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Canción de invierno

Terribles canciones
de una insoportable
juventud

Blas Hernández Benítez


Canción de invierno,
terribles canciones de una insoportable juventud
©copyright 2020 Blas Hernández Benítez
Imagen cubierta delantera y portada interior de;
Todd Trapani en Pexel
©copyright Cubierta Blas Hernández Benítez
ISBN: 9798591776312
Sello: Independently published

El cuaderno del aprendiz


Niebla esperma de las madrugadas
que fecunda de rumor las entrañas del invierno.
Proemio

Las canciones de este libro fueron escritas en-


tre los años 1999 y principios de 2002, de ahí
su subtítulo. Mientras los escribía trabajaba en
el andamio, en la obra, de ahí canciones como
Canción de andamio 1 y Canción de andamio
2, o Canción del olvido en el andamio, o Can-
ción en el andamio.
Fueron escritos los poemas entre Zaragoza
y el pueblo que nos acogió siendo yo un niño,
aunque la mayoría en Zaragoza.
Los pocos poemas, unas nanas, con nombre
propio, son para mi sobrino mayor, Isaac, que
acababa de nacer.
Espero que se perdone el estilo el tono la
voz... pero es que era muy joven y no siempre
sano, pues, como todos, fui víctima voluntaria
de mi tiempo.

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Canción en el balcón

Cuando me siento en el balcón


y miro este cielo herido,
esta ciudad nuestra,
esta ciudad que nos une y nos separa,
me pregunto por qué nos conocimos.
Por qué no bajo a la calle
y con todas mis buenas intenciones
me monto en el veinticuatro
y voy a visitarte.
A llamar a tu timbre
temblándome las piernas
y preparado para esquivar el jarrón.
A qué vienes tú ahora,
no le llevo flores
sólo el juntar de las dudas y los años.
Ni siquiera me invita a pasar,
le gustan las cosas difíciles,
como la tormenta que pese a todo
se enfrenta a esta ciudad
que con sus laberintos parece no querer

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que nos encontremos en sus calles.
Ni siquiera me ofrece un café,
siempre nos empeñamos
en que todo salga mal,
como la tormenta que al final
se retira vencida,
rota de edificios y luna,
de las veces que nos vimos
y no nos dijimos nada,
de las veces que media vuelta nos fuimos
esperando escuchar esa llamada.
Por qué no bajaré a la calle
a coger el veinticuatro
e irte a visitar.
Aunque ni siquiera saludes
y me quede con cara de gilipollas
sin poder soltar el discurso.
Con toda esa lucha contra el orgullo
y por las buenas intenciones.
Aunque al final siempre estalle
debería bajar a la calle,
coger el veinticuatro
e irte a visitar.
Aunque luego sólo escuche;
¿A qué vienes tú ahora?
Aunque todo cambia,
todo sigue igual.

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Canción de fiesta

(Contrapunto, cohetes estrellando


su luz contra los cristales).
A lo peor sería la guerra.
(Con el mástil roto en la tormenta
muere el fiero trovador de taberna y rutina).
A lo mejor te perdiera por el camino
y ya jamás no supiera de nosotros.
(La cafetera marca la hora).
A lo imposible fuera el desafío
y compareciere la fantasía
a testificar por la esperanza.
(En el comedor sólo la esperaba
el vacío de la televisión a media voz).
A lo peor cayese del cielo
y jamás aprendiera yo a quererla.
(Se recoge lo que se siembra,
nunca un miserable segó magia).
A lo peor muere
y me quedo sin saber cuánto me quiere.
(Pero este hombre que abandona la caverna,

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si bien por duda o aburrimiento,
presiente que el amor
tal y como se recibe hay que darlo).
A lo mejor perdiese el sentido
y el caminar fuera sólo caminar.
A lo peor lloviera silencio
justo cuando quisiera escuchar.

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Canción camino del trabajo

Este aire de por las mañanas


de ir andando a trabajar,
¡malditos los celos
capaces de huracanar cada brisa!
Malditos los demonios
que al final del paseo recelan
de la conclusión inocente de creer
que uno es sonrisa a la hora de enganchar.
Esta pena de traspasar la mañana,
de seguir adelante hasta alcanzar
nube y quebrada,
de forjar la voz sobre el yunque
con el mazo de la alegría.
Esta alegría de comprender el compás
de mis pasos, los semáforos, la llovizna.
Aire que arrecia hasta conseguir
que el agua se convierta en caldo.
¡Malditos los otoños
que hacen del amor un dolor en el pecho!
Y la fraternidad que siempre camina sola

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porque su deber es demostrar con el tiempo,
y contra él, la inocencia, la inconclusión.
Malditos los días que se niegan a pasar
hasta hundirte en un mar de anhelos,
hasta conseguir, como todo un alquimista,
convertir el caldo en valor,
mis pasos, los semáforos, la llovizna…

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Canción de la niebla

Niebla que espera a que calle el cierzo


y cuando calla cae apagando la voz.
Niebla a la que lanzo mi última flecha
quedando desarmado contra su fría nada.
Que ahoga la luz de los semáforos
y se alía con los sueños que no se recuerdan.
Niebla que cuando abro la ventana para respirar
me invade el pecho hasta hacerme llorar.
Que me besa las manos y me deja plantado
esperando el autobús que ya no pasará.
Que me trae la dulce nieve de los chopos,
las tablas de multiplicar, el pretérito imperfecto.
Niebla que me alienta a morir asesinado
a manos de esta furia loca por vivir.
Que me pone en el camino la tentación
de una cuneta a la que caer derrotado.
Niebla que con su frío me baja la fiebre
hasta que ya sólo siento doler los huesos.
Niebla que no para el despertador
ni borra la hora de ir a trabajar.

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Que me llena de dudas, preguntas, recuerdos,
dolores, palabras, fríos, abismos, siemprevivas...
Niebla esperma de las madrugadas
que fecunda de rumor las entrañas del invierno.
Que enciende los hogares y nos va matando
como viene pausadamente para darnos la vida.
Niebla que aun con todo no puede con el llanto
de Isaac que rompe la noche a las cuatro de la madrugada.

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Canción de pueblo,
paisaje de Alconchel

Como un pegote de rumor y barro


caído por casualidad en un monte,
y a veces parece un barco
que surcara el trigo verde
cuando la primavera se va
de brisa suave y tranquila.
Con un monte bajo que se sorprende sierra
y, a lo lejos, corta nube y viento
como una delgada línea verde
que, a lo lejos, se desvive por la esperanza
para que ese barco siempre halle su puerto.
Cuando con él navegas
se te hiere el alma de invierno,
pero cuando allá lo dejas
te viene de zozobra la pena al alma.
Nada tiene importancia
porque el tiempo se ha detenido,
para que el hombre pueda ser hombre,
como el trigo mar,
como el sueño doblar de campanas
cuando la tarde se va.

19
Canción del libertado

Maldita sensación de no merecer esto,


que no deja, maldita sea, vivir en paz.
Maldita la mañana y malditas las prisas
para tener tiempo cuando llega la hora de comer.
Maldito el autobús, los coches, el cierzo,
el invierno y el verano que siempre está por llegar.
Maldita la soledad, el silencio de mi celda,
las gentes que atestan las calles de esta ciudad.
Maldita ella también mía como ninguna,
el tener que seguir y el volver a empezar.
Maldito el mortero y el nivel
y creer que si salto ahora el olvido me guardará.
Maldito el hombre que quiso ser héroe
y maldita sea mi puntería,
maldito el amor que me llevó
al Puerto de Santa María.

20
Lo que no sabía la mentira

Lo que no sabía la mentira


es que por callejones se entiende
con la verdad la duda,
y eso, como entre todos, la mató.
Una cuchillada en la espalda,
un lo siento cuánto te quise.
Pero lo que Carmen no sabía
es que por las mañanas se entiende
el ansia con las ganas de vivir,
y con eso como con nada vivió,
con una pequeña pero honda pena,
con la redención y la condena
de volver a empezar.

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Canción a la Esperanza

Querida esperanza;
que las trampas, incluso el tiempo pasado,
me van arrancando las entrañas,
que a veces se me revelan mis personajes,
Bea la cajera, Manolo el del bar,
que se me revelan, querida esperanza,
te quiero contar.
Que no me llena el vacío,
que me falta espacio para respirar.
Que ahora nos pintamos de redentores
y se ondean tantas banderas,
que ahora no encuentro de qué engancharme.
Que nunca caigo Esperanza,
mal rayo me parta, en el amor.
Que yo también crucifico al poeta
para que luche el trabajador.
Que aún no he aprendido a mentir
ni para ser feliz,
mal rayo me parta, ni para ser feliz.
Que yo también crucifico al hombre

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crucificando también al dios.
Y ya no sé qué venía a resolver.
Que te veo por todas partes
y no recuerdo tu mirada ni tu voz

23
Canción de lluvia

No, la lluvia no sabía tu nombre,


ni tu número de teléfono,
ni tu nueva dirección,
pero qué bien le lucía la noche,
qué bien le cantaba mi tristeza;
ven, como si el cielo fueran labios
y tu mormullo rumor de te quiero.
La lluvia sabía bien que el transeúnte,
maldiciendo, entraría en un café
y puede que jamás saliera al mismo mundo.
Porque el tiempo se para
cuando ruge la cafetera,
o se para el hombre y ruge el poeta,
y ruge lo olvidado en el fondo del olvido.
No, este cuerpo mío aún va cada día a trabajar
mientras yo me quedo junto al café
oyendo cómo paso por la vida,
cómo se me escapa la sonrisa
si por fin, ay por fin, empieza a llover.

24
Rápidamente salto
y me pongo a su lado

Rápidamente salto y me pongo a su lado


y de ser un dios a ser una rata.
Y cuando se desata el cierzo bendito
no falta tarde para mi pereza.
Avísame, le digo, si me paso,
me dice que sí, pero no le importa.
Que me parta un rayo si la quise,
si se me escapa el cuarenta
y llego tarde a trabajar.
Rápidamente pongo el café y espero
a que ruga la cafetera,
y cómo duele recordar.
¿Dónde estabas amor
cuando la guerra estalló al final?

25
Canción de jazz en el pueblo

Lo que ayer era un pecho lleno de aire


será mañana ruina,
y de tenerlo todo
a disputar con el barro
el silbido del viento,
las caricias del tiempo.
Hallo hoy lo que mañana perderé.
Ay, si lo hubiese sabido ayer
cuando la rubia me besaba
para yo, inocente y náufrago,
decirle adiós, ya nos veremos un día.
Mientras fumo y río
veo bandadas de sombras
que surcan la noche herida
y en torno a la luna mordida
apenas por la oscuridad,
dejan que entre sus alas de marihuana
murmulle el viento;
la la ra la, lo has vuelto a hacer,
ahora ya nunca volverá.

