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Las 10 leyendas japonesas más interesantes


Oscar Castillero Mimenza

19-25 minutes

A lo largo del mundo existen una gran cantidad de mitos y tradiciones, procedentes de la amplia diversidad de culturas que han habido (y siguen
habiendo) a lo largo de la historia. Una de las mitologías que más suele fascinar al mundo occidental es la japonesa, la cual genera gran interés y se ha
ido popularizando a lo largo del tiempo.

Son múltiples los mitos y leyendas japonesas a través de las cuales los antiguos pobladores de la isla intentaban dar una explicación
al mundo que les rodeaba, y que siguen siendo objeto de inspiración para múltiples escritores y artistas.

Es por ello que a lo largo de este artículo vamos a hacer una breve recolección de diez leyendas japonesas, cortas o más complejas, prueba de la
riqueza cultural de esta región de Asia. Estas nos permiten ver la perspectiva tradicional del pueblo nipón respecto a temas temas tan diversos
como el amor o el origen de elementos de la naturaleza o la geografía de su territorio.

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Una selección de las leyendas japonesas más populares


A continuación os dejamos con una breve recolección de diez leyendas japonesas altamente conocidas y relevantes, que nos explican desde el folclore
nipón el porqué de la existencia de elementos de la naturaleza o historias de amor o terror en base a dioses, criaturas y espíritus propios de su
mitología.

1. El cortador de bambú y la princesa de la Luna

Una de las figuras mitológicas más conocidas de japón es la Kaguya-hime, sobre la cual existen numerosas leyendas. Entre ellas podemos observar
cómo algunas de sus leyendas hacen referencia a algunos de los elementos geográficos más relevantes de la isla, como el monte Fuji. Una de ellas es la
siguiente, que además incorpora referencias al porqué de la neblina que recubre dicho monte (en realidad un volcán que aún manifiesta cierta
actividad).

Según la leyenda hubo una vez una humilde pareja de ancianos que nunca había podido tener hijos pese a desearlo profundamente. Para vivir, la
pareja dependía de la recolección de bambú y de su uso para elaborar diferentes artículos. Una noche, el anciano se internó en el bosque
para cortar y recoger bambú, pero de repente se dió cuenta de que una de las muestras que había cortado brillaba a la luz de la Luna. Tras examinar el
tallo, encontró dentro de él a una pequeña niña, de pocos centímetros de tamaño.

Dado que su mujer y él nunca habían podido tener hijos, el hombre la llevó a su hogar, donde la pareja le daría el nombre de Kaguya y decidiría criarla
como a su hija. Además de ello, la rama de la cual había salido la niña empezó con el tiempo a generar oro y piedras preciosas, haciendo rica a la
familia.

La niña fue creciendo con el paso del tiempo, convirtiéndose en una hermosa mujer. Su belleza sería tal que empezaría a tener numerosos
pretendientes, pero ella se negó a casarse con ninguno. Las noticias sobre su belleza llegaron a oídos del emperador, quien intrigado solicitó
que acudiera a su presencia, a lo que Kaguya-hime se negó. Ante la negativa el emperador acudiría en persona a visitarla, cayendo rápidamente
enamorado de ella y pretendiendo llevarla con él a su castillo, a lo que la joven también se negaría. A partir de entonces el emperador seguiría
manteniendo la comunicación con Kaguya-hime a través de numerosas cartas.

Un día, la joven habló con su padre adoptivo sobre el porqué de sus negativas, así como el motivo por el que cada noche pasaba las horas mirando al
cielo: ella provenía de la Luna, su hogar, de la cual era princesa y a la cual estaba destinada a volver en poco tiempo. Angustiados, los padres se lo
comunicaron al emperador, el cual envió guardias para intentar evitar que la mujer fuera devuelta a la Luna.

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Pese a las medidas de seguridad, una noche de luna llena una nube descendió desde la Luna con intención de llevársela. Antes de partir de nuevo a su
hogar natal, sin embargo, Kaguya-hime se despidió de sus padres y dejó atrás una carta de amor para el emperador, junto con una
botella en la que le dejaba al segundo el elixir de la vida eterna. La carta y la botella le fueron entregados al emperador, quien decidió llevarlos a la
montaña más alta y crear una hoguera. Allí, una vez salió la Luna, el emperador arrojó la carta y el elixir al fuego, generando un humo que ascendería
hacia el lugar donde había partido su amada. Ese monte es el monte Fuji-yama, y aún hoy en día podemos ver en su cima el humo procedente de la
hoguera del emperador.

