la Lengua Vasca. ¡In de la diferencia es baladí, y J_? que cuenta es C~1,11_{) __ S_~. e~,t,~,?_l~~ell,,!,o_~l,íll1_itcs en las interaccio,l,:,~S.

292 UNICIDAD, IDENTIDAD V MIGRACIONES I'IIOCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 293
t
Las identidades étnicas en el Líbano tampoco se han desarrollado en torn o a 1l~1 VhJ.\cn de Covadonga y en San ti ago matamoros, cuya imagen sigue pi sando la
bies diferencias lingüís ticas, sino por comunidades de diferente origen reli gio"tI 111111 11 de un infiel.
incl inac ió n po lít ica, princ ipalmente, en un contexto geopolítico complejo C0 ll10 t'.
del O ri ente Med io, donde poderes locales, vecinos y potencias mu ndiales cjcl\lI '\1 ra streamos el significado históri cocuhural ele estas fi guras nos damos cuenta
I I III ~' son cristali zaciones de particul ares apropi aciones realizadas en momentos
diversos juegos estratégicos. Tampoco ocurre en Irlanda del Norte entre norirlUllI1
ses católicos republicanos y norirl andeses protestantes un ionistas (con el 1<1'11 IlIliI'ohi stóri cos muy concretos en búsq ueda de continuidad y leg itimidad.
Unido): ambos g rupos hablan inglés, pero son de filiació n rel igiosa y política y c~1 Wll1110S Gran Bretaña: San Jorge es patrón de los ingleses; San And rés de los
nenC13 histórica diferentes. Los ejem )Ios etnooráficos son innumerables en 1I 1111 'ses, San David de los galeses. Los irlandeses tienen a San Patricio, evangeli-
Ilr
otro sentido y no nos bastarían estas ~gi n as para agQlarl os a to os. Ilh ll dc las islas.

I ln repaso a San Jorge nos da algunas pistas sobre lo que es el trabajo y retrabajo
111111111 1ele una fi gura tan legendari a de cuya persona poco se sabe. Parece que nació
11 lit ('lI padocia (Turq uía) y que vivió en Palestina en e l sig lo 1II ac. De padres cris-
6. 4. Creencias y prácticas religiosas 201 UlIII.I, fue soldado romano. Se enfrentó a Diocleciano por la persecución de los
,1 11II10S y fue torturado y decap itado probablemente en Lydda, alrededor del año 303
El término religión, como muchos otros, es un caj6n de sastre. Aquí 11 0 "II~ 1 '1l'cutado. El Ábate de lona (Escocia) San Ada mnan lo cita en el siglo V II, a par-
entrar en el análisis de sus formas históricas, sus signifi cados sociales, sus di v('1 111 Ih' Ulla historia procedente de un obispo francés que había estado en Jeru salen y
elaboraciones escatológicas y moral es, su imbricación en las relaciones socluh ~1I1 lugares santos. También lo menciona el Ven erable Seda en sus escritos. Fue pro-
como ideología o como ca tegoría de vida, etc. Cuando a ella me refiera será dcsdt I IIllIv ldo a santo en el año 106 1 con la dedicación de una iglesia a su nombre en
ori entación ideopragm.ática que sigo en todo este trabajo, ~s decil" como conjunHl l1 IIOII\'lIster. Una de sus primeras referencias está en el escritor sajan Aelfri c, que le
~enc!as,-rel3n~s..ent-aG.~~ Pero no tanto en su contenido como ' 11 I 11111., culturo en su Vida de los Santos (' Li ves of the Saints'), arededor del año 1000.
articu lación compleja con otro conjunto de creencias, representaciones y pníclh , 1 I lt'ycllda cuenta que se les apareció a los cruzados en un a batall a, ayudándo les con-
como es la Etnicidad. Por eso tampoco elllraré a disc utir demasiado e l hecho de '111 11 " 1'1 illfiel y en el año 1222 declararon el 23 de Ab ril como el día de San Jorge.
las grandes etiquetas no son más que maneras de simplicar fenómenos harto vari ndl' I IIIlIldo Eduardo III fundó la Orden de la Jarretera ('Order of the Garter') la primera
y complejos en sí mismos en su aUla-organ ización y en relación a enlorn os-mlll l 11 "h'" de caballería de Ing laterra, la puso bajo la advocació n d San Jorge y desde
históri cosoc iales, políticos, geográficos, etc. IIII II. CCS fue tomado como protector de los ingleses. Se di ce que en el año 14 15 aren-

Panteones, f~ulto , ti O de rituales sagrados, locali zaciones y maniplllu l' 11 NUS tropas antes de la Batalla de Agincourt apelando a la protección de San Jorge.
ciones de lo sagrado, relaciones con lo iVlno, tipo de ritua les, forma s de dispWhI 111 1'111;;0 1483 su historia apareció en La Leyenda Dorada ('The Golden Legend '),
socioreligiosamente de los muertos, etc. pueden ser criterios de diferenciación , inl! I I.,ullicció n de la obra de un arzobispo francés sobre la vida de los sa ntos. En ella se le
I ul ~j a a una fábula anglosajona del S. XII en donde un valiente caballero vence a un
p~·e~aci~n ·a?a·o de di~ciación ét nica. Como antes, 'díme a quién ador; y 11
,h,I~. n, fundiéndose con e ll a. En el a;;o 1940, durante e l reinado de Jorge V I, se forjó
d.re qUién eres. Los Hmollg de Laos se consideran diferentes de otros grupos ~tll l
cos, entre otras razones, porque entierran a sus muertos, lo que para ellos pone en (\\ I l. I '1111. de San Jorge, q ue se otorga a civ iles por actos de especial heroísmo o pleigro.
dencia su dominio de la geomanci a en contraste con otros grupos étn icos en 1.110 I I hUlldera de San Jorge, una cru z roja sobre blanco, que fue incorporada a la bande-
bud istas (Pasten 2004). 1'1.Id Re ino U nido (la 'Union Jack'), es la misma que los afi cionados a los clubs de
Itll hn l ingleses ex hi ben en los partidos. Es el Santo Patrón tamb ién de Cataluña,
Todas las monarquías medieva les se atribuyeron algún tipo de contacto con l~,
I 11\' 'res, Palestina, Georgia, Lituania. También se celebra en Aragón y en Portugal. Es
divino o con los santos, como intermediarios. Estos se consagraron como velélchll l 1IIIItrón de de la caballería, de los arq ueros, de los leprosos y sifilíticos.
y guardianas del pueblo, legitimadores de las él ites dinásti cas y, al final , en sa lll"
patronos. El Reino de Asturias y e l historicismo de la Reconquista en la aparici611 .1, 1,11 construcción de los proyectos etnonacio nalistas de los estados europeos
11I1I\lcrnos, como conri~ - . reada de los anteriores, se h~basado en forn;;;-
IUlr'/fJI/;¡estalales de identificación religiosa. Muchot'ieiñpo se habló de la Ig.lesia
,If(l en- u·lanCla, que cons istía más bien en una práctica más cogesti va y hori zontal
- E~s te epl-gra f e es ..
'01 Injustamente brevc. S'In embargo. tengo algunas excusas y llIla prolll(' ~
Las ~xc ll sas es que lo religioso aparece continuamente en distintos lugares de este trabajo eros''''1 di ~~I ccc i ón de cargos y forma de vida en las abadías y monasteri os. Gracias al traba-
renelal y q.ue este apartado no quiere ser ulla enciclopedia de las relaciones ét nico~religiosas, ,,111' 1" "llIlural de la reina Isabel I de Ing latera y alg un os de sus más cercanos consejeros,
una seleCCión de temas a pensar en relac ión a debates actuales. La promesa es que en otro lllOJHrll IlIllgl icanismo encontró su lugar reli gioso y étnico --como defi nición de lo inglés-
10 más oportuno diversificaré esta orientación tan etnocentrada.
jlll u 'ipa lmente en la transformación de la liturgia de la Misa, a mi tad de la intransi·

294 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES 1'1/ CESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJA 295
genc ia virulenta del protestantismo y el catolicismo papi sta. Francia se debatió enll, h'" Nuclen estar fuertemente imbricados en los /uíbitus y formas de estar, PG.l~· y
el protestantismo de los hugonotes, acuchillados por la monarquía católica en 111 , "", ¡render el mundo'OS: lli parte de la socia li zación y dl:Ja..c.oJ)Stitucióu.LlcJ~.....,b-
Noche de San Bartolomé ( 152 1), el antieatolicismo de herederos de la corona t'lI 1' 1VI( a es personales y colecti vas como mieIJl!¡LO$...!'.econocidos y partícipcs de II l1a
disputa y la resolución pragmática de Enrique de que "París bien vale una Misa", I I " I,.ill!!!lQ.ad. Etnicidad y religión monoteísta pueden coincidir el;'lo siguiente: formas
etnonacionalismo griego se edificó, además de en su reclamación de cuna del pensil 11111 'cidas de liderazgo carismático, fo rmul aciones de salvación y destino de lipa
miento europeo, en el reclamo de representar la verdadera iglesia ortodoxa. Pocldn 1I 11'i\iánico ante situaciones de males tar cultural co lec ti vo, crisis sociodemográicas,
mos poner muchos ejemplos más. El etnonacionalismo vasco inicial se fundamcl1l1\ 11 'mi, etc., y, por fin, modos de incorporación engloban tes aba rcantes, donde la
en e l catolicismo radical y la incontaminación histórica del infiel, lo que, según 'sil ,j i 'rencia es permitida tutorizada y {}(lferllol¡sI0206.
discurso, no podía afirmarse del resto de España. Como en el caso quebecois c it"dll Podemos volver a pensar en relaciones sistema/entorno. Podemos pensar lo reli-
arriba, fue no obstante redi rig iendo el discurso de su diferencia hacia cuestiones 1111 10'10 como procesos sistémica en su propia consti tución dinámica relativamente
güísticas, entre otras (Cf. apartado 5.5). 111"ólloma, que puede tener a la Etnicidad - las difere ncias y semejanzas identitarias
La España de los Re es Católicos -y sus sucesores- se basó en e l catolicismo ~ '1Iu,' produce, vehícul a y gestiona- como un entorno significati vo para su propia aulo-
la Contrarreforma. Prácticamente todas las form as de gobierno en España han 1'"1 II IIISlilución y allto reproducción. La religión, c.Q!!!2 proceso sistémico, puede e jercer
movIdo, de una u otra manera, la religión católica, contribuyendo a consolidar ~,' I II ,11, nrincipio de orden y clasificación social, como atractora de Entornos que puede
como fuerte referente sociológico y cultural en nuestro país. tanto para creycllh' IlI plurar en su totalidad Q en parte, y (etrabajarlos internamente mediante microsiste-
como para no creyentes. Aunque no vayamos a misa, no bauticen~ a nuestros I@II¡, 1'111' que constr ye en su cO\!,plej idad intern ~
no nos casemo rJ~l a, los españoles somos sbciológicamente y culturalm,'"
~n207, en sus versiones más fu nda mental istas, ejerce de atractor, principio
te católtcos. El catolicismo impregna nuestro calendario ritual y festivo (Navicllld III ~II lIi zador de muchos otros dominioA-deJa-Yida social, de tal manera que, a cieltos
"Cuaresma, Semana Santa, Santos y patronos, fi estas, etc.), nuestra imaginería y nU I" IIlvclcs, no existen entorn os independientes sino como microentornos incor orados 208.
tro arte (literatura. escultura, pintura, música, arquitec tura), nuestra gastrollomfll
lit" ac e l punto de vista de las re aciones entre re Igl n e identidad étnica, no todos los
(d ulces para Nav idad, com idas para viernes de Cuaresma, etc,), nuestras relacionl"
1""slIlmanes son árabes ni todos los árabes son musulmanes. Sin embargo, el Islam
sociales Cal calor de acontecimientos del ciclo vital ritual izados: bautizos, comu nlu 1"1'de co-optar la oposición árabe-occidental, que en principio diríamos que se ha
nes, bodas, funerales), nuestra imaginería de l mal y las desgracias (demonios y á ll ~I' 1~lI!llIb l cc ido políticamente como una oposición étnica y asumir esta oposición como
les), nuestros gestos de protección y buena voluntad'02, Somos culturalll/el1le cristl ll
jllilpia, sustiuyendo árabe por musulmán, De este modo, e l principio ordenador reli-
nos católicos, del mismo modo que aquellos que no se prOiiUñcian como musuhñ7iTI\'
~ Iuso incorpora todo principio étnico, haciendo del primero el hegemónico. Lo mismo
pracTIcantes observan siempre el Ramadán, como prác tica de absti nencia que hit¡
jluede pasar con las relaciones de género, las relaciones filiales, etc" que no son entor-
define culturalmente203
1111' ¡,egidos por princ ipios ordenadores propios, sino que son abarcados - por lo menos
Aún a sabiendas de lo que sigue es más que discutible para otras formas re liglu
sas -a las que todavía no he podido prestar suficiente atención- voy a concentra, 1111
en las tres grandes religiones monoteístas, I slam, Cristianismo, Judaísmo, cuya cOnl
paración se base en que tienen elementos comunes entre sí, y en cada forma en (JlII l05 Es decir, los sistemas humanos y sus entornos, y las relac iones entre ambos.
l 06 No olvidemos que estas tres re ligiones monoteístas compa rten, además de profetas y otros
se desplieguen, también ciertas coi ncidencias básicas mínimas'04. II I ~ ~O S comunes, una fuerte orientación patriarca l.
¿Por qué uede..darse ullll..Jl'lacióll tan g mbiótica entre este tipo de re li gi o nc~ ) l07 El Islam, co mo tal unidad monolítica no existe; diferentes corrientes, escuelas, experien-
la Etn'icidad? En sus formas dogmáticas y practicantes, ~ rincipi os ordenadu I lulI hacen impertinente esta reducc ión. Pero si pensa mos en aquella forma de conceptu alizar a par-
~ tll de p(lrecidos de familia (CL apartado 1.3), a lo mejor se nos disc ulpa este ....l~
11I1.Ibién reconozco estar infl uida por el envenenamiento y la estrec11ez mental de las relaciones,
11IlI csentaciones y di scursos entre Euroamérica y los países islámicos. E indignada por el encona-
202 Como el JeslÍs! del estornudo, antiguo exorcismo contra las enfermedades con tagiol!!! mll'ut o política y económicamente interesado, la falta de tolencia, respecto y comprensión entre
Vaya eOIl Diosf como deseo de protección y bienestar, Dios míof como invocación/excJ a11luclnu 11 11111, y otros.
ante la sorpresa, santiguarse an tes o después del peligro, rorma de protecc ión corporal co incidCllh l OX Así Pllede verse con la práctica política, por e~el11p lo. Sin que esto nos haga olvidar la
en otras cu lturas, etc. Como con trapunto, también el Ojaláf, como invocac ión propiciatoria a 1\111 IIIIpl'OI1ta religiosa de muchas de las Ideologías y activida es polít icas del mundo Cristiano que COIl -
recuerda nuestro pasado musulmán. _hlcnullos más laico. No hay que olvidar que el Vaticano, el clero, las autoridades eclesiásticas, las
203 Así nos lo confirmaban los inmigrantes musulmanes poco practicantes que entrevislallu 111t(lIllizaciones y movi mi entos religiosos siguen participando en la arena política de los debates
en otro trabajo publicado en 1996a. hll'uI6gicos, la toma de postura sobre cuestiones como el aborto, la investigación médica y la repro-
204 También sus propias hibridaciones, vari adamente cJ as ificables: la re ligión dru!1II, 1I Ilucci6n as istida, la sexualidad, la familia , la educac ión, la vio lencia política, etc. Parafraseando a
si khislllo, etc. I ul¡)ur ( 1992), tampoco en esto hemos conseguido ser mu y modernos.

296 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 297
fomalmente y en sus versiones nUls totalitarias- por el principio representacional y l lna relas:.iQJ.~,,,JD!.CrQ~~?~!lte es la que se establece ent~·,e _ },~~_",~.I,~~,l,1~~""Y,,1~~_I}.!,,~15l!.!.!D,án. Es
pragmático religioso. ES(Q no ha sido una dinámica exclusiva del Islam, sino que 1w <'Í\'f!O que 'el Islam procede de Arabia, dentro del origen' común en Oriente Medio de
formado parte del /al1g[{age~game, a veces heterocrónico, entre el Cristianismo y \'1 l!!', [rL~S credos monoteístas. La extensión dc In cultura, ár.,_~.l)~J?9r"~,!,,.,M. ~!gÜT~_b, hacia e,I
Islamismo, con otros opuestos de la misma constelación: Occidente/Oriente Medio, i!Í!¡'l'ior _S'-~ _ _Af¡~ic_~l y h"lci_a,,~l c:"l~tr~~ t _ sllT",~lc _ 0si:',l:,l}evó C_?,ll~ig<?, la r~lizión ,,1111isulln,a:-
Modernidad/Tradición, etc. 209 Porque UJ1_()_~eJ,?_s, n1acr()~ntornos con que el Islam e~tJl ilf!, \'n sus ~n.Y0I·~,a"s·J~oí·fi1~_is,~1:C_~ ctiltg"); l)r4<::\1"c_,a"21.1: Sin emb.:trgo, m1~~IW,?"S,()nl11ni(!adc-s
blece sus relaciones sistemas/entorno es siil dtidi·ef(SE:i'i;';1·[S~;~;21o. y ~~~;Cl~s~';,"IÚ íc;]:nuli~llQn~,:,sbl~,ru;tbiÚíL~¿ "y~" en todo C,;~(~, el este arabism,o ,~_~"T9,,<;Qn0iúúLii2jit
C 11 - a's- c;a'i';;s-.--''co
ri stia ¡'s'íl1Z;-"~~~i~;'I-;t~do --p~';~ -í "n1 () ';~-~~-;'~l~;'f~~~s- -);'--'~Ü~;-~;rtfas ~:~ i n~~m ed i II I.~ 1 íi,'lill'i('lll, con otras, tra~ticiones locale~.L5. Podemos cncontrarnos con musulmanes que
Papado a la cabeza, además de construirse contra los paganos y cualquier desviacit'ln n¡! ',\)11 ,írabes, C0l110 ~I~"i~ili-liú{;'~':'eñ" S\,l,,4f!1l, en Njg~~.Ja, cn Europa, en Asia, en USA,
considerada como herética, tomó el Islam como su principal rival ideológico, comer ¡ .Ír.,l Illism{~.,,_!:~~~,~~), podemos encontrarnos con <ira,bes <-jUC,,_110, sQ.n_n}~15,~IJD,~'~~,I1S~,~""E~~!,:~,~~
cial, político y escatológico. Como decimos, no sólo como forma de creencias y prtll." ¡¡¡l'. ,':'¡'E1I{ií}os n1aro11itas del Líbano, los dr:l,lsos o parte de la po~)~a,ción palestina 216 .
ticas religiosas, sino como constelación cultural heteróclita y fragmentaria que opn;l 1 il Ilis[(;ria óoiíüc~i"~oha- permiii¿lo que 11¡ly'¡1 clrabes de J'eligióil.fí.l¿ü~I:'~ig~{~~\Tquc·"en
en unidad sólo selectivamente, instigada por las peticiones de lealtad de élites polín hw,nia se negó la posibilidad de ser bosnio musulimln, Las identidades excluyentes
cas y religiosas. En determinados momentos históric{:)s, Islam y Crístianismo/Catoli ,nI! resultado a menudo de tradiciones y prácticas políticas que las objetivan como
cismo han jugado una gramática oriel1la!isla, de extrañamiento exotizante, y, en otros, ij !(:('nnciliables.
como en el Toledo de la convivencia intcrrcligiosa en ciertos siglos de la Edad Media.
I':n el Judaísmo podemos distinguir vario~ niyel~_~, d¡;_ sjgnificaci~ll, ,~,~l1_:~s~Jwn)en­
una más de tipo segmentario que ha dado lugar a interesantes épocas de tolerancia y
convivencia21l. Hemos comentado ya en varios lugares cómo el Catolicismo espaiiol
v i lllc rp~n,,~.t.l,~.'~.\~~}s. U nO",I,~~,q,~L~J1J,?,~..,gt~,~n~ü~.s y pr(~~.~,!.~,,~~,,~.~:~,!.!"gj_?;?,~~s. Ot.r9)~.L}nQ,~~Q"QD
')11<' s" hacon"titllicl<l"e1.pueblojlldío entorno,aLmitolnotor (CL Smith 1992) de su,
incorporó al infiel como un enemigo 212 , internalizándolo para construir todo un micro
:<Í!:-l :l,'i(~,I,l _ divina" de l~na victimiza<::ión 12olílÍ,ca y SO~,~(~)(iem?_g¡:~fi,ca, de su leal,t,'_\~.Y _1m a
sistema de persecución, vigilancia, tortura 213 , En otros momentos podemos hablar dc
!d\,jnria 'de~TUcha y 'óe'l:séc;:;cT(s';;'~'''A~]~;'í ;1'~;~' ~lamo·s"cllc'llúl'¿re' q'Lie~ no es que lo étnico
una co-ontogenia heterocrónica entre ambas grandes religiones, donde, a ciertos nive
\(, i'q;í:;')'r)Te'~¿¡e'~ró-' religTo.so~(;~v-iceversa, sino que, como siempre, en su versión más
les de complejidad, las gramáticas identitarias de lino y otro no han sido coincidentes,
";Uildo.\'(f217 y fundamentalista menudo se sobreponen lino sobre otro, siendo su
mientras que en otros han podido serlo.
'i;'\'rr~;ibilidad mucho más isomórfica que en otros casos. Esto ocurre en la versión
J!'liL ortodoxa ~desde el punto de vista religioso-o

Esto no impide que ambos procesos de ordenación y clasificación de- reprcsenta-


209 Con los que podemos o no estar de acuerdo, pero que son hegemónicos en el discurso poli ,"iones y prúcticas de la semejanza y la diferencia no hayan variado histórica y COIl-
tico y mediático de los grupos dominantes.
j«!lIalmente en sus relaciones sistema/entorno. En ci~rtos m~_!,11eJ]_~Os h,~ _ _pº~ii~!<?JS~ng!,
210 El otro es la tercera religión monoteísta, el judaísmo, pero aquí me remito de lllOlllelllo
sólo al primero. iHiÍ!> rdc.vancia lo étn_ic(~, q_11~" 1,~},,,E,~ligioso, como en la constitución del Estado de
'211 Abderramún lil era hijo de una vasca, con pelo rojizo y nariz aguileña. La relaciones cntl(- !':oí iíCr'tX o 1a'r¡lcTú~~10ú'der hólócáus'to "e;l"la memoria colectiva.
musulmanes y cristianos en la Península han sido variadas a lo largo de la historIa, presidido:,
Ik hecho, lino puede sentirse judío como identificación principalmente cultural
muchas veces po:' alialu.as políticas y comerciales con los Reinos de Asturias, los Reyes dI'
Pamplona, cte. CLmdio Súnchez Alborno/., padre, nos ilustra sobre esta poco conocida versión de nacional. Esa fue una de las orientaciones del Sionismo, como movimiento
'ÍI]!'llISO
las relaciones árabe-musulmanas e hispano/visigóticas-cristianas. No parece que 12 siglos c!eSjlIH(i,
tengan que disculparse de haber residido, enriquecido, compartido, mezclado con otros tantos Iwbi
tantes de la Pellíll~u!a, como reclama en el bastión del conservadurismo oCcJdentalull político di'
turno que ha perdido el sentido de la realidad (Septiembre 2006). 'j,1 Sunislllo, shiísmo, y varianles como el sufismo, el sikhisl1lo del Punjab, etc,
212 Que sigLH~ siendo ritualizndo cada afio por medio de las fiestas de Moros y Cristiallos lall '1'-, Confesiones y prúcticas religiosas se fragmentan en relación a formas distintivas de expc-
populares ell el E~te de Alllblucía (el'. Rodríguez Becerra 1979-1982: 1985) y en el Levante esp:! ¿:l!;-¡:! y comunidades de practicantes concretos, que las refundan o bien inician lluevas formas.
¡101. En el año en que escribo (2006) se han suavizado algunos actos para 110 ofender la sCl1sib¡¡¡ 'j(, Ademús, puede funcionar de muy distinta manera para sectores de un mismo grupo. En el

dad is!<lmica, más de lo que ya lo han hecho ciertos sectores occidentales. ";P.d d(' JIlS gitanos pentecostalistas españoles, los Ilmnados 'Aleluyas' () de la 19lesia de Filadelfia,
213 Recordamos otra vel, la limpieza de sangre, el estigma de los COIII'(!rSOS, en la Castilla dd "'iilllgl'lisll1o puede operar como diacrítico frente a la sociedad paya espailola, fundamentalmente
Antiguo Régimen, y el cristianismo vh)o como rasgo sobre el que se construye la identidad éllli ,,¡!I'llka, (011 indudables consecuencias socioculturales en cuanto a cambio de patrones de conduc-
ca dd espailol, apoyada por la Inquísiól1. Hoy en día resuenan pa)¡\bnls que del1lonizan el 1s1;lIll j;i \íll l'lllbargo, no podemos decir que lo que identifica a un gitano sea su religión, sino que ésta
como n::ligión de guerra, cuando fue la propia Iglesia C)(ólica quien acuñó el término para bi f'S¡¡:ik Ilpl~rar como una estrategia étnica panicular ante el mundo y la sociedad de grupos muy COI1~
Cruzadas y cuya labor evangelizadora durnate muchos siglos ;10 podía separarse del de la COI! F'!("',. También aquí hay diversas formas de ser gitano (Cantón 1995).
quista, sirviéndose ambos de la cruz y la espada. Todavía hoy hay personajes políticos que plíhli '11 Ohviamente esto es cuestión de interpretación e imposición por los que se cOllsi,kmn

cll1wnle se proclaman herederos de la política etnoclda inlerna de los Reyes Católicos, lal COlllll i,i/jll1"ilarios de la exégesis verdadera en relación con la fuente tomada (la Toníh. el Talmud).
mantcnía la propaganda franquista y su historiografía. 'H; No quiero aquí plantear sus relaciones con el Sionismo. corno movimiento nacionalíst:1.

298 1. INICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES lCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 299
nacionalista surgido en Europa en el siglo X I X , en relación al antisemiti smo rcill{U! tni ca en su campo de atracc ión. Así sucedería en el caso norirlandés, en donde las
te, y justificado en más e 3000 años de existenci a del pueblo judío y su reclamacJO" nli li aciones reli giosas son capturadas por los alineamientos étni cos que a su vez se
de Israel como Tierra Prometida. El sionismo postulaba la reunión de toda la di ásllll rclacionan complejamente con procesos de exc lusión política, económica y soc i o~
ra, la vuelta a la Tierra Prometida, el uso cotidiano de l hebrero y a las acti vidad!' ~ li llura l. Estas re lac iones pueden transformarse también. Así como las diferenc ias
agrícolas. Como vemos, nos recuerda a otros procesos de etnogénesis descri tos cll ,l ent re francocanadienses y anglocanadienses se postularon inicialmente también CII
lugar corres pondiente de este libro. La reversibilidad sistema/entorno Etnicidadil (,Ii cua nto a las diferentes profesiones reli giosas - con las diferencias en cuanto a ori en-
gión y religión/Etnicidad no era aq uí tan coincidente, en el sentido que hemos ilh, luc iones más tradicionales o más modernas- , a partir de la década de los sesenta se
dando a la idea de reversibilidad /lO ¡somó/jica . han concentrado progresivamente principalmente en torno a las diferencias lingüís-
licas (Cf. apa rl ado 5.6).
Sin embargo, esta ori entación liberal convivió y convive con otra más ultrmll
todoxa y excluyente, un sionismo que llaman religioso, que se moviliza po lílk ll En las diás poras, la homogeneidad en las creencias y prác ticas reli giosas, la obje-
mente para que Israe l sea un Estado étn icoreligioso y que e l principio ordenath ll tivación del culto y la liturgia en tex tos sagrados, la institucionalización de la norm a
religioso se incorpore en todas las acti vidades sociales y culturales. Aquí e l elnOll1l y la vigilancia religiosa, pueden ayudar al mantenimiento de sus lazos con Sll S igua-
cionalismo sioni sta es incorporado al servicio de las microdinámicas intern as ti!'! les de origen y con sus lugares de procedencia, duran te muchos siglos, como ha ocu-
sistema re ligioso. 'Tido tanto entre los judíos como e ntre los armeni os (S mith 1986: 114 y ss.).
En toda comunidad de creyentes/ racticantes de un religión abarca nte como 111 Las religiones formalizadas como organizaciones pueden proporcionar un clero
,~norels¡¡Ís1f9';d'~ªlrtaml5ieñSUhi stori a ex pans,oniSla o diaspói1Ca, podemos enCl'1I y unas élites religiosas como agentes activos de la difusión y el mantenim iento de
'trar una diversidad étnica enorme. Entre los que se autodenominan ju lOS, no s~ h l las construcciones étnicas, tal como sucedi ó con el clero rural vasco en el S. XIX y
po demos encontrar os que se identifican con las dos tradic iones culturales y de eX¡l' las organizaciones católicas en los 70. La Iglesia y parte de l clero polaco fuero n
riencia colectiva principales como los sefard íes220 y azkenazíes 22 ' . En África prol!' funda mentales en la construcción del nacionalismo étnico polaco en el S. XIX ,
san e l judaís mo los Fa/asila de Etiopía, los Abayudaya de Uganda, los Lem!JI/ 111 dura nte la invasión nazi y apoya ndo la lucha de Solidaridad contra la dominación
Malawi y Zimbabwe, etc. Algunos de éstos se declaran como descendientes de al»1I soviética.
nas de las 12 tribus de Israel222 ; otros como descendientes de antiguos mercadcr, La apropiación de lo religioso como e lemento identitario y, por ende, la consti -
judíos (Timbuktú , Niger), o también de los huídos de Sefarad. Judíos hay por todo ,,1 tución de un rol de vigilancia y mantenimiento es muy frecuente en la hi storia de
mundo y su variedad cultural y étnica es tan diversa como pueda ser la del CrislllI lI1uchas comunidades, tam bién su disputa. En el Imperio Bizantino, los griegos toma-
nismo o la del Islami smo. I~l es ahora un crisol de gmpJlS-".enidos de todas lID'II' ron el rol de defen sores del cristianismo ortodoxo frente a lo islámico y al zoroas-
del mundo, que traen las peculiaridades ae los países en donde han residido por 11111 Irismo (Smith 1986: 115). Parte de los prejuicios occidentales hacia lo islámico pro-
--roSaJlOsm~ ceden de este momento hi stórico.
También la Etnic idad también puede fagoci tar lo religioso incorporánd lllll Hay muchas más cosas que seguir decir sobre las relaciones entre religión mono-
como elemento propio, singularizá ndolo como c riterio de d iferencia y semeja lllll leísla e identidad étnica y, sobre todo, entre religión e identidad nacional. Porque,
como hemos visto, ésta puede atraer a la anterior para legitimar un cierto proyecto
polít ico.
219 C. Enloe subraya que a menudo bajo el mismo epígrafe religioso, subyacen profundas di!!
renci as. Recuerda las grandes diferencias étnicas y de intención de voto entre Jos irlandeses, polm n
e italianos, a pesar de su común catolicis mo (En loe 1980). Lo mi smo ocurre con los que lIaJllH1I1I
indiscriminadamente protestalltes: ¿luteranos, ca lvinistas, anglicanos, metodistas, baptistas, evarip. 6.5. Patrimonio cultural: mitos, leyendas y emblemas
listas, reformi stas?
220 Desce ndi en tes de Jos judíos de Sefarad, el nombre judío dado a España , que rueron cxpl1 l
sados por los Reyes católicos en 1492 , esparcidos sobre todo por los países ribereños m ed il c ll ~ Con este título no quiero menospreciar la legitimidad de una atenc ión ponneno-
neos (Maghreb, Grecia, Turquía, etc.) Bulgari a, Persia y Arabia, hablantes de ladino. rizada a cada ámbito mencionado. Pero siguiendo el objetivo orientador general de
22 1 Procedentes del Centro y Este europeos, aunque originarios del orien te Medio, habllil1l1
todo este epígrafe, vaya limitarme a señalar algunos puntos de interés, muy en cone-
de yidish. lengua germánica mcdievla escrita en hebrero. M uchos emigraron a Latinoaméri Cl1
ESlados Unidos en la época del nazismo. xió n con los apartados dedicados a la memoria colectiva, la histori a y la tradición .
222 El trabajo religioso-étnico entre su cultura africana y sus creencias es digno de ser i!l V\' Todos ellos, como productos de la actividad humana, pueden ser lugares de crea-
ligado. Relacionan su negritud con la oscuridad de pi cl de alguna de estas 12 tribus. ción, reacreación, objetivación y reproducción dinámica de identidades grupa lcs.
223 No sin tensiones internas entre los mismos Por ejemplo, ~uellos procedentes de RU _I",
comi enzan a ser percibidos como inmigrantes por parte de los israelíes. lambién identidades étnicas.

300 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 30 1
Merlin Oonald ( 199 1; 1999) se refirió a es te proceso, en re lac ión a la evol uci 11
del co nocimien to co mo eXlernalizaci611224 depositado e n a rtefactos y objetos 225 , sien ¡"n llrando un ritua l para apoderarse de él en una nueva situació n de dominación y
do q ue podemos co ntar co n su uso y sig ni ficac ión gracias a una me moria y CO IllO , ,"!..OG]Ct'ivos muy CO~?2jO, es la que expli ca ba B. Cohn ( 1.2.[3) para el traspaso
memoria eXlrasomática. lit' poderes e n Indi a al Im pe ri o Bri tá nico y que he mos relatado en otro apa rtado.

A~ í operan l ~.s y ~fac Los ql~~ t i e~~o~ trabajo étn' aUII Un emblema, segú n el di cc io nar io de la Rca l Acade mi a de la Le ngua Española,
qlle solo seíL oí'" su captación a ta les fi nes Identltanos. Oependle%!.o (Je constriccio tI" "cosa que es representación simbó lica de olra"23 I. Emblemático es explicado
!les y posibilid des sist micas erono icas ue delimltan 'u"'poder para signifiCti, \ tl lllO"significativo , rep resenta ti vo" (ibid.). Los e mb lemas tienen una relació n me ta-
identidad 226 , todos estos emblemas y prácticas pueden simbo li zar e n Istmto grado 'j 1,\,lc" con e l grupo porque éste se hace represent ar po r aqu éllos; pe ro tambié n meto-
f~ eidos, el elllOs y e~palhos de un a comunidad étni ca así const itui da. III II,;ea, porque e l grupo los po rt a, e narbola, o pera, ex hibc.

El trabaj o cultural sobre la Hi storia hecha tradi ción ha sido anali zada e n los apu l' A los efectQ.S qy,e aq uí n~IllIJ' , e mblemas puede n scr cs tanda rt es, )endones,
tados 4 .3 y 4.4. principalme nte. La impo rta nc ia de este reo'abajo co n fines de rec rea " I!IIdc ras, murales, tapi ces, columnas, baj orrelieves, libros y tex tos, manuscritos,
c ión autoide ntifi ca ti va grupal é tni ca, reside e n el va lo r depos itado e n la a nti güedad, tlh¡ 'tos y a rt e fac tos varios, mapas, pa isajes, fotografías y un s in fíñCiC cosas más q ue
la orig ina lidad, la autenticidad de much Co mo si la presencia e n e l ti e mpo. anI C:--. IllIedc l~peradas, esg rimi dades, transfo rmadas y. resign ificadas, Por eJc mplo,
ahora, desp ués, d iera una especie de presencialidad legítima, sobre todo en aq uell as 1"'IIse mos e n e l Tapiz de Bayeux, de setenta me tros de lo ng itud. Re prcscllta la vic-
c ulturas que se represen ta n y pract ican el tiempo de esta forma lineal sec uenc ial221 , tlldn del Duque de Normandía sobre el Rey ang losajón Harold, en la bata ll a de
Leyendas, é icas, novelas, como ELCallwr del Mío Cid, los ciclos artúri cos de los IllIslings, en el año 1066. Esta ico nografía donde se ve al rey Haro ld atravcsado po r
~ igTos II y X I ,e C!"'!'.!.;!!J de Rolall d, o Alllai1l/228 , son ~os e mblemas """ rlec ha e n un ojo, fu e incorpo rada y resignificada por la identidad bri tá ni ca
n:rratlv?.s sobre .Ios que Ciert as Ide ntidades naCIonales española, in glesa. ra nc~l , 1!'llIndada sobre la mezcla a ng losajona y normanda.
e uskara (respectwamente) gustan de me mo ri zar recreathwll1ente su historia (Rubil1 La es te la de la marcha de los aztecas a Aztl án, co nservada e n el Museo Nacio nal
l 995). H~enerosos, sacri ficados, valientes, honorables, que se e nfre ntan al pcli 111' Antropología de Méx ico, es la labor de re presentación de un hi to histórico colec-
~t}ty reali zan g randes hazañas, son modelos a Imitar, imá~es d~generació n 9.,11 IIvo q ue re presenta el o ri gen, la lucha, el deven ir de los aztecas e n su búsqueda de
t1em os d ifíciles, glori a de otro t' mpos primi genios. \/ tI~n. Siguiendo al águ il a que se posa sob re un en el medi o del lago sobre e l que se

Esta operatori a sobre el tiempo y la re novación de las categorías, paisajes, relaeio IlInda ría Teot ihuacá n. M apas COI1 sujeto232 do nde e l colecti vo se ubi ca e n re lación a
11111 pro pi o e ntorno y al qu e desco noce, pueden convenirse e n representaciones meta-
nes y lealtades, es también una de las características de los rituales. Estos dan un sen
tido de continuidad dentro del deveni r inevitable y reco nocible por toda sociedad 229 l! '¡cas del gru po en el mundo.
Esta bÚsq ueda de continu idad sin sobresaltos, al modo del Ca ballo de TrQY!I, bras escultóricas y arquit ectónicas, adem ás de celebrar las conqui stas y g lorias
reconfig urando paiSá[es, aClares, de penae nc i~, a utoridades, sign ifi cados. resultados, 11\\fSo nales de Emperadores, generales, milita res, tambié n describe n e l poder de sus
~ - 11 'Iedades. La columna de Traj ano re presenta las victorias de éste sobre los dacios y
111 IIl1cx ió n de la D ac ia al Im perio Romano. Los bajorrelieves g lorifican al ejército
11111111110, sus preparati vos para e l co mbate, imple me ntos y tecnologías. escuc hand o
224 En su caso, de l conocimi ento. En e l nuestro de la allloreprescntación, del imaginario y 111 palabras de su líde r, so metie ndo a los dac ios, ex hibie ndo tro feos de armas de
pmctical'io (sic! ) (no 10lal) del grupo. 1~~los ; Traja no apa rece con ti nuame nte y en la inscripc ión reza una dedicatoria de l
225 Maryli n Stratbern ( 1999) apu ntó que tamb ién en re/aciol/es sociales. Si nha ( 1996) rcdcli
\\1\11<1 0 y e l pueblo romano a su seis veces proclamado imperatOl: Una de las formas
ne absolut amente las definiciones simpli stas de la cultura material, al incorporar ésta toda una serie
_de habitlls y reglas canón icas -sociales- de di seño y uso. Ij¡\ Illan le nimie nto y ex te nsió n de la ide ntidad griega por todo el área de sus colo nias
226 No olvidemos las enseñanas de Frederick Barlh ( 1969): tenemos que fijarnos en la nalll 111 Asia d ura nte la Hele nística fue prec isa me nte por medio de las g randes co nslru c-
raleza de la interacción y la definic ión de la situac i pa~cer qué ilem s CUlfUraTes se elI ge n
com? SIgnificadores de una di erencla tmca. ~I o se trata de que un eJemcnto esté prese ntc ()
no SI no c mo está reSelÜe. -
-n Awelllicidades y legitimidades se construycn elnográficamente de di stintas maneras. Eu llO No lo olvidemos, ta mbién el de recon struir la ident idad propia - la bri táni ca. ya II U ing le
muchas ex periencias sociocu lturales se alude a un tiem po fllera del tiempo, remoto pero siempre ,1 en relación a un nuevo entorno seleccionado. (Cf. apartado 3.3) Europa y Etn ic id ad .
acces ibl e instanta nea mente mediante la ritualizac ió n, la evocac ión d iscursiva y pragmát ica loca li 211 XX II Edic ión. (200 1). La primera acepción es "Jeroglífico, símbo lo o c mp resa Cl! qu e se
zada, e l sueño, e l ritmo cícl ico, etc. It P' 'scnl a algun a figura, al pie de la cual se escribe algúnvero o le ma que declara el concepto tl
228 El culto a la personalidad en los países soc iali stas y comuni stas también puede comprcl1~ IUllwlidad que encierr"; la tercera "ba ndera, tela que se cm ple como enseña.
dcrse desde este punto de vista . 212 Distinción que debo a HOllorio Ve lasco quien, investi gando sobre e l v:llor co gl1il iVIl de los
229 A unque sus formas temporales sean ci rcul ares o cícl icas. IIIU I)!IS. diferen ciaba los premodernos de los de la Modernidad, en que los primcros ¡nct l! porllhan
Ijl IIUJctO colectivo en la representac ión de l espacio. (Cf. Ve lasco 2003).

302 ETNtCIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


i'IIOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 303
cio nes arquitectó nicas, además de por la im plantac ión de la lengua, el culto y c6<1 1 seleccionadas con determinados propósitos. En este caso se tra taba de subra-
IIII\I /.IIS
go legal (Fri edm an 1994:54). Tqdo~ randes il erios han uti lizado este tipQ..!lp ~ III una uni ficación territori al (como ocurrió con la bandera de los Reinos de Castill a
emblem~o'para dem s.trar su oder e im resionar a las ge ntes , rngó n), En otros casos, se impone aq uella de la d inástía, las éli tes. el g rupo étn i-
El cuadro de los Fusilamientos del Tre s de Mayo de Gaya, constitu ye un repo, 1 I ti O nacional en el podel (Fuente) ,

tario de la luc ha del pueblo espa ño l (mad ril eño) contra el invasor francés, El Gem/htl
de Picasso, signifi ca la atrocidad del bombardeo de Gernika por parte de la aviaci611
---------
La lucha por las banderas duran te el franquismo y el posfra llquislllo representó
111 huta lla por el reconocimiento étnico y político de las singul aridades vascas, cala-
alemana colaboradora de Franco, pero sin duda es un símbolo apropiado por la ellll III IIIIS, etc,
cidad vasca. Según (Nash 1989), estos em blemas han de ser fácilmente perceptibles, de modo
Estandartes, pendones, banderas, escudos, incorporan iconos, formas y COIOl'l'M ' Itl pcrmi tan un reconocimi ento e fi caz, Davey ( 1983:45) c ita cómo los estan dart es
seleccionados motivada o inmoti vadamcnlc para representar la identidad grupal. I n ~; I'o l1 establecidos para reconocer al ami go del enemigo en cJ campo dc batalla. La
Además, permiten un continuo reo'abaj o sobre las significaciones previas. Ej cmplol'l IlIudificación de banderas nac ionales parecidas unas a otros (como la espa ño la y la
son: el pendón de la nave capitana de la Batalla de Lepanto que se ex hibe con orgullo t Itl ll lana) también fue una necesidad para no abrir fuego amigo en las batallas nava-
en Toledo; los estandartes con la Virgen de los batallones cristianos frente al infiel, etc. Ir'~ (y en las áreas durante la 1 y II Guerra M und ial),

Las banderas son artefactos fácilmente construi bles, portables y visibles, ~r lo El trabajo sobre la aparienci a del cuerpo, pictogra fías, adorn os, pigmcnt acio-
que son instrumentos privilegiados para co~ensar significqili}étn!.:ü y nacional :n, IH\~234 , escarifi caciones, peinados, tatuaj es, incisiones, etc. han sido sicmprc clc-
LUI s y Sabi no Arana invent aron como bandera vizcaín a a la vez que del Parl ido Ilu,mlos distin tivos tanto de status y pres ti gio como de idcntidad grupal. Las maros
Nac ionalista Vasco, luego ampliad a y ace ptada como sím bolo de toda 111 11 ¡lltndi llas de jóvenes lat inoamericanos en Los Angeles y otras ciudadcs amcrica-
II IIS y europeas uti lizan los tatu ajes como sím bolo gru pa l difercncial. En Honduras,
Comunidad de Euskad i en 1936, Tam bi én ac uñ aro n el neo logis mo ikur/'ilia , d ~
ikur, seña de identidad y -ehuna (te la) ex tendido luego al significado de bandem . pOI' cj emplo, se sabe si uno pertenece a ulla banda ju vcnil por los ta tu nj cs cn el
h ll'S0 235.
incorporando ele mentos de la tradi c ió n carli sta, El fondo roj o fu e tomado d '1
mismo que la bandera o ri g inal vizca ína, la cru z verde del árbo l de Gern ika qu e yll Atuendos y vestuarios, como partes de este trabaj o han sido marcadores de
fig uraba en el blasón de Bizka ia, y la cruz blanca, que también fi guraba en este I'x prcsió n, as un c ión y compro miso de identidad (Kuper 1973), La cues tió n c1e l uso
mi smo escudo. El fondo roj o representa la batall a de A rrigorriaga, la sangre de n'a ~ ,l " pañuelo por las niñ as islámicas en los colegios de Francia y Alemani a y el
mada por los vascos en su lucha po r la li bertad, la cru z de San And rés, verde, el l'lIIpcño de muchas de seguir usándolo ha sido y sigue siendo una batalla política
recuerdo de la leyenda en que vizcaínos se habrían enfrentado con los astures el dril \'on ruertes co nn o tac iones étnicas, Si en un principio la ley q ue lo pro hi be (2004)
del santo en la batalla de Arrigorriaga, símbolo de la independencia vizcaín a y sus No guía por la cont inuidad histórica del republi canismo y su fo rm a de entender la
Fueros; la c ru z bl anca e l confesionali smo cató lico: todo e llo emblema de los val o- l'I udadanía y e l laicismo, lo cierto es que, en el nuevo contexto inmigratorio, la prohi -
res sobre los que se sustentó el etnicismo nacionalista vasco inicial (Fuente: bición ha adquiri do ti ntes étnicos y políti cos, donde e l femini smo, la preocupación
EuskoJaul aritza, 2004), ¡Iur, el ant isemi tismo, y el debate sobre los derechos humanos han entrad o de lleno
La bandera del Reino U nido que conocemos en la actualidad, la UnJan Jack, datH \\ 11 la di scusión (T ho mas 2006) y q ue muchos islamistas moderados han enco nt ra-

del año 180 1 Y representa la uni ón del Reino de G ran Bretaña con Irlanda del No rt e, ¡lo como una prácti ca de islamofobia, Los j ud íos contemporáneos más o rtodoxos
Tiene sus antecedentes en el Acta de Union de 1707, con ocasió n de la defi niti va !IlI n adop tado un a indumen taria de ghetto , aq uélla que les fue típica en la Europa de
uni ón de Escocia con el Reino Unido de Inglaterra (más Gales, incorporada en el an o los años 1930 y 1940,
1282), La bandera de Inglaterra representada por Cruz de San Jorge (verti cal) est ~ En los censos reali zados en los cincuenta en Méx ico, lino de los discriminantes
sobre la bandera de Escocia, representada por la cru z blanca en aspas sobre azu l; se pu ra defi nir a los indígenas de los que no lo eran era el uso o no de zapatos o de las
incorpora la cru z roj a en aspas de Irlanda -que no se utiliza en Irlanda por este mismo
motivo-, pero bajo la cru z de San Jorge, s in dej ar duda de q ui én osten ta el podel'
(Insti tu te 2004). Como vemos, las banderas son repositarias de una historia y sus
234 A lgunos piensan que el primer arte asociado con el humano moderno pudo ser el de la
\Iecoración corporal con ocre, a tenor de su hallazgo en yac imi entos fósiles en Áfri ca tan an ti guos
como 130.000 años de anti güedad .
235 Según mis noticias, la mujer del Presidente actual (2006) ha comprado una l11 ;"Íqllin:l l;"Íser
233 Cuanto decismos ahora puede leerse como parte del capítu lo de Etnogénes is, como mane- europeo para ayudar en la imegraci6n social de es tos jóvenes mediante el borrad o de sus tatu ajes .
ra de constru ir y trabajar los símbolos. La ;1/(.:lusi611 en el gru po se hace a costa de la exclusi6/l laboral, pues nadie qui ere darfes tra bajo.

304 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO, FENÓM ENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 305
sandali as típicas de los indios. Uno de los detalles a los que estamos acos tumb!'/IIlp
r, Comer, beber y muchas otras cosas
a identificar a las gitanas, además de otros elementos estéticos - peinado, vcslhlH
NII tlu icro extenderme más sobre tod as las prácticas humanas que pueden ser cia·
adornos- y rasgos fenotípicos, es por su uso de za patillas en la calle, en lugnl di
111, Ildus - obj et ivadas- como rasgos de diferencia o identidad étnicas. En todos mis
zapatos. El trabajo sobre la apari encia tambi én puede instrum entalizarse para SUhhl
yar lo exótico con fi nes comerciales y turísticos. En Cádi z algunos vendedores sclll 1!lltlos etnográfi cos he dado una prioridad esencial a es ta cuestión y a ellos me
IIll tll. Del mismo modo, un eje vertebrador de este libro ha sido la re levancia prio·
galeses se ataviaban étnicamente para atraer más la atención de los compradores. I u
Masa i hacen lo mismo para contentar a los turi stas236 . 1111111 duda a la acción social significati va humana.
Nt) obstante, voy a mencionar dos ac ti vidades sociales humanas fundamentales,
Libros, manuscritos, cartas, se convierten en emblemas para los que deposlUHI
en ellos las fuentes de su especificidad para sí mismos y ante otros. Así ocurre ~,III 1111' 111 ras muchas posibles 239 . Sobre éstas gira buena parte de la socialidad humana
11 111 lorlllas idiosincráti cas y particulares.
la Biblia para los cristianos y sólo e l Antiguo Testamento para el Islam y rI
Judaísmo. Para esta re ligión, en La Consti tución de los Estados Unidos, esc!'i ta ,'11 I'un.: cc que comer y beber son buenos para pensar como decía Claude Lévi-
pergamino y fuertementc c usti odiada en Boston, cuna objetivada de la indepcndc'lI IhIlISS. y quien dedicó atención a las prácticas constitutivas de lo cultural en derre-
cia americana es reverenciada como uno de los iconos más va liosos de la ntlc/tl" 11 111.: los mismos240 . También para rituali zar, construir prohibiciones y tabúes, u
ameri cana. '.I1»"torieclades morales y políticas 24l , establecer re laciones y vínculos sociales,
Escritores y sus obras (Cervantes y su Don Quijote de la Mallcha para los es p" 1111 10llar pactos, demarcar espacios, clasificar metonímicamente a sus practicantes.
ñoles; Sha kespeare y su teatro para los británicos; To lstoi , Dosto ievsky, Ch6jov, ( '~ 1110 se come y bebe, lo que se come y bebe, con quién se come y bebe, cuán·
para los ru sos), d e~ca ( Beethove n o Wagner para los alemanes; la ópera PHI !! , 1"" come y bebe,s.otidiana o ritualmente, suelen ser demarcadores de la identidad,
los j aponeses), la fi losofía (Platón, Aristóteles, etc. para los griegos), el sabe r (101 ,1 ",' tocio porque pertenecen y ha sido incorporados en la sociali zación vinculados
Enc iclopedistas para los fran cess), ex ploradores, descubridores, navegantes, Ifdl' IIItO Ini smo. su histori a biográfica y su historia de humanidad con sus demás. La
r~~_o líticos, generales victori osos, inventores, etc., elc., todos pueden ser in vcsll 11I1I' lIsa lía, como acto ds...comer jl!!'tOS, indica una igualdad (Nash 1989). Es el
dos de gloria para increme nto de l presti gio y el valor de los que con aq ué ll os NI' '11"'" 'lItO en el que se practica y ge nera membresía grupal. Se come juntos porque se
identifican. - IItl 'mbro, se es miembro porque se come juntos.
Monumentos reli giosos, civiles, puentes, acueductos, caminos como el dl\ 1.11 comensalía C0l110 símbolo de la identidad vasca y como atractora de toda una
Santi ago, castillos, ciudades cnteras, archivos, imágenes y pasos religiosos. festi vl 11\' de formas de socialidad y sociabilidad ligados a los ritos de paso, lo ceremo·
dades, actos ritu ales, pueden convertirse en emblemas a di versos niveles de idenl i IIlnl, el ocio, el parentesco, las relaciones sociales, la industri a de restauración, etc.-
dad colec ti va: loca l, provincial, autollómh:0 237 , federal , nacional , político-cultlll'ul I~ n torno a, La forma social y socializada de beber alcohol en el Ixikiteo, en las
(p.e. Europa), de la Humanidad . hl"'I'fa s, en las celebraciones, en los ámbitos de la comunalidad y grupalidad, es un
Todos estos trabajos culturales se patrimollializal1, como bienes propiedad dI' "1'1' ·to constituti vo y objet ivado con alto grado de consenso como idiosincrático de
una colecti vidad, sujetos a una gestión y admini stración pliblica\\1grado de comple· 1" hlcnticlad vasca (Ramírez Goicoechea 1984; 1990; 199 1).
jidad institucional descrita en el párrafo an terior. Se convierten' en lo que ahora fiC La forma de cocinar las patatas incorpora en Suiza un significado étnico: los ger-
llama Patrimol/io Cultural, materia de programas y J)01 íti cas específicas sobre derc IIU1Hoparl anles preparan un plato sencillo que se ll ama rosti; allá donde comienza la
chos colec ti vos, a menudo en contlict0 238 , que plantean cuestiones sobre su titulari .. 1IIIIuniclad fra ncoparl ante, este plato es inex istente. Pero no se tr?ta de una simple
dad, recuperaci ón, mantenimiento, conservación, exhibición, productividad econ6 " "statación de los hechos sino que fo rma parte del Discurso Etnico que ambas
mica y':=s.imQQ11ca. Se trata de una nueva dimensión p olitizada y burocratizada en la tllllltlll idades manejan para distinguirse e identificarse. Las patatas y el arroz también
objetivación de la producción humana.

2.\'.1 Rituales, dramatizaciones, formas del parelltillg (actividad y ejercicio de ser padres, no
236 Así podríamos seguir con muchos más cjcmplos. Hemos dado siempre un gran valor ana. \111 cuidar), del cu id ado y la sociali zación, prácticas amatorias, formas de di versión, prácticas de
lítico a la apariencia y a las claves visuales de las prácticas. Volveremos sobre estas cuestiones en IIWtlllcc ión económica y doméstica, prácticas ecoI6g.ica~, prácticas P?lít~cas y de r~soluci6n de
el epígrafe dedicado al fenotipo en el apartado dedica al Racismo. II I11 UictQs, etc., etc., que pueden efllificarse cuando slglllfican o autoslglllfica n (clas dican) a UllH
237 En sus di stintas formas y denomin ac iones co mo unidades políticoachnin istrat ivas, geogní. IIllcclividad en relac ión de diferencia étnica con otra/s co lectividad/es.
ricopaisaj ísticas, etc.: comarca, condado, departamento, etc. 2010 Bajo el duali smo de Naturaleza/Cldtura. Véase (Lévi-S trauss, t969).
238 Podemos mencionar el contencioso del traslado/devolución de parte de los archi vos de la '" eL Appadurai (t 98 1).
Guerra Civil desde Salamanca a Cataluña (2006).

PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 307


306 FTNtCIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES
disti nguen en el Ecuador entre indios y blancos, pobres y ricos (Weismantel IIJKMI III ~ sistemas representacionales, disc ursivos y pragmáticos, vá lidas h:l ~llI cll' lI t1
Y ya hemos mencionado cómo puede hasta incorporarse en alg unos et nónimos. I 1I\OIllcnto de co ntrastividad, impugnació n, etc., el estereotipo es la versión sil1lplill
que el dado por indios algonquinos a los lnu it: eskimo, comedor de carne CIIIII Iluda de un estado de cosas, una persona, un grupo, caracterizada por la selección
Desde el lado de la autoidentificació n, so n las relaciones sociales, la afect ividad y 1" ~lIhilra ri a de determinadas características que se les atribuye como propias e id ios in-
ex periencias biográficas ligadas a estas prácticas lo que le dan esa impronta tan l\\11 ~ I ti cas. Refi eren generalmen te a rasgos psicosociales, act itudes, fo rm as de exp rc-
cadora para el sujeto individual 242 .llt SC, comportamientos, tipos de prácti cas, apari enc ias.
Éstos so n sólo unos cuantos ejemplos etnog ráficos, pero muestra n lo incorpOl ,' Los estereotipos grupales son representaciones sociales (Páez et al. cols. 1987),
do que te nemos en el cuerpo - por tanto en nuestra psiq ui s- los modos sociales ell 11 . n partir del cntrabado ent rc ideas, prácticas, experiencias, y cómo so n vividas las
que ac ti vidades bás icas ele supervivencia se engastan y que, no pueden darse r\\IHI I ' Iacio nes con los demás y con noso tros mismos, incluycndo sus dimensio nes polí-
méni camente de ot ro 1ll0 d 0 243 , I eHS. Se parecen a los prototipos, aunque estos sue len ser más inco nscientes y su
t1x tc\1sión es más variada. No son esqu emas para la acción, aun que puedan
\11 icntarlaLos estereoti pos refieren, casi sie mpre, en última instanc ia, al modo -cul -
IUl'lllmente percibido- de ser y de actuar de o/ros como nosotros, no ig ual es pero al
7. ESTEREOTIPOS V NOMBRES ÉTNICOS244 IlIismo ni ve l ontológico: este reotipamos a los franceses, ingleses, chinos, etc . en la
med ida en que los comparamos, al mismo ni vel categorial (aunque no eval uativo),
I.'on nosotros mismos.
"Pocos dlas después descubrió que tenia dificultades para recol,I"
casi todas las cosas del laboratorio, Entonces las marcó con el nOll/l'I, Walter Lippmann (1997- 1922) los defi ni ó como "generalizaciones sobre grupos
respectivo. de modo que le bastaba con leer la inscripción para idol/II/I I(ociales que se mant ienen de fo rm a ríg ida, so n ilógicos y cuyo co ntenido es erróneo" .
carlas... Poco a poco. estudiando las infinitas posibilidades del olvido, IllImilton y Trolier (1986) le dieron un sesgo menos valorativo, como es/rue/ura cog-
dio cuenta de que podla llegar un dla en que se reconocieran las cosa 111 "Itiva que permite saber sobre un grupo humano, sin entrar en la veracidad o no de
sus inscripciones. pero no se recordara su utilidad... AsI continlill/'" 'stc conoci miento, ni tener e n cuenta las posibles variaciones e mp íricas. Aunque no
viviendo en una realidad escurridiza. momentáneamente capturada pOI 111 's pecifiquen demasiado, permiten distingu ir unos grupos de otros (Judd y Park
palabras. pero que habla de fugarse sin remedio. cuando olvidaran 1/1 1993), a los que se les adj udi ca n unos at ributos que los otros no tendrían (Sta ngor y
valores de la letra escrita ",
I.nnge 1994). Son, de alguna manera, recelas co ndensadas para cartografi ar el
Cien años de soledad. Gabriel Garela M~rqUI " tlllllldo 245 , particionándolo en g rupos y clases de gentes, para ráp idamente un a situa-
'ió n y adoptar los rec ursos expresivos y estrategias para ubi carnos ubi cando al otro .
H, Tajfel (1978) di ce que los estereotipos pretenden ordenar la sociedad di vi-
7.1. Estereotipos di éndola en grupos diferentes y diferenciados246 , escenario que permite al sujeto
co nstrui r su propia identidad a partir de su pertenencia a alguno de ellos. Si la iden-
Como clasificaciones cristali zadas y consolidadas en la rutin a, la tipificad 11 tidad social es clasificatoria es porque los sujetos aparecen categorizados como
etc. atraídas desde diversos lugares de producció n del saber y actuar, obj eti vadas 1'11 miembros de grupos.
A unque bastan te inerciales y estáti cas, todos los estereo ti pos son producto de l
trabajo y retrabajo cultural de una plu ralidad de agentes sociales.
242 Sin querer magnificar las cosas y considerando la pereza adaptativa de muchos, cuandu Uf\
Los medios de comuni cación de masas so n grandes creadores/comun icadores de
español llega al Reino Unido y echa de menos la com ida españo la, aparte del placer de la btll'U
mesa, lo que siente en falta es todo lo que le trae ésta a la memoria, porque es tá ligado en la eX I estereot ipos, Con ocasión de una operación policial en UK ante una posible acc ió n
ri encia y el recuerdo: su enra izamiento en las práct icas cotid ianas familiares, de re/acial/alido,'
sociabili dad y oc io, de rituali zación , del sellso/'iopai saje que le ancla en un entorno de gCllh'
cosas, imágenes, olores, sabores y texturas, que conforman e l espectro de lo que considera Prolll!!
243 Como d ice Fabian ( 1983: 162), el hombre no neces ita e ll enguage, es lenguaje, del m; slIllI 245 C lyde Mitchell ( 1956) y A.L. Epstein ( 1978) han resa ltado e l valor cogniti~o de las clasi-
modo que no necesita alimento o cobijo, él es Sl] comida y su casa. Tampoco necesita a la socicd l~ 1 fi cac io nes ét nicas para ordenar el mundo, un poco en la línea en que Goodenoug~l d]ó ~ la ~ult l~ ra .
para sobrevivi r, él es la sociedad. Enrique Luque ( 1990: 128) nos recl]crda quc más que los homhll 246 Eri ksen (1993: 113) afirma q ue se fo rmul an y practican no tanto en térnullos bman os SIIlO
como productores de cultura, hay que pensar que son ellos mi smos los primeros m1efactos cul tumlt en forma de mayor o menor prox imidad de parec ido a lo considerado como prop io, .10 q.uc corres-
244 Este epígrafe puede leerse como contimlidad ele los apartados 1.3,2.5. Y 4.5. , re lac ionud!1 pondería con aquella lógica difusa que mencionábamos en el apartado 1.3. Esto no llnp]dc que e u
también con los apartados 5.4. y 5.5. ciertos contex tos puedan polarizarse y reduc ir su vari abilidad a oposiciones binarias.

308 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 309
terrorista, un conoc ido peri ódico madrileño se refiere a la ci udad británica de dOlldl IIIIIII/(lrcados como difere ntes, e n bloq ue. E l grupo considerado como propio, es lo
procede n los princ ipales sospec hosos como de predominio de población blanca . SI /111' IlfIy Y debe haber, considerado como epítome de lo hum a no (Cf. apartado 3.2) y
hubi e ra utili zado la exp resió n de origen anglosajón, habría ub icado el signiflcndu I,tllo rll/alidad a utoevidente. Eso se re tl ej a e n e l modo e n qu e los occIdentales cons-
fuera del d isc urso rac ialista basado habitualme nte e n los rasgos fenotípicos, reNI 1I!ll nlus los chistes sobre gentes de d istintos países. Basados e n esquemas simples y
tuándolo en un contex to probable de inmigración extreuropea. En el mismo medi o 1'1'1 "11", n Es paña suelen cen trarse e n e l fra ncés, c l ing lés (a vcces e l al e mán) y, co mo
constru ye el perfil de los sospechosos: e ntre 17 y 35 años; de origen pakistan í e isl, 1111, '1español. Por supuesto, el más ingenioso, vivaz y rápIdo - valores aprec Jad~s por
mico . Ya tenemos el prototipo del/errorisla . 1.1 .. \spañoles- es el español. En el contex to an tes regiona l y ah~n.~ au tonómiCO, y
En el ini cio de kale borroka (luc ha callejera) por jóve nes nacionalistas dt' 1" ~rI ' la central castellana, está n aque llos quc ha blan dc la c hauv lSJ mo y a utocom-
izquierda en el País Vasco, la cons igna policial para reconocerl os era su atucn(lo: 1111Il' 'lIcia del bilbaíno, de la fue rza y tozud ez de l vasco, de la ill tc ligcncia sibilina y
vaqueros, zapatillas deport ivas, ca misa (posiblemente a c uad ros) y posiblmclll\' l!wlI11ería del catalán, de la indefini ción interesada del gallego, de la v\vaclad y lax \-
pañuelo al cuello para ocultar la cara en un momento determinado . liu l tle l andalu z, etc.
En pe riód icos deportivos del Reino U nido, co n ocasió n de un partido de fút bol ' Iazer y Moynihan (1975), desde su pe rspec tiva de una A mérica co nl'o~·mad a por
contra la selección nacional española, aprecieron burlas sobre las mujeres españolas¡ 11I,I4 llntas migraciones, incluida la anglosajona, dominante políticamente, af.lJ'Il1an ~lIe
de qui e nes se decía te nían promine nte b igote. En el apartado sobre estereotipos e n 1111 ilirio el mundo tiene Etnicidad. S in embargo, esto no es así desde el pano Ideo lóg ico
investi gació n sobre la ide ntidad de los jóve nes en Rentería, la estética personal , '1 I'lIlrlico. Se comprenderá si lo ap lica mos al concepto de raza. Desde el s istcma dc
corte de pelo, el uso o no de maquillaj e, la ropa, se asociaban a un grupo categol'i¡!I Il lI t1<ilrucción identitario euroameri cano occidental, se habla de raza negra pero I;o.clc
u otro, vascos o de/llera, sobre todo en el caso de la mujer, ligado a una es tética runll 111111 blanca, porque ' los blancos' son el punto de referen cia a comparar, son la unl co
tradi cio nal (Ramírez Go icoechea 199 1. '1 \10 humanamente se puede ser, como veíamos en ~I apartado 3.2, son la ~1.0 raza, en
I1 N'ntido de que para el grupo qu e define no se apiJca es te concep to. O bIe n se es es
Como cllalqllir cl asificación social, los estereotipos son objetivaciones resultado
11\ 1'lIza por excelencia. como para la constitución mejicana lo es la raza Ufuversal o
de cierto consenso, negociación, imposición en lo que tipifica a un grupo frente a otro
/f /!(I l11esliza , o los Han para la China de la primera mitad de siglo, o la raza aria para
(Gardn er 1994). También de la experiencia sociocultural mente mediada. Es tos so n
I I nllzismo. Aquí raza se equ ipara a humanidad, siendo los otros no humanos, huma-
los estereotipos étnicos en relación a la casuística nocturna que tiene que atender un
lit IS carenciales o simplemente subalternidad.
servicio de urgencia de protecci ó n civil de un a gran urbe en España. Como nos cuen-
ta un informante, tras numerosas experi encias de intervención urgente en la calle, s' Roy Je nkins ( 1994) recoge una descripció n hec ha por (S tuchlick 1979) de có mo
han form ado una seri e de estereotipos étnicos en relación al tipo de incidencia que "1< españoles y los c hile nos (como c ri ollos) construyeron a lo largo de los d ,suntos
atender: "Si es un colombiano, ya sabes lo que esperar: tiros. Peruanos y ecuatori a.. • ~ I os su ide nti dad propia sobre la de los Mapuches. Las defi l1lcJOnes dicen mas de
nos: malos tratos a la mujer por alcoholemia del hombre. Si son marroquíes, se trata II IS cri ollos e n busca de su identidad que de los mapuches. Pnmero fueron defil1ldos
de navaj azos; en los ucranianos y otros de países del Este, ya sabes, Mafia, muy l omo "valientes y atrev idos guerreros", luego co mo " bandidos sedientes de sa ngre",
malheridos po r a rm as co ntundentes y en sitios soli ta rios"247 dt'Npués como "vagos y borrachos Injuns", " la cruz del hombre blanco", y, por fin ,
\ ·" 1110 "agradables salvajes carentes de educación". Ello reml.t~ , ~bv!a~l1e~ te, ~ dlver-
Como deudores del contexto de poder definir al que rem iten, los estereo tipos en JrI\lS momentos históricos, sociales y políticos de la construcClOn ldentltana cnolla en
general y étnicos en particular, en principio, son para los demás 248 , que son los que UII contex to colon ial.
A lgo parecido puede deci rse del estereotipo hac ia los árabes, de larga d urac ión
1'11 Europa. En palabras de Suleiman ( 1989:257), antes de la eXIstenCia de l Islam , los
247 Es obvio qu e esta atención está seleccionada: Illuchas de las incidencias nocturnas están 111"antinos co nsideraba n a los árabes con salvajes inmorales y pnmltl vos. Estos este-
en relac ión con acti vidades peligrosas. Situaciones de urgencia diurnas suelen canali zarse muchas I\'otipos estructuraron las imágenes de Europa occidental penetrando .el~ l.as perspec-
veces en las unidades hospitalarias a tal efecto a donde son llevados directamente los heridos. En
todo caso, qui en hablaba quería dejar co nstancia de que esta información, por las situaciones espe-
Ilvas occidentales du rante la formación y ex pa nsió n del Islam, preJ uI CIOS que los
cíficas en las que se producía , para nada podía ex trapolarse al resto de esos mi smos colecti vos de ~'1I1"Opeos trasladaron luego a las Améri cas durante la colonización.
origen. El mapa no termina ahí. Una geografía de las llamadas aparece en relación tambi én al con- Fruto de nuestro etnocentrisl1lo, se pone más gente en la clase negati va y se difi -
su mo de sustancias: "Viernes por la noche: borracheras y acc identes de coches. XXXX (un barrio
de tráfico de drogas), son drogodependientes, normalmente de heroína. De la coca, puede ser de \'ulta la adm isión en la clase posi ti va. Se necesi tará poca in form ación para confi r-
cuatquier lado, está más distri buido; eada vez más consumo y más gente joven con probl emas car- IIlHr la in feriorid ad de un grupo minorizado en un sistema social di sc r il~) i n atori o, y,
díacos asociados". por contra, una gran can tidad de información positi va para la re-eva lu ación del este-
248 ¿Los que están de más? Véase el apartado sigui ente.
I ·otipado.

31 O ETNIC IDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPLEJAS 311
Gordon Allport ( 1954) los definió como refl ejos de los prejuicios de la gente, jus- hlc aunque estemos hambrientos, abricndo la boca lo justo ... se encucntra con este
tificaciones de nuestras actitudes y comportamientos en tal sentido, y que nada ti c~ "!'upo de alemanes que se ríen a carcajadas y que constituyen un espectáculo para los
nen que ver con la realidad. No se trata de CÓII/O son las cosas, sino cómo justifica- Ingleses; que dejan un recuerdo de su pasar por un restaurante en donde comen como
mos nuestro disgusto y desaprecio de dichas cosas y en qué situaciones. Un angoleño ~ ¡ estu vieran en el bosque, comiendo cada uno por ci nco, si n que los camareros die-
inmigrante en España contaba que "A l princi pio, al no saber el idioma, me sentía 111 11 abasto, como si los comensales fu eran incluso a morder a la gente. Este tipo de
diferente. Ahora, sí soy extranjero, pero más que sentirme yo diferente, la gente es 1/1 \'olllportamientos tu vieron incluso consecuencias dipl omi1ticas en una ocasión (1906)
que me trata diferente. Hay Illuchas ideas equivocadas de los negros: si olemos l'lIt re el Alcalde de Milán y el Embajador alc mán, que estaba empapado en un recep-
mucho, si S01110S más potentes.. ,". 'lólI al aire li bre y temía por su sa lud. El e mbajador fra llcés 11 0 dejó de observa r cómo
~'S1 0S alemanes eran violentos, mal educados, provocadorcs continuos de riñ as por
En la medida en que estas clasificaciones sociales están inextricablemente uniclns
a valoraciones, que enfatiza n las diferencias entre el/los grupos favorecidos y los qu ' IIl1da (MUller 2004:66 y 67).
no (Tajfel 1978), se seleccionarán e ignorarán determinada s informaciones de acuer- Los estereotipos generalizan sin atender casos empíri cos indi viduali zados que
do con nuestras preconcepciones y etiquetas, de forma de preservar estos esqllemns pucdan cuestionar o reforzar el valor heurístico de los mi smos ( '1', inl'ra). Todos
categoriales y los valores que las determinan . Oavey ( 1983) afirma que la gente h 'mas oído aquello de que todos los chinos son iguales, Una Illcdi adol'a social cn
selecciona aquello que le parece más relevante en relación a sus valores y expecti vas, ( 'Iltaluña recordaba lo que le decían de niña: "Hay cosas que la gente dicc, que Ilunca
filtrando el resto de posibilidades por los que distinguir. Los estereotipos son siem- nudie demuestra, pero son estereotipos que están en el aire. Yo cuando e mpecé a tra-
pre esquemas evaluati vos hnjar con emigrantes yo sabía que los emigrantes eran violadores, ¿no? Han tenido
Todos los mapas cogll itivo.\', de los que los estereotipos forman parte, son, en últi- que pasar sei s años para que se produ zca una violación con tintes de poderse atribu ir
ma instancia, evaluativos. Una mujer española, emigrante, dueña de una tienda d ' 11 un emigrant e. La excepción ha venido a confirmar la regla que nadie sabe quién la
helados, ofrecía el siguiente pallorama étnico de Montevideo: "Los turcos (sirioliba- lIu hecho pero que ahí estaba, ¿no?". Es más fácil definir identidades que adscribir
neses, armen ios) no tienen contactos con otros grupos; los musulmanes no se abren, t entes concretas a las mismas.
no se integran, son una cOlllunidad cerrada. Trabajan en negocios de ropa. Cogen unON A menudo se fu erzan coherencias con objetivos de simplificación cogniti va,
ladrillos, un techo de hojalata y te construyen un puesto, una tienda. Los judíos SOll emoti va y social en aras de movili zación política o una versión rígida de la variedad
más abiertos con los españoles pero todavía nos echan en cara que les echamos de mpírica. Gracias a cómo se constru yen y recrean, y su funcionali dad expresa de sim-
España. Nosotros vinimos sin un duro pero ellos trajeron dinero. Italianos yespaño plificación, en Occidente, por ejemplo, cuesta pensar en árabes que no sean musul-
les se llevan bien. Pero son orgullosos, saben español pero no quieren perder su ita IImnes, en árabes cristianos, en judíos de piel oscura como los Fellah, en palestinos
liano, te dicen 'un gelato de crema, de chocolato"'. Otro informante cualificado, bucn ''';stianos, en negros con el pelo liso - procedentes de India, por ejem plo-, en brasi-
conocedor y organizador de la trama de asociaciones inmigrantes españolas, allnqu Ic ~os que parecen nórdicos25o , etc.
reconociendo que Uruguay estuvo siempre abierto a todos, distinguía entre los espn De hecho, toda asignac ión de elnicidad es una simplificación, pues como toda
ñoles "mejor aceptados por su honestidad y trabajo duro", los armenios "chapuceros,
'utegoría politética, sus límites son difusos. Como hemos mencionado hablar de
de manejos turbios", y los judíos "patronos crueles" (Ramírez Goicoechea 2002)249.
Rf"lIflo étnico judío es no tener en cuenta toda la variedad del repertorio cultural de las
Los estereotipos refieren muchas veces a forma s de estar en público, de comer, personas encuadradas bajo esta etiqueta; por lo mi smo, las diferentes ex periencias de
beber, sociabilidad connotada mente evaluadas, tal como expusimos en el apartado 4.6, los inmigrantes en distintos lugares de un país introduce diferencias sustanti vas que
Müller (2004), citando varias fuentes, recoge la impresión y los comentarios de unll 'uestionan la oportunidad de englobar a todos bajo la mi sma denominación (di
señora pari sina que, con ocasión de la visita de un grupo de alemanes, los encuentrn Leonardi 1984)251.
ruidosos, vulgares, bebedores, fanfarrones, regateadores en las tiendas y quejosos
que vociferan sobre los altos precios que encuentran en tiendas y lugares de entret
nimiento, También cita una carta de Max Weber comentando su encuentro con lit!
antiguo estudiante alemán y su grupo en Escocia, Después de haberse aclimatado 11 250 Estos ejemplos corresponden a casos empíricos conocidos por la autora, que utili za mos
uquf a modo de ejemplo, sin ampliar más sus implicac iones socioculturales.
las formas discretas, silenciosas, formas de evitación y disciplinas de la mirada, res
25 1 Por ejemplo, los lugares de origen operan, sobre todo desde la identificación nacionali·
puesta s breves y educadas, sólo cuando uno es preguntado, com iendo lo menos posi dnd/Estado, como categorías de adscripción étnica colecti vizante de una muy posible variedad de
Ment es. Así, en España decimos Jos l'IlII/a/IOS, entre los que existen a menudo diferencias que ellos
loismos consideran suficientemente significat ivas a la hora de organi zar sus particiones y prácticas
l'n el mundo. En aquello que nos resulta desconocido o lejano, no solemos distinguir, pero sí con
2<1<) Para act itudes respecto de otras nacionalidades, véase Segman (1982). I vec ino de al lado.

312 ETNICIDAO, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 313
Por su incorporación su bjetiva temprana, C0l110 auto matismos intensamente apro III U' la validez cognitiva de és tos257. Aq uí ya no se trata de un aUl olllllti slllo sino de
. d i · l· .• 252 .
pla os en a socia l zaC lon . ,y por su mantel1lmiento colectivo conti nuo de forma sutil IlIltI interp retac ión, atribu ció n de sentido, un siste ma de referenc ia, un I.: lI l' l po de
pero continua y e ficaz, por med io de d ichos, refranes, proverbios (Velasco 1993), IlI lIocimienro, uns istema clasificator io, convenientemente objetivado sOc! lI lIll r llt c
comentarios ad hoc, chistes, los es tereo tipos no implica n mucho trabajo mental ¡ntcl! ptH' e l grupo, donde se incorpora, contrasta, evalúa, lo percibido.
cional, consci ente y reflexivo. Son un poco cajones de sastre , út iles en la medida el!
A parti r de la perceptocognición evaluada de rasgos fe notípicos, de apari endn n
que suelen ser compartidos y comprendidos en su sig nificado de forma parecida pOI
los interlocutores o interactu antes. lIl' prác ti cas observables, manipu lac ión de objetos, etc., puede hacerse un a primerll
11 lnsilicac ión, casi inmediata, sobre la identidad del otro. Como indica e l di cho.
Esta funcionalidad cog niti va instrumental, en términos de invers ión y eficacia '11rirno intuitu ex facie externa' 258. Estereotipos y clasificaciones se apli can incluso
253
menta l puntual no puede ignorar otra: no se disting ue dond e 110 es relevante. 1\1) situaciones de mera co-presencia. La probabilidad de acerta r depende de la ampli -
Los otros no recaban nu es tra atención colectiva más q ue como aIras, una a ltcri IUd de ma rcos y sistem as de refe renc ia que domine el actor/perceptor y también de
dad definida en bl oq ue, s in distin g uir ni mati zar: por eso va len los estereotipos, !tI profu ndidad de conocimiento que tenga sobre la persona o personas a qu ienes este-
que no nos tomamos trabajo en contrastar en c uanto a s i su mapeo (' mapping' ) Il'otipa. Cuando nu estros jóvenes migran les de segu nda generac ió n vcían a un grupo
sob re lo fenoménico es sufi cienteme nte vá lido e n términos de legitimidad e mpír i d ' personas jugar a pelota en el frontón , la as un ción de que fueran de origen vasco
ca y capacidad descriptiva. Con qu e sean sufici entes en términos cog niti voe mo- f lura una elevada probabilidad de se r cierta, por cuanto qu e la práctica de es te depor·
cionales, interactivos y sociopolít icos, los estereo tipos no se cues ti o narán (aunqu t y el frontón como lugar de sociabil idad está n fuertemente objetivados ell el s iste-
Cf. infra). !HH de rep resentacio nes étni cas como atribuc iones y rasgos de la poblac ió n vasca . Lo
En todo caso, las diferencias personalizadas se rán , en principio, practicadas y l'Olltrario no: no puede afirmarse que qu ien no practique frontón no es de o rigen
254 vnsco. Pero en es te caso, de lo que se trataba era de evaluar una s ituació n/cond ición
represen tadas e n e l contex to ele ot ros marcos y sistemas de referencia distintos al
étn ico. Precisame nt e cuando se ti e ne relación personalizada, es posible hacer di s- 'i 11 0 su co ntraria.
tingui r, mati zar indi vid ua lme nte, s in practicar rep resentaciones ni defini ciones uni .. La ruralidad, como sustrato sobre el que co nstruir estereotipos, está fuerte lllcll te
fo nni zadoras como los que se ap li ca n a lo desconocido o lo infrava lorado. Por eso, IU'I'aigado en el imagina ri o europeo, Nosotros lo detectamos a la hora de pedir a IlU CS-
los est~ reotipos étn icos no sue len decirse o practicarse para el g rupo propio, sa lvo tros jóvenes de Rentería y su comarca, que defin ieran las ca rac terísti cas sociopsico-
excepcIO nes . Sólo cuand o se da cierta reflexividad sobre el propio grupo en e l co n.. lógicas y económicas de las categorías hombre vasco y mujer vasca (Cf. Ra mírcz
tex to de Otros étni cos, como cuando se compara o se cuentan chi stes 255 , o cuand o se (jo icoechea 1991 cap.6). Muchos movim ien tos y revitalizaciones étnicas de fin es del
fuerza la reflexión en un contexto de investigació n256 , entonces es posible auto-eS fe. sig lo XV lII y del XIX, que se vieron excluídos de los proyectos nac ionalestatales,
reOf¡pa~'se -generalmente positi vamente- aplicando recetas a uno mismo y su g rupo 'ompa rtieron y promovieron identificato ri os que para unos eran derogatorios mjen-
co ncebido bajo ta l princi pio ordenador. Enton ces podemos establ ecer contrastes y tras que para otros eran meritori os. Esto oc urrió con la adj etivación de rural en su sen-
excepciones a las genera lidades proporcio nadas por los estereotipos, hasta c uestio .. lido poli sémico de anticivilizado y de prístino y originari o. S ucedió con el caso vasco,
'1escocés y también el alemán, entre otros. Los alemanes del siglo XV III compartie-
1'011 los es tereotipos que el humanismo renacentista católi co elaboró sobre los estu-

252 Los estereotipos pennean las interacciones, los comportam ient os ex presivos, los disc ursos.
dia ntes alemanes en Roma, en forma de rústi cos, brutos, trago nes y com ilo nes, no sin
nuestras ~a l ab~·as.' nuestras in stituc iones, nu estros princi pios ordenadores de re laciones soiciales. reminiscencias de su co ndición de bárbaros que ya fuera manejada durante el impe-
nues.tra Vida dlan~ (van den Berg he 1997). Tipificados y rutin izados, adq uieren una operati vi dad rio civiliza/aria romano (Müller 2004). De hec ho estos es treotipos construidos por
relall va mente autonoma respecto de la ex peri enc ia, como decíamos para las ontologías soc iales, sus vecinos fueron reinterpretados más adelante en la co nstrucción de un a identidad
(e f. aparlado 2.2 y 2.5).
prusiana/a lemana, basada en va lores como la simplicidad, espontaneidad, honestidad,
. 253 In versión mental ya la hubo anteriormente, y mucha: soc iali zac ión , incorporación , objcti .
vac lón , etc. fuerza y salud, sinceridad, sencillez de maneras y de vida, etc., rasgos vinculados a
254 Siempre depcndi endo , obvi amente, de las formas objetivadas de la individualidad en di cho
contex to cultu ral.
255 El humor y el abu so verba l son algunas de las formas ex presivas de los estcreolipos, genc-
ralmente, aunque no exclusivamen te, en e l ámbito pri vado. 257 De hecho los estereotipos se autoperpetúan en cuan to que inhiben e l con tacto intergrupal.
. ~56 Muc.has de las respucstas que obt icne UIl etnógrafo dependen del propio contexto de invcs- La presión ecosoc ial de las objetivac iones y agentes sociales, person ales y co lect ivos, no favore ce
ligaC Ión: los IIlformante~ a veces no han reflcxionado sobre cierta s cosas hasta que e l investigador tn mpoco el cuestiona miento de los estereot ipos.
las preg ~lIlt~. Un clm:o ejemp lo dc l efe cto antrópico. Au nque seguimos mante niendo q ue siempre 258 Tambi én mayor posib il idad de errar. Qué duda cabe de que cuanta menos interacc ión
hay al~lIn IIP? de dI SCurso sobrc la alteridad étni ca, la variac ión etnográfica sobrc la densidad mayor posi bil idad de fa ntas ía contraviniendo la plausibi lidad psico lógica: ¿cuántas veces la ima·
semántica, la Importancia, la di stribución y evidenc ia soc ial del mi smo es e norme. gen sobre los otros incluye rasgos an imales, anómicos, que hablan de su carácter medio hum ano?

314 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MtGRACIONES PROCESO ÉTNtCO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERtENCIAS COMPLEJAS 315
concepcio nes específi cas de lo Hatural y lo agreste. Lo mismo en las mujeres, senci" , verifica y e l posible error no se constata, Así pasa, por ejemplo, cuando alg un as
lIas de atuendo, ornamentos y artifi c io cosmético, primando siempre el contenido IlIlhujadoras dominicanas eran c itadas como neg rilCls - supu estamente africanas- en
sobre la apariencia, Estas identidades adoptaron las imágenes que otras identidades 1111 pueblo de clase media alta en las afueras ele Mad ri d o, al cont rari o, las cabovcr-
construyeron sobre ellos como otros, a la hora de fOIja r su propia identidad en torno ,liulllts eran tomadas por marroquíes. Para la pob lac ión autóctona, no había ninguna
a lo contrario: la racionalidad, la modernid ad, el buen esti lo y las maneras refi nadas IlIl.'iccuenc ia seri a de su equi vocación y ningún interés en comprobar lo acertado o
y delicadas de la italiallidad,frallcesidad, allglicida(f259 La incorporac ión de la rura- Ilu de estas clas ificacio nes.
Iidad y la imagen ideal del campesinado ayudaro n a estas identidades nac ionales 11 Incluso si las situaciones sociales so n de gran de hostilidad, a pocos les importa
constituirse sobre un es pac io semanti zado, como lugar inmemori al de relación con la 1 posible erro r (Davey 1983:49 y 50), mientras convenga como maniobra de dis-
tierra y sus ancestros, un a comunidad más en el sentido de volk que de civita.\'. 1I11l'ci6n o chi vo ex piato ri o de otros males sociales (Cf. 5.4)26J , En estos contextos,
Durante el lll Re ich, Hitler se apoyó en este tipo de nacionalismo étnico, asegurando ¡'I ~ Jl lllbigüedades siempre se res uelven dentro del pro pio marco de re ferenc ia, o
que e l calificativo bárbaro era un hono r para el alemán, que hab laba de su frescura cn
1I1I11\lJ global de identidades y estereotipos,
un mundo en decli vevocablo (Müller 2004:74),
Matices del habla - fonética , semántica, g ramática, ento nació n, pragmática, etc.-
pueden ser elementos para inic iar la operac ión cl as ificatoria, y en e lla, operar CO Il
estereoti pos, Esta información podría añadirse a la visual y dar pie a una reelabora-
ción de la mi sma. Un amigo indio, con una educación tem prana muy británica, fuc
1,2, ¿Qué hay en un nombre?262
confundido po r te léfono como británico, hasta que su interl ocutor preguntó por el
no mbre de mi am igo: entonces supo que era de origen indio. "Pocos días después descubrió que tenia dificultades para recordar
casi todas las cosas del laboratorio, Entonces las marcó con el nombre
De lo mismo pero al contrario se quejaba el cantante de hip hop Frank T, por
respectivo, de modo que le bastaba con leer la inscripción para identifi-
cuya dicción española nadie puede dedu cir su o rigen nac io nal ni la extranjería social carlas", Poco a poco, estudiando las infinitas posibilidades del olvida, se
que se le aplicaría por su color de su piel en un sistema rac ialista: en un taxi , cuando dio cuenta de que p odla llegar un dla en que se reconocieran las cosas por
va a buscar trabajo, todos se sorprenden de que hable un castellano sin acento sien- sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad '" Asl continuaron
do negro. Oyéndole hablar, la gente se forma un a idea; cuando le ven, tienen que viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las
reorgani zar súbidamente su clasifi cación iniciaI 260 . Como cuando nos contaban que palabras, pero que habla de fugarse sin remedio, cuando olvidaran los
a los españoles les ex trañaba ver un senega lés cond uciendo un coche, como si fue ran valores de la letra escrita ",
e lementos de sistemas de objetos y re laciones incompatibles: neg rifud y pobreza Cien años de soledad, Gabriel Garcla M~rquez,
parecen ir de la mano en la España de la inmigración.
Como decíamos an tes, se neces itará poca informació n para confirmar la inferi o-
ridad de un gru po minori zado en un sistema social discriminato ri o, y, por contra, un a
g ran cantidad de info rm ación positi va para la re-evaluación de los atributos de di cho En Experiencias E/l/ohistóricas de la Etniciclad (3,2) hemos citado muchos no m-
g rupo minoritario (Davey 1983:49), lu 's de pueblos, gentes y g rupos, Pero quería dedi car un apartado específi co a los
J'lJlónimos, por todo lo que como producto social incorporan,
El error en el juicio no implica necesariamente una catástrofe, como cuando el
pi loto de un avión yerra las coorde nadas de aterrizaje o el juez condena a cadena per- No vaya refrendar que el/. e/. princip;o era el Verbo, pero sí que, de alg una mane-
petua a un inocente. Si la interacción no requiere mayor precisió n, la clasifi cació n no 111 . el no mbre crea a la cosa, como objeto re- pensab le, comunicable, compartible,

259 Que recoge el di cho "Antes muerta que sencill a". 261 La hi storia está llena de estos casos, como el de las acusaciones de brujería, el caso
260 "Jesús normalmente un de color habla con mucho acento, qué me pasara en la boca, será I),,; yruss, la inculpación dudosa a supuestos responsables de magnicidios, casti gos ejemplares a
por que ll evo mucho ti empo aquí no hay hombres de color que hablen así en España Cómo es p os i ~ hllclllbros de algunas comunid ades, sospechas infund adas de parti cipación en actos de secuest ro o
blc que hab le así un hombre de co lor, si habla mejor qu e yo, Jesús de dónde es Ud ....". (Ke M e IllI violencia.
Pasara N la Boka , CD, 90ki los), Gracias a Nico por la tran scripción. No puedo asegurar el origen 262 Esla aproxi mación que hago al te ma es preliminar y tiene el humilde objetivo de llam ar la
nac ional de este ilustre cantante de Hip Hop. Quizás sea de Guinea Ec uatorial , excolonia es paño ~ IIl!.iIlción sobre algo que nos parece tan cotid iano y ev idente, y conectarlo con el tema general que
la. muchos de cuyos alumnos vinieron en los años 60 y 70 a terminar su educación en España. 1'~lc libro trata. Aunque no he pod ido consultarlo todavía, recomiendo el libro de ed ici6n de
Qui1.:ís sea un ex tranjero de segunda generac ión. (II ndenhom 2006), fruto de un debate organizado en Pembroke Co llege.

316 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES JlI'lOCESO ÉTNICO, FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJI\S 31 7
rn dichos lugares y espacios. Bretaña viene de Pri/olly, nombre dado a las islas por
(fC!/I(fble (Austin J 963), utilizable. Dar nombre a algo es una forma de distinguirld, I()~; t'cltas de la actual Bretaña francesa, que latinizado se convirtió en Bretaña: de ahí
singularizarlo, sacarlo del anonin"lato y hacerlo presente, vivo, objetivarlo 26J . De nll! /in'lollcs y británicos; de Goule, tierra corrcspondientc a parte del Norte de Francia,
su importancia como forma de objetivación externalizada e incorporada de las idel! 1l'd' llamada por los romanos, vien ga!os:!(\(l. C\)!110 se COllle, qué se come: eskimos, o
tidades. De alguna manera así ocurre con los etnónimos. En estos nombres j¡i¡V ,'(llllcdores de carne cruda, fue el nombre dado a los IlIlfil scglín los indios algonqui~
muchas cosas. En primer lugar, denominación, como acabamos de explicar. hi ni},\', (Southall 1976 cic en Parkin 19R2) Illl:lll.'iulla ¡j!lt'. Ius N/l('r y los Dinka, pueblos
segundo lugar connotación. Esto es lo que más nos interesa. HlkJticos vecinos, son denominados localmcnte coow los N(/(/l/¡ y los .Iieng, rcspec-
Muchos nombres se construyen etnocendradamente, desde la autoreferencialid:j',! ííV;llncnte~ connotando la idea de ol(/c(/Il{e y o{(/('(/(!o, dcrivíldos dl' I(~rlllinos posibles
grupal (Carbonell 2(01) (Cf. aparlado 3.2). Es muy común enconlrarnos con 110111 jlilra persona en los dialectos nilóticos bajo la valoraciún atrihllida a la dominación
bres de grupo que pueden traducirse como el pueblo, /a gente, los hombres, en ¡llli] !Hililar. Otros gentilicios son extensiones de clasil'icaciones lingüísticas hechas por
suerte de atribución de cualidad de humanidad que no se otorga al resto, o por I¡¡ In>, intclectuales europeos como, por ejemplo, !Jallflí o illr!O('lIfO/)('O. También por
menos en el mismo grado. Los Thai de Phraan Muan se refieren a sí mismos (omp dj!('cstralidad putativa, a partir del Antiguo Testamento: pueblos ('(l/l/ilas por Cam,
khon, como los seres humanos (Tambiah 1985); también sucede con los Inuil, conll; pllI'hlos sernifas por Scm, dos de los hijos de Noé. (Ji/(/l/oS son así nomhrados por
se definen los pueblos árticos de Alaska, norte de Canadá y Groenlandia, y que si)} qn~r que venían de Egipto. Quinquis viene de población trashumante qtlc allligll:l"
nifica gente, como los indios pueblo de Nuevo Méjico. BOl/tu quiere decir gel1l('.\' ('o j)l\'.llte vendía quincalla y que, con el tiempo, se contagiaron de la connotación Iwga-·
lengua bantú. Ainu significa humano y es la denominación que se da este grupo Ih ¡¡va que los sedentarios dan a los viajantes. Por Tendeiros se conoce a un grupo lk
ciertas islas pertenecientes en la actualidad a Japón. Se cita como distinción rcspn Í! :1Ill0l1ta11os itinerantes que vendían sus productos en el Sur de Portugal y que. se han
to de aquellos elementos, animales, plantas y objetos que poseen e<~)Jírit[{ di vil/o \ iju(-'dado con dicho nombre y a quienes los gitanos consideran como payos y las aulo~
267
como nombre étnico de grupo frente a otros pueblos. En Java, ser humano es ~,l'¡ i ¡(Imles como gitanos .

javanés, lo que implica un código de conducta qlle incluye etiqueta, control COrpO!i!Í Todas estos nombres no son autoasignados, sino recogidos en fucntes escritas de
y emocional, estética, relación con Dios, alimentación, etc. (/ /(/ 111(/I1em javallt"'!! hirlllas de organización política que han tenido alguna relación generalmentc de domi-
(Geerlz 1973:52-53j2"4 llnci{)IJ con los así nombrados.

En todas estas denominaciones destaca no la alienación concreta individual Si!ll' La capacidad ele nombrar indica poder: sobre sí mismo, o sobrc los dcmás. Los
el extrañamiento genérico de grupos diferentes al propio. L.a denegación de cualid;¡¡í ¡Í!lll1hres incorporan una historia de relaciones sociales, a menudo asimétricas.
humana a los otros, representa la contraparte de estas denominaciones. Por ejcmplll, J ,os Imperios, los Estados, quc en su expansión militar y comercial han incor-
los indios A/gonquino denominaron a los II111i! como Es!(ilno, o devoradores de cml\
porado una gran divcrsidad de poblaciones son grandes artífices de nombres colec-
cruda, como ejemplo de lejanía cultural. En euskera, en!era significa 10 contrario lit' ¡I\'¡)S para gestionar tal diversidad, particionando a las gentes, y distribuyéndolos
cuskera y erdeldlÍn el que no habla la lengua cuskérica. Goy/goyim indica en hehJ\'ll al.,¡nlétricamente en los engranajes dcl Estado, de las milicias, de los oficios, de los
todo aquel que no es judío, lo mismo que Payo para el que no es Roma o Poke/¡r/,!i,c ¡i(' tll~ ric i os.
para elllo que no es Maorí. La expresión 'Tile ~Vest y the Res!' atestigua el modo (eH
que Occidente ha construido su identidad creando un entorno de Otros como cX(-'¡li I.os encuentros, como durante la colonización, también han dacio lugar a la crea-
cos, marcados por su Etnicidad. '. iÚfl de nombres para designar al otro en una relaci6n mutua pero referida a los sis-
Íl'"lll<lS clasificatorios de cada uno. Por ejemplo, en su contacto con los europeos, los
En los etnónimos hay clasificación y descripción, observación y selección dl',..,dl' ';'l\'r/;~i denominaron Belurnbi, una mezcla entre hechiceros y zorros (Kupcr 1973).
distintos dominios experienciales. Por ejemplo, de dónde se viene, qué lugar se h;lhi Pilr;¡ los Swazi, la pign1cntaci6n hlanca cra parte del aspecto general, incluyendo la
la, como cn los topónimos que significan metonímicamente a las gcntes que residl'!l jilP;¡, de los curopeos, recogido en el término Bellllnbi. Por el contrario, para los euro-
rW(lS, el atuendo no-atuendo de los Swazi, que dejaba buena parte del cuerpo al des-
i"lIhierto, fue incorporado al campo semántico ya existente del salv(~je desnudo
26.1 Salvo en un acertijo, que le plantea a Ciüido un alto mando militar nazi, en la pclícul<l di
í/(IIPcr 1973).
Roberto Benigni, La vida es bello: "Si dices mi nombre, desaparezco". ¿,? El silencio.
26·1 En esa medida, hay que pensar que los ri!os de paso no son meras técnicas de agreg;\('j(JI\
ti la comunidad. Estos ritos spm técnicas sociales para la producción de 1l(llivrn', porque inscrih('H
localidad -como socialidad contextual inmediata e interactiva- sobre los sujetos, convir(Íénd()ll'~ \'jl ,'(,h E! proceso inverso también se da: de nombres pueblos -que se imponen y exticndell-- vi(~"
actores pertenecientes a una comunidad siluada (Appadurai. 2000: 179). j¡fH nombres de países: defmneos Francia. de anglos, Inglaterra (Eng!and).
265 Curiosamente Poílora para lo español, quizás como perversión lingüística de E'spoiin/íI ,~(,I Comunicación persona! de Sara Sama.
Referencia de F. Monge.

1'!íOCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPII.!!\:> 319


318 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES
El sistema racista sudafricano unificó a todos Jos originarios del Sueste AsLHit"!' ,Milt'l:donia, no vio con buenos ojos que el estado macedonio de la ex república yugos-
como Indios, y a los híbridos, fueran de origen Khoshan, malayo europco ('()llin ¡!lva se independizara con tal nombre, que los griegos sienten que les pertenece.
c%llrecf268. Como citarcmos, el censo británico llama asiáticos a una gran diw!'<d
dad de gentes procedentes de Asia, con tradiciones culturales y circunstancias S()(i¡i lJn mismo nombre puede significar cosas distintas seglÍn para quién y en qué
demográficas muy diversas. i'Olllcxto histórico, sociopolítico o sociodcmognífico . .1,,1(/ es ulla categoría que rcrie-
j'i" ill~omerciantes islamizados en el Noroeste de Costa de Marfil. Sin embargo, en el
Muchos movimientos indígenas se resisten a que les llaman indio que es un té,! ¡\llnkste el término expresa el nombre de Ull grupo étnico concreto (Arn:lut 2004:
mino colonialista, y euroamericano (García Canclini 2004:46), que incorpor;l L¡ 1\0. nota 11).
dominación política, económica e ideológica. La identidad construida sobre una alh"
ridad reprime la expresión de otras alteridades como otras formas de diferencia (Ahn lJna de las acciones más expresivas de autonomía política, reivindicaciún o rc-vi··
Lughod 1991: 140). ¡¡¡Jilación étnicas es la de cambiar los nombres. Las metrópolis bautizaron SllS colo"
'nias y re-fundaron ciudades con nombres hasta entonces inexistentes: Camc-rún,
El uso del término indio no sólo ignora mútliples formas de ser indio sino \:I!!I Allo Volta, Leopoldville. Igual hizo Colón cuando llegó a La Espailola (República
bién múltiples otras diferencias que conviven y atraviesan esta concepción de la dik POlllinicana) o cuando se fundó la ciudad de Nuestra Señora de los Buenos Aires, o
rencia sobre la que la alteridad/identidad se construye. En Brasil indio es una dCll(J Hit') de Janeiro, descubierta por los portugueses en el mes de Enero ('Janeiro'), ctc.
minación genérica para toda población originaria antes de la llegada de los europl',o\ I h: ahí han salido no pocas denominaciones de gentes antes conocidos de otra
Como vimos en el apartado 3.2, aquéllos que han tenido autonomía suficiente Píl¡il IllllflCra, o como crisol de todos aquellos que una vez tuvieron nombre propio.
denominarse a sí mismos ITmchas veces lo han hecho autoasignándose la denomilld I ,I/I/donde,.ry es una denominación del dominio británico, Derry no lo es. La ciudad
ción de gente, humanos, como hemos visto con los AillU, lnuit y otros muchos. ~k ,)'011 Petersburgo ha recuperado este nombre después de haber sido llamada
Los indígenas australianos consideran el término aborigen ofensivo, pues ¡nenl 1A'lIil/grado y Sralingrado en distintos momentos de la historia de la ex-URSS.
pora el recu;rdo histórico del dominio del poder colonial británico. Nativo tamb¡6n ivlllcllos estados africanos así como sus capitales cambiaron de nombre con su inde-
es un apelativo que rechazan. Desde el año 1980 el discurso indigenista ha objetivO! pendencia, y a veces siguen haciéndolo según llega el dictador de turno.
do su preferencia por la expresión indígenas (lustmhunos, lo que, además, les dislill Con el Estado de las Autonomías, el País Vasco se objetivó en el lenguaje oficial
gue de otras poblaciones del Pacífico. Otra denominación ofensiva para los afrO<\lllC- Eu,vkadi, Valencia como País Valencia, etc. Calles y plazas se han renombrado
j'(JJl)O
ricanos fue la de nigger, ya en desuso a partir de los movimientos políticos y estético" después del franquismo para eliminar una memoria y recuperar otra que la primera
de los años sesenta y setenta y que se objetivó, entre otras formas, en la expn.',siún hl/.n que olvidáramos. Niños y niñas se bautizan o re-bautizan recuperando nombres
'Black is beautiful'. °
nl desuso re-inventados, como vínculo con un pasado grupal, una memoria colec-
Estas denominaciones generalistas son efecto del mismo proceso evaluativo C())!. tiva, o una apuesta de futuro.
nitivo que citábamos m<.ls arriba para los estereotipos: donde no nos importa, no (!i:, L. os nombres cambian también según el contexto de relaciones, los agentes invo-
tinguimos. En Uruguay Turcos son todos los originarios de países musulmanes de lucrados, los motivos de la relación, etc.: un conjunto humano es conocido bajo una
Oriente Medio, vengan de donde vengan, Líbano, Siria, Turquía, etc. También lo utl denominación u otra según el grupo que le clasifica y la relación que tenga con él.
lizó Ratko Mladic, general serbobosnio responsable de la matanza de Srebrenica, nllnbién pueden evocar una memoria, una constelación de significados, un paisaje
cuando denominó "turcos" a los bosnios musulmanes. Stanley Tambiah (Tambiah !'111()político.
1989) menciona cómo los malayos, quienes se denominan a sí mis1110 bhumiplllra lí
hijos del suelo, son el resultado de una amalgama de gentes diferentes procedent(~'i Cuando los mejicanos cruzan la frontera con Estados Unidos, se convierten inme-
de Sumatra, Java, Borneo y las Célebes, todos metidos en el cajón de sastre de Jo {!lIt" diatamente, desde el poder que gestiona las identidades, en étnicos hi,<¡J)(l11os. Y cuan-
los holandeses acabaron denominando bajo un solo término. Los armenios no SI' !ID los marroquíes o senegaleses desembarcan de las pateras en España, dejan de serlo
denominan a sí mismo como tales, sino como Hay (singular) y Hayer (plural). para convertirse en categorías de la alteridad según la política común excluyente curo-
pea: inmigrantes, sin papeles, ilegales y, con suerte, refugiados (CL 5.7f69. Una vez
Nombres pueden converlirse en símbolos disputados por unos y por otros, hacil'll l'l'Ill'.adas estas fronteras entran a formar parte del Sistema identitario de Otro, que, gra-
do emerger conflictos más latentes. Grecia, que incluye una regi6n denominad,1 cias a su hegemonía, los engulle como microentorno para construir su propia identi-

2119 Las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales encargadas de la ayuda y


2M, Mesti::..o, negro, blanco,son nombres de gentes sino clasificaciones raciales y racista!"
110
logística en las catástrofes humanitarias utilizan este genérico para IOclos aquellos que las padecen.
pero incorporan, igualmente, la historia de unas relaciones de dominación. \ran del origen que sean.

320 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES PI,OCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES. EXPERIENCIAS COMPIJ.Ii\S 321
dad. Sólo en sus propios lugares de origen yen algunos otros alejados de estos poe1\' De alguna manera volve mos a la ausenc ia de di stin ción - y po r tanto nombre-
res, pueden vo lver a definir los parámetros de su identidad, aC luando desde la posición ~dl rt donde no se estab lecen saJienc ias, pert inencias, evaluac ioncs, s ignificados. más
de Sistema, otra vez más, con SlI S propias maneras y dinámicas internas de establcC\\1 qlle en su sentido alterado: más all á de la fro ntera cst¡ín los que l/O son humanos, 110
relaciones sistema/entorno. hw..: cn esto, no piensan de esta manc ra, 1/0 son de aquí.
He mencionado hasta aq uí la presencia multi modal de nombres étnicas o relu ¿ y los que no se autode nomi nan con un no mbre propio? Los Cayopí, pueblo
cionadas con el las. Termino estas breves consideraciones con lo opuesto: la auscncill n'llí del Xingú, no tie nen denom inac ión pa ra s í mi smos27J , son dcno minados as í por
de nombre para el interl ocutor étnico. nlros grupos. ¿Para qué llamarse a sí mismos si ya sabcn qu iéncs son '! Sólo en el con-
Ya dijimos que no se di sti ngue en lo que no nos importa. no valoramos, no sel! h\x to relacional con otros g ru pos sus nombres adqu irían scntido étn ico. Lo cual no
timos como próximo o simplemente no corresponde a nueSlra misma catego ría 01110 Illliere decir que no tenga n ex periencia grupal ni identidad col ectiva para sí mi smos.
lógh:a. Eso es lo que oc urría con los otros, que para los que se llaman a sí mi slllON 1,11 catego rización es posible s in deno minac ión.
gente, human.os, no tienen nombre propio más que en negativo: los que no SO/'
'gente', personas, g rupo, como nosotros.
La de illllligrallle, con ladas sus conn otaciones sociales y morales peyorati v¡¡l'o ,
sería un ejemplo. Pero tenemos ot ro: los de fuera. Así era n llamados los inmig rant ."
de primera y seg unda generación 270 e n la zo na en que investi ga mos identidad étni clI
en j óvenes (Rentería y su comarca), ex te nsivo a buena parte de l País Vasco tambi ~ll ,
Es ta ex pres ió n re fl eja ba toda la excl usión imag inada y sentida desde la cons
trucció n de la ident idad étni ca vasca, proyecto en que grandes sectores de la poblll
c ió n autóc to na estaban envueltos cuando llegaron los inm igrantes en los años sesclI
ta y setenta de l pasado s iglo, y cuya prese nc ia contribuyó a reavivar.
Los de fuera era una expresión semánticamente densa, q ue condensaba toda 111
ext ranj ería social y cultural posibles271 , remitiendo a límites terr itoria les y morales
supuestamente traspasados por la inmigración. Los inmi grantes no eran ci tados
como espofio/es más que esporád icamen te, sobre todo en térm inos de ident idad
po lítica como so portes de la política centrali sta de los partidos gobern antes del
Estado. El discurso étni co hegemó nico vasquista en el contex to local/autonóm ico
nacio nal de la vida coti diana y sus ex pres iones les denegaba un nombre propio
colectiv0272 A pesar de que todos estos inmig rantes procedieran de Castilla, Casti
lIa-León, Oalicia, Extremadura, Andalucía, etc., cuando aún no había Comu nidades
Autó no mas, no desarro ll aron ninguna identidad étnica propia. Su espofiolidm/
nunca pasó de l reconocimielllo obvio - para ellos- de que pertenecían a un país lIa
mado Espofia, de l que e l País Vasco formaría parte. La partic ipación social, cultu-
ra l, en casas regiona les tampoco pasaba de una socialidad y camaradería basada Cn
el paisanaje.

270 En cuanto a foraneidad soc ial y étnica, esta denominación podía eX lrapo rl arse a esta segun
da generac ión, sin distingui rl a de la primera. No obstan le, como nacida ya en el País Vasco a dife·
rencia de sus padres, para los chicos y ch icas de segunda generación operaban olro seri e de rtl sgo.~
para la continuidad de su alteridad étnica ,: moralid ad , civil idad , escola ridad, estética, etc. (Ram írcl
Go icoechea 1991: cap. 10).
271 Sobre elllificaci61/ de algunos co lectivos, véase Brullet, Pa stor y Belzunegui (2004).
272 Igual que hablar de Estado español y no de España es sustraer al primero de toda posibili-
dad de identidad colectiva nacional. 213 Informac ión de Oscar Ca lav ia. 2005.