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Pero a mí me da igual,
me tatúo en el pecho con rocío la mañana
y siempre me trigo al pueblo,
en algún bolsillo, el jazz de las ciudades,
porque sabe aquí mecerse
al compás de la calma
que trae siempre temporal y naufragio.
Pero a mí me da igual,
aunque ya sólo sea ruina,
aunque ya no tenga nada
y me robe el barro tu sonrisa.

27
Canción de la felicidad

No, yo no busco la felicidad,


porque sé que ella me encontrará al fin.
Lo sé por otras vidas que a veces en sueños recuerdo.
Y sí, a veces me canso de esperarla,
pero sé que al fin me encontrará.
Y nos encontraremos con una violencia de vientos
que, surcando las calles, en cualquier esquina,
se estrellan queriendo por un momento
no haberlo soñado nunca.
Yo no abarco con mis pasos este tiempo mío,
tan vertiginoso como todos los tiempos.
Y también que me duele
y no quiero saber por qué cuando llora.
Que a veces los poemas, pena o gloria,
son las primeras gotas del otoño,
las primeras hojas caídas,
el primer resbalón, uy, lo siento,
no quise decirlo, ni te miento,
yo tengo las manos sucias
porque no soy un delincuente,

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sólo un educado peatón que se alegra de llovizna,
que se entona de café y se empuja de ansiedad.
¿Cómo va a llegar el invierno si todo es esperar?
Seguro que la soledad, esa que doma al hombre,
que despierta a la mujer, lo trae de la mano
y le da ojos y sonrisas que devorar.
Que yo la quería tanto
que de no quererme
me destrozó las entrañas,
me minó los cimientos
hasta que no supe ni ser persona.
Pero todo eso ya se me pasa
y otra vez mis pensamientos
surgen al ritmo de la canción
de quien quiera cantar.

29
Canción de discoteca

Porque somos como dos vientos


que se encuentran y en remolinos
giran sin llegar nunca a entenderse.
Por eso, porque nos hace humanos el ritmo
y nos contempla la noche, sin palabras,
nos entendemos mejor como animales.
Si no fuera porque yo me pierdo
por el azul de tus ojos,
por los adornos de tus tobillos.
Porque bailas y bailas
como un remolino de vientos que se encuentran
y nunca llegan a entenderse,
si no fuera por eso podríamos
mirarnos a los ojos,
y tú no te sentirías molesta,
y yo no perdería nada.
Y tú no perderías el bolso y todo lo demás.
Porque tú eres real, carne y hueso como yo,
besos y sudor como yo.

30
Al salir a la llovizna

Al salir a la llovizna
esta mañana,
ya sé qué alegría me inundaba;
saber que la esperanza
vive en tu sonrisa,
no como un ave cautiva,
como el gris más bien
de esta mañana diferente.

31
Canción mañanera

Temprano me levanto, perezoso,


mientras la esperanza pone el café.
Recorro nervioso la casa
y en cada cosa busco tu sabor,
tus besos en el vaso,
tu sudor en las sabanas
que aún se estremecen
de no comprender nuestro oleaje.
Quisiera greñas que tus manos domasen,
no tener un corazón que perder.
Una cabeza que se rompa
cuando ya no te tenga al despertar.

¿Por qué me quedo tan solo, frío, vacío,


cuando a media noche huyes de mis ronquidos
como una gacela luchando por vivir?

32
Canción del dolor que vendrá

Con la vanidad de las falsas glorias,


con la humildad de la victoria,
que manchada de sangre ya casi se avergüenza,
con todo eso que se va dejando pasar
sólo por decir tu nombre
y desde algún lugar de la casa se oiga tu voz.
Pero ya sabéis que la noche mete cizaña
y vierte ácido entre risas sobre la razón,
como cenizas inocentes
que acaban ahogando las ascuas.
Pero ya sabemos que en nuestro rincón
hay amor, un amor como de brisas
que no llegaban nunca a chocar
y una noche de química y azar
se entrelazaron y en bailar
preludiaron el sufrimiento que trae cada alegría,
la alegría que hay detrás de cada sufrimiento.

33
Y por qué rayo de luz

Y por qué rayo de luz,


y por qué conjunción de astros y casualidades
fueron a tener un segundo
el mismo ritmo dos corazones.
No sé qué maldad de los inocentes,
ni sé qué inocencias de la aurora,
qué alquimia en rebajas
rebosa de mar sin esfuerzo la cama.
Y todo para encontrarme de frente
con la luz que me traes y me quitarás.
Y todo para que cuando despiertes
tengas mi abrazo y mi cuerpo para que lo abraces.

34
Canción resacosa

Aún hay conversaciones espolvoreadas


sobre la mesa.
Y bajo mis uñas algún resto de sueño por quemar.
Pero eso sí, un Dios gritando dentro
de mí que quiere ser libre,
como de la lámpara el genio,
de este cuerpo mío.

Tarda en venir si quieres,


si no quieres venir no vengas,
otro día nos veremos, y ese momento
hará polvo la espera, y los días sin ti
no habrán sido siquiera días,
acaso ese; ya nos veremos,
y todo otra oportunidad perdida.

35
Tengo una piedra, huevo infinito

Tengo una piedra, huevo infinito


de duda y confusión.
No sé qué espíritus, qué elementos
la conforman y habitan,
ni su fin, ni su labor...
Pero me acompaña donde vaya,
siempre la hallo si la creo perdida,
y si la pierdo la hallo donde la dejé,
y si la dejo me busca
y en el zapato como castigo se me queda.
Lo mismo me enreda que desenreda la razón,
o me explota como un ritmo salvaje en las manos,
hasta que empiezo a pensar
en lo infinito, en la duda, en la confusión...

36
Canción del amor dependiente

¿Qué haces amor?


—Intuyo que huye,
como en vapor
el agua cuando bulle,
el ángel que de silencio nos llenó.

¿Qué me dices amor?


—Que ayer la tarde de la mano me llevó,
y no sin rubor,
de tu brazo por la calle
llena de mañana y esplendor.

¿¡Qué hablas corazón!?


—Que no son estos mis labios,
ni esta mi voz, que no hallo razón
para este cansancio de fríos
que me helaron en el pecho la respiración.

37
Canción marinera

Seguro que algún día


me vuelco sobre el mar
y desembreo los océanos
de mi barquichuela imaginada.
Seguro que llego a puerto
y no me esperan
ni brazos abiertos y labios,
ni tabernas oscuras y dudosas.
Seguro que algún día
acabo abriendo los ojos,
acabo abriendo mis manos
para saber que nada dejo.
Seguro que algún día
me miro y no me veo
y sigo huyendo nocturno,
y sigo mesándome dudas.
Un día estos humos violentos
no serán más que reposo,
este son en el pecho
de suspirar esperando redención.

38
Seguro que algún día
dejaré de escribir
estas cosas de madrugada
que quizá yo sólo entiendo.

39
Canción en el andamio

Cómo quisiera una voz


golpeando con sus alas
el silencio amontonado por los rincones
como canciones viejas.
Y que fuera tan dulce y tierna
como la barba de un viejo poeta,
que es nube para los sueños,
caleidoscopio para el gesto
que susurrando se pierde
por el fondo de los ojos.
esa es la voz que yo quisiera,
que sepa dormir al cierzo,
a Isaac, a la mañana, al mortero.
Que sea de amasar vida,
parir deseo y aguantar pereza.
Que sea de sorprenderse
como el hombre que se descubre
abdicando para ser rey de sí mismo.
Una voz como muy poquita cosa
que esboza en el andamio;

40
mala vida, mala gente y poco más1.
O como un vendaval que pide el biberón
y no como un quejido que se parte de sol a fa.
Que sepa decir y no decir, callar.

1 Rosendo Mercado, Mala vida

41
Canción de invierno

Veo en la oscuridad,
a través de la niebla,
y con palabras de invierno
dibujo jardines donde los chopos
lloran desde el otoño.
Donde el sauce se hace pequeño
para los grandes edificios
contra los que se rompe la tormenta
como contra una quebrada.
Las estrellas son farolas de luz blanca,
amarilla, distante, a veces fría.
En el quinto una mujer fríe patatas y huevos
para el guerrero que regresa
sin saber qué batallas
se libraron en el hogar.
Paisajes que se dibujan en la niebla,
cuatro por cuatro enloquecido
que desgarra la voz del trovador
para grandeza del caminante.
Hay espadas y molinos

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y jóvenes haciendo parejas
para adornar los fríos bancos
que alguna vez fueron
sombras a la orilla del río.
Y madres con sus hijos
y partes de baja.
Extranjeros a los que el frío sorprendía
mirando inamovibles vestigios del pasado.
La Navidad, que cada vez llega antes,
llena de tiernas tradiciones,
de exámenes de conciencia,
de pasajeras promesas que al final
nunca se llegan a cumplir,
ni con querer ni con poder.
Como una guitarra lejos en la noche
y el poeta que asusta
con su pluma y su vulgar silueta.
Quieta se perfumaba las manos
o fumaba unos chinos
cerca de la Avenida Madrid,
parada inevitable para el caminante apresurado.
Oh, mi dulce amor,
mi tierno amor,
qué dulce era ir caminado
de tu brazo por el mar.
Y los silbidos de los adolescentes
que suenan de proa a popa
de este parque.
Entonces me reclino sobre el cuaderno

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y estoy en otra ciudad
y la catedral ya no se deshace
en sombras sobre la plaza.
Ni el jazz explota en las ventanas
de una vieja casa del centro.
Y os tengo tan cerca
a los que tan lejos perdí,
un segundo en mi reloj de arena.
La madre que se quema con los calamares
y las facturas de teléfono.
Los perros, que también aúllan;
Oh, amor, mi dulce amor,
en los callejones y arrabales
aún resuena tu canción.
Oh, amor, mi tierno amor,
aún resuena en callejones
y arrabales tu canción.
No, la ciudad no se siente culpable
y aún ilumina sus calles para ti.
Aún ladran los perros
y el número de teléfono
de la última vez que te vi.
Y no es justo que cayera Manuel,
ni que pase como un suspiro el porvenir,
ni ir viviendo con las manos vacías.
Con los tacones de qué amor
rebotando en la memoria,
como un cuatro por cuatro desenfrenado.
Tic, tic, tic, tic; tac,tac,tac,tac,

44
reloj corazón que nos alienta a sufrir
autobús para arriba, autobús para abajo
a la hora de comer.
Pero que no se preocupen los chopos,
tac, tic, tac, volverá la primavera
sus soles en nuestra ventana a colgar.

