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1

Se suponía que Jeon Jungkook fue enviado a ese domicilio solo para una
inspección de rutina. Una vecina del lugar había reportado hacia algunas
horas un olor nauseabundo proveniente desde la casa de al lado.798

Olor a muerto, declaró al llamar a la policía.626

Los antecedentes recopilados por la telefonista del caso, eran de una señora
que rondaba los sesenta años. Según su vecina, la última vez que la vio, fue
en la iglesia hace ya más de una semana. Vivía sola, no parecía tener
familiares y solo era visitada por unas amigas de la iglesia en raras
ocasiones. Con el evidente sobrepeso que declaró la vecina a la telefonista,
no era tonto pensar en un posible ataque al corazón.5

—Detesto cuando la gente muere sola —comentó su compañero de rondas,


Park Jimin.540

Tenía los brazos cruzados en el asiento del copiloto y la vista clavada afuera.
Llovía, no muy fuerte, pero lo suficiente para resultar molesto.83

—No sabemos si está muerta —dijo Jeon Jungkook, por fin apagando el
motor.133

—Mal olor de hace días, nadie la ha visto por una semana, vive sola, tiene
obesidad... no sé, a mí me parece más claro que el agua. Deberían haber
mandado a los forenses en vez de a nosotros.332

Jungkook puso los ojos en blanco y se acomodó el arma de servicio, que


jamás la había usado al llevar solo unos meses graduado de la escuela de
policía. Abrió la puerta y salió, Jimin lo siguió protestando todavía.140

El barrio era de clase media. Casas con ante jardines no cercados y una
terraza como antesala a la puerta, de madera y todas con el mismo diseño.
Tres pisos de alto, el último parecía ser un entretecho, que tenía una ventana
redonda y pequeña para darle luz al espacio.37

Nada más acercarse a la casa, un poco destartalada en comparación a la de


sus vecinos, la puerta de la casa de al lado se abrió. Salió una mujer
cubriéndose con un chal.2

—Hola, soy la vecina que llamó —se presentó.129

Lógicamente, pensó Jungkook, ese tipo de personas generalmente


presentaban ese comportamiento ansioso y fisgón.305

—Mi nombre es Jeon Jungkook —dijo, acercándose hasta llegar a las


escaleras de madera que subían a la casa de la señora—. Y él es Park
Jimin.130

Ella los recorrió con la mirada antes de dirigir su atención a la casa vacía,
que tenía las luces apagadas a pesar de que no quedaba más que una franja
de atardecer.3

—Son muy jóvenes —la escuchó musitar.334

Claro, por lo mismo les habían lanzado esa inspección de rutina. A diferencia
de Jungkook que llevaba solo cuatro meses de servicio, Jimin iba por el año.
Ambos, como bien dijo la señora, demasiado jóvenes.2

—Por cierto, mi nombre es Hyuna.622

Jungkook cabeceó hacia ella.31

—Señora Hyuna, hemos recibido una llamada de su parte indicándonos


malos olores desde la casa vecina.68

—Olor a muerto —corrigió ella—. Ahora no se siente por la lluvia, pero era
insoportable.91
—Entiendo —dijo Jungkook.1

Por el rabillo del ojo, se fijó en Jimin que recorría el jardín vecino con mirada
tranquila, solo rutina para ambos.18

—Hace más de una semana que Lara no aparece —continuó—, y no tiene


familiares... su hijo murió hace unos quince años, un accidente de automóvil,
fue realmente terrible. Quedó incrustado entre los fierros y tuvieron que
cortar el auto para poder sacarlo. Desde ahí que Lara no ha estado bien.768

—¿Sabe si el último tiempo Lara fue visitada por alguien?

—Solo su grupo de amigas de la iglesia. Vinieron hace... unas dos semanas,


un poco menos.66

—¿Algo más que agregar? —pidió Jungkook.3

Pareció dudar antes de contestar.1

—Ayer creí ver una luz prendida en el altillo... en el entretecho. Pero


desapareció tan rápido, que creo que solo fueron imaginaciones mías.524

Con posibilidad lo eran, pensó Jungkook. La gente tendía a reactivar la


imaginación cuando comenzaban a creer en algo. Que Hyuna pensara que su
vecina Lara estaba muerta, eran suficientes antecedentes para imaginarse
una casa embrujada. De nada le sorprendía su avistamiento.12

—¿Algo más? —preguntó, mientras se arreglaba la gorra por la que escurría


agua y mojaba su chaqueta.102

—He tocado la puerta un par de veces en la semana pero nadie salió. ¿Está...
muerta? —quiso saber.151

—Ahora procederemos a inspeccionar la casa.43


Con un asentimiento, se dirigió hacia su amigo Jimin que estaba intentando
inspeccionar el patio trasero de la casa, el cual se encontraba techado.1

—¿No crees que es un poco extraño que esté tan cubierto el patio? —
preguntó con desconcierto—. El barrio es tranquilo y nadie tiene rejas.315

—Tal vez le gusta la privacidad —dijo Jungkook, sin embargo, lo que decía
Jimin sí que era acertado.2

¿Una mujer que vivía sola, que jamás había sido visitada por nadie, y que
tenía el patio trasero techado? Ninguna historia normal comenzaba con ese
preámbulo.334

Sin más palabras, se acercaron a la casa encendiendo las linternas, porque el


atardecer había finalizado del todo. La oscuridad de la calle apenas era
combatida por las farolas que desprendían una leve luz naranja.4

Sus pasos resonaron en la escalera al subir al porche de la casa. Las tablas


estaban sueltas y parecía faltarle varias capas de barniz como retoque. La
puerta también se veía descascarada.82

Como así lo dictaba el protocolo, tocaron el timbre. Nadie salió, tampoco se


escuchó ruido proveniente desde el interior. Volvieron a tocar, esta vez
golpeando la madera.4

—Hola, es la Policía de Daegu —dijo Jimin—. Recibimos una llamada por


malos olores, ¿hay alguien en casa?630

Todavía silencio.3

Jungkook se movió a una ventana cubierta por cortinas gruesas que


impedían ver hacia adentro, intentó abrirla pero se encontraba sellada con
pegamento por los bordes. Apoyando la linterna en el vidrio, Jungkook
apegó la cara para intentar ver dentro.146
Era el comedor. Una mesa de cuatro puestos, dos asientos un tanto
desacomodados comparados los otros dos. Al intentar moverse hacia la otra
ventana, se encontró a Jimin espiando igual que él. Esa ventana también
estaba sellada con el mismo pegamento blanco.1

—Es el living —dijo—. Se ve todo normal. Un sofá de tres cuerpos y uno de


esos reclinables. Una televisión... espera, dentro se ve mejor que el descuido
de afuera, ¿no crees?248

Jungkook así también le parecía, lo poco que había alcanzado a analizar, se


veía ordenado y pulcro, no como la desprolijidad y el descuido que existía
fuera.6

Volvió a la puerta y tocó. Todavía nada.32

—Bueno, tendremos que forzar la puerta —concluyó Jimin—. Debe estar


muerta. En serio detesto encontrar a gente que murió sola y que nadie se
enteró de eso por días... es triste. Jungkook, prométeme que irás a visitarme
al departamento si un día no aparezco en el trabajo.774

Jungkook puso los ojos en blanco y ambos se dirigieron al automóvil a


buscar unas herramientas para forzar el cerrojo.2

—Vives con tu novio, de seguro él va a alertar a la policía si mueres.545

—¿Y si justo estamos peleados, Yoongi me abandona en el departamento y


yo me muero de un ataque al corazón por la pena? —preguntó, sacando un
cincel y un martillo—. Es algo que podría pasar. Sabes que soy
melodramático y me tomo mal nuestras peleas.867

—Prometo que te iré a ver si un día no vienes a trabajar —repitió,


dirigiéndose otra vez a la casa.190
Jimin maniobró las herramientas en el cerrojo, golpeándolo un par de veces
en el ángulo preciso. Se rompió con mucha facilidad.2

—La gente compra estos cerrojos tan malos... —se quejó, mientras abría la
puerta con el hombro.155

El olor los golpeó de inmediato. Nauseabundo, podrido, en descomposición.


Era el olor indudable de muerte.270

—Te lo dije —se quejó Jimin, sacando un pañuelo para cubrir su boca.1

Jungkook hizo lo mismo, siguiéndolo a unos pasos y observando por sobre


su cabellera rubia el lugar, apuntando con su linterna de aquí para allá. Todo
se veía ordenado y bonito. La casa parecía haber recibido una capa de
pintura hace poco y el piso de madera se encontraba lustrado. Todo estaba
limpio y se veía en perfecta sincronía, a excepción del olor asqueroso que
llenaba la casa.32

—¿Cuántos días llevará...? —Jimin dejó de hablar cuando se asomó en otra


habitación. Dio un largo suspiro—. Aquí está, Jungkook.337

Él se dirigió hacia allá evitando tocar algo que pudiera entorpecer la escena.1

En medio de la cocina amplia, yacía en el suelo el cuerpo de una mujer de


unos sesenta años con una evidente obesidad. Estaba hinchada y amoratada
por el avance de la descomposición en ella.380

—El pulso no tendremos que tomárselo, ¿cierto? —bromeó Jimin, sacando


su celular para grabar unas notas de audio—. Se encuentra cuerpo en medio
de la cocina en avanzado estado de descomposición. Mujer de unos sesenta
años, de unos cien kilos, metro... sí, metro sesenta aproximadamente, cabello
rubio tinturado y con canas en la raíz. Viste una camisola de pijama. No
parecen existir indicios de pelea ni agresión. Todo indica muerte natural.461
Jungkook se acercó, poniéndose en cunclillas a su lado y examinando el
cuerpo. Manos, muñecas, cuello, tobillos, rostro. Toda la piel que quedaba al
descubierto por la camisola, no parecía tener daños físicos. Su expresión era
un poco de pánico, lo que no era de extrañar. El miedo a morir era un rostro
recurrente en muertos.161

—Su posición es extraña —comentó Jungkook.

Jimin se acercó de inmediato.

—¿Por qué lo dices?

—Si hubiera muerto sola y de un presunto ataque al corazón, ¿no debería


estarse afirmando el pecho? Duele, los ataques al corazón duelen, esa
debería ser su reacción natural. —Apuntó hacia la cocinilla, donde quedaban
los restos de comida quemada en el sartén—. El fuego está apagado y no
creo que ella haya tenido el control para hacerlo, porque, de ser así, ¿no
debería a lo menos haber llegado al teléfono? Tiene los brazos posicionados
sobre el estómago. Alguien la acomodó así antes del rigor mortis, que
comienza a aparecer a la media hora.688

Jimin ladeó la cabeza.1

—¿La mataron?1

—Tal vez no, pero alguien estaba con ella en la data de muerte.1

Eso, por extraño que pareciera, le sacó un suspiro aliviado a Jimin.3

—No murió sola.516

—¿Prefieres un asesinato antes de una muerte natural y solitaria?3

Él se encogió de hombros.1
—Eh, no me mires así. Yo antes no era tan rarito. Esto —Apuntó la cocina—,
ver demasiado de esto hace que se te trastoque el cerebro.190

Jungkook puso los ojos en blanco.29

—Ve por las radios y pide que manden un equipo.1

Empequeñeció la mirada.

—Soy tu hyung y tengo más experiencia, yo debería darte las indicaciones.2

—Qué importa eso, Jimin-ssi, solo ve.236

Pareció querer refutarlo, pero al final terminó saliendo con paso airado.2

No fue hasta que el ruido de sus pasos se perdió tras salir de la casa, que el
silencio volvió a ser ensordecedor a su alrededor.1

Un escalofrío le recorrió la espalda, ya no tan feliz de estar a solas con el


cuerpo.145

Colocándose de pie y estirando las rodillas, echó una inspección a las tazas
sucias en el lavaplatos. Eran dos. La casa por dentro estaba cuidada pero por
fuera no. La mujer parecía no haber muerto sola.1

Entonces, la madera crujió sobre su cabeza.7

Al parecer no estaban solos en esa casa.

1.1K
2
Agudizó el oído para intentar captar de dónde provenía el ruido. No parecía
ser del segundo piso, se escuchaba un tanto más alejado. Posicionando la
mano en su arma de servicio, dio unos pasos hacia la escalera. Se detuvo
apenas escuchó la queja alta de Jimin desde afuera.42

—Jefe —decía en broma—, ya los llamé y dicen que dos horas, están
ocupados con un asesinato en...79

Jungkook se apresuró a llegar al porche, posicionando su dedo sobre la boca


para mandarlo a callar. Jimin captó de inmediato y se acercó con las radios
portátiles en las manos, entregándole una a Jungkook quien se la enganchó
en el cinturón.1

—Hay alguien más en la casa —avisó Jungkook—, debe estar en el segundo


piso.1

—Oh, por Buda —jadeó Jimin, con los ojos abiertos de par en par—, ¿está el
asesino en la casa?419

—Eso no lo sabemos —lo reprendió Jungkook—, pero hay alguien.2

Jimin asintió rápidamente, llevándose también su mano al arma de servicio.

—¿La saco?480

—No, solo mantente atento, vamos a rastrear el primer piso para ver si está
despejado o...
—¿Dos asesinos? —musitó—. ¿No deberíamos llamar a los refuerzos y
esperar a que lleguen? Si me pasa algo hoy, Yoongi morirá de tristeza. Hoy es
nuestro cuarto aniversario y debía llegar temprano a casa, generalmente me
prepara una cena y...752

—¿Puedes dejar de desconcentrarte? —lo interrumpió—. Además, podría


ser un gato.179

Un gato con mucha obesidad para lograr hacer crujir la madera de esa
manera. Un gato de por lo menos cincuenta kilos.223

—Debería llamar a Yoongi.266

—Solo vamos, Jimin.3

Volvieron a ingresar, esta vez con pasos más suaves y atento, sus miradas
recorriendo las esquinas de la casa y abriendo habitaciones para revisar
dentro: alacena, muebles lo suficientemente grande para esconder a alguien,
cocina, baño, sala de estar, comedor.25

Estaba despejado.1

Jungkook le hizo una seña a Jimin para apuntarle el segundo piso, quien
asintió y ambos subieron. Arriba solo había un pasillo y tres puertas, dos a la
izquierda y una a la derecha. Jimin se fue a la izquierda, por lo que Jungkook
abrió la que le correspondía alzando su pistola.

Nada.10

Era un cuarto. Una gran cama de dos plazas con volantes, muy anticuada
para la época. Era de fierro. Dos veladores y un escritorio que daba hacia la
ventana. Notó que el techo del patio se alzaba desde la mitad de ella. ¿Quién
pedía un techo el cual cubría la mitad de la ventana de tu cuarto...?27
Entonces, fue cuando lo volvió a escuchar.

Una pisada, sobre su cabeza.231

Salió al pasillo, Jimin ya había revisado una de las puertas, todavía faltándole
una. También estaba contemplando el techo sobre sus cabezas.1

—Es una habitación de un niño, Jungkook —explicó en un susurro.413

¿Vivía un niño en esa casa? ¿Pero dónde...?30

Su mirada se clavó en la trampilla que estaba sobre su cabeza. ¿Estaba


encerrado ahí? ¿Un niño llevaba abandonado en esa casa más de una
semana?134

—Revisa la última pieza —se apresuró a pedir Jungkook, guardando su arma


y agarraba un fierro que reposaba a un costado de la escalera, el cual
terminaba en gancho.

—¿Qué pasa...? —preguntó Jimin.

—Creo que está encerrado arriba.171

Los ojos de Jimin se abrieron enormes, su labio prominente formando una


expresión de tristeza.

—Si es cierto, Jungkook, esto es peor de lo que imaginé.

Jungkook logró enganchar la trampilla y tiró de ella.

Con la linterna en alto, comenzó a subir lentamente. Su otra mano


posicionada en su arma de servicio temblaba. ¿Debería sacarla? ¿Debería
ingresar al tercer piso con ella en alto? ¿Pero y si era un niño? ¿Y si
reaccionaba mal y le disparaba accidentalmente? ¿Pero y si no era un niño y
efectivamente era el asesino que Jimin decía...?270
Contra las reglas, dejó su arma de servicio descansar en su cadera y asomó la
cabeza en el tercer piso. No le llegó ningún disparo ni nadie se le tiró encima.
Su linterna apuntó de manera enloquecida todos los rincones del altillo en
búsqueda del enemigo. Entonces fue cuando iluminó el rostro asustado de
alguien.322

Cabello castaño claro, ojos enormes, mejillas enjutas, piernas contra el


pecho, lágrimas manchando su piel, camiseta ancha y en mal estado, labios
resecos.689

Era un adolescente.278

Desenganchó su radio del cinturón. No alcanzó a llevársela a la boca para


pedir refuerzos, cuando el joven se estremeció de pies a cabeza y se cubrió
con los brazos. Temblaba de manera violenta, un antinatural llanto
escapando entre sus labios que sonaba gastado.455

Jungkook volvió a guardar la radio y alzó las manos, la linterna en alto.

—Está bien, está bien —susurró Jungkook, intentando tranquilizarlo—. No


te vamos a hacer nada.

Pero el muchacho seguía soltando esos gemidos entrecortados, rasposos,


horribles, como un lamento fantasmal ante unas cuerdas vocales
desgastadas y en desuso.193

—Jimin, pide refuerzos. Hay un adolescente aquí. —Escuchó a Jimin jadear y


apresurarse por el segundo piso—. Y que haya un psicólogo entre ellos.17

Por su entrenamiento en la academia, Jungkook sabía que debía retroceder,


no acercarse a la victima, no hablar con ella y esperar a que un psicólogo
llegase. Sabía que eso era parte del protocolo, porque una víctima debía
tener su primer contacto con alguien capacitado para atender sus
necesidades, resguardarlo y volverse parte de su zona segura. Las víctimas
generaban una dependencia psicológica con la primera persona que los
ayudaba, y Jungkook, que no tenía la preparación para sobrellevar aquello,
podría causar un desastre si el chico se apegaba a él.64

Pero no podía dejarlo ahí, no podía bajar al segundo piso e ignorar su estado
a la espera de que llegase alguien más experimentado para saber cómo
manejar la situación de manera profesional y correcta. Y es que Jungkook
realmente no sabía lo que estaba haciendo y todos sus movimientos podrían
desencadenar algo malo. Pero simplemente no podía quedarse sin hacer
nada.10

Dejando la linterna en el suelo, terminó de subir hasta llegar al tercer piso,


sus manos en alto.

—Jimin, no subas —pidió con la voz más suave y controlada que podía
emitir—. Está aterrado.

Apenas su pie terminó de abandonar la escalera, esta se plegó en sí misma,


dejándolos a ambos encerrados en esa oscuridad que apenas era rota por la
luz que entraba por la ventana.

El chico continuaba temblando de manera violenta.5

A los catorce años, Jungkook había encontrado un perro maltratado en la


calle. Ese día descubrió lo peligroso que era moverse de manera brusca ante
un animal que desbordaba pánico y adrenalina por sus venas. La cicatriz de
dientes en su antebrazo, era un recordatorio latente de lo cuidadoso que
debía ser. A los dieciséis, cuando estaba rescatando su sexto perro
maltratado, aprendió a no acercarse hasta que el otro lo aceptara y le
permitiera invadir su espacio personal. La cicatriz en su tobillo, era otro de
esos recordatorios.407
Así que se movió de la misma manera precavida con la que ayudaba a un
animal maltratado. Suave, no amenazante, lento y cuidadosa, manteniendo
una postura relajada y una expresión amistosa, hablando bajito y fluido,
suave y con cariño, no importando realmente sus palabras sino más bien el
tono a empleado.73

Sin embargo, aquello parecía no tener efectos en el muchacho, que


continuaba retrocediendo con las piernas desnudas por delante.121

A simple vista, por lo delgado que estaba, le pareció que rondaba la edad de
un adolescente, no más de diecisiete años. Pero se equivocaba, debía
bordear los diecinueve años tal vez. Por Buda, ¿qué hacía alguien de su edad
encerrado en un altillo?76

Maltrato.

Secuestro.92

Se imaginó lo peor, porque solo lo peor podría conllevar una escena así.

Sentía ganas de vomitar.

Intentó relajarse, porque si Jungkook no estaba bien, el muchacho iba


alertarse más.

Lo vio terminar de arrastrarse por el colchón en el suelo, todavía con los pies
por delante y los brazos estirados, moviéndolos para detenerlo. Las lágrimas
caían sin control por sus mejillas. Su avance se vio interpuesto al colisionar
contra la esquina del entretecho, quedando sin lugar de escape. Su pecho
subiendo y bajando en el más terrible y profundo pánico.130

Jungkook meditó sobre si regresar y esperar a que llegaran los especialistas.


Sí, era lo mejor, él no podía con esa situación, era un simple novato con su
primer caso real.

Retrocedió con la misma tranquilidad hasta llegar a la puerta. Intentó abrirla


dándole una pisada para que bajara con su peso. No se movió, parecía
atascada. Sin apartar su mirada del chico, intentó hacer más presión. Nada.
Descuidando un poco a su objeto de estudio, recorrió el piso en búsqueda de
una ranura o algo que abriera la puerta. Pero nada, ninguna manilla para
poder abrirla desde arriba...231

¿Por eso el chico estaba ahí? ¿Se habría quedado encerrado? ¿Pero en qué
circunstancias? ¿Quién era ese muchacho? La vecina no había mencionado
parientes, su único hijo estaba muerto. ¿Sería otro hijo?56

—Jimin —llamó, intentando sonar lo menos amenazante. Todavía tenía las


manos en alto y una expresión calmada—, ¿te dieron tiempo de espera?

—Cuarenta minutos —escuchó su voz amortiguada por la madera. Era


demasiado tiempo—. Me estoy volviendo loco acá abajo, ¿quieres que suba
y...?1

—No, quédate ahí. —Meter a una segunda persona, que además era otro
hombre (por muy inofensivo y tierno que pareciera y fuera Park Jimin) no
era una buena idea, solo haría que el muchacho se sintiera más amenazado.
Ese era el territorio de él, no de Jungkook ni mucho menos de Jimin. 25

Rastreó el cuarto tan casual como las circunstancias se lo permitían. Había


un baño en una de las esquinas junto a un lavamanos, el colchón y un
montón de libros desperdigados por el lugar. Esperen, ¿un baño? ¿Por qué
habría un baño en el entre techo si...?2

¿Cuánto tiempo llevaría encerrado ese chico ahí? ¿Y quién sería? A diario
desaparecían tantos jóvenes, que perfectamente podría ser alguno de ellos.
Un escalofrío le recorrió la columna vertebral, de pronto sintiendo la
necesidad de hacer algo, lo que fuera. No podía seguir viendo esa mirada
grande y limpia, llena de profundo terror. Parecía muerto de hambre.37

Hizo lo único que se le ocurrió en el momento. Posiblemente fuera


reprendido y castigado por ello, incluso amonestado, pero, ey, estaba
encerrado en un altillo con una víctima de un presunto secuestro y los
especialistas estaban a cuarenta minutos de aparecer. No podía quedarse ahí
observándolo temblar de hambre, así que, de manera lenta y pausada, para
que el muchacho pudiera captar y procesar sus movimientos, se llevó una
mano al bolsillo superior de la chaqueta, la cual estaba un tanto mojada por
la lluvia. Sacó una de esas barras de cereales ultra nutritivas.1

Sabía que el chico podría enfermarse del estómago, pero...56

No podía con esa presión psicológica que empezaba a enloquecerlo. Era,


como dijo la vecina, efectivamente demasiado joven. Jungkook no tenía ese
tipo de experiencia, solo rondas de rutina, arrestos menores por beber en la
vía pública, y ya. Su historial era en demasía pobre.

De pronto, el chico tenía su mirada sobre la barra de cereales en la mano de


Jungkook. Había dejado de temblar, ahora sus lágrimas un tanto secas en las
mejillas y los ojos abiertos en atención.286

Era realmente hermoso.964

A pesar de su delgadez y el obvio estado de abandono, era muy bonito. Ojos


grandes, nariz alta, labios no demasiado gruesos con forma de corazón, cejas
gruesas, un doble párpado que le daba una asimetría a su mirada que solo le
sumaba belleza.285
Tal vez por eso terminó en ese destino. Alguien, con unas intenciones que
distaban a las de Jungkook, también lo había encontrado igual de bonito,
solo que quiso para sí mismo esa belleza.225

Se aclaró la garganta para captar su atención.

—¿La quieres? —preguntó Jungkook.

No reaccionó a sus palabras.

Alzó la barra de cereal hasta casi tenerla a la altura de su cara.

—¿La quieres? —volvió a insistir.315

Notó que la mirada del chico barría sus labios y que su entrecejo se fruncía,
la cabeza un tanto ladeada. Lo vio apretar un poco más las piernas contra su
pecho, su vista otra vez en la barrita de cereales.31

Jungkook estaba apunto de preguntar una tercera vez al notar el movimiento


casi imperceptible. Débil, flojo y temeroso, pero había sido una afirmación.

Jungkook le sonrió.155

Ninguno de los dos se dio cuenta en ese momento que habían roto la
primera barrera entre ambos: la de la desconfianza.

798
3
Jungkook consideró lanzarle la barra de cereales a la cama, pero, si lo hacía,
estaría perdiendo una gran oportunidad para que el chico confiara en él y le
permitiera acercarse más. Así que, con la barra todavía en alto, dio un
pequeño paso, su mirada enganchada en la reacción del chico. Lo vio
estremecerse un poco y apretar sus piernas más hacia él. Pero no le pidió
que retrocediera, eso debía ser bueno. Dio otro paso, y otro, y otro hasta que
ahora estaban separados por menos de dos metros.135

En todo momento procurando no hacer un movimiento brusco, comenzó a


flectar las piernas para arrodillarse frente a él. Rebajarse a la altura de un
animal asustado, lo había salvado de una tercera mordida un montón de
veces. Cuando su trasero descansó en sus talones, estiró la mano para
entregárselo.

Estaban a una distancia lo suficientemente lejos para que el chico no pudiera


recoger el cereal sin moverse, pero estaban lo suficientemente cerca para
que empezara a sentir su presencia como un ente no amenazante.

—Ten —le dijo, meciendo el paquete entre sus dedos para que oscilara.7

Como la vez anterior, los ojos del chico se desviaron a sus labios el tiempo en
el que le tomó pronunciar esa pobre palabra.174

Todavía receloso, se acomodó en su posición sin acortar la distancia entre


ambos.

—¿Quieres que me acerque para entregártela? —preguntó Jungkook.

Captó el movimiento de sus labios con la cabeza ladeada. Esta vez, no asintió
pero tampoco se negó, sus enormes ojos pendientes de todos sus
movimientos.62
Sintiendo las piernas un poco entumecidas por la posición, se movió
lentamente hacia adelante, apoyando las rodillas en el suelo para estirarse y
alcanzarlo con su mano por delante. El movimiento fue rápido y repentino,
Jungkook no lo vio venir hasta que el chico estuvo casi encima suyo
quitándole el cereal. Luego, como si nada hubiera ocurrido, volvió a
encogerse en su rincón, el paquete pequeño afirmado contra su pecho, que
se movía a gran velocidad.567

Jungkook pestañeó en desconcierto, intentando no trasmitir el golpe de


adrenalina que le vino ante el movimiento repentino. ¿Y si el chico se le
hubiera tirado encima? No lo había visto venir y estaba desarmado.
Quitándose esa sensación del cuerpo, volvió a sentarse en sus tobillos, ahora
la distancia entre ambos de solo un metro.43

El recelo aún brillaba en la mirada del chico. Pasaron lo que pareció una
eternidad en la misma posición sin moverse, ambos siguiendo el movimiento
del otro. Lento, los dedos del chico fueron al borde del paquete y empezaron
a abrirlo con manos torpes.

Con mucha tranquilidad, Jungkook lo observó intentar abrirlo una y otra vez.
Jungkook supo que no sería capaz de hacerlo por si solo, temblaba mucho y
parecía muy desesperado, además de que era de esos envoltorios difíciles de
abrir a los que, generalmente, Jungkook le terminaba aplicando sus dientes
frontales para despedazarlo.5

—¿Quieres que lo intente yo?

Pero el chico no lo estaba observando, demasiado concentrado en lo suyo,


con la lengua un poco afuera en concentración. Era notorio que ya no se
sentía intimidado, bajando sus barreras al punto de que ya no sentía
preocupación por Jungkook.168
Tras unos segundos donde sus dedos no hicieron más que resbalarse por el
plástico brillante, tomó abundante aire y se lo tendió a Jungkook otra vez,
con una expresión un tanto molesta y frustrada. Habría sido enormemente
tierna de haber tenido las mejillas más abultadas.422

Jungkook lo recibió con una sonrisa que no pudo contener.

—¿Ya no lo quieres? —le preguntó, los ojos del chico siguiendo sus labios.90

Él negó con mucha decisión y se cruzó de brazos, bastante enfurruñado.390

Entonces Jungkook decidió ayudarlo, llevándose el paquete a la boca para


afirmar una de las puntas con sus dientes y poder romper el plástico. De
inmediato los ojos del chico se abrieron enorme y su expresión se llenó de
tristeza y conmoción. Para cuando Jungkook logró desenvolverlo y
tendérselo, el muchacho se quedó desconcertado, parecía no entender.1

—Listo, lo abrí, te lo puedes comer.

Con un tanto de reticencia y desconfianza, estiró el brazo con lentitud. Luego


hizo un movimiento brusco y le había quitado el cereal, llevándoselo
rápidamente a la boca para comérselo en mascadas desesperadas.127

—Más lento, te vas a ahogar —pidió Jungkook.164

Pero el chico lo ignoró, cerrando los ojos en disfrute y terminándose la barra


por completo. Tardó unos segundos en masticar y tragárselo todo,
dirigiendo su mirada suplicante y tímida otra vez a Jungkook.6

—¿Quieres más? —preguntó Jungkook.55

Dudó unos segundos, apegando otra vez sus piernas desnudas contra su
pecho. Recién Jungkook estuvo lo suficientemente relajado para notar la
ropa ligera del chico, cubierto nada más que con una camiseta grande que
apenas si llegaba a la altura de su ropa interior oscura, dejando al
descubierto unas largas piernas.

Debía estarse muriendo de frío.

Tan perdido en su contemplación, que casi se perdió la afirmación casi


imperceptible de su cabeza.

Jungkook rebuscó en su chaqueta una chocolatina. Era la última golosina que


le quedaba. Siempre llevaba un par escondidas en los bolsillos, porque...
bien, quería decir que era para ayudarse con los niños en algunas
situaciones, pero lo cierto es que él era un glotón que pasaba todo el día
masticando algo.513

Encontró el chocolate en uno de los bolsillos delanteros. Esta vez el chico se


la arrancó de las manos apenas se la tendió, lo que hizo que Jungkook alzara
las cejas en sorpresa. Iba a comentar algo con respecto a eso, mientras el
muchacho abría el envoltorio y se echaba entero el chocolate en la boca,
cuando la voz de Jimin interrumpió el silencio entre ambos.

—Jungkook, en serio he sido paciente y todo eso, pero estoy enloqueciendo


aquí abajo —dijo su voz amortiguada—. ¿Me dices si estás vivo o si tendré
que sacar dos cuerpos de esta casa?441

Sin apartar su vista del chico, contestó.

—Estoy bien.

—El grupo está a menos de diez minutos —informó.

Diez minutos, bien, bien, podría aguantar.

Se distrajo unos segundos cuando empezó a quitarse la chaqueta con


lentitud para tendérsela al chico y que pudiera abrigarse, por lo que no
alcanzó a captar el movimiento completo, solo lo divisó cayendo por un
costado de la pared hasta quedar tendido sobre el colchón.274

Preocupado, hizo un movimiento para acercársele, conteniéndose a último


instante.

Idiota, él no podía tocarlo.

—¿Pasa algo? —preguntó preocupado.

Escuchó un suave y rasposo gemido, entrecortado y gastado. Un gemido


lastimoso emitido por unas cuerdas vocales en desuso. Un tanto forzado y
antinatural, como un lamento fantasmagórico.218

Se le erizaron los pelos de la nuca al verlo afirmarse el estómago con los ojos
cerrados, arrastrando sus piernas hacia si mismo para formarse un ovillo.2

Angustiado porque ese dolor de estómago era por culpa de su imprudencia e


impaciencia, se terminó de sacar la chaqueta.69

—Te voy a cubrir —advirtió, colocándosela encima.

El chico abrió los ojos de par en par, dando un brinco del susto, todo sus
músculos en tensión y sus sentidos en alerta máxima.7

Jungkook rápidamente alzó las manos y bajó los hombros para verse lo más
pequeño posible, a pesar de que solo por dos centímetros no llegaba al
metro ochenta.204

—Para que no tengas frío —le explicó lentamente.

La mirada del chico siguió el movimiento de sus labios, su expresión de


terror disminuyendo. Escondió parte de su rostro debajo del borde a la
chaqueta.48
—¿Ves que así estás más calientito? —susurró, una media sonrisa en sus
labios.271

Procurando que el chico estuviera observando sus movimientos, acercó


lentamente su mano y apartó el flequillo claro que caía por sus ojos. Lo vio
paralizarse bajo la chaqueta por unos segundos, su respiración atascándose
en los pulmones. Pero luego su expresión se relajó por completo y su rostro
se inclinó hacia la caricia. Sus dedos se enredaron en los mechones suaves y
los apartó, luego su dedo deslizándose por el borde de su mejilla y luego por
el mentón.43

—Estarás bien —le prometió—. Yo te ayudaré.261

Sabía que era una promesa vacía porque, apenas llegase el escuadrón de
rescate de víctimas junto al sicólogo, lo sacarían del caso rápidamente y todo
lo que pudiera averiguar de ese chico sería lo que lograse sacarle a otros
oficiales.207

De pronto la idea de eso lo entristeció.22

Los ojos del chico brillaron enormes cuando asintió pequeñito.27

Escuchó en la calle el ruido de neumáticos frenando contra el asfalto mojado,


luego vino la voz de Jimin.

—Jungkook, están aquí —avisó.

Lo siguiente pasó demasiado rápido. Los pasos en el primer piso fueron


como música de fondo, las puertas de las patrullas abriéndose y cerrándose.
Un contingente policial llegando a la escena.

La puerta trampilla se abrió y Jungkook se giró, estirando los brazos a su


costado para cubrir al chico con su cuerpo. Sin embargo, nadie subió.
Su radio, que iba enganchada a su cinturón, emitió un ruidito.

—Oficial Jeon —hicieron contacto con él.

Quitó el aparato y se giró hacia el muchacho para comprobar su estado.


Había tomado asiento en su rincón, escondiéndose detrás de la chaqueta. Su
expresión otra vez era de pánico.32

—Al habla Jeon —contestó, intentando sonreírle para tranquilizarlo.

—Kim Seokjin —se presentó la voz masculina—, soy el psicólogo asignado al


caso. Estoy en el primer piso, necesito que baje.89

—¿Que baje? —repitió Jungkook, la mirada del muchacho siguiéndole—.


¿Que yo baje? ¿O que baje al chico?

—Usted, oficial.54

—¿Y lo dejo... solo?83

Aquello activó todos los botones incorrectos en el muchacho. Su boca se


abrió unos milímetros y ese llanto antinatural escapó de ellos, poniéndole
los pelos de punta a Jungkook. Las lágrimas no tardaron en llegar.

Pero lo que siguió fue lo que Jungkook no vio venir.

Un brazo del chico salió disparado debajo de la chaqueta y lo afirmó, los


largos dedos incrustándose en su piel casi de manera dolorosa. Negando con
violencia, cerró los ojos aferrándose a él.621

Ahí fue que Jeon Jungkook entendió el primer error de la noche.7

El chico había generado un apego emocional hacia él.


1.3K
4

Todo lo que Kim Taehyung conocía del mundo exterior, era lo que alcanzaba
a divisar por la ventana del altillo, pasando horas enteras escondido detrás
del visillo blanco observando hacia afuera. Cuando era pequeño, el cartero
pasaba todos los días a las nueve de la mañana por su calle entregando
cartas; con los años, ese anciano hombre de ojos pequeños, dejó de pasar y
luego muchas personas diferentes entregaban los paquetes a cada casa.328

También sabía que la vecina de al frente tenía un pequeño perro de orejas


alargadas, al cual lo sacaba a pasear todos los días al atardecer. Cuando Kim
Taehyung cumplió los quince años, dejó de ver al perrito y su vecina no
volvió a pasear por la calle.257

Y, por último, también sabía que los niños regresaban a sus casas entre las
tres y cuatro de la tarde, con sus grandes mochilas golpeando en sus
espaldas al corretear adelante o detrás del otro, pero finalmente esos niños
crecieron al igual que él y ya no corrían, demasiado distraído en sus
celulares.124

Celulares.

Kim Taehyung siempre había querido uno.589


Todas las tardes a las ocho, él se sentaba en el living con su abuela Lara a ver
el capítulo del dorama que estuvieran siguiendo. La gente en la televisión
usaba celulares para escribirle a otras personas y mandar mensajes de amor.
Él también deseaba que alguien le enviara un mensaje. Pero cuando le
preguntó a su abuela, hace ya tres años, si podía regalarle un celular
explicándole que lo necesitaba para que la gente pudiera escribirle y así
decirle que lo querían, ella simplemente le contestó:158

"¿Para qué? Me tienes a mí todos los días contigo, precioso".758

Precioso.

Esa era otra palabra que le gustaba.145

En los doramas que seguía con su abuela, la gente se trataba de bonito,


precioso, hermoso. Y siempre tenían a alguien que los amasen. La gente
bonita tenía gente bonita que los quería. Su abuela decía que él era precioso,
¿por eso él tenía a su abuela...?72

Pero ya no la tenía, se recordó. Él llevaba meses sin ser bonito porque había
estado muy enfermo y por eso su abuela se había ido para siempre. No era
bonito, entonces no tenía a alguien bonito que lo quisiera. Hasta que unos
ojos bonitos como los de un corderito lo observaron por la puerta abierta de
la trampilla. Y Kim Taehyung volvió a sentirse otra vez bonito porque
alguien precioso había ido por él.
1.5K
5

Provenientes del primer y segundo piso de la casa venían las conversaciones


pausadas y bajas. La luz de la sirena de uno de los carros, había quedado
encendida e iluminaba su oscuro rincón de rojo y azul. Puertas abriéndose y
cerrándose y pasos yendo y viniendo.1

Por experiencia, Jungkook sabía que estaban preparando la escena, junto


también a la limpieza de ella. Sabía, también, que serían solo unos pocos los
que tenían la autorización de deambular por la casa, puesto que ahora
pasaba a ser una escena del crimen y el chico, que se aferraba a él, podía ser
una víctima o el principal sospechoso.159

Jimin posiblemente se encontraba ya fuera, mientras los forenses tomaban


muestras y buscaban evidencia; con mucha más posibilidad, tal vez incluso
le habían permitido regresar a casa para tener la dichosa cena de aniversario
con su novio.132

En cambio Jungkook no se había movido en lo más mínimo por unos buenos


minutos. El chico continuaba aferrándose a su brazos sin ánimo de querer
soltarle, sus ojos sin despegarse de la trampilla abierta. Jungkook dio un
largo suspiro y se dejó caer sobre su trasero, estirando las piernas delante
suyo que hormigueaban por permanecer de cuclillas demasiado tiempo.

Con su mano libre, se quitó el gorro y se desordenó el cabello, notando por el


rabillo que el chico seguía todos sus movimientos con la cabeza ladeada.2
No alcanzaba ni a llevar medio año de servicio y posiblemente fuera a ser
dado de baja, porque esa noche había hecho todo lo que el protocolo le pedía
no hacer con una víctima como él: le había hablado, invadido su espacio
personal y persuadido a que aceptara un regalo de él. Incluso lo alimentó. La
peor de todas, era una que ni siquiera se había atrevido a mencionar: la
promesa.276

Un oficial jamás podía prometerle algo a alguna víctima.244

Si bien Jungkook no había hecho una promesa grave y terrible de cumplir,


solo un simple "estarás bien, te ayudaré", prometerle algo a una víctima
psicológicamente inestable, era condenarla a aferrarse a algo incierto. 3

Recién entonces, notó que había incumplido con otra norma del protocolo.

Ni siquiera se presentó.172

Maldición.2

Iba a ser dado de baja.113

—Mi nombre es Jeon Jungkook —dijo, un poco demasiado tarde—. El oficial


Jeon Jungkook.103

Sin embargo, el chico no reaccionó, demasiado atento a la entrada del tercer


piso.

Frunciendo un tanto el ceño, Jungkook tiró de sus manos unidas para llamar
su atención.

—Lo siento, no me presenté —comenzó hablando despacio, los ojos del


muchacho en sus labios—. Mi nombre es Jeon Jungkook, Oficial Jeon.113

Estuvo unos segundos concentrado en el rostro de Jungkook. Después, en un


movimiento casi imperceptible, Jungkook notó que la boca del chico se
movía suavemente, pronunciando dos palabras como si estuviera
saboreándolas en su lengua: Jeon Jungkook.268

Entonces una risita oxidada y torpe, escapó desde él. Murió tan rápido como
llegó, la expresión del muchacho un tanto temerosa mientras se llevaba una
mano a sus labios y se los cubría, dándose un ligero golpe en ellos. Luego,
había desviado de nuevo su atención hacia la trampilla. Jungkook notó que
tenía las mejillas un tanto sonrojadas.340

Esperó unos segundos otra reacción, la cual nunca llegó.

Dando un largo suspiro, se movió para acomodarse mejor ya que presentía


que su estancia en la escena se alargaría. De inmediato, la cabeza del chico se
giró de nuevo hacia él y su agarre se volvió más estrecho, tirando de su
brazo hasta que estuvo descansando contra el pecho del muchacho. A través
de la delgada camiseta, podía escuchar latir su corazón con fuerza y rapidez,
de manera dolorosa.143

Esperó a que el chico lo estuviera mirando para hablar.

—No me iré a ningún lado —lo tranquilizó. Y se tuvo que aguantar una
maldición mordiéndose la lengua, porque eso casi había sonado como otra
promesa—. Solo necesito acomodarme.77

El chico se le quedó observando unos segundos antes de asentir suavemente,


soltando su brazo el tiempo suficiente para que Jungkook pudiera apoyar la
espalda contra la pared a su lado. Sus hombros rozaron por la cercanía, las
manos del chico aferrándose con más fuerza al brazo de Jungkook.

Viendo que la chaqueta se había deslizado hasta sus piernas desnudas, la


acomodó para intentar cubrirlo lo mejor posible. Pero aún así seguía
estando terriblemente medio desnudo. Sus manos se sentían congeladas
cada vez que rozaban los dedos de Jungkook.
Buscó rápidamente algo más que le sirviera para cubrirlo, encontrando una
manta a su lado. Tiró de ella, levantando su trasero para terminar de
arrastrarla, y luego, con su único brazo libre, empezó a acomodarla sobre el
muchacho, casi como si fuera una capa puesta al revés, enrollándola por su
cuello frío.34

—No queremos que te resfríes —susurró Jungkook al notar su expresión


interrogante.

Fue casi un movimiento imperceptible, pero el chico se acercó unos


milímetros más a su lado. No parecía incómodo por la cercanía, aunque
volvía a sentirse tenso al regresar su atención a la trampilla abierta.1

La radio, tirada a un costado de sus pies, sonó. Jungkook la pateó para


acercarla a su mano libre y agarrarla, el movimiento alertando al muchacho
a su lado. Al comprobar que solo agarraba la radio, volvió a ignorarlo.

—Jeon al habla —dijo.

—Al habla Kim.111

Solo porque podía, y porque sería una larga noche para Jeon Jungkook, se
burló.

—¿Cuál de todos los Kim?806

—Kim Seokjin, el psicólogo.

Lo cierto era que Jungkook y Seokjin, más conocido como Jin, no era la
primera vez que hablaban. Ambos se conocían desde que Jungkook tenía
once años, cuando un Jin de dieciséis años fue presentado por su hermana
como su novio. Kim Seokjin era su cuñado. Y ya legalizado, porque su
hermana y él llevaban casados dos años.875
En el trabajo, eso sí, les gustaba tratarse como desconocidos, porque les
divertía y porque no les gustaba que sus vidas personales interfirieran con el
trabajo.59

—Jeon, en serio necesito que bajes para poder subir y tener contacto.

Jungkook le dio una mirada de reojo al chico.

—Sí, miren, tenemos un problema.118

—¿Cuál es, oficial Jeon?

—Sí, miren. Creo que el chico no me deja ir.353

—¿Cómo?19

—Que no me deja ir, me tiene sujetado por el brazo. Soy como su osito de
peluche.382

—Conejo de peluche, querrás decir —se burló Jin.650

Silencio. El muchacho a su lado seguía sin prestarle atención.17

—Oficial Jeon —volvió Jin, recuperando la voz profesional—, no debería


estar hablando así.126

No, no deberían, ninguno de los dos debería estar hablando así.

Jungkook miró al chico encerrado en su propio mundo. En ese momento, lo


que le venía rondando por la cabeza desde que tuvo contacto con él, fue
obvio. Soltando un poco la radio, bajó la voz para que su pecho no vibrara.2

—Ey —lo llamó, sin siquiera pestañear para no alertarlo con algún
movimiento.

Pero no tuvo respuesta.


—Ey —volvió a insistir.

Pero nada.109

—Oficial Jeon —lo llamó Seokjin por la radio—, responda.

Lo ignoró.

Movió el brazo para golpear suavecito al chico. Jungkook se tocó los labios
para que se los mirara.115

—¿Tienes frío? —quiso saber.

Como venía haciendo desde que Jungkook tuvo su primer contacto con él,
sus ojos atentos siguieron el movimiento de su boca. Lo vio formar un ligero
puchero y luego esconder parte de su rostro bajo la manta. Le dijo, sin
palabras, que seguía con frío.55

Sin palabras.

Ahí lo entendió con toda certeza. Lo que al principio confundió con terror, no
era lo único que le ocurría al muchacho.37

Llevó la radio a su cara y apretó el botón para enviarle el mensaje a Jin.

—Seokjin —dijo, restándole la importancia al uso del apellido—, esto será


complicado.11

—¿Sucede algo?

Tomó aire antes de soltarlo lentamente.

—La víctima sufre de hipoacusia.913

Como si supiera que estuvieran hablando de él, el muchacho volvió a mirarlo


con una expresión tranquila. Jungkook intentó sonreírle, mientras pensaba
en sus propias palabras.+
El chico era sordo.

1.4K

De pequeño, su abuela bromeaba con Taehyung diciéndole que sus grandes


orejas eran las que le permitían escuchar de una manera tan impresionante.
Taehyung podía estar en el tercer piso, pero aún así oía perfectamente lo que
ocurría en el primero, en la calle o incluso en la casa de al lado cuando sus
vecinos gritaban. Su afición, porque no tenía mucho que hacer, era pegar su
oído al suelo de madera para captar las conversaciones del primer piso
mientras esperaba que su abuela fuera por él. 35

Él no entendía por qué su abuela lo hacía subir hasta el tercer piso cuando
alguien venía, pidiéndole bajito que no hiciera ningún ruido, porque él era su
pequeño y hermoso tesoro y la gente era mala y ella no quería que se lo
llevaran lejos. Al principio se quejaba y lloraba todas las horas que pasaba
ahí encerrado, con el tiempo él solito empezó a subir corriendo a encerrarse
cuando alguien tocaba el timbre de la casa.646

Pero eso fue en el pasado, en ese pasado donde Taehyung podía escuchar
todo y sabía cuándo hacía ruido o no.

Todo eso fue antes de que Taehyung escapara de la casa para ir a jugar con
unos niños en la plaza. Todo eso fue antes de que su abuela lo fuera a buscar
y lo castigara sin videojuegos. Todo eso fue muchísimo antes de que
Taehyung nunca más pudiera escaparse de la casa, porque su abuela
mantenía la puerta con llave y las llaves siempre colgando de su cintura.350

Eso fue antes de la terrible fiebre que le vino a los días de jugar con esos
niños.112

Tenía seis pero Taehyung recuerda ese cansancio insoportables y las


posteriores náuseas. También recuerda ese calor terrible, que lo hacía sudar
y tiritar bajo las sábanas. También recuerda los vómitos en el bol que su
abuela le tendía. Pero sobre todo, recuerda el llanto de su abuela.18

Su abuela lloró mucho al lado de su cama, mientras le cambiaba de ropa y


ponía paños fríos en su cabeza, que lo hacían encogerse más pequeñito para
alejarse de ese frío que sentía, el mismo frío que ahora con diecinueve años
volvía a sentir. Su abuela no dejó de suplicarle a alguien que estaba sobre sus
cabezas, pidiéndole que salvara a Taehyung.222

Taehyung no despertó hasta días después, desorientado y solo pudiendo


escuchar un ruido ensordecedor en sus oídos, como una especie de
movimiento de tierra que provenía desde su interior.

Eso fue lo único que pudo oír por días.

Cuando finalmente se fue, quedó la nada.1

Y por mucho que esperó días, después semanas y finalmente años, Taehyung
simplemente no volvió a escuchar la voz de su abuela nunca más.

753
7
A los seis años, llevaron a la escuela de Jungkook un contingente policial
para presentarse con los pequeños y hablarles sobre la labor policial. Con
sus trajes azules y gorras de la misma tonalidad, a Jungkook le pareció lo
más fascinante que había visto en su corta vida. Su decisión tras ese día, fue
inmediata: quería ser oficial de policía.386

Puede que, tras aquella decisión, el pequeño Jungkook se hubiese tomado


atribuciones que no correspondían. A los meses, fue llevado a la dirección de
la escuela por comportamientos extraños donde le explicaron a su papá que
Jungkook tenía complejo de héroe, que se dedicaba a custodiar los pasillos
del colegio como si fuera su misión, con ambas manos a la espalda vigilando
que nada fuera anormal. El problema llegó cuando ese trabajo fue un poco
más allá y quiso quitarles un paquete de cigarrillos a los de último curso.
Recibió una paliza por parte de ellos que hasta el presente recordaba.122

Pero esa paliza física no se comparaba con ese golpe emocional que recibió
al encontrar a ese chico encerrado en esa casa. Comprender al final que no
podía comunicarse con él por su sordera, le hizo querer estrellar su cabeza
contra la pared por no haber tomado ese curso de lengua de signos. Ni
siquiera sabía decir hola.308

El agobio empezaba presionar contra su pecho, cuando la radio lo hizo


regresar a la realidad.

—¿Estás seguro, Jungkook? —preguntó Jin.

—Sí —suspiró.

—¿Puedes notar si es parcial o total?


Esperando a que estuviera distraído, Jungkook dio un grito agudo con toda
la fuerza de sus pulmones. Recibió una mirada ladeada del chico, como si
estuviera preguntando que qué había ocurrido. No parecía asustado, solo
extrañado.472

—¡¿QUÉ DEMONIOS FUE ESO?! —gritó Jin por la radio.720

Jungkook le sonrió al chico para tranquilizarlo. Todavía volteado hacia él, el


muchacho hizo rodar la mirada hacia una esquina de la habitación. Parecía
querer decir algo, mientras se mordía con suavidad el labio. Después,
sacudió con ligereza la cabeza y regresó a lo suyo.

—Es parcial —informó Jungkook por radio.423

—¿Y el grito?53

Eso lo hizo sonrojarse.

—Para comprobar sus oídos —explicó, ahora sintiéndose tonto.166

—Jungkook, estuve a nada de mandar un contingente policial a rescatarte.147

Bien, tal vez debió avisar antes de ponerse a gritar.98

—Lo siento.1

—Incluso tuvieron que afirmar a tu amigo Jimin para que no ingresara a la


casa.330

Y como si estuviera pegado a Jin para saber lo que ocurría, se escuchó la voz
quejosa de su amigo.

—¡Idiota infeliz, casi me matas del susto! Date cuenta que si yo muero,
Yoongi también morirá de pena, ¿lo entiendes? Ocupa esas dos neuronas de
conejo que tienes y...722
La transmisión se cortó.87

El escuadrón singular había entrado en acción, por suerte Hoseok esa tarde
patrullaba al otro lado de la ciudad. Pero Daegu era más un pueblo grande
que una ciudad, por lo que Jungkook no se sorprendería si Hoseok aparecía
en escena. Ya media estación de policía debía saber que Jungkook estaba
encerrado en un tercer piso con una víctima de presunto secuestro.195

Tras unos segundos, la trasmisión regresó.1

—Jungkook-ah —era otra vez Jin—, entonces dices que su sordera es


parcial.

—O sea, no soy doctor, Seokjin —balbuceó—, pero se giró a mirarme cuando


grité.85

—Debe ser sensible a los sonidos agudos. —Hubo una pausa—. Necesito que
lo bajes, debemos llevarlo al hospital infantil.

—Hyung, no es un niño —aclaró Jungkook—, debe tener unos dieciocho


años.94

Otra pausa.

—Bien, bien, esto es peor de lo planteado. ¿Podrías describírmelo? Van a


realizar una búsqueda de adolescentes perdidos que tengan alguna edad
cercana.99

Jungkook estiró sus piernas a un costado del chico, copiando su posición. Sus
zapatos embarrados, quedaron a la altura de los tobillos del muchacho.
Tenía los pies grandes y, por la forma que lograba rodear casi todo su bíceps
al afirmarlo, sus manos también lo eran. Sin embargo, de tronco era un poco
más corto que Jungkook.
—Debe medir más de 1,75 pero creo que menos de 1,8 —habló por radio—.
Cabello castaño claro, ojos grandes y color... no sé, está muy oscuro y se ven
diferentes con esas luces rojas y azules. Y creo que esto es importante
agregar, pero...

Se aclaró la garganta, de pronto sintiéndose incómodo por tener que


informar algo así, como si fuera un comentario personal cuando lo cierto es
que solo quería contar un hecho, una cualidad física como lo era su altura.

—¿Qué cosa? —insistió Seokjin.

—Es... —se medio ahogó con su saliva—, es muy guapo. Tal vez por eso está
aquí.728

—¿Guapo? —preguntó con voz extraña.121

—Hyung —se quejó Jungkook—, lo digo porque creo que es importante.308

—Claro.30

Jin no agregó nada más, lo que hizo que la incomodidad fuera aún mayor en
Jungkook, sintiéndose terrible por fijarse en la belleza de una víctima
encerrada en un entretecho que padecía frío y hambre.72

—¿Alguna particularidad más? —Jin lo interrumpió de sus pensamientos.

—Sabe leer los labios.32

—¿Cómo?

—Me costó darme cuenta que era... sordo porque, mm, sabe leer los labios. O
eso creo. Pero me entiende. Si está mirándome, logra entender lo que le
pregunto.9

La voz de Jin fue mucho más aliviada al continuar.


—Eso es bueno, muy bueno. De igual manera un especialista en lengua de
signo viene en camino. Pero por lo menos ya no tengo que alcanzarte un
libro de lengua de signo para que puedas hablar con él, porque si confiamos
en tu rápida manera de aprender, terminaríamos toda una vida esperándote
y...213

—Hyung —lo interrumpió Jungkook—, ¿podrían alcanzarnos mantas


térmicas?1

—Sí, sí, un equipo está preparando todo.

—Y agua y comida.

—Todo está siendo preparado —lo tranquilizó Jin—. Tú solo preocúpate de


no asustarlo.

Jungkook giró el rostro para comprobar al chico, recién percatándose que


había apoyado su cabeza contra el hombro de Jungkook, sus ojos apenas
manteniéndose abiertos. El golpe de adrenalina tras ver a Jungkook por
primera vez, ya estaba desapareciendo; eso sumado a su debilidad física y el
frío que sentía, estaban haciendo estragos en la resistencia del muchacho.

Jungkook había visto antes ese agotamiento en sus compañeros cuando


estuvo en la academia. Sabía que solo le quedaban unos minutos más de
conciencia y luego no sería capaz de aguantar más. Se sumergería en un
sueño que, si tenían suerte, sería lo suficientemente potente para no
despertarlo si Jungkook intentaba cargarlo fuera del ático.68

—Hyung —llamó a Jin por la radio—, creo que podré bajar con él.

—¿Hablaste... te comunicaste con él?

—No pero... está muy débil, no aguantará mucho más despierto.


—¿Y crees que puedas bajarlo cuando se duerma?8

—Sí.

Jin se quedó unos segundos meditando en silencio.

—No te vamos a subir las cosas que preparamos —le explicó—, para no
asustarlo otra vez.

—Necesitaré una manta —pidió Jungkook.

—La subiremos cuando nos confirmes que se haya dormido.

Tras aquello, la transmisión se cortó dejando a Jungkook sumido en ese


silencio, que solo era roto por una puerta cerrándose a lo lejos y por la
respiración entrecortada del chico a su lado. Acariciando el dorso de su
mano helada, Jungkook esperó hasta que la respiración se volvió suave y
pausada, profunda.2

Temiendo moverse mucho y con ello despertarlo si todavía no se encontraba


en un sueño profundo, giró el rostro para comprobarlo. Tenía una largas
pestañas que ahora escondían sus ojos grandes. Se veía más joven todavía y
muy frágil, débil y cansado.

Dando un largo suspiro, acercó la radio a su boca.

—Suban dos mantas, por favor.3

—Subiéndolas.141

A los pocos segundos, escuchó ruidos en la escalera que subía al primer piso
y luego el ático crujió cuando comenzó a subir hasta donde estaban ellos.
Dos mantas que venían con aluminio por fuera, se asomaron por la apertura.
Se volvió a escuchar el crujido de los pies bajando, solo que esta vez se
detuvieron en el segundo piso.
—El oficial Jung estará esperando por ti en el segundo piso —avisó Jin.96

—Ok.

—¿Estás seguro que lo puedes bajar?

—Sí.17

Enganchando la radio en su cinturón, apoyó la mano en la cabeza del chico


para sostenerla en su posición mientras Jungkook se movía para abandonar
su lado. Para cuando logró posicionarse frente a él, todavía sujetándolo, se
encontró con unos ojos medios abiertos.16

—Tranquilo —pidió, teniendo la precaución de que tuviera tiempo para leer


sus labios—, necesitamos sacarte de aquí para que puedas ir al hospital.2

El chico terminó por despertarse, negando con la cabeza de manera efusiva y


separándose de Jungkook, apegándose a la pared todo lo que podía.79

—Ahí te vamos a cuidar —siguió Jungkook—. Vas a poder comer.

Pero el muchacho seguía moviendo la cabeza, ahora con los ojos cerrados.

Jungkook sabía que, si él no lograba sacarlo, iban a terminar mandando una


botella de agua con somníferos. Sin embargo, él no quería eso para el chico,
no quería que se despertara desorientado por las drogas en una habitación
estéril rodeado por gente desconocida. Quería que aceptara salir de ahí con
él, que entendiera que lo estaban ayudando.70

Con delicadeza, agarró su barbilla para que dejara de moverse. De


inmediato, los ojos se abrieron de par en par, rastreando la cara de Jungkook
con cierto pánico.

—En el hospital podrás mejorar y ya no estarás enfermo.


Aquello logró vencer de alguna medida el estado de terror del muchacho.
Dejó de luchar y su expresión se veía menos asustada y también menos
negativa.

Eso hizo que Jungkook sonriera.

—Eso es, bonito —lo apremió Jungkook con cariño—. Eres un chico
precioso.1.3K

Sus hombros fueron los que primero temblaron, luego le siguió la mueca en
su boca que contenía el llanto dentro de él. Finalmente vinieron los
estremecimientos por todo su cuerpo.

—¿Vamos, bonito? Todavía estoy contigo.401

Apenas logró captar el cabeceo positivo antes de que los brazos del
muchacho se aferraran a su cuello, tirando de él con tanta fuerza y
desesperación, que Jungkook solo pudo abrazarlo por la cintura para
afirmarlo mejor. Cerró los ojos y ambos se quedaron así todo el tiempo que
fue necesario.

330
8

Kim Taehyung solo había hablado con tres personas en toda su vida: su
abuela, el niño con el que jugó en el parque y consigo mismo. Cuando se
sentía solito en el ático, ya sin poder escuchar las conversaciones que tenía
su abuela con esa gente en el primer piso, se sentaba frente al espejo que
estaba en un rincón y fingía tener una larga e interesante conversación
consigo mismo.650

Algunas veces era un rey de la dinastía Kim, otras veces un corriente chico
que asistía por primera vez a la escuela. Sin embargo, quien más le gustaba
ser frente al espejo, era ser ese chico con el que jugó en el parque. Él, Kim
Taehyung, se sentaba mirando al espejo y hablaba, para luego esperar a que
su reflejo le respondiera.450

Porque, a pesar de los años, seguía pensando que ese día en el parque había
sido el mejor día de su vida, incluso mejor que sus cumpleaños cuando su
abuela le cocinaba un pastel y lo llenaba de besos diciéndole bonito y que lo
amaba tanto, tanto, tanto que le dolía en el corazón pensar en él.122

Por eso, cuando dejó de escuchar y ya no pudo oírse nunca más así mismo
pronunciar el nombre de su amigo, dicho nombre quedó enterrado y
empolvado en una parte de su inconsciencia, en ese rincón olvidado y
escondido en su memoria, a la espera de que una brisa corriese por el lugar y
desempolvara ese viejo recuerdo.170
"Mi nombre es Jeon Jungkook, Oficial Jeon", leyó en esos labios, saboreando
el nombre en su propia lengua como si le perteneciera a él, a Kim Taehyung.
Y es que en cierto punto lo hacía, o así al menos Kim Taehyung lo creía.553

Por eso al principio no lo notó, no lo recordó, el recuerdo todavía enterrado


en un baúl bajo llave. Pero mientras vigilaba la entrada al tercer piso, más de
una década después, pudo recordar esa risita un tanto aguda como si la
estuviera oyendo otra vez. Y eso lo confundió, porque hace mucho tiempo
que Taehyung había dejado de pensar en sonidos, ya siendo recuerdos tan
alejados que no lograba alcanzarlos a excepción de sus sueños, donde
dormía abrazado por los ruidos de la calle y la voz rasposa de su abuela
diciéndole bonito.77

"Eso es, bonito. Eres un chico precioso".140

Bonito.7

Se recordó así mismo llorando y afirmando su rodilla lastimada, herida que


se había hecho por lanzarse con demasiada fuerza del resbalín ante la
insistencia de los niños del parque.1

—¿Estás bien? —escuchó que alguien preguntaba.162

Taehyung no había alcanzado a responder, porque el chico ya se encontraba


examinando la herida.

—Vas a sobrevivir —aseguró con una sonrisa de conejo formándose en sus


labios—. Créeme, tengo experiencias en heridas. —Entonces lo ayudó a
ponerse de pie y a sacudirse su ropa empolvada—. Mi nombre es Jeon
Jungkook, en el futuro seré Oficial Jeon y te ayudaré cuando lo necesites,
como hoy.2.5K
"Jeon Jungkook", volvió a saborear Taehyung en esa lengua ahora madura
pero que seguía igual de torpe por el desuso.17

"¿Vamos, bonito? Todavía estoy contigo".1

Entonces se lanzó al cuello del Oficial Jeon, abrazándolo con los trece años
de anhelo que tenía ese recuerdo.388

Bonito.7

Kim Taehyung volvía a ser bonito.


427
9
Se sentía demasiado liviano en sus brazos, debía pesar menos de sesenta
kilos a pesar de lo alto que era. Pudo palpar sus costillas y columna a través
de su camiseta cuando finalmente logró afirmarlo por la cintura y parte
posterior de las rodillas. Esperó a que el chico lo mirase para hablarle.

—Rodea mi cuello con tus brazos.109

El muchacho asintió, llevando las manos por detrás de su cabeza. Se quedó


unos segundos contemplando de cerca el rostro de Jungkook, luego se
escondió en el hueco existente entre el cuello y el hombro, enterrando su
nariz helada contra su cuello, justo en el límite de piel que quedaba al
descubierto sobre su camisa azul. Lo sintió dar un suspiro caliente y
tembloroso contra él, mientras Jungkook acomodaba la manta alrededor del
chico para cubrirlo tanto como podía.82

Apegándolo más a su cuerpo, se dirigió a la escalera y comenzó a bajar,


sintiendo al muchacho temblar en sus brazos. Se encontró a Hoseok en el
segundo piso, esperando por ellos. Portaba otra manta que rápidamente
extendió hacia ellos apenas Jungkook pisó el último escalón.15

Notó que el chico levantaba el rostro con curiosidad hacia Hoseok. Bastó que
la mirada de ambos se encontrara, para que el muchacho volviera a esconder
su rostro en ese lugar seguro, enterrando tanto la nariz en su piel que
Jungkook sintió cada aliento proveniente de él. Continuaba temblando un
montón.393
Hoseok terminó de acercarse, abriendo la boca para decir algo, pero se
contuvo, su expresión preocupada y entristecida. Finalmente, colocó la
manta sobre la cabeza del muchacho, cubriéndolo por completo de los ojos
ajenos.2

—Alguien le avisó a la televisión —explicó Hoseok.31

Jungkook dio un largo suspiro.2

—¿Cómo llegaron tan rápido?

—Estuviste dos horas allá arriba, Jungkook.634

Alzó las cejas.

Uno al lado del otro, empezaron a bajar al primer piso donde se paseaba
gente cubierta de plástico blanco, tomando huellas y toda la evidencia que
pudieran recolectar. Jungkook les dio un saludo con la cabeza al verlos
detenerse para mirar al bulto plateado entre sus brazos.2

—¿Está muy mal? —quiso saber Hoseok antes de llegar a la puerta—. Creo
que lloré un poquito cuando me enteré de lo que ocurría.647

Daegu era una ciudad muy pequeña e igual de tranquila, nunca pasaba nada
en ese gran pueblo pero si sucedían, venían dos o tres de golpe. Esa noche
era una de esas, por eso el poco personal disponible. Había ocurrido un
asesinato al otro lado de la ciudad al intentar asaltar una casa, y pocos
minutos después él había encontrado al chico en el ático. Jungkook solo
esperaba que el tercer golpe no viniera.3

—¿Sabes? —dijo Jungkook, de pronto un extraño ardor en la boca de su


estómago—. Viví hasta los dieciocho años a unas siete calles de aquí y
nunca... ¿cómo nunca me di cuenta de esto?438
—Jungkook...

—Digo, de pequeño pasaba en ese parque de la vuelta alimentando a perros.


Debí haber visto algo.108

—Eras un niño, ¿en serio estamos teniendo esta conversación?

—Es que, hyung...76

La voz de Jungkook se perdió, muriendo por la falta de fuerza.

—Vas a necesitar atención luego de este caso —informó Hoseok con


tristeza—, ¿lo entiendes, cierto?2

Jungkook apenas si pudo asentir, sintiendo que partes de su cerebro ya


empezaban a fragmentarse por el pronto colapso nervioso. Posiblemente esa
noche llegaría a su habitación y se dormiría llorando, porque, si bien desde
los seis años que quería ser policía, nadie lo preparó para llevar consigo esos
sentimientos de miseria que empezaban a desbordar de su pecho.141

—Hay mucha gente fuera —advirtió Hoseok antes de abrir la puerta para
que Jungkook pasara.

Notó que aún estaba lloviendo, la lluvia ligera mojando apenas a los vecinos
curiosos que desbordaban el antejardín de la casa ese aburrido domingo. En
un lugar como Daegu que nunca nada sucedía, encontrar a un chico
encerrado en un altillo junto a la muerte misteriosa de una vecina, era un
momento que nadie se quería perder.93

Alcanzó a dar unos pasos cuando la luz de una cámara de televisión lo


encegueció, perdiendo el equilibrio en los escalones del porche. Hoseok
alcanzó a afirmarlo por la espalda, a la misma vez que los dedos del chico se
enterraban en su cabello al aferrarse a él.
Una periodista pujó su micrófono contra la cara de Jungkook.271

—En vivo desde Canal Daegu. Oficial Jeon, ¿lleva en sus brazos al asesino de
Kim Sun Hee?340

¿Kim Sun Hee? ¿Sería la mujer muerta en la cocina?

Hoseok hizo presión en su espalda para que se movieran, Jimin y otros


oficiales aparecieron en el camino para abrirles paso y que así pudieran
llegar a la ambulancia estacionada fuera, que cerró sus puertas apenas
Jungkook logró subirse. En el reducido espacio, estaban dos paramédicos
esperando y Jin.

—Déjalo y baja de la ambulancia —pidió Jin—, tenemos que hablar.209

Jungkook empezaba a sentirse enfermo, mareado, inestable, los ojos llorosos


por las ganas de vomitar. Tomó una bocanada de aire para poder
recomponerse, pero el reducido espacio, copado además por las cinco
personas, no ayudaba en nada. Jungkook sentía las paredes de la ambulancia
oscilar, cerrándose y presionándolo dentro.17

Necesitando dejar al chico para poder salir de ahí y tomar aire frío, limpio,
espacioso, se inclinó para dejarlo sobre la camilla y que así pudiera ser
atendido. Recibió un terrible tirón de pelo cuando el muchacho se negó a
que lo soltara, soltando uno de esos quejidos oxidados que ahora Jungkook
comprendía por qué sonaban así.175

Un flash proveniente del otro lado del vidrio, lo cegó.68

Las discusiones fuera aumentaron de nivel, los vecinos buscando acercarse


para ver qué ocurría mientras los pocos policías rodeaban las puertas de la
ambulancia.45
Algo debió notar Jin en el rostro de Jungkook, porque volvió a abrir la puerta
de la ambulancia y bajó, dejando la entrada lo suficientemente abierta para
continuar con su cabeza asomada dentro. Le pidió a otro de los paramédicos
que bajara y luego repitió la acción de asomar la cabeza dentro.

—Jungkook —lo llamó. Desvió la mirada hacia él el tiempo suficiente para


notar su expresión de lástima en el rostro—. Él no es uno de tus animales
abandonados, ¿lo entiendes?268

Claro que lo hacía, pero eso no quitaba el sentimiento de posesión que


empezaba a nacer en él, ese mismo sentimiento que nunca le permitió dejar
a su suerte a un animal necesitado.73

Lo ignoró.

—Vamos, déjalo en la camilla —volvió a solicitar.51

Con la ayuda del paramédico que quedó, quitaron la manta que cubría la
cabeza del chico. Los ojos del muchacho recorrieron el lugar, pestañeando
con fuerza y viéndose desorientado por dónde se encontraba y por la luz. Su
mirada se clavó en el paramédico, luego en Jin y finalmente otra vez en
Jungkook. Parecía apunto de sufrir un ataque de pánico.

Escuchó a Jin dar un suspiro largo y triste.

—Jungkook, debes dejarlo para que lo puedan atender.7

Jungkook lo intentó una vez más. A penas hizo el amague de inclinarse para
dejarlo, la respiración del muchacho se volvió errática y superficial, sus uñas
clavándose en el cuero cabelludo de Jungkook con tanta fuerza que le sacó
un jadeo de dolor.181

—Prepara una inyección, hay que anestesiarlo —declaró Jin, observando la


situación.236
Acomodándolo mejor contra sí, Jungkook negó.

—No, le prometí que iba a estar con él.342

Jin chasqueó la lengua, detrás suyo había una gran conmoción entre los
vecinos, el camarógrafo que intentaba grabarlos y los policías. La voz de
Jimin se alzaba aguda y estridentes sobre las demás.3

—¿Y qué dice el protocolo, Oficial Jeon? Nada de promesas. Nunca. No


importan las circunstancias.

—¿Y qué querías que hiciera, hyung? —se quejó Jungkook superado—. Es un
chico, es joven, yo también soy joven, no sabía qué hacer, yo solo hice lo que
consideré mejor y...9

—Tranquilo, Jungkook —pidió Jin—, te estás alterando y...

Se cortó en seco al ver que el muchacho le daba una patada al paramédico


que se había acercado con la jeringa para inyectarlo, siguiendo las
instrucciones de Jin. El quejido que emitía el muchacho, era ensordecedor,
horrible, estridente, estaba volviendo loco a Jungkook. Si no lograban
controlar la situación, pronto habría dos personas en esa ambulancia con un
ataque de pánico.128

—Jungkook, hay que anestesiarlo —volvió a repetir Jin—. Hiciste un buen


trabajo y lograste convencerlo de que saliera de ese ático. Eso lo hiciste tú
por si solo, sin ayuda de nadie. En serio fue maravilloso, pero el chico se
encuentra en mal estado y necesita ser atendido con urgencia. Debemos
anestesiarlo, ¿lo entiendes?

—Puedo llevarlo así en la ambulancia y que en el hospital...

—Allá igual será anestesiado y posiblemente lo tengan dormido el tiempo


suficiente para que mejore un poco físicamente. Ahora nuestra prioridad es
su salud física y que esté estable, luego podremos enfocarnos en su salud
mental, ¿está bien?

A Jungkook no le quedó más que asentir débilmente, el chico todavía


luchando en sus brazos para no ser alcanzado por el paramédico a pesar de
que había retrocedido tan lejos como la ambulancia se lo permitía.

—¿Qué necesitan que haga?

—Que te sientes con él en la camilla. ¿Puedes abrazarlo? ¿Te lo permite? —


Jungkook asintió sin mucha convicción—. Entonces necesito que hagas eso,
solo siéntate y abrázalo, intenta que no se dé cuenta que el paramédico lo va
a inyectar, ¿ok?212

Jungkook podría hacerlo, no era nada complicado, había sostenido a un


montón de perros para que los veterinarios los inyectaran. Pero ¿por qué
sentía unas enormes ganas de vomitar? Se sentía como si lo estuviera
traicionando. El muchacho le había dado su confianza ciega, y Jungkook iba a
aprovecharse de eso para traicionarlo. Se sentía enfermo, inestable, cansado,
mal. Su cabeza comenzaba a doler y sentía una tirantez en el cerebro que le
nublaba la visión.204

Pestañeando para mantenerse consciente, y con el sudor frío bajándole por


la espalda, tomó asiento en la camilla y acomodó al chico en su regazo.
Sintiéndose mareado mientras lo afirmaba contra su pecho, presionó la
parte posterior de la cabeza del chico para que la recostara contra su
hombro.

Intentó tranquilizar su respiración.

Cerró los ojos.


Escuchó el lamento oxidado y horrible que emitió el muchacho al ser
inyectado antes de que se derrumbara inconsciente en sus brazos. Entonces
Jungkook permitió que esa inconsciencia también lo alcanzara.
10

Se despertó en una cama rodeada por cortinas blancas. Desorientado, se


apoyó en los codos a la misma vez que intentaba enfocar su mirada
alrededor. De inmediato una mano se apoyó en su hombro y lo arrastró otra
vez a acostarse.27

—Eh, eh, tranquilo, tómatelo con calma.

Cerró con fuerza los ojos y volvió a abrirlos, sentía a un animal muerto en la
boca. Tenía demasiada sed y un dolor punzante en la cabeza.5

—¿El chico? —logró musitar.

Un vaso de agua apareció sobre él. Tomó asiento contra las almohadas para
poder afirmarlo, bebiéndose en tres tragos el contenido. Recién entonces
notó quién estaba con él: era Yoongi.362

El novio de Jimin era enfermero en el Hospital de Daegu, es así como se


habían conocido ambos. Un día Park Jimin, tres años menor que Yoongi, se
había ido a revisar una lesión en el brazo tras unas prácticas demasiado
rudas en la escuela de policía. En el hospital terminó siendo atendido por
Yoongi, quien llevaba aproximadamente un mes haciendo sus prácticas ahí.
A Jimin le encantaba contarle a Jungkook su historia de amor, de paso
riéndose de su novio porque Yoongi había sido tremendamente heterosexual
hasta que lo conoció a él.654

—El chico todavía está sedado —respondió Yoongi con esa calma que lo
caracterizaba.

Jungkook pestañeó con fuerza para terminar de aclarar su visión.


—¿Tú no deberías estar en una cena con Jimin? —quiso saber, mientras
Yoongi revisaba el suero que Jungkook tenía conectado a la vena. Tal vez no
solo tenía suero, porque Jungkook se sentía un tanto drogi y relajado, La Paz
mundial invadiendo sus venas.392

—¿Qué cena?17

—La de aniversario.

—Ah.741

—Jimin se quejó todo el día diciendo que morirías de tristeza si llegaba


tarde.123

Eso le sacó una sonrisa ladeada a Yoongi, quien se apartó el flequillo negro
de su frente pálida.58

—Park Jimin nació para ser una drama queen.318

—¿Cierto que sí? —apoyó Jungkook—. Bueno, si ahora estás en turno,


supongo que sus planes se estropearon.

—Se estropearon —aceptó Yoongi—, pero ayer.

—¿Ayer?

Observó su reloj de pulsera.

—Llevas durmiendo unas doce horas. —Entonces corrió las cortinas que
rodeaban su cama—. Son las ocho de la mañana.191

El sol ya había terminado de salir, iluminando la habitación de rosa y


mostrando las otras dos camas vacías. Yoongi chequeó sus signos vitales y
luego los anotó en una tabla que colgaba a los pies de la camilla, luego su
expresión fue de molestia.6
—Jungkook, afuera están esperando por ti para hablar contigo sobre lo de
ayer. Si no estás preparado, puedo decirles que no te sientes bien e intentar
hablar con un médico para que les prohíba entrar.3

—Estoy bien —aclaró Jungkook.

De hecho se sentía perfecto.

¿Qué eran las preocupaciones y la extraña y angustiante noche anterior,


cuando hoy el sol del amanecer era rosa y el chico todavía no despertaba?93

—¿Estás seguro? Creo que puedo convencer a ese residente Kim para que
me ayude si así...64

—Estoy bien.

Yoongi lo aceptó.

—Te advierto que Jimin lleva doce horas volviéndose loco y no ha dormido
nada, no está en su mejor estado emocional.9

—Puedo con él —lo tranquilizó Jungkook.1

Sin más palabras, Yoongi se dirigió a la puerta y salió. Al parecer chocó


contra alguien, porque se escuchó su gruñido de dolor y después su
respuesta airada.

—Namjoon, te juro que nunca he conocido a un residente más torpe que


tú.599

A continuación, la puerta se cerró.4

Jungkook quedó sumido en el silencio que solo era interrumpido por el


goteo del suero a su lado. Recostado contra las almohadas, acomodó las
mantas a su alrededor para que quedaran estiradas. Estaba alisando una
arruga, cuando la puerta volvió a abrirse e ingresó Jimin.50
Yoongi había sido considerado con Jimin al mencionar que no estaría en su
mejor momento, porque dicha descripción quedaba corta al lado del
desastre monumental que era Jimin esa mañana. Tenía los cabellos rubios
parados por la nuca, la corbata desacomodada y la ropa arrugada. Tampoco
olía mejor, una mezcla entre productos químicos y humedad. Sus ojeras eran
profundas.81

Se acercó en grandes zancadas y lo afirmó por la bata del hospital, formando


dos puños contra su pecho. Lo sacudió un poco mientras Jungkook se reía.159

—¡No vuelvas a hacer algo así! —se quejó—. No dormí en toda la noche por
la preocupación, bastardo egoísta. Arruinaste mi cena de aniversario, ¿y
sabes cuánto tiempo tendré que esperar para otra?192

—Un año —se burló Jungkook.344

—Exacto, un año. ¿No podías ser la bella durmiente otro día?229

—Qué desconsiderado de mi parte no haber programado mi desmayo


mejor.552

Jimin empequeñeció la mirada y después lo soltó, dando un suspiro


melodramático. Se dirigió hacia el sofá ubicado a un costado y se tiró a ahí.

—No sabes cuánto me duele la cabeza por la preocupación.

—Dile a tu novio que te inyecte algo.219

—Estoy contra la medicina amenos que me esté muriendo —le recordó.149

—Un poco extraño viniendo del prometido de un enfermero.234

Jimin le levantó el dedo en advertencia.1

—Mira, niño, cuidado con lo que dices, que sabes que esa palabra es un tema
sensible.
—¿Prometido? —se rió.87

Agarrando una almohada que estaba en el sofá, se la lanzó a Jungkook en el


mismo instante que Seokjin ingresaba a la habitación.

—¿Ese es el comportamiento de la fuerza policial de Daegu? —los


reprendió—. Con razón estamos como estamos.748

Jungkook vio a Jimin poner los ojos en blanco y sacarle la lengua a quien era
su cuñado. Y pensar que Jimin tenía dos años más que Jungkook. Pero
Seokjin les sacaba cinco y tres años, y aún así estaba sacando a Jimin del sofá
para recostarse en él. Triunfante, y con Jimin pasando a ocupar los pies de la
cama de Jungkook, abrió una libreta.31

—Sabes de lo que tenemos que hablar, Jungkook. Empezaremos cuando


llegue Hoseok a tomar tu declaración —dijo Jin.

Jungkook sabía que la declaración que Hoseok le tomaría en unos minutos,


era una de las tantas que vendrían. Era parte del protocolo, lo entendía, le
harían las mismas preguntas una y otra vez para encontrar agujeros en la
historia. Todavía no podían interrogar al chico, por lo que, todo lo que
pudieran averiguar del caso, sería lo que Jungkook podría señalar.

—Lo que yo necesito es que me cuentes todo lo que recuerdes de ayer —


continuó Jin—. Jimin ya nos dio su versión, pero no tuvo contacto con el
chico y no me sirve para hacer su perfil psicológico.

Se llevó las manos al regazo y jugó con sus dedos, manía suya para evitar
destrozarse las uñas con los dientes.27

—¿Aún se desconoce su nombre? —quiso saber.

Jimin le lanzó una mirada de desconfianza a Seokjin.


—Le hicieron una prueba de ADN —contó Jimin por fin.3

—Jimin, no considero que Jungkook debería saber esa información


clasificada.

—Pues yo considero que sí.21

—Está demasiado involucrado psicológicamente con la víctima.

—Saber algo más no hará diferencia.

—Podría significar...

—¿Qué encontraron en la prueba? —interrumpió Jungkook.

Jin le dio una mirada molesta pero agregó nada más.

—Comparte ADN con Kim Sun Hee, la mujer que encontramos ayer.95

Se le formó una expresión de sorpresa en el rostro.

—¿Es su hijo?25

Jimin se encogió de hombros.

—Nadie sabe —dijo—. No está registrado en ninguna parte. Le hicieron


análisis de sangre y le sacaron incluso las huellas, pero no existe en el
sistema. Es un fantasma.279

—¿Pero podría ser su hijo? —insistió Jungkook.

—Kim Sun Hee solo tiene un hijo registrado: Kim Minho. Pero aparece
fallecido hace quince años en un accidente automovilístico. Quedó
irreconocible, su auto se incendió al chocar. Lo reconocieron por sus placas
dentales, ¿de lujo, no?297
—¿Y otros parientes? ¿Kim Sun Hee tenía alguna hermana o hermano?
¿Algo?

—Nada, hija única casada con otro hijo único. El marido muerto hace veinte
años. Trabajaba en la fábrica de Daegu. Murió por aspirar gases tóxicos. Pero
eso no es extraño, en ese tiempo no existían medidas de seguridad para los
trabajadores.2

—¿Está sola?

Jimin asintió con fuerza.

—Sí, qué trágico, ¿no? Es como mi peor pesadilla hecha realidad.114

—¿Y lo buscaron en la base de datos de personas desaparecidas?

Esta vez fue Jin el que respondió.

—Hasta ahora sin resultados. O nunca nadie registró su desaparición o


nunca desapareció.

—Pero estaba en ese ático encerrado.

—A lo que voy, Jungkook —habló Jin con mucho tacto—, es que el chico no
existe en el sistema. Posiblemente nació en esa casa y se quedó toda su vida
en esa casa. Jamás fue registrado su nacimiento, no fue a la escuela, ni
siquiera ha ido al doctor. Nunca.151

—¿Nunca?2

—Le hicieron tomografías generales. Tiene una lesión en la pierna nunca


atendida, un hueso mal curado. Debió haberse quebrado el pie y nunca fue
llevado a ser atendido. Y no presenta una malformación en el oído. No nació
con pérdida de audición.319
El buen espíritu con el que despertó Jungkook gracias al cóctel de drogas, se
esfumó por completo. Pasándose la mano por el cabello, enredó parte del
cableado consigo mismo. Sintió un tirón doloroso en el dorso al desenredar
el suero de un mechón.

—Eso no es todo —continuó Jin.

Jungkook gimió bajito. ¿Había algo más?

—Estudiaron el historial médico de Kim Sun Hee y de su hijo Kim Minho.


¿Sabes lo que son los M-Preg, Jungkook?973

Claro que lo sabía, había tenido clases de historia de los M-Preg tanto en la
escuela como en la academia de policía.69

El primer caso conocido de un M-Preg era del año 1929. Un hombre, con un
abultado vientre, había llegado al hospital de Daegu de esa época. Murió en
la camilla por septicemia. En la autopsia, descubrieron que presentaba
órganos masculinos y femeninos ambos desarrollados, en este último
portando un bebé de seis meses de gestación. El caso quedó enterrado hasta
el año siguiente cuando, también en Daegu, otro hombre, con síntomas
similares, fue atendido por el único doctor en la ciudad. El 1 de septiembre
de 1930, el doctor Park ayudó a nacer al primer hijo gestado por un
hombre.340

Un demonio, lo catalogó la gente del pueblo al enterarse, era inhumano que


un hombre pudiese gestar al igual que una mujer.191

A las semanas, la policía encontró al hombre ahorcado en un árbol y al bebé


quemado en una hoguera. Las paredes de la casa rayadas con insultos.760

El siguiente caso, no se dio hasta tres años más tarde. Un muchacho de no


más de diecisiete años, ingresó al hospital de Seúl con una prominente
barriga. Se quejaba de dolores terribles, por lo que se había trasladado desde
Busán para ser examinado. Faltando todavía veinte años para que las
ecografías fueran utilizadas en humanos para detestar tumores y
posteriormente embarazos, el joven fue llevado a pabellón.4

A las horas, Kim Seungri daba a luz al segundo hijo concebido por un hombre
en el mundo. Considerado un ente demoniaco por la sociedad, Kim Seungri
pasó lo que restó de su vida encerrado en un laboratorio. Fue fecundado
catorce veces, de ellas cinco con embarazos exitosos. Durante décadas, todo
lo que se supo de los embarazos masculinos, fue por los conocimientos
adquiridos en la experimentación con Kim Seungri, que terminó muriendo
por una infección en su sangre.424

En 1954, cuando aparecieron los siguientes cincuenta casos, los embarazos


masculinos pasaron a denominarse M-Preg. Todos los casos eran de la
provincia de Gyeongsan, Corea del Sur. Tras conocerse en el resto del mundo
la anormalidad genética existente en algunos habitantes de la provincia,
Estados Unidos hizo aportes millonarios para realizarles estudios a los
hombres de la zona en búsqueda de más casos. Tras cuatro años de estudios,
se contabilizaron más de 20.000 casos de hombres que presentaban ambos
órganos sexuales desarrollados y con la capacidad de ser fecundados.44

En la década de los sesenta, tras la separación de las dos coreas y mientras


cientos de miles de Estadounidenses protestaban para que finalizara la
Guerra de Vietnam, en Corea del Sur se encerraba a los jóvenes
denominados M-Preg para continuar con las investigaciones. Fue así como
en 1975 lograron captar el momento exacto cuando un M-Preg logró la
concepción anal.386

Lo primero que notaron, fue que en ciertos periodos existía un cambio


sicológico en los sujetos en estudio, volviéndose más sumisos a las
violaciones. Entonces llegaron a la conclusión que los M-Preg sufrían una
especie de ciclo de calor, que les permitía producir una hormona
(denominada como "preg"), con la capacidad de ayudar al cuerpo masculino
a generar una pequeña unión, ubicada sobre la vesícula y próstata, que
permitía conectar el cuello uterino con el recto por unos segundos, logrando
así la concepción anal en los M-Preg.576

En los siguientes cinco años, descubrieron que un M-Preg feliz y sano, podía
presentar ciclos de calor hasta tres veces en el año; encontraposición a un
M-Preg triste y malnutrido, que dejaba de producir la hormona "preg"
incluso por años.101

A mitad de los años ochenta, los nacimientos M-Preg en laboratorios


superaban los tres ceros. A finales de la misma década, llevaban a los cuatro
ceros, a pesar de las cesáreas obligatorias para el nacimiento y la
complejidad en sus embarazos, por los altos riesgos de sufrir septicemia en
caso de un aborto espontáneo.5

No fue hasta los noventa que los M-Preg pasaron a ser el descubrimiento
más importante en el último siglo, sus embarazos pasando a tener la
categoría de prioridad nacional. Eran, para Corea del Sur, los pequeños
tesoros de Daegu.198

Tuvo que pasar otra década de protestas en favor y en contra, para que
finalmente el 1 de junio de 2001, se promulgara en Corea del Sur la Ley
19.734 que en su Artículo 1 modificaba el Código Penal, introduciendo el
principal cambio: pena de muerte para quien matase, violase o utilizase a un
M-Preg para fines científicos u otros. Entonces, todos los laboratorios fueron
clausurados, dejando en libertad los pocos M-Preg que todavía se
encontraban en confinamiento.157
La voz de Jin trajo a Jungkook a la realidad otra vez.76

—Entonces sabes que los M-Preg eran perseguidos por el Gobierno Coreano
para encerrarlos en sus laboratorios. Esto pasó, Jungkook, hasta que se
promulgó la Ley en el 2001, pero no fue hasta el 2007 que lograron cerrar
todos los laboratorios de investigación M-Preg. —Jungkook asintió
pequeñito—. El hijo muerto de Kim Sun Hee era un M-Preg que estuvo tres
años encerrado en un laboratorio como sujeto de estudio. El chico que
descubriste en el ático, tiene unos dieciocho años y está emparentado con
Kim Sun Hee. Kim Minho murió hace quince años.306

—El chico... ¿podría ser hijo de Kim Minho?235

Jin dio un encogimiento de hombros.

—Posiblemente —aceptó.

—¿Por eso...? —La cabeza de Jungkook iba a toda velocidad procesando las
palabras y hechos expuestos por Jin—. ¿Por eso Kim Sun Hee lo mantuvo
encerrado? ¿Por su padre?290

—Debes entender que el chico nació cuando todavía no se promulgaba la


Ley que los protegía. —La boca de Jin se frunció en tristeza—. No es de
extrañar que Kim Sun Hee lo haya mantenido oculto toda su vida,
posiblemente temía que le sucediera algo igual que a su hijo Kim Minho.351

Jungkook frunció el ceño.

—¿Tenía miedo porque era hijo de un M-Preg? —preguntó, sin terminar de


entender—. ¿Temía que se lo llevaran para investigarlo?+

—Tenía miedo, Jungkook, porque el chico también es un M-Preg.


11
Cuando Kim Taehyung era chiquito, su abuela le explicó muchas cosas: por
qué el cielo era azul y no amarillo como a Taehyung le gustaría, por qué su
color de cabello era diferente al de ella y por qué no podía salir nunca de esa
casa.290

El cielo era azul porque era la piscina de los ángeles, unos tremendos
nadadores pero también muy obedientes que debían respetar sus horas de
dormir, por eso apagaban las luces a cierta hora y el cielo se oscurecía, al
igual que su cuarto cuando su abuela le apagaba las luces tras levantar su
mano con los dedos gordo, índice y meñique alzados para señalarle lo mucho
que lo quería.545

Antes, según su abuela, su melena era castaña completita al igual que la de


él, pero cada vez que Taehyung la hacía feliz, un cabello le cambiaba a gris.
Kim Taehyung pensó entonces, que él debía hacerla tremendamente feliz a
su abuela porque todito su pelo estaba de ese color.643

Y no podía salir jamás, porque, lo más bonito que tenía Kim Taehyung, era
algo que existía en su interior.71

"¿Mi corazón, abuela?", le había preguntado.1

—Tu corazón es precioso, TaeTae, pero no es lo más bonito que hay en ti. Es
algo que está más abajo de tu corazón.198

"¿Mi estómago, abuela?".110

—No, bonito, tu estómago no.


"Pero tú siempre dices que soy bonito si me termino toda mi comida".171

—Es algo que está más al sur de tu estómago.183

Kim Taehyung empezó a saltar por la habitación como si fuera un conejito,


sus manos flexionadas sobre el pecho. Se detuvo unos segundos solo para
señalarle a su abuela un "Ya sé, abuela, ¡ya sé! ¡Son mis piernas!". Pero no
alcanzó a leer lo que le respondía su abuela, porque sus saltos continuaron y
lo llevaron hasta el otro lado de su habitación.100

Al ser afirmado por los hombros, se asustó muchísimo.

"Abuela, susto", se quejó encogido pequeñito.4

Tomó asiento en su cama para mirarla otra vez en la silla frente a él.

—Lo siento, TaeTae, pero no me estabas mirando. —Ella se apuntó los labios
para que Taehyung no se perdiera lo que iba a decir—. Y no, tampoco son
tus piernas.11

"Pero mis piernas me hacen saltar altísimo, abuela".146

Lo detuvo antes de que se pusiera a saltar por la habitación otra vez.

—Es algo que está más arriba de tus piernas.240

Taehyung hizo un puchero profundo.

"No hay nada más abuela. No es mi corazón, no es mi estómago y no son mis


piernas... no hay nada más".

Se levantó la camiseta, examinándose con el entrecejo fruncido. Luego la


dejó caer.

"¿Mi ombligo? Pero es feo, abu, y mi dedo huele mal cuando me lo rasco".941
Eso le sacó una carcajada a su abuela que Taehyung no podía escuchar, pero
sus ojos se curvaban en las esquinas de la misma manera como lo recuerda
Taehyung al hacerla reír.36

—No, bonito, tampoco es tu ombligo.6

Kim Taehyung se cruzó de brazos, ya no feliz con ese juego.

"Ya no quiero jugar, me aburro".10

Su abuela lo agarró y lo sentó en su regazo, acomodándolo en el borde de sus


rodillas para que tuviera espacio suficiente para seguir observando su
rostro. Lo sujetó por la cintura para hacerle cosquillas.

—¿No quieres saber lo que era?

Taehyung lo meditó.

"No, ya no".16

—Ah, pero puedo darte helado mientras te cuento.7

"Pero no de chocolate y menta, ese no me gusta".614

En la cocina, la abuela lo sentó sobre la encimera, justo al lado del lavaplatos


y le entregó un bol con helado que se comió rápidamente, sin esperar a que
su abuela lo reprendiera. Al terminarlo, manchándose de paso la camiseta
blanca, sonrió con los dientes café por el chocolate.1

"¿Lo bonito es el helado en mi estómago, abuela?", quiso saber.42

Su abuela le pasó la mano por el cabello, desordenándole esas ondulaciones


castañas que coronaban su cabeza. Le quitó el bol y lo dejó a un lado.
Después, una mano arrugada se había posicionado en Taehyung, un tanto
más debajo de su estómago pero también un tanto más arriba que ese lugar
por donde Taehyung orinaba.115
"Ahí no hay nada, abuela, te equivocaste".

—Tu papá te llevó ahí durante nueve meses antes de que nacieras.124

Los ojos de Taehyung se abrieron de par en par.

"Pero no hay espacio ahí".3

—Cuando dos personas se aman mucho, tienen bebés, ¿recuerdas que te


conté?337

La pequeña frente se arrugó en concentración.

"Pero los bebés los trae el señor que reparte las cartas, abuela".384

—¿Dónde viste eso?

Taehyung desvió la mirada, fingiendo no haber leído la pregunta.

Su abuela le tocó la rodilla dos veces, Taehyung sabía lo que significaba así
que volvió a mirarla.

—Pero tú eres diferente. Tu papá te amaba muchísimo y por eso él te llevó


durante nueve meses aquí. —Volvió a tocar ese punto en Taehyung que lo
hizo sobresaltarse un tanto—. Son poquísimos hombres que pueden hacer
eso.

"¿Llevarme dentro de ellos? Obvio, abuela, yo solo soy de papá".201

—De tener bebes, Taehyung —lo corrigió—. Muy poquito hombres pueden
tener bebés como tu padre.31

Lo cierto era que Taehyung no se enteraba de mucho, pero su abuela seguía


esperando una respuesta de él. Soltó un "ah" mudo que alargó estirando el
brazo, esperando que con eso pudiera convencerla.75

Su abuela le revolvió el cabello.


—Tú también podrás llevar en tu interior un bebé, bonito.44

Taehyung abrió los ojos de par en par.

"Pero soy muy chiquito".459

Ella sonreía.

—Cuando grande, bonito, por eso no puedes salir.

"¿Pero y cuando sea súper grande?".

—Solo cuando seas mayor de edad.

Quería protestar y hacer pucheros, pero Taehyung no quería volver a


enfermarse como esa vez que se escapó y ya nunca más escuchó.213

"Ok".35

Recibió un beso en la frente que le hizo sonreír a Taehyung.

—Y eso es lo más bonito que tienes en ti.

336

12
Desde que Jeon Jungkook llegó al cuerpo policial de Daegu, cada vez que
existía algún problema que involucrase a un animal, le encargaban el caso.
Por eso, por mucho que deseó permanecer al lado del chico en el hospital,
los días se fueron acumulando y finalmente fue obligado a regresar a la
rutina, con una promesa vacía que sería avisado si el muchacho despertaba.
Jungkook no era tonto -tampoco brillante- pero sabía que nadie le avisaría
cuando despertaran al chico porque Seokjin había dado la orden de
desvincularlo del caso.38

Por eso, tras cuatro días del suceso, a Jungkook le dieron el encargo de
dirigirse al ex reformatorio de Daegu, ya que habían dado el aviso de una
camada de cachorros lanzados dentro de una bolsa.184

—¿Sabes lo que más odio de haber sido asignado como tu compañero?45

Jungkook ignoró a su amigo mientras examinaba el enorme candado con el


que las rejas del ex reformatorio de Daegu permanecían cerradas.

—Que rescatamos más animales que personas —continuó Jimin—. Si


hubiera querido ser veterinario, habría estudiado eso. Pero no, soy policía y
los policías rescatan a gente.92

—Rescatan a todo ser que lo necesite —corrigió Jungkook.333

—Mira, no me malinterpretes, amo a los animales y en serio me hace feliz ir


a dormir con Yoongi sabiendo que los ayudé.237

—¿Pero...? —lo apremió Jungkook, soltando el candado oxidado con un


suspiro.

—Que hace nada terminé mi tratamiento contra la sarna, que se me pegó


porque porfeaste en que cargara a ese perro hace un mes, ¿y quieres que
tome a otro perro otra vez?280
—Puedes empezar otro tratamiento más, tu novio es enfermero.3

Jimin dio una patada contra el suelo y lo apuntó con el dedo, clavándoselo en
el pecho.

—Yoongi me hizo dormir en un colchón plastificado en medio del living por


dos semanas, ¿sabes lo incómodo que es eso? Te hace sudar como un cerdo y
suena cada vez que uno se mueve. Vivo en un departamento con paredes de
papel y estoy acogiendo a mi hermano por unos meses, por lo que no hubo
ñacañaca con Yoongi por culpa de ese ruido infernal.796

—¿Ñacañaca? —se burló Jungkook, caminando por el rededor de las rejas


intentando buscar alguna suelta para colarse dentro. Si alguien pudo entrar
para tirar a esos perros, él también debería poder ingresar—. ¿Y en tu cama
no podían hacer su ñacañaca?186

—No me dejaba entrar a nuestro dormitorio.3

—Mira, si no te dejaba ni siquiera entrar al dormitorio, créeme que tampoco


se habría metido en el tuyo.155

—La otra pieza la ocupa mi hermano —replicó sin entender—. ¿No


escuchaste la parte donde conté que dormí en el living?2

Jungkook le apoyó una mano en el hombro.2

—Me refería a tu "habitación" trasera, Oficial Park Jimin.467

Con un Jimin sonrojado hasta las orejas, finalmente Jungkook terminó de


recorrer toda la cuadra del reformatorio sin encontrar una reja suelta por la
cual colarse.

—Jimin, dijiste que en la escuela eran bailarín, ¿cierto? —preguntó Jungkook


observando la altura de la reja.
—Contemporáneo —especificó.77

Jungkook flectó las rodillas y unió las manos frente a él.

—Vamos, súbete. Necesito que escales la reja, creo que yo puedo saltarla.

—Soy bailarín, no acróbata profesional.334

Pero Jungkook permaneció en la misma posición, alzándole las cejas de


manera sugestiva.1

—Jimin-ssi, súbete.67

Posicionó un pie en las manos anudadas de Jungkook mientras se afirmaba


de su cabeza con total falta de delicadeza para hacerlo pagar.

—Llevo solo cinco meses contigo de compañero y ya me mordieron en la


pantorrilla, tuve sarna y encontramos a un chico en un ático, ¿ahora quieres
que me entierre un fierro en la pierna?412

—La reja ni siquiera tiene pinchos arriba.16

Y solo dándole un precario aviso de advertencia, lo tiró hacia arriba. Jimin se


aferró a la parte superior de la reja.

—¡Te odio! —gritó, afirmándose.1

Jungkook lo levantó más; por su estatura y contextura, Jimin era incluso más
liviano que el chico.2

El chico.

Se le hacía inevitable pensar en él, ¿estaría bien...? Pasaría a verlo al hospital,


le autorizaran o no a entrar a su habitación.68

Finalmente Jimin logró sentarse a ahorcadas en la reja.


—¿Ahora cómo bajo?56

—Tirándote, Jimin-ssi.7

Jimin apretó los dientes.

—Te juro que te odio tanto.86

En respuesta, le dio una sonrisa de conejito. Luego, con una velocidad y


agilidad que enfurruñó a Jimin, Jungkook había escalado la reja a su lado -de
paso tambaleándola un montón- y arrojado dentro del recinto.3

—Si quieres te tiras y te atajo —ofreció Jungkook, estirando los brazos.

Temblando, Jimin terminó de pasar el otro pie y se afirmó a los fierros,


dejándose caer lentamente.

—Ya, ahí voy —dijo Jimin.111

Y se tiró.96

Pero nunca fue recogido por Jungkook, porque en ese momento la radio en
su cinturón comenzó a sonar.731

—Oficial Jeon, responda.

Al mismo tiempo que Jimin caía al suelo de manera pesada, su trasero


recibiendo la mayor parte del impacto, Jungkook se distraía contestando el
llamado.362

—Oficial Jeon al habla.

—¡Dijiste que ibas a...!

Jungkook le pidió silencio llevándose un dedo a los labios. Enfurruñado y


doliéndole el coxis, se puso de pie.81
—Jungkook, soy Hoseok —dijo la persona por el comunicador.1

El corazón se le aceleró de inmediato, de pronto sabiendo por qué lo estaban


buscando.

—Sí, Hoseok, dime, ¿qué sucede? ¿Es el chico...?7

Sonido de interferencias.79

—Sí, Seokjin me pidió que te llamara. Han... ellos le han despertado pero...
me dijo que no estaba bien. Volvieron a sedarlo.246

Antes incluso de responder, Jungkook estaba encaramándose a la reja con


una mano.

—Voy para allá.84

—Seokjin dice que estará durmiendo como una media hora, ¿alcanzas a
llegar?

—Estoy a diez minutos del hospital.

Que Jungkook podría reducir a cinco.385

Se guardó la radio en el cinturón y terminó de escalar. Había saltado al otro


lado, quedando de frente a su amigo todavía encerrado dentro del ex
reformatorio, cuando recordó a los cachorritos y que no estaba solo.28

—Jimin, necesito ir al hospital. ¿Puedes buscar a los cachorros tú?

—Pero, Jungkook...68

Pero Jungkook ya se estaba dirigiendo al automóvil a toda velocidad.43

—La vecina que llamó dijo que el llanto venía del patio trasero, el cual
conecta con el suyo. Solo debes ir a verificarlo y llevarlos a la veterinaria.
Ponlos a mi cuenta, ¿ok?
—Jungkook.

—Me llevaré el auto, puedes regresar a pie.425

—Jungkook.15

—Estarás bien.15

Se subió al auto y encendió el motor. A pesar del ruido, pudo escuchar el


quejido de Park Jimin.

—¡¿Y cómo salgo de aquí después?!233

Asomó la cabeza por la ventana.

—Salta la reja. ¡Suerte!134

Y había acelerado por la calle, dejando a Jimin detrás de las rejas que
afirmaba con las manos.145

Los diez minutos que le prometió a Hoseok, tal como lo pensó, se


convirtieron solo en cinco. Estacionó no demasiado bien, si era
completamente sincero, y se bajó corriendo. Ni siquiera podría recordar si le
puso la alarma al auto o no, su cabeza solo con ese pensamiento de que el
chico estaba a nada de despertar otra vez y tenía que estar con él cuando
aquello ocurriera.81

Se movió por los pasillos del hospital hasta llegar a la puerta que estaba
buscando. Seokjin se encontraba fuera con los brazos cruzados y apoyado
contra la pared, parecía esperarlo.

—Me prometiste que me avisarías cuando fueran a despertarlo —lo


recriminó, aunque Jungkook siempre supo que no lo harían, había sido, en
efecto, una promesa vacía.
—Ambos sabíamos que eso no iba a ocurrir a menos que fuera estrictamente
necesario.10

Jungkook suspiró.

—¿Qué sucedió?

—Hemos intentado despertarlo un par de veces pero... no está reaccionando


muy bien.

—¿Cuántas veces?

—Tres.34

—Seokjin, podrían haberme llamado antes.

—No, ¿no lo ves? Él ya generó una dependencia hacia a ti.

—Pero no me importa, ¿he dicho que me molesta?184

—Te desmayaste el otro día. No estás preparado para asumir una


responsabilidad así.1

—Hyung, está bien.1

—No está bien, Jungkook, y necesito que eso lo tengas claro.30

Seokjin se quedó unos segundos en silencio esperando su respuesta.

—Está bien, hyung —aceptó Jungkook—, puedo manejarlo por ahora y te


diré si ya no pueda.

Entonces la puerta se abrió y por ella salió un residente con gafas, quien
también era uno de los compañeros de vivienda de Jungkook: Kim
Namjoon.272
—Jungkook-ah —lo saludó, a pesar de que esa madrugada ambos habían
tomado desayuno juntos. Más bien, Jungkook se devoró una banana
mientras Namjoon corría del primero al segundo piso buscando sus gafas
favoritas; Jungkook no tuvo corazón de decirle que sus lentes los había
encontrado destruidos en la casa de Roko, uno de los tres perros que
componía la manada personal de Jungkook y que sus compañeros de piso
supieron aceptar.20

—Al final te pusiste tus otras gafas —bromeó Jungkook.

Namjoon lo apuntó con un dedo.

—Porque, ¿sabes dónde encontré mis gafas favoritas del mundo entero? En
el hocico de Roko. Debemos poner límites, Jungkook, te he dicho que los
perros no pueden entrar a mi habitación, ese es el límite.63

Puede que ayer a Jungkook se le hubiera colado Roko dentro de la pieza de


Nam cuando se metió a robarle una camiseta limpia, porque ninguno en la
casa había hecho la colada y la ropa sucia ya tenía una altura preocupante.74

—Créeme que no sé cómo Roko te robó los lentes —mintió.36

Nam empequeñeció la mirada, después suspiró y apuntó hacia el cuarto.

—El chico va a despertar pronto, creo que mejor esperan dentro.

No necesitó más autorización que esa, ingresando al cuarto de inmediato.


Era una habitación personal por obvias razones. En el centro de ella, con un
suero a su lado, estaba el chico todavía durmiendo. Estaba un tanto
desarmado sobre la cama, su cuerpo ladeado y un puchero en los labios. El
cabello desordenado, los brazos por sobre las sábanas que lo cubrían. Los
cables y tubos salían por debajo de su camisa de hospital y del dorso
derecho donde tenía conectada una aguja subcutánea. Si bien seguía muy
delgado porque todavía llevaba pocos días ahí, tenía un mucho mejor color,
los labios mojados y sonrojados al igual que sus mejillas.1

—Se ve bien —comentó Jungkook siendo optimista.147

—Mejor de cuando lo encontraste, pero todavía mal —informó Nam, que


comenzó a explicarle de manera reducida los tratamientos que le estaban
dando y las vitaminas y minerales que estaban suministrándole.

El golpe en la puerta los desconcertó a todos.

—Debe ser el intérprete —comentó Seokjin yendo a ver—. Si bien él puede


entendernos, nosotros a él no. 1

Entonces ingresó un chico alto y, a consideración de Jungkook, demasiado


guapo para ser un intérprete de la lengua de signos. La gente como él, no sé,
¿no debería estar en la televisión saliendo con más gente igual de atractiva?
Sin poder evitarlo, su entrecejo se frunció mientras el chico, un tanto mayor
a ellos, se inclinaba para presentarse.72

—Park Bogum a su servicio —se presentó.1K

Seokjin le hizo tomar asiento en el sofá a un costado del chico. Jungkook de


inmediato se movió para ocupar su lugar a los pies de la cama. Ambos se
miraron unos segundos, pero ninguno de los dos dijo algo.

Nam paseó por alrededor del suero, comprobando niveles y ajustando otros.

—Hace unos minutos que se le quitaron los sedantes, debería despertar en...

Como si se enterara que estaban hablando de él, las pupilas, bajo sus
párpados, se movieron de derecha a izquierda, reaccionando. Se quejó casi
sin sonido, estirando los brazos. Al levantar la cabeza, continuaba viéndose
torpe y desorientado, como un oso saliendo de hibernación tras un largo
invierno.225

Al terminar de despertar, el raciocinio vino de golpe y con ello la


comprensión.

Di un salto y tiró de las sábanas para intentar cubrirse, de pronto su


expresión brillante por el más desgarrador pánico. No logró subir las
cubiertas más allá del cuello, porque Jungkook continuaba sentado sobre
ellas, impidiéndoselo. Aterrado, continuó tirando de ellas.

Jungkook movió la mano en la dirección donde su mirada apuntaba para


captar su atención. Sus ojos se abrieron de par en par y por fin Jungkook
pudo notar el color de ellos. Eran oscuros, que contrastaban tan bonito con
su cabello más claro.

—Hola —lo saludó Jungkook.

El siguiente movimiento nadie se lo esperaba, Seokjin volteando la silla que


ocupaba en su afán de ponerse de pie.

Los brazos del chico rodearon el cuello de Jungkook. Por el impacto del
movimiento no controlado, Jungkook cayó de espaldas en la cama con el
muchacho sobre él todavía negándose a aferrarlo.334

—No se muevan —les pidió Jungkook a los demás, sintiendo la respiración


del chico contra su piel—. Estoy bien, solo me está... saludando, creo.345

Por el rabillo del ojo, Jungkook podía divisar la desaprobación saliendo como
olas de energía de Seokjin. Así que, si bien a Jungkook no le molestaba pasar
otra década más así abrazado al él, le dio un golpecito en la espalda baja. El
chico alzó la cabeza.34

—¿Sentémonos? —pidió Jungkook.15


Sus mejillas se colorearon y luego, lenta y de manera reticente, soltó el cuello
de Jungkook para dejarlo ir. Tomó asiento sobre sus talones, todavía
demasiado cerca. Pero aún parecía ser mucha distancia para él, porque
enredó sus brazos con el de Jungkook para sujetarlo contra su pecho.
Jungkook debía parecer un oso de peluche gigante.3

Un conejo de peluche gigante, se corrigió.202

—Él nos entiende —explicó Jungkook a ese Park Bogumn—, puede leer los
labios.293

Park Bogum se puso de pie para acercarse, el chico volvió a encogerse a un


costado de Jungkook apretando su brazo con fuerza, enterrando los dedos en
su músculo.

—Creo que es mejor que te sientes, Bogum —pidió Seokjin.

Otra vez en su asiento, Bogum movió los brazos al hablar en voz alta para
que los demás entendieran.

—Hola, mi nombre es Park Bogum. Soy intérprete de lengua de signos. ¿Cuál


es tu nombre?

Silencio, apenas si respiraban esperando a que el muchacho se moviera para


responder.

Jungkook volteó el rostro para observarlo, encontrándose con su mirada


grande y atenta, un poco temerosa.

—No tengas miedo, solo queremos saber tu nombre.

Entonces, soltándose muy lentamente pero manteniéndose pegado a él, el


chico hizo lo que parecía un tres acostado y luego levantó el dedo meñique e
índice escondiendo los demás.53
—¿Tea? —preguntó el intérprete.78

—¿Tea como el té en inglés? —cuestionó Nam—. Pero es coreano.259

El muchacho se lamió los labios. Le dirigió otra mirada insegura a Jungkook


y negó, su expresión volviéndose triste. Intentó una vez más, sus
movimientos de mano más insistentes y marcados.

—¿Tae? —preguntó Bogum. El muchacho asintió tan rápido y


fehacientemente, que se tuvo que afirmar de la cama para no perder el
equilibrio.60

—Debe ser un diminutivo —comentó Seokjin—. ¿Será Tae por Taeyong? 12

—¿Kim Tae? —le preguntó Jungkook para confirmar.

Tae volvió a asintir de manera feroz y animada, una pequeña sonrisa


bailando en sus mejillas.147

—¿Kim Taeyong? —insistió Jungkook. Tae pareció ofendido por unos


segundos y negó. Jungkook se rió—. Solo intentamos adivinar.235

Bogum y Seokjin se quedaron pensativos.

—¿Será Taehyung? —preguntó Seokjin.73

Jungkook lo intentó.

—¿Kim Taehyung?

Los ojos de Tae se abrieron, su expresión brillando en felicidad lo que duró


un suspiro. Con una sonrisa, mientras sus dedos volvían a aferrarse a su
bíceps, asintió una y otra vez.183

—Eres Kim Taehyung. Taehyung. Me gusta.454


A la misma vez que Taehyung se sonrojaba furiosamente, la puerta se abrió,
dándole solo una oportunidad rápida a Jungkook para girarse a ver qué
ocurría.

—Oye, mocoso —dijo Yoongi con el entrecejo fruncido—, ¿dejaste a mi


novio abandonado y encerrado en el ex reformatorio?
1.3K
13
Kim Taehyung estaba llorando. Últimamente lloraba muchísimo, algunas
veces con excusas perfectamente razonables; el resto de las veces, en mucho
mayor medida, lloraba porque no sabía de qué otra manera sentirse aparte
de estar profunda y indudablemente triste.83

No era feliz.61

Hace muchos años que había dejado de ser ese niño obediente y feliz, que
solo buscaba la aprobación de su abuela y se consolaba con su amor.

Con la misma frecuencia que lloraba, miraba por la ventana del tercer piso.
Horas enteras detrás del visillo observando a la gente vivir mientras él
continuaba en esa casa, sin amigos, sin padres, sin hermanos, sin nunca
poder amar a alguien y ser amado con la misma intensidad. Tenía a su
abuela, claro que la tenía, pero hacia tiempo que ella había dejado de ser
suficiente para él. Los días donde la amaba cada uno de ellos, en el pasado.
Ahora la odiaba más que la amaba, y ese sentimiento podrido y oscuro en él
era el que lo hacía llorar.113

Tóxico, se sentía tóxico y enfermo mientras la observaba pasear por la


cocina, preguntándose, solo preguntándose y soñando, solo soñando que, si
su abuela moría, él podría salir de ahí.577

Él podría ser libre.

Solo si su abuela moría, él lo sería. 101

Porque Taehyung ya no podía más.


No quería seguir viviendo.

No así.

No en esa casa.+

No en esa vida que no era vida.


14
Jungkook no debería estar haciendo eso, pero, ey, se había pasado media
hora de su vida escuchando a ese Park Bogum explicar lo difícil que sería
llegar a entender a Kim Taehyung, pues utilizaba una mezcla de lengua de
signos, movimiento de labios y señales personales para comunicarse. Kim
Taehyung nunca se vio en la necesidad que lo entendiera alguien más que su
abuela, así que no era de extrañar que ambos hubieran compuesto un
lenguaje propio, en extremo complejo y difícil de seguir. Así que Jungkook se
dijo, ey, ¿no sería acaso más fácil si se pudieran enviar mensajes? 114

Solo que no tenía muy claro si Taehyung sabía leer y/o escribir, pero de las
esperanzas se vivían y, ey, se dijo (porque esa tarde estaba repleto de
optimismo), el chico sabía leer los labios y había sido capaz de casi crear una
nueva forma de comunicación con su abuela, por lo que leer y escribir
debían ser un mero trámite para él.328

Así que, tras ir a rescatar a Jimin y a los cachorros al ex reformatorio, se


dirigió a una tienda de celulares. Todavía ni siquiera sabía cómo lograría
entregarle el regalo, y mucho menos cómo iba a explicarle al resto cuando lo
descubrieran, sin embargo ahí estaba Jungkook siendo bombardeado por
modelos de teléfonos. El celular que tenía Jungkook dejaba mucho que
desear, apenas sí resistía la app de Kakaotalk, pero ahí estaba, no solo en esa
tienda viendo modelos, sino que comprando uno morado de última
generación, con chorrocientos millones en espacio y una cámara con otros
chorrocientos mega píxeles.606
Lo sacó a seis cómodas cuotas sin interés, todo gracias a la amabilidad de su
banco para endeudarse.262

Mientras se dirigía a su casa con la caja morada envuelta en otra cinta


morada, Jungkook se cuestionó qué estaba haciendo con su vida. Todavía
tenía que pagar la cuenta del veterinario del último perro que rescató; eso
sin contar que debía alimentarse hasta final de mes y que su cuenta bancaria
estaba en negativo, sobreviviendo solo gracias a su línea de crédito.138

Por Buda.222

Tal vez fuera buena idea esa de hacer un lavado de autos como le propuso
Hoseok en broma, todo con tal de recibir más ingresos.68

Nada más estacionar fuera de la casa de dos pisos, modesta y un tanto


envejecida que compartía con Namjoon y Hoseok, los tres perros de su
manada empezaron a ladrar para recibirlo: Roko, alias alma perruna de
Namjoon por su capacidad de destrucción; Betsy, la gata más pequeña;
Pequeña, quien era fue la gata más pequeña antes de ser destronada; Tocino,
nombre puesto por Hoseok; y Mantequilla, por supuesto que jamás
adivinarían quién le puso ese nombre también.534

Más seguido de lo que debería admitir, Jungkook le jugaba una broma a


Namjoon cuando estaba demasiado dormido tras un interminable turno de
cuarenta y ocho horas en el hospital, y le pedía que fuera a buscar a Tocino y
Mantequilla para darles de comer. Jamás sería aburrido escuchar a Namjoon
gritando por el patio "Tocino, Mantequilla, ¿dónde están?". Si estaba de
suerte, su vecino molesto de siete años, se asomaba por la ventana y le
respondía "En tu refrigerador, idiota". Idiota, el tipo que tenía de IQ 147. Sí,
definitivamente no se aburría jamás de esa historia.605
De buen humor otra vez, y con los perros correteando por su alrededor,
Roko casi tumbándolo tres veces e intentando robarse el regalo para
Taehyung, ingresó a casa.8

—Roko, sit —ordenó. Pero claro que Roko jamás fue capaz de seguir
órdenes.208

Jungkook tuvo que afirmar un vaso sobre la mesa de centro cuando Roko
pasó moviendo su cola y lo golpeó. El dios de la destrucción versión perro, el
alma gemela de Nam.125

No fue hasta que dejaba su regalo en lo más alto de una estantería para que
Roko no lo alcanzara, que se percató de las dos personas que estaban
sentadas en el sofá: Namjoon y Hoseok. Y ambos parecían estarlo esperando.
Es más, ¿qué hacían ambos en la misma casa a la misma hora? Que dos de
ellos coincidieran en el mismo espacio era de por sí un milagro, que
estuvieran los tres daba miedo.47

Esto era un ataque organizado.63

—¿Qué es eso, Jungkook? —preguntó Hoseok, apuntando el regalo.40

De pronto se veía demasiado morado en una sala convertida en un desastre


por culpa de tres seres humanos sin tiempo.2

—Es para mí —respondió Jungkook.3

—A ti no te gusta otro color que no sea el negro —le recordó Hoseok.159

—Sí, bueno, no había otro color de envoltorio en la tienda.

—¿Y pediste que te envolvieran algo que compraste para ti mismo? —


cuestionó Nam con suspicacia.281

Bien, Jungkook no podía jugar al intelecto contra un 147.11


—¿Y qué? —balbuceó—. Me gusta pensar que alguien me lo regaló y
desenvolverlo y luego fingir sorpresa. La vida es más interesante así.630

Hoseok se tocaba el montón con aire pensativo, ninguno de sus dos


compañeros de piso se creía su mentira, porque, vamos, era pésima.
Jungkook jamás se compraba nada para si mismo. No porque fuera tacaño,
sino que por todo lo contrario. Se gastaba su sueldo en otros. Llevaba solo
trabajando cinco meses en su vida y ya arrastraba deudas que empezaron en
su adolescencia, porque Jungkook simplemente no sabía negarse, no sabía
no ayudar, no sabía pensar algunas veces de forma egoísta.257

Una suerte que recibiera cierto ingreso extra con el subarriendo de la casa.
Esa había sido la casa de su abuela, era una herencia familiar. Y, si bien no
estaba a su nombre sino que al de su padre, él se la había entregado para que
pudiera vivir en ella. Con diecinueve años, apenas en la mitad de su
formación para ser policía, Jungkook descubrió lo costoso que era mantener
una casa solo con el sueldo de medio tiempo como vendedor.

Puso dos de las cuatro habitaciones en arriendo. Primero llegó Hoseok,


quien sería un futuro compañero en la estación de Policías. A los pocos
meses, apareció Nam, un estudiante de medicina que había llegado a Daegu
tras su asignación como residente interno de medicina en el hospital de
Daegu por dos años.27

La cuarta habitación, que era utilizada para amontonar la ropa sucia de los
habitantes de esa casa, seguía vacía: nadie más aceptaba ir a vivirse con
ellos. Primero, porque ninguno de ellos era el ser más ordenado del
universo; la última vez que alguien fue a visitar la habitación en arriendo, se
había encontrado a Nam corriendo por la casa en toalla mientras perseguía a
Roko, que había robado su ropa interior. Segundo, solo seres necesitados y
desesperados aceptarían compartir sofá con la manada de Jungkook; no era
necesario contar otra anécdota de sus perros para dar énfasis en eso...
aunque todavía no olvidaba el día que Pequeña se había robado la
hamburguesa de Hoseok y luego vomitado en su regazo; era el primer día
que Hoseok vivía con él.349

Al ir a su habitación para buscar una muda de ropa y bañarse, esos dos


forasteros de Daegu lo detuvieron.

—Tenemos que hablar, Jungkook —dijo Hoseok.

—Apruebo la solicitud de Hoseok y la reitero con la mía —continuó Nam.79

—Ok.12

Sacó a Betsy del sofá, recibiendo un gruñido como protesta. La cola blanca de
la gata se perdió en la escalera.15

—Tenemos que hablar del chico.

—Taehyung —corrigió Jungkook a Hoseok.

—¿Cómo?

—Que no es un chico. O sea, sí es un chico. Pero tiene nombre. Se llama


Taehyung, Kim Taehyung.74

Hoseok y Nam se dieron una mirada que entre ellos se dijo de todo, pero que
ninguna onda expansiva de comunicación y entendimiento le llegó a
Jungkook.1

—¿Tienes claro en lo que te estás metiendo? —cuestionó Nam sin


delicadeza.

Jungkook se llevó la mano al borde de su camisa y se la tiró, sintiéndose de


pronto incómodo, ahogado, acorralado.
—Sí.

—A lo que voy, Jungkook —comenzó Nam otra vez, siendo interrumpido en


seco por Hoseok.

—Él no es tu último acto de caridad, Jungkook.

—Lo sé —balbuceó, un poco desconcertado, herido, atacado—. Él no es... lo


sé... por qué dices... él no es... eso. No es un acto de caridad.17

—Lo digo, Jungkook —continuó Hoseok—, porque no es como si luego lo


puedas dar en adopción como a los animales que recoges, ¿le tomas el peso a
la situación? El chico... Kim Taehyung es una víctima, posiblemente lleva
encerrado desde pequeño en esa casa y apenas si se puede comunicar con
alguien que no sea su abuela. Bogum lo dijo, llegar a comprenderlo en su
totalidad, será un trabajo de meses. Meses, Jungkook.1

—Lo sé...2

—No solo eso. Él es humano, Jungkook, uno lleno de carencias y defectos que
tú no podrás llenar. No es lo mismo que un animal maltratado. Kim
Taehyung nunca va a olvidar lo que ha sido toda su vida hasta ahora, porque
eso es todo lo que lo compone en el día de hoy como persona.74

—Hyung...

—Con él no podrás... ¿cómo decirlo para que no suene mal? —Tomó aire—.
Con él no podrás ayudarlo y luego apartarlo de tu lado porque simplemente
encontraste otro acto de caridad o, peor, te aburriste o cansaste de cargar
con una responsabilidad así, porque lo es, lo será, Kim Taehyung
posiblemente es una responsabilidad que no sabrás cómo asumir y
sobrellevar sin ahogarte en el proceso. Él ya depende emocionalmente de ti,
tal vez después mejore... como también puede que no y esa codependencia
solo escale a mayores rangos. Necesitamos que pienses un poco en las
consecuencias.239

La última palabra de Hoseok finalizó y los tres quedaron sumidos en un


silencio pesado y triste, cargado de tensión y pensamientos dichos y también
algunos no expresados. Jugueteando con sus manos sobre el regazo,
Jungkook tragó saliva, de pronto con un enorme nudo en la garganta.2

Sabía que estaba llorando un poco cuando por fin encontró esa voz suya que
se había perdido en algún rincón de esa casa.2

—Solo lo quiero ayudar —balbuceó en voz bajita.382

Hoseok dio un largo suspiro.

—Sé que solo quieres ayudarlo. Pero, Jungkook, algo que he aprendido de ti
estos dos años, es que eres uno de los hombres más sensibles y afectivos que
he conocido y sé, sabemos cuánto te afecta algo y lo mal que puedes quedar
después.56

Otro silencio pesado y profundo.

Jungkook sorbió por la nariz, secándose las lágrimas con el borde de la


chaqueta.33

—Hobi tiene razón, Jungkook-ah —habló Nam—. Solo tienes 21 años para
estar tomando una responsabilidad así, ¿por qué no se lo dejas a Seokjin? Él
sabrá mejor que todos qué hacer.90

—Pero no se siente como una.4

—¿Qué cosa?

Tragó saliva.
—Que Kim Taehyung no se siente una responsabilidad para mí —replicó
bajito.73

—Ahora, Jungkook —refutó Hoseok—. Ahora no se siente como una, porque


todo es nuevo y novedoso.15

Esta vez, la voz de Jungkook se alzó.

—Kim Taehyung no es una novedad para mí.95

—No quise... —Hoseok tomó aire. Entonces sus ojos se clavaron en el regalo
morado que continuaba sobre la estantería a las espaldas de Jungkook—.
Ese regalo era para Taehyung, ¿cierto?240

Jungkook puso expresión triste. Hoseok se puso de pie, tomó asiento a su


lado y le pasó una mano por los hombros, abrazándolo.

—No queremos hacerte daño, Kookie, pero te conocemos y vemos tu mirada


brillar cuando hablas de él. Es la misma mirada que pones cuando un animal
necesita tu ayuda y haces lo imposible para hacer algo por él.161

—No queremos que salgas herido —añadió Nam.7

—Porque sabemos cuánto te aferras a las cosas y lo mucho que podría


afectarte si no resultan como pensabas.26

Esa noche Jeon Jungkook se fue a dormir tras llevarse el regalo consigo.
Mientras miraba el púrpura brillar por la luz de la luna, cerró los ojos, de
pronto sin saber si su decisión lo haría arrepentirse más adelante, en ese
tiempo futuro donde el fervor de sus emociones confundidas ya se hubiese
extinguido.

111
15

La puerta trampilla del tercer piso se podía abrir solo de un lado por una
única razón: Kim Taehyung. Cuando se era una persona fiel a la iglesia como
la abuela y tocaba asistir a misa todos los domingos por la mañana, de
alguna manera debías ingeniártelas para mantener dentro de casa a una
persona que quería salir.72

Al principio, con la mente blanda y receptiva por la edad e inexperiencia, se


hacía con miedo, atacando los botones precisos del otro que le ocasionarían
algún pánico: a morir, por ejemplo, como también a perder al único ser
humano que conocía. Así era como Kim Sun Hee Lara, o simplemente Lara,
adiestraba la pequeña mente de un también pequeño Kim Taehyung.39

—No vas a verme nunca más —le decía.59

—Te llevarán lejos.

—Yo moriré de pena.106

Por eso, Kim Taehyung jamás podía salir de esa casa.

Luego, cuando la mente comenzaba su propio ritmo y raciocinio y no se


podía convencer tan fácilmente, era cuando se debían aplicar las otras
medidas.

Encerrado en su habitación con llave, un Taehyung de doce años, no tenía


idea que ese día, como rara vez ocurría en esa casa, alguien desconocido
había entrado. Un maestro, para ser más específico, que buscaba que la
puerta trampilla del ático solo pudiera ser abierta desde el segundo piso.
—Lara, ¿no crees que es muy peligroso? Te puedes quedar encerrada —
había insistido el maestro.

Ya había mandado a sellar todas las ventanas de la casa, no podía retroceder


ahora, no ahora, menos ahora que ella sabía, ella lo había visto, su pequeño
estaba creciendo y comenzaba a cuestionarse cosas que antes no le habían
importado. Empezaba a preguntarle por qué no iba a la escuela, por qué no
tenía más familia, por qué no podía conocer a nadie, por qué no podía jugar
afuera.6

Porqués.71

Muchos porqués a los que Lara solo tenía una única respuesta.

—Porque no.196

Porque ella lo decía, porque en algún momento y punto de su vida, se había


enfermado, estaba mal, sabía que lo estaba, que no podía estarle haciendo
eso a su bebé, pero ahí se sorprendía de ella misma una y otra vez al seguir
en esa rueda interminable, solo girando y girando en esa espiral de mentiras
y maldades que ya parecía no saber cuándo acabarlas.1

Y es que no era capaz, no podía ponerle fin y arriesgarlo.

Pero se había aprobado la Ley en el 2001, su pequeño podría ser libre y feliz
allí afuera.

Podría, claro que podría.

Como también estaba la posibilidad de que no.

Y ante las estadísticas, no podía arriesgarse.

Los laboratorios todavía existían, a pesar de que el Gobierno había afirmado


que desde el 2007 se encontraban todos clausurados.78
Ella no quería que su pequeño pasara lo mismo que su hijo, no podía repetir
dos veces la misma historia. Y ella se había esforzado tanto, tanto para que
no lo hiciera, que no podía rendirse ahora. Si ella estaba viva, si ella
continuaba protegiéndolo, su pequeño estaría bien.124

No sería violado como su hijo.515

Torturado.80

Usado.73

Embarazado.338

Si ella lo protegía, así, tal cual lo estaba haciendo, no tendría que revivir la
historia de ver a su hijo siendo abierto en medio de la cocina para dar a luz
un bebé que nunca quiso. No se vería en la desesperación de poner todos sus
ahorros en las manos de un doctor que pudiera guardar su pequeño
secreto.221

No tendría que revivir nada de eso.

Por eso lo hacía.1

Porque tal vez, solo tal vez, amaba a Kim Taehyung demasiado, con mucha
intensidad y también con mucho daño.
16
El paquete morado, impecablemente envuelto que dejaba traslucir una caja
rectangular no demasiado pequeña, estaba sobre el centro de su escritorio
mientras Jeon Jungkook, sentado en la punta de su silla giratoria, apoyaba
ambos brazos a un costado de él con el mentón sobre sus manos. No hacía
más que contemplar el regalo con su bonita cinta morada, preguntándose si
acaso tendría que ir a devolverlo, pregunta que se venía haciendo desde que
se llevó el obsequio de su casa para llevárselo a la oficina.

Era uno de esos días lentos, donde todo lo que se tenía que hacer, se había
hecho, a excepción del papeleo, porque eso siempre podía esperar otro día.88

Igual de aburrido que él, Park Jimin se paseaba por la comisaría. Primero
pasó con un paquete de papas fritas, luego con un helado, ahora se estaba
devorando un chocolate. Todo porque la ansiedad lo consumía. Llevaba ya
seis horas sin cruzar palabras con Jungkook y esa pelea unilateral al único
que le estaba afectando, era así mismo; Jungkook, por otro lado, seguía con
su mente en las nubes observando el paquete frente a sus ojos.88

Jimin admitía que se moría de curiosidad por saber lo que había comprado,
pero no iba a preguntar, no iba a ser el primero en hablar cuando Jungkook
todavía le debía una disculpa por haberlo dejado abandonado y encerrado
en el ex reformatorio y no haber ido por él hasta tres horas después, ¡tres!91

"Es que estaba con el chico", recordó a su amigo dientón diciéndole, "Se
llama Kim Taehyung".46

Para cuando Park Jimin pasó con un paquete de galleta, Jungkook habló.

—¿Estás embarazado que estás comiendo tanto?398

Una galleta se estrelló contra la frente de Jungkook.67


—No soy un M-Preg, idiota, no puedo embarazarme.453

Pero le hubiera gustado poder, claro que sí. Tal vez por eso no era capaz de
simpatizar mucho con Kim Taehyung, a pesar de que entendía, en serio que
sí, que él era una víctima y que no merecía ser el dueño de tanto
resentimiento por parte de Jimin. Sin embargo, existían emociones primarias
más fuertes que si mismo, y lo que sintió Jimin al enterarse que ese chico en
el ático era un M-Preg, era uno de esos sentimientos detestables.145

Desde que Jimin se enteró que existían hombres con la capacidad de


embarazarse, él quiso ser uno de ellos. En su infantil mente alejada de todo
mal, un M-Preg era algo que siempre deseó ser. Por eso, aunque sonase
ridículo, en extremo ridículo, existía una parte de él que no podía dejar de
sentir envidia por Kim Taehyung.330

Y pena.2

Mucho más tristeza al descubrirlo encerrado en un ático por la misma


cualidad que Jimin lo envidiaba. No entendía, realmente Jimin llevaba días
sin entenderlo, porque siempre había deseado ser M-Preg, pero ser M-Preg
es lo que había condenado a Taehyung a una vida encerrado.20

—Entonces, ¿por qué estás comiendo tanto? —preguntó Jungkook sacándolo


de sus pensamientos.

—No te voy a responder.

—Ya lo hiciste, Jimin-ssi.

Un momento, cierto.26

—Pues ya no más.

—Lo sigues haciendo, Jimin-ssi —cantó Jungkook.37


Jimin se cruzó de brazos y se acercó al escritorio de su amigo, fijándose,
cómo no, en ese regalo una vez más.

—¿Tú piensas pedirme disculpas por lo de ayer?12

Jungkook le mostró su sonrisa de conejito.2

—Lo siento, Jimin-ssi, pero había algo más importante.82

—¿Me estás diciendo que yo no soy importante?34

—¿Debo recalcar el "más"?55

Jimin se estiró por sobre la mesa y lo agarró por la chaqueta para sacudirlo,
mientras Jungkook se reía como un idiota.80

Un carraspeo los interrumpió en seco, ambos girándose hacia la puerta de la


comisaría donde estaba un señor que rondaba los cincuenta años. Se quitó la
gorra, dejando entrever una prominente calva, y la retorció entre las manos,
sus dedos robustos. Su ropa estaba repleta de manchas de pintura y yeso.
Parecía ser un obrero.80

—¿Disculpen? —dijo con voz suave, insegura—. ¿Ustedes son Policías de


aquí?223

Jungkook se alejó en su asiento para soltarse del agarre de Jimin. Se


acomodó la ropa y se puso de pie. Apuntó su placa donde decía claramente
que era policía. Además, estaban en una comisaría, ¿qué más se esperaba
que fueran dos personas vestidas de policía en una comisaría? ¿Ladrones
fingiendo ser policías? Casi era gracioso.201

—Sí, dígame, ¿en qué lo podemos ayudar?3

El señor carraspeó.

—Vi en las noticias...


—¿Sí? —insistió Jimin dándole ánimo.

Por el rabillo del ojo, Jungkook notó que Hoseok se acercaba.

—Vi en las noticias —repitió— lo que pasó con Lara y el muchachito en el


entretecho.

—¿Lara? —preguntó Hoseok.

—Kim Sun Hee Lara —especificó el señor—, la mujer... que murió el


domingo.

Los tres se dieron una rápida mirada, de pronto en alerta por lo que aquello
podía significar.

—¿Usted conocía a Lara? —quiso saber Jungkook.

—Sí —exhaló el señor.21

—Pero la vecina mencionó que no tenía conocidos, solo el grupo de la iglesia


y ya hablamos con ellas —contó Hoseok.

Jungkook alzó una ceja, desviando la atención hacia su amigo. ¿Cuándo había
sucedido y por qué se estaba recién enterando de eso? Lo habían sacado del
caso como policía, eso Jungkook lo sabía pero creía que era amigo de Hoseok
antes de ser su superior.20

—Yo era el maestro que llamaba para arreglar cosas —explicó el señor.

—¿Entraba a su casa? —jadeó Jungkook.47

Él asintió.

—¿Por qué no nos dice su nombre? Pase por aquí para que hablemos —lo
invitó Hoseok a su oficina.5

—Lee Son —contestó dirigiéndose con su amigo.27


Jungkook se movió rápidamente tras ellos. Hoseok le cerró el paso en la
entrada de la oficina.

—No, Jungkook, tú estás fuera del caso.384

Y sin agregar más, le cerró la puerta en la cara.90

Incrédulo, se giró en redondo. Jimin lo observaba con una expresión de


lástima.

—Escuchaste al jefe.

—Pero, Jimin-ssi.11

—No te comportes como un niño sino quieres que te traten como uno —le
advirtió.61

Infló las mejillas, muy maduro para él.8

—¿Podrías entrar para escuchar y decirme?

—También me sacaron del caso —se encogió de hombros Jimin—. Creen


que te pasaría información.

—¿Y es cierto?

—No, ¿quién te crees? Ni que fueras Yoongi para no poder resistirme.343

A Jungkook no le quedó más que cometer el peor de los pecados: fisgonear.


Fue a la cocina por un vaso de vidrio y lo posicionó contra la madera, su
oreja pegada al fondo del vaso para escuchar.91

—Jungkook, ¿qué haces?

—Tsk, Jimin-ssi, silencio.


Las voces se oían bajas y un tanto entrecortadas, pero entendibles,
complemente entendibles.

—He pensando mucho esto —estaba diciendo Lee Son—, para recordar
cuándo podría haber ocurrido.

—¿Ocurrido qué? —quiso saber Hoseok.

Jungkook vio que Jimin se apoyaba a su lado, su oreja pegada directa a la


puerta.40

—Que empezó a tener al muchachito en el ático —aclaró—. Creo que fue


antes del 2003.192

Hizo rápidos cálculos mentales. Taehyung debía tener cuatro años (cinco
años en Corea) para ese entonces.8

—Ella me llamó porque quería que le hiciera un techo —explicó.

—Que le quedó bastante horrible —musitó Jimin—, recuérdame no


contratarlo para arreglar mi futura casa con Yoongi.509

Se perdió parte de la conversación por culpa de Jimin.

—... y a mí eso me pareció raro —¿Qué cosa? Demonios, por Jimin parecía
haberse perdido algo importante—, porque ¿quién querría un techo que
cubre la mitad de tu ventana?

—Exacto —puntualizó Jimin.21

Jungkook lo mandó a callar con una mirada.

—Pero de igual manera lo construimos con los chicos. Lara tenía reglas por
ese tiempo, que no nos parecieron extrañas porque siempre ha sido muy
reservada, ¿entiende? Solo podíamos ingresar a su casa si ella nos autorizaba
antes.
—¿Antes? ¿Cuánto?

—Debíamos avisarle con un día de anticipación.

—¿Un día? —jadeó Hoseok.

—Sí, pero vivimos en Daegu, aquí nunca pasa nada extraño, jamás
podríamos habernos imaginado que era porque tenía un niño dentro —se
excusó—. De vez en cuando escuchábamos el llanto y gritos de un niño,
sonaban como pataletas, pero creíamos que venían de la casa vecina... el
domingo entendí que no.146

—¿Está completamente seguro del año que ocurrió eso?

Él asintió.

—Nació mi hijo menor el año que le construí ese techado en el jardín, con
eso pagué el hospital.3

Taehyung desde por lo menos los cuatro años que vivía en esa casa.
Jungkook cerró los ojos y apoyó la frente sobre el vaso para tomar aire. Al
abrirlo, Jimin lo estaba mirando con preocupación, él continuaba oyendo y le
hizo un gesto para que también lo hiciera.

—... la vi por la calle, ella iba cargando un niño en los brazos.

—Dice que unos años más tarde, la vio en la calle con un niño —le resumió
Jimin a máxima velocidad—, que la notó porque solo la había visto fuera
para ir a la iglesia los domingos por la mañana.19

—¿Qué año era? —le preguntó Hoseok—. ¿Lo recuerda?

Hubo unos segundos en silencio.

—No, pero el niño debía tener unos cinco o seis años.


El mismo Jungkook debía tener unos siete u ocho años en ese tiempo.

—¿Recuerda al niño? —dijo Hoseok.

—Algo —confesó Lee Son.

—¿Cómo era?

—Cabello castaño claro. Ojos grandes. Orejas grandes, también.

—Se parecerá a... ¿él? Mire bien la foto, por favor.

Unos segundos en silencio.

—No ha cambiado casi nada. —Se escuchó un ligero golpe contra la


madera—. Lo vi un par de veces asomado por la ventana del cuarto de Lara,
cuando... ella me pidió que sellara las ventanas de toda la casa. Con
pegamento. Dijo que le entraba mucho frío. ¿Pero sellar con pegamento? Hay
maneras más eficientes de evitar esas corrientes de viento y se lo dije, pero
ella insistió en el pegamento.

—¿Cuándo fue eso?

—Un tiempo después de verla con el chico en la calle... tal vez unas dos
semanas o algo cercano. Tal vez el hijo del doctor Jeon sepa más.411

—¿Jeon? —dijo Hoseok—. ¿Se refiere a Jungkook?

Jimin y Jungkook se miraron.

—¿Tú? —musitó Jimin.132

¿Qué tenía que ver él ahí?

—Él estaba ese día con el chico y Lara.251

—¡¿Yo?! —jadeó Jungkook.466


¿Él había estado con Taehyung ese día? Esperen, ¿conocía a Taehyung de esa
época? Con la mente hiperventilada, sus pupilas se movían haciendo
recuerdos, intentando alcanzar esa memoria donde Tae y él estuvieron en el
mismo lugar. ¿Qué estaba haciendo por su vida el pequeño Jeon Jungkook de
siete u ocho años?30

No sabía.20

Lo cierto es que no recordaba mucho de esa época, solo que había estado
súper enfermo. Tendría que llamar a su papá para preguntarle él debía saber
qué acontecía en la vida de Jeon Jungkook en esa época.124

—Luego nos pidió que construyéramos un baño en el tercer piso que


conectara con el del segundo, porque quería arrendar el ático a turistas. El
último trabajo que hice con ella, fue hace unos cinco o seis años atrás cuando
me pidió que la puerta trampilla del tercer piso solo se abriera desde
abajo.58

Si continuó alguna información más importante después de eso, Jungkook no


se enteró porque despegó el vaso de la puerta y se dejó caer en la silla,
apoyando los codos en su escritorio. Se pasó las manos por el cabello,
desordenándolo. El paquete morado delante suyo, parecía estarse riendo de
él. ¿En serio creyó ayer que sería buena idea regalarle un celular a alguien
que había pasado todo eso? Ahora parecía tan idiota, tan simplista, tan
superficial y materialista. Por supuesto que Taehyung no le iba a interesar
algo como un celular cuando había pasado por tanto.337

Por Buda.117

No lo podía creer.
—Toda su vida —jadeó Jungkook en desconcierto, el nudo en su garganta
viniendo y yéndose—. Toda su vida en esa casa. Y yo lo conocía, Jimin. Yo lo
conocía de antes, ¿por qué no lo recuerdo?

Jimin tomó asiento en el borde del escritorio.

—Jungkook, no te tortures. Eras un niño.

Pero Jungkook solo podía sacudir la cabeza en negación y agarró el paquete.

—Voy a dar una vuelta —dijo.

Jimin solo lo dejó ir.33

Caminó de manera inconsciente por las calles de Daegu, su mente estresada


intentando una y otra vez recordar en vano esa memoria perdida entre
ambos. No notó que había llegado al hospital hasta que una ambulancia pasó
muy cerca suyo.

Hizo girar la caja entre sus dedos, observando las ventanas del hospital
preguntándose si debía o no, si entraba o no, si iba donde él o no. Sentía un
tirón hasta en las mismas entrañas. 3

Sus piernas se movieron sola, ingresando primero al edificio, moviéndose


por los pasillos, subiendo escaleras y luego estaba en el pabellón donde se
encontraba Taehyung.

Jamás se lo habría imaginado en ese lugar.

Con la puerta entreabierta de su habitación, esa misma que Jungkook


abandonó el día anterior con reticencia, Taehyung tenía medio cuerpo
asomado fuera. A pesar de la distancia de varios metros de separación, lo
veía fruncir el entrecejo y estrechar los ojos, sus labios apenas moviéndose.
Estaba observando con atención a una doctora y una enfermera hablar en la
recepción central.

¿Estaría acaso fisgoneando?82

El tirón en sus entrañas fue mucho más doloroso, pero ni ese dolor se
comparaba con el que sentía en el pecho. Verlo así, ajeno a ese mundo actual,
intentando hacer algo tan simple como espiar en un hospital porque se
aburría, le acarició todos los botones sentimentales a Jungkook. El día
anterior se había marchado con la angustia aferrándose como lepra a su
espalda, el pensamiento constante de un Taehyung llorando le carcomía la
cabeza.

Pero no.

Estaba bien.

Tan bien como podía estarlo dado sus circunstancias.

Apretando la caja morada contra sí, se acercó.

Al llegar a su lado, movió una mano sobre su rostro para captar su atención.
Taehyung dio un enorme salto, un gemido rasposo escapando de su boca. Lo
observó llevarse la mano al corazón al mismo tiempo que se volteaba a
mirarlo.126

Sus ojos se abrieron enormes al verlo.

No tardó en tener los brazos de Taehyung rodeando su cuello para


abrazarlo, la caja morada aplastada entre ellos.207

—Hola —saludó Jungkook al quedar libre.

Taehyung dudó unos segundos y luego alzó el brazo al costado de su cabeza,


moviendo la muñeca en saludo.54
—¿Y Bogum? —quiso saber.

Porque se suponía que Park Bogum iba a pasar al lado de Taehyung el


tiempo suficiente para ayudarlo a adaptarse.

Taehyung se encogió de hombros.

—¿Y Seokjin?

Otro encogimiento de hombros.26

Vaya tratamiento de calidad que le estaban dando.146

—¿Y Namjoon? —Taehyung no reconoció el nombre—. Tu doctor, el chico


con gafas.

Abrió la boca, captando el mensaje.

Hubo un tercer encogimiento.

Entonces notó que Taehyung se fijaba en el paquete morado en sus manos.


Se sonrojó un poco, lamiéndose los labios resecos. ¿Por qué de pronto se
sentía así...?187

Le pidió que ingresaran al cuarto, porque ni modo que fuera a entregarle el


regalo en pleno pasillo como si se tratase de una confesión amorosa.261

Una vez dentro, Taehyung se sentó en la cama. El chico era una mezcla entre
emoción y estrés, los sentimientos contraponiéndose en él. ¿Sería porque no
podía comunicarse con Jungkook y eso le frustraba?

Solo pidió que no estuviera cometiendo un terrible error regalándole eso.47

Carraspeando para llamar su atención...71

No, esperen, ¿era idiota? Taehyung no lo podía escuchar.367


Movió la mano para llamarlo. Se acercó a él y también tomó asiento en la
cama. Ay, le dolía todo de los nervios.2

—Sé que te cuesta comunicarte con nosotros —comenzó diciendo. ¿Por qué
su voz temblaba?—. Y yo me pregunté... tal vez con esto se te haría más fácil.

Y le tendió el regalo.

Como había estado concentrado leyendo sus labios, le tomó unos segundos
en captar el paquete morado que Jungkook le tendía. Lo recogió con el
entrecejo fruncido y la cabeza ladeada en confusión. Entonces, Taehyung lo
alzó frente a su cara y sacudió con una fuerza brutal.367

Jungkook casi se murió.614

Él ni siquiera había pagado la primera cuota...375

Se aguantó de suplicarle que tuviera cuidado, tragándose el "no he pagado ni


la primera cuota" que se formó en su garganta.44

El estómago de Jungkook no se tranquilizó hasta que el paquete quedó


quieto. Dio un suspiro que casi le puso los ojos en blanco.

—Ábrelo. Es tuyo.

Los dedos largos, que habían estado jugueteando con el moño que rodeaba
la caja, se paralizaron. La incredulidad brillando en su rostro para luego
pasar a un sentimiento peor: dolor, anhelo, todo aquello entremezclándose
en esos labios fruncidos, en esos ojos grandes y aguados, en el temblor en su
mejilla, incluso en el movimiento casi imperceptible que tuvieron sus
orejas.86

Lo vio tragar saliva, pestañeando con fuerza.

Sorbió por la nariz.


Se llevó una mano al pecho, su mirada dolorosamente brillante, agónica,
dudosa, como si estuviera corroborando que había entendido bien la
información y no eran sus sueños interponiéndose con la realidad.

—Es tuyo. Un regalo mío para ti.73

Taehyung se mordió el labio con fuerza. Tragaba con fuerza, su manzana


moviéndose de arriba a abajo. Boqueó sin aliento.63

Con mucho cuidado, apoyó el paquete en sus piernas y desató el moño


tirando de la cinta. Se deshizo despacio y de forma elegante, quedando
desarmado sobre su regazo. Entonces, agarró una de las puntas del papel y
empezó a despegarlo con tranquilidad, con tiempo, para recordar ese
momento cada vez que volviera a sentirse chiquito y enfermo como hasta
hace una semana atrás.153

Tras lo que pareció una eternidad para Jungkook, porque conejo impaciente
siempre, Taehyung por fin sacó la caja que era morada al igual que todo lo
demás. La alzó en el aire y la hizo dar vueltas en sus manos, una
pequeñísima arruga formándose entre sus cejas.51

Volvió a dejar la caja en sus piernas y le quitó la tapa.9

Su expresión se paralizó por unos momentos y luego se estaba llevando las


manos al rostro, los hombros temblándole, un chillido rasposo y extraño
escapando de su boca, su pecho jadeando por meterle aire a unos pulmones
que se negaban a reaccionar.

Taehyung estaba llorando con cada parte de ese corazón que por diecinueve
años esperó aquello, con ese anhelo y esas noches en velas, por todas esas
veces que lloró simplemente pidiendo pidiendo algo así.188
Lloró como nunca lo había hecho en su vida.358

Pero esta vez no lloraba de tristeza.

Lloraba de felicidad.

De tanta, tanta felicidad.123

—Taehyung...

La caja quedó a un lado de la cama. Taehyung había extendido ambos brazos,


una palma estirada hacia arriba y con la otra mantenía el dedo de al medio
doblado en garra, tocando el centro de su palma y luego alejándola una y
otra, y otra vez.154

No tenía que pensárselo mucho para saber qué significaba, porque su


expresión manchada en lágrimas, los hombros caídos y su movimiento de
labios reiterativo, lo expresaban todo:

"Gracias".124

Y una vez más.

"Gracias".

Tardaron unos diez minutos en que Taehyung estuviera lo suficientemente


tranquilo para que Jungkook pudiera ayudarlo a encender el celular. Con
ambas cabezas pegadas y el celular en el medio, observaban la pantalla,
Taehyung apretándola una y otra vez, fascinado por la vibración del aparato
cada vez que lo hacía.142

Era un bebé que todavía no entendía el valor de ahorrar batería.283

Enseñarle a utilizar las cosas más escenciales tras conectarlo al Wifi del
hospital, fue mucho más fácil de lo que Jungkook pensó.
—Y así es como se ocupa Kakaotalk —le dijo, los ojos de Taehyung clavado
en sus labios—. Podrás enviarme mensajes cuando quieras.97

Taehyung cabeceó, de nuevo parecía a punto de ponerse a llorar, así que


Jungkook sacó su celular y abrió Kakaotalk. El día anterior Jungkook había
guardado el número que sería de Taehyung en su celular, así que solo tuvo
que buscar el contacto de él.
10

"Hola, Taehyung. Soy Jungkook"


40

Taehyung casi tiró el celular al suelo...297

Ave María Purísima.648

...cuando este vibró, sonó y se encendió anunciando una nueva notificación.7

Se quedó observando la pantalla iluminada sin saber qué hacer. Jungkook le


ayudó bajando la pestaña de arriba y luego apretando el mensaje nuevo,
abriendo la aplicación en esa conversación que solo tenía un único mensaje.3

—Respóndeme —pidió Jungkook cuando Taehyung se giró a verlo, de


pronto nervioso porque, ¿y si efectivamente no sabía escribir? Igual no
tendría alma para quitarle el celular, siempre podría descargarle un montón
de juegos para que se divirtiera.290

Taehyung tardó diez minutos tras la pantalla, donde Jungkook solo se dedicó
a reírse y animarle mientras lo veía batallar con el teclado y fruncir el ceño
cada vez más y más. Pero no se rendía, tampoco le pedía ayuda, demasiado
ensimismado en lo suyo.40

Lo escuchó dar un suspiro largo y alzar la mirada expectante.


Al instante, el celular de Jungkook vibró por una notificación entrante.

Era un mensaje perfectamente escrito.36

Era el primer mensaje entre muchos que Kim Taehyung le escribiría a


Jungkook.
144

"Hola, Jungkook. Soy Kim Taehyung y me gustas mucho".

17
El celular de Jeon Jungkook vibraba en el bolsillo de la chaqueta en
intervalos de tiempo no definidos. Una vez, se detenía, le seguía otra
vibración, pausa y otra vez, en un bucle que a los veinte minutos le había
devorado la batería casi completa, mientras intentaba prestarle atención y
tomar nota al reclamo del señor frente suyo, que estaba quejándose contra
su vecino porque, a consideración de él, la casa de al lado tenía un jardín
horrible y eso arruinaba la estética de todo el vecindario.251

—Como le mencioné, señor —Unas ya veinte veces, pensó Jungkook—, la


policía no puede llevar arrestado a su vecino porque usted considera que su
jardín se encuentra descuidado.217

—Pero podrían ponerle una multa —insistió.3

Jimin y Jungkook se dieron una mirada exasperada.

—Tendría que ir al departamento de Aseo y Ornato de la Municipalidad de


Daegu para ver el tema con el ayuntamiento, porque esto escapa de nuestras
funciones —continuó Jimin con el último resto de amabilidad que le quedaba
en el cuerpo.

—¿Y ellos podrán ponerle una multa? —quiso saber.82

—Tendría que revisar con ellos si existe una Ordenanza Municipal que
estipule aquello —explicó Jimin—. Solo con eso el ayuntamiento tendría la
potestad de obligar a un vecino a arreglar su jardín o multarlo de negarse a
obedecer. Por lo mismo, y como le comentamos, eso debe verlo directo con
el departamento de Aseo y Ornato.77

Y para finalizar la conversación, Jimin le escribió en un papel la dirección de


la municipalidad mientras el celular de Jungkook se quedaba muerto, ¿se le
habría acabado la batería por fin?17

Se dirigieron hacia el automóvil, Jimin protestando contra el señor en voz


baja.

—La gente cree que las multas son un juego de niños —refunfuñó.
Pero Jungkook no le estaba escuchando, había sacado el celular para
comprobar que seguía con batería. Todas sus notificaciones le pertenecían a
la misma persona: Kim Taehyung.206

Hace una hora atrás, al dejarlo en el hospital para acudir al llamado policial,
le había insistido que le escribiera todo lo que quisiera. Tal vez debió poner
algunos límites, pensó al ver la cantidad de notificaciones.3

<<57 mensajes sin leer>>803

Al parecer, Taehyung ya le había agarrado práctica al teclado del celular.34

Apretó la primera notificación y se abrió la pestaña de Kakaoktalk, los


emoticones en movimiento saltando a la vista. Emojis mandando besos,
saludando, riéndose, enojados, desconcertados, bailando. Al parecer, Kim
Taehyung había encontrados los emojis de la aplicación, y parecía decidido a
ocuparlos todos. Parecía ser que el emoji de un corazón con unos labios
grandes amarillos, era su favorito; le seguía un conejo rosado con una ceja
alzada, que hacía pesas y se dibujaba abdominales.630

No pudo evitar sonreír cuando vio el <<Taehyung en línea>>.104

—¿Por qué te ríes mirando tu celular? Te ves idiota y das miedo —dijo Jimin,
ambos habían llegado hasta la patrulla de policía.377

—Y tú te ves ridículo hablando todo el día de Yoongi, pero nadie te dice


nada.412

—No es mi culpa que todo me lo recuerde a él.114

Jungkook desbloqueó las puertas y, maniobrando el celular con una mano,


comenzó a escribir una respuesta.

—Cuando me enamore, espero no ser como tú —pidió Jungkook.342


—Serás peor, créeme.162

—Soy un hombre de ley, rudo y malote... no me va a pasar eso.742

—Kim Taehyung me envió un mensaje —se burló Jimin con voz aguda y
batiendo las pestañas como loco.380

Jungkook lo ignoró y se centró en su mensaje medio escrito, de pronto


cuestionándose qué podría decirle a alguien que no conocía de nada, que no
sabía cuánto entendía del mundo y con el cuál no podía hablar de su pasado
porque era tema prohibido.

JK:
"Jejejeje"1.1K

Feliz, volvió a guardar el celular, con eso debería bastar. Luego recordó que
el chico posiblemente nunca había leído una risa escrita y no sabría por qué
le estaba mandando tantos "je" consecutivos.267

Sentado tras el volante, volvió a la conversación. Iba a responder, pero


Taehyung ya le había mandado un mensaje.

Taehyung:
"No entiendo eso. ¿Se rompió tu celular?".885

Pues claro que no tenía idea que se estaba riendo virtualmente.63

Jk:
"Los jejejeje significan que me estoy riendo".63

Y le mandó de paso el emoji del conejo rosado riéndose mientras tapaba su


boca.83

Taehyung:
(Emoji del corazón con labios)
"Eres muy gracioso, Jungkook, me gustas mucho.
Haces que mi corazón brinque".1.7K

Jungkook enrojeció de manera violenta, soltando un gemido agonizante. Su


cabeza quedó recostada contra la cabecera del asiento, su mano con el
celular sobre el volante. Jimin, también enviándole mensajes a alguien, alzó
las cejas con extrañeza.113

—¿Qué te pasó?32

—Nada —dijo Jungkook con voz ahogada. Carraspeó, intentó mantener la


compostura—. No pasa nada.5

—Esa "nada" parece ponerte bastante nervioso.

—Tú síguele enviando mensajes pervertidos a Yoongi y no me molestes.332

Ahora eran las orejas de Jimin las que tomaban una coloración roja.

—Yo no... yo no hago eso —balbuceó.140

—¿Crees que algún día voy a olvidar cuando te equivocaste y me enviaste a


mí un "hoy en la noche te chuparé la polla hasta dejarte seco"?1.7K

—¡Jungkook! —chilló, mirando para todos lados—. Alguien podría haberte


escuchado y pensarán mal de mí.

—Solo pensarán lo que leyeron.

—¡Y además te pedí disculpas!

—Todavía sigo traumado.202

—¡Te invité el almuerzo por una semana!2

—Solo una lobotomía eliminaría esa imagen mental perturbadora que me


obligaste a concebir en mi cabecita inocente.199
Recibió un golpe en la frente por parte de Jimin.

—Claro, inocente —se burló—. No eres más que un conejo pervertido.37

—Eso suena como un fetiche sexual terrible, Park Jimin, no sabía que te iban
las cosas raritas. Cada día me sorprendes más.263

Jimin masculló en miseria.1

—Ya olvídalo, idiota —se quejó, regresando a su celular puesto que ninguno
tenía mucho que hacer hasta que terminase su turno en una hora.

Contento por lograr su cometido de distraerlo y que no le cuestionara con


quién se estaba mensajeando, Jungkook volvió a abrir la conversación con
Taehyung notando que ya no estaba en línea.

Hizo tamborilear los dedos sobre la pantalla sin saber cómo responder, ¿qué
se le podía decir a alguien sin filtro social que confundía los "me gusta" de
gustar una persona en plan amoroso y los "me gustas" por ser un humano
decente?9

Dio un largo suspiro y comenzó a escribir.

JK:
"Me alegro agradarte".411

No, no podía enviarle eso. Eliminó el mensaje y comenzó otro.1

JK:
"Tú también me gustas".549

Enrojeció de vergüenza. No, no, no podía enviarle eso. Además... no, no iba a
pensar en eso.130

JK:
"Eres tierno".117
No, tampoco.107

Terminó envíandole otro emoji del conejo con una galleta en su cabeza,
ambos riéndose de manera nerviosa. Porque era así como se sentía con
Taehyung, un poquito nervioso, un poquito ansioso, un poquito
emocionado.216

Jungkook se dirigió hacia su casa al finalizar el turno. Roko lo recibió


desesperado y jalando el último pedazo de pasto que le quedaba a ese jardín
destruido. Menos mal no tenía de vecino al señor de hace un rato, de lo
contrario se tendría que pasar un montón de multas por lo feo de su jardín.92

Al ingresar, se encontró con Nam descansando en el sofá. Se veía agotado


tras su turno en el hospital, medio dormido con la gata Betsy sobre su
regazo.3

—¿Mal día? —preguntó, sacándose los zapatos.

—Ni lo menciones —musitó sin ánimo—, el turno estaba tranquilo hasta


hace... una hora atrás, cuando estaba apunto de quedar libre.

—¿Un choque? —quiso saber, tomando asiento en el otro sofá.

Meditó medio segundo si debería ponerse a lavar o no, ya que solo le


quedaba ropa interior limpia para mañana.49

—No, nada de eso. Solo fue ese chico...112

Se paralizó, abriendo los ojos de par en par.

Jungkook le dirigió una mirada atenta.

—¿Taehyung?

—Jungkook...
—¿Le pasó algo?

—No, no. —Nam se sentó recto en el sofá rascándose la cabeza—. Solo lo


tuvieron que sedar.

Eso dejó mucho más intranquilo a Jungkook.

—¿Por qué? Hoy estaba bien.

—¿Lo fuiste a ver hoy? —se enojó Nam.18

—Solo una hora. Y es mi vida, ¿está bien? Yo sé lo que hago, ayer los escuché
y tomé mis decisiones. Mías. Pueden opinar todo lo que quieran, pero
seguiré siendo yo quien las tome.261

Nam se quedó en silencio unos segundos, tomando aire con abundancia.

—Solo que se robó algo —al final contó.197

—¿Robó algo? —preguntó Jungkook sin entender.1

—Una enfermera lo encontró con un celular y cuando se lo pidió para que lo


regresara... Jungkook, solo le pidieron el celular, pero se descompensó como
si... fuera lo peor que le estuviera pasando y lloraba mucho y... tuvimos que
sedarlo para tranquilizarlo.485

Jungkook estaba corriendo otra vez hacia la entrada de la casa, medio


poniéndose un zapato y medio sacando a Roko de encima, que se había
tomado su carrera como un juego e intentaba robarse su zapato.40

—¿Dónde vas? —lo intentó detener Nam afirmándolo por el brazo.

—A verlo.

—Está dormido, Jungkook, y ya pasó el horario de visita.

Exasperado, se soltó del agarre.


—Él no robó nada, Nam, yo le regalé ese celular. Era suyo. ¿A ninguno de
ustedes se le ocurrió preguntarle eso antes de quitárselo?327

Nam se veía frustrado.

—¿Cómo lo íbamos a saber? —Suspiró—. ¿Cómo no se te ocurrió dar el aviso


en el hospital para que lo supieran?88

La culpa se sentía como lava por sus venas.

Salió de la casa con el llamado de Nam a lo lejos, Roko siguiéndolo de cerca.


Agarró su camioneta con la que iba a trabajar cada mañana. Dejó que Roko
se subiera de copiloto, porque seguía sosteniendo su zapato derecho en el
hocico.265

Llegó a tiempo veloz al hospital. Ni siquiera le pidió su zapato a Roko, a


quien dejó sentado de copiloto con la ventana medioabierta. Corrió hacia
adentro, deslizándose por los pasillos, por la escalera y llegando al pabellón
donde estaba Taehyung.18

En la conexión de los pasillos donde se ubicaba el puesto de vigilancia del


personal médico, estaba una enfermera y un enfermero hablando. Ella tenía
un celular morado en la mano y lo observaba con el entrecejo fruncido.

Al notar que se acercaba, guardó el celular en una gaveta.

—Oficial Jeon, buenas noches —dijo la enfermera—. ¿Sucede algo...? Eh,


Oficial, ¿y su zapato?261

Tuvo que tomar aire para controlarse, porque sabía que, en efecto, el
culpable de la situación había sido él y nada más que él.

—Ustedes tienen un celular morado —comenzó explicando—. Se lo quitaron


al paciente de la habitación 307.
De pronto la enfermera se puso nerviosa.

—Debe haber sido un malentendido, Oficial —dijo con voz nerviosa—.


Nuestro paciente no se comunica demasiado bien y es difícil entenderle,
pero estoy segura que no fue un robo intencionado como para que la policía
se haga cargo del caso.1

Cierto, todavía cargaba su placa y ropa de policía. Podía faltarle un zapato,


pero seguía viéndose como un policía en turno.150

—No vengo por eso —aclaró—. Efectivamente hubo una confusión, pero no
esa. El celular es de Kim Taehyung.

—Pero él...

—Se lo regaló el departamento de policías hoy —mintió.205

Al ritmo que iba quedaría amonestado o, peor, sin trabajo y con seis cuotas
pendientes de pago.31

—No sabíamos —aclaró el enfermero—, el hospital no fue avisado, tampoco


su médico.

Jungkook soltó una risa nerviosa.

—Mi error, olvidé avisar. —Extendió la mano—. Ahora, ¿me lo entregan?


Para ir a devolvérselo a su dueño.

La enfermera dudó unos segundos y luego se lo entregó con reticencia.

—Pero tendrá que firmar un acuerdo, Oficial —avisó.

—No hay problema.

Con el celular morado en las manos, se dirigió a la habitación 307. Dentro


estaba Seokjin sentado en el sofá observando a Taehyung dormir gracias al
sedante. Tenía una expresión pensativa y un cuaderno amarillo reposaba
sobre su regazo.

—¿Qué haces aquí, Jungkook? —quiso saber Seokjin con voz cansada—.
Estás fuera del caso y —comprobó la hora— también fuera de turno.59

—Me enteré de lo que pasó.

—Sí, yo también, por eso es que estoy aquí. Yo, no tú. Solo yo debería estar
aquí —lo rependió.195

—Fue mi culpa —confesó Jungkook, haciendo rodar el celular entre los


dedos. Su expresión de tristeza se dirigió hacia Taehyung. Notó que tenía las
mejillas manchadas por las lágrimas secas y el labio roto, debió habérselo
pasado a llevar con los forcejeos.18

Seokjin debió haberse percatado de ello.

—Casi fue amarrado a la cama por eso, Jungkook, tú pareces no entender


que no puedes comportarte alrededor de él como si fuera alguien normal.
Kim Taehyung no es normal, entiéndelo.552

Jungkook tragó saliva, bajando la cabeza.

—Lo siento.

Lo escuchó tomar aire, luego comenzó a hablar más para si mismo que para
Jungkook.

—Se me hacía extraño que lo hubiera robado, no es el comportamiento que


le atribuiría a alguien como él. Pero luego pensé qué tal vez yo era el
equivocado en haberlo prejuzgado, porque, privado de una vida en sociedad,
¿cómo sabes qué es correcto y qué no? Tal vez, me dije, Taehyung ni siquiera
sabía que estaba robando algo.37
—Pero no lo robó, era un regalo.

—Ahora lo sé, pero me hizo plantearme muchas cosas al pensar que lo había
robado. —Entonces se tocó el mentón con aire pensativo—. Es como un
rompecabezas de cinco mil piezas sin instrucciones: no sabes por dónde
comenzar ni cómo hacer encajar sus piezas en este gran desorden. —Su
mirada ahora estaba sobre Jungkook que, de manera disimulada, se había
acercado a Taehyung—. No puedo comunicarme con él, no responde a
ninguna de mis preguntas, tampoco a Park Bogum pero contigo... contigo
incluso parece frustrarse por no hablar.80

—Pero...

—¿Sí, Jungkook?

—¿Por qué? —quiso saber, esa pregunta rondándole por la cabeza hace
días—. ¿Por qué no habla? Se supone...

—Se supone que solo es sordo —terminó Seokjin por él—. Es mutismo
selectivo.219

—No entiendo eso.

—¿Has intentado hablar con audífonos y música puesta a todo volumen? Tu


primer instinto es intentar escucharte, porque parte del habla es escuchar,
pero no puedes. ¿Qué haces entonces? Alzas la voz, pero igual no eres capaz
de seguirle el hilo a lo que estás diciendo porque no te estás escuchando, y
entonces no puedes corroborar lo que estás diciendo ni cómo, por lo que
poco a poco empiezas a perder tu forma de comunicarte, a balbucear las
palabras en vez de pronunciarlas, a repetir otras, a perderte y volverte
ininteligible. Hablar no es solo hacerlo, implica muchas variables que pierdes
de no poder escucharte. ¿De qué sirve intentar hablar sino sabes lo que estás
diciendo ni cómo? Es por eso que la mayoría decide dejar de hacerlo por
decisión propia, aunque a veces...23

Seokjin se encogió de hombros.

—¿A veces?

—A veces te lo imponen. ¿Y qué si a su abuela no le gustaba escuchar sus


balbuceos y sus palabras mal pronunciadas y medidas? Tal vez era muy
escandaloso o no lograba entenderle, por lo que lo instó a que abandonara el
habla. Pero eso realmente no lo sé porque no puedo comunicarme con él, no
sé cuándo perdió la audición ni cómo, no sé si dejó de hablar por su
incapacidad o alguien se lo impuso para no oírlo más porque era molesto. No
sé nada de él... y siento que no puedo ayudarlo, porque no podemos
comunicarnos —terminó frustrado.2

—Sabe leer y escribir —confesó Jungkook.101

Seokjin le observó anonadado.

—¿Cómo lo...?

—He estado hablando con él por kakaotalk... aunque no escribe mucho, le


gustan los emojis. Podrías... si me dejas devolverle el celular, podrías
escribirte con él para ayudarlo.

—Eso serviría de mucho, Jungkook —dijo Seokjin con voz aliviada—. Podría
averiguar... —Dudó—. Los médicos necesitan averiguar sobre su
hipoacusia.55

—¿Saben lo que podría haberla causado? —Tragó saliva, doliéndole la


garganta al continuar—. ¿Habrá sido un golpe... que recibió?
—Creen que fue una enfermedad. Por eso necesitamos averiguar su historial
médico, si enfermó cuando era pequeño o después, si alguna vez tuvo fiebre
alta o algo que pudiera ocasionar su pérdida de audición.122

Jungkook frunció las cejas. Al acercarse para dejar el celular sobre la mesita
de noche, aprovechó para observarlo.

