No. 486 VISTOS: Para sentencia definitiva, estos autos caratulados: “TV CABLE DEL ESTE S.A. con PODER EJECUTIVO. Acción de nulidad” (Ficha No. 555/16). RESULTANDO: I) Que con fecha 6/9/2016, a fs. 21, compareció la accionante, entablando demanda anulatoria contra el Decreto del Poder Ejecutivo Nº 359/015, de fecha 29 de diciembre de 2015, por el cual se agregó al art. 58 del Decreto Nº 150/2007 el siguiente texto: “ARTÍCULO 58 TER. Cuando el porcentaje de variación del índice dispuesto por el inciso primero del artículo 28 del Título 4 del Texto Ordenado 1996, ocurrido entre los meses de cierre del ejercicio anterior y del que se liquida, no haya superado el 10% (diez por ciento), no deberá realizarse el ajuste por inflación establecido en el artículo 27 del citado Título. En caso de que el ejercicio económico sea inferior a doce meses, a los solos efectos de la comparación con el límite establecido en el inciso anterior, el porcentaje de variación del índice correspondiente a dicho período se computará por el porcentaje que resulte de la determinación de la tasa anual equivalente”. Relató que el Decreto Nº 359/015 viene a modificar, en el IRAE, la normativa vigente en materia del ajuste impositivo por inflación (AIPI). Como causales de nulidad, esgrimió que se vulneraron los principios de seguridad jurídica y de igual tratamiento ante la Ley; que la Administración ha dictado el Decreto de manera irracional e imprevisible, con un fin exclusivamente recaudatorio, incurriendo en abuso de poder; y que carece de motivación suficiente que lo fundamente. Sobre la seguridad jurídica, apuntó que el Decreto cuestionado vulnera este principio constitucionalmente consagrado (art. 7 y 72), en la medida que lesiona la legítima expectativa de los contribuyentes, haciendo variar “las reglas de juego” e incidiendo sobre el resultado de decisiones empresariales ya tomadas, y en negocios y actos ya celebrados por los contribuyentes. Señaló que los contribuyentes con una base activa de liquidación del ajuste se ven notoriamente perjudicados, al verse imposibilitados, como consecuencia del acto resistido, de contar con una pérdida generada por el ajuste impositivo por inflación para el ejercicio en curso. Sostuvo que si bien pueden existir cambios normativos que puedan aplicar al ejercicio fiscal cuando entran en vigor antes de que el mismo esté cerrado, también lo es que este particular cambio afecta la seguridad de los contribuyentes que iniciaron su ejercicio fiscal con reglas de liquidación distintas. Dijo que, en el caso, el tributo en cuestión tuvo un comienzo de ejecución con mucha antelación a la vigencia del Decreto impugnado; esto es, desde el mes de julio de 2014, hasta junio de 2015. Durante todo el ejercicio, los contribuyentes realizaron su actividad económica bajo una normativa tributaria que habilitaba el ajuste por inflación, disposición que en forma súbita y fuera de toda previsión, fue suprimida sobre el mismo cierre del año fiscal. Adujo que, durante todo el ejercicio, las empresas actuaron y tomaron decisiones bajo ciertas reglas de juego (realizaron inversiones, adquirieron bienes, enajenaron bienes, entre otras), que luego intempestivamente y de forma notoriamente imprevista le fueron cambiadas, lo que constituye un ataque a la seguridad que debe regir en el Derecho, indispensable para la previsibilidad de las conductas de los particulares en las sociedades. Aludió a doctrina en apoyo de su argumentación, y a consulta agregada del Dr. ALBACETE, concluyendo al respecto que resulta indiscutible que el decreto violenta la seguridad jurídica de los contribuyentes, a la vez que afecta el principio de irretroactividad de los actos administrativos, en tanto actúa sobre situaciones y actos ya ocurridos, aun cuando el ejercicio fiscal no se encuentre fictamente consumado, siendo por tanto de aplicación retroactiva y por tanto ilegítima. En segundo lugar, sostuvo que el Decreto vulnera, asimismo, el principio constitucional de igual tratamiento ante la Ley, en la medida que se trata en forma desigual a contribuyentes que se encuentran en una misma situación tributaria. Citando al Dr. Albacete, entendió que la aplicación del Decreto a los ejercicios en curso genera una situación de desigualdad injustificada entre aquellas empresas que recién estaban comenzando su ejercicio, y aquellas que lo estaban finalizando o en su transcurso, lo cual supone una violación al principio de igualdad ante la Ley. Señaló que la solución ajustada al ordenamiento jurídico debió ser la de introducir esta nueva regla para el inicio de los nuevos ejercicios. Por otro lado, afirmó que la Administración ha dictado el Decreto de manera irracional e imprevisible, con un fin exclusivamente recaudatorio, incurriendo en abuso de poder. Expresó al respecto que el Decreto confiere un tratamiento injustificado y arbitrario de la Administración, claramente violatorio para los contribuyentes del impuesto, persiguiendo un fin estrictamente recaudatorio. Añadió que se trata de una decisión adoptada con abuso de poder, poniendo en vigencia la norma intempestiva 24 horas antes del cierre del ejercicio de todos aquellos contribuyentes que lo hubieran fijado para el 31 de diciembre de 2015, así como también de otros que se encontraban en el transcurso del ejercicio. Sostuvo que se vulneró el principio de razonabilidad, que exige a la Administración proceder en el uso de su potestad discrecional conforme a la razón, acudiendo a las reglas de la lógica y de la técnica, así como a la valoración de la adecuación de la decisión adoptada con el ordenamiento jurídico. El Decreto cuestionado resulta injustificado y claramente arbitrario. Finalmente, anotó que el Decreto carece de la fundamentación necesaria que lo sustente, en tanto los Considerandos no establecen mínimamente los fundamentos técnicos de la decisión, sino solamente que: “Considerando: conveniente hacer uso de la referida facultad”. No surge ninguna exposición de hechos, conforme lo exige el art. 123 del Decreto N° 500/991, ni se cumple con una relación directa y concreta de los hechos del caso específico, ni justificación alguna a un