45
Canción de andamio 1

Velocidad de crucero capitán,


tarde a la vista,
que la mañana ya está vencida.
Ya está vencida capitán,
seguimos imparables hasta el ocaso,
y por si acaso,
esto es lo primero,
manteniendo la velocidad de crucero.

Mira capitán que el corazón


es una pena que lucha
ritmo en vano contra las horas,
si hay que llegar ya llegaremos,
que las manos y las piernas,
que las sonrisas y las tristezas,
que lo que fue y lo que pudo haber sido,
pesan en este navegante
que jamás vio cartografía ninguna.

Velocidad de crucero capitán,


tarde a la vista,
que la mañana ya está vencida.
Ya está vencida capitán,

46
seguimos imparables hasta el ocaso,
y por si acaso,
esto es lo primero,
manteniendo la velocidad de crucero.

Raudos navegamos la mañana,


mortero en popa y a toda cuerda,
en esta barca que sobre la nada
se bambolea entre pared y abismo
partiendo la niebla.
Esta barca crujiente que se despereza
a golpe de paletín y paciencia
de kiffi y café oportuno
que nos lleva hasta la una.
— ¿¡Capitán, soltamos amarras!?
—¡¡Y que las velas se hinchen de sol!!
Capitán que comprendes, respetas
y alientas mi miedo,
el miedo justo y necesario
que nos mantiene aún con vida.

Velocidad de crucero capitán,


tarde a la vista,
que la mañana ya está vencida.
Ya está vencida capitán,
seguimos imparables hasta el ocaso,
y por si acaso,
esto es lo primero,
manteniendo la velocidad de crucero.

47
Canción de musas

Los excesos del tiempo, distancia,


la violencia de la nostalgia,
¿¡y a quién devora la tristeza!?

Soledad amante, madre y consejo


que no deja a veces respirar,
que no calienta el lecho
y corroe como un vicio terrible.

Todas ellas, nombres sólo, sólo rostros


que ponen la cafetera
y a media luz buscan melodías,
y cantan suavemente aun con voz quebrada,
mediodías de viejos poetas
que jamás supieron de tan excelsa condición.

Siempre hay quien con dolor grita;


¡¡Seréname pausada redención
de sentir por todo sólo indiferencia!!

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Y así se hunde y se queda,
inventando poemas para tantos gritos,
de tantos ahogados, en cuántos naufragios.

49
Canción de amor

La vida cada día


me hace como soy,
pobre mercader de tristezas
que perdió la sonrisa
escuchando la voz de la lluvia,
que hipotecó su alma
y a su pena le puso precio.
Este devenir de palabras y humos,
humos con sabor a bolero,
palabras víctimas del desuso.
Y a veces me entristezco
pensando, sólo pensando,
la vida viene y va
y allá la muerte
es la sombra
del ella siempre me querrá,
por saber como se
a hierbabuena y tomillo,
por saber como sé
que la vida cada día

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se gana dándola,
sabiendo besar sin afán,
sólo con querer y caricias.
Te conocí bien este viernes,
aunque me entristezco pensando;
la vida como nos ha juntado
nos volverá a separar.
¡Pero no pongas mi vida
esa carita de pena!
Que al final el camino
es esperanza
y cuánto te quiero.

51
¿Cómo pudiste abandonar el mar?

¿Cómo pudiste abandonar el mar?


Qué tragedia, qué pecado inconfesable,
qué horror, qué desventura
lame el mar de tu huida en la arena.
Qué tempestad te puso a la deriva
tierra adentro, lejos del mar,
del bullicio de las lonjas,
de la muerte que se maquilla
de noche por el puerto.
Qué brillo, qué puñalada, qué traición,
te separó de la espuma
de la arena, de su amor.

52
Yo estoy bien así

Yo estoy bien así,


guareciéndonos de la lluvia,
solamente,
porque es la hora de dormir
y es lo único que apetece.
Dormir, solamente dormir,
sin artilugios de los sueños,
sin retos de ternura en el sofá,
sin posos de café ni vaticinios,
sólo dormir como se duerme cada día,
con un cuerpo sobre la cama
y un alma que descubrir,
somnolienta, refugiándose de la lluvia,
revolviéndose en el sillón
buscando ese ápice de ternura,
un sueño sin artilugios
que le ayude a volar
por encima de sí misma
y de todo lo que le impide ser más,
ser lo que es,

53
restos de todo dejados sin afán,
como el que solamente quiere dormir
y con eso se refugia de la lluvia,
con eso es suficiente;
el que tiene sueño, todo lo tiene.

54
Nana a Isaac

Ríe,
que del pequeño blanco de tus dientes
despierta la perla
que alumbra el día
y adorna la noche.
Candelarias, viejas amigas,
candelarias del amor y el olvido.
Ríe,
que del blanco pequeño de tus dientes
despierta la aurora
con su perla que brilla,
que adorna la noche.
Grita, si quieres,
duerme cuando quieras dormir,
come cuando tengas hambre,
pero juega y ríe
que de tus dientes el pequeño blanco
despierta la perla
que alumbra el día
y adorna la noche,

55
candelaria pequeña
que se traba con el nombre de las cosas,
mi principito en el desierto.
Candelaria
que alumbra el día
y adorna la noche.

56
Nana entresemana

Mi niño mira el blanco tranquilo


del invierno en el cristal.
(Mañana habrá que madrugar).
Hará frío, nada más que esperar.
Pero mi niño mira tranquilo
el blanco del invierno en el cristal.
Luego el rojo de sueño en sus ojos
nos crispa los nervios;
—¡Isaac! Mira qué bonito.
Y mi niño mira tranquilo
el blanco del invierno en el cristal.
Bosteza, mañana hay que madrugar.
Y si no fuera porque es más bruja
la madre por madre que por bruja
y entre juego y risa
lo engaña y acuesta,
mi niño seguiría tranquilo
mirando el blanco del invierno
en el cristal.

57
Canción de madrugada

Solo en la niebla camino


pero no me oculta el sendero
porque yo soy el aguacero
que hace de su sueño su destino.

Solo en la penumbra camino


pero ni me falta luz ni asusta
que mi canto sencillo le gusta
y divierte mi paso torpe y sin tino.

En medio de la tempestad bogo


y aunque solo, libre y valiente,
¡qué importa si me ahogo!,
es la profundidad mi materno vientre.

Solo amo, aunque quisiera ser amado


no me importa ser rechazado
porque, madre y consejo la soledad,
guarda en su lecho todo lo entregado.

58
Quisiera saber del espejo
qué lado en verdad habito,
qué silencio en mi pecho es grito
y si respiro por qué me quejo.

(Por qué tan complejo resulta


lo que tan sencillo parece,
por qué se sufre y padece
si al fin la vida nos sepulta).

Camino en la niebla solo


pero la penumbra no me asusta,
ni la noche el sendero me oculta
que tiene su Diana para este Apolo.

Sé que aguarda mi esperanza,


allende los mares mi paraíso
y aunque sólo de versos mi barca improviso
no me detiene tempestad ni desesperanza.

Ni siquiera el invierno, nada,


secar este surtidor puede,
que la alegría se quede
revoloteando en tu nombre como un hada.

59
Por eso no tengo miedo
ni a caminar en la penumbra,
solo en la niebla,
a naufragar en medio de la tempestad,
a perderme por las calles,
como se pierden, de pronto,
a lo lejos, los barcos en la mar...

Porque en tu nombre
revolotea la alegría como un ave
que tras el invierno regresa
y busca desesperada su hogar.

60
Canción del desamor

Qué madrugada esta hieren los perros


con sus terribles aullidos;
la saeta de tu santa huella al pasar.

Y no hay ni marea, ni sombra, ni vereda,


porque es fácil confundir día y noche,
y donde se creía la certeza

la duda pone sus larvas,


que son palabras a medias,
miradas de soslayo.

“¡Y quién me calienta la cabeza!”.


Lo mismo el amor que el olvido.

Entre tanta ciudad no huelo los almendros,


pero ya estarán florecidos
hiriendo humildes con su color

61
el gris de abril que dará
a la Virgen todas sus flores.

Hoy te recuerdo como un engaño


aunque ayer fueras mi canto,

hoy eres ya como los tejados


que imitan cada estación
como un camaleón se oculta al sol,

pasando, siquiera concibiendo que un rol


o alguna obligación tuviera.

Ruina son los besos y las caricias


porque al sol los devora el viento

y la lluvia que deshace y hace memoria,


pasto del olvido las riñas y los juegos,
pasto de la vida el dolor.

A veces siente el perdido


que ha perdido el sentido de sentir
y un poco más se demora

porque nada más puede esperar.


Y un poco más se demora
porque nada más espera.

62
Nana del sueño sin prisa

Si tuviera que escribir una nana;


nana del sueño sin prisa,
que siempre viene y nunca avisa.
Si tuviera que cerrar hasta mañana
los ojos que del cierzo hacen brisa,
si tuviera que vestir con mi voz por camisa
la risa del caballo, la luna de la rana,
una nana sin sueño ni prisa
que poco a poco viene y apaga la risa.
Si tuviera que mecer entre mis brazos luceros
con un ronroneo de gato traicionero,
regresase mi luz a lo certero,
y en brazos los primeros
que dan entero el sabor del limonero,
el amor presente y el venidero.
Si tuviera ritmo y calma y mi alma,
nanas sin sueño ni prisa,
nanas y cuerdas que duermen la risa
y buscan para mañana paz y calma
en los ojos que del verbo hacen brisa.

63
Si tuviera yo voz para darle camisa
a la risa del caballo que calor reclama.
Una nana sin sueño ni prisa
que siempre llega y nunca avisa,
si tuviera yo ritmo y calma mi alma.

64
Blues de San José

Por San José sube la tropa


caminito de La Paz,
unos suben torcidos
otros derechito y sin dudar.

Van gritando bravatas y chanzas


ruborizando la belleza sin pensar,
por San José sube la tropa
sus hazañas riendo sin parar.

Por el jardín les falla la memoria


y se sientan a fumar,
el polen de la primavera,
el aroma de las chicas al pasar.

Por San José sube la tropa


sin victoria ni afán,
por San José sube la tropa
caminito de La Paz.

65
Suben como suben las mareas
que la luna trae y lleva
de puerto a alta mar,
vuelven subiendo la cuesta

caminito de La Paz,
unos suben torcidos,
otros derechito y sin dudar,
por San José sube la tropa

caminito de La Paz...

