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AEDA FORMACIÓN Curso Audiología Infantil

TEMA 1

Unidad 1. Fundamentación de la audiología pediátrica


Lda. Fga. Mariana Maggio De Maggi

1.0 Introducción

Investigaciones recientes acerca de los factores determinantes del éxito en la evolución


de los niños hipoacúsicos han logrado identificar mediante estudios retrospectivos las dos
variables más importantes (Moeller, 2000). Estos estudios confirman lo que el sentido
común nos decía: la primera variable más importante es la intervención precoz, y la
segunda, con igual importancia y mayor significación estadística, es la implicación familiar.
Estos dos factores son los que hacen la diferencia en los resultados por sobre otros tan
usualmente valorados como el grado de deficiencia auditiva y el coeficiente de inteligencia
no verbal. Y precisamente es sobre esos dos factores sobre los cuales los profesionales
podemos actuar.
Durante el transcurso de este tema desarrollaremos contenidos relacionados con la
implicación familiar y recursos para fomentar la misma en la práctica diaria.

1. 1 Intervención Audiológica Centrada en la Familia

“Salir del modelo centrado en el niño requiere un delicado equilibrio entre compartir con
los padres nuestra experiencia con respecto a las necesidades del niño al mismo tiempo
que los comprendemos y creamos un espacio para sus ideas, valores y perspectivas."
Abbie Schiff

Históricamente, las investigaciones realizadas para valorar el nivel de satisfacción de los


padres con respecto a los servicios audiológicos de sus hijos (Luterman & Kurtzer, 1999;
Mikkelsen & Frederiksen, 2011) reflejaban que existían bajos niveles de satisfacción
debido, entre otros, a los siguientes factores:
-identificación tardía
-retrasos y errores en la adaptación protésica de los primeros audífonos
-información insuficiente por parte de los profesionales
-falta de coordinación entre los distintos servicios
-escasa sensibilidad de los profesionales
-subestimación de las capacidades de los padres

Estudios llevados a cabo en el año 2003 y en el año 2012 a nivel del territorio español
reflejaban las mismas inquietudes (Calvo & Maggio De Maggi, 2004 y 2013).
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Afortunadamente, con la implementación del screening auditivo neonatal universal, las


demoras en la identificación se han reducido, aunque los retrasos y errores en la
adaptación protésica de los primeros audífonos siguen siendo preocupantes. A este tema
nos referiremos más adelante. Un aspecto por destacar es que la queja principal de los
padres fue su impresión de una escasa sensibilidad por parte de los profesionales con
respecto a sus inquietudes de padres, junto con la creencia de que son subestimadas sus
capacidades de ser partícipes y colaboradores como socios iguales en todo el proceso de
tratamiento de sus hijos. Y esto sucede incluso entre los profesionales que dicen ofrecer
servicios centrados en la familia.
En investigaciones realizadas por distintos autores, los padres generalmente han indicado
que experimentaron menores niveles de atención centrada en sus necesidades que la que
los profesionales creían ofrecer (Dunst et al., 1991; McBride et al., 1993). Williams y
Darbyshire (1982) entrevistaron a padres de niños con pérdidas auditivas severas a
profundas dentro del año de su evaluación audiológica inicial. Los resultados indicaron
que el 84% de los padres no habían comprendido la mayor parte de la información que
había dado el audiólogo, el 72% no había comprendido el impacto de la pérdida auditiva
en el niño y el 64% no había comprendido los efectos de la pérdida auditiva del niño en
sus propias vidas. Este es un ejercicio que podría hacerse en nuestra consulta,
comprobar qué es lo que han entendido lo padres pidiéndoles que se lo expliquen a otra
persona.
Las entrevistas llevadas a cabo por Tharpe (2000) indicaron que el 57% no estaba
satisfecho con la forma en la que habían sido llevados a cabo las pruebas audiológicas; el
43% no estaba satisfecho con la explicación de dichas pruebas y sus resultados; el 36%
tenía poca confianza en los resultados de los estudios y la mitad de los padres se
quejaron acerca de que sus propias observaciones no habían sido consideradas. En un
estudio realizado en todo el territorio español (Calvo & Maggio De Maggi, 2004) el 44% de
los padres no estuvo satisfecho con el apoyo emocional del audioprotesista, el 46% no
había recibido información escrita y al 50% no se les había informado de la existencia de
asociaciones de padres. Sin duda, este es un aspecto que podemos mejorar
sensiblemente.

Los padres siempre demandan más información, cuando en realidad lo que necesitan es
conocimiento. El conocimiento difiere de la información porque implica comprensión y esto
es un proceso y no un evento que pueda resolverse entregando una guía de orientación.
Las familias también siempre expresan que necesitan mayor información y apoyo para
aliviar el estrés asociado a criar un niño con necesidades especiales.
Se ha comprobado que el intercambio de información está relacionado con la satisfacción
de las necesidades de las familias (Mahoney, O'sullivan & Robinson,1992). Pero es esta
etapa, también llamada de asesoramiento de contenido (Tye Murray, 2012), la que en
general los profesionales tienden a hacer a medias debido a que no existe un verdadero
intercambio sino una transferencia de información (acerca del diagnóstico, alternativas de
rehabilitación, tipos de auxiliares auditivos, etc).
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Algunos autores (Bruder, 2000) consideran que una de las razones más importantes que
dificultan la implementación de la intervención temprana centrada en la familia es la
actitud de los profesionales que se ven a sí mismos como “expertos” y a las familias como
“clientes” o “pacientes”. Es decir, son los profesionales quienes asumen el control y toman
todas las decisiones siendo los padres considerados sólo en la medida en que son
necesarios para llevar a cabo las instrucciones dadas de acuerdo con los objetivos de los
mismos profesionales. Y si bien es cierto que como profesionales expertos tenemos
mucho que ofrecer acerca de las tecnologías y metodologías más adecuadas, también es
cierto que las familias tienen mucha información que ofrecernos acerca de su situación
única y particular, las competencias del niño y las actividades en las que participan a
través de las cuales aprenden mejor.
En todas las etapas de la intervención es muy importante corroborar cómo han recibido la
información los padres, es decir qué es lo que han entendido, cuáles son sus dudas y
también cuáles son sus sentimientos.
El verdadero intercambio de información tiene más que ver con el asesoramiento de
apoyo (Tye Murray, 2012). Este consiste en proporcionar una escucha activa a las
necesidades de los padres, lo que implica también sus necesidades emocionales.
Generalmente, y como mecanismo de defensa, los profesionales tienden a la habituación,
a pensar: ya he escuchado esto miles de veces, todos dicen lo mismo, etc. Allí es cuando
dejamos de escuchar.
Como profesionales en el área de una disciplina que tiene que ver con la rehabilitación,
sin la necesidad de ser psicólogos, debemos estar capacitados para apoyar a los
pacientes en los aspectos psicológicos, sociales y emocionales relacionados con la
pérdida auditiva. El asesoramiento de apoyo no debería ser visto como una actividad
extra, sino como algo a integrar en la práctica convencional. Los profesionales deben
tener las habilidades interpersonales necesarias para desarrollar una verdadera relación
de ayuda con los padres, debido a que se ha demostrado que la relación entre los padres
y el profesional es un poderoso predictor del éxito en la intervención (Perpiñán, 2009).

