1. Recogida de información: identificación de la demanda y de las metas
• Detectar la demanda del cliente: conductas problema (inicio, duración, frecuencia, intensidad, etc.) y objetivos del demandante. Algunas preguntas que pueden guiarnos pueden ser: o ¿Cuál es el problema por el que acude a consulta? o ¿Cuáles son los pensamientos, las respuestas, las emociones… que le generan malestar? o ¿Desde cuándo le sucede? o ¿Cómo ha evolucionado la problemática? • Orientar la sesión para que tanto las conductas problemáticas como los objetivos de la consulta sean operativizados, de tal forma que puedan ser medidas. Por ejemplo, inicialmente podrían identificarse “áreas problema” globales, tales como “ansiedad generalizada”. Una vez identificadas estas áreas problema, se podría pasar a operativizar cada una en las respuestas problema específicas. En el ejemplo “ansiedad generalizada” algunas respuestas podrían ser “preocupación excesiva”, “tensión muscular”, “insomnio”, etc. • Conocer la historia vital de la persona, tanto actual como pasada: o ¿Qué es importante o significativo en su vida? o ¿Qué acontecimientos vitales considera destacables o de impacto? o ¿Qué formas tiene de responder ante las circunstancias o los problemas que se presentan? o ¿Cómo es su contexto social, cultural y contextual? o ¿Cómo son sus vinculaciones con otros? o ¿Cómo se relaja o cómo ocupa su tiempo y sus actividades de ocio? o ¿En qué medida se ha reducido el espacio vital a causa de la problemática? • Para finalizar esta fase, podemos preguntaros lo siguiente: o ¿Es suficiente la información que dispongo para el planteamiento de hipótesis (fase 2)? o ¿Con los datos obtenidos podría dar respuesta a la demanda planteada por el cliente? 2. Formulación de hipótesis inicial • Para formular las hipótesis, se ha de analizar cuáles son las variables que se vinculan a la problemática en cuestión, es decir: o ¿Qué variables explican las conductas problemáticas? o ¿Qué relaciones funcionales existen entre ambas? • Elegir instrumentos o técnicas que evalúen específicamente el problema o problemas. • Por cada hipótesis se ha de plantear otra hipótesis alternativa que sea rival. • Para dar fin esta fase, podemos plantearnos la siguiente pregunta: o ¿Las hipótesis de evaluación planteadas recogen todas las características de la problemática en cuestión? 3. Contrastación de hipótesis Aplicación de las técnicas o instrumentos anteriormente elegidos. Son los procedimientos de recogida de información con el fin de contrastar las hipótesis formuladas. Tras aplicarlos, podemos plantearnos la pregunta: • ¿Los resultados obtenidos con dichos instrumentos confirman las hipótesis anteriormente planteadas? 4. Comunicación de los resultados de la evaluación • En este momento se informa al cliente de los resultados obtenidos, en los que se clarificarán las hipótesis planteadas. • Los resultados expuestos han de responder a los objetivos del cliente. • A continuación se le plantearán al cliente el diagnóstico y el plan de tratamiento. 5. Formulación de hipótesis funcionales relacionadas con el plan de tratamiento • Se seleccionarán las conductas que pretenden ser modificadas (que se recogieron en la fase 1) y se establecerá un orden para su intervención. Después se han de operativizar dichas conductas a través de instrumentos de la fase 2, es decir, las medidas pretratamiento que se han realizado previas a la intervención. • Seleccionar variables que se sospecha que explican la problemática, es decir, las variables independientes. Estas son las que se pretenden modificar, a la vez que se espera un cambio en las variables dependientes (conductas problema). • Seleccionar las técnicas de manipulación de las variables explicativas (variables independientes). • Realizar un modelo explicativo del caso, en el cual se relacionarán las variables explicativas con las conductas problema.
6. Aplicación del tratamiento y recogida de datos de las hipótesis funcionales
• Planificación o diseño de la intervención terapéutica pertinente. • Aplicación de la intervención terapéutica. Es muy frecuente que se continúe el proceso de evaluación durante el tratamiento, de forma que se puedan evaluar los efectos del tratamiento en tiempo real y decidir si continuar con el diseño anterior o hacer modificaciones del plan de tratamiento. Estas son las denominadas medidas intertratamiento. • Finalización de la intervención. Para conocer cuándo ha llegado el momento de poner fin al tratamiento, podemos preguntarnos: o ¿Se han logrado los objetivos terapéuticos que se plantearon en la fase 1? 7. Valoración de los resultados • Para valorar los resultados, el cambio en las variables dependientes (conductas problema) y de las variables independientes (variables explicativas), se volverá a evaluar con las mismas técnicas o instrumentos que se realizaron en las fases anteriores. Estas son las denominadas medidas postratamiento. • Contrastar las hipótesis. Para ello, podemos plantearnos la siguiente pregunta: o ¿Existen diferencias significativas de las conductas problema en las medidas pretratamiento y postratamiento? Si la respuesta es afirmativa, podría decirse que las hipótesis explicativas del caso se ven confirmadas. En caso contrario, sería preciso volver a formular las hipótesis (volver a la fase 2). • Valorar la efectividad de la intervención terapéutica. Como medida de valoración, podemos plantearnos la siguiente pregunta: o ¿Existen diferencias significativas de las variables explicativas en las medidas pretratamiento y postratamiento? Sí, efectivamente, existen diferencias, podríamos confirmar las hipótesis explicativas del caso. En caso contrario, sería conveniente revisar el tratamiento elegido y cambiar la estrategia terapéutica (volver a la fase 6). • En ocasiones puede suceder que haya cambios en las conductas problema, pero que las variables explicativas no hayan cambiado. Esto significa que el tratamiento no ha sido efectivo. Y es posible que haya tenido lugar un efecto placebo. 8. Resultados En esta fase se comunicarán al cliente los resultados obtenidos. Es importante que se enfoquen y respondan a las metas del cliente. 9. Seguimiento • La evaluación no finaliza una vez que se ha conocido si el tratamiento ha sido efectivo. Es importante hacer un seguimiento para que podamos valorar que los cambios sean duraderos, estables a lo largo del tiempo. Por tanto, en un plazo entre tres meses y un año, se podrán reevaluar las conductas problema, realizando una nueva evaluación y contrastando dichos datos con los datos de las medidas pretratamiento y postratamiento. • Si obtuviéramos como resultado que los cambios no son sólidos, y no hay permanencia en el tiempo transcurrido entre la finalización del tratamiento y el seguimiento, sería conveniente volver a formular las hipótesis (volver a la fase 2).