66
Canción de sombras

Sombras, tú bien lo sabes,


sombras nada más,
espectros, ánimas en pena
revolviendo en la memoria
cuanto debería ser olvido.
Tú bien lo sabes, sombras,
sombras nada más.
Viejas fotos, dedicadas postales,
escuetas cartas de poca distancia,
canciones, melodías de nostalgia
contagiosa que trae el recuerdo
que recuerda la ausencia.
Sombras, sombras nada más.
Tú bien lo sabes, sombras.
Pero pequeñas luminarias,
lindas luciérnagas que abren
sus ojos y en la noche iluminan
nuevos caminos, viejas esperanzas.
El tiempo está enamorado
y en su regazo retiene

67
el aliento que te trajo al mundo.
El viento está enamorado
y busca ansioso el remolino
de chocar contra tus giros.
Está enamorado, con tal pasión,
que va dejando ruinas allá,
silencio, brisa acullá,
silbidos por todas partes,
como si fuera su sino
ahogar el trino, crecer y más enfurecerse
cuanto más se enfurece y crece.
El sueño, el amante más probable,
te tiene cogida por las greñas
y viene y va arrastrándote
como una carga muy pesada.
Y todos gritan; ¡sombras nada más!,
mi eternidad es mi condena,
¡sombras, nadie sabe, sombras nada más!

68
Nana de ciudad

Porque todos duermen,


sobre la ciudad la noche
va maquillándose de luminosos parpadeos.
Una mujer ha pasado dos veces por el mismo sitio
apresurando su paso nocturno.
Porque todos duermen,
no hay voz para las sombras.
Yo vigilo que la brisa
no se duerma en los balcones,
en las ropas tendidas,
en los sueños de la gente,
yo vigilo la noche,
porque todos duermen,
para que los susurros no se pierdan.

69
Te escribo amor

Te escribo amor esta noche para decirte,


que en el vaivén de tu nombre vuelo
con alas de cuerdas pulsadas
por el arraigado temblor de las manos.

Que te escribo amor, amor de nadie,


con la libertad que nos deseo
en los labios dispuestos para gritar
las muchas cosas bonitas que conozco.

Que no te conozco amor, desde nunca,


y te canto esta noche con tanto silencio,
que los sueños de mis atardeceres
ya no saben sonreír sin decirte.

Que amo esta noche escribiéndote amor,


nombrándote con las marchitas alas
de las cuerdas pulsadas por el temblor
arraigado en estas manos que te dibujan.

70
Te escribo amor esta noche para decirte
que de tanto hablar con la sombra del viento,
rogándole que te lleve mi canción,
me olvidé de hablar con los hombres.

Que te escribo porque se me viene la pasión


de cuanto al sol maduró con un movimiento
del reloj de los deseos, de los sueños,
de las rosas y las plumas tatuadas en el corazón.

Que te escribo amor esta noche preguntándote


si odio o amo los perennes pétalos azules
de las marchitas notas de mi guitarra vieja
incapaz de sostener en silencio mi temblor.

Que te escribo amor, amor de nadie,


con la libertad que nos deseo
en los labios dispuestos para gritar
las muchas cosas bonitas que conozco.

71
Miró de cara a la mañana

Miró de cara a la mañana


y entonces supo que su deber
era vencer, a pesar de mil derrotas,
la duda rutina de cada día.
Con un paso sencillo,
de su amor
al cielo de acabar cada día.
“Te miro a ti —le dijo luego—
y no consigo comprender
a qué cojones viene esto,
si yo estaba tan bien
resucitando cada día,
viendo anochecer en mi pequeño mundo,
y, media vuelta, viendo amanecer”.

72
Canción sin dientes

De llegar a ella me destrocé los dientes,


y ella ya estaba perdida para siempre,
ya estaba para siempre en el camino de la soledad.
Me destrocé los dientes arrastrándome a ella
y ella para siempre había vuelto su mirada,
ya su melancolía era el sol declinando.
De llegar a ella enmudeció el cielo vacío
y ella mirando sin mirar a vuelta de todo
ya pensaba que la noche sería clemente.
De llegar a ella las sábanas humedecieron
y ella ya se marchaba tan lejos,
peinando su melena, su melena distraída.
De llegar a ella los caminos fueron de polvo,
para la sed tenía ella alguna otra pregunta,
más caminos para no tener que llegar.
De llegar a ella hubo amanecer
y ella ya se bañaba en el rocío,
mitad mujer, mitad sueño o locura.
De llegar a ella no es más que cansancio
y ella decidiendo las vueltas de la vida

73
regala acaso su inmensa sonrisa.
De llegar a ella el tiempo endureció
y ella cantando con arrugas los momentos
a veces dice recordar alguna noche.

74
Canción heroína

No son de miel los labios de mi novia,


no son cálidos sus labios.
No me espera despierta
esas frías noches de preguntarse
de qué están hechas las noches y las ciudades.
Nunca me dice te quiero
ni espera que se lo diga.
Sólo algunas tardes me arranca
lágrimas de no querer recordar.
Ella conoce esa fórmula secreta
con la que los alquimistas saben reír.
La brisa me trajo voces,
¡Libertad, libertad!, gritaban,
y Manuel desfallecido, crucificado
a la verita del mar
sólo supo sonreír y pensar
que iría a tomar café en el bar
si bajaba aquella marea.
Y con esa magia del hachís y el café
que nos lanza a la tarde

75
salía la luna borracha de soñar.
Me sabe a poco la sobremesa
cuando salgo disparado a forjar
esas pequeñas historias
que se van quedando dormidas en el autobús.

76
Déjame

Déjame oler en tu mirada


el agua verde de las selvas.
Dame todos esos recovecos
donde una y otra vez me encuentro,
y te espero como una pintura
tomando el café de las cinco.
Deja que te utilice
para que esta angustia sea verbo
y vuele a reunirse con su padre
dejándome hueco en el pecho
para un pequeñito corazón
que sabe excitarse con la resonancia;
Cariño, creo que se me ha metido
una constelación en el ojo.
Y mi risa inunda la voz de Dios
por todo el universo, sí,
por todo el universo.
Déjame que te tenga como quien tiene
un canto, una voz.
Como quien tiene un verde brote

77
en el tronco muerto. Pero no, aún.
Y deja que nos perdamos,
que siempre el reencuentro es una explosión
maravillosa, vital.

78
Copla del arrepentimiento

Despacio, como son albas


para un reo,
tarda en brillar la mañana,
se desvanece mi cordura
en tanto frotar dientes contra dientes.
Lo he vuelto a hacer
y nadie comprende que necesite
un Dios dentro de mí,
que sea padre bondadoso y severo corrector,
que me empuje la voz al canto
de sus glorias y mi redención.
Que me anude con sus cuerdas la voluntad
y mi ansia encierre
en una madera cuerpo de mujer.
Que no me deje ser más
que lo que desear quiera,
que me libre de vender mi cordura
a la desidia y al pasado,
porque no hay perros,
ni dudas, ni silencios.
¡Me muero por un trino!
Que las plumas me arranque
y de alas a este ángel que se fue,

79
como yo me fui yendo,
dejando de ser querido,
por dejar de querer.
(Yo que tanto he vivido,
que habito tu pecho y tu aliento,
sé tan poco de los hombres,
que se juntan y se separan,
olvidando risas, rajando la vida
que vendada de escarmientos
no tiene dolor para mañana
con las tristezas de ayer).
Pero maldita sea, ¡¡necesitémonos!!
Como necesitan las huellas los caminantes,
como necesita el estío calor,
como necesitan sed los amantes.
Porque si necesito rosas
serán gratas sus espinas,
si necesito dolor,
pensar si los cachitos de corazón que te di
seguirán latiendo a tu vera aún.
Porque estas coplas de ser,
son del arrepentimiento,
por eso grito que quiero
un Dios dentro de mí,
porque tengo huellas sin camino
y nostalgia sin dolor,
porque no me importa la luna
ni me importa el sol.

80
Canción de Teseo

Sí Ariadna, estaba cansado de vivir el Minotauro,


yo tiro y tiro del hilo,
pero jamás llego al brillo de tus ojos.
Porque con los ojos cerrados
alcé el resplandor letal,
con los ojos cerrados,
porque habría acabado conmigo
de ver en mis ojos tu luz,
el sentido de vivir habría recobrado.
Pero yo tiro y tiro del hilo,
de error a duda, de añoranza a desesperación,
de ser el héroe al náufrago,
ese que se pierde por unos ojos
y buscándolos a veces se encuentra
vencido bajo la espada, libre al fin,
al fin de nuevo en el vientre de la madre.
(Esa que en Ítaca teje y desteje
sin cesar su esperanza).

81
Porque se lamenta el laberinto
de no ser luz,
como de su condición el monstruo,
como de su música la guadaña
cuando esta es la voz de un Dios
que nos da su verdad y silencio
sin ayudarnos a comprender.

Porque a la eternidad hay que dejar


a su destino lo creado,
pero de soslayo vigilar que el camino
sea de ir andando, tirando del hilo.

Sí, todo es más sencillo.


Pero los sueños son para realizarlos,
porque el éxtasis trae el vacío;
pero si eres valiente... vacíate
y rasca de la noche
el polvo que te ciegue,
porque buscarás entonces el agua que te sane,
el mar que te arrastre
a buscar tu regreso.

¡Pero yo quiero la risa de Apolo!


Y perderme por el azul
de jamás cumplir con los sueños.
Porque la metamorfosis es comprender,
al final, que los sueños, sueños son.

82
Porque, si volaras y vieras
que al mundo le han salido labios,
¿qué enorme corazón llorarías?
El tuyo, quizá, sepultado
en el vientre de la madre.
¡¡Que sí, que ese es el fin!!
¿Pero tienes tú el valor de comprender
que el vacío es el éxtasis,
el cénit, el por qué
de todo lo demás?

83
Canción sin hueso

Quiero mis palabras sin hueso,


como una humedad de besarte mis labios,
callejera mi voz, insomne mi gesto
y, por supuesto, cotidiano mi querer.
Lo mismo me siga la rabia,
que me deje un te quiero en el café.
Quiero mis gestos sin espejos,
sin lunas, sin naipes marcados,
mi perfil en tu voz más ronca y temprana.
Que sea mi tristeza para despertar tu alegría,
y tu pena para suavizar mi sonrisa.
Que otras gentes ya vagaron estos confines
y de risas y llantos volvieron
para marchar dios sabe a qué otro lugar.
Quiero mis palabras sin hueso
para que las puedas tragar bien,
como tragas las magdalenas con el sorbo de café.
¡Ay, cómo te odia mi orgullo,
cómo te quiere mi humildad!
Tú también roncas mientras

84
yo en vigilia te respiro,
inundo tu casa hasta comprender
todas tus formas,
que entrevenadas conforman
tu forma de caminar,
la sonrisa que llevas colgada de la inocencia
que te ha hecho bruja, cometa, mujer,
tiránica sencillez de pensar no mucho las cosas.
A cada momento creo que nunca te conoceré,
nada te reprocho, yo que nada traigo
y hasta aire me llevo para respirar.