Como en todas las alteraciones que afectan el desarrollo, Ia intervención en el niño con
deficiencia auditiva ha de estar centrada en la familia. La intervención audiológica
centrada en la familia implica una aproximación integral a los aspectos físicos,
emocionales y psicosociales de la deficiencia auditiva y el desarrollo de la comunicación
en el niño y su familia. Esto garantiza los mejores resultados y a ello debemos apuntar.

El concepto de intervención centrada en la familia enfatiza Ia importancia de la


participación de |os padres en la planificación e implementación de Ia atención del niño
con necesidades especiales ( Shelton & Stepanek, 1995). Nuestro objeto de intervención
no es solo el niño sino toda su familia.
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Los principios de Ia intervención temprana centrada en Ia familia son:


-Proporcionar un acceso a los servicios temprano, a tiempo y equitativo
-Trato respetuoso y digno.
-Sensibilidad ante la diversidad socioeconómica y familiar.
-Provisión de elecciones en relación con sus prioridades y preocupaciones.
-Información imparcial a las familias para que puedan tomar decisiones informadas.
-Provisión de contactos informales y de la comunidad como fuente de apoyo social y
emocional. El contacto con otros padres de situación similar es fundamental.
-Desarrollar una sociedad equilibrada entre la familia y los profesionales
-Promocionar las interacciones Familia-Bebé/Niñ@
-Utilizar las tecnologías necesarias para apoyar el desarrollo de la comunicación
-Crear un grupo de trabajo colaborativo
-Asegurar profesionales cualificados
-Monitorizar de manera continua el desarrollo del programa de intervención

Todos estos principios y prácticas tienen por objetivo que las familias cuiden y críen a sus
hijos de manera que se produzcan óptimos resultados para el niño, los padres y la familia.
Los pasos del proceso son:
-Evaluación/valoración de las necesidades (fortalezas y debilidades)
-Priorizar las necesidades valoradas (de acuerdo con su importancia. Las familias también
desean que una persona específica sea designada dentro de ese equipo y ejerza de
coordinador para obtener servicios, identificando las necesidades en forma coordinada y
orientando hacia el servicio apropiado a cada aspecto de la familia).
-Plan de acción (plantear objetivos y acciones para alcanzarlos)
-Evaluación de Ios resultados para, de ser necesario, modificar Ios contenidos y
procedimientos del programa.

La educación de cada niño sordo debe ser una cuestión individual y personalizada en Ia
que se trata de ofrecerle un camino de desarrollo que le permita disfrutar de todas las
posibilidades que le ofrece su entorno, hasta donde le sea posible; a la vez que se le
ofrecen aquellos recursos específicos que necesita como consecuencia de su déficit. Su
ambiente cotidiano y afectivo serán factores determinantes en su proceso educativo. Es
decir, en primer lugar, la familia y de forma complementaria la escuela infantil o primaria
etc. dependiendo de la edad del niño.
El especialista en audiología infantil debe conocer estos ambientes para valorar las
necesidades y proponer y proporcionar las soluciones tecnológicas adecuadas. Debe
colaborar con la familia, los logopedas y el ambiente escolar para abordar objetivos
terapéuticos complementarios para la evolución global y equilibrada de cada niño.
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Un servicio audiológico pediátrico de buena calidad no solo está dado por la última
tecnología y los conocimientos actualizados de los profesionales sino por su sensibilidad
ante las necesidades de los padres.
Los padres deberían ser tratados como “socios” (en términos de cooperación) en la
intervención con sus niños con deficiencia auditiva. Es importante implicar a la familia
extendida (abuelos y tíos, por ejemplo) en el proceso de intervención audiológica. Si la
familia tiene confianza en la intervención será capaz de ser consistente en el tratamiento.
Cuando la familia se involucra en el tratamiento del niño, porque se siente considerada y
comprende la importancia de su función, lo que se aprende en la terapia o se indica en la
consulta es incorporado y generalizado en la vida diaria y no se siente como un ejercicio a
realizar o una obligación impuesta por el profesional.

La intervención centrada en la familia consiste en identificar las necesidades del niño y la


familia, planificar los objetivos, movilizar los recursos y valorar los resultados de esas
acciones de manera conjunta -profesionales y familia-.

1.1.2 Educación Para Padres

La educación para padres es el proceso en el que se provee a los padres y/o otros
cuidadores primarios con el conocimiento y Ias habilidades específicas necesarias para
promover el desarrollo y las competencias de sus hijos.

No basta con demostrar nuestra pericia en colocar un molde de oído o en entregar un


folleto con instrucciones. Para que Ia información se transforme en conocimiento requiere
de un proceso de interiorización precedido por Ia práctica supervisada.

Las familias necesitan asesoramiento, guía y apoyo psico-educativo. El énfasis en cada


área irá variando durante las diferentes etapas del desarrollo del niño y la familia misma
(Calvo & Maggio De Maggi, 2002). Los distintos temas que interesan a las familias podrán
encontrarse en la bibliografía anexa. Dado que los profesionales de la audiología serán de
los primeros en entrar en el nuevo mundo familiar de la pérdida auditiva es muy
importante contar con recursos para poder orientar sobre esos temas.

Desde el principio los padres necesitan sentir que están logrando objetivos específicos
por pequeños que sean y que están progresando. Por eso es importante elaborar de
manera conjunta, padres y profesionales, un plan de acción y organizar la utilización de
los recursos para lograr los objetivos planteados a corto plazo. Cuando son
mayoritariamente los profesionales quienes planifican los objetivos e implementan los
recursos las familias sólo siguen las estrategias en un 50%. Cuando las familias se
involucran en los procesos previos se alcanzan de un 80 a un 100% de los objetivos
(Kovach & Kjerkland,1986).
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En la etapa diagnóstica es mucha la información que hay que transmitir y es importante


ajustar el nivel de complejidad de los contenidos. Aún valorando la importancia de los
aspectos de información y soporte personal que el especialista debe asumir, no se trata
de buscar un esquema de asesoramiento unidireccional especialista- padres. Este
esquema podría facilitar un asesoramiento excesivamente cerrado de traspaso a modo de
"recursos-receta" sin tener en cuenta las particularidades de cada niño. Por ejemplo, en
ocasiones nos encontramos con que las instrucciones dadas para el tiempo de utilización
de los audífonos caen en saco roto porque la familia no cree necesario que un niño
pequeño los lleve muchas horas. O que la familia piensa que el niño oye bien porque se
gira al llamado entonces no ven la necesidad de utilizar los audífonos. Es necesario crear
el nivel de seguridad e información inicial necesario y un clima afectivo propicio para que
la familia transmita sus inquietudes y aportaciones para poder ayudarlos mejor. No
podemos olvidar que estamos tratando de comunicación, de relación y esto es propio y
peculiar de cada persona y situación.

