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Nombre del alumno----------------------------- Raymond yovany parks Hernández

Asignatura--------------------------------------- filosofía

Sección ------------------------------------------- Única

Tema del trabajo----------------------  Cuadro Comparativo entre el Racionalismo


y el Empirismo

Número de cuenta -------------------- 219070044

Lugar y fecha---------------------------- Tocoa colon 3 de abril del 2020


RESUMEN

La ética kantiana es una teoría ética deontológica formulada por el filósofo


Immanuel Kant. ... Central a la construcción kantiana de la ley moral es el
imperativo categórico, que actúa sobre todas las personas, sin importar sus
intereses o deseos.

Al hacer coincidir la máxima de cualquier acción con la ley práctica, el ser


humano habrá encontrado el principio objetivo y universal del obrar. Se llama
moral o “ética empírica” dentro de la filosofía kantiana a una ética basada o
formulada a partir de la experiencia.

El acto moral.
Los actos, según Kant, no son ni buenos ni malos; bueno o malo es sólo el
sujeto que los realiza. ... Si un individuo actúa por temor y no por respeto al
deber implícito en la ley moral, sus acciones no serán morales.

Contra aquellas lecturas formalistas de la filosofía práctica de Kant, se asume


una lectura de su propuesta ética a partir del concepto de máxima. Al referirnos
a la moral kantiana como una moral de máximas, se postula un modelo
específico de la acción racional, el cual posibilita la aplicación de la ley moral

Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en
coautoría con Engels) y El Capital. La ética es la rama de la filosofía que
estudia la bondad o la maldad de los comportamientos. ... Para Marx,
la ética es ideología pura con la única visión de legitimar lo que hay

La ética kantiana es una teoría ética deontológica formulada por el


filósofo Immanuel Kant. Desarrollada como producto del racionalismo ilustrado,
está basada en la postura que la única cosa intrínsecamente buena es una
buena voluntad; por lo tanto una acción solo puede ser buena si su máxima —
el principio subyacente— obedece a la ley moral. Central a la construcción
kantiana de la ley moral es el imperativo categórico, que actúa sobre todas las
personas, sin importar sus intereses o deseos. Kant lo formuló de varias
maneras. Su principio de universalidad requiere que, para que una acción sea
permisible, debe ser posible aplicarla a todas las personas sin resultar
contradictoria. Su formulación de la humanidad como un fin en sí misma exige
que los humanos nunca sean tratados meramente como un medio para un fin,
sino también un fin en sí mismos. La formulación de la autonomía concluye que
los agentes racionales están obligados a la ley moral por su propia voluntad,
mientras que el concepto de Kant del Reino de los fines exige que las personas
actúen como si los principios de sus propias acciones establecieran una ley
para un reino hipotético. Kant también distinguió entre deberes perfectos e
imperfectos. Un deber perfecto, como el deber de no mentir, es siempre
verdadero; uno imperfecto, como donar a la caridad, puede flexibilizarse y
aplicarse en un tiempo y espacio particulares.

El filósofo estadounidense Louis Pojman ha citado al pietismo como influencia


en el desarrollo de la ética kantiana, mientras que el filósofo político Jean-
Jacques Rousseau señala al debate contemporáneo
entre racionalismo y empirismo y la influencia de la ley natural. Otros filósofos
sostienen que los padres de Kant y su profesor, Martin Knutzen, influenciaron
su ética. Aquellos influenciados por la ética kantiana incluyen al filósofo Jürgen
Habermas, el filósofo político John Rawls y el psicoanalista Jacques Lacan. El
filósofo alemán G. W. F. Hegel criticó a Kant por no proveer suficientes detalles
concretos en su teoría moral para afectar la toma de decisiones y por negar la
naturaleza humana. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer argumentó que la
ética debería intentar describir cómo se comportan las personas y criticó a Kant
por ser normativo. Michael Stocker ha argumentado que actuar por deber
puede disminuir otras motivaciones morales como la amistad, mientras que
Marcia Baron ha defendido la teoría al sostener que no lo hace. La Iglesia
católica ha criticado la ética kantiana como contradictoria y considera que
la ética cristiana es más compatible con la ética de las virtudes.

