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¿INFANCIA O INFANCIAS?

Hablar de infancias propone una mirada plural y dinámica teniendo en cuenta las posibles y
diversas versiones de ser niño y niña, en relación con cada época y para cada quién, tomando
en cuenta que cada uno hará su propio camino en la construcción de su infancia, experiencia
que será única e irrepetible, donde se anudará, entre otras cuestiones, lo histórico, lo cultural,
lo social, lo familiar, lo propio, en tanto proceso de reconstrucción permanente en el camino
hacia la identidad.

La intención de repensar este concepto es poder salir de la idea de “la infancia” como
categoría, ya que éstas tienden a homogeneizar, a establecer modelos y características para
quienes forman parte de ella. De ahí el peligro de pensar a las infancias desde un modo de
estipulado por otros, quienes establen normas, “lo normal”, como si hubiera un único modo
posible de ser niño.

Pensar en INFANCIAS es dar lugar a la complejidad, a la diversidad, al respeto por las


diferencias, es pensar en un recorrido singular que deja huella, momento de creación y
constitución subjetiva, sosteniendo la posibilidad de ser niño o niña en cada momento, para
quien y sus características.

NIÑEZ

La niñez es la etapa evolutiva de una persona que abarca desde el nacimiento hasta la
pubertad. Ésta etapa a su vez puede dividirse en 3 periodos: LACTANTE (aprox. hasta los 2
años), 1° INFANCIA (2 a 6 años) y 2° INFANCIA (6 a 13 años) son divisiones aproximadas y van
marcadas por grandes momentos de independencia y autonomía como es abandonar la
lactancia, ingresar a la escuela primaria, comenzar con la pubertad, cambios sumamente
significativos en el desarrollo físico.

Durante estos periodos la autonomía y el desarrollo tanto físico como cognitivo se


complementan, ya que el avance de uno hace que el otro se ponga en desafío para superar
una nueva etapa.

La 1° Infancia presenta una etapa decisiva en el desarrollo de las capacidades físicas,


intelectuales y emotivas de cada niño y niña y es la etapa más vulnerable del crecimiento
puesto que es la etapa en la que los seres humanos muestran gran dependencia, motivo por el
cual requiere especial protección.

En ésta etapa se forman las capacidades y condiciones esenciales para la vida, la mayor parte
del cerebro y sus conexiones. El amor y la estimulación intelectual permite a niños y niñas
desarrollar la seguridad y autoestima necesario para enfrentar el futuro por sí mismos. Para
ello su entorno, condiciones de vida y relación con los adultos referentes son fundamentales.
Familia, comunidad y escuela son esenciales en esta etapa de crecimiento acelerado que
requiere las condiciones adecuadas para un mejor desarrollo subjetivo de niños y niñas,
posibilitando aprendizajes, juego y descubrimiento, así como para estimular la motricidad
desde todos sus aspectos como la creatividad. Esta etapa es fundamental también para
aprender normas sociales y valores.

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