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Facultad de Derecho y Ciencias Jurídicas.

Materia: Derecho Internacional Público.


Resumen Capítulo I y II.

Alumna (o): Erika Rubí Gonzalez Ortiz


Grupo: 7 “A”
Matrícula: 210886

Domingo ,29 de mayo del 2021.


Capitulo I.
1.1 Concepción del derecho internacional público.
El derecho internacional se encuentra en una situación frente a las otras ramas del derecho
tienen relación con este tema.
En lo que concierne al concepto de, conviene mencionar los tres
tipos de definiciones que se han propuesto al respecto:
a) Definiciones según sus destinatarios. Conforme a las cuales el derecho internacional es el
conjunto de normas que regulan las relaciones entre los Estados y demás sujetos
internacionales; por ejemplo: “Derecho internacional público es el conjunto normativo
destinado a reglamentar las relaciones entre sujetos internacionales” (Seara Vázquez).
b) Definiciones según la materia. Parten del carácter internacional de las relaciones
reguladas; por ejemplo: “El derecho internacional público es el conjunto de normas que
regulan las relaciones de todas las comunidades jurídicas soberanas entre sí” (Verdross).
c)Definiciones según la técnica de creación de las normas. Las cuales consideran el
procedimiento de su positivización; por ejemplo: “El derecho internacional es el cuerpo de
normas de conducta, ejecutables a través de sanciones, que confieren derechos e imponen
obligaciones de manera primaria pero no exclusiva a los Estados soberanos y las cuales son
válidas por el consentimiento de los Estados expresado en costumbre y tratados”

1.2 La relación entre el derecho internacional público y el derecho interno de los Estados.
En el año de 1899, año en que Heinrich Triepel publica su Derecho internacional y derecho
interno, se inicia un debate doctrinal acerca de las relaciones entre ambos ordenamientos.
En torno de este problema se configuraron tres vertientes básicas con sus variantes: las tesis
dualistas, las monistas y las coordinadoras.

1.3 El Dualismo.
La teoría del dualismo jurídico en su forma pura, representada principalmente por Triepel y
Dionisio Anzilotti, establece que él y el derecho interno de los Estados son dos órdenes
jurídicos completamente iguales, distintos e independientes. Se diferencian tanto por sus
fuentes como por sus ámbitos de validez no coincidentes, dando como resultado que entre
ambos ordenamientos no puede llegar a existir conflicto alguno.
Anzilotti, a su vez, nos indica los cuatro principios que se desprenden de su teoría dualista:
a) No pueden existir normas internacionales o normas internas obligatorias en virtud de la
norma básica del orden internacional.
b) Las normas internacionales no pueden influir sobre el valor obligatorio de las normas
internas y viceversa.
c) Entre el derecho interno y el internacional no puede existir conflicto en sentido propio.
d) El derecho internacional puede, sin embargo, referirse al derecho interno y este al
derecho internacional.
A partir de estas consideraciones, el derecho internacional requeriría un acto especial que
lo incorporara al derecho interno. La norma internacional debe, si pretende obligar en el
ámbito nacional, transformarse en norma interna; no es la norma internacional la que se
aplica en el orden interno, sino una nueva norma interna.

1.2.2 El Monismo.
Los monistas proclaman la unidad de ambas ramas jurídicas en un solo sistema jurídico.
Estas tesis parten de la concepción normativista de Kelsen, según la cual, en un único
conjunto estarían incluidos los distintos órdenes y entre los cuales habría relación de
subordinación.
Las tesis que derivan de los monistas son:
a) La internista y
b) La internacionalista

1.2.2.1 El Monismo Internista.


Sostiene que el derecho interno prevalece sobre el derecho internacional, se basa en que
históricamente el derecho internacional es posterior al derecho interno, por cuanto surge
como consecuencia de la regulación de las relaciones entre Estados ya constituidos y en
que los Estados son quienes en forma libre se obligan internacionalmente.

1.2.2.2 El Monismo Internacionalista.


Sostiene que existe un único orden jurídico en el cual el derecho interno está subordinado
al derecho internacional. Así, para Kelsen, el derecho de gentes es jerárquicamente
superior al derecho interno en razón de una norma hipotética fundamental (pacta sunt
Servando), que no es derivable de ninguna otra y que se coloca en el vértice de la
pirámide, por lo que el conflicto surgido entre una norma internacional y otra estatal es
simplemente un conflicto entre una norma jerárquicamente superior y otra de jerarquía
inferior.

1.2.3 La tesis coordinadoras o conciliadoras.


Dichas tesis parten, al igual que las monistas, de la unificación de las distintas ramas
jurídicas en un solo sistema, pero se diferencian en que las relaciones entre ambas son
coordinación y no de subordinación.

