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',COMENTARIOS

TERESA DE ']ESUS FRANCISCO


DE SALES
VN ESTUDIO SOBRE SUS MUTUAS RELACIONES

No es aventurado !afirmar que la irradiación espiritual de la Doctora


·de Avila dentro de la literatura mística y ascética se halla aún en sus
c€sbozos. Mientras sobre el influjo pasivo de la Santa tenemos los magní~
ficos trabajos de Etchegoyen, Hoornaert, Luis UrlYano, etcétera, que han
buscado las raíces de las enseñanzas teresianas, ya en unas, ya en otras
fuentes, con mayor o menor probabilidad, sobre su influjo activo, si-
,quiera sea por siglos o por escuel'as, no hay trabajos de envergadura a
nuestro conocimiento.
Dentro de esta corriente de búsqueda de influjos teresianos se ha de
-colocar la obra que los Études Carmélitaines han ofrecido el pasado
año 1958, debida a la pluma del P. Tierre Serouet, O. C. D., que es una
hermosa contribución !a esta parcela, aún inexplorada cas¡ por completo.
En su obra De la vie dévote a la vie mystique (1), el autor ha tenido
la noble ambición de examinar y poner frente a frente la gran Santa
'española del siglo XVI y el gran doctor del siglo XVII, Francisco de Sales.
N o se puede neg1ar que el plan es ambicioso. Porque si Teresa de Jesús
l1a pasado a la historia de la espiritualidad por sus Moradas y por su
CaminO' de perfección, Francisco de Sales es también otro clásico de la
-espiritualidad por su Tmta.do del amor de Dios y por su Pilotea.
Siempre es negocio un tanto arduo buscar influencias, y mucho más
. cuando se trata de autores de una gran erudición, como sucede c.on Fran-
cisco de Sales. Sin embargo, Francisco de Sales con lealt'ad confiesa más
de una vez las fuentes de sus doctrinas en sus citas marginales y en sus
. afirmaciones expresas. Determinar hasta qué punto son fuentes, hasta

(1) Este trabajo presenta Un título ligeramente modificado del que para la adQui·
.siclón del grado de Doctor en la Facultad de Letras de París presentó el autor en 19fi7
Aunque de dicha tesis se han hecho dos ediciones simultáneas, sustancialmente son
~ lo :nl~Bmo.
]7
. \ \'

258 FORTUNATO DE J. SACRAMENTADO, O.C; D."

qué punto ilustran lo que tomó de otros lugares y 'aun lo que supo por
experiencia personal son cuestiones' difíciles de solucionar en concreto,
sin un atento examen de la obra salesiana.
Por eso se dal1 con frecuencia juicios dispares cuando se trata de
precisar la influencia que determin'ado autor haya tenido en otro pos--
~erior., ',
~ \,
"

1 * *., *

En una breye ~;ntro<iucc,ióni,el P. ,Serouetnos ,da la,ra~ó~1.del, métpda,


que 'ha segÚidd en 'su' trabajo. " " \ ,' -,' '" \ ' " ,'.
Plenamente convencido de que la manera como a veces se habla de
similitud doctrinal entre autores no siempre es la que se precisa, que,
con frecuenci'a estas afirmaciones carecen de la debida claridad que per-
mita ver s~ la afirmación se dirige a la identidad o más bien a dependen-
cia, que a veces se afirman dependencias entre autores sin detenerse a
probarla, quiere evitarlo en su estudio sobre Santa Teresa y San Fran-
cisco de Sale~, sobre todo po:r;que es, ésta la, cllestión que él tratará de
'res6lveruna cuéstión aún no bien coritdinea'dél; , !j" " "
i Adrilitid6" ié( hecho de lairifll1ericia teresiarias6bre San ¡ Francisco,
ijortodos los que 'h'áirestudiadd 'la cuestióh, nbsohmenos 'reMes las' dis-
'ciépanciás encuabto s~ IdesciEmdeal detalle. Para:iihos,'elBdctor sabó-
yAhb 'ha" sido un' 'copista', vti-lgáriz~dor 'entre el ' público: francés' de'" la(
'doc'triliá tetesia,nai,' sin! I apOrtaciones' petsonales de ''interés;'' 'claren'téde
'oi-igHiaIldad. Otros, pdr er contráll~O, le i1iegan la 'compi'ensión' de la obra,
teresiana. ,"" "', ¡ ,:", , " ,

