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Ética kantiana

La ética kantiana es una teoría ética


deontológica formulada por el filósofo
Immanuel Kant. Desarrollada como
producto del racionalismo ilustrado, está
basada en la postura que la única cosa
intrínsecamente buena es una buena
voluntad; por lo tanto una acción solo
puede ser buena si su máxima —el
principio subyacente— obedece a la ley
moral. Central a la construcción kantiana
de la ley moral es el imperativo categórico,
que actúa sobre todas las personas, sin
importar sus intereses o deseos. Kant lo
formuló de varias maneras. Su principio de
universalidad requiere que, para que una
acción sea permisible, debe ser posible
aplicarla a todas las personas sin resultar
contradictoria. Su formulación de la
humanidad como un fin en sí misma exige
que los humanos nunca sean tratados
meramente como un medio para un fin,
sino también un fin en sí mismos. La
formulación de la autonomía concluye que
los agentes racionales están obligados a
la ley moral por su propia voluntad,
mientras que el concepto de Kant del
Reino de los fines exige que las personas
actúen como si los principios de sus
propias acciones establecieran una ley
para un reino hipotético. Kant también
distinguió entre deberes perfectos e
imperfectos. Un deber perfecto, como el
deber de no mentir, es siempre verdadero;
uno imperfecto, como donar a la caridad,
puede flexibilizarse y aplicarse en un
tiempo y espacio particulares.

El filósofo estadounidense Louis Pojman


ha citado al pietismo como influencia en el
desarrollo de la ética kantiana, mientras
que el filósofo político Jean-Jacques
Rousseau señala al debate
contemporáneo entre racionalismo y
empirismo y la influencia de la ley natural.
Otros filósofos sostienen que los padres
de Kant y su profesor, Martin Knutzen,
influenciaron su ética. Aquellos
influenciados por la ética kantiana
incluyen al filósofo Jürgen Habermas, el
filósofo político John Rawls y el
psicoanalista Jacques Lacan. El filósofo
alemán G. W. F. Hegel criticó a Kant por no
proveer suficientes detalles concretos en
su teoría moral para afectar la toma de
decisiones y por negar la naturaleza
humana. El filósofo alemán Arthur
Schopenhauer argumentó que la ética
debería intentar describir cómo se
comportan las personas y criticó a Kant
por ser normativo. Michael Stocker ha
argumentado que actuar por deber puede
disminuir otras motivaciones morales
como la amistad, mientras que Marcia
Baron ha defendido la teoría al sostener
que no lo hace. La Iglesia católica ha
criticado la ética kantiana como
contradictoria y considera que la ética
cristiana es más compatible con la ética
de las virtudes.

La afirmación de que todos los humanos


merecen dignidad y respeto como agentes
autónomos implica que los profesionales
médicos deberían estar felices porque sus
tratamientos se realicen en quienquiera, y
que los pacientes nunca deben ser
tratados simplemente cómo instrumentos
para la sociedad. La actitud de Kant hacia
la ética sexual surge por su postura que
los humanos nunca deben usarse
simplemente como medios para un fin, lo
que le llevó a considerar la actividad
sexual como degradante y a condenar
ciertas prácticas sexuales. Filósofas
feministas han empleado la ética kantiana
para condenar prácticas como la
prostitución y la pornografía debido a que
no tratan a las mujeres como fines. Kant
también creía que, ya que los animales no
poseen racionalidad, no podemos tener
deberes hacia ellos excepto el deber
indirecto de no desarrollar inclinaciones
inmorales mediante la crueldad animal.
Usó el ejemplo de mentir como una
aplicación de su ética: debido a que existe
un deber perfecto de decir la verdad,
nunca debemos mentir, incluso si parece
que mentir producirá mejores
consecuencias que decir la verdad.

Descripción
Retrato de Immanuel Kant.

Aunque Kant desarrolla su teoría ética a


través de toda su obra, es definida más
claramente en Fundamentación de la
metafísica de las costumbres, Crítica de la
razón práctica y Metafísica de las
costumbres. Como parte de la tradición de
la Ilustración, basó su teoría ética en la
creencia de que la razón debería usarse
para determinar cómo debería obrar una
persona.[1] No intentó prescribir una
acción específica, sino que enseñó que la
razón debe usarse para determinar cómo
comportarse.[2]

