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Cristina González Fernández

Filosofía política I
Grupo 1

INTERACTIVA 1
El contrato social

Las posiciones contractualistas están a favor de la existencia de un acuerdo entre


los miembros de una comunidad, por el cual estos se comprometen voluntariamente a
someterse a la autoridad política presente en dicha comunidad, aceptando los
beneficios y obligaciones correspondientes.
A lo largo de la historia del pensamiento político y teniendo su origen en Platón,
el tema del contrato social ha tenido una notable importancia en las obras de Epicuro,
Hobbes, Locke, Rousseau, Hume, Kant y recientemente Rawls, con su concepto de velo
de la ignorancia.
La exposición que Kant expone sobre el contrato social parte de la diferenciación
entre Estado de naturaleza y Estado civil, explicando la manera en la que el primero se
acaba convirtiendo en el segundo. Para Kant, la asimilación por parte de la población de
las estructuras sociales entendidas como comunidades, deriva necesariamente del
establecimiento de un pacto o contrato o contrato social entre los sujetos que aceptan
pertenecer a dichas comunidades.
El argumento más relevante en la defensa del contractualismo es el que lo
entiende como un criterio claro para diferenciar entre órdenes legítimos e ilegítimos.
Un orden político y moral es legítimo si y solo si surge del contrato y para aquellos
individuos que participen en él.
Por el contrario, Hume sostiene que el contrato es sumamente complicado de
alcanzar debido a que implica la subordinación de toda una población que, a su vez,
debe ponerse de acuerdo. Hobbes, por su parte, va a criticar el contractualismo
afirmando que este solo puede darse si todo el pueblo comprende lo que ello significa,
bajo pena de someterse a la obediencia.
En conclusión, el contractualismo no deja de ser una teoría política, por lo que,
a pesar de que existan múltiples argumentos a favor de él, es necesario observar como
se desarrolla en la práctica, donde permanece sujeto a múltiples variables
incontrolables. Por tanto, considero su planteamiento correcto pero su correcta
ejecución sumamente complicada.
INTERACTIVA 2
Defensa del suficientismo

El suficientismo es una posición que se encuentra dentro de las teorías que


defienden una redistribución del valor en favor de aquellos y aquellas que están peor.
El suficientismo va a afirmar que la mejor situación es aquella en que todos los
individuos pueden disfrutar de un nivel de valor suficientemente aceptable. Una vez
alcanzado ese nivel, es indiferente que la situación mejore.
Una posible objeción al suficientismo se puede llevar a cabo desde el principio
del mérito, pues no tiene en cuenta lo que los individuos hayan hecho o tengan la
intención de hacer. Según las posiciones en favor del mérito, los individuos que han
actuado de la forma más adecuada merecen experimentar un nivel de bienestar mayor
que el resto.
En defensa del suficientismo debemos recordar que, el valor o desvalor está
relacionado directamente con los seres sintientes, es decir, aquellos que son receptores
de experiencias de disfrute o de sufrimiento. Todos los seres sintientes realizan una serie
de funciones vitales, por lo que necesitan unos niveles mínimos de valor. Por tanto, el
suficientismo no implica necesariamente un reparto supuestamente injusto de valor,
sino que le es irrelevante siempre que sean garantizados unos mínimos, por lo que ni si
quiera es incompatible con las posiciones del mérito.
Otra crítica que se le suele reprochar al suficientismo es que si tiene la
oportunidad de aumentar el valor de una persona que esta próxima al nivel de
suficiencia frente a aumentar el valor de un mayor número de personas que están más
alejadas de este nivel y por tanto en una situación peor (en la que a pesar de la ayuda
no podrían pasar el nivel), el suficientismo escogería ayudar a la primera persona. No
obstante, y contra lo que pueda parecer, esto no es así, pues, por definición, el
suficientismo busca que todos los individuos puedan llegar al nivel de suficiencia, por lo
que este objetivo está más próximo al ayudar a un mayor número de personas que se
encuentran por debajo del nivel.
Con todo, el suficientismo parece, de entre las teorías de reparto de valores, la
más justa, tanto por centrar su atención en quienes estar peor, como por asegurar ante
todo ese mínimo de valor lo suficientemente bueno que nos corresponde a cada
individuo como persona.
INTERACTIVA 3 Y 4
Igualdad de bienestar

