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La salud y la vida en la sociedad contemporánea se interpreta bajo diversas

connotaciones y significados que se acoplan al momento de ser relacionadas con el


poder, ya que se evalúa constantemente los actos morales y su relación con ambos
derechos. El hombre, quien es visto como un ser que posee facultades superiores a
otros, se relaciona de forma instantánea con los placeres más elevados, sin embargo,
este último entra en discusión cuando se observa el uso del poder y el control como
herramientas para comercializar los derechos fundamentales del ser antropológico por
sobre sus intereses y por sobre los otros hombres. En las siguientes líneas, precisamente,
se tratará sobre la vida, la salud y cómo estas son ahora mercancías, llegando a rechazar
lo que en teoría significaría placeres de seres inferiores. En ese sentido, se considera que
para el día de hoy y hace unos centenos de años atrás el poder se apropiaba de la verdad,
de la intersubjetividad de cada ser, de la muerte e incluso de la vida.
La felicidad entendida como el bien común hace comprometer en nuestros días la
relación con los derechos fundamentales del hombre, se plantea entonces que de forma
indirecta para cumplir el bienestar no solo depende de uno mismo sino de aquellos que
puedan permitir el manejo y el control de entidades que faciliten el acercamiento a la
población. Esta se contrapone de la misma manera al derecho de comercialización,
tomando en cuenta que los derechos mencionados en un inicio se connotan como
mercancías que permiten el ingreso para satisfacer necesidades y con ello alcanzar un
bienestar. Entonces, ¿se debe de poner un derecho por encima de otro? y si fuera así
¿Qué derecho se debe de priorizar? Para lograr la felicidad, se debe de llegar a sublevar
algunos derechos cuando estas no cumplen con el hedonismo universalista, o sea no
llega la felicidad o satisfacción de necesidades a una mayor cantidad de personas, sino
que estas solo priorizan un grupo pequeño. En ese sentido, cuando se habla del negocio,
el bienestar que se logra está relacionada con “un estado de placer exaltado que dura
solo unos instantes, o en algunos casos, y con algunas interrupciones, horas o días,
constituyendo el ocasional brillante destello de goce, que no es permanente ni estable”
(Mill, 1984, p. 5)
Se entiende a la salud y la vida de las personas, no como la correspondencia con algo
superficial sino como la satisfacción de las necesidades básicas y placeres superiores
que van más allá de la creación social en las relaciones de poder o de los sujetos. A
diferencia del placer en lo material como lo son la mercantilización de la salud y del
bienestar de no solo un grupo pequeño de personas sino también de toda una población
Se comprende que sobre el primer punto se da por la constante lucha de las diferentes
verdades en la que radica el interés económico en tratar de imponer su bienestar como el
bienestar de todos, algo que es completamente distinto en la práctica. Ya que más bien
se cumple con la de seres inferiores que comúnmente no suelen tocarla como
importante, ya que no está en su perspectiva. Ello también es debido a que “muchos que
son capaces de los más elevados placeres, en ocasiones, a causa de la tentación, los
posponen frente a otros” (Mill, 1984, p. 4) Es la tentación y el poder lo que ocasiona el
control de una mayor cantidad de servicios médicos a través de los monopolios,
oligopolios y la clásica integración vertical que permiten crear a la salud y la vida como
parte del mercado, ya que incluso a pesar de apoderarse y restringir la libertad de elegir
qué tipo de tratamientos llevar, también estas se encargan de dañar más la integridad,
cuerpo de la persona cuando muchos de estos “mercados de la salud” hacen prácticas
que terminan perjudicando más a la persona e incluso matándola.
En conclusión, el poder que se da en las seguradores y centros de salud se apropian de la
verdad, de la libertad, de la intersubjetividad de cada ser, de la muerte e incluso de la
vida, haciendo uso del poder para restringir la libertad de elegir qué tratamientos llevar.
En ese sentido, aquellos que priorizan el valor económico y la mercantilización de la
salud y la vida son aquellos que cumplen los placeres inferiores y no aquellos que el
hombre tiene potencialidad de aspirar. Muchas veces eso se da por la tentación y el
poder que usan como herramienta para acumular centros de salud, yendo por encima de
valores fundamentales como la integridad, libertad y vida de la persona, que incluso esta
última se ve en riesgo al ser llevado a una mala praxis de tratamientos. En definitiva,
como seres antropológicos se debe de buscar una felicidad y bienestar a través de la
satisfacción de los derechos que deberían de caracterizarse también como algo que no
puede ser mercantilizado, solo de esa manera se logrará el fin en sí mismo de la
felicidad.

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