'",' Estq le $orprendió,',Y:ál n1islllO 'tie,mpd; 'por corifésiónp'rÓpiá;' dió. 9ri-


'ge~al'prés~l7-te\ trabajo,' tr~Uúldo ,de,'precisar en qué'n}-eqída ,Y en qué
'cbndicíones la iildi~cutibleinfluencia teresiláha se' teal'izó 'en- San F:rah-
Clst'ó'de'Saled.: ,,': ',,: ':;",,: " ¡,:, ; ",¡"', " " " : "
" "Para: negat ¿e~~e resuhaqo,ha ido por un' cafuiho nuevo.' Dejémosle
i h~b¡ar'~ él imism<t : (iN ~~'ha' ,PftÍ'ecidó que 'se podía intentar aplicar 'al'

exáineri de esta influencia 16s lrtétodos probados para el estu'diode'las


'obrás rriaestrá~ literárias ,idé' lt;Js' dfférentespaíses.' Nos parece,' eh efecto,
jqu~,'a ve¿~s Jids' cdriieritáinOscÓn'coIhPa'rar dd,ctrínasteiüdlaspbi'Obl>as'
'petfeétas, ~~, 'dE!~'de su 'punto' departida. Bajó el :pretexto ~é qU'es,e com-
paran: dóCtt:iná's,á ":v~~es 'Se descuid~;sih 'ra'zón, 'ila " cponología,' i Si.' se
~&i,er~' esúld~~~ la', lri~~ u~nd~: ?e' l~' d~~~ },er~,sHlná~n s,~ t~tá,lid~dsobre
la obra saleslarla en su totéj-lId;ld, hay que ' guardarse, de conSIderarlas
coihouria ", ~nsefÍéinza' 'dé una "sola piezá,' 'moncílítidá. 'Hay qd¡o{ fijarse en
su
sil hacerse,' en la eclosión de lósd,ivei'sbs :elementos y' en lenta ma-
'durkci6ú.' lÜ1Y 'que' a:iú~' aI'tlem:po sUimp6rtahdaen estos probiemas de'
eternIdad» (p. 10).
',:/,1;,estQ,e$ Jo. 'qu(cr,ee:qw~, hafal:tadb:.,I4,!nf~u~l1ci¡:qo~~eS~ll, fran-
CÍsco,de'SalesnQ 'es' una' línea hOrIzontaLEs ,una gráfIca ,que, regIstra>
descensos y ascensos. Y no se pueden tampoco echar en olvido la~posi-
3 TEl\ESA DE JESÚS - FRANCISCO DE SALES

bjl~dades de. un, influjo ¡indirecto ,por, los caucesm?,s! dispares. S~ise' :h1!li-i
bier@tenidoen cuenta estos ,datos, Se ,hubieran! evifudo ,lasi'afiFmaCid..¡
nes. que. han heeho de: Bérulle .un condiscípulo! de, ISan FrartcisGo' en) 'el
Colegio. d~·Clermop.t;, o. que prolongan .las conversaci0nes, de ,la· Madre
Ana de JeflÚs :con ~abaronesade, Chantal,eneJ,locutorio ,de. Dijónhasta
un tiempo en que ciertamente no. 11ashubo. Ji ,1, ", ! J i , , '.'