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2. El hilo rojo del destino

Una de las leyendas de amor más conocidas del pueblo nipón es la que nos habla del hilo rojo del destino, el cual parte de nuestro meñique (el cual es
irrigado por la misma arteria que el dedo corazón, algo que terminó por asociar el primero con la transmisión de sentimientos) para atarse al de otra
persona a la cual estamos destinados a conocer, manteniendo un profundo vínculo con ellas. Se trata de leyendas que suelen hablan de amores
que están predistinados a ocurrir. Aunque existe más de una leyenda basada en este concepto, la más famosa es la que sigue.

Dice la leyenda que hace muchos años, un emperador recibió la noticia de que existía en su reino una poderosa hechicera capaz de ver el hilo rojo del
destino. El emperador la mandó traer ante su presencia, solicitando que le ayudara a encontrar a la que debía ser su esposa.

La hechicera aceptó y empezó a seguir dicho hilo, llevando a ambos a un mercado. Allí, la hechicera pararía frente a una plebeya, una
campesina pobre que vendía productos en el mercado con su bebé en brazos. Luego, la hechicera le dijo al emperador que allí terminaba su hilo. Sin
embargo, y viendo que estaba ante una campesina de gran pobreza, el emperador pensó que la hechicera se estaba burlando y empujó a la campesina,
haciendo que su bebé cayera y se hiciera una gran herida en la cabeza. Tras ordenar la ejecución de la hechicera, el emperador volvió al palacio.

Muchos años más tarde y guiado por sus consejeros, el emperador decidió desposar a la hija de uno de los generales más importantes del país, si bien
no la vería hasta el día de la boda. Ese día, al verle la cara por primera vez, descubrió que su futura esposa tenía una cicatriz en la cabeza, producto de
una caída cuando era bebé. Evidentemente: tal y como la hechicera había pronosticado, la mujer que iba a compartir su vida era el bebé de la
campesina.

Esta es una de las leyendas japonesas que hablan sobre el concepto de la predestinación, concretamente aplicado al tema del amor. El mito de la media
naranja encuentra en esta historia un reflejo en su versión oriental.

3. Sakura y Yohiro

Otra de las leyendas más conocidas nos explica a partir de una historia de amor el origen y floración de uno de los árboles más hermosos y
emblemáticos de Japón: el cerezo. La historia es la siguiente.

Dice la leyenda que hace mucho tiempo, en un tiempo de grandes conflictos bélicos, existía un bosque lleno de hermosos árboles. Todos ellos tenían
copa abundante y florida, y era tal su belleza y el consuelo que ofrecían que ningún combate tenía lugar en el bosque. Todos menos uno: había un joven
ejemplar que nunca florecía, y al que nadie se acercaba debido a su aspecto seco y de apariencia decrépita.

Un día un hada, viendo la situación del árbol, se conmovió y decidió ayudarle: le propuso al árbol lanzarle un hechizo gracias al cual podría sentir lo
mismo que un corazón humano a lo largo de veinte años, con la esperanza de que la vivencia de la emoción le hiciese florecer. Además
durante dicho periodo podría transformarse en ser humano a voluntad. Sin embargo, si después de dichos años no lograba recuperarse y florecer,
moriría.

Tras aceptar el hechizo y recibir la capacidad de sentir y transformarse, el árbol empezó a internarse en el mundo de los hombres. Lo que encontró fue
guerra y muerte, algo que le hizo rehuirlos durante largos períodos. Fueron pasando los años y el árbol iba perdiendo la esperanza. Sin embargo, un día
en el que se tornó humano, el árbol se encontró en un arroyo a una bella joven, que le trató con gran amabilidad. Se trataba de Sakura, con quien tras
ayudarla a llevar agua hasta su hogar sustuvo una larga conversación sobre el estado de la guerra y el mundo.

Al preguntarle la joven su nombre, el árbol consiguió balbucear Yohiro (esperanza). Fueron viéndose todos los días, surgiendo una profunda amistad.
Dicha amistad terminaría poco poco haciéndose más profunda, hasta llegar a ser amor. Yohiro decidió contarle a Sakura lo que sentía por ella, junto

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con el hecho de que era un árbol a punto de morir. La joven calló.

