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Literatura oral.
Consultado: 13/05/20
La leyenda de Tanabata
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Estamos en verano en el hemisferio norte y por la noche las estrellas
aprovechan para lucir su rutilante belleza porque se saben más contempladas
que nunca. Dos de estas estrellas nos observan con especial interés, se trata
de Vega y Altair, las protagonistas de una ancestral historia de amor que tiene
por nombre la Leyenda de Tanabata, que se celebra en Japón, China y Corea.
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ISFD Nº 45 – Prof. Stella Maris Acuña – Oratoria y Retórica Docente. – Ciclo lectivo 2022 –
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El Tanabata está inspirado en una famosa historia del folclore chino, “El pastor
de vacas y la niña tejedora”. Algunas versiones de esta historia se incluyeron
en Man'yoshu, la colección más antigua existente de poesía japonesa, pero
esta es la versión más popular del cuento:
Orihime (Princesa Tejedora) era una princesa de excepcional belleza, hija
de Tenkou (Rey del Cielo, o el universo mismo), que cada día tejía hermosas
prendas junto a la orilla del Amanogawa (Vía Láctea). Las telas que
confeccionaba eran el mayor orgullo de su padre y por eso ella trabajaba
constantemente en su obra. Pero un día, cuando bajaba al río, Orihime se
cruzó con Hikoboshi, un joven y apuesto pastor de bueyes. El amor surgió
rápidamente entre ambos y, aunque trataron de ocultarlo, pronto llegó a oído
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del padre de ella. Preocupado por la felicidad de su hija, el Rey del Cielo
arregló el matrimonio entre Orihime e Hikoboshi.
Sin embargo, una vez casados, su amor ocupaba todo el tiempo de los
amantes y ambos descuidaron sus tareas. Orihime ya no tejía telas para
Tenkou y Hikoboshi permitía que sus vacas se desviaran por todo el Cielo.
Enfadado, Tenkou convirtió a los enamorados en estrellas y los separó a través
del Amanogawa (Vía Láctea), prohibiéndoles encontrarse de nuevo. Orihime se
entristeció mucho por la pérdida de su esposo y le pidió desconsolada a su
padre que se apiadara de ellos.
Finalmente, el Rey del Cielo se conmovió con las lágrimas de su hija y permitió
que los dos se encontraran el séptimo día del séptimo mes si trabajaba duro y
terminaba de tejer.
La primera vez que intentaron encontrarse, sin embargo, descubrieron que no
podían cruzar el río porque no había puente. Orihime lloró tanto que apareció
una bandada de urracas y prometieron hacer un puente con sus alas para
poder ayudar a Hikoboshi a cruzar el río y reunirse con su amor.
Así sucede cada año, una sola noche en la que Orihime e Hikoboshi son libres
para amarse antes de volver a sus obligaciones.
Aunque se dice que si llueve en Tanabata, las urracas no pueden extender sus
alas como puente y los dos amantes deben esperar otro año para poder
encontrarse.
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