No. 129 V I S T O : Para sentencia definitiva, estos autos caratulados “GHIOLDI BRAVO, JUAN CARLOS Y OTRA con ESTADO. MINISTERIO DE ECONOMÍA Y FINANZAS. Acción de Nulidad” (Ficha No. 779/11). C A D E 5177. RESULTANDOS: I) Que, con fecha 15/11/2011, comparecieron los promotores (fs. 5/17 vta.) demandando la anulación de la resolución No. 2592 de fecha 30/12/2010, dictada por el Director General de Rentas, mediante la cual se determinaron tributos a la contribuyente AGROAS S.A. y se le impusieron sendas multas por las infracciones tributarias de mora, contravención y defraudación; y en lo trascendente al caso, se declaró a GHIOLDI LTDA. y a su representante Juan Carlos GHIOLDI BRAVO personalmente responsables de una multa por la infracción tributaria de defraudación por un monto de $ 1.806.408, equivalente a 6 veces el monto del IVA y del IRIC defraudados por los mismos (fs. 656/657 Pieza 3 A.A.). C A D E 5177. En lo inicial, denunciaron la demora que tuvo el procedimiento administrativo tributario incoado, en tanto la resolución que estimó la multa por infracción de defraudación tributaria y solicitó la adopción de medidas cautelares ante el Poder Judicial, data de 2004, es decir, de 7 años antes de la impugnada, por la que finalmente se resolvió la imposición de la sanción. C A D E 5177. Precisaron que no corresponde que fueran sancionados por la infracción por defraudación tributaria, ya que los términos de la imputación manejada por los inspectores, resultaron idénticos a la utilizada en el expediente administrativo Nº 2004.05.005.00.03.4267 y que ha determinado la iniciación de la acción de nulidad tramitada en la Ficha: 527/10, en autos caratulados: “GHIOLDI BRAVO con ESTADO MEF. Acción de Nulidad”. C A D E 5177. Señalaron que los inspectores se pronunciaron en términos condicionales sobre la realización de la maniobra, descartando la prueba que acreditaba que los servicios efectivamente fueron prestados a la firma AGROAS S.A. Inclusive en las conclusiones, reconocieron que los servicios fueron prestados aunque cuestionan el precio de la contratación. En definitiva, la Administración no se desembarazó de la carga de la prueba que pesaba sobre sí de demostrar que la infracción existió. C A D E 5177. Afirmaron que se requería una prueba contundente de los elementos objetivo y subjetivo de la infracción de defraudación tributaria. En particular, no hubo prueba del dolo requerido para la tipificación de la figura infraccional. Haciendo una documentada exposición sobre la función de las presunciones en la infracción tributaria de defraudación, concluyeron que no se ha probado en la emergencia la existencia del ilícito. El hecho de que el local ocupado por las empresas co-contratantes estuviera desocupado no es un elemento suficiente para concluir que los servicios no fueron prestados. Al margen de que no hay prueba alguna de que los servicios no hubieran sido prestados, tampoco se fundamentó la graduación de la sanción impuesta y se ha violentado el principio de non bis in ídem. C A D E 5177. Alegaron que por los hechos señalados (operaciones tercerizadas con SEVIG S.A y ACUBER S.A.), la DGI ya los sancionó en el expediente administrativo 2005/05/005/00/03/4768 con una multa de 10 veces de los impuestos defraudados o pretendidos defraudar. La resolución final emitida en esos obrados se tramita en el expediente Ficha: 663/2010 ante este Tribunal. C A D E 5177. Denunciaron también que hubo un trato inequitativo respecto de otros sujetos involucrados en las maniobras presuntamente defraudatorias. Inclusive, respecto de otros sujetos que se sancionó con la misma multa, la resolución resulta inequitativa porque su participación en la infracción fue menor. Cuestionaron la cuantificación de la multa por defraudación que hizo la Administración Tributaria. La ley establece que la multa debe calcularse en base a los tributos que se hayan defraudado o pretendido defraudar. Por lo tanto, no resulta legítimo tomar como punto de partida para calcular el monto de la multa todo el IVA que figura en las facturas, ni el porcentaje bruto de IRIC que se hubiere descontado. Corresponde calcular la multa, en el presente caso, en función de los montos que AGROAS S.A. hubiere defraudado o podido defraudar. C A D E 5177. Hicieron caudal de la decisión del Juzgado Letrado de 1ª Instancia en lo Penal de 2º Turno que, ante la denuncia penal radicada por la DGI por el delito de defraudación tributaria, descartó la tipificación de ese reato. Como el Sr. GHIOLDI fue igualmente procesado con prisión, se violentó a su respecto el principio de non bis in ídem, porque no puede sufrir una pena pecuniaria y al mismo tiempo una pena en la órbita penal-judicial. Adujo, citando prestigiosa doctrina, que se está ante una doble punición por un mismo acto ilícito. C A D E 5177. Además, por la realización de los mismos hechos, la DGI lo ha sancionado por resoluciones dictadas en distintos expedientes administrativos. Finalmente, haciendo una larga exposición, argumentaron que la resolución resulta ilegítima porque no se fundamentó debidamente la graduación de la sanción. Por ende, se verifica un supuesto de abuso o desviación de poder. No hay referencia alguna en los informes a las agravantes y atenuantes que pueden haberse considerado por los funcionarios de la Administración para fijar el guarismo punitivo en 6 veces el monto de impuestos defraudados o pretendido defraudar. El hecho de que no se haya fundamentado debidamente esa decisión, determina que no se haya podido ejercitar a cabalidad el derecho de defensa. Los elementos considerados en los informes son notoriamente insuficientes para poder fundamentar una sanción notoriamente excesiva como la que se persigue. C A D E 5177. Cuando los márgenes entre los que la Administración puede escoger para establecer la sanción son tan amplios -de una a quince veces el monto- el deber de fundamentación de la Administración se intensifica, puesto que debe explicitar las razones de su elección. La volición impugnada vulnera los arts. 96 y 102 del Código Tributario que mandatan graduar la sanción por resolución fundada y de acuerdo a las circunstancias de cada caso. La Administración debe fundamentar las razones por las que la reprimenda es proporcional a la falta que motiva su imposición. C A D E 5177. En definitiva, solicitaron la anulación del acto administrativo cuestionado. C A D E 5177. II) Conferido traslado de la demanda, la Administración lo evacuó a fs. 21/36 vta., bregando por su rechazo en base a los siguientes fundamentos. C A D E 5177. Descartó, en la emergencia, la ocurrencia de demoras en el procedimiento administrativo tributario y que la regla del acto propio no resulta aplicable a su representada porque su actuación está regida por el principio de legalidad y no está sujeta a plazos. Sin perjuicio de ello, tampoco se advierte el perjuicio que pueda haber causado a los administrados, desde el momento que el paso del tiempo, en lugar de perjudicarlo lo benefició por la desvalorización monetaria que orada el valor real de la sanción impuesta, que es una suma fija que no devenga recargos. C A D E 5177. Explicó detalladamente todos los pormenores de la infracción que fue constatada, la que ha sido reconocida y probada, habiéndose configurado el elemento subjetivo y objetivo de la infracción. El artificio consistía en la emisión de facturas por servicios