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CLASE TEÓRICA:

La Estructura del Comportamiento en la Fenomenología

DOCENTE: Lic. Alvaro Vives (Jefe de T.P.)

Para comenzar es necesario hacer una aclaración respecto del título con que se ha
convocado a esta clase, ya que puede resultar equívoco y dar lugar a un mal
entendido.
Dicho título “La Estructura del comportamiento en la Fenomenología”, resulta
sumamente general si no se lo inscribe en el marco del programa de la cátedra.
Interrogaremos a la Fenomenología en los aportes que puedan extraerse para dar luz
al programa. La noción de estructura o forma que la misma puede brindarnos será
aquello que tiene que ver con el comportamiento.
Así, no nos interesará la fenomenología, ni los últimos aportes que pueda o no tener
desde distintos puntos de vista para la psicología, sino específicamente tomar lo que
nos resulte útil de un autor como MERLEAU-PONTY en su libro “La Estructura del
Comportamiento (1942)”.
Vamos a abordar la estructura del comportamiento desde el punto de vista
fenomenológico que sostiene Merleau-Ponty.
Sin entrar en los detalles de su obra, debemos señalar para situarnos, que tiene su
origen filosófico en la obra de Husserl.
Husserl, al igual que Descartes, parte de una radical insatisfacción con el estado de la
ciencia de su tiempo y se propone también encontrar una nueva actitud metódica que
resulte fundamento de todo saber.
Llega a esta problemática filosófica desde las matemáticas, denunciando lo que llama
la crisis de la Ciencia Europea, es decir, crisis de la ciencia moderna, heredera del
pensamiento cartesiano (que consiste en una traducción intelectualista y fisicalista de
la experiencia inmediata). Es decir, confundir al mundo vivido con el mundo construido
por la ciencia.

Husserl reclama entonces un retorno a las cosas que han quedado sepultadas bajo las
teorías y la superación de la noción positivista de la ciencia entendida como reunión o
recolección de hechos dados.
Postula así un retorno a lo originario, a lo pre-conceptual, no para levantar el emblema
de una “anticiencia” o para un retorno a la metafísica, sino para encontrar una nueva
fundamentación del saber que permita superar la crisis.

Para este retorno postula una metodología y desarrolla una vasta obra. Es necesario
aclarar algunos conceptos que serán tomados como herramientas de trabajo por
Merleau-Ponty. Fundamentalmente Merleau-Ponty toma el método
fenomenológico y la significación que adopta el concepto de “intencionalidad”
para Husserl.
La Intencionalidad de la conciencia es una característica de la vida consciente,
tematizada ya por la Filosofía Medieval, pero actualizada por Brentano, de quien
Husserl fuera discípulo.

Esta noción de intencionalidad señala que lo propio de la conciencia es


apropiarse siempre de algo, hacerlo su contenido. La conciencia es siempre
conciencia de algo.

Pero mientras para Brentano, la conciencia tiene carácter de ente y por lo tanto esa
conciencia que “ES” se dirige intencionalmente al mundo (noten el rasgo de conciencia
enfrentada al mundo y luego unida por la intencionalidad), para Husserl la conciencia
no es otra cosa que un dirigirse al mundo, o sea que la conciencia es una realidad
extática o fuera de sí. Sólo es realidad en tanto “es en otra cosa”.
Con esta operación se intenta romper con el enfrentamiento entre conciencia y mundo,
que es la consecuencia de la división de las dos sustancias en Descartes: RES
EXTENSA y RES COGITANS:

Merleau-Ponty toma esta manera de entender la intencionalidad de la conciencia,


considerando que Husserl prueba el hecho de que la conciencia sólo es-en-el-
mundo y por lo tanto no puede ser entendida como sustancia diferenciada y
aislarla.

