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Introducción.
En una disciplina deportiva para fortalecer una habilidad o competencia específica se requiere
también de un entrenamiento específico. Necesitas desarrollar velocidad, pues tienes que
hacer ejercicios que te ayuden en esa área. Quieres desarrollar fuerza, tienes otro tipo de
ejercicios que hacer. Quieres desarrollar resistencia, también tiene su tipo de entrenamiento.
Pablo en su carta a Timoteo de dice debe dejar a un lado las discusiones improductivas y en
vez de ello ejercitarse para piedad. Hebreos habla que una persona madura ha ejercitado sus
sentidos espirituales y tiene discernimiento del bien y del mal. También dice que cuando uno
ha sido ejercitado en la disciplina de Dios tiene como resultado frutos apacibles de justicia.
El término que se usa es GYMNAZO – de donde viene gimnasio, que es el lugar en donde se
realiza entrenamiento y múltiples áreas, cada uno de acuerdo al interés que tenga.
En la cultura griega un gimnasio era un centro de entrenamiento no sólo físico. Allí se aprendía
artes y ciencias. Allí estaban los filósofos para enseñar a sus discípulos. Lo que se buscaba no
era sólo la perfección en lo físico sino también en lo mental.
Gimnasio proviene de una raíz que se traduce como desnudo. Lo que implicaba que un
gimnasio es un lugar a donde se acude desnudo o en nuestro tiempo con ropa ligera. En su
inicio eso no se aplicaba no sólo a lo físico sino también a lo espiritual y mental. La persona iba
con la mente, no vacía, pero si dispuesta para aprender. Dejando a un lado prejuicios, ideas
preconcebidas, y en donde la persona también podía en sentido figurado desnudar su alma,
todo con el fin de aprender. Esto es la idea que transmite el libro de Hebreos cuando nos dice
que nos despojemos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con paciencia la
carrera de la fe que tenemos por delante.
De acuerdo al contexto, ahora vamos a estudiar las áreas de una manera más específica en las
que debemos estar ejercitados, y todas ellas responden a problemas que impiden y frustran
nuestro buen desempeño en la fe.
Como cristianos muchas veces nos podemos quedar paralizados en nuestro avance
espiritual por múltiples factores. Por una enfermedad agobiante, problemas en la familia,
escasez, por el demasiado trabajo, ya sea en su profesión o en la Iglesia.
Recordemos que Elías tuvo su momento cumbre al demostrar que Jehová es Dios cuando
hizo que descendiera fuego del cielo y luego matar a 450 profetas de baal, eso le trajo
agotamiento espiritual, mental y también físico. De manera que ante una amenaza de
Jezabel huyo para proteger su vida y sentado bajo un árbol deseaba morirse. Creo que
nadie de nosotros ha llegado a ese extremo de tal forma que necesite que un ángel le
traiga una torta con agua.
Pero si somos conscientes de todos pasamos o vamos a pasar por estas experiencias en
donde las manos se nos paralizan o no podemos laborar; y en donde las piernas se cansan
y es difícil seguir la carrera.
El texto nos dice: Renueven las fuerzas de las manos cansadas y fortalezcan las rodillas
debilitadas. Covey, en su libro los siete hábitos de la gente altamente efectiva, habla del
hábito de la renovación. En donde toda persona que desea tener equilibrio y energía para
mantener su rendimiento necesita renovarse o afilar la sierra.
Como cristianos necesitamos un tiempo para renovar fuerzas. Elías tuvo que levantarse a
comer. Y usted como cristiano tiene la responsabilidad de accionar para renovarse en el
poder de su fuerza (Efesios 6:10). Dar un tiempo especial para orar, leer su Biblia, hacer
un ayuno.
Pero no sólo eso, sino también disponerse para servir en algún ministerio de la Iglesia.
Medite cuando fue la última vez que acudió al Señor para renovarse, en donde levantó sus
manos para recibir de la gracia de Dios y en donde dobló rodillas para poder seguir firme
en la fe.
La carrera de la fe no es una carrera solitaria o una competencia para ver quien llega
primero. La carrera de la fe es para que al final todos recibamos el premio mayor, en
donde todos tenemos que avanzar juntos. En donde debemos estimularnos a seguir
adelante, en donde tenemos que levantar al caído, curar al que se fracturó, animar al
desaminado.
La idea del texto es que en la carrera hay participantes que son maduros y tienen más
experiencia en la fe y otros que le falta alcanzar la madurez, que están comenzando, que
sus pies todavía cojean y andan medio tembleques. Pablo habla de ellos como débiles en la
fe a los cuales se debe recibir no para contender o discutir, sino para ayudarlos a ser
maduros en Cristo.
El texto en Hebreos nos dice hagan sendas derechas para sus pies, para que lo cojo no se
salga del camino sino que sea sanado.
El entorno social tiene una función muy importante en la formación de un individuo, tal
vez no determinante en lo absoluto, pero si un lugar protagónico. La Iglesia en su
desarrollo es orgánica, es un cuerpo, somos miembros los unos de los otros. De tal forma
que el grado de compromiso y fidelidad de quienes tiene más tiempo o más madurez en la
fe tiene repercusión en quienes están iniciándose. Hebreos hace referencia al provocarnos
al amor y a las buenas obras. Nuestro andar en la fe debe ser de tal forma que los demás
sean inspirados o contagiados a vivir plenamente el evangelio.
Nuestra disciplina en la fe debe ser tal que proteja y logre la sanidad del cojo. Que pueda
decir si él lo logró yo también puedo.
Como Iglesia debemos procurar que el cojo – enclenque en la fe tome licencia de nuestra
pereza o falta de compromiso para no crecer y madurar en el camino de Dios.
CONCLUSIÓN