cambio intempestivo e imprevisto que impactó profundamente en el cálculo para la determinación y pago de IRAE durante el ejercicio en curso. En definitiva, solicitó que se haga lugar a la demanda y se anule el decreto impugnado. II) Que con fecha 19/10/2016, a fs. 36, compareció la representante de la parte demandada, contestando la demanda incoada. Con carácter liminar, adujo que las afirmaciones de la actora carecen de fuerza necesaria como para destruir la presunción relativa de legitimidad inherente a todo acto administrativo. Manifestó que el Poder Ejecutivo actuó en el marco de su competencia, estableciendo lo que la Ley lo habilitaba a hacer, conforme la facultad conferida por el art. 27 inc. 2º del Título 4 del TO de 1996. Por tanto, el mentado decreto no puede estar viciado de ilegitimidad. Recalcó que la norma resistida encuentra su fundamento en otra norma, de rango legal, que le confirió a la Administración la potestad expresa de adoptar esa opción. Esta norma es el artículo 27 del Título 4 del Texto Ordenado 1996, con la redacción dada por el artículo 3º de la Ley Nº 18.083, de fecha 27 de diciembre de 2006. Dijo que no existió abuso, ni infracción a ninguna regla de derecho, ni desviación de poder, ya que la Administración contaba desde el año 2006 con una norma de rango legal que la habilitaba a suprimir el ajuste por inflación decidido por el decreto resistido. Sostuvo que no existe violación al principio de seguridad jurídica, desde que la norma habilitaba al Poder Ejecutivo a dictar dicho decreto en los términos establecidos, en cualquier momento, siempre y cuando la inflación no superara el 10 %. Por tanto, al ser una norma legal vigente y pública, dicha posibilidad estaba latente y el Poder Ejecutivo se limitó a hacer uso de ella. Descartó la mentada retroactividad, precisando que la disposición normativa no es de aplicación para ejercicios ya cerrados, en cuyo mérito no puede agraviarse la actora, a quien se le aplicó seis meses después. Se entiende que hay verdadera retroactividad cuando la nueva norma pone en riesgo derechos consolidados por normas anteriores. Ahora bien, en el caso de la parte actora, el hecho generador se configuró seis meses después de la entrada en vigencia de la norma. Añadió que aún el aspecto referido a los cálculos estimativos, a los adelantos realizados de IRAE en función de ellos, resulta hasta de los mismos términos de la demanda que constituyen “meras expectativas”. Y si bien podrían realizarse determinadas proyecciones, éstas siempre van a estar sujetas a una serie de variables e imponderables, entre las cuales, la sanción del Decreto Nº 359/015, es tan solo una. Afirmó que la posición de la reclamante cercenaría y volvería inaplicable totalmente la facultad otorgada por la norma legal. No existe una fecha correcta para todos los contribuyentes, pues desde el momento en que se ejerce la facultad, ésta puede afectar a algún grupo de ellos. Apuntó que lo manifestado por la accionante indicaría que, lo que considera vulnera el principio de legalidad, es la propia ley, al delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de dejar sin efecto el ajuste por inflación. En tal caso, si se entendía que el artículo 27 del Título 4 referido era contrario a los principios de nuestra Carta, debió solicitarse la declaración de su inconstitucionalidad por la vía correspondiente, no aguardar a que el Poder Ejecutivo ejerciera esa potestad, para solicitar la anulación del acto administrativo. Señaló que la motivación del decreto impugnado tiene una clara y suficiente razón de mérito o conveniencia de hacer uso de la facultad otorgada legalmente, fundamentándose en sí misma la motivación del acto, haciendo uso de la posibilidad proveída por la norma legal habilitante (art. 27 del Título 4- IRAE, Capítulo V del TO 1996), cuya fuente legal es el art. 3 de la Ley Nº 18.083, de 27/12/2006. Es decir, no aplicar el IPPN “cuando el porcentaje de variación de precios a que refiere el artículo siguiente no haya superado el 10 % (diez por ciento)”. Así, pues, las circunstancias de hecho y fundamentos de derecho que constituyen los antecedentes del acto resistido, existen, son suficientes, razonables y se materializaron, tanto en los resultandos y considerandos del propio acto, como en el informe técnico que le precede, emanado de la Asesoría Tributaria, de fecha 17 de diciembre de 2015. Descartó la existencia de abuso o desviación de poder, expresando que, al contrario de lo manifestado por la actora, la conexión entre la finalidad para la que se debe actuar y los motivos que provocan al acto y, a la vez lo justifican, existe. Dijo al respecto que existe una concordancia absoluta entre los motivos del acto y la finalidad querida por el legislador, ya que el Poder Ejecutivo ejerció una facultad otorgada previamente por aquél para un impuesto específico, con el fin de interés general previsto por la norma de evitar que los ajustes por inflación resulten distorsivos, y lo hizo cuando razones de conveniencia lo determinaban, respetando el único límite consagrado en la Ley, esto es, que el porcentaje de variación de precios efectivamente no haya superado el 10%. Expuso que no puede decirse que se violenta el principio de igualdad ante la Ley, puesto que se da un trato igual a los contribuyentes que se encuentran en la misma situación jurídica, no efectuándose ninguna discriminación entre contribuyentes del IRAE. En definitiva, por todas las razones expuestas, solicitó desestimar la demanda incoada. III) Abierto el juicio a prueba, se produjo la que obra certificada a fs. 114. IV) Alegaron las partes por su orden. La actora lo hizo a fs. 117 y ss. y la demandada a fs. 122 y ss. V) Se confirió vista al Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo, quien produjo el Dictamen Nº 27/2018, a fs. 129, aconsejando el rechazo de la demanda instaurada. VI) Se llamó para sentencia, girando los autos a estudio de los Sres. Ministros, quienes acordaron su dictado en forma legal. CONSIDERANDO: I) Que en la especie se han acreditado los extremos legales habituales requeridos por la normativa vigente (arts. 4 y 9 de la Ley 