1.3 Referencia especial al sistema jurídico mexicano.


La disposición constitucional relevante en este aspecto es el art. 133. Dado lo ilustrativos
que resultan los antecedentes de este artículo, vale la pena detenerse en una breve
relación histórica del precepto. Dicho artículo tiene como antecedente el art. 237 del
Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, del 22 de octubre de
1814; no es sino hasta la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, del 4 de
octubre de 1824, cuando en su art. 161 se hace mención expresa de los tratados.
Art. 161. Cada uno de los estados tiene obligación.
3º. De guardar y hacer guardar la constitución y leyes generales de la unión, y los tratados
hechos o que en adelante se hicieren por la autoridad suprema de la federación, con
alguna potencia extranjera. La Constitución de 1857 establecía:
Art. 126. Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos
los tratados hechos o que se hicieren por el Presidente de la República, con aprobación
del Congreso, serán la ley suprema de toda la Unión. Los jueces de cada Estado se
arreglarán a dicha constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario
que pueda haber en las Constituciones o leyes de los Estados.
Vallarta, al comentar dicho texto, opinó:
Si cometiéramos el error de creer que nuestra Constitución en materias internacionales
está sobre esa ley (la internacional), tendríamos no sólo que confesar que los soberanos
de Francia, Inglaterra, Estados Unidos, etc., tienen más facultades que el Presidente de la
República Mexicana, sino lo que es peor aún: que la soberanía de ésta está limitada por el
silencio de su Constitución. Vallarta consideró que el derecho internacional no está
normado por la Constitución, la cual, por tanto, no tiene supremacía jerárquica sobre los
pactos internacionales.
Capitulo II.
2.1 Fuentes del derecho internacional público.
En la determinación de las fuentes del derecho internacional público cabe mencionar el
apartado primero del art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, que
establece:
La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las controversias que
le sean sometidas, deberá aplicar:
a) Las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas
expresamente reconocidas por los Estados litigantes;
b) La costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada como
derecho;
c) Los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas;
d) Las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las
distintas naciones como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin
perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 59.

2.2 Los tratados internacionales.


Los tratados son acuerdos entre sujetos de derecho internacional, regidos por el derecho
internacional. Debido a la importancia que adquirió el derecho convencional, en 1949 la
Comisión de Derecho Internacional de la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió
codificar la materia de tratados. Logró concluir un proyecto en 1966, el cual fue adoptado
en la Convención de Viena el 23 de mayo de 1969.
2.2. 1 Definición de tratados conforme a la convención de Viena.
La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados define los tratados
internacionales en su art. 2.1: “Se entiende por ‘tratado’ un acuerdo internacional
celebrado por escrito entre Estados y regido por el derecho internacional, ya consté en un
instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cualquiera que sea su
denominación particular.”
De dicha disposición se deduce que la Convención se aplica únicamente a:
a) Tratados celebrados entre Estados.
b) Por escrito.
c) Regidos por él.

La Convención exige que los tratados internacionales celebrados entre Estados y por
escrito se encuentren regidos por él. Se excluyen así los acuerdos celebrados entre
Estados regulados por el derecho interno de alguna de las partes o por algún otro derecho
interno. Un ejemplo sería la compra, de un gobierno a otro, de un terreno o edificio para
una embajada, el cual quedaría sujeto al derecho interno de uno de los Estados.

2.2.2 Proceso de celebración del tratado.


Las etapas en el proceso de celebración de los tratados son las siguientes: a) negociación;
b) adopción del texto; c) autenticación del texto; d) manifestación del consentimiento.
Analicemos en forma breve cada una de estas etapas.
a) Negociación. Tiene por objeto lograr un acuerdo entre las partes a fin de determinar las
cláusulas del tratado. Esta fase no se encuentra regulada de forma autónoma.
b) Adopción del texto. Una vez negociado el tratado, se adopta como definitivo;
tradicionalmente los tratados se adoptaban por el acuerdo unánime de las partes. Hoy los
tratados bilaterales se adoptan por unanimidad y los multilaterales, según lo dispongan
los Estados parte, y a falta de acuerdo, por las dos terceras partes presentes y votantes.
c) Autenticación del texto. Es el acto mediante el cual se establece el texto definitivo de un
tratado y en el que se certifica el texto de un tratado que se establecerá como auténtico y
definitivo: Mediante el procedimiento que se prescriba en él o en el que convengan los
Estados que hayan participado en su elaboración, o A falta de tal procedimiento, mediante
la firma ad referéndum o la rúbrica puesta por los representantes de su Estado en el texto
de tratado o en el acto final de la Conferencia en que figure el texto.
d) Manifestación del consentimiento. Es el acto por el cual los Estados se obligan a cumplir
el tratado; las formas de manifestación del consentimiento son: la firma, el canje de
instrumentos que constituyen un tratado, la ratificación, la aceptación, la aprobación y la
adhesión.
Por lo contrario, los acuerdos en forma simplificada eran concluidos normalmente por el
jefe de Estado, el ministro de Relaciones Exteriores o el jefe de la respectiva misión
diplomática. Dichos acuerdos no estaban sujetos a una ratificación posterior, sino que
obligaban a partir de la firma o el canje de instrumentos.