—No sabía que la fiebre te podía hacer eso —comentó con cierto pánico.115

—Pero sí enfermedades que ocasionan fiebre. —Él se encogió de hombros—


. No sé bien, la verdad, soy psicólogo no médico general.2

Jungkook se quedó en silencio unos segundos con aire pensativo.

—Lo he pensado mucho, hyung, pero no entiendo.

—¿Qué cosa?

—Que su abuela, su propia abuela... lo encerró toda su vida, ¿qué clase de


amor es ese?54

—Uno enfermo, Jungkook, al cual no se le podría llamar amor.71

—Yo lo sé, pero... no dejo de pensar que... ¿no todos hacemos eso?
¿Aferrarnos mucho a alguien hasta hacerle daño?72

—Lo que nosotros podamos haber hecho en el pasado, Jungkook, jamás se


podría comparar con encerrar a alguien toda su vida en una casa.25

Jungkook se retorció las manos ahora vacía.

—Algunas veces, hyung, me da miedo.

—Todos tenemos miedo.

Jungkook negó con la cabeza.


—¿También sientes miedo de amar a alguien así de intensamente?233

—Jungkook, son cosas diferentes y circunstancias también. Solo entendemos


parte de lo que podría haber motivado a Lara a hacer eso.

No quedó más tranquilo con esas palabras, pero lo dejó estar, de pronto
distrayéndose por el movimiento casi imperceptible de Taehyung. Lo
observó atento esperando algo, que despertara, que le sonriera bonito y que
Jungkook pudiera decirle que estuviese bien y tranquilo, porque nadie le
volvería a quitar su celular.5

Pero Taehyung no despertó y ya era hora que Jungkook se fuera.3

—Hyung —dijo, cuando la enfermera del celular estaba ingresando a la


habitación—, ¿qué enfermedad te podría hacer perder la audición?37

Porque si bien el padre de Jungkook se desempeñó como doctor hasta su


jubilación hace dos años atrás, Jungkook no tenía idea de medicina.8

—Algunas enfermedades infecciosas —respondió la enfermera—. Como el


sarampión, pero en Daegu nunca se han dado brotes de sarampión. Si
preguntas por él —dijo apuntando a Taehyung— es extraño, porque pasó
toda su vida sin más contacto que su abuela y Kim Su Hee no registra
enfermedades infecciosas como el sarampión o parotiditis o la meningitis.
No podría habérsela contagiado.91

Jungkook se paralizó.17

—¿La meningitis?317

—Sí, la meningitis si no es tratada correctamente puede causar


amputaciones, problemas de memoria, daño cerebral y pérdida de audición,
incluso la muerte.108
Pero Jungkook, irónicamente, no la estaba escuchando más. Salió de la
habitación tras balbucear una despedida apresurada. Se sentía mareado.
Caminó hacia los baños que estaban en ese pasillo y se encerró en una
cabina.

No entres en pánico, se dijo Jungkook, no entres en pánico.180

Llamó a su papá y comenzó a hablar apenas escuchó su voz.

—Papá, es Jungkook. Necesito saber algo.11

Se escuchó ruido del otro lado del teléfono, como si alguien se estuviera
acomodando.

—¿Pasó algo? ¿Estás bien?

—Cuando yo era pequeño, estuve súper enfermo, ¿cierto?194

—Sí —contestó con cierta duda—. ¿Por qué? ¿Te sientes mal?88

—No, o sea... —balbuceó.

—¿Estás seguro? Porque estás balbuceando. ¿Estás en el hospital?

—Sí, pero por otras razones, papá.

—Dile a tu doctor que quiero hablar con él, yo le explicaré tu historial


médico y...4

—Papá —lo cortó Jungkook—, solo quiero saber si recuerdo bien algo o no.

—¿Qué cosa?

—¿Yo tuve meningitis?

—Ah, sí, cuando tenías como siete u ocho años. Pero no fue tan grave, tu
padre es un buen doctor después de todo.372
Jungkook gimió en miseria.

—¿Y sabes si tuve contacto con alguien cuando estuve enfermo?

—Contagiaste a medio grupo de niños, porque te escapaste un día de la casa


y te fuiste a jugar al parque, Jungkook. Tuve que atender a seis niños por
ti.724

Enfermo, apoyó la espalda contra la pared del baño y se fue deslizando por
ella hasta quedar sentado sobre la baldosa fría. Con el celular afirmado por
su hombro, se llevó las manos a la cabeza y apoyó la frente en sus rodillas.22

—Papá, ¿la meningitis puede ocasionar pérdida de audición? —preguntó


con la boca seca, pastosa, su lengua torpe.

—Sí, pero, hijo, te dije, yo atendí a todos esos niños y todos son ahora
hombres sanos como tú.93

Jungkook gimió chiquito.

—No todos, papá.74

—¿Jungkook?

—¿Podrías regresar a Daegu, por favor?

—¿Jungkook, qué sucede?

—No atendiste a todos, papá.383

Encerrado en esa cabina de baño, comenzó a llorar.8

Taehyung había perdido la audición por su culpa.


18
El tarro de pastillas cayó de sus manos, las pocas píldoras dispersándose por
la cocina. Temblando, se puso de rodillas. Recogió una a una, pasando por
alrededor de la mesa, por el refrigerador, por al lado de la pierna helada y
por el costado de ese brazo igual de frío, finalmente encontrando la última
en esa cabellera mal tinturada.51

Casi parecía estar durmiendo.

Si Taehyung se esforzaba un poco, casi podía convencerse de que ella solo


estaba descansando. Pero no era así porque Taehyung sabía, oh, claro que él
sabía lo que acababa de pasar en esa cocina, lo sabía, lo sabía, lo tenía claro
de la misma manera que sabía que ella no estaba durmiendo, como tampoco
desmayada, lo sabía porque ella no iba despertar otra vez, eso era algo que
Taehyung también lo sabía, como de la misma manera sabía que él era el
culpable.345

Era culpa de Taehyung.2

Todíta de Kim Taehyung.145

De ese Taehyung tonto, sordo, inútil, malo, él era muy malo por haberlo
deseo, por habérselo pedido, por habérselo gritado, Taehyung era malo
porque nunca pudo ser un chico bueno, ese muchacho bueno que su abuela
le pedía que fuera.102

"Sé bueno, Taehyung, sé bonito por mí".64


Pero no pudo serlo, nunca pudo porque él estaba podrido por dentro y cosas
terribles pasaban por su cabeza y ahora una de ellas se había hecho real,
porque él no pudo controlarlo, no pudo detener esos pensamientos y deseos
que lo descomponían y dejaban enfermo, suplicando de rodillas para dejar
de pensarlo y que nunca pudo, porque él era en definitiva malo y alguien
malo no podía ser bueno, jamás podría ser ese chico bueno que su abuela le
pidió ser.4

"Sé bueno, sé bonito".

Se dio un golpe en la cabeza.

Tonto, inútil.

Otro golpe.

Imbécil.

Imperfecto.

Roto, tan roto.

Él ya no era bonito.19

No lo era y por eso nadie lo quería.194

Y estaba solo, tan solo.

Por eso se merecía eso, lo sabía, lo sabía de la misma manera que lo había
pedido.

Todo era su culpa.10

Su culpa.

Recostado en medio de la cocina, llorando, gimiendo, sudando, se sintió


sucio mientras intentaba buscar el calor de un cuerpo que ya no lo tenía,
intentando abrazar a ese cuerpo que una vez le perteneció a la persona que
más amó en su vida y a la que también más odió, porque, en definitiva, era la
única persona que conoció en su vida.4

Malo.

Porque era malo, tan, tan malo e hizo cosas peores.

19
Jungkook se despertó por su celular vibrando en la mesita de noche.
Asustado y desorientado, prendió la luz a su costado y agarró el teléfono
todavía medio dormido. ¿Qué habría ocurrido? ¿Una emergencia? ¿Un
accidente en la carretera...? Estaba ya levantándose para ponerse el
uniforme a máxima velocidad, cuando notó las notificaciones de Kakaotalk.19

<<1 mensaje sin leer>>.3

Era de Kim Taehyung.52

Taehyung:
"Hola, Jungkook".44
Jungkook comprobó la hora en su reloj, eran las 2:05 am. ¿Por qué le estaba
escribiendo a esa hora? Recordó lo ocurrido la tarde anterior.

JK:
"Hola, Taehyung.
Estás despierto".23

Taehyung:
"Jejeje, por supuesto, bobo.
No podría escribirte si estuviera dormido".753

JK:
"Me refería a que despertaste bien...
Quiero decir.
¿Te sientes mejor?

Taehyung:
"Sí.
Jungkook, tengo que contarte algo".79

Jungkook sintió de inmediato que su corazón se aceleraba. ¿Contarle algo?


¿A él?

JK:
"Dime".62

Taehyung:
"¿Quieres que te llame por teléfono? Pero yo no puedo hablar, Jungkook, no
puedo decírtelo".374

JK:
"Me refiero a...
Puedes escribirme para contarme".
Taehyung:
"No te enojes, por favor".61

JK:
(Emoji de desconcierto)
"Pero no estoy enojado, Taehyung".55

Taehyung:
"Pero lo vas a hacer cuando te cuente".145

JK:
"Yo nunca me enojo, Taehyung".51

Excepto cuando Seokjin lo iba a visitar y le tomaba su leche de banana solo


para molestarlo.166

JK:
"Y nunca me enojaría contigo".15

Taehyung:
"En la tarde me quitaron el celular.
Yo intenté explicarles que era mío pero nadie me entendía.
Nadie me entiende".349

JK:
"Supe lo que pasó, Taehyung. Y te fui a ver".

Taehyung:
"¿Viniste a verme?
¿A mí?".68

JK:
"Claro que a ti, ¿a quién más?".
Taehyung:
"¿Por qué?".

JK:
"Porque me preocupo por ti".33

Taehyung:
"¿Te preocupas por mí?
Pero yo ya no soy bonito.
¿Por qué entonces te preocupas por mí?".433

¿Bonito? ¿Qué tenía que ver ser bonito con tener amigos? Inquieto por eso, a
pesar de la hora, le escribió un rápido mensaje a Seokjin para que averiguara
más sobre eso. Su instinto, ese que tan desarrollado tenía, le decía que ese
comentario escondía más que explicaba.

JK:
"Porque eres mi amigo".26

Taehyung.
"¿Amigo?".211

JK:
"Sí, somos amigos, ¿o no quieres serlo?".

Taehyung:
"Nunca he tenido un amigo".7

JK:
"Ahora lo tienes.
Además, tú y yo somos amigos desde pequeños, ¿lo recuerdas? En el
parque".80
Taehyung:
"Claro que lo recuerdo, bobo, yo recuerdo todo".633

Jungkook se recostó contra sus almohadas con un gran suspiro. Lo


recordaba, era un hecho, Taehyung lo recordaba, por lo que ya no eran
conclusiones hipotéticas. Jungkook efectivamente había estado con él ese día
en el parque y lo había contagiado con meningitis y Taehyung, un niño
aislado de enfermedades y de atención médica, había padecido casi lo peor
de la enfermedad. Era un milagro que no le hubiese ocurrido algo peor.

Sus segundos en silencio al parecer habían inquietado a Taehyung, porque le


envió diez emoji consecutivamente.107

JK:
"Seokjin también quiere ser tu amigo".

Taehyung:
"Él está aquí conmigo".118

Existió otra pausa donde Jungkook se limitó a observar el <<en línea>>,


ubicada debajo de la fotografía vacía de Taehyung.

JK:
"¿Y qué hace Seokjin en el hospital a esta hora?".

Taehyung:
"No lo sé".2

Jungkook volvió a observar el <<en línea>> a la espera de algo más.

Taehyung:
"Quería saber cómo me encontraba".
JK:
"¿Pudiste hablar con él?".

Taehyung:
"Bobo, yo no puedo hablar.
Tiene una pizarra y le escribí.
Me dijo que mi letra era bonita.
Me gusta Seokjin".777

Jungkook se masajeó el cuello. Debía recordarse que Taehyung utilizaba los


"me gusta" como la gente utilizaba los "me agradas" o "me simpatizas", no
eran gustar de me estoy enamorando de esa persona, por el amor a Buda,
Jungkook.249

JK:
"¿Ves?
Ahora tienes dos amigos que se preocupan por ti".

Taehyung:
"¿Qué hacen los amigos?".156

JK:
"Se ponen sobrenombres ridículos".52

Taehyung:
"¿Ridículos?
Yo solo quiero llamarte hyung.
Nunca he conocido a nadie que pudiera decirle así". 71

Jungkook se medio ahogó en su cama. Tuvo que cambiar de posición para


acomodarse mejor.123
JK:
"Está bien, Taehyung, puedes decirme hyung".49

Para Jungkook era extraño que alguien lo tratase como hyung, pues sus
amigos siempre habían sido mayores, nunca nadie lo llamaba hyung a él.69

Pero se sentía bien serlo, ser el hyung para alguien más, sobre todo si ese
alguien era Kim Taehyung.16

Taehyung:
"¿Qué más hacen los amigos?".3

JK:
"Se enseñan cosas".537

Taehyung:
"¿Qué tipo de cosas?".179

JK:
"Se enseñan a confiar, a superar, a entender, a ser paciente.
Te pueden enseñar muchas cosas".81

Taehyung:
"¿A amar también?".

JK:
"A amar también".1

Taehyung:
"¿Tú me enseñarás?".260

JK:
"Claro, Taehyung, solo si tú quieres".19
Taehyung:
"Yo quiero.
Quiero que me enseñas a amar".470

Jungkook dejó el celular a su lado para dar una larga inspiración.

<<Taehyung escribiendo...>>

Taehyung:
"El doctor Seokjin me enseñó algo".57

Entonces Jungkook recibió una selca desenfocada de Taehyung sonriendo


enorme a la cámara. Y a pesar de que sus mejillas apenas se abultaban por lo
delgado que seguía y la foto se veía borrosa, Jungkook le sonrió chiquito a la
pantalla de su celular.334

JK:
"Muy bonito".78

Pero Jungkook no sabía si lo decía por la foto o por el dueño de ella.5

Taehyung:
"¿Eso es todo lo que hacen los amigos?"18

JK:
"También se preocupan por el otro, se cuentan sus miedos y secretos como
también sus sueños y esperanzas, aunque también pueden hablar
boberías".73

Taehyung:
"¿Boberías?".

JK:
"Sí, como...
No he lavado ropa hace dos semanas y hoy me queda mi última muda
limpia".227

Taehyung:
"Jejejeje.
Pero debes lavar tu ropa, Jungkook.
Mi abuela no me habría dejado amontonar mi ropa tanto tiempo.
Ella era muy ordenada".274

Los dedos se Jungkook quedaron paralizados sobre el teclado, de pronto


captando la oportunidad para hacer preguntas pero sin saber si podía
hacerlas o no. ¿Y si luego metía la pata y le hacía caer en una crisis? Porque
Taehyung parecía estable, más allá de que no podía comunicarse con nadie y
el ataque que tuvo hoy, él entre todo parecía estar estable.4

JK:
"¿Tu abuela te exigía muchas cosas?
La mía siempre me pedía que me cortara el cabello".95

Taehyung:
"¿Mi abuela?
Ella solo quería que yo fuera un buen chico.
Pero yo no podía".

JK:
"¿Por qué no podías?"

Taehyung:
"Porque yo fui malo".210

Jungkook no supo cómo responder eso.


Taehyung:
"¿Jungkook?".

JK:
"¿Sí?".

Taehyung:
"Ya no quiero estar más enfermo".106

JK:
"Tienes que comer mucho y hacer lo que te piden los doctores en el hospital.
Ya verás que vas a mejorar y no estarás enfermo".

Taehyung:
"Yo solo quiero ser bonito otra vez".121

JK:
"Taehyung, eres precioso".115

Taehyung:
"No, antes lo era.
Ahora no.
No soy bonito.
Tengo que irme".239

Desconcertado por la despedida repentina, solo pudo desearle buenas


noches.

JK:
"Duerme bien".2

Taehyung:
"Jungkook".
JK:
"¿Sí?".

Taehyung:
"Si vuelvo a ser bonito, ¿me vas a querer?".296

JK:
"No tienes que ser bonito para ser querido, Taehyung.
Te vamos a querer por cómo eres y no por cómo te ves".72

Taehyung:
"Pero yo deseé algo malo.
Soy malo".423

Entonces el <<en línea>> había desaparecido.

20
Puede que Jungkook estuviera violando mil códigos de caballero al estar
haciendo eso, pero llegó a un punto de reflexión consigo mismo donde
comprendió que, cuando se trataba de Kim Taehyung, existían cosas más
importantes. Por eso esa mañana de sábado se dirigió hasta el domicilio de
su hermana.62

Fue recibido por abrazos y comida preparadas por Jeon Suni. Siempre era
bueno ir hasta allá para ser mimado y alimentado como el glotón que era.
Tras tomar desayuno y pedirle a Seokjin si podían hablar, se encerraron en
la oficina de su casa. Jungkook, un tanto reticente al inicio, le mostró el
celular donde tenía la conversación que tuvo con Kim Taehyung, ¿por qué
seguía sintiendo que estaba traicionándolo?26

—¿Tú crees que se debe sentir culpable por la muerte de su abuela? —quiso
saber Jungkook, cuando Seokjin dejó el celular a un lado y se quedó
reflexivo.

Pero Seokjin guardó silencio. Dio unas rápidas anotaciones en su cuaderno y


le agradeció por haberle mostrado eso.1

—¿No vas a contestarme? —cuestionó Jungkook.

—Jungkook, ya lo hablamos, es mi paciente, no el tuyo.231

—Hyung, creo que ya he dejado claro que mi única intensión es ayudar.


¿Acaso no puedes confiar en mí? Si estamos los dos juntos, más rápido
podemos ayudarlo.23

Seokjin se quedó otro segundo más meditabundo.

—Kim Taehyung tiene un fuerte pensamiento de culpa —al final contó—.


Estaba con él ayer por la noche cuando estaban escribiéndose. Ahora que leo
los mensajes, debe haber sucedido después de que te envió ese último texto.
—¿Qué cosa?

—Se puso a llorar, estaba muy triste y también tan confundido. Intenté
hablar con él... o sea, he logrado comunicarme con él mediante una pizarra,
pero no quiso usarla para responderme, solo se golpeaba el pecho y luego
hacía esto. —Seokjin se pasó una y otra vez la mano por la cara—. Park
Bogum me dijo que esa señal significa culpa y que se estuviera golpeando el
pecho, era para decir...

—Mi culpa.245

—Sí.

—Pero... —Jungkook dudó si continuar, de pronto teniendo un ataque de


ansiedad—. No es su culpa, ¿no? El exámen forense decía que Kim Sun Hee
murió de un ataque al corazón.

—El exámen forense... —Seokjin hizo tamborilear el lápiz sobre el


cuaderno—. Hoseok me comentó... ah, pero no debería estar hablando esto
contigo.8

—Hyung... igual terminaré averiguándolo.

Porque Jungkook sería capaz de incluso asaltar la oficina de Hoseok por la


noche para leer todo el caso, si es que nadie se dignaba a decirle algo más.44

—Encontraron un par de pastillas en su estómago.132

A Jungkook se le puso la piel de gallina.

—¿Pastillas? ¿Qué clase de pastillas?

—Placebo.291

Eso era extraño. De pronto ya no estaba entendiéndole el hilo a esa


historia.39
—Pero eso no sirve para nada.

—Eso es lo extraño, porque Kim Sun Hee sufría de presión arterial alta y
recibía tratamiento. El frasco de pastillas que encontraron en la escena, el
que debía contener su medicina, no las tenía, solo eran pastillas de
placebo.271

La cabeza de Jungkook iba a máxima velocidad.6

—Pero Taehyung no podía salir de esa casa, ¿cómo podría haberse


conseguido esas pastillas para cambiarlas?95

—Ese es el punto que necesitamos averiguar. No tanto así para el caso,


porque Kim Sun Hee murió efectivamente de un ataque al corazón,
producido por su estilo de vida y, puede que, por haber dejado las pastillas
para la presión.17

—¿Para qué necesitas saberlo? ¿En serio crees que él las cambió? Podría
haber sido ella o... no sé, una equivocación.

Seokjin hizo rebotar el lápiz contra la madera.

—En mi caso, lo necesito para terminar de confeccionar su perfil


sicológico.11

—A ver, espérate, ¿no estarás pensando que es un sociópata? Porque ese


chico no podría matar una mosca.156

—¿Y eso cómo lo sabes? No sabes nada de él.137

Jungkook abrió la boca para refutar pero se quedó sin argumentos porque,
claro está, que su instinto le dijera que Kim Taehyung no se sentía como
alguien malo, no era un argumento convincente.
—Un sociópata —comenzó hilando su idea—, ¿habría planificado una
muerte y luego cometido el error de encerrarse en un ático? Ilógico que
alguien capaz de cambiar la medicina de otra persona, planificando eso por
meses, haya también cometido el error de encerrarse por equivocación en
ese ático. Él habría... muerto, si yo no lo hubiera encontrado.136

—Lo sé —dijo Seokjin—, lo he pensado más que tú, Jungkook.

—Pero igual así sigues creyendo que podría serlo.

—De hecho, Jungkook, su remordimiento de culpa dice mucho más de lo que


crees... No, no, no me abras esos ojos de bambi. Lo digo en el sentido
positivo.261

Frustrado, se apoyó contra el escritorio.

—¿Y qué podemos hacer? ¿Puedo hablar con él por Kakaotalk con
normalidad? Tal vez ayude.

—Pero ya estás hablando con él.

—Ayer no hacía más que darle vuelta a todas mis palabras. Yo no hablo así
contigo.

—Tú no hablas con nadie, Jungkook, tú solo envías videos de TikTok y te


ríes. Y los memes, no podemos olvidar tu adicción por los memes.865

Enrojeció, acariciando la mesa con vergüenza.1

—Pero a él no le puedo enviar TikToks y los memes... no los entendería.112

Seokjin se tocó el mentón pensativo.

—Ya no te podré mantener alejado, ¿cierto?202

Jungkook cuadró la espalda.


—No, hyung.

—¿Estás en turno hoy?

—Libre.

—¿Vamos entonces?

—¿Al hospital?

—Dónde más estaría tu chico.636

—T-taehyung n-no es mi chico —balbuceó Jungkook.716

—Ajá.263

Jin se subió a la camioneta de Jungkook repleta de pelos de perro,


quejándose por sus pobres pantalones.34

—Ah, es que ayer fui con Roko al hospital.

—Ahora que lo mencionas, me gustaría verlo interactuar con un animal.132

—¿A quién?9

—A Taehyung.

Jungkook se golpeó el pecho.53

—Estás hablando con el rescatista animal. Dime cuántos necesitas y te los


traigo. Tengo una manada en casa. Roko podría servir, aunque es
desobediente y podría abrumarlo si nunca ha tenido contacto con nadie...
además intentaría romperle los pantalones, tiene esa manía de morder la
ropa de la gente que recién conoce. Ah, y también es muy grande, no es
buena idea que un perro de 30 kilos se le quiera sentar encima. Y da besos
babosos y no creo que Taehyung esté en condiciones de recibir tantos
gérmenes.262
—Jungkook...

—Roko no es una buena idea —continuó, doblando en la siguiente esquina


mientras tamborileaba el manubrio con los dedos—. Tal vez llevarle a
Pequeña, es una gatita tan pequeña y linda, siempre tranquila, ronronea tan
lindo cuando la acaricias y...168

—Jungkook, respira. Tranquilízate.

Pero Jungkook no podía detener el hilo de sus pensamientos ahora que los
había activado.51

—Hyung, ¿y si brindarle normalidad es lo que necesite? Porque toda su vida,


lo que menos ha tenido eso.

—¿Qué estás pensando?

—Que cuando salga del hospital, ¿dónde va a ir...? No tiene parientes ni


puede regresar a su casa, así que yo estaba pensando...61

—No, Jungkook, detén ese hilo de pensamientos.219

—Pero ni siquiera me has dejado terminar.

—No necesito hacerlo, puede leer ese cerebro de roedor.102

—Pero, hyung, tengo una habitación libre en mi casa...68

—No, Jungkook.25

—Y tengo animales. Cinco. Y sabes que los tratamientos con animales para
las terapias psicológicas traen excelentes resultados.

—Sí, pero...29

—Y viviría con Nam, un residente de medicina, y dos policías. En ninguna


parte estaría mejor cuidado.428
—Te recuerdo que los cuidados excesivos por su abuela, lo llevó a donde lo
encontraste.12

Jungkook frenó en el estacionamiento del hospital.

—Eso fue innecesario, hyung, no sería lo mismo. Pero debes admitir que mi
idea no es mala.73

Seokjin no contestó por largo tiempo. Ambos bajaron del coche y se


dirigieron al hospital.

—Lo pensaré —al final dijo Seokjin.147

Del impacto de la noticia, se tropezó con sus propios pies, afirmándose del
pasamano de la escalera para no caer rodando por ellas. Jin continuó
subiendo sin importarle nada. Jungkook se apresuró a subir saltando de tres
en tres los escalones.114

—¿En serio, hyung?

—Las cosas pueden cambiar de aquí a cuando tenga el alta médica, pero lo
pensaré.

Cuando ingresaron a la habitación de Kim Taehyung, se encontraron al chico


encogido en su cama con las piernas apegadas a su pecho y la manta subida
hasta su cuello. Sus ojos, grandes y asustados, seguían el movimiento de una
persona que instalaba lo que parecía un computador con su propia
televisión. Al lado de Taehyung, estaba Nam vigilando la operación.

—¿Qué está pasando? —quiso saber Jungkook.

—Seokjin ayer pidió que le instalaran una computadora a Taehyung —


explicó Nam, colocando un teclado inalámbrico en una mesa movible a un
costado de la cama—. Para ayudarlo a comunicarse. Le tendrán abierto una
plantilla de escritura.22

—¿Y cómo la va a ocupar si nunca ha utilizado una?3

—No tendrá que ocuparla realmente —explicó Jin—. Solo podrá escribir y
borrar, nada más allá de eso.

Jungkook se apresuró a dirigirse hacia Taehyung, quien había dejado de


mirar al técnico en computación y estaba observándolo a él. Parecía un poco
desanimado. No le sonrió ni lo saludó. Jungkook casi extrañó sus saludos
efusivos con sus brazos alrededor de su cuello.112

—Hola —lo saludó Jungkook.

Taehyung asintió con la cabeza y bajó la mirada, apretando las piernas más
cerca de su pecho. ¿Sería por lo de ayer...? Por supuesto que era por lo de
ayer. Merecía ese título de bobo impuesto por Taehyung.

Le tocó la frente con el dedo, golpeándolo ligeramente como diciéndole


"¿hay alguien ahí?". De inmediato la mirada de Taehyung se alzó hacia él,
insegura.

—¿Qué sucede?

Abrió ligeramente los labios y luego soltó un suspiro frustrado.

Jungkook le alzó el celular.

—Respóndeme con un mensaje, ¿ok?

Dudó unos segundos, Jungkook se preguntó si le había entendido. Entonces


se movió y sacó los brazos de debajo de la sábana, agarrando el celular que
tenía escondido en ese nido. Jungkook lo notó escribir lento, pero más
rápido que el día anterior.

Taehyung:
"Bobo, no me diste los buenos días."
970

Ah, pero si solo era la pataleta de un niño consentido. Jungkook lo estaba


malcriando. Debería sentirse mal. Pero no lo hacía.109

Le volvió a tocar la frente para que lo observara.

—Por eso vine hoy.

Taehyung se apuntó la muñeca y luego afuera, donde ya se mostraba un sol


de mediodía. ¿Le estaría recriminando la hora?89

—¿Estás enojado porque no te di los buenos días en la mañana y ahora ya es


mediodía?

Lo vio fruncir los labios y después dar una afirmación, seguro y brusco,
molesto.101

Nam comenzó a reírse.54

—Wah, Jungkook-ah, es demandante como Park Jimin con Yoongi —se burló
su amigo.548

Jungkook todavía sonrojado, le dirigió una pregunta muda a Jin para saber si
el comportamiento consentido de Taehyung era aceptable.

—Por lo menos significa que está confiando en ti —aclaró Jin.

—Lo siento —se disculpó Jungkook, sonriendo nervioso y tocándose la


nuca—. ¿Quieres que te envíe un mensaje de buenos días por las mañanas?
Se mordió el labio, dio otra afirmación con la cabeza y unió las manos frente
a él: <<sí, por favor>>.85

Jungkook notó que en la televisión de la habitación estaba puesto un dorama


con subtítulos activados.

—¿Te gustan los doramas? —quiso saber Jungkook.106

La respuesta fue rápida y fehaciente, una sacudida de cabeza asintiendo.

—¿Y las películas?

Otra afirmación.

—¿Cuáles?

Taehyung buscó su celular perdido entre las sábanas y se puso a escribir.

Taehyung:
"Mi película favorita es Always.
Mi dorama...
Tengo muchos, hyung.
Escalera al cielo.
Bajo la lluvia.
Jardín secreto.
Descendientes del sol.
Goblin.
789

Jungkook leyó la lista en voz alta.

—Son todos doramas románticos —dijo Nam.


—Podría instalarle Netflix —propuso Jungkook—. Lo puedo vincular a la
cuenta de la casa.297

Pero antes de recibir aprobación, estaba tomando asiento en la cama al lado


de un sorprendido Taehyung que no se enteraba lo que ocurría. Jungkook
estiró la mano para que le entregara el celular, pero Taehyung se lo llevó
contra el pecho y lo apretó fuerte, negando con la cabeza suavemente.

—Quiero mostrarte algo —le aclaró Jungkook.2

Los ojos de Taehyung recorrieron todo su rostro como si buscara algo.

—Ah, se ven tan lindo —bromeó Nam.376

—Pensé que tú estabas alineado conmigo —reprendió Jin.136

—Me rendí ante el amor, ¿qué puedo decir?531

Ajeno a eso ante su incapacidad, Taehyung ladeó la cabeza, pareciendo


cuestionarse las mejillas sonrojadas de Jungkook.

Finalmente, le entregó el celular con expresión un tanto triste. Para


tranquilizarlo, Jungkook lo puso entre ambos. Y comenzó a hablar, pero,
claro, Taehyung estaba concentrado en la pantalla con una constelación
morada y los dedos de Jungkook sobre ella. Jungkook se detuvo y frunció el
ceño. Él era realmente bobo. Le tocó con suavidad la barbilla a Taehyung
para alzársela, sobresaltándolo un poco. Sus miradas se encontraron a tan
poca distancia y de pronto ambos se estaban sonrojando, Jungkook
entendiendo perfectamente el por qué.429

—No digo yo que son súper adorables —canturreó Nam.471


Taehyung se había llevado las manos a las mejillas, aplastándolas con sus
palmas. Su mirada rehuía la de Jungkook, concentrándose finalmente en los
labios.

—Te voy a presentar Netflix —comenzó diciendo Jungkook con voz ahogada.
No había sido buena idea acercarse tanto cuando Taehyung debía leer sus
labios para entenderle.25

—¿Qué pasa, Jungkook, los nervios te atacan?519

—Nam, déjalo —intervino Jin—, que esto me está ayudando para escribir
todo un perfil de comportamiento ante un enamoramiento.788

Jungkook los fulminó con la mirada. Jin estaba sentado en el sofá


observándolos y tomando nota como si fueran sus sujetos a estudio,
mientras Nam se apoyaba en el costado del sillón riéndose.92

—Netflix es como Kakaotalk, pero en vez de conversar, puedes ver películas


y doramas, muchos doramas —explicó Jungkook, tras carraspear en busca
de su seguridad característica—. No tienes que esperar a que los transmitan
por la televisión, puedes verlos desde Netflix a cualquier hora, cuando tú
quieras. Y puedes pausar, en caso de que quieras hacer algo, y retroceder y
adelantar, incluso repetir.188

Las cejas de Taehyung se alzaron en sorpresa. Se removió a su lado,


colocando sus piernas dobladas entre ambos. Jungkook en serio no quiso
notar que el camisón se le había subido un poco, por lo que, de manera
disimulada para no alterarlo, lo cubrió.57

Tras descargarle la aplicación, ingresó su correo y cuenta y le creó un


usuario a Taehyung. Eligió de foto de perfil un dibujo de un oso y le puso
"TaeTae".374
Alzó el celular a un costado de su rostro, para que pudiera ver tanto la
pantalla como luego sus labios.3

—Cada vez que te metas a Netflix te va a aparecer esto. —Le apuntó los
cuatro perfiles creado—. El conejo es mío, el koala es de Namjoon, la ardilla
es de Hoseok-hyung... ¿lo conoces cierto? —Taehyung dio un afirmación
silenciosa—. Y el oso es tuyo, te puse TaeTae.178

No entendió por qué, pero eso le sacó una sonrisa nerviosa que intentó
cubrir con la mano, afirmándose un poco los labios con los dedos para dejar
de hacerlo. Jungkook le dirigió una mirada curiosa a Jin para ver si él
también lo había visto.16

—Tu sonrisa es... —No quiso decirle bonita, porque había notado que
Taehyung tenía alguna clase de complejo con esa palabra— linda.

Taehyung abrió los ojos sorprendido, llevándose la mano al pecho como si


dijera "¿yo?".49

—Sí, tu sonrisa es linda, Taehyung —aclaró Jungkook—. Muy linda, me gusta


verla.389

Lo vio bajar la mirada y jugar con las sábanas, haciendo círculos con el dedo
índice.70

Fueron interrumpidos cuando un técnico en enfermería ingresó al cuarto


con la comida de Taehyung.12

—Hoy empieza con los sólidos —aclaró Nam.4

Jungkook se iba a poner de pie para darle espacio, porque ya había seis
personas en esa habitación, cuando la mano de Taehyung voló hacia su
brazo para afirmarlo.6
—Es solo para que puedas comer —le aclaró Jungkook.

Pero el niño consentido le estaba poniendo un puchero en ese labio roto y


una expresión de bambi. Jungkook se tuvo que quedar ahí.124

—Solo deje el plato en la mesa, nosotros lo veremos —ordenó Jin cuando el


auxiliar no supo qué hacer.4

Haciendo lo solicitado, salió otra vez del cuarto a la misma vez que el técnico
en computación terminaba de probar la plantilla de textos, indicando que
estaba listo para ser usado. Jin también lo despachó, quedando solo los
cuatro.1

Acercándose a ayudar, Nam acomodó la bandeja en la mesa quitándole el


envoltorio.

Taehyung tenía expresión disgustada observando su comida y Jungkook no


podía culparlo, si querían motivar a que alguien comiera, con esa comida
nunca lo conseguirían. Lo escuchó soltar un suspiro bajito y agarrar los
palillos, jugueteando con el pollo cocido que parecía haber sido pasado por
el agua unas tres veces. Las comidas de hospital apestaban.61

Taehyung buscó la mirada de Jungkook, el puchero adornando otra vez sus


labios.1

—Tienes que comer para que te sientas mejor.

Otro suspiro. Se llevó un pedazo de pollo a la boca. Lo vio mascar dos veces y
tragar con dificultad, su expresión de disgusto lo decía todo. Sin embargo, se
llevó otro bocado a la boca y otro. Nam parecía sorprendido.

—Pensé que iba a ser una batalla —comentó—, con los batidos ya lo era.
Entonces se había terminado de comer todo y beberse el vaso de agua,
alzando la mirada hacia Jungkook pidiendo una aprobación en silencio.
Jungkook llegó una mano a su cabeza y enredó sus dedos con los mechones
de cabello, apartándole el flequillo de la frente.86

—¿Viste que podías? Felicidades.29

Taehyung entonces se dejó caer hacia un lado, recostándose contra el pecho


de Jungkook y dando un suspiro exagerado, fingiendo de pronto
somnolencia.263

No era más que un bebé consentido.


21
Un bebé consentido, eso era algo que su abuela siempre le decía. Pero para
ella, existían dos maneras de ser consentido, uno con un significado bueno y
el otro con uno malo, muy malo.13

Por un lado estaba el:

—Tu problema es que te consentí toda mi vida, para.

—Basta, Taehyung, te estás comportando como un consentido.

Y el:

—Eres mi pequeñín consentido.

—Lindo, mi niño consentido.115

El primero de ellos, usado cuando Taehyung no quería obedecer. De


pequeño, porque no quería comerse toda la comida, porque insistía en que
quería ir a jugar a la calle, porque no quería estudiar. De más grande, porque
desobedecía sus órdenes, le intentaba gritar y se pasaba días fingiendo no
entender lo que su abuela le decía.

El segundo de ellos, usado cuando Taehyung era bueno, un muy buen chico y
hacía todo lo que su abuela le pedía. De pequeño, porque dejaba de insistir
en salir a la calle, dejaba de llorar, dejaba de suplicarle que por favorcito le
trajera un amigo. De más grande, cuando Taehyung, ahogado por la culpa,
iba al cuarto de su abuela y le suplicaba perdón y, en pequeñito y encogido,
le preguntaba si podía dormir con ella esa noche.194

Claro está, pronunciar esa palabra en la casa Kim conllevaba consecuencias


distintas, una buena y otra mala.
La buena, eran mimos y caricias en ese cabello que aveces llevaba muy largo,
tardes enteras siendo ese niño consentido donde podía comer todo lo que
quisiera y jugar hasta súper tarde un videojuego.

La segunda conllevaba el encierro. Y cuando se llevaba encerrado toda una


vida en una casa, terminar encerrado en un espacio inclusive más reducido,
parecía casi como un castigo ilógico. Casi. Pero no para Taehyung, no cuando
sus súplicas y deseos desesperados eran salir de esa casa, no cuando su
única manera de conocer el mundo actual era a través de la televisión, no
cuando se era privado de un derecho fundamental pasando a ser un simple
privilegio que otro le otorgaba. No cuando solo deseaba estar afuera, y eso
su abuela lo sabía.64

Por eso, Taehyung intentaba ser un buen chico, lo intentaba siempre con
todas sus fuerzas.1

Pero no siempre podía serlo.


22
A Jungkook jamás le gustó la escuela, ni mucho menos estudiar. Fue de esos
alumnos que estaban mucho más cerca de la parte inferior de la lista, que en
la superior de ella cuando entregaban las calificaciones, por lo que, al
terminar el colegio, fue partícipe de ese grupo de estudiantes que corrieron
por los pasillos como animales enjaulados, quitándose la corbata y bailando
sobre una mesa porque no tenían que estudiar más.298

Luego, tocó la escuela de policía y aprender una pila de leyes que lo hacían
quejarse una y otra vez. Pero hace unos seis meses había egresado de la
academia y, de nuevo, fue de esos uniformados que, si bien no podía bailar
sobre una mesa porque profesional ante todo, sí lo estuvo haciendo en su
mente mientras iba a recibir el diploma.189

Pero después ingresó a trabajar y leer era una de las principales cosas que
hacía. Esa vida donde se la pasaba en la calle resolviendo crímenes y
deteniendo a los malos, era ficticia porque pasaba mayor parte de su tiempo
haciendo papeleo. Y todavía no se había acostumbrado a eso cuando llegó lo
último.4

Kim Taehyung.

Si alguien le hubiese comentado hace un par de años, que iba a pasarse una
tarde de domingo con YouTube abierto y haciendo gestos con las manos, se
habría reído. Pero ahí estaba, un domingo a las tres de la tarde, intentando
aprender los signos básicos de la lengua de signos para intentar
comunicarse mejor con Taehyung.462
En un milagro concedido para cuatro personas que trabajaban en turnos
rotativos, Hoseok, Nam, Yoongi y Jimin habían logrado coordinar día libre y
se dedicaban a gritar en la sala frente a la televisión, porque sus dos equipos
favoritos eran rivales. Yoongi y Jimin por un lado, Hoseok y Nam por el otro.
¿Y el de Jungkook? El de él había quedado eliminado en octavos. A pesar de
eso, podría estar con ellos en la sala bebiéndose una cerveza, pero sus
prioridades habían cambiado hace exactamente una semana.158

En cierto punto, lo hacía por culpa, porque consideraba que lo mínimo que
podía hacer tras ser el culpable de su dificultad para comunicarse, era
intentar entenderlo para hacer su vida un poco más fácil. Pero en otro cierto
punto, que era mucho más grande, lo hacía porque así lo quería, realmente
quería saber más de él, deseaba llegar al día de poder entenderlo,
comprenderlo, ayudarlo a que otros también lo entendieran y
comprendieran.53

Sin embargo, el estudio nunca fue el fuerte para Jungkook y tras dos horas
metiendo información a su cerebro de vacaciones, se rindió por el día.109

Mejor se ponía a lavar ropa, porque, de hecho, no se había podido quitar el


pijama ante la ausencia total de ropa limpia para ponerse. Estaba en eso,
cuando su celular vibró en el bolsillo del pantalón de tela.21

Era una llamada entrante.

No, no era una llamada entrante.

Era una videollamada.

De Kakaotalk.11

De Kim Taehyung.256

¿Habría presionado el botón de hacer videollamada por error?


Esperó unos segundos para ver si el intento de conexión se finalizaba, pero
no, se veía así mismo en la pantalla con los botones rojo y verde brillando al
lado de sus mejillas, a la espera de que cortara o aceptara.

Todavía en el cuarto de lavado con su canasto de ropa sucia a los pies, se


acomodó el cabello, carraspeó para encontrar su voz y aceptó.88

De inmediato, apareció ante él el rostro de Kim Taehyung con una expresión


concentrada, pasando a una de plena sorpresa. Lo observó acercar la mano
al teléfono y el vídeo se tambaleó, ¿acaso había golpeado el aparato?

Por detrás de la cabeza de Taehyung, apareció la de Jin.

¿Estaba ese domingo libre con él otra vez?82

Frunció el ceño, no se estaba enterando de nada.

—Hola —dijo despacio. No sabía si con la conexión a internet que tenía,


Taehyung sería capaz de leer sus labios ante la poca fluidez en los vídeos.

Con su mano libre, Taehyung movió la muñeca al costado de su cabeza. Ah, le


entendía. Bien.

Entonces la pantalla quedó en ¿blanco? Se escuchó ruido de ropa


moviéndose, un golpe, la voz de Jin y luego su cara era lo único que podía
observar. ¿Y dónde estaba Taehyung? Lo buscó detrás de Jin, pero solo
divisaba las cortinas.

—Está buscando la pizarra —comentó Jin—. Para escribirte.202

—Ah.169

Se rascó la nuca, no sabía qué otra cosa agregar, la videollamada lo había


pillado desprevenido. Todavía estaba con pijama, por Buda.174
—Estuvimos hablando... comunicándonos con Taehyung esta mañana. Creí
que sería bueno hacer algo así, para ir adaptándolo a la vida actual.

—Hyung, pero estoy en pijama —se quejó Jungkook—. Podrías haberme


avisado antes para lavarme los dientes.

—Taehyung no podrá olfatear tu mal aliento, Jungkook.158

—Pero podría haberme peinado.64

Jin no logró contestar nada más, porque había alejado la cámara para dar un
mejor ángulo de visión y apareció Taehyung con su pizarrita. Tenía una letra
preciosa, cada hangul hecho a la perfección como un estudiante practicando
caligrafía. Se sonrojó al leer el texto.99

<<¿Y mis buenos días? Lo prometiste y fallaste :c >>.1K

Era cierto, Jungkoook efectivamente había fallado... otra vez. Pero esa
mañana fue despertado por el escándalo de Roko ante la llegada de
visitantes, y después fue envuelto en esa espiral con sus amigos, donde
tomaron desayuno y luego prepararon almuerzo para ver posteriormente el
partido. Y debido a su mañana agitada, olvidó por completo saludarlo. Era el
peor, ¿y así se había ofrecido a prestar ayuda?

Jungkook hizo una mueca.

—Lo siento —dijo, esperando que Taehyung no solo leyera la disculpa en


sus labios, sino que lo notara en toda su expresión arrepentida.

Taehyung golpeó con el plumón la palabra <<fallaste>>, dándole énfasis a


su molestia. Tenía que reconocerlo, era exigente. Y valiente por ser capaz de
tener ese tipo de comportamiento. Aunque, si lo meditaba medio segundo,
no era extraña esa actitud, vivió toda su vida con una única persona que
dedicó su vida a solo su cuidado; estaba, en cierto punto, acostumbrado al
ser el centro de ese universo compuesto solo por una estrella y un planeta.10

—Explícale un poco lo que estás haciendo, Jungkook —pidió Jin.

—Pero solo estoy lavando mi ropa.1

Taehyung alcanzó a captar el comentario. La pizarra desapareció y después


se veía concentrado escribiendo algo con la cabeza inclinada.

<<Jungkook es sucio jejeje un cerdito>>1K

Jungkook enrojeció. Él era la persona más limpia del universo, solo que se
había quedado sin tiempo. Entre pasar al hospital, andar rescatando
animales, comprando celulares, papeleo y las patrullas, el día se hacía
nada.33

Jin seguía riéndose.73

—Taehyung ya te descubrió, sucio Jungkook.189

Taehyung volvió a escribir algo, no alcanzó a levantar la pizarra porque Jin lo


leyó antes.

—Dice que quiere verte lavar tu ropa. —Era un poco ridículo si uno se ponía
a pensar que Taehyung no lo podía oír, así que hacer eso era innecesario,
pero Jin bajó la voz para agregar lo siguiente—. Parece que le gustan las
cosas poco fascinantes a tu chico... con razón le gustas tú.813

Ignoró el último comentario, aunque Jin tenía razón porque ¿qué había de
fascinante en ver a otra persona lavar la ropa? Tal vez simplemente eso: una
escena absolutamente aburrida y normal era lo que le interesaba.100

Asintió, buscando rápidamente un lugar que le sirviera para apoyar el


celular. Terminó metiéndolo en un vaso de detergente y lo puso en la
estantería donde guardaban herramientas y más detergente, porque esa
casa, con tres personas tan distintas, algunas veces no tenía un orden
lógico.13

Concentrado en su tarea, empezó a meter la ropa en la lavadora, intentando


ocultar su ropa interior vuelta un ovillo para que Taehyung no la notara.
Concentrado en eso, cerró la lavadora a la misma vez que la voz de Jin lo
interrumpía.158

—Eh, eh, Jungkook. —Desconcertado, alzó la vista hacia la pantalla del


celular—. Aquí tu chico está horrorizado por tu forma de lavar la ropa.361

Sus ojos se desviaron hacia Taehyung, que se encontraba con la cabeza


inclinada presuntamente escribiendo algo. Apoyó las manos en la lavadora a
la espera.

<<La ropa blanca no va con la de color>>.585

Y en una esquina.

<<Bobo>>.422

Jungkook eso lo sabía, si tampoco era un bobo, pero si se ponía a separar su


ropa en colores, no iba a terminar hoy y en serio que necesitaba ropa en un
par de horas si quería bañarse en la noche. Pero Taehyung lo estaba
observando con expectación y ansiedad, a la espera de que siguiera su
consejo.4

Así que ahí se encontraba Jungkook, sacando la ropa de la lavadora y


lanzándola al suelo, formando dos montones. Alzó los dedos pulgares al
terminar de separarla, pidiendo en silencio por su aprobación.12

Taehyung estaba otra vez escribiendo algo.


<<No deberías lavar tu ropa interior con tu otra ropa, Bobo>>.591

Realmente a él le gustaba llamarlo bobo, pronto pasaría a ser su nuevo


apellido.106

Pero ahí estaba Jungkook separando su ropa interior, preguntándose si para


la noche lograría tener ropa seca para ponerse.76

Escuchó otro golpe desde el vídeo.

<<Tus calcetines no deberían ir con tus calzoncillos>>.617

Oh, por Buda.12

Iba a terminar robándole ropa otra vez a Namjoon.85

Estaba metiendo solo sus calzoncillos en la lavadora, una enorme lavadora


que podría aguantar en una carga casi la mitad de la ropa que debía lavar,
cuando sintió las uñas de Roko corretear por el pasillo hasta descubrirlo en
ese cuarto. Se puso a ladrar como un loco, agarrando la ropa que Jungkook
había dividido en el suelo por órdenes de Kim Taehyung, y tirándola por
todas partes. Se acostó sobre ella, la desordenó, se la llevó al hocico y
finalmente, se sentó sobre ella mientras sacaba la lengua con un calcetín
todavía atascado en un colmillo. Movía la cola con felicidad.148

—Fuera, Roko —dijo Jungkook, empujando los treinta kilos por la espalda
para moverlo y sacarlo de ahí.17

Había alcanzado a moverlo un metro cuando escuchó ese sonido que le puso
los pelos de punta: gastado, oxidado, forzado y desgarrador, olvidado por el
tiempo.

—¡NO!825
Con los ojos abiertos de par en par, se enderezó hacia la cámara para
encontrarse con la misma expresión de conmoción de Jin. A su lado, con ojos
grandes y brillantes y la pizarra apretada con fuerza contra su pecho, estaba
Taehyung observando a la cámara. Anhelo y dolor, ambos sentimientos
entremezclados en su rostro formando una pintura de confusión en sus
labios, en sus cejas, en sus ojos.3

—¿No? —repitió Jungkook.

Taehyung negó suavemente con la cabeza. Luego...

—No —dijo.390

Jungkook agarró a Roko por las patas delanteras. Se escuchó un golpe y


después otro...

—No.

Un "no" un tanto más desesperado, angustiado. Jin había desaparecido de la


cámara, porque Taehyung se había acercado tanto que Jungkook solo era
capaz de mirar sus ojos, cejas y parte de la nariz.84

—¿Quieres que lo deje aquí? —preguntó Jungkook.

Pareció asentir porque la imagen se desestabilizó.

Y sabiendo que podría estar golpeando todos los botones incorrectos,


insistió.

—No te escuché, Taehyung. ¿Me lo llevo?

Sus pestañas bajaron, se alejó lo suficiente para ver ahora la totalidad de su


rostro.

—No. —Entonces su boca se abrió e intentó añadir algo más—. Poooo...


faaa...966
Ya lo había presionado lo suficiente. Todavía con el corazón acelerado y
sintiendo ese escalofrío recorrerle la espalda tras escuchar esa voz rasposa y
deformada por el tiempo, alzó una de las patas de Roko, que había estado
mordiéndole la mano para que lo soltara, y la movió para dar un saludo.55

—Se llama Roko. Puedes venir a verlo a mi casa cuando mejores y salgas del
hospital, Taehyung.

Pero no recibió respuesta, porque Taehyung había dejado caer el celular


contra la cama y luego solo se escuchó un gemido bajito y finalmente nada, la
videollamada estaba finalizada.
23
Kim Taehyung había mentido.

No, mentir no era la palabra.

Omitido información, ese era el término correcto.93

Cuando contó que solo había hablado con tres personas en su vida,
incluyéndose a sí mismo en la ecuación, era cierto. Con la cuarta, jamás lo
hizo.64

Entonces, cuando el amigo de Jungkook le preguntó con cuántas personas


había hablado en su vida, él dijo la verdad: dos.

Por tanto, no había mentido.

Solo omitido.

Porque Kim Taehyung era una persona literal.

24
La mirada de Jungkook estaba centrada en la boca de Jimin, observando el
pequeño movimiento que hacía el labio inferior al curvar cada palabra. Se
acercó unos centímetros más. Empequeñeció la mirada concentrado, cada
parte de su atención en observar cómo se movían. No, no entendía. Se acercó
otro centímetro más, de pronto estaba recibiendo un golpe en la frente que
lo mandó hacia atrás, su espalda golpeándose contra la puerta y su costado
chocando con el manubrio.176

—¡No te me acerques así, animal! —protestó Jimin.317

Jungkook hizo un puchero, gimiendo mientras se tocaba su costado lacerado.

—Podrías haberme advertido... con palabras —se quejó Jungkook.

—Invadiste mi espacio personal, ¿y qué si luego una de estas señoras


chismosas nos ve y le va con el cuento a mi Yoongi?171

—Ay, no seas ridículo, Yoongi es la persona menos celosa que he


conocido.132

—Eso es porque yo le he brindado esa seguridad como novio.218

Jungkook puso los ojos en blanco y dio un largo suspiro.

—No sé cómo lo hace Kim Taehyung para leer los labios, es imposible.21

—Lleva toda una vida de práctica y tú ¿diez minutos? —intentó animarlo


Jimin—. Si te sigues esforzando, mejorarás.79

Hizo tamborilear los dedos sobre el manubrio.

—Ayer me pasé dos horas viendo videos en YouTube, ¿y sabes lo único que
recuerdo hoy? Cómo saludarlo. Al ritmo que voy, es más probable que logre
encontrar una operación para ayudarlo, que aprender a comunicarme con él
a su manera.86

Jimin le dio un empujón por el hombro.


—Vamos, intentémoslo de nuevo.

—No, es imposible.1

—Es que estás mal enfocado, sino es tan difícil.

Jungkook alzó las cejas y movió los labios para pronunciar una palabra
muda.

—¿Lachimolala? —preguntó Jimin—. ¿Qué es eso?1.1K

—Dije Carbonada, idiota, ¿ves que es imposible?574

Gimiendo en miseria, recostó la frente en el manubrio, de paso activando la


bocina por error. Asustado por el ruido, se volvió a acomodar en el asiento,
colocándose el cinturón.16

Esa semana a ambos les tocaba el turno de madrugada, que empezaba a las 4
am hasta las 12 pm. Recién estaba saliendo el sol en Daegu, lo que indicaba
que ya serían las siete. Creyendo que ya era una hora prudente para hacer
eso, sacó su celular para enviar un mensaje.

JK:
"Buenos días, Tae".1

Porque podría haber olvidado dos veces una promesa, pero Jeon Jungkook
jamás olvidaba una tercera.66

De inmediato el <<en línea>> apareció.


50

Taehyung:
"JUNGKOOK.
BUEN DÍA".449
JK:
"Taehyung, tienes activada la mayúscula.
Se desactiva apretando dos veces esa tecla que tiene una flecha hacia arriba".
50

Taehyung:
"Seokjin hyung me enseñó.
Dijo que era para expresar emoción.
Y yo estoy emocionado, hyung.
Hoy no lo olvidaste".475

JK:
"¿Qué cosa? Porque... creo que lo olvidé".160

Realmente no se terminaba de enterar de nada, y no era su culpa, tenía


hambre y sueño, sus neuronas estaban en protesta negándose a trabajar
hasta que recibieran comida o horas de siesta; por el momento, ambos
deseos se veían lejos de ser cumplidos.16

Taehyung:
"Saludarme, bobo".6

JK:
"Ah.
Lo siento, todavía estoy medio dormido, las mañanas no son lo mío.
¿Y qué haces despierto tan temprano?"2

Taehyung:
"El desayuno es a las seis aquí".95

JK:
"¿Ya comiste?".
Taehyung:
"Por supuesto, el desayuno es a las seis y son las siete, bobo".
348

Al ritmo que iban, Jungkook terminaría colocándose "JK el bobo" de


sobrenombre en Kakaotalk.127

JK:
"Yo todavía no como nada :c"490

Taehyung:
"¿Por qué no?"

JK:
"Estoy trabajando en el turno de cuatro de la mañana a las doce.
Con Jimin estamos esperando a que abran la cafetería".3

Taehyung:
"¿Y tienes mucha hambre, hyung?".

JK:
"Muchísima.
Jungkook está triste :C".588

Taehyung:
"No estés triste, por favor".307

JK:
"Siempre me traigo una banana cuando tengo este turno, pero Roko me la
robó hoy :c".295

Taehyung:
"Tengo una banana aquí. Puedes venir a buscarla si quieres".1.3K
JK:
"¿Me regalarías algo tan preciado como comida? 😳".993

Taehyung:
"Por supuesto, hyung.
Tú me gustas mucho.
Quiero que estés contento.
Tú me haces estar feliz".
422

Jungkook sintió un escalofrío agradable que comenzó como un cosquilleo en


su corazón y se ramificó por su cuerpo, hasta llegar a la punta de esos dedos
que ahora escribían una respuesta.28

JK:
"Espera por mí".149

Dejó el celular escondido bajo su pierna en el asiento, a la misma vez que


notaba que Jimin se encontraba estirado sobre la palanca de cambio. Sus
miradas se encontraron perturbadoramente cerca. Jungkook le dio un golpe
en el costado de la cabeza para mandarlo a su asiento.177

—¿Qué haces, idiota? —le recriminó—. Mantén tu espacio personal alejado


del mío.12

—Oye, si a mí tampoco me gustó.

—¿Entonces?

—¿Espera por mí? —se burló como respuesta.261

Sintió sus orejas calientes, por lo que se llevó las manos a ellas para
cubrirlas.34
—¿Estabas leyendo mi conversación?

—Sí, ¿y qué?84

—Eres terrible, hay algo que se llama vida privada.46

—Y también otra que se llama enamoramiento.92

Ahora sus mejillas también estaban sonrojadas, pero no podría cubrírselas


sin delatarse.

—Solo lo estoy ayudando a adaptarse.1

—Claro. —Sus ojos de párpados caídos lo recorrieron con expresión


calculadora—. Estás cambiado, Jeon Jungkook.38

—¿De qué estás hablando? —balbuceó mientras encendía el motor y


emprendía ruta.1

—Sé que siempre has sido limpio y ordenado, pero nunca has separado tu
ropa por color y por eso ya has teñido dos uniformes de rojo. Y ayer...

—Olvida lo que viste ayer.

—...estabas muy decidido en lavar tu ropa interior separada de tus


calcetines. —Pausa—. ¿Estás enfermo? ¿Fiebre o algo que me puedas
contagiar y yo contagiar a Yoongi?359

—No es nada —musitó.

—Ah, entonces solo es amor.70

—De qué estás hablando —se rió un poco forzadamente.4

—Oh, nada, ignórame, solo pienso en voz alta... o tal vez no y solo estoy
diciendo la verdad.108
Jungkook decidió que su mejor respuesta en ese momento era justamente no
responder y guardar silencio.

Escuchó que Jimin bostezaba sonoramente.7

—¿Vamos a tomar desayuno?

Hizo un movimiento de cabeza que le sacó un crujido a su cuello.68

—De hecho, tengo que pasar a otra parte antes —dijo intentando sonar
desinteresado.

—¿Dónde?

—Por ahí.

—En vista que también tengo que ir a ese "por ahí", necesito saberlo.

Se aclaró la garganta, de igual manera su voz salió ahogada.

—Al hospital.

Hubo una pausa.

—Ah, sus hijos serán tan bonitos cuando los tengan. ¿Puedo ser el
padrino?557

—Deja de decir tonterías.

—Ojalá que salgan más parecido a él que a ti. Ambos sabemos que él es el
guapo y simpático de la relación.210

—No bromees con eso —insistió Jungkook, nervioso.

—¿Te imaginas una niña parecida a él y un niño a ti?137

—Jimin...
—Podrían ponerle Taekook, ya sabes, por Taehyung y Jungkook, ¿acaso
habrá un tío más brillante que yo?549

Por suerte, Jungkook no tuvo que escuchar más comentarios, porque había
estacionado en el hospital y se bajó a toda velocidad soltando un simple...1

—Te veo en media hora.14

Los pasillos del hospital estaban muy transitados a esas horas. Enfermeros,
doctores y auxiliares entrando y saliendo de habitaciones realizando sus
rutinas de mañana. Logró abrirse camino sin que nadie lo detuviera por
andar a esa hora por ahí, por suerte siempre podría hacer pasar su visita
como una inspección de rutina.26

Al llegar al pabellón de Taehyung, prácticamente corrió a su cuarto para no


ser detenido, colándose dentro casi como un ladrón. Nada más verlo
aparecer, Taehyung desvió su mirada de la televisión y lo observó. Notó que
tenía una colación con él. A pesar de lo temprano que era, ya iba por su
segunda comida del día.40

—Hola —lo saludó. Cerró la puerta con suavidad para no ser detectado por
terceros y caminó hacia él.

Taehyung se apresuró a tomar la banana de la mesa para mostrársela.163

—Oh, gracias.2

Como que Jungkook había olvidado su excusa para pasar por ahí.94

Luego, dejando la fruta a un costado, agarró el teclado inalámbrico. Para


Jungkook no existió imagen más hermosa que verlo teclara a velocidad de
tortuga, solo utilizando los dedos índices y levantando mucho los brazos
cada vez que apretaba una tecla. Era ver a un abuelito intentando entender
la tecnología.235
Al finalizar parecía muy orgulloso y le apuntó la otra pantalla de la
habitación.

<<Viniste>>.95

—Te dije que vendría —le respondió.

Taehyung asintió suavemente, un tanto dócil, se le formaba una diminuta


sonrisa de felicidad en el rostro que intentaba contener.6

Jungkook se acercó, agarrando de paso la banana de la cama y comiéndosela


en dos mascadas. Se encogió de hombros al observar la cara de
consternación de Taehyung.95

—¿Qué? Te dije que tenía hambre.78

Tomó asiento tan cerca de él, que Taehyung tuvo que encoger las piernas
para no terminar con ellas aplastadas. Quedaron separados casi únicamente
por las piernas en posición india de Taehyung, las sábanas desordenadas
entre ambos y el teclado sobre ellas, que ahora nuevamente estaba siendo
azotado por los dedos bruscos y emocionados de su dueño. Al concluir, hizo
girar su dedo índice para que Jungkook se volteara.

<<¿Lavaste toda tu ropa ayer como te enseñé?>>.180

Jungkook había terminado de poner su última tanda de ropa en la secadora a


las diez de la noche. El uniforme que andaba trayendo ese día, lo había
sacado directo de la secadora a las tres de la mañana para ponérselo, por lo
cual estaba, sinceramente, muy arrugado.55

—Tengo toda mi ropa limpia ahora —aseguró.2

Taehyung arrugó la nariz, su mirada recorriendo su cuerpo con crítica.


—Sé que está arrugada, no alcancé a planchar —se excusó, captando su
cuestionamiento silencioso.

Él soltó un pequeño suspiro y sacudió la cabeza en incredulidad. ¿Estaba


acaso armándose de paciencia?103

Le tocó el dorso de la mano para captar otra vez su atención.

—Ayer quedé preocupado, ¿por qué cortaste?15

Taehyung apartó la mirada, bajándola y jugueteando con sus dedos con


expresión triste. Jungkook afirmó su barbilla para obligarlo a observarlo,
pero él continuaba rehuyendo de él. Esperó con paciencia hasta que
Taehyung se mordió el labio y por fin sus ojos estaban en su boca.

—¿Por qué? ¿Qué pasó ayer?12

Volvió a desviar su atención y luego regresó a él, negando con la cabeza.

—¿No quieres decirme?

Sus labios se curvaron hacia abajo con tristeza, estaba otra vez negando.

—¿Por qué no? ¿No confías en mí?171

Entonces sus ojos se estaban abriendo de par en par y estaba negando de


manera efusiva, una de sus manos afirmando su brazo como si tuviera miedo
que se fuera. Pareció dudarlo unos segundos, pero finalmente se golpeó el
pecho y formó un puño sobre su mejilla.17

—¿Estabas llorando? —preguntó Jungkook para asegurarse de entenderlo


bien.

Él comenzó a jugar otra vez con sus dedos, nervioso y tímido. Asintió
suavecito.
—¿Por qué? ¿No te gustan los perros?

Su boca se abrió en impacto, su expresión terriblemente ofendida. Hizo tres


veces el mismo movimiento: se golpeó el pecho y formó un corazón, una vez
y otra más.21

—¿Amas a los perritos?

Su afirmación fue segura y certera.

—¿Te gustaría conocer a Roko?

Otra afirmación, esta vez más entusiasta.

—Tengo otros dos perros —contó. Taehyung parecía encantado—. Y dos


gatitos.

Su nariz se frunció en disgusto y tal vez ¿miedo?

—¿No te gustan los gatitos?336

Notó que sus manos empezaban a temblar sobre su regazo. Tragó saliva
nervioso, sus pestañas moviéndose rápidamente como si contuviera el
llanto. Negó suavemente. Jungkook no quiso preguntar el porqué, entendía
que esa mirada de pánico solo podía conllevar una historia triste detrás.
Pero Jungkook estaba dispuesto a enseñarle, con ayuda de sus gatas Betsy y
Pequeña, que los gatos podían ser igual de maravillosos que los perros, solo
debía enseñarle.116

Percatándose de su expresión todavía triste y perdida, golpeó la rodilla de


Taehyung para llamar su atención.

—He estado aprendiendo a leer los labios —le informó— como tú.3

Su cabeza estaba inclinada hacia un costado demostrando curiosidad.


—Soy un gran estudiante, no pongas esa cara incrédula.79

Porque Taehyung ahora lo estaba observando con las cejas alzadas, como si
no creyese en sus capacidades; bueno, Jungkook tampoco.1

—¿No confías en mi inteligencia para aprender? —preguntó con buen


humor.81

Él se encogió de hombros, una sonrisa escapando de sus labios. Cuando


Jungkook notó que estaba haciendo el amague para esconderla tras sus
manos, se las agarró de manera disimulada y las entrelazó con las suyas.480

Taehyung se paralizó, de pronto bajando la mirada. Su respiración se había


vuelto débil, casi inexistente. Entonces, tomó una bocanada abundante y
Jungkook sintió cosquillas en la palma de su mano, cuando sus dedos se
movieron hasta que estuvieron entrelazados: uno de Taehyung y uno de
Jungkook.165

Taehyung estaba terriblemente sonrojado evitando su escrutinio, apretando


con más fuerza la unión de ambas manos. Cuando Jungkook se movió
intentando buscar sus ojos, Taehyung tiró la cabeza hacia atrás para
observar el techo. Jungkook apretó su mano para llamar su atención, pero el
chico estaba negando sin querer ceder.1

Jungkook empezó a desenredar sus dedos entrelazados, obteniendo de


inmediato toda la atención de Taehyung.

—No —le dijo entrecortado, llevando las manos unidas hacia su pecho al
punto que Jungkook terminó inclinado hacia adelante.254

—¿Qué pasa? —quiso saber Jungkook, intentando no emocionarse por


escucharlo otra vez hablarle, porque realmente Kim Taehyung estaba
hablándole otra vez.
—No.3

—¿No qué?

—Noooo.262

—No entiendo, ¿no qué?33

Lo vio soltar un débil y ronco gemido frustrado, su puchero haciéndose


pronunciado. Sus ojos se dirigieron hacia el teclado inalámbrico, y luego otra
vez a la unión de sus manos, claramente no dispuesto a soltarlo para escribir
qué le ocurría.

—Puedes decirme —insistió Jungkook—. Puedes hablarme.

Taehyung apretó con un poco más de fuerza sus manos, enterrando un tanto
los dedos en el dorso de Jungkook. Dio un largo suspiro cansado y entonces...

Lo hizo.

—S-su-su... no...513

El pánico de pronto brillando en su expresión. Soltando sus manos de golpe,


agarró las mantas y se cubrió con ellas hasta la cabeza. Jungkook lo escuchó
jadear y respirar entrecortado, un sonido bajito como el gimoteo de un
animal herido, pero peor, mucho más horrible, entrecortado, gastado y
adolorido.141

Con miedo de que estuviera teniendo otro ataque, y sin las capacidades para
ayudarlo, tocó el timbre para llamar a alguien. Yoongi apareció corriendo a
los pocos segundos.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó.

—Yo solo...
—Olvídalo —dijo, al ver el pánico en él—. Está bien, Jungkook —le aseguró,
acercándose—, no es el primero que ha tenido ni será el último tampoco. Es
un largo camino.6

Se levantó de la cama con torpeza, mientras Yoongi se ponía a toda velocidad


los guantes y sacaba una jeringa y un frasco de un carrito con insumos que
un auxiliar trajo. Taehyung ahora temblaba con violencia bajo las sábanas, el
gemido cada vez más alto.121

—Pero... ¿es necesario? Si lo siguen durmiendo, no mejorará.

—Lo sabemos, pero Seokjin no está y él puede lastimarse si no intervenimos.

Con la aguja lista, inyectó su contenido al gotero del suero.

—Tarda un poco más pero es menos agresivo para él —explicó Yoongi—. No


es una dosis alta, solo lo dejará relajado y muy somnoliento.

Jungkook se estaba ahogando en la angustia, cuando al minuto Taehyung por


fin dejó de temblar bajo las sábanas. El brazo que sostenía las mantas para
cubrirlo, perdió la fuerza y cayó a su costado, dejando entrever sus párpados
caídos en un rostro todavía muy delgado.

Kim Taehyung bostezó.1

Finalmente los ojos se le cerraron del todo, su expresión en absoluta paz y


relajo. Entonces Jungkook notó que entre sus dedos tenía mechones de
cabello que se había arrancado de la cabeza. Antes de que pudiera
preguntar, Yoongi estaba contestando.55

—Es su ancla a la realidad. Ese dolor físico lo ayuda a no perderse en sí


mismo.374
Jungkook solo pudo aceptarlo, sin entender realmente lo que ocurría en la
cabeza de Kim Taehyung y si es que algún día lograría hacerlo.

25

La primera vez que Kim Taehyung lo vio, fue escondido en la escalera.


Cuando Taehyung notó que su abuela alzaba la cabeza de su tejido y luego
observaba la puerta, él supo que alguien estaba afuera esperando a ser
atendido. Con el tiempo, Taehyung había aprendido que ese gesto en ella, se
debía a que el timbre estaba sonando.8

—Ve a tu cuarto —le ordenó.

Taehyung, como el niño obediente que se enorgullecía ser, se fue a su


habitación de inmediato intentando no hacer demasiado ruido. Cuando
estuvo ahí, se quedó unos segundos observando su cama y luego volvió a
salir: su abuela solo le había ordenado irse a su cuarto, no era su culpa que
ella no hubiese especificado que debía quedarse encerrado hasta que fuera a
buscarlo. Y Taehyung, con el tiempo, comenzó a tomar demasiado literal sus
órdenes si así le convenía.76

En ese mismo periodo de tiempo, también aprendió a no hacer demasiado


ruido cuando se movía por la casa. Si giraba el cerrojo y lo mantenía
sostenido en sus manitas para soltarlo de apoco, su abuela no subía a ver
qué estaba haciendo. Si abría su puerta solo hasta la mitad, su abuela
tampoco iba. Y si caminaba sobre sus rodillas y mano, su abuela ni siquiera
apartaba la mirada de su tejido.71

Así que, deslizándose lentamente en sus rodillas y manos, salió del cuarto
solo abriendo la mitad de la puerta y pasó por esa rendija cuidando no
golpearse.

Uno.

Dos.

Tres.

Eso le bastó para llegar al borde de la escalera y observar con precaución


hacia abajo. No veía a nadie en el living.

Armándose de valor, se colgó de la escalera hasta que su parte inferior solo


fue sostenida por sus brazos aferrándose al último escalón. Después metió la
cabeza entre las rejas de la baranda y espió hacia el comedor.30

Su abuela estaba sentada con alguien en la mesa.

Volvió a esconderse, cerrando los ojos con miedo, esperando a que su abuela
fuera por él para retarlo.

Pero nada ocurrió.

Abrió otra vez los ojos y tragó saliva.

¿Debería arriesgarse una vez más?

Sí, debería.

Colgando nuevamente del borde de la escalera, metió la cabeza entre las


rejas de la baranda.2
De inmediato, por sobre la coronilla de su abuela quien le daba la espalda, su
mirada se encontró con la de un desconocido.24

Contándose a sí mismo, esa fue la cuarta persona que Taehyung conoció en


toda su vida de encierro.
26

Jungkook apartó a Tocino sobre él cuando la alarma sonó. Si bien Tocino era
de raza pomerania y era un peso pluma en verdad, no era bonito despertarse
con un perro sobre el pecho medio cortándole la respiración. Se quedó
haciéndole cariño a su cabello largo con aire adormilado. Tocino no era un
perro muy amistoso y, ante su negatividad de que alguien lo tocase, había
terminado siendo parte de la manada de Jungkook al no poder ponerlo en
adopción. A pesar de que ya lo tenía hace dos años, tras encontrarlo medio
muerto de hambre y demasiado cerca de la carretera, Tocino seguía siendo
en extremo desconfiado; era un caso típico de un animal abandonado por un
dueño al cual todavía le era fiel.220

Mientras observaba su cara pequeñita, se preguntó si a Taehyung le


agradaría Tocino. Él quería pensar que sí, después de todo, Tocino era muy
bonito con ese cabello largo oscuro y café. Solo era un poco mandón y
consentido... aunque, lo cierto, es que en eso se parecía mucho a
Taehyung.236

—¿Te gustaría conocer a alguien muy agradable? —le preguntó mientras lo


tomaba en brazos—. Podrías incluso irte con él si se agradan. —Tocino le
ladró como si le entendiera. Irónico que se comunicara mejor con un animal
que con alguien que simplemente había perdido la audición—. Solo decía, no
te enojes. De igual manera, si te fueras con él, de seguro te cambiaría el
nombre. Sé que a ti tampoco te gusta ser conocido como Tocino, es un poco
indigno para tu porte real, ¿no? Pero Hoseok te nombró así y en la vida no se
tiene todo lo que uno quiere.258
Suficiente conversación con uno de sus perros por la mañana, se fue a
bañar.33

A las seis, mientras atendían un accidente de tráfico en la carretera que unía


a Daegu con Busán, recordó enviarle a Taehyung su mensaje de buenos días,
al que no le leyó la respuesta hasta pasado las nueve de la mañana, cuando
habían logrado despejar la carretera tras la aparición de las grúas.

—Estoy destruido y me duele la cabeza. —Jimin se quejó sentado a su lado


tras subirse al coche patrulla—. ¿Podemos ir a tomar desayuno? Moriré en
los próximos minutos sino como nada.98

Jungkook también comenzaba a sentirse medio mareado, por lo que condujo


hasta la primera cafetería que le aparecía disponible en la app de mapas.
Ambos tomaron asiento en la mesa con cara de muerte en vivo. La leche
caliente de Jungkook fue lo primero en llegar, dándole un enorme trago.72

Bien, ya se sentía más recompuesto.

Sacó su celular notando que tenía dos notificaciones. Abrió primero la de


Kim Taehyung a la vez que le daba otro sorbo a su leche.

Escupió un poco sobre la mesa cuando observó la selca enviada por Kim
Taehyung.336

—¿Qué te pasa, idiota? Me escupiste —se quejó Jimin.179

Se limpió la boca mientras observaba la foto. Parecía sacada por otra


persona, porque, si bien tenía un enfoque cercano, Taehyung salía haciendo
dos deformes corazones con sus dedos gordo e índice como lo hacían los Idol
Coreanos.293

<<Buen día, Jungkook.


Seokjin me enseñó a hacer corazones>>.201
—Estás rojo, ¿estás bien? —quiso saber Jimin.9

Llegaron sus tostadas de nutella con banana para Jungkook y cereal sin
azúcar para Jimin.2

Como Jungkook no respondía, Jimin se estiró sobre la mesa y le arrebató el


celular. Sus cejas se alzaron tanto que se escondieron bajo el flequillo.
Jungkook gimió bajito en miseria.12

—Wah, veo mucha clavícula en una foto de buenos días —comentó.570

Jungkook también lo había notado.57

Jimin se comió una cucharada de leche y cereales, hablando con la boca llena
y apuntándolo con la cuchara.42

—Es tierno en cierto punto —dijo—. Pero él tiene un gran enamoramiento


por ti y puede resultar complicado de no ser correspondido. No sé si alguien
como él sea capaz de lidiar con un rechazo.

Jungkook dio un largo suspiro.

—Lo sé.

Su amigo se encogió de hombros.

—Igual no creo que exista ese problema, ¿no?356

Eso le sacó otro gemido bajito a Jungkook.4

—Pueden todos... no sé, ¿dejar de decir eso?

—¿Qué cosa?

—Que tengo un enamoramiento por él.

Jimin pestañeó sin entender.


—¿Y es mentira?178

Jungkook se rascó el puente de la nariz.

—Pues sí, ni siquiera me gustan los hombres, nunca lo han hecho.1K

—Ah, pero eso también me lo dijo Yoongi cuando me confesé y míranos


ahora, llevamos cuatro años felices de noviazgo.225

—Es diferente —balbuceó.35

Jimin dejó caer la cuchara contra su bol de cereales.

—Deja de darle tanta vuelta al asunto. Si te empieza a gustar, ¿qué? Y si es


hombre, ¿qué? El amor es un sentimiento que no debería venir amarrado a
conflictos sociales.515

Frustrado consigo mismo, se sacó la gorra de policía y se pasó las manos por
el cabello.13

—Con Kim Taehyung nunca será nada fácil —dijo de pronto Jungkook.186

—¿Y eso te causa conflicto?2

No realmente, a Jungkook siempre le habían gustado los puzzles de cinco mil


piezas que venían sin manual de instrucciones. Solo que... él no quería que
sus sentimientos nacieran por su personalidad inquieta que amaba los
desafíos complicados. Él quería que sus sentimientos nacieran porque su
corazón latía como un loco y no por las razones egoístas de su cabeza.36

—Creo que es ridículo incluso pensarlo ahora —al final respondió


Jungkook—. Lo conocemos hace, ¿nueve días? Y todos ustedes no hacen más
que sacar conclusiones por el simple hecho de querer ayudarlo.117

Jimin alzó las manos.


—Ok, Jungkook, solo bromeábamos, no creíamos que te estuviera...
afectando tanto.13

Pero realmente lo hacía en algún punto, y ese punto era algo que Jungkook
todavía no entendía.

Recordando que tenía otro mensaje pendiente por leer, agarró su celular
olvidado en la mesa y lo leyó.

<<Hijo, a las diez llego a Daegu en el tren con dirección a Busán>>.149

Medio atragantado con el pan, comprobó la hora. Quedaban diez minutos.

Le dio un largo trago a su leche, y sacó su billetera llamando a una mesera.

—¿Qué se está incendiando? —quiso saber Jimin.2

—Mi papá en diez minutos llega de Seúl.

Los ojos de Jimin se abrieron.

—Oh. Ve, yo pago. Me quedaré dando una ronda por la manzana.

Le pasó unos billetes, y tras agradecerle, partió al coche.

Quince minutos más tarde, estaba corriendo por la estación de Daegu


buscando una cabellera blanca perteneciente a... ahí estaba. Con una maleta
de viaje, esperaba apoyado en un pilar de la estación. Sus padres habían
tenido a Jungkook ya en avanzada edad, más rozando los cincuenta que los
treinta, por lo que siempre habían parecido más abuelos que padres
realmente. Además, que a su padre le gustase ocupar suspensores, por muy
esbelto y en buena forma que se mantuviera, acentuaba la clara diferencia de
edad entre padre e hijo.5

Jungkook se acercó casi saltando como un conejito. ¿Qué podía decir? Era un
niño de papá.257
—Papá —dijo.

Se abrazaron a medio camino, Jungkook levantándolo en brazos para


sostenerlo más cerca.

—Pero mira lo enorme que te has puesto —comentó su papá con orgullo.
Ambos eran una versión envejecida del otro. Llevaban un año completo sin
verse.40

—¿Cómo está la ciudad? —se interesó Jungkook, agarrando su maleta.

—Caótica como siempre, algunas veces extraño este lado de Daegu.

Su papá tenía la mano en la cintura de Jungkook y él volvía a sentirse


pequeño, un Jungkook de cinco años que solo buscaba su aprobación en lo
que sea.177

—No pensé que fueras a venir realmente —comentó Jungkook bajito.

—Te escuchabas muy afectado, ¿cómo no iba a venir, hijo?

Jungkook bajó la mirada sin responder. Ambos llegaron por fin al coche
patrulla.3

—Lo siento, estaba en turno —se excusó.

Su padre hizo un movimiento con la mano para restarle importancia.

—¿Cómo ha ido el trabajo?6

¿Por dónde comenzaba Jungkook contándole todo? No lo hizo, ya habría


tiempo para eso.

—Bien —al final solo respondió.

Emprendieron rumbo con la idea de llevarlo a su casa.


—¿Me vas a hablar sobre el chico?

Tragó saliva nervioso.

—¿Tiene que ser ahora? Podemos hablar por la noche...

—Tiene que ser ahora —le contestó él— si quieres que vaya a verlo hoy.

Jungkook dobló por la siguiente calle.

—¿Quieres ir a verlo ahora?

—¿Para qué perder el tiempo?

Por eso padre e hijo eran una copia del otro.123

De camino al hospital, le explicó rápidamente.

—El domingo pasado hubo una denuncia por malos olores —comenzó, ya
pareciéndole una eternidad de ese día—. Eran por el barrio donde teníamos
la casa familiar. Al llegar, encontramos a Kim Sun Hee muerta en la cocina. Y
en el ático, había un joven que llevaba toda su vida encerrado en esa casa.

—Dios mío —escuchó que susurraba su padre—, pobre criatura. ¿Estaba


muy mal?129

—Bajo peso y en un estado mental... delicado.

—¿Y cómo es que eso no apareció en las noticias nacionales?

—Están intentando mantener el caso de bajo perfil —dijo Jungkook.30

Su padre dio un largo suspiro.

—¿Dijiste que fue Kim Sun Hee? —cuestionó su papá.

—Sí, ¿la conocías...?

Asintió con aire distraído.


—Lara fue nuestra compañera en la escuela.39

Tenía sentido, sus padres debían bordear la edad de Kim Sun Hee.17

—¿Dices que ella lo tenía encerrado?1

—No hemos podido averiguar mucho porque... él es el chico sordo que te


comenté, papá.

—Espérate, pero si estaba encerrado, ¿cómo tú...?8

—Un testigo —explicó Jungkook—. Es una larga historia, pa. Solo sé que lo
contagié de meningitis y eso al parecer le ocasionó la hipoacusia. Si te llamé
no fue por ausencia de doctores, es porque tú manejaste mi caso y el de los
demás chicos, tal vez podrías ayudarnos a llenar un poco su historial médico
porque no sabemos nada de él.40

—Porque no habla —no era una pregunta, pero aún así Jungkook la
respondió.

—No, no lo hace. Y el intérprete de lengua de signos dijo que era muy


complicado entenderlo porque básicamente creó su propio lenguaje. Al final,
descubrimos que sabe leer y escribir y así hemos logrado comunicarnos algo
con él, pero sigue siendo muy difícil.

Habían llegado hasta el hospital y ambos se dirigieron a él. El padre de


Jungkook fue recibido como una celebridad, se había jubilado hacia apenas
dos años y pasado toda una vida ahí, por su puesto que el Doctor Jeon Sehun
era recordado por todos.254

Así que bastó que se reuniera con la directora del hospital para contarle
sobre su reaparición por ahí, para que le aceptaran su solicitud sin muchos
problemas.
—Kim Taehyung es un libro en blanco, si crees saber algo de su pasado,
bienvenido sea.

Por lo que, a los minutos, un nervioso Jungkook estaba caminando hacia la


habitación de Taehyung. De pronto, un nudo enorme se había devorado su
estómago. La ansiedad del encuentro lo estaba consumiendo, porque
Jungkook sabía que, si su padre no era capaz de rascar en el pasado de Kim
Taehyung, nadie más podría.

Al llegar hasta su puerta, afirmó el pomo pero no la abrió, quedándose


congelado.11

—¿Qué sucede, Jungkook? —quiso saber su padre.

Se aclaró la garganta para eliminar ese nudo que iba y venía.

—Solo ten cuidado con él —pidió.

—¿Cuándo no la he tenido?

Tras eso, y tomando una fuerte inspiración, ingresaron. Se encontraron con


Taehyung destapado y con las largas piernas extendidas a un costado de la
cama. Su expresión un tanto enfurruñada al observar el celular que sostenía
con las dos manos frente a su rostro. Tardó unos segundos en notar que no
estaba solo en la habitación, para cuando lo hizo solo vio a Jungkook.

Dejó el teléfono aún lado y se cruzó de brazos, apartando la mirada hacia la


ventana. Todo el desprecio y enojo en un simple movimiento.28

—Es un poco consentido —explicó Jungkook con una risa nerviosa.74

—¿Consentido tuyo? —se burló su padre, poniéndose los guantes de goma


que le habían facilitado.289

—Algo así.
Jungkook se acercó buscando una mirada que Taehyung seguía evitando. ¿Y
ahora qué le había hecho?39

—Hola —lo saludó, inclinándose un poco—. ¿Por qué estás enojado conmigo
hoy?

Ignorando todavía la presencia de su padre, agarró el teclado y azotó las


teclas sin mucha delicadeza.

—Ah, así que así se comunican —escuchó que su padre musitaba—. Te


escribió "no respondiste mi mensaje y esperé por horas".29

Jungkook se sonrojó.

—Estaba ocupado —se excusó.

Luego apuntó a su padre para que Taehyung lo notara, recién sus ojos
abriéndose un poco en temor al verlo, encogiéndose de inmediato en la
cama, recogió sus piernas hacia su pecho. Le acomodó las sábanas, porque si
bien era su padre, seguía siendo la piel de Taehyung la descubierta.114

Movió su mano al frente de su rostro para captar otra vez su mirada.

—Él es mi padre —le contó.6

Su boca se abrió un poquito, y giró de Jungkook a Jeon Sehun y luego otra


vez a Jungkook, sus labios todavía formando una "o" de sorpresa.281

—Él es el mejor doctor. —Su vista estaba de nuevo en su padre, ahora con
un pequeño fruncimiento en sus cejas. Tocó su rodilla—. Necesito que él te
revise, ¿ok?

Pareció dudarlo unos segundos, después aceptó con un movimiento


solemne.

De inmediato su padre se acercó a él.


—Es un M-Preg precioso, Jungkook.934

—Sí, es...

Guardó silencio de golpe, de pronto el comentario haciéndole ruido en la


cabeza.26

—Yo no te conté que era M-Preg.523

Su padre parecía inmutable por su comentario, afirmando ligeramente la


barbilla de Taehyung para observarlo de cerca.9

—Debiste hacerlo, hijo.192

—No lo hice, porque quería que tú lo descubrieras.18

—Alguien debió decirme en el pasillo, hablé con mucha gente esta última
hora.718

Jungkook no le quedó más que aceptarlo porque, ¿de qué otra forma podría
saberlo?257

Dejando a un lado la idea, se concentró en ellos. Si bien la atención de su


padre estaba completamente en Taehyung, la de Taehyung estaba en
Jungkook. Tenía la nariz un tanto fruncida, todavía parecía molesto por ser
ignorado.

Era súper consentido y demandante.3

Pero Jungkook no terminaba de entender por qué eso le agradaba más que le
molestaba.58

Jungkook le hizo una mueca por sobre el hombro de su padre.

Taehyung frunció los labios, aguantándose la risa.

Jungkook puso los ojos bizcos.199


Taehyung se llevó la mano a la boca para intentar contener la carcajada.34

—¿Cómo lo hacen para pedirle algo? —preguntó su padre, haciéndolo


reaccionar.

—Eh —le costó un poco hallarse en sus ideas—, Taehyung lee los labios.

—Oh, pero si es un chico muy inteligente —premió su padre con gusto.455

Notó que Taehyung había alcanzado a leer el comentario de su padre,


sonrojándose y bajando la mirada con vergüenza, volvía a juguetear con las
manos sobre su regazo con actitud nerviosa.9

Su padre tocó el timbre y le solicitó a una auxiliar cosas que Jungkook no


podría ni pronunciar. Al llegar todo, le estaba pidiendo a Taehyung sacar la
lengua, luego le revisó los oídos mientras Taehyung movía los pies en el
aire.68

—Sí, tiene efectivamente daños estructurales —lo escuchó susurrar—.


Tengo un buen amigo en Seúl que podría atenderlo para ver la posibilidad de
un implante coclear.455

Eso descuadró a Jungkook.

—¿Significa que podrá volver a oír?

—Es difícil —aceptó su padre—. Primero debemos saber si tiene la


capacidad del habla intacta...

—Habla —se apresuró a asegurar Jungkook—, solo que no quiere.

—¿Entonces dices que recuerda?13

—Sí, creo...
—Bien, eso es lo primero. Lo segundo, es que lleva muchos años padeciendo
de hipoacusia, posiblemente sus resultados no sean muy significativos
porque su cerebro tal vez no sea capaz de procesar las estimulaciones
eléctricas del implante coclear. Posiblemente intenten con audífonos
potentes antes del implante.88

—Los tonos agudos los escucha.39

Su padre asintió con aire pensativo.

—Voy a contactar a mi amigo. Pero no te hagas ilusiones, Jungkook, tal vez


mejore su calidad de vida un poco, pero seguirá sufriendo de hipoacusia solo
que más o menos severa.83

El ánimo de Jungkook se destruyó contra el suelo con un suspiro. Jungkook


tenía ganas de llorar, solo aguantándose para no alertar a Taehyung.

—Muy bien, Taehyung —lo felicitó su padre. Y en una costumbre que


Jungkook había robado de él, vio a su padre sacar una chocolatina de su
pantalón y entregársela—. Que este sea nuestro pequeño secreto.432

Taehyung se la quitó con ojos brillantes y la abrió con manos ansiosas. Se la


comió moviendo la cabeza con felicidad. Jungkook recibió el envoltorio y se
lo guardó en el bolsillo para que no fueran descubiertos.17

—Voy a solicitar una ecografía —dijo de la nada su padre.280

Jungkook se medio ahogó con su saliva.

—¿Por qué? —jadeó—. ¿Crees que está...?174

Ni siquiera fue capaz de responder, la sola idea de pronto lo desconcertaba


en muchos niveles.
—Si lo estuviera, ¿no crees que el hospital ya lo sabría? —Cierto, muy
cierto—. Solo quiero echarle una mirada, hace años que no atiendo a un M-
Preg.1K

Al minuto, estaba ingresando a la habitación un equipo de ecografía.

Taehyung, que había aguardado sentado en el borde de la cama, esperaba


con paciencia para saber qué ocurría. Su padre lo complació con una sonrisa
suave y luego le explicó.2

—Necesito que te acuestes de espalda y subirte un poco tu camisón. ¿Te


molestaría si hiciera eso? —Pareció plantearse la pregunta en serio. Se
encogió de hombros—. Y luego te voy a echar un líquido muy helado y te va
a dar escalofríos, ¿ok? ¿Podemos empezar?

Taehyung desvió la mirada hacia a Jungkook unos segundos, como


esperando ayuda. Pero Jungkook no se movió, quería que Taehyung tomara
decisiones sin consultarle. Dudó unos segundos, tragando nervioso y
moviéndose de la misma manera. Tenía los dedos de los pies recogido.
Finalmente, se recostó en la cama y se levantó la camisola de hospital.

Debajo iba con ropa interior que alguien debió conseguirle. Jungkook de
pronto se vio con una urgencia de no mirarlo, luego regañándose
mentalmente porque ¿con qué fin? Taehyung no tenía nada que no hubiera
visto en sí mismo y-282

Una risita ronca y un tanto atípica, lo distrajo de sus pensamientos. Su padre


le había echado un líquido transparente por rededor del ombligo. Debía
estar frío, porque sus dedos se habían recogido todavía más. Ambas manos
estaban sobre su boca, pero de igual manera su risita nerviosa se filtraba
entre sus dedos.128
—Los M-Preg son realmente fascinante —estaba diciendo su padre, con su
vista clavada en el monitor. Parecía entender todo lo que aparecía ahí,
cuando Jungkook solo veía algo gris con forma de cono—. El
hermafroditismo en la especie humana, si bien tiene la presencia de ambos
órganos sexuales igual que en los M-Preg, en el hermafroditismos uno de los
dos órganos no se desarrolla, dando lugar a un órgano atrofiado que no tiene
funcionalidad. No es como en los M-Preg que son... hombres con la capacidad
de concebir, con ambos órganos perfectamente desarrollados solo que sin
canal vaginal.452

Taehyung seguía soltando una risita ronca y entrecortada cada vez que se
movía el aparato por el borde inferior de su ombligo.31

Al finalizar, le limpió la piel con una toalla de papel. Ambos notaron que
Taehyung seguía observando los suspensores de su padre con interés.303

—¿Te gustan? —le preguntó su padre.

Se hizo el interesante, porque se encogió de hombros aunque seguía jugando


con su dedo haciendo círculos en las sábanas.

—¿Los quieres? Sería un regalo de mí para ti.84

Leer eso activó todos los botones correctos en Kim Taehyung. Asintiendo
fehacientemente, estiró los brazos uniéndolos por delante del pecho como si
dijera "por favor".

Riendo, su padre se quitó los suspensores y se los puso a Taehyung en los


hombros, enganchándolos en la camiseta dejándola recogida de manera
extraña. Pero ese singular sentido de la moda, a Taehyung parecía
encantarle porque se puso de pie y, al lado del suero, dio una vuelta
mirándose a sí mismo.106
—Es un M-Preg realmente hermoso, Jungkook —susurró su padre
mirándolo.1K

Lo era.1

Y Jungkook, a pesar de que intentó dejarlo estar, todavía se seguía


preguntando lo mismo, ¿por qué su padre sabía desde antes que Kim
Taehyung era un M-Preg?

27
Si la abuela había solicitado que el techo terminara a la mitad de su ventana,
era por algo. Sentada en el escritorio de su habitación, lo observaba tomar
sol en el patio por una rendija: lo suficientemente grande para que
ingresaran unos rayos de sol, lo suficientemente pequeña para que los
vecinos no vieran a la criatura que descansaba sobre una manta.61

Su pequeño, con esa expresión de ojos grandes y curiosos, acariciaba al


gatito romeo que descansaba entre sus piernas abiertas.141

Kim Sun Hee jamás había sido de animales, pero su pequeño se lo había
pedido tanto que, cuando finalmente se lo trajeron la noche anterior, no fue
capaz de regresarlo y lo aceptó. Esa mañana, cuando Taehyung bajó a la
cocina todavía con expresión a adormilada, se lo entregó. Y de solo ver su
rostro contraído por las lágrimas, supo que había tomado una buena
decisión. Tras tomar desayuno, le había permitido ir a jugar al patio con el
gatito. Mientras, ella lo vigilaba desde el segundo piso.

Todo parecía bien, no era más que un niño conociendo por primera vez en su
vida el tacto de un animal. Parecía en serio muy sorprendido por el pelaje y
la capacidad del gatito por querer atrapar un hilo descosido de su suéter.

Su pequeño estaba bien.

Muy bien.

Ella lo estaba críando bien.304

Era tan obediente que muchas veces se preguntaba por qué estaba siendo
tan aprensiva con él.

Déjalo un momento, no le pasará nada por desaparecer de tu vista unos


minutos, pensó.80

Decidida, se levantó para ordenar su cuarto.


Por eso, ella no entendió, realmente no lo hacía, cuando bajó al primer piso y
se encontró a Taehyung apretando al gatito contra su pecho.

Gatito que colgaba sin fuerzas.684

Y Taehyung parecía no notarlo y, si lo hacía, no le importaba, paseando con


el cuerpo del gatito que no dejaba de oscilar sin vida.

El impacto le nubló el juicio.

No entendía.

Realmente no lo hacía.

Su pequeño no, él no era así, no lo era, no lo era, no lo era.37

—¿Qué hiciste, Taehyung? —le exigió, agarrándolo por el brazo.

El cuerpo del gatito cayó al suelo, recién entonces pareció ver que no se
movía como hace unos minutos.3

—¿Qué hiciste? —le volvió a exigir mientras lo sacudía por el brazo—. ¡Lo
mataste!422

Pero Taehyung no reaccionaba, observándola con sus enormes ojos casi sin
expresión.

Volvió a sacudirlo una tercera, cuarta y quinta vez, buscando una respuesta
que no era brindada.46

Y entonces lo pensó.

Tal vez no estaba criando a un pequeño niño obediente, tal vez solo estaba
criando a un pequeño monstruo ante su incapacidad de enseñarle el mundo.
705

28

Miércoles 21 de marzo. Comenzaba oficialmente la primavera y todo a su


alrededor se lo gritaba. Tras la invasión de la cultura Nipón en el territorio
Netizen, los productos de Sakura inundaban los mercados de ese rosa pálido
que mostraba los pétalos de cerezo. Esa mañana, mientras Jimin y Jungkook
compraban un desayuno rápido en una tienda de conveniencia, Jungkook se
preguntaba si acaso alguna vez Taehyung había probado uno de esos dulces.
Lo dudaba, porque solo se daban en una única semana en el año y no se
imaginaba a la abuela de Taehyung saliendo solo a comprar aquello.184

—Deja de ser tan goloso, conejo glotón, y vamos, solo tenemos diez
minutos.1

Apresurado, Jungkook agarró una variedad de productos con el logo de los


pétalos de cereza, tanto bebestible como comestible, y se fue corriendo a la
caja a pagar. Su papá le había enviado un mensaje hace un rato diciéndole
que estaba con Taehyung, así que Jungkook tenía una excusa perfectamente
válida para ir a visitarlo. De igual forma, Jungkook tenía una conversación
pendiente con su papá. El día anterior se le alargó tanto la jornada laboral,
que Jungkook solo alcanzó a sacar a pasear a los tres perros y luego se fue
directo a la cama.190
Con la bolsa repleta de dulce y su desayuno, fue corriendo a la patrulla
donde Jimin lo estaba esperando. Toda la mañana lo sintió desanimado y
pálido, pero su palidez había escalado ya a otro nivel.35

De camino a otro accidente de tráfico, Jungkook le preguntó.

—¿Estás bien? —quiso saber—. Te ves... enfermo.30

Jimin apenas le había dado una mascada a su manzana comprada.

—No me siento bien —admitió.

—¿Qué te duele?

—El estómago.631

—Oye, si estás con diarrea, me avisas y estaciono a un lado de la carretera —


avisó en broma.223

—Ojalá para mí fuera una broma —lo escuchó musitar.

Jungkook comenzaba a preocuparse. Su amigo no se veía bien, estaba medio


sudoroso y con expresión contraída por el dolor, un rictus formándose en
sus labios.3

—¿En serio te sientes tan mal?

—Estoy con escalofríos.105

—Uf, la muerte te espera al otro lado, amigo. —Y luego, hablando más serio,
le dijo—. ¿Quieres que te vaya a dejar? Puedo decirle a Hoseok lo que pasó.5

Jimin se encogió un poco más en el asiento, estaba temblando y, como


efectivamente mencionó, sudado.

—¿Puedes llevarme al departamento? —pidió en voz baja.


—Jimin, creo que deberíamos ir al hospital.

Negó con los ojos cerrados, su mejilla enterrada contra el asiento.

—Son solo retorcijones. Con un baño estaré bien.214

—Pero...

—No quiero preocupar a Yoongi por un simple dolor de estómago. —Jimin


dio un pequeño suspiro—. Yoongi tiene turno de cuarenta y ocho horas...
ayer me tocaba cenar solo y... me comí unas sobras del refrigerador... sabes
que Yoongi es el que me cocina y... simplemente me enfermé.318

Preocupado por su amigo, Jungkook cambió el rumbo, dando un aviso rápido


a Hoseok por radio. Pasó por una farmacia para comprar remedios y luego
continuaron, Jimin cada vez más encogido en su asiento. Al llegar al
departamento donde vivía, se alivió al encontrar al hermano de Jimin ahí. Le
dejó los remedios y el cuidado de su hermano, entregándole de paso su
número de teléfono para que lo llamara ante cualquier duda.1

Las siguientes horas, Jungkook se la pasó de un accidente a otro, contando


de paso una pelea en un supermercado. De vez en cuando le enviaba un
mensaje a Jimin para asegurarse que estuviera bien.

No fue hasta mucho después de su finalización de turno, con un hambre por


no haber alcanzado a almorzar, que pudo dirigirse al hospital. La cabeza le
palpitaba. Pasó a comprarse un emparedado en el casino del lugar y luego
subió a la habitación de Taehyung, mientras se lo comía antes de llegar. Para
su suerte, estaba solo.37

—Hola —lo saludó.


Hoy no parecía ni molesto ni resentido hacia Jungkook. Con sus largas
piernas estiradas frente a él, lo encontró observando la pantalla del celular
con la lengua un poco afuera en concentración.

Taehyung le dio un saludo entusiasta, apuntándole de paso su celular con


emoción.

—¿Qué sucede?

Él le hizo una seña de mano para que se le acercara, corriéndose a una


esquina de la cama mientras palpaba el costado vacío. Jungkook no protestó,
la cabeza parecía a nada de querer estallarle. Dejó la bolsa con dulces en el
sofá y se acercó, tomando asiento a su lado. Taehyung le mostró la pantalla.

Estaba jugando a Granjita, una de esas aplicaciones donde ibas subiendo de


nivel y, a medida que lo hacías, podías comprar más accesorios para tu
granja. Taehyung iba en el nivel 10. Debía llevar horas jugando. Su personaje
actualmente estaba cosechando trigo.371

—Has avanzado mucho —le comentó.

No tuvo que repetir sus palabras, porque Taehyung lo estaba observando


con un pequeño entrecejo fruncido. Él asintió sin tanta decisión.

—Eres realmente bueno con los juegos —continuó.

Él volvió a asentir.

—¿Y mi padre? Pensé que estaba contigo.

Taehyung ladeó la cabeza un tanto, luego apuntó la puerta y, utilizando el


celular como base, puso dos dedos sobre él y los hizo caminar.58

—¿Se fue? —recibió una afirmación. Vaya, realmente estaban mejorando en


eso de la comunicación entre ambos—. ¿Y Seokjin? —Como respuesta,
Taehyung formó un puño que se llevó a la boca mascando teatralmente—.
¿Comiendo?28

Otra respuesta afirmativa.

Ambos parecían muy orgullosos por estarse entendiendo tan bien.

Jungkook cerró los ojos unos segundos cuando la luz de la habitación le


pareció muy brillante. Estaba despierto de las tres de la mañana y ya eran
pasado las seis de la tarde, por eso odiaba el turno de madrugada porque era
una mentira eso que desde el mediodía podía irse.59

El toque suave de unos dedos sobre su frente, lo asustó. Dio un brinco y


abrió los ojos de inmediato, encontrándose con una expresión de miedo en
Taehyung, que había encogido su brazo hacia el cuerpo y se lo afirmaba
como si estuviera lastimado.

¿Taehyung lo acababa de tocar?

Intentó disculparse.

—Lo siento, solo me sorprendiste. —Pero Taehyung todavía permanecía con


su brazo pegado a él, el celular olvidado entre las sábanas—. No hiciste nada
malo, solo me asusté.30

Continuaba reticente, aunque despegó su brazo del pecho para agarrar el


celular.

Para mostrarle que él en serio no estaba aproblemado con aquello, dejando


caer las piernas por un costado de la cama, Jungkook se recostó contra las
almohadas. Podría quedarse dormido en cualquier momento. Abrió los ojos
con dificultad e intentó sonreír, encontrándose otra vez con la expresión
preocupada de Taehyung.
—Solo tengo sueño. —Y para hacerlo olvidar aquello, le pidió—. ¿Por qué no
me muestras cómo juegas?

Dudó unos segundos, luego, todavía sentado, movió el celular un poco hacia
la derecha para que Jungkook pudiera observar la pantalla desde su posición
recostado, cuando lo cierto es que Jungkook solo era capaz de mirar su perfil
de tabique alto y su cabello castaño claro cayendo por alrededor de su rostro
hasta el borde de los ojos. Tenía un cuello largo que quedaba al descubierto
por completo por la camisola de hospital, además de que una franja de piel
en su espalda quedaba expuesta por los nudos sueltos con que se había
amarrado la bata. Se le marcaban todavía las vértebras de la espalda, le
quedaban unos seis kilos por subir para recién llegar a un peso normal
bajo.36

Jungkook jugó con uno de esos nudos de su parte posterior sin que
Taehyung se diera por enterado. De reojo lo observaba concentrado jugar,
de vez en cuando le apuntaba algo en la pantalla para que Jungkook le
prestara atención y lo felicitara. Le encantaba que Jungkook lo felicitara, al
parecer, porque sus mejillas de pan se volvían gorditas de perfil al sonreír
tras leer sus labios.131

Era agradable.1

No se sentía mal.

Ni incorrecto.220

Ni inadecuado.

Lo había conocido hace menos de dos semanas, pero sentía una vida entera
entre ellos. Tal vez, pensó mientras se le cerraban los ojos sin poder
contenerse, los años transcurridos desde la primera vez que se vieron hasta
la segunda, no quedaron congelados.
Se despertó con un portazo.

Dio un salto que le hizo estrellar su coronilla contra la cabecera plástica de la


cama.36

Desorientado, miró para todos lados con los ojos inyectados en sangre.135

Taehyung había dejado de jugar y estaba sentado en medio de la cama con


las piernas cruzadas y un brazo sosteniendo su mandíbula. Lo estaba
observando casi sin pestañear. Su sonrisa rápidamente apareciendo al verlo
despertar, la cual intentó ocultar tras su mano. Al estar dándole la espalda a
la puerta, no se había dado por enterado que no estaban solos.3

—¿Qué haces durmiendo en la cama de mi paciente?14

Era Seokjin, al parecer de regreso de su hora tardía de almuerzo.4

Jungkook se sentó de inmediato, aquel movimiento alertando por fin a


Taehyung.

—Lo siento, solo vine a verlo y me quedé dormido.

—Lo noté. —Seokjin se cruzó de brazos—. Ahora sal de ahí.22

Para su colmo, ahora Yoongi había ingresado acompañado por un auxiliar,


quien llevaba la última comida del día de Taehyung.

—¿Qué haces aquí? —quiso saber también Yoongi.

—Visita —intentó excusarse.

—La hora de visita ya terminó, son casi las ocho de la noche —anunció
Yoongi.5

Demonios, ¿se había dormido una hora completa en la cama de Taehyung?142


Se fue a poner de pie, notando recién que tenía una manta sobre él.
¿Taehyung lo había tapado mientras dormía? Esperaba no haber babeado
mucho sobre la almohada.41

Finalmente, se puso de pie y permitió que Taehyung se arrastrada hasta la


cabecera para no perder a ninguno de vista.

—Es hora que te vayas, Jungkook —pidió Yoongi.

—Sí, sí —aceptó, dócil—. Por cierto, ¿has sabido algo de Jimin?

—Sí, me dijo que se había enfermado del estómago pero que ya se sentía
mucho mejor. —Lo vio poner los ojos en blanco mientras le hacía un gesto al
auxiliar para que dejara la comida—. Le dije que no se comiera esos restos
de cena del refrigerador, llevaban días esperando ser tirados a la basura. No
me sorprende que ahora no pueda levantarse del baño.385

Seokjin, que se estaba sentando en el sofá, se levantó de inmediato al casi


aplastar una bolsa blanca. Jungkook lo recordó, sus orejas tomando una
coloración roja.

—Son unos dulces para Taehyung —admitió, sabiendo que le pedirían que
se los llevara porque Taehyung estaba en un tratamiento y no podía andar
comiendo esas cosas.

Yoongi le echó una mirada a la bolsa, luego a Jungkook y dio un suspiro.14

—Solo un chocolate por hoy —aceptó—. El más pequeño.

Jungkook se apresuró a agarrar la bolsa antes de que se la quitaran y se


acercó a Taehyung, moviendo su mano para que lo observara.

—Te traje un regalo —le dijo. De inmediato, sus ojos se iluminaron—. Son
dulces de primavera, pero hoy solo te puedes comer uno.
Seokjin de inmediato interfirió moviendo ambas manos para captar su
atención.

—Taehyung, hoy miércoles solo te puedes comer un chocolate y nada más,


tampoco tomarte una bebida. Y mañana jueves tampoco podrás comer ni
beber nada hasta que tu doctor te lo autorice, ¿ok?170

El chico se lamió los labios con expresión atenta y después asintió con
decisión.

Jungkook le entregó la bolsa, observándolo darla vuelta sobre la cama y


toquetear todos los paquetes rosados en búsqueda del elegido. Lo vio
aplaudir un par de veces.3

—He aprendido que él es muy literal para seguir órdenes —escuchó que
Seokjin decía—. Es muy obediente pero también muy astuto. Al parecer,
"desobedecer" de alguna forma una órden directa de su abuela, le daba
cierta seguridad y control sobre sí mismo. Así que debes ser como un
abogado redactando un contrato si quieres que no haga algo, porque o sino
va a encontrar la manera de salirse con la suya. Posiblemente se hubiera
comido todos los dulces a las doce de la noche.177

A penas se pudo despedir de Taehyung porque fue sacado de la habitación.3

Al llegar a casa, se encontró a su padre y Hoseok en el salón.

—Ya saqué a tus perritos a pasear —le informó su padre.119

Y sabiendo que tenía una conversación pendiente con él, prefirió dejarla
para al otro día. La cabeza todavía le dolía, estaba demasiado cansado y
sabía que necesitaba de todo su intelecto para hablar con alguien tan astuto
como su papá.14
Al otro día, Jimin no apareció a trabajar. Y por mucho que Jungkook lo
esperó hasta pasada las cinco de la mañana, Jimin no llegó.
29
Jungkook se lo había prometido, y era una promesa que no esperaba fallar
dos veces para recién cumplirla en la tercera oportunidad. Solo que nunca se
imaginó que realmente tuviera que cumplirla cuando ese día, en broma,
Jimin le solicitó ir a su departamento si un día no aparecía a trabajar. La
preocupación lo empezaba a agobiar, más cuando lo llamó a su celular y no
contestó. Deseaba no haber tenido que llegar hasta ese punto, de preocupar
a Yoongi cuando ya le quedaba tan poco para finalizar su interminable turno
de cuarenta y ocho horas, pero tuvo que hacerlo.68

Mientras le marcaba a su número, estacionó fuera del edificio donde vivía


Park Jimin. Todavía era muy temprano, por lo que estaban todas las luces de
los departamentos apagadas, incluyendo la de Jimin perteneciente al quinto
piso.

Tras el sexto tono, Yoongi contestó.

—¿Jungkook?

—Yoongi, lo siento mucho llamarte en turno.

Su voz de inmediato sonó preocupada y cansada.

—¿Qué sucede?

—Jimin no fue a trabajar hoy.

Hubo un pausa, el ruido metálico de su lado de la línea, desaparecido.


—Pero hablé con él ayer como a las once de la noche, me dijo que se iba a
dormir porque tenía turno.

—Lo sé, a mi también me dijo que vendría a trabajar. Ya lo llamé pero no


contesta.

—Jimin no tiene el sueño pesado, debería haberte contestado.

—Estoy fuera del departamento de ustedes.

Hubo unos segundos en silencio.

—¿Jungkook?

—¿Sí?

—Puedes romper la chapa del departamento si Jimin no abre la puerta. —Y


luego, con una voz ahogada, agregó—. Por favor.421

—Hyung... no pienses eso. Además... ¿no está con su hermano? Ayer lo vi.1

—Jimin dijo que ayer discutieron y se fue.233

Todo lo que podía estar saliendo mal esa mañana, lo estaba haciendo.4

—Te llamaré cuando sepa algo —dijo Jungkook.

—¿Jungkook? Solo rompe la maldita puerta.146

Tras eso, cortó.

Pero Jungkook, al contrario de lo que le había dicho a Yoongi, sacó de


inmediato sus herramientas para romper el cerrojo. Con una sensación de
incredulidad por estar viviendo eso cuando fue una broma entre ellos hace
menos de dos semanas, se dirigió al departamento. El conserje lo conocía,
además la mañana anterior había avisado que pasaría ese día para ver a su
amigo, aunque ninguno de los dos pensó que sería a las cinco y media de la
mañana.4

—Jimin no responde —contó ante su interrogación. El conserje puso


expresión de pánico—. Tal vez tenga que romper su cerrojo.

—Avisaré a los residentes si llama alguno.

—Espero no tener que llegar a eso.

—Yo también, el señor Jimin...2

Su voz se perdió. Jungkook se despidió con la cabeza y subió por las


escaleras al quinto piso, pues eran unidades antiguas de departamento y no
tenían ascensores.

Fuera de la puerta 501, tocó el timbre.11

Una vez.

Dos veces.

Tres.

Cuatro.1

Cinco.242

Mantuvo el dedo sobre el interruptor para que no dejara de sonar.

Oh, no, no, no, no.2

Realmente iba a tener que romper el cerrojo.

Agarrando el martillo y el cincel, le pegó con todas sus fuerzas a la unión de


la puerta, astillando de inmediato el marco. Con una patada, la había
terminado por abrir.11
Ingresó tomando una larga inspiración. Solo se olía el aromatizante de
ambiente que Jimin utilizaba para el departamento. Estaba oscuro, las
cortinas corridas dejando apenas una franja de luz visible.

—¿Jimin? —lo llamó.

Pero nadie contestó.

Pasó por el living y fue directo a una de las habitaciones, que permanecía con
la puerta junta. La empujó. En medio de la cama, estaba Park Jimin.151

Corrió hacia él.

Su piel estaba sudada y continuaba pálido, sus ojos apenas abriéndose


cuando Jungkook lo sacudió.

—Viniste —lo escuchó jadear muy, muy bajito—. No... quería... estar solo.711

Pensó en llamar a una ambulancia pero estaban a solo diez minutos del
hospital si él conducía.6

Tomando una decisión que podría arrepentirse después, lo agarró por


debajo de las rodillas y cintura, alzándolo como si apenas pesase. Corrió por
el departamento y luego por las escaleras, el conserje abriéndole la puerta
del edificio mientras lo perseguía haciéndole preguntas.19

Jungkook dejó a Jimin en el asiento de copiloto y le puso el cinturón de


seguridad, las manos le temblaban un poco. ¿Cómo es que había enfermado
tan rápido por una infección estomacal? Tenía incluso algo de fiebre, ¿qué
tan descompuesta estaba esa cena que comió?254

Condujo encendiendo las luces rojas y azules para así saltarse los pocos
semáforos que lo separaban del hospital. Afirmando el celular con una mano,
marcó a Yoongi. Contestó apenas timbró una vez.
—Reventé tu puerta. Está medio inconsciente por el dolor. Lo llevo a
emergencias. Llego en menos de cinco. —Yoongi no contestó—. Yoongi,
necesito que me digas si entendiste.

—S-sí.364

Cortó.2

Cuando ingresó por la trampilla de emergencias, Yoongi y lo que parecía


todo el personal médico de emergencias, lo estaban esperando. Frenó en la
entrada y bajó corriendo, mientras el resto iba de inmediato con una camilla
hacia Jimin. Lo bajaron y trasladaron sobre ella, su brazo colgando por uno
de los bordes. Yoongi estaba paralizado en la entrada observándolo alejarse
con su novio, su tez tan blanca que se veía fantasmagórica.2

—Y-yo... n-no sabía...192

Jungkook lo empujó por la cintura para que avanzara.

—Vamos, Yoongi, él te necesitará bien cuando despierte.13

Pero cuando se estaban acercando hacia la sala privada de emergencia, que


mantenía las persianas bajas y la puerta cerrada, Jungkook vio a su padre
correr hacia la misma habitación.273

¿Qué hacía ahí y a esa hora?47

—¿Papá?7

—No es el momento, Jungkook.351

Pero cuando fue a abrir la puerta del cuarto de emergencias, Jungkook lo


detuvo interponiéndose en medio.

—¿Qué haces aquí? ¿Y por qué no es el momento? Tú ya no eres doctor, no


puedes ingresar a esa sala.60
Ambos se quedaron observando, ambos de la misma altura, ambos igual de
decididos.1

—¿Es el hijo mayor de los Park, no? —quiso saber.158

Jungkook recorrió su rostro sin entender.

—¿Cómo sabes...?20

—Soy su médico de cabecera.47

—Eras —lo corrigió Jungkook.58

Notó que Yoongi se estaba acercando por la espalda de su padre.

—Jungkook, necesito entrar —pidió su papá otra vez—, yo mejor que nadie
lo conoce.

—No eres médico general desde hace dos años —insistió Jungkook—.
Jubilaste.82

Su padre intentó apartarlo pero Jungkook no se movió.

—¿Qué está sucediendo? —preguntó Yoongi casi sin voz—. ¿Qué es lo que se
supone que sabes que en su historial médico no aparezca?365

Entonces los ojos de su padre, que por primera vez en su vida le parecieron
tan desconocidos, giraron de Jungkook hacia Yoongi.1

—¿Sudor, palidez, dolor, calambres, fiebre? —enumeró su padre los


síntomas de Jimin.43

—¿Cómo sabes qué...?13

—No lo sé, te estoy preguntando si tiene eso —respondió su papá con voz
cortante.
Jungkook solo se encontró asintiendo apenas.

—Pero es una infección estom...

—No —respondió su papá, los ojos clavados en Yoongi—. Aborto, que


podría llegar a ser un aborto séptico sino reaccionamos ahora.1.3K

La expresión de Yoongi se paralizó en entendimiento, cuando para Jungkook


seguía sin ser eso la respuesta a sus dudas.3

—Imposible —balbuceó Yoongi—, no es un M-Preg.19

—Lo es.330

—No, no, no lo es. —Yoongi sacudió la cabeza con rotundidad—. Usted no


está entendiendo. Park Jimin no es un M-Preg.44

Los hombros antes decididos de Jeon Sehun, cayeron con tristeza.

—Lo es. Park Jimin es un M-Preg. Yo escondí su condición cuando nació, fui
el director del hospital entre 1994 y 2007.815

La puerta de la sala se había abierto y estaban sacando de en medio a


Jungkook para poder pasar. De inmediato su padre se acercó al médico del
caso y habló rápidamente, pidiendo una ecografía y que el paciente fuera
llevado a pabellón para la remoción quirúrgica de los restos retenidos de un
aborto en un útero que era imposible que Park Jimin tuviera.109

Intentó retener a su padre, él se apartó con brusquedad.

—Ahora no, Jungkook. Luego hablaremos.20

Entonces su padre se encerró en esa habitación con Park Jimin. A los


minutos, lo estaban preparando para cirugía, mientras Yoongi, sentado en
una de las camillas desocupadas de emergencia, se observaba sus manos
temblorosas.1
—No entiendo —repetía una y otra vez—, solo era un dolor estomacal. Él...
él me dijo que estaba bien.

—No quería que te preocuparas —intentó tranquilizarlo Jungkook.

—¿No quería...? —Se cubrió el rostro con las manos y los hombros le
temblaron. Jungkook no sabía qué hacer, desde que conoció a Min Yoongi
hace más de cuatro años cuando Jimin y él apenas se estaban haciendo
amigos en la academia, Jungkook no creyó que Min Yoongi fuera una
persona de lágrimas. Eso lo había creído hasta esa mañana. Porque ahora,
cuando el reloj anunciaba las seis y quince de la mañana, Yoongi lloraba
desconsolado en esa camilla vacía en la sala de emergencias.
30
No se necesitaba anestesia general para realizar un aborto quirúrgico. En el
caso de una mujer, solo se aplicaba anestesia local en el cuello uterino; en el
caso de un M-Preg, se aplicaba la epidural para realizar un procedimiento
similar a una cesárea pero menos invasiva, solo una pequeña incisión sobre
el útero para extraer los restos retenidos del aborto espontáneo. Por tanto,
mientras esperaba en el quirófano, anestesiado y sin dolor, Park Jimin
lloraba observando la tela divisoria entre su parte superior e inferior.316

Continuó llorando mientras le explicaban que era un M-Preg no registrado.


Lloró todavía más cuando le dijeron que tenía un aborto espontáneo. Lloró y
negó cuando le preguntaron si quería que Yoongi estuviera con él. Y lloró
mucho, mucho más cuando procedieron a retirar los restos de lo que
hubiese sido su bebé, cuando escuchó el ruido de succión, cuando perdió lo
que siempre deseó y nunca supo que existió hasta que fue demasiado
tarde.710

Su bebé.56

Que ya no estaba.20

Y que no supo que estuvo alguna vez.4

Pero que anheló durante veintitrés años, ese mismo anhelo que llegó a
puerto y se hundió en un segundo.86
Para cuando salió de pabellón, el primer rostro que observó nada más cruzar
las puertas abatibles fue el de Yoongi.5

—Lo siento. —Y entonces lloró más—. Perdí a nuestro bebé.648

Y mientras Yoongi se acercaba y ambos terminaban abrazados sobre esa


camilla en medio del pabellón quirúrgico, lloraron juntos compartiendo un
dolor que hace una hora ninguno de los dos se imaginó que sentiría ese
día.455
31

La habitación de Kim Taehyung en el Hospital de Daegu, era un cuarto doble


que fue modificado para que fuera individual. Pero cuando Tae contó seis
días despertando en esa habitación blanca demasiado iluminada, mientras
afirmaba sus piernas contra el pecho y apoyaba la barbilla en las rodillas
flexionadas, dos personas ingresaron a su cuarto empujando una camilla con
ellos. Escondido entre las sábanas ordenadas, dormía un chico rubio.220

Tras ellos, ingresó su amigo Seokjin quien se sentó en su cama y le pidió que
lo observara, algo que a Tae realmente le costó porque el desconocido le
parecía más interesante en ese momento. De reojo, leyó que se llamaba Park
Jimin, que estarían juntos unos días y que debía ser comprensivo porque
Park Jimin estaba triste.225

Triste.13

Esa palabra desconcertó a Tae.

Triste.8

Tae había estado triste, muy triste, tan triste que lloraba siempre. Sin
embargo, esos días encerrado en el ático esperando a que esa tristeza se
extinguiera con él, parecían tremendamente lejanos ahora. Muy, muy
lejanos.1

Pero recordaba.

Sabía lo que se sentía estar triste.


Y él no quería que nadie más estuviese así.91

Así que prestó atención cuando su amigo Seokjin le contaba que Jimin
acababa de perder a su bebé.70

¿Perder?, se preguntó Taehyung, ¿a qué se refería con perder? ¿Perder de


que se había escondido en alguna parte y no lo encontraban? ¿Ese perder?
Pero si a ese perder se referían, ¿por qué Park Jimin estaba triste? Tae se
había escondido de su abuela muchas veces de pequeño, pero su abuela
nunca estuvo triste por eso. ¿Sería que Park Jimin no lograba encontrar el
escondite de su bebé?435

Tae se quiso ofrecer a buscarlo, pensando que, si lo encontraba, Park Jimin


ya no estaría más triste.189

Iba a escribir en su teclado, cuando Seokjin continuó explicándole.

"Park Jimin es un amigo de Jungkook y también puede ser tu amigo".1

Jungkook. Park Jimin era amigo de su Jungkook. ¿Entonces podía ser su


amigo también? Tae quería. Definitivamente quería ser amigo de Park Jimin
si Park Jimin era amigo de Jungkook, porque a Tae le gustaba Jungkook,
quien era amable y siempre le traía regalos que lo hacían muy feliz.230

Regalos.

Tae podría compartir uno de sus chocolates con Jimin, porque ayer, cuando
Tae se comió uno de esos dulces color rosa, él podría jurar que así sabía la
felicidad.144

Concentrado en su propósito, sacó su bolsa de chocolates y bebidas de su


cajón y derramó todo sobre el colchón, comprobando los paquetes con
mirada crítica. ¿Cuál debía darle a Jimin? Escogió, entonces, uno rosa pálido
que tenía un árbol de cerezo y ponía "sentirás la felicidad de la primavera en
tu boca".

Felicidad.

Sí, Tae iba a darle ese chocolate, encontraría a su bebé y así Park Jimin sería
bonito otra vez.597

Le dejó, entonces, la barra de chocolate a un lado de su cabeza y luego


guardó todo en la bolsa y la metió otra vez en el cajón. Agarrando su celular
por si recibía un mensaje de Jungkook, se puso las pantuflas y, tal como le
enseñaron a moverse para ir al baño, descolgó la bolsa de suero de su
gancho y se la afirmó en su hombro con la ayuda de los suspensores que el
papá de Jungkook le regaló.101

Fue a la puerta, girando el picaporte lentamente como lo hacía en casa,


después azomó la cabeza fuera. Solo había una persona en la recepción,
donde Tae algunas veces observaba a la gente hablar y escribir en unas
tablas metálicas.

Si Tae tuviera que esconderse en un hospital, ¿dónde lo haría? Lo meditó por


unos segundos sin respuesta, era la primera vez que Tae iba a un hospital.
Tal vez él no fuera el indicado para encontrar al bebé de Park Jimin... pero
no, no podía rendirse antes de intentarlo. Esperó a que estuvieran distraídos
en la recepción y salió corriendo hacia la primera puerta que encontró en el
pasillo.489

<<Cuarto de aseo
Ingreso solo a personal autorizado>>.70

Oh, ese era un gran lugar para empezar, si Tae se quisiera esconder en el
hospital, definitivamente ese sería un sitio que escogería. Se metió ahí antes
de que lo descubrieran. Era una habitación grande. Rebuscó entre los
estantes y detrás de las cajas. ¿Dónde estaría el bebé de Park Jimin? ¿Y de
qué porte sería? Tae solo había visto bebés en la televisión y no eran más
grandes que los brazos que los sostenían, así que, estirando sus propios
brazos, intentó medir un bebé con ellos. Definitivamente podía caber en una
de las tantas cajas que se guardaban ahí.317

Tendría mucho trabajo.

Sacó la primera, después la segunda, la tercera e iba en la quinta cuando la


puerta se abrió. Con las manos metidas dentro de un montón de bolsas con
mascarillas, se quedó paralizado.

Era Jungkook.241

Y se veía un poco acelerado.

Tae le sonrió y luego le hizo una seña para que se le acercara, apuntándole la
caja. Si recibía ayuda, más pronto lograría encontrar al bebé perdido de Park
Jimin. Sin embargo, Jungkook no se estaba moviendo de la entrada. Notó que
le decía algo a alguien pero no alcanzó a leerle los labios. Finalmente,
mientras Tae seguía esperándolo de cunclillas, Jungkook ingresó y se
arrodilló frente a él.2

—¿Qué haces aquí? Pensamos...

Tae ladeó la cabeza. ¿Pensaron qué?

Buscó su celular con la mirada, ¿dónde lo había dejado...? Ah, cierto, lo


recogió de la estantería a su lado. Iba a empezar a escribir algo, pero
Jungkook le estaba afirmando la barbilla y le pedía en silencio que lo
mirara.2

—Estábamos preocupados. Te estuvimos buscando. ¿Por qué estás


escondido aquí?26
Se apresuró a apuntarle el celular porque no podía explicarle de otra manera
lo que estaba ocurriendo y que no, Tae no estaba escondido ahí, él
simplemente estaba buscando al bebé perdido. Escribió lentamente, porque
todavía no se acostumbraba a la unión de los hangul cada vez que apretaba
el teclado de la pantalla. Cuando terminó, apegó el celular a su pecho y
observó a Jungkook buscar algo en sus bolsillos y finalmente sacar el suyo.4

Taehyung:
"No estoy escondido, bobo.
Park Jimin perdió a su bebé.
Lo estoy buscando, debe estar escondido en alguna parte".1.1K

La mirada de Jungkook parecía triste. ¿Por qué estaba triste? ¿Tae había
escrito algo malo? Él no quería que su Jungkoook estuviera triste. Se
comenzó a sentir nervioso. Y es que no entendía y ese era el problema, no
entendía ni nadie lo entendía a él. 15

Jungkook estaba moviendo la mano delante de su rostro.

—El bebé de Park Jimin no está perdido. —Ladeó la cabeza sin entender,
recordando a Seokjin diciéndole que Park Jimin había perdido a su bebé. Tae
no había entendido mal, ¿o sí?—. Jimin estaba embarazado de su bebé pero
lo perdió. Y con eso, Tae, nos referimos a que... su bebé murió.76

Abrió la boca en comprensión, de pronto sintiendo un nudo en su garganta.

Muerte.

Su abuela había muerto.

Sacudió la cabeza.

No, no, Tae no podía pensar en eso, no podía porque recordaba, lo hacía, y de
la misma forma que la recordaba en el suelo, recordaba lo que había hecho, y
no podía, porque él estaba bien ahora, lo estaba o por lo menos se esforzaba
en estarlo.108

Tae se puso de pie con las piernas entumecidas. Iba a ordenar el desorden,
cuando sintió que la mano de Jungkook acariciaba la suya. Asustado por el
revoloteo en su corazón, se encogió un poquito pero no lo soltó. Le gustaba
la mano de Jungkook, tenía los dedos un poco más cortos que los de Tae pero
era cálida y confiable, un poco áspera en algunas partes. Le gustaba la
sensación de esos dedos entrelazándose con los suyos, de la misma manera
que a Tae le gustaba acariciar la piel del dorso de Jungkook con la yema de
sus dedos cuando se encontraban así, con las manos unidas.57

Regresaron a la habitación, Tae sintiéndose un poco observado porque había


mucha gente en su pabellón. Corrió rápidamente a su cama y se subió a ella,
agarrando las mantas y tapándose hasta el cuello. De reojo notó que la
camilla de al lado estaba con las cortinas cerradas, por lo que Tae ya no
podía ver a Park Jimin. Jungkook estaba hablando con Seokjin cerca de su
pantalla para escribir. Se tapó un poquito más, sacando el suero del
suspensor y dejándolo a su lado.3

A los pocos segundos, Jungkook se acercó y le colgó el suero en el gancho


metálico, pidiéndole que por favor no volviera a salir del cuarto sin avisarle
a nadie, porque era muy querido en el hospital y asustó a mucha gente con
su desaparición.

Querido.

Tae era querido.11

La siguiente mañana, antes de que Tae fuera buscado por su entrenador


físico que le hacía mover el tobillo que se fracturó hace un tiempo, rebuscó
en su bolsa de chocolates y volvió a escoger uno. Moviendo apenas las
cortinas de la cama de al lado, espió con cuidado. Hecho un ovillo, dormía
Park Jimin. En el sofá de al lado, doblado en una extraña posición, estaba el
enfermero preferido de Tae, Min Yoongi. Aprovechando que estaban
durmiendo, dejó rápidamente el dulce en la almohada de Park Jimin,
notando que el chocolate del día anterior no estaba.328

Por las tardes, era visitado por su Jungkook. Y si bien su Jungkook no


cumplía su promesa todos los días, porque no todas las mañanas Tae se
despertaba con un mensaje de buenos días, sí lo iba a visitar siempre. No
eran más que unos minutos por día pero esos minutos hacían tan feliz a Tae,
que solo se permitía enojarse con él unos segundos, antes de hacerlo
sentarse en su cama a su lado y mostrarle su avance en Granjita, donde ya
era nivel 25.292

Esa mañana la pantalla de su celular le indicaba que ya estaban a domingo


25, cuando Tae encontró el último chocolate rosa que le quedaba. Pensó
medio segundo si comérselo o no, decidiendo que él estaba bien, que Park
Jimin lo necesitaba más que Tae.244

Como se había acostumbrado esos días, espió entre las cortinas para ver si
dormía o no. Esa mañana el sofá estaba vacío, Tae había visto a el enfermero
Yoongi irse hace una hora. Park Jimin dormía. Con cuidado, se acercó y le
dejó el chocolate en la almohada. Estaba retrocediendo, cuando una mano lo
agarró por la muñeca.7

Tae no lo pudo contener.

Un grito se formó en su garganta y supo que estaba siendo escuchado


porque sintió las vibraciones dentro de él. De pronto las cortinas se habían
abierto de golpe, mientras la mirada de párpados caídos de Park Jimin
seguía en él. Tae tiró de su brazo para escaparse, pero no podía soltarse.
Entonces Park Jimin estaba diciendo algo.

—Gracias.576

Y luego Tae estaba siendo soltado y corría de nuevo a su cama. Jungkook


permanecía entre ambas camas con las cortinas todavía afirmadas. Tae
deseaba llorar, el "solo quería regalarle un chocolate" enredándose en su
boca y muriendose en ella incluso antes de poder ser pronunciado.2

Tae se encogió un poquito más en su cama cuando Jungkook lo observó,


sorbiéndose la nariz para evitar llorar. ¿Él no hizo nada malo, cierto?

—Tae, estás temblando.

¿Su Jungkook le había dicho Tae?173

Intentó hacerle entrar aire a sus pulmones que se habían cerrado.


Inspiraciones de cuatro segundos, recordó que Seokjin le explicó, e
expiraciones de cinco.1

Lo hizo.

Una vez.

Dos.

Tres.

Hasta que sintió que sus pulmones ya no se resentían.

Notó recién que Park Jimin y Jungkook lo observaban respirar profundo y se


retorció las manos otra vez ansioso.1

Entonces recordó lo que le enseñó Park Bogum esos días.

Sí, sí, Tae podía hacerlo como le enseñaron. Él, después de todo, era
inteligente, su Jungkook y Seokjin siempre se lo decían.74
Alzó las manos, se sentó recto en la cama y se giró hacia Jimin.

"Hola, mi nombre es Kim Taehyung. Un gusto conocerte, Park Jimin", se


presentó en lengua de señas.342

Y Park Jimin pareció no haberle entendido ni la mitad de su presentación,


pero le estaba sonriendo suavecito mientras Jungkook le acariciaba el
cabello a Tae.79

Entonces Tae pensó que no necesitaba nada más en el mundo que esa
sonrisa en Park Jimin y esa caricia de su Jungkook.
32

Se despertó en medio de la noche con ganas de ir al baño. Todavía dormido,


bajó los pies por un costado de la cama, esa misma que todavía era un poco
alta para sus piernas, y se deslizó hacia afuera, los ojos medio cerrados por
el sueño. Bostezando y fregándose la cara, salió de su cuarto chocando de
bruces contra el cuerpo alto de una persona.43

Asustado, cayó al suelo.

Un hombre de cabello ondulado y oscuro, se inclinó sobre Taehyung


posicionándose sobre sus tobillos. Entonces se llevó uno de sus dedos hacia
los labios.

Sh, le pidió. Taehyung notó que la puerta del cuarto de su abuela estaba
entreabierta.66

Tragó saliva nervioso mientras lo observaba rebuscar algo en el bolsillo de


su pantalón, luego le estaba tendiendo una barra de chocolate.205

—Este será nuestro pequeño secreto —dijo esa boca sonriente.783

Tae recibió una caricia en su cabello y después el hombre había


desaparecido por las escaleras.+

Esa fue la primera vez que Tae estuvo tan cerca de la cuarta persona que
conoció en su vida.
33
El día que ingresaron a Park Jimin en el hospital, Jungkook esperó por horas
a que su padre regresara a casa. Ya era pasada la medianoche y, a pesar que
solo le estaban quedando tres horas de descanso, Jungkook no se rindió; en
ese momento, existían cosas más importantes que dormir.

Cuando el reloj anunciaba las 00:23 am, la puerta principal crugió al ser
abierta. La casa estaba en silencio, Nam en turno y Hoseok visitando a unos
amigos, por lo que Jungkook aguardó a que su padre llegase al living para
comenzar. Tomando a Tocino en los brazos, se puso de pie y giró hacia la
puerta. Su padre, con expresión igual de cansada que la de él, le saludó.39

—Pensé que estarías durmiendo —lo escuchó comentar.

—¿Querías que estuviera durmiendo?

Jeon Sehun dio un suspiro.44

—En este momento, sí.

Entonces se había acercado hasta él y tendido la mano para acariciar el


pelaje esponjoso de Tocino.9

—Siempre me ha gustado este perro —comentó su papá.61

Jungkook rápidamente dejó a Tocino en el suelo y le dio una ligera palmada


en los cuartos traseros para que se largara.132

—¿Vamos a hablar o seguirás buscando una excusa para no hacerlo?4

Su padre comprobó la hora en su reloj de pulsera.


—Es un tema demasiado complicado para que lo hablemos a esta hora.

—¿Vamos a hablar o no?

—¿Tengo otra opción, hijo?15

—Sí, hablarlo conmigo como hijo o como policía, tú decides.794

Vio a su padre quedarse paralizado frente a él, casi conteniendo la


respiración por el impacto. No podía creer que lo estuviera amenazando de
esa manera tan descarada, Jungkook tampoco se lo creía. Pero necesitaba
respuestas y todo el asunto con su padre comenzaba a oler mal.48

—¿Es una amenaza, Oficial Jeon?157

—Ahora solo soy tu hijo Jungkook. —Entonces se cruzó de brazos—. Es mi


última oportunidad para que me lo expliques todo y yo intentaré entenderlo
como hijo.

Se quedaron observando un par de segundos, luego su padre dio un suspiro.

—¿Tienes soju en esta casa? —Al ver que Jungkook asentía, continuó—.
Abramos unas botellas mientras conversamos.150

Se fueron a la cocina de la casa, donde tenían ubicada una pequeña mesa


donde la abuela de Jungkook realizó tantas recetas. Ahora, era una mesa
olvidada que medio servía para tomarse un desayuno rápido. Mientras su
padre tomaba asiento, Jungkook llevó las botellas de soju y un par de vasos.1

—¿Has sabido de tu madre? —preguntó su papá.

—No —la voz de Jungkook endureciéndose—, sabes que no tenemos mucho


contacto.59

Los padres de Jungkook se habían separado antes del episodio de meningitis.


Fue una separación dura y traumática, donde Jungkook, sin la capacidad de
hacer algo más, tuvo que ver a su madre mudarse de ciudad. Al principio,
ella lo llamaba todas las semanas. Luego una vez al mes, después solo en las
ocasiones especiales y finalmente hasta eso olvidó. Ella había hecho otra
familia y Jungkook, si bien lo respetaba, no lo aceptaba porque dejó en el
olvido a un hijo para criar a otro. Jungkook había hablado un par de veces
con su hermano pero no era como si intentasen si quiera llevarse bien.203

Finalmente, Jungkook tomó asiento, afirmando su vaso con ambas manos


para que su padre le sirviese. Se tomó el líquido de golpe ladeando la cabeza.
Hizo una mueca con los labios, descubriendo a su padre hacer lo mismo.47

—¿Debo empezar con la historia de los M-Preg o eso lo sabes?

—No seré brillante como tú, pero tampoco soy un idiota.104

Su padre asintió con aire distraído.

—Sabes que nosotros somos de Busán —empezó entonces con la historia—.


Nos mudamos a Daegu antes de que tu nacieras. De hecho, esa fue una de las
razones por la que nos separamos con tu madre, porque ella nunca quiso
dejar Busán y tuvo que hacerlo por mí. —Le dio otro trago a su vaso—. Pero
en el 93 me habían ofrecido ser el director del Hospital de Daegu y eso era
una oportunidad que no podía desperdiciar. En Busán era un doctor
destacado pero simplemente un doctor, y aquí me estaban abriendo las
puertas... pero yo pasaba más tiempo en el hospital que en casa. Finalmente,
en el 96 tu madre regresó a Busán para estar con su familia por un tiempo.
Yo no tenía idea que se marchaba embarazada de ti. Pero tampoco le hice
problemas cuando lo descubrí, porque la forma más segura de llevar un
embarazo a término sin complicaciones, es que quien concibe se encuentre
bien. Dejé que se quedara. Ella no regresó contigo hasta después de tu
nacimiento...
—Papá —lo interrumpió Jungkook—, me parece muy lindo que estés
contándome de mi pasado, pero esa no es la razón de esta conversación.57

Su padre se sirvió otro trago y lo bebió, sirviéndole de paso uno a Jungkook e


instándole a beber.32

—Todo está relacionado —dijo cuando Jungkook dejó su vaso vacío en la


mesa otra vez.96

—¿De qué manera?

—Fui escogido para ser el director del Hospital de Daegu por una razón.

—Sigo sin seguirle el hilo a la historia.119

—Yo tenía 46 años cuando naciste, tal vez muy viejo para ser padre de mi
segundo hijo pero todavía joven para asumir como director de Hospital. Era
el año 75 cuando se descubrió sobre los ciclos de calor en los M-Preg. Yo en
esa época tenía unos veinticuatro años y estaba finalizando la carrera de
medicina. —Entonces Jungkook lo vio tragar fuerte, apretando el vaso entre
sus dedos con un poco de fuerza. Casi sin voz, agregó—. No me juzgues, por
favor.243

—¿Qué pasó, papá?

—En ese tiempo la experimentación con los M-Preg no estaba mal... en ese
tiempo la experimentación con lo que sea y con quién sea, no estaba mal. Y
nosotros como estudiantes de medicina, por obligación, debíamos tener un
semestre en uno de los laboratorios en Daegu. —Su padre contuvo la
respiración y bajó la mirada—. Era horrible. Los M-Preg eran usados como
contenedores... como objetos que podían ser violados una y otra vez.402

Jungkook dejó que su padre agarrase la botella y se sirviera otro trago.


—Hasta el 75 no se entendía por qué existía esta diferencia tan grande entre
Kim Seungri, el primer M-Preg con el que se experimentó, y con el resto de
los M-Preg que eran casi imposibles de fecundar. Pero en el 73 un M-Preg de
estudio se enamoró de uno de los estudiantes. Y fue... tan usado, Jungkook. El
M-Preg quedó embarazado al mes de comenzar a tener relaciones con esta
persona. Yo ingresé a los laboratorios el 75, el año de descubrimiento de la
hormona "preg". Gracias a este M-Preg, se logró descubrir estos ciclos de
calor que debían experimentar los M-Preg pero que la mayoría no estaba
teniendo por sus condiciones de encierro. El M-Preg Kim Seungri logró la
fecundación 14 veces y 5 embarazos a término porque estaba enamorado
del guardia que lo... violaba.503

El silencio fue tal que Jungkook tuvo que carraspear para encontrar su
propia voz.

—¿Y qué pasó con ese M-Preg?

—Murió, Jungkook, como todos en ese lugar. Él... murió cuando yo estaba en
turno en el laboratorio. —Abrió otra botella y se sirvió un nuevo vaso,
apoyando la espalda contra la pared a su lado. Se veía triste y miserable, un
hombre viejo recordando sus pecados de hace décadas—. Y yo no podía... tal
vez no pudiese ayudar ni al 1% de los M-Preg que estaban en ese lugar, pero
con salvar a uno... ya estaba haciendo algo. Entonces, planifiqué todo y logré
liberar a uno. Y luego simplemente no pude detenerme y estaba terminando
la carrera de medicina e ingresando a trabajar a uno de los laboratorios.176

—Papá...

—Pero entonces tu abuela enfermó y regresé a Busán, eso fue antes de que
yo volviese otra vez a Daegu, me la trajese conmigo y le comprase esta casa.
Pero como te decía, estuve en los laboratorios desde el 78 al 86. Una
experiencia que al día de hoy me hace vomitar de solo recordarlo... ¿pero
sirvió? Sirvió, Jungkook, porque yo tenía información. Sabía las familias con
M-Preg donde sería más probable que naciera otro M-Preg... pero también
cometí grandes errores. Me movía en círculos peligrosos y los del Gobierno
habían comenzado a sospechar de mí desde el 82 cuando falsifiqué un acta
de nacimiento.200

—¿Cómo?

—Yo no era el único que intentaba hacer algo por los M-Preg en los
laboratorios. Era un movimiento grande y con contactos, pero que debía
moverse despacio o todo se iba a desmoronar. Cuando falsifiqué el acta de
nacimiento de un M-Preg haciéndolo pasar por un hombre normal, hubo
algo que a mis superiores no les terminó de cuadrar. Pero ellos no tenían
idea de que, al otro doctor que le solicitaron la revisión, era también uno de
los nuestros. Logramos que el recién nacido fuera sacado de los laboratorios,
porque la experimentación solo estaba autorizada con los M-Preg.32

Jungkook intentó procesar la historia tan rápido como podía, pero entre el
sueño y el soju no lograba hacer reaccionar a sus neuronas.

—No entiendo —finalmente aceptó.

—Ese niño era Kim Minho.432

¿Por qué a Jungkook se le hacía conocido ese nombre...? Oh, santa mierda.7

—¿El padre de Kim Taehyung?2

—Sí.

—Pero... Kim Sun Hee es...


—No es la madre de Kim Minho. En la familia de Lara jamás ha existido un
M-Preg. Genéticamente, no era probable que Lara diera a luz a un M-Preg.174

—Pero entonces...

—Kim Sun Hee Lara solo era una mujer incapaz de tener hijos que llevaba de
sus veinte intentándolo. Hicimos pasar a Kim Minho como su hijo, fue
incluso ingresada al Hospital de Daegu. Pero mientras yo regresaba a Busán
en el 86, conocía a tu madre y me casaba con ella, dejando en cero mi
actividad porque podía delatar a toda la red si era imprudente, Kim Minho
enfermó y fue ingresado al hospital. No fue atendido por ninguno de los
doctores de la red, por lo que Kim Minho quedó registrado como M-Preg.213

—¿Y luego? —quiso saber Jungkook.

—Luego en el 94 mi nombre fue escogido por la red para ser el director del
Hospital de Daegu. Yo llevaba años permaneciendo de bajo perfil, por lo que
estaba lejos de ser un sospechoso para el Gobierno. Y necesitaban uno de
nosotros como director para ayudar a ocultar nacimientos M-Preg. No
podíamos hacerlos con todos, pero escogíamos. Estudiábamos a las familias
y veíamos sus probabilidades de concebir un hijo M-Preg. Si eran altas, no
podías esconder a ese M-Preg recién nacido porque sería sospechoso. Así
que escogíamos con mucho cuidado los casos de M-Preg que podríamos
esconder.12

Abrumado por toda la información, Jungkook se pasó las manos por el


cabello.4

—¿Y tienes una lista? Deben existir más casos como Jimin que a la actualidad
no conocen su condición.6

—¿Lista? —se burló su padre sin humor—. Si hacíamos una lista, esta podría
ser encontrada y arruinaría la vida de aquellos M-Preg que escondíamos. No,
no, una lista era imposible. Solo intentábamos recordar cada cual los casos
que esconió. Los padres también eran avisados.

—¿Pero cómo lo hacían para que no se volviera a repetir lo de Kim Minho?

—La familia pedía por mí cuando ingresaban a un M-Preg no registrado. Ahí


sabíamos que solo podía ser atendido por uno de los doctores que estuviera
involucrado. A finales de los noventa, yo tenía casi a todo el personal en la
red. Y, al que no, le pedía traslado a otro hospital. Luego en el 2001 se
aprobó la Ley y aparecieron muchas inscripciones de M-Preg nuevas. Pero
existieron familias que nunca confiaron en la Ley y decidieron mantener
escondida la condición de sus hijos. Park Jimin es uno de ellos. A los Park les
ayudó el hecho de que Jimin nunca estuvo enfermo, así que el secreto fue
solo de ellos.26

—¿Y Taehyung? ¿Cómo esta historia se liga con el hecho de que supieras que
era un M-Preg? Acaso... ¿tú asististe su nacimiento?

Su padre jugó con la botella de soju.

—No. Yo jamás me enteré del embarazo de Kim Minho ni del nacimiento de


su hijo.236

—¿Entonces...?

—Cuando te dije que yo había atendido a todos los niños que contagiaste de
meningitis, fue cierto. Solo que llegué tarde a uno de ellos.143

—¿Estás hablando de Taehyung?

Su mirada se perdió en la mesa.


—Kim Taehyung llevaba tres días con fiebre cuando Lara golpeó mi puerta
suplicándome ayuda. Tuvo que contarme que el chico era un M-Preg no
registrado para explicar por qué no estaba en un hospital siendo atendido.86

—¿Y por qué no falsificaste el nacimiento de Kim Taehyung como al resto?

—Porque la Ley ya había sido aprobada y Kim Taehyung ya tenía unos cinco
años. Podía hacer muchas cosas, pero no sacar de la nada un acta de
nacimiento porque ya no involucraba al hospital. Cuando nace un niño, el
hospital realiza el acta de nacimiento pero son los registros civiles
gubernamentales los que validan la inscripción. Con cinco años, no podía
sacar un acta de nacimiento y pasarla al registro civil sin causar una alerta
terrible.23

—¿Pero supiste algo más de Kim Taehyung ese día?

—Sí, Lara tuvo que contarme del embarazo de Kim Minho y de su


nacimiento. Lara le pagó a un médico corrupto para el nacimiento, jamás se
acercó a nosotros por ayuda.21

—¿Por qué? ¿No era más lógico que le pidiera ayuda a los que ayudaban a
esconder M-Preg?26

La botella vacía resbaló de los dedos de su padre y cayó con estrépito sobre
la mesa. Ninguno de los dos se alteró.4

—Era lo lógico. Pero no cuando se tenía escondido a un M-Preg en una casa.


Nosotros luchábamos para que justamente eso no ocurriera y que lograsen
tener tanta libertad como podían dada su condición, pero Lara estaba
haciendo todo lo contrario al esconder a ese niño en casa.58

Jungkook finalmente agarró la botella volteada y la enderezó.2

—¿Por qué no diste la alerta cuando...?


—Oh, claro que lo hice —lo interrumpió—. Le dimos la advertencia que
debía entregar al chico a algún pariente de otra ciudad, porque Lara no
podía aparecer de la nada con un pequeño y mandarlo al colegio sin que
medio Daegu se enterara y empezara a chismear. Así que las veces
posteriores que fuimos a su casa a revisarla para buscar al chico, nunca lo
encontramos. Entonces tuvimos que creer en su palabra de que había
enviado a Taehyung a Busán con un pariente lejano. Y además...209

—¿Sí? —apremió a que continuara cuando se quedó en silencio por mucho


tiempo.

—¿Cómo iba a saber que ella realmente mantenía encerrado al chico? Yo


creía... hasta cuando me contaste su historia... —Dio un largo suspiro al
escuchar su propio balbuceo. Intentó una vez más explicarse—. Él estuvo
jugando contigo en el parque y toda esa semana hablaste de Kim Taehyung
como si fuera tu amigo de toda la vida y yo... pensé que hablabas con él con
regularidad. ¿Cómo iba a pensar que ese día el chico solo se había escapado?
Hasta hace dos días, creí que sí, le había limitado las salidas y por eso nadie
lo conocía en Daegu a excepción de ti. Pero que se las limitaba, no que
estaban totalmente prohibidas.40

—Pero no era así.11

—No era así —aceptó su padre—. Hicimos lo que pudimos dada nuestras
limitaciones. Revisamos la casa lo mejor que pudimos sin levantar alertas en
la policía. Pero no encontramos nada. No supe lo que había ocurrido con Kim
Taehyung hasta que me llamaste.3

—¿Y recordaste al niño con meningitis que atendiste de pequeño?

—Y recordé al niño con meningitis que traté de pequeño —aceptó su


padre—. Busqué las noticias de Daegu y, a pesar de que debían mantener el
caso de bajo perfil al ser un M-Preg que ahora el Gobierno se enorgullece de
proteger y cuidar, encontré la noticia de Kim Sun Hee Lara muerta y que un
joven había sido encontrado en la casa. No decía nada más pero tampoco
necesitaba más. Ahí supe que Kim Taehyung nunca había abandonado esa
casa y que siempre estuvo en ese ático que nosotros no sabíamos que existía,
porque ¿cómo podría haberme imaginado que lo escondía ahí? Esa mujer
amaba a ese niño, no pensé...289

—No pensaste que su amor iba a llegar a ese punto.28

Su padre asintió con la mirada baja y triste.

—Creo que nadie podría habérselo imaginado, Jungkook, porque esa no es


una clase de amor, simplemente no es amor. Lara estaba enferma y que eso
jamás te quede en duda.157

Dicho ya todo, ambos se quedaron mirándose, Jungkook por primera vez


viendo a su padre de esa manera.

—¿Por qué nunca me dijiste?

—No quería involucrarte —confesó—. Pero al final igual lo hiciste.

—No es como si lo hubiese buscado...

—Oh, no, claro que no, solo es un don que tienes para encontrar cosas que
no estabas buscando. Y encontraste a un pequeño tesero.238

—Taehyung no es un tesoro.5

—Oh, hijo, eso lo sé mejor que tú. —Entonces, una sonrisa estaba bailando
en la labios de su padre—. Pero Kim Taehyung es un M-Preg precioso.
Siempre he querido tener nietos M-Preg, ¿por qué no le cumples el deseo a
tu padre viejo y...?1.2K
Jungkook se puso de pie de inmediato.

—Sea lo que sea que estés pensando, olvídalo.96

—No es un pecado ser casamentero, ¿no?338

Jungkook solo pudo gruñir.

34
No supo qué lo hizo despertar, pero Kim Taehyung estaba abriendo los ojos
ese lunes por la madrugada antes de que fuera la primera ronda matutina.
La luz de la habitación estaba apagada, dejando entrever apenas una rendija
que se filtraba por la puerta. Las cortinas de Park Jimin ya no se encontraban
cerradas y Tae podía divisar a la perfección lo que ocurría en la otra cama.

Inclinado sobre el cuerpo recostado de Park Jimin, estaba el enfermero


favorito de Tae, Min Yoongi y-141

¿Min Yoongi estaba dándole respiración boca a boca a Park Jimin?1K

No, Tae comprendió. Él había visto eso en los doramas y en las películas, se
estaban besando. Park Jimin, con los brazos entrelazados por la parte
posterior del cuello de Yoongi, lo tenía sujeto contra él mientras la cabeza de
Yoongi eclipsaba casi por completo la de Park Jimin. Ambos estaban con los
ojos cerrados y sus bocas se movían sobre la otra como si estuviesen
tocando una melodía en conjunto.311

Y Tae, a pesar de que quería apartar la mirada, no podía. Se sentía tan


íntimo, tan privado, tan...202

Apretó los dedos de los pies con el corazón alborotado, porque, lo que estaba
viendo, era a la vez uno de esos besos que se daban en los doramas, pero a la
vez no. No era ese toque de labios apretados que Tae siempre notó
incómodo, era un baile de labios que mordían, jalaban y saboreaban
mientras se formaban sonrisas de vez en cuando. No era incómodo y
tampoco apretado.254

Era...

Un tanto sucio, sucio en ese sentido de Tae queriendo llenarse de barro en el


patio de la casa y no pudiendo, porque no tenía permitido salir a la calle y
porque el patio trasero estaba techado y no formaba ese barrial que Tae se
moría por pisar para ensuciarse y sentirse libre de hacerlo. Esa clase de
sucio, el de ensuciarse por el placer de querer hacerlo, porque te hacía feliz,
sonreir, sentirte bonito.69

Bonito.27

Tae quería sentirse así de bonito, bonito como esa sonrisa que no dejaba de
formarse en los labios besados de Park Jimin. Bonito como esa conexión que
existía entre ambos.26

Bonito.2

¿Jungkook podría hacerlo sentir así de bonito?1K

Cerró los ojos con fuerza ante la sola idea, cambiando de posición en su
camilla para hacerse un ovillo y darle la espalda a Park Jimin y Min Yoongi.
De pronto, en su cabeza proyectándose a un Jungkook con una luz sobre él...
no, no, cambio de imagen. Jungkook con un muérdago sobre él y levantando
la mirada, luego sonriendo y observándolo a él, a Kim Taehyung que lo
esperaba... ¿con un vestido? No, no, si a Tae ni siquiera le gustaban los
vestidos.466

Se quejó en su mente y giró otra vez en la cama con los ojos cerrados, ahora
recostado de espalda.

No tenía la capacidad para imaginarse algo así porque solo había leído y
visto en televisión a hombres y mujeres besándose. No como lo que acababa
de ver con Yoongi y Jimin, nunca a dos hombres haciendo eso.147

Y entonces, recostado sobre la camilla, se imaginó a Jungkook entrando y


mostrándole sus dientes en esa sonrisa que a Tae tanto le recordaba a un
conejito.57

—Hola, bonito —le diría.55


Y tomaría asiento en su cama, de la misma forma que había visto a Yoongi y
se inclinaría sobre él, sus labios uniéndose a los de Tae y-266

Debió soltar un sonido, porque de pronto alguien le estaba sacudiendo por el


hombro.255

Tae abrió los ojos para encontrarse a su enfermero favorito observándolo


con una expresión extraña. Recién entonces Tae notó que tenía sus labios
estirados en el aire.881

Soltó un grito y agarró sus mantas y se cubrió con ellas hasta su cabeza,
haciéndose un ovillo de vergüenza.7

¿Qué le pasaba?48

Nunca se había sentido así.

Se llevó una mano a su corazón acelerado e intentó respirar con cuidado, así
como Seokjin le había enseñado, pero no podía quitarse de la cabeza a su
Jungkook.135

No podía.18

Tae simplemente pensaba todo el día en Jungkook y ahora que sus


pensamientos habían cambiado de dirección, él lo quería, Tae realmente
quería eso.4

Un beso de su Jungkook.228

Tae quería un beso de Jungkook.245

Y Seokjin se lo había explicado más de una vez.

"Kim Taehyung es libre de hacer todo lo que desee".403

Y Tae quería un beso de Jungkook.198


Por eso, cuando Jungkook lo fue a ver al mediodía, Tae no lo pudo soportar.
Mientras lo observaba hablar con Park Jimin sentado en la cama de Tae, él lo
meditó un segundo notando que los labios de Jungkook eran rosados como
sus dulces de primavera, siendo el inferior un tanto más grande que el de
arriba. A Tae le parecieron muy bonito, tan bonitos que simplemente decidió
probarlos.314

Colocándose sobre sus rodillas, Kim Taehyung se estiró hacia Jungkook y


apoyó las manos sobre los muslos del otro para encontrar el equilibrio.
Observando la mirada extrañada de Jungkook, que pronto se convirtió en
una de completa sorpresa al notar su cercanía, Kim Taehyung ignoró que
Jungkook estuviera hablando con Park Jimin, y que Ming Yoongi estuviera en
la sala y que también estuviese su doctor Nam y su amigo Seokjin.1.3K

Tae simplemente lo olvidó todo y se inclinó sobre Jungkook.218

Y entonces Kim Taehyung estaba besando a Jeon Jungkook.


35
Jeon Jungkook se había acostumbrado a pasar a ver a Taehyung al hospital,
más ahora que su compañero y amigo Park Jimin compartía habitación con
él. Al principio, cuando se enteró que iban a dejar a Jimin en el mismo
espacio que Taehyung, le pareció la peor de las ideas. Pero no a Seokjin, él
estaba convencido que ambos se harían bien. ¿Cómo? Jungkook no tenía ni
idea, porque Jimin estaba deprimido y Taehyung era una cajita de relojería
que en cualquier momento podía estallar.61

Y si era sincero, tras un par de días de la decisión, Jungkook continuaba


reticente, sobre todo porque esa aventura comenzó con Taehyung perdido
en el hospital. De solo recordar su cama vacía y a Yoongi respondiendo que
no tenía idea de dónde estaba... le daba algo. La media hora que le tomó
encontrarlo con la ayuda del personal médico, todavía le angustiaba; sin
embargo, esos mismo sentimientos negativos que aparecían, eran drenados
con la misma facilidad al recordar la carita concentrada de Kim Taehyung
mientras buscaba en una caja, decidido a encontrar al bebé perdido de
Jimin.183

Era tan inocente que muchas veces a Jungkook le daba miedo. No miedo por
los pensamientos de Taehyung, sino que más bien miedo porque Tae no
estaba preparado para un mundo tan malo y cruel. Se iban a aprovechar de
él y esa idea de pronto lo enloquecía. Necesitaba que alguien le enseñara. Y
Jungkook podía ser esa persona, podía ser quien le mostrara el mundo de la
manera más amigable posible. Prepararlo, hacerlo fuerte.127

Así que intensificó sus clases de lengua de señas y de lectura de labios,


creyendo que esa última sería la alternativa más viable a largo plazo. La
noche anterior se había pasado dos horas completas viendo a una señora
pronunciar palabras, mientras Jungkook seguía leyendo lo mismo una y otra
vez. La señora pronunció "banco" y Jungkook entendió "barco". Luego
"marco", y Jungkook siguió entendiendo "barco". "Manto", y para Jungkook
otra vez "barco". Finalmente cuando apareció "barco", Jungkook entendió
"banco". Tal como iban sus mediocres avances, realmente no quedaban
muchas esperanzas de que Jungkook pudiera entender a Taehyung antes de
fin de año.282

Y entonces lo atacaba la culpa. La culpa por no tener la capacidad para


aprender rápido como Nam, la culpa por haberlo dejado sordo, la culpa por
no entenderlo ni poder ayudarlo. La culpa, simplemente, por muchas cosas
que ya no podía solucionar sino que solo intentar remediar en algún punto.36

Y tal vez por eso lo estaba consintiendo tanto y es que, si había algo que le
mejoraba el día a Jeon Jungkook, era observar las mejillas de Taehyung
ponerse cada vez más y más rellenitas. Por eso el domingo, al fijarse que solo
le quedaba una barra de chocolate, pasó por la tienda de conveniencia y se
llenó los bolsillos de dulces para meterlos de encubierto al hospital. Casi se
estaba convirtiendo en un contrabandista profesional de comida.175

Esa semana Jungkook volvía a tener el mismo turno de madrugada, con la


diferencia que las rondas eran aburridas y eternas sin Park Jimin, por lo que
estaba un poco desanimado subiendo las escaleras del hospital ese lunes por
la tarde. Con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta azul de
policía, abrió la puerta del cuarto.9

Del baño se escuchaba un gran alboroto, por lo que dedujo que Jimin
intentaba tomar una ducha con ayuda de su novio, porque Yoongi tampoco
se veía por ninguna parte. Taehyung, que ya le habían quitado el suero,
estaba de pie frente a la ventana. Sus manos estaban apoyadas contra el
vidrio al igual que su frente, parecía muy concentrado observando a la gente
ahí abajo.

Se acercó con cuidado para no asustarlo y se posicionó a su lado, buscando


lo que lo tenía tan concentrado. Desde la ventana se visibilizaba un parque
donde jugaban un par de niños. Las ventanas eran de termopanel, por lo que
no se escuchaba nada, pero Jungkook podría jurar que la risita de los niños
le retumbaba en los oídos.

Notando que ya no estaba solo, Taehyung volteó la cabeza un tanto hacia él,
sus mejillas de pronto sonrojadas. ¿Le había dado vergüenza ser descubierto
fisgoneando?91

—¿Qué pasa? —quiso saber.1

Taehyung solo se encogió de hombros, de pronto bajando la mirada unos


segundos con timidez. Cuando volvió a alzarla, Jungkook preguntó.

—¿Es por lo de ayer?104

Eso pareció avergonzarlo todavía más. Se cubrió el rostro con las manos y
luego se dirigió a su cama, le gustaba esconderse tras las sábanas cuando no
sabía cómo enfrentar un sentimiento nuevo.190

Entonces Jungkook sintió que una conversación se había perdido entre


ambos, porque el día de ayer lo que menos sentía Tae era vergüenza por
pedirle su tarjeta de crédito. La tarde anterior Seokjin le estuvo explicando
el funcionamiento de las tarjetas de crédito en la vida real, y no se le ocurrió
mejor ejemplo que utilizarlo en el juego Granjita.602

—Con una tarjeta de crédito podrías comprar muchas monedas. Si tan solo
tuvieras un millón de monedas, podrías adquirir ese molino y cosechar más
rápido, porque venderías el trigo molido y eso te daría más moneditas para
comprar más semillas.15

Los siguientes cuarenta minutos, Taehyung se dedicó a escribir un enorme


testamento en el computador, pidiéndole (por favorcito di que sí, Jungkook)
que le comprara un molino para Granjita con su tarjeta de crédito.297

¿Lo peor?28

Que se veía tan convincente con las manos unidas frente a él con un puchero
en la boca, mientras movía los hombros en un extraño baile de súplica, que
Jungkook se la habría entregado de haber tenido cupo en ella. Pero no tenía,
se había gastado todo comprando el celular morado en seis cuotas, y no
podría endeudarse hasta pagar su tarjeta dentro de unos días cuando le
depositaran el sueldo.91

Así que, comportándose como el joven consentido que Jungkook parecía


estar criando, le dio la espalda y fingió no entender cuando Jungkook mintió
diciéndole que no andaba con su tarjeta ese día. Nam se rió toda la noche de
eso mientras Jungkook intentaba practicar la lectura de labios.6

—Ya te agarraste esposo, Jungkook-ah.346

A Jungkook no le hacía ninguna gracia las bromas de sus amigos, de la misma


manera que no le hacía gracia ahora no entender a Kim Taehyung.

Rascándose la nuca, se acercó a la cama. Los ojos de Taehyung brillaban al


verlo tomar asiento en su cama, encogiéndose más chiquito.

—Esto no es por lo de ayer, ¿cierto? —quiso saber.

Antes de que Taehyung pudiera cubrirse otra vez con las manos, Jungkook
se las afirmó con delicadeza, jugando con sus dedos largos para que no se
sintiera intimidado.
—Puedes hablar conmigo. —Taehyung rodó los ojos y Jungkook, a pesar de
que solo lo escuchó pronunciar un par de veces un "no", podría jurar oír su
"yo no puedo hablar, bobo"—. Llevo días practicando la lectura de labios.
Soy muy bueno, en serio.66

Estaba de más decir que era un pésimo mentiroso, pero Taehyung no tenía
por qué enterarse que Jungkook todavía no encontraba la diferencia entre
banco, barco, manto, manco y similares.112

—Vamos, pruébame —bromeó.294

Taehyung se quedó paralizado observando sus labios, de pronto una


expresión extraña en el rostro, sus ojos viéndose adormilados mientras
continuaba contemplando su boca a pesar de que Jungkook no decía nada.2

Jungkook se llevó una mano a los labios con poco disimulo y se los tocó, ¿no
sería que se le había quedado pegado en un diente un pedazo de alga del
kimbap que se comió antes de pasar al hospital? O peor, un pedazo de
Kimchi.169

Alterado, se puso de pie de un brinco y se dirigió al baño para mirarse al


espejo.

Abrió la puerta y-

En medio del baño y completamente desnudo, estaba Park Jimin siendo


bañado por Min Yoongi con la ayuda de una esponja.592

—¡Santa mierda!163

Que alguien le sacara los ojos, por favor.164

—¡JUNGKOOK! —chilló Jimin, mientras se intentaba cubrir con las manos.

Y la esponja voló hacia Jungkook estrellándose contra su pecho.96


—Sal de aquí —ordenó Yoongi con más calma, pero posicionándose frente a
su novio.

Pero Jungkook, ahora horrorizado por otro motivo, seguía ahí sin moverse.

—¿Me acaban de arrojar una esponja con las secreciones corporales de Park
Jimin? —jadeó.431

—Sal de aquí o te tiraré algo peor que eso —advirtió Min Yoongi.

—¿Y eso peor sería a tu novio desnudo...?216

Jungkook alcanzó a escapar cerrando la puerta tras de sí antes de que Jimin


intentase aventarle el cabezal de la ducha a la cara.7

Tal fue el escándalo de Park Jimin, que pronto estaba ingresando medio
personal médico a la habitación. Seokjin entre ellos, el cual rápidamente fue
hacia Taehyung, que continuaba en posición india sobre la cama sin
enterarse de nada.

—¿No es Taehyung? —escuchó que preguntaba un Seokjin preocupado.

—Solo Park Jimin —respondió Jungkook, soltando una risita nerviosa—.


Ingresé por error al baño y estaba desnudo.2

Con esa explicación, el resto del personal se marchó soltando carcajadas


ante lo sucedido, sobre todo cuando notaban la mancha de jabón y agua que
tenía Jungkook en el pecho y la esponja tirada fuera de la puerta del baño.

Finalmente, solo quedaron Seokjin y Nam, que estaba en turno desde la


madrugada igual que Jungkook.146

Aprovechando que Seokjin estaba ahí, Jungkook preguntó.

—¿Sucedió algo con Taehyung hoy?


Seokjin parecía extrañado por su pregunta.

—No, ¿por qué?

—No quiere hablar conmigo —respondió en voz baja.68

—¿No? Pero si siempre está desesperado de que vengas a verlo —se burló
Seokjin—. Algunas veces incluso te prepara algo en el computador para que
puedas leerlo.113

Jungkook se sonrojó, echándole una mirada disimulada a Tae que los


observaba a todos con atención, sus ojos yendo de uno al otro intentando
enterarse qué ocurría. De pronto, Jungkook se sintió terrible por estar
hablando a sus espaldas, separándolo de la conversación en vez de ser más
inclusivo con él. En vez de ayudarlo, lo discriminaba.

Avergonzado, se acercó a su cama y tomó asiento con las piernas en


dirección a la camilla perteneciente a Jimin.

—Le estaba preguntando a Seokjin por ti —le contó—. Quería saber si estás
enojado conmigo.

Su expresión se abrió en sorpresa, su manita yendo a su pecho con ahora


una carita confundida. Luego, negó a toda velocidad, un tanto ansioso por
agarrar su teclado y escribir tan rápido como se lo permitían sus índices.

<<Tae no está enojado con Jungkook>>.141

Leyó Jungkook.

<<Tae nunca podría enojarse con Jungkook>>.310

Jungkook debía admitir que se avergonzaba en demasía ante el sentimiento


cálido que aparecía en su pecho cada vez que Taehyung hablaba de sí mismo
en tercera persona. Le parecía tan... adorable, chiquito, bello.263
Entendía un tanto el sentimiento de su abuela de querer encerrarlo en una
cajita de cristal para protegerlo de todo mal. Lo entendía, claro que lo hacía,
pero eso no significaba que lo compartiese, ni le pareciese aceptable, ni,
mucho menos, imitable.79

—¿Entonces por qué no quieres hablar conmigo? —quiso saber Jungkook.

Otra vez la mirada baja y tímida, ahora sus dedos jugueteando con las teclas
como si quisiera arrancar una.

—¿Ves? —le dijo cuando Tae volvió a observarlo—. No quieres hablar


conmigo. ¿Te aburro?29

Taehyung negó con tanta rapidez que terminó tirando el teclado al suelo.
Escuchó que Seokjin daba un largo suspiro y se acercaba a recogerlo con una
advertencia.

—Basta, Jungkook, lo estás presionando en el mal sentido.

Cuando Seokjin dejó el teclado sobre el escritorio de Taehyung, este se


apresuró a agarrarlo otra vez.7

<<Jungkook no aburre a Tae.


No digas eso, por favor.
Jungkook no podría aburrirme nunca>>.64

Y Tae se veía tan triste tras escribir aquello, que una vez más Jungkook se
sintió como la mierda por no ser capaz de entenderse con ese chico. La
frustración era como una capa pesada sobre sus hombros.51

Para cambiar de tema, le contó algo que no debería estarle confesando,


porque Jungkook era de esos que intentaba solucionar sus errores con uno
más grande para así tapar el anterior.76
—Tus doctores estuvieron hablando y ellos creen que mañana podrías salir
a conocer el parque... ese que estuviste mirando hace un rato.

La boca de Taehyung cayó un tanto abierta.

—¡Jungkook! —estaba chillando Seokjin—. ¡No puedes...!

—Y podría traer a mi perro Roko para que lo conocieras —continuó porque,


claro, un error más grande escondía al anterior.147

—No es eso lo que acordamos —balbuceó Seokjin.28

Pero los ojitos de Tae estaban grandes y brillantes y Jungkook no era capaz
de arrepentirse de soltar esa información, por mucho que Seokjin le gritara
después. Tenía unos ojitos de cachorrito que parecían encerrar mil galaxias
en ellos.30

No, no podría arrepentirse nunca de haberlo hecho, ni conocido, ni intentar


darle todo lo que no tuvo durante años.1

—¿Te gustaría conocer a Roko? —quiso saber Jungkook, a la misma vez que
Seokjin se acercaba para agarrarlo por un brazo y sacarlo de la habitación.

—¿Por qué le contaste nuestro plan? Eso es darle esperanzas, ¿y qué si


llueve mañana y no podemos salir, idiota?