~o igno;r~, cie.rtan;tente,i que, la, técnica de, la literaturacomparadaJ


entraña dificultades, pero eso ,miSmO le.llevaráa, procurar,sbrtearIas
lealIIlente.Hay que .evitlar el yer influjos a cada paS0 en aquello que viene<
a con,stitui;r.la enseñanza..común de la mística cristiana. Las mismasimá-'
genes .que con frecu.encia serán eL hilo conductor de, :las, influencias' ten-l
dránque sE:)rsomet~das a rígido examenhasta,oomprobarisu relalidadl!llj
/1.. contim¡ación¡ ,nos max:üfiesta las partes de sU trabajo. Habiendo i

de observar el orden Cronológico, las partes se escalonan,guardándole


en .10 posible. Por ¡ellq, la. primera tráta'rá. demostrall I en, qué condiciones I

y cuándo l;fesqubrió, San ,Francisco. de Salesa Sal1ta!Teresa.La segunda)


que~barcar~! desde 11602 a .1616,precisallá, en! la obra i del ,santo,· (escritds
y fundación, deJa .Visita!2ión) Jos pFogTesos de lla )influencÍa teresiana. 1;a
tercera .estará centrada sobre eL Tmtado. del.a:rmIi>1-' de Dios (yda linfluen..,
ciJa teresiana. Finalmente, la cua,rta examinará,Qtras il1,fluencias teresia:",
nas. indirec.tas. .' I , I 'i ,,:
• , . . ". , . . "

, Sería tarea que nos 110var:Ía;muy lejos irsiguiendo.pasoa paso lospro-;


blemas qu~ ya levantando .y tratando de resolver el :Pi SeroueL Porellb¡
prefeDÍmos dar. los· resultados a que .le ha conducido: el. e»amen <le, .cada:
una de estas cuatro partes. ;; i

l ' , j. " l ! ' J i I! (, 1, , ,i ,,1, I , ¡, ~


'. Hay: que conceder que SanFr¡3.nG~scod~ ,S¡:il,esest.uxp en contac~p ,cWi..
las obras de los .a}lto~e,::¡ e¡¡pa,iío1es <¡lel s~glo :j{vr, gw.c.onstituyen jP~l1t~>9,
de sus ohrtls, recRn;t~~d~da¡¡; una porción no .d~sPFeci,a):¡Ie., $in .emha.rg,9,¡
hay qu~ conf~sar pa,hi1din¡:tm,yI;lte, que S,a~1. Fr9,Itsi¡¡co ,<1,e, ,Sales no: WY\-1
el c(mocimiel1to ,d~l iespañolq€ :uI;l¡3. Illapera q.~0 ¡le pern¡.iti,erael,~~~4<j,iq.
personal de las ob,r¡W. eS~ri~as ien,i~a )ep.gua de, C~wvan~~s:. Lp~,autp~e~
que cita. y recc;>mienq~ ,lqsih~ copoci<;lp no en, .s~ <;>f1gipal! ,esI?afj.91, •~Ín,q
a través qe las vefsionys al f:[~ancé~ o, en latfn.Y, ~s,tQmi~mo \le ,ha dM
af~:mnar d,e Santa Terysa. 9an Franciscp no ~~. GQnpci,q silfO a tJ;'avé~. ~e,
la Vida d~ J¡?,ibera y p~r la \¡ersf6n ~l franyés d~.¡fl¡¡ ,<;l,bras d,eSan~a T,~
resapor .Juan d,eQuil1~anaduefj.as .:¡3réti~y;. perQ, eH(), nqs J10y;a a. qq~,
antes de 1602 San ,E'ran,ciscQ nq leyó e:q fraJ¡lc~~ aSal1ta T~resa,.."
En cuanto a las influencias venidas de otra parte,. parece que tam-
poco, pues. se puede aflrmarque la Ftaric'ia del XVI tic)' conoció a Santa.
Teresa; y 'por lo qUe hace a la cuestión deBi S1itiFranciscod,e Sales'
tuyo contiactos tétesii:lnos' en Italia, todo , lleva a sóspechlirque se irripon~
la respuesta negativa: .r-a •Vi'da .de. Santa TJresa, ita¡iáno,'bie~ qu~ en
preparáda en '1592,. aprobada por Posevino el rriisnid añO y por Barq'ni~
en 1593 no yióla luzptblicahasta 1599. Era pretisamente cuatido 'San;
Francis6o. de Sales estuvo enR6m~ ~lgqnas' se±ria:na~. PUdo, poi' 'tanto;
conoce'r la 'aut()biografía t~resiana.Pel;o nO 'se pnú:\bá'jla,icórióc'iese,'
< • : I ' , ' ' " ' '" ,: ';
Una'¡
¡ : . , I " : ~ , \ !' ¡ ;'
260 FORTUNATO DE J. SACRAMENTADO, O. C. D.