322 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES PROCESO ÉTNICO. FENÓMENOS TRASVERSALES, EXPERIENCIAS COMPLEJAS 323
,
CAPITULO 5
conomía político de lo Etnicidad

l. Introducción f.O
? Etnicidad y conflicto \1-1 '
2.1. La sociedad como campo de batalla
2.2. Cooperación y conflicto
2.3. Poder otra vez
Etnicidad y estructura soci1 [ \\ 1)
3.1. Estructura social
3.2. Atractividad A. Estructura económica y etnicidad
3.3. Atractividad B. Etnicidad y estructura económica
3.4. Clasificaciones étnicas de la clase socia l
JI. Prácticas e ideologías de la diferencia y la desigualdad . ./
1. Exclusión e inclusión social
4.1 . Crítica de las perspectivas macroeconómicas
de la exclusión social
4. 2. Excluir/incluir
4.3. Del prejuicio al genoc idio. Dinámicas y tematizaciones
de la exclusión
4.4. Repensar inclusión social. Modos de incorporación
5. Prácticas e ideologías de la diferencia y la desigualdad. /'"
11 . Racismo
5.1 . Breve genealogía de las ideas raciales
5.2. Contra las categorías raciales 1: Raza como esencia
5.3. Contra las categorías raciales 11: Raza como categoría
cognitiva
5.4. Contra las categorías rac iales 111 : Polimorfismos humanos,
frecuencias génicas, clinas
5.5. Contra las categorías raciales IV: Inferioridad psíquica,
intelectual y moral
5.6. Orígenes de la Humanidad moderna. Monogenismo
y poligenismo
5.7. A vueltas con el fenotipo . Dimensiones sensibles 1, INTRODUCCIÓN
de la alteridad
5.8. Variaciones en torno al racismo. Contextos sociohistóricos
y políticos "People like me who came 10 England in the 19505 have been there for
5.9. Racismo y Etnicidad centuries: symbolically. we have been there for centuries. I was coming
5.1 0. La tentación vive al lado: sexo, impureza y peligro home. I am the sugar at the bottom of the English cup of tea. I am the sweet
6. Objetivaciones políticas de la identidad y la pertenencia./' tooth, the sugar plantations that rooted generations of English children's
teeth. There are thousands of others beside me that are. you know, the cup
étnicas. Naciones, estados y movimientos sociales
of tea itself. Because they don 't grow it in Lancashire, you know. Not a sin -
6.1. Etnicidad y formas históricas de organización política gle tea plantation exists within the United Kingdom. This is the symbolisa-
6.2. El estado-nación tion of English identity - I mean, what does anybody in the world know
6.3. Fracasos y sombras del proyecto moderno about an English person except that they can't get thtough the day without
de estado-nación a cup of tea ? Where does it come from? Ceylon-Sri Lanka, India. That is the
outside history that is inside the history of the English".
6.4. Gestión, administración y política de la Etnicidad
7. Etnicidad y migraciones (fi/}LO l¡;f<f?..)· Stuart Hall. Old and New Identities; Old and New Ethnicities.
7.1. El fenómeno migratorio
7.2. Una orientación micro-macrológica
7.3. El inmigrante como Otro ¿Cuántas veces hemos reflex ionado lo que hay detrás del Museo del Erm itage,
7.4. Contra la alteridad 1\1\ San Pctersburgo. inserto en cada uno de SlIS tesoros y marav illas? ¿Cuánto expo-
7.5. ¿De qUién estamos hablando? Género, por ejemplo lio y ac umulación de trabajo y valor en cada objeto del British Museum, o en las
~lI ll1des maravillas arq uitectón icas del mundo, bien sea e l Taj Majal , las Pirámides,
7.6. Reconstrucción de espacios de vida
111.< obras hidráulicas, las calzadas romanas o e l Valle de los Caídos en El Escorial
7.7. Aquíy allá: migraciones, retorno y transnacionalismo
(Mndrid)? ¿Cuánta explotación, muelte, enfermedad, pobreza, miseria, injusticia, se
7.8. Segundas generaciones IlIlconden tras estas obras ilustres de los hombres? ¿Cuántas mujeres, niños, ancianos,
, 7.9. Etnicidad e incorporación en la inmigración 1' 11 la trastienda de los logros de esta Humanidad androcentrada, adultocentrada,
1'8. Globalización y re-localización de las identidades colectivas ullt ropocentrada? A estas alturas no hace falta repetir que las relaciones sociales están
8.1. Globalización y mundialización h¡.corporadas en todas las producciones humanas, sin que pueda ser de otra manera.
8.2. Saberes y tecnologías Me sigue gustando el concepto de Economía Política, introducido en el XVIIl ,
8.3. Deslocalización, desterritorialización 1'11 una tradición que inc luye a Adam Smith , Ricardo, Malt hus y, en lo que aq uí nos
8.4. Global, local, g/oca/ "teresa, Karl Marx. Lo que otorga especificidad a esta línea de pensamiento es que
8.5. Identidades conglomeradas, orgánicas, porosas 111 valor de lo económico reside en e l trabajo. Y en e l caso específico marxiano, en
8.6. Márgenes, periferias y otras voces silenciadas que ya no lo Ilue el trabajo, como fuente de l valor económico, está inserto en unas re laciones polí-
11 'IIS estructurales localizadas en e l ám bito de la producción, distri bución y consumo.
son tanto
I!slas relaciones y sus estructuras son fuente de conflicto y disputa y, por tanto, de
8.7. Etnicidad en los tiempos del mundo-todo
I'um bio social.
19. Diferencia, diversidad, desigualdad. ¿Entonces qué?
( 9. 1. El tapiz de las diferencias: crítica al Multiculturalismo Al titular este capítulo así, pretendo seguir, de alguna manera libre, esta orienta-
!'Ión de las relaciones sociales pero incluyendo las dimensio nes representacionales y
9.2. "Como iguales": diferentes pero contentos

ECONOMfA POLiTICA DE LA ETNICIDAD 327


clasificatorias --por tanto simbólicas- de toda práctica. En ella, la de la constituci(in ¡,'(i!llprensión como específico proceso de alterizaci6nJidentificación y de exclusión
de las identidades y alteridades, y entre éstas, las que podemos entender como élní ,;ociaJlinclusión social. También expresan.5 ciertas reservas analíticas a la singulari H

caso A. su vez, poder, dominio, distribución de los recursos y medios de produccióll, i'i/l'ián de esta categoría, organizada, gestionada t insliluida desde el propio ámbito
como estructuras sociales interpenetrados y mutuamente atraídas, como sistemas 11 !I!t-nlógico y práctico de su construcción sociohistúrica y política. Por ello cuestio-
como entornos, penetran los sistemas categoriales representacionales y pragmático;., j)i1n~ hasta qué punto su proyecto escncialista y hinlngicista !lO es m;ís que una varian-
Hay muchas clases de poderes y proeesos políticos (Luque, 1996: 12, 13). Esta 1", le de las formas de construir alteridad/identidad, y, por es!) mismo, insistiré en sus
sido la orientación mantenida como marco de referencia y pensamiento en tO(}I'I t':,trcchas conexiones con Etnicidod, como concc,pto y como knólllcno.
nuestro discurso.
El sexto (5.6.) es un clásico, porque no hay texto de Etnicidad que no ¡Hienda a
En este capítulo, el último, vamos a ver los siguientes temas. L!~; objetivaciones políticas de las diferencias y semejanzas construidas a partir dc criH

Primero se habla de conflicto y cooperación (5.2.). A pesar de lo dicho anteriol ICríos étnicos. Se destaca la historia de la construcción del Esfado··nación en Europa
mente,y mantener una perspectiva crítica, no creo que los seres humanos, ni filoge urcidental, la diversidad étnica dentro de la mayoría de los Estados y, sobre todo,
nética, ni etológica, ni ontogenéticamente sean más conflictivos de lo que puedan .'In túmo éstos promueven, gestionan, administran y contabilizan identidades y allerida .
cooperativos. Aunque en este capítulo presto más atención a las relaciones asimétri des étnicas. Debate especialmente actual en la posmodernidad, en relación a inslitu··
cas entre grupos humanos, podríamos equilibrar la balanza seí1alando todos 1m i/ioncs y servicios de bienestar social, se plantea la reconversión de lo cU/fural en cri-
aspectos de la reciprocidad y solidaridad humana, sin caer en la trampa sociobioln h'J'Ío para la desigualdad étnica, tanto negativa como positivamente.
gicista del altruismo interesado. El séptimo (5.7) incluye, por fin, la rúbrica de Inmigración. Según el título de
A continuación (5.3.), como ya hiciera en mi investigación sobre jóvenes en (:,lc libro, parecería que ya tocaría un epígrafe específico sobre las migraciones
Rentería, intento resituar el debate sobre las relaciones entre Etnicidad y Estructur;j humanas. No obstante, en casi todos los capítulos de este trabajo hemos ido inser-
Social, ésta vez desde la epistemología de la complejidad que me permite repenSil! !i1ndo reflexiones y ejemplos sobre migraciones, inmigrantes, emigrantes, y los múl-
dominios de actividad y representación como atraclOres y otros como atraídos. Creu l¡pk~s üngulos desde los que podemos analizarlos en su relación con los procesos de
que esto ayuda a comprender lo étnico no en sus paradojas -no las tiene, son las nucs illlcridad, identidad y Etnicidad. Y sucede, como al que le toca hablar el último, que
tras- sino en sus dinámicas de hegemonías y servidumbres. los demás ya lo han dicho casi todo. Por eso este apartado se concentrará, en algunas
A las prácticas e ideologías de la diferencia y la desigualdad dedico dos partes. lrlkxiones específicas sobre procesos identitarios en contextos migratorios, reco-
Uno (5.4.) sobre cuestiones teóricas y más generales que, no obstante, aportan cv¡ rllendo algunos aspectos no mencionados hasta ahora y ciertas consideraciones a par-
dencias empíricas sobre los modos en que las diferencias se vuelven desigualdadc!" íir de mi propio trabajo de campo, remitiendo al/la lector@ interesad@ a los lugares
En este incluyo una reflexión crítica sobre lo que se entiende por e;rclusión soci{/I dnlldc se ha publicado. He hecho una selección precisa de temas en relación con los
desde una perspectiva teórica e histórica concreta, la de la Modernidad de la cons prnccsos étnicos, sin abarcar todas las dimensiones demográficas, políticas, econó-
trucción elel Estado-nación. Se asocian exclusión e Ínclusión como términos exfre !llicas, personales, que los procesos migratorios implican. El transnacionalismo que
!-¡G cita tiene continuidad en varios epígrafes del apartado siguiente.
mos siempre vinculados y cuyas relaciones son dependientes de las dinámicas y con
textos en los que se dan, y también respecto de una perspectiva siempre localizada. En el octavo apartado (5.8) se aborda el tan traído y l1evado debate sobre la glo-
Seguimos a continuación con distintas formas, grados, intensidades y efectos de la h"lil.ación, los centros hegemónicos de producción de poder, y las formas locales en
multiversidad de los procesos excluyentes. Al final, recogemos el reverso de lo anle 'lile esta se da y de las que se nutre. También los procesos de relocalización y resigni-
rior hablando de inclusión, su pertinencia conceptual y sus posibles sustitutos. nt';!ción de las representaciones y las prácticas, además de una reflexión sobre el lugar
El siguiente apartado (5.5.), está centrado en el Racismo, ámbito de prácticas y categorial y político de los fenómenos étnicos y su análisis teórico en la actualidad.
representaciones de la diferencia y la desigualdad al que he querido singularizar pcro Mi aproximación aquí también es crítica, como ejercicio de autoreflexividad de un
dentro del mismo título genérico que el anterior. Independientemente de que compe proceso del cual también me beneficio, incluyendo la producción de este libro. Todos
ta a muchos otros apartados de este trabajo, he querido subrayar el racismo como "<,,nos hijos e hijas del tiempo y lugar que nos ha tocado vivir.
forma entre específica y común de construcción de alteridad y exclusión, intentando Por último (5.9) intento contribuir modesta y provisionalmente al tan traído y l1e-
abarcar en lo posible, la mayoría de los debates y aristas. No hace falta decir que nll ":Ido debate del Multiculturalismo.
he podido incluir toda la etnografía y bibliografía que me hubiera gustado, quedan Este es uno de los capítulos más densos y variopintos del libro, que empezó con
do buena parte de ella para revisiones futuras. Es imposible dar cuenta completa de Hilos niveles de abstracción y pretende cerrar con descripciones y análisis de lo COJl~
todo lo que se ha dicho y escrito sobre racismo. De los ríos de tinta escritos y dichos ereto cronotópico, en aquel10s niveles locales e históricos donde se produce y recrca
sobre racismo, aquí sólo me dedicaré a resaltar unos cuantos temas clave para su t'lllrccruzadamente lo sociocultural, lo económico, lo político.

328 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 329


2, ETNI C IDAD y CONFLICTO No fu e Charles Darwin el teori zador de la lucha elltre los hombres, sino Herbert
1ll'ncer2 Para Darwin (The Deseellt oJ Mall , 187 1), aU llque los instilllos sociales son
¡!l oducto de la selección natural, no sería tanto el parentesco genéti co lo que ex pli-
"'Ustedes han tomado muy en serio estejuego espantoso, y han hecll(j 1 11 1(11 el altruismo, como diría luego la Sociobiologfa. Las acti tudes y comportam ien-
bien, porque están cumpliendo con su deber -dijo ("Úrsula', a los miembro\ 111 ,\'Oc:ioculturales como la solidaridad , la entrega, el sacrilicio. etc, son más bien
del tribunal-, Pero no olviden que mientras Dios nos dé vida, nosotras segul Ihih¡dos al hábito, la costum bre y la instrucc ión, En cuanto que pueda n hacer un
remos siendo madres y por muy revolucionarios que sean tenemos derecho
~ lI lpO más compacto y fuerte que otros, pueden, entonces, favorecer la supervivencia
de bajarles los pantales y darles una cueriza a la primera falta de respeto "',
,11, lIllOS grupos por otros, influye ndo así, indirectamente, en la selecc ión natural.
Cien años de soledad, Gabriel Garcia Márq uOI
13stas teorías no niegan la cooperación, la compartición, el altruismo, incluso la rcci-
i'III 'idad (CL Trivers 1971; Axelrod y Hami lion 198 1; Axelrod 1990)3, Pero las illter-
11"'11111 siempre interesadamente: cuidamos nuestra prole y favo recemos ¡¡ nuestros
2,1 , La sociedad como campo de batalla Iltldelltes (nepotismo), para perpetuar nuestros propios genes; somos amables, coope-
1IIIIl0S y compaltimos por la cuenta que nos trae, o como estrategia para ganarnos la
Suponer, por principio, que las relaciones humanas se caracteri za n preferente ""listad, los favores, la protección y benevolencia de los dominantes, para obtener algúll
mente por la lucha y la animadversión , el odio, el interés propio, es ignorar mucha, IiI'IIcfl cio diferido" El altruismo es explicado por la Sociobiología (Hamilion 1964 ;
otras fo rmas de las relaciones hu manas, incluso sus mutuas combinaciones a igualeN Wllson 1975, 1998), por ejemplo, en el sentido de que aq uél que protege y se sacrilica
y distintos grados de complejidad, Ihll' su grupo, en realidad 10 está haciendo para garantizar la transmisión de sus pro pios
La image n de la sociedad como combate está ligada a un pesimismo ant ropoló ~t' "es, pues no en vano la mayoría del grupo está emparentado genéticamente5 ,
gico, lo que se llama maquiavelismo social y una racionalidad instru mental fuerte Un intento valioso es el que Richard Boyd y Peter Richarson (1985) iniciaro n en
mente arraigados en nuestra tradición fi losófica y política, producto de una histori ll 1111obra Culture and the Evolutiol/GlY Process, cuyas ideas han ido desarrollando a lo
ideológica y económica mu y concreta l, j¡"go de los años hacia orientac iones menos deterministas (CL Richerson y Boyd
t004 , 2005), Uno de sus principales intereses ha sido ex plicarse cómo fue el paso de
111 conducta altruista hacia nuestros parientes (illclussive Jitn ess) y su extensión hacia
. I Elmaqllia velismo de las teorías soci?les de la inteligencia es heredera de toda esta trad ición y
llene su nombre en aquella obra de MaqUlavelo (1469- 1527), polflico renacentista que aconsej ahl1
cómo debía actuar El Prfllcipe. La perspectiva neodarwini sta de las teorías sociales de la evolución d(l
la i~Hel i g~nc ia afi nnan que eSI~s destrezas intelectuales habrían evolucionado para prever y anticiplIl 2 Fue Herbert Spencer ( 187 1) el adal id de la supervivencia de l más fuere. Lector de Thomas
las IIltenclones de los otros, y, SI se puede, además, engañar y man ipular en beneficio propio, de pariclI Mlllthus (AII Essa)' 011 the PrincipIe 01 POlmlarioll, (798) Spencer (Social Statics, 1950) diría que
tes ('i nclusive fitncss' ) -así reconocidos- o de amigos (Byrne y Wh iten 1988; Aiello y Dunbar 1993: II! Imperfección de la vida se debe a lo in adecuado del entorno y que los hombres luchan por su
Byrne 1995). Este pesimismo alluvpológico se basa en la desconfianza entre unos y otros y en el COII _lIpcrv ivencia contra otros hombres, del mismo modo que propugnaba el liberalismo capitalista de
tr:o l de los ap:o.vechados y gonvlles. Esta orientación es compmtida por la teoría de juegos y las leu lu época. Esta lucha es un a ley de la vida. El progreso significa la sustitución de los más ineficaces
nas neodarwlI.lIstas st(l~ld(lrd. Ambas se basan en una muy particular concepción del hombre y del 111 esta competición por los más aptos y fuel1es, ideas absolutamente conta minadas del rac ismo
mundo, que pUlla al pri mero como un ser calcul ador e interesado y al segundo como un entorno dI' . 1K: ial que iba abriéndose paso en la época. Lo que luego se dio en ll amar darwillisl1Io social ya
recursos escasos por los que hay que luchar y enfrentarse con otros competidores. La teona del foml IlIlIaba presente en la mentalidad de la época, con independencia de los escritos de Charles Darwin.
jeo óptimo de la eeología behaviorista es prototÍpica de esta concepción instrumental de la acción MI I tlllplicación posterior de los principios de la selección natural a la lucha por la ex istenc ia en el
individualismo metodológico y realismo objet ivista. (lngold, 1986) ya /l OS ha mostrado que este modc IlllIorno soc ial parece una tendenc ia confirmatoria de los orígenes decimonónicos de estas teorías
lo es heredero contradictorio de dos tradic iones opuestas. Por un lado proviene de la economía neo ,1,· desigualdad social (Cf. Harri s, 1978).
cl ás ica deli vada de la Ilustración, con resabios del optimismo y dinam ismo del individualismo, el pru J Algunos evolucioni stas no di stinguen entre reciproc idad e intercambio, pensando que ambos
greso y la competencia, ideología promovida por el capitalismo industrial, en la que todo individuu l'ljtrtn regu lados, en el fondo, por el interés indi vidu al. Tri vers, por ejemplo, desconoce absoluta-
persigue su propio interés. Por otro. y contradictori amente, este actor sería el resu ltado del proceso e V(I ',l'lHe la obra de Mauss. A los sociobiólogos y neodarwin istas en general les falta perspectiva
IUlivo adaptativo de la especie humana. El indi viduo aplicaría a su entorno unas reglas inscritas cn MI IlIItropológica: los únicos autores que suclcn cit ar son Ma linowski , Radcliffe- Brow n o E. Evans-
naturaleza, que le procurarían el máx imo beneficio. La causa agente de esta condllcla no sería tan to (J I PlÍ tchard. Aparte de que su in terpretación es compl etamente sesgada , la An tropología soc ial y cul-
indi viduo, como en la teoría macroeconóm ica, sino la selecc ión natural, que diseña estrategias para sel lurn l ha prod ucido unos saberes que les serían imprecind ibles conocer.
seguidas por éste como instancia de la especie programado para perpetuar sus genes en su progenic: (i l ,1 " It pays off to be smart", trae cuenta ser agradable.
gen egoísta que quiere replicarse a toda costa del que habló Richard Dawk ins ( 1976). AfOltunadamcllt(\ s Sin embargo, parece que los animales que se ocupan de la vigilancia de depredadores mient ras
la Antropología Social ya descubrió hace mucho que el modo en que sc fonTIula esta teoría del indivl litI OS comen, ya han comido ellos mi smos. Por otro lado, esta teoría no funcio na para las socicdadcs
duo en Occidente no tiene refrendo etnográfico universal izable; el pensami ento crítico tambi én desclI 11.ltogtí rnicas, donde el flujo genét ico es mayor. Tampoco en el caso de las abejas cooperando para cl
mascaró los parad igmas subyacentes a estas fo rmas ideologizadas de concebi r al actor social. 111II1lIcnimiento de la temperatura en la colmena, como indi camos COIllO ejemplo en el Capítulo 1.2.

330 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMrA POlÍTICA DE LA ETNICIDAD 331


olros con los que no nos une parentesco, que son incluso eX Lraños, y que se 11111111 ~¡IIIS (Ri cherson y Boyd 200 1). Éstas mismas se reproducen a determinados ni veles
fiesta bajo la forma de cooperación. 1111111 cooptar la voluntad y colaboración de las gentes que, de otra manera se sentirían
La sociedad humana se caracteri za por su cooperación y coordinación. La fOllll1l Ih'''I vinculados, desmoti vados y emocionalmente distantes. Se trata de reproducir un
más sencilla de organización social, la de bandas que se relacionan con otras COUI 1'''lido de pertenencia y cohesión en los ámbitos intermedios de la soc ialidad. Una
puestas por individuos lejanos y con límites culturales definidos está ausente en 0111' II\wrq uía segmentada se implementa en cada nivel, en donde el líder es reconocido
primates (Rodseth, et all. 1991 ). Según Ri cherson y Boyd ( 1999) las sociedades ¡III 101110 un primas inter pares. Los sujetos se identifican cognitiva y emocionalmente

Pleistoceno tardío seguramente eran formaciones de pequeñas bandas y aldeas 101 1" " él por su carisma9 , sus logros y por el trato igualitario a los miembros del grupo,
mando parte de una organi zación más amplia compuesta por otras bandas y aldeas rlll! 11 1 IIt iflcado simbólicamente por marcas o rasgos dist intivos freme a otros grupos 10
quien se cooperaría en determin adas condiciones de cri sis, se mantendría la paz y tll lll Peter Boyd (2003) conclu ye que la tendencia humana a la cooperació n o ultra-
defensa común frente a otras tribus y con quien uniría posiblemente ciel1a proximi¡lilll IIlI'ialidad, se explica por la selección grupal de aquellos mellles que tiendan a la
6
lingüística La conformidad se estimu laría mediante la aprobación social y el deseo di "
I'l"'peluación del grupo' 2, junto con los inslil/tos sociales tribales y e l castigo moral
emular a aquellos que reciben prestigio por su conformidad. It 111 no cOl/fo rmidad 13 . La Cultura le hace e l trabajo a la Biología 14
La imagen de grupos organi zados en bandas en permanente guerra y confl icto 1111
parece muy acel1ada en cuanto que los mecanismos de mantenimiento de paz esl 1I
subestimados. La mayoría de las sociedades tri bales mantienen a raya la violenl'lll 9En ta l caso, se tratará de ulla combin ación de los tres tipos ideales de liderazgo y domina-
posible mediante instituciones que cru zan la estructura de parentesco. Desde el pU1I11I ,1 JI que ya dijera Weber: trad icional al nivel inclusivo del Estado, carismático, tanto en cuanto a
de vista darwinista, si a los animales les caracteriza la selección por parentesco, la r 'd 111 Cllbcza visi ble del mi smo como en las relaciones intermedias como las menci nadas, y burocráti -
111. en cuanto a la gobernabi lidad administrati va del Estado.
procidad ~ el altruismo, a lo~ humanos les caracteri za también vín culos con amigos y 10 Véase el interesante co mentario que hacen de la estructura, formación y tácticas de cohe-
desconocidos, que hace pOSible la cooperación a gran escala que se observa en 111. ,1II6n, co mpromi so, camaradería, de distintos ejércitos en la primera guerra mundial, siguiendo otros
sociedades agrícolas y con Estado (Boyd y Richerson 1983)1. La producción maslvlI ¡¡lIlores (Richerson y Boyd 1999). Se trata de formas de remedar socialidad intersubjeti va ps icoló-
de alimentos produjo el advenimiento de organizaciones sociales más complejas ]lllll¡ Hll.:u y cmocionalimente basadas, de igual manera que los pri",ordiafislas aducen para la perviven-
ordenar y coordinar el incremento en los ni veles de cooperación y división del trahll \ In de los gmpos ét nicos en los Estados burocráticos modernos.
1I Según Richard Dawki ns, "'emes son unidades de repl icación cultural que se transmiten
jo, apareciendo las jerarquías sociales, la desigualdad y la coercion. En este contesll. " 'ncracionalmente del mismo modo que los genes, por selección grupal. Para una crít ica de la
histórico y sociopolítico, la cooperación parece tanto voluntaria como obligada. Afi'lllélica, véase Ramírez Coicoechea 2005a.
12 Mencionan los corrosivos efectos del in terés individu al sobre el gmpal (Boye! 2000), como
Esta cooperación con extraños que se observa en formas de organización socl!!1
~ I ~s t e fuera in trínseco a la lIawraleza humana, at rapados C0l110 siguen en la conlÍlHlél oposición
compleja como en el Estado, parece que desafía el principio sociobiológico de I,¡ II/div iduo/sociedad. Pero el interés del individuo no tiene por qué oponerse al del grupo necesaria-
selección por parentesco, e l altruismo y la reciprocidad con éstos&. Según estos alllO Iilente. Los intereses individuales también están sociali zados e incorporados subjeti vamente. En
res, los inslintos sociales fueron seleccionados en e l Pleistoceno en relación a 111 tüdo caso, todo depende de qui én defina lo que es interesante o no en un momento dado. Un suje-
variabilidad ecológica y la necesidad de adaptación a la misma. Pero, qué pasa en '1 tu puede contraponer sus intereses en un momento dado a los del grupo y, sin embargo, saber que
Holoceno, en las sociedades ag rarias de las que deriva mos y cuyo tama ño, difer 11 los de éstos, en el fondo, también le interesan.
13 La conformidad es esti mulada mediante la aprobación social y el deseo de emular a aque-
cias sociales y di visión de l trabajo y req uisitos de subordinación ex igen una nueVII 1Ios que reciben prestigio por su conformidad.
forma de vínculo social? Nuestra dotación instinti va no nos ha preparado, según est¡' 14 Lo cual ha sido cuestionado en muchos casos; prácticas que ponen en riesgo la reproducción de
arg umento, para to lerar la coerción y el poder de instituciones y é lites, en cont ex l O~ In especie y su supervivencia a largo plazo; panicidios, fi licidios, fratricidios, etc., tan comunes en las
de jerarquía y desigualdad social extrema. Ilitorias dinásticas europeas. Sabemos perfectamente que el parentesco es un conjunto de ideas y práct i-
cus sobre las relaciones entre ciel1as personas. Hasta las pmebas de patemidad/matemidad nadie puede
La respuesta está en que las instituciones complejas no desalTollan nuevos illSlill n,:col1ocer a sus hijos genéticamente. ¿Cuántos padres entusiasmados con la patem idad encuentran pare-
lOS sociales (Rich erson y Boyd 1999), sino que las nuevas formas se basan en las an ll cido en su progenie desconociendo que a lo mejor no son su hij@ biológic@? Cuando un león I1l:'Ua a
lus crías de otro macho, ¿cómo sabemos que reconoce que no son suyos? ¿Hay algún tipo de impront ..1
l>crceptosensorial derivada de una experiencia temprana de relación con los mismos Cll3nto acaban de
nacer que pueda excitar alguna respuesta de la ox itocina, la honnona del vínculo? Con esto no quere-
6 Esta caracterizac ión de 'tribu ' la toman de Elman Service, con matizaciones y conscientes d{~ mos decir que haya reconoci miento de patemidad en los mamíferos no primates, pero sí que pueda habcr
la gran variabilidad de contex tos y dimensiones a tener en cuenta en esta definición aproximada. una desidentificación entre un nuevo macho dominante y el producto de uno anterior. Esto sin cntrar cn
7 ~ más bien obediencia a partir del ejercicio de la violencia simbólica y mecánica, adcn ld~ la complejidad de las señales sexuales ausentes durante la lactancia de la hembra y que se acti van elUlll
de los sistemas de illvolllcramienro subjeti vo. do esta tennina. Es difícil comprender todos los mecanismos sensorioperceptuales y neurobiológicos lil'
8 ~egú~ N. ~lías (1989), el proceso civili zatorio se caracteriza por un proceso dinámico d(1 estas relaciones y reconocimientos, pero más di fíci l es creer que el león, y cualquier organislllo pllll 1c1'
mutua IdentificaC ión más allá de los límites nepOlísticos de parentesco y familia. lular, quiera reproduccir sus genes o que haya un mecanismo disparador de dicha 11l0ti vacón.

332 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMfA POLfTICA DE LA ETNICIDIID 333


No es que neguemos e l posible papel instigador evolutivo de la competencia, el hecho de que muchos de los más cruentos episodios de odio y genocidio se hall pro-
pero igual podemos atribuírselo a la empatía, fundamento de la identificación subje- ducido entre poblaciones étnicamente semejantes así como entre colectivos inmersos
ti va, a la cooperación desi nteresada, la reciprocidad o a la solidaridad.
en diferemes redes de relaciones de patronazgo y c lientelismo, como en la Mafia.
Mientras que estas teorías ignoren la naturaleza dialógica y cooperativa de la socia- Aun suponiendo que nos adhiriéramos a una teoría instrumental de la acci6n
¡idad y socialización humana, cuyo refrendo etológico es patente en otros primates no humana --que no es el caso- competenci a no implica necesariamente conflicto. Y
humanos y en otros mamíferos sociales, mientras olviden la intersubjetividad humanH conflicto tampoco implica necesariamente agresi6n, violencia, muerte.
construida durante y a través de la socialización, es difícil que desde un enfoque socio-
cultural podamos estar conformes con todos los argumentos que proponen estas teorías. Éstos llegan cuando no hay nada de qué hablar o se silencia completameme al
otro; es decir, cuando las rel aciones entre sistemas y entornos, no es que no ex istan ,
sino que el sistema las niega, aniqui lando el entorno, sin incorporarlo ni considerar-
lo como otro sistema, cuando nos encontramos con lo que Gingrich y Bauman ll a-
2.2. Cooperación y conflicto man allligralllálica (Bauman 2004; Gingrich 2004). Existen múltiples formas de
resolución de los conflictos étnicos (Smooha y Hanf 1992) algunos más legítimos
Se dice que se coopera hacia dentro y se lucha hacia fuera. Desgraciadamente que otros. Desde la convivencia y la compartición, la tolerancia, la inclusión social,
esta visión es absolutamente simpli sta y dicotómica, desorientando a cualquiera el intercambio, pasa ndo por la coex istencia, la indiferencia, la distanci a selectiva, la
sobre la complejidad de las relaciones sociales. La hi storia de la humanidad es tanto asimilación impuesta, hasta e l prejuicio, la di scrim inación, el rechazo, la exclusión,
la de la cooperación como la del conflicto. Sin la primera no habríamos llegado hasta la violencia y la aniqui laci6n, hay un largo trecho que, ni es necesariamente secuen-
aquí; con la segunda poclemos hacernos desaparecer del mapa. La idea de la genera- cial ni afortunadamente se recorre siempre (Cf. 5.4).
lización de la violencia y la guerra entre los humanos es una perversión de la per- Reconocer la idiosincrasia política de la Etnicidad no desdice, como hemos dicho,
cepción, aun siendo ciert a la omnipresencia de alguna forma de dominio y j erarqu ía de las características dialógicas de las relaciones sociales: empalía, identificación sub-
en todas las sociedades human as. jeti va, COmp3I1ición, reciprocidad, intercambio, colaboración , cooperación , son bases
Pero cooperac ión/conflicto e intragrupolintergrupo no son intercambiables vis-a- de la socialidad intra e intergrupal. La u/trasocialidad del ser humano y su tendencia
vis siempre. Es ciert o que, como mencionamos a lo largo de muchas de estas pági- a la cooperación tienen profundas raíces en la ex istenci a dialógica del ser humano y
nas la Etnicidad tiene un necesario aspecto de contraste entre grupos; sin embargo, en los procesos omogenéticos de socialización (Ramírez Goicoechea 2006). Cooperar
se olvida la enorme complejidad interna que carac teri za cualquier forma con límites, es una forma de re lación social: hacer cosas juntos, dar y recibir después, compartir,
donde también hay conflicto, desorden, ruido. Desde una organización grupal seg- tener objetivos comunes, experimentar físicamente un proyecto conjunto, entrepensar
mentaria, de fu sión/fisión, muchos con fli ctos pueden considerarse il1lraé/l1icos. (Mercer 2000) e interactuar. Cooperar es una forma de estar en el mundo, identificán-
Pueblos extremadamente belicosos en Papúa Nueva Guinea, en el Amazonas, defi en- dose con sus otros. Cooperar asegura la supervivencia orgánica, psicológica, y social.
den su territorio y sus derechos ante cualquier incursión de otros que reconocen Desde el punto de vista de las rel aciones internacionales, la verdadera cooperación
emparentados étnicamente, y que, sin embargo, a dicho nivel de segmentación cons- entre los países consiste en ayudar desinteresadamente, en la monitori zaci6n efectiva
tituyen sus opuestos. Los iroqueses, cuya organi zación tribal permitía di versos ni ve- de las ayudas y colaboraciones para que lleguen a la población y no a sus dirigemes
les de grupalidad reconocida, en un momento dado pod ían emrar en conflicto entrc corruptos, en inversión a largo plazo en bienestar social (ed ucación, salud, formación,
sí. Feuds y venganzas de sangre suelen darse a estos ni veles de segmentac ión. tccnología, igualdad de género) aunque también en ayuda puntual ante las catástrofes.
El conflicto tiene lugar entre grupos concretos y en lugares y tiempos es pecíficos, La verdadera coo peración trasladada al ámbito internacional no consiste en préstamos
no siempre derivados de form as de identidad/diferencia étnicas. Algunos de los mayo- imposibles de devolver, o en partidas para aviones y armas, o en favorecer determina-
res contlictos no han tenido características étnicas: las dos guerras mundiales no las das facciones políticas, económicas, étnicas. Y, sobre todo, ha de basarse en el respe-
tuvieron; la guerra del Vietnam, la de Korea, la de Camboya, la guerra de secesión amc- to y dignidad por ambas partes, lo que implica una reciprocidad y no un tUlela pater-
ri cana, la gucrra civil española, las guerras por el control político y econ6mjco en nalista: los que dan también pueden recibir mucho, si están dispuestos a valorar lo que
Europa 15, las luchas dinásticas, etc. Brubaker y Cooper (2000) llaman la atención sobre otros países pueden intercambiar.
Poco se habla de la camidad y calidad de vida cotidi ana pacífica entre tantas comu-
nidades. Recordemos que el Otro, los otros no son necesariamente el enemigo, aunque
15 Otra cosa es cuando la población añade -y le añaden- un a dimensión etnonacionalista a un a pueda ser nuestro diferente. Muchas experiencias etnográficas nos muestran que la
subl evación como fue la Guerra de Independencia española contra Napoléon Bonaparte y su her- capacidad estructuradora de relaciones sociales de la Etnicidad no necesita dc la IlIIi
lIl a llO regente en España.
mosidad y la ri validad : esto depende más bien de factores de tipo político c hi stórico,

334 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDI\D 335
Tene mos muchos ejemplos de buena, o al menos aceptable, convivencia étnica. lus relaciones soc iales, está siempre situada en un paisaje políti co, de poder, de domi -
Puede hablarse de convivencia relaliva mente pacífi ca entre algunos pueblos y grupos oln. de defini ciones, imposiciones, reconocimi entos, leg itimac iones. autoridades,
durante ciertas épocas bajo el Imperio Otomano y el Imperio Austrohúngaro. Las 1IIIIIcti vi dad en suma.
redes étnicas, basadas en las interacciones frecuentes entre miembros de dislimos En las posibilidades de definir y redefi nir una idenlidad , reconstrui r y mantener
grupos, por donde se intercambian recursos materiales y simbólicos, es una ejemplo IInu memori a histórica, formular y obj eti var un di scurso étnico. en la sociali zación y
de este aspecto. Toledo también tu vo sus momenlOs dorados de convivencia jud ía, 111 ll10vilización étnicas, siempre hay poder distribuido, aculllulado, practicado.
cri stiana y musulmana.
El poder es una cualidad de las relaciones social es en tanto que equi valentes
Tonia Bringa ( 1995) describe la convivencia pacífica entre las comunidades bosnin ,1\ 1110 asimétricas. Siguiendo la defini ción dada por Max Weber, podemos pensar el
musulmana, serboortodoxa y católica croala en un pueblecito bosnio anles de la Guerra Ihlder político como la capacidad de conseguir que Olros hagan nueslra volunlad ; se
de los Balcanes. La película Un éré " La Goullelle'6 describía el denso tejido de rela· I xticnde a la capacidad de movilizar personas en sus moti vaciones, intenciones,
ciones cotidianas entre familias árabes, judías y católicas en un pueblecito tunecino lli lllcsiones, aquiescencias, apoyos, lealtades, solidaridades, idenli licac ioncs, confor-
antes de la Guerra de los Seis Días ( 1967). Procesos de reconciliación, perdón y paz, IIllsmos, odios, venganzas, etc. Poder, dominio, dominación, son términ os rel ac i o ~
llevados a cabo en distintos países africanos después de terroríficos genocidios, muchas IlIltlos, éstos dos últimos como efectos del primero. Autoridad refi ere al reconoci-
veces auspiciados por grupos de mujeres, no deben ser objeto de desdén por parte de miento de dicho poder, tanto de form a voluntaria como forzada, dos fo rm as
aquellos que, por autoimaginarse los "a/colles, se creen más cerca de la realidad. ¡J i' 'rentes de legitimación. Hegemonía liene que ver con la penetración del poder y
Nuestra historia pen insular ha vivido épocas de estrecha cooperación comercial , ~ IIN efectos en todos los dominios de lo social, incluyendo lo cotidiano y las calego-
política, cultural, entre l1lusulmanes, cri stianos y judíos; no siempre los hulUS y los I fn,ti de vida que en ello operamos, sin ser conscientes ni reflexivos por tan evidente
tutsis fueron enemigos. La partición pacífica de la República Checa y Eslovaquia o V ufllural que parece.
de Serbia y Montenegro son ejemplos a seguir y muestran la posibi lidad de llegar a Es obvio que el ejercicio del poder puede generar conflicto. Lo hemos visto en
acuerdos. La convivencia respetuosa entre diferentes grupos étnicos en Suiza data ya IlI pll ulos precedentes y lo veremos en éste. A pesar de que en todo este capítulo
de bastantes siglos. Esto no impide cierta distancia social o incluso ironía en torn o a VII1I10S a destacar los aspeclos más asi métricos y conflictivos de la Elnicad, creemos
las diferencias. ,Incerumen le que las relaciones entre Etnieidad y conflicto se han sobredimensiona-
Como decíamos para la identidad en general, toda identidad élnica exige cierto IIlIldo en la reflex ión occidental 18 Estamos acostumbrados por los medios de comu-
grado de aceptación o reconocimiento social. Aq uí entran en juego las formas de legi· IIkllción de masas a las luchas entre gentes, grupos étnicosl 9, naciones, ESlados, ri va-
timación. y constitución de sistemas de verdad en el sentido fou caultiano, subrayados 1IIllldes intergrupales, venganzas, muertes, asesinatos, una política internacional
por Anne Stoler (2002) para el ámbito colonial. Las identidades étnicas son fruto de ~1I\ ~ t o ra y patrocinadora de enfrentamientos y dominaciones de toda clase.
imposiciones pero también de negociaciones, tiras y afloj as, carreras por OCUpHl' Esta aparente relación necesaria entre ambos fenómenos puede ser, en parte, con-
espacios de objetivación y soporte colectivo e individual subjeti vo. Tarde o tempra· , 'ueneia del modo en que las identidades étnicas son construidas y gestionadas en el
no, siempre hay que negociar 17 No hay poder omnímodo que sobreviva a su propin
1'<lndo moderno (Cf. 5.6). Pero un fenómeno histórico y cultural no dice de una nece-
erosión interna y extern a. IIllld ontológica; no tiene por que ser ni haber sido de tal manera. Como veremos más
1111 lllme es la forma específi ca en que una institución política, el Estado moderno, se
ijl" (¡1 y se realiza: en confl icto con otras propuestas de identidad colectiva élnica. Este
,IIIIJleño etnoeéntrico en asociar ambos tiene que ver también con el modo que la
2.3. Poder otra vez

La Etnicidad, como categoría de la representación y de la práctica de las dife·


rencias y semejanzas colecti vas, como uno de los principios ordenadores posibles de 18 Demasiadas veces los anali stas se dejan llevar por la explotac ión alarmi sta de algunas s i tua ~
111111 'S conflictivas, sin correspondencia en otros ámbitos de la experiencia. Cuando yo comencé mi
hlYCSligaci6n sobre identidad étnica en el País Vasco, lo primero a lo que renuncié es a considerar
., ti po de discrimin ante de identidad como el éter invisible que invad ía todas las relaciones soc ia ~
16 Producción francotunecina dirigida por Ferid Boughedir (1996). h _, 111 1 como alguna literatura erudita proponía, y no menos la propagand a política. La observaci6n
17 Incl uso después de la guerra, pues inclu so el victori oso gana mucho menos de lo que qlle- II! que algunos interca mbios cotidianos termin aran legitimándose a partir del di scurso etn icista en
ría. Cierto es que, en estas circunstancias la negociación se produce en términos as imétricos. Pero 1IIIIIu cambi6 mi posición crít ica.
un final de sumisión total no es el fin al de ninguna confron tación: siempre tiene los días contadoll 19 Véase en Storey (1997) un ejemplo de c6mo fue tratado en la prensa el genocidio cntre
hasta una nueva revuelta. Ilullls y Tutsis en Rwanda.

336 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 337


Etnicidad puede adoptar -como atractor/atraída- en contextos específicos de desaju, t ' Illa , productos de su propia gest ión interna. Los marginados no están fuera de la
te y desequilibrios económicos y sociales, con consecuencias de pérdida de referen c i fl~ Htlciedad, son producto y parte de la mi sma.
culturales comunitarias, como hemos veremos en 3.4. Para terminar, quiero decir que hay un podcr subyacente en el volumen demográfi -
En estas ocasiones la conformación, expresión, objetivación y mantenimiento dI' l'O, cuyos efec tos políticos pueden hacerse sentir poco a poco o bien alcanzar una masa
las identidades étnicas puede darse como hostilidad. Porque la libertad y autonomf" ,'rffica y operar como una ca tálisis, bajo determinadas circunstancias, provocando una
para re ivindicar identidades y difercnc ias colectivas, para hacer válidas ciertas dcJi h'ucción en cadena. No es baladí que la población angloameri cana vea con temor la
niciones y proposiciones, están a menudo concentradas en aquéllos que dominan lu IlIt io de reproducción de la población que allí denominan "i.\'f){lIIa. Lo mismo sucede en
arena polít ica y los recursos, inc luso c l cs pacio políticosimbólico disponible2o ,'1estado étnico de Israe l res pecto de la población palestina, cuyo fndice de nata lidad es
Ill ll y superior a Jajudía. Una gran masa de población descontenta puede revolverse con-
Otro aspecto que no queremos dcjar de resaltar es la distribución que producc 111
acumulación del poder en forma de mayorías y minorías. Estas se defi nen políticll y lIu el sta/u quo en un determinado momento. Y tambi én puede penetrar poco a poco
económicamente por su relac ión con los recursos, el poder político y la autonomía 011 Ilctel'lninados nichos o es feras económicas y políticas locales de forma que, ell un
los procesos de decisión. I\lomento dado, no pueda preseindirse de ellos. No es descabellado pensar que igua l que
y" ha habido alcaldes hispanos en USA, con el tiempo pueda aparecer IIn Presidente
Otra acepción se da en términos dcmográlicos. Eso ocurre en el caso de muchn. /¡f,<PIllIO. Secretarios de Estado ya han sido elegidos de entre la poblac ión a fma merica-
inmigraciones, donde los forán eos representan un Iltllnero mayor o menor que lo" 1111 , Aq uí la cuestión es hasta qué punto están dispuestos - les permiten los poderes facti-
categori zados como pertcnencicntes a la sociedad de asentamiento. En estos casos {j i " IS- abrir el espacio político y económico a sus iguales étnicos (en dicho conlex to)2' .
volumen demográlico puede coincidir o no con el grado de ac umulación de pode,
Una minoría política puede o no dominar a una mayoría poblacional, porque aculll ll
la todos los medios y recursos del poder, las deci siones, la riqueza, las oportunilhl
des, el aparato simbólico. Esto fu e así en el caso sudafri cano, donde las élites b/II/I
cas oprim ieron y ex plotaron a la población africana, mayoritaria. También puedl :1, ETNICIDAD y ESTRUCTURA SOCIAL
suceder que un grupo étnico sea mayoría en un país y minoría en el vecino, como lo,
serbios, mayoritarios en el total de Serbia y minoritarios en su provincia autónoll'lI
de Kosovo; o los albaneses minoría en el total de Serbia, mayoría en esta provincl ll \. 1, Estructura soc ial
citada y a la vez mayoría en Albania, pero minoría en Macedonia. Todo depende dl,l
grado de complej idad y la concreción de las relaciones entre sistemas y entornos ,,1 Este conceplo, de larga tradición y discusión en la Sociología clásica, re fi ere a la
que nos estemos refiriendo. IIHlcnación de grupos en lugares sociales según determjn ados principios ordenado-
El término de minoría política y social, suele asociarse con e l de marginaci ó n , ~" ¡¡'tri - at rae/ores- por los cuales se organizan sus relaciones sociales entre sí desde dis-
cuanto que aqué lla no suele tener acceso a los recursos de bienestar y oportunidadt', Ih,los grados de autonomía/dependencia.
disponibles para la mayoría. Excluidos de la participación en la economía, la poI(t l En el Capítulo 1.2. insistimos que más que estrucltir<l habría que hablar de
ca, las instituciones de bienestar social , los lugares de producción simbólica, 1", I HmclUraciol1es, procesos y efectos eSfruellirontes , etc., porque la permanencia y
minorías configuran lo que muchas veces llamamos marginados sociales, insertos '11 ,·~ t "b ilidad atri buida al primer término responde más bien a una foto fija a un grado
la sociedad dominante como microentornos a donde no quiere O puede llegar el si. Ij¡, complej idad y temporalidad determinados, porque el proceso social siempre está
1111 mov imiento, aunque sea para mantener cierlas condiciones de estabi lidad y per-
IlHI rlcncia que nunca pueden ser totalmente iguales a las de sus precedesoras ni a las
20 En el apartado 4.4. citábamos que, según Trevor-Roper ( 1983), la identidad escocesa 1U 'f1l ,l¡. sus posteriores. Esto ha de ser tenido in mente siempre que utilicemos la noción
que organizarse, por así decirlo, den tro del espacio político posible. a tenor de la dominación poli rhl l's/rue/ura.
tica y económica inglesa, recabando aquellos identificativos entre lo disponible cu/lura/mclltl
para, a partir de ahí, retrabajarlos suficientemente para el objetivo étni co propuesto. No sé si el urpli Estos principios ordenadores de relaciones sociales, marcan posiciones y posibi-
era de uso corriente como lo era la gaita en las Highland s. En todo caso ya era el símbolo de h. Ildlldes de agencia y control dive rsas, constitu ye ndo una configuración socia l más o
irlandeses. El gaélico, habla minoritaria en Escocia, heredada del reino de Oalriada de los ¡rlmlll!'
ses del Ulster asentados en las Lowland, se seleccionó como parte de la nueva identidad eSCO c c ~¡j
centrada, curiosamente, en las Highland s. El Scots, habla de la corte escocesa, del dominio inelu
so de M aría Estuardo, mezcla de inglés, francés y alemán, no constituyó un atractor sobre el qlu ~ I Dependerá también de si ~sa ascensión social está sustentada en una movilidad social 1'1'0 -
organizar la diferencialidad lingüística como pudo suceder en el caso de la lengua d'oeil en I '11c ti. ~ I "otlvu . del grupo o en la excepción que confirma la regla: que ha sido elegido en una operación
Frallce, habla de la corte pero extendida entre la demos. 11 '.II!llca de los grandes poderes fi nancieros, políticos y militares tradi cionales.

338 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 339


menos coherente entre sus partes, más o menos fl exible, Principios ordenadof\'" , 1111111"" occidental, la economía es el principal lugar de la producción simbólica'4 La
entramado de relaciones complej as tienen origen en las acciones y prác ticas 11111 1111 \1 \)Ilomía aparece como dominante, siendo que todas las demás acti vidades refl ej an en
nas, intencionadas o no, conscientes o no, que han cri stalizado como rutin as, pulll ' IiIIIN propi as categorías las modalidades de las relaciones de producción; la economía
nes ('paltern s'), norm as, instituciones, ri tu ales, formas de domi nación, los clluh l"tivCC del lenguaje principal, de un armazón clasificatorio para las dcmás relaciones y
constituyen el marco para fu turas relaciones, acciones e instituciones. 111 ,Ividades. Es éste, con su principio de racionalidad instrumental el 10clIs dominante

Estructuras y relac iones toman ex istencia en variada form a, dimensión e inl 'II ~I .11\ loda producción simbólica.
dad de domin ios pragmáticos y representacionales. Estructuras pueden ser ori ginudu La Etnografía ha mostrado cómo otras sociedades no se han organizado en torn o
por diveros principios de ordenación de relaciones. El parentesco y la filiac ión: I1 11 'stc atractor, sino que lo económi co está penetrado de otros principi os como el
acceso a los recursos y medios de producción, su acumulación, distribución y COIl NU Iwrentesco o los sistemas c1asillcatori os. En ese sen tido se ent iende la sepa ra ción de
mo; la organización políti ca y el control de la fuerza, de las instituciones de prodlll hiN esferas económica, polít ica, ideológica, como subsistemas, en las soc iedades
ción y reproducc ión de lo social; la producción y el con trol del saber, incluyendo '" IIlodcrn as (con sus relaciones específic as, sus ciert as lógicas intern as y autonomía
contacto privilegiado con fuerzas consideradas sobrenaturales; las afi liaciones 1"11 I Ilat iva), frente al conglomerado político económico re ligioso en las soc iedades pri-
giosas22 , las étnicas, y el sistema ele cas tas23 . IlIlt ivas a la hora de refl ejar y mantener las relaciones entre las personas y los gru pos
Por tanto, no ha de reducirse el concepto de estructura social al de estructura e l'!! ISnhlins 1976: 2 12).
nómica. En (Ramírez Goicoechea 199 1), estructura social refería a aquellos par(¡IIII' El intenso y continuado trabajo de Pierre Bourdieu ha puesto de manifi esto, a lo
tros sociodemográ licos, sociopo lít icos y socioeconómicos y lo que los sociólogll Inrgo de todos estos años, que la dominación capitalista no sólo se produce en el ámbi-
ent ienden por sociocultu rales -educación, competencia lingüís tica, etc.- que dclj 111 económico sino que se convierte en hegemónica si se expresa y reproduce en el
nían los lugares social es de personas y colectivos, los cuales tienen efectos sobre NH Ill IIbi to de lo cultural. El plano de lo simbólico, del prestigio, del consumo, de la dis-
dependencia y autonomía práctica e ideográfica. li oción, son dimensiones de todo poder y de su ejercicio (Bourdieu y Passeron 1977);
Por tanto, estos principios ordenadores, no son necesari amente excluyentes enl" (lJourdieu 199 1, 1989).
sí, pudie ndo connuir, co-alinearse, contradecirse, o incluso operar independ ien\\'
mente, según variables históricas y contextuales. Muchas veces yo me refi ero a ellll'
como sistelllas de referencia. No siempre están desagregados ni objeti vados COIll"
ordenamientos independientes unos de otros . Pueden operar crossmodalmente, all'II ,2, Atrac tividad, A. Estructura económic a y Etnicidad 25
yendo hacia sus parti ciones y deli neamientos ámbi tos y domi nios que desde nueSll'lIiI
categorías situadas e históri cas de análisis consideraríamos como deli mitadas. En este trabaj o no se da preeminencia a la estructura económica ni a ninguna otra
estructura social, y, sin embargo, el concepto de Economía Política incluye los proce-
Marshall Sahli nis (1976:21 1 y ss.). ya observó cómo el sistema capitalista est(¡ r" n
damentado en el valor de la ac umulación, el beneficio, el trabajo, que penetra todos lo. "os producti vos, de distribución y consumo, junto con sus formas simbolizadas y sim-
ilolizantes, y sus relaciones con sistemas de poder, dominación, hegemonía y conflicto.
dominios de la actividad humana como una referencia simbólica estructurante. En 111
Es claro que la estructu ra económica no se reduce al mercado de trabajo ni a las
I'elaciones de clase y, no obstante, es en eso vamos a concentrar nuestra refl exión en
este breve apartado.
22 El Imperio Otomano utilizó preferentcmente las categorías de musulmán o no-musu l lll~l1 ,
cada uno con muchos subgrupos para estructurar diferencia social. Cada grupo religioso estaba 01'1:111 Las relaciones entre la Etnicidad y el ti po de acti vidad económica, laboral, la
ni zado en un 'mill et' con sus correspondientes derechos civ iles. En Oriente Medio, la identidad mil ocupación, son más complejas que su consideración como variable dependiente del
giosa sigue siendo importante a la hora de estmclUrar las sociedades, asociada, como atractor/atra( proceso productivo. Así lo expresa el análisis de la variación etnográfica e histórica.
da a otros principios estmclUrantes de diferencia. También algunos Estados occidentales cSldll
reorganizando ciertas identidades entorno a la fe religiosa, justificando políticas internac ionales en Históricamente, el acceso a determinadas profesiones ha sido regulado por proce-
tal sen tido, aunque estén intrínsecamente atravesados por otros principios menos espiritu ales. di mientos y adscri pciones exclusivas, a veces heredados de padres a hijos. Los gremios
23 Me resulta imposible en estos momentos prestar más atención a esta peculiar forma dt\
estructurac ión social. Alguna referencia puntual se hará sobre casos específicos en Japón y el Reillil
Unido. El sistema de castas, la construcc ión de un a identidad omnicomprensiva Hindu en India, el!
relación a dicho principio organi zacional pero también en relac ión a las múltiples identidades y 24 Sahlins remarca cómo ellérmino capitalización se ha convertido en una metáfora para IOdo
grupalidades del país, la relación entre ell-linduismo religioso y las castas, etc., son algunos de l o ~ lipo de acumulac ión: histórica, política, simbólica . . .
tan tos caminos que todavía tengo que transitar. La bibliografía clásica inclu iría las bien conociduN 2S Los dos siguientes apartados han de leerse en el contex to del capítulo sobre Etnl cld ad y
obras de Dumon l (1979, 1987) Y Bay ly (1995,1999). complejidad, en concreto, sobre las variadas formas de at ractividad y atracción de la mi sma.

340 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 341


medievales, las cofradías, fi guran como instituciones para salvag uardar estos privi lc ,. I'vicios y de comercio, lo que est.ablecía ciert as correspondcncias entre la estructu-
gios/derechos, ade más del mu tualismo y como grupos de presión biei, representados en ' 11 social y el luga r de origen (Ramírez Goi coechca 199 1).
la política local. Desde la Antigüedad también se han vinculado algunos trabajos COII
determinados grupos étnicos. En la Edad Media y el Renacimiento europeos los judío,' Las políticas migratori as, tanto de los pafses de coloni zac ión como los de indus-
eran pri ncipalmente prestamistas - aunque también médicos, hombres de ciencia, inte I,lo lización, siempre han intentado de lin ir los perlll es labora les de pote nc iales inmi -
~l'lIntcs. También de la necesidad virtud: a fa lt a dc cOrl"cspondcncia cntre form ación
lectuales, etc.- estándoles prohibidos cualquier otro trabajo (ganadería, agricult urn.
navegación, etc.). El dinero no era una ac ti vidad honorable, pero era necesario, y capacitación y demanda de mano de abril , muchos inmi grant es tienen que ocupar
Comerciantes y políticos llegaban a estar en sus manos26 ; bien lo vemos en las obra"! IIquellos scctores con más oferta de trabajo. An tes de la llegada ele Illujeres ¡l1m; -
de Wi lliam Shakespeare, en El Mercader de Venecia o en ¡vanhoe, de Sir Walter Seotl. Wll ntes en la España de fines de los años 80 y los 90, e l servic io doméstico e n muchas
\'l1 pi tales españolas estaba compuesto principalmente por empleadas portuguesas, tal
Los gitanos se dedicaban en la España en el Antiguo Régimen a esquilar oveja,. 'omo ocurrió con las españolas en Francia. El sector de la construcción en Espaí1a lo
a la venta de calderos y cacharros, cordelería, etc . Otros trashumantes a la venta y 'omponen, en su mayoría. inmigrantes polacos y rumanos, aunque últimlllllent e se ha
reparación de quincalla. de ahí su nombre de quinquis. El sistema tradicional de CHS di versificado más. La mayoría de la ag ricultura de invernadero e n Almerfa est6 tl'a-
tas en India también establece una jerarquía de ocupaciones permitidas y prohibidas: hnjada por inmigrantes subsahari anos y marroquíes (Ram írez Goicoechea 1996).
acti vidades espirituales e intelectuales para los Brahmines, actividades políticas y
militares para los Kshatriya; comercio para los Vaish)'a; los Shudra han de ocuparse Tradiciones culturales, oportunidades/constricciones del sistema de producción,
del trabajo físico, la agricultura, la ganadería. La diáspora Sindhi ejerce su acti vidad , laciones de dependencia entre grupos, distribución social de los saberes y des tre-
/lIS, etc. , son algunos de los elementos que entran en juego a la hora de conll gul'ar las
económica por e l mundo y en Bombay preferentemente en el comercio (Falzon 2003).
La diáspora china controla buena parte del comercio en Malasia. ,elaciones complejas entre etnicidad y trabajo.
La propiedad, el control y la distribuc ión de los recursos y los medios de produc-
El mantenimiento de algunos grupos étnicos minorit arios demográficamentc
ción, el sistema de clases que de e llo se deri va29 • como organi zadores de nuestras vidas
puede verse favorecido por la ocupación de nichos económicos y de ocupación estra.
tégicos. Magistrados, recaudadores de impuestos y escri bas eran de ori gen copto ell y relaciones con los demás, son bien tangibles, mostrando, una vez más, la interde-
pendencia mutua entre lo biológico y lo sociocultural(Ramírez Goicoechea 2005a).
el Egipto de los siglos XIX y parte del XX 27 . Los griegos capitalizaron buena parte
de la ad ministración y el comercio en el Imperio Otomano, mientras que los arlll e La esperanza de vida, la enfermedad y la salud, el bienestar psíquico y corpora l
nios eran, además de comerciantes, artesanos28 . Escribanos en la corte madrileña de son, en buena medida, producto de la distribución de la riqueza. El ni vel sanitario, la
los siglos XVII y XV III eran vizcaíllos. Españoles e itali anos que emigraron 11 educación de la salud , el acceso a una alimentación equilibrada, al agua potable. la
Inglaterra en los sesenta ocuparon puestos en la restauración y la hostelería, princi- disponibilidad de viviendas salubres, las prácticas de cuidado infantil , con sus efec-
palmente. Aquellos otros que fueron a Alemania, Suecia, Francia, lo hicieron como tos sobre las diferentes esperanzas de vida entre países desarrollados y subdesarro-
obreros en la industria. Los que llegaro n a Montev ideo entre 1940 y 1960, se espe. ll ados, dependen en gran parte de las políticas de distribución de la riqueza y de l
cializaron en las panaderías, los bares, las carni cerías. o en el transporte colectivo, bi enestar entre la población, de mecanismos de inclusión y exclusión social en este
ocupaciones favo recidas entonces por la política migratori a del país (Ramírcí'. ~ mbito . Por ejemplo, los católicos en Escocia - muchos de ori gen irlandés- tienen
Goicoechea 2002). En Rentería y su comarca. los inm igrantes - procedentes del fndices más bajos de salud que los de ori gen protestante, en cuanto que en algunas
ámbito rural la mayoría- se ocuparon como peones sin cualificar en la industria o cn zonas estos últimos ocupan posiciones sociales más aventajadas y pueden haber con-
la construcción. Siendo que no existía una clase acomodada en Rentería --como ci u- centrado determinados bienes en peljuicio de los otros -acceso a mejores viviendas,
dad industrial y dormitorio que era- ni en su comarca, sus habitantes autóctonos, sin en lugares más salubres, posibilidad de pagar calefacción, etc.-, por razones socioe-
embargo, trabajaban en puestos más cuali fi cados de la industria, o bien en el secto,' conómicas y políticas, pero también ideológicas. La incidencia de enfermedades re u-
máticas y pulmonares es mayor en este colecti vo de origen irlandés que entre los de
ori gen escocés. Estudios de Antropología Biológica aplicada a poblaciones con acce-
26 Hegel describe magistralmente la Dialéctica del Amo )' el Esclavo la reversibi lidad de estas
so desigual a los recursos básicos (nutrición, bienestar, sistemas de salud, etc,), han
situaciones, como ya hemos mencionado en otro lugar. dado cuenta de la relevancia de esta aprox imación biosocial a la epide mi ología.
27 La Histori a está llena de ejem pl os de revueltas de algunas de estas éli tes, situadas en pues-
to~ clave de la ad mini stración, contra el poder del Estado, con indud able peligro para elmanleni.
miento ele éste. Y también lo contrario, movi mi entos de protesta por el posible excesivo cOl1lrol que 29 Soy consciente de cierta laxitud conceptual. A los efectos de este epígra rc, Icni cndo en cuen-
aquellos pudieran tener en el Estado.
tu la variabil idad etnográfica y la discusión sobre la apl icación de las categorías dclmarxislllo pa ra la
28 Véase la di stribución de ocupaciones de di stintos grupos migrantes en M ontevideo dumn.
sociedad poslindustri al, incluyo, por sus propias relaciones entre sr, los términos de propied ad de tos
te el siglo XX. (Ramírez Goicoechea 2002).
medios de producción, distribución de la riqueza, acceso a bienes y servicios, ctc.. en el mi smo lotc.

342 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDAD 343


Una sociedad jerárqui camente estructurada en términos económicopolíticos, tam- Muchos dominios se ven afectados por la estructura económica organizada en
bién tiene consecuencias sanitarias para aquellas enfermedades ligadas a los niveles clt' IIlI no a la distribución de la riq ueza. No hace falta recordarlo: ed ucación, conoci-
estrés. Robelt Sapolsky (2004) propone una idea mu y in teresante a este respecto. PueslO ull nto, residencia, movi lidad social, oc io, sociab ili dad , consumo, valores y creen-
que en las especies denominadas sociales existen jerarquías sociales y rangos, esl S l Ul'i, iIlclinación de voto.
pueden influir nOlablemente en la calidad de vida de los miembros del grupo. Y de ahl, Franz Boas, Robert Ezra Park (1864- 1944) (Park 1964), funclador de la Esc uela
también su salud, p3lticulallllente en aq uellas manifestaciones, síntomas y enfermeda. 1Ir, hicago, así como W.E.D ubois ( 1868- 1963) (D ubois 1986) y muchos otros,
des que dependen del nivel del estrés, como el sistema cardiovascular, el ciclo repro 1\1\ 'o ntraron que las causas de las ideologías rac iales y e l racismo res idían en facto-
ductivo y, como sabemos bien, el sistema inmunológico. Pues bien, su argumento es que h lS sociales y de distribución de las poblac iones en la estru ctura soc ial, e ntendid a esta
distintas formas de organización social y jerarqu ía, influyen decisivamente en la salud r Olilo estructura económico- política. Las diferencias que se denom inaban raciales
de los individuos. Algu nos apu ntan que los sistemas democráticos que incluyen pro 1II IIn consecuencia del dominio de unos grupos sobre otros, de l contro l de los meca-
gramas de atención social y reequilibrio de la desigualdad económica y social son aque nismos de movilidad social , y, en general, de su conservaduri smo para man tener el
llos en los que, además de otros factores necesarios, más calidad de vida se produce. ¡inder, sus privilegios y sus espacios propios.
Las di ctaduras nunca son buenas para la salud. Las falsas democracias tampoco.
Toda la corri ente marxista y neomarxista también comprend ió el racis mo como
Episodios de gra n penu ri a económica, como hambru nas. crisis productivas, ele., ill hp rod ucto del capitalismo colonialista y una estratagema para desv iar la atenc ión
también tienen efectos sobre la salud, la reproducción y la morbilidad, en relación" IlIs ali anzas de la lucha de clases. Políticos e ideológos aprovec harían las ideolo-
la expresión de determ inados genes relacionados con ciertas enfermedades. exprc " (li S etnicistas y/o raciales como explicaciones de las diferencias humanas para jus-
sión genética que puede transmi ti rse a las siguientes generaciones aunque no eS16" linear la esclavitud y el colo nialismo. De algun a manera el marxismo ha mostraclo
expuestas a los mi smo factores desencadenantes 30 ,'le na incapacidad histórica para reconocer la relevancia social y conceptua l de la
IIllli cidad, como entorno autónomamente dependiente3l .
Es to ocurrió por ejemplo con la forma en que la Antropo logía marx ista mejicana
30 Uno de los ejemplos últimos más llamativos que no queremos dejar de mencionar es el d~
IltllÓ c l mundo indígena en los años 70. Reduciendo lo cultural y étnicamente dife-
la herenc ia medioambiental ('environmental inheritance'). Estudiado por el puericultor, méd ico eI!.\
I 'lile al concepto de marginación social, el índigena era contemplado como un cam-
familia y genetista Marcus Pembrey (lnst itu le of Child Hca lth , Un ivers ity CoJlege London,
Univcrsity of Bristo!), de la Universidad de Bristol, junto con e l invest igador sueco Lars 0101 11 'sino empobrecido. La prioridad dada a las oposiciones de clase produjeron una
Bygren, va a replan tear la idea de la herencia vertical darwiniana y la responsabilid ad única <ltd I 'lIclec uación de las teorías étnicas a las teorías sobre la prolelarización y marginali -
buida al DNA en el programa standard neodarwi ni sta. Se trata de que ciertas catástrofes que se pue. dlld de grupos como campesinos e indígenas, sobre todo en América Latina. Lo
da n haber producido en una generación (hambrunas, catástrofes socia les y demográficas, polític:ls,
Inlportante de estos gru pos era su situación de privación; los aspectos étnicos eran
traumas, guerras, etc.) han podido provocar la expresión/si lenciamien to de un gen o grupo de gent;S
determinados, duran te e l proceso de epi génesis (Cf. Ramírez Goicoechea 2005a) Cap.3 producien. pÚllsados como secundarios, en todo caso consecuencias de lo primero. Esto ha
do determinadas formas de reacc ión sistémica del cuerpo. Como tamb ién ha investigado el ProfesQl' IlInu ido en una visión carencial etnocentrista de algu nos grupos étnicos: no tienen
Wo lf Rei k (Babraham Institute, University of Cambridge, UK), esta expresión, fruto de un impac. hlenestar social, acceso a la educación, derec hos laborales, etc.
to medioambienta l en el proceso biológico de expres ión/silencia miento genético, puede ocurrir en
las siguientes generaciones, aún con ausenc ia del factor inductor primero. En la ep igénesis de las El movimiento Pro-Derechos Civiles de la América de los años 60, liderado por
segundas, terceras generac iones, sigue produciéndose dicha ex presión/silenciamiento genét ico ell Marl in Luther King, puso de manifiesto cómo la ideología racista habría j ustificado la
forma de cambios metabólicos, enfermedades, síndromes postraumáticos, etc. Lo novedoso es qu t'selavil ud y toda clase de vejaciones humanas. Muchos son los que dicen que la estra-
esto puede ocurrir en terceras y cuartas generac iones que no han vivido las causas que dispararon Ilficac ión social basado en categorías étnicas, como en el caso de USA, es más bien
estas mod ificac iones, ni la soc ial ización directa en los modos reactivos psicosomáticos de la pri.
tl1\ sistema de clases disfrazado de asuntos raciales. Como veremos (5.5), la desigual-
mera generac ión ante la catástrofe. EfeclOs am biental es, a men udo antrópicos, tienen consencucn.
cias bio lógicas a lo largo de muchas generac iones. Enfermedades cardiovasculares y diabetes hall ,h,cI en términos de puestos de trabajo, condiciones de vida, oportunidades y ed uca-
sido rastreados por generaciones a parti r de las hambru nas y el tipo de nutrición de bisabuelos y ~ ión , participación política y cultural, se justifica por criterios raciales32 También el
abue los. El invest igador Gunnar Kaati de la Universidad de Umea en Suecia ha informado de qUIJ
aquell os hombres con una sobreali mentación antes de la pubert ad tienen más posibil idad de tene!'
nietos y nietas con diabetes melli tus. En estos procesos se encuentran efectos relacionados estrc
chamente con el sexo, lo que hace pensar en una implicación imponame de los cromosomas X e Y, 11. estos estudios apuntan a los efeclos a largo plazo de la act ividad antróp ica en forma de estilos
tanto en los que heredan como en la vía - paterna o materna- por la que heredan (Pembrey, et all.), Ilu vida, dieta, exposición a tóxicos, etc.
En esa misma línea la psicóloga Rachel Yehuda (Mou nt Sinai School of Med icine in New York) 31 y también respecto del Nacionalismo. Cf. Capítulo 5.6.
investiga los efectos del estrés poslraumático en mujeres embarazadas que estuvieron en o próximas 32 En esa med ida y, a pesar de todo, la reclamación de igua ldad y derechos y la participación
al ataque y colapso de las Torres Gemelas el I I-S. Sus conclusiones indican que el estrés puede afec. "lila estructura institucional dom in ante en este país, tamb ién ha adoptado un lenguaje ét ni co, aun -
tar a distin tas generaciones, sin que el e lemento social izador juegue un papel necesario. Todos .. , 'lile no naciona lsi ta.

344 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNICIDAD 345


anticoloniali smo previo a los movi mientos de liberación en los disti ntos países de Asill 1111111 0 de obra de reserva. Desde esta ópti ca lo importante es saber qué lugar ocupa
y África, basó sus argumentos en cómo e l racismo había servido los intereses políli 111111 minoría (étnica) en la estructura de clasc. Ba li bar y Wa llcrslc in ( 1997) también
cos y económicos de las metrópolis y las grandes potencias. ,hlll pri oridad a la estruclura de clases como conformadora ültima de los procesos de
I JI; 'Iusión social por raza y etnicidad .
Entonces, las funciones de las ideologías etnicistas y, entre e llas, las raciah',\
serían: proporcionar una rationale moral para la desigualdad sistemática; permitir 111 Desde una epistemología autopoiéti ca podríamos comprc nder este ni vel de com-
grupo dominante reconciliar sus valores con sus acti vidades; desanimar al grupo ph::j idad, en donde la estruclUra social está dominada por las re lac iones de produc-
subordinado para que no haga reclamaciones a la sociedad; mov ili zar a los adheren ~ 1 Ión, la propiedad y la riqueza, de la siguie nte mancra. Suponga mos que e l Sistema
tes en un acción política como causa justa; mantener la di visión de l trabajo en aquc 1'~'l~ ll ó mi co tiene vari os e ntornos, lino de e llos la Et nic idad, cuyo princi pio ordcna-
1I0s casos en que esté estructurado sobre di visiones étnicas y raciales (Nash 1972 cil ,lIu' no es la propiedad y distribuc ión de los medios de producción y de los recursos,
en Davey (1983: 19,20). 1111110 un principio clasificatorio de grupalidad. Pues bien, una característica de estc
Itlll orno es que, con ese princ ipio ordenador, puede traspasar, abarcar - el/ compas'\"-
Según este punto de vista, la Etnicidad no tendría contenido sustanti vo más qUl'
111 estructura de clase. Este ento rn o, la Etnicidad, puede ser recreado internamente
en la med ida en que sirve para determi nadas operaciones de desigua ldad y exclusiólI
por el sistema económico -como principio ordenador de los lugares y dom inios cn
social basadas en el sistema de clases. Miles (1984), por ejemplo, insiste en la impol'
111 estructura social- como microsistema. El Sistema se co pia intern amente, trans-
tancia subsidiaria de la 'raza' y las ' relaciones rac iales' en el proceso de reproduc
1.lllI1ándose, como microentorno. Ento nces, las relaciones de desigualdad económi -
ción de las re lacio nes capilalistas de producción.
,'11 vertebradoras de la estructura económica, son fo rm uladas como dependientes de l
La explicación de la rivalidad económica y los grupos de interés, movidos 1'01 IH Illcipio estructurador étnico, en términos de diferencias étnicas. Es así como, estra-
una racionalidad instrumental , como causas de las diferencias étnicas y el raci smo hu h gicamente, redefine las relaciones sociales de dominación y dependenc ia econó-
sido bien documentada (Cr. Banton, 1983; Fosselt & Ki ecolt, 1989). La teoría del IIlica en otros términos: los de las diferencias étnicas, que desdibujan los ali nea-
colonialismo interno, referida inic ialmente a las relaciones entre el Norte y el Su r dI: 'lI ientos por clase social, creando ali anzas y solidaridades más abarcantes
USA, fue populari zada por M. Hechter (Hechter 1975; 1986) para describir las rel" (l'lIcoll1passmenl), superando las di visiones de aq uéllos. Las capacidades moviliza-
ciones de dependenc ia económ ica entre lo que llamó el margen celIa (Escocia, Gales) lloras, afect ivas, legitimadoras de la Etnicidad, como categoría de la identidad/al te-
y la centralidad inglesa. Pero, como sabemos, lo que puede ser periferi a para un een ,Idad, son cooptadas por e l sistema de d ivisión de c lases que deriva de la estructura-
tro, puede ser cenlro para una perife ria (como e l referido a irlandeses católicos CII l'lón por moti vos económ icos 35 .
Escocia, Cf. supra)33.
Las relaciones entre Etnicidad y clase social pueden ser, ya sabemos, reversibles,
Castles y Kosak ( 1985) reelaboraro n las teorías del colonialismo interno panr po ro no isomórfi camente 36 Puede entenderse que no sea lo mismo un árabe rico que
ex plicar la condición deva luada de irlandeses, escoceses y galeses en la econom{u un árabe pobre, siendo que para interpretar un determinado proceso o situación puede
ing lesa. En un Irabajo ya considerad o como clásico, mantuvieron , de forma pareci ser perfectamente inoperante aludir a la condición de árabes de am bos como cri terio
da, que las ideologías élnicas y raciales son el producto necesari o del desarrollo y ¡le identidad común, del mismo modo que pueda no ser relevante vincular un árabe
evolución del capita lismo, que así crea un subproletariado, una infraclase 34 , conl0 deo con un católico rico, o un árabe pobre con otro católico pobre. Por eso, muchos
¡',ludios so bre género llaman la atención sobre el hecho de que poco tiene que ver
tilia mujer médico en Finlandia, por ejemplo, con una inmigrante marroquí en Espafi.a
y. sin embargo, las vi nculaciones por género pueden cruzar las divisiones étnicas o
33 Sin descontar la responsabilidad de los sistemas clasificatorios sociocogniti vos y eval uatl (le clase en un momento dado (Eriksen 1993).
vos en e l ámbito de las prácticas y los di sc ursos e imágenes, co mo venimos mateniendo a lo largo
de toclas estas págin as.
34 Para una crítica de este concepto, véase Pilkington ( 1977) Y MacDonald (1997). Es cierw
que siempre hay algunos peor ubicados que otros, dentro de una situación de dependencia. Concep
tos como lumpell, cril icado en su momento como grupo antirevoluc ionari o, así lo reflejan. El abu
nico de situaciones de poder y riqueza diferencial varía entre unos Estados y ot ros, desde los que 35 Es esto 10 que puede ocurrir muchas veces en los procesos de etnogénesis y de rev itali za-
cuentan co n menor ga ma de variaciones, como Suec ia o Noruega, a aq uellos que, como en Brasi l, 'Ión étnica (Cf. 4.4): élites que disfraza n sus prop ios intereses loca les por intereses más globa les.
Li no siempre puede lim piar la casa y cuidar los hijos de alguien, mientras otro le li mpi a su casa y ul mctores y encarnados como son los de las identi dades étnicas.
sus propios hijos. Como decían Wilmott y Youn g ( 1975), la soc iedad parece un a gran carava na dí.' 36 Aquí las relaciones simétricas no se dan: a no es igua l a b. de modo diferente a co mo b no
gente de un corte mira al que está inmiediatamente arriba suyo (o sea, a su vec ino), sin fijarse ell es igual qlle a; tampoco las tran si tivas: que a sea igual que b. y b igual qlle c, a no tiene por qué sc r
los que van en la cabecera y U1Tiba del todo, comandando la marcha. De algllna fo rma esto di strno ¡Hual que e en la manera en que lo es para b. Las re laciones soc iales no son re lacioncs fOl'l1wlcs,
la capacidad revolucionaria de la clase obrera. II lInque se in tenten modelizar.

346 ETNIClDAD. IDENTIDAD Y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIClDAD 347


3,3, Atractividad , B, Etnicidad y estructura económica 11I1I'ucióll que hace entre los dos grupos, Illuestra que no ti ene sentido embarcarse en
IIINclIsiones bizantinas sobre la determin ac ión de l<Js relaciones por clase o las reta-
I !.lllCS étni cas en un contexto de op res ió n det e rminado y qu e sólo un anális is a vari as
As í que la Etnicidad, como principio o rdenador de lugares, prácti cas y represen I IIj 'ulas - lo local, lo nacional, lo globa l- puede dcscubir las complejas arti culaciones
tac iones, ti ene unas re lac io ncs comp lejas co n el proceso productivo, di stribu tivo y ' IU re dominios de relaciones que a menudo connuycn.
consumo de bienes y servicios y no puede mantenerse una visión exclu sivamCl1h\
Eri kse n ( 199 1) relata cómo func iona el mercado de trabajo en Mauricio. Au nque
economicista de la vida social sin atender a otros principios estru cturan tes de las relu
lu ~ itllació n económica se ha modificado con el ti empo, aú n pers isten los estereo ti -
ciones sociales (Ramírez Go icoechea 1994).
jlos tradicionales correspondientes a la división tradicional del trabajo entre agri cul -
Clase social y Et ni c idad pueden compartir at racti vidad y o rga ni zar prácticas y 1111 s (i ndios), la industria (negros), y la gesti ó n y direcció n (blancos y mes ti zos) y e l
representaciones conjunta o di sjuntamente37 . 1 II nlercio (blancos y chinos). La percepción de discontinuidades culturalcs c ntrc las
En muchas situaciones etnográficas, en algunos momentos históricos, podemos pell • !llegarías de negros e indios es relevante a la hora de contratar a UIlOS y otros. Los
sar ambos principios desde una doble atractividad, sobre la que giran las relaciones sociu I'~t 'rcotipos sobre los indios respecto de su inadecuac ió n para los puestos de una
les en cuanto que puede haber coincidencia entre estructuración económica y estructufn "tlmninislración moderna previenen al empleador en su contratación. En es te caso, es
ción étnica, en la misma ori entación y objetivo de ordenación de las relaciones social s. 111111 fo rma de concebir étnicamente a los indios lo q ue hace que no se les contrate y
en términos de semejanza o asimetría. Esta doble atractividad de los procesos social ' ' 1 1111 ta nto un a pugna por mantenerlos apartados de la vida eco nómica, puesto que su
puede producir un equilibrio incstable por el que uno a otro se refuerza mutuament ' y u*,ccllsión económica nunca fue percibida como ulla amenaza para las élites. La cu es-
sobre los cuales fluctúan puntualmente otros procesos y estructuraciones. Los principio"l tll n cs que el empleador cree que su /anguage-gallle 39 y la dcl indio so n diferentes
organizadores de la desigualdadligualdad pueden conjugarse hacia una misma di recci6n, t I:l'iksen 199 1),
como los lásers, ser coherentes, sumando SlI S longitudes de onda, constituyendo 11 11 De al gun a manera ocurre también con la población ROllla. Desparecidos sus ofi-
marco reforzado en sus posibil idades de determinación . I IlIs tradi cionales, obligados a oc upar el estrecho margen que les ofrece la sociedad
Así ocurría en mi investi gación en Rentcría y su comarca: la relati va concordan IIIha na, sig uen dedicá nd ose a la venta ambulante en ferias y mercados de pueblos y
cia empírica entre la distri bución clasificatoria del imaginario étnico y la estructUl II lUir rios. Su inserción laboral como asalariados, en actividades regul adas espaciotem-
social, en términ os de alineami entos demográficos, económicos, políticos, residel1 1'"I'lI lmente en nues tra cultura /ay/oriana del trabajo, es mucho más d ifíc il. Sus pará-
ciales (Ramírcz Go icoechea 199 1:Cap. l ). También con los Guay mi , amerindio, 111 ' Iros y disciplinas en este ca mpo difi eren de los ex igidos en e l sistema producti vo
in vesti gados po r Philippe Bourgois ( 1988). És tos trabaj an, junto con los Kuna p'" 11 I lI pi tali sta y sus procedimi entos. Los ámbitos y do minios en dónde g itanos y payos
una com pañía bananera ameri cana transnacional cuya plantación está entre Pan anl ~ Ilhlca n la responsabilidad y el compro miso, ga ra ntía de una co ntinuidad en el pues-
y Costa Ri ca. A mbos grupos oc upan los pues tos menos cualificados y peo r remunr 111 IlI boral, también difi eren.
rados, fo rmando, po r así decir, la clase dependi ente y op rimid a en térmi nos eco n En los tres principales g ru pos étnicos de Nige ri a, los lbo, Yoruba y Hausa-
mi co po líticos, una vulnerabilidad que muchos indígenas comparten co n otros exclu ; 1lI llI ni , podemos ver ta mbién correspondencias complej as entre identidad ét ni ca,
dos sociales (García Canclini 2004). Si n embargo, mientras que los Kuna hllll 111 cticas culturales y reli giosas. nichos y acti vidades económicos, incl uso cierta
desarro ll ados estrategias de mantenimiento que les hacen la vida más lIevadcl'll, ~t\" ll1e ntac i ón territorial 4o , as í como parti cipació n política disímil de sus élites en la
movilizando recursos grupales y étnicos, los Guaymi no son sólo los que peor viven , " Inst rucción de l Estad041 , en función tam bién de los distintos modos de rel ac ión
sino que oc upan el último pe ldaño de lajerarquía étnica, denostados y burlados incl" l"I!fliea y econó mica con la autoridad colonial y co n los otros grupos étni cos en un
so por los Kuna . Padecen un a "doble" op resión por clase y por su identidad étn iclI, I ""Iplejo esce nario social (Cf, Diamond 1983). En cada grupo, la etni cidad y sus
lo qu e el autor define como opresión conjugada ('conju gated ')38 A través de la CO Il1 h~{1 's han funcionado tradi cionalmente como soport e de intercambios e interacc io-

37 Hay que recordar en todo momento que estamos ana li za ndo ni veles particulares de COIll 19 Concepto procedente de Wittgenstein y que ay udó a R. Needham a rormular su concepto
plejidad. Lo que ocurre en uno de ellos no ti ene por qué suceder en otro grado de compl ejidlHI ,ji I'Iflsijicaci611 politética. Cf. apartado 1.3. Se trata, en principio y de forma general , de una co m-
mayor o menor que el anterior, en términos de número de elementos involucrados ¡ntra e intcrsl/'l 111 II si6n común implícita de significados, modos y reglas bás icas.
témicalllente. Como decía Les lie White, la complejidad es una cualidad, no la medida de un tanlll 40 Yoruba en el Oeste, Igbo en el Este, Hausa-Fullani en el Norte,.
ño (c il. en Luqlle 1990:69). ,11 Lo que hizo pensar a A. Cohen (1969) que la Etnicidad podía ser ellenguuje pol ítico para
38 Sobre este caso vo lvemos en el epígrafe siguiente, cuando tratemos de los modos de ineol ,lqucllos grupos en competición, qu e, sin embargo, no se constituye n como unidades políticas 1'0 1'-
poraci6n. lIIulcs.

348 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIG RAC IONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDAD 349
nes realizados en un ámbito de confianza. No hace falta contratos ni leyes, pllt'h ~,llCiales.
Cuando un inmigrante senegalés nos contaba que la gente se quedaba
control social que ejerce el grupo es suficiente. Intercambios, favores, corren pOI ÜUlilllt!O cuando conducía un coche, contestaba "¿,es que por ser negro no puede lIe-
redes con la seguridad de que habrá respeto a las reglas de reciprocidad establcci",.;' >¡,¡¡ !ltl coche?" La imaginería de los locales supone que la situ;¡ción económica del

aunque éstas sean tácitas. hn!lí¡,lyante es precaria, lo que descarta la posibilidad de tener un automúviL
Por tanto, los sistemas representacionales pueden mostrarse relativamente indrc J:s esta reversibilidad no isom6rl'ica, de ulla asociación mctonílllic<¡ a otra Illcta-
pendientes y autónomos a la hora de generar desigualdad. f{¡fic;l, lo que tanto desorienta la mcntalidad popular: ¿,ocupan esos puestos porque
"in ns{, O son así porque ocupan cstos pucstos?
Un ejemplo etnográfico que mencionaremos de nuevo en la parte dedicada ii
inclusión social ITlUestra cómo la movilidad social es consecuencia de la flexibilidad I ,() que ocurre es que la Etnicidad puede f~lgocitm como microctll0l'!10 interno I;¡s
y apertura del mercado de trabajo, pero también de cómo las percepciones soci:t1c"í '\-" ,iHncllcias de clase -y algunos de sus efectos, como la cllltllm de c!a.\'(/u,-" COtllO
la imaginería étnica retrabajan la estructura social y sus segmentaciones. Una illw\ ¿'f('dll de su capacidad de atracción, supeditándolo a sus ordenamientos y estructura··

tigación comparativa muy interesante sobre polacos y marroquíes en el sector (k hJ "hnes a la hora de constituirse en Sistema. De ese modo, las diferencias por clase se
construcción en Barcelona y Madrid mostraba cómo se emplea a los polacos p:lHi dillr'i:'llll, valga la expresión,

mejores trabajos y más cuaJiflcados, porque eran percibidos como población IIt{\', I~n mi investigación sobre las complejas relaciones entre la Estructura social y los
cualificada -y, por tanto, más positivamente-, aunque en realidad no lo fUt't'1iH ",hlcm<lS clasificatorios étnicos en Rentería y su comarca, me di cuenta de que algu-
(Colectivo lOE, 1997). \\H\ l'kmentos de lo que sería una cultura de clase eran reformulados para represen-

L,H lección que podemos sacar de estos a¡;neamientos ('alignments'), tratadll!; j!'ll/practicar clasi1icatoriamcnte a los chicos y chicas hijos de inmigrantes venidos a
como sistemas intcrdcpendientes, cuyas relaciones metafóricas y metonímkiF' LíJ!,kadi entre los años 60 y 70, al hilo de la industrialización de dicha Comunidad.
refuerzan su mutua implicaci6n, es que, de nuevo, lo que se denomina en la Sociolli "/) t'SOS, por las pintas, ya se les ve que no son de aquí" (chica autóctona de 15 años),

gía clásica y actual como estrucflIra social constituye relaciones complejas con ntH)'?; idlriéndose a una estética urbana punk. Y viceversa: "esas son de ikastola -colegio
dominios pragmáticos y representacionales, sin que podamos apoyar una teoría sin) ',-w';¡'o, de gestión privada incorporada ahora a la red pública-, se nota, llevan Levis
pIe sobre la ubicaci6n de las relaciones de dominación. El análisis etnográfico e Ilj:, l\-WplC.roS de marca, caros)" Goven inmigrante de segunda generación, 17 ailos). Ya
tórico es el único que puede iluminarnos sobre la multiversidad de estas reJacio!)\'" HO llperaba el lugar de nacimiento fuera del País Vasco para los padres inmigrantes,
¡ji \111 ruralismo inculto de caseros (habitantes de caseríos) como para los padres
que, no lo olvidemos, son vividos como experiencias holísticas: ¿Cómo puede- (k~;
vincularse la segregación laboral de un senegalés en la agroindustria de invern;Hkrd ij!í!t'il:lonos; ahora todos habían nacido en Euskadi y eran urbanos. Otros eran los sig-
con su condición de inmigrante devaluado étnicamente?42. i¡ilkalltes para construÍr alteridad étnica respecto de la construcción de una identidad
ilt'l'inida como vasca: estilos de viela44 , de ocio, modos de consumo, gustos, estéticas,
jijl'¡:;icas, tipo de escolarización (Ramírez Goicoechea 199 J Cap.9), incluso formas de
,'(iflSUmO alcohólico (Ramírez Goicoechea 1990).
3.4. Clasificaciones étnicas de la clase social La clasificación étnica se apropia, entonces, de efectos clasificatorios producidos
hHjo otros principios de ordenación de relaciones. En Colombia, por ejemplo, los
Hemos visto que, cn una sociedad capitalista la posición estructural en el prol'\'~';H ne,gros lo son por lo que /lO tienen: poder, riqueza, modernidad, blanquidad (Wade
productivo, el tipo de trabajo que uno tiene, el nivel de renta, la cultura de clase, d ¡tN3: p. 63); en RenterÍa, los chicos inmigrantes ele segunda generación se caracte-
estilo de vida, el consumo y prestigio de ello derivado, formas y mecanismos de dh ¡i/llhan tanto por 10 que no tienen como por lo que sí tienen: marginalidad, escasez
tinción, la movilidad social, etc., revierten en muchos casos en las categorizaciot1c' 1'!.'(1tl6mica, anomia social (Ramírez Goicoechea 1994).
étnicas/raciales. El proceso es metonímico: las clases más desülvorecidas están COII'! Un fenómeno muy interesante, derivado de procesos que acabamos de describir y
tituidas por ciertos grupos étnicos (o inmigrantes), que se contagian de la devalual'Íúll qlll' vincula estas líneas con el capítulo dedicado al Racismo (5.5) es el del pasarse por
atribuida a éstas y a los tipos de actividad económica que suelen ocupar. El pn)CI':',l)
también es metafórico: como estos grupos étnicos son carenciales, ocupan estas di!
.!.1 Término no exento de polémica y discusión. Bástcnos aquí para referirnos a tillO de sus
Hldi¡'(u!ores represcntados como tales: tos estilos de vida, los gustos, los consumos, etc.
42 Re.co!lc:cer la p~rmeabilidad de (antos dominios a las relaciones de dominación en nill)!llli
·)·1 Bourdieu (1991) dejó claro que éstos, como compendio de prácticas y representaciones de

momento 1I11p]¡ca elc~vJar la atención hacia la materialidad de estas relaciones, que, por su P;ll lo vida, de consumo de bienes de prestigio (artículos de lujo, ocio, consumo cultural, cte.), de csll'li
tampoco ha de reducIrse al <Ímbito ele lo que hemos distinguido como lo económico, las relacioIH"": ¡';l'¡, de formas de distinguirse, incorporan tanto o más poder que otras formas más explicitas de

de producción, distribución, consumo. ihilllillación y exclusión sociaL

350 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIClIlI\D 351


('passing for'), es decir, instrumental izar determinadas asociaciones metonímÍt';v; i Pil!m:ión económica, pocas veces incluyen en sus perS()llajl~s protagonistas toda la
metafóricas y elaborar estrategias que permitan manipular la identidad propia asiltHii 1W j¡,dad fenotípica del país: como en las revistas de CiH1SIIlllO lUSO s6lo aparecen
da para ser tomado por otra categoría social, escamoteando, en 10 posible, aquella idl':ít iJi.,'!\)J"CS asimilables a una identidad occidental CUS!lH)!}()!i\a,
tidad que se sabe está objetivada socialmente como negativa, peyorativa,
Rc.\aciones entre etnicidad y clase social dept:rHlen de I()s ('nllll'xIOS, como bien
A partir de cierta asociación compartida en algunos países entre riqueza y hliJÚ Jilldernos imaginar. En Carlagcna de Indias (Colombia), por c.il~lllpl(), las oposi-
cura de piel, si cuanto menos color, más prestigio social, también cuanto n1<1S dini" ;:-iOllCS étnicas ocurrían en el contexto de la clase sirvicnte negra l~1l los suhllrbios
ro, la pigmentación picrde cierta importancia. Según P. Wade (1993), hablando élitc blancos, donde raz..a y clase coinciden, pero cn otros COll!cx!ns c;lrihdlns,
Colombia, los negros o rnulafos pudientes son tratados "como si fueran blancos", (fHi in lradición del mestizaje, mucho mayor que en el Pacífico, diluye estas opnsicio
acceso a bienes y espacios típicos de los blancos, No quiere decir que la CU('.\'{¡'¡Ji¡ íjp,~" contextuales. Sin embargo, cuando la población negra cllligmh;1 ti Bogol;'Í ()
racial sea insignificante sino que es escamoteada, operación que facilita la movili\.biJ fvkdcllín, lo hacían a un lugar urbano preferentemente habitado por blallcos y rlles
45
social ascendcnte , a partir de una mayor aceptación étnica/racial. ASÍ se explica qljé !jlOS, en calidad de foníneos, pobres, iletrados, donde la experiencia del l":lcislllo cr:l
algunos rnulatos manipulan su identidad dando una apariencia adinerada en las fOilY;' ¡ni'ix ima, y su inserción social y residencial era periférica y marginal (Wadc 1(){n).
El efecto en la audiencia, es de percibirle menos negro y atribuirle una ctiqwó¡¡¡ 1'11 lIaitÍ también el color de la piel se asocia a la clase social (Glick SchilIe,. y
menos peyorativa en la jerarquía del color que si aparece desarrapado o con la roP;¡ hlllron 1990).
46
a ji r ones . En algún lugar hemos comentado cómo en el pasaporte de un afamaiJ¡)' V
Volveremos sobre estas cuestiones en el capítulo de Racismo.
rico futbolista brasileño hace años, constaba su identidad racial como 'blanco', si¡:!'i
do como era su color de piel oscura 47 . Más que de establecer responsabilidades causales, de lo que se trataría es de ver
las identidades étnicas y las relaciones e1l1icizadas orquestan relaciones (espe-
r-{lIllO
Nos contaba un inmigrante camerunés de 29 años que "si es una persona cul1n LI'
rilicas) en el sistema de clases, creando y recreando patrones específicos de relación
interesa, o si se trenza como Bob Mar'ley, o es un jugador famoso de baloncesto, pCln
rrl cada ámbito.
si no es conocido no". La primera idea es que "somos unos malhechores de la ciudad
vendedores de droga". Que muchos de los equipos de la NBA cuenten con deporlisl""
afroamcricanos no dice nada sobre la eliminación de las barreras raciales yecoJlfÍrnf
cas en USA.
A los ojos de la ideología racista dominante, las familias negras de clase Illedili 4, PRÁCTICAS E IDEOLOGíAS DE LA DIFERENCIA
que aparecen en las series de televÍsión americanas, son menos negras que las fan!i Y LA DESIGUALDAD, L EXCLUSiÓN E INCLUSiÓN
lias del Bronx o de Harlem. Sus dinámicas, relaciones, roles, personificaciones, chh SOCIAL
tes, dramas, están hechos a imagen y semejanza de la clase media americana de mi
48
gen europeo . Los culebrones mejicanos y venezolanos, de familias de buena
"Como a uno de vuestros indígenas habeis de considerar al extranjero
que con vosotros es huésped y le amarás como a ti mismo, pues extranje-
.45 Una estrategia de incOJporación a los valores, prestigios y oportunidades de la socied:¡ol ros habeis sido en el país de Egipto".
dominante.
Levítico IXX, 34.
46 En las páginas de búsqueda de consorte en algunos periódicos indios también se mallipu
la el color de la fotografía para aparecer mcnos oscuro. Las monarquías europeas también bus("fI
ban el embellecimiento de los retratos y camafeos de sus hijos a la hora de sus políticas de illll"l
cambio matrimonial. Este efecto, pero a la inversa, es el utilizado por la policía a la h01"<1 d.
mostrar la foto de un detenido; dcspués ele horas sin lavar, sin cambiar ele ropa, cansado y ])1\'11 11,1, Crítica de las perspectivas macroeconómicas
cupado, cualquiera intimida. Sobre el blanqueamicnto de la piel y esta como rasgo fcnotípin¡.
véase Capítulo 6.5.
de la exclusión social
47 e l qlllcra
omo cua ' en busca (j e trabaJO,
. .
sabedora de los estereotipos prevalen tes, una bl"a\i
leña rcsid.ente en el Reino Unido quería tener apariencia de ejecutiva para un puesto de comcrci¡d Desde una perspectiva sociopoIítica y económica clásicas, podemos entender la
al que ~e Iba a presentar. De tez morena y pelo negro rizado, fue a una cotizada costosa peluCJl!l'rLl estructura social como conjunto de relaciones e instituciones sociales en términos de
para allsarse el pelo y estuvo todo el fin de semana sin salir de casa para que no se le rizara COIl Ll
humedad. Enero 1997. distribución y acceso a recursos, Jloder, y oportunidades (Thompson 1990).
. 48 Eso sí, manteniendo lo políticamente correcto: en ningún caso se aparecen parejas lllul!i(;¡ Etc!usión social referiría, desde un sentido amplio, al acceso desigual de la
Bleas, pero sí toda la panoplia de colores de piel osc/(/"{/, unos/unas !luís negros/as que otros/as. población a dichos recursos en cualquier período y contexto sociocultural e hislúri

352 [TNICIDAD, IDENTIDAD V MIGRACIONES


ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNICIDAD 353
ca. Sin embargo, la trad ició n sociopolítica occidental aplica este concerto en rclu l'111I n sus ciudadanos, como parte de l paelO de solidaridad entre la sociedad y el
I It IN

a la apar ic ión de l Estado moderno y e l sistema de bienestar social. 1 Indo (Miles 1993 ; Wim mer 1997), e l disc urso y la retó rica de la excl usión social
I tlis para (Lucas, 1992)53,
De esa g uisa, buena parte de la li teratura euroamericana sobre exc lusión soeiilllll
rc lac io na directa y ullicausalmente como consecuencia de las fuerzas socioecon 1111 En todo caso, son demasiados los trabajos los quc, como he mos mencio nado más
cas q ue d istribuyen a poblaciones y grupos en distintos lugares de la estructura sot!tll Iudha, desde un a perspecti va colecti vista y objeti vista. insisten en las estructuras
y la sociedad del bienestar49 : emp leo, educación, residenc ia, movilidad social, bióltl' 1IIIIhicas y econó micas como causantes, ell última illstallcia. de los procesos de
y servicios5o . Subyace a esta perspectiva la idea de actores colecti vos -como SUll llllh 1 d usión social. Es obvio que no va mos a negar la re levan cia de estos facto res en las
individuos- que pelea n y compiten en la arena social, po lítica y eco nómica, ¡llll lI,prcsentaciones y prác ti cas de la desig ualdad en la di stribu ción de hegcmonías,
rec ursos supues tamente escasos51 . El paradig ma implicado es el de l homo oeCOII;I 111I(ler, riq uezas, bienes tar, autonomía perso nal y co lecli va.
micus de la microeconomía neoclásica y del econo mic ismo for malista, basado Contra una visión determi ni sta de la acc ió n, recordamos lo q ue presentamos C Il
ambos en la teoría de la acción racio nal instrumental (Cf. Hec hler 1986). Cf. Apal lll 111 ~ a pítulo 1.3. Los actores sociales so n constructores acti vos dc los par:í mclros y sus
do 1.3) do nde e l comportamiento humano es comprendido fundamentalmente COlt tll I nnd iciones de existencia (Willi s 1990), dentro de límites y constri cc ioncs políticas
competiti vo y adaptalivo. y sociohistóri cas (Ra mírez Goi eoechea 199 1:75- 108) qu e dibuj an un llI apa de aul o-
Un vec tor fund amental para comprender es te proceso excluyellte en partc dll uo mías y dependenc ias desiguales. Las es tructuras se conciben como la posi bilidad
Europa occidenta l moderna es la constru cción históri ca de l Estado-nac ió n (5 .6). ÉSI\> Ilc la agencia (G iddens 1984), siendo el resultado emerge nte de múltiplcs prác ti cas
se consti tuye como unidad políti coadmini strati va basad a en la concesión de de rechu... l\lI manas individuales y colecti vas, intencionales o no, inclu ye ndo sus efectos no pre-
a ciertos colectivos a cambio de deberes de lealtad, subordin ac ión política y mi li l"l vistos. Por su parte, se convierten en un a fo rm a de orden constiWido/colI.\·tituyellte
y ho mogene izac ión cultural. Como parte de sus es trategias po líticas en e l contex to <111 ¡lura la acción (Lave 1988: 177, 17), en una constri cción, entre otras, que enma rca los
la constru cción de l capitali smo y la estructura de c lases en la Europa Modcrlt tl ,\~ccn arios significati va e históricamente posibles para la acció n54 . Las estru cluras
(Bali bar, 199 1), las élites polít icas, económicas y burocráti cas pa rti c ipan acti va m 11 1'I on re-co nstru idas por actores individuales y colecti vas que las prod ucenlreprod ucen
te en la construcció n de un frente exte rior en el concierto internac ional de 011'0" (l)faz de Rad a y Velasco 1996), Como d ijo Marshal Sahlins c ita ndo a Roge r
Estados nac iones y potencias econó mico políticas (Ti ll y 1975). En el frente illlem " , (ia raudy, " El proble ma no es nega r la import ancia capital de la estructgura, del
recrea o tro microent orn o: no sólo de aq uellos ciudadanos pertenecientes a 011'01'1 Illomento del conce pto, sino de no tratarl as de forma abstrancta, de saber en cada
Estados sino, especialmente, de aque llos alienados den tro de sus propios lím it 'N momento remontar, como Marx noS lo enseñó, desde la estruclura a la acti vidad
(Brubaker, 1994; Hammar, 1990) como población marginada y exc luida de di ch(\ hu mana que la enge ndra, suj etar los dos extremos de la cadena, el mo mento de la
proyecto cOll/unitario , desleg itim izada social, mora l y políticamente. estru ctura y el de la libertad, el momento de la necesidad y el mo mento de la acti vi-
Por otro lado, desde una perspecti va más weberi ana 52 , se aduce que cuand o el
estad o de bienestar es tá en cris is y el Es tado deja de proporcionar los bienes y servi·
53 La xenophobia y el rac ismo se entenderían. po r ende, como I ~ reacción ~e aquellos q~~ se
consideran como legítimos benefi ciari os de l poder político y económIco y que Slellten sus pn vil e-
Sios amenazados por aquellos incl uidos en las di versas categor~ zac iones de ~ubalternidad (Cf.
49 Parte de este argume nto puede encontrarse en (Ramírez Goicoechea 2005). (Wimer, 1997). Sin embargo, esta visión de l racismo y la xenofobia como reacc ión espontánea de
50 ef. BOIjas ( 1987); Hollifield (1992); Bh.lI. (1993); H.ghighm ( 1994). lu gente de la que las po líticas mi gratori as serían un refrendo in stit uciona l (C f. Miles, 1993) es bas-
51 Esta noc ió n de escasez es típica de la economía formali sta, que escamotea los orígenes tan te errónea. Agenc ias e in stituc iones po líticas y admin sit rativas del Estado nunca han estado des-
sociopolíti cos de la distribución des igual de los recursos. Se conte mplan los rec ursos co mo per vi nculadas de estas ideologías en la medida en que las promoc ionan y sosti enen directa o indirec-
mantes, defin idos desde el principio co mo fijos y estables e n el entorno exteri or e independ iente de tamente (Rist, 1989), al igual que los medios de comun icación de masas o los propi os partidos
la act ividad Iwmana. Sin embargo, lo c ierto es que la idea de lo que puede ser un rec urso se de fin e polít icos y sus agendas electorales (C r. Tni n hardt, 1 99~.). .. "
y rede fin e co nstante mente , a partir de las acciones humanas sobre y en relación al enlo mo y a s( 54 Alude esta cuest ión al debate estructura/agencia y la di SCUSión sobre el vlllcll lo epi stemo-

mi smas . Desde un punto de visla evollll ivo, véase Lcwontin ( 1983); Brandon y Anlonovics ( 1996): lógico y empírico entre lo macro y lo micro subyace, obviamente a esta discusió n (Giddens 1979;
y Odling-Smce ( 1988). Bourdi clI 1980; Knorr-Cetina y Cicourel 198 1; Alexander, Giesen, Munch y Smelser 1987;
52 La visió n marxista sobre esta cuestión está, de alguna manera, próxima a la teoría webc- Eisenstadt y Helle 1987; Ramírez Goicoechea 1990). Una variedad de concepc.i on~s sobre lo que
riana del social c10sure (traducido como exclusión social), que, no obstante, incluye también aspec- son las estructuras, ade más del estatus ontológico del orden y la sobredetermlllaclón: estructura
tos de poder político y eSlatllS, en la manera parti cldar en que Weber prestaba atención a los valo- como el resultado de las propiedades emergentes de las prácticas sociales (Harré 198 1), como ag re-
res y las ideas. Para una ree laboraci6n y e l intento de establecer una tipología a panir de princi pios gación de microepi sodios (Collins 1987), como e l resultado de la acción de acto res colecti vos
de exc lu sión diversos y sus diferentes modos de articul ación, véase MlIrphy (1984, 1986 Y 1988). (Callon 198 1) o como e l IOCHS del discurso ritual y el orden social como contraparte a lo que ocu-
Grac ias a Asunción Merino por observaciones interesantes sobre este tema. rren en la vida o rd inaria (B loch 1977).

354 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNICIDAD 355


dad creadora del hombre"" P . t i · .
tcable, y no parece ser el ca~o ~~ ~~ to. e a~láhslS de I~s prá~ticas resulta in CSl'lllII I(l'cursivamente, la es pecífi ca conformación de los poderes y su di stribu ción en
las y macroscóp icas a la exclusión S~~i:I~~.'te de las onentaclOnes socioeconOlllh I lid 'dad, dan contenido y forma a las es truc turas cog niti vas y eva luativas de las
I1 Illcllc iones sociales, as ig nando identidades y lugares a un os y Olros.
. En las teo rías modernas de la exclusión social la cu/tura57 s . .
)¡Smo~bsoleto cIIltllm/sociedad. Para es ta última quedarían laSel~~~~il:l~e~~O)¡CI IIIII POI' eso, creemos qu e se puede llegar a una mcjor comp rens ión e intc rprctac ió n
"1\1 'ontex lO amplio de cómo la ge nte constru ye e l mapa de grupos y d ifere nc ias
~il:~~~C~ds~~~~ ~;:~~:I~::II ~~~;as;:.~~~~:sn~~~i~~~I~I~~1 i~ ~~ ~~~~~:~tidos q ue do'I I'I: I~II ulu sociedad y cómo practi can di stan cia o proximidad socia l con sus o tros, s i tcnc-
o ePlst~moI6~)¡ "
IIn ' 11 cuenta no sólo el acceso o deprivación de rec ursos econó micos y políticos
mente hablando. Las es tru cluras econó micas y políticas no'so
turales e históri cos que e l parentesco l . . n menos pro UCIOS t 111 1IIII III mbién aquellos dominios relati vos a la interacc ió n y la soc iab il idad , la dcfi -
carecen de capacidad estruclllral1l~ en ~o ~:I ~~~~e~n~s clasl fi.caton os, 111 es tos .ú ll llll¡ Ih hlll 1Il0ral , la proximidad afectiva, la so lidarid ad, e l parelllesco. elc .(Ramrrez
co lect ivista y políticoecono mic isla de com~rend:l: ~~I::~;~~.'óen eSla a Proxll11l1t·)¡ 11I
illikoechea 1992). Sólo tenie ndo prese nte una perspectiva in legrada que dé cuenta
como elenco dehábit . . ~~ ,' . . I n SOCia,I lo c ulllll lll ,1, IIIIa Irama compleja de ele mentos sociológ icos, hi stóri cos y alllro po lógicos ,
exc lusión (Cf. infra). ~:';:I~el:c;a.~, eS/leSentado es conce bido como factor de 1111111 1'lIlt' lIlos comprender procesos de inc lusión/excl us ión de grupos conc retos en COII-
bajo socialidad etc t . 1(' et. llcac¡ n, ClcenCIaS religiosas, valores. éticas el 111 11 ,,~ IiIS sociopo líticos y culturales específicos (Cf. Ramírez Goicoechea 1994).
" , . , ümac os como rasgos objetivos de un grupo son I
relacl~n a las ventajas o desvelltajas que proporcionan al g rupo a "a hOI~'1e~:a~ (~I¡ ,111
vo lvelse en la arena de la competi c ió n económica y política E t . _ 101111
S
narían las capacidades adaptativa.l· de los grupos en las socl.ed· d oSdlasgos del.CHIII l.:>. Excluir/incluir
Así se ex r ·' b · ( a es e asentam l ' 111 11
ól p ¡calla.en llena mcdlda su situac ió n depri vada y marginaj58 S· l b
~ap~lu~: ::t~raclódn COII11 le :1hi slóri ca y cOl1lex tu al puede ilumin~r s~br~ ~n~o~::f;::
P j EII el capítulo 2 ana lizamos el concepto de Alteridad como categoría de la prácti-
s mo os OCd les de o rgalll za r la ex istencia. '11 y de la representación mutuamente constituido junto con el de la Identidad. Si es te
En línea con lo que l11anl enral11os el1 el ·lp'lrlado I 3 . 1111 'r(a a semej anzas, parecidos, identificaciones, prox imidad y cercanía sociocogniti-
s istemas clasificatorios, los imél "ill(lJ:io . .' < , .' ' ., seg u~mos pensando qu e 111 \ 11 y afec ti va, el primero lo hac ía con respecto a lo disímil , diferente, lejano, dentro de

~~~S:{~I~~:l:~~~!{~~f~~;~ :,~ I ;~~:~~;S~:I:i~:~;I~~~n~~I~fs::E~;'i~E~~~:~~~J: : ,


1I1111 amplia gama de posibilidades, mu ltipl icidades, contextos y perspecti vas.
Exclusión habl a sobre los efectos y consecuencias (intencionales o no), resulta-
,los, de excluir, apana r, segrega!~9 Podemos comprender exclusión social como aq ue-
IIl1s prácticas y discursos que marginan y apa rt an a grupos y personas de nuestras re la-
, El imaginari~ social, los sistcmas clasificatori os, siempre eva luativos los es t ' . Ilu nes próximas, íntimas, afectivas, de dominios de poder económico, político,
tipOS, las eategon as de la represel1lac ió n y de la prác ti ca, Son arte y par;e del eel ~:!
hleológico por diferentes criterios, a menudo combinados. En abstracto, lo contrario
CIO.del poder, elacceso a los rec ursos y al bienestar o lo contrario la J CI.C
Jll' ap lica a la noción de inclusión.
~~~I ~li 9~~ clasificación 'conc~plual ' es il11prescind'i bl~ para 1; id~OIO~~~r~~':~I 'I:1 Hemos visto en teorías de la autopoiesis y de la autoo rgani zación (Cf. 1.2.) que,
inext;icabl~~:~:~ ;'~:~ae~, ~;I~r~~~:~c~I~:.al~~~~I;;i~~~ Cyl ~~~~~~~ól.cnasd ey Isa,sls ddi.feáren.c
,
ias VI;
mICas.
111 ,
pura constituir un ámbito de sing ularidad, sig ni fica ti vidad, éste se realiza mediante
1111 cerramiento operac ional -siempre inacabado-, confi gurándose un espacio interno
y otro ex terno, en continua constitución y redefinic ión, No necesariamente se inclu-
ye como se excluye, ni viceversa. Las re laciones recursivas entre ambas posibilida-
" Sahlin s ( 1976:22 y 23, nola 14) sobre G·'f"l IId ( 1965 9 . ¡les y sus efectos no son isomórfieos. No estar incluido puede definirse de diferente
56 Co ncentrándose en el racismo c~;idim/() ',c~c y :. 11 ); Traducc ión propia.
eS la necesidad. Sin embargo 11 0 eSloy (le' ...< rydarrac lSlllo ), (Essed (99. 1). señala lambién IIllInera a estar excluido. Las defini ciones de las formas de inclusió n pueden ser Illuy
, ,lCUCluO cn su VIS Ión de ,. d· 'd precisas, objet ivadas, formalizadas en las prácticas, las representaciones y los dis-
ala hora de adecuarse a las neces id ades dcl sis lcm. '·Cb.d 39 10 I~I uos r~sl sllendo presiollc~
alg una form a, fu era un agente que acl lIara sóio· ." ,l. I l . , Irad u~clón propIa) Como si éstc, ell' cursos. Mucha menos e laboración, intensidad, intencio nalidad, fo rmalidad, objetiva-
una crÍlica de eSle Irabajo y su falw d' 1~"c!l V~~l1enle a preS I? IlCS macroeslnlclUrales, r alll
(Bovenkerk 1994). c co lCre nCI<l melodológl ca y epislemol6gica, vé¡JS(,I
57 Por eso hab lamos la mayoría de las vcces de ClI ' I'd d ' .
men~i' procesos y eS lru clU ras socioculturales. . d l a, no de esencialidad, a ludi endo a fcn Ó 59 Separar, desun ir, desprec iar, sacar, sa llar, exlraer, borrar, descarlar, expu lsar, rechazar, eli ~
Alg unos trabajos sobre la cullura de la pobreza com 1 s d G ruinar, excepluar, omitir, prescindir, re legar, aislar, alejar, desaprobar, desca lificar, di scrimin ar,
den que margi nalidad y pobreza son conscc llcnc', r . °dOl e . .M, .Fosler u O. Lewi s enti cll echar, il egitimar, repudiar, son los sinónimos que lino puede encontrar en los dicc ionari os, Todos
. I,IS ( lI eC las e pmnmolllo cuhural del grupo.
ellos refieren a un mi sma ca mpo semántico: 110 cOll tar CO II .

356 ETNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES


ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 357
ción puede caracterizar la exclusión que deri va de dicha inclusión. Los híbridos, I;u~ IIHlu ni vel, podemos localizar fuerzas centrípetas y centrífugns respecto de atractores
indefini ciones, las ambigüedades. son formas, así defi nidas y practicadas, son formall dl\ Inclusión y atractores de excl usión, oscil ando en un momento dado, decantándo-
a lo mejor no incluidas pero no excluidas del modo qu e lo puedan ser otros. 1\ 11 otrol volviendo a mantener un equilibrio ines tabl e Ill ib adclantel o co lapsando

Muchas veces se ha dicho que se excluye hacia fuera y se incluye hacia e/emm. dl\nni ti vamente.
Desde una epistemología autopoiética esto sería aceptable en cuanto al es tabl ecimicll llano, al hablar de excl usión/inclusión hay quc mantencr continuament c una
to de un cerramiento operacional que establece bordes y un espacio interior, s i empl ~1 1, 16n local y temporal, do nde se ges tan los procesos soc ia les ¡¡ nive l de superfi c ic ,
y cuando entendamos bien la din amicidad, densidad variable, estru ctural/situaciolllll Ih\ IlIs interacciones, intercambios y relaciones cotidi anas, dOlll6s ti cils. ruti llari as, y
de estos límites. Mark Johnson ( 1987) ha señalado que la experi encia sensorio/pel IU lllbién de profundidad, donde se crean las estructuras de las relacioncs soci ales.
cepto-conceptual de e/emro(fuera puede operar crosmodalmente como esquema de 1", PIllO sin menoscabo del contex to global , macrológico y/o de atrncti vid!ld de otros
relaciones grupales (CI'. infra)60. Itltlcesos sistémicos, otros grupos y poblaciones en el escenario de las delllil ndas y
¿Pero qué es eso de la exclusión/inclusión social? ¿Qué, a qui én, cómo, cuando, III~ rcconocimientos. Hay que defi nir la temporalidad y los cscenari os CIl donde se
dónde, por qué se incluye o excl uye? Además, ¿en qu é sentido un suj eto, individulIl IIt"wrrollan , la historia de las relaciones intra e intergrupal es, la cronotop ia de 111 di s-
o colectivo se/le excl uyeli ncluye? ¿ En el flujo de bienes y servi cios de un a fOrl11 11 Id hu ció n de l poder y de la producción y reproducción, desde dónde y c",l nd o habla·
ción social concreta? ¿En un e idos de clasi fi caciones y perceptoconce pciones d,,1 IIlt IS, cómo ha ido estru cturándose el mapa de atractores y su perlinencia y di vcrsi-
mundo y de la sociedad ? ¿En un et hos de sistemas normativos y de valor? ¿En algll ¡hl(l atraccional , los procesos de reconocimiento y compartición, los de di scnso y
nos? ¿En todos? I lI nflicto, los ámbitos y domi nios del ejercic io y representac ión de es tos procesos. los
"","HeS personales y colecti vos, los suj etos y objetos de las exclusiones e inc lu sio-
Hay que decir, en primer lugar, que se trata de un proceso, una dinámica, qUl'
III ..~, ctc. También las mediaciones y zonas intermedias y difu sas, a veces amb iguas,
puede objetivarse en determinadas prácticas instrumentales y expresivas, en discll l'
11veces indefi nidas, terrenos de nadie, incluso escamoteadas a su localización.
sos, en emblemas y usos rituales, normas, leyes, instituciones de control y vigilanciu,
discursos, propaganda, etc . como si fuera evidente y no un producto construid o polI Quinto, relaciones sistemas/entornos, modos, gramáticas (Bauman 2004), de
ti camente (a partir de dinámicas propias de la contrucción de lo social). Por eso, I'Kcluirlincluir deri va n de las complejas y multi fo rmes maneras de construir identi -
deberíamos hablar más del proceso de excluir/inclu ir, como forma de la acción qll\1 ¡hu l/a lte ·'dad _poder, conflicto/cooperación, igualdad/des igualdad en distintos con-
produce determinados resultados o efectos, más o menos perman entes - nun ca dell h'x tQs cWllotópiGos. Recursivamente, estas formas/contenidos de exclus ión/incl usión
todo-, más o menos objetivados: exclusión/inclusión. I lltll ribuY$11 a la constante defini ción, redefinición, reconstrucción y objetivación
Segundo, como venimos diciendo, se trata de una construcción asimétrica, pOI " " ial de lo que se piensa/siente/habla/practica que es alterid adlidentidad en un
cuanto que sedestar excluido/ incl uido, excluirselincluirse, no sólo depende del qll,' IIlomento y lugar sociohistórico y cultural concreto. Recordemos que, como cual-
propone, si no del que dispone. Es decir, implica siempre un ejerci cio político a pal tlt,;er otro proceso social, la exclusió n no es ontológieamente previa a las prácticas y
tir de la distribución soc ial de recursos, sistemas de verdad y legitimidades morales , It'j)rcsentaciones por las que toma su existencia, ámbitos todos de negociación y tra-
sancionado y objeti vado por centros de dominio y hegemonía material-simbólica. 1,11 htUo cultural , de objetivación social varia .
exclusión puede ser impuesta de forma violenta. Pero como ocurre con todo proceslI Sexto, la exclusió n social puede constituise sobre cualquier dominio seleccio-
social, impli ca y ex ige cierto grado de reconocimiento y aquiescencia, que puede se! IIl1do/cread%bjetivado/ex perimentado de la alteridad: género, edad, cJeencias y
obtenido mediante la incorporación inconsciente en la socialización en forma dl\ 111(¡cticas ..!!ligiosas, estatu s civicosocial y/o jurídico, act ividad producti va, estrato
esquemas y habitus, med ian te procedimientos públicos de persuasión y propagandu, HociaL(clase social , casta), ideolooía olítica, etni cidad , diferencias fenotípicas, etc 61
o por medio de negociaciones asimétricas. Séptimo, los procesos excluye ntesli ncl uyentes pueden ser momentáneos, cir-
Tercero, procesos y dinámicas incl usivas no descartan , a grados disím iles d{' \ ' lIn s tan ~ia l es, cíclicos, emergentes, dis/continuos, etc. La excl usiónlinclusión soc ial
complej idad , procesos y dinámicas exclu yentes. Y lo mismo pe ro al revés. Incluso ti 110 se formu la necesariamente en término de oposiciones, a pesar de las contradic-
\'Iolles sociales. Categorías excluyentes en ciertos dom inios conviven con interme-

60 Esto es posible selecrivamellle, es decir, en cua nto a los dominios sobre los qu e opere ero/l
Illodalmente y también en cuanto al grado de su atractividad para otros procesos. Las metáfOI/I't 61 Ba sta echar un vistazo a nuest ra posmodernidad de hu esos, tendones y ta ll as 36/38 . Nadie
que utili zamos, como atrae/ores, varían soc ioculturahnente y también en el grado de sislenmlid IIHiere ser discriminada ni rechazada por gorda. Concursos de bell eza, desfiles de moda, im<Ígcnes
dad, integración y coherencia que puedan desarroll ar en di chos contex tos socioculturales e hi st6rl y di sc ursos de los mass media y la sociedad de consumo, nos obligan a reparar en el peso. En la
cos (Holland y Qu inn 1987; Bruner 1996). IUlcicdad de la abu ndancia pagamos por comer y después por adelgazar.