1.1.3 Valoración de las necesidades de las familias

Desarrollaremos brevemente una guía de apoyo llamada “Encuesta de las necesidades


de las familias”, adaptada del trabajo de Tharpe (2000) para afrontar este proceso de
identificación de las necesidades de la familia. En especial las/los logopedas,
profesores/as de audición y lenguaje o rehabilitadores/as, a lo largo de la intervención van
conociendo a la familia y toda su dinámica y su historia, como así también cuál es la mejor
manera en la que aprenden o en la que se puede acceder a ellos o transmitirles la
información o hacer el asesoramiento de contenido. Será por eso que en una encuesta
realizada en el año 2003 en el territorio español, los padres de los niños con deficiencias
auditivas manifestaban un alto grado de satisfacción por la atención que recibían por parte
de estos profesionales.
Durante el proceso de identificación de necesidades no es necesario que conozcamos en
profundidad todas las respuestas a lo que los padres plantean. Conocer estas
necesidades nos va a servir de guía para la planificación de los objetivos y los pasos a
seguir.

En el año 2004 realizamos una encuesta a logopedas, audioprotesistas y fonoaudiólogos


acerca de cuáles eran las demandas más frecuentes de las familias de los niños con
deficiencias auditivas. Comparando sus aportes notamos que los padres manifiestan las
mismas necesidades ante todos los profesionales y no profesionales. Muchas veces se
piensa que la inquietud que tienen no nos compete. Por ejemplo, si somos audiólogos y
nos piden que les expliquemos acerca del desarrollo del lenguaje, podemos pensar que
ese tema lo abordará el logopeda. El problema es que si no trabajamos en equipo no
sabemos si finalmente los padres obtendrán esa explicación.
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Las prioridades en la necesidad de información de los padres van cambiando a través del
tiempo. Mientras que durante los meses más cercanos al diagnóstico los padres confieren
más importancia a temas relacionados con el oído, la audición, la comprensión de las
distintas pruebas audiológicas y sus resultados y la apariencia y mantenimiento de los
audífonos, más adelante las prioridades se trasladan a la escolaridad, intervención
rehabilitadora y servicios de apoyo, así como al ámbito legal. Pero cabe destacar que lo
temas relacionados con el aprendizaje auditivo y del lenguaje junto con los aspectos
emocionales son una constante en ambas situaciones (Calvo & Maggio De Maggi, 2004 y
2013).

Con frecuencia les decimos a los padres que nos pregunten lo que quieran saber. El
problema es que “uno no sabe lo que no sabe”. Muchas veces se necesita una orientación
para saber qué preguntar.
La Encuesta Sobre las Necesidades de la Familia que se presenta como modelo incluye,
temas que los distintos profesionales han planteado como demandas de las familias.
Estos temas han sido agrupados por categorías con el fin de organizar los datos. Cada
profesional debería contemplar la forma de implementarla de acuerdo con su estilo y
posibilidades. La sugerencia es que se entregue a los padres antes de la primera
entrevista, cuando vienen a pedir la cita, para que puedan ir analizándolo en casa. Pero
también puede hacerse a partir de una primera entrevista, o tomarlo como guía para una
entrevista con los padres.

En los anexos también encontrarás un cuestionario titulado “Lista de preguntas para


padres sobre la pérdida auditiva infantil”. Esta es otra guía de las preguntas que podría
contestar el audiólogo/audioprotesista y que se ofrece como recordatorio para los padres.

La forma de transmitir la información deberá seleccionarse de acuerdo con la metodología


en la que la familia aprende mejor. Es una realidad que no todos trabajamos con las
mismas poblaciones y que en algunos casos no tiene sentido entregar a los padres
material impreso porque no lo leerán, o no lo comprenderán sin una lectura guiada. En
ese caso se requerirá de mayor apoyo verbal. Sin embargo, es importante entregar
material escrito para que puedan consultarlo cuando estén preparados o puedan
compartirlo con otros miembros de la familia.
En la guía para padres del material anexo se puede encontrar orientación basada en los
requerimientos de muchos padres ante la situación de encontrarse con un hijo que sufre
una pérdida auditiva.

Material Anexo

-Lista de preguntas para padres sobre la pérdida auditiva infantil


-Encuesta de las necesidades de las familias. Programa Infantil Phonak
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-Calvo, J.C. y Maggio De Maggi, M. (2004) Aportes de los padres a las necesidades
audioprotésicas de sus hijos sordos. Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología. Vol 24,
Nro 2 , 89-99.
-Calvo, J.C. y Maggio De Maggi, M. (2013) Intervención audiológica centrada en la familia.
Estudio comparativo 2002-2012. Actas del X Congreso de la Asociación Española de
Audiología.
- Calvo, J.C., Maggio De Maggi, M., Talbot, P., Valdeolmillos, E., Ferrer, I., Marrero, V.
(2018). Mi hijo tiene una pérdida auditiva. Audífonos e implantes cocleares. Guía para
padres.

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1.2 Desarrollo Auditivo


Sólo la interacción directa del ser vivo con su entorno permite la maduración
definitiva de los sistemas sensoriales y del SNC

1.2.0 Introducción

A continuación se describirá brevemente, y a modo de recordatorio, la neurofisiología de


la vía auditiva para relacionarla luego con los hitos en el desarrollo de las distintas
habilidades auditivas. Para refrescar y actualizar los conceptos relativos a la
neuroanatomía y fisiología de manera extensiva remitimos al lector al material de la
bibliografía.