El igualitarismo es la posición que sostiene que debemos intentar reducir la


desigualdad, es decir, sostiene que debemos hacer que tenga lugar una distribución lo
menos desigual posible del valor y el desvalor.
Mediante el planteamiento de la igualdad de bienestar se sostiene que la
repartición de los bienes ha de llevarse a cabo de forma igualitaria entre un conjunto de
individuos que conseguirán de este modo el mismo nivel de bienestar. En esta línea
podemos identificar el estado de bienestar del mismo modo que Richard J. Arneson
como una situación en la que se genera igualdad de oportunidades. La igualdad de
oportunidad para el bienestar en este esquema se obtiene cuando todas las personas
enfrentan a “árboles de decisiones” equivalentes. Además, las oportunidades que las
personas se encuentran serán clasificadas por las perspectivas de bienestar que ofrecen.
Desde el igualitarismo liberal, es decir, el que defiende una igualdad de recursos,
se puede criticar al igualitarismo de bienestar declarando el concepto de bienestar como
imposible de definir y como relativo, pues se trata de un concepto subjetivo variante
para cada individuo particular. Además, también se critica el bienestar por ser un
concepto continuamente cambiante en el tiempo, lo que nuevamente supone la
imposibilidad de su medición objetiva. Por su parte, los recursos, al menos los
impersonales, son entes medibles y objetivos en base a los que establecer una
determinada legislación y un determinado objetivo político.
Como defensa ante las anteriores críticas, las posiciones igualitaristas del
bienestar se pueden pronunciar de la siguiente manera. En primer lugar, frente a la
crítica de la imposibilidad de definir el bienestar, si bien es cierto que podemos asumir
que no podemos dar una definición esencial y universal de este, es imposible negar que
existencialmente hay algo que entendemos por bienestar, ya que sobre esto recae el
debate.
En segundo lugar, frente a la crítica de la relatividad del bienestar, puede decirse
que el hecho de que sea complejo determinar uno a uno el concepto de bienestar para
cada individuo que forma parte de una comunidad política, no debe significar
directamente el abandono de esta búsqueda, ya que, de este modo, los individuos que
no ven satisfechos unos niveles mínimos de bienestar dentro de una comunidad política
no tendrían porque aceptar pertenecer a ella.
Por último, frente a la crítica de que el concepto de bienestar es cambiante en
función del tiempo, puede afirmarse que la práctica política sufre el mismo tipo de
contextualidad histórica. Si bien en cada momento puede ser determinado lo que es
bienestar para los individuos de una comunidad, también se pueden llevar a cabo
acciones políticas concretas para intentar establecer unas condiciones de adecuación de
la situación sociopolítica con la idea de bienestar de los diferentes individuos.
En definitiva, el igualitarismo del bienestar busca que los individuos disfruten de
un mayor nivel de bienestar, siendo el bienestar disfrutado acordado en el seno de la
comunidad y basándose, sobre todo, en la igualdad de oportunidades para alcanzarlo.
INTERACTIVA 5
Argumentos a favor de un gobierno mundial

Antes de comenzar a enumerar los argumentos por los cuales sería positiva la
existencia de un gobierno mundial, es preciso exponer los argumentos por los cuales se
hace evidente la necesidad de cooperación internacional.
Estos argumentos que destacan la necesidad de una cooperación internacional
serían, la actual globalización económica, cuyos principales elementos son la apertura
comercial, la inversión extranjera directa y la movilidad de capitales; las pandemias y los
problemas sanitarios globales, el cambio climático, el empleo de recursos y otras
cuestiones ambientales, las amenazas antropogénicas globales y los riesgos futuros.
Por su parte, son numerosos los argumentos en defensa de un gobierno mundial.
Para comenzar, un gobierno mundial sería una solución efectiva que tal vez la única para
tratar los problemas globales. Además, sería la única opción verdaderamente
democrática, pues hoy en día quien vota en un país poderoso decide la suerte del resto
del mundo, como puede ser el ejemplo actual de los votantes de Estados Unidos. De
esta manera, un gobierno mundial sería la única opción que puede garantizar que los
intereses de todos los individuos cuenten lo mismo.
Un gobierno mundial es también la única opción que puede maximizar el
bienestar agregado, pues no le interesaría es minimizar dicho bienestar si todos los
habitantes de la tierra están bajo su responsabilidad. A su vez, supone una opción que
puede aplicar unos principios de justicia igualitarios y corregir y compensar injusticias
anteriores, esto se debe a que dicho gobierno se serviría de la misma concepción de la
justicia en toda la extensión del planeta.
Un posible aval de este gobierno mundial sería el modelo de la Unión Europea,
dentro de la cual los estados tienen autonomía en muchos ámbitos, no obstante, existen
órganos que sirven de moderadores en las políticas de los países y se aseguran de que
exista un equilibrio social y económico. Esta es una vía para asegurarse de que no se
cometen injusticias internas ni externas en un estado.
La existencia de este gobierno mundial cesaría la arbitrariedad existente en
muchos casos en las divisiones entre estados, ya que muchos estados no son
coexistentes con naciones y muchas naciones no tienen más base que contingencias
históricas sin que medien otras circunstancias relevantes.
En último lugar, la existencia de este gobierno podría producir un crecimiento
del sentimiento cosmopolita, es decir, el establecimiento de la idea de que todos somos
ciudadanos del mundo y que no hay cabida para el racismo.
INTERACTIVA 6
Discriminación