influencia le pudo llegar la través de Posevino, que, como hemos recor-


dado; aprobó en 1592 la versión al italiano y fué director del Santo en
Padua. Hasta se ha querido ver la necesidad de que se las hiciera cono-
cer. Los datos, sin embargo, escuetamente recordlados, descartan esta
necesidad. La aprobación de Posevino es de 20 de enero de 1592. Fran-
cisco de Sales llega a Padua en noviembre de 1588, recibe el birrete de
doctor in utroque jure el 5 de septiembre de 1591. Después hace un corto
viaje a Venecia, seguido de una peregrinación a Loreto y Roma. Después
de su doctorado, estuvo muy poco en Padua, ya que entra en Sabaya
en enero de 1592. Bajo este aspecto, es claro que después de su apro-
bación de la versión difícilmente pudo influir. ¿Antes? No se prueba
tampoco, ya que no hay documentos que prueben cuándo precisamente
se tradujo, cuándo la empezó a leer Posevino y aun, dado todo, que
éste la recomend'ase.
Francisco «descubre a Santa Teresa» no antes de 1602. En este año,
Francisco va a Francia, y llega a París en 22 de enero. Eran años de
efervescencia teresiana. Mladame Acarie estaba decidida a introducir en
Francia el Carmelo femenino, respondiendo a un deseo de Santa Teresa,
que se le aparece. Francisco de Sales establece amistad con ella, y el
día 5 de junio de ese año la confiesa por vez primera. Se le consulta
sobre la fundación proyectada, y Francisco pone su contribución a la
empresa, escribiendo meses más tarde, ya en su castillo de Sales (no-
viembre 1602), al Papa sobre el negocio. A pesar de ello, él permanece
al margen. Sólo más tarde se irá enterando del rumbo del negocio por
Brétigny en 1605.
La situación espiritual de Francisco en esta época, 1602, en que oye
hablar de Santa Teresa y puede leer sus obras, parece ser la siguiente:
algunos, como Saudreau, han querido ver en el Doctor saboyano un con-
templativo desde su juventud; pero los apuntes que el santo nos ha de-
jado sobre su examen de conciencia dan lugar a sostener que en Padua
no había llegado de modo habitual a la contemplación infusa (p. 123).
Tampoco se ha de ver en la tentación de desesper1ación que en Padua
le atormentó seis semanas la noche del espíritu, sino más bien una va-
riedad de la noche pasiva del sentido. La tentación de 1586 sería la en-
trada del Santo en lla vía pasiva. Pero sigue aún con actividad discursiva
cuando la acción de Dios no se manifiesta tan absorbente. Ello explica
que aún se prescriba para sí en Padua, en 1590, reglas minuciosas para
su vida de oración y que más adelante, en la dirección de Santa Juana,
no se decida por una simplificación prematura de la oración.
Los escritos que tenemos de los años 1592-1602 no suelen citar au-
tores místicos en cuanto tales. Y también nos han escondido los favores
extraordinarios que tuvo, si bien nos han dejado los que tuvo algunas
veces yJa en la misión de Chablais, ya en el retiro preparatorio a las
Ordenes Sagradas. El contacto personal en el ministerio no parece ha-
berle puesto en contacto con almas contemplativas que le hubiesen abier-
to el libro vivo de la vida mística y le hubiesen asegurado que sus pro-
pias experiencias no tenían nlada de anormal. Sus experiencias místicas,
por otra parte, le ponían en una óptima disposición para el estudio de
5 'l'ERESA DE JESÚS - FRANCISCO DE SALES 261