Entonces, Merleau-Ponty toma de Husserl esta significación del concepto de


INTENCIONALIDAD y el método de la REDUCCIÓN FENOMENOLÖGICA. La
reducción fenomenológica es poner en suspenso y como fuera de acción todas las
afirmaciones espontáneas en las cuales vivo, no para negarlas sino para
comprenderlas, para explicitarlas.
Así, la conciencia efectuaría un retroceso de todas las condiciones de hecho, a fin de
apercibirlas y, luego de esta discriminación, comprenderla y no dejarlas jugar a su
antojo.
De esta manera, esta puesta entre paréntesis de la posición implícita por la cual yo
encuentro ahí el mundo y lo encuentro como existente, me permite que ese “existente”
pase a ser “fenómeno de existencia”; y por esta vía que no escape a la reflexión. Lo
que se pone entre paréntesis, suspendido, es ese individuo encarnado que soy, como
hombre viviente en cierto punto del tiempo y del espacio, no porque deje de serlo, sino
porque al tomar en cuenta para la reflexión tales condiciones, surgiría la fuente de las
significaciones que constituyen a mi alrededor el mundo y que forman lo que Husserl
llama mi yo empírico.
Cabe aclarar que Merleau-Ponty no acepta en su totalidad las afirmaciones de
Husserl, en muchos aspectos teñidas de idealismo.

En lo que hay plena coincidencia entre Merleau-Ponty y Husserl es en que


ambos creen imperioso denunciar el estado actual de la ciencia e impulsar un
retorno al mundo de la vida que ha abandonado el pensamiento abstracto y
rescatar la experiencia inmediata para fundar sobre ella una nueva ciencia.
Para este retorno al mundo de la vida, Merleau-Ponty encuentra en la filosofía de
Husserl una herramienta incomparable.
Es por eso que en su libro “Fenomenología de la Percepción (1945)” comienza
planteando un interrogante de carácter aparentemente filosófico y no psicológico, el
cual es la relación entre la conciencia y la naturaleza.
No se trata de hacer una psicología filosófica ni una filosofía psicológica sino de
aportar desde la filosofía una visión que permita profundizar el sentido y los propósitos
de la psicología. Por esta vía intentará esclarecer y establecer el verdadero y actual
sentido de los hechos psicológicos.
Es en este sentido y con esta exigencia que trabajará sus dos obras fundamentales:
“Fenomenología de la Percepción” y “La Estructura del Comportamiento”.

Otorga un papel privilegiado a la percepción en tanto que entiende a la


conciencia fundamentalmente como conciencia perceptiva ya que es una
conciencia volcada hacia fuera; una conciencia que sólo es en tanto dirigida a lo
extraño a ella misma.

Es desde esta característica de la intencionalidad de la conciencia que se define


el “ser-en-el-mundo” donde los guiones no separan sino que unen.
Aquí la percepción adquiere un carácter de estrato fundante, no como un punto de
partida sino como fundamento, como estructura básica que permitirá superar la
enajenación del mundo de la vida en los moldes del pensamiento abstracto.

Con esta operación toma distancia tanto del objetivismo de la ciencia como del
subjetivismo de una conciencia entendida desde el cógito cartesiano.
Tampoco es la reinstauración del empirismo inglés, aquél que subraya la primacía de
los estímulos, desestimando la experiencia vivida.

En “Fenomenología de la Percepción” parte del interrogante sobre las relaciones entre


la conciencia y la naturaleza pero lo hace para tematizar la experiencia vivida, es decir
que aborda hechos psicológicos. En este sentido se puede decir que trata sobre lo
psíquico, tratando de hacer una descripción de las situaciones tal como al sujeto se le
dan en la experiencia vivida.

En “La Estructura del Comportamiento” también se ocupa de las diversas


tematizaciones que de la experiencia hacen las diversas teorías psicológicas.
Podemos decir que en esta obra se ocupa de lo psicológico y critica las distintas
tematizaciones de la experiencia vivida.
Por ello es aquí donde va a tratar específicamente el tema que nos convoca: la
estructura del comportamiento, es decir, cuestionará las estructuras que
suponen las distintas conceptualizaciones y tematizará una propuesta que
permita sentar bases nuevas.