15.869), para el correcto accionamiento de la nulidad. II) En obrados se demanda la nulidad del Decreto del Poder Ejecutivo Nº 359/015, de fecha 29 de diciembre de 2015, por el cual se agregó al art. 58 del Decreto Nº 150/2007 el siguiente texto: “ARTÍCULO 58 TER. Cuando el porcentaje de variación del índice dispuesto por el inciso primero del artículo 28 del Título 4 del Texto Ordenado 1996, ocurrido entre los meses de cierre del ejercicio anterior y del que se liquida, no haya superado el 10% (diez por ciento), no deberá realizarse el ajuste por inflación establecido en el artículo 27 del citado Título. En caso de que el ejercicio económico sea inferior a doce meses, a los solos efectos de la comparación con el límite establecido en el inciso anterior, el porcentaje de variación del índice correspondiente a dicho período se computará por el porcentaje que resulte de la determinación de la tasa anual equivalente”. Contra el acto impugnado, publicado en el Diario Oficial con fecha 30 de diciembre de 2015, interpuso éste, el 10 de febrero de 2016, el correspondiente recurso de revocación (fs. 55 y ss. ppales.). El recurso fue desestimado en forma expresa mediante resolución del Presidente de la República, en acuerdo con el Ministro de Economía y Finanzas, de fecha 20 de junio de 2016, notificado a la actora el 24 de junio de 2016 (fs. 48 y 50 ppales.). Finalmente, la demanda de nulidad fue introducida en tiempo útil, el día 6 de setiembre de 2016 (nota de cargo a fs. 30 de autos). III) Por Dictamen N° 27/2018, a fs. 129, el Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo se pronunció aconsejando rechazar la demanda instaurada. IV) El Tribunal, en decisión adoptada por unanimidad, compartirá lo dictaminado por la Procuraduría del Estado y procederá a desestimar la demanda incoada, de acuerdo a los fundamentos que se desarrollan en los siguientes numerales. V) Respecto a la presunción de legitimidad del acto, alegada por la demandada. La Administración, al contestar la demanda, en el capítulo III de su libelo, numeral 3.1 (fs. 59 infolios), invoca “la presunción relativa de legitimidad inherente a todo acto administrativo, presunción ésta que reviste el carácter de principio general”. Al respecto, cabe reiterar que dicho extremo no merece el más mínimo análisis, a estas alturas, por cuanto nuestro derecho positivo no tiene ninguna disposición -como sí la tienen, por ejemplo, el derecho argentino o el español- que establezca expresamente dicha presunción de legitimidad (Cfme. DURÁN MARTÍNEZ, Augusto, “La presunción de legitimidad del acto administrativo: un mito innecesario y pernicioso”, en Revista de Derecho 2007/02, Publicación arbitrada de la Universidad Católica del Uruguay, p. 119; y LA LEY URUGUAY, cita: UY/DOC/268/2010). Así lo ha venido sosteniendo en la actualidad el Tribunal, indicando que dicho privilegio no goza de respaldo en nuestro ordenamiento jurídico. En tal sentido, ha señalado este Colegiado: “(…) es ciertamente discutible -por carencia de apoyatura normativa- el principio que admite la existencia de una presunción de legitimidad “iuris tantum”, en beneficio de los actos dictados por la Administración, directriz reiteradamente relevada por jurisprudencia del Cuerpo en anteriores integraciones (Sentencias Nos. 656/2001, 773/2006, 680/2007, 589/2007, etc.), cuya aplicación al presente pretende la demandada (fs. 21 vta. del ppal.). Porque como se ha dicho: “…la presunción de constitucionalidad de las leyes distorsiona los principios generales de derecho de mayor valor y fuerza y la Constitución en función de los intereses del legislador, y la presunción de legitimidad de los actos administrativos distorsiona esos mismos principios, la Constitución y la ley, en función de los intereses de la Administración, todo ello en definitiva en detrimento de los derechos humanos. Esas presunciones, pues -la de constitucionalidad de las leyes y la de legitimidad del acto administrativo-, no se adecuan al precepto de interpretación conforme a la Constitución”. (Durán Martínez, Augusto; “Otra vez sobre la inexistente presunción de legitimidad del acto administrativo”, Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, 2009, 15° año, Konrad Adenauer Stiftung, 2009, pág. 848). Debe de verse que la presunción comentada opera como un criterio apriorístico de valoración del accionar administrativo que, como tal, sin respaldo jurídico en nuestro ordenamiento logra privilegiar a uno de los sujetos del proceso, en detrimento de su contraparte inobservando la igualdad de los litigantes que informa y preside el proceso contencioso administrativo de anulación (art. 4 C.G.P., art. 104 del Decreto-Ley 15.524)” (Cfme. Sentencias N° 606/2017, 579/2017, 624/2017, 621/2013, 420/2012, entre otras). En suma, cabe desestimar la alegada presunción de legitimidad del acto administrativo. VI) Análisis sustancial. Legitimidad del decreto impugnado. En lo medular, la actora aduce en su demanda: a) que se vulneró el principio de seguridad jurídica e irretroactividad de los actos administrativos; b) que se vulneró el principio de igual tratamiento ante la Ley; c) que la Administración ha dictado el Decreto de manera irracional e imprevisible, con un fin exclusivamente recaudatorio, incurriendo en abuso de poder; y d) que el decreto carece de motivación suficiente que lo fundamente. A juicio de la Sede, procede en la especie la confirmación del decreto encausado, en tanto no resulta de recibo ninguno de los embates planteados por la parte actora. El artículo 27 del título 4 del Texto Ordenado del 1996, en la redacción vigente al momento en que se dictó el acto impugnado, establecía: “Configuración.- Quienes liquiden este impuesto por el régimen de contabilidad suficiente deberán incluir en la liquidación del tributo el resultado económico derivado de la variación del valor del signo monetario en la forma que se establece en los artículos siguientes. No realizarán el ajuste los contribuyentes que no hayan obtenido ingresos provenientes de operaciones en el ejercicio. El Poder Ejecutivo podrá disponer que no se realice el ajuste por inflación cuando el porcentaje de variación de precios a que refiere el artículo siguiente no haya superado el 10% (diez por ciento)” (subrayado no original). Por su parte, el art. 28 del mismo cuerpo normativo, dispone en su primer inciso: “Determinación.