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JUÁREZ DE OAXACA
SEMESTRE V
Paul Henry de Kruif, o mejor conocido como Paul de Kruif fue un médico,
bacteriólogo, escritor y novelista estadounidense de ascendencia holandesa. Nació
en Zeeland (Michigan) el 2 de marzo del año 1890 y falleció en Holland un 28 de
febrero de 1971.
Pero te preguntarás, ¿Por qué tuve que leer todo esto? Bueno, el hombre del que
se habló es el responsable de que estemos haciendo este trabajo que podrás revisar
a continuación.
Paul de Kruif es el autor de la obra que, trata principalmente el tema sobre lo que
se dedicó después de su despido en el Instituto de Rockefeller: los microbios.
Esta que resultó ser un éxito desde la fecha de su publicación hasta nuestros días
lleva como título: “Cazadores de microbios”.
Esta obra es de la que hablaremos durante el transcurso de este escrito. Se trata
de un libro, que por todo lo que implica resulta fascinante para todo aquel que lo lee,
sea o no alguien allegado al tema.
Consta de doce capítulos, cada uno lleva como título el nombre del personaje del
que se tratará, y se encarga de explicarnos de una manera breve pero muy
entendible, el aporte de cada uno de los hombres que aparecen en el capítulo que
le corresponde.
El libro arranca con la vida de la persona que sentó las bases para que se pudiera
desarrollar el estudio sobre este mundo desconocido, el primero que echó el primer
vistazo hacía ese mundo invisible: Anton van Leeuwenhoek.
Haciéndolos cada vez con más aumento quedó maravillado ya que todos los objetos
que veía se apreciaban de un tamaño mucho mayor de lo que un ojo humano
pudiera llegar a ver. Es a partir de esto hecho que comienza a crear el invento que
le valdría su reconocimiento, el primer microscopio del mundo.
Con el paso del tiempo se dio cuenta que no había microorganismos sólo en el
agua, sino que también en muchas más cosas, cómo, por ejemplo, entre sus
dientes, dónde también observó que al exponer a estos bichitos al agua caliente
desaparecían.
Todo esto lo pudo realizar gracias a la elaboración del microscopio, artefacto que el
mismo creó.
Capítulo II. Lazzaro Spallanzani (Los Microbios Nacen De Microbios). Tras la muerte
de Leeuwenhoek los de la Real Sociedad, y en Francia, Reaumur y la brillante
Academia Francesa se preguntaban quién podría continuar los estudio e
investigaciones de Leeuwenhoek, pero, en 1729 en Italia, estaba naciendo el
próximo cazador de microbios: Spallanzani.
Capítulo III. Louis Pasteur (Los microbios son una amenaza). Tras la muerte de
Spallanzani en 1831 las investigaciones y cuestionamientos sobre los bichos se
vieron estancadas. Pasteur nació en Francia en el año de 1822. A sus nueve años
presencio los gritos horrorizados del Labrador Nicol que había sido mordido por un
lobo rabioso. En el transcurso de varias semanas habían fallecido ocho personas.
Pasteur al ser un niño se preguntaba porque morían las personas al ser atacadas
por un lobo, pero al no encontrar respuesta aparente decidió preguntar a su padre
que fue un sargento. Él solo se podía preguntar porque la gente moría por la
mordedura de un lobo rabioso, pero su padre lo único que tenía claro era que la
gente podía morir por balas entonces le dijo que quizá era la voluntad de Dios.
Ahora tenía como objetivo demostrar a la gente de Francia que se podía ahorrar
mucho dinero en la industria demostrando que los fermentos que transformaban el
mosto de vino y el culpable de que los vinos fueran inservibles era otra especie
microbiana y una totalmente diferente presente en los vinos agrarios.
Capítulo IV. Roberto Koch (El paladín de la muerte). Entre 1860 y 1870 mientras
Pasteur dedicaba sus esfuerzos en la industria del vinagre y su latente problema
con su producto. Un destacado estudiante alemán de la facultad de Gotinga cursaba
la carrera de medicina. Su sueño era ser un explorador o ser un médico militar con
la ilusión de viajar y conocer muchos lugares nuevos.
El carbunco era una enfermedad que afectaba a cualquiera, de hecho, podía atacar
tanto a un animal como a una persona. Era una plaga ineludible.
Tomó una muestra de una vaca muerta por carbunco, llegando a ver en el
microscopio unos blastocitos cortos y pocos numerosos. Decidió experimentar con
ratones infectándolos con una astilla empapada con sangre de otro animal
infectado. Al día siguiente lo encontró tieso y con una coloración azulada. Había
conseguido infectar al ratón, pero ahora su gran curiosidad era ver como se
desarrollaban los blastocitos con firmes intenciones de crear su propio cultivo de los
mismos.
Un día llegó a su consultorio una madre con su hijo casi nauseabundo con
mordeduras de perro en catorce lugares distintos, todas causadas por un perro
rabioso. Este niño de tan sólo nueve años sería el primer experimento en humanos.
Pasteur llamó a dos de sus amigos médicos esa misma tarde y empezaron con el
experimento. Al transcurrir el tiempo el niño mejoró hasta su recuperación total,
dejándonos entonces un arma para salvar vidas. Pasteur falleció en 1895, el gran
hombre de ciencia que nos salvó miles de vidas.