—Existen los paraguas.93

Seokjin se quedó sin respuesta.36

—Siempre podemos tener muchas precauciones, hyung —lo tranquilizó


Nam.5

Ninguno pudo agregar más, porque en ese momento, un sonrojado Jimin,


cubierto hasta el cuello por la bata del hospital y con el cabello mojado, salió
del baño con Yoongi siguiéndole.
—Tú no te atrevas a mirarme —le dijo Jimin a Jungkook apuntándole con el
dedo.313

—Tú no vuelvas a mirarme —lo recriminó Jungkook—. Ya suficiente imagen


mental tenía con ese texto, como para ahora tener la de tu cuerpo desnudo.
Espeluznante.262

Yoongi le dio un golpe en la cabeza a Jungkook.15

—Mi novio no es espeluznante. Más respeto, mocoso —le advirtió, luego


tomó asiento frente a Jungkook en la cama de su novio.106

Jimin acomodó las mantas a su alrededor. Jungkook se alegró de verlo más


animado, todavía se le rompía un poco el corazón al recordarlo llorar en esa
camilla abrazado de Yoongi mientras le pedía disculpas una y otra vez. Por lo
que se había enterado por Nam, el aborto espontáneo de Jimin podría
deberse a muchas razones. Pero Jungkook recordaba perfectamente dos
hechos importantes:23

El golpe en el estómago que sufrió al chocar con una banca al persiguir a


unos ladrones hace menos de una semana;42

Y la caída que Jungkook le produjo al colgarse de la reja.541

Pero ¿quién se podría haber imaginado que Park Jimin era un M-Preg no
registrado y además que estaba embarazado? Por lo que había hablado con
Yoongi, al parecer había estado de casi dos meses. Justo por la fecha cuando
Jungkook recibió por error el mensaje de texto de un Jimin muy deseoso por
chuparle todo a su novio. Un ciclo de calor, había estado experimentando un
ciclo de calor sin saberlo.164

Jungkook fue interrumpido de sus pensamientos cuando escuchó a Nam


pronunciar el nombre de Taehyung.
—¿Qué? —jadeó en sorpresa.

—Que mañana será un importante día para Taehyung, que podría ser muy
triste o muy maravilloso.

—¿Estás hablando en serio? —balbuceó Jungkook.

Nam asintió.

—Sí, él no lo sabe, así que no le digas, Jungkook. Pero sí, mañana llegará un
especialista de Seúl que tu padre recomendó para ponerle unos audífonos.
Quieren intentar con ellos antes de ver la posibilidad de los implantes
cocleares. Por eso programamos su salida al parque mañana. En el caso que
salgan muy mal los audífonos... necesitamos animarlo con algo.113

Jungkook se apresuró a hablar.

—¿A qué hora? Necesito hablar con Hoseok para pedirle permiso y así...

—Respira, Jungkook —le pidió Jimin—. Estás hiperventilando.32

—Solo quiero estar aquí —se quejó.

—Lo sabemos —dijo Jimin—. Todos los sabemos, por eso te están contando,
¿ok? Solo respira y-53

Jimin se quedó en silencio de golpe. Entonces Jungkook sintió unas manos


grandes y bonitas apoyarse sobre sus muslos. Sorprendido, giró el rostro
hacia el dueño de ellas, encontrándose con Taehyung sobre sus rodillas
demasiado cerca de Jungkook.802

—¿Qué...? —escuchó que Seokjin decía.89

Pero luego Jungkook no pudo pensar en nada más.330


El rostro de Taehyung eclipsó todo a su alrededor y de pronto Jungkook lo
supo, supo lo que iba a suceder por esa antelación y nervios que llegaron con
el movimiento. El pánico y la confusión permanecieron en él lo que duró un
segundo, después los labios de Taehyung estaban contra los suyos.879

Kim Taehyung lo estaba besando, y con ello notó que su boca caliente estaba
un tanto entreabierta contra los labios de Jungkook por su inspiración de
nervios.13

Y entonces sus ojos, a tan corta distancia, se encontraron... de pronto


Taehyung se separó de Jungkook con un chillido, lanzándose hacia atrás con
tanta fuerza, que cayó de espaldas en la cama golpeándose la cabeza con el
marco plástico y su brazo tirando lejos el teclado, que se rompió contra el
suelo mandando las teclas por doquier.53

—¿Qué acabo de ver? —escuchó que jadeaba Jimin.180

—¡¿Qué es esto?! —ese era el grito de Seokjin.304

—Te dije que nos había visto —balbuceó Yoongi.1.3K

Nam fue el único que se acercó apresuradamente para examinar a Tae, que
ahora se afirmaba la cabeza con ambos brazos y se retorcía en la cama tanto
por dolor como por vergüenza. Jungkoook, que continuaba con sus manos
sobre el regazo y los labios mojados por el beso, casi recibió una patada de
Taehyung.190

—¿Estás bien? —estaba preguntándole Nam a Taehyung.44

Tae se quedó quieto unos segundos leyendo los labios de Nam y después
soltó un chillido igual de entrecortado y oxidado que siempre. Entonces, sus
ojos se desviaron hacia Jungkook y agarró su almohada, cubriéndose el
rostro con ella y volviéndose una bolita de vergüenza.191
—¿Qué... pasó? —logró jadear Jungkook sin fuerzas, las alertas estallando en
su cabeza como una sirena de incendios.287

—Acabas de ser besado —informó Jimin, quien se llevó la mano al pecho con
dramatismo—. Dios mío, no pensé que esto fuera a ocurrir tan pronto. —Y
luego le estaba dando un golpe coqueto a su novio—. Corrompimos a un
inocente, Yoongi.727

Seokjin, todavía alterado, pidió explicaciones.

—¿Cómo es eso que lo corrompieron?1

Jimin se estaba sonrojando.

—Que ayer... ya sabes, estábamos haciendo cosas de pareja...77

—Especifica ese "haciendo cosas de pareja".19

—Hyung, solo nos estábamos besando con Yoongi... solo eso y... no, nada
más, ridículo, ¿cómo se te ocurre...? Y nada... creo que nos vio.58

Jungkook se llevó las manos al rostro y soltó un grito, que no demostraba


para nada esa madurez del hombre de veintiún años que era.393

—Corrompí a un inocente —balbuceó Jungkook—. No puedo creer que esto


esté sucediendo.302

Taehyung también parecía no creérselo porque seguía escondido tras la


almohada, afirmándola con los dos brazos y negándose a ser revisado por
Nam, que solo quería comprobar qué tan feo se había golpeado en la cabeza
con el cabezal de la cama.43

—No te hagas la víctima —lo acusó entonces Seokjin—, que tú algo tuviste
que hacer para que esto ocurriera.104

Jungkook abrió los ojos, ultrajado.21


—¿Yo? No hice nada, hyung. —Igual de confundido, balbuceó—. Pensé que
solo éramos amigos... para mí era solo mi amigo.606

Pero Jimin le estaba lanzando su almohada.

—Mientes, conejo pervertido.152

—¿Miento? ¡Pero si fue a ustedes los que vio besarse!

—Pero no fue a nosotros quien nos besó, ¿eh?77

—¿Y por eso soy yo ahora el culpable?37

Jimin iba a responder a la misma vez que Seokjin, cuando Nam dio un
aplauso y los mandó a silenciar.

—Fuera, todos... menos Jimin, claro. Necesito comprobar si Taehyung está


bien pero no puedo si siguen aquí avergonzándolo.127

Ninguno se movió, por lo que Nam se apresuró a agarrar a Jungkook del


brazo.

—Ya, ya, me voy, hyung —aceptó Jungkook, soltándose para irse.10

Rápidamente lo siguieron Seokjin y Yoongi. Apenas cerraron la puerta tras


suyo cuando, en medio de ese pasillo transitado por ser horario de visita,
empezaron a gritarse entre ellos, cada cual culpando al otro por lo que
acababa de ocurrir.295

Mientras, todavía escondido en la almohada, pero ahora recostado de


estómago para que su doctor Namjoon pudiese examinar su golpe en la
nuca, Taehyung no se podía creer que realmente lo hubiese hecho.9

Dio una pataleta y movió la cara para poder respirar cuando sintió que las
manos de Nam ya no examinaban su nuca. Lo primero que vio, fue a Park
Jimin aplaudiéndole con una sonrisa.1
—Muy bien, Taehyung —leyó en sus labios—. Yo voy a enseñarte todo lo
que sé sobre cómo conquistar a un hombre heterosexual. A mí me funcionó,
y ya verás que a ti también.1.6K

Y Taehyung solo pudo cubrirse el rostro otra vez con la almohada,


preguntándose si acaso así se sentía la gente en los doramas cuando se
besaban: así de confundidos, emocionados, alterados y adoloridos. El pobre
corazón de Taehyung dolía de lo rápido que iba, pero él se sentía bien.62

Muy bien.

Porque Tae se sentía bonito.1

Muy bonito.
36
Jeon Jungkook debía esperar hasta el último día hábil del mes para recibir su
paga. Estaba a martes veintisiete, por lo que todavía le quedaba estirar su
inexistente dinero tres días más. Siempre vivía de la línea de crédito la
última semana, luego recibía su sueldo, pagaba sus deudas, se quedaba con
menos de la mitad, vivía dos semanas con lo que le quedaba, se volvía a
endeudar y así, en un círculo vicioso que padecían todas las personas de
clase media. Pero él era lo suficientemente orgulloso para no pedirle ayuda
económica a su adinerado padre, porque se enorgullecía en ser
económicamente independiente y porque, vamos, él ya le había regalado la
casa de su abuela, no podía ni iba a pedirle más.102

Por eso Jungkook sabía que debía empezar a ordenar sus finanzas y dejar de
andar regalando su dinero como si le sobrase. Sin embargo, era martes y
estaba de malhumor porque Hoseok se había negado a darle el día libre y
estaba sin compañero de ronda, así que por supuesto que se merecía
comerse uno de esos panqueques con nutella que vendían en el cuarto pisos
del centro comercial.93

Estaba subiendo por la escalera mecánica, cuando un maniquí de una tienda


deportiva del tercer piso captó su atención: una chaqueta roja outdoor. ¿Y
quién iba a salir a conocer el parque esa tarde y quién necesitaría una
abrigadora chaqueta para el frío y la lluvia?516

Jungkook no se quiso responder así mismo.


Apresurado, como si alguien pudiese quitársela, bajó los peldaños subidos
yendo en contra del movimiento de la escalera mecánica. Tropezando un
poco en el último peldaño, logró salir de esa trampa mortal y fue al
escaparate, apoyando las manos en el vidrio. Sí, era perfecta.70

Dos minutos más tarde, Jungkook salía de la tienda con la chaqueta en una
bolsa de papel con un lazo morado, ahora su línea de crédito marcando
números todavía más rojos.280

Jungkook no se entendía, ¿no hace nada estuvo hablando consigo mismo


sobre que no debía continuar con ese estilo de vida? ¿Y qué acababa de
hacer? Iba y se endeudaba más. Pero no era su culpa, era del clima de
invierno que no se quería ir por mucho que ya fuera primavera, porque él
simplemente no era capaz de concebir una imagen de un Taehyung en bata
de hospital enfrentándose al frío de la tarde.72

Con la bolsa colgando del brazo, se fue a comer los panqueques. Y mientras
lo hacía, se preguntó ¿por qué seguir las normas? Sí, Hoseok le dijo que no
podía darle la mañana libre, pero no iban a existir dos momentos en su vida
donde pudiera ver a Kim Taehyung probando por primera vez un audífono.
Él, de pronto comprendió, no quería ni iba a perderse la carita sonriente de
Taehyung ese día.204

Pagando a toda velocidad el panqueque que se comió de dos mascadas,


corrió por el centro comercial, la poca gente que compraba en el lugar
apartándose de su camino creyendo que Jungkook perseguía a un
delincuente; claro, el delincuente que le robó la razón, porque no se podía
creer que realmente se estuviese subiendo a su coche policial y después
yendo a su casa, subiendo a Roko en el asiento de Jimin y partiendo al
hospital.477
Por favor que nadie lo llamase por una urgencia, pensó Jungkook mientras
bajaba el vidrio del copiloto y le pedía a Roko que se quedara ahí
esperándolo. Luego estaba corriendo otra vez al hospital, notando que las
nubes de lluvia se engrosaban sobre su cabeza, todo indicando que llovería
esa tarde en Daegu.13

Alcanzó a llegar al pabellón de Taehyung justo cuando su padre estaba


ingresando con otro doctor, que debía ser el especialista que trajo de Seúl.

—Hola, hijo —lo saludó—, ¿por qué tan acelerado?

Jungkook tomó aire, sintiendo los panqueques en la garganta.56

—Pensé que no alcanzaba a llegar —explicó, agarrándose las costillas.5

—Llegas a tiempo. —Y le apuntó el interior de la habitación para que


ingresara.1

Dentro no se encontraban Jimin ni Yoongi, seguramente estaban en otro


lugar por pedido de alguien. Seokjin estaba a un lado de Taehyung y parecía
estarle explicando lentamente lo que iba a ocurrir.3

—... el audífono en la oreja y con ello esperamos mejorar un poco tu


audición. Como te conté, con ellos puede que escuches mejor, como puede
que no. —Taehyung se encontraba tan centrado en leer los labios de Seokjin,
que no notó la llegada de Jungkook—. ¿Quieres que empecemos ya?

Jungkook vio a Tae tomar una abundante inspiración y soltarla de golpe,


bajando un tanto los hombros. Asintió bajito, con expresión nerviosa y los
ojos tan brillantes que parecía a punto de llorar. Jungkook de inmediato se
acercó, ingresando por fin en su campo de visión. Taehyung sorvió por la
nariz y estiró los brazos hacia él, pidiéndole en silencio un abrazo. Jungkook
se movió de inmediato hacia él, tirando la bolsa al suelo. Fue rodeado por
esos largos brazos al llegar a su lado. La cabeza de Taehyung se apoyó contra
su estómago y cerró los ojos, anudando sus manos detrás de su espalda que
colgaron con pereza sobre su trasero.258

—Pensé que Hoseok no te había dado permiso —comentó Seokjin con las
cejas alzadas, contemplaba el espectáculo sin mucho desimulo.

—No me dio —confirmó Jungkook.184

De pronto, los brazos de Taehyung se ajustaron todavía más a él, de seguro


sintiendo las vibraciones de su voz contra la mejilla que apoyaba en su
estómago.111

—¿Y cómo...?

—Me iré si me llaman.

Seokjin dio un largo suspiro.

—La verdad es que me alegro que estés, está siendo difícil para Taehyung.
Ha llorado mucho.137

Jungkook le acarició la cabeza a Taehyung al escuchar eso, sus mechones


castaño claro y suaves enredándose entre sus dedos.8

—¿Ya le pusieron el audífono? —quiso saber, buscando el aparato en la oreja


libre de Tae con el tacto.2

—No —contestó entonces su padre—, estuvimos haciendo pruebas antes.

—Ha sido difícil en el sentido emocional —corrigió Seokjin para el


entendimiento de todos—. Fue muy abrumador para él saber que existía la
posibilidad de escuchar.

—¿Pero sabe que posiblemente siga sin oír bien?


—Sí, Jungkook, por eso ha sido difícil para él asimilarlo todo.1

Con su brazo libre, rodeó los hombros de Taehyung para apegarlo un poco
más a su cuerpo.37

—Él realmente está encariñado con tu hijo —escuchó que comentaba el otro
doctor.58

Jungkook se puso tenso, dirigiendo de inmediato su atención al doctor.

—Se llama Taehyung y usted como su doctor debería saberlo.374

Su padre alzó las manos con el entrecejo fruncido.1

—Lo sabe, Jungkook, relájate.89

Pero Jungkook no era capaz, todo en él revolucionado y en alerta. Se sentía


con el mismo revoltijo de emociones que lo inundaron al encontrar a Tae en
el ático de esa casa a la espera de morir ahí solo, abandonado. Tuvo que
tomar una inspiración para poner en control sus sentimientos, era el
momento de ayudar a Taehyung, no de agobiarlo más por su
comportamiento enloquecido.1

Agarrando su rostro con las manos, lo apartó con suavidad, los ojos de
Taehyung abriéndose, sus pestañas mojadas por las lágrimas silenciosas.17

—Vamos, precioso, no estés triste, debería ser un día feliz para ti.318

La mirada de Taehyung permaneció en él unos segundos, luego giró el rostro


unos centímetros para acariciar la palma de Jungkook con la nariz.71

Entonces, como todo un chico valiente, lo dejó ir y Tae asintió con decisión
hacia su padre y el otro doctor. Jungkook aprovechó de dar un paso atrás
para darle espacio, permaneciendo lo suficientemente cerca para ayudarlo
en caso de lo peor. Si tenía que arrancarle el auricular con los dientes si este
le estaba causando dolor, por Buda que Jungkook lo haría.184

—Durante los últimos días —comenzó explicándole su padre a Jungkook—,


hemos estado haciéndole exámenes para enviárselos al Doctor Lee.
Taehyung tiene hipoacusia neurosensorial, la que, en su caso, se produjo por
una infección vírica como lo es la meningitis. En el caso de Taehyung, él sufre
de una pérdida de audición profunda en el oído derecho y severa en el
izquierdo.3

—Por eso logró escuchar cuando grité ese día —musitó Jungkook más para
sí mismo que para el resto—, yo estaba sentado a su izquierda.158

El Doctor Lee, en la ausencia de Jungkook, parecía haber acomodado todo


para el proceso. Tenía una computadora, unos parlantes, lo que parecía un
audífono, cables y demás cosas que Jungkook no reconocía.

—Para que entiendas, Jungkook —continuó su padre, mientras el Doctor Lee


seguía con los suyo y Taehyung no apartaba su mirada nerviosa de él—, las
prótesis auditivas pueden ayudar a personas que sufren de hipoacusia
neurosensorial hasta moderada en ambos oídos.15

—Pero dijiste que Taehyung padecía de...

—Sé lo que dije —lo interrumpió su padre—. Para la hipoacusia severa a


profunda en ambos oídos, las prótesis auditivas no ayudan lo suficiente,
porque lo que hacen los audífonos es amplificar el sonido. Sin embargo, la
hipoacusia neurosensorial distorsiona los sonidos. Si utiliza prótesis en
ambos oídos, terminará escuchando pero eso no significará que más claro.
Con el audífono está la posibilidad de que escuche pero no entienda.86

Jungkook comenzó a fruncir el ceño.1


—¿Entonces para qué...?

—Porque hoy solo intentaremos probar el audífono en su oído menos


dañado, en el cual todavía podríamos utilizar una prótesis auditiva
convencional con buenos resultados. Pero Taehyung necesitará implantes
cocleares a largo plazo. Esto solo lo estamos tomando como una alternativa a
corto plazo dado su condición, no queremos intervenirlo quirúrgicamente
todavía porque no sabemos cómo podría eso afectarle sicológicamente.67

El Doctor Lee se encontraba colocándole por fin el audífono en el oído


izquierdo a Taehyung, enganchando el aparato por detrás de su oreja para
que fuera sostenido. La prótesis estaba conectada a unos cables que iban
directo a la computadora del Doctor Lee, seguramente para calibrar el
aparato.2

—Posiblemente te duela en los primeros intentos mientras lo ajustamos —


dijo el Doctor Lee frente al rostro temeroso de Taehyung. Tras ver su
afirmación leve, mientras levantaba la mano para toquetear el aparato con
los dedos, el Doctor Lee lo encendió.22

Taehyung se apartó de manera brusca hacia un costado, el rostro contraído


en dolor. Jungkook se tuvo que atornillar los pies en el suelo para no
moverse, quitarle el auricular y aventarlo por el baño; era para ayudar a
Taehyung, todo esto era para ayudarlo. El Doctor Lee se apresuró a ir hacia
su computadora, mientras empezaba a trabajar tras ella hasta que la
expresión adolorida de Taehyung se marchó. De pronto todos se quedaron
quietos en silencio, a la espera, expectantes para ver lo que ocurriría a
continuación.

Unos sonidos provinieron del parlante. El Doctor Lee no tuvo que


preguntarle nada a Taehyung, solo analizaba su forma de ladear la cabeza o
sus contracciones de dolor, concentrado en el rostro de Taehyung y después
en su pantalla. Los sonidos fueron haciéndose de más graves a más agudos
hasta que terminaron. Entonces, el Doctor Lee observó a las personas en la
habitación y dio una afirmación.+

—Taehyung, ¿puedes oírme? —dijo en voz muy alta.

Y Taehyung comenzó a llorar.


37
Era la primera vez que su abuela lo dejaba solo desde que Tae perdió la
audición. Encerrado en el ático enfrentado al espejo, observaba sus orejas
intentando comprender por qué continuaban viéndose igual pero ya no
funcionando de la misma manera, porque ahora vivía en un silencio eterno
que era roto solo en contadas ocasiones.130

Ocasiones como Tae observando el cielo de su cuarto iluminándose de rojo y


azul y, de pronto, oyendo el sonido alejado de una sirena de ambulancia; u
otras ocasiones como cuando la televisión se desconfiguraba al ser
desenchufada, y se encendía a todo volumen, las voces llegando a Taehyung
bajitas y un tanto distorsionadas como si estuviese sumergido bajo el agua.72

Esas ocasiones eran extrañas dentro de casa, donde vivía parte de su día en
completo silencio, pero aumentaban de encontrarse tomando sol en el patio,
donde captaba el estruendo de un avión volando sobre su cabeza o de una
música bajita proveniente de la casa vecina.34

Pero luego los años pasaron y vivía más dentro de casa que fuera, por lo que
esas ocasiones se volvieron una novedad para Taehyung, como cuando
apegaba su oído izquierdo a una tarjeta musical y lograba captar el tono
agudo de una canción navideña.15

Regresando a ese recuerdo donde Tae se congelaba frente al espejo


observando sus orejas, preguntándose que había mal en él, se recordó
abriendo la boca y dando un grito agudo, tan agudo y potente que rompió el
silencio en su cerebro.
Con la respiración exaltada, apoyó las manos en el vidrio, sus ojos grandes y
brillosos por las emociones contenidas, porque Taehyung se oía, él podía
escuchar su propia voz.101

Volvió a gritar, esta vez más fuerte, el sonido retumbando dentro de él,
oyéndose, escuchándose como no lo había hecho durante semanas.

Pero entonces su abuela interrumpió en el ático, su rostro contraído por la


rabia. Moviéndose con una agilidad que perdería con los años, se acercó a
Tae y lo agarró por el brazo, estampándole un golpe en la boca que le hizo
atragantarse con su propia sangre y luego escupirla al suelo, los labios
completamente rotos por sus dientes.747

—No te atrevas a volver a hacer eso en tu vida, Taehyung —leyó que ella le
ordenaba, su brazo de nuevo en alto.155

Asustado, porque su abuela jamás lo había golpeado, se protegió la cara con


las manos, retrocediendo un paso y tropezando con el espejo, las piernas
débiles por el pánico. Sin embargo, el golpe nuevo llegó esta vez sobre su
mejilla, una advertencia brutal más que una cachetada certera.215

—¿Me entendiste? —Lo sacudió por el brazo—. ¡Tú no puedes gritar! ¿Acaso
quieres que te escuchen los vecinos y te lleven? ¿Ah? ¿Eso es lo que
quieres?82

Taehyung negó con desesperación, todavía cubriendo su boca con las


manos.7

—No te quiero escuchar nunca más hacer eso, ¿entendiste?21

Y antes de que Taehyung le diese una respuesta, su abuela lo dejó en el ático


con su camiseta blanca manchada de gotitas rojas, su mejilla y boca hinchada
y sus pantalones mojados al orinarse del miedo.656
Temblando, agarró el espejo y lo acomodó otra vez en su posición, su reflejo
borroso por las lágrimas. Y Taehyung se preguntó qué sentido tenía una voz
funcional si ni él mismo podía oírla. Qué sentido, se dijo conteniendo el
llanto dentro de sí para que no fuera audible, tenía hablar sino podía
escucharse.24

Ningún sentido.

Entonces simplemente dejó de hacerlo.

38
Cuando Taehyung comenzó a llorar, cubriéndose el rostro con las manos y
un puchero terrible en los labios inclinados hacia abajo, Jungkook no supo
qué hacer. Observando a los demás habitantes de la sala, ninguno parecía
siquiera estar respirando a la espera de que continuara esa historia
fraccionada. Ninguno se atrevía a hablar por miedo de que Taehyung los
escuchara, y tampoco ninguno se acercaba a consolarlo porque no sabían si
efectivamente pudiese oírlos, y no querían asustarlo tocándolo de forma
sorpresiva.64

Con un nudo en la garganta, Jungkook movió las piernas como si estuviera


pateando una piedra invisible. Se preguntó si acaso ese era el momento
indicado para sacar al olvidado Roko del coche de policía, hacerlo ingresar
tránsfugo a ese hospital y traerlo hasta esta habitación para que Tae
recibiera un poco de cariño animal.29

No soportando más el llanto contenido de Tae, todavía temiendo ser


escuchado, Jungkook fue hacia él a la misma vez que Seokjin. Ambos se
quedaron observando por sobre la cabeza inclinada de Tae y finalmente
Jungkook dio un paso atrás.

—Taehyung —intentó una vez más Seokjin. Jungkook dudaba que, aunque la
prótesis funcionase, Tae pudiese oírlo. Parecía estar en un pozo profundo en
sus pensamientos, un pozo oscuro y alejado de la realidad que no sabían
cómo sacarlo—. ¿Nos escuchas?

Tal vez Jin tuviese métodos más convencionales que otro profesional
aprobaría, pero Jungkook no podía seguir esperando ahí hasta que su amigo
hiciera reaccionar a Tae. Moviéndose al principio con torpeza, como un
robot oxidado por el tiempo, se sentó sobre la cama; una vez ahí, lo demás
simplemente fluyó. Afirmó sus muñecas con suavidad sin apartarlas, solo
tocándolas para hacerle saber que alguien estaba ahí para ayudarlo a no
continuar cayendo en ese pozo sin fin.

—¿Taehyung? —pronunció muy cerca de su auricular.

Fue igual que ver a un cometa siendo encendido, su cola centellando en el


aire y volando en mil pedazos formando un hermoso espectáculo de luces.
Taehyung se paralizó al escuchar su nombre, sus estremecimientos
deteniéndose de manera repentina igual que el llanto que escapaba por sus
dientes apretados.456

—¿Taehyung? —volvió a intentarlo más fuerte.

La cabeza de Taehyung se separó de sus manos y le permitió a Jungkook


tirar de sus muñecas, para terminar con los brazos de ambos sobre el regazo
de Tae. Sus pestañas mojadas se alzaron y sus orbes brillante y oscuros se
encontraron con los de Jungkook.

—¿Me escuchas? —preguntó.2

La mirada de Taehyung cepilló sus labios.

Y entonces estaba asintiendo, pequeñito y con miedo.449

Jungkook se giró hacia su padre y el Doctor Lee, siendo este último quien
pidió en voz muy baja:

—Cubre tus labios y pregúntale algo, por favor.

Haciendo como si se estuviera rascando la punta de la nariz, Jungkook tapó


su boca de la mirada vacilante de Taehyung.

—¿Te encuentras bien? —le dijo.14

Una pequeñísima arruga se formó entre sus bonitas cejas. Jungkook volvió a
intentarlo, esta vez alzando la voz y pronunciando cada palabra con más
calma, recordando a su padre mencionar que Taehyung podría oír con los
audífonos pero tal vez con algo de distorsión.

—¿Cómo estás, Taehyung?11

Nada más pronunciar la primera palabra, la cabeza de Taehyung se había


inclinado ligeramente hacia la derecha, para dejar su oreja izquierda más
cerca de la voz de Jungkook. Su mirada bajó con timidez y se encogió de
hombros, un movimiento casi imperceptible que para Jungkook significó
todo.

Jungkook se giró con sus ojos redondos como dos círculos perfectos.

—¡Escucha! —jadeó—. Y entiende.313

El Doctor Lee estaba asintiendo con una sonrisa.

—Debe oír con una pequeña distorsión —aclaró—, por eso pudo entenderte
la segunda vez cuando hablaste más lento.

Unos dedos, que en cuestión de dos semanas Jungkook aprendió a reconocer


demasiado bien, se deslizaron por la piel de su muñeca y luego se estaban
aferrando a ella, tirando de él un poco para captar su atención. Jungkook se
volteó de inmediato hacia su dueño.3

—¿Sí?

Pero Taehyung no lo estaba observando, tenía la mirada clavada en su mano


afirmando la muñeca de Jungkook. El brazo libre de Tae subió hasta su
pecho y se apuntó hacia si mismo, como pidiendo algo que Jungkook no
lograba entender.3

—No entiendo —confesó.


Taehyung se apuntó hacia sí mismo con más efusividad, su boca formando
una palabra muda que Jungkook intentó leer. ¿Mi?

—¿Tú? —quiso saber.

Él se volvió apuntar el pecho, repitiendo una y otra vez el "mi".59

Jungkook no se enteraba de nada. Le pidió ayuda a Seokjin en silencio, que


estaba medio inclinado con los brazos cruzados leyendo los labios de
Taehyung.

—También entiendo lo mismo —confesó.

—¿Por qué no nos habla? —quiso saber Jungkook con cierta frustración.

—No por escuchar hace solo un segundo atrás se va a poner a hablar


dejando en el olvido una década de silencio.34

Jungkook suspiró, alzando la voz para que su padre y el Doctor Lee lo


ayudaran.

—¿Alguien sabe qué está pidiendo?

De inmediato la cabeza de Taehyung se inclinó hacia adelante y a la derecha,


su auricular negro, que se escondía casi por completo detrás de la oreja,
quedando frente al rostro de Jungkook.2

—Creo que está pidiendo que digas su nombre —dijo el Doctor Lee.24

—¿Su nombre? —preguntó confundido Jungkook.

—Apego emocional y de identidad —respondió Seokjin más para sí mismo


que para Jungkook—. Di su nombre.145

Y sintiéndose un poco ridículo, lo hizo con la mayor claridad que pudo.

—Taehyung.
Una diminuta y tímida sonrisa adornó otra vez los labios enrojecidos de
Taehyung.406

—Kim Taehyung —continuó Jungkook.31

Los hombros de Taehyung se movieron en emoción contenida, de la misma


forma cuando le suplicó bonito que le prestara su tarjeta de crédito.

—Kim Taehyung, soy Jeon Jungkook.

Taehyung se golpeó la oreja con un dedo, muy cerca del auricular. Jungkook
repitió.

—Kim Taehyung, soy Jeon Jungkook.210

Y luego.

—Kim Taehyung, soy Kim Seokjin. Jin para ti.

—Doctor Lee.

—Jeon Sehun, el padre de Jeon Jungkook.410

Y entonces, de manera sorpresiva, mientras Taehyung desviaba su mirada


hacia la ventana y notaban que había comenzado a llover, Taehyung se puso
de pie, apartando la manta de lado y se enfundó en las pantuflas de algodón.

—¿Vas al baño? —quiso saber Jungkook.

Pero el chico no se detuvo a responderle. Pasó por al lado de su papá, quien


se apartó de su camino y continuó hacia el pasillo de la habitación donde
estaba la puerta del baño. Todos se quedaron observándose las caras, hasta
que oyeron el ruido proveniente del pabellón del tercer piso. Y eso solo
podía significar una cosa.

Un tanto impactado, Jungkook se puso de pie.


—Él... acaba de salir —el Doctor Lee informó sin aliento.305

Aquello hizo que se activara una reacción en cadena. Con ese presentimiento
que Jungkook tenía tan bien entrenado, agarró la bolsa con la chaqueta roja
y luego corrió hacia afuera, siendo seguido de cerca por Seokjin y su padre.
Solo alcanzó a divisar la cabellera castaña de Tae perdiéndose al bajar por
las escaleras.

—¿Dónde va? —dijo Seokjin con un poco de histeria.1

—¿A dónde irías si has pasado toda tu vida en una casa? —Jungkook hizo
rodar sus engranajes oxidados—. Tenía un techo... posiblemente... la lluvia.22

Y entonces hizo que se movieran sus piernas, que se habían paralizado en la


entrada del cuarto por la impresión. Corrió por el pasillo siendo perseguido
por las advertencias del personal médico. Después bajó las escaleras a toda
velocidad, saltándose los últimos cinco escalones. Pero Taehyung les llevaba
ventaja.4

Fue a gritar que lo detuvieran, en un actuar innato de él ante una


persecusión, mordiéndose la lengua a último instante. No podía pedir que
teclearan al chico como si fuera un delincuente. Hizo que sus piernas se
movieran con mayor velocidad, dejando atrás tanto a su padre como a
Seokjin. Al llegar al primer piso, Taehyung se perdía en la entrada del
hospital. Lo siguió con más calma con la carrera ya perdida.

Sacó la chaqueta de la bolsa, le arrancó las etiquetas y salió del hospital.


Detenido todavía bajo la entrada techada, estaba Taehyung con la
respiración enloquecida, su pecho compacto subiendo y bajando a toda
velocidad por la carrera y la falta de actividad física. Sin embargo, su
respiración dificultosa no parecía importarle, su expresión brillante en
anhelo mientras observaba el agua estrellarse a tan poca distancia de sus
pies, formando pozas perfectas para ser pisoteadas por los niños.99

Posicionándose a su lado izquierdo, le pasó la chaqueta por los hombros.3

—Si lo vas a hacer —le dijo—, hazlo antes de que lleguen tus doctores.124

Y Taehyung, con la chaqueta roja colgando precariamente de los hombros,


avanzó los pasos que le faltaban para enfrentarse a la lluvia, alzando el
rostro hacia el agua y cerrando los ojos, las gotas cayendo en sus párpados
cerrados y deslizándose por sus mejillas como si fueran lágrimas.315

Para cuando llegó corriendo Seokjin directo a detenerlo, Jungkook le puso el


brazo en la cintura y lo agarró de vuelo.52

—¡Jungkook! —jadeó, observando a Taehyung caminar más lejos de la


entrada, la chaqueta aún colgando de sus hombros.

—Míralo, Seokjin —pidió Jungkook—. Parece que es la primera vez que


siente la lluvia.17

—Pero se va a resfriar —se quejó bajito Seokjin— y ya quedó sordo por una
enfermedad, no quiero pensar...

Jungkook todavía lo mantenía afirmado para que no fuera por un doctor ni a


detenerlo.6

—Solo un minuto, Jin, por favor.27

Su padre, sin aliento, había llegado a ellos acompañado del otro doctor.

—El audífono —se quejó su padre viendo al chico quedar cada vez más y
más empapado frente a la mirada de esos cuatro hombres.51

—Resisten un poco de agua —dijo sin cuidado el Doctor Lee— y si no, tengo
una docena de audífonos conmigo.392
Y apareciendo por el rabillo del ojo, un Roko cubierto de barro corrió por el
patio del hospital, claramente había saltado por la ventana abierta del auto
aburrido de esperarlo. Al notarlo, corrió con toda su potencia hacia él,
Jungkook preparándose para recibir el impacto de una pequeña mole de
treinta kilos estrellándose contra él. Las patas embarradas de Roko
quedaron estampadas en el antes limpio uniforme de Jungkook, ladrando
contento de haberlo encontrado.49

Jungkook le acarició la cabeza y le hizo observar al joven que continuaba


bajo la lluvia, su cabello cada vez más empapado.

—Ve y preséntate, Roko.136

Ese era uno de los pocos comandos que Roko entendía y obedecía. Partió
corriendo hacia Kim Taehyung, ladrando como loco y dando vueltas a toda
velocidad alrededor del chico, el barro y el agua estrellándose en Taehyung
desde todas las direcciones. La mano del chico se disparó directo hacia Roko,
agachándose para acariciarlo y quedar a la altura de la cabeza del animal.
Parecía estar llorando un poco, sus labios inclinados hacia abajo en ese
puchero triste que Jungkook tantas veces presenció. Con su mano grande
enredada tras las orejas de Roko, se acercó hasta que su oído izquierdo
estuvo pegado al cuello del perro.161

Notó que su padre y el Doctor Lee se acercaban un poco más para ver mejor
a Taehyung, sus espaldas entrando en el campo de visión tanto de Jungkook
como de Seokjin.1

—Jungkook —entonces escuchó que Seokjin decía con duda.

—¿Sí?

—¿Has hablado con tu padre?


—¿Con respecto a qué?

—Sobre Taehyung.

Abandonando por un segundo la visión de Taehyung acariciando a Roko,


Jungkook observó con extrañeza a su amigo.

—¿Por qué?

—Porque... él parece saber mucho de Taehyung.

Jungkook soltó el aire que estuvo conteniendo en los pulmones.

—Ah, sí, ya hablé con él respecto a eso. —Su mano se apoyó en el hombro
ancho de Jin y lo apretó—. Yo también tenía la misma desconfianza.238

Y Jungkook procedió a contarle la versión muy resumida de la conversación


que tuvo hace unos días con su padre. Para cuando terminó, la expresión de
Seokjin continuaba siendo un mapa de confusión.

—¿Qué pasa? —quiso saber Jungkook, ya entrando en pánico otra vez.

—Que tu padre te mintió, Jungkook.890

Se sintió como si se hubiera cambiado de cuerpo con Taehyung y fuera él el


que estuviese bajo la lluvia helada.

—Él no lo hizo —balbuceó a la defensiva.

Roko ladraba a lo lejos feliz.

—¿No te has dado cuenta, cierto?

—¿De qué cosa?


—Jungkook —Dio un largo suspiro—, Kim Sun Hee Lara y Taehyung
comparten ADN, esa historia que te contó donde ellos le entregaron a Kim
Minho a una mujer sin hijos, es mentira.766

Jungkook sacudió la cabeza en negación.

—No, no. Debe haberse confundido, debe...

—Haber una explicación —terminó Seokjin por él. Todavía paralizado por el
impacto, Jungkook lo vio encogerse de hombros—. ¿Pero no es ese tu dicho?

—¿Cuál dicho? —balbuceó sin entender, porque no lo hacía, realmente que


no.

—Que una historia siempre tiene dos versiones a menos que una esté
muerta.426

Y entonces, bajo la lluvia y con el cabello pegado al casco, la camisola mojada


dejando al descubierto su ropa interior oscura y todavía con una chaqueta
roja colgando de los hombros, Kim Taehyung se puso de pie y abrió los
brazos mientras reía y lloraba con los ojos abiertos y brillantes. Y por
primera vez desde que lo encontró en ese ático encerrado, Jungkook tuvo el
regalo de su sonrisa.96

Era grande y cuadrada.259

Y Jungkook no la supo apreciar porque de pronto lo recordó y con ello el


alma se le desplomó al suelo. Su padre, efectivamente, le había mentido.
39
Kim Taehyung estaba escondido tras el visillo blanco de su ventana
contemplando la calle oscurecida. Afuera, apoyado en un automóvil
estacionado a unas casas, estaba un señor de cabello moteado en blanco y
negro. Se encontraba fumando un cigarrillo mientras se llevaba de manera
perezosa ese punto rojo hacia él, dejando escapar el humo de su boca para
formar círculos que Tae apenas si alcanzaba a divisar.45

Entonces, la puerta de la casa de su abuela se abrió, la calle permaneciendo


con la misma precaria iluminación.40

El alto hombre de cabellos oscuros y ondulados se deslizó por el antejardín,


entonces se detuvo y observó por su hombro, su mirada clavándose directo
en la ventana donde Taehyung se escondía.

Con el corazón acelerado, el hombre le dio un saludo con la mano, como si


supiera que se encontraba escondido ahí. Llegó finalmente al automóvil y se
subió, esperando a que su acompañante lanzara el cigarro al suelo y se
sentara tras el asiento del piloto.14

Lo último que vio Taehyung de ellos dos, fueron las luces del automóvil
perdiéndose al final de la calle.
40

Taehyung tenía el cabello mojado cayéndole por el rostro tras la ducha


caliente, el vapor desprendiéndose de su piel sonrojada y una sonrisa
cuadrada que no abandonaba sus labios. El doctor Lee, ubicado a unos pasos
de ellos tras su computadora, configuraba otro audífono, asegurándole a
todos que ese dispositivo era lo último en el mercado, resistente al agua y
suciedad, por lo que Tae solo tendría que quitárselo para asearse la oreja.

Jungkook, en tanto, permanecía sentado en la cama de Taehyung hablando


con Jimin. Su padre y Seokjin estaban fuera, Seokjin todavía siendo
reprendido por Nam y Yoongi al permitir que un paciente, en un estado
como el de Taehyung, saliera a mojarse en la lluvia solo cubierto con unas
pantuflas de algodón. Jungkook ya había recibido el reto aunque con menos
consecuencias, tal vez con una que otra prohibición para visitar a Taehyung
pero que a la larga Jungkook sabría evitar de algún modo.41

Taehyung al agarrar otra toalla seca y empezar a fregar su melena contra


ella para quitar los restos de humedad, Jimin dio un largo suspiro
observando al chico.

—Me parece el ser más hermoso de la vida —dijo.609

A Jungkook también, aunque eso era algo que todavía le costaba aceptar. No
porque tuviese reparos en los sentimientos que pudiesen nacer en él, sino
más bien por la persona por la cual pudiesen nacer esos sentimientos.
Taehyung era un niño. Se veía como un mayor de edad, pero sus
pensamientos, sentimientos y comportamientos distaban de esa realidad. Y
eso era lo que le ocasionaba un conflicto moral.80
Entonces Jimin se movió en la cama para hacerle señas a Taehyung al
observarlo abandonar la toalla en el suelo, quedando todavía con el cabello
húmedo. Jimin esperó a que Taehyung lo estuviese mirando para hablar.

—Ven, tráeme la toalla —le pidió.85

Extrañado, la agarró otra vez y se la tendió a Jimin. Luego, el mismo


Taehyung estaba ocupando un sitio en la cama de Jimin, mientras este se
sentaba sobre sus piernas y ayudaba al chico a secarse la melena. Jungkook
notó que Taehyung se sonrojaba un poco y empezaba a jugar con sus manos,
sin embargo, no protestó.255

—Creo que estás traspasando la línea de intimidad —comentó Jungkook,


contemplando la escena que se le antojaba tristemente paternal.131

—¿Celoso? —se burló Jimin.246

Soltó lo primero que le pasó por su cabeza, tal vez porque era lo que se venía
cuestionando hace días.

—Es un niño.31

—Tiene diecinueve años, los cumplió el 30 de diciembre, él me contó —


informó Jimin, sin dejar de secarle la cabeza a Taehyung.12

—Soy muy grande para él —insistió.326

—Tienes veintiuno, ¿desde cuándo dos años es una diferencia de edad


importante?73

—No son dos años cuando no piensa como alguien de su edad.212

Jimin frunció el ceño, deteniendo un tanto el movimiento. Taehyung alzó el


rostro para ver lo que ocurría. Jimin le sonrió y, de manera disimulada, le
cubrió la cara con la toalla para que no leyera los labios de nadie.83
—No es un niño —corrigió Jimin con voz firme—, es inocente y esa
inocencia no nace por una incapacidad que le impide madurar. Nace por la
inexperiencia. Es así porque estuvo aislado, no por otras razones, así que
quítate de la cabeza eso.465

Jungkook se encogió de hombros, de pronto sintiendo un vacío en el


estómago al que no pudo darle nombre.

—Sigue pensando como un niño por ahora.84

—Por ahora —afirmó Jimin—, solo por ahora.68

No quiso responderle a su amigo porque el Doctor Lee continuaba en la sala


y no quería que su padre se enterara de esa conversación. Ya no confiaba en
su padre, y ese era un hecho que le destruía la poca confianza a Jungkook. Su
padre fue todo para él durante años: su familia, su seguridad, su héroe. En
cuestión de días, dos de tres se desplomaron en el suelo; la tercera, pendía
en un hilo porque ¿podía seguir tratando como familia a alguien cuando ni la
seguridad ni la confianza ahora existían? Estaba triste y decepcionado, con
ganas de recoger los pedazos de corazón que le quedaban intactos para
pegarlos con cinta, ya luego se preocuparía cómo haría de un corazón roto
uno funcional.131

Pero entonces observaba a Kim Taehyung con esa sonrisa pequeñita


mientras Jimin terminaba de secar su cabello, y se sintió idiota por sentirse
triste ante una mentira de su padre cuando ese chico solo tuvo una abuela,
quien se suponía debía quererlo, cuidarlo y protegerlo, pero hizo las tres
cosas en demasía y lo condenó a una vida de encierro. Y ahí estaba,
sonriendo pequeñito por algo tan simple como las caricias producidas por
una toalla en su cuero cabelludo.23
Jungkook se sintió incluso peor cuando el Doctor Lee le posicionó a Tae el
nuevo audífono en la oreja, su expresión volviendo a encogerse por el dolor
y comenzando otra vez con el proceso de calibración. Y entonces
nuevamente sonreía pequeñito y bonito cuando le preguntaba si escuchaba
y él asentía, sus piernas colgando por la cama de Jimin y pataleando un poco
por la emoción que bailaba bajo su piel.137

Pensó lo mismo que hace un rato Jimin expresó y Jungkook no fue capaz de
admitir: Era el ser más hermoso de la vida.176

Para cuando el doctor Lee le preguntó a Tae si quería probar mejor el


audífono, Taehyung observó a Jungkook con cierto nerviosismo y después
estaba negando suavecito con la cabeza. El doctor Lee lo dejó estar,
musitando para sí que Taehyung ya debía encontrarse agotado y que
continuarían mañana. Guardó las cosas en los maletines que trajo y se
marchó de la habitación tras un rato. Mientras, Jimin seguía hablando con
Taehyung sobre todo y nada, Taehyung pareció un poco abrumado por esa
hilera de pensamientos expresados en voz alta, que tal vez ni siquiera
lograse entender por la distorsión con la que escuchaba. Continuó mirando
nervioso a Jungkook, lamiéndose los labios una y otra vez hasta que
Jungkook no pudo ignorarlo más.93

—¿Sucede algo, Tae? —preguntó alto y claro, cada palabra bailando en su


lengua con cuidado.

Taehyung de inmediato se giró hacia él, Jimin cortando en seco su


conversación sobre lo bonito que se vería Taehyung si le permitiera teñirle
el cabello de rojo. Pareció dudarlo un poco, lamiéndose los labios y jugando
con sus dedos, entonces asintió.286

—¿Qué ocurre? —insistió Jungkook.


Jimin frunció un tanto el ceño y después puso los ojos en blanco. Jungkook lo
escuchó musitar algo como "enamorados" y desplomarse en su cama sin
mucho animo.32

Poniéndose de pie, Taehyung quedó entre ambas camillas. Se apuntó el


audífono como respuesta tardía a Jungkook.

—¿Te molesta? —Negó—. ¿Te duele? —Otra negación—. ¿No escuchas bien?

Abrió la boca un tanto frustrado y la cerró incluso antes de que una palabra
se formara en su lengua.

—Vamos —dijo Jungkook, también colocándose de pie y dándole la vuelta a


la cama para detenerse frente a Tae—, estabas apunto de decirme algo. No
tengas miedo.

Sin embargo, Taehyung no estaba ni negando ni afirmando nada, sus ojos


cambiando de punto de observación. Jungkook intentó buscar su atención,
pero su mirada persistía en un punto muerto en el centro de su pecho. Y
antes de que Jungkook entendiera lo que estaba ocurriendo, Taehyung dio el
paso restante que los separaban, sus manos yendo de inmediato a la cintura
de Jungkoook para rodearla. Observando a Jimin con los ojos abiertos de par
en par por la impresión, notó que Taehyung inclinaba la cabeza y esta
colisionaba contra su pecho; su oreja izquierda, donde se escondía el
audífono, perfectamente posicionada sobre el corazón de Jungkook.671

—¿Está...? —balbuceó Jimin.

Los brazos de Taehyung se estrecharon en su cintura, acercando a Jungkook


todavía más contra él. Los latidos de su corazón se aceleraron hasta que el
mismo Jungkook los sintió en sus oídos y bombeando sangre a toda
velocidad por su cuerpo, pero sobre todo en ese punto de contacto entre
ambos cuerpos.97
Pum-pum-pum-pum.180

Taehyung estaba escuchando su corazón.191

Pero si Tae tenía una sonrisa dibujada en sus labios mientras su nariz
desaparecía entre los pliegues de la ropa, ¿por qué entonces lloraba contra
su chaqueta?23

Más tarde esa noche, cuando Jungkook se preparaba para ir a dormir y


recordaba a Taehyung con la cara sonrojada por las lágrimas, escuchó a
Roko ladrando en el primer piso y la puerta siendo abierta por Hoseok. Al
minuto, Seokjin estaba ingresando a su cuarto, observando todo con mirada
crítica.4

—No debería estarte contando esto —soltó de la nada.71

Jungkook alzó las cejas, colocándose la parte superior del pijama por la
cabeza.

—¿Qué cosa?

—Tu sabes que ahora el gobierno se enorgullece por lo bien que cuida y se
preocupa por sus tesoros de Daegu.24

El mal presentimiento se estrelló contra él como una cachetada.

—¿Por los M-Preg? —balbuceó.

Jin se sentó en el borde de la cama y se dejó caer hacia atrás con toda
confianza. Observando el cielo raso, continuó.1

—Ajá —dijo con voz desanimada—. Hace dos semanas, cuando se enteraron
los del gobierno sobre el M-Preg encerrado en el ático, estuvieron apunto de
llevárselo a Seúl para darle ellos mismos un tratamiento especial en el
Hospital de Seúl. Solo no lo hicieron porque no sabíamos hasta qué punto la
estabilidad emocional y mental de Taehyung pendía o no de un hilo. Así que,
averiguaron que era yo quien seguía el caso como sicólogo, y me solicitaron
despejar mi agenda.132

—¿Solicitaron? —se extrañó Jungkook.

Jin bufó.

—Más bien me ordenaron. Por eso he logrado estar totalmente disponible


para el tratamiento de Taehyung, porque tuvieron que mover todos mis
pacientes a mis compañeros de trabajo.

—¿Y esto me lo estás contando ahora porque...?

—Porque hoy volvieron a visitarme... hace menos de una hora se fueron.

A Jungkook se le hizo un nudo en el estómago.31

—¿Se lo van a llevar a Seúl? Pero no pueden, él necesita estar aquí, estar
bien, esta es su ciudad...

—Y nada lo ata aquí —corrigió Jin—. No conoce Daegu y toda su familia está
muerta, tampoco puede regresar a esa casa donde lo encerraron toda su
vida.212

A Jungkook se le secó la garganta, de pronto sintiendo que le faltaba el aire a


sus pulmones. Intentó pensar en miles de argumentos razonables para
decirle a Jin y que con ellos él pudiese convencer a los del gobierno, sin
embargo, solo pudo soltar un:

—Pero no.19

Seokjin estaba tomando asiento otra vez en la cama y afirmando su cabeza


con las manos que apoyaba en las rodillas.

—Pero caí en la trampa, Jungkook-ah.323


¿Y ahora qué estaba hablando ese hombre?

—¿Puedes ser claro?

—Se me escapó tu nombre —Seokjin gimió bajito— aunque ellos ya lo


sabían todo de ti, solo querían que se los confirmara y yo caí como un idiota
y solo... solo tuve como argumento tu nombre para evitar que se llevaran a
Taehyung.177

Jungkook obligó a sus pulmones a respirar otra vez.

—¿Y?

—No se lo van a llevar.103

—Pero eso es bueno —dijo Jungkook soltando una risa involuntaria.

—No sé si catalogarlo como algo bueno.125

Nuevamente el pánico en sus venas.9

—Ya solo dilo, hyung, me estás matando de suspenso.139

No se hizo de rogar.

—Agradéceme, Jungkook-ah, creo que te conseguí al compañero de casa que


querías.1K

Y todavía con el shock recorriéndole por las venas, Jin le dio un golpe en la
espalda para que reaccionara.

—Hyung, ¿qué...?23

—Mañana vendrán a habilitarle un cuarto a Taehyung. Le darán el alta en


dos días y se tiene que mudar aquí. —Jin forzó una sonrisa—. Felicidades,
¿no era eso lo que querías?359
Y a Jungkook le supo algo mal en la boca, porque efectivamente fue lo que
pidió, aunque tal vez un poco en pasado.

41
Tal como lo mencionó Jin, ocurrió. Jungkook se encontraba terminando su
horario laboral en la comisería realizando un montón de papeleo atrasado,
cuando recibió la llamada telefónica de Nam. Su voz se escuchaba torpe por
el sueño producto de ser despertado antes de que finalizaran sus diez horas
de descanso continuo.5

—¿Qué sucede? —preguntó Jungkook, porque Nam era un hombre práctico


que no llamaba para hablar de la vida.44
—Acá hay unos hombres diciendo que vinieron a restaurar una habitación.
—Y luego, un suspiro tremendo—. Jungkook, ya hemos hablado de tus
finanzas, ¿qué tanto te puedes seguir endeudando?185

Jungkook se dejó caer contra el respaldo del asiento, la noche anterior no le


había alcanzado a explicar a Nam lo que ocurriría, primero porque el turno
de Nam finalizó cuando Jungkook ya se encontraba durmiendo y segundo, no
imaginó que esa gente vendría al mediodía.

—No es para mí, hyung —balbuceó, entonces le contó rápidamente que


tenían un nuevo compañero de casa, que el inquilino era Tae, que los del
gobierno estaban involucrados en la decisión de tan apresurada mudanza, y
que su padre ahora sería quien dormiría en la habitación de Jungkook.259

—¿Y eso dónde te deja a ti? —quiso saber Nam, de fondo un ruido terrible.

—En el living.139

—¿Vas a dormir en el living de una casa donde todos trabajan en turno?


Sabes que yo algunas veces almuerzo a las tres de la mañana.157

Se desordenó el cabello de la nuca.

—No puedo hacer que mi papá se vaya a un hotel, sigue siendo su casa por
mucho que yo viva en ella.42

—Pero él tiene dinero suficiente para irse a un cómodo y lujoso hotel,


podrías darle una indirecta.417

Jungkook hizo una mueca. No, su padre no iba a captar esas indirectas
porque estaba interesado en Taehyung en un punto que Jungkook todavía no
averiguaba. Sabía que tenía una conversación pendiente con él, sin embargo,
Jungkook había hablado con su almohada y comprendió que podría obtener
más información de un Sehun confiado que de uno alerta al ser descubierto
en sus mentiras. A la larga, pensó Jungkook, sus conversaciones se volverían
más descuidadas y podría sonsacarle algo más.72

—No creo que acepte, hyung —confesó—. No sé, tengo un mal


presentimiento con todo esto del gobierno.203

Nam gruñó.15

—Los M-Preg siguen siendo sus sujetos de estudios, Jungkoook, solo que
esos estudios ahora son realizados de una manera más creativa. Como por
ejemplo, ¿entiendes que desde hoy nosotros pasamos a convertirnos en otro
experimento para ellos? No van intervenir mucho, pero sí lo suficiente con
tal de lograr que otro de sus preciosos M-Preg quede en gestación. Como ya
no pueden encerrarlos y violarlos, recurren a otras tácticas para llegar al
mismo fin.432

Quería gritar de la frustración o comerse un paquete de papas fritas, ambas


eran igual de aceptables para Jungkook en momentos de ansiedad.81

—¿Pero qué pretendes que haga? ¿Impedir la mudanza? No puedo castigar a


Taehyung por culpa de otros.1

—Lo sé —aceptó Nam—, yo tampoco haría otra cosa, él es inocente en esta


manipulación. Pero, Jungkook, no te sorprendas cuando empiecen a...
incentivarte para que pase algo.285

Jungkook alzó ambas cejas, agarrando un lápiz para jugar con él.

—¿A qué te refieres? ¿A que me van a obligar a...?99

—No, no, algo así de ruin no, recuerda que se sienten orgullosos por lo bien
que cuidan a sus M-Preg. Y ese "buen cuidado" implica mucho dinero de por
medio, Jungkook. Así que... no, no solo tú, tanto Hoseok como yo podríamos
empezar a recibir ofertas tentadoras para que... nos esforcemos en tener
algo con Tae.438

El lápiz se quebró entre los dedos de Jungkook, de pronto una ira


hirviéndole en lo bajo del estómago.51

—No se atreverían —gruñó con cierto pánico.

—Hoseok y yo no, pero ellos sí. Empezará como un posible ascenso para
Hoseok, una beca de estudios para mí. Y, bueno, para ti sería... no sé, pagar
esas monstruosas deudas que tienes en tus tarjetas de créditos. —Nam hizo
un sonido de afirmación—. Ajá, van a buscar el punto débil de cada uno con
tal de que empecemos a ver con tentación a Taehyung.314

Jungkook tuvo que tomar aire para poder controlarse, fregándose los ojos
con cansancio.

—Pero ustedes no se atreverían a aceptar algo así, ¿cierto?14

Una risa divertida llegó directo al oído de Jungkook.4

—No creo que deberías preocuparte por nosotros cuando eres tú el


principal blanco.8

—Y-yo no... yo jamás... él es... es como un... hermano pequeño —balbuceó


perdido en sus pensamientos que disparaban en cualquier dirección menos
en la correcta—. Jamás haría algo así por dinero.294

—Por dinero, tú lo has dicho. —Jungkook fue a responder, siendo


interrumpido en seco por Nam—. Espera. Mejor hablamos en la noche, tengo
que ver dónde están colocando esa cama...3

Y sin más palabras, cortó.


Sin poder concentrarse tras todo ese golpe de realidad que le dio Nam en
menos de cinco minutos, se dirigió hacia la oficina de Hoseok para
amenazarlo de algún modo.38

—Sabré si recibes un ascenso de la nada, Jung —dijo nada más al abrir la


puerta.447

Hoseok apenas alzó la mirada de los documentos que estaba revisando.

—Así que Nam te dio la charla —comentó como si nada.140

—¿Cómo...?

—Es algo que nos veíamos venir hace días. —Cambió de carpeta y
continuó—. ¿Cuándo se muda con nosotros?

—Mañana.

—Necesitará ropa —observó Hoseok.9

Oh, demonios, Jungkook no pensó en eso.

—Y zapatos.

Tampoco en eso.

—Y ropa interior.105

Jungkook se llevó las manos a la cara, de pronto con un recuerdo latente de


los números rojos en sus tarjetas.

—¿Cuándo me pagas, Hoseok?281

Eso le sacó una risa a su amigo.


—Seré tu superior pero no soy el que deposita tu sueldo, habla mejor con
recursos humanos aunque no saques nada con eso, ellos solo te responderán
que el viernes toca pago.

Media hora después, mientras se comía un kimbap que se compró por el


camino, Jungkook ingresaba a la habitación de Taehyung escondiendo su
comida en la chaqueta para que no se la quitaran. Al descubrir la cama vacía
de Taehyung, le dio un mordisco al rollo de kimbap y habló con la boca llena,
sus ojos encontrándose con Jimin recostado y absorto en el celular.22

—¿Y Taehyung?

—Hola, compañero y amigo Jimin, ¿cómo te encuentras? ¿Bien? Me alegro.


¿Cuándo crees que regresarás a patrullar conmigo? Porque te extraño y me
aburro mucho. ¿Un mes dices? Oh, qué pena, pero todo sea para que te
mejores y...509

—Ya entendí la indirecta, Jimin-ssi —lo interrumpió sentándose en el sofá


del cuarto que, milagrosamente, no estaba siendo ocupado por el novio de su
amigo—. ¿Y Yoongi?11

—Haciendo turnos como loco —dijo—. Me darán de alta hoy así que ayer
cambió turno y además se va a tomar unos días de vacaciones, quiere estar
conmigo por lo menos una semana. ¿Acaso no tengo al mejor novio del
mundo?436

Jungkook puso los ojos en blanco mientras le daba otra mascada a su


kimbap.5

—Sí, sí, claro, Min Yoongi es el mejor y todo eso.57

Con el entrecejo fruncido, Jimin se cruzó de brazos.

—¿Y a ti qué te pasa, conejo gruñón?4


—Que todavía faltan dos días para que me paguen y ya me gasté un sueldo
que todavía no recibo.77

—Jungkook, ¿tendremos que tener otra charla sobre tus gastos sin límites?

Se terminó el kimbap echándose todo lo que quedaba en la boca.

—Mira —Mascó intentando tragarse la bola de comida que no lo dejaba


hablar—, no es mi culpa, es culpa de mi sueldo mediocre. —Y terminando de
tragar todo, añadió en voz baja y vacilante—. Y Tae necesitará ropa cuando
salga mañana del hospital.30

—¿Ropa? ¿Para qué?29

—¿Para qué otra cosa se necesita ropa, Jimin-ssi? ¿Para cocinarla será?196

—Solo estoy extrañado, pensé que lo querrías desnudo siempre.519

Jungkook se acomodó en el sofá.

—No eres gracioso, Jimin-ssi. —Y luego, recordando el porqué estaba ahí,


volvió a insistir—. No respondiste a mi pregunta. ¿Dónde está Taehyung?1

Como respuesta, hizo un movimiento vago con la mano.

—Por ahí.

—¿Por ahí...?

—Con Park Bogum.752

Si Jungkook todavía se hubiese estado comiendo el kimbap, posiblemente


habría terminado con un pedazo de arroz en los pulmones. Atragantado con
su propia saliva, jadeó.

—¿Pero por qué?


Es que, ¿qué hacía ese sujeto en el hospital? No es que no le simpatizara, solo
que era innecesario, ya estaba claro que un intérprete de lengua de señas no
servía con Tae, pues él junto a su abuela se inventaron su propio idioma
donde existían incluso señas universales mal utilizadas.

—Le está enseñando... muchas cosas. —Jimin se encogió de hombros,


agarrando su olvidada jalea y comiéndosela con buen humor.262

—¿Muchas... cosas? ¿Qué más que lengua de señas podría estarle enseñando
un intérprete de lengua de señas?23

—El amore, Jungkook-ah.420

—Habla con seriedad, ¿quieres?5

—Estoy siendo serio. —Jimin se llevó una cucharada con jalea a la boca y
después lo apuntó con el utensilio metálico—. Taehyung es un chico
atractivo, solo tus ojos de conejo no lo notan.81

Jungkook se tocó el interior de la mejilla con la lengua.446

—A ver, pero espérate. ¿A ese Bogum le gusta Tae?73

—Ese Bogum —tarareó Jimin— siempre le trae un regalo a Tae.482

—A ver, espérate —pidió de nuevo—. ¿Ese Bogum viene seguido?

—Obvio que sí, idiota, si es su profesor... de lengua y tiene que enseñarle


mucha... lengua, tú entiendes mejor que yo.668

—No eres gracioso.24

Jimin comenzó a reírse, raspando el pote plástico hasta que no quedó ningun
resto de comida.

—Igual llevas ventaja —admitió Jimin—. Tienes prioridad para Tae.


Jungkook se cruzó de brazos, sus bíceps flexionándose bajo la chaqueta.258

—¿Y eso cómo lo sabes? Llevas... no sé, unos días aquí ¿y ya te sabes todo de
él?

—Eso es porque hablo con él.

—Tae no habla, idiota.27

—Bueno, yo converso mucho con Yoongi y él tampoco habla mucho.333

—Porque tú no conversas con nadie, Jimin-ssi, solo sueltas monólogos.126

Jimin se encogió de hombros con desinterés.1

—Tae siempre me escribe en su pantalla cuando le cuento cosas.

Jungkook puso los ojos en blanco.

—Claro, Jimin-ssi. A ver, díme, ¿qué tanto han conversado?

Dejando el pote vacío en la mesa, Jimin se dejó caer contra las almohadas,
una sonrisa de satisfacción bailándole en los labios.17

—Solo diré que tengas cuidado, Jungkook, le enseñé todas las tácticas que
utilicé para conquistar a Yoongi. En vista que llevo de novio cuatro años con
él, puedo asegurar que mis tácticas son infalibles. Tiembla, conejito,
tiembla.876

—¿Qué le metiste en la cabeza?4

Él se estaba observando las uñas con burla.54

—¿Acaso piensas que voy a contarte mis secretos? Olvídalo.31

—Jimin...

—Ya solito averiguarás todo lo que le enseñé, solo sé paciente y espéralo.


—¿Pero por qué hiciste eso? —jadeó Jungkook.

—Porque... ¿no sería bonito que él y yo nos embarazáramos a la misma vez y


que nuestros hijos crezcan juntos y se enamoren y casen?921

Jungkook se puso de pie comprobando la hora en su celular.

—Estás mal de la cabeza.49

—¿Ya te vas? —quiso saber Jimin con una expresión triste.29

—Sí, Nam me pidió que fuera pronto a casa porque alguien del gobierno
necesita hablar conmigo.

Jimin puso cara de circunstancia.102

—Suerte con todo —dijo.

Estaba dirigiéndose a la puerta cuando se detuvo para pedir algo.

—¿Le puedes decir a Tae que...?

—Claro que le diré que viniste a verlo, pero estará muy triste por no verte
hoy.

—Dile que no esté triste, por favor, si pronto vivirá en mi casa. —Eso casi
sonaba como un sueño, o tal vez una pesadilla, de eso todavía no estaba
seguro. Seguía con un mal presentimiento, simplemente no quería a su padre
y a Tae en la misma casa.297

—¿Y, Jimin-ssi?

—¿Sí?

—Me alegro que estés mejor. —Haciendo contacto visual con él, continuó—.
Recuerda que este solo es un traspié para que cumplas tu sueño.180
Jimin se despidió de él con lágrimas en los ojos.202

De camino a casa, Jungkook hizo una enorme lista mental de lo que tendría
que hacer antes de que Tae se mudase con él. Al llegar a su destino estaba al
borde del pánico tras comprobar la enorme cantidad de tareas pendientes.
Tal como le mencionó Nam en un mensaje de texto hace unos minutos, había
una mujer esperándolo. Era bajita y delgada, el cabello largo y negro
cayéndole por la espalda. Llevó una mano al frente para un apretón de
manos apenas Jungkook se detuvo a unos pasos de ella.36

—Jeon Jungkook —lo saludó, conociendo su nombre. De seguro esa mujer ya


tenía el detalle de sus deudas para intentar convencerlo de dejar
embarazado a Tae.93

—¿Y usted es?

—Kim Yong Sun —se presentó—. Pero puedes decirme Solar.632

Jungkook asintió, comprobando la hora en su reloj para fingir prisa.

—No tengo mucho tiempo —mintió, de pronto queriendo que esa


conversación terminase incluso antes de empezarla.31

—Iré directo al grano, no se preocupe —habló con cordialidad—. Soy parte


de la subdivisión de M-Preg del Departamento de Justicia. Hemos estado
siguiendo el caso del M-Preg Kim Taehyung desde que nos enteramos de la
trágica noticia.31

—Ya —dijo solo para escuchar su voz.

—Durante años los M-Preg...29

—No necesito una clase de historia —la interrumpió en seco—, conozco


todo lo ocurrido con los M-Preg.65
Solar asintió.

—Entonces, debe saber que hace seis años el gobierno creó esta subdivisión
en el Departamento de Justicia para velar y cuidar de los M-Preg que
tengamos registrados.

—También lo sé. ¿Puede ir al punto de esta reunión?

—En vista de la inestabilidad que el M-Preg...

—Solo llámelo por su nombre.62

Solar se lamió los labios buscando paciencia.32

—Taehyung —partió diciendo— ha pasado por mucho, y sabemos que el M-


P... que Taehyung siente un cariño muy especial por la persona que lo
rescató, es decir, usted.29

—Yo solo hacía mi trabajo.

—Sea como sea, sucedió. Pero el gobierno está completamente


comprometido en su ayuda.5

—Ajá.9

—Queremos lo mejor para él, por lo mismo buscamos un entorno sano para
que Taehyung...26

—Para que pueda sentirse feliz, ¿no?14

—Sí...

—Porque si está sano y feliz, comenzaría a producir la hormona "preg" otra


vez, ¿o me equivoco? —se burló, sintiendo que su celular vibraba en la mano.
Alzó las cejas—. Sé que buscan más hijos nacidos por M-Preg. Todo eso ya lo
sé, Solar.368
—En vista de que parece saberlo todo, solo me gustaría informarle que en su
cuenta bancaria ya se encuentra depositado y disponible el saldo del mes
por el cuidado del M-Preg. Este saldo quedará habilitado los días 27 de cada
mes y con eso...325

—A ver, espérate —pidió Jungkook por tercera vez en ese día—. ¿De qué
dinero está hablando?66

—El pago por parte del gobierno por el cuidado y bienestar de Kim
Taehyung. Él es un caso especial, por lo que notará que los honorarios son
muy altos para compensar que...47

—No quiero su dinero —la cortó Jungkook—. Sáquenlo de mi cuenta.121

—La transacción ya se encuentra realizada.6

—Pues haré una transferencia de regreso.4

—Imposible, es un depósito que viene de las reservas privadas del gobierno.


No existe número de cuenta asociado.6

—Pero no lo quiero.

Solar se masajeó el puente de la nariz.126

—Pues entonces escriba una queja en la página de la casa azul. Si junta


quinientas mil firmas, el gobierno tendrá la obligación de dar respuesta a su
requerimiento y...132

Jungkook abrió la puerta de la casa e ingresó.

—¿Sabe qué? Pueden meterse su sucio dinero por el culo. —Y cerró con un
portazo.592

Con la respiración acelerada y los pensamientos convertidos en una


vorágine de confusión, observó la pantalla del celular notando que tenía dos
notificaciones: un aviso de transferencia de su banco y un mensaje de Kim
Taehyung.15

El primero contenía un bonito depósito realizado a su cuenta por cinco


millones de won.506

El segundo era solo un audio de cinco segundos. Desorientado, lo apretó


llevándose de inmediato el celular a la oreja, el sonido de una respiración
pesada proveniente desde el parlante. Entonces, la voz baja y rasposa de Kim
Taehyung interrumpió en su caos mental pronunciando una única palabra
oxidada:+

"Hola"
42

—Bien, Roko, despídete de tus hermanos por unos días.52

Tocino y Mantequilla ladraban en el asiento trasero del coche de Jin,


mientras que sus gatas Pequeña y Betsy lloraban en su caja transportadora
en el auto de Yoongi. Roko, si bien era el más desordenado y desobediente
de la manada, era el único que se quedaría por unos días. Como Taehyung
tendría que atravesar demasiados cambios las próximas horas, decidieron
que lo mejor sería que no conociera al resto de la manada hoy. Si Roko se
quedaba, era solo porque Taehyung ya lo conocía y estar con él no implicaba
un cambio a aceptar.79

—Va ser extraño no tener a Tocino siguiéndome al baño —musitó Nam.178

—O a Betsy atacándome en las escaleras al subir —siguió Hoseok.94

—Solo serán unos días —les recordó Jungkook, los tres contemplando la
partida de ambos autos.

—¿A qué hora tienes que irte al hospital por él? —quiso saber Hoseok.

Comprobando la hora en su celular, contestó.

—De hecho, ahora mismo.

Fue en búsqueda de la bolsa con ropa que Hoseok le ayudó a elegir el día
anterior. En vista de que a Tae le gustaban los suspensores que su papá le
regaló, le compraron un par más junto a unas corbatas coloridas ya que
Jungkook había notado su fascinación por las corbatas extrañas. El conjunto
terminaba con unos zapatos embutidos, ninguno de los dos queriendo
arriesgarse con un zapato cerrado que le pudiese ir pequeño.126

—Papá no estará hasta el anochecer—comentó a la rápida Jungkook


lanzando la bolsa en el asiento de su camioneta—. Y hoy tendremos una
cena como una familia normal, ¿está bien?2

—Eso díselo a tu perro, la última vez intentó subirse a la mesa para robarnos
la caja de pizza —se quejó Nam.176

Roko, el culpable, se quedó sentado a los pies de Hoseok con la lengua


afuera.64

—Solo seamos civilizados por un día —pidió Jungkook, apretando el


acelerador. Mientras se alejaba, gritó—. ¡Y ordenen la casa!110

Porque su dichoso hogar que recibiría en una hora a un nuevo inquilino, se


encontraba un tanto desordenada. Si bien dentro del plan para no abrumar a
Taehyung se encontraba asear, los tres tuvieron que mover sus turnos para
dejar la tarde de hoy desocupada, por lo que no tuvieron demasiado tiempo
para ordenar muy bien. Mientras Hoseok y Jungkook compraban ropa
apresuradamente el día anterior, Nam quedó a cargo de la limpieza, limpieza
que para él solo constó en lavar la loza y luego salir corriendo a un turno
corto en el hospital. Jungkook esperaba que Taehyung no fuera maniático de
la limpieza como lo era de lavar la ropa, porque o sino estallaría una crisis.241

Al estacionar en el hospital, pensó que le habría gustado estar junto a Jimin


en ese momento para que llenase su cabeza con comentarios innecesarios,
sin embargo, dada las circunstancias estaría solo en eso. Al llegar al pabellón
de Taehyung, se encontró con bastante personal médico fuera del cuarto de
él. Se apresuró abriéndose paso entre ellos. Ingresó con el corazón en la
mano, encontrándose a un triste Taehyung sentado en el borde de la cama.22

—Te vamos a extrañar —decía una enfermera.341

Nada malo había ocurrido, solo se estaban despidiendo de Tae. Si su corazón


ya se encontraba encogido por la situación, ahora en serio parecía que en
cualquier momento tendría un ataque. Se acercó hacia él, que todavía se
encontraba en bata de hospital y oliendo a shampú y jabón.9

—Hola —lo saludó Jungkook, esperando escuchar otro "hola" torpe y seco
producto de una voz sin uso. Sin embargo, Taehyung solo le sonrió chiquito,
jugando con el celular entre los dedos. Parecía estar dividido entre las ansias
y la tristeza. Decidido a animarlo, Jungkook alzó la bolsa y se la dejó en el
regazo.25

—Es tu ropa —explicó.

Taehyung escarbó dentro, abriendo un poquito la boca en admiración al


encontrar una corbata oscura con corazones rojos y amarillos, un jean, una
camisa blanca, suspensores, un abrigo y zapatos embutidos. No parecía ser
el conjunto más óptimo para un chico de diecinueve años, pero Hoseok había
insistido en que Tae debía sentirse cómodo más que ir a la moda.198

—Puedes probártela... —comenzó diciendo Jungkook, el "en el baño"


muriendo en su boca cuando Taehyung tiró de las amarras posteriores de su
camisón y lo lanzó al suelo, quedando solo en ropa interior negra y
pantuflas.206

Jungkook se apresuró a correr hacia la puerta abierta y cerrarla, apoyando


su espalda contra la madera. Por Buda, tendría que enseñarle a ese chico que
no se podía andar desnudando así por la vida...193
Sin embargo, Taehyung era ajeno a su incomodidad. Ilusionado como un
niño pequeño que asistía a su primer día de colegio, se puso la camisa blanca
y la abotonó con cuidado. Se estaba subiendo los pantalones oscuros por las
largas piernas, cuando Jungkook sintió que la puerta le golpeaba en la
espalda. Hizo contrapeso para que no se abriera.1

—Eh —escuchó que reclamaba Jin—. Soy Jin.30

—Espérate —pidió Jungkook con voz un tanto ahogada—, se está


cambiando de ropa.

—Ah —dijo Jin sin alterarse—. Por cierto, ya dejé a tus perros en mi casa, tu
hermana no estaba feliz de recibirlos.291

Se desconcentró cuando Taehyung se subió el cierre del pantalón y empezó a


meter su camisa dentro. Había subido varios kilos en su estancia en el
hospital, viéndose ahora solo como un chico delgado, que quedaba bien con
sus largas piernas. Al agarrar la corbata y empezar a hacer el nudo con el
entrecejo fruncido, Jungkook finalmente se apartó de la puerta y fue hacia
él.7

—¿Te ayudo? —se ofreció.127

Taehyung le entregó la corbata con resignación. Jungkook la posicionó sobre


su cuello libre, esa tarde llevaba solo unos pantalones sueltos y una
chaqueta, dejando de lado su uniforme de policía. Hizo el nudo con la misma
precisión de cada día, ya tendrían otro momento para enseñarle a hacer
nudos. Luego la pasó por la cabeza de Tae y la acomodó en su cuello,
arreglando la camisa para que quedara perfecta. Taehyung se llevó las
manos a la corbata y la acarició con una expresión de admiración por unos
segundos, dejándola a un lado para agarrar los suspensores y engancharlos
en sus pantalones y por los hombros. Sostuvo los elásticos y los dejó caer
contra su propio cuerpo con un latigazo.111

—Cuidado, eso puede doler de verdad —advirtió Jungkook.64

En respuesta, simplemente se encogió de hombros con una sonrisa. Se puso


los calcetines y embutió los pies en los zapatos. Se quedó observando hacia
abajo con el entrecejo fruncido. Después se quitó los calcetines y los lanzó
lejos, dejando que sus tobillos desnudos sobresalieran de sus zapatos
embutidos.220

Jungkook sostuvo el abrigo frente a él para que Taehyung se lo pusiera.


Totalmente vestido, Taehyung se echó un vistazo acariciándose el pecho
sobre el abrigo negro. Parecía contento con el resultado, aunque Jungkook
por su lado pensase que era como un señor pequeño, viéndose totalmente
diferente al conjunto negro de Jungkook compuesto por botines, pantalones
con bolsillos y chaqueta abultada.198

—¿Te gusta? —quiso saber Jungkook.

Taehyung dio aplausos pequeños y asintió con ánimo, llevándose unos


mechones de cabello detrás de la oreja, dejando entrever el audífono color
piel que se encontraba enganchado en el oído izquierdo.75

—¿Y los zapatos te quedan bien? —Asintió otra vez como respuesta justo
cuando Jin ingresaba al cuarto con los ojos casi por completo cerrados.

—¿Está decente? —preguntó.99

—Abre los ojos, Jin —dijo Jungkook.

Lo hizo y soltó una media carcajada al ver a Tae.

—Se ve como...
—Mi padre —aceptó Jungkook.326

—Pero le queda bien —siguió Jin. Alzó la voz para que Taehyung lo
entendiera—. Taehyung, esa corbata de corazones es hermosa.70

Taehyung acarició la tela con una sonrisa, asintiendo.9

Los minutos siguientes, se vieron absortos firmando papeles y recibiendo


indicaciones tras indicaciones, como si Jungkook no las hubiera recibido el
día anterior por más de una hora. Recibieron de paso un enorme cóctel de
suplementos y los horarios que Taehyung debía tomarlos.34

Al ser autorizada finalmente la salida, Jungkook se relamió los labios con


nerviosismo. Si bien Taehyung había salido del hospital el día de lluvia, no
había avanzado más allá de la entrada. Ahora sería distinto y se subiría a un
automóvil, conducirían por las calles iluminadas y festivas al ser viernes y
llegarían a ese nuevo hogar abarrotado por tres hombres.37

Avanzaron por el pabellón transitado, luego por las escaleras hasta llegar al
primer piso. Taehyung se detuvo unos segundos contemplando las puertas
de vidrio a unos metros, retorciendo las manos con ansiedad. Entonces tomó
una inspiración y de pronto esos dedos largos estaban rodeando el bíceps de
Jungkook, afirmándose a él como un flotador en el medio de un mar que
anunciaba una tormenta.6

—Tranquilo —le dijo Jungkook, ubicado estratégicamente a su izquierda


para ser oído sin tanta dificultad.2

Cuando Taehyung continuó con el avance, Jin y Jungkook lo siguieron a la


par. Al principio eran pasos un tanto lentos y torpes, que fueron ganando
precisión y velocidad. Cruzaron las puertas de vidrio en una caminata
rápida, de pronto Taehyung parecía más que ansioso por salir, como si
temiese quedarse encerrado para siempre en el hospital. Una vez fuera, el
aire frío del atardecer chocó contra sus mejillas acaloradas por la calefacción
alta de dentro. Olía a tierra mojada y un tanto a combustible quemado por
las ambulancias que salían y entraban en la rampa de emergencias.1

Entonces, el brazo de Jungkook estaba siendo tironeado por los brazos


insistentes de Taehyung que le pedían de manera silenciosa que continuara,
que caminara, que avanzaran, que se movieran lejos de esa entrada, de ese
hospital, hacia la calle, hacia algo que nunca vivió, hacia la libertad de
movimientos, hacia un nuevo comienzo que tal vez sería un poco dificultoso
pero completamente aceptado.101

Jungkook lo siguió, sus oídos siendo acariciados por una respiración


acelerada y un burbujeo de una risa nerviosa que empezaba a escaparse de
los labios temblorosos de Taehyung.31

Al llegar a la mitad del estacionamiento, Taehyung se detuvo con ese pecho


compacto subiendo y bajando aceleradamente bajo su chaqueta, como si se
hubiera enfrentado a una maratón y no solo a unos pasos. El bíceps de
Jungkook fue soltado y entonces Taehyung estaba corriendo al igual que
Roko: avanzaba unos metros y luego regresaba y se iba y volvía, en ese
movimiento constante hasta que estuvo inclinado afirmándose una rodilla y
el costado adolorido de las costillas, agotado por el esfuerzo físico de un
cuerpo que solo conoció 100 metros cuadrados de espacio.48

—Tómatelo con calma, Taehyung —le pidió Jin. Continuó cuando la atención
del chico estuvo en él—. Lo hablamos, ¿lo recuerdas? Nadie nunca más te va
a encerrar. Taehyung es libre para hacer lo que desee.89

Taehyung se quedó observándolo sin pestañear y con la respiración


encajada en los pulmones. A continuación, sus labios se movieron
lentamente pronunciando tres palabras precisas:
"Taehyung es libre".442

Y otra vez.

"Taehyung es libre".82

Comprobó a Jungkook con mirada nerviosa y después estaba corriendo por


los estacionamientos yendo directo hacia el parque ubicado a un costado del
hospital. Jungkook se apresuró en seguirlo para evitar un accidente sin
buscar detenerlo. Al estar a solo unos metros de los juegos, se detuvo de
golpe y observó por sobre su hombro. Su mirada se encontró con la de
Jungkook a unos pasos y sonrió pequeñito, porque quería ser libre y hacer
muchas cosas, pero también se moría de miedo ante la expectativa de
enfrentarse a un mundo completamente solo. Pero no estaba solo, tenía a
Jungkook y ese era todo el consuelo que parecía buscar.96

Al llegar hasta los columpios, se sentó en uno y le hizo señas apuradas a


Jungkook para que se acercara, alzando las piernas en el aire esperando a
que alguien lo empujara por la espalda. Jungkook dio un largo suspiro y se
acercó.59

Era un niño.196

Seguía siendo un niño aunque que no se veía como tal.

Llegó hasta él y se posicionó a sus espaldas, afirmándolo por la cintura y


dándole un impulso con fuerzas, el cuerpo y el columpio balanceándose
hacia adelante. Taehyung soltó una de sus manos para estirarla hacia
adelante como si quisiera tocar el cielo cuando estuvo en la parte más alta,
sus dedos cerrándose en el vacío al retroceder y alejarse. Una risa burbujeó
en sus labios apretados por la emoción y luego estaba pidiéndolo a todo
pulmón.158
—¡Más!236

Y Jungkook lo complació. Ubicado a un costado, lo impulsó al deslizarse por


su lado aumentando la velocidad del movimiento. La mano de Taehyung se
alzó otra vez en el aire y volvió a cerrarse en la nada.

—¡Más!359

Y Jungkook repitió.

Tenía el brazo adolorido cuando finalmente Taehyung frenó el movimiento


posicionando los pies en el suelo y levantando una nube de polvo que hizo a
ambos toser. Jin, que se encontraba esperándolos a unos metros, sonreía.12

—¿Vamos ahora? —preguntó Jin.34

Taehyung se puso de pie y fue directo a Jungkook, agarrando una vez más su
bíceps con ambas manos. Jungkook sintió que Taehyung amasaba el músculo
como un gatito, sus ojos distraídos recorriendo hasta la última mota de
césped de ese pobre parque.152

Decidieron que Taehyung fuera el copiloto. Jungkook lo ayudó a colocarse el


cinturón cuando él lo agarró y no logró encontrar dónde encajar la punta
metálica. Jungkook se sentó tras el volante y encendió el motor, bajándole la
ventana a Taehyung a pesar del frío. Era igual que ver a Roko de paseo,
sacando un poco la cabeza y apoyando los brazos cruzados sobre la
abertura. Jungkook aceleró y salió del estacionamiento.2

—Taehyung —habló Jin casi a gritos para que el chico alcanzara a


escucharlo a través del ruido—, puedes sacar la cabeza pero no tanto.257

Taehyung, que casi iba colgando por la ventana, se acomodó con un suspiro
y solo apoyó la cabeza sobre sus manos unidas, el cabello yendo en todas
direcciones por el viento que lo desordenaba. Jungkook notó de reojo que
cerraba los ojos unos instantes y luego volvía a abrirlos, recorriendo la calle
de aquí para allá intentando no perderse nada del recorrido, su boca
abriéndose un poco al pasar por frente la piscina de la ciudad y ver los
toboganes de agua alzarse en el cielo. Los apuntó soltando un chillido y
girándose hacia Jungkook, interrogándolo con las cejas arriba.72

—Es la piscina, está cerrada todavía —contó Jungkook—, pero podemos


venir en verano.

En una costumbre que le tomaría meses perder, e incluso tal vez nunca lo
hiciera, Taehyung siguió las palabras con la mirada en sus labios. Asintió tras
notar que la última palabra moría.

Al llegar a casa, Roko los esperaba tras la ventana cerrada, su cara


asomándose entre los visillos blancos. Ladró como loco al estacionarse fuera,
dejando el motor muerto.12

—Bien, aquí vivirás con nosotros —anunció Jungkook, de pronto nervioso


porque no le gustase su nuevo hogar.

El sol ya casi se había puesto del todo en el horizonte, por lo que la casa
apenas era visible, sin embargo, Taehyung se encontraba absorto
contemplando los dos pisos, las paredes azules, las ventanas mal pintadas de
blanco, la maleza en el jardín, el perro que ladraba y rasguñaba con las patas
el vidrio del living y, entonces, sonrió, sacándose el cinturón y bajando a
toda prisa.

El primero en salir de casa nada más abrirse la puerta, fue Roko.

—¡Roko, no! —gritó Jungkook, pero obvio Roko no hizo caso y acortó los
metros de distancia que lo separaban. Se tiró sobre Taehyung sin una gota
de compasión, sus patas grandes apoyándose en su estómago y casi
mandándolo al suelo por el impacto. Jin corrió hacia ellos aplaudiendo para
espantar a Roko, como si eso alguna vez fuera a servir con un perro como
ese.92

—Roko, shu, shu, vete —le pedía desesperado.148

Jungkook no se apuró en llegar porque Taehyung, tras superar el impacto, le


acariciaba la cabeza al perro con una expresión melancólica.7

A continuación, salió Nam seguido de Hoseok, al que Taehyung solo había


visto el día que lo bajó del ático. Jungkook se quedó un tanto tenso, existía la
posibilidad de que el rostro de Hoseok le activara tanto malos recuerdos
como buenos. Pero Taehyung apenas pudo prestarle atención a su amigo,
porque Roko continuaba golpeándole las piernas en el afán de que Tae le
siguiera acariciando las orejas.22

—Taehyung —lo llamó Jungkook al detenerse a su lado—, ellos dos viven


conmigo en casa. A Nam lo conoces como tu doctor y Hoseok estaba con
nosotros ese día que te ayudé.

Taehyung asintió pequeñito, de pronto el nerviosismo comiéndose a su


delgado cuerpo. Se balanceó en la punta de los zapatos, sus tobillos
desnudos bailando en el aire.

Ingresaron a casa sin contacto físico directo, era una de los puntos que Jin les
solicitó respetar. Taehyung, por ahora, solo se sentía bien con la
aproximación de Jungkook y un tanto con Jimin, con el resto todavía se
colocaba en posición defensiva y crispada, estresada y alerta, bordeando ese
pánico que hoy querían evitar.

Para suerte de Jungkook, dentro de casa estaba mucho más ordenada que al
partir. Le presentaron el living compuesto por una enorme televisión, un
sofá largo y dos pequeños, junto a ello el comedor. La cocina con su mesa
solitaria, que no le prestó demasiada atención. En el cuarto de lavado
contempló cada detalle del lugar, fijándose en el detergente que usaban, el
suavizante, la secadora, la enorme lavadora, hasta intrusió en los cajones
donde guardaban todo lo que molestase en casa.70

—Antes Taehyung se encargaba de lavar la ropa —habló bajito Jin para que
el mencionado no escuchara—. Para él es un rol importante que lo hizo
sentirse útil por muchos años. Solo si se comienza a interesar en lavar, les
pediré que lo dejen encargarse de eso. Pero tiene que ser una decisión que
nazca de él, ¿está bien?8

—Por mí encantado que nos lavase la ropa —musitó Hoseok igual de


bajito—, antes lo hacía Jungkook pero cada vez tenemos menos tiempo y...129

Todos se quedaron en silencio cuando Taehyung se giró para salir del


cuarto, ya habiendo analizado lo que le interesó. Al lado del lavado, se
encontraba el único baño de la casa; no era mucho problema compartirlo
con otras dos personas al tener todos horario laboral con turno, pero cuando
se encontraban los tres... casi siempre terminaba en pelea mientras
Jungkook agarraba a Nam o Hoseok por la cintura para ganar la carrera al
baño. En cuanto a Tae, no pareció importarle nada de ese cuarto.198

Solo subieron al segundo piso Taehyung, Jin y Jungkook, para no abarrotar el


pequeño pasillo de personas. Nada más subir, la primera puerta a la
izquierda le pertenecía a Nam. El cuarto era un gran desastre, ropa tirada
por doquier y la cama echa un revoltijo de mantas y sábanas.117

Al ver el rostro alterado de Taehyung, Jin rápidamente lo tranquilizó.18

—Este cuarto es de Namjoon.

Tenía todavía los ojos abiertos de par en par al girarse y salir de la


habitación.170
Fueron a la puerta siguiente. Un cuarto muy ordenado les recibió, solo
contenía una cama de dos plazas, un closet grande y un escritorio.54

—Este es la habitación de Hoseok.66

Recorrieron el pasillo hasta la primera puerta a la derecha. Les recibió un


cuarto tan desordenado como el de Nam.128

—Este es de Jungkook.20

Jungkook se apresuró a cerrar la puerta con una sonrisa de disculpas.

—Soy limpio, lo prometo —dijo—. Solo que no tengo tiempo.400

Finalmente, se movieron hacia el último espacio de esa casa. Jin puso la


mano en la manilla y, mientras abría la puerta, anunció.

—Este será tu cuarto, Taehyung.

Era una habitación un tanto pequeña con una cama de plaza y media con
mantas oscuras. Tenía una televisión colgada de una pared y un closet
blanco que cubría toda la otra muralla. Las cortinas combinaban con las
sábanas.50

Taehyung entró con timidez, tomando asiento en el colchón y rebotando un


poco para probarlo. Después abrió las puertas del closet y dio un grito de
sorpresa al verlo repleto de camisas, camisetas, pantalones, jean y
chaquetas. No es que Jungkook se sintiera orgulloso por ocupar el sucio
dinero que le había dado el gobierno, pero igual se sintió mejor cuando vio la
sonrisa de Taehyung mientras observaba su ropa nueva.197

Una hora después, y con un Taehyung adaptándose a los cambios


impresionantemente bien, se sentaron en la mesa a comer pizza. Taehyung
había comido pizza antes y, ante la insistencia de Jungkook para que les
dijera cuál era su favorita, terminó anotando en un papel una simple
oración: pizza con piña.1.1K

El padre de Jungkook se les unió a la hora cuando solo quedaba pizza de piña
en la mesa, ya que a nadie, excepto a Taehyung, parecía gustarle esa extraña
combinación.208

—Pero si la pizza de piña es la más sabrosa —dijo su padre con una sonrisa
a Taehyung.593

Jungkook puso mala cara porque a su padre no le gustaba la pizza de piña,


solo decía eso para ganarse la simpatía de Taehyung. Tomó abundante aire
para contenerse de decir un mal comentario, no queriendo que Taehyung
quedara en la línea de fuego en una pelea que Jungkook y su padre tenían
todavía pendiente.178

Lastimosamente, en una casa donde todos trabajaban en turno y debían


regresar a sus rutinas la siguiente mañana por mucho que fuera sábado,
Nam fue el primero en retirarse a dormir. Le siguió Hoseok a los minutos. Si
bien su padre podría ser un mentiroso, no era una mala persona y, apenas
notó que Taehyung tomaba asiento en el sofá frente a la televisión en una
tensión nerviosa palpable, se apresuró a dar una rápida excusa y subir al
cuarto de Jungkook, mientras que a Jungkook le tocaría inflar un colchón y
tirarlo en el medio del living.88

Jin se quedó otros minutos más para analizar el comportamiento de


Taehyung. Sin embargo, al quedar solo los tres, parecía mucho más relajado
mientras acariciaba la cabeza de Roko.6

Los relojes anunciaron las diez y veinte de la noche, cuando Jin decidió que
Tae se encontraba lo suficientemente tranquilo para irse. Se despidió de Tae
recordándole que podía escribirle un mensaje a cualquier hora.7
El silencio se instaló en la casa nada más la puerta se cerró tras Jin,
Taehyung había apagado la televisión por accidente al despedirse. Jungook
notó su expresión cansada y su mirada somnolienta. Debía estar cansado
tras ese gran día repleto de emociones contradictorias.1

Acortó la distancia y se posicionó de cuclillas frente a él.

—¿Estás cansado?14

Taehyung asintió con suavidad.

—Puedes ir a dormir, Taehyung —le dijo—, ahora esta es tu casa también,


no tienes que pedir permiso para nada. Vamos, ve a descansar si quieres.4

Taehyung volvió a asentir, sin embargo, no se movió.

—¿Qué sucede? Vamos, ve a dormir, estás cansado.

Taehyung asintió una tercera vez, pero siguió sentado. Entonces Jungkook lo
entendió.

—¿No quieres ir solo? —Él bajó la mirada, apenado. Su afirmación fue débil
y triste—. Si te acompaño, ¿te irías a dormir?159

Hizo la pregunta adecuada porque Tae se puso de pie de inmediato,


despertando de paso a Roko que dormía apoyado contra él. Fue corriendo a
las escaleras, deteniendose en el primer escalón al notar que no era seguido.
Alzó ambas cejas cuestionándolo. Jungkook se puso de pie, sus rodillas
resonando por haber estado en cuclillas. Taehyung continuó subiendo,
comprobando sobre el hombro que estaba siendo seguido esta vez.2

Al llegar al cuarto, Jungkook le apuntó uno de los cajones.

—Ahí tienes pijamas —anunció.


Taehyung se acercó y sacó uno café con líneas más oscuras. Lo puso sobre la
cama y tiró de su corbata, empezando a desabotonar su camisa, dejando al
descubierto un torso color canela que no había ganado gracias a la
exposición al sol. Jungkook se recordó que tendría que explicarle uno de
esos días que no debía desnudarse frente a otros. Al quedar solo con ropa
interior, Jungkook cerró la puerta por si alguien venía a curiosear.1

Terminándose de colocarse el pijama nuevo, lo alisó sobre su pecho y


después ordenó sus pantalones, su camiseta haciéndola una bola en sus
brazos.

—Dentro de tu closet hay una caja donde podrás guardar tu ropa sucia hasta
que la laves —le aclaró.

Tras ordenar todo, Tae se acostó en la cama y tapó hasta la cintura, alisando
las mantas a su alrededor.

—¿Duermes con la luz encendida? —Taehyung soltó un bufido ofendido, eso


le sacó una risa a Jungkook—. Lo siento, lo siento, no eres un niño, lo
entiendo. —Abrió la puerta y salió apagando la luz—. ¿Puerta cerrada?179

Tras ver su afirmación, la cerró lentamente observando por última vez la


expresión ansiosa de Taehyung, Jin ya le había aclarado que posiblemente
pasase una mala primera noche.

Se quedó unos segundos en el pasillo por si Taehyung iba tras él, pero no
captó ningún ruido proveniente del interior. Posiblemente se encontraba
demasiado cansado como para siquiera preocuparse por algo más que
dormir.130

Más tranquilo, bajó al primer piso y sacó el colchón inflable que estaba en el
cuarto de lavado. Con Roko bostezando y vigilándolo del sofá, Jungkook
estiró el plástico en el suelo del living. Era un colchón inflable antiguo, por lo
que no era de esos modernos que se enchufaban a la corriente y se inflaban
solos, así que sacó el bombín y empezó a inflarlo con una lentitud
exasperante. Al ritmo que iba, prefería dormirse en el suelo. Le estaba
doliendo los brazos, por lo que se estiró para tomar aire y alzó la mirada.67

Taehyung estaba sentado en el primer escalón. Con el ruido del bombín y sus
resoplidos por el esfuerzo, ni siquiera lo había oído acercarse.55

—No te escuché —le dijo.89

¿Lo habría despertado por el ruido? No, imposible, Taehyung seguía


escuchando solo por un oído y ni siquiera demasiado bien, por lo que no era
esa la razón por la que estaba ahí.1

—¿No puedes dormir? —quiso saber.

Taehyung se encogió de hombros, afirmando las piernas contra sí.

—¿Tienes miedo? —Los labios de Tae se movieron hacia abajo en un


puchero, después se estaba encogiendo de hombros también. Sabía que era
peligroso lo que estaba apunto de decir, pero necesitaba ayudarlo de algún
modo, no podía simplemente pedirle que se fuera a su cuarto e intentara
seguir durmiendo ignorando su miedo e incomodidad—. ¿Serviría si me
quedo contigo hasta que te duermas?301

Se quedó observándolo sin pestañear por tan largo tiempo que Jungkook se
cuestionó sus palabras. Iba a disculparse y pedirle que olvidara su idiotez,
cuando Taehyung finalmente asintió juntando las manos sobre su pecho: por
favor, le decía.153

Se acercó a él y ambos subieron al segundo piso, Taehyung metiéndose de


inmediato a su cama y tapándose hasta el cuello, dejándole un espacio
enorme a un costado en la pequeña cama. Pero Jungkook tomó asiento a los
pies, arrastrándose por el colchón hasta que su espalda estuvo apoyada
contra la pared y sus piernas colgando por el borde.

—Si quieres te canto una canción de cuna —se burló Jungkook.160

Taehyung se sonrojó y puso los ojos en blanco, intentando verse maduro,


aunque parecía un tanto triste al negarse. Jungkook se quedó en silencio,
cruzando los brazos sobre su pecho y los ojos medio cerrados, mientras
Taehyung, hecho un ovillo en su costado izquierdo, apoyaba una mano bajo
su mejilla y se le quedaba observando.58

—Vamos, duerme o me iré —advirtió Jungkook.13

No supo si logró entenderle hasta que Taehyung obedeció y cerró los ojos
con una sonrisa bailándole en la boca. Jungkook se quedó mirándolo, sin
embargo, demasiado pronto un ojo de Taehyung se abrió otra vez para
comprobarlo si continuaba ahí.371

—Eso es trampa —se quejó Jungkook.

Taehyung volvió a cerrar los ojos, moviéndose un poco cuando una


carcajada ronca escapó de su garganta. Acomodó las mantas alrededor de su
boca para cubrirla y enmudecer el sonido.48

Se quedaron así lo que pareció una eternidad. Jungkook estaba pensando


que el chico por fin se había dormido cuando volvió a abrir los ojos,
totalmente despierto.323

—Taehyung —le advirtió.

Entonces el chico volvió a cerrarlos, pero Jungkook sentía las vibraciones en


la cama: Taehyung se estaba riendo escondido tras las mantas. Dio un largo
suspiro, pasaría una pequeña eternidad antes de que él se pudiera ir a
dormir. Poniéndose cómodo, cerró los ojos en cansancio y apoyó la cabeza
contra la pared.111

Debió haberse dormido unos minutos porque al abrir los ojos, Taehyung
parecía estar durmiendo profundamente. Con mucho cuidado, y la cabeza
atontada por el sueño, se bajó de la cama y cerró la puerta tras él.84

Nuevamente en el living, terminó de inflar su pobre cama y se recostó en


ella, acomodando las mantas sobre él tras sacarse los pantalones y la
camiseta, quedando solo en ropa interior. Cuando escuchó crujir el último
escalón de la escalera, no se sorprendió de nada. Al abrir los ojos, se
encontró a Taehyung ya posicionado a un lado de su colchón.38

—¿Qué sucede ahora? —preguntó con mucha paciencia.54

Pero el chico observó sus mantas.

—¿Quieres mis mantas? —quiso saber. Taehyung negó suavecito—. ¿Tienes


frío? —Él se encogió de hombros un poco—. Puedo pasarte otra manta —le
ofreció, pero Taehyung negó otra vez contemplando la cama de Jungkook
con una expresión tan triste, que Jungkook ni siquiera fue capaz de
meditarlo antes de hablar—. ¿Quieres dormir aquí?133

Entonces Taehyung asintió, uniendo las manos frente a él: por favor, le
pedía.

Jin lo iba a matar.263

Oh, demonios.12

Había olvidado que él no dormía con pijama. Dio un suspiro, pensando que el
chico merecía saber eso antes de dejarlo acostarse con él.

—Solo estoy con ropa interior —advirtió.173


Taehyung pestañó de manera pausada y después se estaba encogiendo de
hombros con desinterés. Claro que para él no tenía gran relevancia dormir
con alguien que llevaba o no pijama. Tae parecía no entender demasiado
sobre las relaciones amorosas, lo cual no era de extrañar si solo había
consumido televisión. En Corea la pornografía era ilegal, por lo que los
doramas nunca transmitían más allá de un beso. Y él posiblemente nunca
tuvo acceso a internet para informarse. ¿Siquiera se había masturbado
alguna vez...?Jungkook se horrorizó cuando esa pregunta flotó en su mente,
¿por qué sus pensamientos habían llegado hasta ese punto?473

Quitándose de la cabeza esa clase de ideas, se movió hacia un costado para


darle espacio, balanceándose en ese colchón inestable al arrastrar todo el
peso hacia un lado. De inmediato, Taehyung se puso de rodillas y apartó las
mantas. Primero metió las largas piernas y luego el resto de su cuerpo,
formándose un ovillo a un lado de Jungkook. Sus miradas se encontraron
siendo solo separados por un par de centímetros. Notó que tenía un lunar en
el borde del labio, en la nariz y uno que adornaba sus pestañas de abajo. 127

—Ahora duerme —le pidió Jungkook, la mirada de Taehyung recorriendo


sus labios y quedándose en ellos unos segundos más.22

Lo vio levantar un poco las mantas y hundirse en ellas hasta que solo sus
ojos quedaron al descubierto. Sus largas pestañas revolotearon y finalmente
cubrieron esa mirada grande y tan expresiva. Jungkook se quedó
observándolo el tiempo suficiente para notar que su cabeza se acomodaba
mejor en esa almohada que compartían, en su nariz escondiéndose más en la
manta y en su pecho sosteniendo el aire en los pulmones cada vez más
tiempo.7
Comprendió que estaba dormido y entonces Jungkook se permitió hacer lo
mismo, su cabeza acercándose un poco más a la de Taehyung hasta que
finalmente el mundo desapareció a su alrededor.

43
Jungkook generalmente tenía el sueño pesado, podía pasar una locomotora
por el lado de su oreja y ni siquiera subiría un nivel en el pozo profundo de
sus sueños. Pero el movimiento en su hombro era insistente y un tanto
doloroso, los dedos enterrándose en su piel desnuda. Atontado, abrió un
párpado hinchado por el sueño, la cabeza de Hoseok flotaba sobre su rostro.
Entonces sintió algo haciéndole cosquillas en el cuello y un brazo rodeando
su cintura, descansando justo donde terminaba su ropa interior.256

—Jungkook —decía Hoseok.1

¿Él era Jungkook? Cierto, él era ese él.274

—Jungkook —esta vez era Nam.1

Abrió su otro párpado, la mitad de su cabeza durmiendo.

—¿Qué? —logró musitar.14

Notó que la mirada de Nam brillaba en pánico.

—¿Qué haces durmiendo con Taehyung?

¿Con quién...?5

Esperen, ¿por qué le dolía tanto la espalda? ¿Dónde estaba su colchón


blandito de cinco cuotas precio contado?311

Medio recordó sus últimos instantes despierto la noche anterior, medio no.12

—Ah —balbuceó—, no podía dormir.

—Jungkook, no creo que sea correcto...

Hoseok interrumpió a Nam.

—¿Por qué no? Jungkook no es gay.704

¿Por qué estaban hablando de su sexualidad? Notó que el cielo continuaba


oscuro tras la ventana. Debían ser las tres de la mañana y ambos chicos se
estaban preparando para su turno de madrugada.1

Volvió a asentir el cosquilleo en su cuello.

—Sí, pero Taehyung sigue siendo un M-Preg.


—Pero no uno que Jungkook vaya a embarazar porque no le gustan los
hombres, ¿cierto, Jungkook?

Creyó balbucear un "no".

—¿Eso es un "no, no me gustan los hombres" o un "no, me gustan los


hombres"? —cuestionó Nam.391

¿Por qué lo estaban interrogando cuando Jungkook seguía luchando con el


sueño?20

Se escuchó balbuceando una respuesta.

—Sí, eso.90

—No has respondido nada.7

Se le cerraron los ojos otra vez, se estaba durmiendo cuando los dedos
volvieron a enterrarse en su hombro.

—Puedes ocupar mi cama —insistió Nam.1

—Ya, ya, hyung... solo... déjame dormir.15

Las conversaciones se volvieron un susurro ininteligible para Jungkook. Se


acomodó mejor en la almohada, sintiendo que el brazo se apretaba en su
cintura. Medio consciente, abrió un ojo para notar la cabeza castaña clara de
Taehyung enterrada en su cuello desnudo. Algo le dijo que no deberían estar
durmiendo así, algo le susurró que era incorrecto, pero ese mismo algo le
cuestionó esa presunta inmoralidad cuando realmente solo eran un
Jungkook muerto de sueño siendo abrazado por alguien inofensivo como un
niño.191

Se volvió a dormir cayendo en ese sueño profundo del que tanto le costaba
salir.
Se despertó por segunda vez, pero la noche ya había quedado atrás y por
detrás del visillo notaba el cielo rosado rompiendo la oscuridad para
convertirse en un amanecer precioso.

¿Qué lo había despertado?

Entonces volvió a oírlo, pequeñito y bajito, casi inexistente.

Un gemido.855

La respiración que sentía en el cuello era más caliente y entrecortada,


jadeante, una nariz cosquilleando en su piel como si lo estuvieran oliendo,
testeando, saboreando solo un poquito.135

Una vez más lo escuchó.

Un gemido pequeño y entrecortado, el brazo en su cintura apretándose más,


el agarre de los dedos siendo doloroso en el borde de su cadera.317

Confundido todavía, primero se hizo consciente con respecto a su propia


respiración acelerada, luego notó la tirantez en su entrepierna y sus bolas
contraídas dolorosamente.465

Tenía una erección.317

Una enorme y terrible erección mientras dormía al lado de un chico.339

Y ese chico era Taehyung.1

Acaso...1

¿Era él quién había gemido? ¿Era su propia garganta emitiendo ese sonido
bajo y privado o había sido la gastada y mal usada de Taehyung?115

Se volvió completamente consciente de golpe, toda esa sobre información


saturando de pronto su mente.
Girando su cabeza para contemplar a Taehyung a su lado, notó que se
encontraba medio despierto mirándolo con las pupilas dilatadas y los
párpados caídos. Jungkook tragó saliva. Tae sostenía su labio inferior entre
los dientes y su respiración era agitada, sus dedos enterrándose en la cadera
desnuda de Jungkook al punto del que le dejaría marcas.387

—¿Tae? —balbuceó.26

Él cerró los ojos y gimió bajito, enterrando su rostro en el hombro de


Jungkook. Pronto notó que su piel se humedecía donde Tae escondía su
mirada. Intentando meterle aire a sus pulmones, perdió su erección en el
instante preciso que comprendió que Taehyung estaba llorando.511

Cambiando de posición con el colchón moviéndose y sonando bajo ellos, se


colocó de costado hasta que la frente de Tae estuvo ahora apoyada contra su
pecho. Llevó sus manos hacia abajo y afirmó las muñecas, subiéndolas hasta
que las sostuvo bajo la barbilla de Tae, quien seguía escapando de su mirada
mientras lloraba bajito y con hombros temblorosos.

—¿Tae, qué sucede? —insistió, aunque él solo negó con la cabeza, su frente y
cabello rozando accidentalmente sus pezones.95

Jungkook apretó los dientes. No fue hasta que volvió a cambiar de posición
que sintió una humedad persistente contra su cadera derecha.363

¿Sería...?11

Oh.34

Oh, demonios.75

Entendía, claro que ahora entendía lo que ocurría.234

Cerró los ojos con fuerza y tomó aire.


—Tae —insistió, afirmando su barbilla para que alzara la cabeza.11

Sus párpados revolotearon cerrados. Sus mejillas manchadas en lágrimas y


sonrojadas por dos razones, y ambas Jungkook las entendía y aceptaba.54

Movió su cabeza hacia un costado para dejar al descubierto su oído


izquierdo, el audífono siendo notorio tras la oreja.3

Acercó su boca para hablar despacio, en la casa reinando un silencio que solo
era roto por los sollozos avergonzados de Tae y el de ese plástico rozando
contra sus pieles y suelo.4

—Tae, está bien —susurró bajito pero lento, cada palabra tomándose su
tiempo en ser modulada por su lengua—. Está bien, en serio. Es normal.148

Taehyung había tenido un sueño húmedo.989

A su lado.29

Tal vez rozándose contra su cadera un poco.73

Pero normal.79

Una mañana como cualquier otra.426

Sin embargo, y en cierto punto, sí era algo normal. No normal-normal


porque sucedió durmiendo a su lado, pero sí normal para ser alguien con la
vida de Tae. Sin embargo, lejos de parecerle normal a Tae, se veía
completamente horrorizado. ¿Horrorizado porque nunca le había ocurrido,
horrorizado porque le dijeron que era algo horrendo u horrorizado porque
le ocurrió a su lado?82

Le acarició el cabello con cariño mientras Taehyung continuaba negando


suavecito insistiendo en su equivocación.

—Tae, es algo normal —insistió—. Vamos, respira.


El mismo Jungkook acababa de despertarse con una erección tremenda,
seguramente producto del calor, del roce, de los pequeños quejidos que hizo
Tae entre sueños y que lograron filtrarse a los de Jungkook. Él debía sentirse
horrorizado por lo que acababa de vivir, porque era el heterosexual entre
ambos o eso creía. Tae era un M-Preg pero de pronto le pareció apresurado y
erróneo catalogarlo como gay, cuando el mismo Jungkook no por ser hombre
necesariamente lo volvía hetero.245

—Vamos, Tae, respira. Yo de joven mojé la cama un montón de veces en


sueños, es normal.401

Lo cierto es que Jungkook sentía solo un poco húmedo, más como pre-semen
que una corrida completa... Dios, ¿qué estaba pensando? ¿No debería estarse
volviendo loco y persiguiéndose la cola en ese momento? No se lo podía
creer, un chico había tenido una erección contra su cadera y de paso
contagiado una erección a él, y casi se lo estaba tomando bien. Casi.
6

Decidió que se permitiría volverse loco luego cuando lograse tranquilizar a


Tae. Si tan solo estuviera Jin para ayudarlo...

Dios, Jin.

¿Cómo le iba a explicar a Jin que Tae acababa de tener una especie de
despertar sexual a su lado? De primeritas le iba a cuestionar por qué estaban
pasando la noche juntos, de segundo pediría que se llevaran a Tae lejos de él,
lo más lejos, a Seúl posiblemente, lo que mandaría al demonio los pequeños
pero enormes avances que Tae estaba teniendo.2

Jin lo mataría si se enteraba.

No, no podía contarle eso.


Podría ser su secreto.153

Un pequeño secreto de ellos.8

Un secreto para no herir más la lastimada heterosexualidad de Jungkook, y


también para no meter a Tae en un problema.280

Apoyándose en su codo derecho, se alzó unos centímetros para observar a


Tae de arriba, quien todavía se encontraba recostado sobre su lado
izquierdo con la cabeza volteada hacia arriba.

—Mira —comenzó diciendo, esperando que Tae dirigiera la mirada a su


boca porque no podía hablarle alto—, vamos a ir a limpiarnos y listo. Te
prometo que despertarse así... no es algo malo, es completamente normal.
¿Está bien?

No planeaba confesarle eso porque su heterosexualidad, su amada y


apreciada heterosexualidad jamás cuestionada, seguía resentida pero... la
mirada de Taehyung continuaba siendo tan avergonzada y horrorizada, que
se obligó a dejar a un lado su realidad de veintiún años para ayudarlo.51

—Yo también me desperté así —dijo y luego aclaró ante su expresión


confundida—. Con un erección.448

Intentó encogerse de hombros, algo que no pudo por la posición y porque no


estaba lo suficientemente desinteresado para terminar con un gesto así.

—No es la gran cosa, en serio.3

Claro, campeón, ya se quería ver dentro de unos minutos cuando estuviera


solo y se permitiera volverse loco.244

Los enormes ojos de Tae, ahora más abiertos por su confesión, brillaban por
las lágrimas contenidas.1
—Vamos, no llores. Mira, mejor vamos al baño y te bañas y verás que te
sentirás mejor.

Se movió en ese colchón infernal sintiendo todos los músculos de su espalda


adoloridos. Su erección desaparecida del todo y, efectivamente, tenía mojado
su ropa en el costado derecho, era una mancha del porte de una moneda. Sí,
era más pre-semen que...1

¡Deja de pensar en el semen de otro hombre, Jungkook-ah!484

Arrodillado con inestabilidad, tendió la mano y ayudó a Tae a sentarse, las


mantas resbalando hasta su regazo impidiéndole a Jungkook observar algo
más. Con el frío acariciando su piel desnuda, se apresuró en ponerse de pie y
agarró su camiseta tirada en el suelo, colocándosela por la cabeza.4

Le tendió otra vez la mano. Taehyung se quedó observándolo con duda y


cautela, las mejillas y labios rojos por las lágrimas y por haberse estado
machacando el labio inferior para acallar esos gemidos que...146

Jungkook se estremeció un poco, apartando lejos esa imagen mental.2

Por fin Taehyung se sujetó a él y lo ayudó a ponerse de pie con un enorme


escándalo del colchón resonando contra el suelo. De reojo notó que,
efectivamente, el chico tenía una mancha pequeña en su pantalón. Por suerte
no cargaba una erección.

Tiró de él tras suyo y fueron al baño. Una vez dentro, Jungkook lo dejó
apoyado contra el lavado, mientras buscaba toallas limpias en el mueble al
lado de la puerta. Le pasó una y él se quedó con otra.

—Ahora te vas a bañar y yo voy a esperar afuera. Luego te vistirás y nos


sentaremos a tomar desayuno. ¿Está bien? Y no sigas atormentando tu
cabeza, ¿me ves a mí alterado por esto?1
Jungkook esperaba verse tranquilo, porque a su conejo interior le estaba
dando urticaria y ansiedad toda la situación. Quería que un chorro de agua
se estrellara en su cabeza y lavara su mente de esos pensamientos de la
misma forma que lo haría con su cuerpo.82

No esperó respuesta y salió, dejándolo solo en ese baño. Aprovechó para ir a


buscar ropa de cambio y sacarle el tapón a su colchón para que se desinflara.
Tal vez esa noche dormiría con su papá.120

Cuando bajó con una muda de ropa para sí, encontró el colchón aplanado y
Taehyung con una toalla afirmada a su cintura, el agua goteando de su
cabello y juntándose con otro millón de gotas en su pecho. Llevaba su pijama
apretado y arrugado contra su estómago.171

Tragó saliva.

Tenía que decirle a ese chico que no se podía andar paseando así por la
vida.82

—Nos juntamos en la cocina —sin embargo, pidió.

Ingresó al cuarto de baño caliente por la reciente ducha y gimió un poquito


en agonía, su reflejo en el espejo difuminado por el vapor. Apoyó las manos
en el lavamanos y respiró, estremeciéndose un poco cuando recordó el
indefenso gemido de Taehyung contra su oreja, ese mismo gemido que lo
despertó.

Tragó saliva con dificultad.+

Oh, demonios.
44
Solo había dormido con su abuela y en contadas ocasiones, ocasiones que
eran más típicas y menos ocasionales en su niñez, y luego ocasiones que
fueron más ocasiones extrañas que normales cuando creció, porque Kim
Taehyung solo le pedía dormir juntos cuando se sentía mal, cuando habían
peleado y Tae no dejaba de llorar, cuando se sentía solo y le llegaba la idea
detestable que sería libre si su abuela moría y el pensamiento lo dejaba
enfermo, temblando y mal, tan, tan mal que sentía la necesidad de ir a su
cama y acurrucarse a su costado sintiendo todavía ese calor que deseaba a
veces que desapareciera.132

Luego en el hospital se acostumbró a despertar y ver a Jimin en la otra cama,


y dormirse observándolo descansar. Lo tranquilizaba, le hacía comprender
que no se encontraba solito, que existía una persona que no era su abuela y
al alcance de su mano.7

Sin embargo, él no pretendió dormir con Jungkook. Taehyung quería


sentirse y verse como un chico de diecinueve años y los chicos de su edad no
le pedían a otros dormir juntos. Y si él no dejaba de comportarse como un
niño, no tendría más besitos por parte de Jungkook porque Jimin se lo había
contado, le había confesado que a Jungkook le gustaban las personas
maduras y Tae se comportaba la mayor parte del tiempo como un niño
asustado.495

Y Tae quería ser besado por Jungkook, quería sentir sus dedos de los pies
encogerse y a su corazón latiendo tan fuerte que casi, solo casi, se podría
jurar escucharlo en los oídos.222

Por eso se estaba esforzando y diciéndose que no debía temer de las cosas
ocasionales. Sin embargo, la noche llegó y, con ello, esos temores que Tae
estuvo tragándose durante el día.

Para cuando Jungkook le preguntó si quería dormir con la luz apagada, dijo
que no cuando habría deseado decir que sí. Cuando le preguntó si quería que
cerrara la puerta, dijo que sí cuando habría deseado decir que no, que la
dejara entreabierta porque no soportaba la idea de quedarse encerrado otra
vez.354

Por eso bajó la primera vez, no creyéndose con la capacidad de quedarse en


ese cuarto pequeño que aún olía a pintura.1

Pero entonces Jungkook le estaba preguntando si se dormiría si lo


acompañaba a la habitación y Tae recordó todas las veces que su abuela se
sentó a su lado y le acarició la cabeza, mientras Tae leía palabras de amor en
sus labios. Le dijo que sí a pesar de que se prometió ser fuerte, ser grande y
valiente. Ya podría ser un chico de diecinueve años mañana, porque tener a
Jungkook en su cuarto se sentía bien, se sentía bonito. Las paredes no se
presionaban contra él y su aliento no se le quedaba atascado en los
pulmones. Se sentía chiquito y protegido, bien, muy bonito y no quería
perder esa sensación cálida que le recorría el pecho cosquilleando justo en
su corazón.5
Pero entonces Jungkook se había ido una segunda vez y las paredes se
apretaron nuevamente.33

Bajó una segunda vez sabiendo que no subiría una tercera. Podía dormir en
el sofá o tal vez no dormir nada, solo no quería estar en un cuarto. No quería,
ni podía, ni pretendía. Por eso se quedó a un costado de la cama de
Jungkook, observando el brazo desnudo que descansaba sobre su cabeza. Y
de pronto esos ojos redondos que a Tae le recordaban a un conejito, estaban
en él y se sintió ridículo, chiquito y asustado, ansioso y aproblemado, porque
en ese momento pidió por su abuela y así poder encogerse a un costado de
ella, sentir su calor y cerrar los ojos diciéndose que todo estaría bien, que
esos sentimientos feos en su corazón se irían en la madrugada y él volvería a
ser bonito.2

Pero él quería tanto acurrucarse a un costado de Jungkook y hacerle entrar


algo de calor a esas manos suyas que no dejaban de moverse nerviosas entre
ellas.

—¿Quieres mis mantas? —leyó en sus labios, la voz de Jungkook filtrándose


por su oído izquierdo como un sonido bajo que no lograba captar demasiado
bien. Pero no, él no quería sus mantas, él tenía unas bonitas y nuevas que no
quería usar solo.61

—¿Tienes frío?

Sí, se moría de frío, un congelamiento que le comenzaba en el pecho y se


ramificaba por él.

—Puedo pasarte otra manta.

Taehyung no quería otra manta. Él quería... ¿qué era exactamente lo que


quería?18
Oh, pero Jungkook se lo dijo y lo entendió con una certeza absoluta.

—¿Quieres dormir aquí?5

Sí, sí, sí, por favor, sí.77

—Solo estoy con ropa interior —leyó.6

¿Y eso en qué molestaba a Taehyung? La idea de que el calor de Jungkook lo


rodeara sin ropa que interviniese, le gustaba de una forma que no entendía.
Se sentía flotando y a la vez tan atemorizado, con emociones que volaban en
el aire y con otras que le sacaban raíces bajo los pies. Le costaba respirar un
poco pero se sentía tan, tan feliz.8

Bien.

Bonito.228

Le gustaba sentirse así.

Se metió en la cama sintiendo de inmediato el calor rodeándolo, el cuerpo de


Jungkook tan cerca que Tae podría estirar solo un poquito las manos y sus
dedos lo tocarían. Él quería tocarlo, se sentía helado, sus dedos estaban
congelados. Tal vez, solo tal vez, si lo tocase un poquito, solo un poquito,
podría sacar el frío de sus venas.35

Pero Taehyung se contuvo, no quería que lo echara como su abuela cuando


se ponía pesado en sueños e insistía en abrazarla como un pulpo. Así que
cerró los ojos y pidió quedarse en su lado de la cama, dejando sus brazos
apoyados contra su propio pecho para mantenerlos quietos.106

El sueño empezó a flotar sobre él, su audífono apoyado contra la almohada y


dejando en mute al mundo.14

Se relajó.
Jungkook apenas se movía al respirar.

Acompañó sus respiraciones con las suyas.1

Se despertó cuando apenas unos rayos pintados de rosa rompían la


oscuridad de afuera.

Estaba calientito.

Bien.

Con un sentimiento de bienestar que estallaba en su cerebro. Era familiar,


cálido, protegido. Bonito.54

Continuó con su nariz enterrada en el cuello de Jungkook sintiendo el olor y


el calor que emanaba de él, que era tan similar al de su abuela pero tan, tan
diferente. Más salado, más caluroso, más poderoso. Sentía que se le encogía
el estómago al aspirar y llenarse los pulmones con ese olor a jabón y piel, su
nariz casi haciendo un agujero detrás de la oreja de Jungkook de lo cerca que
estaba.34

Se acomodó mejor y cerró los ojos, sus dedos acariciando la cadera de


Jungkook, sintiendo la piel desnuda y suave bajo las yemas.97

El corazón se le aceleró, la tirantez en su estómago aumentando hasta


volverse ciertamente dolorosa.

Y de pronto lo notó.43

No, no, no, por favor.

No le había ocurrido demasiadas veces, pero sí las suficientes para sentir


pánico y saber que existía algo malo en él.190

Gimió bajito cuando intentó apartarse y su erección se rozó contra la cadera


de Jungkook.28
Cerró los ojos con más fuerza, su respiración saliendo en jadeos al repetir el
movimiento, sintiendo que debía detenerse, encogerse en sí mismo y sentir
asco, asco por sí y por ese mal que nublaba a su mente y activaba a su
cuerpo.23

Tae tenía una erección que pronto empezó a gotear mojándole los
pantalones, sus dedos apretándose tan fuerte en la cadera de Jungkook como
si quisiera enterrar sus uñas ahí.

Por supuesto que Tae sabía qué eran las erecciones, él no era un bobo. Él lo
había leído en sus libros de biología. Las erecciones aparecían en los
hombres para embarazar.334

Pero Tae no debería tener erecciones, se dijo. No, no, él no debía, él era un
M-Preg y ellos eran infertiles, no podía dejar embarazado a nadie porque la
naturaleza era sabia. Por eso Tae no debería tener erecciones, nada en él era
correcto y todo iba mal y disfuncional. Era sordo, era enfermizo y tenía
erecciones cuando no debía, cuando despertaba o cuando estaba solo. ¿Por
qué tendría una si no podía embarazar a nadie?262

Y ahora tenía una al lado de Jungkook, como si su cuerpo buscara


embarazarlo.367

A Jungkook.

Algo terriblemente mal ocurría en la cabeza y en el cuerpo de Taehyung, tan


mal que nunca se atrevió a contárselo a su abuela por miedo a que
descubriera otro defecto en su imperfecto cuerpo y dejara definitivamente
de quererlo.36

Y él estaba desesperado pensando que Jungkook dejaría de quererlo.

¿Por qué su cuerpo se portaba así con él?13


Jungkook era lo único que le quedaba y se iba a ir porque era un
monstruo.107

Entonces sintió que Jungkook se movía a su lado y se despertaba. Taehyung


se preparó para el empujón, la mirada de asco, el repudio de la misma
manera que él se repudiaba en ese momento.35

Pero Jungkook solo le repetía que era normal y que él también se había
despertado con una erección. ¿Una erección...? Eso quería decir que,
¿Jungkook se estaba preparando para embarazarlo? ¿A él? ¿A Kim
Taehyung?675

Pero Jungkook seguía insistiéndole en que era normal, que Tae era normal.
No, no, Jungkook continuaba medio dormido y por eso decía esas cosas,
porque nada de eso era normal o sus libros de biología lo habrían dicho,
pero no, ellos dejaban claro que las erecciones ocurrían en los hombres para
permitirse liberar su semen y embarazar. No hablaban de despertarse con
erecciones o de tener alguna por sentirse calientito al lado de alguien. No
hablaban del deseo de ser tocado ni de la necesidad casi enloquecida de
frotarse. No, no hablaban nada de eso porque eso no era normal, era algo
que solo debía ocurrirle a Tae y Jungkook solo lo estaba haciendo sentir
bien.159

Con la cabeza caída y la frente apoyada en la baldosa de la ducha, se fregó


con fuerza pidiendo estar limpio y que esa limpieza llegase a su mente y que,
por favor, no le volviese a ocurrir algo así otra vez.63

Él solo quería estar bien.

Solo ser normal.

Solo un poco normal.


45
Taehyung continuó durante la mañana entristecido a pesar de que Jungkook
intentó hacerlo sentir bien repitiéndole un montón de veces que su erección
era normal, que no tenía nada que asustarse, que le iba a seguir ocurriendo y
no debía alterarse por eso. Sin embargo, permaneció decaído mientras
Jungkook le preparaba tortitas de avena con nutella y le dejaba una ración
gigante que apenas probó.125

Jungkook ciertamente se sentía frustrado. No sabía qué hacer ni tampoco


con quién hablarlo, porque no podía decirle a Jin que Tae tuvo un despertar
sexual por dormir a su lado. Lo mataría y no solucionarían nada, por lo
mismo cuando Jin lo llamó para avisar que pasaría por su casa para
chequear a Tae, Jungkook le pidió que no fuera, que Tae se debía
acostumbrar a la casa y que, además, Jungkook tenía el fin de semana libre y
podía estar con él. Jin no era necesario, solo aumentaría el estrés en Tae esa
mañana.27

Así que mientras Tae intentaba jugar a Granjitas encogido en el sofá con
Roko a su lado, Jungkook se apoyó contra la pared y lo meditó. Lo meditó
muchísimo, tanto que posiblemente se le fundió una neurona porque no se
podía creer que estuviera subiendo a su cuarto y despertando a su papá.339

—¿Me quedé dormido? —quiso saber.

—No, recién son las nueve y media.5

Solo que Jungkook y Tae llevaban despiertos de las seis.2


—¿Sucede algo, hijo?

Si bien sabía que no podía confiar en él porque ya le había mentido, también


sabía que su padre era el único que iba a ayudarlo en ese momento porque
quería que Tae adquiriera otra vez la capacidad de producir "preg", la
hormona del embarazo M-Preg. Su padre era movido por sentimientos
egoístas y ajenos a los de Jungkook, pero por lo mismo haría lo necesario
para ayudar a Tae y eso era lo que necesitaba por el momento.129

—Tengo que decirte algo —finalmente aceptó. Tomó aire y continuó—. La


noche anterior Tae no quería dormir en su cuarto.

—Pobrecito —musitó su papá, apartando su cabello encanecido de la cara—,


pero es algo obvio. Estar solo en un cuarto debe recordarle mucho su tiempo
encerrado.16

¿Por qué Jungkook no pensó en eso el día anterior?204

—El punto es que yo estaba durmiendo en el living y...

De pronto se quedó en silencio, inseguro si debía contarle tal cómo


sucedieron las cosas o simplemente inventar una mentira aceptable que
explicase por qué Jungkook sabía que Tae le tenía miedo a su propia
erección. Despejó su mente de cuestionamiento ridículos, no era el momento
para sentirse avergonzado o perturbado porque otro hombre le mojó los
calzoncillos.83

—Y Tae quería dormir conmigo.

La boca de su padre se abrió un poco y asintió.

—Claro, claro, es normal, contigo se siente protegido porque fuiste quien lo


rescató, es un sentimiento que le costará superar, Jungkook. Por favor, no te
sientas superado por la situación, sé que será complicado pero...
—Yo estoy bien —lo corrigió. Sí, tal vez un poco incómodo, sin embargo, le
pesaban más los sentimientos de rechazo de Tae por sobre los suyos—. Pero
Tae no. Él... papá, no sabe nada.

La expresión de su padre era triste.

—Él sabe mucho, solo que se limitan a cosas que se pueden aprender
leyendo. No entiende los sentimientos y posiblemente... su sexualidad. ¿Es
sobre eso? —Jungkook asintió con suavidad—. Por supuesto que es
ignorante en ambos temas porque son conceptos que desarrollamos en
sociedad. Comprendemos los sentimientos porque estamos expuestos a los
sentimientos de otros, de la misma manera que sabemos de sexualidad
porque vemos y aprendemos de esos otros. Él no tuvo ninguna de las dos.136

—Se despertó con una erección —finalmente Jungkook contó—. Y él


parece... no entenderlo, como si fuera algo malo.1

—Nadie debe haberle explicado que no era malo. Y los libros escolares, que
debe haber utilizado para estudiar, solo hablan del sexo como un medio para
reproducirse, todo asociado a la continuidad de la sociedad pero nunca
referido al placer personal. Debe sentirse horriblemente confundido.29

—Yo le intenté explicar ayer —se defendió Jungkook—. Lo calmé y le dije


que era normal despertarse así pero él sigue... solo sigue triste allá abajo y ya
no sé... no sé qué hacer.

—Lo primero —comenzó diciendo mientras se colocaba de pie y se


cambiaba de ropa— es decirle a Jin para que comience con sus clases de
educación sexual. Si Tae realmente solo conoce lo básico sobre la
reproducción, posiblemente no sabrá qué está sucediendo si alguien
intentase hacerle algo hasta que fuera demasiado tarde.362

Jungkook asintió con aire distraído.


—Pero si le digo yo, Jin entenderá que Tae durmió a mi lado y... podrían
llevárselo y eso le haría más mal que bien, le haría pensar que efectivamente
su erección fue un error que conllevó un castigo.

Su papá se puso los suspensores, ajustándolos en los hombros.41

—Tienes razón. Le llamaré, se lo sugeriré para que comiencen lo más pronto


posible. Un M-Preg así de ignorante podría ser peligroso para sí mismo. Tú
sabes cómo es el gobierno de persuasivo con la búsqueda del embarazo M-
Preg. No faltará el inteligente que se quiera aprovechar de Tae. Dios nos
salve con la Ley del 2001 que castiga con pena de muerte las violaciones de
M-Preg o sino...229

—Pero, papá —continuó Jungkook con inseguridad—, ¿qué hago por lo


pronto? No soporto verlo así.44

—No puedes enseñarle clases de educación sexual porque podrías


traumarlo más que ayudarlo. Pero por lo pronto...

—¿Por lo pronto qué?

—No sé, hazlo sentir bien con su erección si vuelve a ocurrir.788

—¿Hacerlo sentir bien con su erección? Papá... ya sácate esa idea de


nietos.156

Su papá se estaba riendo suavecito al ser descubierto.122

—Solo soy un hombre viejo con sueños.280

Jungkook puso los ojos en blanco.

—¿No crees que él esté...? —Tragó saliva y se rascó el cuello acalorado—.


¿Teniendo un ciclo de calor?50

Su padre se apresuró a despejar esa idea.


—No, imposible. Por lo menos hasta unos meses, su cuerpo y mente vienen
saliendo de un proceso terrible y no estará preparado para eso. Lo que
ocurrió solo es... lo que nos ocurre a todos.3

—Papá...2

—También fui joven, ¿cómo crees que te tuve?189

—Bueno, eso es algo que no quiero saber. A mi me entregó el cartero y


listo.556

—El cartero —se burló—. Mis espermatozoides los carteros.704

Jungkook se sonrojó, quedando desconcertado al ver a su padre agarrar la


maleta en una esquina y abrirla.

—Además —continuó hablando su padre—, el chico tiene sentimientos por


ti, seguirá despertando con erecciones si insisten en dormir juntos.141

Sehun acomodó dentro el pijama que acababa de sacarse, cerró la maleta y la


dejó en el suelo.26

—¿Qué haces? —quiso saber Jungkook.

—Me voy.251

—¿A dónde? ¿A un hotel?

—A Seúl —Se encogió los hombros con desinterés—, ya hice lo suficiente


aquí y además creo que necesitarás tu cama de regreso.500

—Papá, si tan solo crees que yo le voy a poner una mano a ese chico...

—Decía para dormir —se burló su padre—, pero está claro que otros
pensamientos rondan tu cabeza.336

—No voy a...54


Su padre tarareó tirando su maleta tras de sí. La bajó por las escaleras sin
pedir ayuda, encontrándose a Tae todavía en el sofá con la cabeza de Roko
en su regazo. Tenía el celular en las manos y parecía jugar Granjita, solo que
su vista se encontraba clavada en un punto de la pared.23

—Lava la ropa con él —sugirió su papá al verlo deprimido—, haz algo que lo
haga sentir cómodo y útil.196

Jungkook decidió seguir su consejo, sintiéndose un poco mejor por sus


nuevos sentimientos hacia su padre, que tan negativos y oscuros se habían
puesto el último tiempo. Se alegraba de volver a tener esas conversaciones
normales y sabias con él. Se alegraba, solo que todavía existían puntos
pendientes que no tendrían pronta respuesta.27

Finalmente su padre se despidió de Tae diciéndole que volvería dentro de


unas semanas para verlo, que era un chico muy guapo y absolutamente
normal, que siguiera leyéndose ese libro que le recomendó la otra vez y que
tenía su número para que hablaran cuando quisiera.64

—Y no estés triste —le pidió en la puerta cuando un taxi se detenía fuera


para llevarlo a la estación, negándose a que Jungkook lo llevase para no
incomodar más al sobresaturado Tae—. Tu sonrisa es tan bonita, Tae, para
que nos quites el privilegio de verla siempre.321

Aquello le sacó una sonrisa pequeña y tímida, sus mejillas sonrojadas. Se


despidió de él moviendo la mano hasta que el taxi se perdió al final de la
calle.

Una vez solos, regresaron al interior.

—¿Te gustaría lavar ropa? —le ofreció Jungkook, arrugando la nariz de


forma cómica para él—. De igual manera tengo que cambiar las sábanas de
mi cama, durmió mi papá en ellas.363
Estuvieron hasta la hora de almuerzo haciendo lo mismo. Tae en serio era un
maniaco del lavado, que apiló en colores y usos, dejando varios montones de
ropa que fue lavando y mandando a la secadora. Después Tae le enseñó a
Jungkook una configuración de la secadora para que la ropa no saliera
arrugada, ropa que tendió de inmediato en los colgadores. Parecía orgulloso
y feliz viendo sus creaciones saliendo limpias y calientes, por lo que
Jungkook olvidó el extraño encuentro de la mañana y se puso a asear el resto
de la casa, lavando el baño, aspirando, y trapeando mientras Roko
permanecía en el patio trasero.74

Almorzaron comida coreana que Jungkook pidió y pagó con el sucio dinero
del gobierno, porque su sueldo ya no existía y se le había hecho tarde para
cocinar. Tras pasar tantas horas encerrado en el cuarto de lavado, Taehyung
volvía a encontrarse más animado.133

Estaban terminando de comer, cuando Hoseok llegó a robarse las sobras y a


anunciar que no trabajaría ni el lunes ni el martes, por lo que se estaba
yendo a su ciudad natal a ver a sus padres. Tae lo observó con curiosidad
arrastrar una maleta por el suelo recién limpio. Se marchó tan rápido como
llegó, dejando a Tae con un ligero entrecejo fruncido.285

Jungkook le tocó la rodilla para que lo mirase, volteándose en el sofá. Ambos


estaban ocupando el sillón largo ubicado frente a la televisión.

—Te conté en el hospital cómo eran Hoseok y Nam, ¿lo recuerdas? Siempre
se la viven viniendo y yéndose, es como los doramas que ves, ¿no te parece?

Taehyung se llevó una mano a la boca y golpeteó sus labios con la punta de
los dedos con aire pensativo. Después estaba asintiendo y colocando en la
televisión un dorama en Netflix como le enseñó, el cual apuntó con
insistencia. Por lo que leyó en la descripción, era de una residencia de
estudiantes universitarios.178

—¿Ese dorama te recuerda a esta casa? —Él asintió, apuntando la puerta y


detrás del hombro, y después en reversa—. Sí, aquí todos entran y salen
cuando quieren. Por cierto —dijo, quitando la mano de su rodilla al notar
que todavía se la tocaba—, ¿no te gustaría tener hoy una tarde de películas?
Hoseok no estará y Nam en el hospital hasta el lunes, así que seremos solo
los dos, ¿pero te gustaría?356

Antes de que incluso alcanzase de terminar de hablar, Tae se encontraba


asintiendo a toda velocidad y aplaudiendo con una sonrisa chiquita, que le
hizo sacar una sonrisa también a Jungkook. Una tirantez empezó en su pecho
mientras su corazón aumentaba los latidos de manera involuntaria.120

—Pero debemos ir a una tienda de conveniencia a comprar cosas para cenar


y para la tarde de películas. Podemos comprar ramen instantáneo y arroz y
unas salchichas y ¿te gustan las palomitas de maíz?19

Taehyung se apresuró a agarrar su celular y escribir algo, con la práctica


había ganado precisión y rápidez, por lo que el teléfono de Jungkook vibró
de inmediato con un mensaje nuevo.

<<Taehyung:
Con caramelo>>273

Jungkook asintió.

—Palomitas con caramelo serán. Ve a buscar tus zapatos y vamos con


Roko.84

Taehyung partió corriendo a buscar sus zapatos, que los había dejado en su
ropero el día anterior. Se cambió sus pantuflas por los zapatos que pisó en
los talones y bajó corriendo, llegando al primer piso con la respiración
acelerada.13

—¿Listo? —quiso saber Jungkook.

El chico se agarró a su brazo como respuesta, enganchando sus dedos en su


bíceps como las veces anteriores. Ese día Tae llevaba un conjunto mucho
más relajado, un buzo deportivo burdeo y la chaqueta que llevaba Jungkook
el día anterior, porque en la mañana lo vio acariciar el acolchado con mirada
brillante y eso fue todo lo que necesitó Jungkook para regalársela y quedarse
con una chaqueta menos de invierno. ¿Por qué era así? No lo sabía, que
alguien le ayudase antes de quedar en la calle.39

Llamó a Roko con un silbido que hizo a Tae ladear la cabeza registrando el
sonido. Roko apareció corriendo en el living y salieron a la calle, sin
necesitar correa porque Roko era un salvaje un tanto civilizado y no le
interesaba meterse en pelea de perros.305

El sol de pasada las cinco de la tarde seguía siendo brillante y acariciaba sus
mejillas heladas. Con su brazo enganchado, avanzaron por la calle
deteniéndose cada dos pasos porque Tae quería acariciar el césped, arrancar
una flor que sobrevivió el invierno, pisotear las inexistentes hojas cafés que
quedaban y rozar con los dedos los troncos de los árboles. El mundo entero
le parecía una maravilla, incluso las grietas en la vereda que, si Jungkook no
mal analizaba, evitaba pisar. Su boca colgaba abierta cada vez que transitaba
un auto por la calle o al registrar algún sonido agudo que rompía el silencio
de esa tarde de sábado.116

La tienda de conveniencia fue otro mundo. Tae recorrió los pasillos tocando
todo lo que le interesó y echando productos en la canasta que Jungkook
portaba hasta que esta estuvo repleta con tonterías. Entonces se había
acercado al estante repleto de cajas de huevos y agarró uno suelto para
examinarlo de cerca, fue ahí que quedó el desastre.140

—¡Cuidado! —gritó el muchacho de la caja al notar a Tae.

El grito, agudo y alto, se metió por el audífono de Tae y se amplificó en su


tímpano. Tae, que vivió durante años en silencio, dio un pequeño brinco
asustado y golpeó la torre de huevos mandando las cajas al suelo. Hileras
tras hileras de huevos se estrellaron contra la baldosa.589

Con los ojos abiertos de par en par y sosteniendo el único sobreviviente a


esa masacre, Tae parecía apunto de llorar. Jungkook se apresuró hacia Tae
justo cuando el cajero iba hacia ellos.63

—Los pagaré todos, pero no digas nada —advirtió Jungkook, deteniéndolo


en el pasillo.32

El muchacho miró el desastre y después a Jungkook.

—Eso no arregla el desorden.198

Jungkook prometió pagarle por eso también, solo para que se quedara
callado y se alejara. Tae continuó en medio del desastre con los zapatos
embarrados en yemas y claras. Lo tomó de la mano para tirar de él y sacarlo
de ahí. Con las piernas débiles, caminó tras Jungkook con la mirada baja.
Fueron a la caja y Jungkook pagó por las cosas que se llevarían, por el millón
de huevos rotos y dio una buena propina al muchacho para que limpiara en
silencio.194

Afuera los esperaba Roko. Regresaron a casa esta vez con un Tae pisando las
grietas de la vereda y ya no interesándole cortar las inexistentes flores en el
camino. Jungkook apretó sus manos unidas para sacarlo de sus
pensamientos.64
—El chico de la tienda hoy cenará un delicioso y enorme omelet de huevos
—bromeó. Pero Tae no se lo tomó así, sus ojos, que ya se encontraban
brillantes, empezaron a soltar las lágrimas retenidas.309

Jungkook esperó a que llegasen a casa. Cerrando la puerta principal tras


ingresar, dejó las bolsas en el suelo y deslizó sus brazos entre la chaqueta
abierta de Tae para sujetarlo por la cintura, apegándolo a él de forma
cariñosa. Posicionó su rostro en el lado izquierdo para poder hablarle
tranquilo.329

—¿Por qué lloras? Si solo eran unos huevos.214

Sintió que se encogía más, los brazos de Tae yendo con timidez a su cuello
hasta sujetarse a él. Continuó llorando bajito, porque claro que Tae no
lloraba por los huevos, ese accidente solo reactivó el problema de la
mañana.185

Con un suspiro, Jungkook bajó las manos y tiró de los muslos de Tae para
alzarlo en brazo. Extrañado, Tae se alejó unos centímetros para contemplar
su rostro, la expresión congelada en sorpresa al igual que las lágrimas.
Después sus piernas estaban rodeando la cadera de Jungkook para
sostenerse, la nariz enterrándose otra vez en su cuello haciéndole cosquillas
con el aliento.749

Se dejó caer en el sofá con Tae todavía sobre él.417

—Lo que sucede es que estás cansado —habló Jungkook con voz segura y
confiada—. Dormimos muy poco y estás agotado, por eso tus emociones
están tan descontroladas. Deberías dormir.21

Sintió que la cabeza de Tae se movía en su cuello, Jungkook no sabía si para


enterrar más la nariz en su piel o para negar.1
Le acarició los muslos por la parte de abajo, ya que Tae continuaba con los
pies enganchados detrás de su espalda. Se estaba enterrando los zapatos
contra los riñones, pero ese era un problema que claramente Jungkook
pasaba por alto.201

—Vamos, debes ir a dormir.

Pero Tae se afirmó todavía más a él, estrechando incluso más las piernas a
su cintura. Y entonces una única y cortante palabra escapando de esos
labios.8

—¡No!162

Una sonrisa involuntaria apareció en la boca de Jungkook. Le acarició otra


vez las piernas con las manos extendidas y después le dio un golpe cerca del
trasero.908

—Vamos, los niños pequeños y consentidos deben dormir siesta a las seis de
la tarde.170

—¡No!22

Intentó desengancharse para por lo menos dejar de sentir los zapatos contra
sus riñones, pero Tae, decidido a no soltarse, apretó otra vez las piernas en
su cintura y se acomodó mejor en su regazo, pasando a llevar la entrepierna
de Jungkook en un movimiento involuntario e inocente.575

Jungkook decidió entonces que mejor se quedaba quietísimo. Ahora parecía


ser una pésima idea mover a Tae, quien se sentaba perfectamente en su
entrepierna. Tragó saliva y se permitió apenas respirar, total respirar era
para los débiles, él solo necesitaba no moverse en lo más mínimo para que el
roce fuera cero, incluso negativo si es que se podía.502
Sin embargo, el aliento de Tae le hacía cosquillas en el cuello, era caliente y
mandaba escalofríos por su columna cada vez que golpeaba contra su piel.
Su nariz tampoco le hacía gracia, como tampoco ese trasero encajado tan
bien sobre su entrepierna. Nada de eso le hacía gracia, partiendo porque
tenía a un chico sentado en su regazo, ese mismo regazo que no había
acomodado a una mujer hace meses.830

—Tae —lo llamó, escuchando su propia voz ahogada en sus oídos.1

Un momento, ¿por qué de pronto estaba nervioso?2

Cerró los ojos.

Piensa en...142

Piensa en... algo, Jungkook.17

Solo en algo.

En cualquier cosa.232

Algo que le hiciera olvidar esos escalofríos que seguían bajando por su
columna y en esa tirantez que empezaba a sentir en las entrañas y que sabía
podrían llevar a un mal lugar si seguía por ese camino.30

—Vamos, Tae, me estás enterrando los zapatos en la espalda.2

Eso pareció hacerlo reaccionar, porque se movió...

Santo Dios.323

...inclinándose hacia atrás para observarlo, quedando tan cerca que ahora su
aliento acariciaba la mejilla derecha de Jungkook.1

—Tus zapatos —jadeó Jungkook.

Y tu trasero, pero eso claramente no podía cuestionárselo.172


Entonces otra vez se movió...

Que alguien lo sacara de ahí, por favor.191

... y por fin se bajó de su regazo, tirando los zapatos lejos.45

Jungkook dio una larga inspiración y se dejó caer contra el respaldo, siendo
mantequilla derretida en el sofá.79

Uf, había sobrevivido sin accidentes.6

Por ahora, solo por ahora.99

—¿Quieres que veamos ahora una película o prefieres dormir? —preguntó


Jungkook tras encontrar su voz perdida en su entrepierna.115

Con la espalda apoyada contra el pozabrazos de la derecha y las piernas


encogidas entre sí y el cuerpo de Jungkook, agarró el control y encendió la
televisión.4

—Iré a hacer las palomitas —informó Jungkook.

Se puso de pie y fue a la cocina, dando el agua helada y metiendo las manos
bajo el chorro. Se pasó los dedos ahora fríos por las mejillas.

Ya, ya, si tampoco era para tanto.131

Dio un largo suspiro eterno y metió las palomitas al microondas, sacando el


caramelo del refrigerador para bañarlas con él.5

Al regresar al living, Tae ya tenía película escogida.1

Y no una buena para el pobre Jungkook.

En la foto promocional aparecían dos hombres casi besándose.

235
<<"Llámame por tu nombre"1.5K

En Italia, en la década de 1980, en medio del esplendor del verano, Elio y


Oliver descubren la embriagadora belleza de un deseo naciente que va a
alterar sus vidas para siempre>>.

226

Jungkook casi se atragantó mientras le entregaba a Tae las palomitas


brillantes en caramelo derretido.5

—Tae, ¿por qué no vemos mejor una de Disney? No sé, El Rey León me
parece una buena idea.448

Pero Tae no le oyó bien o prefirió no hacerlo, porque le puso play.57

Seokjin iba a matarlo.174

Tomó asiento con resignación. La película empezó mostrando fotografías de


estatuas. Todo bien por ahora, todo tolerable. Luego un primer plano de un
chico delgado sin camiseta. La familia recibía a un hombre alto en su casa
familiar, que se quedaba dormido de inmediato. Sí, sí, Jungkook podría
sobrevivir a esa película, sobre todo cuando de reojo comprobó que Tae se
acomodaba mejor en el sofá apoyando su mano bajo la mejilla derecha
dejando al descubierto el auricular, sus ojos siguiendo la película con
devoción.155

Elio estaba tocando el piano en la tv. Tae alzó ligeramente los brazos,
siguiendo de manera distraída las notas como si fuera él quien las estuviera
tocando. Se preguntó si sabría tocar el piano o ese era otro de sus tantos
sueños frustrados.31
Se estaba relajando por fin cuando a Elio se le ocurrió meterse la mano
dentro del pantalón. Se puso en tensión de inmediato, buscando el control
entre ambos. Antes de que lograse encontrarlo, Elio fue interrumpido
matando en seco la escena.274

No es que Jungkook le quisiese prohibir ver ese tipo de películas, solo que
Tae podía quedar traumado si absorbía toda la información de golpe.16

Mientras Elio y Oliver llegaban a una laguna secreta, Jungkook pensó que
debía relajarse porque claramente él est-255

De pronto Oliver estaba acariciándole los labios a Elio.209

Jungkook se puso en tensión otra vez, de reojo comprobando que Tae había
levantado un tanto la cabeza con curiosidad y seguía las imágenes casi sin
pestañear.32

Elio se acercó a Oliver con su lengua juguetona lamiendo los labios del rubio,
comenzando con un beso esquivo que iba y venía.134

Jungkook se puso de pie a toda velocidad.3

¿Y si esa escena seguía subiendo de tono y dejaba a Tae traumado?40

Corrió hacia el panel de control y cortó la luz de la casa, la escena de Oliver y


Elio besándose quedando en negro.305

—Oh, qué lastima —dijo en voz alta para que Taehyung alcanzara a
escucharlo, ambos solo iluminados por el farol anaranjado de la calle ante el
atardecer ya finalizado—. Creo que se cortó la luz de la casa. Una pena, no
podremos terminar la película.493

Taehyung lo estaba observando con el entrecejo fruncido en la oscuridad


cuando Jungkook se dejó caer otra vez en el sofá a su lado.
—Tendremos que ir a dormir —continuó Jungkook—. Sé que recién serán
las siete, pero es una buena hora para dormir, ¿no te parece?172

Pero claro que a Tae no le parecía. Acomodándose sobre los cojines, se


posicionó sobre los talones todavía con el entrecejo fruncido hacia Jungkook.

—¿No quieres dormir? —quiso saber Jungkook solo para rellenar el silencio
incómodo con algo, porque Tae estaba cambiando otra vez de posición.7

Y entonces sus manos estaban sobre los muslos de Jungkook, su rostro


brillando en naranjo. Su lengua bailó fuera de la boca y luego había lamido el
labio inferior de Jungkook igual que Elio en la película.1.2K

Mientras Jungkook se quedaba paralizado con las manos en el regazo, Tae se


llevó ambas manos a la boca y comenzó a reírse, una risita nerviosa y
entrecortada colándose entre los dedos.186

—¿Me... lamiste? —jadeó Jungkook como si no sintiese la humedad en la


comisura de su boca.62

Pero él continuaba riéndose, más pareciendo un niño que robó un dulce que
un joven que acababa de lamerlo. Se veía muy complacido consigo mismo, su
expresión divertida y traviesa.53

—Entonces —continuó Jungkook con un hilo de voz. Tragó saliva—, ¿a


dormir?150

De respuesta recibió un encogimiento de hombros.

Golpeándose las canillas con los muebles y con Roko haciéndolo tropezar en
la oscuridad, Jungkook se dirigió hacia la escalera sosteniendo la mano de
Tae. No se iba a arriesgar a dar la luz y que Tae insistiera en seguir viendo la
película, ya podría terminarla cuando recibiera clases de educación sexual.2
Llegaron a la habitación de Tae. Jungkook sacó el celular y activó la
aplicación de linterna, apuntando hacia adentro.

—Vamos, ve acostarte, hoy sí que prometo quedarme hasta que te duermas.1

Pero Tae estaba negando con la cabeza y cruzando los brazos en el pecho.

—Te prometo que me quedaré hasta que te duermas y además estaré en la


habitación de al lado. Si te despiertas en medio de la noche puedes ir a
buscarme, ¿te parece?

Eso lo convenció lo suficiente para ingresar al cuarto y empezar a quitarse la


ropa sin mucho ánimo. Primero se bajó los pantalones burdeos dejando
entrever un calzoncillo gris y después tiró de la chaqueta y finalmente de su
camiseta. Ese día se puso un pijama azul oscuro.132

Se fue a la cama y se acostó en el costado derecho, dejando un enorme


espacio a su lado que apuntó con decisión. Jungkook se quitó los zapatos,
recostándose en ese sitio sobre las sábanas. Se acomodó lo menos posible y
cerró los ojos a pesar de que sentía los dedos de los pies congelados. No
ayudaba mucho que estuviera compartiendo almohada con Tae, sentía su
respiración retumbarle en el oído.

—A dormir ahora.18

Se concentró en escuchar a Tae respirar.

Él mismo debió haberse dormido mucho antes que Tae, porque se despertó
con un pequeño sobresalto. El reloj de la mesa de noche anunciaban las diez.
Demonios, se durmió tres horas ahí, era el peor guardián de la historia.125

Con cuidado, se puso de pie y salió dejando la puerta de Tae abierta. Lo


observó unos segundos desde el pasillo, sus pestañas se encontraban
cerradas y apenas la mitad de su rostro quedaba fuera de las sábanas. Estaba
hecho un ovillo en un rincón.

Quitándose la ropa, se acostó esta vez en su cama.21

Tal vez fue por el estado de alerta en el que se durmió, porque se despertó
de golpe nada más escuchar un pequeño ruido en el piso inferior. Se puso de
pie y fue al cuarto de Tae encontrando la cama vacía. Con el corazón en la
mano, bajó corriendo. ¿Se habría ido? ¿Habría salido de la casa? ¿Se...?

Hecho un ovillo apenas cubierto por una manta, se lo encontró durmiendo


en el sofá. Roko estaba a su lado como el guardián malcriado que era. Una
pequeña figura se encontraba tirada al lado de ellos, de seguro Roko la
tumbó con la cola.77

Se acercó de inmediato a Tae colocándose de cunclillas frente a su rostro


dormido, de pronto sintiendo un nudo en el estómago. Al parecer continuaba
demasiado avergonzado por lo ocurrido en la mañana, porque Tae había
preferido irse a dormir al sofá que ir a buscarlo.173

—Tae —lo llamó.

Apartando los mechones de cabello de su frente, esos labios en forma de


corazón formaron un puchero y las pestañas revoletearon abiertas.3

—Tae, estás helado —le dijo acariciando la mejilla congelada—. Vamos


arriba, te vas a enfermar aquí.

Él se apoyó en los codos todavía un tanto dormido. Su mirada se dirigió


hacia la escalera y negó con la cabeza, volviendo a acurrucarse bajo la pobre
manta.

—Vamos —volvió a pedir—. Tú duerme en mi cama y yo duermo en el piso,


¿te parece?8
Jungkook decidió entonces que llamaría a Jin la mañana siguiente y le
contaría todo, él mejor que nadie podría ayudarlos con la situación que
estaban viviendo.94

Como Tae no se movió ni respondió, estiró los brazos y los encajó por debajo
de su cintura y rodillas.5

—Afírmate a mi cuello —pidió antes de levantarlo, Tae de inmediato


rodeándolo y descansando su cabeza contra el hombro.22

Seguía pesando poquito, por lo que a Jungkook no le costó subirlo por la


escalera. Una vez en su cuarto, lo dejó en la cama de dos plazas y después fue
por el colchón más pequeño de Tae, dejándolo caer en el espacio entre su
cama y el ropero. Apenas viendo porque continuaban con la luz cortada, tiró
un montón de mantas encima.3

—¿Ves? Yo duermo aquí y tú en mi cama, ¿te parece?

Tae asintió suavecito y, a pesar de que tenía un montón de espacio para


acostarse, se acomodó en el rincón más cercano a Jungkook y se cubrió hasta
el cuello, asomando la cabeza por el borde para comprobar a Jungkook
tirando sus mantas desordenadas sobre sí mismo.27

Recostándose en su improvisada cama, mucha más cómoda que la de ayer,


Jungkook soltó el aire de sus pulmones.

—Buenas noches, Tae.

Pero se despertó a las horas con Tae durmiendo a su lado.


46

En sus inicios, con el sueño todavía coronando sobre su cabeza, no recordó


que estaba durmiendo en el suelo de su habitación y que Tae ocupaba la
cama, no recordó que se fue a dormir solo y que no tenía pareja, no recordó,
entonces, que no debería ser natural para él sentir ese calor que desprendía
el otro cuerpo apegado al suyo. Y como no recordó, no tuvo que entender,
porque debería estar confundido, despertándose y comprobando quién
ocupaba ese espacio pequeño entre él y el borde de la cama. Debería, pero
con la cabeza aún nublada por un despertar lento, solo se guió por el
instinto, ese mismo que se sentía reconfortado por la sensación de bienestar,
ese mismo que le hizo deslizar las manos por esa pierna sobre su cadera y
curvarla en la rodilla para que cayera tras su espalda y el espacio fuera
mínimo, insignificante, tolerable en un mundo de necesidades no
satisfechas.403

Soltando un quejido placentero, hundió su rostro en la clavícula del otro, su


nariz haciendo contacto con el hueso y rozándolo en una caricia. Sus manos
yéndose hacia abajo, afirmando la cadera un tanto huesuda y enterrando los
dedos en ella, apretando, sintiendo, palpando, tocando porque se moría de
ganas de explorar, de hundirse ahí, de ser uno y no dos cuerpos
independientes que solo dormían juntos.601

Jugó con el borde del pijama, tentando la piel de la espalda que dejó al
descubierto.182
Un suspiro suave, bonito, bajito e involuntario.

Una sonrisa adormilada bailó en su boca, estirando los labios para besar el
hueso de la clavícula, la ropa del otro cosquilleandole en la barbilla.281

Sintiendo su entrepierna tirando en una erección, se acomodó mejor, de


pronto con el deseo enceguecedor de recostarlo bajo él, con las piernas
rodeando su cadera para besarlo hasta que su respiración se atascara en
esos pulmones y ardiera por aire.31

Tiró y se apegó, queriendo aumentar el contacto para aliviar el calor.25

Entonces, fue cuando lo sintió, un bulto fregándose contra el de él.488

El corazón se le detuvo y luego subió a su garganta para posteriormente


desplomarse hasta el estómago. Sus manos se paralizaron rozando esa
espalda cálida y la consciencia regresó como un golpe de agua fría cayendo
sobre él.3

Abrió los ojos en pánico.

Kim Taehyung con la cabeza hacia atrás, exponía su largo cuello y clavícula,
que moría en la v tras la tela azul.

Piel canela, calienta y suave frente a él.151

Lo soltó como si quemara y se lanzó hacia atrás, su cabeza estreyándose


contra el ropero a sus espaldas.

—Qué demonios...38

El golpe resonó en su limitado cerebro, su cráneo ardiendo en dolor, el


ropero crujiendo en queja. Taehyung, igual de dormido que Jungkook hace
unos segundos, pestañeó desorientado hacia él.104

Uno.
Dos.

Tres.28

Los ojos de Taehyung se abrieron en horror y se puso de pie con un impulso,


de paso estrellando el codo en el estómago de Jungkook. Después estaba
corriendo fuera de la habitación y el portazo en el otro cuarto resonando en
el silencio de las seis de la mañana.

Gimiendo, se tocó la cabeza y cerró los ojos.91

No, no podía seguir despertándose así.

Sin embargo, más importante que su propia frustración y confusión,


Taehyung no debía seguir torturándose y odiándose por ser humano.

Se permitió unos segundos para perder la cabeza y luego, a pesar de la hora,


agarró su teléfono tirado en el suelo e hizo una llamada.

—¿Aló, Seokjin? Tenemos que hablar.205

Veinte minutos tardó Jin en llegar a la casa, siendo recibido por un eufórico
Roko que intentó romperle los pantalones nada más ingresar. Taehyung
continuaba encerrado en su cuarto. Jungkook estuvo golpeando y
llamándolo hasta la llegada de Jin, sin querer ni pretendiendo ingresar
imponiendo su autoridad por sobre la decisión de Taehyung: la de no
abrirle. Y es que Taehyung vivió una vida entera a merced de las órdenes de
su abuela anteponiéndose a las de él, y Jungkook no repetiría la historia. Si
Taehyung no quería abrirle, bien, le tocaría a Jungkook respetarlo. Taehyung
debía aprender a que tenía el derecho de decir algo y al resto a solo
aceptarlo.83

—Está encerrado en su cuarto —informó Jungkook.


Jin no necesitó nada más, Jungkook ya le había comentado lo ocurrido ayer y
en la mañana. No recibió la reprimenda que se esperó, solo un largo suspiro
y un deja ordenar algo de material para enseñarle lo básico y voy. Y ahora
estaba ahí, frente a él, con un maletín y una expresión cansada.3

—Va a venir un especialista para ayudarme —dijo.42

—Es lo mejor.

—Y creo que será mejor que salgas de la casa por unas horas.

Jungkook se quejó de ello incluso antes de que su amigo terminase de hablar.

—Pero, hyung, son las seis y media, ¿dónde voy a ir?

—No sé, búscate un lugar, una cafetería, eres policía. ¿Dónde desayunas
cuando te toca la ronda de madrugada?41

Se rascó el puente de la nariz.

—En una cafetería por la carretera a Busán.

—Ve allá.

—Pero, hyung...

—Va a ser enormemente vergonzoso para Taehyung cuando lo comprenda.

—Ya, pero...

—Ya, pero... es contigo con quién le pasó eso.119

Las orejas de Jungkook tomaron una coloración enrojecida. Tosió para


aclarar su voz y cuadró los hombros, porque, si bien le contó casi todo a Jin,
casi era la palabra clave. Jungkook más bien se centró en dejar en claro la
parte de Taehyung, no así la de él.79
Demonios.2

Tal vez sí sería bueno ir a ese restaurante a tomar desayuno. Y luego a beber.
Sí, a beber un domingo a las ocho de la mañana, pero necesario. Muy
necesario.67

Agarró el primer abrigo que encontró colgando de una silla y se lo puso,


notando que era el que utilizó Taehyung el día anterior.

—Avísame cuando pueda regresar.

Se llevó la camioneta porque, si en verdad se decidía a beber, siempre podía


dejarla estacionada en una calle y tomar un taxi de regreso. Él era policía, si
alguien se la robaba iba igual a terminar encontrándola. Tal vez como
chatarra, pero encontrándola.59

Mientras conducía para ir a tomar desayuno a las seis de la mañana un


domingo, se dio cuenta lo mucho que extrañaba a Jimin y su incesante charla
infernal siempre relacionada de algún modo con su novio Yoongi. En cuanto
a sus últimos días, sentía que Jimin sería el único que podría entenderlo sin
juzgarlo.67

Sin embargo, estaba solo en eso, y ya no era un bebé conejo para estar
teniendo esas dudas existenciales de adolescente. Así que se fue a tomar
desayuno cuestionándose su vida completa a las siete de la mañana.92

A las ocho estaba buscando otro sitio abierto para pasar el rato, lo cual era
bastante difícil si uno se ponía a pensar que era domingo y que Jungkook
buscaba una entretención que se daba más en la vida nocturna. Estuvo a
nada de ir a una tienda de conveniencia para ir a comprarse unos soju e ir a
bebérselos en una plaza solitaria. ¿Era de borracho beber un domingo tras
tomar desayuno? No, pero se acercaba bastante.56
Paseó por las calles vacías.

Realmente no tenía nada que hacer.

Nam estaba de turno, Jimin enfermo, Yoongi cuidando a su novio, Hoseok en


otra ciudad y Jin hablando con Taehyung sobre masturbaciones y deseos
sexuales. Pensó en ir a visitar a Jimin y Yoongi, pero no encontró apropiado
levantar a un enfermo tan temprano.62

Dio un largo suspiro.

No tenía más amigos a los que recurrir.89

Bueno, estaba Irene, aunque ella no era precisamente una amistad, más bien
amiga con derechos pero más derecho que amiga. Era mayor que Jungkook
por seis años y tenían un mutuo acuerdo de placer, donde ambos ganaban
orgasmos y felicidad instantánea sin los estigmas y repercusiones.1K

Jugó con el celular meditando si llamarla o no, hace ya un par de meses que
no la veía. Además, la última vez que le habló fue al responderle una historia
en Instagram hace dos meses y no podía tomar esa interacción como una
charla propiamente tal.1

Se jaló unos pelos de la patilla con los dedos en una mala costumbre que
tenía, y luego se subió a la camioneta diciéndose que dos horas fuera de casa
era suficiente.2

Llegó a casa cuando los relojes marcaban casi las nueve de la mañana.
Ingresó con mucho cuidado, como si en cualquier momento pudiese llegarle
alguna clase de proyectil a la cabeza. Nervioso, se sacó los zapatos y avanzó
por el pasillo. Desde el comedor provenía una voz clara y bien modulada,
que explicaba con calma algo.

—... y eso es el deseo sexual, Taehyung.267


Demonios, todavía estaban en eso.47

Se paralizó de golpe en el medio del pasillo pasándose a llevar el brazo con


una esquinera. Ese pequeño ruido fue lo suficientemente alto para que Roko,
sentado en el sofá, se levantara y empezara a ladrarle en modo de
bienvenida. El escándalo hizo que las tres personas en la mesa se giraran a
comprobar. 13

Jin, a la cabecera.

Un tipo desconocido.

Y Taehyung.

Ese mismo Taehyung al que se le fregó en la mañana, el mismo que ayer le


mojó la ropa interior, el mismo que ahora abría los ojos de par en par con las
mejillas coloreadas en rojo mientras soltaba un quejido entrecortado de
puro horror, el mismo que entonces agarró uno de los libros de la mesa y se
escondió tras él, volviéndose chiquito en la silla para intentar esconderse de
su mirada.84

Y ante todo eso, Jungkook solo pudo decir una cosa.

—Creo que iré a beberme unas cervezas al parque.225

Sin embargo, Roko se apresuró a seguirlo y fue incapaz de meterlo a la casa


otra vez. Así que ahí estaba, a las ocho y media de la mañana en el parque a
la vuelta de su casa con Roko al lado y bebiéndose unas cervezas, mientras
se cuestionaba su vida completa observando el cielo de ese azul que todavía
no terminaba por aclarar.120

A la cuarta cerveza, tirandole una piedra a Roko para que ambos se


entretuvieran en algo, decidió que no, que hablar con Irene no era para nada
una mala idea en esa mañana. Podría tomar un taxi a su departamento,
besarla y olvidarse que tenía en casa un chico que estaba descubriendo su
sexualidad y que no hacía más que meterse en su cama por las noches.625

Sí.71

Era una buena idea.243

Sacó su celular y la llamó.

—Kookie, tanto tiempo.268

Media hora más tarde, tras tirar las latas vacías en el contenedor del parque
y dejar a Roko en la puerta de la casa, se encontraba bajando del taxi,
subiendo el ascensor y besando a Irene en la entrada.746

Y la tarde fue un suspiro.2

Con el cabello mojado por la ducha y la mente nublada por la botella de vino
que navegaba por sus venas, Jungkook agarró su olvidado celular. La
pantalla le anunció que eran las siete de la tarde y que tenía más de veinte
mensajes y quince llamadas perdidas.155

Las llamadas eran de Jin.

Los mensajes también, a excepción de uno.

Jungkook, ya terminamos.
15.31.2

Ya puedes regresar.
15.47.

Jungkook, dónde estás?


16.17.
Jungkooooooooook, te estoy llamando.
16.29.

Contesta.
17.02.

Contestaaaaaaaaaaa.
17.18.59

Tú serás el que recibirá las consecuencias de tu hermana porque todavía no


regreso a casa.
17.29.27

Conejo desgraciado, dónde te metiste?


18.01.55

Si hoy me toca dormir en el sillón, te las verás conmigo.


18.12.39

Mentira, solo estoy preocupado.


18.14.79

Contesta.
18.15.

Para qué tienes celular? Para que se te caiga al suelo?


18.21.71

Estoy así )( de llamar a la policía.


18.22.141

Espera, tú eres policía.


18.22.274
Eres el policía, Jungkook!!!!!
18.23.5

Y te estoy llamando y no contestas!!!!!!


18.23.

Te juro que te voy a matar.


18.24.5

Ahora estoy así )( de golpearte.


18.29.23

Si, espera, lo haré cuando te vea.


18.34.

Solo contesta, ya me preocupé mucho.


18.45.

En serio, estás bien?


18.47.

JUNGKOOOOOOOOOK.
18.48.

Te aviso que llamaré a tus compañeros sino respondes antes de las ocho.
18.49.

Solo respóndeme algooooo.


18.51.

Vida mía, qué te he hecho para sufrir tanto.


18.54.38

Ya me echaron de la cama.
18.57.142
Gracias por todo.
18.59.47

Con un suspiro, abrió la otra conversación que marcaba más de cinco horas
desde que el único mensaje fue enviado.3

Taehyung:
Jungkook :c950

Un agujero enorme le apareció en el estómago mientras observaba el <<en


línea>> que sobresalía bajo el nombre de Taehyung.82

Se puso la ropa a toda velocidad y salió del baño, encontrándose a Irene


bebiéndose una taza de té en el sofá. La divertida tarde con ella de pronto
parecía ridícula e insignificante, no porque fuera ella pero a la misma vez sí.
Seriamente, Jungkook era incapaz de entenderse en ese momento.

—Tengo que irme —dijo Jungkook, agarrando su abrigo y colocándoselo.7

Ella, que iba solo con bata, le alzó una ceja interrogante.9

—Pensé que pasarías la noche.48

Porque cuando Jungkook iba a visitarla, se pasaban el día y la noche


teniendo sexo. A ambos les gustaba, ambos lo disfrutaban, ambos le sacaban
provecho a esa amistad que podían disfrutar ante una soltería compartida.
Pero tal vez Jungkook hablaba en pasado. Aunque no estaba seguro.195

Ignórenlo, estaba demasiado ebrio incluso para entenderse él mismo.36

—Sí, bien, me voy porque...

El nombre de Taehyung estuvo a nada de deslizarse en su lengua como una


excusa consciente y real del porqué se iba. De pronto no quiso. No, no iba a
involucrar el nombre de Taehyung y la palabra excusa en la misma oración.
Taehyung no era una excusa, no era el "pero" que le impidía continuar con
algo que quería y buscaba. No, Taehyung no era ninguna excusa barata, era
simplemente la razón y el sexo con Irene la excusa que le impedía estar
donde realmente quería.229

Se terminó encogiendo de hombros con un nudo en la boca del estómago.


Escondió las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta y sacó su celular
para enviar un rápido mensaje a Jin para contarle que estaba ya yéndose a
casa.

Casa.

Su casa.