Otorga a la percepción el carácter de estrato fundante y señala que ésta se da siempre


desde una perspectiva.
Percibimos el mundo desde un determinado punto de vista, desde una
perspectiva que nos es dada por nuestro propio cuerpo. Pero entonces, el objeto
percibido nos muestra una cara y nos oculta otra. Nos oculta la cara que se nos
esconde a nosotros pero que se da a los otros objetos que puedan estar en posición
privilegiada para poder percibirla.

Por eso Merleau-Ponty va a decir que percibir es captar lo dado y connotar lo no


dado. Es en función del horizonte de lo dado, lo visible, que se da, se recorta y
adquiere sentido la percepción. Es este horizonte el que da espesor al objeto.
Así la percepción es siempre captación desde un punto de vista o perspectiva, de un
objeto recortado de un fondo u horizonte, donde el objeto se me da y se me oculta,
pero ese algo que se me oculta, resulta dado para otro y por eso connotado por mí.

La teoría clásica de la noción de objeto sostiene que éste es el soporte de las


cualidades sensibles. El objeto resulta no percibido sino apercibido ya que a las
cualidades sensibles se les postula la necesidad de un soporte, construido
conceptualmente.
Merleau-Ponty dice: “llamo objeto a las diversas caras que un objeto percibido muestra
a los otros objetos que lo rodean”. Se connota entonces por los posibles otros puntos
de vista que potencialmente tengo del objeto percibido Noten que, en este sentido, el
objeto es invisible ya que no podría verlo desde todos los puntos de vista posibles a un
mismo tiempo. Desde esta tematización lo visible no es lo opuesto a lo invisible
sino que convive con él formando su estructura.

Fíjense que si se sostiene que la percepción es sólo lo dado, caemos en la cuenta que
percibimos sólo mallas de colores con caóticas variaciones de tonos y que se
deforman en diferentes direcciones según las rodeamos y para que esto se convierta
en un objeto quien nos muestra distintas caras, debemos agregarle el concepto de tal.
Pues bien, esto es más o menos lo que sostenía la concepción clásica que entendía la
percepción como dada por una suma caótica de estímulos puntuales que el sujeto
organizaba a posteriori.
Ejemplo de esto es la teoría de las inferencias inconscientes de Von Helmholtz.
Inferencias que agregaban un sentido a lo que la ciencia decía que era percibido. Lo
que se intenta dejar fuera en esta explicación es justamente la significación del mundo
percibido.
En aras de un conocimiento objetivo, lo que debe ser sacrificado es la
significación individual de lo existente. Pero por ésta vía se sacrifica el mundo
vivido.
Es importante aclarar entonces, que lo que percibo no es el concepto del objeto, el
concepto lo puedo pensar. Pero antes debo precisar que lo que percibo es ya un
objeto que se muestra y se oculta a la vez. Muestra una cara y oculta otras que yo
connoto en el acto de percibirlo.
El objeto percibido que supone la posibilidad de percibirlo desde todos los ángulos
posibles en distintos momentos del tiempo, es entonces percibido desde todos los
tiempos; por encerrar esta posibilidad. Es por esto que lo percibo como perdurando.
Lo hago desde un presente, un aquí y ahora que es un punto en el transcurso continuo
del tiempo. En ese fluir continuo del tiempo vivido normal. Normal porque esto puede
ser perturbado en la patología.
Por esto afirma M. Ponty que el objeto percibido está en el juego de las retenciones y
protenciones temporales1, es decir que tiene un antes y un después, viene de algún
lado y va hacia algún lado, aunque yo no haya podido verlo antes o no pueda verlo
después por mi particular punto de vista. Hay un pasado comprobable y un futuro
previsible.
Esta visión dialéctica de la percepción rompe totalmente con la posibilidad de creer,
como lo hacía la teoría clásica, que la percepción pueda ser fiel simulacro de la cosa.
Rompe con la primacía del Estímulo, entendido como incondicionalmente estimulante.
Con ese Estímulo causa de la Respuesta y que ya la encierra preformada en sí
mismo.
A la explicación causal, mecánica y lineal del Estímulo le opone una causalidad
circular, que puede graficarse de la siguiente manera:
Capacidad
de re-
elaborar los
ESTIMULO SUJETO Estímulos