Cuando faltaba poco para que acabaran los veinte años del hechizo, Yohiro se tornó árbol de nuevo. Pero aunque no lo esperaba, Sakura llegó y le
abrazó, contándole que también le quería. En ello apareció de nuevo el hada, ofreciendo a la joven Sakura dos opciones: seguir siendo humana,
o fundirse con el árbol. Sakura eligió fundirse por siempre con Yohiro, algo que dió lugar a las flores del árbol: el cerezo. A partir de ese momento su
amor puede verse durante la floración del cerezo.

4. La leyenda de Yuki Onna

Yuki-Onna es un yokai o espíritu, de forma femenina, que aparece durante las noches de nieve para alimentarse de la energía vital de quienes se
pierden en su territorio y transformarles en estatuas heladas. Este ser forma parte de varias leyendas, representando la muerte por
congelación. Entre ellas una de las que más destaca es la que sigue.

Dice la leyenda que un día dos jóvenes leñadores y carpinteros, Mosaku y Minokichi, volvían a casa del bosque cuando se vieron inmersos en una
tormenta de nieve. Ambos, maestro y alumno respectivamente, se refugiaron en una cabaña y al poco tiempo se durmieron.

Sin embargo, en ese momento una ráfaga abrió la puerta con violencia, entrando junto con ella una mujer vestida blanco que, acercándose al maestro
Mosaku, absorbió su energía vital y lo congeló, algo que lo mató en el acto. El joven Minokichi estaba paralizado, pero al ver su juventud Yuki-
Onna decidió perdonarle a cambio de que jamás revelara lo sucedido, en cuyo caso lo mataría. El joven accedió.

Un año después, Minokichi conoció y posteriormente se casó con una joven de nombre O-Yuki, con quien tuvo hijos y una relación feliz. Un día, el
joven decidió contarle a su esposa lo que había vivido. En ese momento O-Yuki se transformó, descubriéndose como Yuki-Onna y dispuesta a matar a
Minokichi tras haber rote este su pacto. Sin embargo en el último momento decidió perdonarle al considerarlo buen padre, y tras dejar a
sus hijos al cuidado de Minokichi abandonó el hogar para no volver jamás.

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5. Shita-kiri Suzume: el gorrión de la lengua cortada

Algunas leyendas japonesas antiguas tienen forma de fábula que nos muestra el precio de la codicia y la virtud de la bondad y la mesura. Una de ellas es
la leyenda del gorrión de la lengua cortada.

Esta historia nos narra cómo un noble y benevolente anciano fue al bosque a cortar leña, para encontrarse con un gorrión herido. El anciano se
apiadó del ave, llevando al animal a su casa para cuidarlo y alimentarlo. La esposa del anciano, una señora codiciosa y avara, no lo apoyaba,
pero eso no le detuvo. Un día en que el anciano tuvo que volver al bosque, la mujer dejó al ave herida sola, la cual encontró harina de maíz que terminó
por comerse. Al volver esta, viendo que se la había terminado, se enfadó y le cortó la lengua al gorrión antes de expulsarlo de la casa.

Más tarde, al volver el anciano leñador y enterarse de lo ocurrido, salió a buscarlo. En el bosque y con la ayuda de algunos gorriones, el anciano halló
la posada de los gorriones, donde fue bienvenido y pudo saludar al que él había salvado. Al despedirse, los gorriones le dieron a elegir como regalo
de agradecimiento entre dos cestas, una grande y otra pequeña.

El anciano escogió la pequeña, para descubrir una vez en casa que ocultaba un tesoro de gran valor. Su esposa, tras saber la historia y que existía otra
cesta, acudió a la posada y exigió el otro cesto para ella. Se lo dieron con la advertencia de que no la abriera hasta llegar a su casa. Pese a
ello la anciano los desoyó, abriendo el cesto en plena montaña. Ello provocó que lo que viese en su interior fueran diversos monstruos, algo que la
asustó de tal modo que tropezó y cayó montaña abajo.

Esta es una de las leyendas japonesas que tratan el tema de la avaricia, algo muy discutido en la cultura popular de muchas sociedades. Su trasfondo
moral se hace evidente, al mostrar un caso de premio obtenido no mediante el esfuerzo y el trabajo sino mediante la arrogancia.

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6. Amemasu y los tsunamis

Japón se encuentra en un territorio que, por su situación geológica y desde la antigüedad, resulta frecuentemente castigado por numerosas catástrofes
naturales como los terremotos o los tsunamis. En este sentido también podemos encontrar mitos y leyendas que intentan dar una explicación al porqué
de los dichos fenómenos. Un ejemplo lo encontramos en la leyenda de Amemasu, la cual intenta explicar el porqué de los tsunamis.

