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Amor: Un Mutuo Acuerdo Condicional 1

“Amor: Un Mutuo Acuerdo Condicional”

Alan Eduardo Barcenas Posada

Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Psicología

Transdisciplina I

“Homo sum, humani nihil a me alienum puto”


P. Terencio. A.
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Resumen

Las civilizaciones humanas a lo largo de las diversas épocas históricas traen consigo una

fuerte carga de sistemas organizados en política, economía, sociedad y cultura, llenos de

estereotipos, estatutos erróneos, arquetipos tergiversados y un sesgo inconsciente dentro del

pensamiento colectivo humano acerca de lo que es el amor. Con enormes confusiones de lo

que es amor y lo que no es, guiado a una pérdida de valores de vida como de identificación

yoica y social. Es una visión acerca del panorama temporal de la angustia sobre el amor y los

caracteres perdidos del ser humano, así como el planteamiento de un escenario de unificación

para lo individual y lo colectivo en un ámbito de vida, de amor y de deconstrucción activa en

los sistemas humanos organizados.

Palabras clave: Amor, sistemas organizados, sistemas desorganizados, virtudes,

carencias, búsqueda de vida, satisfacciones, pulsiones, necesidades, enamoramiento, ser

humano, política, sociedad, cultura, desidentificación y revolución inconsciente.


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Amor: Un Mutuo Acuerdo Condicional

Un falso interés humano

En los principios de la civilización humana se ha tenido que establecer un orden como

en todas las cosas, como seres animales, vivos, pensantes, intuitivos, adaptativos,

evolucionados, con formas de organización distintivas a otras especies ya que

implementamos desde el origen un cambio de seres nómadas, errantes, instintivos y agresivos

a seres sedentarios, adaptados, maleables, con aldeas y grupos humanos dando origen a los

principios de una sociedad humana primitiva, con necesidades, crecimiento, reproducción y

un imperativo hecho de expansión.

Algunas de las primeras civilizaciones humanas como las sumerias, babilónicas,

egipcias, hebreas, nórdicas y orientales fueron implementando sistemas de organización

similares divididos en poder político, económico, social y religioso en donde cada uno de

ellos correspondía a un sector específico de la civilización, donde innegablemente uno no

podía sobrepasar algún otro, demostrando inicios de organización jerárquica en los primeros

grupos sedentarios. Si bien es cierto que la familia, al igual que la sociedad, constituye el

primer grupo social por excelencia, también constituye una primera organización de

relaciones humanas más allá de un colectivo magno, es una primera relación de

desprendimiento individual con reconocimiento de otro dentro del mundo, así también es

remarcable la importancia de ésta como factor creador y fundador de los principios humanos

individuales y sociales.

La organización entonces establecida es dividida en estratos sociales, con sistemas de

clase, de poder, de dominación sobre otros, con altas repercusiones sobre las decisiones

colectivas a cargo de unos pocos y con consecuencias sociales impactantes reflejadas en lo

individual al oprimir un pensamiento con otro. Estas consecuencias de opresión son un


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enorme malestar de un individuo sobre otro, guiando a otros a la destrucción egocentrista y

dañando sistemas sociales con un bien colectivo engañado y tergiversado, en donde el poder

recae en unos pocos y las decisiones resuenan sobre los otros ajenos. Así estos sistemas de

organización política, social, económica y religiosa se vuelven una batalla constante por la

expansión, unos inicios de la guerra con el otro, con cargas de angustia sobre el colectivo

interno y también sobre el mismo oligarca que toma esas decisiones. Como vemos, los

primeros sistemas de organización humanos como sociales, absolutos, oligárquicos e

imperialistas son un sesgo dentro de lo que debería conformar una verdadera organización

humana que no tenga interés individual, con valores negativos, con inicios de expansión

guerrillera, con caos y desorganización, esto contrae una pérdida de valores, de identidad, de

toma de decisiones, de confianza y de lucha constante con el otro, una competición a muerte

sobre el poder absoluto de satisfacción personal que nunca puede ser desechada hasta que se

obtiene a costa del otro, sobre el bien, encima de uno mismo; esto muestra además de los

inicios de la llamada organización humana una perdida coetánea de ella misma, en donde no

hay organización sino acomodación de pocos, un juego azaroso de competición natural donde

el demagogo más fuerte puede dominar sobre los otros, dando falsas promesas de progreso y

estabilidad en donde no hay tierra para acomodar esa fe perdida.