la mística castellana. Era un alma que le podía enseñar mucho. Tal ero
la situación de Francisco de Sales en 1602; no un Maestro de la Mís-
tica, sino un humilde discípulo, magníficamente prepartl.do.

La segunda parte, «Iniciación», será más fecunda en resultados po-


sitivos.
Desde su estancia en París en 1602, Francisco traba amistad con
almas profundamente teresilanas: Madame Acarie, Jean de Brétigny.
A pesar de ello, hasta después de varios años no se encuentra el nombre
de Santa Teresa en sus escritos. No basta a explicar este silencio la pér-
dida de la correspondencia, ya que hlay ocasiones en sus escritos en que
el nombre de Teresa hubiera enCajado como anillo al dedo. Hemos de
esperar al 3 de mayo de 1604, donde, escribiendo a Santa Juana, recuer-
da la frase teresilana «soy hija de la Iglesia». Su manera de hablar por
este tiempo indica una mayor penetración en los valores teresianos. Re-
salta mucho de la manera un tanto jurídica e impersonal con que escribe
su carta al Romano Pontífice sobre el lasunto de la introducción del
Carmen. Ha descubierto, junto a la Reformadora, la santa llena de amor.
Este encuentro con la Madre Teresa cuando se halla en lla necesidad de
dirigir un alma gemela es providencial.
Santa Teresa servirá a Francisco en este período no sólo para com-
prender mejor el alma de la Baron8sla, sino para la dirección de otras
almas teresianas, a quienes se esforzará en llevar al cumplimiento del
deber con la misma doctrina de la mística doctora.
El establecimiento de las CarmelWas en Francia llevó a un conoci-
miento aún mayor de la obra teresiana a las dirigidas del Santo. Cierta-
mente que se ha exagerado el influjo que sobre ellas tuvo la Madre Ma-
ríla de la Trinidad, ya que las conversaciones en Dijón hay que reducirlas
bastante, contra las afirmaciones de Baruzi y Bremond.
En cuanto a los orígenes de la Visitación, hay que tener presente
que Francisco de Sales no quiere «copiar» a las órdenes antiguas. Quiere
unas religiosas, 'ante todo, contemplativas, no precisamente Hermanas
de la Caridad. En los detalles prácticos de la nueva comunidad de An-
necy, se interesa por detalles de las carmelitas, si bien no exclusiva-
mente. En cuanto a lo que se ha llamado «segunda Visitlación», con el
rumbo completamente contemplativo, hay que admitir el influjo del car-
denal Marquemont, que había sido carmelita Descalzo en Roma; pero
no se ha de ver un cambio de vidla práctica, sino más bien jurídico.
Habrá que admitir que el contacto de las Visitandinas de Lión con las
Carmelitas, recomendado por Santa Juana a la Madre Favre, dejó su
estampa en la Visitación, bien que adaptada a su psicología francesa:
Los libros teresianos y carmelitanos encuentran aceptación en los am-
bientes salesianos, y son expresamente recomendados el Camino de per-
fección y los Avisos de la Madre María de San José. No se trata, sin em-
bargo, de unla filiación espiritual, sino más bien la visitación es en
frase de Santa Juana la «Hermana menor del Carmelo».
En orden al influjo de Santa Teresa en la Introducción a la vida de-
FORTUNATO' DE' J; SACRAMENTADO, O. C. D. 6