Dice la leyenda que en la antigüedad existía un gigantesco yokai (término que hace referencia a un conjunto de espíritus sobrenaturales de gran
poder que conforman buena parte de la mitología japonesa) en forma de ballena llamado Amemasu, el cual habitaba el lago Mashu de tal manera que
su enorme cuerpo bloqueaba el paso de las aguas del océano Pacífico.

Un día, un pequeño ciervo se acercó al lago con el fin de saciar su sed. En ese momento el gigantesco yokai saltó para comerse al ciervo, engulléndolo
en el acto. El pequeño ciervo, dentro de Amemasu, lloró. Lloró de tal forma que sus lágrimas, de una pureza excepcional, perforaron el estómago
de la bestia con tal fuerza que se abrió una agujero en las tripas de Amemasu, matándolo a la par que dejaba salir al ciervo.

La muerte del yokai fue vista por una ave que pasaba por la zona, la cual correría a las distintas aldeas para avisar del peligro de que la muerte del ser
suponía, el ser su cuerpo el que frenaba las aguas del océano. Sin embargo, con la excepción de los Ainu, que huyeron a territorios elevados,
la mayoría de pobladores de la isla sintieron curiosidad y acudieron al lago con el fin de ver lo sucedido.

Una vez allí y viendo el enorme cuerpo del yokai decidieron comérselo sin ningún respeto. Pero eso tuvo graves consecuencias: tras haber sido
devorado el cuerpo de Amemasu había desaparecido lo que bloqueaba las aguas del Pacífico, con lo que en ese mismo momento las aguas
contenidas anegaron la zona y mataron a todos los presentes.

Ello causaría el primer tsunami, el cual únicamente dejaría con vida a los Ainu, quienes hicieron caso de las advertencias del ave. Se dice que después
de ello, el resto de tsunamis que asolan Japón son causados por la ira del espíritu ante los crímenes dirigidos a los animales del mar.

7. Teke-teke

Una leyenda urbana de terror basada en los tiempos modernos, la historia de Teke-teke nos cuenta cómo una joven tímida que se transformó en
un espíritu que sigue rondando las estaciones de tren del país.

La leyenda nos cuenta cómo una joven tímida y frágil era víctima de acoso escolar. La joven recibía constantes vejaciones y humillaciones, sin poder
defenderse. Un día, la joven estaba absorta en sus pensamientos y esperando un tren para volver a su hogar cuando algunas de sus torturadoras la
avistaron.

Estas cogieron una cigarra del camino, lanzándosela a la espalda. Cuando el animal empezó a cantar en su espalda, la chica se asustó y cayó
a las vías, de tal manera que justamente pasó un tren por encima: la muchacha murió, siendo partida en dos por el tren.

A partir de entonces se dice que durante las noches es posible ver la parte superior su cuerpo arrastrándose con sus uñas, buscando su otra mitad de
manera desesperada e iracunda. Si encuentra alguien, le pregunta por dónde están sus piernas, y en ocasiones las ataca con sus garras (llegando
empujar a otras personas a las vías e incluso matarlas y transformarlas en criaturas como ella).

8. Yamaya no Orochi

Las leyendas japonesas incluyen a menudo también la presencia de diversos dioses sintoístas, además de grandes gestas y la obtención de tesoros. Un
ejemplo de estas es la leyenda del dragón Yamaya no Orochi.

La leyenda nos dice como en el inicio de los tiempos la humanidad convivía en la misma tierra con deidades y bestias, estando en equilibrio y
ayudándose los unos a los otros. Sin embargo, llegó un momento en el que el dios Izanagi entró en conflcito con su esposa Izanami, algo
que destruyó el equilibrio para siempre.

En el contexto de la guerra entre ambos dioses, la maldad surgió en muchas deidades, y vinieron al mundo los oni y los dragones (naciendo estos
últimos de la la vegetación que había absorbido la sangre de los dioses). Entre estos últimos seres surgió un de los dragones más poderosos, Yamata no
Orochi, el cual contaba con ocho cabezas y colas. La criatura demandó a los pobladores humanos de Izumo el sacrificio de ocho muchachas cada
noche de luna llena, una vez al mes.