La discriminación puede definirse atendiendo a todas sus características como el


trato o intención de trato desfavorable de un individuo o ente en comparación con otro
por pertenecer a un cierto grupo social destacado.
Desde una concepción más técnica podría definirse como una posición p
(consistente en una consideración o trato desfavorable) que sostiene que un cierto
individuo o ente x satisface C y por ello recibe B, mientras que un cierto individuo o ente
y no satisface C y por ello no recibe B, siendo p injustificada.
Existe una gran diversidad de situaciones en las que es posible pensar que se está
dando un caso de discriminación, lo cual lleva al reconocimiento de varios tipos
diferentes de discriminación: en función de creencias o de otras actitudes, directas e
indirectas, jerárquicas y no jerárquicas pero segregativas, dirigidas a otros grupos y
autodirigidas, la sufrida por quienes rechazan discriminaciones que otros sujetos
aceptan y las discriminaciones a cargo de agentes individuales reconocibles o de tipo
estructural.
Una cuestión muy relevante en el estudio de la discriminación es su erradicación.
Un modo de combatirla es la acción afirmativa, es decir, la implementación de medidas
legales o políticas públicas destinadas a reducir el impacto que tiene la discriminación
favoreciendo a quienes la sufren.
Desde mi punto de vista, el mayor argumento en defensa de la acción afirmativa
es la compensación necesaria de ciertos obstáculos que sufrirían quienes perteneciesen
a estos grupos discriminados y no el resto. Un ejemplo de ello es el porcentaje
obligatorio de contratación de personas con discapacidad que se le impone a las
empresas de cierto tamaño. Las personas con discapacidad sufren obstáculos en el
presente porque lo más probable es que las empresas no decidiesen contratarlos
voluntariamente o bien solo lo harían exigiéndoles un talento superior que no
cumplirían el resto de los empleados. De esta manera, se está llevando a cabo una
discriminación justificada y positiva para compensar la discriminación inicial.
La acción afirmativa también se puede llevar a cabo para compensar injusticias
sufridas en el pasado por quienes pertenecían a los colectivos discriminados y para
promover que dicha discriminación deje de existir en el futuro.
Con todo, considero que la mejor erradicación posible de la discriminación
necesita de un estudio antropológico y psicológico de por qué discriminamos. Una vez
comprendidas dichas causas injustificadas, es preciso trasladarlas a la población por
medio de la educación. Mientras no se alcanza la concienciación de la sociedad, la
solución pasa por la compensación desde la acción afirmativa.
INTERACTIVA 7
Feminismo posmoderno

1. Propuesta general.
El feminismo posmoderno se opone a la creencia de que el mundo material
puede ser conocido objetivamente y que la razón es un mecanismo de indagación libre
de valores. Va a afirmar, en oposición a esta idea, que las formas humanas del
procesamiento y la comunicación no capturan ni pueden capturar una realidad
independiente, es decir, que solo tenemos acceso a nuestros pensamientos y lenguaje,
no a la realidad material misma.
Este feminismo acude en gran medida a las ideas de Jaques Derrida, Jaques Lacan
y variaciones del psicoanálisis, es decir, reinterpretaciones de Freud.

2. Argumentos centrales.
El feminismo posmoderno pretende demostrar que el “pensamiento dualista”
resultante de comparar hombres con mujeres estándares normativos sobre lo que es
ser humano, mujer, hombre, esto es, estándares ideales de las que las personas reales
se desvían y difieren.
Esta posición afirma que el lenguaje estructura nuestro pensamiento y, por
tanto, lo que es pensable e imaginable. Además, ese lenguaje se crea en contextos
culturales de dominación y ese lenguaje, “lo pensable”, está estructurado por esas
formas de poder.
Judith Butler es una de las máximas exponentes del feminismo posmoderno. Su
objetivo es mostrar que ese género/sexo se construye a través de formas sociales de
poder y que incluso los mismos cuerpos que habitamos se convierten en sexo/género a
través de actuaciones prescritas. Va a afirmar que ni sexo ni género son propiedades
esenciales, sino que son un conjunto de signos que usamos, disfraces y actuaciones. Son
un constructo social.
Además, Butler se va a basar en la variedad de condiciones intersexuales para
afirmar que el seco no es una categoría natural ni una distinción binaria. Argumenta que
el sexo en sí mismo tiene género, es decir, lo que cuenta como “sexo” de alguien es
definido en términos de normas culturales relacionadas con las expectativas de género.
De esto se sigue que los cuerpos mismos son construcciones sociales como resultado de
nuestro continuo actuar en ciertos roles de identidades.
Butler va a extender este pensamiento también a la heterosexualidad,
entendiéndola no como un rasgo natural de las personas sino como una expectativa
social que se manifiesta en las normas sobre el sexo apropiado, el género y la sexualidad.