vota; aparecida en 1608, hay .que negar 'la ~nfluencia teresiana tal como
alguno la ha defendido:' N o 'se puede decir, con Dom' Mackey, que «el
espíritu deSanía Teresa'penetra todo el libro»), sino más bien hay que
afirmar que es sencillamente el espíritu cristiano lo que les acerca a
ambos.
(, Esto no eS obstáculo'paru quejen determinadosdefalles se'puedavet>
el influjo teresiano, tales, por ejemplo, sobre la noción de devoción, sobre
las propiedades del agua; prob'áblementesobre el recogimiento espiri-
tual; 'en su doctrina 'sobre los consuelos.
,,'f(¡ En cuaato al método de oración 'recomendado por 'el Santo, riada nos
permite afirmar una influencia directa.
'''' San Francisco'de, Sales parece haber estado'en el 'tiempo qüe escribía
sl1s; páginas de direcci'ón a' las almas principiantes más libre de !influjos
eClctraños. Un e:l¡Tamen atento! de su correspondencia rnuestra también
qUe no fueron estos años los de mayor influjo teresiano. Por estos mis-
mas años, escribiendo a madame Brülart sobre libros de lectura. espi-
l 1itual, no'coloca a Santa ,Teresa 'entre los libros que todospódían útil-
in'ente' leer. !

Da tercera parte se dedica, conio 'dijirnos, al estudio de la irlflU:encia


t'eresHula sdbteel Tratado del amOr de 'Dios. ' ,, '
;,' Sería vaho pretender que en la composiciónd~ esta 'obra cumbl'e,
Francisco ha peJ.'manecida irnpermeable a las influencias de autores a.n-
teriores; pero tambiéripodemOs creer que' los autores 'que' él' expresa-
meriten'o cita comd iIispiradores eh tOdo o en parte de sus ideas no in-
fluye1'orig'tan cosaerila'EilaborilCiónde su obra.' " , , '
, , Santa Teresa figura entre los autOres que él confiesa' haber leído y
d'e' cuyos esc'ritos hace' en 'el' prólog-oun elogio sincero.' A pesar de todo,
difieren, en primei'lugJar, porqueSarita 'Thresa'riotiene'plan yes auto-
biOgráfiCa; mientras él obispo de Ginebra lo sigue y habla de úna manera
iliáS lmpersotia'l.' ! ' ' ,

, , "Los inf1ujds tEm:isianas se hacen' 'sentil' deíma manera más hplícita


en los libros VI y VII al trata:r de'his oraciones pasívlas, esd'ecir, a par.:.
1'11' MI capítulo :VII 'del libro 'VI. A pesar d~ todo,' rió es una influencia
~érV:iI. Las' cOrl1paradonescle que a veces se 'Valé, tomadas: dé la Santa,
tien~n matices personléiies, fruto de' la:, experiencia personal y 'de tasVi-
s'itandihasdirig-idas. , , ' '," ,', , " " ' , ", " '
I :Eri los 'libros VIII y IX;' aurique Santa Teresá.noaparece nuhca ,ex-
presa'fr?,eni'é citada y 'el' 'vócabulariousadopa'r el' Santo no eS el'teresiario;
hay"r a pesiar de tOdo, qué ap.initii:·' séñalesmuy Ciértas de verdader:l'in-
flúencia teresIana. No en 't=il sentid6de que lá. pnmacíadél ab10r sea
ilgo ;que ' no1hubiera 'tmcolltradd' sin la obra teresiana,' sirio en cuahto le
cbrifid:nó en ide~s.; r.kidea '<lé la 'itHiiférencia cómo esta:do'habitüaldél
alma "les' acerca, 'asíc'o:r;np! l'á.' pdzqúei, se ha 'de tener' ,después' 1e'haber
HaMo erifaltás: ' r, d " , , ' , " r , ' I " ","""

Una influencía'menor' ~edescubre ya en los restantes 1iJ:}i'os del Tl'a-


tado. ' ' " ", ' ," ", . ,'" ,
'l'ERESA DE JESÚS· FRANCISCO DE SALES fl63
, '1 '.', ., .' 'f"

