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DISCIPLINA EN LA FE

Introducción.

En una disciplina deportiva para fortalecer una habilidad o competencia específica se requiere
también de un entrenamiento específico. Necesitas desarrollar velocidad, pues tienes que
hacer ejercicios que te ayuden en esa área. Quieres desarrollar fuerza, tienes otro tipo de
ejercicios que hacer. Quieres desarrollar resistencia, también tiene su tipo de entrenamiento.

1Timoteo 4:7-8; Hebreos 5:14; 12:11.

Pablo en su carta a Timoteo de dice debe dejar a un lado las discusiones improductivas y en
vez de ello ejercitarse para piedad. Hebreos habla que una persona madura ha ejercitado sus
sentidos espirituales y tiene discernimiento del bien y del mal. También dice que cuando uno
ha sido ejercitado en la disciplina de Dios tiene como resultado frutos apacibles de justicia.

El término que se usa es GYMNAZO – de donde viene gimnasio, que es el lugar en donde se
realiza entrenamiento y múltiples áreas, cada uno de acuerdo al interés que tenga.

En la cultura griega un gimnasio era un centro de entrenamiento no sólo físico. Allí se aprendía
artes y ciencias. Allí estaban los filósofos para enseñar a sus discípulos. Lo que se buscaba no
era sólo la perfección en lo físico sino también en lo mental.

Gimnasio proviene de una raíz que se traduce como desnudo. Lo que implicaba que un
gimnasio es un lugar a donde se acude desnudo o en nuestro tiempo con ropa ligera. En su
inicio eso no se aplicaba no sólo a lo físico sino también a lo espiritual y mental. La persona iba
con la mente, no vacía, pero si dispuesta para aprender. Dejando a un lado prejuicios, ideas
preconcebidas, y en donde la persona también podía en sentido figurado desnudar su alma,
todo con el fin de aprender. Esto es la idea que transmite el libro de Hebreos cuando nos dice
que nos despojemos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con paciencia la
carrera de la fe que tenemos por delante.

De acuerdo al contexto, ahora vamos a estudiar las áreas de una manera más específica en las
que debemos estar ejercitados, y todas ellas responden a problemas que impiden y frustran
nuestro buen desempeño en la fe.

I. ANTE EL CANSANCIO – RENOVACIÓN DE FUERZAS

El primer problema que se da en la carrera de la fe es el de la fatiga. La vida cristiana es


una carrera de larga distancia, que se debe avanzar con paciencia. Enfrentando problemas,
pruebas, obstáculos. En ese proceso de avanzar, así como en una carrera de maratón, el
atleta siente el cansancio, las piernas se cansan, los brazos también.

Como cristianos muchas veces nos podemos quedar paralizados en nuestro avance
espiritual por múltiples factores. Por una enfermedad agobiante, problemas en la familia,
escasez, por el demasiado trabajo, ya sea en su profesión o en la Iglesia.

Recordemos que Elías tuvo su momento cumbre al demostrar que Jehová es Dios cuando
hizo que descendiera fuego del cielo y luego matar a 450 profetas de baal, eso le trajo
agotamiento espiritual, mental y también físico. De manera que ante una amenaza de
Jezabel huyo para proteger su vida y sentado bajo un árbol deseaba morirse. Creo que
nadie de nosotros ha llegado a ese extremo de tal forma que necesite que un ángel le
traiga una torta con agua.

Pero si somos conscientes de todos pasamos o vamos a pasar por estas experiencias en
donde las manos se nos paralizan o no podemos laborar; y en donde las piernas se cansan
y es difícil seguir la carrera.

El texto nos dice: Renueven las fuerzas de las manos cansadas y fortalezcan las rodillas
debilitadas. Covey, en su libro los siete hábitos de la gente altamente efectiva, habla del
hábito de la renovación. En donde toda persona que desea tener equilibrio y energía para
mantener su rendimiento necesita renovarse o afilar la sierra.