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Los ciudadanos fueron cumpliendo con el sacrificio, quedándose poco a poco sin doncellas. El líder de Izumo tuvo una hija, Kushinada, la cual al llegar
los dieciséis años vio como las últimas doncellas eran sacrificadas. Ella sería la próxima. Pero un día el dios Susanowo llegó a Izumo y se enamoró de
Kushinada. El dios prometió destruir a Yamata no Orochi si a cambio le concedían la mano de la joven, algo a lo que el rey accedió rápidamente.

Cuando llegó la noche en que Kushinada iba a ser sacrificada, Susanowo se disfrazó de sirviente y agasajó al dragón con ocho barriles
de licor antes de que empezara el banquete en que la joven iba a morir. El dragón bebió, cada cabeza de un barril, hasta llegar a estar ebrio y dormirse.
Tras ello, el dios Susanowo procedió a cortarle las cabezas y las colas al ser, así como sus entrañas. De entre los restos extrajo la espada Kusanagi no
Tsurugi, el espejo de Yata no Kagami y el medallón Yasakani no Magatama, los tres tesoros imperiales de Japón.

9. El pescador y la tortuga

Muchas leyendas japonesas se basan en promover la bondad y la virtud, así como hacer referencia a la necesidad de escuchar las advertencias. Es lo
que ocurre con la leyenda del pescador y la tortuga, la cual es también una de las más antiguas referencias a los viajes en el tiempo.

La leyenda nos cuenta que había una vez un pescador llamado Urashima, el cual un día observó como en la playa unos niños estaban torturando a una
tortuga gigante. Tras encararse a ellos y pagarles unas monedas para que la dejaran, ayudó al animal a volver al mar. Al día siguiente, pescando en
el mar, el joven oyó una voz que le llamaba. Al volverse vio de nuevo a la tortuga, la cual le comentó que era servidora de la reina de los mares y
que esta quería conocerle (en otras versiones, la propia tortuga era la hija del dios del mar).

La criatura le llevó al Palacio del Dragón, donde el pescador fue bien recibido y agasajado. Se quedó allí por tres días, pero tras ello quiso volver a su
hogar dado que sus padres tenían una edad avanzada y quería visitarlos. Antes de partir, la deidad del mar le otorgó una caja, que le advirtió nunca
debía abrir.

Urashima volvió a la superficie y se dirigió hacia su casa, pero según iba llegando fue viendo que la gente era extraña y los edificios estaban diferentes.
Al llegar a su caso la encontró totalmente abandonada, y tras buscar a su familia no pudo encontrarla. Preguntando a los vecinos, algunos ancianos le
dijeron que en esa casa vivió hace mucho una anciana con su hijo, pero este se ahogó. Pero la mujer había muerto hacía mucho, antes de que él naciera,
y con el tiempo el pueblo había ido desarrollándose. Aunque para Urashima apenas habían pasado unos días, en el mundo habían pasado
varios siglos.

Añorando el tiempo pasado en el Palacio del Dragón, el joven miró la cajita con la que la deidad del mar le había obsequiado, y decidió abrirla. Desde el
interior surgió una pequeña nube, que empezó a partir hacia el horizonte. Urashima la siguió hacia la playa, pero cada vez le costó más avanzar y
empezó a notar más y más debilidad. su piel se arrugó y cuarteó, como la de una persona de edad avanzada. Al llegar a la playa terminó de comprender
que lo que guardaba la caja no eran otra cosa que los años que habían pasado para él, que tras abrirla volvían a su cuerpo. Murió poco después.

10. La leyenda de Tsukimi

Algunas leyendas japonesas nos narran el origen de algunas celebraciones y tradiciones, como la leyenda de Tsukimi, la cual explica la tradición de
observar la Luna el primer día del otoño.

Dice la leyenda que había una vez un anciano peregrino se encontró un día con varios animales, como el mono, el zorro o la el conejo. Agotado y
hambriento, les pidió ayuda para conseguir alimento. Mientras que el zorro cazó un ave y el mono recogió frutos de los árboles, el conejo no conseguía
nada que el ser humano pudiera comer.

Viendo al anciano tan agotado y débil, el animal decidió encender un fuego y lanzarse a él, ofreciendo su propia carne como alimento.
Ante el noble gesto, el anciano reveló su verdadera identidad: se trataba de una poderosa deidad, la encarnación de la propia Luna, la cual decidió
recompensar el gesto del conejo llevándolo a la Luna junto a él.

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