: ~', :,! ; 1:' ,", ,','j".,'" ,;'.: y, ',I!I' ;',.,',,;;;, ~ ~, ;:,1, i, ',Iil' ~ .. ~,,)! , .: ;,j' : \,
'" "Fm'almente, ,la ,cuarta parte es un pasar revlS,ta a mflujos teresianos
fn<iireCtos'. La'inf1uenCi~'quel~ hubíeraP9didov~nir a'tnl.\rés'ct'el~: jUáH.
,d~ Jesús Marí~,O: C.':ti.;;ctiy,o'Artedé~ ley~,ast Theologtci comü'su
Jl~Úi!icq.pe).~ti?m~ ,~~ ~isfins~¿~¡de ~1c~~~~~ 'y ~apt01 ;~si C01n9' i,d~as '~~b~~
.la hquefacCIÓl1, ,la, herjq'a, de •amor y ¡a, muerte, de alllor. A pesar de tOdo,
'e€insigriifical1te:'En,cuiultoa
::','1' ,: 1 1;:: .,1 ,.' ,!
' , l ' ,,'
'San Juan: dé 'la
,,1"¡"'i:
tOrlos 'los indícios
','1 '. , , \ " '\',
! . \ ! \ \
nos
¡Ij'.' ! . 'il
Cruz,
: : ..' ,,'¡

lleyan ~ ~~~,E7rfl~t;)a,opr~d~lS~p,t9 }t? fu,é,des~~m~id~.,Nos~lo p'orf1.1,l,Y


.las ediéiones
, , \ :... : ¡ (
"
del Sa,nto en Ifrancés, rio aparecieron'
• ',j ! ! ' :, I .,.,' ~
sino ''cu'ándo'
1,. ~
l ;',' , ¡ . , '. '
!)', '
ya'estaoa
": I,,¡ , ( ,
~ , . ' 'J i ) : ' \, : \ \ ~ I i "1 ' " '!!

c9II)ple\o, el Trat~d?,: SIno. porque "las oqré\s ,:mé\nuscr~t,as del, SantO, Alfe
:pudoconocer 'y las ,ideas :que pudo ,reCibir átravés' de ot'rO'sautores
inflúídos" P9r .el ¡ (3a~t~", Y,'pupHG~'<ia¿ ~~nted .d~' sus' 'opras ltampóco' 'hay
pruebas que, las 'conociese.' Es Cierto
, ",'" . l " i:
qu'e' 'hay iqeas"rrniysemej~ntesen
1'" '..'" \ ~ " ¡" " \
i : :' I ,i '. "1 : '" '1 I \ l.: j •' , ! ' , : ' : I : : " '" ( I l' .. "
<l~bos, P~~? e~~sen~lllarnent~" ,alg?, p~rt,el7-,~~~~pte, i~l C?~HP. :p,atpmqpió
,de, la'i'espmtuahdad
': , I 1 o;; sacado
)' : \
de las obras t~reslan'as y ,experIenCIaS per-
,~ I ' . ..1' ¡ ;: I . . _ ( ',) ,('" j \ I 'J , ' "',.: (;; 1, ',:, I I : 1: : I

:sonu.s~6nclu~i6~' de tO~F' s~: q~~:a~e, Rpede!' re1H?ir' d' lq, Sigt~~eAt~':,',san


FranCISCO de Sales~ub~era n~al~~é\do,l?m Sa:n~~ Ter,e~~ su Qbra,:pe~o ést.a
.sehubiera realizado más'difícfhnente;' no iehli1:Hera fáltado 'a su TidtiNlo
nada de'esEh;iclal, :'pt;ro'hubiéra.: 'expresadÓ 'sh 'docÚil1~en f6~muias: me:'
~riOs pre<!isasy,' 'po'slblemerite,' meilos Úenas',Uriainflúerida'lilnita'da, '~ro
~~al3;}ecllridF'.,,;, ' ."" ",:,'\ '",' '\!:",: \' "\:, \:"\') J,',' Ii, '"