El ensueño individual

En la búsqueda de sentido, de ser, de vida se puede optar por elegir cualquier camino,

pero inevitablemente se escoge el de la carencia, donde se construye lo que no es para llegar a

serlo. Así en la selección de organización humana por naturaleza se pueden escoger sistemas

políticos, económicos, sociales y religiosos que resultan existir para ser acomodados por unos

pocos que carecen de ese sentido de vida engañando al mismo sistema a través de los demás.

En el individuo y la familia se puede tener una identificación y se permite moldear

una vida, llegando a organizar el mundo de acuerdo a su forma y su ser, así dentro de la
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sociedad puede encontrar ese rumbo elegido dentro del camino de algunos otros, sin embargo

al no tener resuelto el sistema de organización humana sobre las decisiones colectivas tiene

una alta repercusión sobre las organizaciones individuales, conformando una pérdida de vida,

de identidad y provocando desorganización, caos y destrucción del propio impulso interno de

búsqueda del ser. En las primeras civilizaciones se veneraban seres antropomorfos dotados de

poderes y dotes magníficos para los humanos, con valores y sentidos de vida realmente

grandes, como la virtud de la vida, de la amistad, del amor, de la humildad, así como

vitalidades de agua, tierra, cosechas, alimento y protección, estas virtudes y vitalidades eran

importantes para el sentido de búsqueda humano, como una herencia del antepasado para

cuidar y salvaguardar virtudes, comportamientos, materiales y conocimientos preciados para

la sobrevivencia humana, ahí es donde inicia el nacimiento de la cultura, en donde el gen

implantado en la sociedad se hace cada vez más fuerte y estrecho, lleno de virtudes y

vitalidades. Pero el gen mismo no da poderes o dotes magníficos, sino que deja por herencia

un conocimiento de la manipulación del medio, de otro y de uno mismo, adaptando la

maleabilidad del estrato humano asentado y cada vez más fuerte.

Dentro de la proliferación de la cultura vemos que hay escasez de manutención y de

veneración de la naturaleza, de personas, de dioses y de actitudes, en donde tal parece que la

precariedad es una virtud para la evolución humana de mantenerse constante, sinérgica y

prevenida a ese cambio enorme de destrucción. Colgamos de una pendiente en donde nos

protegemos de la carencia por medio de la glorificación de ella misma; por miedo o por

supervivencia el ser humano enaltece lo que no tiene para poder llegar a ello y completar su

sentido de vida, tanto individual como colectivo.

El ser humano busca trascendencia por medio de dominación sobre el medio, pero no

por medio de sí mismo, es una búsqueda constante de lo que no se tiene pero se quiere llegar

a tener, en donde esa imaginería individual de valores, sentimientos, emociones,


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motivaciones, virtudes y gratificaciones se hace cada vez más colectiva, con valores y

emociones comunes, con una búsqueda de trascendencia de sí mismo por medio de otro, de

hijos, de reinos, de herencias, de estatus, de poder, y sobre todo de dominación del otro. En

esa búsqueda aparece el amor, en donde se podría entrever un sentido de carencia de

trascendencia individual en donde se busca llegar a otro para dejar algo en el mundo, un hijo,

una pareja o una experiencia, pero nunca se deja amor, se deja simple enamoramiento, se

dejan búsquedas constantes no resueltas y se dejan heridas innegables en la búsqueda

humana.

Esa impronta de enamoramiento no llega a consumarse en amor, en donde el ser

amado puede ser uno o el mundo entero con una libertad de elección a basarse en el individuo

y la trascendencia que quiera llegar a ser, más bien se consuma en un enamoramiento trunco,

con una herencia de culturas entremezcladas, impuestas, con sistemas de organización

erróneos, una herencia de dominación sobe otro para la obtención de virtudes personales y de

conocimientos propios. El amor se vuelve hedonista, voluptuoso y visceral, simplemente una

carencia del demonio Eros para enorgullecerse de tener a la mujer más hermosa de la tierra

Psique, donde transgreden ese “sistema organizado”, esas leyes familiares y esos códigos de

virtudes máximas, donde ahora solo tienen búsqueda de enamoramiento para ellos mismos, a

costa de los demás; el amor entonces se ha vuelto un abandono del sistema desorganizado,

una búsqueda de donde no estuvo nunca, y una demostración de no poder encontrarlo en

donde no se demuestra, en donde nunca se enseña o donde simplemente carece.