—Solo debo regresar —dijo finalmente.

Irene se puso de pie de inmediato.

—Deja cambiarme de ropa e iré a dejarte.134

—Puedo tomar un taxi.

Un taxi que pagaría con un "muchas gracias" porque se había gastado su


efectivo en cervezas y no quería seguir gastando el sucio dinero del
gobierno, no cuando pretendía crearle una cuenta de ahorro a Taehyung y
depositarle ahí ese dinero para cuando tuviese la necesidad de utilizarlo más
adelante. Más adelante, en ese futuro donde sería libre y ya no le interesaría
que un simple policía como Jungkook lo anduviese rondando... ¿por qué de
pronto esa idea se le hacía insoportable?84

Irene regresó al minuto con un suéter grueso y unos jean. Era realmente
guapa, del gusto completo de Jungkook.342

Gustos.
Era increíble cómo podían variar.139

Se subieron al pequeño y lujoso coche. Las luces de la calle iluminando de


naranja su camino, de la misma forma que el rostro de Taehyung la tarde
anterior. Al frenar finalmente, Irene se quedó con las manos en el manubrio
y alzó las cejas hacia él, que no había apartado la mirada de ella desde hace
un buen rato.

—¿Por qué siento que no te veré por largo tiempo? —habló Irene.54

Jungkook frunció un poco la boca.

—Nunca nos hemos visto con regularidad —se defendió, aunque no sabía el
porqué se sentía atacado cuando un ataque precisamente no era.

—No, pero siempre uno de los dos terminaba llamando al otro... y creo que
ahora no ocurrirá.

—No entiendo por qué crees eso.

Irene se encogió de hombros, su pequeño torso siguiendo el movimiento.

—Solo es diferente.99

Jungkook no respondió, porque Irene se había quitado el cinturón de


seguridad y se acercaba para darle un beso de despedida. Sus labios se
sintieron cálidos y húmedos contra los suyos.218

Familiares.

Cómodos.

Pero sin sentimientos.142

Vacíos.

Tan vacíos como siempre lo fueron.74


Jungkook cerró los ojos al mismo tiempo que la puerta del auto se abría a su
espalda. Irene fue la primera en separarse tras escuchar el ruido, Jungkook
tras sentir el tirón en la parte posterior de la chaqueta que casi lo tiró fuera
del coche.

Frente a sus ojos, todavía afirmando parte de su ropa, estaba Taehyung con
el entrecejo fruncido.867

—¿Tae? —preguntó Jungkook sin entender.45

Hizo que lo soltara para enderezarse en el asiento. Bajó del coche tras
despedirse rápidamente de Irene con una falsa promesa que pronto la
llamaría. Las luces del auto se perdieron en la calle, mientras que Taehyung
regresaba a la casa donde lo esperaba Jin.

Un Jin muy molesto.130

—Te estuve esperando horas, Jungkook. Sé que no es tu responsabilidad,


pero...

—Lo sé, lo sé —se disculpó observando a Tae perderse tras la puerta de


entrada—. Solo no me di cuenta de la hora.35

—Y sé por qué. —Jin dio un suspiro—. Espero lo hayas disfrutado.165

Jungkook decidió preguntar en vez de responder.

—¿Cómo les fue?

—Difícil, muchas quejas y reclamos para no seguir escuchando. Lloró un


poco, aunque no sé si de alivio o de vergüenza porque eso le pasó contigo.

Jungkook se masajeó la nuca.

—Iré a hablar con él.173


Jin asintió, dirigiéndose a su auto.

—Por cierto, todavía le quedan clases pero por lo menos sabe lo básico.114

Tras despedirse, Jungkook ingresó a su casa.

Taehyung se encontraba esperándolo en uno de los sofás pequeños del living


con los brazos cruzados y una arruga entre las cejas. Un zapato resonaba
sobre el suelo con impaciencia.355

¿Pero qué...?68

Soltó una risa nerviosa mientras se quitaba la chaqueta y la tiraba sobre el


respaldo del sofá.1

—¿No me vas a saludar? —quiso saber Jungkook en broma.252

Taehyung soltó un bufido.

Un bufido.

Un bufido para él.136

Pestañeó sin entender.

—¿Estás molesto conmigo?242

Una afirmación decidida y firme.1

—¿Por qué?

Él apuntó hacia afuera moviendo la mano con ímpetu.

—¿Porque salí?125

Tuvo el valor de poner los ojos en blanco, como si estuviera diciendo tamaña
idiotez. Luego apuntó otra vez afuera. Sin embargo, Jungkook no se enteraba
de nada, el vino en sus venas tampoco ayudaba a que su cerebro despabilara.
Ahora solo quería morirse sobre su colchón y no ser interrumpido hasta
mañana cuando su alarma sonase a las nueve, muchas gracias.39

—No te entiendo —aceptó con un suspiro.2

Taehyung se apresuró a sacar su celular y escribió algo, las teclas sonando al


presionarlas contra la pantalla porque seguía fascinandole el pequeño ruido
y las vibraciones al escribir. Sacó su teléfono al sentir el aviso de una nueva
notificación.22

Taehyung:
¿Quién es esa mujer?820

Jungkook alzó la mirada y la clavó en él, que había vuelto a cruzar los brazos
en el pecho. Leyó una vez más el mensaje y de nuevo lo observó.2

Esperen.

Taehyung...

¿Taehyung estaba celoso?382

¿Esto era una escena de celos?169

La risa se le escapó antes de que pudiera controlarla.24

—Pequeño, ¿estás celoso?487

Debió tocarle una fibra sensible, porque esa simple pregunta lo hizo
reaccionar. Abrió la boca con indignación y después se puso de pie, yéndose
directo a la escalera sin responderle. Jungkook lo frenó antes de que llegase
al primer peldaño.53

La sonrisa seguía bailando en su boca cuando habló.50

—No respondiste mi pregunta.156


Taehyung bufó otra vez e intentó apartarlo. Alcanzó a subir un pobre
peldaño antes de que Jungkook lo afirmara por el brazo y lo detuviera,
girándolo para que le diera la cara aunque ahora existiese entre ellos una
diferencia de estatura.22

—El problema es que te estoy consintiendo demasiado —se quejó


Jungkook.422

En respuesta, Tae se limitó a pestañear con lentitud.

—Ella se llama Irene y es... bueno, alguien cercano.

Taehyung volteó la mirada, poniendo los ojos en blanco. Ese pequeño chico
que nada sabía del mundo, realmente le había volteado la mirada.73

—Es en serio, ella es una...86

No pudo continuar, porque Taehyung intentó otra vez subir a su habitación.1

—Eh, eh, no te vayas hasta que hablemos —recriminó deteniéndole—. Solo


intento decir que ella...

—No.48

—Solo iba a decir q-

—¡No!

—Ella solo es una...

—¡Shhh!456

—...amiga q-2

Jungkook detuvo sus palabras de golpe ante la sorpresa, porque Taehyung se


había llevado la mano a la oreja y...5
¿Se estaba quitando el audífono?644

—¿Taehyung?

—¡No! —volvió a repetir, alzando uno de esos dedos largos de manera


amenazadora.63

Entonces, le estiró la mano a Jungkook y le depositó el audífono en la palma


extendida. Girándose sobre sus talones, subió el resto de peldaños hacia su
habitación. El portazo que dio resonó en el silencio de la noche.133

¿Realmente Taehyung se había quitado el audífono en un arranque de celos


para no escuchar sus patéticas explicaciones?642

Jungkook observó el aparato sobre su palma.

Sí, él realmente lo hizo.


47
Ambos observaban al pequeño cachorro jugar a sus pies, corriendo los tres
metros de distancia que le permitía la cuerda extensible y luego regresaba a
ellos. No era más que un pompón gris de cuatro patas, más una pelusa que
un animal. A unos metros, se encontraba una casa de tres pisos con un
antejardin un tanto descuidado. La luz de la calle anaranjada apenas si
iluminaba su camino mientras esperaban a recibir la autorización. Uno de
ellos llevaba un cigarrillo casi extinto en la mano, el otro la correa del
perro.91

—Debemos sacarlo de casa.5

Meció el cigarrillo y tiró las cenizas al suelo, perdiéndose entre el césped


mojado.

—Lo hemos hablado ya, querido.144

—Sí, pero...

—Si el gobierno se entera de que existe un M-Preg escondido en esa casa, y


además uno que no está registrado en ninguna parte, se lo llevarán. Lo sabes.
Será su juguete perfecto: un M-Preg pequeño, ignorante y anónimo, que
nadie más que su abuela sabe de su existencia.195

—Estamos nosotros.

—Contra toda una organización. —Tiró el cigarro al suelo y lo apagó con la


suela del zapato—. No, él debe quedarse ahí.
—Podría llevármelo.2

—Y vivir escondido igual que ahora y lejos de la única persona que conoce
en el mundo. —Viendo que el otro bajaba la mirada para observar al
cachorro juguetear entre sus piernas, lo intentó una vez más—. Ya lo hemos
hablado y analizado desde todos los puntos. Kim Taehyung debe seguir en
esa casa con Lara si queremos que no le suceda algo peor.201

—Ya está sufriendo algo malo. Ese encierro lo dejó sordo.

—Nada se compara con ser un experimento, encarcelado en un cuarto


esperando a ser inseminado in vitro y embarazado. O peor, violado si no
logran la fecundación de manera menos violenta. —Se apartó el cabello
canosa de la cara y lo escondió tras la gorra—. Si Lara muere, lo encontrarán
y se lo llevarán, quedando a cargo del estado porque no tiene a nadie más,
¿quién lloraría su desaparición si es un anónimo para la sociedad? Estaría
solo y sufriendo hasta que el destino se compadeciera de él y muriera.45

Agarrando el cachorro del suelo, el hombre de cabello oscuro lo atrajo al


pecho para apretarlo.

—Lo sé, yo solo... quería sacarlo de ahí.68

—Pongamos en el caso hipotético de que lo sacamos y te lo llevas. Pasaría


toda una vida escondido y con miedo de ser detenido por la policía o el
gobierno. Caso peor, si lo atrapasen, descubrirían que no tiene identidad, le
harían exámenes y pasaría al cuidado del estado al ser menor de edad. Y si es
mayor, seguirá siendo un M-Preg fértil sin identidad. Su anonimato lo
condena.2

—Pero tal vez tendría unos años felices —se quejó el otro.13
—Pero no queremos que tenga solo unos años felices, ¿no? Queremos que
sea libre, por eso estamos haciendo esto. No, Kim Taehyung primero debe
alcanzar la mayoría de edad y hacer que el mundo lo conozca antes de que el
gobierno lo haga, solo así no podrán hacerlo desaparecer.88

El hombre de cabellos oscuros bajó los hombros.

—¿Entonces solo nos queda esperar?

—Solo nos queda esperar hasta que cumpla los 19 años, 20 en edad
coreana.228

—¿Y de qué serviviría? Lara no lo dejará salir de esa casa aunque llegase a la
mayoría de edad.

—Si llegase a suceder eso, entonces haremos algo.85

Con el cachorro en brazos, bufó.

—Aunque lográsemos quitárselo, ella haría hasta lo imposible para hacerlo


regresar.

—No si está muerta.685

Sin más palabras, se quedaron esperando en la calle hasta que la puerta de la


casa apenas se abrió una pulgada. Tras aquello, el hombre con el cachorro se
encaminó hacia la entrada e ingresó. Regresó dos horas después con los
brazos vacíos.
48

Jungkook esperaba que Taehyung no se quedara demasiado tiempo


encerrado, después de todo su colchón continuaba en el suelo de su cuarto y
no podía dormir sin mantas y sobre las tablas desnudas, ¿cierto? Cierto.175

Tres horas después, no estaba seguro de ello porque Taehyung era


perseverante y decidido cuando estaba enojado. O celoso, en este caso. Lo
peor, es que ni siquiera podía golpearle la puerta y llamarlo para que
hablasen, porque el audífono de Tae permanecía en la mesita de noche de
Jungkook. Entonces, sentado frente a la entrada cerrada y todavía medio
ebrio, se cuestionó cómo lo haría para llamar a alguien sordo encerrado en
una habitación con llave, todo esto sin asustarlo y violentarlo
emocionalmente. 11

Frustrado, dobló las rodillas y apoyó los codos sobre ellas.1

Y ahí fue cuando se le ocurrió.2

Gateó hasta su cuarto y agarró un cuaderno de la estantería.

Iba a escribirle algo.35

No, no, mejor iba a dibujarle algo. Sí, eso, y luego colaría la hoja por la rendija
bajo la puerta.60

Jungkook era un gran dibujante aunque no uno muy dedicado y apasionado,


tenía la habilidad pero la mal utilizaba en tonterías, como cuando hizo una
caricatura de Jimin cabezón y se lo pegó en la espalda mientras hacían una
ronda por el centro de la ciudad. Todavía se reía al recordar a Jimin girarse
una y otra vez para comprobar el porqué los niños se reían de él y lo
llamaban "Oficial Bobo".343

Bajó a la cocina. Mientras esperaba que el agua hirviera, se sentó en la mesa


de la cocina mordisqueando el lápiz de madera. ¿Qué podía dibujarle...?
Recordó entonces su sonrisa simétrica mientras la lluvia le mojaba el cabello
y la chaqueta roja colgaba de sus hombros.27

El grafito se deslizó por la hoja y continuó incluso después de que el agua


hirviera. Al finalizar, puso de nuevo el agua y preparó dos ramen, uno para él
y otro para sí mismo con la esperanza que ese dibujo lo hiciera salir del
cuarto y cenaran juntos.56

Arrugando un poco su creación bajo el brazo, agarró ambos ramen y subió.


Tuvo que retar cinco veces a Roko cuando dejó los envases en el suelo para
que no se los robara. Con la bestia domada, se agachó para deslizar el dibujo
por la rendija naranja, que anunciaba a un Tae todavía despierto. Se arrastró
por el suelo de madera y apoyó la espalda en la baranda frente a la entrada,
ambos envases frente a él humeando en espera.66

Entonces el ruido bajito de un pomo siendo girado con cuidado y unos ojos
apareciendo por la rendija entreabierta. Jungkook le sonrió y apuntó la
comida en el suelo, totalmente antihigiénico pero hermoso en la misma
proporción.

—¿Cenamos?47

La puerta se abrió más y Taehyung salió con el dibujo apretado contra el


pecho. Lloraba un poco, algo que Jungkook se acostumbró a aceptar como
una reacción natural nacida más ante la sorpresa que de la tristeza.148
Las rodillas se Taehyung se apoyaron en el suelo y se acomodó sobre las
piernas dobladas, la hoja todavía arrugada contra él; notó que unas gotas
habían corrido el grafito en el centro, sin embargo, la sonrisa cuadrada y
simétrica que dominaba el dibujo, con esos ojos grandes y curvados en
forma de media luna al sonreír, seguían intactos en el papel.

—¿Te gustó? —quiso saber, tendiéndole unos palillos y unos de los ramen
no picante porque la tarde anterior aprendió que no lo toleraba bien.40

Taehyung asintió chiquito y dejó el dibujo a su lado, estirándolo con las


manos y corriendo todavía más el grafito en el blanco. Lo continuó
observando al agarrar el envase, al destaparlo, al introducir los palillos, al
absorber los noodle con expresión distraída y al terminar de comer.37

—Si quieres te puedo enseñar a dibujar —ofreció Jungkook.8

Pero él no lo estaba escuchando, porque estaba sin el audífono y seguía


absorto en el retrato de sí mismo. Aún distraído, apuntó el dibujo y luego a sí
mismo.

—Eres tú —informó Jungkook, dudando que no hubiese entendido. Tae era


súper inteligente y además, si bien el retrato fue hecho a toda velocidad,
seguía siendo preciso en los detalles, acertando en los puntos importantes
como en el lunar en la punta de la nariz, en el diente que sobresalía
milimétricamente y la pequeña e insignificante marca que tenía a un costado
de la boca.112

Observándolo una segunda vez, entendió la pregunta implícita en esa


consulta muda.

—Así es como yo te veo —le aclaró.26


Taehyung volvió a agarrar la hoja hecha ya un desastre. Después,
estirándose sobre los dos envases vacíos que estaban entre ellos, deslizó sus
brazos largos por el cuello de Jungkook y lo abrazó, con fuerza y tanto
sentimiento que Jungkook permitió que sus párpados colapsaran, la cabeza
girándole por el alcohol que no terminaba de ser procesado por su sistema.98

Se fueron a acostar, Jungkook acomodándose en el colchón desnudo


mientras Tae, casi colgando al borde de la cama de Jungkook, lo contempló
un rato. Jungkook le devolvió la mirada unos segundos y sonrió.27

—Buenas noches, Tae.

Sin embargo, por tercera noche consecutiva, se despertó con Taehyung


durmiendo a su lado. Hecho un ovillo para no tocarlo, estaba prácticamente
encajado bajo la cama de Jungkook para lograr algo de espacio entre ambos
en ese pequeño colchón. Abrazaba una almohada con el rostro apenas visible
tras ella.108

No quiso despertarlo, así que se levantó con cuidado y caminó fuera del
cuarto. Cuando Jin llegó y Jungkook pudo irse a trabajar, Taehyung todavía
dormía.

El resto del día succionó a Jungkook y lo escupió a las cinco de la tarde


cuando se dirigía de regreso a casa. Por los mensajes que estuvo
compartiendo con Jin a lo largo del día, sabía que Taehyung estuvo en el
hospital con su fisioterapeuta para mejorar la movilidad del tobillo
fracturado hacia tantos años, y luego estuvo con una fonoaudiologa para
ayudarlo e incentivarlo a recuperar el habla.17

Se quitó los zapatos tan solo llegar a casa escuchando el ladrido de Roko
proveniente del segundo piso. Primero oyó sus uñas rasguñando contra el
suelo y bajando las escaleras, seguida de cerca por un par de pisadas
apresuradas. Roko llegó a su lado tirándosele encima y aullando por cariño.
Al segundo, apareció Taehyung en las escaleras. Se detuvo un único segundo
en el último peldaño para tomar inspiración y después estaba lanzándose a
sus brazos, apretándolo con fuerza, casi siendo estrangulado de paso.176

—No sé cuál de los dos te extrañó más —se burló Jin desde el sofá, se notaba
que lo estaba esperando para largarse a casa—. Nam ya regresó del hospital,
pero se durmió tras comerse un bol de cereales en estado zombie, así que no
quise dejarlo solo, todavía es pronto para eso.106

Jungkook asintió como pudo ya que todavía tenía esos brazos de tentáculos
estrangulándolo por el cuello. Le pellizcó con suavidad cerca de las costillas
para que lo soltara.40

—Vamos, déjame ir.21

Tae se alejó unos centímetros para observarlo, su nariz casi rozando la


mejilla de Jungkook de lo cerca que estaba. Después se escondió una vez más
en el hueco cálido existente entre el cuello y hombro de Jungkook, parecía
ser su lugar favorito en el mundo.113

Como Jin continuaba mirándolos con expresión extraña, Jungkook puso los
ojos en blanco mientras le daba una palmada amistosa en la espalda a Tae.15

—Solo es un bebé consentido —aclaró Jungkook.155

—Ajá. —Jin agarró sus cosas y enfiló a la puerta—. Solo me voy tranquilo
porque confío en ti.1

Pero Jungkook no tanto en sí mismo.254

Permitió que Taehyung se quedara colgando de él unos segundos más,


mientras Roko le clavaba las uñas en el estómago para también obtener un
poco de atención, y entonces lo alejó. Se quedó frente a él con expresión
contrariada, no tomándose demasiado bien la distancia impuesta por
Jungkook.

—¿Te gustaría que fuéramos a visitar a Jimin? —Taehyung se quedó


observándolo con confusión manteniendo esa distancia segura de un
metro—. Jimin vive con Yoongi, tu enfermero en el hospital. Ellos son novios
hace cuatro años y comparten departamento.

De pronto comprendió que Taehyung podría malinterpretar sus palabras y


eso fue justo lo que sucedió. Tae se apuntó así mismo y después a Jungkook.
Entendió la referencia demasiado rápido y se apresuró en negarlo con total
efusividad.134

—No, no, no, no, no, no, no como nosotros.221

¿Dijo "no" las suficientes veces? Esperaba que sí y que no se anularsen entre
ellos.1

Tae continuaba confundido así que aplicó su consejo de supervivencia: decir


algo peor para anular el error anterior. 3

—Ellos duermen juntos.421

Oh, demonios, Taehyung también se metía a su cama.34

—Nosotros somos amigos. Ellos son parejas, novios... sabes la diferencia,


¿cierto?

Tae puso los ojos en blanco, las aletas de su nariz moviendose en una
inspiración consternada. Jungkook alzó las manos.6

—Ok, ok, sabes lo que son los novios, eres un chico inteligente, no te enojes
conmigo.57
Como permanecía ofendido por su cuestionamiento, Jungkook se aclaró la
garganta y masajeó la nuca.

—Bien, ve por tus zapatos, yo iré a cambiarme de ropa e iremos donde


Jimin.26

Ambos subieron a sus respectivos cuartos, Jungkook tropezándose en el


desorden de su habitación porque un colchón seguía en el pasillo. Sacó un
buzo gris, una sudadera ancha y una chaqueta abultada. Coronó el conjunto
con un gorro de pescador negro.88

El trayecto a la casa de Jimin fue silencioso y helado, con Taehyung sacando


la cabeza por la ventana y permitiendo que el aire frío, que ya empezaba a
tener tonalidades cálidas propias de la primavera, le azotara directo
mientras sus iris reflejaban las luces naranjas, que se iban encendiendo de
manera paulatina de camino al departamento.

Al estacionar en ese antiguo complejo de departamentos, le mandó un


mensaje a Jimin avisándole su llegada y pidiéndole esconder a Betsy y
Pequeña en un cuarto; todavía recordaba la expresión contrariada y de
rechazo de Tae al mencionar que tenía dos gatitos. Ya tendría tiempo para
ayudarlo a adaptarse a ellos.122

La mirada de Tae recorrió cada esquina de la calle, apuntándole un nido de


palomas sobre el farol de un poster, un coche de un bonito color azul y un
niño que caminaba a unos metros con su mamá. Se quedó unos segundos
detenido contemplando al niño corretear con sus pequeñas y rechonchas
piernas por la vereda.11

—¿Te gustan los niños? —se interesó en saber.339


Él se quedó pensativo por unos segundos cuestionándose la sencilla
pregunta. Tal vez nunca se la hizo, por lo que no tenía respuesta a algo jamás
imaginado. Terminó encogiéndose de hombros.

Caminaron hacia el edificio de pocos pisos y Jungkook saludó al conserje,


quien autorizó el ingreso de ambos. Taehyung subió las escaleras corriendo,
ilusionado con algo tan insignificante y cotidiano que Jungkook ya ni
siquiera se cuestionaba si era algo que lo hacía feliz.

Al detenerse en la puerta de Jimin, Jungkook le permitió tocar el timbre.

Y lo hizo una vez.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Cinco.

Seis.

Sie-75

La puerta se abrió de golpe mostrando a un alterado y furioso Yoongi. Al


notar que Tae permanecía con el dedo flotando sobre el timbre, y
comprendiendo que fue él el responsable de tal escándalo, cuadró los
hombros y forzó una sonrisa.498

—Hola, pasen.

Se quitaron los zapatos en la entrada e ingresaron. Tae se quedó al lado de


un sofá toqueteándose las manos con actitud nerviosa, Jungkook apoyó su
palma en la cintura y lo empujó un tanto.1
—Vamos a ver a Jimin.

A un Jimin acomodado entre almohadas, más pareciendo un rey que un


recién operado.320

—Noto que te cuidan bien —se burló Jungkook.2

Jimin espió si Yoongi estaba cerca y dijo.

—Nunca pensé que diría esto pero...

—¿Pero?

—Creo que estoy saturado por las atenciones de Min Yoongi.426

Jungkook se llevó una mano al pecho con falso horror, lo que le sacó una
risita baja a Taehyung, que seguía la conversación escuchando a Jungkook y
leyendo los labios de Jimin, al no entenderlo demasiado bien por la distancia.

—¿Park Jimin admitiendo que no quiere ver nunca más a Min Yoongi? Jamás
creía q-

Le lanzó una almohada a la cara.

—¡No pongas falsas palabras en mi boca, roedor!12

Jungkook le regresó el cojín.

—Para tu información, Park Jimin, los conejos no son roedores, son


lagomorfos.404

No es que eso fuera algo que Jungkook supiera por cultura general, más bien
fue Taehyung quien lo corregió en un mensaje de texto hace unos días
cuando llamó roedor al emoji de conejo rosado que tanto le gustaba usar.
Jungkook ni siquiera sabía qué era lagomorfo antes de eso. ¿Ahora?
Tampoco podía decir que era un experto, si bien Tae le envió veinte
mensajes explicándole la familia de los lagomorfos, Jungkook solo aprendió
una cosa: que los conejos no eran roedores.276

Mientras observaba la sonrisa orgullosa de Tae al escucharlo decir


lagomorfo y no lagotomorfo, un sentimiento cálido se asentó en su
estómago. Apartándo de inmediato la mirada, tosió y se centró en Jimin,
quien alzaba una ceja interrogante hacia él.39

—Bien, te traje a Tae porque ambos se extrañaban —explicó a la rápida al


sentir que el calor subía por las mejillas.47

Esos labios gruesos se curvaron en una mueca de burla, entonces Jimin


apuntó el borde de la cama.

—Ven, Tae, siéntate aquí conmigo, he extrañado muchísimo a mi compañero


de cuarto.114

Tae de inmediato lo hizo, aunque Jimin lo tiró para un abrazo y él se dejó


caer, riéndose un poco cuando Jimin sacó una pierna de las sábanas y se la
pasó por la cintura, aferrándose a él como un bebé koala. Con el rostro de
Tae oculto en el pecho de Jimin, este último lo apuntó con amenaza.272

—Te estoy vigilando, lagatomorfo pervertido —creyó escucharlo


susurrar.240

—Es lagomorfo, idiota. —Puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos, de


pronto sintiéndose incómodo. Se rascó el puente de la nariz y entonces lo
dijo—. Por cierto, ¿te puedo quitar a tu esposo por unos minutos? 9

Separándose de Tae, Jimin frunció el ceño.

—¿Que te preste a Yoongi?6


—Sí. —Ahora le estaba dando sarpullido en el brazo—. ¿Puedes quedarte
con Tae un rato y llevarme a Yoongi?

—¿Por qué te lo quieres llevar, lagotomorfo?

—Lagomorfo. ¿Y qué te importa? No seas tóxico.182

Jimin empequeñeció la mirada.

—No confío.8

—Solo quiero hablar con él —suspiró cansado.2

—Yoongi no habla.402

—Bueno, hablará conmigo —respondió un tanto cortante—. Me lo llevaré,


así que... nos vemos.

Todavía desconcertado, Jungkook salió del cuarto y Jimin empezó a


conversar con Taehyung para distraerlo. Se encontró a Yoongi revisando el
refrigerador, seguramente en búsqueda de algo para cocinar.

—Yoongi —lo llamó, el nudo en su estómago apretado y doloroso.105

—¿Sí? —quiso saber, cerrando la puerta con las manos vacías.1

—¿Crees que podamos hablar?65

Ladeó un tanto la cabeza, el cabello negro apartándose de su frente por el


movimiento. Sus pequeños y astutos ojos lo cuestionaron y analizaron
incluso antes de que Jungkook lograse explicarse.28

—¿Vamos a dar una vuelta? —propuso.13

Jungkook se apresuró en aceptar.1


Tres cuadras más allá del bloque de departamentos, Jungkook todavía no se
atrevía a comenzar con la conversación. El sol por fin se había puesto del
todo, siendo ambos iluminados por los faroles y la luz platinada de la luna.2

—Te diría que fuéramos a beber algo —dijo de pronto Yoongi tras tan
extenuante silencio—, porque pareces necesitarlo pero...

—Vine en la camioneta —interrumpió Jungkook.

—Podrías regresar en taxi con Taehyung. O dormir en el departamento.38

Metiendo las manos en su chaqueta acolchada, permitió que parte de su


expresión quedara escondida por el gorro de pescador. Pateó una piedra del
camino, sus pasos resonando en el cemento al pisar las pequeñas
piedrecitas.4

—Creo que no lo pensé mucho —al final admitió—, esto hubiese sido más
fácil con unos tragos encima. Pero no, ya bebí ayer, no puedo... no puedo
simplemente intentar olvidarlo con alcohol.

Acomplejado, se pasó las manos por el rostro y dio un pequeño grito


ahogado tras las palmas. Era la madurez en persona.67

Yoongi no le cuestionó nada.

Caminaron otras tres cuadras en silencio hasta que llegaron a un parque


vacío y tomaron asiento en una banca, la mente de Jungkook recordando ese
momento exacto donde Tae estiraba su mano en el aire intentando alcanzar
el cielo en un columpio. Ahora él se sentía un tanto así, queriendo apresar
algo tan difícil de atrapar como lo era el aire.34

—Yoongi, tú eras heterosexual.525

—Sí.
—Pero ya no.91

—Evidentemente.475

Volvió a guardar silencio, cruzando una pierna por sobre la otra afirmándose
el talón con los dedos y moviendo el pie con impaciencia. Se mordió el labio
y dio un largo suspiro.

—Yo... tú... pero antes de Jimin solo te gustaban las mujeres, ¿no?

—Ni yo mismo me cuestioné mi sexualidad como lo estás haciendo tú en


este momento.534

Jungkook giró el rostro hacia él y apoyó el codo en el respaldo de madera.1

—Es que necesito saber cómo fue... cómo te sentiste, qué pasó... no sé, solo
saber... algo.52

Yoongi frunció el ceño.

—¿Quieres saber cómo conocía a Jimin?

—No. —Negó con un tanto de brusquedad y soltó un suspiro largo—. Cómo


te enamoraste de él... cómo fue que te ocurrió eso si eras heterosexual... no
sé, solo explícame, cómo pasó eso si se supone que no... bueno, eso.60

Yoongi se tocó el mentón con aire pensativo.

—¿Cómo fue enamorarme de él? Como una comezón en el culo.639

El estrés y nerviosismo escaparon de él junto a su carcajada explosiva e


involuntaria. Sin embargo, antes de que Jungkook pudiese agregar algo,
Yoongi continuó en un susurro bajo.

—Algunas veces sigue siéndolo.50

—Yoongi...
—Porque existen sentimientos que uno no dominará por mucho que lo
intente y eso es lo doloroso porque no podrás controlarlo, solo no.

—¿Dolor? ¿Por qué dolor? ¿Acaso no estás...?

Yoongi soltó un bufido.

—Precisamente por eso. El amor conlleva también un dolor persistente ante


la preocupación latente de que un día le podría ocurrir algo y no sabrás
cómo manejarlo, y terminarás solo quedándote a un lado de su camilla
sintiéndote un idiota.389

Ambos se sumergieron en un silencio que no interrumpieron por varios


segundos, hasta que Jungkook hizo crujir los dedos y tomó valor.

—¿Pero cómo supiste? ¿Cómo te diste cuenta que te estabas enamorando


de...?

—¿De un hombre? —terminó Yoongi.

Jungkook asintió, Yoongi se encogió de hombros.

—Nunca fue un tema para mí, Jungkook, así que no me cuestioné que me
estaba enamorando de un hombre, solo de alguien.414

—¿No? Pero eras heterosexual.

—Y no uno porque buscase serlo, simplemente nunca antes me sentí atraído


por un hombre hasta que llegó él.182

Jungkook bajó la mirada.

—Ya veo.

—No es tan difícil de entender, no deberías cuestionártelo tanto.

Esta vez fue Jungkook quien se encogió de hombros.


—Pero lo hago.

—¿Lo haces porque es un chico o porque es ese chico?120

Otro incogimiento de hombros.

—¿Importa eso?

—Importa, Jungkook.

Se toqueteó los nudillos con nerviosismo, su mirada recorriendo el


abandonado parque y luego a Yoongi, quien estaba con la vista perdida en el
columpio vacío que apenas se mecía por el viento nocturno.13

—Realmente no importa —insistió Jungkook—, es incluso ridículo pensarlo


cuando han transcurrido solo unas tres semanas.25

—Los sentimientos no se miden con el tiempo. 19

Se volvió a cubrir el rostro con las manos, después se acomodó mejor el


cabello bajo el gorro.

—Es un niño.256

—No es un niño, Jungkook.

—Pero piensa como uno.61

—No porque tenga una incapacidad, solo es por falta de experiencia dada su
circunstancia.156

Jungkook volteó la mirada.

—Hablas igual que tu marido.

Eso le sacó una sonrisa a Yoongi que la perdió con rapidez.24

—Pero no pensamos igual —Yoongi admitió.


—A mí me parece que ambos piensan lo mismo de Taehyung y yo.

Yoongi negó y se acomodó mejor en la banca.

—Jimin es de la idea de permitir que te enamores de él, yo no.243

Eso descolocó por completo a Jungkook.

—Pero acabas de decir...

—Sé lo que acabo de decir —lo interrumpió Yoongi—, pero mi pensamiento


no va ligado a eso. No creo que no debas enamorarte de él por cómo ve el
mundo.

—¿Entonces?

—Taehyung se terminará yendo, Jungkook, ¿lo sabes, cierto?358

Aquello le congeló la sangre en las venas.

—¿Qué dices?

—Taehyung estuvo encerrado su vida entera en una casa, no podrás


amarrarlo a tu lado por mucho tiempo. No es lo correcto, no es lo que
merece tras lo que vivió. Él necesitará partir de Daegu un día.73

—¿Y por qué aseguras que se marcharía solo?36

Eso le sacó una pequeña y cínica sonrisa a Yoongi.1

—Porque tú nunca has amado de manera egoísta, Jungkook. Eres dedicado y


desinteresado con tus propios sentimientos y priorizas los del otro. Si te
enamoras de ese chico y permites que se quede, él continuará atascado en
una pequeña y bonita cárcel, una cárcel con más movimiento aunque
seguiría siendo una. Y tal cómo eres, no podrías vivir con la idea de que él,
mientras está contigo, debería estar conociendo el mundo, a gente, a parejas
sexuales, explorando y viviendo, cometiendo errores y aprendiendo... y nada
de eso lo haría con la libertad que merece porque una pequeña cadena
continuaría amarrada a él. 43

—Yo dejaría que fuera libre.

Yoongi asintió con expresión seria.

—Tú lo dijiste: lo dejarías. ¿Por qué tendrías que dejarlo si es una decisión
que debe partir y morir en él? Estar en pareja implican compromisos,
Jungkook, y también dejar cosas de lado por el bienestar de ambos. Él debe
aprender a vivir, toda su vida alguien decidió por él y eso es algo que sucede
hasta el día de hoy. Incluso vino a visitarnos porque tú se lo dijiste.144

—Se lo pregunté —balbuceó.

—Ajá, le preguntaste si querías venir y es bonito, pero sigue siendo una


decisión que tú tomaste primero y él solo eligió en base a una decisión ya
hecha. —Hizo una pequeña pausa antes de continuar. Yoongi tocó el muslo
de Jungkook con expresión preocupada—. Sé que el amor es impredecible,
por eso solo acéptalo si llega, no pierdas el tiempo en cuestionamientos.
Pero debes dejarlo ir tan pronto decida partir y eso también debes hacerlo
sin cuestionamientos.304

Abatido, se dejó caer contra el respaldo de la banca, de pronto deseando un


abrazo apretado y un susurro de consuelo.

—¿Qué hago, Yoongi?6

La pregunta continuó sin respuesta de regreso a casa, mientras Taehyung


volvía a sacar la cabeza por la ventana con una sonrisa en los labios y los
ojos cerrados disfrutando el viento.+

Y entonces lo supo.
Le enseñaría lo bonito de ser amado sin condiciones.
49
Jungkook no podía dormir. Con las manos cruzadas sobre el estómago,
contemplaba el cielo de su habitación recostado en el pequeño colchón.
Estaba atento a las respiraciones de Taehyung, esperando a que se volvieran
más pausadas a medida que el sueño lo invadiese. Pero no era así, mantenían
el mismo ritmo que las suyas y eso significaba que ninguno de los dos estaba
durmiendo, Jungkook porque era incapaz de no pensar en la conversación
con Yoongi y Taehyung porque esperaba que Jungkook se durmiese para
pasarse a su colchón.365

Con un suspiro, se fregó la cara con las manos y habló.

—¿Estás esperando a que me duerma para acostarte conmigo, cierto?460

Oyó un pequeño jadeo de sorpresa.22

Se movió para encontrar el interruptor de la lámpara de noche y la encendió,


ambos pestañeando un par de veces para que sus bastones se retrajeran
ante el cambio de luz.

Jungkook tomó asiento en el colchón y observó a Taehyung colgando del


borde, su mejilla derecha aplastada contra la almohada y de pronto se
preguntó qué sentido tenía seguir durmiéndose en un pobre colchón, si
Taehyung iba a terminar pasándose a su cama y ambos durmiendo en un
espacio mucho más limitado que una cama de dos plazas.36

Se puso de pie y apartó las sábanas, Taehyung observándolo contrariado y


apretando una almohada contra el pecho.

—Yo duermo en este lado de la cama —dijo.44


Apenas entendiendo, el chico se deslizó hasta que estuvo al medio, la mitad
de su rostro oculto por la almohada. Jungkook se acomodó en el espacio
restante y apagó la luz. Dormían con las cortinas abiertas, por lo que el
visillo blanco permitía que se colara la luz de la luna lo suficiente para verse
repletos de sombras y grises.8

Tae continuaba apoyado en su costado derecho, el audífono escondido tras


su oreja y cabello.

—¿Tae? —comenzó diciendo Jungkook, acomodándose para quedar de lado


y su brazo bajo la cabeza—. ¿Sabes lo que es el consentimiento?

El chico meditó unos segundos y asintió chiquito.

—¿Te lo explicó Jin ayer?

Taehyung negó. Lo que Tae sabía era la definición de la palabra, más no su


uso en una vida donde nadie le permitió ocuparla.105

—Esto es importante y lo utilizarás toda tu vida, necesito que me prestes


total atención. —Asintiendo, se acomodó mejor, la mano bajo la mejilla y la
cabeza un tanto inclinada para escucharlo mientras leía las palabras en sus
labios plateados—. El consentimiento es cuando una persona de manera
consiente acepta algo. Pero el consentimiento se da realmente cuando esa
persona por si mísma lo acepta y no porque se encuentra física o
sicológicamente presionada para aceptarla.29

Como estaba frunciendo el entrecejo sin enterarse de mucho, Jungkook


cambió un tanto el ángulo de la conversación.

—Dormir juntos es un acto íntimo, Tae, porque estás en tu faceta menos


consciente y más vulnerable, cualquiera podría aprovecharse de las
circunstancias y hacerte algo. Por eso no puedes dormir con cualquiera a
menos que tenga tu total y absoluta confianza, ¿lo entiendes? Si alguien te
tocase mientras duermes, no estarías dando tu consentimiento y quiero que
eso lo tengas claro, porque ser tocado en un estado inconsciente es y
siempre será un abuso.459

Taehyung se quedó casi sin pestañear medio minuto, sus ojos recorriendo la
expresión de Jungkook desde todos los ángulos. Luego, soltó el aire y
pestañeó, asintiendo y abriendo la boca como si quisiera decir algo, quejarse,
protestar, reclamar. Entonces cerró la boca y frunció el ceño, desconcertado
lo que pareció una eternidad. Lamiéndose los labios, por fin lo dijo.

—Tú... no... a mí.346

—¿Yo no a ti?

Taehyung inspiró y resopló, su lengua bailando entre los labios intentando


pronunciar una palabra que se negaba ser audible.

—D-da... —Lo intentó una vez más—. Da... nio.300

—¿Daño? —Él asintió aliviado por ser entendido—. ¿Que yo no te haría


daño?

Él se llegó a levantar del colchón para asentir mejor. Dejó a un lado la


almohada entre ambos y se volvió a recostar incluso más cerca de Jungkook,
su cabeza un tanto inclinada hacia adelante.4

—Pero no todos serán así, Tae —susurró con un suspiro—. Por eso necesito
que entiendas que nadie puede tocarte sin tu previo consentimiento, ¿ok? Si
yo te toco de cualquier forma, incluso en el brazo, y tú no quieres, debes
decirlo.177

Bufó como respuesta, incluso viéndose un poco ofendido.12


—¿Por qué bufas? —se extrañó Jungkook.2

Tragó saliva con fuerza, su lengua sobresaliendo un poco de sus labios


intentando formar una palabra cuando llevaba años sin hacerlo.

—Yo...129

—Tú...6

Tragó otra vez saliva, viéndose un tanto estresado y frustrado.

—Q-qui-e-ro... —La "r" apenas siendo pronunciada, más sonando como un


suspiro con cierto sonido que una letra propiamente tal.154

—¿Tu quieres? —unió Jungkook—. ¿Qué quieres?

A pesar de la posición, logró encogerse de hombros.

—Tú.

—¿Tu me quieres a mí?258

Taehyung se apoyó ligeramente en los codos y asintió decidido, llevándose


una mano al pecho para ser más certero con su expresión.

—Q-qui-e-ro... —Y se tocó el tórax para terminar de expresar la idea.

—¿Quieres que te toque?593

Él estaba afirmando otra vez, decidido y seguro.253

Jungkook se acomodó mejor en la cama.

—Pero piensa en mí como otra persona. Si yo hiciera esto —Y llevó una


mano hacia adelante para tocar con un dedo el cuello expuesto de Taehyung,
sintiendo el pequeño escalofrío que lo recorrió— pero no quieres que yo
haga eso, ¿qué debes decir?32
Sin embargo, Taehyung no estaba respondiendo, acercándose todavía más a
Jungkook para continuar con la caricia. Jungkook sacó la mano y frunció el
ceño.239

—Taehyung, necesito que me prestes atención, necesito que aprendas esto,


por favor.93

Su tono de voz debió haberlo alertado porque estaba otra vez regresando a
su parte de la cama y moviendose para arrastrar sus piernas contra el pecho,
protegiéndose físicamente de una molestia emocional.

—Entonces, Tae, si alguien te toca así o de cualquier forma y tú no quieres,


¿es eso correcto?

—¿No?

—Exacto, no, porque no tiene tu consentimiento. Ahora, si a esa persona le


diste tu consentimiento una vez y un día ya no quieres que te toque otra vez,
¿puedes negarte?

Con los ojos abiertos y alerta, su respiración escapando un tanto forzosa, se


encogió ligeramente de hombros.

—Debes haber visto en los doramas a parejas, ¿cierto? Y viste que se


acariciaban y besaban, ¿cierto? —Otra afirmación—. Que aceptes que tu
pareja te bese y acaricie, no significa que sea tu obligación y que debas
aceptarlo porque te está presionando para hacerlo. Puedes negarte a no ser
besado o tocado y tu pareja tiene la obligación de aceptarlo. Así que sí, Tae,
puedes negarte a pesar de que antes le diste tu consentimiento, puedes
negarte incluso con tu pareja. Puedes arrepentirte, sea cuál sean las
circunstancias.389
Ambos se quedaron sumidos por unos segundos en el silencio de la noche,
roto apenas por el crujir del colchón cuando Jungkook se movió unos
centímetros para estirar el brazo y apartar un mechón de cabello de la frente
de Tae.

—Si alguien hiciera eso y tú no quisieras que se te acercase y tocase, ¿qué


deberías decir, Tae?5

Él tragó saliva.

—¿No?

—Con más seguridad.54

—¡No!354

Una sonrisa se formó en los labios de Jungkook.31

—¿Pero y si insiste? Tú dijiste que no, pero sigue tocándote así. —Y hundió
los dedos en su melena. Taehyung cerró los ojos unos segundos,
inclinándose hacia la caricia.57

Jungkook estuvo apunto de decirle algo para llamar su atención, cuando la


mano de Tae escapó de entre las sábanas y cogió la muñeca de Jungkook,
apartándolo mientras pronunciaba una única palabra.266

—No.290

Asintiendo contento por la reacción de Taehyung, dijo.

—Mañana me gustaría enseñarte más formas de alejar a alguien que insiste


en acercarse, ¿ok?179

Taehyung hizo una especie de movimiento con la mano en un puño


apretado.
—Puedo enseñarte a golpear a alguien si quieres —propuso Jungkook.279

Su respuesta fue positiva y fehaciente.

Luego ambos se sumieron en el silencio, la expresión de Taehyung


expectante contra la almohada a la espera que Jungkook continuara con la
conversación. Su boca estaba un tanto abierta y sus ojos clavados en los
labios de Jungkook a la espera de que se movieran.

Entonces Jungkook tragó saliva y lo dijo.

—Pero tal vez un día querrás besar a alguien —Taehyung estiró las piernas,
moviéndose otra vez más cerca de él— y para hacerlo, puedes preguntarle
directamente para estar seguro o...281

Las cejas de Taehyung se alzaron escondiéndose bajo el flequillo, su


expresión atenta.

—O puedes acercarte un poco para ver su respuesta —Y así lo hizo,


deslizándose milimétricamente más cerca del chico, que estaba abriendo un
poco los ojos en sorpresa— y esperas a ver si se aparta o te corresponde.652

Y con la mirada de Taehyung clavada en sus labios, Jungkook adelantó las


manos y tocó suavemente la cintura de Tae.72

—¿Está bien si dejo mi mano ahí?459

Como respuesta, Taehyung se movió en la cama hasta que casi no hubo


distancia entre ambos cuerpos, sus narices casi rozándose de lo cerca que
estaban. Taehyung se quedó observándolo con la mirada limpia y amplia, la
respiración casi atascada en los pulmones. Entonces, los dedos largos del
chico se enredaron en la camiseta de Jungkook y se acercó otro milímetro,
preguntándole, cuestionándole, pidiéndole esa autorización silenciosa como
le estuvo enseñando. Con su boca ligeramente entreabierta y su aliento
chocando contra la de Jungkook, aguardó paciente a que Jungkook
reaccionara.

Y entonces lo hizo.84

—Puedes hacerlo, Tae.1.6K

Los labios de Tae tocaron los suyos en un roce ligero que le mandó
escalofríos por la columna vertebral. Con los dedos enterrados en la cintura
de Tae, Jungkook dio un suspiro contra esa boca, su corazón latiendo tan
rápido que podía escucharlo contra sus oídos.431

Se quedaron así, rozando simplemente sus labios con los ojos todavía un
tanto abiertos para buscar la mirada del otro. La palma de Jungkook se
deslizó hasta apoyarse contra la espalda de Tae y presionó tantísimo hacia
adelante para terminar la ya inexistente distancia entre ambos cuerpos.173

Y mientras Taehyung se acomodaba mejor en sus brazos para esconderse


bajo su barbilla y daba un suspiro largo y placentero, Jungkook sintió nacer
una emoción torpe, bonita y brillante en el centro del pecho que lo calentó
por dentro.303

Abrazándolo más cerca de él y enterrando su nariz en ese cabello que olía a


frutillas por el acondicionador, se durmieron en el centro de la cama para
recuperar las horas perdidas de tres noches consecutivas.
50
Una respiración le acariciaba la mejilla mientras unos dedos jugueteaban
con el borde de su camiseta. Sonriendo al escuchar una queja de protesta
por su lento despertar, abrió los ojos para encontrarse el rostro expectante
de Kim Taehyung eclipsando al mundo. Notó que el sol recién teñía el cielo
de rosa y que su propio brazo se encontraba encajado bajo la cintura de
Tae.150

Taehyung se quedó observándolo unos segundos más, pareciendo estarse


cuestionando la vida misma de tanto que fruncía el ceño. Pero entonces, con
ayuda de los codos, se elevó y arrastró unos centímetros hasta que su nariz
rozó con la de Jungkook, sus ojos buscando los de él para una última
autorización. Lentamente, sus labios se acercaron y besaron los de Jungkook,
una caricia suave de dos bocas que se encontraban con el único fin de
saludarse, de decir que se extrañaban y que la noche de sueños fue una larga
aventura para llegar por fin a esa mañana junto al otro. Los dedos de
Jungkook se cerraron en la espalda de Tae y lo presionó un tanto más, el
chico quedando apoyado casi sobre su pecho para buscar un mejor
ángulo.587

Cuando sintió las piernas de Tae moviéndose en un pataleo emocionado,


mientras sus bocas se separaban lo suficiente para volver a mirarse,
Jungkook no pudo contener la risa que le burbujeó en la boca del estómago.
Lo abrazó con fuerzas permitiéndole que su oído izquierdo, que escondía el
audífono, se refugiara en su pecho.135

Se sentía bonita esa emoción.12

Agradable.
Cálida.

Familiar.8

Le gustaba a un punto que no alcanzaba la comprensión, y ya está. Solo ya


está.126

Estuvieron en esa posición hasta que el estómago de Tae resonó


recordándole a ambos que tenían hambre, que la mañana para ellos había
comenzado demasiado temprano y que se gastaron cuarenta minutos
abrazados entre sábanas desordenadas.136

Acariciandole el cabello a un adormilado y relajado Tae, le apartó los


mechones de la frente.1

—Vamos a comer algo —le ofreció.35

Él negó enterrando un poco más la nariz en la camiseta de Jungkook,


aferrándose con esos dedos largos.7

—Tienes hambre, te sonó el estómago.

—¡No!89

Jungkook se estaba riendo.

—¿"No" es tu palabra favorita, eh?124

Eso le hizo dejar su escondite y sonreírle con la barbilla apoyada sobre el


tórax de Jungkook.8

—¿Qué te parecen unos huevos con arroz? —Al ver el puchero que se
formaba en sus labios, continuó—. Te prometo que estos no se caerán.271
Tae empequeñeció la mirada y entonces se estiró hacia él, su boca cálida
chocando contra la mejilla de Jungkook al mismo tiempo que esos dientes se
clavaban en su piel.118

—¡Me mordiste! —se quejó Jungkook.544

Iba a pedirle que no volviera a morderlo como si se creyese un bebé


vampiro, pero... se veía tan hermoso, parecía tan feliz pataleando un poco y
sonriendo mucho, que Jungkook prefirió morir de dolor que impedirle que
siguiera haciéndolo.277

Entonces decidió moverse porque, de ser por Taehyung, pasarían toda la


mañana recostados y él en algún momento tendría que bañarse para irse a
trabajar. Con los brazos de Tae sujetándolo por la cintura para no dejarlo ir,
logró arrastrarse hasta el borde de la cama, el cuerpo de Tae, largo y
delgado, desparramado por el colchón en su intento por no separarse.

Era un bebé consentido.75

¿Pero por qué esa idea seguía apretando los botones (in) correctos en
Jungkook?132

—Si te pones calcetines —bromeó Jungkook— y eres un niño grande, te


llevo a la cocina en la espalda.51

Tae rodó por la cama y cayó al suelo, gateando por la madera en busca de
unos calcetines que le terminó robando a Jungkook. Con los dos pies
cubiertos, se los mostró con total orgullo, solicitando así su recompensa.
Acomodándose en el borde de la cama, Jungkook se inclinó para dejar su
espalda libre y al alcance.140

—Súbete.101
Primero unos dedos cosquillearon en el cuello de Jungkook, luego unas
piernas jugueteando en su cintura, hasta que el pecho estuvo posicionado
contra sí. Sintió los latidos acelerados del corazón de Tae chocar contra los
suyos, que buscaban ir al mismo ritmo mientras Tae apoyaba su mejilla en la
nuca de Jungkook y se acomodaba mejor, anudando sus piernas y brazos
como un koala.136

Sujetándolo por la parte posterior de los muslos, se puso de pie. Tae se fregó
a su espalda, moviendose unos centímetros para lograr un mejor agarre, su
corazón latiendo tan fuerte que Jungkook podía sentir cada latido contra sus
costillas. Con el aliento cosquilleandole en el borde de la oreja, salieron del
cuarto y bajaron las escaleras, Jungkook siendo cuidadoso de que no se
golpeara con el borde que separaba el primer y segundo nivel.15

Al ingresar a la cocina, se encontraron a Nam frente a la cafetera y a Roko a


sus pies, esperando a que se le cayera algo de comida al dios de la
destrucción, a pesar de que su pote rebosaba en comida. Las cejas de Nam se
alzaron en sorpresa nada más ver a Jungkook.153

—Tienes una... ¿por qué tienes una mordida en la mejilla? —quiso saber,
después su atención dirigiéndose al diablillo que asomaba la cabeza por el
hombro de Jungkook—. Mira, mejor no voy a preguntar cómo llegaron a
eso.430

Sin embargo, a pesar de que aseguró no realizar ninguna clase de


comentario, mientras se llevaba su taza de café a la mesa y tomaba asiento
observando a Jungkook caminar al centro de la cocina con una sanguijuela
humana colgando de su espalda, el cuestionamiento escapó de él sin
meditarlo.22

—Deberías ponerle límites, ¿no crees?180


El suspiro de Jungkook fue largo y cansado, girándose hacia Nam para
encararlo. Apuntando a Tae, que le clavaba la barbilla en el hombro, habló:

—¿Podrías negarle algo a esa carita?671

Nam lo meditó medio segundo dándole un sorbo a su taza.

—Tienes un punto.246

Acariciando la parte posterior de los muslos de Tae, Jungkook giró el rostro


lo suficiente para observarlo por el rabillo del ojo.2

—Necesito mis manos libres para cocinar.

Un puchero apareció en sus labios, pero soltó el amarre de sus piernas y las
dejó caer, todavía colgando del cuello. Jungkook supo que eso sería el mayor
espacio que conseguiría, así que, arrastrando un cangrejo tras suyo, fue por
los huevos y se posicionó frente a la cocina.77

—¿Has cocinado alguna vez, Tae? —quiso saber Nam.28

Tae se separó lo suficiente de Jungkook para asentirle.

—¿Y qué cosa? —se interesó Jungkook.

Se quedó tanto rato en silencio que ninguno de los dos imaginó que
respondería.

—Oni-gi-ri.290

La taza de Nam se apoyó en la mesa con estrépito.

—Vaya, ¿está hablando?

—No hables de Tae como si no estuviera —lo corrigió Jungkook, moviendo


el sartén con los huevos.97
—Lo siento, lo siento, tienes razón —se corrigió—. ¿Estás hablando ya,
Tae?53

Apenado, apoyó la mejilla contra el omoplato de Jungkook y estrechó su


abrazo que ahora se aferraba a la cintura delgada.36

—Pero que no te dé vergüenza —se apresuró en decir Nam—. Tu voz es


súper bonita. Es muy grave, no me la imaginaba así.288

Jungkook se rió al apagar el fuego.

—Yo también me sorprendí de eso —dijo Jungkook—. ¿Será tan grave por su
falta de uso?201

Nam se tocó el mentón observando a Tae tomar asiento a su lado para que
Jungkook pudiese terminar de cocinar.

—No, es solo su voz. Tienes tono de voz muy bonito y poderoso, Tae.386

Pareció más relajado después de eso.

Jungkook calentó arroz de la noche anterior y unos trozos de carne,


mezclando todo y friéndolo en conjunto. Comieron en silencio, ni Tae ni
Jungkook aceptando el café preparado por Nam, ya que no les gustaba y
tampoco confiaban en sus capacidades para no quemar algo.165

—Almas gemelas —se burló Nam tras el rechazo.311

Como ambos se despertaron tres horas antes de que la alarma de Jungkook


sonase para preparar su día laboral, decidió que sería un buen momento
para enseñarle a Tae algunos movimientos.6

En el centro de la terraza medio construida del patio trasero (una de las


tantas obras de ingeniería que Jungkook jamás terminó en la casa), había un
saco de boxeo un tanto maltratado por el clima. Le pasó los guantes a Tae,
mientras Nam se bebía su segunda taza observándolos desde un sofá
destruido por Roko que terminó en ese lugar por lo mismo.168

Con las manos desnudas, al solo tener un par de guantes, le enseñó a Tae la
posición de su cuerpo para dar un golpe utilizando el centro de sí mismo
para una mayor potencia. Las patadas fueron otro caso, Tae insistía en
apenas rozar el saco a pesar de los consejos de Jungkook para que levantara
más la pierna.44

Para cuando llegó Jin, Jungkook entendió que se le había hecho súper tarde.
Fue a bañarse a toda velocidad y partió al trabajo.

Tuvo un pésimo comienzo de turno, que lo dejó furioso y triste durante el


resto del día, por lo mismo no estaba de humor al estacionar fuera de casa a
las seis de la tarde. Nada más bajar del coche, se desconcertó al escuchar una
canción a todo volumen proveniente de...

¿De su casa? Pero cómo, si desde ahí siempre se oían solo ladridos.

Sin embargo, él reconocía la canción, pensó abriendo la puerta. Era "closer"


pero un tanto ¿distinta? El ritmo era diferente.424

<<So, baby, pull me closer...>>380

Ingresó a casa.

<<In the backseat of you Rover...>>128

Taehyung se encontraba en el medio del living enfrentado a la televisión,


donde se proyectaba un salón de tonalidades café con un chico usando una
chaqueta rosa. La calefacción estaba encendida dentro, por lo que Tae iba
solo con una camiseta negra, perteneciente a Jungkook, y un pantalón corto
verde, también perteneciente a Jungkook. Con los brazos a un costado del
cuerpo, se movía emitando los movimientos del hombre en la pantalla, su
cadera y manos meciéndose de izquierda a derecha, su pierna levantándose
ligeramente.882

Estaba muy concentrado, con sus labios mudos siguiendo la letra de la


canción marcada en letras negras y blanco en la parte inferior de la pantalla.

Jungkook olvidó su pésimo día en un suspiro, dejando ir las emociones


oscuras que estuvieron retorciéndole el estómago hasta apenas dejarlo
comer. Se quedó observándolo abstraído, sin buscar interrumpirlo en tan
emocionante interpretación.38

Se obligó apartar su mirada de él cuando notó a Jin salir de la cocina y


hacerle una seña para que se acercara. Sentados en la pequeña mesa, se
encontraban Nam y Hoseok, a quien abrazó en un saludo caluroso.4

—Jungkook, dos cosas —comenzó diciendo Jin en voz baja, aunque Jungkook
dudase que alguien más que ellos pudiese oírlos con al alboroto que tenía
Tae en la sala—. Taehyung estuvo practicando todo el día algo, así que... solo
reacciona como tú cuando lo diga, ¿ok? Lo otro —continuó antes de que
pudiese interrumpirlo—, tenemos planeado que hoy salga solo de la casa.61

—¿Solo?

—Lo seguiremos encubierto de cerca... ¿porque tienes de esos trajes aquí?


Eres policía.128

Jungkook puso los ojos en blanco.

—Estar de encubierto... es estar vestido sin destacar, Jin.79

—Ah —se tocó el mentón—. Tus gorros de pescador servirán entonces. La


idea es que lo mandes a la tienda de conveniencia a comprar algo.23
—Ya fuimos a hablar con el cajero —prosiguió Nam— y Hobi le mostró su
placa unas cincuenta veces.302

—Solo para que su paciencia se vuelva flexible —aseguró Hoseok—, muy


flexible.113

Los cuatro hombres estaban tan centrados en la conversación, que ninguno


de ellos notó que la música se había detenido hasta que Jungkook sintió un
golpe en la espalda y un koala colgándose de su espalda, koala llamado Kim
Taehyung, quien parecía demasiado emocionado por volver a verlo. Y
mientras era estrangulado por unos brazos que se asemejaban más a unos
tentáculos que a... brazos, claro está, los restantes tres hombres lo
observaron con expresión de circunstancia. Nam se estaba aguantando un
poco la risa.73

—Con ustedes será igual —aclaró Jungkook.50

—Claro, campeón —se burló Nam—. Jin pasa todo el día con él y no lo veo
colgándose de su espalda.163

Jungkook no quiso responder, porque Tae estaba presente y no le gustaba


cuando hablaban de él como si no se encontrase en la habitación. Dándole un
golpe en la pierna suave a Tae, le pidió que se bajara para hablar con él.
Apoyando los manos en sus hombros, puso algo de distancia entre ambos
porque tampoco le gustaban esas miradas críticas ante un comportamiento
pegajoso que solo tenía para con él.29

Espacio personal, eso era algo que Taehyung definitivamente no conocía


cuando se refería a Jeon Jungkook.302

—Tae, aprovechando que estamos todos de nuevo en casa, podríamos


organizar otra tarde de cine, ¿te parece? —Recibió una afirmación. Jungkook
se contuvo para no apartar esos mechones largos de su frente, que tanto le
molestaban ahora al pestañear—. ¿Podrías ir a comprar a la tienda unas
palomitas para todos?

Tae se quedó paralizado unos segundos, luego volteó la mirada hacia el


resto.

—Nosotros vamos a estar cocinando algo para comer —atajó Jin—. Por eso
tú eres el único que podría traernos las palomitas. Estaríamos muy
agradecido si fueras por nosotros.

—Roko te puede acompañar —continuó Jungkook—. ¿Recuerdas el


camino?16

Tae puso mala expresión.1

—Jungkook, no es un niño —dijo Hoseok al notar la cara molesta de Tae—.


Taehyung recuerda perfectamente el camino, ¿cierto?

Enterrando uno de esos largos dedos en el centro del pecho de Jungkook de


forma recriminadora, Tae asintió. Y todavía ofendido por el trato de
Jungkook, se soltó de él y fue al living. Antes de que alguno de los chicos
pudiese ponerse de pie para seguirlo, Tae se colocó los zapatos, una
chaqueta y salió de casa, Roko corriendo para alcanzarlo.194

Un segundo.

Dos.

Jungkook lo vio por la ventana de la cocina avanzando por la vereda.

Él solo.

Kim Taehyung solo en la calle.

E iba vestido solo con pantalón corto.5


Se llegó a pegar en las canillas en los escalones de lo rápido que fue a su
cuarto para agarrar sus gorros de pescador. Bajó torciéndose un poco el
tobillo en el último peldaño en su afán por bajar. Le tiró los gorros a quién lo
atajase y se puso uno, saliendo de casa con las pantuflas puestas. Jin lo
afirmó al llegar a la vereda.50

—¡Cálmate! —le pidió—. Solo lo vigilaremos de lejos.

—Sí, pero.... —Su mirada estaba clavada en el muchacho que avanzaba a


unos metros con un perro suelto a su lado.9

Jin lo afirmó mientras Taehyung avanzaba con total seguridad, sus pasos
decididos y su mente puesta en un destino fijo.5

Recién entonces Jungkook lo recordó.

—No le di dinero para pagar —dijo.323

Jin, con el gorro de pescador mal colocado en la cabeza, se dio un golpe en la


frente.16

—¿Cómo pudiste no darle dinero? —se quejó—. ¿Con qué pretendes que
pague?45

—No es mi culpa —balbuceó Jungkook—. Se fue de la casa sin avisarnos.5

—Eso es porque se siente herido. Lo tratas como un niño.1

Jungkook bufó.

—Oh, créeme que mi percepción cambió.464

Jin puso expresión de sospecha.

—Espera, ¿hay algo que no me estás diciendo?176


—¿Pueden discutir más tarde? Alguien debe ir a dejarle dinero a ese pobre
chico —interrumpió Nam la conversación— ¿O dejarán que se muera de
vergüenza cuando intente comprar unas palomitas solo con una sonrisa?197

Bueno, Jungkook le vendería unas palomitas a Kim Taehyung solo por un


vistazo de esa sonrisa simétrica y de...299

Demonios.45

—Iré yo —se ofreció Hoseok, adelantándose al resto—. Ustedes esperen.

Oh, pero claro que esa era una orden que no iba a ingresar en el cerebro de
Jeon Jungkook en ese momento. Así que, acomodándose mejor el gorro para
que su rostro quedase parcialmente cubierto, dio un paso.

Y eso fue lo único que alcanzó a hacer.

Alguien lo tenía sujeto por la parte posterior de la ropa y le impedía avanzar.

—Eh, eh, tranquilo, conejo impaciente —ese era Jin.

—Yo diría que hoy parece más una liebre —continuó Nam riéndose.221

Jungkook intentó soltarse, la espalda de Taehyung ya un punto diminuto en


la distancia seguido de cerca por el de Hoseok.

—Vamos, hyung, suéltame para alcanzarlos.

—Tsk, tsk —resonó la lengua contra el paladar—. Tú te quedas aquí.

—Pero...26

—Pero Hoseok ya fue.

—Sí, pero...

—Sí, pero Hoseok también es policía y además tu superior.


—Entiendo, pero...

—Entiendes, así que lo esperáremos aquí.

—No, pero, hyung, yo...7

—¿No pero qué?

—Solo está con pantalón corto.216

—Hoy no hace frío.

—Se va a resfriar.

—¿Y si lo sigues evitarás que se enferme?94

Jungkook dio un suspiro.

—Solo quiero ir. Es su primera vez yendo a comprar solo y me lo estoy


perdiendo...177

—¿Es tu hijo?112

—No, pero...

—Ya, déjalo ir, Jin —intervino Nam.79

Bastó con que Jin aflojara el agarre lo suficiente para que Jungkook
aprovechara la oportunidad y partiera corriendo a toda velocidad, una risa
un tanto infantil escapando de su boca.146

—¡Hyung, no podrás...!9

—¡Jungkook, cuidado con...!79

¡Paf!1

—... el árbol.871
El golpe fue brutal y certero, el aire escapando con un suspiro de sus
pulmones dejándolos vacíos y ardiendo, obligando a que su adolorido y
maltratado tórax se recuperase rápido del impacto. Con el culo en el suelo y
la nariz también latiéndole, Nam llegó hasta él seguido por Jin.38

—Eso te pasa por usar esos espantosos gorros —se quejó Jin, quien también
usaba uno de esos espantosos gorros.8

—¡Ay! —se quejó Jungkook, colocándose de pie.

Le latía la nariz, el pecho y el trasero. Quería que alguien le hiciera cariño y


lo abrazara...65

Ah, perfecto.

En la noche podría pedirle que lo mimase un poco y...195

No, no, olvídalo, Jungkook malo, muy, muy malo.176

Sacudió la cabeza y se apresuró en continuar, porque no quería perderse la


primera compra de Kim Taehyung. Llegó a la tienda de conveniencia y apoyó
la frente en el vidrio, colocando ambas manos a los costados de sus ojos para
observar dentro. Jin hizo lo mismo a su lado.94

Taehyung estaba solo en uno de los pasillos escogiendo algo de una


estantería con aire nervioso, sus dedos jugueteando entre ellos.

—¿Dónde está Hoseok? —se quejó Jungkook.

—Estoy aquí.158

Apartó la mirada del vidrio para verificar que sí, efectivamente Hoseok se
encontraba en la entrada con Roko a su lado.

—¿No deberías estar dentro ayudándolo? —cuestionó Jungkook.


Hobi se encogió de hombros.1

—Él solo aceptó el dinero e ingresó solo.2

Soltándo un resoplido, volvió a clavar su frente en el vidrio justo para notar


a Taehyung yendo a la caja con el paquete de palomitas bajo el brazo.49

—¿Sabe utilizar el dinero? —quiso saber Jungkook de pronto.

—Creo que eso debí preguntárselo antes de planear esto. —Jin rodeó los
hombros tensos de Jungkook, ambos continuaron espiando hacia dentro de
la tienda—. Pero mira el lado positivo, ese pobre cajero no lo va a estafar
tras ver a Hoseok mostrar cincuenta veces su placa de policía.305

Finalmente Taehyung le estaba entregando el paquete de palomitas y un


billete arrugado al otro chico. En menos de un minuto, observaba su palma
desorientado y salía de la tienda con el paquete todavía bajo el brazo. Le
tendió el vuelto a Hoseok y luego notó a Jungkook y Jin, alzando las cejas en
sorpresa.

—¿Todo bien? —quiso saber Jungkook.26

Taehyung asintió inflando el pecho en orgullo. Y Jungkook no quiso


controlar a su mano que lo tiraba por la cintura para abrazarlo un poco. Se
dijo que lo hacía por Tae, pero lo cierto es que solo lo hacía por él.135

Caminaron de regreso a casa, Jin diciendo que no podía quedarse a la tarde


de películas y pidiéndole a Jungkook si podía ir a dejarlo.

—¿Quieres ir con nosotros?

Tae se estaba subiendo al coche nada más escuchar la propuesta de


Jungkook, todavía llevando el paquete de palomitas bajo el brazo. La casa de
Jin se encontraba a unos quince minutos en auto desde la de Jungkook, por
lo que el trayecto lo hicieron en silencio. Estaban casi llegando cuando Jin
habló.

—Jungkook, yo creo que Tocino y Mantequilla ya deberían regresar.35

Jungkook le hechó un pequeño vistazo a Tae, que estaba ensimismado


contemplando el mundo por la ventana en movimiento.

—¿Tú crees?

—Sí, además Tocino te extraña mucho.2

—Eso lo dices porque mi hermana debe estar desesperada por los pelos.9

Jin comenzó a reír.9

—En parte, pero ellos en serio te extrañan.

Y Jungkook también, se le hacía raro solo ser perseguido por Roko en la casa
y no por tres perros que aguardaban fuera de la puerta del baño cuando se
duchaba. Tamborileó el manubrio con impaciencia.11

—Ok, me los llevaré.

Suni, la hermana de Jungkook, parecía no estar en casa cuando finalmente


estacionaron fuera y bajaron del coche. Las luces estaban apagadas y en la
calle reinaba un silencio inquietante, que fue roto por los ladridos pequeños
y amortiguados tras la puerta.

—Ese es Tocino —aseguró Jungkook.31

Taehyung, al que le habían explicado que se llevarían a los otros dos perritos
consigo esa noche, aguardaba a un lado con expresión nerviosa y un tanto
expectante.
—Tocino es pequeño —decía Jungkook avanzando por el camino a la puerta
principal—. Es un poco gruñón y desconfiado pero lo amarás. Y Mantequilla
es viejo, por lo que pasa casi todo el día durmiendo. Es de color café
amarilloso, por eso Hoseok le puso ese nombre.46

Nada más abrir la puerta, se coló el pequeño cuerpo amarillento de


Mantequilla. Cojeaba hacia ellos por los problemas a la cadera ante su edad.
No tenía una raza definida ni una cercana, parecía la mezcla de por lo menos
cinco con sus orejas largas, rostro aplastado y pelaje largo, que apenas
dejaban ver sus patas cortas.103

Seguido del viejo Mantequilla, apareció el pompón que era Tocino. Su pelaje
gris oscuro, que se asemejaba demasiado al negro, y con manchas cafés,
brillaba bajo las luces de los faroles. Levantaba un poco las patas de adelante
al ladrarles, quedándose de pronto en silencio y deteniendo su avance en
seco.97

Taehyung, a su lado, había comenzado a llorar. De su boca fruncida por el


llanto, solo escapaba una única palabra entrecortada y ronca.

—¡Tan!
51
Arrodillado a un costado de la cama de Kim Taehyung, se encontraba la
cuarta persona que conoció en su vida. Llevándose una mano a los labios, le
pidió silencio con ese simple gesto. Todavía adormilado, Taehyung se apoyó
en los codos para observarlo mejor. El hombre buscó algo a sus pies y
entonces le mostró lo que parecía un pompón de un gris oscuro con manchas
café por el estómago y hocico.174

Era un perrito.38

Con los ojos abiertos de par en par, lo observó dejar el pompón peludo sobre
el enredo de sábanas porque Kim Taehyung lo que no tenía era un buen
dormir. Con sus patitas pequeñas y con torpeza y tropiezos, avanzó por el
colchón para acercarse a la mano estirada de Taehyung, que seguía reposada
en la cama.

Un chillido debió escapar de sus labios entumecidos, porque el hombre otra


vez le pidió silencio.1

—Su nombre es Yeontan —leyó en sus labios—. Siempre me gustó este


cachorro, pero creo que tú lo necesitas más. Te acompañará para que no te
sientas tan solito.214
Entonces se puso de pie y, sonriéndole desde la puerta, salió del cuarto
dejándolo con el cachorro rascándose una oreja. Con el corazón acelerado,
movió los dedos frente a él, el perrito captando el movimiento y lanzándose
hacia adelante, sus pequeños dientes enterrándose en la mano de Taehyung.
Asustado, la apartó y alzó frente a su rostro, comprobando que tenía dos
agujeros diminutos en la piel. ¿Sería su forma para saludar?31

Se quedó observándolo con el corazón latiéndole tan fuerte que casi, solo
casi, podía escucharlo en sus oídos. El temor lo paralizaba, mientras
apartaba al cachorro cuando este intentaba acercársele para jugar.

Y es que Kim Taehyung no quería jugar con él, tocarlo, abrazarlo, acariciarlo,
tomarlo.39

Kim Taehyung simplemente no lo quería.

Con las manos temblando, lo dejó en el suelo y se hizo un ovillo en la cama,


arrastrando las sábanas para taparse hasta la cabeza.75

Pero de pronto...

Se destapó y miró hacia abajo, el pompón gris lo esperaba sentado en sus


cuartos traseros, su diminuta boca moviéndose al verlo reaparecer. Su cola,
no más grande que un fósforo, se movía de izquierda a derecha con emoción
y felicidad, su cuerpo temblando de tanta emoción no contenida.164

Tragó.

Lo volvió a agarrar con mucho cuidado y a dejarlo sobre su pecho mientras


él se recostaba y se quedaba quietísimo, apenas sí respirando. Entonces, el
perro se hizo un ovillo y se quedó inmóvil. Taehyung sintió ese mismo terror
de hace un tiempo, cerrando los ojos con fuerza y tragando duro porque no
quería verlo, que su abuela se lo llevara en la mañana y le hiciera un agujero
en el patio trasero como esa vez.208

Por eso, cuando el cachorro se movió en su pecho, su corazón parecía querer


alcanzar a ese diminuto cuerpo sobre él, que otra vez se encontraba sentado
en sus cuartos traseros, observándolo con esos botones redondos y oscuros
que tenía por ojos, con su pelaje disparado hacia todas direcciones y
viéndose terriblemente descuidado y pequeño con ese collar cruzando un
cuello tan ancho como un dedo de Taehyung.

Era pequeño.

Muy pequeño.

Y él no lo quería.

No, él no lo quería.

Kim Taehyung quería que se lo llevaran, lejos, muy lejos de sus manos, muy
lejos de él, muy lejos porque él era malo, muy malo y-175

El perrito tiró del borde de su pijama, justo ahí donde terminaba su muñeca.
Intentó hacerlo que se detuviera, pero insistía y jalaba con todas sus fuerzas,
a penas sí moviendo el brazo de Taehyung de su posición.

Entonces intentó decir su nombre bajito, pero no podía escucharse y las


palabras no salieron realmente de su boca hasta que pronunció un único
monosílabo corto y preciso que pasaría a ser la única palabra que Taehyung
intentaría decir por años. Acercando al cachorro a su cara, para apegar su
oreja puntiaguda a los labios de Taehyung, él creería decir:

—Tan.120

Y otra vez.
—Tan.11

Y fue historia, Taehyung amó a ese pequeño animal con esa fuerza de
sentimientos que solo podría guardar una persona privada de ese
sentimiento por años.

Se volvió su amigo.

Su único amigo.121

Y por fin pudo desplazar al fondo de su memoria ese recuerdo del único
chico con el que habló en su vida, mandándolo a esa caja fuerte de memorias
olvidadas y no usadas, porque ya no lo necesitaba, no necesitaba sentarse
frente a un espejo para fingir que hablaba con alguien que no era él, porque,
escondido en el ático mientras su abuela salía, él podía sentar a Tannie en un
banco y fingir que conversaban, aunque en la realidad ninguno de los dos lo
hacía.84

Y por eso Taehyung lo amó más.143

Eran iguales.38

Y todo fue hermoso por ese tiempo, Taehyung volvía a encontrarse tranquilo
y, con ello, su abuela también.

Por eso, ninguno de los dos se preparó para el desastre que ocurriría una
mañana de verano cuando Taehyung jugaba en el patio trasero de la casa
con Yeontan. Taehyung, sentado en una silla, tiraba una pelota a lo lejos y
Tannie a veces sí, a veces no iba por ella.

Entonces cuando Tan alzó las orejas y ladeó la cabeza prestándole atención a
un sonido que Taehyung era incapaz de captar, Tae no alcanzó a prevenir su
corrida torpe pero veloz hacia la barrera de madera que los separaba con el
exterior. Extrañado, se puso de pie demasiado tarde, justo para verlo
arrastrarse por un agujero pequeño que se había formado bajo la cerca ante
las abundantes lluvias de ese año.127

Se lanzó hacia él, sus rodillas desnudas destrozándose contra la tierra


cuando intentó agarrar su cola peluda que ya se colaba por el agujero. Sus
dedos se cerraron en el aire, quedando paralizado por unos instantes
contemplando la madera frente a él que lo separaba de Yeontan.81

El pánico se atascó en su corazón y se ramificó por su cuerpo, volviendo a


sus piernas torpes e inútiles al ponerse de pie y correr hacia la casa, un
gorgojeo atemorizado luchando por escapar de esos labios mudos apretados
con fuerza. Pasó por el pasillo corriendo, casi estrellándose con su abuela
que iba saliendo de la cocina.

Supo que ella le dijo algo, pero Taehyung no podía prestarle atención, yendo
a la puerta principal y agarrando el pomo con ambas manos para empezar a
tirarlo con desesperación, buscando abrirlo cuando realmente este siempre
estuvo cerrado con dos vueltas de llaves.1

Entonces sintió una mano afirmar su cintura y un aliento cosquilleándole en


la oreja. Sabía que era su abuela, pero no podía importarle.

Él necesitaba salir, salir, salir, ir tras de Yeontan, traerlo a casa, a sus brazos,
consigo, porque no creía ser capaz de soportar otra vez ese encierro en esa
soledad.165

Tiró con más fuerzas y más y otra vez, hasta que su abuela lo jaló para que se
soltara.1

Pero Taehyung no estaba bien, su consciencia colgando de un hilo de


cordura mientras por fin se giraba hacia su abuela y con gestos
desesperados le explicaba que Yeontan no estaba, que se había escapado por
el agujero, que él lo intentó agarrar pero no pudo, que se había ido, ido lejos
de él como todos, porque estaba solo, solo ahí y encerrado, tan, tan
encerrado y solo.7

Su abuela lo afirmó por las mejillas, pidiéndole en silencio que la observase


para explicarle la situación. Pero Taehyung apenas enfocaba la mirada, los
ojos locos e inundados en lágrimas.1

—Quédate aquí, iré por él. Pero necesito que te quedes aquí y me esperes,
¿me entiendes?

Taehyung creyó asentir.

Y luego el borde del sofá rozaba tras sus rodillas y estaba tomando asiento
con un cuerpo paralizado por el dolor, el pánico y la ciencia cierta que volvía
a encontrarse solo en ese lugar. Arrastrando las piernas contra su pecho,
observó a su abuela partir.

Por detrás de la ventana del living, donde Taehyung pasó sentado horas sin
sentirlas, observó la mañana convertirse en mediodía, en una tarde calurosa
y finalmente en una noche con una brisa que apenas mecía los árboles allá
fuera, pero que no lograba, y nunca logró, alcanzar a Taehyung.

Cuando su abuela regresó a casa, venía con las manos vacías.

Al otro día salió a buscarlo nuevamente.

Y a la siguiente mañana también.

Y así una semana completa.

Y un mes.

Sin embargo, cada tarde regresaba con la misma expresión de tristeza y con
los brazos vacíos, explicándole con calma que si se lo pedía, le traería otro
perrito a casa pero que por favor -por favor, Taehyung, mi vida- dejase de
llorar.

Entonces Taehyung lo entendió.

Yeontan no regresaría.290

Y es que Taehyung no podía culparlo por haber alcanzado esa libertad que
por años él también deseó, y que también olvidó con la misma facilidad ante
un corazón contento y tranquilo por tenerlo a él, pero que ahora volvía a
resurgir en su mente como un cosquilleo molesto que lo tenía observando a
su abuela con ojos muertos cuando tomaban desayuno, cuando almorzaban,
cuando ella intentaba hacerle sonreír con una broma ridícula, cuando se iba
a dormir con ella porque no lo soportaba, no soportaba ese sentimiento
oscuro y podrido que crecía dentro de él, que lo hacía temblar y pedir que se
apagase ese calor que desprendía el cuerpo débil y viejo de su abuela que
dormía a su lado.27

Tal vez, solo tal vez, si ella moría Taehyung podría salir y buscar a
Yeontan.137

Solo tal vez.

Esos tal vez que Taehyung veía cada vez con más probabilidad y menos con
horror. Y mientras ocurría, lloraba porque él, Kim Taehyung, se fue por un
camino sin vuelta atrás.
158
52
Era bueno tener a su compañero de rondas de regreso, pensó Jungkook
mientras su amigo y colega se acomodaba en el asiento de copiloto para
comenzar una nueva semana de trabajo, sus mejillas rechonchas
frunciéndose en disgusto al notar que su uniforme azul se ensuciaba de
pelos, pelos que estaban en ese asiento desde que subió a Roko a la patrulla
para llevarlo al hospital.77

—¿Cuántas veces he dicho que no sientes a tu perro en mi asiento? —se


quejó Jimin.

Bien, ¿había dicho que lo extrañaba? Se arrepentía de sus declaraciones.66

—Estuviste un mes fuera, ¿y regresas para quejarte? ¿Min Yoongi te saturó o


qué?7

Jimin puso los ojos en blanco y se ajustó el cinturón de seguridad.

—No, es solo que ¿sabes cuánto tardo en sacarle los pelos a la ropa? Una
eternidad.39

—Tengo tres perros y dos gatos, te lo recuerdo.

—Solo tres perros porque tus gatos continúan conmigo.

—Pero sigo teniendo tres perros en casa.

Escaneó el cuerpo de Jungkook con las cejas alzadas.

—Y créeme que se nota.67


Jungkook se cepilló la ropa, estirándola a pesar de que se encontraba
perfecta.

—Le diré a Taehyung que te quejaste de su lavado.125

Eso le sacó una sonrisa malévola a esos labios engrosados, que ahora se
veían un tantísimo más anchos porque Park Jimin había subido un par de
kilos en su encierro. A Jungkook le parecía enormemente tierno volver a
encontrarse con esas mejillas, a veces Jimin estaba tan delgado que olvidaba
que existían.112

—Así que... ya son un matrimonio —se burló Jimin.

Ahora era Jungkook quien colocaba los ojos en blanco.

—Creo que te prefería detrás de un escritorio.

Si bien Park Jimin regresó la semana pasada tras la licencia por operación,
solo fue asignado a trabajo de escritorio hasta esa tarde.

—Solo me parecen súper tiernos, ya cásense. —De la nada, comenzó a


híperventilar afirmando el brazo de Jungkook y sacudiéndolo—. ¡Podríamos
casarnos a la vez! Una boda doble, ¿qué te parece?376

—Que el encierro te dañó el cerebro más de lo que ya lo tenías.137

Jimin puso mala cara.

—¿Por qué? Si ya han pasado dos meses desde que lo encontramos. Es


tiempo suficiente.42

Jungkook hizo tamborilear los dedos sobre el manubrio, estaban


estacionados a un costado de la calle a la espera de que sus radios
interceptaran una llamada con algún comando de orden. Mientras, solo les
quedaba conversar, y tras más de un mes patrullando únicamente con sus
pensamientos, casi era un alivio escuchar ese ilógico parloteo de Jimin.

—Porque sí, no seas ridículo —se quejó Jungkook aunque de malhumor, mal
no existía.78

—Ya, pero ¿llegaste hasta la base final con él o no?1

Él no iba a responder esa pregunta, en serio no iba a hacerlo, pero entonces:

—Solo nos hemos besado.375

Abriendo un poco la boca para protestar, sacudió la cabeza con incredulidad


y luego la cerró, asintiendo un poco en comprensión.

—Entiendo, entiendo —aceptó Jimin—, debes llevar las cosas lentas con él.
Bueno, tampoco es tan malo, si igual la lengua consuela mucho... oh,
espérate, eso sonó súper feo... no, no, retira eso de feo, porque es cierto, la
lengua sí consuela. 306

Jungkook se agarró el puente de la nariz para reunir paciencia.

—Te dije que lo nuestro no ha pasado de los besos.1

—Pero con lengua.47

—Claro... solo que cada lengua se queda en la boca de quien le pertenece.186

Jimin frunció el ceño sin entender y después soltó un chillido.

—¿Cómo que no le has dado un beso con lengua?209

Se movió incómodo en el asiento, mirando con desesperación la radio que


seguía muerta sin recibir una llamada que lo salvase de esa situación.

—No, simplemente no. Él... él solo me da besos inocentes y yo... solo no he


sido capaz de... no sé, usar lengua. 1
Jimin tomó aire y cerró los ojos armándose de paciencia.

—¿Y cuánto tiempo llevan con eso de los besitos de niños de cinco años?9

—Un mes.480

—¡¿Un mes y no has avanzado?!135

—Sabes que la situación es distinta, Jimin. Él no sabe mucho sobre estas


cosas.16

—Por eso debes enseñarle tú, idiota. —Jimin le dio un golpe en la cabeza—.
¿Cómo Taehyung pudo contratarte a ti como profesor?4

—¡Pero no me pegues, Park Jimin!98

—Es para ver si con eso se te arreglan las ideas.31

Jungkook soltó un bufido exasperado.

—Para ti es fácil porque siempre has estado seguro de tu sexualidad.49

Jimin empequeñeció la mirada.

—¿No me digas que este no avance es un intento desesperado por agarrarte


a tu heterosexualidad ya podrida?187

—No, no, ¿qué dices?

Jimin se encogió de hombros.

—Es que ustedes son todos iguales. Juran que si solo se dan unos besitos
locos con otro hombre, siguen manteniendo su tóxica heterosexualidad.
Pero, amigo, no. En el momento en que ese chico empezó a gustarte porque
era justamente un hombre, tu heterenormalidad se fue al tarro de la
basura.285
Masajeándose el cuello tenso, Jungkook se defendió.2

—Mi sexualidad no tiene nada que ver en esto —se quejó.79

—A mí me parece que sí.

—No, Jimin, son simplemente circunstancias distintas. Taehyung tuvo que


recibir clases de educación sexual porque no sabía nada, incluso se puso a
llorar cuando tuvo una erección.18

—Santa cachucha —jadeó Jimin abriendo los ojos de par en par—.


¿Erección? ¡Me dijiste que no había pasado de unos besos inocentes! Una
erección no tiene nada de inocente.215

Se rascó la cabeza buscando paciencia en su limitada impaciencia.8

—Y no ha pasado más, él solo se despertó con una. Tuvo incluso clases de


sexualidad.

—¿Y ya las terminó? —quiso saber Jimin, sacando de la chaqueta una barra
de chocolate.1

—Se podría decir que sí.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué?

—¿Qué los detiene?83

—Bueno, ¿recuerdas que te conté que Tocino nunca fue Tocino sino que era
Yeontan y le pertenecía a Taehyung?247

—Sí, sí, se le escapó de la casa y tú lo encontraste de camino a la carretera


cuando ibas a Busán .13
—Digamos que... existe un poco de apego emocional y co-dependencia entre
ellos.

Dándole otro mordisco a su barra, Jimin habló con la boca llena.

—Sí, ¿y? ¿El perro es la excusa?

—Obvio que sí, Tocino... digo, Yeontan duerme entre nosotros.561

Jimin se golpeó el pecho con desesperación al ahogarse con un pedazo de


chocolate ante el jadeo sorpresivo que soltó.32

—¿Dormir juntos? ¡No me dijiste eso!176

Llevándose las manos al rostro, su grito fue ahogado tras sus palmas. Era un
hombre maduro, profesional, malote... sí, claro.157

—Taehyung nunca pudo dormir solo —explicó Jungkook— y, bueno, ya me


acostumbré a dormir con él.

Jimin pestañeó lentamente.

—Y bueno, así tan sencillo como lo dices.

—Porque simplemente pasó así.11

Se quedaron unos segundos en silencios antes de que Jimin atacase otra vez
con la artillería más pesada en su arsenal.

—Entonces, dices que no han avanzado entre ustedes porque Tocino...

—Yeontan.1

—... duerme entre ustedes y tú, oh pobre hombre sufrido, no puede sacar al
pobre Tocino...

—Tannie.73
—... del medio. ¿Acaso Tocino...?

—Tan.39

—¡¿Cuántos nombres tiene ese pobre animal?! ¿Cómo es que no sufre de una
crisis de identidad? Con razón duerme con ustedes, si ni siquiera debe saber
que es un perro.1.2K

Jimin se quedó en silencio unos minutos, perdiendo el hilo de la


conversación. Observando por la ventana del automóvil a las flores ya
crecidas en los jardines ante la primavera, se tocó el mentón pensativo. Todo
era colorido y maravilloso, hermosos paisajes que solo se daban en esa
época del año. Jungkook sentía en el aire ese olor a césped recién cortado y-2

—Tú nunca has tenido sexo gay.466

El pensamiento de Jungkook, tan cálido y familiar, se desplomó en el suelo.68

—Y creo que tampoco has visto porno gay —insistió Jimin, picándole ahí, en
las costillas, llegándole al corazón, en ese lugar donde dolía.302

—No —aceptó.7

—¿Ni siquiera ahora?

¿En qué parte de esa saturada casa él podría ponerse a ver porno y mucho
más porno gay? Pasaba todo el día en el trabajo, luego regresaba a casa y era
seguido lo que restaba del día por tres perros y Tae. No, no había posibilidad
de que Jungkook entretuviera la mente en eso.3

—No —gruñó al final.

Jimin dio un largo suspiro y le apoyó la mano en el hombro.

—Amigo, tienes tanto que aprender.53


—Bueno, ¿qué tan diferente puede ser? —se quejó.

—De partida, tienes que usar lubricante o nunca vas a entrar.414

—Jimin...5

—De segunda, tienes que prepárarle y usar tus dedos, no puedes entrar en
seco a menos que lo quieras dejar cojeando una semana. Y en serio te voy a
golpear en las bolas si veo un día a ese pobre chico cojeando.327

—Jimin...

—Tercero, te vas a meter por un lugar hecho para sacar cosas. Así que debes
decirle que se prepare, no debe hacerlo siempre si hay confianza, pero por lo
menos la primera vez sí.237

—Jimin...

—Y es fácil la preparación, la gente es muy alarmista, si solo basta agarrar la


ducha, regular el agua para no quemarte, sacarle el cabezal y meterte el...361

—¡Ya para, Jimin!1

Cubriéndose las orejas rojas con las manos, Jungkook fulminó con la mirada
a su amigo.7

—¿Qué? —se quejó Jimin—. Pero si es lo natural en el sexo gay. Solo la


ignorancia te traerá problemas.128

Jungkook se armó de paciencia.2

—No soy ignorante. Las mujeres también tienen ese tipo de sexo.217

Jimin puso los ojos en blanco.

—Mira, ni siquiera eres capaz de llamarlo por su nombre.21


—Solo me da vergüenza hablar este tipo de cosas en público, no soy como
tú.2

Ambos lo dejaron estar aunque Jimin por supuesto que iba a contratacar
otro día, no podía dejar a su ignorante amigo acostarse con otro chico sin
saber lo mínimo.

Ante el silencio, Jungkook aprovechó para cambiar la conversación.

—Por cierto, Jimin, ¿cómo has estado con todo lo tuyo? —quiso saber.

Ninguno de los dos tuvo que dar una mayor introducción ni contexto para
entender a qué punto iba direccionada la pregunta. Jimin se encogió un tanto
de hombros, jugando con un bolsillo del pantalón, abriendo y cerrando el
cierre.

—Solo llevándolo.

—¿Pero lo seguirán intentando?

Eso le sacó una risa ante un recuerdo privado compartido con Yoongi.46

—Créeme que Yoongi lo intenta todos los días... algunas veces dos por día.491

—¿Pero no tienes que estar en un ciclo de calor y eso?

—Oh, sí, eso —lo escuchó soltar un largo suspiro—. No tendré otro por
varios meses, he estado en contacto con tu papá y me explicó las cosas un
poco mejor. Es abrumador esto de ser un M-Preg recién titulado.

Jungkook se rascó el mentón con aire distraído, pensando que en ese último
mes apenas si se envió mensajes con su papá.

—¿Y qué te dijo? —quiso saber, porque viniendo de su papá cualquier


respuesta era una alternativa, hasta la más ilógica.
—Que mi cuerpo no estará preparado por varios meses, y que mi estado
sicológico tampoco ayudará, así que estaré un tiempo sin tener a "preg"
inundando mi organismo para ayudarme a tener un pequeño Yoongi.172

—Pero podrás tenerlo algún día, Jimin, eso es lo importante.

Sin mucho ánimo, asintió.

—Ha sido fuerte igual, ¿sabes? Descubrir que cumpliste y destruirte tu


mayor sueño en un segundo. No estuve muy bien los primeros días. Pero
Yoongi... Yoongi ha sido tan precioso conmigo, lo amo mucho.305

Como quedaba una hora para finalizar el turno, regresaron a la comisería


para hacer algo de papeleo que, lo cierto, casi no existía. Como Jimin pasó
una semana tras el escritorio, había cerrado todos los casos que Jungkook
venía acumulando desde el minuto uno que se quedó sin Jimin.

Fue en su aburrimiento que se encontró revisando expedientes en el


computador. Con Jimin tenían un juego idiota e infantil, donde cada cual
buscaba la foto más fea entre los detenidos. Incluso tenían una pizarra con
las veces que lograron hacer reír al otro: Jimin 25, Jungkook 21. Así que,
como iba perdiendo, y que la vida lo perdonase por ser tan competitivo,
empezó a navegar en la base de datos de la policía para encontrar la imagen
perfecta que hiciera reír tanto, tanto a Jimin, que se vería en la obligación de
concederle un par de puntos.134

Estaba en eso, pasando y pasando archivos, cuando se lo cuestionó.

¿Por qué nunca buscó su fotografía? Debería existir una, sí, sí, debería existir
algo en el sistema. Antes de meditarlo más veces, escribió su nombre en la
computadora.25
Minutos más tarde, regresaba a casa con la ilusión de mirar una vez más esa
carita sonriente a la cual tanto se acostumbró en el transcurso de dos meses.
Admitía que no sentía una pizca de vergüenza ante lo mucho que disfrutaba
de ver a Taehyung corriendo hacia él para abrazarlo fuerte, enterrando el
rostro en su cuello para olfatearlo como si se creyese Yeontan. Pero eso no
era lo único que le gustaba, le encantaba también que fueran de la misma
estatura, que pudiese mirarlo directo a los ojos cuando hablaban, y que no
fuera frágil, que su delgadez se hubiera marchado para dar paso a una
pancita que quedaba al descubierto si alzaba los brazos y su camisa se
escapaba del agarre del pantalón.277

Por eso, al llegar a la casa y sacarse los zapatos escuchando las uñas de Roko
acercándose por el pasillo, esperó a que Taehyung fuera también por él.
Extrañado al no oír sus pasos por la casa y solo siendo recibido por Roko,
agudizó el oído.

El patio trasero.

Fue hacia allá encontrándose con Jin y Taehyung sentados en la hamaca que
Jungkook estuvo colgando durante cinco horas el fin de semana pasado; él,
digámoslo de manera sencilla, no era un experto con las herramientas.
Además que tampoco ayudó a su concentración tener a Taehyung tomando
el sol con las piernas desnudas en una manta en el descuidado jardín.97

Jin fue el primero en saludarlo alzando la mano, entonces Taehyung se giró


al instante hacia él. Sin embargo, contrario a los efusivos y apretados
abrazos que se acostumbró a recibir en ese mes de convivencia, Taehyung se
puso de pie con pausa y se acercó a él. Se encontraba a dos metros de
distancia, cuando se dejó caer de rodillas con las manos sobre las piernas.261
Sin enterarse de nada, Jungkook le pidió explicaciones a Jin con la mirada al
notar que se inclinaba frente a él como si le estuviera pidiendo disculpas.

—Estuvimos hablando hoy con más profundidad sobre el consentimiento —


explicó Jin—. Y cayó en el hecho de que las primeras veces te besó sin
preguntarte. 443

Ah, Jungkook entendía.

Taehyung se estaba acostumbrando a las interacciones en sociedad y con


ello llegó un sentimiento de culpa no experimentado antes, culpa por
pequeñas y grandes cosas, porque en definitiva era complicado vivir en
sociedad y estar en sintonía con cada persona que se conocía. Todavía se
estaba adaptando, por lo que no sabía sobrellevar muchas emociones
confusas que nacían ante dicha interacción.

Jungkook se puso de cunclillas frente a él y le tocó el mentón con un dedo


para que alzara la mirada.

—Está bien, Tae, no sabías.

Su boca se frunció y las palabras salieron de sus labios con mucha más
facilidad que en el pasado, todavía un poco oxidadas y torpes, con muchas
pausas entremedio, pero ya no temerosas de ser pronunciadas.4

—Lo siento —dijo entonces, su voz ronca raspando en la garganta—. Yo...


nunca más...426

—¿No lo harás nunca más? —preguntó Jungkook con calma.1

Taehyung asintió, porque los signos y señales seguían siendo su manera


favorita para comunicarse. Si podía evitar las palabras, lo haría; pero ahora
tampoco las rehuía hasta el punto de no darse a entender.
—No... —dijo, sonando más como un "nu"—. Nunca... más.112

—Ah —aceptó Jungkook con docilidad, burlándose un tanto de él—. Pero si


tú no me das más besitos, ¿quién lo va a hacer entonces?523

Taehyung se quedó observándolo un poco contrariado.

—¿Tendré que buscarme a otra persona para que me dé besitos? —continuó


Jungkook.215

No era la primera vez que Taehyung pronunciaba su nombre. Hace un mes


mientras abrazaba a Tannie contra su pecho y musitaba una y otra vez un
"gracias" con total sentimiento, lo dijo. Un Jungkook mal pronunciado y
sonando más como "Giunku" que "Chongu". Sin embargo, ver sus mejillas
manchadas en lágrimas esa noche, con su nariz enterrada en el pelaje de
Yeontan, fue lo que Jungkook necesitó para darse cuenta del equilibro
precario que lo sostenía a una delgada cuerda.113

—Jungkook —protestó Tae, esta vez su nombre sonando rasposo en esa voz
baja por el enojo.104

Y entonces, cuando Jungkook empezó a reír de la situación, activó los malos


botones en Taehyung. Con su mirada molesta en él, se llevó la mano a la
oreja para quitarse el audífono de la misma forma que lo hizo en el pasado,
en un ataque de celos mal controlado que solo lo aplacaba enmudeciendo a
unas explicaciones que se negaba a escuchar.151

Riendo, Jungkook le agarró las muñecas.

—Eh, eh —le dijo—, no te saques el audífono, solo estaba bromeando.

Recibió como respuesta un bufido todo orgullo herido.


Acercándose para que no pudiera oírlo Jin, que seguía la conversación desde
la hamaca con expresión cansina, le susurró muy cerca de su tímpano
izquierdo.

—A mí solo me gustan los besitos de Tae.681

Ahora era todo orgullo recompuesto, sonriendo todo egocéntrico y seguro


de sí mismo. Llevando una mano a la barbilla de Jungkook, se la acarició con
un dedo en un gesto que se acostumbró a realizar con los días y del que
tanto Jungkook se encariñó.155

—Ahora, ¿por qué no me das un beso? —pidió Jungkook.387

No se hizo de rogar. Todavía de rodillas, rodeó a Jungkook por el cuello y se


acercó a su boca, sus labios encontrándose a medio camino en un saludo que
decía sin palabras lo mucho que se extrañaron.166

Posiblemente fuera a morir de frustración, pensó Jungkook al separarse de


él.3

O morir de bolas azules.340

¿Se podía morir de eso? No estaba seguro, pero se sentía como una lenta y
caliente agonía.3

Cuando Jin se despidió de ambos y pasaron a ocupar la hamaca vacía, sus


hombros rozando entre ellos de lo cerca que estaban, Jungkook rebuscó en
el bolsillo del uniforme que aún llevaba y comenzó a hablar, su mano libre
acariciando la de Taehyung que se ubicaba sobre su muslo y jugaba con el
músculo, apretándolo y soltándolo como si se creyese un minino.32

—Tae —dijo—, ¿recuerdas que la otra vez estuvimos hablando sobre tu


padre?
Tras ponerse tenso, desvió la mirada de Yeontan, que jugaba a sus pies, a
Jungkook. Alzó las cejas en interrogación.

—Ese día solo te contamos que era un M-Preg igual que tú y que su nombre
era Kim Minho. Pero no te dijimos... no te dijimos que nunca pudiste
conocerlo porque él... él murió cuando tú eras todavía chiquito. Debías tener
unos cuatro años cuando ocurrió.52

Taehyung se quedó contemplándolo con la respiración atascada en los


pulmones y sin pestañear, paralizado de pronto por la noticia. Preocupado,
Jungkook agarró su mano y se la apretó.

—Por eso vivías con tu abuela.

Todavía no se acostumbraba a que Taehyung le respondiese cuando


conversaba con él, por lo que se sorprendió al escuchar su voz grave
pronunciar una única palabra.

—¿Cómo?27

—Murió en un accidente de tráfico. Iba en auto y chocó.208

Lo observó tragar duro, su garganta subiendo y bajando al hacerlo. Tomó


aire en una bocanada ruidosa. Luego estaba asintiendo con aire distraído,
más desorientado por la noticia que triste, no podía sentirse triste por una
persona de la que nunca supo nada.20

—Y hoy estaba en la estación de policía y encontré una foto de él. Quería


enseñártela, solo si quieres conocerlo.103

Y entonces le tendió la hoja de papel con la fotografía que imprimió en la


comisaría. Taehyung se quedó desconcertado y con el entrecejo fruncido por
unos segundos, después la agarró, estirándola un poco con los dedos
temblorosos.
La fotografía era de un hombre de unos veinte años que no sonreía a la
cámara, su expresión seria. Era una copia exacta de Taehyung, los mismos
ojos y labios, la misma nariz y mandíbula, las mismas cejas y pómulos. Solo
existía una diferencia visible entre ambos. Mientras el rostro de Taehyung
era enmarcado por una cabellera castaña clara, la de Kim Minho era negra y
ondulada.151

Y fue en ese momento que el pequeño mundo de Kim Taehyung, ese que por
fin comenzaba a entender y aceptar, se derrumbó. Porque ahí, en una hoja
impresa y arrugada entre sus manos, estaba el cuarto hombre que conoció
en su vida.1K

Y era su papá.
53
Lo recordó inclinado sobre él en el medio del pasillo, un dedo sobre su boca
sonriente, su cabello oscuro y ondulado coronando un rostro que, por esos
años, no se asemejaría en nada a la infantil expresión de Kim Taehyung. Una
barra de chocolate oscilante en su mano y una solicitud de silencio en los
labios.6

"Este será nuestro pequeño secreto".473

Esa misma cabeza oscura, que por primera vez en su vida veía, inclinada
hacia su abuela prestándole atención a algo que Kim Taehyung era incapaz
de escuchar, sus oídos ya apagados por ese tiempo. Entonces, esa mirada
opaca encontrándose con la de él por sobre la coronilla de su abuela, una
copa acariciando esa boca entreabierta.27

Un gatito diminuto en su regazo, su abuela otra vez frente al hombre cuando


Kim Taehyung se suponía dormía.

Arrodillado a un costado de su cama, una vez más pidiéndole silencio. En sus


manos un pompón gris que dejaría a su lado sin preguntar. Sus labios
formando una simple oración que Taehyung recordaría en lo esencial.5

"Su nombre es Yeontan".

Y luego detenido a un costado de la cocina observando, con esos ojos


oscuros y sin fondo, a su abuela retorcerse en el suelo por el dolor. Entonces,
su rostro, ahora tan semejante al suyo, inclinándose hacia él y pronunciando
una oración que nunca más olvidaría.400

"Nadie lo sabrá".458

Esas largas piernas a un costado de un derrumbado Kim Taehyung que


intentaba aferrarse a un cuerpo sin vida.

"¿No es esto lo que querías?".370

Todas esas veces, su papá.106

Y por eso Kim Taehyung no pudo entenderlo.

Jalándose el cabello con Roko ladrándole a los pies, él fue incapaz de


entenderlo.6

No pudo.13

Simplemente no pudo.
54

De percibirse una amenaza, el cerebro activaba una serie de botones de


emergencia para ayudarte a encontrar una salida rápida y eficaz ante el
peligro. Esos botones ficticios se encontraban conectados directamente al
sistema nervioso, una red de cables azules y rojos compuestos por el sistema
simpático y el parasimpático. De simpático no tenían nada, el primero de
ellos una red compleja y bien elaborada que evitaría un desplome emocional
en la peor de las situaciones, obligando a tus glándulas suprarrenales a
liberar grandes dosis de adrenalina y cortisona, para que entonces el hígado
pudiese soltar azúcar a tu torrente sanguíneo conllevando en un golpe de
energía, en un aumento en el ritmo cardiaco, en una respiración acelerada,
en un oído más agudo, en una mayor potencia en los músculos, y en una
claridad mental para resolver problemas incluso antes de darte cuenta que
tenías que resolver un problema.440

Si la amenaza pasaba, el cuerpo volvía a la normalidad ante una monarquía


liderada por el sistema parasimpático, llevándote otra vez a la tranquilidad.
Sin las dosis de ambas hormonas y el azúcar ya consumida por tus músculos,
el bajón energético era catastrófico.62

Esa tarde de martes, estacionado frente a su casa observando la puerta


entreabierta y la oscuridad devorando la entrada impidiendo ver más allá
del marco, Jeon Jungkook fue gobernado por su sistema simpático.119
Ya era tarde, por lo que la calle se encontraba iluminada por el tendido
eléctrico. La puerta principal abierta dejando entrever una cueva oscura. Y
corriendo hacia él desde la otra vereda, Roko. Apagó el motor del coche y se
bajó, Roko de inmediato yendo por él. Le acarició la cabeza con la mirada
clavada en la entrada de su casa. ¿Por qué Roko estaba en la calle? ¿Por qué
la puerta estaba abierta? ¿Lo habían olvidado? ¿Pero por qué la casa se
encontraba a oscuras? ¿Dónde estaba Taehyung? ¿Y Jin? ¿Y Namjoon? A
Hoseok lo dejó en la comisaría, Namjoon recién partía su turno en el hospital
mañana.209

Extrañado y preocupado, se dirigió hacia ella. Entonces, la puerta vecina se


abrió de inmediato.

Debieron estarlo esperando, pensó Jungkook, sus vecinos vigilando su


llegada para hablarle, de seguro iban a reclamarle porque Roko andaba
suelto.

Era el niño molesto de 7 años que le gritaba tonto a Namjoon al escucharlo


llamar a Tocino y Mantequilla.56

—Oficial —dijo. Si bien conocía su nombre, siempre insistió en llamarlo así,


incluso cuando Jungkook aún asistía a la academia—. Tengo a Tocino y
Mantequilla... y me refiero a sus perritos, no a los alimentos que van en el
refrigerador.196

Jungkook se alteró de inmediato.

—¿Los tienes tú? ¿Se escaparon?

—Sí, hace como dos horas. Yo estaba mirando por la ventana y vi a Tocino
casi ser atropellado, así que fui por ellos. El grande no quiso entrar. —Hizo
un gesto hacia su casa—. ¿Voy por ellos?
Jungkook volvió a girar la mirada hacia la entrada oscura de su casa,
llevándose la mano de inmediato al arma de servicio que colgaba del cinto.35

—¿Puedo pedirte un favor? ¿Te puedes quedar con ellos unos minutos más?

—Sí, señor.48

Sus ojos se volvieron a centrar en el niño.

—¿Sabes si hay alguien en mi casa?

—No lo sé, señor —dijo, encogiéndose de hombros—. Mamá no está y ella


no me deja salir cuando no está, yo solo fui por los perritos porque no quería
que les sucediera algo.270

Asintió con aire distraído.

—¿Entonces no has visto a mis compañeros de casa?

—Solo al idiota, señor. Llamó a Tocino y Mantequilla a la hora de almuerzo y


yo... ya sabe, le grité que estaban en el refrigerador.476

Jungkook inclinó la cabeza hacia él.

—Puedes regresar dentro, iré pronto por ellos, ¿está bien? Pero no salgas
hasta que tu mamá regrese.

Entonces el chico cerró la puerta, escuchándose los cerrojos siendo corridos


para trancarla.

Volvió a llevarse la mano a su arma de servicio, toqueteándola con los dedos


y preguntándose si debería sacarla o no, el corazón de pronto latiéndole con
más fuerza y el sentido del oído agudizado. Decidió dejarla ahí, sin uso, y
sacó la linterna seguido del celular. Todavía a unos pasos de la casa, marcó
un número de contacto.31
—Te dejé hace veinte minutos en la comisaría, ¿y ya me extrañas? —se quejó
Park Jimin nada más contestar.

—Algo sucedió en mi casa —se apresuró a aclarar Jungkook, lamiéndose los


labios—. La puerta está entreabierta, mis perros en la calle y las luces
apagadas.

Escuchó que al otro lado de la línea se caía algo.

—¿Y Taehyung? ¿Y Jin?

—No lo sé. La última semana hemos estado dejando a Taehyung en la casa


solo para que empiece a adaptarse, pero... tal vez nos apresuramos con Jin,
pero... no sé, todo iba tan bien, ni siquiera es la primera vez que se queda
solo, ni la segunda, llevamos más de una semana y yo...97

—Tranquilo, iré para allá.

—No —interrumpió Jungkook—. Llama a Jin y pregúntale si está con él, tal
vez se lo llevó hoy.

—Pero tu puerta está abierta.

—Puede que hayan ingresado a robar o... no lo sé, tal vez solo se les quedó
abierta a Taehyung o a Jin. —Tomó aire intentando buscar calma donde no
existía tal sentimiento—. Ahora ingresaré, tendré cuidado.45

—No, no, no, no me cuelgues —pidió Jimin—. Yoongi, llama a Jin por favor y
pregúntale si Taehyung está con él. —Y a Jungkook—. Me quedaré en línea,
la dejaré en silencio... solo por las dudas.

Afirmando el celular con la ayuda del hombro, levantó la linterna.

—Voy a ingresar, no hables.1


El primer paso dentro de la casa resonó en la madera de la entrada,
crujiendo ante su peso y acomodándose bajo su suela para resistirlo.28

Un paso, dos.

La luz de la linterna apuntó el sofá largo, los dos pequeños, la televisión, el


librero repleto de cosas desordenadas, el abrigo tirado en el suelo, el único
zapato ubicado a unos metros de él.144

Otro paso, la madera volvió a crujir. 7

Apuntó el comedor abandonado, dos sillas desacomodadas, los restos de un


plato a medio comer sobre ella, un vaso roto en el suelo manchado con algo
oscuro, las escaleras que dirigían hacia el segundo piso, el final del pasillo
oscuro con dos puertas cerradas.63

Otro paso, se movió hacia la derecha.

La cocina. La mesa solitaria, unas gotas oscuras y grandes de camino hacia el


lavaplatos, papel arrugado que sobresalía del cubo de basura igualmente
manchado.

Sangre.551

La olió en un papel que tomó del suelo, ese característico y enfermizo olor
un poco oxidado. Lo apuntó con la linterna, observando el color rojo en la
hoja blanca. La dejó en la mesa y avanzó por el pasillo, sus ojos recorriendo
los lugares oscuros que su linterna no alcanzaba a iluminar. Le dio la espalda
a la sala de estar llegando al pasillo con ambas puertas cerradas.23

Tomó aire, se puso en cuclillas, llevó la mano al pomo y empujó.

Su linterna se movió como loco, enfocando la taza de baño, la cortina de


baño cerrada, el lavamanos, asustándose cuando la luz se reflejó en el espejo.
Agudizando el oído, esperó, tuvo paciencia, buscando el sonido de aire
entrecortado por una respiración tan acelerada como la suya, pero solo se
podía oír a sí mismo, el aire saliendo por su nariz y a su corazón latiendo
como un loco en el pecho.2

Otro paso y otro más.

Agarró las cortinas de baño y tiró.72

La tina vacía.

Dio un suspiro que ni siquiera supo que estuvo conteniendo, las piernas
débiles, sus ojos registrando posibles rastros de sangre por la baldosa, por el
suelo, por el pasillo, pero nada. Nada en el baño. El corte no debía ser grave,
no había tanta sangre en la cocina. 1

Fue a la otra puerta, de nuevo en cuclillas en el pasillo con el pomo en la


mano.1

Un cuarto vacío con la luz de la secadora parpadeando indicando un término


de ciclo. Taehyung siempre ponía el que duraba dos horas y media, porque le
encantaba que la ropa saliera calienta y totalmente seca, a pesar de que eso
arruinaba las telas. Si la luz estaba encendida, ese ciclo debió finalizar hacia
pocos minutos si es que no menos. Taehyung estuvo ahí hace dos horas y
media, por tanto sea lo que sea que sucedió, que llevó a un vaso roto, sangre
en la cocina y una puerta abierta con sus perros en la calle, ocurrió en ese
transcurso entre que Jin se iba y Jungkook regresaba: solo dos horas.81

¿Pero qué?

¿Qué pasó en esas dos horas? ¿O estaría acaso exagerando y un tanto


paranoico imaginando que algo grave le ocurrió cuando a lo mejor solo se
cortó y luego se quedó dormido con la puerta abierta? Estaba la posibilidad
que fuera a su cuarto y lo encontrase hecho un ovillo en el centro de esa
cama que compartían. ¿Pero un Taehyung dejando la puerta abierta y
permitiendo que Yeontan se escapase otra vez? No, él nunca permitiría eso,
no cuando su amor era un tanto aprensivo con el animal, de la misma forma
que su abuela fue con él, porque en definitiva era el único tipo de amor que
conocía y recibió.7

Salió del cuarto de lavado todavía con la oreja contra el teléfono, no


escuchaba la respiración de su amigo.65

—Estoy subiendo al segundo piso —avisó en un susurro.

No recibió respuesta.

El primer peldaño crujió al ser pisado, resonando en el silencio de esa casa


abandonada y vacía. El segundo también, a pesar de su esfuerzo para pisar
las esquinas donde se encontraban las tuercas de metal.2

Su cabeza sobresalió por el suelo que separaba el primero y segundo piso, su


linterna iluminando hacia la izquierda, apuntando a dos puertas
entreabiertas, y a la derecha, con dos puertas cerradas. Terminó de subir y
fue a la izquierda, apoyando la espalda contra la pared del pasillo,
permitiéndose cerrar los ojos un único instante y tomar aire para
tranquilizarse.28

Entonces empujó la puerta con la mano manteniendo el cuerpo en la misma


posición. Agudizó el oído, solo escuchando el chirrido de las bisagras del
cuarto de Namjoon. Tomó otro aliento y se movió.

Una cama desordenada con ropa lanzada en todas direcciones como si una
bomba se hubiera estrellado en el centro. El dueño no se encontraba. Su
mirada se dirigió hacia el espacio bajo la cama. ¿Y si...?122
Se subió al colchón, sus botas sucias manchando las sábanas de su
compañero. Dejando el celular a un lado y boca abajo para evitar la luz, se
inclinó por el borde.

Nada, debajo de la cama no había nada, al igual que dentro del closet.

Se llevó otra vez el celular al hombro para sostenerlo contra su oreja, yendo
despacio hacia el cuarto de Hoseok. Tampoco nada, solo una cama
perfectamente ordenada pero sin nadie a la vista, tampoco bajo la cama ni en
el ropero.15

Sus pasos crujieron en la madera marcando su avance pausado mientras se


dirigía a su cuarto, otra vez su corazón aumentando el ritmo cardíaco, las
pupilas dilatadas ante la adrenalina desbordando por sus venas y la
oscuridad del lugar.

Sintiendo ganas de vomitar, apoyó la mano en el pomo, pidiendo en silencio


que por favor esto solo fuera una exageración de su mente policial, que veía
peligros y casos en todas partes, y no que finalizara en algo terrible.3

Por favor, pidió mientras giraba el pomo, que Taehyung se encontrase vivo,
que solo estuviese durmiendo en el centro de esa cama que compartían.

Por favor...11

Abrió la puerta.15

En el centro de la cama, solo el celular morado de Taehyung que brillaba a


penas por la luz que se colaba por la ventana. Las mantas estaban estiradas
como esa mañana al irse, aunque un poco arrugadas en el costado de
Jungkook como si alguien hubiera tomado una siesta ahí. ¿Eso hizo y por eso
su celular quedó ahí? Pero Taehyung nunca lo olvidaba, siempre con la
esperanza constante de que Jungkook le enviara un mensaje mientras
trabajaba.209

Fue por el celular y lo desbloqueó, este sin contraseña tal como se lo


configuró Jungkook. Tenía dos notificaciones de mensajes, ambas
pertenecientes a Jungkook, ambas enviadas a las cinco de la tarde cuando
Jungkook comprendió que no llegaría a casa a tiempo, ambas un aviso rápido
para que Taehyung no se preocupara.10

Y mientras Jungkook enviaba esos mensajes, creyendo que Taehyung podría


angustiarse ante su retraso, algo sucedía ahí, algo que cambió una simple
rutina de lavado de ropa a una casa vacía y una puerta entreabierta, todo eso
en un lapsus de dos horas.30

¿Pero qué exactamente?88

Abrió el ropero de la habitación solo por las dudas, revisó también bajo la
cama.

No tenía esperanzas al caminar hacia el último cuarto de esa casa, Taehyung


no había vuelto a ocuparlo desde que compartía cama con Jungkook.

Y no se equivocaba.

Todavía existía un deje de olor a pintura ante su poco uso y ventilación, la


cama hecha y nunca usada. Tomó asiento en ese pequeño colchón y dejó la
linterna a su lado, pasándose la mano por el cabello. Acomodó mejor su
celular contra la oreja, intentando encontrar esa voz perdida en algún punto
de esa terrible situación, que parecía sacada directamente desde las peores
pesadillas de Jungkook.

Pero entonces, mientras sacaba el teléfono del bolsillo del pantalón y


contemplaba la pantalla apenas iluminada, que mostraba una imagen mal
enfocada de Taehyung en sus primeros intentos por aprender a usar la
cámara, lo oyó.191

La madera crujiendo en la entrada del primer piso, un sonido captado ante el


silencio denso y sepulcral que habitaba esa noche en la casa. Entonces, otro
crujido en la escalera, Jungkook colocándose en alerta, dejando otra vez el
celular en el bolsillo y afirmando el suyo contra el hombro, preparado para
gritar características físicas de ser necesario. Apagó la luz de la linterna, se
arrastró por el suelo y escondió en un rincón entre el ropero y la pared.70

Y esperó.

El crujido desproporcionado avanzando por el pasillo, primero hacia los


cuartos de Namjoon y Hoseok como si estuviera siguiendo el rastro de
Jungkook. Luego en el cuarto de al lado. Sus ojos se centraron en la entrada
del cuarto de Taehyung y se preparó.

La puerta fue empujada, Jungkook abrió la boca.

—Pers...

Era Roko.399

—Por la puta —soltó la grosería sin poder contenerla, colocándose de pie


con Roko yendo feliz hacia él. Tomó aire—. Jimin.95

Entonces la línea regresó, escuchándose un ruido y la voz jadeante y alterada


de su amigo.

—Ángeles que se apiadan de mí, por todo el amor que le tengo a Yoongi, casi
me da un....246
—No... está —se escuchó balbuceando ahogado, preocupado, un tanto
descuadrado y desconectado de la situación, como si fuera otro Jungkook
quien la estuviese viviendo—. Taehyung no está en la casa.

—Con Jin estamos yendo para allá —dijo más calmado, su voz sonando tensa
y triste—. Taehyung tampoco está con él. Lo dejó hace unas dos horas en tu
casa.279

Jungkook tragó saliva.

—Entonces... ¿él realmente no está con nadie?

—Ya llamamos a Hoseok y... y dada las condiciones de Taehyung, activó un


operativo de búsqueda y rescate.119

Tuvo que taparse el rostro con la mano, de pronto un deseo desesperante


por querer llorar y que otra persona hiciera su trabajo, porque quería que
alguien lo sacudiera un poco, lo hiciera reaccionar y que le dijera que solo
estaba siendo un exagerado, todos estaban siendo unos exagerados porque
Taehyung, solo tal vez, solo si tenía mucha esperanza, solo salió a pasear y
nada más que eso, caminando por Daegu un tanto perdido por no conocer
sus calles, un tanto asustado por no encontrar el camino de regreso.37

Pero eso no explicaba la puerta abierta.1

La sangre en la cocina.

Yeontan olvidado en la calle.95

Una simple caminata no explicaba nada de eso, por mucho que se hubiese
perdido intentando regresar... pero si era así, si él realmente se fue por sus
medios, ¿dónde se encontraba perdido? ¿Dónde se había ido y por qué?
Taehyung era un M-Preg que estuvo encerrado diecinueve años en una casa,
que no conocía el mundo, que no tenía a nadie, que nadie sabía dónde
estaba, que salió sin su celular y que básicamente no lo conocían más allá de
eso, impidiéndole hacer un historial sicológico que pudiera darles indicios
de dónde podría haberse metido. ¿Dónde iba una persona que no conocía al
mundo exterior?43

¿A la casa donde estuvo encerrado?1

La tomó como una posibilidad.

Encendió las luces de la casa mientras bajaba, ahora en una búsqueda


desesperada y esperanzada de una nota escrita por Taehyung indicándole
dónde estaba.

¿Pero y si no lo había hecho?

¿Y si él no se había ido por su cuenta?

¿Y si no estaba en la casa de su abuela?

¿Y si alguien sabía que estaba solo?

¿Y si habían ingresado a la casa, atacado a Tae y llevado lejos?104

¿Y si...?73

Jungkook se quería matar, golpearse contra la pared por haberlo dejado solo
durante dos horas, por haberse demorado, por no haberlo protegido
mejor...83

¿Pero acaso no era ese pensamiento enfermizo el que buscaron evitar con
Jin? Porque fue esa clase de preocupación y sobreprotección la que llevó a
Taehyung a una vida privada de libertad.2
Sin embargo, mientras observaba el vaso con sangre y seguía el rastro hacia
la cocina, Jungkook deseó haberlo restringido tal vez un poquito más hasta
que lo hubieran preparado mejor.13

Taehyung, pensó saliendo de casa y viendo el coche de Jimin estacionarse de


un frenazo en la calle, ¿dónde te fuiste?22

O a lo mejor, solo a lo mejor y en una probabilidad que Jungkook no quería


aceptar, debería estarse realizando otro tipo de preguntas, preguntas que
empezaban con un dónde y finalizaban con un quién.+

¿Dónde te llevaron y quién lo hizo?


55
Los dedos de Jungkook tamborileaban en el manubrio, mientras sus ojos
rastreaban la casa de tres pisos medio arruinada ubicada a un costado de la
calle a la espera de recibir la orden que lo dejase ingresar. Jin se encontraba
en el automóvil estacionado frente a él, y desde la distancia podía verlo
comerse las uñas, un lápiz girando en su mano desocupada para escribir un
rápido plan de ingreso y salida. Ninguno de los dos se movía, ambos sin
autorización para entrar. Jungkook estaba a nada de ir a patear la puerta a
riesgo de ser despedido.25

Entonces, notó a Jin moviendose en su coche y bajándose. Jungkook repitió


la acción y lo encontró a medio camino.

—¿Y? —preguntó nada más detenerse.

—Ingreso yo.

La expresión de Jungkook fue de muerte en vida.

—¿Y si está con alguien? ¿Y si están armados?

—Jungkook-ah, no seas ridículo.125

—No estoy siendo ridículo, estoy siendo inteligente. Tú te preocupas del


estado mental de Taehyung, pero yo de su seguridad. —Sin esperar
confirmación, continuó—. Este es el plan: ingreso yo, despejo el lugar, lo
busco, me quedo con él y te llamo.109

Ambos dirigieron la mirada hacia la casa, la cual se encontraba casi igual que
hace dos meses, las únicas diferencias eran un cordón policial amarillo en la
escalera de entrada para restringir el ingreso y un candado instalado en la
puerta para asegurarla. Parecía una eternidad desde que se encontró ahí, y a
la misma vez un tiempo tan efímero y cruel en su rapidez.18

—Pero por esa misma razón que mencionas es que deberíamos esperar al
equipo.7

Jungkook se encontraba negando incluso antes de que Jin terminase de


hablar.

—No, son unos incompetentes.

—Están más entrenados que tú.

—A ver, recién tú mismo dijiste que era un ridículo por pensar que alguien
estaría armado.2

—Sí, bueno, pero ahora plantaste la idea en mi cabeza.1

—¿A cuántos minutos está el equipo de especialistas?

—Cuarenta.164

—¿Ves? Son unos inútiles, de seguro están terminando de cenar antes de


venir. No, no voy a esperar cuando yo también soy un policía.34

Jin apretó los dientes pidiéndole paciencia al cielo, dejando entrever que se
negaría o que detestaba la idea.

—Solo ten cuidado.6

Jungkook asintió y sacó la linterna, la radio colgaba en su cinto para darle el


aviso a Jin de ser necesario.

—Nos vemos entonces.42

Caminó hacia la casa pasando por debajo de la cinta amarilla. Llegó a la


ventana y la quebró con el codo, no existía la posibilidad de romper un
candado grueso como el que le instalaron a la puerta para evitar
allanamientos. Con la ayuda de su chaqueta, sacó los restos de vidrio
atascado en el marco, abriendo un espacio lo suficientemente amplio para
poder colarse.30

Entonces, sacó su arma de servicio y le quitó el seguro. Esa noche tal vez la
necesitaría.52

Sintió que los bordes irregulares se clavaban en su chaqueta mientras


pasaba por el agujero, volviéndose casi un contorsionista profesional para
pasar por ese limitado espacio. Parte de su pantalón quedó atascado en un
pedazo sobresaliente del vidrio y rajó parte de la tela en el proceso.71

Una vez dentro, se puso en cunclillas unos segundos, alzando la pistola con la
linterna sujeta sobre el cañón utilizando ambas manos para afirmarla.
Existía un silencio sepulcral en la casa, pesado, denso, ese silencio tras la
muerte que anunciaba un habitante que no existía realmente.54

Sintiendo un escalofrío bajarle por la columna, se puso de pie otra vez y


avanzó, sus pasos resonando sobre el piso de madera. Fue al comedor y
luego a la cocina, la cual mantenía la huincha dejada por los forenses donde
se delimitaba la silueta del cuerpo, también quedaban las enumeraciones de
plástico marcando posibles pistas.10

Abandonó la escena del crimen y se dirigió hacia las escaleras, subiendo un


peldaño a la vez y agudizando el oído en busca de algún sonido anormal en
tanta tranquilidad, como la de una respiración entrecortada, el crujir del
suelo que no fuera producto de sus pasos, el sonido de alguna corriente de
aire. Pero nada. Solo él y su propia locura.16

A mitad de la escalera se asomó al segundo piso, dando una rápida


inspección al lugar. Las tres puertas se encontraban abiertas. Terminó de
subir y fue hacia la izquierda, donde se encontraba la habitación del niño,
perteneciente a Taehyung. Ingresó al cuarto buscando algún indicio que
indicase que Taehyung pasó por ahí, que revisó sus cosas, que miró, que sacó
algo, que buscó y observó. Sin embargo, todo se encontraba perfectamente
acomodado, una capa finísima de polvo ya acumulándose sobre las cosas por
su falta de uso.13

Salió tras revisar bajo la cama. En el baño de al lado, lo mismo, nada. El


cuarto de la abuela continuaba tal cual lo dejó, incluso las mantas estiradas.

Al salir otra vez al pasillo, su mirada subió hacia la trampilla que separaba el
segundo piso del entretecho. Dejando su pistola en el cinto por unos
segundos, agarró el fierro de metal que terminaba en gancho y tiró de la
entrada, las escaleras cediendo de inmediato.2

Volvió a sacar su arma de servicio y acomodó la linterna en el cañón,


martillándola para pasarle una bala. Entonces subió despacio, tirando la
linterna dentro para obtener alguna reacción de quien se encontrase
escondido ahí. Nada, solo el ruido de la linterna estrellándose contra el suelo
y rodando por ella hasta chocar con algo.33

Después otra vez silencio.

Le colocó otra vez el seguro a la pistola y la guardó, terminando de subir los


últimos peldaños. A pesar de la precaria iluminación, y con la luz de la
linterna apuntando una pared vacía, Jungkook notó que Taehyung no se
encontraba en ese lugar.108

Pero si no estaba en esa casa, que era el único sitio que conoció en su vida
entera, ¿dónde se había metido?19

Sacó la radio y se comunicó con Jin.


—No está —dijo tras escuchar el ruido de trasmisión.

—Copiado, sal de ahí —respondió Jin.13

Jungkook regresó, pasándose otra vez por el agujero en la ventana y


teniendo cuidado de no pasarse a llevar el pedazo de piel descubierta en su
pierna ante la tela rajada. Al llegar donde Jin, ubicado a un costado de su
automóvil, lo increpó.

—Muy bien, tú eres su sicólogo. Si se fue por su cuenta, ¿dónde debería


estar? Dijiste que estabas seguro que vendría aquí.

—¡Sé lo que dije, Jungkook! —contestó Jin perdiendo un poco la paciencia—.


Este era el lugar obvio si es que él se fue por sus medios.

—A menos que no se haya ido por sus medios —insistió Jungkook.42

Jin se quedó en silencio observando el suelo, Jungkook podía notar sus


pupilas moviéndose de un lado a otro, intentando hacer memoria,
recordando sus conversaciones, cualquier pequeño indicio que Taehyung
podría haber soltado en algún momento que les diese alguna pista de su
paradero. Entonces, Jin hizo sonar los dedos.2

—El parque —dijo.110

Jungkook no necesitó más respuesta.

—Vamos, súbete conmigo —ordenó, yendo hacia la puerta y subiéndose tras


el manubrio.27

Partió apenas Jin logró sentarse, cerrando la puerta mientras Jungkook ya


conducía por la calle. Llegaron de inmediato, no tuvieron que bajarse para
buscarlo porque era un terreno limpio con solo unos juegos al centro. No era
más que un pequeño parque con un resbalin, dos columpios y una obra de
ingeniería con sogas amarradas, que más parecía una telaraña que un juego.
La plaza había sido remodelada hace poco, sin dejar rastros de lo que fue en
el pasado. No se encontraban esos columpios de metal rotos, ni la rueda
donde Jungkook jugó por horas haciendo vomitar a todos sus amigos.72

No quedaba nada.

De la misma manera que Taehyung.23

Jungkook le dio un golpe al manubrio.

—¿Dónde está, Seokjin? —cuestionó, perdiendo la paciencia.58

Pero Jin estaba igual de impaciente y alterado que él, moviendo la cabeza
con incredulidad, intentando, realmente esforzándose por pensar en otro
momento, en otro sitio donde Taehyung podría haber huido.6

—No lo sé —admitió en un susurro—. Tampoco sé dónde está.2

Fregándose la cara con desesperación, Jungkook habló.

—¿Por qué está ocurriendo esto? Se supone que estaba bien, estaba bien, Jin,
¿por qué huyó?

—No sabemos si huyó.120

Eso solo hizo que la angustia se ramificara por el cuerpo de Jungkook,


dejando de lado su estado latente de alerta para pasar a uno más errático,
donde los sentimientos manejaban el cerebro y no la razón, no los hechos, no
lo obvio.17

Entonces, mientras Jin recibía una llamada de Jimin indicándole que había
recorrido seis cuadras a la redonda de la casa de Jungkook sin encontrar
nada, Jungkook solo pudo pensar en una persona que podría saber algo más
que ellos.40
Con las manos temblando y la impaciencia cosquilleando en su lengua
afilada, lo llamó.

—Hijo, hola, ¿cómo...?124

—Taehyung desapareció —lo cortó Jungkook.1

—¿Desapareció? —escuchó que jadeaba su padre, un tanto preocupado, un


tanto incrédulo—. ¿Cómo es eso que desapareció?337

—No lo sé —gruñó Jungkook—. Llevábamos una semana acostumbrándolo a


quedarse solo, para que... —Tuvo que aclararse la voz cuando esta se cortó
en seco, un nudo que iba y venía en su garganta— solo queríamos que
aprendiera, solo eso y...

—¿Y qué sucedió? —susurró la voz amable de su papá.53

Jungkook cerró los ojos con fuerza e inclinó la cabeza, apoyando la frente en
el borde del manubrio mientras sentía la mano de Jin acariciándole la
espalda.2

—Yo llegué del trabajo y no estaba.

—¿Lo buscaron en la casa de Lara?

—Vengo de allá y no está, tampoco está en el parque donde lo conocí de


pequeño. Yo solo... no sé qué hacer, dónde ir, dónde buscarlo, yo solo... estoy
tan perdido, papá.12

—Hijo —pronunció con suavidad su padre.133

Jungkook cerró los ojos incluso más, aguantando las lágrimas que apretaban
contra sus párpados para ser liberadas. De pronto se sentió un niño
pequeño, ese mismo que se acurrucaba en el regazo de su padre cuando
estuvo tan enfermo y él le acariciaba y besaba la cabeza hasta que se
durmiera.93

—¿Tú sabes algo? —al final logró modular.

—No más que tú.

—Pero sé que me mentiste —confesó—. Lo sé, por favor no me mientas más.

—Hijo, ya lo hablamos y no te he vuelto...

—¡Mientes! —volvió a rugir Jungkook, alzando la cabeza del manubrio y


sintiendo que la mano de Jin desaparecía de su espalda—. ¡Deja de
mentirme! No soy un niño pequeño al que necesitas esconderle la verdad del
mundo porque es incapaz de soportarla.54

—Jungkook —intentó calmarlo Jin.

—Yo...

—Me dijiste que Minho no era hijo de Lara, pero mentiste, mentiste porque
los exámenes dicen que Taehyung comparte ADN con Lara. ¿Cómo podrían
compartirlo de no ser parientes?28

Un silencio sepulcral cayó al otro lado de la línea, apenas roto por la


respiración acelerada de Jungkook.

—Yo no mentí, Jungkook —al final dijo su padre—. Lara no es la madre


biológica de Minho.375

Jungkook soltó un bufido fuerte y cruel, sintiendo cómo su corazón de apoco


iba desmoronándose ante las mentiras de la persona que más confió en su
vida.

—Y me sigues mintiendo.
—No te estoy mintiendo, te estoy diciendo la verdad. Es imposible,
genéticamente es casi imposible que Lara pudiera tener un hijo M-Preg
cuando ni ella ni su marido tienen historial familiar de esa mutuación
genética.11

—El exámen...

—Sé lo que me dijiste del exámen —lo cortó su padre—. ¿Sabes la cantidad
de veces que yo solicité la modificación de uno para cubrir a un M-Preg? No
sé qué pasó ni por qué lo cambiaron, pero lo hicieron y lo voy a averiguar,
Jungkook, lo haré, te lo prometo y te contaré todo.320

Él se quedó unos segundos en silencio, de nuevo apoyando la cabeza en el


manubrio, deseando poder confiar en él cuando ese sentimiento tan puro y
bonito estaba tan manchado por las mentiras suyas.

—Ya no confío en ti.92

—Ocupa un poco ese maravilloso cerebro que tienes, hijo. ¿Qué sacaría yo
mintiendo con eso? ¿Qué gano?235

Jungkook no fue capaz de responder porque esa era una pregunta que se
venía haciendo desde que habló con Jin, pregunta a la que era incapaz de
darle una respuesta lógica. Porque no la existía, ¿qué sacaba su padre
mintiendo con eso? ¿Qué?61

—Si quieres podemos hacerle una prueba de ADN a Tae, podría... no sé,
mover algunos contactos para que hicieran otra prueba... aunque está la
posibilidad de que se hayan desecho de las muestras obtenidas en la
autopsia de Lara... en verdad, no lo sé, tendría que averiguarlo, solo confía en
mí, ¿puedes?78

—No lo sé, ahora solo puedo pensar en encontrar a Tae —contestó.


—¿En qué puedo ayudarte, hijo?

—¿Alguno de tus contactos sabrá algo?

—No lo sé, pero averiguaré, los llamaré y te diré lo que averigüe.62

Tomó aire para intentar tranquilizarse, el labio le temblaba un poco ante el


bajón tras el consumo del azúcar en su sangre.

—¿Pa'?

—¿Sí, hijo?

—¿Tú crees que se lo llevó... el gobierno?115

—El gobierno aprendió hace mucho tiempo que les conviene tener a un M-
Preg libre que a uno estéril encerrado en un laboratorio.1

A Jungkook le dolió cada parte del cuerpo hacer esa pregunta.

—¿Entonces...?

—Entonces... todavía existen grupos radicales que odian a los M-Preg.220

Eso le trajo un terror mucho más potente y dañino que imaginarse a


Taehyung siendo llevado por el gobierno.

—¿Ellos...?

—No lo sé, hijo. Pero voy a averiguar todo lo que pueda.2

Jungkook asintió chiquito antes de recordar que estaba hablando con él por
teléfono.3

—Gracias —jadeó.

—Hijo, antes de que cortes, ¿lo buscaron en el cementerio?277


De inmediato Jungkook y Jin se observaron, este último siguiendo la
conversación por el silencio que reinaba en esa parte de Daegu.
¿Cementerio? ¿Qué cementerio...?

—¿El de Daegu? —balbuceó Jin.

Jungkook le hizo la misma pregunta a su papá.

—Sí —contestó él—. Lara debe encontrarse ahí, ¿no todos terminan en ese
lugar ya sea en un cajón o en una urna tras la cremación?

Y entonces Jungkook lo supo como una cachetada fuerte y certera.3

—Lo iré a buscar ahí —logró musitar Jungkook antes de cortar, dejando caer
el celular en su regazo con los dedos entumecidos.2

De pronto recordó la expresión de Taehyung mientras observaba la


fotografía de Kim Minho. ¿Acaso...?13

Claro que sí.

Y siempre debió imaginárselo.128

Recordó entonces al cuerpo de Taehyung esa noche hecho un ovillo en la


cama, mientras Jungkook lo abrazaba por la espalda y le besaba el cuello,
acariciandole el cabello y susurrándole palabras de cariño y consuelo.
Recordó el temblor de sus músculos, el llanto contenido en su pecho y sus
manos intentando aferrarse a su cabeza para soportar de alguna forma un
dolor emocional inimaginable.217

Siempre debió imaginarse que algo así podría ocurrir.3

Debió haberlo hecho en el momento exacto cuando Taehyung se durmió


agotado tras llorar por horas, al despertarlo a la otra mañana, a sus súplicas
pequeñitas y consentidas pidiéndole chiquito que por favor no se fuera, que
no lo dejara solo. Debió haberlo imaginado cuando lo dejó triste en la casa
con Jin, cuando recibió su llamada a la hora de almuerzo porque
simplemente quería escucharlo y también cuando no leyó su mensaje al
minuto de ser enviado.93

Debió haberlo previsto porque todo eso no fue más que una crónica
anunciada de un posible quiebre emocional. Pero con Jin habían estado tan
seguros que se encontraba bien ante la mejoría del día y su buen ánimo... que
no lo pensaron y fue ahí el error de ambos, error que tenía esta clase de
repercusión.26

—Tal vez fue a ver la tumba de Minho —susurró Jungkook.50

Sacó el celular de Taehyung del bolsillo, el morado brillando bajo la luz del
coche como un mal recordatorio de que su dueño no se encontraba con él.
Abrió el historial de búsquedas en Naver.

<<Dónde se entierra a la gente fallecida en Daegu>>435

La primera respuesta se encontraba marcada en morado indicando un


ingreso, era la página del Cementerio General de Daegu, el único que existía
en la ciudad.1

Se puso en marcha sin pensárselo más, era la única pista que de momento le
podría indicar el posible paradero de Taehyung.

Sin embargo, cuando llegaron al sitio y encontraron la tumba que marcaba


tres nombres en ella, notaron que la tierra de la lápida del suelo había sido
removida por unas manos, dejando al descubierto dos nombres:130

Kim Minho y Kim Sun Hee Lara.7

A parte de eso, no existían más rastros de Kim Taehyung en ese lugar.


56

Kim Taehyung se encontraba sentado en medio de la cama que compartía


con Jungkook. Tocino, o más bien Yeontan, se ubicaba entre sus piernas
estiradas y persiguía los dedos de Tae, que los movía de izquierda a derecha
a penas preocupándose cuando Tannie los alcanzaba y le mordía, el dedo
largo de Taehyung siendo sujetado por esos pequeños colmillos que no se
veían demasiado peligrosos pero que dolía una eternidad si se clavaban en la
piel. En tanto Jungkook se colocaba la camiseta que se había convertido en
su pijama, acostumbrándose a dormir con ropa ahora que compartía cama
con alguien que en definitiva no era su pareja.161

Jungkook sonreía, aliviado de que las lágrimas hubiesen abandonado las


mejillas de Taehyung hacia un buen rato. Y mientras observaba a dueño y
mascota, en un reencuentro aplazado por dos años, Jungkook no por
primera vez se cuestionó lo pequeño que era el mundo.5

Pequeño.

Muy pequeño.

Pero si era así, ¿cómo esa noche era incapaz de encontrar a Taehyung?190

Con las manos cruzadas sobre el pecho, Jeon Jungkook tuvo que contenerse
para no hacer una locura. Él no era ni por lejos una persona agresiva, pero
existían instantes donde seriamente debía contenerse para no hacer una
idiotez con consecuencias terribles. Esa noche era una de esas veces donde
lo llenaba ese sentimiento irracional y potente, que le nublaba la mente con
el único propósito de querer patear esa tumba y escupirle al nombre de Kim
Sun Hee Lara por haberle hecho tanto mal a Taehyung. Se contuvo solo
porque Jin le estaba hablando, afirmándolo por el brazo para contenerlo,
notando que un pensamiento malo pasaba por su cabeza.30

—Ya lo encontraremos, Jungkook, tranquilo —pidió Jin—. Por lo pronto,


podemos buscar a los vigilantes del cementerio para interrogarlos.107

Apenas pudo asentir, su vista ardiente clavada en ese nombre, sus labios
fruncidos en una furia que parecía no tener fin.

—¿Y si no? —contestó.

—Si Taehyung se fue por sus medios, lo encontraremos las próximas horas,
bastará que mostremos su fotografía en la televisión con una recompensa a
su nombre.12

—¿Y si no? —insistió.10

—Ya veremos luego si algo así ocurre.

—Sabes que no puedo quedarme tranquilo con solo eso.

—Lo sé. —Jin dio un largo suspiro—. Personas dañadas como Taehyung
siempre regresan a los lugares donde fueron dañados. Por eso tengo un
escuadrón escondido vigilando la casa por si aparece. Y lo hará, Jungkook,
aparecerá.120

Mientras caminaban a la salida del cementerio, buscando a algún vigilante


que pudiesen interrogar, Jungkook comprobó la hora en su reloj. Ya eran las
diez de la noche. Las diez y Taehyung estaba solo en la calle, tal vez perdido,
tal vez no, tal vez en manos de personas malas que buscaban dañarlo,
aprovecharse de él.37
Tuvo que tragar saliva para contener las lágrimas que una vez más querían
escapar.43

¿Por qué la vida era tan cruel con las personas que menos merecían conocer
la maldad del mundo?139

Pateó una piedra sintiéndose realmente como la mierda.11

Entonces, cuando ya se estaba desesperando por no encontrar a nadie en ese


desértico y trético lugar, un celular comenzó a sonar en el bolsillo de Jin,
quien se apresuró en sacarlo y contestar.

—Diga.

Puso el altavoz tras dirigirle una mirada a Jungkook.

—Encontramos al chico —informó una voz grave y desconocida.576

Se paralizó por completo, de pronto sus pies enterrándose en el suelo como


si dos clavos los hubieran atravesado.

—¿Dónde?

—Ingresó a la casa que vigilamos.

—Ok, ok —se apresuró responder Jin, ahora corriendo detrás de Jungkook


que ya iba a toda velocidad hacia el automóvil—. No ingresen, ninguno de
ustedes. Solo vigilen la casa, voy para allá.

—Podemos entrar y...

—¡No! —gruñó Jin—. Nadie se acerca, ¿me oyeron? Soy el sicólogo a cargo
del caso y él es un paciente inestable. Yo ordeno y ustedes obedecen, ¿está
claro?361
Jungkook rodeó el capó del coche y abrió la puerta del piloto, Jin subiéndose
antes de que lo dejase abandonado en medio de un oscuro y vacío
cementerio.71

—¿Está solo? —escuchó que Jin preguntaba mientras encendía el motor.

Apretó el ascelerador, Jin afirmándose a la puerta ante el movimiento


brusco. Logró colocarse el cinturón tras cortar, recién ahí dirigiéndose a
Jungkook.26

—Se encuentra solo —le contó, su voz sonando un tanto aliviada.

Jungkook quería cerrar los ojos de alivio, pero apenas sí pestañeaba


observando el camino oscuro delante de él.

—Debió visitar el cementerio primero —continuó Jin— y de algún modo,


logró llegar a la casa.

—¿Pero cómo? No conoce las calles y se marchó sin celular.

—Tal vez por eso lleva más de cinco horas perdido.160

Entonces Jungkook sacó el celular de Taehyung del pantalón, recién


procesando que tal vez Taehyung podría haber buscado la dirección del
cementerio en Naver Map. Se lo lanzó a Jin que apenas alcanzó a agarrarlo en
el aire.

—Taehyung tiene una memoria increíble —dijo Jungkook—. Mira en su


historial de mapas si buscó alguna dirección.48

Jin ingresó de inmediato a la aplicación.

—No, nada —dijo y se corrigió rápidamente—. O por lo menos no ingresó a


buscar una dirección específica.

—Eso no significa que no haya mirado el mapa.


—Sí, además tiene activada su ubicación.

—Sí, ese fui yo —respondió Jungkook girando con brusquedad en la


siguiente avenida y recibiendo luego el celular que Jin le tendía de regreso—.
El otro día le enseñé un poco a utilizarla. Pero eso sigue sin explicar
demasiadas cosas. ¿Cómo llegó del cementerio a su casa? ¿Cómo se sabe la
dirección de una casa donde estuvo encerrado toda su vida?91

—Tal vez vio una carta dirigida a su abuela... no sé, Jungkook, no lo sé. Por
ahora solo enfoquémonos en ir por él.33

Dobló en la siguiente avenida, tocando la bocina cuando un coche se le cruzó.


Aceleró y lo dejó atrás, frenando de golpe a los segundos frente a la misma
casa que hace nada estuvieron rondando. Notó rápidamente que existían dos
automóviles estacionados más allá, dos personas en cada uno con
binoculares apuntando hacia la casa.30

Jungkook se bajó de inmediato, Jin yendo detrás de él y afirmándolo por el


brazo.

—No, Jungkook. Ahora ingresaré yo.1

A lo lejos escuchó la puerta de un coche cerrándose.

—Tal vez me necesites —logró balbucear, su mirada clavada en la ventana


redonda del entretecho. ¿Se encontraría Tae ahí? ¿O estaría en el que fue su
cuarto recostado en esa cama infantil que ahora apenas soportaba su cuerpo
de adulto?19

—Se encuentra solo —recordó Jin—. Por favor, entiéndelo, solo ingresaré
yo.91

Apenas comprendió que estaba asintiendo, cediendo con docilidad porque,


en el fondo de su desesperada mente, sabía que Jin era la mejor opción para
hacer el primer contacto con él. Ninguno de los dos sabía lo que se
encontrarían allí dentro, pero con posibilidad la opción no sería un
Taehyung estable, no cuando algo lo había perturbado al punto de escapar.

Sorbiendo un poco por la nariz, Jungkook se soltó de Jin y le tendió la


linterna.

—Puede que la necesites.

Jin la estaba recibiendo cuando una voz aguda y femenina los interrumpió.

—Buenas noches, caballeros.199

Era la representante del gobierno, esa misma que le informó de la enorme


suma depositaba en su cuenta bancaria hace un mes, la misma a la que
Jungkook tan amablemente le gritó que se metiera el dinero por el culo tras
cerrarle la puerta en la cara.26

—¿Se te perdió algo? —gruñó Jungkook en posición defensiva.29

Ni siquiera la conocía y la detestaba, los odiaba a todos ellos, no quería que


se le acercaran un metro más a Taehyung, los quería lejos, lo más lejos
posible de él.6

—Creo que es a ustedes quien se les perdió algo —informó Solar con voz
molesta.48

—¿A nosotros? —se burló—. No, a nosotros nada.

—¿Le recuerdo que un M-Preg llamado Kim Taehyung se escapó de su


casa?30

—¿Una persona que se marchó por sus medios se nos puede perder como si
fuera un objeto? No, princesa, Kim Taehyung no es un objeto que se nos
perdió.384
Notó que la mujer apretaba los puños a los costados, mientras Jin seguía la
conversación con aire preocupado, solo recién decidió intervenir.

—Hola, un gusto, soy Kim Seokjin —se presentó.

—Lo sé, el sicólogo de Kim Taehyung.9

¿Existía algo que esa mujer no supiera? Tal vez hasta conocía la talla de
condones de Jungkook para descontinuarlos en las farmacias.507

—En serio me fascinaría seguir con esta conversación —ironizó Jin—, pero
debo ingresar a...

—A buscar a Kim Taehyung que se encuentra en esa casa —terminó ella.


Entonces estaba apuntándolo con el dedo—. Lo siento, Seokjin, pero no
ingresará usted. Lo hará el oficial.87

Jin abrió la boca sin poder creérselo.

—Es mi paciente, yo decido quién ingresa.

—Es su sicólogo, sí —puntualizó ella, asintiendo—. Pero yo soy la


representan del gobierno y me pusieron a la cabeza de esta misión y digo
que usted no ingresará.308

Jin iba a discutir, pero Jungkook lo detuvo colocándole la mano en el


hombro. Ambos se observaron en silencio, ambos entendiendo a la
perfección la jugada maestra que acababa de hacer esa mujer.

"No van intervenir mucho, pero sí lo suficiente", recordó las palabras de


Nam pronunciadas hace ya un mes, "recurren a otras tácticas para llegar al
mismo fin".151

Y este movimiento, donde puso en jaque a Jin y Jungkook, era uno de esos.
—Pensemos en Taehyung —susurró Jungkook—. Hoy solo pensemos en
Taehyung.

—Pero, Jungkook, por lo mismo debo ir yo.

—No es necesario —cuestionó Solar—. Kim Taehyung le tiene un mayor


aprecio al oficial aquí presente, que a su sicólogo. —Y entonces una sonrisa
un tanto cruel, un tanto burlesca, bailó en sus labios—. Si hubiese aplicado
un mejor tratamiento con él, esto no estaría ocurriendo. Así que por hoy
queda fuera del caso, ¿entiende?429

Con las manos apretadas en puños, Jin fulminó a la mujer con la mirada. Dio
una inspiración profunda para contenerse y destrabó la mandíbula, una vena
latiéndole en la sien.14

—Ten encendida tu radio, por favor —le pidió a Jungkook.

—Te llamaré de no poder manejarlo. —Y se giró hacia la mujer, clavándole


el dedo en la frente—. ¿Eso le parece bien a la señora?87

—Señorita —le corrigió Solar.126

—No noto la diferencia.511

Sin una palabra más, Jungkook recuperó la linterna y se dirigió hacia la casa,
percatándose que la cinta amarilla ahora se encontraba cortada. Al acercarse
a la ventana, notó un poco de sangre en el vidrio. Taehyung debió cortarse al
colarse por los bordes irregulares. Solo pidió que no necesitara puntos.

Nada más ingresar, el ruido de la madera crujiendo lo hizo voltear la cabeza


hacia el cielo. Se escuchaba fuerte y muy cerca.

—¿Taehyung? —lo llamó con la ciega creencia que podría oírlo cuando el
audífono solo le permitía captar voces a los pocos metros.
Se coló por el agujero, teniendo cuidado con su pierna donde su ropa se
rasgó. Una vez dentro, se dirigió hacia la escalera escuchando con claridad
que el ruido provenía desde el segundo piso. Subió los peldaños de dos en
dos, guardando la linterna en el bolsillo y yendo hacia el cuarto infantil.

—¿Taehyung? —volvió a llamarlo.

Pero la cama se encontraba vacía. Si bien se notaban un poco más


desordenadas las mantas, aparte de esa no habían más diferencias.2

—¿Taehyung? —repitió, jurando haberlo escuchado en ese cuarto.

El portazo a sus espaldas le puso la piel de gallina. Girándose con la mano en


el arma de servicio, clavó la mirada en la puerta cerrada del cuarto de la
abuela.6

—¿Taehyung? —insistió, ahora moviendose con mucho cuidado a esa


habitación.

Posicionó la mano en el pomo y lo giró, sin embargo, la estancia se


encontraba vacía y acomodada tal cual hace unos minutos. Los pelos de la
nuca se le erizaron, en esa casa era imposible que existiesen ventiscas que
cerrasen puertas.162

Entonces captó un ruido bajito. Alzó la mirada hacia el cielo raso,


agudizando el oído y percibiendo una tabla crujir.

—¿Taehyung?66

Fue hacia el pasillo y agarró el fierro en el suelo, enganchándolo en la puerta


trampilla y tirando de ella, la escalera bajando de inmediato. Con un sonido
metálico, lanzó el palo al suelo y subió, sus ojos siendo lo primero que
ingresó a ese nivel.
Su mirada recorrió el colchón vacío donde encontró a Taehyung por primera
vez, y luego hacia la izquierda. Un reflejo captando su atención.

Ahí estaba.51

Sentado en un banquillo pequeño frente a un sucio y viejo espejo, se


encontraba Kim Taehyung.327

Con el corazón acelerado, dio un vistazo al resto del ático para comprobar si
se encontraba solo. Lo estaba.

Terminó de subir, la escalera plegándose apenas sacó el pie de ella.

—Taehyung —lo llamó, necesitando que notara su presencia para no


alterarlo.

Entonces vio sus ojos rojos e hinchados abandonar su reflejo en el espejo y


buscarlo, girando solo un poco para observarlo. Tenía la mano estirada y
apoyada en el vidrio, sus huellas marcadas al deslizarlos por él. La palma
estaba manchada en sangre seca y con tierra pegada a ella, al igual que el
borde de su camiseta.66

—¿Jungkook? —escuchó que preguntaba con voz baja y rasposa, siendo un


desastre apenas entendible.187

Fue a dar un paso para acercarse a él, pero el movimiento desesperado de


Taehyung lo hizo tensarse en su posición. Movió sus manos delante de él,
una de ellas con una profunda herida que recorría de esquina a esquina su
palma, y retrocedió con el banquillo hasta que su espalda colisionó contra el
espejo. Entonces Taehyung pronunció una única palabra.20

—No.259
Las lágrimas habían regresado y bajaban por sus mejillas, esas mismas que
ahora se encontraban rellenas y en el punto perfecto para ser apretadas y
besadas.17

Jungkook se lamió los labios, mientras se inclinaba con lentitud y de manera


pausada, apoyando las rodillas en el suelo a una distancia considerable. Bajó
los hombros e intentó relajar la postura, evitando el temblor en sus manos y
esa locura de confusión que desbordaban sus pensamientos. No entendía, no
lo hacía, era como si entre ellos se hubiesen borrado esos dos meses y
volviesen al inicio, donde un Taehyung desconfiado y herido aprendía
aceptarlo de apoco en su vida.121

Cuando estuvo con las manos y rodillas contra el piso, volvió a alzar la
mirada. Formó una sonrisa pequeña, pidiendo que por favor esta no
temblase como lo hacía el resto de su cuerpo. En el transcurso de esos
segundos, su mente se llenó de posibles conversaciones. Decidió evitar las
que pudiesen llevar a Tae a un conflicto emocional, eligiendo la más neutra
de ellas.

—Olvidaste tu celular —dijo.15

Pareció que ninguno de los dos se esperaba un comentario así. Taehyung se


quedó observándolo con el espejo a sus espaldas reflejando el rostro
preocupado del mismísimo Jungkook.13

Moviéndose con lentitud y cuidado, llevó una mano al bolsillo y sacó el


celular morado, el mismo que Jin le entregó en el automóvil. Lo alzó a un
costado de su cabeza y lo movió, el morado siendo reflejado por la luz que
ingresaba por la única ventanilla del lugar. Ahora tenía su completa
atención.

—Bueno, si no lo quieres de regreso, entonces voy a...


Fue apenas un susurro, aunque lo suficientemente fuerte para ser escuchado
en ese silencio denso y pesado.

—Mío.260

Alzando las cejas de forma provocativa, Jungkook volvió a mostrarle el


celular.

—¿Tuyo?

Tae estiró el cuello con curiosidad, llevándose una mano al pecho.

—Mío —repitió.70

—Ah, pensé que ya no era tuyo —se burló Jungkook.35

Él negó, sus mechones de cabello demasiado largo oscilando con el


movimiento.

—No, mío, Jungkook.189

—Ah, es que como lo dejaste abandonado en nuestro cuarto...503

Taehyung se llevó otra vez la mano al pecho, ladeando la cabeza un tanto por
la confusión. Solo recién, con un haz de luz cruzando por la ventana e
iluminando sus mejillas, notó que las tenía manchadas por barro, como si se
hubiera fregado el rostro con las manos sucias en tierra.1

—¿Nuestro? —entonces preguntó.94

—Sí, nuestro, el cuarto que compartes conmigo. Nuestra habitación.313

Casi de manera violenta, negó con la cabeza, los ojos cerrados, las pestañas
una vez más brillando en esas lágrimas que no lograba contener dentro de sí.

—No —dijo, sus labios rojos e irritados, temblando, siendo machacado luego
por los dientes frontales—. Tuyo, no mío.172
—¿Pero acaso no duermes conmigo todos los días?

Confundido, respondió como pudo.

—Sí.

—¿Y acaso no dormimos en la misma cama todos los días?

—Sí.

—Entonces es nuestra habitación, de ambos, tuya y mía, ¿no crees?95

Su mandíbula volvió a temblar, las lágrimas ya no contenidas en sus ojos y


bajando por sus mejillas, su boca fruncida y apuntando hacia abajo en la
expresión más triste que Jungkook vio alguna vez.5

—Pero Tae es malo —balbuceó.353

—Tae no es malo —lo corrigió Jungkook, deslizándose de rodillas por el


suelo para acortar un tanto la distancia entre ambos que de pronto se
percibía tan abismal—. Taehyung es lindo, es precioso, es una persona
maravillosa.129

Él se encontraba negando otra vez con violencia, cerrando los ojos y un


llanto ya no contenido formándose en sus cuerdas vocales.

—No, no... Tae es malo y Jungkook es bueno... Tae no merece a Jungkook.394

—Tae... no digas eso, por favor.

Sin embargo, Taehyung a penas podía escucharlo con ese sollozo


incontrolable que hacía temblar a su cuerpo, su labio y mandíbula
continuando con esa sintonía de agonía sin poder ser controlado mientras
un lamento constante y terrible desgarraba su garganta.
—Jungkook salvó a Tae... Jungkook salvó a Tannie... Jungkook es bueno y Tae
es malo.199

Terminando de acortar la distancia entre ambos, Jungkook afirmó su rostro


por las mejillas y le acarició con los pulgares esas cejas tan bonitas que
enmarcaban tanta tristeza en ese momento.13

—No digas eso, por favor... soy yo el que no merece a alguien como tú.50

Con las mejillas aplastadas por las palmas de Jungkook, su boca continuó con
ese puchero pronunciado.

—Yo...

—¿Tú? —insistió Jungkook, tirando de él para acercarlo un palmo más a su


rostro—. ¿Tú qué, pequeño?8

—Soy malo.160

Le apartó el cabello, mientras Taehyung continuaba sentado en un pequeño


banco y él arrodillado frente, ambas miradas conectadas a una mínima
distancia.

—¿Por qué dices que eres malo? Podría ayudarte a entender si me cuentas.
—Acariciandole el labio con el pulgar, le sonrió chiquito—. Habla conmigo,
pequeño.58

Pero Taehyung negó con poca resistencia, sus ojos de nuevo inundados en
lágrimas que parecían no querer detenerse jamás. Apenas Jungkook notó
que una bajaba por su mejilla, se acercó para besarle sus párpados cerrados
y luego en la punta de la nariz roja y acalorada por llorar.118

—¿Piensas que si fueras malo te querría? Y yo te quiero un montón, Kim


Taehyung.91
—¿A... mí? ¿Jungkook me quiere a mí?125

—¿Acaso tu nombre no es Kim Taehyung?19

—Sí —balbuceó confundido—, yo soy Kim Taehyung.113

—Bien, entonces sí me declaré al hombre correcto.1.1K

Su labio inferior apenas se abrió por la sorpresa, la respiración contenida en


sus pulmones, la negación brillando en una mirada que no conoció más que
eso: soledad y rechazo.

—Pero Tae no es bonito.56

—Eres precioso para mí.191

Él continuaba negando, despacio y sin fuerzas.

—No... Tae no es bonito... antes sí, ahora no.9

—Eres precioso para mí. Y para Jimin, tu amigo Jimin. Y para Jin. Y para Nam.
Y para Hoseok. Y para Yeontan. Eres precioso e importante para todos
nosotros.126

Temblando, se llevó una mano al pecho.

—¿Soy... importante?101

—Eres súper importante para mí, y para todos.2

—Pero...

—Y estábamos muy preocupados hoy, te estuvimos buscando por horas.

—¿A mí? —susurró con confusión.18

Le acarició las mejillas, apartando un poco más el cabello del rostro para
contemplar su expresión mejor.
—Sí, a ti.

—¿Por qué?

—Porque te queremos mucho y pensamos que te había ocurrido algo.

—¿A mí?

—Sí, a ti, bobo.

—No soy bobo, Jungkook es el bobo.560

Sonriendo chiquito, Jungkook giró la cabeza para comprobar el ático a su


alrededor.

—¿Por qué viniste aquí, Tae? ¿Olvidaste algo? Podrías habernos dicho y te
habríamos acompañado.

—No —musitó, su "no" sonando más bien como "nu"—. Tae se fue porque
Jungkook... Jungkook es bueno y me va a dejar... él es bueno y yo malo y... y él
se irá si sabe.209

Soltó una de sus mejillas para afirmarle ambas con una mano, frunciendo sus
labios como un pollito. Le sacudió un poco la cabeza.18

—Creí que habíamos dejado claro eso, no eres malo y no te voy a dejar.

—Pero...

—Hablemos —lo interrumpió Jungkook—. ¿Por qué dices que eres malo?
¿Por qué dices que me iré?

No por última vez en esa noche, sus ojos volvieron a inundarse de lágrimas.
Entonces bajito y acongojado, con tristeza y dificultad, confesó eso que lo
venía torturando desde hace más de dos meses.+

—Porque Abu pidió ayuda pero Tae dejó que muriera.


57

No necesitaba cerrar los ojos para imaginárselo, era una escena que
posiblemente nunca olvidaría: a su abuela en el suelo afirmándose el pecho
mientras la casa se inundaba con ese olor a quemado por una comida nunca
finalizada en la cocinilla, su mirada de pronto encontrándose con la de
Taehyung pareciendo adolorida y triste, como si comprendiese que ese sería
su final mucho antes que el resto. Tirada ahí en medio de esa cocina
sintiendo una agonía que desgarraba su corazón y un remordimiento
indescriptible retorciéndole las entrañas, había buscado una miserable
palabra que susurrar para ser perdonada por un pecado que cometió por
años.16

—Lo siento, Tae.31

Lo siento por lo que le hizo y lo que continuaría, como también lo siento por
ese daño que vendría tras su muerte. Pero también ese lo siento porque para
Tae posiblemente nunca existiría un tratamiento que lo curase en su
totalidad. Y por último, ese lo siento por ser la responsable de esa
fragmentación en alguien que se suponía amó con su vida.118

Y mientras contemplaba a Jungkook casi sin pestañear, Taehyung sintió un


terror que se asemejaba demasiado a ese momento en el que entendió que
estaba solo en el mundo, que el cuerpo frío de su abuela no recuperaría el
calor ya perdido y que no le sonreiría nunca más, muriendo con ella la única
persona que alguna vez lo amó.15
Se parecía mucho a ese terror a ser abandonado por esa otra única persona
que parecía confiar en él, aceptarlo, quererlo con cada uno de esos defectos
que Taehyung no podía controlar ni mejorar, pero que intentaba, claro que
sí, aunque estos fueran mucho más fuertes que él.8

Aferrándose al brazo de Jungkook para que no escapara, para que no lo


dejara ahí donde se sentía tan pequeño e inútil, tonto y horrible, esperó, y
esperó un poco más casi aguantando la respiración mientras observaba esos
ojos redondos que tanto le recordaban a un conejito, bonitos y buenos,
porque Jungkook era ambas cosas para Taehyung.78

Y entonces ocurrió, su boca se abrió apenas y Tae tuvo que aguantar el llanto
en su pecho para poder escucharlo, porque necesitaba hacerlo, oírlo decir
que era un monstruo y, como tal, debía permanecer en ese ático donde
siempre debieron dejarlo podrirse hasta la muerte.59

Sin embargo, no fue nada de lo que Tae podría haberse imaginado.

—Estabas con ella cuando comenzó su ataque al corázon, ¿cierto? —


preguntó Jungkook—. Te estaba cocinando, ¿o me equivoco? Ese día que te
encontré, había comida quemaba en la cocinilla.57

Taehyung no entendía, ¿por qué Jungkook le estaba hablando como si fuera


el mismo Tae de antes? Como si no existiera una diferencia entre el Tae de
ahora, sentado frente a él, y el Tae que le confesó la pesadilla que no lo
abandonaba, que no lo dejaba respirar, que lo tenía así, escapando de
Jungkook porque prefería volver a encerrarse en ese altillo que ser odiado
por él.81

Apenas se percató que asintió como respuesta.

—¿Y que ocurrió ahí, Tae?


Él no tenía que hacerlo, realmente no tenía que cerrar los ojos para recordar
lo que ocurrió ese día, no era algo que pudiese olvidar con facilidad. Lo
intentaba, y la mayoría de las veces lo lograba, pero existían otras veces,
como esa mañana, que simplemente no podía, su mente demasiado
colapsada para guardar esas memorias en un baúl bajo llave.5

—Se enojó —se sorprendió contando.

—¿Quién se enojó? ¿Tu abuela? —Tae asintió suavecito—. ¿Por qué?

—Yo...

Las palabras se enredaron en su boca sin poder continuar, de nuevo el terror


invadiéndolo y paralizándolo, la respiración saliéndole entrecortada en
sollozos que intentaba reprimir.

—¿Tú? —lo presionó Jungkook.18

Se hizo chiquito en el banquillo, sus hombros yéndose hacia adelante,


buscando refugio en sí mismo cuando solo quería apoyarse en Jungkook,
esconder su rostro en el cuello y buscar ese olor que percibía en esa zona, su
olfato siendo más agudo que el resto ante la ausencia de uno de sus
sentidos.31

Y entonces confesó ese otro secreto que lo torturó y le impidió descansar


por años.

—Quería irme.1

—¿Y se lo dijiste y por eso se enojó muchísimo y luego empezó a jadear y se


llevó las manos al pecho?76

Tae asintió con los ojos abiertos de par en par.1

—¿Ves que después de todo tu Jungkook no es un bobo?554


La caricia sobre la ropa lo distrajo por completo, bajando la mirada para
encontrarse las manos grandes de Jungkook extendidas sobre sus muslos
acariciándolos con pereza, deslizando las manos de arriba a abajo en un
movimiento que le hizo cerrar las piernas de manera involuntaria.

—Entonces, Tae —lo llamó Jungkook. Apartó la vista de los dedos de


Jungkook—, dices que ella te pidió ayuda. ¿Pero como sabías que la estaba
pidiendo? —Tae se tocó los labios, indicándole que lo leyó—. ¿Y qué sucedió
después?

Bajando la cabeza, volvió a centrarse en esas manos que ahora se


encontraban paralizadas en sus rodillas juntas, jugando con ellas
forzándolas a abrirse y luego a cerrarse.

—Yo... llevé...1

—¿Qué le llevaste, pequeño?40

Pequeño.65

A Tae le gustaba que Jungkook le dijera pequeño, porque él se sintió así


mucho tiempo pero ya no, se sentía grande y le fascinaba que a Jungkook le
gustase el Tae pequeño y débil, como también le gustase el Tae grande y
valiente que se acurrucaba con él bajo las sábanas.80

—Pastillas —confesó.46

—¿Sus pastillas de la presión? —Él asintió sin mucho ánimo—. ¿Le llevaste
sus pastillas para que se las tomase? —Él volvió a asentir—. ¿Pensabas que
con eso podrías ayudarla?1

—Pero yo... no ayudé.83


La caricia en sus piernas regresó y él volvió a juntarlas, sintiéndose nervioso
y cohibido, de pronto olvidando ese sentimiento oscuro que se extendía por
su pecho para pasar a uno mucho más cálido, que tenía un color rojo y no
negro como el anterior.17

—Querías ayudarla al llevarle las pastillas, ¿no? —No contestó, aún así
Jungkook continuó—. Sí, sé que no funcionó, pero ese no es el tema. Querías
ayudarla con eso y es lo importante. ¿Por qué sigues creyendo que no lo
hiciste?21

Tragó saliva, su garganta subiendo y bajando en un intento por tomar aire


cuando tenía un nudo que apenas si lo dejaba respirar.

—Murió.

—Pero eso no es tu culpa. La ayudaste.

Él negó con tan efusividad que se mareó un poco, tomando una inspiración
al finalizar.

—No.

—Si crees que eso no fue una ayuda, ¿entonces qué es lo que pensabas hacer
y no hiciste?

Taehyung hizo el gesto de llevarse un celular a la oreja. Él no llamó, eso fue


lo que no hizo, no llamó pidiendo ayuda como en los doramas, nunca llegó la
ambulancia que salvaría a su abuela porque nunca lo hizo.205

—Tae, ¿sabes que para llamar a alguien necesitas saber su número de


teléfono?

Pero él estaba negando otra vez, porque no, no lo necesitaba porque él solo
apretaba el nombre de Jungkook en su celular y de inmediato lo llamaba. Él
esa noche debió apretar el nombre de la ambulancia en el teléfono de la
cocina y una llegaría a salvar a su abuela, pero no lo hizo, no lo hizo, no lo
hizo, no lo hizo.121

Como si su Jungkook supiera lo que estaba pensando, lo corrigió.8

—No, Tae, las llamadas no suceden como yo te enseñé, en tu celular yo


guardé mi número y por eso solo presionas mi nombre y me llamas. —
Confundido, ladeó la cabeza—. En el teléfono de la cocina de esta casa, debes
marcar un número para realizar una llamada. ¿Y sabes cuál es el número del
servicio de emergencia? —Al percatarse de su expresión, Jungkook le
explicó—. Para pedir una ambulancia, debes llamar a un número de teléfono.
¿Sabes cual es?