358 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNICIDAD 359


dias en otros. El ámbito de los social puede partirse de muchas maneras, tambi6n ,,11 11111" un principio democrático ni emancipatorio (Ard ite, 2000). Una vez conse-
garse, doblarse, concentrarse, aglutinarse, agujerearse. deshilacharse. Procesos 111 "lllos sus objeti vos políticos y sociales, algunos grupos étni cos liberados se los
exclusiónlinclusión se entremezclan fenoménicamente, o dependen de grados y n l ~1 1i11'H"n a otros.
les de complejidad, o de perspecti vas, de criterios de valor, o del tipo de re laciOll1
entre sistemas y entornos y sus microcreaciones internas. Puede haber sustitucí 11 tI!
Una de las preguntas que tenemos que hacern os al encarar un caso etnográfi co e
hl !1 6 ri co_e'-cómo_dl't~lli1das_ élites políticas fuera y dentro de la estructura del
uno a otro de súbito, o poco a poco, como un desenlace que se va anunciando. 1111
ejemplo interesante es el de los bosnios acogidos en Australia. Pueden pasar por dll l I IlIclo movilizan la memoria personal y colectiva en sus políticas de identidad diri -
~ I dllshacia el conflicto y la enemistad. Y cómo los recuerdos de antiguas rivalidades
rentes estadios, incluso secuenciales. Llama la atención cómo el grupo preferido 011
la labor humanitaria de acogida en Australia se centró en un momento dado en esl" V ~u crras se entrelazan con sentimientos personales y colectivos de revancha, repa-
refugiados. El imaginario los privilegiaba por su condic ión de europeos y blanco. IIII'16n, .Y.il;1imizació.n, culpa, tierra abonada para los demagogos políticos63
precisamente dos de los pilares racistas de la construcción de la nación australilllUl Hay muchas maneras de excluir. Es un proceso complejo en la medida en que
Esto permitió su invisibilidad social y su estatus como uno de los nuestros. Adcl1\ " rl llpende de la interrelación de multitud de facto res que, en un momento dado, puede
la presencia previa de inmi grantes de esta nacionalidad ofrecía un buen pan Ol'íltll11 11111' como resultado un estado de cosas que desborda incluso e l control humano y sus
para la acogida y la integrac ión de estos bosnios. Así fue la situación du rante unli 111 Itlslrumentos. Podríamos habl ar de un continuo desde el prejuicio hasta las formas
po. Cuando llegó la hora de su incorporación laboral , cultural y lingüística, las COStl . 111 s ex tremas, cuyos límites son borrosos y cuya secuencialidad no siempre se da,
no fueron tan bien, ori ginándose un principio de diferencia y exclu sión social pOlll1l ut'or!unadamente.
cial. Después de l optimismo in icial, la situación social de estos bosnios no ha pH I Cuando hablábamos de alte ridad, de posible conflicto, siempre hemos hecho la
gresado lo que se esperaba (Colic-Peisker 2005). IIhservación de que el odio, la desigualdad, la di scriminación , como antecedentes y
)11 'sentaciones posibl es de la exclusión , no son sus correlatos necesarios. Lo que
uquí venimos proponiendo no es una justificación natural de la exclusión social y
rI' las relaciones asimétricas entre individuos o grupos. Y, sin embargo, la diferen-
4.3, Del prejuicio al genocidio. Dinámicas y tematizacione "In clasificatoria es la condición necesaria aunque no suficiente para la exclusión
de la exclusión N{lcial ; éstU-puéde evocar, invocar aquella para su propia justificación y legitimación
!l)cial64 La diferencia no tiene por qué ser previa sino que puede ser coetánea a la
l' IIlergencia del procesode e xclusión. Porque excluir siempre se apoya sobre algún
La capacidad de excluir, desde sus formas menos agresivas hasta las más hum l Ilpo de construcción de la alteridad, de la distancia sentida, experimentada - aunque
lIantes y violentas, no son patrimonio de ningún grupo y puede serlo de cualqll ¡" rllcra vicariamente-, apropiada subj etivamente desde di scursos y prácticas propias
ra. En nuestro entorno histórico y cultural observamos que las relaciones étnicas 'o
términos de desigualdad política, económica y social han sido muy frecuentes. LII
discriminación, la persecución, como formas de exclusión, pueden s~r modos dt,
relaciones intergrupales en muchos contextos y circunstancias: turcos en Alemuni n,
¡)

--
ajenas.
La exclusión, como actitud y práctica de excluir, es un proceso social doblemen-
l ' ubicado: en las relaciones colectivas y en las personas. En el primer caso, es nece-
slI rio gue se de un proceso de objetivación y comunicac ión, de fo rma_@e se crea un
kurdos62 perseguidos en Tur uía y en el Irak de Sadam Hussein , judíos masacracl()~
significado más o menos público -siempre polisémico en algún grado-, como inter-
';;;'1 holocausto, palestinos subyugados en Israel. Nadie se hubiera imaginado qlll'
subjetividad compartida, que puede llegar a institucionalizarse de diversas formas y
los horrores del nazismo se repitieran, a su modo, en las dictaduras del Cono SIII
~O ll grados de estructuración y flexibilidad variables. Estas representac iones y prác-
Americano: Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay. Marroquíes contra subsaharill
licas semantizadas de excl usión - desde e l prejuicio hasta el genocidio- son reapro-
nos, sudaneses islámicos contra sudaneses an imista s. O cómo los turcos masacl'll
piadas subjetivamente por las personas en sus relaciones sociales, porque éstas se
ron a los armenios durante la 1 Guerra Mundial y años posteriores. Chíes y sun r 's
~on stituyen en tal mundo de significaciones.
en plena guerra civi l en el Irak invadido. La reivindicación de identidades definid nN
como periféricas, o la constitución de nuevos Estados sobre la homogeneidad O 111
selección étnica durante la descolonización, tampoco garantizan sus proyecloN
63 Reversiblemente, estos ejercicios del poder re-configuran las ex periencias de las gentcs cn
sus propios términos, bajo su mi sma lógica exclu yente, entrando en un CÍrculo vicioso qu e s610 el
unálisis crítico, la voluntad política y el co mpromiso pueden romper.
62 Grupo étnico desterritoriali zado en el reparto que las potencias europeas hi cieron del 64 Con independencia de que ésta pueda apuntalar y objetivar aquella en específicos dominloN
Oriente Medio a partir del derrumbamien to del Imperio Otomano. de actividad y relación.

360 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDA 361


Toda apropiación subjeti va se configura cognitiva y valorativamente, el IlIl\1I 1I H 1oculturalmenté 8 . Prejuicios son también los que moti van la evitación de ciertas
do in -corporada en experi encias concretas, siempre mediadas socialmente. p¡ullllt ,,,,,,pnñías, la endogamia de la sociabilidad y la relación entre los géneros, etc.
re-producción recreativa de procesos de excl usión concretos y particul ar ' H, 1 Imágenes y discursos son formas de cOll1ullicaL:ión, obj cti vación y recreación de
nccesario implicar y movili zar a las personas como soportes empíricos de las 'xl" ¡¡",Juic ios sociales en arti cular y exclusión social en gcneral. Incluyen siempre
rie ncias. Eso expl ica por qué las políticas excluyentes intentan capitalizar aqllllllll ,11", 'lIsiones políticas; incorporan los ejercicios de podcr que los han configurado. Por
cxperiencias psicosociales emocionales consolidadas de diferencia y otredad , ('1011 11" lIlplo, el término indio para los ori ginarios amcricanos ya incorpora tina relación
venientemente manipuladas y reorientadas hacia direcciones e intereses muy pl1l IIllol1ial: los españoles llegaron con la mcta dc cncontrar las Indias por su lado occi-
ticulares65 Iltlllla l; no sólo eso, los usos contextuales dcl término es tructuraron su significado
Vamos a segmentar la excl usión en sus distintas consolidaciones prácticlI/4 111' orat ivo a partir del ejercicio de poder sobre estos amcricanos. SOIl términos mar-
representacionales, con criterios de exposición narrativa más que con el objeti vo tll I(u/m· como el caso de negro, que, también incorpora toda una historia de prácticas
real izar una tipología, atendiendo a ese continuum borroso y enrevesado que 1111'11 " 'iopolíticas e ideológicas de Occidente - y parte dc l Illundo árabe- centrado en la
cionamos hace un momento que se parece a aquel rizoma del que hablan Deleu'/i\ ~ t'vll luación negativa de este rasgo por haber sido trabajado culturalmcntc de estc modo.
Gualtary ( 1976). Al hilo de estas segmentaciones iremos abriendo el análisis a pu," Xcnophobia se denomina a esta actitud de rechazo y prevención hacia el ex lran-
de la gran variedad de domi nios y contextos en que se producen estos procesos y ' 11 1" 1\), percibido/sentido como una amenaza al bienestar, los privilegios, va lores y la
estructuraciones. "q~uridad de la sociedad dominante, como fuentes de cambio social no deseado. Esto
l. PREJUICIOS66. S¡ r¡ctu senso estos pueden definirse como conjunto de II ~ I I "'Icede en parte con los refugiados e inm igrantes que ll aman a las puertas de Europa
tudes evaluativas negativas de un colectivo o de una persona por parte de otro colt'l y Alllérica, en busca de una vida mejor. Hemos vis to algo sobre esto e ll el primer
ti vo o persona. Obviamente, prejuicio étnico corresponde a una actitud negativa lIadll It¡lu rtado y será ampli ado después en el 5.7. cuando analicemos la construcción de l
algú n grupo étnico. Los prejuicios, como su nombre bien indica, son juicios prcvlo" Inrll igrante como Otro.
en el sentido de que se evalúa y juzga, no a partir de la experiencia o el conocimi,'1I Los casos más llamati vos son aquellos que condensan una historia ideológica y
to, sino antes de ambos. Los prejuicios tienen mucho que ver con los estereotipo" I pológica de la anomia social. Nos referimos a personajes al borde de la normalidad
pudiendo decir que se refieren al aspecto evaluativo, generalmente negativo, de ¡¡qUt' "or.:ial y comunitaria, por su procedencia, que pueden convertirse de repente, como
1I0s. El estereotipamiento, como construcción cognitivoafectiva, puede ser una p, t' IIIocesOsde catarsis social sobre prejuicios abonados, en chi vos expiatorios. Eso es lo
condición para el prejuicio. Como veremos, detrás de cada forma de alterizaci " \ju !..! JüTíÜéaro cuenta en UIS Brujas y su mundo. En el Norte de Navarra y en la parte
reposan clichés sobre la identidad psicosocial de los otros. Prejuicios invatltlll ¡I' Guipú zkoa, ambos lugares coli ndantes con Francia, aquellas mujeres de ori gen
muchos de nuestros comportamientos cotidianos. Prejuicios se ejercitan y muest,.,"1 Vl1sco-francés 69 asentadas en el municipio eran las primeras candidatas a ser acusadas
en nuestra desconfianza y miedo espontálle067 hacia el/lo desconocido, inhabitual, y tic brujería cuando algo extraño o inusual ocurría en la comunidad. El fa moso caso
aquellos perfiles que asociamos al riesgo o a la mala compañía. La mujer que se suJt'
ta el bolso cuando pasa un negro en Medellín, que a un hombre no le sea permi'i(io
entrar en un banco en Madrid hasta que comprueben su identidad, por ir sin afeitar y
68 La corbata y la chaqueta han quedado consolidados cn Occidente como símbolo de respe-
con cazadora; bloquear la puerta a una señora con pelo corto y ropa deportiva plllll !nhil idad general, de pertenencia a la clase media (que es más imitable que la clase pudien te, si m-
proteger una peluquería, etc. son expresiones de prejuicios asociados a modelos ¡hl pl emente por el propio acceso a los bienes y recursos que la defi nen). Para personas con trazos
normalidad y aceptación social basados en claves visuales previamente trabajadok fenotípicos objetivados como di scrim inantes étnicos, más todavía, como expresión de su integra-
ción en un Illundo estético que denota la cxpresión vis ible de un mundo moral. Bien lo sabía el per-
I/nnaje de Sidney Poitier, negro pero médico, en Adivina Quién Viene Esla Noche, cuando se pre-
~c nta a los padres de su novia, Kathleen y Spencer Tracy, en el papel de blanco, padre y juez. La
65 Así se pu so de manifiesto en la rápida extensión de las proclamas de exclu sivismo etnollll nceptaci6n es condicional y con matices. Algunos Olros pueden ser precibidoslsentidos/conceptua-
cionali sta en los Balcanes para enmarcar determinados connictos y dilemas de una muy concrctu ¡Jos como menos otros en relación a su proximidad a signos externos que de\<ienen en símbolos
manera, cuyas dimen siones y signi fi cados desbordaban dicha escel~ifi caci?n ('!rami,,(J. El éx~1O hllllO de su homologación por parte del que define y, en segundo lugar, por lo que significa de acep-
de la propaganda política para la movilización de grupos, la aceptación SOCial de determm.ados {~1 !1 Inción o asimilación de estos símbolos por parte del definido. Por su parte. los jóvenes ya saben que
cursos, y la aquiescencia a determinados proyectos puede explicarse en parte por la mal1lpulacH1n para poder entrar en determinadas di scotecas, han de vestir de ta l o cua l manera. La estética y la
interesada de ciertos temas recurrentes en la imaginería y experiencia cultural local (Cf. WOO!lI Indumentaria como indicio de cultura de clase son recursos que losllas dependi entes de las ti enda s
1993), algo que sucede en todos los procesos de elnogénesis también. . .. de moda exclusiva utili zan como primera in formación de la Idel cliente nada más entrar. Aparte de
66 En el apartado de Ontologías Sociales y, sobre todo. en el de Estereoti pos y ClaslficaclonclI sentido comú n -como depósito de una experiencia reiterada de eventos psicológicamente plausi-
Sociales, hemos puesto los ci mientos sobre los que se basan estas líneas. . bles-, seguro que esta destreza está incluida en el manual de instrucciones del buen dependi ente.
61 Fruto de una hi storia de aprendizaje y sociali zación incorporada como automatismo. 69 Con una identidad ambigua, por una lado vascoparJantes pero con un hablar di alec tal dis(¡lIil.

362 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNICIDAD 363


Dreyflls e n el París del S. X IX co ncen tró el antise mitismo larvado de la sociedad fmll pueden estar mu y cerca y han sido c itados co mo CuarlO /1/undo, aq uel co njunto de
cesa. Grupos malditos - así percibidos y practicados- han sIdo muc hos. InspIran d,', personas y grupos excluidos de la sociedad dc l bic nes tar de ntro de las propias c iuda-
confi anza a aquellos otros que, por contraste, se consideran benditos, protegidos. l.tI (les de los países desarro llados, e n c ua lqu ie r csquina dc la ca lle.
fari seos lo fueron para los judíos en un determinado momento, según encontramos ~ II La d isc riminación en el trabajo por c rit e ri os de g6 nc ro, edad, étni cos/raciales,
la Biblia. Los gitanos así han s ido co nsiderados e n Europa. También los intocable.\" \'11 trabaj os qu e a un os se les pe rmite y a o tros no, condi c iones de tmbajo y sueldo des i-
el siste ma de castas (Cf. infra). Muchos pueblos montañeses, qui zás por su ap'""1 gua les. etc .•_dg,echos labo ral es, acoso, so n alg un as de las fo rma s de exclusión social
miento, por el desconocimiento de otros más urban os, han sido conside rados CO IIl I1 tIl ás recurre ntes y qu e, e n muc hos casos, mejor se rían de no minados co mo ex plola-
extraños: Agotes, Chileras , Vaqueiros, Pasiegos, Maragatos, e ntre otros, han consl1 'i6n . La di stribuci ó n desigua l dc las o po rtunid ades y de las vías de movi lidad social
luido pueblos malditos en la imaginería tradi cional española. En Po loma tenemos a 111 so n mo neda co rriente e n c ualquie r á mbito labora l o inc luso acad 6mi co75 .
GOre/ti (Pine 1996), e n Japón a los Bllraklllnin (Cf. in fra.). Como e n muchos o tros dominios y á mb itos de (rc)conslrucci6 n prác ti ca y repre-
Los Roma siempre han sido vistos co n recelo por los payos70 En el Re ino Ul1i tl ll :-:cnt at iva de los principios de ordenació n ele la estru c tura soc ia l, e l ámbito suciosa-
siguen sie ndo clasificados e ntre los 350 .000 nó madas que c ircul an de ca mpamellli ' Ilitario también muestra di scriminac ión social e n gene ral y é tni ca e n parti c ul ar. A
e n ca mpame nto por la geog rafía británi ca, se mbrando la pr? testa en las dl st,lIlllI'- ulgunos se les presta me nos atenció n que a otros, en virtud de experi e ncias prev ias e
comunidades locales e n donde se as ientan temporalmente: suciedad , abuso de b I C IW ~ ideas preconcebidas. Los servicios de emergencia urba na ti e ne n ya su pro pia cullura
co mun ales - los espac ios ve rdes- del barrio o pue blo, robo de bicicletas, riñas co n I II~ de ate nción e n re lación a la di versidad de casos qu e se les prese ntan , e ll es te caso
chicos locales, etc. so n algun as de las cues tiones que las poblaciones sedental'i n~ in mi grantes : "Si presentan he ridas de arma blanca seguro qu e son colo mbian o!oi. s i sc
arguyen co ntra la estancia de estos itinera ntes? l. En Re ntería (Ramírez G~i coeclwlI trata de estados etílicos, so n ecuato rianos .... ". Hay ocasio nes e n que es tos prejui -
1994:9), la etni cidad sc e mpapaba de anomia social e n sus nuevas fo nnul aclOnes plllll cios pueden influir e n el tipo de atención, ex plo rando más o menos a la víc tima, p rcs ~
los j óve nes inmigrantes de seg unda generación: pinta.s, .cOl~portam ~e.ntos, estét l ~lIl'I, landa atención a éste u otro síntoma, qu e la ex periencia y su objetivac ió n en csqll c ~
gustos, prácticas de sociabilidad no normali zadas, SOCializaCió n familiar en el delito. mas y prototipos --como son los prejuicios- dan como probables 76
gambe rri smo, escolari zac ión devaluada socialme nte, etc. La di sc riminación política que aquí nos ocupa" g ira en tom 1 di sfrute dife rc n-
2. DISCRIMINAC iÓN sig nifi ca no tratar a unos igual que a o tros, peljudic(¡1I cial de derechos civiles y_políticos (Cf. 5.6). Patricios y plclleyos tenían difere ntes
dolos y difi cü1 tando su de recho a viv ir e n condic iones de equivale ncia - respecto dt'
o tros- porc riterios varios . Del prejuicio a la discriminación hay una muy fina melll
.J?t:ana genel~ te osmólica y permeablen 74 En toda la literatura sobre racismo, inmigrac ión, exclusión social, podemos encontrar un sin
La di sc riminació n puede estar ligada a menudo a la restricción en el acccslI 11 li n de referenc ias y estudios sobre discriminación en el trabajo. También en la de género o incluso en
bienes y servicios, a-la&. oportunidades laborales, ed ~cati vas, de v i v i e~da, de .in fol la bibliografía sobre explotación infantil: niños y niñas semiesclavos trabajando 16 horas por una paga
miserable mientras producen los art ículos del deseo de los consumidores occidentales. La explotación
macl n (J1fI mcación, acceso a la salud, a la propiedad , parllc lpaclOn aSOCJall vn ,
sex ual, tanto en el mundo desanvllado como no, es otra lacra de un sistema de desigualdad por gé n e~
política, religiosa, c uhural, las prestac iones sociales, movilidad social , consumo ro. La ex plotación sexual infantil es una forma doble de ejercer la tiranía y la deshumani zación.
73
ostentación de bienes de presti gio, etc. El co ncepto de marginación social esll 75 En pleno 2006 en qu e escribo estas líneas, cualq uiera diría que en los departamentos aca~
estrec hamente ligada a es te g rado de excl usión. Marginados y periféricos soc ial 'H démicos de algun as de las más prestigiosas Universidades europeas siguen sin valorarse equ it at i ~
vamente ni e l trabajo ni las cualidades intelectuales entre los sexos, con e l consecuente perjui cio en
cuanto a las posibilidades de movilidad, independenc ia investigadora o incluso sue ldo. Todav ía las
cátedras están ocupadas mayoritariamente por hombres, algunos de los cua les siguen exigiendo a
70 Tomás Calvo Buezas ( 1989) ha estudiado los estereot ipos étni cos en los materi ales escolll
sus compañeras elegir entre la profes ión y la fa mili a.
76 Comunicación personal trabajador de un servicio de urgencias. Por otra parte, esta es una
res de primaria, y los gitanos han sido sie mpre los peor ref?ridos. ~n l.os estudios de opin i 61~, 1:lIIl
característica inserta en todo estereotipo, su escasa flex ibilidad y apertura a nuevas redefini ciones.
bién suelen ser los más rechazados co mparados con ex tranjeros e IIlnugrantes. Véanse tamb ién IUII
y es una característica de su operatoria por cualqui er agente social, sanit ario o no. De la misma
investigaciones de Teresa San Román ( 1976; 1997) Y Sara ~a.m.a (200 1). ..'
forma, otra orientac ión es prec isa mente la contraria: obviar intenc ionalmente cualquier referencia
71 Como todos recordaremos de la película Chocolal dmglda por Lasse Hallslrom , amblcnlU
a experiencias pasadas y tratar cada caso como único y propio. Así se cubre un protocolo de ac lU a~
da en los años 60 en un pucblecito fran cés dominado por el alca lde, quien form6 un comité de salud
pública que prohibía que estos n6madas fluviales atracaran a las riberas de l pueblo. Creycndu ción que no descartaría nin gún tipo de exploración necesari o ni se ignoraría ningun síntoma que
pudiera presentar el paciente.
seguir a pies juntillas el sentir del alcalde, un loco prendió ~uego a l a~ ~a~caza s. . ,
77 Y, por supuesto, de libert ad de expres ión, de reunión , de movili zac ión, de manifestación , de
72 Desde una psicología social simple, podríamos deCir que preJulcJo refi ere a actitud y d u~
organizac i6n, voto y participación inst itucional. Pero esa es otra discusión sobre dictaduras, di c ta ~
criminación a la realización práctica de la misma.
73 Margen es el espac io que rodea un tex to. Poner al margen quiere deci r sacarlo de l tCXhl
blandas y otras formas consensuadas sobre los límites de una sociedad democrática, la defini c ión
y el ejercicio de libertades.
principal. Para una crítica el concepto, véase Perlman ( 198 1).

364 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES


ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 365
derechos en cl mundo grecorromano. Los esclavos no tenían ninguno (CL infra), La pasar, propiedades y objetos que no pueden poseer, personas y colectivos con los que
!lO p;¡rlicipHción en la comunidad política puede ser total C0l110 sucede con los inmi 111)han de relacionarse, vestimenlas que no pueden ulilizar y otras que son obligato-
gr;!I1lcs asiáticos en los países árabes, donde no pueden ni siquiera poseer inmueble:, rias, marcas que deben llevar, formas de cortesía qUl~ deben emplear, tabúes impues-
ni ocupar puestos institucionales, ni por supuesto votar, En el caso español de las úll; hlS que deben pagar, profesiones a los ljue no pueden acceder, clc. (Cf. Rubinstein,
Illas décadas, España ha asumido las políticas migratorias restrictivas de la UE, ¡¡r ('"Iln-Sherbok, Edelhcit y Rubinsle;n 2(02).
mando el Tratado de Shengen y asumiendo su papel de frontera exterior de la misnw. La primera referencia quc a todos vil~lle a la Illcn1l' es la de los judíos y sus
Sin embargo, 11 través de los distintos procesos de regularización, se han abierto puer- ,ft!¡elos,tanto del Medievo como de la Modernidad. (//¡('!os huho Cll todas aquellas
tas a su estabilidad social. Mediante el empadronamiento se les ha facilitado el eje!' localidades europeas que contaron con su presencia. El pri Illl~ro fue en Venecía 80 ,
cicio de ciertos derechos municipales, acercándoles a aquella situación de deni;¿ells exlendiéndose la denominación a todos aquellos barrios tll dOllde se concentraba la
hip, un término utilizado para describir una cuasiciudadanía, obtenida no pOI comunidad judía. De ellos no podían salir sin permiso al anochecn y debían ulilizar
nacimiento (Webster Dictionary, 1913), como derechos y estatus legal mejoradu las marcas que todos conocemos: escarapela y círculos amarillos en c.I sohre todo.
comparado con otros inmigrantes (Hammar 1990; Layton-Henry 1990). 'J()ledo, Estella, Tuelela, Palma de Mallorca, Cáccrcs, Córdoha, (;en)Il<l, etc. fueron
Las políticas mignltorias (eL 5.7), con el Estado como gestor y administradol dudadcs en España con juderfa. Particularmente grandes fueron Ins de Praga y
de la diferencia (Cf. 5.6) también se han diseñado con critcrios de exclusión/inel" Varsovia. Entre unas y otras las condiciones de salubridad y bienestar variahan
sión. No ya sólo estableciendo los perfiles laborales y profesionales deseados, sino 11Incho, en función también de la densidad de población.
eligiendo grupos étnicos o de origen nacional preciso, en general o mediante el si.') Muros para separar y evitar las invasiones de pueblos de las es lepas ya lo fueron la
tema de cuotas, Así ocurrió con la preferencia por los españoles para la repoblaciúll muralla China, el Muro de Berlín para impedir que los alemanes de la órbi[;l S()Vi\~,lica
de zonas de frontera con Brasil en el S.xIX (RamÍrez Goicoechea 2002). O la d" se reunieran con sus homólogos de la esfera occidental, el telón de (lcero entre Europa
ciertos países de colonización C0l110 USA, Canad<í o Australia. El último gran pro occidental capitalista y Europa soviética durante la Guerra Fría, el Muro que esltÍ cons-
yecto inmigratorio de este último para poblar sus vastas llanuras desiertas en b truyendo Israel para evitar la penetración de los palestinos, el Muro conslruido por
década de los sesenta excluía a cualquier población de color, llegando incluso a con Marruecos para aislar a los saharahuis, la reconfiguración de una frontera en UIl muro
trolar los cochecitos de los bebés antes de subir al barco que les llevaría con sus inaccesible como en los Estados Unidos con Méjico o entre Ceuta y Marruecos, el
padres y hermanos a tierras australianas 78 . Como siempre, no emigra el que quiere, lllurO de los países que firmaron el Tratado de Shengen por el que se definían las fron-
sino el que puede. teras exteriores de la UE, etc. Impidiendo todos ellos entrar, aumentan la separación.
Prejuicios y discriminación étnicos también invaden los sistel11aS de producción Muros son también los que siguen dividiendo los barrios católicos de los protes-
y administración de la justicia. Es bien conocido que en aquellos Estados norteame lantes en Belfast, donde se controlan las calles y las vías de acceso y salida. Un caso
ric~lI1os con pena de muerte, hay muchos más condenados en el corredor de la muertc lamentable es aquel de las alumnas católicas cuyo colegio se encuentra en un barrio
de origen afroamericano, e hispano en segundo lugar (Cf. Gross y Mauro 1989; Barkan protestante, teniendo las niñas que atravesarlo todos los días para ir a clase, protegi-
y Cohn 1994). Procesos ele inculpación en relación al origen social y/o étnico del prc das por sus familias y policía del acoso protestante, habiéndose convertido en una
sunto delincuente son de todos bien conocidos, aunque hay excepciones 79 . experiencia traumática por la que han tenido que recibir asistencia psicológicaS].
3. SEGREGACIÓN. La segregación es otro de los nombres ele la discrimina Muros son también los que impiden a muchas ecuatorianas, como nos contaban,
ción, con más o menos violencia. Alude al apartamiento físico y simbólico de ciertos entrar en las grandes superficies comerciales: son interceptadas por los guardias jura-
colectivos respecto de aquellos que dominan el escenario político: sitios donde no do al servicio de la cadena multinacional de que se trate. Muros son los que erigen
pueden vivir, lugares de residencia obligatodos, zonas en donde no pueden estar () guardias, porteros, vigilantes, y toda clase de cancerberos para evitar la entrada de
cnalguiera a locales de 1110da o de élite.
Nuevas ideologías y prácticas de la desigualidad en las sociedades occidentales
contemporáneas están utilizando conceptos como capital cultural, incompatibilidad
7(; Lo que se denominó el Plan Migratorio de la Posguerra a los países de la ComJnoJlwcallh

(Colllll1onwealth's Post War Migration Scheme), de 1950, por el que se deban lOO libras a cad<l
familia que emigrara.
79 Sobre lodo por un falso pudor de lo po/[ticamellfe correcto para 110 ser tildado de racistll, ¡W Parece ser que la palabra viene de el campo ghefo, donde los venecianos enfriaban la ganga
Nos viene a la memoria la exculpación de un famoso actor de televisión de origen aúoamericano residual de ulla fundación de hierro.
acusado de haber asesinado a su esposa, y también de un bailaor español gitano que arrolló a UIl Sl A la Hermandad de los Caballeros de Orange, que celebra tradicionalmente la conquista de
joven causlindole la muerte y que, después de una continua lucha por parte de la madre del atrope Irlanda por Guillermo ele Orange haciendo un recorrido por una zona católica, se les ha obligado ;¡
liado ha sido por fin condenado en firme. reformar el recorrido, con no pocos conflictos.

366 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNICIDAD 367


culiural y de estilos de vida (Cf. Tag ui eff 1987) para ex plicar diferenc ias en el ~xll" Ih hHlales erosionan poco a poco la continuidad cultural de las vcstimentas tradicio-
de c iertos grupos frente a otros en su integración en la sociedad de acogida ( '1 !I,lh1s CIl nuevas generaciones, lo que no impide una recupcrac ión posibl e en tercera s
Senson 1995). La cllltllra está retomando el papel que raza tu vo en su momento ,'11 I Ilcraciones.

e l discurso político. Verena Stolke (1995) lo cita como f Ul1damentalislIlo cultural. Sil Especial mención merecen las prácticns y creencias rcli~iusa s que, como
ubicuidad en la sociedad actual, los media, el discurso popular y político es un heeh" ¡,¡hl\, están atravesadas y son at ríac1a s por ot ros domini os soc ioc ultural es y políti -
(Hannerz 1996). Parece que el otro cultural está operando como un marco para del! n"l, lo cual no impide su propi a autonomía en momcntos y casos co ncretos y, sobre
nir el contacto entre inmigrantes y nacionales en la sociedad occidemal (Cf. ikllo IIlI tO. su capacidad de convert irse, ell as mi smas en un mOlllento dado. CIl prillcipi os
1999; Bauman 199 1), en el ámbito administrativo de las prebendas del Estado soellll lud 'nadores, atractores, de la cs tructura soc ial. Todas las reli giones CO Il institucio-
benefactor y de sus políticas migratorias, como consecuencia también del papel tll' Ih\~ formales de vigilancia, dogma, ort odoxia, sc constitu yen ell sistcmus que dcmar-
los antr2Pólogos sociales y sus discursos sobre la di ter.eL1Qa.sQcial (Melhu us 199 1)) I lIulirmemente espacios de excl usión/ inclusión, en la medida CIl que son cs tos Ifmi -
Esto no quiere decir que lo que se denomina diferencias culturales y que yo enl ell 11'" objeti vados sobre las que gira su propi a autoreproducc iÓn. La persecución
dería como modos específicos de construcción y objetivación de re laciones, práell ti IIgiosa de los cri stianos en el Imperio Romano - por poner UIl O de los Illuchos
cas, representaciones y significados, no tengan efectos diversos en cuanto a estral t' 1I "'p los posibles-, los judíos y árabes en España, los hugo notes cn Franc ia, hasta
gias de movilidad social o de objetivos políticoeconómicos, en la reconstrucción tll' 11 progresivo estrang ul amiento de los cri sti anos en Palestina, Libia y Eg ipt o, las
un mundo de ideas y prác ticas en el nuevo contexto inmigratori o, etc. Los recursoM lluevas cru zadas apocalípticas de Occidente contra el I slam , elc., son algunas de las
propios, su desarrollo, re-creación, etc., pueden ser importantes en la forma en CJUl' IlIrmas empíricas en que la exclusión social se manifiesta de forma violent a en el
ciertos grupos reorientan posibles situaciones de explotación/opresión/discrimi nll 1 illh ito religioso, también porque éste incorpora otros dominios loca les dc eslar en
ción . Es lo que Eriksen (199 1) recuerda a aquellos que no tienen en cuenta más CJIII' ,'1 mundo.
aspectos macroeconómicos y políticos: las formas de organización, solidaridad, imll Estas prácticas y representaciones involucran, muchas veces, como hemos I1lcn-
ginería, valores y costumbres de determinados grupos pueden ser movilizados a lu donado repetidas veces, una dinámica compleja con procesos de desigualdad socie-
hora de orientar sus relaciones en nuevos entornos. l'Oll6mica y política important es, en donde exclusiones en un ámbito son congrucn-
De lo que se trata es de no atribuir efectos unilineales, mecánicos e indepell I 's con las de otro/s dominios, de modo que, puedan establecerse d iferentcs
dientes desde una perspecti va simplista y simplificadora (Modood 1992). Porque IItI IlIomentos de atracción entre unos y otros, dando pie a diversos discursos populares.
serían los factores culturales per se los que explicaríalLcuestiones de exclusión O Va rias veces he mos puesto el ejemplo de la discriminación tradicional de los católi-
inclusión sino cómo éstos operan como elementos de la práctica y la clasifica 'os en Irlanda del Norte, cuyos derec hos políticos no equi valían a los de los protes-
c ión/representación en determinados contextos con agencias, dinámicas, flujos y ¡Ilntes, tenían los peores puestos y eran los peor pagados. con una mayor incidencia
atractores diversos. dc desempleo y más casos de discriminación en el acceso al empleo, en Belfast, por
Motivos para la exclusión y la discriminación que afectan a las tradiciones cultu· ejcmplo como Burton (I978) ha demostrado. De este modo, se nos aparece un con-
rales de los grupos que estos consideran y otros les reconocen como propias, han sido Ilicto muy lejos de ser simplemente religioso: tiene una fundamental base política
la lengua, las prácticas y creencias religiosas, las formas del vestir y la apariencia, d ' nacionalista entre la reunificación con Irlanda que propone un sector o seguir esLan-
enseñar, de comer, de curar, de divertirse, de relacionarse, de rituali zar, de casarse, dI,; do unidos a la Corona Británica. En consonancia con la monopolización de la fuerza
(Ejército y la temida Royal Union Constabulary ahora ya ex tinta) y el control eco-
reconocer a los parientes, Labúes, valores, etc. La historia eSLá llena de prohibiciones a
nómico e institucional, aparece una minoría social dominada y excluida desde di s-
eSLe respecto. Des pués de nuestra Guerra Civil se prohibió hablar euskera y catalán en
lintos ámbitos prag máticos y representacionales 82 Esto no impide que, en otros con-
público. Lenguas minorizadas pueden responder a políticas lingüísticas más soterra-
tcx tos, las dinámicas de la toleranci a y el prejuicio operen sólo en algunos dominios
das, y a largo plazo. Los patois han sido cada vez más reducidos gracias a las norma-
de la vida social , permitiendo la convivenci a fluída -en términos de soc iabilidad,
lizaciones lingüísticas operadas desde instituciones como las Academias de la Lengua.
rcciproc idad, etc.- en muchos otros. Como señala un estudio sobre la Irlanda rural
en relación a la constlUcción del Estado en la Modernidad europea sobre sobre una cul·
(Harris 1986), pueden producirse intercambios cercanos y am istosos entre las unida-
tura, una lengua, un territorio, un pueblo.
Vestimentas, adornos, estéticas de grupos dominados han podido ser prohibidos
casi de golpe, como sucedió con el atuendo tradicional morisco en la España de los
82 Qué duda cabe de que las conversaciones de pa z y los acuerdos alcanzados en estos últimos
Reyes Católicos de 1508, o en la Rusia de Stalin con grupos étnicos minorizados y años han comenzado a quebrar esta tendencia histórica. Ahora son los protestantes. o mejor dicho
desterrados. O con el tarta n escocés después de la denota de las tropas jacobinas por la comunidad filobrilánica los que comi enzan a quej arse de la discriminación positiva para con los
el Duque de Cumberland en Culloden (1745). El rechazo, la burla, a los modos tra- irlandeses católi cos de Ulster.

368 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 369


des domésticas y, si n embargo, mantener las divisiones de las creencias re li glo"" 1 IIIIWI mesti zos, desp ués negros, luego Kuna y al fina l, los Guaymi. Pues bien, todos
ritua les y sus influencias en el sistema de parentesco S3 . l. l'ollsideran seres humanos inferiores de los que quie ren alejarse como apestados.
IIdi ' quiere utili zar ni siquiera los servic ios de las prostitutas a las que hayan acu-
Si los protestan tes han segregado a los católi cos en el Ulster, los catól ico. 1I
IlIdo previamente, ni dirigirles la palabra, ni casi pi sar por donde lo hayan hecho ellos
Eire han ma ntenido prejuicios hacia los protestantes de l Norte. En toda la ohl llll
James Joyce podemos rastrear una continua sub levación contra la cicalCrrll ) I IIll t'S (Bo urgois 1988).
exclusivismo ideológico de l catolicismo irlandés para con todo aq ue llo que na IlIlt I ~I contacto físico puede ser de evitación tO lal o selectiva según tareas. Como nos
la ortodoxia reli giosa. Allgela's Ashes y 'Tis, de Frank McGurk muestran la illl lllo ¡"'\'fu una ñlarroquf; empleada de hogar "No nos quieren, pero no l es im porta que les
rancia católica en Limerick hacia los irlandeses del Ulster, máxime si eran prllll 1 ¡\ \~¡ 1ll0S su ropa o toquemos a sus hijos" . No sólo contextos son importantes, sino
tantes. Las prácticas inclusivas/excl uyentes de los católicos franceses canadicn I l,tllliJién categllrías de personas y sus edades. Los niños de colonos blancos podían
respecto de canad ienses anglófonos de ori gen británico y creencias protestantes, 1"" I 1111' al cuidado de las clases subalternas, quienes les bañaban, vestían, daban de
medio de toda una serie de instituciones educati vas, culturales y religiosas, pucth 11 ¡ umer, elC., con la consigu iente sociali zación informal , también en determinadas prác-

seguirse en los museos de historia de muchas ciudadades canadienses. Sus 1'0111 111 IIrlls y discipli nas del cuerp085 Ahora bien , entre siete y diez años se produce una
de demonizació n de l 011'0 religios0 84 , las escuelas religiosas c uya misión es
mllllll 1IIIIduración neuro lógiea (Gibson 1991) croscu ltu ralmente refrendada (S uper 198 1)
ner y reproducir la comunidad, las procesiones y visibilidad pública de la cOlIlIII \111 ' permite al ni ño comprender e integrar reflexiva mente el mapa social de estatus,
gación, los discursos y prácticas para el mantenimiento a ultran za de la ortod ll ~ 1 1I 1111's y jerarquías sociales, comportándose en público de acuerdo a él, siendo cons-
llama n la atención por su grado de furor y resistencia, como comunidad acos[1(11I \ r!Ulltes de las obligaciones y privilegios implicados en la relación fi li al con sus padres,
rodeada por influencias de modernización malignas en lucha sin tregua parll "" 11<1 como sujetos morales responsables en tal sentid086 También a esa edad se apren-
supervivencia religiosa, cu ltural y política. Lo mismo podemos decir del exclusivl, 1Il' 11 re-representar los límites sociales entre lo puro y lo impuro. Es entonces cuando
mo reli gioso de colonos ingleses, alemanes y holandeses en América del No rte, t'lI los niños com ienzan a ser reconocidos como miembros del mundo moral y jerárqui co
contra de cualquier fo rma de heterodoxia, hasta el punto de pretender parar e l tic!!1 d ' su sociedad, entrando de pleno en las relaciones exclusivas del parentesco, sus fo r-
po, estar fuera de él para mante ner su fo rma tradicio nal de vida. Tal es el caso de 1m III11S, normas y obligado cumplimientos7 . Las relaciones previas se interrumpen brús-
Amish, que a todos nos sorprende, entre el rechazo y el encanto, en una suel'l ' tI! \'Il mente a favo r de formas públicas institucionali zadas de relacionalidad 88 .
gramática orientalizante. El sistema de castas también establece situac iones de denegación de una identi-
La denegación de una identidad normalizada, como forma del reconocimielllll tille! normalizada, basada en la categoría de lo impuro. En el sistema de castas -ya
de una existencia social apmpiada -así definida política, moral y jurídicamen te- , t" IIbo lido por ley pero socialmente operativo todavía- de la India meridional, además
otro-modo en que la discriminación puede encarnarse. 1):aemos al respecto dos eu " tic Sri Lanka, hay varias deno minaciones para los intocables: bhal1gi, paria/¡, dalil,
tiones: la primera en relació n a los intacables; la segunda respec to a la esclavitud.
Prejuic ios y discrimi nación -sus modos de penetración en las prác ticas intera '11
vas- se organi za n también en torno a nociones objetivadas de pureza y peligro, 1'11 85 Como nos decía un cumcrunés afincado en un pueblo de la sierra madri leila, los españoles
el sent ido que les dio Mary Douglas [Douglas, 199 1( 1966). Categorizar a otro () 11 110 acaban de e ntender la importancia que tiene para una africa no la mediación física, el contacto
otros como humanos inferiores o incluso denegarles esta cualidad, como hemos visHI corporal, la exhibi ción de l afecto por medio de la prox im idad física y el tacto, la costlllllbre de
en el 4.2. Experiencias históricas y etnográficas de la Etnicidad, es un fe nómcllII coger los alimcntos con las manos, o la de sentarse en el suelo, la neces idad que tenían de ex peri-
mentar físicamente el mundo que les rodea e interactuar COIl él sin la mediación de artefactos o ins-
bastante frecuente en algu nas comunidades, que constru ye n identidad/grupali(hlll
\rumentos: "Nosotros necesitamos sem ir la tierra, tocar las cosas".
etnocen tradamente. Hay infin idad de datos etnográficos sobre personas, colecti vos, 86 Es sobre esta edad cuando los niños son capaces de tener creencias contraintuiti vas.
situaciones, considerados impuros y, por tanto, peligrosos. En uno de los casos anll 'hri st ina Toren (1990) lo ha explicado muy bien en el caso de los niños en Fij i, respecto tanto de
lizados a lo largo de estas páginas, encontramos que los Guaymi, amerindios dI' sus creencias en seres espi rituales como en la estructura jerarquica de la sociedad de adultos.
Costa Rica, son considerados los últimos de la jerarquía étnica: primero blancos, 87 Sabemos que Esca rlata O' Hara (Lo qlle el vie1llo se llevó) quería a su Ilanny ncgra, pero no
se confund ía e ntre sus emociones y el reconocimiento de sus relaciones de fi li ac ión, objetivados
como legítimos y apropiados. Los hijos de los británicos c n India podían vinc ularse emocional-
mente con sus cuidadores y con los criados, y tener unos pad res afectiva e interactiva mente distan -
tes que, no por eso dejaban de ser reconocidos en ta l papel social. A ciert a edad, un un iverso rela-
83 Como ocurría en algunos pueblos bosn ios antes de la guerra (Bringa 1995) o en el TIÍTIl!1 ciona l se imponía sobre el otro.
prebélico a la Guerra de los Seis Días, ejem plos en los que hemos in sist ido en varios lugares. 88 Como e n muchos otros contextos cu lturales en los que los hijos varones son cnculturados
84 Que obviamente no se reduce al campo de las prácticcas y las crcenc ias sino a otras fonmhi en un contexto fe menino hasta que so n segregados e introduc idos en el ámb ito y los agentes de 111
de vivir la vida y orga ni zar sentido. masculinidad, con quienes aprenderá el rol de género que le corres ponde en dicho medio.

370 ETNICIDAD.IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDAD 371


~t c: Como cristali zación histórica de diversos sistemas de rangos, ocupaciones, pI! I In social y política mediante la negación de la existencia social y la personalidad
ligios, estos he redan un estatus alienado del sistema de castas, dedicados/condcnlllh , 1111 (dica. Sin embargo, los sistemas esclav istas - greco-ro mano, es pañol y portugués
a oc upaciOJ~ es y act ividades consideradas impuras y, por tanto, contagiosas, y, 111 " I1I I.atinoamérica y esclav ismo rac ial en USA- se dife rencian e n e l tipo de propie-
ende, exclllldos de toda relación socia l legítima89
Iltlll, cl componente rac ial im plicado, y los aspeclos mora les impli cados en el estatus
Dentro del marco de exclusión social que Japón ejerce respecto de otras conllllll Iltll esclavo (S io 1965), a parti r de la here nc ia inlcleclllal y legal de las propias metró-
dades como la inmigración koreana (anexada en 1910) Y los Ailll/, algunos autorcs 111 puhs (Graham 198 1). En Grecia y Roma e l escla vo era una propiedad, tenía, no obs-
tacan el racismo "no fenotípico" (De Vos, Wetherall y Stearman 1983) que los japtllll 1U1I1C una personalidad jurídica rudim entaria. En La1inoaméri ca el esclavisl110 estuvo
ses ejercen, basado en la impureza de casta, sobre los Burakumin. Estos son una ClIl¡hl u/lldo al sistema de castas y a la ideo logía cristiana pa1ern ali s1a de que todos somos
de intocables en Japón. Su nombre quiere dec ir "gente de puclJio", aunque el etnónl11l" M/o,l' de Dios93; siguiendo la tradición de l Derecho Romano, cuando e l esc lavo hubo
se ha contagiado de otros indicando "gente sucia" (era). Proceden de un sislemll 11, , Ido liberto, pudo gozar de muchos de los derechos y libertades asoc iados a la pobla-
estratific?ción social feuda l (posiblemente incorporados como esclavos después dc ellll !'Ión blanca. En USA, sin embargo, el esclav ismo no puede enlenderse desligado de l
fhctos behcos) en el que ciertas profesiones eran realizadas exclusiva mente por d~l r l lacis mo y sus prejuic ios (Cf. Tannenbaum 1947 c il. en Deglcr 1959) : e l esclavo en
mina?os colect ivos: trabajadores del cuero, matarifes, verdugos, sepultureros, gente '11" 1I16rica de l Norte era, fundamentalmente, un instrum enlo económico (Sio 1965),
trabajaba con cuerpos, sangre, cadáveres, actividades todas ellas consideradas conl!! I'nlorado en términos monetarios(Degler 1959)94,
i m~uras desde la religió n Shinto. Vivían extramuros más al/á del puell/e, segregados, \
Por otra parte, la existencia de esclavos no indica necesariamente un modo de
teIlla.n que utiliza!: esca~apel as para de.notar su c.ondición social de impuros90 . No pnit il
prod ucción esclavista, en el que la fuerza de trabajo principa l sea esc lava. La cscla-
ban un puestos, ni podlan tener propiedades 111 casarse fuera de su propio gru po, I I
vilucl no siempre ha estado ligado a la producti vidad económica 95 y menos él la agri-
Budismo sancionó religiosamente de forma defi nitiva su condición khármica impulIl
'uhura (Patterson 1982). Imaginamos siempre el esclavo asociado él las plantaciones
reforzando su estigma social91 . La apeltura de Japón a la modemización a pal1ir dl' lu
tic algodón americanas (Rosivach 1993).
dinastía Meiji no consiguió en'adicar la exclusión social y laboral de los Burakumhl .
que en n~da se diferencian fenotípica, cultural o religiosamente del japonés. Todavrll \'U La propiedad y el li SO de esclavos no ha sido únicamente pecado de Occidcllle96 ,
la actuahdad hay famil ias que investigan el origen fam il iar de los posibles consortes 111 Los países árabes, el Oriente Medio y e l Maghreb -que nunca se ha considerado como
sus hiJOS. Muchas empresas niponas de tecnología punta continúan utili zando átlas g~1l parte de África (Rosivach 1993)- establecieron caravanas de esclavos ya antes de l
gráficos sobre los ghetos burakumin para no incluir a nadie de éstos entre sus empll'll siglo XVI, mediante incursiones y razzias en las poblaciones subsaharianas de l ESle y
dos. Datos estmcturales indican su exclusión social, económica y políti ca, en térmillO" del Centro de África (Cf. Lewis 1990). [slamistas del NOl1e de Sudán siguen hacién-
de salud, salario, oportunidades laborales, residencia, educación, etc. con respecto a 111 do lo en el Sur del país matando a los hombres y robando a mujeres y niños. Tampoco
población Japonesa. Su exclusión es máxima en cuanto que son socialmente invisib/t,,\ se ha ejercido siempre sobre alterizados étnicos. Japón y Corea esclaviza ron a pobla-
no aparecen en el discurso social de los medios ni de la política92 ción autóctona; en Ru sia, diversas formas de esclavitud derivaron progresivamente en
el sistema de servidumbre según Hellie ( 1982), siendo la mayoría de ellos rusos. En
Ser esclavo es, funda mentalmente, ser propiedad de airo, qu ien tiene autorid ad )
derechos sobre la Vida, la ac tlV1dad, J as..r.elaciones del esclavo (Lovejoy 1983), 1'11 algun os países africanos también se emplea mano de obra esclava en relac ión con la
térm inos generales, se dice que el esclavismo, la esclav itud , es un modo de domi111l producción de chocolate. En suma, la esclavilUd no ha sido exclusiva ni de un momen-
lO histórico.Jli-de una fo rmación social concreta, ni puede decirse que todas sus for-
mas coincidan (Cf. Patterson 1982).
89 Apasionante como es este tema, no podemos prosegui rlo aquí. Algunas referencias obliltu Las últi mas te ndenc ias sobre el tema destacan que no siempre y en todo lugar y
das, enlre Olras, son las de Dumol1l (1979; 1987); Mende lsoh n y Vicziany (1998)' Dcli ége (199~) momento, ser esclavo ha sido una forma de negación de la subj eti vidad; esto sería
Shah (200 1). ' ,
adoptar la perspectiva hegemónica del poder y la ley de algunas de sus fo rmas de
. 90 Como ocurri? en la Aleman ia del III Re ich con los judíos o en otros contex tos más tradl
clonales como en Anzcu n (Navarra) con los Agotes (Delclaux) ( 1977).
91 Se les daban nombres peyora tivos y de animales con ocasión de su muerte, práctica hahl
tual en el Budismo japonés.
93 Una gramática identilaria abarcante ('encom passing ').
92 S.u exclusión social ha deri vado en una nueva forma de inclusión: parece ser que buena parh
94 Las repcrcusiones económicas del esclavi smo en la agricultura del café, como en el caso de
de los mrembros de segundo orden de una de las organi zaciones mafiosas japonesas más potcllh'~ Brasil , o en el algodón, como en el Sur de Estados Unidos, parecen haber sido diferentes a la hora
cstá forma?a por estos Burakumin. Las organizaciones cri minales siempre se han nutrido de lu de contribuir al desarrollo del capitali smo indus tri al de ambos pafses (ef. Graham 198 1).
des~speracl ~~ y la pob~eza de colecti vos excluidos y esti gmatizados. En térm inos de contabilidntl 95 Sino también al prestigo, al servicio doméstico, al concubinato.
SOCial y pohtlca, la deSigualdad y la pobreza, la injusticia y la discriminación, son siempre costu 96 Vinculado a los procesos coloniales cn Améri ca y otros lugares, a la acumulación de capi -
sas. El hambre de hoyes la guerra de mañana.
ta l med iante su venta y explotación y, en el caso español, a Is sustitución de los indios diezmados ,

372 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 373
'x islcncia histórica. El estudio pormenori zado de la vida de los esclavos en disti nto_
' I"rn caste ll a na e n co nso nancia co n los modos eclesiásticos de v ig il anc ia de la
CO IlI ~X I OS les devuelve una forma de experiencia y existencia, incluyendo su resl" ' ''Iodox ia, la expulsió n de los judíos e n 1492, la co nquista de Gra nada e n ese
IC/l CIa, negada hasta ahora (Cf. Ru ssel-Wood 1982)97
IlIls mo año y la proh ibición de la prác ti ca elel rsla m en Espa ña e n 1502, la ddin i-
4. VrOLENCIA y GENOCIDIO. E s cie rto que, co mo d icen Bru baker y COOIll'1 I Vn exp ul sión de los mo ri scos a partir de 1609, y, poste riorm e nte, la de los marra-
(2000), la gru?~ltdad, elllend, da Con límites claros y perl enencia ríg idament e inel" IIOS, son algunos de los e le me ntos que contl guran el proyecto unitlcador de la
~ I va.co mo.sen a el caso de los etlllclsmos, no capitaliza necesariamente la historin dI' ",¡)",u'quía cató lica española sobre la base de la into le rancia y unifor midad ideo-
la vl.olencla humana. Relaciones de patronazgo y cli enteli smo, redes de re l aciOlll~1I It gicas que culmina en la Contrarreforma, a pesar incluso de todas sus desventa-
f¿~cclOsas por los que se mov ili za el terror, el odio, la venganza, etc., pueaen acarrea, ¡liS cconómi cas 99 .
electos devastadores sob re perso nas y colec ti vos. Como hemos menc ionado e n eI 5. El siste ma raci sta S\!fafricano (Cf. 5.5) produjo un o de los más ex ha usti vos pro-
'
pen sel~os ~ n la M~fia , la Cosa Nostra, los ejércitos paramilitares. la guerra sucia y w amas de se regación mante nido por la vio le nc ia: el apartheid. Como bien indica
e l esplOnclje, por ej e mpl o.
t\1 nombre, setrata de un modo de separar, apart ar, unos grupos de otros: blancos
El destierro, la obligac ió n fo rzosa de marc harse física y s imbólicamente es '''1 tic no bla ncos, principalmen te. Pero también , ent re éstos, dividir e ntre los bantúes
modo de lJ1u~rt~ social, una form a de alteri dad máx ima. Expulsiones y migra'cionc.. (60% de la población, aprox.)'OO, los c%l/red - prod uc to de uni ones mi xtas e ntre
forzosas de d istintos colecti vos de las tierras q ue habitaban han sido un hecho gene Kilosian, M alayos y blancos- y los as iáticos , principalme nt e indios (3%, aprox.)' 01
la lt zado e n la hlston a de las expansiones pol íticas y mi li tares e n la Hisloriu Ins taurado el s istema ofic ialme nte e n 1948 -aunquc co n precedentes- por el Partido
Expu lsIó n de los judíos de Ga lilea por los romanos, griegos por los turcos llegados 1; Nac ionalista Afrikaner, las ciudades se blanquearon exp ul sa ndo a todos los no
~11.~tOJ¡~, a.n~elll~s por los tu~cos, granjeros y ganaderos escoceses echados de l'i ll,~ /¡/allcos fuera de sus lím ites, e nviados a las zonas rura les (Me redith 1988)102 Se
tl ellas ( eV lctlons ) por sus senOres e n los sig los XV Irr y XIX pa ra la cría de ovejuN crearon los B;,tÚistan I03, territori os segregados para cada grupo en que se dividió a
y la venta de la na a la pUjante mdustna texti l ing lesa; expulsio nes co mo la de los la població n afri cana Bantú, co n di stinto g rado de auto nomía. De rec hos_y' liberta-
Ac.adIOs, catól,cos fra nceses establecidos e n Nova Scotia y New Brunswick, por los dos se gara nti zaban dentro de los límites de cada bantustán, pero no fuera. Las
blltál1lcos en 1755, o bltgados a quedarse en La Lou isiana; hostiga miento, cuando no zonas ri cas en minerales y recursos quedaban fuera del alcance de los grupos autóc-
masacr: .. de IJ1dlOs ame n canos tanto en el Sur como en el Norte, de africanos por 111,., lonos afri ca nos, los híbridos y los asiáticos, e nviados estos últimos a los s iti os más
CO I~1p~ l1I as ~etro l eras, con la connivencia de las autoridades locales, etc. La hi storin pob res, mante nidos todos intenc io nalmente e n el subdesa rro llo por parte dc las
sen a tntermmable. Ta ntas tropelías, no han podido hacerse sin el uso de la fuerza. a uloridades Cf.(Giliomee 1994). Acceso a la salud , ed ucación, propiedad, iniciati-
va, fueron totalmente restrin g idos, e n c ua nto que todos estos benetlcíos estaba n
. Las _~~Iel~ras religiosas en. ~uropa se caracteri zaron por su exclu sivismo y bm..
rcservadOsa laJ)ob lac ión b lanca e n sus propios lugares de residencia y acti vidad.
baIle. Escocia e Ing laterra VIvieron una época es pecialme nte turbulenta entre los
Movimie nt o, reside ncia, emplco '04 -con infrasalarios-, e l voto, fueron regul ados
Siglos XV I y XVII. La masacre de la Noc he de San Barto lomé ( 1572), e n dond e
por ley. Pe rmisos especiales no podían ser transferibles al resto de la fami li a. Toque
murtero n ~cuchlll o nllles de franceses hugo notes co mo consec ue ncia de las riva li.
ele queda y una especie de ley marcial se aplicaba a aq uéllos.Jue ra de si tio O e n el
dades polttlcas de las d istintas fam ili as dinásti cas y sus profesiones de fe, los ase
ti e mpo in adecuado.
sma:os selecLl vos a protestantes y sospechosos de la ca tó lica Bloody ('sa ngri enta ')
Mal la Tudor, la persec ució n reltglOsa de los papistas o católicos en la Inulaterra de
Isa bel 1, e tc. <>
99 En el sentido de las tremendas pérd idas económicas causadas para el pa ís por la cxpulsi6n
.La hi stori a del cato li c i s l~10 fu ndame~ta li s l a en España cuenta con varios epi- de grupos firmemente establecidos en el sistema productivo, financiero, comercial, inlelectua!.
sodIOS a este respec~~, co n II1dudab les d imensiones socio políticas, ideológicas y 100 y disolver el peligro de unificación de sus reclamaciones políticas. Cf. (Giliomee 1994).
también eco nóm icas . La creac ió n ele la Santa rnqui sición e n 1481 por la monar. 101 No hace falta decir que la experiencia de cada grupo étnico, homogencizado para la pol f o

ti ca identitaria oficial sin tener en cuen ta diferencias in ternas de cada grupo, fue disímil. En el caso
indio, a pesar de haber sufrido di scrim inac ión ya desde el siglo X IX , su suerte fue más fa vorable
en la epoca del aparrheid. Cf. Hart (2000).
97 Ajo r' 102 Cerca de un millón y medio de personas fueron removidas de sus lu gares de rcside" 'il!
ou na, re,erene,", son Degler ( t 971 ); Kolchín (t 986); Fíetds (t 990)' Berlín (t 998)'
Goldenberg (2003). ' . en' re t950 y 1985.
103 Lebowa, Bophuthatswana, Ciskei, Kangwane, Qwaqwa, Gazanku lu, KwaZulu , Tnlllsk '1.
. 98 No ?b~lante, t.a~to en l~ Andalu cía ára be y lIlusulmana como en los reinos visigodos, j udíos,
KwaNdebele, Venda. Fueron rein tegrados al resto de Sudáfrica y el apartheid abolido cn !lNfI , 'ljII
*abes y cn slJ~nos vIvIeron dIversos momentos de lolefancia y coexistencia cuhural como en el
la victoria del African Natiollal Congress, el partido de proyecto II/lIltirracial (I-Iali si 1997) Iidclll
. ole~o de los .Sl gl~s VI ,.VII y X III, ,del m~sll1o modo que árabes asentados en Pamplona mantenía n do por Nelson Mandela (Louw 2004).
lelaclOnes de II1telcamblo y comerCIO paC ifico con los reinos visigodos del Norte de la Península.
104 Algunos lo citan más bien como una proletarizaciófI racial. Cf. Hali si (11)<)7).

374 ETNICIDAD. IDENTIDAD y M1GRACIONES


ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDIID 375
Un proceso total de a lteridad y alienación se practi có con todos es tos grupu 111111 como su ex termin ación física. Pero de uno a otro hay un a delgada línea roja. El
convirt iendo a los africanos en ex tranj eros en lo que legi timamente debería hllh, I Itll"Ogamiento contTñüo de muchos grupos illl1azónicosl 07 , ind ios í.lI11ericanosI08, pue-
sido su propio territorio. IIllIó nfricanos (Barnard y Kenri ck 200 1), aborígc ncs australianos, I!cnc c l objclO de
La población de origen europeo reconstruyó su identidad constru yendo un e"Iol 11. "11 uir poco a poco otras fo rm as de construir y comprendcr el mundo. ademfls de las
no selectivo -clas ificatori o y pragmático- de gentes con los cuales es tablecieron (di" IHl~ 1I ialícraa:es corporales que las ori ginan.
rentes) relaciones de dominación, excl usión y ex plo tac ió n. Esta construcc ión idclll ltll Hl genocidio consiste en Qrácticas de terror, Illaltl'llt o, tortura o ases in uto quc COll -
ria atrav.iesa.y es atr~vesa~a por domi ni os que le son consustanciales como el pol(lh \1 Ihw ' 11 a la aniquilación de personas y gru pos.
eco nóml~o, Ideológ'co, vlllcu lado a un capitalismo de Estado (Cf. H alt 2000) Y 1"1"
Las form as de lay iolencia so n muchas, sus máscaras tall1bi ~ 1l ( '1'. II ill lOll , 200 I l.
hegemol1la slln bóhca, tanto dentro del propio telTitorio así delimitado como en cl '011
texto illternacional 105 . IIlIy diversas maneras de diezmar a una pob lación: dejarla morir de hlllllhrc lOCJ , ocu-
¡l1II Sus ti erras, destruir sus territori os, impedirles el acceso ¡¡ sus recursos. destruir su
A estas alturas, parece conve niente co mentar la disti!lción que algunos IUU'IIII lu1hitat tradicional, incluso envenenar sus pozos, tran smitirles cnl'erll¡cd;¡d 's, ex pl o ~
en tre violencia física y violencia simbólica. Esta oposición se basa en un dualislI lI I IIIl'Ios hasta la ex tenuacio ll , privarles de libertad, imped ir su rcp roducció n dCll1ogd-
cuerpo/cultura, cuerpo/mente, so bre lo que ya nos hemos extendido en (Ram l". Ik", secuestrar a sus hijos. Esto es lo que ocurrió con los Beothllk de Tc rmnova
Goicoechea 2005a). Desde una interpretación mutuamente const itu yente dc I II ~ ( 'nnadá) con quienes los colonos eu ropeos entraron en conflicto, retirándose aqu c~
representa~ , ones y las prácticas, pod;:!!'os afirmar qu e no hay vio lencia física que "" lIos al interior y muriéndose de hambre. También sucedi ó con di stintos g rupos illi S-
~a ell a misma de alguna manera simbólica 106, y viceversa, siquiera por su refrendu llu li anos, cuyos hábitats fueron ocupados, que fueron dispersados ele sus Icrritol'i ol'i
neurofis io lógico en el cuerpo. Lo q ue oc urre es que en cada uno se dan di stint ,,~ IIl\ccstrales, y a los que algunos les fueron secues trados sus descendientes para edu ~
modos de- corf1oralidad, -inclu yendo lo mental como uno de los productos - cnlll l~ fll'l es en las escuelas europeas.
o tros- de un órgano que sigue siendo parte del cuerpo: el cereb ro. Por eso, pu ',Ir
El holocausto judío representa uno de los genocidio~ más atroces en la hiSlo ria
ace~tarse que una puede ser más brutal y dolorosa que la otra, por lo menos en I ~ I
1 'ciente dé la H.umanldad. Una fo rma de denegació n total de identidad socia l y
minos de excitación inmediata del sistema nervi oso simpático. Es nuevamente Pi CII \l
"lOral, y ct'éías~laci2nes qu e és tas implican (Mo reno 2002), c~eriza~on es te tipo
o '. ieu q ui en ha trabajado los mecanismos de- violencia simbólica a partir dc 111
tic exterm in io; un a rUJl.tura de toda gramática de identidad/a lteridad que lleva a la
C?~n stl~uclón sllnbóllca del poder cuya eficacia res ide en su penetración e incorporn
liquidación corporal del Otro - no de l imagi nario-, y, de paso, a la confiscación de
c, ~n difusa, lenta pero continua, disimulada, no consciente,E ' aque llas disposiciollc,
_e:acllcas que denomll1ó habilllS (Bourdi eu 1972), y que Michel F..Q ucau lt ( 1978) nOH
.acostumbró a buscar en cua lqui er dominio de la relación social.
El etnocidio es un a forma de aniqu ilamiento de las formas de vida colectivas pOI 107 No sólo el maltrato físico, sino el abandono, la desnutrición. el cont agio de enfermeda-

las que un grupo se auloconslituye en comunidad -con más o menos solidaridad gru des, la usurpación de sus ti erras por parte de colonos. compañías multinacionales, el expolio del
hrtbitat por parte de las madereras con intereses internacionales y locales bien establecidas en las
pru- , con con sec~en c i '!:l lsicosoc ia les y colect ivas a largo pl azo. La bulgari zación redes políticas y con la colaboración de algunas insti tuciones religiosas.
fo;zosa de los turcos, o la rus ificación de es to ni os, lituanos y letones, la españolizn. J08 La historiografía visual del genocidio indio en América por pa rte princ ipalmente de colo-
Clan de vascos y ca ta lanes durante el Franqu ismo, la ceguera centralista fra ncesu IIOS angloeuropeos, está bi en arraigada en ciertas generaciones que crec imos con las películas de
hacia las reivindicacion es corsas o bre tonas, etc. han sido lentos procesos hi stóri cos indios y vaqueros. Vio lencia física, eliminac ión progresiva de bi sotHes como principal fuente de
para borrar del mapa - muchas veces del Estado nac ional- las diferencias colectivas alimentación, expropiación de tierras y lugares sagrados, engaños y traiciones, alcoholización , y
no toleradas. desprecio a su dignidad y orgullo colectivo, dejaron diezmados a los indios de las grandes prade-
ras que acabaron como rarezas exóticas en las reservas.
Et nocidio se ha reservado pa ra la destrucción de las señas de identidad -cual cs. 109 Todavía hoy algunos reclaman qu e el Re ino Unido reconozca como genocidio su no
int erve nción durante la plaga de la patata , alimento esencial de la dieta irl andesa. por lo qu e se
qui era qüe éstas sean y sin d isc uti r su sig nificado aquí- de ciertos colecti vos'L ge no
perdió una gran ca ntidad de población, no ya sólo por la emigración, sino por los efectos 11
largo plazo de la hambruna. En el fondo , ningún desastre natural lo es. La s posibilidades de
sobrevivir a una enfermedad, a una catástrofe, dependen de estados de cosas que, en última ins-
ta ncia, son generadas por los humanos. Terre motos, inundaciones, epidemias, et c.• siempre se
. 105 A pesar de que ni la ONU ni la mayoría de la comunidad internacional aprobaran públicn cobran más víctimas en los paíse s y los sectores má s humildes. La presencia ex clu siva dc
y d I P.loll1át l ca men t~ esta~ prácticas ni reconocieran forma lmente estos Home/and no se rompi eroll población negra que todos vimos en el te levisor deambulando por Nueva Orl eans des pu és dc
relaCIOnes econónucas llJ comerciales con Sudáfrica ni siquiera duran te la époea de sanciones. haber sido devastada por el huracán Katrina, se debía a que, mi entras otros te nían lugares y
106 Olfa cosa es la re-representación dramatizada de la violencia, como sucede en ciertos ritu a- medios para aban don ar la ciu dad y bu scar refugio, éstos eran los pobres de la ti erra , desahu-
les y escenificaciones. _ ciados de todo.

376 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDAD 377
todos sus bienes. Auschwitz, s610 para mayores de 15 años, Mathausen, son IllUNI'1I 1111 11 qué hacer con la fuerza del malestar co lecti vo co n tal de que 110 rev iert a sobre
de l ho rror que pocos imaginaron pudiera suceder l JO. I poder institucionali zado l14 . Se da un proceso múltipl e; e l poder concentrado entra
No fueron sólo los judíos los únicos que fueron perseguidos y extenllilllld, l IIl'lIcSti óll y para protegerse deri va las impugnacio nes hac ia o tros objc ti vos; O bien
homosex uales, gitanos(Stewart 2004), discapacitados, también fueron a las c{¡ II IIIIII , h\C I~~Zas de....QPo§.ic ión a o tros blancos f¡k ilcs, forta lec ié ndosc e l poder
de gas y luego al crematorio, en el contexto de prác ticas eugenésicas para pul'il l¡ 111 t Hlfll li zado. Estos procesos pueden dn rsc a la vez en un dcterminado lapso de tiem-
la raza ana. pt h IHlIlque puntualmente podamos estab lecer cuá l es que I.! I ti ene l1l ,ís fu erza c n un
1IIIIIIICllIO dado.
Un genocidio poco conocido es el de más de un millón de armenios entre I'¡¡
y 1920, por parte de los turcos, que aún se resi sten a reconocer es ta masacre. A JIIIII 11 En estas formas de alteri zació n yo pensaría que e l s istema reenvra al ento rn o
también le ha costad o aceptar públicamente las barbaridades cometidas en Chilllllll l'IIt\lcccionado) parte de sí - como microsiste ma- , los efectos pe rni c iosos de Sil pro-
la g uerra chinojaponesa, con ocasión de la invasió n de Manchuria, consagrada hll"III 1,111 pr{¡ctica defi nida propagandísti camente como abarcantc, fo rzando a l e nt o rn o
hace poco en los libros de texto como hero icidad naciona l. No siempre los gC1l1ll1 '111' acepte como suyo el microsistema que el sistema le adjud ica, CO Ill O cua"do la
dIOS excluyen a los propios nacionales. El genocidio practicado por los Kmeres rolll .U\lIle deposita sus basuras en el jardín de al lado. C laro cstá que cste e nt o rn o así
en Camboya I1lcluyó a todos los que consideraban burgueses, incluidos intelectual!- ,h1fin ido desde e l siste ma puede ser consciente de la maniobra y res istirse de ulg u-
profesores, maestros, etc. II I . IIn manera, o no : depende de la autonornía y capacidad mo vili zado ru a su vez que
\ illlsiga organizar.
. Detengámonos un momento en este proceso. Aquellos proyectos políticos CJII" ~I
qlllere n constltlllr en atractores ún icos de la concentración y distr ibución de bi '11\1" Por otro lado, esta ru ptura de las relaciones podría tambié n entenderse como UIl ; '
económicos, socia les, morales, s ue le ejercerse ofreciendo a lg ún tipo de benelicio U vuluntad de encastillam iento del sistema en su proceso de producció n iclc lllitaria q ue
cambio de sumisión, trabajando su auto imagen paternali sta idealizadamente. COII1U )¡( lo se mira hacia dentro, negando el entorno. Pero esto es en vano: no pucde Ilegur-

prácti~a. ideológica y mistificadora, el dominio político concentrado no permit ' 111 JI ' del todo al Olro , ni siquiera medi ante su ex terminio. Porque éste está en o tros
refl ex Iv idad sobre el alcance, las contrad icciones, los intereses practicados desde cslll OIIVS, como entorno, microentorno; pero también es o puede deven ir en sistema, prc-
estra tegia abarcante. Esta reflexividad erosionaría el poder, por lo que es en el cnhH l'ÍsHmente como revital izació n que puede capitali za r e l sufrimiento como victimi za-
no, así construido; donde se re-d irige la insatisfacción , las promesas no cump lidll", el n. Ade más, su memo ria perseguirá siempre a aquellos que qu isiero n destruirlo.
el malestar colecti vo, el horror de "lo Real"lI2, construyéndolo como chivo explll Helen Fein (1993) es tabl ece las siguientes precondiciones para el genocid io:
ton o. A sí puede r econstru irse sin molestias la cohesión interna que todo pocié7-"'c ' 11 ti lle lasvíc1iñlasllayan s ido definidas previamente como otros, ajenos a uni verso
trall zado precoIll za en su propaganda, a costa de alteriza r al aIro como entorn o, 11 (lcf"'g~o dominante, incluso demonizados de algunañ lane ra; que el Estado ~ haya
una escala que puede llegar a la persecución física y hasta la muerte individu al debili tado previamente por conflicto armad o exterior o revueltas internas (o por
?rupal. .Parece que este sucede como unos de los modos de trabajar sociopolític/ll' vacíos d poder, como e n el contexto poscolo nial), con la consecuencia de una cri-
IdeológIcamente determinados momentos de crisis soc ial l13 , cuando no se sabe 11111 ~i s
en la identidad nacional; la ascensión al poder de una éli te con un a nueva ideo-
logía na9QJlaLstlLr.egeneracionista y, por fin , la lesa impunidad de ésta para ej ecu-
lar atrocidades.
. ) 10 Da(~a la c<tJlIidad de visi tas q l~e estos lu gares reciben, podríamos preguntarnos si hay ¡¡lg1111 Fijémonos en lo primero. N ingún genoci dio aparece de la noche a la mañana. El
tipO de estétlc? del hOl:ror, de la atrocldad ,.c uando uno contemp la las cámaras de gas o esas pa vo
camino del prejuicio a la discriminación y de ahí a la violencia en sus variadas for-
rosas fot~graflas de mil es de cadáveres apilados en fosas para ser incinerados. ¿Podríamos hablm
de UI~ It)url smo.del terror en esta soc iedad que de todo hace objeto de mercado ('commodity' )?
Identificados a veces só lo po r llevar gafas.
1) 2 Que, según lo de fin e Zizek í1296), no es más que nuestra fantasía sobre nu estros propinN de las unidades domésticas. Este proceso de aterizaci6n se real iza y manti ene a un nivel consc iente
temores: que los Olros se apoderen de lo nucstro, que amenacen nuestra forma de vida, etc. SUI! por medi o del propio ritua l, que consiste en selecc ionar a alguien de la casta in fe rior quien personi -
estas fantasías, según dice, lo que convierte en ciudadanos aparen temente pacíficos en agresorc ~ fica al demonio y recoge monedas que incorporan los pecados de la gentea, asumi endo éste el peso
mortal es. Cil. en Verrips (2004: 114 y 11 5). amisodal de todos ellos. De este modo, la periferia se incorpora al proceso de reconstitución del
• 11 3 Fo rmas de reconstitución del orden ante el peligro pueden adoptar una manera ritua lizadll , orden y la conhesión soc ial, almislllo tiempo que se sanciona su condi ción de periferia porque nin-
en~.l ándose Jllera (si ~) d~ la ~omunid~d (sistema),. el pecado, las fuerzas dañin as (todas product()~ guna de las castas superiores accederían a asu mi r este rol, que, además, es remunerado econó mi ca-
d~lIvados de .Ia propia dmáll1lca del Sistema), mediante ceremonias de curación, rituales de sacrili mentc (Miihlich 2004). En rea lidad , estos procesos no involucran la estigmatización del entorno
CIO, e1.e coheSión social, etc. Por ejemplo, en el ritual Ghantakarna en Nepal, se mantienen las fu cr - representado putativamente por otros grupos- , sino que se construye y resuelve como un microcll-
zas _chsolventes de. la cohesión y la cooperación fue ra de la comunidad, especialmente dunmtc cl tomo dentro de l propio sistema , del que e l ritual aparecería como micros istema de aquél.
penodo de plantaCión del arroz, cuando las transgresiones soc iales son más d iffcil es de control ar y lo 114 Afortunadamen te, no todas las crisis políticas y econ6micas puntuales o estructurales se
que prima es la cogest i6n colectiva más all á de la autonomía de linajes y los intereses particulares .. , resuelven est igmati zando y deshumanizando al otro.

378 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 379


li laS,incluso el genocidi o, puede a veces ser corto, aunque siempre tortuoso. I l' I,hil idades políticas muy concretas, la de aq uellos agentes instigadores del prejuicio,
exclusión étnica puede ser la antesala del genocidi o, en un momento dado. QlIi g l\l~ 1'1Odi o, la culpabilidad, la revancha.
(2000 c it. en Mühlich 2004) ati rm a que en aquellos casos en los qu e los chi vos cxpln La bruwlizacióll de la lengua pa ra referirse a personas y g rupos que hasta e11l0 n-
tori os son fís icamente eliminados, primero hay que !11ellarlos simbólicamente (01111
fo rm a de tisisicidad). El proceso consiste en seleccio nar cualquier e emento d ifcl\'l.
no
1"" eran referidos como tales, prepara el terreno para la escalada en su exclusión
IlIIsta la negación total de los mismos, desde la di scriminación hasta su estigmatiza-
c iador dc un grupo o perso na as í es tereotipados, esti gmati zándolos de talmancra 11111 lit n lot&.como seres humanos (Verrips 2004)1 '6 Son va ri os los artícul os qu e anali-
de una cierta distancia social y afecti va se pasa a su rechazo activo y su persecllci 11 /tln el di ari o hec ho por Victo r Klemperer, profesor de la Uni versidad de Dresde, cris-
Hay que deshumanizarlos, bien mediante su anima lización, demoniZQf.iÓl l. y 0 11 11 1111110 protesta nte de ori gen judío, en el que analizó la evolució n del lenguaje del
fo rm as de alterid ad. Michael Mü hlich (2004) considera que és ta es un a gramát icII tlt IIIIZislllO en el proceso de deshumani zac ión, despersonali zación y demonización de
la ident idad al modo de la orientalización de la que hablan Bauman y Ging. h lt IlIs j udíos (Cf. Müller 2004; Ve rri ps 2004). Una de las primeras_estrategias fue Uli li-
(2004) pero mut ilada: no se rescata lo que del Olro pueda atraern os, sino sólo lo t¡ tI. /11I· lI.'.llenw je que cosificara la diferenc ia (judíos, eslavos, g itanos, ho moseXi:i:iiés,
puede ser trabajado como forma y ex presión de su antihumanidad. ,¡!Scñí,acitados, etc.), convirtiend o a sus víctimas en objetos tan social y afecti va-
G. Bauma n (2004) lo cita como un a implosión en donde colapsa la construcci .1 IIlcnle distantes que se justifica ra su eli minació~ como si fueran bacterias o insectos.
recíproca entre identidad y alterid ad, do nde ya no hay gramáti ca nin gun a sino, lo t¡tI. ¡tllrlC de este lenguaje, además de insisti r en todas las categorías del rechazo y la vitu-
yo llamaría negación total del entorno por medio de su fagocitación total letal, sin p 'raeión, se concretó en la des-ge rm ani zació n de los judíos, excluyéndo los de l pue-
convertirlo en microentorno in terno. Este té rmin o es ut ili zado por A. Appad", 111 1110 alemán, la ún ica membresía e identidad humana posible desde el régimen nazi.
(2000) en aquellas situaciones en do nde las identidades políti cas públicas se des pl ll' partir de metáforas higienistas, de una Alemania concebida como cuerpo, el dis-
gan Cunfold ') en las imaginería local, en la articulación global/local de los confl ll l'IIrso nazi habló de los judíos y demás form as concebidas como alteridad en térmi-
tos, en donde y cuando vecinos y amigos se re-descubren como enemigos, in vHsol'i"'~1 l1l~ide mia , l?nfermedad, envenamiento, infección ~ parásitos ~ I es), que
extranjeros, extrmi os, pe ligrosos, agentes del mal, usurpado res, etc. Lo alteri zado 1'11 l'x lgían su extermini o como oReración quirúrgica de saneamiento.
otros órdenes de producció n política e ideológica más globales. Se incorpora 11 11. Por med io de la prod~cció n,Ja propaga nda, la difusión, la vigil ancia, el control
esfera de la sociab ilidad privada y semi-ínt ima. De repente, la de lac ión, la tra i c i ~ II .
el asesinato, la venganza, se cometen al abrigo de esta infi ltración.
El ho locausto de millones de judíos fu e precedido de un clima de anti semili slI II '
-
Ilc la o rtodox ia y la po líti.\:a de participación de masas, la objeti vac ión socio política
tic ~ n gu aje de la diferencia y de la d iscriminac ión fue incorporado como ele-
.IIento de la plausibilidad sico lógica de soldados, func io narios, cuadros, mandos, y
e ideología rac ista, ex tendido po r muchos países europeos. LO~W2gnm¡,¡,_alaqu l' de parte de la pobl ación, configurando estas representaciones, significados y prácti -
v i o l e n~s masivos a determinadas comun idades y. grupo?. -sobre todo judíos, aunqlHI ~ IIS como_antesala de la ualuralidad y legitimación moral del extermini o.
no s61o-, sus asentamientos, casas, prQPiedades, instituciones, lugares de trabajo. íll\ También en el caso de Rwa nda la vio lenc ia cn las palabras precedi ó a la violen-
culto, escuel a~ et c .~ fueron corri entes en Europa- durante el S. XIX y XX. Fue sohll cia en los hec hos (Chreti en 1995:307, cir. en Arn aut 2004: 1 17). La alteri zació n de los
todo contra los judíos - aunque no sólo- en la corriente de anti semiti smo generali?!! JI/ la, como itinerantes, excl ui dos de la construcció n de la identidad nac io nal , sospe-
da en la Europa de la época y antes. Tu vo una fuerte impronta social en Rusia en ,\1 chosos por sus contactos con el exterior por su ac ti vidad comercial y su islami smo
S.xl X, --<oo n antecedentes incluso en s iglos previos-, a me nudo insti gado y pro movl realizada a través de los medios de comun icación de masas en Costa de M arfi l ante-
do desde la administrac ión zarista (Pinku s 1988) . Muchas veces eran culpados, cantil cedió a la masac re de cincuenta y siete perso nas perpetrada por las fuerzas de segu-
chivos ex piatorios, de di stintas desgrac ias po líticas y socialeS, perseg uidos y maltll'
tados,_arruilllld~y devastados_sus barriosJ negocios y sinagogas. Antisemitismo
progroms ocurrieron en diversos países europeos, incluso antes del HolocauslO
(Chanes 2004)'15 11 6 Estas formas de lenguaje deshumani zante y des personali zante son lam bién utilizadas en
muchas formas de inclusión forzosa en in stituciones tota les: ejércitos, hermandades, iglesias, sec-
La pro paganda, la preparación ideológica de la opinión pÚbli"a para acepla r 111 IUS, intern ados escolares y pri siones, etc. Los ritos de pa so consisten en su disolución idcntitaria y
illevitabilidad de la masac re, tiene cn e l caste llano po pular la ex presió n calentar 1,1 In ru plUra de la organización psíquica personal previa, median te su denigrac ión, acoso, desprecio,
ambiente. Esta preparatori a, más o menos intencional, pl anificada, conlleva respon humillac ión y la experiencia de situaciones li minales de dureza, resistencia, ex tenuación, acostum-
bramiento a situ ac iones de horror - un a forma de eliminación simbólica- , y su recuperación rena-
cida por parte de la in stitución tOlal que le salva dotándole de una nueva identidad, leall ad, fidcli-
d;¡d última, solidaridad extrema, obediencia ciega, el distanciamiento necesario para tra tar al Ol,.,}
115 M uchos judíos, huyendo de la violencia, emigraron a Estados Unidos de América, lo qUI\ como no-humano (yen su caso, poder eliminarlo), elc., que le dota incl uso con un nuevo nOlnhrc
ex plica, en buena pm1e, el volumen de esta comunidad en el país así como su ascendencia ComU (Verri ps 2004). La re-subjeti vación que se produce no es como la ori gi naria: ésta s610 lo es C(U II(l
lobby político en las relaciones de Estados Unidos con Israel y el Oriente Medio. parle de la subjeti vac ión colecti va, convirtiéndose en su in strumento.

380 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIG RACIONES ECONOMíA POLfTICA DE LA ETNICIDAD 381


ridad y algunos civiles miembros del partido vic torioso en las elecciones el '1 JjM .~t 11 11 11
población y una identidad colecti va ha sido sicmpre connicti vo, también en
(A maut 2004). I , IHllicnte caso.
Colecti vos enteros pueden operar como chivos expiatorios, intencional . 11111 I.I1/illlpiezgétnica es un proceso de homogeneizac ión consistcnte en la e limina-
cientemente o no, de problemas sociales e incapacidades políticas. Construir UII III, h 11 de una minoría, bien porgue no cumplen CO Il dclcnninmlos crit crios legales o de
'E igo externo puede dar resultado -a corto plazo- para intensificar la cohesión ",", "lIlq uier tipo y por medios burocráticos y admini strativos son expulsados. siendo
na.., a pesar de as fi suras y los disconformes. '1111\ ofros ue síl'Os'Cüm l e ~ ocupan su lugar, o bien Illcdilllll C 111 'dios Ill ilas violen-
La rebelión Hmong (1918-1924) contra el dom inio colonia l francés prollllll 111 tll lIll.ILpueden ir desde eLhosligamicnlo, la pcrsecución hasta 111 cx tcl'Illinllción ffsi -
por med io de la elección de una élite funcionari al UIO, que ya hemos menc ioll"III1 '" ,t (1layden 1996). El objeti vo es rcord cnar c l tcrritorio c n re lac ión a la población que
varios lugares, se caracteri zó por una violencia ex trema y una intensa autoexposh 11\" lo, !lIIilit", por diversoJ mo t ~OS¡)o l íti cos y gcocstra tég icus.
al peligro y a la muerte. En el paisaje identitario discursivo milenari sta de los 11 1111111 L.as li mpiezas étnicas l1 7 en Bosni a- I-I crzcgov in a fu eron precedidas de 11\ llg it i¡-
se hablaba de trozos de tela blanca en donde estarían inscritos carac teres elel 111'11 t 1+ n política y la manipulación interesada de la Historia y dc vicjas heridas dI.! gil '.
ori ginario de la lengua Hmong, supuestamen te perdido. Se consideraban estas 11\111 1111 'ntre linos y otrosl1 8, algunas ri va lidades loca lcs (Bax 1995), inclu yendo lus d 'Ii -
invulnerab les a las balas por lo que los Hmong se lanzaban a la lucha a cuerpu Ih I hl"1 de grandeza de ulla Gran Serbi a por parle de Milosevic y sus adlálcrcs.
cubierto, siendo inmediatamente víctimas de las balas de los franceses, quiencs 111'11
on la excusa de proteger a los serbi os en Bosnia Herzegovina y dcs pll s de la
saron que estaba n locos. El odio a los Lao llevo a su deshumani zación, convc,t ldll
1I'lliega con Croacia en donde se practicaron limpiezas étnicas mutuamentc, Scrhi ll
en objetos sobre los que ejercer una inusitada violencia, que el acervo popular ohh
'Iulso asegurar su posición en Bosnia. Por medio de la violencia, arrasó pucblos cnl C-
ti vó como casos en los que mujeres Lao fueron abiertas por e l abdomen para 1'111'1 111<, obligándolos a dejar casas y enseres y huir. Se han cumplido I I años (en elmomell-
probar si sus órganos reproductivos eran iguales a los de los Hmong (Posten 20111 1
111 'n que escribo, 2006) de la matanza de Srebenica en 1995. Mladic, general al mando
Es a menudo res pondiendo a proyectos políti cos concretos como se ha lIeglldl' ,,1 ¡J¡I IIIS tropas serbobosnias que perpetraron la masacre, a estas fechas sigue librc, igual
ge nocidi o, c uando se ha pretendido eri gi r una comunidad polít ica a partir d ' "II ~ 1111' Karadi zc. Más de 8.000 personas murieron y otras fueron torturadas y v ioladél~.
homogeneidad étnica. En va ri os luga res de este trabajo hemos resaltado las CU 'I " L~ón de las mujeres del gLUpo_vencido b a sido una práctica frecu ente en
_ cuencias sociales, políticas y bélicas de las políticas coloniales que se han apoy"dl' IlIs conflictos armados, en las invas iones militares, como parte de la violencia de
en unos grupos y han excluido otros, sembrando la discordia allá donde no la h"hl'l ~ (llera masculina unida a la VIolencia contra el Otro. Lav io encia sexlIal es otro arma
El genocidio mutuo Hutu- Tutsi de 1994 tiene una larga historia de constru cl'l,tll 11 IllrruLglaroaun más destructiva moral y psicológjcFn.:!.ente. La humillación de per-
del odio durante la colon ización belga y la independencia políti ca del país. Con 111 ~onaLe I es acio más ín ti mo de su subjet ividad, es vivida como una des truccion
autonomía política, las élites locales Twsi quisieron seguir man teniendo su situ;u.:I,'" IIloral ers naLy <:0 ecti vae n lo más hondo. La continuidad grupal paS:, por la repro-
pri vilegiada -con la comp lacencia de las metrópolis que así veían sal vaguardadoN ~ ducción física y social. La violación ha sido uno de los medios históricos de aniquilación
protegidos sus intereses- frente a otros sectores a quienes pretendían seguir CXclll \~tn i ca por hibridación forzosa: Como señala Nayan ika Mookheljee (2006) en su inves-
~endo de l proyecto político y económico del país. Como sucedió con otros gru pos 1'11 Ilgaclon so re el conflicto de Bangladesh en 197 1, las mujeres violadas viven entre
Africa, antes de la época colonial las diferencias y límites entre Tutsis y Hutus 1'11 In victimi zación, la compasión, la vergüenza y el estigma, entre el olvido y el silen-
R wanda no eran tan evidentes ni para ellos mi smos, siendo que ambos grupos COllt 'iamiento y el recuerdo y la memoria colectiva de la guerra y sus atrocidades. Ese
partían e l culto a los ancestros y el linaje como principa l seña de identidad (Vidlll ttllnbién ha sido el drama de muchas mujeres bosnias violadas durante las lim piezas
1984). Los ancianos, nacidos a principios de siglo, no daban relevancia alguna a eNI" étnicas serbi as entre 1992 y 1995, a veces en los propios campos de concentración.
distinción. Los campesinos de la siguiente generación tampoco tenían una visit)11 A pesar de la labor de los Tribunales de La Haya, muchos de los culpables siguen
- etnici sta de estas diferencias, a pesar de los pri vilegios concedidos por las autorid ll libres en Srpska, la República Serbia enquistada dentro de Bosnia.
des coloniales a los Tutsis. L a movilización antitutsi fue insti gada principahñeJ,tc pUl
la é lite política urbana, incitando a los Hutus a tomar vengmlza y apropiarse dc 10\
P.l'!'stos de los Tutsis, si n ue se puedan es ablecer, sobre todo al-prinGipio;-I5IOcIU I"
11 7 Banks (1996) señala que esta ex pres ión no aparec ió en el di scurso político hasta pasados
étl/icos homogé neos en el intrincado panorama político y social delpuís (Vidll l, linos cuantos meses, dando a entender qu e el conflicto fue encuadrado intencionalmen te bajo este
1998)-, e.!!...'londe hombres y_ muj~s de cualquier cond ic ión se animaron a las 11' • marco ('frame') conceptual por intereses políticos muy co ncretos.
horrorosas crueldades con sus convecinos. 118 Sería necesario investigar sobre el efecto de la sociali zación in formal, la tradición ora l, la
literatura popular, los museos, los monumentos, los ri tua les y celebrac iones, los libros de Historia,
La voluntad política e exportar clmodelo occidental de Estado nacional, basII los di scursos políticos, etc. en la continuidad de una memoria históri ca de agrav ios com parativos y
do cn la coincidenci a entre una autoridad política centrali zada,un territorio delimitn od ios grupales.

382 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 383


i,Bajo todas estas circunstancias, hastá que punto es posible, necesaria la f('tTifi ~c l'{)Jlvirtieran en las dictaduras del sccuestro y la tortura, remedando las sutilezas
ciliación, el perdón? h'rnicas del exterminio judío por parte del nazismo akrll<ín I21 . Por eso la vigilancia
Término imbuido inicialmente de sentido rcligioso, reconciliación cstú rnl¡¡i¡¡ :;,IÍ\:ial ha de ser lmíxim<:\.
do en el lenguaje político como una de las escasas formas de reconstruccióll La recuperación de la ideología nazi sus sílllhnlos e idcnlogía"", el racismo, la
y emocional en países que acaban de salir de violent,os conflictos (Byrolll J !)f}lt'i :.,c!lophobia, el antisemitismo, por parte de nuevas generaciones fascistas en Alcma··
El perdón no es olvido, tampoco venganza, insiste en la humanidad de los ClwmF ÜJn, Bélgica, Francia, Inglaterra, Espafia, Rusia, es rc:t!rllelllc preoclIpante. AsChay
gos y se centra en los valores de la justicia que restauran la comunidad poIÍlka \.lIJe cnt~nder los ataques a inmigrantes, judíos, Illllsulnwoes, atWiílJlOS, gi!;lIlos, des--
encima ele aquella justicia que la destruye (Shriver 1995 ciL en Byrol11 ]')<)'i) vlllidos, vagabundos y otras formas alterizadas y excluidas de. Jo sOl:i;¡1. I ,os observa··
justicia tiene que ponerse de acuerdo con una voluntad de perdonar, ellmar!'ijiÍii jllj"ios sociales europeos han dado la alarma sobre. el rebrote xenúl"\,hl) <luC vive J,I t JI':
como una respuesta histórica a la injustica, implicada en un objetivo a largo plHi¡; í'slos últimos años.
de redefinición inclusiva de una colectividad futura que trasciende el p'l".inh
(Mamelani 200]),
Por medio de técnicas como la historia, la memoria, la narrativa y la intervenciúll
cológica es posible reconstruir la comunidad sobre valores compartidos (Byrolll ':?(j¡)ln 4,4, Repensar Inclusión social, Modos de incorporuciól1
La violencia no superada por la reconciliación ejerce tres opresiones sobre las víctilllíf!;
la propia violencia, el odio y la continuidad de la violencia por medio de la vengan/il, l<l Si más arriba decíamos que excluir no es patrimonio de mldie en concreto, qtll~
objetivo es romper la cadena de odio de una generación a otra, nadie está libre de practicar ni representar relaciones intergrupales desde la ('XciII
Llama la atención que aquellos estados africanos donde más violencia étnkn há l;jón, sus variantes e intensidades, lo contrario también es verdad. La solidaridad, la
habido cuentan con el mayor porcentaje de mujeres implicadas en la política \ !it cooperación, son sustantivas a las relaciones sociales, como hemos visto c-n el
transformación de sus países (Hamilton 2000)119, a pesar de que la sociedad ,'¡vd Capítulo 2.3., inlra e imergrupalmente así definidos.
sigue en manos del sector masculino, extremadamente violento. También las ])]adr(\ Analicemos primero algunos problemas conceptuales y terminológicos 122.
de los soldados rusos iban a buscarlos a Chechenia, para traerlos a casa, Más {k !HÍU
Se ha hablado mucho de asimilación, integración, inserción, sin que hayamos
mujer se encaró a Putin, Presidente de Rusia, por su indiferencia en el hundimiet1!ií
í'ncontradotod~vía ,una "expresión convincente del todo, En la teorización sobre las
del submarino Kursk, doclc murió toda la tripulación. Durante la guerra (k 11)"
pertenencias, las mcmbresías, las identificaciones, hemos huido siempre de compar-
Balcanes sectores de mujeres intelectuales se preguntaban si merecía la pena pl'ltk,¡
timentos estanco, como si uno se metiera en un cajón o saliera de él para meterse en
a padres, maridos, hijos, novios. Ellas apostaban, como la mayoría de las IlllljCl (ii
otro o simplemente quedarse colgando de tiradoL Por eso siempre hemos visto con
por la vida 120. Madres de soldados americanos Illuertos en la Guerra de Irak h<1lllk
recelo conceptos como asimilación, integración social, inserción social, etc.
gado hasta la Casa Blanca para reclamar el cese de la invasión. Las abuelas de In
Plaza de Mayo en Buenos Aires dieron ejemplo de lucha y perseverancia al 1ll11l1d(¡ Asimilación remite a disolución en un ente mayor, en donde se pierde cualquier
entero, logrando localizar e identificar muchos de sus nietos, criados en mallw, lk-' tipo de especificidad, Uno se vuelve indistinguible del resto, diluyéndose en él. Era
familias ligadas a la represión de la dictadura militar después de que sus Ill:Hlrr", ese el nlodelo del meltingpot del que hablábamos en el Capítulo 4.3. Sin embargo,
murieran torturadas. no sólo eso no es lo que sucede nmchas veces, sino todo lo contrario: muchas identi-
dades se generan/revitalizan en contextos de contacto/dominio intergrupal (Cf. Etno-
Nadie está vacunado contra el horror. Ningún colectivo está libre de la barhafl(;
génesis).
si no trabaja cultural mente sus recelos. Nadie hubiera imaginado que democr;\I'liI"
como las del Cono Sur, que dieron lecciones de libertad a la Europa de los fascismn'", El término integración tiene también ese resabio asimilatorio indiferencial, a~n­
que quizás s~",pudiera reservar su uso para ~~ñalar la varticipación,-siempre oesi-
t?~~,~.I.- en el sistellla prºductivo. Así, algunos hablan de integración económica, socio-

119 Sin olvidar el pape! comunitario y humanitario de distintas congregaciones de monjw. ('I!
los momentos más difíciles, defendiendo y dando refugio a la población perseguida.
120 Mujeres occidentales que no se han identificado con el modelo masculino dominante adúp 121 Emigrantes españoles en Uruguay, que salieron de la miseria económica, moral y política
tado por algunas gobernantes y presidentas de consejos de administración, han infundido a la poli de la Espafía franquista, no podían dar crédito de la transformación operada que de repente se con ..
tka, la administración y las empresas de un estilo mucho más cooperativo y dialogante, cogcslivn virtió en un Estado militar y policial represor.
y agradable, sin pc!judicar ni el compromiso ni la eficacia. l22 Lo que aquí se dice compete también a una reflexión sobre la inmigración (5.7).

384 UNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNICIDAD 385


la bora l, res idenc ial , etc. Peor suena cuando se refi ere a integrac ión culturaL, P0l'(ltIl Tradujimos malamente el término 'encompassment' como abarcamiento, como
los marcos de lo sociocultural son mucho más polimorfos, vari ados y fl ex ibles l2 1, UIlproceso inclusivo que abraza di versos e le mentos en términos asimétri cos, con-
In clusi6n, término que hemos utili zado aquí por comodidad y en aras de 111111 'cdiéndoles ciertas libertades y auto no mías pero vigilando sus movimientos dentro
co mprensión compartida en el ámbito de las Ciencias Sociales, no deja de remit ir 111 dc un orden ge neral impuesto por una un idad superior que los e ngloba.
esquema continent~/contenidoI 24 que subyace también, pero al contrario, en el 1\(, IncorpOl:gción, puede ser una trad ucc ión posible a este concepto de 'encom-
!l!ll10-exclllSi61l. Otras metáfora s son posibles, como el de faretícuÍ a y la relac io"" ll passmen t '. Puede descompo nerse en in-corporar, lo que remi te a asociac iones con las
ciad, el aco mpañamiento, la contigüidad, la interpenetrab ilidad, la compartibiliclad , lit lcorías de la corporalidad, siempre bien consideradas des e un pensami ento auto-
confluencia ('conflation ' Cf. (Johnson 1997), la amalgama, etc. 125 Hasta aquí nONO Ilo iético (Ramírez Goicoechea 2005a). Por o tra parte, no impide pensar en posibj li -
tros hemos venido ut ilizando vari as de e llas, en cuanto que las aperturas y c lau s urw~ dades, contex tos y efectos var ios, sobre todo si man tenemos añadimos 'modos de'
de procesos y estructuraciones, en sus di versos momentos, g rados y ubi caciones dI (C r. Sánchez Moli na 2005). Es un modo de ~om prender las di fu;'entes form as de rela-
complej idad, nos permiten pensar en diferentes modos de incluir y de exclui!: I'lIl1t ción de los inmigra ntes en sus nuevos contextos de inmi gración . Suena tamb ién a
ente nder estas práct icas y ex periencias tenemos que partir de un teoría de la cullU lll upulltarse a algo qüe"es tá sucediendo, a un ámbito dinámico, en movim iento, de gen-
ajena a la lógica binaria, no inclusiva/exclusiva, sino compleja y dinámica que al! n tes y cosas en acción; como cuando e ntram os a un a autop ista, a la que te nemos que
aaaun a pluralidad de las forma s. Ingresar con la aceleración suficiente, ni la más rápida, ni la más lenta. También me
lo imagi no como un jugado r de ru gby que se incorpora a la melée, do nde no obstan-
Tenemos que pensar más bien en adscripciones y lealtades diversas y ~on tex I Ul'
le puede lino recibi r un buen golpe.
les, en estrategias y manipulaciones en relación a itinerarios y situac io nes, sin Iv
CtafIas sobredetermi nacio nes estructurales y las objeti vacio nes sociales que limil llll Pero, como decimos, la autonomía, la autodetermi nac ió n y el control político no
esta ' libertad ' o 'creati vidad' de los actores l26 neo mpañan necesari amente al proceso de incorporación. Este tampoco aseg ura los
aspectos éti cos, morales o de j usti cia de sus modos ni de sus efectos.
Inserción. res ulta demasiado técnico, como si la pieza ya tuviera un hueco desl¡.\
nado al que insertarse. Muchas veces se di ce así para referirse a la participación l\1I Entonces, ¿de qué dependen los procesos de incorporación a situaciones nuevas,
un ámbito bastante estru cturado como es la economía local o nacio nal med iante l\1 grados de complej idad mayores, ámbitos aba rcantes, etc.? <;:ada situación empírica
trabajo asala riado. Una aproximación en términos de pérdidas y ganancias resollH ha de ser anali zada de fo rm a particular, considerando aspec tos históricos, sociocu l-
demasiado instrumentali sta y economicista y obliga a explic itar continuamente I tI~ turales, económicopolíti cos, representacionales y prag máticos, contex tual es~--
parámetros de valo r desde e l que se calcula, por otro lado sie mpre cuestio nables. Puede hab larse de incOljJoraciones a la fuerza, discriminantes, opresivas, subyu-
Acoplamiento nos recuerda a la NASA y sus ex peri mentos con distintas naves ga ntes, dependienteS: modos de incorporación en fo rm a eJe construcció n interna de
sus partes en el es pacio. Y, sin embargo, couplillg en el sentido que se le da en lo. microentornos por parte de procesos sistémicos dominantes,..!:lege mónicos. -
procesos de co-ontogeni a e in terdependencia mutua (Cf. 1.2), incluye un mat iz 111 , Modos d_e_incOJ:pomciIÍIl a la fuerzaJJ.¡eron los de la esclav itud,Ja servidumbre,
dinámico, qui zás por su ex presión anglosajona en ge rundio. la encomienda, a Qilrti . de poblaciones invadidas, vencidas o depo rtadas.
Parlicipación es demasiado optimi sta . Porque uno lo hace sin muchas veces vlc A uellos Q.Ytle-.hubiera n 1l10st rado~nás belicosos y audaces, pudieron ser eO-Optl.l-
gir ni cont rolar las condic iones, ni los contex tos, ni los res ultados. dos para fo rmar compañías militares especiales. Así ocurri ó con los G ur"ka del Ncpal
Articulación. no es un mal concepto, y yo lo uso alg un as veces, aunque recucnhl o los Sikhs del Punjab en e l ejérci to bri tánico, C0 l110 hab ía ocurrido antes COIl los
a una estructura de piezas sin interd ependenc ia o rgán ica, como un mecano. /-lighlanders escoceses. Maoríes fo rman part e de los comandos de l qj ~ rc il o Ilcozelan-
dés l27 . Muchos de estos combatie ntes pert enecían a terr itorios pe rir~ri cos . vc ncidos o
incorporados al Estado, después de dura batalla cn que so bresali ero n por su liereza y
lealtad gru pal, valores siempre bien vistos po r los cjérc itos. El Estado util iza esta fu cr-
123 Para una discusión sobre estos conceptos referidos a la inmigració n, véase Malges irti y za militar en su beneficio, reclutándo los po r medio de las CSlruCluras de auto ri clacltra-
Giménez (2000). Proponen e l concepto de il/lercllllllralidad en sustituc ión del de il/legración ('1/1 clicionales de la comunidad, utili zando los lazos ya ex istent es de ob ligac ión y cred ibi-
lural en cuanto a que introduce un a perspec ti va más din ámi ca e in teracti va
lidad , destinándo les a primera línea de bata ll a, en su caso, pcro l1ul1ca a la ofi c iali dad,
124 Metáforas ret iculares, conect ivas, son las de muchos anali stas uti li z;:lIl para co mprcIld l1r
algunas relac iones soc iales. reservada estratégicamente para el grupo étn ico domi nanle (12 nl oc 1980).
125 Otra vez el diccionario nos señala la amp litud del cam po semánt ico para i/lcluir: agrcglil ~
reunir, circu nscrib ir, insert ar, envolver, añ adir, introduci r, meter, cercar, incru star, abrazar, ad minitr ,
entrañar, contener, englobar, com prender, abarcar, imp licar.
126 Este presupuesto se formu la más bien como una posibilidad más q ue una garant ía. 127 Franco tuvo su propia Guardia Mora después dc la GlIcrra .

386 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICtDAD 387


Ml~canismos de incorporación a un proyecto nacional común suelen ser los rUfU hi' l1lismos el desprecio que los demás sienten por ellos, Nadie quiere ir con aqth>
c11'i/es, creados ex novo o a partir de prácticas y representaciones local/naciollilllrwn H¡l~) prostitutas a las que hayan podido acudir para comprar sus servicios sexuales,
le reinlerpretadas. Por ejemplo, el del Día de Acción de Gracias, del que ya hahla",,'" ,t~IIS formas de evasión y ocio se centran en el máximo consumo de alcohol posible,
en su momento, que todo ciudadano norteamericano que se precie celebra, sen ID que conduce a broncas y peleas entre sí continuas, además de intentos de suici-
origen que sea. Basado en la experiencia de los pioneros del Mayflower, quicllc\ ¡lPi dit). Su ancestral costumbre de mostrar valor en peleas controladas, como forma
fin consiguieron establecerse en Massachusscts, después de mil peripecias y de~,gl(¡ 'unllbién de consolidar patrones de liderazgo en la comunidad y entre otros, ha per-
cías, quisieron dar gracias a Dios, compartiendo alimentos y comensalidad ('011 !tn dido el sentido social que tenía, No han recreado ninguna estructura institucional
indios del lugar. Lo curioso es que uno de los mitos fundacionales de la idcJ1tjdiii! para reordenar su experiencia de explotación económica y opresi6n social. Su
an1ericana no incluye no sólo ningún otro colono europeo, sino que el componcni'i l!lrma de incorporación al ámbito local/nacional/global se realiza en términos de
de compartición con Jos indios ha sido totalmente eliminado de la memoria. l/al U dl.'pcndencia y discriminación doble, Si económicamente están incluídos en el 5is-
bandera mientras se canta el himno al iniciar la jormada en las escuelas recucrd¡¡ n kllJa, por el simple hecho de realizar un trabajo y percibir un salario, lo cierto es
todos que son americanos, vengan de donde vengan, ¡}Ile están más excluidos que inC0l7JOrados, Los Kuna han manejado su situa-
En esta economía capitalista nuestra, el mercado de trabajo -junto con el C()lFdJ {'j(¡n/condición con algo más de autonomía, quizás también por el hecho de que
mo- es uno de los dominios principales de inC0l7JOración socioeconómica, alrarr¡!! !lllnCa fueron tan ex/u idos étnicmnellte; cuestiones de flexibilidad cultural, consti-
que arrastra otros espacios y dominios de lo sociaL Para muchos pueblos indígt'tlil" !ución de líderes legitimados, han podido contribuir también a que puedan seguir
el trabajo asalariado es uno de sus principales contactos con la Modernidad "'{,'(Íll definiendo algunos parámetros de su vida grupal. Han constituido parte de su siste-
vertida en Globalización- y el sistema capitalista, sus formas de dominación vcrtil'¡¡! lila como microentorno interno para la continuidad de su proceso sistémico de
económica y política, Este contacto se da muchas veces en términos de marginalidnd, ('()llstrucción identitaria. Por el contrario, los Guaymi han incorporado la imagen
degradación medioambiental, explotación y pobreza l28 . que. los demás tienen de ellos -una identidad negativa y despreciada-. Sin proyec-
Volvamos al caso de los Kuna y los Guaymi en la zona fronteriza entre Costa I~ ú'n io sistémico autónomo, son mero Entorno sobre el que los demás construyen sus
y Panamá (Bourgois 1988). Siendo que ambos dos grupos ocupan los más bajos III)'iI ídL'lltidades propias.
res en la escala social laboral de una plantación bananera multinacional, los prinl('j'()", Por tanto, hay modos de incorporación que segregan negativamente, Pero tam-
han accedido a puestos algo mejores. Una de las razones es que han conseguido 1111)\'1 hi~n los' hay que lo hacen positivamente, bajo la denominación de discriminación
lizar y recrear su identidad y autopercepción étnica en torno a la revitalización lit': ~,¡!í /Iost/',:Y/ ü"PC;CjÓJ,l, afirmativa ('afirmative action') ¿Cómo es eso? Pues estableciendo
indianeidad. Han conseguido un respeto étn.ico por parte del resto de grupos (bl;¡j¡ polítíéas, estrategias, lugares, oportunidades que privilegian a las minorías, a grupos,
cos, hispanos, negros, otros amerindios), Forman una red compacta de solidaridad \ pGrsonas y categorías sociales desfavorecidos de forma que la distancia disminuya
control interno mediante una organización propia de líderes locales que media enlodn cntre éstos y la población considerada como acreedora o con los medios para alcan-
lo que tenga que ver con sus relaciones con ámbitos de escala 10cal/nacional/glolwL zar una situación de bienestar social y oportunidades standard, media, en una socie-
sus derechos, sus condiciones de trabajo, etc. Interactúan con miembros de otros p,f!! dad nacional. detenninada. Lo que otros medios no han conseguido a la hora de faci-
pos sin sentirse humillados ni avergonzados. Hombres y mujeres mantienen el !rajr litar a todos el mismo acceso a determinadas oportunidades, se intenta contrarrestar
tradicional, así como otras peculiaridades. Sus delitos son resueltos por la proPI;\ IN)r arriba:' favoreciéndo a los más desprotegidos o marginados.
autoridad Kuna.
Políticas específicas de vivienda, de educación, de formación, de salud, de sub-
Mientras tanto, los Guaymi, ocupando el último peldaño de la escala étnic;'L sidio económico, suelen dirigirse a colectivos concretos que ya de por sí son distin-
conciben su opresión principalmente por este motivo, Cuando están borrachos, 1;1 guidos clasif1catoriamente por el resto de la población. También la reserva de deter-
policía panameña los trata mucho peor que a Jos Kuna en la misma circunstancia minados puestos laborales, escolares, institucionales, políticos, etc. para miembros
no les multan o encierran, sino que les obligan a duros trabajos en la comunidad, il de. estos grupos, No hay país desarrollado que no cuente con este tipo de acciones
la vista de todos. Los Guaymi son públicamente humillados por todos y no inter:!!' afirmativas, a nivel estatal, regional (autonómico) o local.
túan públicamente con los que sienten como sus superiores, Han incorporado haCli1
¿Cuáles son los efectos colaterales de estas políticas y acciones? Puede crilicar-
se su orieÍ1tacióli paternalista; como ayuda especial al socialmente más débil y con
menos recursos, anteponiendo rasgos estructurales a cualificaciones y méritos persn
128 Como también ha ocurrido tantas veces con el campesinado latinoamericano en el siSIClHil
mIles. Pero sobre todo, que en el fondo objetiva todavía más la diferencia, segrcgún
de producción e intercambio capitalista (13ebbinglon y Batterbury 2001). Véase también LOn1llit¡ dolos, positivamentE:, consolidando una singularización por diferencia de géneru,
( 1975). cdad, identidad, origen étnico o nacional, capacidad, salud, etc.