- El resultado emergente de los cambios de valor de la moneda nacional, será determinado por aplicación del porcentaje de variación del índice de precios al productor de productos nacionales entre los meses de cierre del ejercicio y del que se liquida, aplicado sobre la diferencia entre: A) El valor del activo fiscalmente ajustado a comienzo del ejercicio con exclusión de los bienes afectados a la producción de rentas no gravadas y del valor de los correspondientes a: 1. Activo fijo. 2. Semovientes. B) El monto del pasivo a principio del ejercicio integrado por: 1. Deudas en dinero o en especie, incluso las que hubieran surgido por distribución de utilidades aprobadas a la fecha de comienzo del ejercicio en tanto la distribución no hubiera de realizarse en acciones de la misma sociedad. 2. Reservas matemáticas de las compañías de seguros. 3. Pasivo transitorio.”. En aplicación de la potestad prevista en el último inciso del art. 27 previamente citado, el Poder Ejecutivo dictó el decreto impugnado en obrados, mediante el cual agregó dos nuevos incisos al art. 58 del Decreto N° 150/007, disponiendo lo siguiente: “Cuando el porcentaje de variación del índice dispuesto por el inciso primero del artículo 28 del Título 4 del Texto Ordenado 1996, ocurrido entre los meses de cierre del ejercicio anterior y del que se liquida, no haya superado el 10% (diez por ciento), no deberá realizarse el ajuste por inflación establecido en el artículo 27 del citado Título. En caso de que el ejercicio económico sea inferior a doce meses, a los solos efectos de la comparación con el límite establecido en el inciso anterior, el porcentaje de variación del índice correspondiente a dicho período se computará por el porcentaje que resulte de la determinación de la tasa anual equivalente”. VII) El primer agravio de la actora dice relación con la alegada vulneración del principio de seguridad jurídica, constitucionalmente consagrado (art. 7 y 72 de la Carta), en la medida que el decreto lesiona la legítima expectativa de los contribuyentes, haciendo varias “las reglas de juego” e incidiendo sobre el resultado de decisiones empresariales ya tomadas, y en negocios y actos ya celebrados por los contribuyentes. Dijo al respecto que, durante todo el ejercicio, los contribuyentes realizaron su actividad económica bajo una normativa tributaria que habilitaba el ajuste por inflación, disposición que en forma súbita y fuera de toda previsión, fue suprimida sobre el mismo cierre del año fiscal. Concluyó al respecto que resulta indiscutible que el decreto violenta la seguridad jurídica de los contribuyentes, a la vez que afecta el principio de irretroactividad de los actos administrativos. A juicio del Tribunal, no le asiste razón en su planteo. Conforme fuera indicado, el artículo 27 del título 4 del Texto Ordenado 1996 habilitaba al Poder Ejecutivo a dictar un decreto, en los términos establecidos, en cualquier momento, siempre y cuando la inflación no superara el 10%. En efecto, el artículo 27 del título 4º del Texto Ordenado establecía que “El Poder Ejecutivo podrá disponer que no se realice el ajuste por inflación cuando el porcentaje de variación de precios a que refiere el artículo siguiente no haya superado el 10% (diez por ciento)” (subrayado no original). Esta norma otorgó a la Administración la facultad de elegir la oportunidad y conveniencia de eliminar el ajuste por inflación cuando el porcentaje de variación de precios no haya superado el 10%. De este modo, la disposición legal estableció un margen para su aplicación, estableciendo un guarismo que no puede superar el porcentaje indicado. Así pues, la Ley brindó el marco para el dictado del Decreto cuestionado, el que se ajusta a los parámetros establecidos en el Texto Ordenado. En tal sentido, la única exigencia legal prevista para el uso de la facultad conferida al Poder Ejecutivo, era que el porcentaje de variación del índice (referido en el art. 28) no superara el 10%; y en ese contexto, se emitió legítimamente el Decreto Nº 359/015, en el cual se dispone: “Cuando el porcentaje de variación del índice dispuesto por el inciso primero del artículo 28 del Título 4 del Texto Ordenado 1996, ocurrido entre los meses de cierre del ejercicio anterior y del que se liquida, no haya superado el 10% (diez por ciento), no deberá realizarse el ajuste por inflación establecido en el artículo 27 del citado Título (…)” (subrayado no original). Los contribuyentes tenían conocimiento de la posibilidad del eventual dictado de una reglamentación como la que se emitió, sin que para ello se exigiera el requisito temporal que pretende la actora, en el sentido que la modificación debería regir para ejercicios posteriores. La potestad del Poder Ejecutivo para disponer que no se realizara el ajuste por inflación se previó por el artículo 3º de la Ley Nº 18.083, que diera nueva redacción al Título 4 del Texto Ordenado 1996. Tratándose de una posibilidad habilitada por el legislador, todos los contribuyentes estaban en conocimiento de que, si se daba el supuesto legal, el Poder Ejecutivo podía ejercer dicha facultad en cualquier momento. En consecuencia, no puede válidamente alegarse la vulneración del principio de seguridad jurídica, desde que se hizo operativa una posibilidad que ya estaba prevista en la normativa legal. En suma, el Poder Ejecutivo decretó, dentro de los límites de la discrecionalidad con que contaba, que no se realizara el ajuste por inflación, en atención a que el porcentaje de variación referido en el artículo 28 del Título 4 del Texto Ordenado 1996 no había superado el 10%. VIII) Por su parte, en lo que atañe concretamente a la alegada violación al principio de irretroactividad de los actos administrativos, la Sala comparte los desarrollos realizados en el fundado dictamen del Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo, cuando señala a este respecto: “El Decreto 359/015 (…) refiere al ajuste por