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Escuela Dagoberto Campos, El Molle

Lenguaje y Comunicación

Seres sobrenaturales y leyendas de la Isla.


Chiloé tiene una rica tradición de leyendas, historias y creencias que mezclan
las raíces de los pueblos originarios con las nuevas ideas y concepciones
traídas por los europeos.
En las leyendas chilotas hay cientos de seres fantásticos; en
su mayoría, tienen forma o apariencia de animales,
acuáticos o terrestres, y poseen capacidades sobrenaturales.
Entre los personajes más importantes de la mitología chilota
se encuentra el Trauco, pequeño adefesio enemistado con
los hombres, pero enamorado de las mujeres. Se dice de él
que a pesar de su desagradable apariencia, encanta a las
jóvenes. La contraparte del Trauco es la Fiura, mujer fea y de
baja estatura, que seduce a los hombres, preferentemente
jóvenes, quienes atribuyen a su aliento maligno algunas
enfermedades que se les presentan.
La Pincoya, en cambio, es una mujer bella y personifica la
fertilidad de la fauna marina. Vive, junto al Pincoy, su esposo, en constante
alegría. Los pescadores cuentan que cuando ambos están de fiesta, él canta
armónicamente y ella baila mirando el mar, lo cual, según creencia popular,
llenaría las aguas de peces. Por el contrario, si su danza mira al cerro las costas
estarán vacías.
Entre las leyendas más populares de la isla figura El
Caleuche, barco fantasma usado por los brujos para ir
de un lugar a otro. Por pertenecer a tan curiosos
dueños, el barco tiene propiedades inimaginables,
como ser capaz de enfrentar peligrosas tormentas,
navegar a alta velocidad y convertirse en otros
elementos, como troncos flotantes o rocas. Según
cuenta la historia de esta extraña embarcación, casi
todos sus tripulantes son incautos pescadores que
quedan hechizados con sus encantadoras melodías.
También ha sido muy difundido en la isla el mito de Tentenvilú y Caicaivilú,
relato que intenta explicar la conformación geográfica del sur de Chile. Según
este mito, Tentenvilú y Caicaivilú son los hijos de los pillanes Antu y Peripillán,
respectivamente. Ellos fueron convertidos en serpientes y desde siempre han
estado en conflicto. Tentenvilú maneja la tierra y ayuda al ser humano y
Caicaivilú cuida el mar.
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Un día Caicaivilú despertó de su largo sueño y, enfurecido con los hombres


por ser tan poco agradecidos, comenzó a azotar su cola en el agua, con lo que
inició un gran cataclismo que terminó
inundando todo el territorio. Tentenvilú,
amiga de los hombres, decidió ayudarlos y
comenzó la gran tarea de salvarlos
llevándolos a los cerros. La mayoría no logró
llegar al terreno más alto y se convirtieron
en peces, aves y animales marinos.
La lucha siguió durante mucho tiempo,
hasta que ambas serpientes se cansaron de
pelear y si bien Tentenvilú obtuvo una
victoria parcial, pues el agua no logró inundar la totalidad de la tierra,
igualmente esta nunca volvería a su nivel natural, formándose así la actual
geografía del sur de Chile.
Según la tradición mapuche, Tentenvilú continúa manifestándose mediante
los terremotos y las erupciones volcánicas, mientras que Caicaivilú causa los
maremotos cuando se revuelve en medio de su sueño.

La comunidad chilota.
La isla de Chiloé es un lugar lleno de tradiciones y costumbres provenientes
del pasado y que aún la modernidad no ha logrado desterrar. De alguna
manera son estas actitudes o acciones las que atraen al turista, pues
simbolizan toda la riqueza social y cultural de los chilotes.
Entre ellas, la más conocida es la “minga”, un sistema de trabajo comunitario
que consiste en que una familia pide ayuda a sus vecinos para realizar tareas
pesadas, y así, colectivamente, se lleva a cabo la faena. El trabajo se realiza en
forma gratuita, pero al finalizar la jornada, los dueños de casa ofrecen una
fiesta y un curanto a todos sus colaboradores.
Sin embargo, la forma de minga más espectacular es la de “tiradura de casa”.
Usualmente, cuando una familia se cambia de barrio o de isla por motivos de
trabajo, se traslada con casa y todo. Se utilizan bueyes para mover la casa y si
deben atravesar el mar, el mismo inmueble —por ser de madera— hace las
veces de balsa.
Otra actividad presente hasta hoy en Chiloé es la “maja”, que consiste en
moler manzanas hasta extraer la mayor cantidad de zumo para luego
elaborar la tradicional chicha de manzana. Es una faena a que, por el esfuerzo
que implica, se hace siempre trabajando en equipo.
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La importancia de lo natural

Chiloé es un paraíso de artesanías y artesanos pues la


belleza y la variedad, especialmente en tejidos y
cestería, atraen no solo a los turistas extranjeros sino
también a los nacionales y a los mismos chilotes. Entre
los productos tejidos, podemos encontrar gorros,
calcetines, chalecos y abrigos hechos a mano en lana
de oveja natural o teñida. Para confeccionar frazadas,
mantas, chales o ponchos se utiliza el “quelgo” o telar
chilote, que va pegado al suelo y en el cual la lana se
trabaja de manera horizontal. Es una técnica difícil de manejar, pues hay que
tejer de rodillas. En la cestería destacan distintos objetos: canastos, mallas o
figuras decorativas hechas con fibras vegetales, como ñocha, coirón, junquillo
y quiscal. También se construyen artefactos de mayor tamaño como
chimeneas, braseros y hornos, todos elaborados en cancagua, roca típica de
Chiloé, que puede trabajarse usando herramientas manuales.

Diversidad de expresiones

La música y el baile son creaciones humanas que caracterizan muy bien la


personalidad de un pueblo y el carácter de una sociedad. Chiloé, por su parte,
es una de las regiones más ricas en cuanto a manifestaciones artísticas de
este tipo debido a su originalidad y vasta producción de piezas e instrumentos
musicales. Entre los bailes más conocidos y propios de
Chiloé, encontramos la samba refalosa, cuyo auge se dio a
mediados del siglo XIX en Buenos Aires, Lima y Santiago de
Chile, expandiéndose después a Chiloé; la cueca chilota
que, aunque es similar a la cueca tradicional que se baila
en el resto del país, posee pasos y zapateado diferentes; la
trastrasera, danza simple que se puede bailar tanto en
pareja como en grupo y que es de origen chilote. Entre los
instrumentos musicales más difundidos en la isla
encontramos el rabel, pequeño violín hecho con madera
de alerce y avellano; el bombo chilote, similar al bombo
nortino, pero más pequeño y con una caja de resonancia
hecha de latón; y la matraca, instrumento compuesto de
un tablero y una o más aldabas que al sacudirlo produce
un sonido especial. Se usa en diferentes fiestas y
celebraciones religiosas.
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