388 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICID!\I) 389


j
Comenlando el Título VIl del Civi l Righls ACI ( 1964), la legislación m{¡s illll "" '1 , PRÁCTICAS E IDEO LOGíAS DE LA DIFERENCIA
(ante en la historia americana so bre derechos de las mino rías raciales, Un"
V LA DESIGUALDAD. 11. RAC ISM0132
Graglia ( 1994: 11 3) aseg ura que la imposición de preferencias raciales en el '1I 1plt
sirve sólo para crear hostilidad racial que los mi smos que proponen estas prcl' \h 11
cias reconocen que ex islen y que usan para justi ficar lales preferencias. El rcsllllml. "Cuando yo nacer, yo negro. Cuando yo crecer, yo negro. Cuando yo
es un CÍrculo vicioso. Y un nuevo victimi sl110 aparece por parte de los an ti gulIllllllh al sol, yo negro. Cuando yo al frIa, yo negro. Cuando yo enfermo. yo negro.
( favorec idos. Eso sin discuti r que el modelo al que asemejarse es al del 3mclln uII Cuando yo asustado, yo negro. Cuando yo morir, yo negro.
medio y su nivel de vida. Pero cuando tú nacer, tú rosado. Cuando tú crecer, tú blanco. Cuando
En lo que aq uí nos interesa, y de acuerdo con la Race Relation Acl. ( III/f' tú al sol, tú rojo. Cuando tú al fria, tú morado. Cuando tú enfermo, tú verde.
Cuando tú asustado. tú amarillo. Cuando tú morir, tú gris. ¿ Y me llamas tú
ampliado en 2000)1 29 en todos los colegios británicos los nuevos alumnos h lll( " .
a mI "hombre de color"?"
rellenar una fi cha de autoadscripción étnica, con el objeto de conformar con 111 PIIII
tica de cuotas y la monitorización ét nica en todas las instituciones públicas (un IVt ' Pepe "el Negro".
sidades, escuclas, prisiones, hospitales y centros de salud, reclutamiento lahlll ,,1
policía, justicia, etc.). Los objet ivos son identi ficar diferencias étnicas, aseglll lll l .
igualdad de oportunidades, el acceso a bienes y servicios públi cos, asegurar In plJ
sencia proporcio nal en diversos foro s y ámbitos, monitorizar tendencias y resol\'1 I .1. Breve genealogía de las ideas raciales 133
cualquier barrera o discriminacion por dichos cri terios (Commision for RII\ 1111
Equality 2002)130. El térmi no de raza ha atraído tanto discurso, representac ión y práctica social, ha
Más reali sta parece, a largo plazo, la propuesta de Wil son ( 1994: 17 1). Ah"~1I ~'Id lldota n hondo como concepto político y de sentido común en nuestra trad ic ión
por una acción afi rmat iva l/O racial en cuanto a gara nti za r los derechos cívico ... I~ Intelectual y pragmática recie nte, que no es de extrañar que, a pesar de l cuesti o na-
toda persona mediante políticas dirigidas a la erradicac ión de la marginalidad y 1I Iniento de su validez como concepto c ie ntífico, los estudiosos insistan en la necesi-
la promoción del bienestar que bien puede atacar objeli vos específicos para eoh', Ilud de la inves ti gación de los efectos y consecuencias políticas, económicas, socia-
tivos específicos, sin necesidad de racia/izar ni e l problema ni qui enes lo li ' IWII I 's y demog ráficas ligados a este tipo de categoría 134
Cuando deje de haber el Día Mundial de la Mujer, el Día de la Infancia, el Dfllllt I lOl rac i sQ!Q..C.onsis.l~e~r y practicar diferencia y exclusión social a partir del
Di scapac itado, etc ., estaremos en una sociedad igua litari a - no androcén tricil , 1111
~lIp u es to de que las características humanas -o servables o no- son hereditarias e.. .,
adultocéntrica, etc.- donde todo el mundo se caracteri zará por alguna diferclwlll Irta ltCñilííes, porque residen en la esencia de cada uno. El as ecto evaluativo/valo ra-
sin que valga más un a que otra y, por ende, todos seremos semejantes (j no id(~1I ¡¡vo es intrínseco al ensamiento y conducta rac istc ,siendo que unos, 0 1' sus rasgos
ticOS!)1 31. r cualidades, se considera n s p.eriores y mejores que otro~ El etnocentrismo también
i~ C caracteri za por esta recurs ividad interna, este at ractor de sí mismo como referen-
cia sobre la que medir lo demás, el reslo. Sin embargo, como bien apu nta Wall
129 Code o/ Praclice 01/ rhe Dwy 10 ProlllOle Race Eq/lality fu e aprobado por el ParlamclI lII , Malefij t ( 1983:223), el etnocentrismo no excluye ni el mejoramiento ni la adopción
comenzó a surtir e fecto desde el 3 t de Mayor del 2002. como medios de inclusión en la igualdad l35
130 Se recomienda el uso de las cl asificac iones étnicas recogidas en e l Censo, que lu ego IItll l
rev isadas por la tntcgrat ion and Hannonisation Division of tlle ONS (Ofic ina Nac iona l 111
Estadíst ica). La li sta es una mezc la de categorías raciales y etniconucionalcs. Tambi én se rCCOttll1l
datos sobre reli gión, lengua y si se es re fu giado o no Cf. Apartados 5.5 y 5.6. 132 Buena parte de este apartado puede leerse como continuación del Apartado 3.5. (Ontolo-
131 Es obvio que los con textos nac ionales no son idén ticos. Una cosa es discriminación po_1 gfas Sociales). También está ligado al apartado sobre Estereotipos Sociales (Cf. Apartado 5.6).
ti va y a ira po líticas específicas de atención para contribuir a resolver cierta s situaciones. Paru l u ~ Algunos aspectos qu e competen tambi én a esta form a de alterid ad/alterización han sido relatados
inmigrantes no hi spanohablan tes, sería deseable e l desarro llo de una política de inmersión lingUr.. en el Apartado 4.4. sobre Etn icidad.
tica en español. Es claro que esto les singulari za, pero su razón no se formu la en términos élll k o'l' 133 El contex to soc iopolítico y económico del racis mo ha sido en buena partc ya descrito e n
y/o raciales como puede ser en USA o en Re ino Unido. Creo que no puede hablarse de di sc rltt ll los Apartados 4 .3 y 4.4, sobre todo en cuanto su contexto coloni al e imperi ali sta.
Ilución positiva en las políticas lingüísti cas de los gobiernos de Eu skadi y de Cata luña a la horn jI¡ 134 Banton (8an ton I 994)dicc que e l término de ra za es út il no pa ra explicar estas re lac iones
va lorar la competenc ia en el idioma propio por enci ma ele otros méri tos a la hora ele acceder a eh!t sino para entender el modelo que los actores util izan y para comprender toda la legis lación y 1'01(·
105 puestos de trabajo. Aquí se trataría más bie n de un programa político de recuperac ión de l idln ticas naciona les e internacionalies para combatir el rac islllo.
rna más que de la intenc ión de bene ficiar unas perso nas en vez de otras, por mucho que al fina l WII 13S Aunque en las ideologías y prácticas raciales también hay mediaciones, ambi giicdadcs y
gan ventaja. negociaciones hasta cierto límite. cr. in fra.

390 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 391


Podemos dist inguir estratégicamente entre los adj etivos racista y racial, ¡¡ pI' 11 hll'lI lizill:S.(UJ!lJJJomento preciso- ni único de la constitución del concepto de raza
de sus evidentes conex iones. En el primero pensaríamos en un ejercicio devaluHl l"lI IIII no significativo para definir una nlteridad cronotópica y po1(t iCII1I1 ntc configura-
excl uyente; en el segundo, en un epíteto que toma los supuestos ideo lógicos 11 1111, V¡Írias son las tendencias y corrie ntes de pensami cnto que pueden conjugarse en
objetivaciones conceptuales - p.ej. el término de raza- (Cf. in fra) como descriptlll t tlll llIomento dado y hacer emerger un determinado modo di; discurso. reprcscnt a-
válidos de una realidad social y política así construida. Racial se referiría a raZtll'Olll1 I h n. práctica y experiencia, el cual, como lodo proceso dinlhlli 'O. sigu ' siendo 11 0
concepto para distinguir unos humanos de otros; racista derivaría de racismo, 'Ilh 11 IIh~ tante diverso y coherente fragmen tari amen te.
dido popularmente como una actitud y práctica de alteridad que se justifica di scul I
Lo cierto es que, como dijimos en el 3.3, no puede d 'sv inculars' 1111 11 id '1I1i dnd
va e ideológicamente en la validez del concepto de raza para descri bir dicha relllld",'
1 Hlopeo -como confluencia de todas sus variantes nacionales y sus concOlllll llI1 'ills
(así construida). Por eso oímos expresiones como estudios raciales (por ejemplo '" I
.11\ la construcción del Otro (muchos olros) mcdiante e l cx pansiouis nlo '0 11' '1' ';,,1 y
uni verso ang losajón), políticas raciales, etc. Esta diferencia se entiende bien CO II I
IIllI itar" la csclav itud y la coloni zación europea en la Modcrnidad, pal'til' de l siglo X V
siguiente ejemplo. Hablando del capital como una forma histórica particular de 'x l
¡t1"'O sobre todo desde el XVI (Goldberg 2006).
tencia de los medi os de producción , Karl Marx dice: "A Negro is a Negro. Only ull lll I
certain conditions does he become a slave. A cotton-spinning machine is a maclillll El estudio de la flora y la fauna en los siglos XVI y XV II propició ulla I'e n 'x i 11
for spinning cotton. Only under certain circumstances does it become 'capital' '''lI' I'n Occidente sobre los tipOS humanos (Todorov 1993). Carolus Linllcaus ( 1707· I77R)
(SvstenlClnalUrae, 1735) ubicó a los humanos en la cúspide de la clasilicatol'ia IIIIilltlll ,
Siguiendo los argumentos presentados tanto en el apa rtado 1.3 como e l en I ~
1 'servando la denominación Homo sapiens para nuestra especie (Wall Ma le nj t 1983),
sabemos que las relaciones entre representaciones y prácticas, aunque complejas, NIIII
I)Iv idió la especie en razas distintivas, pri ncipalmente a partir de rasgos físicos y psi.
recursivas y forma parte conjunta de la experiencia. En cualquier caso, toda pl'~ '111 I1
I'ológicos. También por los comportamientos culturales, pero éstos serían I'es ultado
racista se fundamenta en representaciones raciales y éstas se reconstruyen en prrtl'lI
d '1 am biente y no de la herencia, por lo que, en línea con el pensamiento ilustrado de
cas raciales y racistas. -- -
HU tiempo, las variaciones culturales peltenecerían a la historia fisico-geogrtifica del
Si mantenemos cierta distinción entre ambos es porque nos permite segllli 111 Iltlmbre y no a la historia natural (ibid.)' 37 Como quiera que fuese, europeos y ame-
pista a liiCOnslm cción ideológica del pel1!amienrol'liCial, eJl su rela au lonolll !¡1 dcallos estarían en la cúspide intelectual y moral de la Humanidad.
~ istém ica de las práclicas segregacio~y di§criminatorias del racismo en sus 111,
Parece ue fue el naturalista alemán I ohann...Erie.drichJ3 lumenJ)ach (1752- 1840)
tintos contextos locales e históricos.
1 primero en diVidir a los umanos por su color de piel, aunque insistió en la impo-
La reflexió n sobre los otros está croscultural e históricamente generali zada, 1111 sIbilidad de delimitar claramente un grupo de otro por la multitud de casos interme-
la ma yoría de los casos, las diferencias y semejanzas entre los grupos se h, n SIIl dios, Qlanteniendo, por tanto, la capacidad de hibridación entre las diferentes razas,
blecido en términos de apariencias, actitudes, hab ilidades, apti tudes, creencias V c0!I!':'.!.ubespecies de la especi-;' humana definida por Linneo. Distinguió ci nco razas:
prácticas, en relación a algún tipo de hori zonte sociocognitivo cultural e histódlll caucáSIca, mongo a, etIOpe, americana y malaya. A cada una le atri buyó unas carac-
desde el que evaluar lo que son y cómo deben ser los humanos, lerísticas compOltamentales e idiosincrás Icas precisas, La denominación de caucási-
Si el encuentro con otras ge ntes y costum bres obligó a redefin ir el mapa dc Ii. CII a la raza europea se debe a la valoración estética que hizo de un cráneo descu-
alteridad de los europeos, en la misma medida también su identidad. Toda la CO II, hierto en el Cáucaso. Sus fi nas líneas y suave cejas parecían ir bien con una
trucción prácticorepresentati va de los Otros, es un proceso de redefin ición y reor~1t mentalidad europea supuestamente ampli a de miras y generosa, Los cauc icos eran,
ni zación autopoiética de la(s) propia(s) identidad(es) europea(s) como complejidadt', sin duda, los más gráciles, A cada una del resto de raZCIS, se le atri buyeron caracte-
sistémicas. rrsticas craneométricas determinadas, en cuanto a tamaño y forma , con COñSecuen-
cias intelectuales eñfei'ación a la psicología etnocéntrica de la é oca, El cráneo de
El pensamiento racial y racista no ti ene un Í1nico origen (ni siquiera una fOl'lu lI
los etíopes y su piel oscura evidenciaban su proximidad genética con los primates, ia
del todo coherente, Cf. infra) IJi una ún ica evolución sociohistórica. ~or eso no I 'dll
pesar de que la piel de estos últimos es incluso más clara que la de los caucásicos! 138

136 "Un Negro es un negro. Sólo bajo determinadas ci rcu nstancias se convierte en esclavtl 137 Lo mismo diría Suffon ( 1749), quien según algunos autores parece haber sido el primero
[Marx, 1967 ( J849) cit, en Sahlins 1976: 132). Una hiladora mecánica de algodón es una máqllÍtHI en utilizar el término de raza (Cf. Molnar 1998) aunque otros retrotraen su uso a los siglos XV Y
para hilar algodón. Sólo bajo determinadas circu nstancias se convierte en cap ital" (t rd .propia). UI1t1 XV (Lou is Ruchames, 1969, ci lado en (Wade 1993).
de los debates filosóficos, políticos y sociales de fines del XIX también se formu laron en estos I ~ I 138 Tanto puede confirmarse el peso ideológico de estas clas ificac iones que, con el tiempo los
minos: muchos apoyaron las vers iones poligeni stas del orígen humano y, sin embargo, rechazaroll Roma y los Turcos no serían incluidos como caucásicos, reservando esta categoría s610 para los
el esclavismo y la opresión social a las razas ¡njerio res (Cf. Wall Malefijt 1983:227-235). europeos blancos.

392 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 393


Los rasgos mentales también se justificaro n a parti r de lo.s1isic.o~ Tamaños y rOl 11111 Ideas, o que Franz Boas ( 1982) - alumno del primero- se in teresara por los li,etor 's
de l cráneo, del cerebro, de sus partes, etc. explicarían las diferencias psicológi 't" ~ i tuac i o n al es
de la percepción y por una psicología de los pueblos a part ir de la hi sto-
inte lectuales entre las ra zas consideradas como superiores y las demás. da y la etnología l41 , no fuero n sufi cientes para liberar a la Antropología ele la época
En Francia el escen~ue_el-debatesºbre las diferencias nacionales y de eht', dc las ideologías y prácticas sociopolíticas dominantes en Europa y Estados Unidos.
~(wall-Ma1efi.ít1983). El fra ncés J.A. Gobineau (1816-82, Essai sur l'illeWI///, QlarLes Dar.Wn, quien nunca abju ró de la posibil idad de heredar los caracteres
des races humaines) dividió a la Humanidad en tres razas: blancos, ~ y 1111 1111 1 udq uiridos segün las teorías de l Conde ele Lamarck, acabó, ent re muchas contradiccio-
1I0s. Dentro de una ideología conservadora y antisemítica. sefu;i6a los nÓrc! i co0 01 U1 1 nes, relacionando los caracteres físicos con la selección sexual, como res ultado de pre-
'Sujieri~res. Sus ideas se extendieron rápidamente y fueron utili zadas selectivall ll"1I1 ferencias estéticas y prácticas de selección cultural 142 . La evolución moral e intelectual
\Xi"I. unosyotros para justificar rácticas excluyentes Y.JS.e~ . H.S. Chamb rl¡lIll 110 fue de su interés, aunque mantu vo que, en últ ima instancia, también serían produc-

cl855- 1927), de origen inglés pero nacionalizado alemán y casado con la hij ll tll 10 de la selección natura l '43. ~ pesar de compartir el etnocentrismo de la élloca, se 1'0-
Richard Wagner, también asoció valores psicológicos y culturales al concepl" tlr clamó, no obstan te, abolicionista, creyente en la posible redención de otras tribus gra- ~
raza, obviamente sobrevalorando a la raza aria , que tan graves consecuencias I Clld~ !1i d as a la enerosidad yate ' 1alismo de los europeos.
en la Alemania y Europa del S. XX.
cA pesar de su convencimiento sob~perioridacl.Qc"cidell1al.-n.Q.5-eria..tl.tl-q~
Los fJIQg resos de la ciencia, la técnica, el comercio, la industria, las viclOl 11' dc~era una filo sofía social de sus teorías evolutivas. Más bien fue su entorn o inte-
militares, la colonización de nuevos territo rios, indUjeron a los euroamencanos ti \)lU lectual de compañeros y contertu lios los que, eneTá,n bito de las ideas libera les del
Jerbal~s u etnocentrismo y pensarse como supen ores, fuentes y agentes de c.!J!.i1Im econom ista A. Smith sobre la competencia individual y efexito económicoLy deíá
ciólI. Lo que en los il ustrados se debía más bien a la influencia del entorno (( '1 fi losofía social de Herbert SpenceL'.44, se apoya rían en las teorías de la selección
lVíÜntesq uieu, El Espíritu de las Leyes) y a la falta de conocimiento, en el etn él'lr natura ara justificar las diferencias también sociales entre los g rupos huma nos,
trismo decimo nónico típicamente de la Inglaterra Victoriana se iría convi rtiend o 1111 cOIJientc que se denominaría posteriormente como darwinismo social l45 .
incapacidad sustanti va de las sociedades primitivas que, poco a poco, irían eOlio
ciéndose como razas inferiores l39 .
Los antro 610gos evolllcionistas intentaron mantener la creencia ilustrada de lit 141 Franz Boas (1982) insist ió en que aquellos indiv idu os que cayera n en el solapami en to de
unidad de ~esB-e.cie-hwnana '40, coqueteandQ continuamente con el determ i n i ~ "111 dos frecuencias génicas no podía n ser adscritos ni a uno ni al otro tipo. Separó herencia biológ ica
fac ial. Tu vieron grandes dificu ltades en compaginar la idea de la unidad psíquiclI tI! (le herencia cultural , liberó a la cultu ra de con notaciones evolu ti vas e independ izó las Ciencias
Soc iales del determini smo biológico. Cf. ¡Ilfra.
iOShumanos con la di versidad intelectual de formas de conocimiento y una idcoh l 142 Según la terminología actual. Véase Boyd y Richerson (1985) o Harris (1 987).
gía etnocéntrica de superioridad occidental. Por poner un ejemplo, E.B. Ty lor eS11I1I11 143 Como su colega A. Wa llace, Darw in también leyó An Essay 011 rhe PrincipIe of Populatioll
convencido de que aquellas razas de civilizaciones superiores tenían más conex i ollt~ _ (Ensayo sobre el Principio de la Población, 1798) del higienista y preocupado por los oprimidos
entre las células y fibras cerebrales que aquellas otras de una escala civilizatoria ;,(/,, 'l'homas Ma llhus ( 1766- 1834). Mahhus creyó que la poblac ión tendía a crecer por encima de los
rior, aunque esto no le impedía estar de acuerdo con el pensamiento ilustrado do 111 recursos disponibles, en sintonía con la economía clásica de la época y su noc ión de recu rsos limita-
dos. Todo organismo tendría que luchar para enfrentarse al medio ambiente con el obj etivo de sobre-
un idad psíq uica pOlencial de la humanidad (S tocking 1982c) . vivir. La supervi vencia sería el resultado de la II/cha por la vida, donde só lo los más preparados, por
En gencral, el arg umento era circular: los pueblos primitivos no han progreslIllo med io de diversas estrategias de adaptación, sobrev ivi rían . Parece que Darwi n reconoció en varias
por su II1capacidad mental, pero, a la vez, como no han progresado, no han Joditlo ocasiones la influenc ia de este concepto en su propia idea de selecc ión natural. Según (Harris 1978)
aplicó una fórmula originada en ex plicaciones de la evol ución soc ial a la evolución de las especies.
salirae esta mtnusva ía. ue . Bastían (19 O)iñSlstlera que as lferencias culllu ll [44 Herbert Spencer ( 1871) creyó firmemente en la superv ivenc ia de aquellos pueblos m:ís
les, como producciones mentales, dependieran de las condiciones geográficas aptos y fuertes, capaces inclu so de sustituir a los de más. En su Socia! Statics (1950) diría qu e la
ambientales, así como de procesos de migración y contacto cultural di verso (Koeppln¡ imperfección de la vi da se debe a lo inadecuado del entorno y que los hombres luchan por su super-
1983), que Lucien Levy-Bruhl (1974) intentará comprender esta diversidad medi lllllt. vivencia contra otros hombres, del mismo modo que propugnaba e l liberalismo capitalista de la
época. Esta lucha es una ley de la vida. El progreso significa la sustitución de los más inelicaces é n
conceptos como la ley de participación y la vivenc ia colecti va e indi vidual dc lu,
esta competición por los más aptos y fuertes , ideas abso lutamente con tam inadas de l rac ismo soc ial
que iba abriéndose paso en la época. Lo que luego se dio en ll amar darwillismo social ya cSI:lhu
presente en la mentalidad de la época, con independencia de los escritos de Charles Darwin. I,a
139 Como dijimos en el capítu lo 4, este tipo de reflexión sobre la alteridad se ret rotrae a In ~I I' aplicación posterior de los princi pios de la selecc ión natural a la lucha por la exi stencia en el Cllt Ot'
de la ex plorac ión y colonización europea a part ir del S.XV principalmente (S medley 1999). no socia l parece una tendenc ia confirmatori a de los orígenes deci monónicos de estas leorra s de 111
140 La unidad psíqu ica fue también defendida por John Stuart Mil i ( 1806-1873), por eje mplH1 desigualdad soc ial (Cf. Harris, 1978).
cuando atribuía el posib le retraso económico de los campes inos irlandeses al sistema de distrillu 145 Willi am G. Sumner ( 1840- 19 10) llegó hasta a mantener que los ricos eran age nt es se lec -
c ión de la propiedad y la renta agrícola y no a una supuesta incapacidad de éstos. Cf. (Lebov I97')J cionados por la evoluc ión natural aplicada a la soc iedad.

394 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 395


En cualquier casQ.,~1 modelo popular del S. XIX no incluía "miuQ.clc III Si los grupos humanos son como s ubesp--ec~ con cual idades intrínsecas, ines-
como algo biológico, sino como un compendio de tradiciones culturales (011111 1111 ¡'IUI101eables, se legitiman naturaLmente las desigualdades y se aplica el principio ele
1994). Hasta buena mitad del S. XIX, la idea de raza fue sinónima de trad iclillll I'lproducción exclu ente e tre_UOQLy_otLQs...LaJlil:llidaci.ÓlLSe convierte en una abe-
me ntales, ideográficas y lingüísticas re fl ejadas en las costumbres, los háb iIO_. i l " 'Ición bioló ica moral.
habl a, e l ves tido, el aspecto físico, las cualidades mentales y morales, etc. , como 1111 En Euro a las ideolo ías de ureza de sangre 149 tomaron la forma de prácticas
paquete complejo de rasgos diferenciales di versos (Tonkin 1989). Raza tu vo 111111 IIIgpnésicas. I as razas superiores se reprodujeran entre sí, sin mezcla alguna, se
bién un marcado sentido geográfico, a lo Montesquieu del Espíritu de las L ' ¡'. Il)nntendrían puras, incontaminadas de todas las defi ciencias y taras que supucsta-
blancos en Europa y América, amarillos en China y Japón, negros princ ipal nll'lIlt ;..... lIlente caracterizarían a las inferiores. Estas no deberían reproducirse, con el fi n de
en África, etc. IIIcjorar la base poblacional de la nación ISo.
,Sólo cuando_se produjo la biologizª-c.iál de la diferencia, y se aplicó como mmll - stas ideas se propagaron rá idamente or Euro a y América del primer tercio de l
lo explicativo de las diferenc ias socioculturales y d~mográficilS 146, podemos hllhllil , i lo X ...Ni siquiera países como Francia o Suecia se librarían de ellas. Por supues-
de raza en el sentido moderno l47 . lo fue en Alemania donde encontrarían un terreno abonado. El antisemiti smo de
las diferencias físicas observables expresarían cualidades subyacentes es Ol' 11 ;obineau (An Essay on (he Inequality of the Human Races, 1853- 1855) y su rechazo
les, imposibles d~ modificar. Estas esencias serían naturales, here itan as, y, 11111 /1 la hibridación racial fueron bien recibidos en Alemania. A pesar de que Herder nega-

tanto, inevitables. En contra del re lato monogenista bíblico sobre la creación hU 1I 1I1 r/l cualquier base sistemática para ex plicar las diferencias humanas, no es menos cier-
'na cuyos seguidores ex plicaban las diferencias por la influenc ia del ambiente 14 ' , 1'1 to que vinculó la idea de raza con el del nacionalismo étnico romántico, base de la
racismo científico propondría una teoría no universalista de los seres humanos: 101111. Identidad del pueblo alemán. Una interpretación sesgada de la filosofía de Friederich
somos esencialmente distintos. Nietzche y su insistencia en la renovación social, política, moral , basada en las cuali-
dades ancestrales del espíritu germánico's" que tanto ensalzó Richard Wagner en sus
S:on la aparición del racialismo, es decir, la justificación de la inferioridad ill obras musicales, fueron retrabajadas por la propaganda de Hitler a la hora de legitimar
,ciertos grupos por criterios esencialistas, se echó a perder toda la fi losoffa ilusInllll1 el exterminio atroz de millones de seres en la Alemania nazi,s2.
~el mejoramiento social. Incluso aquellas teorías que hablaban de la progresiva dC~i'
neració n humana creían en la posibilidad de redimir a aq uéllos a los que Dios hah'" Por tanto. el racismo es una construcción sociohistórica y cultural específica,
il1d~p,em!@llemenle..dC-Cilllcom itancias
fenomenológicas..y confluencias conce tua-
creado como iguales en un principio. De hecho, las ideas dieciochescas de la PCd l'1
tibilidad humana posible para todos, a partir de la igualdad psicológica básica COI' , les con otros proceso~ estructuraciones de alterización social' .
los hombres, fue totalmente trastocada cuando las ideas del progreso se enredarOIl ¿ Cuáles son las ideas clave, a modo de conceptos politéticos también, de estas prác-
con el racismo. lieas y representaciones? ¿En torno a qué atractores se estructuran a corto o largo plazo?
!:ea unión de las teorías evolutivas con las del progreso etnocentrista colaboradllll Veamos más despacio los p!!supuestos en lo",s"--,,==~====,-,-,,==~,,,-­
, a la ' forma lización y expansión de las teorías raciales y las prácticas racistas '1111\ formulaciones raciales y racistas.
~

.farac teri zarían tanto la política interior como colonial durante el SXIX y buena palll'
~. XX,--Aparte del interés por conceptualizar al Otro elLreJación a uno mislI lI'
148 Por ejemplo, Miche l de Montaigne (1533-1592), Montesquieu. Para el debate sobre mo no-
_::-Europa y USA- las ideologías raciales garantizaban explicar nuestra identidad fr 11
genismo (un único origen humano) y pol igenis mo (varios orígenes para los di st intos grupos hum a-
te al Otray viceversa en términos e desigualdad: nuestra su erioridad frente a Sil nos) en el S. XIX, y sus co mplejos vínculos con ideolog ías esclav istas y ant iesclavistas, véase, Wall
inferioridad, justificando cualquiera de las prácticas de dominio olítico económico, Malefij' (1983: 227 y ss.).
social , moral y emocional sobre nuestros inferiores, así objetivados socialmentc. 149 Por otra parte no nuevas.
150 Las nuevas teorías sintéticas, que un ieron las teorías evolut ivas de Darw in con la gc n(!llcn
de G. Mendel, contrad ijeron la fundamentac ión c ientífica de estas práct icas. pues muchas cufer-
medades y deficiencias genéticas se debían a genes recesivos (Dobzhansky, 1970).
146 Y como legitimación del dominio occidental sobre sus colonias. 15 J Obviando la tradición grecolatina y cri stiana que siempre les consideró como tribll s 'lt1/'·
147 La idea de raza como algo biológicamente fundado no fue exclusivo de Occidente, pudi 1\ baras, impos ibles de organizarse políticamente y, por tanto, civilizarse, hasta bie n entrado '1 X IX,
do rastrearse su penetración e n algunos discursos de los sig los XIX y XX sobre la superioridad d (1 152 Después de la segunda guerra mundial y las barbaridades perpretadas por el nll'l.i ~lll n , el
los Han en China. Estas ideas fueron transmitid as por intelectuales formados en la trad ición oeel abandono de los aspectos biológicos privi legió el de los culturales y lin güísticos, COIl SUglf ll ldl l l\1
dental que qui sieron modernizar las ideas sobre la diferencia desde cri terios tradicion ales basad\l~ término de 'grupo étnico' como políticamente más correcto.
en la di visión por constelaciones cul turales, a diferencias sustantivas basadas en c1as ifi cacioJ1 C ~ ¡53 El estud io genealógico de todo di scurso racial o/y étnico muestra las di stinta s '0 11'; 1 ¡lid\!
orgánicas y psicológicas, incl uyendo jerarquías morales que se hacían derivar de las mismuI( nes hi stóricas de estos elementos, sus diferentes relaciones sistémicas y de atracti vi dml IlI to N(, {'l'.
(Díkotter, 1990). (Ramírez Goicoechea 199 1).

396 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAI 397


5.2. Contra las categorías raciales. 1: Raza como esenc ia siva y moral mente pri vileg ia las esencias frente a las apari encias, a pesar de sus
paradojas 156
E l concepto ele raza quiere explicar las diferencjas humanas a partir de d ir~1 '11 Esencializw ; pensar que la apariencia es efecto de algo-.interior permanente e
cias físicas - a veces observab les, a veces no, er. infra- que se heredan, ~l11 l1 l1 t Invariable, y que las similitudes res onden a ro iedades comRanidas más profun-
festaciones de dife rencias subyacentes, esencias. ennanen tes. Se pien sa que la m /1 la ', es una forma concreta de objeti vación (ex tern a li zaci~ nco(porac i ón)~,-pe ro
es algo primordial , distintivo, profundo y transgeneracional, como una rcali(illll lIo~a. f?onde unos agru Qan, otros dividen. Precisamente, lo que distingue a
escondida bajo la superficie de las apa riencias (Atran 1990) pero que determina 6stll. unos grupos humanos de otros en términos socioculturales es la particular manera de
El racialismo científico ubicó esta esencia en un luaar invariado e invariable: 111 '- asociar, por contigüidad, metáfora o cl'Ossmodalidad, unas cosas junto con otras, es
biología, entend ida, por una arte c n o c/IIcestralidatLy, pQ.LQU:.~illi . decir, las es pecíficas maneras de establecer relaciones metonímicas y metafóricas
~ l1tre ellas 158
mo genético .. Se trató de lI aturalizar , en el doble sentido de conve rtir en Nat l/ I'III,'
za a a vez que objeti var como evidencia una específi ca combinatori a hi stóri ca de ' I (~
mentQS distinti vos -así seleccionados y va lorados, observables o no- , convirti endo
esta arbitrariedad (limitada) en una lI ecesidcu/, en algo que cuali fi ca onrológicollur,¡
te al sujeto indi vidual o colec ti vo por ser lo que es, su esencia, y que no puede S(1¡ 5.3. Contras las categorías raciales. 11 : Raza como categoría
cambiado por la acción o la voluntad humanas. cognitiva
Anne Stoler ( 1997) afi rma que los sistemas raciales dependen de una movilidlltl
táctica, en cuanto que combinan elementos más fijo s y cri stali zados con otros rn " Cominuamos aquí la discusión ya iniciada en el apartado dedicado a Ontologías
fluidos y fl ex ibles . La ideología racista ha incluido Flex iblemente diversos aLribul (}~ sociales. Nuestro interlocutor de referencia vuelve a ser J..,awrence Hirschfeld (1988;
y criterios de membresía, combinando la fluidez con elementos más fijos de modo 1993 ; 1996; 1997). Recordemos brevemente lo que apuntábamos entonces. gste
que resulte difícil de contrargumentar empírica y experimental mente. Es entre II I antropólogo de las teorías de la especificidad de dominios mantiene que raza sería
juego_de_lo obvio, la apariencia perceptualmente cognizada y )Qjntemooco;;;;; '111 una categpr0 de la mente propiciad!lyor un dispositivo innato para clasificar clases
visible y, por tanto, no cOlllrastable, en do nde reside la JJlasticidad y pervas¡;;¡¡¡ad dlll de humanos por su ~arienc i a --que podemos percibir- y por eso puede ser util izado
pensamiento racial. - -- políticamente:1b1sado_en claves visuales, sería fác ilmente aprensible por los niños e
Este esencialismo cognitivo mantiene que cuando algo se parece a otra cosa el"!
que ambos comparten propiedades subyacentes cOlllunes l 55 ; que bajo las apari cll
cias hay esencias. Pero no hay ninguna razón para pensar que las categorías de 111
---
ideológicamente utili zable para fines de segregación económica y social.
Ya comentamos las críticas de Christina Toren y M. Phylactou a la ingenuidad e
ignorancia de Hirshfeld sobre la socialización humana guiada y orientada, y la
ateridad estén vinculadas a esencias de las que las apariencias serían indicio. Que I impregnación del poder y la economía política de la diferencia en el ámbito familiar
racismo científico así lo objeti vara a partir de toda una tradición fi losó fi ca en cotidi ano en el que crecen todos los niños en cualquier entorno cultural. ~
Occidente no nos permite concluir que en otras fo rmas de alteridad/identidad suc . Hughes ( 1992) habla de cómo los niños saben de la distinción por razas , pero no lo
da lo mismo. Que en las ideologías raciales y en el raci smo haya tierra abonada parll v~an. Saben de los prejuicios, de la discri minació n, del etnocentrismo y-ºel
esta asociación se debe a que seguimos en una cultura representacional que disCll l' racismo por medio de su exposición temprana a los medios, las conversaciones y
comentariOS de los adu lLos, los estereotipos, el trato desigual smil pe~ frecuente en

154 Sobre las relaciones entre Bi ología y deter mini smo genético, véase (Ramírcl
Goicoechea 2005a:Cap. 3). Otras form as de determini smo genético pueden encontrarse en el 156 Si la ciencia tiene que ir al fondo y despreciar la forma, siempre engañosa, recordemos que
Neodarwini smo y sus incursiones en lo social. Cf. Wil son ( 1975), Tri vers ( 197 1), Van den Berghc vivimos en un a sociedad de imágenes y apariencias, en donde actuamos nuestra identidad y la de
( 198 1). Para todos ellos el comportami ento tendente a la preservac ión del grupo (altrui smo, coo los demás. Algo parec ido sucede con la concepc i6n marxista de la ideología co mo mi stificac ión
peraci6n, etn icidad inclusiva/exclusiva) están determinados genéticamente, in sc ritos en nuestru engañosa que hay que desmontar porque esconde las contradicciones inherentes a las relacioncs de
/ulturaleza. Al benefi ciar al grupo, favorecemos nu est ros propios intereses y viceversa (el ge" producci6n.
egoísta de Dawk in s ( 1976). 157 Naturalizar -como forma es pecífica de objetivac ión en Occidente, por nuestra cs pecffi<: 11
155 Desde una teoría de la compl ej idad, esto no se da. No puede estab lecerse una linealidad forma de concebi r lo que es la //Oturaleza- es secuestrar a la humanidad su capacidad de Irall sfor
entre causas y efectos: a las mi smas causas, posibles efectos di stintos; a efectos iguales o parecidos, mar intencional y co nscientemente - luego política y ética mente- sus condicioncs de cx istcllciu.
no necesari amente las mismas causas. En teoría evolutiva las similitudes morfol6gicas se explican 158 Que a estos caracteres observables se les atribuya una dependencia causal de cscllcias suh
de dos maneras: por analogía (origen diverso y estructura disímil pero coincidencia funcional) o pOI' yacentes bien puede ser porque seamos sociali zados en determinados modelos culturalcs qll e "JI
homología (origen comlm, estructura parecida, pero diversidad morfol6gica y funcional). vil egian delerminadas asociaciones mental es (Bruner 1996).

398 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMfA POLfTICA DE LA ETNICIDAI) 399


el ámbito escolar - la clase, el recreo, los juegos, etc.-. No es de ex trañar entOll\ I t,,,lones de la época de la esclavitud. El trabajo en las f{¡ bri eas fu e de gran utili dad a
que inclusos niños de color mues tren preferencias por caras y muñecos represclIlIIlI 1.\ hora de separar las clases obreras blancas - principalmente euro peas- y la clase
do a personajes blancos (Semaj 1980; Whaley 1993) y que los seleccfonen 011111 11111 1'1.1 de color, haciendo de esta última la enemiga de la prilllen! , neutrali zando así
compañía a la hora de invitar a casa a algún amigo (Davey 1983). Los niños pre· 'SI 11 1IIIIIq uier posible alianza de clase.
lares ya son niños socializados en buena parte de los modos socioculturales el ' ~It Que lo que denominamos pensamiento racial - (;0 111 0 un g n lll ("({j rí ll d e,WI .\'l re-
enlomo social. \.
pl'l rnan ezca en el Liempo se ex plica por la vari edad y variabilid ad de su signilicado
Además, Hirschfeld confunde.lo!Lefeclos_c.on las ca as. Raza no es más qUI' 111 \ Iwáctica que puede incorporar cn sus relaciones carnb iant es sistcmu/cntOf'll os. en
específica forma (con todas sus variantes) ~n que la alteridad ~omo categoría dI' 111 111 diversas atracti vidades acti vas y pasivas, en distintos lugares y moment os socio-
representación y de la práctica- cristaliza en Occidente, con una historia y 111111 IiINlóricos .
geneaología propi a que emerge como resultado en un determinado momento CCOIII\ Que s_ea-ª.!go fác il de pensar y de aprender por los ni nos no concuerda, segú n
mico, político, ideológico. Dividir a los humanos y agruparlos por ra za no es nI ~ lolcr (1997) con el empeño de las autoridades coloni ales en que los ni nos curo peos
¡"nnato ni natura l que dividir a los futbolistas en equipos de bala n pié. Bien es ci ' 1111 ~t' con cienci ar~ n bien de su identidad, produciendo toda una serie de normns cl is- J

que esle ti o de_clasificación _de--la-allefidadlidentidad se apo a en unaspredi s )oNI I II I'SOS y prác ticas Q!ll'a ev it~ ue los niños se indigenizarml con el contac to con los
ciones perceptosensoriales, que sólo se materializan bajo un fo rmato socioculturlll • IlIIti vos.
por tanto, po íticoy evru uativo, convirtiéndose en l ~úuico_qu . puede ec s ' 1/,, (1
La socialización con las clases subalternas ha sido siem )re ulla preQcup:lción
riólperceplolcollce lOS. Ya hay su~s evidencias empíricas en la investigacl 11
ncurológica como para ignorar estos extremos insistiendo en una teoría objeti vislU JI" ra las élites. Utili zanm los serv icios de cuidado de niñeras, empleadas de hogar,
de la representación. ,'1':-pero no queremos que inculquen a nues tros hijos cos tumbres. lenguajes, mane-
IIIS, de su alteridad. En contex tos coloniales, uno podía encariñ arse y mantener rela-
Raza es una categoría de la mente, pero también del poder, de un poder deten lll dones de confianza y confi dencia con la bonne, la nanny de color, o incluso con el
nadO. por lanto, de una mente d t¡;rrminada, y a la inversa. Comentando el trabajo dI' lima de cría o cualquier sirviente o sus hijos. Pero cuando los ni ños llegaban a la
Barbara Fields ( 1982) Hirschfeld (1 996:68·69), intenta mostrar la pervivencia de IIlN II IIIc!urez social, socialmente reconocidos como miembros de su grupo y estatu s, han
ideologías raciales a pesar de los cambios políticos. Fields cuenta que la ideologrtt Nido siempre apartados de este tipo de socialidad, institu yéndoles el estatus social
racial americana ha de comprenderse en el contexto de las específi cas condiciollcN \'orrespondiente a la posición social de su fam ilia en la estructura social, ex igiéndo-
históricas en la esclavitud en las coloni as británicas de América del Norte. Sin embnl .
les el comportamiento y 1as compaI1las
-- ad scntas
' normatl.vament e ai '
a misma 160 .
go, y a pesar de las leyes abolicionistas, el sistema de pensamiento racial continuó '11
Son específicas relaciones históricas de poder las que materiali za n cualquier
América. Eso le sirve a Hi rschfeld para sostener que el sistema se debe a las pecl!
liaridades propias del concepto de raza como idea. fIlV/leIlS i611 , si la hu biera, de pensar las difere ncias humanas en términos esencialis-
111,' . tal como propone L. Hirschfeld . Si el pensamiel'to racial ha de comprenderse
Desde una perspecti va dinámica y autopoiética no se deri va esta conclusión. 1211 desde una ecolo ía de la co nición LCf l.3), de igual modo hay que entender la rea-
primer lugar, t,<ldos sabemos que para que lOdo si a igual, '!E.Lque cawb¡qr. Aparl lización ~ ésta en una ecología política, por medio o e la cu altoJn~ex istenc· a l 6T.
de por las presiones políticas y éticas, no hay duda de que el abolicionismo liberó unll
Es una determinada manera de pensar y prác ticar la alteridadlidentidad la que
mano de obra imprescindible para la industria, que requería contratar trabajadores
constru e sus conce tos: hay razas por<jlle hay racismo, una loeología(jUe cree ue
autonómos de cualquier forma de atadura legal 1S9 En cualquier caso, lo que se mues
diferencias individuales y degru J20 se basan en rasgos genéticos heredi tarios, una
tra es una relación mu y compleja entre representaciones, prácticas y estructuras polr.
ticas y económicas. En el fondo, más que replantear la dependencia y desi ualdad d
los esclavos, elabolicionismo los li beró de una atad ura legal, pero no les proporcio
nó los medios ara reducir el foso que les separaba de las cl ases pro ietarias. Como 160 Los estudiantes chocoanos son predominantes en la esc uela y los profesores también. A
dijimos más arriba para el caso americano del No rte, las 1 eologías raciales encono pesar de que todos eran conscientes de los estereot ipos étnicos de unos y otros, la etn icidad exclu-
traron fuerza renovada en el contexto industrial, no ya el de la agricultura de las pl an. siva no dominaba las relaciones de ami stad. Los estudiantes ant ioqueños tenían poco incentivo en
ma ntener su exclusividad si querían part icipar plenamente de las activ idades juveniles en la escue-
la y la ci udad, centradas sobre todo en el deporte y la danza, dominadas por chocoanos y costeños,
el atracti vo de estos aspectos de la cultura chocoana y costeña. Los límites de este acercamiento
159 Es esta la teoría del individualismo posesivo (MacPherson 1962), que, me consta, ha rcci ~ venían dados por su progresiva inclusi6n en la red ét nica de sus padres según iban creciendo, COIl -
bielo ciertas críticas. Sobre todo porq ue esta liberación necesari a para el desarrollo industri al capi- ducidos hacia el trabajo, el matri monio y quizás a irse de la región (Wade 1993: 176-177) . Sobre
tali sta tuvo efectos mu y diferentes entre el Norte y el Sur americanos y porque, no en vano, la il1l11i - có mo uno se educa para el trabajo y cierto estrato soc ial, véase Wi ll is ( 1990).
gr'lción europea ocupó buena parle de estos puestos asalariados. 16] Argumento llevado más allá de las propias afi rmaciones de Stoler ( 1997: 105).

400 ETNI CIDAD. IDENTIDA D y M IGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNIC IDAD 401
b/lse biológica inalterable que determina el comportamiento. Recu 'sivamente esltl' \'ollstantes migraciones, donde la mczcla..cs w.H.U'calidacl col a que la der;va de ~es,
Illismos conceptos, en otro lugar y ticm o de complej idad, reforzarán [ce' ráll 11 ,'omo cambio o incluso pérdida de detcnnirwdos paquetes gcnét icos, se produce
reori entarán estas ideologí~ rácticas. \'ollstantemente. Muchas poblaciones hUlIlanas no cncajan en las categorías raciales
Éste es precisamente el argumento de la reversibilidad no isomórfica ent re si, tl' 111 uso, que denotan una división del mundo en los I ~ nnin os geo polílicos del S. XIX
mas y entornos que hemos incorporado en el análi sis de las categorías de la rcp,,' 1" de la era de la colonización.
senlación y la práctica de la identidad/diferencia social. Así también podemos enlClI Ya Joseph ~er ( 1852- 19 I M), F"'lIlz Bo"s y Wi ll i:nll Z. Ripl ey ( 1867- 194 1)
del' cómo las ideologías raciales pueden convertirse en entornos de procesos políticu (Wall Malefijt 1983:240), soslu vieron eslas idea, a pesu.. de no cont" .. lodavía con
y económicos cuando, en otro momento, ha podido ser al revés. En un conl xIII /oIulicientes inves tigaciones empíricas sobre los poli morli sllloS Ilur llU l10s . AlinnarQJl
sociopolítico diferente, las ideologías raciales se reorgani zan y recrea n nuevos siglll '!,le las diferencias in traraciales eran más acusadas que las illfc /'m l'ia lcs y que las
ficados, a partir del fuerte arraigo y objetivación social que haya n podido adquiril 11 tll.:generaciones biológicas se producían principalmente en aquell os gl'UpllS de inter-
lo largo de varios siglos de maduración - objetivación social- en una dirección dCliII 1'lI rnbio matrimonial cerrado cuyos miembros se reproducen entre sr. A. I<roebel'
minada. Este fenómeno no se debe a la naturaleza intrínseca de la categoría CU IIIII ( 1923) a lI'Ill Ó lo mi smo y que, por tanto, desde el punlo de visla cic/llflico. eslC CO ll -
producto de la mente, sino a la complej idad de fac tores en distintos momentos lit ~ 'c pto tenía poca utilidad, puesto que su capac idad denotati va de UIl conj ull to hUllla-
organización y reorganización, que siempre incorpora elementos antiguos a los qUl 111) en términos de operati vidad categorial era limitada. Ashely Monlagu ( 1952) pro·
dota de significaciones y posibilidades renovadas. Precisamente eso es lo que O C"", puso hasta prescindir totalmente del término l63 La Asociación de AIll l'Opologra
aquí (Cf. Stoler 1992). El pensamiento racial no es una categoría natural de la me/llt' Ilmericana (AAA) publicó un manifiesto de ac uerdo mínimo en 1999, en el mismo
ni deriva su potencialidad clasificatoria de sus propiedades como tal categoría « '1 ,Ii ,ntido que venimos aquí recogiendo, de que raza es una construcción socioculturul
Hirschfeld 1997):79. fLgensamiento ( la ráctica racial y racista) es una crislali/ll , in vJ!lidez científica alguna.
ción histórica y->,ulturaLesllecífica d_eJ. construcción biospsicosociocultural de 111 Como los científicos no pueden establecer límites claros a las vari aciones gené-
Alteridad y la Identidad. como categorías deJa.r 'esemación y la ráctica sólo oh,ll' en los grupos humanos, han optado por hablar de poblaciolles (Dobzhansky,
II CII5
:tivadas y ob'eti vables - por tanto, ex perimentables- en relaciones sociales '62-. - 11)70) (Cavalli-Sforza 199 1)1 64,
Las diferencias genéticas se denominan polimorfismos humanos .
Aunque el concepto popular l65 de ra za varía enormemente en cuanto a sus cri -
IIJl'ios, generalmente refiere a variaciones genéticas que se expresan en el fenotipo
5,4, Contra las categorías raciales, 111 : Polimorfismos
y, por tanto, suelen ser visibles como el color de la piel , el tipo de pelo, la morfo-
humanos, frecuencias génicas, clinas logía de la cara, el color de los ojos, tamaño corporal , etc. Veamos un par de ellos.
1\1 color de la piel depende de la expresión de mu y pocos genes . No parece una
Hay varias razo nes, refrendadas Eor la investigación biológica, por las que no I ,'oincidencia que aquellas pigmentaciones oscuras aparezcan predominantemente
sostiene éíCOñce¡;to'de raza para explicar la di versidad humana ni poder legitimar JII l\1I aquellos lugares donde los rayos de sol son más di rectos e intensos, entre la lati-
'prácticas de exclusión y segregación social sobre ésta, En prime' lu al' no ha m~1/\
puras. La distri bución de los caracteres hereditarios no sigue líneas claras. No hay UII
paquete génico específico para los negros, para los blancos, etc" que incluya todl'
163 Los antropólogos biológicos siguen sin ponerse de acuerdo en cómo interpretar y denomi-
los criterios que arbitrariamente hemos incluido en nuestros estereotipos. Lo~gt] ' pu, lIur las posibles diferencias humanas (Li eberman y Reynolds 1996 cit. en Kaszycka y Strka lj 2002).
humanos son resultado de incesantes mezclas, no pudiendo establecer el prototipo th 164 Es un término que puede ser utilizado C01110 categoría inlermedia entre individuo y espe-
ninguna categoría racial. Unos grupos coinciden con otros en determinados rassu. ,1" {Iue exhibe determinadas frecuencias génicas en todo o en parte de la mi sma. Pero no parcece
génicos, con otros en otros, estos con los segundos en ciertos genes, pero no en todll. 1 onvel1cer en Biomedicina a la hora de ubicar las frecuencias génicas que dibujan la preval encia de
llenas enfermedades que se tra nsmiten hereditariamente co mo la anemia falc iforme, la ¡ntoleran -
etc. Las intersecciones entre conjuntos y la existencia de subconjuntos son una CO I'"
dI! IL la lactosa o la fibrosis císt ica, o los gru pos sanguíneos. Se habla de una (lI/cestmlidad biogeo-
tanle debido al flujo genético. !o:,a historia de la humanidad es la de sus contínu", ~ NI'''jic(I en estos casos. Tampoco resuelve de l tocio los problemas clas ificatorios de la Antropo logía
hllense que identificación restos de ADN de personas invo lucradas en delitos.
I(¡S El alcance de las defi niciones y de la refl ex ión científica en general es limitado, tanto en
1\1i. : nmpo político co mo en el de las taxonomías y cla sificac iones populares. Por ello es necesario
162 Esto refiere a que todo proceso de construcción de categorías clasificatorias sobre idcll\! It,<lagar en el ámbito de los presupuestos de sentido común , aquél que, sin ser impenetrable al di s·
dades y diferencias sociales es necesariamente illlersubjetivo, donde definidores y definidos actl111l1 H If'SO científico, exhibe un a cierta autonomía propia a la hora de construir y gestionar reprcscnlu
y representa n en un campo sociopolítico concreto. \'Ioncs y prácticas .

402 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIO NES ECONOMíA POLÍTiCA DE LA ETNICIDAD 403


lud 15° Y 20° del globo '66 Se ha pensado que la pigmentación oscura tendría óll , 1i1l,;1'67 No obstante, de nuevo, lo que puede ex plicar delenni nadas frec uencias géni-
lOS adaptativos tanto para proteger al cuerpo de los rayos ultravioletas y sus ~ h I 111'" para unos no ti ene por qué coincidir para otros y las evo luciones no ti enen por
tos dañinos así como inhibir la producción excesiva de vitamina D en el organi ~ ' III' I II~ ( ser semejantes ante parecidas circunstancias Il1cdi oambi cnt (ll cs.
La concentración de melanina impide la ab sorción de rayos ultrav ioleta, no(.;I\,1 Los polimorfi smos selecc ionados CIl di stintos contex tos hi stóri cos y sociocultu-
para la piel y para la acumul ación excesiva de vitamina D , lo que tendría CO II I 1111 'S para construir nuestros es tereotipos raciales no necesariamente se correlacionan
cuencias noci vas para el riñón. ¡lllI re sí ni están ligados unos a otros: no hay_ ninguna correlación necesaria ni cvi-
Puede observarse una gradación de color desde el trópico hacia el norte y SUl , 11, Ill'lIte entre, por ejemplo, I ~ pie l oscura - hay mullillid de lonalidmles de picl- y e l
más oscuro hacia más claro. Africanos subsaharianos, indios del Sur de la India O 111 1',,10 el1§Q!lijadQ, nUos ojos c laros con el pe lo rubi o, independi ente mente de que
mallOS no están cerca genéti camente unos de otros y, sin embargo, muestran una pi ~ lIccdan a la vez en determin adas poblaciones.
mentación oscura debido, mu y probablemente, a una evolución convergente anle 111 Clinas se refiere a la distribución preferente de estos polimorfi smos en delenni -
mismas circunstancias medioambientales. lindas poblaciones. La oistribución geog ráfica de determinados ge nes y su concen-
Por lo mismo, en el norte, con la ausencia de sol y la necesidad de protCgl'1 , IlItción demográfica pueden ser debido a un cierto grado de aislamiento poblacio nal,
contra el frío, la piel clara favorece la absorci9ón de los rayos solares y la necCSllI 111 !ti 'n como resulta o ae 6aiTei·as geográficas, b.ien como resultado de cuellos de bOfe-
producción de vitamina O, necesari a para la absorción del calcio en el intestino y 111111 1/" cn los que ciertos rasgos se han seleccionado y mantenido en un determinado con-
correcta calcificación de los huesos que impida el raquiti smo. Puede que en el he,,1 ~ IlIlIto poblaciona :-DCferminadas estrategias reproducti vas y prácticas matrimonia les
fe ri o norte no haya habido una presión selectiva, de l tipo que sea, para el favo]"('ll "ndogámicas ffiiñ1Jí n pueoen contribuiLa la preservación o desaparición de delermi -
miento de la piel oscura. El uso prolongado de vestimenta puede haber sido imJlllI IlItdos rasgos del Q2S11 ~éti co de una pobl ación o de su ex presión feno típica.
tante a la hora de soportar los fríos de la última glac iación (70.000 años), reduci IIdll
la importancia de la melan ina a la hora de proteger el cuerpo.
De todas formas , lo que puede explicar el polimorfismo humano de la pi g l1lll1 1
lación oscura - la concentración de me lanina-, puede no tener ningún valor explll'H .5. Contra las categorías raciales, IV: Inferioridad psíqUica,
ti vo para lo contrario, la pigmentación clara. No sabemos si el tipo de pigmentaci 11 intelec tual y moral
de los ancestros del homo sapiens era única o diversa, y en e l caso de la primern, ~ I
era clara. Lo que sí es cierto es que los primates no tienen grandes concentraciolll" Las variaci ones [enatí icas, como veremos, nunca fueron solas a la hora de
de melanina en el cuerpo: su pelaje les proporciona aislamie nto térmico y lum íll k ll 'ons truir alteridad/identidad. Se las asoció variaciones comporta mentales, culturª-
suficiente. les, mtelectuales y morales, mostrando, una vez más, las estrechas relaciones entre
Otro polimorismo humano habla de las diferenc ias en la complex ión corpo]]II, RnciSln o -como categoría dela alteridad/identidad por diferencias biológicas y/o
dependiendo también de las posibilidades tecnológicas para controlar y regu lal' 1'1 (I~lidad- y Etnic idad (er.. infra). Si de lo racial se deducían rasgos culturales
intercambio de energía y calor del cuerpo con el medioambiente. De nuevo, pare '1' y psicosociales. entonces se podría predecir el comportamiento de los individuos en
detectarse una relación entre altura y cantidad de superficie corporal en relación II 111 particu lar y de los grupos en general.
regulac ión térmica del mismo. En aquellos lugares donde se necesita una mayo r CVIl La vinculación de las teorías evolutivas con el progreso en la Europa del S.x lX,
poración debido a las altas temperaturas, encontramos una mayor altura de la pob lll ridi Cí:i1iz6alos colectivos no euroamericanos como inferiores y próximos a la barba-
ción en términos medios así como un menor depósito de grasas en el cuerpo. ESlll
ocurriría para los nilóticos y saharianos, por ejemplo. Por contra, allí donde las lelll
peraturas son extremadamente bajas, menor superfi cie corporal y mayor acumu lll 167 Muchos cambios tienen rel ac ión con las práct icas de crianza , con la dieta, con criterios
ción de grasas se detectan, tal como ocurriría con ciertos pueblos siberianos y hiN estéticos. Por ejemplo, la altura media española se ha incrementado tras largos años de mejora de
ta dieta y toma de calcio. La cintura de los ingleses ha aumentado varios centímetros a lo largo de
las dos últimas generaciones, grac ias a la localizac ión de determin ados lípidos en dicha zona a par-
tir de la in gesta masiva y cotidiana de co mida basura. La decoloración con productos abrasivos ~Ic
166 Esto se observa, por ejemplo, entre africanos subsaharianos e indios, sin necesidad de qU{\ muchas mujeres africanas abre un espacio para la redefini ción de su lIe~rillld en fun~ i ón de ¡as ~hs­
compartan antepasados recientes comunes. Los indios americanos qu e viven en los trópicos, sil' ti ntas coloraciones y sus valoraciones objetivadas socialmente (a partir de evaluaCiones cSléllcns
cmbargo, no muestran este rasgo qui zás porque su instalación en el continente es relat iva mclIll' culturalmente constru idas en torno a la blallquidcuf), a la hora de ampliar el espectro de un mUIr!
rccicnte y no hayan desarrollado este polimorfi smo, teniendo en cuenta, no obstante, que la evolu monio preferencial. Del mismo modo, el ejercicio físico, la postura. los gestos, pueden vnriul' ulMl1
ción tampoco es lineal ni tiene por qué ser siempre convergente. nos rasgos del fenot ipo de las personas.

404 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICI AD 4


I'ic (Ramírez Goieoeehea 2005a), incapaces de llegar al éxito econQJ11ico de la civlll No hay ninguna razón genética que ex plique esta s diferencias. La comparación
zaci6n occidental. 1IIIIrc gemelos univi telinos mues tra que aquellos con más años de educación dan
Tanto Boas como Deniker como Ripley criticaron la asociación entre raza y CII' U1cj ores resultados en las pruebas de inteligencia que sus herman os más temprana-
tura, entendida ésta como repertorio de costumbres y habilidades. Ya Lester W", '¡ ", ~nt e deseseolarizados (Bronfenbrennc r 1977).
( I.§± 1- 19!ll subrayó la inextricable unión entre cualidades inteleetu;;¡es-y acceso 11 1"
Por tanto, no hay ninguna evidencia sobre lu superioridad ;:eJl éJic~ dCJl.ingú.!L
I,a educación. Las capacidades de aprendizaje y enculturación de los inm ig;a IlIC~ ~ WlIpO humano en cuanto al desarrollo de lareas intelec tu ales concreta s. Todos los
sus hijos en USA, pusieron en solfa la supuesta minsusvalía intelectual de los 1\11 IUlIllaIlQs.Jienen. en condiciones de salud ncuropsicológica, las mismas cap¡¡c~
occidenta les.
que se definen como cogn iti vas l7 1: clasi fi car, de inferir a parti r de dichas clasifica-
En Estados Unidos el psicólogo Arthu r Jensen se empeñó, desde presupucsliI. dones, re resentar, re-repreentar, aprel1~ a~rendcr a aprender, reali za!' Illctadiscur-
biologicistas y rac istas, en realizar tesISde i1l1eligencia para medir el coefi ciente inl ' ,.us, memori zar ¡ma ¡na!" el asado planificar el futuro mostrar intclH.: ioncs intcn-
lectual (IQ) de personas de distintos grupos étnicos. Por supuesto que /legros y m ~1 donadamente (ostensión), identificarse con quien se identifica con nosotros, tomar
canos daba n peores resultados que la población america/la ' 68 Segú n él, los resull ll NU perspectiva y ponernos e~ su lugar (em atía), tener una teoría dc los estuclos IUcn-
dos se explicaban principalmente por fac tores genéticos y, por tanto, todos lo, til les de los demás, ser capaces de trascende.I!l.QS y objeti var nuestras producciones,
esfuerzos educati vos para mejorar serían baldíos. 'real' significado de otros significados, auto pensarnos y autoeo ntemplarnos re l'l ex i-
Aparte de la dudosa validez c ient ífica de sus presupuestos de partida, el etno lJumente, monitorizar nuestras acciones, anticipar las de los demás y sus ideas, elc.
centrismo de estas pruebas era manifies to. Estaban diseñadas para un prototipo (!p Todo ello_está al alcance de cualquier hUU131J.Q.(J ue lo sea es d cir,..¡;n¡no organismo
cl ase media con determinadas posibili dades educativas y universo cultural cüin!'!! hiopsicosociocultural.
dente con los diseñadores de las pruebas, ignorando faclores de comprensión e inl '1 Las prác ti cas etnobotánicas e instrumentales de distintas culturas muestran el
pretación cultural y lingüística, motivac ión, nivel de educación, relación situada COII profundo conocimiento y capacidad clasificatoria de sus actores. E. Hutchins ( 1980),
el con texto de investigación y sus agentes l69 , experiencias y formas de aprendi zaj ' 'n su análisis de las formas de litigar sobre la tenencia de tierras de los Trobriand de
dest rezas propias, etc. Pllpúa Nueva Guinea también ha mostrado que las mismas conexiones lógicas e infe-
,Hay miles de ejemplos sobre la problemática_uascultur la hora de aplicar t ~l' rencias subyacen a nuestras formas de pensamiento y las suyas. La d iferencia reside
nicas diseñadas para investigar sujetos socializados_oecide lfallllellfe. En la investi gll 'n nuestras concepciones del mundo más que en las formas de razonar (Tambiah
-ción de campo recogida en Ramírez Goicoechea ( 1996a), un mediador social n()~ 1990; Hutchins 1995).
informó de las dificultades de algunas inmigrantes senegalesas para comprender 111 111 Complejas formas de cálculo para la navegación han sido reponadas por di s-
secuencia de viñetas en sus clases de lengua española. El contexto de adquisión de pro ti ntos antropólogos del Pacífico (Cf. Palsson 1994). Como bien resume Wall
ductos horti frut ículas y las interacciones explicitadas en las viñetas les resultaba lotlll Malefijt (1983:250), pueblos sin escritura manej an hasta cuatro o cinco lenguas
mente ajenos, por lo que no podían intuir la correlación necesari a entre las mismas ni diferentes, algunos tienen intrincados sistemas de parentesco que cuesta años
anticipar la siguien te a partir de la precedente. Los programas de alfabetización es p" desentrañar a los antropólogos occidentales, la inteligencia técnica e instrumental
ñola en un contex to local en Suecia ( 1985), tampoco hacían comprensible el vocabll de muchos de los llamados primitivos les permite sobrevivir en contextos do nde
lario de productos habituales en Méx ico para niños procedentes de Argentinal7o. IIosotros no duraríamos ni un par de días. No hay más que imaginar a un europeo o
II ngloamericano puesto en medio de la selva amazónica, sin destreza de supervi-
venci a alguna, sin conocimiento etnobotánico ni de la fauna, comparado con uno
168 Defi nida como bhmca, de origen anglosaj ón, prOlestante, de clase medi a y con acceso ti In del lugar.
educación normal izada.
Sostener la idea de que hay una diferencialidad subyacente a la apa riencia que
169 H.a.sta. los chimpancés de laboratorio dan buenos resu ltados, entre otras razones porqlll\
están famlllanzados con el cOl1lex to investigador, los invest igadores y lo que se espera de ello)j ex pl ica las variaciones de ésta, no es una opción aséptica. Siempre conlleva juicios y
(Ristau t 996). escalas de valores: unaJs raza/s es la mej or, otras son las peores. ~l racismo nunca
170 Es esta una de las batall as principales elllre Antro olooía Social Cultural una Soci o está libre de connotaciones moral es.
logía censal centrada en una Psicología individuali sta y ahistórica. Programa s de prevención de 111
de li ncuencia juvenil en la ci ud ad de Zurich (2006) se encuentran con dificultades a la hora de acon.
sejar prácticas de interacc ión social entre padres e hijos que en Europa están incorporadas comu
parte de nuestra cultura del parellIillg y que pueden ser totalmen te ajenas para famil ias proceden
les d~ otros entornos culturales. Comunicac ión de Manuel Eisner, di rector del proyecto PROSSO,
subcilrec tor del In stituto de Criminología de la Uni vers idad de Cambridge (U K). 171 Aunque véase apartado 1.3.

406 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMfA POLfTICA DE LA ETNIC II Al> 407


5,6 , Orígenes de la Humanidad moderna, Monogenismo Según las investigaciones más rec ientes, no pClrece que procedamos de aquellos
y poligenismo 'I'ectu s que emigraron a Europa y As ia hace más de un mill ón de años, aunque
pueda ser que de una de sus rama s co lateral es. Tampoco de sus ant ecesores, cuyos
fós iles han sido encont rados e n Geo rgia (4,2), Ni tampoco de l I-Iomo Anteccssor,
Hasta aqu í hemos hablado de variaciones génicas entre los grupos humanos, de
que según (Arsuaga 1998) evolucio naría al Homo Heide lberge nsis y posteriormen·
modo que no hay tipOS puros, Y, sin embargo, los humanos modernos procedemos de
te a Neanderthal en Europa, y al Horno sapiens sapiens en Áfri ca l73 .
un mismo pool ~n éti co, que diferencia poquísimo a unos y otros, Hay menor dife.
renCla genética entre los humanos que entre las distintas subespecies de chimpancés La hipótesis del origen ~omún de todos los humanos modernos, y, por tanto, nues·
(pa~ pa/Usclls y pan troglodytes) , Un elefante africano y uno indio se diferencia n tm ~tenellci3..lL\!lliLsol a especie (sapiens sapiens) se basa tanto en restos fós iles
genetlcamente en mucha mayor medida que dos humanos entre sí. De hecho, los como en el análisis biQguímico del ADN mitocondrial, que sólo se transmite Jo r vía
genes que más nos diferencian a los humanos unos de otros se refieren a la inmuni. lI1aterna y que coincide en todos los sapiens sapiens, Fue el !"esultado de los trabajQS
d.ill!, y ninguno de ellos se expresa visiblemente para const[uiLdif~renc i as, SOlo el <!sCann, Stonekin ,. y~~on (Cann, Stoneking y Wilson 1987) guienes señalaron
9, 1% de nuestra composición genética es .;!istinta entre un os y '!!JQS y sólo el 0,0 I % que rocedemos de una oblación de entre 1.00 0,0 D mu 'eres ue vivieron hace
del genoma constituye la vanaclón fenotípica sobre la que las ideologías racialistns linos 150-200 mil años a lo su o.en.Áfrjca _Como dijimos antes, es en África donde
basan l as diferenCIaS raciales (pigmentación, pelo, etc,), Como ya se dijo, ha más se detecta la mayor variación genética del planeta, Los restos fósiles de sapiens
vanaclón IIltragrupa l que intergrupal: si la variación fe notípica de grupos san~ín eos slI piens más antiguos, encontrados en HerlO (Etiopía) (White, Asfaw, Degusta,
es de alrededor del 15% entre, di gamos asiáticos y eyropeos, la variación intragrupal ,ilbert, Richards, Suwas y Howell 2003) han sido datados en al menos 160,000 años
puede I!egar hasta el 85 % (Lewo ntIll 1973), Es en Africa donde se detecta la mayol' dc antigüedad 174
vanaClon genética de l planeta: puede haber más diferencia genética entre dos africa-
nos que entre un africano y un europeo siendo que la mayor diferencialidad s
encuentra entre los iKung San del desierto del Kalahari (Campbell 1996),
". innovaciones culturales que otorgan a ciertos gru pos ciertas ventajas sobre aIras, imponién-
Recordamos que la teoría delorigelLúolccc.y común de los humanos modernos se
(lose demográfica menle sobre éstos, han sido destacados por diversos estud iosos (Cf. Cavalli-
den?Inma monogenisl1io . El mito bíblico de la Creaci6n mantiene una versión m ono~ Sforza el al., 1993 ). Algunas reducc iones en la variabilidad genéti ca de los cazadores recolecto-
g nis ta sobre el origen del hombre; la teoría evolutiva darw' iana también, Por el les en el Pl eistoceno ta rd ío podrían ser explicados por estos fenómenos de selección cultural,
cont~ario , el oligellisl1lo afirma que las razas provienen de diversas ramas de los ~ ob re todo a partir de procesos que dejan pocos restos arqueológicos, como son los que se refie-
om ll1ldOS,J_omo~ubespecies, que han evolucionado de fo rma independiente en 1t; 1l a la estruct ura social y las prác ticas de forrajeo y sus disti ntas consecuencias en términos
uduptativos y de con fli cto con grupos veci nos. (Whitehead , Ri cherson y Boyd 2002) aducen que,
luga res diferentes: La hipótesis multirregional ex plicaría las coincidencias génica"
11 cuan to que parece qu e estos gru pos reco lectores y cazadores del Pleistoceno tardío eran patri-
umanas por el flUJO genético insistiendo que las frecuencias génicas o clinas serran lineales e interca mbi aban mujeres, aquellos genes ligados al cromosoma Y se quedarían dentro
los restos de este orígen di verso de las distintas poblaciones humanas, Estas clinas se del grupo, redu ciendo la diversidad génica, mi entras que el ADN mitocondrial se extendería a
corresponderían grosso modo con la ocupación por parte de determinadas poblacio- otros grupos exógamos. A ese respecto, y junto con otros factores genéticos y evoluti vos, podría
nes de algunas áreas geográficas_ ex plicarse la mayor proxi midad temporal de nuestro ancestro masculino y la mayor lej anía del
femenino, dentro de la escasa diversidad génica que se observa en la población humana actual
La genética de poblac~ha mostrado que todos los seres humanos pertenec (l bid). La cronología de esta coevo lución culLura- gen se ubicaría en un momento de relativa evo-
_ m?s a la ~l sma especie y que el poligenismo, O hipótesis multiregional que habla el lución cultural pero con poco intercambio poblacional, antes de que dicha evolución cultura l
olIgenes diversos de las poblaciones humanas no parece tener mucho fu ndamento, determinara un au mento definitivo en la producción e in tercambio de alimentos y gentes, a partir
tu mbién de un determinado estado en el desarrollo de los medios de tran sporte (ibid. ). Una reo ~
Además, lo que se ha entendido como variaciones raciales es, desde el punto de visl(l tlcntación de los procesos de difusión es la llevada a cabo por los que hablan de difu sion 'démi-
evolutivo, muy reclel~te (SemIllo et al!, 2002), cOITespondiendo principalmente a adap- CIl ' (demográfica) (' demic difussion'), en el sentido del movimiento e in terca mbio demográ fi co
tacIOnes de tipO chmatlco, ecogeográfico o incluso a factores de posible selección cul \Ie grupos con culturas distintivas, y que, en el caso afri cano, y más que por procesos de asi J11ila ~
172
tural en la progresiva ex pansión del hombre/mujer modernos a lo largo y ancho dul \l ión, parece haber determinado de forma importante una gran cantidad de prácti cas cultura les
planeta, (Cf. Mayr 2002), (lIcw1ell el all. 2002),
173 Oc momento no se ha encontrado ningún ejemplar fós il de este antecessor en África.
( cla Conde y Ayal a 2001). Por otro lado, las últimas investigaciones de S. Paabo y su equipo
del Insti tuto Max Plank de An tropología Evolutiva (Leipzig) ubican hacia 500.000 años la scpu-
lución entre Neanderthal y Sapiens Sapien s (Cf. Oreen et all. 2006; Daltoll , 2006; La mb '1'1 y
. 172 El último período del Plei stoceno se caracterizó por una va riabilidad climática a todos IOH Miller, 2006),
ni ve les temporales. La, cultura supu so un instrumento más rápido qu e el genético para la adaptaci6n 174 Nuevas investigaciones sobre estos restos apuestan a una antigüedad de hasta 1t).t oOO
efi caz a un entorno diverso y muy cambiante (Ri cherson y Boyd 2000). La relevancia de las '" "nos, Cf,(MeDougall, Brown y Fleagle 2005),

408 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNIC IDAI d 9


La teoría del Easf Side Story dice que el lugar de apari ción de esta nueva especi ' Por nuestr~s disposiciones perceptosensoriales al nacer (Kellman 1998), por e l
sería el Este de África, La teoría de la Eva mifocondrial refiere a que todos los huma .. li SO preferente que hacemos de la vista, sobre todo los occidentales 177, podemos creer
!l OS modern os tenemos el mi smo ADN mitocondrial , que se transmite exclusivamen- t¡lIe las apa rie nc ias, y algunos rasgos fenotípicos, como son directamente observa-
te vía materna. Procederíamos de una población de entre 1.000 y 10.000 personas hlcs, s~n ~ para pensar las diferen cias y semejanzas entre los humanos
como resultado de un cuello de bOlella 175 , en donde se hab ría seleccionado y preser· (Hirschfeld 1993). Hasta cierto plinto, podemos afirmar la ex istencia de una lógica
vado un subconjunto de la variación genética inicial· perdiéndose e l resto. A partir de lo sensible que, no obstante, no se agota en sí misma (ef. infra). Por eso el pro-
del ah í la evolución tomaría una direccionalidad mu y concreta, ex pandiéndose dicha CCso c1áSifiéatorio tiene estrechas conex iones con el estudio del sentido común, la
dotación génica en lo sucesivo. Quedaría un grupo altamente homogéneo que tran s- plausibilidad psicoló ica, la psicología popular y las etnQc lasificaciones ('folktaxo-
mitiría esto s caracteres génicos a su progenie y ésta a las sucesivas a la par de su tlomies') en el contexto interacti vo y experi encial de sus relaciones.
expansión en sucesivas oleadas por todo el planeta (Cavalli-Sforza y Feldman 2003). Los rasgos fenotípicos representan una mínima parte de la variación entre las
Esta es la teoría del OUI of Africa para e l hamo sapiens sapiens, quien, desde all í se poblaciones humanas y no se sigue su correlación necesaria, como hemos dicho ante-
extendería por todo el mundo con una rapidez vertiginosa, desplazando supuesta riormente. Son e l color de la piel, de l e lo, su textura los rasoos faciales anatómi -
mente a otros homínidos anteriores. cos, aquellos que resu ta njjJcilll/ ellle idenli Icables en un rinci¡lio. De ahí que algu-
Desde ahí esta es pecie se extendería hacia el Sur y Oeste africano, Oriente Medio. nos-süS'tengan que, como en todos los estereotipos, hay una economía cognitiva y
Eurasia ' 76 , hacia todo el planeta, llegando hasta Oceanía tan pronto como hace unos percept iva en la construcción de las clasificaciones humanas.
55.000 años al menos (Miller 1999), aunque otros hablan de hace 70.000 años. Com(l Van Den Berghe (1981) afirma que cuando hay rasgos fe notí icos clara mente
dicen la mayoría de los investigadores en evolución del ha mo sapiens smliens Iodo,,' di stin oui bles tre..los grUpJ~h slemNe se utilizan criterios raciales. S.Lel.glupo_está
'!PillOS africal1!!§. (Cf. P¡Üibo 1993; Tattersall 1997; Stringer 2003).
IIllI mezclado se utili zarían diferenciac iones culLurales. En eso se diferenciarían las
categorías raciales de las étni cas . Segú n este autor, las condiciones en las que apare-
ccn grupos racl3les son predictibles: después de migraciones de larga distancia de
poblaciones caracteri zadas por frec uencias génicas visibles, producto de la escl avi-
5,7, A vueltas con el fenotipo, Dimensiones sensibles lud, el coloniali smo, la conquista militar. Lo que en un principio sería roducto de la
de la alteridad selección natural y de criterios adaptativos sería eficazmellle utilizado con ro ÓSItos
sOciaICSde"exclusio n y de distribuciOn o no distribución, mejor dicho) de recursos
"It is only shal/ow people who do not judge by appearances. The tltlO esca s (Van den Berghe: 1995). - - --
mystery of the world is the visible, not ¡he invisible ". Una vez más no se trata de presuponer la ex istencia de las categorías, sino de
Osear Wilde, The Picture of Dorian Gray, I'cconstruir las condiciones de su aparición, perv ivencia, reconsti tución. <;omo dice
.,!.l!QY--1l287), para que determinados signos se conviertan en significados., a de
habel3'LWlbajo ideológic'U'revio, tanto en su sel . n como u caro a semántica.
Jl ay muchas diferen cias biológicas entre la gente que no se utilizan para marcar o
No podemos negar la recurrenc ia sociohistórica de la cl asificación de l otro ell rcconocer diferencias.
base a diferencias/semej anzas de tipo perceptual visual, a partir ele una primacfu
visual caracte rística en la evolución homínida (Gil ad, et all . 2004). Es algo de lo que Para Rex y Masa n ( 1986) los rasgos fenotíp icos siempre han ex istido y diferen-
he mos hablado en los aparlados dedicados a los estereot ipos, a la exclusión e inclu tes épocas y sociedades los han di vidido de diferente modo de acuerdo a determi -
sión social, y en muchos otros sitios de este laberínti co trabajo. nantes sociales identi fi cables. Por ejemplo, los romanos asoc iaron la piel ex tremada-

177 El desarrollo de estas capac id ades req uiere de un aprendi zaje interacti vo por parte del cc rc
175 La selección cultural podría dar cuenta de estos estrecham ientos demográficos o cllello.'· di! bro y los órganos concern ientcs, además de una precisión de sintoni zac ión ('fine tuning') tanto pr.:
botella. ef. (Wh il ehead, Richerson y Boyd 2002). natal como extrauterino (Stewart y Cohen 1997: 140 y ss.). La experi encia sensorial del ni flo ': 0.; 1
176 Hasta ahora el primer fósil de sapiens sap iens europeo ha sido encontrado en un yaci en relac ión con las ex periencias característi cas de su cultura. Un entorno urbano nos des provee til-
mi ento en RUlllanía, datado en unos 35.000 mios de an tigüedad (Trinkaus 2003). Sin embargo MI Ia capac idad perceplUal que se desarrolla en ot ros ámbitos co mo el rural o elmaríti l1lo, y VicC\'l' l
cree que su prese ncia en Europa debió de ser anterior, por lo menos hace unos 50.000 año ~ saoEn un entorno geomelriUlllo ('carpentered'), donde la medida, la línea y el ángulo son p l t'\ I..
También se sabe que los europeos no somos herederos de los puebl os agriclllturores del medio minan tes como en el ámbito urbano, los occ ident ales somos objeto de ilu siones ópticas el! 11 111 111
Oriente sino más bien de cazadores paleolíticos procedentes de Europa Oriental. medid a que en ot ros entornos culturales. cr. Super ( 1991 ); Eibl-Eibesfeldt (1993:23 1·2'\6).

4 1O ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA CINICI i\f) 411


111 'nle clara con los bárbaros del norte~ los griegos denom inaban a sus esclavos tra- 111, obj~tLv:ada socialmente como algo independi ente de la ac ti vidad e intencionalidad
blljadores de la agricu ltu ra ta mbién seg ún el color de pelo - amarillo, rojo-, asocián- humana (Ramírez Goicoechea 2005a) , No s6 10 cn su uso dev iencn cstos términ os en
do los a los bá rbaros esclavos (Thompson 1989). 1II'tefactos téc ni co-científicos (Wade 1993), s ino , s iguiend o a !-I araway ( 1989), en su
Peter Wade insiste en que los europeos pri vi legiaron determinados rasgos, COI11(1 "'" pro pia génesis políticosocial.
el colo r de la piel , a la hora de interpretar sus encuentros en térmi nos de desigualdad Es verd ad que todas estas ex pl icaciones y caut elas entran muy poco a poco y
socia l y econó micopolítica con las poblaciones que luego devendrían en sus coloni- puntualmente - muchas veces seleccionadas polft icll1llent en 111 psicología de sen-
zados y reelaborar, así, su propia identidad en térm inos de suprem acía y dom inio \Ldo-colllÚn , conformada principa lmente por una ideología nlcia li stH que se resiste a
(Wade 2004). Según él, el trabajo intelec tual realizado por los eu ropeos en estos cambiar. La relativa arbitrariedad dc los criteri os ra cia les no forlll a pllr'l C del dis-
encuentros, en donde se pri vilegiaron ciertos tipos de difere ncia física para const ru ir curso y práct icas comunes, que dan por natural y ev idente lo que son objeti vacio-
y objetiva r diferencia social, no permite inferir que la gente se preocupe natural nes sociocultural, política e históricamente determi nadas, a pesar dc la progrcsiva
mente sobre los rasgos fenotípicos como criteri~s para hacer distinciones. pero lenta penetración de l di scurso intelectual en el común de l saber popular.
Las ideologías y prácticas rac iales no operan con la inmediatez de las diferencias Pero por otro lado, argüir que en Sudáfrica podía redefinirse la ident idad racial
físicas sino que han realizado ya un trabajo previo de selección valoratlva,Olljefiva. nsignada mediante sentencia de un tribunal 181 escamotea la crudeza, la rigidez y la
ción social y práctica política, otorgá ndo les un poder significante determinado loell Inmediatez de las experiencias racistas en Áfri ca del Sur a part ir de UIl OS rasgos rcno-
li zado en e l espacio y el tiempo pa ra un colectivo huma no concreto l78 . No hay cate- Hpicos trabajados política y evaluativa mente con anterioridad en cuanto a su signili -
goría independiente de uña valoración/evaluación estética y moral , la cual remite, ell cudo y poder discriminatorio.
última instanc ia, a juicios social y políticamente generados y distribu idos. !-as idco. Por lo mismo, cuando los rasgos fenotípicos -cultural mente construidos en su
logías y prácticas políticas de la desigualdad y la diferenci a social se nutren sicoló Nll liencia y significación- no eran suficientes para determinar la clase racial en el sis-
gica y sociocultural mente de distintas maneras en relación a cómo a elan cog ni ti vn tema americano, la ancestralidad de la gota de sangre, objetivada jurídica y legal-
y emocionalmente a categorías de la diferencia previamente obj etiYadas_co!TIO ta les Illcnte l82 como el cri teri o clasi fic atorio último, se aplicaba a partir de mecanismos
(Stoler 1992). Indagatorios, con sus propios procedimientos, reglas de reglas y construcción de
Por ej emplo, en los frisos egipcios y g ri egos, por ej emplo, aparecen nubi os sin pruebas y evidencias l83 Estos casos han sido argumentados a la hora de justificar la
distinción alguna con otros egipcios de pigmentación clara; también como consort c~ (il'bifrariedad de los cri terios seleccionados. Pero, como insistimos, esta arbitrariedad
reales, con una antigüedad de cerca de 5.000 años. U n hausa residente en el Re ino es limitada tanto sociocultural e históricamente como experiencia/mente: ~ro­
Uni do, de esti rpe noble, contaba que su padre era llamado el más oscuro, como se ñlll pues tas y definicio nes_sQciales tienen ue teQeJ' algún tip.o_de plausibilidad psicoló-
de su estatus pri vilegiado en la comunidad. Black is Beal/tijul fue la consigna polrt l gica, de experiencia intuitiva, ara reg!,oducirse Y re-crearse (incluir nuevos signifi -
c~ estéti ca del movim iento político pro derechos civiles en USA en los 60 179 POI ~udos tam lén) en la ex periencia de suj etos y grupos. Entre otras condi ciones, los
su parte, Roger Bastide ( 1967) recordaba cómo el cristianismo ha asociado lo divi no 'l'iteriQLfenou¡:úCOS;-ara ser o~ativos en las relaciones cotidianas, han de tener
co n la luz y la claridad, y lo di abólico con la oscuridad, a pesar de unas cuantas vrr ll lgún ans!9j.e-sensoriQQerceptocognitivo, por más que es tén cultu ra l y biográfica-
genes negras (la de Guadalupe, la MOI'ene!a, etc.). rilcnte mediado.
Además, el concepto de fenotipo 180, variacion.es fen.otipicas, etc., son térI11ino~ Parte de los límites de esta arbitrariedad vienen dados por el sistema g lobal que
vinculadas a conceptos ligados a ciertos sistemas de producción deLsab.e· n oC' l tlcfille identidadesy diferencias. Podemos observar esto cuand o se trata de resolver'
dente, el de la constitu ción de la Biología como C iencia de la vida y de~a ~ I ~ 'ie rtas am Igüe a es, aque hs que mencionamos en el epígrafe sobre es tereotipos.
Por ejemplo, Petti grew y col. (1958) mostraron en un ex peri mento ya clásico en el
que se proporcionaba información diferente para cada ojo, la amb igüedad de los ras-
gos fenotípicos se resolvía adjudicando la identidad africana a todos ellos, indepen-
178 Cuando hablábamos de la sociali zación en determinadas saliellcias y en sus significadHIi
at ri buidos nos referíamos preci samente a esto. Las capacidades clasificatorias humans sólo pucd\l l\
existir en contextos de desarro llo elici tados social y biografícamente.
179 Hasta las grandes compañías de cosmética y de moda han incluido modelos de color en HII
publicidad y sus pases, siempre, no obstante, con facciones al gusto estético occidental. Excepcio 18 1 1951 Registration of Population Act. Citado en Wade ( 1993:29).
nes que, no en vano, confirman la regla. 182 Como la partición de humanos en clases ( 'natural ki nds') y los sistemas de verdad que 111
180 Véanse los comentarios de Ingold (1990) sobre la oposición genotipo/fenotipo, a part inh\ Justifican y legitiman.
la teoría del plasma germinal de Auguste Weismann en la que divide las células en tre aquellas g I 183 Hay que anal izar en cada contexto cómo la apariencia y la ascendencia se reJaciorlUtI y
min ales, conteni endo la herencia, y aquellas somáticas, encargadas del funcionamiento del cuerpu ¡;omplementan.

412 ETNIC IDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNIC IDI\D 413
di 'l1 tc mc nte de que la información de un ojo y otro fuera contrad ictoria. Mostrabllll problema sani tario en muchos países africanos. Lo hacen para aumenta r sus posibi-
así su part ic ipación en un discurso racial hegemónico . Iklades de matrimonio con hombres de éx ito económico, que, aunque negros como
Un hombre de mediana edad, procedente de Kerala (I ndia) y con la piel muy OSCII d l"s, no es que las prefieran ru bias, pero sí menos oscurasl 86
ra, era un problema clas ificatori o a la hora de jugar fútbol en San Francisco (USA), ~II D~ otraparte, el- genoti po no es menos variable que el fenotipo Nadie puede
lugar de residencia. Por su piel era lIegro, pero por su pelo li so, no. Ante la incolH' ~ura nti zarel modo en que el materia l ge nético se recombina en la reproducción
rcncia, acababan considerándol o mejicall o (sic !), dClllro del es pectro de categor(lI, sex ual y-cómo se ex~sará fenotípicamente. El genotie.o no está más cerca de la soli -
étnicas prevalentes en la sociedad americana. En Es paña este sujeto pasaría por Slll ¡lez de la bi· ogía de lo que lo pueda estar e l fe noti¡m'87
africall o, mientras que en el Reino Unido, donde vivía en el momento de con ocel'I ~\
claves lingüísticas completaría n una identidad india, menos prejuzgada para un ingllt ,
que un posible origen jamaicano.
Nadie niega que ex istan narices grandes, pequeñas, pie les c laras, oscuras, nl ~" 5.8. Variaciones en to rno al ra c ismo. Contextos soc io históricos
oscuras, oscurísimas, etc., como objetivaciones fe notípicas de complicados prOCl\ y p olític os
sos de desarrollo biológicos. Los fang de Guinea Ecuatorial identificaban a In,
misioneros nava rros por sus largas narices y pálidas pieles y así los representahml
~e mos habl1!!je un único siste ma cl as ificatori o racialista. El racismo ta m-
burlescame nte, con aspecto de fa ntas mas. Pero el significado y saliencia de CSI(lIil
poco es una ráctica uni fo rme, homogé nea, un ívocai 'i menos su historia. Todo lo
rasgos sólo existe como objeti vación social, como producto de las part ic ulares 1'01
conlrari . ara comprender las dIstintas operatorias y elecciones clas ificatOliaS,' es
mas e n que los humanos con stru imos identidad y a lteridad, util iza ndo divc rso,ll
Ilcccsano analizar más profundamente las estructuras soc iales y mecanismos de
materi ales a retrabajar po lítica e ideológicamente, es dec ir, soc iocultural e histó!!
1 'producción social en sus cOnlextos locales y políticos, así como la historia de las
camellte l84 . No es que los rasgos fe not ípicos observables sean buellos para pell.\'1II
I 'Iaciones racializadas, los procesos sistémicos identi tari os que se ge ne ran a su tra-
la di fe renc ia, es que toda posibilidad de cartogra fi ar cogniti vo-cvaluati va menl c 111
\' s, y tambi én la racializaci6n de determ inadas relaciones .
social, está, de alguna u otra manera , anclada en un proceso sensorioperce pt¡vo
gui ado e inducido ecosocialme nte, a partir del cual son posib les uHeriores prow La i mporLa n c~ l as clasificaciones ha de contrastarse in situ, en los contextos,
sos in fe renc iales y no demostrativos, como sucede e n los desa rrollos represclllII \\11 las interacciones y no sólo en los discursos públ icos y forma les y las defini ciones
c iolla les y pragmáticos e n términos de recursividad y objeti vac ión autore ferc nciul legales, sin olvidar eómo vive n las personas las grandes etiquetas formalizadas y
idependielllemellle dependie nte, como formas de complej idad progresivas. lIiljetiv'adas en los discursos, en la política, e n las Rrácticas de excl usión.
Por eS3s comprensibl e que la anemia falciforme o e l grupo sanguíneo, CO li h l
poli morfi s mos con cierta frecuencia génica en determinadas poblac iones, no semi
seleccionados por las etnoclasifi caciones y las polít icas raciales que en ellas se al'" 186 En una ocas ión la actriz Woopy Goldberg contó que, de niña, su madre solía dec irle que
yan y viceversa (va n den Berghe 1997)185 IlIundo se acostara, se levantaría negra, se vería en e l espejo negra, pasaría el día y segu iría siendo
n 'grao El sent ido no era negati vo si no lo con trario: que no se empeñara en algo impos ible que le
A pesar de su dificuHad (Gergen 1967), el color de piel, como rasgo fenotípirll hnría in fe liz y desgraciada toda la vida, que se aceptara a sí mi sma tal como era y que podía o rg a ~
cult ur izado y simbolizado, también pueda ser seleccionado e instru mentalizado plll ll IIlla r su vida perfectamente a pesar o con esta casualidad del destino. A tenor de l éx ito soc ial de la
desidentiticarse racialmente, dentro de la lógica de un sistema racialista y racislH , 1I uctri z, da la impres ión de que aprovechó e l consejo. Parece que Michae l Jackson no fu e tan a for~
IlI lIado en disfrutar de tan sabios consejos.
blanqueamiento de piel mediante d ive rsas sustanc ias, lociones, cre mas, medicanWl1
187 Rec ie ntemente sabe mos que son varios los procesos implicados en la ex presión o no de los
tos, desrizamiento del pelo, c irugía plástica, etc., con no pocos efectos secun dado )lcnes, en su acti vación o inactivac ión, y que la complejidad de l ge noma no res ide en la sUlll a dc
es una estrategia instrum ental de este tipo. Los problemas dermatológicos de much/t 111111 pa rles sino en su din ámica. Nos referimos espec ialmente a la epigéllesis y sus modos de trans-
chas africanas que se da n ungüentos para decolorarse la pie l está consti tu yendo 1111 IIli sión, que han hecho rev isar las teorías darwin istas y neodarw inistas de la herenc ia vcrtical. Se
Ilcnorn ina epigénesis al proceso de mod ificación de las funciones de los genes por medio dc su m;ti-
vuci6n o represión y que no implica ca mbi os en la secuencia de ADN. La herencia denomin ada e/Ji
/llfllétiea consiste en la tra nsmis ión de una célula y organ ismo de información a sus dcsccndic ntcs
] 84 Es pos ible que algunos aspectos de nuestra humanid ad propicien y atraigan más Imhlll\! 11111 afec tar el ADN del núcleo. Esto ocurre princ ipa lmente en el desarroll o de organ ismos lllu llicc
cult ural y polít ico que otros. Pero sabemos qu e la perce pc ión tambiéll es educada socialmente. lllln rcs. Está relacionado con la fo rmac ión y organi zación de los cromosomas y de la cromalil lll 11
185 Aunqu e sí pu eda n serlo por la investigación científi ca, racialista o no. Eso ocurrió, jiPI ¡IlHli r de prote ínas como los hi stones, que regulan estos procesos así co mo di stintos IllCCa niSll lll/'l
ejempl o, en e l discu rso étnico vasco cuyas é li tes incorporaron a los símbo los de la diFerencia lu lit I lu lares. Puede deci rse que un mismo genoma puede dar lugar a di fe rentes ex presiones dcllll¡ ~ IIlU
cuencia de l Factor rhesl/s negat ivo en partes del País Vasco, a part ir de los estud ios de CavlllII 11 cpigenomas. Conceptos relaciones serían la herenc ia epigellética. here nc ia mediaflIl/M"lItnl
Sfor.w y otros. W'mbrey, et all. 2006), herencia estructll ral (Goodw in 1994).

414 ETNICIDAD, IDENTIDA D y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNIC lf)A1 l JI 1


En el Reino Unido el racialismo y el racismo estu vieron estrechamente vincul ll A grandes rasgos y sin entrar en demasiadas mat izaciones ni variantes prácticas
do a la experiencia colonial y a la esclavitud como ya hemos visto. Pero también 11 hl locales, podemos decir que los cri terios de inclusión racia l fucron diversos en la
domi nación sobre los irlandeses, tras siglos de colonización y expropiación' " América del Norte del s.xlx, segú n el grupo de que se Iml ara y en función de las
Reap ropiándose de tex tos clásicos de los siglos XVI Y XVII, los irlandeses fucrOIl pa rt iculares relaciones históricas, políticas, soc iocul tural es entre el poder y los domi-
percibidos en el S. XIX -como los escoceses- como irracionales, salvajes, de inl I liados/denominados. En el siglo X IX americano, para ser considerado blanco desde
gencia limitada, in frahumanos'89 (Order jr 2002), citando di versas fuentes hi sl ,¡ los poderes políticos e ideológicos, había que es tar incontam inado de cualquier mez-
cas, menciona el dicho corriente entre los esclavos de las plantaciones american U cla con otro grupo que no fuera el de ori gen europeo. Por el contrari o, para ser defi -
que "si el negro no fuera negro, el irlandés sería negro", o que el irlandés era '"111 llido como indio, había que demostrarl o, pues, bajo los disti ntos tra tados que respe-
mezcla de "gorila y negro". Para la superioridad y civilidad de los ingleses, los irl llo taban ciertos derechos indígenas a la ti erra, el peli gro era atri buirse tal cond ición y
deses se convirtieron en un Otro mu y a mano, de la misma cualidad negati va qll t' l'ec lamar el reconocimiento de estos títul os.
otros Otros más distantes geográfi camente. Obligados a emigrar después de la hanl E~ una economía esclavista (Cf. Capítulo 5.4) -sobre todo la sureíia- basada en
bruna de 1840 a las colonias pero también a la Inglaterra industrial, en el siglo XIX 111 explotación de los esclavos, bastaba con tener una sola gota de sangrc lI e8117>'
ocuparon la misma posición categorial que los negros en los siglos XIX Y XX. para ir a en rosar la mano de obra esclava en las plantaciones de los col onos blnn-
Ma rgan (1 975), cil. en Bru baker y Cooper (2000), señala que en la virgin ia dr'l COSl 93 En muchos estados de US a c aSlficació n racial se hacía por medio de una
S. XVII, blancos i/ldentured'9o y esclavos negros compartía n una vida parecida di' rcgla de hipo-descendencia (' hypo-descent'): uno era negro con tal de te ncr un so lo
explotación en las plantaciones, llegando incluso a aliarse entre sí. Los terratenientt.: 1j IIncestro afri cano re moto en su descendencia (Harris 1974). Algo sustancial al con-
quisieron disolver la peligrosa solidaridad entre irlandeses y esclavos y, de paso, cepto de raza utilizado en el mundo angloameri cano es que es heredado, se mues tre
capitali zar interesadamente el apoyo blanco en su lucha política contra la metrópoli. O no en claves visuales. Esta asociación permitía una obj etivación más allá de las
De ese modo, instigaron la oposición entre unos y otros, creando para los trabajado pos ibles no correspondencias con los rasgos fe notípicos objeti vados como indicado-
res de origen europeo degradado un fa lso enemigo. Sería éste un vector más enl' l' res raciales. En un sistema racial y racista tan excluyente había, sin embargo, cierto
otros que irían conformando la complej idad de la defini ción de las categorías y pr~c 'spacio para la ambigüedad y la manipulación l94 , siempre que uno pudiera escamo-
licas raciales en USA, a partir de experiencia sociales y políticas concretas en la his Icar las pesqui sas de los viligantes raciales y evitar la delación. El sistema americ a-
toria americana del Sur y del Norte 191 , no, entonces, se basa prin cipalmente en la descendencia, en la filiación. A pesar de
ello, no es menos cierto que la apari encia física siempre ha sido un criterio prin ci-
Ya haoi.ll l 847 Louis Agassiz hacía propaganda desde Harvard sobre la difercn
pa l, pues no en vano expresaría una ancestralidad, un linaje no europeo.
ciación entre blancos y /legras como dos especies di ferentes. Buena parte de las polf
!icas migratorias del principi o del siglo XIX (como sucederían en otros países recep En el Censo,americano la raza es un 'dato' del individuo como puedan serlo el
lores de inmigrantes como Canadá o Austral ia) expresaron claramente su rechazo U sexo o la edad. Arabes e hi spanos '95 (Cf. infra) siguen sin ser considerados blancos
europeos del Este, chinos, hispanos, judíos rusos Ygtro-s, y:sü s referenCIas or euro dcl todo, reservando esta clasificación a la población de descendencia euro pea, pre-
peas del norte (ingleses, escandinavos, alemanes, holandeses), a los que conside,.., l'crentemente anglosajones y nórdicos.
bim más industriosos. La identidad irlandesa siguió bajo el yugo del sistema clasin
catorio racial, si bien de fo rma más oculta. Los irlandeses quedaron como blallco.,
pero de segunda orden, te,!'iendo ue luchar continuamepte por su inclusión elun
192 Hablando de colori nes sanguíneos, la realeza tenía sallgre azul debido al valor dado a la
~gQr~l11er~ blancura de piel, que distinguía siempre a las cl ases ociosas de los trabajadores expuestos a duros
Il'abajos a la intemperie y al sol. Vistos los vasos sanguíneos a través de una piel blanquec ina, pare-
cen más aZllles, supuestamente porque se ve la sangre a su través. por tanto, esta es azu l. Metoni-
mias son metaforizadas y viceversa (Cf. Ohnuki- Tierney 198 t).
188 Ya en el siglo XIV fueron obligados a utili zar el inglés, a montar a caba ll o en sill a, a pOllel 193 Sobre Ia h'¡Slona
. racla
. l y racista
' en Amé nca
. del Norte, véase entre otros Omi ( 1986).
nombres ingleses a sus hijos y a utili zar ropa inglesa (Bartlen 1993) cit. en (Order jI' 2002). Pueden encontrarse diferenc ias en la asig nac ión de estatus racia l entre los dist intos estados a rnl!-
189 Véase (L ebov 1979) sobre la defensa de Stuart Mili sobre los irl andeses y las causas socia ric,mos.
les y económi cas de su supuesta inferioridad. 194 La ascendencia no es menos manipulable que la apariencia y hay multi tud de ejemplos
190 Con contrato de servidumbre como reparación de una ofensa o delito, por un determin adu de ello.
período de tiempo. Escoceses, irl andeses y ot ros británicos fueron así llevados a las coloni as a tm· 195 La ambigüedad cl asificatoria de este gru po por parte de los cen lros hegem6n ico!") de den
bajar en las plantaciones o bien como servidores personales de distintos cargos administrat ivos. nici6n identitaria queda reflej ada en que en el Censo norteamericano de 1990 mlÍs de dic1. lll iIlUlII. '1'f
políticos o milit ares. dc latinos (hispanos mlÍs portugueses y brasileños) no se identifi caron con ninguna de tas cu!qw
191 ef. Wi lli ams ( 199 1). !'fas raciales enunciadas (van den Berghe 1997).

4 16 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIOAI 417


Los expertos han contrastado este tipo de sistema racial ameri can,o con a ~lel infinidad de cate orías intermedias para ap li car a los descendientes de matrimoni os
predo minante en Brasil cUYJLeXl2e¡@1cia colonial, indí ena y de esclavlsmo es bien mi xtos. Las c lasificacio nes va rían entre unas personas y o tras, en distintos momen-
~

4 is tinl H, En el caso amer~ca.no estarí~l11os e,n context~s ~m~u ido,~ fuerl~mente de/cl~I~~ lOS Y contex tos, a lo largo del ti empo o inc luso la biograrra de uno} sus experi encias,
tldades y p-!'oblemas racwllzado-h l11lentras ue el braslieno sella un sistema mclS fl e su sentido de l humor, pud ie ndo darse diferentes ra zas en un a misma familia, según
xible y ambj ~ollde-1a biolQgía supeJ'ficiaLde las a~riencias f enotípicas sería:, su color.
más fácilmente mani ulables. Estudios sobre Brasil en los SO citaban a este pms Estas eategm.·ías raciales remiten escasamente a la hercnc ia o a los ancestros,
como una democracia racial en donde la 'incorporació n racial sería más fluida . dependiend ás de una combinac ión deestatus adquiridos y adscritos, incluyendo
Banton ( 1983) menciona que la ascendencia como criterio rac ial , como en el caso tanto el fenotipo como otras claves de la aparicnci a relativas a la clase social, la edu-
norteamericano, lleva a la adscripción por el grupo dominante de un estatus inaltera- cación, el estatus. Los juegos de colores que Il1Uestntll In historia de mográfi ca, polí-
ble y la fo rm ac ión de grupos sociales basados en clasificaciones bien delimitadas. El ti ca y colonial del país, se ven mat izados por la atracció1l o rgani zado ra yo rientado-
LISO de la apa ri enc ia, por e l contrari o, deri va en un conju nto de categorías vanables ra del sistema económico y sus símbolos de presti gio. No es que la ideo logía racial
que no facilitan la fo rmac ión de grupos sociales a partir de el las y que definen más sea menos importante s ino que sus formas de cOlH':l'cc i6 n son Illds va ri¡¡das, en re la-
bien a indi viduos que a grupos. ción también a las di versas vías de movilidad social y pos ibilidades de mejoramiell-
Esta autoimagen de la convive nc ia entre las ~~IS (blanca, negra e india) no to económico y de l estatus de las múltipl es catego rías socialcs l'J7 ,
quiere decir que no haya racismo en Brasil, puesto que hay una fuerte relación meto- En Colombia también se observa una re lac ió n recursiva ent re raza. dasc y poder,
nímica entre ser /legro ('preto') y exclusió n social. Y con los 1I1dlos, a pesar de su pre- como res ultado del ali neamien to en tre ambos princ ipios o rd enado res, segtí n direren-
sencia y protección institucional formal , un a dejac ión en las multinacionales y explo- les comextos personales y colectivos (Wade 1993:27), sin desca n a,. ul1a din~lIli c a
tacio nes agríco~ y madereras que sustraen las tierras a los indígena~, Lo qu~suc~de propia re lat ivamente autónoma ele las ideo logías racia les y las prácti cas rac istas en
es que la gramática de la alteridad preponderante e~ abarca nte: a~ I11tegrar todas h!s dele rminados momemos y lugares (ibid:34 1).
variaciones raciales en una ~an democracia sin color se garanti za la s llpl~em aC¡¡¡
En el caso de China, un a sociedad cerrad a hacia Occidente has ta Ii nes de l X V III .
blanca en los luga res de la he eroonía econó mica y política (Segato 1998)19 . Ade-
los occidentales eran habllualmente mencionados en relación a sus rasgos fcnot fp i-
más, en Bras il , siempre hay alguien más pobre que uno, y más marginal que uno, COIl
cos: esclavos bárbaros de ojos azu les, bárbaros pelirrojos (D ikolter 1990). Los este-
menos relaciones de patronazgo y c1ientelismo y tutela, como medio para la partici-
(eoti os raciales se organi zaban en torno al color de la iel, la camidad de )elo, )ero
pación social y económica desigual. lalllbién 01' el sonido del habla. La ausencia de familiaridad con la d isimillud rís ica
Como en Colombia o Cuba, e l mesti zaje en Brasil ha sido un fenómeno mu y y la necesidad de construir un a identidad grupal etnocéntri ca, de acuerdo con la cos-
extendido. En estos países se da un reperton o m s amp -rocle en011lIl1aC Iones ara mol ogía centralista y di cotómica china, al hilo de la apertura de la cultura china hacia
clas ificar la vari abi lidad de los feno ti1?os ex istentes, así como mediaciones entre el exteri o r, hace que la defi nic ión soc ial de los otros se haga en términ os de absolu-
unas y otras, que no son excl usivas sino ~ va rían seoún e l contexto. Así...Jlpareccn to ext rañamiento, Los rasgos físicos antedi chos son rep ulsivos y son manifestac iones
de una esencia subyacente inadecuada a los cáno nes chinos. Incluso se llega a dudar
de su humanidad en términos o rgá nicos y fisiológicos (ibid.). La racializaci611 de la
196 Y al revés. Las relig iones afrobrasi leñas, dominadas por la sllbalremidad inco~poran 11
eomunida.d-H China males del XIX se basaba en la ide e la descendencia
todos los brasileños que así las requieran , incluídos los blancos (ibid, ). No ha~ que.o lvlda r qu.\! común de los Han del emperador Amarillo, como un a g ran fami lia, siendo todos lo,s
incluso ciertas élites blancas pidieron feirurías, trabaj os ri tu ales, para la sobrevlvcncm del Pres I- demás famili as exteriores (DI -6 er, 9-9'0). .:;tas clasí" Icaclones fueron reformuladas
dente Tancredo Neves con ocasión de su hospit ali zación entre la vid a y la muerte. Ello muestra 111 a partir del contacto d . es chinas educadas en Oc . e e II e del XIX rin-
fuerte pe netración de estas rel igiones y sus ofic ios en la sociedad de soci.edades bras ~leñas. En ci )ios de l XX con el racia li smo occidental. a cQ.US.tt:uc.ciÓo de !loa humanidad escin-
todo caso la alteridad es il/corporada ri tualmente mediantes las ceremolll as de poses ión de las
r
religiones afrobras il eñas más preponderantes, IImbtlllda y cwu/omblé toda su im~giner~a dc dida en términos e razas ominall/es (pjjn1ero_cxGlus i.vamgnte-l. amaliLLaJus;.gv
ambas dos la amarilla y la blallca l98 ) y razas domilladaL(liLgenle_osc/lra éstas
di versos otros que se interrelacionan con los vivos a través de los oficmntes. ef. (~Iobelllll a y
González 2000). También el carn aval es el lugar y el tiempo de este acoIl1paSanlle~to, por. lo
menos antes. Ahora las escuelas de samba han tomado un lugar preponderante en la IIltegraclón
de los participantes en el evento, y el retrazado del desfi le en Rio desde las call es al samb6drolllo.
ha co/llodificado todo el proceso, dificultando el acceso a las capa s m.ás p.oplllares, cOlllpues li~s 197 El personal de servic io ele los grandes predios tiene, a su vez, otros de estallls inferi or que
principalmente por gente de co lor en sus diversas g radac i one~, denOlllll1 aC Iones y atH~re~o~l~c l °
les cuidan los hij os, se ocupan de su casa les hacen recados, etc. Estos, a su vez, em pi ca n a O l l'()~
Illi elltos; son las capas medi as blancas qui énes se están apropmndo de este evento ~~c!al JIll clal- de estatus todav ía inferior para que les cuiden, a su vez, sus propios hijos.
mente originado fuera de su ámbito ident itario. En cualquier caso, Iodos pueden VIVIr Sil cama 198 En algu nos escritos se hace rcrerenc ia a la superioridad de los blancos por su c;lpacidud dt'

\llIl. igual que laJeilloada , con o sin carne, acc ión colectiva, por su supuesta solidaridad intragrupal (Dikoner 1990).

418 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDIII) 419


Incapaces ele progresar y condenadas a la extinción se basó en la incor oración tI¡ llucciones así lo hayan objetivado y ejerci do en particulares contextos políticos, eco-
1 ~IS ideas europeas al sistema dualista simétrico de la cosmología china ; la herenclu nómicos, históri cos. La cuestión no es só lo quc ambas sean a menudo indistinguibles
de las jeleas ele Confucio en términos de pares dicotómicos, empa a toda la con, ' tl la experiencia social y que una se des lice hacia la otra constantemente.
trucc ión xenófoba de la China moderna (Dikotter 1990). El argumento fenotípico está continuamente ;:ttravesa(lo por el argumento étnh:o-
(',IIlllral: sÍlñbolos de la apari encia, prácti cas, rasgos psicocosiales, son a menudo
IjlllDorados perceptoconceptualmente como continuidad, ell confluencia, con rasgos
l'orporales seleccionados como relevantes para la conslfucción de diferencias y
5,9. Racismo y Etnic idad pj 'mejanzas. F~.Lesenc¡alis11lo vinculado a lo raci al acaba penetrando en el argumento
IlIicocultural, conform ando UIl marco complejo fra gmclll Hl'illll1cnle arti culado que
¿En qué puede ser el raciali smo y el racismo un caso peculiar de construcción y ""''InIte Imlliiples referencias contextuales, del mi smo modo que cs constituido por
ex periencia de la alteridad/identidad y en qué puede ser pensado como un ámbi to Illedio de mú ltiples prácticas y agencias.
muy próxi mo al de la Etnicidad, y viceversa? Las relaciones entre el pensamicnlt l El argumento de l.illi_es,encias y sus perman encias es capcioso, porque debe
racial~ la Etnicidad son complejas y variables, histórica y. culturalmente. ~ t ill !\lUChO a una ontologí.a_dyalista Biología/Cultura en Occidcnte ( r, Ramrrcz Goicoe-
ción en tnuga y e!!liciQad ha sido Ilroblemática parª los anali s~ang l o~ajo~c 'hea OOSa :Cap.3)t99 ni todo lo definido como ell/tllm/ es arbitrario o il imit adamcn-
nes fOIjaron una tradición intelectual y polític!Us cífica basada en las ' R~ce reln te manipul able. ni todo lo enét ic ni biológko es inali enable sustan ti vo. Además,
t~ las relaciones raciales, moldeada en buena parte por $.lI hlstoria de otencil1 Iccordemos que el término ra za (C01110 Natufaleza) y cu/lllra (como lo social) apa-
colonial.
~ recían solapados en la ex perienc ia y la refl ex ión cUfoa lllcri cana an terior al racislI/o
Reconozco que en (Ramírez Goicoechea 199 1) me resistí a dar un tratamiento dif' d el/lífico.
rencial de los rasgos fenotípicos sobre los que normalmente se ori entan las clasifica Eso no implica despreciar los efectos específicos deri vados de la representación y
ciones raciales, incluyendo éstos en los criterios que también manejaban los procesos In práctica de la diferencia en cada una de estas modalidades si los hubiero . Pero dis-
de identidad/alteridad étnicas. De hecho, considerando que las clasificaciones teórico ti nguirlos más allá de como vari aciones sobre la construcción de la al teridad (yen su
prácticas de las personas suelen operar holísticamente, por lo menos en las interaccio caso, de la exclusión) significaría caer en la trampa de su legiti mación como procesos
nes sociales, incluí en la construcción de los estereotipos étnicos sobre la vasquielad ,\'/lslantivamenle diferentes. Con ello ~o estoy diciendo que el racismo_sea lllllversa l2OO ,
aspectos sensorioperceptuales -fenotípicos o no-, actitudinales, comportamentales. ni que todo elnicis.J1lO_s~_a racittlÚla, sino que ambos son formas de alteri zar/iden lizar
ideológicos, etc., dada la continuidad entre los nüsmos en contextos empíricos. con límites borrosos -en términos fenomenológ icos y también analíticos-o
Creo que ahora estoy en mejor disposición para justificar teóricamente lo qu ' Si bien las variaciones biológicas y las diferencias fenotípicas no se correspon-
entonces fue más bien una intuición. Primero que ~l ~I ~. den con vari aciones culturales ni aptitudes de ningún tipo ni cambian al mismo ritmo
sobre operaciones esencialistas, sin dejar de incor orar meta fór' a y metoním icamen- ni por los mi smos moti vos, esto no es óbice para que estas relaciones sean plausibles
te muchos otros aspectos de la diferencI semejanza que, stricfu SeJ.lS0 no se funda- psicológicamente en las etnoclasificaciones de buena cantidad de sectores de la
mentan en crife rios bloló¡[íéós de la deséei,de.!J>'l i de - enotiQ9. Segund~s población cultural mente occidentalizada.
de la apari encia que llamaríamos ~cas, así ~om~ la~encia~ que~~
Lo que ocurri ó es que, como hemos dicho en algún momento, éste fu e un inten-
mismas pudieran derivarse, se estruct~an en rasgos QD m<2!!.9.-a1es y esenciales, ece·
sarios y heredables. El qlÍe esté acostum6radbanuestra perspecti va epi stemológica se to conseguido a medias. ¿Hasta qué punto podemos afirm ar que el racialismo ciel1lf-
'dará cuenta de l;que estamos diciendo: 91 muchos-contextos y s~uaciones_~Ja~i. {tc('...ls!..gró el objeti vo moderno de separar naturaleza de cultura2o-I?Yl0 demuestra el
dad se etniciza, como cuando se atribuyen hábitos y costumbres a las distintas raza.\' ;
en otros, está Etnicidad la que se racializa, como ocurre en el caso árabe yínusulman
'a partir del ll -S (Cf: infra), los hispanos en USA, o como sucede en las políticas de 199 Para llna revisión de esta oposición en Antropo logía Social, véase Luque Baena (1990:
bienestar social para inmigrantes. Esto es posible porque ambos dos sistemas de.$íllls- t t2-t28).
200 Que no lo es, es una forma en que la alteridad se ha construido en la modern id ad europea,
trucción de la diferencia pertenec~n a un continuum fenoménico p.9rque la experi~ i a en parte para construir sus propias identidades y explotaciones
humana y sus representaciones y prácticas de la di ferencia/semejanzª-.lliLS.iguen.Jas 20 1 Eso es lo que dijo Bruno Latour ( 1992). El objetivo ilustrado de esta separaci6n nunca fue
líneas di~isorias analíticas que nos empeñamos en construir. del todo consegu ida. Desde mi punto de vista, no es de extrañar. Representa la cuadratura del d r.
culo y hasta que no reconst ruyamos nuestra epistemología, seguiremos con di scusiones iclcológi
No hay una diferencia ontológica entre clasificaciones y prácticas étnicas y cla- (;lI S bi zantinas como observamos en la biotecnología, por ejemplo. Confiamos en que el c¡lmpo de
sificaciones y prácticas raciales más que en la medida en que los actores y sus pro- ta Bioética repl antee estas cuestiones desde paradigmas más integradores .