1.2.1 Organización de la vía auditiva

Los impulsos nerviosos generados en el oído interno contienen (en forma codificada)
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información acerca de la amplitud y el contenido espectral de la señal sonora; estos dos


parámetros están representados por la tasa de impulsos y la distribución de los mismos
en las distintas fibras, respectivamente. Las fibras nerviosas aferentes llevan esta
información hasta la corteza cerebral auditiva. En su camino se encuentran estructuras de
mayor o menor complejidad, encargadas de procesar distintos aspectos de la información.
Por ejemplo, en los centros "inferiores" del cerebro se recibe, procesa e intercambia
información proveniente de ambos oídos, con el fin de determinar la localización de las
fuentes del sonido en el plano horizontal en función de los retardos interaurales, mientras
que en los centros "superiores" de la corteza existen estructuras más especializadas que
responden a estímulos más complejos. Así cada estación de relevo o núcleos auditivos –
puntos de la vía auditiva donde se concentran la mayor cantidad de neuronas- tiene, en
apariencia, una función específica que contribuye al análisis y al mismo tiempo a la
integración de los estímulos auditivos. Estas funciones específicas han sido
“descubiertas” en un principio mediante hallazgos casuales, en personas que
presentaban lesiones evidentes en esas zonas y se acompañaban de determinados
síntomas. Actualmente los estudios de neuroimagen funcional y electrofisiológicos han
podido confirmar y/o determinar nuevas relaciones.

El procesamiento de la información auditiva comienza a nivel coclear, con su organización


tonotópica. En las fibras del nervio auditivo (axones de las neuronas) se mantiene esa
tonotopía (estímulos frecuenciales similares viajan juntos por las mismas fibras). Las
fibras que proceden del ápex de la cóclea, que codifican las frecuencias graves viajan por
la parte más central del nervio, mientras las que provienen de la base, que codifican las
frecuencias agudas se proyectan por la parte más periférica hasta llegar a la corteza
auditiva.
Las distintas zonas de los núcleos cocleares contienen neuronas con propiedades
diferentes y los patrones de terminación de los axones del nervio auditivo difieren en
densidad y tipo, lo que determina una transformación de la información que se recibe
desde las células ciliadas.
Cabe destacar que el sistema auditivo comprende varias vías paralelas y la información
que proviene de cada oído alcanza ambos lados del sistema desde el nivel del tronco
encefálico. Este alto grado de conectividad bilateral determinará que un daño o disfunción
en las estructuras auditivas centrales raramente se manifieste como una pérdida auditiva
monoaural (Purves, 2008).
A nivel del núcleo coclear ipsilateral se profundiza el análisis de la duración, frecuencia e
intensidad. Al pasar por la formación reticular del tronco cerebral y del mesencéfalo se
producen múltiples conexiones con otras modalidades sensoriales (vía auditiva
secundaria), que luego permitirán seleccionar la modalidad a la que se dará prioridad en
cada situación (visual, auditiva, táctil). Esta vía auditiva secundaria también se conectará
a través del tálamo con el hipotálamo, la corteza límbica y la corteza inespecífica lo que
dará lugar a reacciones vegetativas y también influirá en reacciones comportamentales
como las emociones, motivaciones y el despertar (Gil-Loyzaga, 2009).
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En el núcleo olivar superior, que recibe fibras nerviosas de ambos oídos, utilizando la
diferencia de intensidad interaural, se contribuye a la comprensión del habla en ruido y las
habilidades de localización (reflejo de orientación), lateralización e integración binaural. La
información sigue subiendo y en el colículo inferior se realzan cambios en la amplitud de
la señal, e interviene en la habilidad de localización de la fuente sonora y otros procesos
binaurales. En el cuerpo geniculado, situado en el tálamo, se realiza la extracción de las
características de las señales complejas y se realiza un proceso de integración por
ejemplo con áreas motoras.

A través de las radiaciones acústicas se llega a la corteza o área auditiva primaria (A1) o
área de Heschl, correspondiente al área 41 de Brodmann. La corteza auditiva primaria
(CAP) se localiza en la circunvolución temporal superior, justo por debajo de la cisura
lateral o de Silvio, y también contiene un mapa tonotópico preciso. Clásicamente se dice
que las zonas anteriores responden a las frecuencias agudas y las posteriores a las
graves. Investigaciones recientes demuestran que la organización tonotópica en la
corteza auditiva es en forma de espejo, con forma de V invertida. Es decir, los sonidos
agudos en la zona anterior, luego los medios y después los graves. Por detrás volvemos a
encontrar a neuronas que procesan sonidos medios y por detrás de ellas a neuronas que
procesan los sonidos agudos.
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Mapa tonotópico de la corteza auditiva humana donde se observa la organización especular en


forma de V invertida. En rojo y naranja las zonas que procesan las frecuencias graves, en amarillo y
verde las medias y en celeste y azul las agudas.

Mapa tonotópico de la corteza auditiva. (CC Da Costa et al. 2011).

Las fibras que se originan en las partes no laminares del cuerpo geniculado interno y que
se proyectan en forma circunferencial al área auditiva primaria y pasan a las áreas
auditivas secundarias se denominan proyección en cinturón. Las áreas del cinturón de la
corteza auditiva al recibir aferencias más difusas no tienen una organización tonotópica
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tan precisa y componen el área 42, un área auditiva de asociación.


El sistema auditivo central está caracterizado por la redundancia intrínseca, la información
llega a cada hemisferio cerebral de forma homo y contralateral a través de las fibras
cruzadas y del cuerpo calloso. Esto implica que una lesión puntual unilateral de la corteza
no afectará significativamente el procesamiento de la información auditiva proveniente del
oído contralateral. Sin embargo, es interesante considerar que la percepción de la música,
en general, se encuentra lateralizada en el hemisferio derecho.
También se observa en la corteza una diferenciación en bandas de dos tipos que
responden a la estimulación de ambos oídos, pero su sensibilidad no es idéntica,
dependiendo de qué oído es el que se estimula. Unas, conocidas como columnas de
supresión, contienen neuronas que responden mejor a las aferencias homolaterales, pero
se inhiben con la aferencia contralateral; mientras que las columnas de sumación
responden mejor cuando la aferencia es contralateral.

Debido al fenómeno de plasticidad con el entrenamiento pueden expandirse las zonas de


representación cortical pero, por la misma razón, daños cocleares y del nervio auditivo
llevan a una reorganización de la corteza auditiva. La neuroplasticidad lleva a las
neuronas a modificar su actividad y su organización sináptica como consecuencia de la
adaptación para el aprendizaje y la memoria (Gil-Loyzaga et al. 2010).
Los estudios realizados por Lomber (2010) en gatos con pérdida auditiva congénita
demostraron que, con el tiempo las zonas corticales destinadas al procesamiento de la
información auditiva –más precisamente de los sonidos de las zona periférica- eran
utilizadas para procesar información visual –relacionada con la visión periférica- .

