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Devocionales

07DIAS

Desafíos para una


espiritualidad en
desarrollo
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DEVOCIONALES - 07 DIAS El imperativo de crecer / Caleb Fernandez Pérez


Octubre 2013

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DEVOCIONALES - 07 DIAS El imperativo de crecer por Caleb Fernandez Pérez se encuentra bajo
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DIA01 Para entender el imperativo

- 1 Pedro 1:1-24

2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y
ser rociados con la sangre de Jesucristo... 4 para una herencia incorruptible, incontamina-
da e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5 que sois guardados por el poder
de Dios mediante la fe...
Todos queremos crecer. Quien no quiere crecer está enfermo o ya murió. No hay nada más devasta-
dor que la imposibilidad de crecer.
¿Cuántas personas abrazan el cristianismo? Pasan muchos años en la iglesia y no crecen. Co-
nocen un poco de Biblia y teología y el tiempo pasa, pero no hay madurez.
En el primer capítulo de su carta, el apóstol Pedro nos dice que fuimos elegidos para obede-
cer (1.2) y que ésta elección es guardada por el poder de Dios mediante la fe (1.5). Nos advierte
que nuestra fe será sometida a prueba con el fin de que sea más preciosa que el oro (1.7). Nos cuen-
ta que los que nos precedieron en la fe anhelaron lo que nosotros tenemos la oportunidad de vivir
en Jesús, y aún los ángeles desearon experimentar la gloria que se nos presenta ahora en nuestra
historia (1.10-12).
Por lo tanto, nos insta a pensar con claridad y ejercitar el control propio, obedeciendo a
Dios en todo, abandonando la antigua manera de vivir y buscando la santidad (1.13-14, 16).
Y al recordarnos que Dios en Cristo pagó un rescate para salvarnos de la vida vacía que here-
damos de nuestros antepasados (1.18-20), termina el primer capítulo animándonos con la declara-
ción de nuestro nuevo nacimiento, una nueva vida que durará para siempre porque proviene de la
eterna y viviente Palabra de Dios (1.23-24).

Oración: “Señor, para crecer primero debo creer en ti: Quiero reconciliarme contigo
por medio de Jesús, mi Salvador y Dios, en Su nombre, amén”.
2
DIA02 Cuando perdemos la capaci-
dad de desechar - 1 Pedro 2:1

1 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detraccio-
nes...

Tomando en cuenta que sus destinatarios entendieron lo expuesto en el capítulo 1, el apóstol Pe-
dro, los desafía a crecer, entregándoles consejos que serán de gran beneficio para su espiritualidad.
El apóstol es categórico en decir que aquellos que han reconocido la obra de Dios en ellos, deben
“desechar” (v.1), deshacerse de toda mala conducta. Acabar con todo engaño, hipocresía, celos y toda
clase de comentarios hirientes.
Crecer no consiste tan sólo en acumular nuevas e inéditas experiencias, es también un proceso
que nos lleva a “despojarnos” de lo dañino que se acumuló en nuestra vida.
La mala idea de crecimiento que nos han enseñado nos lleva a adquirir y acumular, pero no a se-
leccionar y botar. Y de alguna manera, algunos han llegado a generar un “Síndrome de Diógenes” espi-
ritual.
Éste síndrome es un trastorno del comportamiento que afecta, por lo general, a personas de
avanzada edad que viven solas. Se caracteriza por el total abandono personal y social, y la acumulación
en el hogar de grandes cantidades de basura y desperdicios domésticos. Son personas que han perdido
la capacidad de seleccionar lo que sirve y lo que no en su cotidianidad.
De la misma manera, hay cristianos que han desarrollado un síndrome parecido en el plano espi-
ritual, en el que se han acostumbrado a la acumulación de muchas prácticas, experiencias y creencias
dañinas y no han hecho nada para revertirlo. El apóstol nos desafía a desechar, acabar, despojarnos y
deshacernos de todo lo que ha impedido nuestro crecimiento espiritual.