420 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDI\D 421


hecho de que e n ningú n momento este racismo se quedó ahí. Si la biología - COIlIl1 NI lo racial ha excluido realmente lo étnico - CIl términos de ex periencia sociocultu-
Nfllu raleza ex teri or a la persona- explicaba las aptitudes inlelec~raínca¡;aci(hlll 111 1 compart ida, así objetivada- Qi.. lo étni co ha exc lui do UIl deslizamiento hac ia la
de a )I"cndiza'c y m~jora mi e nto, la 'USlltJC clón- para palernalismo, tutela pul11 ' IIl'ialización de las diferenc ias, en términos de in-Cilrd inilción (cn el cuerpo) penna-
lI azgo de osjnferiores, e l atraso cultural , la incapacidad de adaptarse a nuevos COII lIenle y reproductible, y, portanto, de a lgún modo heredable. Ade más, raza no puede
texl()s d~ldu stri a li zació n y la vida urb~1, lalalta de et lca y ~s (OCJcIlIIl 'I\: I' un concepto analítico como en el estudio de las relaciol/es faciales en la literalu-
les, por sopueslo);'"etc., 1 ~e.ct.QLeIlt(aro lual eLmismo.lo.l.I<..9~Jas..callSi!.s, openllllll . 1/1 principalmente sociológica. En todo caso, pod ríam os hab lar de relaciones raciali-

entre curoamen canos


.- -- --
Illctafóri ca/metonímicamente como ex licación de las diferencias y desi ualdudt
os demás.
J1lt1l1 Rex (1986) di sti nguió el1lte.rel aciQJ1~es, basadas en los rasgollc lIlI
lípkQs, y relaciones étnica,?. basadas en diferencias étnicas. y encuentra que son dil l'
l/das e..raZ~Q.Wl-co ncepto po..líi.koideolQgico. pero 11Ullca socioanTt'opóíógj-
' 'O. Como dice Claire Je . (~OO!l), podcmos hablar d ' /losiciol/o lidad racia!
1\0 111 0 una localizaciÓn de gI:.llROS en el 'magjnario colecti vo (iY ' 1,1 la prct xis!) .

De otra parte, aunque raza y grupo étn ico se aproxi lllell IIlllcho l' 'presentacional
rentes también porgue la ciones étnicas no siem re tienen uc ser 'erá' uh:UI1, y pragm_át icamente, raza ue englobar diferenles gru pos óll1ico .203 Por e jemplo,
mientras que las raciales siempre lo son e incluyen explotación y conflicto sicll1 J1" llllundo se dice ra za neg ra. Si por un lacio la opres ión racial , y Su atril ·ti vidml pura con
(Rex 1973). De fo rma simil ar se ex presó en su mo mento Michael Banton (1983). Sltl 111 segregación y la desigualdad socioeconómica y po lílica, puede ser UIlIl ex perienc ia
embargo, para Wallman (1986), raza -como fenotipia- es un elemento más en 111 \'om ún de aquellos así denominados, muy diferentcs son las cx pcl'Í l,;lH.:ius dI,; los 11 1'1'0-
repertorio posible de marcadores para crear fronteras, De alguna forma también pUl II t'/lribeños y de los nigerianos Hausa en Inglaterra ; la de los I ¡¡¡ ilianos en USA pucdl,;
Jenkins ( 1994:2 15) quien menciona la raza como un paso /IIás severo en la categOl1 no lener nada que ver con la de los afroameri canos en este mismo pa ís, etc, En Hspníla ,
zación étnica, !.qué puede decirse de común enl re (algunos) dominicanos, (a lgunos) nHllu·ilallos.
Sin embargo, según Stoler ( 1997), el pensam iento racial nunca ha estado su" H'ncgaleses y guineanos a quienes la gen te puede reducir a la categoría de l/ eMIYJ,\''!
cien temente asegurado ~ o gor la apari encia o los ras os fenolí icos. ~os s i st e lllu ~ Por otra parte, aquellos defi nidos como I/ egros, él pesar de sus posibles coinci-
de verdad construidos por la olítica colonial en torno a las diferencias raciales ~I dencias con part iculares grupos étnicos en térm inos de ex peri encias ident itarias,
hill1 apoyadoTañ16léi1 en prácticas culturales, narrati vidad ;dj,¡,p- sicion y rasgos -;"sl IIf'rontan constricciones estructurales de opresión y desigualdad que sus ca-étnicos :t
g>s~ales, etc. encio na que políticos y ad mini stradores de la ley en las co oni n, lo mejor no sufren.
incluyeron en la europeidad una seri e de criterios no visibles que referían a senil En algunos casos el significado de raza se opone al de cultura : e l primero deg ra-
mientos morales y sensibi lidades específicas (competencias culturales, rasgos de pel Iln, el segun o ena tece. Asílo explica ete r Wade ( 1993) para Colombia. Ca (iñage n
sonalidad, disposiciones psicológicas, etc.) (Stoler 1997). Por ende, su carencia e1ell (lel illdio es la de alguien con cuhura e identidadyropia previa a a ca OníZ1iCi<Sil,"CjüC
niría, a la inversa, a los no europeos. Icpresenta lo ex6tico, atractor de atención e .interés antropol6gico. La liñagen del
EJllas ideologías y prácticas raciales y racistas del S.XX y del recién inaugul'lI I/egro es la del desarrai ado, si.n identidad cultural proma, cQ.n orígenes rem~
do XXI es difícil separar ~ribu c io nes culturales de lo fenotípICO, e!!..." uanto a II lit rl'lIgr~s, oculto socialmente como objeto de discurso, de interés, negada su
[ iencia e..erc ibida/conceptualizada multireferenciat holística y valoratjyamente' "10m 'x istencia cultu ral. S~ ud adan os pero exentos del estatus especial reconocido a los
q~l¡;tieneJ1 estos rasgos son, hacen, creen y se comportan de esta manera, lo que Il11I indígenas.
hace diferentes a nos-otros (y probablemente infe riores)". Quiénes son, resulta '1llt' Otro caso similar es e l analizado por Susan Benson ( 1995), comparando a los
'se explica por cómo son, qué hacen, cómo lo hacen, qué piensan, CÓJua..siellLe!l-C.ÓJJlfI II/dios y a los de origen jamaicano en el Reino Unido. Los primeros son pensados en
creemos que son, y de quienes vienen y de dónde 202 . l ~rll1inos de la riqueza de su cultura , los otros bajo el marco de las ideologías racia-
Precisamente por eso, tanto en Ramírez Goicoechea ( 199 1), como aquí, he inlen les, como un esti gma.
tado no caer en la trampa de esta maniobra de singularización del racismo fuera y El reparto que se produce en la investigación social es responsable, en gran medi -
diferente de otros procesos de identidad/a lteridad como pueda ser la Etnicidad. No tia, deesta inter retación. Los antropólogos estudian a lascomuniaa es proce eíiies
es que mantenga que entre ambos no se justifique una di stinción por cómo ambos hall de la Ind ia. En cuanto a la propiedad de vivienda, están por encima de la media britá-
sido creados y utili zados, lo que pretendo es no mag nificar esta posibilidad porque, nica; también en cuanto a empleo. Su hi stori a parece la del éxito social: están fuertc-
tanto fenoménica como analíticamente, sus mu tuas dependencias me parecen clara~ , IIlcnte representados en la cl ase media, con pequeños negocios familiares, muchos

202 Con di stinta capac idad clasificatori a, por lo que no haría falta abordar todas las pregul1lulI 203 Lo mismo sucede con la desa rortun ada ex pres ión razajlldía, que en rea lidad es un CHSO dI:
y mati ces siempre y en todo lugar. wcializaci611 étnica. ¿Cuántos grupos diferentes podemos di stinguir en esta simplificación'!

422 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDI\D 423


'slún cualificados e incluso engrosan las fil as de las nuevas éli tes intelectuales. Se 1\,. históricas di fe rentes, con rasgos fenot ípicos difercntes. Se reconoce ofi cialmente que
compara con la pobreza de los Bangladeshis, una emigración algo posterior. Se di \'i' éstos no son en absoluto una raza, sino un gru po étnico y, sin embargo, en el Capítul o
que como colectivo los indios han sabido mantener sus tradiciones culturales, que hlli!
~, 6 . vimos que su inclusión en el censo del 2000 estaba entretej ido con el sistema
utili z",~o mo capital social (parentesco, redes de sociabil idad, reciprocidad) en Gnlli
IlIcial: se podía ser hispano-hispano, en el sent ido de mesti zo moreno, hispano -blanco
Bretaña. Pero también hay que tener en cuenta que muchos de ellos traían ya consiH" I hispano-neg ro. El estereotipo que prevalece procede de una amalgama de imágenes,

un cierto capital y ex periencia de comercio, lo que no ocurrió con los Bangladeshis IlIs de los chicanos, portorriqueños, salvadorcilos, hondureños: un individuo de escasa
También llegaron antes, cuando vivienda y obtención de trabajo eran más fáci les. ultura, con piel y pelo moreno, inmigrallle, por tan to, PObl'C, con fuenes lazos de leal-
También se les comparara con los afrocaribeños. Estos son estudiados por los tlld gru pal y profunda solidaridad familia r, fác ilment e irasc ibles y gregarios, rasgos que
sociólogos en términos raciales, como un colecti vo indiferenciado, definido por el remiten a rasgos fenotípicos de apari encia y psicosocialcs, Si él sr se llaman es porque
color, la opresión y exclusión social. Su cultura no parece tan ev idente, pero sí sus Irublan español, pero también porque proceden de p,, (ses de coloni zac ión española y,
carencias como grupos marginal es, inadaptados, estigmatizados. Los medios d<, de alguna manera, han 'heredado ' probablement e la sangre ind rgcnil con la española.
comunicación de masas, los políticos y la ge nte los asocian con los graves disturbios Este pensamiento, el de la ances tralidad, es lino de los critcrios del p 'nsmnicnto racial.
ocurridos en Bri xlon y Bristol en los ochenta. Los cari beños tienen una red de parell I!s decir, la etnicidad (l ugar de origen, compartici ón de lengua, creenciIls, Il{¡bitos, etc.)
tesco más débil. No poseen una memoria colectiva tan es tructurada, unos lazos faml se racial iza en SA- delJiOOáI poder hcgcmólUco do esto- sistema clasilicatori o JO!'
liares que puedan trazarse claramente debido a un pasado de erradicación como fU i' encima de cualquier otro, r Omni y Winant 1986)2("'. En USA los hi spanos siguen sien-
el esclavismo. Uno de los problemas reside en la propia percepción del anglosajón, do considerados 110 blancos, lo mismo que los árabes) catcgorí:.is raciales infermediru ,
que supone que todos los caribeños han de ex hi bir unos mi smos rasgos cultu ra les, ni blancos ni negros. De especial interés resulta ver cómo /a idel/tidad á rabe (como si
porque son englobados en una mi sma categoría territorial de origen, de rasgos feno sólo hubiera una) ha sido progresivamente racia/izada en USA.
típicos y situación socioeconómica. Lo que ha ocurrido en realidad es que la expe Todo ello es tan cierto como que, a la vez, a tenor de la diversifi cación demo-
riencia de la migración ha puesto en contacto a sujetos de una gran diversidad de pro gráfica de USA a partir de los años setenta, se han constituido c>llegor(as más o
cedencias insulares, categorizados todos baj o la misma rúbri ca. menos intermedias que parecen operar como amorti guadores entre la clásica di coto-
El pensamiento racial nunca consiguió independizarse de criterios étn icos, en té" mía blancos/negros. En primer lugar la sociedad americana cuenta ahora con ca lcc-
minos de identidad grupal sociocultural. Ser \Van (w hite, anglosaxon, protestant), i1 li vos de procedencia asiática - muy diversos entre eJlos-, caribeños y latinoameri ca-
sea, blanco, anglosajón y protestante, como identidad dominante exclusivista en una nos - también mu y diferentes entre unos y otros- o S i por un lado, como vere mos, el
sociedad multiétnica y clasista como Estados Unidos, e.s un conglomerado categorial discurso ofi cial mutliculturali sta neutraliza toda esia di versidade levándola a viril;;!
~

- ---
(anglosaxon) y religión (protes!e'!'!).
~
-
que amalgama lógicas sistemas/entornos diversos' el ¡!?iR (IV/lite), ancestral" 'Id ( e nuevo mi fOoe Aiñei'ica como país que se enriquece y enorgullece con la diferell-
<:!!!JCf.iñffiQ;-l? cierto es que unos son inás ponderados que 0ti:QS, ubiCáñ'dolos más
También odemos enconuaLdinámicas ca si inversas: grupos étnicos que SOn O menos cerca de su exclusividad privi leglillJa. Eduardo Bonilla-Silva (Bonilla-S il va
racializados. Expresiones como "lo llevan. en la sang re" o "es que viene de padfi ,' 2004)l0s lama blancos honoríficos (' honorary white'). ¿Quiénes son éstos? Pues
a'hijos" para rasgos que no tienen nada que ver con la herencia biológica, son modos aq uellos que los blancos 'de toda la vida' han seleccionado a Ji P<lLun.Juga r
_de categorizar arguyendo una temporalidad que traspasa las generacjone$. Veamos hllermedio_ent e ell Sy el gran colecti vo de tlegms o 'collective black ', cQ!! e l obje-
algunos casos. II vQ.ge mantener su sup.¡:emacía: asiáticos que han tenido éxito en la movilidad social ,
lati no ue.s n asimilado com letamen te a la fo r e vida americ a, cubailOS,
El primero es bien conoc ido: el de los judíos. No hay ni un trazo fi sionómico - ni mej icanos y portorriqueños de piel clara, etc.
siquiera aq uella nari z aguileña o esa cara de avaro de los estereotipos populares- que
pueda asociarse a esta clasificación, siendo un concepto ligado excl usivamente a Ulla Repasemos un poco la historia de la presencia de emigrantes del Oriente Medio
identidad re ligiosa y cultural. De hecho, no hay ninguna diferencia genética entre en este país a partir del artículo de (Naber 2000), que imaginamos nunca imaginaría
judíos y palestinos. Y sin embargo, se sigue hablando de raza judía y se piensa que lo que iba a suceder.
todo lo que les cualifica como dife rentes es heredable. Es una esellcialización de la La primera inmigración desde Oriente Medio data de 1880-1945 y muchos de
extranjería social, fuertemente establecida en Europa desde hace siglos, a pesar de ellos procedían de Siria, otros de Líbano, católicos maronitas, griegos ortodoxos.
conversiones al cristiani smo, siempre de dudosa sinceridad.
También sucede con los hispanos en Norteaméri ca. Los analistas diríamos que his-
204 Negando el principio económi co y político co mo orígenes decisivos de la desigualdad. Lu
pan.o refi ere a la conex ión colonial con España y más concretamente al habla común
aparición en la poblac ión afroamericana de una clase media acomodada en las últimas décudu s hu
española. Hispano se dice de toda una variedad de gru pos con tradiciones culturales e tenido como contraparte la depauperización todavía mayor de la cl ase más baja.

424 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDA 425


'OIllO en Latinoamérica, muchos fueron catalogados como turcos. En general (I<llI p podemos tener una perspecti va más din ámica y fl exible so bre estos fenó menos de clau-
taro n muchos de los modos de vida americanos, incluso ameri canizando su n 0 ll11 \1 1 Hura operacional. La idea de clausura o peracional para gestio nar un es pacio interno de
No se organizaron públicamente como grupos étnicos y las tradiciones quedaron ull \1 1'gitimidad, moralidad, seguridad y pllreza207 nos IIcva ¡¡ ampli ar la interpretación
ámbito privado. Despúes de la JJ Guerra Mundial llegaron más árabes, en esta oc",lt\1I "obre las representaciones y práct icas rac iales y racistas.
musulmanes. La última oleada migratoria data de los 60, mostrando una identidad 111 , La reconversión de l concepto de raza ell suhesfJetie no só lo pretendió retrabajar
politizada, más críticos con el americanismo y más reivindicativos de su arabislI llI y reobjeti va r discursos y prác ti cas de la a lteridad sino lI partar el peligro de contami-
Comenzaron a aparecer asociaciones pan-étnicas pro-árabes y antioccidentalcs 111111 IlHc ión de las razas superiores po r las /'{I zas il~re J'i(}res: éstas 11 0 pueden, ni deben,
como la denominación de árabe-americano. La Guerra de los Seis días tennin 11\ reproducirse entre s í. La hi bridación represcnta e l mayo r pe lig ro para e l manteni-
esti gmati zarlos. Su clasificació n hasta entonces siempre fue problemática. El sist 11 111 miento de los límites raciales208 .
racial americano tiene fuertemente objetivada una representación de la alteridad ' 11 lit
Por eso ~me Stoler tiene_razón cuando afirma que 110 pucdl:. cOlllprCJl de[se com-
población negra. Tanto para la población como para las autoridades, estos :Ir,," '.
resultaban difíciles de clasificar por su ambigüedad fenotípica205 pletamente la historia del racismo sin atender a eu 'LlO es ele g.é ncro y sex ualidad
( toler 1989; 1995). Racismo e ideas sobre la sex ualidad de los 01/0." a parlir de las
Los avatares de la política internacional acabaron con su relati va invisibi/lr/II/I nuestras han sido ingreerre;.rtes prinCipales en nuestra propi a micro-collstrucción ¡dent l-
social. A pesar de las estrechas relaciones entre USA y Arabia Saudí, el confli t'lll ~s claro que toda relación colOnial implicaanombres y mujeres. Si por un lado
palestino israelí, la islamización de Irán, la indómita Siria, los conflictos con una Lih 1\ puede haber repudio por otro hay atracción. Nada como nuestra ideologr" católica colo-
siempre díscola a los designios americanos y la primera guerra con Irak a raíz d 111 nial representan o a a mujer C0l110 madre y salvadora, a la vez que proStlluta y ~
invasión de Kuwait ( 1990), vincu laron definitiva mente lo árabe con lo islám ico y Cull la peraíC¡-~C:1 remor al demonio, el mundo y la carne es una constante en e l cristia-
Oriente Medio. Producto del prejuicio occidental sobre el Islam (Said 1978), imágl' nismo, tanto católico co!TIQ.. 'Jrotestante, peto también un atractivo difícil ele sort ear.
nes de la Intifada, niños y jóvenes hostigando a los soldados isralíes en Palestina, acahl\
de construir la representación racializada de lo árabe-musulmán como hereditario. D~ n (2003) también insiste en la importancia de las re laciones sex ua les y ele
gé nero a la hora de crear fro nteras raciales. Analizando la hi storia de un a mujer
Después de los atentados a las Torres Gemelas en Manhattan, Nueva York , el 1I ll1 ulata y la implantación de políticas muivicio a principios de l S.XX en di ve rsos
de Septiembre del 2001 , la trilogía árabe-musulmán-terrorista se consolidó defin li lugares de Estados Unidos, ~segura que el mantenimie to de las cateo-orías raciales
vamente en la política internacional y los medios de comunicación occidental es 11
¡Icpendían de los di scursos sobre relaciones legftimas o no entre los sexos y sus con-
partir de la hegemonía estadounidense206 secuencias reprOlhJcfivus.-Por e nü,Coñ~a que estos as pectos no deberían ser
Esta racialización de lo árabe llueve sobre mojado en Europa, cuya memoria hiN Ilunca olV idados en los estudios históricos so bre e l racismo.
tórica se construye sobre el temor secular a la invasión de los musulmanes (Goldb '1/
Es obvio que la hibridación ha sido mu y distinta en unos contextos históricos y
2006), que continúa hoy en día en relac ión a sus migrantes y, como no, a la incorpu
socioculturales gue en otros 209 como hemos referido al habla r del colo nialismo.
ración o no de Turquía. Dejé mos el argumento aqu í de momento.
r ieles al creced y multiplicaos y teniendo en cuenta que el contingente colonizador
de España en tierras ame ri canas estaba compuesto principalmente ~or I1o mbres, falló
poco para que se dieran múlti les y diferentes casos de relaciones con Jl!!lÍ- 'es d
5.10. La tentación vive a l lado: sexo, (im)pureza y peligro 1 1I~, a exce clon, en general , de políticos, militares y comerciantes de 'lito rang9,
quienes ~mos trarían más endogámicos, dando.lugar. a los luego denominados c!.·io-
Sabemos por Mary Douglas ( 199 1) cómo los lím!.!.es socioclasificatorios marcIIII
la extensión müxima de la legilimidad moral y la seguridad sociopolítica, más allá <1\\
los cuales se pone en ri esgo el orden social. Si pensamos estos límites como una mell1 207 Con SUS propi as cloacas, detritu s y lu gares inconfesables produclOs inevi tabl es de lodo
tirana osmótica, donde lo funaam ental es e l in tercambio más o menos regulado y accll ejercicio soc ial" co mo mi croentornos recreados internamente.
tado, más O menos flexibl e, según circunstancias, perspectivas y ejercicios de podOI', 208 y no sólo. Los límiles étnicos también se construyen a partir de prohi bic iones de int er-
cambio reproduc tivo. Esta preocupación ha sido un a constante para muchas construcciones dc la
Identidad/A lteridad ét nicas. Una de las cosas que más preocupaban a Sab ino Arana , fundad or del
PNV, eran aquellos bailes en las plazas de los pueblos y los lugares de rec reo en donde población
205 No en Eu ropa. En los cuentos de Tilltín los mal os siempre tienen la piel oscura, semej:lIl lIutóctona pudiera relacionarse con población fo ránea y comenzar una re lac ión de pareja.
do a árabes, de Oriente Medio, egipcios. Uderzo fue criticado en su momento por esta demostr n 209 Rec ientemente se han reconocido los derechos leg ítimos de los herederos de Thorllas
ción de prej uicios. Jererson y su amante negra. Pero seguimos sin ver familias mixtas en las teleserics illllcricnllus
206 De la misma manera en que el fundamental isto islám ico idenlifica Occi dente con e l mal. modelo cl ase medi a.

426 ETNIC IDAD. IDENTIDAD y MIGRAC IONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDA 427
l/os. Presionados por sacerdotes y clérigos, muchas de estas uniones fueron santil l 6, 1, Etnicidad y formas históricas de o rganl/( t h111 111111111 ( 1
cada, por la Iglesia, con objeto de normalizar situaciones que ya eran de hecho. 1.0'
CI/adros de Castas de los siglos XV y XVlreproducen toda la variedad de posibilJ Hemos mencionado que las formas de objetivación de la i<l '111 1111111 111 1' 111 IIIIh 11
dudes y resultados fenotípicos. Cachimboreta , ca/pama/ata , cambuja , castiza , coyu Non múltiples, ~ruzándose, ~g l2!>ándose a veces 1II1as~. LUN 11111 1111 111 11111111111
te, china , son algunos de los nombres que se les fue dando. Y como sucedería 111 " r n política de la identidad y pertenencias son yariaWes hislóricu y \'III" ~ lIl h 11111> 1111
adeJ ante~es atübuyeron ca acidades p.ers.Ol1.~ características psicológicas. 1.1
Iglesia tamb ién santificó estos nacimientos pO.LJJ1edio del bautismo.
Pero no siempre fue así ni en todos los contextos. Ann Laura Stoller (1989) rclll
ª
Y no siempre cristalizan en oroanizaciones olítico-administrat ivlIs I¡ ~ hl Hu 111111 11 1\
las. proceso de.,9bjetivación del oder 110 tiene 01' ué estar CC1111'1I1i 11111" ohlll lilll
puede localizarse a lo lar o de dominios y relaciones más o mCIlOS C ~lllll llll llllr l 11
ta cómo en la Malasia de los años 30 del pasado siglo gobernada por los britán icON, tlifusos, no siempre eVidentes ni objeto del discurso re-presentatil!o y ell ,, ~dl'tll1 IIItI
eran más los que se declaraban eu ropeos que los q ue se consideraban colonizadlJ,I, W;abilidad en su publiCidad y la dislri bución social de su conocim ic ll lo y 11'11 1111111"
mostrando que la ecuac ión europeo/colonizador debería rev isarse. La prohibic ió n <11' Rituales, objetos, prácticas, nombres, órdenes, formas de distribución y COIISIIII III, ¡tlll
la re lación sexual y reproductiva con las indígenas fue más bien tardía: la razó n '111 'cd imientos, actividades económicas, pueden incorporar poder.
mantener la frontera entre los colonizadores europeos y el fruto de sus relaciones QU t1 Form as de objetivación olítica de las adscripciones y pertenencias grulp l c ~ 111111
en algú n momento pud ieran reclamar su europe idad y discutir los privilegios de lo, habidOññicñas. La Antropología Social se encargó de desvelac al mU11do q.u.c huh 11
origi narios europeos. socIedades si n Estad02iO y~ si n embargo, no carecían de instituciones políti clls. 11
veces específicas, encarnad as bien en personas bien en un grupo de personas, ¡uves
lidos de poder (variable) para el consejo, la producciónlinterpretación de no rm as, el
control de la desviación, los medios rituales para su encau zamiento o cast igo, etc,
Figuras como el Hombre Piel de Leopardo, típica de los t!uer, el grupo de sabios, los
6, OBJETIVACIONES POLíTI CAS DE LA IDENTIDAD jefes de clan , los líderes rituales, chamanes, grandes hombres, Jefes y reyes, son algu-
Y LA PERTENENCIA ÉTNICAS, NACIONES, ESTADOS Ilas de las agencias - no siempre específi cas- de control político y dirección social en
Y MOVIMIENTOS SOCIA LES estas sociedades, Como ya se ha di cho para muchas de estas institucio nes, sus ámbi-
tos son compuestos, atravesados por muchas otras prácticas y significaciones que la
segregación de la política forma l reali zada po r Occidente ha in tentado aparcar (sin
"Esta Revolución habla respondido, ciertamente, a un oscuro impul<() conseguirlo del todo).
milenario, desembocando en la aventura más ambiciosa del ser humano, La Antropología política mostró que e l Estado, en sí mismo y en sus ' rsas
Pero Esteban se aterraba ante el costo de la empresa: 'Demasiado prol1(() concreciones y formas, es una construcción hi stóri ca211 .Una teoría sistémica de la
nos olvidamos de los muertos'. Muertos de Parls, de Lyon, de Nantes, do fo rmación del Estado tieneen cuenta múltiples factores: demografía, localización,
Arrás; muertos en los pontones atlánticos, en los campos de Cayena, 0/1 recursos, territori o, articulación adm in istrati va, control impositivo, organ ización
tantos otros lugares, sin olvidar los muertos cuyo recuento se hacía impo
eSlratificada, sistemas de producción, distribución y acumulación.
sible -secuestrados, defenestrados, desaparecidos .. ,- a los que habla qUII
afladir esos cadáveres vivientes que eran los hombres de vida rota, elo En la Europa Mediterránea y e l Creciente Fértil nos viene a la cabeza e l naci -
vocación frustrada, de obras truncas, que por siempre arrastrarlan una vidll miento de los Estados que luego muchos se convertiría n en Imperios, con sus dinas-
lamentable, cuando no hubiesen tenido la energla necesaria para suicida. tfa s reinantes, gobern adores, funcionario s, élites burocráticas y comerciales, sier-
se. Alababa a los desdichados babuvistas, a quienes tenía por los último', vos, esclavos, pueblo llano, Ciudades-Estado como las polis griegas de Atenas,
revolucionarios puros, fieles al más limpio ideal de igualdad, trágicamento Esparta, Corin to, etc., pero también las italianas renacentistas como Florencia,
contemporáneos de quienes todavla predicaban, en las colonias, LlllIl Venecia, Génova, y la actual Singa pur. Li gas, confederaciones, princ ipados, canto-
Fraternidad y una Libertad que sólo hablan quedado en artimañas pol/tic8' nes, señoríos, ducados, cali fatos, reinos, indican distintas formas demóticas o aris-
para conservar tierras o adquirir otras nuevas. Y concluía el narradaelol,
amargo, vaciando su última copa de vino: 'Esta vez la revolución ha fracn
sado, Acaso la próxima sea la buena. Pero, para agarrarme cuando estallo,
2 10 Weber subrayó, por ejemplo, que Ull a de las fuentes de la conciencia (ri ba l es la cx pcricn
tendrán que buscarme con linternas a mediodla. Cuidémonos de las pa/8
bras hermosas; de los Mundos Mejores creados por las palabras. No Ilay cia y acción políticas (Weber 1978). Se refería, obviamente, a 10 qu e el mundo mediterráneo gl'l!CO
romano entendía por tribus.
más Tierra Prometida que la que el hombre puede encontrar en si mismo ''',
' " Lewellen (1995); Carneiro ( 1970): C.rnei ro (198 1); Gluckman (1978): Luque (19%) " '"
Alejo Carpentier. El Siglo de las Luce , algunas lecturas para empezar.

428 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDI\D 429


lo 'fálica, (e l'. Smith 1986 :78) de ejercer poder, control y ad mini strac ión sobre ge n Desde el punto de vista interior, Idiere a facc iones políticas y económicas en
les. recursos y espacios. pugna, movi mientos centrífugos y centrípetos de acumulación económica y política,
distribución desigual de la ri que za y los pri vi legios, tradicio nes c ulturales e históri -
Elt ipo aristocrático se caracterizaría por un a é lite que monopoli za el poder y 111
identidad, con el concurso de sectores del clero y de los comerciantes urbanos, con ull cas divergentes, etc. Las etnicidadcs dOl1llrwnt cs de la Europa moderna se han arti -
culado princigalmente en tomo ti esl.e modelo de organi zación lolíticoadministrat i-
campesinado tutelado que ex hibiría culturas vern áculas propias. En este caso, las éli
w~ por el que determinados grupos y élilcs poHlica ' iL1lcn tmon imp~~
les ti enen dificultades en aglutinar a la población tanto cultural como políticamen te.
otros mediante la fuerza y la im Josic i6n ideológica. '0 111 0 la Histori,UlQs....Jl1uestra,
Ejemplos de esta clase serían los hititas, medos, persas, romanos, partos, turcos, polu
csta vocación unifonn izadora y uni vcrsa li sta haciH dt:I\II'c..l, 11 0 's m:'ls que el refl ejo
cos premodernos y húngaros (Smith 1986:78). También los ingleses, fra nceses y cas
d~g,emonta política y lñTlilar de detcl'lllinmlas p:ll'licullll'i dad 's que se irnponéñ
tellanos durante la consolidación de sus dinastías monárquicas en el Medievo.
sobre otras parti culan dades:que U'Cclan fu era ele la al't:lla J)u lrt ¡ '11 . Pod '1ll0S poner
El tipo demótico estaría centrado en lo urbano, en una clase dominante que pro- el ejemplo de la unificació n territorial de España con los Reyes '''1 Ii 'os: primero
viene de fa mili as de políticos, comerciantes y artesanos ri cos e influyentes. CO II política, con la unión de los distintos Reinos (por matrimonio, Hstill ll y I\ l'lIg61l: por
momentos puntuales de revitalización instigadas por determin ados líderes regenera - victoria mi litar, el Reino de Granada en 1492 ; por bula papa l, la 1III 'xióII ti '1 1( ' illo
cionistas. Gri egos, j udíos, armenios, sumerios, irl andeses, suizos y catalanes entrélrfll de Navarra en 1507); segunda, econó mica : fom ento de la MeSla y la illduSlri" 1,," '
en este tipo (S mith 1986 :78), también las ci udades-Estado renacentistas. ra, giro de la política mediterránea a la atlántica y coordin ac ió n de l pl"Oycclo colo
Se trata de una tipología, siendo que se trata más bien de un COmi11l1U1H. Ambos nial de las Américas212
pueden transform arse en el ot ro en la medida en que siempre le cOlllienen de algun ll El escenario externo juri sdi ccio nal es e l de otras forma s de o rganizaciÓII po/(licII
forma. Ejemplos serían el Imperio Otamano y la Turquía moderna. iudades Estado, Imperios- pero también de otros Estados nac iona les europeos ell
Aqu í vamos a hablar de una particular forma de organización política centraliza- construcción. El Estado nacional moderno no puede comprenderse sin es te escenario
da, con mecanismos y procedimientos institucionales específi cos que se creó du ran- in ternacional d co;ne¡¡cio n iOf1a ~su erioridadeconóñ1ica y EilliJ.ar (Kho n 1970:
te un largo proceso de ges tac ión en Europa. Kedourie 1974; Tilly 1975) tanto en tierra como en el mar , y sin las alian zas po/(-
ti cas de las monarquías por medio de alineamientos contra terceros y las estratcgias
matrimoniales de las cortes europeas. 2 14
Este cerramiento operacional se realizó en e l contexto de oposició n de otros
6.2. El estado-nación cerramientos operacionales, correspondientes a su vez a otras construcciones del
Estado-nación (España contra Inglaterra, Escocia aliada con Francia, Francia contra
El Estado-nación se convirtió en la form a olítica eneral de los aíses euro eos España e Inglaterra, etc.). El alineamiento religioso en los siglos XVI a XVIlI y todos
en la Modernid ad, con una hi stori a que se despliega durante varios siglos (XV-X IX) los conflictos que produjo tuvo al guna conex ió n con la construcción del Estado por
óeObj eti ~ y reorga ni zación al hi lo de cambi os sociales, políticg¡;, eco~s , parte de las diferentes monarquías nacionales 2 l S.
de g11í{i.cos, ~ I ógicos. Las ueITas en cuanto que la mayoría de las veces implican y movilizan a la
La e merge nci a prog resiva del Es tado- nac ió n e uropeo occidental de la población civi l, pueden ser factores q ue estructuren solidaridades y lealtades étnicas,
Modern idad ha de entenderse en relac ió n a vari os procesos co-olllogénicos (implica- dentro d0.a complejidad inhere~lle a las relaciones entre éli tes, goberna ntes ober-
dos mutuamente en su desarrollo) aunque a veces heterocrónicos, en cuanto que sus nados. En ocaSIOnes as reorgal1lzacIOnes configuradas con res ecto a la re araclón,
ritmos varían ent re sí: el auge del capitalismo mercantil y el control de los recursos
estratégicos, la celllrali zació n del poder político, de la admini stración, de la justicia
y la racaudación, el concurso de las élites urbanas y las burgues ías locales, la unidad 2 12 Algunos historiadores encuentran en la Guerra de la Independencia contra los franceses, el

y vertebració n territori al con fronteras definid as, monopolio de la violencia, el poder momento culminante del sentimi ento nacional es pañol.
2 13 También en el aire en la era de la aviación, sobre todo a part ir de la 1I Guerra Mundial. Ya
militar y el control social Uusticia, pri siones), paci fi cación interna fre nte a la guerra
entonces en el subatómi co, y ahora en el elect rónico.
contra otros Estados tamb ién en constru cción (Tilly 1990) Y una ideología de comu- 21 4 De hecho, la COlllllllidad illlemaóonal, representada en distintas instituciones polít icas
nidad con pasado, lengua y destino comunes favorec ida por el auge de la comunica- globales - aunque no en términos equitat ivos- sigue siendo una de las prin cipales fuentes de Icg iti
ció n y la impre llla (A nderson 1983). midad para el reconoc imiento de un nuevo Estado.
2 15 Como dijo Enrique de Navarra en la guerra de los Tres EI/riques (é l mi smo, flllufn
El escenario de esta constitución es tanto interno como externo, en el sentido Enrique m , Enrique de Guisa y el propi o rey Enrique 11) por la corona de Francia, "Paris hi ' 11 vuk
abi erto y fl ex ible que decíamos para los sistemas auto poiéti cos. una mi sa".

430 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICID/\ 431


1/1 ·jl.!cución y el mantenimiento de la defensa y~ atague, constituyen núcleos estrue- Mencionamos en su momento cómo los nncionnli smos y los Estados-naciones uti-
turuntes dc..collstrUkción , gestión y administración de identidades2f6 Las propagandas IllIn, ara promover lealtad, soJ'daridad y. vínculo emocional , metáforas del parentesco,
para incol]lorar a sectores de la población a la causa suelen apelar a lealtades y soli- ~Ilbre todo en aq uellos contextos en donde este dominio preva lece en la estructuración y
daridades étnicas, y, al hacerlo, contribuy~n a QbjetLvaLéstau a vincularlas con el ro- In ex periencia de la relacionalidad' I9 El nacionalismo Hindut va habla de la madre India;
yec to político de que se trate. Li vi nculación a segmentos concretos de a organización 1/IIIlbién como Fatherland, la tielTa de los ancestros. TambiC:1l pueden utili zarse metáfo-
1'2Di!ill', I ~daridades de cuerpo, las experiencias de camaradería que promueven, III~ de género, en cuanto que el estado tiene relaciones segmcntada s respecto de otros,
p.ueden contribuir a esta incorporación olítica y ~u propaganda de commw1itas217 . I 'ro abarcantes -se dice para todos, pero sin lodos- dentro de sus propios límites terri-
El estado-nación, como particular forma de organi zación política, se basa en un IIlriles. Pues bien, Alme Friederike Müller (Mü ller 2004) hace Ullil revisión sobre la uni-
territorio e '¡mIta o como so orte de una comuniaa po 'ifi'ai'2'18, la nación , sobre eJ l1cnción nacional producida bajo la égida de Pl1Isia a partir de metMoras de género. El
que ejerce el control y e lloonopolio de la fuerza y la violencia (material y simllóli- Iley de PIlIsia se convel1ía en Emperador de Alcmania, según Sil constitución. El poder
ca. territoriOnlarca también el espacio de la juri sdicc16n y la soberanía, de la per- t 'sidía en el Emperador, el Ejército bajo sus órdenes, el 'IIIcill 'r Imperial (Primer
tenencia política - la ciudadanía y la nacionalidad- y todas las legi timaciones de la Ministro) y los escalafones artistocráticos más altos de la burocracia prw,¡jann .
actuación y competenecias del Estado y sus agencias. El territorio y su delimitación, La fuerza política y militar nacional de Prusia fue conslf'uyC:ndosc cl'osmoda l-
sobre el que se ejerce la soberanía del Estado, está en la base de la constitución de IIICllIe bajo la metáfora de las relaciones de género. Si Alelllania hilbfil sido clasili -
las naciones Estado modernas europeas. ~'uda por los británicos como tierra de la poesía , la lileraturu, la música. virtudes y

Como en toda clausura operacional, la fro ntera institucionalizada y salvaguar- pnkLicas femeninas, tal como encarnó el príncipe Albcrt o consort e dI.! 111 Reina
dada delimi ta el espacio interio r de la comunidad política frente a l exterior: igual Victoria, si los propios prusianos interpreta ron la guerra con Fra llciu co mo 111 viola-
que genera seguridad internamente, construye inseguridad ante el exterior. Dav id d6n de Alemania, la hegemonía prusiana fue conslruyC:ndosc cn torn o a la f'ccollsti -
Innerarity (2005) describe el territorio como "un instrumento de seguridad gracias a lución de su masculinidad, como sím bo lo de poder, dec isión, autoridad , vil lor.
la delimitación de la frontera" en la constitución de l Estado-nación. Por e l contra- También desde esta lógica Prusia se convirtió en el poder abarca nte dcl resto de
rio, la fro ntera en los imperi os casi siempre fue más perm eable y dinámica. La terri - r~ t adosalemanes, del mismo modo en que lo masculino siempre domi na lo femeni-
torialidad es un principio excl uyente y exclusivo para e l ordenamiento en Estado de no. Las relaciones entre Prusia y sobre todo Bavaria, se imaginaron como un mari da-
las comunidades políticas y sus competencias jurisdiccionales. l' entre hombre y mujer - así concebidos- oPrusia era protestante, mi li ari sla; Bavari a
l'ra catól ica, emocional, tradicional, volcada en la estética. Fue Prusia quien llevó a
Poder político, sistema económico, administración, demografía, territorio -y
geografía- y guerra son ingredientes de la construcción deLEstado modJllilQ en torno otros estados alemanes a la guerra con Francia, liderando las operaciones militares.
a la idea de nación y nacionalidad. Han sido muchos los que han estudiado la historia de las relaciones culturales y
' tn icas a la hora de anali za r los procesos de construcción de l estado moderno en
La nación es el soporte comunitario creado de este tipo de organización política,
Occidente. Anderson ha tratado la nación como una comunidad imagi nada (que no
que cifra en él su continuidad y mantenimiento: ~omunidad oHtica y moral (con
Imaginaria o falsa conciencia), vivida, representada, una construcción histórica
deberes y obligaciones) a partir de vínculos étnicos pre-existentes o.llO, en cualqu ier
curopea duranle el siglo XV Ill y XIX, gracias principalmente a los medios de comu-
caso_siempre trabajados y ,retrabajados. Esta nación es algo más que una població n
Jlicacio n (la, lengua nacional im resa y l1!Jmp@la) que ro ic iaban una identidad
como ag regado de individuos: es un colecti vo ue comparte un sent ido de pertenen-
colectiva más allá de la temporalidad de la terrenalidad. Ernest Oellner ( 1983) tam-
~Y vínculo entre unos y otros, con un supuesto pasa o y un supuesto futuro' 2
hién ha insistido en el carácter constructivo e histórico de la nación: la sociedad
nación se convierte en el g~del bienestar de sus ciudadanos y l!lQ!lQpolizador de
JIloderna necesita una b.omogeneidad cultural para su desarro llo económico y políti-
los recursos morales de la comunidad (A ppadurai , 2000:39).
co. Adem~ería el ún ico a o 1Ie ca\lilz de ed c~ueíULde..trl!!:>Jljo que

En las culturas burocráticas, lo provisional siempre deviene en permanente.


-
demanda el Mstema capitalista moderno.
~I gu nos han entendido la Ilación como ficción olítica (Cf. Pinto, 1986;
216 Ilobsbawm, 199 . Pero lo que es ar Itrano no es una ficción , al!.I!.9ue sí su cualidad
217 Boyd y Richerson (1999) mencionan direrencias interesantes entre las formas de reclut a-
C~lO construcci ón sociohistóricopolíti~
miento del Ejérci to Americano y del alemán durante la 1 Guerra Mundial. Mientras que en el pri -
mer caso era étnicamente aleatori o, en el segundo se realizó por alineamientos étnicos, en el senti-
do de lugares de procedencia y cu lturas compart idas. La confraternidad , el vínculo y la cohesión
entre los soldados difería cualtitativamente, lo que en parte pudo ju stificar el mejor resultado de 219 No hemos oído nunca que el di scurso nacional y político de un país escand inavo 1I1ilic '
ciertas operaciones militares alemanas. expresiones como tierra madre ni hermandad entre los países nórdicos, lo que es una CQlIstarll C
218 Androcéntrica y adultocémrica. entre países latinos, por ejemplo.

432 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDAD 433


An le aque llos que ubican la apa ri ción de las naciones en la Modernidad europl 'l ocial , generación de cargos y puestos encargados del I,.'onllo l ~ ni.' illl y '1 cum li-
r. G ulkind y Wallerstein 1976; Nairn 1977), Anthony Smith (1986:6-7) subraya hl 1¡¡¡;;;to de normas, síl~S <k..!E!ltad al terri torio (h'"ldcl'II , 111111110<, IIli IOS). lllli fi -
conlinuidad entre los lazos étn icos y la aparició n de las nacio nes modernas hlllll I' lIc iQu..liugüísttca (Academias de la Lengua, políticas 1i1l ~ IH~ l kll/1 ) ¡ 111'" n,Ltololliu
delermi nadas condiciones hi stóricas. McNeill ( 1986: 17) también reclama una vill\ 1I IUlldacional de épicas y contacto pri vilegiado con santos y dio,c,. , 111 \'OIl NIIII \'1'i 11 d '
lación entre lo pre-moderno y lo moderno, entre sociedades agrarias e industrillh'. Itlf'olizaciolles de la memoria y para ritual es colec ti vos que I'cru ' 1/ 1111 IH II I1I \111\'11 r l
Considera que hay que ubicar las ident idades nac ionales en la larga duración d hl ~ rllc ulo con la nación, escola .' , aciÓll-generalizada que produce c llld Itl llIlIl \'dIlCH
identidades grupales, que, no obstante, y por di versas circunstancias hi stórica, \ 1 1()~n la evidencia de ciertas formas de afiliaciój1, asalariados (! ()l'ilr ", l'iHHllll ndlls
sociopolíticas pueden cambiar de significado. Para él no sólo existen anteceden" 1IIIIrticamente ara la g¡:¡J.t:J:acWn-de plu.syaUas paraJas-ªili:s y las c IIl NI'S ¡¡ult\.11 1111
'étnicos' de las naciones y nac io nalismos sino que se entiende difícilmente la con, II'S, etc. E l nacio nali smo se conviene, as í, e'!. un a esp_eci,,-de [c llgi u d ~J1 « IIII ,I II'¡
trucción de la nac ión si n la creación y cristali zación de referentes étnicos. y Wa llerstein 1976)213.
Todo Estado ha de producir una ideología colectiva-9ue promueva estos vín\'1I En consonancia con la lógica inclusiva/exclusiva del Estado naciorml y In ~'O l l "
los, estas ubicaciones en el mapa socio olítico, estos sentimieñtos de yertcncnl.! 11 11 tl eción de un súbdito/ci udadano a su imagen y semejanza, los Estados ' 1I I'Ofll'P~JJ I
q;;e trascienda las di visiones sociale;!, ILená'2dolo de conteni1lo.-culturaLdifereuclnl. hll n producido a lo largo de su Hi stori a lodo tipo de artefactos y proccdi lll ielllos IUII
de modo que os clUda a!l.o.s_se.identifiqu~ más p-Ilixima y a& tivame e. Eso e ' 111 IllIdos so bre determinados sistemas de verdad y legitimidad, para controlar, a(lllllll l.•
q ue deno minamos l1Gcionalisllw 220 Eriksen ( 1993) de fine el nacionalismo como 111111 IIII r y contabiliza r esta inclusión/exc lusió n. La gobernabilidad (Foucauli 199 1; d I. l' II
ideología étnica con interéS;;;;-el poder estatal. Ilrubaker y Cooper 2000:43. nol. 62.) de los individuos en los estados modentu~ SI'
Por eso dice Gee~ ( 1963) que las lealtades de clase, p~o, sindicato, )roil' hll basado en la sedentarizació n y fijació n de la población a u~spacio raciIJ/lllliZII
(lo (unidades polífícoadministrati vas jerarqui zadas: aldeas, pueblos, c iudadc~ pm
sión, etc. no son candidatas sobre las que gQoer basaUlIla nacionalidad, y sí un rllJlII
éiñTco y las lealtades gue im lica:--Quizás Karl Marx se equivocara en pensar que 111, vi!!f.ills, regiones. prefecturas, etc., bien demarcadas y delimitadas); mecanismos el .
lealtades de clase del proletariado pudieran ser las bases de un nuevo Estado en 1111 Identificació n individual e individualizada (pasaporte, trajeta de identidad, número
momento histórico en donde todavía la nacionalidad se soporta sobre identidadl" ,l' identificación, huella dactilar, iris, huell a de l pie para los bebés, fotog rarra,
111'l11a225, rasgos del ADN, etc.); §illemas de registro y contabilid-ª.d (pad rón, censo,
étnicas22 1.
I'sladísti cas, etc.) q ~a nto alocalización, la ~Ij eeión , el cQntrol y la exac-
Esta ingeniería social como di seño y conjunto de técnicas paraJa prod cción 111 'ión de jmpllestos.
una ca ectlvl ao n'ac¡-6if<!l-ttrgfti11lif211 sigue con la creación de instituciones, disci JI
De esta forma, el Estado constru ye, y recon stru ye identidad como base de un a
~gilancias y _f~as de movilización colecti..va: sistemas de reclutami cllln
I'ohesión política y lealtad social buscada y promovida (forzada) para todos y todas.
Porqu e la lógica del Estado-nación no permite la construcción de localizaciones de
lo social más que aquellos que encuentre coherentes con las afinidades y lealtades
220 El prototipo de emergencia que estamos defini endo corresponde la modelo europeo OCt\ que propo ne y dispone. Todo nac ión-Estado opera en algún nivel de gramática abae.:
dental, coi ncidente y a la vez diferente a C0l110 ha podido produci rse en Jos distintos países latiuo¡\ 'II IIle de ot ros que incorpora como ninorías o eriferias a partir de centralidades y
mcricanos, arricanos, asiáticos. E.ormns y contenid ~~En Haití, por ejclllllh l IIlractiv¡ ades operadas sobre ciertos grupos y ~s. De hech.Q.. como veremos
el nacionali smo basado en el orgullo de ser haitiano, la identificación con los héroes de su revoluc!(m
y que Haití haya sido la primera 'república negra' , no se acompañ a de una lealtad al gobierno dI 1 III(¡S abajo, trata de Impedir la exi stenGia d"-eslaS formas locales de VjQ,1, como ámbi-
estado- nación al modo en que pueda ocurrir en USA (Glick Schiller y Fouron 1990:343 , nota 3) , los particulares de producción social humana donde emergen dinámicas internas y
22 1 Elmarxisll10 nunca elaboró una teoría de las nacionalidades y mantuvo ue en la soci ccJ u~ 1 'X ternas, sistémicas y medioambientales propias, autonomías generadoras de otros
~ital ~álOS~Qsck.anti guas ads~1J>ciones desapa cerian-6"queClarían como reliquia ~derpallil lllOdos de vivir, estar e interpretar el mundo.
do:suGsumidas ~ las fuerzas globali zanles de la economla y el-desarrollo dejas lealtadesiñfcflw
Cionales de c1a~. ~--scrColnCiaíOC'Oñ'CI ns¡ nienlo liberai(jli'eCreía u lo~n§os PIl'
mod~s.se..cli.s.Qlye~ a..sociedad moderna mediante a aCll llIraCJ Il (Stavenhagen 1992).
- - 22 Toda forma de organización política necesi ta legitimarse. El Estado-nación, tam bi611¡ 223 El deporte ha sido utilizado como ve hículo y ex pres ión de identidad nacion al. El auge del
medianleiééñTCaS'persuasivare;nform alcs (proclamas, di sc ursos, embl emas, desfiles, in stru cci t'lll {!cporte como expresión del nac ionali smo, y su fervor es algo a lo que todos estamos ya ac os llllll ~
y educac ión, reconstrucc iones hi stóri cas, etc., ritos conmemorativos y de inclu sión, elc.), refrclldll hrados. Ondear la bandera nacional junto con las enseñas del equipo es algo muy frec ucntc en ln s
das, en última in stancia, por el monopolio de la fuerza. Y también mediante el em paque que da \\1 'ornpeticiones internacionales. Podemos incluso hab lar de vari antes nacionales del deporte.
saber instituciona lizado, aparentemente por encima de toda toma de postura. La Sociología , 11, 224 Como ya iniciaran los estados neolíticos .
Antropología, la Hi storia , la Arqueo log ía , etc., con su objetividad, con sus descripciones y j ustili 225 La falsificac ión sigue dando no pocos qll cbracleros de cabeza no sólo al Estad o sino:l l PI I)
caciones ordenadas, infunden de realismo y autoridad moral la representación social que el Estado pio sistema económico que apoya. Hasta ahora no se sabía que es la manera de ¡innal'. el I'II1pll1
nac ión se hace de sí mi smo mientras procede a convcncer a su comunidad política. IIlodo del acto de firmar, lo que es difícilmente fal sificable.

434 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNIC IDAD 435


En la constn!.cción de 110 sentidº--Cle-colecti yidadJ el Estado suele a oyarse en JI! y el modelo étnico alemán (Cf. Thadden, 1989; Schna ppe r, 1989; Brubaker, 1992).
identidad étnica de alguno de los grupos cuyas élites hayan ocupado puestos de potkt A)BI pnmero es el modelo d~ la Ilustrac ió n, la R cv~ lu c ióll ;~ran cesa y cómo se ~ons­
y decisió " lIe ando incluso a dar nombre a la nación, a la manera tradicional de 11" Iruyeron los Estados Amencanos del Norle a partir de 61--9:l3asado en la sociedad
relac iones meto nímicas entre pueblos y territorios, Brass afirma q ue cuando un gn'llll civil , U1~mto de individuos deciden unirsc CII t~Ó rl co mo c' .drulano.uuj~s
étnico tiene éxito en la consecución y mantenimiento de derechos grupales median il' de derechos y deberes residentes de un terri to ri o iu,\' ,\'O/is) , La so beranía reside en
la acción y movilización políticas, se ha convertido en una nacionalidad (Brass 1991 ) tilla comunidad política - la ciudada nía- qlJ.Q, no o hstant e. de lega su ejecución y
La nación espailo/a se construye a partir de la castellanidad -demográfica y Ii ngUr, udm ini stración ~lado. gs un modelo volUll./llIÚ'ffl . has;ldo C I~ la adscripc ión
tica- y el catolicismo (Stallaert 1996). La inglesa se impuso a cualqu ier otra etniciclatl po lítica y a un territorio. E l modo de incorpo rac ió n 'S m;i lltil llc ioni sta, destru yendo
en las Islas Británicas, a partir del sustrato demográfi co, cultural y lingüístico an glo e.s.llecificidades Y diferencias. Este pacto ae derechos y deileres eOlllunes está objeti-
sajón, además del anglicanismo más adelante226 ; la irl andesa desde lo gaé lico y el ri to vado en un código común de leyes e insli tu c io nes. 1,0 éllli, u (lo d . los Otros interio-
católico celta; la Etn icidad francesa a parti r del pueblo visigodo de los francos y la lell res) es considerado como antidemocrático 23o. Las millo rrns hall de i ll c; oIRor!ll:~e coU19
gua d'oeil-; la alemana desde los pueblos teutónicos y el Sacro Imperio GermánicII, individuos al cuerpo-p..lilitico Y cQ!1Vertirse CQ ci ud adanos d 1 11Ii~Oll U , (,1 1l10de lQ es
etc. TillnbiélL media'!te un a reconst ·uc.ción ¡hi stó,:ica y cultural a base de elemento, II ipercentralista.
¡:fu~qu~J1acetLacom<ldar-en.laideolQ ía nacio lista-"8tatal227 . ?) ~~ vel.- sión alemana, defendida por Herde r, se basa c~lllidHd é.lniclI , u~lIe~
Por tanto, e l Estado-nación europeo redefine un nuevo su· eto p-olítico -con anle b~ preeXistente gue.$Q.!.!).Jlill1,l:..sa,!).8U' (ill.s salls illi.I-) , c05 111m bres. t e~o. Es el
cedentes en la civitas romana-, un suj et~on ~erec h os y deberes: el ciudad~lIl() . modelo del etnonacionalisl1lo freLlIe al nac io nalismo civil ele los Ilac io nali smos ce ll ~
Según Hobbes, el pacto social del Estado con el ciudadano es e_o· er e se I'i tra y este europeos de l S. X IX as í como de los grupos eng lo bados en e l cslado-nac ión
dad y partlclpaci n po íitca a cambio desuJibertad y su U s.o-<leJa-vi~ moderno y que se quedaron fuera de su constru cción23 1 pero dentro ele su territ o ri o,
Sóe\Olo~ hjl o iSfingu l o entre os tipOS ideales dtiutegraeión p-olítica, admini slra La nac ión es una communifas de pasado y~des Lino, co n referenc ia a criteri os ll1 (¡ s
tivayyocial en el Estado modern0228 : el modelo de ciudadanía un iversar fran eÓ, esellClahstas tle dificultan la incorporación de otros. Esta es la base ideológic,,_y
j urídica gue dificulta a losjnmigrantes y nac idos en Alemania de paelres...iJHuigt.:all1.CS
obtener la nac ionalidad. Slgue~ o gasS!E!Jzfjster o trabaj!l9ores invitados sin
posibil idad de obtener la nac ionalidad con el tiempo.
226 La incorporación del legado normando - ¡que no francés!- en la construcción identita du
naciona l in glesa, como dominante frente a la escocesa, galesa o irlandesa, es una curios idad soci c, Esta oposición es, no obstante, al o ~ngqjjo~sa.. Como hemos visto, pensar e n e l
lóg ica e histórica. En el escudo de In glaterra aparece el lema Dieu et /I /On lIm it, en la lengua q U(\ Estado nación como ajeno al discurso étnico y sus contenidos, no se corresponde ni
hablaba Guillermo de Orange cuando venció al rey in glés Harold en la batalla de Hastings (1066),
con el análisis político ni con los hechos históricos. Sólo los residentes de pleno dere-
despllés de que este acabara de vencer al rey escandinavo Harald. Este hecho está bien incorpora
do en la conciencia co lecti va inglesa, como bien muestran los textos esco lares y las continuas renc- cho en el Estado pueden reclamar y ejercer la ciudada nía y éstos, al fin y al cabo, no
tuaciones de la bata ll a por parte de grupos de afi cionados conveni entemente instruidos y ataviados, son recién llegados. ~I vínculo al territorio es también tI!U'.Ínc_uLo-a.Jas-gentes-que.lo
Sin embargo , como todo corpus étnico es frági l, encontramos que en el recorrido mnemón ico de 111 habitan y lo simbolizan . Metonímica y metafórica mente, la inclusión/exclus ión cívi-
hi storia de Gran Bretaña en forma de ci rcunferencia con la representación grabada de di stintos epi ca refiere, también, a una inclusión/exclusiÓn de-peJleAeocia gru pal De la misma
sodios secuencialmente ordenados, y qu e se encuentra al lado de la Torre de Londres, no apareCl\
la Batall a de Hastings en el lugar correspondiente a 1066! El anglicani smo, como postura políticu
I~, ~quellas formas de integraci¿;;- política basadas en la pertenencia étnica, .&
reli giosa frente al Papado, ha ido constituyéndose a lo largo de los siglos como fundamen to prin
cipal de la diferencialidad inglesa con respecto a otros británicos (papistas -cató li cos romanos ,
presbiteri anos, luteranos, reformi stas, etc.-. La reordenación de la liturgia mi sal por parte de Isabel
1, entre el legado católico y los excesos de sus consejeros más rupturistas, ha sido trabaj ado cullll 229 Estados Un idos tamb ién tiene que crear su ilu sión comunitaria. Aparte del himno, la ban-
rahnente como una seña de ident id ad de la part icularidad nac ional de los ingleses. A partir de Thll dera, su confian za en la libert ad y las capacidades individu ales ili mitadas, y el fundamenta li smo
Act of Un ion (1800), por el que se constitu yó el Reino Unido, con la incorporación defini tiva de relig ioso últimamente impuesto por el Pres idente Bush y las Iglesias telemáticas, ri tuales como el
Escocia, inglés fue sustituido oficialmente por británico, aunque ambos llegaron a ser sinón imoN alzamien to de la bandera y el canto del himno americano en las escuelas o el Día de Acc ión de
como expresión de una dom inac ión política hi stórica sobre otras formas de ser británico. Gracias, ayud an a dar un sentido de vínculo y pertenencia por encima de las múltiples adhes iones
227 Es esta una tarea de 'bricoleur' y de resultado del poder de las dist in tas élites e intelectua. (!tnicas de una pob lac ión tan vari ada en orígenes geográficos y cultmales.
les que co laboran en esta construcción, como hemos vi sto en el apartado dedicado a Etnogénesis. 230 ~$t~aso, curiosamente, las minorías.Jtn·cas uti lizan pr.e,cisameme el mi smo discurso
228 Anthony Smi th (1986) entiende estas formas de constitución del Estado moderno como d~nocrá/i<;.O-para defende· sus..dere..&.bos-e mtereses contg..el E s~.
continuidad de aquell as dos maneras de construcción y organización de la comunidad étnica en lo 231 Obivamente esto es matizable. Como ejemplo, los escri banos vizcaínos fu eron cola bora~
era premoderna que hemos citado más arriba. El modelo inclusivo franc és sería una continuaci ón dores fundam entales en la consolidación del proyecto moderno español de unidad territorial. I.os
del tipo demótico. El modelo ét nicista alemán lo sería del ari stocrático. Como éstos, ambos modoll vascos tamb ién contribuyeron al proyecto at lántico de la monaq uía católica españo la y su cUlIstl l1
de constitución del Estado nación en Europa inclu yen de alguna manera al otro. dación como potencia europea.

436 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICII AO 437


quiere constru ir un Estado, necesariamente han de movilizar políticamente ti h, dcmandar un reconoclln~ ~ eltlop.olíLico propio. d intensida~p¡:ndenLisk1
p~blac jó ñ ell torno a objetivaciones admnistrativas y organi zacionales que van Illlll! v¡lljlíb]e n¡:;¡}¡n pson 1989). Todos conocemos los casos vasco, catalán, corso, bretón,
a ll;~ de lo identitario étnIco. En la medida en que, como suele ocurrir, las frollt CllI1! ulés, escocés, etc., algunos de los cuales han sido anali zados ya. La Euro a de los
étn icas no suelen coi ncidir con las fronteras territori ales con las que el nuevo Estlldu ¡meblos es una rei vindicación-dc_estos nacionali smos en el contexto de una Unión
sueña, aunque constru ya su nacionalismo sobre un determinado grupo, neCeSHtl n I ~uro ea cuyos_miembros actuales son Estados.
mente ha de incorporar a aque llos otros que no se identifican con aqué l y que. ,111 Muchos Estados se p-retenden étnicamente h omog~ n cos. aunque no lo sean.
embargo. pueden apoya r la idea estatal-nacional. J'\ )6n así se ª-Ut~fine a partir de una unidad territ orial fa vorecida por su insulari-
El proyecto de Estado indio. por ejemplo, además de tener antecedentes de ci ' 1 dad, la ausencia de invasiones notables, un sustrat o culturul cOIIlt'i n. una lengua y una
ta cohesión política en el Imperio Mogol y en el Británic0232 , se basa tanto en 1111 religión también comunes 236 , Polonia, étnicamente IIII~r{)rlll e2 17 despuós del exterm i-
modelo etnicista soportado en el hinduÍsmo y brahamani slllo, pero también en \11 1 nio de sus judíos durante el régimen nazi, sería otro caso. Grecia y Portugal también,
esfuerzo de aglutinación civil fre nte a otros modelos de organi zación soc ial , como IIIH por lo menos antes de las reci entes oleadas mi gratoria s y el espil1oso asunto mace-
castas, por ejemplo. donio para e l primero.
S~evidente que la mayJ)Ji ®.lP&-Estados son )lurLétn i ' .21', 'o n ~a
di stribución y número de W os (Tambi ah 1989), ql~ill!.! I OS ~lIpOS é lni co~ 'C_
extienden sobre diversos Estado.$, y ql~ h ay otros quc )10 tiCIl< ESlndo (Es pinosa).
6.3. Fracasos y sombras del proyecto moderno
India es un ejemplo de multitud de grupos, C hina y las re públicas dc In 'onl'cde-
de estado-nación ración Ru sa también. No digamos Irán, El caso más llamat ivo puede ser el de
Macedonia, de donde procede e l nombre aplicado a la ensalada de I'rut as, dc lodo un
!.-a imposibilidad del empeño unifonnizador del Estado nacjonal europeo IDOCIcI' poco. El estado macedonio cuenta con albaneses, serbios, roma, valacos, búlgaros.
llQ....provoca., necesariamente, conflicto, a medio y largo plazo. Hacer coincidir por 111 turcos, judíos, bosniak (eslavos musulmanes), y otros pequeños grupos. Macedo ni os
fuerza, cu ltura, eueb!!" y Estado, es un proyecto de.stinado, d~d eLJlÚJ.l9lliQ,LCII hay en Serbia, Montenegro, Bulgaria, Albania, Grecia; la diáspora disemina mace-
última instancia, al dese ui ' . y a la continua..re.org.a ni zaUQ¡23 donios en Australia, Canadá, USA, Alemania, Halia.
La creación de una categoría política y admini strat iva de ciudadanía, como sUll1 i Todos los países de colonización como América del None, Canadá, Australi a,
sión al Estado a cambio de ciertos beneficios y derechos, no puede cubrir todos l o~ Nueva Zelanda, Argentina, Uruguay, Chile, Brasil , etc. , añaden, a su diversidad étni -
aspectos de las lealtades ni sentimientos de pertenencia colectivas. !-a no co~resP2!l· ca indíge na -si es que queda-, la diversidad traída por colonos y migrantes 239

- -
dencia necesaria entre Estado y nación, como comunidad imaginada, es un echo,
Hay que citar a uellas I~: que no fueron incorporadas al proyec to nacio
Grupos étnicos sobre varios estados, fruto de conflictos históricos y del reparto
geopolítico entre potencias dominantes son, por ejemplo albaneses y kurdos. Des-
nal-estata hegemónico que se les imPJ.1S.O y que, sin embargo. su len'gllaJe y aspi,m- pués de la caída del Imperio Otomano, criterios políticos y estratégicos de las poten-
Clones políticas entran dentro de la lógica política dOID inante234 . Es en los si los XI X cias occ identales no permitieron la existencia de un territorio político propio para los
y
-
XX cuando g ru~os étnicos I/lillQrizado.s235 en los estados europeos comenzaron 11 Kurdos. Estos se encuentran repartidos en ci nco estados: Irak, Turquía, Siria, Irán y

232 Sobre el imaginario imperi al bril ánico a parlir de la India como escenario, véase Collll 236 Una imagen idílica que oculta, no obstante, la existencia de grupos minoritarios, como los
( 1983). Ai nu (qu e habitan en Hokkaido y la región de Tohoku , procedentes, posiblemente, de una de las
233 Así 10 estamos viendo actulamentc en la neces idad de incluir en la agenda europea la redc· primeras oleadas migratori as desde el continente, vencidos y oprimidos a lo largo de la Historia por
finición de derechos y deberes de sus ciudadanos en relación a la reorganización ad ministrati va, los japoneses), los Ryukyu de Okinawa, los coreanos inmigrados al hilo del desarrollo indu strial
económica, moral y política de un modelo cn cri sis ante los nuevos fenómenos de la globalizacióll japonés o la pseudocasta de los Burakumin (De Vos, Welherall y Steannan 1983).
y la transnacionalización. 237 Si exceplllamos a los Goralli, pu eblo monlañés sobre el que se ejerce un sentido de alteri -
234 Cuando preguntaba a fines de los 80 a mi s jóve nes informanles sobre qu é ocurriría con dad por parte del resto de la población. Cf. Pine ( 1996).
ETA si Euskadi se independizase, después dc un momento de asombro y desorient ac ión , 110 duda· 238 Furnival ( 1948) definió la sociedad plllral como sociedad en donde hay presentes di versos
ban en reconvenir esta organización en el Ejército del supu esto nu evo Estado, Afortunadamen le grupos étnicos que funcionan autónoma e independientemente en lo cultural pero arti culada y
otros escenari os son posibles: su disolución, el abandono de la actividad armada, o su transforma- depelldenientemente en lo social, político y económico, en térm inos de desigualdad y fracc ionll
ción en parlido político. mi ento.
235 Al margen de la posible colaboración hi stóri ca de algunos sectores en la construcción del 239 No pocas veces seleccionada a parti r de determinadas políticas migratorias así COl1l0 pOI
Estado nac ional centralista. las propias redes migrantes y la cultura migratoria de los países de salida.

438 ETNlClDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECO NOMíA POLfTlCA DE LA ETNIC IDl\lj 439
Azerbayan. Con ocasión de la independencia de la India, dos nuevos estados se crcn II llopla. En los territorios locales había un gobernador central y las poblaciones se
ron: India y Paki stán. Miles de hindúes se trasladaron a la India, miles de musullllll tI ~ flnían por su identidad cultural y relig iosa - mille¡242- . El Imperio Austrohúngaro
!les lo hicieron al recién constitu ido Pakistán, pero aún quedan hi nd(les en lo qlJll tI -l siglo XIX se encontró con esta estructura políti ca establecida: una gra n diversi-
ahora es Pakistán y musulmanes en lo que ahora es India, amén de un sin fin de 0 1" 11" (I/ld de población con una gran mov ilidad, en donde la idea de una homogeneidad
confesiones religiosas, entre los que destacan los Sikh del Punjab. Intern a a la unidad política estaba ausente. De al guna manera , una de las causas prin-
cipales de la inestabi lidad política del sig lo XX se deberá a la voluntad de las éliteS
Para los albaneses, podemos mencionar un multiadscripción territorial , en dondl'
Intelectuales oe im portar e Imponer el modelo e uropeo de Estado-nación, omog.é-
las referencias espaciales se solapan: albaneses forman el principal grupo étnico en
n~l yét~.
Albania, donde son hegemónicos; tambié n están en Kosovo, provincia autónoma dI'
Serbia, donde son mayoría, pero sin autonomía. Algo parecido sucedía con los En general, en el caso de Eu ropa del Esle, durant e el período 'ocialista i m~ó

Serbios, mayoría dominante en Serbia, minoría en su provincia autónoma de Kosov , formalmente el mode o francés ae1 naCIOnalismo civil , basado en una ciudadanía
y también minoría en Croacia y Bosnia. ge neralizada, a partir de la constitución deL~sta(19 . Si n e111bargo. el modelo de cons-
ti tución nacional de much s de estos pa~s en el siglo XIX fue e l de ti po étniCO,
Por diáspora se entiende a aquell as oblaciones ori ¡narias de lInl!!gar...gt~ JOI' baoado principalmente en la ancestralidad gru Ja l, una histori a grupa l romantizada
presiones Qolífica , militares, económicas se disp=por mucQQSjygares del mundp. reconstru ida y una conciencia centrada en vínculos de le;!l1ad y soliclaricfltd afec tiva.
Lá diáspora judía es una de las más conocidas, a partir de la toma de Judea y la des· uando el socja fi smo s.e...YinCLabajo~l a mayoría de los lllov imi clllos nacionalista s
trucción del Templo de Salomón por parte de los romanos en el año 135 de nuestrn 0
tldoptaron un cari z más vertical, más etnOñaC'íqnali sta, al, cstilo alcm¡í ll : pcrt cllQJ1-
era. La armenia, la mayor del mundo, es más deconocida. Los arm enios pasaron de
capitali zar la ortodoxia gregoriana a ser parias en el Imperio otomano y ceder su
cm se basa no en lam tdadanía sino en la compart ición de lazos de sllngre vincula-
dos a un terntono. Aqu í es el grupo hu mano el que preccde al Estado, ocurl'i 'nelo lo
liderzgo como depositarios de la ortodoxia a Rusia. Ya padecieron persecución 11 éontrario en el nacionalismo civil . Ésto en parte pucde ex plicarse pO I~ 1 hecho de que
fin es del siglo XIX en diferentes momentos pero sufrieron el genocid io de más de un du rante la época socialista, las... relaCiOñesae"patronazgs>, c1ientelislllo fa voriti smo
millón de personas por parte de los turcos entre 1915 y 19 L7. Cerca de 5 millones dc seguían l ín.eas~ a pesar de la ideología oficia . Los países socia li stas perpe-
armenios viven fuera de Armenia. La diáspora palestina desde la creación de Israel tu aron las divisiones étnicas, que no hicieron más que aflorar con su caída. No es un
en 192 L y, sobre todo, la guerra árabe- israelí de L948, ha sido una constante hacia caso de revitali zación porque las divisiones económ icas seguían a las divisiones étni-
países de acogida como Jordania, Siria, Líbano, Irak, Túnez, Libia, Egipto. Más de cas. Aunque, obviamente, hay diferencias entre unos países y ot ros.
sei s millones de palestinos viven fuera de su país, muchos bajo el título de refugiado
político, sin nacionalidad. En el caso yugoeslavo, el Estado, sigu iendo intentos iniciados ya en 1929, rea li-
zó un trabajo cultural de imaginarse una comunidad: Yugoeslavia o eslavos de l Sur.
La im osición del nodelQ euro eo occidental de 01' anización olítica de las iden- La primera categoría de adscripción era la de ciududano. Después las identidades
tidades étnicas sobre otros contextos sociopolíticos e históricos multiétnicos han sido nacionales de las distintas repúblicas federadas y después, las comun idades étn icas
la genesls OeIñlílTip es e interminables connictos240 El caso de los Balcanes es para- además de los nardos, O comun idades con ausencia de referencia territorial. Los con-
dtgmáfiCoy aprovechamos aquí para un merecido si bien siempre breve análisis. Nos nictos étnicos en relación a distribución desigual de bienestar, autonomía política,
sirve también para repensar otros aspec tos de los procesos étnicos anali zados en otras CIC. en los países sociali stas, y también en Yugoslavia, no aparecían en la arena polí-
partes de este trabajo, refi riéndonos específi camente al caso de Bosnia-Herzegovina. tica pública, escamoteados como estaban por un discurso de inclusión omnímoda en
La Histori a ofrece siempre las coordenadas impresci ndibles para empezar24 1. el gran paraguas soviético. Pero indudablemente existían. Así se vio a partir de la
muerte de Tito.
Los países del área sufrieron el imperi ali smo otomano, el austrohúngaro y el
soviético. Durante el período otomano se siguió la ley turca, centralizada en Constan- En este contexto nos encontramos con un movimiento nacional ista serbio que
pretende construirse desde la homoge neidad étnica y que ya desde fines de l XIX rei-
vindica la constitución de la Gran Serbia a costa de territorios vec inos, C01110 e l de
Bosnia Herzegovi na.
240 ~sto muesu:a las deficiencias de las teorías de la modernización aplicadas a circunstancias
Después de la 111uerte de Tito los serbios impulsaron el fracaso de la federación
hi stóricas, po lít icas y sociales diferentes a las de la Europa de los sig los XV I-XX; una ~a lt a de ima:.,
ginación tota l ara ensar otras es c lstitut ivas de l Estad . Para un a c iudadanía no asada nece- yugoeslava. Tito, a partir de 1974, intentó contrarrestar el liderago de Serbia, inl cn-
sariamen te en la nac ionalid ad o la afi li ación sino en la residencia y la compartición de determina-
dos problemas, objetivos y práct icas comunes, véase (Wender 1993).
24 1 Algunas referencias en que me baso son Horak (1985) ; Stavrianos (1961); Vuj ac ic y
Zaslavsky ( t991 ); Glenny (1992); Hann ( 1992); Malcom ( 1994); Sorabj i (1994). 242 Cada uno de los grupos re li giosos que no eran musulmanes en el Imperi o Otollllll lO

440 ETNlClDAD. IDENTIDAD y MIGRAC IONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC l A l) 441


sificó los derechos nacionales de las otras ocho repúblicas. La guerra que Serbi a ini l\tlstríaco Francisco Fernando en Sarajevo, que precipitó la 1 Guerra Mundial , pasó
ció en 1989 era una guerra contra el nacionalismo de los croatas y con aspiracionc\ !le nuevo a for mar parte del Reino de los Serbi os, Croatas y Eslovenos, quc e n 1946
territ oriales sobre Bosnia, en la idea de una homogeneidad étnica sobre e l mislIlo pnsó a constituir una de las repúblicas de Yugoeslavia.
terri tor io. El caso de Serbia es e l de una élite que utili zó los movimientos soc ial . ~ Durante el período otomano, muchos eslavos se convirtieran al Islam, compa r-
para crear una linea de gobierno dura y movilizaron el sentido nacionalista con un 1I !ldo tradiciones culturales y lingüísticas con otros eslavos que no lo hic ieron. A
propósito de estado. La fo rma era fundamentalista243 . La memoria colectiva de laN I1nales del siglo XVII se distinguían católicos, ortodoxos y musulmanes, au nque no
di versas gentes en Yugoeslav ia se reconstru ye con elementos de odio, traición y di vi 'ollsti tu yeran gru pos étn icos, sino grupos de afinidad y de creenc ias religiosas. En
siones, vinculados a los hechos políticos del siglo XIX y que se convertirán en od io los úlli mos decenios del siglo S.xIX, algunas zonas de Serbia y Croacia comienzan
y violencia en el S. XX. La gen te local estaba armada, involucrada en atrocidadc.' 1\ impugnar la do minación otomana, reclamando una proximidad cultural y política
desde tiempo inmemorial. La memoria de la 11 Guerra mundial no es inventada, ' uropea. Se establece para la zona la extranjería de lo musulmán, que no pertenece a
Refi eren a ex peri encias del pasado aún recordados: la alianza de Croacia con !JI I!uropa y sus mitos políticos y cu lturales. Se niega la identidad nacional europea de
nazismo (ustad), el alineamiento de los serbios ultranacionali stas con el comuni smo lo musulmán, siguiendo una tradic ión histórica bien asentada en Europa. Eslavos, o
(chetniks), la identificación interesada de los musulmanes con los otomanos. ElterrOI 'raatas y serbios, comienza n a reivindicar su diferencialidad étnica frente a lo musul -
en Mostar, Bihac, y la lim pieza étnica es en parte resullado de la manipulación poli 1116 n, que no es considerada et iqueta étnica. Serbia y Montenegro declaran la guerra
tica de los odios del pasado . Instru mentali zación política de los sentimientos y las ali 111 im perio otomano en 1876. Bosnia queda como tierra de choque entre la construc-
neaciones étn icas, junto con los án imos nacionalistas serbios (y croatas), fuero n dos 'i6n de la Gran Serbia y el Im perio Otomano.
acicates para el in icio de la guerra de los Balcanes. Apelando a las lealtades étn icaN,
a la hi storia de ges tación de la Gran Serbia y sus reivindicaciones nacionalistas d\,l! Se puede decir que los musulmanes de Bosnia se encontra ron atrapados entre el
XIX, a los agravios sucedidos duran te el nazismo por parte de los croatas (uztacis), Ilflcio nalismo de Serbia y el de Croacia, ofreciéndose estas dos categorías como las
Mi losev ic consiguió que buena parte de los serbios de Bosni a apoyaran su política cll' tl ni cas posibles. En 1970, una nueva etiqueta fue propuesta en el Estado de Ti to para
intervención y limpieza étnica. I'cf'cri rse a aquellos sin referencia territorial dentro de la propia federación (o sea, los
Illusulmanes) : lIarod o ciudadano. A esta gestión estatal de la etnicidad se adhirieron
Parte de la estrategia de los políticos fue involucrar a la gente ordinaria en laN los Illusulmanes, como categoría negativa, reverso de otra con ex istencia étnica real:
atrocidades: a partir de la violencia vivida, hay un punto de no retorno. La expe 111 de serbios y croatas.
riencia de la violencia en amigos, famili ares, convertida en memoria social el I
grupo, fuerza a tomar partido, lo que coi ncidía con los propósitos de los líderes étni Es éste uno de los problemas cominuos a la hora de definir identidades fi lera del
cos interesados en movili zar a la gente ordinaria para sus propios fines políticos y frago r etnicista y de la lógica de las imposiciones y de los monopolios políticos, entre
ultranacionalistas. 'lIos el del modelo del Es tado nacional. En el caso de Bosnia Herzegovina, es tos
Intentos fracasaron capturados por el apetito territorial omnímodo de sus veci nos
Bosnia Herzegovina no pudo, como se pretendía, construi rse sobre la base de Ull - incl uyendo la limpieza étnica-, el laissez faire europeo ante la conculcación de los
terri torio, una etnicidad (q ue es lo que las lim piezas étnicas pretendía n), como en 1 <.k:rechos humanos a grupos cultura/mente occidentales pero de credo musulmán 244 ,
caso de Serbia o Croac ia, siendo como era la república étnicamente más mezclada d su falta de interés por otros modelos de convivencia política y la apatía de otros paí-
todas. La diversidad de la población y la histo ria de movilidad de la misma puso CIl ~cs Illusulmanes embarcados en asuntos geopolítica y económicamente más rentables.
emredicho la posibilidad del modelo un pueblo, una cultura, un Es tado. La ex perien
cia de la vida social también (Hayden 1996). La convive nc ia pacífica de una población heterogénea se hizo políti camente
imposible.
El e lemento demográfico que constituyó Bosni a en este mileni o pertenecía a sus-
tratos ilirios y trac ias a los que se les unieron eslavos que inmigraron desde el nares El ejemplo de Alban ia es otro que viene a diversificar aún más e l escenario, con
los Estados nacionales europeos ora es pectadores, ora intervinie ntes. Albania y
te duran te el siglo VI. Su historia dice que perteneció a Serbia en el S. X, luego per
Kosovo han ocupado e l luga r de la alteri dad para la Europa occidental modern a_
teneció a Croacia y después al Imperio Bi zantino. El el siglo XII fue domi nada por
~O IllO dom inios sin Es tado ni leyes, sin reglas ni normas, do nde las pasiones al flv i-
los húngaros, para pasar después a pertenecer al Imperio Otomano. En 1908 fue ane
ells de los odios se desatan. Algo parecido a lo que hemos comen tado para la visión
xionada al Imperio Austrohúngaro. En 19 18, des pués del asesinato del archiduqu '
politi zada y medi ática de los Balcanes en general. Un efecto combinado ent r - -1

243 No todas las sociedades civil es producen ll acio~al i sJ11os liberales y si no, recordemos el 244 Es obvio que cualqu ier de éstos es censurab le, cllltll ralmellte occidelltales o 110. Hl< lutuo"
fascis mo españolo ita li ano, el nazismo alemán. hab lando desde la prop ia lóg ica de la Unión Europea .

442 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICII 111 JlJI.


P-' ri odis mo y la academia que se deja llevar por la noticia como mercancía, que cln l'lo nes, Estados, dentro y f.!lera de sus fron teras, CO Il medios más o menos violentos
ho rél evoca ndo unidades de análi sis homogeneizadas y que influyen en los círculo" pl'Opios o subcontratados (C f. Tambiah 1989), sc ha denominado en inglés ¡he poli-
po líti cos y sus decisiones. Esta construcción se realiza desde la perspecti va de I (l~ 11t·.\· 01 idemit)', las políticas identitarias.
pro pi os intereses económicos y políticos occidentales. Además, las representacion 'N Ya la propia con st rucc ión.deJaid~ dacl nacional por parte del Estado moderno
que de Alban ia y los Balcanes se realizan en torno a la inevitab il idad del confronlll lllldetrimento de otras posibles id~t i dades es una formil de cstabl ~' y administrar
mi ento, a la intransigencia de enemigos mortales, son comodificadas para el consu Itlentificaciones colecti vas por medio del ejercicio del pocler.
mo de una audiencia occidental ávida de noticas formateadas desde sus propias cos
movisiones. Los problemas han sido reduc idos al enfre ntamiento con el Islam y /1 1 Este trabajo organizacional y administrati vo presente en dir\,;fcntes contex tos, por
confl icto entre civilizaciones, al más puro estilo del maniqueísmo que Samu -! Incdio de agencJas concretas y sus actores - oficinas, empresas, jll cl i ca tur~~ ,lIl za,
Hunti gton (1996) defiende para com prender el mundo actual. Como en casi todos ION tIte. (Cf. Till y 1998 , cit. en Brubaker y Cooper 2000: 16)- ticnc efectos objeti va ntcs en
marcos (' frames') etnonacionalistas, en el del dictador Hox ha y en el de los EstadoN IlIs formas de relación de los sujetos, l ~al es, constituirán rc rc rcnCl(1s para ~
europeos occidentales también, se rea lizaron sobresimplificaciones sobre la pobla 1t;laciones 245 , Las olíticas de ide ntidad del Estado tienen consecuellc ias directas en
ción , su historia, su composición, sus alianzas y fidelidades, su imagi nación ident! los modos de incorporación e inclusión de las poblaciones "tl1icas y los gru )os inmi -
taria, étnica o no. "'antes, así como en los espacIOs de autonomía para su reconstrucción idcnlitmia, si
fuera el caso.
Albania se ha caracterizado siempre por una gran diversidad sociocultural y de
ex periencias hi stóricas de sus disti ntas regiones tanto en relación con los podercl'l La dive rsidad colectiva es gestionada de distin tas maneras por e l Estado/los H~ lH ­
imperiales como con res pecto a sus relaciones más allá de estos. Por ejemplo, en tl'C lIos en distintas circunst . . tó .' as. Hemos mencionado en ot ro lugar la c s t nl ~
Ghegs, del Norte, y Tosks, en el Sur (Blumi 1998) . Con la caída del Imperio t 'gia del colonialismo británico a la hora de construi r alteridad mie ntras organiza 111
Otomano ( 1912), Alban ia fue repartida entre Serb ia, Grecia y Montenegro, dejando suya propia. El Im perio Británico, se apoyó sobre ciertos colecti vos - incluso objcti-
un pedazo que es lo que hoy conocemos. El bisturí europeo y la corre lación de fuer- v ~ nclolos de tal modo-, favoreciendo a sus élites con prebendas económicas y cle

zas nacionales locales, una vez más, dejaron fuera de la act ual Albania a miles el " Jloder, otorgándolos participación en su proyecto colonial mediante la Indirec¡ l/lile:
albaneses, que quedaron como minorías en estos países . No ha de ex traña rn os las 'omo mediadores, func ionarios, autoridades locales, etc.-. El Estado co lon ia l:bri t ~ ­
consecuencias de estas ingenierías políticas que toman en cuenta en último lugar 11 nico, francés, alemán, belga, holandés- fue un árbitro de las relaciones étnicas, )ri-
los propios interesados. Kosovo, regió n autónoma de la actual Serbia, perteneció vilegiando algunas, manip ulando, des recian o otras, fo mentando unas ri validades
an teri ormente a Albani a, donde sigue viviendo una gran comunidad de albaneses. que prev iamente no existían, o pp r lo menos no de taLintensid..1d, dejando rugturas
socia es gravísunas que han deIivad.<u: e 'e tam 'entos ªl1:ru:e.s-y desplazamientos
Lo mismo podríamos decir de Serbia, Croacia, Bosnia, Macedonia, etc. El hecho
Ingentes de refugiados 246
de que estos países, junto con Albania y otros, hayan estado bajo ma ndato otomano,
no sign ifi ca la mis ma ex perienc ia histórica de dependencia dentro dellmperio abar- É n e l caso afr icano, los territorios coloni zados por cada metrópoli sirvieron de
cante, el cual jugó distintas bazas y estrategias para administrar y go bern ar a lo largo hase para la construccilíñOe1as nuevas naCIO nes-Estado, basadas en la selección
de deter mi nados grupos étnicos como sustrato demooráfico y c lasificatorio de los
de la historia en distintos contextos soc ioculturales y escenarios políticos locales. ----"---
IIuevos estados, favorecien o aSJwali dades con otros grup.o.s excluidos d_eLp.Q~r.
Por último, como vere mos en los dos siguientes capítulos, la actualidad estructu-
cneralmente ~s to s grupO.LCOrKS pondían i!, aquellos beneficiados durante el perío-
ral de las migraciones internacionales, el tra nsnacionali smo y la necesidad de redefinir
do co l0111al, sobre los ue las metró oli s seguirían ejerciendo SI! influencia Rara
las categorías de ciudadanía y nac iona lidad (M iles y Thran hardt 1995 ; Solomos 1995)
salvagua rd ar sus il1lereses económicos y políticos en la región. Grupos quedaroñ
obligan al Estado a revisar continuamente sus relaciones con su comunidad políticu
separados entre esta 'OSaiTerentes, un mi smo estado, a pesar de apoyarse en cier-
nacional (Balibar 1991 ). Como apun ta Appadurai ( 1990:304), el vínculo entre Estado
lOS grupos mayoritari os demográfica o políti camente, pod ía incl uir toda una d ive r-
y nación es, cada vez más, signo de disyunción, no de conjunción.

245 Ese es, por ejemplo, uno de los efeclos de la jurisprudencia: constituir precedentes y refe-
6.4. Gestió n, administración y política de la etni c idad rencia para futuras interpretaciones y sentencias judicia les, como parte del trabajo cultural q ue jue-
ces realizan constit uyendo el sistema de reglas y práct icas judiciales tanto en su renovac ió n COl1l 0
en su re-producción. Cf. (Haney López 1997).
La gestión y administración de las identidades -entre ellas, sobre todo, las étni - 246 L os espano
- Ies tam b'1én h·lCleroll
. a Igo paree 'd
l o en América, aunque cada ent orno cololliul
c.as~ por parte de élites, grupos de presión organi zados o no, gobiernos, administra- llIuestra rasgos específicos.

444 ETNICIDAD. IDENTIDAD V MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 445


sidad étnica de gru pos a veces enfrentados. La lurietni cidad de muchas nacion!' 111 11 crectos censales y admini strati vos, sin crear nC(;CSII I'iIlIlICIIIC v,rupa lidad efecti va
Es tado hi zo difíc il esta g~t ac i ó n de unidad nacional. Uno de os casos parall ~ 11 1 sentido de pertenencia247 .
lIláticos es el de Ni eri a. Sus princi pales grupo s étnico/l ingUísticos son yorubul lI La Unión Soviética vivió una de sus épocas Ill ~ S at roces etUI 111 jllIl(tiL'1I tni <2!.y
e l s uroeste, 19bo en el Es te, Hausa-Ful ani y Kanuri e n el Norte, Ti v, Nu pe y ntll l Ihli llográfica de Stalin. Después de la Il Guerra Mundial , m ~ s de tlos II \I IIIU\I'S ti , per-
en el centro. B-ivalidades y enemistades no pueden darse por supuestas, pero IHIII IIlIas fueron deportadas a Siberi a y otras regiones, ofi cialmellte 1.,'01110 ~'IIN I I KIl n su
pQ0L!o contrario, haciendo la constru cciólLde.l,,-unida la UI . a~I'[¡1 I oluborac ión con los alemanes, su antisovieti smo, castigo por 0 1'0 11 "~l\ iI 111 \'ol \,\,tl vl
odisea olítica. lución agraria, creencias religiosas, colonización obligada de los ilHU ' ll sO~ h'lI Itlllil"
En los estados precoloniales se puso de manifiesto, más que nunca, la imposihl 11 simplemente antipatías personales del dictador. ~ historia de la lJ " it " SlIvIJlt ,'11
lidad de coincidencia entre el art ificio político y la realidad sociocultural de las gl'lI III,jo Stalin es la de las deportaciones y la redistribución del mapa étn ico: J1" I HI' II~, Hit'
tes que pretendía abarcar. En los estados poscoloniales, como herederos direclOs tI! ~illI l1 es, tártaros, chechenos, ingusetios, gri egos, rum anos, lituanos, ICIOllios, l.,'stolllllN,
los anteri ores, ocurrió lo mismo. Constru ir Iwción, identificac ión nacional -siguil\11 IIl'I'Hnianos, C01~ judíos de distintasnacionalidades, por citar a g UrlOS, IlI l' I \l 1i
do e l mode lo europeo- no ha sido tarea fáci l ante tanta diversidad de lealtades, 1ll'1 IllIsladados forzosamente de sus lugares de residencia a otros a menudo CIl (;011(1 1 ,lo
tenencias, identificaciones (no necesari amente étnicas), en el contexto hi stórico de hl !! l'S infrahumanas . La Bul aria socialista obligó a miles de turcos a bulga rizlll'.\·(': 'UIII
intervención de modelos y formas dominación occidental. hlmon nombres, expresiones, lugares, formas propias de habla y escritura, Clc. La Ii Nln
Las éli tes seleccionadas durante el régimen colon iaL. retribali zadas e investid n ~ d' ejemplos sería intermin able, a cual más interesante.
sle oder e~tendi eron su dominio a todo eLterrÍlOlio deLEsta.do, copando todas 1", Uno de los ámbitos políticos en donde los Estados y partidos hacen ejercer SII S
parcelas de decisión, ges tión y ad mini stración posibles inclu yendo los rec ursos (iI'l t'lIpacidades ¿;;-Construcción, gestión admi nistración étnica es en las políticas li n ~
país, denegando el acceso al resto de grupos sobre los que ej ercieron una tiraní'!Jl.d lt Nllrsticas. omemos os ejemplos de Quebec e n Canadá y de Bélgica.
tocrátTca. Parti dos políticos se crearon según alineaciones élll lcas; dentro del gru po Canadá es un Estado Federal desde 1867. Quebec es una provi nc ia francófona de
étni co dominante, se crearon vínculos de clientelismo, favoriti smos, envidia, soslW ( 'lI nadá. Cerca del 80% habla francés, el 8% es anglófona exclusivamente, otro 10%
cha; las é li tes en el poder se arroga n la propiedad deLEstado y la contestación poI{ 110 hab la ni uno ni otro, y el resto habla lenguas ind ígenas (Censo 200 1). La presen-
tica se conviert e en traición nacional. En muchos lugares, las fracturas sociales no NI' da de los dos idiomas se debe a las dos coloni zaciones inglesa y francesa del terri-
hicieron esperar. Esta situación está en la base de los conflictos en Rwanda, Buru ntl I ll1 J'i o. El ejérc ito francés fue ve nc ido en Quebec por el ejérc ito inglés en 1760, pasan-
Liberia, Sierra Leona. do todo el territorio al dominio británico, como parte de la Commonwealth.
La caída del Imperi o Otomano, un gran cri sol de gentes e identificaciones, y 111 El Censo de 2001 muestra que e l 23 % de los canadienses tienen el francés como
reconfiguración del mapa de Europa central y ori en a después de la 1Guerra Mundial, lengua materna, el 59% el inglés y el 18% ninguno de los dos. El francés se concen-
dejó toda una seri e de gentes con adscripciones étnicas y nacionales dudosas, mulli rt' I,'a en la provincia de Quebec, pero no exclusivamente (Eller 2002):298 y ss. Los
l erenciales, c.Q!lf.usas. La Liga de Naciones se encargó de organizar, redefinir y gestio J'ra ncófo nos de Quebec representa el 20 % de l país y el 90% del total de los hablan-
nar el nuevo escenario de desplazados, de reocupaciones territoriales, de realincn tes de francés del Estado federal. Por ta nto, la mayoría de la población quebequesa
mientos políticos (Cowa n 2004). Miles de alemanes, polacos y ucranios, quedaron habla francés, siendo que son mino ría teniendo en cuenta e l total de la población
desplazados con el corrimiento de fronteras ges pués de la 1I Guerra Mu ndial y los pllC canadiense. Esta situación numérica se ha polarizado durante las últimas décadas.
tos políticos entre USA , URSS y Gra n Bretaña deri vados de ésta redefini eron muehlls Quebec es una provincia multi cultural por cuanto que ha rec ibido una gran cantidad
fronteras, opligando a alemanes, po~ y ucranianos a d plazarse de sus antiguos tic inmi grantes, igual que otros Estados industriales y urbanizados de Canadá,

-
territorios.
Tanto la Rusia de los Zares como la Un ión de Repúblicas Socialistas Soyjétjca,
se proclamaron preferentemente ponru.WI.L El territorio soviético se dividió en auto
muchos de ellos procedentes de países excolon ias de Francia. Las relaciones entre las
comun idades francófona y anglófon a no han sido fác iles, ni dentro de Quebec ni en
anadá en general. La presión del inglés como lengua de los negocios, la ciencia, la
ñom ías nacionales y regionales. Los ciudadanos fu eron adscritos a nacionalidades
concretas, introduciendo, en muchos casos, identidades nacionales donde antcs
podían no ex istir. Pri vilegios, estatu s, dominios -educación, acceso a bienes y servi..
247 Lo cual no significa qu e, cambiadas las circunstancias hi stóricas, puedan surgir prO\,;CS01<
cios, movilidad social, clienteli smo políti co, etc.- fueron distribuidos siguiendo las
de etllogéllesis instigados por conflictos políticos, económi cos, ideológ icos. COIllO en el caso d..: los
alineaciones étnicas, a favor de unos, en detrimento de otros. En algunos casos esta ucranianos y rusos, categorías en un principio aparentemente censa les pero que con la rcvollwM"
construcción/ges tión de la iden tidad reforzó algunas ya existentes, en otras las pro naral/ja han derivado en categorías grupales de movi li zación y acc ión colec tiva, inCOl'ptlllUld\1
pició, otras fueron silenciadas, eliminadas, algunas tu vieron su ori gen exclusivamcn- cSlratégicamenlc connotaciones europeistas en el primer caso, rren te a orientalistas en el sqttll uln.

446 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLfTICA DE LA ETNICIDAI 447


Iccnología, los medios de comunicación de masas ha sido y sigue siendo muy fuel li va. Seglm Martiniello ( 1997) el camino al fed era lismo ha exacerbado el movimien-
le, como en el resto del mundo. En 1963 se creó la Comisión sobre Bilingüismo y 10 et nonacionalista de los flamencos. Los va lones creen que la inconform idad iden-
Bic ulturalismo y en 1969 se proclamó la Ley sobre oficial de las Lenguas ('Officilll litaria y el nacionalismo étnico es cues ti ón ele los fl amcncos.
Languages Act'). Por ella se proclamaban el inglés y el francés como lenguas ca-o n La región de Bruselas está incluida en ambas zonas. siendo que la valona incluye
cia les de LI SO federal , provincial y territorial , junto con otras minoritarias en detennl lambién una minoría hablante de alemán. Bruselas es oficialmente bilingüe, aunque
nadas lugares de uso. Sin embargo, dada la preponderancia y fuerza del inglés, y d predomina e l francés. También está representada e n las inSl ilucones I'ederales. Es sede
descenso de la natalidad de las familias francófonas, el Gobierno de Quebec desll tllll1bién de la Comisión Europea. Como esta región se ha converl ido en la más cara
""olló una serie de medidas para proteger e incrementar el uso del francés , estable de Bélgica. se ha producido un movimiento de población hac ia lIlunicipios de alrede-
cerio como la lengua de uso ordinario, igual que e l inglés lo es para el resto de 1", dor, más agradables y con viviendas asequibles. Entre éstos. hay varia s localidades
provincias. También en los con tratos, en las empresas, en su publicidad, en sus amlll valonas. Uno de estos municipios ha prohibido hablar I',.,nlcés, inc luso en e l patio del
cios. En 1977 el Gobierno de Quebec, mediante la Carta de la Lengua Francesa adop colegio. Las reuniones ele padres son en fl amenco y los padres no hnhlHnl es lienen que
tó la decisión de restri ngir al francés la lengua oficial de sus instituciones y los de 111 ir con un intérprete. Los recién llegados no ti enen ningún interés en integrarse en la
provincia. En ella se obliga a los niños hijos de inm igrantes a escolarizarse en ION comunidad fl amenca donde residen, puesto que su vida se organi za en lorn o ti la capi-
colegios públicos de habla fran cesa. Aquellos que sus padres hubieran sido escalad lal. La convivencia, hasta ahora, entre las dos comunidades del Estado ha sido garan-
zados en inglés podían atender colegios públicos cuya enseñanza se real izaba en cslli ti zada por un complejo sistema político, y por la coex islencia sin mczclarse de ambas
lengua, que garanti zaban no obstante, la enseñanza del francés. Desde entonces los dos. Sin embargo, vuelve a ser la escuela y la lengua la arena y el dominio de una
conflictos entre las leyes federales y su aplicación en Quebec, por las propias leyes unión precaria sostenida, no obstante, por el entramado de instituciones federales.
de la provincia han sido constantes, sobre todo en cuan to a la señalización y al accc
Me llama la atención el caso ele Suiza. Uno pensaría que la educac ión en suiza
so de los anglófonos a la escolaridad de sus hijos en inglés, relacionado todo ello COII
sería mucho más bilingüe de lo que es. Sin embargo, por lo menos en los cant ones
las demandas nacionalistas de los distintos partidos de Quebec (Eller 2002).
gcrmanohablantes, se comienza a estudiar francés tan tarde como a los 9 años . No sé
En los 80 muchas industrias y negocios ubicados en Montréal, capital de Quebcc, del lado fra ncés. En cualquier caso, son muchos los suizos franceses y los suizos ale-
trasladaron sus sedes a Taranta y otras áreas industriales de otros estados canadienses manes que apenas hablan la lengua del otro cantón 248
anglófonos. Buena parte de la población hablante excl usivamente de inglés emigró.
Las propias Comunidades Autónomas del Estado español con lengua propia elil'e-
Este vacío empresarial fue ocupado por sectores económicos ligados a la poblacióII
re nte al español, a través de sus gobiernos y partidos han asumido la cuestión lin-
francófona, constitu yendo una clase dominante en el sector industrial y financiero de
güística como tema prioritario en su agenda política. En el caso de Euskadi, ele la con-
Montréal ligado a población francófona (Levine 1997). La presión del inglés, no obs
centración de la escolaridad en vasco en manos pri vadas - sobre todo de asociaciones
tan te, sigue siendo muy importante. La inmensa mayoría de quebequeses residentes
clc padres- oy la dupl ic idad de la red escolar entre privada en euskera y pública en cas-
en las ciudades son plenamente bil ingües. no así los anglófonos. El 43% de los cana
tellano, se ha pasado a una (mica red pública con distintos modelos lingüísticos,
dienses francófonos son bil ingües, sólo e19% de los anglófonos lo son (Censo 200 1).
ciando prioridad progresivamente al modelo total en euskera (co n lengua española
La propia población canadiense en su conjunto sólo es bilingüe en un 17%. Rodeada
obligatoria)249
de otras provincias anglófonas, ex presándose los intercambios internacionales y '1
mundo g lobalizado preferentemente en la lengua anglosajona, el mantenimiento del El Estado también es distribuidor de poder y estatus para los distintos grupos
francés sigue siendo un esfuerzo titánico. La lengua inglesa sigue siendo pedida como élnicos que pueda incluir políticamente, cuando utiliza o no sus sm1bolos en ~s
requisito en los empleos en Quebec. confirmando la preeminencia de esta lillguafrall es tructuras orga ni~ati vas y emblemáticas. I?e esa forma contri bu e a su visibil idad
ca en la actualidad. socia] así como a su legitimación. política y clasificatoria desde las estructuras for-
males del poder. O directamente las persigue O suprime. Después e la guerra civil
Bélgica es un Reino compuesto por dos comunidades: la valona, francoparlanl c.
Franco declaró a las Vascongadas como provincias traidoras; se prohibió el uso del
y la n amenca, hablante de flamenco, una lengua relacionada con el holandés. de 111
familia germánica. Aprox imada mente, el flamen co es hablado por un 58% y el fran
cés e l 42% restante del total de la población belga. Ambas comunidades de hablan
tes coi nciden prácticamente con las dos demarcaciones territoriales. El Estado belga 2<18 Desconozco los datos sobre políticas linglifsticas rederales y de cada can tón; lo que apun -
fue evolucionando al federalismo, donde las dos comunidades tienen gran autonom(n to ha de entenderse como un mero comentario para la comparac ión.
249 En Cataluña, la catalani zación de la poblac ión y la inmersión escolar en la tengua hu
polít ica regional sin mezclarse en los asuntos de la otra. Ha habido una conform idad requerida un a menor inversión a tenor de que el cata lán es la lengua de la ca ll e en mayor IlIcdidu
histórica en el mantenimiento del Estado entre las dos comunidades. donde el patri o- que lo es el euskera en el País Vasco, en parte por la dificultad intrín seca de su aprendi zaje rOl nu!!
ti smo se ha reservado para el Estado y el nacionalismo para cada comunidad respec· e informal.

448 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMfA POLfTICA DE LA ETNICIDAI? 449


'lIskera y cual qui er otro símbolo de identidad nac ional no instit ucionali zada CO ll l\l ol'fgenes y un a identidad intern a inclu yente no basada e n las di vis iones patrilineal ni
{'spmiola . A partir de la batalla de Cull oden y la victo ria inglesa sobre e l al zamicll to Ini ciado/lego.
de Prince Charl es, el tartan - tela de cuadros escocesa- se pro hibió y se pers i g u i~ , El Es tado sigue siend o un po tente ges to r y reco nocedor, por tanto obj eti vador, de
hasta q ue la Corona Británica se reapropi ó de los símbolos escoceses en la visita qll ~~ Identidad en el caso de los rocesos migra to ri os. . po r medi o @I OS Rrocesos de inclu-
Jo rge IV hizo a Escocia en 1822 (Trevor-Ro per 1983). ~ ió n/exc )u s i ó n de grupos inmi rantes. Las po líti cas es tatales de la identidad,~
Los estados confesionales tam bién son gestores de Etn ic idad, en cuanto qu " inclusión y la exclusió n, consti tuyen un marco poderoso re l'erenc ial - a veces com-
I~lllc h as
veces, las creencias y prácticas reli giosas entran a fonnaJ:J?.arte de las idcn pulsivo- q ue establece las coordenadas y los lími tes paril el desarro llo ide ntitari o,
lidad étni cas. Por ejemplD,Tsrae l es un estado confesio nal, basado en e l judaísmo: I'cpresentac ional y prag mático - e n términos polít icoeco nó ln icos y socioculturales-
Irán lo es del chiísmo. España sigue siendo un estad o confes io nal sociológicamcnt l' de los distintos gUlpos.
hablando, como as í lo mues tran los privilegios garanli zados a la Iglesia Caló lica
Veá mos dos ej empl os: los Sikhs e n Canadá y e n S ing"pur. II "y q ue dec ir que
mediante el Concord ato. No obstante, vamos camino de l reconocimiento de hec ho Hmbas inmi graciones difieren notable mente ta nto e ll su hi sto ri a CO IlIO en su incor-
de la multiconfesio nalidad en el Es tado es paño l po r medio de acuerdos con d istin tas
po rac ió n socioeconómica. En el caso de Canadá, es tos Ill ig ril ll h":s () ' U pUI'O Il trabaj o
confesiones re lig iosas.
fís icamente du ros, como tal adores de árbo les, mineros, COll stru ccifln de Irneas de
En un artíc ul o de 1980 Jo nathan W. S. Oppenheimer ( 1980) describe la idenl i fe rrocarril , etc. En Singapur, por e l contrario, se inco rporaron ell pro !' 'SillllCS me nOs
dad d rusa manej ada e incorporada po r el Estado israelí entre la década de los 60 y dcva luadas socialmente: personal mili tar, po licía, vig il antes. prestull1 isllIS. C'll1 ll1dá
los 70. En el contexto de un conflicto po líticoreligioso perm anente de la zo na, el organi zó su identi dad nac io nal ofi cia l - no s in di fic ultades 25 1- desde dos COlll ll lli -
Es tado de Israe l confi gura el marco de otras identidades pa ra incorporarl as en su <l adesfune/adoras, la británica y la francesa, a la que se incorpo ran Otl'lIS (h..: ri vndas
estrategia abarcante con consecuencias políti cas para otras es trategias suyas segrc w
de la inmig rac ión 252 . La políti ca canad iense ha sido la de In IlIItlliclIlllI l'fllir/ar/. o l'l'Cw
gacio ni stas, como por ejemplo, res pecto de los árabes . La reli gión drusa es un a esci w
c iend o cauces adm inistrati vos y po líti cos para las re ivind icac io nes de sus i llllli ~
s ión de una escisión de una rama de l Shíis mo, cuya prácti ca y continuidad está con- grantes. Sin embargo, pa rece que es to ha s ido un a o pe rac ión más bie n es téti ca
cent rada en un saber esotéri co sólo a l a lcance de un g rupo de in iciados, que no desde un a est rategia incl usiva, donde Sikhs y ot ros orielltales ha n sido meti dos e ll
prodi gan estos conoc imientos entre e l resto de la pob lac ió n drusa. Existe un a esca- la mis ma categoría de East /ndians o indi os del Es te 253 . A pesar de diversos illt e n ~
sa correspondencia ent re la idenli dad y las prác ti cas visiblcs o pri vadas, además de lOS de singulari za rse, la comunidad S ikh no ha consegui do ag lutinarse en una línca
un a débil autoidenti ficac ión bajo es ta rúbri ca identitaria. Esto no ha sido óbice para política común legítima, ni desde el punto de vista de la comu nidad ni de l ESlado
que el Estado Israelí seleccio nara la re ligió n como uno de las defini ciones de la canadi ense.
identidad drusa, repo liti zand o por med io de la o fi cialización de una jerarqu ía teo-
Po r el contrario, en 01 1'0 alarde de inge niería étni ca y ptagmatisUlo p-Olítico, el
cráti ca . De paso, es ta operac ió n ha conve ni do a los intereses instrumenta les de los
Estado de Singapur ha construid o su identidad nac ional so bre los g ru os inmig!..ml-
líderes patri li neales en términos de ig ua ldad de acceso a rec ursos y es tatus social
con respecto a los judíos. Pero las nuevas ge neracio nes rechaza n es ta o ri entac ió n les Rnnciales:-c~s, q:Jalayos y sikhs. La política de identidad ha insisti do en la
abarcante con fi nes pol íticos precisos, y la com placencia de los líderes drusos para conservación acti va de sus pec uliaridades culturales, inclu yend o sus leng uas respec-
orga ni zar sus intereses. Rec haza n ser e l microelltorn o incorporado por otro proceso ti vas. Siendo el ing lés la lingua franca, y n un contexto regional de fueete im plan-
s isté mico -el del Es tado étni co israelí y su po líti ca de ident idades-, y, reclamand o tac ió n· e innuencia china, mala a, etc., el objeti vo i d ~titario ha sido conservar y
un proceso ide ntitario autó nom o, se es tablece como Sistema entre otros S istemas. proDlover tradic iones lingÜísti cas, r~~s, culturales asiáticas como freno a un a
Se decantan po r un a identidad un iti va de todos los drusos, tamb ié n a partir de su
relig ión, pero sin vivir sus tradi c io nes ni inic iarse en e l conoc imiento esotéri co. La
estrategia de es tos ha s ido la de sa lir de la IUle la inclu ye nte estatal para situarse e n
251 Otro grado de complej idad y de relaciones sistema/entorno es representado por las rela-
e l espectro segmentari o de ot ros procesos sité micos identi tarios - como el caso de c iones en tre estas dos referenc ias com un itarias, que se ha objet ivado en la bib liografía como el (X/so
los pales tin os- en e l contexto po líli co de la rcgió n250 , basá nd ose en un a vuelta a los de Qllebec.
252 Llama poderosamente la antención e l olv ido y la invi sib ilidad de la pob lación de orige n
indio, mientras que la comu nidad ¡IIl1it, especialmente de Na nov it, ha sido recuperada muscogr;ín ~
camente y estéti camente: su artesanía está en todas las tie ndas de rec uerdos de Mont r6al y Qw.:hcc.
250 Co mo podemos ver, se trata de un cmn bio hi stóri co e ideo lóg ico en tre un a versión más ins- por ejemp lo.
tru mental de la Etnicidad y otra más primordi a lista, ta l como ex pl icábamos sobre la interpenetra- 253 Una catego ría definida en re lac ión a otra consl ruida por e l discurso anglosajón de l u u ll e
bilidad de ambos tipos. Este anális is diac rón ico ta mbi én tiene interés para el apartado dedicado a ridad: los Wesl hulialls o indios del Oeste, es decir, de las Indias occidenta les: Jamai ca, It Udlu
los procesos de etnogénesis y revi talizac ión 6tlli ca. dos. etc.