Buena voluntad y deber

En el conjunto de sus escritos, Kant


construyó las bases para una ley ética a
partir del concepto del deber.[3] Comenzó
su teoría ética argumentando que la única
virtud que puede ser incondicionalmente
buena es una buena voluntad. Ninguna
otra virtud tiene este estatus debido a que
todas las otras virtudes pueden usarse
para lograr fines inmorales (la virtud de la
lealtad no es buena si se es leal a una
persona malvada, por ejemplo). La buena
voluntad es única en que siempre es
buena y mantiene su valor moral incluso
cuando fracasa en el logro de sus
intenciones morales.[4] Consideró la buena
voluntad como un principio moral
individual que libremente elige usar a las
otras virtudes para fines morales.[5]

Para Kant una buena voluntad es una


concepción más amplia que una voluntad
que actúa por deber. Una voluntad que
actúa por deber es distinguible como una
voluntad que supera los obstáculos con el
fin de cumplir la ley moral. Es por tanto un
caso especial de buena voluntad que se
hace visible en condiciones adversas.
Kant sostiene que solo los actos
realizados por deber tienen valor moral.
Esto no quiere decir que los actos
realizados solamente en conformidad con
el deber sean despreciables (estos todavía
merecen aprobación y apoyo), pero las
acciones que se realizan por deber poseen
una consideración especial.[6]

La concepción kantiana del deber no


implica que las personas realicen sus
tareas de mala gana. Aunque el deber a
menudo limita a las personas y las motiva
a actuar en contra de sus inclinaciones,
todavía proviene de la voluntad de un
agente: desean mantener la ley moral. Por
lo tanto, cuando un agente realiza una
acción por deber es porque los incentivos
racionales le importan más que sus
inclinaciones opuestas. Kant deseaba ir
más allá de la concepción de la moral
como deberes externamente impuestos y
presentar una ética de autonomía, donde
los agentes racionales reconocen
libremente las exigencias que la razón les
hace.[7]

Deberes perfectos e imperfectos


Al aplicar el imperativo categórico, surgen
deberes debido a que el fracaso de
cumplirlos resultará ya sea en una
contradicción en la concepción, ya sea en
una contradicción en la voluntad. Los
primeros se clasifican como deberes
perfectos, los últimos como imperfectos.
Un deber perfecto es cierto siempre: existe
un deber perfecto de decir la verdad, por lo
que nunca debemos mentir. Un deber
imperfecto permite flexibilidad: la caridad
es un deber imperfecto porque no
estamos obligados a ser completamente
caritativos en todo momento, pero
podemos elegir las ocasiones y lugares en
los que lo somos.[8] Kant creía que los
deberes perfectos son más importantes
que los deberes imperfectos: si surge un
conflicto entre deberes, debe seguirse el
deber perfecto.[9]

Imperativo categórico

La formulación primordial de la ética


kantiana es el imperativo categórico,[10] de
la que deriva cuatro formulaciones
adicionales.[11] Kant hace una distinción
entre imperativos categóricos e
hipotéticos. Un imperativo hipotético es
uno que debemos obedecer si queremos
satisfacer nuestros deseos: "ir al médico"
es un imperativo hipotético, porque solo
estamos obligados a obedecerlo si
queremos mejorarnos. Un imperativo
categórico nos obliga a pesar de nuestros
deseos: todo el mundo tiene el deber de
no mentir, independientemente de las
circunstancias e incluso si hacerlo nos
beneficia. Estos imperativos son
moralmente vinculantes ya que se basan
en la razón, en lugar de hechos
contingentes sobre un agente.[12] A
diferencia de los imperativos hipotéticos,
que nos obligan en la medida en que
somos parte de un grupo o sociedad con
los que tenemos deberes, no podemos
excluirnos del imperativo categórico
porque no podemos optar por dejar de ser
agentes racionales. Le debemos
obligación a la racionalidad en virtud de
ser agentes racionales; por lo tanto, el
principio moral racional se aplica a todos
los agentes racionales en todo
momento.[13]

Universalización

La primera formulación de Kant del


imperativo categórico es el de la
universabilidad:[14]

Obra solo según una máxima tal, que


puedas querer al mismo tiempo que
se torne en ley universal.
Immanuel Kant, Fundamentación de
la metafísica de las costumbres
(1785)[15][16]