3. Lo significativo de la propuesta.
Las teorías feministas se basan en el supuesto de que el sexo es una categoría
biológica fija, lo que da lugar en teorías más recientes a entender el género como todo
lo que esta vinculado con el sexo. Sin embargo, el feminismo posmoderno en general y
Butler en particular sostienen que el sexo no es ni una categoría natural ni una distinción
binaria y que el pensamiento dualista en términos de hombre/mujer no hace más que
crear estándares irreales.
INTERACTIVA 8
Los animales en la filosofía política

Este tema trata de argumentar a favor y en contra de la representación de los


intereses de los animales no humanos en las instituciones políticas, así como la inclusión
de dichos intereses en los fines de las comunidades políticas.
Antes de abordar ambos temas, es preciso exponer en un primer debate los
argumentos que se dan actualmente a favor y en contra del antropocentrismo.
Entre los argumentos a favor, nos encontramos aquellos criterios que satisfacen
solo los seres humanos y que, por consecuencia, vuelven sus intereses importantes.
Estos son: definiciones sobre qué es ser persona, apelación a capacidades y relaciones
que solo poseen los seres humanos pero que no pueden ser comprobadas y otras
capacidades y relaciones también poseídas por los seres humanos únicamente que sí
pueden ser comprobadas.
Los argumentos en contra del antropocentrismo responden a los antes citados:
En primer lugar, existe una petición de principio en los argumentos primero y
segundo, esto es, una falacia en la cual la proposición que se pretende demostrar está
incluida en las premisas.
En segundo lugar, se apela al argumento de superposición de especies, según el
cual, no todos os seres humanos satisfacen esas capacidades y relaciones especiales
comprobables.
En tercer lugar, se hace un llamamiento a la imparcialidad, afirmando que, si
desconociésemos nuestra propia especie, rechazaríamos el antropocentrismo.
En cuarto y último lugar, se aborda el criterio de la relevancia, el cual afirma
rotundamente que ninguno de los argumentos a favor del antropocentrismo es
relevante en el debate de si los animales no humanos merecen responsabilidad moral.
La sintiencia, por el contrario, es el criterio relevante.
Un segundo debate sería el de qué intereses deben ser tenidos en cuenta. Existen
posiciones antropocéntricas que rechazan la consideración de los intereses de los
animales no humanos sosteniendo que las comunidades políticas tienen como objetivo
promover los intereses de sus miembros. No obstante, desde posturas no
antropocéntricas se responde a este argumento afirmando que los animales no
humanos pueden ser considerados miembros de las comunidades políticas pues
interactuamos con ellos, viven en el contexto de las comunidades políticas y son
afectados por ellas.
El tercer debate trataría la cuestión sobre quien puede participar en la toma de
decisiones políticas. Las posiciones en contra de esta participación sostienen que los
animales no humanos no son miembros de las comunidades política y que no poseen
capacidades cognitivas necesarias para la participación. Posturas a favor de la inclusión
de los animales no humanos en la participación defienden la ciudadanía de los animales
no humanos y apelan, al igual que en el debate anterior, al hecho de que los animales
no humanos son afectados por las decisiones de dicha comunidad política.
Más allá de estos tres debates, existen posiciones a favor de la consideración
moral de los animales no humanos desde concepciones concretas. Algunas de ellas son:
El contractualismo, que apela al velo de la ignorancia, a partir del cual parece que
a nadie le favorece el especismo.
Las concepciones consecuencialistas, que buscan minimizar el sufrimiento y
maximizar la felicidad menos sufrimiento, entre otros objetivos, para los cuales es
preciso considerar moralmente a todos los animales, ya que son receptores de valor y
desvalor.
El socialismo, que rechaza la desigualdad y la explotación, por tanto, también el
especismo.
El libertarismo, que rechaza la dominación de los animales al basarse en los
derechos en términos de voluntad. Desde esta concepción se puede afirmar que los
animales deben tener la propiedad de sí mismos.
Por último, desde el feminismo, se tratarían las actitudes discriminatorias de los
animales como exponentes del patriarcado, pues son los valores característicamente
masculinos los que dan lugar a la desconsideración de los animales no humanos.
Personalmente, encuentro ente dos estos argumentos presentados, dos de
especial relevancia en el debate. El primero es, precisamente, el argumento de la
relevancia, pues considero que la discriminación hacia los animales no humanos se basa
enteramente en criterios no relevantes. El único criterio a tener en cuenta para aceptar
o rechazar la consideración moral de un ser es su sintiencia, esto es, la capacidad de
sentir y de tener experiencias positivas y negativas. La discriminación en base a criterios
no relevantes es también la base de las posturas racistas y patriarcales, las cuales
pretenden reducir los derechos de ciertos grupos de la sociedad atendiendo a criterios
no relevantes tales como el lugar de nacimiento, el color de piel o el sexo biológico.
La segunda perspectiva que me parece importante tener en cuenta es la del
feminismo. Desde la antigüedad se establecieron numerosos binarismos tales como
recto/curvo, finito/infinito, par/impar que se relacionaban con lo masculino y lo
femenino. Lo masculino estaba vinculado con lo positivo y lo femenino con lo masculino.
La naturaleza o la “madre tierra” se relacionó con lo femenino y se tomó en la
modernidad como aquello que había que torturar y dominar (tal y como expuso Francis
Bacon). Los animales no humanos forman parte de la naturaleza y se vieron incluidos en
ese afán de explotación y dominación que no hace más que responder a ese binarismo
donde lo masculino se alza siempre sobre lo femenino.
INTERACTIVA 9
Guerra

