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Germán Rodríguez López

Ginecología
Dra. Jorge Enrique López González
NRC: 43003
Cáncer de ovario
En México el cáncer de ovario tiene una frecuencia del 4.5% de las neoplasias
ginecológicas. El CEO constituye 80 a 90% de todos los tumores malignos del ovario, de
estos, 5 a 10% de ellos se encuentran dentro de los síndromes hereditarios. El diagnóstico
suele realizarse posterior a la menopausia, la edad promedio de presentación es a los 63
años, 16% se diagnostica entre los 40 y 44 años. La supervivencia a cinco años se ha
modificado de 37% en 1976 y 41% en 1985 a 53% en el año 2000, esto como resultado de
mejores técnicas diagnósticas y quirúrgicas, así como de quimioterapia más efectiva.
Patogenia
En los ovarios pueden desarrollarse tumores benignos o malignos, quísticos o sólidos, de
tipo epitelial, conjuntivo, funcionantes o no o teratomatosos. Los tumores más frecuentes
no son neoplásicos, sino que derivan del desarrollo folicular; son formaciones quísticas
originadas por un estímulo anormal del folículo o alteraciones en el proceso de involución.
Los verdaderos procesos neoplásicos presentan una constitución histológica muy diversa,
de origen epitelial, le continúan los procedentes del estroma gonadal y, finalmente, los
tumores de las células germinales.
Los factores causales del cáncer de ovario son desconocidos, aunque se plantea que en el
ámbito celular es el resultado de la acumulación de múltiples defectos genéticos menores.
Los estudios epidemiológicos han permitido enunciar 3 teorías con respecto a las causas
de esta enfermedad:
1. La división celular ininterrumpida y la continua regeneración del epitelio ovárico
con cada ovulación proporcionan la oportunidad para una mutación y
transformación maligna por la estimulación de los ovarios y por hormonas
gonadotrópicas, que de forma mantenida pueden inducir a la malignización.
2. La exposición del ovario a diferentes agentes carcinogenéticos.
3. Los eventos moleculares que dirigen el desarrollo del cáncer epitelial de ovario son
desconocidos.
La incidencia específica aumenta según la edad de la paciente, con un pico en la sexta
década de la vida. Es infrecuente en mujeres menores de 40 años. El riesgo de que se
presente esta enfermedad disminuye con la paridad, con el uso de contraceptivos
hormonales y la lactancia; también parece que la histerectomía o la ligadura de trompas
con conservación de los ovarios disminuyen la posibilidad de aparición.
El cáncer de ovario con historia familiar constituye apenas 2,5 % del total. Al respecto, se
han identificado 3 tipos de cánceres hereditarios, a saber:
1. Cáncer en sitio específico: Existe alto riesgo si hay cáncer en 2 familiares de
primer grado (50 % de probabilidades de ser afectado).
Germán Rodríguez López