que no se prestaban efectivamente, siendo la empresa destinataria beneficiada a los efectos de abatir el monto imponible de los tributos que le correspondía abonar. Según las declaraciones del co-actor GHIOLDI, los servicios se habrían prestado a AGROAS S.A. en el segundo semestre del 2003 y en el primer semestre del 2004, tercerizando los trabajos en la empresa LABORATORIOS TURBOSTERN, con domicilio en la calle San Martín esquina Amézaga. Sin embargo, se constató que en el domicilio donde supuestamente funcionaba esta firma había un local vacío, probándose asimismo que el local fue entregado a su propietaria en setiembre de 2002 por la firma que lo ocupaba, previo proceso de desalojo iniciado en agosto de ese mismo año. Los inspectores obtuvieron copia de los escritos presentados ante el Juzgado de Paz Departamental por el abogado de la propietaria del inmueble. En el mismo domicilio se domiciliaban, supuestamente, las firmas ACUBER S.A. y SEVIG S.A. con las que GHIOLIDI LTDA. supuestamente contrataba también servicios. C A D E 5177. En definitiva, se acreditó que GHIOLDI LTDA. facturaba servicios inexistentes que aumentaban sus ingresos y, a su vez, recibía facturas también inexistentes con lo cual disminuía el monto de los tributos a pagar. En la especialidad del caso, GHIOLDI LTDA. facturó a AGROAS S.A. servicios no prestados por un monto de U$S 21.114, los que fueron empleados -supuestamente- por la prestataria. C A D E 5177. Con tales elementos a la vista, señaló que es evidente que se constata la presencia de la infracción tributaria de defraudación, puesto que se comprobó la presencia de maniobras fraudulentas, realizadas con el propósito de obtener para un tercero un provecho indebido en perjuicio de los derechos del Fisco. El elemento subjetivo de la infracción está puntualmente acreditado, puesto que la emisión de facturas por servicios no prestados, solo sirve a los efectos de ser utilizadas para disminuir el pago del IVA y deducir gastos que inciden en la determinación del monto imponible del IRIC. Ello prueba en forma inequívoca la intención de defraudar. C A D E 5177. Recordó que no es acertado el argumento de que no corresponda la tipificación de la infracción de defraudación tributaria, por el hecho de que el actor hubiera sido procesado con prisión por el delito de falsificación documentaria al descartarse la tipificación del delito de defraudación tributaria. En tal sentido, resaltó que los ámbitos administrativo y penal responden a órdenes diferentes y actúan con autonomía. Contrariamente a lo afirmado por el Sr. Juez actuante en la órbita penal, sostuvo que aunque el actor personalmente no haya utilizado la documentación apócrifa, de acuerdo a las reglas de la coparticipación criminal, es un coautor del delito de defraudación. Sin su participación, el delito no se hubiese podido cometer, porque es evidente que para que se empleen facturas apócrifas, alguien tiene que hacerlas. C A D E 5177. Consideró que tampoco se violentó el principio de non bis in ídem, en tanto los reclamantes parten de una concepción equivocada de su alcance, ya que el sometimiento de un individuo, por el mismo hecho, a un proceso judicial penal y un procedimiento administrativo no importa la violación de aquél. Y, ello por dos razones: la independencia de la esfera judicial de la administrativa y, la naturaleza procesal o adjetiva de la directriz axiológica. C A D E 5177. Añadió que al momento de graduar la multa por la infracción de defraudación, la Administración goza de una potestad discrecional. Sin perjuicio que, a efectos de determinar la graduación, se ciñó a lo dispuesto en el art. 100 del Código Tributario. C A D E 5177. Defendió el criterio seguido para la cuantificación de la multa por defraudación, sin perjuicio de anotar, sobre este aspecto, que los actores no hicieron una crítica razonada sobre el punto que pueda considerarse un agravio. Sin perjuicio de lo cual, se refirió a la modalidad empleada por la Administración que consideró la incidencia que tuvieron las facturas en la reliquidación practicada. C A D E 5177. En cuanto a la motivación del acto resistido, apuntó que no solamente emerge del acto en sí mismo sino también de los antecedentes administrativos que le sirven de asiento. En suma, solicitó la confirmación del acto administrativo residenciado. C A D E 5177. III) Abierto el juicio a prueba (fs. 38), se produjo la que obra certificada a fs. 61 y alegaron de bien probado las partes por su orden (la actora a fs. 64/75 vta. y la demandada a fs. 78/84 vta.). C A D E 5177. IV) Oído el Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo (Dictamen No. 174/2013, glosado a fs. 87/88), aconsejó desestimar la demanda anulatoria incoada. C A D E 5177. V) Se citó a las partes para sentencia (fs. 90), la que, previo pasaje a estudio de los Sres. Ministros, se acordó su dictado en legal y oportuna forma. C A D E 5177. CONSIDERANDOS: I) Que, en la especie, se han satisfecho los presupuestos formales que habilitan el ejercicio útil de la acción anulatoria (arts. 317 y 319 de la Constitución de la República, arts. 4 y 9 de la Ley 15.869). C A D E 5177. II) En autos se promueve la anulación de la resolución No. 2592 de fecha 30/12/2010 dictada por el Director General de Rentas, mediante la cual se determinaron tributos a la contribuyente AGROAS S.A. y se le impusieron sendas multas por las infracciones tributarias de mora, contravención y defraudación; y en lo trascendente al caso, se declaró a GHIOLDI LTDA. y a su representante Juan Carlos GHIOLDI BRAVO personalmente responsables de una multa por la infracción tributaria de defraudación por un monto de $ 1.806.408, equivalente a 6 veces el monto del IVA y del IRIC defraudados por los mismos (fs. 656/657 Pieza 3 A.A.). C A D E 5177. III) Que las alegaciones de las partes surgen suficientemente detalladas en el Capítulo de RESULTANDOS, al cual habrá de remitirse la Corporación en aras de la brevedad. C A D E 5177. IV) El Tribunal en mayoría y, apartándose parcialmente de lo dictaminado por el Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo, acogerá la pretensión anulatoria actuada en los contenidos que se intentarán explicitar a continuación. C A D E 5177. V) En lo inicial, corresponde ingresar al análisis del caso por la exposición de los antecedentes administrativos más relevantes, que derivaron en el dictado del acto cuestionado. C A D E 5177. Durante una fiscalización a la contribuyente AGROAS S.A., la División Fiscalización de la DGI puso al descubierto que dicha firma había empleado para sus liquidaciones impositivas, facturas emitidas por GHIOLDI LTDA que no se correspondían a servicios efectivamente prestados, es decir, se habían considerado para las liquidaciones de IVA e IRIC gastos inexistentes. En la indagatoria realizada por los inspectores, el Sr. GHIOLDI -representante de GHIOLDI LTDA- adujo que los servicios que había prestado a AGROAS S.A. los había tercerizado en otra firma. Sin embargo, cuando los inspectores concurrieron a los domicilios de la firma a quien se sindicaba como la encargada de la prestación de los servicios dubitados, advirtieron que ésta había cesado su actividad, y más precisamente, que a la fecha en los que los servicios fueron supuestamente prestados, había sido desalojada de su domicilio fiscal, por lo que ya no tenían actividad alguna (ver en especial informe inspectivo