Como cristianos necesitamos un tiempo para renovar fuerzas. Elías tuvo que levantarse a
comer. Y usted como cristiano tiene la responsabilidad de accionar para renovarse en el
poder de su fuerza (Efesios 6:10). Dar un tiempo especial para orar, leer su Biblia, hacer
un ayuno.

Pero no sólo eso, sino también disponerse para servir en algún ministerio de la Iglesia.

Medite cuando fue la última vez que acudió al Señor para renovarse, en donde levantó sus
manos para recibir de la gracia de Dios y en donde dobló rodillas para poder seguir firme
en la fe.

II. ANTE LA DEBILIDAD DE LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA – SENDAS DERECHAS

La carrera de la fe no es una carrera solitaria o una competencia para ver quien llega
primero. La carrera de la fe es para que al final todos recibamos el premio mayor, en
donde todos tenemos que avanzar juntos. En donde debemos estimularnos a seguir
adelante, en donde tenemos que levantar al caído, curar al que se fracturó, animar al
desaminado.

La idea del texto es que en la carrera hay participantes que son maduros y tienen más
experiencia en la fe y otros que le falta alcanzar la madurez, que están comenzando, que
sus pies todavía cojean y andan medio tembleques. Pablo habla de ellos como débiles en la
fe a los cuales se debe recibir no para contender o discutir, sino para ayudarlos a ser
maduros en Cristo.

El texto en Hebreos nos dice hagan sendas derechas para sus pies, para que lo cojo no se
salga del camino sino que sea sanado.

La idea que transmite es que nuestra responsabilidad como personas maduras en la fe es


la de esforzarse para llevar una vida recta, ejemplar para los que son débiles en la fe.

El entorno social tiene una función muy importante en la formación de un individuo, tal
vez no determinante en lo absoluto, pero si un lugar protagónico. La Iglesia en su
desarrollo es orgánica, es un cuerpo, somos miembros los unos de los otros. De tal forma
que el grado de compromiso y fidelidad de quienes tiene más tiempo o más madurez en la
fe tiene repercusión en quienes están iniciándose. Hebreos hace referencia al provocarnos
al amor y a las buenas obras. Nuestro andar en la fe debe ser de tal forma que los demás
sean inspirados o contagiados a vivir plenamente el evangelio.

Nuestra disciplina en la fe debe ser tal que proteja y logre la sanidad del cojo. Que pueda
decir si él lo logró yo también puedo.
Como Iglesia debemos procurar que el cojo – enclenque en la fe tome licencia de nuestra
pereza o falta de compromiso para no crecer y madurar en el camino de Dios.