CONDUCTA

Por el sendero de ésta re-elaboración de los Estímulos se entra en el mundo vivido, el


de lo existente en su significación individual. Así, cualquier objeto que tomemos, no
sólo nos mostrará y ocultará algo distinto a cada uno según el punto de vista o
perspectiva que tengamos, sino que estará en juego una significación que tiene que

1
Retención y protención son términos utilizados por Husserl y se pueden explicar con el
siguiente ejemplo: Si escucho 10 segundos la nota “do”, el primer segundo no es meramente
sustituido por el siguiente para hundirse en la memoria, sino que es retenido por la conciencia
cuando aparece el segundo que sigue; y al escuchar me hallo en la expectativa protencional de
que la nota continúe todavía en el instante venidero, pienso ya en el después que va a suceder
al ahora percibido. El tiempo, según Husserl, no es una sucesión de ahoras separados, sino
que el ahora, el antes y el después coexisten en una visión conjunta. La percepción del ahora
se dilata en una intuición de lo que recién ha sido (la retención), y en lo que está viniendo (la
protención).
ver también con una perspectiva más amplia que puede enunciarse como “mi proyecto
de vida” o mi “ser-en-el-mundo”.
Cualquier objeto que tomemos tendrá una diferente significación para cada uno. Pero
si tiene significación, puede decirse que ese objeto me dice una cantidad de cosas que
es un mensaje para mí. Este mundo en el que vivo tiene mensajes para mí. Mensajes
que no tiene para ustedes y no tiene para mí. Estos mensajes que el mundo tiene para
cada uno de nosotros no se pueden traducir en términos científicos y son dejados de
lado por la ciencia.
Sin embargo, tanto ese mensaje de significado individual, como eso de lo que la
ciencia se ocupa, se origina en el dato percibido. Pero para hacer ciencia hay que
dejar de lado el mensaje que tiene sentido particular para alcanzar la objetividad.

¿Pero esto significa entonces que ese mundo de mensajes es subjetivo en el sentido
de una interioridad?, ¿Hay un mundo verdadero, objetivo y luego tantos mundos como
personas, subjetivos y, por ende falsos?, ¿Se trata de entrar y salir de un mundo al
otro según nuestros deseos o necesidades?...
En estos problemas se debatió la Psicología durante un tiempo, sin poder resolverlos.

Merleau-Ponty sostiene que este mundo de la experiencia perceptiva y originaria,


previo a toda teorización científica no es en modo alguno un mundo interior.
No se sostiene esa falsa oposición al abandonar el mundo de la ciencia, no es
sumergirse en la introspección, en las experiencias pasadas, en la vida interior de
imágenes vividas, sino que es abandonar el mundo de las generalidades para
sumergirse en un mundo de existentes, en el que estamos desde siempre, de
existentes provistos de significado.
No es el ámbito de mis recuerdos, de mi errada manera de ver el mundo, de mis
vivencias personalísimas y por lo tanto, privadas de valor en el sentido de
incompatibles con el mundo real en el cual estamos todos. No.
Es el ámbito de las cosas que están ahí, que hablan y me dicen. Esta apelación de
Merleau-Ponty apunta a liquidar toda interpretación sustancialista del medio geográfico
o material, como igualmente del medio del comportamiento.
Sólo en la medida que estos dos universos son realizados, en tanto se los hace reales
como realidad última y absoluta, se plantea el problema de su relación y, por ende, de
su antecedencia y, aún, de su causalidad.
Si se admite que son conceptos operatorios el problema desaparece. Así, la realidad
no implica sustancia material y el mundo vivido no deja de ser real por más que sea
únicamente vivido por cada uno de nosotros.
Así, lo que se revela en la experiencia perceptiva, es un mundo pleno de sentido. El
Universo Humano es, para Merleau-Ponty, un Universo Simbólico. Universo Simbólico
que “no tiene significación” como un sobreagregado a posteriori, sino que “es” pleno
de sentido. Pero este sentido emerge gracias al juego de presencias y ausencias, de
caras que se ofrecen y caras que se ocultan, de presentes que cobran sentido en la
medida que hay presentes que han sido y presentes que serán, por lo tanto no son
hoy.
Los presentes ausentes o el tiempo no presente, conforman el horizonte sobre el cual
cobra sentido el aquí y ahora, que sólo de esta manera adquiere el valor de simbólico.
Para el animal que no accede a este universo, el aquí y ahora es su cárcel. Todo
objeto que no entra en el campo de su situación presente, virtualmente no existe. Pero
entonces, el presente del animal es distinto del presente humano.