a fs. 77 y ss. Pieza 1 A.A. e informe del Departamento Jurídico de la DGI luciente a fs. 123/128 Pieza 1 A.A.). C A D E 5177. Se estimó la infracción a imponer a los actores en 6 veces el monto de las facturas emitidas en infracción (resolución Nº 686/2004 de fecha 20/12/2004 dictada por el Director General de Rentas luciente a fs. 130/133 Pieza 1 A.A.) y luego de otorgar a los interesados las correspondientes vistas -que no fueron evacuadas por los promotores- se dictó el acto sancionatorio impugnado. C A D E 5177. VI) Ahora bien, en cuanto a la tipificación de la infracción de defraudación tributaria, corresponde señalar que, indudablemente, se presentan los elementos que habilitan la tipificación de la mencionada infracción tributaria. Sobre este punto, el Tribunal ha tenido oportunidad de pronunciarse sobre hechos análogos, protagonizados por los mismos sujetos reclamantes, en otro expediente en el que intervinieron las mismas partes. La única variante con respecto a este caso, es la identidad de la empresa a la que se le facturaban los servicios inexistentes, por lo tanto, las consideraciones realizadas en aquella causa pueden trasladarse sin inconveniente alguno en el sub-judice. C A D E 5177. En lo concreto, luego de un profundo análisis de las actuaciones administrativas aportadas al proceso, se estima que la comisión de la infracción de defraudación tributaria por GHOLDI LTDA. y la participación personal en la infracción del co-actor Juan Carlos GHIOLDI, resultó puntualmente acreditada, conforme a los elementos de juicio disponibles. Tal como surge del dossier administrativo y como lo demuestra la bien fundamentada defensa de la Administración Tributaria, la infracción de defraudación efectivamente se verificó. La Sociedad actora emitió facturas por servicios inexistentes a AGROAS S.A., las que fueron aprovechadas por ésta para la liquidación de sus impuestos, obteniendo así un provecho indebido en perjuicio de los derechos del Fisco. Si bien la reclamante GHIOLIDI LTDA. argumentó que los servicios que le prestó a AGROAS S.A. los tercerizó en otra empresa, ello no fue debidamente acreditado y, más aún, todos los elementos convictivos obrantes sustentan la hipótesis contraria, es decir, que los servicios no se prestaron. Es particularmente relevante el hecho de que, el local donde supuestamente funcionaba la empresa que efectivamente prestó los servicios, estaba vacío desde hacía mucho tiempo antes que éstos fueran brindados. Como surge de las actas que -debidamente testimoniadas- se incorporaron como prueba en este proceso contencioso- anulatorio, el co-actor Juan Carlos GHIOLDI declaró que los servicios a AGROAS S.A. fueron prestados entre el segundo semestre de 2003 y el primer semestre de 2004 (fs. 43 del ppal.). A esa fecha, sin embargo, el local en el que supuestamente funcionaba LABORATORIOS TURBO STERN, la empresa habría realizado los trabajos a façon por cuenta y orden de GHIOLDI LTDA, que luego se comercializaron a AGROAS S.A., estaba desocupado (fs. 40 ibídem). En tal sentido, se incorporó como prueba testimonio del escrito presentado en el juzgado ante el que se tramitó el proceso de desalojo del inmueble, en el que consta que el local fue entregado por LABORATORIOS TURBO STERN a su propietaria el 4 de setiembre de 2002 (fs. 54 Ib.). C A D E 5177. La maniobra de emitir facturas por servicios inexistentes a otra empresa, da cima, sin lugar a duda alguna, al tipo infraccional de defraudación tributaria, por lo que resulta evidente la intención de defraudar en esa maniobra y la materialidad de la conducta. No se advierte qué otro propósito puede perseguir alguien que emite facturas por servicios inexistentes que privilegiar una maniobra ilícita en perjuicio de los derechos del Fisco. C A D E 5177. Razón por la cual, resultan enteramente trasladables al presente las afirmaciones que el Tribunal hiciera en la Sentencia No. 397/2012, en la que se analizó idéntica maniobra a la ventilada subespecie y se sostuvo: “De los antecedentes administrativos surge que la empresa YASKA S.A. realizó un trabajo para UTE para el cual, según declaraciones de sus titulares, tuvieron que contratar servicios de terceros (fs. 7 vuelta AA). Los inspectores de la DGI analizaron la cuenta de servicios contratados y los registros contables de la empresa y constataron la existencia de facturas de la empresa Ghioldi Ltda., entre otras empresas, que durante el período agosto 2002 y setiembre de 2003 le facturó a YASKA un total de US$ 52.174 (fs. 21 y 27 a 29 AA). No obstante, de las declaraciones de los imputados surgían contradicciones. Así, según lo declarado por el Sr. Ghioldi y el Sr. Ringeltaube (técnico de YASKA), el importe de trabajo entre las empresas ascendió a US$25.000 (fs. 9 AA), importe menor al facturado.- Por su parte, el Sr. Eliú Prada (que según él es un empleado de YASKA, pero su hijo afirma que es el verdadero dueño fs. 17 A.A.) explicó que la existencia de boletas de compras de empresas desconocidas por él (entre ellas las facturas emitidas por la actora), fueron incluidas en los estados contable por Graciela González, su contadora, sin su conocimiento (fs. 10 A.A.).- Las inspectoras afirman en su informe que la Sra. González manifestó conocer a la firma Ghioldi Ltda., porque cree que eran clientes del Estudio Contable Brotos, pero que no los trataba ella y declaró que no le sonaba que fueran proveedores de YASKA (fs. 33-40 AA). Sin embargo, de las declaraciones surge que el Sr. Ghioldi le presentó a la Sra. González para que YASKA pudiera cumplir con la licitación en UTE.- Asimismo, cuando se le consulta al Sr. Ghioldi con qué personal realizó la obra, su respuesta fue que los tercerizaba con una empresa denominada Laboratorios Turbostern con domicilio en la calle San Martín 2252 (fs. 36 A.A.). Pero, cuando las inspectoras concurren a ese domicilio se encuentran que el mismo está desocupado desde el 4/09/2002, lo que es confirmado por un documento que presenta el abogado de la propietaria (fs. 36 AA).- Además, dentro de los registros contables del actor, DGI encontró documentación de las empresas SIEVIG S.A. y ACUBER S.A., ambas con domicilio en la calle San Martín 2252.- De acuerdo a esos registros contables SIEVIG facturó $U 1.421.844 (setiembre del 2002 a enero del 2003) y ACUBER $U 176.727, pero el Sr. Ghioldi nunca entregó las facturas solicitadas.