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2. Síndrome de cáncer familiar mama-ovario: Patrón de transmisión dominante;
asociado a los cromosomas 16q y 17q21. Se considera este síndrome cuando hay
5 casos de cáncer de mama y ovario en la familia, incluyendo 2 de cada uno de
estos
3. Cáncer colorrectal no polipósico (síndrome de Lynch de tipo II): Incluye múltiples
adenocarcinomas, cáncer de colon familiar, de ovario, endometrio, mama, así
como de los sistemas gastrointestinal y urinario.
Patrones de diseminación
En general, los cánceres epiteliales ováricos producen metástasis sobre todo por
exfoliación. Primero, las células malignas se liberan a la cavidad peritoneal cuando un
tumor penetra la cápsula superficial del ovario. Al seguir la circulación normal del líquido
peritoneal, pueden aparecer metástasis en cualquier parte del abdomen. Una
característica única del cáncer ovárico es que los tumores metastásicos casi nunca infiltran
las vísceras, sino que se encuentran como metástasis superficiales.
A causa de su marcada vascularidad, el epiplón es la localización más frecuente para la
diseminación neoplásica y a menudo también tiene afectación tumoral extensa. Asimismo,
es común que se encuentren nódulos en la superficie inferior del hemidiafragma derecho
y la serosa del intestino delgado, pero todas las superficies intraperitoneales tienen riesgo.
La diseminación hematógena es atípica. En la mayor parte de los casos, las metástasis a
hígado o parénquima pulmonar, cerebro o riñones se observan en las pacientes con
enfermedad recurrente y no en el diagnóstico inicial.
Diagnóstico
Signos y síntomas
Las mujeres con tumoraciones malignas casi siempre presentan síntomas de intensidad
notable 20 a 30 veces al mes. Con frecuencia se refieren a aumento del tamaño
abdominal, distensión, urgencia urinaria y dolor pélvico. Además, puede haber fatiga,
indigestión, incapacidad para comer de forma normal, estreñimiento y dolor en la espalda.
Raras veces hay hemorragia vaginal anormal. En ocasiones, surgen náusea, vómito y
obstrucción intestinal parcial si la carcinomatosis es muy diseminada.
Exploración física
La mayoría de las pacientes con cáncer ovárico tiene una tumoración pélvica o
pelvicoabdominal. En general, los tumores malignos tienden a ser sólidos, nodulares y
fijos, pero no hay datos patognomónicos que distingan tales crecimientos de tumores
benignos. De manera paradójica, un tumor grande que llena la pelvis y el abdomen por lo
general corresponde a una neoplasia benigna o limítrofe. Para ayudar a la intervención
quirúrgica, también se debe efectuar una exploración rectovaginal.
Germán Rodríguez López

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La presencia de una onda líquida o, menos a menudo, abultamiento del flanco, sugiere la
presencia de ascitis importante. En una mujer con una tumoración pélvica y ascitis, el
diagnóstico es cáncer ovárico hasta que se demuestre lo contrario.
Ecografía
Para diferenciar los tumores benignos de los cánceres ováricos en etapa temprana, la
ecografía transvaginal casi siempre es la modalidad de imágenes más útil. En general, los
tumores malignos son multiloculados, sólidos o ecógenos, grandes (>5 cm) y tienen
tabiques gruesos con áreas de nodularidad. Otras características incluyen proyecciones
papilares o neovascularización demostradas por flujo Doppler.
Estadificación
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Tratamiento
El tratamiento estándar recomendado en el Cáncer epitelial de ovario (CEO) incluye
cirugía primaria con fines de diagnóstico, etapificación y Citorreducción, seguido de
quimioterapia adyuvante, cuando el procedimiento inicial lo realiza un cirujano no
oncólogo la cirugía resulta inadecuada en 75% de los casos.
El estándar de tratamiento para pacientes en etapas I o II es máxima citorreducción
quirúrgica seguida de quimioterapia basada en taxanos y platino. El tratamiento posterior
no se recomienda para las mujeres con tumores estadio IA G1, G2 y IBG1 ya que las tasas
de supervivencia global y libre de enfermedad a cinco años son mayores de 90%. Para las
mujeres con alto riesgo que incluyen los estadios IAG3, IBG2-3, IC e histologías de células
claras y II, agregar quimioterapia basada en taxanos y platino reduce significativamente la
probabilidad de recaída de la enfermedad.
En las etapas EC IA y IC en pacientes con paridad no satisfecha se podrá preservar el útero
y el ovario contralateral si macroscópicamente se encuentra normal no asi cuando se
encuentra con etapa IB.

Bibliografía
Schorge J. Ginecologia de Williams. 2nd ed. Grupo A - AMGH; 2000. Pag: 853-867
Tratamiento Quirúrgico-Médico del Cáncer Epitelial de ovario. México: Secretaría de
Salud; 25 de septiembre 2014
Pons L, Garcia O, Salmon A. Tumores de ovario: patogenia, cuadro clínico, diagnóstico
ecográfico e histopatológico. MEDISAN. 2012;16(6).
Gallardo D, Montalvo G, Gonzalez A. Cancer epitelial de ovario. Oncoguia. 2011;1(1).

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