III. ANTE LA AMARGURA – PAZ


A. La raíz de la amargura.
La primera vez que se menciona amargura en la Biblia es el caso de Esaú cuando tomó
para sí mujeres paganas y dice que ellas fueron amargura de Espíritu para Isaac y
Rebeca.
Otro caso es la experiencia de Job que menciona de quejarse, de hablar con amargura.
Otro pasaje a considerar es el Salmo 73 que es una exposición bien ilustrativa de cómo
es el tema de la amargura en una persona que cree y confía en Dios, habla de la forma
sutil que se va generando.
La amargura se da cuando uno considera que el trato recibido o las palabras que se
nos dicen es algo injusto y cómo es posible que eso me hayan hecho a mí o me haya
dicho a mí. El Salmo 73 dice que la amargura inició cuando vio que los impíos
prosperan sin mayores problemas. Llega a decir que su vida de obediencia a Dios fue
en vano.
La amargura es un problema pecaminoso fácil de justificar y de dar razones lógicas
para tenerlo. El caso de Esaú fue el hecho que Jacob le robó su primogenitura. Job
estuvo amargado por todo el caos que le vino. Nosotros podemos dejar que la
amargura brote en nuestro corazón por cualquier razón. Dicen que en las Iglesias a
veces surge la amargura porque no les nombraron para un cargo, porque no las
saludaron, etc.
B. Seguid la paz.
Ante el problema de la amargura el entrenamiento que debemos tener es: seguir la
paz. Seguir: denota una acción positiva, la paz no va a venir cuando estas
compadeciéndote y acrecentando tu amargura.
Tienes que levantarte de tu banco de los amargados y perseguir la paz.
1. Pedir perdón a Dios, porque estar amargado es un pecado contra Dios.
2. Valorar a Dios y su gracia en tu vida, pues justificados por la fe tenemos paz para
con Dios.
3. Perdonar a quienes fueron injustos contigo. En cuanto dependa de vosotros estad
en paz con todos.
4. Vivir la paz. Vivir con convicción que no hay nada mas preciado que tener a Dios y
vivir bajo su gracia.
IV. ANTE LA IMPIEDAD – SANTIDAD.
A. Profano, o fornicario como Esaú.
El siguiente problema que se da es el de tener en poco las cosas espirituales. El texto
nos presenta el ejemplo de Esaú, quien por un plato de lentejas vendió su derecho de
hijo primogénito.
En el contexto de los capítulos que vamos estudiando es el de vivir bajo la disciplina de
Dios. Esa disciplina se manifiesta en los problemas, persecuciones, privaciones y
muchas experiencias adversas que son propias del camino de la fe.
En esa vivencia el cristiano puede sentirse tentado a retroceder. A cambiar su fe por la
aparente tranquilidad que ofrece el vivir de acuerdo a los estándares morales del
mundo.
En comparación con la experiencia de Esaú, el cristiano en un momento de dolor, de
escasez, de enfermedad u otro problema puede sentirse tentado a cambiar su fe por
los placeres y aparentes salidas que ofrece el mundo.
B. La santidad sin la cual nadie verá al Señor.
La santidad en primer lugar es un atributo inherente a la naturaleza de Dios.
Algunos teólogos piensan que la vida de santidad es imposible mientras estemos en la
tierra, dicen que nuestra santidad es imputada, somos santos en Cristo
posicionalmente, mas no lo podemos lograr en lo práctico.
La santidad de la cual se habla en este pasaje se refiere al estado de pureza como
resultado de una acción. Es un estado de gracia que es posible alcanzar por medio de
la fe y la consagración.
Lo que señala el texto de Hebreos cuando nos dice seguid la paz y la santidad, se
refiere a algo que se puede alcanzar. Otros textos de la Biblia también nos revelan con
claridad que Dios purifica el corazón por medio del Espíritu Santo.
La vida de santidad, que no es otra cosa sino amor perfecto, es lo que nos hace valorar
por sobre todo nuestra extraordinaria bendición espiritual y sólo así podemos rechazar
categóricamente las ofertas del mundo.
Lo que el mundo, o el Diablo ofrece es un plato de lentejas, y lo que Dios te ofrece es
una esperanza que no avergüenza. Por ende, cuando uno se ejercita, se consagra,
busca pureza por medio del Espíritu y en base a ese amor y temor santo, uno elige una
santidad ética.

CONCLUSIÓN

Cuanto te estás ejercitando en la vida de piedad. Cuanto tiempo le dedicas a Dios


durante la semana.
Recuerda: Si estás cansado, tienes las manos débiles y las rodillas cansadas. Renueva
tus fuerzas en el Señor. Las manos se fortalecen cuando lo levantas a Dios en oración y
clamor. Las rodillas se fortalecen cuando las doblas en humillación y sumisión a Dios.

Si ves hermanos que cojean en la fe: la solución no es juzgar y chismear. La solución


está en que tú seas ejemplo para los demás, que hagas sendas derechas. Que tu vida
no sea ocasión de tropiezo en vez de ello, tu vida sea un modelo de fe y estímulo para
que el débil se afirme en la fe.

Si tu corazón es asaltado por la amargura, la conmiseración y autocompasión: la


solución seguir la paz.

Si tu corazón es tentado a cambiar lo espiritual por lo carnal. Si quieres cambiar tu


bendición por un plato de lentejas, por no incomodar a tus amigos, para llevarte bien
con tu familia, la solución es santidad, que en otros términos es amor perfecto. Fruto
de la acción de Dios en tu corazón por medio de Espíritu Santo

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