La teoría de la guerra justa se basa en la idea de que es posible luchar una guerra
de manera justa y solo si se cumplen las condiciones necesarias para ello: que la causa
por la que se lucha sea justa y que el modo en el que se lucha también lo sea.
Las posturas realistas políticas y las belicistas consideran que las guerras, por
definición, son justas. Por el contrario, el pacifismo sostiene que todas las guerras y
todas las formas de combatir son injustas.
El pacifismo es el rechazo de la guerra, lo que supone la afirmación de la paz. Los
contenidos del pacifismo no solo niegan de la guerra, sino que también rechazan su
valor. Como contestación a la guerra, el pacifismo es una alternativa compleja: reúne
discursos, propuestas, tareas y prácticas, no son los múltiples, sino también
heterogéneas. Los diversos planteamientos pacifistas se originaron, sobre todo, en el
ámbito de la filosofía y en los contornos de la religión y de la política. Solo después, con
su vulgarización y popularización, entran esos planteamientos en el juego político, sean
el nivel de las instituciones o bajo la forma de movimientos. Es solo entonces cuando se
puede hablar, verdaderamente, de pacifismo: es decir, cuando éste efectivamente,
socialmente, representa una “contra-fuerza” a la fuerza de la guerra.
Cabe destacar, sin embargo, que algunos pacifismos no excluyen e incluso
justifican el empleo de cierta violencia. A partir de este punto comienza el declive de las
posiciones pacifistas a otras posiciones abiertamente favorables a la admisión de la
guerra, las ya citadas como guerra justa, realismo y belicismo.
Agustín de Hipona y Hobbes han defendido una transmisión de responsabilidad
de quien lucha en una guerra a sus mandos. Su defensa está relacionada con una frase
de Paul Valéry que afirma: “la guerra es una masacre entre gentes que no se conocen,
para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran”.
Michael Walzer defiende la idea de la igualdad moral de los combatientes, según
la cual, quienes combaten han de recibir una misma consideración, al margen de que su
causa pueda ser más o menos justa.
Un problema relevante en la teoría de la guerra justa el de decidor quienes son
los inocentes en una guerra. Michael Walzer y Thomas Nagel sostienen que en una
guerra son inocentes quienes no pueden constituir una amenaza, asumiendo que estos
son los y las civiles.
Todos estas ideas y principios citados han sido cuestionados por diferentes vías.
Para empezar, se objeta que existe una dificultad epistemológica para distinguir cuando
una causa es seguida por razones justas, es más, es posible que la causa de una guerra
sea injusta pero que existan otras razones que la hagan justa. Por tanto, el problema de
declarar justa o injusta una guerra encierra una gran problemática.
McMahan ha sido uno de los principales exponentes en la crítica a la teoría de la
guerra justa. En primer lugar, ha cuestionado la distinción clásica entre las causas de la
guerra y el modo de combatir, sosteniendo que la justificación del conflicto bélico
también depende de la razón por la que se combate. Por tanto, no se puede valorar el
modo en que se lleva a cabo la lucha si no se ha valorado la causa.
En segundo lugar, McMahan también cuestiona la idea de la igualdad moral de
los combatientes, afirmando que quienes luchan por una causa injusta se ponen en una
situación susceptible de ser objeto de ataque legítimo.
El tercer y último lugar, cuestiona el planteamiento clásico sobre quién es
susceptible de ser objeto de ataque. Afirma que no es tan sencillo mediante varios
ejemplos. Expone que un ejército débil o sin intención de emprender acciones hostiles,
no constituiría una amenaza real, y que, por otra parte, en una guerra puede haber
quien represente una amenaza muy serie pese a no formar parte de un grupo armado,
como pudieron ser los científicos del Proyecto Manhattan. Esto vendría a mostrar que
la división entre fuerzas militares y civiles no sería del todo apropiada.
A su vez, la concepción de inocencia sostenida por Nagel y Walzer también
resulta cuestionable, de hecho, fue rechazada por teóricos clásicos como Francisco de
Vitoria y Francisco Suárez, a favor de una concepción de inocencia en línea con la que la
mayoría aceptaríamos en el ámbito de la moralidad en general. Conforme a esta, es
inocente quien no ha sido responsable de algo que vuelva legítimo que se le ataque. Por
tanto, hay combatientes que son inocentes y combatientes que no lo son.
Entre todos los argumentos y contraargumentos expuestos, el que me parece
más convincente en contra de la guerra justa es el último sostenido por McMahan en el
que se cuestiona quién es susceptible de ser objeto de ataque. La distinción clásica que
diferencia a un inocente por el hecho de no vestir un uniforme y no encontrarse bajo la
disciplina de un ejército armado me parece sumamente errónea, por las siguientes
razones:
En primer lugar, en numerosos conflictos bélicos como pudieron ser los de la
primera mitad del siglo XX y anteriores, los soldados no escogían ir a la guerra, sino que
eran obligados solo por el hecho de tener menos de cierta edad y de ser jóvenes. Por
tanto, no considero justo que solo por cumplir esos requisitos sean objeto de ataque.
En segundo lugar, muchos de los dirigentes ajenos al ejército como podría ser el
gobierno, serían considerados civiles según la concepción clásica, no obstante, es muy
probable que sean los principales responsables.
En tercer lugar, las causas de una guerra no resultan claras en numerosas
ocasiones por lo que tampoco lo resulta la elección de los verdaderos responsables. En
el Congo, por ejemplo, se llevan a cabo numerosos conflictos armados con un número
sumamente elevado de víctimas en el intento de conseguir Coltán, el cual acaba en
manos de empresas fabricadoras de móviles. En este caso ellos serían los culpables, no
obstante, ¿quiénes exactamente? ¿los trabajadores, los dirigentes, la competencia, el
inventor de las pantallas móviles sirviéndose de ese material? ¿nosotros los
consumidores? En un mundo tan globalizado se deben de tener en cuenta numerosos
factores por lo que la distinción entre quiénes son susceptibles de objeto de ataque y
quienes no lo son es muy difusa.
En mi opinión, la guerra no deja de ser un despliegue de un número muy elevado
de personas por los intereses o las decisiones de un número muy reducido que no van
a sufrir las mismas consecuencias. Por esta razón, considero que una guerra no puede
ser justa, ni por sus causas ni por el modo en que se lleva a cabo.
INTERACTIVA 10
Teoría de la decisión