Las páginas'que preceden nokonsinoiuri"e'sDozo de:una' 0Rra' (lUe


figurará, con razón, entre los estudios logrados de la espiritualidad tere-
siana. ;Estudios de esta epvergadura son necesarios s~ queremos ir cono-
¡ciendo la! l;nltéiÚica influenbá' teresiáha. Los resultados han llevado a
'conclusiones inesperadas al autor, y éste las ha afrontado lealmente.
Hemos de creer a su afirmación de objetividad en la investigación. No
'es una obra en plan de demostración de una tesis acariciada, es un tra-
bajo donde la reflexión ha sido el hilo conductor de la investig'ación.
Análisis sutiles y un conocimiento de toda la literatura salesiana le ha-
,cen encontrar alusiones a autores diversos de la Madre Teresa en luga-
Tes que se prestab'an a una atribución a primera vista justificada.
Una obra de primera mano, con materiales inéditos e impresos, y un
-perfecto conocimiento de los problemas que trae entre manos.
No queremos decir con esto que suscribamos todas y cada una de
las afirmaciones' que en materia de influencias sostiene. Muchlas de
ellas comprendemos que, a pesar de las razones, queda margen a la
impresión personal. Tampoco creemos satisfagan siempre los laudables
'conatos de hacer ver que Santa Teresa y Francisco coinciden en el fon-
do, si bien la formulación es distinta o responde a diferentes situaciones.
Diferencias de apreciación son permitidas y reales entre los Santos en
general, y nada tiene de extraño que alguna vez haya diferencias de
matices entre ambos.
En cuanto a la explicación del c. 5 del libro VI, francamente nos in-
'clioomos a que allí se trata de una contemplación que no es la infusa.
Podráse admitir que la cita de San Agustín, tal y como el Santo la aplica

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264 FORTUNATO DE J. SACRAMENTADO, O. C. D.

a sí mismo, tenga unas características que más convienen a la infusa,


pero en el contexto del santo no creemos la tenga. ¿Por qué no !aplicar
en este caso lo que demuestra hacer con la Santa varias veces, es decir r
que no se toman todos los elementos en ella leídos, sino lo que le inte-·-
resaba, y tal vez aplicados a otro propósito? Por otra parte, hemos de
agradecer la anotación, que San Francisco de Sales aplique nada menos.'
que treinta y tres veces en los capítulos III, IV Y VI la palabra contem-
plación y casi no la emplee en los veintitrés capítulos que dedica a hablar'
de las oraciones pasivas (p. 280). San Francisco en esos capítulos, según.
el P. Serouet, quiere enseñlar la existencia de estados de oración más
simples que la meditación discursiva antes de hablar de estados cierta-
mente pasivos, llamándoles contemplación. Creemos que sieso es así,
siendo la contemplación infusa ciertamente pasiva, San Francisco d~'
Sales h!a llamado contemplación a algo que no es ciertamente pasivo y
que tampoco es discursivo. Reconoce, pues, la existencia de esos estados:
que otros llamarán contemplación adquirida. y de paso se ve cuán poco;
fundada está en la realidad la afirmación de que «cuandO se leen aten-
tlamente las obras de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa, de San Fmn-
cisco de Sales, de Santa Juana de Chantal, se ve que ellos entienden como
todos los grandes místicos, por la palabra contemplación, la contempla-
ción infusa». (Dictionaire de Spi1<itualité. «Contemplación», c. 2067.)
No obstante esto, hemos de confesar que nos enconb~amos ante un
volumen que acredita, una vez más, los valores de los conocidos Étu.de's·
Cannélitaines.
FORTUNATO DE J. SACRAMENTADO, O.. C. D.
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