inflación en el IRAE, impuesto que desde el punto de vista temporal se encuentra dentro de los impuestos periódicos, ya que para la configuración de su hecho generador se requiere el transcurso de un período (art. 8 del Código Tributario). El art. 8 del Código Tributario establece que en el caso del hecho generador periódico, éste "se considerará ocurrido a la finalización del mismo". Los regímenes que establecen esta regulación de los hechos generadores periódicos, han sido analizados por la doctrina nacional y comparada, respecto a si ello conlleva la afectación del principio de no retroactividad. Al respecto, Gonzalo AGUIRRE RAMÍREZ señala que sobre el tema de la retroactividad, la teoría de mayor recibo es la de Paul ROUBIER que hace una distinción entre situaciones jurídicas dinámicas (las de su constitución y extinción, que una vez producidas no pueden ser modificadas por una ley posterior sin caer en retroactividad), y estáticas (referidas a sus efectos, que tampoco pude modificar ni suprimir la Ley posterior una vez que estos se consumaron). Este autor afirma, coincidiendo con ROUBIER, que "A mi juicio, las leyes son retroactivas cuando alteran o modifican en cualquier sentido las consecuencias ya producidas de un hecho o acto jurídico, derivadas de la aplicación de la ley precedente. Esas consecuencias consisten en derechos ya ejercidos y en obligaciones ya cumplidas. Pero si esas consecuencias se producen posteriormente a la nueva ley porque los derechos no son susceptibles de ejercicio, ni las obligaciones de cumplimiento, en tanto no transcurren ciertos plazos o no se verifican determinadas circunstancias de hecho, es esa nueva ley, que ya está en vigencia, la que debe regirlas". ("Fundamento constitucional del principio de la irretroactividad de las leyes tributarias en Argentina y Uruguay" en Estudios en Memoria de Ramón Valdés Costa, F.C.U, Montevideo, 1° ed. octubre de 1999, pág. 892 y 893). José Luis SHAW, afirma que en el caso de los hechos generadores periódicos "no pueden caber dudas que, desde el punto de vista jurídico, el hecho generador se configura fácticamente en un momento preciso, que no puede ser otro que la finalización del período establecido por el legislador al definir la hipótesis o supuesto normativamente. En consecuencia, la ley que se sancione durante el transcurso del período podrá aplicarse a ese hecho generador en vías de configuración sin ser retroactiva, ya que no afectará a un hecho cumplido sino a una "situación en curso". Cabe agregar que este autor, no obstante lo manifestado, sostiene que en tal situación se vulnerarían principios constitucionales como el de libertad, legalidad y seguridad ("Los fundamentos constitucionales del principio de la irretroactividad de la ley tributaria material", Memoria de las X Jornadas Luso-Hispano-Americanas de Estudios Tributarios, Montevideo, Rosgal S.A, 1984, pág. 382). José Pedro MONTERO TRAIBEL considera que "Así existe retroactividad, cuando el legislador dispone el 1° julio que quedan gravados los contratos de arrendamiento celebrados a partir del 1° de enero de ese año. Por el contrario, sólo hay seudo-retroactividad, cuando ese mismo legislador, dispone el 1° de julio que a partir de su vigencia, quedan gravados los recibos de alquileres de los contratos celebrados a partir del 1° de enero. De esta forma, en el primer caso se gravan hechos ocurridos con anterioridad a la vigencia de la ley, la que se considera como existente al 1° de enero; en el segundo caso, la ley no retrocede al 1° de enero, sino que regula los efectos de los hechos ocurridos el 1° de enero... De modo que la retroactividad supone alterar una situación jurídica ya consumada." ("El principio de la retroactividad de la leyes y los reglamentos en materia tributaria", Memorias de las X Jornadas, Luso- Hispano-Americanas de Estudios Tributarios, pág. 346). El suscrito, comparte el criterio anteriormente expuesto en el sentido de que la configuración del hecho generador tributario ocurre en un momento preciso fijado por la ley; en el caso de los hechos generadores periódicos, conforme al art. 8 del CT, los mismos ocurren al finalizar el período. En el caso a estudio, la modificación del sistema de ajuste por inflación en el IRAE, se produjo cuando se venía desarrollando su ejercicio económico, pero cuando aún el mismo no había finalizado. Al momento de configuración del hecho generador la normativa aplicable era la que fue posteriormente impugnada por lo que, en realidad, no existe retroactividad. Debe además tenerse en cuenta que el art. 27 del Tit. 4 del T.O. 1996 ya establecía la facultad del Poder Ejecutivo para disponer la no realización del ajuste por inflación cuando el porcentaje de variación de precios no superara el 10%. Más allá que con anterioridad dicha facultad no fue utilizada, lo cierto es que la disposición ya existía y legalmente podía ser ejercida por el Poder Ejecutivo en cualquier momento, por lo cual no resulta correcto alegar que la modificación resulta intempestiva o imprevisible para la actora” (fs. 129 vto. a 131 infolios). Compartiendo plenamente los fundamentos contenidos en el citado dictamen, estima el Tribunal que la modificación del sistema de ajuste por inflación en el IRAE no vulnera el principio de irretroactividad, puesto que se produjo cuando la actora venía desarrollando su ejercicio económico, pero cuando aún el mismo no había finalizado. Es decir, al momento de entrada en vigencia de la normativa impugnada, el hecho generador del IRAE aún no se había configurado. Por ende, no puede hablarse de un supuesto de retroactividad. En términos generales, el Tribunal adhiere a la posición de los profesores José Luis SHAW y Gonzalo AGUIRRE RAMÍREZ en cuanto sostienen que en nuestro Derecho Positivo que no existe un fenómeno de retroactividad en los casos que se produzca una modificación tributaria cuando todavía no se verificó el hecho generador continuado o de formación sucesiva. En este sentido, explica SHAW: “La doctrina suele señalar, en consecuencia, que cuando la nueva ley es sancionada durante el período de configuración fáctica de un hecho generador continuado