Cuando alguien obra, es de acuerdo a una


regla o máxima. Para Kant, una acción
solo está permitida si uno está deseando
que la máxima que permite la acción sea
una ley universal conforme todos
obrasen.[15] Las máximas fallan esta
prueba si producen una contradicción en
la concepción o en la voluntad cuando son
universalizadas. La primera ocurre cuando,
si una máxima fuese universaliza, deja de
tener sentido ya que la "máxima
necesariamente se destruiría a sí misma
tan pronto como se hiciese una ley
universal".[17] Por ejemplo, si la máxima
"Es aceptable romper promesas" se
universalizara, nadie confiaría en ninguna
promesa, así que la idea de una promesa
perdería su sentido; la máxima sería
autocontradictoria, ya que, cuando
universalizada, las promesas dejan de
tener significado. La máxima no es moral
porque es lógicamente imposible de
universalizar: no podríamos concebir un
mundo en el que esta máxima fuese
universalizada.[18] Una máxima también
puede ser inmoral si crea una
contradicción en la voluntad cuando se
universaliza. Esto no significa que sea
lógicamente contradictoria, sino que la
universalización de la máxima conduce a
un estado de cosas que ningún ser
racional podría desear. Por ejemplo, Driver
argumenta que la máxima 'No haré
caridad' produce una contradicción en la
voluntad cuando se universaliza porque un
mundo en el que nadie da a la caridad no
sería deseable para la persona que se
comporta bajo esa máxima.[19]

Kant creía que la moralidad es la ley


objetiva de la razón: así como las objetivas
leyes físicas exigen acciones físicas (las
manzanas caen a causa de la gravedad,
por ejemplo), las objetivas leyes racionales
obligan acciones racionales. Por
consiguiente creía que un ser
perfectamente racional también debe ser
perfectamente moral, porque un ser
perfectamente racional subjetivamente
encuentra necesario hacer lo que es
racionalmente necesario. Debido a que los
seres humanos no son perfectamente
racionales (obran en parte por instinto),
creía que los seres humanos deben
someter su voluntad subjetiva a las leyes
racionales objetivas, lo que llamó la
obligación de sometimiento.[20]
Argumentó que la ley objetiva de la razón
es a priori, existente externamente del ser
racional. Del mismo modo que las leyes
físicas existen antes de los seres físicos,
las leyes racionales (moral) existen antes
de los seres racionales. Por lo tanto, según
Kant, la moral racional es universal y no
puede cambiar dependiendo de las
circunstancias.[21]

La humanidad como un fin en sí
misma

La segunda formulación de Kant del


imperativo categórico es tratar a la
humanidad como un fin en sí misma:

Obra de tal modo que trates a la


humanidad, tanto en tu persona
como en la de cualquier otro,
siempre como un fin y nunca
solamente como un medio.

Immanuel Kant, Fundamentación de


la metafísica de las costumbres
(1785)[22][23]

Kant sostenía que los seres racionales


nunca pueden tratarse simplemente como
un medio para un fin; siempre deben
tratarse también como fines en sí mismos,
lo que requiere que sus propios motivos
razonados deban ser igualmente
respetados. Esto se deriva de su
afirmación de que la razón motiva la
moral: exige que respetemos la razón
como un motivo en todos los seres,
incluidas otras personas. Un ser racional
no puede racionalmente consentir ser
utilizado simplemente como un medio
para un fin, por lo que siempre deben
tratarse como un fin.[24] Kant lo justifica
argumentando que la obligación moral es
una necesidad racional: aquello que es
deseado racionalmente es moralmente
correcto. Debido a que todos los agentes
racionales desean racionalmente ser un fin
y nunca solo un medio, es moralmente
obligatorio que se les trate como
tales.[25][26][27] Esto no significa que no
podamos tratar nunca a un humano como
un medio para un fin, sino que cuando lo
hacemos tenemos que tratarlo además
como un fin en sí mismo.[24]

Fórmula de autonomía

La fórmula de autonomía kantiana expresa


la idea de que un agente está obligado a
seguir el imperativo categórico debido a
su voluntad racional, en lugar de cualquier
influencia exterior. Kant creía que toda ley
moral motivada por el deseo de cumplir
algún otro interés rechazaría el imperativo
categórico, lo que lo llevó a argumentar
que la ley moral solo debe surgir de una
voluntad racional.[28] Este principio
requiere que las personas reconozcan el
derecho de los demás a actuar de manera
autónoma y significa que, ya que las leyes
morales deben ser universalizables, lo que
se requiere de una persona se requiere de
todos.[29][30][31]

Reino de los fines

Otra formulación del imperativo categórico


es el Reino de los fines:

Obra como si por medio de tus


máximas fueras siempre un miembro
legislador en un reino universal de
los fines.
Immanuel Kant, Fundamentación de
la metafísica de las costumbres
(1785)[32][33]

Esta formulación requiere que las


acciones se consideren como si su
máxima fuese proporcionar una ley para
un hipotético Reino de los fines. En
consecuencia, las personas tienen la
obligación de obrar bajo principios que
una comunidad de agentes racionales
aceptaría como leyes.[34] En tal
comunidad, cada individuo solo aceptaría
máximas que puedan regir a todos los
miembros de la comunidad sin tratar a
ningún integrante meramente como un
medio para un fin.[35] A pesar de que el
Reino de los fines es un ideal —las
acciones de otras personas y los eventos
de la naturaleza aseguran que acciones
con buenas intenciones a veces resulten
en daños— todavía se nos exige actuar
categóricamente, como legisladores de
este reino ideal.[36]