Entonces Tae se quedó observándolo casi sin pestañear, ¿número? ¿Qué


número? En los doramas nunca marcaban uno, él nunca marcaba nada en su
celular tampoco, él solo debía apretar el nombre de Jungkook y listo.10

—No lo sabes, es el 119. ¿Puedes repetirlo con esa fabulosa memoria que
tienes?415

—1 —musitó con voz baja y rasposa—. 1 y 9.7

—Si algún día te pasa algo o me pasa algo a mí y estamos solos, debes llamar
siempre a ese número. 119, no lo olvides nunca, por favor.205

—1, 1 y 9 —repitió, porque Jungkook apretaba los músculos de sus piernas


con cada número y aquello arrojaba un escalofrío por su columna que
terminaba alojado en su estómago. Le gustaba esa sensación, le gustaba
mucho.50

—No te sabías el número de emergencia, Tae, y no es tu culpa. No, no, quita


esa cara y ese puchero en tu boca... aunque te lo hubieras sabido, eras sordo
y no hablabas, ¿cómo podrías haber pedido ayuda? Mira, te lo voy a explicar.
Cuando alguien llama por teléfono a este número de emergencia, hables o
no, ellos registran la llamada y tienen la obligación de acudir a ver qué
sucede. Si puedes hablar, todo bien, porque ellos te preguntarán dónde
acudir e irán. ¿Pero qué sucede cuando no puedes?25

Taehyung se encogió de hombros.

—Si el número con el que llamas está registrado en nuestro historial


facilitado por las compañías de teléfono —continuó Jungkook—, entonces
podremos tener la dirección a la cual acudir. En cambio, si estás llamando de
un celular, lo intervenimos y buscamos su localización por satélite tal como
te expliqué la otra vez, ¿recuerdas? Pero si no tienen registrado tu número y
no estás llamando por un celular, entonces ellos no pueden hacer nada.31

Antes de que Tae pudiese siquiera pensar en alguna respuesta, Jungkook


siguió.

—Pero sea la primera o la segunda opción, toma tiempo. Mucho tiempo, Tae.
Aunque los servicios de emergencia hubiesen logrado encontrar tu
dirección, lo primero es mandar una patrulla de policía solo para
inspeccionar... sí, una patrulla como la mía. Nosotros verificamos la casa y el
vecindario para averiguar por qué se realizó la llamada y nadie respondió a
las preguntas de la telefonista. —Tomó aliento antes de continuar—. A lo
que voy, Tae, que no solo hubiésemos llegado tarde para ayudar a tu abuela,
sino que además hubiésemos llegado con el equipo incorrecto. No existía
manera que tú pudieses ayudarla. Tú no eres culpable de nada. No podrías
haberla ayudado porque ella te quitó las herramientas para hacerlo, porque
te mantuvo encerrado, te impidió aprender y a comunicarte con alguien que
no fuera ella.209
Silencio, uno que ni siquiera era roto por su respiración superficial.
Sintiendo un cosquilleo confuso en su cerebro, intentó entenderlo, intentó
procesar las palabras, intentó, vaya que lo intentó.

¿No era su culpa?

¿No lo era?369

Apenas lograba respirar correctamente cuando sintió otra vez las manos de
Jungkook tocándole los muslos, acariciandole desde la rodilla hasta la cadera
por sobre la tela.120

—No eres malo, Tae, ¿me entiendes? Nunca fuiste malo. Nosotros pudimos
haberte ayudado a comprenderlo antes y no tras dos meses... debiste
hablarlo con Jin, debes confiar en él, es bueno y amable y está para ayudarte
a que entiendas las cosas que eres incapaz de comprender debido a tu vida
de encierro.

Jugueteando con sus manos sobre el regazo, se esforzó por decir aquellas
palabras.

—Pero... yo deseé...23

Tae no tuvo que continuar para que Jungkook supiera lo que quiso
confesar.21

—Una cosa es desear algo malo, otra es realizar algo malo. No eres una mala
persona por desear algo malo alguna vez, lo haces cuando cedes a ese deseo
y lo vuelves una realidad. Quiero que entiendas que tus capacidades eran
limitadas y aún así intentaste ayudarla a pesar de lo que te hizo. ¿Y eso es
algo que haría una persona mala? No, solo una con sentimientos
preciosos.158
Entonces, todavía sin poder entenderlo y aceptarlo, se apuntó el pecho, la
cabeza ladeada en confusión.

—¿Tae no es malo? —logró musitar, sus palabras saliendo forzadas y torpes


en esa lengua que tantos años estuvo sin práctica. Todavía le costaba formar
oraciones muy largas y tardaba en hacerlo, pero Jungkook no parecía
impaciente o exasperado por su lentitud, siempre alentándolo con una
sonrisa bonita.102

Bonita.2

¿Eso quería decir que Tae era bonito de nuevo? Porque él no era malo,
entonces era bonito. Sí, deseó cosas malas, pero Jungkook le dijo, él se lo dijo,
Tae no era una persona mala. Él deseó, sí, lo hizo, pero él intentó ayudar, él
le llevó las pastillas, lo hizo demasiado tarde, pero lo hizo, lo hizo, lo hizo y
eso no lo volvía una persona mala.84

Era bonito.192

Él era bonito otra vez, ¿entonces por eso se sentía así?

Así de cálido, así de refugiado.

Así de bonito.

Tan bonito.72

—¿Quieres regresar a nuestro hogar? —preguntó Jungkook, sacándolo de


sus pensamientos—. Creo que los dos necesitamos una larga noche de
sueño.141

Tae miró alrededor.

—Pero... esto es... mi casa.143

La caricia de Jungkook hizo cosquillas en su mejilla.


—Esta es tu casa, no tu hogar. Y la diferencia radica en el sentimiento. Una
casa, Tae, es la infraestructura que la compone, pero una casa no se
convierte en un hogar hasta que te sientas feliz y seguro en ella. ¿Y tú eras
feliz aquí?197

Se apresuró a negar, porque Tae se sentía triste, siempre se sentía triste ahí,
tal vez un poco menos cuando tuvo a Yeontan, pero siempre así. No supo que
podría sentirse de otra manera hasta que esos bonitos ojos brillantes y
redondos se asomaron por la rendija del entretecho y lo sacaron de ahí.47

Jungkook significaba felicidad para Tae.98

Pura y bonita felicidad.16

—No eras feliz, ¿cierto? —continuó Jungkook—. ¿Pero eres feliz con Hobi,
Nam y conmigo? —Él se apresuró en asentir—. Entonces tu hogar está con
nosotros, no aquí.82

Y entonces, colocándose de pie frente a Tae, Jungkook lo afirmó por debajo


de las axilas y tiró de él.

—¿Vamos? Yeontan está esperando por ti.

Pero Tae no se estaba moviendo, solo estiró los brazos cerrando y abriendo
las manos hacia él con un puchero en los labios. Notó que una sonrisa
aparecía en la boca de Jungkook.264

—Te tengo demasiado consentido —lo escuchó susurrar.46

Y a pesar de que Taehyung conoció dos significados muy diferentes para esa
palabra, nunca era uno malo con Jungkook, siempre era bueno, siempre
significaban cosas buenas, como acurrucarse con él en el sofá, como ser
cargado en sus brazos, como dormir con él. Le gustaba, a Tae le gustaba que
Jungkook le dijera consentido porque eso siempre significaba algo bueno
para él.

No fue diferente en esta ocasión.

Fue alzado en el aire, un brazo de Jungkook tras sus rodillas y otro


afirmándolo por la cintura, de la misma forma que hace dos meses cuando lo
sacó de ese ático. Se aferró a él con rapidez, sus brazos yéndose detrás de la
nuca y permitiendo enredar una de sus manos en ese cabello denso y suave,
mientras recostaba su cabeza en el hombro acomodándose para enterrar su
rostro en aquel cuello y rozar su nariz contra la piel, ahí en ese lugar donde
Tae podía sentir que se concentraba mejor el olor.106

Y a él le encantaba el olor de Jungkook, no porque tuviese uno dulce como el


aceite de coco que se aplicaba su abuela y que a Tae tanto le gustaba olfatear,
sino más bien porque, enterrar su naríz ahí y olerlo, le retorcía el estómago y
le daba un vuelco a su corazón, le hacía recordar cosas buenas y bonitas.32

Cerró los ojos, ambos quedándose unos minutos en el entretecho esperando


a que la puerta trampilla fuera abierta y luego bajando por ella.3

Y entonces Tae se permitió echarle una última mirada a ese lugar en el qué
pasó tantas horas encerradas, contemplando por última vez ese espejo con
el que habló durante tantas horas.

Esa sería la última vez que estaría ahí, se prometió.

La última.334

Y después ese lugar había desaparecido de su vista cuando se plegó la


escalera en sí misma, cerrando por fin su entrada.

—Adiós —musitó contra el hombro de Jungkook.197


Se permitió ser guiado por él, escuchando a lo lejos conversaciones,
distinguiendo la voz de Jin.

Pero estaba demasiado cansado para responder, agotado de llorar, de


sentirse mal, un monstruo y malo, tan, tan malo. Estaba cansado de eso, de
él, de ese sentimiento oscuro en su pecho, así que continuó con los ojos
cerrados, apartando la chaqueta de Jungkook con la barbilla cuando oler no
fue suficiente y necesitó sentir la piel contra su mejilla.13

Apretó su brazo al cuello de Jungkook cuando este buscó despegarse de él.


Se quejó y protestó bajito y bonito.2

—Consentido —escuchó que decía Jungkook con buen humor.68

Debió haberse dormido de trayecto a casa, porque alguien le acariciaba la


mejilla y entonces el rostro de Jungkook eclipsaba su vista al abrir los ojos.

—Debes bañarte —decía.45

Desorientado, se fregó los párpados y notó que se encontraba en el sofá de


su casa... no, casa no, este era su hogar. Su hogar y Yeontan dormía sobre su
estómago y Nam y Hoseok lo observaban expectante y con un deje de
preocupación desde un costado de la sala.23

Un bostezo se le escapó e intentó tirar de Jungkook para que se acurrucase


contra él, sus dedos rozando solo el aire.

—No, no, debes ir a bañarte.11

Pero Tae no quería ir a ducharse... se corregía, quería pero en otro momento.


Ahora solo quería apoyar su oído bueno contra el pecho de Jungkook y
escuchar sus latidos mientras se dormía. Solo eso.5
—No —se quejó, haciéndose un ovillo en el sofá, y de paso tirando a Tannie
de su estómago.151

Volvió a sentir otra caricia en el cabello y se encontró inclinándose hacia ella.

—Vamos, tienes sangre y barro, además debo examinarte esa herida.57

Su herida, recordó Tae, la que se hizo al intentar ser normal, al intentar


comerse ese plato de comida que Jin le dejó listo pero que no pudo, porque
no podía dejar de pensar y de sentirse enfermo. Roko debió oler algo malo
en él, porque no había dejado de tirar de su pantalón hasta que se le cayó el
vaso al suelo y se cortó al querer recogerlo.256

—No —volvió a quejarse haciéndose chiquito.

Lo cierto es que podía olerse esa tierra que apartó de la lápida intentando
leer los nombres. No, él no quería irse a dormir sucio con Jungkook, porque
quería que lo abrazase y besase hasta dormir.71

—¿Acaso ahora tendré que bañarte también? —se quejó Jungkook.314

Tae levantó de inmediato la cabeza, ahora totalmente despierto e


interesado.485

Escuchó que Namjoon-hyung se reía.

—Dice que lo bañes, Jungkook.428

Tae acarició el sofá con un dedo de pronto con vergüenza, de pronto


sintiendo las mejillas rojas y un cosquilleo en el estómago porque él
definitivamente quería que Jungkook lo bañara, que le lavara la espalda
como lo vio una vez en un dorama.179

—Solo no hagan mucho ruido —pidió Hoseok.499

¿Ruido? ¿Por qué harían ruido si las duchas nunca eran ruidosos? 307
No entendía, Tae muchas veces no entendía cuando la gente hablaba. Pero
no lo importaba, por lo menos ahora podía escucharlos hablar de esas cosas
que no entendía.27

Entonces, Hoseok se marchó al segundo piso y Nam pasó por su lado,


acariciándole el cabello de camino a la cocina. Una vez solos, Tae estiró los
brazos hacia Jungkook, cerrando y abriendo las manos en una súplica
silenciosa. Lo observó poner los ojos en blanco con las mejillas rojas y
acercarse a cargarlo. Se estaba inclinando para afirmarlo por debajo de las
rodillas, cuando Tae brincó hacia él y se afirmó a su cadera y cuello con
piernas y brazos.2

—¿Tae? —escuchó que Jungkook jadeaba contra su oído.34

—Salvaje —decía Nam desde la cocina— y yo que pensé... bueno, no importa


lo que pensé, me alegro que se esté comportando igual que siempre.452

Taehyung cerró un poco más las piernas contra la cintura de Jungkook.

—Baño —pidió entonces contra la oreja de Jungkook.97

Sintió que un escalofrío recorría los músculos de Jungkook, luego lo estaba


sujetando por la cintura. Sin embargo, Taehyung iba tan mal colgado que las
piernas de Jungkook rozaban su trasero con cada paso.166

Al llegar al baño, Tae dejó caer los pies al suelo y se detuvo frente a
Jungkook, ahora alzando los brazos para que pudiese quitarle la camiseta.7

—¿Acaso debo desnudarte también? —Y si bien parecía una queja, Jungkook


estaba sonriendo así que Tae solo se encogió de hombros con cierta
timidez.330

Estiró otra vez los brazos sobre su cabeza como respuesta.5


Con un largo suspiro, Jungkook afirmó la prenda y tiró de ella, pasándola por
sus brazos con cuidado. Entonces le pidió que le tendiera la mano ante su
expresión de dolor y la examinó con el entrecejo fruncido.

—Está muy sucia pero no pareces necesitar puntos. La tendremos que


vendar después de la ducha.

Afirmándolo por el pantalón, tiró de Tae hasta el lavamanos. Metió su mano


bajo el chorro de agua y Tae siseó en dolor al sentirla golpear su piel cortada
y abierta. La tierra fue desapareciendo hasta que la sangre roja y limpia
resurgió en la herida tiñendo el agua de rosa. Jungkook rebuscó algo en un
botequín tras el vidrio del baño y sacó un frasco color café, echándole una
sustancia del mismo tono a la herida.138

—Luego la limpiaré mejor y vendaré —dijo.

Taehyung se quedó observándolo a la espera que terminase de desnudarlo,


sin embargo, ninguno de los dos se movía, ambos a la espera que el otro
comenzase con aquello.

—Vamos, desvístete —él pidió.63

Tae hizo un puchero profundo y le tendió una pierna, pidiéndole en silencio


que le sacara el zapato.109

Jungkook suspiró.

—¿Te puedo tener más consentido? —Pero seguía sonriendo cada vez que lo
decía.318

El zapato cayó al piso resonando en el silencio del cuarto, el calcetín se le


unió al segundo. Le tendió la otra pierna para que repitiera la acción.4
Con ambos pies otra vez acariciando la fría baldosa, se estiró hacia adelante
conteniendo el aliento. Los ojos de Jungkook recorrieron primero su cuello
desnudo y bajó, pasando por el centro de su pecho hasta quedarse prendado
de la pretina todavía cerrada del pantalón. De pronto estaba tan sonrojado
que Tae se preguntó si padecía de fiebre inesperada. Intentó tocarle la frente
para comprobar su temperatura, pero él se apartó como si Taehyung
quemase.1

—Solo ve a bañarte —le pidió.

Ahora era Tae el que daba un largo suspiro. Derrotado, jugueteó con el cierre
para bajarse los pantalones.

—¡Pero avísame cuando hagas eso! —se quejó Jungkook, girándose nada
más ver que las manos de Tae se metían entre su piel y la ropa interior para
bajar todo de una vez.124

Quedándose desnudo, dio el agua de la ducha y se sentó sobre la tapa del


baño a esperar a que el agua saliera caliente. Por lo mismo, no entendió por
qué Jungkook se volteó antes de su aviso, sonrojándose incluso más y
balbuceando algo que no logró entender. Volvió a girarse y apoyar la frente
en la pared, musitando algo tan bajito que Tae no logró entender a pesar de
casi apoyarse contra su espalda.148

Por eso cuando Jungkook volvió a voltearse, su expresión fue de sorpresa al


percatarse de lo cerca que se encontraba.

Y así de desnudo.261

Sus narices se rozaron, ambos con una estatura exacta que alineaba todos
los puntos correctos en sus cuerpos.8
Y entonces Tae se inclinó hacia él, cruzando los brazos por su cintura y
acercándose, de pronto la mano de Jungkook yendo a la barbilla de Tae e
inclinando su cabeza.45

—Te voy a besar —esa fue la única advertencia que recibió Tae antes de que
sus bocas se encontrasen a medio camino.487

Y Tae por fin pudo poner en práctica lo que Jimin le venía enseñando en
secreto por videollamada hace semanas.
58
Jeon Jungkook estuvo angustiado, angustiado a un punto que no lo notó
hasta que sintió la piel cálida y suave de Taehyung bajo sus manos,
ignorando ese mal sentimiento hasta que pudo sentirlo contra él, apretado y
vivo, reconfortable y familiar, receptivo y bonito ante su toque. Y solo en ese
momento fue capaz de respirar con normalidad y tranquilidad, sintiéndose
en paz mientras cerraba los ojos un único instante antes de volver a abrirlos
para afirmar su barbilla y girar su rostro hacia él, contemplando sus mejillas
de pan manchadas en restos de lágrimas y tierra seca, sus párpados
enrojecidos e hinchados, los labios inflamados e irritados y su pequeña y
bonita nariz roja en la punta.84

Solo pudo darle una pequeña advertencia, porque un sentimiento dormido


renació dentro de él controlándolo con una fuerza desgarradora. La tirantez
en su estómago creció y se hizo insoportable, igual que el latido errático de
un corazón enloquecido por él y solo por él, por Kim Taehyung, un chico que
hace dos meses no sabía de su existencia, cambiando su normal vida por ese
sentimiento precioso que se radicaba en su pecho.28

—Te voy a besar.161

Y su mano exploradora bajó desde esa espalda baja hasta posicionarla en la


curvatura de la cadera, solo tocando y sintiendo centímetros enteros de piel
desnuda y suave bajo su tacto, piel maravillosa e increíble en partes iguales,
un bálsamo para su yo interior que tan preocupado y enloquecido estuvo
durante horas. Nunca se imaginó sentirse así, menos por un chico, menos
por uno como Taehyung, adorable y hermoso también en partes iguales. La
mitad del tiempo se encontraba conteniéndose para no comérselo a besos
cuando ese puchero aparecía en sus labios y protestaba de manera bajita y
bonita, la otra mitad del tiempo se sorprendía sonriendo tontamente ante
ese efecto que solo Kim Taehyung tenía en él.152

Solo sentía cosas bonitas con él, tan hermosas como sentirlo respirar contra
su rostro mientras ambos cuerpos se apegaban, ambos igual de necesitados
por más toques, por más roces, por más del otro, uno de ellos controlándolo
mejor que el otro, pero ambos igual de erráticos.152

Sus bocas se encontraron a medio camino y Jungkook cayó por ese agujero
sin fin, cada roce sepultándolo un poco más en él. Su pecho era plano y se
apoyaba contra el suyo, y Jungkook debió encontrarlo extraño o tal vez un
poco desagradable, porque distaba en su totalidad con la curvatura suave de
una mujer. Y eso precisamente era lo que lo volvía loco, pero no loco en esas
malas razones, solo en las buenas, con su cabeza girando y queriendo,
buscando más y solo un poco más de ese contacto, de ese pecho plano contra
el suyo mientras esos brazos largos se enredaban tras su cuello y tiraban de
Jungkook de la misma forma que Jungkook lo hacía con él.259

Él solo esperaba no tocar el suelo nunca más, continuar por siempre en esa
nube arrastrada por ese cuerpo contra él.72

La sensación de vacío regresó a su estómago, su mano posicionada en la


barbilla de Tae para acomodarle el rostro en un mejor ángulo. Y entonces
Tae estaba abriendo la boca y Jungkook también, siendo arrastrado por ese
calor, su lengua acariciando el labio inferior de Taehyung y lo sintió, escuchó
un gemido bajito y bonito escapar de la garganta de Taehyung y él se lo
deboró, acallándole con su propia boca, comiéndose esa muestra de placer
que era suya y solo suya.582
Tae tembló contra él, sintiendo que estrechaba incluso más los brazos
alrededor de su cuello al punto que Jungkook sintió los vellos de sus bíceps
acariciándole las mejillas. Y eso solo hizo que su cabeza girase con mayor
rapidez, sintiéndose drogado, intoxicado, maravillosamente intoxicado y
ahogado en ese calor y por él.78

Jungkook jamás creyó que un cuerpo pudiese encajar con tanta perfección
con el suyo. Ambos de estaturas similares, sus pechos se rozaban a la misma
altura, sus bocas directas y sin diferencias al igual que sus miradas, sus
narices rozando apenas cuando Jungkook movía la cabeza de Tae para
inclinarlo más, para que el contacto fuera más profundo, más caliente, más,
solo más y más.162

Pero las piernas de Tae eran ligeramente más largas que las suyas y
Jungkook podía sentir esa entrepierna rozando sobre la suya, una vez
primero y luego una segunda, dejándolo sin aire jadeando contra esa boca
hambrienta, mientras intentaba recuperar el aliento y la estabilidad en sus
rodillas, de pronto débil, de pronto emocionado, de pronto eufórico porque
Tae le respondía, le acariciaba el cabello de la nuca con los dedos
mandándole escalofríos por la columna vertebral.75

No era ni por lejos el beso con la mejor técnica porque era torpe e
impaciente, pero era el mejor que Jungkook recibiría en su vida, porque era
producto de una boca tan ansiosa como la suya aunque mucho menos
experta; su inexperiencia opacándola con calor, con ansias y euforia y la
cabeza de Jungkook solo giraba sin control.80

Y entonces, solo por medio segundo, se preguntó quién le habría enseñado a


que debía abrir los labios y aceptar una lengua invasora en su boca, porque
Tae se reía e intentaba morderle y no podía concentrarse más que en esa
sensación de saliva, de corazones acelerados, de emociones potentes.389
Apretándolo en una abrazo todavía más estrecho, quiso fundirse contra él
y que ya no fuesen dos cuerpos independientes sino que solo uno.82

Y Jungkook podía oír el beso resonando en sus oídos, el encuentro de labios,


saliva y dientes entrechocándose en un experiencia tan inexperta como
excitante, tan endemoniadamente excitante que hacía que los sentimientos y
sensaciones de Jungkook girasen e inclinasen, nublándose y
entorpeciéndose como si se encontrase borracho, borracho pero solo de
sensaciones, sus sentidos más despiertos y apagados que nunca.56

Cuando dio por terminado el beso, la succión que hizo Tae contra su boca
buscando que no se alejase, le resonó en los oídos. Y de pronto estaba
sonriendo contra los otros labios con los ojos cerrados y sus narices
rozándose. Bajó su otra mano y la unió a su compañera en esa cadera que
apretaba tanto que posiblemente dejó marcas. Acarició su espalda de arriba
a abajo, intentando controlar los latidos de su corazón que continuaban con
ese errático y doloroso bombeo.122

Y entonces se separó unos centímetros y contempló el rostro de Tae, todavía


manchado en lágrimas secas y tierra, con los ojos cerrados y una sonrisa
curvando esos labios ahora rojos e irritados por sus besos y no por la
tristeza de hace un rato. Su expresión era calmada y complacida,
asemejándose a un minino dispuesto a dormir una vida entera en el calor de
un hogar donde era amado.29

Volvió a besarlo, esta vez corto y preciso, y apretó un poco más sus dedos en
la cadera para captar su atención. Con pereza y reclamos chiquitos
escapando de esa boca traviesa, sus párpados se movieron apenas una
rendija, sus pupilas nubladas y dilatadas convirtiendo en negro esos iris ya
de por sí oscuros. Apretó una vez más la piel, sacándole una risa baja
mientras Tae se corría hacia un lado para escapar.98
—Oye, tú —comenzó diciendo tras encontrar su voz que, por suerte, no se la
robó la lengua de Taehyung—. ¿Cómo es que sabías responder un beso?289

Y una bonita y coqueta sonrisa curvó sus labios, y Jungkook ni siquiera sabía
que alguien como él podría verse así de travieso y feliz. Se encogió de
hombros, la mirada de Jungkook siendo distraída unos segundos por tanta
piel desnuda.31

Porque sí, Tae continuaba absoluta y maravilllosamente desnudo contra él.86

—Jimin —confesó.176

—¿Cómo es que te enseñó él? —balbuceó de pronto sintiendo una tirantez


para nada agradable en las entrañas—. ¿Te besó?237

—No, bobo. Jungkook solo me besa.331

—¿Y entonces?

—Manzana —contestó encogiéndose una vez más de hombros, los ojos de


Jungkook de inmediato desviándose hacia sus clavículas. Antes de Tae,
Jungkook jamás pensó que podría encontrar atractivas y excitantes unas
simples clavículas; las de Tae, por otro lado, las encontraba el espectáculo
más apetitoso del mundo. Se le marcaba el último hueso y continuaban en un
largo cuello que finalizaba en un rostro precioso. Por supuesto que eran
hermosas en él, por supuesto que todo era hermoso en él.
—¿Te enseñó besando una manzana? —Y de la nada una carcajada estaba
escapando de él—. ¿Por eso me pedías tantas manzanas siempre?615

Ahora esas mejillas de pan estaban sonrojadas y Tae le dio un golpe suave en
el pecho, un puchero apareciendo en su boca. Jungkook lo besó otra vez
porque ¿podía hacer algo más que eso? En serio quería devorárselo a besos
siempre, en cualquier momento, ante cualquier cosa que hiciese, porque
todo era tan maravilloso en él.62

—Ese Jimin... —suspiró Jungkook. Claro que ese enano era el culpable de
todo. ¿Pero culpable? Tal vez le enviaría un ramo de flores como
agradecimiento.386

Y entonces escuchó el ruido del agua de la ducha todavía corriendo y regresó


a la realidad, notando que el cuarto se había llenado de vapor. Afirmándolo
contra sí, lo levantó unos centímetros por la cintura y lo cargó hasta el borde
de la tina, Taehyung riéndose bonito contra su oreja mandándole otro
ejercito a marchar por sus nervios.30

—Ahora debes bañarte.

Pero Tae estaba otra vez haciendo un puchero, negándose a separarse.

—Espalda —dijo.1

—¿Espalda? —repitió Jungkook sin enterarse de nada. Y cómo no,


continuaba con la mente hecho un revoltijo por el beso.6

—Limpiar —explicó Taehyung.8

Y lo entendió, o eso creyó.

—¿Quieres que te lave la espalda?


La afirmación de Tae fue segura y certera y, antes de que pudiese
prepararse, Tae se separó de Jungkook y corrió la cortina, moviéndose a una
distancia lo suficientemente lejos para que Jungkook pudiese captar la
desnudez absoluta en ese cuerpo. Soltó un gemido contenido, desviando los
ojos hacia el techo.190

Lo siguiente que sintió, fue una esponja en las manos y, al bajar la mirada, se
encontró con la espalda de Tae que terminaba en un trasero más pequeño
que el de una mujer, pero no por eso menos atractivo. Tragó saliva, porque
Tae lo estaba observando por el hombro con los ojos expectantes y
expresión impaciente y un tanto insegura.687

Mojándose las mangas de la chaqueta, Jungkook metió las manos en el


chorro para pasar la esponja por la piel descubierta. Tae se reía con cada
caricia, meciendo sus hombros al sentir las cosquillas. En un momento del
encuentro, la esponja cayó al suelo y fue reemplazado por las yemas de
Jungkook, que recorrían las cosquillas que casi no se marcaban en su espalda
y luego por debajo de las axilas sacándole carcajadas que apenas si se
filtraban en sus oídos atontados.84

—Ahora termina tú de bañarte —pidió Jungkook.27

Y le cerró la cortina, tomando asiento sobre la tapa del baño y observando


sus manos que continuaban mojadas y un tanto temblorosas. Se las pasó por
el cabello, cuestionándose de pronto si lo que hacía era correcto, si acaso se
estaba aprovechando de él o si solo era un encuentro consensuado entre dos
personas que entendían a lo que iban.8

Estuvo tanto tiempo ensimismado en eso, que apenas sí notó que Tae había
cortado el agua y que salía de la ducha, todavía maravillosamente desnudo.
Jungkook desvió la vista hacia el suelo, colocándose de pie al notar que ya
había cogido una toalla y que esta llegaba hasta los tobillos al ser enrollada a
la cintura.80

—¿Vamos? —propuso Jungkook.

Pero Tae lo detuvo con las manos en el pecho, negando un poco con su
cabello mojado que formaba pequeñas gotas que caían de esos mechones y
se esparcían por su clavícula.27

—No —dijo—. Jungkook sucio.520

Jungkook se dio un ligero vistazo, notando que llevaba todo el día con esa
ropa y que estaba sudoroso y sucio por su carrera desesperada por
encontrarlo.13

Encontrarlo, ya se sentía una década completa desde ese sentimiento


desesperado al notar que la puerta de la casa se encontraba abierta.3

Antes de que Jungkook pudiese siquiera moverse, las manos de Tae estaban
sobre él, primero tirando su chaqueta al suelo, luego su corbata. Sus dedos
en cada botón, sacándolos del ojal con paciencia y seriedad, entonces su
camisa también se encontraba en el suelo, ahora esos mismos dedos
acariciando con suavidad el pecho de Jungkook con una expresión
maravillada.229

—Suave —escuchó que decía—. Jungkook suave.219

Y sus dedos recorrieron sus costillas y los hombros, bajando por los brazos y
deteniéndose en las marcas de dientes que tenía en el antebrazo.1

—Un perro —le contó Jungkook.166

Y de pronto se encontraba de rodillas sacándole los zapatos, mientras


Jungkook intentaba no pensar en lo cerca que esa cabeza mojada se
encontraba de su propia entrepierna. Tomó aire para controlarse y apartó al
fondo de su cabeza esos pensamientos. Las botas resonaron contra el suelo
al caer. Pero cuando Tae intentó llevar las manos a la hebilla del pantalón,
Jungkook lo detuvo.285

—No, gírate —le pidió.149

Tae frunció el ceño, el morrillo en sus labios volviéndose más pronunciado.


Podría jurar que incluso lo vio darle una patada al suelo en protesta.143

—No, no, gírate —le volvió a pedir.

Y solo cuando su espalda desnuda estuvo otra vez frente a sus ojos,
Jungkook dio otra vez el agua y se terminó de desnudar, los pantalones y
calzoncillos formando parte de ese desorden de ropa que existía en ese
cuarto pesado y caliente por el vapor.

—Espérame —pidió, mientras se metía en la tina y cerraba la cortina.45

De inmediato el agua cayó sobre su cabeza mojando y apegando los


mechones contra su rostro. Se estaba enjabonando cuando escuchó que la
cortina se deslizaba, abriendo de inmediato los ojos y encontrándose con
una sonrisa enorme y simétrica en el rostro de ese diablillo.466

—Tae...

—Jungkook dijo... Tae, espérame... y yo espero a Jungkook... pero él no dijo


dónde.1.2K

No pudo contener la sonrisa que también se formaba en sus labios. Su pobre


y bonito muchacho literal.1

Y entonces Tae se llevó la mano hacia el pecho con expresión curiosa.

—¿Tae puede bañarse?225


Antes de que Jungkook pudiese negarse o aceptar, Tae dejó caer la toalla y se
metió una vez más bajo el chorro, el agua aplastándole los mechones de
cabello contra el cráneo mientras un enorme y potente agujero negro
aparecía en el estómago de Jungkook. Intentó enfocar su mirada únicamente
en su rostro mojado y no seguir el recorrido de las gotas, porque Jungkook lo
intentaba, en serio que intentaba no hacer lo incorrecto, no apresurar las
cosas ante su necesidad imperiosa y la inocencia de Tae.208

Con la respiración escapando en un jadeo, estiró la mano para acariciarle el


pómulo con el dedo, sintiendo un retorcijón en las entrañas que indicaban
algo; tal vez algo bueno, tal vez algo malo.3

Buscó esa voz suya que se perdió en algún punto de esa ducha y-

La puerta fue golpeada.

—Mira, solo toco porque sé que no estoy interrumpiendo nada —Ese era
Namjoon—, pero me comí tres ramen y con los nervios de la desaparición de
Tae... en serio necesito ocupar el baño, pero así como, en serio lo necesito
ahora. Ahora como en un... ya, así como en los próximos cinco segundos.509

Jungkook dejó caer la mano, desviando la mirada de inmediato de Tae y


yendo por el shampú. Con los ojos cerrados para intentar tranquilizar los
latidos erráticos de su corazón, contestó.

—¡Ya salimos!

Tras terminar de lavarse y al abrir una vez más los ojos, Tae se encontraba
en la misma posición que antes con el agua escurriéndole por las mejillas y
cabello. Su expresión era tan miserable, que no pudo evitar soltar una
carcajada y pellizcarlo.

—En nuestra habitación —propuso.602


Y eso fue todo lo que ese chico necesitó para salirse de la ducha y secarse
por segunda vez, quitándose el auricular del oído y secándolo con la toalla, al
igual que su oído antes de volver a colocárselo.18

Agarrando sus ropas tiradas por el suelo junto con los zapatos, salieron del
cuarto de baño cubiertos por una nube de vapor. Las cejas de Nam, que los
esperaba sentado en la escalera, se alzaron hasta el cielo al ver a Jungkook
mojado.85

—No sabía que era una ducha... conjunta.320

—No la fue —se limitó a aclarar Jungkook.113

Esperaba que sus mejillas continuaran lo suficientemente rojas por el baño


como para que no notase su vergüenza.

—Claro, y yo soy idiota.53

—Según nuestro vecino sí.497

Gruñó en respuesta y luego cerró la puerta del baño.7

Jungkook metió la ropa sucia de ambos a la lavadora, a pesar de las protestas


de Tae de que estaba lavándola toda mal. Lo silenció con un beso porque no
quería pasarse tres horas en ese cuarto, solo deseaba irse a dormir y
abrazarlo, olvidando así ese horrible día.83

Subieron al cuarto donde Yeontan, más conocido como Tocino, los esperaba
en el centro de la cama. Sacando ropa interior y una camiseta, Jungkook
habló.

—¿Tae? —De inmediato tuvo la atención del chico, quien por suerte ya
llevaba puesta su ropa interior—. Tannie no puede seguir durmiendo entre
nosotros.298
Abrió un poquito la boca con la indignación marcándose en sus facciones.

—No te puedo dar besitos si Yeontan nos está mirando. ¿Quieres que él nos
vea haciendo eso?306

Su boca se cerró en seco, una pequeñísima arruga apareciendo entre sus


cejas marcando confusión.

—Nu —al final respondió.166

Terminándose de colocar la ropa, se acercó a él y le apartó el cabello del


rostro.

—Tocino...

—Tan —lo corrigió.

Miren, si incluso ya lo interrumpía y todo. Su pequeño estaba creciendo tan


bien. 61

—Tannie está acostumbrado a dormir abajo con sus hermanos.

—Pero...

Jungkook se separó de él y se acostó en la cama sin esperarlo.

—Bueno, entonces solo nos besaremos una vez al día en el baño.316

Eso lo dejó paralizado, todavía con el pijama arrugado contra su pecho.


Luego se lo puso y levantó un dedo hacia Jungkook, subiéndose a la cama y
deslizándose de rodillas hasta que tocó su cintura.2

—Uno —debatió.79

—¿Un beso?

—Nu. —Infló las mejillas en indignación—. Un día.


—¿Una vez al día? —se burló Jungkook.

Taehyung puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos.

—Bobo no entiende.188

Recostándose mejor contra las almohadas, Jungkook hizo un gesto con las
manos para que continuase.

—Explícame con calma.7

Se lamió los labios todavía enrojecidos y tomó aire.

—Tannie un día... un día más.

—¿Que duerma hoy por última vez con nosotros?

—Sí —celebró estirándose hacia adelante y apoyando las manos sobre el


pecho de Jungkook—. ¿Ok?

Pero Jungkook se encogió de hombros.

—Es tu decisión, Tae, no mía.152

Su boca se frunció y pareció apunto de protestar, solo que no lo hizo. Asintió


con la cabeza y luego aseguró.

—Última.

Y después apartó las mantas al lado de Jungkook como si creyese que estaba
escarbando en la tierra y se metió bajo ellas apegándose a su costado y
atrayendo a Yeontan a su pecho. Y entonces, mientras se acomodaba en la
misma almohada de Jungkook, alzó la mirada hacia él.

—¿Jungkook?

—¿Sí?
Sus dedos jugaban nerviosos sobre el cuerpo peludo de Tannie, que ya se
había dormido hecho un ovillo sobre el pecho de su dueño. Notó que la
lengua de Taehyung aparecía para lamerse los labios, en un gesto que
acostumbraba a hacer cada vez que se sentía así, nervioso y un tanto
preocupado.18

—¿Tú eres mi...?273

Le acarició el cabello mojado, pensando que debió habérselo secado mejor. O


debería ir por un secador. Sí, iría por el secador.7

—¿Yo soy tu qué, pequeño?42

—¿Tú eres mi... novio?772

Aquella simple e inocente pregunta, hizo estragos en Jungkook. Con las


manos paralizadas en esos mechones húmedos, se acomodó mejor para
observarlo.

—¿Quieres que sea tu novio?518

Recostado unos centímetros por debajo de Jungkook, ladeó la cabeza para


observarlo con los ojos abiertos y brillantes. Se encogió de hombros, pero su
respuesta distaba de ese gesto de indiferencia.

—Sí —respondió por fin—. Yo quiero.229

—¿Tú quieres ser mi novio?34

—Sí. Jungkook es lindo... y quiero...135

—¿Sí?

—Sus besos.32

—¿Te gustan mis besos?198


—Sí.30

Sonriendo, Jungkook se deslizó para que ambos ahora quedasen con la


cabeza apoyada en la misma almohada. Le tocó la punta de la nariz para que
borrase esa expresión ansiosa.

Y entonces comprendió que no iba a seguir fingiendo que no quería eso


cuando en la realidad lo deseaba y mucho, tal vez con cada parte de su
corazón.119

—Yo también quiero ser tu novio, Kim Taehyung.


59
Jeon Jungkook colgaba de los pies con las rodillas flexionadas afirmándose al
fierro que le impedía caer de cabeza. Taehyung, ubicado sobre la hamaca del
patio trasero de la casa, lo observaba con una pierna en el suelo y recostado
plácidamente en la tela estirada, con la camiseta un tanto subida al
posicionar uno de sus brazos tras la cabeza. Sus párpados eran caídos y su
mirada oscurecida contemplando el cuerpo de Jungkook oscilar en cada
movimiento, primero arriba doblándose en la cintura con las manos en el
pecho, y luego hacia abajo, dándole una sonrisa a Taehyung cada vez que sus
ojos se encontraban.159

Tae bebía un sorbo de su té cada vez que el torso de Jungkook quedaba


estirado, los músculos flexionados y marcados bajo su piel blanca. Y
entonces dejó a Yeontan en el suelo junto a la taza y se dirigió hacia
Jungkook, este divisándolo acercarse con decisión. Jungkook dejó que su
cuerpo fuera arrastrado por la gravedad, estirando los brazos y rozando el
suelo con los dedos, al mismo tiempo que Tae se colocaba de cunclillas
frente a él y afirmaba sus mejillas con ambas manos.56

—¿Tae...? —logró musitar, luego los labios de Tae estaban sobre los suyos,
su boca mordiéndole y pidiéndole permiso para que esa lengua curiosa e
invasora saliera a jugar con la suya. Lo hizo, ambas saludándose a medio
camino en una pelea caliente que llevaban distendiendo hacia más de un
mes.361
Podía sentir la nariz del chico rozándole la barbilla, mientras saboreaban el
labio superior del otro hasta que Taehyung capturó el de Jungkook entre los
dientes y tiró de él con una sonrisa malvada.185

—¡Taehyung! —protestó Jungkook, con su boca todavía siendo presa por ese
diablillo.49

Dejándolo libre, Tae apoyó los codos sobre los muslos y posicionó la barbilla
entre sus manos abiertas, con los dedos jugueteando contra sus mejillas
formando una flor con su rostro.5

—Debes dejar de morderme —pidió Jungkook, saboreando su propio labio


en la búsqueda de heridas. Claro que no las tenía, solo que a Jungkook le
gustaba hacerse la víctima con Tae.121

Sin embargo, Tae estaba lejos de sentirse arrepentido, restándole


importancia con un encogimiento de hombros y pasándose la lengua por los
dientes como si lo estuviera degustando.20

—Pero a Tae le gusta morder a Jungkook —musitó todo bonito y


consentido.372

El afectado intentó poner los ojos en blanco, en serio que quiso enojarse
aunque fuera medio segundo con él. No le fue posible, así de sencillo,
Jungkook todavía no adquiría la habilidad de molestarse con alguien como
Kim Taehyung.29

—Sé que te gusta pero no eres un bebé vampiro.

Infló las mejillas.

—¿No?

—Por supuesto que no eres un vampiro.147


—Pero...

Jungkook alzó las cejas. Si bien Taehyung llevaba hablando con más
regularidad desde hace dos meses, aún se le hacía extraño cuando le seguía
una conversación o quería debatirle algo, ya que siempre buscaba cortar las
discusiones con un encogimiento de hombros para después guardar silencio.
Generalmente solo respondía a preguntas directas y para quejarse bonito
con Jungkook, usando muchos pucheros y movimientos de hombros en
protesta; más que eso, ni siquiera lo intentaba, por eso Jungkook
aprovechaba cualquier deseo, por ínfimo que pareciese, para incentivarlo a
contestar aunque fuera con un simple monosílabo.2

—¿Pero...? —insistió.19

Sintió que se comenzaba a marear por la sangre yéndosele directo al


cerebro, sin embargo, Jungkook sería capaz de quedarse colgado una década
más si con eso lograba animar a Tae a debatir con él. Pero Tae se rindió de
inmediato, encogiéndose de hombros abrumado por su incapacidad de
expresar sus pensamientos en palabras.8

—Estabas a punto de decirme algo.

—Nu.169

Desanimado, porque Tae había empezado a jugar con la tierra bajo sus pies
moviéndola con un dedo para dibujar una sonrisa, Jungkook flexionó su
cuerpo para agarrarse del fierro y descolgó las piernas, lanzándose al suelo
con cuidado para no golpear a Tae, que ahora lo observaba con una pequeña
"o" en su boca entreabierta.80

—Podría enseñarte a hacer abdominales así —le propuso Jungkook,


malinterpretando su reacción.80
Tae se llevó las manos al estómago y lo tocó, hundiendo un dedo en él.66

—¿No te gustaría? —persistió Jungkook.48

Él se encogió de hombros, y cuando Jungkook creyó que esa sería su única


respuesta, habló.

—Duele.44

—Pero solo los primeros días mientras tus músculos se acostumbran.75

Tae apuntó el saco de boxeo que se ubicaba en esa terraza a medio


construir.9

—Jungkook miente.

—¿Por qué?

—Jungkook dijo... Tae, dolor una vez... pero no.

—¿Y mentí por eso?

Jungkook fue hacia la camiseta tirada sobre la hamaca, que Taehyung dejó
arrugada al sentarse sobre ella, y se la colocó por la cabeza, escuchando de
inmediato una protesta baja. Al girarse hacia él, lo encontró aún de cunclillas
con un puchero marcado en esa boca consentida suya.74

Suya.187

—Duele —insistió Tae colocándose de pie.2

—Ah, pero siempre me pides masajes después de que entrenamos, ¿y acaso


tu hyung no te los da?137

—Jungkook no escucha. —Taehyung le dio una patada al suelo en queja


justo cuando se abría la puerta al patio.24
—Lo hago, pequeño. Te escucho siempre.

Él se llevó la mano al pecho.

—No... Jungkook le hace eso a Tae y... y a Tae le duele y no se puede sentar,
¿ok?1.2K

Hoseok puso cara de circunstancia, tosiendo un poco para captar la atención


de ambos.376

—¿Jungkook, debería preguntar por qué a Tae le duele sentarse?473

Se sonrojó con furia, de pronto su lengua apegándose al paladar sin dejarle


pronunciar algo más que balbuceos ininteligibles mientras observaba la
cabeza rubia de Jimin asomarse por el hombro de Hoseok.116

—¿Qué te advertí, animal? —comenzó a quejarse Jimin, apartando a Hoseok


de su camino para salir al patio y acercarse a Tae, pasándole un brazo por
los hombros y atrayéndolo hacia si—. Que si no lo preparabas
correctamente podías dejarlo cojeando, ¿te dije o no te dije eso, Jeon
Jungkook?622

—Pero, Jimin, no estábamos...

—¿Acaso tengo que hacer que Yoongi te enseñe a usar esos dedos que
pareces ocupar solo para sacarte los mocos?525

—Pero si...

—Eres un cavernícola, ¿cómo le pudiste hacer algo tan brutal a nuestro


bebé?142

Tae solo entendiendo la parte donde era apoyado, sin comprender


realmente el porqué y mucho menos el malentendido detrás de las palabras
de Jimin, dijo con voz bajita.
—Jimin, duele... Jungkook es malo. 524

La expresión de Jimin se derritió mirando a su nuevo amigo y luego fulminó


a Jungkook, sus ojos lanzando llamaradas de furia e indignación. Era
increíble que un cuerpo tan diminuto pudiese causar tanto miedo.46

—¿Quieres que convenza a Tae para que sea el activo y así te enteres de lo
que se siente que un animal como tú no sepa ocupar los dedos?383

—¿Activo? —quiso saber Tae—. ¿Yo?59

—Tae, no lo escuches —dijo a la desesperada Jungkook.3

—¿Tae activo? —insistió Tae con el entrecejo fruncido.375

—No, no, Tae, olvida eso —pidió Jungkook acercándosele para llevárselo de
ahí.80

Jimin le pegó en las manos apenas intentó sacarlo de su lado.3

—Aléjate, animal. 51

—¿Me vas a dejar hablar, Jimin-ssi? —protestó.

Pero claro que Jimin no lo quería escuchar, ahora girándose otra vez hacia
Tae y hablándole con seriedad mientras lo afirmaba por los hombros.

—Y tú, Tae, debes ser firme. Pégale si vuelve a meterse a la fuerza.254

—¿Meter? —preguntó Tae confundido, su mirada ahora recorriendo el saco


de boxeo—. ¿Activo?212

Jungkook estiró la mano para agarrar a Taehyung, siendo nuevamente


golpeado por Jimin.

—Prohíbido tocarlo hasta que aprendas que tus dedos no son un taladro.328
Exasperado, y porque Tae continuaba observando el saco de boxeo con la
cabeza ladeada y el entrecejo fruncido, pareciendo preguntarse cómo la
oración de Jimin involucraba a un posible meter con golpear un saco de
boxeo, Jungkook dio un largo suspiro y se cruzó de brazos.

—Con Tae solo hablábamos de hacer ejercicio.

Jimin bufó, de paso escupiendo.1

—Claro, el que se hace horizontal.264

Cerró los ojos con paciencia.

—No, idiota, Tae solo se está quejando por las clases de defensa personal
que le doy —explicó.

—No sabía que esas también se practicaban horizontal y uno sobre el


otro.181

—Jimin-ssi... —advirtió—. No estoy bromeando.

Jimin observó a Jungkook y a Tae, luego a Jungkook y al saco de boxeo.

—Ah —exaló. Sus plumas desarregladas por estar a la defensiva, bajaron y


se acomodaron, ya no pareciendo un gallo engrifado a nada de picotearlo
hasta la muerte—. Ah, entiendo.152

—Sí, ah.55

—¿Entonces todavía nada del delicioso con Tae?305

—¿Delicioso? —preguntó Tae—. ¿Un pastel? ¿De mí?453

—No —contestó Jungkook a la misma vez que Jimin acariciaba la mejilla de


Tae y le respondía.
—No, pequeño, un pastel de ti no, pero te trajimos uno. ¿Por qué no vamos a
dentro para mostrártelo?35

Con Tae avanzando delante y dando brincos emocionados ante la idea de un


pastel de regalo, Jimin le dio un codazo a Jungkook en las costillas.

—Podrías haberme detenido, ¿sabes?15

—¿Y eso no fue lo que hice?

—No, ¿o acaso no me escuchaste hablar como loco? Pobre criatura


confundida, con razón observaba el saco de boxeo con miedo.282

Como muy rara vez ocurría en personas con turnos rotativos como los de
ellos, habían logrado encajar sus horarios disfuncionales para así tener esa
tarde libre con la idea de compartir unas horas, algo que no ocurría desde
hacia más de dos meses. Al ingresar a casa, se encontraron al resto ya
ubicados en los sillones. En la entrada de la casa yacía una caja de transporte
con las dos gatitas de Jungkook, Betsy y Pequeña, que maullaban fuerte.
Jungkook se acercó de inmediato, apenas notando que Tae se paralizaba en
el pasillo con los ojos clavados en los mininos.72

—Mis pequeñas —las saludó Jungkook, metiendo un dedo entre la reja para
acariciarle la cabeza primero a una y después a la otra—. Por fin regresaron
con papá.202

Habían retrasado ese encuentro todo el tiempo posible, tanto Jin como
Jungkook percatándose que Taehyung tenía una especie de trauma con los
gatos. Las últimas dos semanas, viendo que el día del reencuentro ya no
podía ni debía postergarse más, incentivaron que Tae viese videos de gatitos
e intentase acercarse a alguno que encontraban en la calle, todo con el fin de
prepararlo para ese instante. Jungkook incluso había cambiado su alarma
convencional por una de unos gatos ronroneando y maullando, era de lo más
irritable pero con tal de familiarizar a Tae con esos sonidos, él incluso sería
capaz de ponerlos como música para dormir.173

Sin embargo, nada pareció ser suficiente porque las gatas se encontraban en
casa y Taehyung ni pestañeaba observando la jaula. Jin se acercó a Tae,
Jungkook escuchándolo conversar con él en voz baja para darle aliento y
explicarle con calma que no existía mucha diferencia entre lo que vieron en
videos con la realidad.

Alentado porque Taehyung no estuviese escapando, a pesar de que parecía a


punto de eso, abrió la puerta de la jaula y sacó a ambas gatas, agarrando una
en cada brazo y llevándoselas a la cara, acariciando su suave pelaje con la
nariz mientras ellas aullaban y ronroneaban. Tuvo que escupir un poco de
pelo que se le metió por las fosas nasales y boca tras eso, pero nada fuera de
lo normal. Alzándolas a ambas al costado de su rostro sonriente, se acercó
con lentitud a Taehyung notando que el resto continuaba apenas con su
conversación al estar pendientes de la interacción.35

Dejando a Betsy en el suelo, que era más agresiva que Pequeña, le hizo un
gesto a Taehyung para que se le acercara. Él se negó moviendo la cabeza, sus
manos jugando nerviosas con su camiseta. Jungkook le señaló el sofá a su
lado.2

—Ven, sientate aquí conmigo.

Tae continuó con los pies atascados, negando una y otra vez en silencio.

—Vamos, Tae —presionó Jin, empujándolo con suavidad por la espalda.

Los talones de Tae se enterraron en el suelo y se afirmó a los hombros de Jin,


la respiración saliendole en jadeos que hacían temblar a su labio inferior.

—Tae, ¿confías en mí? —preguntó Jungkook.137


Tae giró el rostro hacia él, pareciendo a nada de un colapso nervioso. A pesar
de eso, asintió pequeñito y con timidez.

—Entonces ven, nunca te haría algo que te causaría un daño.3

Los ojos de Tae, grandes y asustados, se dirigieron al sofá que Jungkook


apuntaba y luego a la gatita que sostenía en brazos.2

—Tae es malo —balbuceó.181

Jungkook se paralizó de inmediato, dirigiéndole una rápida comprobación a


Jin porque hace más de un mes que no escuchaban eso, exactamente desde
ese día en el ático y la semana posterior a esa, intensa y agotadora, repleta
de clases y charlas extensas con Taehyung para hacerle comprender que
nunca le enseñaron bien a entender y analizar el mundo, por tanto, en base a
su ignorancia, era obvio que cometería grandes errores hasta que alguien se
los explicara.

Taehyung y su miedo a los gatitos, era uno de esos tantos temas.1

Acariciándole los hombros que temblaban por el miedo, Jin lo corrigió.

—Tae no es malo, recuérdalo.

Tragando con dificultad, Tae bajó la mirada, un músculo de su mejilla


temblando por las emociones que giraban como un remolino dentro de él,
que lo presionaban, que lo asustaban, que lo querían doblegar, obligarlo a
arrodillarse ante sus temores, derrotándolo en una batalla injusta donde Tae
nunca tuvo las herramientas necesarias para luchar.

—Con Yoongi podríamos llevarnos otra vez a las gatitas —intervino Jimin,
nervioso y preocupado. Su novio y él ocupaban uno de los sofás pequeños,
Jimin sentado a horcadas en el reposabrazos, sus manos entre las piernas
con Yoongi acariciándole la espalda en un gesto inconsciente para
calmarlo.85

—No, no —atajó Jungkook, otra vez apuntándole el sofá a Tae para que se
acercase—. Tae es súper valiente y fuerte, no es alguien que se rinda con
facilidad, ¿cierto, pequeño?37

Las palabras parecieron tanto animarlo como presionarlo. Soltando un


suspiro tembloroso, y con la mano de Jin todavía en sus omóplatos, dio un
paso y otro, acercándose a Jungkook con la mirada clavada en la gatita que
descansaba complacida en esos brazos grandes. Y entonces tomó asiento,
agarrando sus piernas y llevándoselas al pecho, en una pose defensiva que
también hace mucho no veían en él.

Tal vez lo estaban presionando demasiado, pensó Jungkook. Pero si nunca lo


hacían, si dejaban que sus temores siempre se interpusieran y fueran más
fuertes que sus deseos de crecer, Taehyung sería eternamente alguien con
demasiado miedo para vivir. Y él necesitaba vivir, vivió por diecinueve años
con ese sentimiento sobreponiéndose sobre sus ansias de libertad.37

Sin darle un mayor aviso, le acercó a la gatita y la acomodó en su regazo, de


paso bajándole las piernas del sofá para que ella pudiese descansar mejor.
Con los ojos abiertos de par en par, observó a Pequeña con las manos en alto
y conteniendo la respiración, sus músculos estremeciéndose y las lágrimas
brillando en sus pestañas, su cuerpo en completa crisis.33

Pequeña, con esa personalidad de tanta confianza y ajena por completo al


temor paralizante de Tae, se acurrucó en su regazo, el ronroneo apareciendo
de inmediato. Y entonces la cabeza de Taehyung se estaba inclinando hacia
adelante para captar la vibración que provenía de ese pequeño pecho.55
—Los gatitos ronronean cuando se encuentran a gusto —explicó Jungkook,
sonriéndole para darle ánimo—. Le gustas a Pequeña, Tae. ¿Por qué no la
acaricias? Le agrada debajo de la barbilla.45

Pero Tae continuó con las manos en alto sin atreverse a tocarla. Jungkook
estiró su brazo y jugueteó con las orejas a Pequeña para animar a Tae, el
ronroneo aumentando y escuchándose fuerte y potente, completamente
complacida por encontrarse una vez más en su hogar. Y entonces Tae había
apartado la mano de Jungkook al agarrar a Pequeña y acercarla a su oído
malo, apretando su mejilla contra la gatita, cerrando los ojos y apretando y
apretando un poco más y más, sus dedos largos incrustándose en el cuerpo
diminuto, quedándose aislado del mundo y no notando que la gata le mordía
las manos, que había dejado de ronronear y que ahora solo gruñía y lo
atacaba en la búsqueda desesperada de ser liberada de ese agarre mortal.349

Asustado, Jungkook afirmó las muñecas de Tae y tiró obligándole a soltarla,


mas Tae continuaba aferrándose a ese diminuto cuerpo cálido. Jaló con más
fuerza y por fin liberó a Pequeña, que gruñó y corrió lejos con la cola
engrifada por el enojo. Todavía afirmándolo, Jungkook se quedó observando
a Tae, quien empezaba a comprender sus acciones y con ello vino el horror,
el entendimiento, la absoluta certeza de lo que intentó hacer. Apareció
entonces esa mirada asustada y brillante, el miedo y remordimiento
luchando en él.

—¿Yo... maté? —balbuceó.242

—No, no, no —se apresuró a responder Jungkook porque Taehyung


temblaba y se estiraba hacia adelante para aferrarse al cuello de Jungkook,
buscando un refugio físico para ayudarlo a luchar contra un problema
emocional—. Solo que es pequeñita, Tae, debes medir tu fuerza, solo eso, no
hiciste nada más.69
Pasaron unos segundos en silencio, Jungkook podía escuchar los ladridos
molestos de Yeontan en el segundo piso, de seguro se había encontrado con
Betsy e intentaban robarse la comida del otro.3

—¿Por qué te llevaste a Pequeña a tu oído malo, Tae? —indagó Jin.

Tae hizo una precaria imitación del ronroneo de un gatito, mientras se


llevaba una mano a su oreja derecha y la movía como si estuviese vibrando.

—Ah, ya sé, ya sé —se exaltó Nam, chispeando los dedos en


reconocimiento—. Las vibraciones las sientes, ¿cierto? No las escuchas pero
las sientes.160

Él afirmó más animado, aunque todavía sentado en guardia y con los


hombros caídos. Jungkook notó que Pequeña observaba a Tae con rencor
desde la escalera, pasaría una eternidad entre ellos para que esa gata
volviese a confiar en él otra vez. 54

—¿Habías tenido un gatito antes, Tae? —preguntó esta vez Hoseok.

Tae volvió a asentir, su boca moviendose en silencio antes de lograr


pronunciar esas dos palabras.

—Yo... maté.148

Jungkook y Jin se dieron una mirada significativa. Así que eso era lo que Tae
no quiso contarles cada vez que sus conversaciones se dirigieron hacia ese
punto. Como el chico parecía a punto de llorar una vez más, Yoongi encontró
su voz, que al parecer su novio no se robaba entre besos, y habló.20

—Yo una vez maté un pollito, Tae. Estaba en la granja de mi abuelo y era la
primera vez que tomaba uno.En ese tiempo era un niño y no sabía que debía
medir mi fuerza porque sostenía a un animalito que tenía un cuellito no más
grueso que un hilo. Pero como no sabía, lo apreté mientras le hacía cariño y
no me di cuenta de que lo había asfixiado hasta que su cuerpo se puso rígido
en mis manos. Pero el punto, Tae, es que no fue intencional, yo no quería
dañar a ese pollito, de la misma forma que tú tampoco quisiste dañar a ese
gatito, ¿o me equivoco?699

Jungkook tomó asiento en el reposabrazos del sofá para pasar un brazo por
la espalda de Tae y así acariciarle el cuello, masajeándoselo para eliminar
esa tensión nerviosa que tenía agarrotado a su cuerpo completo, todavía
temblando por esa adrenalina que ya no era bombeada a su sistema.13

—Yo quería... oír —al final admitió, su voz ronca saliendo en apenas un
susurro audible.55

—Porque podías sentir las vibraciones de su ronroneo, ¿no? —dijo Nam—.


Solo te emocionaste mucho, Tae, solo fue eso.

Jungkook volvió a darle una mirada significativa a Jin, porque Tae no parecía
mucho más calmado tras las palabras de Nam.

—Nadie te enseñó, Tae —intervino Jin—. ¿Recuerda que lo hablamos hace


unas semanas? Si nadie te enseña que algo está mal, ¿cómo podrías saber
que eso está mal?

—Tae no sabía —balbuceó Tae como respuesta.29

—Exacto, Tae no sabía. Pero ahora que lo sabes, ¿lo harías? —cuestionó Jin
con seriedad.

—¡No! —se apresuró a responder Tae, el pecho subiéndole y bajándole a


gran velocidad. Su mano derecha se había posicionado sobre el muslo de
Jungkook y enterraba un poco los dedos en él, alborotado por la idea de
Jin—. Yo no.13

—Y eso es lo importante —atajó Jin—. Tae no es malo, Tae solo no sabía.


—Tae no es malo —repitió Tae bajito—, solo no sabía.330

—Exacto, Tae. Ahora necesito que respires.

Y mientras Tae se calmaba, Jimin no soportó demasiado bien los nervios y la


tensión de la conversación, por lo que terminó colocándose de pie para
captar la atención de todos.

—Y bueno, Jin trajo comida y nosotros pastel y soju, mucho soju para que
bebamos y nos embriaguemos. —Y entonces se dirigió a Tae—. ¿Quieres
descubrir qué es emborracharse hasta vomitar, Tae? Tu amigo Jimin te
enseñará. Y si vomitas, no importa, tu novio lo limpiará por ti.651

Jungkook solo pudo suspirar, porque Tae estaba sonriendo bonito otra vez
mientras Jimin lo tiraba hacia la mesa donde tenía un montón de bolsas y le
entregaba una botella a Tae.20

—Yo que tú tengo cuidado —advirtió Yoongi con buen humor—, porque
Park Jimin se pone a bailar a la tercera botella y no creo que sea una clase de
baile que Tae debería aprender todavía.240

—¿Qué clase de baile?324

Pero Yoongi solo sonrió.


60
Kim Taehyung se ubicaba a los pies de Jungkook mientras los dedos de este
jugaban con su cabello. Su cabeza estaba inclinada hacia un costado y
pestañeaba con dificultad, no enfocando demasiado bien lo que sucedía a su
alrededor. El décimo vaso que Jimin le había entregado de soju se
encontraba todavía lleno a un costado, olvidado por esa memoria confusa y
borracha.91

Los demás reían jugando UNO, Tae intentando comprender las reglas, sin
embargo, no hacía más que colocar mal las cartas una y otra vez, y después
otra vez tras las explicaciones de sus amigos. Al comprobar su expresión
confundida y sus intentos por bajar cartas erróneas en cada turno, Jungkook
tomó asiento en el sofá tras suyo y lo ayudó a jugar; más bien, Jungkook
jugaba por él, Tae demasiado concentrado y ocupado acariciando las piernas
de Jungkook como para prestarle atención a unas cartas. Con su nariz
olisqueando la rodilla desnuda de Jungkook y la mirada desorbitada en un
punto muerto de esa piel, Nam se rió.198

—Mañana su resaca será monumental, recuerda acostarlo de costado, no


queremos que se muera ahogado con su vómito.155

Llevándose un pedazo de pizza a la boca, Jin alzó las cejas.2

—¿Es eso cierto o un mito urbano?83


—Muy cierto —intervino Yoongi, que cuando bebía recordaba que no solo
su novio tenía la capacidad para hablar—, pero llegan más pacientes así por
las drogas que por el alcohol, la inconsciencia de las drogas es más fuerte.27

—Eso es porque no viste a Jungkook cuando cumplió los diecinueve años —


dijo Jin—, su hermana y yo tuvimos que arrastrarlo a casa de tanto que
bebió.121

Jungkook puso los ojos en blanco, sus manos bajando al cuello de Tae para
hacerle masajes.6

—Qué exagerado que eres, hyung —reclamó—. Si igual recuerdo cosas de


esa noche, estaba mal pero no tanto.32

—Solo porque eres mi cuñado, no te recordaré que te subiste a una mesa,


quisiste mostrarle tus abdominales a todo el local y luego le vomitaste a un
guardia que intentaba bajarte. —Y entonces estaba riéndose, esa carcajada
un tanto aguda que a Jungkook le recordaba a un limpiaparabrisas—. Ups,
acabo de avergonzarte frente a tu novio, lo siento pero no lo siento.524

Ignorándolo, porque claro que no recordaba ese momento pero sí que vio un
video que le envió Jin de esa noche, tosió un poco y comprobó las cartas de
Tae, las que cayeron al suelo cuando su dueño se puso de pie, de paso
golpeándolo en su afán por levantarse. Parecía una tortuga volteada,
arrastrándose unos centímetros de rodillas y después apoyando los codos en
el reposabrazos del sofá para usarlo como soporte. Jungkook lo ayudó
colocando sus brazos bajo las axilas, de pronto sintiendo una mezcla entre
pena y ternura por él, porque Kim Taehyung se tambaleaba un poco y se reía
nervioso observando el suelo, pareciéndose cuestionarse la vida misma.
Chocó con el sofá largo antes de llegar al pasillo.58

—¿Adónde vas? —quiso Jungkook.


—Baño —contestó.

—¿Necesitas ayuda?

El Tae borracho no se tomó bien su ofrecimiento. Frunció el ceño y se giró.1

—Tae es grande —avisó, luego caminó con paso furioso hacia el baño y se
encerró en él con un portazo no tan gentil.14

—Salvaje —bromeó Nam.408

—Eso es porque ese conejo odioso lo trata como un niño —se quejó Park
Jimin, que se encontraba recostado a un costado de Yoongi en el sofá de tres
cuerpos—. Y te dijo que era grande... claramente lo desperdiciarás como
pasivo, Jungkook. —Se empezó a reír solo, afirmándose el estómago y
revolcándose a un costado de su novio, mientras todos lo observaban sin
reaccionar—. Ay, soy tan gracioso.539

—No lo eres —dijo Jungkook.37

Jimin puso los ojos en blanco y se sentó bien.1

—Solo déjalo ir al baño solo.

Todos olvidaron sus cartas del UNO, total las de Jungkook/Tae permanecían
en el piso.

—Solo me preocupo porque está ebrio —aseguró Jungkook— y él nunca


antes había bebido alcohol.

Jimin lo apuntó con un dedo acusador, solo que Jungkook estaba a unos
veinte centímetros de esa posición.

—Tú también lo estás, conejo odioso. Ambos lo están. —Y luego fregó su


rostro contra el hombro de Yoongi como si se creyese un minino—. Por
cierto, recuerda que nada del delicioso hoy, Jeon Jungkook. Tal vez un casi
delicioso, pero no un delicioso total, ¿ok?215

—¿De nuevo estás con eso?

—Sí, ¿y qué?

—¿Qué clase de obsesión tienes con el sexo?6

—Oh, eso deberías preguntárselo a mi novio.250

Pero Yoongi continuó su conversación con Hoseok, quien ya había dejado


atrás el momento de euforia tras los primeros tragos, ahora no era más que
un ente en un estado reflexivo.497

—Déjalo estar, Park Jimin —pidió Jungkook, acomodándose mejor en el


asiento.

La cabeza le pesaba y se le inclinaba en una extraña posición porque sí,


efectivamente él también había bebido demasiado. Un poco más de lo
normal porque se estuvo terminando durante horas los vasos de Tae para
evitar que terminase con un coma etílico. Tae no sabía medir su forma de
beber ni cuándo detenerse, aceptando y rellenando su vaso cada vez que
encontraba una botella nueva en la mesa. Su inexperiencia era tal que
apenas vació el primer vaso con la cara fruncida en asco y agarrandose la
garganta por el ardor, Jungkook notó que ya estaba borracho.87

—No lo voy a dejar estar —replicó Jimin, estirando las piernas y jugando con
ellas en el aire, jurándose en medio de un espectáculo y no recostado en un
sofá, ebrio y balbuceando al hablar—, porque mi primera vez fue horrible,
¿cierto, Yoongi? Se lo conté cuando nos conocimos.

—Sí, querido —aceptó al sentir la mano de Jimin en la pierna para captar su


atención.113
—Y yo solo no quiero que le suceda lo mismo que a mí —concluyó,
llevándose la mano al pecho con dramatismo—. Él y yo somos como... como
almas gemelas.671

—Pensé que Yoongi y tú eran eso —debatió Nam.

—Él y yo también lo somos pero con sexo. Con Tae yo no busco eso, es como
mi hermano pequeño y compañero del alma.196

—No sabía que uno podía tener dos compañeros del alma —bromeó Nam
solo para molestarlo, porque si existía algo gracioso en la vida, era un Jimin
borracho con los ojos rojos y empequeñecidos diciendo todo lo que le pasase
por la cabeza.26

—Puedo tener todos los compañeros del alma que quiera —balbuceó Jimin,
alzando un brazo en el aire y sentándose recto—. Pero el punto de esta
conversación... espérate, ¿cuál era...? Ah, no, no, ya recordé. El punto es que
no quiero que a Tae le ocurra lo mismo que a mí... yo solo era un inocente
cordero de dieciocho años... como digo, Tae y yo somos tan pero tan
parecidos y almas separadas al nacer, que incluso nos pasó lo mismo a la
misma edad...49

—Tae tiene diecinueve —lo provocó Nam— y que sepamos sigue siendo
virgen... ¿lo sigue siendo, JK?134

—JK no va a responder eso —respondió Jungkook.608

Silencio incomodísimo.82

—Bueno —prosiguió Jimin haciendo un movimiento de mano tras toser—,


como decía... yo tenía dieciocho años pero diecinueve coreanos, ¿ok? Así que
los dos teníamos diecinueve de algún modo y... bueno, también está entre
nosotros la sonoridad M-Preg y todo eso, porque soy un M-Preg, ustedes
saben que un día me desperté siendo un hombre con sueños imposibles... y
después todo era posible... pero yo solo tenía diecinueve años igual que Tae
y ahí estaba el imbécil heteronormado que un día se despertó con la idea que
meter su pene en un hombre y... yo caí como el imbécil que soy... y dolió y fue
horrible y no podía caminar al otro día y...73

De pronto, estaba golpeando a Yoongi en el brazo.

—¿Qué hice, Park Jimin? —preguntó Yoongi con paciencia.121

—Que eres un maldito, ¿sabes que apareciste en mi vida solo una semana
después de eso? ¿No podías haber cronometrado mejor nuestro destino, ah?
Tienes suerte que tras eso no hubiese renunciado a los hombres para
siempre o... o... esto —Apuntó a ambos— no estaría ocurriendo, ¿y qué sería
tu vida sin mí, Min Yoongi? ¿Qué?180

—Una vida muy tranquila —respondió él.415

—Aburrida —corrigió Jimin, cambiando de posición para colocarse de


rodillas en el sofá y abrazar a Yoongi por el cuello, apretándolo contra su
pecho mientras Yoongi se mantenía impasible—. Una vida aburrida y
solitaria, repleta de esos silencios que yo no llenaría con mi bonita voz... por
eso dime, ¿qué serías sin mis besos y abrazos antes de dormir, ah? ¿Quién
encendería por ti la luz del cuarto y de la sala de estar cuando te despiertas
en medio de la noche con ganas de orinar, pero te da miedo que un fantasma
esté bajo nuestra cama y te agarre los tobillos?475

—Jimin...1

—¿Quién más que yo te cantaría una nana para hacerte dormir cuando
tienes pesadillas?137

—Pero...8
—¿Quién te llevaría el papel higiénico al baño cuando gritas que se te
acabó?437

—Jimin.

—Solo yo, Min Yoongi —finalizó afirmando a su novio por los hombros y
sacudiéndolo—. Así que no te atrevas a terminar conmigo, Min Yoongi. Y
además, ¿sabes algo?

—¿Qué, Jimin?2

—Te voy a demandar, Min Yoongi, por robarte mi corázon. Hazte


responsable de eso, me haces daño, Min Yoongi, y te voy a demandar.867

—Él sigue diciendo que va a demandarme —se rió Yoongi nervioso.198

Jimin lo afirmó por la camiseta y sacudió con bastante dramatismo, luego se


estaba yendo hacia adelante y acomodándose en el regazo de Yoongi con una
sonrisa.1

—Y así es como terminamos todas nuestras discusiones —aclaró.12

—No estábamos discutiendo, Jimin.31

Jimin puso los ojos en blanco acurrucándose mejor contra su novio mientras
Nam los observaba con las cejas alzadas.

—¿Ustedes siquiera discuten? —quiso saber.1

—No, Jimin pelea solo —respondió Yoongi.621

—Conmigo también hace eso —acotó Jungkook—. Una vez estuvo


discutiendo consigo mismo durante media hora y yo ni siquiera me enteré
del porqué.249
El resto de conversaciones llenaron la sala por unos minutos. Intentaron
continuar jugando al UNO, sin embargo, ninguno se encontraba demasiado
consciente para seguirle el ritmo, ni mucho menos para concentrarse y
captar cuándo tocaba un turno. Y entonces Hoseok estaba frunciendo el ceño
y desviando la mirada hacia el pasillo al fondo de la casa.

—Oye, Jungkook, ¿y Taehyung?196

La pregunta retumbó en su mente dormida sacándolo de ese estado


atontado, colocándose de pie de inmediato.

—¡Taehyung! —chilló.1

Tropezó con la alfombra al dirigirse hacia el cuarto del baño, encontrándose


la puerta cerrada con llave. Golpeó con los nudillos una vez, a continuación
una segunda.

—¿Tae? —gritó para que pudiera oírlo.

Escuchó un gemido débil y un golpe seco.73

—¡¿Tae?! —insistió con más urgencia.

—Jungkook —oyó el balbuceó de su lengua torpe y borracha—, Tae no se...


no se siente bien.153

—¿Puedes abrirme para ayudarte?

Debió arrastrarse por el suelo hasta la puerta porque, al abrir y permitirle a


Jungkook ingresar, lo encontró de rodillas con las palmas apoyadas en la
baldosa para estabilizarse. Permanecía con esa misma mirada
desestabilizada de hacia un rato y se sorbía la nariz.

—Tae vomitó —anunció.180


Jungkook se colocó en cunclillas delante de él levantándole la cabeza con un
dedo bajo la barbilla. Sintió el olor a menta en su aliento al respirarle en la
cara.

—Pero Tae se lavó —prometió.164

—¿Quieres irte a dormir? —quiso saber, ahora mucho más relajado al


comprender que se encontraba bien, que solo sufría de las consecuencias de
su primera borrachera.6

—Con Jungkook —pidió con un puchero.46

—Pero hay invitados todavía.11

—No solo —arrastró las palabras volviéndose casi ininteligible—. Tae solo,
no.32

Le apartó unos mechones de cabello de la frente sudada, su melena más


corta tras visitar la peluquería la semana pasada, ahora divisándole las cejas
y parte de las orejas.4

—¿Te sientes muy mal, pequeño?

Se quedó unos segundos en silencio.

—El piso gira —dijo, sus manos acariciando la baldosa como si con eso
pudiese estabilizarlo otra vez.163

—¿Quieres regresar con nosotros? Solo estamos charlando.

Como respuesta, Tae estiró los brazos y los enredó en el cuello de Jungkook,
hasta borracho seguía siendo su bebé consentido. Cuando fue a afirmarlo
por debajo de las rodillas, Tae negó con la cabeza.

—Solo... pie —pidió.


—¿Quieres caminar?

—Tae es grande.118

Tras encontrarse de pie y tras estabilizarse contra el lavamanos, Tae tomó la


mano de Jungkook y fue él quien tiró del otro para salir del cuarto de baño.
Al llegar a la sala, los demás se encontraban metidos en una conversación
que Jungkook no lograba ni captar ni entender, tampoco pretendiendo hacer
una de las dos. Volvió a tomar asiento en el borde del sillón para que Tae
tomase asiento en el cojín en el suelo entre sus piernas. Sin embargo, Tae
estaba observando a Jimin sentado en el regazo de Yoongi y de pronto se
estaba preguntando por qué no, por qué él no podía hacer eso, por qué no
cuando Jimin sí, por qué no cuando le gustó tanto acostarse sobre Jungkook
esa vez que lo cargó tras llorar.122

Así que empujando a Jungkook por el pecho para que se recostase contra el
respaldo, se subió a su regazo con las piernas colgando por un costado del
sillón y se acomodó contra él, su cabeza quedando apoyada contra el
hombro de Jungkook y bostezando un poco en cansancio, ignorando los
músculos tensos bajo él.86

—Cómo se saborean frente a los pobres —se quejó Nam sacudiendo la


cabeza con buen humor tras ver a Tae acomodándose mejor—. No tienen
ninguna consideración con nosotros los solteros.470

—Mira, habla por ti, porque yo pobre precisamente no soy —acotó Jin.321

Pero eso fue lo último que escuchó Tae al cerrar los ojos, mientras subía los
pies para encajarlos en ese diminuto espacio entre las piernas de Jungkook y
el sofá, y sentía una mano metiéndose por debajo de su camiseta, los dedos
acariciando su piel de la espalda de arriba abajo y-56
Se despertó cuando estaba en la cama. Todavía mareado, alzó un poco la
cabeza justo cuando Jungkook lo acomodaba en el colchón y sacaba los
brazos encajados bajo él. Al estirarse para alejarse de la cama, un brazo de
Taehyung salió disparado bajo esas mantas que acaba de acomodar y lo
afirmó por el borde de la camiseta.2

—No —pidió bajito.

—Solo me voy a poner el pijama —musitó Jungkook en voz baja—. Jimin,


Yoongi y Jin ya se fueron y Hoseok y Nam ya están durmiendo.

Tae no lo soltó, incluso tirando más hasta que las rodillas de Jungkook
colisionaron contra el colchón para evitar caerse.

—Jungkook, ven —susurró Tae bonito, su voz bajita y grave rozando como
una caricia en sus oídos.

—No me puedo acostar con zapatos.

—Zapatos no —respondió Tae—, pijama no.91

—¿Me quieres desnudo entonces?196

—Bueno.817

La risa de Jungkook retumbó en su pecho.

—Te estás juntando mucho con Park Jimin.21

Taehyung abrió mucho los ojos.

—Jimin es bonito y le cuenta muchas cosas a Tae.62

—¿Te gusta Jimin?14

—Jungkook más.27
—¿Ah, sí?

—Jungkook número uno para Tae.376

Como Jungkook continuaba sin moverse en el borde de la cama, sacó otro de


sus brazos y apartó las cobijas, tirando de Jungkook para arrastrarlo a ese
enredo de mantas y piernas extendidas. Jungkook apenas logró quitarse los
zapatos antes de que Tae hiciera colisionar ambos pechos en esa esquina de
la cama.2

Y una vez más Jungkook se volvió a preguntar por qué eso lo volvía loco, por
qué su cabeza continuaba inclinándose en esa posición cada vez que los
labios de Taehyung se encontraban con los suyos y Jungkook redescubría
que sus manos solo tocarían un torso delgado y plano y no curvo y lleno
como el de una mujer. Se preguntó, no por primera vez, si ese efecto
enloquecido, dominante y persuasivo que cosquilleaba y conquistaba su
mente se debía al ser un hombre, o simplemente porque era Kim Taehyung
quien lo besaba.90

Debía ser por Tae, pensó mientras esa boca se abría bajo la suya y Jungkook
era absorbido por esa cavidad caliente y húmeda que atrapaba su lengua y
jugaba con ella encontrándose con otra igual de curiosa.

Debía ser solo por él porque Jungkook no se recordaba perdiendo la cabeza


de esa forma con ninguna mujer, tampoco había sentido esa tirantez
enloquecedora, persistente y exasperante que dominaba su vientre bajo y lo
hacía apretar las sábanas entre los dedos en un afán desesperado por
controlarse, en un afán para no suplicarle que abriese las piernas para él y
con ello pudiese acomodarse entre ellas, sintiendo así su erección rozar
contra la otra en esa fricción deliciosa que tanto lo torturaba.326
Todavía con las rodillas en el colchón y con su cuerpo formando una curva
para no encontrarse con el de Taehyung bajo él, cortó el beso que resonó en
sus oídos. Pero Jungkook tenía sus pensamientos tan atontados por ese
alcohol ingerido por él que saboreaba en su lengua y por el que acababa de
degustar en el propio Tae, que no se lo cuestionó demasiado, solo
alcanzando a comprobar si había o no cerrado la puerta del cuarto.20

Lo hizo.280

Entonces se quitó la camiseta y tiró de las mantas, recostándose a un costado


de ese cuerpo largo y delgado que exudaba un calor tan potente como el
suyo. Sus manos temblaban cuando estiró una y enredó los dedos con el
borde de la camiseta de Taehyung, jalando de ella, alzándola, sus nudillos
rozando ese vientre con esa pancita que lo tenía loco, que se le quedaba
observando cada vez que la tela dejaba al descubierto algo de piel y se
preguntaba, una y otra vez, se sería una zona sensible, si se la acariciaba y
mordía lo haría gemir bajito con esa voz ronca que estremecía sus oídos.231

—¿Puedo? —preguntó.2

Porque de pronto se cuestionó el porqué tanta espera, porque lo pensó, lo


meditó en ese medio segundo y se dijo que no era necesario concretar para
que ambos pudiesen disfrutar, que podía enseñarle a Tae y prepárarlo
mucho mejor si ambos abandonaban los besos mojados y calientes para
subir a un nuevo nivel, a ese que estaba un poco más allá o tal vez mucho
más allá, porque Jungkook quería avanzar y no sabía cuánto se movería
realmente, solo teniendo claro que a ese final no podría llegar hoy.37

Taehyung respondió sin palabras, jalando él mismo de su camiseta y


mandándola lejos, escuchando que esta chocaba contra la puerta del
ropero.6
La luz de la luna se filtraba por la ventana dándole una entonación plateada
a ese pecho desnudo que Jungkook sabía era de un color canela. Se lamió los
labios, sus ojos recorriendo la mirada limpia y grande de Taehyung y
bajando por el cuello largo, por la clavícula marcada y por unos pectorales
firmes. Su mano hizo el mismo recorrido, su dedo pulgar quedándose en el
pezón de Tae, solo posicionado ahí sin moverse porque de pronto empezaba
a recuperar la cordura.39

Cuando se dejaba caer de espalda contra el colchón, su piel afiebrada contra


la sábana helada, oyó un débil sonido de desconcierto y entonces Taehyung
se movía, rodando para terminar a un costado de su cintura. Sus dedos
largos acariciaron sus costillas y se apoyó en él, levantando la pierna y
pasándola sobre su cuerpo, sentándose sobre el estómago de Jungkook.
Mientras lo observaba acomodarse todo sonrisa y orgullo recompuesto,
Jungkook no supo si debía sentirse aliviado porque no se había sentado
sobre esa erección suya dura y palpitante, que pedía a gritos un toque, una
mano, una boca o algo más, o si debía sentirse enormemente decepcionado
porque la tirantez en su entrepierna era ya agonizante.123

—Tae —se escuchó balbuceando, jadeando, gruñendo, la respiración


entrecortada ante unos pulmones que se negaban a procesar la situación en
un estado decente.

A pesar de que debería sacarlo, volver a acostarlo a su lado, taparlo hasta el


cuello y darle un beso casto en la frente de buenas noches, se descubrió
recorriendo con las manos sus piernas largas y flexionadas al costado de su
cintura, las palmas rozando los vellos y metiéndose bajo el pantalón corto y
suelto porque era casi verano y la temperatura del ambiente no era lo único
caliente en esa habitación.92
Y entonces lo estaba girando en la cama, recostándolo otra vez contra el
colchón mientras oía un jadeo sorprendido de Tae. Y quiso alejarse, pero el
alcohol no lo dejaba pensar bien, no lo dejaba, no podía separarse cuando se
sentía tan bien, tan, tan bien y ahí se cuestionó por qué debería prohibirse
algo que lo hacía sentir así de eufórico. 1

—Solo un beso —susurró Jungkook, realmente sin saber si se lo decía a sí


mismo como un recordatorio o una advertencia, o si lo hacía para
tranquilizar a Taehyung. Sin embargo, Tae era el menos preocupado de los
dos, y es que Tae no entendía del todo. Entendía lo teórico y conceptual que
le estuvieron enseñando durante esos meses en textos y en videos que lo
avergonzaban tanto que terminaba encogido en su asiento y negándose a
observar a Jungkook por horas, pero no lo práctico. Sumado a lo anterior,
Tae era una persona sin prejuicios sociales ante el sexo, convirtiéndole en un
hombre dispuesto, totalmente dispuesto a lo que Jungkook pudiese y
quisiese hacerle.179

Y Jungkook se moría por hacerle de todo, por eso lo besó, sus bocas
encontrándose en medio de esa oscuridad, la brisa que ingresaba por la
ventana abierta apenas acariciandoles las pieles acaloradas mientras las
piernas de Tae continuaban estiradas a los costados de la cadera de
Jungkook, acomodándolo mejor entre ellas con cada segundo que ese beso
se distendía, flexionando las rodillas y moviendose hasta que Jungkook
quedó completamente recostado contra su cuerpo.13

Entonces fue cuando lo sintió.1

La erección rozó contra la de Jungkook mandándole una corriente


paralizante por la columna vertebral, viajando por ella desde su nuca hasta
el final, concentrándose en su entrepierna.227
Cortó el beso con Taehyung, la expresión de él adormilada y los labios
mojados e hinchados, los párpados apenas abriéndose para encontrarse con
su mirada, ambas igual de oscurecidas, sus pupilas dilatadas por el deseo. Un
gemido se formó en la garganta de Jungkook y se quedó atascada en ella
hasta que lo soltó, su boca de inmediato descendiendo hacia la de Taehyung
para comérselo a besos, sus erecciones volviéndose a encontrar en ese
movimiento involuntario.2

—Jungkook —jadeó Taehyung entrecortado.356

Y la cabeza le giraba y el corazón se le quería escapar del pecho, latiendo con


tanta fuerza y con tanta locura que lo sentía en cada parte de esa piel que
hacía contacto con la otra. Respirando con pesadez, apoyó su pecho contra el
de Tae ambos sudados por ese calor que los envolvía, tanto, tanto calor entre
ellos.22

Otro movimiento de Tae, quien alzaba las caderas para repetir eso que lo
hacía curvar su espalda de manera involuntaria y apretar los dedos de los
pies, sus manos yendo a la espalda ancha de Jungkook para apegarlo más a
él, porque podía no tener experiencia pero tenía instintos y ellos le pedían
que moviera la cadera para aumentar la fricción y él lo hacía y repetía.112

—Más —pidió Taehyung pequeñito, mordiendo el labio de Jungkook cuando


no se movió—. Jungkook, más.493

Pero Jungkook había apoyado los codos en el colchón y se alzaba unos


centímetros para ganar distancia entre ambos, el sudor acumulándose en su
espalda, notándolo también brillar en la sien de Taehyung junto a la saliva
en esos labios rojos e irritados que volvían a suplicarle por favor.1

Por favor, mientras buscaba la boca de Jungkook queriendo otra vez ese roce
contra él, porque su cabeza también giraba aunque no entendiese ni la mitad
de lo que ocurría ante su inexperiencia y al encontrarse borracho de alcohol
y de deseo.8

Y cuando pensaba que Jungkook se iba a apartar y pedirle que se durmiera a


pesar de que todo en Tae latía y gritaba por ser acariciado por él, una mano
de Jungkook se deslizó por debajo de su muslo. Contra su boca, susurró.2

—Anuda tus piernas en mi cintura.600

Obedeció cruzando los tobillos, sus cuerpos de inmediato apegándose tanto


que Tae podía sentir un bulto contra el suyo latiendo casi en sincronía.181

—No dejes de besarme —pidió.28

Llevando ahora su otro brazo hacia adelante, Taehyung solo pudo ver que se
afirmaba a un fierro del cabezal de la cama mientras la otra mano lo sostenía
por el muslo, apretando su músculo como si quisiera romperlo.253

Y entonces se movió.99

La fricción recorriendo la entrepierna de Tae y él solo se encontró dejando


caer la cabeza hacia atrás, su boca abriéndose en un gemido que no pudo ni
quiso contener, los labios de Jungkook yendo de inmediato por los suyos y
capturándolos y Tae sentía que absorbía sus quejidos y súplicas, que se
quedaba con su aire, con esa alma que se le escapaba por la boca ante cada
movimiento y Tae no entendía pero tampoco quería hacerlo, porque se
sentía tan bien, un hormigueo cosquillándole debajo de la piel y luego se
escuchó balbuceando un:21

—Más fuerte.555

Y él aumentaba el movimiento y ese cosquilleo picaba con más insistencia,


partiendo en su entrepierna y haciéndolo estremecerse, gemir contra los
labios de Jungkook que intentaba acallarlo y le pedían:
—Más bajito, Tae.66

Pero él realmente no podía evitar ese sonido que burbujeaba en su garganta,


sus dedos encogiéndose y entonces balbuceó un:

—Voy a estornudar.860

Y Jungkook se rió contra su boca, aumentando el ritmo y solo necesitó otros


dos empujones más y Tae sentía que estornudaba, siendo absorbido por una
sensación similar a esa, una de liberación y alivio pero más fuerte, mucho
más fuerte y demoledora, que le hizo cerrar los párpados, ponerlos los ojos
en blanco tras ellos mientras enterraba sus uñas en la espalda de Jungkook,
cerraba sus piernas alrededor de la cadera con fuerza y temblaba, cada
músculo estremeciéndose en una liberación que dejó su mente sin
pensamientos, solo centrado en ese movimiento que persistió mientras las
olas de felicidad recorrían su columna y esa boca de Jungkook no
abandonada la suya, devorándolo y llevándoselo a ese mundo brillante que
estallaba tras sus párpados.95

Luego nada, solo una masa sonriente y derretida contra el colchón que se
acurrucaba contra Jungkook, al que le habían fallado los brazos. Y Tae estaba
siendo aplastado por setenta kilos pero no podía importarle menos.8

Porque en ese preciso momento él era bonito.85

Ambos lo eran.

Jungkook y él.

Tan, tan bonitos.112

Más bonito que en toda su vida, ese bonito que solo Jungkook lograba en él. 7
Y mientras los ojos se le cerraban, pensó que si todo eso no era más que un
sueño y él todavía se encontraba encerrado en ese ático, pedía no despertar
nunca.713
60

Kim Taehyung se ubicaba a los pies de Jungkook mientras los dedos de este
jugaban con su cabello. Su cabeza estaba inclinada hacia un costado y
pestañeaba con dificultad, no enfocando demasiado bien lo que sucedía a su
alrededor. El décimo vaso que Jimin le había entregado de soju se
encontraba todavía lleno a un costado, olvidado por esa memoria confusa y
borracha.91

Los demás reían jugando UNO, Tae intentando comprender las reglas, sin
embargo, no hacía más que colocar mal las cartas una y otra vez, y después
otra vez tras las explicaciones de sus amigos. Al comprobar su expresión
confundida y sus intentos por bajar cartas erróneas en cada turno, Jungkook
tomó asiento en el sofá tras suyo y lo ayudó a jugar; más bien, Jungkook
jugaba por él, Tae demasiado concentrado y ocupado acariciando las piernas
de Jungkook como para prestarle atención a unas cartas. Con su nariz
olisqueando la rodilla desnuda de Jungkook y la mirada desorbitada en un
punto muerto de esa piel, Nam se rió.198

—Mañana su resaca será monumental, recuerda acostarlo de costado, no


queremos que se muera ahogado con su vómito.155

Llevándose un pedazo de pizza a la boca, Jin alzó las cejas.2

—¿Es eso cierto o un mito urbano?83

—Muy cierto —intervino Yoongi, que cuando bebía recordaba que no solo
su novio tenía la capacidad para hablar—, pero llegan más pacientes así por
las drogas que por el alcohol, la inconsciencia de las drogas es más fuerte.27
—Eso es porque no viste a Jungkook cuando cumplió los diecinueve años —
dijo Jin—, su hermana y yo tuvimos que arrastrarlo a casa de tanto que
bebió.121

Jungkook puso los ojos en blanco, sus manos bajando al cuello de Tae para
hacerle masajes.6

—Qué exagerado que eres, hyung —reclamó—. Si igual recuerdo cosas de


esa noche, estaba mal pero no tanto.32

—Solo porque eres mi cuñado, no te recordaré que te subiste a una mesa,


quisiste mostrarle tus abdominales a todo el local y luego le vomitaste a un
guardia que intentaba bajarte. —Y entonces estaba riéndose, esa carcajada
un tanto aguda que a Jungkook le recordaba a un limpiaparabrisas—. Ups,
acabo de avergonzarte frente a tu novio, lo siento pero no lo siento.524

Ignorándolo, porque claro que no recordaba ese momento pero sí que vio un
video que le envió Jin de esa noche, tosió un poco y comprobó las cartas de
Tae, las que cayeron al suelo cuando su dueño se puso de pie, de paso
golpeándolo en su afán por levantarse. Parecía una tortuga volteada,
arrastrándose unos centímetros de rodillas y después apoyando los codos en
el reposabrazos del sofá para usarlo como soporte. Jungkook lo ayudó
colocando sus brazos bajo las axilas, de pronto sintiendo una mezcla entre
pena y ternura por él, porque Kim Taehyung se tambaleaba un poco y se reía
nervioso observando el suelo, pareciéndose cuestionarse la vida misma.
Chocó con el sofá largo antes de llegar al pasillo.58

—¿Adónde vas? —quiso Jungkook.

—Baño —contestó.

—¿Necesitas ayuda?
El Tae borracho no se tomó bien su ofrecimiento. Frunció el ceño y se giró.1

—Tae es grande —avisó, luego caminó con paso furioso hacia el baño y se
encerró en él con un portazo no tan gentil.14

—Salvaje —bromeó Nam.408

—Eso es porque ese conejo odioso lo trata como un niño —se quejó Park
Jimin, que se encontraba recostado a un costado de Yoongi en el sofá de tres
cuerpos—. Y te dijo que era grande... claramente lo desperdiciarás como
pasivo, Jungkook. —Se empezó a reír solo, afirmándose el estómago y
revolcándose a un costado de su novio, mientras todos lo observaban sin
reaccionar—. Ay, soy tan gracioso.539

—No lo eres —dijo Jungkook.37

Jimin puso los ojos en blanco y se sentó bien.1

—Solo déjalo ir al baño solo.

Todos olvidaron sus cartas del UNO, total las de Jungkook/Tae permanecían
en el piso.

—Solo me preocupo porque está ebrio —aseguró Jungkook— y él nunca


antes había bebido alcohol.

Jimin lo apuntó con un dedo acusador, solo que Jungkook estaba a unos
veinte centímetros de esa posición.

—Tú también lo estás, conejo odioso. Ambos lo están. —Y luego fregó su


rostro contra el hombro de Yoongi como si se creyese un minino—. Por
cierto, recuerda que nada del delicioso hoy, Jeon Jungkook. Tal vez un casi
delicioso, pero no un delicioso total, ¿ok?215

—¿De nuevo estás con eso?


—Sí, ¿y qué?

—¿Qué clase de obsesión tienes con el sexo?6

—Oh, eso deberías preguntárselo a mi novio.250

Pero Yoongi continuó su conversación con Hoseok, quien ya había dejado


atrás el momento de euforia tras los primeros tragos, ahora no era más que
un ente en un estado reflexivo.497

—Déjalo estar, Park Jimin —pidió Jungkook, acomodándose mejor en el


asiento.

La cabeza le pesaba y se le inclinaba en una extraña posición porque sí,


efectivamente él también había bebido demasiado. Un poco más de lo
normal porque se estuvo terminando durante horas los vasos de Tae para
evitar que terminase con un coma etílico. Tae no sabía medir su forma de
beber ni cuándo detenerse, aceptando y rellenando su vaso cada vez que
encontraba una botella nueva en la mesa. Su inexperiencia era tal que
apenas vació el primer vaso con la cara fruncida en asco y agarrandose la
garganta por el ardor, Jungkook notó que ya estaba borracho.87

—No lo voy a dejar estar —replicó Jimin, estirando las piernas y jugando con
ellas en el aire, jurándose en medio de un espectáculo y no recostado en un
sofá, ebrio y balbuceando al hablar—, porque mi primera vez fue horrible,
¿cierto, Yoongi? Se lo conté cuando nos conocimos.

—Sí, querido —aceptó al sentir la mano de Jimin en la pierna para captar su


atención.113

—Y yo solo no quiero que le suceda lo mismo que a mí —concluyó,


llevándose la mano al pecho con dramatismo—. Él y yo somos como... como
almas gemelas.671
—Pensé que Yoongi y tú eran eso —debatió Nam.

—Él y yo también lo somos pero con sexo. Con Tae yo no busco eso, es como
mi hermano pequeño y compañero del alma.196

—No sabía que uno podía tener dos compañeros del alma —bromeó Nam
solo para molestarlo, porque si existía algo gracioso en la vida, era un Jimin
borracho con los ojos rojos y empequeñecidos diciendo todo lo que le pasase
por la cabeza.26

—Puedo tener todos los compañeros del alma que quiera —balbuceó Jimin,
alzando un brazo en el aire y sentándose recto—. Pero el punto de esta
conversación... espérate, ¿cuál era...? Ah, no, no, ya recordé. El punto es que
no quiero que a Tae le ocurra lo mismo que a mí... yo solo era un inocente
cordero de dieciocho años... como digo, Tae y yo somos tan pero tan
parecidos y almas separadas al nacer, que incluso nos pasó lo mismo a la
misma edad...49

—Tae tiene diecinueve —lo provocó Nam— y que sepamos sigue siendo
virgen... ¿lo sigue siendo, JK?134

—JK no va a responder eso —respondió Jungkook.608

Silencio incomodísimo.82

—Bueno —prosiguió Jimin haciendo un movimiento de mano tras toser—,


como decía... yo tenía dieciocho años pero diecinueve coreanos, ¿ok? Así que
los dos teníamos diecinueve de algún modo y... bueno, también está entre
nosotros la sonoridad M-Preg y todo eso, porque soy un M-Preg, ustedes
saben que un día me desperté siendo un hombre con sueños imposibles... y
después todo era posible... pero yo solo tenía diecinueve años igual que Tae
y ahí estaba el imbécil heteronormado que un día se despertó con la idea que
meter su pene en un hombre y... yo caí como el imbécil que soy... y dolió y fue
horrible y no podía caminar al otro día y...73

De pronto, estaba golpeando a Yoongi en el brazo.

—¿Qué hice, Park Jimin? —preguntó Yoongi con paciencia.121

—Que eres un maldito, ¿sabes que apareciste en mi vida solo una semana
después de eso? ¿No podías haber cronometrado mejor nuestro destino, ah?
Tienes suerte que tras eso no hubiese renunciado a los hombres para
siempre o... o... esto —Apuntó a ambos— no estaría ocurriendo, ¿y qué sería
tu vida sin mí, Min Yoongi? ¿Qué?180

—Una vida muy tranquila —respondió él.415

—Aburrida —corrigió Jimin, cambiando de posición para colocarse de


rodillas en el sofá y abrazar a Yoongi por el cuello, apretándolo contra su
pecho mientras Yoongi se mantenía impasible—. Una vida aburrida y
solitaria, repleta de esos silencios que yo no llenaría con mi bonita voz... por
eso dime, ¿qué serías sin mis besos y abrazos antes de dormir, ah? ¿Quién
encendería por ti la luz del cuarto y de la sala de estar cuando te despiertas
en medio de la noche con ganas de orinar, pero te da miedo que un fantasma
esté bajo nuestra cama y te agarre los tobillos?475

—Jimin...1

—¿Quién más que yo te cantaría una nana para hacerte dormir cuando
tienes pesadillas?137

—Pero...8

—¿Quién te llevaría el papel higiénico al baño cuando gritas que se te


acabó?437
—Jimin.

—Solo yo, Min Yoongi —finalizó afirmando a su novio por los hombros y
sacudiéndolo—. Así que no te atrevas a terminar conmigo, Min Yoongi. Y
además, ¿sabes algo?

—¿Qué, Jimin?2

—Te voy a demandar, Min Yoongi, por robarte mi corázon. Hazte


responsable de eso, me haces daño, Min Yoongi, y te voy a demandar.867

—Él sigue diciendo que va a demandarme —se rió Yoongi nervioso.198

Jimin lo afirmó por la camiseta y sacudió con bastante dramatismo, luego se


estaba yendo hacia adelante y acomodándose en el regazo de Yoongi con una
sonrisa.1

—Y así es como terminamos todas nuestras discusiones —aclaró.12

—No estábamos discutiendo, Jimin.31

Jimin puso los ojos en blanco acurrucándose mejor contra su novio mientras
Nam los observaba con las cejas alzadas.

—¿Ustedes siquiera discuten? —quiso saber.1

—No, Jimin pelea solo —respondió Yoongi.621

—Conmigo también hace eso —acotó Jungkook—. Una vez estuvo


discutiendo consigo mismo durante media hora y yo ni siquiera me enteré
del porqué.249

El resto de conversaciones llenaron la sala por unos minutos. Intentaron


continuar jugando al UNO, sin embargo, ninguno se encontraba demasiado
consciente para seguirle el ritmo, ni mucho menos para concentrarse y
captar cuándo tocaba un turno. Y entonces Hoseok estaba frunciendo el ceño
y desviando la mirada hacia el pasillo al fondo de la casa.

—Oye, Jungkook, ¿y Taehyung?196

La pregunta retumbó en su mente dormida sacándolo de ese estado


atontado, colocándose de pie de inmediato.

—¡Taehyung! —chilló.1

Tropezó con la alfombra al dirigirse hacia el cuarto del baño, encontrándose


la puerta cerrada con llave. Golpeó con los nudillos una vez, a continuación
una segunda.

—¿Tae? —gritó para que pudiera oírlo.

Escuchó un gemido débil y un golpe seco.73

—¡¿Tae?! —insistió con más urgencia.

—Jungkook —oyó el balbuceó de su lengua torpe y borracha—, Tae no se...


no se siente bien.153

—¿Puedes abrirme para ayudarte?

Debió arrastrarse por el suelo hasta la puerta porque, al abrir y permitirle a


Jungkook ingresar, lo encontró de rodillas con las palmas apoyadas en la
baldosa para estabilizarse. Permanecía con esa misma mirada
desestabilizada de hacia un rato y se sorbía la nariz.

—Tae vomitó —anunció.180

Jungkook se colocó en cunclillas delante de él levantándole la cabeza con un


dedo bajo la barbilla. Sintió el olor a menta en su aliento al respirarle en la
cara.
—Pero Tae se lavó —prometió.164

—¿Quieres irte a dormir? —quiso saber, ahora mucho más relajado al


comprender que se encontraba bien, que solo sufría de las consecuencias de
su primera borrachera.6

—Con Jungkook —pidió con un puchero.46

—Pero hay invitados todavía.11

—No solo —arrastró las palabras volviéndose casi ininteligible—. Tae solo,
no.32

Le apartó unos mechones de cabello de la frente sudada, su melena más


corta tras visitar la peluquería la semana pasada, ahora divisándole las cejas
y parte de las orejas.4

—¿Te sientes muy mal, pequeño?

Se quedó unos segundos en silencio.

—El piso gira —dijo, sus manos acariciando la baldosa como si con eso
pudiese estabilizarlo otra vez.163

—¿Quieres regresar con nosotros? Solo estamos charlando.

Como respuesta, Tae estiró los brazos y los enredó en el cuello de Jungkook,
hasta borracho seguía siendo su bebé consentido. Cuando fue a afirmarlo
por debajo de las rodillas, Tae negó con la cabeza.

—Solo... pie —pidió.

—¿Quieres caminar?

—Tae es grande.118
Tras encontrarse de pie y tras estabilizarse contra el lavamanos, Tae tomó la
mano de Jungkook y fue él quien tiró del otro para salir del cuarto de baño.
Al llegar a la sala, los demás se encontraban metidos en una conversación
que Jungkook no lograba ni captar ni entender, tampoco pretendiendo hacer
una de las dos. Volvió a tomar asiento en el borde del sillón para que Tae
tomase asiento en el cojín en el suelo entre sus piernas. Sin embargo, Tae
estaba observando a Jimin sentado en el regazo de Yoongi y de pronto se
estaba preguntando por qué no, por qué él no podía hacer eso, por qué no
cuando Jimin sí, por qué no cuando le gustó tanto acostarse sobre Jungkook
esa vez que lo cargó tras llorar.122

Así que empujando a Jungkook por el pecho para que se recostase contra el
respaldo, se subió a su regazo con las piernas colgando por un costado del
sillón y se acomodó contra él, su cabeza quedando apoyada contra el
hombro de Jungkook y bostezando un poco en cansancio, ignorando los
músculos tensos bajo él.86

—Cómo se saborean frente a los pobres —se quejó Nam sacudiendo la


cabeza con buen humor tras ver a Tae acomodándose mejor—. No tienen
ninguna consideración con nosotros los solteros.470

—Mira, habla por ti, porque yo pobre precisamente no soy —acotó Jin.321

Pero eso fue lo último que escuchó Tae al cerrar los ojos, mientras subía los
pies para encajarlos en ese diminuto espacio entre las piernas de Jungkook y
el sofá, y sentía una mano metiéndose por debajo de su camiseta, los dedos
acariciando su piel de la espalda de arriba abajo y-56

Se despertó cuando estaba en la cama. Todavía mareado, alzó un poco la


cabeza justo cuando Jungkook lo acomodaba en el colchón y sacaba los
brazos encajados bajo él. Al estirarse para alejarse de la cama, un brazo de
Taehyung salió disparado bajo esas mantas que acaba de acomodar y lo
afirmó por el borde de la camiseta.2

—No —pidió bajito.

—Solo me voy a poner el pijama —musitó Jungkook en voz baja—. Jimin,


Yoongi y Jin ya se fueron y Hoseok y Nam ya están durmiendo.

Tae no lo soltó, incluso tirando más hasta que las rodillas de Jungkook
colisionaron contra el colchón para evitar caerse.

—Jungkook, ven —susurró Tae bonito, su voz bajita y grave rozando como
una caricia en sus oídos.

—No me puedo acostar con zapatos.

—Zapatos no —respondió Tae—, pijama no.91

—¿Me quieres desnudo entonces?196

—Bueno.817

La risa de Jungkook retumbó en su pecho.

—Te estás juntando mucho con Park Jimin.21

Taehyung abrió mucho los ojos.

—Jimin es bonito y le cuenta muchas cosas a Tae.62

—¿Te gusta Jimin?14

—Jungkook más.27

—¿Ah, sí?

—Jungkook número uno para Tae.376


Como Jungkook continuaba sin moverse en el borde de la cama, sacó otro de
sus brazos y apartó las cobijas, tirando de Jungkook para arrastrarlo a ese
enredo de mantas y piernas extendidas. Jungkook apenas logró quitarse los
zapatos antes de que Tae hiciera colisionar ambos pechos en esa esquina de
la cama.2

Y una vez más Jungkook se volvió a preguntar por qué eso lo volvía loco, por
qué su cabeza continuaba inclinándose en esa posición cada vez que los
labios de Taehyung se encontraban con los suyos y Jungkook redescubría
que sus manos solo tocarían un torso delgado y plano y no curvo y lleno
como el de una mujer. Se preguntó, no por primera vez, si ese efecto
enloquecido, dominante y persuasivo que cosquilleaba y conquistaba su
mente se debía al ser un hombre, o simplemente porque era Kim Taehyung
quien lo besaba.90

Debía ser por Tae, pensó mientras esa boca se abría bajo la suya y Jungkook
era absorbido por esa cavidad caliente y húmeda que atrapaba su lengua y
jugaba con ella encontrándose con otra igual de curiosa.

Debía ser solo por él porque Jungkook no se recordaba perdiendo la cabeza


de esa forma con ninguna mujer, tampoco había sentido esa tirantez
enloquecedora, persistente y exasperante que dominaba su vientre bajo y lo
hacía apretar las sábanas entre los dedos en un afán desesperado por
controlarse, en un afán para no suplicarle que abriese las piernas para él y
con ello pudiese acomodarse entre ellas, sintiendo así su erección rozar
contra la otra en esa fricción deliciosa que tanto lo torturaba.326

Todavía con las rodillas en el colchón y con su cuerpo formando una curva
para no encontrarse con el de Taehyung bajo él, cortó el beso que resonó en
sus oídos. Pero Jungkook tenía sus pensamientos tan atontados por ese
alcohol ingerido por él que saboreaba en su lengua y por el que acababa de
degustar en el propio Tae, que no se lo cuestionó demasiado, solo
alcanzando a comprobar si había o no cerrado la puerta del cuarto.20

Lo hizo.280

Entonces se quitó la camiseta y tiró de las mantas, recostándose a un costado


de ese cuerpo largo y delgado que exudaba un calor tan potente como el
suyo. Sus manos temblaban cuando estiró una y enredó los dedos con el
borde de la camiseta de Taehyung, jalando de ella, alzándola, sus nudillos
rozando ese vientre con esa pancita que lo tenía loco, que se le quedaba
observando cada vez que la tela dejaba al descubierto algo de piel y se
preguntaba, una y otra vez, se sería una zona sensible, si se la acariciaba y
mordía lo haría gemir bajito con esa voz ronca que estremecía sus oídos.231

—¿Puedo? —preguntó.2

Porque de pronto se cuestionó el porqué tanta espera, porque lo pensó, lo


meditó en ese medio segundo y se dijo que no era necesario concretar para
que ambos pudiesen disfrutar, que podía enseñarle a Tae y prepárarlo
mucho mejor si ambos abandonaban los besos mojados y calientes para
subir a un nuevo nivel, a ese que estaba un poco más allá o tal vez mucho
más allá, porque Jungkook quería avanzar y no sabía cuánto se movería
realmente, solo teniendo claro que a ese final no podría llegar hoy.37

Taehyung respondió sin palabras, jalando él mismo de su camiseta y


mandándola lejos, escuchando que esta chocaba contra la puerta del
ropero.6

La luz de la luna se filtraba por la ventana dándole una entonación plateada


a ese pecho desnudo que Jungkook sabía era de un color canela. Se lamió los
labios, sus ojos recorriendo la mirada limpia y grande de Taehyung y
bajando por el cuello largo, por la clavícula marcada y por unos pectorales
firmes. Su mano hizo el mismo recorrido, su dedo pulgar quedándose en el
pezón de Tae, solo posicionado ahí sin moverse porque de pronto empezaba
a recuperar la cordura.39

Cuando se dejaba caer de espalda contra el colchón, su piel afiebrada contra


la sábana helada, oyó un débil sonido de desconcierto y entonces Taehyung
se movía, rodando para terminar a un costado de su cintura. Sus dedos
largos acariciaron sus costillas y se apoyó en él, levantando la pierna y
pasándola sobre su cuerpo, sentándose sobre el estómago de Jungkook.
Mientras lo observaba acomodarse todo sonrisa y orgullo recompuesto,
Jungkook no supo si debía sentirse aliviado porque no se había sentado
sobre esa erección suya dura y palpitante, que pedía a gritos un toque, una
mano, una boca o algo más, o si debía sentirse enormemente decepcionado
porque la tirantez en su entrepierna era ya agonizante.123

—Tae —se escuchó balbuceando, jadeando, gruñendo, la respiración


entrecortada ante unos pulmones que se negaban a procesar la situación en
un estado decente.

A pesar de que debería sacarlo, volver a acostarlo a su lado, taparlo hasta el


cuello y darle un beso casto en la frente de buenas noches, se descubrió
recorriendo con las manos sus piernas largas y flexionadas al costado de su
cintura, las palmas rozando los vellos y metiéndose bajo el pantalón corto y
suelto porque era casi verano y la temperatura del ambiente no era lo único
caliente en esa habitación.92

Y entonces lo estaba girando en la cama, recostándolo otra vez contra el


colchón mientras oía un jadeo sorprendido de Tae. Y quiso alejarse, pero el
alcohol no lo dejaba pensar bien, no lo dejaba, no podía separarse cuando se
sentía tan bien, tan, tan bien y ahí se cuestionó por qué debería prohibirse
algo que lo hacía sentir así de eufórico. 1
—Solo un beso —susurró Jungkook, realmente sin saber si se lo decía a sí
mismo como un recordatorio o una advertencia, o si lo hacía para
tranquilizar a Taehyung. Sin embargo, Tae era el menos preocupado de los
dos, y es que Tae no entendía del todo. Entendía lo teórico y conceptual que
le estuvieron enseñando durante esos meses en textos y en videos que lo
avergonzaban tanto que terminaba encogido en su asiento y negándose a
observar a Jungkook por horas, pero no lo práctico. Sumado a lo anterior,
Tae era una persona sin prejuicios sociales ante el sexo, convirtiéndole en un
hombre dispuesto, totalmente dispuesto a lo que Jungkook pudiese y
quisiese hacerle.179

Y Jungkook se moría por hacerle de todo, por eso lo besó, sus bocas
encontrándose en medio de esa oscuridad, la brisa que ingresaba por la
ventana abierta apenas acariciandoles las pieles acaloradas mientras las
piernas de Tae continuaban estiradas a los costados de la cadera de
Jungkook, acomodándolo mejor entre ellas con cada segundo que ese beso
se distendía, flexionando las rodillas y moviendose hasta que Jungkook
quedó completamente recostado contra su cuerpo.13

Entonces fue cuando lo sintió.1

La erección rozó contra la de Jungkook mandándole una corriente


paralizante por la columna vertebral, viajando por ella desde su nuca hasta
el final, concentrándose en su entrepierna.227

Cortó el beso con Taehyung, la expresión de él adormilada y los labios


mojados e hinchados, los párpados apenas abriéndose para encontrarse con
su mirada, ambas igual de oscurecidas, sus pupilas dilatadas por el deseo. Un
gemido se formó en la garganta de Jungkook y se quedó atascada en ella
hasta que lo soltó, su boca de inmediato descendiendo hacia la de Taehyung
para comérselo a besos, sus erecciones volviéndose a encontrar en ese
movimiento involuntario.2

—Jungkook —jadeó Taehyung entrecortado.356

Y la cabeza le giraba y el corazón se le quería escapar del pecho, latiendo con


tanta fuerza y con tanta locura que lo sentía en cada parte de esa piel que
hacía contacto con la otra. Respirando con pesadez, apoyó su pecho contra el
de Tae ambos sudados por ese calor que los envolvía, tanto, tanto calor entre
ellos.22

Otro movimiento de Tae, quien alzaba las caderas para repetir eso que lo
hacía curvar su espalda de manera involuntaria y apretar los dedos de los
pies, sus manos yendo a la espalda ancha de Jungkook para apegarlo más a
él, porque podía no tener experiencia pero tenía instintos y ellos le pedían
que moviera la cadera para aumentar la fricción y él lo hacía y repetía.112

—Más —pidió Taehyung pequeñito, mordiendo el labio de Jungkook cuando


no se movió—. Jungkook, más.493

Pero Jungkook había apoyado los codos en el colchón y se alzaba unos


centímetros para ganar distancia entre ambos, el sudor acumulándose en su
espalda, notándolo también brillar en la sien de Taehyung junto a la saliva
en esos labios rojos e irritados que volvían a suplicarle por favor.1

Por favor, mientras buscaba la boca de Jungkook queriendo otra vez ese roce
contra él, porque su cabeza también giraba aunque no entendiese ni la mitad
de lo que ocurría ante su inexperiencia y al encontrarse borracho de alcohol
y de deseo.8

Y cuando pensaba que Jungkook se iba a apartar y pedirle que se durmiera a


pesar de que todo en Tae latía y gritaba por ser acariciado por él, una mano
de Jungkook se deslizó por debajo de su muslo. Contra su boca, susurró.2
—Anuda tus piernas en mi cintura.600

Obedeció cruzando los tobillos, sus cuerpos de inmediato apegándose tanto


que Tae podía sentir un bulto contra el suyo latiendo casi en sincronía.181

—No dejes de besarme —pidió.28

Llevando ahora su otro brazo hacia adelante, Taehyung solo pudo ver que se
afirmaba a un fierro del cabezal de la cama mientras la otra mano lo sostenía
por el muslo, apretando su músculo como si quisiera romperlo.253

Y entonces se movió.99

La fricción recorriendo la entrepierna de Tae y él solo se encontró dejando


caer la cabeza hacia atrás, su boca abriéndose en un gemido que no pudo ni
quiso contener, los labios de Jungkook yendo de inmediato por los suyos y
capturándolos y Tae sentía que absorbía sus quejidos y súplicas, que se
quedaba con su aire, con esa alma que se le escapaba por la boca ante cada
movimiento y Tae no entendía pero tampoco quería hacerlo, porque se
sentía tan bien, un hormigueo cosquillándole debajo de la piel y luego se
escuchó balbuceando un:21

—Más fuerte.555

Y él aumentaba el movimiento y ese cosquilleo picaba con más insistencia,


partiendo en su entrepierna y haciéndolo estremecerse, gemir contra los
labios de Jungkook que intentaba acallarlo y le pedían:

—Más bajito, Tae.66

Pero él realmente no podía evitar ese sonido que burbujeaba en su garganta,


sus dedos encogiéndose y entonces balbuceó un:

—Voy a estornudar.860
Y Jungkook se rió contra su boca, aumentando el ritmo y solo necesitó otros
dos empujones más y Tae sentía que estornudaba, siendo absorbido por una
sensación similar a esa, una de liberación y alivio pero más fuerte, mucho
más fuerte y demoledora, que le hizo cerrar los párpados, ponerlos los ojos
en blanco tras ellos mientras enterraba sus uñas en la espalda de Jungkook,
cerraba sus piernas alrededor de la cadera con fuerza y temblaba, cada
músculo estremeciéndose en una liberación que dejó su mente sin
pensamientos, solo centrado en ese movimiento que persistió mientras las
olas de felicidad recorrían su columna y esa boca de Jungkook no
abandonada la suya, devorándolo y llevándoselo a ese mundo brillante que
estallaba tras sus párpados.95

Luego nada, solo una masa sonriente y derretida contra el colchón que se
acurrucaba contra Jungkook, al que le habían fallado los brazos. Y Tae estaba
siendo aplastado por setenta kilos pero no podía importarle menos.8

Porque en ese preciso momento él era bonito.85

Ambos lo eran.

Jungkook y él.

Tan, tan bonitos.112

Más bonito que en toda su vida, ese bonito que solo Jungkook lograba en él. 7

Y mientras los ojos se le cerraban, pensó que si todo eso no era más que un
sueño y él todavía se encontraba encerrado en ese ático, pedía no despertar
nunca.713
61
Lo pensó, lo meditó, lo pensó, lo meditó y volvió a hacerlo una vez más, lo
buscó en internet y volvió a meditarlo, queriendo recapacitar y detener ese
hilo de pensamientos que comenzaban en un cementerio, necesitando
averiguarlo, verlo, comprobar que existía la tumba y leer su nombre en ella,
porque ansiaba respuestas, saber si ese nombre fue grabado en la lápida o si
solo se estaba confundiendo, solo volviéndose loco sentado ahí en el silencio
mientras Roko tiraba de su pantalón y le ladraba, comprendiendo que algo
malo, muy malo, horriblemente mal iba con él, y es que justamente eso
ocurría, sucedía algo terrible en esa cabeza suya.127

Lo pensó una vez más e intentó tranquilizarse, aniquilar esas ideas que le
molestaban e insistían, persistiendo y demandando espacio en su mente.

Realmente lo intentó, buscó tranquilizarse, respirar y lo hizo, aunque no lo


suficiente, no cuando esa ola de sentimientos y emociones lo hacían temblar,
ahogarse, enloquecer y entonces el vaso resbalaba de su mano y se
estrellaba contra el suelo, el ruido desconcertándolo lo suficiente para
recuperar algo de consciencia. El vidrio se dispersó por la madera y él se
inclinó, colocándose sobre sus rodillas y recogió los pedazos, temblando,
temblando tanto y jadeando, jadeando tanto que podía escuchar su
respiración.57

Y no podía, él solo quería que se detuvieran esos pensamientos y cerró los


ojos, sintiendo el filo enterrándose en su palma hasta que ese dolor físico
superpuso al emocional y Tae recién ahí pudo respirar, metiéndole aire a la
fuerza a unos pulmones que se negaban a trabajar.16

De algún modo logró tambalearse hacia la cocina, hilos rojos deslizándose


por su piel y cayendo al suelo. Yeontan lo seguía, sus pasitos pequeñitos
persiguiéndolo por la casa, posicionándose después a sus pies mientras el
agua le salpicaba la herida y se tornaba rosa, borrando por unos segundos
los rastros de sangre.

Pero entonces el dolor emocional superaba una vez más al físico y él no


podía soportarlo, sus ojos clavados en el reloj de la cocina que no avanzaba,
que se burlaba de él, que le indicaba que Jungkook no se encontraba en casa
porque, efectivamente, estaba solo, solo, solo, solo como esa última vez en el
ático. Sin embargo, antes de eso, antes de ese recuerdo de él movilizándose
por la casa y subiendo por las escaleras, recordaba su cuerpo en el suelo al
lado de su abuela y alguien tirando de él, unos dedos enterrándose en su
hombro mientras lo volteaban y su mejilla recibiendo una cachetada, que lo
recompuso el tiempo suficiente para enfocar su mirada en ese hombre alto
de cabello oscuro y ondulado.227

—Reacciona, Tae, debes dejarla —leyó.3

Solo que él no podía, no podía dejarlo estar de la misma manera que no pudo
soltarla ese día. Porque todas esas veces, cada una de esas veces, siempre fue
su papá.166

Y él no entendía, no entendía, no entendía, su abuela le había mentido, le


mintió cuando Tae lloraba y le preguntaba con movimientos torpes por qué
no tenía padres y ella solo le decía:

—Están muertos, bonito.15


Pero Taehyung conocía a la persona de la foto, la conocía, la conocía al punto
que estuvo con él esa noche en la cocina.137

Intentando detener el sangrado con papel, Tae no entendía y se sentía


asfixiado, mareado, las paredes cerrándose a su alrededor, y él simplemente
no pudo más.7

Tropezó hacia la puerta de la casa y corrió, el aire fresco golpeándolo en el


rostro, mismo aire que ahora le faltaba a sus pulmones que ardían. Se detuvo
en medio de la oscuridad con el pecho acelerado observando a su alrededor,
confundido y sin saber dónde se encontraban, el dolor en sus pulmones
superando a su caos mental.

Y entonces notó que una figura corría hacia él, recuperando el aliento a unos
pasos de distancia, la mano alzada pidiendo tiempo y la cabeza inclinada. Sin
embargo, Taehyung sabía quién era, por eso no se sorprendió cuando alzó el
rostro, ese mismo que observó la tarde anterior en esa fotografía entregada
por Jungkook.132

Era el cuarto hombre que conoció en su vida.7

—Logré alcanzarte.142

Era Kim Minho.


62

Jungkook fue despertado cuando unos dedos se aferraron a su brazo y un


gemido de dolor logró desconectarlo del reino de los sueños para hacerlo
caer en la realidad, realidad en donde Kim Taehyung se encontraba hecho un
ovillo a un costado suyo con los ojos cerrados mientras se aferraba a él de
forma inconsciente. El cerebro se le activó de inmediato, dejando atrás la
somnoliencia para pasar a la alerta. Alzándose con la ayuda de los codos,
apartó la parte superior de las mantas para contemplar el rostro fruncido de
Taehyung y sus piernas contra el estómago.75

—¿Qué sucede, pequeño?

Los ojos de Tae se abrieron apenas, el puchero volviéndose visible.

—Duele —dijo, soltándolo para llevarse ambos brazos a la cintura.53

—¿El estómago? —quiso saber.

—Y cabeza.

Ah, solo estaba sufriendo las consecuencias terribles de su primera resaca.


Con una sonrisa jugueteando, se acercó para darle un beso en la frente. Bajó
la mano y la metió entre los brazos de Tae, tocando su barriga desnuda. Tae
de inmediato apartó las manos, dejando que la palma extendida de Jungkook
acariciase su estómago, dándole masajes circulares sobre la piel.147

—Pobre bebé —susurró con buen humor.41

—Jungkook, no es gracioso —se quejó Tae.229

—Solo tienes resaca por beber mucho.3


—¿Tú... no?

—No, tu Jungkookie es un hombre experimentado.363

El puchero se hizo más profundo y arrastró la cabeza hacia adelante para


acariciar con la nariz el pecho descubierto de Jungkook.

—No es justo —dijo, su aliento acariciándole la piel.2

—¿Tener resaca?

—Duele... y no es así...

Eso le sacó otra carcajada a Jungkook.

—¿No es así en esos doramas que tanto ves? —Continuó tras escuchar un
"ajá" por parte de Tae—. Por supuesto que no, ellos solo actúan.51

Como respuesta, Taehyung se quejó con los ojos cerrados y la boca fruncida.

—¿Quieres vomitar, Tae?

Apenas logró asentir.

Jungkook se puso de pie de inmediato y lo ayudó a hacer lo mismo,


comenzando una loca carrera por el segundo piso y por las escaleras,
Taehyung con los labios presionados entre ellos para evitar escupir ese
reflujo que acumulaba en la garganta. Alcanzaron a encender la luz del baño
antes de que Tae cayera de rodillas, estas resonando feo contra la baldosa.
Levantó la tapa, su garganta emitiendo una arcada terrible. Afirmándose al
inodoro con los nudillos en blanco, Tae logró balbucear un:112

—Jungkook, no mire.291

Y se puso a vomitar, su espalda curvada, su cuerpo estremeciéndose, el


sudor frío apareciendo sobre su piel que solo iba cubierta por la ropa
interior que Jungkook le pidió cambiarse antes de que cayese en la
inconsciencia de una borrachera profunda. Se acercó y tomó asiento a su
lado en la tina, Tae estirando un brazo hacia él e intentando golpearlo para
que se fuera.38

—No mire —jadeó entre arcadas.131

Persistió a su lado, acariciandole la espalda con buen humor y apartando el


cabello de la frente que empezaba a pegotearse por el sudor. Al terminar con
los estremecimientos por el vómito, su rostro se veía ojeroso y cansado.
Continuó afirmado al baño como si fuera su salvavidas, Jungkook solo pudo
agradecer haberlo limpiado antes de irse a dormir.20

—No beber... más.82

—Con los años no es tan terrible —lo consoló Jungkook.22

—Nunca más —insistió, apoyando la frente en la rodilla de Jungkook.59

—Es decisión tuya, pequeño.3

Sus párpados cubrieron su mirada adolorida y se acomodó mejor contra su


pierna. Estuvieron unos minutos en el silencio de la noche escuchando a
Roko roncar desde la sala de estar.82

—¿Quieres subir? —preguntó.

Tae negó suavecito.

—¿Y en el sofá? Acostémonos ahí, así estamos cerca del baño por si quieres
vomitar otra vez.

Hizo el ademán de moverse para ir al sillón pero se dejó caer nuevamente,


llevándose la mano a la frente tan melodramático como su amigo Park
Jimin.121
—Tae... tan débil.349

La sonrisa, esa que parecía no desaparecer jamás cuando se trataba de ese


chico, bailó más amplia en su boca.7

—Pobrecito —susurró Jungkook—. ¿Tendré que llevarte en brazos?

Alzó la cabeza de inmediato, el interés brillando en su mirada.

—Si Jungkook lo dice...422

Y ese mismo Jungkook que lo dijo, pensó que podría morir de amor porque
no era posible que solo una persona, un chico tan sencillo y dulce como lo
era Tae, podía causarle ese revuelo en su corazón. Lo quería demasiado,
cada pequeña cosa que hacía lo consideraba la perfección, lo más hermoso,
lo más bonito, lo mejor. ¿Dejaría algún día de sentirse así o ese sentimiento
solo crecería hasta eclipsar todos los sentimientos que tuvo en el pasado por
otras personas?172

Inclinándose hacia delante, le dio un beso en la frente dejando confundido a


Tae, que permanecía en el suelo frente a sus piernas. Afirmando su rostro
por las mejillas, que ahora eran abultadas y Jungkook podía aplastarlas y
verlas sobresalir por los bordes de las palmas, lo acercó a él y le mordió la
nariz.66

Porque ni caso que en ese momento lo fuera a besar en la boca tras verlo
vomitar.235

—Jungkook —protestó pareciendo molesto.

Pero sus palabras contradijeron sus acciones, porque Tae se lanzó en los
brazos de Jungkook casi tirándolo dentro de la tina. Jungkook alcanzó a
afirmarse de la cortina, de paso rajándola quedando con la mitad de ella
tendida en el suelo y la otra colgando del fierro.24
Se quedaron paralizados con la cortina medio cubriéndolos.

—Si alguien pregunta, diremos que fue Betsy —informó.173

—Betsy —repitió Tae observando el desastre que Jungkook apartó de ellos y


dejó caer en la tina.17

—¿Mejor vamos al sofá?20

Tras ayudarlo a levantarse, y esperar a que terminase de lavarse los dientes


porque insistió en su higiene, salieron del cuarto de baño dejando el crimen
de una cortina destrozada a sus espaldas. Sentando a Tae en el sofá, fue a la
cocina a rebuscar en los cajones alguna medicina para la jaqueca. Con un
vaso de agua y la pastilla que encontró en la otra, fue donde Tae que
permanecía cuestionándose la vida misma mientras Roko, Mantequilla y
Yeontan dormían en los otros dos sofás pequeños: Roko por si solo y
Mantequilla y Yeontan en el otro.113

—Para el dolor de cabeza —le explicó, entregándole ambas cosas.1

Se tragó la píldora con un enorme sorbo de agua, después dejó el vaso en el


suelo y le hizo un gesto a Jungkook para que se sentara a su lado. Sin
embargo, Jungkook hizo algo mejor que eso: se recostó en el sofá grande y
tiró de Tae, arrastrándolo sobre su cuerpo hasta que estuvo por completo
recostado sobre él. Abriendo las piernas para que Tae se posicionara mejor,
ambos quedaron en una pose tan íntima y comprometedora, que a Jungkook
se le fundieron algunos cables del cerebro.185

Pero Tae se veía tan relajado recostado con la mejilla sobre su clavícula, que
Jungkook dejó estar sus prejuicios preconcebidos y lo abrazó por la espalda,
posicionando ambas manos sobre su cadera y le acarició la piel desnuda, de
arriba abajo y luego en reversa.72
Debió dormirse porque lo siguiente que sintió fue una mole de destrucción
bajando por la escalera. Abriendo los ojos desorientados y sintiendo un peso
un tanto asfixiante sobre él, intentó apoyarse en sus codos solo para recibir
un gruñido de queja. Tae, todavía recostado entre sus piernas, gimió bajito y
se movió, escondiendo la nariz en su cuello para ocultarse del sol mañanero
que ya ingresaba por la ventana de la sala de estar.5

Y en la escalera, la mole que pisó cada escalón con fuerza: Kim Namjoon.191

—¿Debería preguntar por qué ambos están durmiendo en el sofá? —quiso


saber, iba con el cabello despeinado por la nuca y una camiseta sobre la ropa
interior. Se veía como si hubiese salido recién de una centrifugadora.
Entonces dio un largo suspiro y negó con la cabeza—. Menos mal que ayer
estaba lo suficientemente borracho para no escucharlos.215

Fue en ese momento, que su mirada bajó del rostro de Jungkook al cuerpo
inconsciente sobre él. Notando de inmediato aquel movimiento, Jungkook
alzó las piernas y bajó las manos posicionándolas sobre el trasero de Tae,
intentando cubrir todo lo que podía de él.241

—Sube esa mirada, Kim Namjoon.381

Su amigo se limitó a alzar las cejas.

—Para tu tranquilidad, a mi todavía siguen sin gustarme los hombres... no


como a otros.363

—Sí, sí, ríete, yo también me reía antes.335

—Quién hubiese imaginado al heterosexual Jeon Jungkook con un chico


entre las piernas.217

Y riéndose feliz, terminó de bajar la escalera de paso tropezándose con el


último peldaño y casi cayéndose de culo en ella.129
—El karma ataca, Kim Namjoon —se burló Jungkook—. Hoy soy yo quien
tiene un chico entre las piernas, mañana serás tú.526

—Mira, tú síguele tapándole al trasero a tu novio mejor. —Cuando pasaba


por su lado para ir a la cocina, agregó con una sonrisa malvada—. Pero eres
un iluso si crees que lograrás cubrirlo solo con tus manos, el muchacho está
bien dotado.675

Jungkook se estiró para agarrar un cojín con la idea de lanzárselo a la cara,


pero el ruido de Hoseok bajando por la escalera, lo detuvo en seco a la
misma vez que Hobi notaba a Jungkook y a Tae recostados en el sofá, el
último de ellos todavía durmiendo pues su audífono se encontraba apoyado
contra la clavícula de Jungkook enmudeciendo su mundo.4

—¿Qué hacen durmiendo ahí? —quiso saber, fregándose un ojo con


expresión cansada—. ¿Y por qué están solo en ropa interior...? —Entonces
dejó caer la mano—. Para eso tienen una cama, ¿cómo se les ocurre profanar
el sillón que todos ocupamos? Dios, Jungkook, se me ha caído comida en ese
sofá y me la he comido.630

Sin darle espacio a responder, fue directo al baño. Nada más abrir la puerta,
jadeó.

—¿Por qué está la cortina en el suelo?103

—Oh, no. —Esperen, eso había sonado muy falso—. Esa Betsy no aprende,
de seguro perseguía una polilla.294

Percibiendo que estaban hablando de ella, la diminuta gatita, incapaz de


romper una cortina con su peso de pluma, apareció por el pasillo
maullando.37
—Gata mala —reprendió Hoseok, luego se encerró en el baño mientras Nam
aparecía otra vez con una taza de café y tomaba asiento en unos de los sofás
pequeños tras sacar a Roko de ahí.89

—Solo una mañana normal en la residencia Jeon —bromeó.125

Como todavía era temprano para almorzar, pero tal vez un poco tarde para
un desayuno propiamente tal, Jungkook despertó a Tae y lo hizo subir al
cuarto todavía medio adormilado, porque sentía un dolor en las costillas
cada vez que la mirada de Nam viajaba hacia las manos de Jungkook que
continuaban protegiendo el trasero de Tae, y después comenzaba a reírse
con maldad, dandole un sorbo a su café y una cucharada a sus cereales.238

Sin perder el tiempo, fue por unas barras energéticas y unos vasos con jugo,
ese sería su desayuno hasta que algunos de ellos se decidiera a cocinar algo,
lo cual era bastante poco probable y con posibilidad terminasen pidiendo
algo y pagándolo a medias.

Si se esperaba a Tae durmiendo, su suposición fue un fiasco. La realidad era


que se lo encontró recostado en el centro de la cama todavía con ropa
interior, rápidamente haciéndole un gesto al verlo aparecer en el cuarto. Las
barras de cereales que llevaba colgando de los dientes, casi se le cayeron al
suelo al notar su sonrisa pequeña y escucharlo decir suavecito.5

—Jungkook, de nuevo.666

Claro está, él continuaba con las barras de cereales en la boca por lo que solo
atinó a cerrar la puerta con el pie y a darle al botón de cierre con el codo,
justo en el instante que ese pecador llamado Kim Taehyung abría las piernas
como una invitación demasiado tentadora.690

—Ven.88
Esta vez sí que se le cayó el desayuno al piso, logrando apenas dejar los
vasos en la mesita de noche antes de jadear un:

—¿Pero qué haces?132

Mientras se agachaba y tanteaba a ciegas el suelo en búsqueda de las barras,


porque claramente sus ojos tenían una mejor distracción que esa, Tae curvó
la espalda.83

—Jungkook de nuevo, por favor —repitió.360

Y ese pobre e infeliz Jungkook solo tragó saliva. Podía escuchar a uno de sus
compañeros de casa paseando en el primer piso y a otro subiendo las
escaleras, ¿y Tae quería que repitieran? ¿Quería que lo besara, se fregase
contra él y lo escuchase gemir bonito? ¿Gemir cuando el resto de la casa ya
no se encontraba borracha?274

Era una locura.71

Una completa locura, ¿entonces por qué se arrodillaba en la cama? Se


arrastró por el colchón hasta que se posicionó sobre él, Tae abriendo las
piernas para acomodarlo mejor. Se acercó para besar esa boca sonriente,
sintiendo que pronto sería absorto una vez más por esos brazos largos que
lo abrazaban y esas piernas que se cruzaban tras su cintura sin tener que
pedírselo otra vez.65

Se detuvo a unos centímetros de sus labios húmedos y todavía irritados por


lo de ayer.

—No podemos, Tae.134

—Pero...

—Los chicos nos pueden oír —lo interrumpió.60


Tae pestañeó sin entender, encogiendose de hombros.

—Pero... a Tae le gustó... tanto, tanto, tanto.349

Una risa orgullosa y tonta se le formó en la garganta.12

—Nos pueden oír —repitió.

Y Tae una vez más se encogió de hombros.

—No importa.67

Jungkook llevó una mano a su trasero y le dio un golpe.508

—Compórtate.205

—Nu.188

Le dio otro golpe y después le acarició, Tae moviendose bajo él.28

—Debemos comportarnos.

—¿Por qué? —se quejó bonito—. Tae no entiende.

—Porque esto que hacemos —susurró bajito, todavía sus bocas rozándose—
, es algo privado. De ambos, solo tuyo y mío. Y el resto no quiere
escucharnos.189

—Pero —Su entrecejo se frunció— es bonito.

—¿Bonito?33

Nunca había escuchado esa definición para el sexo, tal vez sucio, caliente,
excitante; nunca bonito.178

—Tae se siente bonito.260

Dijo las cosas precisas para derrumbar las pocas e inestables barreras que
Jungkook alzaba entre ambos para evitar otro encuentro como el de la noche
anterior. Escuchando que sus amigos paseaban por la casa conversando
entre ellos y a los perros ladrando cuando su dispensador automático de
comida (cinco cuotas sin interés) les daba una de sus cuatro raciones del día,
Jungkook mandó todo al carajo.245

Moviendose, hizo girar a Tae entre sus brazos para que ambos quedasen uno
frente al otro en esa cama ancha que permanecía con las mantas arrugadas
bajo ellos. Logró agarrar una punta de la sábana y los cubrió a ambos hasta
la cintura. Llevó una mano hacia Tae y la deslizó hacia abajo por la piel de su
vientre, viéndolo contraerse a su paso. La mirada de Taehyung buscó la de
Jungkook, su expresión un poco extraña, un poco inquieta, un poco
sorprendida.75

—En tus clases —comenzó diciendo Jungkook acercándose hasta que su


aliento chocó contra el de Tae—, ¿te enseñaron lo que era la
masturbación?569

Y entonces su dedo rozó el elástico de la ropa interior de Tae, de pronto la


respiración de ambos atascándose en sus pulmones. Los dedos de Jungkook
continuaron un poco más al sur y rozaron esa erección que permanecía en
Tae desde el instante mismo que Jungkook se recostó sobre él.80

Antes de pensárselo más y volverse loco porque estaba a un segundo de


tocar un pene que no le pertenecía a él, Jungkook cerró la mano sobre la
erección de Tae escuchándolo jadear de impacto, sus labios abriendose en
un jadeo de sorpresa, el aire deslizándose entre sus dientes cerrados, sus
ojos sorprendidos y maravillados en partes iguales.30

—¿Te hablaron de ella? —insistió, palpándola contra su palma.

—S-s-sí —balbuceó Tae.


Cerró los dedos recorriendo su longitud sobre la tela de la ropa interior,
sorprendiéndose porque quizá el bulto solo era un poquito más pequeño
que el de Jungkook.230

—Eres grande —susurró.684

Alejó la mano, y cuando el puchero de protesta se estaba formando en la


boca sorprendida de Tae, regresó al borde del elástico y tiró hacia bajo de su
ropa interior, ahora su mano cerrándose sobre la erección desnuda. Las
manos de Tae se fueron de inmediato hacia el rostro de Jungkook,
sujetándolo por las mejillas y acercándolo cuando un gemido se formó en
esa garganta y entonces cerró los ojos, las pupilas moviendose tras los
párpados.42

Se besaron los pocos segundos que Tae logró soportar los movimientos y
giros de la muñeca de Jungkook, volviendo a sentir esa sensación de
aparente estornudo que solo finalizaba en fuegos artificiales estallando en
sus terminaciones nerviosas, para pasar a una nube de humo que soltaba su
mente incendiada. Y luego todos sus sentimientos quedaban en calma, en ese
silencio y tranquilidad que ni en una década de sordera pudo apreciar, era
un silencio tranquilo y para nada abrumador, donde solo quedaba la calma
de una felicidad instantánea.27

Y cuando sus miradas se encontraron por sobre la respiración jadeante de


Tae, que permanecían con las manos agarrotadas sobre su rostro, Jungkook
lo besó en la frente con tanto sentimiento que debió haberle transmitido
alguno de ellos porque Tae se alejó unos centímetros con una pregunta
muda en su mirada, pregunta que Jungkook no dudó en respondérsela.8

—Porque te quiero.300

Vio que ladeaba la cabeza y se llevaba la mano al pecho.


—¿Yo?

—Sí, bobo, a ti.

—No, Bobo Jungkook.116

Pero sus palabras contradijeron sus acciones, porque Tae estaba


escondiendo el rostro en el pecho de Jungkook mientras un llanto suavecito
y casi mudo provenía de esa garganta que por años permaneció en silencio y
sin ser escuchada.

—¿Por qué lloras, pequeño? —susurró acariciandole la nuca.

—Jungkook es bonito —musitó contra él. Y entonces estaba alzando la


mirada con timidez y las orejas sonrojadas, los párpados un tanto caídos
para rehuir de la atención de Jungkook—. Tae también... él también...137

—¿Sí?

Y como en raras ocasiones ocurría, Tae no se refirió a sí mismo en tercera


persona como tendía a hacerlo cuando hablaba de sus propios sentimientos
y emociones.+

—También quiero a Jungkook.


63
Se tocó la barbilla mientras analizaba la residencia Jeon, una casa de dos
pisos habitada por dos policías, uno de mayor cargo que el otro, y por un
residente de medicina. No existían rejas en las ventanas, como tampoco un
sistema de seguridad en la puerta. Lo único que le impedía acercarse a Kim
Taehyung, era ese enorme perro que ladraba ante cualquier movimiento y
que parecía incapaz de dejarlo solo.198

Por eso, los estudió.27

Un día.

Una semana.

Un mes.

Tres.

Cuatro.108

Pero él era paciente, pensó observando a Jeon Jungkooks salir de la casa


para cumplir con su turno nocturno, y podía esperar el tiempo que fuese
necesario para aprovecharse de otro descuido. Ya hubo uno hace un mes, era
cuestión de nada que ocurriese el segundo.234

Solo debía ser paciente, una habilidad que Jeon Jungkook carecía, y esperar
un descuido.

Si tenía suerte, sonrió al ver que Kim Taehyung abría la puerta y dejaba que
ese perro fuese a pasear solo, ese segundo descuido podría suceder pronto.
Y él se lo llevaría lejos.440

Muy lejos.25

Porque él no podía dejarlo en esa casa cuando el primer ciclo de calor de


Kim Taehyung se encontraba tan cerca.
64
Un adormilado Taehyung bajó por las escaleras, sus largas piernas
enfundadas en un pantalón corto y una camiseta negra, iba con el mismo
conjunto de aquella vez que lo descubrió bailando en el medio de la sala de
estar. Su cabello castaño claro, que una vez más llevaba demasiado largo, se
encontraba desordenado sobre su rostro hinchado, unos mechones parados
en la parte posterior de la nuca. Detenido en medio de la escalera, pestañeó
lento rascándose una pierna, procesando la situación frente a él con ese
medio cerebro que continuaba entre sueños.90

Mientras, Jungkook se ubicaba en el sofá frente a la televisión con un plato


de comida en la mano y los palillos en la otra. Podría estar comiendo como
un hombre civilizado en el comedor, pero estaban solos con Taehyung en la
casa y este último durmiendo una siesta, y a Jungkook simplemente no le
gustaba comer en silencio.56

—¿Dormiste bien? —preguntó Jungkook al verlo aparecer, una sonrisa


curvando su boca al verlo bostezar y reaccionar. Se veía como un oso
saliendo de hibernación, tierno pero altamente letal para el corazón
enloquecido de Jungkook que moría de amor ante él.149

Taehyung balbuceó algo que no logró entender, luego bajó los restantes
escalones y fue hacia él, Yeontan siguiéndolo con el pelaje tan desordenado
como su dueño. Se notaba que ambos habían dormido una siesta
maravillosa.24

—¿Quieres comer ahora? —ofreció.


Taehyung negó apenas, subiéndose por el costado del sofá y pisando los
cojines hasta acomodarse detrás de Jungkook, deslizándose en ese espacio
pequeño entre el respaldo y su espalda. Colocándose de cunclillas, posicionó
cada rodilla al costado de la cintura de Jungkook y lo abrazó, la mejilla
fregándose contra la parte posterior de su cuello.144

—Te extrañé —susurró Tae contra su oído, la voz baja y melosa, los brazos
sobre sus hombros para abrazarlo y tirar de él hasta que no quedó espacio
entre ambos.125

—Solo estabas durmiendo —se rió Jungkook.26

—Pero Jungkook no estaba cuando Tae despertó.30

Jungkook puso los ojos en blanco con buen humor y se llevó un pedazo de
cerdo enlatado a la boca.155

—¿Te sientes mejor ahora? —quiso saber, realmente interesado y


preocupado por su estado.

Desde el día anterior, Taehyung llevaba de un humor extraño. Consentido,


un poco melancólico y muy cariñoso, buscando en todo momento el contacto
directo con Jungkook. También estaba un poco volátil, sus emociones
contradictorias y confusas, al punto que Jungkook lo había descubierto
llorando cuando el reloj anunció la llegada del mediodía solo porque eso
significaba que le quedaba una hora menos junto a él antes de que se fuese a
trabajar. Por lo mismo, Jungkook terminó proponiendo la siesta, con la idea
de que unas horas de descanso lo harían recuperar cierta estabilidad a sus
emociones. Pero claro que eso Tae tampoco se lo tomó bien, protestando y
luchando hasta que Jungkook lo cargó sobre el hombro y se lo llevó a la
cama, quedándose con él mientras caía en un sueño ligero que pasó con
dificultad a uno profundo.288
Y mientras dormía, había llamado a Jin para contarle la situación, ambos
llegando a la misma conclusión: Tae se encontraba ansioso, preocupado y
nervioso y no sabía cómo manejar tantas emociones a la vez, quedando
desbordado y al límite de su estabilidad. Y es que esa noche sería la primera
en la que dormiría solo. El turno nocturno, que a Jungkook se lo estuvieron
postergando primero por la licencia de Jimin y luego por la adaptación de
Taehyung, ya no se lo podían aplazar más, por lo que esa tarde comenzaba
con aquel horario que iba de las diez de la noche a las cuatro de la
madrugada; eso quería decir que Taehyung dormiría por primera vez solo
desde que salió del hospital hace ya cuatro meses y medio.410

—No, y Jungkook sabe —hizo Tae puchero como respuesta.32

Y Taehyung simplemente no toleraba ni pensaba tomarse bien la noticia,


oponiéndose hasta que llegase la hora que Jungkook tuviese que despedirse
y ya no le quedase más que asumirlo. Pero eso no quitaba que fuese a luchar
hasta el final, no se sorprendería si Tae le escondía las llaves de la camioneta
y de la casa para que no pudiese salir, porque Kim Taehyung era astuto
como un zorro y un genio en potencia para siempre salirse con la suya; por
lo mismo, esa mañana Jungkook había guardado sus llaves en un lugar
seguro porque él necesitaba ir a trabajar ese día y Tae aceptarlo. 44

—Solos serán unas horas —insistió Jungkook—. Ya verás que te irás a


dormir y cuando despiertes, tu Jungkook estará durmiendo contigo.134

—Pero Tae quiere a Jungkook al dormirse y al despertarse, no solo Jungkook


al despertarse.186

Se llevó más arroz a la boca, intentando restarle importancia a sus súplicas


porque Jin se lo advirtió: si lo consentía y le daba todo lo que quería,
Taehyung después no sería capaz de adaptarse a la sociedad caracterizada
por ser cruel, fría e indiferente. Así que, si bien existía la posibilidad de
solicitar otra postergación de su turno nocturno, no lo hizo porque Tae debía
aprender a que Jungkook no estaría siempre para él.94

Porque sería así, llegaría un punto en donde Tae partiría y Jungkook


necesitaba, por su bien mental y emocional, que Tae estuviese preparado
cuando llegase el momento y tomase esa decisión.57

—Lo siento, pequeño, pero solo habrá Jungkook al despertar.

Taehyung se acomodó mejor detrás suyo, pasando sus piernas por alrededor
de la cadera de Jungkook y cruzando los tobillos sobre su regazo, casi
tirándole el plato de la mano.2

De haberlo logrado, pensó observando los ojos brillantes de Roko sentado a


sus pies esperando recibir algo, por lo menos no habría tenido que pasar la
aspiradora.19

—No es justo —susurró Tae como respuesta, todavía la mejilla apretada


contra su nuca donde continuaba fregándose como si quisiera impregnarse
de su olor—. Tae necesita a Jungkook más.80

—¿Me necesitas más que esas personas que podría ayudar si voy a
trabajar?60

Sintió que el cuerpo de Taehyung se paralizaba detrás suyo, las manos, que
empezaban a rodear su cintura, se paralizaron contra los costados,
apretando y tirando de su ropa.

—Jungkook, no quise decir eso —balbuceó—. Tae solo... yo solo... quiero a


Jungkook.
—Entiendo, pequeño, pero existe gente que también necesita que la ayude
como yo lo hice contigo.

—Yo sé, Jungkook, pero...2

—¿Te imaginas si hace cinco meses yo no hubiese asistido a mi turno? No te


habría conocido.138

Sintió que Tae se apretaba más contra su espalda, el aliento haciéndole


cosquillas en su nuca cuando la boca de Tae se posicionó sobre su piel y la
besó, los labios calientes dejando una marca mojada que le hizo
estremecerse.70

—Pero Jungkook es mío.301

—No seas egoísta con tu Jungkook, hay más gente que me necesita.40

—Pero Jungkookie regresa a mí todos los días, es mío.251

Eso le sacó una carcajada cuando no debía. Solo que... todo lo que hacía Tae
le parecía maravilloso, hasta esos celos consentidos que experimentaba rara
vez.

—Y tu Jungkookie siempre regresará mientras quieras que regrese a ti.104

Los labios de Tae de nuevo estuvieron contra su nuca y Jungkook recordó


que hace nada, él detestaba que le tocasen o acariciasen aquella zona, siendo
un sector demasiado sensible para Jungkook. Y, sin embargo, ahí estaba Tae
besando y acariciando su piel del cuello con labios y dientes y Jungkook solo
se podía recordar que debía terminar su plato de comida ya frío en las
manos.57

—Tae siempre querrá a Jungkook.


Oh, de eso Jungkook no estaba seguro, deseaba creer que sí, realmente lo
deseaba, pero la realidad podría ser otra... bien, al parecer, Taehyung no era
el único niño sensible en esa habitación.116

—Solo debes saber que regresaré a ti —lo consoló Jungkook.111

Entonces Taehyung se movió lo suficiente para poder observar el rostro de


Jungkook. Los ojos grandes del chico estaban serios y casi no pestañeaba,
como si intentase leerle el alma a través de la mirada. Y Jungkook podría
jurar que estaba ocurriendo exactamente aquello, capa tras capa cayendo a
su alrededor hasta quedar solo con su alma desnuda, sus facetas y distintas
personalidades en el suelo.

—¿Promesa? —pidió Tae.

—Promesa.357

Sin embargo, Taehyung no se veía más relajado, su mirada todavía


escaneando los orbes oscuros de Jungkook con intensidad y también con
mucho temor, un miedo que solo una persona que vivió 19 años en soledad
podría experimentar.7

—Te prometo que no encontraré a otro Taehyung.291

Le dio justo al blanco a las inseguridades que estaban en ese momento


apretando los malos botones en Tae. Su boca bajó en los costados formando
una sonrisa triste, al mismo tiempo que cambiaba de posición y se recostaba
de costado, apoyando la cabeza en el regazo de Jungkook quien apenas logró
apartar el plato para que no fuese golpeado.

Observó medio segundo el rostro de Tae y luego su comida, dejando


finalmente el plato en el suelo siendo atacado sin demora por Roko, quien se
devoró lo que quedaba en menos de diez segundos.46
—¿Eso es lo que te preocupa, pequeño?

Recostado en su pierna formando una "c" que rodeaba su cuerpo casi por
completo, vio que Tae movía los dedos de los pies contra el cojín del sofá. Se
los afirmó y bajó la vista hacia esa carita triste e insegura que se apoyaba en
su muslo.2

—Pero Jungkook podría ayudar a otro Tae y... y ahí existiría otro Tae para
Jungkook y Jungkook no regresaría a mí.327

Los dedos de su mano derecha juguetearon con los mechones despeinados,


aplastando los que todavía se le paraban en la nuca tras la siesta.

—Para Jungkook solo existe un Kim Taehyung y ese eres tú.73

Puso una expresión de incredulidad, su boca volviéndose más pronunciada y


la mirada sospechosa.

—¿Jungkook de Kim Taehyung? —Y fingiendo falsa aceptación, asintió—.


Bueno, si Jungkook así lo quiere...244

Y ese mismo Jungkook se encontró inclinándose sobre sí para capturar esos


labios fruncidos en un beso, que resonó en sus oídos porque necesitaba de
ello en más de un sentido.13

—Ahora —Acarició esa nariz consentida observando su expresión


complacida—, ¿quieres comer algo? Solo has tomado agua y un vaso de leche
en todo el día.

Tae volvió a negar, apegándose tanto a él que la barbilla le rozaba la


entrepierna. Pero eso, ese tipo de acercamiento, ese contacto inocente y tal
vez no tanto, era algo de lo que Jungkook ya venía ganando experiencia para
mantener la serenidad. Su día a día era un constante dolor en sus pelotas y
una frustración tan potente que la sentía hasta en los huesos, pero él podía
ser paciente.115

Paciencia.188

Jungkook realmente nunca fue paciente hasta Tae, era de los que se tendían
a frustrar con facilidad y a lanzar las cosas lejos por lo mismo. No era capaz
de esperar y aguantar, la impaciencia ganando en él con esas ansias
demoledoras que no sabía cómo controlar... pero eso, antes de Tae. Con él
había descubierto una impresionante capacidad de control y paciencia que
jamás creyó que podrían existir en él, era un poco impresionante que
siguiese descubriendo otras facetas de sí mismo, que se ligaban
directamente a una persona o situaciones en particular.12

—¿Por qué no quieres comer? —insistió ya preocupado por eso.

—No hay hambre.7

—Pero si no has comido.

—Jungkook —dijo con seriedad, esas bonitas cejas frunciéndose—, Tae es


grande... y no quiero comer.64

Jungkook hizo rodar la mirada.

—Entonces te recordaré eso cuando me pidas que te cargue.83

De inmediato Tae estaba sonriendo, mostrando una enorme y cuadrada


sonrisa simétrica.36

—Bueno, Tae no es tan grande —aceptó—. Pero sigo sin querer comer.287

Jungkook lo dejó estar porque Tae parecía nuevamente animado, eliminando


esa expresión melancólica del rostro.
Lo que restó de las pocas horas que les quedaban juntos, se la pasaron
viendo un dorama. Jungkook sentado en el centro del sofá y Taehyung a su
lado con las piernas sobre las suyas, abrazándolo por la cintura y apoyando
su mejilla en el hombro, que fregaba contra él con expresión bonita mientras
alzaba la mirada para pedir un beso en silencio.78

A las pocas horas, era seguido por toda la casa por un Tae ansioso y
nervioso. Lo esperó sentado sobre la tapa del baño al tomar la ducha, lo
acompañó al cuarto al vestirse y ahora se encontraba en el pasillo
retorciéndose las manos con nerviosismo mientras Jungkook se lavaba los
dientes. Nam, que había regresado de visitar a una amiga y quien no tendría
turno hasta en dos días más, intentaba cocinarse algo y el ruido de ollas y
sartenes siendo maltratados resonaba en la tensión de la casa.317

Cuando finalmente el reloj anunció las nueve y media y Jungkook no pudo


retrasar más su partida, arrastró a Tae al cuarto de lavado y cerró la puerta
tras ellos. Escondidos en ese lugar oscuro que olía a detergente y donde se
oía la ropa girando en la lavadora, lo atrajo hacia él y deslizó sus manos por
la cintura, levantando la camiseta para acariciarle el abdomen, el costado de
las costillas y la espalda baja, metiendo las manos bajo el elástico del
pantalón y acariciándole el trasero sobre la ropa interior. Lo afirmó contra
él, buscando esa boca ansiosa y desesperada por atención, los labios de cada
uno delineando los del otro, sus lenguas encontrándose a medio camino.453

Un beso sucio, mojado y caliente, que dejó las rodillas de Jungkook débiles y
a su cerebro en hibernación, preguntándose el porqué debía ir a trabajar si
podía continuar por esa línea con Taehyung, alzarlo en brazos, pedirle que le
rodeara la cadera y sentarlo sobre la secadora y escuchar bajito y bonito
suplicarle por más, porque Tae parecía no tener suficiente de Jungkook
como el mismo Jungkook parecía no tener suficiente de él.99
Sin embargo, se separó de ese cuerpo caliente y se acomodó la erección con
la mano, que punzaba de manera dolorosa.216

Ah, triste frustración.128

Taehyung continuó en su posición con expresión dormida, reaccionando con


más tardanza que Jungkook. Al caer en el hecho de que esa explosión de
caricias rápidas, ansiosas y desesperadas habían llegado a su fin, se quejó
estirando los brazos y tirando de la camisa limpia y sin arrugas de Jungkook,
alcanzando su corbata y atrayéndolo a él. Su boca abierta volvió a buscar la
de Jungkook, y Jungkook sintió que una vez más era absorto por ese calor,
por esa necesidad, por esa sensación que nacía en su pecho y se ramificaba
por sus venas como una infección.62

Una infección por la que Jungkook estaba dispuesto a morir, pensó.79

Se separó a duras penas, el beso resonante en ese espacio oscuro.

—Pequeño, debo marcharme —susurró cuando Taehyung quiso ir por él


otra vez, tirándolo por la corbata y después por la camisa.

—No —protestó. Jungkook logró escapar de esos brazos dejándolo detenido


frente a él con expresión miserable—. Quiero ir a la cama, Jungkook.200

—Cuando regrese de trabajar —aseguró Jungkook, metiéndose la mano por


el pantalón y acomodándose nuevamente la erección. Hizo una mueca
cuando la rozó con los nudillos. Luego metió la camisa, ahora arrugada,
dentro del pantalón y estiró la corbata sobre su pecho.87

Salió de la habitación de lavado encontrándose de frente a Nam que se


dirigía al baño, quien lo observó con las cejas alzadas.2

—Para algo tienes tu habitación, Jungkook.180


—No estábamos haciendo nada —mintió con descaro.50

La mirada de Nam se dirigió a la erección de Jungkook y la subió haciendo


rodar los ojos.293

—Claro, nada.18

Haciéndose el desentendido, Jungkook comprobó la hora en su reloj de


pulsera. Si no salía ya, llegaría atrasado y Park Jimin lo mataría.

—Debo marcharme —anunció, sintiendo que los brazos de Tae le rodeaban


la cintura y se apegaba a su espalda—. Nam, queda a tu cuidado, por favor...2

—Lo sé, lo sé —lo cortó—. Me lo has dicho un millón de veces. No nos pasara
nada, ¿cierto, Tae?360

Pero Tae solo bufó, frotando su rostro contra los omoplatos de Jungkook.

—No lo sé, Tae solo quiere a Jungkook.3

—En la vida uno no siempre tiene todo lo que quiere, Tae —aseguró Nam
con buen humor—. ¿Por qué no vemos una película juntos? Tu eliges.42

Eso puso de mejor humor a Tae, quien soltó su agarre lo suficiente para que
Jungkook se girase y le diera un beso de despedida, apretándole las mejillas
al notar su puchero.

—No olvides dejarme espacio en la cama —dijo.54

Tras eso se separó, se despidió de Nam, de Roko, Yeontan y las gatitas,


Mantequilla en ninguna parte visible, y otra vez de Taehyung. Antes de que
Tae pudiese sujetarlo para no dejarlo escapar, salió de la casa y se subió a la
camioneta. Dándole un último vistazo a la casa, comprobando a Tae en la
puerta despidiéndose con la expresión más triste y miserable que vio alguna
vez, apretó el acelerador y se marchó.53
Otro que estaba extraño esa noche, era su mejor amigo Park Jimin. Mientras
realizaban la ronda nocturna por esa ciudad pequeña y silenciosa, una
especialmente tranquila como lo era Daegu, Jungkook tamborileó con los
dedos en el manubrio echándole una comprobación disimulada. Jimin no
dejaba de observar por los espejos retrovisores y laterales, su actitud
nerviosa sintiéndose como acre en entre ellos.173

—¿Qué te sucede a ti?

—¿Qué? —jadeó sorprendido.

—¿Hoy la luna está más cerca de la tierra y eso afectó los campos
magnéticos o algo así? Porque entre los comportamientos extraños de Tae y
tú, me voy a quedar sin neuronas intentando entender qué les sucede.89

—¿Le pasó algo a Tae? —preguntó en vez de responder.

—Solo está en negación máxima, creo que odia mi turno nocturno.

—Pobre bebé —musitó Jimin distraído observando por la ventana—. Y eso


que todavía le quedan dos semanas que superar. Pero lo entiendo.

—¿Lo entiendes?

Él se encogió de hombros.

—No es bonito dormir solo —susurró.125

Jungkook dio un largo suspiro, deteniéndose en la siguiente calle y


bajándose. Jimin lo siguió y ambos empezaron el recorrido por el parque
solitario y oscuro, comprobando que no hubiese gente bebiendo o
drogándose entre los arbustos.
—¿Me vas a decir qué te ocurre? —quiso saber cuando Jimin se giró
asustado al escuchar una rama quebrándose a sus espaldas—. ¿Peleaste con
Min Yoongi y de nuevo estás durmiendo en el sofá?25

—No, no, no —se apresuró a contestar, sin embargo, su mirada todavía se


encontraba clavada en los rincones oscuros donde la luminaria pública no
alcanzaba a llegar.

—¿Entonces? —insistió.

Jimin se tocó la nuca.

—Solo...

—¿Solo?

—Pero no me trates como un loco.

Puso los ojos en blanco.

—Solo dilo, Park Jimin.

—Creo que alguien me ha estado siguiendo.661

Eso puso a Jungkook en alerta de inmediato.

—¿Por qué lo dices?

—Es solo una sensación... —la voz se le perdió al encogerse de hombros—.


Siento que alguien ha estado observándome fuera del edificio.29

Aquello le secó la garganta por los nervios, de pronto recordando que su


pequeño amigo también era un M-Preg que podría estar llamando la
atención de gente indeseada.

—¿Desde cuándo sucede?


Jimin se tocó otra vez la nuca.

—Hace unas dos semanas. Al principio pensé que solo... solo estaba siendo
paranoíco, sabes que con este trabajo uno empieza a ver sospechas y maldad
donde no la hay... pero luego persistió esa sensación de que estoy siendo
observado.

—¿Y le has dicho a Yoongi?

—No quería preocuparlo.

Jungkook puso mala cara.

—¿No querías preocuparlo de la misma forma que no quisiste alertarlo por


tu dolor estomacal? Debes hablar con él.17

Asintiendo con aire distraído, se giró para comprobar sus alrededores.

—Lo haré. Solo que... pensé que eran imaginaciones mías, no quería alertarlo
por algo que solo podría estar imaginándome yo.

—Jimin, confía en tu instinto. Además debes recordar que eres un M-Preg y...
ya sabes.

—Lo sé —aceptó Jimin—, por eso...

—¿Mm?

—He estado portando el arma de servicio incluso cuando salgo a comprar.139

—Mejor prevengamos, ¿ok?

Más aliviado, Jimin asintió pequeñito.2

Cuando el turno finalizó a las cuatro de la mañana, la cabeza de Jungkook


punzaba por el sueño. Solo quería llegar a casa, quitarse la ropa, tomar una
ducha rápida e ir a acostarse al costado del cuerpo caliente y acogedor de su
novio.35

Novio.324

¿Alguna vez imaginó que tendría un novio?17

Casi era una locura, una locura tan grande como la que sentía en ese
momento por regresar y dormir durante horas siendo asfixiado por los
brazos y piernas de su novio que padecía de un pésimo dormir, que hablaba
de vez en cuando entre sueños o despertaba observando sus pies en vez de
su rostro dormido.63

Ah, su pequeño, ¿habría dormido algo?3

No, no lo había hecho, eso fue lo primero que pensó nada más ingresar a la
casa. Hecho un ovillo en el sofá con Yeontan a su lado y Roko a los pies, se
encontraba Tae con los ojos entrecerrados por el cansancio. Tenía grandes
ojeras y expresión miserable, la cual se iluminó apenas lo vio aparecer por la
puerta. Colocándose de pie de un salto, sonrió enorme y estiró los brazos
hacia él, saltando sobre Jungkook al acercarse por un abrazo. Fue rodeado
por sus brazos y piernas, quedando su rostro enterrado contra el cuello de
Tae.287

—¿No has dormido nada?

—Nu —contestó contra su hombro—. Tae intentó pero no pudo.2

¿Así cómo Jungkook podría aceptar que debería verlo partir algún día?246

—Tomaré una ducha rápida y podremos ir a dormir.

—Nu —dijo Tae, apretando las piernas contra su cadera para no dejarlo ir.1
Riéndose suavecito contra esa clávicula que tanto le fascinaba, se lo llevó al
baño con Roko corriendo alrededor de ellos. Jungkook terminó tomando una
ducha con Tae, Roko y Yeontan esperándolo con impaciencia a que
terminase. 30

A los minutos, mientras rodeaba a Tae con los brazos y este le pasaba una
pierna sobre la cintura para apegarlo más a él, Jungkook saboreó la emoción
de estar cayendo en ese agujero interminable llamado enamoramiento. Y lo
dejó estar, relajando su cuerpo completo para ser arrastrado más y más
profundo, hasta desear no tocar fondo jamás.18

Su Taehyung, pensó besando la piel de su cuello y cerrando los ojos para


dormir, cuánto lo quería.68

La otra mañana fue incluso más complicada que la anterior. Tae no quería
soltarlo para levantarse, sumado a eso que sentía su piel un poco acalorada
bajo su tacto. Algo ligero, pero lo suficiente para alarmarlo. ¿Estaría
enfermándose?239

—Vamos, debemos almorzar —dijo Jungkook, porque ambos se pasaron


toda la mañana durmiendo para recuperar el sueño de una noche perdida.
Ya eran la una de la tarde.31

—No quiero —pidió Tae, acercándose a él y afirmando el rostro de Jungkook


con esas manos enormes. Lo besó en la nariz, en la mejilla, sus labios
haciendo un recorrido por la piel expuesta de Jungkook.40

Y Jungkook se dejó estar, recostándose sobre la espalda para que Tae se


sentara sobre su cadera, inclinándose hacia adelante para continuar
besándolo. Cuando esa boca se acercó a su oído, Jungkook se estremeció,
deslizando sus manos por la espalda de Tae y más abajo, hasta que se
cerraron sobre su trasero y lo apretaron, masajeándolo contra él mientras
temblaba con los dientes de Tae tirando de su lóbulo y ese aliento caliente
mandándole olas de calor que lo recorrían de pies a cabeza.154

—Así no almorzaremos nunca —gimió Jungkook.81

—No importa.7

Pero Jungkook cambió la posición de sus manos y las deslizó por debajo de
la camiseta de Tae, tocándole la piel de la espalda y notando que
efectivamente estaba más caliente. Podía deberse al calor de esa tarde de
verano que ya marcaba temperaturas que superaban los 30º, pero si era así
¿no debería encontrarse Jungkook también afiebrado?171

Tras lograr levantarse de la cama con mil besos de Tae entremedios e


insistencias para que siguieran acurrucados ahí a pesar del horrible calor
que golpeaba el cuarto de Jungkook, buscó a Nam por la casa para que le
echara una mirada a Tae. Pero no estaba, de seguro aprovechaba su
penúltimo día libre antes de ingresar a un turno agotador de cuarenta y ocho
horas seguidas.71

Cocinó jajangmyeon comprobando de reojo a Tae, que se encontraba


sentado en la mesa de la cocina con expresión cansada y otra vez
entristecida. Preocupado, dejó los fideos cociéndose y se arrodilló frente a él,
apoyando sus manos sobre las rodillas del chico y acariciando esa piel que
todavía se sentía afiebrada.50

—¿Te sientes mal, pequeño? —quiso saber.

Tae pestañeó hacia él un poco desorientado.

—¿Eh? No.

—Pero te siento un poco caliente.4


—Los besos de Jungkook hacen eso en Tae.434

Miren a ese atrevido.307

—No nos estamos besando ahora —le aclaró.

Él se encogió de hombros, delicada y desinteresadamente.

—Igual.

—Te tomaré la temperatura tras almorzar.58

Comieron en silencio, Tae arrastrando su silla hasta quedarse pegado a


Jungkook y así apoyar la cabeza contra su hombro. Tae solo le dio una
probada al jajangmyeon, jugando el resto del tiempo con la comida en el
plato, moviéndola de un lado al otro con actitud cansada.

—¿Te duele el estómago? —dijo, llevando su mano al vientre de Tae y


acariciandole.71

Tae se recostó en el respaldo de la silla para darle más espacio, casi


ronroneando con la caricia.33

—No —dijo.

—¿Por qué entonces sigues sin querer comer?

—No hambre.21

Definitivamente estaba enfermo, no era normal su falta de apetito sumado a


ello la ligera fiebre que captaba en él. Además, pensó, también estaba el
obvio apego físico y emocional que llevaba experimentando desde hace dos
días como si fuese un pollito enfermo buscando refugio.77

—Espérame aquí, solo iré por algo arriba —pidió.76


Fue a la habitación de Nam a buscar un termómetro, de paso alcanzando a
agarrar tres veces a Roko antes de que volviese a robarle unas gafas que
destrozaría en la casa de perro que tenía en el patio trasero. A los minutos
de comprobar todos los cajones que se encontraban sin llave, se rindió y
cambió los zapatos para ir a comprar. Tae todavía se encontraba en la cocina
observando videos de Tiktok con aire distraído.207

—No encontré un termómetro, iré a la tienda de conveniencia. —Tae de


inmediato se puso de pie para acompañarlo—. No, no, tú quédate aquí.706

No quería exponerlo al calor abrazador de la calle y al sol infernal que


azotaba sin clemencia a esa hora.

—Pero...

—Está muy caluroso. Solo tardaré diez minutos, podrás sobrevivir sin mí,
¿cierto?499

Tae puso los ojos en blanco con dramatismo y después hizo un gesto con la
mano para que se marchara, su expresión triste y enojada. Jungkook se
quedó observándolo unos segundos desde la puerta con el entrecejo
fruncido, a continuación salió.1

Solo tardó quince minutos.

Pero eso fue suficiente.665

Los ladridos de Roko y gruñidos lo alertaron a unas cuantas casas de


distancia. Con el termómetro en la mano y el sol encegueciéndolo por su
posición a esa hora, partió una loca carrera con sus chanclas resonando
contra la vereda. Llegó a casa transpirando y con el corazón acelerado.67

Roko estaba en la cocina con la boca llena de sangre y gruñendo todavía, el


pelaje de su espalda erizado y en posición de ataque. Entonces notó la
ventana quebrada y la silla donde Tae estuvo sentado antes de salir, ahora
desocupada.

65
Creo que alguien me ha estado siguiendo, fue lo primero que pensó Jeon
Jungkook con la mirada clavada en las gotas de sangre que bañaban el piso
de la cocina, luego continuando por la silla volteada aparentando una posible
lucha en ese lugar. No otra vez, fue lo segundo que pensó dando una vuelta
en redondo sin sentido, su corazón acelerándose y latiendo con tanta locura
y desesperación que podía escucharlo bombear la sangre al resto de su
cuerpo.15

Entonces, se movió.

—¿Taehyung? —gritó corriendo hacia el cuarto de lavado, al baño, al patio


trasero.

Pero nada, no lo encontró en ninguno de esos sitios.

—¡¿Taehyung?! —insistió yendo a la escalera y subiendo a toda velocidad,


tirando las sandalias lejos cuando tropezó con ellas a media escalera.