450 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLfTlCA DE LA ETNICID/lI 45 1


moderni zación y occidentalización exc~ De este modo, ni siquiera las relacio Fijémonos en el Censo del Reino Unido del 200 ¡ 257 Tenemos las s iguientes cate-
lIes cntrc estas tres bases identitari as se realiza en términ os de segregación, sino d\\ gorías:
complcl11cntariedad para constitui r, ellas mismas, la identidad nacional composicio
- Blanco:
nal de Singapur, como " un cabo de hebras entra lazadas" cuya fuerza está precisa
.. Británico.
mente en su coparti ci pación en el mi smo proyecto político nacional sin perder S\l ~
pro pias idiosincrasias grupales (Dusenbery 1997). Estas omullidades 110 Ilecesitnll .. Irlandés.
v~l a vista atrás a sus países de ori gen ara autoi ruaginautLid~D1illiLd. .. Cualquier otro origen (' background ') blanco (esc ri bir).
Glazer y Moynihan ( 1975) ya hicieron la observació n de que el Estado -en eSll' - Mezclado ('mixed'):
caso el ameri cano- era un agente de distribución de reconocimiento y beneficios ec .. Blanco con Negro caribeño.
nómicos y polícos entre diversos grupos étnicos, colaborando a mantener y consoli .. Blanco con Neg ro afri cano.
dar éstos y sus reivindicaciones, im plicándoles, a su vez, en el juego político de I"N .. Blanco con Asiático.
eleccio nes. .. Cualquier otro o ri gen mixto (escribir).
Ante la llegada de inmigrantes procedentes de las excolonias el Reino Unido gcs - Asiático o Británico asiático.
ti onó y admi nistró la diversidad de for ma pec ul iar254 . Optando fo rmalmente por UII .. Ind io. Pak istaní.
modelo tolerante y hasta de discriminación positiva (affirmali ve aClion), el discurso
.. Bangladesh i.
sobre la difere ncia adoptó un lenguaje racialistCl, en términ os de relaciones raciales
.. Cualquier otro ori gen asiático (escri bi r).
(raee relalions), sobre todo para aquellos g rupos a los que consideraba como det c,··
minados por su raza (afri canos, jamaicanos, pakistaníes, de Bangladesh, etc.), no ase - Negro o Británico Negro.
a los indios. Agencias, instituciones, servicios sociales, políticas de inserción social , .. Caribeño.
laboral , comunitaria, etc., se pusieron en marcha a la hora de administrar las oportu- .. Afri cano.
nidades y beneficios de la sociedad del bienestar. .. Cualquier otro ori gen negro (esc ribir).
Los servicios sociales también re-crean, gestionan y objetivan Etnicidad, a parti r - Chino u otro grupo étnico.

~
pocas --
de las di versas políticas gubern amentales sobre el Estado de bienestar255 : cuotas de
inmigrantes, ajud icac ión de viviendas, becas de comedor:, etc., (Ba¡:a¡;yi 998),COñño
resistencias por parte de la poblac ión que se considera autóctona y con dere·
chos morales e hislóricos. Barbara Lal ( 1983) habl a de etnicidad 'com ulsiva' a u -
.. Chino.
.. Cualquier otro (esc ribir).

Uno de los primeros comentarios que se nos ocurren es que es una categori za-
lia construída a partir de ciertas prácticas institucionales de discriminación positiva ción híbrida racialista (blanco, negro ... )/etnicista (b ritánico, irlandés, chino ... )'58,
en cuanto al reparto de beneficios sociales, que los proQios grupos suelen mani ul ar mostrando las continuidades entre ambos tipos de clasificaciones. Otra es que indios
en su propio interés. También destacan las ca tegorías raciales aplicadas en las prác- y pakistaníes pueden sentirse ofendidos por ir juntos. Qué decir de earibeíio! Otro
t icas de adopción 256 cajón de sastre definido sobre su color de piel en vez de sobre su increíble di versi-
Censos e instrumentos gubernamentales de estadística son prácticas que c ri stali ~ dad cultural fruto de su compleja historia política y social colonial 259 ¿Desde cuán-
zan determinadas categori zaciones, a partir también de discursos e ideologías clasi-
fi catorias dominantes.
257 Fuen te Office for National Stati slics (O ficina de Estadística Nacional, Reino Unido).
258 El Acta de Relac ioncs Rac iales (Race Relations Act 1976), am pli ado en el 2000 (Race
Relations (A mcndment) ACI 2000), reconoce en el térm ino grupos raciales criteri os de raza, color,
254 Francia optó por un modelo política mcntc más inclu sivo, au nque culturalmente más into- nalionalidad (i ncluyendo ciudadanía), orígenes nacionales o étni cos. Grupos raciales son "caribe-
lerante. En ambos casos, y por razones complcjas, a veces coincidentes, a veces no, la convi vencia ños negros, gitanos, indios, irl andeses blancos, pakistaníes, Bangladeshi s, itinerantes irl andescs
y el repa rto del bienestar y la igualdad de oportunidades entre todos no se ha logrado. Pero eso es (sic!), judíos, sikhs", etc. (Commision for Racial Equalil y 2002).
otra historia. 259 Ser caribeíio no se traduce en la homogeneidad cultural que los britán icos esperan de ello;
255 ¿O más bien Estado de malesflIr? el'. SKA- P. cada grupo de origen tiene sus propias tradiciones y modos de recrear sus indelltidades en el mundo
256 La permeabilidad de las prácticus burocráticas a las distin tas cosmovisioncs es un hecho de la migración. Por eso se dice de ellos que tienen raza, es dcci r, problemas, mi entras que Olros
bien documentado en cualquier contexto sociocultural e histórico. Llama la atención el que las colectivos de origen migratorio tendrían culwrtl , como los indios. CL Benson ( 1995). Di sliulUs
autoridades chinas comprueben la concordancia entre el signo del horóscopo chino, establecido por modos de incorporaciónlcomp311ición del Carnaval anual de Nottighill Gate, en Londres. ayudlll ru
el año de naci miento, entre la madre y cl/la niño/a a adoptar. a entender esta diversidad.

452 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDi\O 453


do {~/i'icallo dice algo más que nacido en un continente?26o Otra es que Islas Brirn"I 7, ETNIC IDAD y MIGRACIONES
ttlS, como criteri o geográfi co, refiere tanto al Reino Unido como a Irlanda, junto COII
loelo el resto de islas circundantes . En es te caso, britán.ico se res tringe a todo lo qll\\
11 0 es irlandés.
"Lo primero que creó Dios fue el viaja; luago la duda; después ... la
nostalgia ".
Qué duda cabe q ue el Reino Un ido q uiso distingui r en su poblac ión la diversidllil
Theo Angc lo po ulo . La mirada de Ulises.
étni ca incrementada notablemente coñOcas1Oil de la llegada de inmi grantes .Y...flli.dH
danos procedentes de las excolo nias. En lo gue a este censo refier~ y en g ran medl
'da respecto de los anteriores, lo que aparece es un particular imagi nari o y discun.¡o
sobre las diferencias y semej3l1zas objetivadas en el mismo desde laCeñmilrifiícfdc In 7. 1, El fenómeno migratorio
Imagi nería del Estado Británico, su ~ instituciones y funcionarios, con más o meno"
. correspondencia en algunos sectores de la sociedad. !,.,as distin ciones bien pod rllll Migrare significa movimiento en latín. EmigrOl; illmiMmr. sus dúri va elos suslan-
haberse hecho de otro modo. Ya sabemos que IOda c1asificaciónincorpora_ul1il..pd c IÍ vos y adj etivos, en sus di!nensiones demográfi cas y social es, san t61'111inos IItiliza-
tica po lítica, de poder (Jenkins 1994). tlos sólo rec ientemente, al hilo del desarrollo de disc iplina, de re fl ex ió n hiSló ri ca,
El Censo espa ño l, sin embargo, está orientado a datos de tipo sociodemográ lieo, social y política.
e n estrec ha relac ión con los datos del padrón y de la vivienda. Dentro del apartadt. En el apartado 3.2. ya mencionamos que la Hi stori a de In humaniclctd es la de los
de "Características relati vas a las personas", se cuestiona lo siguiente: sexo y fechu movimientos de población. Distintos grupos humanos han ido de acá para allá por
de nacimiento, lugar de nacimiento, nacionalidad (española y otra -abierta-), es tado 11Iotivos económico-ecológicos, políticos, militares, religiosos, desastres IIC1f/l/ti/e.\' no
civil , relación con la primera persona consignada como res idente según figura en el pocas veces forzados o huyendo de situaciones de violencia. Invasiones, asentamienl os
padrón, lugar de residencia hace diez años (abierto), lugar ele residencia hace un ailo y desplazamientos, inclusiones forzosas, han sido continuos según los testimonios
(ab ierto), en tal caso, año de ll egada y lugar de procedencia (de Es paña, Comunidad 'scritos y pictográfi cos de la Historia Antigua. Como en casi ladas las di slocaciolll.:s ele
Autónoma, municipio, otro país -abierto-), ni vel de estudios, sector de es tud ios, OCll grandes unidades políticas, la caida del Imperio Romano produjo masivos movi miell a

pación, situación profesional, lugar de trabajo, desplazamientos, conocimiento ( !t\ lOS de población en Europa. Anglosajones y JulOS a Inglaterra, Norm andos al No rt e de
idiomas y régimen de tenencia de la vivienda (Fuente: INE. Censo 200 1). Las cale Francia, visigodos a Francia y la península ibérica, árabes procedentes del norlc de l
gorías étnicas no están presentes, a favor de datos objetivados como es la nacionali Maghreb por el sur de la península, bizantinos a Grecia e Italia, irlandeses de l Ulstcr al
elad, que remite a la condición de ciudadanía de otro Estado-nacional, el mismo Reino Un ido, normandos a Inglaterra, mongoles procedentes de las estepas hacia
marco políticoadmini stra ti vo en el que se inscribe el instrum ento estadístico. Europa oriental, judíos al Norte de África ex pulsados po r España, etc. El Renacim ienl o
Tampoco el Anuario de Migrac io nes (úhima versión 2002, pu blicado en 2003) del es época también de expulsiones, por ejemplo, de los moriscos, y tamb ién de l progre-
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales incluye referencia alguna a grupos raciales sivo poblamiento europeo de las nuevas ti erras exploradas y conquistadas al hilo del
ni étni cos, distin gui endo sólo, como en el Censo, por la categoría de Nacionalida{f261 , capitali smo mercantil y la construcción de los Estados nación europeos occidentales .
Sin querer ni poder ahondar más en toda la variedad ex istente, y como simpl . Las mi graciones y movimientos de población son inherentes al desarrollo del sis-
curiosidad, ni en el censo meji cano ni en el peruano aparecen categorías racial es, tema capitalista en sus diversas fo rmas, a la distribución desigual de la riqueza, los
aunque, como en muchos otros países de Latinoamérica, los problemas aparecen COIl recursos, el trabajo y desequilibrios in terregionales. Por ej emplo, en la búsqueda de la
respecto a la autoadscripción del encuestado como {ndigellCl o como mestizo maximi zación del beneficio, la clase terrateniente de las plantaciones del Caribe deci-
(Instituto Nacio nal de Desarro llo Hum ano 2005). En el censo estadounidense del año dían importar mano de obra, independientemente de que pudieran abastecerse con la
2000, la clasificación de los Hispanos se hace a partir del sistema racialista americ:l a de origen local. Esto siempre permitía abaratar los precios y deshacer los posibles pri -
no: se podía escoger entre Hispalios hispanos, es decir mestizo, o entre Hispalio vilegios y exigencias que pudieran haber ido demandando los locales (Mintz 197 1) .
blanco O Hispa110 negro. El crecimi ento de la población, desajustes económi cos sociales, la mej ora de los
tra nsportes, la necesidad de poblar nuevos territorios colo ni zados, en el contex to de l
capitalismo industri al y de l reparto geo político del mund o por parte de las dislinlas
potenc ias, las culturas de la migración y sus imágenes, hiciero n de los s ig los X IX Y
260 Aparte de las connotaciones ideológicas inscritas en el modo en que los co loni zadores
constru yeron su identidad. Es precisamente ésta la razón de esta generali zación aberrante.
XX los de las grandes migraciones: anglosajones, irlandeses, alemanes, italiunos.
261 Cuando los inmigrantes en Espai'ia dejen de serlo y se constitu yan, qui zás, como grupos polacos, checos, armenios, ru sos y muchos más, a USA; algunos tambi én a Hnll(lfI
étnicos (Ram írez Goicoechea 1997), qui zás el censo recoj a de alguna manera esta diversi dad. y Australia. Los españoles fueron a Centroamérica y Sudaméri ca, principaIIlH;nt l'.

454 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICII?AJ) 45


pero tambié n a distintos países industri alizados europeos a partir de los años 50.
,.ituales, psicológicas. afec ti vas263 , reprcsentaciconalcs, etc. Las biografías se realizan
Japo nes emigraron a USA, Perú, Brasil ; chinos al Sudestre asiático y por todo el
'n marcadas en procesos estructurantes y es tructurados, en la misma medida en que
mundo; Arabia Saudí cuenta con una gran cantidad de migrantes asiáticos; Sudáfri clI
éstos sólo ex isten a partir de la acción humana indi vidual y colecti va. Emigrar es una
ha sido lugar de dest ino para migrantes indios desde hace tiempo; etc. Los procesos
práctica que no está aislada de otras prácticas. Tampoco es un hecho puntual: hay que
de descolonización política trajeron a las metrópolis toda una suerte de grupos y per-
pensar más bien en can'eras e itinerarios migrat ori os. cuyos s!o.\·i.\' pueden alargarse más
sonas de Áfri ca, Asia y el Caribe, principalmente.
() menos dependiendo de muchas circunstancias. La Inigraci6n 11 0 es una condición ni
Es difícil que los europeos no tengan algún e migrante en su famil ia cercana o ell una situación, sino una dinámica personal y colect iva, sujeta ti la bi ográfi co y biopsí-
sus antepasados. Y a la inversa, es difícil que los países europeos, sobre todo los más (J uicosocicultural y lo políticoeconómicohistórico. Antcs de salir de sus países, muchos
ricos, no tengan inmigrantes procedentes de fu era de la UE, o incluso de países qu lIligrantes internacionales ya eran migralltes nacionales en sus países de origen, a
no lo fu eron hasta hace poco, o de aquellos que todavía tardará n en serlo. menudo desde el campo a la ciudad, o de la ciudad pequeña <1 Q!!'1I más grande y con
Europa es una entidad compleja cultural y socialmente, realidad que acompaña 11 mayores atractivos económicos y laborales. Generalmcnte, cuando el emigra nte sale de
todos los intentos de unifor mi zación y nor/llalización de la construcción de la unidad su país, ya lleva mucho recolTido sobre sus es paldas.
política y admi nistrati va europea. Europa está atravesada por diferentes grupos étni .. Los significados subjetivos que los sujetos incorporan en su ex pe ri encia de lo
cos e identidades colecti vas, algunos que no encontraron su proyecto comunitario ~ocia l .en este caso del proceso migratori o, es una dimensión sustanti va del mismo.
reflejado en el proyecto de Estado-nación (Euskadi, Cataluña, Irlanda del Norte, Sin perder la perspectiva de los grandcs proccsos y es tructu ras económi cas, sociales
Córcega, etc.), otros que han resurgido al hilo de las recientes transformaciones socia- y polít icas, ideológicas. de los que la inmigración es deudor3, ta mbién es im port ll n-
les y políticas vividas en Europa del Este. A esta /Il lllticlIlturalidad que entendemos le conocer cómo los grupos e ind ividuos vivencian estas referencias macro lóg icas,
por Europa, hay que añadir el fenómeno de las migraciones internacionales, que viene cómo resuelven y racionalizan su situ ac ión en términos de hi stori as de vida , estra te-
a diversifivar aún más demográfica y cultu ralmente nuestras sociedades. La dinámica gias personales, recursos y solidaridades, categorías de vida y uni verso sim bólico,
de la globalización de la economía, la división internacional del trabajo, los desajus- sistemas de percepción y representaciones colecti vas264 .
tes sociales y económicos de algunos países en desarrollo, y, sobre todo, las desigua-
El concepto de inmigrante que aquí manejamos es el de sujeto activo - actor
les relaciones Norte-Sur, han moti vado la movilización de miles de migrantes (Arango
social- que teori za - interpreta- y practica sobre lo que vive, cómo y por qué lo vive,
1994) que se han dirigido a los países desarrollados en busca de trabajo y bienestar
que asigna e intercambia sentidos con sus otros, que dispone de cierto margen de
económico, proceso al que se han sumado países como Itali a, Portugal y España.
maniobra y decisión en determi nadas es feras de su vida, que no es un mcro repro-
ductor pasivo de las sobredetenni naciones políticas y económicas que le imponen su
situación. Los modos en que los suj etos incorporan biográficamente, introyectan sub-
7.2. Una orientación mic ro-mac rológic a

El fenómeno migratorio muestra una gran complej idad y su estudio exige una apro- 263 Los aspectos psicoafectivos de la inmigrac ión y sus repercusiones en la salud menta l no

ximación macromicrológica. Sólo un análisis cronotópico y especificado puede penni- han de subva lorarse . Buena parte de ellos derivan no s6lo de las dificultades de supervivenc ia coti -
diana, sino del desarraigo, de la ruptura de los lazos afectivos, fami liares, grupales, culturales, de
timos establecer qué atractores están operando en un momento y lugar detenninado dcl
la necesidad de recomponer víncu los y re lac iones en el nuevo ambien te. La separac ión famil iar, del
proceso. La migración es un proceso social colectivo y personal a la vez. Implica dimen- cónyuge, de los hijos, de padres y hermanos, representa uno de los escollos más duros de superar
siones demográficas, culturales, ecológico-económicas, políticas, familiares, de salud262, para el inmigrante, que le hace cuestionarse si lo invert ido en la decisión de emigrar compensa de
lus penalidades y sufrimi entos que tal acto puede acarrear. Tristeza y depresión, soledad , son algu-
1I0S de los trastornos afect ivos que más a menudo padecen. Algunos de los datos etnográfi cos más
conmovedores corresponden a estos aspectos y dan cuenta del temple y del heroísmo de algunas
262 Enfermedades laborales específicas por el contacto con pesticidas, exposición a altas tem-
hiografías. La as istencia a centros de acogida y reunión les perm ite recomponer en parte un uni-
peraturas, condiciones de trabajo perj udiciales para la salud; acceso variable a los medi os e in fraes-
verso de relac iones roto por el hecho migratori o
tructuras sanitarias por su situ ación adm inist rat iva, miedo a la pérdida del trabajo, etc. Desde el 264 Grupalidad e individuali dad no pueden separarse en lo biográfico. Conceptos como histo-
pun to de vista nutricional también se observaban los erectos de la inestabilidad y la provisionali-
ria encarnada, memoria colectiva, experi encia subjetiva, vida cot idiana, nos permitirán anal izar eSle
dad, además de la precari edad económica. Las dietas en origen de al gun os colecti vos, marroqufes,
proceso social desde los propios protagonislas, trabajando también lo intersti cial e inestrllclll rudo,
subsahari anos, por ejemplo, no incluyen algunos al imentos que nu tricionahnente se considerall
nqllell a región de 'lo invisible' desde las instituciones o de lo socialmente organizado (Ralll t996).
básicos pero el problema mayor se refiere al desequilibrio que presentan estas dietas, a lo que hay
GI método etnográfico de investigación nos permite recuperar aquellas dimensiones simbólicns y
que añadir la falta de condiciones de conservación y preparación de alimentos y la irregularidad en
subjetivas intrín secamente ligadas a las biografías de los sujetos migran tes, sin olvidilf los gl'um!c"
las comidas. Prácticas tradicionales de cuidado y nutrición infanti l no son un problema menor.
procesos.

456 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNtCIDIIf) 467


jClivamente, experiencias sociales diversas que les vienen dadas, son elementos 1\11\ livos de las grandes empresas multinacionales que son enviados a las sucursales en
damentales a tener en cuenta a la hora de valorar la sensación subjetiva que tiene (\ 1 lIi stintos países.
inmigrante sobre su situación personal y social, cuyos efectos también han de SI'I Se considera inmigrante a aquél que se traslada a Olro país por moti vos princ i-
tcnidos en cuenta a la hora de evaluar la fl ex ibilidad en los modos de incorporaci '1 palmente laboral es, donde se establece duran te un cierto ti empo, lo que le di stingue
a partir de determinad as constricciones estructurales. El factor biográfico, lo que 11 del visitante o turi sta.
uno le pasa, lo que vive, es determinante a la hora de interpretar y evaluar la proplu
Sin embargo, es ésta una visión algo si mplista. Muchas veces es difícil separar la
situación personal inmigratoria de una u otra manera. Muchas veces depende de COII
necesidad económica de los problemas sociales, po lílicos, mililares. Aquéllos que
qué recursos personales inicia uno su carrera inmigratoria, qué le ha decidido a vcnll
llegaron a España en los 90 lo hicieron como consecuencia de situaciones económi-
y qué inversión emocional y afec ti va ha puesto en el proyecto. Y también los aCOI\
'as y fa miliares difíciles, pero también huyendo de la violencia y las guerras civiles,
tecimientos vividos en relación a éste. La sensación subjeti va se ve determinada talll declaradas O no. Pobreza y violencia política suelen ir unidas Ill llchus veces. Por
bién por la orientación que da e l propio sujeto a su proyecto migratorio, lo que cst
Illucho que los organismos y políticas de asistencia qu ieran distinguir mi gración de
también en relación con el tipo de inserción local que intenta perseguir y la apertUlII
IIs ilo político o refugio, en muchos casos es difícil. Peruan os que hu ían de la inesta-
y permeabilidad hacia la sociedad de acogida. bil idad política de su país, entre el Ejército y Sendero Luminoso. subsaharianos
Pero también es objeto de las prácticas y representaciones de otros que le con huyendo de sus países en guerra o deslrozados por és ta, vcnczol:lllos - de clase
vierten en su 011'0 --como veremos a continuación-: objeto de relación económica, d\1 media- que emigran por la inseguridad y violencia de las granel es ciudades. españo-
atención social, política, de adm inistración y gestión, de tratamiento mediático, (h~ les que se fueron a Uruguayo M éjico ell la posguerra , sin ser claramen te refu giados
ideas y prácticas de exclusiónlincl usión, objeto de discurso y representació n, dt' políticos, etc. ponen de manifies to la tenue línea de separación entre es ta s categoría s,
reflex ión, de evaluación, etc. El análi sis de las migraciones y sus relaciones con ION descritas siempre desde la gestión política. Y al revés tambi én. Acogerse a la calili -
procesos étnicos, hab rán de hacerse, por tanto, desde la multilocalidad, la multitcII' caci6n administrati va de refugiado no impide el ingreso en el circuito habitua l de l
poralidad y multiagencialidad. inmigrante económico que ti ene que resolver, siempre con dificult ad , las 1111ís ele-
Por eso, las teorías del pul//pus" , como reacciones a la demanda internacional dt' mentales necesidades de supervivencia.
mano de obra no son suficientes para explicar este fenómeno demográfico, económ; El inmigrante, es el illmigral11e económico, estructuralmente ubicado -en gcnc-
ca-político y social (A rango 1985). También hay que incluir en el escenario un rae ra l- en las capas más descualificadas de la población laboral, que viene a trabaja r en
tal' que se ha denominado cultura migratoria y que es incorporado como parte de 111 condiciones difíciles, como salida a situaciones personales y familiares de origen, no
imagineria de los sujetos y las familias, constantemente retrabajado a partir de otros de pobreza (no emigra el que quiere, sino e l que puede) pero sí de escasez y ele gran-
migran tes, los mass media - que trascienden las fronteras nacionales-, las politicns des desequi li bri os regionales. La situación económica precaria contagia metonímica-
migratorias - a menudo coordin adas entre varios Estados- , etc. Para algunos, migrm\ mente al res to de la persona. I nmigrante se convierte en sinónimo de tercermLllldis-
trasmigrar, representa una form a de vida, que normalmente ti ene antecedentes en In 1tI, subdesarrollado, analfabet0265 También como problema social y político, gracias
emigración campo-ciudad. La emigración puede convertirse en una estrategia de la, 11 menudo a ac titudes alarmi stas y fuertemente ideologizadas.
unidades doméstica s, en un contexto local vinculado a un mundo económico inter'
La devaluación social y moral del foráneo suelen ser habituales en el tipo de migra-
nacionalizado y cambiante (Massey, 1987). Muchas veces la deci sión de qué miem ciones prevalente en el contexto de las relaciones no equitativas entre los Estados indus-
bro emigrará es una deci sión casi colectiva. Para algunos jóvenes marroquíes, pOI
trializados y los que no. El inmigrante como Otro en nuestra Modernidad tardía ha sido
ejemplo, cru zar el Estrecho (de Gib raltar) se ha convertido en un rito de paso a 111 cilado en numerosas ocasiones por ilustres ensayistas de la alterid ad y el poder266 .
adultez, llegando incluso a desplaza r otras formas de obtención de identidad soci nl
más tradicionales.
265 Tengo que decir que, excepto ciertos casos que confirmaban la regla, y con una gran diver-
sidad de matices y singularidades, la mayoría de los inmigrantes entrevistados en mi investigación
sobre inmigrantes en España (Ramírez Goicoechea, 1996a), conocía al menos dos lenguas, tenían
7.3. El inmigrante como Otro una formación educativa media, algunos eran profesionales por cuenta propia o ajena de clase media
empobrec ida por la mala gestión polític<l, productiva y financiera de sus países. Otros incluso habían
ncccdido a estudi os de formación profesional o incluso universitaria. Para consecuencias psico lógi-
El término inmigra nte es un poco e ngañoso. En España, por ejemplo, no se cas en relación a este proceso de desclIalificación véase (San Juan, Vergara y Ocáriz 2005).
refiere a la población jubilada europea que viene a nuestras costas a di sfrutar del 266 Arendt ( 1994), Taguieff (1987); Na ir (1992); Todo rov ( t 989); Kristcva (19~ 1 ) ;
clima, del entorno social prácticamente reproducido de sus lugares de orígen , de un" Enzensberger (1992); Spivak y Guha ( 1988) o las numerosas con tribuciones period fsticas de: JII II II
jubilación que les cunde mucho más en nuestro país. Tampoco son aquellos ejecu Goytisolo entre ot ros.

458 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMrA POLrTICA DE LA ETNICIDAI 459


La situación de muchos de los inmigrantes está marcada por muchas formas (Goldberg 2006), referida a la alteri zación de aquc ll os que una vez fueron coloni za-
ejercic ios de alteridad excluyente : la inseguridad, la provisionalidad, e l desarrai go y dos, desp ués descolonizados, convertidos en posc{) !rJII;ales con anhe los de emigrar.
la precariedad en varios terrenos. Uno de ellos suele ser su situación jurídica y adn ,) Zig Layton-Henry ( 1990)269 señalaba que cSta sitU ac ión de margin ación o exclu-
nistraliva. La documentación en regla, e l permiso de residencia, aseguran esta posl sión política de los inmigrantes residentes que contribu ye n socia l y económica-
bi lidad. Tener ' los papeles', es condición indispensab le para no verse expulsados dl,1 mente 270 , pone en duda la orientación democrá tica de h ll1 10S gob iern os y Es tados así
país y ver así truncado, casi antes de empezar, su proyecto migrato rio. La signiliclI como su ca pacidad de representación. Además de poner e n p 'l igro la democracia
c ión biográfica se dil uye en la político-administrati va, que, para el inmigrante, coin alcanzada por estos países (S hafir 1995), (Baubbk 1994), la exc lusión socia l y polí-
c iden: no son nadie, no existen administrativamente si no tienen papeles. Criteri o/'! tica de extranjeros y grupos étnicos atenta contra las más e lc lll 111 111"'s noc iones de
como la propia subjetividad, el nombre, la fi liación, etc., que garanti zarían su exi ~ Illoralidad (Carens j 992).
tencia social - para otros- en el lugar de origen, se desvanecen en el de emigraci6n, Como dice As unción Merino (Merino 2004) refiriéndose a 1" UI" IlIs polít icas
Si la ideología del Estado moderno se basa en la identidad abstracta del ciudadano mig ratorias establecen los términos de la incorporac in de los inmi gnlllt .~ 11 hls soc ie-
sujeto de derechos y de deberes, do nde otros ingredientes identitarios aparecen como dades y Estados, mediante el trabajo y una relación contractual como IIsll lll rilldos.
irrelevantes, para estos extranjeros migrantes la operación se aplica en toda su Cl"1I El subempleo suele ser característico en este tipo de mano de obrH . pl\l't . rn ~s
267
deza. Su ex istencia social pasa por su existencia administrativa y política diven:i déb il de la cadena laboral. El acceso a sectores de la economía SlI lller idll, los h'\Íos
ficada según las distintas políticas y legislaciones migratorias. salarios, la picaresca y desapre nsión de em pleadores y contratistas, se alladl.:ll Il luchus
En el caso de la UE se establece toda una geografía de la proximidad y de 111 veces a la dureza de las condiciones laborales . Horarios prolongados, dc licie ll l 's
exclusión (Sibley 1995), de la proximidad y la lejanía política y Iegal268 En el Rei'l\) condiciones higiénico sanitarias de algunas de las acti vidades y medios de t,."hujo
Unido, que tiene su propia política migratoria, aunque en concordanci a con las líneHN son moneda corriente en este sector.
generales de UE, se opera una cierta dualidad entre un política plural y multicultural Las re lac iones laborales y la acti vidad productiva no garanti zan e n IIbsollll O 111
interna y un política fronteri za contra el asilo (Husband 2003), pero, en todo caso, incorporación a otros ámbitos y esferas de la sociedad de acogida. Las polrti clls de
sigue ex istiendo lo que algunos llaman " la regla de la diferencia poscolonial " as istencia social en es pacios económicos como la UE vienen limitadas por lo polfli-
ca y humanamente correcto, sin invertir ni alcanzar demasiado, ni provoca r el cl CSH
contento de aquellas capas que ven al Estado de bienestar gastando en qui en creen
que no debe. Y, sin embargo, los inmigra ntes colaboran decisiva mente en e l Produ cto
267 No su legali dad. Ese fu e uno de los grandes debates a finales de los 80 y principios dll
los 90 en España, considerar a los inmigrantes como ilegales - como si hubier~n cometido un del~ Interior Bruto de los países en donde trabajan27 1, mediante su trabajo, sus impuestos,
lO, por tanto , dentro del ámb ito de lo penal- en vez de irregulares, cuyo ámbito es el de la admi - su colaboración en distintos ámbitos de lo social, no menos en el enriquecimiento
ni stración. cultural (B rubaker 1989).
268 A partir de datos sobre la legis lación europea recog ida en el Anuario de M i grac i on~s del
2002, vemos que el acceso al terri torio español está segregado según el lu gar de procedenCia, los Los poderes públicos desearían contemplar la inmigración como un episod io
pactos políticos, las relaciones eJ1lre los Estados, y los in tereses de ~os receptores, en este eca ~o temporal, por lo que, por medio de políticas migratorias más o menos excluye ntes,
la UE. Todos los ciudadanos de los pa íses mi embro de la UE (mclu yendo los del EspaCIO dificulta el acceso, la permanenc ia, la residencia, la reagrupación famili ar, etc. La
Económico Europeo Noruega , Islandia , Liechtenslein) y Suiza, tienen derec ho a "entrar, sa lir, cir- opinión pública asume este discurso político e imagina y desea la inmigración como
cul ar, permenecer y trabajar por cuenta propia o ajena en Es paña en igualdad de condiciones que
fenómeno provisional, con la vuelta al país de ori gen como epílogo, y la restauración
todos los españoles", excepto para alg unos puestos en la fun ción pú bl ica, derechos ex tensibles n
sus cónyuges y descendien tes. El segundo turno corresponde a aq uell os Estados, reci e n.lem~n lC de un orden nacional más o menos homogéneo (aunque Cf. infra). Pero, como nos
integrados en la UE, pero a la espera dellevanlamiento de ciertas barreras para la Circu laCión li bre dijo un mediador social en España, "pedimos trabajadores y nos llegaron homb res (y
de personas: Polon ia, Hu ngría, Repúb lica Checa, Eslovenia, Eslovaquia, Chi pre, le~oni a . mujeres, niños, ... ". Una perspectiva realista obliga a pensar que las migraciones obe-
Lituan ia, Estonia, Chipre, Malta. El documento de ent rada es el pasaporte. En tercer lu gar Vlenell
aquellos países que entrarán en el 2007, es decir, Bulgaria, Croada, Rumanía, Turquía, con las
precauciones in iciales aplicadas a los de segunda clase. También necesi tan pasaporte. La mayo-
ría de los países desarrollados (USA, Japón, Canadá, Au stralia , Nueva Zelanda, Brasil), todas las 269 En este párrafo sigo a (Vertovec 1998).
ex repúblicas yugoeslavas excepto Serbi a, Montenegro y Bosni a, América _ Latina ex~ept o 270 La no nacionalidad les niega la participac ión política, pero no el pago de sus impues tos.
Colombia, Cuba, República Dominicana, Jamaica, Haití pueden entrar en Espana como tUri stas. siendo que, en el caso español, la población inmigrante contribuye económicamente a ta s arcus del
estudiantes, o tran seúntes, también con pasaporte (Reglamento CE 2414/200 1). Por fin , todo el Estado en mayor med id a de lo que recibe por prestaciones soc iales.
resto de países del mundo, entre los que se encuentran la mayoría de los denom in ados tercer- 271 En el caso español y según estimaciones para el 2006, la contribución de la i nllli S I'Uc! tm
mundistas necesitan , además de pasaporte, visado para entrar a España como fro ntera ex terior de cn el PlB puede cifrarse en un 0,6%. Se atribuye a éstos la posibilidad de mantencr en plllt e '1¡.¡ I¡.¡
la UE (Acuerdo de Shengen 1985) . lema de sociedad de bienestar, en concreto el de las pasiones, gracias a sus cotizaciotlus.

460 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAf 461


ti 'cen Ill:Ís a un es tado de cosas más o menos perm anente qu e a un a circunstancia y Alicante también observamos inmigra ntes Illa rroq ufes de lercera ge neración quej án-
lru ns ito ria, po r lo menos en términos colectivos. Las migracio nes so n un fe nómeno dose de sus compatri otas recién llegados en térm inos de lI llo llli a soc ial y competencia
eSlruct ura l de nues tro sistema económico. eco nómica desleal, q ue aceptaban cualquier puesto a clIlIlq ui 'r salari o (Ramírez
Lo curioso es que esta percepción si/l/acianal de la inmigració n convive con otra Goicoechea 1996a). En Sui za, los españoles e it aliallos ¡1l" li g l'11I11 's dc los añ os 50 y
de tipo esenciali sta, que tra nsforma lo aparente mente momentáneo a lo permanente: 60 ya no son considerados tan ex tranjeros como all tcs, sohrc lodo COIl la llcgada de
Se es tablecen pa ra el inmigrante unos parámetros de ident idad que se pretenden idio- Iluevos trabajadores procedentes de Turquía, exYugoeslllv ill, Alhll ll ill. so bre los qu e
sincrás icos y constitu tivos, fuera de cualquier considerac ió n particular o coy unt ura l. mues tran, como los propios sui zos, un a actitud ele rcc ha zo (Wi llllllcr 200'1).
La del inmigrante, con toda su carga ideo lógica además de contenido sociodemográ· E n nuestra in vesti gació n sobre los j óvenes e n Rentel'Ía y Sil CO IHIII" ' 11 IIparecía
fico, no sería ento nces un a situació n, sino una condición inma nente, un a cualidad de este fenó meno de aÜe rización baj o la form a de una eSli g ll Hlt lzlH; 1 11 d ' los inmi -
determinadas gentes. gra ntes de segunda generac ión, asoc iándo los co n el consulllO y Ir 11 'o d ' drogas,
La perce pc ió n del in migrante co mo problema social es parte de la es trateg ia incivilidad urbana, delincuencia, ano mi a social, deslllov il ii'.lIc i 11 POl(t l 'H, ' 1 ' ,
med iática y políti ca a la hora de abordar las relac io nes sociales entre di versos colec- (Ramírez Goi coechea 1990, 1994).
tivos en términos de alteridad y forane idad social. Estos no se han cansado de deno· Es és ta una constelación rec urrente. También se observa en las 'illdlld\.'s suli" IIS
minarles ilegales -al margen de la ley- en vez de irregulares, refiri éndose a su esta- ele Z urich, Bas ilea y Berna, donde la poblac ió n autóctona y los in mig ralll 'S ya 111 'or-
tus adm ini strativo. La equi valencia inm igrante/deli ncuencia estaba servida. parados (espa ñoles, portugueses, itaili anos) hab lan de la ano mi a socia l ¡J , los II lIevos
Hay que reco nocer que, en el caso es pañol, lo cierto es q ue cada vez se oye menos Irabaj adores ex tranjeros que llegan a partir de lo que Wim mer c ila como un 'sqll ' 111 11
el argum ento de que estos ex tranjeros vienen a quitar el trabajo a los españoles. Tengo central de orden (Wimmer 2004) que consiste fundamentalmente cn illlrtg ' II 'S sohr,·
la impres ión de que la población españo la se está conve nciendo poco a poco de quc la urbanidad, la decencia, e l contro l, la d iscreción, la estab il idad .
ocupan aquellos pues tos q ue no qu ieren hace r los es pañoles y menos los jóvenes2 ". La imagen medi át ica del inmig rante extranjero en España, como cspcCI ~~ " I"
En cada contex to y momento, son un os y no otros los q ue concentran esta prácti - público y noticiable, así como la del discurso político conservador, se ha con" " l1dl1
ca allerizal/le peyorati va. Para John Rex ( 1986) e l problema migratori o en la Inglatc· alrededor de su esti gmatización como atrasado cultural y, sobre todo, de s u cri lllillll
rra de los 80 se refería a la ge nte de color, princi palmente procedente del Caribe 273 . li zación como deli ncuente. En España se ha asoc iado a menudo a los inm ig ranl es (;0 11
Ahora pueda ser que se refiera a la ideología religiosa de la segunda generac ión. el narcotráfi co, el consumo de drogas (incluyend o al cohol), la prosti tución, la vio lcn
U na forma de alterización -y como contraparte, de inclusión- se el que se rea li- cia, la inseguridad ciudadana, etc .274 , debido principalmente a la selecció n realizadll
za mediante e l ejercic io de un complejo de autOCJOnra. Siempre hay alglin gru po para por los medios de comuni cac ión de masas y las ideologías más conservado ras. A fines
impu tar la foraneidad social que ejercen o han ejercido sobre uno mi smo, como estra- elel siglo pasado, después de los gitanos, es el marroquí el que concentraba el males·
tegia para resiluarse en un nuevon contex to de identidades/alteridades con repercusio- tar (Cf. ClRES 1992; CIS 1995 ; Díez Nicolás 1999). En el comienzo del siglo XX I
nes sob re los procesos de exclusiónli nclusión. En este terreno observamos cómo fun· lamb ién275 . Por extensión, también lo islámico, como consecuenc ia del trabajo cultu-
ciona una estrateg ia inclusiva, encontrando siempre algui en con qu ien identifi carse ra l realizado por el histori cismo y ciertos regímenes políticos y los recientes aco nte·
verti calmente mientras se opone horizontalmente. Sie mpre hay algui en peor, in fe ri or, ci mientos intern ac ionales en la escala de incomprensión mut ua entre Occidente y el
quien se hace ac reedo r de un estereoti po de di ferencia mayor, de quien uno puede dis· mundo de países islámicos276 Centroeuropeos y especialmente polacos han sido bicn
tanc iarse sim bólicamente reubicándose en otro es trato clasifica torio. Aquellos es pa·
ño les q ue inmigraron a Cataluña, po r ej emplo, ejercían sobre los nuevos inm igrantcs
un complejo de autoc/anra (¿ his panocatalana?) sobre los nuevos llegados. En Valencia 274 No se trata de determinar la correspondencia de la o pin ión con los datos que, en todo e¡¡so.
no la refre nda n, sino de anali zar la rea lidad 'simbó lica' - no menos operativa soc iallllcntc- de estas
ilsoc iacio nes y cómo son experimentadas e interpretadas por los in migrantes
272 Una de las últimas declarac iones de l Gobierno de José Lu is Rodríguez Zapatero (Agosto 275 El Barómetro de l CIS para Mayo 2003 sobre actitudes ante la inm ig rac ión seguía refle-
2006) ha sido la de q ue España no puede acepta r más in migrantes, a lo que muchos e mpresarios jando que que los marroqu íes eran los que menos resultaba n "simpáticos" a la poblac ió n española .
han con testado en sentido contrario: no só lo que la economía podía incorporar más trabajadores seguidos, au nque por otros mot ivos por los norteamericanos. Rusos y proceden tes de la anligll fl
ex tralveros sin que era imprescindibl e. URSS así como Europeos del Este seguían a los anteri ores. Los más próx imos so n europeos ncci
2 3 Ahora puede haber tomado una dirección más política y re li giosa, referi da a los que Il a- dentales y latinoamericanos (Boletín 32, Mayo-Agosto 2003).
111;'1I110S mi grantes de segunda generación, porq ue los imput ados por los atentados de Lond res 276 Recordamos que la identidad castel/al/a, y por extensión, la eS¡Jaiío l a, se ha c:o lIstn ddo l' lI
(2005) son personas nacidas ya en Gran Bretaña, miembros de comunidades de religió n islámi ca. torno al Catolicismo, la limpieza de sangre del cristiano viejo (S taJl aert 1996), rre nte al rnll s , d t ll ~ r l
En tal caso, lo que ocurre es que parte de la alterizació n practicada contra el fo ráneo demográfico, y el j ud ío, continu ado du rante la Contran'eform a y el antiliberalisrno político e idcolt1tlictl (tI I
se ha transformado en alterizac ión del foráneo sociocult ural. "vivan las cadenas", del absolutismo de Fernando VII ).

462 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICII)I\I 46


11 'cplados en general (Ramírez Goicoechea 1996; 2003)277 Latinoamericanos, ell Es cierlo que la población española ha visto ¡Iler '111 ' 111 11 1' Y div 'rsificar su expe-
(; WlIlto que son hi spanoparlantes y comparten vínculos con España por el colonialis- rienci a cotidiana de la diferencia étnica. La presencia f(~ i 'ji de 1/1 tllt'l' lcllcia, el cam-
1110, son sent idos como próximos (ClS , Barómetro de Opinión. Marzo 2003), sólo bio del paisaje humano, a partir de la satisfacción de SII S I1cccs ldlld(', (1' prov isión y
ma ti zada esta opinión en los discursos cuando se les relaciona con el narcotráfico O "basteci miento, de salud y escolaridad, de ocio y tei mpo lib, " les hu('(, \'x hlhi, sc y fre-
la violencia. cuentar espacios públicos hasta entonces sólo ocupados pur 1" I'ulll" '1 " lo ·,11 (e l'.
En la década de los años 80 el alarmismo respondía más bien a un mimetismo con " lvo Buezas 1993). La visibil idad social28 ' de estos mignll1 h!s ¡lll\',h' s(" tll1 1'11 '1111'
otros países como Alemania, Austria, Reino Unido, y su percepción de saturación importante a la hora de las actitudes suscitadas en la poblll ' i " "ull ('II,"" , dl' l111idll
demográfica. Así, gracias a distintos trabajos que pusieron en claro las cifras como tal. Muchos desearían que es tos colectivos fueran mcnos vi sihl",,., \111 \1 ti 'Uplll lt ll
(Izquierdo 199 1; 1996), a fines de la década de los 90 y en los años que llevamos del su lugar exclusivamente en el espacio laboral, sin alterar el paisllj , hlln llll ul IlIlhll llul
nuevo siglo, parece que los españoles van acostumbrándose algo más a la presencia de de homogeneidad cultural, lingüística, hasta fenotípica, de los pu 'hl ns y dllllt,iI 'N ,
estas personas278 , gracias a su penetración positiva en la sociedad española, al trabajo La apari ción de es tos hombres y mujeres, paseando en grupos. I 1I1l1\~lltl llf'ltl,
de las ONGs y organizaciones de inmigrantes. la demanda de mano de obra sostcni· acced iendo a determinados bienes y servicios, altera, entonces, la per 'c p 'l "lrulrNI
ble, las distintas regularizaciones y empadronamientos, el compromiso político e ins- ca e integrada de los autóconos sobre su munici pi o o ciudad, su sensaci n th.' '(H llo }1
titucional para la ampliación de servicios sociales específicos o no, así como un mejor I'rs ico y simbólico sobre su comunidad 282 Esto es algo que puede d '1" I'" SI' \' 11
conocimiento de los mismos gracias a los medios de difusión popular y académic0279 . muchas poblaciones expuestas a la inmigración, independientemente de Sil Itl l-tl ll dl\
Lo que que no impide que la inmigración siga bien presente en la agenda de los ori ge n (Ramírez Goicoechea 2000).
distintos partidos y gobiernos ni que podamos autocomplacernos en lo ya conseguido. Otra ambivalencia ex iste con respecto a los subsaharianos. Si por un Indo sr k ,
Según nuestro estudio so bre Inmigrantes en España (Ramírez Goicoechea 1996), excluye en base a criterios raciales 283 , y pueden ser relacionados por cl imaghilll lli
la ex periencia de la xenofobia en España va ría por grupos étnicos, siendo, sin duda, colectivo también con determinadas fo rmas de delincuenci a, por otro lado pucdcII s "
los magrebíes primero y luego los africanos subsaha rianos, los que más episodi os objeto de una gramática inclusiva en términ os del buen salvaje. Con los afri canos S'
relatan y más malestar exhiben. ejerce una especial actitud de simpatía, como materia sobre la que ejercer un sent ido
ex preso de fraternidad universal y anti xenofobia, llegando a veces al patern ali smo, lo
Peru anos y dominicanos también nos contaron sus epi sod ios, a menudo en rela- que permite incorporarl os positivamente al paisaje colecti vo "son muy simpáli cos",
ción a sus rasgos fenotípicos, como e l color oscuro de la piel o los rasgos amerin - "son muy espontáneos", "los negritos son buena gente" 284 .
di os 280 Muchos de ellos no comprendían por qué se les trataba con rechazo argu-
ye ndo que para e llos España "es la madre palria"; los fi li pi nos apuntaban que Por otra parte, la población espai'íola no cuenta con toda la seri e de prejuicios cul -
"siempre se quiso a Es paña", recordando muchos que llevan apellidos españoles lurales e históricos que fun cionan con los marroquíes, p. ej. , y, siendo un co lecti vo
como testimonio de la colon ización. Los marroquíes afirm aban que "el trato a los 1I1ás dispar - multitud de nacionalidades, etnias, tradiciones culturales-, a pesar de
es pañoles en Marruecos" era excelente; algunos europeos del Es te no se explicaban
este rechazo en cuanto que " los españoles son bastante menos cultos y educados"
que ellos. 28 1 O lo contrario. El Profesor Jesús Arpal, maestro y mentor de buena parte de mi aprcndi-
taje co mo investigadora social, me con tó cómo en el Vlicme arrondissement (barri o) de Paris. el
censo daba, sorprendentemente, un buen número de residentes españoles. Estos, la mayoría traba-
judores domésticos internos, tenían poca presencia local en el barrio; pocos residentes, excepto sus
277 Ú ltimamente, no obstante, nunanos y moldavos están siendo mediáticamente estigmat iza- pa trones, tenían conciencia de que fueran sus vecinos, al menos en términos oficiales.
dos por la participación de algunos de estos nac ionales en aClOS delictivos como robos con intimi- 282 Esto ocurría ya antes de las regularizaciones sucesivas por parte del Gobierno español. De
dación y violencia en chalets, etc. (Agosto 2006). Illguna manera podía observarse un cierto mimeti smo de la sociedad española con la corri cnte de
278 Para una evaluac ión de la evolución demográfica de las migraciones exteri ores en España op inión xenófoba de otros países europeos (Alemania, Holanda, Francia) cuya población cx tra nje-
entre 1950 y 2004, véase (Recolons 2005). ru cra en tonces muchísimo mayor que la de España. Esta sensibilidad émiea te nía que ve r, C0Il10
279 Obras generales fueron las de Cáritas y Colectivo lOE (1987); Solé y Herrera ( J991 ); hemos mencionado más arriba, con la experi encia medió/iea que los españoles tiencn del illll1i
Gi ménez ( 1993); Ramírez Goi coechea ( 1996); Martínez Veiga (1 994); Barbadillo (1997 ); Blanco gra nte, por medio de la televisión y la prensa, fundamentalmen te.
(2000) amén de un sin fi n de artículos y contribuciones que permitieron conocer con más detall e 283 Un sudanés en Canari as nos co nt ó decía que cuando iba en la "guagua" (aut obú s) mu chos
quiénes eran estos illllligrall/es. 110 ocupaban el asiento a su lado, dcjándolo vac ío. Otro, de Senegal afirmó que "No lile dej lll nI!
280 Existe una jerarquía estructural/si tuacional de rasgos por el que un símbolo étnico se supe- entrar por negro".
dita a otro que se le impone, al que se le atribuye mayor poder di scriminante. En el caso de los lat i- 284 En conflictos esporádicos con la poblac ión española, vari os inmigrantes nos cOllle nl ul\lII
noamericanos, el idioma es el símbolo de proximidad étn ica preferencial cuando no es anulado por que siempre hubo espai'ioles que salieron en su defensa, recrim inando a los xe nófobos. J ,11 CX¡lll
otro objeti vado con mayor poder de distinción étnica. riencia de las cabovcrd ianas no era tan posi ti va, sobre todo comparando Portugal con I ~S p llf\U ,

464 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAI) 46


cicrto prcdomin io senegalés y gambiano en algunas zonas, la pobl ación no conO('I' Para el inm igrante que se encuentra en un nuevo cont ex to sociocultu ral, econó-
demasiado ni sobre e llos mismos ni sobre sus países de origen 28'. Algunos emprcslI IIl ico, político, en un marco diferente de relac iones, vínculos. solidaridades, 110 es de
ri os incluso los ha preferido frente a la población marroquí, aparenlemente más cxl 'x trañar que se vea ob li gado a repensar -con mayor o m ' n OI' grudo de conciencia-
ge nte y díscola, según su opinión 286 NlI IlIga r ecosocial 287 y el de la colecti vidad/colccli vidadcs w n los que se identi -
Varios mediadores sociales de di stintas Comunidades Autónomas que contabllll Ik a(baJ288
con población inmigrante marroquí y subsaharian a nos contaron sus impresiones: "A Podemos encontrar múltiples discursos y prácticas que. m igilladas desde los pro-
mí de pequeña que me decían ves con cuidado con los moros. Aquí la gente ya ticll\' pios inmigrantes -sus líderes, port avoces, cualquier sujeto de estll l:utl!gol'ru sociode-
esta pecu liaridad y, con los otros (africanos) 'qué mono este negrito' ... Se integl"iln Illográfica simbólicamente connotada y evaluada-, se ori entan :t cOlltl'lIdec ir. neut ra-
mucho más, se adaptan mucho más. Son capaces de re lativiza r. Esta es la diferenclll lizar, reubicar, matizar, el proceso de alteri zación que padec ' 11 en '1 contex to
(con los marroquíes). Yo tengo un gran bagaje cultura l, las historias, los cuentos SlIIl constructivo de determinadas identidades. Prác ticamente todos opc m ll 1I1111 tl'/l slllción
bellísimos, pero ahora estamos aq uí (en España)"; "Bueno, pues igualmente hay 0111 ' de las oposiciones a un grado superior de inclusividad y semejanza con l' 'specto 11 los
estereotipo que dice que los africanos de color, negros, qui zás sea por su pasado m ~, IIgentes y contextos de su alterización. Se procede a una redelinici 11 d '1 Il lltn.:O
ligado a la esclavitud que los del norte, que han tenido un pasado en los que ello, (frame) en términos de ampli ac ión y reubicación, estableciendo una arellO1111 'VII pura
mismos han sido esclavizadores, ... Yo entiendo que se someten más, que es mcnON 11.1 construcción de las diferencias y las semejanzas al modo de "Nosotros tllmhi ( 11 , 11 0
endurecido, que protesta menos (que el marroquí), menos acti vos que el magrebí. ., sólo vosot ros ... ". Responde a una estrategia de inclusión social , ell términos jloJ(li
sí que es verdad que, no sé si es e l temperamento, la cultura o todo eso, que el hOl1l cos, cogniti vos y emocionales.
bre de Guinea o de Senegal o del Zaire es mucho más dócil en e l trato, en la relación, Va mos a seleccionar algunos ejemplos, que no ago tan todas las posibilidad 's, iI
menos exigente. Los de aquí, en XXX, son genles senc illas, personas humildes, nll parti r de experi encias migratorias en España que investigamos en la década de los
han dado muchos problemas, nunca han dado los problemas que los marroquíes"; noventa de l pasado siglo.
" Los senegaleses se abren más a la gente de aquí y la gente de aq uí se abre más a ION
senegaleses. Tienen mucho menos problemas con el vecindario, siempre hay alguien A. Contra la descuali fieaciól1 y devaluación de estatus. Muchas veces se produ-
que los conoce, que los ay uda. Se integran mucho mejor. Aunque mantienen sus cos ce un conflicto entre su autoadscripción en términos de cualificación y estatus y su
tumbres, son mucho más aceptados por los es pañoles que los marroq uíes. Ponen m ~, ndscripción fo rzada a los es tratos sociales in feriores. Para muchos inmigrantes pro-
dc su parte para integrarse. Los marroquíes muchas veces ni quieren aprender espa cedentes de capas med ias o superi ores, es difíci l adaptarse a sus nuevas condiciones
ñol ni van vestidos de forma que puedas estar bien a su lado (por estar sucios)". de vida, cambiar su estilo de vida, su ni vel de vida, la degradación de su estatus, de
su imagen pública, de su cultura de clase. Aquellos que provengan de situaciones más
La continua llegada de inmigrantes africanos a Canarias ha sido cubierta po, desfavorec idas o de ámbitos rurales dep rimidos, que haya n podido e ncontrar e n la
todos los medios de comunicación, incidiendo positi va y negativamente en la imagcn inmigración ulla salida personal y económica, cierta seguridad y bienestar en sus
de los mismos. Lo prim ero en cuanto a empatía con los sufrimientos padecidos hast" condiciones origi nales de vida, pueden experimentar su nueva situación en términos
llegar, ligado con e l imaginario inclusivo que acabamos de mencionar; lo segundo ell de mejora social. Pero para aquellos que proceden de est ratos superi ores, con ni veles
términos de problema social y político. de cualificación altos, con Ull discurso elaborado y fo rmali zado que les permite ana-
lizar críti camente su situación , la in migración representa una ex peri encia especial-
ll1ente dura y emoc ionalmente trágica . Observamos un voluntad de reubicarse obje-
tivamente en la estructura social, de redefinir una identidad social devaluada por una
7.4, Contra la alteridad descualificación necesaria para acceder y trabajar en el país de acogida. Ex iste, sin
duda, una tensión entre la ubicación objeti va en la estructura social, por una parte, el
¿Qué puede decirse sobre esta olreclad y alte ri zación desde el punto de vista d ' lugar asignado en el imaginario social y en el sistema clasificatorio étnico, por otra.
los sujetos convertidos, así, en objetos?

287 Como una de las dimen siones posibles de la iden tidad.


285 "Para los españoles, todos los negros son iguales, sólo cuando preguntan se sabe del pafs 288 Esta reflexión no siempre se reali za en un marco de relaciones émicas o cflliZ{/{/(/ ,\', 's
de dónde es", decía un inmigrante de Gabón. decir, referidas a representaciones y prácticas basadas en diferencias e identid ades sociocutlund e
286 "Los empresarios dicen que cuando el marroquí ya tiene permi so muchas veces abandolllL hi stóricamente referidas por una memoria, un a tradición, linos orígenes, una ascc ndcncia. UII deV\.'
el trabajo. El gambiano es más con stante, más fiel , el carácter. ... en las fi estas o bares, siempre pro· nir. S6lo las comparaciones etnográficas y, dentro de éstas, el análi sis de sus divcrsos grmtwlj 'Y
ducen más conflicto los marroquíes, esta fama que tie nen. Los gambianos no" . dimensiones de complejidad pueden ayudarnos a abordar tan complejo asunto.

466 ETNIClDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC I /ID 467


y la sensac ión subjeti va, por fin , sobre su condición y situación, marcada tanto pOI' h, El primero se formula bajo el argumento del dcsiII'l'Oll o dlliliZ(flor¡o en términos
ex peri encia económica y laboral y el nivel de formación y cuali ficación, por C:-.Ii' occ identales: bienestar social, cut/lira , valores 1110rales. ele.. lo qne. de al guna mane-
innegable desclasamiento que acabamos de mencionar. Esta ten sión se resuelve {h 1'11, también es un di scursivo inclusivo: "En Europa lIud¡ , se ill l ' 1' 'sn por Áfri ca",
diferentes maneras, tanto biográfica como colectivamente. "Los periódicos y la telev isión dicen muchas mentiras ti ' 'OSlll d' Marti l. Salen
B. El discurso de la provisionalidad, relacionado en parte con e l anteriOl IlIllchas cosas fa lsas, no hablan mucho de Costa de Marfil. Sa l ' 11 po 'us cosas y mal".
Algunos inmigrantes enfocan su situación como un período tran sitorio, como lIl UI USe generaliza bastante el problema de Somalia y Et iopía H 10(1<) '1~ o lllill 'nt c. África
etapa inevitable de una movilidad social que les restituirá el estatu s y dignidad p ' 1 's un continente con muchas diferencias, es un continente, no UIl purs, 1.0 id '1I1¡ fica n
didos, en el que se convertirán en eXlmnjeros, sin la carga ideológica degradante, fI ' l con los muertos de hambre.... La inform ación de Angola no I'en -Ju 1111 'SI I'U CIIIIU l'a,
objeti vada socialmente, de la denominación inmigrante. Eso sucede con algullo" u veces es un chantaje político. Se ve la cultura de los pueb los, d ' lus t,;hus, IIOS
inmigrantes europeos, que acaban de ingresar en la UE o están en la lista de espclll hacen tontos. Por ejemplo, e l otro día salieron hombres y mujer 's d 'SIIII¡lOS ' 11 111
(Ramírez Goicoechea 2005b)289 Y también depende de su confirmación en el ámhl playa. Eso no existe en Angola. Yo soy africano y veo que hay una i"'UH ' 11 d' Ár,.¡ ' 11
to de su movilidad ocupacional hacia act ividades más acordes con su formación , Cll U que no coincide con la realidad. Hay mucho desconocimi ento de Árd (.;II , '" 1,IIll.CIII '
lificación y ex periencia laboral previas. En el imaginario del inmigrante, a ni wl la identifica con el hambre, el SIDA, la miseria ... África es un contill 'lit ' ' XI 'IISII
autobiográfico, la inmigración siempre se contempla como provisional, comparticII con muchas cultu ras. Allí hay uni versidades, edificios (no chozas), au"¡,,,clvil 's '"
do la perspectiva de la administración y de la opinión pública que mencionábamON Muchos españoles no saben situar dónde están los países de Á fri cll ' 11 '1 III UP"":
antes, pero a su modo. Para el emi grante se trata de una situación de partida que exig 1 "cuando hablamos de África pensamos e n la pobreza, en e l hambre"290
irse del país, una situación de llegada que se supone prov isional, y un período dt' Cuando una empleadora explicaba las tareas domésticas aUlla CO IOlllhillll 1l
tiem po de limitado hasta lograr los objetivos inmed iatos. La representación social qll" empleada de hogar, le preguntó si sabía qué era una lavadora: "Qué se hahd el' ,id,)
e l inmigrante se hace de su propia trayectoria vital en este ámbito dista mucho (i\' de dónde vengo ! Se creía que acababa de bajar del árbol. Si en mi casa ha hullido
abord ar la cuestión en toda su magnitud. Esto no es óbice para que el inmigranl!: hasta (coches) Mercedes!". Un informante de Gabón se asombraba de quc Olros se
exh iba un conocimicnto de sentido común sobre los fenómenos políticos yeco nómi asombraran: "Cuando conduzco el coche todo el mundo me mira con desprec io. I ~s
cos que condicionan su decisión o que algunos hayan accedido a una renex ión m ~ s que una persona de color no puede conducir un coche?". Uno de los princ ipa les si",
erudita o elaborada sobre el particular. Lo que ocurre es que en e l di scurso cotidiallo bolos de la tecnología industrial, símbolo también de prestigio, no cuadraba con e l
prevalece la idea de la transitoriedad, del paréntesis biográfico que supone la marchu estereotipo de un africano subdesarrollado y analfabeto.
del propio país y de l entorno fam iliar y habitual. La imagen mediática del inmigrante como deli ncuente ha sido referida en el
Sin embargo, a nivel macroscópico, el hecho inmigratorio es un fenómcno Capít ulo 6.4. Todos refutan este prejuicio, pues han ven ido a trabajar, "no a robar",
estructural del mercado de trabajo internacional, de las desigualdades económicas según nos dijo un peruano. Su di gnidad como personas y como trabajadores no
entre unos países y otros, de la desestructu ració n económica y social de los propios puede ponerse en duda: "aunque limpiemos las bragas de las señoras, no somos unos
lugares de origen. Pero a ni vel microscópico, en el ámbito de lo biográfico, tambiéu muertos de hambre" (mujer marroquí, empleada doméstica). Aparece a menudo un
lo es, a pesar de la movilidad de idas y vueltas. El sujeto no controla todo lo que imll discurso de normalidad social, que repudia la desviación y el delito. Algunos dc
gi na o quiere su des tino. Las sobredeterminaciones socioeconómicas condicionan su nuestros entrev istados marroquíes rechazaban las posibles conductas de licti vas de
margen de maniobra. Los períodos de estancia se prolongan indefinidamente; ante el algunos de sus compatriotas por el perjuicio colectivo que esto les proporcionaba en
paso del tiempo, comienza a plantearse la cuestión de la reagrupación familiar, apa- la opinión pública española, conviniéndose en 'vigilantes' de la moral, agentes de l
rece la segunda generación, nacidos o crecidos en el país de acogida. control social para su propia comunidad. Porque, como decía UIl seneg<l lés,
"Diferencia siempre hay, puede haber gente buena o gente mala. La gente sin cdu-
C. Contra la estigmati zación. Este discurso se formu la de varios modos, aunque
cación puede ser diferente, la gente con educación es lo mismo. Yo siempre busco lo
vincu lados. En primer lugar tenemos e l que refuta la idea del inmigrante como pobrc,
bueno ... Los senegaleses son más sociables, nos juntamos un grupo de c ien perso-
incivilizado e inculto ; en segundo lugar, el que contradice su depreciación como
.delincuentes y anómicos sociales. nas, habl amos, jugamos, ... No somos malos, la mayoría somos buenos. Los espa-
ñoles SOIl más cerrados.... Quiero lo norm al , trabajar, vivir bien, mantener el nego-
cio. Después casarme y formar una famili a".

289 Es obvio que esta redefinición ti ene sus límites, aquellos impuestos por las objetivaciones
sociales de la alteridad excluyente de los di stintos grupos de origen y sus grados de evidencia social 290 Informac ión etnográfica de senegalés, camerunés, angoleño y de Gu inea Conak ry I C~ (ll'\'
por parte de las agencias hegemóni cos de legitimación social del mapa clasificatorio. ti vamente (Ramírez Goicoechea 1996).

468 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLfTlCA DE LA ETNI 11)111 469


I . El discurso cosmopolita y europeís ta de los inmigrantes centroeuropeos 11 Este caso era el de algunos jóvenes inmigran tes elc segunda generación en
Espaíia. Euskad i, en la segunda década de los 80. Procedenles do farnili as oriundas de pro-
Estos inmigrantes - polacos, búlgaros, rusos, húngaros, croatas- han ocupado vi ncias españolas fundamentalmente rural es, SlI S pad res inmi graron al País Vasco
puestos de trabajo inestables y mal pagados; han sufrido una devaluación profesio entre los 60 y 70, en pleno desarrollo industrial, ingresaudo ' 11 111 oconomía produc-
nal, sobre todo los de más edad, cualificados para otras labores. S in embargo, SOII ti va vasca como trabajadores no cualificados. CaractcrizHdlls lus fllllli lias por sufrir
factores socioculturales e ideológicos los que marcan un modo de inclusión diferell duramente la reconversión industrial , votantes principallllL:lltc úd PSOE. residentes
te para este colecti vo heterogéneo europeo que para otros inmigrantes. En pri mel en barri os física y simbólicamente periféri cos de las pob laciones d '1 '(H'I'edor urba-
lugar, han ingresado en un sector en auge en la España de los 80 y 90, e l de la cons no Rentería-Pasajes, alumnos de una escue la de Formación Pro f 'S iOUII I, COII ¡;nrn fra-
trucción y el de servicios, desde donde han pod ido establecer estrategias de c ierl n caso escolar, no siendo vascohablantes en una sociedad COtnpl'otlllJlld u po¡(ti clI y
movilidad social. Una percepción social favorable por parte de la población autóclO moral mente en la recuperación del euskera, partícipes de espacios y 1'0 1'11 111 1'1 ti ' O 'h,
na, en base a su disciplina laboral, su catolicismo - los polacos-, y un estilo de vidll Y sociabi li ad no normalizados étnicamente, su inclusión. social cn IlIs n.·d ~s, 'I'II)UCIOS,
bastante occidentalizado, han favorecido su interpenetrabilidad con la sociedad d(' ti empos y dominios de reconocimiento y validación étnica es taba en 'lItl 'dkho ¡lU I'
recepción. Y, sobre todo, su condición de europeos, ya en al UE o a punto de estarl o, parte de los centros hegemónicos de poder de definición y c lasificae i6n, ¡n,' tl IlOS " n
marca una diferencia sustanti va con respecto a otros trabajadores ex tranjeros. T ienen el movimiento de vindicación de una etnicidad vasca diferencial fre nle 111 !l1()YI' (' IO
mayor margen de maniobra para redefi nir los términ os de su inclusión social , sobr ' españolista del Estado que estos inmigrantes representaba n metoním iclI lllell l ' , 1\11 ' u
todo los polacos (Ramírez Goicoechea 2003)291 La redefini ción de sus relaciones búsqueda de reconocimiento identitari o y aceptación social fu era del áll1hi to pille!'
con la población autóctona fuera de categorías calsificatorias étn icas, li gadas a sisle nofili al inmigratorio, su objeti vo era desidentificarse estratégicamenle dc Sil ol'i¡¡l'n
mas de referencia más un iversales, les permite rei nterpretar aquella distancia social migrante. Esto lo hacían tomando prestado un imaginario generado por la pohlll '1 11
y desigualdad que pudieran padecer por su calificación y trato como inmigran tes, autóctona, a dos niveles. Primero, afirmaban, como la población vasca, que -.. 1 pCOI
Además de su pertenenc ia europea, algu nos aducían una identidad cosmopolita do barrio de Rentería era Beraun, vecindario de inmigrantes donde ellos mi smos viv(u lI
viajeros, políglotas y conocederos de mundo292 frente a la ignorancia de algunos el ' (Ramírez Goicoechea 2000). Segundo, siendo que uno de los criterios objeli vados ti '
sus empleadores es pañoles 293 Participaban de la misma ideología eurooccidental qu . lIasqu idad era el nacionali smo -el independentismo en la versión más abe mol"
defin e alteridad para otros inmigrantes extraeuropeos. En su caso no se trataba de (patriota)- y su defensa pública como conducta ex presiva de esta ideología, muchos
tomar prestado e l discurso de otros, sino de ca-participar en la creación de eSle de estos jóvenes se sumaban a los actos de protesta y mani festaciones de la izquier-
mi smo discurso, por el que tam bién constru ye n el suy0294 Por fin , podían además da abertzale o nacionalista, bajo el formato del desorden y la violencia urbana295 . De
reafirmar la naturaleza coyuntural de su situación migratori a, lejos de toda significa- este modo intentaban negar su extranjería étnica. Pero sin éxi to en térm inos de reco ~
ción étn ica. Todos son o pueden ser mi gran tes, no es patrimonio de ninguna nacio- nacimiento y legitimidad por la centralidad hegemónica que homologaba identidad.
nalidad ni origen étnico (Ramírez Go icoechea 1996). No se aceptaban incongruenci as entre actitudes expresivas de adhesión y rasgos
sociodemográficos y otras prácticas clasificadas de alteridad y foraneidad étn ica.
E. Estrategias de inc lusión social mediante la apropiación de discursos aje nos y Como deCÍa una chica de origen vasco, de 15 años, "aunque vayan a las manis (mani -
conductas expresivas en el espac io político local. festaciones), sólo por las pintas ya puedes ver que no son de aq uf' (Ramírez
Goicoechea 2005b). La población au tóctona local , insistía en su fora neidad social
como rasgo de fora neidad étnica.
291 En el momento del trabajo dc ca mpo acababan de in gresar en la OTAN, y su ingreso en la
VE todav ía no se había producido.
F. La re-comunitarización religiosa socialmente legítima . Legíti ma porqu e se
292 A lgunos criticaban a capataces y jefes españoles por incultos y mal educados, además formula bajo el mismo marco reli gioso que la sociedad de acogida. La inmi gración
"preguntas a un espailol idiomas, y no sabe nacla y yo sí sé" (i nmi gran te ruma no, trabaj ador de la peruana a España es un ejemplo de este tipo. Data de fines de los ochenta y la déca-
construcción). da de los noventa del pasado siglo . Parte de las razones de su sal ida de l país fue la
293
. L".os Imm gral~tes h" a¡.lia~o s en Nucva York, para diferenciarse de los afroamericanos y de profunda crisis económica y política de Perú. El contexto de llegada a España coi n-
otros IIlllllgran tes rec ien tes, in Sisten en su fmllcesidad y su condición de caribeilos bien educados
(G li ek Sehiller y Fouron 1990). cidió con la posición de nuestro país como garante de la impermeabilidad de las froll-
294 "Yo Irabaj aba con argelinos, no (los) qui ero para trabajar, no (son) de li ar" (inmigralllc teras europeas, dentro de una política comunitari a común que habla de i llllligrtl llfCS
polaco, 30 años). Otros cenlroeuropeos opi naban del mi smo modo: "Tienen otra cultura, religión ilegales e imnigrantes económicos, poniéndo el énfasis exclusivamen te en lus COII
diferente, es un mundo di stinto"(inmigrante checo, de 37 años), "Nosotros somos educados, tenc-
n.los .cultura, lengua, profesión, todo, podcmos hablar (de) cualqui er cosa; ellos no se adaptan"
( ~nm~ g ral1t e rusa, 30 años), "Ellos (marroqu íes) duermen en calles, nosotros no, nosot ros si tio fijo"
(inmigran te rumano, 40 afios). 295 O lucha en la calle, como quiere dec ir kale borroka ..

470 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAI 471


Ilotac ioncs ju rídicas, políticas y económicas del fenómeno migratorio. Sin embar'!-tll, tic tipo étnico- otra vez retrabajados y rredefi nidos tll nto en re lación al propio grupo,
tras de este grupo sociodemográfico se encuentran gentes, personas, colectivos , COI! otros colecti vos inmigrantes y la propia soc iedad dc acogida en su diversidad intrínse-
un pasado, una historia colecti va. Mediante la recuperación recreat iva de la devocl 11 I,:u. Como decíamos más arri ba, e l mismo argumcnto inclusivo europeísta utili zado
de El Señor de los Milagros y sus hermandades, sociabilidad religiosa y culto hi st para aproximarse a los españoles era usado por los cClltrocuropeos para excluir a
ricamente arrai gados en Perú -precisamente herededados de fo rmas reli giosas cspu Inarroquíes y argelinos, como tercermundista.\' y gc ntc a desconn ar. Por su parte, los
ñolas- , los inmigrantes peruanos reconstruyen su comunidad en la sociedad es pan tl urgelinos mostraban prevenciones contra los lllart"Oquíc.!s, trusludando en e l nuevo con-
la, dotándose de un protagonismo y una ubicación cultural dignificada en e l con textil texto, las rivalidades de orige n basadas en cuestiones I'ronl 'ri zas y dc observación del
local, nacional , supranacional y global de la inmigración y sus estructuras políticas y culto y los preceptos islámicos. Los marroquíes scgu(an P 'uSlltldo y lrutando el los afri-
económicas (Meri no 2004)296. conos subsaharianos como sercs in feri ores cn el contexto ti . . ulla IlIrgn tradic ión de la
csclavización de estos últimos en momcntos hi stóricus cOller 'tos UC IIIHll t 'Ililll icnto y
G. Rev italización étnica. Instituc ionali zación y patticipación política.
'x pansión económica y polílica del mundo árabe30o . Los POl tH':OS se senl ru n m(¡s cris-
Las revitalizaciones étnicas, en cuanto a rec lamación de derechos, participac i I1 lianas que nunca frente a otros migrantes musulmanes,
sociocultural y política297, reconocimiento y acceso al espacio público, institucionll
li zación de su diferencia - así autopercibida y declarada- mediante organi zaciolu:l'l
colecti vas, asociaciones, etc. , tam bién es una estrategia de neutrali zación de la alt '
ridad por cuanto que es e l propio grupo el que toma el liderazgo sobre su definl 7.5. ¿De quién estamos hablando? Género, por eje mp lo
ción298 . Los procesos migratorios son, muchas veces, contextos, entornos, de etno
génesis y rev italización étnica299 .
Inm igrantes, nacionales, sociedad de acogida, sociedad de aSeJlfOlllicflto, ( 'm i
Una de las razones principales es que son fenómenos de puesta en contacto de gen fe.x:to migratorio. ¿De quiénes estamos hablando en real idad cuando invcsli galllos
tes, colectivos, personas, que la mayoría de las veces se autoreconocen como difere" estos procesos?
tes entre sí, al principio (ya hay elaboración previa) o como consecuencia precisamcn
te de estos contactos. Pero el mantenimiento de las diferencias colecti vas no es UII U En primer lugar es un error pensar las sociedades de 'acog ida' como 1l01ll0g611cas
evidencia social, sino algo que tiene sus razones sociocultu ra les y políticas, lo qu ' sociopolítica y cultural mente. Todo lo contrario. No es lo mismo residir en una gran
expl ica la gran variedad de formas e intensidades que podemos encontramos. Sólo urbe que hacerlo en una ciudad mediana o en un pueblo, ni trabajar para la industria
cuando el contacto se realiza en escenarios donde identidades y di ferencias étnicas (¿qué industria?), los servicios o la agricultura. No da igual vivi r en Catal uña, en
operan como categorías relevantes para ordenar, representar y practicar relaciones Euskadi , en Galicia, en Andalucía, en Valencia, en una u otra Castilla, en Madrid, ctc,
sociales, pueden las migraciones ser atraídas por la Etnicidad, tanto como sujeto como ¿Cuál es e l contexto político, sociocultural , lingüístico, laboral , residencial, vecinal,
objeto de la construcción étnica de otros. Los inmigrantes haitianos en USA, por ejem- escolar, al que el/la inmjgrante tiene que in.-corporarse? ¿Quiénes fo rman el colecti-
plo, no deciden conscientemente fo rmar un gru po étnico sino que es la estructura racis·
ta de la sociedad americana la que les compele a utili zar la etnicidad en su proceso d .
adaptación (LaguelTe 1984 cil. en Glick Schiller y Fomon 1990:33 1). Los inmigran- 300 Una med iadora social nos comentó el siguiente episodio: " Los centroafricanos han ll egado
tes españoles en el País Vasco, por el contrario, no constituyen grupo étnico más que más tarde y parece que les han quitado algunos puestos de trabajo. Están un poco recelosos (los
como entorno para la construcción de la etnicidad vasca. Estas revitalizaciones posi. marroquícs). Hace tres semanas yo he empezado un curso, horno. Los panes necesitan personal y
bies, como hemos visto en 4.4., no surgen de la nada. Se organizan en parte en torno" claro, trabajar de noche y fines de semana nosot ros no lo tenemos aquí. Tenía tres marroqufes,
empezaron diez gambianos, y los marroquíes no querían enseñar a los gambianos. porque tenían
trabajos culturales previos sobre algún tipo de identidad/alteridad - no necesariamente miedo de que les quitaran trabajo. Los marroquíes .. ir junto a los gambianos ... ellos se conside-
ran superiores a los gambianos". Otro medidador, éste de Almería, nos dijo que sus relac iones era n
mutuamente excluyentes y tcrri tori ahnente segmentadas: "En general el territorio se lo han repar-
296 La comunidad colombiana acaba de celebrar el día de su patrona en la Plaza Mayor de
tido por nacionalidades y, de alguna manera, por el color de la piel. Los marroqufes están vivi cndo
Madrid (2006). La comu nidad ecuatoriana también ha paseado la suya, entrando en conflicto con en la zona de El Ejido básicamente, en la zona de Roquetas están viviendo los centroafrica nos.
la parroquia que custodiaba su imagen. Pongo estos dos pueblos porque es donde más presencia hay... están viviendo centroafri canos,
297 No es que aparezca el poder, es que éste se orienta y canali za en una determinada direc-
gente de co lor en general, negros en genera l. Bueno, luego hay algunos negros que están también
ción gracias a las élites y la mov ili zación colectiva. en El Ejido, pocos, y algunos marroquíes que están también en Roquctas. En genera l, se relacionall
298 Algu nas de estas rev italizaciones toman la forma de identidades tran snacionales, pero eso
poco". Aunque la s redes de aprovis ionami ento de los vendcdores de la calle varía e n cada IlI gur,
llllO de las escasas interacciones entre marroquíes y africanos subsahari anos en Algec iras se dllhll
será tratado en el siguiente ep ígrafe.
299 Desde la producción de saber occ idental , migraciones y etnicidad van mllchas veces van
cuando éstos últimos iban a surt irse a los bazares de aquéllos para la venta ambu lan te, con los qUll
li gados. No son pocas las revistas en Ciencias Sociales que combinan ambos términos en su tít ulo. se entcndían en francés.

472 ETNlClDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNlClDAD 473


vo soc iodcl11ográfico y clasificatorio con el que los migrantes habrán de re lac i onarsl~ los primeros. Además, los procesos de i n ~corporac i ó n so ' in l. dl\ 11111",1111 (1I/dll
proba blemente, referirse, imaginarse, entablar interacciones y constru ir representacio \'licia / - de finid a desde ciertos criterios y lugares sociales y poHt! ' liS, di' llii lVJlldiid
nes? ¿Qué ex periencia emigratoria, inm igratoria tienen estas personas que los reci Hucial, etc. va n ubicando a un os y otros en disti ntos contex tos. Las din 1I \l l~ ll '" 111\ nllll
bcn/rcchazanlignoran O con quienes conviven? N!ción en EE. UU . ya no se dan sólo di ádicamente (si es que alguna vel lo 11 11'11111 1
I.as rev ueltas de Los Ángeles en 1992 conj ugaron negros y latinos '1U '1IlIlIiih l \
En segundo lugar, todo colecti vo sociodemográfico migrante trae consigu
ex poli ando comerc ios de inmigrantes coreanos, vistos como colaborador 's \.h.~ UII
(vari as) una hi storia de relaciones intergrupa les en origen defin ida complejamentc 11
distintas escalas de lo local, lo nacional y lo global. No sólo hay que pensar sus reln liislema que los exclu ye; mejicanos se revolvieron contra sus empleadores t:or '1II Hlk
c iones con la sociedad de acogida, sino con ot ros colectivos con los que puedan habcl Jlor las condiciones de ex plotación en el trabajo; los chinos contra las autoridlldi"
tenido una cultura relacio nal prev ia -con sus reprentacio nes y/o prácticas- o como 'ducati vas de San Francisco a mediados de los noventa por sentirse discrimi nadm.
resultado del nuevo contexto. Como vimos anteriormente, los inmigrantes venidos n frente a otros colecti vos más benefi ciados; residentes de color se mani festaron con..
Es paña también traían consigo (o no) sus propios prejuicios étnicos, que pueden con- Il'a políticas de vivienda que atendía n las reclamac iones de vietnamitas y camboya-

solidarse, redefi nirse, dilu irse en las nuevas situaciones en que se ven envueltos. 131 IIOS, etc. (Kim 2004).
análisis de las relaciones entre disti ntos gru pos migrantes, considerados muchas En cuarto lugar, otro principio ordenador que di versifica a los propios grupos
veces como minorías, es fundamental para no perder una dimensión crítica y global Inm igran tes interna/ex tern amente es e l género. Hombres y mujeres viven de disti nta
de los modos de re lación e incorporación de disti ntos colectivos. manera el proceso migratorio y organizan sus vidas en consonancia, lo que no quie-
En tercer lugar, los colectivos migrantes que nos llegan no son tampoco ha mo I'C decir que no compartan algunas ex periencias y significados comu nes . Mujeres

gé neos. Lo que definim os desde la central idad uniformi zadora de nuestros criterios Inmigrantes a Rentería y su comarca procedentes de distintos lugares del Estado
sociopolíticos etnocéntricos no re fl eja la ex istencia de diferencias de origen, de fOl'.. es paño l ex perimentaban su situación en contextos de vida di fe rentes a las de sus
mas de salida y de llegada, de tradición y memoria colectiva, de historia migratoria , maridos: en la relación con sus vecinas, en la compra, en los servicios médicos, en
de clase, de educación, de prácticas, de lenguas. Los rumanos que investi gamos en las tiendas, en sus relaciones próximas y pri vilegiadas con sus hijos y las vidas esco-
di stintas comun idades autónomas por ej emplo no for maban un gru po compacto y sus lares de éstos. Mujeres inmigradas a Es paña ya traen difere ntes expectati vas, imag i-
socialidades se alineaban en función del credo, forma de culto, zona de procedencill na ri os y prácticas cuando vienen a nuestro país, siendo sus ex periencias comunes y
o ineluso ali neam iento político. Su número, presencia, tipología, en el primer qu in.. di ferentes a la vez comparadas con sus paisanos, fa mi liares o no, mascul inos. Las
quenio de los afias noventa, coinc ide en parte pero a la vez difi ere de l colecti vo quu mujeres marroqu íes inmigrantes en España también di fe rían respecto de los hombres
ha ido llegando en los primeros años del nuevo siglo XX I. El etnónimo latinoameri- del mismo ori gen nacional, a pesar de compartir algunas coi ncidencias: dependía de
cano esconde una gran di ve rsidad étn ica y nacional también. Organi zaciones de si eran casadas o solteras, de su lugar de origen en Marruecos, de su formación y
encuentro y sociabilidad podían tanto estrechar lazos y disolver prejuicios entre ex pectati vas, de sus responsabilidades familiares, del acceso al mercado laboral, el
aquellos procedentes de distintos países, o, por e l contrario, propiciar cJiques y a li an.. tipo de trabajo que desempeñan y la socialidad que pueda im plicar, también, otra vez,
zas tradicionales. No obstante, en ge nera l, la sociabilidad sigue siendo endogámica, de la relación con sus hijos (hasta la adolescenc ia) e hijas, etc. (ef. Ramírez, 1997).
siguiendo criteri os de alineamie nto nacional301.
Los inmigrantes cambian las sociedades en que viven pero también al revés. De
¿Cómo puede hablarse de asiáticos americanos a los que se refieren c iertas esta ~ hecho, la inmigración replantea algun os de los valores fundamentales de las socie-
dísticas? ¿Qué tienen que ve r los fi li pinos, con los camboyanos, con los vietnami tas, dades de origen. En el caso de sociedades fuertemente patrilineales en ori ge n, el
con los laosianos, con los japones, con los chi nos en US A? Aparte de sus diferenc ias acceso de la mujer al trabajo, a esferas de decisión y libertad que en sus países corres-
en orige n sus modos de in-corporación también lo son. La ideología triunfali sta mul- ponden casi exclusivamente a los varones, pone en crisis la estructu ra de la famili a
ticultu ralista americana no tiene en cuenta los disti ntos luga res de todos estos g rll ~ tradicional, basada en la autoridad masc ul ina y en una segregación clara de los rol es
pos en e l imaginario raci alista y en la estruclUra social. Los afroamericanos puedell de género. Esto ocurre especialmente con aquellas mujeres musulmanas, hindúes,
ser de los últimos en el mapa racial y, sin embargo, no son considerados como for{¡ .. Sikhs, puestas en contaclO con ámbitos de re lación y resocialización occidental. El
neos como puedan ser los asiáticos, que , no obstante, no son tan rac iali zados como papel económico, social y familiar de muchas mujeres mag rebíes en España se trans-
fo rmaba totalmente en e l contexto mi gratori o: puede que ellas fueran, en d ete nll1 l1 a ~
dos momentos, las únicas que sostu vieran económicamente a la fa mi li a. Con 1I11 1l
30 1 Organ izac iones de encuent ro y sociabilidad podían ta nto estrechar lazos y disolver preju i. gran fl uctuación de empleo masculi no y menos en el fe menino - ge nera lmente é ll l' l
dos e ntre aq uellos procedentes de distintos países, o, por el contrario, propiciar diques y ali anzas
ámbito doméstico- , no eran pocas las veces que el marido estaba e n paro lll iClll ntS 111
tradicionales. No obstante, en general, la soc iabili dad sigue siendo endogámica, siguiendo criteri os
de al inea miento nac ional. mujer seguía e mpleada.

474 ETNICIDAD, IDENTIDAD y M IGRACIO NES ECONOMíA POLfTlCA DE LA ETNIC II Al) 47


Para no pocas mujeres, entre ellas algunas dominicanas y también colombillllu Cuando en Rentería los locales hablaban de los de fuera a veces se referían a la
(Ag uilar 2007), salir del país también podía representar la liberación de un cont, "1 IlI'imera generación de inmi grantes, a veces ti la segundn , a veces a ambas. Como
social masculino asfixiante. Este es el problema también de muchas jóvenes sociall,,, ¡I·cíamos para el género, las experi encias para tilla y otra pucden ser com partidas en
das cn los países europeos donde sus pares disfrutan de ciertas libe'1ades. Vigiladas Plll ulgul1a medida pero, en general, es más lo que les di I'c rcJlcia con respecto a sus
padres, hermanos, primos, pueden sufri r un acoso tal, entre cas tigos, palizas o inclul'I\l pud res o incluso entre sí30J Sobre todo esto hablarcmos en 5.7.8.
muerte, justificados por contravenir las normas fami liares y grupales sobre la aulO'¡
dad, la moralidad, el cuerpo, la sexualidad, la movilidad social, los derechos igualit"
rios entre los sexos 302, situaciones que hoy en día nos parecen aberrantes y que, ~ ill
embargo, no hace tanto se daban de alguna forma en la España tradicional y patriarenl /.6. Reconstrucc ión de espacios de vida 304
Otro ejemplo es el de las mujeres iraníes inmigradas a Suecia. Éstas mueSI'·'"1
cambios significati vos en sus visiones sobre la sex ual idad, la libertad para esc0t'\\1 Todo proceso migratorio implica algún tipo de reacomodo 11 la nucvlI situación
pareja, las relaciones de género, y el cuestionamiento de la autoridad patriarca l y personal y colecti va. Concibo este proceso, en consonancia con el cprgmfe uIlI eri or,
masculina en sus familias de origen (Ahmad i 2003), las disciplinas del cuerpo, 1". l'OIllO un espacio y ti empo para la creación y recreación de reprcsenlllcioll 'S y pníc-
pautas de consumo, los estilos de vida. Las mujeres tienen más oportunidades y 1"11' tleas enmarcadas en el contexto de determinaciones estru ctural es construidllS desde
xibilidad para la resocialización. Es algo que ya mencionamos en nuestro trabajo 1.' 11 lll vcrsos poderes y lugares 305 . Pero ellla inmigrante no es un/a ac tor/act ri z pllSiVII dc
el País Vasco, cómo las madres inmigrantes, a través de sus hijos, por medio del COII In defin ic ión de otros, sino unla agente creativ@ de su propia idcnl idad , en ·1 con
tacto diario con ellos, sus preocupaciones, sus informaciones de otros ámbitos di' I 'xto de los márge nes posibles y accesibles de poder y autonomía.
relación (esc ue la, barrio, pueblo), ampliaban su marco conceptual y representac ionlll , Varias dimensiones hay que considerar teórica y metodológicamentc a la ho,." d '
induciéndolas a mostrar más comprensión y empatía, mayor necesidad de sintonii"1I1 una li zar estas experi encias representacionales y pragmáticas de rearti culación en con
con la sociedad local, sus formas y preocupaciones, sus rilmos de vida. Los padreN, textos mi gratori os que, ya hemos visto, refieren a una multidiversidad experi encia\.
centrados en su trabajo y una sociabilidad endogámica, tendían a restringi r sus opO'
tunidades para la contrastación y la flexibi lidad por medio de l contacto con una ge n" En la inmigración, que lo es principalmente por moti vos económicos, el pl'inu':I'
ración que se desenvolvía en nuevos ámbitos de relación local. mbito de incorporación es al sistema producti vo. Éste determina los sectores de acti -
vidad que demandan mano de obra, independientemente de la cualificación de los que
A fortun adamente, la li teratura antropológica y sociológica se ha hecho eco d l~ husean empleo. La versatibi lidad de la ex periencia, la profundidad temporal de la
esta diferenci alidad y contamos con muchas e interesantes referencias, también en Inmigración, la ética del trabajo, la especiali zación, las cuotas establecidas por las
relación al Estado Españo l y sus diversas CCAA. políticas migratori as - no siempre consensuados con los agentes colecti vos implica-
Todas estas advert encias pretenden ayudar a una conciencia analítica del inves ti dOS306_ así como el propio imagi nario de los empleadores, contribuyen a organi zar el
gador más prec isa y sutil , atento a las variaciones, a la multiplicidad de lo social , sin II,apa del acceso laboral. Respecto de la versatilidad, me refiero por ejemplo a algu-
que esto implique perderse en un laberin to de parlicularidades locales justificables el! 1I0S centroeuropeos en España, acostumbrados a complementar sus escasos salarios
sí y por sí mismas, inconmensurables e intraduct ibles. La descripción en profundidlltl ' 11 origen mediante otros empleos, o bien a realizar toda suerte de reparacion es
y la penetración analítica no están reñidas con la posibilidad de comparación. domés ticas en lugares donde siempre han faltado piezas y repuestos para las averías.
En qui nto lugar, ¿a qué cohorte nos referimos? ¿Primera, segunda, tercera gcne La profundidad temporal en el país permi te la acumulación de un capital social de
rac ión? ¿Adultos, menores, aco mpañados o no (Cf. Ramírez y Jiménez Álvarel conocim ientos, relaciones y experiencias, por los que el inmigrante puede, con el
2005), ancianos? ¿Qué implicaciones tic nen todas estas diferencias?

303 Por eso estudi ar sólo un mi embro de la segunda generación es insuficiente para <lgotar el
punorama de comparac ión con sus progenitores. Es necesario investi gar varios miembros de la
302 Ocurre igual cuando, llegadas a ta edad casadera, los padres quieren enviarlas al país eto misma fa mi lia.
origen para establecer el acuerdo de matri moni o entre familias. Han sido varias las películas de Ci T' 304 Este aparl ado puede leerse como continuidad del 5.4.4. Repensar la ine/usi6n social,
culación general que han tratado estas situ ac iones, muchas veces siendo dirigidas por mujeres que 30S Sin dejar de considerar que estas creac iones y recreaciones también generan cslructunlS,
conocen o han pasado por esta experiencia, quienes con gracia pero con una crítica implacabl e, hU li y. además, ti enen efectos en la reproducción/redefinición de lo que entendemos por 6 ,.delws ( polf~
resuelto satüfactoriamellte el dilema, a base de comprensión mutua y magnani midad, aunque casi lieocconómicos, sociodemográficos, jurídicos, ideológicos, etc.) constituidos .
siempre del/tro del propio grupo. Véase, p. ej. MOl/sooll Weddillg, Myfat Greek wedding, o la espu 306 Como cuando empresari os agrícolas andaluces contrataron (2002) inmigran tes poluclI"
ñola El Orieflfe Pr6ximo. Bel/d it like Beckltam , en la que una chica musulmana quiere ser futbo pa ra la recogida de la fresa, contravi ni endo la cuota de trabajadores marroquíes eSlableci do p(!t el
li sta, es otro ejemplo. Gobierno para este menester (2002).

476 ETNIClDAD. IDENTIDAD Y MIGRACIONES ECONOMfA POLfTICA DE LA ETNtCIDA 477


lie m po, sa be r dónde está el trabajo que le convi e ne, o elegir alg uno e n mejores COII La di stribu ción de los trabajadores inmi gra ntes 11 IlIS l'l'tIlltJ¡; s ci udad es sue le ser
cl ic io ncs. Los recié n llegados no tienen muchas opciones para elegi r. La ética clel lul l once ntrada, cerc a de fa mil iares o paisanos, CO Il los qu e l' 'sid ' 11 o qui ' 11 's es tán aten-
baj o es lo que facilitó a los e migrantes españo les al Uruguay una buena acogid a plll los a nuevas posibilidades de habitación cercana. La IJo('o es \\ 1 1'/1 11 lOSO barrio de
s us e mpleadores. Y, sob re todo, el imagi nario sobre el mi smo, que considera H unll IllIellos A ires donde se concentraban los inmigra ntes itu lill110S: 1.111/(' Ito/v lo fue e n
nacional es más o me nos responsables, más o menos trabajadores, más o menos CIIlllI Nueva York. La concentrac ió n de gru pos de orige n c n d '1 ' 11 11 III I1{!OS 1)IIITios de
ces . Ya he co me ntado e n vari os lugares e l estud io sob re las preferencias étnicas ele 111 t ~ hi cago sugirieron a Park y B urgess (1921) la idea de la c llldud ( '111 11 0 IIl ww i 'o y
capataces espa ñol es e n la cons tru cción, escogiendo como ofici ales a polacos e n 1" ~111 ,'01110 sucesión de ni c hos, por los que los mi grantes va n pasando 11 nl l'd ldu qll (~ m 'jo-
de a marroquíes a pesa r de no estar más cualificados para ello (Colecti vo lOE 199MI !ti su situac ión y esta bilidad eco nómica. No es una cas ualid ad qu ' II IU '110/'1 d(, ollos
Hay c iertos pe rfiles profesiona les más demandados que otros en un mo mento dlldo I 'sidan e n las zo nas que ha n sido ya abandonadas por la pob lac ió n 10\'11 11 \'111110 los
Por ej e mplo, informáticos y matemáticos siguen sie ndo demandados e n el Reíoll I'IISCOS antig uos, donde las vivie ndas han sido dejadas po r la pob luc i 11 I"~ III(' II IIII N, 'II
Unido, que es c ubi e rta princi palme nte por ind ios. Méd icos y e nfermeras tambi én: tll ti' mejores condi ciones de hab itabilidad; suelen es tar deteriorad", y 1" 't¡l lthld ¡l.'
Portugal, de España. de Filipinas. Maestros y maes tras: de las excoloni as británi cu .. vida es me no r; tamb ié n los precios so n más bajos. E l me rcado y la po l(li clI (ll' vlvlt'lI
En Arabia Saudí, téc nicos y trabajadores de Pakistá n y del Sudeste asiáti co para lil tllI s marca el lími te de posibilidades reside nciales de es tas poblacio llcs.
ex tracc ió n petrolífera. Son conoc idas las flu ctuaciones en el co ntrol de la fro ntcra tlt En cie rt as circ un stan cias e l háb itat está e n funció n de l sector dc ac liv;(Iud (',",' O
Rio Grande, entre USA y México, en relación a la agri c ultura estacional y la demUll lI ólll ica qu e requ ie re la mano de obra inm igrante. Muchos trabaj adorcs cX II'lIn,k ltlN
da de trabajadores. En la UE, ma no de obra inmigrante flotante ha sido la que se 1111 tl lo!saparece n a sus ghelos por la noche, hasta la mañana sig ui e nt e, sie ndo -1 II'Hhl\lO
oc upado en la vendimia francesa, la ho rticu ltu ra de la flor en Ho la nd a, e n la recol-\I ('1úni co locus y lempo de contacto co n nacio nales y otros extra nj e ros. lUllIlu 11l rtN
da de la fresa e n Californ ia por los chicanos (Calvo Buezas 1981). En Espa11a ha OCII I/cgregada la reside ncia, me nos co ntactos con la soc iedad local/nacio na l. Suce,;(I . 1.: 1\
n'ido e n provincias co mo Cáceres (tabaco, alme ndra, cereza), Hue lva (fresa), La Ri qlll Espa ña co n muchos trabajadores de los inve rnade ros, quien es ha bita n e n barril 'o
(v id). En la agri c ultu ra de invernadero puede haber trabajo todo el a110, co mo ('11 ncs, alq uerías o casas abandonadas fu era de los cascos urba nos, a veces cc rca de,; lus
A lmería. E n Murc ia, con recog ida de fru ta y verdura di stint a todo el año, tampoco pro pios cu lti vos. S u in vis ib ilidad social puede ser total, a excepción de su OCUpll -
La picaresca tambié n se ha hecho notar e n algu nas ocasiones, sobre todo cua nd o 1011 ció n de los espacios de trabaj o. La seg me ntación residenc ia l de aq uellos inmig ra
control es adm inistrati vos no eran ta n ri gurosos. Por ejempl o, muchos emigra nll't¡: dos a Re ntería y su comarca a mediados de los años 80, quienes v ivía n e n barrios
espa ñoles al Urug uay ( 1940- 1960), así como en las cartas de llamado provistas plll ~ I e grandes bloqu es co nst ruidos fue ra de l pe rímet ro urbano, e n laderas y mon les
sus fam ili ares en el país, me ntía n sob re su perfi l laboral previo, para, de este modo l ~o lin da n tes, tampoco favorecía e l contacto con la población loca l (Ra mírcz
cumplir con los perfi les labora les demandados po r la política migratoria o fi cial. I)t' (;o icoechea 2000).
ser muchos tra bajadores de l ca mpo, pasaron e n el for mulario a ser expertos artesall tl/l
o profesionales de este II ai ro grem i0 307 . Y, sin embargo, la residencia puede ser un modo de incorpo ració n a la ciudad, al
vec indari o, a lo local. En 1996 mantu ve que la inserción local es más pos itiva e n
En principio, para trabaja r hay que es ta r e n el mismo país, vivi r e n algún lugar dl'l uq ue llas poblaciones de menor núm ero de habitantes -siempre que la residencia no
mi sm0 308 . Éste es otro o rd e n de inco rporació n. General me nte, no se puede trabajar en sea segregada- donde el contacto puede ser más estrecho y co ntinuado. En las g ran-
un país sin viv ir e n é l, aunq ue sea temporalmente, salvo en casos de frontera, COI1l I1 des urbes el ano nim ato no favo rece el co ntacto y la convive ncia es a veces más bie n
oc urre con los palestin os de C isj ordania que van a trabajar a Israel. En aquellos pa( 'ocxistencia si no evitació n31 l. Pero e n los municipios más pequeños, donde su co n-
ses que pro mocionaron la llegada de inm igra ntes para vertebrar territorialmen lc t i tl ucta es más co ntrol able por la co munidad, se sabe lo q ue hacen, a qu é se dedican ,
país, co mo suced ió e n USA, A ustra li a, Canadá, Uruguay, Argentina, Brasil , etc. , \\1
objetivo principal fue traer colonos pobladores de grandes espac ios vacíos 309 que OCl!
paran el país, no pocas veces e n zonas fro nterizas a veces di sputadas 31o .
'" de fronte ras. La demografía ha sido uti lizada a menudo co mo estrategia de vertebrac ión tcn'ito-
Jiu l y política. Carlos Zubillaga (1993) menciona la bi envenida de gente hispan ohablant e al
Uruguay duran te las últimas décadas del siglo XIX como una forma de contro l de la inrluenc ia por-
307 No fu e así para la coloni zaci6n dc zonas de labor. Cf. Ramírez Go icoechea, 2002. tuguesa procedente de l Brasi l, estimulando el asentami ento de granjeros españoles cn las provi n-
308 Si n embargo, véanse los ejemplos de desfocalización laboral citados en e l apartado 5.8. cias limítrofes. Las políticas de repoblación de front era se basaron en "el domini o y co nt rol de la
309 No tan vacíos, ocupados por pob laci6 n indígena n6mada o semi nómada con formas de su/! liCITa, la unidad de la raza y el vínculo de la lengua española" (Francisco Bau za, 1876, cíe. e ll
ten tación que ex igen espacios ampl ios para la recuperación de actividadedes de caza y reco lecc i611 Mariani 1998).
310 ¿Qué fue si 110 la gra n marcha al Oeste por las carava nas de co lonos en América del Non ll, 311 Aque ll a tradic ió n inteleclUal que con templa la ciudad como óvifas, lugar de partic ipad c 11,
sino establecer asenta mien tos y pob lados e n terri tori o de los ind ios? Stali n mov ili zó a mil es de p OI con sus múltiples espac ios para la acci6n y la comun icación, no se refiere a las macro urhcl' y NUN
sonas de un lugar a otro, a veces como cast igo, a veces como refuerzo demográ fi co en lugares ,,' periferi as donde res iden muchos de estos migrantes.

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có mo y dónde viven, existiend o la posibi lidad de refutar los estereoti pos promovidl' lución de sus identidades étnicas, las relaciones d' l\lll l."IIUd l'wnplín n un papel fun-
po r los med ios de comunicación de masas y o tros agentes sociales. La diversidad ch, damental, pudiendo combi narse con las de paren les 'o y pJl I.~ llIlI~¡ ', corn o también
s ificatori a en un núcleo de población menor ti ene un banco de prueba experiencllll '1I1re emigrantes neozelandeses en Londres (Conntdsoll y 1.111 11111 11 (05). Aq uellos
di recta mayor que la que pueda haber en un a gran urbe, las categorizacio nes socia li" procedentes de países con conflictos políticos o dondc Iluhi "1 11lI' N'1'111'1 n idcológ i-
sobre la diferencia se objetivan integrando elementos de la ex periencia práctica inl I 'a, eran más desconfiados y retraídos con compatriota s d's '0 11 0 ' Id nr~, 11IIt lo 111 'nos
activa con el difere nte 3 ' 2 La inserción local en un peq ueño nú cleo permite al inm l sa fue nuestra experiencia con algunos rumanos y tambi én p '1II IIIlI Ht,
gran te controlar más las variab les de su leg itimación social, de su reconoci miento 1\ La familia , el pa rentesco, son domin ios experienciales y dc r ' IIIl'IOII(' N1'0 11'1'11
inserci ón signi fi cativa en el espectro de identidades locales. La posibilidad teórica di vas generalmente privileg iadas para la renovación de sentidos de pe, 1 lI('"d" Y 1111 1
su participación en redes y estructuras de apoyo -consecuc ión de vivienda, trabaj ll, cac ió n psicosocial. Procedentes muchos de ellos de fam il ias numcmSIIS, 11 'lIl' llIlilll
etc.- es generalmente mayor313 , exlensas, con una gran parentela, dentro de su pertenencia, la mayorra , 11 sudl,t! llih'.
La red de fami li ares, compatriotas y amigos, puede garantizar una incorporacic\11 lradic ionales en vías de desarro llo, nuestra investigación ( 1996) mOSlró '1" ' 1\1 1111111
menos traumática a los recién llegados. Como ex tensión de la red de captación dl'l lia se constituye a menudo como referente básico, lo que contrasta con la d 'slI lI'"
inm igra nte, puede ofrecerl es las comodidades mínimas en las fases iniciales de ' 11 gac ión fami liar que sufren en el contexto migra torio y las dificultades de rep rntlll ~ 1t
estancia, tambien en momentos de crisis: techo y comida, in formación, compañ ía y los esquemas de sus culturas de origen en es te ámb ito. El mantenimiento de las '"Ii'
apoyo emocional 314 Ex tensión y tipo de redes varían enormemente por colectivos y mas y prácticas culturales sentidas como propias, en el seno de las re laciones con Ins
contextos de migración, si bien la endogamia de relaciones suele ser la norma, sobll\ compatriotas y la famili a, son a menudo estrategi as de superviviencia significativas
todo en las primeras generaciones (Cf. Wimmer 2000). frente a la posible desestru cturación social en el nuevo contexto de vida. En lodo
caso, las practicas culturales podían aparecer, en la nueva situación migratoria, refor-
El colecti vo polaco en España (Ramírez Goicoechea 2003), por razones culturu
muladas, cuestionadas, reafirmadas.
les y de estru ctura de parentesco, no mostraba la solidaridad extensa que pudiera 111 0"
encontrar en aquellos originarios de Latinoaméri ca, o incluso Marruecos y subsalw La reagrupac ión aparecía en este contexto etnog ráfico como, un modo de con-
rianos. E n el caso de las mig raciones modernas de alg unos colectivos y la reconstl so lidación socia l y afectiva - y de política fami liar- de las relaciones con lo que
deja ron atrás pero en un nuevo contexto. Muchas veces, habida cuenta de que el
ti empo previsto de permanencia se dilataba, la reagrupación ponía fin a la separa-
ción fam iliar, pero sólo cuando las condic iones eran propicias: estabi lidad laboral y
312 "Es mejor en un pueblo, porque no suele haber mucha gente. En el pueblo hace gracia qll l\ res idenc ial, y mecanismos no traumáticos de entrada - legal o ilegal- con las sufi-
vengan. Viene una familia y la genle los rec ibe bien y enseguida saben (aprenden a) habl ar catal ~rl cientes garantías de éxito .
Es mucho mejor en un pu cb lo que en un a gran ciudad", en el decir de un mediador social co nsul
lado en mi investi gación sobre inmigran tes en España. Una caboverdiana confirmaba este ex trCl11tl La manipulación de las pautas matrimoniales trad icionales puede entenderse en
compara ndo la vida en tre León, donde había vivido antes con su famili a de orientación y Maddtl l ocasiones como una estrategia de incorporación de nuevos miembros a la unidad
donde ahora trabajaba como cmpleada doméstica: "La gen te allí es di stinta que aquí ... hablas COII do méstica o como forma de reagrupación famil iar. Elena COITochano (2006) explica
uno y es como si lo conoces, como son de pueblo todo el mundo se conoce, no es como aqur llll
cómo el matrimonio entre primeros cruzados es una práctica ya en desuso en Tánger.
Madrid que te tratan distinto. Es más duro aq uí. En León, donde yo he vivido, yo encuentro qlll\
toda la gente muy buena y somos todos iguales, no importa el co lor para mí, me he criado ahí y 1I 1{1 Pues bien, en el contexto inmigratorio español, el padre concierta este tipo de matrimo-
encuentro así muy bien ". nio para su hija. Justifi cado en el manteni miento de la tradición cultural, lo cierto es que
313 Lo cual no impide qu e podamos encontrar núcleos en donde se ignore sistemáticamente lu es una estrategia para la incorporación de sobrinos, primos, etc,
presencia de determinados colectivos, quienes se mantienen invisibles en el escenari o local, ene\..'
n·ados en sus nichos residenciales, sin exteriorizar su presencia fís ica, o tambi én la aparición dll Matrimonios por conveniencia con un nac ional del país de asentamiento son
brotes violentos contra estos grupos. O que estall en brotes xenófobos como emergencias de SilUlI Olras estrategias de inclusión civi l también. La hipergamia era una de las estrategias
ciones larvadas de con nicto. que describ ía S usan Benso n (1981) en el conflictivo Brixton (UK) de los años
3 14 Cf. García Ramírez el all. (2002). A unque hay que hacer algunos reparos. El imaginario
ochenta, por el qu e hombres negros (no necesariamente inmigrantes pero, en todo
autóctono que iguala y uniformiza al hetcrogéneo colectivo inmigrante, mantiene la expectat iva (111
que la igualdad de condición foránea o de lu gar de origen activan de inmediato la solidaridad cntll\
caso, alterizac/os social y étnicam ente) se casaban con mujeres blancas, aunque fu e-
los inmigrantes, lo cual sólo se da contingclltementc, dependi endo de contextos, situaciones, impl l ran de baja condición social o incluso de dudosa reputac ió n seg ún los códi gos mora-
caciones, relaciones, como en cua lquier colecti vo. La solidaridad étnica opera dentro de espedt1 les imperantes.
cos sistemas de valores activados en la práctica, y ti ene sus propias reglas y sus propias excepclÜ
nes. La distancia social entre nacionales del mi smo origen pero de distinta extracción social es \11 1 La exogamia se presenta para aquellos colectivos más alejados e n e l sis le mll
claro ejemplo que pudimos observar entre magrebíes, por ejemplo. Otros principios ordenadorcH clasificatorio de la sociedad receptora como una práctica cuestionable mora l y '(11.
pueden operar para distintos actores y defi niciones de la situación. ef. 3.5 y 5.3. IUralmente. Los ritos de paso marcan los límites de la permeabili dad c ullllral y I' ¡\

480 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNIC IDA 481


CH co n la soc iedad de acogida. Res pecto de Es paña, parecen ser sobre todo mag re- La sociabilidad, generalmente endogám icíI - como la de la pobl ac ión autóctona- ,
bícs y afr icanos los más alejados de esta posibilidad de interca mbio, tanto por ellos puede ser también ámb ito de la solidaridad, de la c ircII )¡,c ió n de info rm ac ión, de
mi smos como por parle de la sociedad español a. La diferencia religiosa y la orga- apoyo emocio nal, al hilo de la comparti c ió n de recursos (v ivienda , por ejemplo) O
ni zación del parentesco son los determinantes del intercambio matrimonial. recreación de prác tic as culturales como la comensa!fa y el consulllO de productos
Acos tumbrados a una jerarquía de género y edad (Cf. Apari cio, 1998) como ocu- locales, el visionado de pe lícu las, part idos de rú tbol , 1()log ranas. Muchos de los
rre en o tros colecti vos patriarcales (Sa ma 2001 ) les cuesta aceptar prácti cas y re la- inmigrantes en España se reúnen en los domicilios, tos 1;IH,': s d e s ' lll llI Ul , o con oca-
c io nes que implican valores como la ig ualdad de los sexos, tal como señalábamos sión de la celebración de ritos personales o grupales, o en hares o ' 1\ (;" IH ros de aco-
en 5.7.5. gida, donde se charla, se ve la televisión, se comparten experiencias y s . illl crcil lllbia
Las mujeres marroquíes procedentes de Rabat y Casablanca que entrevistamos in fo rm ación. O pasean en grupo por las calles o se visitan los 'l'lI l1d 's /l tlllllC 'Iles, las
en nuestra investigación sobre inmigración en Espaii.a ubicaban el límite de su apro- grandes superfi cies comerciales, que ejercen un atractivo especia l COIIl O 'scilparatc
ximación a la sociedad occidental en el matrimonio: les gustaría un marido liberal y del consumo, donde pueden deambular sin demasiadas moles ti as II P 'SIII' de In posi-
tolerante, pero no se casarían con un cristiano (Ramírez Goicoechea 1996). Lo ble discreta vigilancia desconfi ada de los servicios de seguridad.
mismo sucedía en la fluidez de las relaciones interétnicas descritas por Tonia Bringa O se reúnen en parques y j ardin es resignificando el espacio loc/l1. T I'lII ld e
(Bringa 1995) en un pueblecito de Bosnia, que hemos mencionado varias veces entre Mlillauer-Seichter (2004) ha estudiado a los inmigra ntes madril cños en Sil cslllllio
croatas, serbios y bosnios . El matrimonio y el culto config uraban dominios propios sobre el "verde social", en el parque de la Casa de Campo de Madrid . All í, los 111 ,, 11
y separados para cada grupo. grantes ecuatorianos y colombi anos, segregadamente, reconstruyen sus P I'IÍ ,ti 'us ~ 111
Fueron muchos los entrevistados solteros subsaharianos que nos habl aron de sus pales y personales en el ámbito de lo público y abierto/cerrado de U" es p" -i" "'lll
difi cultades a la hora de entablar relación permanente y duradera , incluso de matri- tiuso, que renueva sus significados socioculturales por medio de su ocupación y IlIs
monio, con mujeres españolas. Un senegalés de 32 años comentaba que "Los ex tran- actividades y relaciones que en él se locali zan. Estas prácticas refi eren a llIodu~ de
jeros tienen miedo de sali r con un a es pañola, los padres pueden dec ir: 'Cómo se le incorporación colectiva y personal, en relación al propio grupo y, a través de 6 1" ' 11
ocurre casarte con un extranjero?' Que te va a presentar y te rechazan o te llevas ma l relación al entorn o más amplio de su existencia como inmigrantes en una gran 'upi
con e llos. Tarde o temprano te puede pasar algo. No tienes posibil idad de hacer ta l co mo Mad ri d: reco nstruyen la colecti vidad y las relac io nes de pertenenc ia e ide"
muchas cosas . Si me gusta alguna, me lo pienso. Ellas creen '¿y si se va a Áfri ca y tc tificación; abren un espacio-ti empo para el ocio y las relaciones personales ele alllis
deja con los hijos?' . Hay gente que nos quiere pero tiene miedo de los demás, le da tad, camaradería, confraternidad, solidaridad -con tod as SllS fo rm as de afectiv idacl- :
vergüenza decir que salen con un africano, con una persona de color. Su madre (diría): promueven el conocimiento local sobre la comunidad y su evoluc ión; facili tan la
'¡ lo que me faltaba! '. Tenía una amiga española y conocía a los padres de ésta "Pero in form ación sobre puestos de trabajo, alojamiento, legislación. resolución de docu-
su padre piensa que soy su amigo, no su novio, si no sería diferente". Otro de 3 1, de mentación, servicios sociales, escolaridad , etc.; promueven la traslocalidad locali za-
Guinea Conackry decía que " ... cuando voy a salir con un a chica española a la calle, da, por medio del intercambio de noticias sobre el país de ori ge n, del Consulado,
hay jóvenes españoles que me encuentran, va a hablar (decir) ' negro' iqué va a salir expectati vas de venidas, rum ores, relaciones, compra- venta y consu mo de productos
con la chica ! Es ta chica tiene miedo después de salir con africanos. Entonces la vida tra ídos del país, etc. El conoc im iento del entorno, e l control (semanti zado) del espa-
de li bertad no existe prácticamente para africanos. Porque nosotros queremos, busca- cio, de los medios de transporte, de los lugares de aprovisionamiento, o de la soc ia-
mos, pero cada vez estas gentes tienes miedo de su grupo. Tiene que haber opción : ir bilidad, del desarrollo de la vida cotid ia na, etc . son fu ndamenta les para la progresiva
conmigo y dejar su familia, su sociedad. O coger su sociedad y dejarme. La mayoría incorporación del inmigrante al nuevo escenario social en que se encuentra315.
busca la otra solución . Ento nces somos (estamos) solos, so mos solos. Yeso, creo, es La participación en instituc iones de acogida, asociaciones, centros de alfabetiza-
muy difícil ... En tonces, la persona que está aquí tampoco vive esa libertad de ju ven- ción son otras prácti cas de reco mposición de la vida social, dependiente s ie mpre de
tud . Yo no la vivo realmente".
El intercambio matrimonial exógamo suele indicar una parti cipación previa cn
un uni verso de relac iones en que los españo les han formado parte de la red de cono- 3 15De vuelta a los inmigrantes en España a fi nes de los 80 y en los 90, se observaba Ull d Ollli
cidos o amistades de l inmigra nte. Para aquellos que comparten algunos valo res y ni o bastan te instrumen taly fu ncional, en conex ión a su vida rutin aria laboral , la resolución de 11'~
pautas culturales más cercanos a la población española, sobre todo en términos lin- miles admini strativos , la geografía loca l del paren tesco y la sociabilidad, etc. S610 aq uel los COI;
güísticos y religiosos - latinoameri canos, portugueses-, puede vaticinarse una fluidez mayor formación y cualificación o con una cultura de clase menos proletaria, exhibían otros descON
mayor en sus relaciones, sobre todo para las segundas generaciones cuya social iza- y usos del espacio vincu lados al turismo, el descanso o el disfru te, sobre todo en parej as j6vCJIl'ot d l\
orígen europeo. Pero s6lo la di spon ibil idad de dinero, tiempo libre y una mental id ad J1It\s '0 1'1 11 111
ción es de suponer será más intercu ltural , tanto en el colegio como en el barrio. polita puede convertir al inmigran te, como a cualquier persona, en turista acc idental.