- Entonces, de la inspección efectuada por la DGI surge claramente que la empresa YASKA SA incurrió en defraudación tributaria y que la parte actora fue una de las sociedades que colaboraron con ella.” En cuanto a la violación del principio de non bis in ídem, no cabe sino concordar con CAJARVILLE -bien citado por la parte demandada- en que no cabe confundir las órbitas administrativa y penal. C A D E 5177. Como enseña este autor, los ámbitos penal y administrativo son ámbitos diferentes y deben actuar con autonomía. Textualmente, nuestro autor expresa lo siguiente: “La recíproca autonomía de ambos regímenes sancionatorios se concreta en tres aspectos: independencia de los procedimientos de investigación, independencia de la calificación de los hechos e independencia de las decisiones. La independencia de los procedimientos resulta de que en uno y otro actúan autoridades distintas, en ejercicio de funciones, vale decir de poderes y deberes y persiguiendo fines, también diferentes (…) La independencia -formal y sustancial- de las calificaciones de los hechos y de las consiguientes decisiones, derivan de los diferentes intereses atendidos y fines perseguidos por ambas represiones, que tutelan bienes jurídicos distintos. C A D E 5177. El ejercicio de la potestad disciplinaria persigue el debido desenvolvimiento de la función administrativa, el buen funcionamiento de los servicios, y para ello el correcto cumplimiento de sus deberes por los funcionarios. De ahí que se admita sin discrepancias que en materia disciplinaria no rige en plenitud el principio nullum crimen, nulla poena, sine legge, propio del Derecho penal; y entonces, el comportamiento de un funcionario puede no configurar delito pero sí falta administrativa.” (CAJARVILLE PELUFFO: Juan Pablo: “Denuncia penal y sumario administrativo” en Sobre Derecho Administrativo, T. II, FCU, Montevideo, 2008, págs. 522-523 y 525; véase también LORENZO, Susana: “Sanciones administrativas”, B de F, Montevideo-Buenos Aires, 1996, pág. 111; en jurisprudencia, por todas, puede consultarse las Sentencias No. 559/2007 y 142/2013). Vale revalidar también sobre este punto lo que dijera el Tribunal en la Sentencia No. 397/2012, por resultar enteramente trasladable: “…ha de señalarse que, el agravio motivado en la violación del principio non bis in ídem, no puede ser compartido. Sabido es que, doctrina y jurisprudencia reconocen la autonomía de las esferas penal y administrativa, en atención a su diversa especialidad, finalidad y por qué no, raíz ontológica de una y otra.- La pretensión fincada en que los hechos motivantes de la infracción fiscal no sirvieron de base para la configuración del ilícito penal es descartable, por cuanto, la solución arribada por la Justicia Penal en nada incide sobre el procedimiento administrativo en lo que dice relación con la infracción de defraudación, pues, el fin perseguido y tutelado por el orden jurídico, ciertamente, es diverso.- Sin perjuicio de ello, y más allá de las oscilaciones jurisprudenciales que ha atravesado el Cuerpo en sus diversas integraciones, en la actualidad es conteste en sostener que la directriz axiológica en examen tiene naturaleza adjetiva o procedimental. Y, ello implica la imposibilidad jurídica de doble enjuiciamiento, es decir, prohibición de incoar dos procedimientos -de idéntica raíz ontológica- como barrera y garantía del administrado.- Indica Susana Lorenzo a propósito del principio non bis in ídem: “Existen dos enfoques posibles de este principio: 1) Puede entenderse como un principio general de derecho aplicado al campo represivo (penal y administrativo), que se traducirá en la imposibilidad de aplicar más de una sanción a un mismo hecho infraccional. Esta posición afirma que se trata de un principio sustantivo. C A D E 5177. 2) La posición que sostiene que se trata no de un principio general sustantivo sino de un principio de procedimiento, sintetiza así su formulación: el principio non bis in ídem, traducido a términos procedimentales, implica que un mismo hecho infraccional no podrá ser ventilado en más de una oportunidad.” (el subrayado me pertenece).- Prosigue la autora: “En definitiva, entendemos que el principio non bis in ídem es un principio procesal y no sustantivo, referido al procedimiento, y se traduce en la obligación para la Administración de inhibirse de volver a ventilar un contradictorio infraccional que ya estuviere resuelto” (Lorenzo, Susana; en “Sanciones Administrativas”, pág. 111/113, Editorial B de F, 1996.- Tal supuesto no ocurrió en la especie.- (…) En efecto, la Administración, en puridad, no duplicó los procedimientos tendientes a determinar la existencia de la infracción fiscal, sino que, por un lado promovió la denuncia penal ante la Justicia Penal, y por otro, desarrolló sendas actuaciones en el seno administrativo tendientes a comprobar la existencia del ilícito tributario.- La propia regulación legal, disipa el argumento utilizado por los accionantes. Por cuanto la defraudación tributaria ha sido disciplinada como hecho infraccional y como delito, siendo por tanto, jurídicamente inviable extrapolar la decisión jurisdiccional penal al ámbito administrativo.- Asimismo, es incomprensible que se aduzca la violación del non bis in ídem y por otra parte se sostenga que “al menos” debió servir de base el pronunciamiento jurisdiccional para aminorar la sanción. Si se hubiere violado el principio no podría sencillamente erigirse como fundamento para disminuir la sanción, pues ésta habría sido ilegítima por duplicidad de enjuiciamientos.” Con tales entendimientos, corresponde desestimar la procedencia de los agravios concernientes a la existencia de la infracción tributaria de defraudación, la que se ha probado acabadamente al igual que la denunciada violación del principio de non bis in ídem. C A D E 5177. VII) En cuanto a la cuantificación de la multa por la infracción tributaria apuntada, deben distinguirse dos aspectos conceptualmente diferenciables, ya que ambos han sido cuestionados por los reclamantes. C A D E 5177. El primero es el concerniente a la base de cálculo considerada para cuantificar la infracción de defraudación. La parte actora (fs. 10 del ppal.), recordó que la multa debe cuantificarse en función del monto de los tributos que se hayan defraudado o pretendido defraudar, sugiriendo que la aplicada habría sido ilegítimamente cuantificada en base al monto de las facturas emitidas a AGROAS S.A. y que, en su lugar, correspondería tener en cuenta los montos defraudados por esta última firma. C A D E 5177. Sobre esta fase de cuestionamiento, corresponde destacar inicialmente la poca claridad del planteo, lo que realmente hace dificultoso que pueda considerarse como un verdadero agravio, desde que no existe una crítica razonada sobre este punto, tal como bien lo hace notar la defensa de la accionada a fs. 34 vuelto y 35 del ppal, sin perjuicio de lo cual no resulta ajustado considerar que la multa se haya cuantificado en base al monto de las facturas emitidas a AGROAS S.A. Si se examina con atención el expediente administrativo, se advertirá que a fs. 42 A.A., hay un listado, nominado como ANEXO I, en el que se detallan las facturas emitidas por GHIOLDI LTDA. que no fueron aceptadas durante la fiscalización. Los inspectores tomaron el recaudo de discriminar, el total de las facturas emitidas, que totalizan $ 519.082 y por su lado, la incidencia de éstas para el IVA ($ 119.389) y para el IRIC ($ 181.679). Fue en base a la incidencia de las mentadas facturas para cada uno de estos impuestos reliquidados -y no al monto total facturado a AGROAS S.A.