El input precede al procesamiento de los datos. Si los datos son ingresados de manera
incorrecta, incompleta o inconsistente el niño tendrá un procesamiento de la información
incorrecto e incompleto. La estimulación sensorial de los centros auditivos cerebrales es
fundamental e influye en la organización de la vía auditiva. Por lo tanto, cualquier factor
que tenga un efecto negativo en la señal auditiva a nivel periférico va afectar esta
organización (Flexer, 1999).

Otro estudio que demuestra la importancia de la intervención temprana y la provisión de


una señal acústica de calidad desde el principio relacionada con el ruido de fondo fue
realizado por Chang y Merzenich (2003). Estos investigadores expusieron a un grupo de
ratas jóvenes a un ruido de fondo continuo y moderado, con un nivel no perjudicial para la
audición periférica, pero lo suficientemente alto para enmascarar los sonidos ambientales
normales. Luego utilizaron técnicas de mapeo para valorar la organización de la corteza
auditiva de esos animales y de animales control criados en un ambiente auditivo normal.
Pudieron observar que los cerebros de los animales criados con ruido no alcanzaron los
estadios básicos de desarrollo auditivo hasta que fueron tres o cuatro veces mayores que
los animales normales. La organización tonotópica de la corteza estaba alterada, ya no
era columnar. Posteriormente realizaron otro experimento, removiendo a esas ratas del
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ambiente acústico inadecuado y exponiéndolas a ambientes acústicos enriquecidos.


Como resultado pudieron observar que la corteza auditiva continuaba siendo plástica, aún
después de que los cerebros de las otras ratas habían completado su maduración. Esto
lleva a plantear que la estimulación por exposición a los sonidos de manera adecuada
podría extender el “período crítico” para la plasticidad cerebral. Es decir, que a pesar de
que el desarrollo auditivo estaba atrasado en las ratas expuestas al ruido, una vez que los
animales eran apartados del ambiente ruidoso y estimulados correctamente, la
maduración se producía hasta alcanzar los niveles del grupo control, pero esto llevó más
tiempo. Otros autores (Zheng, 2006; Pienkowski y Eggermont, 2012 y Chenchen Xia et
al., 2019) demostraron en estudios con animales adultos -ratas los dos primeros y gatos el
último-, que la exposición pasiva prolongada a ruido de tipo blanco o banda estrecha de
nivel moderado (inferior a 70 dB SPL), aún con audición periférica aparentemente normal,
también llevaba a una reorganización tonotópica cortical, junto con un descenso de la
actividad neuronal en el rango de las frecuencias del ruido de fondo, a modo de un ajuste
de la ganancia.
Estos hallazgos demuestran los efectos negativos del ruido en el desarrollo de la corteza
auditiva y por otro lado la importancia de exponer a los niños a un ambiente acústico de
calidad, donde la señal de habla sea preponderante por sobre el ruido de fondo desde el
principio.
Jakkamsetti (2012) también realizó estudios en ratas donde demostró que la exposición a
un ambiente acústico enriquecido es capaz de producir modificaciones en la corteza
auditiva, sobre todo en la corteza de asociación y no tanto en la CAP.
Estos resultados también indicarían que la estimulación realizada en los niños con
problemas en el input auditivo, una vez realizada la adaptación protésica, podría requerir
más tiempo para alcanzar los mismos niveles de maduración que un niño con audición
normal.

Evidentemente la corteza auditiva hace mucho más que aportar un mapa tonotópico y
responder de modo diferencial a la estimulación homo y contralateral. La corteza auditiva,
sobre todo en los primates, realiza un procesamiento de orden superior de los sonidos
naturales y sobre todo de los utilizados para la comunicación. Además de estar
organizada tonotópicamente, existen neuronas especializadas en responder a las
combinaciones espectrales características de ciertas vocalizaciones, como se ha
comprobado en estudios realizados con primates con sistemas comunicativos vocales
complejos. Las respuestas de estas neuronas a los estímulos tonales no predicen con
precisión sus respuestas a las combinaciones espectrales, lo que sugiere que, según la
optimización periférica, el procesamiento cortical está dedicado en parte a detectar
vocalizaciones intraespecíficas particulares. Estas neuronas se categorizan como
neuronas “sensibles a la combinación”, mostrando un aumento no lineal en la magnitud de
su respuesta cuando se les presenta una combinación de tonos en comparación con la
magnitud de la respuesta producida con un estímulo tonal específico. Las neuronas
sensibles a la combinación están sintonizadas a más de una frecuencia y se especializan
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en reconocer sonidos específicos de especies complejas y extraer información


fundamental para la supervivencia (Purves, 2008). En el caso de los humanos podría
realizarse la hipótesis de que también se especializarían en las características de las
combinatorias de los sonidos de la lengua materna.
Estos hallazgos son importantes a la hora de relacionar la información de los umbrales
tonales con la capacidad de discriminación de los sonidos del habla.

1.2.2 Ontogénesis de las estructuras del sistema auditivo

Durante el desarrollo fetal las estructuras del oído medio se completan en las primeras 15/
20 semanas de gestación. La porción neurosensorial comienza a desarrollarse a partir de
la semana 20 de gestación. La diferenciación de la células ciliadas de la cóclea comienza
entre las 10 y 12 semanas (CCInternas –aferentes-) a partir de 22 semanas (CCExternas
-eferentes-) de la base al ápice.
Los receptores de la vía auditiva se estructuran entre los meses 3º y 5º de vida
intrauterina pero los axones de las neuronas aún no están mielinizados. Los neuroblastos
de la corteza auditiva –que aún no son neuronas- maduran a partir del 6º mes de vida
intrauterina constituyéndose en neuronas con sus dendritas y axones (antes sólo hay
neuronas en el tronco cerebral y en la médula espinal).
El sistema auditivo se vuelve funcional a partir de la semana 25/29 de gestación cuando
las neuronas del ganglio espiral conectan las células ciliadas internas al tronco y al lóbulo
temporal. Desde la 25 a 26 semana de edad gestacional (SEG) un sonido intenso
producirá cambios en las funciones vegetativas –ritmo cardíaco, tensión arterial, patrón
respiratorio, motilidad gastrointestinal-. A partir de la 28 a 30 SEG las conexiones con el
córtex auditivo comienzan el desarrollo tonotópico. En la semana 30/35 se ha completado
el desarrollo de la membrana tectórea, imprescindible para detectar los sonidos de baja
intensidad y la selectividad frecuencial de la cóclea.
El período más crítico para el desarrollo de la porción neurosensorial (células ciliadas,
axones del VIII y córtex auditivo) se produce desde las 25 semanas de gestación a los 5/6
meses de edad. (Tarnawieki, 2000)