2.2.3 Órganos estatales competentes para la celebración de los tratados.


El artículo 7.2 de la reconoce competencia para realizar determinados actos en el proceso
de la celebración de los tratados a:
a) Los jefes de Estado y ministros de Relaciones Exteriores, para ejecutar todos los actos
relativos a la celebración de un tratado.
b) Los jefes de misión diplomática, para adoptar el texto de un tratado entre el Estado
acreditante y el Estado ante el cual se encuentra acreditado.
c) Los representantes acreditados por los Estados ante una conferencia internacional o
ante una organización internacional, para adoptar el texto.
Fuera de estos supuestos, cualquier otra persona deberá presentar plenos poderes
(representación expresa) o bien, de no presentarlos, podrá realizar actos de celebración
de un tratado si resulta de la práctica de los Estados o de las circunstancias el considerar a
esa persona como representante de un Estado (representación implícita).
En todo caso, un acto de celebración de un tratado, realizado por una persona que no
tenga competencias conferidas directamente por la o que no se beneficie de la
representación expresa o implícita, no producirá efectos jurídicos a menos que sea
confirmado ulteriormente.
2.2.4 Reservas.
La Convención, en su artículo 21 define las reservas como “una declaración unilateral,
cualquiera que sea su enunciado o denominación, hecha por un Estado al firmar, ratificar,
aceptar o aprobar un tratado o al adherirse a él, con objeto de excluir o modificar los
efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a ese Estado”. La
práctica contemporánea codificada en la Convención admite con liberalidad la
formulación de reservas; los únicos casos en que no se admite formular reservas son:
a) Cuando están prohibidas expresamente por el tratado.
b) Cuando no se encuentren dentro de las permitidas por un tratado.
c) Cuando el tratado es omiso al respecto. En este caso las reservas solo se admiten
cuando no son contrarias al objeto y fin del tratado en cuestión.
Las reservas autorizadas expresamente por el tratado no requieren una aceptación
posterior, a menos que el tratado así lo dispusiera. En los demás supuestos las reservas
necesitan ser aceptadas, aunque sea en forma implícita.

2.2.5 Entrada en vigor del tratado y su aplicación provisional.


La manifestación del consentimiento de los Estados contratantes no constituye el punto
final del proceso de celebración de un tratado. Tal momento final es realmente el de la
entrada en vigor, a partir del cual el tratado comienza a obligar a los Estados parte.
El artículo 24 de la establece: “Un tratado entrará en vigor de la manera y en la fecha que
en él se disponga o que acuerden los Estados negociadores.” Así, por ejemplo, la
Convención de Viena de 1969 establece que la misma entrará en vigor el trigésimo día a
partir de la fecha en que se deposite el trigésimo quinto instrumento de ratificación o
adhesión.
El articulo 24 continúa diciendo: “A falta de tal disposición o acuerdo, el tratado entrará
en vigor tan pronto como haya constancia del consentimiento de todos los Estados
negociadores en obligarse por el tratado.” En el supuesto de que el tratado ya haya
entrado en vigor y un Estado desee luego adherirse a él, para este último Estado entrará
en vigor a partir del momento en que manifieste su consentimiento, a menos que el
tratado disponga otra cosa.
Nada impide la aplicación provisional de un tratado antes de su entrada en vigor, como lo
establece el art. 25 de la, si el tratado así lo dispone o los Estados negociadores lo han
convenido. Debe considerarse que, si bien el tratado no obliga a las partes antes de su
entrada en vigor, estas deberán abstenerse de cualquier acto que frustre el objeto y fin
del mismo.