Hasta aquí hemos hablado de Sentido y Significación sin distinguir los términos. Para
este autor no son lo mismo: El Sentido es dado, se encuentra presente en el mismo
acto perceptivo, mientras que la Significación es una construcción intelectual posterior.
Partiendo desde este marco conceptual, el cual hemos desarrollado sintéticamente, es
donde Merleau-Ponty va a revisar y criticar en “La Estructura del Comportamiento)” las
tematizaciones modernas que hicieron acerca de la experiencia, tanto Wundt, como el
Conductismo y la Gestalttheorie.

Partiendo del estudio del Reflejo, eligiendo justamente el terreno de la Fisiología para
demostrar que las teorizaciones se sustentan en supuestos indemostrados e
indemostrables, subsidiarios del cogito cartesiano y que constituyen los moldes en que
se forja la Ciencia Moderna.
Cuando analiza la teoría del Reflejo Condicionado lo relacionará con la Estructura del
Comportamiento, poniendo sobre el tapete el problema del aprendizaje.
En este recorrido toma el tema de las localizaciones cerebrales para concluir, luego de
un minucioso análisis, que la observación del Sistema Nervioso no permite suponer
dispositivos preestablecidos que los estímulos por sus propiedades objetivas vendrían
a desencadenar.
Sostiene que el Sistema Nervioso no sólo distribuye valores espaciales y cromáticos,
sino también simbólicos.
Cuestiona en este punto la versión neurológica de la teoría clásica del Estímulo, con el
ejemplo del Test de Kurt Goldstein de la clasificación de colores en los afásicos2.
Concluye que la función nunca es indiferente del sustrato por el que se realiza, pero el
sustrato no es un “locus” de la corteza cerebral.
Para la teoría de las localizaciones, una lesión impide la traducción del impulso
nervioso en determinada función. Habría, como consecuencia, una conducta menos
que se resta a la habitual, es decir, a la conducta normal. Como resultado, la misma
conducta aparece disminuida.
M. Ponty demuestra que esto no ocurre sino que aparece una conducta diferente,
limitada en su nivel de abstracción, pero ajustada, a pesar de la limitación, a la
situación que enfrenta el sujeto. Podríamos decir adaptada. Adaptada simbólicamente.
Sostiene entonces, que la función no es una simple consecuencia del sustrato y el
sustrato no tiene un “locus” determinado sino el ámbito propio de la significación. Así,
el comportamiento del afásico no se explica desde la teoría de las localizaciones
cerebrales o desde la fisiología moderna.
Algo similar, sostiene, sucede con las distintas teorías del aprendizaje. El problema
que se le presenta a la psicología en este campo es el de responder como se realiza la
selección entre los movimientos o respuestas útiles o inútiles, que permiten descartar
las últimas y conservar las primeras, ajustándolas incluso cada vez más a la situación.
Esto podría suponer a primera vista que el sujeto establece una relación entre el
movimiento y el objetivo. Sin embargo, por su concepción mecanicista, todas estas
teorías niegan esta supuesta “intención” en el sujeto ya que no le atribuyen ningún
papel activo.