1.2.3 Maduración y Desarrollo del Sistema Auditivo

La maduración del sistema auditivo –dirigida desde las regiones neurales periféricas hacia
las regiones neurales centrales- es la que determina el inicio del funcionamiento de la vía
auditiva, pero es la experiencia con el sonido lo que permite su desarrollo y refinamiento.
Las capacidades auditivas básica y las representaciones espectrales y temporales de
sonido, que no están completamente maduras en el momento de nacer, adquieren las
características del adulto alrededor de los 6 meses de vida. Sin embargo, la capacidad del
cerebro de procesar esa información que llega desde el órgano periférico requiere
muchos años de estimulación para desarrollarse, siendo después los mecanismos
cognitivos los que afectarán el desarrollo de la percepción óptima del habla en distintas
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situaciones (Maggio De Maggi, 2012). Un apunte interesante sobre el rol de los procesos
de arriba hacia abajo, es decir, de la influencia de los procesos superiores sobre el
sistema periférico ha sido puesto en evidencia por estudios que la corteza auditiva
humana es activada incluso por el silencio, en ausencia de cualquier estímulo auditivo,
cuando el sujeto espera oír un sonido (Woldorf, 1993). De la misma manera se ha
demostrado el rol de la atención auditiva en la modulación dinámica de la corteza auditiva
y sus efectos sobre la capacidad de responder a sonidos de menor intensidad (Fritz et al,
2007).
Todo esto nos hace reflexionar sobre los distintos aspectos a considerar a la hora de
realizar una valoración audiológica en un niño, y más cuando estamos hablando de un
niño con pérdida auditiva, donde todos esos procesos que deberían haberse producido no
se han llevado a cabo o lo han hecho de forma incompleta o distorsionada. Pero sobre
todo, como audiólogos, debería hacernos reflexionar sobre la importancia de conocer al
niño que estamos valorando más allá de su oído y valorar las pruebas subjetivas o
conductuales como una herramienta que puede aportarnos mucha más información que la
que de ellas esperamos. También cabe enfatizar la necesidad de destacar que la
evaluación audiológica infantil será en todos los casos un proceso y que será necesario
un verdadero “entrenamiento” auditivo para obtener el máximo rendimiento del potencial
audiológico del niño en una prueba como la audiometría.

1.2.4 Riesgos de la estimulación inadecuada

Antes de la semana 32º las estructuras necesarias para que se produzca la audición
como fenómeno biológico están inmaduras. Este proceso está definido en la codificación
genética. Sin embargo los factores epigenéticos son fundamentales para la expresión
genética. Actualmente, no es posible mejorar el proceso genético pero si interferir con él.
La expresión genética puede alterarse por: exposición a químicos o tóxicos, deficiencias o
excesos nutricionales y deficiencias o excesos de estimulación sensorial.
El feto y el bebé pre-término tienen una habilidad limitada para reducir las señales
auditivas intensas ya que la retroalimentación que permite realizar procesos de
modulación de arriba hacia abajo por el sistema eferente, es poco funcional hasta los 9
meses de edad gestacional.
Las células ciliadas son muy precisas en cuanto a especificidad frecuencial – zona de
máxima respuesta- y en base a ello se conectan con las células del núcleo coclear. Esta
conexión –afinación o ajuste- se produce gracias al órgano de Kölliker, que reside en la
cóclea y funciona en la gestación y primera infancia y luego desaparece -28 semanas a
primeros meses de vida-.
Cuanto mayor es la intensidad de la señal sonora menor es la sensibilidad que se
requiere para “afinar” las células ciliadas. La sensibilidad de la membrana basilar a un
estímulo de 80 dB es menor al 1% de la que se desencadena con un estímulo de 10 dB.
Aunque un estímulo de un ruido de 60 a 80 dB puede no causar problemas en un adulto
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puede interferir severamente en el ajuste inicial de las CC de un feto o bebé pre-término


ya que las células ciliadas pierden su sensibilidad al tono cuando el ruido ambiente supera
los 60 dB.
Los núcleos auditivos de la protuberancia y del mesencéfalo tienen funciones de
localización y procesamiento de las diferencias interaurales del sonido. En el útero el feto
recibe el sonido por vía ósea por lo que no se estimula la diferencia interaural hasta el
nacimiento. Los bebés pre-término están expuestos a sonidos agudos y diferencias
interaurales antes de tiempo.
La exposición a los sonidos del habla, la música y sonidos significativos entre las
semanas 30 y 40 de gestación es fundamental para el ajuste de las células ciliadas y sus
conexiones neuronales al ganglio espiral y núcleo coclear.
El bebé pre-término expuesto a ruidos intensos de baja frecuencia (80 dB) –equipos,
maquinaria, televisión- o ambientes silenciosos que se alteren con ruidos repentinos
estará en desventaja. El bebé, aunque sea normo-oyente, estará por detrás en el ajuste
de la especificidad frecuencial de las células ciliadas, no habrá desarrollado los circuitos
para el reconocimiento de patrones de habla, fonemas, tonos, etc. para diferentes voces
(Graven, 2008).
La estimulación de baja frecuencia, vibratoria y de movimientos, crea interferencias
significativas que repercutirán en el desarrollo del sistema auditivo. El ambiente del bebé
(ya sea o no pre-término) es un factor fundamental en el desarrollo auditivo para el
aprendizaje del lenguaje.
Los problemas en el sistema auditivo no siempre tendrán que ver con una lesión a nivel
periférico. Como audiólogos llegarán a nuestra consulta niños cuyos umbrales auditivos
tonales estarán dentro de límites normales pero que tendrán síntomas de trastornos del
procesamiento auditivo. Conocer los posibles factores responsables de esta alteración
puede ayudar a orientar la intervención.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que no sólo la privación auditiva puede
causar alteraciones en la organización del sistema auditivo. La sobre-estimulación puede
llegar a ser igual de nociva, sobre todo en niños hipoacúsicos diagnosticados
erróneamente como sordos o cuando se sobre estima la pérdida auditiva. No siempre
más es mejor. Más adelante veremos los efectos del ruido moderado en la organización
cortical.

1.2.5 Desarrollo Auditivo

El desarrollo combina el nacimiento y la muerte programada de las células, el surgimiento


y la eliminación de sinapsis, cambios en la composición molecular de las membranas
neuronales, cambios en los tiempos de conducción de los axones y mucho más. Algunos
de estos cambios están genéticamente predeterminados y otros están influenciados por la
experiencia (innato vs. Aprendido). Sólo una combinación coordinada de ambos procesos
llevará a un cerebro con una funcionalidad óptima.