A la hora de tomar decisiones nos basamos en razones (a menos que lo hagamos


por simple azar). Una razón pro tanto es una razón a favor o en contra de hacer algo y
que sería definitiva para la elección si la fuerza de todas las demás razones implicadas
en tal decisión fuese la misma, cancelándose entre sí. Sin embargo, hay ocasiones en las
que una razón es tan importante que se impone de forma incontestable sobre las
demás, supondría una razón concluyente.
Dentro de la teoría de la decisión podemos distinguir una teoría descriptiva y una
normativa. La teoría de la decisión descriptiva es la que examina el modo en que los
seres humanos (y otros animales) toman decisiones, es decir, como razonan a la hora de
actuar. Por su parte, la teoría de la decisión normativa examina el modo en el que las
decisiones deberían ser tomadas en función de los fines que se buscan con ellas, es decir,
cómo se debería razonar a la hora de actuar. Esta segunda teoría es la que interesa
cuando se quiere saber cómo actuar y recibe también el nombre de teoría de la decisión
racional.
La racionalidad es la capacidad o la disposición para atender a razones en
nuestras creencias y decisiones. En el plano teórico, somos racionales cuando tenemos
las creencias que, dada la información de la que disponemos y razonamos
correctamente, es esperable que sean verdaderas. La racionalidad práctica, en cambio,
atañe a cómo decidimos actuar de una forma u otra. Por tanto, una decisión racional es
aquella que, dada toda la información disponible y razonando correctamente, es
esperable que consiga del mejor modo el fin con el que es tomada.
Es preciso aclarar que esta teoría simplemente indica cuál sería la mejor manera
de conseguir los fines que buscamos dadas las creencias que tenemos. Conforme a esto,
la racionalidad es simplemente un instrumento, un medio de operar con distintas
opciones para lograr ciertos resultados.
Hay concepciones que sostienen que también nuestras creencias y deseos
pueden ser evaluados como racionales o irracionales. Algunas posiciones pueden
defender que para ser racional una creencia debe ser verdadera. Otras, podrían
considerar que lo que hace que poseer una creencia sea racional es el modo en que la
adquirimos, dadas las evidencias de las que disponemos. Conforme a un sentido más
restringido de la racionalidad, lo que importa tan solo es ver cuál es la manera racional
de conseguir satisfacer los fines a la luz de las creencias que también tenemos. Por
último, se podría sostener que lo racional es tener deseos que nos hagan felices.
Las consecuencias de nuestros actos no solo dependen de las decisiones que
tomamos, sino también de los estados de cosas que suceden más allá de nuestro
alcance. En la mayor parte de los casos, estas decisiones se realizan en situaciones en
las que no sabemos qué es lo que va a suceder si actuamos de un modo u otro. Lo que
cuenta en estos casos es el valor que esperamos de cada acción, esto es la suma de los
distintos valores esperados para cada estado de cosas si se realiza tal acción
multiplicados en cada caso por la probabilidad de que suceda cada uno de los
respectivos distintos estados de cosas. De esta manera, toman relevancia a la hora de
decidir el valor de cada situación y la probabilidad de que esta situación tenga lugar.
Una posición que maximiza el valor esperado es la que puede defender una
posición utilitarista. No obstante, tal vez nuestro objetivo sea el de evitar las situaciones
en las que nuestro bienestar es más bajo, en este caso seguiríamos un principio
maximín.
Como hemos podido observar, el problema de la probabilidad toma una gran
relevancia. Ciertos enfoques intentan definir la probabilidad en términos subjetivos. La
concepción clásica, apriorística, afirma que la probabilidad de que algo suceda es el
número de casos posibles en los que este sucede dividido por el número de casos
posibles totales. Por otro lado, la probabilidad frecuentista, afirma que la probabilidad
de que algo suceda es la frecuencia con la que éste sucede con respecto a los casos
totales sucedidos.
Por estos enfoques, existe otra perspectiva que no intenta capturar las
probabilidades objetivas de un suceso, esta es la probabilidad subjetiva, según la cual,
la probabilidad de que algo suceda y que una gente considera en sus decisiones es
aquella que tal la gente le asigna.
Es preciso destacar y afirmar, que, aunque nos encontremos con muchas
dificultades a la hora de asignar probabilidades sabemos que estas no son de cero.
Además, las asignaciones de probabilidad no tienen porque ser permanentes. Por tanto,
cada vez que recibimos una nueva información de la que carecíamos antes que resulta
relevante para la cuestión, lo racional será que revisemos nuestra asignación de
probabilidades previa y la ajustemos a la nueva información que tenemos.
En ocasiones, distintos individuos pueden tener fines diferentes, cuya
satisfacción entra en conflicto. En ese caso, para maximizar el cumplimiento de nuestros
fines hemos de tener en cuenta el modo en el que es esperable que actúen esos otros
agentes. La parte de la teoría de la decisión que se dedica estudiar cuál es la mejor
manera de conseguir esto es la teoría de juegos. En otros casos, lo que queremos saber
es cómo maximizar colectivamente los fines que tenemos, esto es, lograr que el
cumplimiento agregado de los fines que tienen diferentes agentes sea el máximo posible
de conseguir esto se ocupa la teoría de la elección social.
Desde mi punto de vista, que la teoría de la decisión se basa en probabilidades
extraídas de la observación empírica es la mejor opción, aunque presente fallos, puesto
que no existe una opción mejor.
A su vez, considero que es preciso introducir el factor de la irracionalidad de las
emociones de los agentes implicados a la hora de tomar una decisión, ya que no se
puede dar por supuesto que cada uno actúe con racionalidad.
INTERACTIVA 11
Democracia y futuro