Oración: “Señor, ayúdame a seleccionar y desechar lo que le hace daño a mi vida, en


el nombre de Jesús, amén”.
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DIA03 Lo que debemos desechar

- 1 Pedro 2:1

1 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detraccio-
nes...
El Apóstol Pedro hace una lista de 5 cosas que necesitamos despojarnos. Al parecer, no es al-
go específico, sino pistas que sirven para un auto-examen acerca de nuestra espiritualidad.
Malicia. Nadie hace maldad, sólo por maldad. Toda persona que hace una maldad, lo hace
para conseguir un fin específico. Esta malicia es la inclinación de conseguir éxito en la vida de ma-
nera ociosa, destructiva y egoísta, aún por encima de las personas que están a nuestro alrededor, y
sin entrar en el proceso de madurez.
Engaño. Es el uso de medios falsos y subterfugios para llegar a un objetivo. Nadie es menti-
roso de manera gratuita, todos aquellos que engañan es porque tienen un proyecto en mente, y
creen que con ese “engaño” tienen un atajo para conseguir su objetivo.
Hipocresía. Es cuando la persona llega a la terrible realidad de que necesita cambios en su
vida y no hace nada por cambiar. En lugar de eso, se coloca una máscara. No es inocente, pues sa-
be que es culpable de sí mismo, pero no desea cambiar.
Envidia. Es cuando el creyente se encuentra insatisfecho con lo que es y con lo que tiene, y
en lugar de vivir en plena satisfacción en Dios, codicia lo que otros tienen.
Detracciones. Es cuando se usa la lengua para la crítica, murmuración, calumnia o difama-
ción, creyendo que cuando se destruye a otros, uno prospera.
Por lo tanto, el proceso de depuración de estas cosas incluye en sí mismo también un proce-
so de selección de aquello que hoy necesito cambiar y desechar de mi vida.

Oración: “Señor, hago un auto-examen de lo que yo soy y te pido que me ayudes a


desechar lo que me auto-destruye, en el nombre de Jesús, amén”.
4
DIA04 Desear con ganas

- 1 Pedro 2:2

2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación...

En el último devocional fuimos desafiados a desechar lo que ha impedido nuestro crecimiento


espiritual. Y la propuesta del apóstol es presentar un desafío negativo, junto a otro positivo. El pri-
mero nos dice: “desechen”, pero el segundo nos dice: “deseen”. Porque en realidad, al desear lo bue-
no, naturalmente rechazo lo malo, combato el mal con el bien, y a su vez, no puedo comenzar a dejar
algo sin aprender en el proceso.
La palabra griega para “desear” es mejor traducida en español por las versiones Nueva
Versión Internacional (NVI) y la Nueva Traducción Viviente (NTV) que nos dicen que el apóstol
Pedro nos desafía a “desear con ansias, con ganas” la Palabra de Dios.
Para crecer hay un camino que no podemos evitar, que se torna una necesidad imperio-
sa, no solamente en el plano meramente religioso. Para aprender algo en la vida, necesitamos de-
searlo ardientemente. Por ejemplo, cuando uno desea aprender otro idioma, no basta tan sólo asis-
tir a algunas clases, debemos sumergirnos en un ambiente en el que sea absolutamente necesario
aprender, en el que ya no sea una opción, sino una necesidad imperiosa. De la misma forma, en
todas las áreas de la vida. Para resolver problemas familiares, académicos, laborales, eclesiales, no
podemos mostrar una actitud displicente, es necesario desear con ganas las vías de solución.
Para crecer en el Señor, debemos desear con ansias el conocimiento, la aplicación,
transformación y efecto que la Verdad de Dios puede tener en nuestra vida.

Oración: “Dios, te pido que brote de mi el deseo de buscarte ardientemente, en el


nombre de Jesús, amén”.
5
DIA05 Como recién nacidos

- 1 Pedro 2:2

2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación...