Fue su instinto quien le pidió corroborar de inmediato la habitación de ellos,


por lo que corrió hacia la puerta y-1

Ahí estaba.926
Sentado en la cama, tenía un espejo de mano frente a él comprobando un
sector de su rostro con el entrecejo fruncido. Pero estaba bien, estaba a
salvo. El alma le regresó al cuerpo con un golpe, las piernas débiles y
temblándole al acercársele con un nudo en la garganta.40

—¿Por qué no me respondías? —cuestionó con un hilo de voz, escaneándolo


de pies a cabeza para verificar la existencia de alguna herida, un golpe,
incluso si existía una prenda de ropa un tanto desacomodada. Sin embargo,
nada, continuaba tal cual lo dejó hace quince minutos en la cocina.202

Carraspeó cuando Tae no se giró, todavía centrado en el reflejo suyo.23

—¿Tae?7

Se acercó hasta que se posicionó delante, apoyando sus manos en aquellos


hombros y sacándole un chillido sorprendido. Y luego Jungkook lo estaba
tomando en brazos y atrayéndolo hacia él, besándole cada centímetro de piel
del rostro con la carcajada de Taehyung resonando entre ellos.248

—Tae no sabe pero quiero más —dijo con un poco de torpeza y dificultad
cuando Jungkook finalmente lo dejó en el suelo otra vez.7

Le pasó las manos por el costado del cuerpo y la nuca, tanteándolo y


comprobando por segunda vez que realmente se encontraba bien, sano y a
salvo, incluso pareciendo un tanto ajeno al desastre de allá abajo.132

—Estás bien —susurró, los ojos de Tae de inmediato deslizándose por los
labios de Jungkook.5

—Obvio, bobo.127

Estrechó los dedos sobre su piel para hacerse la idea que esos veinte
aterradores segundos solo fueron parte de su imaginación y nada más que
eso.26
—Te llamé y no respondías —protestó Jungkook entonces.

Tae frunció el ceño unos segundos observando sus labios y después apuntó
al audífono que se ubicaba sobre la mesita de noche, ladeando el rostro para
mostrarle su oído izquierdo desnudo.74

—Tae sin —respondió con cierta torpeza nacida de una voz que no podía ser
escuchada por su dueño.

—Solo estabas sin audífono —susurró, el alivio siendo como una capa densa
sobre él—. ¿Por qué estabas sin él?

—Molestaba —contestó encogiéndose de hombros.139

Escapando de su agarre el tiempo suficiente para agarrar otra vez el aparato,


se lo llevó al oído y colocó con una mueca en el rostro, el entrecejo fruncido
en concentración. Luego alzó las manos a los costados y volvió a inclinar la
cabeza, mostrándole ahora su oreja izquierda con el audífono enganchado
tras ella.4

—Listo.25

Jungkook le besó bajo el lóbulo sacándole otra risita. Ah, qué alivio sentía al
escucharla.1

—¿Cuánto tiempo llevas aquí arriba? —quiso saber.

—Jungkook se fue y Tae subió.96

Entonces ni siquiera se había enterado del desastre ocurrido allá abajo.322

Apretando sus hombros, hizo presión hasta que Tae terminó nuevamente
sentado sobre la cama con expresión confusa.

—Necesito que te quedes aquí, llamaré a Jimin para que venga.22


—¿Mm?

—Alguien intentó ingresar a casa y Roko al parecer lo detuvo.727

La boca de Taehyung se abrió en sorpresa y después estaba tragando saliva


de manera nerviosa, evitando la mirada de Jungkook para fijarse en sus pies
desnudos.269

—Ok —aceptó con docilidad.79

—Solo serán unos minutos mientras reviso abajo —continuó Jungkook,


tocándole debajo de la barbilla para que elevase el rostro—. ¿Está bien?

Tae asintió pequeñito y subió los pies a la cama, deslizándose por ella hasta
que su espalda rozó el respaldo.

—Jungkook ve... estoy bien.70

Dándole otra mirada comprobatoria, sacó su arma de servicio que escondía


en una caja fuerte dentro del armario y bajó, colocando el celular en altavoz.
La voz de Jimin inundó la cocina mientras Jungkook regresaba a ella y
empezaba a rastrear la sangre que iba desde la mesa hasta la ventana rota.
Roko gemía en el suelo, todavía sus ojos clavados en el lugar de escape y el
pelaje un tanto erizado.147

—Jimin, necesito que vengas con urgencia —pidió nada más oír su voz—.
Alguien intentó ingresar a la casa hoy.

Su jadeo fue fuerte y sorprendido.

—¿Tae...?

—Está bien. Solo necesito que lo cuides un rato mientras salgo a buscar
pistas por los alrededores de la casa.307
Tras escucharlo aceptar que llegaría dentro de nada, colgó y llamó a Hoseok,
contándole casi exactamente lo mismo que a Jimin, solo agregando que
estaba solucionando el problema y que Jimin vendría a vigilar a Tae.

—Tendremos que instalar cámaras y un sistema de seguridad —comentó


Hobi tras escuchar la historia—. Conozco a alguien, déjamelo a mí. ¿Quieres
poner una denuncia por allanamiento de morada?79

Lo meditó medio segundo.

—Si hacemos eso, más personas se enterarán de lo fácil que resultó ingresar.
No, no, por favor, que quede entre nosotros. Además, una denuncia de
allanamiento de morada cuando no hubo robo ni daños a terceros... es una
denuncia inútil.56

Tras eso, cortó y guardó el celular en el bolsillo de su pantalón corto, yendo


de inmediato hacia Roko que continuaba gimiendo bajito.

—Fuiste un chico maravilloso, Roko —dijo con voz suave arrodillándose


frente a él y llevando con lentitud las manos hacia adelante para tocarlo.
Permitió que Roko se quedara unos segundos paralizado, y entonces se
acercó un poco más, apoyando las palmas sobre el pelaje del cuello y
acariciándolo para calmarlo. Roko volvió a gemir, esta vez todo consentido
bajando la cola y metiéndola entre las patas, sus orejas inclinándose en una
pose sumisa.280

Con mucho más lentitud, y musitando palabras bonitas y con tono bajito y
tranquilo, movió las manos hasta su hocico. Roko se quejó y se echó para
atrás, sin embargo, eso le bastó a Jungkook para comprobar que tenía la
boca rota y que la sangre de la cocina posiblemente provenía de él, de seguro
le habían dado una patada para que soltarse el agarre.636
Se le retorció el estómago ante la imagen de su pequeño siendo golpeado,
mientras Roko, todavía chillando, se arrastraba hasta debajo de la mesa y se
hacía un ovillo ahí. Debía llevarlo al veterinario, lo haría apenas llegase Jimin
y lograse revisar el patio.45

Agarrando los guantes de cocina, se los puso y fue a la ventana a comprobar


si existía alguna huella marcada en ella. Notando unas marcas, fue al baño
por talco y por cinta adhesiva, escuchando los pasos intranquilos de
Taehyung sobre su cabeza.51

Con la linterna de servicio, iluminó a contra luz el vidrio buscando


nuevamente la marca identificada. Ahí había una. Cortó un poco de cinta y la
puso encima, después la arrancó y le colocó otro pedazo para sellarla. Si bien
no era lo óptimo, ya que no contaba con el polvo blanco para huellas
dactilares, en el pasado y en el inicio de la dactiloscopia, se utilizó óxido de
zinc para imprimir huellas en objetos; es decir, talco para pies. Tiró solo un
poco de polvo sobre la ventana, soplando para quitar el sobrante y
sacudiendo el marco. Aparecieron un par más, las cuales también capturó
con cinta adhesiva y dejó sobre la mesa.77

Llamó de nuevo a Hoseok y le contó sobre sus hallazgos, preguntándole si


tendría acaso a un detective que le debiese un favor para que buscase las
huellas en la base de datos que manejaban en ese departamento.

—Tengo a un tipo, le pediré que se pase por la casa en unos minutos. ¿Dijiste
que había rastro de sangre?

—Sí, pero están contaminadas con la sangre de Roko.

Además, no les servían porque las muestras de sangre solo se podían


comparar con otra muestra de sangre. Jungkook no tenía al sospechoso, por
tanto no tenían con quién contrarrestar esas muestras. Por eso las huellas
eran su mejor opción, y necesitaría la ayuda de un detective ya que ellos
manejaban una enorme base de datos alimentada por otros registros
gubernamentales, en tanto la base de datos de la policía solo registraba
huellas de personas detenidas.42

Cuando escuchó un auto estacionándose afuera y luego la puerta siendo


golpeada, Jungkook ya le había dado una inspección a toda la planta baja.

—No entres a la cocina —le pidió a Jimin nada más ingresar a la casa—,
encontré unas huellas y viene un detective para llevárselas y analizarlas.
Necesito que se las entregues sino estoy cuando llegue.

—¿Crees que intentaban robar?

—No, y pienso que nos estaban vigilando también. No es casualidad que


intentasen ingresar justo cuando salí a comprar. —Se pasó las manos por el
cabello—. Por lo menos con las huellas podré hacer algo.5

Jimin se cruzó de brazos.

—¿Algo como qué? Por una allanamiento sin robo no van a detener a nadie.

Jungkook hizo resonar el cuello.

—Siempre puedo darles una paliza para que aprendan a no meterse con la
gente que amo.322

—Algunas veces eres romántico sin siquiera darte cuenta, baboso.120

Puso los ojos en blanco.

—¿Le juegas al sado que consideras romántico dar una paliza?63

—¿Querías que viniera solo para molestarme?


—No, no —Se apresuró a apuntar arriba—. Tae está en nuestra habitación.
Yo voy a mirar el patio para ver si encuentro alguna pista más y después
debo llevar a Roko a un veterinario, lo golpearon en el hocico.58

Jimin no perdió el tiempo y subió de inmediato las escaleras. Mientras,


Jungkook se dirigió al patio del costado de la casa, donde apuntaba la
ventana de la cocina, escuchando de fondo la voz escandalosa de su amigo
saludando a Taehyung. Como se lo imaginó, no encontró más que la tierra
removida, indicando que alguien estuvo detenido ahí demasiado tiempo. Eso
lo hizo estremecerse, imaginando a alguien escondido en ese lugar
escuchándolos a Tae y él hablar cuando almorzaban hace unos minutos
atrás, esperando el momento de descuido para-71

El pensamiento detuvo en seco sus movimientos.

¿Y si Tae se comportaba así de extraño porque le habían dado algo? Como


una droga, así lograrían llevárselo sin mucha resistencia de su parte.213

Puso en la lista de quehaceres pedirle a Nam que revisara a Tae, o de lo


contrario se lo llevaría al hospital para que le hicieran análisis de sangre.
Mejor iba directo al hospital, así se aseguraba y no se volvía loco con ideas
cada vez más absurdas.

Ingresó otra vez a la casa, oyendo a lo lejos las conversaciones pausadas de


Jimin y Tae, que no alcanzaban a ser entendibles por la distancia entre ellos.
Fue a la cocina encontrándose a Roko todavía hecho un ovillo en el suelo,
Mantequilla a su lado oliéndolo.42

—Roko, al auto —le pidió.54

Se levantó apenas, con la espalda curvada en miedo y la cola entre las patas.
Le acarició el lomo caminando a su lado, susurrándole palabras de consuelo.
Lo ayudó a subir a la camioneta, porque si bien a simple vista parecía no
tener otro problema físico, seguía afectado sicológicamente por el ataque.
Los animales eran mucho más parecidos a las personas de lo que la gente
creía, sobre todo con las mascotas que se encontraban más humanizados y
tomaban comportamientos propios de sus dueños.141

La doctora Jung era quien siempre atendía a Jungkook cuando llegaba con
alguna de sus tantas mascotas, o también con las que rescataba de la calle. Al
verlo aparecer en la entrada con Roko en brazos, este negándose a bajar de
la camioneta al darse cuenta cuál era el destino de dichoso paseo, se acercó
rápidamente a saludarlo.21

—Sala dos —le dijo. No fue hasta que caminaban a ese sitio, que continuó—.
No te veía hace meses por aquí, incluso pensé que te habías cambiado de
veterinaria.

Jungkook dejó a Roko sobre la mesa metálica y le acarició el lomo, evitando


tocar su hocico para evitarles más molestias.

—He estado ocupado.3

La doctora Jung se acercó también a ellos.

—Entonces —dijo suavecito y un tanto incómoda—, ¿no es por mí?506

Jungkook casi sintió pena por ella. La última vez que vino a su consulta, ella
lo había invitado a salir. Pero claro, a los días Taehyung apareció en su vida y
su doble faceta de rescatista animal se redujo a cero por falta de tiempo, así
que justo coincidía su desaparición en la clínica veterinaria con su invitación
a salir. No hacía falta aclarar que la rechazó, no porque no le gustase la
doctora Jung Wheein o no la encontrase atractiva, sino que lo hizo porque
era una excelente veterinaria y él no quería asistir a otro recinto, cosa que
hubiese ocurrido de aceptar. Hasta Taehyung, Jungkook no había podido
involucrarse amorosamente con alguien por más de unas semanas.160
—Wheein —suspiró—, no, no fue por ti. Solo estuve ocupado y no he
rescatado animales los últimos meses.10

Ella asintió suavecito y cambió de actitud, sonriendo bonito al amarrarse el


cabello largo para apartarlo de su rostro.4

—Era Roko su nombre, ¿cierto? —Jungkook asintió—. No lo veía desde que


lo rescataste amarrado a ese árbol, ¿qué le pasó?1

—Mordió a una persona —simplificó la historia.10

—¿Y lo patearon por eso? —preguntó con incredulidad.

Jungkook afirmó, de pronto sintiendo otra vez esa tirantez en el estómago al


recordar la razón por la que alguien fue mordido por Roko. Por increíble que
pareciese, y por muy ilógico que sonase, una persona realmente quiso
ingresar a una casa donde vivían dos policias. Estaba claro que Kim
Taehyung se encontraba fichado por alguien, las razones aún difusas.4

—Tiene el hocico roto —siguió Jungkook— pero no sé qué tan grave es


porque no me dejó tocarlo.5

—Intentaremos examinarlo sin anestesia, de lo contrario lo dormiremos y


aprovechamos de hacerle unos rayos para asegurarnos que no existan
fracturas.

Los siguientes minutos pasaron entre forcejeos y lloriqueos de Roko, que


apenas abría el hocico por el dolor. No dejó que Wheein se le acercara,
tampoco cuando ingresó un ayudante para afirmarlo, ni mucho menos
cuando Jungkook también lo sujetó. Así que, aprovechando que estaba
distraído quejándosele a su dueño, le inyectaron un sedante. Se tambaleó
unos segundos sobre la mesa y luego las patas se le doblaron, cayendo en el
metal ante su propio peso.186
Wheein lo examinó con el entrecejo fruncido, sacándole la lengua y
toqueteándole los caninos para comprobar si había unos suelto.

—Noto a simple vista que solo se hizo una herida en la lengua, y que no
necesitará puntos. ¿Quiere que le hagamos unos rayos para ver fracturas en
su mandíbula?

Tras aceptar, Wheein se quedó unos segundos en silencio y le recordó el


precio del procedimiento, al parecer medio Daegu conocía sus problemas
financieros.245

—Está bien, Wheein, hazle los rayos.19

Mientras se llevaban a Roko a otra sala, Wheein se quedó con él. Sentada tras
su escritorio, jugó con sus manos con nerviosismo, viéndose pequeña y
ansiosa. Entonces, Jungkook se vio en la necesidad de decirlo, notando que la
doctora se estaba dando valor para invitarlo una vez más.136

—Estoy saliendo con alguien —le contó.85

La boca de Wheein se abrió unos centímetros en sorpresa y luego se estaba


sonrojando, esquivando su mirada y bajándola al teclado del computador.

—Ah —soltó suavecito, acomodándose un mechón suelto tras la oreja.286

—Imagino que ya sabías, los rumores vuelan aquí en Daegu.

Pareció que iba a refutar aunque terminó asintiendo.

—Algo escuché. —Y entonces tomó aire y cuadró los hombros—. ¿De dónde
es ella?

—Es un él —especificó.399

Su boca nuevamente cayó abierta, ahora sin siquiera esconder la sorpresa.


—¿Él? —jadeó—. Yo pensé... que eso... que eso no era cierto.27

—Sí, es un él —aclaró, cruzando una pierna sobre la otra y afirmándola por


el tobillo.

—Pensé que... te gustaban las mujeres.238

Jungkook se descubrió encogiéndose de hombros.

—Yo también lo creía.346

El resto del tiempo, lo esperaron en silencio, Wheein ahora sin ánimos de


seguir destruyéndose el corazón y Jungkook sin querer destruírselo más. Ya
le había dicho lo suficiente, posicionando la línea invisible entre ambos para
evitarse más problemas.18

Cuando finalmente regresó Roko, despertando recién de su anestesia,


Wheein revisó las placas a contra luz.

—No tiene nada. Solo deberás mantenerle limpio el corte y mejorará.

No le dio más indicaciones, ambos habían tenido esa conversación un millón


de veces antes. Al acercarse para tomar a Roko entre los brazos y dirigirse a
la caja a pagar, Wheein lo interrumpió.

—Espero que esto no entorpezca nuestra relación —escuchó que exhalaba


en un suspiro.

Por eso a Jungkook le gustaba Wheein.287

Tal vez, en unos años, cuando Tae ya no estuviese en su vida y Jungkook


intentase olvidar su amor loco y desesperado por él, podría regresar y
preguntarle si la invitación continuaba en pie.1K

—De eso no te preocupes. Gracias por todo, Wheein.1


Estaba en el coche dejando a Roko en los asientos traseros, que todavía no
terminaba de salir de la anestesia por completo, cuando su celular sonó
anunciando una llamada entrante. La preocupación se activó en él como una
dinamita y corrió a su asiento tras comprobar la pantalla y leer el nombre de
Jimin en ella.309

—¿Pasó algo? —preguntó nada más contestar, afirmando el celular contra el


hombro y encendiendo la camioneta. Salió del estacionamiento con un
movimiento experto y apretó el acelerador.1

—No, no —se apresuró a responder con rapidez Jimin—. Solo que... Tae está
preguntando mucho por ti.59

—Dame cinco minutos —pidió—. ¿Fue el detective?

—Sí. —Y entonces tosió un poco y dijo—. Necesito hablar contigo sobre


Tae.484

Tras eso, cortó la llamada. Recordando su lista de quehaceres pendientes, de


los cuales uno de ellos involucraba directamente a Tae, haciendo algo que
estaba prohibido en la ley de tránsito, le marcó a Nam sintiendo el sol
filtrarse por las ventanas y quemar su piel con intensidad. Recién eran las
cinco de la tarde.2

—Nam —dijo al contestar—, necesito que revises a Tae, está extraño. Pero si
no puedes, iré al hospital y...

—Jungkook, respira —le pidió su amigo.3

—Solo que hoy intentaron ingresar a la casa y... Tae está bien, solo que está
un poco afiebrado y ahora tengo la loca idea de que lo drogaron o algo así
para llevárselo.1

Nam dio un suspiro.19


—Voy a la casa.

Nada más ingresar y cerrar la puerta tras de sí con Roko en brazo, porque
todos en esa casa parecían comportarse de manera consentida con
Jungkook, escuchó el escándalo de alguien corriendo por el segundo piso y
después bajando por la escalera. Alcanzó a dejar a Roko en el sofá antes de
que Tae se le tirase encima, abrazándolo con tanta fuerza que Jungkook
terminó soltando una protesta. Tras ser liberado de ese agarre asfixiante,
llevó las manos al rostro de Tae y lo acercó, observándolo con más
atención.20

Tenía las pupilas dilatadas.89

Llevó una palma a su frente notándolo todavía afiebrado.

—Te voy a llevar al hospital —le dijo.

Entonces Jimin carraspeó, recién notando que se encontraba sentado a


mitad de la escalera mirándolos con el rostro entre las manos.15

—Jungkook, tenemos que hablar —le recordó.106

Él se limitó a fruncir el ceño ignorándolo. Dándole un golpe suave a Tae en el


trasero, lo empujó a la escalera.63

—Ve por tus zapatos, iremos al hospital.

—Jungkook —insistió Jimin.

—No es normal que...

—¡Jungkook! —lo detuvo con más brusquedad.10

Finalmente Jungkook se centró en él, Tae moviendose hasta posicionarse a


su espalda.
—Sea lo que sea que tengamos que conversar, Jimin, podemos hacerlo de
camino al hospital, ahora necesito llevar a Tae porque...

—Porque está sin apetito, tiene un poco de temperatura y no hace más que
buscar tu contacto —terminó Jimin por él.197

Sintió que los dedos de Tae se deslizaban bajo su camiseta para abrazarlo
por la espalda y que tocaban la piel de su abdomen.

Le frunció el ceño a Jimin.

—¿También se comportó así contigo? —quiso saber, tal vez un poco


celoso.331

Taehyung fregó su mejilla contra la nuca de Jungkook, ahora su aliento


mandándole un escalofrío por la columna vertebral. Hacía demasiado calor
para que Tae estuviese tan cerca de él. Sudaba, ambos sudaban, sus pieles
pegándose a la otra ante el contacto.

—No —respondió Jimin.

—¿Entonces?

—Yo me comportaba así con Yoongi.240

Ladeó la cabeza sin enterarse.

—¿Intentas decirme que es una reacción normal de M-Preg al


enfermarse?325

Jimin puso los ojos en blanco.

—¿Eres imbécil?811

—¿Qué hice ahora? —se quejó con un hilo de voz, los labios de Taehyung
habían encontrado una zona especialmente sensible en su nuca.57
—Jungkook, Tae está en un ciclo de calor.309

Su boca cayó abierta de la misma forma que le ocurrió a Wheein al


escucharlo confesar que salía con un hombre.131

—¿Un ciclo de calor? —se oyó jadear—. Imposible.86

—¿Imposible? Ahora mismo estoy presenciando el comportamiento típico


de un ciclo de calor —le aseguró Jimin con tranquilidad.

—No, es que es imposible, todos me dijeron que por lo menos tardaría unos
diez meses en estar lo suficientemente recompuesto para sufrir un ciclo de
calor —balbuceó enloquecido, los dedos de Tae ahora tocando sus costillas
bajo la camiseta.34

—¿Todos?1

—Mi papá, Nam... y... y los doctores en el... hospital —se ahogó cuando Tae
atrapó su lóbulo con los dientes y se rió contra su oído.113

—Sé que es extraño —continuó Jimin con normalidad, como si no estuviese


viendo a su amigo siendo manoseado por su novio frente a él— pero es lo
que veo.180

—¿Cuánto tiempo te dijeron a ti que tardaría tu cuerpo en recuperarse antes


de tener otro ciclo?

—De diez meses a un año —aceptó.3

—¡Lo ves! —chilló, ahora los dedos de Tae subiendo por sus pectorales.197

Afirmó esas manos traviesas sobre su camiseta para que detuviera aquella
exploración, estaban frente a Park Jimin, por el amor a su pudor.44

—Mira —entonces Jimin dio un largo suspiro—, yo antes no entendía mucho


estos comportamientos extraños porque no sabía que era un M-Preg. Pero
ahora que lo sé, estoy casi seguro de cuáles momentos sucedieron porque
pasaba por un ciclo de calor. Más o menos desde los dieciséis años que me
ocurren.... y solo... solo me siento muy excitado cuando suceden. No es como
si fuese una droga o que este deseo fuese más fuerte que mi razonamiento
común, pero sí me siento más afectado. Volátil y también súper necesitado
de apego físico y emocional. Pero tampoco de cualquiera —aclaró—, solo me
ocurre si... a ver, me explico, es algo que solo me ocurre con las personas que
me interesan amorosamente. Sí, quiero ser tocado y consentido, pero solo
por una persona en específico, no por cualquiera.118

Si bien Jungkook había logrado sujetarle los brazos a Tae para que dejase de
tocarlo, este continuaba detrás suyo demasiado cerca de la piel expuesta de
su cuello y Tae era un chico que sabía aprovecharse de las oportunidades
que le daba la vida, rozándole ese sector con la punta de la nariz y besando y
lamiendo, dejando un rastro húmedo hasta el borde de su cabello. Sin poder
concentrarse en la historia de Jimin, tiró de él y lo posicionó delante,
cruzando sus brazos contra su pecho y abrazándolo de esa forma, dejándolo
preso de movimientos.124

—El otro día estaba borracho —continuó Jimin como si fuera de pronto
ciego—, pero recuerdo que les conté mi primera vez. Bien, ese chico me
gustaba y mucho, y de pronto vino este sentimiento de apego y de querer
contacto con él y ya no me importó que pudiese desecharme como basura
después de eso, porque yo solo quería estar con él y... bueno, ya sabes cómo
terminó aquella situación. Luego de eso, conocí a Yoongi y todos esos
comportamientos fueron menos volátiles porque yo era una persona más
estable emocionalmente y-
—Tae —interrumpió Jungkook, reprendiendo al chico entre sus brazos que
ahora apoyaba la mejilla contra su hombro e intentaba besarlo—, dame un
minuto, ¿ok? Estoy hablando con Jimin algo importante.91

Tae puso un puchero, sus párpados caídos escondiendo su mirada de


tristeza, su expresión rompiéndose y tensándose, pareciendo a nada de
llorar.29

—¿Jungkook ya no quiere a Tae? —susurró.161

Santa virgen de la papaya.461

—Te quiero un montón —le aseguró dándole un beso en la mejilla—, solo


dame unos minutos para conversar con Jimin, ¿ok?13

Asintió apenas, sus ojos todavía brillantes, su puchero marcando su tristeza.1

—Ok —aceptó bajito.28

Al regresar su atención a Jimin, este mantenía una expresión de burla.

—¿Decías que no, Jungkookie?

—Digamos que te creo —propuso Jungkook—, ¿qué hago?37

—Darle un orgasmo.439

—Sé serio.11

—Ok, darle por lo menos diez orgasmos.539

—Jimin-ssi —gruñó.50

Puso los ojos en blanco.


—Ya, ya, mira, como te decía, antes no sabíamos el porqué de esos
comportamientos, pero estaban así que solo me tocó aceptarlo y a Yoongi
también, incluso los nombró.

—¿Ah, sí?

—Ciclos lunares, le puso el muy idiota.395

—¿Y te sucedía algo parecido a Tae?

—¿Igual que mí? —se interesó Tae.18

—Sí, bebé —dijo Jungkook, besándole la sien.288

—Sí, me ponía igual que él —corroboró Jimin—. Estaba más sensible y


afectivo y caliente... aunque eso también podría ser el efecto Min en mí.146

—¿Y eso...? —balbuceó Jungkook ignorando lo último—. ¿Eso te afecta en tu


forma de pensar? ¿Te hace desear cosas que no aceptarías normalmente?
¿Es como un estado inconsciente de ti?11

—Te dije que no. Es como estar muy caliente... excitado y listo por dos días.
Ya sabes, como en la adolescencia cuando descubres la masturbación y uno
pasa todo ese día encerrado en el cuarto tocándose hasta que te irritas la
piel. Es una cosa así. Estás súper excitado aunque consciente y conoces tus
límites. No es como si fuéramos a cogernos a cualquiera con tal de aliviar el
ciclo de calor, así que quita esa cara de mono celoso e idiota que arrastras.238

—Yo no soy celoso.278

Jimin hizo rodar los ojos.

—El punto, conejo idiota y celoso, es que tu chico no se va a morir por tener
un ciclo de calor. No es doloroso aunque sí enormemente frustrante.
—Claro, tan frustrante que por eso le enviaste un "te voy a chupar hasta
dejarte seco" a Min Yoongi.541

Jimin enrojeció de golpe, apuntándolo con un dedo amenazador.

—¿Vas a olvidar eso alguna vez?

—Solo si me da Alzheimer.157

Colocando la mirada en blanco, Jimin continuó.

—Ahora que recuerdo... Una vez me tocó un ciclo y Yoongi se encontraba en


ese turno infernal de cuarenta y ocho horas. Y como los ciclos duran eso, lo
tuve que pasar solo. Creo que me disloqué la muñeca de tanto
masturbarme.428

—Asqueroso, Park Jimin.

Sin embargo, Park Jimin sonreía.

—Tú mejor vete a comprar condones y lubricante que los vas a necesitar
hoy.3

—No voy a comprar condones ni lubricante —jadeó indignado.68

—¿Por qué? ¿Al enorme y dientón conejito le da vergüenza? —se burló.6

—Porque no quiero que nuestra primera vez sea por un ciclo de calor.212

—En el fondo eres un conejo romántico, es casi tierno.

—No es por eso.

—¿Por qué entonces?

—Porque no sé qué tanto le esté afectando la hormona. —Y con disimulo


para que no lo captara, apoyó la palma sobre el audífono de Tae y lo cambió
de posición para que ahora su cabeza se apoyase contra su hombro
izquierdo—. Mi papá me contó que en los laboratorios incluso se volvían
sumisos a las violaciones cuando estaban en sus ciclos... y si ocurría eso, es
porque la hormona sí afectaba su capacidad para razonar. Además, nunca
hablamos con Tae de sus ciclos de calor, así que no me dio su autorización
con anticipación y no la voy a aceptar si es la hormona quién me la está
dando.350

Jimin se quedó unos minutos en silencio.

—Tienes razón. Tae nunca ha estado bajo los efectos de "preg" y nunca la
había producido, puede que le afecte más que a mí. Pero igual compra
condones y lubricantes, los vas a necesitar cuando termine su ciclo, ¿no?2

—No lo voy a hacer, no me voy a acostar con Tae hasta que esté preparado
—insistió.

Sin embargo, Jungkook no se percató que durante la conversación había


dejado al descubierto el audífono de Tae. Escuchando las palabras de
Jungkook que malinterpretó como un rechazo, Tae se quitó sus brazos de
encima y se giró para encararlo, sus ojos grandes y aguados, el labio
temblándole.38

—¿Jungkook no quiere dormir conmigo? —balbuceó.260

—No, no, no, no —dijo a toda velocidad, luego comprendió el error—. Digo
sí. Digo no... quiero decir que sí, voy a dormir contigo.

—Pero Jungkook no dijo eso.

—Voy a dormir contigo —insistió.

—Jungkook ya no quiere a Tae.175


Tras eso, comenzó a llorar. Y mientras Jungkook lo abrazaba e intentaba
brindarle consuelo a unas emociones volátiles y enloquecidas, Jimin sacó un
condón de su bolsillo, se lo mostró con aire burlón y luego lo dejó sobre la
mesa del comedor.328

—Lo necesitarás cuando pase esto, Jungkookie. Es mejor prevenir, yo


siempre ando con uno por si Min Yoongi anda irresistible.

66

En los laboratorios existían actores que trabajaban como guardias con el fin
de engañarlos, pero eso era algo que Kim Minho no supo hasta mucho
después. Cuando se vivía en un ambiente horrible como lo eran los
laboratorios, de pronto cualquier muestra de empatía, por mínima que
pareciese, podía destruir las pocas e inestables barreras de aquellas
personas encerradas, donde el engaño y la sinceridad se entremezclaban en
sus mentes y apenas lograban diferenciarse ambos sentimientos por una
línea delgada, que se volvía difusa y confundible ante la desesperación y
ansias de sostener una mano amiga.69

Eso era lo que pensaba Kim Minho meses después observando otra línea,
pero esta roja y larga que iba de su muñeca al codo y que el doctor Jeon
limpiaba con cuidado entre los puntos que él mismo le colocó cuando fue
llamado para salvarlo. 208
—Va muy bien, Minho —dijo con su voz suave y amable.

Amable.2

Amable como ese guardia que confundió a Minho y lo engañó.104

Entonces, la imagen se volvió difusa en su cabeza y ahora Minho se


encontraba en esa misma habitación infantil que le perteneció durante años,
solo que ahora la expresión de Sehun no era concentrada, era triste mientras
le hablaba.

—Lo siento, Minho, no podemos hacer nada. Tienes cuatro meses de


embarazo. 82

Y eso era otra de las tantas cosas que destruían la poca y frágil estabilidad
mental que Minho había logrado establecer en esa misma cantidad de meses.
Observando la cicatriz roja y horrible que tenía en el antebrazo, se preguntó
no por primera vez si podría reabrirla para dejar que esos hilos rojos
drenasen para siempre ese mal que habitaba en él.

Porque Minho no quería a ese hijo.455

No lo quería, no lo quería, no lo quería, y así se lo dijo al doctor Jeon llorando


y suplicando, volviéndose un ovillo en la cama infantil y sujetándose el
cabello y gritando y sintiendo que su mundo se destruía una vez más, de la
misma forma que lo hizo unos años atrás cuando lo capturaron y encerraron,
de la misma manera cuando confió y lo engañaron teniendo finalmente esto
como consecuencia.99

Un hijo.

Por eso Minho solo podía odiarlo mientras Sehun le afirmaba las muñecas y
le susurraba bajito que se tranquilizara, que encontrarían una solución.
Juntos, ambos. Y solo recién pudo respirar. Recostado todavía en la cama,
observó al doctor y después a su mamá que lloraba casi con la misma
intensidad que él.47

—No lo quiero —le suplicó pequeñito—. No puedo... no estoy bien.101

Porque Minho no lo estaba, y posiblemente nunca lo volviese a estar.

—Está bien, pequeño —susurró Sehun en respuesta—, ya encontraremos


una solución.89

Y entonces su madre se estaba arrodillando a su lado y le acariciaba el


cabello, apartando los mechones sudados de su frente porque temblaba,
escalofríos recorriendo su cuerpo por completo porque estaba en pánico,
aterrado, tan, tan enfermo que la bilis le hacía cosquillas en el fondo de la
garganta.

—Yo me encargaré de todo, te lo prometo —le susurró su mamá—. Tú no te


preocupes, yo me encargaré. 198

La imagen se hizo difusa otra vez en su cabeza y él se encontraba en la


cocina de su nueva casa, apenas respirando pero ahora por otras razones.
Bajo su mano, que tocaba su abultado estómago, podía sentir a su hijo
moviéndose y saltando sobre su vejiga como si fuera un trampolín. Y Minho
se estremecía por los sentimientos contradictorios que nacían en él porque
quería llorar; tal vez de alivio, porque estaba creciendo sano y bien; tal vez
de tristeza, porque siempre quiso un hijo; tal vez de rabia, porque seguía sin
controlar ese odio que llegaba ante el recuerdo del porqué existía.72

Odio.

Él nunca imaginó que alguna vez terminaría odiando a un hijo, pero el


sentimiento a veces era mayor que sus intentos por aplacarlo porque él
sabía, lo tenía claro, no debía culpar a un ser que no era responsable de lo
que le hicieron. Pero estaba, el sentimiento estaba, inestable y poderoso, y
Minho podía controlarlo días sí y días no, días como ese que se sentía
asfixiado y solo ya no quería más, solo quería bajarse de ese carrusel de
tortura llamada vida y quedarse para siempre en la tranquilidad del
olvido.126

Como si pudiese oler la descomposición en la mente de Minho, en esa


fractura que crecía en él cada vez más y más mientras el tiempo para aceptar
su realidad se reducía más y más, Sehun ingresó a la cocina cargando a un
pequeño de un año que se aferraba a los cabellos canosos de su padre.15

Era su segundo hijo, Jeon Jungkook.727

—Por fin podremos estar juntos —le estaba diciendo con cariño al niño
como si pudiese entenderlo—. Mi pequeño Jungkook y yo.93

Y Jeon Jungkook observó a su padre con sus grandes ojos brillantes, quien se
reía completamente ajeno al desastre mental que era Kim Minho en el
mismo sitio.

—Para ti, mi otro pequeño —le dijo entonces, sacando una chocolatina y
entregándosela a Minho con la misma sonrisa amable que tenía para todo el
mundo.351

Se despertó al sentir unos dedos diminutos tocándole el rostro. Al abrir los


ojos, encontró la mirada grande y oscura del hijo de Sehun; se había dormido
en el sofá pegado al corral donde dejaron a Jeon Jungkook para que no se
hiciera daño.2

Jeon Jungkook era bonito, pensó, mientras ambos se quedaban


observando.129
Entonces Minho sintió los escalofríos que le recorrían la columna vertebral,
porque su hijo se había despertado también y lo estaba pateando en los
pulmones con tanta fuerza, que terminó colocando la mano en su vientre,
palpándolo sobre la piel hasta que encontró su cabecita y lo tocó para
tranquilizarlo, algo que no logró del todo bien.102

Sehun apareció al minuto cargando a su otra hija y se notaba cansado, las


ojeras profundas y amoratadas bajo sus ojos por los turnos infernales en el
hospital y el cuidado de dos hijos y de Minho que desgastaba toda su energía
restante, aún así sonrió al ver a su hijo intentando tocar las mejillas de
Minho que continuaba recostado en el sofá con más deseos de no existir que
de seguir en ese dolor constante.110

—Creo que Jungkook está enamorado de ti —bromeó Sehun.235

No fue hasta que Sehun desapareció en la cocina, que Minho estiró un dedo y
rozó la punta de la nariz de Jeon Jungkook.

—Dime, bonito, ¿entonces vas a cuidar de mi pequeño como tu padre lo hizo


conmigo?981

Y mientras sentía que su hijo se quedaba por fin tranquilo, Jungkook le


mordió el dedo como respuesta.
67
[+18]1.7K

Fue un golpe bajo pero constante. Tac, tac, y luego otra vez tac, tac. Ladeando
la cabeza con confusión, levantó la vista del celular y la clavó en Tannie
sentado a sus pies. Y entonces otra vez tac, tac. Girándose para comprobar
tras su espalda, lo vio. Su mano enguantada golpeando el vidrio para llamar
su atención, deteniéndose en el momento que la mirada de Taehyung
conectó con la suya.210

La niebla que estuvo cubriendo el cerebro de Tae desde el día anterior, se


esfumó por esa milésima de segundos mientras se colocaba de pie y
retrocedía, su espalda colisionando contra la pared. Tanteó con los dedos
buscando la vía de escape, el corazón acelerándose, la ventana de la cocina
siendo palpada por esas manos ajenas y abriéndola sin dificultad. En pánico,
se deslizó por la muralla en una escapada desesperada y sin sentido,
motivada más por la desesperación de alejarse y de ganar distancia que por
una brillante idea bien hilada.163

Su rostro llamándolo y pidiéndole acercarse, quedó flotando tras los


párpados de Taehyung por unos segundos antes de volver a desaparecer, sus
ojos ahora encontrándose clavados en la puerta de ingreso, la cabeza un
tanto pesada y nublada, como si hubiese bebido alcohol cuando esa no era la
realidad. Jimin se encontraba en el otro extremo del sofá que compartían, no
estaba tocándolo como generalmente hacía, porque hoy Tae no se sentía
cómodo con el toque de otro que no fuese Jungkook. Susurrándole bajito e
inseguro, le pidió hace unas horas a Jimin que por favor se alejase. Jimin
entonces se había quedado paralizado por unos segundos casi sin pestañear
y luego una palma estaba tocando su frente en lo que duró un suspiro.203

—Tae, ¿sabes lo que son los ciclos de calor? —le preguntó.

Por supuesto que él lo sabía, lo leyó en sus libros de biología y también se lo


explicó Jin. Los ciclos de calor eran producto de una hormona que preparaba
el cuerpo de los M-Preg para la concepción.1

—Pero Tae nunca ha tenido uno —recordó que Jin le explicó hace unos
meses.

—Porque la naturaleza es sabia y ustedes dejan de producir la hormona de


no encontrarse en una buena condición física y sicológica —le contó el
doctor Sehun hace un tiempo por videollamada.36

A Tae le gustaba el papá de Jungkook, mucho. Era simpático y siempre le


decía cosas bonitas, que lo hacían sentirse orgulloso e importante, grande y
valiente. Le recordaba a Jungkook, por su manera linda de sonreír y por
siempre tener palabras igual de bonitas para Tae, unas llenas de valor y
confianza, que hacían sentir a Tae invencible. También le gustaba la forma
en que se curvaban sus ojos en las esquinas cuando Tae hablaba de Jungkook
y lo mucho que le gustaba, mientras el doctor Sehun se reía bajito y
suavecito respondiéndole que él también quería mucho a Jungkook.285

Para cuando Jimin le quitó el celular a Tae, mientras este se encontraba


absorto contemplando la puerta con la cabeza hilando otra clase de
pensamientos, no lo notó ni mucho menos se preocupó por eso. Al rato,
Jimin lo consolaba una vez más.1
—Tranquilo, Tae, Jungkook solo fue a la farmacia a comprar algunas cosa en
caso de emergencia. —Eso era algo que Taehyung sabía, no era un bobo, solo
que hoy necesitaba tanto a Jungkook, una tristeza constante le desgarraba el
pecho con cada centímetro que Jungkook se alejaba de él—. Más le vale a ese
maldito que llegue con todo o se la voy a amarrar a una puerta.197

Taehyung, como dijo, no era un bobo, solo que la mayoría del tiempo no
entendía las cosas que Park Jimin decía. Distraído, desbloqueó el teléfono
para enviarle un mensaje a Jungkook y contarle que ya lo extrañaba
muchísimo aunque solo llevase diez minutos fuera. Notó entonces que en la
conversación existía un texto nuevo enviado por él, uno de Kim Taehyung
para Jeon Jungkook pero que el Tae real no se lo había enviado
personalmente.

Taehyung:
Cuando llegues voy a chuparte la polla hasta dejarte seco. 1.5K

Jimin se estaba riendo a su lado cuando Tae lo observó con el entrecejo


fruncido.88

—Lo siento, fui yo. Es que se viene riendo de eso hace meses, necesitaba mi
venganza. —Dejó la carcajada a un lado cuando notó que Tae no
reaccionaba—. Jungkook tarda meses en leer los mensajes que le envían,
puedo eliminarlo si quieres.89

—A Tae no.

—¿Tae no? ¿Qué cosa, bebé?121

A Tae le gustaba mucho que Jimin le llamase bebé aunque hace años que
hubiese dejado de ser uno.110
—A Tae le responde —contestó todavía con esa constante sensación de
estar perdido. Observó otra vez su celular, el mensaje ahora marcado en
azul. Se lo mostró a Jimin—. ¿Ves? Jungkook siempre lee a Tae en
segundos.273

Jimin frunció el ceño.

—Una vez a mí me respondió un mensaje tres semanas después. —Puso los


ojos en blanco—. El amor cambia a las personas.363

Pero Tae no logró responderle porque la puerta se había abierto y en ese


momento Jungkook hizo ingreso con una bolsa, las mejillas y orejas tomando
una coloración enrojecida nada más cruzar mirada con Tae. Colocándose de
pie de inmediato, y el corazón latiéndole con locura en el pecho, fue hacia él
y lo rodeó con los brazos. Solo fueron diez minutos, pensó Tae, pero para él
se sintieron como una eternidad.91

—¿Nam todavía no llega? —escuchó que preguntaba Jungkook mientras


intentaba avanzar con Tae aferrándose a él, sus manos ya explorando el
torso debajo de la camiseta.1

A Tae le gustaba tanto la piel de Jungkook.

A Tae le gustaba todo de Jungkook.126

Todo.340

Avanzaron hacia la cocina, Tae tropezándose con los pies de Jungkook al ir


de espaldas sin soltarlo, su mejilla apoyada contra su hombro. Agradeció que
ambos tuviesen la misma altura, porque a Tae le fascinaba el calor y olor que
emanaba del cuello de Jungkook. Quería besarlo, quería ser abrazado y
tocado, pero Jungkook parecía no entender sus necesidades o simplemente
estaba ignorándolo. Y eso a Tae no le gustaba nada, ni un poquito. 31
—Tae —oyó que lo llamaba.

Pestañeó desorientado y levantó la cabeza para comprobar su rostro, los


párpados de Tae sintiéndose pesados y su piel con esa sensación constante
de cosquilleo. Se acercó para besarlo, los labios de Jungkook rozando los de
Tae al continuar hablando a pesar de que Tae solo quería que se callara y lo
besara, ¿era tanto pedir?26

—¿Y ese mensaje? —quiso saber.260

Notó que las mejillas de Jungkook volvían a sonrojarse y que sus manos,
ahora libres al depositar la bolsa de compras en la mesa de cocina, se
cerraban en puños tras la espalda de Tae como si evitara el contacto con la
piel afiebrada del otro.

Tae lo estaba odiando un poquito en ese momento, la sensación de rechazo


siendo densa y fuerte en su cabeza.

—Jimin —contestó Tae con simpleza, su boca estirándose otra vez para
besarlo.

Jungkook retrocedió unos centímetros escapando de los dientes de Tae que


intentaron morderlo.

—Ese idiota...1

—Pero Tae quiere —susurró—. ¿Puedo?336

—¿Qué cosa quieres, pequeño?

—Chuparte.1K

—¿Qué?30

—Tae quiere mucho eso.181


El cuello de Jungkook enrojeció tanto que Tae frunció el ceño.8

—¿Jimin te enseña algo útil a ti? —escuchó que jadeaba.80

Jimin le enseñaba muchas cosas a Tae, y todas ellas le habían gustado a Tae.
Así que, si Park Jimin le contaba a Tae que podía hacer cosas maravillosas
con su boca si tanto Jungkook como Tae querían, entonces Tae le creía y
quería probarlo.46

—Jimin es sabio —dijo Tae como respuesta.593

Ahora Jungkook estaba frunciendo el ceño.

—Pequeño, él solo te hace decir cosas que ni siquiera sabes de qué van.1

—Tae no es bobo —lo reprendió.72

La mano de Jungkook abandonó su espalda y cepilló el cabello de Tae,


apartando esos mechones largos de su frente.

—Lo sé, pero créeme que no entiendes por completo lo que puso Jimin en
ese mensaje.77

El entrecejo fruncido de Tae reapareció, separándose unos centímetros de


Jungkook aunque todavía aferrándose a su cintura.

—Tae sí sabe, Jimin le enseñó.

—Tae, no creo que...

—Tae sabe.151

Y entonces se estaba arrodillando frente a Jungkook mientras escuchaba que


Jungkook soltaba una especie de chillido agudo y un:728

—¡Park Jimin!232
Los brazos de Jungkook engancharon a Taehyung por debajo de las axilas y
tiraron de él hacia arriba.

—Tae sabe —insistió con todo el orgullo herido.144

—Te creo, pequeño, te creo. Solo... no vuelvas a hacer eso en público, ¿ok?14

Tae le puso los ojos en blanco.

—Ya sé... Jungkook siempre dice eso... Tae, eso es privado.137

—Porque lo es —chilló Jungkook.1

Y ese era el tipo de cosas que Tae simplemente no lograba entender de la


gente. ¿Por qué debía esconder algo que lo hacía sentir tan bien? Él quería
que todos supieran lo bonito que lo hacía sentir Jungkook cuando lo tocaba,
no era algo que quisiera guardárselo solo para él. Pero Jungkook le insistía
que eso era algo solo de ambos y Tae lo aceptaba a medias y a regañadientes,
porque era Jungkook y Tae quería que fuera tan feliz como Jungkook lo hacía
feliz a él.140

Estaba todavía divagando e intentando alcanzar a Jungkook, a pesar de que


este le sostenía los brazos y evitaba su toque, cuando oyó a Jungkook saludar
a Nam-hyung. No les prestó mucha atención cuando empezaron a hablar, a
pesar de que entendía que esa conversación estaba relacionada con él. No
podía importarle mucho si en su cabeza el único pensamiento coherente que
habitaba era el de ser tocado por Jungkook. Pero entonces Jungkook lo
volteó y notó que Jimin y Nam estaban con ellos en la cocina.

—Nam necesita revisarte para comprobar que todo esté yendo bien, ¿ok? —
informó Jungkook.

Los ojos de Tae se dirigieron de Nam a Jimin y giró la cabeza para


comprobar a Jungkook, ambas miradas encontrándose por unos segundos.
—No —respondió Tae.24

La expresión de Jungkook fue de desconcierto.

—¿Ah? —jadeó—. ¿No?151

—No —repitió Tae.

—Pero es Nam, y solo te va a tomar la temperatura.

—No.55

—Pero necesitamos comprobarla. Si está sobre los 37,5º es peligroso para


ti.7

—No.63

—Tae.

—Tae no quiere.

—Solo será un termómetro.24

—No quiero.

La mirada de Jungkook abandonó la de Tae y se dirigió hacia el frente,


quedando interrogante y expectante.

—Lamento decir esto —comenzó diciendo Nam con tranquilidad—, pero esa
actitud es claramente un comportamiento de alguien que está pasando por
un ciclo de calor. No de alguien que estará, sino que de alguien que
directamente está en uno.95

—Pero...

—¿Desde cuándo tiene temperatura?

—Desde ayer —contestó Jungkook.


Tae aprovechó para terminar de girarse y deslizar otra vez sus brazos por la
cintura de Jungkook. Ah, eso le gustaba mucho más. Cerró los ojos y apoyó la
mejilla en su hombro, enterrando el rostro y nariz en su cuello, el estómago
dándole un brinco y los latidos de su corazón acelerándose ante la cercanía
del otro.36

—Mira, yo no sé mucho de M-Preg —al final admitió Nam—. Creo que


deberías llamar a tu papá, él podría explicarte mejor.22

Sintiendo que Jungkook se movía entre sus brazos, los nudillos de este
rozando la cadera de Tae mientras buscaba su celular en el bolsillo del
pantalón corto. Tae le prestó atención porque siempre le gustaba escuchar la
voz del doctor Sehun que tan amable y paciente era con Tae.

—¿Aló, papá? —escuchó que Jungkook decía.118

Y Tae se distrajo medio segundo observando la garganta de Jungkook subir y


bajar. Se acercó y la mordió suavecito, luego tocándose los dientes con la
lengua como si pudiera saborearlo. Jungkook lo fulminó con la mirada y Tae
le devolvió la expresión terca. Él solo quería que Jimin y Nam se fueran,
Jungkook no era así cuando estaban solos. Y Tae quería al Jungkook del
cuarto, ese que cerraba la puerta y le sonreía, subiendo a la cama mientras le
besaba la pierna y se deslizaba sobre él hasta encontrarse con sus labios.374

—Hola, hijo —logró oír la respuesta del doctor Sehun ante la cercanía que
tenía con Jungkook.

—Hola, pa'. Lo siento si molesto, te llamaba porque... bien, creemos que Tae
está en un ciclo de calor.20

Los dedos de Jungkook se deslizaron por el cabello de Tae y se posicionaron


en su nuca, masajeándola. Tae ronroneó contra el toque, estrechándose
tanto a Jungkook que podía incluso palpar la pretina del pantalón corto
contra su abdomen. Tae esperó que Jungkook pudiese sentir el latido de su
entrepierna y que se hiciera cargo de ella como cuando estaban en la cama y
Tae buscaba sus labios, la mano de Jungkook deslizándose bajo las mantas,
apartando la ropa interior de Tae y cerrándose en su erección, con Tae
jadeando contra sus labios y Jungkook devorando sus gemidos y
susurrándole entre besos un ¿te gusta, cierto? seguido de un más bajito, Tae.
Pero Tae nunca podía complacerlo totalmente, el placer atascándose en su
garganta y escapando de ella en jadeos entrecortados hasta que se liberaba
en la mano de Jungkook y era besado por él otra eternidad más hasta que se
dormía y se despertaba al otro día sintiendo los labios de Jungkook
acariciando todo su rostro. 62

—¿Tae? —dijo el doctor Sehun—. ¿Por qué lo dices?

—Tiene temperatura y... bien, ya sabes lo otro.

—El síntoma que siempre será constante en los M-Preg, es la falta de apetito
que aparece uno o dos días antes de un ciclo.

—¿Apetito? —cuestionó Jungkook.30

—La naturaleza es sabia, hijo. La hormona ayuda a que se produzca una


conexión entre el cuello uterino y el recto. Su cuerpo deja de procesar
alimentos sólidos para evitar infecciones, imagínate lo catastrófico que sería
de no ser así. Por eso la falta de apetito es el indicio más claro de un ciclo de
calor. Todos los demás síntomas son rotativos, algunos siendo más fuertes
que otros dependiendo de la estabilidad del M-Preg. Tae nunca ha estado
bajo los efectos de "preg", así que podría ser bastante intenso para él y
volverse un poco inestable.63
—Tae lleva tres días sin comer nada —entonces oyó que Jungkook jadeaba,
la mano en la nuca de Tae paralizándose por unos segundos. Al quejarse, el
movimiento regresó aunque con torpeza.3

—¿Y está con temperatura?

—Desde ayer.

—Entonces desde ayer que está en un ciclo, Jungkook.

—Te lo dije —cantó Jimin.

—Pásame con Tae, Jungkook.

—¿Qué?

—¿Está a tu lado, cierto? Ponme en altavoz, quiero hablar con él.10

Jungkook se movió bajo los brazos de Tae y luego la voz de Sehun se oyó alta
y clara y no lejana y entrecortada.

—Tae, mi pequeño, ¿cómo estás?77

Abrió los ojos clavándolos en la garganta de Jungkook.

—Jungkook no me quiere —se quejó.307

Una risita y un jadeo indignado.

—Jungkook te quiere muchísimo, pequeño.

—No, no me quiere.

—¿Te puedo hacer una pregunta, querido? —insistió el doctor Sehun.

—Pero pienso que el doctor Sehun ya la hizo.217

Otra carcajada, ahora una que provenía directo desde el pecho de Jungkook,
las vibraciones recorriendo la oreja derecha de Tae.
—Sehun es un bobo —aceptó con buen humor el doctor—. Pero era otra
pregunta.

—Vale —canturreó Tae sin ánimo.

—¿No quieres que nadie más te toque, cierto?

Enterró más la nariz en la garganta de Jungkook. Ojalá pudiese vivir de ese


olor y calor, Tae no creía necesitar nada más para ser así de feliz.

—Solo Jungkook.17

—Solo Jungkook, ya veo. ¿Y eso ya se lo dijiste a él?

—Jungkook no escucha a Tae, es bobo.166

—Lo hago —protestó Jungkook—. Siempre te escucho.

—Jungkook no toca a Tae —lo acusó a su papá.452

—¡Tae!

—Y Tae solo quiere eso.11

—Ya veo, pequeño —aceptó el doctor Sehun.

Entonces la voz volvió a escucharse lejana y entrecortada y Tae cerró los


ojos una vez más.

—¿Es normal el que no quiera ser tocado por nadie? —continuó Jungkook—.
Park Jimin dijo que a él no le ocurría con tanta intensidad como a Tae.

—Completamente normal. Al encontrarse en su punto más vulnerable, su


mente está más alerta que nunca y por eso sobrereaccionan y rechazan el
acercamiento de todos a excepción de...67
—¿Por qué esto se siente como un documental de National Geographic? —
protestó Jungkook en un suspiro.267

—Porque seguimos siendo por esencia animales, hijo. —Hubo una pausa—.
A Tae deben quedarle unas horas de ciclo de calor, solo debes contenerlo un
tiempo más.86

La exalación de Jungkook fue tan larga y pronunciada, que hizo temblar la


mejilla de Tae que se apoyaba aún en el hombro de él.2

—Bien, llamaré a Hoseok para que me dé la noche libre.155

Tras cortar, Taehyung procesó a medias a Jungkook conversando con Jimin y


despidiéndose de él, seguido con Nam. Después, el silencio se instauró en la
casa donde Tae no podía percibir más sonidos que el corazón enloquecido
de Jungkook contra el pecho y que su mano que ya no se cerraba en un puño
cerrado contra la espalda.1

—¿Vamos a la cama? —propuso.339

Tae enganchó los brazos tras su cuello, pidiéndole en silencio que le sujetara
por los muslos para ayudarlo a engancharse a su cadera. Las manos de
Jungkook, una ubicada en su nuca y la otra en su cintura, bajaron a la vez y se
encontraron ambas en el mismo lugar. Cerrándose sobre su trasero, Tae
soltó un jadeo complacido a la vez que daba un brinco y se sujetaba a su
cadera, cruzando las piernas tras Jungkook y estrechando los muslos hasta
que sintió la propia erección de Jungkook latiendo contra su muslo derecho
en sincronía a la suya.183

Los besos de Tae fueron desde el espacio que quedaba al descubierto por la
camiseta entre el cuello y el hombros, hasta detrás del lóbulo de Jungkook,
tirando de él y capturándolo contra los dientes haciéndolo rodar en la
lengua. Jungkook se quejó, medio tropezando en la escalera, abandonando
su trasero unos segundos para afirmarse del pasamanos y evitar que ambos
cayesen por ella. Luego estaban otra vez en él, apretándolo y rozando con los
dedos el borde del pantalón para colarse debajo, ahora la palma rozando la
tela de la ropa interior.22

El corazón de Tae latía como un loco contra su pecho y estaba seguro que
Jungkook sería incluso capaz de sentirlo contra el tórax. Entonces la puerta
cerrada del cuarto colisionó contra la espalda de Tae, y Jungkook tanteó la
manilla para abrirla, perdiendo parte del soporte cuando cedió y Jungkook
los arrastró a ambos dentro.2

Lo dejó caer en el centro de la cama, Tae quedando como una estrella de mar
a la espera que Jungkook se le uniera y le hiciera esas cosas que hacían a su
cabeza girar hasta sentir que la vida se le iba entre esos dedos que solían
sujetar su erección.188

Sin embargo, Jungkook no se estaba moviendo. Detenido a un costado con


las rodillas rozando el colchón, respiraba con agitación, las pupilas tan
dilatadas que Tae solo notaba negro. Una gota de sudor cayó por su sien, los
puños cerrados a los costado y tragando duro y con fuerza, la garganta
subiendo y bajando con dificultad mientras su mirada recorría a Tae desde
los pies hasta la cabeza, quedándose prendados de los labios que Tae ahora
mordía en espera.88

—Jungkook —pidió bajito y bonito—, por favor.35

Jungkook estaba negando incluso antes de que Tae terminase de hablar.1

—No podemos, pequeño. Necesito que estés fuera de tu ciclo para que
sigamos.2

—Pero Tae quiere.1


—Es "preg" la que te está pidiendo eso, pequeño.

Taehyung negó, su cabello en la nuca enredándose contra la manta.

—No —dijo—, Tae siempre quiere.104

Jungkook gimió bajito, ahora sus rodillas sosteniendo todo su cuerpo


mientras se deslizaba por la cama hasta quedar recostado de costado,
moviendo a Tae lo suficiente para que ambos se mirasen a los ojos.

—Tae, yo en serio quiero pero no así.14

—¿Jungkook no quiere? ¿No me quiere?1

Su boca buscó la de Tae, tirando de él y arrastrándole a ese remolino que


giraba y giraba, que hacía temblar sus músculos y aferrarse a él en búsqueda
de algo que pudiese sostenerlo en esa tormenta. Gimiendo contra su boca,
tiró de Jungkook, arrastrándolo con sus manos desesperadas para que se
recostase sobre él, para así enganchar las piernas tras su cadera y el espacio
fuese mínimo, empezando con ello esa frincción que lo hacía cerrar los ojos,
apretar los dedos de los pies y sentirse tan bien, como nada en el mundo lo
podía hacer sentir.

Pero Jungkook puso resistencia, quedándose de su lado de la cama y


colocando los brazos entre ambos para aumentar la distancia.

Tae se quejó.

—Te voy a ayudar —prometió Jungkook, ahora sus labios deslizándose hacia
la frente sudada de Tae y besándola con tanto cariño que el estómago de Tae
dio un brinco de emoción—. Pero de otra manera.186
Y entonces, tomando una de las manos de Tae, la hizo bajarla hasta que Tae
sintió que sus propios dedos acariciaban su erección que latía y que ya
humedía su ropa interior en ese deseo tan poco contenido.6

—Tócate —le pidió Jungkook, el aliento caliente haciendo remolinos contra


su piel mientras Jungkook bajaba por su rostro y se posicionaba en su
garganta, besando y mordiendo la piel sudada y expuesta de Tae.53

—No —protestó Tae—, que Jungkook me toque.141

Pero Jungkook no le hizo caso, sujetando por encima la mano de Tae, obligó
a esos dedos tercos a abrirse y que así terminasen de colarse bajo la tela.
Cuando la yema rozó la piel de su erección, Tae jadeó tomando aire, ahora la
boca de Jungkook otra vez subiendo y capturando sus quejidos porque
parecía fascinarle devorarle, tragarse con sus labios esas exclamaciones que
subían en intensidad.5

—Tócate como yo lo hago —volvió a pedir Jungkook.200

Y esta vez Tae no se hizo de rogar una segunda vez. Tirando hacia abajo su
ropa con la ayuda de la muñeca, liberó su erección y la rodeó de inmediato
con los dedos, la mano de Jungkook apretando sobre la de Tae para que la
cerrase con mayor presión. Y si bien no se acercaba a lo que estaba
acostumbrado a sufrir y a sentir si Jungkook lo hacía, era suficiente para
quitarse esa picazón de calor que venía molestándolo desde el día anterior.

Jungkook lo forzó a moverse, su mano yendo hacia la punta y dejándola ahí


unos segundos para que se lubricase con su pre-semen. Con la palma ahora
mojada, la bajó y Tae gimió, buscando los labios de Jungkook que lo
abandonaron para susurrarle palabras al oído.7

—Así, más rápido, sé que te gusta más rápido y fuerte.492


Y Tae cerró los ojos, bajando la cabeza hasta que se escondió bajo el cuello
de Jungkook, su boca ahora buscando la piel de su clavícula y lamiéndola y
mordiéndola, mientras la frustración crecía en él porque no lograba, la
picazón de calor cada vez más potente en el fondo de su cerebro, insistente y
desesperada por ser aliviada por una mano que no tenía precisión, que era
inexperta y torpe y que no sabía realmente cómo complacerse así mismo.10

Gruñó frustrado, mordiendo a Jungkook en el cuello y quejándose.

—No... puedo —le suplicó—. Jungkook... por favor.3

Jungkook lo apretó por la espalda, sus dos enormes manos colándose bajo la
ropa interior hasta que afirmó su trasero desnudo y apretó, Tae de
inmediato chillando y cerrando los ojos, su mano subiendo y bajando a más
velocidad pero aún así no logrando alcanzar el abismo que percibía a lo
lejos.1

—Cuando esto termine —escuchó que Jungkook susurraba contra su


coronilla—, ¿sabes lo que te quiero hacer? Podría acostarte de espalda y
abrirte las piernas, ¿te gustaría eso, no?726

Sus jadeos subieron de intensidad, sus dientes aferrándose y buscando la


piel de la clavícula de Jungkook y Tae solo medio procesó que le dejaría una
marca roja en la piel.

—¿Pero sabes qué es mejor que eso? —continuó Jungkook, esos dedos suyos
apretando su trasero y sintiendo que uno de ellos curioseaba cada vez más
cerca del borde mientras Tae aumentaba la velocidad de su propia mano,
girando la muñeca como Jungkook lo hacía y dejaba a Tae babeando y
poniendo los ojos en blanco—. Lo mejor sería ponerte de rodillas y tu bonita
carita contra la cama. ¿Te gustaría eso? Abrirte así, mientras giras tu cara
hacia mí y me pides que te ayude.721
Y justo cuando el dedo de Jungkook rozaba su entrada, acariciandole solo un
par de veces, Tae abrió la boca y gimió, sus labios deslizándose y lamiendo la
piel expuesta de Jungkook. Sintiendo que su mano se manchaba con su
semen, su cerebro se desconectó del mundo por medio minuto, los fuegos
artificiales estallando en su cerebro y tras los párpados, su cuerpo
volviéndose mantequilla contra la cama, contra el pecho de Jungkook, contra
esas manos curiosas que no abandonaban su trasero.47

Y entonces llegó la tranquilidad, una que no sentía desde que empezó ese
calor infernal, y con ello vino un sueño terrible que dejó sus articulaciones
destruidas y su mente esponjosa, una risita floja escapándosele de lo labios y
uniéndosele a la de Jungkook.

—Eso fue intenso —bromeó Jungkook.381

Pero Tae solo pudo ronrear, demasiado feliz y complacido para pensar en
otra cosa.8

Sin embargo, bastó solo tres horas para que ese calor intenso quemase una
vez más sus entreñadas con tanta insistencia y fuerza, que Tae parecía no
haber recibido un orgasmo instantes antes. Buscó a Jungkook entre el calor
del anochecer y de su propio cuerpo, queriendo besarlo y acariarlo, mientras
las manos de Jungkook bajaban otra vez por su espalda.16

Esta vez Jungkook parecía menos activo y reticente a que volviese a ocurrir
algo entre ellos, a pesar de las insistencias de Tae por besar la línea de su
mandíbula, su oreja, su cuello y bajaba por su cuerpo, Jungkook apenas
sujetándolo de los brazos para volver a tirarlo hacia su boca para besarlo y
capturar su lengua curiosa. Pero luego Tae otra vez abandonaba sus labios e
marchaba por su piel hacia el sur, nunca logrando alcanzar un territorio más
allá del ombligo porque Jungkook tiraba de él de inmediato con manos
insistentes y desesperadas, mientras sus pupilas se dilataban y las mejillas
se le sonrojaban ante la mirada confusa de Tae.

—Todavía eso no —le explicaba entonces.174

Sin embargo, algo que caracterizaba a Tae era su torquedad, avanzado hacia
el sur del cuerpo de Jungkook una y otra vez, hasta que sintió que Jungkook
lo sacaba de la cama, lo cargaba en brazos y bajaban al primer piso, todo el
trayecto Tae distrayéndolos con besos y caricias que hacían a Jungkook
quejarse y gemir en miseria, tropezándose con los escalones y paredes hasta
que estuvieron por fin en el baño.98

Y cuando Tae se estaba quitando la ropa para bañarse con él, Jungkook dio el
agua y un chorro congelado cayó sobre su cabeza. Cualquier rastro de
erección y calor, desapareciendo al instante. La mente se le aclaró al
instante, temblando y quejándose cuando Jungkook también se metió bajo el
chorro y lo sujetó para que ambos se quedaran bajo él el tiempo suficiente
para poner su piel sonrojada y helada bajo el tacto.288

Temblando con violencia, Jungkook por fin cortó el agua y observó a Tae,
que se abrazaba así mismo para buscar algo de calor en ese frío infernal. La
mandíbula se le estremecía y la ropa, que ni siquiera le quitó, se le apegaba
al cuerpo igual que el cabello al casco.13

—¡J-ju-jungkook! —tembló Tae en una protesta inconclusa.53

Después de eso, lo único que pudo pensar fue en dejar de sentir frío, por lo
que no se quejó demasiado cuando Jungkook lo recostó en la cama y se
acomodó a su lado, abrazándolo y trayéndolo hacia él. Todavía temblando y
estremeciéndose, y sintiendo el cuerpo desnudo de ambos solo cubierto por
la ropa interior, cerró los ojos, cansado y con frío.132
Se despertó al amanecer con los besos de Jungkook en sus mejillas, en la
punta de su nariz, en sus ojos todavía cerrados, en sus oídos, en su
mandíbula que la delineó con cuidado hasta encontrar su boca y entonces
ambos se fundían en un beso descuidado y sucio, sus dientes entrechocando
un par de veces en su afán de acercarse, de tener más del otro, de encontrar
la lengua ajena y atraparla, devorarla, queriendo tragársela para después
regresarla.96

Un hilo de saliva quedó conectada entre ambas bocas cuando Jungkook se


separó, pasando el dedo pulgar por los labios de Tae para quitarle los restos
de humedad a esa boca que no dejaba de arder. Entonces su mano se deslizó
hacia la frente de Tae y se quedó unos segundos ahí, ambos miradas
encontrándose a tan poca distancia, la de Jungkook flotando sobre la de Tae.2

—Ya no estás afiebrado —susurró.36

Tae tampoco sentía esa fiebre insoportable y constante dentro él. Existía el
calor, sí, pero este se concentraba en su entrepierna que volvía a latir y
despertarse tras los besos acalorados con Jungkook.5

—Tengo hambre —se quejó Tae, de pronto sintiendo el estómago vacío por
tres días sin alimentos.57

No entendió bien qué detonó el cambió en Jungkook, pero este se estaba


riendo feliz y luego buscando una vez más sus labios, sus manos afirmando
las muñecas de Tae y jalando de ellas hasta que las posicionó sobre su
cabeza. Terminó de recostarse sobre Tae y coló su rodilla entre las piernas
de Tae para pedirle una autorización silenciosa. Tae de inmediato las
abrió para él y cruzó los tobillos tras Jungkook, curvando la espalda cuando
los besos de Jungkook bajaron por su cuello y se dedicó a lamer y besar sus
clavículas. Cerró los ojos, soltando un jadeo sorprendido al sentir una lengua
contra su pezón. Se le tensó el estómago, conteniendo la respiración e
incluso sus pensamientos, la lengua haciendo un circulo sobre la aureola
hasta que se metió el pequeño botón en la boca y Tae fue absorto por esa
cavidad caliente y mojada que hacía rodar su pezón y lo rozaba con los
dientes, haciéndolo jadear y curvarse más, queriendo y a la vez no alejarse
de ese toque.68

—Jungkook —pidió.

—¿Quieres, Tae? —preguntó entonces, apoyándose en las manos para


alzarse y encontrar su mirada, el cabello le caía desordenado por la frente y
cubría parte de su mirada de párpados caídos y pupilas dilatadas—. Porque
yo estoy muriendome por ti.408

Tae tocó la piel cálida y un tanto húmeda de la espalda de Jungkook,


deslizando las uñas por la piel hasta que llegó a los omoplatos e hizo presión,
los codos de Jungkook cediendo y recostándose otra vez contra Taehyung,
ambos pechos rozándose y acariciandose con cada respiración.

—Sí —susurró Tae.3

—¿Sabes lo que ocurrirá ahora?281

Tae asintió, Jungkook afirmando su mandíbula y deteniendo el movimiento.

—Necesito que lo digas, Tae.1

—Tae sabe... yo sé —aceptó—. Y quiero a Jungkook. Quiero. Quiero


mucho.228

Jungkook tragó saliva con dificultad.

—Va doler un poco al principio —susurró contra él, ahora su mano bajando
por el estómago contraído de Tae hasta su ropa interior y tirando de ella
hacia abajo, dejando libre su erección que de inmediato sujetó con dedos
firmes, comenzando el movimiento de arriba y abajo, girando la muñeca en
una técnica que Tae no supo replicar hace unas horas—. Pero te prometo
que te haré sentir bien luego.232

Pero eso era algo que a Tae realmente no le preocupaba, sabía que Jungkook
lo haría sentir bien, Jungkook nunca lo hacía sentir de otra forma.2

Así que, jadeando y gimiendo, estirándose para afirmar las mejillas de


Jungkook contra sus dos palmas, lo besó y se dejó ir, notando que Jungkook
se estiraba y agarraba una almohada, dándole una palmada en la cadera para
que levantara el trasero y colarla bajo él, después quitándole la ropa interior
que lanzó lejos. Se separó de Tae unos segundos para sacar algo de la bolsa
que trajo con él cuando subieron, dejando un tubo a un lado y unos sobres
que Tae reconoció como condones.305

De pronto el corazón se le aceleró en emoción, saltándole y latiendo con


tanta energía que llegaba a ser un tanto doloroso. Lo vio llenarse los dedos
con un liquido espeso y trasparente, que masajeó por unos segundos. Luego
su boca estaba otra vez en la de Tae y su cabeza volvía a girar y girar, un
dedo jugueteando contra su entrada. Su primer instinto fue cerrar las
piernas, porque se sentía extraño aunque no doloroso, solo extraño, una
invasión no prevista ni imaginada.108

La otra mano de Jungkoook lo instó para que Tae se tocase. Y mientras


buscaba la humedad de su pre-semen con la palma de la mano, otro dedo de
Jungkook acarició el borde e ingresó, su mano de inmediato acompañando el
movimiento de Jungkook en su interior. La incomodad duró unos segundos,
siendo reemplazaba por una sensación de estiramiento que tensaba sus
entrañas y que hacía latir a su erección contra su palma. Los susurros de Tae
pronto llenaron el cuarto, suplicas pequeñitas y bonitas rogándole por más,
solo que Tae no tenía claro qué más le estaba pidiendo.59

Cuando llegó el tercer dedo, Tae se sentía estirado y el pecho le subía y


bajaba a toda velocidad, su piel perlada en sudor mientras enganchaba la
melena de Jungkook por la nuca y tiraba un poco de él, demandando y
exigiendo algo con un fin no tan claro.12

—Más —le decía.

—¿Te gusta?100

Pero Taehyung solo podía pensar en esa única palabra.

—Más.

Y tal vez acompañada de esa otra.

—Más fuerte.292

Y entonces cuando sintió que la punta de uno de esos dedos rozó un punto
sensible dentro suyo, casi dio un brinco para después quedarse desarmado
contra la cama, su cabeza yendo hacia atrás y levantando la cadera
automáticamente, alejándose un tanto de la almohada que estaba bajo su
trasero precisamente para eso.3

—De nuevo —logró balbucear cuando Jungkook encontró otra vez ese lugar
y Tae solo podía suspirar y jadear, tirando de su labio apresado por su
propios dientes mientras se perdía en esas sensaciones que para él no tenían
nombre y que eran tan desconocidas, pero a la misma vez tan bien
recibidas.8

Se encontró abriendo más las piernas y quejándose en indignación cuando


los dedos de Jungkook abandonaron su interior sin alcanzar a llegar a esa
cúspide que lo hacía estallar. Lo vio romper el sobre y colocarse el condón,
afirmándolo por la punta para deslizarlo hacia abajo.232

—Jungkook —exigió.

—Ya voy —respondió.98

—Ahora —demandó Tae a favor de sus derechos sexuales, no queriendo ni


pensando quedarse con ese nudo en el estómago y con ese revoltijo en la
cabeza.264

Recibió un golpe en el trasero como castigo aunque a Tae siempre le parecía


más un premio, gimiendo y estirándose bajo el otro cuerpo mientras
Jungkook se empapaba la erección con más de ese líquido. Tae intentó
engancharlos con las piernas y atraerlo hacia él, Jungkook luchando casi sin
fuerzas para terminar la preparación y quitarse su ropa interior.99

Y cuando lo estuvo, dio el último aviso.10

—¿Seguro, Tae? —pidió, colocándose sobre él, sus labios juntos a los de Tae
nuevamente, el aliento acariciándole las mejillas y la erección rozándole esa
entrada que Jungkook estuvo dilatando con los dedos.96

Tae estrechó los muslos en la cintura de Jungkook y lo apresó con piernas y


brazos para que no pudiese escapar.

—Sí —balbuceó con un puchero—, ahora.12

Con la risa de Jungkook girando sobre él y con los sonidos de sus


respiraciones agitadas, de piel rozando contra otra, Jungkook afirmó su
erección por la base y comenzó a ingresar. Algo de dolor vino tal cual
Jungkook le avisó y abrió los ojos de par en par encontrándose con los de
Jungkook que seguían cada movimiento. Sus labios bajaron a la boca
entreabierta de Tae.146
—Va a pasar —le aseguró.18

Pero Tae no podía evitar esa tensión que empezaba a apoderarse de su parte
inferior.

—No apretes, Tae —jadeó Jungkook—, por favor...324

Tae dejó caer los brazos en la cama y apoyó los tobillos en ella también,
quedando en la clara posición de estrella de mar, un poco entregado a lo que
fuese hacerle Jungkook, solo aceptando la intromisión con la expresión
contraída y ya no sintiendo la cabeza girarle en círculos por el placer.16

Y entonces Jungkook se quedó quieto, sus jadeos saliendo entrecortados y


chocando contra el rostro de Tae que lo observaba más curioso que otra
cosa.5

—¿Terminó? —quiso saber.386

Eso le sacó un medio gemido y una media sonrisa a Jungkook.

—Todavía no empieza.266

—Ah.921

Pero Tae ahora mismo solo podía pensar que la invasión era terrible, apenas
aguantando el deseo de cerrarse alrededor de Jungkoook para sacarlo de él.
El sexo, descubrió Tae, no era nada como se lo habían describido en sus
clases. Y tal vez eso se debía en parte a que Jungkook era más grande que
esos actores de esos videos que le mostraron a Tae, y por eso esos otros
actores no se quejaban mientras Tae sentía que su espalda baja estaba
siendo dividida en dos. Pero eso realmente no lo sabía, así que se dejó estar
en esa posición de estrella de mar azotada contra una roca, estrella de mar
que posiblemente estaba muerta o agonizando en dolor.310
Tae no supo realmente cuánto tiempo estuvieron así, solo que en un punto el
dolor se había esfumado y ya solo se dedicaba a observar a Jungkook apretar
los dientes.8

—¿Estás... bien? —logró jadear Jungkook.50

—Tae ha estado mejor —admitió.518

Eso le sacó una carcajada a Jungkook que lo hizo estremecerse sobre él,
enterrando la frente en el hombro de Tae. Pero antes de que la risa acabase,
la mano de Jungkook se deslizó hacia la perdida e inexistente erección de
Tae y empezó a acariciarla, la comezón regresando a él y la tirantez en su
entrepierna también a medida que Tae iba recuperando el deseo y con ello
su erección, hasta que se encontró nuevamente encogiendo los deditos de
los pies y gimiendo contra la boca de Jungkook, exigiendo y demandando
una vez más su propia placer.37

—Más —pidió y suplicó.3

Jungkook entonces tiró de los muslos de Tae y los hizo subir un tanto para
cambiar el ángulo, sintiendo entonces que se introducía incluso más al punto
que Tae se preguntó si acaso lograría acariciarle el ombligo por dentro.254

Pero entonces esos pensamientos divertidos se esfumaron con un chasquido


porque Jungkook se había movido y se estaba saliendo de él.2

—No, no, no —le suplicó Tae—. Jung-282

El nombre quedó a medio camino cuando Jungkook se hundió otra vez en


Tae y el gemido reemplazó la queja, el roce siendo un tanto doloroso pero
mucho más placentero que terrible. Se encontró jadeando y cerrando los
dedos entre las sábanas bajo él, apretándolas y enredándolas, su cabeza
yéndose hacia atrás y dejando al descubierto su cuello para que Jungkook
dejase besos húmedos mientras las embestidas iban en aumento y-5

El cerebro de Tae se hizo papilla.326

Sus terminaciones nerviosas activándose con un solo toque, y luego


Jungkook estaba tocando otra vez ese botón de nervios dentro de él y otra
vez y otra vez y Tae solo podía cerrar los ojos y balbucear ideas no hiladas
que decían en parte el nombre de Jungkook y expresaban a medias sus
deseos no concedidos.

Y entonces la picazón empezó a subir por su vientre, ese cosquilleo delicioso


y persistente que Tae lo confundió con estornudo la primera vez. Y creció, el
nudo de sentimientos aumentando y volviéndose insoportables, los sonidos
llegando a medias y discontinuos a su oído izquierdo que quedaba de vez en
cuando descubierto y otra veces enterrada en la almohada. Y el olor y el
golpeteo, y la piel, y el toque, y las sensaciones, y el sudor, y los besos, y la
saliva, y el sentimiento, y el cariño, y el amor que sentía en cada movimiento
hasta que sus ojos lagrimearon y lloró un poquito al repetir el nombre de
Jungkook como una suplica desesperada.183

Y Tae se estaba corriendo, cerrando los muslos contra la cadera de su novio


y atrayéndolo hasta él y cerrando sus brazos a su alrededor para no dejarlo
ir nunca, y Jungkook entonces también estaba jadeando, ambos
derrumbados sobre ese desorden en la cama, sus estómagos pegajosos por
Tae y con Jungkook todavía enterrado dentro de él, mientras sujetaba el
condón con la mano para que no se soltase ante la pérdida parcial de la
erección.424

Estuvieron unos segundos así, hasta que Jungkook se movió y salió de él,
dejándolo con una sensación casi de abandono.
Tae cerró los ojos, la respiración acelerada y las articulaciones destruidas,
sentía que nunca más podría moverse, solo siendo arcilla en las manos de
Jungkook. Y luego Jungkook había regresado a él y lo abrazaba y besaba y
Tae no podía sentirse más querido, pensando solo medio segundo en sus
diecinueve años anteriores. Y entonces las lágrimas habían regresado y se
refugiaba en el pecho de Jungkook, esta vez Tae sobre él mientras se
aferraba a su piel y lloraba, las manos de Jungkook tocándolo y consolando
junto a sus palabras siempre bonitas.126

Cuando logró tranquilizarse lo suficiente para poder hablar, solo pudo


pronunciar una corta y precaria oración que no estaba ni cerca de expresar
todos los sentimientos que eran un tornado en su interior, porque de pronto
sentía que no quería estar nunca más en un universo donde Jungkook no
estuviese ahí para quererlo.

—Por favor, ámame —le suplicó pequeñito e inseguro, desesperado por ese
sentimiento cálido que Jungkook le daba en cada toque.566

Entonces Jungkook le respondió tres sencillas palabras que significaron el


mundo completo para Tae.

—Ya lo hago.514

Y Tae recién pudo tomar una inspiración que venía conteniendo desde hace
diecinueve años.8

Porque era amado, sincera y hermosamente amado.


68

No era la primera vez que Kim Minho cargaba en brazos a su hijo Kim
Taehyung. No era la primera, pero recién se convertía en la segunda y estaba
experimentando el mismo ataque de pánico de aquella primera vez cuando
se lo entregaron ensangrentado y llorando, su rostro enrojecido y
haciéndose oír como si quisiera anunciarle al mundo entero que estaba ahí,
sano y salvo pero que ese mismo mundo no tendría el privilegio de
conocerlo porque Minho permitió que viviese encerrado en una casa, su
descompuesta mente creyendo en sus inicios que eso sería lo mejor para él,
porque Minho intentaba no repetir la historia y había hilado una nueva
aunque quizás con el mismo final horroroso.154

Pero lo tenía otra vez en sus brazos, siendo solo unos dos centímetros más
grande que la primera vez que lo cargó, sus pestañas ya largas cubriendo sus
ojos mientras que ese puchero constante, que no desaparecería con los años,
se hacía más pronunciado al mover la boquita pidiendo comida y cariño.122

Y la cabeza de Minho dio giros y Sehun debió notarlo, porque se apresuró a


dejar a Jungkook apoyado contra un mueble, sus pies regordetes apenas
soportando su peso con un tambaleo, y fue hacia Minho llevándole una silla y
pidiéndole que se sentase.52

—Respira —le recordó.2

Pero eso era algo que Minho no hacía bien desde que se lo llevaron en esa
camioneta blanca. Cerró los ojos y las manos le temblaban, solo atinando a
entregarle a su bebé a su amigo que se apresuró en recibirlo, Minho de
inmediato derrumbándose contra la mesa de la cocina y apoyando la frente
en ella, sudando frío y sintiéndose enfermo, la bilis subiéndole y bajándole
por la garganta.119

Una palma la acarició la espalda y le apartó los mechones que se pegaban en


su frente.

—Lo estabas haciendo bien —dijo Sehun—, ¿qué ocurrió?

La vida ocurrió, eso era el principal problema de Minho. Sin embargo, solo
negó, ahora apoyando la mejilla contra el frío de la mesa mientras observaba
a Sehun alejarse con Kim Taehyung en brazos e iba hacia Jungkook, que
todavía se sostenía al mueble con sus piernitas de dos años.185

Minho no debió aceptar, pensó al escuchar que Taehyung comenzaba a


llorar. Pero su mamá se lo había pedido, llamando a la casa de Sehun porque
sabía que Minho se escondía ahí, así que lo intentó y coincidió con un buen
momento de Minho y no con una psiquis desequilibrada que solo le pedía
escapar y desaparecer, haciéndolo algunas veces por semanas y luego
regresando a casa de Sehun destrozado y pidiendo perdón porque solo era
un problema para a ese hombre, que no hacía más que ayudarlo de una
forma que ni siquiera su propia mamá lograba hacerlo.8

Y por eso, al notar que Minho se encontraba mejor que en años, Sehun le
entregó el teléfono a Minho para que hablase con su mamá y entonces
escuchó la voz angustiada de ella, contándole que ya había faltado cuatro
domingos a misa y sus amigas insistían en ir ese fin de semana a cuidarla en
su enfermedad ficticia.19

—Y Taehyung no puede estar en casa, Minho.


Porque si eso ocurría, sería imposible amortiguar los llantos de un bebé y
que estos no fuesen escuchados por esas mujeres curiosas en el primer
piso.2

—No te llamaría si tuviese otra salida. Lo siento, sé que... lo siento mucho,


Minho, es la única manera.

Sí, la única manera de mantenerlo escondido, así tal cual se lo pidió Minho
hace dos meses cuando se lo entregó en la cocina y lloró, suplicándole que lo
alejasen porque no quería verlo.

Porque realmente no podía.

Pero a la misma vez lo quería tanto.151

Y una mente dañada como la de Minho, simplemente no lograba sobrellevar


de manera razonable ambos sentimientos que se contraponían en él,
dejándolo enfermo y angustiado, porque no podía creer ni mucho menos
entender que pudiese amar tanto a Kim Taehyung y a la misma vez
resultarle casi insoportable de ver.142

Pero Sehun lo había instado a ceder y aceptar, explicándole con cuidado y


tacto que sería bueno para Minho comenzar a ver a su hijo y así empezar a
sobrellevar sus sentimientos negativos que desbordaban su cabeza cada vez
que observaba ese rostro diminuto y hermoso. Y mientras Minho se sentaba
a jugar con Jungkook en el suelo, siendo observado por esos ojos grandes y
redondos siempre atentos de Jungkook, meditó su respuesta.16

—Vale —aceptó.

Sin embargo, cuando Kim Taehyung comenzó a llorar en esa cocina, Minho
solo pudo taparse los oídos también queriendo llorar y ser abrazado por
Sehun, ser contenido de alguna forma por ese hombre que en algún punto se
había vuelto casi un padre para él.172

Por eso, viendo a Sehun tranquilizar a Taehyung y estar al pendiente de que


Jungkook no se cayese a la misma vez que comprobaba a Minho, él cerró los
ojos por unos instantes e intentó luchar contra sí mismo y sus pensamientos,
de apoco logrando quitar sus manos de sus orejas y levantar la mirada
desorientada hacia Sehun, notando que los llantos se habían detenido y que
Sehun se encontraba de cunclillas acercando a Taehyung al rostro siempre
curioso de Jungkook.

—Él es Kim Taehyung, Jungkook —escuchó que le explicaba Sehun a su


propio hijo.354

Jungkook se limitó a mirar la carita regordeta con esos ojos grandes y


brillantes que Minho tanto había aprendido amar cuando lo abrazaba y
lloraba contra su cuerpo pequeñito.41

—Tae es un amigo, Jungkook, y debes cuidarlo como cuidas a Minho, ¿está


bien?51

—Y quererlo —agregó Minho, su voz sonando ronca y difusa en sus oídos—.


Quererlo mucho.329

La mirada de Sehun fue hacia Minho unos segundos y después regresó a


Jungkook. Y si bien las palabras fueron medidas y suaves por parte de Sehun,
tocaron la fibra sensible e inestable dentro de él.

—Jungkook nunca lo conocerá si Taehyung vive escondido en una casa,


Minho, ¿no crees?245
Minho no pudo responder. Llevó las mangas de su chaqueta a su rostro y
apartó las lágrimas silenciosas de sus mejillas heladas, moviendo su pierna
bajo la mesa con inquietud y desesperación.

Arriba y abajo, y otra vez arriba y abajo.12

Y entonces Jungkook se estaba inclinando hacia el rostro dormido de


Taehyung, su nariz moviendose al olfatear la cabeza coronada por una mota
castaña. Su expresión se contrajo cuando un mechón le rozó la nariz y
Jungkook estornudó, los ojos de Taehyung abriendose unos segundos ante el
ruido y luego su boquita se frunció y comenzó a llorar, Jungkook también
asustándose y buscando a Minho con la mirada.377

Fue hacia Jungkook y lo abrazó, los sentimientos contradictorios luchando


una vez más dentro de Minho mientras afirmaba el cuerpecito de Jungkook
contra él y sentía que se calmaba al instante, sus manos pequeñitas ahora
yendo a las mejillas de Minho para apretarlas.71

—¿Mejor? —quiso saber Sehun.2

Su mirada cambió de Jungkook a Taehyung. Y en lo que duró un suspiro,


deseó por primera vez estar abrazando a su hijo.2

—Mejor —mintió, Minho sabiendo que realmente no lograría alcanzar esa


palabra hasta que pudiese amar a Kim Taehyung, solo amarlo y nada más
que amarlo con un sentimiento sincero y bonito.66

Y si él no lo lograba jamás, pensó aferrándose con un poco más de


desesperación a Jungkook, haría lo posible para que otra persona lo hiciera.
69
El viento removía el cabello castaño de Kim Taehyung dejándolo alborotado
cayéndole por la frente. Con los ojos cerrados, estiraba una mano por fuera
de la ventana del automóvil como si quisiera tocar los árboles que rodeaban
el camino. Y si bien Jungkook sabía que eso era peligroso, ya habían
abandonado la carretera y tras tres horas de viaje con un impaciente e
imperativo Kim Taehyung preguntando...

—¿Ya llegamos?140

...cada cinco minutos, seriamente Jungkook no podía negarle ese pequeño


privilegio para que abriese la ventana y asomase la cabeza fuera, el olor a
eucalipto flotando en el aire y su rostro repleto de luces y sombras cuando el
sol le pegaba de frente o alguna rama del árbol le oscurecía la expresión.38

Y su sonrisa.61

Esa grande y simétrica, perfecta y bonita que adornaba sus labios desde esa
mañana cuando Jungkook le contó esa noticia que planificó por días con su
amigo Park Jimin:26

—Iremos a la playa.313

Y sus abrazados, y su rostro fregándose contra el pecho de Jungkook y su


lengua traviesa diciendo una y otra vez un:

—Gracias —mientras Jungkook le secaba las lágrimas silenciosas que


corrían por sus mejillas, todavía pareciéndole increíble que algo tan
pequeño le causase tanta felicidad a una persona, felicidad que después se
transformaba en besos mojados que buscaban de algún modo agradecer y
que hacían a las rodillas de Jungkook temblar y quedar inestables, sobre
todo cuando Tae luego se apartaba con la misma sonrisa brillante y
comenzaba a saltar emocionado por la casa, el sueño en el olvido junto a
esas protestas insistentes para no ser despertado a las seis de la mañana por
Jungkook.100

Y verlo así de feliz y pleno, solo podía llenarle el corazón con buenas
energías sobre todo si consideraba que las últimas semanas no fueron
demasiado buenas para la estabilidad mental de Jungkook. A pesar de que
instaló un equipo completo de seguridad en la casa para proteger a Tae de
otro asalto, la inquietud continuaba pesando y condensándose dentro de él
con cada día de tranquilidad que transcurría. Y es que las huellas que
Jungkook visualizó y capturó esa tarde hace semanas atrás, de nada
sirvieron. La decepción todavía era potente en él al recordar la llamada del
detective.11

—Las huellas son de un tal Jeon Jungkook y un Kim Namjoon.579

Después de ese fiasco tuvo que aceptar que, por mucho que fuese policía, su
vida no era un serie de televisión donde esos hallazgos llevaban al culpable
sin mayor dificultad.23

Salir de la ciudad, pensó Jungkook sonriendo al escuchar que Tae de pronto


soltaba un chillido fuerte y sorprendido, era la mejor de las idea.

—¡Jungkook, Jungkook! —entonces gritó Tae sacando el brazo por la


ventana y Jungkook solo podía agradecer que estuviesen en un camino
rural—. ¡El mar!329

Con la nariz aleteandole para captar su esencia, movió la cabeza hasta que
también la sacó fuera de la ventana con los ojos abiertos de par en par a
pesar de que el viento le chocaba de frente.1

—¡Huele! —jadeó.125
Descendiendo la velocidad, Jungkook comprobó rápidamente el GPS para
ver cuánto faltaba.

—Sí, pequeño, huele.14

Tae volvió a acomodarse en su asiento, estirando las manos hacia Jungkook


y tocando su bíceps, el pecho le subía y bajaba con agitación ante las
emociones que ahora mismo lo desbordaba.5

—No sabía —balbuceó confundido—. Todo...

Jungkook rió al notar que se quedaba sin palabras.

—Y cuando nos acerquemos, notarás que huele mejor.222

Su nariz de nuevo aleteó intentando captar los aromas por sobre el de


eucaliptos que dominaba el interior de automóvil.

—Jungkook, es como... salado. —Y luego, con el cinturón de seguridad


impidiéndole moverse mejor, se volteó para observar a Tannie que se
encontraba dentro de una jaula en el asiento posterior—. Tan, el mar.293

Los siguientes minutos fueron acaparados por los jadeos y exclamaciones de


Tae ante la menor provocación. Cuando finalmente Jungkook estacionó en
una cabaña sobre una meseta con vista al mar y una interminable escalera
que iba desde la cumbre a la playa, Tae abrió la puerta del auto y bajó
corriendo, solo teniendo la paciencia para sacar a Tannie de la jaula y
llevárselo con él. Alcanzó a verlo desaparecer por la escalera que lo llevaría a
la playa, y apagó el motor a toda velocidad para perseguirlo.21

No tardó en alcanzarlo, Tae no tenía un estado físico bueno ante sus años de
encierro y limitación de movimientos, por lo que creció con músculos no
muy resistentes a los esfuerzos físicos, además iba con unas sandalias negras
que nunca se quitaba, incluso las combinaba con calcetines si es que de
pronto le daba frío. Una de esas mismas sandalias la encontró olvidada por
su dueño en uno de los peldaños, agarrándola y acercándose a Tae que
tomaba aire en un tramo más adelante afirmándose las costillas con
expresión adolorida. Y tras él, el mar de color azul coronado por una playa
de arenas no muy finas, el paisaje bordeado por el acantilado donde quedaba
la cabaña. Sacó el celular para tomarle una foto, capturando el momento
exacto de una distraído Tae contemplando la inmensidad del océano
mientras aún se afirmaba las costillas con Tannie en brazos. La colocó de
inmediato de fondo de pantalla.314

—El mar no se irá ni alejará de ti —lo tranquilizó Jungkook al llegar a su


lado, lanzando la sandalia al suelo para que Tae se la pusiera.

—Pero, Jungkook... —quiso decir algo pero terminó soltando un jadeo


ahogado.

A los minutos continuaron su camino con más calma, una que duró solo
hasta que alcanzaron la arena. Las chanclas de Tae salieron volando hacia
cualquier lado, su dueño tirándolas lejos para sacárselas y así por fin tocar
con los pies la arena caliente y áspera que lo hizo estremecerse, los brazos
recogidos contra su pecho aplastando un poco a Tannie. Sus ojos eran
enormes y brillantes al mover las piernas y enterrar los dedos, entonces otro
temblor lo recorrió.70

—Es... —balbuceó.

—Un poco áspera —lo ayudó Jungkook.

—Sí y es...

De pronto estaba cayendo de rodillas, dejando a Tannie a un lado para


acariciar la arena con las manos abiertas, su expresión maravillada y un
poco contraída por el llanto que intentaba evitar. Jungkook se puso en
cuclillas a un costado, observándolo estirarse y reposar de estómago en la
arena, cerrando los ojos y haciendo escurrir los granos entre los dedos con
una fascinación que lo dejó sin aliento. Al alzar nuevamente la cabeza, su
rostro estaba repleto de granitos de arena que se habían adherido a su
piel.147

Jungkook alcanzó a detenerlo antes de que abriese los ojos. Tendió las
manos y le apartó los restos de las pestañas con los pulgares, dejándole las
mejillas de pan sucias porque así le parecía el ser más adorable de la vida.54

—Ahora sí —avisó.

Tae pestañeó con fuerza y se quedó mirando a Jungkook, luego su lengua


siempre curiosa estaba afuera y capturaba los granos que todavía quedaban
en el resto de su rostro y labios. Una carcajada le burbujeó en el estómago al
verlo mascar y arrugar el ceño.1

—Cruje y... puaj, Jungkook. —Entonces estaba recibiendo un empujón de Tae


que lo pilló descuidado y cayó de espaldas, Yeontan acercándose de
inmediato a olfatearlo—. Jungkook debió decirle a Tae.186

—Lo siento, Jungkook es un bobo —bromeó.120

De rodillas, se arrastró por la arena hasta que estuvo posicionado casi sobre
Jungkook, su rostro feliz y con arena en las mejillas y labios mojados por
lamerlos. Con su felicidad eclipsó todo el mundo alrededor de ambos.2

—Jungkook no es bobo.61

—¿Ya no soy bobo? —lo provocó apartando un mechón que se deslizaba por
sus ojos y lo sostuvo lejos—. ¿Entonces qué soy?39

—Jungkook mío.441
—Así que escalé de nivel para ti.26

Tae puso mala expresión e intentó morderle la nariz, Jungkook logrando


enterrar su cabeza un poco más en la arena para evitar aquel asalto.
Después, se había puesto de pie con un movimiento inestable y comenzó a
correr, su carcajada resonando en los oídos de Jungkook con el sonido del
mar como melodía de fondo. A los metros, mientras Jungkook también se
colocaba de pie y agarraba a Tannie, que parecía bastante horrorizado por la
arena y el cómo se escurría bajo sus patas, Tae se lanzó otra vez al suelo y
comenzó a rodar, la arena volando sobre su cabello, ropa y otra vez rostro. A
los segundos se había detenido y estaba escupiendo los granos que se le
colaron a la boca.143

—¡Jungkook! —lo llamó sin aliento, alzando los brazos como si se


encontrase a una gran distancia y no solo a unos pasos—. ¡Jungkook, ven!12

—Voy, Tae —le avisó por si ya no fuera obvio que avanzaba hacia él.

—Entiérrame —pidió exaltando, ahora las manos yendo otra vez a la arena y
moviéndola como un perrito.346

Jungkook alzó la mirada al sol alto que pronto anunciaría el mediodía y


después a Tae, con su camiseta blanca que decía <<celine>> y sin
bloqueador, su piel canela brillando bajo las rayos. Si lo enterraba y le
colocaba su propia camiseta en la cabeza, podría cubrirlo bastante bien
mientras lo convencía para regresar y comer algo.141

Dejó a Yeontan en el suelo, que se sacudió con exageración para apartar la


arena de su pelaje largo y ya alborotado por la brisa marina, y se arrodilló a
un lado de Tae ayudándolo a escarbar. A los minutos, tenían un agujero del
porte de una cabeza y Tae jadeaba cansado sentándose sobre su trasero con
las piernas estiradas frente si. Estaba sudando, las gotas recorriendo su sien
y encrespándole el cabello en la nuca.5

—¿No quieres ir a probar el agua? —ofreció, distraiéndolo de manera


disimulada para que la frustración no lo encegueciera. Tae todavía no
lograba aceptar que su cuerpo iba a un ritmo mucho más lento que sus
deseos y emociones, dejándolo angustiado y temblando en impotencia. Y hoy
Jungkook solo quería que fuera un gran día, sin sus conflictos emocionales
recordándole que tal vez nunca lograse cumplir sus expectativas.

—¿Agua?2

—Bañarte en el mar —aclaró Jungkook.50

Tae bajó la mirada hacia su ropa y después recorrió la playa vacía a


excepción de los tres. Habían tardado cuatro horas en llegar desde Daegu, la
cabaña perteneciente a un amigo de un amigo de Seokjin. Jungkook tardó
semanas en que se la arrendaran, porque quería específicamente ese lugar
por esa playa secreta, de pronto con el deseo latente de que ese momento
fuese solo de ambos y no rodeados por desconocidos que no harían más que
juzgar el comportamiento ansioso y exhibicionista de Tae.139

Y tuvo razón, pensó Jungkook al que Tae se quitaba la camiseta por la cabeza
y la lanzaba en la arena, su pecho compacto subiendo y bajando mientras
emprendía una carrera acelerada al mar medio tropezando al quitarse los
pantalones cortes. Solo con ropa interior, llegó a la orilla y frenó de golpe,
entonces comprobando a Jungkook que continuaba al lado del intento de
agujero que estuvo haciendo con Tae.17

—¡Ven! —le gritó.24

Jungkook se puso en movimiento justo cuando Tae daba el último paso para
llegar al límite del mar donde olas pequeñas e inofensivas se deslizaban y
retrocedían por la arena húmeda. Primero metió un pie solo tocando el agua
con los dedos, luego estremeciéndose de manera exagerada y llevando las
manos al pecho cruzándolos sobre él.11

—Helada —lo escuchó jadear.

Tannie se acercó a ellos con el pompón peludo de su cola meciéndose y


ladrándole a Tae, que había avanzado unos metros y el agua le llegaba hasta
las rodillas. Jungkook logró alcanzarlo en el preciso instante que Tae se
derrumbaba en el agua y depositaba las rodillas al fondo del agua, la marea
golpeando sus costillas mientras se estremecía por el frío, el miedo y la
felicidad que luchaban dentro de él para ganar la batalla. Y entonces, estaba
llorando, agarrando un poco de agua entre las manos y mojándose el
rostro.154

Los minutos que vinieron, con la ropa mojada hasta los muslos por
acompañar a un chico que conocía por primera vez el mar y que no sabía
nadar, se las pasó observando a Tae aletear y tirar agua para todos lados,
mojando principalmente a Jungkook y riendo, la carcajada resonando en ese
lugar donde solo estaban ellos dos y una mascota que corría en la orilla
desesperado por no alcanzarlos pero demasiado miedoso para ir con
ellos.132

Alcanzaron a estar unas dos horas ahí, la punta de la nariz de Tae


colocándose roja al igual que los hombros. El cansancio le pesaba, porque
sus movimientos eran cada vez más torpes aunque insistía en tirar de
Jungkook para que continuasen haciendo el agujero para enterrarlo. Con el
cabello mojado y formándole ondulaciones que coronaban su rostro, se lo
apartaba molesto mientras se arrodillaba en la arena y comenzaba a
escarbar, llenando su cuerpo de arena que se pegaba a su piel mojada como
una segunda capa. Pero parecía no molestarle en lo más mínimo aquello,
pasándose las manos con granos por la melena. Jungkook suspiró, estarían
como media horas sacándole la arena del casco.133

Finalmente, se dejó caer como estrella de mar, Yeontan acurrucándose a su


lado con el pelaje hecho un desastre entre nudos con arena y motas blancas
de sal. Jungkook rió al escuchar a Tae suspirar cansado, el chico estaba tan
sucio que no se sorprendería si tenía incluso arena dentro de la ropa
interior.153

—¿Subamos? —propuso—. Te puedes bañar y tomar una siesta.

—Pero, Jungkook —hizo pucheros alzando la mano para cubrirse los ojos
del sol que le llegaba directo.2

—Y comemos, yo también tengo hambre.32

Eso lo convenció lo suficiente para colocarse de pie y empezar una lenta y


quejosa marcha hacia las escaleras. Jungkook tuvo que recoger sus sandalias,
pantalón y camiseta olvidadas en la arena. Por suerte Tannie tenía
autonomía propia y seguía a su dueño con pasos pequeños y acelerados.
Afirmándose del pasamanos de madera construidos por los residentes que
bordeaban esa playa, Tae fue subiendo con lentitud.7

—Duele —dijo de pronto, deteniéndose con las piernas separadas.18

—No te voy a cargar —le advirtió Jungkook.191

Tae puso los ojos en blanco y bufó, volviendo a subir otro tramo de escalera.

—Tae... tan, tan cansado —se quejó, afirmándose las costillas.200

—Vamos, vamos, sube perezoso.2

—Jimin habría ayudado —siguió protestando.169

—Pero Jimin llega mañana con Yoongi.137


Empujando a Tae por la espalda para ayudarlo, al final lograron llegar hasta
el último peldaño de una cabaña que ni siquiera lograron inspeccionar. Era
de un piso pero tenía un altillo que acomodaba una cama de dos plazas,
donde claramente no dormirían porque tardarían año que Tae pudiese estar
en un ático sin sufrir un ataque de pánico. Tae sentado en un banquillo
frente al espejo con las mejillas manchadas con tierra seca, era una imagen
que Jungkook no quería revivir.94

Así que mientras Tae se recostaba en el único sofá de la cabaña frente a una
televisión con una chimenea a un costado, Jungkook sacó las maletas del
auto y se las llevó al cuarto matrimonial que ubicado a un costado de la
cocina. Al pasar de regreso para ir a buscar la comida que trajo y ponerse a
cocinar algo, notó que Tae se había dormido en el sofá todavía cubierto de
sal y restos de arena, aunque por lo menos con el cabello y ropa interior
seca. Agarró una manta del cuarto y la tendió sobre él, el cabello de Tae tieso
y convertido en un nido de pájaro sobre su cabeza. Yeontan, que ayudó a
subirse al sofá para que se acurrucase al lado de su dueño, no se encontraba
en un mejor estado.31

Tras bañarse para quitarse los restos de sal y arena, Jungkook abrió la caja
con mercadería que se trajo de Daegu. Lo primero que notó, es que había
más comida de la que dejó lista esa mañana antes de subirla al auto. Un
paquete de harina y levadura, crema y mostacilla comestible para decorar. Y
unas velas con dos números: 22. Su mirada fue hacia el ovillo en el salón y
regresó a las velas. ¿Cuándo Tae habría guardado todo eso?228

Con una sonrisa bailando en los labios, porque quien cumpliría años el día
siguiente era Jungkook, escondió las cosas en la caja para que Tae no supiera
que Jungkook había descubierto su sorpresa de cumpleaños.304
Y entonces, cuando menos se lo esperaba, el mundo se le vino encima solo
con una simple notificación que hizo vibrar a su celular.

Jin:
¿Recuerdas que hace unas semanas inscribimos a Tae en la escuela de artes de
Daegu?

Jungkook:
¡¿Quedó?! 😱364

Jin:
Sucedió algo mejor que eso... para Tae.

Jungkook:
¿Algo mejor?

Jin:
Me contactaron de un programa de artes.
Es en una universidad.
Y quedó.129

Desconcertado, leyó una vez más el mensaje justo cuando su teléfono


vibraba ante la notificación de otro mensaje entrante.

Jin:
Pero es en Seúl.839

Y en ese preciso instante, escuchó un quejido de Tae y lo vio estirar los


brazos y sacarlos bajo la manta al igual que los pies, que se movieron hasta
que encontró una mejor posición y entonces continuó durmiendo, un
puchero formándose en esos labios que Jungkook tanto aprendió amar y
adorar con cada parte de sí...12

¿Pero ahora debía verlo partir?62


Jin:
Comienza en un mes.273

Y si bien Jungkook siempre supo que ese momento llegaría algún día, jamás
imaginó que sería tan pronto ni mucho menos que dolería así.23

Jin:
Lo siento, Jungkook.295

El dolor fue como un disparo al corazón.

70
Nervioso, errático, confundido y ansioso, era así como se sentía Minho
sentado en ese comedor que por años fue su casa. Con los hombros curvados
hacia adelante y moviendo la pierna de arriba a abajo, observaba a su mamá
intentar darle de comer a un Kim Taehyung de tres años, la cuchara
oscilando frente a su rostro regordete con mirada grande y brillante.6

—Ahí viene el avión —decía, y entonces le acercaba la comida mientras


Taehyung abría la boquita y aceptaba la cucharada, tirando de paso la mitad
por su ropa y rostro y la otra mitad convertida ahora en un menjunje en su
lengua.71

Mordiéndose las uñas hasta que se le hizo doloroso, tomó valor y dijo:

—¿El próximo año irá al jardín?

La cuchara quedó estática en el aire, su mamá girando el rostro para


contemplarlo con expresión contrariada.1

—¿Al jardín?

Su pierna nuevamente se movía como un loco y colocó su mano sobre la


rodilla para tranquilizarse.21

—Sí —aceptó.

—¿Cómo a va ir al jardín, Minho? —le cuestionó.46

Minho se pasó la mano por el cabello, exudando tanta ansiedad que Minho
juraba olerse, sentirse, una ola de energía oscura saliendo de él para repletar
esa cocina hasta que casi se hacía irrespirable e insoportable estar sentado
en esa silla.

—La Ley ya fue aprobada —balbuceó, repitiendo esas palabras que Sehun le
dijo la tarde anterior.
"La Ley ya fue aprobada, Minho. Tae no necesita seguir en esa casa. Entre
más tiempo continúe como un anónimo, mayor problemas tendremos para
sacarlo luego del encierro".112

Pero no, eso ni siquiera fue lo que realmente desquició y desastabilizó a


Minho. Sus siguientes palabras, elegidas con cuidado para hacerle entender
algo a una mente como la de Minho, fueron las que lo llevaron a estar así,
desesperado, angustiado, solo deseando que en algún momento de su vida
terminase eso.

"Nadie conocerá al maravilloso niño que es, no lo castigues así".123

—Se aprobó la Ley, pero los laboratorios continúan —debatió su mamá.

Su pierna se movía otra vez nerviosa, entonces se rascó la cicatriz en su


antebrazo con tanto ímpetu que parecía querer abrírsela una vez más.

—Sí, pero...

—Tú fuiste el que quiso esto.107

Pero ya no quería, porque Minho entendía, no mucho y con dificultad, pero


estaba entendiendo por fin que esa vida que había decidido para Kim
Taehyung no era vida, solo una cáscara vacía dominada por sus propios
temores.79

Y eso, en definitiva, no era vida, solo era existir.4

Moviendo los labios, se los lamió y buscó en su cerebro algo sensato para
expresar esos pensamientos que giraban en su cabeza como un torbellino
que amenazaba con destruirlo todo.

—No quiero que esté solo —susurró al fin.


Porque de pronto Minho tenía un deseo desesperado de que lo conociesen,
que lo quisiesen hasta que llegase ser amado por alguien de una forma que
Minho todavía no se creía capaz de aceptar.27

—Me tiene a mí —dijo su mamá.281

Notó que su cuerpo se mecía en la silla, de pronto su pecho apretado y las


manos temblorosas. Se apartó una y otra vez el mechón de la frente que no
dejaba de caer sobre sus ojos.

—Quiero que Tae conozca a Jungkook.415

—¿Jungkook? —entonces preguntó su mamá.

Jungkook, el hijo de Sehun, Sehun quien eran su mejor amigo, un amigo


bueno que quería a Minho y siempre lo ayudaba incluso cuando era un
desastre. La única vez que Sehun no lo hizo, Minho cometió uno de los
mayores errores de su vida. Y eso había ocurrido justo ahí, en esa cocina
mientras Minho tenía un hijo que no buscaba y lo rechazaba con súplicas
chiquitas y desesperadas, pidiéndole y rogándole a su mamá que ella lo
cuidase. Esa fue la única vez que Sehun no lo ayudó, ya que se encontraba en
Busán solucionando la custodia de sus hijos con su mujer. Solo una única vez
desde que lo conocía, y las repercusiones continuaban hasta el presente.84

—Jungkook es un niño que cuido —al final contó.

Porque desde que Kim Taehyung había nacido, Minho vivía más en la casa de
Sehun que en la suya. Las razones, eran claras.

—¿El hijo del doctor Sehun? —preguntó, de nuevo balanceando la cuchara


frente al rostro ansioso y pequeño de Taehyung.13

Minho quería llorar.


—Sí —contestó ahogado, porque ahí estaba hablando de otro niño cuando
su Tae solo una vez fue abrazado por él. No era justo, eso lo tenía claro, por
eso intentaba, en serio que intentaba mantenerse ahí sin quebrarse.115

"Pasos pequeños", recordó que Sehun le decía, "mejor pasos pequeños y


seguros que saltos enormes que terminarán en nada".20

—¿Sehun es bueno contigo? —preguntó entonces su mamá con suavidad, su


expresión ablandándose y sus ojos recorriendo la pierna nerviosa de Minho
hasta ese rostro ansioso y ese pecho acelerado.

—Sí —dijo con rapidez—, pero quería hablar de Tae y de que la Ley...

—Todavía están los laboratorios —lo cortó su mamá—, ya te dije.52

—Sí, pero...

—No quiero que le pase lo mismo que te pasó a ti, ¿no entiendes? 118

Los ojos de Minho se llenaron de lágrimas, los de su madre también. Ambos


se quedaron observando, el ruido de la boquita de Tae tragando su comida
como fondo.5

—Está bien —aceptó al fin Minho—. Pero cuando se cierren los


laboratorios...

—Ahí lo veremos.244

A los minutos se encontraba fuera de esa casa en la que vivió durante casi su
vida. Paseó por las calles de Daegu sin rumbo, la cabeza repleta de ideas, una
peor que la otra. El viento helado le pegaba de frente, removiendo las
ondulaciones fuera de su rostro y Minho volvió a comerse las uñas hasta que
sintió el sabor metálico estallar en sus pupilas gustativas.15
Entonces, alguien lo detuvo, u brazo siendo sostenido por dos hombres más
bajos que él, ambos presentando de inmediato unas tarjetas identificadoras
que decían Gobierno de Corea del Sur. El pánico como una explosión en su
interior, el jadeo angustiado escapando de sus labios congelados. Y tiró,
buscando con desesperación luchar contra ese agarra que se volvió un poco
más rígido contra su brazo.159

—Por favor —pidió—, no...45

El recuerdo latente en su memoria de esa misma situación hace un par de


años, ese recuerdo de ser arrastrado a una camioneta blanca y no viendo a
su mamá por mucho tiempo. Las rodillas le temblaron, de pronto cayendo al
suelo y llorando y suplicando que por favor no se lo llevaran de nuevo, que él
ya no producía la hormona y que era un M-Preg infertil e inútil y tonto, roto
y disfuncional, que no les servía para nada porque no era nada en ese
momento.85

Sin embargo, ninguno lo sujetó por los pies para arrastrarlo ni tampoco
visualizó alguna camioneta estacionándose en la calle a un costado de ellos.
Solo estaban los tres.27

—Hombre, tranquilo —dijo uno de ellos al verlo llorar con las manos en el
suelo y los hombros temblando—. No vinimos para llevarte.

—Somos de la nueva subdivisión de M-Preg del Departamento de Justicia —


explicó el otro de inmediato—. No te haremos nada.108

Pero claro que él no se iba a creer eso y comprobó de reojo la calle y el


estado físico de ambos, buscando y analizando la posibilidad de soltarse y
correr lejos. Antes de que pudiese colocarse de pie e intentarlo, uno de ellos
se movió para posicionarse a su espalda, problablemente notando la mirada
demente en los ojos de Minho.
—Sabemos que eres uno de los M-Preg que estuvo encerrado en los
laboratorios hasta el 99 —continuó diciendo el mismo hombre—. Como
Gobierno estamos haciendo un catastro de todos los M-Preg que se
encuentran no registrados. No buscamos encerrarlos, no, nada de eso. Es
todo lo contrario, buscamos su seguridad brindándoles protección y
solvencia económica como lo estipula el Art. 2 de la nueva Ley 19.734.6

Protegerlos.

Sí, claro, eso no era algo que Minho fuese a creerles jamás.1

Y todavía de rodillas siendo vigilado por ambos hombres que lo observaban


como ese experimento que fue por años, le dio la razón a su mamá y aceptó
su miedo y lo compartió, porque prefería que Tae siguiera escondido un par
de años más si con eso garantizaba que su hijo jamás sentiría ese terror de
caminar por la calle.71

—Cuando se firmó tu autorización de salida del Laboratorio 5 —prosiguió el


hombre que estaba a sus espaldas—, te realizaron los exámenes respectivos
para ver si te encontrabas en gestación.55

El pánico nuevamente prendió en su pecho, de inmediato apoyando las


manos en el suelo porque continuaba temblando y llorando, débil y patético
arrodillado frente a los dos. Intentó meterle aire a sus pulmones y mantener
las apariencias, porque ellos no podían percatarse de su terror y del sudor
frío que bajaba por su espalda.

Calma, se dijo, no existía forma que lo supieran.

No, no podían, ellos no podían saber que aquel examen fue falseado por ese
médico infiltrado, examen que marcó a Kim Minho como infértil
permitiéndole entonces abandonar los laboratorios. Porque si sabían, si solo
se enteraban de ello, entonces su Tae...
Sabrían de él.

Y su Tae...100

—Pero la investigación que hemos realizado este último año, descubrimos


un sinfín de casos como el tuyo, donde documentos y resultados de
exámenes fueron alterados con la finalidad de protegerlos —dijo el primer
hombre—. Quiero que quede claro que la nueva división M-Preg del
Departamento de Justicia, no busca hacerles más daño del ya recibido. Solo
investigamos los posibles casos de M-Preg no registrados para protegerlos y
compensarlos económicamente por los daños sufridos. Como Gobierno...

—No sé quién le habrá contado esa mentira de mí —lo cortó Minho, apenas
colocándose de pie sintiendo las rodillas adoloridas—, pero ese exámen no
es falso, soy un M-Preg infértil y por eso me liberaron.

Los dos hombres se dieron una mirada.

—Entonces, ¿no tendría problemas si lo citamos a un examen físico? Solo


para comprobar que no tiene una cicatriz de una cesárea.129

Evitando el reflujo que quemaba en el fondo de la garganta, asintió.

—Envíe la cita.

Horas más tarde lloraba sentado en el sofá de la casa de Sehun que en algún
momento de su vida también se convirtió en la suya. Jungkook jugaba con
unos bloques a sus pies junto a su hermana Suni, ambos luchando para
quedarse con el ferrocarril de legos. Sin embargo, apenas Jeon Jungkook
escuchó que Minho se sorbía la nariz entre lágrimas, el pequeño alzó la
cabeza y se giró hacia él, dejando en el olvido el ferrocarril por el que tanto
luchó.
—Mino no llore —pidió en un susurro suave, sus piernas cortas moviéndose
con apuro hasta llegar a él, apoyándose en esas rodillas que continuaban
sucias. Aguantándose otro llanto, acarició la melena oscura y lacia del
pequeño.205

—¿No te gusta que Minho llore, cierto?

El rostro de Jungkook se contrajo.

—Nu —respondió con un puchero.494

Inclinándose, le besó la mejilla regordeta con tanto sentimiento que


Jungkook comenzó a reír. Esa fue una de las últimas veces que Minho la
escuchó, dos meses después llegó un cuerpo calcinado al Hospital de Daegu
tras un choque automovilístico. Fue la oportunidad que estuvieron
esperando para hacer desaparecer a Minho y con ello proteger a
Taehyung.288

Y entonces un 30 de diciembre se constató la muerte de Kim Minho cuando


Kim Taehyung cumplía cuatro añitos.
71

[+18]850

Jungkook se despertó por el ruido de las ollas siendo azotadas, un ruido


metálico terrible y escandaloso. Su primera reacción fue estirar la mano para
tocar a Tae, encontrándose solo con una sábana desarmada, fría y vacía.
Abriendo del todo los ojos y terminando por fin de despertar, se sentó en la
cama con el corazón acelerado e inspeccionó a su alrededor, comprobando
que efectivamente se encontraba solo en el cuarto. El pánico creció en él y se
puso de pie corriendo, llegando a la cocina desnudo.213

Lo recibió el Apocalipsis.43

Ollas tiradas por el suelo junto a un par de huevos, la encimera central


blanca por la harina y una pila de tazas en el lavamanos que Jungkook había
dejado limpia la noche anterior. Y en el medio de todo el desastre, un chico
con un remolino en la nuca por haberse fregado contra la almohada y
cubierto de masa seca, una mancha húmeda en la mejilla. Sostenía un bol
que batía con el entrecejo fruncido y la lengua afuera, la mirada concentrada
en el celular morado apoyado frente a él.245

—La masa debe estar esponjosa.

¿Ese era Seokjin?145


Solo atinó a moverse lo suficiente para ingresar en el ángulo de visión,
manteniéndose cerca del mueble para que su amigo no quedase traumado
ante la visión de su entrepierna desnuda.230

—¿Jin? —cuestionó al notar que Taehyung hablaba con él por videollamada.

Recién entonces Taehyung notó su presencia, girando con un chillido y casi


volteando todo el contenido del bol sobre Jungkook que estaba casi rozando
su espalda.

—¡No! —jadeó, su vista recorriendo primero a Jungkook y luego fuera de la


ventana. Recién estaba amaneciendo.

—¿Qué haces? —quiso saber inspeccionando la fuente que tenía una masa
pegajosa y con grumos, la sonrisa apareciendo al comprender lo que Tae
estaba preparando.

¿Sería un pastel de cumpleaños? ¿Su pastel de cumpleaños número 22?194

Jungkook quería comérselo a besos, siempre quería comérselo a besos,


ahora tal vez incluso más.144

—Este chico siempre arruinando todas las sorpresas —escuchó que Jin
exclamaba.129

Soltó un jadeo ultrajado.

—¿Qué estás diciendo? —refutó Jungkook, en el mismo instante que Tae


dejaba el bol en la encimera y lo empujaba por el pecho con ambas manos
manchadas en masa seca.

—No, Jungkook a la cama —pidió.158


Jungkook retrocedió permitiendo que Tae lo sacase de la cocina, de pronto la
felicidad burbujeandole en la boca del estómago al comprender que Tae se
había despertado en la madrugada para prepararle algo. A él, solo a él.227

¿Por qué continuaba cayendo por ese abismo sin la capacidad de ponerle un
freno a la caída? No lo entendía, pero tampoco buscaba hacerlo. Por eso,
cuando cruzaron la entrada de la cocina y se encontraron fuera del campo
visual de la cámara del celular, agarró a Tae por las mejillas y lo atrajo hacia
él, devorando su boca apenas se encontraron a medio camino.67

—Te quiero —susurró.295

Los ojos de Tae se abrieron enormes y pronto sus orejas estaban tomando
una coloración roja al igual que sus mejillas, ahora su mirada esquiva y baja
al morderse el labio inferior con timidez.6

—Jungkook es bonito —respondió.164

Volvió a agarrarlo por la barbilla y depositó ahora un beso corto y sonoro en


su boca entreabierta que pedía aire.1

—Vete —insistió Tae sin tanta convicción.71

Pero Jungkook lo estaba besando otra vez entre risas.69

—Jungkook, ya —pidió, empujándolo por el pecho para separarse.81

Con los labios mojados, se giró para regresar dentro del desastre que era la
cocina. Jungkook aprovechó para darle una nalgada.274

—Estaré en la cama por si te quieres unir a mí —lo provocó.417

Tae se paralizó con las manos ahora en la encimera, su vista clavada en el


celular.

—¡Jeon Jungkook, estoy escuchando todo! —avisó Jin.362


—¿Y qué?17

—Que tu hermana está a mi lado.446

Jungkook decidió regresar al cuarto sin decir otro comentario más.33

A los minutos, tras tomar una ducha y de revisar los cincuenta mensajes de
Jimin hablando de todo y a la vez de nada, pero contándole en síntesis que
llegarían en cuatro horas a la cabaña, dejó de escuchar ruido en la cocina al
punto que volvió asustarse, agudizando el oído para captar algún
movimiento que le dijese qué ocurría con Taehyung.38

Y entonces, una cabeza castaña clara se estaba asomando por la entrada del
cuarto, sus párpados caídos y dedos nerviosas.

—Jungkook —la llamó chiquito y tímido.142

—¿Sí, pequeño?23

Sus pestañas revolotearon y subió la mirada hasta encontrarse con la suya.

—¿No hay un microondas?32

Frunciendo un poco el ceño, hizo memoria.

—No, bebé, no hay microondas en la cabaña, ¿por qué?200

Tae dio un largo suspiro y se pasó las manos por el cabello, pareciendo más
triste que estresado, como si de paso estuviese cuestionándose hasta su
existencia.

—¿Qué ocurrió? —quiso saber Jungkook tomando asiento en la cama al ver


que mordía su labio con inquietud.

—No importa... —balbuceó, golpeando con suavidad el pecho—. Tae


preguntará a Jin y solucionará.220
Luego había desaparecido y volvía a escuchar su voz más bajita proveniente
de la cocina, seguramente conversando con Seokjin. La media neurona que
generalmente habitaba en su cerebro por las madrugadas, se cuestionó la
corta conversación. ¿Microondas? ¿Por qué quería un microondas...?
Esperen, ¿para cocinar su pastel en él? Pero si no había microondas,
entonces...80

Se puso de pie corriendo, esta vez con ropa interior cubriendo su dignidad.
Se dirigió hacia la entrada de la cocina y se apegó a la pared, solo sacando la
cabeza del escondite para espiar lo que estaba ocurriendo en ese lugar.3

—Juraba que había un microondas en la cabaña, Tae —decía Jin—. Lo siento


mucho.

Tae estaba haciendo pucheros bonitos y meciendo los hombros como si con
eso la masa fuese a cocinarse.8

—¿Y horno? —quiso saber Tae.

Jungkook ni siquiera tuvo que interferir porque Jin se apresuró a negar.

—Ninguno de los recipientes que te llevaste sirven para el horno —le


explicó—. No se puede meter cualquier utensilio en el horno porque
terminará quemado y chamuscado por las altas temperaturas.126

Moviendo de nuevo los hombros y soltando un jadeo de frustración, dijo.

—Pero es el cumpleaños de Jungkook y Tae debía hacerle un pastel.240

Regresó a la habitación con el pecho doliéndole. Masajeándose los músculos


a la altura del corazón, se dejó caer en la cama soltando un gimoteo
ahogado.63

Ah, iba a sufrir tanto los próximos días...286


No tuvo que esperar mucho tiempo más para torturarse y cuestionarse las
decisiones y cómo podría planificar su mundo a contar de la partida de Tae,
porque al rato volvió a asomar la cabeza dentro del cuarto.6

—¡Jungkook, cierra los ojos! —pidió con una sonrisa tan grande que los ojos
se le curvaban en las esquinas.

Le hizo caso, acomodándose mejor en las almohadas y cruzando las manos


sobre el estómago, cerró los ojos en espera. Escuchó un par de pasos y...

—Cumpleaños feliz, te deseamos a ti. Cumpleaños, Jungkookie...493

Se paralizó, su oído agudizándose y prestándole atención a ese tono bajo y


un tanto rasposo de la voz de Taehyung cantando el cumpleaños feliz. Y es
que tenía una voz muy bonita, tal vez un poco deteriorada por el poco uso,
pero no así menos hermosa, nada de aquel detalle quitándole belleza al
timbre grave y un tanto rasposo que lo hacía estremecerse.56

Notó que tenía sus pestañas húmedas cuando al fin abrió los ojos para
observar a Tae, encontrándose con uno de esos queques pequeños que trajo
como merienda y que ahora estaba cubierto de crema batida y decorado con
mostacilla comestible, dos velas apretujadas en el centro marcando un
número:99

22, la edad que cumplía ese día Jeon Jungkook.96

—Un deseo —ordenó Tae—. No, no, tres deseos. Tres porque Jungkook es
bueno y merece tres deseos.534

Volvió a cerrar los ojos, más para contener las lágrimas dentro de sí que para
pensar en lo que quería. No necesitaba tres deseos, solo le bastaba que se le
cumpliera ese que venía dándole vueltas por la cabeza desde el instante
mismo que encontró a ese chico encerrado en un ático hace ya seis meses.51
Y sopló con todas sus fuerzas, sus pestañas revoloteando cuando sintió un
beso en la mejilla de parte del dueño de todos sus sueños cumplidos.86

—Tae siente curiosidad pero no preguntará —admitió Tae con seriedad


tendiéndole el queque, su puchero otra vez marcado en su boca.71

—¿Cómo sabías que hoy era mi cumpleaños? —preguntó para despistarlo de


su tristeza naciente.

—Yo sé mucho, bobo.

—Vuelvo a ser bobo.

—Pregunta boba, entonces bobo.290

—Es que no sabía que supieras.

—Tae preguntó a Jimin, obvio.257

Inclinándose hacia adelante, le besó la punta de esa nariz consentida.

—Gracias.

—Pero fallé en el regalo de Jungkook.

Jungkook recibió su pastel quitándole las velas y dejándolas a un costado. Le


dio una mascada.1

—¿Por qué? —preguntó con la boca llena—. Es el mejor regalo de


cumpleaños que alguien me ha dado en la vida.38

La expresión de Tae se relajó y tomó asiento al costado de su cadera.

—Iba a preparar un pastel pero Tae falló —explicó con los labios un poco
caídos—. Era en el microondas y no pude y Jin dijo que el horno no y Tae se
rindió.70
Dándole otra mascada al queque, le sonrió.12

—Pero si este te quedó delicioso y muy bonito.

—No, Jungkook es bonito con Tae.

Justo cuando le estaba dando la última mordida, Tae estiró las manos y
acarició el abdomen desnudo de Jungkook, apartando un poco las mantas
desordenadas que cubrían su regazo. Con el dedo índice y de al medio,
avanzó por su piel como si sus músculos fueran una escalera.100

—Quiero hacerte otro regalo —dijo entonces.903

Jungkook alzó las cejas.

—¿Otro más? Pero sí tú eres un regalo ya demasiado hermoso para


Jungkook.84

Con las mejillas sonrojadas, esquivó unos segundos la mirada de Jungkook


hasta que la alzó y se encontró con ella. Acercándose, hizo rozar sus labios
contra los de él, su aliento chocando contra el rostro de Jungkook.

—¿Puedo chupártela?1.9K

El queque que iba descendiendo por la garganta de Jungkook, se quedó


atascado unos segundos. Tosió llevándose la mano a la boca, la voz insistente
de Tae como fondo mientras le apretaba el bíceps.40

—Vamos, Jungkook, Tae quiere mucho y he esperado mucho también.180

—¿Por qué quieres tanto esto? —logró jadear sin aire cuando pudo tragarse
el último pedazo de su pastel de cumpleaños.1

Tae se quedó un instante pensativo y paralizado, luego estaba encogiéndose


de hombros.
—No sé, solo quiero.

—Jimin te ha metido muchas ideas en la cabeza.177

Infló las mejillas.

—Nadie metió ideas en la cabeza de Tae. Yo solo... es linda y rosada y yo solo


quiero... —Le mostró todos los dientes en una sonrisa gigante.1.1K

Se quedaron observando, las cejas de Tae alzándose en una expresión de


felicidad al percatarse que la convicción de Jungkook empezaba a flaquear. Y
es que no era que Jungkook no quisiera, todo lo contrario. Pero no quería
que Tae quedase traumado o resentido por apresurarse.

Pero ya venían en esos hace unas semanas y Tae era realmente receptivo en
el sexo, gimiendo y rogándole siempre por más hasta que quedaba con las
piernas temblorosas y una sonrisa boba dibujada en sus labios.278

Por suerte se había bañado esa mañana, pensó mientras dejaba que su
espalda se recostase una vez más contra las almohadas y Tae captaba de
inmediato la invitación, sus manos grandes y bonitas yendo de inmediato
hacia las mantas que lo apartaban del regazo de Jungkook, las cuales apartó
hasta que estuvieron recogidas y hechas un desastre a los pies. Y entonces,
esas mismas manos bonitas que Jungkook era incapaz de no mirar, se
dirigieron hacia su ropa interior y tiraron de ella, el estómago de Jungkook
de inmediato apretándose y conteniendo el aliento en sus pulmones ante la
anticipación del movimiento.115

Sintiendo en su entrepierna el aliento caliente que Tae expulsó al suspirar,


recostó la cabeza contra las almohadas evitando emitir ese gemido atascado
en su garganta ante la sola idea de que esa boquita de Tae, esa misma que
podía ampliar con tanta facilidad cuando se comía de un mordisco un
pedazo de pastel entero, fuese al fin a capturar su erección entre sus labios,
esos mismos que ahora Tae relamía con nerviosismo y ansiedad y que
estaban rojos y mojados, perfecto para lo que pretendía hacer.67

Sintió la tela de su ropa interior rozar sus muslos y más abajo, siendo
lanzada lejos por Tae, que ahora apoyaba las manos sobre sus muslos, los
dedos extendidos y casi cubriéndole el músculo por completo. Se relamió
una vez más los labios con anticipación, la mirada de Tae bajando hasta la
entrepierna de Jungkook. Acercándose por un beso, Jungkook sintió que la
mano subía por el costado de su pierna y se cerraba en su semi erección,
jugueteando con ella como Jungkook le enseñó. Lo masturbó solo unos
segundos, Jungkook no parecía necesitar más cuando se trataba de Kim
Taehyung.103

Entonces, Tae cortó el beso y nuevamente su mirada descendió, una sonrisa


ladeada dibujada en esos labios irritados, una sonrisa complacida, feliz.
Antes de que pudiese prepararse para eso, la cabeza de Tae descendió, los
ojos de Jungkook atentos a su coronilla y después en su boca estirada y en
esa lengua que se asomaba. Apretó las sábanas bajos él, la lamida
recorriéndolo desde la base a la cabeza. Tae se apartó estirando la espalda,
la cabeza ladeada y la lengua jugueteando contra sus dientes.119

—Sabe a Jungkook —dijo por fin, ahora observando con atención la punta
rosada que brillaba por su propia saliva. Tae la encontraba bonita, era un
poco redonda y de un color que a Tae le gustaba mucho. Y se notaba
blandita, tan blandita que siempre le picaban un poco los colmillos y-504

Inclinó la cabeza otra vez con la boca abierta.89

El grito de Jungkook resonó en la pequeña cabaña.249

—¡No, no, no, los dientes no, Tae! ¡Los dientes no!1.1K
En fin, esa mañana los dos regalos de Kim Taehyung para Jeon Jungkook no
salieron como Tae lo había planificado.301

Por eso, decidió buscar un tercero. Nada más ver que Jimin aparecía en el
borde de la escalera y gritaba el nombre Tae, que intentaba enterrarse en la
arena por quinta vez consecutiva en esos dos días, corrió hacia los peldaños
y los subió, abrazando a su amigo en la cumbre. No tardó mucho más para
contarle atropelladamente todas sus desgracias.

—¿No te resultó el pastel?1

—Nu.1

—¿Y eso que querías hacerle a Jungkook?

—Sí, pero Tae lo mordió.204

Jimin pestañeó con lentitud hacia él, una expresión de dolor apareciéndole
en el rostro tras analizar aquello.57

—Te dije que con los dientes no.184

Pero Tae se estaba encogiendo de hombros y sonriendo bonito.

—Me provocó.362

—Tae...2

—Solo fue un poquito.31

Jimin suspiró, a los segundos su mirada iluminándose.

—Así que quieres un tercer regalo para Jungkook... ¿qué te parece ir a


celebrar su cumpleaños?55

Fue así que en la noche llegaron a ese recinto ubicado a casi una hora de la
cabaña. Yoongi, elegido por su novio como el conductor designado, era el
único que no bebía mientras la euforia navegaba por las venas de Taehyung
y hacía a su cabeza girar, el sonido de la música resonando en su audífono y
amplificando para él, siendo incluso capaz de sentir las vibraciones del bajo
en su pecho, haciéndolo mover los brazos siguiendo el ritmo mientras se
apoyaba contra Jungkook, que se inclinaba hacia él para acercar su boca al
audífono.

—Deberías comer algo.54

Tae negó con la cabeza, agarrando su vaso de piñacolada y dándole el último


sorbo, sintiendo que el azúcar y el alcohol se le subían a la cabeza y lo hacían
soltar una sonrisa, deteniéndola al instante que observó a Jimin y Yoongi
colocarse de pie y abandonar la mesa, sus ojos atentos siguiéndolos hasta
que estuvieron en el centro de una pista improvisada.108

Alejándose de Jungkook, apoyó los codos en la mesa siguiendo los


movimientos de Jimin, que le daba la espalda a Yoongi y se mecía contra él.
Luego, Tae estaba tirando de Jungkook y tropezando y golpeando su vaso, lo
puso de pie y llevó hasta sus amigos.87

Copiando a Jimin, mientras el temblor de la música hacía a su sangre vibrar


dentro de él, le dio la espalda a Jungkook y comenzó a bailar, su trasero y
espalda fregándose contra Jungkook. El aliento de Jungkook lo hizo
estremecerse, su piel ahora de gallina cuando fue rodeado por la cintura y
apegado más contra sí, Jungkook ayudándolo a seguir un ritmo que Tae no
entendía ni sabía cómo bailar.279

Tae cerró los ojos, su nuca apoyado contra el hombro de Jungkook, y la


euforia, y la felicidad, y la emoción burbujeando dentro de él junto al alcohol
y a un piso que no dejaba de moverse bajo sus pies. Y el corazón se le
aceleró, la piel cubriéndosele de sudor, y Jungkook lo giró entre sus brazos,
buscando ahora sus labios mientras mantenían el ritmo, las manos de
Jungkook contra la espalda baja de Tae atrayéndolo hasta que sintieron a la
otra erección latiendo contra la suya.6

Y luego estaban en la mesa y otro vaso aparecía frente a Tae, que se tomó
apresurado y partió nuevamente a la pista arrastrando ahora a Jimin,
bailando uno frente al otro y haciendo morisqueta y movimientos graciosos
que hacían reír a Tae.6

—Iré a sentarme, estoy muerto —le avisó Jimin.

Pero Tae se negó a ir, demasiado ido para tomar asiento y obligarse a
permanecer quieto cuando todo en él quería estar en movimiento. Se quedó
bailando solo, apenas rodeado por un par de parejas, el ruido de música y
conversaciones entremezcladas.2

—Realmente está feliz —escuchó Jungkook que Jimin comentaba al regresar,


ambos observando a Tae inventarse sus propios pases de baile a unos
metros.

—Sí, fue buena idea venir a cele...

La frase de Jungkook quedó cortada a la mitad al percatarse que un tipo se


acercaba a Tae y se ponía a bailar a su lado sin siquiera preguntárselo. La
lengua de Jungkook fue de inmediato contra su mejilla, sus dedos cerrándose
contra el vaso de cerveza que bebía. Y si bien sabía que Yoongi le estaba
pidiendo a Jimin para que fuese a rescatar a Tae, Jungkook detuvo a su
amigo antes de que lograse ir.206

—Iba a sacarlo de ahí —dijo Jimin sin entender.

—Lo sé.
La mirada de Jimin fue de Tae a Jungkook, pestañeando con dificultad para
entender.4

—¿Estoy tan ebrio que por eso no entiendo?57

Jungkook dio un largo suspiro, su mirada clavada en el tipo que había


logrado hacer reír a Tae con un movimiento ridículo y ahora bailaban uno
frente al otro.

—No hay nada que entender, solo míralo, está bien y feliz —respondió
Jungkook.246

La cabeza de Yoongi y Jimin volvió a girarse hacia Tae.

—Bueno, sí está feliz —aceptó Yoongi dándole un trago a su vaso de agua, de


pronto escupiéndola cuando el tipo apretó a Tae contra su pecho.106

Los ojos le ardían al notar la sonrisa de Tae morir, ahora viéndose un poco
desconcertado.65

El golpe de Jimin en su cabeza fue doloroso.

—¿Qué estás esperando, animal? Ve ayudarlo.46

—Solo... espera.102

—¿Esperar qué? ¿Que le pase algo? ¿Que intente algo?

El vaso de Jungkook tembló al alzarlo para darle otro trago. Y si bien


continuaba sentado sin casi mover un músculo, por dentro se estaba
muriendo, apenas conteniendo su demonio interior para no ir por ese tipo y
golpearlo hasta hacerlo escupir sangre.47

Se lamió los labios y respondió.

—Tae se irá a Seúl en un mes —contó.133


Escuchó el jadeo de Jimin a pesar de la música.

—¿Y por qué no me habías dicho?

—Supe ayer.

Tae por fin había logrado ganar distancia y se alejaba para volver a bailar
solo, el tipo siguiéndolo de inmediato.49

—¿Y por eso te estás comportando como un imbécil con Tae?31

—¿Imbécil? —jadeó Jungkook—. ¿Imbécil? Tae en un mes posiblemente va a


estar sin mí, ¿y qué va a hacer él solo en esa ciudad infernal si le ocurre algo
así...? Nada porque no va a saber cómo reaccionar, así que discúlpame por
querer enseñarle a defenderse solo.273

Eso mandó a callar a Jimin el tiempo suficiente para que los tres observasen
al tipo arrinconar a Tae contra unas mesas vacías, ahora la expresión de Tae
bordeando la molestia y el pánico. Jungkook se contuvo solo un segundo
más, solo un segundo más...

—Vamos, Tae —susurró—, yo te enseñé... yo te enseñé qué hacer.205

Y entonces el puño de Tae se estrelló contra el pómulo del tipo, con fuerza y
precisión. Jungkook se puso de pie de inmediato, de paso volteando su vaso
y fue hacia él, agarrándolo para sacarlo de ahí. Tae, todavía alterado y con el
rostro rojo por la furia, luchó contra Jungkook unos segundos hasta que notó
quién era y se relajó lo suficiente para recordarse respirar.470

Su salida del local fue apresurada, logrando subirse al automóvil de Yoongi y


partir lejos antes de que el tipo buscase venganza. Ahora sentados en el
asiento trasero, Jungkook comprobaba la mano herida de Tae. Tenía la piel
de los nudillos un poco rota, pero no parecía haberse lesionado la mano.
Jimin, que iba en el asiento de copiloto, se encontraba girado tanto como le
permitía el cinturón de seguridad.

—Ese fue un golpe realmente bueno —dijo Yoongi cortando el silencio.29

Tae giró el rostro hacia Jungkook.

—Fue realmente muy bueno —lo felicitó Jungkook.

—Yo le dije que no —balbuceó Tae, todavía con las revoluciones al tope y
temblando un poco por la bajada de adrenalina.173

Jungkook le acarició la cabeza.

—Se merecía el golpe, pequeño.

—Yo le habría golpeado en las pelotas, pero igual lo apruebo —aceptó


Jimin.373

Al llegar finalmente a la cabaña, Jimin y Yoongi se fueron de inmediato al


altillo de la casa mientras Jungkooks se encerraba en el cuarto de baño con
Tae para limpiarle la herida. Y el podría jurar que solo hizo eso para
comprobar su mano, pero en algún momento su boca estaba reemplazando
el algodón con alcohol y sus besos subían por ese brazo haciendole
cosquillas en la piel hasta llegar a la clavícula.76

Lograron bañarse entre besos y caricias, encerrándose en el cuarto con Tae


retrocediendo entre los brazos de Jungkookl, la parte posterior de sus
rodillas tocando el colchón. Cayó en la cama, deslizándose sobre las mantas
hasta que estuvo en el centro y Jungkook sobre él, los besos siguiendo, los
movimientos también, sus pieles mojadas contra la del otro y entonces Tae
estaba haciendo presión con sus muslos y logró girar a Jungkook,
obligándolo a permanecer de espaldas mientras se acomodaba sobre él, sus
besos continuando por el cuello, por el abdomen y Tae se juró no volver a
morderlo cuando se lo metió en la boca, sintiendo por segunda vez el sabor
de Jungkook en sus papilas gustativas.213

Y Jungkook gimió, su cabeza yéndose hacia atrás y rozando la nuca de Tae y


anímandolo, solo un poquito, a que abriese más la boca, a que lo tragase más,
a que su lengua recorriese el glande y jugase con él. Luego una mano de Tae
tanteó la cómoda buscando el lubricante que Jungkook dejó la noche
anterior, agarrándolo y llenándose la mano con el líquido viscoso y un tanto
helado.157

Dejó ir su erección con un pop que a Jungkook le resonó en los oídos,


entonces Tae se estaba apoyando en su estómago con ayuda de un brazo
mientras la otra mano iba hacia su erección mojada por saliva, deslizándola
con los dedos cubiertos de lubricante hasta que la sostuvo por la base para
dejarla firme y se acomodó, bajando su propia cadera y permitiéndole a la
punta hacer presión contra su agujero.435

—No, no, no, Tae, no te he...45

Sus palabras terminaron en un gemido no contenido, de pronto sintiendo el


calor de Tae rodeándolo y apretándolo, y apretándolo un poco más mientras
Tae se terminaba de penetrar a sí mismo y se estiraba sobre el cuerpo de
Jungkook, apoyando ahora ambos brazos a los costados de su rostro y se
inclinaba hacia él.346

—Está bien —jadeó contra sus labios—. Es-estoy bien.

Haciendo un poco más de presión, sintió el ardor recorrerlo, un dolor


mezclado con estallidos de placer que lo hacían curvar la espalda y arrugar
los dedos de los pies, las manos de Jungkook yendo a su trasero parar
ayudarlo con la dilatación hasta que estuvo penetrado por completo,
sintiéndose estirado, lleno, maravillosamente lleno y tan, pero tan estirado
que ardía.

—Mañana no...227

—Yo sé —lo cortó Tae, su aliento chocando contra la mejilla de Jungkook al


refugiarse contra su cuello unos instantes a la espera de acostumbrarse al
tamaño.1

Y al instante siguiente, salió de su escondite relamiéndose los labios para


besarlo mientras se movía sobre él, sus muslos débiles y ya cansados por el
baile soportando el trabajo de deslizarse arriba y abajo y después otra vez.
Los gemidos y jadeos repletando el cuarto acompañados del sonido de la
cama estrellándose contra la pared, Jungkook deteniendo a Tae un segundo
para posicionar una almohada entre la cabecera y la pared para evitar el
ruido.325

Pero los gemidos y jadeos no eran algo que pudiesen aguantar del todo bien,
igual que el sonido de las pieles entrechocando y de las palabras bajitas y
quejosas de Tae porque era inexperto y no lograba encontrar ese botón de
nervios que Jungkook accionaba y-

Jungkook lo hizo girar y cayó de espaldas, su muslo siendo agarrado y alzado


para buscar un mejor ángulo, jadeando sorprendido cuando Jungkook
alcanzó ese botón de inmediato. Y Tae tembló, el gemido escapando por sus
labios y que Jungkook no alcanzó a silenciar.75

—Afírmate al cabezal —le pidió Jungkook jadeando.42

Lo hizo, los brazos estirados sobre su cabeza y de inmediato las embestidas


aumentaron en velocidad y Tae se perdió, cerrando los ojos y estrechando
las piernas y levantándolas para buscar ese ángulo que con la práctica
aprendió a apreciar.
Y entonces se estaba corriendo, soltando el cabezal y abrazando a Jungkook
y apretándolo con todo su cuerpo, impidiéndole el movimiento para salir de
él en último momento. Y al instante Jungkook también se estaba corriendo,
sus alientos y jadeos entremezclados. Y cuando sus respiraciones
empezaban a regresar a la normalidad y Jungkook se salía de Tae y caía
agotado a un costado, la voz de Jimin se alzó en el silencio de la noche.548

—¿Por fin terminaron? ¡Diooos, solo quiero dormir un poco! ¿Es tanto
pedirles?
72
Minho lo pensó, lo meditó por días, días que se acumularon en semanas y
finalmente en meses, comprendiendo tras ello que Kim Taehyung no sería
libre a menos que su madre Lara se viese forzada a hacerlo. Y eso fue lo que
planeó: cómo obligar a Lara a sacar a Tae de esa casa. Porque si bien ella le
había prometido que tendrían esa conversación si los laboratorios cerraban,
cada vez que Minho iba a verla en secreto por las noches, Lara se negaba a
responder sus cuestionamientos.

Tae ya tenía seis años y continuaba encerrado en ese pequeño mundo que
para él consistía en todo lo que alguna vez conoció. Los laboratorios, ya casi
todos clausurados. Podía ser libre, y Minho lo cuidaría desde las sombras
todos los años de vida que fuesen necesarios. Podría estar al aire libre,
conocer el mundo y ser conocido por este, y ser amado, amado de una
manera que todavía no experimentaba y que jamás lograría experimentar si
continuaba entre esas cuatro paredes.2

Pero Lara no quería.205

Y Minho no entendía, fue algo que no comprendió por días y meses hasta que
tuvo que hacer algo. Y entonces, lo comenzó a planificar, y en ese mismo
entonces Sehun lo llamó pidiéndole que cuidase a Jungkook, porque se había
contagiado de meningitis, una enfermedad que, si bien Sehun mantenía
estable con tratamientos, necesitaba ser constantemente monitoreada, algo
que Sehun no podía hacer ese día.87

Por supuesto que aceptó, y fue a esa casa que no visitaba hace tiempo y se
reencontró con Jeon Jungkook que había crecido mucho y que estaba tan
bonito como la última vez que lo vio, a pesar de las ojeras y la mascarilla que
cubría su rostro para evitar más contagios.35
—Hola, pequeño, ¿te acuerdas de mí?

Fue una suerte que ese día fuera domingo.

Un domingo por la mañana.

¿Y quién iba sola todos los domingos por la mañana a la iglesia?45

Lara.

Esa era una información que Minho manejaba, porque también estuvo meses
mordiéndose las uñas frente a la casa cada domingo preguntándose si debía
hacerlo, si debía ingresar y llevárselo consigo.55

Pero no. No, no, Minho malo, no podía hacer eso, Sehun se lo había pedido.28

—No le des la misma vida que tienes tú.

Pero Minho no quería eso para él, no quería que pasase de una vida de
encierro a una donde pasaría escondido con un padre que legalmente estaba
muerto y enterrado en el cementerio de Daegu. Minho quería y deseaba que
Kim Taehyung tuviese amigos, que fuese al colegio, que tuviese una vida
normal y sabía que su mamá era la única que podía darle eso.21

Kim Sun Hee Lara podía darle una vida normal y hermosa y perfecta y no
quería, no quería y Minho no entendía. Sí, él se lo pidió, se lo pidió por años,
pero ya no quería eso, no quería no quería, pero su mamá no entendía y solo
le repetía una y otra vez que esperase un par de años más cuando fuese
seguro para que Tae saliera.36

Solo que Minho no se creía con la capacidad de esperar más, y tampoco iba a
hacerlo.

Quitándole la mascarilla a Jungkook, le preguntó.80


—¿Te gustaría ir al parque, Jungkook? Quiero que conozcas a un niño, se
llama Kim Taehyung.445

En el presente y con diecinueve años, ese mismo Kim Taehyung se tocaba el


vientre con ambas manos, los dedos extendidos sobre su piel mientras la
palpaba y miraba hacia abajo con el entrecejo fruncido. Y ese mismo Jeon
Jungkook, ubicado sobre Tae, se detenía medio instante jadeante para
observarlo, analizando con la única neurona que le quedaba lo que estaba
haciendo su novio.352

—¿Estás intentando tocarme por encima de tu piel? —bromeó.254

Los labios irritados y sonrojados de Tae por sus besos hicieron un puchero.

—No, bobo.

—¿Y? —Y posicionándose sobre los codos, lo agarró por la cintura y


acarició—. Pensé que estábamos en medio de algo.

Algo llamado sexo mañanero. Y es que Kim Taehyung dentro de dos horas
sería internado en el Hospital de Daegu para su operación de implantes
cocleares, porque su plaza en la Universidad de Seúl había descuadrado por
completo la planificación que tenían para Taehyung, obligándose a adelantar
la operación y retrasar por lo menos cuatro semanas su ingreso a la
universidad.167

Y no es que Kim Taehyung supiera que dentro de cuatro semanas estaría


posiblemente partiendo a Seúl, y si bien Jungkook tuvo un mes completo
para contarle la noticia, no había juntado el valor de decirle todavía, no
creyéndose con la capacidad de verlo llorar. Jin, por otro lado, que ahora solo
trataba a Tae solo dos veces a la semana, tenía su agenda ocupada haciendo
malabares para que Tae pudiese irse en la fecha acordada mientras lo iba
preparando poco a poco, haciéndole una que otra pregunta si le gustaría
vivir en Seúl. Las respuesta de Tae siempre eran la misma.

—Solo con Jungkookie.413

Así que estaban un poco atascados, al punto que Jungkook habló con Hoseok
para que le concediese unas vacaciones sin sueldo y con ello lograr estar a su
lado los primeros meses. Pero solo unos meses, solo para ayudarlo a
adaptarse a la gran ciudad, luego sabía que tendría que regresar a Daegu
porque Tae nunca lograría terminar de desarrollarse como persona, como
ente individual e independiente, si Jungkook continuaba rondándole y
estrechando ese lazo de co-dependencia emocional que Tae había
desarrollado por él.101

Pero eso era un problema de cuatro semanas más, por ahora...1

—¿Quieres cambiar de posición? —le propuso al notar que Tae seguía


acariciando su abdomen y eso ponía nervioso a Jungkook de una manera que
no tenía idea.257

—Bueno.1

Jungkook se salió de él y lo esperó sentado de cunclillas entre sus piernas


extendidas. Tae no se lo tuvo que pensar mucho, se giró en la cama y le dio la
espalda, de inmediato colocándose de rodillas y estirando los brazos sobre
su cabeza, su espalda curvada y acentuándole su bonito trasero.110

Sonriendo ladeado, Jungkook se inclinó hasta que sus dientes le estaban


dejando una marca roja en el culo.125

—¡Jungkook! —se quejó Tae, apoyando la mejilla en la almohada para girar


el rostro hacia él.3

—¿Ves que duele cuando tú me muerdes?150


Tae solo puso los ojos en blanco y movió las caderas.

—Estoy esperando —avisó.212

Su pequeño, consentido y demandante novio.

Lo amaba.200

A las dos horas se encontraban en el Hospital de Daegu en la habitación


donde Tae estaría hospitalizado por dos días tras la operación. Todavía tenía
el cabello un poco húmedo en la nuca tras la rápida ducha que alcanzaron a
tomar, no dándoles el tiempo para arreglarse mucho más porque habían
gastado toda su mañana teniendo sexo.87

Las cosas de la vida, eh.248

Jimin estaba con ellos junto a Yoongi, que sería el enfermero encargado de
Tae posterior a la operación. Ahora mismo, le sonreía de manera agradable a
Tae mientras le pedía el brazo y le colocaba una cinta sobre el codo,
apretándolo lo suficiente para palpar la vena con el dedo índice y de al
medio, sacándole la tapa a la jeringa e introduciéndole la aguja metálica.95

El rostro de Tae se contrajo un poco, más por el horror de ver su sangre


llenar dos frascos para muestras que por el dolor de un simple pinchazo.
Pero la mano de Jungkook se encontraba en su muslo y le acariciaba de
manera distraída, y eso era lo único que necesitaba Tae para estar
tranquilo.74

—Ahora tendrás oídos biónicos —bromeaba Jimin para distraer a su


amigo—. Tal vez me escuches desde mi departamento a tu casa.105

—Jimin, eso es imposible —le respondió Don Literal.236


Yoongi rotuló los frascos y les anunció que Tae ya se encontraba ingresado
en el hospital, que apenas tuviesen los resultados de los exámenes
realizados de manera preventiva, podría ingresar a pabellón. Le entregó a
Tae la ropa de hospital por la que se debía cambiar y le colocó la pulsera
plástica en la muñeca con su nombre mientras Tae la contemplaba con el
entrecejo fruncido.123

Como el exhibicionista que era, solo esperó que Yoongi saliera del cuarto con
el carrito de implementos, para lanzar los zapatos bajo la cama y pasar su
camiseta por sobre la cabeza. El largo suspiro de Jimin como fondo.

—Tae, no te puedes ir desnudando así frente a la gente —le informó por


décima vez en lo que llevaban de amistad.

Tae se detuvo con el pecho desnudo, sus ojos dirigiéndose primero a


Jungkook y luego a Jimin, ambos ocupando su cama.

—Pero si Tae está solo con Jungkook y Jimin.86

Suficientes explicaciones por su parte, se bajó los pantalones y colocó la


camisola que Jungkook le tendió, pidiéndole que se girase para que le
amarrase las cintas delgadas. Las manos de Jungkook de inmediato
acariciaron la piel que cubría su columna, teniendo el recuerdo de un Tae
tan delgado que cada vértebra quedaba visible y marcada. Depositándole un
beso en la nuca, escuchó que Tae se reía y que Jimin farfullaba un:2

—Ahora te aguantas, Jimin, porque tú provocaste esto.284

Se quedaron hablando entre los tres a la espera que Tae fuese llamado a
pabellón. Cuando había transcurrido eso de una hora en aquella habitación,
Yoongi ingresó nuevamente al cuarto esta vez con una expresión
preocupada. Jimin se colocó de pie de inmediato y fue hacia él, tocándole la
sien para apartarle un mechón oscuro que no molestaba.318
—¿Pasa algo, amor?21

Los ojos de Yoongi fueron a la puerta cerrada y luego a Tae y Jungkook que
se encontraban todavía en la cama, Tae contra las almohadas y Jungkook a
los pies.

—¿Podríamos hablar, Jungkook? —entonces pidió.608

Pero Jungkook nunca alcanzó a responder, porque la puerta se había abierto


una vez más y estaba ingresando el Doctor Lee, el mismo que hacia meses
viajó de Seúl para ver los audífonos de Tae y que ahora regresaba para la
operación.

—Creo que no podremos operar hoy a Taehyung —dijo nada más ingresar—
, en estos casos se recomienda esperar y volver a reagendar la cirugía.23

—¿Reagendar? —preguntó Jungkook.

—Por lo menos atrasarla un año.376

—¿Un año? —cuestionó Jimin—. ¿Por qué mi Tae debería esperar un año si
está aquí listo?71

El Doctor Lee revisó su plantilla metálica con papeles y después otra vez a
los presentes.11

—Porque Kim Taehyung tiene cinco semanas de embarazo.


73

El silencio sepulcral se asentó en la habitación tras la última oración del


doctor Lee, una especie de congelamiento interno comenzando en la punta
de los pies de Jeon Jungkook y subiendo por sus piernas hasta convertir a su
estómago en un desastre, un nudo apretado y doloroso que lo tenía sudando
frío, que lo hacía estremecerse, esos mismos escalofríos recorriéndolo como
olas y entonces notó que sus músculos temblaban y que un cosquilleo
empezaba a ser insistente en la parte posterior de su cabeza, mientras
observaba al doctor Lee revisar con disimulo la puerta cerrada y luego a un
Jungkook paralizado, que tenía las manos agarrotadas y heladas, su visión
siendo borroso y lenta, como si el mundo a su alrededor se hubiera
convertido en fotógramas pausados y no en una película continúa.199

—Hay que sacarle sangre a otra persona —dijo el doctor.27

Yoongi no necesitó más que eso. Salió del cuarto de inmediato y regresó en
lo que duró un suspiro con el carrito con jeringas y frascos, el mismo que
utilizó instantes antes para sacarle sangre a Taehyung. Acomodó todo en su
lugar y le pidió a un paralizado Jimin que se subiera la manga de la camiseta.
Pero Jimin no estaba mucho mejor que Jungkook, por lo que se limitó a
pestañear sin entender pidiéndole a su novio en silencio más explicaciones
porque en ese momento su cerebro no se enteraba de nada. Y a pesar de que
Yoongi se inclinó hacia Jimin para susurrarle aquello al oído, Jungkook fue
capaz de escucharlo de igual forma.41
—Para hacer nuevos exámenes.28

Recién entonces Jungkook le hizo comprender a su mente lo que ocurría.


Iban a sacarle sangre a Jimin para cambiar los resultados y que Tae no
quedase registrado en el hospital con un embarazo, de lo contrario el
Gobierno podría enterarse y ya las pocas opciones que tenían por delante se
limitarían a una.302

Mientras Jimin se arremangaba la camisa y Yoongi con cariño le palpaba la


piel en busca de la vena, le sacaba sangre y finalmente rotulaba el frasco con
el nombre de Tae para después salir apresurado del lugar, Jungkook tomó
una inspiración temblorosa y entrecortada, porque de pronto tenía un
enorme nudo en la garganta y no sabía bien qué hacer con eso.75

Se escuchó balbuceando una oración que en sus inicios no tenía sentido,


pero que fue ganando fuerza y determinación a medida que la pronunciaba.

—Es imposible... sin ciclo es... es imposible y Tae... y Tae tuvo el suyo hace
dos meses.117

—Sin ciclo es imposible —aceptó el doctor Lee.71

Abrió la boca para decir algo más, siendo interrumpido de inmediato por el
mismo doctor.

—Pero debió tener uno. Pedí que repitieran los exámenes y volvieron a salir
iguales, Jungkook, y...

—No, no, no, es imposible —lo interrumpió Jungkook elevando un poco la


voz, la desesperación de apoco escalando por sus piernas. Y con ella vino un
dolor aplastante y despiadado que comenzaba en el corazón de Jungkook y
se ramificaba por su cuerpo infectando a su cerebro y dejándolo irracional y
confundido—. Tae solo ha tenido un ciclo de calor y fue hace dos meses y... y
me cuidé, lo juro, me cuidé y solo tuvimos relaciones después... después, lo
juro, lo prometo, lo prometo.411

La expresión del doctor Lee era casi de lastima observando a Jungkook,


pasando a una media sonrisa al girarse hacia Tae que continuaba a la
derecha de Jungkook. Y Jungkook quiso voltearse hacia Tae y decirle con sus
labios entumecidos y mentirosos que todo iba a estar bien, que él
solucionaría las cosas, no sabía cómo pero que lo haría y que no debía
preocuparse de nada, porque su futuro podría seguir siendo tan bonito y
brillante como lo era hace media hora, que no debía angustiarse porque para
eso estaba su Jungkook, para eso estaba, para eso.148

Pero no pudo, el mismo Jungkook siendo incapaz de mirarlo y pronunciar


aunque fuese una miserable palabra de disculpas, de pronto demasiado
petrificado por el horror de una realidad no planificada, demasiado
congelado por ese volcán de sentimientos y emociones que lo ahogaban, que
lo azotaban, que lo estrellaban contra una roca para ser golpeando una y
otra vez por esas olas de emociones que no tenían compasión con su dolor.30

Y es que la culpa era primordial a todas ellas, esa culpa pesada y oscura,
negra y poderosa que se aferraba a su espalda con garras largas y le
susurraba al oído que acababa de quitarle una vez más la libertad a una
persona que no la tuvo nunca, alguien que recién comenzaba a saborear lo
bonito de ella, alguien que empezaba a apreciarla y vivirla, experimentarla y
sentirla por primera vez.283

No era justo.

No era justo, no lo era, no lo era, no lo era.90


—Jungkook —escuchó que el doctor Lee lo llamaba, pero Jungkook fue
incapaz de levantar la mirada del piso, observando sus zapatos con los ojos
ardiendo y las manos paralizadas en las rodillas.

No era justo, no lo era, claro que no lo era.

¿Pero cuándo la vida lo fue?

—¿Podría Tae haber experimentado dos ciclos en un mes? —Jungkook oyó


la débil y temblorosa voz de su amigo Jimin.

—¿En alguien como Tae? Sí.118

Otra vez un silencio pesado que solo siendo interrumpido por la puerta del
cuarto al abrirse.

—Los resultados nuevos estarán dentro de diez minutos —avisó Yoongi.42

—Voy a cancelar la cirugía pero con la excusa de que Tae tuvo una crisis y
que no pudimos amnestesiarlo —informó el doctor Lee—. Necesito que se
contacten con su sicólogo.22

Una de las manos del doctor Lee estaba sobre el hombro de Jungkook y lo
apretaba un poco, tal vez para darle ánimo, tal vez para hacerlo reaccionar,
posiblemente para ambas cosas.2

—Llama a tu papá —le pidió—. Él te ayudará.161

Y luego se había marchado dejando a los cuatro amigos sumergidos en un


nuevo silencio que parecía volverse más y más denso a medida que los
segundos se deslizaban entre ellos y Jungkook sabía, él tenía claro que debía
hablar con Tae o por lo menos constatar que se encontraba bien. Pero no
podía, las ganas de vomitar siendo insoportable, las de llorar casi
incontrolables, las que lo obligaban a ponerse de rodillas y suplicar perdón...
esas, casi asfixiantes.46

Tomó aire.

Y volvió a tomar una inspiración jadeante.

¿Así se sentían los ataques de pánico? Se sentía al borde de sí mismo y


tampoco podía consigo mismo, no podía con ello, con la rabia, con la culpa,
con la miseria, con...28

Saber que lo arruinó todo.16

—Creo que fue en la playa —Jimin rompió el silencio—. No ocuparon


condón esa noche, ¿cierto?210

Las manos de Jungkook se apretaron incluso más contra sus propias rodillas
como si quisiera molerlas con los dedos.

—No —aceptó, recordando apenas esa noche de Tae besándolo, de su


cabeza intoxicada por el alcohol, de Tae a ahorcadas sobre él y penetrandose
a sí mismo sin siquiera dilatarse antes.164

Llevándose los puños a los ojos, se apretó el rostro con ellos.

Esa tolerancia al dolor...70

Claro que debía ser gracias a "preg".38

Tuvo que tragar para evitar vomitarse los zapatos en ese momento,
sintiéndose descompuesto y mal, enfermo, terrible y horriblemente
enfermo. Volvió a tragar saliva y se obligó a meterle aire a sus pulmones
deficientes porque este no era su momento, tenía que reaccionar,
comportarse y asumir que le había destrozado el futuro a Tae.92

Su Tae...148
Su Tae que tenía un futuro brillante por delante, lleno de planes y ahora
nada. Se suponía que debían irse a Seúl en un mes y que Jungkook estaría
con él unos meses, ayudándolo a adaptarse a su nueva libertad, esa bonita y
perfecta libertad donde por fin viviría en base a sus decisiones y no a la de
otros.7

Y ahora, nada.50

Amarrado para siempre a una vida que dependería de él, afianzando ese
estado de co-dependencia emocional y mental.

—No —se escuchó nuevamente balbuceando, intentando por todos los


medios aferrarse a la esperanza tonta y ciega de un error, de que los
exámenes estuviesen malos y que Tae todavía tenía por delante su brillante
futuro despejado—. No podía estar en un ciclo.

—Claramente lo estaba porque ahora está embarazado, idiota —respondió


Jimin perdiendo la paciencia con Jungkook.70

—No estaba —insistió—, acababa de tener uno hace un mes.17

Jungkook apartó los puños de sus ojos y vio a el mundo borroso y repleto de
manchas, notando apenas que Tae continuaba paralizado en la misma
posición de hace minutos y que su piel canela había perdido su bonito color
pasando a un blanco enfermizo y casi fantasmal.

No era justo, todavía era tan joven e inocente.

Un niño teniendo a otro niño.547

No era justo, no debía estar ocurriendo así, así no, así no.

Pero ya pasó.2
Y ya está, simplemente ya está porque lo recordó y no le quedó más que
aceptar la nueva realidad.14

Estiró la mano para agarrar la de Tae y entrelazó sus dedos con los suyos,
notando que estaba helado y que temblaba nervioso. Tae parecía haber
estado esperando ese contacto, porque se aferró a él con desesperación y
fuerza. Y Jungkook solo pudo sumarle otro malestar a su mente anestesiada
y confundida.45

Girándose hacia él, se encontró con sus ojos muy abiertos y su labio inferior
sobresaliente e inestable, que se estremecía con sus respiraciones
entrecortadas. Y se veía tan pequeño y temeroso, tan inocente y corrompido
por él.1

Intentó darle una sonrisa.

—Te quiero —le susurró Jungkook.331

La expresión de Tae se relajó, el agarre en su mano siendo un poco menos


insistente, sus ojos ya no tan abiertos sino que más bien caídos en una
expresión enamorada. Se aproximó a la espalda de Jungkook arrastrándose
de rodillas hasta que llegó a él, escondiéndose detrás con su aliento
haciéndole cosquillas en la oreja derecha. Tae no lo abrazó, ni tampoco lo
tocó más que en sus manos unidas, pero su presencia se sintió como una
manta cálida que rodeó a Jungkook de pies a cabeza. Y pudo respirar, de
algún modo, pudo respirar otra vez.

Volteándose otra vez hacia Jimin y Yoongi, admitió esa verdad en la que cayó
en cuenta hace unos instantes.

—No quiso comer ese día en el pub.92

La espalda de Jimin se paralizó, sus ojos yendo hacia Tae y luego a Jungkook.
—A mí me rechazó un emparedado ese día —recordó.

Un bufido pequeño de parte de Min Yoongi que alivianó en algo el ambiente


cargado de tensión.

—Querido, te amo pero Tae rechazó ese emparedado porque se veía


asqueroso.567

Alcanzó a levantar la vista para observar a Jimin sonrojándose y dándole un


golpe suave en el brazo a su novio.

—Pero creo que ese día no comió nada —balbuceó Jimin—, solo que pensé
que era porque estuvo todo el día intentando enterrarse en la playa.

—Y yo pensé que no quería comer porque estaba borracho —suspiró


Jungkook— y lo siento... yo también lo estaba y... no me di cuenta...2

—Que estuvieras borracho no te da derecho a no haber ocupado condón —


lo cortó en seco Jimin.280

Jungkook volvió a bajar la mirada.

Jimin derribó la sensación de incredulidad y pasó a la de rabia en un


segundo, una rabia mezclada con tristeza que lo hicieron estallar.

—Te repetí un millón de veces... te lo repetí un millón de veces, Jungkook... te


lo dije para evitar esto. —Tragando saliva con dificultad, Jimin temblaba, los
puños apretados a sus costados y el rostro enrojecido—. Sabes que amo los
niños y siempre he querido uno pero... yo, solo yo, y eso es porque mi
realidad es distinta a la de Tae y... pero no él, Jungkook, no él, ¿acaso
entiendes lo que acabas de hacer? Solo... solo llevaba seis meses fuera de esa
casa. Seis. ¡Seis! Y debía... y debía... estaba la universidad, maldito idiota, y la
operación e iba a mejorar su vida y...511
Enmudeció, las palabras perdiéndose en un jadeo cuando no pudo contener
las lágrimas. Y entonces vino su reacción física, esa que no podía contentarse
con un brote verbal hiriente. Jungkook solo alcanzó a notar que Jimin se le
acercaba y luego una cachetada se había estrellado contra su mejilla. Con el
rostro ardiéndole, sintió que Tae se ponía en tensión tras su espalda.417

—Eras el responsable —continuó Jimin pestañeando con fuerza y apretando


la mandíbula, su garganta subiendo y bajando con los ojos brillantes en
lágrimas no derramadas—. Eras el responsable y mira lo que hiciste, mira-
252

—¡Basta!

Un instante de silencio que duró un segundo.

Tae se movió tras suyo y bajándose de la cama. Todavía cubierto con esa
bata de hospital que dejaba al descubierto la piel de su espalda y parte de su
ropa interior, se posicionó frente a Jungkook y estiró los brazos, colocándose
entre su amigo y su novio.

—Basta —volvió a pedirle—. Basta, Jimin.170

Los ojos de Jimin, ahora ya inundados en lágrimas, se dirigieron hacia Tae y


su labio prominente tembló al hablar.

—Pero, Tae...

—No —lo cortó Tae, y entonces estaba apuntando hacia la puerta—.


Fuera.312

—Tae...
Ese mismo chico que hace seis meses no hablaba y se escondía bajo las
mantas si alguien ingresaba a su habitación en el hospital, cuadró la espalda
y alzó la voz.11

—¡Fuera!276

Yoongi y Jimin se quedaron unos segundos sin reaccionar, siendo Yoongi el


primero en moverse y tirando a Jimin por el brazo. Lo sacó a la fuerza, la
puerta resonando en el silencio del cuarto al ser abierta y posteriormente
cerrada.5

Jungkook, todavía sentado en la camilla con las manos temblorosas en las


rodillas, alzó la mirada hacia Tae y de pronto se encontró con un mundo
borroso por las lágrimas. Tae se giró hacia él con el pecho acelerado y
expresión furiosa y angustiada en partes iguales.

Jungkook se permitió cortar la cuerdas que lo sostenían sobre el abismo y


lloró un poquito estirando los brazos hacia su novio.