La afirmación de que todos los humanos merecen dignidad y respeto como


agentes autónomos implica que los profesionales médicos deberían estar
felices porque sus tratamientos se realicen en quienquiera, y que los pacientes
nunca deben ser tratados simplemente cómo instrumentos para la sociedad. La
actitud de Kant hacia la ética sexual surge por su postura que los humanos
nunca deben usarse simplemente como medios para un fin, lo que le llevó a
considerar la actividad sexual como degradante y a condenar ciertas prácticas
sexuales. Filósofas feministas han empleado la ética kantiana para condenar
prácticas como la prostitución y la pornografía debido a que no tratan a las
mujeres como fines. Kant también creía que, ya que los animales no poseen
racionalidad, no podemos tener deberes hacia ellos excepto el deber indirecto
de no desarrollar inclinaciones inmorales mediante la crueldad animal. Usó el
ejemplo de mentir como una aplicación de su ética: debido a que existe un
deber perfecto de decir la verdad, nunca debemos mentir, incluso si parece que
mentir producirá mejores consecuencias que decir la verdad.

Aunque Kant desarrolla su teoría ética a través de toda su obra, es definida


más claramente en Fundamentación de la metafísica de las
costumbres, Crítica de la razón práctica y Metafísica de las costumbres. Como
parte de la tradición de la Ilustración, basó su teoría ética en la creencia de que
la razón debería usarse para determinar cómo debería obrar una persona. 1 No
intentó prescribir una acción específica, sino que enseñó que la razón debe
usarse para determinar cómo comportarse.

Buena voluntad y deber

En el conjunto de sus escritos, Kant construyó las bases para una ley ética a
partir del concepto del deber. Comenzó su teoría ética argumentando que la
única virtud que puede ser incondicionalmente buena es una buena voluntad.
Ninguna otra virtud tiene este estatus debido a que todas las otras virtudes
pueden usarse para lograr fines inmorales (la virtud de la lealtad no es buena si
se es leal a una persona malvada, por ejemplo). La buena voluntad es única en
que siempre es buena y mantiene su valor moral incluso cuando fracasa en el
logro de sus intenciones morales. Consideró la buena voluntad como un
principio moral individual que libremente elige usar a las otras virtudes para
fines morales.

Para Kant una buena voluntad es una concepción más amplia que una
voluntad que actúa por deber. Una voluntad que actúa por deber es distinguible
como una voluntad que supera los obstáculos con el fin de cumplir la ley moral.
Es por tanto un caso especial de buena voluntad que se hace visible en
condiciones adversas. Kant sostiene que solo los actos realizados por deber
tienen valor moral. Esto no quiere decir que los actos realizados solamente en
conformidad con el deber sean despreciables (estos todavía merecen
aprobación y apoyo), pero las acciones que se realizan por deber poseen una
consideración especial.

La concepción kantiana del deber no implica que las personas realicen sus
tareas de mala gana. Aunque el deber a menudo limita a las personas y las
motiva a actuar en contra de sus inclinaciones, todavía proviene de la voluntad
de un agente: desean mantener la ley moral. Por lo tanto, cuando un agente
realiza una acción por deber es porque los incentivos racionales le importan
más que sus inclinaciones opuestas. Kant deseaba ir más allá de la concepción
de la moral como deberes externamente impuestos y presentar una ética de
autonomía, donde los agentes racionales reconocen libremente las exigencias
que la razón les hace.

