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El documento analiza cómo la salud y la vida se han convertido en mercancías controladas por quienes detentan el poder. Estos usan su poder para restringir la libertad individual y priorizar sus propios intereses económicos sobre los derechos y el bienestar de las personas. Al mercantilizar la salud, ponen en riesgo la integridad y vida de las personas para beneficio de unos pocos. Se concluye que para alcanzar la felicidad colectiva, la salud y la vida no deben ser mercancías controladas por el poder económico
El documento analiza cómo la salud y la vida se han convertido en mercancías controladas por quienes detentan el poder. Estos usan su poder para restringir la libertad individual y priorizar sus propios intereses económicos sobre los derechos y el bienestar de las personas. Al mercantilizar la salud, ponen en riesgo la integridad y vida de las personas para beneficio de unos pocos. Se concluye que para alcanzar la felicidad colectiva, la salud y la vida no deben ser mercancías controladas por el poder económico
El documento analiza cómo la salud y la vida se han convertido en mercancías controladas por quienes detentan el poder. Estos usan su poder para restringir la libertad individual y priorizar sus propios intereses económicos sobre los derechos y el bienestar de las personas. Al mercantilizar la salud, ponen en riesgo la integridad y vida de las personas para beneficio de unos pocos. Se concluye que para alcanzar la felicidad colectiva, la salud y la vida no deben ser mercancías controladas por el poder económico
La salud y la vida en la sociedad contemporánea se interpreta bajo diversas
connotaciones y significados que se acoplan al momento de ser relacionadas con el
poder, ya que se evalúa constantemente los actos morales y su relación con ambos derechos. El hombre, quien es visto como un ser que posee facultades superiores a otros, se relaciona de forma instantánea con los placeres más elevados, sin embargo, este último entra en discusión cuando se observa el uso del poder y el control como herramientas para comercializar los derechos fundamentales del ser antropológico por sobre sus intereses y por sobre los otros hombres. En las siguientes líneas, precisamente, se tratará sobre la vida, la salud y cómo estas son ahora mercancías, llegando a rechazar lo que en teoría significaría placeres de seres inferiores. En ese sentido, se considera que para el día de hoy y hace unos centenos de años atrás el poder se apropiaba de la verdad, de la intersubjetividad de cada ser, de la muerte e incluso de la vida. La felicidad entendida como el bien común hace comprometer en nuestros días la relación con los derechos fundamentales del hombre, se plantea entonces que de forma indirecta para cumplir el bienestar no solo depende de uno mismo sino de aquellos que puedan permitir el manejo y el control de entidades que faciliten el acercamiento a la población. Esta se contrapone de la misma manera al derecho de comercialización, tomando en cuenta que los derechos mencionados en un inicio se connotan como mercancías que permiten el ingreso para satisfacer necesidades y con ello alcanzar un bienestar. Entonces, ¿se debe de poner un derecho por encima de otro? y si fuera así ¿Qué derecho se debe de priorizar? Para lograr la felicidad, se debe de llegar a sublevar algunos derechos cuando estas no cumplen con el hedonismo universalista, o sea no llega la felicidad o satisfacción de necesidades a una mayor cantidad de personas, sino que estas solo priorizan un grupo pequeño. En ese sentido, cuando se habla del negocio, el bienestar que se logra está relacionada con “un estado de placer exaltado que dura solo unos instantes, o en algunos casos, y con algunas interrupciones, horas o días, constituyendo el ocasional brillante destello de goce, que no es permanente ni estable” (Mill, 1984, p. 5) Se entiende a la salud y la vida de las personas, no como la correspondencia con algo superficial sino como la satisfacción de las necesidades básicas y placeres superiores que van más allá de la creación social en las relaciones de poder o de los sujetos. A diferencia del placer en lo material como lo son la mercantilización de la salud y del bienestar de no solo un grupo pequeño de personas sino también de toda una población Se comprende que sobre el primer punto se da por la constante lucha de las diferentes verdades en la que radica el interés económico en tratar de imponer su bienestar como el bienestar de todos, algo que es completamente distinto en la práctica. Ya que más bien se cumple con la de seres inferiores que comúnmente no suelen tocarla como importante, ya que no está en su perspectiva. Ello también es debido a que “muchos que son capaces de los más elevados placeres, en ocasiones, a causa de la tentación, los posponen frente a otros” (Mill, 1984, p. 4) Es la tentación y el poder lo que ocasiona el control de una mayor cantidad de servicios médicos a través de los monopolios, oligopolios y la clásica integración vertical que permiten crear a la salud y la vida como parte del mercado, ya que incluso a pesar de apoderarse y restringir la libertad de elegir qué tipo de tratamientos llevar, también estas se encargan de dañar más la integridad, cuerpo de la persona cuando muchos de estos “mercados de la salud” hacen prácticas que terminan perjudicando más a la persona e incluso matándola. En conclusión, el poder que se da en las seguradores y centros de salud se apropian de la verdad, de la libertad, de la intersubjetividad de cada ser, de la muerte e incluso de la vida, haciendo uso del poder para restringir la libertad de elegir qué tratamientos llevar. En ese sentido, aquellos que priorizan el valor económico y la mercantilización de la salud y la vida son aquellos que cumplen los placeres inferiores y no aquellos que el hombre tiene potencialidad de aspirar. Muchas veces eso se da por la tentación y el poder que usan como herramienta para acumular centros de salud, yendo por encima de valores fundamentales como la integridad, libertad y vida de la persona, que incluso esta última se ve en riesgo al ser llevado a una mala praxis de tratamientos. En definitiva, como seres antropológicos se debe de buscar una felicidad y bienestar a través de la satisfacción de los derechos que deberían de caracterizarse también como algo que no puede ser mercantilizado, solo de esa manera se logrará el fin en sí mismo de la felicidad.