—Perdóname, por favor —suplicó, la voz ahogada y entrecortada porque se


hacía pedazos, él por dentro se hacía pedazos.391

—Jungkook, no llore...145

Pero Jungkook no podía dejar de hacerlo, las manos de Tae yendo a su rostro
y apartando las lágrimas con movimientos torpes y desesperados.1

—¿Podrías abrazarme, Tae?122

Rodeó su diminuta cintura encajándolo entre sus piernas abiertas, Tae


amoldándose a las necesidades de Jungkook. Posicionó las manos grandes en
la cabeza de Jungkook para acariciar su cabello y omóplatos, tocando su piel
por debajo de la camiseta de arriba y abajo, la nariz de Jungkook haciéndole
cosquillas en el abdomen cuando enterró el rostro en su camisola del
hospital.

—Jungkook, por favor —dijo Tae pequeñito y confundido porque no


entendía, claro que no entendía el cambio que acababa de tener su vida, no
sentía el peso de este porque no lograba comprender demasiado bien el
mundo de las responsabilidades y de las restricciones, y por eso no entendía
el porqué Jungkook lloraba así.128

Estrechándolo todavía más cerca para llenarse con el olor de Tae, acarició su
vientre con la punta de la nariz cerrando los ojos y permitía que las lágrimas
escapasen y mojasen la camisola de Tae.

—No me odies, por favor —suplicó débil, patético y desesperado.131

—Nunca podría odiar a Jungkook.164

Y eso solo hizo que Jungkook llorara más.19

A los minutos, lograron guardar las cosas de Tae otra vez en la maleta y salir
del hospital con un examen negativo y unos sueños destruidos bajo sus
zapatos.81

Fueron a desayunar porque Tae le había tocado ayunar por la operación, y


mientras Tae se comía unos tortitas con chocolate y lo observaba
preocupado pero sin atreverse a preguntar qué estaba mal y por qué no
lograba entenderlo, Jungkook removía la cuchara dentro de su taza de café
que parecía lodo y que solo pidió porque no dejaba de temblar.

Estuvo llamando a Jin el resto de la tarde siendo enviado al buzón de voz una
y otra vez. Con Tae caminando nervioso por la casa y observando a Jungkook
sin atreverse a hablar, al final se terminó refugiando en el patio trasero,
nervioso y confundido, angustiado y ansioso.45
Pero Jungkook, demasiado ensimismado en encontrar a Jin para que lo
ayudase a tener la conversación con Tae que explicarle todo lo que estaba
sucediendo, no pudo notar que estaba haciendo más mal que bien dejándolo
en la ignorando. Y por eso volvió a llamar a Jin una y otra vez hasta que se
rindió y marcó a su hermana.9

—Jin no me contesta.6

—Fue por el día a la granja de frutillas de nuestros tíos —explicó Suni—. Y


creo que se quedó sin señal.36

Mordiéndose la uña hasta que fue doloroso, pidió.

—¿Podrías decirle que regrese urgente si logras hablar con él?

—¿Qué sucede, Jungkook? Te escuchas... ¿estás llorando?

Se secó las lágrimas con la muñeca, ni siquiera lo había notado.

—No, no... no es nada.

Aunque claro que era todo lo contrario.

—Jungkook...

—Tengo que irme.1

Se paseó por la casa intentando recomponerse y secarse el rostro. Se mojó la


cara pero sus ojos estaban irritados igualmente. Se quedó frente el espejo
unos segundos para ganar valor y entonces fue en búsqueda de Tae,
encontrándoselo de rodillas en el jardín plantando una de las flores que
Jungkook le había comprado en la semana porque Tae quería arreglar el
patio trasero. Estaba cubierto de tierra y sudado, el cabello ondulado y
castaño claro pegándosele al casco con Yeontan y Roko peleando a lo lejos
por una pelota.
Se quedó unos segundos sin moverse simplemente apreciando la escena con
un nudo en el estómago, y con lentitud y hombros caídos, se acercó a él y se
puso de cuclillas tras su espalda, posicionando cada rodilla a un costado de
su cuerpo delgado.

—Te quiero —le susurró contra el oído que portaba el audífono, el cuarto
audífono desde que empezó a utilizarlos.4

Pasando sus manos por la cintura de Tae, lo abrazó por la cintura y besó su
nuca sudada. Asustándose un poco por el contacto, Tae se giró entre sus
brazos y lo observó sorprendido, sus ojos recorriendo los párpados
hinchados de Jungkook y luego su boca. Se acercó y lo besó suavecito, solo
un roce que no duró más que un suspiro.52

—Te prometo que te explicaré todo —dijo Jungkook tragando con fuerzas—,
solo que estoy esperando a Jin porque no me creo capaz de hacerlo yo.

Tae se quedó observándolo unos segundos y asintió de manera casi


imperceptible.

—Ok —susurró en aceptación.42

Luego se había girado otra vez y se apoyaba contra el pecho de Jungkook,


concentrándose una vez más en la planta y aplastando la tierra suelta con las
manos. Jungkook se acomodó tras suyo y cerró los ojos, pasó casi una hora
abrazado a su espalda mientras Tae fingía seguir plantando.104

El resto de la tarde, Jungkook siguió llamando a Jin. Pero por mucho que
insistió, no lo logró. Y entonces llegó la noche y un ansioso Tae y un triste
Jungkook se fueron a dormir, Tae buscándolo bajo las sábanas y abrazándolo
y apegándose a él, besándole el rostro mientras Jungkook cerraba los ojos
porque no lograba contener sus lágrimas cada vez que observaba a Tae
sonriéndole confundido y nervioso.143
Tae se durmió intranquilo y con un puchero en los labios, en tanto Jungkook
contemplaba el techo, las sábanas enrolladas en la cintura. Agarró el celular
bajo la almohada y se bajó de la cama con cuidado para no despertarlo. Sus
pasos apenas se escucharon en la casa al ir al primer piso, tanto Hoseok
como Namjoon en turno esa noche.

Sentándose en el sofá con Roko a su lado, hizo girar el celular entre los dedos
con un nudo terrible en el estómago. Encendiendo la tv y dejándola en
silencio, hizo girar el celular una vez más hasta que detuvo el movimiento y
marcó a la única persona a la que siempre recurría al llorar.

—Papá —se escuchó susurrando.10

—Estaba esperando tu llamado —respondió su papá con un suspiro


pequeño y triste.66

Sorbió su nariz.

—¿Lo sabes, cierto?

—Sí.14

Su labio tembló y tuvo que morderlo unos instantes para dejarlo quieto el
tiempo suficiente para hablar.

—No sé qué hacer.

—Jungkook...

—Le arruiné la vida.287

—No, hijo...5

—Él debía irse a estudiar a la universidad dentro de un mes... hoy sería


operado y ya no tendría más problemas para escuchar y... y yo le arruiné
todo eso... él se supone... se supone que debía... que debía ser libre... quería
que fuera libre y...98

Su papá se quedó unos segundos en silencio escuchando el llanto contenido


de Jungkook al otro lado del teléfono.

—No es justo —aceptó Sehun—, lo sé y entiendo cómo te sientes.

—No entiendes —dijo Jungkook—, porque tú nos tuviste en tus cuarenta...


Tae solo tiene 19 años... y pasó toda su vida encerrado en una casa... y
ahora... ahora de nuevo está atado a algo... y es mi culpa... mi culpa y yo...70

—Jungkook —dijo bajito y suave su papá, esa misma voz que utilizó para
hablarle cuando Jungkook recibió una paliza en el colegio y terminó llorando
en la enfermería—, yo podría hacer algo, ¿lo sabes, cierto?301

Jungkook soltó un bufido sin fuerzas.

—¿Qué cosa? Ya no se puede hacer nada.

—Escúchame bien —le pidió ahora con un tono serio—. Solo ofreceré esto si
Tae es quien lo decide, solo Tae y nadie más que Tae, porque tú no tienes
opinión en esto.581

—¿Qué cosa?

—Puedo viajar a Daegu y darle una pastilla a Tae... y luego hacerlo pasar por
una apendicectomía, ¿lo entiendes?463

El frío nuevamente comenzó a escalar por las piernas de Jungkook como un


monstruo desesperado por llegar a su corazón.

—Entiendo —musitó.

—Quiero que quede claro que esto es solo una decisión que implica a Tae y
únicamente a él. Creo haberte criado bien y no pensaré en que lo
presionarás a aceptar esta salida porque eso es lo que tú consideras mejor
para él.251

Jungkook bajó la mirada a sus pies desnudos y se apartó el cabello sudado de


la frente.

—Sí —se escuchó diciendo—. No lo haré, me criaste bien.

—Bien, solo quería que supieran que puedo ayudarlos.

—Yo pensaba que querías un nieto.4

—Quiero, pero... solo no quiero que sufra porque se le obligó a seguir con su
embarazo. Tae y su salud mental son más importantes.283

—Tae es más importante —repitió Jungkook, asistiendo pequeñito.55

Hubo una pequeña pausa para ordenar ideas y sentimientos conflictivos.

—¿Cómo se está tomado la noticia Tae?13

El nudo en su estómago se hizo más y más apretado y tuvo que recordarse


respirar para no caer en otra crisis de pánico.

—No lo sé —admitió.7

Pausa.

—¿Cómo que no lo sabes?

—Yo... —Aire, necesitaba aire. Tragó saliva—. No he hablado con él sobre el


tema.

—¿Por qué no?


—Yo... quería que estuviera su sicólogo, no quería... ya le destruí muchas
cosas, no quería también... también ocasionarle una crisis porque soy un
idiota... y... y no supe explicarle bien las cosas y...

—Jungkook —lo detuvo su padre—. Creo que el error que estás cometiendo
es esperar y no hablar con él. ¿Tienes idea del desastre emocional que le
estás ocasionando ahora? Tae es la persona más perspicaz e inteligente que
he conocido y debe saber que está pasando algo pero tú no le dices qué.
Puede que incluso se esté culpando y pensando que hizo algo malo, ¿no lo
pensaste?137

—No.27

Un largo suspiro de su padre.

—Debes hablar con él. Basta con que seas compresivo y paciente, nada más
que eso, no se necesitas un título universitario para conversar con tu
pareja.92

Una vez más se apartó el cabello del rostro.

—Yo solo... no quería arruinarlo más.3

—Tae arrastra carencias emocionales, no problemas de aprendizaje.


Entenderá si le explicar, solo debes hacerlo.70

Jungkook se quedó paralizado obligándose a respirar una y otra vez, de


pronto un dolor de cabeza comenzando en su sien y amenazandolo con una
jaqueca terrible.1

—Esto no debería haber pasado —soltó al final ahogado, mareado,


asfixiado—. No así.7

—Lo sé, Jungkook, pero ya está hecho.


—Es que no... no, no...55

—Jungkook.

Se afirmó la cabeza con su mano libre y la dejó caer, cerrando los ojos con
fuerza apretando el celular contra su oído como si quisiera grabárselo contra
el rostro.

—No se suponía que debía ocurrir esto... se suponía que Tae debía irse a
Seúl, ir a la universidad, conocer gente, tener experiencias y ser libre. Y
luego, solo si él así lo quisiera... regresaría a Daegu y tal vez regresaría a mí y
formaríamos una familia. Eso se suponía que debía pasar, no esto, no esto.244

Entonces, Jungkook comenzó a llorar con un puño apretado contra sus ojos
como si con eso pudiese evitar las lágrimas. Con los hombros temblándole y
la cabeza inclinada hacia adelante, sintió que los cojines del sofá se hundían
a su lado. Al voltear la mirada con el celular todavía contra su oreja, se
encontró la expresión más triste en el rostro de la persona que más amaba
en el mundo. Sentado sobre sus piernas flexionadas y las manos en sus
propios muslos, Tae lo observaba con la mirada brillante y grande, la cabeza
un tanto ladeada en confusión.124

—Puedo entender —escuchó que decía—. Jungkook, explícame y Tae puede


entender.439

Se quedó unos segundos paralizado observándolo.

—Papá, hablo contigo luego. —Y le cortó—. Tae...

Los ojos de Tae se inundaron en lágrimas y tiritó todavía sentado frente a él


con la espalda tiesa y los hombros estremeciéndose por el llanto apenas
contenido.

—¿Jungkook me va a dejar?217
—No, no, no, no...

Pero Tae negó con la cabeza, cerrando los ojos con las mejillas ya mojadas y
sonrojadas.

—Jungkook dijo... yo escuché desde la escalera, Tae no es bobo... Jungkook


dijo que Tae debía irse... pero no quiero irme, no quiero, no quiero...253

Jungkook estiró los brazos y lo sujetó por la cintura, atrayéndolo hacia él


para abrazarlo. Tae lo evitó, colocando los brazos entre ambos y aferrándose
a su camiseta con los dedos entumesidos.

—Por favor, Jungkook —le suplicó.

Lo abrazó por el cuello enterrándole el rostro contra el hombro de Jungkook.

—No te voy a dejar —prometió Jungkook cerrando los ojos.

—No quiero irme, por favor, seré bueno... seré bonito... por favor, Jungkook,
seré bueno —suplicó desesperado.435

—Tae, respira, por favor.1

Pero Tae continuaba temblando y llorando, suplicando y rogando.

—Solo quiero a Jungkook, solo a Jungkookie, nada más... por favor.32

Jungkook le acarició el cabello de la nuca para intentar tranquilizarlo.

—No digas eso, Tae... hay tanta gente maravillosa en tu mundo ahora.80

—Tae no miente —balbuceó, sus dedos enterrándose en los brazos de


Jungkook al aferrarse a él—. Solo quiero a Jungkook pero Jungkook no
quiere a Tae... porque Tae se embarazó y no es bonito porque no fue bueno
como se lo ordenó su abuela y... y yo no quiero, solo quiero a Jungkook y que
no me deje, por favor, por favor, no me dejes...589
Jungkook lo abrazó con más fuerza, haciéndolo cambiar de posición para
poder acurrucarlo sobre su regazo y así besarle cada espacio de piel que
quedaba desnuda en su rostro, capturando las lágrimas que ahora bajaban
sin control por sus ojos.3

—Tae es bonito.23

Un beso.

—Es precioso e inteligente.54

Otro beso.

—Y Jungkook lo ama mucho.118

El último beso, su mano yendo hacia el abdomen de Tae y tocándolo por


sobre la camiseta.

—Y también al pequeño que está aquí.847

Tae se quedó dormido entre suplicas pequeñitas y promesas llenas de amor


por parte de Jungkook.

—No quiero una vida sin Jungkook —susurró Tae antes de caer en un sueño
intranquilo.118

Y Jungkook tampoco quería una vida sin Tae, solo que tal vez lo entendió
demasiado tarde.
74
Un beso cerca de la oreja y un aliento caliente haciéndole cosquillas en el
cuello, luego unos labios tocando la piel de su mandíbula y subiendo por ella
hasta encontrarse con la boca ansiosa de Tae que todavía formaba ese
puchero de protesta por ser despertado. Entonces, Tae abrió los ojos y se
encontró con el rostro de Jeon Jungkook eclipsando su mundo completo,
sintiendo de inmediato el dolor y la irritación en sus párpados. A pesar de
eso, sonrió porque a Kim Taehyung le encantaban esas mañanas donde era
despertando por susurros de cariños y besos por parte de su Jungkook.131

Protestando todavía medio dormido y bonito, notó que solo llevaba ropa
interior y una camiseta, y que se encontraba recostado en el centro de la
cama de dos plazas. Tae no recordaba haberse ido a dormir ahí, su último
recuerdo consciente el de Jungkook prometiéndole que no lo dejaría nunca
mientras lo abrazaba en el sofá.22

—Cumpliste —logró balbucear, fregándose un poco los ojos y enredando sus


piernas con las del otro. Jungkook no lo había dejado.128

Siguió recibiendo besitos pequeños y sonoros por toda la piel de su rostro


hasta que una sonrisa baja y impulsiva empezó a formarse en la garganta de
Tae.3

—¿Mejor? —quiso saber Jungkook.5

Tae siempre estaba mejor de estar Jungkook cerca, para Tae era incluso un
poco bobo que Jungkook le hiciera esa clase de preguntas.2
—Sí —dijo, a pesar de que apenas lograba observarlo porque sus ojos
estaban cansados y terriblemente irritados por dormirse llorando. En el
limitado espacio que le quedaba entre los brazos de Jungkook, se estiró
como una gatito tras una larga siesta.48

Jungkook volvió a acercarse a él, sus labios colisionando con sus párpados,
besando primero uno y después el otro, la sonrisa reapareciendo en Tae de
inmediato. Estirando las manos, Tae tocó el vientre desnudo de Jungkook,
sus dedos curiosos rozándole el ombligo y más arriba por los pectorales
hasta que acariciaban ese cuello que Tae tan reconfortante encontraba.26

—¿Podemos despertar siempre así? —pidió Tae, bajando la mirada y


sintiéndose todo tímido y triste, la conversación del día anterior flotando en
su mente y trayendo con ellos esos malos recuerdos, esos que partían con un
mundo donde Jungkook no estaba para amarlo y hacerlo brillar de felicidad
cada día. 61

—Puedo despertarte así siempre si quieres —aceptó Jungkook, dándole otro


beso cerca de la oreja, su mano bajando por el pecho de Tae hasta que se
posicionó sobre su estómago, tirando de la camiseta hasta que la subió y
dejó su piel al descubierto.5

—Si Jungkook así lo quiere...103

Entonces Tae se estaba riendo y escondiéndose contra el cuello de Jungkook


y apegándose a él como si quisiese fundirse contra el otro cuerpo, ahora
relajado sintiendo el calor reconfortante y familiar de Jungkook. Se sintió
bonito en los brazos de Jungkook y escondido en en su cuello, a pesar de que
Tae ya no sentía con tanta intensidad su olor ya que había empezado a
perder su buen olfato.168
Se alejó unos centímetros de Jungkook para sonreírle, la luz de la mañana
dándole un tono dorado a ambos.

—¿Jungkook, sabes?

Jungkook lo observó con los párpados caídos, su mirada siguiendo el


movimiento de los labios de Tae.

—¿Qué cosa, pequeño?

—A nuestro hijo le gusta cuando me besas aquí —Y se tocó el cuello— y


luego bajas por aquí —Y se tocó el vientre y después más abajo— hasta que
te detienes aquí.853

Jungkook se le quedó mirando.

—Creo que estás ocupando a nuestro hijo como excusa.482

Taehyung simplemente se encogió de hombros con una sonrisa.

—¿Puede que sí?45

Jungkook se estaba riendo pequeñito y entredientes.

—Tramposo. —Pero se estaba acercando y dándole un beso en el cuello y


bajando por él—. ¿Esto es lo que le gusta?94

Tae solo pudo balbucear una afirmación recostándose de espalda en la cama


y observando con los dedos recogido a Jungkook subirle la camiseta hasta
que se la quitó por la cabeza, tirándola al suelo de inmediato.

—Más abajo también —musitó Tae.134

—¿Más abajo? —se rió Jungkook, ahora su boca acariciando uno de los
pezones de Tae—. ¿Así de abajo o más?165

—M-más —tartamudeó Tae.13


Jungkook se detuvo al acariciar con los labios el borde de su ombligo.

—No lo sé, creo que me estás engañando —se burló.206

Dando una inspiración temblorosas, la cabeza de Tae negó contra la


almohada.

—Tae escucha y le dice que esto le gusta, lo prometo.261

—Ajá, ¿con telequinesias?79

—S-sí.

—¿Por eso sabes que es un él y no un ella?165

Tae se estiró bajo el cuerpo de Jungkook y puso los ojos en blanco con un
puchero.

—Jungkook arruina el momento —se quejó.301

—Perdón, bebé —dijo, ahora arrastrándose hacia arriba y recostándose a un


costado de Tae, ambos con la cabeza apoyada en la misma almohada.5

Girándose para buscar su mirada, Tae se acercó hasta que su frente tocó la
de Jungkook y cerró unos momentos los ojos, porque él no era un bobo y
notaba el cambio en el ambiente, pasando de uno relajado a uno más
melancólico y tenso. Se le hizo un nudo en el estómago, sintiendo otra vez un
peso en el pecho que no lo dejaba respirar bien.65

—Debemos hablar de esto —pidió Jungkook, su mano apoyada en la cintura


desnuda de Tae y acariciando con lentitud y pereza la piel de ese sector.

—Okey —aceptó Tae aunque solo quisiese volverse a dormir y caer en el


olvido del sueño, porque él realmente no quería esa conversación, no quería
escuchar lo que Jungkook podría decirle. Ante lo anterior, el pánico empezó
a dormirle las extremidades como la noche anterior.10
Pero Jin le dijo, le explicó que vivir traería consigo ese tipo de situaciones
emocionales y Tae intentaba aceptarlas, en serio lo intentaba pero la
desesperación volvía a él y no lo dejaba concentrarse del todo.

—Quiero explicarte algo —comenzó diciendo Jungkook—, pero Jin vendrá


en la tarde y te ayudará a entenderlo mejor.

—¿Qué cosa?

—Necesito que tomes una decisión.312

El desconcierto fue tal que opacó la crisis de nervios que dominaba el cuerpo
de Tae.

—¿Decisión? —preguntó confundido, ahora sintiéndose un bobo porque no


lograba entender. Sin embargo, ese sentimiento, ese de confusión y
desconcierto, era una sensación con la que Tae vivía día a día porque
entendía, entendía muchas cosas pero otras no lograba darle una
comprensión en su cabeza. Como los sentimientos, los entendía pero no
lograba comprenderlos del todo.1

Jungkook se lamió los labios, bajando unos segundos la mirada y después


alzándola para encontrarse con la atenta y confundida de Tae.

—Ese día en la playa que no ocupamos condón... estabas teniendo un ciclo


pero no sabíamos, ninguno de los dos lo sabía.

—Tae no entiendo eso, los ciclos... —Se encogió de hombros—. ¿Jungkook no


puede ponerle a Tae en el celular una alarma para recordarlo?250

Eso le sacó una sonrisa a Jungkook.4

—Creo que es tarde para eso. No tendrás ciclos por varios meses.1

—¿Mm?
—Porque estás embazarado. 48

Tae asintió lentito y con duda, porque eso era algo que entendía, todo lo
demás relacionado a esa noticia era lo que no lograba comprender: por qué
Jungkook lloraba, por qué Jimin estaba enojado, por qué todos parecían
pendiente de eso.39

—¿Por eso Jungkook está triste? —quiso saber, esforzándose, luchando y


pensando para intentar comprenderlo, nunca se le había hecho tan difícil
alcanzar el significado de una palabra.3

—No estoy triste realmente por eso, sino por la circunstancia donde se dio
todo.

—Tae no comprende —al final admitió—, intento pero no comprendo.27

Jungkook tomó aire, su mano cerrándose un poco más en la cintura de Tae.

—Un hijo puede ser maravilloso pero también una enorme responsabilidad
que dura todo una vida —comenzó a explicar de apoco, con tacto pero a la
misma vez con dificultad—. Y eso se debe a que alguien dependará de
nosotros para siempre, porque necesitará que lo cuidemos, lo amemos, le
enseñemos...38

—Pero Jungkook cuida, ama y enseña a Tae.175

La mano en su cintura se quedó paralizada unos segundos al igual que la


expresión de Jungkook.

—Sí, Jungkook cuida, ama y enseña a Tae —aceptó—. Pero es diferente.

—¿Por qué?

—Porque Tae es súper inteligente y aprende muy rápido.

Aquello lo hizo bajar la mirada avergonzado con las orejas calientes.


—Pero soy una responsabilidad para Jungkook, Tae lo sabe.153

—No eres una responsabilidad para mí, Tae. Lo hago porque te quiero, solo
porque te quiero muchísimo.5

—Pero no entiendo.

—¿Qué cosa, pequeño?4

—Yo soy una responsabilidad pero a Jungkook no le molesta y quiere a Tae.


¿Por qué a Tae le molestaría...?1

—¿Le molestaría un hijo?

—A Tae no le molestaría Osito.1K

La expresión de Jungkook se paralizó unos segundos y luego sus ojos se


estaban inclinando un poco en las esquinas y brillando.

—¿Osito?

Tae se llevó una mano al vientre.

—Osito —repitió.283

—¿Osito es nuestro hijo? —susurró Jungkook.197

Tae asintió contra la almohada, su cabello desordenándose contra la tela.8

—Osito será una responsabilidad para Tae, lo entiendo, en serio, Jungkook,


lo entiendo pero si a Jungkook no le molesta Tae, ¿por qué a Tae le
molestaría Osito?314

—No es que Osito molestaría, pequeño. Pero viviste 19 años encerrado y se


suponía... se suponía que debías aprender a vivir y conocerte antes de
asumir este tipo de responsabilidades.
—¿Conocerme? Pero ya me conozco, me veo todos los días al espejo, bobo.177

Jungkook tocó la frente de Tae con cuidado.

—Conocerte aquí, bebé.

Tae pestañeó confundido.

—Pero también me conozco ahí. Jungkook es bobo, si es mi cabeza, mía, de


Tae, obvio que la conozco.48

—Me refiero a tus gustos y lo que quieres ahora y en tu futuro.

—Me gusta Jungkook y quiero a Jungkook, ahora y en el futuro.361

Eso le sacó un carcajada contenida a Jungkook y el buen humor comenzó a


regresar a Tae, acercándose para darle un rápido beso a Jungkook y luego
regresar a su posición en la cama separados solo por unos centímetros.

—A otros gustos y preferencias... cosas como, pintar, ¿no querías aprender a


pintar?

Tae asintió primero pequeñito y después con más decisión.

—A Tae le gustaría tanto, tanto, tanto, tanto eso, Jungkook.10

—¿Te gustaría eso, pequeño? —preguntó, cambiando unos centímetros para


que sus labios rozaran la frente desnuda de Tae—. Pero Osito conlleva
responsabilidades y esfuerzo, mucho esfuerzo y dedicación, ¿lo entiendes?
Podría interferir en tus deseos de aprender y de querer hacer ese tipo de
cosas. No siempre, aclaro, pero sucederá.1

Se quedó unos segundos observando a Jungkook sin pestañear.

—Entiendo —balbuceó despacio.


—Por eso estaba triste, solo por eso. —Tomando una inspiración, continuó
con lentitud—. Se suponía que debías tener tu tiempo para hacer ese tipo de
cosas sin tener que preocuparte de nada más. Quería que viajaras, que
conocieras a gente, que estudiaras... que vivieras e hicieras todo eso sin
tener que pensar en nada más que en disfrutar, ¿me entiendes? Quería que
fueras a la universidad en Seúl y que aprendieses muchísimo, todo lo que
quisieras.78

—¿Por qué? Jin dijo que Tae puede aprender a pintar en Daegu.

—Sí, sí —balbuceó—. Pero la universidad de Seúl es mejor que el instituto


de Daegu.

—¿Por qué?4

—Porque... no sé, la universidad es mejor y te da más oportunidades para los


trabajos.

—¿Trabajo? ¿Voy a trabajar? —preguntó confundido.

—Solo si quieres. —Jungkook dio un largo suspiro—. En tu caso, no


necesitas realmente ir a la universidad.1

—Yo solo quiero aprender y estar con Jungkook, solo eso.212

—Ahora lo entiendo, pequeño.

Tae se aferró a los brazos desnudos de Jungkook, su mirada grande y ansiosa


recorriéndole el rostro.1

—Pero Jungkook quería enviar lejos a Tae para eso... y Jungkook no iba a ir
con Tae.91

Jungkook tardó unos instantes en afirmar con lentitud, pasando la mano por
su cabello con angustia.
—Pensé que era lo mejor para ti, lo siento.

Tae negó con los ojos cerrados.

—No quiero hacer esas cosas si Tae no tiene a Jungkook con él.188

Tae comprendió que algo malo debió haber dicho porque la expresión de
Jungkook volvía a ser triste como la tarde anterior cuando Tae estuvo
plantando y Jungkook lloró abrazado a su espalda. Y Tae no quería que
Jungkook volviese a llorar, solo que no entendía qué hacer para evitar eso y
hacerlo feliz otra vez.

No entendía, no entendía.

La ansiedad empezó a infectar su cabeza con la incertidumbre de volver a


ser abandonado, su respiración saliendo con dificultad de sus pulmones.

—Jungkook debe decirle a Tae lo que quiere y yo lo haré, lo prometo... yo


seré obediente y lo haré, súper obediente... solo dime y lo haré.262

—Sé que lo harías, pequeño. —Cuando la sonrisa feliz se estaba formando en


el rostro de Tae, Jungkook continuó—. Pero ese es el problema.50

Sintió que se derretía contra el colchón, la confusión repletando su cabeza


una vez más. Y Tae volvía a entender pero sin lograr la tan preciada y difícil
comprensión.1

—Pero si Tae hace lo que quiere Jungkook, Jungkook es feliz... entonces no


comprendo.

—No quiero que hagas lo que yo quiero, quiero que hagas lo que tú
quieres.87

—Pero Tae quiere hacer lo que Jungkook quiere.174

Jungkook dio un largo suspiro.


—Tae, tienes que hacer lo que tú quieres y solo lo que tú quieres, no hacer
algo porque no quieres que me vaya de tu lado. No me voy a ir, te lo prometo
y lo siento por hacerte pensar que te dejaría, fui un bobo y lo siento, lo
siento, Tae, en serio. Te prometo que estaré contigo mientras quieras que
esté contigo, ¿está bien?1

—Pero... —Cerrando los ojos, sacudió la cabeza contra la almohada, los


pensamientos girando en su mente confundida—. Solo dime lo que quieres,
por favor... Jungkook, solo dime y... puedo hacerlo, te prometo... quiero que
Jungkook sea feliz y no llore más... por favor.204

Jungkook se quedó unos segundos en silencio para acercar la cabeza de Tae


hasta que sus frentes volvieron a encontrarse, acariciando la nuca de Tae
con cuidado y cariño.1

—Tienes que aprender a querer cosas que no estén relacionadas conmigo —


musitó Jungkook bajito y con ternura—, pero todavía tenemos tiempo para
eso. Por ahora, solo debes saber que no te dejaré y no me enojaré sea cuál
sean tus decisiones, ¿okey?65

Con los ojos cerrados para aguantar las lágrimas de desesperación que
comenzaban a formarse tras sus párpados, Tae asintió chiquito y con
inseguridad.5

—Okey —aceptó.

—Y esa es la decisión que quiero que tomes.

—¿Mm?

—Necesito que me digas si crees que Osito será mucho, Tae, solo dime y
veremos juntos lo que haremos, ¿está bien? Cualquier cosa que digas, estará
bien para ambos, ¿okey? Pero para eso necesito que me lo digas y confíes en
mí. Yo no te dejaré jamás por lo que decidas, estamos juntos en esto.150

Lamiéndose los labios, Tae tomó una inspiración y cerró los ojos con tanta
fuerza, que Jungkook terminó acariciandole el rostro para que lo relajase.

—¿Qué pasó? —quiso saber.1

—Estoy pensando como dijo Jungkook.176

La risa de Jungkook llenó el cuarto.

—No ahora, pequeño, piénsalo unos días... todavía tenemos tiempo. Piénsalo
mucho y dime si crees que será mucho para ti.

—¿Cómo sé que será mucho para mí, Jungkook?

—Piensa en tu futuro y... dime si te lo imaginas con Osito o sin él, dime
cuáles son tus sueños y si te molesta o incómoda que Osito esté en ellos. Por
lo demás... —Los labios de Jungkook aterrizaron contra la frente de Tae y
susurró las siguientes palabras contra su piel—. Jin te lo explicará mejor en
unas horas.19

Cerrando nuevamente los ojos, Tae aceptó.

—Okey.

—¿Tae?

Se alejó unos centímetros para observar a Jungkook.

—¿Mm? —preguntó sin entender.

—Te amo, ¿lo sabes, cierto?367

Tae sonrió chiquito.


—Yo sé.3

Jungkook pudo respirar.

Todo estaría bien, ellos iban a estar bien.

O eso se suponía.638

Por eso en sus inicios no pudo entender cuando días más tarde, tras regresar
de su turno de madrugada, se encontró a Tae llorando en el jardín
afirmándose el estómago con ambos brazos y la rosas, que estuvo plantando
con tanto esfuerzo durante días, aplastadas bajo sus rodillas. Y de sus labios
temblorosos, solo una única palabra repetida:118

—Osito.330

Y una vez más.1

—Osito.5

Jungkook se arrodilló a su lado y tocó su expresión adolorida apartando las


lágrimas de sus mejillas sonrojadas.

—Tae, ¿qué... ?

Y con los labios fruncidos y las manos grandes aferrándose todavía a su


cintura, alzó la mirada y se encontró con la preocupada y desconcertada de
Jungkook.+

—Tae ama a Osito, esa es mi decisión.


75

Cargando en los brazos a un Jeon Jungkook ojeroso y nuevamente afiebrado,


Sehun observaba con atención la reacción nerviosa y ansiosa de Kim Minho
que se ubicaba en el sofá de la casa, retorciéndose las manos sobre el regazo
al punto que las articulaciones resonaban con cada movimiento. Y lo supo,
supo aquella verdad que Minho le venía ocultando con balbuceos
confundidos y que solo explicaban a medias la situación ocurrida ese día.

—No fue un accidente, ¿cierto? —Minho se quedó paralizado contemplando


el suelo, su espalda recta y los brazos ahora sin movimientos—. Jungkook no
se te escapó, fuiste tú quien lo llevó al parque.197

Minho tomó una inspiración entrecortada, porque si bien era capaz de


ocultarle información, simplemente no podía mentirle a Sehun, jamás pudo,
el peso de la culpa siendo mayor a sus deseos de mantener algo en secreto.

—Lo siento —se escuchó musitando.

—¿Por qué lo hiciste?

Minho intentó mentir, en serio que intentó decir la mentira que se formara
en su lengua y se colaba entre sus labios entumecidos, pero no pudo, su
garganta cerrada y su boca fruncida en pena y disgusto.

—¿Qué pretendías, Minho? —insistió Sehun.

Seguía sin responder, solo encogiéndose más y más en su posición en el sofá


y sintiéndose más y más enfermo.

—Jungkook podría haber contagiado a esos niños en el parque —insistió


Sehun.59
Pero eso a Minho no podía importarle, no cuando podía recordar a la
perfección la expresión de miedo y fascinación en la carita pequeña de Kim
Taehyung cuando apareció en el parque. No podía importarle esa media
decena de niño cuando todavía recordaba a Kim Taehyung acercándose con
timidez a los juegos, demasiado introvertido para hacer algo más que seguir
a los niños y repetir lo que el resto hacía, mientras los ojos anhelantes y
desesperados de Minho lo contemplaban desde una banca en el parque. No
le importaban porque recordaba a Jungkook acercándose de inmediato a Tae
tras verlo caer y lastimarse las rodillas, de la misma forma que recordaba a
Jungkook ayudándole ponerse de pie y Tae perdía su miedo y hablaba con
Jungkook y lo seguía por el resto del parque como si fueran mejores amigos,
así tal cuando lo eran Sehun y Minho solo que en versiones mucho más
pequeñas e inocentes.267

Simplemente no podía importarle cuando la carcajada de Tae todavía


resonaba en sus oídos cuando Jungkook lo ayudó a columpiarse, esa risa de
pura fascinación y felicidad al estirar las manitas al cielo como si quisiera
alcanzar una de las tantas nubes blancas y esponjosas de esa tarde.308

Asi que el mundo podía llamarlo egoísta pero a Minho no le importaba que
esos niños pudiesen salir afectados con tal de ayudar a Taehyung, por eso
permaneció en silencio con la mirada baja porque no podía mentirle a
Sehun, aunque tampoco quería decirle la verdad y que lo odiase por eso, ya
suficiente odio tenía dentro de sí mismo como para recibir más.118

Sin embargo, bastaron solo cuatro días para que Minho comenzase a
arrepentirse de no haberle confesado la verdad a Sehun. Al séptimo, se
odiaba por haber planificado algo así.

Mientras Sehun se paseaba por el living de la casa apartándose el cabello del


rostro y suspiraba cansado y agobiado, Minho se mordía una vez más las
uñas hasta hacerse daño, los ojos ardientes y su pierna inquieta que se
movía siguiendo el ritmo del reloj de la cocina.

Tik, arriba.

Tok, abajo.56

Y nuevamente.

—Llegó otro niño contagiado al hospital —gruñó Sehun nada más cortar—.
Con este van seis.12

La bola de miedo y desesperación era como lava en su estómago ardiente. La


respiración salió entrecortada y temblorosa, apenas audible y entendible al
hablar.

—Lo siento —volvió a repetir.

Sehun suspiró.

—¿Cuántos niños dijiste que estaban en el parque ese día?

—Seis —mintió.61

—¿Estás seguro?

No, porque Minho mentía, nunca fueron seis, eran siete y solo Minho sabía
quién era ese niño que faltaba. Pero Sehun no lo estaba mencionado, no le
estaba contando que Lara había llevado a Tae al hospital y por eso Minho no
era capaz de respirar y dejar de destrozarse las uñas hasta que probó el
sabor metálico en su boca.10

—Sehun —comenzó diciendo bajito y apretando un poco los labios porque


quería vomitar, los ojos ya ardiendoles y apenas aguantando las lágrimas
dentro de sí—, ¿cuál es la probabilidad que un niño que haya jugado todo el
día con Jungkook... que él... que él no esté contagiado?
Sehun entendió de inmediato lo que estaba ocurriendo, sus ojos abriéndose
enormes al contemplar a Minho con incredulidad.

—¿Qué hiciste, Minho?

No pudo aguantarlo más, y cayendo por un costado del sofá, se afirmó la


cabeza con ambas manos y lloró ante la necesidad imperiosa de oír que ese
séptimo niño fue ingresado al hospital pero Sehun no sabía de eso. Lo
necesitaba, necesitaba oírlo, lo necesitaba porque hizo todo eso por Kim
Taehyung, por su libertad, solo para eso, solo por eso.

Sin embargo de pronto comenzaba a entender que Tae no iba a salir nunca
de esa casa, tal vez ni vivo ni muerto.

—Se supone... se supone que ella debía llevarlo al hospital —se escuchó
balbucear.111

Temblando y tragando con dificultad, Minho apenas logró separar sus


manos de su rostro mojado por las lágrimas.

—¿Qué hiciste, Minho?

Tuvo que morderse el labio inferior para detener el movimiento terrible que
había embargado a su mandíbula inferior.

—Yo solo quería obligar a que Lara lo llevase al hospital.15

Sehun no necesitó más que eso, fue a la puerta y agarró su chaqueta junto a
un maletín y una mascarilla.

—Dios mío, Minho... tú y yo tendremos que hablar.

Ni todas las veces que fue violado y encerrado en una habitación en los
laboratorios, Kim Minho sintió un dolor similar cuando Sehun llegó dos días
después diciendo que Tae había perdido la audición por culpa de la
meningitis no tratada. Ni siquiera fue capaz de llorar mientras Sehun
relataba las dos noches que pasó en esa casa cuidando al pequeño, ni
tampoco pudo reaccionar cuando Sehun le acarició el cabello y le prometía
que haría algo para que Tae saliera de esa casa, pero que debían ser
pacientes y astutos y que ahora no era el momento para eso por el
movimiento anti M-Preg que estaba sufriendo Corea del Sur a raíz del cierre
de los laboratorios.99

Entumecido por dentro y sintiendo que había muerto por segunda vez en su
vida, Minho solo logró balbucear una aceptación chiquita y débil, patética y
enfermiza porque ese sentimiento de culpa, ese que experimentó por
primera vez ese día, duró dentro de él todo su vida.1

Y fue así que Minho pasó una vida completa esperando a que el momento
fuese adecuado, un año más difícil que el anterior, horas completas fingiendo
que no le interesaba Tae mientras se sentaba en el comedor de esa casa en la
que vivió durante dieciocho años y observaba con disimulo a los alrededores
para comprender que las ventanas estaban selladas con pegamos, que Lara
comenzaba a llevar las llaves de la casa atadas a la cintura y que de vez en
cuando, solo en raras ocasiones, lograba escuchar un pequeño ruido de
madera crujiendo sobre sus cabezas. Y si tenía suerte, observaba un rostro
pequeñito y bonito asomarse por el borde de la escalera para desaparecer de
inmediato cuando ambas miradas se encontraban.124

Y si bien Minho podría haberse llevado a Tae en todas esas oportunidad que
ingresó a esa casa, porque Lara cada año estaba más vieja y grande, no lo
hizo porque Sehun se lo había prohibido y Minho ya no confianza en sus
decisiones, gracias a ellas había condenado a Tae a una vida de encierro y
luego a una de silencio.

Así que esperó.


Y esperó un poco más hasta que un día Sehun le dejó un frasco de pastillas
frente a él.46

—Será lento, pero es lo mejor —le dijo Sehun entonces—. Nos dará el
tiempo suficiente para que Jungkook salga de la academia. Pero cuando
llegue el momento, tendremos que pedirle ayuda a Hoseok.1K

Jugando con el frasco de pastillas en las manos, Minho hizo esa pregunta a la
que le venía buscando una respuesta positiva durante años.

—¿Y con esto lograremos que sea libre?

Las miradas se ambas se encontraron.

—Solo si la televisión se entera antes.157

Y tanto esfuerzo, tantos años de mantenerse pensando y planeando, tantos


años de encierro y sufrimiento para evitar justamente eso... e igual había
ocurrido, igual había sucedido, igual, igual, a pesar de que Minho se esforzó y
se obligó a no sacarlo de esa casa porque, en el fondo de él, sabía que era
mejor una vida de encierro que una de violaciones.12

Pero pasó, lo que Minho temió toda su vida desde que sostuvo entre sus
brazos a Kim Taehyung, ocurrió.

Y todo por su culpa, pensaba Minho mientras observaba la casa de Jeon


Jungkook y se pasaba las manos por las mejillas mojadas, apartando las
lágrimas una y otra vez a la esperaba, siempre a la espera eterna de que el
momento fuese indicado para hacer algo.7

Porque Tae estaba embarazado.267

Tae, su Tae, su hijo, su pequeño hijo estaba embarazado... y es que Minho


siempre lo supo, siempre supo que una cosa así sucedería y por eso él
intentó sacarlo de esa casa hace dos meses, por eso fue a buscarlo y le
suplicó a Tae que se fuera con él, que solo serían unos días, que regresaría
con Jungkook apenas su ciclo de calor terminase, que incluso podría
llevárselo donde su amigo Jimin si quería pero que, por favor, Tae, te lo
suplico, debía salir de ahí.416

Pero Tae no quiso marcharse con él, llorando y rogándole que no lo alejase
de Jungkook, que solo quería a Jungkook, que estaba bien con él porque
Jungkook era bonito y lo quería.131

Pero Jungkook no era bonito, pensó Minho al recordar a Tae huyendo por las
escaleras y luego sintiendo los dientes de ese perro cerrándose en su pierna
y apenas logrando escapar por la ventana de esa casa. No era bonito porque
le había hecho eso a su Tae, no lo era, no lo era, no lo era por mucho que
Sehun lo intentó convencer de lo contrario. Ese niño bonito y atento,
siempre preocupado de Minho, solo se había convertido en otro monstruo
en ese mundo repleto de ellos.453

De igual manera confió porque era un idiota que no aprendía y por mucho
que su mente le gritó que hasta un ángel se podía convertir en un demonio,
Minho decidió confiar en la única persona que nunca lo había engañado:
Sehun. Y si Sehun decía que Tae estaría bien con Jungkook a pesar de estar
en un ciclo de calor, Minho confiaría en él.

Y ahora, su hijo estaba embarazado igual que le pasó a Minho. Y todo eso que
intentó evitar por años, finalmente había ocurrido.54

Porque tal vez, se dijo mordiéndose las uñas y llorando al observar que la
puerta de la casa de Jungkook se abría esa madrugada, ellos como M-Preg no
podían luchar contra su destino: el de ser engañados, violados y
embarazados.191
Ignorando las llamadas telefónicas de Sehun por días, esa misma cantidad de
días que Minho vigiló esa casa, esperó y volvió a esperar porque Minho
podía ser enormemente paciencia y también terriblemente astuto, mucho
más que Jeon Jungkook y sus cámaras. Para una persona que llevaba muerto
quince años, y por lo cual su vida se convirtió una constante huida, no le fue
difícil notar el ángulo de cada una de ellas y comprender que, si saltaba al
patio del vecino y de ese al de ellos, no sería captado por ninguna.117

Esperó hasta que no tuvo que hacerlo más porque Tae finalmente se quedó
solo.98

Saltó primero al jardín del vecino, pisando con suavidad y moviendose por
alrededor de la casa hasta que llegó al patio trasero. De ahí, saltó al de
Jungkook.17

Tae se encontraba frente un rosal mal plantando manchado en tierra y en


sudor, un enorme sombrero de paja sobre su cabeza y sacaba un poquito la
lengua en concentración. Sus ojos estaban ocultos por el ángulo pero Minho
sabía que estaría enormemente concentrado en la flor, de la misma forma
que se concentraba de pequeño al jugar con Jungkook en el parque.34

Observó unos segundos la casa captando cualquier ruido del interior. No


escuchó nada, Jungkook en su ronda de madrugada al igual que Hoseok y
Namjoon durmiendo tras su interminable ronda que pronto finalizarían al
terminar su residencia de dos años.4

Saltó la reja y se acercó por el costado, Tae demasiado atento a lo suyo para
notar la respiración acelerada de Minho, sus rodillas temblorosas y sus ojos
grandes y atentos siguiendo sus manos que plantaban con tanta dedicación
una de las tantas rosas que ahora empezaban a adornar ese feo jardín.

—Tae —lo llamó.


Sus movimientos se detuvieron de inmediato, su espalda paralizándose al
alzar la cabeza con parte de su expresión oculta tras el enorme sombrero de
paja. Sus ojos asustados lo observaron con atención, yendo de él hacia la
puerta de la casa.

—Te juro que no te voy a hacer nada —prometió, alzando las manos y
cayendo de rodillas a unos pocos metros de él—. Te juro que no... solo
vengo... yo vengo a conversar.83

Las manos de Tae por fin abandonaron la tierra y se apoyaron sobre sus
muslos cubiertos por un pantalón café corto, que dejaba al descubierto sus
largas piernas que empezaban a tener una tonalidad un tanto más oscura. Y
a pesar de la notable ansiedad que recorría su cuerpo y el obvio miedo que
dominaba su mirada, no se veía triste, no estaba llorando, no tenía
moretones oscuros en sus muñecas. Sus tobillos también estaban libres de
heridas y magulladuras, al igual que toda ese resto de piel que Minho
alcanzaba a divisar.130

Tae no respondió, se limitó a quedarse sentado frente a él apenas respirando


y moviendose, su mirada recorriendo ahora la pierna de Minho.

—Estoy bien —dijo Minho—. Solo cojeo un poco.

Ahora la mirada de Tae estaba yendo otra vez hacia la casa.

—Roko anda suelto —advirtió.145

—No vendrá sino lo llamas.

Esta vez Tae volvió a quedarse en silencio.

—Lo siento por asustarte la otra vez —comenzó diciendo Minho, sus manos
aterrizando en la tierra bajo suyo—. Yo solo... yo solo... —Su voz se perdió,
sus ojos cayeron hacia el vientre de Tae—. Yo solo quería evitar eso.2
Tae continuaba sin hablar, solo cambiando de posición lo suficiente para
esconder parte de su abdomen con los brazos. Y entonces esa hilera de
pensamiento que venían gestándose dentro de Minho por días, escapó entre
sus labios en un monólogo poco coherente y repleto de desesperación y
angustia en partes iguales.

—No quería que te pasara lo mismo que a mí —siguió Minho—. Pero te


pasó, porque yo tenía razón con Jeon Jungkook... tenía razón, pero Sehun me
dijo, él me dijo, me prometió, dijo "Jungkook es bueno". Y yo le creí, le creí y
confié en él porque es Sehun. Pero yo tenía razón, él te hizo esto, él te violó, y
mira ahora lo que te hizo, lo mismo que me hicieron a mí... y yo luché, hice
tanto... hice todo para que no te pasara y mírate. —Un estremecimiento
recorrió su cuerpo mientras se inclinaba sobre sí mismo y se afirmaba la
cabeza, su mirada perdida en el suelo bajo él—. Yo soy el culpable, no debí
confiar pero... Minho es idiota, soy un idiota, no aprendo, no aprendo, no
aprendo. Confié en ese guardia, confié en mamá, confié en Sehun y mírate
ahora. —Y entonces estaba gateando por el suelo para acercarse a Tae, sus
rodillas lastimándose con la tierra y doliéndole, doliéndole la piel y cada
parte de sí mismo al acercarse a un inmovilizado Tae y lo afirmaba por las
piernas—. Lo siento, lo siento, por favor perdóname, yo no quería... no
quería que pasaras por lo mismo, solo eso...348

—Tae está bien — lo interrumpió Tae, sus ojos enormes y asustados


recorriendo el rostro de Minho descompensado por esa hilera de
pensamientos—. Estoy bien.7

Minho comenzó a negar con la cabeza, cerrando los ojos y hundiendo un


poco más sus dedos en las piernas de Tae, esas piernas que no había tocado
casi en 19 años.
—No... no... no... él te violó, él te hizo eso... igual que me pasó a mí y yo...
yo...170

—No... no... —intentó decir Tae, alejándose de él y aplastando de paso las


rosas bajo él—. Jungkook es bonito... y me quiere. Jungkook es precioso para
Tae y nunca... él nunca me hace daño... nunca me haría daño. Jungkook ama a
Tae y me cuida... y me quiere mucho, como nadie más a querido a Tae y yo...
solo quiero a Jungkook, solo eso, por favor...167

Minho tragó saliva intentando entender, esforzándose para que su mente


lograse comprender lo que Tae le decía.

—Pero te embarazó.

Asintió pequeñito, la mirada de miedo todavía brillando en sus ojos.

—Abu decía que cuando dos personas se querían mucho, tenían hijos. —
Entonces, Tae se encogió de hombros—. Y Jungkook me quiere y yo quiero a
Jungkook, así que está Osito.538

Tae se apartó unos centímetros, los dedos de Minho cerrándose en sus


muslos.

—¿Osito? —se escuchó diciendo.

Notó que Tae seguía cubriéndose el vientre con ambas manos.10

—Sí. Jungkook le dijo a Tae que podían hacer algo si yo no quería a Osito
pero yo... —Su voz se perdió unos segundos, de pronto sus ojos clavados en
las rosas que acababa de aplastar—. Yo amo a Osito y yo no quiero... Minho
nunca quiso a Tae pero yo sí voy a querer a Osito y no quiero que Osito
termine encerrado igual que Tae.1.2K
En medio de ese rosal medio destruido, Minho comenzó a llorar una vez
más, inclinándose tanto que su rostro quedó enterrado en el pecho de Tae y
luego más abajo, sus manos desesperadas afirmándose a sus delgados
hombros mientras lloraba y pedía disculpas una y otra vez por todas esas
equivocaciones que tuvo durante años y que todavía no lograba asumir ni
remediar.

Porque todo lo que le había ocurrido a Kim Taehyung, era por su culpa y por
su incapacidad de aceptar un amor que siempre estuvo en él.16

Y ese error era algo que Minho nunca podría perdonarse, a pesar de que
dijese una y mil veces...

—Lo siento.

E intentase explicarse.

—Estoy mal, siempre lo he estado.86

Porque muchas cosas jamás lograrían remediarse con simples palabras.2

—Perdóname, por favor, perdóname.

Pero podía intentarlo.

—Esa historia que te conté en el ático ese día... era yo, era yo y eras tú... era
yo quien no pudo cuidar a su hijo y era tú ese hijo... éramos nosotros y, por
favor... por favor, por favor, perdóname, perdóname, perdóname...154

Porque un lo siento y una muestra de cariño podrían significar el mundo


cuando se trataba de un corazón desesperado y ansioso como el de Kim
Taehyung, que llevaba una vida completa pensando que no merecía ser
amado y todo porque Minho nunca le pudo decir la verdad, esa verdad que
ahora parecía tan absoluta y que se formaba en su garganta y pujaba a sus
labios hasta que fue liberada tras 19 años.

—Siempre te he amado.342

Y a pesar de todo lo que le hizo, de todo el sufrimiento en pasado y que


vendría en el futuro por un pasado que definió ese futuro, unos dedos
tocaron el cabello de Minho con miedo y timidez. Y entonces Kim Taehyung
lo estaba abrazando mientras lloraba con una intensidad que solo Minho
podría entender.
76

Por primera vez desde que ambos compartían la misma cama, Kim
Taehyung no se encontraba abrazando, acariciando o besando a Jungkook.
Recostado sobre su espalda y con las piernas fuera de las sábanas, observaba
su celular con expresión concentrada aunque relajada mientras sus pies
jugaban entre ellos como si buscase consolarse y tocarse de manera
inconsciente. Extrañado, Jungkook cambió de posición para apoyarse en su
costado izquierdo y observar lo que hacía su novio.70

—¿Qué ves? —quiso saber, su mano yendo hacia el vientre de Tae y levantó
su camiseta unos centímetros para descansar su palma directa sobre su
piel.311

Tae tarareó feliz.2

—Cosas —respondió.144

Los dedos de Jungkook jugaron con el borde de su ropa interior y se estiró


para besar su hombro cubierto por la camiseta de dormir.

—¿Qué cosas? Debe ser algo importante si por esa razón estás ignorando a
tu Jungkook.181

Ni siquiera esas palabras lo hicieron dejar el celular a un lado, continuaba


tarareando feliz y leyendo con concentración.

—Estoy buscándole un nombre a Osito.790


Ese mismo desconcierto que repletaba a la mente de Jungkook, se derritió y
se convirtió en una expresión enternecida pero a la misma vez enormemente
triste. La mano de Jungkook se detuvo, ahora apoyándose justo bajo el
ombligo de Tae.20

—Pero todavía es pronto para eso, pequeño —logró musitar Jungkook con
su pecho doliéndole.122

Tae simplemente se encogió de hombros y siguió bajando por la página.

—Tae quiere el nombre perfecto para Osito.180

Jungkook dio un suspiro bajito y apoyó su frente en el brazo de Tae,


recostándose sobre él para alcanzar a divisar parte de la pantalla.

—¿Y te ha gustado alguno?

Ahora era Tae quien daba un suspiro y dejaba caer el celular contra su
pecho, volteando el rostro lo suficiente para observar de soslayo a Jungkook.

—Ninguno es perfecto para Osito.31

—¿Por qué ninguno lo es, bebé?17

Tae hizo un puchero, apoyando la mano en su corazón.

—Porque Tae quiere que el nombre diga todo lo que siento cuando pienso
en Osito.448

Esa misma mañana al levantarse a las cuatro de la madrugada para irse de


turno y dejó a un Tae durmiendo con la cabeza a los pies de la cama,
Jungkook pensaba en esa conversación una y otra vez, el sentimiento pesado
y triste en su propio pecho sin lograr desarraigarlo de si mismo.76

Dando un largo suspiro, se acomodó mejor tras el volante, su expresión


siendo lo suficientemente poderosa y demente para que su compañero de
rondas, Park Jimin, dejase de enviar un mensaje y lo observase por el rabillo
del ojo.4

Había pasado una semana exacta desde la cachetada que Jungkook recibió
de él, esos días transcurriendo tensos entre ambos y en silencio, por suerte
días lentos y sin trabajo, donde su tiempo de rondas a solas se había
reducido a cero hasta esa mañana. La tensión era palpable por una
conversación y una disculpa pendiente entre ambos, esa que podía
reconstruir su amistad de pronto tan fragmentada por opiniones que
distaban de la otra.56

—¿Cómo lo está llevando Tae? —quiso saber de pronto Jimin, dejando su


celular en el bolsillo y anudando las manos sobre el regazo.

De haber sido una pregunta dirigida para él, Jungkook se habría limitado a
responder un "bien" seco y cortante. Sin embargo, no quería que la amistad
entre Jimin y Tae se viese afectada por la pelea de ambos, así que se obligó a
dejar el rencor atrás y hablar.31

—Le dice Osito.68

Jimin se quedó paralizado unos segundos. Su vista, que se encontraba


contemplando el amanecer fuera de la ventana, se giró hacia Jungkook, su
expresión igual de paralizada que su cuerpo.

—Oh, no, Jungkook... —logró musitar, sus ojos yendo hacia abajo como si
estuviera apunto de comenzar a llorar.243

—Lo sé —dijo, asintiendo pequeñito y tragando—. Lo sé.83

—¿Tae solito le puso ese nombre?2

Jungkook volvió a asentir pequeñito y sin fuerzas.


—Sí. Pero fue mi culpa.145

—Jungkook...

—Porque él me escuchó hablando con mi papá y supo que quería enviarlo


lejos y... y comenzó a llorar y solo balbuceaba que ya no era bonito porque se
embarazó y por eso yo no lo quería... y yo simplemente le dije que amaba a
nuestro bebé igual que a él.

La expresión de Jimin se hizo incluso más miserable.

—No, Jungkook...3

—Así que de manera inconsciente asoció todo como algo bueno, porque se
supone que yo quiero a Osito y...618

Su voz se quebró. Llevándose las manos al rostro, se lo fregó como si


quisiera quitarse una capa de piel. Ojalá pudiera sacarse de encima esa
sensación de desolación y aceptar a Osito de la misma manera que Tae, solo
que él entendía mejor el mundo que su novio y entendía la enorme
responsabilidad que sería Osito y lo mucho que había limitado el futuro de
Tae.88

—¿No lograste hablar con Tae sobre un aborto?

—Jin y yo hablamos con él.

—¿Y no quiso?

—Le dice Osito, Jimin. Realmente Tae lo ama.148

Esta vez era Jimin quien asentía casi sin fuerza.

—Pero Tae no entiende lo que conlleva una decisión así.113


—Pero sigue siendo solo decisión de Tae —refutó Jungkook—. Suya, solo
suya y si él quiere, ¿qué más puedo hacer? Nada, solo respetarla y estar con
él.219

Jimin trastabilló al hablar.

—¿Pero le explicaron la responsabilidad y... y...?

—Lo hicimos, claro que lo hicimos pero no es algo que Tae logre entender
porque nunca lo ha vivido. Tae ve el mundo con bastante simpleza. —Y
entonces Jungkook le estaba dando un golpe al manubrio y activando la
sirena, algo que hizo saltar a ambos en sus asientos—. Lo siento... lo siento,
yo...101

Jimin comenzó a llorar primero que Jungkook.16

—No tenía derecho a enojarme contigo —comenzó a balbucear, los ojos


aguados y la barbilla temblorosa—. Solo que... me enojé tanto porque era
algo que se podría haber evitado perfectamente y... y yo insistí tanto con los
condones y... es un niño, ahora entiendo cuando decías que Tae realmente ve
el mundo como un niño.166

—¿Crees que no he pensado lo mismo que tú mil veces?

Bajando la mirada, Jimin lo aceptó.

—Yoongi me hizo entenderlo.83

Jungkook se volvió a fregar los ojos sintiendo la mano de Jimin acariciándole


la espalda con delicadeza. No necesitó decir un lo siento, porque las acciones
valían más que palabras que podían carecer de sentimiento y realidad.

—¿Pero es definitivo? —quiso saber Jimin, interrumpiendo el silencio triste


entre ambos.
—A menos que Tae quiera abortarlo, entonces es definitivo.

—Le dice Osito, Jungkook, no creo que vaya a aceptar un aborto jamás.138

Jungkook cabeceó en una afirmación poco firme y un tanto ausente.

—Lo sé.

Dando un largo suspiro, Jimin se acomodó mejor en el asiento con la mirada


perdida en la ventana.

—Que Buda o Dios, quién sea que esté allá arriba, nos ayude para que Tae no
pierda a Osito o sino...345

Jungkook tragó saliva.

—Lo sé.

La mano de Jimin otra vez en su espalda.

—¿Sabes? Al principio estaba súper enojado por toda la situación pero


Yoongi me hizo darme cuenta que estaba mezclando mis propios
sentimientos con ustedes, porque sabes lo qué pasó... y también porque es
tan... inocente, que me daba rabia pensar que esa inocencia se iba a cortar de
golpe al tener que madurar. Pero Yoongi —Y su expresión se ablandó al
hablar de su novio— me hizo darme cuenta que Tae no va a pasar por todo
esto solo. Estarás tú también.25

—Lo estaré —dijo Jungkook.

—Y estaré yo también.

—No estará solo.1

—E incluso estará Yoongi.42

—¿Yoongi dijo eso o lo estás asumiendo?148


Jimin sonrió.

—Puede que lo segundo pero estará... o por lo menos lo obligaré a ser un tío
presente, que esto le sirva para aprender cuando le toque ser papá. Pero el
punto, Jungkook, es que Tae no estará solo, podrá seguir creciendo como
persona a su ritmo si lo ayudamos, solo necesitará más ayuda de lo normal,
pero, ey, mi mamá me crió solo y mira lo decente que salí.219

—Bueno, así decente, decente, no podría asegurarlo...374

Jimin le dio un golpe en el brazo.3

—No te atrevas a cortar mi discurso bonito y motivacional con tu cacareo de


conejo idiota.94

—Los conejos no cacarean, ellos... solo hacen algo que no sé, ¿roer?140

Se observaron unos segundos.

—Sí, ojalá Osito salga al papá Tae y no al papá Jungkook —bromeó Jimin.143

Se quedaron otra vez unos segundos en silencio cada uno absorto en sus
pensamientos, ahora el humor de ambos mucho más ligero.2

—¿Y por lo pronto qué piensan hacer?

—Jin logró que Tae fuese aceptado nuevamente en la escuela de artes de


Daegu y comenzará las clases la semana entrante.145

Jimin se giró hacia él con los ojos abiertos.

—Pero eso es súper bueno.

Y por primera vez de lo que iba de mañana, Jungkook sonrió.

—Sí.
—¿Y Tae ya sabe?

—Me hizo comprarle unas boinas porque dijo que no podía asistir a una
clase de artes sin una de ellas.422

Jimin suspiró con ternura.

—Es un bebé.195

—Es un bebé consentido —aceptó Jungkook.13

—Pero, mira, piensa positivo, Jungkook. Por lo menos ya terminaste de


pagar las seis cuotas del celular.526

Con la risa de ambos flotando en esa madrugada que anunciaba un otoño ya


comenzado, Jungkook sintió que se relajaba.

Tras finalizar su turno a mediodía, Jungkook fue arrastrado a una tienda por
su compañero de rondas. Nada más ingresar, sus piernas se frenaron en seco
en la entrada, sus ojos ahora recorriendo las estanterías altas y cada rincón
de ese sitio decorado con tonos pasteles: era una tienda de bebés. Ropita de
todos los tamaños colgada en ganchos, cunas, sillas, asientos para el
automóvil, y de pronto Jungkook se estaba dirigiendo hacia un mameluco no
más grande que sus manos unidas y tocando la tela con expresión contraída
y un nudo en el estómago.256

Lo dejó caer entre sus dedos y lo acomodó, el pecho doliéndole y diciéndose


que llevaría a Tae a esa tienda en unos meses más porque quería que ambos
comprasen su primera ropa juntos, acompañarlo y observar su expresión
maravillada mientras sus dedos rozaban la tela de colores.77

No por primera vez desde que lo supo ya hace una semana, se preguntó si
sería Osito como le decía Tae o una Osita escondida.71
O tal vez un M-Preg, así tal cual a Tae.173

Estuvo dando vueltas por la tienda y revisando los precios de las cosas, de
paso agradeciendo haber terminado de pagar el celular de Tae porque era
obvio que su tarjeta terminaría llorando en un tiempo más. Jungkook,
simplemente, no sería capaz de decirle que no a Tae y si él quería dos cunas
para Osito, Jungkook no sabía cómo pero le compraría dos cunas a Osito.200

Era lo mínimo que podía hacer por Tae.63

A los pocos segundos regresó Jimin con las manos detrás de la espalda y una
expresión traviesa.4

—La otra vez te dije o no te dije que yo sería el mejor tío del mundo, ¿no?6

—¿Qué hiciste, Jimin?

Entonces estaba llevando sus brazos hacia adelante sosteniendo unas


converse pequeñitas de color azul.266

—Si le llevo esto a Osito, ¿crees que Tae me perdone por golpearte?51

—Tae sería incapaz de odiar a alguien.16

Jimin se quedó unos segundos contemplando los zapatitos.5

—Sí, pero igual se los llevaré.1

A los minutos, Jungkook seguía fuera de la tienda a un Jimin eufórico


portando un paquete morado, de ese color que se había vuelto el favorito
para Tae tras el significado que tenía para ambos en su relación.388

Al llegar a casa, se encontraron a Tae y Jin sentados en la mesa del comedor.


No estaban en una de esas sesiones privadas con Jin de las cuales Jungkook
nunca supo lo que conversaban, sino que se encontraban charlando sobre
las clases a las que Tae pronto asistiría. Con mucha paciencia y ternura, Jin le
explicaba al entrecejo fruncido de Tae el tipo de personas con las que se
encontraría en la escuela de artes y que, bajo ningún modo, debía
entristecerse y sentirse mal si no hacía amigos la primera semana, que el
resto de la gente también podía ser igual de tímidos que Tae y sufrir la
misma clase de ansiedad por hablar con otros.77

Sin embargo, nada más escucharlos ingresar con los ladridos de Mantequilla,
Yeontan y Roko haciendo eco en la casa ante la felicidad del regreso de un
amo amado, Tae se volteó de inmediato en la silla hacia Jungkook. Entonces
su mirada se había clavado en Jimin y su expresión ilusionada y emocionada
se fue borrando hasta tener otra vez un entrecejo fruncido.124

—Jungkook ya me disculpó —se apresuró en balbucear Jimin, de pronto


nervioso por la mirada que tenía Tae.15

Los ojos de Taehyung se dirigieron de Jimin a Jungkook y luego repitió, como


si se estuviese preguntando en silencio si debía confiar o no. Jungkook apoyó
las manos en los hombros temblorosos de Jimin y lo empujó hacia adelante.9

—Jimin ya dijo lo siento y te trae un regalo.4

Su mirada se abrió enorme y se estaba colocando de pie de inmediato y


yendo hacia Jimin en pequeños saltitos. Bastó que Taehyung estuviese al
alcance de su brazos para que Jimin tirase de él en un abrazo mientras le
besaba el rostro y le pedía disculpas una y otra vez, repitiéndole también
una y otra vez que estaba feliz con la llegada de Osito si Tae estaba bien con
eso.118

—Tae ama a Osito —escuchó Jungkook que Tae le contaba a Jimin al igual
que hace dos días cuando se lo encontró llorando en el jardín.53

—Sí, sí, mi bebé, por eso le traje algo a Osito.91


Jin se había acercado hasta ellos y observaba con el entrecejo fruncido el
paquete que Jimin le estaba tendiendo a Tae. Antes de que Jin alcanzase a
decir algo, Tae había agarrado el paquete y lo estaba abriendo con ansiedad,
el papel morado cayendo al suelo mientras Roko intentaba comerse un trozo
y Jungkook se lo quitaba del hocico.168

Y se quedó quietísimo, los ojos enormes y las manos temblorosas al observar


el paquete transparente donde se podía divisar a la perfección las converse
azules más pequeñas que un puño. Con Tae llorando abrazado a Jimin, Jin
tiró de Jungkook hasta el patio trasero y lo alejó de la escena más hermosa
que vería en muchos meses.2

—¿Pero qué...?

No alcanzó a terminar, porque Jin se estaba pasando las manos por el cabello
y caminando por el jardín sin césped casi con manía.

—¿Lo llevaste a hacerse una ecografía como te pedí?15

Jungkook se puso tenso logrando apenas balbucear una negación.

—Lo siento, no he tenido... solo estoy esperando por si Tae se arrepiente


y...159

—Dios, Jungkook —lo interrumpió Jin, apuntando con exaltación hacia el


interior de la casa desde donde provenían risas fuertes y felices—. Le dice
Osito, ya empezó a generar una codependencia tan fuerte como la que tiene
contigo.82

—Lo sé —siguió balbuceando Jungkook ahora nervioso, ahora sintiéndose


enfermo—. Pero...

—Jungkook, ¿y qué si Osito no está?564


La sensación de frío fue como garras afiladas y congeladas que se
arrastraban por su espalda mandando escalofríos por su piel y cuerpo.2

—Los exámenes...

—Sé lo que dicen los exámenes.

—¿Entonces?

—Que existen los embarazos sicológicos, Jungkook.673

La herida en su espalda crecía más y más, el dolor expandiéndose en él como


una explosión.

—Pero el examen dice que está esperando, que está embarazado.2

—Un embarazo sicológico puede dar positivo en un examen, Jungkook. Por


eso se deben confirmar siempre los embarazos con una ecografía. Te la pedí
y te expliqué que no le hicieran ilusiones a Tae hasta que fuese
confirmado.339

Jungkook tragó saliva.

—Lo sé, lo siento, pero lo de Osito fue de él, Tae le puso así porque quiso,
porque lo ama.

—Ay, Jungkook.41

—¿Realmente puede que Tae no esté embarazado?53

Jin dio un largo suspiro y miró el cielo con mirada angustiada.

—Ambos sabemos que Tae siente una codependencia emocional por ti y él


tiene asociado el amor con los embarazos, Jungkook, porque así se lo explicó
su abuela de pequeño.116
La expresión de Jin era de tristeza cuando Tae apareció en el patio riendo de
felicidad. Llevaba cada zapatito en un dedo y los movía frente a él mientras
se le acercaba llamando a Jungkook como un loco.

—Lo siento, Jungkook, pero creo que Osito no existe.


77
Duró un único y efímero segundo, pero existió, estuvo en Jungkook esa
sensación potente de alivio nada más escuchar las palabras de Jin. Sin
embargo, con la misma rapidez que el alivio, llegó el sentimiento opuesto,
ese pánico demoledor y aplastante que le cerró la garganta mientras
observaba a Tae llegar hasta él y abrazar a su entumecido cuerpo, el chico
mostrándole los zapatitos a un Jin que intentaba reprimir sus propias
emociones mucho mejor que Jungkook.110

Por eso, con Jimin y Jin todavía dando vueltas por la casa, Jungkook coordinó
una hora al médico para el día siguiente. Y al irse a acostar esa noche y Tae
continuaba acariciando sus propios pies leyendo nombres en el celular,
Jungkook hacía casi lo mismo pero con otra búsqueda en internet.

Embarazos sicológicos.197

Como bien le explicó esa noche Nam con amabilidad y preocupación, los
exámenes de sangre para detectar un embarazo solo buscaban la aparición
de la hormona "gonadotropina coriónica humana", ya que esta era una
hormona que aparecía tanto en la sangre como en la orina de las personas
embarazada tras los 10 días de una concepción. Era así de simple la
detección de un embarazo, por lo mismo no era efectivo ante un embarazo
sicológico que llegaba a generar tanto los síntomas como la hormona en la
persona que padecía aquello.128

—Por eso siempre se debe hacer una ecografía.8


Las palabras de Nam todavía le retumbaban en el oído cuando regresó a la
cama para acostarse a un lado de Tae, siendo abrazado de inmediato por él.
Y mientras Jungkook le devolvía el abrazo, cerró los ojos con fuerza y rezó,
por primera vez en mucho tiempo, para que Osito realmente existiera
porque no se imaginaba que Tae pudiese superar ese amor intenso y nuevo
que sentía por algo que no debía ser más grande que un punto.278

A la otra tarde, todos sus amigos estaban en ese pasillo del hospital
esperando a que Tae fuese llamado. Cada uno de ellos con expresión
preocupada a excepción de Tae. No le habían contado porque Jin les explicó
con calma y seguridad que no iban a preocupar y asustarlo por algo que
todavía no era un hecho.21

Así que cuando el nombre de Tae fue pronunciado por una mujer de estatura
media con expresión amable, Jungkook y él se pusieron de pie.99

—Suerte —escuchó que Jimin les deseaba con Yoongi a su lado.47

Hoseok y Nam repitieron la palabra, en tanto Jin los siguió porque iba a
ingresar con ellos.31

Las piernas de Jungkook se sentían como espuma, débiles y torpes. El


corazón parecía apunto de salírsele por la boca. El rezo volviéndose más
intenso en sus pensamientos a medida que ingresaban a la sala, Tae se
recostaba en la camilla y la doctora le subía la camiseta a Tae, diciéndole lo
feliz que estaba por atender a un chico tan simpático como él.156

Con la risa de Tae llenando el cuarto al sentir el líquido espeso y viscoso en


su estómago, la doctora acomodó la pantalla hacia ellos y Jungkook solo fue
capaz de ver una imagen en gris. Entonces, había apoyado el mango en el
vientre de Tae y Jungkook simplemente no fue capaz de observar,
sintiéndose enfermo y sudoroso. Tomó las manos de Tae y las apretó contra
su pecho, pareciendo Tae quien lo consolaba en vez de Jungkook a él. Con
sus ojos clavados en la expresión concentrada de Tae que observaba el
monitor, Jungkook esperó, los segundos más largos en su vida completa.145

—No veo a Osito —escuchó que Tae decía con el entrecejo fruncido.640

Ay, no, por favor, no, no, no.80

La doctora se movió, el monitor crujió un poco al ser acomodado en una


mejor posición y-

—Es ese de ahí, ese es tu Osito, Taehyung.1.9K

La mirada de Jungkook subió de inmediato, la pantalla mostrándole la


misma imagen en grises pero ahora claramente formando un triángulo
invertido y, en el centro de ella, un punto más oscuro del porte de una
moneda.15

—Ese no es Osito —insistió Tae, frunciendo tanto el ceño que las cejas casi
se tocaban entre ellas—. Ese es un punto.429

La doctora se rió con buen humor, Jungkook sintiendo que iba a desmayarse
del alivio, Jin percatándose de ello porque sostenía a Jungkook por el
hombro y luego decía suavemente que él esperaría fuera porque eso era un
momento privado. Sonriéndole para darle ánimo, Jin salió del cuarto dejando
a un todavía paralizado Jungkook y a un desconcertado Tae que ahora
estaba sacando su celular.45

—Yo investigué —decía Tae, mostrándole algo en la pantalla a la doctora— y


así debería ser Osito.186

—Efectivamente, pero eso es un dibujo —explicó ella con calma—. Tu Osito


en una ecografía, que es mucho menos nítida, se ve así. —Le apuntó un
círculo más grande—. Esa es su cabeza y ese su cuerpo. Osito tiene un
tamaño perfecto para tus seis semanas, junto al saco vitelino miden 0,5
cm.321

Y por fin Jungkook pudo relajarse y dejar de apretar las manos de Tae,
soltándose de él lo suficiente para inclinarse un poco más adelante para
observar mejor el monitor. Pero Tae continuaba con el puchero en los labios
sin convencerse que ese punto era su tan amado y esperado Osito.83

—Generalmente a la sexta semana aún no se logra visualizar el embrión en


algunas ecografías, son enormemente afortunados. —Notando que Tae
continuaba observando la pantalla con expresión de haber sido estafado,
continuó—. Podríamos intentar escuchar sus latidos.65

—¿Latidos? —repitió Tae, ahora más interesado.5

—No se asusten de no escucharlos, todavía es un poco pronto. Pero está la


posibilidad, ¿les gustaría intentar?139

Tae estaba asintiendo con tanta fuerza e impaciencia que se llegó a levantar
un poco de la camilla. Los dedos de Jungkook viajaron hasta su cabello y lo
apartó de su frente, sonriéndole suavicito cuando Tae se giró a observarlo,
quien acarició la palma de su mano con la nariz en una muestra de cariño
silenciosa.5

Y de pronto el sonido de un tambor oyéndose en la sala.1

Pum, pum, pum.689

Y Jungkook estaba llorando abrazado a Tae, la doctora dejando la habitación


tras susurrarles con buen humor que regresaría dentro de unos minutos. Las
manos de Tae estaban acariciando la nuca y omoplatos de Jungkook y esta
vez fue Tae quien consoló a Jungkook, susurrando palabras bajitas sin un
contexto real pero su tono bajo y pausado fue como medicina para Jungkook.
Cuando logró levantar el rostro, Jungkook tenía claro que sus mejillas
estaban bañadas en lágrimas y por eso no se sorprendió cuando Tae formó
un puchero y se las limpió.120

—¿Jungkook, qué sucede? —musitó desconcertado.

—Solo estaba muy preocupado por Osito —le confesó.3

—Osito está bien, Jungkook, está súper bien.117

Jungkook cerró los ojos unos instantes y sintió que Tae se movía en la
camilla, luego sus labios acariciando su mejilla en un beso.2

—Osito está bien —repitió Jungkook, más para sí mismo que para su
novio.17

—Jungkook, no llore, a Tae no le gusta ver a Jungkook así.65

—Estoy bien —asintió Jungkook y por primera vez desde hace una semana,
realmente ese estado se acercaba bastante a la realidad.2

Porque Osito existía, realmente existía.313

El resto de sus amigos los esperaba afuera cuando la consulta terminó. Jin
debió haberles contado a todo lo ocurrido, porque sus expresiones eran
relajadas y Jimin se apresuró a tirar de Tae en un abrazo y tocarle el
estómago mientras ambos se reían, el ambiente bajando en tensión. Porque
si bien tener a Osito traía más complicaciones que no tenerlo, y por medio
segundo Jungkook pensó que aquello era lo mejor, tener a Osito era la
primera decisión que Tae realmente tomaba sobre su futuro, por mucho que
fuese la más complicada de sobrellevar con los años.152

Con lentitud los demás regresaron a sus rutinas. Nam se dirigió a su turno, al
que se había escabullido para estar ahí al igual que Hoseok, Jimin y Yoongi
yendo por el pasillo tomados de la mano, el parloteo incesante de Jimin
disminuyendo en intensidad hasta perderse en el ascensor. Quedando solo
con Jin, este le acarició a Tae el cabello y lo felicitó por lo bien que estaba
llevando todo.

—Eres inteligente e independiente—le dijo—, recuérdalo siempre.4

Y finalmente también se fue.

—¿Te gustaría ir al parque de la vuelta? —quiso saber Jungkook.

Tae lo tomó de la mano, sus dedos entrelazándose con los de él en un agarre


cómodo y tan familiar ahora.

—Tae quiere ver a los niños porque Osito será un bebé como ellos.272

En el parque solo habían tres niños con sus padres vigilándolos desde las
bancas que lo rodeaban. Y en una de ellas, una madre cargando en el pecho
un bebé que no debía tener más de unos meses. Tirando de Tae tras él, que
se había distraído con los juegos y le decía a Jungkook que se quería
columpiar hasta alcanzar el cielo, se sentó al lado de la mujer tras saludarla.
Ubicó a Tae entre ambos, tomando asiento con una protesta porque estaba
ahí y no en un columpio.5

—Jungkook es aburrido y yo solo quería q-

Su voz se perdió de golpe porque los dedos curiosos del bebé, que tenían tan
cerca a Tae, se estiraron hasta agarrar uno de los mechones largos de su
cabello y tiraron de él. Los ojos de Tae se abrieron enormes, su cabeza
yéndose más cerca del niño para evitar el dolor. Cuando la madre del bebé se
dio cuenta de ello, fue a separar los deditos regordetes de su bebé para que
soltase a Tae.83

—Lo siento, lo siento, es que...


Pero Tae la interrumpió al girarse hacia el bebé.

—Mira, él es un bebé como tú —bromeó Jungkook.58

La mujer arrugó el entrecejo sin enterarse de nada, sobre todo cuando Tae
hizo un puchero todavía observando al bebé.

—Yo tengo 19 años, Jungkook, y él ¿meses?1

—11 meses —respondió la mamá.

—¿Ves, Jungkook? No somos iguales, Tae le gana por 19 años.150

Su pequeño bebé literal que no lograba percatarse de las bromas.5

Y en ese instante los ojos de Tae se abrieron enormes otra vez y estiró la
mano para tocar la nariz del bebé que tenía una burbuja de saliva en la boca.

—Osito será así, ¿no, Jungkook?57

—Más pequeñito —le aclaró—. Pesará unos 3 kilos.70

La boca de Tae se abrió, su mirada recorriendo el pequeño cuerpecito del


bebé.

—¿Más pequeñito? ¿Mi Osito será más pequeñito?81

—¿Osito? —se rió la mujer ahora siendo incapaz de ignorar a esos dos
desconocidos que observaban a su bebé con tanta atención—. ¿Es un
hermano o sobrino?58

Tae se apresuró a negar.

—No, Osito es mío.2

—¿Suyo?

—Nuestro hijo —corrigió Jungkook.254


La expresión de la mujer cambió de golpe.43

—Ah, ¿tú eres uno de esos?826

Por suerte Tae estaba concentrado en hacerle morisquetas al bebé y


soniditos extraños mientras jugaba con sus manos, escondiendo y
descubriendo su rostro frente a un público muy exigente. Pero entonces la
mujer estaba agarrando sus cosas y disculpándose con ellos
apresuradamente, dejando a Tae en medio de una morisqueta para el bebé
que comenzó a llorar en el hombro de su mamá.366

Tae, sin embargo, no se dio por enterado. Dándole un saludo de despedida al


bebé, tiró de Jungkook para que se pusiese de pie. Al minuto, estaba riendo
alto y fuerte en el columpio que iba y venía, igual que las emociones de
Jungkook: veces que tocaba la cumbre de la felicidad, veces que rozaba el
miedo más terrible.72

Pero Jungkook cometía el error de subestimar la capacidad de Tae para


entender las cosas. Tal vez, y con el tiempo lo aprendería mejor, Tae
comprendía el mundo mucho mejor de lo que Jungkook imaginaba porque,
deteniendo el balanceo del columpio con ambos pies sobre la tierra, se giró
hacia Jungkook con los ojos enormes.20

—¿Seremos una familia cuando llegue Osito? —preguntó.92

Extrañado y descolocado por el cambio de conversación, Jungkook giró


alrededor del columpio y se puso en cunclillas frente sus piernas,
posicionando las manos sobre aquellos muslos que temblaban un poco.

—Ya somos una familia —lo corrigió Jungkook.178

Tae se quedó unos segundos observándolo casi sin pestañear tocándose el


pecho.
—Tae nunca ha tenido una familia.53

—Tu abuela era tu familia, Tae.19

Pero Tae estaba negando tal vez con demasiada fuerza.

—No, la abuela me encerró. Jin dijo que eso no es amor, la abuela no quería a
Tae entonces no es familia.88

Jungkook le acarició el cabello para tranquilizarlo.

—Está bien, Tae.

—Porque ella...2

Jungkook le mordió la nariz para sacarle una carcajada sorprendida y


desconcertada.21

—Osito y yo ahora somos tu familia, está bien, Tae, está bien.70

Aquellas palabras quedaron dando vueltas en Jungkook por unos días, y


volvió a recordarlas en el momento exacto cuando dejaba en la puerta de la
escuela de artes a un emocionado Tae que ajustaba su boina y le preguntaba
a Jungkook una y otra vez si se veía como un estudiante de artes.135

—Te ves hermoso —le contestó Jungkook.41

Tae casi puso los ojos en blanco.

—Jungkook no es objetivo porque Jungkook me quiere.180

Sonriendo, movió el abrigo café de Tae lo suficiente para poder deslizar sus
manos por la cintura y atraerlo hacia él, sus labios uniéndose en medio de
aquella conmoción con los estudiantes pasando por su alrededor
conversando sobre sus clases y entrega de trabajos atrasados. Tae fue el
primero en apartarse, arreglándose otra vez la boina negra sobre la cabeza y
moviendo un mechón castaño claro fuera de su frente.5

—La gente nos ve, Jungkook —dijo todo tímido.200

¿Dónde había quedado su novio exhibicionista? Porque alguien se lo había


cambiado por esa masita sonrojada y avergonzada, que se tocaba el codo por
encima del abrigo y sonreía suavecito observando a su alrededor.108

No pudo evitarlo, le dio otro beso sonoro que lo hizo sonrojarse todavía
más.27

—Solo pensarán que tengo un novio al que quiero mucho.27

La campana sonó desde dentro del edificio y todos los estudiantes, portando
algunos grandes lienzos, corrieron hacia las puertas para no llegar tarde. La
impaciencia le ganó a Tae y comenzó a dar brincos pequeños.

—Debo irme, debo irme, llegaré tarde, Jungkook.5

—¿Sabes cuál es tu sala?

Puso mala expresión.

—Tae no es bobo.220

Y tras eso, se acercó para darle un beso rápido en la mejilla y después estaba
corriendo entre los demás estudiantes hacia el edificio, su boina negra
desapareciendo por fin tras las puertas de roble.75

Tae no iba a cursar una carrera completa en la escuela de artes, solo iba a
tener unas clases en particular para adaptarse y aprender, la posibilidad de
ingresar oficialmente no sería hasta el año entrante y solo si a Tae todavía le
interesaba. Por lo mismo, Jungkook se quedó dando vueltas por la ciudad e
incluso pasando a comer algo al departamento de Jimin. Regresó por Tae
cuando el cielo ya se tornaba naranja y en pocos minutos se oscurecería por
completo. Se quedó esperándolo apoyado contra la puerta de su camioneta
observando a su celular.

Finalmente, la alarma anunció el término de jornada y un par de estudiantes


salieron cansados y hartos, el restante aún siendo visible por las ventanas
terminando algún trabajo.

Jungkook esperó unos instantes más.

Cuando la puerta se abrió y apareció un Tae con la boina negra un poco


desarreglada en su cabello castaño claro, a Jungkook le dio un vuelco tanto
en el corazón como en el estómago. Venía solo y cargando un lienzo en
esencia blanco, su expresión un poco pesimista mientras bajaba los
escalones de cemento y comenzaba a avanzar por el largo camino que
conectaba el edificio con la reja de entrada.195

—Tae —gritó.6

La cabeza de él se alzó y su rostro cambió de inmediato volviéndose de plena


felicidad, la sonrisa cuadrada y simétrica regresando para ocupar la mitad de
su cara.65

—¡Jungkook!5

Entonces estaba corriendo hacia él, afirmándose la boina con una mano para
que no se le volara y en el otro brazo sostenía el cuadro, sus zapatos
resonando en el cemento al llevarlos mal puestos y pisados en los talones.
Finalmente llegó hasta Jungkook y se acurrucó contra su pecho, los brazos
de Jungkook de inmediato estrechándolo en una brazo apretado y sincero,
bonito y repleto de sentimientos mientras Tae todavía sostenía su creación
en la mano.70
Al separarse, Tae dio un paso hacia atrás.

—Mira lo que hice —dijo con total orgullo.

Jungkook solo notó lo que parecía una pintura bastante abstracta de una
persona, unos ojos grandes con una nariz y labios prominentes. Estaba
firmando con el nombre de Vante.342

—Es precioso, pequeño.

Solo que Jungkook no tenía idea qué intentó retratar.22

—Al profesor le encantó y dijo "Tae es un chico súper talentoso", pero no me


hice amigos, nadie me habló pero Jin dijo que no importaba, que ya me
hablaría alguien y que solo debía tener paciencia y Tae es paciente.220

Jungkook le besó la frente, de pronto asfixiado por la intensidad del


sentimiento que nació en él.1

—Ya verás que serás el más popular y todos querrán ser tu amigo —lo
tranquilizó.36

Tae finalmente se subió a la camioneta de Jungkook tras acomodar su


cuadro en el asiento trasero. Todavía hablaba con ánimo sobre lo
emocionante que había sido y que esperaba que fuera el otro día de clases
porque todo era tan maravilloso para él. Jungkook solo sonreía mientras
notaba que cerca del cuello tenía una mancha de pintura, el deseo de
quitársela con los labios volviéndose tan intenso que estuvo tamborileando
con los dedos el manubrio pensando, solo pensando, que tanto Nam como
Hoseok estaban en casa y no podría hacer eso que quería.231

Con la noche ya alcanzando por fin al atardecer y la oscuridad comiéndose


las calles del poblado, Jungkook cambió un poco de dirección y comenzó a
subir por una de las colinas de rodeaban Daegu. Entonces, estaba
estacionando y apagando las luces de la camioneta, Tae de inmediato
girando hacia él sin entender.74

—Esta no es nuestra casa.

—Sucede —comenzó Jungkook quitándose el cinturón y estirándose hacia


Tae— que en la casa hay mucha gente y no puedo hacer lo que quiero
hacer.508

Los ojos de Tae se abrieron enormes y recorrieron el rostro de Jungkook que


cada vez estaba más cerca.

—¿Qué cosa? —balbuceó.

Jungkook sonrió, buscando la palanca del asiento.

—Quítate los pantalones.697

Tae pestañeó observando a su alrededor, notando que estaban escondidos


en la oscuridad y en una esquina que los alejaba de la realidad de la calle.

—¿Pero y Osito?51

—¿No dijiste que a Osito le gustaba que te besara?338

—Bueno... sí.16

Dejando los zapatos lejos, Tae llevó las manos al pantalón y se lo


desabrochó, tirando de paso su boina al asiento trasero.

Jungkook por fin había encontrado la palanca del asiento y lo tiró hacia atrás,
dejando todo el espacio que le permitía la camioneta entre sí mismo y el
manubrio. Sus manos también bajaron hacia su cinturón y se lo quitó con
impaciencia, observando de reojo que Tae se deslizaba los pantalones por
las piernas largas mientras se reía como un diablillo haciendo una
travesura.62
—La ropa interior también fuera —pidió Jungkook— y ven, móntame.967

Tae no se hizo de rogar, quitándose la ropa interior y dejándola caer a sus


pies, pasando por sobre la palanca de cambio y posicionado cada pierna a un
costado de Jungkook, su espalda curvada reposada en parte del manubrio.2

—Bésame.137

La cabeza de Tae descendió de inmediato hacia la de él, sus manos yéndose


hacia el cuello de Jungkook y acariciándolo, su boca rozando la suya y
capturando su lengua entre los dientes mientras jalaba de ella y se
acomodaba mejor sobre el regazo de Jungkook. Entonces sus labios calientes
y mojados estaban descendiendo por el cuello de Jungkook, el brazo de este
estirandose para alcanzar el lubricante y los condones que mantenía en la
cajuela del asiento del copiloto.250

No fue lento ni cómodo, la necesidad latiendo entre ellos siendo más


poderosa, los alientos entremezclándose igual que los jadeos y gemidos, los
de Jungkook mucho más contenidos que los de Tae cuando deslizó un dedo
lubricado dentro de él y luego el segundo para finalmente tenerlo estirado y
jadeando con tres dedos dentro de él.15

Con las palmas de Tae presionando sus mejillas y su boca enfocándose en el


cuello de Jungkook, este logró romper un condón y colocárselo, más para no
ensuciarlo que para evitar algo que ya había ocurrido. Después estaba
deslizando otro en la erección de Tae.62

—Para no ensuciarte —logró balbucear cuando Tae se alejó al sentir el látex


apretándolo.36

—Pero a Tae le gusta eso —musitó Tae.235

Su pequeño y sucio novio.80


—¿Quieres llegar a casa con una mancha blanca en tu camiseta? —Tae se
apresuró a negar, las manos de Jungkook masajeando su trasero y
posicionando lo sobre su erección que latía como un loco—. Así creía.61

El resto de conversaciones fueron enmudecidas por el gemido atascado en la


garganta de Tae que se fue soltando a medida que Jungkook lo penetraba.
Fue rápido y descuidado, las piernas débiles de Tae alzándose y bajando en
un ritmo poco claro que tambaleaba el automóvil. Pronto los vidrios
estuvieron empañados y con una marca de una mano cuando Tae se tiró
hacia atrás y dejó descansar la espalda contra el manubrio, afirmándose del
vidrio y del estómago de Jungkook para ayudarse a marcar un ritmo
apresurado.436

Y Jungkook también se estaba yendo hacia adelante, buscando la boca


hambrienta de Tae para acallar de algún modo sus suplicas pequeñitas y
bonitas. Y las palabras escaparon de sus labios sin siquiera planearlo, las
promesas llenas de amor llenando el espacio entre ambos con su boca ahora
se deslizaba por el cuello sudado de Tae y sentía que empezaba a temblar,
sus músculos apretándose a su cadera en una pronta liberación al igual que
la de Jungkook.2

—Te amo.261

Porque Jungkook lo amaba con tanta intensidad y con tanto miedo que sus
ojos picaron y se encontró a duras penas aguantando las lágrimas. Lo amaba
con una fuerza con la que siempre temió, con esa potencia que hacia un
tiempo a Jin le preguntó.98

"¿También sientes miedo amar a alguien así de intensamente?", recordó.54

Y solo por un segundo, ese que duró un suspiro al ambos correrse y Tae
quedar recostado sobre su pecho con expresión complacida, Jungkook se
preguntó en qué terminaría su relación y si finalmente él se quedaría con un
hijo y con un corazón destrozado observando a la distancia a Tae reconstruir
otra vida, esa que él mismo decidiría de principio a fin y la cual no estaría
condicionada por esos sentimientos de dependencia emocional nacidos
únicamente a raíz de años de encierro.263

Por eso cuando comenzó a llorar contra su hombro, Jungkook no fue capaz
de explicarle a su carita preocupada qué ocurría. De pronto aquella oración,
la misma que Tae le pronunció sin problemas hace unos días, se atascó en su
garganta pero no murió en sus pensamientos.7

"Por favor, no me dejes", solo que Jungkook jamás pudo decírselo y luego
solo fue demasiado tarde para hacerlo.
78
Jungkook se imaginó que aquello ocurriría y por eso intentó postergar ese
encuentro el tiempo que fuese necesario para asegurarse de que la decisión
de Tae fuese la definitiva. A la otra madrugada cuando salía a trabajar a las
cinco de la mañana todavía sintiendo mariposas en el estómago y la mitad de
su cerebro entumecido por la noticia, se encontró a esa mujer ya
esperándolo fuera de la casa.38

—Oficial Jeon —lo saludó Solar.228

El Gobierno ya lo sabía, obvio que ya lo sabía, Jungkook no había intentado


ocultar la hora médica de la tarde anterior y Tae ya aparecía registrado en el
Hospital de Daegu con un embarazo de casi siete semanas.1

Frunció los labios en disgusto y siguió caminando pasando por al lado de ella
sin saludarla.

—¿Qué quieres? Sé que ya saben.20

—Vengo de parte del Gobierno para darle las felicitaciones por tan hermosa
noticia.384

Llegó hasta su camioneta e intentó subirse, siendo interrumpido en seco por


Solar al colarse con su diminuto cuerpo entre la puerta del piloto y Jungkook.

—Tampoco me gusta venir aquí —empezó diciendo ella con apuro y


expresión ansiosa—, pero es mi trabajo, solo escúchame un segundo y no me
verás por meses.25
Jungkook dio un largo suspiro y soltó la manilla, cruzándose de brazos de
inmediato.

—Apúrate —ordenó.12

—Como sabes el Gobierno tiene un plan completo de ayuda a M-Preg para


incentivar el embarazo M-Preg, el cual consiste en ayuda económica y...

—Ya recibo dinero de ustedes —la interrumpió.3

—Pero eso es por el cuidado de Kim Taehyung, este plan es para... ¿Osito?448

Escuchar el apelativo cariñoso con el que llamaban a su hijo le puso los pelos
de punta, su mente de inmediato pasando de la molestia a la alerta máxima.
Apoyando una mano al costado del rostro de Solar, se le acercó hasta que sus
alientos se combinaban y la chica intentaba alejarse apretando su cráneo
contra el vidrio.115

—¿Quién te dio esa información? Eso no aparece en un historial médico.13

—Solo estamos protegiendo a Kim Taehyung —balbuceó ella—, debemos


asegurarnos que esté bien y... y...10

—Pues está perfecto.

—Pero eso no podría asegurarlo de no hacerle seguimiento. Solo


protegemos al M-Preg Taehyung de malas intenciones, incluyendo las suyas,
Oficial.60

—Las únicas malas intenciones que noto, son las de ustedes al catalogarlo
como una cosa donde solo les preocupa que logre la concepción.18

Solar tragó saliva.4

—Yo solo cumplo con la ley.4


—Intente cumplirla lejos de nosotros.199

Y tras aquello, Jungkook la apartó unos centímetros y abrió la puerta de la


camioneta, subiéndose rápidamente y apretando el acelerador con Solar
golpeándole la ventana y diciéndole que tenía un nuevo depósito por gastos
asociados a Osito.53

Pero los días fueron acumulándose entre ellos al igual que las noches de
conversaciones entre Jungkook y Tae, ambos tendidos en el sofá o en la cama
hablando de todo y a la vez de nada, principalmente de Osito mientras
Jungkook le subía la camiseta y acariciaba su estómago en sus inicios con esa
blandura que a Jungkook le fascinaba encontrar con los labios hasta
finalmente comenzar a tomar una forma pequeña y más redonda bajo su
boca.143

En tanto las mañanas generalmente eran apresuradas para alcanzar a llegar


el baño, el cuerpo de Tae estremeciéndose por las arcadas que le hacían
llorar y afirmarse a un inodoro que Jungkook aprendió a dejar limpio cada
noche por lo mismo. Y al apoyar la frente sudorosa en su brazo con la
espalda recostada en la bañera, Tae daba un largo suspiro para observar el
rostro preocupado y ansioso de Jungkook.

—Estoy bien —le diría entonces—, es solo Osito diciéndome que está
creciendo bien.345

Y Jungkook se inclinaría hacia él para acariciarle el cabello y besarle la frente


sintiendo tanto amor que llegaba a ser un poco doloroso para ese corazón
suyo que debía soportar esa clase de sentimientos y seguir bombeándoles
sangre a su cuerpo a la vez.5
Lo único que arruinaba esa felicidad que deseaba congelar en el tiempo, eran
las tardes de la semana cuando Tae aparecía en las puertas de roble de ese
edificio rojo con otro puchero y estirando los brazos hacia Jungkook.79

—Nadie le habla a Tae —balbuceaba enterrando su rostro en el cuello de


Jungkook.365

—Hacer amigos es difícil, no te pongas triste —lo consolaba Jungkook—.


Mañana será un mejor día.27

Pero otra tarde llegaba y Tae volvía a aparecer con otro puchero y con ganas
de querer llorar.12

—¿Por qué es tan difícil? —musitó un día en la camioneta de camino a


casa—. Jungkook le habló a Tae en el parque y no hubo problemas y no tuve
que esperar tanto.17

Bajó la velocidad del coche para girarse a observarlo unos segundos, tenía
los brazos cruzados sobre el pecho. No se notaba que bajo esa camisa blanca
y ese abrigo, escondía una diminuta, todavía súper chiquitita, curva en su
vientre que la mayoría del tiempo se encontraba acariciandola con aire
protector y otras tantas veces con aire distraído, un movimiento más
involuntario que consciente.20

—¿Pero por qué no comienzas tú?

—¿Yo? Nooooo.468

—Sí, háblale tú a uno de tus compañeros y verás lo fácil que será hacer
amigos.75

Tae dejó caer los brazos y apoyó uno de manera protectora más abajo, sus
ojos abiertos por el desconcierto.
—Porque me da vergüenza y miedo.227

—Pero a lo mejor tus compañeros se sienten igual.

Tae puso los ojos en blanco.1

—Jin dice lo mismo.

—Deberías intentar hablar con uno de ellos. Si mañana me cuentas que lo


hiciste, te prometo que Osito podrá dormir entre nosotros como quieres.37

La boca de Tae cayó un poco entreabierta.

—¿Jungkook no le miente a Tae?60

—Promesa de meñique.97

Pero a la otra tarde, Tae volvió a salir con la misma expresión consternada y
triste que Jungkook llevaba apreciando consecutivamente hace dos meses.48

—¿Y? —preguntó nada más abrazarlo y darle un beso que resonó en sus
oídos.

Haciendo un puchero, Tae se apartó y abrió la puerta del copiloto.

—Osito dormirá en su cuna —declaró.325

Sin embargo, el día crítico no llegó hasta que faltaban dos semanas para el
cumpleaños número veinte de Kim Taehyung y el espíritu festivo se
respiraba en el aire. Las bajas temperaturas bordeando a la ciudad de Daegu
al punto que la respiración de las personas se condensaba frente a sus
rostros, los pronósticos del tiempo anunciando por primera vez en diecisiete
años agua nieve que caería sobre ellos en los próximos días.71

El embarazo de Tae iba increíble y ya comenzaba a notarse sus tres meses y


medios, pero más parecía un chico intolerante que comió mucho lácteo que
un M-Preg felizmente embarazado que marcaba cada día transcurrido en un
calendario en la cocina, mientras tarareaba y le informaba por décima vez
que Osito sería Tauro y que iba súper bien con Virgo y Capricornio. Eso,
sinceramente, Jungkook no lo entendía ni tampoco le importaba, sin
embargo, apoyaba la mano en la mesa de la cocina y asentía con una sonrisa
cada vez que Tae mencionaba algo sobre mercurio retrógrado. Era un poco
extraño que Tae supiera tanto de algo más ligado a la cultura occidental que
oriental. Pero Tae era Tae, un muchacho tan complejo como maravilloso.949

Por eso Jungkook no se imaginó que ocurriría algo esa tarde al finalizar su
ronda de servicio y regresaba a casa. Había alcanzado a sentarse en el sofá
con sus tres perros a los pies y Betsy en el hombro, cuando su celular
comenzó a sonar interrumpiendo el silencio de la casa vacía. Arrugando el
entrecejo, sacó el aparato de uno de los bolsillo de su chaqueta de policía y
leyó la pantalla.

Era Jin.

Contestó de inmediato.

—¿Aló?

Un suspiro.

—¿Podrías venir por Tae? —dijo Jin sin siquiera saludarlo.

Jungkook se puso de pie, tirando al suelo a Betsy de paso. Yendo por las
llaves de la camioneta y medio colocándose los zapatos con el celular contra
el hombro, preguntó.36

—¿Qué sucedió?

—Solo unas personas que le dijeron algo a Tae.573


El estómago lo sintió en la garganta y salió de la casa notando que se había
puesto un zapato y una zapatilla.68

—¿Cómo está Tae?

—Se encerró en unos baños y lo encontró su profesor, por eso me llamaron.


Ahora está tranquilo.136

Los minutos que Jungkook tardó en estacionarse fuera de ese edificio rojo
con puertas enormes de roble, se le hicieron eternos. Los pasillos dentro
eran de techo alto y de piso de mármol. Sería un sitio bonito de no ser
porque Jungkook lo odiaba un poco al ver a Tae cada día regresar con la
misma contradicción de emociones: feliz porque estaba haciendo algo que
quería, triste porque lo estaba viviendo solo.34

Se encontró a Jin y a Tae sentados en una banca en un patio interior del


edificio, estaban solos, unos pocos estudiantes transitaban por ahí sin
prestarles mayor atención. Tae tenía los ojos y la nariz sonrojadas y todavía
le temblaba un poco la mandíbula al alzar la mirada hacia Jungkook, su boina
amarilla mal acomodada y los mechones de su cabello desordenados.

—Pequeño —musitó al acercarse, Tae de inmediato colocándose de pie y


yendo hacia él, sus manos enredándose en la cintura de Jungkook cuando el
cuerpo de ambos colisionó en medio de ese desierto de cemento. La boina
cayó al suelo al acariciar su cuello, Jin acercándose a ellos y recogiéndola.
Sentía la nariz acalorada de Tae enterrada en su cuello.

—La gente es mala —escuchó que Tae balbuceaba.353

—¿Pero qué sucedió? —quiso saber.

Pero antes de que Jin pudiese explicar mejor la situación, Tae estaba
hablando.
—Tae no es un monstruo porque los monstruos no son amados por nadie y
Jungkook me ama, entonces no soy uno, no lo soy.501

El abrazo en el que sostenía a Tae se estrechó, la garganta de Jungkook


volviéndose un nudo apretado al levantar la mirada hacia Jin esperando una
mejor respuesta.

—Claro que no lo eres, pequeño —logró balbucear Jungkook—. Eres


maravilloso. ¿Pero podrías explicarme mejor lo que ocurrió para que tu
Jungkook pueda entender?47

Separandose de él lo suficiente para ver su expresión contraída por las


emociones, Tae dio un largo suspiro cansado y triste.

—Hacía mucho calor en la sala porque alguien encendió la calefacción y


entonces Tae tenía mucho, mucho calor y me saqué el abrigo y... ellos vieron
a Osito y uno de ellos dijo que yo era un M-Preg y luego una compañera
estaba diciéndome que yo era un monstruo pero yo no soy un monstruo,
solo soy Tae.518

—Tae...

—Pero otros compañeros defendieron a Tae y me ayudaron a ir al baño.573

Lo abrazó con fuerza.

—Ay, Tae. ¿Pero ahora estás bien?

Tae asintió chiquito.48

—Estoy bien.6

Jungkook puso expresión triste rozándole la mejilla sonrojada de Tae con


sus labios en una caricia tan suave como una pluma.
—Esa gente no entiende, Tae, y como no entienden, tienen miedo y ese
miedo los hace ser así. Pero no hay nada malo en ti.62

Tae asintió despacio.

—Yo sé, Jin me explicó. Solo no entiendo algo.

—¿Qué cosa?

—Tae y Osito no son malos y no le hemos hecho nada a esa compañera,


¿entonces por qué me dice eso? Ella no me conoce, ella no sabe si soy malo y
Jin y Jungkook me dijeron que yo no era malo.230

—No eres malo, Tae.

Tae volvió a asentir, sus ojos grandes y un tanto asustado pero no estaba
llorando.

—Yo sé, por eso no comprendo.1

—Ella solo habla sin saber.

—Osito es lo más importante para mí, eso no me hace un monstruo.120

Jungkook le dio un beso en la boca y agarró la boina que le tendía Jin para
volver a colocársela, apartando los mechones de su frente para dejar al
descubierto su frente.4

—No, pequeño, eres maravilloso. Un ángel diría yo.137

Ahora Tae se estaba sonrojando y bajando la mirada.1

—Los ángeles no existen —respondió entonces Don Literal.260

—Y los monstruos tampoco.175


Quedándose unos segundos en silencio casi sin pestañear, Tae se arregló la
chaqueta y le estaba dando la mano a Jungkook.

—Es cierto, mi compañera es boba, los monstruos no existen.363

Sin embargo, tras subir a la camioneta y pasar a comer helado a pesar del
frío y tomaban asiento en una banca del parque, la mano libre de Jungkook
acariciando el estómago de Tae quien volvió a sacar el tema.

—Yo entiendo que soy diferente pero Jin dice que todos somos diferentes.16

—Sí, pequeño, por eso es tan complicado entender a la gente.

Girandose hacia él, el helado quedó olvidado en la mano de Tae.

—Entiendo eso, Jungkook, Tae entiende eso, pero no comprendo lo otro


porque Osito y yo no hemos hecho nada, ¿entonces por qué nos odian? No
hablamos con ellos, no los molestamos, no somos parte de su vida y eso es lo
que no comprendo. ¿Por qué se molestan conmigo por algo que es solo mío y
de Jungkook? Osito no es de ellos.270

Jungkook dio un largo suspiro.

—Me encantaría darte una respuesta, Tae, pero no la tengo porque yo


tampoco he entendido jamás eso de la gente.6

Tae volvió a quedarse otro instante en silencio casi sin pestañear


observando a un niño pequeño que jugaba en el parque.

—¿Por eso abuela me encerró? —Jungkook fue a responder pero Tae


continuó hablando de manera apresurada y un tanto ansiosa—. Abuela no
quería que a Tae le dijeran esas cosas, entiendo eso pero Jin dice que eso no
justifica que me haya encerrado. Y ahora lo comprendo. Entiendo por qué la
abuela me encerró pero, ¿no habría sido mejor enseñarme? —Y entonces
estaba negando suavicito con la cabeza y dándole otra lamida a su helado—.
Yo no le haré eso a Osito.333

Esa noche mientras Tae se recostaba sobre un montonal de almohadas y


comenzaba a leer con mucha concentración unos documentos para su clase
de mañana, los destacadores de colores desperdigados por toda la cama,
Jungkook se recostó a su lado y subió su camiseta para tocar su piel cálida.
Entonces se estaba moviendo lo suficiente para apoyar su cabeza sobre el
vientre apenas prominente que escondía a Osito.87

Y llevaba tanto tiempo preocupándose por Tae y todo lo que conllevaría la


llegada de Osito, que Jungkook no se había dado el tiempo para realmente
aceptar y vivir la situación en cuanto a si mismo se refería.13

Cerrando los ojos en ese instante, cayó en cuenta que él, Jeon Jungkook, iba a
ser padre.238

Papá.75

Alguien lo llamaría papá en una cuestión de meses.252

El mar de sentimientos fue abrumador y poderoso, tan potente como


hermoso. Cerró los ojos con incluso más fuerza para evitar llorar, dos
palabras deslizándose entre sus labios de manera involuntaria pero a la
misma vez tan consciente.

—Te amo —susurró.76

—Yo sé —respondió Tae.182

Pero por primera vez, ese te amo no iba dirigido a Tae, era para su hijo.
79

Diecisiete años desde la última vez que precipitó agua nieve sobre la ciudad
de Daegu, casi veinte desde que los habitantes de la misma lograron apreciar
una nevazón lo suficientemente abundante para cubrir las calles de blanco,
ese manto suave y esponjoso que escondía tejados y jardines y que incitaba a
las personas a abandonar la cama en medio de la noche para hundirse en
ella. Por eso, una persona que vivió una vida entre cuatro paredes como era
el caso de Tae, no conocía más que por televisión aquel fenómeno de la
naturaleza tan bonito pero tan extraño para un lugar ubicado tan al sur de
Corea como lo era Daegu.147
Cuando el 24 de diciembre comenzó a nevar a las once de la noche, Jungkook
no se dio por enterado. Acurrucado contra el cuerpo cálido de su novio,
dormía plácidamente mientras era estrangulado por aquellos brazos que lo
rodeaban hasta que no existía espacio entre ambos cuerpos. Por eso, cuando
alguien lo movió por el hombro e intentó despertarlo repitiendo su nombre,
Jungkook solo pudo soltar un ronquido.75

—Jungkook.

Pero nada, continuaba en la inconsciencia maravillosa producto de sueños


preciosos y cálidos.

—Vamos, Jungkook, despierta.

Logró balbucear algo, abriendo apenas un ojo para notar que Namjoon lo
había volteado en la cama y ahora contemplaba el techo y, muchísimo más
cerca que eso, estaba el rostro somnoliento y ojeroso de su compañero de
casa.4

—Está nevando —le informó Nam nada más verlo reaccionar.

Sintió que Tae se apegaba más a su cuerpo, la nariz del chico haciéndole
cosquillas en el cuello de lo cerca que estaba. Y contra su cadera, Jungkook
sentía el borde de ese vientre redondeado por su hijo. 55

—¿Qué? —balbuceó con su mente aún en sueños, muchas gracias. Solo logró
moverse para tocar la piel de Tae, sus dedos bordeando dicha redondez y
sonriendo un poco al palpar los casi cuatro meses que ya tenía.200

—Está nevando, despierta a Tae.5

Terminó de abrir los ojos notando el frío que le congelaba la nuca porque
Namjoon había corrido ambas cortinas, dejando al descubierto el vidrio
congelado. Por la dirección en la que apuntaba el cuarto de Jungkook, la luz
de la calle iluminaba tenuemente los copos de nieves blancos y bonitos que
iban cayendo del cielo negro.

—Estaba ya nevando cuando salí del turno —le comentó Nam al notar que
Jungkook se movía para sentarse en la cama y así observar mejor el paisaje
de afuera. Entonces, los ojos de Nam se estaban dirigiendo al ovillo a su lado,
la cabeza de Tae apenas siendo visible entre el desorden de mantas—.
Despierta a Tae, creo que querrá verla. Voy a preparar chocolate caliente
para cuando regresen, hace demasiado frío afuera.255

Jungkook bostezó a la misma vez que Tae se quejaba bajito y bonito al no


encontrar el cuerpo de Jungkook bajo las sábanas.47

—Creo que es mejor que yo haga el chocolate caliente. No es que quiera


ofender tus habilidades culinarias, pero es un hecho que quemas todo,
hyung.205

Nam puso los ojos en blanco pero de igual manera asintió.

—No tengo respuestas para refutar eso.51

Luego de eso, estaba saliendo del cuarto dejando la puerta entreabierta


donde Jungkook podía divisar a Roko paseando por el pasillo a la espera de
que su amo saliera para estar con él. Llevando las manos al cuero cabelludo
de Tae, se lo acarició apartando los mechones de la frente. Tenía un puchero
pronunciado que se lo besó.4

—Tae, despierta.

Tae se volvió a quejar, sus labios frunciéndose un poco. Era ver despertar a
un gatito pequeño tras una siesta.61

—Está nevando.
Sus ojos se abrieron de golpe, un poco desconcertados por el sueño aunque a
la vez enormemente atentos.1

—¿Ah?

—Está nevando.

Un segundo bastó para que se sentara en la cama y se girara en ella para


apoyar las manos en el vidrio congelado.65

—¡Jungkook, está nevando!347

Y después se estaba moviendo entre el desorden de mantas y bajándose de


la cama, su cuerpo delgado solo cubierto por la ropa interior y una camiseta
que se alzaba dejando al descubierto su vientre redondeado. Sonriéndole,
Jungkook lo vio agarrar a todo velocidad calcetines, pantalón y chaqueta
mientras balbuceaba cosas sin sentido.42

—Hace mucho frío —avisó Jungkook también colocándose de pie para


vestirse pero con mucho más tranquilidad.3

Tae otra vez comenzó a buscar en el ropero, tirando al suelo la ropa que le
molestaba y haciendo un gran desastre hasta que encontró una bufanda y un
gorro y se lo puso a toda velocidad. Completamente listo a excepción de los
zapatos, dio brincos emocionados a su lado.

—Vamos, vamos, Jungkook, apúrate.

—Tranquilo, no dejará de nevar de la nada.

—De hecho podría ser porque la nieve...70

Jungkook lo silenció con un beso para no escucharlo explicarle a su dormido


cerebro durante cinco minutos un fenómeno natural como lo era la nieve.
Sus alientos matutinos se entremezclaron un poco en un acto tan doméstico
que el estómago volvió a darle un vuelco de emoción. Llevando las manos a
la cintura de Tae, acarició su estómago con una sonrisa juguetona jugando
en sus labios.120

—Debes estar calientito para que Osito también lo esté —le recordó
Jungkook, subiéndole entonces la bufanda hasta que solo quedaron visibles
sus ojos emocionados.125

Tae se acomodó mejor el gorro de lana fucsia.308

—¿Podemos ir ahora? —quiso saber con voz ahogada por la bufanda.

Jungkook agarró su propia chaqueta y unos guantes, siendo tirado de


inmediato fuera del cuarto por Tae, Roko siguiéndolos en el camino. Al llegar
a la sala de estar, se encontraron a Yeontan y Mantequilla observando el
espectáculo desde el sofá. Tras cambiarse los zapatos y dejar tiradas las
pantuflas a un lado, para mala suerte de Tan, su amo lo agarró y cargó en
brazos.36

—¡La nieve, Tannie! ¡La nieve!155

Bastó con que Jungkook abriera la puerta de la casa para que fuera
empujado tanto por Roko como por Tae, ambos igual de ansiosos y
desesperados por conocer la nieve.13

La risa de Tae fue lo primero que escuchó Jungkook, un poco entrecortada y


jadeante, sorprendida y maravillosa en partes iguales. Al salir, se lo encontró
con los ojos enormes y estrechando a Yeontan contra su pecho, su bufanda
dejando al descubierto esa boca igual de impactada que el resto de su
expresión. Sus pies estaban hundidos en la capa de nieve que había caído en
esa cuestión de horas, todavía siendo lo suficientemente delgada para
divisar el cemento bajo sus pisadas, pero lo suficientemente abundante para
que esas mismas pisadas quedasen marcadas como huellas oscuras en el
manto blanco, esas huellas que nacían de los movimientos dudosos y torpes
de Tae y que pasaron a ser firmes y energéticos, su pecho compacto
agitándose bajo la chaqueta al correr en zigzag.73

—Jungkook, mírame, mírame —repetía una y otra vez, dejando en el suelo a


Tan y agachándose para agarrar un montón de nieve con los dedos
sonrojados por el frío. La bola deforme que logró formar, se estrelló a un
metro de Jungkook, ambos quedándose unos segundos en silencio
observándola.135

—Creo que la otra saldrá mejor —lo animó Jungkook.8

De rodillas sobre la nieve, Tae se sopló los dedos tiesos por el frío hasta que
Jungkook se quitó los guantes y fue hacia él.10

—Dame tus manos —pidió arrodillándose también.

Tae lo hizo, la piel roja y congelada, temblaba un poco al sostenerlas.


Quitándose los guantes y dejándolos en su bolsillo unos segundos, jugó con
las manos de Tae hasta hacerlas entrar en calor con los quejidos de
impaciencia de Tae como fondo. Le colocó los guantes y después Jungkook
estaba tirando de la bufanda de Tae, su boca encontrándose con la otra a
medio camino.21

—¿Quieres hacer un muñeco de nieve?318

Desconcertado por el beso que Jungkook acababa de robarle, asintió apenas,


ambos todavía arrodillados en medio de ese patio ahora repletos de huellas
grandes y desordenadas pertenecientes a Roko y las pequeñas y casi
inexistentes de Yeontan.
Finalmente Tae se dejó caer con cuidado en el suelo y empezó a mover
brazos y piernas para formar un ángel, la risa grave y feliz haciendo eco en la
desértica calle. Jungkook sacó el celular para sacarle una foto.

Y vio la hora.

Sonriéndole pequeñito, lo ayudó a ponerse de pie con un jadeo sorprendido


por el movimiento repentino.1

—Jungkook, ¿qué...?

—Feliz Navidad, Tae.427

Y así, en medio de ese manto blanco y con los copos de nieve que
continuaban cayendo sobre ellos, Tae afirmó a Jungkook por las mejillas y se
quedó observándolo casi sin pestañear, la respiración estancada en sus
pulmones. Y por primera vez, como lo era esa primera nevazón y esa
primera navidad juntos, Tae dijo dos palabras que venía escuchando hace
tiempo por parte de Jungkook pero que jamás se atrevió a responderlas de la
misma forma, demasiado temeroso de decirlas y que sucediese algo porque,
la única y última persona que las había escuchado, ahora estaba muerta.25

—Tae ama a Jungkook.472

—Tae...

—Te amo.501

Esas palabras Jungkook las volvería a escuchar tres veces más ese día: al
tomar una ducha una hora más tarde y ambos entraban en calor con el agua
cayendo sobre sus cabezas como esos copos de nieves ya derretidos, cuando
Jungkook le entregaba una taza de chocolate caliente tras cambiarse de ropa
y finalmente al sentarse junto a Hoseok y Nam en medio de la sala de estar
con un único árbol artísticamente decorado por Tae.
Sentado detrás de Tae y rodeándolo por los brazos y besando de vez en
cuando su nuca a pesar de los ojos en blanco de sus amigos, Jungkook le hizo
entrega de su regalo. Por eso, al abrirlo y vieron aparecer lo que parecía una
pequeña boina que iba a juego con una escocesa que Tae tenía, ni Nam y
Hoseok lograron entender el porqué los ojos de Tae se llenaban de lágrimas
y se encogía un poco en sí mismo llorando suavecito y casi en silencio,
secándose una y otra vez las mejillas con las muñecas.1

—Tú dijiste que querías que Osito tuviese una boina igual que la tuya,
¿no?461

—Jungkook me escucha... tú me escuchas a mí. 30

Tae se giró quedando de rodillas entre las piernas de Jungkook.

—¿Jungkook?

—¿Sí?

Y lo dijo de nuevo.

—Te amo mucho.403

Desde ahí, se volvió casi una necesidad querer cumplirle cada pequeño
deseo que Tae le confesase. Por eso, Tae no entendió cuando unos días
después fue Hoseok quien fue a buscarlo a la escuela de artes, el
desconcierto siendo pesado y denso en su mente confundida.

—¿Jungkook? —logró musitar.

—Está ocupado con unas cosas en la comisaría.151

La desilusión fue potente dentro de Tae. Sacando el celular de su abrigo


oscuro, volvió a comprobar la pantalla para comprobar si efectivamente se
había equivocado o no. Pero no, efectivamente el calendario en su celular
marcaba una fecha especificaba.

30 de diciembre
Hoy es tu cumpleaños
¡Felicidades!287

¿Pero por qué Tae no se sentía feliz?40

Mientras se subía al auto de Hoseok, intentó no darle importancia a pesar de


que tenía un enorme nudo en su garganta y que sus ojos no dejaban de picar.
Intentó, en serio que intentó, decirse que en los doramas la gente también
olvidaba los cumpleaños de otras personas, que podía pasar, que el mundo
real era así y que, por tanto, no sucedían las mismas cosas que en esas cuatro
paredes donde vivió 19 años, que ahora su abuela no estaba para
despertarlo a las 00:01 y llevarle un pastel de cumpleaños que cocinó
durante todo el día, llenándolo finalmente de besos y palabras llenas de
cariño.118

No, se dijo Tae bajando la mirada, su abuela estaba muerta y sus cumpleaños
ya no tenían por qué ser iguales a esos diecinueve anteriores.7

Jungkook lo había olvidado y ya está, y tal vez incluso fue su error, porque
Tae debió decirle que estaba de cumpleaños esa mañana. Pero no lo hizo, no
se lo contó al ser despertado por los besos de Jungkook ni al tomar
desayuno, a pesar de que los ojos de Tae estuvieron en todo momento
observando el enorme calendario existente en la cocina, el mismo que cada
día marcaba con una x para contar los días que faltaba para el nacimiento de
Osito, el mismo que tenía un enorme circulo rojo sobre el 30 de diciembre
que ponía claramente:

Cumpleaños de mi TaeTae 🖤172


Se encontró llorando sentado a un lado de Hoseok afirmándose el vientre
con ambos brazos. Tal fue el desconcierto de Hoseok, que solo atinó a
estacionarse a un costado de la calle y girarse hacia él para pedirle alguna
explicación. Pero no necesitó hablar, la pregunta deslizándose por los labios
sonrojados de Tae de inmediato.

—¿Jungkook olvidó el cumpleaños de Tae?175

Nervioso y un poco descolocado por ver la cabeza de Tae inclinarse para


llorar con total sentimiento, Hoseok movió las manos al rededor del rostro
sin saber qué más hacer. Nadie le había advertido que eso fuese a ocurrir.101

—No llores, Tae... Jungkook solo... no sé, cuando llegue de su turno... solo ha
estado ocupado.33

Tae asintió con tristeza, secándose las lágrimas con las muñecas y sin mucha
delicadeza. Hoseok le entregó un pañuelo desechable y le acarició el cabello
para darle algo de consuelo.

—Jungkook nunca olvidó algo mío.

Hoseok puso también expresión triste.

—Tae, no es algo contigo, solo que estas épocas son complicadas para el
cuerpo policial, solo es eso. No llores, por favor, Jungkook te quiere
muchísimo y verás que te tendrá algo hoy. 45

Sin embargo, sus palabras no parecieron hacer efecto en la expresión más


triste que Hoseok había visto. Mordiéndose el labio, encendió de nuevo el
coche.3

Para cuando llegaron, Tae seguía secándose las lágrimas y dando suspiros
chiquititos, intentando convencerse una y otra vez que solo era un
cumpleaños, que Jungkook se acordaba de todo lo que decía y que solo
estaba ocupado y por eso lo olvidó, que siempre podrían celebrarlo
mañana.56

Bajándose del coche cabizbajo y pensativo, no notó que una cortina se movía
al verlo aparecer, tampoco alcanzó a oír con ayuda de su audífono que
dentro se escuchaba una gran conmoción, los ladridos de Roko perturbando
el ambiente tranquilo del barrio al ver a todos correr por la sala de estar de
la casa y refugiarse tras algún mueble.272

Hoseok abrió la puerta dejando que Tae pasase primero, empujándolo con
suavidad por la espalda para hacerlo ingresar. El grito de todos resonó tan
fuerte que hizo interferencia en el audífono de Tae, inclinándose un poco
hacia la izquierda por el impacto.1

—¡Feliz cumpleaños!223

Los ojos sorprendidos y desconcertados de Tae volvieron a llenarse de


lágrimas, siendo incapaz de comprender demasiado bien por qué Jungkook
estaba con un gorro y unas guirnaldas en el cuello, por qué las frentes de
Jimin y Yoongi habían colisionado al salir a la misma vez detrás de un sillón y
por qué incluso estaban sus compañeras de la escuela de artes, esas mismas
que lo ayudaron con Osito hacia poco más de dos semanas.565

Sin embargo, a pesar de las piernas temblorosas y un poco entumecidas, se


acercó aceptando a gusto el beso de Jungkook y que le secase las mejillas y
se riera bonito de su expresión.

—¿No me dijiste que querías una fiesta sorpresa de cumpleaños?285

Y entonces Tae solo pudo llorar más.145

A las horas y cansado por estar de pie, Tae se recostó unos segundos sobre el
cuerpo de Jungkook y cerró los ojos, en su memoria todavía grabado a todos
cantándole el cumpleaños feliz y al pastel morado en las manos de Jimin con
unas velas que formaban un veinte. Le dolían los pies y la espalda baja, por
lo que apoyó la barbilla en el hombro de Jungkook y dejó que sus manos le
acariciasen la cintura, masajeándole lo músculos adoloridos por sobre la
ropa y recibiendo besitos en la mejilla. Tae casi ronroneó al sentir el aliento
caliente haciéndole cosquillas en el oído.

—Pensé que Jungkook había olvidado mi cumpleaños —admitió, ahora con


ese pesar eliminado de su corazón.1

Recibió otro besito en la mejilla.

—¿Alguna vez tu Jungkook a olvidado algo de Tae?225

Cerrando los ojos con más fuerza, sonrió.

Se quedaron unos segundos más abrazados en el rincón de la casa, las voces


y la música rodeándolos y pasando a ser el fondo de aquella conversación
íntima entre ambos.3

—Tus amigas te están esperando.97

—No, Jungkook, solo quiero abrazo —se quejó al sentir que se alejaba.5

—Vamos, vamos, tienes invitados que atender. Además, debo ir a buscar más
alcohol a la cocina.42

Protestando, Tae se soltó de Jungkook con pereza y lo dejó ir. Solo alcanzó a
estar unos segundos solos en ese rincón de la casa porque sus dos
compañeras se le acercaron de inmediato, ambas sonriendo, ambas siendo
bonitas y simpáticas con Tae. Gracias a ellas, la escuela volvía a ser un lugar
agradable.

—¿Tu novio siempre es así? —quiso saber Sana.443


—¿Jungkook? —Tae pareció desconcertado por unos segundos observando
a Jungkook que cargaba unas botellas con las protestas de Jimin de fondo—.
¿Mm? Eh, sí, creo, pero se cambia de ropa todos los días, lo juro.604

Sus amigas rieron.2

Amigas, él realmente tenía personas a las que podía decirles amigas.

—Nos referimos a que si siempre es así de tierno y amoroso contigo.

—Y así de guapo —agregó Momo.425

Asintió con felicidad.

—Ah, sí. Jungkook quiere mucho a Tae. Jungkook es precioso para mí y para
Osito.32

—Osito —Un largo suspiro—, bendecido por la genética de sus padres.875

Eso era lo que pensaba Tae esa noche al irse a la cama y se recostaba sobre
Jungkook a pesar de que Osito intervenía entre ambos, volviéndose la manta
favorita que Jungkook podría tener. Y mientras besaba a Jungkook por todo
su rostro afirmándolo por las mejillas para que no pudiese escapar de él, Tae
se detuvo el tiempo suficiente para apoyar cada brazo al costado de su
cabeza y quedarse mirándolo casi sin pestañear.7

—Para mis 21 años quiero un cumpleaños de disfraces.322

—¿De disfraces? —dijo, afirmándolo por la cintura para poder sostenerlo


mejor.2

—Sí, sí, por favor, Jungkook, di que sí, por favor.35

—El año que viene tu cumpleaños será de disfraces.6

La sonrisa de Tae fue lo único que necesitó Jungkook como ganancia.


—¿Podemos disfrazarnos de príncipes, por favor, Jungkook?458

—¿Y Osito qué será?

—Otro príncipe, obvio.260

Y mientras a los días se encontraban en la consulta médica esperando a la


doctora Hani, con la que habían continuado realizando los controles
mensuales de Osito, Jungkook aún podía recordar a Tae dejándose caer a un
costado suyo mientras contaba que quería que su disfraz tuviese una capa y
que fuese un traje azul y blanco. Ahora ese mismo Tae, que hace tan pocos
días se encontraba animado y hablando sin casi respirar de un simple disfraz
de príncipe, se removía intranquilo en la camilla con la camiseta ya arriba
dejando al descubierto la perfección de una barriga de cuatro meses y una
semana.135

—¿Por qué estás tan nervioso? —preguntó Jungkook.

Tae se movió para quedar recostado de lado y observarlo mejor.

—Porque, ¿y si Tae se equivocó y es Osita y no Osito, Jungkook?236

Inclinándose sobre él, le besó la punta de la nariz con la sonrisa sorprendida


de Tae burbujeando en la habitación silenciosa.

—¿Y habría algún problema si fuese Osita?

El ceño de Tae se marcó entre sus bonitas cejas.

—Bueno, no, obvio.43

—Obvio —repitió Jungkook de buen humor.313

—Pero será Osito, Tae está seguro, estoy súper seguro de eso, Jungkook, te lo
prometo.28
—¿Tan seguro como para hacer una apuesta?40

Tae lo observó con sospecha.

—Ok —aceptó al final.

—Si es Osita, llevará mi apellido.332

Tae se quedó en silencio unos segundos.

—Ya, pero si es Osito, llevará el apellido de Tae, mío, Jungkook, el mío.256

Asintiendo con una sonrisa, Jungkook aceptó a pesar de que hace mucho
tiempo había decidido que quería que Osito, o tal vez Osita, llevase el
apellido Kim. Antes de que Tae pudiese agregar una palabra más, la puerta
de la sala se abrió y por ella ingresó la doctora Hani, la misma que hace tres
meses le había confirmado que Osito existía y que parecía estar todo bien
con su hijo.2

—Así que —empezó diciendo con buen humor—, ¿quieren saber el sexo de
Osito?166

Tae afirmó de inmediato moviendo la cabeza contra la camilla.

—Pero yo sé que es Osito, doctora Hani, Tae está segurísimo de eso.

La doctora Hani estaba riendo al acercar la máquina y echar el líquido


viscoso sobre el vientre descubierto de Tae.

—¿Tae está seguro? —dijo de forma juguetona—. No creerás la cantidad de


padres que vienen segurísimos de que será un Osito y terminan yéndose con
la sorpresa de una Osita.157

Quedándose meditabundo unos segundos, Jungkook aprovechó para


entrelazar sus manos con las de Tae, de pronto el nerviosismo haciéndole
cosquillas en las piernas y subiendo por ellas hasta la boca de su estómago.
Solo iban a saber el sexo de Osito, ¿por qué eso lo ponía tan nervioso?47

Cosas de padres, pensó.98

Colocándose guantes, la doctora Hani agarró el ultrasonido y lo acercó al


vientre de Tae.

—Bueno, veamos si este pequeño es Osito u Osita.

—Osito —insistió Tae.12

—¿Y qué dice el papá Jungkook? —quiso saber la doctora Hani con los ojos
enfocados en la imagen grisácea de la pantalla.70

El nudo en su estómago iba y venía.5

—Solo quiero que esté bien —se escuchó respondiendo, repentinamente


dándole risa su propia contestación porque, ¿no había oído eso un montón
de veces de los padres y siempre lo encontró un poco ridículo? Y ahí estaba
él rezando para que Osito u Osita solo estuviese bien, súper bien y
saludable.103

La doctora dejó la imagen estática y Jungkook podía divisar a la perfección a


su hijo en posición fetal, una cabeza grande y un cuerpo que le seguía en
tamaño, terminando en dos delgadas y casi difuminadas piernas.

—Ahí está —dijo la doctora Hani.

Las manos de Jungkook se cerraron con más fuerza en las de Tae.

—¿Es Osita? —jadeó Tae.22

¿Osita? ¿Era una Osita?66

La doctora Hani le sonrió.


—Felicidades a ambos, es Osito.

80
Fue una brillante pero fría tarde de finales de febrero cuando Nam se
posicionó frente a todos interrumpiendo en seco la película que veían en
conjunto. El primero en reaccionar fue Hoseok, lanzándole una almohada a
la cabeza y quejándose para que se apartara porque tapaba el televisión. El
segundo fue Jungkook, arrugando el entrecejo y preguntando qué sucedía.
Finalmente Tae se enderezó en el asiento, su mano posicionada en ese
vientre redondo y todavía pequeño de seis meses, era una bonita curvatura
que quedaba escondida tras las camisetas anchas que Tae había comenzado
a robarle a Jungkook.180

—Regreso a Ilsan —dijo entonces, la película quedando como un ruido de


fondo que destruía ese silencio que tan repentinamente cayó entre ellos—.
Mi residencia finalizó hace una semana, es el momento de regresar a mi
casa.737

Silencio y de pronto un movimiento repentino, un embarazado Tae


colocándose de pie para ir hasta Nam y abrazarlo, sus brazos rodeando su
cuello y apegándolo tanto que solo la curvatura de su estómago
interrrumpía en el contacto entre ambos. Nam se quedó unos segundos
contemplando a Jungkook anonadado y luego estaba cerrando los ojos, su
mano yendo hacia los omoplatos de Tae y apretándolo para aumentar el
contacto.191

Así se quedaron lo que pareció una eternidad, Hoseok imitando a Tae y


finalmente Jungkook, los cuatro integrantes de esa casa abrazándose porque
dentro de nada solo serían tres y con el tiempo solo quedarían dos. A la
semana de aquel abrazo en el centro de la sala de estar, el cuarto de Nam
quedó vacío, el silencio de apoco apoderándose de la casa a medida que los
habitantes restantes comprendían que faltaba uno de ellos y que
posiblemente, aunque Nam regresase a Daegu, ya no lo haría para vivir con
ellos.489

Bastó solo otra semana más para que Hoseok tomase también una decisión y
golpease la puerta del cuarto de Jungkook, asomándose dentro con actitud
un poco nerviosa y cabizbaja. Ingresó a la estancia tras escuchar la voz de su
amigo y tomó asiento en el borde de la cama mientras observaba a Tae dejar
a un lado su celular para prestarle atención.163
—Osito nacerá en menos de dos meses —comenzó diciendo, su voz pausada
y baja— y serán una familia. Creo que es el momento que yo también
parta.713

Pero antes de que algunos de los dos pudiese reaccionar a la noticia, una
diminuta sonrisa se dibujó en el rostro de Hoseok y continuó.

—Opino que mi habitación debe ser la de Osito, ¿no creen? —Y entonces


estaba acariciando la barbilla testaruda de Tae que temblaba un poquito—.
No he olvidado que prometí ayudar a pintarla.299

Salió a los minutos del cuarto con la misma tranquilidad con la que ingresó.

Jungkook se dejó caer contra las almohadas con un sentimiento pesado y


tirante en el pecho, con esa sensación oscura y fría que le decía que acababa
de perder algo que duró tres años, solo que realmente no lo había perdido
porque Hoseok seguiría siendo su compañero de trabajo y también su
superior, y sobre esas dos cosas, continuaba siendo su amigo.

Solo que las cosas cambiaban y, tal como les dijo Hoseok, Jungkook y Tae
estaban a meses de ampliar su pequeña familia a un número impar y, por
eso, decidieron no deprimirse por la partida de ambos amigos, no prestarle
atención al silencio que ahora reinaba en la casa ni mucho menos al orden de
la cocina ante tan poca población flotante. Decidieron centrarse en lo bonito
y pensar en que pronto esas cuatro paredes volverían a llenarse de caos y
comidas a las tres de la mañana.

Pero ambos se estaban tomado con calma y tranquilidad la llegada de Osito,


postergando las compras y decisiones primero un mes, luego otro y así hasta
que llegaron al séptimo y todavía no habían comprado nada, ni mucho
menos adaptado la casa para recibir a un recién nacido; total, Osito no
intentaría meter los dedos en un enchufe hasta que aprendiese a caminar y,
para eso, todavía faltaba un año.68

Pero el tiempo pasaba demasiado rápido y eso Jungkook no lo entendió


hasta que Jimin se le acercó en la comisaría y apoyó ambas manos sobre la
mesa.3

—Mira, Jeon Jungkook —comenzó diciendo con forzada calma—, ¿no crees
que he sido lo suficientemente paciente?95

Extrañado, Jungkook solo atinó a levantar la vista del papeleo que intentaba
completar.

—Hoy mercurio retrógrado debe estar lejos porque no te leo los


pensamientos, Jimin-ssi.250

—¿Mercurio-qué?32

Jungkook suspiró.

—Es algo que dice Tae. No me mires así que yo tampoco lo entiendo.159

Dando un largo suspiro, Jimin se movió alrededor del escritorio hasta que
estuvo detenido a un lado de Jungkook y pateando su asiento para alejarlo
de los papeles.

—Bueno, ¿y? ¿Nada que decir? —volvió a exigir.

—¿Acaso no te dije ya que no leo el pensamiento?

—¿Cuándo me lo vas a pedir?323

Jungkook se quedó unos segundos en silencio, después apoyando los brazos


cruzados sobre su abdomen reclinándose en la silla.
—Mira, Jimin-ssi, sé que pasamos mucho tiempo juntos y tal vez por esos tus
pensamientos empantanados y en descomposición, te hayan hecho una idea
errónea de nosotros. Pero no, bajo ningún punto, creo que te confundiste y
lo siento.463

Pestañeando con lentitud, Jimin asintió con expresión adolorida.8

—Bien, entonces no fui el elegido. Lo siento por mal pensar sobre la relación
que teníamos.275

Regresó a su propio escritorio para agarrar un montón de papeles y tirarlos


sobre la mesa, la ira en cada movimiento. Y de pronto, se había girado en su
asiento y arrastrado para fulminar a Jungkook con la mirada.

—¿Es Hobi, cierto?250

—¿Qué?8

—Sí, te apuesto a que lo elegiste a él porque tiene más dinero que yo y


también es más simpático.423

Tal vez se debía a que estaban en el turno de madrugada y Jungkook llevaba


despierto de las tres de la mañana porque Tae no podía dormir bien por su
abultado vientre, pero Jungkook tenía mucho sueño para enterarse de lo que
Jimin le recriminaba.

—Pero si es Tae, tú lo sabes mejor que nadie.222

Las ruedas de la silla de Jimin sonaron contra el suelo al moverse de manera


un poco violenta, su mano en el pecho con dramatismo.

—¿Entonces Tae me traicionó?143

—¿Pero de qué demonios estás hablando? Si Tae siempre ha sido mi novio.


¿Cómo crees que voy a pedirte algo si sabes lo enamorado que estoy de él?335
Primero un pestañeo y a continuación una risa floja proveniente de Jimin,
una que agarró fuerzas hasta que se tuvo que secar las lágrimas de los
costados de los ojos.27

—Ese discurso habría sido muy bonito... ¡si tuvieras media neurona en ese
cerebro de conejo que tienes!94

—Oye, no me insultes que yo no te insulté a ti.55

Pero Jimin no le hizo caso, recostado en su asiento como si fuese un trono,


continuó hablando.

—¿Cómo se te ocurre siquiera esa idea, animal? ¿Crees que dejaría a Yoongi
por ti?223

Sintiéndose ofendido, Jungkook dejó caer el lápiz.10

—Perfecto, porque yo tampoco dejaría a Tae por ti.227

Ambos guardaron silencio, Jimin girándose en su asiento para darle la


espalda y concentrarse en sus documentos.

Jungkook también regresó a sus cosas, medio analizando la ridícula


discusión que acababan de tener.

—Espérate, ¿entonces qué quería que te preguntara?62

Dando un largo suspiro, Jimin volvió a girarse en su silla.

—Ser el padrino de Osito, idiota.74

—Ah.422

—Vengo desde hace seis meses esperando a que me lo pidan.95

—Ah.232
—¿No tienes nada más que decir?1

—Bueno —balbuceó Jungkook—, no pensé que debía preguntártelo.14

A Jimin comenzaba a latirle un músculo en la mejilla.36

—¿Cómo que no?16

—Pensé que era obvio, Jimin-ssi.270

Jimin dudó unos segundos antes de seguir.

—¿Estás diciendo que soy el padrino?

—O madrina, no sé, ahí con Yoongi deberán decidir quién será...503

Jungkook no pudo continuar porque Jimin se había puesto de pie y ahora lo


estaba abrazando con tanta fuerza, que a Jungkook se le estaba clavando un
botón de la chaqueta en la mejilla.

—Te prometo que seré el mejor padrino del mundo entero y Yoongi la mejor
madrina.811

Cuando Jimin se tranquilizó lo suficiente para regresar a su puesto de


trabajo y sacar una agenda donde comenzó a anotar cosas mientras hablabas
como un loco solo, Jungkook regresó a su trabajo hasta que fue interrumpido
una vez más por su mejor amigo.6

—¿Ahora qué? —quiso saber con exasperación porque, entre más tardase en
hacer ese papeleo, más demoraría en ir a casa para estar con Tae. Quería ser
mimado por su novio antes que se fuese a sus clases en la escuela de artes,
¿era tanto pedir?32

—¿Qué es lo que les falta comprar?2

—¿Para Osito?
—Claramente para ti no.103

Jungkook decidió ignorarlo.

—Mm, bueno...

—¿Tienen ropa, pañales, cuna, el coche, la silla del auto? Eso es lo básico.40

Empezó a ponerse nervioso.

—¿Lo básico? —jadeó.

—¿No me habías contado que Tae estaba viendo eso?

—Sí, pero...

—¿Pero qué? ¿Te falta una de esas cosas?

—Nos falta todo.365

Una larga hora Jungkook tuvo que soportar a Jimin regañándolo por lo
descuidado que estaban siendo, que podían tomarse las cosas con calma
pero que Osito estaba a la vuelta de la esquina y ni un pañal tenía para ser
mudado.9

—¿Acaso ese pobre niño va a vivir solo con los zapatos que yo le regalé y la
boina de la navidad?355

Por eso esa tarde de sábado Jungkook arrastró a Tae hasta una tienda,
decidido a no salir de ella hasta por lo menos tener comprada las cosas
básicas que Jimin le anotó en una lista y amenazó de comprarlas él mismo si
Jungkook regresaba el lunes contándole que todavía le faltaban cosas.
Pasaron una hora completa observando cunas y dicidiéndose por alguna,
Tae repitiendo una y otra vez que él había investigado y ninguna era lo
suficientemente buena para Osito. Cuando Tae se negó a comprar el último
modelo de cuna disponible en la tienda, Jungkook se lo llevó a un rincón
apartado de las dependiente que los estaban atendiendo.29

Agarrando por los hombros, acercó su rostro al expectante de Tae y habló


con una voz que rosaba la exasperación.

—Tae, mi amor, entiendo que investigaste y dices que ninguna cuna te gusta,
pero Osito va a nacer en dos meses y no puede dormir en el suelo.212

—Yo sé —contestó con total testarudez.

—Por eso debemos salir hoy de esta tienda con una cuna u Osito dormirá en
el piso.14

—Podría dormir con nosotros, bobo.174

Jungkook se quedó unos segundos en silencio, sus dedos agarrotados en los


hombros tensos de su novio.

—Osito debe acostumbrarse a dormir en su cuna.18

—Sí, pero, Jungkook...2

—No pongas ese puchero bonito y consentido en tu boca.5

—Pero, Jungkook...

—No me vas a convencer de lo contrario.

Tae se cruzó de brazos y rodó la mirada, dando un suspiro que le levantó un


mechón largo que caía por su frente.5

—Que la escoja Jungkook entonces.107

Dando el mismo suspiro largo que Tae, le tocó la barbilla para instarlo a que
le devolviese la mirada.
—¿Qué sucede, Tae? Esto no es por la cuna, ¿cierto?66

El labio de Tae tembló un poquito y tragó saliva, asintiendo apenas.

—Tae quiere... yo solo quiero que sea todo perfecto para Osito, es
importante para mí.200

La expresión de Jungkook se ablandó de inmediato. Deslizando sus manos a


la cintura de Tae, tiró de él para robarle un beso corto y fortuito.6

—Nada va a ser perfecto, Tae, solo debe ser bonito para nosotros.

—Pero bonito...

—No es sinónimo de perfecto, ¿está bien?

Tae se quedó unos segundos en silencio observándolo, entonces estaba


asintiendo y agarrando a Jungkook por las mejillas y formando un ocho con
sus labios.300

—Bonito es sinónimo de precioso —dijo Tae con voz suave—, pero precioso
no es sinónimo de perfecto porque lo bonito depende de quién lo mire. Tae
entiende, yo entiendo ahora.139

Se quedaron unos segundos más en ese rincón de la tienda, Jungkook


pudiendo palpar a la perfección la curvatura de Tae contra su propio
abdomen. Por eso, cuando sintió que algo se estrellaba contra su piel y Tae
daba un brinco sorprendido con los ojos enormes, se apartó unos
centímetros para observar hacia abajo.86

—¿Ese fue...?34

—Osito se movió —balbuceó Tae.382

Se observaron unos segundos sin decir palabras con la emoción brillando


entre ellos. No era la primera vez que Osito se movía en el vientre de Tae,
pero era tan extraño que continuaba siendo maravilloso si ocurría. El mes
pasado habían pasado una hora completa en la consulta de la doctora Hani,
quien les explicó con calma y casi con ternura que Osito estaba perfecto a
pesar de que Tae insitía en que había leído mucho y que Osito debería
estarle pateando la vejiga o los pulmones, que él lo entendía y aceptaba y
quería que eso le ocurriese pero no sucedía.

Sin embargo, esa noche cuando llegaron de la tienda con dos cunas, porque
al final Tae no pudo decidirse entre dos de ellas y Jungkook ya poco le
importaba cuántas cunas se llevasen con tal que Osito tuviese donde dormir,
Tae habría preferido no insistir tanto en que Osito era demasiado tranquilo
porque esa tarde parecía estar teniendo una fiesta con su vejiga.238

Recostado sobre las almohadas y con la expresión un tanto contraída, se


levantó la camiseta para observar a la perfección que la piel de su estómago
se levantaba un poco en el costado derecho. Asustado, volvió a bajarse la
camiseta a la misma vez que Jungkook ingresaba al cuarto y se lo encontraba
con expresión asustada.48

—¿Ocurre algo?5

Pero Tae no tuvo que contestar porque Osito estaba pateándole, o tal vez
cabeceándole, los pulmones y era tan doloroso como maravilloso. Jungkook
se le acercó de inmediato al notar su expresión contraída con ojos aguados,
sentándose a un costado suyo y levantándole la camiseta de la misma forma
que Tae lo hizo instantes antes.2

Bastó con que Jungkook pusiese una mano sobre el vientre de Tae para que
Osito cambiase la dirección de sus jugueteos e intentase tocarlo. Tal fue el
saludo de Osito, que tanto la piel de Tae como la mano de Jungkook se
movieron siguiéndolo.228
Ambos se quedaron observando con la respiración contenida.

—¿Viste eso? —jadeó Jungkook.

La expresión de Tae nuevamente se contrajo y dejó caer la cabeza contra las


almohadas, el aire deslizándose entre sus labios en un silbido agudo.

—Yo lo siento —balbuceó Tae.

—Esto es un "muchas gracias" por parte de Osito, porque está súper feliz de
tener por fin una cuna y ropa —bromeó Jungkook, inclinándose lo suficiente
para besar alrededor del ombligo de Tae y subir por su piel, la sonrisa
perezosa bailándole en la boca cuando Tae se acomodó mejor contra las
almohadas y abrió las piernas balbuceando que eso le gustaba mucho, tanto,
tanto, tantísimo le gustaba que Osito había vuelto a la calma dentro de su
vientre.27

Sin embargo, Jungkook pronto comprendió que las cosas podían ser mucho
más fáciles si él no intentaba hacerlo todo por si solo, que siempre podía
recibir ayuda y no había nada ese malo en aceptar y también pedirla. Venía
regresando de un atareado turno con la cabeza bombeándole por un dolor
punzante en la sien, cuando ingresó a la casa con ese temor que ahora
padecía cada vez que regresaba de un turno imaginándose que algún día se
encontraría la puerta nuevamente abierta.11

Las voces de Tae y su padre se entremezclaban en la sala de estar, ambos


recostado en el sofá de tres cuerpos con las cabezas juntas observando algo
que Jungkook no alcanzaba a divisar. Se quedó en la entrada escuchándolos.8

—¿Diferencias dices? —estaba preguntándole su padre a un atento Tae—.


Que ustedes los M-Preg no presentan órgano glandular, entonces Osito solo
se alimentará de leche formulada.119
—¿Y la segunda?

—El parto.

—¿El parto?

—La cadera masculina no solo es demasiado estrecha para un parto natural,


sino que además ustedes los M-Preg tampoco tienen canal vaginal y un recto
jamás podría dilatarse lo necesario para un nacimiento, ¿entiendes? Por eso
antes de que se supiera todo esto, muchos M-Preg morían por un shock
séptico...132

—¿Shock séptico?2

—Es una infección en la sangre. Como la cadera másculina es demasiado


estrecha, no existe forma que un pequeñito logre pasar por ahí, así que...

—¿Morían?1

—Sí, pequeño, lamentablemente el bebé moría y eso ocasionaba el shock


séptico en el padre. Pero aunque la cadera másculina no fuese tan estrecha,
igual no podrían tener un parto natural porque morirían desangrados el
desgarrarse. Por eso, como te contaba hace un rato, Osito nacerá por
cesárea, que es una pequeña incisión que se hace una mano por debajo de tu
ombligo.37

—¿Estaré despierto?

—Sí, solo te dormirán de aquí —Y pareció tocarle la cintura— hasta los


deditos de tus pies.

—¿Y dolerá?

—Para nada, pequeño. Estarás consciente pero te prometo que no sentirás


ningún dolor.176
Jungkook decidió acercarse aprovechando que ambos se habían quedado en
silencio unos segundos. Colando su cabeza entre la de ambos, los saludó.

—Hola.13

Tae se llevó una mano al corazón y Jungkook aprovechó para darle un beso
en la mejilla y luego otro a su papá, que parecían igual de sorprendido.

—No te escuchamos llegar —dijo su padre.

Bostezando, Jungkook fue hacia un sillón libre y se sentó, tomando a


Mantequilla que se le había acercado y acostándolo en su regazo para
acariciarlo.30

—Lo siento por interrumpirlos, parecían ocupados.

—Tae solo me estaba haciendo unas consultas.

—Estuve leyendo, Jungkook —continuó Tae animando— pero Sehun le


explicó mejor a Tae las cosas.

—Eso es porque Tae es muy inteligente —dijo Sehun con una sonrisa que
Tae se la devolvió.

—No sabía que ibas a venir a Daegu —interrumpió Jungkook bostezando un


poco—. Tendrás que dormir en la habitación que era de Tae, porque la de
Hoseok ahora es de Osito y la de Nam es un estudio de Tae.54

—¿El estudio que me comentaste la otra vez? —quiso saber Sehun.

—Sí —respondió Tae—, ahora puedo pintar ahí y hacer todo lo que quiero.
Jungkook dijo que era todo un cuarto solo para mí.22

—Ah, sí me habías contado ayer.


Tae y su padre hablaban casi todas las noches por video llamada. Jungkook
se sintiría incluso un poco celoso, pero era Tae y amaba que tuviese aquella
atención que tanto merecía. Además, Sehun y Tae se entendían mucho mejor
que el mismo Sehun con Jungkook. Y es que a su padre le gustaba leer y a
Tae aprender y a Jungkook simplemente le gustaba Tae.364

—Pero no me voy a quedar aquí —aclaró su papá.

—Papá, no es necesario que te vayas a un hotel, no eres molestia y...

—No es por eso. —Tocándole la punta de la nariz a Tae que le sacó una
sonrisa sorprendida y feliz, continuó—. Tae ya lo sabe, era un secreto de
ambos, ¿cierto?151

Tae asintió con expresión feliz y traviesa.

—Yo sé, Jungkook, hace mucho tiempo que sé.7

—¿Qué cosa?

—Que hoy pasaré la noche en mi casa.

Jungkook observó alrededor de la sala de estar.

—Bueno, esta es tu casa.

—No, esta es la casa tuya.

Arrugando el entrecejo, se masajeó la sien.

—No estoy entendiendo.44

—Me voy a mudar a Daegu... más bien, me mudé a Daegu.151

—¿Mm?
Apuntando hacia un sitio en especifico de la casa por sobre la cabeza de
Jungkook, anunció.

—Compré la casa que estaban vendiendo en la calle, la que está por allí.61

—¿La que está a diez casa?

Su padre asintió feliz.3

—La estuve remodelando el último mes y Tae me ayudó a escoger muchas


cosas.

—Los sillones y las cortinas y el color de las pintura y... también los cuadros,
pinté uno para Sehun ¡y me dio dinero por eso! —Y entonces se estaba
riendo con un poco de nerviosismo—. Yo lo habría hecho gratis, pero Sehun
insistió en que debo valorar mi trabajo y le dio dinero a Tae.110

Su padre se distrajo unos segundos sonriéndole a Tae.

—Quiero ser de ayuda, hijo —finalmente continuó—. Necesitarán que


alguien cuide de Osito cuando sus padres estén ocupado en sus cosas,
¿no?333

Su padre a la larga fue de mucha más ayuda de lo que en sus inicios


Jungkook creyó, volviéndose casi típico regresar de sus turnos para
encontrarse a ambos conversando o simplemente jugando cartas, ya sea en
la sala de estar de Jungkook o en la de su padre que, efectivamente, solo
quedaba a unas casas de la suya.22

Y entonces otro mes pasó, los calendarios anunciando el último día para
finalizar abril. Como ya era costumbre para Tae, se despertó esa mañana en
una cama vacía apenas recordando la despedida de Jungkook hace una hora
atrás cuando se marchó al turno de las nueve. Tae debió haber presentido
esa mañana que algo iba a ocurrir porque un dolor, agudo e intermitente,
había comenzado a embargarle la parte baja del estómago. Acomodándose
mejor en la cama, llevó las manos a su vientre perfectamente redondeado y
lo tocó, encontrando con facilidad la cabeza de Osito bajo su piel estirada.203

—Hola, tú —lo saludó con una sonrisa dormida.108

Debió volver a caer en un sueño ligero porque sintió que se despertaba con
un dolor agudo y potente que recorrió su espalda, apoderándose de toda la
parte central de su cuerpo. Asustado, se hizo un ovillo sobre la cama y volvió
a palpar a Osito, encontrándolo de inmediato. Se quedó acariciándolo unos
minutos, la preocupación disminuyendo hasta volverse nula al sentir que el
dolor no regresa.2

Más tranquilo, estaba sentando en la cama cuando otro dolor vino, tal vez
incluso un poco más fuerte que el anterior. El sudor empezó a acumularse en
su espalda y el nerviosismos hizo que se le acelerase el corazón. Sosteniendo
su vientre con ambos brazos, intentó meterle aire a sus pulmones mientras
duraba el sufrimiento.162

Pero luego se había esfumado con la misma rapidez con la que apareció.44

Intentó tranquilizarse una vez más, diciéndose que eso le ocurrió antes y
había llamando a Sehun por ayuda, al final solo siendo cólicos por haber
bebido mucha gaseosa a la hora de almuerzo.124

Tomó otra larga inspiración y se puso de pie.

Y al ducharse otro de esos dolores vino, doloroso y agudo que paralizó sus
músculos y contrajo sus piernas de manera involuntaria. Tomando aire,
apoyó la mejilla en la baldosa mojada y fría para tomar aire una y otra vez,
su brazo sujetando su vientre por debajo con los ojos cerrados en agonía.

Sin embargo, al rato volvió a ocurrir.104


Logró terminar de ducharse y vestirse, yendo hasta el sofá de la casa todavía
con el cabello mojado y estilando sobre sus hombros. Decidió recostarse ahí
unos minutos, lo dolores yendo y viniendo con más o menos intensidad, no
lo suficientemente seguido para que Tae las identificase como esas
contracciones que el papá de Jungkook le explicó. De igual forma, agarró el
celular y fue a la cocina por lápiz y papel, tomando asiento en esa mesa, sus
ojos enfocados en el calendario que marcaba el nacimiento de Osito todavía
para un mes más.20

El dolor horrible lo hizo cerrar los ojos y contraerse tanto que terminó con
su mejilla sudada apoyada en la mesa, logró apenas desbloquear el celular y
poner el temporizador dándole a play.

Esperó.

Al tener marcado quince números en una hoja de papel que indicaban la


cantidad de minutos que transcurrían entre una contracción y otra, Tae notó
que el número iba disminuyendo hasta que las últimas tres marcaron solo
cinco minutos de diferencia. Respirando con dificultad y un poco mareado,
buscó en su celular las notas que hizo durante esos meses, leyendo con
rapidez lo que aquello significaba.

Intervalos de cinco minutos y sin pausas en el dolor = inicio labor de


parto452

El terror fue denso y pesado, incluso más fuerte que el dolor que se
apoderaba de todo su cuerpo y que lo tenía temblando y sudando contra la
madera. Apoyando la frente en la mesa, intentó tomar inspiraciones largas y
pausadas con los ojos llenos de lágrimas, de pronto comprendiendo que solo
tenía ocho meses pero Osito quería conocer el mundo, mundo en el que
ahora mismo Tae se encontraba solo y sin saber qué hacer, confundido y
asustado, al borde de un ataque de pánico que le cerraba la garganta y que lo
instaba a apretar su cabello entre sus dedos hasta que un nuevo dolor
estallaba en su cráneo, punzando a un velocidad distinta a la de su vientre.30

Golpeando el teléfono en su afán por agarrarlo, lo desbloqueó y buscó sus


llamadas recientes.

<Jeon Jungkook>

El tono de marcado sonó una vez.

Dos.

Tres.

Cuatro.

<Lo sentimos, el teléfono que usted está marcando no se encuentra


disponible o se encuentra fuera del área de cobertura>.468

Cortó y volvió a posicionar el dedo sobre el nombre de Jungkook.

<Lo sentimos, el teléfono que usted está marcando no se encuentra


disponible o se encuentra fuera del área de cobertura>.49

Cortó una segunda vez y volvió a llamarlo.

Por favor, por favor, por favor.

<Lo sentimos, el teléfono que usted está marcando no se encuentra


disponible o...>42

Cortó una tercera vez y se quedó nuevamente con la frente apegada contra la
mesa, las lágrimas mezclándose con su sudor y la desesperación que le
adormilaba las piernas terminando por destruirle el poco autocontrol que le
quedaba en el cuerpo. Con las manos apoyadas en su vientre, palpó la cabeza
de Osito bajo su palma y jadeó, cerrando los ojos y mordiéndose el labio
hasta que otro punto de dolor estalló en su cabeza.

Por favor, no, todavía no.

—Osito —balbuceó confundido, triste, en un pánico latente que no lo dejaba


pensar bien—. Todavía no, Osito, todavía no. Yo...130

Él ni siquiera le tenía nombre todavía porque se suponía que le quedaba un


mes, un mes completo para decidirse por unos de esos tres nombres que
tenía anotado en su libreta y que cada noche leía, cuestionándose cuál de
ellos sería el que llevaría para toda la vida su hijo.

Su hijo.

Ese mismo que ahora apretaba su vejiga e intentinos, buscando de manera


desesperada una salida porque estaba listo, quería conocer el mundo tanto
como quería conocerlo Tae; solo que ahora no era el momento, no ahora
cuando Tae estaba solo y era un desastre, no ahora que había olvidado todo
lo que tenía que hacer.

No ahora, por favor...

Pero estaba sucediendo y Tae solo no podía con eso, simplemente él no


podía con eso, no podía, no podía, no podía.

Encogido y llorando, soltando un gruñido con el dolor congelándolo, pensó


en esa única otra persona que podría ayudarlo, un recuerdo casi ajeno en su
mente debido al caos y la locura.1

Jimin.145

Deslizó su dedo por la pantalla con la visión borrosa, notando que le estaba
marcando a Jimin y no a Jungkook solo porque veía un nombre más corto.
El tono de marcado sonó una vez.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Y otra vez.

<Lo sentimos, el teléfono que usted está marcando no se encuentra


disponible o se encuentra fuera del área de cobertura>.460

Cortó y volvió a posicionar el dedo sobre el nombre de Jimin, repitiendo lo


mismo que hizo con Jungkook hace unos instantes.

<Lo sentimos, el teléfono que usted está marcando no se encuentra...>38

Comenzó a llorar con las manos aferradas a la mesa para guantar el dolor y
con los ojos ardientes y vidriosos en la pantalla oscurecida de su celular. Las
contracciones volviéndose más intensa y seguidas, no alcanzando a
recuperarse de una para que la otra lo atacase con la misma dolorosa
intensidad.

Debió haber vomitado un poco al costado de la mesa porque tropezó un


poco con algo resbaladizo al colocarse de pie y moverse hacia el sofá con las
piernas temblorosas, la vista marcada en negra en los bordos. El celular lo
sostenía colgando de unos dedos agarrotados y frío. Llegó hasta una pared y
se apoyó en ella, dando una larga inspiración antes de que otra contracción
llegase, el grito ahogado atascándose en su garganta mientras Roko
empezaba a pasear nervioso a su lado y Yeontan le ladraba algo a lo lejos.20

—Ayuda —balbuceó, su boca apegada a la muralla y a su mano que portaba


el celular.88
No sabía qué hacer, se sentía demasiado adolorido y temeroso para pensar
correctamente, para darse cuenta que Sehun vivía solo a unas cosas o que
podía llamar a Hoseok o a sus amigas de la escuela para pedir ayuda, o
incluso a su vecino de ocho años con el que Tae hablaba siempre.7

La pantalla se iluminó y marcó una búsqueda, identificando su voz en un


comando que él no había programado, pensando solo medio segundo que
posiblemente Jungkook lo había hecho para él en caso de que algo así le
sucediera algún día.5

<¿Necesitas ayuda? Llama al 119>166

119.

De pronto la voz de Jungkook haciendo eco en su cabeza entorpecida.

<<Si algún día te pasa algo o me pasa algo a mí y estamos solos, debes
llamar siempre a ese número. 119, no lo olvides nunca, por favor>>.50

Cambiando de posición para apoyar la espalda en la pared, desbloqueó el


teléfono y marcó el número con un dedo tembloroso.

1, luego otro 1 y finalmente un 9.

El teléfono con bordes verdes anunciando una llamada activada.

—Servidio de emergencia, ¿en qué podemos ayudarle?

—Ayuda —balbuceó con los dientes apretados—. Mi bebé... ayúdeme, por


favor... Osito...178

Solo estuvo consciente de lo que ocurría para deslizar entre sus labios
entumecidos su dirección, escuchando que la mujer le pedía que se quedase
en línea, que una ambulancia estaba solo a cinco minutos para llevarlo al
hospital más cercano.13
Al rato la puerta sonó anunciando que habían llegado, el ruido de la sirena
casi enmudecía ese golpe de aviso. Tae se arrastró de rodillas hasta que llegó
a ella y la abrió, solo siendo capaz de llorar un poquito de alivio al ver a dos
personas aparecer con una camilla, ayudándolo de inmediato a ponerse de
pie. Lo recostaron y sujetaron a ella, las voces preocupadas de sus vecinos
preguntando qué ocurría y que debían llamar a Jeon Jungkook.

Con los ojos clavados en el techo de la ambulancia, Tae se dijo que debía ser
fuerte, que Osito necesitaba de él, que no podía dejar que sus miedos fueran
más fuertes que él porque de momento estaba solo en eso y si él se rendía,
Osito también lo haría con Tae y eso no podía ser posible, no podía.89

Su Osito.5

Debía pensar en su Osito, que tanto amaba y esperaba.

—Vas a estar bien —escuchó que uno de los paramédicos le decía al verlo
llorar.1

—Tengo miedo —susurró con el labio temblándole.11

—Está bien tener miedo siempre y cuando ese miedo no te paralice.


Intentemos que eso no ocurra, ¿ok?68

Tae asintió pequeñito, tragando saliva para volver a enfocar la mirada en el


cielo de la ambulancia casi sin pestañear para evitar derramar las lágrimas
que se seguían acumulando en sus ojos.

—Debes ser fuerte por tu pequeño —insistió el paramédico—, ¿cómo se


llama?

Su labio volvió a temblar.

—No sé... yo... Osito no debía nacer todavía...


—Shhhh, calma, está bien.12

Y en lo que duró un pestañeo para Tae, habían llegado al hospital y estaban


bajando su camilla. Alcanzó a divisar el cielo celeste que anunciaba un bonito
día y luego este quedó oculto por un techo de cemento y finalmente por las
luces del corredor por donde lo llevaban.

—¿Tae? —escuchó que alguien decía a lo lejos.247

Lo llevaron hasta una habitación privada, un doctor acercándose a Tae y


diciéndole con voz suave que iban a medirle el pulso. Sintió el frío metálico
en su abdomen a la misma vez que una contracción mucho más dolorosa y
duradera que las anteriores, le dormía el cuerpo por completo y le impedía
pensr por varios segundos.

—¿Algún familiar que debamos llamar? —le decía el doctor al recuperar la


consciencia. Debió haberle dicho su nombre en algún momento pero Tae no
fue capaz de procesarlo para recordarlo.

—Jung... Jungkook —balbuceó.

—Jungkook, perfecto, ¿aparece en tu historial de emergencias?

La barbilla volvía a temblarle.

—Yo... no sé... creo.

Una mano acariciandole la palma.

—Lo averiguaremos. La doctora Hani ya llegó, están preparando el


quirófano para llevarte a él.47

—¿Quiró... fano? —Y aferrándose a la mano del médico para no dejarlo ir, lo


sostuvo con fuerza—. No, no, no, por favor, no.

Otra caricia.
—No tienes de qué preocuparte.

Pero Tae no lo dejaba ir.

—Por favor —le suplicó llorando—. Jungkook... Jeon Jungkook.159

Y apenas moviéndose por sus músculos contraídos, buscó su celular en los


bolsillos y alrededor de la camilla con otra contracción invadiéndole.

Entonces la puerta de la sala se estaba abriendo y Tae observó la expresión


contrariada de Min Yoongi ingresar al cuarto.238

—¿Tae? —jadeó.2

Llevándose los puños a los ojos, aguantó las lágrimas dentro de sí.

—Osito —balbuceó.

Escuchó apenas que Yoongi y el otro médico comenzaban a hablar, Yoongi


de inmediato sacando su celular para marcarle a alguien.

—Jimin no me contesta —suspiró tras unos segundos. Se mordió la uña y


volvió a llevarse el aparato a la oreja—. Vamos, vamos, Jungkook, contesta...
tu hijo viene en camino.50

Pero nada, se llevó una cuarta vez el celular a la oreja.

—¿Hoseok? ¿Dónde demonios están Jungkook y Jimin...? En... ¿qué? Dios, por
favor, contáctate con alguien... Tae está en el hospital. Es urgente, lo van a
ingresar a pabellón ahora.175

Y tras cortarle, se movió por la pequeña sala y tomó la mano de Tae,


sosteniéndola a pesar de lo mucho que Tae se la apretó tras sentir otra
contracción, el calor invadiéndole por dentro.
—Debe ser llevado a pabellón —anunció el doctor negando con la cabeza al
observar la hora—. Tiene contracciones cada dos minutos y-

—No, no, no —pidió Tae desesperado y con los dientes apretados—.


Jungkook...13

Yoongi se llevó otra vez el celular a la oreja.

—¿Hoseok, dónde está Jungkook...? Demonios. Por favor, solo que venga.26

Guardó el teléfono en el pantalón y acarició la cabeza sudada de Tae.

—Tae, necesitamos que seas fuerte por Osito —le pidió—. ¿Cuál iba a ser el
nombre de Osito?65

—Yo... no... no sé...

—No importa, Kim Osito será por ahora. —Apretando las manos de Tae
contra el pecho, se acercó para observarlo con ojos un poco asustados y de
pupilas dilatadas—. Tae, lo siento mucho, pero Jungkook no va a estar.409

—¿No? —preguntó pequeñito.

—Y no podemos esperarlo más, necesitamos llevarte al quirófano ahora. Tu


doctora ya está esperándote allá pero primero te van a anestesiar, ¿sabes lo
que es eso?

—Sí.

—Y no vas a sentir nada de la cintura hacia abajo, así que no tengas miedo,
por favor, esto es por Osito.

—Osito.46

Le apartó otro mechón del rostro sudoroso.

—Bien, ¿estás listo, Tae?4


Tae tragó saliva, su mano yéndose a su estómago tenso con el dolor
invadiéndole una vez más al punto que fue incapaz de pronunciar palabras.

—Sí —jadeó al sentir que se detenía.5

Destrabaron las rudas de la camilla y lo sacaron de la sala, Yoongi trotando


al lado de su cuerpo hecho un ovillo. Iban bajando en el ascensor cuando
Yoongi volvió a girarse hacia la expresión angustiada y temerosa de Tae.2

—Puedo entrar contigo al quirófano, ¿te gustaría...?392

—Por favor —pidió chiquito y con lágrimas en los ojos.21

—No tengas miedo, Tae. Voy a estar contigo y luego Jungkook lo estará, ¿está
bien?67

Cerrando los ojos, fregó su mejilla contra la almohada en una afirmación


silenciosa.

Luego lo estaban ayudando a sentarse en la camilla, sus zapatos cayendo al


suelo al igual que su ropa. Yoongi lo ayudó a colocarse un camisón de
hospital, su cuerpo inclinado hacia adelante para dejar al descubierto su
columna y alguien le palpaba cada vértebra, la mano de Yoongi todavía
sosteniendo la suya, solo soltándolo el tiempo suficiente para colocarse una
bata quirúrgica, un gorro y la mascarilla.3

Y cuando Tae dejó de sentir esos dolores terribles que lo paralizaban, lo


recostaron en la camilla otra vez, Yoongi colocándole con mucho cariño y
cuidado un gorro.68

—Estarás bien —susurró en una promesa.1

Ingresaron a una sala repletas de máquinas, la doctora Hani esperándolo con


mirada sonriente.1
—¿Estamos listos para recibir a Osito? —le dijo.196

Lo cambiaron a otra camilla, una tela separando su parte inferior con la


superior. Las voces bajas y confusas rodeándolo y Tae solo podía llorar,
pensando una y otra vez que debía dejar de hacerlo, que Osito necesitaba de
él, de su fuerza porque dependía de él y nada más de él, una vida totalmente
dependiente de su estabilidad física y mental.19

Y cuando Tae cerraba los ojos con fuerza y el brazo le temblaba por el miedo,
sintió que Yoongi lo soltaba. Antes de que Tae pudiese protestar y suplicarle
que no lo dejase solo, que era valiente pero no tanto, que no podía con todo
eso solo, que necesitaba que le sostuvieran la mano, que todavía le quedaba
mucho para seguir creciendo y para ser tan valiente como buscaba y se
esforzaba en ser, una mano cálida y enormemente familiar se deslizó en la
suya y la apretó.1

Era Jungkook.837

—¿Emocionado, bonito? Seremos papás.702

Tae solo pudo observar su mirada sonriente y brillante, su boca escondida


tras una mascarilla verde.8

Había llegado, él había llegado.