La democracia es un sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el


derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes. Existen tres modelos
principales de democracia:
En las democracias procedimentales, las comunidades políticas proporcionan
mecanismos para que las personas que forman parte de ellas decidan que fines tendrán
y como se procederá para lograr dichos fines. A su vez pueden ser democracias
procedimentales directas, representativas, participativas, delegadas, demarcadas y
mixtas.
En las democracias sustantivas, las comunidades políticas procuran aquello que
se asume que satisfará las preferencias de las personas que forman parte de ellas.
En las democracias mixtas tienen lugar características de las dos anteriores.
Existe una amplia variedad de argumentos a favor de la democracia
procedimental. Es un método práctico para el cambio de las élites gubernamentales,
sirve para ejercer un control sobre quien gobierna, permite desacuerdos evitando
conflictos serios, incluye una participación colectiva y deliberación, evita las guerras,
supone una mayor transparencia y fomenta la virtud ciudadana al formar parte todos
los ciudadanos del proceso de elección.
Sin embargo, contra la democracia representativa existen argumentos en contra
como son los errores que cometen los ciudadanos en la estimación de los medios para
los fines que buscan y la relativa facilidad de manipulación de la población en favor de
las minorías.
Existen también argumentos en contra de la democracia entendida desde
cualquier modelo. Los fines que escogen las personas son cuestionables, la democracia
puede discriminar a quien no forma parte del propio grupo y las mayorías pueden
discriminar a las minorías dentro del mismo. Además, existe una paradoja que sucede
dentro de la democracia, pues la creciente educación en las sociedades actuales no
derivó en democracias de mejor calidad.
Una cuestión de vital relevancia al estudiar la democracia y su funcionamiento
es su posible existencia o desaparición en el futuro. La propia cuestión del futuro es vital
en filosofía política ya que la inmensa mayoría de las personas toma sus decisiones
pensando en el futuro que engloba su vida y poco más, sin preocuparse en como
afectarán sus decisiones en un futuro lejano donde la tierra se encuentre ocupada por
una humanidad completamente renovada. De hecho, es lógico y evidente que las
decisiones tomadas en el presente van a afectar al futuro en gran medida.
Existen numerosos estudios dentro de la filosofía política dedicados a los
posibles riesgos futuros. Una buena forma de medir la seriedad de los riesgos es su valor
esperado, es decir, el resultado de su alcance y la probabilidad de que ocurran. Además,
el alcance de los riesgos sería superior al de las fuentes actuales de sufrimiento como
son las granjas industriales o el sufrimiento de los animales en la naturaleza. En
combinación con una probabilidad bastante alta de que ocurran, los riesgos
probablemente superan al sufrimiento actual en cuanto a sufrimiento esperable. No
obstante, y pese a esta gravedad, pocas personas han trabajado activamente en la
reducción de riesgos, debido a que están basados en consideraciones abstractas sobre
el futuro lejano que no tocan nuestra fibra sensible tan fácilmente. Sin embargo, los
riesgos están ahí, lo que aumenta la necesidad de preocuparse por el futuro.
Una vez expuestas las características positivas y negativas de la democracia y la
relevancia del futuro, es momento de preguntase: ¿tiene futuro la democracia? Existen