- que se cuantificó la multa. La suma de la incidencia para el IVA y el IRIC totalizaba un monto $ 301.068, que fue finalmente la base de cálculo de la multa impuesta. C A D E 5177. El otro punto de cuestionamiento a considerar, es la legitimidad del obrar administrativo para decidir la graduación de la multa, la que se cuantificó en 6 veces el monto de los tributos que se pretendió defraudar (totalizando $ 1.806.408 de la multa impuesta finalmente). Este motivo de impugnación, a juicio de la mayoría de quienes concurren al dictado del presente pronunciamiento, surge con claridad delimitado en el acto de proposición de los reclamantes (fs. 13 vta./16 del ppal.), en tanto se hicieron continuas y expresas referencias al art. 100 del Código Tributario, disposición que consideraron vulnerada al igual que el art. 96 eiusdem. Por ejemplo, a fs. 16 del ppal., se dice textualmente: “La resolución en estos aspectos vulnera claramente los artículos 96 y 102 del CT, que expresamente mandatan a graduar la sanción por resolución fundada y de acuerdo a las circunstancias particulares de cada caso. En el presente caso ni se ha graduado la multa de manera fundada al compareciente, ni se han considerado las circunstancias particulares del mismo…”. A mayor abundamiento, se estima que la demanda debe razonablemente interpretarse, no pudiendo exigir un rígido formalismo en el orden expositivo- argumentativo de los promotores, so riesgo de obturar el obligatorio examen de la causal de nulidad invocada. Se advierte sin mayor esfuerzo intelectivo que los actores se agraviaron de la inexistente ponderación de agravantes y atenuantes ordenada por el art. 100 del Código Tributario, conjuntamente con la violación de otros caros principios generales de Derecho Sancionatorio. C A D E 5177. Una vez realizado el preciso despeje acerca de la articulación de este agravio que fuera denunciado por los reclamantes, no puede sino convenirse que les asiste razón en su planteo correspondiendo recepcionar integralmente la causal de nulidad invocada. C A D E 5177. Si bien, como lo ha señalado el Tribunal reiteradamente, es dable convenir que la facultad de fijar el quantum de la multa por defraudación, es una prerrogativa discrecional de la Administración (así Sentencias Nos. 416/2009; 737/2010, entre otras), no es menos cierto que esa elección, en ejercicio de tales facultades discrecionales, debe fundamentarse (motivarse) adecuadamente. Máxime cuando se trata de una prerrogativa que, si bien es discrecional, tiene elementos reglados como la existencia de atenuantes y agravantes, que la Administración tiene el deber de atender (arts. 96 y 100 del CT). Como lo señalan VALDÉS COSTA, VALDÉS DE BLENGIO y SAYAGUÉS ARECO, el art. 96 del CT, dispone que la determinación deberá hacerse por resolución fundada y de acuerdo a las circunstancias de cada caso, en una referencia implícita al art. 100 del Código Tributario (así: VALDÉS COSTA, Ramón, VALDÉS DE BLENGIO, Nelly y SAYAGUÉS ARECO, Eduardo: “Código Tributario comentado y concordado”, FCU, Montevideo, 2002, pág. 563). A su vez, el art. 100 establece el elenco de circunstancias que corresponde tener en consideración para graduar las sanciones tributarias. Sin perjuicio de anotarse, como lo recuerdan los citados comentaristas del Código Tributario, que existe una disposición interna de la DGI que ordena considerar las circunstancias del art. 100 del Código Tributario a la hora de graduar la sanción a imponer. La Resolución No. 445/980 -vinculante para los funcionarios de la DGI- por el art. 3 del Código Tributario, regula el contenido de los informes letrados y, en el punto 3 literal C), establece lo que deberá ponderarse a la hora de imponer las sanciones. Establece el mencionado precepto interno de DGI que: “En todos los casos el grado de responsabilidad se determinará individualmente para cada agente, habida cuenta de la modalidad operacional, la peligrosidad evidenciada, tanto en lo concerniente a su comportamiento en los hechos que dan mérito al dictamen, como por sus antecedentes y demás circunstancias previstas en el artículo 100 del Código Tributario” Si se examinan los antecedentes administrativos, debe razonablemente convenirse que no hay argumento alguno para justificar la graduación de la multa por la infracción de defraudación ponderándose las circunstancias concurrentes. En el primero de los informes letrados, a fs. 118 Pieza I A.A., se señaló que de acuerdo a lo informado por el equipo inspectivo corresponde aplicar a los actores una multa de 6 veces el monto de los tributos que se pretendió defraudar y se mencionaron los arts. 96 y 102 del Código Tributario. Adviértase que ni siquiera se hizo expresa consideración del art. 100 del Código Tributario y, menos aún, examina las circunstancias concurrentes agravantes o atenuantes para sugerir ese guarismo punitivo Tampoco se advierte fundamento alguno en el acto por el cual el Sr. Director de Rentas estimó la sanción a imponer (ver fs. 130/133 Pieza 1 A.A.). Luego de conferidas las vistas, hay otros informes letrados, pero no refieren en absoluto al punto y no aportan fundamentos que expliciten las razones de la elección del guarismo represivo escogido por la Administración Tributaria (ver en tal sentido fs. 129 A.A. cit., fs. 524 Pieza II A.A., fs. 562/563 y 585 Pieza III A.A.). C A D E 5177. Vale insistir, es indudable que la facultad de fijar el quantum de la multa a imponer como sanción por la infracción de defraudación tributaria es de resorte discrecional. Pero el ejercicio de esa prerrogativa debe fundamentarse adecuadamente para asegurar el derecho de defensa, máxime cuando la Ley establece en el art. 100 del Código Tributario determinados parámetros a atender para la graduación de la reprimenda. C A D E 5177. En tal sentido, ALTAMIRANO sostiene que la: “Discrecionalidad implica la libertad para adoptar uno u otro camino, por esta razón es justamente que los actos administrativos emitidos en ejercicio de estas facultades discrecionales donde la exigencia de la motivación tiene mayor importancia, pues si la “discrecionalidad” importa la libertad de elección entre dos o más soluciones igualmente justas, al haber escogido una, es deber de la Administración justificar el porqué de tal elección y -paralelamente- el porqué de la eliminación de las otras soluciones (…) En consecuencia la discrecionalidad se relaciona con la motivación del acto administrativo. La motivación es la materialización de la interdicción de la arbitrariedad. Esta circunstancia, la de exigir a la Administración a que motive sus decisiones discrecionales, explicando los motivos o razones por las cuales ha realizado tal elección y no otra.” (ALTAMIRANO, Alejandro: “Derecho Tributario. Teoría General”, Marcial Pons, Buenos Aires, 2012, págs. 501 y 502). C A D E 5177. En esta línea conceptual el Tribunal, en mayoría, hace suyas las expresiones que este redactor sostuviera en las discordias a las Sentencias Nos. 771/2012 y 97/2013, señalándose: “En lo que respecta a la infracción de defraudación, si bien debe reputarse acreditado el cometimiento de la precitada, estimo que la fijación del quantum punitivo deviene ilegítima, por la carencia de expresión de fundamentos por parte de la Administración (omissis).- No se discute la discrecionalidad que asiste a la demandada en la elección de un comportamiento entre diversidad de posibles conductas a que puede asumir. Sin perjuicio de anotarse, que en la “fijación o accertamento” de la multa, indispensable y obligatoriamente tienen que ponderarse y/o contabilizarse atenuantes y agravantes a los efectos de determinar el alcance cuantitativo de la punición.- Pero de las resultancias administrativas, si bien surgen particularmente analizados los extremos fácticos que ameritaron la corrección, se destaca que la Administración no exteriorizó los motivos que determinaron la elección por un particular guarismo punitivo, más aún si aquél refiere al máximo legal.- No debe confundirse la atribución por parte del legislador de una potestad discrecional con la exteriorización de los motivos, esto es, la indicación de las razones de hecho y de derecho que orientaron a la Administración en la elección de un comportamiento dentro de diversas opciones igualmente válidas.