Amor como lo que no es

Con el paso del tiempo hay una constante búsqueda del origen del amor, desde

enfoques religiosos llenos de virtudes, de trascendencias, de vida en el otro o de encontrarlo

hacia una práctica del bien, de igual forma se busca hasta en relatos culturales y sociales de
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encuentros con algún otro para complementarse, en un destino, entretejidos de moiras,

impuestos por alguien más, de búsquedas en parentescos o similitudes e incluso también hay

algunas pruebas biológicas acerca de la selección de pareja por medio del parentesco al

sistema familiar nuclear proveniente, de improntas maternas o también desde puntos de vista

indómitos hay una selección inconsciente de un mundo elaborado para la gratificación del

placer y el egocentrismo personal. Partiendo de presupuestos entonces de búsqueda se puede

inferir que se trata de una complementación con algún otro para una satisfacción de una

necesidad o pulsión interna, ya sea por necesidad biológica o por necesidad social y cultural,

pero también por una necesidad yoica, en donde hay un sentido de complementación para los

papeles de la vida a través de algún otro, casi como un sentido solitario de distropía en donde

la búsqueda de una pareja puede salvar a la descendencia personal y a la herencia cultural del

sistema nuclear de donde se proviene, como un ser único sobre la tierra haciendo de nuevo

una creación de seres humanos con su estigma en la frente y con su propio cuerpo

entremezclado con la costilla, ADN, gónadas y aminoácidos. Se trata de un sentido carente de

búsqueda interna y social de enamoramiento sobre algún otro, creyendo ser el único con

sentimientos y emociones hacia el otro pero también hacia uno mismo; entonces el amor es

una experiencia personal, de satisfacción y cumplimiento de una pulsión propia interna dada

por la cultura y el propio inconsciente, con una gratificación hipotalámica y serotonérgica, a

diferencia del enamoramiento que es solo puente conductual entre uno mismo y algún otro,

usado como medio de obtener ese cumplimiento de otra mitad hacia la presencia de alguien

más, alguien que fomente, motive y funja como pilar de ese puente personal entre el yo y el

otro.

Se convierte entonces en una dicotomía entre narcisismo y amor, donde las primeras

socializaciones se diferencian de la necesidad de placer y satisfacción por medio de uno, por

medio del seno de otro, y por medio del valor humano disfrutado hacia el bien de todos. Es
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un camino diferente, en donde enamoramiento es el hecho de morder ese pezón, en una

confusión del placer de uno mismo y el placer de algún otro, con comienzos de una

transgresión del otro por ese hecho placentero, que conlleva gratificación dopaminérgica y

liberaciones serotoninérgicas para la manutención de aquella necesidad no resuelta. Hay

ahora una utilidad del otro para pulsiones primarias pero aquel puente entre enamoramiento y

amor no ha sido completado, se puede llegar a él mientras se hacen prácticas de

mantenimiento del productor o productora de placer, sin embargo no se llega totalmente a ese

cumplimiento de amor. Ahora da paso a una satisfacción por medio de otro, con inicios de

diferencia a morder un pezón para ver a otro sufrir con una boca que lo succiona, a el cumplir

con el propósito del mismo para alimentar al ser y a la vitalidad, dando un amor verdadero o

un amor tergiversado; en el comienzo de ambas puede definirse el propósito de vitalidad e

identidad que tendrá aquel perverso polimorfo, con una búsqueda ahora hacia un bien común,

que lo incluya a él y que pueda saber agradecer un bien, o hacia que incluya la necesidad

imparable de daño hacia el otro, de hedonismo, de parafilia hacia lo que no es amor pero se

disfraza de él. Bien entendido esto se puede hablar de diferencias culturales hacia la búsqueda

del amor y del complemento o carencia del mismo en diferentes momentos de la historia

humana, ahora “civilizada” por experiencias de sistemas desorganizados políticos,

económicos, sociales y ahora culturales.