o de formación sucesiva, antes de su finalización, la misma puede afectar a ese hecho generador sin que exista retroactividad (…) Se entiende que en esta hipótesis se da un caso de “efecto inmediato” de la nueva ley, ya que la misma incide sobre una “situación en curso” de que hablan ROUBIER y LEVEL, al exponer su teoría de la retroactividad, situación que -como vimos- oponen a la situación ya constituida (o hecho cumplido) cuando estudian la incidencia de la nueva ley sobre las situaciones jurídicas en su “fase dinámica”. Y como tal “situación en curso”, ella puede ser afectada por la nueva ley sin que esta incurra en retroactividad (…) Esta es la posición tradicional de la doctrina, la cual, además, ha sido recogida por algunos códigos tributarios. Así, por ejemplo, el Código uruguayo que, en el art. 8º, dispone que “las leyes tributarias materiales se aplicarán a los hechos generadores ocurridos durante su vigencia” y, de inmediato establece que “el hecho generador para cuya configuración se requiere el transcurso de un período se considerará ocurrido a la finalización del mismo (…)” (Cfme. SHAW, José Luis, “Los fundamentos constitucionales del principio de la irretroactividad de la ley tributaria material”, en “X Jornadas Luso-Hispano-Americanas de Estudios Tributarios”, tema I, “El Principio de la irretroactividad de las leyes y los reglamentos en materia tributaria”, Montevideo, 1984, pp. 354 a 355). Más adelante, el autor afirma: “(…) no pueden caber dudas que, desde el punto de vista jurídico, el hecho generador se configura fácticamente en un momento preciso, que no puede ser otro que la finalización del período establecido por el legislador al definir la hipótesis o supuesto normativamente. En consecuencia, la ley que se sancione durante el transcurso del período podrá aplicarse a ese hecho generador en vías de configuración sin ser retroactiva, ya que no afectará a un hecho cumplido sino a una “situación en curso”. La no aplicabilidad de la nueva ley a los hechos generadores continuados en vías de configuración no podrá fundarse, consecuentemente, en el principio de la irretroactividad de la ley tributaria material” (Cfme. SHAW, José Luis, “Los fundamentos constitucionales del principio de la irretroactividad de la ley tributaria material”, p. 382). En similar sentido, AGUIRRE RAMÍREZ destaca: “El problema que se crea es si las leyes dictadas durante el período de gestación del hecho generador, aumentando, por ejemplo, la cuantía del impuesto o incluyendo nuevos sujetos pasivos, son o no retroactivas. Como los hechos generadores tienen que considerarse efectivamente configurados en un momento preciso, a partir del cual y no antes nace la obligación de pagar el impuesto y es posible determinar su cuantía, la legislación codificada debe necesariamente resolver ese problema y generalmente lo hace dando por configurado el presupuesto de hecho al término del período. Así, el art. 8 del Código Tributario uruguayo establece que “El hecho generador para cuya configuración se requiere el transcurso de un períodos se considera ocurrido a la finalización del mismo”. En consecuencia, las leyes durante dicho período -con el contenido precedentemente indicado- no deben considerarse retroactivas” (Cfme. AGUIRRE RAMÍREZ, Gonzalo, “Fundamento Constitucional del principio de la irretroactividad de las leyes tributarias en Argentina y Uruguay”, en “Estudios en Memoria a Valdés Costa”, pág. 895). Si bien es cierto que estos autores cuestionan la legitimidad constitucional y la conveniencia de la solución legal establecida por el artículo 8 del Código Tributario, debe de verse que la actora no promovió (con fundamento en tales opiniones) el correspondiente proceso de declaratoria de inconstitucionalidad de dicho dispositivo, ni tampoco del artículo 3º de la Ley Nº 18.083, cuestión que excede la órbita de competencia de este Tribunal. El Poder Ejecutivo hizo uso de una facultad que le fue conferida por la legislación, y al aprobar el decreto se ajustó a los parámetros establecidos por el artículo 3º de la Ley Nº 18.083 y el artículo 8 del Código Tributario. Si la actora consideraba que el fenómeno de la retroactividad impropia de autos colisionaba con disposiciones o principios de la Carta Magna, debió demandar la desaplicación de las normas legales de mención a través del correspondiente proceso de declaratoria de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia. En este sentido, resulta pertinente traer a colación lo señalado por el Tribunal en Sentencia Nº 244/2012, en cuanto consigna: “(…) El control de constitucionalidad es, en nuestro ordenamiento jurídico, de aquellos que la dogmática procesalista denomina de tipo concentrado, donde compete a un único órgano jurisdiccional entender en las contiendas sobre el ajuste de las leyes y demás disposiciones con fuerza de ley a la Constitución (Cf. VESCOVI, Enrique: “El proceso de inconstitucionalidad de la ley”, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República, Montevideo, 1967, págs. 28 y siguientes. Para los distintos sistemas de control de constitucionalidad véase BURSTIN, Darío; DELGADO MANTEIGA, Serrana; FRANCOLINO, Leandro; GÓMEZ LEIZA, José; RODRÍGUEZ, Guzmán y SARLO, Oscar: “La Constitución uruguaya: ¿rígida o flexible?, F.C.U. - Facultad de Derecho de la Universidad de la República, Montevideo, 2010, págs. 124 a 138).