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ÍNDICE

 María Mercedes Carranza (Col)


Maldición / El oficio de vivir / Tengo Miedo

 Piedad Bonet (Col)


Trazo / Réquiem / Regreso

 Mary Grueso (Col)


Naufragio de tambores / Recordando el ayer / Te escribo

 Lucrecia Panchano (Col)


Carimba / Afro descendencia / Como la muerte

 Gabriela Mistral (Chile)


Amo amor / La lluvia lenta / La espera inútil

 Alfonsina Storni (Argentina)


Melancolía / Alma desnuda / El divino amor

 Alejandra Pizarnik (Argentina)


La ultima inocencia / La jaula / El miedo

 Nancy Morjón (Cuba)


Madre

 Virginia Brindis de Sala (Uruguay)


Tango número uno

 Victoria Santacruz (Perú)


Hay que barrer
MALDICIÓN

Te perseguiré por los siglos de los siglos.

No dejaré piedra sin remover


Ni mis ojos horizonte sin mirar.

Donde quiera que mi voz hable


Llegará sin perdón a tu oído
Y mis pasos estarán siempre
Dentro del laberinto que tracen los tuyos.

Se sucederán millones de amaneceres y de ocasos,


Resucitarán los muertos y volverán a morir
Y allí donde tú estés:
Polvo, luna, nada, te he de encontrar.
EL OFICIO DE VIVIR

He aquí que llego a la vejez


y nadie ni nada
me ha podido decir
para qué sirvo.
Sume usted
oficios, vocaciones, misiones y predestinaciones:
la cosa no es conmigo.
No es que me aburra,
es que no sirvo para nada.
Ensayo profesiones,
que van desde cocinera, madre y poeta
hasta contabilista de estrellas.
De repente quisiera ser cebolla
para olvidar obligaciones
o árbol para cumplir con todas ellas.
Sin embargo lo más fácil
es que confiese la verdad.
Sirvo para oficios desuetos:
Espíritu Santo, dama de compañía, Estatua
de la Libertad, Arcipreste de Hita.
No sirvo para nada.
TENGO MIEDO

“…Todo desaparece ante el miedo. El miedo, Cesonia; ese bello


sentimiento, sin aleación, puro y
desinteresado; uno de los pocos
que saca su nobleza del vientre”.
Albert Camus (“Calígula”)
Miradme: en mí habita el miedo.
Tras estos ojos serenos, en este cuerpo que
ama: el miedo.
El miedo al amanecer porque inevitable el
sol saldrá y he de verlo,
cuando atardece porque puede no salir mañana.
Vigilo los ruidos misteriosos de esta casa que
se derrumba,
ya los fantasmas, las sombras me cercan y
tengo miedo.
Procuro dormir con la luz encendida
y me hago como puedo a lanzas, corazas, ilusiones.
Pero basta quizás sólo una mancha en el mantel
para que de nuevo se adueñe de mí el espanto.
Nada me calma ni sosiega:
ni esta palabra inútil, ni esta pasión de amor,
ni el espejo donde se ve ya mi rostro muerto.
Oídme bien, lo digo a gritos: tengo miedo.
TRAZO

¿Cómo era, Dios mío, cómo era?


Juan Ramón Jiménez
Inútilmente inventa la palabra tu rostro
trizado por el relámpago del tiempo,
y en el papel se detiene tu gesto en pleno vuelo,
cae como una pluma en la memoria.
Si tuviera una fotografía tuya
sería familiar como mi vieja máquina
y estaría suspendida en mi hora y en tu risa
con la apacible mansedumbre de los objetos
dormidos.
Pero sólo tengo tu nombre
y una lluvia menuda sobre la frente y el pecho.
Ya no sé si tus ojos eran oscuros
o dorados como el corazón de los tigres o como
la arena,
pero no me entristecen las trampas de la memoria
porque aún sé de mis naufragios en tu agua
serena y dulce.
Y si tu piel era blanca como la nostalgia de los
ahogados, ya no recuerdo.
Pero hay mañanas en que bajo mis labios
siento correr tu cuello como un río,
tu brazo que abre el círculo del día.
Desiste entonces mi mano de la inútil tarea
porque la realidad ya no te necesita,
porque te has hecho eterno en la imperfecta
materia de los sueños.
RÉQUIEM