La conformación de una concepción del amor en diferentes momentos de la

humanidad ha variado, desde el sustento familiar y social de las primeras organizaciones

humanas, seguido de la búsqueda de estirpes y honores familiares altos conforme al estatus

social, a la manutención de poder de producción de personas no pagadas y engañadas con el

ideal de amor por medio de la cultura, religión y sociedad dominante con trasfondo político

económico, hasta los momentos actuales de gran confusión entre un amor platónico y un
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amor de vacío, en donde la constante de todas las concepciones es la carencia, un sistema de

poder sobre el otro y una enorme desidentificación con lo que el amor nunca fue.

Amor platónico concebido como amor hacia el saber de alguien más, en esencia y en

espíritu, donde el contenido corporal era el medio de resguardo de aquella esencia, sin

importar su recipiente, se daba más belleza metafísica al saber esencial y experimental de

estar con alguien más. Es claro que la búsqueda de ese amor se encuentra en momentos a

posteriori, donde se conoce la virtud, vitalidad, experiencia, conocimiento y carencia de

alguien más, con inicios de amor sapiosexual; con diferencias claras del mismo resultado de

una confusión sobre el amor al saber, por medio de la utilización del otro, a un amor por

alguien en esencia que sabe y conoce. En esa diferencia puede encontrarse el concepto de

amor platónico de la sociedad vacía, en donde se tergiversa a un amor ideal, inalcanzable

idiosincrático salido del ego inconsciente de quien lo anhela, en donde se valora tener un

amor ideal a un amor meramente real, este amor es a priori y sustentado por la

desorganización de la sociedad incompleta y carente donde buscan un imaginario colectivo

de estatus, poder, utopía y por supuesto amor. El amor se vuelve ahora en sociedades actuales

un amor suspendido en el aire, un amor inconsciente desde el punto de vista del referente

carente del otro y de sí mismo, ahora vemos entonces que el amor aparte de ser carencia

airada deriva de una sociedad y de una cultura sin identificación y sin vitalidad, siendo reflejo

de sus propias carencias y anhelos, volviéndose ya no un amor líquido y efímero, sino un

amor airado en nubes de quien lo padece, se vuelve un síntoma de una sociedad vacía llena de

anhelos, sueños, desidentificación y cuasi panacea de todos los males actuales.

Del ensueño al sueño

Actualmente se vive un sentido de desprendimiento de ideales, una revolución de

opiniones, de opresiones, de estigmas y valores, es una revolución de lo inconsciente, en


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donde se busca libertad sobre el pensamiento, sobre las decisiones, sobre las carencias y

sobre la búsqueda de la vitalidad propia y los valores trascendentes. Comienza un momento

de la vida de los hombres y de las mujeres en donde después de la primer experiencia de

despertar inconsciente pueden ver las carencias y virtudes de la vida, de sí mismos y del otro;

es claro que ese despertar tiene un precio, con años, experiencias, sentimientos, emociones,

saberes y conocimiento, ese precio se reinvierte en uno mismo, ganando con vivencia lo que

no se puede obtener con la cultura heredada desorganizada y carente de la que se ha nacido,

cuesta entonces más poder vivirlo que poder prevenirlo, comienza ahí entonces una propuesta

a un despertar individual y colectivo de identificación personal de virtudes y valores vitales

para conocer de lo que se carece y de lo que se obtiene para dar, a uno mismo y al otro, en

lugar de ejercer poder demagógico de engaño, oligárquico de opresión y de dominación sobre

la prostitución del enamoramiento. Una revolución de lo inconsciente individual y colectiva

para dar paso de un ensueño del amor a un amor real y verdadero, que conlleva un consciente

de uno mismo a un mundo real del otro, con imperativos de no mentir o no engañar, en donde

no simplemente sea aplicado a otro, también al encuentro de sentido de uno mismo en su

trascendencia. Quien tiene amor puede darlo, quien no tiene entonces engaña haciendo creer

que tiene para poder obtenerlo de alguien más, y aunque claro está que si ninguno de los dos

tiene amor entonces no es amor ni tampoco es enamoramiento, se convierte en soberbia,

orgullo, transgresión y poder sobre alguien más, demostrando debilidad anímica y debilidad

social/cultural para dar protección y cuidado de algún otro.