La función esencial del sistema sensorial auditivo es la extracción de las características


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necesarias para distinguir estímulos acústicos biológicamente relevantes. Esta


funcionalidad básica está genéticamente determinada, incluso en los individuos con una
sordera profunda existe una vía auditiva funcional hacia la corteza auditiva. Podría decirse
que el cerebro está “cableado” (determinado genéticamente) para oír y aprender a
escuchar. Se requiere de la experiencia para ajustar el sistema, para alcanzar la máxima
eficiencia y mejorar las habilidades predefinidas genéticamente. La experiencia previene
la degeneración y el desarrollo descontrolado. Existen períodos sensibles o críticos en los
cuales el cerebro está óptimamente adaptado para el aprendizaje auditivo y la adquisición
del lenguaje se cierran y no se vuelven a abrir fácilmente.

Se denomina desarrollo auditivo al proceso por el cual el niño aprende a reconocer y a


entender las señales auditivas a las que tiene acceso. Como se ha desarrollado en el
apartado anterior a partir de la semana 32 de gestación el sistema auditivo es funcional.
Sin embargo, el sistema auditivo central continuará desarrollándose al menos hasta la
primera década de vida. Aspectos tales como la localización y el procesamiento temporal
no alcanzan su madurez hasta la adolescencia. Las respuestas inmaduras que
observamos en los niños pequeños cuando realizamos valoraciones audiológicas reflejan
también una audición inmadura. Esto no sólo limita a los niños pequeños en detectar los
tonos, también les dificulta en aprendizaje a través de la audición en ambientes acústicos
que no son favorables (Werner, 2007).
Según Werner, el proceso de desarrollo auditivo podría diferenciarse en las tres etapas
que a continuación se describen.

Etapa 1: Maduración de la Codificación del sonido (de 0 a 6 meses)

A pesar de que el oído interno se encuentra completamente desarrollado, las


representaciones que tienen los bebés de los sonidos son menos específicas que las de
los adultos. Los umbrales auditivos son más altos y su habilidad para separar o
discriminar sonidos de distintas frecuencias aún está inmadura, especialmente para las
frecuencias superiores a 3000 Hz. Por ejemplo, son capaces de identificar distintas
sílabas si difieren en las vocales pero no en las consonantes.
Algunos estudios atribuyen esta dificultad en la transmisión de los sonidos de alta
frecuencia a la ineficiencia del oído medio cuyas estructuras anatómicas aún no han
alcanzado el tamaño definitivo. En un bebé de 1 mes de edad se transmiten has 20 dB
menos en las frecuencias altas y de 5 a 10 dB menos en las frecuencias bajas.
El tiempo de conducción central de los potenciales evocados auditivos también se
encuentra prolongado, debido en parte a la ineficiencia sináptica y a que la velocidad de
transmisión está relacionada con la mielinización de la vía auditiva que aún es incompleta.
Estudios realizados en bebés de 2 a 4 semana (Werner, 1990) estimaron que los
umbrales conductuales estaban por encima de los 45dB en la frecuencia 500 Hz y por
encima de los 35 dB en la frecuencia 4000 Hz, comparados con los adultos, mientras que
Tharpe (2001) reportó que en niños de 0 a 3 meses los umbrales para un ruido tipo habla
estaban 40 dB por encima que los adultos. En ninguno de estos estudios se reforzó la
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respuesta del niño, lo que algunos investigadores hallaron mejora unos 5 dB la respuesta
en niños de 1 mes (Werner et al., 1993)

Etapa 2: Maduración de la escucha selectiva y descubrimiento de nuevos detalles


en los sonidos (6 meses a 5 años)

El oído medio ha madurado y también la transmisión de los impulsos nerviosos a través


del tronco encefálico. Sin embargo, en las pruebas conductuales aún se observan
umbrales más elevados que en los adultos, ya sea en silencio o con ruido de fondo. Parte
de esta inmadurez en la detección del sonido se debe a factores atencionales, sin
embargo, gran parte de la diferencia de umbrales con respecto a los adultos se debe a la
forma en que los niños escuchan el sonido. Mientras que un adulto se enfocará en las
frecuencias de un sonido que le permitirán identificarlo, los niños pequeños tienden a
escuchar todas las frecuencias en lugar de seleccionar la más informativa (Werner, 2007).

Los investigadores especulan que esto se produce por una “inadaptación” de los bebés
para escuchar selectivamente un sonido como el del habla, en la cual las frecuencias
importantes cambian dependiendo del hablante, el contexto, el idioma y otros factores.
Cuando las experiencias auditivas alcanzan un grado considerable, esto les permite
aprender cuáles son las pistas importantes para el lenguaje. Esta característica de
escucha de “banda ancha” de los niños pequeños es lo que les dificulta la audición con
ruido de fondo y hace que aumenten los umbrales auditivos en esas condiciones. Y esto
será así hasta los 4 o 5 años –en niños con audición normal- lo que requerirá de una
mayor relación señal ruido para que los niños puedan aprender en ambientes ruidosos –
como el aula escolar-. Sólo a través de la exposición prolongada que los niños notarán los
“detalles” de los sonidos del habla.

Etapa 3: Maduración de la Habilidad Perceptual (desde los 5 años hasta la


adolescencia)

A partir de los 5 años los niños parecen dominar la escucha selectiva, no se ven tan
influenciados por el ruido de fondo como los niños pequeños y parecen enfocarse en los
aspectos del sonido que aportan más información. Los niños en edad escolar todavía son
menos consistentes que los adultos en la manera en la que categorizan el habla y aún
tienen más problemas que los adultos en situaciones con reverberación y ruido de fondo.
Además, mientras que la percepción del habla puede ser un proceso relativamente
automático en los adultos, basados en sus años de experiencia, los niños en edad escolar
aún requerirán más atención y la asignación de más recursos de procesamiento para
escuchar con ruido de fondo (Werner, 2007).
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1.2.6 Objetos auditivos

La información acústica es analizada y almacenada en el cerebro en diferentes niveles.


Las características frecuenciales y espaciales se almacenan en mapas topológicos
(Saenz y Largers, 2013). Pero además el cerebro también procesa los objetos auditivos.
Estos se definen como la unidad perceptual fundamental en la audición. Son el resultado
de la capacidad de detectar, extraer, segregar y agrupar regularidades espectro
temporales del ambiente acústico o escena acústica. (Bizley y Cohen, 2013). Se
establecen a través de la experiencia activa y se basan en las experiencias pasadas y las
necesidades particulares de cada sujeto. Son altamente subjetivos y dependientes del
contexto y de la acción. Se define también como un constructo preceptual que puede ser
asignado a una fuente particular.

A continuación, transcribiré la explicación elaborada por Bizley y Cohen (2013) ya que los
ejemplos que proporcionan hacen más fácil su comprensión. Animo a los lectores a
consultar el artículo de estos autores.