Aplicaciones
Ética médica

Kant creía que la capacidad compartida de


los humanos para razonar debe ser la
base de la moral y que es la capacidad de
razonar lo que hace a los humanos
moralmente significativos. Por lo tanto,
creía que todas las personas debían tener
el derecho común a la dignidad y el
respeto.[37] Margaret Eaton argumenta
que, de acuerdo a la ética kantiana, un
profesional médico debe alegrarse de que
sus prácticas sean usados por y en todo el
mundo, incluso si el mismo fuera el
paciente. Por ejemplo, un investigador que
desara realizar pruebas en un paciente sin
su consentimiento debe estar feliz de que
todos los investigadores lo hagan.[38]
También sostiene que el requisito kantiano
de autonomia significaría que un paciente
debe ser capaz de realizar una decisión
totalmente informada sobre su
tratamiento, lo que haría inmoral realizar
ensayos en pacientes desinformados. La
investigación médica debería estar
motivada por el respeto del paciente, por
lo que este debería estar informado de
todos los hechos, aun si esto
probablemente lo disuada.[39] Jeremy
Sugarman plantea que la formulación
kantiana de la autonomía requiere que los
pacientes nunca sean usados meramente
para el beneficio de la sociedad, sino
siempre tratados como personal
racionales con sus propios fines.[40] Aaron
Hinkley señala que la explicación de Kant
de la autonomía requiere el respeto de las
decisiones que se toman racionalmente,
no de las elecciones realizadas por
medios idiosincráticos o no racionales.
Argumenta que puede existir una
diferencia entre lo que eligiría un agente
puramente racional y lo que un paciente
realmente elige, la que es el resultado de
idiosincracias no racionales. Aunque un
médico kantiano podría no mentir o
coercionar a un paciente, Hinkley sugiere
que alguna forma de paternalismo —como
ocultar información que podría provocar
una respuesta no racional— podría ser
aceptable.[41]
En su obra How Kantian Ethics Should
Treat Pregnancy and Abortion, Susan
Feldman razona que el aborto debería ser
defendido de acuerdo a la ética kantiana.
Propone que una mujer debería ser tratado
como una persona autónoma con
dignidad y control sobre su cuerpo, como
Kant sugiere. Feldman cree que la libre
elección de las mujeres debiera ser
primordial en la ética kantiana, por lo que
el aborto debería decidirlo la madre.[42]
Dean Harris ha notado que, si se usa la
ética kantiana en la discusión del aborto,
debería decidirse si un feto es una
persona autónoma.[43] El ético kantiano
Carl Cohen argumenta que el potencial de
ser racional o participar en una especie
generalmente racional es la distinción
relevante entre los humanos y los objetos
inanimados o animales irracionales.
Cohen cree que incluso cuando los
humanos no son racionales debido a la
edad (como los bebes y fetos) o
discapacidad mental, los agentes aún
están moralmente obligados a tratarlos
como fines en sí mismos, equivalente a un
adulto racionales como la madre que
busca un aborto.[44]

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21. Kant, Immanuel (1785). Thomas
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22. Driver 2007, p. 90
23. Fundamentación de la metafísica de las
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24. Benn 1998, p. 95
25. Kant, Immanuel (1785). Thomas
Kingsmill Abbott, ed. Fundamental
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26. Kant, Immanuel (1785). Thomas
Kingsmill Abbott, ed. Fundamental
Principles of the Metaphysic of Morals (10
edición). Project Gutenberg. p. 60.
27. Kant, Immanuel (1785). Thomas
Kingsmill Abbott, ed. Fundamental
Principles of the Metaphysic of Morals (10
edición). Project Gutenberg. p. 61.
28. Kant & Paton 1991, p. 34
29. Kant 1788, Book 1, Ch. 1, §1
30. Kant 1785, Section 1, §17
31. Sullivan 1989, p. 165
32. Kant 1785, §2
33. Fundamentación de la metafísica de las
costumbres, Ak. IV, 438s.
34. Johnson, Robert (23 de febrero 2004;
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37. Eaton 2004, p. 39
38. Eaton 2004, p. 40
39. Eaton 2004, pp. 40–1
40. Sugarman 2010, p. 44
41. Engelhardt 2011, pp. 12-13
42. Kneller & Axinn 1998, pp. 265–266
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