2.2.6 Observancia y aplicación de los tratados.


El principio básico que rige la observancia de los tratados es el enunciado en el art. 26 de
la Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe”
(pacta sunt servanda). Esta observancia de los tratados no se verá obstaculizada por el
hecho de que existan normas de derecho interno contrarias a los mismos. Los Estados no
pueden invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación para el
incumplimiento de un tratado. Únicamente podrá solicitarse la nulidad relativa de un
tratado por oponerse a normas fundamentales de derecho interno, cuando las violaciones
sean manifiestas y evidentes.
a) Aplicación de los tratados en el tiempo. La regla general es que los tratados no se
aplicarán retroactivamente, salvo que las partes tengan una intención diferente.
b) Aplicación territorial de los tratados. Los tratados se aplicarán en la totalidad del
territorio de cada Estado parte, salvo que las partes tengan una intención diferente.
c) Aplicación de tratados sucesivos que contengan disposiciones relativas a la misma
materia. Este problema es contemplado por el art. 30 de la Convención, que se refiere a
las relaciones jerárquicas entre tratados vigentes, sobre la misma materia, que se aplican
a las mismas partes o a partes diferentes.
Dicho artículo comienza reconociendo la primacía que tienen las obligaciones contraídas
por los Estados miembros de la frente a otras derivadas de distintos tratados.
El problema se resuelve de la siguiente manera:
a) Las relaciones entre Estados que sean parte en ambos tratados se regirán por el tratado
posterior en las disposiciones que sean incompatibles con el tratado anterior.
b) Las relaciones entre un Estado que sea parte en un tratado y otro que sea parte en los
dos tratados, se regirán por el tratado en que ambos sean partes.
2.2.7 Interpretacion de los tratados.
Antonio Remiro Brotons señala que la labor interpretativa es consustancial a la aplicación
de la norma, hasta el punto de que la práctica y la doctrina hacen aparecer ambos
términos como sinónimos.
En efecto, antes de la aplicación del tratado es indispensable determinar el alcance de las
normas jurídicas contenidas en el mismo y aclarar las ambigüedades.
La, en su labor de desarrollar y codificar las reglas en materia de interpretación de los
tratados, enuncia los siguientes principios básicos:
a) principio del sentido corriente de los términos;
b) principio del contexto;
c) principio de la conformidad con el objeto y fin del tratado; y
d) principio de la buena fe.

2.2. 8 Los tratados y los terceros Estados.


El artículo 2 de la entiende por tercer Estado a aquel que no es parte en el tratado. A su
vez, el artículo 34 establece la regla general de que un tratado no crea obligaciones ni
derechos para un tercer Estado sin su consentimiento. Un tratado puede producir efectos
jurídicos para terceros Estados, bien sea imponiendo obligaciones o concediendo
derechos, únicamente con el consentimiento de ellos. Así, el art. 35 prevé que para la
imposición de obligaciones a terceros Estados se requiere la aceptación expresa por
escrito.
El artículo 36 de la prevé que pueden concederse derechos para terceros Estados, que se
presumirán aceptados si el Estado en cuestión no se opone. La aceptación de un derecho
por un tercer Estado implica que acepta las condiciones para su ejercicio suscritas en el
tratado.
2.2.9 Enmienda y modificación de los tratados.
En el régimen de la enmienda se concibe como el cambio en alguna o algunas de las
disposiciones del tratado que afecta a todos los Estados parte, en tanto que la
modificación se refiere a un acuerdo celebrado entre algunas de las partes para modificar
el tratado respecto de ellas exclusivamente. Conforme el artículo 39 de la, el
procedimiento de enmienda requiere el acuerdo de las partes, aplicándose en dicho
procedimiento las normas generales de celebración de los tratados.
El artículo 40 establece algunas reglas específicas:
a) Toda propuesta de enmienda debe ser notificada a todas las partes, las cuales tendrán
derecho a participar en la decisión acerca de la acción por tomar y en la negociación y
celebración del acuerdo de una enmienda.
b) Las enmiendas solo obligan a los Estados parte que las acepten; los que no ratifiquen o
acepten las enmiendas quedarán sujetos al tratado original.
Esta situación es igual a la prevista en el artículo 304 Cabe mencionar la posibilidad de que
un Estado llegue a ser parte en el tratado después de la entrada en vigor de la enmienda,
caso en el cual el Estado que se adhiera, si no manifiesta una intención diferente, será
parte del tratado enmendado, excepto en sus relaciones con los Estados que no aceptaron
la enmienda, las cuales se regirán por las disposiciones del tratado originario.
La modificación de los tratados multilaterales consiste en la celebración de acuerdos para
modificar las relaciones entre algunas de las partes; deben concurrir dos condiciones:
a) Que la modificación no afecte el disfrute de los derechos que el tratado concede a otras
partes ni el cumplimiento de sus obligaciones.
b) Que las disposiciones cuya modificación se solicita no sean incompatibles en la
realización del objeto y fin del tratado en su conjunto.

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