2
Kurt Goldstein (1878-1965) Aunque formado como médico, fue pionero en muchos
importantes avances en la psicología. Como pionero temprano en la neuropsicología, estudió
los efectos del daño cerebral en las habilidades cognitivas relacionadas con la abstracción. Su
trabajo lo llevó a concluir que, aunque áreas físicas del cerebro, como el lóbulo frontal o el
ganglio subcortical puedan estar dañados, el trauma psicológico era en general una
preocupación más urgente. Sus conclusiones sobre la esquizofrenia enfatizaron la enfermedad
como un mecanismo protectorio contra la ansiedad más que como un defecto orgánico.
También hizo aportes al trauma de guerra, siguiendo las investigaciones del psicólogo alemán
Hermann Oppenheim. En la época que siguió a la Primera Guerra Mundial, los médicos
pensaban que los soldados simplemente falsificaban sus síntomas con el objetivo de recibir
una pensión. Dado la escasez de estudios al respecto no podía probarse lo contrario. Goldstein
y su equipo intentaron estudiar este fenómeno desde una perspectiva holista al teorizar que
todas las redes neuronales estaban interconectadas y, así, conectadas con el mundo exterior.
Por lo tanto, todo trauma que uno recibe en la guerra tenía un impacto directamente en las
redes neuronales.
Tanto para la Introspección, centrada en una Conciencia mecánica a la manera del
Asociacionismo, como para la Reflexología y el Conductismo, centrados en que el
Estímulo ya lleva preformada la Respuesta, y a pesar de sus mutuas polémicas, la
Estructura del Comportamiento se explica por una asociación de hechos nerviosos
exteriores los unos a los otros.
Es decir que reducen el comportamiento a una suma de partes reales en el sentido
más crudamente fisicalista del término.
Este esfuerzo intelectual persigue un propósito implícito: evitar una significación que
aparece en la estructura misma del comportamiento. Para M. Ponty estas teorías
muestran una intención en el sujeto del aprendizaje que, al mismo tiempo, se ocupan
de negar.
Merleau-Ponty sostiene que en el Aprendizaje no se trata de una adición o sustracción
de conductas más o menos útiles, sino que implica una modificación general del
comportamiento que se expresa en múltiples acciones de diverso contenido pero con
una significación constante, en el sentido de la obtención de un fin determinado que
resulta organizador del comportamiento.
Descriptivamente, todo ocurre en el aprendizaje como si hubiera una intención, No un
propósito interior sino un sentido general de la actividad que apunta a un fin.
Es importante recalcar que Merleau-Ponty no supone o atribuye una intención en el
sentido de propósito surgido de la reflexión, sino que llama la atención sobre un
fenómeno que debe ser tenido en cuenta y explicado para la tematización del
aprendizaje.
Realiza, entonces, una clasificación nueva y diferente del comportamiento. Hasta aquí
se clasificaba según el grado de complejidad entendida como adición de conductas
simples que resultan en conductas complejas.
Para su clasificación utiliza el concepto de “Forma” que extrae de la Gestalt, corriente
de la Psicología heredera de la orientación filosófica de Husserl. Éste concepto alude a
que dicha “Forma” o “Gestalt” es una estructura que difiere a la suma de elementos
que preconizaba la modernidad.
La Gestalttheorie postula que el todo (la totalidad) es diferente a la suma de las partes.
Éste todo es un todo orgánico y organizado por la mutua dependencia de las partes.
Como pueden ver, aquí el acento no está puesto en el elemento constituyente, sino
que éste sólo es, en tanto recibe su carácter de la totalidad.
Pero la Gestalttheorie sostenía un isomorfismo3 entre el sustrato fisiológico y el mundo
físico. Éste rasgo fisicalista es cuestionado y despejado por Merleau-Ponty. Es decir
que la Gestalt postula que la forma, o la estructura que se puede observar en la
experiencia, por un lado está en la Naturaleza, y, por otro, reside paralelamente en
nuestro Sistema Nervioso.
Si bien M. Ponty deja de lado esta hipótesis, rescata la noción de Forma que se revela
en la experiencia.
La clasificación del comportamiento en niveles, implica, entonces, que la noción de
nivel pasa a ocupar un lugar central, aludiendo a la noción de Forma y a la noción de
equilibrio posible.
Merleau-Ponty considera que hay tres niveles de comportamiento. Cada uno de esos
tres niveles no es el patrimonio exclusivo y excluyente de un sujeto, sino que en todos
los sujetos, en alguna medida, se dan esos tres niveles con predominancia de cada
uno.
Las distintas especies no se caracterizan por tipos de conductas, sino por la
predominancia de un tipo de conducta:
1. Las Formas Sincréticas: El rasgo distintivo de esta conducta es que el
comportamiento del sujeto está aprisionado en sus condiciones naturales de vida
3
Isomorfo: termino que proviene de las palabras iso, que significa igual y morphê que significa
forma. El Isomorfismo psicofísico es un principio formulado por la teoría de la Gestalt según el
cual existe una perfecta correspondencia entre los acontecimientos físicos del funcionamiento
