Está en la página 1de 9

Introducción

En el presente trabajo les hablaremos del derecho romano, de su origen, sus


fuentes, de su importancia en la confección de casi todas las constituciones del
mundo civilizado y de los códigos y figuras jurídicas que conocemos.

Además les hablaremos de la importancia de conocer la historia romana en


relación al derecho porque este conocimiento nos hará mejores y más
conscientes abogados, porque sabremos de donde nacen las distintas formas
de derecho, y cuáles fueron los motivos que llevaron a su creación.

Esperemos que sea de su agrado y que podamos aportar algo con este pequeño
trabajo, que sirva para desarrollar un poco más el deseo de aprender sobre la
historia del derecho en sentido general.
Definición de derecho romano y su utilidad histórica.

El derecho romano es el conjunto de normas jurídicas que regularon al pueblo


romano desde su fundación hasta la caída del imperio de oriente.

El Derecho Romano es el conjunto de los principios de derecho que han regido


la sociedad romana en las diversas épocas de su existencia, desde su origen
hasta la muerte del emperador Justiniano.

El Derecho Romano, además, es el conjunto de disposiciones jurídicas


vigentes en Roma desde su fundación en 753 a.C. hasta la división del imperio
en 476 d.C.

Ella tiene desde luego una utilidad histórica. Nuestro derecho actual tiene,
sobre todo, por orígenes: las costumbres y el Derecho romano. Títulos enteros
de nuestro Código Civil, especialmente la teoría de las obligaciones, han sido
sacados de esta última fuente. Para comprender bien sus disposiciones, es, por
consiguiente, esencial conocer las leyes antiguas de donde ellas nacen; Este es
el medio más seguro de apoderarse de su verdadero espíritu y de apreciar su
valor.

Pasó el tiempo en que nuestro Código Civil era considerado como la última
palabra del derecho, y las dificultades prácticas que el hizo nacer, como objeto
esencial de las preocupaciones del jurista. La enseñanza que se reducía al
comentario árido de los textos y de la jurisprudencia pudo formar prácticas que
aplicasen la ley, pero no jurisconsultos que supiesen el derecho. Pero, iluminado
por la historia, el estudio de nuestras leyes se ensancha y se eleva; se descubren
los lazos que las unen con el pasado, las causas de sus imperfecciones, y se
está mejor preparado para asegurar su progreso.

El Derecho Romano debe ser estudiado como un modelo. En los momentos que
nosotros poseemos no se incluyen solamente leyes sino también, y sobre todo,
las aplicaciones que se hicieron por los jurisconsultos, todas las cuales se
distinguen por una lógica notable y por una gran delicadeza de análisis y de
deducción.
Esta perfección no es nada que deba sorprendernos. Los romanos tuvieron, en
efecto, una aptitud especial para el derecho, así como los griegos para la
filosofía.

Si se añade que el Imperio romano ha abarcado en su dominación todo el


universo civilizado, que sus, jurisconsultos tenían los orígenes más diversos, se
comprende fácilmente que este derecho es el resultado del trabajo del espíritu
humano en lo que tiene de más culto. Por tanto, uno de nuestros antiguos
autores, Cristóbal de Thou, ha podido llamarle justamente la razón escrita. Bajo
semejante escuela, la inteligencia jurídica se forma y se desarrolla. El espíritu
adquiere cualidades de precisión y de claridad que facilitan singularmente el
estudio de las legislaciones modernas.

Realice una síntesis de la noción, división y fuentes del derecho según


los jurisconsultos romanos.

Se llama Derecho Romano al ordenamiento jurídico que regía la sociedad de la


Antigua Roma, desde su fundación (en el año 753 a. C.) hasta la caída del
Imperio en el siglo V d. C., aunque permaneció en uso en el Imperio Romano
Oriental (Bizancio) hasta 1453.

Fue compilado en su conjunto en el siglo VI por el emperador bizantino Justiniano


I, en un volumen de leyes conocido como el Corpus Iuris Civilis (“Cuerpo de
Derecho civil”), e impreso por primera vez por Dionisio de Godofredo en 1583,
en Ginebra.

Dicho texto y las leyes que contiene, como mencionamos antes, son de suma
importancia en la historia jurídica de la humanidad, ya que sirvieron de base para
los textos legales de múltiples otras culturas y civilizaciones. Tanto así, que aún
existe una rama del derecho especializada en su estudio, llamada Romanística,
con sedes en las facultades de derecho de numerosos países.