numerosas razones y pronósticos futuros para responder negativamente a esta
cuestión.
En primer lugar, el fuerte proceso de globalización actual puede cambiar
próximamente los estados nación por unidades políticas privilegiadas, existiendo un
único poder a nivel mundial. A su vez, los estados nación pueden derivar en sistemas
autoritarios. Los escenarios de conflicto global abiertos actualmente y los que tendrán
lugar en el futuro pueden dar lugar a regímenes militares o feudales donde la opinión
ciudadana no cuente en absoluto.
En segundo lugar, el rápido aumento sin precedentes del poder tecnológico, la
mayor disponibilidad de recursos, la desigualdad y a las diferencias causadas por las
mejoras genéticas pueden dar lugar a oligarquías y a privaciones de poder definitivas.
Cada vez la posesión de dinero es más relevante pues se pueden comprar servicios más
determinantes en la vida humana. Relacionado con el avance tecnológico, la existencia
de las inteligencias artificiales puede hacer posible la acumulación de poder en un único
agente o en una epistocracia radical, es decir, un sistema en el cual sólo pueden ejercer
el derecho a voto por sufragio electoral aquellas personas que tengan cierto
conocimiento sobre ciencias sociales y se encuentren lo menos sesgados posibles.
En tercer lugar y también ligado a los avances tecnológicos, es evidente la
existencia cada vez mayor de mecanismos de manipulación social. Desde ya hace varias
décadas, el periodismo objetivo brilla por su ausencia y la presencia de bulos y fake news
prevalece en la prensa, en la televisión y, sobre todo, en las redes sociales. Además, son
muchos los que abogan por introducir el voto por internet por ser más barato y seguro.
De hecho, en las elecciones presidenciales de EEUU de 2012, en varios estados se ha
podido ejercer el voto por internet. Sin embargo, la seguridad de la red ya ha
demostrado lagunas en numerosas ocasiones y es muy probable que varias personas en
el planeta sepan como violar los mecanismos de seguridad.
En cuarto lugar, cada vez es mayor la influencia de los mercados sobre los
estados y aunque estos últimos traten de intervenir en la economía, muchas veces se
encuentran con las manos atadas por quienes poseen las mayores fortunas. Por esta
misma razón, aunque la población mayoritaria vote para tomar unas medidas concretas,
es posible que estas no puedan realizarse debido a las presiones recibidas por parte de
las grandes corporaciones, las cuales, probablemente, acaben gobernando el mundo. A
su vez, estas empresas también cuentan con los medios e intereses necesarios para
manipular la elección de los votantes.
Por último, es preciso recordar que en la historia tuvieron lugar numerosos
regímenes democráticos que acabaron derivando en totalitarismos. La antigua Grecia
tenia un sistema democrático que derivó en un sistema parlamentario semidemocrático
con el establecimiento de la República romana que terminó en dictadura e imperio.
Desde entonces hasta el siglo XX, salvo escasas excepciones, la democracia desapareció
de la historia.
En conclusión, el peligro del futuro de la democracia es proporcional a la
existencia de dependencia por parte de la población hacia determinados mecanismos.
Actualmente existe una estrecha dependencia con la economía, con Internet y con la
salud. Si alguien aumenta su poder en alguno de estos dos ámbitos, también va a
aumentar su poder de control sobre las decisiones políticas.

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