Resulta
que ya nada es igual, nada es lo mismo,
que algo se ha muerto aquí
sin llanto,
sin sepulcro,
sin remedio,
que otro aire se respira ahora en el alma,
patio oloroso a humo donde cuelgan
tantos locos afectos de otros días.
Tendría que decir
que ha llovido ceniza tanto tiempo
que ha tiznado por siempre las magnolias,
pero es pueril la imagen y me aburro.
Me aburro dócilmente, blandamente,
como cuando era niña y me tiraba
a ver pasar las nubes,
y la vida
era larga como una carrilera.
Ahora el tren da la vuelta y unos rostros
borrosos me saludan desde lejos:
yo amé a aquel hombre que va hablando solo.
Aquel otro me amó y no sé su nombre.
La tarde se silencia y todos parten.
Soy yo la que hace tiempo ya se ha ido
REGRESO

Callan de pronto los abrazos


pues ya no sabe nadie qué decir,
tanto ha mordido el tiempo desde entonces.
Algo entorpece el aire, algo vacila entre la
vieja silla
y el gesto de la mano,
y la sonrisa del recién llegado
es como el santo y seña de un hombre que ya
ha muerto.
Hay, es verdad, una tarde fatigada de sol en
la memoria,
y en el umbral de ayer
una madre doblando cada cosa,
doblando pena a pena con su casi sonrisa.
¿Pero quién dice nada, quién echa al mar
las redes,
quién desata los cabos que ha ido atando el
tiempo?
NAUFRAGIO DE TAMBORES

En mi sangre de mujer negra

hay tambores que sollozan

con rumor de litorales,

naufragio de marimba

en los esteros de la manglaria.

Oigo sonar el guasá

con sonidos incitantes,

y siento un clamor en el cuerpo

que me recorre hasta el alma

cuando me llama de adentro,

de las profundas entrañas,

los gritos de mis ancestros

formando tempestades

en mi corazón y mi sangre.

Entonces se encienden hogueras

en mi ánfora pagana

y me muevo como palmera

cuando el viento la reclama.

Son tambores navegantes

desde los estuarios de África

que navegan en la orilla oscura de mi sangre.


RECORDANDO EL AYER

Siento nostalgia
de mi pueblo que dejé hace tiempo,
del fluir del río
al encuentro con la marea,
de los abuelos que se marcharon,
con callos en las manos y las uñas llenas de tierra.
De la fragancia de los chíperos7
que no he vuelto a percibir sino entre sueños,
de esos juegos en las pampas de mi pueblo,
como la pájara pinta y la rayuela,
el mirón mirón y la lleva,
en las noches de lunas y de estrellas.
Me contaron que los ríos
tejieron otros lechos
y fluyeron sedientos,
que las islas se zabulleron a nadar
y aparecieron al lado opuesto.
Que se escuchan nuevos vientos entre la arboleda,
que los niños han crecido y son personas
que ya no conozco.
En mi memoria…
hay rostros conocidos que olvidé hace tiempo,
nombres que ya no recuerdo
pero que todavía pienso.
Regresaré con el aguaje de mar en maretazos
y enseñaré al olvido a conocerte,
mientras mis ojos
buscan en el perchero
el vestido azul
que en el bolsillo
guarda celosamente tus recuerdos.
TE ESCRIBO

Te escribo
con tinta de la noche.
Yo te escribo
y grabo en mi corazón
tus latidos
y voy en la guía de los pasos
recorriendo los caminos
de tus labios.
Esparciendo los pétalos
de espumas donde el viento
me trae tu perfume
que es verso en mi alma.
y escribo tu ausencia
en la tiniebla
en una larga espera tan amarga.
Y en esa espera
me escribo con tu nombre
y te oigo más allá de las palabras
y te escribo estos versos
porque siento en la ausencia
tu rostro y tu cuerpo
en mi alma.
CARIMBA

Carimba. Marca de abominable esclavitud


que todo nos robó, excepto la conciencia
que en nosotros releva su física presencia
y enfatiza en el negro, su máxima virtud.

Carimba… marca indignante del vasallaje


que quiso destruir todas nuestras raíces.
Y aunque hoy presentamos diferentes matices,
somos supervivientes de infame coloniaje.

Después de varios siglos de ignominia y dolor


y con esa fe suprema que el negro vivifica,
por llevar en su ancestro ese, ¡algo! superior.

Carimba… Ahora es símbolo de libertad y amor


con un significado que el negro dignifica
y es la expresión auténtica de altivez y valor.
AFRODESCENDENCIA

Afrodescendencia, inevitable consanguinidad


que atravesó, distancias y fronteras…
que desafió, pigmentación e identidad,
que superó, escollos y barreras.