El puente entonces de amor que no se tiene para quien no lo quiere puede verse

marcado en sociedades actuales, con acuerdos mutuamente compartidos de algo que

terminará porque nunca fue amor la solución, fue repercusión de la carencia y de la identidad

vertida de lo familiar, social, cultural y emocional. El amor de la era del vacío es entonces

occidentalizado, con valores arquetípicos de amor ideal como sustento de la oligarquía de


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unos pocos para el crecimiento de la producción de carencias y desidentificación, no hay

revolución de lo inconsciente, no hay revolución de amor, hay simplemente apaciguamiento

de acuerdos compartidos, como dos helados que se compran porque se desean, que se

consumen porque se satisfacen y que saben que se terminaran, porque la intención de ese

sistema desorganizado es entonces volver a comprar otro y probar uno para cuidarlo y hacer

marcas enormes de él, de improntas y de identificación con ella, de sentido y de vitalidad,

lleno de valores nucleares recién nacidos de la nueva familia de amores carentes llenos de

necesidades y de desidentificación anímica.

Un problema tan grande como abandono de ideales, de carencia, de desidentificación

y de no sentido conlleva un malestar, conlleva un dolor y una impronta en la vida, se da un

sistema desorganizado donde la búsqueda por un sentido se vuelve enorme, se vuelve

inalcanzable y se vuelve violenta, en donde la carencia provoca tristeza, provoca dolor,

provoca envidia y provoca violencia y transgresión. Así en sociedades occidentalizadas

donde el no sentido es el sentido máximo para perder ideales y volverse genérico dentro del

propio sistema, tiene como consecuencia una revalorización de las cosas, con precios y

etiquetas actuales de valores sociales compartidos pero no únicos, con una incompletud

anímica y un enorme deseo de unicidad. Puede ponerse en panorama el sistema de

desorganización mexicano en donde hay política, economía, sociedad y cultura con herencia

de otro sistema desorganizado de conquista, donde el sincretismo antecede a un pasado

antiguo y después a uno moderno donde se puede demostrar el síntoma de una cultura

dañada, con una sociedad dividida, la política dolosa y la economía fluctuante, con un

idealismo demacrado y un enorme síntoma social de devoción hacia lo que no es y promesas

que no tienen. Una identificación colectiva de imágenes, de valores, de arquetipos, de

carencias y de vitalidades, con promesas falsas a la madre pero cumplimientos desinteresados

a una figura religiosa, la madre de los mexicanos, la progenitora del rey, la legitimadora de
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vitalidad y creadora de unicidad, aquella que demuestra el síntoma de perdida y la reina de la

carencia de sentido anímico mexicano, en donde se promete el ideal pero no el real, en

consecuencias de violencia, de transgresión, abuso, violación, asesinatos, robos, muerte y

destrucción comandados por la desidentidad y la falta, donde al final las cuentas se rinden a

quien no existe, que viene pesando más prometer a una imagen arquetípica colectiva que a

una persona dadora de vida como lo es la madre, siendo no legitimada, abandonada, no

resuelta por el narcisismo secundario, no respetada y agredida por ser madre y por ser mujer.

Así entonces es un ejemplo de la fuerza que tiene una sociedad desorganizada con

poder y dominación sobre otros, tal como el mito de cronos cometiendo parricidio y cortando

el pene a su padre Urano, demostrando la virilidad y fortaleza de castrar al padre y quedarse

con Gea la madre tierra, los medios de producción, la fuerza del ser humano, la civilización

inconsciente y la dotada de carencias; conforme se corta el pene se cae el esperma al mar,

entremezclando esperma y espuma naciendo Afrodita, la diosa del amor, aquella nacida de la

virilidad, de la fuerza, del engaño y el dolor en donde no es amor verdadero sino amor

perfecto, amor ideal, amor irreal, amor de dioses donde los humanos no entran pero lo

añoran, ahí es la confusión para obtener un amor ideal a un amor real, en donde el ser

humano crea sus propios dioses carentes, indómitos e inconscientes como reflejo de sí mismo

para legitimar sus carencias institucionales a las cuales no llegarán mientras siga un sistema

de poder desorganizado, ilegitimo y dotados de falsas virtudes con carentes identificaciones.