85
Canción del año del Caballo

Anda suelto el caballo


por este año capicúa,
desenredando muros
que dejan sus enredaderas
para que el verso las mantenga,
para que sea vegetal la música
desde la raíz al extremo final,
que quién sabe dónde estará.
Y más que Dios talento
va repartiendo ternura la voluntad
y el último poco de locura.
Anda como loco inventando
con estación sus alas,
ya granizo en el viento,
ya suspiro en la brisa.
Anda el azar flirteando con la suerte
y la casualidad y la fantasía
acaban rodando como ruedan las vidas.
Trota el caballo pregonando
precaución con lo que se sueña,

86
que despertando se encuentra uno
con pesadillas en las manos.
Cuidado con lo que se desea
que anda capicúo el caballo
esparciendo la casualidad de cada día,
mendigando su postura de fiebre,
su gramito equilibrio del amanecer.

87
Canción del Cierzo

Cierzo que me labras cual soy,


de persianas violentadas, de luces vueltas
que se dicen hasta mañana,
y de silencio soy,
porque no hay para expresar mejor lenguaje
mis pensamientos que tu violenta andanza.
—De rumor me invento,
soy el alimento de los que buscan
paz en la tierra y gloria en las alturas.

88
Canción de angustia

Muero de angustia sólo una noche sin ti


pensando que mañana
ya otra primavera te florecerá.
—Esta noche no puedo ir.
—No pasa nada, mañana nos vemos.
Pero sí que pasa, mi hermosa gloria
de sentirme de nuevo hombre
que se explora y se descubre
en cada mirada tuya,
en cada verso terapia que escribo
cada vez que no estoy a tu lado.
En cada risa tonta que me entra
que con tu sonrisa ya tiene sentido.
Y tu latido, cariño, ordenándome
la respiración hasta hacerme dormir
y luego suave me despierta.
—¿Pones el café, cariño?
Mientras se ducha y arrastra
las espumas de las mareas,
las pisadas que en la arena quedan.

89
Cambia el tiempo

Cambia el tiempo, mi vida,


y con sus altibajos de isobaras,
de presiones y falladas predicciones,
cambia, mi vida, y no puedo remediarlo.
Saco pues mis enanos a la pista
y buscan futuro en este circo de oportunidades
donde hay que hacer malabares
sobre abismos sin red.
Donde ya sabrá el orgullo beber
su reflejo en la charca,
donde ya sabrán aplacar su sed
las ansias de mañana.
Donde irán a morir
las risas de cada tarde.
Donde irá a morir mi vida
cuando ya no tenga importancia
todo lo aprendido.
Y yo, mi vida, que tanto aprendo contigo,
me pierdo por el camino
sin el farol azul de tus ojos,
sin el tierno candil de tu sonrisa.

90
Canción en agosto

Agárrame esas nubes,


échales el lazo de mis tintas,
que quiero escribir en el cielo;
tortuga, gigante, vereda, dragón,
y el balar de las ovejas
cañada arriba cuando el sol se va
y brilla inmensa la luna de agosto.
Agárrame esos vientos,
esos que cuando quieren se me revuelven
y no me dejan fijar la posición,
agárramelos que quiero llevar lejos
los ecos de una canción,
que son las campanas en vela
doblando novenas
para algún santo patrón.
Agárrame la cabeza
que la lengua se me va
queriendo lamer heridas
que quiere olvidar la razón.
Agárramela con destreza
que vuela, vuela y se va,
como se van las noches perdidas
frías de no compartir un corazón.

91
Canción de más

Partiendo de la base
de que al final improvisando
todo solo se hace,
y suponiendo que no sabe
a que sabe lo que el cariño
por el secarral pace.
Sabiendo que el más niño
es el viejo que vence
aun sin saber que nace
como la muerte que lo muere.
Dando todo esto por sentado,
no se dirá me quiere
de aquel que nos deja olvidado.

Improvisando la base pues,


que sin ella no se alzan
los templos, las altas torres
inhiestas frente a lo que no ves,
pequeñas inocencias que destrozan
montañas, anchos países,

92
seguro estoy, sin maldad,
pero no se le puede decir;
no pises las flores, a un perro en libertad.
Quédate pues atada a la vida que vives,
al mundo que odias y quieres
como a su jaula el ruiseñor.
La libertad da miedo, uno que impide
que vuelen las aves o florezca la flor.
Pediremos pues al que pide
que sepa sólo recibir
lo que está dispuesto a entregar.

Llegas, te presentas ante mí,


como el violento susurro del viento
cuando sabe de madrugada
que no es bien recibido.

93
Canción del valiente

No tiene miedo,
porque su voz sin grito levanta la tormenta,
porque entonces su cielo sin estruendo le mira,
porque su pena se pierde por el blanco y negro
de las películas antiguas, de las palabras a medias.
Porque no mira los periódicos
que no tienen más que guerra que proclamar.
(Porque las cabezas hundidas entre las noticias
acaban pareciéndose a estas,
y esto no ayuda al bien común).
No tiene miedo porque su conciencia limpia
lo invita a la esperanza.
(¡Arriar las venas —grita loco de lejanía—
y que el mar no nos hinche
de nostalgia el pecho!).
Y no tiene miedo
porque su alma como la nao
jamás zozobra ni naufraga.
Porque el amor, imagina que el amor,
en cada puerto espera,

94
hincha las venas cada día
y dice su nombre,
tu nombre, hasta que la risa explota
sin humo ni histeria en su vientre.
No tiene medio, aunque a veces
siempre le diga nunca. No tiene miedo.
Tiene abismos por eso el miedo
es cariño que lo abraza y aparta de mirar abajo.
Porque tantas cosas tuvo,
que no tiene miedo,
sólo mares donde loco de lejanía
canta con un racimo de temblores en la voz.

95
Canción del sueño

El sueño es como la barba de un viejo


o como la sonrisa de un niño,
como miles de suspiros que arrastrará,
supongo, el vendaval.
Es el que mantiene encendida la luz del pasillo
como un faro para argonautas,
el que se aferra al corazón del náufrago
para que se aferre este a la vida
que late despacito entre la fiebre y el sudor
mientras el sueño nos pregunta, nos hace hablar.
Y es como si todas las cosas buenas
se agolparan en la garganta queriendo responder,
abrir los ojos, sonreír.
Y tiene cabida, digo yo, aunque tanto peligro engendre.
Es curioso, no saben los caracoles,
ni la arena, ni las rocas,
aunque sepan del sueño, de la luz del faro;
saben del sueño y con eso ya llevan dentro el mar.
Se deja atrapar, atravesar por el dardo envenenado
de la cerbatana que no lo busca

96
y lo encuentra, el que lo persigue lo ahuyenta,
le da que pensar.
El sueño da de beber a los caballos
hasta que les sale un cuerno en la frente
y toda la vida brinca por sus venas.
Se tiende al sol hasta que lo evapora
y lo lleva en nubes de aquí allá el viento,
lo mismo niebla, nieve o aguacero.
Baja a comprar el pescado, a tomar
un cortado, a discutir sin discutir, a enfadarse
para curarse de vivir.
Es esa voz dulce arengada en la calma
que no vigila el puchero
y a la hora de comer le pita en la cocina
ese olorcito que todo lo cura.
Es esa fina prenda con la que se visten
los poetas, los rezos al alba del labrador,
los cantos y bravatas del soldado ciego de sed.
El candil eremita con el que se alumbra
el camino de vuelta a las cavernas o al sol.
No lo abarcan mis brazos, ni el conjunto de mis rezos,
no lo conjura ningún verbo,
ni matriz hubo que lo cobijara.
Siempre espera despierto, dando vueltas por la casa,
tomando café en la cocina... siempre espera despierto.
Me traje de mis pesadillas mi propia cura
y era su rostro al sol amable del invierno,
ese que viene y va en hojas y nubes.
Es perfume de violetas el sueño...

97
Sonata de agosto

Vuela la noche al levante de agosto,


por fin mengua la luna
que a oscuras de nuevo deja los pecados.
No hacen falta grandes términos
ni sembrar de adjetivos la sonata;
la ciudad se abre y te esconde,
se deja utilizar si se siente querida.
(Quién no cambia su humedad
por un rato de ternura, una brisa de caricias).
Todo tan junto ha de ir
y nosotros tan lejos,
sabiendo que el exceso de uno
es en detrimento del otro,
su amante maltrecha
que de barra en barra
va pidiendo siempre la última.

Hace un rato, cuando caminaba al aire


y explotaba la magia
de pecar sólo de vez en cuando,

98
(guardando siempre un poco
de aire cuerdo en el bolsillo),
imaginaba que la noche
volaba al levante de agosto...
¡Imaginaos la noche volando!
Y tiene que ir todo tan junto,
nosotros así, tan lejos,
yo a veces tan frío que me fundo,
tú... ¿¡Quién sabe de ti!?
Yo seguro tan cambiado
aunque a solas siga siendo el mismo,
tocando la guitarra, pegando los mocos bajo la mesa,
tú; ¿¡qué se yo dónde estamos nosotros!?
Sé que todo está en mis manos,
pero a veces se necesita perder algo
para saber que se quiere.
No, la guitarra aún la toco, de veras que la toco,
y escribir aún escribo, a veces, cuando apetece,
cuando lo permite la noche
y el levante de agosto,
ni la escasez de uno ni el exceso del otro.
Sin dolor ni entrega,
como un humo que se revuelve
reverdeciendo las palabras, sembrando
adjetivos en la mirada.
(¡Ay, ese pecadillo de nada!).
Ele ahí esa magia,
Que sabias las flores que no quieren urnas
ni temen a los tigres.

99
Canción de obra

Incluso te diría que la soberbia,


porque entonces la luz
sería para nosotros
esa vasta superficie
que se puebla de mañanas,
donde cada sonrisa
y cada lágrima
sabe abrirse como una flor
al sol de cada día.
Ese que nos desnuda la espalda
a golpe de quebranto
y a cambio nos concede saber
hacer del calor
un pasar con la cabeza vacía.
Porque entonces nosotros
somos esa vasta superficie
que se puebla de posibilidades
donde cada quebranto y cada pena
sabe rumiar su sino
y refrescarse en la fuente

100
de vivir cada día.
Ese temblor que nos hace más sabios o más tristes
a golpe de quebranto
y a cambio nos concede dudar.