482 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIIIAI 11


los horarios de trabajo, la accesibilidad y la motivación. La organización de asocia. los ay untamientos son instituciones también de bienestar social. Además, es un modo
ciones grupales propias indica la existencia de movilizadores étnicos y un grado de de incorporación cívica, aunque sea local, que les dota de reconocimiento social. En
presencia pública, política e institucional, que ofrece un marco para la renovación de rls paña ha sido incluso un procedimiento paralelo de regularización para aquellos
los lazos personales y colecti vos y un ámbito de expresión de identidad renovada. Las que no hubieron podido reali zarlo a ni vel estatal. No podemos olvidar tampoco cómo
Casas Regionales son un ejemplo; funcionan en tal sentido en lugares tan dispares ItI escolaridad pública obligatoria tam bién produce incorporaciones políticocívicas al
como Rentería, Tres Cantos o Montevideo, do nde se celebran los santos patronos y Estado y, de paso, todos aprenderán las disciplinas necesarias -y con suerte algunas
distintos eventos del calendari o, se realizan actividades de comensalía, se dan a veces destrezas- para su incorporación al mundo del trabajo.
clases, etc. Por ejemplo, en el caso de los niños griegos en muchas ciudades europeas La competencia lingüística es un recurso instrumental y simbólico, como hemos
y ta mbién entre los polacos, al menos en ciudades españolas, suelen ser sus iglesias mencionado en el apartado dedicado al trabajo cultural (Cf. 4.5.2). Conocer la len·
y distintas asociaciones las encargadas de promocionar la alfabetización en el idiomH gua del país diversifica las posibilidades laborales, el domi nio del entorno, amplía la
propio y educación en las tradiciones del país. experiencia comunicativa con la población au tóctona, facilita la movilidad social
Los Estados de origen de estos migrantes tienen diferentes políticas de apoyo a mediante la formación continua, etc. Depende de las capacidades previas y de la
los mismos, por medio de sus consulados, representantes y partidos políticos (Cr. experiencia: aquéllos que ya son bilingües de origen han desarrollado unas capaci-
apa rtados 5.6 y 5.8). Hay consulados y Embajadas más abiertos que otros para COII dades intelectuales que les permitirán incorporar sin dificultad una tercera, una cuar-
sus nacionales, patrocinando actividades, reuniones y celebraciones como fo rmas de ttl lengua. La motivación y el autodidactismo son factores importantes para el apren-
revitalización y encuentro a lo largo del año316 , La petición del voto inmigrante es dizaje del nuevo idioma.
una de las prácticas más habi tuales de los partidos políticos a la hora de optimi za,' De nuestra experiencia con inmigrantes en España, podemos afi rmar que la
todos los recursos en una contienda política nacional. mayoría de los inmigrantes que entrevistamos eran bilingües. Además de su lengua
La forma e intensidad en que los inmigrantes han accedido a la arena pública de materna, muchos conocían alguna otra europea - inglés, francés, alemán- en relación
las decisiones varía según las políticas migratorias y los distintos grupos. La ciuda- ti la posible experiencia colonial de sus países de origen. Los europeos del Este cono-
danía abre la puerta a estos espacios de decisión y gestión y, si n embargo sigue> cían algu na otra lengua de países ex soviéticos lim ítrofes con el suyo; y según tradi-
habiendo razo nes sociales y políticas que dificultan la plena participación de los ciones hi stóricas de relaciones culturales y políticas, incluso algo de ruso o alemán
inmigrantes y de las minorías étnicas en los procesos públicos de adopción de deci· si no fra ncés, o, incluso inglés, muchas veces por au todidacti smo. Para marroquíes
siones que les afectan directamente (Vertovec 1998). y africanos subsaharia nos, la alfabetización en español podía tener dificultades aña-
didas, en parte por diferencias posibles de alfabeto en ni vel de formación para los
El permi so de residencia, el de trabajo, el acceso a las di ferentes regu larizac io·
primeros, o incluso por diferencias en los sistemas lógicos y cognitivos entre algu-
nes en el caso español, situaciones de cuasiciudadanía 317 , hasta incluso obtener la
nas mujeres africanas. Sin duda los latinoamericanos, como hispanohablantes, pre-
nacionali dad, son momentos posibles de recreación de identidad social y política, de
sentan una situación pri vil egiada a este respecto, con las cautelas que mencionamos
reconocimiento público e institucional. No quiero pasar por alto otro dominio de rea·
en el epígrafe 4.6.3 318
camada que, si bien en ori gen como una estrategia, al fin y al cabo significa una
forma algo alternativa en este campo de la participación social pública. Me refi ero La emigración implica muchas dificultades para la práctica religiosa, en cuanto
al empadronamiento, por el que los inmigrantes se hacen constar como residen tes que ésta está estrechamente ligada al vínculo social y su reproducción en con textos
regulares en un muncipio. El abanico de derechos y acceso a servicios que esta fo rma de relación local estable, lo que no se da en una situación migratoria, donde el suje·
de inclusión les proporciona, a ellos y a sus hijos, es enorme, habida cuenta de que to ha de recomponer sus referencias y relaciones sociales y gru pales más inmed iatas.
Por eso, la posibilidad de recuperar esta actividad tiene una doble dimensión inclusi·
va: con el grupo de practicantes y con la lógica incluyente de todo credo religioso

316 Esto depende de las relaciones políticas con la comunidad. Cuando a la motivación eco-
nómica para la migración pueda estar unida una política, o que el propio co lectivo esté ideo l ógica ~
mente divid ido, estas relaciones consulares pueden ser más esporádicas o selectivas. Para el caso 318 La residencia en comu nid ades autónomas con especificidad lingüística - Cataluí1a . Vu l¡;1I
peruano, véase (Merino 2002). cia, Baleares, Galicia, Euskadi- puede generar cierta inquictud, sobre todo entre aqu cll os qU¡; SOII
317 En el sentido de dellizellship, tal como puedo cons iderarse a los polacos en España a par- monolingües. No está cl aro que el inmigrante, muchas veces itinerante, esté di spuesto a hlVCllh'
tir del ingreso de su país en la UE. Térm ino utili zado para describir una ciudadanía cas i complcllL mucho esfuerzo en algo que no sabe si tendrá la oportunidad de rentabili zar en un fu tu ro ¡mlletllu
pero no adquirida por naci mien to (Webster Dictionary, 1913), co mo un estalus legal y unos dere- to, en relación directa a su movilidad residencial y laboral. Esto depende del plmu cmn lclllo "lIu l
chos mejorados (Hamlllar, 1990) en comparación con otros colectivos migrantes. Véase tambi óJ1 del sujeto, y, sobre todo, si tiene hijos educándose en nuestro país y preve qucdarsc on 111 C\l nHII II
Layton-Henry ( 1990) para el caso europeo. dad Autónoma en que reside.

484 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLfTlCA DE LA TNIC I Al> l\


pu ra con sus neles. Los centros religiosos son también lugares y ocasiones para 111 Urug uay encontraron un nicho económico apro piado desde do nde inic iar una carre-
sociabilidad. En los grupos de inmig rantes que estudi amos en España, polacos y fi Jl ra de mov ilidad soc ial a partir del trabajo y de l aho rro, has ta establccer sus propias
pinos podían as istir a misa y o tros rituales en su propio idioma, sobre todo en gran empresas y negoc ios. Se bene fi ciaron de un a Ilu tri da 1' ''0 o- asistenc ia c informa-
des ciudades; rum anos ortodoxos y de rito oriental tenían también lugares de culto ción, construida por generaciones inmigrantes precedenles. P '1'0 SlI inc lus ión social
prop io, a veces como es pacio cedido por parroquias católicas. Latinoameri can os. 110 se justifica exclusivamente en estos términos. Los cs pu nu l 's Itllll h i n di sfrularo n
portugueses, filipinos, polacos, son los más próximos desde el punto de vista rcJi dc una percepción y aceptació n positi va, en donde pdc ti cas y d ís ' lll'SOS S' co nstitu-
gioso, todos ellos católicos y, en general , muy practicantes y fi eles a sus creencias. yeron mutuamente: una ética de l trabajo, una ac titud política I'lI vul'llhh: 11 Itt hi 'nvc-
niela de estos mig rantes, un discurso intelectual y polílico inc lin udo ni II sC ll lll lllÍ cn-
La presenc ia del Islam en nuestro país, por otra parte no nueva, significa un relO
10 de la población es pañola 322 , e l dominio de la leng ua oll e ial de l pu(s, 1)1' ,ti ·us e
para la puesta en prác ti ca de la to leranc ia cultural y la convivencia soc ial. Dificult "
interacciones cotidianas de intercambio de bienes y scrvic ios eOIl 1" Jl()h l n cl~ n
des ideológicas aparte, el culto se ve fuertemente peljudicado por problemas prác lI
autóctona, una apertura a la sociedad uru guaya y sus tradi c io nes poHli 'IIN y l' ultulII
cos: horarios, permisos, disponibilidad de locales, difi cultades para cumplir con 1", Ics, un proyecto a largo plazo de inve rs ión en los hijos, su cdu caci n y 'slilhlll¡ll\t l
prescripciones alimenticias o los ritos funerarios, son al gunos de los aspectos qut1 profes ional y residencial, y un afán de reconocimiento y res pcto hue la '1 plds dI'
destacábamos en nuestra investi gación. El Islam confiere no sólo una identidad rcll IIcogida. El hecho de que una cantidad im portante de ellos tu vieran 1111 ' lllpl l10
giosa sino una identidad cultural precisamente po rque penetra en todos o cas i tod os posteri o rmente un negocio 323 que implicara contac to cara-a-cara con los ' lIlU . \1 11
los órdenes de la vida cotidi ana y la relación social. Esto puede plantear ciertas dif1 yos', en el contexto de la interacción comerciante-cliente, e n e l sumini sll'o ti\.: hk nt'N
cultades a la hora de la convive ncia y la aceptac ión de las leyes de l Es tado español, de consumo y servicio diario (carnicerías, panaderías, cafés, bares, conduc 'ir 11 lll\
que se decl ara como laic0 319 La suavización de al gunos valores y actitudes coml) lI ut obuses), ayudó deci siva mente a su presenc ia cotidi ana en los barri os. I\ unq u ' 11 \1
son principalmente el ejercicio de la auto ridad masculina tanto matrimonial como pensamos que sea una condición sufi ciente, sí que su conjugació n con otros I'lIclo
famili ar, o la posibilidad para e l sexo femenino de alcanza r mayores cotas de li be,' fes coadyu vó dec isiva mente a esta implantación social positiva e n e l imagin ario
tad, no está cl aro que implicaran necesari amente - a pesar de opin iones en contrario. uruguayo de la di versidad.
sobre todo desde sectores fund amentali stas- un a pérdida de identidad cultural. I "
hecho, y a pesar de estos cambios, los ejes bás icos de la identidad religiosa subjcti
va parecen ga ranti zados incluso desde sectores más occidentali zados y moderni zlI
dos, que reclaman es pac ios de libert ad personal s in te ner que renunciar a aque llill'i
7.7. De aquí y de a llá: migraciones, retorno
creencias en las que un día se edu caron 32o .
y transnacionalismo
Para terminar, quiero res umir parte de la ex periencia de los es pañoles que ellli
graron al Uru guay entre 1940 y 1960 321 , cómo se las arreglaron para reconstruir UI!
Los inm igrantes cambian las sociedades a las que van tanto como se transfo rm an
es pacio de vida llevadero en un contexto de esfuerzo y tesón -como la mayoría (il\
ellos mismos. Estos cambios no tienen por qué ser vividos como contradicciones ni
las migraciones- pero con el beneficio de procesos históricos y estructuras que les
ser ex perimentados como escis iones. Tampoco el mantenimiento de sus prác ti cas
ofrecieron un margen de maniobra sufi ciente para di cha reconstru cción.
culturales. Sólo la igno rancia o estrategias políticamente interesadas en lo conflicli -
Este ejemplo muestra un entramado muy particular entre el sistema clas ificato-
ri o y los as pectos socioeconómicos y demográfi cos de la inmi gración (Ramírc7
Goicoechea 2002). A pesar de seguir manteniendo su estatus form al de inmi grant cs 322 Preferencia por algunos oríge nes frente a otros ha sido un a constante en los debates inte-
y ex tranj eros, que tu vieron que entrar en el país con una carta de llamada, que no lectuales y políticos sobre políti cas migratorias, en los que los españoles siempre fu eron defend i-
disfrutaron de al g unos benefi cios sociales y políticos, los inmigrantes es pañoles al dos (Betancur, 1997). La existencia de una segunda, tercera o incl uso cuarta generac ió n de mi gran -
tes españoles en la élite intelectual y política contribu yó también al establecimi ento de un a o pi nión
favorab le hacia estos rec ién llegados.Los mi grantes es pañoles del primer terc io de l siglo XX y
Il ntes, grac ias a sus o rgani zaciones, actividades cult ura les, periódi cos, emi siones de radio y Sil
319 Véase no obstante el epígra fe 4.6.4. pe netració n en las élites políticas e inte lectuales, se convirt ieron en act ivos producto res ele ll ll ll
320 Tal era el caso de la joven fi li pin a que se descri be en Bent ley (1987), quien quería CO lll corriente de opinió n favorable a los es pañoles. Los inm igrantes fueron e n parte perc ibidos t a t1l hi ~ 1I
pag in ar su educación occident al que le impul saba a elegir marido según sus propios sentimiento:! como víctimas de un régimen político contrari o a los pri nc ipi os democráti cos de la soc iedad ti !'! 1
sin tener que renunciar a buena pat1e de su educación 111(11'(111 (10 tradicional, en cuyos valores reco guaya, gente a la que había que dar la bienvenida y ayudar. Au nque los e mig rantes españoles de
nocía pan e de su identid ad subjeti va y fa miliar grupal. esta época no eran en su mayoría re fu giados políti cos, eran no obstante e l resultado de u lIa SltLlU
321 Este período conclu ye el capítulo de la histori a mi gratoria de españoles a las Américas, qll~ ción políti ca y económica de deprivac ión e injusticia soc ial.
co menzó en el XIX y tuvo su mo mento álgido a principios del XX. 323 "A hora trabaj an ellos para nosolros", decía una carnicera ga llega, toda org ull osa.

486 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICI 1\1 487


vo pucdcn hacern os creer que las identidades son exclusivas y que una opción VII
pasado siglo, que, no obstante, no coincide necesariamcnte con la ex pcl'i ' 11 '¡JI ti .
siem pre en detrimento de la otra.
otros colectivos y contextos migratorios. La imagen del regrcso puedc qucdlll'sl'
La illserci6n social y económica en términos positivos para el inmigrante n(l como hori zonte mítico, cíclico, pendular, aparece y desaparece, convive con 111 I ~II
implica necesaria y mecánicamente pérdida de identidad étnica y cultural, como lidad de cada día dependiendo muc has veces del estado de án imo. Para aqu '1lus qll ~
quiera que ésta sea entendida, sentida. Aunq ue la emigración produce determinados no han conseguido una estabi lidad laboral y res idencial, la vuelta no es IIIn ';11" S·"
cambios y efectos en la autopercepción ident itaria del migrante, ésta depende muchas mientras la situación económica no cambie en el país de ori ge n, sobre lodo plll'll IlIs
veces de sus autoidentificaciones previas. En la investigación sobre Inmigrantes cn economías domés ticas, a pesar de la posible mejoría en las cifras macrocconÓllllcHN,
España, por ejemplo, vi mos que aq uellos/as que se manifestaban más occidentaliz/I Tampoco pueden volver con las manos vacías: tienen una responsabi li dad lIIoro l
dos ya en sus propios países se seguían pronunciando de la mi sma manera en España. para con fami lia y parientes, tanto en cuanto a imagen pesonal como en cuanto 11 IJI
Ot ros, a pesar de llevar años aquí, con una estabilidad laboral y residencial notabl , reciprocidad debida, una pérdida irremediable de reconocimiento social. De II h(
podían insistir en mantener ciertas lealtades étnicas, incluso no perd er la idea del lambién e l ocultamiento de las penalidades por las que pasan. Como quiera que sell ,
retorno. Lo contrario también podía suceder, el convencimiento de la permanencia en el migrante no puede desandar e l camino . El que vuelve no se imagina que Ilegll 11
España ligado a años de residencia positiva en el país y la pérdida de la idea de vol· un país distinto al que dejó; él tampoco es e l mi smo que un día marchó. La dob lc
ver y el convencimiento de que los hijos debían criarse como es pañoles. Y otro caso ex tranjería/pertenencia que pueda sentir e l migra nte en su biografía -extranjero/par-
más. Aquellos que, pudiendo no manifestar una lealtad cultural y étnica militanle lícipe en el país de acogida 325 , extraño/ciudadano en su país de origen 326- forma
hacia sus países y culturas de origen, se enrolan en una 'revitalización étnica' en sus parte de una identidad fragmentaria/frag mentada en contínua reconstitución y quc
países de acogida, como fo rma de recreación de lazos y víncu los identitarios. muchos optimi zan como un recurso en vez de un fracaso.
En algunas de las biografías que pudimos analizar encontramos una diversifica- Aq uellos que disfrutaban de c iertas comodidades en su país y han tenido quc
ción de prác ticas y actitudes en relación a espac ios, relaciones e interacciones signi- devaluarse profesionalmente o vivir en condiciones de precariedad a las que no esta-
fi cativas, y una adjudicación diferenciada de sistemas de referencia y de valores ban acostumbrados, se replantean si la inversión de esfuerzo, dinero, tiempo y afec-
según agentes y contextos. Si en algunas esferas de la vida cotidiana y colectiva se li vidad ha merecido la pena. Los que han tenido que separarse de cónyuge e hijos
mantenían y reproducían tradic iones cullllrales, esto no implicaba necesariamenl pueden llegar a dudar sobre la ido neidad del proyecto. Quizás dejaran deudas, han
encapsulamiento o indiferencia hacia la sociedad de acogida. Por lo mismo, UIW invertido todo lo disponible en el viaje, qui zás haya n roto lazos afectivos y persona-
aproxi mación evaluativa y práctica hac ia modos considerados propios de la soc iedad Ics definitivamente, es más que probable que, tras su marc ha, se esconda todo un pro-
de acogida no impedían el mantenimiento de muchas prác ticas de ori gen. Por tanto, yec to de mantenimiento o recuperación económica fami li ar. A veces simplemente no
una positiva inserción local y social no tiene que implicar necesariamente disolución se tiene el dinero para pagarse el trayecto de vuelta. El resentimiento hacia las con-
cullllral, o pérdida de referencia étnica. De otro lado, la reproducci6n cultural no diciones de vida en origen que no permitieron el desarrollo vital necesario del suje-
tiene por qué oponerse a una relación instrumental con la sociedad de acogida, a Ull ll lO puede ser operado como un factor de lejanía afectiva que colabora a la ruptura con
conducta racional en términos de beneficios económicos y sociales324 Volvemos más el país de origen. El sujeto puede salir del país con la sensación de que éste ha sido
adelante sobre estas cuestiones. injusto con él, no le ha ofrecido lo mínimo para desarro llar una vida digna. Aquéllos
A excepción de casos verdaderame nte dramáticos ligados a la guerra y la pero que perdieron a su famili a en conflictos políticos O militares pueden mantener una
secución política, encontré que det rás de cas i todo proyecto de salida hay alguna quiebra defi ni tiva con el país de origen, al que puede que poco les una ya. Los quc
idea de retorno, au nque sea en el horizo nte utópico. El emigrante, como dijimos en han estabilizado su situación laboral, residencial e incluso familiar, tienen más CO Il -
otro momento, cree que su marcha será por poco tiempo. Pensando estar un COrlO diciones obj etivas para abandonar la idea de regreso y, sin embargo, esto no es sic m-
período, e l incumplimiento de sus expectati vas iniciales obliga a prolongar la estan- pre así, si bien hay que reconocer que los que crían hijos en España sospechan que
cia indefinidamente. La idea de una estancia breve se desvanece para casi todos: la se quedarán. Quizás el proyecto se traslada al fmuro lejano, cuando consigan an1:'" ''
vida cuesta mucho más de lo previsto y se trala de ahorrar lo más posible, volver con un pequeño capital o se jub ilen. Las uniones exogámicas estables son sin duda ca usa
algún fruto, unos ahorros para saldar las de udas, devolver los préstamos, montar un y efecto a la vez de la deci sión de establecerse definiti va mente en España.
negocio, para construir una casa, para retirarse. Ésta era la idea e muchos de los
inmigrantes en Es paña que entrevisté en la primera mitad de la década de los 90 de l
325 En contex tos intensamente multiculturales, como en la ci udad de Toronto (Ca l1 ad~) . dOIl (h,.\
s610 uno de cada diez ciudadanos ha nacido en Canadá, las sensaciones son dirercJlt cs.
324 Ya hemos visto que estos dos aspectos no son excluyentes, ni en términos fenoménicos ni 326 Bax (l995) cuenta cómo la familia de los Ostojici, en Croacia, procedent e de un ll I Mi lI

analíticos. pobre y estéril , emigraron principalmente a Alemania, USA y Canadá, lo que les hi zo I1PU l l'U\1
siempre como diferentes para la poblac ión local de donde provenían, Mcdjugorgc.

488 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


ECONOMfA POLfTICA DE LA TNIC If')i\[ "
La va ri abilidad etnográfica es muy grande, la personal también. La mayoría de lo, Ya no estamos hablando de las migraciones del siglo XIX y de la pri ",c", " dlml 111'1
turcos en Alemania, trabajadores invitados ('gastarbeiter'), sin posibi lidad de resl siglo XX en las que uno se despedía sin saber cuándo iba a vo lve r. Los "'l'tli", 111'
dencia permanente ni ciudadanía, mantienen un estrecho contacto con su país de otl tran sporte, las tecnologías de la comunicación, una cultura de la relilci 11 illt l' IIIUr'tI
gen, sosteniendo en su horizonte utópico la posibilidad de volver a su tierra natlll nal, del intercambio, producen situaciones, posibilidades, imag inarios, que I1'lt Splt N1I 1l
Aq uéllos del sudeste asiático migrados con cierta cualificación reconocida en Sil los límites geográficos y políticos.
nuevo lugar de asentamiento, no tienen tan clara su vuelta: por ésta y otras raZQ Il .". El análisis del transnacionali smo abre nuevas vías para comprender 1I 1g UIIUN
éste puede ser el caso de muchos migrantes indios en el Reino Unido 327 , cuya movl colec ti vos migran tes en térm inos de diásporas, es decir, trabajadores de un a nacio
Iidad social en la economía británica ha sido una realidad y que siguen un patrón th' na lidad en otro Estado que, no obstante, no pi erden contacto con sus lugares de ori
mejora social y laboral mu y occidental izado en cuanto a la residencia, educación de lo. gcn y cuya impronta perm anece en sus nuevos contextos de vida. El tran sn:lcion:l
hijos, consumo material y estilos de vida. lismo replantea el estudi o del retorn o. Ya no se trata muchas veces de quedarse ()
Cómo decíamos antes el bienestar económico y social en el país de acogida, no dis marcharse, sino de convivir con la mulli localidad y la pl uralidad de referencias. Se
minuye necesariamente la identificación étnica o la idea de retornar, sino que, en alg!! trata de recrear y mantener lazos y vínculos de ori gen en el lugar de destino y que.
nos casos, puede posponerlo, relativizarlo, con independencia de su ejecución o no " precisamente esta recreación pro vea de una identid ad legítima y legitimada soc ial y
el futuro. De una experiencia desgraciada como inmigrante no se sucede necesadu políticamente. Esto sólo es posible a parti r del desarrollo de los medios de transpor-
mente una decisión de retomo: mucho ha sido lo invertido y el prestigio implicado. te y de comunicación, im pensable en los modelos clásicos de migraciones de li ncs
al contrario: no por encontrarse mejor en el país de acogida o haber tenido éxito eco del siglo XIX y primera mitad del siglo XX .
nómico en él puede vaticinarse que el inmigrante quiera quedarse en el país hasta el Es cierto que siempre ha habido algún tipo de contacto con la patria chica: car-
final de sus días, sobre todo si tiene hijos educándose en el mismo. Como antrop61n tas, noticias de recién llegados, periódicos, e mi siones de radio, visitas puntuales a lo
gos/antropólogas, pensamos que son los ritos de paso del ciclo vital los que señal"'t largo del ciclo vi tal, posibles vacaciones esporádicas. envío de remesas, elc. Pero
parte de esta orientación: dónde y con quién quiere uno casarse, dónde quiere que na1 nUllca hasta ahora se había pod ido mantener un ritmo de idas y venidas, de gentes y
can y se eduquen sus hijos, dónde desea residir cuando se jubile, dónde quiere morir y fa miliares de aquí para allá y de allá para aquí, de comunicaciones por teléfono, por
que le entierren. Condiciones macroestructurales, trayectorias vitales y momentos in m! correo electrónico, de inform ación por los medios de comunicación de masas y de
gratorios diferentes, relaciones grupales concretas y experiencias subjeti vas específicn. Internet casi en ti empo real.
se combinan de muy diferente manera produciendo resultados variables y complejos. Ahora muchos migrantes se han convertido en comunidades transnacionales, que
La construcción de una segunda vivienda en el país de ori gen tampoco indi '11 co-optan para sí los benefi cios de ambos lugares, pero en espacios pri vados y públi -
necesariamente movilidad definitiva cuando se jubile. Tampoco a la inversa. La irr ' cos que trascienden esta territorialidad. Nina Glick-Schiller y Georges Fouron (G lick
ductibilidad sociológica de la experiencia subjeti va está detrás de la imposibilidad di' Schiller y Fouron 1990) entienden por migrantes tra nsnacionales aquellos que no
esta predictibilidad. Lo más probable es que, tras todas estas estrategias e imaginll están completamente incorporados ni en las sociedades de recepción ni en las de ori -
rios, resida una moti vación mucho más simple: no perder el contacto con el lugar di' gen pero que, no obstante, siguen siendo participantes activos en las dos localizacio-
origen. Esto lo vimos en los inmigrantes marroquíes, sobre todo si estaban regu lad nes y construyen sus identidades en relación a ambas.
zados en Andalucía. ¿Qué necesidad hay de decidirse por uno u otro país si se puedl' En la medida en que proporciona una identidad compleja entre el lugar de origen
ir y volver casi cuando se quiera en mu y escaso tiempo? Obviamente no es el caslI y el(los) de destino, el transnacionalismo es un trabajo cultural grupal contra la alte-
de los que pro¡;eden de más lejos, donde el viaje supone una inversión de dinero y ridad a favo r de la recreación de nuevas forma s de pertenencia y relación. Y las for-
tiempo mucho mayor, que, además, sólo puede realizarse con la garantía de pod ', mas pueden ser múltiples. Los haitianos recon struyen transnacionalmente su ident i-
volver a entrar en el país de acogida. dad en un dobe vínculo entre Nueva York y Haití, como forma de resi stencia a su
Hablar de migraciones en la sociedad contemporánea es hablar de transllacilJ discriminación como inmigrantes negros. M antienen estrechos lazos y contac tos con
nalismo, te ma sobre el que volveremos en el siguiente apartado, referido a la globll su país y son considerados como partfcipes activos del mismo (Glick Schillcr y
lización y la relocalización de las identidades y prácticas en contextos migratorios. Fouron 1990). RaÍll Sánchez (2005) ha estudiado cómo los salvadoreños constru ye n
la suya enlre Washington y El Salvado r por medio de las reestructuraciones fil mili a
res en ambos sitios, el trasiego de idas y venidas, la importación de productos loc"
327 Aunque habría que distinguir entre distintas oleadas, un a de ellas la de la poscoloni zacióu. les, la construcción de una casa en sus lugares de origen.
en la que se sucedieron contingentes de pequeña clase media con cierto capita l que invi rtieron cu Indios en Au stralia, por ejemplo. mantienen sus redes transnac ionales prin '¡pul
pequeños negocios y aquellos otros, más tardíos, cualificados profesionalmente en las áreas dl'
inrormática, economía y negocios, sin descartar intelectuales y académicos de diversa índole. mente por sus relaciones de parentesco, que les permiten conservar vínculos CCOI!!

490 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICI Al 491


IIli cos con SUS regiones de origen. Mediante matrimonios celebrados en India en el 7.8. Segundas generaciones
contexto de relaciones locales, así como por medio de las cadenas migratorias por las
que se incorporan nuevos migrantes a Australi a, los indios, tanto Punjabíes como Después de valorar los espacios y prácticas de vida reconst ituidos por los inmi-
Kannadigas de Bangalore, mantienen vivos y actuales sus lazos con sus lugares de grantes, sobre todo los de primera generaeión, a partir ele ",is propias experiencias de
origen (Voigt-Graf 2005). campo, además de valorar sus orientaciones locales, nacionales, globales, hay que
detenerse a reflexionar sobre sus descendientes, nacidos ya e n '1 pars de estableci-
Antes pusimos el ejemplo de los Turcos en Alemania. Patricia Ehrkamp (2005)
miento o venidos muy pequeños. ¿Cómo construyen éstos sus pr~ c t icas y espacios de
señala que es mediante la reconstrucción transnacional del espacio local cómo
vida personal y colecti va?
crean un e ntorno de vida recuperada en contraste con el ambiente hosti l y xenófo-
bo que les rodea. Por medio del consumo transnacional, los medios de comunica- Hablo en plural porque pueden referir a di stintas cohortes c n '1 ti 'IUpO, porquc
ción, el establecimiento de mezquitas y casas de té, donde incluso se dirimen con- varían según distintas experienci as colecti vas en distintos contex tos I\ !SP 'CI O de sus
flictos locales, consiguen recrear espacios de recreación identitaria para la propin progenitores, porque, como descendientes de estos diversos co lecti vos IlIs 'x p ,.. ien.
comunidad así como para audiencias y presencias de la sociedad más amplia en la cias son dispares entre unas y otras según el colectivo soc iod c m os ,.~ ti '01 '''''po del
que conviven. que desciendan.
Pero no todas las migraciones pueden atribuirse estas características de tran sn a~ Cuáles, cómo son los ámbitos espaciales relacionales en donde estos d ·s . ·"d l ' 11 _
cionalismo y algunos ya han criticado la insistencia de los investigadores en este tes, niños, adolescentes, jóvenes, incluso ya adultos, organiza n SLl S vid"s'!
fen ómeno. Variables que intervienen en esta posibilidad y con la diversidad inmigra- En la inmensa mayoría de trabajadores migrantes los padres quieren qu sus hijos
toria que encontramos en general, tienen que ver con los lugares de procedencia y adquieran los conocimientos y capacitaciones que posiblemente ellos 11 0 t" vi '1''''': d .
destino, los modos de incorporación a la sociedad de acogida, el tipo de empleo y ese modo expresan su deseo de movilidad social y económica para los hijos y '1" . s'
ocupación, la clase social, el prestigio y el estatus social, la nacionalidad, el dominio incorporen a la sociedad de acogida -sin necesidad de perder sus tradiciones ni pl'~ ,
de la lengua, las creencias religiosas (Cf. Van Tubergen, 2006), el grupo étnico -asr ticas de origen-o Por su vocación 1I11iversalista (Díaz de Rada 1996) pero 1111(';111111/-
defi nido-, una cultura de la solidaridad, sociabilidad y lealtad, del vínculo familiar, mente fundada, la institución escolar, además dc lugar de educación y soc ializació"
del intercambio, la recursividad que muestra tomar el propio grupo como ámbito de formal , es una fábrica de ciudadanos y trabajadores: sus disciplinas, ordenallliclltos,
actividad económica, etc. Volveremos a tratar la movilidad laboral y las identidades encuadramientos, rutinas, tiempos, preparan a los estudiantes a manejarse en los ~ lIlhi
trasnacionales en el apartado 5.8. tos probables que los esperan en la edad adulta.
Por último, hay otra forma de transnacionalismo que tiene que ver con la itine- La escolari zación les ofrecerá un ámbito y tiempo de relaciones sociales Ci"e
rancia laboral y, como consecuencia, la movilidad residencial. Y no nos referimos al puede contrastar en prácticas, valores, creencias, estilos de vida, con los de sus ~ llIb i ­
ejecutivo de una multinacional que cambia de domicilio continuamente, sino del tos domésticos y familiares. No sólo por el ideario del centro, su adscripción a los
migrante trasnacional que se desplaza por distintos países en relación a la petición valores nacionales estatales, los currícula que sigue, los estilos disciplinarios, com-
estacional de mano de obra: "Hoy están aquí y mañana en Holanda, a la recogida de portamentales, de etiqueta y cortesía que promueve, sino, sobre todo, por el grupo de
la flor". Eso significa que el migrante tiene una red de compatriotas si no familiares Iguales. El centro escolar es una arena pública para la prueba y construcción de accio-
diseminados por varios países europeos, quienes le proporcionan cobijo además de nes, interacciones y relaciones sociales. Prácticas, valores, representaciones, esti los
información. Una vez dentro de la UE, no les es difícil cruzar fronteras y probar suer- compartidos O no, responden en buena parte a los modelos promocionados por los
te en una u otra población , una u otra actividad. Es esta otra forma de movilidad medios de comunicación de masas que singulariza estas cohortes y las hace objetos
migrante que puede implicar una o dos bases fijas a donde volver -en España y en su y sUjetos de consumo, de culturas de prestigio y distinción.
propio país-, y desde los que visitar y quedarse con familiares o amigos dispersos 1'0 1'
No estamos de acuerdo en aquella visión que contempla a las segundas gcnero-
otros países en búsqueda de trabajo. En España eran principalmente marroquíes los
ci~nes. co~o atrapadas en sistemas referenciales opuestos, escindidos entre el hogar,
que llevaban este estilo de vida, en una geografía de redes y puntos significativos por
la II1stlluclón escolar, el grupo de iguales. Niños y jóvenes son suficientc mente ver-
encima de barreras políticoadministrativas328 .
sátiles como para generar repertorios divcrsos y saber los contextos y situaciones e"
los que son pertinentes, impertinentes o simplemente indiferentes. Parte de cree r,
para todo ser humano, es aprender la multiplicidad de ámbitos, límites, normas y des
328 Como en la película Áfame de Almodóvar, en donde el protagoni sta remedaba una línea de viaciones, posibles según personificaciones en contexto y situación.
met ro señalando sus hitos biográficos y sus relaciones sociales imponantes en la estación de metro
correspondiente, asf nos imaginamos el imaginario cartográfico que de Europa pueda hacer este El grupo de iguales y su desenvolvimiento pragmático y represcntacion,,1 ' 11 dls
migrante transnacional por la geografía europea: aquí éstos, allá aquéllos, etc. tintos espacios - la escuela, el banio, el vecindario, el espacio urbano público, 's \""1

492 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNtCtl)/l1 "9


rW':llt c inagotable de facilitación, imitación y socialización. La sociabilidad endogámi- se identifiquen. más rápidamente con ésta, lo que imagillan tendrá beneficios instru-
ca y/o exogámica es un factor de suma importancia a la hora de valorar las estrategias, mentales a largo plazo. Craso error. El aprendi zaje de la lengua está garanti zada para
recursos, redes, ámbitos de in-corporación local y, por ella, metonímicamente, nacio- la segunda generación por medio de la socialización escolar y, sobre todo, la sociali-
Ilal e incluso global. Un aspec to al que di preferencia teórica y empírica en mi estudio zación informal en la sociabilidad infantil y juvcnil. Renun cia r 11 la propia lengua es
sobre los jóvenes inmigrantes y autóctonos en Rentería y su comarca fue precisamen- pri varlos de un recurso intelectual de primera magnitud, el hili ng(j(sIllO - sea en la len-
te el referido a las prácticas de sociabi lidad. De hecho, mi primer artíc ulo de análisis gua que sea-, que les proporciona una flex ibilidad aSO ll lbl'oSII pum d aprendi zaje de
sobre la construcción de la grupalidad versó sobre las cuadrillas en Euskadi , forma de cualquier otro idioma. Además, la pérdida de referencias cullu l'lll 's de ori gen no son
la sociabilidad masculina trad icional cuya acti vidad principal, el lxikiteo (copeo) per- garantía de reconstrucción positiva, personal y colectiva lllent e, d ' 111 id '1II idlld ,
mitía una apropiación del espacio público mientras se constitu ye y recon stitu ye la rela-
Los inmigrantes marroquíes residentes en comuni dades lIut ÓlltH llUS '0 11 I 'nguiI
ción interpersonal en el grupo (Ramírez Goicoechea 1984). Entre nuestros jóvenes de
origen inmigrante y de origen autóctono había prácticas de sociabilidad distintas, étni-
propia no tenían mu y claro por qué sus hijos tenían qu e apre nd e,' ,","1
n n ¡)II ll cgo ,
camente muy connotadas: composición y cri terio de reclutamiento, lugares de reun ión
por ejemplo, sobre todo teniendo en cuenta la posible movilidad 1IIhol'll 1 y resldellcia l
y ocupación del espacio urbano, actividades y aficiones, itinerarios, prácticas de ocio, de la familia. Su interés era que aprendieran, sobre todo castcllallo, d 'si,' '~ II que 1 's
lengua, leng uajes, puestas en escena de la ident idad personal, etc., delimitaban formas va ldría para cualquier lugar del Estado. E s mu y posible qu e esto ¡J'''il ' ''P''''II ,n ~s 11
diferentes, con bastante grado de coherencia y expresividad, según lugar de proceden- los pad res q us a sus propios hijos, so bre todo en aque llos lugarcs dOIl!I ' 111 1' lIf 111'
cia de los padres (Ramírez Goicoechea 199 1). En resumidas cuent as, la sociabi lidad se nacional es la lengua de la calle. Como hemos comentado, a más id io llllls I) II hl llll(l,<,
mostraba muy endogámica, como en el caso de sus padres. En su es tudio sobre inmi - más fácil aprender el sigui ente. En el caso del castellano, aq ue llos ha blll lll 's d 1' 11
gra ntes en tres ciudades sui zas, Berna, Basilea y Z uri ch, Andreas Wimmer (2004) guas romance, como los rumanos, lo tienen más fác il ; hijos e hijas de IIIli l1 011l1l , k ll
encontró una continuidad de la endogamia étnica en las redes sociales de las segundas nos llevan un a generac ión de ventaja a otros no hispanohab lantes.
generaciones con respecto a sus pad res inmigrados de Turquía, Albania y los países No podemos olvidar que la lengua es un instrumento para COIllUllicw's', 'Un1
pertenecientes a la antigua federación yugoeslava. Además, la ori entación de las rela- prender, etc" pero también, y fundamentalmente, un ele mento de idenlilic"e ió l1 q " ~
ciones de éstos era todavía más local que la de sus padres, del estilo de otros no-inmi- vincula a una comunidad de practicantes. L a lengua materna expresa vínculo ' 11 1()
grantes de parecida clase social, lo que cuesti ona en parte la insistencia de los estudi os cional y cog niti vo co n la fam ili a, la memoria grupal, la identidad étni ca. Inco rpO"lIrs'
migratorios en el tran snacionalismo y subraya la necesidad de tener en cuenta varia- a la sociedad de acogida no implica necesariamente renunciar a comunicarse con 1m:
bles de clase, nacionalidad y etnicidad (Haller y Landolt 2005). personas del mi smo origen nacional, étni co, cultural, igual que no impide dota rl o de
La socialización lingüísti ca es una inversión en la ubicación de estas generacio- un significado identitario en espacios, lugares y relaciones específicos defin idos po r
nes en e l escenario social, cultural y de mográfi co en donde en princ ipio desarrolla- parámetros diferentes a lo que uno considera como propio.
rán sus vidas. En el caso de Rentería y su corredo r urbano-industrial citado ante- Hay muchísimos aspectos que podríamos tratar a partir de la inmensa litcrat ura
riormente, todos los padres y madres procedentes de otras comunidades autónomas generada en torno al estudio de las segundas generaciones de migran tes (ef. Apari cio,
(ento nces regiones ) era n co nscientes de la im portancia del aprendizaje del euskera 200 1), constitu yendo cada caso etnográfico concreto un a fuente inapreciabl e para
por parte de sus hijos e hij as. Valorado social, étnica, administrati va y políticamente, va lorar tanto su especificidad sociocultural, demográfica e histórica, como su posibi-
el esfuerzo requerido -al no ser una lengua romance- dificultaba alcanzar es te obje- lidad de comparación con otros marcos empíricos.
ti vo de integración tanto para padres como para hijos. Su escolarizació n en la reel
pública de entonces con modelo mon olingüe castellano preferentemente contrastaba Voy a fijarm e aquí en una disc usión reciente que me ha interesado particula r-
con la escolarización de los hijos de autóctonos en las ikastolas, colegios de ense- mente, Se trata de las teo rías de asimilación seglllentaria pensadas so bre todo c n
ñanza en euskera, de titularidad semi pri vada (asamblea de padres, po r ej emplo). relació n a los modos de in-corporación de las segundas generaciones de inmi gra n-
Escuelas de Formación Profesional públicas en castellano o Institutos de Bachillerato tes en EEUU.
con enseñanza bilingüe eran las otras opciones, aparte de las pertenecientes a insti- ¿Cómo se incorporan las seg undas generaciones al mercado labo ral ? No hace
tu ciones reli giosas desca rtad as pa ra los hij os de es tos trabajadores. Hoy en día, la red falta decir que no hay una úni ca resp ues ta, sobre todo porque la vari edad etnog rMi -
escolar está uni ficada siendo que e l modelo de inic io preferente para niñ os de fami - ca es de tal calibre que sólo invest igaciones específicas que tenga n en cucnl a toda 111
li as no euskoparlantes es el bilingüe para su introducción progresiva en el monolin- vari edad de factore s intervinientes pueden acercarse a comprender toda la di v" f:oi i
g üe en euskera (con asignatura de lengua castellana). dad posi ble,
Muchos inmigrantes creen que promocio nando el uso de la lengua de la sociedad Recordando que la cuestión de la integración, inserción, incorporación d ' 111 111 11'
ele acogi da en el ámbito familiar, a expensas de la de o rigen, ayudarán a que sus hijos gración en EEUU adoptó el d iscurso de la asimilación (Cf. 3.3), Alejandl'll !'tllteN

494 ETNIC IDAD, ID ENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNICII 1\1 49


M in Zhou produjeron un artículo en el que se plantearon los diferentes itinerarios y goría de asiáticos americanos está viciada desde el mi smo moment o en que las
resultados de la asimilación laboral de los inmigrantes de segunda generación ell comunidades migrantes que engloba es ta categoría etnocént ri ca son fundamental-
América del Norte (Portes y Zhou 1993). mente distintas; además, muchos de ellos no se identifican por es te elnónirno. prefi -
La idea es que, con el tiempo, los hijos de inmigrantes acabarán asilnilándo.w' riendo ser referidos por su lugar de origen, Como en Portes, Fern{¡nelez- Kell y y
- en cuanto a aprender inglés y la cultura americana- en la sociedad americana, pero Haller (2005), entienden el concepto de asimilación descendente a part ir de ractores
unos lo harán como clase media y otros como clase marginada y probablemente como embarazo adolescente, abandono escolar en el Instituto, desempleo, enCarce-
racializada, en el último lugar del escalafón social (Portes, Fernández-Kell y y Hallcl' lamiento. Se basan en datos del censo del año 2000 y del CILS (Chilelren 01'
2005). Los descendientes de migrantes de clase media aprovecharán el capital social , lmmigrants Longitudinal Survey) realizado en Cali forn ia con información ele los
simbólico y económico de sus padres, además de las oportunidades de la educación últimos diez años sobre jóvenes desde, la adolescencia hasta la adul tez telllpnlllll
pública americana para abrirse camino y optar a mejores posiciones socioeconóm i- (Portes y Rumbaut 2005). Los colectivos que investigan son: vietnamitas, camboya-
cas y laborales que los de sus padres. Por el contrario, aquellos procedentes de inmi - nos, filipino s, laosianos, chinos, coreanos e indios. En conjunto, son el gru po que
más está creciendo en Estados Unidos. Algunas de las conclusiones a las que ll CgHlI
grantes no cualificados, y teniendo en cuenta no obstan te los cambios en la economía
son las siguientes. Las opciones y caminos para contrarrestar posibles desventajas
americana, es probable que se incorporen a trabajos igualo peor remunerados y reco-
son muy diversas. El éx ito en la asimilación a la sociedad americana ti ene más que
nocidos que sus padres. O, en cuanto que no les permita satisfacer su cultura de con-
ver con el contexto grupal de salida y de llegada al país que por los méritos propi os
sumo diseñada por los media y el poder económico, simplemente ni se molestarán en
de los individuos implicados. No puede predecirse que por pertenecer a familias ele
trabajar. Por tanto, estos jóvenes están en riesgo de una asimilación hacia abajo
clase media la movilidad soc ial ascendente esté garantizada ni lo contrario tampoco.
('downward assimilation '), entrando a formar parte de una infraelase, concepto sufi-
La evolución de la segunda generación de vietnamitas, a pesar del estatus de refu -
cientemente criticado en otros lugares (Cf. Pilkington 1987).
giados y de baja condición económica de sus padres, se parece más a la de los des-
Esta teoría ha tenido varias críticas que Waldinger y Feliciano (2004) resumen en cendientes de los chinos, coreanos e indios, que a otros grupos del sudeste asiático
que no atiende suficientemente a cuestiones de tipo cultural, generacional, de cuali- más próximos, en cuanto a que muestran un progreso académico mucho más eleva-
ficación o de género. En un estudio comparativo de la primera y segunda generación do que les permitirá cualificarse para mejores empleos. A pesar de provenir de
de mejicanos, la comunidad inmigrante más numerosa en América, con afroamerica- padres de clase media, la segunda generación de filipino s no destaca es pecialmente
nos, portoriqueños y blancos nativos, no ven la inmediatez del descenso asimilatorio por tener más oportunidades de movilidad social positiva, manteniéndose en un ni ve l
de hijos e hijas de mejicanos migrantes. En primer lugar, todos estos jóvenes han sido medio comparado con los procedentes de fami li as de otros orígenes. Sin desdecirse
escolarizados en Estados Unidos, contando con un nivel educativo mucho mayor que e1el artículo publicado con A. Portes en 1993, Min Zhou se inclina por revisar algu-
el de sus padres. Por otro lado, la división del trabajo por género es mucho más mar- nos supuestos en este artículo, dando más importancia a los lazos de parentesco y los
cada en sus culturas de origen; con su escolari zación, es muy probable que el acceso recursos de las comunidades étnicas 329 .
al empleo remunerado sea mayor para las chicas de segunda generación que el que La comunidad de inmigrantes, sus recursos culturales, redes, sistemas de solida-
fue para sus madres inmigrantes. Además critican que es ta teoría infravalora la ridad e influencia, pueden constituir un potente marco que puede amortiguar otras
importancia de las redes migratorias en la acogida. Massey (1987); (Massey, desventajas familiares como la incorporación de los padres migrames a trabajos poco
Goldring y Durand 1994) muestra que la inmigración mejicana cuenta con una nutri- remunerados o devaluados, engrosando el colectivo de trabajadores menos favo reci-
da rede de compatriotas que, en su relativa movilidad ascendente, promueven la ocu- dos. Estos recursos pueden ser movilizados a favor de los hijos y de su introducción
pación de su anterior trabajo por otro paisano. Aquéllos que han llegado a puestos en el mercado laboral. Algunas familias de estatus superior y con un nivel de ingre-
intermedios favorecen la ocupación de otros inmigrantes mejicanos. Es posible que sos o incluso un mayor nivel de cualificación de los descendientes pueden ver e mpa-
viva n en barrios deteriorados y marginales, pero su marginalidad no está asociada al ñarse sus expectativas por la falta de estos vínculos y redes grupales instrumental es
desempleo como ocurre con muchos afroamericanos. El entorno que le espera a un y de apoyo, No puede desdeñarse la importancia de la familia, la comun idad y cl
inmigrante mejicano es el de la solidaridad étnica. Lo curioso es que uno de los efec- grupo de iguales, a la hora de proporcionar el estímulo, la motivación y el apoyo para
tos imprevistas de esta inmigración es la necesidad de personas bilingües en los ser- una buena inserción escolar y la posibi lidad de aprovechar la educación como her",,-
vicios sociales, los hospitales, las escuelas, ofreciendo un lugar para aquellos des-
cendientes con la suficiente cuali ficación profesional (Wald inger y Feliciano 2004).
En otro artículo más actual Min Zhou y Yang Sao Xiong (2005) revisan la teo-
329 Era éste un factor que reconocíamos a la hora de explicar las diferenc ias cntre las CO IIIII
ría de la asimilación segmentaria para la segunda generación de inmigrantes asiáti- nidades migrantes indias y la mal llamada comunidad carib elía o de las India s occidellfftle.\' (' Wl'NI
cos en Estados Unidos. En primer lugar recuerdan lo que avisábamos antes: la cate- Indies'), otra simplificac ión etnocéntrica para hablar de gentes muy diversas.

496 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAI) 491


mienta necesaria para la movilidad social ascendente. Pero eso sucede tanto para 1m IICS, el mal comportami ento en el colegio (violencia, pCICII S, /l hs 'Il lismo, cl esobedien-
hijos de inmigrantes como para los hijos de los autóctonos. 'ia), interpretado como exhibiciones de masculin idad suh!" lOdo ' 1111" sus iguales-
frente al universo preponderantemente femenino ele la ese u 'lit \\ . NlI 'le ¡I' ligado a tra-
La segunda ge neración puede benefi ciarse de l capital cultural , simbólico y cell
ycctori as de fracaso escolar, lo que no sucede para las chiclIS, B IIl Hl 0 1' 11 ' , 'so ¡¡ 'Slu ·
nómico de la generación prccedente (padres, madres, tíos, tías, primos, primas, el ',)
dios medios y superi ores de muchasj óvenes en comparación con 1\),"I l'!li l'ON pll ~ d . rOl'·
La patrimoniali zación del esfuerzo de los emigrantes españoles en Montev itk ll
mar parte de un proceso más general que se ha observado ell lotlo l,lll!l! , ¡l 'ro,
revirtió, con el ti empo, en los propios hij os, de una manera incluso imprevista. I 11
pilradójicamente, por razones di stintas. Es posible que, si por ult llldo f,.\~ lII N \' h k ll ~ Ik
segunda generación, además de educarse muchos de ellos en colegios privado"
!lcn más aspi raciones y se resistan a dejar los estudios por UIl Il Hl lriIl Hw!n. l\1hl'('hu ti '
accedieron a es tudios universitari os. El alto desempleo en la sociedad uruguaya !tl_
que su adherencia a patrones tradicionales de género como cont rol, vigl huh..' ltt (\:\ IWl'
ha afectado de diferente manera. A pesar de que no encuentran trabajo acorde a Su,
IlIlivas de que se comporten mejor en general por parte de la aU lO ri tlllll 1'11 11 11 11111 , , ( IP (I,
cualificaciones, por lo menos pueden trabajar en las empresas de sus padres (Ram rl<'l
cute en su dedicación al estudio, lo que puede explicar esta conCUIT ' Il cll l dl\ 1\111(1\111
Goicoechea 2002)330.
cias sociales. Otra cosa es cómo negocian en el ámbito famil iar y dO U t ~N l ko Sil"
Por tanto, los resultados en la asimilación son diversos, pero no aleatorios, 1111 IIspiraciones y las cotas de autonomía e independencia que exigc n y Cllií lll' vl! ll , 1'111 11
como decíamos para los procesos socioculturales como procesos es tocásti 'WI "lIas, convertirse en americanas significa transformar sus roles de g6n I'o ll mll elollll
(Capítulo 1.2): dependen de las interrelaciones de factores individuales, fa miliar 'N, les, habida cuenta de que diferencias laboral es por género son mayores cnt!" Io.o,¡ ¡IiJll
comunitarios, sociales, que están directa o indirectamente vinculados a contexlO, grantes que entre los nacidos en USA (Waldinger y Feliciano 2004).
específicos de salida y llegada (Zhou y Sao Xiong 2005: 1149).
Por su parte, la segunda ge neración de adolescentes inmigran lcs de ill tlhl('lId
¿Qué ocurre cuando, como sucede en todas las experiencias sociales, son vari o,ll beños en el Reino Unido, muestra tanto procesos como resultados di símil 's ' 11 111
los principios ordenadores los que configuran el sentido y el significado de la ex p~ (;onstrucción de su conciencia e identificación étnica. Las chicas, tanto en sus ves ti
ri encia? mentas como en sus gustos cinematográfi cos, orientan su identidad principu lll u';lIllo:
Generación y género se combinan de form a muy particular como aparece en lo" hacia su cultura de ori gen; lo contrari o ocurre con los chicos, que prefi eren di slll ll
resultados del estudio longitudinal sobre hijos de inmigrantes reali zado en Califol'll lll
(1999-2005) mencionado más arriba (Feliciano y Rumbaut 2005). Comparando mcjl
canos, camboyanos, vietnamitas y filipinos otra vez, se aprecia que el camino acad ct 332 En estos contextos migratori os, el género tiene una fuerte influencia en las relacioncs ell y
mico y laboral de los hijos de inmigrantes está segmentado no sólo por clase y gru pu con la instit ución escolar. La mezcla entre chicos de baja condición social y las maestras, gencral .
étnico sino también por género. Tanto para unos como para otros se ve que las aS1l1 mcnte de clase media, suele ser muy con flictiva . La ea lle y el lugar de trabaj o han proporcionado
históricamente los lugares para estas subculturas masculinas. Pero ahora el ámbito escolar no se
raciones académicas son buenos predictores de éxito laboral. Sin embargo, chicos y
presta a estas prácticas de exhibición identitari a de género. La reorientación a una economía de scr·
chicas muestran distintas expectati vas y objeti vos a este respecto: las mozas aspiran 11 vicios con estilos de trabajo basados menos en la fuerza, el valor, la entereza y más en la imagen y
mucho más que los chicos y parece que, como la profecía que se cumple a sí misll1l1, las buenas maneras no ha favorecido la inclusión de muchos de estos jóvenes, sin negar la existen·
lo consiguen331 . El imaginario sobre uno/a mi smo/a y sus condiciones, el deseo, 111 cia de casos de reorientaci6n de la sociabilidad, los valores y los modelos gracias a conexiones étni ·
motivación, la proyección de la imagen de uno en el futuro, contribuyen a conslruh Cas que promocionan los sistemas normativos prevalentes en institu ciones y lugares de tra bajo,
cuya observancia reconocid a suele ser condición para el acceso a los mismos (Wa ldingcr y
realidad social, junto a factores coadyuvantes necesarios pero no suficientes. Si n
Peliciano 2004: 381). La con stituc ión de bandas y gangs de las que ya hablara W illiam Foote Whyte
embargo, comparados con el resto de jóvenes nacidos americanos, el abandono aell en su estudio de jóvenes italianos en un barrio de Boston, tiene en Los A ngeles y otras grandes ciu-
démico es alto y muchos no consiguen lo que se proponían a pesar de estar imbuido, dades su propia versión en las maras, bi en de jóvenes de pri mera o segunda generación de salva·
de una cultura famili ar que les inculca que sin una educación - mayor que la de su, doreños, hondureños, etc. En España tenemos grupos como los Latin Killgs, versión del grupo ame·
padres- no encontrarán trabajo. Los factores que intervienen en este relati vo f raca.<tJ ricano constituido principalmente por portoriqueños y que aquí incorpora principalmcnte
dominicanos, colombianos, ecuatorianos y algunos españoles; y los Ñetas, grupo ori ginado en una
son distintos para chicas que para chicos. Para las primeras, el matrimonio supone unll prisión portorri queña y que en España incl uye sobre todo a ecuatorianos pero tam bién a españoh.:s.
renuncia a seguir formándose, siendo que aquellas que siguen suelen ser solteras, anl !> Ritos de paso y actividades tienen que ver, en tre otros referentes de origen y digni ficaci6n de la
poniendo su educación a presiones familiares para que se casen. En cuanto a los va ro comunidad latinoamerica na, con una cultura de la masc ulinid ad li gada al valor, la resistencia. l!l
control del dolor y las emociones y una ideología de género patriarcal y machista reflcj ado en IlI s
letras del reaggetoll . En proceso de convertirse en asociac iones culturales en Barcelona y n!ol'ien a

tal' sus actividades a la ayuda y solid aridad con el colecti vo de jóvenes inmigrantes la ti noamericll
330 A parte de que pueden reclamar la nac ionalidad española y emigrar a España, como deN nos, grac ias a la intermediación de representantes del Ayuntamiento, del antropólogo ex perto el!
c end ie n t ~s de españoles de primera generación. juventud Caries Feixa y el sacerdote angli ca no Barri os, su evo lución en Madrid está lejos ti , '11 111
33 1 Sobre todo las de origen vietnamita y fili pino, no tanto las de origen mej icano. iniciativa y vocación de integración.

498 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLÍTICA DE LA ETNICIDAO 499


cilll'se de sus orígenes indios. Razones para esta diversidad de actitudes y comportll identificación con la sociedad de acogida; con idcnt ilicación con p3lte de ésta - por
Inien tos se encuentran en el tipo de migración, la diferente exposición de unas y otrON ejemplo la América negra- pero con movi lidad social descendente, o sus contrarios
a los medios de comunicación de masas, pero también a los distintos modos de cons (Wimmer 2004:29). Se trata de lo que Shwcdcr citaba como "the many 10 many rela-
trucción de su estatus entre los compañeros/as del colegio (Warikoo, 2005). lions", como recogimos en el apmtado 1.2. Otra de las conclusiones es que, como ya
sabíamos los grupos étnicos no pueden darsc por supucstos como unidades sociales
ciadas, tal y como los pinesan las teorías de mult icultul'alislllOOdcl asill1i lacionismo, en
el primer caso pensando en las relaciones entre unos y otros COlllO pedazos de ulla col-
7.9. Etnicidad e incorporación en la inmigración cha de palcl/lvork, ni como unidades a mezclarse y con el tiempo d 'sllpllreccr corno pro-
pone la segunda teoría. Llega a las mismas conclusioncs que ell !ll! 'slro trahajo sobre
Hemos visto las prácticas, discursos y representaciones situadas de algunos gru Remería y su comarca (199 1) y que suelen pasar por alto las carric lit 's prilleipllles dc
pos de inmigrantes de primera y segunda generación a la hora de organizar sus vidas investigación en migraciones: diferentes sujetos invocan dil'crenlcs '¡,upos cnlegol'inles
personales y colect ivas en distintos contextos de rece pción. y vinculan sus vidas personales de manera distinta con otros individuos, 11 v 'ces 'n t 6 1'~
¿Qué lugar ocupan el discurso y las prácticas étnicas en los procesos de formación minos de peltenencia exclusiva. Según Wimmer podríamos pensar en 1111 csquernn CII I , ~
grupal e identitaria en los procesos de in-corporación? Nos hemos referido a estns gorial básico con diversas variaciones y formas de cerramiento social produc idos por
cuestiones a lo largo de todo el trabajo, no sólo en este apartado sobre inmigrantes. disposiciones cognitivas similares y estrategi ~s de red parecidas por parte de gent? qtl .
Pero no quiero pasar por alto un interesante estudio realizado por Andreas Wimmcl ocupa posiciones similares en el espacio SOCIal. Se trataría de conocer por qu6 CICl'lm:
sobre la segunda oleada de inmigrantes en Suiza - la primera estu vo constituida por redes y no otras coinciden con los gru pos clasificatorios, en qué condiciones IIIS I'rOllto-
españoles, italianos, portugueses-o Al autor le interesa conocer el papel de la etnicidad ras categoriales coinciden con las prácticas sociales de relación y grupalidad. El CIIIII¡JO
en la formación grupal en la vida cotidiana y contribuir al debate entre el multicultll de lo político local, tal como el vecindario, el barrio, debería ser tenido en cuenta junto
ralismo y la racializaciónletnización (Cf. epígrafes 5.5.7.3 y 5.5.9) de los inmigrantcs. con mecanismos institucionales supralocales de clausura social y exc! usiónlinclusión
Para no dar por supuestas las grupalidades étn icas como hace el multiculturalismo, (Wimmer 2004:29 y 3). Lo étnico también puede tener su im portancia en la conforma-
adopta la misma estrategia que cuando G. Bauman ( 1996) escogió el barrio londinen- ción de la grupalidad en el ámbito de la vida cotidiana y sus relaciones.
se de Southall como marco para investigar di ferentes colecti vos migratorios. Además,
utiliza el método de redes para localizar la formación de comunidades étnicas como
una de las dimensiones de lo social, sin reducir la etnicidad a los discursos O a las
representaciones. El estudio se centra en los inmigrantes turcos, albaneses y aquellos 8, GLOBALlZACIÓN V RE-LOCALIZACIÓ N
procedentes de las ex repúblicas yugocslavas. DE LAS IDENTIDADES COLECTIVAS
Uno de sus primeros hallazgos es que la mayoría de las relaciones cotidianas s
mantienen en espacios geográficos próximos y accesibles, tanto para los de primero
"Habla de transcurrir algún tiempo antes de que Aureliano se diera
como los de segunda generación, tanto para los italianos, los turcos e incluso los sui - cuenta de que tanta arbitrariedad tenia origen en el ejemplo del sabio cata-
zos de similar clase social. Las transformaciones recientemente operadas en los lán, para quien la sabidurala no valla la pena si no era posible servirse de
barrios de clase trabajadora con la llegada de nuevos inmigrados no son explicados pOI' ella para inventar una manera nueva de preparar los garbanzos".
los propios suizos e inmigrantes antiguos en clave étnica. Por contra, la proximidad y Cien años de soledad. Gabriel Garcla Márquez.
la distancia, el rechazo o la aceptación dependen más bien de criterios morales de res-
peto y observancia a las normas de convivencia ciudadana en Suiza. Son las catego-
rías de establecidos en el país (suizos y anteriores migrantes ya in-corporados despu6s
de tantos años y que incluso accedieron a procesos de movilidad social ascendente) y 8. 1. Globalización y mundialización
recién llegados y extraños ('outsiders') los que discursivamente marcan la fractura
social. Aunque las redes de relación se muestran fuertemente endogámicas, expresan
lo típico de los hábitos de la clase trabajadora: fuerte endogamia de género, énfasis ell A. Globalización y otros "ismos"
el parentesco y veci ndario como lugar de reclutamiento de amigos y conocidos. Globalización es un término olisémico como tantos otros. Al unos iensan que
Los procesos de el"ización como los de asimilación segmentaria (Cf. supra) imer- ~ll italismo tardomoderno ara encubrir nue ~p.tQce~os
venienen de diferentes maneras en los procesos de gru palización de los inmigrantes CII de acumulaCión de capital a través de la división internacionaldel trabaJO, nuevas 10 1'
las sociedades de acogida: podemos encontrarnos con movilidad social ascendente sill ínas de explotación y distribución eSlgual de la riqueza y el poder y ¿¡-¡¡:;¡;rcrrd,.
--------- -
500 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLfTICA DE LA ETNICIDi\ 601
'!!.!!!./,
'-I ~llllbi én ~ n funde con Occidelltalizaciótl, por cuanto han sido los países de gentes como turi stas. viajeros, desplazados, inmi ~rant~s, ex il ados, re fu giad.os, CIC.
desa rro llados - pertenencientes por COnl ras te al Oeste del Este visto desde el Oeste- b~ tecnopaisajes. resultado de la acción de las mult1l1acIOnales, las corpornctones y
y sus modos de vida los que han marcado la pauta de algunas de las imágenes, repre- las aencias gubernamentales y los fl ujos ent re eld inero, las posibilidades polflicas
sentaciones y prácticas que han sido g/obalizadas, lo global entendiéndose tanto en y la mano de trabajo cualificado o no; c. l~s paisajesfinallcieros ('li nanscapcs ), flu -
su alcance como en su significado (Robertson 2000). jos de iñei1iS en mercados y bolsas de valores ; d. los mediapaisajes, que no son pa i-
SegÚn Stuart Hall (2000); la globalización encuentra sus raíces en e l Imperialis- sa~ medias sino escenari os de la información y sus imagenes a P(!CUu,h.tJ.os
!.)10y la Coloni zación, otros insisten en que es la forma actual de l Im periQ,~ medios de comunicación de masas; e. i{Jeopaisajes, escenari os de produce' le ¡mil
las jerarquías son flex ibles y los intercambios se realizan mediante órdenes distribui- ginarios colectivos, a menudo en conflicto, sobre cuestiones lIue afectan ¡ uchos:
dos por la red sin líl . es ni fron teras, t;n un es acio siempre abierto para la coloni- derechos, bienestar, conservación del ambiente, etc.
zación olítica, económica, ideo lógica (Hardt y Ne ri 2000) . Todos estos escenari os se definen desde distin tas perspecti vas, que a veces s'
Sabemos que tiene que ver con eso otro que se dice como Pasmod ~ . Iidad. Y esta su er¡;oñei" que son diná micos, que opet'an di versos grados de al){trI:(l lllie" fll
hace rcferencia a una sociedad poslinduslria/, pQS©:i.or a los mitos e imag inarios de ('encompass menn : respeto y tolerancia a lo di verso. Se entretejen entre sí de diver-
la Modernidad, época , uyo inicio hemos.,sitl.!lld eIl el Renacimie nto, en el Estado- sa manera, constituyendo mundos prag máticos y representacionales múlti ples para 111
nación, la construcción de una sociedad laica y racional del conocimiento, un sujeto constitución de prácticas, imaginarios e identidades grupales recreados. ~e entrele-
indi v idu a li~o, I;efl ex ivo y supuestamente autónom0 333 , el capitali smo mercantil, c l jimiento no siempre es coherente, coordinado, integrado; vive y produce a menudo
Imperi alismo, la industri alización, el colonialismo y muchos -isU/os más. Postmo M contra Icciones"d esacompasamientos, grietas, heterocronías y heterotropías, fri ccio-
demidad incluy~spec i~ de despel~ar crudo de los s ueños mitos or~ue nes y conflictos, tanto a ni vel de lo global - así considerado- c<!,mo en situaciones y
hemos construido la (nuestra) Modern idad, una reflexión crítica a sus re resentacio- ex erienciale o.c.ales. Tienen c ierto grado de autonomía entre sí pero, a la vez, cons-
nes, sus seguridades, sus subj etividades, sus hori zontes útoQicos, sus actores y...§!!.:~ titu yen los marcos (entornos) para los otros.
legitimaciones, sus culturas políticas y fo rmas de cohesión social. Como sistema y entorno, la globalización es tanto un efecto como un factor age n-
Podemos hablar de todos estos antecedentes cuyas relaciones sistémicas a mÚlt i- te, en la peculi ar condición autopoiética de los quehaceres y obras humanas. Se
ples grados y ni veles de complejidad, cul minan en un particular conjun to de proce- puede hab lar de cultu ras producidas globalmente pero también sobre perspecti vas
sos de confo rmación de lo político, hegemónico, te rri to rial, de mográfi co, comunica- culturales sobre la globalidad y cómo nos pensamos actualmente en términos de glo-
cional, ideográfico, relacional, identitario, etc., con ingredientes re-creados a parti r balización (Robertson 2000).
de fenómenos que han tenido va ri os siglos de ges tación, intensificados durante los Los actores y protagonistas son vari os . Algunos son adalides de su creación y
siglos XIX Y XX. recreación continua, Olros son los sufridores de sus atropellos, sin voz ni voto sobrc
La globalización es el producto de una sociedad cada vez más compleja, cn su rumbo. No todas las caras de lo global son bellas y amables, algunas están llenas
do nde los paradigmas de las teorías de sistemas dinámicos pueden ay udar a com- de cicatrices y sufrimientos. Y aquí no quiero olvidarlas.
prender su e mergencia, evolución y desarrollo en térm inos autopoiéticos pero tam- Entonces, ¿en qué es algo nuevo la globalización?, ¿o es algo ya conocido pero
bién caóticos (Cf. Appadurai 1990; Hayles 1990).
exacerbado en sus formas y consecuencias?
Alj un Appadu rai ( 1990; 199 1; 2000), es uno de los antropólogos que más a u-
damente han re fl ex ionado sobre el signifi cado de la globamaciOñ:"' e un el Vivimos
en un mundo global y globali zado de distintos paisajes, caracteri zado por constan-
tes fl ujos, fo rmas y bordes irregul ares, conslruidos desde Pf'rsepcti vas distintas atra-
B. Sistemas mundiales, sistemas globales
vesados por las condiciones hi s tó ri cas~ sociales y políticas de distintos actores ind i-
Creer que somos los primeros en conocer la ex istencia de gentes variopintas di s-
viduales y colecti vos de todo &globo. Estos paisajes constitu yen los bloques e los
tribuidas por el mundo, interactuar, intercambiar con ellas, es, cuando menos, ingenuo,
que los mundos imag inados están hechos. Estos paisajes son las d imensiones en que
Ya nos hemos encargado de subrayar, la peculiar característica cOIl/acliva de las p ' 1'
a.
se concretan los fl ujos culturales globales: elnopaisajes, constituido por os flüj5S
sanas y grupos humanos, (Cf. 2.4 y 3.2).
Repasar la Historia es un buen antídoto para salir de nuestra autocomplacenci" ell
333 Modemidad como un déficit de integración entre las reg las y significados "procesados
el presente. El Imperio Persa se extendió desde Oriente Medio hasta la Ind in. 1I 1'Jll lldll
colectivamente" y los agentes que los interpretan, como una ideo log ía que creyó crear un actor des· Magno unió el Mediterráneo con la península indostánica en una conlinu itllltl tl l'
colecti vizado y, en esa med ida, también deslIbjetividado (Dfáz dCRada 2004). dominio militar sobre toda una diversidad geográfi ca, demográfi ca y CUIl UIIII, 111

502 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA El NICIJ)II[) ()


<.
Im peri o romano subyugó (casi) toda tierra conocida en muchas millas a la redond a. de lo que produce y afecta al ser humano en la actualidad , y nuestra concicncia de
Europa, desde las Casitéridas hasta el Mahgreb, el Mediterráneo, Oriente medio y algo ello, implica a nllrltitllcl de paíseS,gentes, imágenes, textos, protagonistas. arectados,
un imaginario que pone carne al mapa·mulldi gue todos llevamos en la a ~nda , como
más. Ma rco Polo en sus viajes puso en contacto Europa con Oriente, ámbitos civil i·
un único lugar total. -
zmorios muy diferentes, trayendo y llevando noticias, productos, historias. Las tropas
de Genghis Khan llegaron hasta Cracovia, amenazando todo el Este europeo, insta· Además, una de las grandes diferencias entre anteriores sistemas lIIundioles y el que
lándose en Bu lgaria. Rumanía, Hungría. Su nieto Kublai Khan extendió sus dominios ha emergido principalmente a partir de los años 70 del pasado siglo es que la cro nolo-
por las vastas tierras asiáticas de las estepas, conv irtiéndose en Emperador. Las gía de la globalización es en tiempo real. Las luces de los despachos de brokcrs y bol-
Cruzadas fueron expediciones militares-religiosas tanto como comerciales y mercan ~ sas de Tokio o Londres están encenaíc!as en medio de la noche cuando abre la bolslI dc
tiles, abriendo Europa a la riqueza del otro lado del Mediterráneo. Los sistemas Nueva York y viceversa. Algunos minutos de tardanza pueden significar pérdi das mi llo-
comerciales en el Índico aba rcaban buena parte de lo que denominamos Sudeste asiá· narias para la compra y venta de activos en el mundo de las finan zas y del comercio.
tico. Sabemos que el Imperio Inca construyó toda una red de caminos y relevos para
el control y la comunicación con pueblos y extensiones hacia el Este, mucho más a ll ~
de los Andes. En la época de la colonización española donde, en tiempos de Felipe II C. Hegemonías
no se ponía el sol --<lesde Filipinas hasta las Américas-, la progresión en la apert ura
de Occidente al mundo (el Resto) durante los siglos XVII Y XVIII, con la progresiva Las formas de su hegemonía también constituyen una peculiaridad.
inclusión de otros países europeos occidentales en los proyectos coloni zadores334 , culo ---
minó con el Imperio Británico en el XIX, que colonizó el otro medio mundo. El siglo Hay una clara diferencia en las hegemonías que se producían en los antiguos impe-
XX fue el de la consolidación de las conqu istas y el reparto geopolítico de África, rios y e l mundo actual. El áni mo y efecto abarcan te de los primeros difiere considera-
parte de Asia y el Pacífico. El sudeste asíatico, la península indostá nica y el Este afri· blemente de lo que sucede en la actual idad. Sus modos de encompassment, de inte-
cano han mantenido contactos comerciales y demográficos cont inuos desde tiempos gración abarcante de la diferencia y lo disímii desde una centralidad política, física y
simbólicam-!ntedominan te, son distIntos. En los Imperios, el espacio de lo doméstico,
inmemoriales. El Imperio Austrohún garo aglutinó tierras y pueblos del Este Europeo
hasta el Bósforo; mientras tanto, el Imperio Otomano se enfrentaba al mismo, igual lo familiar, la socialidad próxima, ~_·an ignorados mientras no supusieran una amena-
za a la hegemonía política, a la exacción de impuestos, impresci ndible para la anterior
que lo hi zo por el control comercial y mili tar del MeditelTáneo contra los países cris-
y para el mantenimiento de las élites gobernantes, al reclutamiento de mi licias y mano
tianos europeos de Occidente. Gentes, merca ncías, ideas, costumbres, fueron trasega-
de obra forzosa o no para las obras megalómanas de los dirigentes. Los bordes son
das de aq uí para allá en estos contex tos políticos, militares y cul turales.
fuentes de inquietud cuando comienzan a dilu irse en otras unidades políticas, posibles
Todos estos sistemas político-económico- ideológicos, es decir, socioculturales e amenazas a la primera.
históricos, establecen instituciones y estructuras globali zadas que abarcan regiones y
Sin embargo, en la globalizac ión, en sus formas de dominación y legitimación.
zonas diversas del mundo (Friedman 1994:307 y ss.). ¿Cuándo, entonces, podemos
s~ tecnologías, gracias a la reconfiguración del imaginario colectivo. el imperial is-
hablar realmente de globalización?
mo cultural, político y económico que vivimos los ciudadanos globalizados llega a
. La idea de mundialización335 asoc iada a la de globali zac ión, apunta a una carac- pe~~y cada uno de los ámbitos de lo ersonal 't colectivo, en todos SllS_
terística de los procesos sociopolíticos, tecnoeconómicos, eC.2.lógicos y culturales f~, tiempos y espacios. En la globalización se trata del consumo generali zado de
actuales en cuanto que si no necesariamente llegan a todos los rincones, sí tras asan l,9s mi sms obj etos, expresiones, representaciones, que se han convertido e sen ·c{]
los límites territoriales mucho más allá de donde se producen. El grado de ext~ comÚn, las únicas plausibles. Y todos podemos (iY debemos!) acceder a ellas, con-
v1rtiéñaonos en sujetos del mismo proceso homogenel zador (Friedman 1994:3 11).
Esto no ocurría en los imperi os asurbabilónico, egipcio, persa, macedonio, romano,
334 Recordemos que Nueva York fue colonia holandesa, bautizada con el nombre de Nueva tártaro, árabe-islámico, hispano, luso, austrohúngaro, otomano, mogol. Ni nguno se
Amsterdam; que éstos mismos ex tendieron su soberanía a no pocas islas del Caribe y del Pacífico; caracteri zó por la glotonería del Im peri o Británico, directo precedente de la munclia·
que los franceses no les fueron a la zaga en el Caribe ni en las tierras del Norte americano, repa r~ lización global. És ta por el contrario, con¿u l'articular proyecto de dominación polr:
tiéndose lo que ahora es Canadá, a base de encontronazos y escaramuzas militares con los i n g l c~ tica, e~o n ómica e ideológica 336 , quiere imponerse como la ún ica forma de pr;k ti c/I .
ses; que ya los portugueses in iciaron sus aventuras atlánt icas a la par que la monarquía españo la,
de lo que da fe el título de Enrique el Navegante y el Tratado de Tordesill as con Isabel la Católi ca
para el reparw meridiano de América del Sur, etc.
335 No conozco la hi stori a de este término ni el origen de su uso. Los europeos ya tuvimos dos
336 Dominación que también fundamentó un capital ismo generali zado olllnívoro y e fl' l'I/flllI/ l,jf"
guerras mllndiales, que llamamos así a part ir de la segunda, porque la primera se denominó la Gran
expansible. Esa es, también, una de las características específicas y nuevas de la globali 1!1ciÓII ,
Guerra, tanto por el número de muertos y destrucción como por la cantidad de países impl icados.

504 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES


ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDA() o
illlllgincría Josible ara todos, cualesquiera sean nuestras diferencias. La subalterni - _El capi talismo mercantil consistió en el establecimicnto dc Inúl li plcs Illercad s
dad existe sólo en la medida de SüCOílVersió n en microento rno tu telado por el siste- interconectados ex and idos al hilo de l s iste ma euro co de dominac ió n )o líti .,
!na hc~mó nico. ~ i a1 337 Sydney Mintz ( 1985), centrándose en el estudi o etn ohistóri co de l Ilz,ícar,
Por último, el ámbito regional de los Imperios Antiguos contrasta con el impe- sus mú lti ples protagonistas, contextos de producción, distribución y cun¡,;U1l1o. 11 lo
ria li smo europeo del X IX y su continuación en el XX, en donde, po r primera vez, el largo de vari os siglos, ha contribuido magistral mente al conocimiento de.: la cX p:lIl-
entorno ya no es un área geográfica-c ultural particular, sino todo el globo, iniciando sión mundial del capitalismo. incorporando aspectos ecológicos, dcmogní li<.:os. poI{
un a era de contac tos de complejidad sin precedentes (Krot z 2002:56). ticos y de subord inac ión 338 No hay que olvidar que, como dijo Marshal Sahlins
( 1976: 167), el utilitarismo y la max imizaeiótunaleriill.,. rasgos de este capi tal is nlO. es
Los escenarios de la política y la acción están también distribuidosJ se ejercen desde
la form a en que toda la sociedad occiden talse experimenta a sí mi sma.
muchos luga res, escamoteando la atticulación interesada de los mismos. En la Globali-
zación, asistimos a procesos centrípetos, centrífugos, poderes en los bordes, en los cen- El capitalismo siempre ha incorporado otros modos de producción 'tribul arios',
tros, difusos, esparcidos, estructuraciones aquí y desestructuraciones allí, etc., toda unll como los de los pueblos sin historia (Wolf 1982), quienes disfrutaban (más bien
diversidad de posibilidades ocurriendo al mismo tiem po desde una perspecti va global padecían o padecen) una autonomía política y económica limitada. También se ha
pero heterocrónicamente desde una perspectiva local. El poder parece estar en muchos beneficiado de otras redes de acumul ación loca les succionados en un momento dado
sitios pero en ninguno en concreto, lo que no ha de hacernos creer.gue somos más libres. a la dinámica de la explotación y la maximi zación del beneficio. Ha incorporado asi-
Aparecennuevas formas, más anónimas de sujeción y control soci~e obernabilidad mi smo, a las poblaciones dominadas como mano de obra de reserva (Ibid. :352-353).
y ad ministrabilidad, de violencia simbólica: bases de datos personales, control de pasa- Lo ue caracteri za la era de la globalizació n es la interdependenc ia de las eco-
jeros y movimientos, circuitos cerrados de televisión y vigilancia tanto interior como en nomías locales en el sistema roducti vo mundia l, pero tamñien :a segmentación. Sc
la calle, escuchas telefónicas, sistemas de vigilancia mediante satélite, control de las lla- produce una nueva división del trabajo sin aparente orgalllzaclón cen ra íZaét1í,1liS'tlT-"
madas por móvil, espionaje de la comunicación electrónica, sofi sticación casi inexpug- buida po r todo el mundo (Rothstei n y Blim 1992), integrando incluso eq ~
nable de documentos de identidad, fo rmas nuevas de identificación de la identidad y de e,ñj)resas locales y famiTIai'es de distintos países. Productos e marca so n fabri cados
la responsabil idad legal mediante el ADN, etc. El control ciudadano de los sistemas de a miles de kiló"ñ,etros de distancia, a menudo con trabajo infantil y fe menino mal
seguridad que se le2P.lican, y de las prácti cas l2Qlíticas Y- militares ~ cen en su pagados, para deseo y consumo de las élites occidentales y locales y sus estilos de
nombre es cada vez más difícil. Las políticas de polari zación ideológica Y- lealtad quic- vida, construyendo un a identidad de l presti gio por e l consumo. Se trata de un proce-
l:enarfaslrarnos a todos a formass imples y. totalitarias de veLe.Lmundo y estar en él. En so producti vo multilocali zado e interconectado, que escamotea no pocas prohibi cio-
~a era de la globalización no somos más li bres (Cf. Brysk 2002). nes intern acionales: pesqueros ru sos de bacalao en el mar de Barents, troceado y des-
migado e l pescado en algún país del sudeste asiát ico, envasado y enpaquetado en e l
Reino U nido para sati sfacer la demanda de tantos niños cuya cultura alimentaria
D. Economía mundializada
La mundialización de la economía, es una expresión etnocentrada e histórica- 337 Uno de cuyos últimos epi sodios fue la integraci6n de China y Japón en el sistema Illundial
mente situada desde la hegemonía euramericana. J~ tercambio de bienes y_~as del capitalismo mercanti l-industrial del X IX y princi pios del XX , en parle como consecuencia de
entre gru pos ha habido siem re. El in tercambio comerc ial sigue a la complej idad pro- sus resistencia a cualquier contacto con el ex terior occidenta l.
338 Olros han estudiado el comercio de esclavos por ejemplo, desde este enfoque holístico y
gresiva de las formas políticas y econó micas (Cf. Fri edman 1994: Cap. 2). Mundia-
como factor fu ndamental del desarrollo econ6mico europeo y de sus élites comerciales. Su val or
/izaciones locales pueden afirm arse desde di stintos contextos civilizatorios: las rutas productivo como fuerza de trabajo, también ha sido investigado a la hora de conocer formas espe-
comerciales de metales preciosos desde Oriente hacia el Oeste son milenarias; tam- cífi cas de acu mulación de capital. La sal ha sido otro producto de valor cuya historia comercial
bién las de esclavos. El Mediterráneo ha sido siempre un mar de mercaderes, en el que reneja la importancia de este bien en las economías y políticas en di stintos contex tos cultura les.
los rom anos copiaron estas artes de los fenicios, así como sus naves. De las rutas geográficos e hi stóricos. Wolf ( 1982) también ha investi gado el movimiento de productos en el
nuevo orden mundial del capitali smo: el mercado de al imentos, estimul antes y materias pn:ciosus
comerciales desde Anatolia, Oriente Próxi mo, el Este y el Norte de Europa dan fe como el oro, diamantes, etc. (y actualmente petróleo, urani o ... ). Todas estas forma s de invcsti gu
obj etos y materiales intercambiados en ambos sentidos; la colonización de Am éri c¡1 ci6n, centradas en objetos de valor, presti gio, etc., son especialmente interesantes en cuant o qll l"
inaugura nuevas vías comerciales para Europa. mientras que los reinos africanos o los muestran el valor aíiadido, fruto de la incorporac i6n de la actividad humana en forma de trahujo.
Imperi os precolombinos tenían una vasta red de comercio antes de la llegada de los de disti ntas cosas, desde materi as primas (ya ext raídas, transrormadas, etc.), hasta artefactos. pnsHlI
do por objetos de todas cl ases. Este va lor añadido que se incrusta en los obj etos, que implosiollH 0 11
europeos. Todos estos sistemas se presentan como articulaciones jerárqui cas concre-
ellos, a la vez se desborda en todo el entramado sociocultural, político, ideol6gico. val orat ivo. ¡¡ I/ot
tas de diferentes estru cturas y estrategias de reprod ucción (Fri edman 1994). nificati vo, desde los distintos lugares, protagonistas y contextos hi stóricos qu e los hace posihk",

506 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLfTICA DE LA ETNICIDAI) 07


inc lu yc neccsari amente los conocidos fisl! fingers ('dedos de pescado' ). Muc h il ~ no ha extendido el bienestar y la justic ia por e l mundo. Las oportunidades en edu-
veccs ni sabemos sie_dónde. vienen las cosas ue consumi mos. 12 predominTOdeTiI~ cación, bienestar, movili zación social no están glob¡¡ li l'.l1dos. I ~sc es purle del desen-
rcdcs sobre lasestructuras - como consolidaciones objetivadas de prácticas, repre- canto de las promesas de esta globalización fun dada cn la 'coIIOIII (a 1I . 111 ·rcado. La
sentac iones, etc.- disimula las for mas y orígenes de la acum ulación del capital y las retórica mistificante de la globalización, como )fOCCSO dirigid{l 11 cOlIscgui r ~l
fo rmas de explotación (Ga rcía Candini 2004:79). mundo feliz se ciñe exclusivamente ara los ue)u I lulisfrutu l' de sus hCllcfi cios y
~by iar en lo posible sus efectos colaterales.
La internacion~acióILdeLcapital significa quc-su-ámbito e.s_supLanacional y
que su ac umulación p,¡¡sa pJ2Le concurso d~élites loca /es (n!lcionales im licadas ell Tampoco somos más solidarios, a pesar de todos los cs l'UCl'1.0S ti ' los ONG s:
lós últ,mos-ILIg1ífeSde la cadena de decisiones. La acumulación de capital no sólo nu mientras niños pakistaníes, chinos o de Sri Lanka sigan produciendo d . 1'0 111 111 hul'll
estáe n riesgo, sino que se benefició de la mul tilocali zaeión de la ~. ducción la f1ui - ta material deportivo consum ido en Occidente, los benefic ios de la g loh:di, a 'l 11 11 0
.. dez de los medios de comunicación e información, el dinamismo de los mercados y les ha llegado. Un anuncio de una conocida marca de tabaco es e l crud o 1'.: 11 jo ti . lo
ia mov ilidad y el desamparo de la fuerza de ~j9. Sucede también que el ca lita- que hablamos: aparece un occidental trajeado, un hombre de negocios, 'jo 'utl vo, ."
lis mo se ha incorporado a nuevos centros de producción y mercado. Se trata de 111 un lugar exótico representado por una mujer ori ental (¿ tail anclesa. 11 111 IlI yll 'l) 11 ¡\ lI S
aparición de lo que en argot económico-financIero occidental se dice como e.E!!.!1.0- pies. El caballero está fumando sus cigarri llos preferidos. El anullciu illd iea que
mías emergentes, que indican el inicio de la Jeorganizaci6n mundial de los cent ros donde quiera que esté, puede obtener su tabaco favo ri to; incluso, C0 11I (> 'tadqldol'
ge poder, hasta ahora en manos euroamericanas. India, China, Corea, Indonesia. mercancía, la mujer insi núa una sati sfacc ión sex ual con toque de exolislI HJ .
B rasil, Taiwán , que parece ser nunca hubieran tenido economía, se convierten el! Es cierto que en cada chabola de inmigrantes y a[¡erizados de los a lrcdedol" s (ic'
centros de producción de capitali smo global izado, ent rando en las redes interconec- Madrid podemos encontrar una televisión, lo mismo que en cualqui er localidlld II I'I'l
tadas de intercambio mundial. cana o asiática do!,de no hay agua corriente y el primer centro méd ico eSl~ a kll
De las re uniones de hombres de Estados más ricos está la del Grupo de los metros el distancia. Los grandes canales de difusión alargan sus prograllla s hnsln
Ocho, los ocho países más desarrollados, que disc uten cómo repartirse entre sí el c~ rincón del planeta gracias al pago de su cuota correspondien te del sal (til '.
mercado mundi al, haciendo balance de la estabilidad del mercado finan ciero, del Imágenes de la abunda ncia y el bienestar que sólo se materializa localmc nte, se 111'11
energético, de l de los cereales, del automov ilístico, de los aranceles y el protecc io- pagan por el espacio de las ondas, los cables, los satélites, los repetidores: naela tielle
nismo, etc., negociando exenciones, aperturas, cuotas de producción y penetración que ver el niño rubio pecoso del chalet americano comiendo cereales por la maib nll
mercantil. Poco se piensa en la protección del trabajo, el entorno o la estabi lidad con el niño de los barrios marginales de cualquier ciudad africana. Alimento ele IIues-
social. El capitalismo global, globalizante, g\Q.b.ali zado~asa...elL..WLtip.<Ld ' Ira imaginación, las imágenes no se tornan en corporeidad extensa (más que como
empleo precario e inestable, donde la movilidad soc ial está reseL~adQpa(a las capas registro neurológico), delectables y degustables perceptosensori31meÍlte 340 Nunca se
más cual ificadas que entran en el juego político interno de emgresas e ins..tituc;iollcs sabe si sabe como el actor ex presa que sabe; sólo disfrutamos vicariamente de su pla-
o se convierten en tran snacionales de lujo que intentan Q.!·oseguir una carrera del cer, que, al final, se nos vuelve amargo.
éx ito económico. Para los de más, los salarios son bajos, porque para eso se rodu- No olvidamos tampoco que el mercado está segmentado: para los más exigen-
ce en países cuya pobreza y cu ltura laboral/sindical garanti za la ace tación de suel- les, productos más seleccionados, incluso artesanos, de calidad~ para los países en
a
dos y co'!.9.ieiones de trabajo veces infrahumanos con el concurso de emp(es.ru:jos desarrollo, medicamentos en desuso en Occidente, ropas pasadas de moda o cu/e-
'y políticas locales colabo racionistas339 /¡rones que ya nadie quiere ver. Ahora ya podemos encontrar productos exót icos en
La globalización, en su dimensión de capitalign o tota/izallte,_110 ha eJi1lliuadQ todo supermercado que se precie, pero sólo aquéllos que demandan las éli tcs. Los
ni un ápice la di stribución desigual de la riq ueza. Los últimos indicadores de con- ingredi entes de las comidas tradicionales de los migrantes peruanos, ecuatorianos,
'Ceñtracio n de la riqueza en el mundo señalan un claro empeoramiento desde 1980. colombianos, por ejemplo, siguen te niendo que venir en la maleta de los compat rio-
Cada vez menos personas tienen más recursos y dinero, cada vez más gente no_djs.. tas que llegan. Encontrar tu marca preferida de cola en un pueblo perdido de la selva
pone ni de lo más mínimo para afrontar el día. No nos engañemos, la globalización Il mazó nica o poder dar las buenas noches a los niños desde e l medio del desiert o.
como anuncian en la televisión , es la versión cosmética de una globalización s6 10
para turi stas y ejecutivos.
339 No hay que olvidar que el beneficio capita lista procede del trabajo, que siempre es de valo!'
superior al que se reconoce median te el salari o. Es decir, sigue procediendo del ámb ito producti vo.
pero también de un comercio desigual, de lluevas formas de especulación que producen dinero:
compra y venta de empresas, de valores bursát iles, tráfico de influencias e información pri vi legia. 340 Como cuando soñamos que comemos algo delicioso que, en rea lid ad, no nos sabe a nadu.
da, promoción de la guelTa, tráfi co de armas, drogas, sexo, etc. porque nuest ras papilas gustativas no entran en el juego onírico.

508 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLÍTICA DE LA ETNIC IDI\D 509


E. La sociedad del riesgo Nuevas enfermedaQ5!s que afectan a multitud de países, son traídas y ll evadas por
personas, animales, mercancías, medios de transporte, igual que ocurri ó cuando lle-
.La percepción del riesgQ, así como la ro ia amenaza, son roducciones S~H vamos virus que diezmaron a la población indígena en distintos momen tos ele la colo-
les e históricas humanas. En nuestra sociedad global izada la incertidumbre se ha COII "ización europea. Los países desarrollados han hecho poco para detener la pa ndc.! lrli a
vertido en parte de nuestra vida cotidiana bombardeada por las imágenes gore acce en los países más pobres. Sólo en Botswana una de cada tres personas es port adora
s ibies por televisióne nternet de todas las desgracias posibles 341 • La incertldum bn' tlcl virus de l SIDA. El SARS , la gripe avia r, por hablar de las más recientes, son bOlll-
s e ha convertido en riesgo, dllda la proximidad subjetIva gue sentimos, después dI' bas de re loj ería a extenderse por todo el mundo en cualquier momento. Sin embargo,
tanto a iScm'so e Imagen, sobre el escaso control que tenemos de lo que está suce 'omo siempre, unos se verán más afectados que otros, unos es tarán más preparados
diendo en ese entorno exterior gue sentimos y ll amamos mundo. No sabemos a cien sanitaria y nutricionalmente para enfrentarse a las enfermedades .
cia cierta qué decisiones toman políticos, admini stradores y expertos sobre el futu to
Las desgracias que denominamos naturales lo son mucho menos de lo que p C I1 ~
colecti vo de nuestra alimentación, nuestra salud, nuestra (i n)seguridad ; qué se escOII
samas. Los efectos antrópicos de nuestra actividad ex plican el cambio c limático, la
de en las cloacas de las mafi as internacionales, de l tráfico de armas, personas y sus
subida de la temperatura de los mares, la gravedad o no de los efectos de huracanes
tancias. Toda una parte de información se nos oculta a esar del es c'ismo de tnul N
parecencia de los medios y nuestras democracias tuteladas. Convenios y acuerdo); y lomados cuando no se han tomado las precauciones debidas; sequ ías, hambrunas,
sobre ubicaciones de centros de producción energética, extracc ión de crudo y re linc Inundaciones, se ceban siempre en la población más desprotegida y desatendida, ele.
(Ra mírez Goicoechea, 2007)'42.
rías, industrias químicas peligrosas, disposición de residuos, pruebas nucleares.
ex perimentos científicos, también están política y socialmente di stri buidos siguiendo Nuevos delito s nos amenazan: formas de escamotear información sensible, de
ali neamientos de dominación y subordinación: lejos de las ci udades de las potenciaN Stlllarse la voluntad popular, de ocultar planes políticos, mil itares o administrari vos;
mundiales, pactada su instalación en países de desarrollo a menudo a cambio de pl'l' modos de estigmati zar cualquier atisbo de disidencia o sospecha de ella, con las C011 -
bendas políticas y económicas para élites y líderes locales/nacionales. Todos e lloN, ~cc ll enc i as respecti vas; nuevas form as de enajenación de la propiedad colectiva,
riesg..Q>..,cada vez má'Ldjficiles de prevenir ~ anticipar CBeck 1992) en relación " In 'omo es el biopillaje de principios activos de fl ora y fau na propiedad de grupos indí-
Conlplejidad creciente de los sistemas queJos provocan. Hcneas; nuevas maneras de diezmar poblac iones por la penetración de colonos, mul -
Como para todo sistema, cuanto más complejo, también más frág il y vulncl'U Ij nacionales y agentes religiosos; poblaciones convertidas en conejillos de indi as para
ble.'Esto es percibido como deso rden . Al unas de las formas y efectos de la 101m 111 ex perimentación de todo tipo ; ocultamiento de efectos secundarios de ciertas sus-
TIZaéión son frut o de su propia dinámica, como una reorganización continua, 111 1 wncias o protocolos médicos; envenenamientos colectivos por la manipulación de
proceso constante e sistemas y entorn os que cambJaI1 sus lugares y-sus relacionclt,
ul imentos, aguas, gases tó xicos, etc .; terrorismo internacional estatal , paraestatal y no
slis complej idades, atracciones y. rep ul siones, cam os de fue rza abandono . En l o~ 'Matal, cuyos muertos se exti enden a cualqui er país, cualesquieras personas y colec-
sistemas globales siempre hay grados de ent ropía, y más cuando éstos están en pro Ijvos; toda clase de ciberpi ratería, usurpación de identidad y del uso de tarjetas de
ceso de declinación hacia nuevas formas y lugares de poder. 'r6dito en la red; intromisión en redes de seguridad, diseminación de virus y co lap-
"lImiento de sistemas informáticos en cadena; pronografía en la red, venta de armas,
Aparte del optimismo ilimitado del capital, po~os escapan a la sensación de v I tic susta ncias de todo tipo, etc.
tigQ..Y cri sis a la vuelta de la esquina. <;011 argumentos cOITI12lacientes dc_que_ a se !1O"
o unir algo. Nuevas fo rm as de violencia ..!,!rbana cri stali zan los efectos globales, nacionales y
locales-sobre poblaci ~ permanente, continua y progresivamente excl uida,s. _Las
y paso directamente de las percepciones a las posibilidades fácticas de las amI' ~ IU la es no controlan la continua producción de localizaciones que produce, inclu:,
nazas, recordando, como siempre, las continuidades y discontin uidades entre amhuN NO que Ignora, de sujetos en permanente llegada y c,5'lectivos en continua rcconligy-
dimensiones del proceso social de constitución de ri esgos y amenazas para detel'lnl JIlClÓJLen.elescaso espacio social que el capitali smo y la dependenc ia les crmi tcn.
nados conjuntos humanos.

341 Había comenzado este epígrafe con el ejemplo de la catástrofe nucl ear de Chernóbil, hU1I11\ 342 Los efectos del huracán Kalrina sobre Nueva Orleáns (2005) fueron redimen sionados
haberlo encontrado citado en por lo menos otras tres referencias sobre globali zac ión co nsul tadu!! CO tllO resultado de la despreocupación de las autoridades sobre el estado de los diqucs de cont !.: tl
Todos coincidimos en lo obvio: la catástrofe despertó a la audiencia mundial occidental de su lt Ul f \'1611, después de varios informes desoídos y minimi zados por las autoridades. Para oprob io de II l1 n
go. Nada de lo que oc ulTe a miles de kilómetros de distancia nos es ya ajeno. Las películ as fuul .uc.:i cdad racista y excluyen te, las patéticas imágenes de una poli cía más pend iente de ev il llr los
ristas nos lo recuerdan continuamente. Otra cosa es que la angustia nos haga tener memoria sc k \ ~ [lqlleos que de ayudar a la pob lac ión que no pudo irse de la ciudad porque no tenía dónde ir, 1,;111 1
tiva y lo olvidemos al día siguiente; al fin y al cabo hay que inventarse la fe licidad y el biencsllIl I1rmaron la segregación social y económica que sigue sufriendo un importante sector de lB pllhlu
día a día. Los males siempre les tocan a ot ros. \'1611 ameri cana.

510 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDAI 11


La ilusión de controlar todas estas amenazas deriva en una vigilancia y fi scali za- 8,2, Saberes y tecnologías
ción sin límite a través de sistemas expertos que nos cuentan, nos fichan , nos filman ,
nos vigil an, administrándonos como mónadas sin subjeti vidad ni colecti vidad, como
c lc mentos agregados a una masa informe, por el mapa de sujeciones políticas yeco· A Internacional/zación del conocimiento y
nómicas como unidades sin subjetividad.
El roblema es ue la crisis está ya aquí y viene para quedarse, es una condiciólI La producción del saber depende cada vez más de la cu lllhul'llrI 11 1I1111111111l'101I1I1,
p~rmanente de_nues.t(a~concleIlcias posmodernas y sus escenarios económi políticos de e DiOs de investigación tan am liosgue es casi iml!.0sihlc 11')l IIS 'dh 1' 111. IIIII III'(II N
macroscópicos. E l cambio climático, efecto incomestable de la actividad antropogén i. en las referencias bibliográficas.. Instituciones de InvcSligH'1 11 , 1III IVI'INldlldl'"
'ca, no es una broma y sólo los intereses inmediatos de políticas y administraciones qu ' Fundaciones, proyectos internacionales, trascienden la visión de \111 (hlll ll\l) 'Oll lllll
escónden su cabeza de avestru z pl!eden pretender Ignorar lo que se nos viene enci ma. do de aquí para allá para hacer sus mediciones y ana lizarlas en 111 sol 'dlld di' ' 1I 1'~ 11I
Los próximos cincuenta años van a re-dibujar e mapa de las costas de islas y tierras fir .. clio a altas horas de la madrugada. Conferencias y congresos on-li"e, vld,·,1'11111"1\'11
mes anegadas por la subida del nivel del mar. La capa de hielo del ÁI1ico está dejando cias, debates, blogs, operaciones quirúrgicas guiadas a distancia, incluso lollollllldn.,
de existir y la industria petrolera ya está pensando en la accesibilidad de sus reservas de el ciberes pacio, como el ágora del intercambio de conocimiento, SOH l' '"lIdlldl'" qll"
cmdo desde el Norte noruego. Grocnlandia está en proceso de deshielo, igual quc el evolucionan día a día. El investi gador rató n de biblioteca ha ciado paso ni 'X pl'llol'n
Perito Moreno y tantos otros glaciares. No digamos nada de la Antál1ida, que pierdo buscadores especializados. H ace poco un eminente académico laurcudo '0 11 Vtll l il ~

hielo y se llena de residuos de tantas bases de investigación y de su entrada en los cir· premios internacionales me comentaba que hacía tiempo que ya no pisab!l 1" 11111110
cuita s turísticos. La retirada de los hielos en Alaska y Nunav it, es una catástrofe par!l teca universitaria, una de las mejores del mundo; "eso es para los estudialll 'N", IlW
los osos blancos, así como para los ¡nuit. La desaparición del permafrost de las tundras dijo, que no obstame siguen utili za ndo los buscadores para sus ensayos !.
euroasiáticas li berará cantidades impensables de metano a la atmósfera, recalentando el En prim er lugar, prácticamente todos los debates científicos actu ales pu -ti 11
globo todavía más 343 Etc. Ya sabemos que catástrofes cl imáticas y ecológicas son la encon trarse en Internet; en segundo lugar, lo que no está ahí no se trabaj a o Ill CIl 'lo
historia de la Tierra y, sin embargo, nunca hasta ahora se han producido en un tiempo na, no existe para el intelec tu al colectivo. El mundo a través de una pantalla P ' ¡'Illi l c
geológico infinitesi mal como es el de la aparición de los homínidos y sus capacidades una accesibilidad hasta ahora impensada, fuera de las coordenadas espac io/tiempo
transformadoras y apropiantes del entorno (RamÍla Goicoechea, 2007). Aunque algu. impuestas por sistemas de acceso institucional tradicional, que tienen puertas, hora·
nas especies están ya evolucionando hacia nuevas form as de construcción del entorno, rios y funcionarios a los que pedir con la sonrisa necesaria. Casi todo puede estar en
muchas no serán capaces de autotransfonn arse en tan corto plazo de tiempo. la red. Pero no todQ, Lo que no se ha ciberformateado ha de buscarse p.o' oJJ:QSJados,
Esta no es Wla visión catastrofi sta, sólo es la IJ.l!!lta del iceberg de lo que hemos A demás, las prelacio~les en las pág inas ofrecidas por los buscadores tam bién está n
conseguido a pu lso de beneficio e interés a corto plazo. Pobreza, miseria, discrimina· sujetos al pago de domin ios y ubicaciones preferenciales, además de por el grado de
ci- n, guerra, inestabilidad política, esequilibrios demográficos, desastres ecológicos, consultas que reciben (a más conecti vidad, más conectividad).
transformación irreversible del planeta, de sus recursos, del clima, también tiene qu ' La cooperación internacional en ciencia y la tecnología , hace que proyec tos
ver con globali zación, en sus múlti ples pliegues y repliegues, porque a estas alturas, como los del !TER en Francia, por ejemplo, serían impensables sin el concurso dc
más que nunca y por la cuenta que nos trae, nada de lo que hagamos -o hagan 344- nos grandes acuerdos internacionales que involucran muchos países, técnicos, investi ga-
va a ser ajeno (Ramírez Goicoechea, 2007), do res y dinero. La posibilidad de que en treinta años la fu sión nuclear produc ida c n
estos grandes aceleradores de partículas, como energía lim pia y en principio no peli -
grosa, pueda ser conectada a la red electríca y distribuida para el consumo, es una
343 Cuando escribo estas líneas (Agosto, 2006), las autori dades de una Comunidad autónolllll realidad gracias al concurso de tanta inversión y tanta materia gris junta.
han ca lificado de "terrorismo incendi ario", y prometido una respuesta legal y penal en consonan-
cia, a la actividad pirómana de aquellos que tienen intereses urbanísti cos en determi nadas zonas y
La investi gación del gen ama humano y sus resultados se ha puesto a la di sposi-
que han provocado multitud de incendios en bosques cercanos a ciudades de interés turístico . ción de tantos y tantos científicos de tantas y tantas instituciones mundia les, por
344 Todo es responsabilid ad de todos, pero más de unos que de Olros. Hacer recaer en la ciu- medio de protocolos de acceso e lectrónico, sin menoscabo de derechos y patenl cs
dadanía un compromiso que sus gobiernos, instituciones transnacionales y corporaciones econ6 para algunos desarrollos. Los nuevos descubrimientos en la lucha contra el cáncer,
micas no están dispuestos a asumir es, cuando menos, una estratagema política y una manipulacióu las di stintas formas de aproximación y las sustancias posibles para su cron(ficrt ciri"
de las conciencias y de la culpa al más estilo judeocri stiano de la culpa que tanto criticó N ietszchc.
Lo que es labor de la ciudadanía y no ciudadanía es exigir que las in stituciones sean efi caces, qu '
(aunque todavía no las tecnologías avan zadas para su diag nóstico) están a l a leil n ' ,
no sean corruptas, que los agentes políticos cumplan sus promesas, que dar el voto no sea perder 111 ele la mayo ría de países industriali zados, dispuestos a pagar los roya ltics exigidos
voz, que la propia sociedad civil se constituya en vig il an te y garante del cumplimiento de las buc· por las multinacionales farmacé uticas. Sin entrar en detalles de las formas de l ' ¡I i
nas intenciones y las declaraciones políticamente correctas. mación de los saberes en este siglo y eIpa'Sado, no es menos ciert o que los hum'wi

512 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAI 1


de datos c ientíncos abiertos ay udan a astrónomos, físicos, médicos, biólogos, ecó ~ Lgliuoamérica, a la que se está sumando otros centros como India Han -Kong,
lagos, geólogos, demógrafos, etc. a consultar un sin fin de datos actuali zados nece- Japón, Brasil.
sarios para sus inves tigaciones . Las re es e revistas e ectronlcas y on ~lil1e permi ~ En cuanto sale un besl seller cinematográfico, las distribu idoras de cine descuel-
ten di sponer de 100000s actua sin es perar a que lleguen en papel tres meses más ta rde gan de las pantallas aquell as escasas producciones que haya n podido colarse en e l
a las hemerotecas. c ircuito mo nolítico de la industria audiovisual345 . En todas las salas de l mundo pue-
Todo esto es la felicidad de cualquier inves tigador. Pero aquellos datos califica- den verse las mismas producciones cinematográfi cas. La última novela de Harry
eJos bien de seguridad nacional o internacional, bien ocultos por intereses corporati- Potter sale a la venta por primera vez a la misma hora en casi toeJos los países anglo-
vos O inconfesables no son de li bre acceso. La in formación crítica no está a nuestro hablantes . Miles de niños y jóvenes en distintas partes del mu ndo hacen cola a la vez
alcance, aunque competa a intereses de todó el globo. en las li brerías de todo e l mundo esperando la última entrega que será traducida a más
de 10 id iomas, entre ellos el catalán. Las contraprogramaciones que sufrimos muchas
veces son luchas a muerte entre cadenas de televisión para arrancarse audie ncias y.
así, asegurar e l visionado de la publicidad de sus sponsors y anunciantes y no bajar
B. Tecnologías electrónicas de la comunicac ión e l caché de los anuncios.
y la representación. Hacia la "cultura global "
Revivir vicari ame nte los sentimie nt s...lll.egrías y. angusti as de los demás, iden-
Las nuevas tecnologías han transform ado el mod~ue vemos el mundo y tifi.c.arD..Q.s con los personajes y revivir empáticamente sus ex periencias, es un fe nó-
menoJl ~ qu e data de cuandQ.,f,Qmenzamos a ser capaces de contar cosas fu eJa
construimos a los demás y a nosotros mismos. Aquí no distif!guimos entre e l medio
y el mensaje: uno lleva al otro viceversa hacia una cultura globali zada y globa li ~ del tie m o y el lugar en que pudieron ocurri r. Lo 'I.L":..ha cambiado en la globali za-
zante. Reconstrucción del imaginario colecti vo. c ión y e l imperio de I ~g,,-n es de la eroducción c ultura l de masas a base de
grandes producciones de panta lla luego en formato OVO, c ulebrones y te lenovelas
Las tecnologías se instalan en las ruti nas de la vida cotid iana, pero a la vez nos es un tipo de educación sentime nta l y moral basado en la provisionali dad de los
J acan de e Ja.l'o emos estar leyenoo os mensajes el correo electrónico proceden- valore , a banalidad de los efectos de las relaciones, la mercanti lizaclón de los
tes de medio mundo o conversar con alguien que está en Sao Paulo mientras espera- a~!SJs y , 1 poder del sexo y e l dincro. Paradójicamente la BB C informa
mos que termi ne la lavadora para colgar la ropa. ¿Dónde estamos en realidad? Aqu r ( 11.05 .2006) que la Comisión de Igualdad Racial británica (CRE) cree que los rea-
y allá, pero con di stinta implicación corporomental. Luego, para superar el vérti go lity shows tienen un e fecto positi vo en los prejuic ios raciales de la aud iencia. Ha
cibernético, leemos un rato el periódico local. Las nuevas tecnologías perm iten nue- introducido a los te lev identes británicos a gente a los que nunca hubieran conoc i-
~s formas de estar en el espacio y e!, el tiempo (Martínez 2004) . do de otro modo. Los estereoti pos habituales que salen en los medios de comuni -
La aldea ~bal , como interacción cultural y mental planetaria, fue un adelantQ cación sobre asiáticos, jamaicanos, etc. son tendenc iosos y simplistas. Viéndoles e n
extraordinario delVIcCluhan [Maclu han, 1993 (1964) #38 16) a muchas de las ideas telev isión, la población parece haberse dado cuenta de que son ge nte " norm al y
'de los teóricos de la globalizaci6n. Para él el avance de la tecnolocría estaba transfor- corriente, como nosotros". No hay mal que por bien no ve nga, aunq ue tenga que
'~ando nuestra forma de ver el mundo. Sin e mba rgo, se ol vidó del marco económ i- ser de este modo 346
co-político que la hace posible y por el que se hace osible a SI mismo: el l era is- La televisión or satélite es uno de los so ortes tecnolóoicos fincí ales de la
mo econÓmico. _Las tecnologías mediáticas no son neutras: funcionan a artir de c ultu~oba l y lobahzada: todo llega a todos los siti os y sin necesidad de moversc
i[ltereses de mercado. de casa. En cada hogar hay una caja que expele comunicación, información, historias
Ulf Hannerz (2000) entiende la globalización como la transfercncia a gran esca- c imágenes, estilos parecidos. Se convierte en el transmi sor/co nstructor de realidades
la cleSIStemas de sigl1lflCación y-sistemas sllnbólicos: ocio, entretenimiento, consu- man ufacturadas ~tra pan e -siempre parciales, seleccjonadas,-y-ª deglutidas c inle r-
mo, deseos, aspiraciones, ilusiones, proyectos de vida, hori zontes utópicos. repre- pretadas-, revividas lo~ente. Las imágenes transmiten el espejismo de fo rmas de
sentaciones, mitos héroes, información, noticias, en todos los formatos so OrlCS
físicos. Esto eslo que se enomll1a cultu ra e/aba/, una masa de contenidos y formas
hecha paquete, manufacturada, comodificada, convertida en mercancía que se vende, 345 Un homenaje a Dan iela Fejerman.
se com ra, se consume y luego se tira. E~a cultura también es global por la am ,Ii- 346 Lo mismo puede pensarse en una popular teleserie es pañola Aqllí l/O hay quiell vil'a . Nudn
wd de su extensión y destino : mI es de millones de personas. ha hecho más a favor de la ace ptac ión de las relaciones gay que un personaje c ntnniablt; y c n ~1 1I 1
tador, delicia de abuelit as y vec inos. La madre de su hijo, también homosexua l, prcscJll a In h llll t(llll
La cultura global está fund amentalmente ideada, producida y diri y el comportami ento de cua lqu ier mujer de su estalll s y est ilo de vida, replan teando prcjtdcl,¡/'I y
gran industria cultu ral norteamericana que coloni za a resto...:..e~E:..l,-,IJ~·o-<..:.,-"-.L:==-- cstigmati zac iones man iqueas.