Ese mismo miedo de no poder cambiar se resiente cuando a Cronos se le dice que sus

hijos lo asesinaran, entonces se los traga, y ya no hay dioses ni mortales, solamente tiempo

estático consumiendo todo a su paso, por falta de cambio, de dinámica, de ciclos y de estatus

quo, es entonces que persiste el dolor y el miedo, la envidia y la soberbia de una sociedad

entera, donde los dioses son reflejo de su síntoma social dador del grito de ayuda por cambiar

aunque sea mínimamente por cultura y por imaginario colectivo. Estos ayudarán entonces a la
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renovación de la organización social y al lento cambio de hijos del tiempo al exiliar al dios

indómito y estático.

Lo real y lo organizado

Al despertar de un ensueño carente, hueco, vacío y gaseoso se puede vislumbrar un

dolor real, aquel de no obtener lo que tanto se anhela en un mundo donde ya no es importante

el valor colectivo sino uno propio e individual que a su vez se pueda hacer imperativo

universal para todos, aplicado a la deconstrucción de la falsa organización de estereotipos,

estatus, clichés y perder los falsos valores e identidades que no conducen a nada más que a la

legitimación del propio ensueño distópico de dolor y violencia. Así entonces el cambio para

un sueño amoroso tiene que comenzar con abandonar el egoísmo de la no identificación, de la

búsqueda de placeres y de poder sobre alguien más como puente para una satisfacción

personal, se tiene que renovar ese narcisismo secundario hacia un cambio de sentido de ser,

hacia una revolución de lo inconsciente, en donde el valor no esté en obtener placer por

medio de otro, sino saber tenerlo, saber darlo y saber disfrutarlo al poder incluir al otro dentro

del placer común y colectivo, en donde ese rompimiento político ya no pueda tener algún

poder sobre las mentes reveladas y dar paso a ser conscientes sobre la libertad de elecciones

respecto al amor verdadero, al amor real, al amor para tener y dar, así como cuidarlo y guiar,

desligándose del sueño de obtener uno ideal, y comenzar a enajenarse de las carencias y de

los demás sueños para destruirlos de forma individual y colectiva, poder buscar la obtención

de un amor real y despertado, donde no involucre ya un sistema desorganizado de sociedad y

cultura sino una identificación propia con el mundo de quien lo vive, una propuesta más

humana y más terapéutica para un verdadero sentido del ser virtuoso y complementado, aquel

ser que nunca dejó de ser.


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Conforme a lo simbólico se tiene que redefinir un pensamiento guiado por el propio

individuo y por un conjunto de individuos, en donde no se confunda con ideal o prototipo de

algo más, donde se pueda trasformar un fragmento de tiempo y vida de cada quien a una

movilidad cambiante, perdurable, una sucesión de momentos característicos que puedan

convertirse en la realidad, poder dejar a un lado el significante de lo que se concibe al amor y

entrever la realidad del significado del amor. Conforme al paso del tiempo se ha podido

revolucionar un amor polifacético, lleno de costumbres, tradiciones, clichés y estatus

perdurables, que pese a ello siguen legitimando la existencia del desacomodo social y político

de trasfondo pero que se puede aprender a desenmarañar quitando la máscara de ideal

ensoñado y verlo realmente como lo que ha sido siempre, algo cambiante, buscado, deseado y

verdadero, con tintes revolucionarios algunas veces y otras cuantas muy humano, en términos

platónicos es buscar destapar al amor sabio y cambiante, lleno de generosidad y humildad, de

conocimiento y de reconocimiento humano, como siempre lo ha sido, un amor muy humano,

muy histórico, muy familiar, lleno de amistades, de personalidades, de parejas y de actitudes

virtuosas.

Así entonces, desde la búsqueda de hogar primitivo, la unificación de un pueblo en

común, compartido, fraterno y solidario, a uno lleno de pinturas, canticos, odas y sonetos

sobrevolados en esplendor humano móvil y cambiante es que se obtiene un amor que ya se

puede observar, sentir, medir y contemplar, desprendiendo el mito moderno que nace de la

narrativa inconsciente y desorganizada del sistema político y cultural estático de donde

suponía un amor inexistente, efímero, inalcanzable y cíclico, lleno de falsas promesas, de

próximos intentos, de fracasos constantes, de botellas de vino derramadas, de calles