- En el caso, no puede sino convenirse, que la accionada únicamente tomó en cuenta los numerales 1, 2, 5 y 6 del art. 100 C.T. para estimar la multa por defraudación en 15 veces el impuesto que se pretendió defraudar (Dictamen del Departamento Jurídico a fs. 385 A.A., CONSIDERANDO II del proyecto de resolución a fs. 389 Ib., CONSIDERANDO II de la resolución No. 528/207 de fecha 25/5/2007 dictada por el Director General de Rentas a fs. 393 Ib., RESULTANDO IX de la resolución impugnada a fs. 452 vta. Ib.) sin correlacionar las agravantes a considerar en los supuestos fácticos a que refiere la norma y, sin explicitar por qué no fueron consideradas atenuantes en cuanto al cometimiento de la infracción.- Por otra parte, procede destacar que, la accionada al contestar la demanda (fs. 15 del ppal.) estima que, en el caso, no existió atenuante alguna. Sin embargo, procede admitir que la Administración debe considerar la conducta global y ponderar aquellas circunstancias que empeoran la situación de los sujetos pasivos así como señalar cuáles atenuantes corresponde considerar o ninguna porque no se verificaron, pero dicho análisis debe emerger del acto que dispone la sanción o de los antecedentes administrativos. Pues de lo contrario, se habilitaría extemporáneamente la expresión de motivos no aducidos en la estación procedimental administrativa, cuya formulación en sede jurisdiccional se advierte como inadecuada.- Asimismo, las precitadas disposiciones legales deben rectamente armonizarse con lo prevenido en el art. 96, inciso final, del Código Tributario en cuanto prescribe que: “La graduación de la sanción deberá hacerse por resolución fundada y de acuerdo a las circunstancias de cada caso” (destacado me pertenece), no pudiendo sino sostenerse que la referencia a las circunstancias del caso supone que la determinación del monto de la multa debe hacerse sobre bases fácticas ciertas y correctamente individualizadas.- En similar sentido se pronuncia F. BERRO para quien la norma -refiriéndose al art. 96 eiusdem- puede tener utilidad de remarcar la necesidad de que - dentro de la normal e imprescindible fundamentación de la Resolución- se establezca en forma especial el aspecto de cómo llegó a graduarse en el caso concreto, “de acuerdo a las circunstancias de cada caso” como dice el inciso final del art. 96. (Berro, Federico; “Los Ilícitos Tributarios y sus Sanciones”, pág. 152).- Por igual, debe tenerse presente que, el Código Tributario, en su art. 100, numeral 9, habilita el entendimiento de que las circunstancias consideradas por el legislador no son taxativas, sino meramente enunciativas, siendo de aplicación subespecie toda circunstancia atenuante que resulte de los procedimientos administrativos o jurisdiccionales, aunque no estén previstas en la ley, resultando expresión del principio general de ANALOGÍA IN BONAM PARTEM con amplia recepción normativa en el num. 13 del art. 46 del Código Penal, aplicable por sencilla paridad ontológica entre el campo sancionatorio y punitivo.- Como señala CASSAGNE refiriéndose a la interdicción de la analogía: “Frente al vacío normativo que pueda ofrecer al ordenamiento penal sancionatorio no existe posibilidad de acudir a la analogía en perjuicio del administrado, lo cual no es óbice para que pueda operar a su favor (in bonam partem) mediante la extensión de normas que se refieren a circunstancias desincriminatorias, atenuantes o causales de extinción de las penas” (Cassagne, Juan Carlos; “Los Principios del Derecho Penal en la actividad sancionatoria de la Administración” en AA.VV. “Estudios de Derecho Administrativo, 2010-N°2, LA LEY URUGUAY, 1ª Edición, 2011, pág. 77, destacado no está en el original).- Ahora bien, con tales entendimientos, procede concluir que siendo elementos reglados que coexisten con la atribución de una potestad discrecional, la Administración debió integralmente considerarlos mediante una adecuada y eficiente expresión de los motivos.- Siguiendo a COMADIRA, entiendo que: “…tanto el control de los elementos reglados del acto como la verificación judicial de los hechos invocados, no implican control de la discrecionalidad en sí misma, sino, en todo caso, de aspectos jurídicamente reglados de la decisión discrecional. (…) Ahora bien, aun cuando la motivación tiene importancia en el caso de los actos dictados en ejercicio de facultades regladas, porque permite determinar la corrección del encuadre fáctico normativo de la decisión, su estricta configuración -omissis- es, sin embargo, particularmente exigible, cuando aquél es dictado en el marco de facultades discrecionales, pues éstas deben hallar en aquélla el cauce formal convincentemente demostrativo de la razonabilidad de su ejercicio. En la motivación de los actos discrecionales, la autoridad se justifica ante el administrado y se justifica también ante sí misma” (Comadira, Julio R.; “Derecho Administrativo”, Lexis Nexis - Abeledo Perrot, 2ª Edición actualizada y ampliada, 2003, págs. 508 y 510).- En el fuero nacional, indica CAJARVILLE que el principio de motivación de la decisión, impone a la Administración el deber de explicar en el propio acto o sus antecedentes las razones de hecho y de derecho que fundamentan su dictado y constituyen “sus motivos”, condicionando su validez. La debida motivación requiere una relación directa y concreta de los hechos y de las razones particulares del caso específico resuelto, rechazándose las fórmulas generales de fundamentación (arts. 123 y 124, y también art. 21 del Decreto N° 30/003, de 23 de enero de 2003, “Normas de conducta en la función pública”). El deber de motivar deriva de la necesidad de este derecho fundamental a defenderse, porque mal puede hacerlo fundadamente quien no conoce las razones de lo decidido (Cajarville Peluffo, Juan Pablo; “Sobre Derecho Administrativo”, FCU, Tomo II, 2ª Edición Ampliada, 2008, págs. 179/180).” En esta orientación conceptual, TARRECH analizando el dispositivo legal de mención -art. 100-, expresa que cobra relevancia la inclusión de este artículo en nuestro CTU ya que debe considerarse que es obligación de la Administración su aplicación en cada uno de los casos en que se analice la conducta de los sujetos infractores. C A D E 5177. De esta manera se otorga seguridad a los administrados de que su conducta, así como las circunstancias que rodean cada caso concreto serán analizadas y tenidas en cuenta al momento de juzgar su conducta. (TARRECH LEGUINA, Florencia: “La graduación de las infracciones tributarias” en Consultor Tributario, LA LEY, Año II, N° 7, Julio 2011, pág. 21). En términos compartibles y revalidables también en lo que refiere a este tipo infraccional, se ha dicho que: “En el caso, no puede confundirse la atribución de un poder, facultad para castigar determinados comportamientos de los particulares, con el modo en el que deben desarrollarse o canalizarse su actuación. C A D E 5177. La discrecionalidad, evidentemente, no supone liberalidad en cuanto a la necesidad de externalizar las razones de hecho y de derecho que formalizan el juicio de selección del órgano público en relación a la reprimenda aplicable al caso concreto. Esa externalización de los motivos no es más que la contracara de un derecho fundamental, esto es, el derecho a acceder a resoluciones motivadas, en tanto suponen