Sangre que quema, corazón que aprieta.


Es África que grita entre las venas,
ancestro que aprisiona, que sujeta,
que exige libertad y no cadenas.

Madre África distante y latente,


grito sin eco, rabias contenidas…
siempre y por siempre estarás presente,
eres parte vital de nuestras vidas.

Madre África, somos tu descendencia


y en la sangre llevamos tu presencia.
COMO LA MUERTE

Tu amor es para mí como la muerte,


definitivo, cierto, inexorable.
No se puede evitar lo inevitable
dueño eres de mi vida y de mi suerte.

Y es inútil que trate de evadirlo,


porque es como la muerte poderoso
y cuando más me empeño en herirlo
él se torna más fuerte y más hermoso.

Yo sé bien que inútil es luchar


por apartar tu amor de mi camino.
Si estás en mi reír, en mi llorar,
en mi dicha, en mi calma, en mi pensar.

Eres del corazón el palpitar


por mis venas te siento circular
sellando cual la muerte mi destino.
AMO AMOR

Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,


late vivo en el sol y se prende al pinar.
No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
¡le tendrás que escuchar!

Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,


ruegos tímidos, imperativos de mar.
No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:
¡lo tendrás que hospedar!

Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.


Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
No te vale el decirle que albergarlo rehúsas:
¡lo tendrás que hospedar!

Tiene argucias sutiles en la réplica fina,


argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
¡le tendrás que creer!

Te echa venda de lino; tú la venda toleras.


Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.
Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras
¡que eso para en morir!
LA ESPERA INÚTIL

Yo me olvidé que se hizo


ceniza tu pie ligero,
y, como en los buenos tiempos,
salí a encontrarte al sendero.

Pasé valle, llano y río


y el cantar se me hizo triste.
La tarde volcó su vaso
de luz ¡y tú no viniste!

El sol fue desmenuzando


su ardida y muerta amapola;
flecos de niebla temblaron
sobre el campo. ¡Estaba sola!

Al viento otoñal, de un árbol


crujió el blanqueado brazo.
Tuve miedo y te llamé:
"¡Amado, apresura el paso!

Tengo miedo y tengo amor,


¡amado, el paso apresura!"
Iba espesando la noche
y creciendo mi locura.

Me olvidé de que te hicieron


sordo para mi clamor;
me olvidé de tu silencio
y de tu cárdeno albor;
de tu inerte mano torpe
ya para buscar mi mano;
¡de tus ojos dilatados
del inquirir soberano!

La noche ensanchó su charco


de betún; el agorero
búho con la horrible seda
de su ala rasgó el sendero.

No te volveré a llamar,
que ya no haces tu jornada;
mi desnuda planta sigue,
la tuya está sosegada.

Vano es que acuda a la cita


por los caminos desiertos.
¡No ha de cuajar tu fantasma
entre mis brazos abiertos!
LA LLUVIA LENTA

Esta agua medrosa y triste,


como un niño que padece,
antes de tocar la tierra
desfallece.

Quieto el árbol, quieto el viento,


¡y en el silencio estupendo,
este fino llanto amargo
cayendo!

El cielo es como un inmenso


corazón que se abre, amargo.
No llueve: es un sangrar lento
y largo.

Dentro del hogar, los hombres


no sienten esta amargura,
este envío de agua triste
de la altura.

Este largo y fatigante


descender de aguas vencidas,
hacia la Tierra yacente
y transida.

Llueve…, y como un chacal trágico


la noche acecha en la sierra.
¿Qué va a surgir, en la sombra,
de la Tierra?
¿Dormiréis, mientras afuera
cae, sufriendo, esta agua inerte,
esta agua letal, hermana
de la Muerte?
MELANCOLIA

OH MUERTE, Yo te amo, pero te adoro, vida...


Cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
Haz que por vez postrera
Penetre mis pupilas el sol de primavera.

Déjame algún momento bajo el calor del cielo,


Deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo...
Era tan bueno el astro que en la aurora salía
A decirme: buen día.

No me asusta el descanso, hace bien el reposo,


Pero antes que me bese el viajero piadoso
Que todas las mañanas,
Alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.
ALMA DESNUDA

SOY un alma desnuda en estos versos,

Alma desnuda que angustiada y sola

Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,

Que puede ser un lirio, una violeta,

Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta

Y ruge cuando está sobre los mares,

Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,

Dioses que no se bajan a cegarla;

Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla

Con sólo un corazón que se partiera

Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera

Dice al invierno que demora: vuelve,

Caiga tu nieve sobre la pradera.


