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Zona sur

Zona Sur. Se caracteriza por ser lluviosa y fría en invierno. Gracias a su clima es
que podemos disfutar de los verdes y ondulantes colinas, bellos bosques y lagos
de color esmeralda. En estas regiones poco a poco la cordillera cae al mar y se
hace evidente en la zona de Puerto Montt.
Esta zona es una de las más heterogéneas en lo que se refiere a sus paisajes y a
la realización de actividades al aire libre.
El Sur de Chile se caracteriza por tener un alto índice de lluvias y bajas
temperaturas en el invierno. Mientras más se avanza hacia el sur, el clima se hace
más lluvioso y helado. En verano, el sur suele ser caluroso pero también con
precipitaciones todo el año.

Iglesia de Matao - Chiloé Parque Nacional Nahuelbuta Valdivia


Araucanía
Es una de las zonas del país en donde existen y confluyen en una mágica armonía
una rica gama de paisajes, climas, alturas, lagos, montañas y una vasta cantidad
de atractivos que la hacen un lugar privilegiado tanto de Chile como del mundo.
El clima en general es más húmedo y las lluvias son más abundantes sobre todo
en la costa y en la zona cordillerana. La Cordillera de Los Andes se transforma
aquí en una sucesión de volcanes espectaculares, bosques milenarios y cristalinos
lagos. De excepcional interés es el Parque Nacional Conguillío que rodea el
gigantesco volcán "Llaima" y cuyos árboles predominantes son las Araucarias
(Araucaria Araucana), consideradas como sobrevivientes de la prehistoria. Para
los mapuches, llamados araucanos por los españoles, la araucaria tenía una rica
fuente de alimento en su fruto: el pehuén.
Hacia el sur comienza una sucesión de lagos de singular belleza, tales como:
Colico, Caburgua y el gran lago Villarrica. En este último, en sus extremos Oeste y
Este se encuentran los importantes centros Turísticos de Villarrica y Pucón,
respectivamente. En ambos existen excelentes hoteles y en Pucón hay un Casino
de juegos.
En esta zona se encuentra el corazón de la raza originaria chilena: los mapuches.
Por eso, hacia el interior, a pesar de varios siglos transcurridos, es posible
encontrar pueblos en los cuales el tiempo parece haberse detenido. En contraste,
la ciudad capital de esta región, Temuco, se ha convertido en los últimos años en
una ciudad moderna y llena de adelantos. De hecho, es la que más crecimiento
económico ha experimentado.

Los Lagos
Las ciudades de Valdivia, Osorno, Puerto Varas y Puerto Montt, son buenos
puntos de partida para realizar excursiones a los bellos lagos que se internan en
los Andes.
Cada una de las principales ciudades de la región de los lagos cuenta con
excelentes hoteles, gastronomía, centros comerciales y transporte; dispone de
atracciones para todos los gustos, edades y estados físicos. De particular interés
es la cadena de parques nacionales que se extiende a lo largo de la frontera con
Argentina y protege una serie de ecosistemas, que van desde bosques nativos
hasta mesetas volcánicas.
Para aquellos con intereses más específicos o de aventura, las caminatas,
montañismo, rafting, observación de aves, bicicleta de montaña y cabalgatas, son
algunas de las casi ilimitadas posibilidades que ofrece la zona de los lagos.
Más al sur, donde el Valle Central finalmente se hunde en el Pacífico y comienza
la Patagonia chilena, hay magníficos bosques de alerce milenarios, el segundo
árbol más antiguo del mundo. Ciertos ejemplares de esta conífera sobrepasan los
3.500 años de edad.

Las principales localidades de Chiloé son Ancud, Dalcahue, Castro, Chonchi y


Quellón.
La Isla Grande de Chiloé se ubica a 1.186 kilómetros de Santiago y a 90
kilómetros al suroeste de Puerto Montt. Dentro de sus atractivos se destacan sus
construcciones arquitectónicas de madera, los palafitos y sus iglesias. Las
costumbres de sus habitantes mezclan la mitología y el catolicismo. Son gente
muy amable y cariñosa.
El archipiélago de Chiloé es como un pequeño continente adosado al territorio
chileno del cual es geográficamente muy distinto. Siendo la Isla Grande de Chiloé
la segunda más grande de Sudamérica, (después de la Tierra del Fuego) se
separa del continente por el canal del Chacao y de la cordillera andina por un mar
interior, extendiéndose por más de cien millas hacia el sur. La Isla Grande tiene
una costa occidental abrupta e inhóspita, presentando a lo largo de su litoral el
erosionado relieve de la milenaria Cordillera de la Costa.
Esta cordillera, que no supera los mil metros, es drásticamente cortada por dos
lagos, el Cucao y el Huillinco, y aunque más al sur vuelve a levantarse, no logra
recobrar su unidad vertebral, cambiando también su nombre por el de cordillera de
Piuchue en su sección norte y de Pirulil por el sur. Aparte de estos promontorios
cubiertos de bosques impenetrables, el relieve de la Isla Grande es más suave
que escabroso.