Al aplicar el imperativo categórico, surgen deberes debido a que el fracaso de


cumplirlos resultará ya sea en una contradicción en la concepción, ya sea en
una contradicción en la voluntad. Los primeros se clasifican como deberes
perfectos, los últimos como imperfectos. Un deber perfecto es cierto siempre:
existe un deber perfecto de decir la verdad, por lo que nunca debemos mentir.
Un deber imperfecto permite flexibilidad: la caridad es un deber imperfecto
porque no estamos obligados a ser completamente caritativos en todo
momento, pero podemos elegir las ocasiones y lugares en los que lo somos.
Kant creía que los deberes perfectos son más importantes que los deberes
imperfectos: si surge un conflicto entre deberes, debe seguirse el deber

La formulación primordial de la ética kantiana es el imperativo categórico de la


que deriva cuatro formulaciones adicionales. 11 Kant hace una distinción entre
imperativos categóricos e hipotéticos. Un imperativo hipotético es uno que
debemos obedecer si queremos satisfacer nuestros deseos: "ir al médico" es
un imperativo hipotético, porque solo estamos obligados a obedecerlo si
queremos mejorarnos. Un imperativo categórico nos obliga a pesar de nuestros
deseos: todo el mundo tiene el deber de no mentir, independientemente de las
circunstancias e incluso si hacerlo nos beneficia. Estos imperativos son
moralmente vinculantes ya que se basan en la razón, en lugar de hechos
contingentes sobre un agente. A diferencia de los imperativos hipotéticos, que
nos obligan en la medida en que somos parte de un grupo o sociedad con los
que tenemos deberes, no podemos excluirnos del imperativo categórico porque
no podemos optar por dejar de ser agentes racionales. Le debemos obligación
a la racionalidad en virtud de ser agentes racionales; por lo tanto, el principio
moral racional se aplica a todos los agentes racionales en todo momento.

La primera formulación de Kant del imperativo categórico es el de la


universabilidad:

Obra solo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se
torne en ley universal.

Cuando alguien obra, es de acuerdo a una regla o máxima. Para Kant, una
acción solo está permitida si uno está deseando que la máxima que permite la
acción sea una ley universal conforme todos obrasen. Las máximas fallan esta
prueba si producen una contradicción en la concepción o en la voluntad cuando
son universalizadas. La primera ocurre cuando, si una máxima fuese
universaliza, deja de tener sentido ya que la "máxima necesariamente se
destruiría a sí misma tan pronto como se hiciese una ley universal". 17 Por
ejemplo, si la máxima "Es aceptable romper promesas" se universalizara, nadie
confiaría en ninguna promesa, así que la idea de una promesa perdería su
sentido; la máxima sería auto contradictoria, ya que, cuando universalizada, las
promesas dejan de tener significado. La máxima no es moral porque es
lógicamente imposible de universalizar: no podríamos concebir un mundo en el
que esta máxima fuese universalizada. Una máxima también puede ser inmoral
si crea una contradicción en la voluntad cuando se universaliza. Esto no
significa que sea lógicamente contradictoria, sino que la universalización de la
máxima conduce a un estado de cosas que ningún ser racional podría desear.
Por ejemplo, Driver argumenta que la máxima 'No haré caridad' produce una
contradicción en la voluntad cuando se universaliza porque un mundo en el que
nadie da a la caridad no sería deseable para la persona que se comporta bajo
esa máxima.

Kant creía que la moralidad es la ley objetiva de la razón: así como las


objetivas leyes físicas exigen acciones físicas (las manzanas caen a causa de
la gravedad, por ejemplo), las objetivas leyes racionales obligan acciones
racionales. Por consiguiente creía que un ser perfectamente racional también
debe ser perfectamente moral, porque un ser perfectamente
racional subjetivamente encuentra necesario hacer lo que es racionalmente
necesario. Debido a que los seres humanos no son perfectamente racionales
(obran en parte por instinto), creía que los seres humanos deben someter su
voluntad subjetiva a las leyes racionales objetivas, lo que llamó la obligación de
sometimiento. Argumentó que la ley objetiva de la razón es a priori, existente
externamente del ser racional. Del mismo modo que las leyes físicas existen
antes de los seres físicos, las leyes racionales (moral) existen antes de los
seres racionales. Por lo tanto, según Kant, la moral racional es universal y no
puede cambiar dependiendo de las circunstancias. 2

La segunda formulación de Kant del imperativo categórico es tratar a la


humanidad como un fin en sí misma:

Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de


cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio.