Alma que cuando nieva se disuelve

En tristezas, clamando por las rosas

Con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas

A campo abierto, sin fijar distancia,

Y les dice libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia,

De un suspiro, de un verso en que se ruega,

Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega

Y negando lo bueno el bien propicia

Porque es negando como más se entrega,

Alma que suele haber como delicia

Palpar las almas, despreciar la huella,

Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,

Como los vientos vaga, corre y gira;

Alma que sangra y sin cesar delira

Por ser el buque en marcha de la estrella.


EL DIVINO AMOR

TE ANDO buscando, amor que nunca llegas,

Te ando buscando, amor que te mezquinas,

Me aguzo por saber si me adivinas,

Me doblo por saber si te me entregas.

Las tempestades mías, andariegas,

Se han aquietado sobre un haz de espinas;

Sangran mis carnes gotas purpurinas

Porque a salvarte, oh niño, te me niegas.

Mira que estoy de pie sobre los leños,

Que a veces bastan unos pocos sueños

Para encender la llama que me pierde.

Sálvame, amor, y con tus manos puras

Trueca este fuego en límpidas dulzuras

y haz de mis leños una rama verde.


LA ÚLTIMA INOCENCIA

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más formar fila para morir.

He de partir
Pero arremete, ¡viajera!
LA JAULA

Afuera hay sol.


No es más que un sol
Pero los hombres lo miran
y después cantan.

Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.

Yo lloro debajo de mi nombre.


Yo agito pañuelos en la noche
y sedientos de realidad
bailan conmigo
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.


Yo me visto de cenizas
EL MIEDO

En el eco de mis muertes


aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labio muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
MADRE

Mi madre no tuvo jardín


sino islas acantiladas
flotando, bajo el sol,
en sus corales delicados.
No hubo una rama limpia
en su pupila sino muchos garrotes.
Qué tiempo aquel cuando corría, descalza,
sobre la cal de los orfelinatos
y no sabía reir
y podía siquiera mirar el horizonte.
Ella no tuvo el aposento del marfil,
ni la sala de mimbre,
ni el vitral silencioso del trópico.
Mi madre tuvo el canto y el pañuelo
para acunar la fe de mis entrañas,
para alzar su cabeza de reina desoída
y dejarnos sus manos, como piedras preciosas,
frente a los restos fríos de enemigo.
TANGO NUMERO UNO

Turbación de cuerpos adheridos,

el cadáver de una noche.

Ayer tambor,

hoy danza;

ténue langor,

alabanza.

Tambora

agitada en el solar,

sonora

tambora chás chás.

El puñal del violín

se clava en el alma del piano

Rueda de gallo,

tribu

en el ostracismo.

Ay Don Rafael de Sobremonte

¿quién los junta?

¿quién junta,
quién vio tantos negros juntos

alrededor de un tambor?

¡Ay Don Rafael de Sobremonte!

Tangó

tangó, tangó, tangó.

¿Quién junta,

quién los junta

quién junta la música y el danzón,

al hombre y la mujer

pies y pecho?

Ídolo bandoneón
HAY QUE BARRER

Barrer la injusticia en la tierra

Barrer la miseria

Esta escoba que tú ves

Está hecha pa’ barrer

Barrer la injusticia en la guerra

Barrer la violencia

Si la paz queremos ver

aprendamos a barrer

Despertemos pues de una vez

es tiempo ya

Este sueño embrutece

Hoy hay que barrer

Lo primero que habrá que hacer

es comprender

Comprender que es tiempo ya

y enfrentar la realidad

pero sin el velo de nuestra vanidad

Vamos pues a barrer

Busca tu escoba y ven

Ven con nosotros a barrer

Minuto a minuto

Morimos sin apercibirnos

que para poder vivir


hay primero que barrer

Barrer el peligro que acecha

en nosotros mismos

No busques alrededor

lo que está en el interior

Despertemos pues de una vez

es tiempo ya

Este sueño embrutece

Hoy hay que barrer

Lo primero que habrá que hacer

es comprender

Comprender que es tiempo ya

de enfrentar la realidad

Pero sin el velo de nuestra vanidad

Vamos pues a barrer

Busca tu escoba y ven

Ven con nosotros a barrer

Barrer la injusticia y la guerra

Barrer la violencia

Si la paz queremos ver

Aprendamos a barrer

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