Cucao es la puerta de entrada a una de las pocas áreas boscosas del mundo que
conserva el carácter primitivo de sus especies de flora y fauna, esto es el Parque
Nacional Chiloé. Allí se puede disfrutar de la paz que nos brinda el contacto con
una naturaleza no contaminada y el placer de sus playas de finísimas arenas que
se extienden por varios kilómetros.
Dentro de las diversas tradiciones y costumbres propias de la zona de Chiloé
podemos encontrar al Curanto. La preparación de este plato es más que una
receta. Es un fiesta en la cual todos trabajan en función de ella. Principalmente, su
confección comienza con hacer un hoyo en la tierra de más o menos medio metro,
en el cual se colocan abajo piedras grandes calientes, luego se colocan una serie
de alimentos como mariscos (cholgas, almejas, choritos, picorocos), también las
carnes (longanizas, pollo, cerdo ahumado). Todo esto es previamente aliñado,
debe quedar cerca de las piedras para lograr mejor cocimiento. Finalmente se
colocan las papas, chapaleles (masa de harina cruda cocida en agua), milcaos
(pan de papá rayada) y se cumbre con hojas de nalcas (arbusto de grandes hojas)
y una cubierta de champas (pedazos de tierra con pasto). El pasto debe quedar
hacia abajo, dejándose cocer al vapor aproximadamente por espacio de una hora.
Este curanto, al servir, va acompañado de un aderezo llamado pebre que consiste
en ají (chile), sal, agua, cebolla, cilantro, perejil y otros.
La Maja, es una faena en la que intervienen hombres jóvenes y fuertes. Consiste
en moler manzanas que luego serán prensadas extrayéndoles el zumo, que
finalmente será la famosa chicha de manzana.
La Minga, se realiza cuando alguna familia debe trasladarse de una isla a otra,
generalmente, llevandose su casa. Para este efecto se junta una cantidad de
gente que arrastra la casa hasta el mar con bueyes. Luego ésta, que flota como
balsa porque es de madera, es llevada a su nuevo lugar de destino, generalmente
otra isla y asentada donde se decide. Estas tradiciones aún se mantienen en
Chiloé. Esto permite perfilar el gran sentido de solidaridad que caracteriza al
chilote y al mismo tiempo, la rica tradición musical y poética que lo acompaña.
Las 14 Iglesias de Chiloé representan el único ejemplo en Latinoamérica, de un
estilo único de arquitectura religiosa en madera. Fueron construidas por iniciativa
de predicadores jesuitas itinerantes durante los siglos XVII y XVIII y son testimonio
de la fusión exitosa de la cultura y de las técnicas indígenas y europeas. Por esto,
fueron declaradas en el año 2000, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Los orígenes de la mitología chilota son una mezcla de las antiguas religiones de
sus primeros habitantes, los huilliches, cuncos y onas, habitantes precolombinos
del archipiélago y las mitologías y supersticiones, especialmente celtas, traídas
por los españoles y otros europeos. Decenas de personajes mitológicos existen en
este verdadero Olimpo. La mayoría de estos seres corresponde a seres
zoomórficos, acuáticos o terrestres, con capacidades de transfiguración. En
general son malvados y con capacidad de dañar.
De entre las divinidades más relevantes se encuentra La Pincoya, que representa
una visión poética del amor del pescador por la belleza del mar, como fuente de
empleo y alimento o de tempestades cuando ella anda de mal humor. Otro
personaje importante es El Trauco, un enano muy sátiro al que se le atribuyen
muchos de los nacimientos naturales de Chiloé. Y también destaca, El Caleuche,
un buque fantasma que navega por los mares de Chiloé y los múltiples canales del
sur. Poderosos brujos conforman su tripulación, la que sólo navega por las
noches, jamás con luz de día. Según la creencia popular las personas que han
muerto ahogadas son recogidas por este misterioso barco desde las
profundidades del mar para ser acogidas en la vida eterna. Si bien la embarcación
brinda hogar a aquellos que han naufragado, no es igual de gentil con aquellos
que se han atrevido a dirigirle la mirada de frente. Los tripulantes castigan a los
“osados” torciéndoles la boca o la espalda e incluso en ocasiones, dándoles la
muerte.

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