“Los objetos auditivos tienen varias características generales. Primero, los estímulos
acústicos. son emitidos desde o por cosas, como consecuencia de acciones o eventos.
Algunos estímulos acústicos, como el habla humana, se emiten con una intención clara,
mientras que otros, como los sonidos ambientales, no. En cualquier caso, rara vez
escuchamos sonidos de forma aislada. Por lo tanto, un objeto auditivo abarca múltiples
eventos acústicos que se desarrollan con el tiempo y una secuencia de los objetos forman
una "corriente" o “flujo”. Por ejemplo, cuando una persona camina, cada paso es un único
evento u objeto acústico. Sin embargo, nuestro sistema auditivo agrupa estos estímulos
separados juntos en una secuencia temporal de "pasos". Un flujo de objetos puede, en sí
mismo, denominarse un objeto. En segundo lugar, podemos analizar el paisaje sonoro en
sus objetos constituyentes. Por lo tanto, un objeto auditivo tiene propiedades
espectrotemporales que lo hacen separable de otros objetos auditivos. Como
consecuencia, podemos detectar la voz de nuestro amigo entre miles de otros sonidos en
la cafetería. Tercero, como con un objeto visual, un oyente puede describir fácilmente un
objeto auditivo por la combinación de sus características: puede tener un tono alto o bajo,
un timbre rico o un volumen característico. Sin embargo, al mismo oyente le resultaría
muy difícil describir las características acústicas subyacentes que dan lugar a estas
percepciones, como la armonía del sonido o la diferencia de tiempo entre nuestros oídos.
Cuarto, como la visión, el reconocimiento de objetos auditivos es invariable a varios
cambios en sus propiedades espectrotemporales, que resultan del contexto en el que se
percibe el objeto. Por ejemplo, un violín todavía suena como un violín independientemente
de si se toca una sola nota alta o una melodía rápida, si se toca en voz alta o suave o si
se toca solo o como parte de una orquesta. Como en el sistema visual, debemos ser
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capaces de generalizar a través de las diferentes formas en que un objeto o evento


ocurre. Por último, esperamos que las representaciones de objetos predigan partes del
objeto para el que no hay entradas disponibles actualmente. Por ejemplo, Jan todavía
puede entender el discurso de Jenny a pesar del hecho de que los estornudos de Yale
han enmascarado cierta acústica rasgos de su discurso al hacerlos inaudibles.

¿Cómo se forman los objetos auditivos? Nuestro oído recibe una forma de onda
compuesta compuesta de todos de los estímulos acústicos en el medio ambiente. El
trabajo del cerebro es agrupar adecuadamente estas características acústicas en
características perceptivas y luego agruparlas para formar una representación de objetos
discretos que pueden analizarse más a fondo. Un estímulo auditivo entra en nuestra
conciencia como objeto auditivo mediante los principios simultáneos y secuenciales que
agrupan las características acústicas en entidades espectrotemporales estables. A pesar
de que la atención no siempre es necesaria para la formación de objetos auditivos,
nuestra conciencia de un objeto puede ser influenciada por la atención. Por ejemplo,
podemos elegir si escuchar o ignorar: el primer violín, las cuerdas o toda la orquesta. Del
mismo modo, podemos selectivamente prestar atención a las características de la voz de
una persona que permiten al oyente identificar al hablante.”

Dar acceso al input auditivo no crea de repente todos los objetos auditivos. Los
profesionales y la familia debemos ser conscientes de la complejidad de este proceso,
tanto para la valoración como para la intervención en los niños con deficiencia auditiva.

1.2.7 Implicaciones del desarrollo auditivo para la valoración audiológica y la


rehabilitación auditiva

Durante los primeros meses de vida se produciría la maduración de las estructuras más
periféricas para la detección del sonido, mientras que en los años siguientes serían la
maduración de las áreas centrales y los procesos cognitivos los responsables de la
disminución de los umbrales. En la siguiente tabla se especifica el desarrollo del nivel de
detección de los distintos tipos de estímulos sonoros en los primeros años de vida, según
Northern y Downs (2001). Debe tenerse en cuenta que estos umbrales o niveles de
detección o sensibilidad absoluta no son uniformes en todas las frecuencias y que primero
disminuyen los umbrales para las frecuencias agudas y luego para las frecuencias graves,
los cuales continúan mejorando hasta los 10 años de edad (Gerber, 2007, Houston, 2011).
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Sin embargo, también deberá tenerse en cuenta que una vez que el niño tiene la
capacidad de detectar sonidos a baja intensidad y captar sus diferencias, aún deberá
tener varios años de práctica antes de poder utilizar toda esa información para hacer
frente a los desafíos de un ambiente acústico adverso.

A los fines audiológicos, es importante ofrecer el mayor ancho de banda posible para que
los niños aprendan a escuchar y poder entender el habla de manera más efectiva y
proporcionar la mejor calidad de la señal acústica desde el principio. A los fines
logopédicos, se deberá tener en cuenta que el hecho de tener acceso a los sonidos del
habla no garantiza que los niños puedan hacer uso de todos los detalles acústicos hasta
haber tenido un tiempo considerable de experiencia y entrenamiento. Y en todos los casos
se deberá concienciar sobre el compromiso de proporcionar las mejores condiciones
acústicas de los ambientes de aprendizaje, reduciendo los niveles de ruido de fondo y la
reverberación. Después de todo, nuestro sistema auditivo está biológicamente preparado
para aprender el lenguaje de un hablante primario que nos llevaría en brazos los
primeros años de vida, reduciendo la distancia auditiva y maximizando la relación señal
ruido en ambientes que sólo en contadas ocasiones superarían los 70 dB SPL de ruido de
fondo.

En el sistema auditivo existen correlatos neurales de los objetos auditivos. El conectoma


es un mapa de red de sináptica efectiva de conexiones y proyecciones neurales que
comprenden un sistema nervioso y configuran su comunicación global y funciones
integradoras (Karl, et al., 2016). Es el fruto de la autoorganización cerebral dependiente
de la experiencia sensorial. Cada individuo tendrá su conectoma de acuerdo con el input
que haya recibido. Karl y colaboradores (2016) consideran que “la pérdida sensorial
(como la hipoacusia) puede considerarse como una enfermedad de conectoma, es decir,
un sesgo anormal en el cableado y el acoplamiento individuales del patrón del cerebro”.
Por supuesto esto tendrá implicaciones en el resultado de la adaptación protésica como
en el desarrollo neurocognitivo. Aunque intervengamos de manera muy temprana
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debemos considerar que estamos trabajando sobre un sistema que se ha reorganizado


para interactuar con otras zonas corticales de una forma particular y esto explicaría todas
las diferencias y variaciones individuales en la evolución y resultados posteriores a la
adaptación audioprotésica.

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Material complementario

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