Para entender cabalmente el Derecho Romano conviene examinar sus


características y su historia, pero a grandes rasgos se lo puede comprender a
partir del concepto de ius (“derecho”), contrapuesto con fas (“voluntad divina”),
separando así por primera vez al ejercicio jurídico de la religión. Esto permitirá el
surgimiento de las diversas ramas del derecho: ius civile (“derecho civil”), ius
naturale (“derecho natural”), etc., muchas de las cuales aún perduran hoy.
FUENTES DEL DERECHO ROMANO

El derecho escrito proviene de las fuentes siguientes:

1. Las leyes o decisiones votadas por el pueblo, en los comicios, sobre la


proposición de un magistrado senador.
2. Los plebiscitos, o decisiones votadas por la plebe en los concilia plebis
sobre la proposición de un tribuno.
3. Los senadoconsultos, decisiones votadas por el Senado.-
4. Las constituciones imperiales que emanan de la voluntad del emperador.-
5. Los edictos do los magistrados, es decir, las reglas de derecho que los
magistrados encargados de la justicia civil. Sobre todo los pretores, publicaban
en sus edictos al entrar en funcione.
6. Las repuestas de los prudentes o dictámenes de los jurisconsultos. Sin
embargo, solamente a partir del reinado de Adriano es cuando los edictos
codificados en el edicto perpetuo y las respuestas de las prudentes, bajo ciertas
condiciones, pueden ser contados en el número de las fuentes del derecho
escrito.
El derecho no escrito no tiene más que una fuente: la costumbre.

Primer período: De la fundación de Roma a la Ley de las XII tablas (1 a


304 de Roma)

Las Doce Tablas (también conocidas como Ley de las XII Tablas) fueron
un conjunto de leyes inscritas en 12 tablillas de bronce creadas en
la antigua Roma en los años 451 y 450 a.C. Fueron el comienzo de un
nuevo enfoque de las leyes que ahora eran aprobadas por el gobierno y
puestas por escrito para que todos los ciudadanos fueran tratados por
igual ante ellas.

Aunque quizá no fuera un sistema totalmente codificado, las Doce Tablas


fueron un primer paso que permitiría proteger los derechos de todos los
ciudadanos y reparar los agravios a través de leyes escritas precisas y
conocidas por todos. Por consiguiente, el enfoque romano del derecho se
convertiría más tarde en el modelo seguido por muchas civilizaciones
posteriores hasta nuestros días.
Según la tradición, en el año 451 a.C. se encomendó a una comisión,
los decemviri, la tarea de redactar un código de leyes que representara
mejor los intereses del pueblo común (plebeyos) y redujera la influencia
indebida en el derecho romano de los aristócratas (patricios) y los
sacerdotes (pontífices). Estos últimos formaban parte exclusivamente de
un consejo que interpretaba la ley a su antojo. Como preparación previa
para asumir esta responsabilidad, se envió una delegación de tres
hombres a Atenas, donde estudiaron las leyes del célebre legislador
Solón (c. 640-560 a.C.). A continuación, diez patricios recibieron el poder
consular (imperium) y se les permitió elaborar una lista de las leyes que
consideraban más necesarias y útiles.

Esta es la visión tradicional de los hechos, aunque, quizás de forma más


realista, la composición de las Tablas fue un intento de la élite por
gobernarse mejor y evitar los abusos dentro de su propio grupo social. En
cualquier caso, el resultado fue una lista de leyes escritas (legibus
scribundis) presentadas en diez tablas, a las que se añadieron dos más
al año siguiente, lo que dio un total de doce. Como consecuencia, las leyes
se convirtieron en leyes escritas, es decir, elaboradas mediante la
decisión de un órgano legislativo y ya no se basaban en la mera
costumbre y la tradición.

De la Ley de la XII tablas al fin de la República (304 a 723 de Roma)

Periodo de la historia de Roma caracterizado por el régimen republicano


como forma de gobierno, que se extiende desde el 510 a.C., cuando se
puso fin a la monarquía con la expulsión del último rey,
Lucio Tarquino el Soberbio, hasta el 27 a.C., fecha en que tuvo su inicio
el Imperio En el año 245, cae la monarquía. En sustitución del rey, el
conjunto de la ciudadanía elegía anualmente a dos magistrados patricios,
elegidos por un año, conocidos como pretores (o
jefes militares), que más tarde recibieron el
título de cónsules. Al mismo tiempo, la autoridad religiosa es separada de
los poderes civiles y confiada al gran
pontífice. La participación dual en el ejercicio
del poder supremo y la limitación a un año de
permanencia en la magistratura evitaban el peligro de la
autocracia. El carácter del Senado, órgano asesor
ya existente durante la monarquía, fue modificado al poder
ingresar en él los plebeyos, conocidos como conscripti,
por lo que desde entonces la denominación oficial de los
senadores fue la de patres conscripti (padres conscriptos).
Inicialmente sólo los patricios podían ocupar las
magistraturas, pero el descontento de la plebe originó una
violenta lucha entre los dos grupos sociales y la progresiva
desaparición de la discriminación social y política a la cual los plebeyos
habían estado sometidos.