514 ETNICIDAD. IDENTIDAD y M IGRACIO NES ECONOMíA POLíTICA DE LATNIC IDl\l l 1


vida opíparas y grandilocuentes, de un triunfo banal conseguido a partir, precisa- la juguetería de la esquina, convertirnos en so ldados desde e l sofá de casa. El reality
mente, de l éx ito en los medios de comunicación y el consumO de masas. Al migran- show de la guerra era menos cierto que lo que ocurre cn Gran Hcrman o. El ojo indis-
te, a l excluído, se le hace ver CJ.I!e todo es asible si uno se empeña, típica i ea o la creto de aquél recoge sólo las imágenes autorizadas por el Pcnlágollo350 . Los pri vi-
indi vidualista del self-made (\VO man el hombre hecho a sí mismo. ero como no legiados podemos llegar a ver los intercambios celulares más mi croscópicos como
todas as imágenes son testables por la experiencia, no puede producirse sensación traer a casa imágenes del Big Bang a los tres minutos de producirse. Y todo,fuera
de fraude , de artificio mediátieo vacío de posibilidad experiencial 34 '. del tiempo.
El monopolio mediátieo de la televisión es a abullante. Como decíamos para el El desarrollo de los medios de transportes casi nos da e l do n de lu ubi cuidad: esta
eiberespacio, aquello que no sale por pantalla no ex iste 3 s-:-Antes las canc iones tenían mañana en Londres, por la tarde en Nairobi.
que ser radiadas y ser escuchadas para tener éxito; ahora sin videoclip en MTV no se Una negación del tiempo nos invade, tanto por la ex peri enc ia on-li n .. C0 111 0 por
canta victoria. la iáeo~ía aercOnSumo~asgos típicosde la Pos modernidad de la (l U 111 glollu li 1.a-
ción bebe su ideología también. No es que no haya tiempo, o que 6sle s' (lerl'ilu C0 1l10
Oalí nos hace ver, sino que sólo hay- instante, p~e. como momentos /Jlllllllflt/O .\'
desconectados, áton\os de la experiencia aparantemente discontinua .
La ideología del consumismo también lucha contra el tiem po, aqu í, 11 11 0 1'11 , to(i"
Con aClllalisI110349 me refiero al hecho de que, en la globalización, todo es en tiem- al alc; nce de la mano: no guarde para mañana, tírelo y compre lino nuevo. Como
po real. Si algo caracteriza a los_medias_electrónicos de comunicación e informacjWl dicen en Inglaterra "Buy today, don ' t delay" ('compre hoy, no se demor "~ l . 'li)(los
és su in~nediatez y simultaneidad: al instante y a la vez, en tiempo real y on-line. Más queremos ser eternamente jóvenes; la muerte siempre les pasa a los dcm{¡ s; IlIs'llI'l'u-
rapidez en la banda ancha es lo que ofrecen las compañías de comunicación. La acce- gas t; mbTén. La tercera edad global izada, la económicamente prolegida , tiene ilind-
sibi lidad se ex pande por la casa, por los espacios públicos, por los aerop ueltos, los tado tiempo para recuperar el tiem o erdido. Revestidos de apa riencia ju venil , una
establecimientos de consumo. Con e l \Vire-less llevamos con nosotros, aquí y ahora, multinaCIOnal del estilo en mueblería y decoración se anuncia con una pareja d .
todas las posibilidades conectivas de nuestro portátil, como los reyes medievales que mayores saliendo de la tienda con obj etos domés ticos : acaban de redecorar/ ini cia l' SIl
trasladaban su corte allá donde fueran. vida, lejos de hijos crecidos y nietos molestos, comienzan una nueva andadura de
La dislocación entre el tiempo y el es pacio es, como dice Anthony Giddens pareja. Siempre hay segundas, terceras, cuarlas oportunidades.
(1990) una consecuencia de la Modernidad. La tradición oral procura una experien- ¿Cómo viven los mayores de otros lugares su tiempo? En aquellas estructuras
cia vicari a, la recreación cronotópicamente situada de la experiencia de otros, in-cor- familiares ex tensás tradicionales, es de imaginar que respetados, protegidos, asist i-
parada y con efectos biopsicosocioculturales en los sujetos que escuchan participan- dos, por la reciprocidad generac ional. Sin embargo, en aquellas situaciones de ace-
do. La divu lgación de la letra impresa entre la población permitió extender el lerada urbani zación y migración a la c iudad, donde hijos ya no quedan para ocu-
conocimiento y el saber más allá del contacto vis-a-vis, descontectuali zando la infor- parse de sus mayores, la senectud se vive con dificultad y resignació n. Resulta
mación. El telégrafo fue otro hito en este proceso de deslocalización: compartic ión patético el desmoronamiento de los sistemas de protección social en muchos de los
de un tiempo simultáneo pero a miles de kilómetros de distancia. países exsoviéticos, cuyos efectos colatera les, entre otros, son el de marginar a tan-
Gracias a la cadena CNN pudimos asistir in-situ a la Guerra del Golfo. Sólo fal- tos y tan tos anc ianos después de toda una vida de trabajo. El aumento increíbl e de
taba que nos pusiéramos el uniforme de camuflaje y con el último arma comprado en la mendicidad de mayores en los lugares más opulentos de las ci udades más ricas,
ubic ada en las esquinas de los eSlableci~os y hoteles más selectos, o en los
bmTIos más marginales, es una bofetada a la sensibilidad humana y aj a justi cia\
social. ¿Cómo viven éstos su tiempo en la era global ? En otro aquí y ahora de l
347 Todo produclO que qu iera venderse ha de anunciarse previamente en televisión , lo qlle s c r~
comer y dormir hoy, del mantenerse día a día caliente, en l;espera resignada y dol i-
recordado en la etiqueta, envoltorio o blísrer, no vaya a ser que el consu midor se equivoque y co mo
pre el de al lado.
da de l pasar hasta que se detenga.
348 Esa es precisamente una de las opciones de la publicidad. Sabiendo que los consumidores
no son ignorantes y que el producto tiene que tener algún tipo de fiabi lidad en relación con có mo
se anuncia, que tiene que sati sfacer suficientemente las expectativas de los compradores, se mani.
pulan su autoconvencimienlO y sugestionabilidad a la hora de autograt ificarse en el consumo.
349 Yo hubiera preferido el término presenrislI10 pero me dice mi co lega Fernando Monge qu ', 350 La pelícu la Three Kings, protagoni zada por George Clooney y dirigida por Dn vid (l ,
en Hi storia, este término refiere a la contemplación del pasado desde las significaciones e intere:-;cs Russell, nos daba una imagen bi en di stinta de lo que ocurría en el frente y en la ]'CIll t\ ll l1l{ l! lI ,
del presente. Hollywood sabe siempre cómo redimi rse.

516 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIOIII) 17


8,3 , Deslocalización, desterritorialización a~nq~e se transfOI:men sus d imensio nes y fun ciones territoriales) su )od ' 1', II lIlIq lU'
dl smmuye0 e reorienta, no desaImLecjendo del todo. Lo que sucede es una eX I ' 11,.,1 11
Para Manuel Castells (1 989; 1996) nuestra sociedad tecnológica de la informa- de los ~ol es tradi cionales del Estado hac ia ciertos dominios qu e im plica" hl re '0111 1
c ión produce un espacio de flujos no de luga res. Estos se defin en por el aquí y ahorn gurac lOn de los con c~tos tradI CIO nales de soberanía nación ciudac"' n a (Lcvl tl y
de la presencJa ae aquél os. os slgnJ Ica os son desgajados de sus contextos ori gina- de la Dehesa 2003).
les de producción, desanclados de sus condi ciones y situacio nes inici ales para ser resi- Sin embargo, sigue siendo referencia para cie!1o.sjnten mbios, Q!!jos y sig nili 'u
tu adas y reubi cados en otros espac ios y lygares, para otras gentes, en otras el" rnl5Íü- ciones, s~ún los co ex tos. Manejar~_ y promueven sus culturas nac ionales CO ll \~)
-g ías y órdenes de cosas, insertos en .!!.'!f'vOSSTstemas de significación y práctica. auténticas tradi ciones (Hannerz, 2000), a lá vez que p-ermiten y propician la pcnctm-
g rac ias a la revolución tecnológica la comunicación y la informació n transcien- ción de los flujos ideológicos, políticos y económicos globales; desarro llan po l íti c l ~
den el espac io y las distancias se suprimen para aquellos que están conectados, oll-line, económi ~as y de desarrollo locales y re ionales. El Estado sig ue siendo Ia..i nslituci J i
Sentidos, prácti cas, va lores, creencias, son también desterritorializados del espacio p ~l!al de identificación y documentación, mediante la expedición de pasa portes y

político por excelencia de la Modernidad: el Estado- nación. tatj etas de identidad, «strategias de exclusiónlinclusión de ciudadanía' también de eO Il-
1tQ! y vigilancia de la delincuencja - mediante trat ados internacionales-; talllbié~~ ; 1
Las prácti cas econó mi cas, financieras, comunicacio nales, tecnol ógicas, las protagonista de !cuerdos interestatales; participa en foros intern acionales, y..!liigy,e pro-
mi graciones. las creencias re ligiosas, cues ti onan, tI'ascendi éndola, la pertinencia y ~~ndo sus intereses lediante diglomáticos y Em~ajadores, si no el propio E jérc iío.
los límites de esta organi zación po líticoadministrat iva históri ca. Nuevas formas de
poder translacal y transnac io nal cuestionan sus tareas y su soberanía como úni ca A lgunos argumentan que las identificaciones locales- nacionales son las que
forma de organización espac ial de la pos modernidad. En la globalizació n las rela- hacen posible la transnacionalidad , siendo que por esta misma se ve n reforzadas las
cio nes entre lugar, identidad y poder se hacen más complejas y di vers ificad as. identidades nacionales fuera de sus fronteras tradi cionales (S mith 200 1). El lIlov i-
miento nacionalista indio J-/indutva no podría ser comprendido hoy en día sin su s ig-
nificación transnac ional que abarca toda la diáspora india en el mundo: Á fri ca de l
Estc, Sureste asiático, Trinidad, Mauricio, Europa (sobre todo Re ino Un ido) y Esta-
A. ¿Qué queda del estado-nación? dos Unidos 352 Su mensaje es e l de la unidad hindú por encima de diferencias de
casta, clase, región y leng ua.
Los procesos de g lobalización sobrepasan el pacto de seguridad de l Estado para
con sus ciudadanos y menoscaban su soberanía, hab ida cuenta de que los procesos Siguen siendo miembros del Estado- nac ional aqu ellos emi grantes que se fueron ,
cada vez son más ex traterrito rial es: ¿Cómo un Estado va a protegerse de la delin- diásporas por e mun o que siguen ten iendo un a JJ!ltria chica a la vez que e l Estado
cuencia internacional, de acc identes nucleares qu e extienden sus efectos más allá de extlen e su ciliCffi'Clanía má~ allá de sus fronteras territoriales. LOS emi grantes co ntri -
los límites nacionales, de movimientos de capi tal que desconocen las fronteras y las buyen al desa rro llo de sus países de origen mediante las remesas que envían a sus
l~lmilias, pueden ser objeto de políticas de atención y servicio a través de organi smos
legis laciones nac ionales? C ualquier confli cto arm ado tiene ahora dim ensio nes inter-
nacio nales, a pesar de que tengan lugar localmente, lejos de las potencias mundi ales e institucio nes de apoyo en e l propi o país y fuera; sus demandas pueden se r inclui -
y sus c iudades emblemáticas. Muchos co nflictos ya no ti enen las fronteras naciona- das en la age nda de di versos partidos políticos, qui enes, interesados en capitali zar e l
les como encuadram ientos. Sabemos que grupos eco nómicos pueden acosar un a apoyo de estos para sus propios proyectos, trasladan la arena política de los dcbat es
moneda nacional hasta llegar a desestabilizar la economía del país 35J ; organismos y confrontaciones más all á de sus fro nteras nac io nales 353 ; pueden participar política-
como el Banco Mundial pueden interve nir en las economías nac io nales. Los movi - mente en las elecciones de sus países de origen, implicándose en los debates nacio-
mientos paranacionales y antig lobali zación también se saltan las fronteras tradi cio- Ilal e~, apoyando o luchando contra la política exterior de sus gobiernos med ianl t:

nales. No es que no haya espacios, es qu e no hay territorios en el sentido dado en cl lobbles, etc. La UE sigue siendo una unión de estados-miembro que negocian ac uer-
apartado 5.6. dos comunes so bre determinadas cuestiones, convirtiéndolas en políticas co nj ullt as.
como as re at ivas a las políticasJnigratorias-t.- p.QLejel pJo.
En la globali zación, el Estado se convierte en una forma organizaciona l más qu e
en u n área físicamente delimi tada (Hannerz 1996). P2.':.!so algunos ins isten en qu e,

352 La diáspora india ha creado un a exte nsa e in ten sa red de de fin anzas e ident ili cacio1ll;s lCIl
giosas, ele modo que la reproducción de su identid ad en el exteri or está vincul ado 11 la s poUl k l11'l
351 El hund imiento de la libra esterlin a en los mercados fin ancieros a raíz del acoso por parl !,) I'unclamentali stas de lo hindú en el interior.
del magnate ru mano Soros obli gó al pago de una inge nte cantidad de d inero por parte de los CO I1 353 Pude comprobar e investi gar este fenó meno en mi investigació n sobre los últi lllOS rll l}tIlUL
Iri buycn tes ing leses para sostener su moneda. tes españoles al Urug uay. Cf. (Ramírez Goicoechea 2002).

518 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLÍTICA DE LA ETNICID!\I) 19


Más que deslocalización quizás debamos hablar de lIlultilocalización, donde perfectamente inlegradas356 Pero también es verdad que ailorl1 " "" I1H," lI! lkllllll_ V
lugar no se corresponde con un único sitio, como veremos en el caso del tran snacio- somos conscientes, participamos en un entorno en dondc lodo se IIIU ~V\' y \ 11, 111 11
nalismo de las migraciones internacionales. No todos los Hindués viven en India, y no (Hannerz 1996) capitales, objetos, ideas, personas-, aunquc a di slinills v '1\11'!thu!t'" V
lodos los Indios tienen que vivir en India para mantener su lndianidad ('lndian-ness' ) de di stinta manera (Díaz de Rada 2004).
(A ppadurai, 2000, 2003)354 QiQ9.ens (Giddens 1984) a!lrma gue a no se puede
hablar de conceptos holísticos como sociedad sino de la concentración zonificación pstamos en un mundo de transeÚntes, conmutantes ('conmu tcrs'), el 'pluznd ~,
de laspracticas sociales en regiones loca es interconectadas e IJ1terdependientes. El '0tieros, Gente que se desplaza una/dos horas o más desde sus domic ilios a sus lu¡ ti
d islocaiñiento es un proceso sistemático de desce;u ralización (Friedman 1994). res de trabaj o, ausentes durante la semana laboral yen casa los fin es de scman a, et \ 1'
nos viajantes de maletín y de negocios, saturados de aeropuertos, ho ac uÍ, IIl llnU II H
Podemos hablar de una economía política de la localización como de locali za- @L Desplazados, movilizados forzosos, sujetos objetos de conflictos 'Olíl icos y
ciones en donde las economías políticas se producen y transforman, mu hes aclOs militares, huyen hacia lugares más seguros:-Ahí están los campos de refugiados en
~e r uestos a la vez y en otras ocasiones, operativos y significati vos g gúILla..defi- Etiopfa, Tamil NadW:;-Palestina, Irak, Afganistán, Darfur, Líbano, las repúblicas
nición del co-;1texto, los poderes que se expresan,~os intereses gue se buscan,jQs..pro., exyugoslavas en la Guerra de los Balcanes, etc. Son diásporas del miedo, de la incer-
tagonistas. Esto es de lo que tratan los centros y las periferias: la globalización no es tidum bre, de la desesperación, gentes para las que lo provisional dev iene en forma de
un fenómeno isotrópico. Es precisamente en los bordes de estos lugares globales/glo- vida permanente.
balizados disímiles donde pueden estudiarse las políticas y los procesos que confi-
guran estas irregularidades en la distribución y realización de lo global y los poderes También por el hambre, el empleo, la mejora de las condiciones de vida. Los
que incorpora. siglos XIX Y XX- an sido siglos de grandesrrligraciones interiores y también mler-
nacionales. Un afamado escritor dijo de sus co mpatriotas que los primeros en inau -
La oposición rural-urbano, en su significado de espacio socialmente construido gurar la globalización fue ron los emigrantes gallegos. El siglo XX I parece anunciar
y multirepresentado desde di stintas prácticas y perspectivas, resulta ahora todavía una continuidad en es te sentido, ~esl[Uctu rac i ó n olítica, económica social de
más irrelevante que nunca (C ucó 2004: 84). Todas las representaciones lo son de la muchos de los países de expulsión , j unto con una cultura migratoria localltran sna-
ciudad y sus macro/microlugares de múltiples posibilidades y fo rmas de vida. cional y una imagiDería global de la riqueza y las oportunidades de los países desa-
Las grandes ciudades y sus infinitas continuidades, las megalópolis, son lo global rrollados, insti a la b_úsq.ueda de la mejora, como salida personal y (a mili ar~ Ya he niOs
mismo, el eCl/mene del que habla Ulf Hannerz ( 1996) como red de redes donde todos hablado de las migraciones humanas en muchos otros lugares. Lo que ocurre es que
traen sus relaciones y conexiones con y de otros lugares355 tambi én nos llegan sus imágenes, en directo , cuando salen, cuando entran, cuando la
Muchas de las grandes urbes, sedes de las grandes finan zas, de las di ás oras patera se hunde, cuando se les recoge en alta mar o cerca de las costas, cuando sa l-
mig;:¿¡ntes, se convierten en arenas de la di versidad/homogeneidad reapropiada signi- tan las vallas.
ficativa mente por distintos colecti vos. Una de las características de la mayoría de los movimientos migratorios ac tuales
e~!lrasl1acioll(llismo:-Es te fenómeno puede definirse como los rocesos por los que .
los mi grantes mantienen relaciones sociales simultáneas entretejkills-q!le permit cn
B. Mudanza perpetua man ener e V lJlCU o entre sus sociedades de origen y los de asentamiento, lo ue les
ayu a a cons ruir espacIOS que atravIesan las fro nteras geográficas, culturales o lí-
Es cierto que Occidente ha pensado siempre al Resto como pueblos sin historia
(Wolf 1982), sin cambios ni movimiento, contactos o intercambios (Calavia 2003), -
ticas (Bash, Glick Schiller y Szanton Blanc 1998:8). Es éstaüii3Cuestión clave para
e ntender los modos en que opera el inmigrante frente a las barreras institucionales,
políticas y territoriales. Como ya cita rnos en el apartado sobre Migraciones (5 .7), hay
qu~templ ar al inmigrante en todo su dinamismo, poniendo en práclica múll iples
estrategias y recursos vitales aquí y allá, en el país de origen, en el de destino, cn
354 Sin embargo, en otras cuestiones, como es la de la constitución del Espacio Europeo de
Educación Superior la UE marca tendenc ias pero no puede imponerl as. Los diversos Es tados están
Qu:o~gs que visita temp.oralmente - hoy aquí, mañana allá- al hilo de la ofc rta de ,
moralmente obli gados a acercarse a sus consejos pero, en última instanc ia , la Educación sigue cn Ira aje-.Q.SIe la red de parentesco. La coexistencia de varios lugares de res idcncia,
manos de cada Estado nacion al. opciones laborales diversificadas, inversiones afectivas y personales di slribui das
355 Para un análi sis dc lo urbano en lo global y de la globalización en la ciudad , véase (Cuc6
2004), donde hace un ex haustivo repaso de los principa les investigadores sobre los procesos ye fec-
tos de lo g lobal, también sobre las formas de investigación antropológica. Sobre esto último, resul-
ta interesan te la reivindicación de l pape l de la etnografía en el est udio de estos procesos que se hace 356 Al modo de las soc iedades mecánicas descritas por Durkheim(l985) y cuya illt cg rud 11
en (Agu il ar y Bueno 2003). normativa ya se encargó Mali nowski ( 1926) de poner en entredicho,

520 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDIID 21


espacia lmente, la reactuali zación de lazos políticos y culturales previos, o de reno- C. Colectividad y grupalidad en tiempos d e Inl rn I
vación y diversificación de los ex istentes, son aspectos de la movilidad de estos inmi -
grantes por los que trascienden las demarcaciones físicas y políticas -simbólicas- La conectividad, hace reflexionar sobre nuevas for mas de conslruc, i 11 '1111111111
objetivadas (impuestas y reconocidas) socialmente desde poderes y lugares sociales ~ nuevos ac tores colecti vos y nuevas es acios de prácticas, C~CV()S 1" 0 l~ I ' I IIN
que no controlan. sociales e imagi narios. Por ej emplo, los colecti vos electrónicamente IllcdindllN. llllll l'
El tran snacionalismo no sólo uede decirse de los denominados inmigrantes eco- ellas muchas diásporas, redimensionali zan sus relaciones virtualmente. Son '\HI1UIl I
nómicos sino también de las élites gue se movilizan de una ciudad a otra, de un país dades vi rtuales que ex ti enden sus lazos más al lá de lo local yeso les ha dado nll lyO
a_otro, cosntru yendo su carrera profesional en el mercado del u'abajo cualificado. protagonismo social y capacidad política.
Nunca hasta aho ra llegó tanta gente a tantos sitios. Los medios nos traen a casa Pero las grnpalidade o desa arecen, sino que muestran otras din {¡ mi (.;l\s dt."
imágenes de lugares supuestamente accesibles con sólo tomar un avión. El turi s- cpnsti tución y recons ti tución.
mo masivo es un fe nómeno del siglo XX. An tes sólo había viajes, ex plóraciones, Gildardo Martínez (2004), recogiendo contribuciones de otros autorcs, ClIent ll
peregri ñaClOnes . iliones uF"personas se desplazan al cabo del año según el calen- que lo virtual refiere a cambios significativos en los marcos de referencia y signi Ii-
dario laboral y estacional, que también ha sido absorbido por el sistema de merca- cati vidad para los ac tores a partir del uso de ciertas tecnologías. Con Intern et se pro-
do y sus paquetes turísticos. El recuerdo, el souvenir, las fotos, ya di gitales, el ducen formas de interacción y comunidad específicas diferentes a aquéllas referida,
video, la comodificación de la experiencia, hacen revivir cl pasado di sfrutado en cl a espacios localizados. Según éste, la comunalidad a través de.la_red se sigue cons-
presente, reapropiándonos, una vez más, de lo exótico de lo global convertido en tru yendo de la misma manera en que se
hacía vis-a-vis: p0l' afi nidades, un contacto
indígeno. Se trata de un consumo ¡¡gllt del Otro, sin peligrs>s, EILPToblemas iden- social g ue~oJ2SJa Ole~,_R uede producjr sentimientos y experiencias de comunalidad
titaríos, sin penetrar en . las for mas colectivas I]1últiple de_v_ex y v ivir la vi " y ertenencia. Se constru yen e intercambi an valores, imágenes, estéticas, discursos.
(Francesc ' 2006). Lo mi smo que encontramos en los parq ues te máticos o en las incl uso afectos, reflejando el universo de experiencias de los sujetos mientras crean
Exposiciones universales: selvas, montañas, desiertos, geografías diversas, repro- nuevas electrónica y reticularmente mediadas. ~I medio ha ido afin ándose de lal
ducciones de períodos históricos y culturales diversos . Y por veinti ocho millones modo que ¡neor ora muchos matices de la interacción cOIQ9ralmente med iada. Estas
de euros (2006) podemos ser, ya no globales, sino lunáticos, también como turi s- c omunidades virtuales tienen sus propios cód igos de conducta y mecanismos de con-
tas de nuestro satélite. trol interno. Se practican y experimentan ciertos juegos del lenguaje y no ot ros, lo
También o c.ulto,"-y_lasJeligiones se han transnaeÍQ!lalizado. Si muchas reli- que da identidad de usuario legítimo al compartir unas mismas formas, reglas y obje-
giones tu vieron vocación/mandato de expansión y proselitismo durante muchos tivos parecidos. Los foros electrónicos, los dominios, las páginas web, constit uycn
siglos, ahora sus fi eles se encuentran en todas las partes del mundo, lo mismo quc nuevas maneras y ámbitos de pertinencia, aplicabilidad, control, en donde uno puede
las representaciones locales de sus guías y autoridades morales. Sin olvidar las pere- reconstituir identidades y di señar puestas en escena del self más allá de las precau-
grinaciones internacionales a los lugares santos del Islam, del cri stianismo (y den- ciones y limitaciones de las que hablaba Erv ing Goffman ( 1987).
tro de este el catolicismo), del judaísmo, del hinduismo, del sikhismo, del sufis- ¿Q\'§ es..Q.istinto, pues, 1~!lS'cto_de..una comunidad practicada y act uali zada cor-
m0 357 , etc. Existe un turismo religioso para aq uellos que, sin ser especialmentc poralmente, basada en relaciones vis-a-vis? Pues en primer lugar, las pos i b ilid ad e~
devotos, no qu.ieren perderse la experiencia de estos lugares como atracciones cu l- y'iÍnlites de nuestrafisicidad extensa, idependien-temente de nuest ras ca paeidade~
lurales e históricas 358 . d e~derl a. En la relación presencial cOl'pora , los subterfu gios de ocu lt amie n-
ío, d isimulo, anonimato, son menores y son mayores las posib ili dad ~ de su detec-
ción -y, gui zás r~Rrobación- p0..'Yarte deliñrerl~o-Cutory:de-l a audiencia. El ano ni -
mato y la creación fi cticia de identiClades no tiene los refrendos que ti ene una
357 El de los derviches de la orden de los Mehvlevi , atrae a Turquía un tu rismo religioso desde
relación presencial corpórea ex tensa. Podemos ponernos cualquier másca ra y pre-
Europa y Norteamérica, de grupos que quieren iniciarse en esta escuela y sus técnicas de bai le
tender ser quienes no somos o qu ienes desearíamos ser. La capacidad de reti rars\;
ex tácti co.
358 Como decíamos más arriba sobre la globali zación en la producción del conoc imiento y del si n perder la cara tambi én es menor: dejamos al otro después de la partida de ajc.
saber, del transnacional islllo de los investigadores y la multiubicación interconectada de los centros drez que nos iba mal y no pasa nada. Ocurre algo parecido con el morbo dc vcr lo
científicos, también tenemos ya estudios transnac ionales del transnsacionali smo, como el proyecto íntimo de los demás sin las consecuencias negati vas de todo voye rislll o: primcl'O
ESRC (Economic and Social Research Council) del Rei no Unido, sobre com unidades transnac io-
porque es mostrado, al alcance de cualquier mirada; segundo porq ue estalllOS ' 11
nales, dirigidos desde la Universidad de Oxford, admini strado desde distintas universidades brit á-
nicas y contando con centros de investi gación y colaboradores y profesionales de todo el mundo casa, en la oscuridad del anonimato y la comodidad de los pi es sobre la mCSII , 1,0
(Cr. Vervec 1999). virtual refl ejp., en gran medida, elJ.magi nario colectiyo de una POSIllOc! 1'II !cliul

522 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 2


dc masiada con liada en las gosibilidades ili mitadas de la re resentación, la imagen detrás de una identidad ficlicia sin correspondenc ia comprobable a posteriori en la
y la ac tuación (i nO actividad!). relación presencial. En cualquier caso, la relación electrónica no puede proporcionar
las experiencias que la corporalidad completa socialmentc implic'lllt e pennite361.
Si n cl encuentro de las miradas, los cód igos kinésicos, la expresión emocional ,
los aspectos ilocucionales del lenguaje, la cooptación de aliados in sill/, la posibi li- Con todo ello no quiero decir que algunos aspectos de la creación yex pcriencia
dad de ampliar corporalmente nuestra implicación en la interacción y e n la rela- de lo comunitario, como relación implicada con una grupali dad - imaginada y vivi-
ción 359 , la empatía, la externalización objeti va nte de una interacción/relación situa- da- no se den en la organización de foros, chats, blogs, etc. Sobre todo 'n la movi -
da, locali zada en un espacio semantizado significati vo por medio del valor li zación colectiva organi zada desde estos medios. El activismo po lfti co en la red cs
depositado y recreado en él por nuestra propia experiencia biográfica y la de nues- un ejemplo. Sus efectos pueden ser ampliados es pectacular me nte, sin los Irnlit es
tros antecesores, etc., etc., yo creo que la interacciónlrelación internética y ciberné- logísti cos de la organización presencial ex tensa. L a acción colec ti va Illcdia nl e es lOs
tica remeda pobremente los efectos ersonales y co ectivos de las interac~ y medios puede dirigirse a objeti vos mu y concretos, difuminando los orrgc ncs y las
relaciones con presencia ex tensa implicante e implicada. El conocimiento tácito, la responsabilidades personales . Presión colectiva y recogida de adhesiones pam Clnll-
intuicí n, a mutuahda y a intersubjetl vI a se construyen a partir de las relacio- bios en políticas gubernamentales e internacionales, propuestas de ley, actividad ',
nes con nuestros iguales y d.iferentes en la vida cotidi ana, en sus expresiones, silen- ilegales de multinacionales, protestas, convocatorias, circul ación de inf'onnnci 11
cios, en sus experiencias cognitivoafecti vas compartidas. En la relación presencial clave, asedio y boicot a puntos neurálgicos y estratégicos de la red, sus servidores y
corpórea de este tipo las inversiones sociocogniti voe mocionales son generalmente consumidores, pueden producir una crilicalidad de efectos ~ 1J'.s.
·mayores y las relaciones se institucionaliza n y tipifican con otra intensida ,estruc- ~o ¿Se~OIllI1lLlllilaS de la gue hablaba Victor Turner (1977), como eferves-
t"uración e incor oración. La comunicación es multisensorial y no pasa por el impe- cencia colectiva, o la sensación de fl¡UQ.('flow') comunitario (Csikszentmihalyi 1975)
ri o de la textualización del Internet, por mucho que uno pueda matizae el estado de que se produce en la acción conjunta, l o~.i u e os, la experiencia de egilll2ll, etc.? ¿Se
ánimo, la reacción, etc. en los messenger360 . La deixi s que caracteri za la comunica- produce esta sensación de continuidad transpersonal? Yo creo que puede evocar
ción e interacción corporalmente co-presencial no mantiene su impronta en lo elec- experi encias anteriores de empatía colectiva presencial y, en esa medida, re-cx pcri -
trónicamente mediado, donde la red suele ser policéntrica. Toda la complejidad de ITIentar las vicariamente. Aunque reconociendo la variaci ón individual, la ¡mp Ica-
las rel aciones interpersonales no puede ser cubierta por el mundo cibernético, del ción empática crospersonal sólo se da con otros con los que estamos compart iendo
mismo modo en que éste ofrece una versión simp li ficada del mundo ue en nada codo a codo (no metafóri camente) una situación, un acon tecimi ento, como cuando
hace JustIf!l!..Uu rigueza (Hayles 1999). esa comunidad virtual por fin se ve en la calle en el sitio y a la hora convocada. Y si
Qué duda cabe que lo virtual abre una nueva dimensión para la experiencia no, ¿por qué la gente va a los bares a compartir la vivencia acompañada de un bue n
I~a, sin an ular lo que de fe nomenológico pueda tener nuestra experiencia com- partido de fútbol en vez de quedarse en su casa?
partida corporalmente, de quién reproduce algunos de sus ingredientes. Pero lo
comunitario se ejercita sin los vínc ulos y lazos que pueden desarrollarse des e a
re lación 1m icanteeim licada vis-a-vis, típicas de la socialidad y socializacIón
mamífera y humana. Un noviazgo por Internet puede alargarse años, toda una vida, 8.4. G lobal, local, g/oca/
como aq uellas encarnadas en contactos epi stolares sin fin , cuando uno se refugia
Ya en otro lugar hemos definido nuestra postura por lo que parece la irremedia-
ble fábrica de duali smos que es Occidente (Ramírez Goicoechea 2005).
359 Todos sabemos que la relación electrónica mente mediada sólo puede hacerse con un cuer- La refl exión sobre lo global-local alude a dimensiones fe noménicas e intelec-
po sentado delan te de la pantalla, con unos ojos que leen o interpretan iconos, con una acti vidad tuales todavía más complejas que las relaciones entre lo micro-macrológico, aunque
cognitivoemocional. Quizás en las web-cam de alta resolución y procesamiento podamos distingui r
se relaciona también con éstas. ~obertson (2000tafirm a que uno de l QUllld Q~go[­
la cara, lugar de concentrac ión de la expres ión, del interlocutor. Quizás, como muestran las pelícu ~
las fUlUristas también lleguemos a observar el cuerpo y sus formas de experiencia y comunicac ión. dianos de la globalización es la forma de interpenetración de la uniyersali zac ión del
Pero seguimos sin tener acceso al sentido háptico, fundamental para todos los mamíferos, aunque
ya hay experimentos sobre traslación cros modal de conectividad neural visual transformada a se n ~
sibilidad tácti l, bi en en la frente, bien en la yema de los dedos. Esto sin contar con la experiencia
de la totalidad corporal y sus energías. 361 Sin menoscabo de experiencias vicarias y otros sucedáneos. Aquéllos que lo hall ullll111llu
360 La escri tura en mayú sc ulas para dar énfas is prosódica al texto es pobre remedo de un buen como medio de contacto, la mayoría de la gente queda para conocerse y refrendar las illlprcs l o lll~1i
levantamiento de voz; lo mi smo sucede con las caras que expresan alegría, tri steza, en fado, y con obtcnidas/imaginadaslrepresentadas por medio del Internet , que, para Illuchos ha sido s(\lo 1111
las que los adolescentes colorean afectivamente sus mensajes. medio de contacto.

524 ETNtCtDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICI 111 2


P"f'IÍl:ulari sIllO y la particu larización del universali sm0 362 , gue es deudor ele la caces en España que en el Reino Un ido, donde la I.:Ulttll U d Il Il U(N I il'lIl' l'I hicn di feren-
Mode rnidad y de c6mo ésta ha con[O(lllado sus contradicciones. El término glocal te. Todo para todos, pero sintiéndose prolagoni sta s, sin pl'tlnd !t lll1 111" Vl' IlIIl S366 . Esto
se ha utili zado, preci samente, para comprender la inherente base local de lo olobal está ligado en parte con la resignificación local de lo glohnl ( " " ' 11' ni ' '' 111 Ka lherine
(CI'. Swy ngedouw 1997)363 Estas son algunas de las formas de ve r las relac iones Hayles ( 1990), lo global incluye lo local de la única "1:IIICIII '1''''
lo' I '~ 1'1,~ lh k : ,'ccon-
entre lo g lobal y lo local que se me ocurren364 ~tu alizá ndose como constituido inevitablemente por lo lo 'II !. -
Como decíamos en e l apartado 1.2, desde las teorías de siste mas d inámicos, glo - Muchos j6venes - y no s610- de nuestras sociedadcs ri 'liS Y"Oll' tllllI NIII' YII II n IlIs
bal hace referencia al resultado, efecto emergent e de multitud de mi crodinám icas hamburgueserías. La macdonaliza ·Q1Ld.e Lmund re liere" 'SI~ ¡l,t" ,'N O 1 IIII 'lIlL\~ ,It,
locales, ninguna de las cuales es su causa sufici ente ni siquiera necesaria. Globali- ~ó n (Rit zer 2002), co ,~do y haciendo_wdos lo Illi '",n, 1'" " , "iI'pl 11 Oy,'II
dad no es totalidad , no invo lucra a todas sus partes ni a todos los procesos locales. dejará de practicar y representarse este acto instl'Umental y silllh, 11,'11 ti .. " 111111,,111 ti,·
Cada nivel local tiene una dinámica propia y un ni vel de complej idad propio, comú n sus propias significaciones subjeti vas pe rsonales y colecti vas: e l "1,,"t\' II(O y III ~ ' " d,'
o no con otros ni veles locales. Como dice Senes ( 1980), ni lo global produce siem- ir con I@s amig@s después de ir al c ine, cuando van de comprlls, 111 , "11, tlt,l ,"It·
pre un correlato local ni este reproduce lo g loba l. La re laci6n entre lo global y lo gio, como actividad durante el fin de semana, como comensalfa bllf'U1 1I 1I ¡l \~ II I tltl "'11 /11
loca l en un siste ma autopoiético pero ta mbién desde e l punto de vista de las teorías perjuicios. ¿Hay algo más local que la materializaci6n efecti va y SllS 1111 11 11'11 ', 1,"
del caos, es que una mínima perturbación local puede propagarse por distintos nive- mas de la compañía y sus reglas tácitas, el deseo, la comunicacióII, 111 111 \' 11"1' 1\11
les y esca las de complej idad del sistema produciendo efectos de reorgani zaci6n a social por los cuales est @s chic@s se reapropian de la enseña de l COIISIIIIIIII\lohldl
ni vel global. Y también puede suceder lo contrario. Sistemas en su globalidad pue- zado y globaliza nte por excelenc ia?367 PerQ es que, además, nin ún llJO 'cso fl lllhll l
den mantenerse relati vamente estables - en un equilibrio más o menos desequilibra- puede sostenerse sin aquellos que la in corp~n y experimentan ]iuQjeliVII y II wlI I
do- a pesar de la ex istencia de inestabilidades locales que pueden o no trascender- lllCllle, en sus propios cuerpos como sistemas biopsicosocioculturalcs, hi sl t H'11 Y
se y dar lugar a emergencias más macroscópicos. De esto ya hemos habl ado en el cotidianainente situados 368 .
Capítulo l. Toda teoría de lo social ha de reconocer la propiedad de lo loca l como ~ ,"h l l "
Lo global puede re-crearse internamente como microsistema ca turando las rela- cron otópico donde ocurre la vida, la ex perimentamos, la vivimos y. en di cho pl'OCl'
ciones con entorn os y convirtiéndolos en sus microentornos ad-Itoc. Así se fuerza lo so, contribuimos a su continua recreación. Lo local es una categoría de vida;\(lJ. I.u
~cal para quelñCOrpore lo global , lo refleje y exprese, manteniéndol<;: Objetos, sig- local se constituye como la sede de la subjetividad y de la experiencia encarnlldll ,
nos, símbo os, son esconteXtUaTIzados ara su mercanll li zación. Si n embargo, estos aunque esté atravesada, como en muchos contextos etnográfi cos, de fuerzas cósmi
mlcroentorn os no siempre se pliegan a esta defonnaci6n. cas y dimensiones extracorp6reas. Desde un princ ipi o materialista, todo pasa por
nuestros cuerpos -cualquiera concepción que tengamos del mismo- aunque no sc
En tal caso, la penetraci6 n de lo global se culturaliza adop tando forma s panicu-
detenga ahí. No tenemos otro modo de ex peri mentar las cosas si no es or med io de
lares según los destinatarios y sus contextos. Es el denominado micromarkeling.
nuestras práct icas cognitivas y nuestro conocimiento prá~o (Cf. 1.3).
Hasta los refrescos de las multinacionales tienen sus vari antes locales, vinculadas a
tradiciones y ex igencias cu lturales y nacionales: tienen más contenido de fruta y En esa medida dice Appadurai (2000) que localidad, no es un espacio o un lu al'
menos aditi vos en Alemania que en España, según el desarrollo del ecologismo y la
cultura de consumo en cada país365 . Las marcas son globa les, pero sus contenidos son
- . -
sino 'una cualidad fenomenológica de algunos tipos de relaci6n humana, una propic-

locales/nacionales: los mismos productos de lim pieza multinacionales son más efi -
366 N inguna fórmu la televisiva de éx ito es adaptabl e directamente a otros contex tos cultura-
les: Gral! Hermano, Supervivencia, Operación Triul/fo , etc. se reformulan según contextos nacio
nales y culturales diferentes. Si no, la gente no se identificaría con ellos, con sus contenidos. ni
362 Véase en Ramírez Goicoechea (2005), cap. 3., un a epi stemología autopoiética para repen- serían consumidores pasivos de la publicidad interca lada.
sar las relaciones entre uni versales y particul ares. 367 Téngase en cuenta que éste es un ejercicio analítico de lo que ocurre o cómo ocurren e je!'
. 363. Parece q~e fue Roland Robert son qui en lo populari zó para las teorías sociales de la glo- tas hechos a cierto nivel fenoméni co. A otros se explica la lucha contra la macdollalizació" de In
ba ll zac lón, a par!!r de su uso en el contex to empresarial de las compañías japonesas. dieta y la comensalía instigada, entre otros, por José Bové, granjero francés, que h'l atacado V Ul' itl ~
364 Como amalga ma más o menos conseguida entre mi propia tradición de investigación y la MacDonalds en Francia en su defensa de los productos locales y tradicionales.
renexión añadida gracias a las aportaciones de una antropología y sociología críticas. 368 Es este sentido el que Abu- Lughod (199 1) reclama con la expresión de elflograj(o.\" di ' /"
365 Recientemente (Agosto 2006) ha saltado a las noticias un informe sobre el contenido tóx i- particular, con lo que se desharían las mi stificaciones introducidas por las gcncra li 'l,aciol1l:Ji lk
co de un refresco de cola en India. En una fotografía aparecían personas dando de beber a los burros otras disc iplinas, aparte de la falsa homogeneidad, coherencia y atemporalidad qu e produ ce !! ,
dicha cola, señalando que no es apta para el consumo humano. Durante un tiempo fue prohibido en 369 Esto tiene que ver con lo que veremos a continuación respeclo de nu evas idclll idudcJi y \iI (
vari os Estados indios hasta que el fabricante garant izó la bondad del producto. genes de la disidencia y la contestación.

526 ETNIC IDAD, IDE NTI DAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA TNIC IDI\I 7
dlld de la vida social. Está constituida por un entramado de el sentido de inmediatez do por la población local en relación a sus propias experi encias comunitarias y signi-
social , las tecnologías de la interactividad y la re latividad de los contextos. Esta cua- fi cados locales sobre el parentesco y lo que significa dar nombres a los miembros de
lidad se ex presa por medio de determinadas formas de agencia, socialidad y repro- las nuevas generaciones. Lo cual tiene consecuencias de nuevo a ni vel nacional e inter-
ducti bili dad 370 De forma parecida Ange l Díaz de Rada (2004) recuerda en primer nacional en la postura griega sobre este contencioso. Como ve ni mos dic iendo desde
lugar que e l sujeto (personal o colectivo), como sede de lo local, sigue siendo impres- hace tiempo, toda objetivación, para su existencia de hecho, su mantcnim icnto y cam-
cindible para la existencia de vida social; segundo, que mientras las teorías de la glo- bio, ha de ser capturada por los sujetos individuales y colecti vos y en esta incorpora-
balización no desciendan al nivel empírico, en sus di versas escalas de producción y ción se producen precisamente las comprensiones, identificaciones y signilicados que
análisis, quedan en pura mi stificación ideológica. Ni siquiera la lógica burocrática ni son condiciones de su recreación continuada en el tiempo, su cambio o Iran~ fo rll1a ci ó n .
la lógica de l capitalismo pueden reproducirse sin contar con estos modos de incardi- Otra mirada sobre estas relaciones no habla ya de que lo global se lIIicmsisrellli-
nación local. ce para distintos microentornos apropiados como decíamos antes, sino a la invcrsa:
Como hemos mantenido a lo largo de todo este trabajo, no hay vida social si n cuando un sistema (un proceso sistémico) de sign ificación local se reapropia dc 1"'1'-
estructuraciones, cri stali zaciones, objetivaciones, de durabilidad variable. tes de un entorno globali zado para incorporarlo a su propio desarro llo d inámi co. Por
La pregunta sería, ¿cómo es esta localidad en un mundo en el que la localización ejemplo, el uso de refrescos de cola de una muy conocida marca, símbolo ind iscuti -
espacial , la interacción cotidi ana y la escala de lo social no se superponen siempre? ble de la globalización, sus orígenes y efectos, es incorporado en algunas cOlllunida-
des indígenas mejicanas como microentorno resignificado en la construcc ión sisl -
Lo local no es el lugar de la ambigüedad (Aguilar y Bueno 2003: 15), ni de la inde- mica de las relaciones y creencias religiosas: se bebe refresco de cola para fa vorccer
fini ción, sino de a com eJ ) a , as ape uras y clausuras, los procesos y as re-estruc- la expulsión de aires y gases, que se identifican con los malos espíritus37 " Otro cjel1l-
turacione$371 Insistir en la flu idez de o g obal no debe confund irse tampoco con la plo es el de los sapeurs de la República Democrática de Congo. Después de viajar a
''diSOTúcion del sujeto en la corriente" (Díaz de Rada 2004). La uidez también tiene Francia e Italia, acumul an ropa de marca que venden localmente a su vuelta, eSCa-
sus límites. Todos los órdenes institucionales, de cualquier escala, confluyen y se lando socialmente en la jerarqu ía del estatus y de la riqueza. Reafi rman este progre-
conec an en lo local como espacio de la acción social (ibid.90). Lo global es cuestión so en su posición social mediante una danza en la que se atavían con un chaqueta en
de escala y complejidad: lo que bajo ciertas condiciones y dinámicas es global, es la que han cosido todas las etiquetas de grandes marcas de ropa con las que han esca-
local para otros ór enes de interacción y relaciones sistema/entorn0372 De igual lada socialmente (Friedman 1994). Adel1lás, hay dos clases de refresco de co la, la
manera, lo local tampoco es el ámbito de la copia sino de la re-creación (Cf. 1.2)373. barata, de producción local, y la importada en latas. El estatus se exhibe dejando la
Además, efectos de lo local y lo global pueden coexistir como formas entreveradas de lata en el parabri sas del auto (ibid.166 y SS)375. El poder, el estatus, la di stinción,
y en lo social. viene, metonímica y metafóricamente de fuera.
David Sutton (1997) analiza cómo una cuestión de política internacional como el Otros aspectos de esta vinculación retroalimentada de lo local con lo global es
nombre de la república exyugoeslava Macedonia, es discutido, apropiado, interpreta- precisamente la incorporación de las tradiciones locales en el mercado del turi smo y
del consumo, como forma de indigenización de lo mundial (Sahlins 1995). La nos-
talgia romanti zada de la vida rradicional, ru ral, de sus productos, permiten ciertas
370 La realización de la localidad es variable. Las localizaciones (' ne ighbourhoods') son los
rev itali zaciones y desarrollos locales al calor del turismo y la venta de artesanía y
lugares sociales constituidos mediante las diferentes realizaciones de la localidad, comunidades
espacia les o virtuales caracterizadas por su cond ición de hecho ('actuality ') y su potencial para la
productos típicos (Aguilar 2004). Movimientos indige nistas, que por un lado están a
reproducción social (Appadurai, 2000: 178 y 179). Son mundos de vida constitu idos por asociac io· la última de las técnicas de comunicación, marketing y promoción , saben sacar e l
nes relativamente estables, por hi storias relativamente conoc id as y compaJ1idas y lugares y espa- mejor partido de su exorisrno, sin por ello falsear su propia identidad colecti va. La
cios colectiva mente interpretables y tran sitados (ibid.: 19 1). introducción de palas mecánicas entre los [nuit para trasladar la carne de ba llena
371 De ahí el valor del conocimiento etnográfico como forma de investigación lambién mlll·
ti ubicada -' mlllti sited '- (Marcus 1995) para incorporar todas las formas y ámbitos donde los pro-
cesos que competen a un fenómeno y su configuración tienen lugar. Cf. (Díaz de Rada 2004).
372 Véase lo mi smo sobre lo macro y lo micro en Alexander y Giesen (1987). 374 En los rituales de posesión del culto de M aría Leonza en Venezuela (Femmdii'. 1999). '1
373 Franz Boas ya se percató de que la difusión cultural implica siempre una transformación de cuerpo del poseído es rociado con alcohol y, al igual que éste se evapora, los espíritu s tamhi én se
lo difundido. A.L. Kroeber, que dio especial importancia a la complejidad del proceso creativo y los marchan. Un ejemplo de categori zac ión cross modal.
inventos, insistió en que todos ellos dependían dependen de un proceso selectivo de elementos ante· 375 ¿Qué es si no el logoti po de la marca que ex hibe el consumo selecto en Occ idcllIC'1 I,QUlf
riores con un a dinámica propia en el tiempo (C f. Mercier 1976) La escuela alemana, en la fi gura de cs si no el recha zo de nuestros jóvenes a imitaciones ba ratas que desdicen de una idcnt idn<1 (/111(1"
F. Graebner, trató la difu sión como un proceso dinámico vincul ado a la sociedad receptora y sus lica basada en orig inales? Conozco una persona que cada vez que recibía a alguien se qtliwhu l\1
características propias, del momento de su evolución, en donde el elemento prestado podría tener un Rolex y lo ponía junto a las llaves de su M ercedes, y su mechero Dupont, escaparat c dc su CNIHItIH
efecto nuevo y distinto al que hubiere tenido en la soc iedad de precedencia (ibid. 97). social y presti gio, arma política intimid atoria a buena vista del interlocutor.

528 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMfA POLfTICA DE LA ETNICI(')A[ l 29


recién capturada y que no se manche con la arena y el barro, no contradice el princi- ción udiente es al o tle no tenía precedente en la sociedad tradicional. Todo un
pio moral , recogido en su cosmogonía, de ofrecer lo mejor a los más ancianos: al rin acervo de recursos se ofrece al globa lita para reCOl1lpOIl ' J' su illlllgen. para sí y para
y al cabo, innovan para seguir, precisamente, la tradición 376 . los demás. Y mientras la ex hibe y habla de e lla , 111 eonli gll l'll . Mllcho de eslo ha sido
Por fin , lo local puede convertirse en el espacio de la resistencia y_de la contes- ya contempl ado en distintos lugares de este libro. "S IIUO d ' los pl'ill 'ipius de éSle que
lilción (Cf. infra) a la voluntad no sólo homogeneizadora de la globali zación sino" toda identidad es construida y constructiva/deconstl'ucti vlI, din ll ll ll sII10 que en nada
su fundamemación en el sislema de mercado y su economía política. Lo local puede contradice formas de estructuración y objelivación soeilll.
ser el lugar de la resistencia tanto en términos geopolíticos como de teorías totali- Ángel Mmlínez (2006) habla de culturas líquida.l· - e n el s '1Il ld" '11 que IJ/lu"," n
zanles asociadas a estructuras políticas de dominación (Hay les 1990). A-" nque tam- (200 1) habla de una modernidad líquida- lo sufic ienlcmenl e cOllsisll'lIl l" l'OIlIO p/ll'll
bién puede ser el lu gar del atrinc heramiento, del fundamentali smo, del enclave y la lener c iertos bordes que, no obstante, son fl exibles y dinámic/ls. s ' Pi '<IIUI 11 111 dl!,u
retribalización autosuficiente, formas otras de reacción no tan recreati vas como aque- sión y producen nuevas complejidades, representaciones y vlllores. Me 1I 11 1' VOII 111111
llas que, atentas a la irreversibilidad e lliempo, tienen la vista más puesta en un futu- zar estas reflex iones para hablar también de identidades líwidrts. I'rulO (1<'1 111 111/1111111 1.,
ro sonstenible y posible en un mundo multiplexo e hipercomplejo, donde la interco- puesto a disposición por los medios de comunicación de masas y los SiSll'UlJ tS dl\ InlU!
nectividad es una de sus marcas de clase. mac'ón e ectról11cos: loenfiCfiiC es híbridas, ilusas, mezcladas, kitsch. que NOIi 1.'11 11111
La localización de conflictos políticos en lugares concretos, son estrategias de los leónicas, varían, se renuevan.
grandes poderes e intereses que dirimen sus cuentas en arenas extraterritoriales a Sll S La globalización, con sus mudanzas, sus fluj os, su aClUalislIlo, propi ,jI! UIl II HlIIII
orígenes, utilizando escenarios más microsituados que, no obstante, no se reducen a cantidad de formas de subjeli vidad e identidad, roles, lealtades, aclares. El hU II/llulI
tales dimensiones. Oriente Medio, además de loclIs de pugnas y anlagonismos especf- rio que los med ios de comunicación de masas y los med ios eleclrónicos de '0 11111111
ficos entre estados, comunidades y sus intereses, tiene una dimensión interregional cación y divulgación permiten un trabajo de imaginación entendida CO Ill O pI' \:Ilrll
indudable; pero, lambién un ámbito de pertinencia, origen, efecto y complej idad inter- social y negociación enlre individuos y grupos y sus posibilidades dc ide lllidllli fi lo
nacional. Que muchos de los conflictos en Asia Central, en el África de los gra ndes balmente definidas (Appadurai, 2000: 3 1).
lagos, etc. hayan sido organizados en torno a identidades cul turales escamotea las Las redes migratori as muestran una conecti vidad compleja gracias a los 111 'dius
implicaciones transnacionales de estas identidades, y las dimensiones supraestatales, y de tran sporte y de comunicación, permitiendo reconstrucciones colecti vas y pcrso
supranacionales de las mismas, de los mercados globales y de la guerra (Rubin 2006). nales identitarias de nuevo calado social y grupal. Algunos hablan ya de c"llIIm.l· I,io-
Por fin , desde el punto de vista de la singularidad corporal , lo ínlimo y pri vado, jeras (' travelling cultures ' ), como parte de los flujos a partir de los cuales se recons-
convive con 10 público ex uesto. Podemos defendernos de la intromisión mínima en truyen las identidades y autopercepciones de personas y grupos, de la única Inan era
nuestra vida pnvada, protegiéndola y defendiéndola con muros y empalizadas, n posible: la hibridación. Tenemos al retóricamente llamado nómada virlual, que se
bien, al revés, exponerla alojo colectivo de los tele-espectadores de Gran Hermal/o. permite probar de todas las cocinas y es adicto al National Geographic o al Discove l)l
Podemos adorar la fama y vender esclusivas periodísticas a todo color a la vez qu . Chal1l1e1 (Denson, 1994, cilado en Ardile, 2000).
denunciamos el entrometimiento en nuestras vidas privadas. Somos una puerta abicr También identidades basadas en el consumo, por el que creemos que somos aclo-
ta en manos de las instituciones voraces, autorizadas a recrear nuestras reducidas par I~ando, como mucho, !2. único que hacemos es eleg~r, seleccionar (A ppadurai ,
celas de intimidad a los gestos más cotidianos y habituales. 2000:42), dentro de ciertas posibil idades. C;:onsumo de mas~ como proceso de
homogeneización ; consu mo de élit , más seleccionado -de marcas-, hasta llegar ;t
los eSll los y expresiones propios, a base de aseso res, ex pen os y dinero. Es lo que se
llama customización - mala traducción del inglés 'customi zation '-, como adaptación
8.5. Identidades conglomeradas377, orgánicas, porosas a las necesidades, a los gustos y ex igencias del cliente, siempre particular e idiosin-
crático, una forma de personaliza r y singularizar los productos para sati sfacer las
La crítica pos moderna ya nos avisó que no se narran las identidades: son e ll as necesidades y preferen cias del cliente, salvaguardando una identidad exclusiva. Pero
mismas narración. La capacidad autoconstructi va de las identidades en la olooaliza también tenemos el mixi1lg and matching última tendencia en decoración, ve::i tuari o,
~ - cte., que, mediante una combinación de acuerdo a lo anterior, se mezc lan y cOl1lbi -
Ilan elementos del mercado para conslruir un estilo personal propio .

376 Barbara Bodenhorn (University of Cambridge, Pembroke College). Comunicación personnl. También podemos organizarlo nosotros mismos, crear nuestras prop ias posicio-
377 Lo de conglomerado quiere subrayar su multicomposicioll alidad más que su desarticuln nes en un sistema e Clistincion no exentas de narcisismo., a lI11aglllcr ti de nu 'Sil !!
ción. Toda identidad es sistémi ca , con más o menos coherencia interna y porosidad. e poca penrnTe afiliarnos a estdos, sensibilides y éticas di versas, reconstruir rlU 'N il O

530 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICI A 1


'slalus y aUlopercepción lejos de la cultura de /l/asas. Ahora podemos ed ificar nues- ~q e se trata es de impugnar las formas de reproducción soc ill l y sus csl ructu-
tras Illicroidentidades a la ca rta gracias al consumo garantizado por una distribución ras: la amiliaJ las relaciones entre géneros. etc.
polflica y económica de la riqueza y a un sistema mediático que nos abre los apeli-
Nuevas formas de relaciol1alidad (' relatedness' ) son mcrcll nli ll Zlldlls, Ya Ic ne-
tos y deseos y nos lo pone todo en casa, sin ni siquiera tener la sensación de que paga-
mos anuncios ex presamente dirigidos a familias monoparentalcs dOlld ' 111"'111' 'ce la
mos. ¿Para qué tenemos la tarjeta de crédito? (las cuentas del banco, a fin de mes, es madre o e l pad re con su hijo adoplivo, significado por rasgos rcnolípl 'os di sími les
otra historia, ya veremos cómo salimos). Ahora tenemos toda clase de colores para
entre sí. Estas adopciones han salido del marco estatal-nacional, cO llv il l¡ ~ lIdlls ' ' 11
e legir nuestro material epistolar y sellos de toda clase para personalizarlo. Ahora dis- una gestión internacional que involucra a varios países y agencias. Papel 's. vl silllS,
ponemos de todas las fraga ncias posibles para acompañar o incluso provocar nuestro
perfiles, esperas, jalonan e l compl icado proceso de la adopción en Espm 11 d' Il i~t\s y
estado de ánimo en todas sus variedades. Ahora podemos acceder, como snobs quc ni ñas de otros países. La tercera edad, nomenclatura políticamente cOn'cctn ti 'sd • llls
somos, a cualquier añada para nuestra colección particular de vinos 378 , etc. Y si que- políticas sociales tiene, a partir de su comodificación, una nueva imagen constru ldu
remos un grado de exoti smo o incluso m.ulticulturalidad para sorpender a los invita- y reconstru ida desde su acceso a sistemas de bienestar, rejuvenecimiento I'(si '0 1110 11
dos, podemos ir a la gran superficie más cercana, al pasillo I1wltiélnico de salsas y tal, ocio, consumo, etc.
delicatessen, siempre que nuestro bolsi llo -o nuestra tarjeta- nos lo permita, claro
está379 En tama ña re-construcción identitaria, el estatus queda reflejado por el estilo Cualquier ámbito de prácticas y represenlación puede ser identita ri(ulo. 1.11 1'11 1
de vida, el consumo, como un medio de identificac ión (Fried man 1994 . Dime u ~ maindustria y la medicali zación de la vida nos abre el campo a toda c lase de al' 'CIII
y
'consumes tedíré quién eres. asta o emos construi r-;;-uestra identidad solidaria dos de anomalías y enfermedades, que se aglutinan y organi za n: tienen sus prtgi nlls
web, sus fo ros de debate, su in form ación científica ac tualizada, sus congresos, aCli
eligiendo entre toda la cantidad de ONOs a nuestra disposición, según nuestras IIlC í-
naciones empátlcas (ef. infra) o mostrar nuestra ética corporal y política. convirtién- vidades públicas, sus di versas opciones de participación y membresía, etc.
donos al vegetarian ismo o practicando la comida macrobiótica y su filosofía del seir Afec tados de catástrofes naturales, pol íticas, económicas, fi nancieras, se aulo-
en el cosmos y viceversa. constru yen en identidades para partic ipar y reclamar un luga r en los el llopai sajcs
A parte de estas observaciones, c~ndo hablamos de hi bridación, mesti zaje, dondc se dirimen posic iones, atcnciones, protagoni smos y recursos. En España
nuestras p osibilidades no son ili mitadas, ni soberanas. Po emos hablar de identida- estamos ahora hablando de los mileuristas, aquell os que apenas si llegan a los mi I
des reconocidas como /l/ estizas, híbridas, de referencialidad múltiple pero situadas, eu ros de sueldo mensual. Su denominación tiene ori gen e n los medi os y en las polí-
continuamente negociadas, sintéticas, incluso oportunistas algunas de ellas. Lo híb ri - ticas públicas de atención social, en las pro pagandas electorales, en la agenda dc los
dp, c0!!10 lo mesti zo, (también sus contrarios), siempre están políticamente pe¡¡e¡m- polít icos. Han salido en las imágenes telev isivas, en las tertu lias de la rad io, en los
periódicos .
~os . E! mestizaje se da siempre en términos asimétricos (Martínez 2006).
Las tecnologías del self 0a negociación de la individualidad se desbordan en Us uarios consumidores, grupos de actividad, dedicación profesional , de oc io,
ámbitos c,!m o el gé nero, la sexualidad, la reproducción38o , las formas de relacionali- acti vismo, coleccionismo, de intereses específicos cualesquiera, aficionados de lodo
dad, la apariencia y el as pecto, constitu yéndose nuevas identidades, no del todo tipo, si tuados socioeconómica y políticamente, desti tuidos de derechos y reconoci-
resueltas, im ensables hace cierto ·tiempo. El movimiento queer, aglutina-~ distintas miento social, etc. ~ecrean algú n tipo de trama identitaria, más O menos reconocida y
corrientes ideológicas y de prácticas sobre la identidad y la ideología sexual, la rela- autoimaginada, bien para sentirse máSaITopados e identlficaaos con otroSSemeJanJ
ción con el cuerpo, el feminismo, el consum o, etc., subrayando la irreducti ble dimen- ~-o parecl ~en por comparti r y extern iilizar moti vaciones, intenciones, dcscos,
e moci ol~, bien para constituirse en lobbies de presión política y social.
sión política de sus reivindicaciones frente a las defini ciones y políticas impuestas.
Por último, no quiero dejar de mencionar a Donna Haraway (1 990 ; 199 1), ada-
lid de la refl ex ión sobre nues tra modernidad y posmodernidad tecnopolít ica. Ell a
propone repensar todas estas interpenetraciones a parti r de l concepto de cyborg, que
378 Que no se ofendan los enólogos ni los cOfl1laisseurs de tan noble reflex ividad sensoriopcr.
ceptocognitiva. no es el robot que nos pasa la as pi radora ni suelda las piezas de un coche c n la cade-
379 Parecido, pero distinto, ya están llegando a España los de/i , al est il o neoyorquino: lodu na de montaje, sino algo mucho más próximo a lo que a todos nos defi ne corno pro-
clase de preparados a combinar y sentir que cada día come uno algo diferente producto de su ima ductos de la época que nos ha tocado vivir. El 'cyborg' es un objelo leclloind us-
ginación creativa. Ahora, eso sí, en con tenedor ele plástico y desechab le y hac iendo fi la como el! trialpolítico, un orga ni smo cibernético, híbrido de máquina y orga ni smo, UIIll
los autoservicios. criatura de la realidad social y de la ficción , un compuesto de lo órga ll ico, lo 1< 'IrI
380 Los medios hablan ya de vari as clases de madres: biológica, social, de alquiler, adoptiva.
Cualquier indagac ión sobre estas cuestiones pasa necesariamente por iniciarse en la lectura el co, lo mítico, lo textual y lo político. ¿!;lasta g!!úunto nuestro ocio, nueslra sll lu u.
Strathern (1992) y seguir las múltiples pi stas que ha ofrecido para Olras contribuciones a las qllo ~lll est~entaci ón , ~ u es tros .deseos, sentimientos imágenes. discursos. pI' el! 'USI
aquí no puedo referirme. lCiefifldades, no an SIOO constituti va mente penetrados por lo globa l corno fe ll 1111'

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532 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLfTlCA DE LA ETNICIDAI )
11 0 cco nómi cogolítico ideoló ico tecnocom unicacional? Si nunca fuimos propia- Las organizaciones no gubernamentales. ONOs, tn ll'lIIj llll h lf.'u IIl U\lIh\ 1111'111 11 11 11 \
ment e modernos, en cuanto a una separación c ara entre lo natu ral y lo social medios y estrategias globales. Todas tienen su página web y S ' si, V ' 11 tll' ItI IIlpldl'l ,
(Lato ur 1992), ahora menos que nunca. ¿Cómo podemos pensar sobre las genera- eficacia y economía de la red para construir coaliciones, organizllr '1I1111'/l 11 11 /1i1 y 111 11
ciones infantiles y j uveniles actuales sin la tecnología sanitari a y reproducti va que vocatorias, distribuir información en tiempo real, tomar decisioncs d ' 1'0111111 111 N 11111
les ayudó a nacer, si n la tecnología alimentaria que produjo sus biberon es y papi- ticipatoria, etc., algo que sería imposible mediante la interacción cara ji '11 111 , Pli h 111 11 11
llas, sus medicinas cuando estuvieron enfermos, sin los dibujos animados y pelícu- hacerse presente en toda oportunidad cubierta mediáticamente: opinan . S ' IlIIe II l'N\ '1I
las digitali zadas con que se criaron, sin la play statioll que les echaron los Reyes char, intervienen, fastidian, impiden, captan adhesiones y fondos. accplun ¡llllll NI!
Magos, si n e l mó vil que pidieron ya a los 12 años, sin el ordenador para bajarse causa el poder incorporado y el prestigio de los famosos que se han cansado d . Sl" lo,
canciones del Inte rnet más que para hacer los deberes, sin el MTV para estar a la y que viajan de aquí para allá saliendo en todos los medios de conllll,i" " 1 ,t ,
última de lo musical izado en Occidente, sin e l [-pod con e l que dan envidi a a com- Intermón-Oxfam, Médicos sin Fronteras, WWF-Adena, OreenPeace, Amnistra Int "
pañeros y amigos? ¿Cuánta políti ca, economía, ideología, imagen , (anti )d isciplinas nacional, etc. Derechos humanos, pobreza, explotación, educac ión, cri sis hunWll ltu
del cuerpo, tecnología - 110 neutral- , ciencia - tampoco- hay incru stada en todos rias, promoción de la salud, apoyo a colectivos específicos de en fermos y arectados,
estos cachivaches? ¿Quiénes serían nuestros hijos, cómo habría sido su ontogenia derechos y protección de las mujeres, de los ancianos, de la infancia, ecologislllo y
sin estos productos de la actividad y representación humana externa li zadas? biodiversidad, y un sin fin más.
¿ Qui~e nosotros, en nuestro imag inario, nuestro ocio, nuestras formas de tra-
bajar, nuestra s propi as relaciones soc iales tecnomed iadas, no somos hijos de la tec- Lisa Law (2003) escribe sobre la ONO Migran! Forul1l in Asia (MFA ) que Irllt n
nopolífica ncrustada, entrome iaa en nuestro s cuerpos (y en nuestra s cerebros de defender los derec hos de los lrabajadores migrantes en Asia, mejorar sus cond i-
como órganos de los mi smos?381 A pesar de sus críti cos, segúro que ahora estamos ciones laborales, informarles, aglutinarles, etc. Por medio de sus acti vidades y comll
más cerca de comprender lo que Haraway quiere dec ir. nicación por la red abren un espacio para la política transnacio nal de los migrantcs
del Sur, Sudeste y Este de Asia, permitiendo el intercambio de ex periencias, e l re la-
to de hi storias apoyadas por fotos digitales, etc. Más que en una sociedad civil se
constitu yen en un cibel]Júblico transnacional inmerso en la dinámi ca de lo glohal
desde cada uno de sus localizaciones. Se comunican en inglés, la lillgua ji'allca de
8.6. Márgenes, periferias y otras voces silenciadas que ya no toda una diversidad de personas migrantes. Law considera que la ONO constru y .
lo son tanto una comunidad imagillada de acción del mismo modo en que Anderson ( 1983)
pensó el nacionalismo, que convive simbióticamente con otras referencias comuni -
tarias de la gente.
Se dice que en la globalización y gracias a sus tecnologías med iáticas del saber,
de la comunicación y de la in formac ión, el margen llega al cen tro. Yo no estoy segu- Una de las formas de resistencia que anunciába mos es la de reivindicar la locali-
ra de que e l margen esté siempre en la periferia, sino también como peso en e l bol- zación - no espacialización- de los procesos sociales, comunitarios, pertenencias,
sillo, piedra en el zapa to, atragantamiento en la garganta, acidez en el estómago o identidades, una concreción de la experiencia y de sus categorías de vida en pugna
picor en la conciencia, de ese supuesto centro, sin poder quitárselo de encima, all á con la generalización y homogeneizac ión que tipifica la uniformi zación de la globn-
por donde vaya, por muchas playas lejanas de islas privadas en donde quiera escon- lización.
derse. Porque todo lo di verso puede ser convertido en mercadería, hasta lo más rcbel
Esto significa que aquell as voces que en un momento fueron silenciadas o habla- de: ninguna imagen ha sido más repetida y vendida en todo el orbe que la de l he
das por otros con más poder, pueden acceder a la arena política (García Canclin i, Ouevara, por ejemplo. La globalización es en parte efecto del ánimo fagocitador ti .
1999:3 1), a menudo baj o la fo rma que describíamos anteriormente, pero sin descar- laJ.ógie ca italista ue necesita ex lorar nuevos territorios de lo part, eu al' y aire·
tar ninguna opción de presencia. Las nuevas tecnolo ías de comunicación también -;:;'nte ara su comodificación (Wallerstein 2000), su conversión en obieto dCl ne rca
son utilizadas para la contestación política y social. Los movimientos antiglobaliza- do. Y, sin em argo, ,mentras tanto, siguen produciéñdose y manteniéndose enlorllos
ción y de boicoteo del reparto e mundo que se discute en las reuniones de l 0-8 , y microentornos operativos y pertinentes para sistemas locales.
compuesto por los países más desarrollados, son un buen ejemplo de ello. También La Olobalización, en realidad, es la resunción del sistema humano - lo que he ll ll lS
los de no ali neamiento (O upta, 2003). llegado a ser- e succionar todo el entorno y convertiño en mi les de microcnlt)l'nos
internos ara 'Seguir autoconstiyéndose como ta a través e mIles de susbsislclI HlNqll \
llevan el mismo marchamo de su hegemonía.-ranada escapa a las manos y 11 1/1 1'1 11111
38 1 CL Ramírez Goicoechea, 2007. ces del ser humano y a su ansia apropiante y transformadora.-Como ocurr' ' 011 IlItl<l

534 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA CTNIC II')AI)


sistema social , éste puede auto-observarse y auto-describirse, pero nunca puede con- orígenes lejanos, que, no obstante, pueden reavivan;!.! '" UIl Ill()lll!.!nto dado si se dan
lemplarse a sí mismo de forma completa (Luhmann 1995). Siempre habrá huecos y las circunstancias apropiadas (Cf. 3.4) . Puedc SCI' illlJ)()I'tll lll ', ' 11 1111 momcnto dado,
rccovecos que pasen desapercibidos, donde no podrá poner el ojo, y también din ámi - ser diferente, de algún lugar, tener un pueblo COIllO los d 'I H s, I'/lr 'es i/l/agilladas.
cas internas propias que no acabará de dominar y amaestrar. Perm anecerán y seguirán desarroll ándose muchas 1'01'1 11 /1 ,'; d ' 'Ini 'idad nacion a-
La Posmodernidad ya anticipó la multilocali zación de las voces y los di scursos, lista, desde aqu ellos grupos e intereses qu e se vieron Illinlll'i ""dos ' n ' 1 proyec to de
d iluye ndo en parte la idea de centralidades del discurso y del poder. Las identidades la ident idad nacional del Estado modern o. Estos sig ucn 'xig i nd o ¡",I 'pcndenc ia
poscoloniales, por ejemplo, integran las visiones de los dom inantes y la metrópoli políticoadministrati va y presencia en los distintos foros (;~)pnd nl'l tndtlv í¡1 p~lI' los
como microentornos desde los que reconstruir su identidad como sistema, para negar- Estados nacionales reconocidos intern acionalmente. Por pOIIÚI' C.llllll plt)1'I 1lI 11'Opcos.
los, superarlos, re-significarlos. Las élites educadas en las universidades occidentales vascos, catalanes, escoceses, galeses, corsos, bretones, no rCllllllcl ulI ti NlI VOl VOlo
de-co nstruyen y recrean discursos y prácticas identitarias desde múltiples posiciones particular en todo aquello qu e les pueda afectar, tanto a ni vc l CSIHIII I 00 11 111 ~ I III1I1 I IHl
incorporad as y vividas: las de sus lugares de ori gen qu e fu eron incorporadas por los anti g uas repúblicas soviéticas, y de Yugoeslavia.
coloni zadores para construir sus propias identidades, es tas identidades pa ra recons- y muchas identidades hfbridas, como citábamos en cl Capflll lo . I.~ . NII I'VIlS
truir las identidades poscoloniales junto con imágenes y rep resentaciones de pasados modos de pertenencia, relac io nes entre identidad y territorio, lealtad 's ' I d ~ nlll kl l '10
primigenios que seg uro que tampoco ocurri eron, las de los investigadores y estudi o-
nes trascienden la pretendida correspondencia entre terri tori o, organizllcic'n po l(l l('1I ('
sos occidentales estudiando a sus antepasados como ofros exóticos, la de la de-cons-
identidad colectiva. Cuando Pakistán juega una final de cri cket contl'll Ing lll lclI lI , qU I'
trucción de estas imágenes por esta nueva intelligentsia poscolonial que queda en las
partido toman las segundas y terceras generacion es de pakistanícs CIl ;1'/111 1l1 (llllilll"
universidades occidentales o que vuel ve a sus lugares de origen, etc. U n sin fin de
¿Es que si apoya n a Pakistán dejan de ser brit ánicos?
relaciones recursivas recreativas entre sistemas y entornos y sus complejidades inter-
nas, propias de todo retrabajo cultural y reconstitución permanente de las identidades. Nuevas formas de activismo étnico se están desarrollando al hilo dc los nuJos
cambios in troducidos por la g lobali zación. Nuevos mov imiemos etn o po lfli clIS NI'
Como contraste, la creolización se presenta como es la interrelacionalidad cultu-
caracteri zan por construir y defender formas de identidad colectiva que vall nl ~s nll
ral acumulati va históri camente entre e l centro y la periferia (Hannerz, 2000), labor de
del Estado como organización política, admi nistrati va, territorial. Casos Illuy illl cl' '.
en trep reneurs culturales locales activamente implicados en construir una síntesis pro-
santes son los de los Sami, ¡'wit, Ainu, Maoríes, algunos grupos de indios arncri 'JI
pia. Jonathan Fri edman ( 1994: 160) habla de este fenó meno como resultado del colo-
nos. Utili zan todos los mecani smos de fluidez, presencia, poder y recursos, y se
ni alismo y su política excluyente, como una forma en que las identidades impuestas
por los países europeos se convirtieran en realidades sociales locales. Así se explica dejan querer bien por los organismos internacionales así como por toda la I c c ll o l o ~
gía electrón ica y medi áti ca desde donde trabajan y operan. Buscan nuevas formas y
qu e ciertos símbolos clave de di chas identidades locales periféricas tengan su orige n
en el centro hegemónico. espacios de acti vismo en la defensa y recuperaci ón de sus lierras, recursos, patrimo-
nio, derechos y reconocimientos que, aunque fundados en sus ancestros y su l1lC Ill O ~
ria históri ca, están orientados hacia el fUlUro de una sostenibilidad económica y cul-
lural desde una práctica política multimedia lTIulti localizada. Tampoco desdeñan
suslantivizar su patrimonio cultural , para hacerl o más vi sible, más comod{{tcalJle,
8.7. Etnicidod en los tiempos del mundo-fado
más operable desde los sistemas de expresión, comunicación y consumo ele masas.
Saben articular recursos tradicionales y modern.os; mantienen una flexi bilidad rcfe-
La frag mentariedad es consustancial a la globalización, como uno de sus efectos rencial que ha dado lugar a di scu siones bizantinas sobre su autenticidad: mancjan
no previstos, pero también como uno de los principios de todo orden (Cf. Capítulo 1.2). relaciones de reciprocidad y confianza comunitaria a la vez que es trategias mcrCiJll -
Maffesoli ( 1990) fund amenta los procesos de retribali zación y recomunitari za- tiles de la sociedad global (García Cancl ini 2004:50, 56). Los SemInola p. ej ., S O Il
ción en los mismos argumentos esgrimidos para la Etnicidad d urante la Moderni - dueños de vari os casinos y hoteles en Florida, cuyos beneficios se di stribu ye n elll l'C
zación: a través de un enraizamiento dinámico la gente puede procurarse esa identi- los mismos. Las arenas, los itinerarios, los territorios para construir la rcprescnt a-
ficac ión empática difíc il de obtener med iante alineamientos más abstractos, ción de sí mismos, su autopresentación, son diversas, produciendo imágcncs. di s-
burocratizados y despersonalizad os.
Igual que en la Modernidad se pensó que las identidades periféri cas, entre e ll as
muchas étnicas, desparecerían y no lo hicieron, tampoco lo van a hacer en la época 382 Cataluñ a, a través de no sé qué instancia pero apoyada seguramente en la pres ión POPlIltll ,
que nos toca vivir. Algunas lo serán como form as más o menos estéticas, adscri - ex igió la traducc ión de los libros de Harry Poller al cata lán, pues no en vano cuenta con se is 11111111
bi éndose a una identidad de lazos y solidarides difusas, más por vínculos remotos de nes de hablantes.

536 ETNIC IDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNIC IDII


cursos y prácticas multireferenciales que no necesariamente coi nciden entre sí. no se contradicen con la autenticidad que pretenden ofrecer. El entorno global se
I::tllopolilizarse ha representado una fo rma de (re)construir identidad colectiva y de incorpora como microentorno para su propia dinámica sistémica de recuperación étni-
cjcrcerla frente a la disolución identitaria en una clase social devaluada y depaupe- ca, que se realiza en términos de identidad/diferencia segmentaria con cualquier otra
rada (Eriksen 1993: 165; Bourgois 1988; Calavia 2006). Las estrategias para entrar identidad/diferencia étnica, incl uyendo la nacional.
y salir de la Modernidad tardía so n variad as (Garcia Canclin i, 200 1). Un caso inverso es el de los hawaianos. Práct icamente extin guidos por el poder
Muchos de estos colectivos así autoidentificados, se niegan ya a nacionalizarse, coloni al, explotadas sus bellezas por la industri a turística, su revitalización se produ-
convertirse en piezas de exposición y manipulación de la variedad nacional que ce en términos de rechazo exclu yente de todo lo que signifique lo modern o occiden-
adopta muchas veces la estrateg ia inclusiva de los Estados- naciones. O sim plemente tal, espec ialmente lo americano. Aquí la autenticidad pasa por un proceso étnico que
lo consideran un espacio identitario más, en conexión con otros. Como recogíamos se define sin med iaciones entre sistema y entorno, cuyos bordes no son osmóticos.
en el apa rtado 4.4. , los primeros intentos de redefin ir una identidad étni ca en el con- Es el sistema el que se reencarna en sí mi smo como microsistema que sigue tenien-
texto neoyorkino de los inmigrantes haitianos fracasó por la heterogeneidad de inte- do lo moderno-global como el escenario de la alteri dad, sin integ rarlo más que como
reses de sus élites políticas. Pero a continuación apareció una nueva que no se deba- lugar de la diferencia. La autenticidad pasa por la preservación de la pureza de su
tía entre el aquí inmigratorio y el allí nacional. Ni grupo étnico encapsulado en un exotismo (i bid.).
nuevo país ni inmigrantes con la vista puesta en la vuelta sino una diáspora tran sna-
Otra comparación en esta línea es la ofrecida en Cornell y Kalt (1992). Los
cional vinculada y partícipe tanto en Haití como en Nueva York. Esta identidad trans-
Appaches Montaíia Blanca de Ari zona han establecido un negocio tribal ve ndie ndo
nacional recogida por el músico y letrista Ti Manno expresaba mejor su experiencia
permisos para cazar alces en sus tierras, de donde sacan pingües beneficios. Esta
identitaria que la de negros, inmigrantes, grupo étni co o clase social. A lo local
(Nueva York ) y lo nacio nal (Haití) se añadió la dim ensión de lo global y lo tra nsna- es trategia es tán en consonancia con su autoimagen como ex pertos admini stradores
ciona!. Au nque enraizada en la experi encia histórica y geográfica, su identidad no de sus recursos, sin contradecir las relaciones que consideran apropiadas para con
pod ía reducirse en excl usiva a ninguna escala úni ca (Glick Schiller y Fouron 1990). los recursos que manej an. Por con tra, la Nación Yakil1la del Estado de Washington
rechazan comerciali zar sus recursos: lo encuentran incompa tible con su forma
M uchos movimientos indigenistas van más allá de su propia lucha contra la exclu- inclusiva de ver el mundo y sus relac io nes con la flora y la fau na . Reserva n los a lces
sión y la explotac ión, cuesti onando los principios económicopolíticos de un a globali- para su propia caza regulada, de donde también sacan benefi cio económic0 385 . El
zació n que sigue pract icando la dominación y la hegemonía allá donde pueda, soca-
ej emplo difere ncial de los KlIna y los GlIaymi constru ye nd o relaciones tan dispares
vando sus derechos colectivos a los rec ursos y a sus formas de vida (Cf. Brysk 2000).
con el mu ndo global de la empresa tra nsnac io nal donde trabajan, descrito en el 5.4. ,
Un caso ha sido el movi miento zapatista (EZLN)383 Si por un lado sus reiv indicacio-
también nos vale aquí.
nes toman un aspecto de autenticidad siguen no obstante participando en el consumo
global de símbolos y medios mercantili zados pero desde un ut il itarismo crítico y dis- También podemos hablar de identidades cosmopolitas, que no siempre son pues-
tanciado, un cinismo comprometido (Friedma n 1994: 166). Sus reivindicaciones están tas en escena de un internacionalismo barato, sino efectos de lo que lleva sucedien-
incluso respaldadas por organismos tan globales como la ONU. do en las grandes metrópolis. Si puede hablarse de una identidad londinense, pa ri -
siense, neoyorkina, etc. , es porque incorporan también la multiplicidad e hibridación
Por muy en la globalización que estén estos movimientos, no impide que man-
étni ca de sus habita ntes, pero desde la distancia, sin implicarse. No hay cosmo po li -
tengan fuertes referencias al lugar como espacio de relaciones sociales, ecológicas,
tismo sin locali smo, marco sobre el que se dibuja.
prácticas significati vas 384 Pero de distintos modos. Los Ainu, por ejemplo, lleva n
recuperando y pro mocionando su identidad mediante la ex hibición y mercantilización ¿Quiénes son los otros en la globalización fragmentaria y discontinua que nos toca
turística de sus productos, su arte, su tradición, sin reivindicar necesari amente una vivir? O mej or dicho, ¿Cuáles serán los principios ordenad ores de constru cció n de las
autonomía política. Y, sin embargo, toda esta revitali zació n exige la d isponibilidad dc diferencias y semejanzas en los decenios venideros? ¿Hasta qu é punto llegará el pro
espacio, tierras, lugares en los medios de comunicación de masas, etc., recursos que yecto político y económico auspiciado por los fundamentalismos cristiano-occidenl ll
les y los islámicos de que la alteridadlidentidad global se defina en términ os de W Il
llicto de civilizaciones (Huntington 1996), al estil o de un mani queísmo secular com.)
si éstas fueran homogéneas y bipolares?
383 Por ejemplo, que el desarrollo sea co-desarrollo, emancipación social y económi ca igual i-
tari a tan to desde lo local como lo nacional, internacional y mundial, sostenible, eco-orientado, par-
ticipativo y creativo. Sobre los orígenes del con fli cto en Chiapas véase (Fábregas Puig 2004 ).
11\111bi én (Pujadas 200 1).
384 Ya Thomas y Znani ecki (19 18- 1921) obervaron las cont inuidades entre el viejo y el nuevo 385 Estas diferencias se han producido sólo a panir del momento en que:;c les 1m p Cl ll d , h l.~
Illundo en los estilos de vida de los emigrantes polacos en USA. Ci t. en (Ben tley 1987:32). organi zar y regular autónomamente su vida económica (Cornell 1996).

538 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLÍTICA DE LA ETNICII 1\1) 9


La di versidad seguirá reconstru yéndose desde fronteras territorial es históricas, manera ?) sino de otros muchos grupos procedentes de la inmigración, latinoameri -
pcro lamb ién desde encl aves rodeados de homogeneidad y uniformidad cultural o, canos, as iáti cos, caribeños, etc., multitud de alteridades so bre los que la idel1lidad
co mo decíamos antes para las metró polis, desde urbes pluriétnicas . Algunas fronle- hegemónica wasp sigue reconstru yéndose. En pocas generaciones la composición
ras seguirán siendo campos sociales para el encuentro y la pro ximidad más que para étnica del país se ha di versificado enormemente. Los latinos ya superan a la pobla-
la separación 386 . Las categorías de inclusión/exclusión - ciudadano, nativo, indígena, ción de color y los asiá ticos no sólo lienen el índice de natalidad ma yor en toda USA
refu giado, extraño, foráneo, inmigrante- seguirán defini éndose en torno al tipo cerra- sino que el éx ito escolar de la segunda generación eSlá por encima incluso de la
miento operacional -frontera- que se erij a para definir un espacio social interno. población blanca.
La postura oficial del gobiern o americano es la de un pa ís Illulticultural cuyas
diferencias se establecen horizon talmente y que justifican la autocomplacencia de un
nuevo mito nacional basado en la riqueza de su diversidad dentro de una gran
América abarcante, dinámica y llena de promesas y oportunidades. Las bondades y
9. DIFERENCIA DIVERSIDAD, DESIGUALDAD.
contribuciones de toda esta diversidad a la construcción de la nación ameri cana se
¿ENTONCES QUÉ?387 celebran mediante la procl amación de un mes específi co del calendario dedicado a
divul gar la herencia, la historia, e l arte y las tradiciones de los difcrcnles g rupos,
desde una memoria colecti va que olvida y recuerda lo que contribuye a ensalzar la
construcción de la gran nación ameri cana.
9.1. El tapiz de las diferencias: crítica al Multiculturalismo
Sin embargo, está historia que se dice de libertad, democracia y opor//./llidades,
lo ha sido principalmente para un colecli vo que se ha ido conslitu ye ndo cn clase
Se ha oído mucho habla r de l/U/lticulturalisl/lO. Es un discurso bien asentado en
domi nante gracias a a la violencia, la explotación , la subyugación de los ind ígenas y
la política, los medios, la academia . Como di ce Wimmer (2004) es un mode lo que
la usurpac ió n de sus tierras, la esclav itud de los afri canos, el robo, la exlorsión , la
da po r hecho la diferencia y la existencia de g rupos que a partir de e lla se constru·
guerra con Méjico, Puerto Rico, Filipinas, Hawai, la rac ialización de los g ru pos con-
ya n. Parte de una descripció n de la sociedad como entidades di sjuntas pero en rela·
vertidos en minorías sociales y políticas. Nada se dice de la economía política de la
ción, dando por supuesto sus cualidades diferenc iales sin atender a los orígenes d '
diferencia, de su conversión en desigualdad, estigma y marginación. Este discurso
ésta s, legitimando, de alguna manera, toda distinción. Estas cu/turalidades S"
Iriunfali sta abarcante tampoco reconoce los problemas y fricciones entre los di slin-
relacionarían entre sí de fo rma segmentaria/cooperativa, hori zontalmente, en térmi -
tos grupos emergentes a partir de la apertura controlada a la inmigración en la déca-
nos de sus propi as potencialidades en un espac io ab ierto común para todas . Desde e l
da de los setenta y ochenta del pasado siglo.
punto de vista de la gestión étnica institucional que se basa en es ta ideología se di si-
mulan los ejes hi stóricos, econó micos y políticos q ue han construido buena parte d . Las diferencias se obj etivan como peculiaridades propi as e intrínsecas de grupos
estas diferencias como condición para el desarro llo y reproducción recreat iva d" esencializados, naluralizados, parte de la condición humana (Scott 1995). El milo de
c iertas identidades hegemónicas y beneficiadas. El discurso multiculturalista eSlrt la A méri ca diversa en colores y tradiciones se fundamenta también en su atractividad
demasiado obsesionado con la visibilidad de los demás para esconder aquella 1/1) como país de la li bertad 388 y de las oportunidades para una in migración mislificada
marcada (Bhabha 2006) por dominante. como voluntaria: qué más propio que desear mejorar? Nada se dice sobre los chinos
hu yendo de la hambruna y teniendo que acep tar contratos leoninos que los vi ncula-
Veamos lo q ue Claire Jean Kim (2004) tiene que decir sobre la ideología po/f.
ban al trabajo y a la ex plotació n durante años a fin es del XIX, ni de los haili anos que
tica oficial de l multiculturalismo en América. El cambio demográfico en EEUU
arri esgaban sus vidas huyendo de la persecución y la pobreza en Haití, (Kim
desde final es de los setenta del pasado siglo es al go menci onado por todos los inves
2004:994), y tantos y tantos otros casos. En esta exaltació n de la diferencia algunos
ti gadores, corroborado tamb ién por los datos. Aparentemente ya no se puede hab lill'
colectivos han pasado de ser amenazas -como las hordas chinas de fin es del XIX y
de blancos y negros exclusivamente (¿co n qué legilimidad se simplificó de eslll
principios del XX, o los japs (japoneses) en la 11 Guerra Mundial- a ser mejo rados
en la opinión pública por sus conex iones con las potenci as económicas emergentes

386 Como por ejemplo, la mancomunidad de Txingudi, entre Hondarri bia, Irún y Hendaya .
387 Este apartado concierne a otros tres, a saber, el 5.4. sobre exclusión social, el 5.5. sobl \~
racismo y el 5.7. sobre migraciones. Después de haberlos escrito podemos rev isar un debate qll ~ 388 La imagen de la estatua de la libertad que recibía a tantos europeos en su llegada por barco
atafíe a los otros: ¿cómo podemos organi zar social, política, cotidianamente la diferencia que IOIj n la bahía de Hlldson se es rumaba en cuanto desembarcaban en la isla de Ellie, punto de ruda aco-
propi os humanos crean en sus relaciones sin que la solución sea la asi metría o la desigualdad? gida y dura partida a los distin tos lu gares de destino.

540 ETNICIDAD. IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 541


de l Pacílico. Si por un lado la gramática identi taria es abarcan le, por otro lado es seg- ción y vo lu ntad política de acercamiento y comprensión, contaminación positiva,
me nta ri a: los blancos tamb ién son otro grupo más dentro de la diversidad. Como donde la tolerancia, la paciencia y la parri c ipació n ac ti va rezuma por todos los cos-
recogía un di ario nac io nal hace poe0 389 , un miembro del Ku-Kluk-Kl an justificaba tados. Nada es sencillo, pero tampoco es imposible 392
las ac ti vidades e ideari o del mal llamado K lc1l/390 en que los blancos podían reclamar
Stuar! Hall ( 1996) reivind ica la etnicidad de la periferia, de los márgenes, como
sus derec hos igual que lo hacían " los negros"391.
reconocimiento de que todos estamos ub icados, hablamos, sentimos, desde lugares y
Por tanto, la ideología de la Illulticulturalidad hace un tlaco favor a un a aprox i- experi encias concretas. Se req uiere una política (polities) de la etn icidad predi cada
mació n que haga justicia primero a la complej idad de las diferencias, y segundo a la sobre la diferencia y la di versidad: todos SOl1l0S otms. Tenemos que lendel' al reco-
hi stori a política, econó mica, ideológica, de su constitució n. La mu ltic ultu ra lidad de nocimiento y práctica de las diferencias como elltrelazadas (Innerarit y 2005).
que ' todos somos ameri canos' es una ideología de la invisibilidad de colecti vos racia-
!i zados ('colo ur-b!ind rac ism', Cf. Bonilla-S ilva 2003), como causa y efecto de su
exclusió n social y política.
392 Lavapiés es un cri sol de personas y personaj es proceden tes de África y del Maghreb pri n-
¿Hay o tras aproxi maciones q ue puedan resultan más interesantes?
cipalmente, conviv iendo con la población local madril eña . Para quienes han tenido la oportun idad
de verla, trata de una chica bangladeshi mu sulmana que queda embarazada de un sinvergüenza c¡¡ pa-
ño l que no quiere saber nada del niño. Ell a intenta suicidarse pero e l hermano del conqui¡¡tador,
bonachón y generoso en sus emociones y relac iones, intent a ayudarla. Al enterarse de que su her-
9.2. "Como iguales": diferentes pero contentos mano no qu iere hacerse responsable, se dec ide a protegerla: la ún ica solución es casarse con ella.
Los padres de la chica regentan un restaurante de comida ballgladeshi con poco éx ito. Al muchacho
no se le ocurre otra cosa que prese nt arse en una reun ión de su fut uro suego con otros I/otables de la
zona y adelantarle a bote pronto sus intenciones de casamiento. Un poco más y sale por la vent ana
Al del que se recibe, se sale; al de que se busca se va: Encuentro. por poner en ridículo al pafer!ami/ias de lante de todos sus allegados. Esas no son las maneras. Poco
Aforismo po pular. a poco va in trod uc iéndose en las formas establecidas cultural mente para estos menesteres. El pad re
no sabe que es el hijo de otro quien viene en ca mino. En fin , le pone en cl aro las cond ic iones para
autorizar la boda: tiene que convenirse al Islam , una rel igión que dice protege a la fam il ia, que da
un porcentaje de l sueldo a los necesitados, donde la pol igamia está regulada y no como en
Podía haber titulado este epígrafe también como "dife rentes pero no separados": Occiden te, donde la prom iscuidad es una realidad a escondidas, etc .. Otro amigo musu lmán , tam-
hu biera tenido el mismo sentido. Pensemos en e l Lava pi és (barrio intercultu ral de bi én convertido, le int roduce en los parabi enes ele la oración y sus efectos si nérg icos. Total que, poco
a poco, y con Illucha generosidad, el Illuchacho se intcrculturaliza por amor a la chi ca. Entre ot ros
Madrid ) de la película de Fern ando Colomo El Próxilllo Oriente (2006). Además de avatares, ayuda a que no les cierren el negoc io pid iendo un préstamo que de otro modo no les darían;
ofrecer un a versión más fl ex ible y atracti va del Tslam, fundamenta las relac iones a espalda s del pad re estimul a a la mujer y al resto de las hijas a que hagan todas aquell as cosas que
humanas en algo que muchas religiones pueden comparti r: la soli dari dad, la com- siempre qui sieron hacer escrib ir, bailar, can tar. Al fin al dec iden reconvert ir el restaurante en un bar
prensión, e l diá logo, e l esfuerzo por e nte nderse, la ge nerosidad. Por si fuera poco. de copas con mú sica étllica, con un éx ito atronador en donde trabajan dos de las hijas. La inserción
local de l negoc io es claro : todo el barrio viene a disfru tar de la mú sica y de la beb ida. Cuando el
dev uelve a este barri o madrileño una imagen de espacio intercultural de convivenc ill
padre se entera le da un ataque y no qu iere sali r de la cama , renegando de su yerno. Su mujer le
en el que, además de conflictos -como en todos los sitios-, hay historias de coope- ca lma y hace entender, igua l que su yerno, porque en e l fondo es un cascarrabias buena persona que
ración y convive nc ia, de normalidad social. Es c ierto que la convivencia intercultu- nad ie quiere hacer daño. Al fin , la histori a termina como un cuen to de hadas donde el nuevo hijo es
ral no es tan fác il como se pinta en esta comedia que, no obstante derrocha imag ina- celebrado por toda la fa milia a pesar de no ser hijo biológico del padre, hecho del que tocios acaban
ellterándose. Las Illujeres consiguen un papel fundam ental y reconocido en relac ión a ellas miSllla¡¡
y sus vidas si n mptura famil iar ni cu ltural y se establece, con la buena vo luntad de todos y por enci-
ma de diferenc ias, un buen entendi miento intercultu ral que permite y propicia la convivencia int e-
389 El País Semanal, 29. 10.06. rétnica pero también la transformación de cada parte hacia la comprensión de la otra. Este cuento de
390 El nombre procede de la palabra escocesa clan llevada a EEUU por la emi gración obliga hadas di sta de lo que ocurre en muchos casos: primero porque ni espai'í oles de cultu ra cristiana, ni
da de escoceses a fin es del XV IIl y en e l XIX, y que en ori gen refiere a un co lec tivo que tiene 1111 mujeres ni hombres islámicos suelen mostrar ese grado de tolerancia y comprensión, au nque.! sea a
parentesco pu tat ivo con un jefe de clan o laird qui en, a cambio de protección tutela moral y derc regañadientes. Pero es un escenario de lo posibl e que puede ser pl ausible, pero que ex ige trabajo y
chos de ocupación y producc ión en sus tierras, rec ibe lea ltad de armas que puede reclamar en cie!' retrabajo cultural por todas las partes, un a inmensa generos idad y un a volunt ad decidida de superar
tas ocasiones. Uno de sus poderes se medía en el número de clallsmell que podía recl utar cas i de los obstácul os con imagi nación y un poco de picardía. No está mal tener este marco como horizon-
forma inmedi ata. También, desgrac iadamente, la cru z en fu ego era un a tradición de l clan en arrna¡¡ te utópico no inalcanzable, sino aproxi mable. ¿Qué otra cosa hacen los humanos cn su acti vidad
a la hora de reunirse antes de la bata ll a. Otra vez el trabajo y retrabaj o cultu ral. antropogénica que imaginar fu turibles y encaminar sus acc iones hacia los mismos, construyendo así,
391 De alguna manera ésta es la lógica que su byace a esas elllicidades simbólicas en el deci r realidad social antes imagin ada? El choque de civ ili zac iones está más en la economía po lít ica inter-
de algu nos autores, como posicionamientos en la arena de la s po líticas soc iales de afirmación posi nacional y los objet ivos de los despachos de polít icos, gobernantes y cosejos de admini stración que
tiva en USA (eL Capítul o 3.4). cn las propias gentes, a pesar de todas las atrocidades que hayan pasado.

542 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POLíTICA DE LA ETNICIDAD 543


Nés tor Gareía Canclini (2004) habla de interculturalidad, como práctica dialógi- y al contrario: ¿hasta cuándo vamos a tolerar la estigmati zación del Islam, polí-
ca que reconoce que somos varios, muchos, no siempre de acuerdo, pero que no nos ticamente inducida e ideológicamente interesada? Hay que insistir en visiones no
anul amos ni negamos, podemos hablar y convivir desde distin tos lugares, no exentos esencialistas de lo islámico y lo árabe, en la medida en que puedan coincidir o no.
de conflicto. Inle/fJenetrabilidad es otro palabro para pensar en procesos de ósmosis Siguie ndo a Juan Goyti solo, no hay que olvidar que el Islam es rico y mu y variado,
y confluencia por encima de bordes y fronteras, en el espacio propio tanto de unos habiendo encarnado durante mucho tiempo una de las formas religiosas culturales
como de otros, que se mezclan sin diluirse, reorganizándose y reconstituyéndose en más tolerantes en Europa. Una de las últimas conferencias de mujeres islámicas
sí y para sí, reversible y recursivamente. Aunque la autopoiesis habla de clausuras insisten en la necesidad de una relectura del Corán y una reinterpretación del mismo
operac ionales, éstas nunca son totales; pero, además, puede hablarse también de acorde con los tiempos, por la que no se justificarían los niveles de explotación y
aperturas operacionales. y todos el los en un universo de sistemas y entornos co-onto- dominación patriarcal que sufren muchas mujeres. Lo que beneficia a un género con-
génicos. La convivencia entre personas y gentes de tan diversos habitu s, prác ti cas, creto no puede justificarse por mandato di vino.
ideologías, representaciones, es un proyecto de voluntad política más que de fó rmu- Podríamos reguntarnos también por qué hemos de seleccionar las diferencias y
las mágicas, aunque requiere sin duda una gran dos is de imaginación. no las semejanzas. Por qué no mantener di versos ni veles de integración dentro de la
Pero no se nos escapan las di fic ultades ¿Hasta qué pun to las sociedades occi- di erencia, o la diferencia sólo operando a ciertos niveles y no otros, consensuados
dentales basadas formalmente en una ideología laica de la vida pública y política con todas las partes implicadas. A pesar de la diferencia clasificatoria, podemos estar
pueden convivir con ciertas concreciones ideológicas y re l ig i oso~ po l ít icas del I slam, cerca social , cognitiva y afecti vamente. La aceptación social no necesari amente se
que pone n en solfa las formas seculares europeas de incorporación civil y práctica iden ti fica con el de disolución ni asimilacióll: "Eres di ferente pero no tan di ferente",
política?393. ¿ Has ta qué punto puede ace ptarse la deporLación forzosa de una niña o "eres muy diferente, pero te acepto (para ciertas relaciones e interacciones)".
para que le practiquen la ablación del clítoris o que la casen con un hombre cuaren- No hace falta disolver(se) para estar y sentirse róx imo. ~pide la identifica-
ta años mayo r que ella? Un legíti mo y ju sto reco nocimiento y respeto no debe ción total, sino unas mínimas form as comunes de entendern os y artici ar igualita-
incluir la práctica de fo rma s totalitarias de dominación, aducidas como pecul arida- damentc en a efim ción y el desarrol o e a IIlteracción, de las relaciones sociales
des propias cuando se deben a fo rm as e interpretaciones históri cas precisas. El re l a~ ysus marcos de referencia. Esto exige vol un a política, trabajo, entrenamiento, edu-
ti vismo cultural no puede justifi car prác ticas abusivas y violentas de género, de cación, aprendizaje, difusión, comunicación, co-participación, deconstrucción crítica
edad, étnicas, denunciadas por sectores propios afectad os como partes integrantes de los discursos políticos e ideológicos que quiercn legitimar su decisiones y políti-
de un proyecto político e ideológico funda mentalista394 Tzvetan TodorQY ( 1988: 15) cas xenófobas y de exclusión en la opinión pública 396
expresa el senti r de muchos: la tolerancia debe ser un · rinci io ordenador de las
Todos podemos a- prox imarnos si insistimos en lo que nos parecemos y en lo que
y
relaciones humanaL~mpre cuanck;el Otro- los otros, ~n "inofensivos", tole~
de común nos une (Gareía Canclini , 2001 ). Hay que extender la comprensión, la
rantes igualmente con los suyos y con los demás. Según él, la tolerancia ha depre:-
mutualidad y la coexistencia pacífi ca por medio de la insistencia en la fundada seme-
sidi r la convivencia cotid iana y las relaciones inmed iatas, y la ley los principios de
la justicia, como para cualquier persona395 . janza de todos los seres humanos. Cllmo dice Todorov siguiendo a Goethe ( 1988 n
hay que abandonar la particularidad sino ahondar en ella hasta encontrar lo uni ver-
~ "En cada particu ariOad, tanto si es histórica o mitológica como si procede de una
fábula o ha sido inventada de manera más o menos arbitrari a, se verá cada vez más
393 Ni qué decir tiene que el hecho religioso invade también la política occidental, de mu y brillar y transparentarse lo uni versal a través del carácter nacional e individual"
sutiles maneras, por medio de la educación religiosa en escuelas, del proselitismo, de las éticas del (ibid.:25). Ya sabemos que Goethe era un adalid del particularismo romántico alemán,
trabajo y Jos ritos de paso, a través de manifiestos y expresiones públicas de sus especiali stas re l i ~ y, si n embargo, los ul11versalismos sólo ex isten incardin ados en rácti cas represen-
giosos, por medio del manejo de in gentes capi ta les como los de la Iglesia Católica en diversos p af~
ses, etc. Paladín de la lucha contra el Islam, en Norteamérica el pensamiento y la influencia rc l i ~
giosa es cada vez mayor, capaces de difundir su poder ideológico por las redes de la economía, lu
-
taCiones en procesos de hecho, cronot plcamente situadas, nunca fuera de ellas.
Éste puede ser también un buen programa para la Ant ro pología social y cul tural
.

política, las elecciones a represen tantes y la mercadotecnia tclevisa y electróni ca. contemporánea. Hemos oído tantas veces que la nuestra es la disciplina que preten-
394 Sin olvidar que algunas de estas prácticas abusivas ta mbi én fueron ejercidas por el mundo
cri stiano en Europa, no hace ta nto tiempo.
395 Es obvio que la propia dinámica autopoiética de las prácticas burocráti cas de la ley, Sll S
objetivaciones escritas, sus procedimientos, etc. pueden estar desacopladas con una comprensión 396 Como negarnos a aceptar la construcci6n de fosos, empalizadas y muros para separarnos
flexible de los ámbitos y conteni dos de la to lerancia práctica. Por eso, ta nto la interpretación de unos de otros: lo que fue el muro de Berlín, el que construye M arruecos para cercar a los saharaufs,
la ley como su formul ación debcn alcanzar la vida social y sus re laciones efecti vas para apoya r~ el israelí para contener a los palestinos, el americano para contro lar )a inmigrac ión mejicana, las
se y transformarse en ellas, las cuales también recogen el marco legal co mo escenario de su po s i ~ rejas electrificadas de las mansiones y la opacidad cuentas bancari as de los dictadores de turno de
bil idad. Occidente, África, As ia, América .

544 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONO MíA POlÍTICA DE LA ETNIC IDAn ."
de explicar las diferencias humanas. Quizás ya sea hora de dar un vuelco epistemo- las formas y nombres de la exclusión en nuestra sociedad, participe activamente en
j¡"lgico y comenzar a pedir que la Antropología refunda sus fines para convertirlos en la· sociedad mayoritaria a diversos niv~l_es_ y_esc,alas_ sic i,mi)ÚcadÓi1 en:-_slI:s,j,ll~yiü~l_e_~'­
llle,dios: cstudiar las particularidades es necesario para ver cuánto de 10 humano l~anenls y valores, que le impregnen y co-opten para unjWoyeclo colectivo de iglHÚ-
común hay en ellas. Ya no serán las ciencias biológicas y etológicas las que acaparen ~~~(fy·'justicia 'eÍl la diver~~,ci_ad.
esta visión unitaria de lo humano. 1:1mbién en 10 sociocultural conservamos Jo que
Todos sabemos que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, las for-
tenemos en común, que sólo puede manifestarse en la diversidad.
mulaciones de la UNESCO sobre el racismo, etc. son discursos situados en la histo-
Hay otra cuestión. Abu-Lughod (199 J) se pregunta si es necesario que las dife- ria política y moral de las ideas occidentales y su autoconciencia complaciente. No
rencias impliquen siempre jerarquización y asimetría 397 . Según Stuart Hall (1996) tienen ninguna legitimidad na/urol por encima de su arbitrariedad como construcción
sería necesario reconstruir el término de Etnicidad en su sentido preciso de d{ferencia, social histórica y ética colectiva. y, sin embargo, pueden tomarse como ideario de
pero no necesariamente como coerción O desigualdad. principio para que gobiernos, Estados, agencias políticas, con el concurso de las fuer-
Según 10 dicho hasta ahora, la diferencia clasificatoria no tiene por qué presup(}- zas económicas, comiencen a construir un tipo de relaciones humanas fll,ís justas y
ner discriminación social, por mucho que aquélla también sea construida socialmen-- solidarias tanto para el Resto como para los países desarrollados y económicamente
te. No yO(I_el~10s hablar de inclllsióll, inserción,_ integraci9n,_ incolpor~lci_ón., .ni_.1º-9-'J5 emergentes. Reconocer derechos tiene un valor retórico si no va acolllpaílado de polí-
las variantes para contrarrestar la alteridad excluyente, mientras 10s-,?_~~luid?~, 110 di,s·, ticas concretas y comprometidas para garantizarlos efectivamcntc a la población,
mediante la dedicación de los recursos y esfuerzos necesarios para la implementación
pongan ,,?,~ los 11_ledios ,llecesari,~~~ ___q~le __~_~ranti_ c~n _s,u_ biene,star socf~_l,_",l'lb~~áll~_)I-·i:c·s_i,:'
dencial a parti~" de~ stand ares, consensUados y objetivados· de túr l-m;neí:¡l~ S"i.l-i)el:~tl-:-l¡\ de condiciones de existencia igualitarias. Scguirá siendo una operación CosllH~tica si
marginación que muchos padecen es condición necesaria para que "el
reconocimien·· se hace desde el paternalis11l0 y el clientelismo de Occidente hacia el resto de países
pues no hace falta ir muy lejos para darnos cuenta de que cumplimos poco y mala··
to de su derecho a ser distinto no sea sólo un eufemismo para acallar nuestras con-
mente en nuestras propias sociedades. Tercer y Cuorlo mundo comparten los mismos
ciencias ni legitimar una práctica política y económica que edulcora y disimula su
cara más feroz. efectos colaterales del monopolio del poder, la riqueza y la toma de decisiones.

Una verdadera incorporación implica estrategias y mecanismos de relación t Desde el momento en que los seres humanos cqm()_ ~er~_s"sq_(*,lJes somos se,res
morales, no hay razón para acudir a legitimaciones 11PIUJyl!istas s(),l?L~___11llestra su pues··
interacción social que permitan ocupar un lugar en la estructura socioeconómica y en
t_~~il~_lad )' ralJifía nú(ural como tantas teorías b[l,$~ldas en el pesimismo, Hl1lropol6-
los ::Í!l1bitos de toma de decisiones que les competan, de participar activamente en lo
local y las esferas públicas, de producir modos y formas específicas de estar en el
gica 'del' maquiabelisll10 y las teorías instnnentalistas de la acción. El realismo polí··
tico no está i:'é'ñido con que las cosas puedan ser diferentes: otrap9s_a__ ,~~Jo, ql,l~ ctl~sta
mundo y vivir la vida, de reclamar reconocimiento social en igualdad de condiciones.
y cuánto estamos"dispuestos a dar y a exigir para que así sea.
Resumiendo, tendríamos que hablar, por ende, de toda una complejidad de micro-
macroprocesos en los que se reconoce, propicia, intercambia y/o comparte relación
social, bienes material-simbólicos y mundos representacionales y pragmáticos, desde
relaciones sistema/entornos concretos y variables, no isomórficamente reversibles,
que definen y delimitan múltiples lugares de poder, de definición y gestión. Este reco··
nocimiento, intercambio, compartición, puede estar variablemente objetivado (física·
mente materializado, ritualizado, formalizado y emblematizado, institucionalizado,
memorizado, subjetivamente in-corporado), incluso de forma distinta para los distin.,
tos actores sociales quienes, no obstante, pueden compartir e intercambiar con otros
actores e interlocutores.
_Sólo la t()l,~_r_a_l_lcia,_ ~_l respet?',,,la, soli_dtlri(lad, __ lt~_ ~~nerosida~, las p_ol~t,i,~'~~ yÚbl,¡.
cas y una monÚ econóinica de jüsticia y solidaridad, que mantenga úna ideó16gÍü' y
una práctica de Jo que nos une m6s que de lo que nos scpúra, i)ucde'esl~cl:ür üüii_~'Xc'll
el for:)J1.eo, elcxtranjero -de dentro y de fuera-, el desplazado, el margil]adoy to~las

}<)"! Sobre csta discusión véase especialmentc Coopcr (2003) y Eiscnbcrg y Spinncr-Halcv (200)).

546 ETNICIDAD, IDENTIDAD y MIGRACIONES ECONOMíA POlÍTICA DE LA ETNICIDAD 547


Epílogo

"Life is too short... so kiss s/ow/y, /augh insane/y, /ove tru/y and forgive
quick/y"

Después de tanto ir y venir, el contador de cuentos está cansado. Poco le queda


ya por decir después de 282.055 palab ras, 1.868 .883 caracteres y 31 .837 líneas (si n
contar estas últimas), organizados en 5 capítulos, 29 apartados y 110 epígrafes.
Espero que allla que se le ocurra ojear este libro por el final no se asuste por esta des-
mesura y persevere en su interés. Equi vocad@s o no, algu n@s no sabemos hacer las
cosas de otra ma nera. A pesar de las inclemencias y ocasionales rodeos, también ha
habido días de sol y brisa que han hecho de este viaje algo memorable.
Creo que seguiremos hablando de Etnicidad, Identidad, Migraciones, durante
una buena temporada. Pero cada vez más desde aprox imaciones críticas complejas,
que de-construyan lo social sin renunciar a hacer el camino de vuelta, comprometi-
das a no dejarnos la cocina patas arriba. El de aquí ha sido un modesto aunq ue tra-
bajoso intento.
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BIBLIOGRAFíA 601
600 UNICIDAD, IDENTIDAD Y MIGRACIONES
"Llevamos dos dias sin agua ni comida. We fear that our help is being
intercepted. We have no choice but to stay hidden until further notice. The
stink of putrid cabbages is stronger every day and now that is is winter it's
colder than ever. We thank our Lord for our luck and hop that others are not
as bad as we have heard. Father turns on the radio everyday to find out
how the war is going. I don't know what the point is in doing that, we get
worse news each day. Pluto looks ill and very weak, he can barely jump on
my bed and miaw anymore. I fear that he might be dying. He is my only
companionship as my sister died last year being killed by the enemy. My
body still hurts so much as we had to hide in the closet behind the kitchen
because the enemy searehed Mr and Mrs Masons house again. I can't
believe our luck everytime I think that somedoy else is risking their lives for
USo I wish all this would end soon. I miss my school, my friends, my room
and most of all, I miss you, my love. I have been sending him letters for
over four months now but haven't reeeived any reply. I feel so scared
everytime I think that something has happened to him. I can still rem(,mber
the first time that I saw him .... I was walking home late night and I sud·
denly stopped in front of a shop, looking at some pictures when suddenly
I saw the most handsome boy walking slowly down so me stairs opposite
me and smiling. I will never forget the day that that boy stole my smile and
the look of my eyes. I had a dream last night. You were there, you held my
hand so tight. Do you remember when we used to have so mueh fun?
Those days are gone, do you remember?
Lucía Hermosílla, on Anna Frank's Oiary

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