limitaciones particulares a las esferas jurídicas personales de los sujetos implicados. C A D E 5177. (…) Y, ello como consecuencia de que no es posible tener en cuenta (art. 100 del Código Tributario) las circunstancias que disminuyan o desmejoren la responsabilidad del infractor, sin expresar la línea de razonamiento para apreciarlas. C A D E 5177. (…) Para ello, el art. 100 del Código Tributario ordena, prescribe o mandata al aplicador del Derecho (esto es, la Administración) la ponderación de las atenuantes y agravantes. Dicha actividad, entonces, reclama la subsunción de la conducta dentro de situaciones favorables para morigerar la futura aflicción como de aquellas que resultan desfavorables al interés particular. C A D E 5177. Con tales entendimientos, puede razonablemente convenirse, que la actividad de verificación de atenuantes y agravantes, dirigen preceptivamente a la Administración a realizar un examen crítico de la conducta infraccional a efectos de luego determinar cuál reprimenda corresponde aplicar. C A D E 5177. (…) Razón por la cual, se estima que limitar los pronunciamientos del TCA -en cuanto a la determinación del quantum punitivo en materia infraccional- solamente a violaciones de gravedad extrema (manifiesta desproporción, abuso, exceso y/o desviación de poder) retrae el alcance de la función del órgano jurisdiccional, pero por autorrestricción de sus facultades, dejando un reducto apreciable de la actuación administrativa sin analizar por un tercero imparcial. C A D E 5177. Esta situación privilegiada del Estado no puede asentarse por vía jurisprudencial, sin apoyo alguno en los textos normativos, determinando en innumerables ocasiones el vaciamiento de contenido de la igualdad de la relación jurídica tributaria, en la que el órgano público y el sujeto pasivo se someten por igual a la Jurisdicción. C A D E 5177. La razonabilidad o proporcionalidad (a secas), la motivación suficiente, eficiente y exacta, los presupuestos, elementos del acto, entre otros, son también requisitos exigibles del accionar administrativo y, como tales, controlables sin cortapisa alguna por el juzgador. (…) La norma [refiriéndose al art. 100 del Código Tributario] no admite un examen genérico, abstracto o superficial de la situación del infractor. C A D E 5177. Dicho análisis debe versar sobre bases reales, fehacientemente acreditadas y, en innumerables ocasiones, los medios probatorios que acreditan esas circunstancias se encuentran en la esfera de disponibilidad del órgano público, por lo que su compulsa es ineludible. Y, en los demás casos, siendo el órgano público el director e impulsor natural de los procedimientos, podrá movilizar las diligencias probatorias hábiles y conducentes para determinar o despejar la ocurrencia de una circunstancia agravante o atenuante.” (PÉREZ NOVARO, César y PATRITTI ISASI, Marcelo: “Los principios generales de Derecho Sancionatorio y la infracción de contravención”, en Cuadernos de Derecho N° 4, UDE, 2014, págs. 27, 28, 30, 32 y 33). Desde la dogmática extranjera, enseña ANEIROS PEREIRA que la graduación de la sanción corresponde al órgano de la Administración tributaria que tiene atribuida la competencia para el ejercicio de la potestad sancionadora, el cual debe desarrollar una actividad que, en esencia, coincide con la que desarrolla un juez penal. Ello pone de manifiesto, una vez más, que la potestad sancionadora de la Administración tributaria es sustancialmente idéntica a la que detentan los órganos jurisdiccionales competentes para la imposición de penas. Y, prosigue el autor señalando que la imposición de una sanción por la comisión de una infracción tributaria va precedida de un proceso de concreción en el que, de un marco punitivo genérico, representado por la sanción abstracta prevista por la Ley, se pasa a un marco punitivo concreto como consecuencia de la toma en consideración de las circunstancias del caso a las que la norma legal les otorga relevancia para determinar el importe exacto de la sanción. De todo lo expuesto se deduce que existen, al menos, dos fases o momentos en la determinación de la sanción para el caso concreto: por un lado la graduación normativa y, por otro, la graduación administrativa. (ANEIROS PEREIRA, Jaime: “Cuestiones dogmáticas del régimen de infracciones y sanciones tributarias”, en AA.VV. “Régimen de infracciones y sanciones tributarias”, LV Semana de Estudios de Derecho Financiero, Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 2012, págs. 55 y 56). C A D E 5177. Sin margen de duda razonable, a juicio de la mayoría, la graduación de sanciones como proceso intelectivo que el legislador preordena en la labor del aplicador del correctivo, tiene vinculación con el derecho instrumental de defensa. Particularmente, porque esa determinación singular o selección de la carga aflictiva en mérito al comportamiento infraccional -que no se discute- reclama de la ponderación de circunstancias, entendidas como datos de la realidad a considerar, y solo su apreciación mediante pautas objetivamente legisladas, enaltece el ejercicio del derecho de defensa. En tal sentido, si el interesado EXCLUSIVAMENTE puede apreciar el acto sancionatorio y si de su contenido o actuaciones precedentes no luce exteriorizado el proceso formativo que da mérito a la sanción a aplicar, la discrecionalidad -con elementos reglados- atribuida desaparece y se asiste a un supuesto de apartamiento de la regla de Derecho aplicable. El margen de apreciación del órgano público en la selección de la reprimenda, no habilita a considerar que aquél pueda decidir sin justificar sus acciones, más precisamente, sin analizar todas las circunstancias concurrentes que atañen al infractor y corresponde sean consideradas. C A D E 5177. Precisamente porque este proceso de individualización de la sanción aplicable, es vital para arribar a una decisión justa. Más aún, cuando ante la participación de varios individuos en una maniobra defraudatoria, la falta de examen, estudio o comparación de los elementos que concurren en el llamado a responsabilidad de cada infractor, imposibilita objetivamente despejar qué trato corresponde aplicar en cada caso. C A D E 5177. Sin perjuicio de anotarse, que la convocatoria del principio de proporcionalidad de la sanción aplicada, entendido éste como corrección o correspondencia entre la carga aflictiva operada y la relevancia o magnitud del comportamiento infraccional, encuentra precisamente en el art. 100 del Código Tributario, parámetros legales que lo especifican al consagrar normativamente criterios de ponderación. C A D E 5177. En similar orientación conceptual, recuerda SÁNCHEZ HUETE jurisprudencia del Tribunal Supremo Español en la que se precisa que una función del principio está vinculada a su aplicación, en tanto que posibilita la fiscalización de las medidas a imponer, con los que se evidencia la abolición del libre arbitrio y el control de la discrecionalidad de las decisiones sobre la base del análisis de <<las circunstancias objetivas como subjetivas que radican en la infracción>>. (Cfe. SÁNCHEZ HUETE, Miguel Ángel: “La graduación de las sanciones en la nueva LGT”, Marcial Pons, Madrid, 2006, pág. 241). C A D E 5177. Y más aún, debe de verse que la finalidad de los criterios de graduación no es otra que la obtención de una sanción individualizada y proporcionada a las circunstancias personales y del hecho, atendiendo al menor o mayor grado de antijuridicidad o de culpabilidad evidenciada. Así, dicha institución tiende a procurar el respeto al principio de proporcionalidad y al establecimiento de una sanción individualizada, dentro de los parámetros abstractos fijados por la ley en la concreción de la sanción. (Ibídem, pág. 262). En definitiva, por los fundamentos expuestos, los arts. 309 y 310 de la Constitución de la República, y apartándose parcialmente de lo dictaminado por el Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo, el Tribunal, en mayoría, FALLA: Ampárase parcialmente la demanda entablada, y en su mérito, anúlase la resolución impugnada con el alcance edictado en el CONSIDERANDO VII de la presente. C A D E 5177. Sin sanción procesal específica. C A D E 5177. A los efectos fiscales, fíjanse los honorarios del abogado de la parte actora en la suma de $20.000 (pesos uruguayos, veinte mil). C A D E 5177. Oportunamente, devuélvanse los antecedentes administrativos agregados; y archívese. C A D E 5177.