101
Canción de olvido en el andamio

Se hace fuerte en el olvido,


tú lo sabes bien;
son sólo caprichos de este sino nuestro
que nos arrastra a taladrar edificios,
a aprender a gritarle cosas a las chicas,
de asomarnos sobre la ciudad
desde la ardiente terraza de una mole sin escrúpulos
que sólo se deja herir por el viento
que provoca a nuestra horrible melena a volar.
Tú sabes bien lo que digo;
es devastador hasta que se convierte en rutina
y entonces sólo es parte de nada.
Ni los convenios nos pueden asegurar
que en un momento no nos dé por saltar.
Un momento fue donde estuve perdido,
en el mismo momento que le gritaba a la chica;
¿¡Si puedes batir tus alas
por qué esperas a que los semáforos se pongan en verde!?
Sabía bien que en el olvido
se hacía fuerte como el vinagre,

102
lo sé porque desde el andamio
se ve hasta lo que no se debería ver.
¿¡Cómo nos salvamos, olvidada mía!?
Todo se lo lleva el cierzo, todo.
Menos la extraña sabiduría
de estos hombres que aguantando
sobre sus hombros el sol
consiguen no pensar en nada,
hasta ser parte de la corriente,
así, sin más.
No, yo no, yo siempre me paso
y acabo sudando de no poder dejar de pensar
tonterías que nunca me llevan a ninguna parte.
¿Dónde me había quedado? Sí,
en que ella se hacía fuerte en el olvido,
en que el uno tenía silencio
y el otro se reservaba la complicidad,
que el uno tenía pasado
y el otro esta canción.
No se trata de dar la vida,
pero se hacía fuerte dando la vara en el olvido.

103
Canción inconformista
en una ermita

No me gusta este mundo que habito


e intenta habitarme
con su maraña de mentiras
donde nadie se compromete.
Y aunque fuera empezando por mi silencio,
no me gusta este mundo
con su bondad extinta,
valorada y consumida.
Por eso guardo en este pequeño rincón,
este pequeño monte
donde hacia el cielo alzado,
un pequeño montón de piedras,
paja y barro, tengo levantado
para refugio y consuelo.
No, no me gusta este mundo
que habito y pretende habitarme.
Que lo entendáis y me perdonéis
porque os quiero, pero esta mañana
me intoxica y consume.
Y no puede el fuego quemar la piedra,

104
ni el barro. Y la paja,
perdonadme, es hija del viento,
del sol del verano, de la lluvia
de primavera, como hija
de dioses que no sirven más
que a divinos designios que escapan,
como escapa ella en el viento,
a los confines del amor.
No me gusta este mundo
que habito y pretende habitarme
con su maraña de mentiras.
Aunque sea empezando por mi silencio,
no me gusta este mundo que habito
y apenas consigue alimentarme,
porque me gusta hablar con la lluvia
y contarle que el barro
adora la erosión que le procura,
porque sabe que ha de volver
a ser tierra, ser más,
a ser hijo de dioses
que muere por vivir.
Qué Dios, qué padre
soporta ver cómo sus hijos se destruyen.
No me gusta este mundo que habito
y confieso que me duele muy adentro,
que sólo la muerte cura la soledad,
ya que el amor permanece
capturado en el deseo y la necesidad
esperando que tome cuerpo el viento

105
y la lluvia le preste su voz.
Yo esperaré en mi pequeño rincón,
sobre mi pequeño monte,
conjurando el día que la bondad
escape del barro y se la lleve
el viento a su casa, con su madre.

106
Canción descreída

Mi cuerpo sólo es carne y hueso,


pasto de la vida.
Pero mi espíritu es mi voz
que aprendería a rugir
si a tanta ternura puesta
sólo recibiera el revés
de la duda sobre mi memoria.
Aunque a veces mastique aire
y envenene mi cuerpo,
y aturda mis pensamientos,
sé que cuando faltan huellas
no son sino las mías.
Ese hombre que anda sobre la mar,
ese que quiere pueblos
y no templos de fría piedra,
coge mi mano
para meterse en mis vientos y mis carnes,
para él conmigo y yo con él,
acariciar ese aire viejo y seco
que guarda la madera,

107
la de las cruces
que retan las cuerdas,
la de los ahogados
que llaman a las puertas por la noche
y de sueño en sueño velan
que las huellas que faltan
no sean las de caminar sobre el mar.

108
Canción de andamio 2

Qué necesario mal me da


y cuánto bien le procuro
a mi castillo de hierro...

Quisiera ponerme tan triste


como un poeta lejos de su musa,
para poder expresar con palabras justas
cuánta pena me causaste.
Sin miedo a la pena
que mi castillo me engulle
y me quita todos los pensamientos
hasta que me duelen los pies.

Perdona si alguna vez te mentí,


si alguna vez no lo hice.
Bendito el fruto de tu vientre, farsa sin fin.

109
Quisiera perderme hasta olvidarte
mirando Zaragoza en niebla,
llenarme los ojos de altura
y desde mi castillo de hierro,
al que tanto bien procuro
y que tan necesario mal me da,
no callar con tu nombre hecho grito en el pecho.

110
Canción de despedida

Y entonces ya no te acordarás de él,


que te susurraba al oído
rayadas que sólo tú entendías.
Que era frágil el ver por la ventana
la ciudad siempre en velo.
Te quiero mi amor, cierro la puerta y me voy.
Y a tu sentir le habrás puesto
otro tacto, otro aroma de perfumes y boticas.
Y entonces ya no te acordaras de él
que te miraba cada mañana
y con tu silencio te decía; ¡oh, mi gota de rocío!
Y entonces ya no te acordarás de él
que quemó demonios y caminó infiernos,
que se levantaba por la mañana
ya queriendo saber cuándo volvería a verte.
Y entonces ya no te acordaras de él
que esgrimía como un machete
en la selva amor y furia
sólo para volver a verte otra vez.

111
Canción de soledad

Gracias amor por enterrarme en vida,


por dejarme el olor de las castañas cuando las
asa el otoño,
por dejarme en la memoria
tu nombre como un nudo en la garganta.
Por dejarme el tabaco y la soledad
y las paredes amarillas de soledad y tabaco.
Los domingos de resaca,
lunes de pasión y viernes de ceniza.
Tu nombre que jamás me tatué
como un naufragio en el pecho.
No tengo veintiún años,
soy un viejo poeta con la barba azul,
un niño con la risa intacta
que no deja su cuerpo en la playa
para que la mar se lo lleve
y como un viejo amor a la deriva
no tenga ni labios ni puertos,
ni besos, ni tabernas.
Así que en paz venga el olvido

112
a apoyar su cabeza sobre mi pecho
y se esconda la zozobra en el cajón
donde guardas bragas y cartas.
Antes de que apagues la luz
mira bien bajo la cama,
que siempre habrá un te quiero mío
para acibarar tus sueños
y amamantarlos pesadillas que te asalten en la noche.
Pero yo soy un viejo poeta
y la ternura me pica
como piojos revoltosos por mi barba azul.
Así que niña, que nunca mía,
si no te ciega el sol cuando lo miras,
ni derrite tus alas cuando vuelas hacia él,
no quieras mal a este ingenuo pastor
que deja su rebaño
para hundirse en la tristeza y la ceniza
de quererte cada día tanto más hasta odiarte.

113
Hasta conseguir perder

Se empeña en no ganar
y es por eso que pierde.
Pero el día tiene su noche,
la cola del mercado
la recompensa de ver
esa falsa dulce sonrisa
de la cajera al saludar.
Y no es verdad que el placer
sea caro pecado
que después requiere arrepentimiento
y redimirse sufriendo
la pena de mirarse al espejo,
o flagelarse con lo que fue,
que el agua más fresca
es la que jamás se bebió.
Tantos lo han dicho,
empeñados en no ganar
hasta conseguir perder.

114
Canción orientada

Mi corazón brújula
de bar a impar.
Pero también son historias,
no sólo el vaho de los cristales,
no sola la soledad
y la tristeza, oh, la tristeza,
esa dama vagabunda
que de cama en cama va,
que no puede amar
ni consigue ser odiada.
Y la alegría, esa vaga esperanza
que sin pena ni gloria
puede al fin con la mañana.
Que sin saberlo la luna
aún se ve de madrugada.
Que esta canción no tiene por qué,
que no viene a nada pensar
si vale la pena o no
venderse por un poco de aire.
¡Pero no pongas mi vida

115
esa carita de pena!
Que el corazón es la mejor brújula
y a veces te obliga a bailar.

116
Regala la vida

Regala la vida
y vigila que no se te escape.
Regálala y vigila
que nadie te pide más
de lo que puedas recibir.
Ella te querrá,
la que no te pide y te deja ser tú,
cuídala que te querrá,
aun cuando no quieras,
aunque le duela te querrá.
Y regala la vida
que sólo hay una forma de ganarla,
y vigila que te quede,
aunque no lo quieras, libertad
para estar con tu soledad.

117
Blues del perdido

Este es el blues
que cantan los perdidos,
los náufragos del bar,
que silban bajo el sol
camino de ningún lugar,
camino de ningún lugar.

El son maldito
de las llaves en el bolsillo,
corroyendo siendo oído
y no recordar
dónde está el hogar,
¡dónde está el hogar!

Y el amor, ¿eh?
dónde está esa bestia asesina,
dónde esa fruta
capaz de dar el cielo
y el infierno también,
y también el infierno.

118
Y la fruta que el invierno
guarda y alienta,
y mima en soledad
para los labios que quieran
besar su locura,
su oscura pasión sinfín.