Capítulo VI. Roux y Bering. Emilio Roux fue un discípulo y ayudante de Pasteur. En
compañía de Berin discípulo de Koch jugaría un papel fundamental en el
descubrimiento de la toxina diftérica. Roux encontró el bacilo que provocaba la
enfermedad. La enfermedad como tal era muy peligrosa y mortal, era capaz de
propagarse a través de gotas muy pequeños, que era distribuida como volantes por
la calle por medio de estornudos y la tos. Por otra parte, Emilio descubrió la
“kriptonita de la difteria”, obteniendo así la teoría del bacilo que votaba veneno en la
sustancia cultivada, casi forzando a construís una membrana en la garganta.
Esta enfermedad desgarraba los tejidos. Trataron de debilitar a la enfermedad con
una antitoxina construida con bacilos de afteina. De modo que la toxina diftérica y
tricloruro de sodio formaban una sustancia antidiftérica la cual era inyectable. Así
obtuvieron lo que fue una especie de vacuna para salvar vidas.
Capítulo VII. Elias Metchnikoff (Los Solícitos Fagocitos). Un ruso indio que nació en
el sur de Rusia (1845). Fue estudiante de Krakoff, muy interesado en el
descubrimiento y la ciencia. Fue allí en dónde vio por primera vez un microscopio.
A sus veinte años ya tenía algunos trabajos científicos lo suficientemente buenos
para ser publicados en revistas científicas.
Metchnikoff estuvo ausente durante veinte años y falleció a los setenta y un años
de edad.
Capítulo VIII. Theobald Smith. Theobald Smith fue un hombre de gran temple que
dio un gran impulso a la humanidad. Él fue el encargado de dar una exposición
magistral sobre cómo el ganado propio del sur, al ser transportado al norte (y
viceversa) contraía fiebre de tejas hasta que finalmente muere. Y como era posible
que los del norte podían contagiar a los del sur.
Capítulo IX. David Bruce. David Bruce fue un hombre muy inteligente y entusiasta,
con grandes ideas revolucionarias que creía que África sería un lugar grandioso
para hacer experimentos. Estudió en la escuela de Edimburgo y al finalizar se enlisto
en el servicio militar, aunque en ello no era el mejor. Lo mandaron a áfrica, más
específico a Zululandia como un investigador a recolectar información de la nagana
o espíritu reprimido, enfermedad causada por el mosquito tse tse. Ahí también se
halló con una enfermedad que las personas que la portaban, morían al dormir, la
cual la denominaron la enfermedad del sueño; también causada por la misma
mosca.
Capítulo X. Ross Contra Grassi (El Paludismo). Ronald Ross junto con Battista
Grassi eran investigadores. Cerca del año 1899 se habpia descubierto que esta
enfermedad (el paludismo) era causada por un mosquito.
Ronald Ross fue oficial de servicio médico en la India. Por su lado, Batista Grassi
un italiano conocedor de insectos y otros seres vivos. Ross sostenía la idea de que
el paludismo era causado por una picadura y tras realizar varios experimentos
determinó que el mosquito era el portador de la enfermedad y, en el momento de la
picadura absorbía la sangre y dejaba el virus en nuestros cuerpos.
Fue así como Ross ganó el Premio Nobel, esto por haber descubierto el proceso de
transición del paludismo.
Capítulo XI. Walter Reed (En Interés De La Ciencia Y Por La Humanidad). Walter
Reed fue un soldado con gran constancia y disciplina. Investigó sobre la fiebre
amarilla, que fue en lo que trabajó. Recibió órdenes estrictas de buscar información
y de entrevistar a quien fuese necesario. Debido a esto estuvo un tiempo en Cuba,
en donde conoció a Lazear, un médico un tanto desanimado.
Una vez que Lazear le dijo que todo era causa de la picadura de un mosquito, Reed
informó a sus superiores. Entre tantos experimentos Lazear murió picado por este
mosquito.
Capítulo XII. Pablo Ehrlich (La Bala Mágica). En 1864 nació Pablo Ehrlich en
Silensia, Alemania. Él comenzó a preguntarse cómo es que podría destruir a los
microorganismos que causaban las enfermedades, su frase “Hay que aprender a
matar microbios con balas mágicas” hizo que se ganara el nombre de “Doctor
Fantasio”. Y vaya que consiguió su bala mágica, pues transformó una droga en
medicamento salvador; a base de arsénico elaboró un menjurje para librar a la gente
del pálido microbio en forma de sacacorchos; microbio cuyo ataque es la
recompensa del pecado, cuya mordedura es la causa de la sífilis, la enfermedad del
nombre aborrecible.
Nuestra historia comenzó con Anton van Leeuwenhoek, hombre positivo que,
mirando por un ojo mágico, hace doscientos cincuenta años descubrió los
microbios, dando paso así a que los demás científicos de la época tuvieran las
puertas abiertas para indagar más sobre el tema, que en ese entonces era
desconocido, era echar un vistazo a un mundo invisible.
Gracias a estos personajes y sus aportaciones que nos dejaron, hoy en día nos es
más fácil tratar una enfermedad, saber cómo se origina, como prevenirla o
erradicarla, estudiarla para ver su evolución, y un sinfín de cosas más. Poniendo un
ejemplo actual tenemos el caso del COVID-19 pandemia que frenó al mundo casi
de la noche a la mañana. ¿Pero que fue lo que pasó?, se encontró una vacuna que
tal vez no es un 100% eficaz, pero se usó el mismo virus para enfrentar la
enfermedad, al mismo estilo que lo hizo Pasteur en su momento. Sin estos avances
hoy en día no nos podemos imaginar cómo sería la vida, ¿o sí?