cerebral y los acontecimientos mentales.
y, por consiguiente, la acción se hace posible aquí y ahora, sólo a condición de
que el sujeto encuentra en la situación actual elementos que aludan a sus
condiciones naturales de vida. Es decir, que éstas se reproduzcan. De este modo,
la situación actual es representante de situaciones pretéritas específicas. Señala
que los comportamientos más simples, como de los invertebrados, nunca se
dirigen a objetos aislados, sino que dependen siempre de un gran número de
condiciones exteriores. Si se varía o quita alguna de estas condiciones, la
conducta o acción ya no se produce, no se dispara. Esta estructura tan
rígidamente dependiente de las condiciones del medio es lo que conocemos como
instinto. Éstas formas sincréticas, por su extrema rigidez, impiden un verdadero
aprendizaje en tanto el organismo trata a las situaciones inéditas como alusiones
a las situaciones vitales prescriptas. Es un comportamiento tan adaptado que no
es posible una adaptación. Se encuentra hiperadaptado a una situación como
constelación de estímulos y, por lo tanto, no puede manejarse con situaciones
cambiantes. No es posible el aprendizaje porque el organismo no puede actuar
analógicamente, no puede encontrar en situaciones diversas, distintas situaciones
similares. No puede extraer lo común de lo diverso. Aquí se da una imposibilidad
de discriminar las condiciones de la situación.
2. Las Formas Amóviles: En estos comportamientos sí se puede extraer lo común de
lo diverso. Son, en su estructura, relativamente independientes de los materiales
que la integran y de las circunstancias en los que se realicen. Hay aquí un
comienzo de captación de relaciones y, en consecuencia, de reconocimiento de
analogías. Por eso, una situación presente (dada aquí y ahora) puede aludir a otra
situación no presente pero de estructura similar. Sin embargo, en la Forma
Amovil, lo presente no es nunca una situación “tipo” y, por lo tanto, la conducta
debe siempre adaptarse a lo dado con un margen de variabilidad que permite
alcanzar soluciones nuevas, soluciones nuevas sobre un fondo que no lo es. Esta
capacidad de encontrar soluciones nuevas es limitada, porque el animal no puede
representarse situaciones no presentes, no dadas en un aquí y ahora, no puede
deshacerse de lo dado. No puede moverse en el ámbito de lo ficticio, o de lo
ausente. Merleau-Ponty refiere múltiples experiencias como las realizadas por
Köhler con chimpancés en los que esto resulta evidente. Es decir que es posible
un cierto aprendizaje, pero con la limitación de que los elementos que permiten
esa conducta nueva deben estar presentes en la situación actual. El animal no
puede escapar del aquí y ahora. Las relaciones permanecen ligadas a situaciones
concretas y, por eso, no son utilizables para un aprendizaje verdadero. La
conducta nueva que se alcanza no resulta estable, permanente e independiente
de la situación en que se da, sino que está “pegada” a la situación concreta, si
ésta no se presenta, reuniendo las condiciones necesarias, el animal no dispone
de ella.
3. Las Formas Simbólicas: La posibilidad negada en las formas amóviles de
manejarse con situaciones no reales, no presentes, es lo que sí constituye la
condición de estas conductas. El comportamiento simbólico es el que tiene lugar
más allá de la situación real. Pero no se agota en ella, sino que permite al sujeto
manejarse con situaciones no reales, no presente. Por ejemplo, si trazamos un
recorrido en un mapa, estamos manejándonos simbólicamente, más allá del aquí
y ahora, pero el mapa en sí, está ligado a la realidad. En el mapa están
representadas ciertas realidades y, para leerlas es condición que el sujeto
disponga de una representación estable de esas realidades. Además, la lectura
necesita un punto de referencia que es mi propio cuerpo. Debo entonces
manejarme con un cuerpo que está aquí y ahora, pero también con un cuerpo que
esté allá y entonces. Es esto lo que no puede hacer el chimpancé de Köhler, a la
vara que se coloca a una distancia tal que, aunque la vea, ya no presenta para él
una relación con la situación, quedando así excluida del campo. Aquí la caja
asiento y la caja instrumento son para el chimpancé de Köhler dos objetos
distintos y alternativos, y no dos aspectos de una cosa idéntica. El animal no
puede adoptar un punto de vista elegido a discreción, sino que el objeto aparece
revestido de un valor funcional que depende de la composición efectiva del
campo. En el comportamiento animal, los signos siguen siendo siempre
señales y nunca devienen símbolos. Con las formas simbólicas el sujeto se
libera del aquí y ahora y la conducta expresa el estímulo por sí mismo, abriéndose
el valor de las cosas posibilitando una adaptación creciente a la situación,
adecuando la significación. Aquí el comportamiento no sólo tiene significación, es
él mismo significación. El comportamiento no es portante de una cierta “aptitud”
simbólica en el sentido cognitivo del término. A esto se refiere Merleau-Ponty
cuando afirma que el comportamiento no es cosa, pero tampoco es idea. Él
prefiere denominarlo Forma.

