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ROBERTO KOCH

¨El paladín contra la muerte¨

Robert Koch era buen estudiante alemán de medicina, cuyo sueño era llenar su vida de aventuras como explorador o
médico militar; cursó su formación durante los años 1860 y 1870. Años en los que Pasteur se dedicaba a vaticinar el
descubrimiento de seres microscópicos a los cuales atribuía el origen de las peores enfermedades conocidas para la
humanidad; ante el rechazo y burla de las eminencias científicas de la época.
Koch, hizo su internado en un manicomio de Hamburgo y posteriormente contraería matrimonio con Emma Frantz.
Dedicado a ejercer su profesión en un pueblito alemán, estaba aislado del mundo científico y difícilmente podrían llegar
a él noticias sobre los vaticinios de Pasteur.
Fue un microscopio para celebrar su vigesimoctavo cumpleaños, regalo por parte de su esposa, el que lo llevaría hacia la
aventura del inexplorado mundo microscópico y lo encaminaría en la lucha contra los asesinos más letales pero más
pequeños.
Roberto se cuestionaba en sus horas de reflexión, su ejercicio de la medicina, monótono y sin esperanzas. ¨ ¿Cómo curar
algo de lo que se desconoce el origen?¨- Se preguntaba.
Koch, empezó a centrar su atención en los cadáveres de ovejas, especialmente las muertas por carbunco. El carbunco en
aquellos tiempos era una enfermedad letal que podría asesinar repentinamente a un centenar de ovejas y animales de
ganado en general, sin manera de impedirlo; incluso ocasionar en quienes manipulaban a estos, granos horribles o una
muerte ocasionada por pulmonía fulminante.
Aprovechaba su tiempo libre de médico rural para examinar gotas de sangre de animales muertos de carbunco, puestas
en láminas de vidrio, al lente de su microscopio. Un día vio bastoncitos cortos, del tamaño de una milésima de
milímetro, flotar entre los glóbulos sanguíneos. Por lo cual empezó a estudiar seres perfectamente sanos;
específicamente ratones, para los cuales encontró la manera de contagiarles el carbunco mediante una astillita de
madera previamente empapada con sangre ¨envenenada¨ y los aislaba en una jaula aparte.
A la mañana siguiente, se les encontraba muertos y mediante su disección al abrir el bazo puso sobre una lámina el
líquido negruzco que exudaba. Durante un mes su trabajo se redujo a repetir el procedimiento y en cada ocasión el
microscopio revelaba aquellos bastoncitos y enredados filamentos que no se encontraban en animales sanos.
Su curiosidad lo llevó a ingeniárselas y encontrar la manera de ver como se desarrollaban los bastoncitos. Fue así como
se le ocurrió ponerlos en una ¨gota pendiente¨ a la que no tenían acceso otros microbios del ambiente. En una lámina
de cristal colocó una gota de humor acuoso y en este, un fragmento pequeñísimo de bazo recién extraído de un ratón
muerto de carbunco, y sobre la gota otra lámina de cristal. Tuvo así, ocho generaciones de bacilos, siendo solo en la
primera necesario el uso del fragmento de bazo. Entonces, para demostrar que los hijos de los bacilos que mataron al
ratón eran en verdad la causa del carbunco, introdujo una astillita en la gota pendiente y esta misma en la piel de un
ratón sano. Al día siguiente, con el ratoncito inoculado muerto y posterior a encontrar en este los bacilos de antes;
Koch, había demostrado que los bacilos eran los causantes de la muerte del ratón.
Sin embargo, pese a demostrar la relación entre dichos bacilos y sus filamentos con la muerte de carbunco. Surgió una
nueva incógnita al notar que tras dos días en las láminas de cristal estos se habían disgregado y muerto, entonces:
¿Cómo resistían los bacilos a las condiciones invernales del campo y las montañas durante años?
Hasta que un día, intentando mantener vivos a los bacilos, conservó una gota pendiente a temperatura del cuerpo del
ratón, siendo el resultado un hallazgo inesperado, los filamentos estaban tachonados de pequeños óvalos a manera de
una sarta de perlas. Al cabo de un mes estas perlas seguían allí, por lo cual experimentó colocándolas en humor acuoso
y estas cuentas volvían a convertirse en bacilos ordinarios y filamentos. Después de múltiples ensayos para confirmar
sus conjeturas concluyó que las cuentas eran esporas y esa forma tan resistente les permite a los microbios resistir frio,
calor y sequedad.
En 1876, Koch, salió rumbo a la Universidad de Breslau a contarle al mundo su descubrimiento. Demostró que los tejidos
de animales muertos de carbunco solo pueden producir carbunco si tienen bacilos o esporas. Además enseñó cómo
combatirlo, como sus experimentos le habían enseñado, los animales que mueren por carbunco deben ser incinerados o
enterrados a grandes profundidades. De esta manera, Koch había dado el primer paso al cumplimiento de la profecía de
Pasteur.
Roberto se trasladó a Breslau, donde vivió hasta 1878, regresó al pueblo rural donde hizo avances en bacteriología y
volvería a Breslau en 1880, llamado por el gobierno imperial como Investigador de sanidad.
Posteriormente descubriría y aislaría el microbio causante de la tuberculosis; así como, el del cólera asiático, al cual
pudo encontrar también la manera de combatirlo.

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