- (…) tales cuestiones debieron ser planteadas ante la Suprema Corte de Justicia, que es el único órgano con competencia para examinar el ajuste de las leyes o de los Decretos de la Juntas Departamentales con fuerza de ley a la Constitución de la República (arts. 257 a 261 de la Constitución de la República” (Cfme. Sentencia N° 244/2012; en similar sentido: Sentencias Nº 641/2014 y 196/2016). Finalmente, rechazada la retroactividad invocada por la accionante, corresponde también desechar la alegada violación del principio de seguridad jurídica, en tanto la Administración actuó de conformidad con lo estatuido por la Ley Nº 18.083, y el contribuyente tenía conocimiento de la posibilidad del dictado por parte del Poder Ejecutivo de una norma como la impugnada, en cualquier momento, debido a que la ley habilitante otorgó la posibilidad de no aplicar el ajuste por inflación, pero no dispuso una fecha para hacerlo, sino que previó una condición (que el porcentaje de variación del índice dispuesto por el art. 28 del Título 4 del T.O. 1996 no supere el 10%), extremo que fue cumplido por la norma resistida. IX) En segundo lugar, sostuvo la accionante que el Decreto atacado vulnera el principio constitucional de igual tratamiento ante la Ley, en la medida que se trata en forma desigual a contribuyentes que se encuentran en una misma situación tributaria. Ello por cuanto se genera una situación de desigualdad injustificada entre aquellas empresas que recién estaban comenzando su ejercicio y aquellas que lo estaban finalizando o en su transcurso. A criterio del Tribunal, el planteo no resulta de recibo. Los argumentos expuestos por la promotora se avizoran como de carácter netamente individual, concreto, por lo que no resultan amparables como fundamento de una presunta violación al principio de igualdad. El decreto eventualmente beneficiará a algunas empresas y perjudicará a otras (en el sentido del pago del tributo en menos o en más), pero ello sucede así para todo tipo de norma general, justamente por lo objetiva que es, en tanto se dicta sin atender a cada caso concreto. En la especie, se entiende que no ha existido violación al principio de igualdad, en tanto el plexo normativo agraviante trata de normas de carácter general y abstracto, que serán aplicadas, en igual forma, a todos aquellos contribuyentes que se encuentren en una misma situación jurídica. Huelga recordar que la jurisprudencia constante de la Suprema Corte de Justicia ha recalcado que: “El principio de igualdad no impide que se legisle para clases o grupos de personas, siempre que éstos se constituyan justa y racionalmente. Tal como lo explica RECASENS SICHES, los hombres deben ser tratados igualmente por el Derecho respecto de aquello que es esencialmente igual en todos ellos, a saber: en la dignidad personal, y en los corolarios de ésta, es decir, en los derechos fundamentales o esenciales que todo ser humano debe tener. Y resulta que, en cambio, deben ser tratados desigualmente en lo que atañe a las desigualdades que la Justicia exige tomar en consideración (“Filosofía del Derecho”, p. 590). De ahí, como lo recuerda el ilustrado constitucionalista nacional JUSTINO JIMÉNEZ DE ARECHAGA, la jurisprudencia norteamericana ha sustentado que ningún acto legislativo es válido si afecta claramente el principio de igualdad de derechos garantizados por la declaración de derechos; pero el mismo no se opone a que se legisle para grupos o clases de personas, a condición de que todos los comprendidos en el grupo sean igualmente alcanzados por la norma y que la determinación de la clase sea razonable, no injusta, o caprichosa, o arbitraria, sino fundada en una real distinción (“La Constitución Nacional”, Ed. Cámara de Senadores, T. 1, p. 367). (Cf. Sent. Nos. 323/94, 720/96, entre otras)” (Cfme. Sentencia de la SCJ Nº 168/2009, subrayado no original). En el casus, justamente, todos los sujetos comprendidos en el aspecto subjetivo del presupuesto de hecho de la norma impugnada, son alcanzados por la consecuencia normativa igual manera, puesto que a todos ellos les será aplicable, de inmediato (para el ejercicio económico en curso), la nueva disposición reglamentaria, que restringe la posibilidad de realizar el ajuste por inflación. Por otro lado, en consonancia con lo anterior, el Tribunal considera de particular relevancia trasladar al presente los conceptos vertidos en reciente Sentencia de la SCJ Nº 1989/2017, de fecha 20/12/2017, dictada en el marco de una acción de inconstitucionalidad promovida contra el inciso 3º del artículo 27 del Título 4 del Texto Ordenado 1996, en la redacción dada por el artículo 161 de la Ley Nº 19.438. Dicha disposición legal sustituyó el tercer inciso del artículo 27 del Título 4 del Texto Ordenado 1996 por el siguiente: “El ajuste dispuesto en el presente artículo solamente se realizará en aquellos ejercicios en que el porcentaje de variación del Índice de Precios del Consumo (IPC) acumulado en los treinta y seis meses anteriores al cierre del ejercicio que se liquida supere el 100% (cien por ciento)”. Como fuera indicado, fue promovida acción de inconstitucionalidad contra esta norma, alegándose violación al principio de igualdad, planteo que fue desestimado por la Suprema Corte, en función de los siguientes argumentos: “Las violaciones al principio de igualdad que se denuncian no ameritan la declaración de inconstitucionalidad. En cuanto a los distintos efectos que la modificación en la forma de liquidación del IRAE -por la eliminación del ajuste global por inflación- tiene para los distintos contribuyentes, según su composición patrimonial (de base activa -a quienes perjudica- o de base pasiva -a quienes beneficia-), ello no violenta el principio de igualdad. Prácticamente toda modificación impositiva implica que distintos sujetos se vean afectados, en función de su situación patrimonial. A modo de ejemplo, si se sancionara una ley que ampliara el número de ejercicios por el cual se pueden arrastrar pérdidas, dicha ley beneficiaría a los contribuyentes que tuvieran pérdidas acumuladas y perjudicaría (o resultaría indiferente) para quienes no las tuvieran. Resulta casi imposible pensar en una modificación impositiva que no tenga efectos diferentes en los distintos contribuyentes del impuesto según su composición patrimonial. La realidad de la composición patrimonial de las empresas, por otra parte, es dinámica. Por ende, una empresa que hoy se financia con capital propio mañana puede pasar a financiarse con capital ajeno y, por ende, pasar a beneficiarse por tener pasivos expuestos a la inflación y no tener que hacer el correspondiente ajuste (que determinaría que tuviera que dar un alta de renta por esa situación). Lo mismo pasa con el peso específico de su activo fijo en relación a sus activo circulante. No parece que sea una situación estática, sino dinámica, por lo que los efectos de la medida no parecen repugnar el principio