Se alude con la noción de Forma a una estructura que subsume todo


comportamiento humano. No disponemos de lo simbólico, sino que somos en ello.
El comportamiento humano expresa y manifiesta que el sujeto se encuentra
inmerso en un universo simbólico, un universo de significación. Es en este sentido
que se puede decir que lo real, en el hombre, se encuentra perdido para siempre,
resulta inaccesible directamente.

Con este universo simbólico y sus efectos sobre el cuerpo, se enfrenta en su tarea
clínica Freud. Las famosas parálisis histéricas desconcertaban porque no había
correspondencia entre el síntoma y el cuerpo real de la medicina. El cuerpo de la
histérica no responde a la realidad de la fisiología, de allí que se diga que “la
histérica no sabe de anatomía”. Hay un cuerpo que miente. Pero si hay un cuerpo
que miente, hay un cuerpo que habla, que habla en acto. Un acto, que al ser
escuchado en dimensión simbólica, al ser escuchado como palabra y no como
cosa, al ser traducido, deja de insistir. Esto es lo que descubre Freud en las
experiencias de hipnosis.
El cuerpo de la histérica se resiste a ser tomado como “real” o como
representación, no es cosa ni idea, se muestra como cuerpo simbólico,
significante.
Al abordar los sueños, desechando la teoría biologicista del funcionamiento
neuronal anárquico durante el reposo, que restaba toda significación al sueño,
también se encuentra con una significación propia del universo simbólico en el que
se despliega la existencia humana.
En el sueño descubre la condensación y el desplazamiento, es decir una legalidad
simbólica que permite construir el concepto de Inconsciente. El concepto de
Realidad Psíquica le permite a Freud superar el Esquema Realista y dar otro paso
en el descubrimiento de ese universo simbólico pleno de significación. Una
significación que no se agota en sí misma, sino que siempre remite a otra
significación, en un juego metafórico permanente.
Freud encuentra en los lapsus y los actos fallidos, la misma legalidad que está en
juego en los sueños y síntomas.
Se ha topado con lo simbólico que resiste todo intento de apresarlo en los moldes
del Pensamiento Moderno. Recordemos que era neurólogo y por lo tanto no se
interesó por tematizar la experiencia vivida como lo hizo Merleau-Ponty.
Se despliega de esta manera un mundo nuevo en el que sinsentido cobra sentido y
el acto se despega de su materialidad objetiva para cobrar valor significante, un
mundo de palabra que ya no puede ser pensado como instrumento manejado por
el hombre sino como universo que produce efectos en él.

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