119
Canción de loco

Oigo voces donde nadie me molesta


porque no me molesto en escuchar.
Pero tanto ruido me pone en el borde
y de los labios se me caen las palabras
dejando pequeños charcos por donde paso
para disfrute de la luna
que acabará loca de este pérfido reflejo.
Oigo voces que me desordenan la cabeza,
que me aturden los sentidos
hasta que sólo sé decir; no es verdad,
te he mentido, me he perdido
con tanta jarana, te doy mi corazón
y no es mío y no te puedo dar más.
¿Qué te pasa, dónde estás?
Nada, no pasa nada.
Sólo que oigo voces y pierdo el compás,
ese de caminar esquivando charcos
por no aplastar sonrisas
que al mirarte te pudieran hablar.
Y que oigo voces:

120
«¡¡este, no, o este otro sol fa,
ta, ta, tara ta!!».
Que me pierdo henchido de esperanza el velamen
de pronto en la lejanía,
como se pierden los barcos en la mar,
como se pierden los hombres
que callan lo que es de hablar,
que me dicen; «quién es este
que busca agua, que quiere hablar,
que se descubre como un niño
que olvidando su barba se lanza a navegar».
A quién voy a decirle que oigo voces,
que a veces converso con ellas,
y con todo aún me lanza la esperanza
a perderme en la mar.
Como le digo yo ahora
que si la toco la devoro
y encima al alba puedo ser otro.
Y una voz: «se bueno, que no se surcan los vientos
si no se hinchan de ternura las venas».
Y otra; «ven, déjate llevar
que no hay grilletes para la suerte,
ni le falta bondad al azar».
Yo sueño y sé que al final
te hará huir la mañana
que no consigue derretir el fuego que te quema,
la brisa que te arrastra
a perderte de pronto en la lejanía
como se pierden los barcos en la mar.

121
Canción de temporal sin porr…

Miro y al cabo nada sé.


Un cuerpo hermoso para ese cotidiano erotismo,
un viejo amplificador,
una guitarra con cinco cuerdas,
una bandera con un hombre abatido
con esa terrible palabra,
el despertador en el suelo, lejos,
para a la fuerza levantarme cuando aún duerme el sol.
Qué vida tan triste para un pescador
que rescata versos de entre los escombros.
Versos que caen como hojas
desde los andamios tristes de otoño,
hasta la ciudad encendida,
hasta la sombra de algún amor, fantasmas
que a veces se arrastran por el suelo
y se acurrucan a los pies de mi cama
como un mal sueño inevitable e incomprensible.
También me pongo canciones tristes
cuando no tengo porros, para poder dormir,
yo también me quedo solo por las esquinas

122
y me acurruco en el abrigo
a esperar que la felicidad vuelva
al primer silbido del cierzo por las calles.
Qué desierto para este pescador
que echa su barca a la arena
en busca de rosas sin urnas.
Ningún miedo vale la pena,
me dice la belleza,
pero válgame dudar de la pena.
Ay, marinero que entre canciones tristes
duerme al fin para navegar por sus sueños.
¡¡Temporal, temporal!!

123
Canción de un día diferente

Cuántos nombres confluyen en tus labios,


qué sabores explotan en tu boca
como todas esas cosas que no se pueden decir,
¿qué nuevo esclavo turbio de necesidad
te explora la espalda o bajo la falda?
¿Qué escondrijo de tu cuerpo le dejas a mi voz?
Qué lengua lame como para curar
las hendiduras de tu alma.
En qué noches di, en qué noches me recuerdas
cuando la humedad de sombras y nieblas
pisa por llegar a tu ventana
las flores de tu jardín,
o cuando la soledad trae la ternura,
esa de soñar sobre la cama un día diferente,
ese hombre lleno de palabras azules
que aún se arroja al río
y grita hasta ahogarse maltrecho de juncos y piedras.
Yo también a veces me tumbo sobre la cama
y sueño un día diferente,
esa mujer llena de atardeceres

124
que sin rumbo fijo va siguiendo el compás.
Pero no, tú no sabes todavía
por qué siempre vuelven las golondrinas,
o por qué huyen los gorriones
de las canciones de amor...
Ay, si tuviera un verso para cada suspiro,
para cada sueño un verbo,
melodía para cada momento,
perdón para cada pecado.

125
Canción génesis

Me engendró un murmullo
en una lejana noche de invierno.
Me vistieron primero las vides,
después el cierzo
y la leche amarga de las aliagas,
de sus flores amarillas.
Me cantaba su nana la niebla
perdida siempre por el monte
buscando a su hijo
que yo con mi tristeza le recordaba.
No salía la luna si no lloraba,
no salía el sol si al fin no dormía,
y siempre al despertar,
despertaba conmigo le ventisca,
la furia de los indefensos.
Me enseñaron los romeros sus secretos
que propagaba el viento
hasta donde el trigo ya será vida.
Me contó la lluvia su sonido,
ese aplauso incomprensible

126
de premio o de castigo.
Me enseñó la rana a callar
cuando la luna brilla.
Me enseñó el zorro a husmear
sin que las ranas se enterasen.
Aprendí de mi propia vida a mentir
para que no me doliesen las verdades.
Y la verdad, aprendí tanto de la verdad,
que me devolvió a la caverna,
cegado de luz, ahíto de miserias,
porque en la oscuridad mira uno para dentro
y sólo ve lo que quiere ver.

127
Canción promesa

Me propongo nunca más hacer mentira,


ni palabra mal sonante,
ni tu santo nombre en vano.
Enmendar me propongo lo dejado
al borde del abismo, en el fondo del armario.
Ahora que aún no es tarde
nunca más un paso en falso,
ni para coger fuerzas la vista atrás.
Prometo no dejarte de mi voz sólo el eco,
prometo besarte de presentarse la ocasión.
Me propongo nunca más hacer destino
si ni un beso se me escapa al fin.
Me propongo sobre los hombros el mundo,
levantarme, aunque mil veces,
con esta cruz camino del calvario cayese.
Como necesitan el amor
o buscan la ternura los hombres,
me propongo recordarte hasta que me olvide de ti.
Sangrar hasta que no sea nada la sangre,
como no es nada ya el sol de ayer,
como no son nada las cartas,
ni las buenas intenciones.

128
Canción que te recuerda

Los días de invierno son un crepúsculo


que me sume en la tristeza.
Como me sume en la inquietud
cuanto no comprendo.
¡Cómo me sumen en la pereza
las mañanas de domingo!
¡Cómo caigo en la torpeza
por sumirme en la desidia!

Quién se resigna a comprender


que no hay alegría sin tristeza.
Mira cómo brinca mi corazón
al oír cariño tu voz.
Nada, que yo me adormezco recordando,
tarareando viejas canciones.
No me mires así, lo siento,
no lo puedo evitar.

129
Vacío

Vacío, como un ruido atroz de cántaros


que de tanto ir al río al final se rompen.
Tan vacío que no cabe mucho más.
Anduve perdido, pero al fin te encontré,
a pulso gané el derecho de tu luz,
el derecho de nunca más
caminar entre tinieblas,
perderme en la penumbra.
Anduve perdido, pero al fin me encontraste,
gritando futuro de sueño en sueño,
como si cada suspiro fuera brisa
para un mundo que nace y crece
y espera impaciente que lo encuentres.
Que lo lleves de la mano
y le enseñes a reír.
Y que cada carcajada sea un mundo
que nace y crece deseando ser hallado
y llevado de la mano para que tenga su luz
y nunca camine entre tinieblas,
porque traído a la vida
gana el derecho de nunca caminar en la penumbra.

130
Canción sin secretos

Antes prefiero un sueño


que el destierro,
porque no son nada
las palabras en el desierto,
ni le sirven para nada al deseo.
No quiero secretos
porque a veces obligan
a uno cualquiera arrancarse el corazón.
Porque el corazón
escuchaba en la oscuridad
y le dolía el llanto de algún niño,
y lo creyó desdichado
hasta que de verlo comprendió
que no había más desdichado que él.
Y mírame ahora,
como palabras que van al desierto
como principitos en busca de su hogar.
No quiero secretos
porque he visto grandes corazones
de incertidumbre marchitarse y morir.
Porque lo convierten a uno los secretos

131
ceniza nada más.
Palabras que van al desierto
a predicar sus corazones rotos.
Antes prefiero un sueño que todo eso.

132
Canción mística

No hay gloria, sólo don.


Sólo mensajeros que convierten en música
la aparatosa voz de Dios,
su luz sencilla, su tremenda oscuridad...
Porque en cada rincón de este mundo grita
porque nadie quiere escuchar
su luz sencilla, su agradable oscuridad...
Y por supuesto, el silencio fue luz
y oscuridad será el grito.

Yo suponiendo que nunca más la veré


le atribuyo a su expresión
las zarzas en llamas de mi delirio,
para que sea eterna,
como es eterno mi trabajo
cuando lo dejo a su destino.

133
Canción volviendo a lo de siempre

Bien, volviendo a lo de siempre;


hoy me senté indiferente en un banco
de la tarde que hace blanda el diazepam.
Y otra vez tu sombra,
y otra vez tu eco,
se me revolvieron pidiendo a gritos
en el pecho tranquimazines y sol.
Yo, ya cansado, les entro, con comprensión,
y les digo; ¡calmaos!
Y les pregunto por ti,
con disimulo, que no me delate el afán,
como un niño que sin conocer aún sus limitaciones
se las va inventando,
y cuando le aburren las abandona sin más.
Pero, volviendo a lo de siempre,
si es que fuera verde el de tus ojos,
va enredándose por los muros, por las calles,
para quien lo quiera ver.
Tu antigua sonrisa, pues habrá cambiado
estos últimos inviernos, hace silencio

134
cuando más atruena la ciudad,
y el silencio hace brotar selvas
donde trinan mil pájaros,
donde rugen mil fieras, que si supieran de su compás,
de su cadencia, no haría falta silencio,
ni que vengan aquí el recuerdo
de unos ojos, de un no, una sombra,
una sonrisa, todo lo que queda por preguntar.
Pero como siempre volviendo a divagar,
infantil, comentarios de versos,
por un ven, que el gozo hace tanto por el amor,
como el amor por el gozo.

135
Canción de duda

Como se siente cómodo


el polvo en el viento,
como la roca sobre la arena,
como la arena bajo el mar.
Así a veces la duda se ceba del cariño
y la vergüenza se deja ver,
haciendo lugar así a la duda.
Al arroyo claro basta con pedirle
su murmullo de aguas que van.
Al pecado, confusión,
no hace falta ni arrepentimiento ni perdón,
que ya el olvido se cuidará
de hacer ruina y escombro,
de hacer los imperios polvo al viento,
y al propio viento la eternidad sin paz ni descanso.
Y ya puede intentar
seducirle las más bellas músicas,
los más sinceros versos,
el alma entera,
o a cachos si se le apetece,

136
que cumple y cumple su oficio prisión,
barriendo las hojas caídas de la vida
que acaban siendo castigo del viento,
o pasión de la nostalgia,
o quién sabe si lluvia del próximo otoño.