de igualdad” (Cfme. Sentencia de la SCJ Nº 1989/2017, subrayados no originales). Trasladando los conceptos vertidos por la Corte al presente caso, en razón de las semejanzas entre uno y otro, concluye el Tribunal que el Decreto procesado no violenta el principio de igualdad, desde que otorga un trato igual a los contribuyentes que se encuentran en la misma situación jurídica. X) En tercer lugar, afirmó la actora que la Administración ha dictado el Decreto de manera irracional e imprevisible, con un fin exclusivamente recaudatorio, incurriendo en abuso de poder y vulnerando el principio de razonabilidad, que le exige a la Administración proceder en el uso de su potestad discrecional conforme a la razón. Sobre el punto, el Tribunal no advierte que en el caso se configuraran elementos que permitan comprobar fehacientemente la existencia del abuso de poder invocado, ni un actuar irracional y/o imprevisible de la Administración, así como tampoco la presencia de un fin que sea única o estrictamente recaudatorio. Siguiendo a CAJARVILLE, el abuso de poder: “(…) existirá toda vez que lo dispositivo no sea objetiva y cuantitativamente adecuado a los motivos, o no sea objetiva y cuantitativamente idóneo para el fin debido. Los motivos existieron, pero solo hacían necesaria una medida de menor gravedad, dosificación o cuantía; o en el otro caso, el resultado final objetivo coincide con el fin debido, pero para lograr este último hubiera sido suficiente una medida de menor gravedad, dosificación o cuantía” (Cfme. CAJARVILLE, Juan Pablo, “Sobre Derecho Administrativo”, tomo II, FCU, Montevideo, 2008, p. 78,). En la especie, no se verifica ninguna de tales hipótesis, desde que el Poder Ejecutivo se limitó a hacer uso de sus facultades discrecionales, las que le habían sido otorgadas por el legislador. El decreto resistido determinó la imposibilidad de realizar el ajuste por inflación, dentro de los parámetros legalmente previstos. Se trata de una herramienta de política tributaria, de cuya utilización no se advierte, en modo alguno, la existencia de una situación de abuso por parte de quien la empleó. La eventual previsión de que los efectos del decreto se desplegaran en forma inmediata era una de las opciones que legítimamente tenía la Administración entre varias posibles (discrecionalidad). Por su parte, el hecho de no haber dispuesto que la aplicación del decreto rigiera para ejercicios posteriores no aparece como una situación que configure un supuesto de abuso de poder por parte de la Administración. XI) Por último, expresó la promotora que el Decreto carece de la fundamentación necesaria que lo sustente, en tanto los Considerandos no establecen mínimamente los fundamentos técnicos de la decisión. A juicio de la Corporación, el agravio también resulta de rechazo, por cuanto la motivación del decreto impugnado emerge del propio marco normativo, y se fundamenta en la discrecionalidad que las disposiciones legales otorgaron al Poder Ejecutivo para aplicar el criterio que se controvierte. En el caso, resulta de aplicación lo advertido por MARIENHOFF, en cuanto destaca: “(…) cuando la norma legal aplicable es suficientemente comprensiva, su mera referencia puede surtir efectos de motivación resultando así que la simple cita de la disposición legal valdría entonces como “motivación”. En dos palabras: motivación idónea y eficaz requiere que ella sea “suficiente” para apreciar con exactitud los motivos determinados del acto” (Cfme. MARIENHOFF, Miguel S., “Tratado de Derecho Administrativo”, t. II, p. 327 y ss.). Como lo ha señalado la Corporación, ante la impugnación otro acto regla: “Tal decisión reglamentaria no requería más motivación que dar cuenta de la propia existencia de sendos actos legislativos que establecían tal regulación en el tema y esto surge claro del VISTO y de los CONSIDERANDOS del acto impugnado. No parece necesaria una motivación mayor que la reflejada en el propio cuerpo del acto procesado” (Cfme. Sentencia Nº 196/2016). En consecuencia, los fundamentos del Decreto están dados por la invocación de la normativa que le precede y de la conveniencia de su aplicación. No obstante lo anterior, para quienes consideran que la motivación puede surgir también de los antecedentes del acto (posición que no es compartida por el Ministro redactor, pero que ha sido sostenida pacíficamente por la mayoría del Tribunal), corresponde traer a colación lo expresado por la Asesoría Letrada del Ministerio de Economía y Finanzas, en informe de fecha 17 de diciembre de 2015, previo al dictado del decreto enjuiciado. En dicho dictamen, se hace referencia a “(…) la consolidación de bajos niveles de inflación a lo largo de un extenso período, así como por la desindexación general de la economía y la participación creciente del crédito y precios en moneda nacional”, y se concluye: “(…) considerando que en la situación actual el ajuste por inflación puede resultar distorsivo y no representativo de la realidad, resulta razonable la no aplicación fiscalmente del mismo, siempre que la variación del porcentaje del IPPN en los doce meses anteriores al cierre del ejercicio, no supere el 10%” (fs. 52 a 53 infolios). Los fundamentos del decreto encausado emergen entonces del cuerpo del acto, de la normativa legal en que se funda, y del informe de la Asesoría Letrada del Ministerio de Economía y Finanzas que le sirve de antecedente. En definitiva, se consideran de rechazo todos los agravios planteados por la accionante, razón por la cual se irá al rechazo de la demanda instaurada. Por los fundamentos expuestos, y atento a lo establecido en el artículo 309 de la Constitución de la República, el Tribunal F A L L A: Desestímase la pretensión anulatoria y, en su mérito, confírmase el acto administrativo impugnado. Sin especial condena procesal. A los efectos fiscales, fíjanse los honorarios profesionales del abogado de la parte actora en la suma de $30.000 (pesos uruguayos treinta mil). Oportunamente, devuélvanse los antecedentes administrativos agregados; y archívese.
Dr. Vázquez Cruz, Dr. Gómez Tedeschi, Dr. Echeveste (r.), Dr. Corujo, Dra. Klett. Dr. Marquisio (Sec. Letrado).