En el 494 a.C., la secesión (retirada) al Aventino (una de las siete colinas


de Roma) de los plebeyos, obligó a las clases patricias a conceder la
institución de los tribuni plebis (tribunos de la plebe)
que eran elegidos anualmente por el Concilium plebis (Asamblea de
la plebe) como representantes de los plebeyos para la defensa de
sus intereses. Tenían derecho a veto sobre los actos de
los magistrados patricios y de hecho actuaban como dirigentes de la plebe
En los conflictos con los patricios. La constitución de un decenvirato
(comisión de diez hombres) en el 471 a.C. tuvo como resultado
la redacción de un código legal a su cargo veinte años
después. En el 455 a.C. la Ley Canuleya declaraba
legalmente válidos los matrimonios entre patricios y
plebeyos.

Del advenimiento del imperio a la muerte de Alejandro Severo (723 a


988 de Roma, o 235 de la era cristiana)

Al comienzo del siglo VIII, la constitución republicana de Roma fue


sustituida por una monarquía absoluta. Después de la batalla de Actium
Quedando Octavio como único señor, reunió en sus manos todos los
poderes. Cuando hubo de haber tomado los títulos de Imperator y de
Augustus se hizo conceder sucesivamente por el pueblo y por el senado,
de 723 a 741: el poder proconsular, que le investía del mando de todos
los ejércitos del Imperio; la potestad tribunicia, que hacía su persona
inviolable y le daba el derecho de veto sobre todos los magistrados; la
potestad censorial, que le permitía completar el senado y proceder a su
Depuración, y, finalmente, el poder religioso, del modo que le tenían los
reyes en tiempos pasados Sin embargo, ninguna de las antiguas
magistraturas fue suprimida, Y existían, como en tiempos de la
República, los cónsules, pretores y tribunos, colegas del emperador. Y
además fueron Establecidas nuevas dignidades (V. número 711).

Los sucesores de Augusto, recibieron los mismos poderes,


ya no por concesiones sucesivas, sino de una sola vez, por efecto
de una ley renovada a cada advenimiento, y denominada lex regla o
lex de imperio. Entre otros privilegios, esta ley otorgaba al
emperador el derecho de hacer todo lo que juzgara útil
para el bien del Estado; es decir, el poder absoluto. Votada por
el senado, dicha ley era enseguida ratificada por el pueblo, sin
duda en los comicios por tribus.

De la muerte de Alejandro Severo a la muerte de Justiniano (225 a 565


de la era cristiana)

Se extiende desde el primer emperador romano “Augusto” (año 27 A. de


C.), hasta el último emperador de la Dinastía Severa “Alejandro Severo”
(año 235 D. de C.). Con la muerte de Severo comenzó la época
señalada por la historia como “Crisis del Siglo III”. En la época clásica,
los jurisconsultos romanos llevaron la ciencia del derecho a su apogeo;
conciliaron de manera magistral la teoría y la práctica; y, dominaron con
precisión el lenguaje jurídico, el análisis y la deducción.

“El estudio del derecho levantó cuestiones delicadas, y en todos tiempos


dio lugar a disidencias entre los jurisconsultos romanos. Bajo el reinado
de Augusto, estas divergencias de opiniones motivaron la formación de
dos escuelas o sectas bien distintas: los Proculeyanos y los Sabinianos.
Esta división se remonta a dos jurisconsultos igualmente célebres:
Antistio Labeón y Ateyo Copiton. El primero enemigo declarado de la
autocracia imperial y fiel a las instituciones republicanas, rehúsa las
dignidades que le ofreció Augusto, y muestra en el dominio del derecho
la misma independencia. Imbuido de los principios de la filosofía estoica,
emplea en sus razonamientos una lógica inflexible. Apegado al sentido
de las palabras, y en averiguación de la etimología, sin preocuparse de
la opinión de los antiguos deduce rigurosamente sus soluciones de los
principios, aun a riesgo de pasar por innovador. El otro, favorito del
emperador, fue colmado de gracias por Augusto. Rebelde a las doctrinas
filosóficas y partidario de la autoridad en derecho como en política,
permanece fiel a las tradiciones de los jurisconsultos que le han
precedido, y se deja guiar por sus antecesores”
Conclusión

Finalmente El derecho romano es fascinante, pues si lo estudiamos de


cerca, nos daríamos cuenta de que es la madre de nuestro derecho
actual y no solo del nuestro sino también es la base legal de casi todos
los sistemas jurídicos de los países del mundo.

La gran mayoría de las figuras jurídica que tenemos en nuestras


legislaciones tienen su génesis en el derecho romano. Este no sólo es
la base de las constituciones de los países de Occidente y de
Oriente (especialmente de su derecho civil y comercial) que fueron
parte del Imperio colonial romano, sino que también dieron cuerpo a
los estatutos de la Iglesia católica que rigieron su funcionamiento
incluso en el Medioevo, cuando el Imperio Romano ya se había
disuelto.

Casi todas las instituciones republicanas que existen en la actualidad


tienen su origen en el Derecho Romano, y muchos ordenamientos
como el common law anglosajón también.

También podría gustarte