—Viniste.1

—Por supuesto, todavía estoy contigo.515

Cerrando los ojos, lloró en silencio mientras sentía que su mano era
apretada con un poco más de insistencia y entonces su audífono izquierdo le
permitió escuchar a Tae por primera vez en su vida el llanto de un bebé, de
su hijo. Y mientras la conmoción lo invadía y no podía dejar de llorar, alguien
se acercó a ellos con un bulto sonrojado que mantenía los puños en el aire.594
Era Osito.91

Y estaba bien.61

Y era hermoso.

81
Existía una palabra que era utilizada en Corea para describir distintos tipos
de emociones: Jeong, creada para definir ese conjunto de sentimientos que
comenzaba con el cariño, para seguir con el afecto y la ternura y finalmente
terminar en la profunda pasión de amar y ser amado con total intensidad. La
primera vez que una persona experimentaba el "jeong", era al ser sostenido
por los brazos de su madre. Por eso, los expertos consideraban que su
significado era incluso preverbal, antes de siquiera experimentar el
lenguaje.95
Jeong era una palabra que Kim Taehyung nunca experimentó antes del
lenguaje, sino que lo hizo muchísimo después de eso, cuando un bulto de
puños apretados fue acercado a él por Jeon Jungkook.275

El amor y las lágrimas siendo instantáneas al ver ese rostro pequeño y


regordete, solo logrando levantar la cabeza lo suficiente para darle un beso a
esa mejilla caliente y suavecita, los quejidos saliendo de esa boca que
formaban un puchero consentido.182

Ese mismo bulto precioso y pequeñito, cubierto con ropita blanca y


decorada con la boina más pequeña del mundo, ahora dormía sobre las
piernas de ese papá que experimentaba por primera vez el jeong. En su
muñeca delgada, un brazalete que indicaba:73

Kim Jeong Gyu


29 de abril, 15:211.1K

Bajo su nombre, en una letra apretada y apresurada, una palabra que había
definido la vida entera de Kim Taehyung.

M-Preg538

Su pequeño de párpados cerrados bordeados por pestañas cortitas y


delgaditas, ojos coronados por unas cejas poco pobladas y bajando por una
nariz consentida hasta una boca fruncida.40

Era la cosa más diminuta que Kim Taehyung había observado y tocado en
toda su vida, unos dedos regordetes pero firmes que se aferraban a ese dedo
índice que Tae colaba en el puño cerrado mientras le acomodaba su ropita
una y otra vez, estirándosela sobre las piernas cortas y rechonchas y su
vientre redondeado de bebé.105
Tae simplemente no podía dejar de tocarlo, y Jungkook no podía dejar de
mirarlos a ambos con un revoloteo en el estómago y un aceleramiento en el
corazón, tan repleto de amor que las manos le temblaban solo por estar
sentado a un costado de la camilla.85

Entonces Jungkook se inclinó hacia Osito, depositando un beso sobre esos


mechones oscuros de cabello, de ese mismo color que el propio Jungkook
poseía, pero que a Jeong Gyu se le ondulaban en la frente tal cual le ocurría
ahora a su otro papá. La boca de Jungkook descendió por aquella frente
hasta detenerse sobre la nariz y dejar otro beso en esa punta redondita,
notando ese lunar casi imperceptible de tonalidad café que se escondía en el
mismo sector que en la propia nariz de Tae.425

Era suyo.

Era de ambos.

Ese pequeñín que por meses llamaron Osito, era Kim Jeong Gyu.18

Su hijo.

El hijo de ambos.242

Y pensar que Jungkook casi se lo había perdido, demasiado ocupado en un


operativo al otro lado de la ciudad en una ex fábrica donde ni la señal de
teléfonos llegaba. Para cuando escuchó que su radio emitía un sonido suave
y luego la voz de Hoseok, apurada y un tanto exaltada, se colaba en la
transmisión para decirle que debía regresar a Daegu de inmediato y dirigirse
al hospital, Jungkook pensó seriamente que tendría un ataque de pánico, los
más terribles pensamientos bordeando su mente mientras Jimin tiraba de él
y lo instaba a subirse de copiloto, oyendo a lo lejos que continuaba una
conversación entrecortada con Hoseok para averiguar más detalles.49
—Osito va a nacer.6

Y entonces la adrenalina estalló en sus venas como una explosión que lo hizo
colarse al asiento del piloto y obligar a Jimin a subirse de acompañante,
encendiendo las luces de emergencia y apartando los coches en la carretera
como si estuviesen en la persecución de un criminal peligroso y no yendo al
parto de su hijo.301

Para cuando logró llegar, se encontró a su papá cargando el bolso preparado


para el nacimiento de Osito. Corrió por los pasillos a un lado de Sehun,
escuchando a medias sus explicaciones en las que Tae se había puesto en
labor de parto solo y que su padre se había enterado cuando los vecinos
fueron a buscarlo para contarle. Al ingresar al quirófano donde le indicaron
que Tae se encontraba y se lavaba a toda velocidad las manos observando
por el vidrio gigante que Tae lloraba recostado sobre la camilla y que Yoongi
le sostenía la mano, quiso morirse, casi desprendiéndose una capa entera de
piel en su afán por limpiarse rápido y que lo dejasen ingresar a pabellón.91

Solo logró notar que alguien le solicitaba a Yoongi salir de la estancia, siendo
interceptado de inmediato por Jungkook, que se colocaba la bata quirúrgica,
un gorro y la mascarilla.

—Osito ya va ha nacer —le comentó Yoongi—. Tae está muy asustado pero
ha sido tan valiente, Jungkook... tan, tan valiente.197

Con un nudo tremendo en la garganta y obligándose a mantenerse bien y


estable porque Tae necesitaba de su tranquilidad, alcanzó a ingresar en el
preciso instante que todo comenzaba a llegar a su fin y faltaban solo
segundos para que el mundo conociera a Osito de una manera que Kim
Taehyung nunca pudo disfrutar hace veinte años atrás.4
Ahora ese mismo pequeño, que tantas preocupaciones le trajo y anudó su
estómago en una preocupación que duró meses, se acurrucaba muy feliz y
cálido sobre las piernas flexionadas de Tae que no dejaba de sonreír y
tomarle los puños cerrados, soltando carcajadas bajitas y maravilladas si su
dedo índice quedaba apresado por su hijo.

—Es precioso —repetía Tae una y otra vez—. Osito es bonito.97

—Son preciosos —lo corregió Jungkook.146

Se escuchó un golpe bajo pero decidido contra la puerta y una cabeza se


asomó dentro del cuarto. Era Jimin con los ojos enormes y emocionados,
primero recorriendo con expectación el rostro de Tae y luego al bulto que
quedaba escondido de su escudriño por el ángulo.

—¿Puede el tío Jimin conocer a su sobrino? —preguntó—. Como padrino les


he dado su espacio y privacidad pero estoy muriendo de ansiedad.362

Tae le hizo un gesto para que ingresara y Jimin no perdió la oportunidad,


todavía llevaba el uniforme de policía al igual que Jungkook y parecía un
poco arrugado, ya que todos llevaban medio día esperando para conocer a
Osito, que había estado hasta hace una hora bajo la vigilancia médica al ser
prematuro.

—La madrina ya viene —comentó Jimin con nerviosismo al acercarse.662

La puerta volvió a abrirse y por ella ingresó Yoongi, que todavía portaba su
uniforme de enfermero al igual que unas enormes ojeras que hacían ver a
sus ojos más pequeños y hundidos. Cuando Jimin alcanzó la cabecera de la
cama y pudo contemplar con precisión el rostro dormido de Kim Jeong Gyu,
su boca se frunció y sus ojos se aguaron, llevándose de inmediato las manos
a la cara para recalcar su expresión de absoluta sorpresa y maravilla.65
—Tan... bonito —balbuceó.36

Yoongi alcanzó a estar a su lado para abrazarlo al estallar en lágrimas


repentinas, sus hombros estremeciéndose mientras de su boca continuaban
saliendo palabras casi sin sentido.32

—Osito... preocupado... pensé... pensamos...21

La palma de su novio fue a su espalda y acarició de arriba a abajo, hasta que


Jimin se estaba separando de golpe y tirando de Yoongi por la camiseta.

—Hazme uno —le rogó.809

—¿Qué dices, querido?40

—También quiero un Osito pero al nuestro le diremos Minimini.688

—Jimin...3

—Y Tae puede ser el padrino, ¿cierto que quieres ser tío, mi bebé? —Pero
Tae estaba demasiado ajeno jugueteando con las piernas de Osito para
prestarle atención—. Y Jungkook será la madrina.349

—Jimin...

—Solo hazme un hijo, te lo suplico, Min Yoongi, por favor.271

Y dando un largo suspiro que casi le puso los ojos en blanco, Yoongi se
inclinó hacia adelante y le besó la sien a Jimin, dejándolo desconcertado y
sorprendido.

—Está bien, tengamos a nuestro Minimini.469

Y mientras los balbuceos incoherentes de Jimin llenaban la habitación, Tae


se inclinó hacia Jungkook cambiando de dirección para poder observarlo por
sobre el hombro con párpados caídos y una sonrisa jugueteando en su boca.
—Está bien, Jungkook —susurró—. Estoy bien.8

Confundido, ladeó la cabeza.

—¿Mm?

Tae bajó las piernas y agarró a Jeong Gyu con manos suaves aunque todavía
inexpertas, Jungkook estirando su propio brazo para ayudarlo a sostener la
cabeza de Osito que se iba hacia atrás por el peso.

—Tae está bien —continuó Tae, tendiéndole a Jeong Gyu para que Jungkook
pudiese cargarlo—. Yo ya estoy bien.70

El cosquilleo comenzó en Jungkook suavecito pero notorio en la boca del


estómago, una risita nerviosa colándose entre sus labios temblorosos al
agarrar el cuerpo pequeño entre sus brazos, poniéndose de pie para mejorar
el agarre y sostenerlo en un mejor ángulo.72

Lo meció con cuidado, sus ojos yendo desde el rostro ya no tan dormido de
Osito hasta el de Tae, que parecía tan agotado pero bello, feliz, precioso.

Bonito, ese bonito con esa definición tan propia de Tae, ese bonito que
significaba un sentimiento tan potente y completo como el amor, pero que
también cambiaba y se podía transformar con el contexto.

Era simplemente la belleza de la vida.1

El Jeong.144

Y mientras Jimin y Yoongi se acercaban para observar mejor y Jungkook


apretaba un poco demasiado la mandíbula para evitar el tartamudeo de sus
dientes, la puerta se abrió e ingresó su papá, acercándose con una bolsa de
pañales de una talla más pequeña de la que habían guardado en el bolso de
Osito.
Debió sentir que era el centro de atención y que, por tanto, debía
comportarse así porque entonces los párpados de Jeong Gyu se arrugaron y
su boca se abrió, un llanto bajito y poco firme escapando de su boca sin
dientes, la lengua roja colándose entre sus labios.117

—Oh, no, mi vida, no llores —murmuró Jungkook con cariño, notando que la
cabeza de Tae se ladeada y su expresión pasaba a ser una ansiosa al captar el
sonido que se colaba por ese quinto audífono, que acababan de configurarle
porque el anterior se había estropeado en el pabellón.160

—¿Qué sucede? —preguntó Tae desorientado—. ¿Qué le pasa a Osito?4

Cuando intentó moverse para sentarse mejor en la camilla y observar a su


hijo, el rostro de Tae se contrajo en dolor y se dejó caer otra vez contra las
almohadas a la misma vez que Sehun dejaba la bolsa con pañales en una silla
y se acercaba a él.58

—Tranquilo, Tae —le pidió—, recién sales de una operación.4

Sudando un poco por el dolor, Tae asintió con la expresión todavía


contraída, sus manos en la cintura y solo un ojo abierto contemplando a
Jungkook que continuaba meciendo a Osito con Jimin y Yoongi observarlo.2

Pero el llanto de Jeong Gyu no disminuía en intensidad, sino que solo


aumentaba y eso apretaba los malos botones en Tae, esos que nacían desde
la ignorancia porque todo lo que sabía de bebés era de sus lecturas y videos,
esos botones brillantes y listos para ser apretados por ser papá primerizo y
un tanto aprensivo por ese pasado que seguía siendo tan presente para él.

—¿Por qué llora? —insistió Tae, ansioso.42

Sehun se sentó a un lado en la camilla con mucha calma.


—Porque está sano y vivo y solo está siendo un poquito consentido —le
explicó con voz suave—. Y posiblemente quiera un cambio de pañal porque
no le gusta estar sucio y su papá Jungkook todavía no se da cuenta de eso.263

Enrojeciendo un poco, Jungkook detuvo el movimiento de sus brazos y el


llanto de Osito se elevó, su rostro colocándose rojo y Tae solo pudo
retorcerse las manos con angustia y la respiración acelerada por la
ansiedad.36

—Jimin, ¿podrías acercarme el bolso de Jeong Gyu y los pañales que traje,
por favor? —pidió Sehun.

Jimin se apresuró a ir por las cosas mientras Jungkook dejaba a Osito sobre
la camilla entre las piernas recogidas de Tae, que continuaba observando a
Osito y luego a Sehun, después otra vez a Osito y nuevamente a Sehun.3

—Les voy a enseñar a estos dos padres primerizos a cambiar un pañal —


comenzó diciendo Sehun, rebuscando dentro del bolso y sacando una manta
lavable, talco, toallitas de bebés y finalmente abrió la bolsa de pañales, Tae
notando que había un paquete mal envuelto dentro que Sehun ignoró—. Voy
a contarles un secreto y es que Jungkook era un gran...463

—Papá —advirtió Jungkook.61

Sonriendo divertido, Sehun se encogió de hombros y acomodó a Osito con


mucha habilidad sobre la manta estirada sobre la cama.

—Solo diré que perdí la cuenta de la cantidad de pañales que le cambié.128

Le abrió los botones de la ropa y dejó al descubierto el pañal, Osito


moviendo las piernas y brazos en un llanto bajito pero constante en
protesta.

Tae dio un aplauso suave e hizo chasquear a sus dedos.


—Yo sé, Sehun, yo sé, yo sé, yo vi videos, yo sé cambiar un pañal.126

—¿Tae sabe? —preguntó con tranquilidad, dejando abandonada su tarea.

—Tae sabe, yo súper sé, yo vi muchos videos, yo estudié muchísimo.461

Una sonrisa tierna adornaba la boca de Sehun al estirar la mano para


acariciarle el cabello a Tae.

—El papá Tae hizo su tarea, ¿qué hay con el papá Jungkook?145

Tosiendo con incomodidad, el afectado observó el techo del cuarto con los
brazos cruzados.66

—Bueno, yo... yo debí haberlo visto alguna vez en una película. Los papas
Jungkook y Tae se dividieron las tareas de aprendizaje, y al papá Jungkookie
le tocó aprender a instalar el asiento en el auto, hacer la mamadera y armar
el coche. Además, sé qué hacer si se hace una herida o se enferma del
estómago, soy un experto en eso.197

Sehun se estaba riendo a la misma vez que Jimin le daba un golpe en los
omoplatos a Jungkook.

—Osito podrá tener sobrenombre de animal —dijo Jimin—, pero eso no lo


hace uno de tus perros, Jungkook. Tú solo sabes cuidar a animales y a ti
mismo, porque en parte también eres uno.287

Jungkook iba a responder algo, Sehun interrumpiéndolo con un movimiento


para que se acercara. Tomando asiento a un lado de Tae, observó a su padre
girar a Osito hasta que sus piernas inquietas apuntaron hacia ambos.

—Bien, aprenderán juntos —siguió Sehun.

—¿Puedo aprender yo también? —preguntó Jimin—. En vista que seré padre


pronto...160
—Jimin, yo solo...27

—Tú también, Yoongi, no seré el único que le cambie los pañales a


Minimini.213

Así fue como acabaron todos rodeando la camilla para observar a Tae
quitarle con demasiado cuidado las cintas y bajarle el pañal a Jeong Gyu, su
lengua colándose fuera de su boca en concentración. De pronto, Osito había
dejado de moverse para quedarse quietísimo, los puños y piernas recogidas
con expresión en el rostro de concentración. Sus pestañas cortas y delgadas
revolotearon unos segundos y finalmente sus ojos se abrieron, dejando
entrever solo una franja oscura de pupilas dilatadas, un iris brillante al que
se le reflejaban las luces bajas del cuarto.32

Eran ojitos de bambi, brillantes e inocentes.432

Eran...

—Ojitos de Jungkook —susurró Tae.859

Tae comenzó a llorar, su cabeza inclinada un poco hacia adelante. Jungkook


solo alcanzó a captar palabras aisladas que le hicieron hacerse una idea del
porqué de tanta emoción repentina.

Eran, según el mismo Tae le explicó mejor mucho tiempo después, los
mismos ojitos bonitos que observó por primera vez encerrado en aquel
ático. Era, para Tae, el significado del final de una vida que duró 19 años.287

Y mientras Tae agarraba a Osito entre brazos, olvidando por unos segundos
el pañal que iban a cambiar, se acurrucó contra ese bulto pequeñito que olía
tan especial y lloró observándolo, dándole un beso en la mejilla regordeta y
luego en la punta de la nariz sobre el lunar diminuto, los ojos de Osito un
poco perdidos contemplando a ciegas el rostro de su papá Tae que eclipsaba
a su mundo entero y que sería para Osito su mundo entero por varios
segundos.74

Cuando un puño regordete subió y tocó la mejilla húmeda de Tae, Jungkook


se le unió a su novio en ese llanto de pura felicidad que venía
experimentando tan seguido desde que encontró a ese chico encerrado hace
un poco más de un año.96

Jimin y Yoongi fueron los primeros en abandonar el cuarto, Sehun


quedándose unos segundos más para alcanzarles un regalo mal envuelto
pero que a la misma vez dejaba entrever una enorme dedicación en cada
pliegue doblado del papel, incluso en la rosa desarmada que se notaba fue
armada a mano.43

—Un regalo de un amigo —aclaró, dejando el paquete a un lado de ellos y


colocándose de pie—. Pasó semanas haciéndolo.569

—¿Amigo? —quiso saber Jungkook, secándose las mejillas con el brazo libre,
el otro rodeando los hombros de Tae que no dejaban de temblar.2

—Un amigo que tenemos con Tae.241

Y sin más palabras, se dirigió hacia la puerta y cerró con suavidad, antes
observándolos por última vez en el borde de la entrada con una sonrisa
pequeña que solo denotaba una pizca de tristeza en ella.

Pero el paquete quedó en el olvido y finalmente cayó por un costado de la


camilla cuando ambos reanudaron ese primer cambio de pañal y lo
golpearon sin querer. Ninguno de ellos lo notó hasta horas después cuando
Tae comenzaba a pesarle el cansancio por las horas de labor de parto y por
el hecho de que pasaba de la una de la madrugada.85
—Debes dormir —le pidió Jungkook, dándole un beso en la sien y apartando
de su rostro esos mechones desordenados y enredados.

Tae, recostado sobre la cama con Osito durmiendo sobre su pecho y una
sonrisa dibujada en su rostro, negó con suavidad y acomodó mejor la boina
en el cabello de Jeong Gyu.19

—Nu —se quejó.118

—Estás cansado.

—Pero Osito...

—Yo veré a Osito.

—Pero, Jungkook...

—Y además los doctores se deben llevar a Osito para atenderlo.17

Cuidando con no despertarlo, Tae negó con la cabeza y cerró los ojos unos
instantes, un suspiro cansado colándose entre sus labios.

—Vamos, Tae, debemos dejar a Jeong Gyu en su cuna para que descanses y
estés lleno de energía para cuando despierte.5

Al acercarse para tomarlo en brazos, fue que Jungkook pateó algo a un


costado de la camilla. Extrañado, lo recogió notando que era el regalo que
Sehun les entregó instantes antes.

—Se había caído —le dijo a Tae al dejarlo otra vez sobre las sábanas.

Aprovechando que Tae estaba concentrado observando el paquete con el


entrecejo fruncido, Jungkook se inclinó para quitarle a Osito. Jeong Gyu
protestó chiquitito y bonito al ser despegado del calor y cariño de su padre,
volviéndose a dormir rápidamente cuando Jungkook empezó a pasearlo por
la habitación mientras cantaba suavecito para él.82
—Looks like a winter bear, You sleep so happily, I wish you good night, good
night, good night...1.2K

Con la voz de Jungkook de fondo, Tae agarró el paquete y lo rompió por la


punta, de inmediato cayendo de él lo que parecía un enredo de lana de
varios colores que se asemejaba a la tela escocesa. Entonces, la estaba
estirando y notando que era un pequeño gorro, en su frente un bordado con
letras descuidadas que decía:2

Osito348

Distraído con Jeong Gyu, Jungkook no entendió el porqué Tae de pronto se


dejaba caer contra las almohadas, el tejido sobre sus ojos mientras un llanto
lleno de sentimiento y tristeza escapaba de sus labios temblorosos.
Extrañado y preocupado, dejó a Osito en la cuna y solo se quedó a su lado los
segundos necesarios para comprobar que seguía durmiendo plácidamente.
Yendo hacia Tae, tomó asiento a su lado y afirmó sus muñecas, apartando
sus manos con suavidad para observar su expresión contraída por el llanto.

—¿Qué sucede, Tae? ¿Qué está mal?5

El tejido desordenado y mal terminado, cayó hasta el pecho de Tae y quedó


reposando ahí, justo a la altura de ese corazón que ese día se había hecho
pedazos por la felicidad y luego por el completo entendimiento.6

—¿Qué pasa? —insistió Jungkook preocupado al ver que no dejaba de llorar.

Con la nariz sonrojada y soltándose de él para limpiarse las mejillas llenas de


lágrimas, Tae se mordió el labio para controlar los temblores que lo
dominaban. Apenas modulando para hacer de sus palabras una oración
entendible, dejó escapar una simple pregunta que no tenía contexto ni razón
para Jungkook.
—¿Tejerías un gorro de lana para mí, Jungkook? —dijo con voz baja y débil,
cansada.195

Quedando desconcertado, asintió.

—Sí.

—Pero no sabes tejer y tardaría días, ¿por qué lo harías?52

Se quedó unos segundos en silencio.

—Porque te amo, obvio.331

La boca de Tae se frunció y asintió pequeñito, de nuevo con los ojos llenos de
lágrimas.8

—Obvio —repitió.234

Secándose otra vez las mejillas con descuido y dedos bruscos, le pidió a
Jungkook que le acercara la cuna de Jeong Gyu. Cuando Osito estuvo a su
lado, le quitó con mucha delicadeza la boina y le colocó ese gorro que no
quedaba del todo bien porque era demasiado grande en el borde y muy
estrecho en la punta. Y mientras afirmaba la cuna de Osito con su mano, Tae
por fin pudo dejar de llorar y se permitió caer entre sueños tranquilos
mientras Jungkook le acariciaba el cabello y continuaba esa canción que Tae
instantes antes interrumpió con su llanto.4

No fue hasta años más tardes que Jungkook descubriría la razón del porqué
ese gorro mal tejido y con agujeros fue tan importante.517

Significaba amor para Kim Taehyung, ese amor de un padre que nunca tuvo
y que recién en el presente comenzaba a vivir. Y era nuevo y bonito, era el
segundo jeong que Kim Taehyung sintió.85
Al igual que Jungkook, no sería hasta años más tarde que Tae comprendería
que ese realmente no fue el segundo jeong en su vida, sino que el tercero. El
primero, cuando unos ojos bonitos se asomaron por la puerta trampilla del
tercer piso.241

Jeon Jungkook siempre fue el primer jeong en la vida de Kim Taehyung, fue
el inicio y también el final de ese sentimiento tan completo.
82

Lo que caracterizaba a un padre primerizo era la constante ansiedad y


nerviosismo de estar haciendo algo incorrecto, en sus inicios incluso
padeciendo de esa histeria por tomar en brazos a un pequeño que no era
más grande que unas palmas masculinas unidas. Recostado en el asiento del
copiloto con toda su zona central latiéndole en dolor y girando cada cinco
segundos la cabeza para observar al pequeño que iba seguro en la parte de
atrás, Kim Taehyung sufría de todos esos temores mencionados.99

—Tu pequeño va bien y seguro —le prometió Sehun a las cejas fruncidas de
Tae.4

Una mano se deslizó en su muslo y lo apretó con suavidad para captar su


atención, Tae volviendo a girarse en el asiento con una expresión contraída
por el dolor.

—Además va con mi papá —continuó Jungkook, sus ojos concentrados en la


calle—. Y él cuidó de mi hermana y de mí, y mira lo bien que ambos
salimos.89

Dando un suspiro, Tae cerró los ojos unos segundos.

—Yo sé —al final susurró.47

—¿Entonces?

Llevándose una mano al pecho, se lo masajeó unos segundos sintiendo que


Jungkook mantenía su caricia en su muslo.

—Es Osito —simplemente dijo.1

Osito, su Kim Jeongyu, su hijo.


Suyo.8

Pero también de Jungkook.

De ambos.108

Y eso era algo que todavía le costaba asimilar y manejar, ese sentimiento un
poco posesivo, un poco ansioso, un poco nervioso y desequilibrado porque
sus emociones eran un revoltijo inentendible, que habían comenzado con
ese ataque de pánico ante un parto adelantado y permanecido ante la idea
latente de que él seguía siendo en extremo inútil, débil como también
dependiente.44

Co-dependencia.

Eso era algo que Jin se lo venía explicando desde sus inicios, una simple
palabra que Tae lograba entender aunque no del todo comprender en su
significado y repercusión. Pero Tae lo intentaba, siempre lo intentaba y
también siempre se esforzaba, luchando consigo mismo hasta quedarse
agotado a pesar de que los demás no se percataban de las peleas mentales
que mantenía con su yo interior para mejorar y no cometer los mismo
errores que llevaron a que Tae viviera una vida de encierro.4

Por eso, mantuvo los ojos cerrados y se obligó a no volver a girarse porque
Osito estaba bien, estaba perfecto y era hermoso, y estaba siendo vigilado
por Sehun, alguien con mucha más experiencia que el propio Tae.

Kim Jeong Gyu, o simplemente Jeongyu, estaba bien y perfecto y Tae


necesitaba entenderlo hasta que por fin lograse tocar la lejana
comprensión.39

Para cuando llegaron a la casa, Jungkook lo ayudó a bajarse del coche


mientras escuchaba a Sehun hablarle bajito a Jeongyu en un murmullo cálido
y cariño para cobijarlo con sentimientos y manos amables. De igual forma,
Osito se quejó bajito al despertarse por el movimiento y eso activó esos
malos botones en Tae, girándose en los brazos de Jungkook para ver qué
ocurría.4

—No, no, no, tú te vienes conmigo —avisó Jungkook al sentirlo moverse para
escapar.3

—Pero, Jungkook, Osito...130

—Osito está bien y con mi papá —insistió Jungkook, apretándolo por la


cintura para instarlo a moverse e ingresar a la casa, los tres perros dándoles
la bienvenida girando alrededor de los pies de ambos, Jungkook
reprendiendo a Roko para que se tranquilizase porque podía pasar a llevar a
Tae. Ninguno de los dos pudo enojarse con los animales, habían estado
prácticamente solos una semana completa siendo alimentados por Sehun en
las mañanas y tardes, por lo que les permitieron volverse locos y correr
alrededor de ambos con jadeos y ladridos ansiosos, los de Roko opacando
los otros dos.55

Por fin llegando al sofá, Tae se sentó con mucho cuidado y sufrimiento,
Yeontan rápidamente deslizándose entre sus piernas moviendo la cola con
felicidad.

Con Tae instalado, Jungkook regresó afuera para ayudar a su papá. A los
pocos segundos, ingresó con la silla del auto cargada en alto para que Roko
no la alcanzara, Sehun iba con el bolso de bebé en el hombro.

—Si te sientas de una vez —empezó diciendo Jungkook a Roko con mucha
paciencia—, podré mostrarles al nuevo miembro de la manada.409

—De la familia —lo corrigió Sehun.91


Sonrojándose un poco, Jungkook tosió y dejó la silla con Osito sobre la mesa,
sonriendo de inmediato con los dientes frontales sobresaliendo un poco. El
estómago de Tae dio un vuelco enorme ante eso, acomodándose mejor en el
respaldo con una expresión mucho más relajada.44

Osito estaría bien, tenía a Jungkook como padre, no podía haberle tocado
alguien mejor que él.67

—Mi vida, ¿dormiste bien? —arrulló Jungkook.197

—¿Osito está despierto? —quiso saber Tae, estirando el cuello para ver
mejor a pesar de que el cansancio pesaba sobre sus hombros como una capa
densa.

—Nuestro bebé hermoso está súper despierto —respondió Jungkook.138

—Quiero verlo —exigió Tae, porque ver esos ojitos oscuros y brillantes, esos
ojitos de Jungkook era algo que intentaba no perderse jamás. Cada vez que
los veía, sentía incluso que podría ahogarse en ellos ante las olas de felicidad
y tranquilidad que lo llenaban.31

Observando a Jungkook tomar en brazos a Osito con mucha más destreza


que en sus inicios, pero aún así con restos de torpeza y ansiedad, Jungkook
lo alzó tanto que Jeongyu estuvo colgando sobre su cabeza, luego girándose
hacia los tres perros sentados a su alrededor que observaban a ese pequeñín
que movía las piernas y brazos en una queja consentida.65

¿Por qué a Tae se le hacía conocida esa escena?237

—Familia, les presento a su nuevo dueño y el más diminuto entre todos: Kim
Jeong Gyu, Osito como cariño.143

—Esto no es el Rey León, hijo —se rió Sehun con buen humor—. Y ellos no
son tu manada.347
Vio a Jungkook bajar a Osito y acunarlo en su pecho, doblando las rodillas
hasta que quedó a la altura del hocico curioso de Roko, que de inmediato se
acercó al bulto de puños apretados y lo olisqueó.

—Jungkook —avisó Tae en tensión.56

Pero Jungkook fingió no escucharlo, porque estaba permitiendo que Roko


enterrara el hocico en el abdomen de Osito y lo olisqueara con ruidos fuertes
y respiraciones profundas.22

—Raro, ¿no? —le preguntó Jungkook a Roko—. Huele como a Tae y a mí,
¿cierto?228

Roko, que se había detenido para escuchar a su amo, volvió a meter la nariz
en la pancita de Osito y luego se acercó a la muñeca de Jungkook, finalmente
cambiando de dirección y corriendo hacia Tae hasta que estuvo a su lado y le
olisqueó el regazo.3

Después, solo estornudó.179

Mantequilla solo se atrevió a acercarse unos metros y apartándose pronto


para irse a su cama, poco interesado en conocer a su nuevo amo. Yeontan en
tanto, también se quedó un buen rato olisqueando a Osito, concentrando
principalmente su nariz en la cabecita cubierta por ese gorro deforme. Al
parecer, lo aceptó como uno más, porque se limitó a girarse sobre sí mismo y
partir también donde su verdadero dueño, echándose a un costado de las
piernas de Tae.4

Con las rodillas resonando un poco, Jungkook volvió a ponerse de pie.85

—¿Ves que no sucedió nada? —le habló a Tae—. Y ahora lo reconocieron


como parte de la manada y lo van a proteger.161

—Osito no es un animal, Jungkook — respondió Tae.74


Jungkook iba a contestar cuando fue interrumpido por las quejas de Jeongyu.

—Está cansado —informó Sehun colocándose de pie—, y Tae también. Es


muy tarde, deberían irse a dormir. Conocen mi número si sucede algo...
pueden llamarme a la hora que sea. —Y mientras se dirigía a la puerta, dijo
la último—. Esto es para ambos: está bien tener miedo y equivocarse, solo
así van a aprender.44

La puerta resonó tras su salida, Jungkook apurándose por ir a cerrarla con


llave para no olvidarlo más tarde. Equilibrando a Osito en un brazo, apuntó
hacia arriba con las cejas en alto.

—¿Crees que puedas subir solo? Porque podría cargarte.19

Tae enrojeció de golpe.

—Jungkook, Tae es grande —tartamudeó un poquito—. Soy papá ahora.282

—Sigues siendo mi pequeño.181

Tae jugó con nerviosismos con el borde de la camiseta.

—Nu —se quejó sin fuerzas—, debo ser grande y responsable ahora.169

¿Cómo podía ser grande sí para Jungkook seguía viéndose como una masita
adorable que quería comerse a besos todo el tiempo?137

Acercándose hasta Tae para agarrarle las mejillas con una mano, Jungkook
se inclinó y besó su boca fruncida.3

—Eres maravilloso. Ser mi pequeño consentido no te hará peor padre ni


menos maduro.44

Tae se quedó observando a Jungkook con los ojos enormes y un tanto


vidriosos, cambiando lentamente a una expresión más relajada, sus orejas y
cejas bajando para acomodarse mejor en una mirada enamorada y tranquila.
—Bueno, si Jungkook insiste...201

Y ese mismo Jungkook se volvió a inclinar para capturar sus labios en un


beso rápido que dejó a Tae desconcertado y sin aliento.2

—Insisto mucho.41

Jungkook se apartó y dejó a Jeongyu otra vez en su silla de automóvil,


acomodándolo con cuidado para no despertarlo. Osito solo frunció el labio
de la misma forma que su papá Tae, pero no hubo más quejas por su parte.

Osito, comprenderían con el tiempo, sería muy tranquilo y poco llorón,


aunque sí demandante de cariño, sobre todo el de Tae.27

Jungkook subió con la silla hasta el segundo piso, dejándola sobre la cama y
observándola unos segundos con los brazos estirados como si de pronto
Osito pudiese moverse, bajarse y caerse de la cama...44

Sí, tal vez estaba siendo un poco trágico ante sus miedos de padre
primerizo.7

Dándole un último vistazo para asegurarse que estaba perfectamente


asegurado, volvió a bajar las escaleras hasta llegar a Tae que mantenía los
párpados un poco caídos por el sueño.1

—Ahora, debo atender a mi segundo bebé —bromeó al llegar a su lado.56

Las cejas de Tae se fruncieron un poco al igual que su nariz consentida,


permitiéndole ver ese lunar que compartía con su hijo.

—Yo fui el primer bebé de Jungkook.284

Riéndose, se inclinó para darle un beso en el cuello y deslizar su boca por esa
extensión de piel hasta el borde de su mandíbula.

—El primero y el más consentido —aseguró.5


Tae se estiró hacia la izquierda para darle más espacio a Jungkook,
balbuceando una incoherencia con los ojos cerrados mientras Jungkook
apoyaba ambas manos en los reposabrazos del sofá para sostenerse mejor.

—Podemos continuar esto en la cama —le cantó junto al audífono.201

Fue apartado de un empujón.

—El doctor dijo que Tae no podía tener nada de eso por más de un mes,
Jungkook.173

—Así es —aceptó, sus labios raspando los de Tae al hablar—, pero no dijo
nada de besitos ni de caricias, ¿y acaso no te gustaría ser mimado por tu
Jungkook?82

Encogiéndose de hombros con repentina timidez, Tae colgó los brazos por
detrás del cuello de Jungkook.

—Si Jungkook insiste...154

—Insisto.37

Ambos se rieron. Jungkook le dio una nalgada suave a Tae solo para captar
su atención.

—¿Prefieres que te lleve en brazos o logras colgarte de mi cintura?1

—En brazos.3

Jungkook no perdió el tiempo y deslizó una mano bajo las rodillas de Tae,
cargándolo con mucha facilidad.9

—Recuerdo esos días donde tenía que pedirte que por favor te descolgaras
de mi espalda para poder cocinar —dijo Jungkook avanzando hacia la
escalera y subiéndola—. Era feliz y no lo sabía.205
Tae rodó la mirada, su cabeza ahora escondiéndose en el cuello de Jungkook
y acariciando con su nariz la piel caliente a la que se aferraba.

—Que Jungkook luego no se queje, advierto.25

—Recuerdo también esos días donde Tae no hablaba y luego solo lo hacía en
tercera persona.148

—Pero es infantil y está malo, mi profesora de fonoaudilogía dijo "Tae, no es


correcto eso". Así que yo mejoré.67

—Lo sé, bebé —dijo Jungkook ingresando al cuarto—. Solo lo encontraba


tierno, y creo que lo extraño un poco.121

Cuando finalmente Jungkook pudo sentarlo en la cama a un costado de la


silla de automóvil donde Osito dormía plácidamente, Tae se quedó unos
segundos contemplando a Jungkook y estiró la pierna hacia él.

—Tae está tan, tan cansado —susurró con una sonrisa en los labios—.
¿Jungkook podría ayudar a Tae a desnudarse?509

Jungkook, que se había quedado paralizado sacando un pijama para ambos y


cambiarse, se giró con las cejas alzadas y los ojos con las pupilas un tanto
dilatadas.

—Eres un diablillo, sabes que no podemos hacer nada.

—Pero Jungkook dijo que besos y caricias sí.22

—Besos y caricias sí —balbuceó Jungkook, agarrando la pierna estirada de


Tae y quitándole el zapato y finalmente el otro.

—Mis pantalones están esperando —avisó Tae.241

Las manos de Jungkook fueron hacia la pretina de esos pantalones de tela un


tanto anchos y se los bajó con cuidado por las caderas, por los muslos y al
piso. Los calcetines también salieron volando, los dedos de Jungkook
jugueteando con la piel canela de Tae y subiendo por su pierna hasta su ropa
interior y rozando con los nudillos el bulto que escondía la tela.

—Eh —protestó Tae, sintiendo un cosquilleo que empezaba en su


entrepierna y subía por su espalda—. Eso no, eso es jugar sucio, Jungkook.146

Riéndose bajito, Jungkook llegó hasta su chaleca verde y se la quitó por la


cabeza, haciendo lo mismo con la camiseta blanca y dejando el cabello de
Tae desordenado.12

Entonces, cuando el propio Jungkook se estaba llevando las mano al borde


de su camiseta, su chaqueta negra ya en el piso, sus ojos se dirigieron hacia
Osito. Cualquier mala intención que pretendía con Tae, se esfumó nada más
sentir ese calor de felicidad estallándole en el centro del pecho ante la sola
oportunidad de ver ese rostro pequeño y gordito descansar tan
plácidamente.51

—¿Podemos dormir con él? —se escuchó diciendo.32

Tae, un tanto desconcertado por el cambio de conversación y todavía


esperando en el borde de la cama en ropa interior, tardó unos segundos en
responder.

—Pero Jungkook dijo que Osito debía dormir siempre en su cuna y por eso
Jungkook instaló una abajo y una en el cuarto de Jeongyu.6

—Sé que lo dije —habló colocándose de rodillas en el colchón para llegar


hasta su hijo—. Pero es nuestra primera noche y...

—Bueno —aceptó Tae—. Pero solo por hoy porque Osito debe ser
independiente y fuerte, ¿ok, Jungkook?318
Moviéndose antes de que Tae cambiase de opinión, Jungkook dejó a Osito en
el suelo unos segundos y abrió las mantas de la cama, ayudando a Tae a
recostarse sobre las almohadas para ir otra vez por Jeongyu y sacarlo de la
silla, levantándolo con cuidado para no despertarlo.61

Pero lo hizo.169

En el preciso instante que dejaba a Osito sobre las sábanas heladas a un


costado de su papá Tae que lo esperaba ansioso, sus ojitos se abrieron
dejando entrever a la perfección un iris oscuro pero brillante, que captaba a
la perfección las luces bajas del cuarto. A Jungkook se le volvió a hacer un
nudo de la emoción, como si fuese la primera vez que lo observaba. Tae
parecía sentirse de la misma manera, porque notaba su respiración más
ralentizada y su garganta tragar con dificultad.4

Tae estiró una mano y deslizó su dedo por la mejilla de Osito, este le
respondió moviendo las piernas y los puños. Los ojos de Tae se curvaron en
una expresión que tan solo denotaba un sentimiento: amor. 6

—¿Será muy difícil, Jungkook? —murmulló, su dedo ahora peinando su


cabello oscuro y desordenado, la gorra deforme a un lado de ellos.

Jungkook se terminó de quitar la ropa y se acostó en el espacio que quedaba,


apoyándose sobre su codo para seguir observando a Osito.5

—Lo será —respondió al fin, estirando el brazo para tocar a Tae por sobre
Jeongyu—. Pero estamos juntos en esto.72

Tae cerró los ojos unos segundos y asintió chiquito.

—Somos una familia, Tae ahora entiende.131

Les tomó horas a esos dos padres primerizos dormir, solo cayendo en un
ligero sueño más pendiente de cualquier movimiento y queja de Osito que el
de buscar un descanso real. Jungkook fue el primero de ellos que se paró a
media noche para buscar una mamadera y prepararla con medio cerebro
dormido, también fue el primero en cambiarle el pañal mientras Tae se reía
y le decía que se lo había puesto al revés. Pero con el tiempo esas tareas se
fueron intercalando hasta que, en medio de la noche, uno terminaba
golpeaba al otro y le insistía que él había sido el último en cambiarle el pañal
o hacerle la mamadera, no llegando nunca a un consenso real y al final
jugando a piedra, papel y tijera y teniendo casi siempre como perdedor a
Jungkook.306

Sin embargo, Tae no era ningún bobo y entendió a los días que no era una
casualidad que Jungkook siempre sacase piedra y Tae papel, por lo que con
el tiempo empezó a intercalar con tijeras cuando lo notaba cansado y medio
dormido, dándole un beso suave en los labios para levantarse en medio de la
noche e ir a atender a su Osito.234

Su hijo, quien era tan precioso y tan amado. Y con la misma fuerza que Tae lo
amaba, se preocupaba para que ese amor no se volviese uno asfixiante y
tóxico como el que recibió él por años, por eso, tan solo dos meses desde su
nacimiento, Tae lloraba un poquito apresando su labio inferior entre los
dientes al ver partir a Jeongyu entre los brazos de su abuelo Sehun.73

—Podemos decirle que no a mi papá —dijo Jungkook con voz preocupada y


acariciando la espalda baja de Tae—. Estás sufriendo.9

Entonces Tae sacudiría la cabeza en negación e ingresaría a casa, tomando


asiento en el sofá abrazando a Yeontan tal vez con un poco de fuerza.1

—No —diría con convicción aunque también con mucho dolor—. Osito
merece conocer el mundo y no le voy a quitar la oportunidad.156
—No le estarías quitando nada, solo date un poco de tiempo para
acostumbrarte.

Y Tae volvería a negar con la cabeza con total terquedad aunque con la
mandíbula temblorosa y los ojos aguados.

—Osito necesita a un papá que lo ayude a pelear a su lado, no uno que lo


esconda a sus espaldas. Yo necesito entender y aprender, aceptar que es mío
pero también Osito se pertenece a sí mismo.358

Y ese día pasaron horas esperando el regreso de Jeongyu, que al final volvió
a casa con un segundo gorro deforme aunque ahora mucho mejor tejido.91

—De un amigo —se limitó a responder Sehun ante las cejas interrogantes de
Tae, las cuales rápidamente bajaron y pasaron a formar una expresión triste
para continuar con un llanto contenido mientras afirmaba a Osito contra él y
besaba una y otra vez ese gorro horrible.144

—Quiero conocer a ese amigo —diría entonces Jungkook a su papá, pero


Sehun se limitó a encogerse de hombros y dar una austera respuesta.9

—Algún día cuando Tae lo decida.38

Y Jungkook no volvería a insistir porque todo lo que tenía que ver con Tae,
era un poco complicado y difícil de resolver. Y es que Jungkook siempre
consideró que lo mejor era no insistir si Tae no quería contarle algo, porque
Tae ya tenía a Jin para ser presionado a hablar de su pasado y él no quería
repetir el mismo patrón.2

No tuvo que esperar mucho más.

Un tiempo después, en el patio trasero recostado en la hamaca con Osito


durmiendo en el pecho de Tae, este comenzó a hablarle de ese pasado con
voz vacilante que con los días y semanas fue ganando fuerza hasta que nunca
más titubeó al contarle una de esas anécdota.

Fue así como Jungkook supo de ese mundo que se limitaba a cuatro paredes,
de los libros que leyó y del concepto de amor que tenía concebido en su
cabeza antes de Jungkook. Pero, al final, todos sus relatos terminaban en el
mismo punto: su abuela. Con una expresión triste, Tae repetía lo mucho que
la extrañaba, lo bonita que ella fue a pesar de las obvias circunstancias de su
encierro y que solo una vez, en todos esos años, lo había golpeado, golpe que
fue tan desconcertante, que Tae había abandonado el habla ante su miedo de
provocar el enojado de su abuela y el hecho de que ya no podía escucharse.48

Así las semanas se acumularon hasta convertirse en meses y nuevamente


estaban en el cumpleaños de Jungkook, ahora soplando una totalidad de 23
velas perfectamente contadas por Tae para no que no faltase ninguna.
Rodeados por sus amigos, que se fueron yendo de apoco hasta que
estuvieron una vez más a solas, Jungkook diría que fue uno de sus mejores
cumpleaños.86

Y como guinda de esa torta de cumpleaños que Tae está vez sí pudo
terminar, fue encontrarse a Tae reclinado contra la mesa de la cocina
completamente desnudo.361

—¿Sírvase el postre? —con esa sonrisa jugueteando en los labios mientras


se apoyaba en un codo para observarlo sobre el hombro.211

Y al acercarse, un bote de lubricantes y condones lo recibió.

—Estoy en un ciclo.145

Jungkook nunca se había preocupado de tener el condón tan bien puesto


como esa noche.509
A diferencia de esa felicidad palpable y contagiosa en la casa de los Jeon-Kim,
para Jimin la realidad era otra. Deprimido y observándose las manos
temblorosas, así lo encontró Jungkook una mañana.121

—¿Qué ocurre, Mini?

Jimin lloró.

—Dos ciclos y no logro embarazarme.551

Y con el tercero, fue mucho peor. Fue cuando todos vivieron realmente por
primera vez un embarazo sicológico, aunque en sus inicios nadie supo que
era uno. Y es que nadie quería arruinar el estado de ánimos de Jimin, que lo
hacía temblar de felicidad y contarles a todos que se despertaba cada
mañana con vomitos, que se había hecho cuatro test y todos positivos y que
había llorado tanto de felicidad que no podía creer que por fin estuviese
cumpliendo su sueño.150

Cuando lograron ir al médico pasadas las cinco semanas, solo encontraron


un útero tan vacío como se sintió Jimin al escuchar la noticia.247

Entonces Tae no fue el único paciente de Jin, las emociones de Jimin siendo
cada vez más volátiles y peleando tanto con Min Yoongi como no lo habían
hecho en cinco años de relación. Por eso, ninguno de ellos se sorprendió
cuando Jimin apareció un día en la casa de Jungkook suplicándole bajito que
le dejara quedarse ahí un tiempo porque amaba demasiado a Yoongi y no
quería deteriorar su relación porque era incapaz de estar consigo mismo.174

Lo que partió como una idea arrebatada y por esencia mala, a la larga fue
efectiva. El estado de ánimo de Jimin se fue recuperando con los días
ayudado por las carcajadas de Osito ante cada pequeña cosa que ocurría a su
alrededor. Finalmente, Yoongi fue por él para suplicarle que regresara y tras
solo tres semanas de estar lejos de su novio, volvió a agarrar su maleta para
irse con él.

Tae todavía se reía al haberlos sorprendido dándose el lote en el automóvil


cuando sacó la basura casi una hora después de su supuesta partida.250

Y entonces Tae estaba regresando a clases cuando Osito cumplía los siete
meses, los primeros días llenos de lágrimas y ansiedad a pesar de que solo se
iba por no más de cuatro horas al día, con las semanas sobrellevando la
separación mucho mejor hasta que Tae logró normalizarla y aprender que
Osito realmente estaría sano y salvo al regresar, que era muy amado y que
tenía un abuelo precioso y otro que no hacía más que hacerle gorritos que
después se convirtieron en un conejo de croché que se volvería en el juguete
favorito de Jeongyu por muchos años.193

Una tarde de diciembre cuando Jungkook con Osito fueron a la escuela de


artes a buscar a Tae, la burbuja de irrealidad estalló. Mientras Jeongyu no
hacía más que tirar de la nariz de su papá y se reía feliz y bonito, Jungkook
observaba las puertas de roble que hace minutos permanecían cerradas,
hasta que fueron nuevamente abiertas y por ellas apareció un hombre alto y
delgado, guapo.103

Desconcertado, lo observó acercarse y detenerse a solo dos metros de ellos,


sus ojos recorriendo a Jeongyu que estaba demasiado centrado en su papá
como para girarse hacia el desconocido.

—¿Jeon Jungkook? —preguntó con voz grave.

—¿Sucede algo? —quiso saber, sus ojos de inmediato girando hacia las
puertas cerradas por donde Tae no aparecía—. ¿Es...?

—Soy el profesor de Kim Taehyung, el señor Seojoon.136


Ah, Jungkook había oído mucho de él.1

Como pudo, y equilibrando a Osito en un brazo, le dio la mano para


saludarlo.

—¿Sucedió algo con Tae? —insistió, ya preocupado.

Un asentamiento.

—Sucede que Tae es un alumno brillante y enormemente talentoso.50

—Lo sé —dijo Jungkook—. Yo he...

—No, no creo que realmente lo sepa —lo interrumpió en seco.289

Frunciendo el ceño, Jungkook volvió a afirmar a Osito con ambos brazos


para acurrucarlo contra él y sentirse de alguna forma protegido.

—Como su profesor, no creo que sepas lo suficiente de nuestra relación para


asegurar algo así.93

—Creo que sé lo suficiente —dijo colocando las manos dentro de los


bolsillos del pantalón—, porque estás obligándolo a quedarse contigo en
esta ciudad y no permitiéndole descubrir su potencial.385

Ladeando la cabeza, abrió un tanto más los ojos.

—No estoy terminando de entender esto.

Un bufido.

—Con todo lo que ha pasado un chico como Taehyung, me parece


sorprendente que su pareja lo siga presionando sicológicamente para
instarlo a que rechace la beca que le ofrecieron.266

—¿Beca? ¿De qué beca estás hablando?


—La que tiene hasta mañana para aceptar o de lo contrario la perderá.7

Eso le sacó un jadeo sorprendido.

—No tengo idea de qué hablas.

Otro bufido.

—Taehyung ni siquiera te lo ha dicho porque así de miedo tiene de tu


opinión. —Continuó antes de que Jungkook pudiese decir algo—. Y en
respuesta a tu ignorancia, te aviso que Taehyung está desaprovechando una
beca de dos semestres en la universidad de Seúl porque teme hablar
contigo.316

Seojoon dio otro largo suspiro y le puso la mano en el hombro, apenas


sonriendo al notar que un hilo de baba de Osito empezaba a escurrir por sus
labios de una manera adorable y divertida.

—Taehyung tiene demasiado talento para que lo obliguen a vivir una vida
monótona. Lo mínimo que podrías hacer tras todo lo que le pasó, es que lo
dejes cumplir su sueño. ¿O acaso te da demasiado miedo que descubra el
mundo y se dé cuenta de la vida pobre que tiene aquí y ya no quiera
regresar?528

Y con esa última oración girando en su cabeza, Jungkook lo vio girarse y


desaparecer entre las puertas de roble, que a los pocos segundos fueron
abiertas otra vez y apareció un sonriente Tae dando brincos por el camino y
pidiendo disculpas casi a gritos porque su profesor lo había obligado a
terminar un cuadro antes de permitirle partir.13

Y con el cuello manchado de pintura amarillos, finalmente llegó hasta ellos y


se apresuró a tomar a Osito en brazos y comérselo a besos con la carcajada
de bebé burbujeando entre ellos y descongelando en parte el frío corazón de
Jungkook, que terminó de derretirse al sentir unos labios cálidos posándose
sobre los suyos en un saludo acalorado.

Él, se repitió durante horas, no estaba obligando ni presionando a Tae,


¿cierto? Porque era Tae quien decidía quedarse, solo Tae, ¿cierto?124

No fue hasta en la noche con ambos recostados en la cama y Osito


durmiendo en su cuna siendo monitoreado a través de una pantalla que
tenían ubicada en la mesita de noche, que Tae tomó asiento en medio de la
cama y se giró hacia Jungkook con expresión triste.

—Necesito contarte algo.4

Su estómago se hizo un nudo de inmediato y se acomodó en la cama para


prepararse para el golpe emocional que tal vez, solo tal vez, vendría.

—No te lo dije antes porque era una decisión que quería tomar solo. Yo... lo
siento, pero necesitaba descubrir por mi mismo lo que realmente quería... lo
que yo realmente quería.92

—Entiendo —logró balbucear con labios temblorosos.

—Y descubrí que quiero mejorar no solo por Osito sino que por mí también,
por nosotros. —Tragó saliva—. Osito y tú se merecen la mejor versión de mi
mismo y esta no lo es. Debo crecer, aprender, conocerme y madurar y yo... lo
necesito.220

Se detuvo para tragar saliva, su manos jugando entre ellas con nerviosismo.

—Me ofrecieron una beca de un año en Seúl. —Incluso antes de que


Jungkook pudiese entender que realmente su peor pesadilla estaba
comenzando, Tae continuó con un suspiro tembloroso pero a la misma vez
decidido—. Y la voy a aceptar.371
—Okey —susurró Jungkook agarrándolo por la mano y tirando de Tae para
un abrazado apretado y lleno de sentimientos, tan repleto de un te
extraño que ambos ya comenzaban a sentir incluso antes de la partida.47

Al separarse, los ojos de Tae estaban inundados en lágrimas mientras


afirmaba a Jungkook por las mejillas y lo acercaba hasta que sus frente se
tocaron.

—¿Estarás todavía conmigo? —preguntó Tae bajito.141

Jungkook lo besó.

—Osito y yo siempre estaremos contigo.


482
83

La primera noche que Jeon Jungkook durmió solo tras la partida de Tae,
debió ser una de las peores de su vida. Acostado en una cama vacía que se
sentía de pronto enorme y helada, no hacía más que girar de un lado al otro,
dejando un tremendo espacio a su costado izquierdo como si Tae fuese
aparecer de la nada para ocupar ese sitio que le perteneció durante casi dos
años. Dando un largo suspiro esa madrugada de principios de febrero, clavó
los ojos en el vidrio cristalizado de la ventana que le permitía apreciar la
caída de pequeños copos de nieves, recordando de pronto el rostro
sonrojado y sonriente de Tae al disfrutar por primera vez la nieve hace ya un
año.344

Con una sensación de soledad arraigada al pecho, agarró el celular bajo la


almohada y buscó el contacto de Tae, su dedo jugueteando sobre su nombre,
cuestionándose si debía derribar sus propias barreras defensivas y llamarlo
solo para escuchar su voz, demasiado acostumbrado a esa vida donde oírlo
era lo primero y último que hacía cada día.18

Su Tae...128

Volvió a guardar el teléfono porque no podía hacerle eso, no podía


sobrecargarlo emocionalmente con su propia tristeza cuando Tae había
partido llorando y apegando las manos al vidrio del tren en un afán
desesperado por un último contacto. Sus mejillas bañadas en lágrimas
mientras les tiraba un beso antes de que el tren desapareciese al salir de la
estación, era una imagen que se vendría repitiendo en su cabeza por mucho
tiempo.242
Ambos debían ser fuertes y recordarse que esto no era el final, que no se
estaban separando para no verse más, que no habían terminado, que seguían
siendo una familia y volverían a estar juntos más pronto que tarde.30

Aún así, por mucho que intentase consolarse con eso, no podía eliminar el
nudo de tristeza en su estómago y la sensación de pesar en el pecho. Y
cuando se estaba obligando a cerrar los ojos porque debía despertarse en
dos horas para empezar su turno de madrugada, su celular vibró bajo su
almohada sacándolo de la ensoñación y activando la adrenalina en sus
venas.

La pantalla brillante anunciaba una solicitud de videollamada de Tae.167

El nudo de nervios se hizo más estrecho, y se estiró para encender la luz de


la mesita de noche. Contestó, la pantalla reflejando de inmediato el rostro
eclipsado de Tae tan repleto de luces y sombras, sus ojos un tanto caídos y
enrojecidos porque debió haber llorado todo el camino a su nueva vida.

—Bebé —susurró Jungkook—, nos prometimos no llamarnos hoy.138

Tae se pasó la mano por la nariz roja y asintió con suavidad.

—Yo sé, solo...

—Nosotros también te extrañamos.169

Los labios de Tae se fruncieron para aguantar las lágrimas que buscaban una
pronta liberación.

—Aquí es bonito —musitó, su cabello castaño claro recostándose sobre una


almohada blanca.46

Jungkook lo imitó.

—¿Te gusta Seúl?


—No vi mucho —admitió—, solo de la estación a la residencia y comí en un
restaurante cerca.

—¿Qué comiste?

—Solo ramen.

Ambos se quedaron en silencio escuchando la respiración del otro. La


mirada de Tae volvió a bajar y de pronto estaba tosiendo y cambiando de
posición, su voz saliendo bajita y tímida para continuar con la conversación.1

—¿Están... bien? —quiso saber.

—Yo me comí un pedazo de pizza que estaba en el refrigerador y Osito su


papilla.134

El anhelo brilló con dolorosa necesidad en la expresión de Tae.

—¿Lo hizo bien mi Osito?94

—Lo hizo súper bien.2

—¿Está durmiendo ahora?

Jungkook tomó asiento en la cama.

—¿Te gustaría verlo?13

Mordiéndose el labio, el ángulo de la cámara cambió y luego Tae estaba


asintiendo con cuidado y lentitud.

—Por favor —pidió.11

No lo hizo esperar, se puso de pie y caminó fuera del cuarto teniendo


cuidado que la madera no resonase con demasiada fuerza bajo sus pies
desnudos. Llevándose un dedo a los labios, le pidió a Tae mantenerse en
silencio. Empujó la puerta entreabierta de la habitación de Osito y se cambió
a la cámara trasera del celular, su pantalla ahora enfocando una cuna apenas
iluminada por la luz nocturna que mantenían enchufada, porque ambos
habían descubierto que encender la luz del cuarto era tan terrible como
ingresar a oscuras y golpearse los pies desnudos con un mueble. Esa luz, que
tenía forma de un osito que daba una luz un tanto anaranjada, había sido un
regalo de Yoongi y Jimin.139

Al llegar hasta la cuna, enfocó al bebé que dormía tremendamente cubierto


con uno de esos trajes completos que venían con gorro incluido. Las orejas
de conejo blancas sobresalían sobre las mantas, el felpudo blanco rodeando
las mejillas sonrojadas de Osito que dormía ladeado y con almohadas en
ambos costados para evitar giros sorpresivos que pudiesen llevarlo a una
asfixia involuntaria.119

Volvió a cambiar la dirección de la cámara a la frontal para enfocarse a sí


mismo inclinándose sobre Jeongyu para darle un beso arriesgándose a
despertarlo. Solo tuvo como respuesta un movimiento en esos labios que
con el tiempo comprenderían serían iguales a los de Jungkook.73

Porque Osito sería el perfecto rompecabezas entre ambos. Ojitos de


Jungkook aunque con la forma de Tae, nariz y cejas de Tae, labios de
Jungkook pero sonrisa cuadrada y simétrica como la de Tae, finalizando en
un cabello oscuro como el de Jungkook pero ondulado como el de Tae.466

Al salir del cuarto fue cuando Tae por fin dejó escapar el llanto silencioso
que estuvo conteniendo para no despertar a Osito. Recostado nuevamente
en su cama vacía, Jungkook pasó media hora recordándole a Tae que solo
sería un año y que ambos estaban haciendo eso en busca de un futuro
mejor.76
Un tiempo después y mientras todos en esa familia fraccionada intentaban
acostumbrarse a esa nueva realidad, ocurrió ese algo esperando, junto
cuando un Jungkook un poco cansado porque Jeongyu no hacía más que
llorar ante la salida de su primer diente, intentó meterle una vez más la
cuchara verde siendo recibida por una boca cerrada y unos labios fruncidos,
tan tercos como su papá Tae.76

—Jeongyu, necesitas comer.

Sus ojitos se aguaron y estaba diciendo esa misma palabra que fue la favorita
de Tae por meses.

—No.587

La cucharada aterrizó en el suelo con un ruido metálico seguido por el pote


de comida, la papilla verde quedando desparramada por el suelo de la cocina
que Roko rápidamente limpió con la lengua.59

—¿Hablaste? —se escuchó susurrar.131

Y de pronto estaba buscando como un loco su celular en el bolsillo del


pantalón y sacándolo para comenzar una grabación.2

—Osito acaba de decir su primera palabra —le habló a la nada—. ¿Cierto,


bebé, que acabas de hablar?81

Pero Jeongyu volvía a mantener la boca sellada y estaba jugando con los
restos de comida que habían quedado en su silla de bebé, sus manos y ropa
manchadas en verde. Llevaba además los pelos ondulados y desordenados
porque no hace mucho se había levantado de su siesta y Jungkook no era un
estilista experto, lo que no solucionaba con un poco de agua, se quedaba
como se quedaba.62
—Vamos, Osito, di de nuevo esa palabra mágica para que papá Tae la
escuche o se va a poner súper triste por habérselo perdido.20

Jeongyu soltó una carcajada cuando dio un aplauso y la papilla verde salió
disparada directo a la mejilla de Jungkook. Sin embargo, el papá Jungkookie
no se distrajo, concentrado en tener en un video la primera palabra de Osito
para que Tae pudiese vivirla a pesar de la lejanía.21

—Vamos, Osito, ¿qué fue lo que dijiste? "No", igual que tú papá Tae. "No",
dilo, por favor. "No".31

Osito continuó aplaudiendo y tirando comida por el rostro y celular de


Jungkook.

—Bueno, bueno, no quieres decir "no" ahora. ¿Por qué no intentamos con
papá? Pa-pá. O mejor, TaeTae. Te-te. Pa-pá Te-te.135

Entonces, el rostro de Jeongyu se frunció en concentración y-4

—Te...34

Y un eructo.397

El video que recibiría Tae en medio de su clase y lo haría estallar en lágrimas


ante la sorpresa de sus nuevos compañeros, terminaría con la risa de
felicidad de ambos, Osito repitiendo una y otra vez el mismo monosílabo
como si quisiera grabárselo para siempre.

—Te-te-te-te-te.436

Y así las cosas fueron en un frío control hasta que las semanas se
acumularon en algunos meses. Pero ese control no era más que una capa
frágil en un lago congelado, bajo ella una masa gigante oscura que esperaba
tragarse a quien se osase a caminar sobre la superficie resbalosa, porque a la
larga las inseguridades de Jungkook, esas que la mayoría del tiempo
mantenía a raya y tan bien controladas, empezaron a despertar dentro de él,
iniciando como un pequeño cosquilleo en su cerebro para ir infectándolo
hasta que estuvo intoxicado por ellas.166

Ese miedo terrible y persistente de ser abonado, un terror nacido desde la


propia experiencia y jamás tratado porque, mientras crecía y comprendía
que era olvidado por su propia madre, solo se limitó a patear ese
sentimiento de rechazo y de carencia emocional hasta el fondo de su mente
porque siempre fue más fácil ignorar que brindar batalla a una guerra que
estaba perdida desde sus inicios.56

Ante lo anterior, el patrón de comportamientos en Jungkook era claro y


visible, siempre involucrándose con parejas que sabía de antemano no lo
obligarían a encontrar y abrir esos baúles encerrados en el ático de su
mente.1

Una gran irónica que la persona encargada de desempolvar esos muebles en


su cerebro y lo obligase a abrir esos gastados candados para enfrentar su
miedo a ser abandonado, fuese justamente un muchacho que encontró
encerrado en un ático, un chico temeroso que no hablaba y temblaba cuando
mucha gente lo rodeaba, un chico que tardó semanas en sonreír y que
desconocía las partes bonitas de la vida pero sí sabía a ciencia cierta sobre
las feas.17

Su Tae, por quien volvía a sentir ese mismo temor que vivió la última vez
que vio partir a su mamá con la promesa falsa que lo llamaría todas las
semanas y que vendría por él para su cumpleaños.132

Pero de la misma forma que se contuvo para nunca llamar a su mamá y


suplicarle que regresase porque desde muy temprana edad se acostumbró a
no exigir un amor que la otra persona no quería brindarle, lo hizo con Tae,
dejando su celular a un lado para no llamarlo y centrándose en su trabajo y
en Osito, y otra vez en su trabajo y un poco más en Osito, así hasta que el
calendario de la cocina llegó a los números marcados en rojo y Jungkook
comprendió que Tae posiblemente estaba experimentando en ese momento
un ciclo de calor.268

Sintió que algo se destruía en el centro de su pecho, preguntándose, solo


preguntándose con ese sentimiento desesperado y angustiado, si debía o no
llamarlo para sacarse la duda de encima y saber si el calendario mentía o no.

Estuvo jugando con su celular un buen rato hasta que la idea enfermiza
superó a su autocontrol, sus dedos volando en el teclado para escribir esa
rápida pregunta.

Jungkook:
Tae, el calendario dice que deberías estar en un ciclo, ¿estás bien?1

Y esperó mordiéndose una uña, esa espera constante y angustiante para


recibir una respuesta que lo dejase tranquilo una semana más antes de que
otro miedo llegase a destruir esa barreras que tanto le constaba erguir.2

Tae:
Tuve uno la semana pasada.
Estoy bien.383

Una patada en el estómago le habría dolido. Porque, observando el techo de


la sala de estar, comprendería que solo existía un significado tras aquella
respuesta tan austera.2

Tae tenía sus ciclos, los seguía teniendo porque estaba bien, estaba feliz, lo
suficientemente estable para no perder esos mismos ciclos que podían
desaparecer ante la menor perturbación en su vida, como el mismo Jimin
que los perdió por meses ante la depresión que llegó tras comprender que
su útero estaba tan vacío como su vida.95

Jungkook:
¿Por qué no me contaste?1

Y otro dolor contra sus costillas porque otra idea terrible y enfermiza
apareció en su cabeza.

¿Y si había pasado su ciclo con alguien?217

Tae:
No era algo importante.342

Y entonces dejó caer el celular a su lado y volvió a hacerse un ovillo.86

El tiempo volvió a absorberlo y así se enfrentó al primer fin de semana largo


tras la partida de Tae. Si bien habría sido más fácil que Tae se trasladase a
Daegu, habían decidido que Jungkook y Osito viajarían a Seúl para así
conocer un poco la nueva vida de Tae.73

Su estado de ánimo era ansioso y nervioso al bajarse del tren en esa


metrópolis atestada de gente y ruido, que distaba de la tranquilidad de
Daegu. Y mientras caminaba por esa estación perdido y desorientado
buscándolo, fue cuando se lo encontró corriendo desesperado hacia él y cada
pequeño temor infundado, se desplomaron en el suelo convertido en polvo
que rápidamente se lo llevó el viento de la ciudad. Era imposible que una
persona que lo hubiese olvidado y abandonado como Jungkook se estuvo
imaginando durante esos cuatro meses, lo pudiese recibir así: así de feliz,
con esa felicidad que se entremezclaba con risas nerviosas y lágrimas
descontroladas, para pasar a besos profundos para consolar a esa otra boca
igual de ansiosa.251
Y mientras Jungkook dejaba a Osito en su coche, fue asaltado por la espalda y
pronto los brazos de Tae rodeaban su cuello y sus piernas se estrechaban en
su cintura, colgando de su espalda y besándole la nuca, jadeándole en el oído
que lo extrañaba con la vida y que lo amaba tanto, tanto, tanto que no existía
minuto en el día que no pensase en él.286

Sin embargo, esos mismos temores que desaparecieron con esa visita y se
mantuvieron ocultos, volvieron a reaparecer a los pocos meses cuando las
inseguridades de Jungkook regresaron a él a medida que leía ese artículo en
la sección de artes del periódico, donde aparecía una foto central de Tae y
ese profesor Seojoon observando una pintura, la noticia titulando como un
éxito total la última exhibición del talentoso y guapo pintor Seojoon.214

El reportaje lo afectó muchísimo más de lo que imaginó en sus inicios, tanto


que esa noche su papá lo sorprendió medio atragantado con una bola de
helado, medio ahogado por sus lágrimas hecho un ovillo en el sofá mientras
lloraba en silencio para no despertar a Osito porque algo de conciencia le
quedaba.270

Por minutos Jungkook intentó explicarle su llanterío, explicaciones que se


limitaron a ser un balbuceo incoherente con la boca llena de helado de
chocolate y la cara manchada e hinchada.68

Dando un suspiro, Sehun tomó asiento al lado de Jungkook y le pasó el brazo


sobre los hombros.

—No le cargues a Tae sentimientos que le pertenecen a tu mamá.167

Jungkook se limitó a ahogarse con otra bola de helado, porque era menos
doloroso eso que enfrentarse a un corazón roto.

—Yo no estoy haciendo nada, solo estoy comiendo —jadeó tras tragar.56
—Ajá, ¿y lloras por eso?8

—Estoy llorando porque quería helado de chocolate y menta y solo tenían de


chocolate.293

Otra largo suspiro, Sehun le apartó los mechones desordenados de la cabeza


que habían crecido mucho ese último tiempo.7

—Te estás comiendo tus sentimientos como te estás comiendo ese helado y
no es sano, ni para tu alma ni para tu estómago.70

Le dio otra cucharada pero mientras más comía, más lloraba y ya estaba
llegando a un punto de ahogamiento entre lágrimas y helado de chocolate.31

—Tae es feliz —se escuchó susurrar.

—¿Y cuál es el punto malo en eso? Pensé que estábamos buscando eso.1

El nudo de miseria se apretó en su garganta.1

—Yo también y ese es el problema.1

—¿Querías que estuviese triste por estar lejos?

Bajó la mirada y jugó con la cuchara entre los dedos.

—No.

—No termino de entender.

—Que Tae lleva ya siete meses fuera y ha tenido sus dos ciclos.83

—Pero eso es muy bueno.

Tragó saliva.

—Eso significa que no volverá.35


—¿Crees que Kim Taehyung, ese mismo que ambos conocemos, no
regresaría por su Osito?57

La cuchara se estrelló en el suelo.

—Solo por Osito. Él es feliz lejos.215

La mano de Sehun le acarició los omoplatos tensos.5

—No puedo darte una respuesta a eso porque es una decisión que compete
solo a Tae.2

Jungkook alzó las cejas hacia su padre.

—¿Tu también crees que me dejó?

—Lo que creo, hijo, es que ¿no sería maravilloso que él siguiera
eligiéndote?39

—Pero él está bien, sigue teniendo sus ciclos, está bien y estable. Feliz. No
me necesita.36

—Y por eso sería lo más precioso. ¿No te das cuenta que si regresase es
porque te ama y no porque necesita amarte?308

Jungkook se quedó observando a su papá unos segundos sin pestañear.


Sehun le hizo una caricia en la punta de la nariz como cuando era pequeño y
lloraba por haberse orinado en la cama tras una pesadilla terrible. Y
entonces notó las marcas de su edad en el rostro y otro nudo apareció en su
garganta ante la idea de que algún día ya no estaría más en su vida.197

—Significaría, Jungkook —continuó su papá—, que Tae regresaría sin tener


una dependencia emocional hacia ti que lo obligó a regresar. Sería una
decisión sincera de su parte y no una forzada por ese pasado que intenta
superar. Por eso sería bonito y también triste, porque regrese o no, solo
sería una decisión suya y no una amarrada a sus carencias emocionales.41

—Pero yo también tengo carencias emocionales —musitó.42

—Lo sé, hijo. ¿Por qué crees que intentaste enviar a Tae a Seúl antes de que
naciera Osito? Porque querías controlar su partida, querías ser tú el que
decidiera que se marchara y no que fuera Tae el que decidiera dejarte.41

—¿Pero qué hago ahora? Soy así, vivo con el constante temor que me deje.18

—Por eso es bueno que se haya marchado, no solo porque está creciendo y
convirtiéndose en un chico mucho más maravilloso de lo que es, sino que te
ayudará a confiar en él. Tenle un poco de fe.26

—Lo intento, créeme que lo intento.

—Supongo que nunca has hablado esto con él.

—Obvio no. —Demonios, hasta esa simple palabra le recordaba a Tae—. No


quiero abrumarlo con mis necesidades y que interfieran en las de él, ambos
sabemos que no sería justo.53

—Pero tampoco es justo para ti.23

—La diferencia es que no son injusticias igualitarias porque yo no viví 19


años encerrados.

Dando un largo y tembloroso suspiro cuando su padre no tuvo cómo


responderle, Jungkook se acurrucó contra él.

—Creo que necesitaré más helado.11

—Te prometo que te compraré todo el helado que quieras si llega el día y lo
necesitas.109
Y entonces el segundo fin de semana largo se encontraba a la vuelta de la
esquina, el calendario marcando ya diez meses desde la partida de Tae. El
aire helado volvía a congelarle las mejillas a Jungkook esa primera semana
de noviembre mientras corría a casa de su papá para ir a buscar a Osito y
luego ir por sus maletas ya preparadas y partir a Seúl para ver a Tae.40

Estaba en eso cuando su celular vibró en su pantalón. Con dedos


entumecidos, contestó la llamada telefónica, la voz de Tae en un saludo corto
inundando su oído y el calor de inmediato lo envolvió como una manta.3

—Estoy yendo por Jeongyu para partir a la estación, me muero por


mostrarte algo que hemos estado practicando la última semana y...3

—Jungkook —lo cortó un tanto brusco, un tanto nervioso y alterado.396

Los pasos de Jungkook se detuvieron en la entrada de la casa de su papá, la


risa de Osito oyéndose incluso desde la calle. Sehun parecía estarle cantando
algo ruidoso y horrible.

—¿Sucede algo? —logró preguntar, de pronto las piernas tan entumecidas


como sus dedos fríos que aferraban su celular como si quisiera estamparlo
contra su rostro.

Un suspiro.

—¿Podrías no venir este fin de semana, por favor?636

—¿Mm? Pero...

—Es que tengo demasiada tarea y no podré hacerla si vienen.222

—¿Y no puedes terminar hoy? Con Jeongyu llegaremos muy por la noche.1

Silencio, se escuchaba el ruido de una voz baja al otro lado de la línea.292

—Lo siento, no puedo —al final dijo Tae.52


—Pero, Tae...

—Jungkook.

—¿Acaso no quieres ver a Osito?75

Otro largo silencio.

—No digas eso, solo no puedo, yo... necesito terminar esto, Jungkook, por
favor, entiende, esto no tiene que ver con Osito. Tú sabes... sabes que muero
por verlo.255

—Podrías verlo si me dejaras ir. Ni siquiera tienes que estar con nosotros
todo el tiempo, podrías terminar esas tareas que parecen ser tan
importantes para ti.1

—Jungkook...

Y entonces la rabia estaba estallando en su estómago y escupiéndola por la


boca porque en diez meses, iba a ser la segunda vez que podría verlo y ahí
estaba Tae diciéndole que no fuera porque tenía que hacer tareas. ¿Qué
tarea podía ser más importante que ver a tu hijo de un año?112

—Está bien, no iremos —se escuchó diciendo—. De todas formas, siempre


son tus decisiones las que están sobre las demás.755

Y sin más palabras, había cortado y negado a contestarle a pesar de que su


teléfono seguía vibrando en su bolsillo. Al ingresar a casa, algo debió haber
visto su padre en su cara porque se apresuró a dejar a Jeongyu e ir hacia él,
apenas notando que su hermana y Jin estaban en la casa.3

Pero antes de que Sehun alcanzase a preguntarle qué ocurría, Jungkook


buscó con la mirada a Jin y le suplicó en silencio su ayuda.

—¿Te gustaría ir a beber algo conmigo?96


Bastaron cuatro horas para que ambos estuviesen borrachos en una pobre
mesa de un bar, la pantalla del celular de Jungkook brillando por
notificaciones de mensajes no leídos.69

—¿Cómo es eso que Jimin no puede venir a beber con nosotros? —se
escuchó Jungkook quejándose en un balbuceo—. Me dijo que iba a
explicarme mañana si es que yo no moría vomitado hoy, ¿cómo es eso que
mañana? ¡Podría haber venido hoy a explicarme y beber conmigo porque a
mi novio le importa más una maldita tarea que verme tras diez meses!211

Con los ojos un tanto desenfocado y apoyando su barbilla en la mano, Jin lo


apuntó con aire distraído.1

—¿Sabes algo, Jungkook-ah?

—¿Qué?

—Hay algo que nunca me cuadró de Kim Taehyung.346

Eso lo hizo levantar la cabeza de la mesa y obligarle a sus dormidas


neuronas a despertarse para prestarle atención.

—¿Cómo?

—Esto te lo digo porque eres como mi hermanito pequeño y... sí, sé esa
mierda de secreto profesional pero... bueno, ya qué. —Y entonces tras darle
un sorbo a su vaso, siguió—. ¿Sabes que nunca supimos qué ocurrió esa
noche que murió su abuela? No, nada de nada, lo traté durante año y medio y
jamás una palabra de eso. ¿A ti te contó?172

—No.

Jin asintió con decisión.


—Lo que me imaginé. —Se apuntó el cerebro con un dedo tembloroso—. Yo
le saqué su perfil de comportamiento.3

A Jungkook se le escapó una risa nerviosa y tiró un poco de su soju por la


mesa.

—¿Estás diciendo que eso es algo malo, hyung?

Pero Jin hizo otra pregunta en vez de responder.

—Eres policía, dime acaso ¿nunca te pareció extraño que solo Hoseok llevase
el caso y se cerrase tan rápido a pesar de que nunca pudimos averiguar lo
que pasó esa noche? Además —Continuó casi en un chillido—, ¿qué pasó esa
vez que se escapó de tu casa? Yo no supe nada, ¿y tú?163

El corazón le dolía al contestar.

—No.

—Y es imposible que hiciese ese trayecto solo.4

—¿Dices que estuvo con alguien?36

—Por supuesto, Jungkook, piensa un poco. Un chico que jamás ha estado en


la calle, ¿cómo pudo ir de tu casa al cementerio y después a su antigua
casa?199

Jungkook le dio un sorbo a su vaso y dejó ir los cuestionamientos de Jin con


un simple encogimiento de hombros. Porque él sabía, claro que sabía, claro
que entendía que Tae no podía haber hecho ese recorrido solo, como
también había notado su mirada nerviosa tras descubrir la ventana rota y las
huellas de zapatillas sobre el rosal destruido con Tae llorando y susurrando
cuánto amaba a Osito.1
Porque tal vez, solo tal vez, Tae solo era un muy buen mentiroso. O tal vez,
solo tal vez, solo era una víctima ignorante en un mar de casualidades.33

Y eso, era algo que Jungkook se negaba a aceptar.

—Creo que te estás viendo muchas películas —al final se limitó a contestar.1

Jin se quedó observándolo un buen rato casi sin pestañear.

—Solo digo que Tae sigue siendo un rompecabezas de cinco mil piezas que
nunca logramos armar.
84
La vida entera de Minho consistía en una constante espera: la espera para
escapar de los laboratorios, la esperar para que finalizasen esos nueve
meses de embarazo, la espera para amar un hijo que no quiso, la espera para
que fuese el momento indicado y la peor de todas, la espera para poder sacar
a Tae de esa casa. Y ahora, que casi había cumplido con todas ellas,
continuaba en esa otra espera, esa que consistía en observar por días una
puerta que se mantenía tan cerrada como Minho la dejó.68

Pero Minho estaba acostumbrado a esperar, su paciencia un mar sin límites


visibles. Y por eso lo hizo durante una hora, dos. Un día, dos, llegando al
octavo y la puerta continuó tan cerrada como hace días cuando salió y dejó a
Kim Taehyung durmiendo en ese ático.

Sin embargo, esta vez Minho no era el único que esperaba, y por eso su
celular desechable sonó en su bolsillo. No miró la pantalla para comprobar la
llamada entrante, solo una persona en el mundo entero conocía ese número
de teléfono.2

—Logré contactarme con Hoseok —escuchó que decía la voz siempre calma
de Sehun.191

—Hoseok —respondió, recordando rápidamente que era un oficial de


policía que ayudaba de vez en cuando a Sehun con información. El señor
Jung había sido parte de la red e involucrado a Hoseok desde pequeño.141

—Lloró un poco cuando le conté la situación en la que estábamos.31

—¿Y dijo algo útil? Porque Tae lleva una semana y-41

—Lo sé, Minho, respira.


Lo hizo porque parecía haberlo olvidado, sus ojos ardientes clavados en la
puerta cerrada y luego en la ventana del tercer piso. Estaría pensando lo
peor de no haber visto una luz reflejada en el vidrio hace unos minutos. Tae
todavía estaba ahí, por alguna razón continuaba encerrado en ese ático.
¿Pero por qué? ¿Miedo? Podría ser, Minho tal vez nunca lograría borrar esa
mirada de pánico y locura en esos ojos abiertos mientras sostenía un cuerpo
sin vida.78

—Hay un accidente al otro lado de la ciudad —prosiguió Sehun.

—¿Nadie vendrá por Tae?

Una pausa lenta, controlada.

—Tiene todavía dos patrullas disponibles, una de ellas es la de Jungkook.15

Jungkook, Jeon Jungkook.150

El nombre se filtró en esos recuerdos dormidos repletos de un rostro


diminuto y animado. Jungkook había sido precioso de pequeño y lo seguía
siendo de grande, Minho de vez en cuando lo perseguía a la distancia para no
perderle el rastro a ese niño que fue parte tan importante de su pasado.

Se mordió una uña y lo meditó solo un segundo.

—¿Jungkook es bueno? —preguntó.170

Sehun soltó casi un bufido ofendido.9

—Es mi hijo, te lo recuerdo. Claro que es bueno.1

Terminó por sentir el sabor metálico en la boca cuando se rompió el dedo en


su desesperación por controlar su ansiedad, el recuerdo ahora latente del
rostro feliz de Tae al jugar con Jeon Jungkook en el parque. De pronto
sintiendo una necesidad casi asfixiante de ver otra vez esa misma expresión
feliz. ¿Tae lograría recordarlo? ¿Y Jungkook? Con posibilidad este último no,
su cualidad nunca fue su buena memoria. ¿Pero Tae? Según Lara, no había
algo que ese niño olvidase, tal vez su buena memoria se debía a esa sordera
ocasionada por el propio Minho.2

Culpa.

Minho seguía sintiéndose culpable por demasiadas cosas: por no amarlo, por
dejarlo abandonado, por haberlo encerrado, por haberlo dejado sordo.59

Muchas culpas, demasiadas.

—Hoseok enviará a la otra patrulla para mantener a Jungkook lejos del caso
y no-57

—Quiero que sea Jungkook —lo interrumpió Minho.53

—¿Cómo? Pero, Minho, me prometí a mi mismo nunca meterlo en esto.

La mirada de Minho se clavó otra vez en la ventana del tercer piso notando
que se lograba vislumbrar una sombra. Boqueó para tomar aire, el recuerdo
latente en su memoria de la sonrisa cuadrada de Tae gritando casi sin
aliento el nombre de Jungkook en el parque.

—Que sea Jungkook, por favor —le suplicó—. Tae lo conoce, Tae debe
recordarlo...3

—Ay, Minho... ¿pero de qué servirá si es un sicólogo quien se debe hacer


cargo de Tae? Le solicité a Hoseok que eligiese a Jin.115

—¿Jin?

—El esposo de Suni.16

Suni, la hija mayor de Sehun que trabajaba en los laboratorios del Hospital
de Daegu. Suni, quien siguió preguntando durante años por Minho hasta que
a Sehun se vio en la obligación de explicarle todo. Suni, a quien Minho
tendría que llamar para pedirle un favor, un favor del que Sehun no debía
enterarse porque jamás quiso involucrar a sus hijos en la red y no podía
saber que Minho justamente iba a hacer eso con ambos.84

Sehun era sobreprotector con sus hijos, eso Minho lo sabía. Pero Sehun
también lo era con Minho.1

—Lara lleva muerta ocho días —comenzó diciendo Minho— y Tae no sale de
esa casa. Debe tener miedo, debe estar aterrado, debe... necesita un rostro
conocido, por favor, Sehun.59

Hubo una larga pausa, luego un suspiro tan duradero como ese silencio.

—Le diré a Hoseok que envíe a Jungkook.129

Una sonrisa, un tanto descuadrada como oxidada y adolorida, apareció en el


rostro de Minho. Minho no creía en el destino pero tal vez esta fuese la señal
que necesitaba para empezar a hacerlo.

—Gracias. —Aunque jamás existirían suficientes vidas para agradecerle por


todo.

—Minho —susurró Sehun su nombre como una caricia—, ¿te das cuenta lo
que va a pasar ahora?2

Se volvió a morder una uña lleno de ansiedad.

Su bebé iba a ser libre, iba a ser conocido por el mundo y ser amado de una
forma que ni Lara ni Minho pudieron hacerlo, eso era lo que iba a pasar.66

Y Minho estaba más que ansioso porque ocurriese ya.1

Sehun interrumpió otra vez sus pensamientos.


—Necesitaremos una llamada de algún civil para que la central le permita a
Hoseok enviar una patrulla. El resto ya lo sabes, Minho.7

Él asintió, de repente los ojos ardiéndole al ver desaparecer la sombra en la


ventana del tercer piso, ahora solo quedando visible esa gastada cortina
blanca que ocultó durante 19 años a Kim Taehyung.

Pronto, le prometió, solo unos minutos más.

—Déjame eso a mí, Sehun.

A los minutos, Minho hablaba con la vecina curiosa que vivía a un lado de
Lara.35

—¿No crees que hace días que hay un olor terrible?10

Después de eso, comenzó a hilar ese plan desarrollado durante años por
Minho y Sehun y que comenzaba con una llamada telefónica anónima a un
canal de televisión. Lo que hizo a continuación, escapaba de ese laberinto
perfectamente construido. Y mientras observaba que a la media hora se
estacionaba un coche de policía y se bajaba Jeon Jungkook siendo seguido
por un chico más bajito, Minho llamó a Suni.88

Porque existía algo que Sehun olvidó hilar en ese casi perfecto plan que
Minho terminó de pulir hasta que no hubo puntada sin hilo en esa enorme
manta tejida.

—Te van a solicitar un examen de ADN para un chico y necesito que cambies
los resultados.249

Porque Lara no era la madre biológica de Minho, como tampoco era la


abuela de Tae. Pero si eso se descubría, entonces comenzarían los
cuestionamientos por parte de las autoridades y terminarían llegando a las
placas dentales adulteradas de ese cuerpo calcinado en el cementerio.252
Y Minho protegía a los suyos, Minho siempre protegería a Sehun, como
siempre, siempre lo haría con Kim Taehyung.

En la actualidad ese mismo Kim Taehyung, se encontraba observando con un


puchero uno de los tantos videos que Jungkook le enviaría por día. Osito
salía enfocado en primer plano y Jungkook le estaba contando de fondo que
le estaba empezando a salir su primer diente y Jeongyu estaba súper
enojado y llorando mucho, tanto que Jungkook prefería le machacase el dedo
con sus encías desnudas que escucharlo llorar una vez más.94

Y por eso Tae tenía tantas ganas de llorar como las del propio Osito en el
video, aguantándose solo porque estaba en la biblioteca de la universidad y
ya había llorado suficientes veces en la sala de clase para ser conocido en
todo el campus como el llorón de artes.217

Pero, bueno, ¿qué podía decir? Se había perdido el primer cumpleaños de su


Osito y ahora su primer diente, estaba triste, no una tristeza profunda que le
impedía levantarse en las mañanas, pero si una que se apegaba a su corazón.
Si bien Tae entendía que todo esto era momentáneo, igual era difícil aceptar
que faltaban meses para que pudiese regresar a Daegu sabiendo que hizo
eso que todos le decían que debía hacer.119

Guardando el celular en el bolsillo de su pantalón tras ver otras cuatro veces


el video, apoyó su barbilla en la mano y se obligó a continuar con su tarea,
porque había ido hasta ahí y dejado atrás a Jungkook y a Osito, así que más le
valía que cada neurona suya se centrarse en eso.70

Dio un largo suspiro y continuó con su vida rutinaria, porque en eso parecía
haberse convertido su vida: en una constante monotonía sin fin. Él estaba
bien, aunque bien era una palabra que se alejaba bastante de la felicidad. La
estabilidad no era precisamente sinónimo de la dicha plena, más un primo
molesto y lejano que apenas podía ser aceptado como familia.11

Y ese bien también se tradujo en un ciclo de calor apenas consciente. Fue el


menos intenso que había tenido en todo ese tiempo, una ducha fría en la
mañana y otra por la noche y no se habría enterado de que estaba en uno de
no haber sido por la ausencia total de apetito por dos días completos. Por
eso, no fue importante ni relevante, Tae estaba bien, solo bien, solo estable,
en una constante rutina que le impedía estar triste como a la vez feliz. Por
eso no dudó en responderle un simple estoy bien a Jungkook cuando le
preguntó por ello. ¿Por qué deberían importarle su ciclo si Jungkook no
estaba para besarlo y hacerlo sentir tan bien que rozaba lo bonito?322

Decidió, entonces, centrarse en su vida universitaria, llenándose de trabajos


que lo hacían quedarse hasta altas horas de la noche terminándolos y no por
primera vez se preguntó qué finalidad tenía hacerlos. Pero Tae cumplía con
cada uno de ellos, recordándose que su Osito y Jungkook estaban en Daegu
esperándolo y Tae no iba a defraudarlos, porque necesitaba esta experiencia
para seguir creciendo y con ello lograr ser el padre que quería ser para
Osito. Y también para ser la pareja que Jungkook se merecía tener, una
pareja que caminase a su lado y no una que tuviese que arrastrar,
entorpeciendo más que acompañando y tan necesitando que llegaría a doler
sus manos unidas.132

Co-dependencia.3

A Tae no le gustaba esa palabra, nunca le gustó y también por eso estaba
alejado de ellos, demostrándose y demostrándole a todos que podía, que él
realmente podía ser esa persona que todos le decían y recordaban que no
era.72
Por eso cuando finalmente llegó el día en el que se encontró esperando a
Jungkook y Osito en la estación de Seúl, se mordió los nudillos en
nerviosismo y se dijo que debía tranquilizarse, que debía demostrarles lo
maduro y cambiado que estaba, que ahora era alguien digno de ser llamado
novio, un novio que intentaba no ser ese desastre mental que muchas veces
Tae era.133

Pero no pudo contenerse, nada más ver a Jungkook caminar por la estación
tirando de un coche con Osito en brazos, que utilizaba un traje café que lo
hacía ver tal cual su nombre, comenzó a llorar y a temblar, dándose cuenta
que tal vez seguía siendo ese mismo desastre mental que Jungkook encontró
en un ático.78

Estremeciéndose de la pura emoción descontrolada y poderosa, se acercó al


principio caminando y luego corriendo, llamándolo a gritos para que
Jungkook se diese cuenta que estaba ahí. Se contuvo en lanzarse encima solo
porque Jungkook cargaba a Osito, dando brincos pequeños de emoción al
frenar frente a él y llorando y besándolo y temblando un poco más
diciéndole lo mucho que lo extrañaba y amaba.91

Solo tomó a Jeongyu en los brazos unos segundos porque tiritaba demasiado
y Osito dormía, entregándoselo a Jungkook quien lo dejó en el coche,
jurándose que se lo comería a besos a penas despertarse y lo recostaría en
su pecho porque Tae juraba que su corazón no funcionaba demasiado bien
desde su partida.3

Y cuando llegó la noche y Osito dormía en esa cama improvisada que ambos
le armaron, Tae buscó a Jungkook bajo las sábanas y comenzó a reír
suavecito y bonito mientras se terminaban de quitar la ropa y Jungkook
entrelazaba sus manos con las Tae sobre su cabeza y se besaban para
aplacar en algo los jadeos necesitados de ambos. Y en ese preciso momento
con Osito durmiendo a unos metros de él y con sus piernas enredadas a la
cadera de Jungkook, Tae no estaba simplemente bien, él era feliz.324

Esa felicidad que duró un suspiro, yéndose con la misma facilidad con la que
vio partir a Jungkook y Osito tras despedirse de ellos en la estación. Y
entonces Tae volvía a estar solo bien.64

Porque Tae estaba bien, realmente lo estaba porque tenía súper claro que
esa situación era una momentánea y que solo duraría un par de meses más y
luego se encontraría otra vez de regreso en Daegu sabiendo que lo intentó,
que lo logró, que pudo vivir un año sin Jungkook, que podía vivir sin él y
estar bien pero lo prefería, Kim Taehyung elegía seguir esa vida compartida
con Jungkook, lo elegía porque lo amaba y ya está, escogiéndolo una y mil
veces por sobre esa vida superficial que todos les insistían que debía vivir
antes de tomar una decisión final.121

Era esa la razón por la que Kim Taehyung estaba bien y siguió estando bien,
esforzándose cada día para dejar de sentirse tonto, ignorante e inútil, dejar
de ser esa carga pesada que Jungkook cargaba sin quejarse jamás, porque
Tae no era ningún bobo y él entendía cuando la gente decía que él solo era
una estorbo para Jungkook.175

Por eso Tae estaba bien, y cuando no lo estaba, se quedaba en silencio y le


mentía a Jungkook porque él no pensaba volver a ser una molestia para
Jungkook. Kim Taehyung sería el novio de Jeon Jungkook, su pareja, no otro
niño al que debía cuidar.78

Pero entender esa vida que todos parecían querer para él, era difícil. Muy
pronto Tae comprendió que los universitarios vivían para ir a fiestas y para
borracheras hasta perder la consciencia, y eso era algo que Tae no entendía,
no llegaba a comprender esa vida que para él era vacía y triste, llena de un
sin sentido para intentar encontrar una felicidad que a Tae ya le esperaba en
Daegu.27

Pero Tae de igual forma lo intentó y terminó simplemente cediendo cuando


todos le insistían que debía ir de fiestas para vivir y luego beber para
disfrutar y al final solo terminó sintiéndose más vacío que nunca y llorando
en el baño de un club junto a una compañera, mostrándole videos de Osito y
Jungkook y balbuceando incoherencias sobre lo mucho que los extrañaba
pero que estaba ahí porque quería ser mejor y convertirse en esa persona
que todos le decían que no era.193

Los días después de eso, se sintieron lentos y pesados, eternos cuando Tae
solo podía contemplar ese calendario que Jungkook le regaló la vez que lo
visitó en Seúl, esperando con impaciencia que llegase ese momento que
mantenía marcado con corazones morados.

💜💜Visita Osito y Jungkookie 💜💜188

Ese día jueves las clases terminaban a las dos de la tarde para así
adelantarles el fin de semana largo a los estudiantes y que pudiesen regrese
a casa de vivir fuera de la ciudad. Cuando sonó la campana, su profesor Park
Seojoon, que se había vuelto un amigo en el paso de esos diez meses, se le
acercó.3

—¿Vamos a almorzar? —le preguntó—. Yo invito.448

Tae observó la hora con aprensión. Jungkook todavía estaría en su turno, no


aparecerían en Seúl hasta muy entrada la noche. Pero Tae quería ordenar el
departamento de un ambiente que arrendaba y cocinar un pastel para
celebrar los cumpleaños de Osito y Jungkook que se había perdido.
Necesitaba ir al supermercado y cocinar, y las tardes siempre pasaban en un
suspiro.6
Se mordió el labio.

—Tengo muchas cosas que hacer —se excusó.

—Pero es fin de semana largo.38

—Vienen Jungkook y Osito a verme. —Y no pudo evitarlo, una carcajada de


pura felicidad se le colocó entre los labios y se llevó una mano a la boca para
enmudecerla en una costumbre que había perdido gracias a Jungkook y que
parecía estar retomando.1

—¿A qué hora llegarán?

—A eso de las diez.

—Aún es medio día, no aceptaré un no como respuesta.441

—Pero necesito ir a hacer las compras y-1

—Luego te acompaño a hacerlas y las llevamos en mi auto, ¿no es así más


cómodo?415

Tae no podía refutar a esa lógica. Colocándose un mechón detrás de la oreja,


se recordó que debía cortarse el cabello también. Quería estar bonito para
Jungkook, la sola idea de verlo le formaba un tremendo nudo en el estómago
de la pura emoción.

—Además, soy un excelente chef —insistió Seojoon—. Y puedo ayudarte.347

Fue así que Tae terminó en el automóvil de Seojoon yendo a comer a un


restaurante que quedaba cerca de donde Tae siempre hacia sus compras. Le
gustaba el anciano señor que atendía el pequeño supermercado, así que
siempre iba ahí y se quedaba con él hablando largas horas, le recordaba en
parte a Sehun.8
Comió rápido y medio muero de hambre, observando en todo momento el
reloj y exasperándose un poco al notar con la tranquilidad con la que
Seojoon se terminaba sus porciones. Lo intimidó con la mirada cruzándose
de brazos y observándolo casi sin pestañear, Seojoon sonriéndole y
llamando al camarero para que le llevase la cuenta y pagar.

Una hora más tarde de lo que Tae había planificado, estaban haciendo las
compras en el supermercado pequeño, Tae ahora siendo un total experto
sobre las cosas que debía llevar. Él había crecido y se moría por enseñarle a
Jungkook que era capaz de cocinarse un huevo sin hacer estallar la cocina,
aunque el horno eléctrico seguía siendo su mejor amigo, ahí todo o se
quemaba hasta ser carbón o salía bien, no había tantas opciones de falla.31

Estaban nuevamente en el coche y deteniéndose en los estacionamientos del


edificio de cuatro pisos que Tae vivía, cuando Seojoon le tocó la pierna y Tae
se giró hacia él, dejando en abandono su intento por abrir la puerta.416

—¿Mm? —cuestionó.

—Tengo otra exhibición mañana, ¿no te gustaría ir?243

Claro que a Tae le hubiese gustado ir, su mejor momento en Seúl fue cuando
estuvo en esa inauguración repleta de periodistas que parecían tan
fascinados por Seojoon como se sentía Tae cuando se quedaba observando
sus pinturas.

—No, gracias —sin embargo, rechazó. Sus prioridades eran claras—. Estaré
ocupado con Jungkook y Osito.126

No era la primera vez que Seojoon suspiraba al escuchar esos nombres y Tae
intentaba ignorar aquello y decirse que solo era una coincidencia y/o
imaginaciones suyas.58
—Eres demasiado joven para tener una vida que le pertenece a un
cuarentón —entonces Seojoon dijo y ya Tae no pudo seguir engañándose
porque era real, tan real como esa mirada molesta de su profesor mientras
golpeaba el manubrio con dedos tensos.372

Pero Tae, ajeno a las discusiones y un con carácter blando que tendía a ceder
porque no sabía cómo mantener su opinión sólida e inamovible, ladeó la
cabeza con confusión y el corazón acelerado.

—¿Mm?

—Disculpa lo que te voy a decir, Tae, pero viviste 19 años encerrados y


llevabas solo siete meses libres, ¿y te embarazas?575

—Yo...

—No has vivido, no sabes lo que es vivir. Tienes apenas 20 años y ser
irresponsable y cometer errores debería ser parte de tu esencia porque
puedes y eres joven y tienes una vida entera por delante para corregirlos.161

—Yo sé —fue su suave respuesta, tragando saliva y llevando la mano al


pestillo para abrirlo y escapar, de pronto sintiéndose asfixiado y necesitando
aire. La puerta no cedió, tan cerrada como instantes antes de sus esfuerzos
inútiles.69

—No sabes nada de la vida.111

—Pero es la que yo quiero, es mi vida y-55

—¿Y cómo sabes qué es lo que quieres sino conoces nada más que eso? —Y
entonces Seojoon se estaba girando hacia él y clavando su mirada molesta en
Tae—. Eres básicamente un niño, sigues siendo básicamente un niño, ¿y por
qué a los niños se les debe guiar y decirles lo que deben o no hacer? Porque
no saben y se les debe enseñar, algo que al parecer no hicieron contigo
porque ese... ese novio que dices tener, te embarazó sabiendo todo eso.316

—No, no, Jungkook....

—Jungkook te ató a él, ¿no te das cuenta? Y ahora tienes 20 años, tiene
prácticamente dos años de vida y ¿debes hacerte responsable de un bebé?
Eres un niño criando a otro niño. No es correcto, Tae. No lo es, favor date
cuenta.452

Estaba llorando incluso antes de que notase que lo estaba haciendo. Con la
espalda apoyada contra la puerta, con las muñecas se secaba las lágrimas
que mojaban sus mejillas, temblando tanto que sus dientes entrechocaban.1

—T-tú... no sabes nada.86

—No necesito saber más. —Seojoon soltó un largo suspiro y estiró la mano
hasta que se enredó en los cabellos castañas de Tae, separando esas hebras
de su frente con cariño y cuidado—. Lo siento por ser tan brusco pero eres
maravilloso y no mereces la vida que estás teniendo, deberías ser exitoso,
independiente, conocer el mundo y a gente... a mucho más hombres que a
ese Jeon Jungkook.423

Logró apartar sus manos del rostro para alcanzar a observar que Seojoon se
inclinaba sobre la palanca de cambios para acercarse a Tae, que de pronto se
había paralizado contra su asiento.

—Pero yo amo a Jungkook —se escuchó susurrando.47

—¿Y cómo sabes si es amor si nunca has estado con alguien más?508

Y mientras las palabras giraban en su cabeza sin una respuesta posible,


porque lo que sentía por Jeon Jungkook era algo que simplemente lo vivía en
el centro de su pecho y dominaba toda sus demás emociones, el rostro de
Seojoon quedó a una corta distancia del suyo y Tae lo dejó estar, porque
todos se lo venían repitiendo y tratándolo como un tonto y loco, y debía ser
un tonto y un loco porque parecía ser la única persona en ese mundo que le
pareciera bonita y querida su vida con Jeon Jungkook y Osito.149

Pero tal vez estaba equivocado de la misma forma que lo estuvo su abuela
por 19 años, tal vez Tae era el del error y debía hacer lo que le gente le
insistía que hiciera porque ¿cómo podía amar a alguien si nunca antes había
vivido ese sentimiento? ¿Qué sabía él de la vida cuando solo la había vivido
durante dos años y todo el resto le llevaba décadas de conocimientos por
delante?185

Por eso se fue a Seúl, porque la gente insistió y Tae cedió. Y por eso dejó que
Seojoon acortarse la distancia, porque todos insistieron que debía conocer a
más amores para descubrir cuál de ellos se sentía y saboreaba como el
verdadero.669

Y entonces Tae volvió a ceder y sería la última vez que lo haría mientras
sentía que unos labios ajenos tocaban los suyos y el deseo de querer
hundirse y escapar lo invadía hasta que no podía respirar.625

Pero después de todo, ¿no era eso lo que la gente quería de él?137

Vivir, aunque nada de eso se sintiese para él como una vida feliz.
85
Tae permaneció ahí con los ojos abiertos, sintiéndose tan mal como hace dos
años, la cabeza dándole vueltas mientras oía que Seojoon se acomodaba en
el asiento y entonces una mano estaba siendo deslizada por su nuca, de
pronto todo los nervios de Tae activándose en una muy mala manera. Un
ataque de llanto le cerró la garganta y comenzó a temblar porque no podía
creer que esto fuese ese mundo que la gente le insistía que se perdía, porque
carecía por completo de ese sentimiento bonito que le hacía brillar de dicha
como cada vez que Jungkook lo besaba.226

Debía ser el loco más equivocado del mundo porque entendió hasta llegar a
la comprensión, que eso no era lo que quería para sí mismo. Que la gente
pensase que estaba equivocado, que lo hicieran, porque él no volvería a
ceder.110

Jamás.10

Por eso se movió.325

Colocando sus manos sobre el pecho de Seojoon, lo empujó con todas sus
fuerzas, golpeándose de paso en el labio con el puño de su profesor cuando
cayó en su asiento y se estrelló contra la puerta contraria.228

Abrazándose con las manos temblorosas y la cabeza inclinada hacia abajo


para esconderse, susurró una y otra vez lo mismo.2

—No quiero... no quiero, por favor, no quiero esto... no lo quiero, no lo


quiero, no lo quiero...193
Y luego le estaba suplicando que lo dejase bajar y Seojoon lo hizo, todavía
paralizado y observándolo con mirada nerviosa al notar ese labio roto y ese
rostro hinchado por las lágrimas, un poco trastocado por la
desesperación.106

Tae se logró bajar del automóvil y arrastrarse hacia las escaleras que subían
hacia su edificio, afirmándose la cabeza con las manos y jalando de su
cabello en un ataque de pánico tan abrumador como terrible, uno fuerte y
abrazador como no lo había vivido en meses.16

Intentó respirar mientras escuchaba que Seojoon se bajaba del coche e iba
hacia él, escondiendo todavía más su rostro entre las rodillas y brazos para
que no pudiese alcanzarlo ni verlo.22

—Vete, vete... vete —le suplicó.63

—Tae, yo...66

Una tercera voz interfirió en la conversación.

—Márchate, hiciste suficiente ya.332

Y Tae debía estar realmente loco porque podría jurar que oyó la voz de
Minho. Pero era imposible, la última vez que lo vio fue en ese rosal destruido
y luego escapando al escuchar a Jungkook aproximarse.179

El desconcierto logró su cometido y lo sacó lo suficiente de ese agujero


profundo para levantar la cabeza y encontrarse con Minho, que se había
arrodillado frente a él. Detrás suyo, la calle vacía, el automóvil de Seojoon ya
no estaba.114

Su labio tembló y sus dientes entrechocaron entre sí, de pronto ese deseó
ferviente de ser abrazado y besado en la frente, consolado y acariciado
porque se sentía enfermo, cansado de esa vida que todos le obligaban a
vivir.12

—Yo no quiero esto... papá, yo no quiero esto.586

La expresión de Minho se derritió en la misma tristeza compartida y


entonces lo estaba ayudando a ponerse de pie y a subir por las escaleras,
ingresando a ese departamento vacío que no tenía ninguna compra porque
Seojoon acababa de llevarse lo que había preparado para Jungkook y
Osito.209

Y eso solo lo hizo llorar más mientras se arrastraba hacia el único sofá y se
hacía un ovillo ahí, Minho de inmediato yendo hacia él y acariciándole el
cabello para apartarlo de su frente sudada y rostro congestionado y
sonrojado por las lágrimas, cayendo en una especia de anestesia temporal
donde solo fue mitad consciente de lo que su boca balbuceó.17

—No quiero seguir siendo un inútil —se escuchó a lo lejos confesar, ahora su
cabeza apoyada en ese regazo que era tan ajeno y a la vez tan familiar,
manteniendo los ojos cerrados y las piernas contra el pecho—. Y Tae solo es
un inútil a quien todos le dicen lo que debe hacer... me tratan como un bobo
y yo... no lo soy, Tae es inteligente y pienso, pienso mucho.201

—Tae...

—Y por eso me dije —continuó aferrándose a las piernas delgadas de Minho


con demasiada fuerza— que tal vez yo era el equivocado porque la gente no
dejaba de decirme que debía conocer el mundo entero para ser feliz. Nadie
entendía que yo era feliz en mi mundo pequeñito y bonito.273

—Tae...
Cerrando los párpados hasta que se volvieron una franja diminuta, Tae
sacudió la cabeza, su cabello enredándose contra el pantalón de Minho.

—Yo era feliz, yo era feliz despertando y encontrando a Jungkook abrazando


a Osito, yo era feliz con ellos ¿pero por qué todos me seguían insistiendo que
yo no tenía idea de nada porque nunca he vivido? Y yo me sentí tan bobo y...
y me dije que tal vez sí era un bobo porque era incapaz de entender lo que
me decían.130

—No eres un bobo, Tae, por favor nunca pienses eso.

Tae se quedó unos segundos en silencio, un estremecimiento recorriéndolo


cuando otra ola de llanto y tristeza lo atacó.

—Pero nunca nadie escucha a Tae. Ni Jungkook escucha a Tae.233

—Jungkook lo hace, no digas eso.58

Pero Tae estaba cerrando los ojos con más fuerzas y negando, su cabello
resonando contra la tela ante la fuerza del movimiento.1

—No, porque él quería que viniese a pesar de que yo lloré y le dije que no
quería. Pero yo... yo escuché, no soy un bobo.178

Otro silencio que apenas fue interrumpido por el suspiro de Tae, que ahora
había abierto los ojos y tenía la mirada perdida en algún punto en el suelo,
sus párpados pesando ante la caricia tímida y un tanto torpe y nerviosa en
su cabeza.

—¿Cómo esa gente podría saber más que yo sobre vivir? Tae estuvo
encerrado 19 años y Tae sabe cómo no se siente la felicidad. Y esto, se siente
muy parecido a ese tiempo donde estaba solo y nadie me escuchaba.140
Volvió a cambiar de posición y estiró la mano como si quisiera alcanzar algo
invisible.

—Pero realmente Tae sí fue un bobo al final porque hice lo que todos
querían que hiciera porque pensé y me dije ¿y si ellos eran los de la razón?
¿Y si luego yo terminaba abandonado a Osito porque nunca supe lo que era
vivir? Y entonces me dije que era mejor hacerlo ahora cuando él... cuando
Osito no recordase que lo dejé porque yo... —Su voz se quebró cuando un
estremecimiento lo recorrió—. Yo no quería que Osito descubriera lo que se
siente ser abandono y odiado por su papá.369

Tae no tuvo mucha más consciencia después de eso. Y cuando regresó, se


encontró con el departamento oscuro, detrás de la ventana entreviéndose un
cielo negro anunciando un pronto anochecer. Los ojos le pesaban y el labio le
latía de tal forma que iba en sincronía con su cabeza.

Apareció un vaso a su lado y una píldora en el centro de una palma.

Era Minho, todavía estaba ahí y parecía haber llorado tanto como Tae
aunque no recordaba eso.5

Agarró el remedio con aire cansado y se lo llevó a la boca, a la misma vez que
se tomaba el contenido del vaso.

No se sintió mejor, un vacío apoderándose de su pecho y dejándolo


congelado.3

Cuando sus ojos se dirigieron de Minho a la cocina ante el ruido de la tetera


eléctrica, notó en el calendario donde era visible la inscripción con
corazones morados que había hecho hace ya tantas semanas.

💜💜Visita Osito y Jungkookie💜💜6


Y entonces se sintió incluso peor, la ganas de vomitar siendo tan
abrumadoras que casi se puso de pie para ir al baño. Se contuvo y sacó el
celular de su pantalón, comprendiendo de pronto que no podría recibirlos
porque no sería capaz de mirar a Jungkook a la cara y decirle que tenía el
labio roto porque cedió a esas presiones sociales que le susurraban en el
oído con tanta insistencia.87

—Jungkook iba a venir con Osito hoy —se escuchó susurrando, cambiando
de posición hasta que estuvo otra vez sentado y llevando sus piernas hasta el
pecho para consolarse físicamente de una molestia emocional.5

—Todavía pueden venir —le dijo Minho, acercándose hasta que estuvo
sentado en el medio de esa diminuta sala de estar a solo unos centímetros de
Tae.

—Jungkook va a odiar a Tae.

—Jungkook nunca podría odiarte por eso.

Pero Tae estaba sacudiendo la cabeza incluso antes de que Minho terminase
de hablar.

—La abuela decía que ella no podía amarme si Tae le mentía y yo le he


mentido mucho a Jungkook. Jungkook va a odiarme si le digo todo.147

Se quedaron unos segundos en silencio, Tae jugueteando con el borde de


una manta que tenía apoyada en el sofá, esa manta nueva que había
comprado y que tenía forma de osito y con la que pretendía tapar a su
Jeongyu esa tarde.25

Su Osito...7

Llevándose las manos a la cara, volvió a llorar con los hombros hundidos.
Él solo quería regresar, solo quería regresar y terminar con esa aventura que
para Tae ya no tenía ningún propósito, ya se había probado que podía estar
solo, que podía ser independiente y estudiar lo que quisiera, ¿qué fin tenía
continuar con eso? Se sentía mal y miserable ahora, no bien, ni siquiera un
poquito bien.31

—Tae, Jungkook no va a dejar de quererte porque le mentiste y además...

—Nunca le conté sobre ti —lo cortó, el nudo en su garganta yendo y


viniendo.86

La expresión de Minho decayó y jugueteó con el borde de su camiseta de la


misma forma que lo estaba haciendo Tae con esa manta. Padre e hijo eran
incluso más parecido de lo que alguna vez se imaginaron, porque no todos
los comportamientos eran adquiridos en sociedad, sino que algunos pocos
eran heredados como aquel simple patrón de comportamiento que ambos
compartían de forma inconsciente.33

—Lo sé —dijo Minho, su mirada bajando hasta la alfombra en la que estaba


sentado—, yo te pedí que no le dijeras.10

Porque esa vez que Tae huyó de la casa de Jungkook y Minho lo persiguió
hasta encontrarlo, Tae solo fue capaz de soltar aquella pregunta que hilaría y
conllevaría toda una crisis existencial que nunca logró curar.

—¿Minho nunca quiso a Tae?100

Y Minho solo pudo pedirle disculpas mientras lloraba y luego caminaban al


cementerio, contándole en parte esa historia de su vida, esa que incluía una
muerte falsa pero que omitía esa parte donde Minho lo abandonaba con Lara
porque, como bien concluyó Tae, fue incapaz de amarlo.1
Las manos de Minho se apoyaron sobre las piernas temblorosas de Tae
apresándolas un poco, ambos observándose en medio de ese departamento
con los ojos tan llenos de esa tristeza compartida, que era incluso doloroso
respirar.

—Puedes decirle,Tae. Puedes decirle a Jungkook sobre mí. Lo siento por


habértelo pedido, yo... lo siento, lo siento.

—Pero sabrán sobre ti.

Minho bajó la cabeza y la sacudió, sus dedos enterrándose con un poco más
de fuerza en los muslos de Tae.1

—No me importa, solo dile. Yo... yo ya he huido por mucho tiempo.2

Pero Tae apartó las manos de Minho y cayó de rodillas frente a él, los ojos
nuevamente brillante por esas lágrimas que empezaban a caer por sus
mejillas irritadas que acentuaban el labio roto.

—Pero no quiero perderte. Osito merece un abuelo y yo... y yo merezco un


papá que me ame.348

Minho se dejó caer sobre Tae aferrándose a sus hombros como esa vez en
aquel rosal destruido, ambos abrazándose en medio de ese departamento
vacío y llorando tanto que pronto la cabeza de ambos latía en dolor y se
estaban tomando un vaso con azúcar mientras se sonreían y tocaban con
timidez y miedo porque era la primera vez que lo hacían.23

—Tengo una cámara llena de fotos y videos de Osito —confesó Minho—. Las
guardé para ti.85

Y Tae estallaría en lágrimas una vez más al tomar esa cámara digital un poco
antiguada y comenzaba a revisar en la pantalla pequeña esos videos que
retrataban el rápido crecimiento de Osito en la casa de Sehun.
Para cuando estuvo un tanto más calmado, había tomado una decisión y
armado su maleta. Porque, ¿a quién quería seguir engañando? Él no quería
estar en esa ciudad.19

Llamó a Jungkook y pensó en una mentira rápida para evitar que fuese a
Seúl cuando Tae estaría partiendo a Daegu la misma noche.322

Porque Tae regresaba a casa.31

No, a su casa no, a su hogar, donde estaba Jungkook y Osito esperándolo.98

Jungkook le contestó de inmediato con voz jadeante y emocionada.

—Estoy yendo por Jeongyu para partir a la estación, me muero por


mostrarte algo que hemos estado practicando la última semana y...3

—Jungkook —lo cortó un tanto brusco, un tanto nervioso y alterado.41

Arrastró su maleta hacia el siguiente cuarto.

—¿Sucede algo? —escuchó que preguntaba.

Dio un largo suspiro.

Habían sucedido muchas cosas y posiblemente fuese una larga noche donde
no dormiría nada. Solo esperaba terminar todo aquella aventura acurrucado
al lado de Jungkook, estaba cansado de abrazar almohadas cuando tenía a su
novio para besar y tocar.10

—¿Podrías no venir este fin de semana, por favor?120

—¿Mm? Pero...

—Es que tengo demasiada tarea y no podré hacerla si vienen.45

—¿Y no puedes terminar hoy? Con Jeongyu llegaremos muy por la noche.2
Estuvo a punto de confesarle la verdad, aguantándose a ultimo instante
porque Jungkook podría intentar convencerlo para que se quedase.

—¿Todo bien? —quiso saber Minho.68

Le pidió silencio con un dedo contra los labios.2

—Lo siento, no puedo —al final Tae dijo, su respuesta tan austera como esos
"porque no" que su abuela le daba cuando la mente curiosa de Tae empezó a
interferir en ese encierro.

—Pero, Tae...

—Jungkook.

—¿Acaso no quieres ver a Osito?24

Golpe bajo.19

Dio un largo suspiro y se pasó la mano por el cabello, a punto de


simplemente contarle que estaba a nada de dirigirse a la estación y tomar el
primer tren con dirección a Busan que apareciese.45

—No digas eso, solo no puedo, yo... necesito terminar esto, Jungkook, por
favor, entiende, esto no tiene que ver con Osito. Tú sabes... sabes que muero
por verlo.

—Podrías verlo si me dejaras ir. Ni siquiera tienes que estar con nosotros
todo el tiempo, podrías terminar esas tareas que parecen ser tan
importantes para ti.

—Jungkook...

—Está bien, no iremos. De todas formas, siempre son tus decisiones las que
están sobre las demás.331
Congelamiento, uno que empezaba en la punta de los pies y subía por sus
piernas hasta apoderarse del centro de su pecho. Cuando intentó decir algo,
la llamada estaba finalizada.

Pero volvió a marcarle.

Una.

Dos.

Tres.

La desesperación carcomiéndole la piel cuando iba en la sexta y entonces le


estaba enviando mensajes pidiéndole que por favor le respondiera, que
hablaran, que debía contarle muchas cosas y que por favor lo perdonara
porque todavía seguía siendo un poco débil y patético, un bobo que se
dejaba influenciar por la gente y cedía y terminaba yéndose de la ciudad solo
para probarles a otros que podía estar solo.47

No supo cómo pero terminó llegando a la estación, Minho con una mascarilla
y un gorro que escondían por completo su rostro.31

Debió llorar parte del camino hacia Daegu porque los ojos le dolían al
despertarse y escuchar que anunciaban por los altavoces que se acercaban a
la estación de Daegu, la mano de Minho en su hombro para despertarlo.

—Llegamos.72

Nunca se había sentido tan feliz de ese silencio que apenas se colaba en su
audífono. Se despidió de Minho con un movimiento de mano a la salida de la
estación. Pero cuando este se estaba girando para marcharse, Tae lo sujetó
por la muñeca y bajó la mirada, de pronto aterrado por lo que diría.
—¿Seguirás conmigo? —se escuchó susurrando, tan necesitando de cariño
que su garganta raspaba.48

—Siempre estoy contigo, Tae.292

El camino a su casa se hizo eterno, ingresando a ella cuando el reloj


anunciaba las dos de la mañana, la luz de la sala de estar todavía encendida.
De inmediato oyó el escándalo de unas uñas rasguñando contra la madera y
Roko se le había echado encima ladrando con escándalo seguido por los
chillidos agudos de Yeontan. Y de pronto un llanto estallando en medio de la
noche y la voz de Sehun pidiéndole silencio a Roko y consolando a Jeongyu.67

Sehun solo alcanzó a impresionarse medio segundo antes de dirigirse a la


cuna ubicada en una esquina para tomar a ese niño que ya superaba el año y
medio y que lloraba estirando los puños en el aire.

Tae dejó caer su maleta y cerró la puerta, yendo de inmediato hacia Osito y
de pronto deteniéndose a un metro con el corazón acelerado y los ojos
enormes, el terror invadiéndole y cerrándole la garganta.10

¿Y si Osito ya no lo reconocía?58

Tragó saliva, se lamió los labios y aguantó para no estallar en lágrimas por
vigésima vez en ese día.6

—¿Puedo...?1

Sehun se apresuró a entregarle a Jeongyu que lloraba con el rostro


constipado. Su Osito estaba enorme, ya no pareciéndose en nada a ese bulto
bonito que dejó. Meciéndolo con esos brazos que se habían
desacostumbrado a cargarlo, lo estrechó contra su pecho y le besó la frente
desnuda.
—Osito, mi vida, no llores —pidió—. No llores... nunca más me iré, te
prometo que nunca más me iré.278

Los llantos de Jeongyu fueron perdiendo intensidad y su cabeza, ahora


cubierta con una densa mata de cabello negro como la de Jungkook, se apoyó
contra su clavícula como si quisiera oír esos latidos de corazón que eran tan
fuertes y acelerados en ese momento.6

—¿Por eso no quisiste que fueran a Daegu? —preguntó Sehun cuando al


final solo se escuchaba la voz suave de Tae arrullando a Osito al oído.10

—Algo así, es una larga historia. Pero volví.5

—Creí que te faltaban dos meses todavía.2

Tae se encogió de hombros y se recostó en un sofá para acomodar mejor a


Osito contra su pecho. Su bebé precioso, que lo amaba tanto, tanto, tanto...5

—No tenía sentido seguir allá.10

No cuando una de sus razones para ser feliz se encontraba durmiendo en sus
brazos y la otra lo esperaba en ese cuarto que ambos compartían.223

La expresión de Sehun se relajó y se movió hacia la puerta para agarrar su


gorro y chaqueta y marcharse a su propia casa porque ya no era necesario
en ese lugar.

—Posiblemente te encuentres a Minho en tu salón —avisó Tae.1

—¿Minho?

—Él me trajo a Daegu.2

Sehun sacudió la cabeza con incredulidad colocándose la chaqueta.


—Vaya que será una larga conversación... —Sus ojos se dirigieron hacia el
segundo piso—. Jungkook está durmiendo su borrachera... y si te pide
helado, el refrigerador está lleno. —Su sonrisa fue tímida al ir hacia la
puerta—. Jungkook lo pasó muy mal, Tae. Pero no le digas que fui yo quien te
lo contó.288

Y con un suave clic de la puerta, se había marchado.1

Tae se quedó lo que pareció una eternidad sentado en ese sofá con los ojos
cerrados, su boca descendiendo hacia la cabeza de Osito cada ciertos
segundos mientras acariciaba de paso a Yeontan y Roko que se habían
subido al mismo sillón para estar más cerca de él.11

Cuando la respiración de Jeongyu se volvió profunda y un puchero apareció


en los labios indicándole que se encontraba ya entre sueños, se puso de pie
con cuidado y subió las escaleras, los crujidos resonando bajos sus pies.2

Al dejar a Jeongyu en su cuna, se volvió a quedar una eternidad


observándolo dormir y se prometió nunca más volver a ceder a los deseos
de otros si esos deseos interferían con los de él y su familia.119

El cuarto de Jungkook se encontraba silencioso y helado, en el centro de la


cama se lo encontró durmiendo hecho un ovillo, su rostro hundido entre las
sábanas. El corazón volvió a darle un vuelco, sus zapatos cayendo el suelo
con un ruido seco, seguido rápidamente con su chaqueta y pantalones.
Quedando solo en ropa interior, agarró una camiseta de Jungkook que
estaba sobre la cama y se la puso, abrazándose así mismo al percatarse del
olor que emanaba de la tela.47

Era de su Jungkook.177

Estaba por fin en su hogar.9


Se subió a la cama y pateó las mantas lejos, deslizándose por ellas hasta que
estuvo recostado a su lado observando su rostro dormido.

El primer beso aterrizó sobre las cejas fruncidas de Jungkook, bajando por
su nariz hasta la punta y saltando hacia su boca.133

Otro beso y entonces estaba deslizando sus manos por el cuello de Jungkook
para acariciarle la nuca y despertarlo con los dedos enredados entre los
mechones. Jungkook soltó una queja y el aliento con olor a alcohol chocó
contra el rostro de Tae.59

—Jungkook —lo llamó.

—Mm.1

—Jungkook, amor.448

—Mm.108

Volvió a capturar la boca de Jungkook y apresó el labio inferior entre sus


dientes mordiéndolo para hacerlo reaccionar.

—Tae, te he dicho que no me muerdas porque...321

Entonces sus ojos se habían abierto de par en par, sus pupilas dilatadas y su
expresión desconcertada y somnolienta, claramente esa única neurona con
la que despertaba no estaba funcionando todavía.79

—No estoy tan borracho para imaginarme esto, ¿cierto?205

—¿Puede que a lo mejor sí y soy un sueño?37

Pero mientras una sonrisa traviesa se escapaba de sus labios, Tae había
agarrado las manos de Jungkook y tirado de ellas hasta que las posicionó
sobre su propio pecho, los dedos de Jungkook estirándose sobre la camiseta
amarilla, palpándolo como si no creyese que fuese real.36
—Tae...

Y cuando esos ojitos que escondían mil constelaciones empezaron a


brillaron por esas lágrimas contenidas, Tae se acercó una vez más para
besarlo.162

—Regresé —susurró contra sus labios.1

—Pero...

—Es mi decisión, mía, Jungkook, mía.273

La mano de Jungkook escapó de entre las sábanas y le afirmó el mentón.

—Estoy tan feliz. —Y entonces Jungkook estaba llorando y besándolo, y


llorando un poco más y también besando un poco más—. Gracias por
elegirme. Y por favor, no me dejes de nuevo.492

Tae lo abrazó con más fuerza, haciéndolo cambiar de posición para poder
acurrucarse sobre él como una manta, sus brazos posicionándose a cada
costado de ese rostro mojado por esa lágrimas que Jungkook llevaba
conteniendo durante lo que parecía una década completa. En recompensa,
Tae le besó cada espacio de piel que quedaba desnuda en su rostro,
capturando las lágrimas que ahora bajaban sin control.

—Jungkook es bonito.108

Un beso.

—Tae lo ama.16

Otro beso.

—Y te elegiría siempre y mil veces.315


Y dejándose caer para enterrar su nariz en el cuello de Jungkook como
aquella primera vez en ese ático hace dos años, Tae musitó la última oración
que sonaba a promesa.26

—Tae no quiere una vida sin Jungkook.498

Y entonces cuando ambos se acurrucaban contra el otro y se tocaban y


besaban, riéndose bajito y bonito, Tae comenzó a contarle cada pequeño
detalle de esa historia que por tanto tiempo ocultó, comenzando en esa
cocina con su abuela muriendo frente a él, siguiendo con su huida y
finalizando con su partida a Seúl, incluyendo en aquel relato lo ocurrido esa
tarde en el auto.72

Para cuando terminó, estaba temblando en su lado de la cama y llorando, el


pecho doliéndole por la falta de aire y aferrándose con dedos desesperando
a la camiseta de un Jungkook casi sin expresión.1

—¿Todavía Jungkook quiere estar conmigo?71

Jungkook le afirmó el rostro con ambas manos.

—Siempre quiero estar contigo, Tae.339

Y mientras cerraba los ojos sintiendo que los besos de Jungkook regresaban
para atrapar cada lágrima de alivio que escapaba de sus ojos, Tae no se
sintió simplemente bien, él fue feliz.73

Porque Tae era amado, hermosa y sinceramente amado por Jeon Jungkook. Y
Jungkook era amado, hermosa y sinceramente amado por Kim Taehyung.
Epílogo

El ligero olor a aceite fue lo que lo despertó aquella noche en la cual su


mundo cambiaría para siempre. Un tanto desorientado, abrió los ojos y se
sentó en esa cama que le iba pequeña desde hace tiempo. Arrugando un
tanto la nariz, alzó la cabeza y cerró los ojos para intentar identificar el olor.
Desde que Kim Taehyung perdió la audición hace años, se le había
desarrollado el olfato como a ninguno, ahora ese mismo olfato le decía que
su abuela estaba preparando algo a pesar de que su reloj de mesa marcaba
las 01:20 am.249

Se puso de pie y se movió por la habitación con suavidad, pisando de apoco


como la práctica le enseñó. A pesar de que iba solo con una camiseta delgada
para dormir que apenas cubría su ropa interior, no se abrigó por miedo a
ocasionar un ruido que para sus oídos sordos sería imposible detectar. Fue
directo a la puerta, y agarrando el pomo con ambas manos, lo fue girando
con paciencia hasta que sintió la vibración en las palmas y la puerta se abrió
un milímetro. La empujó solo hasta la mitad, la luz blanca proveniente del
primer piso iluminando aquella rendija por donde un extrañado Kim
Taehyung se asomaba.3

Dejándose caer sobre las rodillas, se deslizó por el suelo de madera hasta
llegar a la escalera, las tablas bajo suyo apenas crujiendo por su peso.
Cuando se posicionó sobre su estómago y sacó la cabeza para colarla entre la
baranda y el último peldaño de la escalera, vio pasar a una persona hacia la
cocina.
Sus miradas se conectaron un único segundo.

La cuarta persona que conoció en su vida se llevó una mano a los labios para
pedirle silencio.114

Con el corazón acelerado, Taehyung volvió a esconderse en la seguridad del


segundo piso, los ojos cerrados con fuerza y dando inspiraciones pequeñas
que apenas le permitían meterle aire a sus pulmones.

No supo cuánto tiempo estuvo así, pero su respiración se fue calmando hasta
normalizarse. Cuando intentó regresar a su habitación, alzó la cabeza y se
encontró con el hombre al pie de las escaleras.

Esta vez, otro gesto.

Un llamado con la mano para que bajase.

Afirmando el borde del suelo donde comenzaba el último peldaño, tragó


saliva mientras se escondía hasta que su barbilla estuvo contra la madera,
ahora quedando solo visible sus ojos asustados.8

Y luego, otra vez, ese hombre que no veía hace tiempo y que le recordaba así
mismo, lo estaba llamando.

Porque Tae no era ningún bobo.74

Sus libros de biología eran claros y explicaban muy bien lo que era la
genética. Y que ambos se parecieran hasta el punto de ser una copia del otro
pero de diferentes épocas, le decían a Tae que ambos compartían
parentesco.

¿Sería un hermano de su papá?145

Tragó saliva.
Cuando volvió a asomarse por la escalera, el hombre había desaparecido.
Extrañado, alzó un tanto más la cabeza y lo buscó entre esos límites que le
permitían verificar su ángulo de visión.

Y antes de arrepentirse, Tae se estaba colocando de pie y temblando,


temblando tanto que sus rodillas casi se entrechocaban mientras bajaba la
escalera sin preocuparse de ser discreto. Fue directo hacia la cocina,
encontrándose al hombre sentado en la mesa y a su abuela en la cocinilla
friendo un huevo. Sus ojos se dirigieron de su abuela, que lo había notado y
su expresión se había vuelto una de pánico, hacia el hombre que
contemplaba a Tae casi sin pestañear con una pequeña sonrisa dibujada en
la boca.39

Y las palabras de auxilio y de suplica, se atascaron en su garganta torpe y sin


uso sin saber cómo pronunciarlas porque llevaba años sin ser escuchado. Sin
embargo, no se necesitaba una voz útil para suplicar y eso lo aprendió
apenas sus rodillas colisionaron contra el suelo de la cocina y se arrastró
hacia el hombre, tomándolo por las piernas y luego soltándolo para hacer
gestos desesperados y repetitivos con las manos para expresar dos simples
palabras:

Ayúdame.220

Y la siguiente:

Sálvame.96

El hombre se quedó paralizo observando a Tae llorar a sus pies y mover sus
manos con reiteración en dos gestos que no parecía entender.

"¿Ayuda?", entendió Tae que le decía, "¿Quieres que te saque de aquí?".90


La abuela dejó la cocina encendida y tiró de Tae por los hombros para que se
soltase, este aferrándose con más fuerza a las piernas delgadas y asentía
como un loco a las palabras leída de esos labios iguales a los suyos, que
ahora se fruncían en una furia silenciosa hacia su abuela.

Luchando contra su abuela, Tae cerró los ojos unos instantes y se mordió el
labio hasta que probó la sangre en su boca, la debilidad de su cuerpo delgado
haciendo lo posible para impedir que su abuela lo arrastrase por el suelo y lo
llevase hasta arriba, a ese ático al que no se le permitiría salir hasta que ella
fuese por él.69

Por eso Tae sabía que no podía soltarse de ese hombre y tampoco dejar de
llorar, lloraba tanto como lo llevaba haciendo en los últimos años, lloraba
como la persona desesperada e infeliz que era, lloraba porque estaba
encerrado y volviéndose loco, lloraba porque su mente se fracturaba y
porque pronto entendió que él, Kim Taehyung, se encontraba dispuesto a
hacer lo que fuese para salir de esa casa. Porque tal vez, solo tal vez, ya había
pedido la cabeza.58

Y por eso se soltó de ese agarre con un golpe y empujando a su abuela con
todas sus fuerzas, los músculos viejos de ella apenas soportando el empujón
y alejándose con la mirada brillando en sorpresa y un tanto en miedo, miedo
porque Tae se estaba girando hacia ella y la observaba con una mirada tan
muerta como se sentía él por dentro.

Y una única palabra potente se coló por sus labios rotos obligando a sus
cuerdas vocales a entrar en funcionamiento tras años de deterioro.

—¡NO!77

No fue un simple y escueto no, fue un basta, un basta para ella y para él, para
esos sentimientos oscuros y podridos que habían empezado a desarrollarse
en su corazón durante ese tiempo, un basta para ese odio intenso que
superaba con creces el amor que alguna vez tuvo por su abuela. Tóxico, se
sentía tóxico y enfermo mientras la observaba alejarse un paso y comenzar a
pasear por la cocina con angustia y desesperación, ese claro entendimiento
que había roto algo en esa otra persona y, tras eso, poco y nada se podía
hacer para remediarlo. Porque Tae ahora entendía que si su abuela moría, él
podría salir de ahí.54

Él podría ser libre.2

Solo si su abuela moría, él lo sería.

Porque Taehyung ya no podía más.57

No quería seguir viviendo.15

No así.

No en esa casa.

No en esa vida que no era vida.24

Pero Tae jamás se esperó que su abuela le respondiera con la misma ira que
hacía temblar a Tae todavía con las rodillas heladas contra la baldosa. Vio
que su rostro enrojecía y que comenzaba a gritar, solo que Tae no podía oírla
por culpa de ese encierro, no podía y tampoco intentó descifrar sus palabras
mientras comenzaba a oler a quemado por ese huevo ya negro en el olvidado
sartén.35

Entonces la expresión de su abuela cambió, un único y eterno segundo en el


cual su rostro se congeló y después este se estaba frunciendo en una mueca
de dolor que le hizo llevar las manos al pecho y doblarse sobre sí misma en
medio de esa cocina.210
El agarre de Tae a esas piernas se volvió flojo, notando apenas que el
hombre se colocaba de pie y se apartaba de él, deteniéndose a unos pasos de
su abuela con Tae todavía paralizado.

Y tan rápido como vino, ocurrió el final.2

A su abuela se le doblaron las rodillas y cayó hasta quedar sentada sobre la


baldosa helada, su boca en una mueca de dolor.

Y Tae logró entender lo que estaba ocurriendo.

¿Un ataque al corazón?

¿Su abuela se estaba muriendo?87

Con los músculos temblorosos, Tae logró posicionarse sobre sus piernas
inestables y arrastrarse por rededor de la mesa, el caos mental estallando en
él sin dejarle espacio para razonar. Llegó hasta la pared que tenía colgando
el teléfono de la cocina y lo descolgó, llevándoselo a una oreja que era
incapaz de oír que el teléfono mantenía un sonido constante a la espera de
que marcase algún número.33

Llevó la mano a los botones y dudó, levantando la mirada para encontrarse


con la del hombre, quien estaba detenido a un costado de la cocina
observando, con esos ojos oscuros y sin fondo, a su abuela retorcerse en el
suelo por el dolor. Su rostro, ahora tan semejante al suyo, se inclinó hacia él
y pronunció una oración que nunca más olvidaría.

"Nadie lo sabrá".96

Y luego otra oración que provenía de su abuela, su mano de dedos cortos y


regordetes estirada hacia él en una última súplica desesperada.1

"Ayúdame".174
La mirada de Tae estaba de nuevo en el hombre de expresión impasible que
mantenía los brazos cruzados observando cómo se le iba la vida a su abuela.
La mano de Tae que sostenía el teléfono tembló en duda, el nudo de miseria
haciéndose tan apretado que la bilis le cosquilleó en el fondo de su garganta
cuando aquel pensamiento cruzó su cabeza, ese que decía que si su abuela
moría, él podría ser libre.

Libre.1

Él sería libre.4

Pero solo si su abuela moría.5

Solo si ella moría.7

Y por eso alejó el teléfono de su oreja y lo llevó de nuevo a su posición en la


pared, sosteniéndolo hasta que sus dedos se pusieron blancos con su abuela
todavía en el suelo afirmándose el pecho y la casa inundándose con ese olor
a quemado por una comida nunca finalizada en la cocinilla, su mirada de
pronto encontrándose con la de Taehyung pareciendo adolorida y triste,
como si comprendiese que ese sería su final mucho antes que el resto. Tirada
ahí en medio de esa cocina sintiendo una agonía que desgarraba su corazón
y un remordimiento indescriptible retorciéndole las entrañas, había buscado
una miserable palabra que susurrar para ser perdonada por un pecado que
cometió por años.

"Lo siento, Tae".194

Lo siento por lo que le hizo y lo que continuaría, como también lo siento por
ese daño que vendría tras su muerte. Pero también ese lo siento porque para
Tae posiblemente nunca existiría un tratamiento que lo curase en su
totalidad. Y por último, ese lo siento por ser la responsable de esa
fragmentación en alguien que se suponía amó con su vida, esa fragmentación
que comenzó en el momento que Tae soltó el teléfono y se marchó de la
habitación con la garganta ardiéndole, solo alcanzando a llegar al baño
todavía temblando y sudando y llorando fregándose el rostro para apartar
sus lágrimas de culpa porque, si bien no habría podido llamar a una
ambulancia para pedir ayuda ante su ignorancia con respecto al mundo real,
seguía siendo sus intenciones las que marcaban la diferencia.

Alcanzó a llegar al inodoro y vomitó, su espalda estremeciéndose y helada


por el sudor, su cabeza dandole vueltas y de pronto llegó ese arrepiento que
viviría en él durante el resto de su vida porque, por mucho que corrió al
segundo piso y buscó el tarro de pastillas de su abuela y bajó y fue a la
cocina, solo se encontró con el cuerpo paralizado de su abuela observando el
cielo con ojos vacíos y expresión un tanto de miedo.87

El hombre estaba a su lado y le pasaba los dedos por sus párpados,


cerrándoselos. Luego se dirigió a la cocina y la apagó, el humo todavía siendo
pesado en ese lugar. Entonces Tae estaba yendo hacia ella y abriendo el
tarro, metiéndole primero una píldora y luego la otra, sus dedos llegando tan
profundo que alcanzó a tocarle el inicio de su garganta.55

Pero su abuela seguía sin reaccionar, por mucho que Tae llorase y le metiese
las pastillas hasta colarlas en su esófago, ella no reaccionó nunca más.
Asustado y ahogado por la culpa, la afirmó para sentarla en el frío suelo y le
cerró la boca, Tae sentado a su lado con las piernas abiertas para poder
sostener su peso.107

Y en algún momento, unas largas piernas se posicionaron a un costado de un


derrumbado Kim Taehyung que intentaba aferrarse todavía a ese cuerpo sin
vida, que ahora la había recostado y posicionado las manos sobre el
estómago como si estuviese durmiendo y no muerta como Tae se negaba a
aceptar y entender.
Al alzar la mirada y observar al hombre con los ojos inundándose en
lágrimas, el hombre solo dijo una oración que destruyó el mundo ya
inestable de Tae.

"¿No es esto lo que querías?".120

El tarro de pastillas se le cayó de las manos, las pocas píldoras


dispersándose por la cocina. Temblando, Tae se puso de rodillas. Recogió
una a una, pasando por alrededor de la mesa, por el refrigerador, por al lado
de la pierna helada y por el costado de ese brazo igual de frío, finalmente
encontrando la última en esa cabellera mal tinturada porque su abuela se
había dejado estar el último tiempo al igual que Tae.2

Casi parecía estar durmiendo.

Si Taehyung se esforzaba un poco, casi podía convencerse de que ella solo


estaba descansando. Pero no era así porque Taehyung sabía, oh, claro que él
sabía lo que acababa de pasar en esa cocina, lo sabía, lo sabía, lo tenía claro
de la misma manera que sabía que ella no estaba durmiendo, como tampoco
desmayada, lo sabía porque ella no iba despertar otra vez, eso era algo que
Taehyung también lo sabía, como de la misma manera sabía que él era el
culpable.4

Era culpa de Taehyung.8

Todíta de Kim Taehyung.150

De ese Taehyung tonto, sordo, inútil, malo, él era muy malo por haberlo
deseo, por habérselo pedido, por habérselo gritado, Taehyung era malo
porque nunca pudo ser un chico bueno, ese muchacho bueno que su abuela
le pedía que fuera.52

Se dio un golpe en la cabeza.


Tonto, inútil.4

Otro golpe.3

Imbécil.3

Imperfecto.5

Roto, tan roto.2

Él ya no era bonito.214

Recostado en medio de la cocina, llorando, gimiendo, sudando, se sintió


sucio mientras intentaba buscar el calor de un cuerpo que ya no lo tenía,
intentando abrazar a ese cuerpo que una vez le perteneció a la persona que
más amó en su vida y a la que también más odió, porque, en definitiva, era la
única persona que conoció en su vida.44

Por eso, al sentir que el hombre lo tiraba por los brazos y lo obligaba a
alejarse de ese cuerpo que ya comenzaba a endurecerse bajo sus manos, no
protestó y medio fue arrastrando, medio caminó fuera de esa cocina y subió
las escaleras.

Pero cuando el hombre lo quiso llevar a su cuarto, Tae se zafó de su agarre y


agarró ese gancho que tantas veces vio a su abuela oscilar sobre su cabeza
para pedirle a Tae que debía ser un buen chico y subir y quedarse en
silencio.

Y Tae ahora era malo y por eso merecía ese castigado porque él había
deseado la muerte de su abuela y lo había conseguido. Él no llamó a nadie. Él
ya no era bonito, él ya no merecía su libertad, él merecía morir al igual que
su abuela en la cocina.63
El hombre lo siguió con sorpresa al ver aparecer la escalera y Tae
comenzaba a subir, yéndose de inmediato a ese rincón donde tenía ese
colchón en el que había pasado meses enteros de su vida. El hombre se
quedó unos segundos en la entrada con la mitad de su cuerpo dentro de ese
ático y la mitad todavía en la escalera, moviéndose lo suficiente para tomar
asiento en el suelo, sus piernas todavía colgando por el agujero abierto.

Se quedaron unos segundos así, Tae llorando y temblando en un rincón y el


hombre observándolo casi sin pestañear. Y en el instante que ambas miradas
se encontraron con el mismo sentimiento de miseria y locura, el hombre se
apuntó los labios y Tae solo pudo observándolo.

"Una vez nació un M-Preg en un mundo horrible que no estaba preparado


para aceptar esa pequeña diferencia que había en él. Vivió escondido toda su
vida pero un día no pude seguir corriendo y fue llevado en una camioneta
blanca. Tardó dos años en regresar a su casa pero ya no venía solo, ahora
cargaba con la responsabilidad de un hijo que no podía cuidar. Pero cuando
pudo, ya no se lo permitieron y así pasó lo que restó de su vida intentando
regresar a él".187

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios temblorosos, los ojos del
hombre brillando en lágrimas contenidas.

La mirada de Tae se hizo borrosa por el cansancio y se acurrucó en ese


colchón, leyendo con dificultad su última oración antes de que bajase por la
escalera y lo dejase encerrado por última vez en ese ático.

"Todavía estoy contigo, hijo".404

Y hecho un ovillo en ese lugar, los días pasaron, el estómago dolió por el
hambre y después simplemente desapareció, su consciencia yendo y
viniendo, solo prestándole atención a los días pasar y contabilizándolos con
una mente nublada que solo pedía apagarse.

Porque Kim Taehyung quería morirse y cada vez que se volvía a dormir por
el cansancio tras tomar un poco de agua, deseaba que esa fuese la última vez
que tuviese que cerrar los ojos para no abrirlos jamás.23

Por eso cuando despertó del sueño con sus párpados pegados por las
lágrimas secas en sus pestañas, comprendió que esa seguía siendo su
realidad: él seguía encerrado en aquel entretecho. Se hizo otra vez un ovillo
en el colchón y cerró los ojos con fuerza, sus dedos enredándose en su
melena y tirando de ella.

El pecho se le cerró mientras comenzaba a llorar con más intensidad, el


recuerdo lejano de haber visto unos ojitos bonitos asomados por la puerta
del altillo, el gusto en su boca tras haberlo besado y el calor en sus brazos al
sostener a su hijo...125

Todo eso, mentira.209

Todo eso, un sueño.722

Porque Kim Taehyung continuaba encerrado en ese ático, a la eterna esperar


de por fin morir como se lo merecía.613

Y por eso cerró con más fuerzas los ojos mientras caía otra vez en ese sueño
intranquilo y pedía por favor no despertar jamás.11

Pero entonces la madera crujió bajo su cuerpo y se encontró alzando la


cabeza en el preciso instante que unos ojos bonitos como los de un corderito
lo observaron desde la escalera que iba a ese tercer piso.256

—Te estaba buscando, pequeño.498


Jeon Jungkook.7

Ahí frente suyo, estaba su Jeon Jungkook.96

Desorientado, se apartó los mechones del rostro y se secó las lágrimas,


mientras notaba que sí, se encontraba en un tercero piso durmiendo en un
colchón, pero este no era el mismo en el que pidió morir. Este era amplio y
bien iluminado, pintando de un hermoso color blanco y el piso cubierto de
bolsas transparentes justo debajo de los caballetes donde Tae había estado
pintando hasta altas horas de la noche, razón por la que se había terminado
durmiendo en ese colchón que utilizaba rara vez para recostarse y buscar
inspiración.506

Volvió a observar a su Jungkook que fruncía el ceño en preocupación.

—Mi amor —escuchó su susurro—, estás llorando.340

Tae logró llevarse las manos a los oídos y palpó los dos implantes cocleares
ubicados tras sus orejas.35

Porque Kim Taehyung ahora oía.463

Él escuchaba la preciosa voz de Jeon Jungkook mientas terminaba de subir


las escaleras y se acercaba a Tae con expresión angustiada.

—Sabía que era una mala idea poner tu estudio aquí.

Sí, recordó Tae, Jungkook había insistido que era mala idea de la misma
forma que Tae insistió durante meses que quería un ático para pintar. El
ganador, ya era obvio.105

—Mañana mismo pondremos tu estudio en la sala de estar —dijo,


arrodillándose a su lado, la mano estirada para acariciar su melena.1
Tae cerró los ojos un instante y se permitió sentir el amor que Jungkook le
transmitía con una simple caricia.

—¿Pero y dónde recibiremos a las visitas? —se oyó debatiendo con voz
inestable.

Porque Kim Taehyung ahora hablaba.470

Entonces Jungkook estaba tirando de él y abriéndole las piernas para


recostarse sobre Tae, sus cuerpos haciendo contacto en todas las zonas
buenas, cada brazo de Jungkook a un costado de su cabeza.50

—Las recibiremos en el patio y si les molesta, no vendrán más.219

Tae cerró los ojos sintiendo los labios de Jungkook rozar su sien y más abajo
capturando sus lágrimas hasta llegar a sus labios irritados de tanto llorar
debido a esa pesadilla que no era más que un recuerdo latente de su pasado.

Pasado, no su presente.35

Y cuando ese recuerdo se hizo más nítido en su cabeza como ocurría de vez
en cuando, se aferró con más fuerza a Jungkook y tiró de él, Jungkook
apartándose rápidamente y llevando sus manos hacia el vientre de Tae.133

—Casi aplastamos a nuestra Princesa, bebé.1.6K

Y al bajar su mirada, se encontró con su camiseta alzada y los dedos de


Jungkook jugando contra su piel que formaba figuras con sus costillas
apenas visibles por su vientre redondeado de cinco meses.127

Su Princesa.49

Ellos iba a ser padres por segunda vez, se recordó.169

Porque Kim Taehyung ahora tenía una familia.274


Tae no puedo pensar mucho más en eso porque los labios de Jungkook
estaban siguiendo aquella curvatura y subiendo hasta que se instalaron en el
cuello de Tae, Jungkook jalando sus manos y uniéndolas sobre la cabeza de
Tae, besándose y enrendando sus piernas en la cadera de él.2

—Te extrañé en la cama —susurró Jungkook contra sus labios.11

—Necesitaba terminar el cuadro —respondió Tae mordiéndole suavemente


y con una carcajada burbujeando en su garganta.9

—Tae, te he dicho que no me muerdas —protestó Jungkook, pero ambos


sabían que Tae lo seguiría haciendo porque Jungkook siempre sonreía
cuando lo mordía y después empezaba a quejarse.153

—Eres aburrido.33

Jungkook puso los ojos en blanco pero lo estaba besando otra vez y
acariciándolo hasta que Tae era mantequilla en sus manos y gemía bajito.14

—Te amo —susurró Jungkook contra su oído, el aliento caliente haciendo


remolinos en su piel.139

—Yo también te amo —respondió.


9

—¿Te sientes mejor ahora? —preguntó Jungkook. Tae asintió—. ¿Pasaron


esos malos recuerdos?6

Una sonrisa perezosa apareció en la boca de Tae y alzó la camiseta de


Jungkook para tocar su espalda cálida.

—Me sentiría mejor si terminamos esto y me haces sentir bonito.344

Jungkook se rió, comiéndose el jadeo de Tae al rozarse contra él y bajar las


manos por las piernas desnudas de Tae.
Pero entonces...

—Papi, me hice pipí.937

Se separaron con brusquedad para encontrar una cabeza asomada por la


entrada amplia que iba a ese tercer piso que Jungkook estuvo construyendo
durante meses para Tae.49

Jeongyu estaba detenido frente a ellos, con una mano se fregaba un ojo y en
la otra sostenía un conejo hecho a mano que estaba deteriorado por el
tiempo. Tenía el cabello ondulado cayéndole desordenado por ese rostro
que era una perfecta combinación entre Jungkook y Tae.290

—Mi amor, el niño dice que se hizo pipí —bromeó Jungkook.64

—Pero, Osito, íbamos tan bien, ¿qué sucedió?283

Jeongyu se encogió de hombros y terminó de subir las escaleras con aire


dormido. Jungkook por fin había tomado asiento y ayudado a Tae para que
hiciera lo mismo, acomodándose la ropa y pelo como podían.

—Yo no sé —respondió Jeongyu—, pero me hice pipí.270

Entonces estaba estirando las manos hacia ellos y Tae le devolvió el gesto,
Jeongyu corriendo hacia él y abrazándolo con su risa flotando en el aire. De
inmediato Tae sintió la humedad contra su abdomen pero poco podía
importarle eso. Lo estrechó con más fuerza y le besó toda su carita preciosa
mientras Jeongyu se reía bonito.140

Al separase lo suficiente, notó que Jungkook se había puesto de pie y los


observaba con una sonrisa en los labios, recién percatándose que llevaba
puesto un traje blanco y azul que asemejaba a...24

—¿Por qué estás vestido de príncipe?336


Jungkook observó su cuerpo y luego a Tae, pestañeando en desconcierto.

—¿No habíamos quedado en eso? —Una pausa—. ¿No me digas que voy a
ser el único disfrazado para la fiesta?117

La fiesta, recordó Tae, la que Jimin había organizado para darle la


bienvenida a su Princesa.231

La mano de Jungkook acarició su melena clara.

—¿Estás bien, Tae?

Tae dirigió su vista hacia Osito, que todavía mantenía afirmado contra sí, y
después a Jungkook.

Él no podría estar mejor.

—Todo bien, solo un poco desorientado todavía.

Jungkook le dio la mano a Jeongyu.

—¿Por qué no te bañas y arreglas mientras yo alisto a Osito? —propuso


Jungkook.8

—Pero péinalo bien, Jungkook, no le hagas esas coletas ridículas.440

Jungkook hizo una mueca que le sacó una carcajada divertida a Jeongyu,
cubriéndose la boca con una mano. Ambos bajaron tomados de la mano
seguidos de cerca por Tae.

Y antes que se separasen, Jungkook tiró de Tae una última vez.

—Te amo —dijo.23

—Te amo —respondió Tae.25

—¿Papi, y yo? —se quejó Osito.270


Ambos padres se quedaron observándolo porque muchas veces era difícil
saber a cuál de los dos le estaba hablando su hijo. La mayoría de las veces le
decía papi a Tae y papá a Jungkook, aunque existía veces que a este también
le decía Jungkookie bobo, claramente una mala enseñanza del papá Tae.208

—Te amamos de aquí a la luna —respondió Jungkook tirando de la manita


de Osito.60

—¿De aquí a la luna? Pero eso no es mucho según papi.53

Jungkook se rió nervioso al llegar al baño y desnudaba a su hijo para


bañarlo.

—Entonces, ¿qué te parece de aquí al planeta Plutón?72

—Papi dice que Plutón ya no es un planeta.262

Dio el agua y lo metió bajo la ducha.

—Tu papi y tú siempre tan sabelotodo.66

Osito se apartó el cabello mojado de los ojos.

—Jungkookie bobo.310

Pasó la siguiente hora viendo a Jeongyu vestirse y colocarse al final al revés


el traje de príncipe, pero lo dejó ser porque Osito podía vestirse como le
diera la gana. Al rato, había terminado de cambiar las sábanas orinadas y las
había metido en la lavadora. Peinar a Osito fue la tarea más difícil de todas.29

Jeongyu había decidido hace unos meses que no quería cortarse más el
cabello y Tae y Jungkook no supieron cómo convencerlo de que necesitaba
un corte sin caer en los estereotipos de sus sexos... y listo, así fue como
terminaron con un hijo que llevaba una melena ondulada hasta la barbilla. El
problema no era que usase el cabello así, era intentar peinarlo cuando
Jungkook ni siquiera podía hacerle una coleta alta. Por eso, tras cinco
intentos y escuchar por lo menos cuatro suspiros de Jeongyu armándose de
paciencia, medio que se rindió.195

—¿Sabes qué? A tu papá Jungkookie se le ocurrió una genial idea.24

Y dejando a un extrañado Jeongyu sentado en el colchón desnudo, Jungkook


fue por la aspiradora. Cuando llegó con ella, le puso un elástico en la entrada
del aire y la encendió, acercándola a Jeongyu hasta que había succionado
toda su melena, entonces deslizó la liga. Al pagar la aspiradora, Jeongyu lo
observaba con la coleta más desarmada y triste de la historia.639

—Hice mi mejor esfuerzo —se excusó Jungkook, excusa que no le sirvió de


nada contra su mejor amigo.15

Park Jimin y Min Yoongi, junto a sus mellizos Beom Gi y Chae Rin fueron los
primeros en llegar. La familia completa iba vestida también de príncipes y de
azul y blanco, a excepción de Chae Rin que cargaba un vestido de la misma
tonalidad. Bastó que los ojos de Jimin se posicionaran en Jeongyu y su
peinado triste, para dar un largo suspiro.924

—¿Fuiste tú, cierto?96

Y antes de que pudiese soltar una pobre excusa, Jimin estaba llamando a su
ahijado y desenredándole el peinado para empezar a trenzarlo con dedos
hábiles, habilidad que había adquirido tras cuatro años de peinados para su
hija.292

Y mientras Jimin se entretenía en eso, los mellizos empezaron a correr por la


casa y desarmar la decoración que habían estado arreglando Jungkook y
Namjoon durante un día completo, porque Nam había regresado a Daegu
hace ya unos años.273
—Yoongi, hoy te toca a ti ser el responsable de los niños —le recordó Jimin
con la liga entre los dientes.9

Un vaso se quebró en el suelo.

—Niños, no hagan eso —pidió Yoongi sin mucha convicción.422

Pero por supuesto que los mellizos no escucharon a su padre y ahora se


dirigían a la cocina para robar algún dulces que estaban ya preparados en la
cocina.7

—Yoongi, por el amor de Dios, diles algo.8

—Pero los bebés se están divirtiendo tanto...156

Jimin puso los ojos en blanco y terminó de anudar la trenza de Jeongyu, que
partió corriendo detrás de los mellizos para potenciar el desorden y caos.

—¿Por qué siempre tengo que ser yo el papá malo? —se quejó Jimin con las
manos en la cintura.77

Yoongi se llevó una mano al corazón y observó a los tres chicos correr por
toda la casa.

—Estoy incapacitado para reprenderlos —se excusó Yoongi.92

Jimin dio un suspiro al escuchar el ruido de una explosión, de seguro habían


reventado un globo.

—Esto me pasa por dármelas de María Magdalena y andar llorando por no


tener hijos... así que ahora me quedo callado porque me dio dos.512

Y una segunda explosión.

Y una tercera.1

Y Jimin estaba perdiendo la paciencia.1


—Yoongi, prometiste que tú los verías hoy.

—Sí, querido, pero...

—Min Yoongi, tan solo ve.40

Y mientras Yoongi partía a vigilar a sus hijos y Tae se unía a ellos vestido con
otro disfraz de príncipe blanco y azul y arrastrando una capa en los
hombros, Jimin cerró los ojos unos instantes al escuchar la cuarta
explosión.53

—¡No voy a tener más hijos contigo, Min Yoongi! —lo amenazó. Pero
entonces estaba bajando la voz hasta que fue un susurro—. Eso es mentira.
No le digan todavía porque... ya saben, se puede desmayar pero estoy
embarazado otra vez.741

Y ese ya saben, se debía a que Yoongi lo había pasado terriblemente mal con
el embarazo de Jimin. Ante la contextura delgada del chico, sumado a eso su
condición como M-Preg y finalizando en el hecho de estar esperando a
mellizos, el embarazo de Park Jimin fue de alto riesgo de principio a fin.
Yoongi lloró los siete meses de gestación, así que existía una enorme
probabilidad de que se fuese a desmayar con aquella noticia.90

Afirmando a Tae por la cintura y posicionando sus manos sobre su Princesa


para hacerle cariño sobre la ropa, Jungkook preguntó.

—¿Pero no se dará cuenta cuando les llegue el depósito del gobierno por la
nueva bendición?215

En el mismo instante que Jimin abría los ojos enormes y se iba corriendo al
patio exclamando un:15

—Mi amor, ¿estás sentado? Porque necesito contarte una pequeña noticia.237
El grito de Yoongi se escuchó fuerte y claro.

—¡Park Jimin! ¿Qué significa esta transferencia bancaria?387

La voz de Jimin fue perdiendo fuerza por la distancia.

—Te acuerdas esa vez que se nos rompió el condón... bueno, ¡sorpresa!
Estaba en un ciclo.485

El resto de la tarde todos estuvieron sumidos en aquella alegría brindada


por la pequeña celebración que reunía a cada persona que fue o era
importante en las vidas de Kim Taehyung y Jeon Jungkook.1

Por eso, cuando cortaban el pastel y Tae recibía todos esos obsequios que
serían para Princesa, se puso de pie con piernas temblorosas y observó por
unos segundos el tercer piso recientemente construido de su casa,
recordando apenas la pesadilla de esa mañana que trajo consigo recuerdos
de su pasado.3

Y cuando la pena comenzaba a comérselo, bajó la mirada y se encontró con


los rostros expectantes y preocupados de todas esas personas que hoy
componían su presente y posible futuro: Jimin, Yoongi, Namjoon, Hoseok,
Jin, Suni, Sehun, sus ex compañeras Momo y Sana...125

Todas esas personas que lo amaban, lo amaban a él, Kim Taehyung. Solo a
Kim Taehyung.13

Golpeó su copa y llamó la atención de todos. Sintiendo la caricia de Jungkook


en su cadera, se aclaró esa voz que perdió durante 19 años pero ya no más,
nunca más.

—Hoy tuve una pesadilla relacionada con mis primeros 19 años de vida. Y
mientras lloraba creyendo por un segundo que esta vida, en la que soy
amado y tengo una familia y amigos preciosos, era solo un sueño porque yo
seguía encerrado en ese ático... comprendí que esa pesadilla es parte de mi
pasado y que no debo permitir que ese pasado vuelva a interferir con mi
presente. Por eso quiero decirles que hoy dejo de ser Kim Taehyung, el chico
sordo y encerrado en un ático por ser un M-Preg, y paso a ser solo Kim
Taehyung, amante, novio, padre y amigo. Un Kim Taehyung amado y que
ama. Y por eso quiero agradecerles por ser parte de mi presente. Los quiero,
y muchas gracias por venir.583

Y entonces, estaba llorando y siendo abrazado por Jungkook y Osito, luego


por Jimin, por Yoongi, por Hoseok, por Nam, por Jin, por Sehun y por sus
amigas, por cada una de esas personas que lo amaban, que lo querían a él y
solo a él.49

Sin embargo, faltó alguien.270

Cuando la fiesta llegó a su fin y la gente se despedía de ellos, Nam y Hoseok


alargaban un tanto dicha despedida mientras lloraban la borrachera y lo
abrazaban y volvían a despedirse una y otra vez, la casa quedó por fin
sumida en silencio hasta que sonó el timbre y Jungkook fue a abrir.17

A los minutos, Tae descansaba en una silla con Osito sentado en su regazo a
quien besaba y hacía reír.

Jungkook lo fue a buscar al patio.

—Ven, pequeño —le pidió—. Te queda un invitado.68

Afirmando su mano, Tae dejó a Jeongyu en el suelo. Entonces fue que


comenzó aquella otra celebración más privada y bonita porque, esperándolo
en el centro de la sala de estar, se encontraba Minho con un regalo en sus
manos inquietas.214
Y a pesar de que a Jungkook todavía le costaba entender a Minho, él lo dejó
estar porque veía el amor en dos personas tremendamente dañadas, él veía
el amor en la sonrisa nerviosa de Minho, él veía el amor en Tae al soltarse de
su mano y apresurarse para ir hacia su papá mientras Osito gritaba
emocionado:31

—Abuelo, abuelo, mira, mira, soy un príncipe. Papi dice que soy súper
bonito.334

Sí, pensó Jungkook cuando Minho rodeaba a Tae en un abrazo y le besaba la


cabeza mientras Tae se reía y volvía a ser ese niño pequeño que buscaba
solo amor, ellos se amaban y eso era suficiente para él porque Tae era feliz
con las decisiones que había tomado.61

Él era bonito.20

No, Kim Taehyung ya no era bonito, él era amado.661


Fin.
Oreo McFlurry

Capítulo Especial668

Una vez, hace muchos años, Kim Taehyung le preguntó a Jungkook si aquello
sería muy difícil. Recibió una respuesta sincera de su parte porque sí, le
aceptó Jungkook, sería difícil, tanto que muchas veces se cuestionaría su
decisión. Cinco años más tarde de aquella pregunta, Taehyung seguiría
pensando que su respuesta fue la más honesta que podría haber recibido
porque sí, ser padre era lo más difícil de la vida, y a la misma vez todo lo
lindo y precioso de ella, todavía más cuando esa manita pequeñita se
ajustaba a la suya y tiraba de él para captar su atención con aquellos ojitos
brillantes iguales a los de Jungkook.232

Su Osito, su Jeongyu.166

Cinco años ya.96

Estaba tan grande.169

Y como que Taehyung quería ser padre de nuevo, y también digamos que él
le venía insistiendo sobre eso a Jungkook hace meses, para siempre terminar
siendo silenciado con un beso y un "Osito todavía tiene muchos años por
delante para ser el hermano mayor de alguien", mientras Jeongyu se
limitaría a saltar en la cama entre ellos gritando que él súper quería ser el
hermano mayor de alguien ahora ya.173

—¿Y acaso no deberíamos hacer feliz a nuestro hijo, Jungkook, y darle un


hermanito? —insistiría Tae—. Porque Tae súper quiere tener otro hijo
contigo, Jungkookie. Di qué si, por fi, por fi, dime que sí y tengamos otro
Osito bonito.437
Ahora ese mismo Jungkook de expresión paciente, lo esperaba a unos
metros con los brazos apoyados en una de las tantas sillas vacías de ese
centro comercial.

—Papi —lo llamó Osito, sus dedos pequeñitos y delgados jugando con los
suyos mucho más grandes.68

—¿Sí, mi vida?114

Jeongyu apuntó uno de los carteles de la tienda, detrás suyo una cola
esperando para ser atendidos al igual que ellos.

—Yo quiero un helado pero uno así... uno muy súper, súper grandotote.121

Taehyung dirigió sus ojos de Osito hacia la cartelera, empequeñeciendo la


mirada para captar las letras e intentar adivinar cuál era esa hamburguesa
que Jungkook le pidió para él. Debió notar su confusión porque su grito de
guerra se oyó hasta su posición.

—¡La hamburguesa más grande para mí, Tae! 140

—Jungkook bobo —resopló Taehyung, Jungkook alzándole los pulgares


jurando que le estaba diciendo un apelativo cariñoso.200

Aunque lo era.3

Bobo para ellos era un gran apelativo de amor.100

—¿Bobo? —quiso saber Osito, soltándose de su mano para voltearse a ver a


su papá Jungkook. Entonces, también le estaba devolviendo el gesto con los
dos brazos cortitos en el aire y gritando emocionado—. ¡Jungkookie bobo!235

Taehyung se volteó hacia la caja como si no se hubiese enterado de nada.1

—Osito, no puedes seguir diciéndole así a tu papá Jungkook. Ya lo hablamos,


¿recuerdas?
—Pero... papi le dice bobo a papi Jungkookie —refunfuñó con un puchero
bonito—, ¿por qué yo no puedo decirle a papi bobo?97

Taehyung fue a responderle siendo interrumpido por la cajera al llegar por


fin frente a ella.

—Hola —la saludó con nerviosismo.

—Hola —le regresó el saludo—, ¿cómo estás?

Osito se soltó de él para apoyar ambos brazos en la encimera y asomar los


ojitos sobre ella.39

Taehyung volvió a observar la cartelera.1

—Ese... —dijo apuntando a uno de los dibujos—. La hamburguesa grande de


carne.

Se volteó solo unos segundos para notar que Yoongi y Jimin ya se le habían
unido a Jungkook en la mesa, Jimin intentando quitarle a uno de los mellizos
un pote de condimentos que se había robado de otra mesa.225

—Deja ahí, Chae Rin —pidió alzando un dedo acusador hacia ella—. Última
advertencia o tu papá Yoongi no te va a cargar de caballitos de regreso.83

—Pero su papá Yoongi sí quiere llevarse a su hija de caballitos —refunfuñó


el afectado.224

Jimin se giró hacia él con las manos en la cintura.

—¿También tengo que darte una advertencia a ti, Min Yoongi?180

Pero Taehyung realmente no entendía qué advertencia se le podía dar a


alguien como Min Yoongi, porque esos casi tres años siendo padre le habían
hecho entender a todos que Yoongi era incapaz de negarle algo a sus hijos. Si
ellos querían estar con él tras un eterno turno en el hospital, Yoongi
simplemente se recostaba en la alfombra y medio se dormía y medio
respondía a las preguntas incoherentes de su hijo Beom Gi, que había
comenzado a balbucear palabras sueltas hace poquito y ya se notaba que
sería un digno conversador igual que su papá Jimin.121

Sí, así era la vida familiar de los Min-Park.79

La suya, en tanto, estaba repleta de un Jungkook atascado en los juegos


infantiles al insistir en tirarse por los resbalines con Osito.199

—¿Ese combo? —preguntó la cajera, alejándolo de sus pensamientos.

Osito tiró de su mano cuando Taehyung no respondió.

—Papi, papi, la señora hizo una pregunta y las preguntas se hacen para
responderlas.161

Taehyung se arregló la boina y alzó su palma estirada.76

—Cinco, por favor.6

—¿Cinco de ellos?

—Sí.

Otra vez Osito tiró de su chaleco verde.9

—¡Papi, papi, papi, papi, mi helado, mi helado! ¡Se te olvida mi helado,


papi!55

—Y un Mcflurry.202

Osito le abrazó las piernas con cariño.


—¡De galleta, papi, yo súper quiero el de galleta porque hacen crunsh
crunsh cuando yo mastico así! —dijo abriendo la boca y mostrándole hasta
las amígdalas.336

—Oreo —pidió entre las carcajadas divertidas de la cajera.

—¿Oreo McFlurry?

—Un Oreo McFlurry —repitió, siendo su orden recibida por el grito de pleno
goce de Jeongyu.99

—Es un niño muy lindo —dijo la cajera con una sonrisa, estirándose sobre la
encimera para ver a Osito dar saltos felices mientras cantaba sobre un
delicioso helado que su estómago disolvería gracias a sus extraordinarios
jugos gástricos. Sí, algunas veces Jeongyu era tan literal en gustos como el
propio Taehyung.88

Y al estar esperando la orden, Osito partió corriendo hacia Jungkook y se


subió como un mono por sus brazos, luego pidiéndole a gritos si podían ir a
los juegos que estaba en el centro de ese patio de comida.27

—¡Pero tú no te subas con él, Jeon Jungkook! —le advirtió Taehyung—. No


voy a llamar de nuevo a los bomberos, ya me da vergüenza ser reconocidos
por ellos.499

Jungkook puso los ojos en blanco con Osito jugando con sus orejas como si
fuera su panel de control, si él tiraba la oreja derecha de Jungkookie,
Jungkookie se quejaba y giraba hacia la izquierda. Algunas veces fallaba,
pensó Osito, pero solo unas pocas.82

—No te preocupes, no me subiré —aceptó. Al notar la expresión de


Taehyung, le dio un beso en la mejilla antes de partir—. Créeme, aprendí la
lección la última vez.46
A la media hora, Taehyung llamaba a los bomberos.478

—Jungkookie bobo, papi —cantó Jeongyu bailando alrededor de las piernas


de Jungkook, que era lo único que podían ver de él.171

Tomando asiento al costado del tubo, Taehyung comenzó a comerse el


helado que Jeongyu había olvidado.

—¿Ya se quedó otra vez atrapando ese idiota? —preguntó Jimin al ir a


comprobar por qué no regresaban.85

—Oye, solo estoy atrapado, puedo seguir escuchándote.52

—¿Y quién dijo que no quería que me escucharas? ¿Cuándo aprenderás que
esos tubos no son una madriguera?—Y regresó a su puesto refunfuñando
sobre si acaso su amigo se había tomado demasiado en serio eso de ser
un lagotomorfo.167

Taehyung suspiró.

—Jungkook, ¿qué dirías si te dijera que tal vez dentro de unos meses vas a
quedarte el doble de veces atrapado en los juegos?444

Un largo silencio.

—¿Por qué? ¿Voy a subir de peso? —preguntó sin entender.292

La galleta Oreo McFlurry hizo crunsh crunsh en sus dientes tal cual Osito le
comentó.14

—Digamos que seré yo quien va a subir de peso.160

Le tomó varios segundos a su Jungkookie bobo entender. Y cuando lo hizo,


comenzó a llorar todavía atrapado dentro de ese tubo amarillo.299

—¿Seremos papás de nuevo? —musitó como voz ahogada.159


Taehyung le acarició la pierna, logrando meter el brazo por un costado del
plástico rígido para tocarle la mano.10

—Y te apuesto que esta vez será Osita, Jungkook, yo estoy súper seguro de
eso.222

—Si es Osito —comenzó diciendo Jungkook como hace más de cinco años
mientras todavía esperaban a los bomberos—, entonces llevará mi
apellido.126

Así fue como nació otro Kim en la familia Jeon, y Taehyung se convirtió en un
experto en rescatar a Jungkook de los juegos infantiles.

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