137
Canción de tu veneno

Aún a ratos recuerdo


tu perfume veneno
que me persigue las pesadillas
intentando marchitar mi jardín.
Aún a ratos me dejo matar un poquito,
sólo un poquito cada día,
hasta que los días sean sólo ese poquito.
No sé si es digresión, pero, ¿puede el mal
hacer bien, bien el mal?
No sé si es cansancio,
seguro que mi cuerpo contaminado
voluntario del vicio y del aroma
colea gritando como puede;
¡que tenga la aliaga sus flores amarillas,
el mar sus sabores lejanos,
suerte el azar, conciencia para
una maquinaria tan compleja!
A veces parece incluso magia,
al menos, ilusionismos... pero no, ¡es así!
Caótico, como a través de mis palabras,
sutil, como a través del sueño,
dulce, cuando nace de tu voz.

138
Canción sustitución

No te preocupes, siempre habrá


eso que lo sustituya todo.
Las fotos, los papeles firmados,
las lunas menguantes,
tanto ansiedad como necesidad.
Siempre lo hay,
y puede surgir de las cenizas,
de la nada, y, con un poco de todo,
siempre lo habrá.
No te preocupes,
no crecería la luna si no menguase,
que los papeles el viento los lleva al mar
donde las tintas serán parte de todo,
las fotos, pequeños silencios para el recuerdo,
ya tienen bastante con su lucha contra el polvo.
Y eso, que importante o no,
todo lo sustituye, cada cual lo lleva,
seguro estoy, en su bolsillo,
ese donde dejó olvidadas las ilusiones
que pueden ser cualquier cosa de esas
capaces de sustituirlo todo

139
De la mano

Van de la mano cogidos belleza y dolor,


no paso pena, que si hoy pierdo tu belleza,
sé qué dolor me toca cargar.
Y si caemos en el camino,
no nos intentéis ayudar,
que quizá sea nuestro sitio donde caigamos.
No mi destino, ni el tuyo,
ni el porqué de cada cosa.
Basta la belleza para que despierte el dolor,
basta el dolor para marchitar la belleza,
para matar de tristeza su flor.
Sé que la espera todo lo trae,
o a todo nos lleva,
pero la angustia se hace hueco
y se acomoda en el pecho,
como se acomoda el arrepentimiento,
esa farsa que hace más llevadero el pecado.

140
Canción mística de guitarra

Como el profeta escogido por el azar,


que primero ve
y luego para el resto de los hombres ha enloquecido,
van mis manos
descubriendo y reinventando seis caminos;
el primero cristalino,
para irritarse, enloquecer buscando lo que se quiere y
lo que no,
el segundo decidir,
adentrarse y dejarse sin saber el alma a pedacitos,
el tercero al fin matriz,
engendra la cálida luz de la primera esperanza,
el cuarto desfiladero,
donde mil leyendas y mentiras se forjan y funden,
el quinto respuesta,
porque no halla el que no investiga y curiosea,
el sexto imperial,
y como hay que curarse de la vanidad, no ver al fin
ningún final.
Y seis caminos vuelven a descubrirse y reinventarse

141
para que sólo los locos,
los tocados por el divino azar,
que lo mismo sufre y padece
lo que esparce en su labor,
los que ya casi de tan rota el alma
a otro lugar se les fue,
y entonces vieron y callaron
porque hay cosas inefables.

142
Canción de hermandad

Es el dar sin esperar a recibir


el que cada noche nos anima
y nos empuja a poner en los labios el amor.
Es el recibir sin afán a devolver
el que nos arroja a un mundo diferente
cada vez que nos miramos.

Peligroso, sin duda hermosísimo,


¿pero quién sabe dónde ha echado sus raíces
esa florecilla que extiende y contagia su dolor
más allá del mismo dolor?

Un rompecabezas, para abreviar,


paciencia y una a una, queja por queja,
al fin todo se resuelve.
Sí, pero ¿por dónde empiezo?
Todo tiene su matriz aquí o allá.
Dónde está la raíz, dónde...

143
Canción que crece

Pinto flores como un jipi,


porque nunca termino la canción que empiezo,
que de vez en vez,
se me va descubriendo un poco más.
Me va dejando un ritmillo, una melodía,
como chasquidos en el autobús,
como susurros en la cola del pan,
que a veces se me escapan
en alas cariño, cuando te voy a visitar.
Apenas sí, un rezo cuando ahogándome me creo.
Pero, que nadie se preocupe,
que el dolor que esta florecilla esparce más allá del dolor,
ya tiempo hace me embriagó
con su aroma de no hallar, de nunca hallar,
con su luz robada, seguro estoy,
al sol de mañana,
a cada amanecer un trino que le sepa explicar.
Pero hay cosas inefables
que también a merced del aventurado,
son dunas en el mar,

144
florecillas terribles que extienden su desierto,
más, mucho más allá, del saber y la sed.
Como esa luz sin mentira de tus ojos,
o esa música como un guiñar confusiones.

145
Canción iniciada

Entonces una noche tormentosa,


una noche que hacía comprender el día,
una noche capricho de azahar,
me puse a escribir y escribir,
luego lo escrito lo cantaba,
y cantaba sólo con jirones de voz.

Por qué es amarga la noche,


por qué de sin tan claro las sombras
apuñalan de esquinas por las espaldas.

Por qué quiere la enredadera


enredarse así en esta madera
que me aclara el alba por menores.
¡Y claro que hay que salvar la situación!

Qué tormenta me entró aquella noche


que vi claro, que jirones de voz
abren caminos, seis o siete mil,
qué más da, si hasta el mismo Dios
la necesita para lamentar.

146
Canción del polvo

No siento ya si respiro o no,


si funciona aún el corazón,
¿si no a qué este ritmillo?
Pero sí, a cada instante,
el sabor de tu lejanía, todo ese calor
caldito de tu cuerpo.
Sí ese trance de caricias,
esa respiración que poco a poco regresa,
mortal como es, a la incertidumbre
del vacío de haber rozado el éxtasis.
Como el cenit que vuelve,
con calma y resignación al nadir.

El calor, ese calor rojizo, moteado,


que queda en tu cara
después de revolcarnos
en una tranquila pasión
que aún aguantan los huesos
y da vidilla al coco.

El coco, que saldrá un día del armario


y en su saco, de los dos, uno se llevará.

147
Canción pelirroja en la ventana

Se dibuja, así, como rojo,


ya mujer, ya chelo hiriente de nostalgia,
al sol que desaprovecha para ir a trabajar.
Mi linda muchachita
que siempre me ayuda a despertar,
y siempre consigue que me duerma
ahíto de músicas anfetamínicas.
Porque también su corazón
tiene el cimbreo de mis seis cuerdas vocales
que se serenan con verla resbalar
por el sol del cristal
que la separa del cierzo,
para que tenga su momento,
yo mi paz, antes de que se marche a trabajar.

148
Canción del camello

Mientras cumplo con mi oficio


de botica de guardia, sólo pienso
que mañana, como ya te siento,
te tendré entre mi respiración
como una primavera loca de lujuria
que se maquilla con un tenue otoño
que la traiciona y delata desde los ojos a la raíz.
Saludo;
—Hola, cómo va eso.
—¡Qué rico!
—Venga, hasta luego.
Que la luna llame a vuestros ojos
y los arranque de sus órbitas,
que yo mañana tendré entre mi respiración
toda la alegría de saber decir que no,
toda la ternura de una revoltosa primavera.
—Hola, cómo va eso —saludo.
—Venga, nos vemos.
Volad, yo mañana tendré entre mis piernas
toda la tierra, todas las espumas del mar.

149
Sabed que no la luna llama,
que sólo en su aliento
es una pequeña llama
todo el oscuro alimento
que esta pasión reclama.
Ya bastante el sufrimiento
es del que ama,
si acaso, sólo fuera invento,
sopla y no canta el viento
el nombre que el corazón ama.

150
Cancionero

Proemio.............................................................9

Canción en el balcón......................................11
Canción de fiesta............................................13
Canción camino del trabajo...........................15
Canción de la niebla.......................................17
Canción de pueblo, paisaje de Alconchel ......19
Canción del libertado.....................................20
Lo que no sabía la mentira.............................21
Canción a la Esperanza .................................22
Canción de lluvia ..........................................24
Rápidamente salto y me pongo a su lado......25
Canción de jazz en el pueblo..........................26
Canción de la felicidad...................................28
Canción de discoteca......................................30
Al salir a la llovizna.........................................31
Canción mañanera ........................................32
Canción del dolor que vendrá.......................33
Y por qué rayo de luz.....................................34
Canción resacosa ...........................................35

153
Tengo una piedra, huevo infinito..................36
Canción del amor dependiente .....................37
Canción marinera .........................................38
Canción en el andamio...................................40
Canción de invierno.......................................42
Canción de andamio 1...................................46
Canción de musas .........................................48
Canción de amor............................................50
¿Cómo pudiste abandonar el mar?................52
Yo estoy bien así..............................................53
Nana a Isaac ..................................................55
Nana entresemana .........................................57
Canción de madrugada..................................58
Canción del desamor......................................61
Nana del sueño sin prisa ...............................63
Blues de San José.............................................65
Canción de sombras.......................................67
Nana de ciudad .............................................69
Te escribo amor..............................................70
Miró de cara a la mañana................................72
Canción sin dientes .......................................73
Canción heroína ............................................75
Déjame............................................................77
Copla del arrepentimiento.............................79
Canción de Teseo ...........................................81
Canción sin hueso..........................................84
Canción del año del Caballo..........................86
Canción del Cierzo .......................................88
Canción de angustia.......................................89

154
Cambia el tiempo...........................................90
Canción en agosto..........................................91
Canción de más..............................................92
Canción del valiente.......................................94
Canción del sueño..........................................96
Sonata de agosto.............................................98
Canción de obra...........................................100
Canción de olvido en el andamio................102
Canción inconformista en una ermita........104
Canción descreída .......................................107
Canción de andamio 2.................................109
Canción de despedida..................................111
Canción de soledad......................................112
Hasta conseguir perder.................................114
Canción orientada........................................115
Regala la vida ...............................................117
Blues del perdido..........................................118
Canción de loco...........................................120
Canción de temporal sin porr…...................122
Canción de un día diferente........................124
Canción génesis ...........................................126
Canción promesa.........................................128
Canción que te recuerda..............................129
Vacío..............................................................130
Canción sin secretos.....................................131
Canción mística............................................133
Canción volviendo a lo de siempre..............134
Canción de duda..........................................136
Canción de tu veneno..................................138

155
Canción sustitución.....................................139
De la mano...................................................140
Canción mística de guitarra.........................141
Canción de hermandad ..............................143
Canción que crece........................................144
Canción iniciada..........................................146
Canción del polvo........................................147
Canción pelirroja en la ventana...................148
Canción del camello.....................................149

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