inundadas de poetistas melancólicos y de incertidumbre social, económica, cultural con

enorme angustia, a poder dar paso a una verdadera visión de uno real, desencubierto, sin

pantomimas de por medio y sin adjetivos sobreimpuestos, donde conlleva una lucha real para
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obtenerlo, una constancia de poder crítico, poder sabio, poder efusivo y de poder humano

para destejer una concepción vendida, inocua, de imágenes arquetípicas y personificaciones

llenas de martirio, comenzar así una historia móvil renacida del desprendimiento de lo

estático que conlleve una aplicación anímica y verdadera para poder disfrutar plenamente lo

que sería honroso disfrutar y rechazar lo que tan carentemente no se busca y simplemente

legitimaba la misma ceguera colectiva, en donde lo inconsciente pueda volverse visible,

aplicado, manipulado, mejorado y finalmente organizado, con estratos solidos sobre los

pensamientos individuales de virtud, de ser, de personificación y de identidad, así como

aplicados al colectivo que merece cambiar, como seres libres y voluntarios. No permitir una

invasión extranjera sobre tierras personales, no añadir ideales franceses y barrocos a una

sociedad llena de cultura personal sobre las concepciones de amor, olvidar legitimaciones de

personajes falsos, santidades, virginidades, pobreza y romantización de una vida que de por sí

se hace miserable cada que se respira el ambiente de desorganización maquiavélica, al igual

que no dejar pasar por alto latentes síntomas sociales de maltrato, asesinatos, violencia y

dolor, que lo único que conllevan es a sustentar cada vez más esa civilización humana

inconforme, indómita, inadmisiblemente violenta y categorizada conforme a competencias

impuestas, sobre la política, sobre la economía de materiales y personas, sobre la religión

heredada de pensares no profetizados, sobre culturas desarraigadas al sentido de la misma

gente que las creó y de sociedades dicotomizadas que viven en diferencias, en conflictos, en

actos incoherentes y sobre todo de abandono personal y colectivo. No justifica el abandono

del alma de seres que no aprendieron a amar, porque cómo juzgar a alguien que creció sin

conocimiento o con virtudes máximas de cambio cuando lo único que conocía era lo que

veía, sumergiéndose entre autos lujosos, joyas caras, competencias violentas e insensatas,

falsos valores, políticas guerrilleras, naciones divididas, vanaglorias falsas, marcas de estatus,

posiciones económicas competentes o relativamente inexistentes, culturas llenas de un


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sincretismo violento y perecedero, y sociedades humanas llenas de olvido, abandono,

lagrimas e insatisfacción, donde lo que cambiaría todo sería un abandono de desidentificación

y poder afrontar un dolor de verdad, uno nacido de la cabeza de Zeus, con un parto materno y

paterno hacia Atenea, llena de conocimiento sobre uno mismo, de identidad personal o

humana, así como de un reconocimiento de virtudes sobre la nueva desintegración de la

desorganización para discernir mejor en la cara teatral de una sociedad lamentablemente

fragmentada.

Así entonces el poder de la insatisfacción que recae desde el origen del hombre y del

amor es tan grande que lleva a realizar actos inconclusos e incoherentes en el mismo ser que

las creo, una pulsión enorme acerca de las satisfacciones no resueltas de un entorno histórico

y social en donde se ha vivido engañado acerca de lo que tendría que hacer un hombre o una

mujer para una libertad de las pulsiones, en donde se consiguen mediante la satisfacción real

de ellas, no mediante el mantenimiento de su prolongación falsa y nefasta, abriendo un

escenario que conlleve a revoluciones inconscientes desde lo político, lo económico, lo

cultural y lo social hasta llegar a lo individual, dejando de lado ideales imposibles y poder

llegar a reales posibles, ser sabios dejando desbordar la consciencia sobre la realidad,

discernir entre un mundo construido por un enorme dolo y angustia, así como resolver

síntomas sociales que no legitimen o encubran respuestas no aplicadas, establecer una

expansión que llegue a todos y al propio individuo, quien al fin es él mismo el que puede

tomar decisiones conscientes sobre sí, dar revelaciones indómitas sobre las pulsiones

necesarias, caminos seleccionados para vivir, y finalmente identificarse como ser virtuoso y

único, convirtiéndose en el ser humano que tanto anhela ser.


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