Dr. Tobía (r.), Dr. Preza, Dr. Harriague (d.), Dra. Sassón, Dr. Gómez Tedeschi (d.). Dr. Marquisio (Sec. Letrado). C A D E 5177.
Discordia del Dr. Gómez Tedeschi. DISCORDE: Me voy a limitar a exponer mi
punto de vista acerca del agravio de graduación de la sanción que es lo que ha generado mi postura discrepante con la Mayoría de la Sala; en relación a los demás agravios, no median divergencias y, por lo tanto, me remito a lo expuesto por los Colegas y que comparto. C A D E 5177. Releyendo el escrito del actor referido al aspecto señalado (fs. 13 vto. a 16 vto.), el planteamiento aparece algo confuso y contradictorio: a) considera a la sanción excesiva, o sea, problema de quantum; b) que no le corresponde el mismo tratamiento que los impuestos a las otras personas sancionadas, y, c) que no existe una sola mención que haga alusión a los motivos de por qué la multa tiene un monto tan excesivo, argumento que me parece complementario del expuesto en a). Agrega que al no fundamentarse debidamente los motivos de la graduación, se vulnera su derecho de defensa. C A D E 5177. Ahora bien, a renglón seguido, y por eso digo lo de contradictorio, dice que: “…. los motivos que surgen de los antecedentes de la Resolución (acudimos a los antecedentes de la Resolución porque nada dice en la misma en relación a la graduación de la sanción) y que influirían en la graduación de la sanción, serían…..” y los relaciona (fs. 14 vto., subrayado me pertenece). C A D E 5177. Es decir, la propia parte dice que los motivos están en los antecedentes, que esos motivos no la convenzan, los estime insuficientes, o, poco convincentes, etc., o, como dice que no funden “…una sanción tan excesiva al compareciente….” (fs. 15) es otra historia, historia que se refiere no a la sanción en sí, sino en que la misma debió fijarse en un guarismo de menor entidad (que, en realidad, es lo que quiere). C A D E 5177. A mi juicio, lo que se plantea y lo que le agravia al actor es que la Administración no le ha explicado por qué la sanción se fijó en 6 veces el monto de lo defraudado y no en 5 o en 4, lo dice claramente a fs. 16 vto.: “….debe existir una razonable proporción entre la causa y el efecto, entre la violación del derecho y la sanción consecuente…la sanción contenida en un acto jurídico debe ser proporcional a la falta cometida….”. C A D E 5177. En mi lectura, el agravio, en puridad, dice relación con la violación del principio de razonabilidad y su derivado el de proporcionalidad; y, la mención que de pasada hace a los arts. 96 y 102 del C.T. (digo de pasada porque se alude a ello en apenas un párrafo (fs. 16)), es instrumental en relación a tal agravio; por eso, el actor dice que no se han tenido en cuenta “los principios del derecho sancionatorio administrativo, especialmente el de proporcionalidad y culpabilidad…” (fs. 16). C A D E 5177. En tal sentido, señalo que no hay una sola mención a qué circunstancias de las previstas en el art. 100 del C.T. el demandante considera aplicable al caso y que, a su criterio, la Administración debió relevar y que ella influiría en la individualización de la sanción, no hay referencia alguna al respecto; porque, reitero, a mi juicio, el actor está hablando de otra cosa, relacionado con el tema de las circunstancias concurrentes, pero no ha puesto el énfasis en esta cuestión. O dicho de otra manera, el contenido del agravio no se refiere concretamente a las circunstancias concurrentes, sino a los principios que regulan el régimen sancionatorio. C A D E 5177. Ahora, llegados a este punto, sostengo la aplicación de la jurisprudencia tradicional del Tribunal en esta materia y a la que hecho referencia en el Acuerdo respectivo: Considerando IX, sentencia Nº 397/2012 (Ghioldi C/MEF, ficha 527/10) y Considerando VII, sentencia Nº 771/2012 (Ghioldi c/MEF, ficha 663/10). C A D E 5177. En este proceso, el actor reproduce los mismos argumentos que expuso en las causas citadas y no advierto fundamento para variar ahora de postura que, además, viene de hace por los menos 30 años: “La Administración tributaria tiene discrecionalidad para fijar el monto de la sanción entre los límites establecidos por el art. 96 del C. Tributario, por cuya razón el TCA no puede anular el acto por impugnarse dicho monto” (sentencia Nº 107/984, en Código anotado, pág. 570). C A D E 5177. La sanción está fundada en la participación en la comisión de la infracción atribuida y en la culpabilidad del sancionado; las alteratorias, en todo caso, son circunstancias ajenas al ilícito y, además, de acaecimiento eventual que, pueden incidir (porque a veces se neutralizan) en el proceso individualizatorio de la sanción. C A D E 5177. Son de alguna manera la sintonía fina o instrumentos de precisión para graduar la sanción, pero la esencia de la cosa no está en las circunstancias del art. 100, sino que el meollo de la cuestión está en la culpabilidad del agente, en el grado de participación que le cupo en la maniobra, etc., en suma, en el comportamiento infraccional atribuido. C A D E 5177. Y eso está plenamente acreditado en el expediente y me remito al tratamiento que se efectúa en los votos acerca de la comisión de la defraudación. Por tanto, a mi juicio, la imposición de la sanción está adecuadamente motivada. C A D E 5177. Con estos supuestos, la ausencia de exponer cuáles son las circunstancias concurrentes, ya sea en el acto impugnado o aún en los antecedentes respectivos, deviene anodina o inocua; porque para que esa omisión tuviera la potencialidad de provocar la anulación del acto (total o parcialmente) debería tratarse de circunstancias tasadas, y no lo son. C A D E 5177. El art. 100 del C.T. lo que suministra son criterios o pautas para el ejercicio de la potestad sancionatoria de la Administración, pero ésta, en esencia es discrecional, porque para que no lo fuera, necesariamente, dicho poder sancionatorio debería estar minuciosamente reglado. En definitiva, el acto de determinar la sanción, de fijar el quantum con enumeración o no de atenuantes y/o agravantes, sigue siendo una ponderación que realiza la Administración de manera discrecional, que reconoce como límite la razonabilidad y la proporcionalidad de dicha individualización, tal como se ha sostenido en el pasado.
Discordia del Dr. Harriague. Discorde: Por compartir los fundamentos de la discordia del Dr. Gómez Tedeschi.