Si alguno está con la vida espiritual apática y anémica, es porque no se está alimentando del
alimento espiritual. Pedro deja en claro y de manera explícita que en la dimensión espiritual, co-
mo en toda dimensión en la vida, inmadurez es sinónimo de inanición.
Toda dimensión en la vida que no alimentamos, se torna inmaduro. Si dejamos de ali-
mentar nuestra moral, nuestra conciencia se atrofia. Si no alimentamos lo emocional, nuestra ca-
pacidad de amar se atrofia. Si no alimentamos nuestro espíritu con “leche pura de la Palabra de
Dios”, ciertamente se va atrofiar.
La referencia del apóstol Pedro a los “niños recién nacidos” no significa que todos los
creyentes en aquella región fueran inmaduros. No lo eran. En realidad, el apóstol nos está dicien-
do que si debemos ser libres de “la malicia, del engaño, la hipocresía, la envidia, y la difamación”,
entonces debemos tener sed por la palabra de Dios, de la misma forma en que los niños tienen sed
por la leche.
Y en este proceso de crecimiento, nos damos cuenta también que la conversión no tie-
ne como efecto inmediato la perfección, en lugar de esto, cuando uno se convierte a Cristo entra
en el camino de la perfección, para que por la Palabra de Dios “crezcáis para salvación” (v.2). Va-
mos a crecer como un proceso de salvación, y vamos a ser salvos como un proceso para crecimien-
to. Ambos hechos históricos se retroalimentan y uno no existe sin el otro.

Oración: “Señor, deseo ser como un niño recién nacido que busca su alimento, gracias
por hablarme cada día por medio de tu Palabra, en el nombre de Jesús, amén”.
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DIA06 Degustando la bondad de
Dios - 1 Pedro 2:3

3 si es que habéis gustado la benignidad del Señor...

Cristianismo no es una experiencia estática, es una vivencia que nos coloca en un proceso en
el que cada día voy creciendo y madurando hasta alcanzar la experiencia plena de la salvación.
Y este proceso de crecimiento se desarrolla en la medida que vayamos degustando de
lo divino y lo eterno y seamos transformados cada día a la imagen de Cristo. Y llega un mo-
mento en el que ya no se hace por obligación sino por placer.
Uno va creciendo sin darse cuenta. Como el niño que debe cambiar sus zapatillas y su
ropa cada año, pues sin darse cuenta “se ha pegado su estirón”.
Es por eso, que este proceso natural de crecer, no debe tornarse en una paranoia. En
el que cada día me miro en el espejo para ver si ha salido alguna arruga o ha caído algún ca-
bello. Madurar es el estado consciente y constante del cristiano satisfecho con la bondad del
Señor, en el que ha degustado y disfrutado cada día la placentera sensación de seguridad
que le causa ser hijo de Dios.
Y al ser un reflejo de la imagen de Cristo, sin darnos cuenta dejamos de ser esas perso-
nas impacientes, malhumoradas, intransigentes, egoístas, para convertirnos en personas
que están siendo cada día moldeadas por Dios al perfecto molde de Cristo.

Oración: “Dios, he degustado tu bondad cada día, y sé que de esta manera me estás
transformando. Haz lo que quieras de mí, estoy en tus manos, en el nombre de Jesús, amén”.
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DIA07 Acercándonos a Él

- 1 Pedro 2:4

4 Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios es-
cogida y preciosa.

Puedo acercarme a Dios para crecer, porque Él es bueno. Sólo quien conozca la bondad
de Dios, se siente impelido a acercarse a Él. Si la imagen que he construido de Dios es de un
ser castigador, lejano, intolerante, que se compra con sacrificios, consecuentemente me aleja-
ré de Él y nunca experimentaré Su bondad. Nadie se acerca amorosamente a un tirano. Y la
Biblia es clara al decir que creceremos sólo si nos sentamos en el regazo de Dios, para disfru-
tar de Su presencia, pero también para estar seguros en las tormentas.
Podemos acercarnos confiadamente al trono de la Gracia, al regazo de Dios, aún en las
peores situaciones, pues Su amor es inamovible, Él es “piedra viva”, inmutable y firme por
la eternidad.
Crecemos cuando entendemos que nuestra condición como seres humanos, es prime-
ramente la de hijos de Dios, comprados por la Sangre de Cristo. De ahí viene nuestra digni-
dad, del rechazo de los hombres a quien vino a pagar nuestras culpas y pecados, pero que al
ser consumado Su plan perfecto se tornó “precioso” para Dios.
Crecemos cuando desechamos lo dañino, cuando deseamos con ansias la Palabra de
Dios y cuando nos acercamos con seguridad al regazo de Dios.

Oración: “Señor, que cada día pueda acercarme a tu regazo para vivir confiado de
tu amor, en el nombre de Jesús, amén”.
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Devocionales
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Caleb Fernández Pérez, Pastor de la 1ra Iglesia Presbiteriana de Valparaíso y profesor del Seminario
Teológico Presbiteriano en Santiago, Chile.

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