Kant sostenía que los seres racionales nunca pueden tratarse simplemente
como un medio para un fin; siempre deben tratarse también como fines en sí
mismos, lo que requiere que sus propios motivos razonados deban ser
igualmente respetados. Esto se deriva de su afirmación de que la razón motiva
la moral: exige que respetemos la razón como un motivo en todos los seres,
incluidas otras personas. Un ser racional no puede racionalmente consentir ser
utilizado simplemente como un medio para un fin, por lo que siempre deben
tratarse como un fin. Kant lo justifica argumentando que la obligación moral es
una necesidad racional: aquello que es deseado racionalmente es moralmente
correcto. Debido a que todos los agentes racionales desean racionalmente ser
un fin y nunca solo un medio, es moralmente obligatorio que se les trate como
tales. Esto no significa que no podamos tratar nunca a un humano como un
medio para un fin, sino que cuando lo hacemos tenemos que tratarlo además
como un fin en sí mismo.2

La fórmula de autonomía kantiana expresa la idea de que un agente está


obligado a seguir el imperativo categórico debido a su voluntad racional, en
lugar de cualquier influencia exterior. Kant creía que toda ley moral motivada
por el deseo de cumplir algún otro interés rechazaría el imperativo categórico,
lo que lo llevó a argumentar que la ley moral solo debe surgir de una voluntad
racional. Este principio requiere que las personas reconozcan el derecho de los
demás a actuar de manera autónoma y significa que, ya que las leyes morales
deben ser universalizarles, lo que se requiere de una persona se requiere de
todos.

Otra formulación del imperativo categórico es el Reino de los fines:

Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador
en un reino universal de los fines

Esta formulación requiere que las acciones se consideren como si su máxima


fuese proporcionar una ley para un hipotético Reino de los fines. En
consecuencia, las personas tienen la obligación de obrar bajo principios que
una comunidad de agentes racionales aceptaría como leyes. En tal comunidad,
cada individuo solo aceptaría máximas que puedan regir a todos los miembros
de la comunidad sin tratar a ningún integrante meramente como un medio para
un fin. A pesar de que el Reino de los fines es un ideal —las acciones de otras
personas y los eventos de la naturaleza aseguran que acciones con buenas
intenciones a veces resulten en daños— todavía se nos exige actuar
categóricamente, como legisladores de este reino ideal

El filósofo alemán Jürgen Habermas ha propuesto una teoría de la ética del


discurso que, según él, es descendiente de la ética kantiana. Propone que la
acción debe basarse en la comunicación entre los involucrados, en la que se
discuten sus intereses e intenciones para que todos puedan entenderlos.
Rechazando cualquier forma de coerción o manipulación, Habermas cree que
el acuerdo entre las partes es crucial para alcanzar una decisión moral. Al igual
que la ética kantiana, la ética del discurso es cognitiva teoría ética, en el
sentido de que supone que la verdad y la falsedad pueden atribuirse a
proposiciones éticas. También formula una regla por la cual se pueden
determinar las acciones éticas y propone que las acciones éticas deben ser
universalizarles, de manera similar a la ética de Kant.
Habermas argumenta que su teoría ética es una mejora en la ética de
Kant.40Rechaza el marco dualista de la ética de Kant. Kant distinguió entre el
mundo de los fenómenos, que los humanos pueden sentir y experimentar, y
el noúmeno, o mundo espiritual, que es inaccesible para los humanos. Esta
dicotomía era necesaria para Kant porque podría explicar la autonomía de un
agente humano: aunque un humano está atado al mundo fenoménico, sus
acciones son libres en el mundo inteligible. Para Habermas, la moralidad surge
del discurso, que es necesario por su racionalidad y necesidades, más que por
su libertad.

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